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CARTA A LOS CORINTIOS, COMENTARIOS MONS.

MONTENEGRO OCT 18

La misión de los predicadores 1 Co 3,5 - 4,1-13


Después de criticar a los que pueden ser seguidores de Apolo,
Pablo se dirige a los diversos grupos de la división comunitaria.
Todos los cismas se dan por la soberbia de algunos, por una falsa
concepción de la verdadera sabiduría y de un sentido inadecuado
de iglesia, cfr. 1,17-3,5. Los verdaderos apóstoles no buscan su
propia gloria, sino solamente ser ministros y siervos, por lo cual
todos son iguales y están bajo la dependencia de Dios 3,5-9. En esta
sucesión, especialmente 3,10-17; 4,4-7, Pablo descubre las graves
responsabilidades del ministerio apostólico, pues la vivencia
cristiana la conciben muy ligeramente los fieles de Corinto 4,8-13.
En primer lugar, el apóstol es un ministro y su tarea es llevar a la fe
a las personas, ejercitando los dones en los espacios que Dios le ha
confiado. El apostolado es gratuita elección divina y por lo tanto,
no se lleva a cabo por cuenta propia, ni para el propio provecho.
Vv. 6-9 Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que en el
escenario del apostolado el protagonista es Dios, y los demás
somos actores acompañantes, que trabajamos en dependencia,
pero el responsable siempre será Él. Los operarios, en las parcelas
agrícolas, hacen su tarea, pero el único que puede asegurar el fruto
es el supremo Hacedor. Los trabajos de los colaboradores son de
diversa índole, pero de igual categoría y todos son manifestativos
del concepto del deber.
Vv. 10-11 Pueden haber varios constructores de una casa, como
varios pueden ser los predicadores de las comunidades, pero los
que suceden a los primeros, deben seguir los lineamientos trazados
por el Arquitecto original. Pablo, por eso, dice que puso los
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cimientos con sabiduría, les corresponde ahora a los continuadores
proseguir también, con respeto, los trazos y cimientos.
Fundamentar la salvación sobre otro Cristo u otro evangelio, es
romper la relación con la verdad de los indicativos ya presentes y
delineados desde el kerigma original y el bautismo. También hay
que seleccionar los materiales, oro, plata, piedras preciosas, paja;
en otras palabras, tener criterio para distinguir la verdad
continuada del edificio doctrinal.
Vv. 13-15 El único juez calificador que se reserva un día para
examinar el trabajo de sus misioneros, es Dios, es el mismo
recuerdo bíblico de la rendición de cuentas, es decir, el día del
juicio. Como el trabajo apostólico se ha comparado a una
construcción, el juicio se compara con el fuego, así como este
prueba la calidad de los metales, así también las dificultades, las
crisis y las persecuciones, prueban la calidad del trabajo pastoral
realizado. Esta crisis es, para el Apóstol, algo que debe suceder en
algún momento en la iglesia y entonces los constructores verán
convertirse en humo todos sus esfuerzos. Los malos constructores
se perderán del premio, sin embargo, no perecerán con sus obras,
sino que se salvarán de la destrucción, pues no lo hicieron con mala
fe, sino con incapacidad y superficialidad, su riesgo es encontrarse
un día con las manos vacías. Primera a corintios 3, 10-15 ha servido
como texto básico para fundamentar la doctrina del purgatorio,
pero realmente no es muy segura la cita, pues la imagen del fuego
no se refiere a alguna purificación de los trabajadores, sino a las
crisis normales por las que pasan todas las comunidades, cuya
persistencia, revela la solidez espiritual con que han sido fundadas,
y el fuego, ilumina y pone al descubierto la calidad humana y
espiritual de los predicadores.

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Ya desde el verso 9, el Apóstol había dicho que la comunidad de
Corinto era una edificación de Dios. Había venido cambiando las
metáforas de construcción con las de plantación, para explicar la
labor de los apóstoles en la Iglesia de la ciudad. Ahora de forma
interrogativa, señala que cada uno de los componentes, es templo
del Señor, añadiendo que el Espíritu Santo habita, como en el
templo de Jerusalén, en el corazón de los conformadores de la
Iglesia, pues los seguidores del Resucitado forman un pueblo santo,
sacerdotal y elegido para ofrecer a Dios el verdadero culto. Los
exhorta a respetar esta presencia, a cuidar la habitación del
Altísimo en sus corazones. El tempo se profana, no sólo mediante
acciones indignas que lesionan la sacralidad, sino también con las
divisiones y fracturas grupales, que lesionan la unidad, pensada por
Dios, para todos los bautizados. En el lenguaje paulino, a los que
rompen la unión eclesial, les corresponde la condenación eterna Ga
8,8; Col 2,22. De estos conceptos, deduzcamos el gran amor del
Apóstol, por la iglesia de Jesús.
Vv. 18-23 Vuelve la temática anterior sobre la verdadera sabiduría,
siempre en relación del grave problema de la desintegración
eclesial, en particular, le preocupan los seguidores de Apolo, pues
éste, como buen orador, confiando en la retórica humana, había
impresionado a muchos, creando la división entre los componentes
de la comunidad original, conformada por Pablo. La frase del verso
18 va claramente contra ellos, la sabiduría de este mundo, 1,25-31;
2,6-16, es en realidad necedad, mientras la que los hombres
califican de necedad de Dios, 1,25, es la expresión de la verdadera
sabiduría. El cristiano, si quiere llegar ser verdadero sabio, debe
revisar si sus valores se inspiran en Dios y en la manifestación de su
voluntad, para no quedar atrapado en la paradoja de la ciencia
humana. En 1,20, había citado a Is 29,14: “perderé la sabiduría de

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sus sabios y eclipsaré el entendimiento de sus hombres
preparados”. También había hecho alusión al Salmo 33,10 y a Is
19,12, ahora añade a Job 5,13: “Caza a los sabios en su astucia”
para continuar desvirtuando la seguridad humana de los
separatistas. Dios deshace las trampas de los astutos, en las cuales
habían proyectado que cayeran los incautos. Dios conoce los límites
de la sabiduría humana, pues como dice el Salmo 94,11 “Dios
conoce los pensamientos del hombre, que no son más que un
soplo”; cuando nos confiamos plenamente en la sabiduría humana,
nos alejamos de Cristo. Pablo, Apolo y Cefas, invocados por los
grupos de Corinto como jefes, no son más que servidores de la
comunidad, pues los fieles han sido colocados en el centro de todas
las cosas, creados en función de una nueva relación con el Hijo, de
donde proviene toda su dignidad. Cristo y sus seguidores no son
dos realidades separadas, sino una unidad inseparable y misteriosa
cuya cabeza es el mismo Cristo; así se expresa la visión
cristocéntrica, típicamente paulina: los cristianos son como el
punto de referencia de todas las cosas, pero Cristo es el vértice y
núcleo, hacia donde todo converge en su camino final hacia el
Padre.
En el capítulo 4,1-5, a los apóstoles, los presenta como ministros,
3-5, y como colaboradores de Dios, constructores y arquitectos en
3,6-10. Ahora, une Pablo la palabra ministros, como dispensadores
de los misterios divinos, redondeando la descripción del oficio de
los apóstoles. El ὕπέρετας designaba originalmente a los remeros,
personas que prestaban un servicio de cualquier categoría, en
cambio, los οἱκόνομοι, representan una clase de hombres
distinguidos, son los superintendentes o tesoreros, hombres de
confianza en una palabra. En la metáfora paulina, ellos realizan los
misterios de Dios, es decir lo referente al Plan eterno de Salvación,

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que naciendo del Padre, se realiza por Cristo y en Cristo. En la
argumentación de trasfondo, contra los divisionarios de la
comunidad, a éstos no se les debe de considerar como jefes de
grupo sino como trabajadores subalternos. Los apóstoles son
intermediarios y sólo se les pide fidelidad a su oficio, a su jefe
directo, que es Cristo.
En Corinto, Pablo ha sido blanco fácil de críticas, pero al apóstol no
le preocupan, pues una opinión humana, a veces es expresión de
impotencia. Por esta razón, ni él intenta auto-juzgarse, pues ni el
juicio de su conciencia le basta, por más honesto y limpio que sea.
Por eso, el apóstol espera la única sentencia del juez calificado, que
es la de Cristo el Señor, pues el que todo lo conoce, puede
condenar o absolver y los corintios deben esperar ese día. Porque
sólo entonces, podrá evidenciarse lo que el hombre vale realmente
delante de Dios, pues para Él no existen espacios oscuros, ya que
todo lo ve y todo lo escudriña y conoce muy bien las raíces del
corazón humano. Quienes hayan evangelizado con limpias
intenciones, recibirán su recompensa y la alabanza que merecen.
Todo cuanto ha dicho, es en función del problema de la comunidad
y ha tratado de dilucidar qué son realmente Apolo y él, para que
nadie, en forma insensata, ande levantando ídolos gratuitos,
causando divisiones, sin considerar que ambos no son más que
remeros de la barca de Cristo y que su único valor dependerá de su
fidelidad al Evangelio y de la rectitud de intención, pero como ya
dijimos, ese juicio se lo reserva solamente a Cristo.
De repente, como que se da cuenta el escritor, que ya había
hablado mucho de los predicadores, hace extensiva la doctrina a los
destinatarios, invitándoles a que nadie se sienta más que los otros,
precisamente porque crea que su Maestro es mejor. “No ir más allá
de lo que está escrito”, es una frase compleja, ha habido varias
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opiniones como explicación: pudo tratarse de un proverbio profano
o de una frase conocida en las comunidades. Tal vez el apóstol
quiera decir que hay que evitar las discusiones peligrosas,
poniéndole límites a las propias pretensiones. Podría, también
referirse, a quienes no queriendo oír la Escritura como árbitro
supremo de sus discusiones, pretenden orientar sus vidas según
otros puntos de vista, en todo caso, la expresión parece glosa, sin
contexto adecuado.
Vv. 7-8, No deben olvidar los corintios que todo lo han recibido,
que no hay motivo para enorgullecerse ni presumir de algo, pues
todos los dones provienen del Señor. Ellos se sienten ya realizados,
en la cima de su desarrollo cristiano, se sienten saciados en el
sentido religioso y ricos en presencia del Reino, pero su vanagloria
es una pobre ilusión, que los verdaderos apóstoles no comparten.
Vv. 9-13 Por su parte, los promotores como Pablo, que tanto han
sufrido por el Evangelio, no esconden un sincero deseo de
reconocimiento de parte de Dios, a quien sirven de tiempo y fervor
completos. Sin embargo, a Dios plugo que sus enviados aparezcan
ahora como los últimos, como criminales contra los cuales ya se ha
pronunciado la sentencia de muerte. Como si estuvieran en
presencia de ángeles y hombres, se han convertido en espectáculo
de diversión o de odio. El verso décimo contrapone una sinfonía de
quejas con adjetivos contrapuestos, para resaltar la diferencia de lo
que se creen los corintios que son y los trabajos ingentes de los
apóstoles, que no han sido valorados según las medidas de este
mundo, sino según la alegría del corazón que acompaña y
trasciende los caminos de los apóstoles. Aún ahora, las largas
caminatas, los peligros que éstas suponen, la predicación a veces
infructuosa, la violencia de la incomprensión y físicamente, el
hambre y el frío, se responde, no con la venganza superficial de los
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débiles, sino con la generosidad sobrepasada de quien entiende,
perdona y espera, pacientemente, el fermento de Evangelio.
Mientras tanto, trabajan con sus propias manos, para no confundir
los buenos ánimos y depender de la generosidad veleidosa de los
demás. Los Hechos de los Apóstoles, narran más ampliamente
todas las penalidades, sobre todo, las de Pablo 13,50; 14,5-19;
16,19-24; 17,5-33; 21,30-33.
No olvidemos que todos estos capítulos y versos, son una larga
reflexión del apóstol en torno a los grupos, que a partir de la
predicación de Apolo, se fueron formando por las capacidades
oratorias del alejandrino. Todos estos conceptos, irónicamente,
brotan de contraponer la seguridad desmedida de los seguidores
del intruso predicador, con las penalidades de los compañeros
también predicadores de Pablo, para buscar su reflexión y por lo
tanto, el camino de regreso a la unidad.

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Matrimonio y virginidad 1 Co 7,1-16.25-40
Después de enfrentar los graves problemas de las divisiones, el caso
particular del incestuoso, el recurso a los tribunales paganos y la
fornicación, Pablo empieza a responder algunas cuestiones
planteadas por la comunidad, una de ellas es, sobre todo, el
matrimonio y la virginidad.
Vv. 1-9 Así como el problema de la fornicación no había sido fácil
de resolver, pues era una costumbre muy arraigada dentro de los
paganos y algunos después de bautizados la seguían practicando,
Hch 15,29; 1 Ts 4,1-8; 1 Co 6,12ss, otros llevados por el fervor de
los inicios de la vida cristiana, habían renunciado a las nupcias y en
general a las relaciones conyugales.
Pablo, aunque reconoce el valor de la abstinencia sexual no lo
ordena, sino por periodos lo aconseja. Con frases prudentes, el
apóstol presenta la doctrina cristiana, como una iluminación para
desenfrenados y rigoristas, hablando del matrimonio, con sus
legítimas satisfacciones, como el camino común de todos los
bautizados. Contra toda clase de tentación fornicaria, el matrimonio
es la respuesta. El celibato voluntario por amor a Dios es un bien
elevado vv. 25-35, pero por eso mismo, no es algo para todos. Pues
cuando al hombre se le niega la satisfacción de sus impulsos, surge
el peligro de que el deseo insatisfecho, se desborde por cauces
anormales.
El varón y la mujer tienen los mismos derechos y deberes dentro del
matrimonio, ninguno de ellos tienen una potestad ilimitada sobre su
propio cuerpo, ni el marido debe negarse a su mujer, ni ésta frente a
su esposo, en el mismo caso. Las abstinencias deben consentirse
siempre, pero después de un mutuo y libre acuerdo, deben ser
temporales y ordenadas a la oración y a otros ejercicios espirituales,

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aun cuidando los tiempos, pues no sea que la prolongación
inadecuada, pueda empujarlos a la tentación de otros placeres. En
esto no debe haber equívocos, Pablo ni prescribe el matrimonio ni la
abstinencia, sino advierte, a partir de la naturaleza humana, lo mejor
para todos y lo posible y excelente para algunos, ya que la
abstinencia la habían intentado vivir, por sublimes razones, tanto
griegos como judíos Ex 19,15 Lv 15,18. Dios ha repartido sus dones
según su voluntad y no todos pueden aspirar a los mismos carismas.
Aún faltan los comentarios posteriores de Ef 5,21-33 Col 3,18-19,
para completar las ideas del maestro sobre el matrimonio, que
también es una gracia.
Vv. 10-11 Su llamamiento a la virginidad no disuade a nadie de la
vida matrimonial, es mejor casarse que ser vencido por el fuego de
las propias pasiones. Para el matrimonio rige una importante ley
exigida por la dignidad del hombre, que es la indisolubilidad. El
apóstol de los gentiles, nos recuerda, como en otras ocasiones, esta
palabra del Señor, que podría estar registrada Mt 19,9, y que
trasmitida por la tradición, los evangelistas la recogieron para la
posteridad, por su valor único en la historia de la vida matrimonial,
ya que pone a ambos cónyuges en igualdad de derechos y al amor en
la verdad de su perpetuidad. La única excepción es la separación, en
cuyo caso, que no se vuelvan a casar, para dejar abierta la puerta a la
reconciliación y a la relación con el vínculo de la perpetuidad.
Vv.12-14. Sin embargo, no existen matrimonios entre cristianos
solamente, sino también entre un contrayente pagano y un cristiano,
es decir, matrimonios mixtos. En estos casos, mientras el fiel
consienta el seguir viviendo con el cónyuge pagano, no se deshaga
tal unión. No es palabra de Jesús sino del Apóstol, por eso hasta
ahora, se llama privilegio paulino. Esto puede favorecer la
conversión futura del infiel y asegura desde ahora, la santidad del
matrimonio y la de los hijos. El Evangelio, no pretende en este

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aspecto, una revolución de las formas externas de la vida, sino
prevenir de antemano, contra situaciones peligrosas.
Vv. 15-16 Solamente cuando la parte gentil no colabore con una
convivencia pacífica y virtuosa, el cristiano puede separarse por
amor a la paz y buscar nuevas nupcias, según la interpretación de la
Iglesia. Los motivos que apoyan a esta resolución, son la paz y la
libertad de espíritu, que Dios quiere para el cristiano, ya que para
ambas Dios ha llamado a sus elegidos, y además, la esperanza de
convertir a la parte no cristiana, ya se ha ido esfumando.
Vv. 25-40. Pablo vuelve ahora al tema que abandonó en el verso 17
y se dirige a los que viven en virginidad y celibato, hombres y
mujeres, aunque desde los inicios aclara no contar con un precepto
directo del Señor, ofrece líneas directivas personales, basadas en su
propia experiencia y sobre la autoridad que Dios le ha conseguido
para gobernar sus Iglesias, aunque dudamos que no conociera el
dicho de Jesús, que recoge Mateo en 19,12; de todas maneras, el
apóstol habla con sus investiduras de evangelizador de Cristo,
aconsejando que la vida célibe tiene un alto valor moral vv. 1.8,
sobre todo con referencia al tiempo, pues las comunidades
primitivas esperan, que de un momento a otro, regrese Jesús
resucitado, a juzgar a vivos y muertos. El mismo apóstol deja ver
que él también cuenta con la proclamada parusía 1 Ts 4,15.17 Rm
13,11, aunque no pueda precisar nada sobre el tiempo y utilice
imágenes como los dolores de parto de una mujer o como el ladrón
en la noche 1 Co 5,2-3. Mientras tanto, no se trata de convulsionar el
orden de la vida ciudadana apoyados en falsas profecías 2 Ts 2,2.
No hay que subvertir la realidad existente en sus fundamentos
naturales y necesarios: el que está casado no debe de separarse de su
mujer, el celibato es una decisión excelente, pero no puede ser un
mandato para todos. La expresión “a causa de la necesidad
presente” los exégetas han proporcionado diversas opiniones de

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interpretación: las tribulaciones anteriores al fin del viejo mundo
pagano y judío, o las pruebas que van a suceder al final de los
tiempos presentes o las circunstancias de la vida matrimonial, pero
creo que el escritor se refiere sólo al corto tiempo entre el presente y
la venida del Señor, para poder aconsejar la inmovilidad frente a los
cambios de estado. Pablo remite a los cristianos en forma solemne,
al inquietante misterio del tiempo, frente al cual, no pueden acelerar
decisiones tan infundadas y menos siendo tan trascendentes.
Después, y en el mismo verso 28, regresa a la argumentación
indirectamente, sobre las razones de la excelencia del celibato, es
decir, que el no casado, se libra de las tribulaciones de la carne, no
las tribulaciones precedentes de la concupiscencia 7-9, sino en
general, las situaciones que la vida familiar comporta.
Pablo es un apologista de la virginidad, pero sin lesionar los
derechos del matrimonio y entre otras razones que aduce, aquí en el
v. 29, es la brevedad del tiempo que falta para la venida del Señor,
pero, todo cristiano tiene su propio tiempo ligado al de Cristo y,
teniéndole como centro de la vida, se puede decidir más fácilmente
por la continencia, ya que todo pasa rápidamente, y nos aconseja el
despojo de los intereses materiales, con lo cual habla de la banalidad
intrascendente de la vida, de la pérdida de atracción de las ofertas de
lo humano; pide que no se clave la mirada en la inminencia de la
llegada, sino de acuerdo con el tiempo, en su valor absoluto y
relativo, los cristianos no deben dejar de mirar hacia el horizonte de
dónde viene la salvación.
Pablo quiere preservar a los cristianos de las falsas preocupaciones
de los hombres mundanos y los quiere libres de ataduras engañosas,
para que no pierdan su unión con Dios. Por eso, una vez más,
insiste en las mayores posibilidades del célibe para cuidar las cosas
de Dios y de agradarlo, no dispersando sus atenciones, sino
concentrándolas sólo en Dios y en su culto, y les advierte, que estos
razonamientos no persiguen motivos egoístas, ni ponerlos en
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peligro, sino solamente indicarles los caminos más adecuados, para
que su fidelidad al compromiso bautismal, sea más seguro.
Vv. 36-38 Sin estos versos, difíciles de interpretar, por cierta
imprecisión paulina en relación con sus eufemismos, referentes a lo
sexual, durante mucho tiempo y aún ahora, algunos los interpretan
diciendo que se trata de un padre, que dadas las circunstancias, le
pregunta al apóstol si debe casar a su hija, porque ésta ya llegó a la
edad sexual adecuada y este responde: “que el papá haga lo que
juzgue conveniente”. Si la casa, queda obligada su conciencia, pero
si libremente y sin presiones, mantiene la original decisión de no
casarla, obrará mejor. Pero esta interpretación tiene menos adeptos,
pues no resuelve todas las dificultades que se crean, porque no se
habla abiertamente de padre e hija, si así fuera, cómo liberar los
escollos del verso 37. Parece más bien, que en el escrito, después de
hablar del matrimonio de las vírgenes y antes de hablar de las
viudas, Pablo se refiere a dos personas que eran novios cuando se
bautizaron, a estos tales no se les puede aplicar el principio tres
veces repetido en 17.20.24 “que permanezca cada uno tal como lo
halló la llamada de Dios” sino que la decisión sería, la que ya se
había pronunciado en los versos 6-8. Así que subrayamos la
expresión completa, que parece ser la síntesis doctrinal Paulina del
v. 38 “quien se casa con su novia hace bien, y quien no se casa, hace
mejor”.
Los vv. 39-40, hablando de las viudas, sigue el mismo principio que
ha regido todo el parágrafo. Muerto el respectivo marido, estas
quedan libres para contraer nuevas nupcias siempre que sea delante
del Señor y buscando su bendición, aunque para el tiempo no se
conocían ritos propios para esta unión.
Todos estos conceptos llevan la firma del apóstol al declarar que él
tiene también el Espíritu de Dios, para poder aconsejar y mandar
cuando fuera preciso.

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El ejemplo de Pablo 1 Co 9,1-27
Estos versos hay que leerlos a partir de dos presupuestos muy
visibles en el relato. El más próximo, nos deja ver un estado
anímico preocupado y hasta polémico, sobrecargado por el estilo
montado en más de 14 interrogaciones, que le confieren al escrito un
tono acusador. Pero también está atrás, el gran tema expuesto
dentro del clásico recuerdo bíblico, de los paralelismos lógicos en
espiral. La argumentación viene desde 8,1-13, donde se expone lo
referente a no consumir de las carnes inmoladas a los ídolos. Del
9,1-10,13 se presenta como argumento sustentante el ejemplo de la
caridad de Pablo y del verso 10,1-13 los grandes ejemplos de la
historia de la salvación para continuar en el verso 24, dándole
solución al mismo tema de las carnes inmoladas y de la relación con
los cristianos de Corinto.
Nuestro tema abarca propiamente tres partes: En los seis primeros
versos justifica sus propios títulos, del 7-9 muestra también los
derechos que de dichas denominaciones derivan y del sacrificio que
él ha hecho para esperar otras recompensas celestiales. Por último,
los versos del 10 al 23 buscan penetrar más a fondo la razón de sus
renuncias, siempre en función de una caridad que ayude a la
comunidad a crecer en ella. Finalmente se cierra el parágrafo
subrayando que la meta que espera alcanzar le impone renuncias
indispensables 24-27.
Vv. 1-6 En un lenguaje agitado, que no parece provenir de la
contextualidad inmediata, les descubre a los corintios que no ha
exigido sus derechos sin razones importantes. Su misión es
auténtica, pues ha sido el mismo Cristo quien excepcionalmente le
escogió y le envió a predicar y por otra parte, también las columnas
de Jerusalén Ga 2,7-10; Hch15,23-35 estaban de acuerdo con su
apostolado entre los paganos, más aún, la misma comunidad de
Antioquía. También la eficacia de su trabajo Rm 1,1-7 le ha puesto

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de manifiesto que el Señor camina con él, pues ya que esta tarea tan
complicada de apartar a los hombres del pecado y llevarlos a Dios,
sólo es posible con su ayuda.
Todo apóstol debería ser sustentado por los fieles y de llevar consigo
a una mujer colaboradora, la cual debería vivir también a expensas
de la comunidad. La primera parte del v. 5 es ambigua. Mujer,
designa normalmente la esposa en 7,14 y este sería el sentido de esta
afirmación, ya que en todo el contexto, el apóstol sostiene su estado
celivatario. El recuerdo de las piadosas mujeres que acompañaban a
Jesús en su apostolado Lc 8,1ss, hace pensar que se trata también
aquí de la misma intuición. Ciertamente en 9,14 defiende el derecho
que tiene el apóstol a comer, beber o casarse, como lo hacen los
otros apóstoles, pero por dedicarse totalmente a Dios, como ya lo
explicó en el capítulo 7, es mejor renunciar y así dejar bien abiertas
las puertas de la salvación.
Vv. 6-14 como todo obrero, también los apóstoles tienen derecho a
vivir de su trabajo, es decir, según las preciosas metáforas militares
y campiranas, a ser retribuido, por aquellos con quienes consume sus
energías y su tiempo. Sorprende que se nombre a Bernabé, con
quien Pablo después de Hch 15,39 había separado caminos, pero
seguramente conserva el recuerdo y buena amistad, así como la
fórmula gratuita del trabajo.
La recompensa al trabajo no sólo va de acuerdo con la ley natural,
sino también con la Mosaica. Quién soporta los esfuerzos y
sacrificios de una profesión, tiene siempre la esperanza de una justa
recompensa. Todo esto lo argumenta el escritor desde las analogías
sacadas de la vida, de la misma Palabra de Dios Dt 24,5, cuya
explicación ofrece de inmediato. El texto no se escribió en favor de
los animales a los cuales también hay que alimentar, sino sobre todo,
en favor de los hombres, que esperando los frutos “ara el que ara y
trilla el que trilla”, nadie trabaja en balde.

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Y siguiendo el desarrollo ascensional del texto, el emisario de la
Carta aclara, sí esto sucede en el mundo de los bienes materiales y
nosotros sembramos bienes espirituales, es decir, de una calidad
mejor, ¿no nos mereceríamos al menos nuestra manutención? Si los
corintios pagan otros requerimientos de la vida social, ¿los
apóstoles, que les hemos predicado la verdad, no tendríamos ningún
derecho a ser recompensados?
Sin embargo, y esta es la sístole de toda argumentación insistente,
no hemos querido hacerlo uno de nuestros derechos, aunque hemos
soportado todo, no queremos empañar el éxito del Evangelio, pues a
lo mejor ya había habladurías, que desde 1Ts 2, necesitaban
aclaraciones. Y si a todo esto, añadimos que Pablo ha organizado
una colecta en favor de los cristianos pobres de Jerusalén, los
divididos y descontentos de Corinto podrían sumarla a su campaña
de críticas, ya que así es el proceder de las balanzas de los injustos,
de que ya era demasiado lo que los apóstoles estaban obteniendo en
materia monetaria de la comunidad. Así que la renuncia a los bienes
bien avenidos tuvo grandes y sutiles privaciones, siempre a favor de
la claridad del Evangelio. Como podemos ver, la demostración de
los propios derechos, no es más que el trasfondo preambular de la
renuncia, aunque en el desorden mental del escritor, vuelve la
reflexión sobre estas mismas aclaraciones. Aún los sacerdotes
paganos, como los veterotestamentarios, viven de la contribución de
los fieles Nm 18,8-31; Dt 18,1-8. Así que el argumento brota de la
justicia y de la costumbrística religiosa de todos los tiempos.
El mismo Jesús Mt 10,10; 26,10, habla del obrero que merece su
salario, dirigiéndose a sus discípulos cuando los envía a predicar.
Así que Pablo tiene un nuevo argumento, para seguir ahondando en
las justas exigencias de la cooperación material de los corintios, pero
siempre con la intención de su renuncia, como ya lo hemos dicho,
por el éxito del Evangelio.

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La declaración del v. 15 es muy clara: Su reflexión actual no es para
provocar la ayuda, la expresión verbal Κέχρημαι aclara que no ha
usado de este derecho, es perfecto pasado que traduce una acción
continuada hasta el presente. No está dispuesto a renunciar a esta
gloria de predicar gratuitamente, pues este honor, el apóstol no lo
pone en el hecho de predicar, ya que lo considera su deber moral,
muy serio, de ahí la exclamación; sino en los trabajos y penalidades
que sufre por llevar la Buena Nueva a todos los pueblos y llevarla
como obediencia a un deber recibido, pues la salvación no tiene
precio Lc 17,10. Si predicar o dejar de hacerlo, estuviera a su libre
arbitrio, Pablo podría hacer valer ciertos derechos, pero como se
trata de una tarea que se le ha encargado, como a los viejos profetas,
Jr 1,4-10; Am 3,3-8, el apóstol, al renunciar a sus recompensas, se
diferencia de otros predicadores, pues él trabaja por gozosa
obediencia y por la gloria de servir, sin perseguir ventaja alguna en
esta tierra.
Vv. 19-23 Para este incondicional pastor de hombres, no existe otro
objetivo, que ganar espacios y conciencias para Cristo. Aunque es
libre, porque no depende de nadie, ya que aún sus renuncias lo
proyectan como más independiente, quiere hacerse siervo de todos
para ganarlos para el Evangelio. Aún, por el mismo objetivo, no ha
roto con los judíos en sus relaciones interpersonales, ha vivido como
si aún obedeciera la Ley, con tal de ganar a los de su raza, a quienes
tiene gran afecto Rm 9-11. De igual manera, se ha acercado a los
gentiles, a sus costumbres y formas de pensar, a fin de abrirse
espacio para sus predicaciones Hch 14,15-17; 17,16-34. Un buen
creyente, con una gran flexibilidad para dialogar con todos, sin
renunciar a sus convicciones, pues ahora está lejos de la Ley
mosaica, pero bajo una nueva Ley Rm 3,27; 8,2; Ga 6,7.
Débil con los débiles, es una expresión que viene a abultar el peso
de las enumeraciones, pero también seguramente se refiere a los
principiantes y sencillos, que aún carecen de un adoctrinamiento
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más sólido y que a lo mejor son también personas pobres, carentes
de horizontes más amplios. Cuando habla de ganar a algunos, tal vez
refleja una reserva modesta o la experiencia amarga de haberse
sentido rechazado y hasta odiado por otros.
Pero siguiendo al v. 23, entendemos que Pablo ha renunciado a
todas las recompensas humanas, pero jamás a la esperanza de
encontrarse con Cristo participando de todos los bienes celestiales.
La esperanza es el irrenunciable hilo conductor de la vida.
Vv. 24-27 Ahora el escritor va a cerrar su mensaje con una serie de
imágenes deportivas, aplicándolas primero a los corintios, cuya
afición por el atletismo era extraordinaria. Aparte de los juegos
olímpicos, los corintios celebraban cada año los ístmicos. El que
todos corran y solamente uno reciba el premio, no es la mejor
imagen, ya que para el mensaje no es tan exacta, ya que Pablo se
refiere e invita a que todos corran para que todos ganen y a
diferencia de la corona de laurel, que se daba al vencedor, y que al
final se marchitaba, aquí hablamos de poseer los bienes eternos no
sujetos a ninguna descomposición, siempre que como atletas nos
abstengamos de placeres que nos impiden la búsqueda y la agilidad
en la carrera.
Ahora, él mismo se proyecta en la pantalla de su escrito como
ejemplo, no sólo con relación a las carnes inmoladas a los ídolos, en
cuyo contexto estamos, sino abriendo más los horizontes, se refiere a
las ascesis y mortificaciones propias de la existencia cristiana. El
apóstol se ufana de poderles decir a los suyos, que es un atleta y
luchador en todas formas, y en la carrera y pugilato, el enemigo de
su propio cuerpo y de sus pasiones a las que quiere someter al
ejercicio constante y violento, pues si busca con tanto ahínco la
salvación de los demás, él también quiere asegurarse contando con
su fe y la gracia de Dios.

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Esta es una rica meditación dirigida a los corintios, ahora en relación
con la costumbre de algunos bautizados de seguir consumiendo las
carnes sacrificadas a los dioses paganos. En estos 27 versos se
propone él mismo, como ejemplo de caridad, ya que las carnes en sí
mismas no significan nada, pero el seguirlas consumiendo podría
causar escándalo a los débiles; por lo tanto, a su manera, los exhorta
a no comer esas carnes como él ha renunciado a todo y así llevar a
algunos, para la salvación ofrecida por Cristo. Pero por encima de la
argumentación, hay muchos conceptos que retratan la excelencia del
apostolado, la inmensa fe del predicador, la grandeza de sus
renuncias y el gran ejemplo de su ascesis espiritual con tal de ganar
a Cristo.

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