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Martín Fierro o el orgullo de ser gaucho

Julieta Martínez Jiménez

La historia de Martín Fierro en esta primera parte, conocida como ‘La ida’ y publicada por
primera vez en 1872, cuenta la historia de este gaucho por medio de cantos y su guitarra.
Retrata la sencillez rural, la independencia y la paz de su espíritu. Tiene fe, pues Santos del
Cielo y Dios con mayúsculas no pasa desapercibido, al igual que venera a la Virgen más
adelante en la historia.

Como sucede comúnmente en las religiones, se desatiende de lo terrenal: “Mi gloria es vivir
tan libre/ como el pájaro del cielo:/ no hago nido en este suelo” (José Hernández 91-93) Sin
embargo, se lamenta, pues afirma que no posee el amor que esas aves gozan. De acuerdo con
su particular filosofía considera que lo que caracteriza al hombre es su sufrimiento, y por eso
él no cría raíces. Constantemente lo persigue una sensación de desamparo, ya que en su
tiempo el ser gaucho era considerado un delito. Este pensamiento, este triste destino ante el
cual sólo cabe o la resignación o la rebelión, aparece plasmado en diversas ocasiones. No
obstante, es claro que algunos de los rasgos principales en el gaucho eran su valentía y valor.
Aunque parezca mentira, esta representación no difiere de aquella que Sarmiento presentó
bajo el rótulo de “barbarie” en su Facundo.

El poema arranca con la felicidad, gustos y costumbres de su vida familiar, su esposa y dos
hijos, hasta que es obligado a alistarse en el ejército para luchar contra los indios, pintados
como seres salvajes que roban y matan cuanto encuentran, según sus propias palabras.
Después, satisfecho con la promesa de un sueldo, comida y ropa por un mínimo de seis meses,
se marcha hacia la frontera. La llanura, la pampa o la extensión, como explicó Sarmiento,
ayudó a modelar la figura del gaucho: la extensión es libertad sin límites, es misterio de donde
pueden surgir cualquier tipo de pensamientos y sentimientos. La mirada de este es, por tanto,
la de alguien que piensa en la construcción de un Estado, por eso se sitúa desde las
necesidades del poder central, y busca los obstáculos que impiden estructurar ese poder. Por
el contrario, la mirada de Hernández se sitúa más abajo, en la repercusión que tiene en el
gaucho la aplicación del proyecto europeísta que se está diseñando.
No obstante, después de tres años de maltratos y sin apoyo por parte de los “gringos” que en
nada contribuyen ya que no poseen las habilidades que el trabajo en la frontera demanda,
entre otras labores, como la siembra de trigo, las promesas no se cumplen. A su regreso, lo
único que le espera es su casa destruida, pues su familia se ha marchado. Por último, acontece
su deserción. Motivado por estos hechos, la desesperación le empuja a unirse a los indios y
convertirse en un hombre fuera de la ley, perseguido por la “justicia”: son los abusos de la
autoridad los que hacen del gaucho un ser fugitivo. Se convierte en lo que Sarmiento
denomina “gaucho malo”, un cuerpo más desgastado por la autoridad corrupta.

Lamenta con especial sentimiento la partida de su esposa, reconoce el dolor que sufrió al
tener que marcharse con otro hombre “¡qué más iba a hacer la pobre/ para no morirse de
hambre!” (1061-1062)

El personaje evoluciona a lo largo del poema, Martín Fierro no es únicamente un pobre


desgraciado que sólo siente penas y no puede hacer nada. También en él se esconde la
violencia de quien intenta seducir a una mujer y llega hasta el punto de cometer un asesinato
contra un negro, después de envolverse en una pelea. Es en esta escena donde podemos ver
gráficamente qué tipo de desenlace puede tener la vida de un gaucho, y en todo caso, la de
cualquier otro maginado o marginada. Condenados política y socialmente se entrega al
escape que representa un momento de adrenalina. En este libro, los héroes son los
marginados, los derrotados y los caídos.

Entonces, ¿es la violencia la única salida que le queda al pobre a quien el Gobierno aplasta?
¿Es esa la única solución cuando las reflexiones de Martín Fierro en el canto sexto no tienen
una buena respuesta? “asigún los tiempos andan;/ pero también los que mandan/ debieran
cuidarnos algo” (982-984)

Más tarde, conoce a Cruz, su mejor amigo, que desde mi perspectiva no aparece muy claro.
Refugiado en los pajonales, una noche, la policía lo encuentra. Será un combate desigual,
pero la fuerza de Fierro logra despertar la admiración de Cruz, quien tiene una visión muy
ingenua del mundo, pero un gran sentido de lealtad. Manifiesta cierta admiración por el valor
de Fierro, por lo que decide luchar a su lado y posteriormente huir. Los personajes prefieren
las tolderías de los indios, la barbarie, antes que los maltratos del estado. Por su parte, Martín
Fierro encuentra en el un compañero valeroso con quien puede identificarse.
Todo el poemario es un círculo de pobreza, crueldad, violencia y callejón sin salida.

La primera característica que noté al leer esta poesía fue su rima, y por consecuencia, su
ritmo. También pude identificar cómo Hernández desarrolla a su personaje de tal manera que
se aprovecha bien cada oportunidad de recalcar la injusticia que fue sometido a vivir. Por
otra parte, a pesar de la lírica fácil de leer de José Hernández, que no fácil de escribir, me
costó entender algunas palabras. Me di cuenta que para comprender mejor esta obra es
importante investigar un poco acerca del lenguaje gauchesco.

Por desgracia, la defensa de Hernández no se extiende a otros marginados: los negros


(“hechos por el diablo”), mujeres, inmigrantes y el pobre, que nunca tiene razón porque no
tiene quien lo defienda y sólo puede defenderse él mismo. Aunque hable y diga sus razones,
nadie las escucha. La figura de la mujer no predomina. Sólo se menciona a cuatro de ellas:
la esposa, la mujer de Vizcacha (que él mismo mata), la cautiva blanca del indio y la negra
de la que Fierro se burló. No hay profundidad alguna en los personajes, únicamente se
mencionan en situaciones específicas, todas valoradas desde su relación con un hombre. El
concepto puede ser contradictorio, pues se describe como piadosa, diligente, trabajadora y,
por otro lado, “perra parida”. Para ellos la mujer era una más entre todas, una mano de obra,
un objeto.

Por lo que se refiere a los indios, asimismo, eran importantemente discriminados. Aun
compartiendo el destino, gaucho e indios aparecen en la obra de Hernández en un estado de
guerra que lleva a Martín Fierro a dedicarle los versos más hostiles y lapidarios. Pero,
todavía así, su sentencia permanece en cierta ambigüedad que por momentos hace del indio
un potencial aliado. Por ejemplo, cuando Cruz y Fierro llegan a las tolderías “Yo sé que allá
los caciques/ amparan a los cristianos, / y que los tratan de «hermanos»” (2191-2193)

Todo no hace más que reflejar el clima de la época.

Tanto el indio de hoy y el gaucho de ayer fueron y son víctimas del mismo saqueo. Les
quitaron sus tierras, su cultura y hasta su identidad. El caso de Martín Fierro no era uno
particular “"he relatao á mi modo/ males que conocen todos, / pero que naides contó." (2314-
2316)
Eran tiempos de Rosas, el gaucho era la condición de posibilidad del desarrollo nacional,
porque es el que puede, mejor que nadie, lidiar con la vida de campo. El sistema político lo
necesita como instrumento que lo legitime, aunque sea de modo fraudulento. Hernández,
entonces, escribe suponiendo que en la élite hay una grieta tal que les permite a estos formar
parte del poder.

Martín Fierro es una obra en verso en la que se refleja la cruda realidad a la que se veían
enfrentados los hombres enviados a la frontera, al exterminio. Es la protesta expresada a
través de la vida de un gaucho, quien se vio forzado a resignar su libertad e individualidad
frente a los cambios sociales y materiales, así como en contra de la política de Domingo
Faustino Sarmiento. El punto clave para Hernández es, en realidad, discutir lo que Sarmiento
denomina “civilización”, destacar ciertas “barbaridades” que comete el “progreso”.

La narración es una que da voz a millares de gauchos, condenados a vivir en los confines de
una historia que se estaba construyendo sin incorporarlos a la sociedad indolente que crea
personajes que deben ser excluidos pero que al mismo tiempo usados y ultrajados. Diría yo
que su tema central es la dignidad humana.

Hernández, José. El gaucho Martín Fierro. España: Alcalá, 2012. Impreso.

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