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CIUDAD DE SEVILLA
PUEBLOS IMPORTANTES
DE SU PROVINCIA,
D E S D E LOS T I E M P O S MAS . R E M O T O S
HASTA. N U E S T R O S DÍAS.
IX J O A Q U Í N aXJICJTOT,
ACADÉMICO DE NÚMERO D E X A SEVILLANA DE BUENAS LETRAS Y CRONISTA
DE LA CIUDAD Y DE SU PROVINCIA.
T O M O I.
SEVILLA.
Imp. de GIRONES y ORDUÑA, Lagar 3.
1875.
PRÓLOGO.
LIBRO PRIMERO.
CAPÍTULO I.
No el cuerno de Amaltea
Pido yo para mi;
Ni ciento cincuenta años
Dichoso Rey vivir,
E n las ricas riberas
Del rio Guadalquivir.
4
34 HISTORIA
fól. 5.
(2) Oríjen de los Cultos.
(3) Teofrasto, discípulo de Platón y de Aristóteles, nació en la
isla de Lesbos, 371 años antes de J. C.
(4) Paralelo de las Religiones. T. 1." páj. 1042.
40 HISTORIA
6
42 HISTORIA
(1) Sabemos, por Apiano, (lib. 1." par. 17) que losTirios lleva-
ban nota de sus acontecimientos y de los de los pueblos con quie-
nes tenian relaciones; pero el tiempo no ha respetado sino algún
fragmento suelto de su historia. César Cantú, Historia Universal.
Época 11.", Cap. XXVI.
(2) Salustio dice que los Romanos, destruida Cartago, regala-
ron á los reyes Númidas las bibliotecas que encontraron en la ciu-
dad, conservando solo los libros de Magon que trataban de agri-
cultura. Los Númidas eran tribus nómades, guerreras y semi-bár-
baras; ¡juzgúese el aprecio que harían del regalo!
9
66 HISTORIA
(") Rodrigo Caro, en sus «Antigüedades de Sevilla» Lib. I." Cap. VIIdice aludiendo al nom-
bre del rio «Odiel» y al de la aldea «Abiud:» «Y aunque es verdad que los Phcnices usaban de len-
gua tan parecida á la Hebrea, que pueden ser Phenicios estos vocablos, etc., etc., y Cortés y Ló-
pez, en su Diccionario «gcográlico-hislórico,* t. 3. ° pág 6, dice, que el idioma fenicio y el púnico
eran dialectos derivados déla lengua hebrea.
11
CAPÍTULO IV.
(1) El pais que media entre el Bétis y el Anas, y que cae fuera
de los que se acaban de nombrar, se llama Beturia. Divídese en dos
partes, habitadas por dos naciones, la de los Tdrdulos confinantes
con la Lusitania y la Tarraconense, y dependientes de Córdoba, y
la de los Célticos, que lindan con la Lusitania y corresponden al
partido de Hispalis. (Plinio. Lib. III cap. 3.)
DE SEVILLA. 85
(1) Chore-grafía del Convento Jurídico de Sevilla. Lib. III fol. 116.
DE SEVILLA. 95
CAPÍTULO I.
«
Así es, que salvo la sublevación, que, sin que los his-
toriadores romanos (1) manifiesten la causa, estalló, por
los años 195 antes de J. C , en el pais Turdetano, cuyo
varonil esfuerzo no solo dejó en duda la victoria en una
(1) Después que Julio Cesar huvo tomado todas las Españas,
so el m señorio, e da Roma, Tino á la Provincia de Guadalquivir,
y mudó á Sevilla el nombre, y mandó llamarla Julia Romulea.
(2) Véase lo que decimos en el cap. I páj. 22 y siguientes.
DE SEVILLA. 117
da la caballería.
E n Carmona tuvo noticia de haber sido soliviantadas
en OMcula, cuatro cohortes de la lejion V por otras de
a
18
138 HISTORIA.
19
146 HISTORIA
corriesen por sus espaldas hasta la orilla del rio para cor-
tarles la retirada.
De esta manera se explica satisfactoriamente el suceso
narrado por Hircio. E n efecto, si consideramos que el
tiempo que los cesarianos tardaron en llegar desde el pun-
to de su emboscada al lugar de la acción, fué el que ne-
cesitaron los lusitanos para dar fuego á las naves; si nos
fijamos en que los incendiarios se encontraban en la lla-
nura que se extiende entre el rio Guadaña y el arroyo
de Eritaña; que allí los alcanzó la numerosa caballería
romana—recuérdese que en la batalla de Munda, que se
había dado m u y pocos días antes, César puso en línea
ocho mil caballos, de los cuales el mayor número es pro-
bable que le acompañase al cerco de Sevilla—y que esta
pudo maniobrar desembarazadamente favorecida por la
naturaleza del terreno, y, finalmente, que los lusitanos
tenían el rio Guadaira por delante, rio que en la época
del año en que tuvo lugar el suceso llevaba mucha agua;
á su derecha el caudaloso Guadalquivir y por su izquier-
da y espaldas u n enemigo superior en número y en dis-
ciplina, y el arroyo Tamarguillo; se comprenderá fácil-
mente que encerrados como estaban en u n espacio limita-
do que no podían salvar hubieron de ser acuchillados
gallardamente por los soldados cuyas armas y arreos
estaban todavía cubiertos con el polvo del campo de ba-
talla de Munda.
Exterminados los auxiliares lusitanos, el bando de
Pompeyo decayó de ánimo, y Sevilla se rindió al vencedor.
César dejó en ella u n a fuerte guarnición «y tomó el ca-
mino de Asía, (1) de donde vinieron legados á pedirle
la paz.»
rio Romano por uno de sus mayores fastos, con estas pa-
labras:
E. N . P. HOC DIE CAESAR
HISPALI VIC.
«La primera letra, continúa el citado autor, discurre
por toda la semana. Las otras, dicen así: E. NEFASTUS-
PRIMO. HOC DIE CAESAR HISPALIM VICIT.
«Dion Cassio llamó á esta victoria el triunfo y victo-
ria de España, y en este concepto está señalada por fiesta
y sacrificio en dicho calendario.» (1)
Hasta aquí Ambrosio de Morales, Rodrigo Caro y Gru-
tero, que, como Stefano Pighio, siguen el cómputo de
Catón, conocido vulgarmente por el de los Fastos Capi-
tolinos, en el que 'corresponde la salida de César de Roma
para la guerra de España el año 707, la batalla de Munda
al de 708 y la muerte de Julio César al de 709.
Otros autores antiguos y modernos, en mayor n ú m e -
ro y de mayor autoridad, entre ellos Dion Cassio, citado
por Grutero, siguen el cómputo Varroniano, que acerca
u n año más aquellos sucesos, y á este es al que nosotros
nos hemos atenido por lo que se refiere á la guerra pom-
peyana y su desenlace con la rendición de Sevilla.
Pero, h a y más; aun admitiendo el cómputo que si-
g u e n A. de Morales y R. Caro, no es posible aceptar el
mes y fecha que señalan á aquel suceso. La Querrá His-
paniense duró poco más de seis meses; por consiguiente,
aun conviniendo en que César saliese de Roma en los pri-
meros dias del mes de Enero de aquel año—sea el 708 ó
el 709—es claro á todas luces que en el de Julio estaba
ya definitivamente terminada.
(1) Ian
i Gruteri Inscri pti ones anti quce toti us orbi s Штат, ex re-
centione Graevi i : Ams telodomi : 1707: tomo 1." páj. 84.
(2) i
V t.Aug., cap. VIII.
(3) Cid. ad. Atti o., libro 13, epist. 20,
21
162 HISTORIA
(1) Valli speciem, Apiano Guerras civiles, lib. II, cap. CV.
(2) Hirc. Bell. Hisp. cap. IV.
(3) Fozdum etians in barbaris! Julio Floro, Epitome de las cosas
romanas, lib. IV, cap. II.
22
170 HISTORIA
M. CALPVRNIO. M. F.
GAL. SENECAE. FABIO.
196 HISTORIA
TVRPIONI. SENTINATIANO.
PRAEF. CLASSIS. PR. MISENENSIS.
PRAEF. CLASSIS. PRAETORIAE. RA
VENNATIS. PROC. PROVINCIAS.
LVS1TANIAE. ET. VETTONIAE. P. P. LEG.
í. ADIVTRICIS. ORDO. C. G, R.
M. CALPVRNIVS. SÉNECA. HONORE.
VSVS. IMPENSAM. REMISSIT (1).
L. CAESIO. L. F.
AED. 1IYIR. POLLIONI.
CENS. ET. DYOMYIRATV.
BENE. ET. E. R. P. ACTO.
D. CUTIO. BALBINO.
M. CORNELIO. POTITO.
L. ATTIO. IVLIANO. ROMVLO.
III1VIR. VIAR. CVRANDAR.
PIISSVMO. FILIO.
BALBINVS. PATER. PRISCA. MATER.
Rodrigo Caro (1) cree que este Curio Rómulo fué her-
mano del anteriormente citado, Decio Cutio Balbino, Quar-
tunviro de la Colonia Romulense.
No menos importantes que las de los Qualrunviros eran
las funciones de los Curadores para el buen régimen y ad-
ministración del municipio. Estos magistrados tenían á su
cargo los pósitos del trigo, el arriendo de los terrenos de
la ciudad, y la percepción de las rentas. Cuidaban de la
conservación de los edificios públicos; de la tasa puesta á
los artículos de consumo, del alojamiento de los soldados, y
en fin, «era su oficio» dice R. Caro, «semejante al de Ma-
yordomo que hoy se usa en todos los Concejos.»
Hay testimonio de haber ejercido las funciones de Cu-
rador de la cosa pública en Sevilla un tal Sexto Julio Po-
sesor, según aparece en una lápida cuyo descubrimiento,
inscripción y versión, refiere Ambrosio de Morales (2) en los
siguientes términos:
«Sucedió que queriendo la Iglesia Mayor de Sevilla ade-
CAPÍTULO V.
godos, son las que llevan las cabezas y nombres de los prín-
cipes de la familia de Augusto, y la confusion que su exa-
men produce en las personas que no han hecho un estudio
detenido de aquella época, nos obliga á decir algunas pala-
bras acerca de tan memorable familia. Decimos, pues:
Augusto se casó con su primera esposa llamada Escri-
bonia por interés meramente político. Cuando éste hubo ce-
sado, la repudió á pretexto de que no tuvo en ella sucesión
masculina, y se casó con Livia, quitándosela á su esposo
Claudio Tiberio Nerón. Livia tenía un hijo del nombre de
su padre TIBERIO, y estaba en cinta á la sazón de Druso.
En Escribonia, su primera esposa, habia tenido una hija
llamada Julia, á quien casó con su sobrino Marcelo, pro-
poniéndose dejar á éste por su sucesor; pero la muerte, que
le arrebató en edad temprana, frustró sus esperanzas.
Julia volvió á casarse con Agripa, el ilustre vencedor
de los vascones, quien, para verificar este enlace, repudió á
su esposa Marcela. De este matrimonio nacieron dos hijos,
Cayo César y Lucio, que fueron adoptados por su abuelo
Augusto.
Viuda segunda vez, Julia se casó con TIBERIO, hijo de
Livia é hijastro de Augusto. Este matrimonio, impuesto por
la razón de Estado y verificado á pesar del odio que Julia
profesaba á TIBERIO, fué desgraciado para la honra del esposo.
Augusto hizo educar con exquisito esmero á los hijos
de Julia y Agripa (Cayo César y Lucio), y los adoptó para
que le sucedieran en el imperio.
Irritado TIBERIO al ver frustradas sus esperanzas de su-
ceder en el imperio á Augusto, abandonó á Roma, donde
no volvió hasta que tuvo noticias de la prematura muerte de
Cayo César y Lucio, víctimas se cree de Livia, madre de
TIBERIO.
224 HISTORIA
(NÚM. 3.)
(NÚM. 4.)
Germánico.
(NÚM. 5.)
(NÚM. 6.)
Nerón y Druso.
CAPÍTULO VI.
XVII. HISPALVM.
EQVITVM.
¡Por tan cortas señas como éstas, dice con sobrada ra-
zón Rodrigo Caro, nos escasea la oscura antigüedad las
mejores y más curiosas noticias; y aun de éstas le queda-
mos agradecidos, según su avarienta costumbre, doliéndonos
de las muchas glorias de esta insigne ciudad que yacen es-
condidas en el olvido!
Al Emperador Nerón atribuye nuestro docto anticuario
la siguiente dedicatoria, grabada en una piedra, que existió
en el colegio de la Compañía de Jesús, en Marchena. Aun-
que muy maltratada, se leian en ella las siguientes letras:
IS. AVG
RMANICI
SARIS. NEPOT...
. . . . J E S A R I S . AVGVSTI. PRON..
...TI. DIVI. AVGVSTI. AB :
CAESARIS. AVG
0. IMP. COS
IMPERATORI.
CAESARI. DIVÍ.
NERVAE. FILIO.
NERVAE. TRA
IANO. AVG.
GER. PONT.
MAX. TRIB.
POT. III. CON.
IIII. MVNICIPI.
VM. ILIPENSE.
D. D.
D. D.
FLAYIO. VALERIO.
CONSTANTIO.
NOBILISS. CAES.
RESP. HISPAL.
DEVOTA. NVM.INI.
MAIESTATIQVE.
EIVS.
Silla del imperio á las orillas del Bosforo, realizada por Cons-
tantino, y el reparto deTeodosio, despojaron á Roma de la
aureola de gloria, de grandeza y de respeto que hasta enton-
ces la habian hecho la admiración del mundo donde impe-
rara. Perdido su prestigio á resultas de las grandes revolu-
ciones que cambiaron su antigua constitución republicana y
la que le dieron los primeros emperadores, y vencida repe-
tidas veces por las hordas de bárbaros que, empezando por
auxiliares, acabaron por ser sus señores, Roma dejó de ser
el punto objetivo donde converjian las miradas de todas las
provincias del imperio, y de todas las ciudades que la habian
tomado por modelo. Empero, incapaces éstas de gobernarse
todavía por sí mismas, y careciendo del calor y aliento que
en tiempos más bonancibles les diera la gran metrópoli, no
pudieron eximirse de la ley fatal, más bien diremos del de-
creto de Dios, que había condenado la sociedad antigua á
desaparecer, terminada la misión que la Providencia le habia
señalado en la marcha progresiva de la humanidad.
Sevilla, que se envanecía con el nombre de Boma la Pe-
queña, hubo de pasar necesariamente por todas las vicisitudes
que perturbaron á su madre y señora en tiempo de los últimos
emperadores. Habiendo llegado con ella al apogeo de la civi-
lización pagana, con ella también tenía que descender á los
abismos de la abyección y de la miseria, para despojarse de
las galas con que la embelleciera la gentilidad, y entrar pu-
rificada en la nueva vida que le abría la religión cristiana.
Por más que la historia de los siglos que sucedieron al
de Augusto se muestre más parca en la relación de sucesos
que interesen á nuestra ciudad, que la de los que le prece-
dieron, dejando una laguna inmensa—hasta la irrupción de
los vándalos—difícil si no imposible de llenar, no sería jui-
cioso deducir de su silencio que Sevilla haya vivido oscure-
DE SEVILLA. 255
Nome, vivió un año, ocho meses y doce días, está aquí enterrado,
séale la tierra liviana.
CAPÍTULO VII.
. D E SEVILLA.
MURALLAS.
CAPITOLIO.
M P
:ATVAM. IN. CAPIT.
F. C. LOCO.
IV. TITV
.C. C. R D
BASÍLICA Y FORO.
GIMNASIO.
L. VIVIÓ. M. F
AVINO ..CON
RI
A VII
T. R. P. IN. LUDÍS
HISPAL.
TEMPLOS.
(") Dice Plutarco, que en los dias del nacimiento de Osiris se oyó una voz que
decía: El Señor de todas las cosas es venido al mundo.
286 HISTORIA
guiera del común de, las gentes por sus virtudes, por su sa-
ber, por su valor ó por los cargos públicos que desempeñó,
así en la sociedad religiosa como en la civil.
Empero nace el sol del nuevo dia, y apenas su luz ilu-
mina el horizonte, cuando aparecen con ella los nombres de
aquellos que han recibido del cielo y de los hombres la mi-
sión de difundirla. Es así que Sevilla, que vio pasar por su
suelo veinte siglos históricos de gentilidad, sin contar duran-
te su curso—al menos no nos lo ha trasmitido—un sólo
•individuo notable que podamos poner al lado délos muchos
•con que se envanecen otros pueblos, ó que podamos citar pa-
ra llenar el vacío que en esta parte tiene su historia antigua,
apenas recibió la primera luz del Evangelio de Cristo, abrió
•el catálogo, que no se ha interrumpido todavía, de aquellos
de sus hijos ilustres, cuyo nombre merecía ser trasmitido á
la posteridad, ya para que sirviera de ejemplo álos hombres,
ya como un dato histórico para dar testimonio de ciertos su-
cesos ó para fijar la época en que se verificaron determina-
dos acontecimientos.
Sin esa diligencia que pusieron nuestros primeros es-
critores latinos en recoger y conservar, por medio de docu-
mentos fehacientes, todas aquellas noticias de interés parala
historia eclesiástica de Sevilla, la única que en aquellos tiem-
pos podia considerarse como nacional, dado que las otras,
.es decir, la política, la civil y la militar no eran ni podían
ser historias del pueblo español, sino délos pueblos domina-
dores, hubiera sido difícil señalar la época del establecimien-
to del cristianismo en nuestra ciudad.
Por ellos sabemos que la Iglesia de Sevilla es una de las
más antiguas de España (4), según testifican no pocos do-
afirma que san Pío (uno de los doce discípulos que acompañaron al
apóstol Santiago en su viaje por España....) fué el primer prelado
que tuvo Sevilla, dos años después que Cristo Nuestro Redentor mu-
rió (sic) durante cuyo pontificado se levantó un templo en Sevilla (")
á la Reina de los Ángeles, estando todavía viva y en carne mortal,
esto es, en el año 38 de Cristo. Hist. de las Antig. de la ciudad de Se-
villa, lib. II, cap. IV.
(1) España Sagrada. Trat. XXIX, cap. V.
(2) Entre éstos sin duda alude á Flavio Dextro, á quien copia
Espinosa de los Monteros en lo del primer templo dedicado á la
Virgen María en Sevilla.
(") El mismo autor dice, en la pág. 128 del libro citado, que el templo dedicado
por san Pío a l a Virgen Nuestra Señora se labró cerca de la puerta de Córdoba, en el
sitio donde andando el tiempo se edificóla ermita de las santas Justa y Rufina.
DE SEVILLA. 293
lados, adornáronla bóveda y las paredes con los restos de los tem-
plos destruidos, y tuvieron en ellos, durante tres ó cuatro siglos, sus
asambleas y sus iglesias.
DE; SEVILLA.
LIBRO TERCERO.
É P O C A V I S I G O D A .
CAPÍTULO I.
E s t o s e n t a d o , si c o n s i d e r a m o s q u e R e c h i l a y s u s s u e v o s
procedían de aquel país que habian d o m i n a d o d u r a n t e m u c h o s
a ñ o s ; q u e e n s u c a l i d a d d e b á r b a r o s se m o s t r a b a n t a n ene-
m i g o s del c a t o l i c i s m o c o m o del n o m b r e r o m a n o ; q u e la p e r -
s e c u c i ó n c o n t r a el o b i s p o Sabino^ es d e c i r , c o n t r a el cristia-
n i s m o o r t o d o x o c o m e n z ó e n los p r i m e r o s d i a s d e s u l l e g a d a á
la m e t r ó p o l i d e A n d a l u c í a , ciudad católica y r o m a n a por
excelencia, se h a c e evidente q u e la facción q u e d e s t r u y ó la
paz d e n u e s t r a Iglesia la f o r m a r o n los s e c u a c e s d e la secta
p r i s c i l i a n a ; s i e n d o verosímil q u e existiesen a l g u n o s en Sevilla,
d a d o lo m u c h o q u e h a b i a c u n d i d o en Córdoba aquella p e r -
niciosa doctrina condenada p o r la Iglesia y r e p e l i d a p o r la
sociedad.
Á m a y o r a b u n d a m i e n t o , h a r e m o s o b s e r v a r q u e el o b i s p o
Sabino, depuesto violentamente de su pontificado en el a ñ o
441, se d e s t e r r ó v o l u n t a r i a m e n t e á la Galia, p a í s e n el c u a l
no: tuvo c a b i d a la secta p r i s c i l i a n a , y e n él p e r m a n e c i ó v e i n t e
a ñ o s , al c a b o d e los c u a l e s volvió d e su d e s t i e r r o á Sevilla,
s i e n d o r e i n s t a l a d o i n m e d i a t a m e n t e e n el g o b i e r n o d e s u I g l e -
sia; y q u e la fecha d e s u r e g r e s o , 4 6 1 , s e g ú n I d a c i o , c o i n c i d e
c o n la e x p u l s i ó n d e los suevos p o r los g o d o s , t e r m i n a n d o c o n
este fausto s u c e s o los g r a n d e s m a l e s q u e h a b i a n afligido á los
católicos sevillanos d u r a n t e los a ñ o s del e x t r a ñ a m i e n t o de
su prelado.
D i c h o se está c u á l sería el m i s e r a b l e e s t a d o d e n u e s t r a h e r -
mosa metrópoli, combatida simultáneamente d u r a n t e veinte
a ñ o s p o r a q u e l l a s dos poderosas m á q u i n a s de d e s t r u c c i o n , l a h e -
r e g í a p r i s c i l i a n i s t a y la b a r b a r i e d e los s u e v o s . Así es q u e p e r -
dió e n g r a n p a r t e el c a r á c t e r p e c u l i a r q u e le h a b i a f o r m a d o
la civilización f e n i c i o - c a r t a g i n e s a y q u e c o m p l e t ó la r o m a n a ;
y c o n él, d u r a n t e m u c h o t i e m p o , esa s u p r e m a c í a q u e todo el
m u n d o le r e c o n o c í a s o b r e las d e m á s g r a n d e s c i u d a d e s d e E s -
DE SEVILLA. 307
(i) Los godos, dice Mr. Agustín Thierry, eran los más despeja-
dos y justicieros entre los pueblos bárbaros; sus largas expediciones
militares por la Grecia y por la Italia les habían familiarizado con las
costumbres romanas, y nó pocos de sus caudillos mostraban cierta
predilección por las artes, pretendiendo imitar en esto la cultura
de Roma.
DE SEVILLA. 309
rico, esto es, por los años de 530, la corte y gobierno de los
visigodos fué trasladada de Tolosa á Sevilla. Salvo el respeto
que nos merecen aquellas autoridades, creemos que los que
tal cosa afirman ú opinan han incurrido en un error; pues
de los sucesos referidos en las crónicas de san Isidoro y de
Gregorio de Tours, despréndese con sobrada claridad que el
suceso de la traslación debió verificarse en los comienzos del
reinado de Teudis.
En efecto; vemos en ellas que el rey franco Childeberto
hizo la guerra á su cuñado Amalarico, por desagraviar á su
hermana, en la Galia Narbonensey nó en otra parte: que el
vencido huyó para embarcarse en sus naves, que muy luego
abandonó aguijoneado por la codicia de recoger y salvar sus
tesoros, que guardaba enNarbona, donde encontró la muerte
á manos de los francos. Otros autores afirman que después de
su derrota se refugió en Barcelona, siendo muerto allí por sus
mismas tropas. Ahora bien; sea cualquiera de estos dos. el
lugar teatro de su desastroso fin, lo cierto es que éste acon-
teció lejos, muy lejos de Sevilla. Si Amalarico hubiese esta-
blecido su gobierno en esta ciudad, ¿no es verosímil que en
ella también hubiera guardado aquellos tesoros de que tan
codicioso se mostraba? Además, siendo lógico que lá ofen-
siva partiera de los francos, Amalarico debió esperarlos en
el país de su habitual residencia. Si, pues, la guerra se hizo
en la Galia gótica, allí y nó en Sevilla hay que buscar, to-
davía en tiempo de Amalarico, la corte y gobierno de los reyes
visigodos.
Si, por el contrario, pasamos revista á los acontecimien-
tos que tuvieron lugar durante el reinado de Teudis y los de
(1) Florez, Esp, Sagrada, trat. XXIX, cap. III, dice: «Reinó des-
pués de Amalarico TheuJis; y éste es á quien podemos deferir la re-
sidencia en Sevilla, por ser el primero en cuyo tiempo empiezan á
asomar las armas de los godos por la Andalucía, con motivo de la
guerra de Ceuta referida por san Isidoro.»
DE SEVILLA. 321
(1) Los godos, así en Italia como en España, fueron una nación
poco disciplinada, que sufría á disgusto el freno déla autoridad, y que
( á fuer de amiga de cambios y novedades en el poder soberano no
reconocía mejor derecho de sucesión al trono que aquel que se atri
buía la espada.—Bourret, UEcole cretiene de Sevüle, pág. 161.
(2) «Pues consta que Theodorico, en tanto que vivió, reinó en
España, sea en su nombre, sea en el de su nieto, y en todo se hacía
su voluntad.» Mariana, Hist.gral. de E s p . , lib. V, cap. VII.
324 HISTORIA
(1) Recaredo solicitó del papa san Gregorio el Magno que le en-
viase la escritura del concierto que se habia celebrado entre el em-
perador Justiniano y el rey godo Atanagildo. El papa respondió que no
se la podia remitir,por haberse quemado en tiempo de aquel emperador
el archivo donde se guardaba. «Dá también el santo papa otra causa de
no enviar la escritura, que quien atentamente la leyere y considera-
re, verá que se la dejara de enviar, ya que pudiera enviarla, por ser
muy contra el rey (*).» Ambrosio de Morales, Crónica general de Es-
paña, lib. XII, cap: IV.
(') Dice asi el párrafo de la carta de san Gregorio papa, á que se refiere Am-
brosio de Morales: «Demás desto, vuestra excelencia (para mi dulcísima) me mandó
dezir con un hombre Napolitano llamado Anagnostico, que acá venia, que escribiese
al piadosísimo Emperador, que mandase buscar en su archivo las escrituras, que los
días pasados fueron otorgadas entre la piadosa memoria del principe Justiniano, y los
DE SEVILLA. 327
derechos de vuestro Reino, para colegir dellas, que es lo que debe guardar con vos.
Pero ofreciéronse dos impedimentos para hacer ésto. El uno es, que el archivo del
dicho Justiniano, de piadosa memoria, en tiempo del mismo principe se quemó en
un incendio, que sucedió de tal manera, que ningún papel quedó de las cosas d»
su tiempo. El otro impedimento, no es para decírselo á nadie, y es que aquella transa-
cion antes es contra vos.v Espinoza de los Monteros, Hist. de las Antig. de Sevilla, lib. II,
cap. XVIII, pág. 84.
328 HISTORIA
En castellano;
CAPÍTULO II.
(1) La crónica del obispo de Tuy refiere una jornada que hizo
Leovigildo á León.
(2) San Isidoro y el abad de Valclara dicen: que por haberse
rebelado muchos godos y por haberse también apoderado los ro-
manos en mucha tierra, el señorío godo (en aquel tiempo) estaba
muy enagenado y reducido á muy angostos términos.
350 HISTORIA
(1) L a s p r i m e r a s m o n e d a s g o d a s e n q u e a p a r e c e la c a b e z a d e
u n r e y c o n c o r o n a , s o n del t i e m p o d e L e o v i g i l d o . F l o r e z , Medallas de
España, t o m . I I I .
(2) De esta c i u d a d , f u n d a d a p o r L e o v i g i l d o , c o n s é r v a n s e l a s
r u i n a s e n la confluencia d e los r i o s Tajo y G u a d i e l a , a u n a l e g u a al
o c c i d e n t e del l u g a r d e P o y o s , y n o m u y lejos d e A l m o n a c i d d e Z u r i t a .
(3) Leovigild'us rex partem Vasconiœ occupât, et civitatem, quœ
vicloriacum riuncupatur, condidit, Biclar. Chro.
352 HISTORIA
(1) R o m a n c e d e los i n f a n t e s d e L a r a .
(2) « C u a n d o t r a i a n d e F r a n c i a á la p r i n c e s a I n g u n d a p a r a s u
c a s a m i e n t o , F r o n i m i o , o b i s p o a g a t h e n s e e n l a Galia Gótica, c o n f i r -
m ó m u c h o á la p r i n c e s a e n la fé católica c o n s u s s a n t a s a m o n e s t a -
ciones, advirtiéndole como venía á gran peligro de perderla. P o r
esto p e r s i g u i ó m u c h o d e s p u é s el r e y Leovigildo á e s t e b u e n o b i s p o . »
E s t o d i c e A m b r o s i o d e M o r a l e s , Gron. Gral. de Esp., l i b . X I , c a p í -
tulo LXV, t o m á n d o l o d e G r e g . d e T o u r s .
45
354 HISTORIA
(1) Greg. de Tours, coetáneo, pero qué vivía lejos del lugar
donde se representaban las escenas que describe, se extrema en pintar
el bárbaro rigor que usó Gosiunda para obligar, inútilmente, á In-
gunda á abjurar sus creencias católicas.
DE SEVILLA. 355
(1) Nació cerca del año 564 y se casó con Ingunda el 579.
(2) Greg, de Tours.
358 HISTORIA
(1) Gregorio d e T o u r s .
366 HISTORIA
CAPÍTULO I I I .
curso de sus aguas. Mariana (1) acepta sin otro examen esta
noticia, y Ambrosio de Morales (2) vá más allá, pues la afir-
ma y confirma, diciendo: que habiendo hecho un estudio so-
bre el terreno, halló que la corta pudo hacerse abriendo un
canal desde la Algaba hasta frente á los terrenos más bajos
del campo de Tablada; obligando así al caudal de aguas á
dejar de correr por la curva de larga sagita que forma el rio
en este punto de localidad, encauzándolas por la cuerda del
arco que trazaba el referido canal.
Prescindiendo de que una obra de tan monstruosas pro-
porciones no podia humanamente llevarse acabo en el tiem-
po relativamente corto que duró el cerco de Sevilla, y mucho
menos con los medios imperfectos deque disponían los hom-
bres de aquellos tiempos, hubiera sido enteramente supér-
fiuo ese colosal trabajo, comparable casi al fabuloso de Hér-
cules en el Estrecho, dado que con este expediente sólo por
un punto, y éste no el más socorrido, se cortaba la comu-
nicación de Sevilla con sus amigos y auxiliares; esto es, con
lo que desde la Edad Media se viene llamando el Aljara-
fe y los pueblos del Condado, cuya incomunicación podia
efectuarse á mucho menos costo, á mucho menos riesgo, y
en un plazo infinitamente más breve (3), teniendo, como
d o s d e s o l d a d o s y a r m a s , p a r a c e r r a r el p a s o á l o s s o c o r r o s . D e m á s ,
q u e si t a n á p o c a costa se p o d i a l o g r a r l o q u e se d e s e a b a ; ¿ p a r a q u é
s e h a b i a d e e m p r e n d e r u n a o b r a casi i m p o s i b l e ? y si h u b i e r a sido
c i e r t a , n o p a r e c e c r e í b l e d e j a s e d e r e c o n o c e r s e h o y a l g u n a s e ñ a l del
foso, q u e e r a n e c e s a r i o tuviese u n a i n m e n s a p r o f u n d i d a d . »
(1) G r e g . d e T o u r s , . Hisí. de los francos, l i b . V, c a p . XXXIX.
376 HISTORIA
CAPÍTULO IV.
para mantener la división entre las dos razas: así es, que el
arrianismo sólo podía contar en España con partidarios ar-
dientes y fervorosos entre los obispos y altos funcionarios
del Estado; en tanto que el catolicismo tenía en su favor á
todos los naturales del país, tan superiores en número como
en cultura y fé cristiana, y un clero crecidísimo, cuya virtud,
saber y abnegación ejercian una influencia decisiva en las
costumbres públicas, en el hogar doméstico y en el gobier-
no de las poblaciones.»
Los años de 587 y 88 fueron señalados con nuevas
guerras, promovidas por los reyes francos, que no podían re-
nunciar á sus pretensiones sobre la Septimania, para cuya
conquista el obstinado é infatigable Gontram reunió esta vez
.un ejército, que los historiadores coetáneos de los dos paí-
ses (1) hacen subir al número de sesenta mil combatientes.
Para hacer frente á aquella nueva invasión de bárbaros, que
cayeron como un alud sobre la España Ulterior, y amena-
zaban la Citerior, Recaredo hizo un llamamiento general de
todos los hombres de armas de su reino, y con ellos for-
mó un ejército que, aunque inferior en número al de los
francos, tenía sobre éstos la ventaja de estar acaudillado por
un general de nombradía llamado Claudio, gobernador de la
provincia Lusitana, y de linaje español, es decir, que no cor-
ría por sus venas la sangre hidalga de los godos.
Con esta ocasión suena por primera vez en la historia
el nombre español unido al visigodo para hacer la guerra
contra los enemigos de España. Este fué uno de los prime-
ros frutos de la conversión de Recaredo. El antagonismo de
raza comenzaba á desaparecer, y los ánimos se acercaban
SATVRNINVS PRESBÍTER
FAMVLVS DEL VIX1T ANNOS
PLVS MINVS LIII RECESSIT
IN PACE SVB D. II ID NOVEMB
ERA. DC.LVII
dánones.
Por el I. se decretó acerca de la queja del obispo Theo-
dulfo de Málaga, quien se lamentaba de haber sido defrau-
dada su diócesis por parte de los obispos de Écija, Iliberis y
Cabra, los cuales ocupaban parroquias que antes de la guerra
pasada pertenecían á Málaga, mandando le fuesen restituidas
las parroquias que probase haber sido suyas antes de las guer-
ras; por cuanto la hostilidad no debe defraudar el antiguo
derecho.
El II. decidió otra competencia semejante entre Ful-
gencio, obispo de Écija, y Honorio ú Honorato, de Córdoba,
acerca del término que uno decia pertenecer á la ciudad Cel-
ticense y el otro á la Reginense: decretando los Padres que
se nombrasen por cada una de las partes inspectores de los
límites antiguos, y se aplicase para siempre la parroquia al
obispo dentro de cuyos límites cayese; pero que si no sede-
marcaba el límite se adjudicase al de la posesión tricenal.
El III. renovó la prohibición canónica, y excomulgó á
quien recibiese clérigo ageno, y mandó encerrar al prófugo
en un monasterio por algún tiempo, con suspension de su
honor. Esto se decretó en contestación & una instancia del
obispo Cambra, de Itálica, que se quejaba de un cléri-
go que, habiéndose criado en aquella Iglesia, se pasó á la de
Córdoba.
En el IV. se declararon nulas las ordenaciones hechas
en Écija en sugetos que habían estado casados con mujer
viuda, habiendo sido ordenados contra todo derecho.
El V. decretó la deposición de los clérigos que habían
sido ordenados en la Iglesia de Cabra, imponiéndoles el obis-
po las manos, y ejecutando un presbítero lo demás por mo-
53
418 HISTORIA
(4) Propiedad del Sr. D. José María Ibarra, quien hizo dona-
ción de tan precioso hallazgo á la biblioteca Colombina, en cuyo
vestíbulo fué mandada colocar, junto á la de san Honorato, por el
bibliotecario Sr. D. José Fernandez Velasco.
HISTORIA
CONMV....
BEATA. TENES
IAMQ. NOVÉ LVSTRIS GAV
DENS. DVM VITA MANERET.
SPS ASTRA PETIT. COR.
PVS IN VRNA IACET.
OB1IT IDÉ PONTIFEX SVB DIE PRI
DIE. IDV NOVÉBRES
ERA DCLXXVIIII.
IN HONORE VIXIT ANNOS
QVINQVE. MENSES VI.
NON TIMET OSTILES.
IAM LAPIS ISTE MI
ÑAS.
CAPITULO V.
ca del funesto reinado del que abrió con sus desórdenes las
puertas de España á la invasión musulmana.
El único documento auténtico,' y además de auténtico
mucho más completo para formarse una idea de los sucesos
de aquellos tiempos que las crónicas latinas y musulmanas
muy posteriores á él, es la de Isidoro de Beja. Pues bien,
aquel fidedigno autor escribe que Witiza fué un rey muy
clemente; que dio pruebas manifiestas de su amor á la jus-
ticia y de su respeto á la religión; que convocó varios con-
cilios; que devolvió bienes y empleos á aquellos que habían
sido desposeídos y destituidos durante el reinado de su pa-
dre Egica; que puso en libertad á los que gemían en prisión
por delitos políticos, y abrió las puertas de la patria á los
desterrados; que España se conceptuaba feliz en tener tan
excelente príncipe, y en suma, que á influjo de su buen go-
bierno una alegría inmensa difundióse inmediatamente por
toda España. La sola tacha que le pone es la de haberse mos-
trado excesivamante severo con los eclesiásticos que descui-
daban el cumplimiento de sus deberes.
El sabio orientalista de nuestros dias, Dozi, escribe que
un historiador árabe que ha consultado antiguas crónicas
latinas hoy PERDIDAS....! pinta á Witiza con el mismo colo-
rido que el Pacense, diciendo de él que fué el príncipe más
piadoso y más justo de toda la cristiandad.
Por consiguiente, tampoco puede decirse, teniendo abier-
to delante de los ojos el libro de la historia, que durante
su reinado se acentuó la decadencia y se precipitó la ruina
de la monarquía visigoda. Y eso que en su tiempo oíase yá
desde las costas oceánicas de Andalucía el rumor de la
invasión que se preparaba en las playas africanas.
Hacia el año 709 falleció el rey Witiza, y parece que no
de muerte natural. Los autores menos distantes del tiempo de
446 HISTORIA
(1) Akhbar-madjmua
448 HISTORIA
CAPÍTULO VI.
(1) Este tesoro sin igual fue encontrado en las ruinas de un ce-
menterio que perteneció á un oratorio ó basílica visigoda que exis-
tió á dos leguas al 0. de Toledo, y llevado á Francia!... De él de-
DE SEVILLA. 489
V é a s e la n o t a e n la p á g . 2 8 9 d e e s t e t o m n .
DE SEVILLA. 493
Página 3.
FIZO facer, etc.: y así mismo la mayor parte de los historiadores que
han escrito después de Ocampo.
Sin embargo; en la nueva edición de la Crónica, vista y enmen-
dada mucha parte de su impresión por el—mismo—maestro Florian
Docampo, cronista del Emperador nuestro señor, se dice en el prólo-
go que \epuso el Sermo. Sr. rey D. Alfonso, lo siguiente:
«E por ende NOS Don Alfonso por la gracia de Dios Rey de Cas-
»tilla, etc., etc., mandamos ayuntar quantos libros podimos aver de
«historias, que alguna cosa contassen de los fechos de España, y
^tomamos la coronica del Arzobispo Don Rodrigo que fiso por man-
»dado del Rey D. Fernando nuestro padre, y de Maestro Lucas, Obis-
»po de Tuy, etc., etc., y COMPOSSIMOS este libro de los fechos (de
«España) que fallarse podieron desde el tiempo de Noé fasta este
»tiempo.»
Esto mismo confirma el infante D. Juan Manuel, célebre poeta
y literato, sobrino de D. Alfonso, en la introducción que puso á Cró-
nica abreviada que escribió. El Marqués de Mondejar (Memorias his-
tóricas del rey D. Alfonso el Sabio, págs. 466-468) asegura esto mis-
mo; es decir, que D. Alfonso escribió la Crónica.
Página 49.
I.
Conquista de la España meridional por Nabucodònosor.
II.
El nombre oriental de España fué Warb ó Garb.
III.
Warb, ó Garb, Garu [significa Poniente].
PAGINAS.
Prólogo m
LIBRO PRIMERO.
CAPÍTULO I.
Conjeturas acerca de la fundación de la ciudad de Sevi-
lla, y de sus primeros pobladores.—Opinión del mo-
ro Rasis, del arzobispo D. Rodrigo de Toledo, de
D. Alfonso el Sabio, del maestro Florian de Ocam-
po, de Rodrigo Caro; juicio del autor.—Conjeturas
referentes á la etimología de las palabras Híspalis y
España.—Causas probables de la dificultad con que
tropezamos para esclarecer este punto tan importan-
te de nuestra historia patria i
CAPÍTULO H.
Tradiciones acerca de la venida de Hércules á Sevilla.—
Autores que la suponen.—El Hércules Egipcio ó Fe-
riGINAS.
nicio.—Décimo .trabajo de Hércules.—Los Geriones.
— L a historia fabulosa de los primeros reyes de Es-
p a ñ a ¿es la historia de la Fenicia?—Llegada de los
fenicios á Híspalis.—Templo de Hércules en Sevi-
l l a . — C o l u m n a s que se s u p o n e pertenecieron á aquel
t e m p l o . — M o n u m e n t o conmemorativo de la funda-
ción de la colonia fenicia e n Híspalis." . . . . 35
CAPÍTULO m.
C A P Í T U L O IV.
LIBRO SEGUNDO.
D O M I N A C I Ó N R O M A N A . .
C A P Í T U L O I.
C A P Í T U L O IT.
CAPÍTULO m .
C A P Í T U L O IV.
CAPÍTULO V.
CAPÍTULO VI.
C A P Í T U L O VIL
LIBRO TERCERO.
DOMINACIÓN VISIGODA.
CAPÍTULO I.
CAPÍTULO IL
CAPÍTULO IV.
CAPÍTULO V.
CAPÍTULO VI.
APÉNDICE.
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4