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5: Recursos Naturales Del Individuo

Los recursos naturales del individuo son los comportamientos y actitudes que hereda. Todas las
personas tienen un importante potencial constituido por las capacidades y habilidades con las que
nace y las que desarrolla y las que adquiere a lo largo de su vida. Ese potencial está en relación
directa con todo lo que nuestro cerebro nos permite hacer, pero en la misma medida también
depende de nosotros mismos, de cada uno de nosotros, nuestra personalidad, experiencias y
vivencias. Después también debemos tener en cuenta a las personas que conocimos y con las que
nos relacionamos a lo largo de nuestras vidas, las que nos acompañan, las que nos encontramos,
las que nos educaron, las que nos amaron y a las que amamos. Una parte importante de ese
potencial se utiliza día a día, se detecta, identifica y aprovecha de forma práctica y cotidiana. Es lo
que nos permite aprender, tomar decisiones, actuar y relacionarnos con los demás. Es esa parte
de nuestro cerebro que siempre, o casi siempre, está funcionando. Ese aprovechamiento del
potencial humano es lo que llamamos Recursos Naturales del Individuo. Todos los tenemos y
prácticamente desde el primer instante de nuestro nacimiento iniciamos su aprovechamiento. A
veces con un gran esfuerzo y otras veces casi sin darnos cuenta, vamos generando recursos,
aprendiendo a hablar y a expresarnos, a ver y comprender el mundo que nos rodea, a encontrar y
contactar con otros. Otra parte de ese potencial lo intuimos. Sabemos que está ahí por que
constantemente vemos su rastro, ya sea en nosotros mismos o en otras personas. Es lo que
habitualmente conocemos como aptitudes. Es decir las tendencias naturales que una persona
tiene para realizar determinadas actividades con mayor acierto que los demás. Las aptitudes son,
en realidad, una manera intuitiva de aplicar y utilizar ese potencial en una actividad concreta.
Cuando el aprovechamiento del potencial coincide con un trabajo o profesión lo bautizamos como
vocación. La relación entre herencia y ambiente es un constante vínculo que tomados de la mano,
serán los determinantes de la conducta de un ser, de lo que será y como será. Pero la realidad de
todo es que el destino de un ser está dictado por los patrones de herencia desde el momento de la
concepción entre el padre y la madre del ser, y luego del nacimiento, el ambiente es un factor
importante para determinar el desenvolvimiento de la conducta del ser, como lo es la crianza en la
etapa infantil. Al enfatizar en la herencia, podemos inferir en que los genes determinan las
características heredadas, pues el ADN (ácido desoxirribonucleico) es no más que el portador de
todas las instrucciones de cada célula, como una marca original e individual en cada persona o ser
vivo. Quien en realidad deja como legado una serie de estatutos fue el monje austriaco Gregory
Mendel, que a mediados del siglo antepasado sentó las bases para que podamos comprender la
herencia genética en los seres vivos. Mendel propuso las “Leyes de herencia” y así utilizó el
término de HERENCIA DOMINANTE
Leyes De Mendel

Las Leyes de Mendel son un conjunto de reglas básicas sobre la transmisión por herencia de las
características de los organismos padres a sus hijos. Estas reglas básicas de herencia constituyen el
fundamento de la genética. Las leyes se derivan del trabajo realizado por Gregory Mendel
publicado en el año 1865 y el 1866, aunque fue ignorado por largo tiempo hasta su
redescubrimiento en 1900. La historia de la ciencia encuentra en la herencia mendeliana un hito
en la evolución de la biología sólo comparable con las Leyes de Newton en el desarrollo de la
Física. Tal valoración se basa en el hecho de que Mendel fue el primero en formular con total
precisión una nueva teoría de la herencia, expresada en lo que luego se llamaría "Leyes de
Mendel", que se enfrentaba a la poca rigurosa teoría de la herencia por mezcla de sangre. Esta
teoría aportó a los estudios biológicos las nociones básicas de la genética moderna. Las tres leyes
descubiertas por Mendel se enuncian como sigue: según la primera, cuando se cruzan dos
variedades puras de una misma especie, los descendientes son todos iguales y pueden parecerse a
uno u otro progenitor o a ninguno de ellos; la segunda afirma que, al cruzar entre sí los híbridos de
la segunda generación, los descendientes se dividen en cuatro partes, de las cuales una se parece
a su abuela, otra a su abuelo y las dos restantes a sus progenitores; por último, la tercera ley
concluye que, en el caso de que las dos variedades de partida difieran entre sí en dos o más
caracteres, cada uno de ellos se transmite de acuerdo con la primera ley con independencia de los
demás.

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