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El segundo
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Julio Ortega
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Ensayo histórico $"onoro o
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Capítulo 3
Del fracaso a la desmitificación
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DEL I,RACASO A LA DESMITIFICACIÓN 799
Bsarntz PasroR
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203
Ilenrnlz l;'asroR DEL FRACASO A LA I)ESMITIFICACIÓN
202
portugueses
Durante el siglo xv, hubo varios proyectos
hasta los gratrcles lla'os clel t-etltrr-r
rle la frontera de Móxico que tenían como objetivo el descubrimieuto
y la exploración
se organizrlroll en su lxayor partc cott':1
cle ese coDti'ente, ciudacles' Fernando Colón ase-
p6 1!{-ì11oS quimórico: Las sie tt-' çi1¡ ' de la isla mítica y de sus siete
oU¡.tiu,, distiirCo, aunqLre gum q.r" en los tiempos de Enrique
el Navegante las naves
a :;t-r las sio[e: ciucir,,i,,r clr:
;;ä., e'cantadas, que luego vinieron llegaron a tomar tierl:a en dicha isla' pcro
que la
ttrás rernoto clue sc ha poclirlo tIâ- iortuguesas
cibola. El origcn occiclental con remor una invitación cle
iriprrtì'.ion de tales naves rechazl
zl-dces[elnitoestlnaleyc.rrclapolltigues¿ir'ircclieval.Fernant a llevarlos ante su señor' y pre-
la biogr¿¡fi¿ ,1,: s' padre, y I'{erre'a hace lo, hrbit"rrtes, que se ofrecíatl
ão aor¿" la i'cluye en a Portugaltt' El más cortocido
i-;r lcyetl'"la cuenta que en la fìrió ,.gr.rar precipitadamente
io propio erl su Historia Gener'ti' de esos proyectos fue, sin
embargo' el del flatnenco Fernán
árabes ett [:spaña' al perder lìodrigo
àpå." à" l, ."t"cla de los concedió licencia cu
de la invasión musul- Dul-o,^" quien la Corona portuguesa
siete obispos portuglleses irttyeron (una gran isla' islas o tierra firme' situa<Ja
"ir.ino,Se embal:caroll coll su gentc y navegarorr hasta Llna grall 1+tS p^r^.*plor.,
lnatla'
mâs allâ"de nuestras costas
y que se cree ser la isla de las Siete
isla donde cacla uno
fundó una cir-rdad' Hecilo esto' y para evi- cle l)ulmo,
en regresal' a la Península' preudieron ãiua.¿.rrtt. No hay rnás noticias de la expedición
tar que la ger-rte pensara hacerse a la tnar en busca cle
ni se sabe si llegó finalmente a
fu"s,alastravescltreloslrabíanllevacloliastaallí.Elsucesose
A partir del mapatnun- su mítico obietivo'
,iríã, .n la lcycncla, hacia el añ,oT!415 ' Laleyerrdamedievalclelossieteobisposfuncladclrescon-
ett" 1492) la nristeriosa isla en
.i, ¿. tt..rín cle ßehaim (hecho vergió en Amérjcâ con una tra<lición
que existía entre los indios
fundaron sus míticas siete ciu-
la cual los obispos portugueses de México. Se trata del mito religioso
del chicomoztot, que
La anotación
L¿., aparece iclentificada con la isla de Antilla. huida de los narraba el origen de las siete tribus de
los nahuas' E' de Ganclía
sitúa el sllceso de la
q.r" h"." al respeclo Rehaim habladeestaprobablefusiónenlossiguientestérminos:<La
así: <El añlo734 después del Naci-
oUrrpo, en el año 734'I)t'ce relación de estas siete cuevas misteriosas
puclo ser confundida
las siete ciudades
tnientodeNtrestroSeñorJesucrìsto,enquetodaEspañasesuje- con siete ciudades o evocar la leyenda de
tó a los paganos' qttt "itit'on
de df"'^' dicha isla Antilla lla- mito nahua cle las
medievales>tn. En todo caso, la existencia del
habitada por un Arzobispo de Porto
en
mada Septe l{itade, fue siete cuevas poclría explicar la abundancia de
testirnonios indí-
con un número dc Christianos
Portugal y otros seis Obispos genas que parecianhr.., referencia a siete pueblos
o lugares
de España con
hombies y tnujeres, que habían pasado huyendo importantes situados al norte de la frontera de México'
en el
el mapamuncli de Ruysch situa-
,u, g.nrdo, y bienes'' En 1508' lujar de origen de las tribus que habrían ido afluyendo hacia
balarníticaAntilla,sededelassieteciudades,ennrecliodel el valie centrai de México mucho antes de la liegada de
los espa-
Atlántico,amitaddecaminoentrelasAzoresylaHispaniola. ñoles. Y el conocimiento que muchos españoles tenían de la
dibujada en el mapamun-
Y, en 1.523,esta isla todavía aparece antigua leyenda de las siete ciu<lades explicaría a su vez la rapi-
di de Schönertt''
-
205
204 Bnarruz pRsroR DEL FRACASO A LA DESMITIFICACION
de oro y pla-
clezco¡ la que asimilaron a ella todas las referencias que los inclí- nrercancías de plumas por cantidades considerables
Según la historia
genas hacían a su propio rnito originario. ta, metales abundantísimos en aquellas partes'
cuarenta días
El desconocimiento que se tetría de la verdadera natura* fantástica del cautivo, después de cruzat durante
se llegaba â una
leza del continente arnericano durante la prirnera mitad del siglo un desierto que se hallaba al norte de México,
míticas y -ase-
xvr hacía fäcil que aventurerosy soñadores pudieran situar sin regón en la que se encontraban las siete ciudades
la ciu-
dificultad en sus inexploradas extensiones todos los mitos de las gl^b^-cada una de ellas era mayor y más rica que toda
tradiciones occidental e indígena combinadas. Y por si fuera dad de México.
l)urante el invierno de Antonio de Mendoza inten-
1'537 ,
poco, este repertorio doble se vio enriquecido por una terce-
ra fuente no menos importante y creativa: la de los relatos fan- tó repetidamente persuadir , Ált'"t Núñez de que aceptara el
regiones' pero
tásticos y falsos, transmitidos a 1o largo de todo el proceso de mando de la expedición que exploraría aquellas
a España' donde tenía el
exploración y conquista por indígenas y españoles por igual. éste declinó el ofrecimiento y regresó
de la Flo-
El más notable de estos relatos, por el detalle de una narra- proyecto de solicitar el nombramiento de adelantado
ción que, siendo de carácter primordialmente ficcionai, se pre- ,id.. Vt.nd ozã no abanclonó por ello su proyecto cle explora-
ción y, por fin, efi mãrzo de 1539, p^rtr6
de México unâ peque-
sentaba como resultado de una experiencia directa de explora-
ña expedición de reconocimiento que
iba encabezada pot ftay
ción, fue el que se contenía en la relación de fray Marcos de
que había sobre-
Nizza. En 1536, poco después del regreso de Álvar Núñez Cabe- Marcos de Nizza. Esteban, el negro alamanzot
con
za deYac4 Dorantes y Esteban a México, tras la larga peregri- vivido al desastre de la expedición de Narváez en 1526
calidad de
nación que los llevó desde la Florida hasta la capital de la Nue- Dorantes y Á1.r", Núñez, formaba parte de ella en
va España, el virrey don Antonio de Mendoza concibió el guía excePcional'
proyecto de organizar una expedición que se adentrara en Nor- Todo menos la fantástic a Relación del descubrimiento de las
siete ciudades, de fray Marcos de Nizza, parece
indicar que la
teamérica en busca de unas ciudades maravillosas de las que se que
expedición fue un fracaso y que jamás llegó a los objetivos
había tenido noticia recientemente. El responsable de tales noti-
se había propuesto: las siete ciudades fabulosas de
los relatos del
cias no fue nunca Á1rr". Núñez, quien jamás mencionó en su
tejo de Nuño de Guzmân. Esteban perdió la vida a manos de
relación de los Naufragios nada que se pareciera a las siete ciu-
un los indígenas, y, al recibir la noticia de su muerte, parece pro-
dades encantadas o a cualquier otro objetivo mítico' sino
bable que fray Marcos decidiera dar media vuelta sin haber
catrtivo de Texas, propiedad del gobernador Nuño ðe Guz'
hecho más que echar una rápida ojeada al primero de los pobla-
mân'". Éste afirmaba ser hijo de un mercader que en sus pere-
serie dos de los indios zuni. El propio fray Marcos reconoce su agi-
grinaciones comerciales había visitado repetidamente una
Afìr- tación al enterarse de la muerte de Esteban: ((yo con las ruines
de ciudades fabulosas, siruadas del otro lado del desierto.
sus nuevas temí perderme, y no temí tanto perder la vida, como
maba también que en ellas su padre había intercambiado
I
I
207
A LA opsMt'rrnrcncrÓN
IJEetmz PesroR DSI- TRACA'SO
acabarían Por
206 en que' en algún lugar cercano'
dozaY confìando los objeti vos mâravillosos Pro-
de la grandeza de la tierrao2l' Sin un futuro Próximo
no poder volver a.dar aviso hallarse en . El hecho es que
stl
relación afrmaque' a pesar
de tales con-
el tejo de Nuño de Guzman
embargo, en esa Írsma rnetidos Por
la prrnrera Y comPleta
formulación
aderante pârâ cumplir la misión ión constituYó
sideracion"r, d..iåió seguir ("'yo les dije famosa relac de la leYenda Portu-
t'abía sido encomendada: del mito de las siete ciudades
de,expioración que te aÍîerrc ana las aPor-
de ver la ciudad de Cibola "'
y seguí rcntalizado Y meJ orado Por
que en todo caso yo había g1J esa,
convenientemente
indîgenas con los
que fraY
Cibola' la cual está asentada en un los guías Y po biadores
mi camino hasta la vista de [aciones de
repetidamente
haberse entrevistado
U*o, alaîúdade un cerro redondoo22'exacto de la trayectoria Marcos aseguró
de fraY Marcos'
enconffamos cuatro
el recorrido de ia relaciôn
Es imposible precisar Dentro ciudades de Cibola.
La Prt-
Marco" Pt'l lo que las expediciones del mito de las siete
de exploración de fray formulaciones que habitabân cer-
sin dejar lugat a dudas fue que ît^y Marcos a los indios
posteriores tt"g"'on.'át-o"'"' la atribuye
rnera se de México, qulenes'
Marcos de la naturalezay
cârâcle- justo al norte de la frontera
la <relación) que htzo fray recorrido' ca de Petateán'
que les hacía el fraile Pàtà
àverþ
(gran tierra>' que pretendía haber do a las Preguntas
rísticas de aquella el conjunto
resPondien poblaciones y de gente de más
más fantasiosos de todo por allí <muchas
constituía uno de lJ' 'el"to' gÚar si había efecdvamente, â
unas cuâ-
Las instrucciones que reci- le contestaron que'
de relaciones de descubrimientos' polizîa,Y tàzoÍrr>, muy graî-
deûnían claramente la misión
explo- jornadas tierra adentro había <muchas Y
bió éste del virrey Mendoza ffo o clnco vesdda de algo dón.
Y mos-
expedición: <Llevaréis mucho
aviso
en que haY gente
radora e informatJ" ¿" la derra-
des Poblaciones
que llevaba Parâ
tomar nz6n de
si es mucha o poca y si
están s metales
de mirar la gente que hay' trândoles Yo aiguno de oro Y me dijeron
ía calidady fertilidad de elia'
la tem-
de la tierra' tomaron el metal
o viven ¡*io'' Ios memles que tra-
mados gente de la abra, Y
y plantas tttÏ':s,domésticos vas¡as entre aquellâ
planzad. l" tit"l'-itt AU"fts I que de aquélhaY redondas de aquei
d'l^tierra' si es áspera o ila- nances y orejas ciertas cosas
y salvajes q"t h";i;;e' la mane
'i enc olgadas de las
raen y se qu10n
o pequeño"' y unas aletillas dêl con que
na, los ríos, si son grandes l1 niedl-1,1metales
pudieren enviar o traer
oro, y qu e denen P
dice haberla oído de boca de un
indio
que hay en ella; y dt l" cosas que se
M' ser
el sudoru2a. La segunda
Esteban Y regreso
para dar las
pàr^que de todo pueda S' que acomPañaba la
vanguardia de
muestra, traellas å enviallas '
fray Marcos daba una interpretación dice fraY Marcos:
avisadoo23. Pero, o bien buenas nuevas' D e éste
exclui-
<información>' que pata êlno
muy personal al té'-itto corno ver- hay siete cib-
esta primeri ntt"llrt*
conjeturas mâs fantásticas afirma y dice: que en
ría la presentación de las å"'"lo t::Ï::;:J"tïïi;
poseía u,', p,.di,posición,a
dades de hecho, o bien
t' dt t" mayotîa de ^'^::::
sus mlto-
dades muy grandes,
'J'
las más pequenas
piedra y de cai, grandes;
y credulidra q"t ""t "'pt'"b' de y de tres sobrados'
manos contemporáneos'
o tal vezfì ccional'261a realidad una azutea encima, ït" tt"t á" do'
del virrey Men-
su recorrido,dt-"o'o de justificar las esperanzas
_
208 BEarnrz PAsroR Dsr ERAcaso A LA oesIvIIïpIcRcIóNI 209
y la del señor de cuâtro, juntas todas por su orden; y en las Cibola es una gran cibdad, en que hay mucha gente y calles
portadas de las casas principales muchas labores de pieclras tur- y plazas, y que en algunas partes cle la cibdad hay unas casas
quesas de las cuales dijo que hay en gran abundancia. Y que muy grandes, que tienen a diez sobrados, y que en éstas se
las gentes destas cibdades anda muy bien vestida. Y otras juntan los pnncipales, ciertos días el año; dicen que las casas
muchas particularidades me dijo, así destas siete cibdades como son de piedra y cal, por la rnanera que lo dixeron los de
de otras provincias más adelante, cada una de las cuales dice aftâs, y que las portadas y delanteras de las casas principa-
sel: mucha más cosa questas siete cibdades; y para saber del les son de turquesas; díxome que, de la manera de esta cib-
como lo sabía, tuvimos muchas demandas y respuestâs; y hallé- dac1, son las otras siete, y algunas mayores, y que la más
le de nruy buena nz6n25. principal dellas es Ahacus; ... Y asimismo dixo que, a la
parte del sureste, está el reino que llaman de Totonteac;
La tercera forrnulación nos la presenta como la versión de los dice que es una cosa la rnâyor del rnundo y de más gente
I
indígenas que habitaban las tierras que lindaban con e1 obje- y riquezas; y que aquí visten paños de lo que es hecho esto
I
tivo mítico. Repite con más detalle las dos primeras, añadien- que yo traigo y otros más delicados, y que se sacan de los
il
do los nombres de Marata, Acus Totonteac y Cibola, y exten- animales que atrás me señalaron; y que es gente de mucha
t' , 27
diéndose sobre Ia civlltzación de sus habitantes, que <andan porrcra
ceñidos con cintas de turquesas y que encima destas camisas
los unos traen muy buenas mantas y los otros cueros de vaca Hasta aquí es posible disculpar a fray Marcos, alegando que se
muy bien iabrados ... y asímismo las mujeres andan vestidas y limitaba a transcribir la información que 1e daban los nativos,
cubiertas hasta los pies de la misma manerÐ. Precisa las rique- cuyâ naturaleza fabulosa correspondía poco ala realídad, como
zas fabulosas que encierran dichas ciudades, señalando que después se demostró. Sin embargo, hay una serie de elementos
<todos traen turquesas colgadas de las orejas y de las narices, dentro de la relación que indican que la función de fray Mar-
finas y buenas, y dicen que dellas están hechas labores en las cos fue más la de creador activo de ñbulas que la de simple
puertas principales de Cibola>26. transmisor de lo que le contaban. En primer lugar, está su pro-
La cuafia formulación del mito se la atribuye fray Marcos pia insistencia en autorizar y certificar la veracidad de la infor-
a un habitante de la propia ciudad de Cibola. Esta cuarta for- mación que le iban proporcionando los indígenas. Lejos de
mulación confìrma las versiones anteriores, dándoles nueva guardar cualquier distancia crîttca con respecto a las informa-
autoridad por el hecho de provenir tal confirmación de un natu- ciones que recibe, el fraile se apresura a subrayar el crédito que
ral de Cibola <algo viejo y de mucharaz6n>>, según elfralle' êstas les merecen, a Esteban y a êl mismo, por buenas Íazo-
El indígena en cuestión aseguraba que: nes: (... y Esteban me envió decir que, desde que se apartó de
rní nunca había tomado a los indios en ninguna mentira, y que
270
BERrruz PasroR l)rr rneceso A LA nEsl4rrrprcAcróNt 217
los cua- la tierra adentro a mercadear con plumas ricas de aves para
<rnuchos de los que fueron traídos de su patria Yucaya,
clec^répito y cles- plurnages y que en retorno traya mucha cantidad de oro
les afirman que vieron a aquel hombre ya casi
Lucas Váz* y plata que en aquella 1o ay mucho y que bido muy gran-
pués rejuvenecido y con fuerzas y vigor corporal'3''
des pueblos tanto que los quiso comparar con méxico y su
q,r." aL Ay[ón, poï su parte, tenía un criaclo indígena' llamado
comarca y que auia uisto siete pueblos muy grandes don-
ir"rr.ir.o, que enriqueció la historia de Andrés el Barbuclo' Gon*
de auia calles de platería y que para ir a ellos tardauan des-
z¡lo Fernândez de Oviedo se refìere a su encuentro en el año
yo entonces de su tierra quarenta días y todo despoblado y que la tierra
1523 con Francisco en la casa de Ayllón. <Lievaba
y seis quilates y por do yban no tenía yerba sino muy chiquita de un xeme
una perla grande que tuve ... que pesaba veinte
y que el rumbo que lleuaban era al largo de la tierra entre
.r" p.rf..ta y redonda, y quise que la viese porque éi me decía
y grandes en su los dos lnares siguiendo lauia del norte34.
que aquel indio le decía que las había excelentes
respecto de las
tierra; e drjo el licenciado que era muy pequeña a
me representó e Alentado por tan prometedoras noticias, Nuño de Guzmán se
ti
que le prometía aquel su adalid; e tanto más se
âpresuró a organizar una expedición a las míticas siete ciuda-
ùr. po. cierto su engaño' e creí que aquel indio mentía en cuan-
le hacía decir des que no llegó a pasar de la región de Culiacán. Pero cuan-
to le había dicho e que el deseo de volver a su patria
dola Relación fantâstica de ftay Marcos de Nizza vino a confir-
todo aquelio de que conoscía que el licenciado se holgaba e que
mar este primer enunciado del mito en América, el virrey
como âstuto acumulabâ novelas que no se le debían creero33'
de Mendoza se decidió a intentar el descubrimiento por su cuen-
La expedición a las Carolinas que encabezíLucasYâzqtez
el escep- ta. Mientras se ultimaban los preparativos de la expedición, envió
Ayllón enjulio de 1523 demostró que éste no compartía
una pequeña fuerza al mando del capitán Melchor Díaz para que
tiiismo que Oviedo se âtribuyó a sí mismo en su Historia'
cuan-
a los verificara por adelantado algunas de las noticias sensacionales
do ya el fracaso de la expedición y la huida de Francisco
aportadas por fray Marcos. El resultado era previsible: Mel-
borq.r., de su Chícora nataI, apenas desembarcado' le
habían
chorDiaz informó a su regreso de que no había podido llegar
dado ampliamente la taz6n.
de Guzmân muy lejos a causa del mal tiempo, pero que, en lo poco que
Pocos años más tarde, el cautivo tejo de Nuño
de había recorrido, no había encontrado nada que confirmase las
conrinuó con la mayor crearividad ia labor mitificadora
de Castañe- optimistas informaciones de fray Marcos. Los mismos indíge-
Andrés el Barbudo y Francisco de Chícora' Pedro
de Cibola nas, que eran mencionados por el fraile como responsables de
da insertó al comien zo de su Relación de la Jornada
las noticias detalladas de las siete ciudades
de Cibola, le asegu-
un breve resumen de las historias del indio tejo: raron a Melchor Diazla existencia no de siete ciudades fabu-
losas sino
de cuatro pueblecitos de casas de adobe y de tres algo
indio dixo que él era hijo de un mercader y su
padre
este
Inayores pero
padre entrâba de las mismas características. Afirmaron asimismo
era muerto pero que' siendo él chiquito' su
-t __
que los habitantes de dichos pueblos tenían, en efecto, [urque- los puntos de nrás baja moral de toda la expedición-, empezó
Sas, aunque muchas menos de las que había dado
a entencler fray a contar historias fantásticas acerca de la región de donde él pro-
Marcos. En cambio, negaron tener noticia cle la existencia de ceclía y a la que se ofrecía a llevarles como guía. <[Dleçía que
cuâlquier metal en aquella región, y, más concretamente, dije- auía eu su tierra un rio en tierra llana que tenía dos leguas de
ron no tener ninguna evidencia de que se hallara en eilas ni oro ancho adonde auía peçes tan grandes colno cauallos y gran
ni plata. número de canoas grandísimas de nrás de a veinte remeros por
El que esta información, presentada en la forma de infor- banda y que lleuaban velas y que los señores yban a popa sen-
me secretísimo al virrey Mendoza, no bastara pàra apl^zar o tados debajo de toldos y en la proa una grande águila de oro;
cancelar los preparativos <le la expedición de Yâzquez de Coro* deçía rnâs que el señor de aquella tierra clormía la siesta cleba-
naclo no es más que una prueba adicional delafuetza que cobra* jo de un grande árbol doncle estaban colgados gran cânridacl de
ban en la imaginación de los conquistadores -incluso en la de caxcabeles cle oro que con el aire le daban; rnas deçía quel
d alguien de ordinario tan tranquilo y ponderado como clon Anto- común servicio de todos en general era de plata labrada y los
nio de Mendoza-- todos aquellos indicios y noticias que podían platos jarros y escudillas eran de oro; llamaba el oro Acochis;
asimilarse o interpretârse como confirmación de mitos ante* diósele a el presente crédito por la eficaçia con que 1o deçía y
riores. Mitos que, en forma de leyendas, cuentos infantiles, porque le enseñaron joyas de alatón y oliólo y deçía que no era
fomances, crónicas o relatos de caballería, formaban parte de 6, . , y el oro y la plata cognoçía muy bien>'u. Interrogado repe-
unas estructuras de lo imaginario que, en tanto que miembros tida y arteramente, el Turco se mantuvo fiel a su primer rela-
de una misma tradición cultural, todos ellos compartian' to y se gan6la confi.anza no sólo de Alvarado, sino tarnbién de
El avance de la expedición de Coronado corroboró muy Coronado y de la mayoría de los expedicionarios, algunos
pronto la veracidad del informe de Melchor Diaz y el catâctet de los cuales llegaron a atribuirle poderes sobrenaturales y a afir-
fantástico dela Relación de ftay Marcos. Y es probable que dicha mar que estaba en tratos con el diab1o37. La expedición no regre-
só a México, sino que vagó durante dos años por las grandes
expedición hubiera tardado muy poco en regresar de no haber
recibido el maltrecho mito de las siete ciudades de cibola rein- llanuras del centro de Norteamérica en busca de la mítica
Qui-
vira prometida por el Turco, explorando unas regiones vastísi-
ventado por el franciscano, el apoyo y confirmación que le
esta-
mas y en las que, lejos de descubrir las siete ciudades rnaravi-
ban haciendo tanta falta,bajo la forma de las inspiradas fäbulas
(el
de otro cautivo indígena , qr'ri.r, los españoles apodaron
llosas tan anunciadas. los españoles nno avian visto otra cosa sino
todo el mal suceso que ubo'ao Imperio azteca y el de la del Imperio de los incas, sometidos
causa de
desde las relaciones de sus propios protagonistas a un proceso
Perico no pârece haber poseído una imaginación tan {ér-
de mitificación que 1es confería un carâcter casi mágico, pasa-
til como la del Turco o la de Andrés el Barbudo, pero sí tenía
ron a enriquecer -con las pruebas muy reales del botín que
la costumbre de <afìrmar que había visto 1o que sólo sabía
de
en ellas se obtuvo- la lista de modelos para la acción y de obje-
oídas y de acrecentar a voluntad 1o que conocía directamen-
tivos que hacian soñar a tanto aventurero con ambiciones de
t.rot. Sig,riendo sus indicaciones, De Soto y los suyos andu-
y poderoso.
vieron perdidos durante semanas' desprovistos de alimentos
En las relaciones atribuidas por los españoles a los indíge-
de alcanzar los dominios de 1a gran cacica de Cuti-
"gr.r", "i,., un lugar nas se suceden las descripciones del esplendor de lugares míti-
fachiqui. Y, una vez alli, renunciaron a quedarse en
al Hidal- cos que toman como referentes Nueva España o Perú, los teso-
en cuyas arcas se habían descubierto, si hemos de creer
de las ros del Cuzco o los de Tenochtitlán. Estas dos ciudades eran la
go de Elvas, veinte arrobas de perlas, parait en busca
por Peri- piedra de toque a la hora de imaginar o describir la magnifi-
riquezas fabulosas de una región de Coça -prometida
cencia de tantas ciudades inexistentes prometidas por indios y
co- que nunca se materializó'
españoles por igual. Cuando fi'ay Marcos dialoga con los habi-
__!-
279
D¡r nnRcRSo A LA oEsvrtrlrtcRctÓN
Bsarzuz PnsroR
218
voluntarismo'
Hernando de Soto pagó con la vida su error y su
con el reino dc Cibola' dice:
hntes cle las regiones que lirnitan y en su caso, corno en tantos otros, la experiencia acal':atia
como en la Nueva Espaùa
<Aquí hay tanta noticia de Cibola ãemostrando que lo excepcional dentro de
la conquisla eran
Cuzco"az ' Y al divisar: el
poblado de
de México, o en Perú del losejemplosdeMéxicoydelPerú,ynolosterriblespantanos
nunca antes de acorì-
Cibola -que tal vez no vio realmente y d."ri..tor, junglas y emboscadas en los que' atraídas
por dos
se apresura a com-
pro"r h"rå él a la expedición de Coronaclo- excepciones y ul1 montón cle sueños,
fracasxían la mayoría
con México afirmando que Cibola es (mayor que la y 1550 se propusieron hrcer
i"rrrlo de México ha sustituido clefi-
de las expediciones que entre 1500
ciudad de México>' El modelo coincidir la realidad americana con los mitos
y fábulas acu-
la Reconquista -tan fre-
,rrri,rr-"nte al referente españoi de mulados por diversas culturas a lo largo
de varios siglos de his-
e incluso en las Cartas cle Cor-
cuente en el discurso colonrbino' toria.
los poblados y tierras del
tés- que cotnparaba repetidâmente
c1e Sevilla' Córdoba y
Nuevo Mundo a las ciudades andaluzas
I Ei Hidalgo de Elvas' por su par-
Granada <cuando se ganaron>' 2. El discurso narrativo del fracaso
:i
modelo del Perú en la expedi-
te, subraya ia imporlancia del
la sorprendente deci-
ción de Hernando de Soto' Al explicar
ii
de la conquista de
En el contexto de la producción narrativa
seguir su camino en busca de la
sión de De Soto, que prefìere América, la mitificación de la realidad y
la creación de los nrode-
de Perico antes que que-
Coça que le prometían las mentiras había los se llevaron a cabo -inicialmente- dentro
de un discurso arti-
darse en el poblado de la
cacica de Cutifachiqui' clonde
y veinte arrobas de bue- culadoporeléxito.EléxitodeCristóbalColónfueproble-
enconffado comida, agua' hospitalidad mático, pero él eiudió la decepción, inevitable
cle haber
nas Perlas, dice Elvas: .ofnp","doobjetivamentelarealidaddelastierrasdescubiertas
que llegó a recorer con la imagen previa
que él tenía de las que
ser buen
bien poblar aquella tierra por
A to<Jos les pareció io esperaban. Esta elusión se consumó en la transformación
los navíos de la Nueva Espa- los modelos imagi-
paraje que, si se poblara' todos de la realid ad ameticana de acuerdo con
ña y del e"'ú y de Sta' Marta
y Tierra Firme harían ailí duran-
narios abstraídos de las lecturas que colón habia teùizado
escala de camino hacia España'
y que era buena tierra y bien Y se
clel te la fase de génesis de su proyecto de descubrimiento'
Pero colno el intento
aparejaila pâra sacar provecho' completóconunapercepciónselectivadelarealidaddelNue-
como tl"
gobernador era buscar otro tesoro "] ^:iO:]tO'' voMundoquelareduciríaaloselementosvaliososdentro
con la buena tlerra'
contexto de mercado de la Europa del siglo xv' La per-
señor del Perú, no se quiso contentar
del
ellas valían su peso
ni con las perlas, aunque muchas de cepción y representación de la realidad americana que emergió
43 casi
()n oro de la combinación de estos dos procesos de transformación
T I
de Trujillo ...y de ésta hay tan grandes nuevas que es caso detallada de la realidad americana se ve acompañadâ por lâ toma
de admiración 1o que de ella se dice, que aunque faltan los de conciencia de la dferencia y de la imposibilidad de comuni-
dos tercios hace mucha ventaja a esta de México en rique- car los aspectos de esa realidad nueva al rcy, por la falta de un
za, e igualable en grandeza de pueblos y multitud de gen- referente común: (pues querer yo decir y significar a vuestra
te y policía de ellaae. majestad la aspereza y fragosidad de este puerto y sierras, ni
quien mejor que yo lo supiera lo podría explicar ni quien lo
Sin embargo, a diferencia de 1o que sucedió con México, el oyere 1o podría entender, si por vista de ojos no lo viese y pasan-
proyecto estaba condenado al fracaso por la sencilla razón de do por é1no lo experimentase>. El problema de comunicación
que su objetivo no existía. Pero eso cortés no lo supo hasta no resulta, en la formulación de Cortés en este pârrafo, de su
J.rp.ré, de haber abandonado su búsqueda por otras razonesso. incapacidad de percibir y describir, sino del carácter esencial-
En la percepción de Cortés, 1o que impidió su segundo triun- mente distinto de esa naturaleza que pretende narrarle al rey. La
l,r ,
¡.,, fo espectacular no fue, durante esta última expedición, el cono- formulación implica que éste es el centro del problema, y que
cimiento del carâcter mítico del objetivo que perseguía, sino cualquier otro europeo sumergido en semejante realidad y expe-
ii"
.':,
un obstáculo nuevo y formidable que se erguía entre Cortés y riencia seúa igualmente incapaz de <decir y significar> -es decir,
"') de comunicar- 1o que viera y sintiera a un lector que, por mucho
.t
lo que andababuscando. Este obstáculo era la naturaleza, q1ute
saltaría ya en el texto de la Quinta càtta al primer plano que que 1o oyera, no podría entenderlo, por carecer de una expe-
ocupa en todos los textos posteriores que integran el discurso nencia directa del objeto que Cortés trata de Írarrar.
narrativo del fracaso. Colón introdujo el tema en la cafta que Los pocos poblados que había estaban desiertos, y los cami-
escribió desde Jamaíca. Cortés se referiría en descripciones y nos habían sido borrados por la maleza y el agua en la tierra
den- hostil que Cortés recorrió infatigablemente durante meses. <Era
comentarios una y otravez a una natutaleza-inimaginable
tro de un contexto europeo- que modificaba al hombre y su todo montañas muy cerradas -dice Cortés-, demás de las mon-
acción y que transformaba la búsqueda de poder, gloria y
fama tañas había muchas ciénagas y muy trabajosas ...y la gente de
aquella tierra ... por los montes andaban cada uno por sí por
en dura lucha por la supervivencia.
Al igual que en Ia Catta de Jamaica, la irrupción de la rea- aquellas ciénagas y ríos>. Su marcha se ve continuamente inte-
la can- numpida por das muy grandes ciénagas y raíces de árboles que
lidad americana en el discurso de cortés se anuncia con
celación defìnitiva del referente europeo. Desde el principio
de las rodean> y que le obligan a alterur su dirección y trayectoria,
de que sólo para acabar cayendo en otras ciénagas aún peores, como
la Quinta catÍa, Cortés avisa, al introducirla nattación'
va a-explicar los sucesos de la jomada lo mejor que
pueda' upor- aquella de la que dice que <dura bien dos tiros de ballesta, la
ni por cosa más espântosa que jamás las gentes
que decirlas como pasaron ni yo las sabría significar vieron>. Cuando se ale-
La observación ja de los pantanos,
1o que yo dijese allá se podrían comprenderout' subiéndose trabajosamente a las montañas,
--
hacer uso de la palabra y salvar del olvido la historia trágica de la expedición de Narváez, .lno, Álrr., Núñez Cabezade Vaca,
sus inforcunios. Pedro de Castañeda declara su intención de na- narcaria los infortunios de la expedición y los suyos propios
rrar con exactitud de testigo presencial los sucesos de la explo- durante los nueve largos años que transcurrieron antes de que
ruciín, rompiendo de forma deliberada con aquella tradición alcanzara la Nueva España, después de recorrer a pie todo el
que relegaba elftacaso al olvido: (... que como aquella tierra sur del continente, desde la Florida hasta Texas. Y su relación
no permâneció no hubo quien quisiese gastar tiempo en escre- de los Naufragios, es todavía hoy, por su riqueza y complejidad,
bir sus particularidades porque se perdiese la noticia de aquello el texto fundamental entre lalarga serie de relaciones que for-
que no fue Dios servido que gosasen él sabe por que ... pues maron el discurso narrativo del fracaso.
mi intención no es ganar gracias de buen componedor ni retó- Del análisis individual de todas estas relaciones de infor-
rico, salbo querer dar verdadera noticia1156. La intención testi- tunios se desprenden una serie de elementos centrales comu-
{ monial del autor se completa en el proemio a la relación con nes. El primero de estos elementos es la caracterización del
r el propósito declarado de zanjar las discrepancias que existen medio americano. La valoración estética y contemplativa de
li
entre cronistas y testigos en torno a los sucesos de la jornada, lanattral,eza americana se daba ratavez en el contexto clel dis-
y con la decisión del autor de salir al paso de las ficcionaliza- curso mitificador, y, cuando esto sucedía, las descripciones que
'i,
ciones posteriores de los propios expedicionarios que <deléy- subrayaban cualidades estéticas en las nuevas tierras aparccian
tanse en contar lo que bieron y âun lo que entienden que per- generalmente subordinadas a un fin económico (Colón) o polí-
t..
dieron>s7. Pedro de Castañeda no es elúnico que decide nanar tico, como en Cortés. Para Colón, el paisaje solía ser pieza de
la historia de una expedición fracasada. De la misma expedi- identificación con los modelos imaginarios o signo del valor
ción de Coronado se conservan varias otras relaciones, como mercantil de las tierras descubiertas. Para el Cortés de las tres
la deJuan deJaramillo, mucho menos rica que la anterior, o la primeras Cartas, el paisaje americano oscilaba entre una suma
llamada Relación del suceso, de autor anónimo, y la Rela- de peligros potenciales y signos amenazadores, que debían ser
ción Postrera de Cibola, escrita probablemente por uno de interpretados correctamente parâ asegurar el éxito (Segunda
los frailes que acompaiaban la expedicións8. Tampoco la jor- carta), y una sucesión de objetivos militares a los que se con-
nada de Hernando De Soto cayó en el olvido, gracias ala deta- cedía mayor o menor importancia, según el lugar que ocupa-
llada Relación que hizo de ella uno de sus miembros, el Hidalgo ran en el plan estratégico que había de culminar en la conquista
de Elvas, y de la relación mucho más breve de Luis Hetnân- del imperio. En el discurso narrativo del fracaso, por otra par-
dez de Biedma, quien también participó en ella. Gonzalo Fer- te, el paisaje desaparece como concepto estético y como cate-
nândez de Oviedo, por su parte, incluye en su Historia Gene' goría de percepción para dar paso al medio. El medio incluye
ral de Indias el texto abreviado de la relación que escribió sobre todos lcrs elementos de lo americano (geografra, clima, flora,
de fauna, etc...) y se câracterizapor una serie de cualidades que
la expedición Rodrigo de Ranjel. De los tres supervivientes
I
237
Dsr rRAcaso A LA orsmtrtncactÓN
BEarruz P¡.srot
de la expedi-
236 narradores de las relaciones
hecho de ser donde vân...ou'. Los de
pero que compârten el t;;nit-t rfiaî alos de la de Hernando
varîansegún los textos' ción de Coronado cuyos cau-
gr narrado' del fracaso no fantasea a referenti"' a ríos innumerables
uniformem."" ""iìuåt' Soto en sus
'åitt'"das
su discurso' el medio arrastran a hombres y
caballos' profundísimos
posteriori,ti titnlllo åt"tUierto, fn es el enemigo núme* ces torrenciales el paso' nubes
y amer^Âzedor: ptttt"an en la tierra cortando
'americano es siempre hostil fundamen- brazosde mar nt" enfermedades
ro uno. Su hostilidad se
concretâ en dos aspectos
de insectos que impiden el sueño y trânsmiten
y excesivo de su naturaleza' la
y
de un clima que conviet': ]"t
ttTl-ïtt U'
tales: el carâcterextremado mortales, y rigores
del desconocimiento que tie- llanos o tt i""it"o dt las costas del sur en intole-
profunda '""'tta los grandes penâs
","¡t""tià"-f" europeo que intenta dominario' e inhabitablt' p"" unos
exploradores que â duras
ne de ese medio el hombre y des- rables
habla dil carácter destructor
Cortés no es tl ú;i;;"t
inclemenclas'
(mayon) pueden soportar tales
nattrtaleza en la que
todo es de la naturaleza expresa
mesurado de esa "t"t'" El cxâctetexcesivo y extremosoque el medio americano
visto jamás' y que le pare- ã" f" hostilidad
lr, y <más> de 1o que o¡o'
"lgt"to' 1"I"" uno de lo' "ptt'Jt fracaso' El otro aspec-
] dt"'ib ir -e¡t nz6n-tt*i:::
catâc-
to"t"åit" d"t discurso narrativo del
[., ce imposiblt pero lnslstente- i."trãUt""o e inmutable que éste
de Elvas habla' pàrca el carâct'erinescrutable
It " ter excesivo' El Hidalgo la Florida y to se centra en todo
ciénagas y pântanos.de que desconocen prácticamente
ûrente, de ras ,r.,,'.rrã", reviste para unos hombres
El resuiado de tal desco-
de la costa d;ï;;ntinente' ndo"dt :"]:t]-t-T?":podião 1o que ai Nuevo Mundo
" "fi"'"' ante cuâl-
'"' de agua los nativos apatecîany
desa-
t' {il;de recursos y la vulnerabilidad
enrrar,,Se, , .r .orîrl;;;"; ni arcabu- nocimiento f"t
que fue percibida sistemáticaÎtt-
que no servían ballestas
quier manift""io" "atural'
t.,.
parccîancon tal celeridad
i
luación del grado de incompetencia de los españoles frente a la ocupación) era una suma de brillantes episodios diplomáticos
naturaleza en la que se veían obligados a sobrevivir. Después que se manifestaban en repetidas y generosas lecturas del Reque-
de referirse a la situación desesperada en que se encontraban los rimiento y en una sucesión de arengas y discursos por ambos
enfermos de la expedición por falta del alimento necesario (car- lados. Los límites de la ocupación diplomática coincidían con el
' ne y sal), dice: <Los indios no carecen de carne: porque con sus inicio de la violencia, que aparccía siempre justificada por la
flechas matan muchos venados, gallinas y conejos y otras pie- explícita voluntad de ocupación pacífìca que la precedía. En
zas de caza; qtJe para esto [ienen gran ingenio que no poseen la violencia y por la violenciâ se consumaba el tercer momen-
los españoles; y aunque estos lo tuvieran no podrían utilizar- to de la acción; el dominio de lo explorado y ocupado. Domi-
lo, porque caminaban la mayor parte del tiempo y no osaban nio que, además de aparecer plenamente justificado por el fra-
ni apartarse de las sendasr62. caso de la diplomacia, se presentaba con la legitimidad indiscutible
en su sencillez y dirección a una rnetâfota de la conquista de tas, en algunas destas debían de tener noticia de que pasá-
México en la que, por voluntad divina y genio de Cortés' esta- bamos63.
(Ia
ba destinada a culminar. Ei segundo momento dela acciín
I
En el discurso narrativo de1 fracaso no hay ocupación, o, dicho esfuman, junto con los mitos, la nqueza y la gloria como moto-
en palabras de Pedro de Castañeda, <la tierra no pennanece). res fundamentales. La necesidad los sustituye, concretada en los
El conquistador y sus hombres recorren la tierra siguiendo la elementos fundamentales de los que depende la supervivencia,
dirección que marcan sus necesidades más inmediatas y sin dejar que ha pasado a ser paulatinamente el único contenido de la
en ella más huellas que las que dejaban los hombres de Coro- acci6n. Al ser desplazados los mitos poco a poco por el ham-
nado en los pastos de los grandes llanos, donde se perdían para bre, la sed, el frío y el miedo a los naturales, las expediciones
no reaparecer nunca más. Y, del mismo modo que 11o hay ocu* evolucionan de acuerdo con esas necesidades. Por otra parte,
pación, no hay conquista. En el contexto de un medio natural ese proceso de cancelación de riqueza, gioria y poder como
terriblemente hostil, la acción del discurso del fracaso se trâns- rnotores de la acción, enlaza, dentro de los textos que integran
forma en lucha por la supervivencia. La presentación de la acción este discurso, con el de la transformación de objetivos. Y la
militar, que âparecia tdealizada y mitificada en el discurso miti- transformación de objetivos, que se expresa en los textos en la
{
ficador, reviste en este último caracteres de parodia. Basta tener transformación de la naturaleza deI botín, constituye el cuarto
I
e1 modelo de las campañas militares de Cortés presente para elemento fundamental del nuevo discurso narrativo. Coloca-
I
darse cuenta del espacio que 1o separa de presentaciones como dos los conquistadores en una situación de necesidad muchas
las que ofrece Castañeda en su relación, donde una provoca- veces desespenda, su escala de valores cambia radicalmente. En
ción de los indios aparece descrita en los siguientes términos: los textos de Colón, Cortés, DîazTapi4 Cuneo y demás naffa-
<Y otro dia, a dos leguas del pueblo, siendo de noche, algu- dores del discurso mitificador, veíamos a los españoles definir
nos indios en parte segura dieron una grita que aunque la gen- como objetivos el oro, la plata y las piedras preciosas, elimi-
te estaba aperçibida se alteraron algunos en tanta manerâ que nando o despreciando todo lo demás. Los productos de la cie-
ubo quien echó la silla a el rebésr6a. La accíînordenada y agre- rra interesaban a Colón sólo en la medida en que podían iden-
siva del discurso de Cortés deja paso a una acciín caíttca y tificarse con las especias o anunciar la proximidad de las regiones
defensiva, cuyo carâcter penoso y futil sustituye al heroísmo fabulosas que se buscaban. La ropa y las artesanías valían sólo
preciso de la primeru. La osadía, el valor y Ia acci6n, como fuen- como signo del grado de civilización de los indígenas, cuya cul-
te de honra, propios del primer discurso, dan paso en este últi- tura caracterizaban como botín más o menos próspero. No se
mo al <trabajo>, al <sufrimiento) y ala accíôn entendida exclu- aceptaba más botín que el oro y la plata, las perlas y las piedras
sivamente como lucha contra la destrucción y la muerle. preciosas, y los interrogatorios reiterados de los indígenas, que
La transformación del modelo épico de la acción se rela- a veces llegaban hasta la tortura y la muerte, se dirigían con
ciona con el tercer elemento característico del discurso delfta- exclusividad a descubrir la existencia de estos elementos, des-
caso: la cancelación de riqueza, gloÅa y poder como motores deñando todo lo demás. El desprecio que mostraban los espa-
fundamentales de esa acción. En el contacto con la realidad se ñoles por todo lo que no fuera pedrería o metales preciosos pro-
-r -
li" prendido de todos los escudos el oro, lo mismo que de todæ indios que llevaban un regalo de muchos conejos, y perdices,
las insignias. Y luego hicieron una grân bola de oro, y die- pan de maiz, dos gallinas y muchos perros, que eran tan esti-
ron fuego, encendieron, prendieron llama a todo lo que mados entre los cristianos como si fueran carneros gordos, a
restaba, por valioso que fuera, con lo cual todo ardió .'. causa de la escasez de carne y sal que padecían>. También se
Y en cuanto al oro, los españoles lo redujeron a barras.65 refiere con detalle a los regalos de la cacica de Cutifachiqui, que
les ofreció mantas, cueros y muchas galLinas. Y el tono del Hidal-
gencias de los españoles, que se veian obligados a centrar su ron un servicio en que le ofrecieron setecientas gallinas salva-
jes>; o de otras muchas en las que <les ofrecian las gallinas que
interés en objetivos mucho más modestos (satisfacer el hambre,
protegerse del frío, saciar la sed) y que aprendieron a recono- tenían y podían conseguin; o de un poblado en el que el caci-
cer como botín cosas mucho más humildes y cotidianas, como que (como gran servicio le trajo al gobernador dos cueros de
comida, mantas, agJay leña. Cortés no fue el único que modi- venadoo6T.
ficó la trayectoria de su expedición ante lâs noticias de la exis- La desmitificación de la naturaleza americana, que aparece
caracterizada como centro de la confrontación entre el euro-
tencia de una buena cantidad de rnaíz en algún pueblo alejado'
o de un corral de gallinas. Las listas escrupulosas que nos ofre-
peo y América; la transformación de la acción heroica en lucha
en sus incursiones en por la supervivencia; la sustitución de riqueza y gloria, como
ce el Hidalgo de Elvas del botín obtenido
-t
244 B¡RtnIz PasroR Dpr EnRcaso A LA ossl,tIrIrIceclóN 245
motores de la acción, por la necesidad, que acaba organizan- dellos sinó solamente de la fortuna, o más cierto sin culpa
do totalmente el desarrollo de las expediciones, y la modifica* de nadie más por sola voluntad y juycio de l)ios, donde
ción de los objetivos, que se concreta en Llna redefinición del nasce que uno salga con más señalados servicios que pen-
botín: estos cuatro elementos, que articulan las narraciones que só, yotro le suceda todo tan al revés que no pueda mos-
a
integran el discurso narrativo ilel fracaso, se completan con trar de su propósito más testigo que su diligencia, y aun ésta
un último elemento fundamental: la transformación de la rela* queda a veces tan encubierta que no puede bolver por sí6e.
cuentemente, pocâs mercedes y gloria puede esperar. Es en este A falta de un botín que enriqu ezca las arcas de la Coro-
contexto donde se produce la presentación de la relación de na, forzoso es transformar en servicio la relación de las desdi-
infortunios como valor o servicio tan digno de mercedes como chas, reivindicando su valor y presentándola como eviden-
cualquier proyecto avalado por el éxito. La función de la rela- cia del merecimiento de cargos y recompensas a los que se
ción concebida en estos términos no será, dentro del discurso aspira. Dice Álvar Núñez al respecto: <bien pensé que mis
del que forma parte, servir al rey informando verídica y pun- obras y servicios fueran tan claros y manifiestos como fueron
tualmente de todo 1o sucedido, sino reclamar reconocimiento los de mis antepasados, y que no tuviera yo necesidad de hablar
por unas penalidades y sacrificios que se reivindican como prue- parâ ser contado entre los que con entera fe y gran cuidado
ba de una lealtad merecedora de las más altas recompensas. Pedro administran y ftatan los cargos de Vuestra Majestad y les hace
de castañeda declara, en el proemio a su relación, que la inten- merced. Mas ... no me quedó más servicio deste que es traer
ción que le mueve a escribirla es <hacer a vuestra merced este a Vuestra Majestad relación...>70. Los servicios no han rendi-
pequeño servicio el cual reciba como de verdadero servidor y do los frutos previstos y las obras no han sido coronadas por
,olà"dorut. Y, en su proemio alos NauJragios, i\fvar Núñez rei- el éxito. Contra el telón de fondo de la oposición entre hablar
vindica también el valor de la íntención frente al del éxito, que y obrar que cuestiorr" Álrr". Núñez se recorta un elemento
atribuye más a la fortuna que â la voluntad: llue aparece dotado, por primeravez dentro del discurso naffa-
tivo de la conquista, de una importatcia que se pretende tan
valiosa como la del botín material conseguido por otros: la
Más ya que el deseo y la voluntad de servir a todos en esto
palabra.
haga conformes, allende la ventaja que cada uno puede
hacer, ay unà muy gran differencia no causada por culpa