Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Cada vez más personas que forman parce de nuestra cultura occi
dental, se lo puede constatar todos los días, se encuentran hoy en reso
nancia con el tema del re to rn o del m ito y de los resurgimientos de las
problemáticas y de las visiones del m u n d o que gravitan en to rn o del
símbolo, en una palabra, en to rn o de esta “galaxia de lo im aginario”1en
cuya atracción se despliega el pensamiento contem poráneo más p ro
fundo. Puesto que nosotros hem os entrado, desde hace un cierto tiem
po - p o r “n osotros” entiendo nuestra civilización occidental-, en lo que
podem os llamar una zona de alta presión imaginaria.
Esta com en z ó en el siglo XLY, frente al estruend o triunfante de la
revolución industrial, con la eflorescencia rom ántica y luego s im b o
lista, después se infló progresivam ente para lanzarse - c o m o dice don
B asilio- a partir del com ienzo del siglo XX con el gran salto de los
medios técnicos audiovisuales. E n to nces se fue instalando poco a poco
ese clima de alta presión en el cual toda la cultura occidental se c o m
prom etió, p o r las buenas o p o r las malas, a gusto o a disgusto. E fecti
vam ente, es a m e n u d o a d i s g u s to - y sus “efectos perversos” son bien
n o to r io s - co m o nuestra civilización, arm ada con el racionalismo m a
tem ático excom unicador de imágenes, produjo finalmente p o r el re
finam iento de las técnicas científicas más alejadas de la im agen, el
advenim iento material, la toma de p o d e r de la “reina de las faculta
des”. E n esta to m a de poder, la invención de la fotografía p o r q u ím i
cos habilidosos y su corolario, los m edios técnicos de la reprodu cció n
(de la “tirad a”) infinita del cliché, jugaron un papel inicial. A ndré
M alraux hace algunas décadas señalaba ya en el preám bulo de su “m u
[17]
IS In t r o d u c c i ó n λ l a m i t o d o i .o g í a .M it o s y s o c ie d a d e s
seo im a g in a rio ”-' que nuestros m edios para “c o n o c e r” (es decir, para
c o m p r e n d e r y para explicar) una obra de arte se habían centuplicado
gracias a esa “tirada” ilimitada del cliché, gracias a las estratagem as
fotográficas co m o agrand am iento , selección y c o n to rn e a d o de una
p arte del m otivo, m ontajes, etc. D e sde entonces, la invasión de la
im ag en ha ido en progresión geom étrica: fotografía en colores, ani
m ació n cinem atográfica del cliché, transm isión de las im ágenes p o r
satélite e incluso auscultación radiográfica de la obra han llegado a
c o n s tru ir un “m u seo ” - ib a a decir, refiriéndom e al título cruel de un
libro dirigido contra M a lra u x - “inim aginable”, al m eno s digam os que
“n o h u b iéra m o s p odido im ag in ar” hace sólo diez o quince lustros:
P aul C é z a n n e al co m ienzo del siglo XX, V icent Van G o g h a fines del
siglo XIX, no tenían más que malas litografías o raros grabados de
algunas obras m aestras de la pintura italiana co m o único “m useo im a
g in a rio ”. Incluso en los aspectos escolar y pedagógico, los niños de
mi generación n o co n o c ie ro n más que el M alet e Isaac m iserablem en
te ilustrado o el M an ual de historia de Uby. M ien tras que en la actua
lidad las obras de historia, y especialm ente de historia literaria - c o m o
las firmadas p o r A ndré L agarde y L a u r e n t M i c h a r d - están pobladas
de num erosa s fotografías que llegan a acentuar, y a veces a “o rie n ta r”,
la p reg nan cia imaginaria de los textos literarios que presentan.
E n esta corrien te de inflación de la imagen, existe, p o r supuesto,
la vulgarización - a m e n u d o en los “ilustrados”- de un cierto psicoa
nálisis. ¡Sigmund F reu d es realm en te c o n te m p o rá n e o de los h e r m a
nos L u m ière , de H e n ri C artier-B resson y... de A nd ré Malraux! Los
co ncep to s de F reu d han pasado al lenguaje com ú n, han p e n e tra d o el
h o riz o n te de los co m p o rta m ien to s y de las explicaciones de todos y
de cada uno. El “m ito ” de E d ip o se convirtió en denom inació n c o
rrien te, e incluso el de Yocasta, para un público un poco más cultiva
do, es decir, culdvado p o r la televisión y los “ilustrados”. El psicoaná
lisis revalorizó, en un nivel paracientífico, m édico y psiquiátrico, las
nociones de sím bolo y de im agen, d ado que uña p arte del diag nósdco
psicoanalítico descansa so bre las imágenes del su eñ o re m e m o ra d o
sob re el famoso diván del d o cto r F reu d y de sus ém ulos.1 Se puede
igualm ente observar, co m o consolidando esta m isma órbita actual de
8. Vcase G. Sorel, Réflexions sur lu violence, París, Al. Rivière, 1947; A. Rosenberg,
Der Mythus dns XX Juhrb anders, Hohernecben, 1937.
9. Véase J.-P. Sironncau, Sécularisation et religions politiques, La Haya, M outon, 1982.
10. Véase G. Gurvitcb, La Vocation actuelle de la sociologie, Parts, Presses Universitai
res de France, 1963, 2 vol.
11. Véase M. Cazenave (dir.), La Spicbronicité, l ’âme et la science, Préface G. Durand,
Paris, Albin M ichel, 3“ ed., 1995.
12. G. Durand, L'Imagination symbolique, Paris, rééd. Presses Universitaires de Fran
ce, 1964.
El retama tld mito (IH60-2100) 21
13. Véase H. Corbin, L'Imagination créatrice dam le soufisme d'llm ’A mid, Paris, Flam
marion, 1958.
14. Véase Λ. Burloud, La Pensée d ’après les recherches expérimentales de H.J. Watt, Mes
ser et Buhler, París, AJcan, 1927.
22 In t r o d u c c ió n a l a m it o d o l o g ía . M it o s y s o c ie d a d e s
20. Véase G.VV.F. H egel, Phänomenologie des Geistes, 1807, en Sämtliche IVerlte, Stutt
gart, 1827, 20 vol.
21. Véase P. Sorokin, Social and Cultural Dynamics, Boston, Poter Sargent, 1957,
4 vol.
26 In t r o d u c c ió n a l a .m i t o d o l o g í a .M it o s y s o c ie d a d e s
34. AA.W., Science et Comcience, les deux lectures de l'Univers, C oloquio de Córdoba,
Stock, 1980.
35. L. Lévy-Bruhl, La Mentalité primitive, París, Alcan, 1925; Cl. Lévi-Strauss, La
Pensée sauvage, Paris, Pion, 1962.
36. J. Servier, L’Homme et l'invisible (1964), Paris, Rocher, 1994; l.cs Techniques de
l ’invisible, Paris, Rocher, 1994.
30 In t r o d u c c ió n λ l a m it o d o l o g ía . M r ro s v s o c ie d a d e s
con los d esc u b rim ie n to s del psicoanálisis freu d ian o y , m ejo r aún, con
la “psicología de las p ro fu nd idad es” de Carl G . Ju n g .
E stos an tro p ó lo g o s de toda clase: etnólogos, “ h isto riadores” de
las religiones, psicoanalistas, filólogos, se re e n c o n tra ro n cada año en
su mayoría en ese crisol extraordinario que fueron d u rante cincuenta
años los e n c u e n tro s de E ranos, en Ascona, en el T ic in o suizo. Yo tuve
el h o n o r de ser in trod ucido p o r H e n r y C o rb in y M ircea Eliade, en
1964, a ese cenáculo, y realm en te es allí -a l m argen, subrayém oslo, de
todas las universidades del m u n d o - ,7en don de, librem ente, los u n i
versitarios m ás em in entes crearon una ciencia antropológica nueva
cuya base descansaba sobre la facultad esencial del sapiens sapiens: a
saber, su indeform able p o d e r de simbolizar, su “im aginación sim bóli
c a ”. L o s diferentes horizo ntes de la “ciencia del h o m b r e ” al fin unifi
cada (m edicina, anatom ía, fisiología, psiquiatría, psicoanálisis, e tn o
logía, sociología, historia y especialm ente “h isto ria” de las religiones,
filología, etc.) se e n c o n tra ro n de esta m anera focalizados sobre el des
c u b rim ie n to del p o d e r de las im ágenes y de la realidad (la “real p re
sencia”, co m o G e o rg e Steiner escribiera en nu estros días) de los sím
bolos.™
Esta “n u eva” órbita antropológica en la cual estam os y “nos m o
v em o s” alcanzó de m anera significativa al viejo m arxism o m ismo, el
cual de algún m o d o se subvirtió en su interior, incluso cu an do desde
1917 parecía triu n far pesadam ente en las diversas revoluciones polí
ticas m undiales. El marxism o “o rto d o x o ”, lo sabemos, fundado triun
falm ente sobre una “inversión” de la dialéctica hegeliana en un “m a
terialismo histó rico ”, hacía prevalecer, de un m o d o m uy clásico en el
industrial siglo XIX, la infraestructura tecnológica y sus en to rn o s ins
titucionales sobre las “su p erestru ctu ras”, es decir, las ideologías más
o m enos legitimantes. Sin em bargo, en el in terio r del m ism o marxis
m o, en la tan interesante escuela de Francfort, y tam bién para el ita
liano A n to nio G ram sci, poco a poco se vio a las “superestructuras”
volver a “re m o n ta r la p e n d ie n te ”.* Ya G ram sci establecía que las su
perestructuras tenían de alguna m anera u n efecto d t feed-back y m o
dificaban la infraestructura originaria. P ero son sobre to d o los ale-
37. Véase G. Durand, “Le genie du Eliu et les heures propices”, en Eranos Jahrbuch,
Insel Verlag, 1982, vol. 51.
38. Véase G. Steiner, Recles Présences, Paris, Gallimard, 1991.
* El autor utiliza la expresión familiar francesa "du poil de la bête". [N. de la T.]
El retorno del mito (1X60-2100) η
39. Véase K. M annheim, Idéologie et Utopie, Paris, Rivière, 1959; H. Marcuse, ob.
cit., 1968.
40. Véase G. Durand, Structurile anthropologue nie mmginnndiuti, Bucarest, Univers,
1977; Wyolrrnznia sytnboliczna, Varsovia, 1986.
41. Véase G. Vico, Principes d'une science nouvelle autour de la commune tinture des natio-
n s(1725), trad.J. M ichelet, 1835.
32 In t r o d u c c ió n λ l a m it o d o l o g ía . M it o s v s o c ie d a d e s
42. Véase A. de Gobineau, Essai sur l'inégalité des races, 1880; O. .Spengler, Le Déclin
du l'Occident (1916-1920), Paris, Gallimard, 1948.
43. Véase G. Bourde y H. Martin, Les Ecoles historiques, Paris, Seuil, 1983; C l.-G .
Dubois, La Conception de ¡’histoire en France nu Xlle. siècle, París, N izet, 1977.
44. Véase P. Veyne, Comment on écrit l'histoire, Paris, Seuil, 1971.
45. Véase G. Dumézil, Jupiter, Mars, Quirinus, Paris, Gallimard, 1941-1948, 1. 1, U, III.
El retomo del inito (I S60-2100) 33
mitiva, y los roles, los térm inos, las situaciones que conn o tab a n los
mitos in d o eu ro p e o s desde Escandinavia hasta la India actual. Señaló
m inu ciosam ente que eran los mismos m itos fundadores, con sus r o
les, sus situaciones, sus atributos y sus d en o m inacion es filológicas,
los que se e n c o n trab an en los germ anos, los escandinavos, los celtas,
los in d o eu ro p e o s de Asia central, los caucásicos, los indios de la India
y en... ¡Tito Livio! D ich o de o tro m o do, lo que alguna vez se ense ña
ba co m o historia de R om a n o era más que el m uy arcaico e in m e m o
rable relato de u n m ito indoeuropeo. P ienso -¡ y la Academia F ra n c e
sa, ante la insistencia de Lévi-Strauss, finalm ente acaba de h o n ra r
tard íam ente a D u m é z il! - que la en o rm e labor de este erudito francés
relativiza y pone en duda los dom inios, hasta aquí patentados “positi
vos”, de la historia en beneficio de lo que se puede llam ar las p ro f u n
didades míticas de to d o relato hu m an o. C o m o lo vio pro fu ndam en te
T h o m a s M a n n ,46 lo que “son dea” la sed de com p ren sión del h o m b re a
través de la unidim ensionalidad del relato histórico es lo “insondable”
del sentido, lo que hace de u n acontecim iento u n advenim iento sim
bólico (kérygf/ta). E so era rehabilitar al m ito de m o d o brillante contra
las usurpaciones descaradas de la historia. Esta brecha en la fortaleza
historicista fue am pliam ente ensanchada, sea en los trabajos recientes
de Pierre Solié y de Philippe W a lte r sobre los mitos cristianos, en los
de André Reszler sobre los mitos políticos modernos47 o los de mi amigo
Sironneau sobre las religiones políticas contem poráneas.
¿Q ué hay para decir? Sólo que en u n a historia m od ern a que ca m i
na a paso más o m enos cadencioso hacia el progreso y el porvenir
radiante de la h um anidad, nos dam os cuenta de que los dados histó ri
cos están más o m enos cargados. Algo se podía conjeturar, después de
que E rn s t Bloch descubriera con espanto que la m archa de su siglo
-¡el nuestro, el X X !- no ascendía hacia porvenires radiantes, sino que
de re p en te se fisuraba, retrocedía, se detenía bajo la ofensiva de la
disimultaneidad nazi... Y es allí en d o n d e se debe m editar sobre las
“facilidades” del éxito del nazism o en E uropa, ¡así co m o J o s e p h de
46. “Profundo es el pozo del pasado. ¿No deberíamos decir que es insondable?”, es la
frase inicial del “Preludio” de Joseph et ses frères: “Las historias de Jacob”.
47. Véase R. Girardet, Mythes et mythologies politiques, París, Seuil, 1986; A. Reszler,
Les Mythes politiques modernes, Paris, Presses Universitaires de France, 1981 ; Ph. Walter,
La Mythologie chrétienne, Paris, Entente, 1992; P. Solié, Le Sacrifice, Paris, Albin M i
chel, 1988.
H In t r o d u c c ió n λ ι .λ m i t o d o i .o g í a . M it o s y s o c ie d a d k s
52. Véase G. Gusdorf, Naissance de la conscience romantique au siede des Lumières, París,
Payot, 1976.
53. M. Jouvet, Le Sommeil et le Rêve, Paris, O. Jacob, 1992.
El retomo del mito (1860-2100) 37
55. Véase O. Costa de Beauregard, “Un chem inem ent intellectuel”, en Pensées hors
du rond, Paris, Hachette, 1986.
40 In t r o d u c c ió n a l a m it o d o l o g ía .M it o s y s o c ie d a d e s
56. Véase F. Bonardel, Philosophie de ΓAlchimie, Grand Œuvre et modemite', Paris, Presses
Universitaires de France, 1993.
57. Véase F. AJquié, Solitude de la raison, Losfeld, 1966.
58. Véase R. Ruyer, La Gnose de Princeton, Paris, Fayard, 1974.
El retomo del mito (1860-2100) 41