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Las meditaciones guiadas (que en nuestra Sangha solemos practicar habitualmente en la primera sesión de la
meditación, con lectura de textos de Thay o de otros conocidos maestros budistas) tienen diferentes
objetivos. Algunos ejercicios promueven la armonía dentro de nosotros; otros nos permiten descubrir
nuestra verdadera naturaleza, o ayudarnos a curar, o a que brille la luz de la conciencia en nosotros, o a
liberarnos de emociones dolorosas.
Algunos ejercicios tienen varios objetivos. Los ejercicios que nutren y refrescan nuestro cuerpo y nuestra
mente deben ser hechos con frecuencia. En la escuela Dhyana (zen) existe la expresión “meditación como
alimento de la alegría”, que significa que este sentimiento que surge de la práctica meditativa nos nutre y
nos sustenta.
Durante la ceremonia de ofrenda de arroz del mediodía, decimos: Al recibir este alimento, rogamos para que
todo el mundo sea alimentado con el disfrute de la práctica de la meditación y el disfrute del Dharma que
los conducirá a la comprensión de la verdad total.
Mientras practicas la meditación sentada, debes sentirte cómodo. Presta atención, cada músculo de tu cuerpo
debe estar relajado, incluidos los músculos de la cara. La mejor forma de relajar los músculos de tu cuerpo
es sonreír ligeramente mientras respiras. Debes mantener tu columna vertebral totalmente recta, pero el
cuerpo no debe estar rígido. Esta posición te relajará y podrás disfrutar de la sensación de comodidad. No
hagas un gran esfuerzo, no pelees, no luches. Deja que todo fluya cuando te sientas a meditar. Esto impide
el dolor de espalda, el dolor de hombros, cabeza o piernas.
Algunas personas dicen que no saben qué hacer cuando están sentadas. Se les ha enseñado una postura
correcta de meditación, pero no saben cómo hacerlo para que su respiración sea ligera y acompasada. Los
ejercicios de meditación guiada te ayudarán a darte cuenta de la unidad del cuerpo y de la mente.
“Solo tienes que sentarte y sentirte” es una exhortación de la escuela Zen-Soto. Significa que debes sentarte
sin esperar un milagro, ni siquiera el milagro de la iluminación. Si te sientas con una expectativa, no puedes
estar en contacto con el momento presente, instante que siempre contiene la totalidad de la vida.
Sentarse en este contexto significa sentarse de una forma despierta, de una forma relajada, con la mente
despierta, tranquila y clara. Sólo a esto puede llamarse sentarse a meditar y requiere entrenamiento,
disciplina y práctica.
Reacciones desfavorables a la meditación guiada.
Algunas personas consideran molestos el sonido de la campana y la voz hablada durante la sesión de
meditación sentada. Acostumbrados al silencio cuando están meditando, sienten que su paz desaparece con
la meditación guiada.
Esto no es difícil de entender. En la meditación silenciosa eres capaz de tranquilizar tu cuerpo y tu mente.
No quieres que nadie perturbe ese estado de ligereza, paz y alegría. Pero, si te contentas sólo con esto, no
podrás ir muy lejos en la tarea de transformar las profundidades de tu conciencia.
Existen personas que meditan tan sólo para olvidar las complicaciones y los problemas de la vida, como
conejos que se esconden tras un seto para librarse de un cazador, o como las personas que se refugian en una
celda para escapar de las bombas.
El sentimiento de seguridad y protección surge de forma natural cuando nos sentamos a meditar, pero no
podemos mantener ese estado para siempre. Hemos de tener la valentía y la fuerza para salir de la sala de
meditación a la vida, porque ésta es la única forma en que podemos esperar cambiar nuestro mundo.
En la meditación guiada tenemos la oportunidad de mirar profundamente, el interior de la mente, sembrar
allí semillas sanas, fortalecer y cultivar esas semillas para que puedan convertirse en instrumentos de
transformación del sufrimiento en nosotros. Por último, podemos también ser guiados en la meditación para
enfrentar ese sufrimiento con el objetivo de entender sus causas esenciales y ser libres de su esclavitud.
La meditación guiada no es un nuevo invento. Fue utilizada por los practicantes en los tiempos del Buda.
Esto es evidente si lees el sutra de los enfermos y los moribundos (Ekottara Agama, cap.51-sutra 8,
Madhyama Agama, sutra 26, o Majjhima Nikaya, sutra 143). Este sutra recoge la meditación dirigida que
Sariputra utilizaba para ayudar al laico Anathapindika cuando yacía enfermo en su cama. El Venerable
Sariputra lo guió paso a paso hasta poder transformar su miedo a la muerte. El sutra Anapanasati también es
una enseñanza de meditación guiada. En resumen, este tipo de práctica ha formado parte de la tradición
budista desde sus mismos orígenes.
Un sencillo ejemplo: