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EN ESPÍRITU Y VERDAD

¿CÓMO ADORAR A JESÚS GENUINAMENTE?

Objetivo
Que los jóvenes puedan conocer que adorar a Dios va más allá de una emoción, un acto o un espacio
de tiempo. Los adoradores en Espíritu y en Verdad rinden todo en su vida en todo momento a los
pies del Señor.

Rompe el hielo
En esta ocasión tendremos la oportunidad de poder compartir la Palabra junto a un grupo pequeño.
Toma en consideración lo siguiente para romper el hielo:
• Conócelos. Pide que presenten su porra o bien, que cuenten lo que han aprendido al
momento en el retiro.
• Pregunta cuál es la canción favorita de alguno de ellos y por qué.
• Pregunta a uno o dos jóvenes qué significa adorar a Dios para ellos.

1. ¿Qué es adorar?
Según una investigación sencilla en Google y la RAE la palabra adorar se define como “rendir culto
a aquella persona que se considera divina”, una segunda definición nos habla que significa “amar
mucho”.

Si buscas sinónimos de esta palabra te encontrarás con acciones con las que estamos más
familiarizados: estimar, amar, apreciar, considerar, querer, respetar, distinguir, valorar, idolatrar,
venerar y confiar.

En nuestra cultura cristiana muchas veces pensamos que adorar es un espacio reservado para la
música que cantamos dentro de la congregación. Y aunque cumple con las características de
adoración pública, respecto a nuestra relación con Dios va mucho más allá de todo esto.

Rendimos culto a Dios, porque Él es el Señor de nuestra vida. Esto significa que no hay (o no debería)
haber otro que ocupe el lugar más alto de nuestro amor, de nuestra devoción, de nuestra inspiración
y de nuestra admiración. Y esto aplica en todas las áreas de nuestra vida. No solo los domingos, en
los retiros o en la célula. Implica rendir todo lo que somos en todo momento, en todo lugar, con
todo lo que tenemos.

2. ¿En Gerizim o en Jerusalén?


La Biblia nos relata en Juan 4 la historia del encuentro de Jesús con una mujer samaritana en un
pozo. Esta mujer era adúltera y Jesús lo sabía cuando le vio. Ella en medio de la conversación con
Jesús le pregunta por el lugar donde debía adorarse a Jehová (el nombre de Dios para los judíos).
Leamos Juan 4:19-20.

Para poner en contexto la historia, los samaritanos y judíos eran pueblos hermanos que estaban
divididos. Por lo que el lugar de adoración era también separado. Los samaritanos adoraban en
Gerizim, un monte donde Dios se apareció a Moisés. Mientras que los judíos como Jesús lo hacían
en Jerusalén.
La respuesta de Jesús nos muestra que su venida vino a transformar por completo no solo la
adoración a Dios sino su relación con Él. Juan 4:23-24 Jesús responde y revela una verdad que
cambió al mundo para siempre:
21 Jesús le contestó: —Créeme, querida mujer, que se acerca el tiempo en que no tendrá
importancia si se adora al Padre en este monte o en Jerusalén. 22 Ustedes, los samaritanos, saben
muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a
quien adoramos, porque la salvación viene por medio de los judíos. 23 Pero se acerca el tiempo —
de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera. 24 Pues Dios es Espíritu, por eso
todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

En Jesús, todo lugar es apto para adorar a Dios. No porque sea excelente el espacio o quien adora,
sino porque Su gracia lo hace posible.

Ahora, consideremos algo respecto a la forma en que estamos adorando a Jesús.


• ¿Adoramos a Dios por costumbre?
• ¿Adoramos a Dios por tradición? ¿Por eso solo adoramos con música y solamente el día
domingo?
• ¿Adoramos a Dios por religión?
• Da un tiempo para que los chavos respondan cómo es adorar a Dios por religión y cómo
debería ser una adoración genuina por la relación de Padre e hijo que tenemos con él.

3. ADORAR EN ESPÍRITU
Pregunta: ¿Alguno de ustedes ha estado enamorado? ¿Qué sacrificios harían o han hecho por el
amor de su vida?

Definitivamente el amor a Dios no puede compararse por el amor humano. E incluso el noviazgo o
el enamoramiento no es el amor máximo que vas a sentir en esta vida. Pero nos da una pequeña luz
de lo que significa entregar todo por el otro.

Adorar en Espíritu significa que estamos dispuesto a amar al máximo de nuestras vidas. De lo más
profundo de nuestro interior. Entendiendo que el adorar no es una transacción de que porque yo
adoro a Dios recibo algo a cambio. Ya hemos recibido Su gracia, aún si solo eso fuero lo que Dios
nos diera, nuestro espíritu podría adorarle y estar satisfecho. Porque nuestra adoración no está
fundada en un valor terreno sino en la eternidad del amor perfecto de Dios.

Pregunta: ¿Quiénes alguna vez han ido a la iglesia y han cantado a Dios, pero distraídos por otras
cosas? ¿Quiénes han ofrendado o diezmado, pero con preocupación por sus finanzas? ¿Quiénes han
servido en la Iglesia por ser vistos o por el qué dirán más que por agradar a Dios?

Ni uno solo ha podido adorar perfectamente. Pero, gracias a Dios podemos adorarle continuamente,
hasta que el deseo máximo de nuestro espíritu no sea ser visto, sino rendirse totalmente al Señor.
Leamos Salmo 51:16-17

4. ADORAR EN VERDAD
Esta expresión tiene dos enfoques. El primero, es adorar a Dios conforme a Su Palabra nos enseña.
Podemos ir a los Salmos (escoge uno que te sirva de referencia) y ver la sinceridad y autenticidad
con la que David adoraba al Señor. En la Palabra vemos que una adoración verdadera va más allá de
una emoción, de un sentimiento, de una manifestación pública. Se trata de algo más íntimo, más
profundo, más real.

Lucas 18:9-14 nos cuenta la historia de un fariseo y un publicano. Dos extremos de “santidad” a los
ojos de los hombres. Pero a los ojos de Dios en esta historia, había verdad en una adoración y no en
la que el mundo pudo haber aplaudido. Adorar a Dios va más allá de quién levanta más alto las
manos o de quién canta mejor, o del tamaño de tu ofrenda o el tiempo invertido en servicio. Adorar
a Dios también produce un fruto y por ello, lo reconocerás.

5. CONCLUSIÓN: EL FRUTO DE TU ADORACIÓN


Romanos 8:14-15 nos indica que un hijo de Dios se puede identificar por la consecuencia de algo: es
guiado por el Espíritu de Dios.

De la misma manera, una adoración en espíritu (rendida totalmente al Señor) y en verdad


(auténtica), se ve en el fruto o la consecuencia de tu vida:

• Regresemos al punto 1, recordemos cuáles son los sinónimos de adorar: estimar, amar,
apreciar, considerar, querer, respetar, distinguir, valorar, venerar y confiar. ¿Podrías
definir tu relación con Dios de esta manera?
• Tu adoración te lleva a desear más tu tiempo con Dios. Para quien conoce a Cristo y Su
Verdad, desea estar adorando en todo tiempo y en todo lugar. No limita su adoración a los
domingos en la iglesia. Adora en casa, en el trabajo, en su servicio, en todo lugar.
• Anhela que otros adoren a Jesús: La mujer samaritana como leemos en Juan 4 era una
mujer adúltera. Posiblemente era conocida por ello entre sus vecinos. Pero cuando ella
escucha a Jesús, sale a proclamar que Jesús era el Mesías e invita a otros a que le conozcan
(Juan 4:27-30). Y esta debería ser la consecuencia de nuestra adoración, porque cada vez
que Jesús entra a la historia de una persona, no vuelve a ser la misma, y su necesidad de
presentar la buena noticia del Evangelio, no puede detenerse.
• Que tu vida encuentre la belleza y la gracia de permanecer en todo tiempo, rendida en
adoración de nuestro Dios.

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