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ESPACIO PUBLICO

espacio público
m
iaa vk lu a d a e m
El espacio público: ciudad y ciudadanía JORDI B O R J A Y Zaida Muxí
Jordi Bofja nació en Barcelona, donde
estudió derecho. En París se graduó en
sociología y geografía y obtuvo un máster
en urbanismo. Fue después profesor en las
universidades de Barcelona y Autónoma, y
trabajó como urbanista en el Ayuntamiento,
hasta que fue cesado por la publicación de
Lo gran Barcelona. Miembro de la dirección
del PSUC, fue diputado al Parlamento de
Cataluña en 1980 y concejal del
Ayuntamiento de Barcelona en 1983, donde
ocupó funciones de gobierno hasta 1995.
En la actualidad dirige Urban Technology
Consulting y el máster «La ciudad» (UB).
Ha enseñado en las universidades de París,
Nueva York y Buenos Aires, y es autor, entre
otros, de Estat i ciutat (1988), Barcelona,
un model de transformado urbana (1995),
Local y global, con M. Castells (1998),
La ciudadanía europea, con V. Peugeot y
G. Dourthe (Barcelona, 2001) y La ciudad
conquistada (Alianza, 2003).

Zaida Muxí nació en Buenos Aires y se


doctoró en arquitectura por la Universidad
de Sevilla con la tesis La arquitectura de la
ciudad global. La huella sobre Buenos Aires.
Es profesora del máster «Diseño de
interiores» en la ETSAV (UPC), así como del
máster «La ciudad: políticas, proyectos y
gestión». Ha participado en coloquios y
conferencias sobre urbanismo en Valencia,
Zaragoza, Barcelona, Gijón, Buenos Aires y
Rosario. Es, además, autora de artículos
sobre arquitectura, diseño y urbanismo en
diferentes revistas, como Summa+, Domus
o Arquitectura Viva.

Cubierta: Departamento de diseño


de Random House Mondadori
Directora de arte: Marta Borrell
Diseñadora: Yolanda Artola
Fotografía: archivo Diputación de Barcelona
Espacio Público

El espacio público:
ciudad y c iu d a d a n ía
Jordi Borja
Zaid a M uxí

El espacio público:
ciudad y ciudadanía

D ip u t a c ió
B a r c e lo n a Electa
xarxa de municipis
Texto: Jordi Borja y Zaida Muxí
Primera edición en castellano: marzo de 2003
Título original: L'espai públic: ciutat i ciutadania

© 2001, 2003, Diputació de Barcelona


© 2003, Electa (Grupo Editorial
Random House Mondadori, S.L.)
Travessera de Gracia, 4749.
08021 Barcelona

Coordinación: Oficina Técnica de Cooperación


de la Diputación de Barcelona. Miguel Vilaseca

Fotografías cedidas por:


Josep Alias, Damián Álvarez Sala, Área de
Urbanismo del Ayuntamiento de Mataró, Área de
Urbanismo del Ayuntamiento de Terrassa,
Área Metropolitana de Barcelona, María Eugenia
Avendaño, Isabel Bachs, Jaume Barnada, Ba'dají
i Teixidors, associats arquitectes, Jordi Borja,
Joan Busquets, CCCB, archivo gráfico, Roberto
Convertí, Carlos García Vázquez, Susana
González, Manuel Herce, Jorge Legorreta,
Eduardo Leira, Josep María Llop, Ariella
Masboungi, Josep Maria Montaner, Maurizio
Marcelloni, Regina Maria Prosperi Meyer,
Zaida Muxí, Francisco Pol, Caries Prieto,
Carme Ribas - Joan Subirats, Alfredo Rodríguez,
Trini Simó, Manuel de Solá-Morales,
Nathan Starkman, Jorge Wilheim
Digitalizado por: Micheletto Sapiens Historicus
ISBN (Electa): 84-8156-343-9
ISBN (Diputació de Barcelona): 84-7794-904-2

Impreso en A & M Gráfic, S.L.


Santa Perpetua de Mogoda
Depósito legal: B. 9.250-2003
Sumario

En defensa de la urbanidad 11
Oriol Bohigas

Introducción 13

Parte 1

1 Ciudad y espacio público 23


La ciudad es la gente en la calle 25
¿La ciudad metropolitana puede ser
ciudad?
¿Serán las regiones urbanas la nueva
ciudad ? 25
El lugar de los encuentros... y su negación 29
Dialécticas de la ciudad actual 30
La ciudad como espacio público 33

2 Urbanismo versus espacio público 37


La agorafobia urbana 39
Sobre la muerte de la ciudad y el punto
de vista del espacio público 42
El espacio público y sus avatares
en la modernidad 44
El urbanismo funcionalista 48
La crítica ciudadana 50
Límites: ambigüedades de las reacciones
sociales 52

3 Hacer ciudad y hacer espacio público 55


El desafío urbano: hacer ciudad sobre
la ciudad
Los centros 57
La movilidad y la visibilidad 60
Los tejidos urbanos 62
Los proyectos urbanos y el debate
ciudadano 65
El desafío del espacio público:
la prueba del urbanismo 68
La producción del espacio público 70
¿Quién hace espacios públicos? 72
Sobre espacios públicos y centros
de ciudad 75

4 El espacio público es la ciudad,


es la calle 79
La calle 85
Espacio público y forma de la ciudad 90
Privatización del espacio público 91
Usos sociales del espacio público 93

5 Espacios públicos y ciudadanía 101


Sobre la relación entre ciudad y
ciudadanía 103
Dialéctica entre espacio urbano
y espacio político 108
La conquista del espacio público 114

6 Conclusiones. La ciudadanía hoy: 121


los nuevos derechos urbanos
Los derechos urbanos: una respuesta
política a los nuevos retos del territorio 123
Una reflexión final: la ciudad del deseo 130

Parte 2
Ejemplos de espacios públicos
I Barcelona y su área metropolitana 135
II España 211
III Europa 253
IV América Latina 317
V Grandes metrópolis 393

Bibliografía 409
En defensa de la urbanidad
Oriol Bohigas
Arquitecto

Este libro que el lector tiene en las manos me parece importante y, so­
bre todo, útil porque resume los aspectos más positivos del debate so­
bre el espacio público urbano y toma posiciones muy claras y ciertamen­
te radicales: el espacio público es la ciudad.
Tenemos que reconocer que la tesis a favor del protagonismo social y
estético del espacio urbano se ha extendido con buena fortuna en mu­
chas ciudades europeas. Y también tenemos que aceptar que la mayor
parte de las teorías sobre el tema han arrancado de Cataluña, donde co­
menzó a ser proclamado a partir de los primeros sesenta y donde -e s ­
pecialmente en Barcelona- se encuentran las primeras realizaciones en
unos programas de rehabilitación y reconstrucción. Por ello es tan acer­
tado que en el capítulo de ejemplos el primero sea dedicado a Barcelona
y no sólo a la ciudad consolidada, sino al Área Metropolitana, demostran­
do que el espacio público puede ser un elemento fundamental para lo­
grar la nueva urbanización de las implantaciones desurbanizadas.
Pero también hemos de reconocer que durante los últimos años se han
desplegado frentes polémicos contra esta teoría, unos frentes que se
presentan amparados en diferentes disfraces de modernidad y que, pre­
cisamente por eso, me parecen tan peligrosos.
El primer frente viene originado a partir de una certeza evidente: la atención al
espacio público implica -aunque sólo sea en la metodología de proyecto- el
convencimiento sobre la trascendental importancia de la forma urbana, la for­
ma diseñada para vivir colectivamente y para la representación de la colectivi­
dad. Es un frente, por lo tanto, indirecto, orquestado por todos los que mantie­
nen que el diseño de la forma urbana no es una categoría moderna, sino un
lastre del pasado burgués, sin darse cuenta que es un poco ridículo y arries­
gado -al menos en términos históricos- enfrentar burguesía y ciudadanía. Son
los que mantienen que la ciudad moderna viene dada por modelos america­
nos en los que predomina el terreno desordenado, las acumulaciones comer­
ciales fuera de la ciudad, los núcleos-dormitorios sin calles ni tiendas, los
strips, el dinamismo del antiurbanismo, la ville eclatée, el terrain vague y otras
ideas erróneas más literarias que figurativas. No tengo ninguna duda de que
esta tendencia explosiva y desordenada -discontinua- proviene de un sistema
de uso del suelo impuesto por los intereses particulares del mercado por enci­
ma de las necesidades colectivas, cada vez más privadas del soporte de un
control urbanístico. Lo curioso es que este hecho real ha acabado encontran­
do urbanistas y teóricos sociales que lo han elogiado como el auténtico siste­

11
ma urbano de la modernidad, seguramente porque alrededor de toda realidad
productiva -incluso las correspondientes al capitalismo liberal más salvaje- se
forma rápidamente un ámbito de pensamiento justificador con gestos y argu­
mentos que provienen -por costumbre retórica- del otro bando.
No es necesario decir que muchos arquitectos se suman a esta hipocresía ge­
neral, a menudo por la necesidad de irse enrolando en los itinerarios producti­
vos que tienen más éxito. Pero seguramente también por una razón profesio­
nalmente más justificable y más digna: en el terreno desurbanizado, sin calles
ni preexistencias, sin identidades, es más posible hacer una arquitectura autó­
noma, liberada de condiciones, caprichosa hasta el infinito, es decir, una ar­
quitectura que no tiene la obligación de responder a la realidad de una ciudad
exigente. Una arquitectura grandilocuente y más fácil de proyectar.
También hay otro frente que me parece más sutil y, por lo tanto, más peligro­
so. Corresponde a los que dicen que, si bien la forma urbana -y, por lo tanto,
la ordenación del espacio público- es un factor de aglutinamiento social y de
creación de identidades, esta aglutinación puede convertirse en un elemento
negativo -e incluso subversivo- para la buena convivencia en libertad. El
mantenimiento d_el espíritu de vecindad, el refuerzo de las identidades a tra­
vés de la forma, la aceptación de la imagen representativa de lo que es públi­
co, puede acabar enmascarando la realidad de los problemas insalvables de
la vida colectiva e, incluso, puede ser un germen de clasificación social agre­
siva y, finalmente, un punto de partida para solidificar los guetos. Por lo tan­
to, la ciudad radicalmente libre sería la ciudad sin forma, sin barrios, sin ca­
lles ni plazas. Una ciudad en la cual el espacio público no sea urbano.
Los peligros que subrayan estas críticas tienen, evidentemente, alguna vali­
dez y es necesario tenerlos en cuenta a la hora de diseñar la ciudad, los ba­
rrios, las calles, aunque, de todas maneras, el valor negativo no los acredita
para convertirse en un nuevo programa urbano. Y me escama un poco que
la única traducción programática posible se acerque tanto a la del liberalis­
mo del mercado y, al final, a la justificación del caos y la explotación consi­
guiente. En realidad, comporta el convencimiento de que no es posible una
intensa convivencia en los ámbitos urbanos, es decir, que las formas de la li­
bertad pasan por un puro individualismo. Y eso ¿no es ya una predisposición
a aceptar las formas políticas y económicas del nuevo liberalismo?
Es necesario batallar contra estos dos frentes -o hacerlos razonar lógica­
mente en términos políticos y sociales- y es necesario hacerlo aunque sea
desde una situación muy incómoda porque la realidad de la expansión
de nuestras ciudades parece que les da soporte: todas ellas son la expre­
sión de esta modernidad caótica y explotadora, en versiones -eso sí- cada
vez más degradadas. Por eso me parece tan útil este libro: no solamente re­
sume la teoría sobre el espacio urbano, sino que da ejemplos en los cuales
el ciseño del espacio ha conseguido transformar muchos ámbitos -y crear
otros- que habían estado a punto de ser invivibles.

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«De las dos creaciones helenísticas, la ciu­
dad y la e s ta tu a , aún es la ciu dad la m ás
b e lla . T ie n e a d em ás de la lin e a , el m o v i­
m iento. Es a un tiem po estatu a y tra g e d ia ,
tra g e d ia en el m ás e le v a d o sen tid o de la
p a la b ra , e s p e c tá c u lo de un m o v im ie n to
in serto en la lib e rta d .»

Eugeni d'Ors

«La ciu d ad , donde tú vayas irá .»

Kavafis
El espacio de la representación

El espacio público es el de la representación, en el que la sociedad


se hace visible. Del ágora a la plaza de las manifestaciones políticas
multitudinarias del siglo xx, es a partir de estos espacios como se
puede relatar, comprender la historia de una ciudad. Estampas glorio­
sas y trágicas, antiguas y modernas, se suceden en los espacios pú­
blicos de la ciudad. Es suficiente con recordar lugares y momentos
históricos como las manifestaciones en París iniciadas en la Repúbli­
ca o en la Bastille, las plazas de las Tres Culturas en México o Tianan-
men en Pekín, la reacción en Barcelona y otras ciudades de España
ante la arrogancia del entonces ministro Manuel Fraga cuando dijo
que «la calle es mía»; los desfiles del día del orgullo gay que toman
las calles de Nueva York y otras ciudades; la expresión popular de
los carnavales de Río de Janeiro o Venecia; estos y otros actos ciuda­
danos solamente son posibles en el espacio público.

1. Un espacio m ultifuncionai
El espacio público ciudadano no es un espacio residual entre calles y
edificios. Tampoco es un espacio vacío considerado público simple­
mente por razones jurídicas. Ni un espacio «especializado», al que se
ha de ir, como quien va a un museo o a un espectáculo. Mejor dicho
estos espacios citados son espacios públicos potenciales, pero hace
falta algo más para que sean espacios públicos ciudadanos.

2. El espacio público es la ciudad


La historia de la ciudad es la de su espacio público. Las relaciones
entre los habitantes y entre el poder y la ciudadanía se materializan,
se expresan en la conformación de las calles, las plazas, los par­
ques, los lugares de encuentro ciudadano, en los monumentos. La
ciudad entendida como sistema de redes o de conjunto de elemen­
tos -tanto si son calles y plazas como si son infraestructuras de co­
municación (estaciones de trenes y autobuses), áreas comerciales,
equipamientos culturales educativos o sanitarios, es decir, espacios
de uso colectivo debido a la apropiación progresiva de la gente-

15
que permiten el paseo y el encuentro, que ordenan cada zona de la
ciudad y le dan sentido, que son el ámbito físico de la expresión co­
lectiva y de la diversidad social y cultural. Es decir que el espacio pú­
blico es a un tiempo el espacio principal del urbanismo, de la cultura
urbana y de la ciudadanía. Es un espacio físico, simbólico y político.

3. Hoy el espacio público vuelve a ser actualidad


Hay una reacción periódica que se presenta regularmente en la
historia de la ciudad y del urbanismo cuando las form as del creci­
miento urbano, o la evolución de la ciudad existente da prioridad
a la edificación y /o a la vialidad, cuando los espacios se especiali­
zan debido a la segregación social o a la zonificación funcional,
cuando la ciudad pierde cualidad de autorrepresentación, se pro­
duce una reacción social y cultural de retorno al espacio público.
Es una reacción que a menudo mezcla el passeism e1 y la m oder­
nidad, la m itificación del pasado y una propuesta de síntesis para
el futuro, demanda local y valores universales. Aún así es una
reacción oportuna y necesaria para evitar el desastre urbano.

4 . Contra la dispersión, del siglo xix hacia el xxi


El siglo xix ha sido un siglo de destrucción-construcción de la ciu­
dad como espacio público. Con una cierta perspectiva histórica po­
demos concluir que nos ha dejado una cierta síntesis entre Hauss-
mann y Cerda, y que en ciertos momentos ha parecido que podría
haber sido asumida y superada por el movimiento moderno para
hacer la ciudad a otra escala. ¿Podríamos concluir entonces que el
siglo xx nos ha dejado una síntesis entre Sitte y Le Corbusier? ¿Aca­
so no se han acumulado la dicotomía entre el passeisme de León
Krier y el Príncipe de Gales y la ciudad genérica de Rem Koolhaas y
la arquitectura de «productos»? ¿Hemos hecho la ciudad del siglo xx
para poder confrontarnos con los nuevos retos de la ciudad del si­
glo xxi? Es decir la ciudad dispersa e informacional, más regional
que metropolitana, en tensión entre la desestructuración y la poli-
centralidad, que hoy se hace sobre las ruinas de la ciudad moderna
y en las periferias. Frente a la presión de la dispersión, la segrega­
ción y la segmentación del área urbana como un magma indefinido
es fundamental redefinir los espacios públicos urbanos en las áreas

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de nuevos crecimientos. Recuperar la dimensión simbólica para
identificar [os espacios urbanos como referencias ciudadanas, ha­
cer de los lugares de conexión o nodales un lugar con sentido, un
hito cívico, atribuir a las áreas de nueva centralidad características
del lugar central, o sea: monumentalidad, multifuncionalidad, inter­
cambio, lugares de encuentro y de expresión. Mantener o hacer vi­
viendas en las áreas con vocación terciaria, no excluir a la industria
de las zonas residenciales, limitar y penalizar las operaciones que
formalicen guetos, garantizar la polivalencia, la mezcla y la visibili­
dad de cada zona de la ciudad. Éstos son, a nuestro parecer, algu­
nos de los valores y objetivos que tendrían que orientar las políticas
urbanas y sería deseable que los asumieran los agentes sociales y
económicos, públicos y privados, de manera que se garantizara el
máximo de articulación de los «productores de ciudad».

5. Percepción negativa de la ciudad


El siglo xx ha sido periódicamente calificado no solamente como el
siglo de las ciudades, sino también como el de la muerte de las ciu­
dades, por Jane Jacobs (1973) y, más recientemente, por Francoi-
se Choay (1994). Todo lo que es sólido se disuelve en el aire,
como argumenta Marshall Berman (1991). La dinámica objetiva del
capitalismo urbanicida que necesita destruir para acumular, como
explica David Harvey (1996). Es la ciudad fragmentada de Jonathan
Barnett (1996), la ciudad del Quartz de Mike Davis (1992), «The
Edge City» de Joel Garreau (1991) o la «Ville emergente» de la ex­
posición del Instituto Francés de Arquitectura (1997). La ciudad di­
fusa o sin límites de Francesco Indovina (1991) o Michele Sernini
(1996). La Metápolis de Francois Ascher (1995), quien es probable­
mente el que mejor ha sintetizado la cuestión.
Pero a pesar de todo, vemos cómo las luces vuelven a la ciu­
dad (Turn up the lights, portada de The Economist, 1995), preci­
samente por el éxito de las políticas basadas en el espacio públi­
co. Es la consideración de la ciudad como espacio público.

6. El espacio público, un indicador de calidad


Es un factor sintomático que se considere al espacio público no so­
lamente como un indicador de calidad urbana sino también como un

17
instrumento privilegiado de la política urbanística para hacer ciudad
sobre la ciudad y para calificar las periferias, para mantener y renovar
los antiguos centros y producir nuevas centralidades, para suturar los
tejidos urbanos y para dar un valor ciudadano a las infraestructuras.
Barcelona es «el modelo» en el que se fundamentan precisa­
mente The Econom ist y muchos otros expertos, publicistas, res­
ponsables políticos, etc., para atribuir el renacimiento de la ciu­
dad a la política de espacios públicos. No vamos ahora a entrar a
discutir el valor más o menos cierto de paradigma del ejemplo
barcelonés ni com entarem os el hecho de que seguramente la
prioridad dada al espacio público fue más bien fruto de la falta de
recursos para realizar grandes infraestructuras o am biciosas ope­
raciones de vivienda. Una excelente exposición, «La reconquista
de Europa»2 m ostró cóm o el espacio público urbano hoy renueva
y cualifica las ciudades europeas. Probablemente Barcelona es un
caso exitoso y más acabado que muchos otros, pero no es el úni­
co. En Cataluña, en España, en Europa, también en América del
Norte y del Sur encontram os muchos ejemplos recientes, de los
últimos veinte años, positivos. Pero también en todos lados en­
contramos casos negativos.

7. Nuevas tipologías del espacio público


Sería cuando menos ingenuo suponer que el problema de hacer ciu­
dad se encuentra hoy en día resuelto, aunque sea en el ámbito inte­
lectual. Existe ciertamente un homenaje del vicio a la virtud, ya que
son numerosos los ejemplos en los que es reconsiderado el espacio
público desde diferentes ámbitos tanto públicos como privados, que
en el pasado no lo tenían en cuenta: áreas comerciales que reprodu­
cen calles y plazas y que ya no son espacios cerrados y excluyen-
tes; estaciones y hospitales que son también equipamientos multi-
funcionales; equipamientos universitarios y culturales que han dejado
atrás la concepción de campus separados y palacios-fortalezas para
convertirse en animadores y articuladores de áreas urbanas, crean­
do espacios de transición con el entorno. Aunque los ejemplos sean
numerosos, en el campo del discurso teórico e intelectual tienen
gran peso las utopías negativas sobre la ciudad y también en el desarro­
llo urbano se manifiestan constantem ente efectos negativos de
nuevas dinámicas polarizadoras y privatizadoras.3

13
8. Privatización del espacio público
Otras dinámicas existentes, aún más potentes, son la del urbanis­
mo de productos, la sumisión al mercado, la obsesión por la com-
petitividad, la fuerza económica de la iniciativa privada y la debili­
dad política de la iniciativa pública. Podemos contemplar cómo se
pretende hacer ciudades a partir de parques temáticos, ciudades
empresariales, barrios cerrados, infraestructuras al servicio del ve­
hículo privado e individual, las zonas de viviendas segregadas por
clases sociales, plazas y monumentos enrejados, etc., y observa­
mos con preocupación cómo se crean bloques conservadores en
las zonas de ciudad hecha y equipada, con los miedos y los intere­
ses que se oponen a los cambios y a las mezclas. Es el espacio
público el que paga la factura de los «productos urbanos».
Por lo tanto, a pesar de muchos ejemplos positivos de la expe­
riencia reciente, es necesario ser conscientes de que el reto del
espacio público es un desafío presente y que nunca podremos
considerar que hemos ganado definitivamente. No se trata de una
cuestión técnica ni de un debate de urbanistas; es un debate de
valores culturales: convivencia o insolidaridad, justicia social o
desigualdad, igualdad cívica o anomia.
La tentación de dejar el desarrollo urbano a la libre competencia
y a los valores económicos inmediatos del mercado es muy peligro­
so, ya que el espacio público es especialmente rentable en térm i­
nos sociales, culturales y civiles; pero también lo es, a medio plazo,
en términos políticos, la gobernabilidad, y económicos, generando
atracción y creación de nuevas actividades.
El espacio público tiende fundamentalmente a la mezcla social,
hace de su uso un derecho ciudadano de primer orden, así el es­
pacio público debe garantizar en términos de igualdad la apropia­
ción por parte de diferentes colectivos sociales y culturales, de gé­
nero y de edad.
El derecho al espacio público es en última instancia el derecho a
ejercer como ciudadano que tienen todos los que viven y que quie­
ren vivir en las ciudades.123
1. Término francés que designa la recuperación de formas arquitectónicas de las
épocas pasadas.
2. Albert García Espuch'e (1999).
3. R. Fyfe Nicholas (1998). Michel Sorkin (1997). John Hannigan (1998). Marc
Augé (1994).

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CiudaST^^I^d^ñWTco
«De las ciudades, lo que más me gusta
son las calles, las plazas,
la gente que pasa ante mí y
que probablemente no veré
nunca más,
la aventura breve y maravillosa como un fuego
de virutas, los restaurantes,
los cafés y las librerías.
En una palabra: todo lo que es
dispersión, juego intuitivo,
fantasía y realidad.»

Josep Pía. Caries de lluny. Prólogo de 1927


1

La ciudad es la gente en la calle


¿Qué es un puente? Preguntaba el falsamente ingenuo Julio Cortázar.
Y se respondía: una persona atravesando el puente. ¿Qué es una ciu­
dad? Un lugar con mucha gente. Un espacio público, abierto y prote­
gido. Un lugar, es decir, un hecho material productor de sentido.
Una concentración de puntos de encuentros. En la ciudad lo primero
son las calles y plazas, los espacios colectivos, sólo después ven­
drán los edificios y las vías (espacios circulatorios).
El espacio público define la calidad de la ciudad, porque indica la ca­
lidad de vida de la gente y la calidad de la ciudadanía de sus habitantes.
El excelente libro de Alian Jacobs Greats streets4 analiza precisamente
las ciudades a partir de la calidad -estética y cultural, funcional y social,
simbólica y moderna- de sus calles. Entre los cinco primeros ejemplos
del libro se incluyen dos avenidas de Barcelona, las Ramblas y el paseo
de Gracia. ¡Fantástico! Para un barcelonés que sin duda no puede ol­
vidar que en los años sesenta, el llamado urbanismo desarrollista
estuvo a punto de hacer desaparecer estos paseos urbanos en benefi­
cio de las vías rápidas de circulación. Por suerte la ciudadanía resistió y
las nuevas tendencias de los años ochenta nos devolvieron nueva­
mente a la cultura de la cuadrícula y a Cerda, quien escribió: «En la ciu­
dad las calles no son únicamente carreteras». Se ha de dar prioridad a
los espacios públicos como estrategia de «hacer ciudad sobre ciudad».
Si bien en las ciudades catalanas y en las ciudades europeas el espacio
público es una pieza fundamental para la creación y la recuperación de
la ciudad, no es de todas maneras la regla general.

¿La ciudad metropolitana puede ser ciudad? ◄


¿Serán las regiones urbanas la nueva ciudad? Página anterior
La evolución de muchas de las grandes ciudades europeas y La ciudad múltiple y com pleja

americanas parece condenar a reliquias del pasado la imagen de El tejido urbano complejo
la ciudad como espacio público, como lugar o sistema de lugares permite la diversidad de usos y
significativos, como heterogeneidad y como encuentro. La segre­ ia convivencia de diferentes
tipos de personas, que es la
gación social y funcional, centros especializados, áreas fragmentadas esencia de la ciudad.

25
26

i
◄▲
son desafíos presentes en la ciudad a los que hay que agregar dos Espacio urbano emblemático
cuya resolución es básica, como son el tránsito y la seguridad. Pero recuperado para el encuentro,
para pasear,
afrontar exclusivamente estos retos por vías directas y sectoriales con­ para vivir la ciudad. El espacio
duce a em peorar los problemas antes que a resolverlos. público define la cualidad
de la ciudad. Piazza del Populo
Las zonas de baja densidad y las pautas sociales de las clases y calle peatonal en Roma.
medias, que dan prioridad al automóvil y las autovías urbanas,
acentúan la segmentación urbana, promueven desarrollos urbanos
getizados, aumentan las distancias y multiplican la congestión.
Así una de las características de Barcelona como es su densi­
dad, de 15.000 hab./km 2, que ha sido fruto de un proceso de
concentración secular de agrupar poblaciones, actividades y ser­
vicios, se ha visto afectada por los movimientos de población pro­
pio de las grandes ciudades. Entre los años 1972 y 1992 se ha
doblado el consumo del suelo por habitante en la Región M etropo­
litana de Barcelona, lo que muestra que la form a tradicional de ur­
banización en el ámbito barcelonés, se encuentra en un rápido
proceso de transformación.5 Este modelo de consumo de territorio
alcanza cotas extremas en California: entre 1 9 7 0 y 1 9 9 0 la po­
blación del Área Metropolitana de Los Ángeles ha crecido un 45%
al tiempo que la ocupación del suelo ha crecido un 200% . Este
modelo de crecimiento aumenta las congestiones de tráfico, requiere
grandes inversiones públicas en infraestructuras y conduce a la
pérdida de los espacios públicos de uso colectivo interno.6
El resultado de un estudio reciente sobre 22 ciudades francesas
muestra que entre 195 0 y 1975 la población urbana se duplicó al
tiempo que la superficie aumentó un 25%; y que entre 1975 y 1990
ha ocurrido lo contrario, la población ha aumentado solamente un 25%
y sin embargo se ha doblado la superficie urbanizada.7
El modelo al límite del absurdo es el de Sao Paulo «de los no­
venta» que quedará como una de las mayores aberraciones urba­
nas del siglo xx. Más autovías urbanas equivalen a peor circula­
ción y a menos ciudad. Y la presencia de más policía protectora en
las áreas residenciales y comerciales más demandantes, de clases
medias y altas, crea más inseguridad en los espacios públicos y en las
áreas suburbanas populares menos protegidas. Cuando no es la policía
uno de los factores creadores de inseguridad, como sucede a menudo
en las ciudades latinoamericanas. Las ciudades europeas resisten me­
jor debido a la consistencia de sus tejidos urbanos heredados y a un
tejido social menos segregado. Las dinámicas de la denominada ciu­
dad emergente en las periferias y de degradación o de especialización
de los centros expresan una crisis de la ciudad como espacio público.
La ciudad metropolitana no está condenada a negar la ciudad, sino
que puede multiplicarla. El reto real es el de establecer una dialéctica
positiva entre centralidades y movilidad y hacer del espacio público el
hilo de Ariadna que nos conduzca por lugares productores de sentido.
El derecho a la centralidad accesible y simbólica, a sentirse orgu­
llosos del lugar en el que se vive y a ser reconocidos por los otros, a
la visibilidad y a la identidad, además el disponer de equipamientos y
espacios públicos cercanos, es una condición de ciudadanía. Tam­
bién es un derecho de ciudadanía el de la movilidad, ya que supone
información e intercambio, oportunidades de formación y de ocupa­
ción, posibilidades de acceder a las ofertas urbanas y apropiarse de
la ciudad como un conjunto de libertades. Si los derechos de centrali­
dad y de movilidad no son universales, la ciudad no es democrática.

28
Lo expuesto supone asumir y construir una ciudad de ciudades.
Ciudades policéntricas y plurimunicipales, en las que el espacio
público es a la vez un elemento articulador del tejido urbano re­
gional o metropolitano y elemento de cohesión, tanto física como
simbólicamente, de las áreas densas.

El lugar de los encuentros... y su negación


En un coloquio reciente el director de planeamiento de la City de Lon­
dres afirmaba: «La mercadería más importante que se intercambia en
una ciudad es la conversación, la información cara a cara, la murmura­
ción... En consecuencia son muy necesarios el bar y el restaurante. El
urbanismo ha de garantizar, como mínimo en las áreas densas, que en
cada manzana las plantas bajas sean lugares de encuentro, comercios
y, sobre todo cafés, el equipamiento más importante de la ciudad».8
Sin duda, la deformación del urbanismo funcionalista combinando
zonificación y privatización es la caricatura perversa del movimiento
moderno, crea una nueva imagen de la «ciudad emergente» en la que
las piezas, los «productos», la arquitectura de los objetos-mercadería,
sustituyen la ciudad del intercambio y de la diversidad. La ciudad frag­
mentada tiene tendencia a ser una ciudad físicamente despilfarrado­
ra, socialmente segregada, económicamente poco productiva, cultu­
ralmente miserable y políticamente ingobernable. Es la negación de la
ciudad, que en la práctica niega el potencial de las libertades urba­
nas, la promesa de justicia y los valores democráticos.
«Los americanos están creando el mayor cambio en cien años en
cómo construir ciudades. Cada ciudad americana que crece, lo hace
a la manera de Los Ángeles, con múltiples corazones urbanos [...]
»Estos nuevos corazones de nuestra civilización -e n los que la
mayoría de los americanos trabajamos y alrededor de los que vivi­
m os- no tienen la apariencia de los antiguos centros. Los edificios
raramente se encuentran hombro con hombro, como en el Loop
de Chicago. En lugar de ello, sus extensiones [...] como champiño­
nes en el paisaje, separados por campos verdes y párking. Sus to­
rres de oficinas [...] se miran unas a otras a respetable distancia a
través de bandas de cristal que reflejan el cielo [...].
»He llamado a estos nuevos centros urbanos Edge City. Ciudad por­
que contiene todas las funciones que siempre ha contenido una ciudad,
aunque debido a su forma diseminada pocos han podido reconocerla

29
por lo que es. Edge porque es un mundo vigoroso de pioneros e inmi­
grantes, levantándose lejos de los antiguos centros urbanos donde
hace 35 años sólo había granjas o pequeñas villas [..,].»9
La ciudad es el producto cultural o mejor aún, la realización hu­
mana tout court más compleja y significante que hemos recibido
de la historia, que construimos y destruimos cada día entre todos
y lo es fundamentalmente porque es la maximización de las posi­
bilidades de intercambio.
Ciudad, cultura, comercio, son términos etimológicamente e histó­
ricamente unidos. Como ocurre con ciudad y ciudadanía, personas
con derechos y responsabilidades, libres e iguales. La ciudad es el lu­
gar de la ciudadanía, y la polis, el lugar de la política como la partici­
pación en los asuntos de interés general. No es un ejercicio inútil re­
cordar algunos conceptos que expresan unos valores fuertes que no
merecen ser suplantados por otros más débiles o menos solidarios.
La complejidad y la carga de sentido que consideramos consus­
tancial a la ciudad no resultan de manera automática de la concen­
tración de población ni de la importancia de su actividad económica,
ni por el hecho de ser sede de poderes políticos o administrativos.
Si la diversidad y el intercambio son dimensiones fundamentales, la
«ciudad ciudad» es aquella que optimiza las oportunidades de con­
tacto, la que apuesta por la diferenciación y la mixtura funcional y
social, la que multiplica los espacios de encuentro.
El urbanismo no puede pretender resolver todos los problemas
de la sociedad. Roland Castro, por una vez modesto en sus afir­
maciones, decía que al menos no debería de empeorarlos ( l'urba-
nisme ne devrait pas ajouter au malheur des hommes).10 No es una
frase vacía ya que en muchos momentos históricos, incluyendo el
actual, el urbanismo parece a menudo empeñado en hacerlo.
Debemos considerar una dimensión decisiva de la ciudad: la
calidad de su espacio público. Que es el lugar del intercambio por
excelencia y también donde más se manifiesta la crisis de la ciu­
dad. Pero también donde aparecen las respuestas positivas.

Dialécticas de la ciudad actual


La ciudad actual sufre un triple proceso negativo: disolución,
fragmentación y privatización. Disolución por difusión de la urbani­
zación desigual y el debilitamiento o especialización de los centros.

30
Fragmentación por la exasperación de algunos supuestos fun- La segregación social
cionalistas: la combinación de un capitalismo desreglado con la y funcional, los centros
lógica sectorial de las administraciones públicas produce la multi­ especializados, las áreas
fragmentadas, la circulación
plicación de elementos dispersos y monovalentes en un territorio y la seguridad condenan la
cortado por vías de comunicación: «Los no-lugares ya no se interpre­ ciudad como espacio público,
como lugar o sistemas de
tan como recipientes existenciales permanentes, sino que son en­ lugares significativos, como
tendidos como enormes focos de acontecimientos [...] no lugares heterogeneidad y como lugar
de encuentro. Madrid, avenida
definidos por la sobreabundancia y el exceso. Son siempre espacios de la Castellana, rodeada de
relacionados con el transporte rápido, el consumo y el ocio»11. áreas de funciones segregadas.
Y privatización con la generalización de guetos según clases
sociales desde los condominios de lujo hasta las favelas o simila­
res y la sustitución de las calles, las plazas y los mercados por
centros comerciales: «... transformar el espacio público de la ca­
lle en un espacio comercial privatizado de un centro de compras
tiene claros costos sociales en términos de acceso democrático

31
y responsabilidad pública [...] la domesticación del espacio a tra­
vés de la purificación y privatización involucra crecientes exclusio­
nes sociales y acrecienta las desigualdades...».12
Los tres procesos se refuerzan mutuamente por contribuir a la
casi desaparición del espacio público como espacio de ciudadanía.13
¿Nos encontramos, entonces, frente a una nueva realidad «me-
taurbana»? ¿Estamos ante la muerte de la ciudad como se procla­
ma tan a menudo? Parece obvio que las tendencias comentadas
contrarían el complejo «producto ciudad» (que es necesario distin­
guir de la «ciudad de productos» específicos) caracterizado por la
densidad de relaciones sociales y por la mezcla de poblaciones y de
actividades. Y aún peor, acentúan las desigualdades y la margina-
ción, reducen la capacidad de integración cultural y la gobernabili-
dad del territorio. Finalmente se niegan los valores universalistas
que se vinculan con la entidad «ciudad».
Frente a estas dinámicas desestructuradoras de la ciudad actúan
otras dinámicas en sentido contrario. En todos los momentos his­
tóricos de cambio se ha anunciado la muerte de la ciudad. Pero,
a la larga, han prevalecido casi siempre, aunque la mayoría de las
veces con altos costos sociales, las dinámicas de revalorización
de la ciudad. ¿De dónde proceden entonces las tendencias y las
fuerzas (re)constructoras de la ciudad?
Existen factores económicos y técnicos, especialmente los progre­
sos en el mundo del transporte y de las comunicaciones, que favore­
cen la dispersión. Pero existen otros factores de signo contrario: el ca­
pital fijo polivalente; el tejido de pymes y de empresas de servicios a las
empresas; los recursos humanos cualificados; la imagen de la ciudad;
la oferta cultural y lúdica que atrae cada vez más a los agentes econó­
micos y a los profesionales; las múltiples oportunidades de trabajo,
aunque a veces sean teóricas; la diversidad de equipamientos y servi­
cios y el ambiente urbano que demandan amplios sectores medios.
También el hecho de que una parte importante de los colectivos socia­
les que parecían irreversiblemente instalados en la suburbanización re­
valoren la ciudad tanto a la hora de decidir su inversión o su trabajo,
como a la hora de fijar su residencia y la concentración de sectores po­
pulares establecidos y de inmigrantes atraídos por las mayores posibili­
dades de supervivencia... Todo junto actúa en favor de la ciudad densa.
Pero además de estos factores económicos y sociales hay otros
factores culturales y políticos que explican la revaloración de la ciudad.

32
Mito o realidad, la ciudad aparece como el lugar de las oportunidades,
de las iniciativas y de las libertades individuales y colectivas. El lugar de
la intimidad, pero también el de la participación política. De la revuelta
y del autogobierno. De la innovación y del cambio. «Ayer, en la mani­
festación de desempleados, atravesando la ciudad, me sentí, por pri­
mera vez en muchos años, un ciudadano», declaraba un manifestante
en París en mayo de 1997. La ciudad es el continente de ja historie^ d_
tiempo concentrado en el espacio, la condensación del pasado y la
memoria, es decir, el lugar desde donde se producen los proyectos
de futuro que dan sentido al presente. La ciudad es un patrimonio co­
lectivo en el que tramas, edificios y monumentos se combinan con re­
cuerdos, sentimientos y momentos comunitarios. La ciudad es, sobre
todo, espacio público y no pareciera que los que allí vivimos, la gran
mayoría de la población, pudiéramos renunciar a ella sin perder víncu­
los sociales y valores culturales, sin empobrecernos.
Finalmente, si concluimos que en la ciudad, o en sentido más am­
plio en las regiones urbanas o metropolitanas, se confrontan diná­
micas contradictorias y en consecuencia las políticas urbanas, que
implican responsables políticos, profesionales y agentes económicos
y sociales, pueden impulsar unas dinámicas y reducir otras. Por lo
tanto los valores culturales y los objetivos políticos devienen la cues­
tión decisiva de nuestro presente y de nuestro futuro urbanos.
Como decía recientemente Michael Cohén, antes que nada te­
nemos que plantearnos cuáles son los valores que orientan nues­
tra acción, hacia dónde queremos ir y qué modelos de vida urba­
na proponemos a la ciudadanía.14

La ciudad como espacio público


Los egipcios representaban la ciudad como un jeroglífico. El círculo
representa el lugar, la comunidad de personas, la organización polí­
tica, la identidad cultural. La cruz representa los flujos, el intercam­
bio, las movilidades, las relaciones con el exterior. La síntesis de lu­
gares y flujos se realiza en el espacio público, lugar de la cohesión
social y de los intercambios. «Si un lugar puede definirse como es­
pacio de identidad, relacional e histórico, un espacio que no pueda
definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como
histórico, definirá un no lugar..., un mundo así prometido a la indivi­
dualidad solitaria, a lo efímero, al pasaje...».15

33

La ciudad fragmentada tiene Decir que la ciudad es la gente es ya un tópico, una expresión
la tendencia de ser una ciudad
físicamente segregada, atribuida entre otros a Sófocles, Shakespeare y Goethe. Y en este
socialmente injusta, caso gente no sólo quiere decir tamaño y densidad, es decir, una
económicamente malgastadora,
culturalmente miserable y concentración más o menos grande de personas, sino que tam ­
políticamente ingobernable. bién diversidad, heterogeneidad, relación entre individuos y colec­
Es la negación de la ciudad.
Downtown de Los Ángeles.
tivos diferentes. Desde Aristóteles, que en su texto La Política 16
defendía que la ciudad debe estar compuesta por diferentes cla­
ses de personas, que no existe la ciudad si la población se ase­
meja mucho. Hasta Louis Wirth que en su texto clásico Urbanismo
como forma de vida, decía: «La ciudad se caracteriza por la hete­
rogeneidad social». La filosofía y la sociología urbana coinciden
en enfatizar la ciudad como lugar donde se concentran y conviven
las diferencias de origen, de aptitudes, de actividades... admitien­
do también que esta diversidad favorece lo imprevisible, introdu­
ce desorden y hace más posible la innovación.17
Para Habermas,18 la ciudad es sobre todo el espacio público
donde el poder se hace visible, donde la sociedad se fotografía,

34
donde el simbolismo colectivo se materializa. La ciudad es un esce­
nario, un espacio público que cuanto más abierto esté a todos,
más expresará la democratización política y social. En consecuen­
cia tanto Habermas como Sennet llaman la atención sobre las diná­
micas privatizadoras del espacio urbano como una negación de la
ciudad como ámbito de la ciudadanía que supone el reconocimien­
to de los ciudadanos como sujetos activos e iguales de la comuni­
dad política, a los que se reconoce el derecho y la posibilidad real
de acceder a la diversidad de ofertas urbanas.
La diversidad hace posible el intercambio y tiene como condición
que haya un mínimo de pautas comunes -d e civismo- que posibiliten
la convivencia. Los dos elementos citados, el intercambio o la ciudad
como mercado de productos, servicios e ideas, y el civismo o las pau­
tas culturales comunes se expresan y necesitan el espacio público.
Sin excluir la trasgresión sin la cual no hay apertura al cambio.
La ciudad es entonces urbs, concentración de población, y civitas,
cultura, comunidad, cohesión. Pero es también polis, lugar de poder,
de la política como organización y representación de la sociedad,
donde se expresan los grupos de poder, los dominados, los margina­
dos y los conflictos. El espacio público, como dice Pietro Barcellona,
es también donde la sociedad desigual y contradictoria puede expre­
sar sus conflictos.19 La expresión del conflicto permite sentirse ciuda­
dano, como decía el manifestante de París citado y la ciudad como es­
pacio público no es solamente representación, es también escenario
del cambio político.

4. A. Jacobs (1993).
5. 0. Nel-lo (1998).
6. Urban Land Institute (1999).
7. F. J. Monclús (1998).
8. Seminario Internacional. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 1996.
9. J. Garreau (1991).
10. R. Castro (1994).
11. J. M. Montaner (1997). Véase M. Augé (1994).
12. P. Jackson, Nicolás R. Fyfe (ed) (1998).
13. M. Borja y M. Castells (1998). Véase también J. Borja (1999).
14. M. Cohén (2000).
15. M. Augé (1994).
16. L. Wirth, Urbanisme com a form a de vida.
17. P. Barcellona (1992).
18. J. Habermas (1993).
19. P. Barcellona.

35
U re tra o
v e r s W ^
A rde el a g u a ,
la tie rra a rd e ,
a rd e
: S W .é l asfalto
hasta a b ra s a r,
com o si
las fa ro la s a p re n d ie ra n
la ta b la de m ultiplicar.;
La p la za
m ^ s b e lla
que m iles de dam as p e rifo lla d a s .
Esta p la za
■ ju s tific a ría
c a d a c iu d ad .
Si yo fu e ra
el obelisco de V endóm e

con la P lace de la C o n co rd e.

Vladim ir M aiakovski
La ciudad- Poemas 1 9 1 7 -1 9 3 0
2

La agorafobia urbana
A menudo a los políticos y los profesionales nos gusta recordar aquello
de que «el aire de la ciudad nos hace libres», pero la realidad urbana nos
invita más a citar aquello de «malos tiempos para la lírica». Ya no es ori­
ginal poner titulares como «the hell is in the city» -e l infierno está en la
ciudad- o «la ville partout, partout en crise» -la ciudad por todos lados,
por todos lados la crisis-, como hicieron The Economist y Le Monde
Diplomatique hace unos años; todos lo hacen. Parecería que las prác­
ticas sociales indican que la salida es hacerse un refugio, protegerse
del aire urbano, no solamente porque está contaminado, sino porque
el espacio abierto a los cuatro vientos es peligroso. En las grandes ciu­
dades se imponen los shopping centers con un cartel que dice «Se
reserva el derecho de admisión» y en los guetos residenciales las calles
de acceso han perdido el carácter público en manos de policías priva­
dos. La justificación de los promotores de urbanizaciones guetizadas
apelan tanto a la inseguridad como al retorno a la naturaleza; «En gran
medida, el nivel de aceptación de los clubes de campo y barrios cerra­
dos obedece al problema de la inseguridad que tienen las grandes ciu­
dades. Sin duda, este tipo de urbanismo encuentra su sustrato con­
ceptual en razones de mayor peso y que a largo plazo se profundizarán
beneficiando este esquema, el cambio en los hábitos laborales y una
creciente conciencia ambiental impulsa a los consumidores a situar su
residencia en armonía con la naturaleza».20 Un discurso en el que el ciu­
dadano se convierte en consumidor y la vida urbana en producto inmo­
biliario. ◄
Es decir que el problema es que la libertad nos la ha de dar el espa­ Página anterior
cio público y hoy hay temor al espacio público. No es un espacio pro­
Propuesta del equipo dirigido
tector ni protegido. En algunos casos no ha estado pensado para dar por el arquitecto Joan Busquéis
seguridad sino para cumplir con ciertas funciones como circular o esta­ para la recuperación de Puerto
Madero en Buenos Aires.
cionar, o es simplemente un espacio residual entre edificios y vías. En Un proyecto que buscaba
otros casos ha estado ocupado por las supuestas «clases peligrosas» la recuperación para la ciudad
de espacios obsoletos
de la sociedad: inmigrantes, pobres o marginados. El espacio público y abandonados del antiguo
no provoca ni genera los peligros, sino que es el lugar adonde se evi- puerto.

2_

39
dencian los problemas de injusticia social, económica y política. Y su
debilidad aumenta el miedo de unos y la marginación de los otros y
la violencia urbana sufrida por todos.
La agorafobia, sin em bargo, es una enfermedad de clase de la
que parecen exentos los que viven la ciudad como una oportunidad
de supervivencia. Aunque muchas veces sean las principales vícti­
m as, no pueden perm itirse prescindir del espacio público. Los
pobres tienen que vivir en él y hasta cierto punto de él, pero la pobre­
za del espacio público los hace aún más pobres. Por el contrario el
lujo de este espacio contribuye a la justicia urbana.
El diagnóstico de «la muerte de la ciudad» como resultado de un
momento de cambio y como tal de crisis, es un tópico recurrente. Unos
ponen el acento en la tribalización; las «hordas» están en las puertas de
la ciudad (por ejemplo barrios periféricos conflictivos), pero también en
su corazón, en los centros históricos degradados:«... el espacio públi­
co es heterogéneo y posee características locales. Los ejemplos que
normalmente se citan para explicar la muerte del espacio público son
de Estados Unidos y los problemas se hacen universales [...] el espacio
público no es homogéneo. Los espacios públicos se diferencian según
su función social, cultural, económica y simbólica y lo que es más impor­
tante es que dependen de los significantes, retos y negociaciones que
los diferentes públicos coloquen sobre ellos».21 La crisis de la ciudad es,
entonces, el resultado de la crónica de una muerte anunciada y por qué
no, de la imposición de un modelo económico y social que se ve en la
forma esterilizada de entender y hacer la ciudad.
Kigali, la capital ruandesa, com partim entada por tribus que se
odiaban, no sería únicamente un fenómeno primitivo. También es
una prefiguración de una pesadilla de nuestro futuro urbano. Un futu­
ro que ya es presente en Argelia, Estambul o El Cairo, con ejércitos
que protegen los barrios «civilizados» enfrentados a la «barbarie»
popular. Algunas ciudades americanas no están muy lejos de estas
situaciones, com o algunos barrios de Bogotá, M éxico DF o Los
Ángeles. Recordemos City o f Quarz de Mike Davis.
Otros, más optimistas, nos dicen que la ciudad moderna es otra
ciudad, la que se puede observar en los límites de la ciudad actual,
en sus periferias, en sus entradas. Desde Edge City22 (Estados Uni­
dos) y la exposición «Les entrées de la ville» (París), ya citados, al
auge de las teorías del caos urbano, expresan la mitificación de la
ciudad desurbanizada o de la urbanización sin ciudad.

2_
40
Entendemos por ciudad el producto físico, político y cultural comple­
jo, europeo y mediterráneo y también americano y asiático, que hemos
caracterizado en nuestra cultura, en nuestro imaginario y en nuestros
valores como concentración de población y de actividades, mezcla social
y funcional, capacidad de autogobierno y ámbito de identificación sim­
bólica y de participación cívica. Ciudad como lugar de encuentro, de
intercambio, ciudad como cultura y comercio. Ciudad de lugares y no
únicamente un espacio de flujos. Pero podemos hacer lugares de cen-
tralidad por medio de los flujos y puntos nodales.
Al valorar estas características de la ciudad y de la vida urbana
se produce una «contra-acción» respecto al discurso de «la muer­
te de la ciudad». Se recuperan los centros urbanos y se atribuye
valor de centralidad a viejos barrios populares. Aunque en muchas
de estas intervenciones se produce una nueva especialización (cul­
tural, turística, comercial) de los centros urbanos y una «gentrifica-
ción» de residentes y usuarios. Una política urbana activa y perma­
nente y una gestión descentralizada puede limitar estos procesos
y mantener áreas de carácter popular, hasta de «refugio».
Si la agorafobia urbana es una enferm edad producida por la
degradación o la desaparición de los espacios públicos integrado-
res y protectores a la vez que abiertos para todos, es necesario
hacer espacios públicos de calidad en aquellos lugares en que se
producen los flujos y en los nuevos guetos residenciales, centros
comerciales, áreas de sector terciario, áreas privilegiadas, etc. En
esta nueva ciudad las infraestructuras de comunicación no crean
centralidades ni lugares fuertes, más bien segmentan o fracturan
el territorio y atomizan las relaciones sociales. O los nuevos par­
ques tem áticos lúdico-comerciales excluyentes crean caricaturas
de «centro urbano» para clases medias consumistas. Una manifes­
tación más de agarofobia. Pero ¿es inevitable que sea así?
«El planeamiento urbano es destruido por la fuerza de las propues­
tas de los promotores para realizar centros comerciales gigantes,
complejos de oficinas y parcelamientos residenciales de cientos de
miles de acres. No existen precedentes de la medida y de la rapidez
de estas construcciones. Debido a que cada componente es propues­
to de forma separada, por promotores que compiten, el perfil de la
ciudad no emerge hasta que se halla convertido en un hecho. Deviene
más fragmentada, desagradable e ineficiente que si se hubiese planea­
do con anterioridad, ya sea por el gobierno o por un promotor.»23

2_
41
¿Es el fin de la ciudad que hemos conocido históricamente? ¿Son
estos procesos reversibles y reutilizables?

Sobre la m uerte de la ciudad y el punto


de vista del espacio público
¿Ha muerto la ciudad? ¿Está en crisis? ¿La ciudad de la calle y de
la plaza, del espacio público y cívico, la ciudad abierta, de mezclas
y contactos es un residuo del pasado objeto de melancolía de ur-
banitas maduros?
Es fácil argumentar que en la historia de las ciudades se han vi­
vido cambios por lo menos tan aparatosos com o los actuales.
O aún mayores; por ejemplo el tránsito de la ciudad amurallada a
los ensanches modernos. O la ciudad metropolitana, con sus su­
burbios y su estructura política plurimunicipal, estimulada por el
desarrollo del transporte masivo y del uso del automóvil. Incluso
puede aducirse que estamos simplemente presenciando una nueva
fase del crecimiento metropolitano.
Es inevitable dar la razón a los historiadores cuando critican el
simplismo de reducir la historia urbana a tres grandes etapas o
edades, la primera de la ciudad concentrada, separada de su en­
torno, la segunda la de la ciudad metropolitana, ciudad más perife­
ria, y la tercera, la actual, la de la ciudad «a repensar» en la globali-
zación. La ciudad-región, la ciudad-red, multipolar o policéntrica, inserta
en sistemas urbanos macro-regionales, ejes continentales y flujos
globales.
Sin embargo esta distinción que molesta a los historiadores es
útil a los urbanistas, porque los estimula a focalizar su atención en
las nuevas dinámicas no como una maldición fatal o como la expre­
sión objetiva de la modernidad, sino como un desafío al que se puede
responder si, por una parte, descubrimos los elementos de continui­
dad posibles respecto al pasado y, por otra, distinguimos lo necesa­
rio de lo excesivo o evitable en los nuevos procesos y si, finalmente,
somos capaces de proponer nuevos modelos y proyectos que for­
mulen respuestas integradoras.
Creem os que hace falta analizar las nuevas dinámicas urbanas
y elaborar respuestas a los desafíos que nos planteamos desde
la perspectiva del espacio público y de la relación entre su configu­

_2_

42
ración y el ejercicio de la ciudadanía, entendida como el estatuto
igualitario que permita ejercer un conjunto de derechos y deberes
cívicos, políticos y sociales.
El espacio público nos interesa principalmente por dos razones.
En primer lugar porque es donde se manifiesta, con mayor fuerza
y mayor frecuencia la crisis de «ciudad» y de «urbanidad». Por lo
tanto parece que sea el punto sensible para actuar si se pretende
impulsar políticas de «hacer ciudad en la ciudad». Y en segundo
lugar porque las nuevas realidades urbanas, especialmente las que
se dan en los márgenes de la ciudad existente, plantean unos retos
novedosos al espacio público: la movilidad individual generalizada,
la multiplicación y la especialización de las «nuevas centralidades»
y la fuerza de las distancias que parecen imponerse a los intentos
de dar continuidad formal y simbólica a los espacios públicos. Esta­
mos convencidos de que la dialéctica movilidades-centralidades es
una cuestión clave del urbanismo moderno y que la concepción de
los espacios públicos es, a su vez, un factor decisivo, aunque no
sea el único, en el tipo de respuesta que es necesario dar.
«...Hay un problema: si nos limitamos a [...] la importancia de lo
local, a la importancia del lugar, a la identidad de los lugares y ade­
más reforzamos, como ha de ser, la expresión de estas identida­
des mediante operaciones urbanísticas que subrayan la significa­
ción de los espacios residenciales [...] se puede producir, y de
hecho se está produciendo, el peligro de la disociación creciente
entre el espacio de la ¡nstrumentalidad y el espacio de identidad [... ]
no solamente se pierde la conexión con lo instrumental, sino que
se pierde la comunicación entre cada identidad. Porque si cada iden­
tidad se hace específica y los puntos de conexión pasan por una
¡nstrumentalidad que es global y que está cortada de lo expresivo,
tenemos entonces a la vez un mundo de instrumentos globales con
una cultura cosmopolita ahistórica y un fraccionamiento en tribus
locales. De aquí sé deduce la importancia de dos viejos tem as de
urbanismo y arquitectura: la monumentalidad y la centralidad. Por­
que la monumentalidad es la capacidad de emisión simbólica entre
diferentes localidades y entre las localidades y los instrumentos de
poder con los que ha de coexistir, negociar, interactuar, luchar. La
lucha es una relación. El peligro de hoy no es el conflicto, sino la
separación entre lo local y lo global y, debido a ello, construir ins­
trumentos globales desconectados de las sociedades locales.

_2 _

43
La centralidad desde el punto de vista urbanístico no tiene por
qué ser un centro, puede ser multinuclear. Se plantea así la idea de
que la ciudad no es solamente unos elementos sim bólicos centra­
les a los que se agregan espacios residenciales que se hacen sig­
nificativos, sino que la centralidad es la difusión de esta monumen-
talidad en diferentes centros que articulan significado y función en
el conjunto del territorio».24

El espacio público y sus avatares en la


▲►
Se han practicado políticas modernidad
disuasivas para erradicar
«el otro». Nuevo mobiliario El espacio público es un concepto jurídico (pero no únicamente): un
urbano que pretende evitar
el encuentro, la charla espacio sometido a una regulación específica por parte de la admi­
y la posibilidad de utilizarlos nistración pública, propietaria o que posee la facultad del dominio
para dormir. La Plaza Real
(Barcelona) antes y después sobre el suelo y que garantiza la accesibilidad a todos y fija las con­
de 1999. diciones de utilización y de instalación de actividades. El espacio

_2_

44
W -4- ----------------- —f~gt—i-
7
* *< I j

V It / ^ Ii
i
L ii

W*y>'¿SL
público moderno resulta de la separación formal (legal) entre la pro­
piedad privada urbana (expresada en el catastro y vinculada gene­
ralmente al derecho a edificar) y la propiedad pública (o dominio públi­
co por subrogación normativa o por adquisición de derechos por
medio de la cesión), que normalmente supone reservar este suelo
libre de construcción (excepto equipamientos colectivos, infraes­
tructuras de movilidad, actividades culturales y a veces comercia­
les, referentes simbólicos monumentales, etc.).
El espacio público también tiene una dimensión sociocultural. Es
un lugar de relación y de identificación, de contacto entre las per­
sonas, de animación urbana, y a veces de expresión comunitaria.
«En la ciudad tradicional, histórica, la mem oria urbana es bas­
tante fácil de definir.
»Es la imagen que permite a los ciudadanos identificarse con su
pasado y presente como una entidad cultural, política y social. Los
espacios privilegiados de los monumentos como marcas en el teji­
do de la ciudad...».25 En consecuencia toda la ciudad existente, toda
la ciudad heredada, es toda ella ciudad histórica.
La dinámica propia de la ciudad y los com portam ientos de la
gente pueden crear espacios públicos que jurídicamente no lo son,
o que no estaban previstos como tales, abiertos o cerrados, de paso o
a los que hay que ir expresamente. Puede ser una fábrica o un depó­
sito abandonado o un espacio intersticial entre edificaciones. Lo son
casi siempre los accesos a estaciones y puntos intermodales de
transporte y a veces reservas de suelo para una obra pública o de
protección ecológica. En todos estos casos lo que define la natura­
leza del espacio público es el uso y no el estatuto jurídico.
El funcionalismo predominante en el urbanismo moderno desca­
lificó pronto el espacio público al asignarle usos específicos. En
unos casos se confundió con la vialidad, en otros se sometió a las
necesidades del «orden público». En casos más afortunados se prio-
rizó la monumentalidad, el «embellecimiento urbano». O se vinculó
a la actividad comercial. Y en casos menos afortunados se utilizó
como mecanismo de segregación social, bien para excluir, bien para
concentrar (por medios, por ejemplo, de la accesibilidad o de la falta
de ella). En ocasiones los procedimientos jurídicos burocráticos han
llevado a considerar que el espacio público ideal es el que está prác­
ticamente vacío, donde no se puede hacer nada. O que se lo prote­
ge tanto que no es usado por nadie (por ejemplo cuando con las

_2_

46
mejores intenciones se peatonalizan todos los accesos, se prohíben
todo tipo de actividades o servicios comerciales, etc.).
El espacio público supone, pues, dominio público, uso social colec­
tivo y multifuncionalidad. Se caracteriza físicamente por su accesibi­
lidad, lo que lo convierte en un factor de centralidad. La calidad del
espacio público se podrá evaluar sobre todo por la intensidad y la
calidad de las relaciones sociales que facilita, por su fuerza mezcla­
dora de grupos y comportamientos; por su capacidad de estimular
la identificación simbólica, la expresión y la integración culturales. Por
ello es conveniente que el espacio público tenga algunas calidades
formales como la continuidad en el espacio urbano y la facultad orde­
nadora del mismo, la generosidad de sus formas, de su diseño y de
sus materiales y la adaptabilidad a usos diversos a través del tiempo.
«Lo que no funciona es el intento de mareaje de nuevos espacios
instrumentales a los que se intenta dar una nueva simbología por
medio de la privatización de espacios públicos; es decir la idea de
crear unos espacios que reproducen funciones de centralidad urba­
na, que tratan de reconstruir, y reconstruyen, a veces con bastante
éxito la densidad de la vida urbana pero que privatizan y a la vez que
privatizan, sesgan definitivamente los usos y la percepción de este
espacio porque está dominado por la función comercial. No hay nada
de malo en la función comercial, una función tan legítima como cual­
quier otra en la sociedad. Pero, la cuestión es la estructuración sim­
bólica sobre la base de la predominancia excesiva de esta función.»26
El urbanismo contemporáneo, heredero del movimiento moder­
no, fue reconstructor de ciudades después de la Segunda Guerra
Mundial. Se focalizó en un funcionalismo eficientista, dotado de un
instrumental separador m ás que integrador (la zonificación, los
modelos), justificado por urgencias sociales (vivienda, equipamien­
tos básicos) y acentuado por la com partim entación de las admi­
nistraciones públicas y de los cuerpos profesionales (por ejemplo
transportes/ingenieros sin otras visiones del desarrollo y del fun­
cionamiento urbanos). El resultado ha sido casi siempre la aplica­
ción de políticas sectoriales en lugar de realizar actuaciones que
articulen la diversidad y la complejidad de las demandas urbanas.
Así resultaron las grandes operaciones de vivienda donde cada ope­
ración es destinada a un segmento social determinado y la priori­
dad es asignada casi siempre a la vialidad com o ordenam iento y
como inversión. El espacio público pasó a ser un elemento residual.

2_
47
La agorafobia lleva El movimiento moderno en la primera mitad del siglo xx y las polí­
a la simulación del espacio real,
la actividad comercial abandona ticas públicas en la segunda mitad han configurado un urbanismo
la calle, se cierra sobre que se ha confundido con la vivienda y con las obras públicas (vías,
sí misma. Se busca la imagen
de la ciudad pero se vacía de puentes, accesos, etc., es decir, comunicaciones). El hacer ciudad
contenido, la ciudad queda com o producto integral e integrador quedó olvidado y con ello el
reducida a una escenografía. espacio público. O por lo menos relegado a un rol secundario.
La Roca Company Store, en el
Municipio de la Roca del Valles,
Barcelona.
El urbanismo funcionalista
El urbanismo funcionalista ha tenido que pagar el precio de sus limi­
taciones y además el de los usos perversos que se han hecho de
él. La combinación del monofuncionalismo de los program as y de
sectorialización de las políticas públicas con las dinámicas del mer­
cado en ciudades clasistas, agravadas por las rentas de posición
de los «instalados» respecto a los «allegados» (inmigrados), ha dado
lugar a unas situaciones urbanas insoportables. Grupos residen-

2
48
cíales que se degradaban rápidamente por su mala calidad, por la Barrios cerrados, la distopía
de la ciudad homogénea, de
falta de inserción urbana, por su anomia sociocultural, por la pobre­ ¡guales que se basa en el
za de los equipamientos, por el círculo vicioso de la m arginación supercontrol. Entrada a un
barrio fuertemente controlado,
física y social... Áreas centrales congestionadas y especializadas las calles están vacías, sin vida.
que pierden su rol integrador en beneficio de funciones adm inis­ Acceso a un barrio cerrado
trativas. Barrios históricos despedazados y desarticulados por en Buenos Aires.
actuaciones viarias, poco respetuosas con los entornos y con la
calidad de la vida cotidiana de los residentes. Diseminación en el
territorio m etropolitano de centros com erciales, campus universi­
tarios e industrias que ordenan la vida de los activos según la tríada
sarcástica del 68: «Metro, boulot, dodo» (Metro, trabajo, dormir).
La recuperación de las áreas degradadas y olvidadas casi siempre
céntricas por parte de los sectores más acomodados de la socie­
dad, produciéndose un reflujo social, los nuevos pobladores des­
plazan a los antiguos con la consiguiente pérdida de éstos del dere­
cho a la centralidad y a la accesibilidad.

_2_

49
El movimiento moderno no era tan simplista como el urbanismo
funcionalista del capitalismo desarrollista. Su preocupación por la
vivienda masiva y la importancia acordada a las comunicaciones
expresaba una visión productivista, no especulativa, de la ciudad y
una preocupación por las condiciones de vida de las poblaciones
trabajadoras. Sus propuestas urbanas podían ser interesantes tam­
bién por su com plejidad, por la capacidad de integrar objetivos
sociales, ambientalistas y estéticos; ejemplo de ello serían el Plan
Maciá (o Le Corbusier) para Barcelona en 1 9 3 2 , contemporáneo
del Regional Planning y al que siguieron la casa-bloc y la municipa­
lización del suelo urbano.

La crítica ciudadana
En los años sesenta y setenta la conflictividad urbana irrumpió con
fuerza en la vida política y social de la m ayoría de los países de
Europa y América.
Los movimientos sociales de los sectores populares no eran ajenos
a las críticas y a las reivindicaciones urbanas. Las movilizaciones ciu­
dadanas y de barrio tienen antecedentes en la mayoría de las ciudades
europeas y se expresaban en la lucha por la vivienda, por el precio de
los transportes, por los servicios urbanos básicos y también por pla­
zas y jardines, por centros culturales y equipamientos sociales y depor­
tivos. También, contra las expropiaciones, la corrupción, el autorita­
rismo y la opacidad de las decisiones de la política urbana. Estos
movimientos sociales urbanos se dan aún en contextos dictatoriales,
como en la España de los años setenta, y a menudo paralizaron actua­
ciones y proyectos, pudiendo negociar compromisos que satisfacían
algunas de las reivindicaciones urbanas respecto a las expulsiones,
accesos, equipamientos o transporte. Fue a partir de estas situaciones
cuando el usuario, el ciudadano, se convierte en interlocutor real para
los proyectos urbanos y arquitectónicos, dejando de ser una población
abstracta. Incluso se consiguieron negociar programas de vivienda, ser­
vicios y espacios públicos para cualificar áreas marginales o muy defi­
citarias, respetando la población residente.
La reivindicación y la lucha en la calle por los derechos ciudada­
nos lograron que el espacio público fuera un verdadero espacio de
representación de todos los ciudadanos: «El espacio público de la
calle nunca ha sido preotorgado. Ha sido siempre el resultado de

2_
50
una demanda social, negociación y conquista. Los espacios públi­ Calle de un barrio cerrado
cos tienen que adaptarse a diferentes públicos... ».27 en Buenos Aires. Una calle
sin aceras, solamente para
A las reacciones de carácter social se añadieron otras de carác­ coches y casas.
ter cultural y político. No son solamente los herederos del m ovi­
miento m oderno quienes pueden decir al ver la evolución de los
grands ensembles -conjuntos habitacionales-, los edificios singu­
lares, la terciarización o la degradación de los centros, etc.:«No es
eso, no es eso». También otros profesionales e intelectuales del
urbanismo, de la arquitectura y de otras disciplinas, todos ellos uni­
dos por una preocupación cultural, estética, a veces «paseísta» res­
pecto a la ciudad, levantaron su voz contra los excesos del urba­
nismo desarrollista y funcionalista. En unos casos prevaleció la
revalorización form al de la ciudad existente o la m itificación cultu-
ralista de la ciudad histórica. En otros, la preocupación por el
ambiente urbano, y en otros la reivindicación de un urbanismo «aus­
tero» frente al despilfarro. Y sería inexacto concluir que la crítica
social no se hallaba presente en muchas de estas voces.

_2_

51
La crítica política a este urbanismo de la zonificación y del desa-
rrollismo recogía algunas o muchas de las críticas sociales y cul­
turales, que apoyadas en estos movimientos aportan un plus con­
tra el autoritarismo tecnocrático o corrupto, contra el sometimiento
de las políticas públicas a grupos de intereses privados, a favor de
la transparencia y la participación ciudadana, la revalorización de la
gestión política local y la descentralización. En esta crítica política
coincidieron los movimientos sociales urbanos, las posiciones crí­
ticas de carácter ideológico o cultural y las fuerzas políticas más
dem ocráticas o progresistas. Hay que decir tam bién que en no
pocos casos las direcciones políticas partidarias tardaron bastan­
te en «descubrir» el potencial político de las cuestiones urbanas.

Límites: ambigüedades de las reacciones


sociales
Es indiscutible la influencia que han tenido en el urbanismo de los últi­
mos diez años la crítica, las reivindicaciones y las propuestas de las
reacciones ciudadanas. La revalorización de los centros históricos, la
superación de un urbanismo concebido como vivienda más vialidad, la
incorporación de objetivos de construcción social y de cualificación
ambiental, etc., deben mucho a estos movimientos críticos. Y espe­
cialmente la importancia acordada a los espacios públicos como ele­
mento ordenador y constructor de la ciudad. Pero como nada es per­
fecto no es inútil señalar algunos aspectos más discutibles de estas
reacciones cívicas. Como son, entre otros, el «conservacionismo» a
ultranza de los barrios y de su población, cuyos residentes se consi­
deran en algunos casos los únicos «propietarios» del barrio y se cons­
tituyen en una fuerza social contraria a cualquier cambio o transforma­
ción. Se olvida que el barrio o un área determinada forma parte de un
todo, que también los otros usuarios, aquellos que trabajan, consumen
o lo atraviesan tienen interés y derecho a esta parte de la ciudad. En
otros casos el «conservacionismo» es cultural y no necesariamente de
los residentes, ciertos sectores de la cultura urbana consideran into­
cable cada piedra y cada forma que tenga una edad respetable. Sin
percibir que no hay preservación urbana sin intervención transforma­
dora que contrarreste las dinámicas degenerativas.
Otro de los aspectos discutibles sobre el aue conviene llamar la

2_
52
atención es la desconfianza o el prejuicio contrario a los grandes
proyectos urbanos presente en los movimientos urbanos o ciuda­
danos más críticos, que tiene muchas veces una raíz justificada en
experiencias nefastas de muchos proyectos de los años sesenta y
setenta contaminados de corrupciones, especulaciones, impactos
depredadores sobre el medio ambiente urbano, pérdida de espacios
públicos, despilfarro, proyectos fragmentados y excluyentes, etc.
En todo caso parece más positivo, en un marco democrático deba­
tir los grandes proyectos y si es preciso proponer alternativas, evi­
tando el fundamentalismo de que solamente l o «small is beautiful».
De todas formas los movimientos ciudadanos de los últimos treinta
años han hecho importantes contribuciones a la gestión de la ciudad y
al urbanismo de este final del siglo xx. Citemos por lo menos tres:
1. La revalorización del «lugar», del espacio público, del ambien­
te urbano, de la calidad de vida, de la dialéctica barrio-ciudad, del
policentrismo de la ciudad moderna...
2. La exigencia de la democracia ciudadana, de la concertación
y de la participación en los planes y proyectos, de programas inte­
grados, la gestión de proximidad y la recuperación del protagonis­
mo de los gobiernos locales en la política urbana.
3. Y, como consecuencia de lo anteriormente dicho, o tal vez como
premisa, la recreación del concepto de ciudadano como sujeto de la
política urbana, quien «se hace» ciudadano interviniendo en la cons­
trucción y gestión de la ciudad. El marginal se integra, el usuario pasi­
vo conquista derechos, el residente modela su entorno, todos adquie­
ren autoestima y dignidad aceptando y respondiendo a los desafíos
que les plantean las dinámicas y las políticas urbanas.

20. R. Julia (1999).


21. L. Lees (1998).
22. J. Garreau (1991).
23. J. Barnett (1996).
24. M. Castells (1998).
25. A. Vidler (1992).
26. M. Castells (1998).
27. L. Lees (1998).

2
53
* 11
' •'¿‘SÉá
J 0 B B f j .•^71;
zLTi M k r'
•t V ' ‘Wl H k J B f ío

P IA Z Z A D I
SPAGNA

LU N O O TEV ER E P IA Z Z A S .L.
CA3TELL0 IN LU CIN A

P IA Z Z A S.S.
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P IA ZZ A
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P IA Z Z A D I
P IE TR A

P IA ZZ A D E L L A
PIA ZZA R O TO N D A
NAVONA

P IA Z Z A D E L L A
M INER VA

CAM PO
O E ’ FIORI
El tren s’atura embolcallat
per la boira de plom que fa am ortir
el soroll deis carrers, cláxons de ferro,
el desordre d’alguna mala música.
Un taxi em deixa a un centre impersonal.
És una ciutat lletja que m’espera amb
el desanim de una vella hetaira.
Pero comenco a rescatar alguns llocs,
cases, voreres,
els llums d’unes botigues, aquell bar.
El passeig va tornant-me a poc a poc
una veu dins la boira y una música
amb una Metra escrita per la vida.
Els carrers, com canvien a mesura
que són reconeguts peí meu record.
No hi ha cap ciutat lletja,
cap home, cap dona
tan miserables que no puguem ser
tu y jo en esta historia d’amor.

«Una dona y un hom, una ciudad»


Les llums de les obres, Joan Margarit.

El tren se detiene envuelto en una voz en la niebla y una m úsica


por la niebla de plom o que am ortigua con una letra escrita por la vida.
el ruido de las calles, los cláxones de hierro, Las calles, cóm o cam bian a m edida
el desorden de alguna m ala m úsica. que son reconocidas por mi recuerdo.
Un taxi m e deja en un centro im personal. No hay ninguna ciudad fea,
Es una ciudad vieja que m e espera ningún hom bre, ninguna m ujer
con el desánim o de una vieja hetera. tan m iserables que no podam os ser
Sin e m ba rgo, com ienzo a re s c a ta r tú y yo en esta historia de am or.
algunos lugares, casas, aceras,
las luces de unas tiendas, aquel bar. «Una m ujer y un hom bre, una ciudad»
El paseo m e convierte poco a poco Les llu m s de les o b re s, Joan M arg arit.
El desafío urbano: hacer ciudad sobre la
ciudad

Los centros
Hay una estrategia urbana para construir un nuevo territorio que va
más allá de la ciudad m etropolitana. Un territorio que estará en
muchos casos polarizado por una gran ciudad. Pero en otros no
tanto, como la denominada terza Italia y algunas regiones france­
sas y alemanas. Pero, en todos los casos, nos encontramos que
las unidades territoriales fuertes lo son por la fortaleza de su «sis­
tema de ciudades». El espacio urbanizado no es ciudad. El territo­
rio articulado exige ciudades, lugares con capacidad de ser cen-
tralidades integradoras y polivalentes y constituidos por tejidos
urbanos heterogéneos social y funcionalmente.
Hacer ciudad es, antes que nada, reconocer el derecho a la ciu­
dad para todos. Ante los procesos disolutorios de la urbanización
periférica, la degradación de los centros heredados y la eclosión
de pseudocentralidades monofuncionales, reivindicar el valor ciu­
dad es optar por un urbanismo de integración y no-exclusión que
optimice las «libertades urbanas».
¿Cuáles son los desafíos decisivos específicamente urbanos para
«hacer ciudad sobre la ciudad» y hacer efectivo el derecho a la ciudad? ◄
Página anterior
La respuesta es casi obvia: centros, tejidos urbanos y movilidad
y siempre espacios públicos. Las plazas de Roma han
Los centros: ¿Qué se puede hacer con los centros antiguos? recibido una nueva política de
recalificación por parte
¿Cómo se pueden hacer nuevos centros? de la Administración tanto
En el caso de los centros antiguos, la dialéctica infernal conges­ en el centro de la ciudad
como en la periferia. Se han
tión-degradación puede ser sustituida por la dialéctica conserva­ realizado proyectos complejos
ción-transformación. que ligan las plazas y las calles
peatonalizadas.
La congestión se debe tanto a la especialización terciaria de algu­ (Maurizio Marcelloni, arquitecto)
nas de las zonas como a la inadecuación de algunas de sus tramas Foto áerea de Roma.

3_
57
El mercado no hace ciudad. a las funciones presentes o a la utilización intensiva del automóvil.
En el encuentro entre
la ciudad y el espacio urbano La cuestión es que no sean ni monofuncionales (por ejemplo admi­
recuperado en Puerto Madero, nistrativos) ni que se pretenda que sirvan para todo, sino que ten­
una actuación sin criterios
generales que ha hecho gan algunas funciones predominantes (comercial, cultural, turística,
que entre ambas zonas etc.), incluyendo siempre la residencial. No pueden estar saturados
nos encontremos en una de actuaciones, pero han de ser fácilmente accesibles (transporte
tierra de nadie.
subterráneo, aparcam ientos estratégicos).
La degradación se reduce por medio de estrategias que combinen
apertura de algunos ejes y espacios públicos con acupuntura múltiple
en los puntos más críticos. Esta acupuntura combina normalmente,
además de los espacios públicos citados, actuaciones de renovación
de bloques de viviendas, equipamientos culturales o educativos (por
ejemplo, universitarios), promoción del com ercio, prevención de la
inseguridad, etc. Sin olvidar que no está mal mantener o aceptar algu­
nas áreas marginales que son al mismo tiempo refugio y aventura.

3
58
Sólo a través de una acción permanente de transform ación se
conservarán los centros antiguos.
¿Qué es necesario conservar? ¿El conjunto de la tram a, manza­
nas de casas, edificios aislados? Evidentem ente, es necesario
encontrar soluciones de com prom iso, que pueden ser diferentes
en cada caso. Pero la cuestión conceptual que hay que debatir es
la del patrim onio histórico, la de la m em oria colectiva, la monu-
mentalidad y el sentido que transmite. Y también la importancia de
que se produzca la animación urbana diurna y nocturna, en la calle
y en la plaza, pero que sean lugares de estar y no vías de paso, la
presencia de todo tipo de gente, sus encuentros y, para parte de
ellos, sus viviendas.
La historia urbana que los ciudadanos asumen depende, al menos
en parte, de las decisiones que se toman, casi siempre de manera
poco democrática sobre edificios, monumentos, toponimias, planos
y guías turísticas, etc. Y la integración de los habitantes de la aglo­
meración metropolitana depende también en buena parte del uso
que pueden hacer de los centros con historia. ¿Nos hem os pre­
guntado alguna vez por qué a menudo se transmite un sentido mili­
tarista de la historia, por qué se mitifican ciertos estilos burgueses
o aristocráticos y se destruye la m em oria popular, por qué hay
barrios enteros que no figuran nunca en los mapas, aun en aquellos
editados por los gobiernos municipales? Por no hablar de «la invisi­
bilidad» de las periferias y de los entornos metropolitanos, excepto
en los mapas para automovilistas. No se puede olvidar que en la ciu­
dad m etropolitana hay «centros» en la periferia, es decir, en la
región urbana, o debe haberlos.
Los centros no son solam ente núcleos neurálgicos de la vida
urbana por su capacidad multifuncional y por producir un sentido
integrador. También son el lugar de la diferencia. Las ciudades se
diferencian, sobre todo, por su centro. Su competitividad y su potencial
integrador serán más grandes cuanto mayor sea su diferenciación
respecto de las otras ciudades.
¿Qué finalidad tienen los nuevos centros? Los nuevos centros son
necesarios para conservar los centros antiguos, para desarrollar
nuevas funciones y para estructurar la ciudad metropolitana. ¿Dónde
es necesario potenciarlos o inventarlos? Donde la ciudad se encuen­
tra con su periferia y aprovechando zonas obsoletas o que la evo­
lución urbana necesita reapropiarse (áreas industriales desactivadas,

3_
59
terrenos militares, antiguas estaciones o puertos, etc.). Las ciuda­
des, pequeñas o medianas, de las regiones metropolitanas ofrecen
a su vez un potencial de centralidad, vieja y nueva, importante. En
am bos casos hay que apostar por su accesibilidad, por su multi-
funcionalidad y por su monumentalidad.
Las nuevas centralidades no tienen que acom pañar necesaria­
mente todas las dinámicas urbanas, sino que se han de apoyar en
una fuerte acción pública para contrarrestar sus efectos perversos.
Hay que escoger, evidentemente, y esta acción pública debe apo­
yarse en potencialidades objetivas de las áreas escogidas, en ope­
raciones efectuadas mediante la cooperación pública y privada. El
desarrollo posterior de esta acción se deberá en gran parte al mer­
cado. Pero las nuevas centralidades reequilibradoras social y territo­
rialmente, polivalentes, estructurantes del territorio, abiertas a la evo­
lución y a la diversidad, no se realizarán sin proyectos públicos fuertes
que marquen el lugar e impongan com prom isos a los agentes eco­
nómicos.
«En el caso de los barrios cerrados del área m etropolitana se
estaría construyendo un modelo de ciudad fragm entada, de man­
zanas, donde no se reconstruiría el ám bito de la sociabilidad y lo
colectivo, que sí tiene la ciudad tradicional, y [...] no solamente en
térm inos de m orfología urbana sino de tejido social [...] El riesgo
de establecer nuevas reglas de juego entre el estado y la sociedad
civil y fundamentalmente por parte del sector privado y del sector
inm obiliario, es que se reproduzca una manera de hacer ciudad,
que aísla, que segrega y genera lugares de ricos y de pobres.»28
Para no favorecer estas políticas de segregación y fragm enta­
ción social y espacial, los entes públicos han de tener claro qué ciu­
dad se quiere construir, hacia dónde se han de dirigir los esfuer­
zos, para in corp ora r en ellos a los diferentes actores sociales,
económ icos y productivos. Las decisiones básicas e im prescindi­
bles no pueden quedar en manos del mercado. El mercado solo no
hace ciudad, más bien lo contrario.

La movilidad y la visibilidad
Optim izar la movilidad de todos los ciudadanos y la accesibilidad
de cada una de las áreas de las ciudades metropolitanas es una de
las condiciones para que la ciudad dem ocrática sea real. Si existe

3
60
◄A
una tendencia a la diferenciación social horizontal, los in y los out, Programa Cento Piazze
y si la diversidad de funciones y de ofertas está distribuida desigual­ de recalificación de las
periferias por medio de
mente por un territorio extenso, las diferentes clases de movilidad y concursos de arquitectura
la accesibilidad de cada punto es una condición de ciudadanía. para la recalificación de áreas
de gran potencialidad social.
El derecho a la movilidad se ha de complementar con el derecho La ciudad metropolitana
a la visibilidad. no está condenada a negar
la ciudad, sino que puede
«En la ciudad hay zonas iluminadas y zonas oscuras. Un gobier­ multiplicarla. El reto real
no dem ocrático de la ciudad se ha de com prom eter a encender es establecer una dialéctica
algunas luces en todas las zonas oscuras», dijo con una expresión positiva entre centralidad
y movilidad, y hacer del espacio
que nos parece muy afortunada quien fuera alcalde de Barcelona, público el hilo de Ariadna que
Pasqual Maragall, en el prim er año de su mandato en 1984. nos conduce por lugares
productores de sentido.
Movilidad y accesibilidad no dependen únicamente de sistemas
de transportes adecuados a las demandas heterogéneas, aunque
se trate de una condición sine qua non. También dependen de la
diversidad y de la distribución de centralidades, de la calidad urba-

_ 3_

61
na y de las ofertas de servicios de las zonas menos atractivas, de
la existencia en ellas de algunos elementos que les proporcionan
personalidad e interés. Es decir, no se trata únicamente de que los
habitantes de las zonas oscuras se puedan mover por el conjunto
del te rrito rio m etropolitano. Se trata también «de iluminar» estas
zonas para que sean visibles y atractivas al resto de la ciudadanía.
Todos tenemos derecho a la ciudad y este derecho incluye la movili­
dad y también el reconocimiento de los otros. Todos tenemos derecho
a sentirnos orgullosos del lugar donde vivimos y que los otros reco­
nozcan la dignidad de nuestra zona de residencia. A todas las partes
de la ciudad m etropolitana les corresponde una cuota de centrali-
dad, de monumentalidad, de equipamientos y actividades atrayen­
tes, de calidad. Lo que nos remite a los tejidos urbanos.

Los tejidos urbanos


Heredamos unas tram as, construim os otras, algunas se degradan
con el uso, otras se adaptan a nuevos usos. Fuera del círculo de
especialistas, no se analiza ni se debate por qué ocurre todo esto.
Los responsables políticos y los funcionarios toman decisiones sec­
toriales sobre áreas residenciales o actividades económicas, sobre
circulación o diseño de vías y espacios públicos, provocando divi­
siones entre lugares relacionados, sin conocer o sin preocuparse
de los efectos sobre el tejido urbano y los usos sociales que facili­
ta u obstaculiza. Y a menudo sin haber puesto los pies en los luga­
res afectados.
Los ciudadanos viven la tram a urbana com o un hecho «natural»
y, llevados a situaciones críticas, com o puede ser una vía rápida
que los peatones han de atravesar con cierto riesgo, expresan su
opinión con los pies, no con la cabeza: utilizan más o menos los
espacios urbanos. Cada uno tiene su tram a subjetiva: la form a de
la ciudad según sus trayectos cotidianos.29
En una obra ya clásica, The Image of the City, Kevin Lynch nos
ha enseñado que la ciudad alienada es, en primer lugar, un espacio
en el que la gente es incapaz de construir mentalmente mapas en
tanto que el espacio público urbano representa su propia posición
con relación a la totalidad urbana en la que se encuentran... Así
pues, en la ciudad tradicional la desalineación implica la recupera­
ción práctica del sentido de la orientación, así com o la construc-

3
62
ción de un conjunto articulado que pueda retener la memoria y del
que cada sujeto de manera individual pueda diseñar sus m apas...30
Pero no hay casi nunca debate ciudadano sobre form as y tramas
urbanas. Algunas cuestiones que nos parecen relevantes para este
debate son:
La continuidad y la diferencia de la trama urbana. La continuidad
formal, como son la cuadrícula de los ensanches y los grandes ejes,
entre otros, son factores importantes de integración ciudadana. Por
otro lado, es conveniente que cada zona de la ciudad tenga ele­
mentos diferenciales, bien com o resultado de la tram a heredada,
bien por la producción presente de morfologías específicas.
Las formas que tome el tejido urbano por medio de ejes viarios,
espacios públicos, actuaciones constructivas, lugares con alguna
dimensión de centralidad, han de tener en cuenta el com prom iso
necesario entre continuidad y diferenciación, ya que ni la integra­
ción ha de confundirse con homogeneidad ni la diferenciación es
sinónimo de excepción. El territorio necesita ejes que expliciten su
continuidad e hitos que marquen los lugares.
El debate sobre homogeneidad o heterogeneidad social no puede
partir de fundamentalismos, ni de lo inevitable o de la convivencia
de áreas socialm ente homogéneas, es decir, la segregación cla­
sista del territorio, ni del axioma que todos los barrios han de opti­
mizar la mixtura social. Por un lado, porque la realidad de cada ciu­
dad, su historia urbana, ha generado áreas m ixtas y otras más
homogéneas que no se pueden cam biar radicalm ente o a co rto
plazo. Y, en segundo lugar, porque si bien se puede orientar el mer­
cado y las administraciones públicas pueden impulsar actuaciones
que introduzcan elementos de heterogeneidad social, estas políti­
cas tienen sus límites. Aun así, hay un valor público que es el que
creemos que ha de tener prioridad: la heterogeneidad, la mezcla,
la presencia de colectivos sociales diferentes en cada zona de la
ciudad facilita tanto el funcionamiento urbano (ocupación, movilidad,
equipamientos, etc.) como la integración sociocultural. Esta hete­
rogeneidad se consigue tanto por medio de la residencia como por
medio del uso de los espacios urbanos. Pero a menudo se hace lo
contrario, bien porque los prom otores privados imponen objetivos
lucrativos y valores clasistas y, en otros casos, las políticas públicas
con vocación «social» mantienen o crean guetos de baja calidad.
Por eso, políticas urbanas que favorezcan la mezcla, la hetero-

63

En este caso, la plaza geneidad cultural, social y funcional harán de la recuperación urba­
es proyectada para relacionar
y hacer la transición entre na una realidad y no un simulacro esteticista de la ciudad.
espacios de diferentes escalas «El renacimiento contem poráneo del centro hace que la hetero­
y características. Por un lado,
la masa compacta del edificio geneidad sea prácticam ente imposible. No se trata solamente de
Walden 7 y por otra, matar la calle, sino de m atar la multitud, eliminar la mezcla demo­
la fragmentación doméstica crática. El nuevo centro está diseñado para asegurar un perfecto
del barrio sur de Sant just
Desvern. Proyecto de Miquel continum de trabajo, consumo y recreación de la clase media, ais­
Roa, arquitecto. ladas de las desagradables calles de la ciudad [...].
«Ciudades de todas las m edidas corren para aplicar y aprove­
char una fórmula que reúna conjuntamente desarrollo, homogenei­
dad social y percepción de seguridad.»31
La tram a urbana ha de poder adaptarse a usos diversos y favo­
recer la m ultifuncionalidad. La ciudad no soporta bien la zonifica-
ción rígida. La mezcla de funciones es posible y deseable si se sabe
sacarle partido. Los edificios adm inistrativos públicos o privados

3
64
pueden generar en sus áreas de acceso y las plantas bajas cafés
y comercios, espacios culturales y de ocio. Las manzanas indus­
triales pueden tener entornos ajardinados que no signifiquen ruptu­
ras psicológicas y ambientales en áreas residenciales. Se pueden
multiplicar los ejemplos de mezclas positivas. Un área urbana que
permite una flexibilidad de usos es la que mejor se adapta a su evo­
lución y se puede mantener correctam ente durante mucho tiempo.
Ejemplos no faltan: el Ensanche de Barcelona ideado por Cerda, las
cuadriculas latinoam ericanas com o en Buenos Aires, los barrios
para trabajadores de calidad en Viena o Am sterdam, entre otros.
La monumentalidad y la identidad de cada tejido urbano es una exi­
gencia social. Cuanto más problemática o deficitaria sea una zona,
más hay que invertir en la calidad del espacio público, en su diseño,
en sus materiales y en su mobiliario. La estética form a parte de la
ética del urbanismo.
La animación y la seguridad urbana: la vitalidad del ambiente urba­
no es un factor importantísimo de atracción y capacidad de integración.
La seguridad urbana depende sobre todo de la presencia de gente en
la calle, es decir, de la intensidad de usos del espacio público.
«La diversidad de usos equilibra el territorio desde el género.»32
La polivalencia del espacio público supone su adecuación al géne­
ro (uso femenino), a los grupos de edad, a colectividades cultura­
les o étnicas diversas.

Los proyectos urbanos y el debate ciudadano


¿Cómo se puede responder a estos retos urbanos? ¿Cómo se pue­
den plantear las respuestas en el m arco de las políticas urbanas?
La concepción de los proyectos urbanos no tendría que ser
nunca funcionalista strictu sensu, ni tendría que tener objetivos sola­
mente a corto plazo. Los proyectos urbanos, sea cual sea su esca­
la, especialmente los considerados de grande o mediana escala,
se han de plantear siempre como un com prom iso entre objetivos
diversos: funcionam iento urbano, prom oción económica, redistri­
bución social, mejora ambiental, integración cultural, etc. Siempre
han de establecerse previsiones sobre los im pactos estim ados y
no queridos para reducirlos al mínimo. Es necesario no olvidar que
cada proyecto puede ser mucho más im portante por lo que susci­
ta que por lo que es en primera instancia.

3_
65
La participación ciudadana no es una exigencia retórica, ni una
form alidad informativa, sino un debate político y cultural en el cual
han de poder intervenir m uchos actores, residentes presentes y
futuros, usuarios de trabajo, de ocio y ocasionales o de paso. Nadie
es propietario exclusivo de ningún trozo de territorio. Ni la munici­
palidad, ni el prom otor, ni los vecinos. El debate ciudadano ha de
estar orientado por objetivos políticos explícitos, es necesario hacer
em erger los valores culturales y los intereses sociales im plícitos.
Se han de presentar las propuestas técnicas y financieras, así como
los im pactos previsibles, con la máxima claridad, lo cual parece
obvio pero a menudo no se hace. Todas las personas han de tener
su oportunidad. La que exige proporcionar medios a quienes no
los tienen, por edad, género o marginación social o cultural.
Las administraciones públicas y en especial el gobierno local no
pueden renunciar a un rol regulador e impulsor de la transformación y
de la cohesión de los tejidos urbanos. Su papel no es imponer sin deba­
te su imperio en aquellas funciones limitadas que tiene en exclusiva ni
seguir obstinadamente las dinámicas del mercado. Ni tampoco conde­
narse a no decidirse escuchando a unos y otros sin tomar partido. El
gobierno local ha de tener un proyecto político e intelectual para la ciu­
dad a partir del cual debatir las diferentes propuestas e intereses.
Los espacios públicos requieren un debate público, la participación
ciudadana, a lo largo del proceso de concepción, producción y gestión.
¿Participación de quién? La lista podría ser interminable. También
se podría sim plificar respondiendo «participación de quienes se
m anifiesten com o interesados». Algunos colectivos sociales nos
parece que requieren una atención especial y, por lo tanto, es nece­
sario hacer emerger sus aspiraciones. Las mujeres, en primer lugar,
con sus demandas de accesibilidad o de iluminación, como también
respecto a su horario laboral, y tantos otros aspectos que se esca­
pan a los «responsables masculinos». Los jóvenes, que no son nece­
sariamente «los vecinos». La gente mayor y los niños, a los cuales
pocas veces se les pide opinión y pocos se fijan en ellos o los
defienden (posiblemente las mujeres). Las minorías étnicas, cultu­
rales o sexuales que sufren algún tipo de exclusión.
Es necesario que los profesionales asuman una responsabilidad
especial en la concepción y diseño de los espacios públicos. No
son un tipo de proyecto com o otros. No es suficiente con respon­
der a la demanda del «cliente», ya sea la Administración pública, un

_3_

66
organismo autónomo o una empresa privada. Es necesario hacer Espacios públicos que
reutilizan espacios otrora
todo lo que sea posible para que se expresen todos estos intere­ usados por las infraestructuras.
ses, para producir y difundir una cultura de espacios públicos que Recuperación por parte
de la ciudad de lugares
permita hacer propuestas y también cuestionar o com batir aquellas con historia, emblemáticos.
demandas o exigencias sociales no siem pre generosas, con los Puerto Madero, Buenos Aires.
otros o con uno mismo. Más que cualquier otro program a urbano,
un proyecto de espacio público se ha de apoyar en valores éticos,
de libertad, tolerancia y solidaridad.

J3_
67
El desafío del espacio público: la prueba
del urbanismo
La bondad del urbanismo actual se verifica en la calidad del espa­
cio público. «Nosotros también tenemos derecho a la belleza», decía
una anciana de una favela de Santo André (Sao Paulo, Brasil).
Derecho a la belleza, y hasta derecho al lujo, porque no hay
nunca despilfarro cuando se da riqueza a los pobres. Por lo tanto,
antes que nada, el espacio público es un desafío y una oportunidad
para la justicia urbana. Reivindicamos la máxima calidad para el
espacio público de la cotidianeidad, pero también el acceso a los espa­
cios públicos de centralidad para todos.
El espacio público es un desafío global a la política urbana: un
desafío urbanístico, político y cultural, referido a toda la ciudad.
Urbanístico: el espacio público no es el espacio residual entre lo
que se ha construido y el espacio viario. Hay que considerarlo el
elemento ordenador del urbanismo, sea cual sea la escala del pro­
yecto urbano. Es el espacio público el que puede organizar un terri­
torio que sea capaT3e~supoftar diversos usos y funciones y el que
tiene más capacidad de crear lugares. Ha de ser un espacio de la
continuidad y de la diferenciación, ordenador del barrio, articulador
de la ciudad, estructurador de la región urbana. Para los gobiernos
locales, el espacio público es el examen que han de aprobar para
ser considerados «constructores de ciudad».
Político: el espacio público es el espacio de expresión colectiva, de
la vida comunitaria, del encuentro y del intercambio cotidianos. Nada
queda al margen de este desafío: bloques de viviendas, centros comer­
ciales, escuelas, equipamientos culturales o sociales, ejes viarios, por
no nombrar calles y galerías, plazas y parques. Todas estas realiza­
ciones son susceptibles de un tratamiento urbanístico que genere espa­
cios de transición, que contribuyan a crear espacios de uso colectivo.
Es una cuestión de voluntad política y de respeto al derecho a la ciu­
dadanía, el sentido que se quiera dar a la cotidianeidad ciudadana.
Pero hay otra dimensión política del espacio público: aquella de
los momentos com unitarios fuertes, de afirmación o de confronta­
ción, el de las grandes m anifestaciones ciudadanas o sociales. La
ciudad exige grandes plazas y avenidas, especialmente en sus áreas
centrales (y, también, en otra escala, en sus barrios), en los cuales
puedan tener lugar grandes concentraciones urbanas. Estos actos

3
~68 ~
de expresión política tienen su lugar preferente frente a los edificios
o monumentos que simbolizan el poder. En consecuencia, es esen­
cialmente antidem ocrático cuando por medio de la prohibición de
acceso o del diseño urbano se impide este tipo de manifestaciones.
Al contrario: se ha de ampliar el espacio público hasta el interior de
los edificios políticos y adm inistrativos que representan o ejercen
poder sobre la gente. Como mínimo, hasta la planta baja.
Cultural: la monumentalidad del espacio público expresa y cum­
ple diversas funciones; referente urbanístico, manifestaciones de la
historia y de la voluntad del poder, símbolo de identidad colectiva...
Es uno de los mejores indicadores de los valores urbanos predomi­
nantes. ¿Por qué se nos imponen grandes edificios públicos como
fortalezas religiosas o políticas? Son inaccesibles al público a pesar
de su supuesto papel representativo com o los palacios y algunos
parques. ¿Por qué las avenidas más populares se coronan con monu­
mentos o son bautizadas con nombres que glorifican gestas milita­
res nada populares? ¿Por qué se ornamentan y se cualifican como
culturalmente válidas ciertas zonas de la ciudad y no otras abando­
nadas o desvalorizadas? ¿Por qué se sacrifican avenidas y bulevares
al automóvil y espacios colectivos animados o abiertos a los par­
ques temáticos excluyentes? ¿Por qué se menosprecia el valor cul­
tural de los edificios y tramas que representan la historia industrial
y obrera, por no hablar de los fragmentos rurales y agrícolas?
La gestión dem ocrática de la ciudad consiste precisamente en
socializar la centralidad de calidad y «monumentalizar las periferias»
descalificadas. — -___
La dimensión cultural del espacio público no se limita a la monu­
mentalidad y a los espacios no construidos, sino al conjunto de los
edificios, equipamientos e infraestructuras de la ciudad. Las formas
siempre transmiten valores, la estética es también una ética. Menos­
preciar el espacio público, su calidad, su belleza, su adecuación a
los gustos y las aspiraciones de los diferentes sectores de pobla­
ción más allá de su función específica, es simplemente dejar de lado
la gente y contribuir a los procesos de exclusión. Nada justifica que
no haya una preocupación y un debate públicos sobre el diseño, el
color, los materiales, etc., de grandes edificios públicos, de esta­
ciones o autovías urbanas, de hospitales, etc.
¿Quién determina el espacio público? ¿Cómo se produce y cómo
se evalúa el espacio público?
El espacio público es antes que nada una determinación político-
jurídica, pero tam bién un producto de uso social. Es decir, hay
«espacios públicos» inaccesibles o prohibidos y otros, que no son
jurídicam ente públicos, de uso colectivo intenso. Parecería razo­
nable plantearse cómo se pueden socializar los primeros y convertir
en públicos los segundos.
La agorafobia urbana identifica vialidad con espacio público y
seguridad con privatización. Y a menudo los poderes públicos con­
tribuyen cerrando y especializando los lugares públicos frente a
demandas de signo opuesto. Por ejemplo cerrando con rejas las
plazas para im pedir reuniones de jóvenes o de ciertas minorías,
expulsándolos del espacio público. Los casos de racismo que exclu­
yen a minorías étnicas de espacios y equipamientos públicos son,
desgraciadamente, demasiado frecuentes.
«El crecimiento de la ciudad privada en donde la desorganización
de las antiguas calles y ciudades es reem plazada por un tipo de
experiencia urbana mesurada, controlada y organizada que está ínti­
mamente relacionada con una fusión de consumo, entretenimiento
y cultura de masas. Estos desarrollos casi urbanos intentan proveer
de toda la energía, la variedad, estimulación visual y oportunidades
de cultura de las cosas reales, pero al mismo tiem po dejan fuera
los problem as que acompañan la vida urbana, la pobreza y el cri­
men. De esta manera los inversores acaban con las m ezclas de
diferentes clases de gente...»33

La producción del espacio público


Apuntamos acto seguido algunas estrategias para desarrollar la
«producción de espacios públicos»: regeneración, reconversión y
producción ex novo.
La regeneración de espacios públicos cubre diferentes tipos de
actuaciones como:
- Recuperación de los centros históricos degradados por medio
de apertura de calles y plazas, anim ación lúdica y com ercial en
espacios abiertos com o ferias, exposiciones, fiestas, etc.; equipa­
mientos universitarios y culturales, conversión en zona de peatones
y mejora de las calles existentes, medidas para crear una imagen
de más seguridad, etc.
- Reconversión de vías urbanas que en las últimas décadas han

3_
70
quedado m onopolizadas por la circulación en avenidas, paseos,
bulevares, jardines, terrazas, etc.
- Mejora mediante ajardinados, m obiliario urbano, iluminación,
equipamientos socioculturales, actuaciones sobre los entornos, etc.,
de calles y plazas de los barrios de bajo nivel de urbanización, a
menudo antiguas periferias, que se convierten en verdaderos espa­
cios públicos de uso colectivo y que proporcionan calidad de ciu­
dad a estos barrios.
La reconversión: nos referim os a la conversión en espacios y
equipamientos públicos de áreas que hasta ahora han sido infraes­
tructuras de comunicaciones (puertos, estaciones), industrias desac­
tivadas, cuarteles, etc., que por sus condiciones m ateriales o de
localización se pueden considerar obsoletas o de usos alternativos
más positivos para la ciudad, lo cual supone una negociación polí­
tica con agentes públicos o privados. Es necesario tener en cuen­
ta que los agentes públicos a veces actúan con una escasa visión
del interés público ciudadano, pudiendo com binar la arrogancia
administrativa con el afán especulativo. La exigencia de reversión
a la ciudad, sin otros costos que el desmantelamiento y traslado,
parece una demanda lógica de los gobiernos locales, sobre todo
cuando los interlocutores son entes públicos.
La producción de espacios públicos ex novo no solamente ha de
formar parte principal de toda operación de desarrollo urbano, sino
que ha de ser, como ya hemos dicho, el elemento ordenador, tanto
por lo que respecta a la articulación con el resto de la ciudad m etro­
politana como por lo que respecta a la ordenación interna. Pero hay
otras oportunidades de producir espacio público como las siguien­
tes:
- La consideración como espacios públicos, y no como espacios
vacíos, de los espacios naturales (forestales, frentes de agua, reser­
vas ecológicas), o agrícolas en regiones urbanas para definir usos
compatibles con su sostenibilidad.
- La utilización de áreas vacantes para entretejer la trama urbana
periférica mediante parques equipados y accesibles, nudos de comu­
nicaciones con vocación de atraer elementos de centralidad, etc.
- La utilización de las nuevas infraestructuras de com unicacio­
nes, como los anillos de circunvalación y los intercambiadores, para
generar espacios públicos y «suturar» barrios en lugar de fra g ­
mentarlos.

71
- La apertura de nuevos ejes en la ciudad construidos para dotar­
la de más monumentalidad, desarrollar y articular sus centralidades
y generar espacios públicos o sea lugares fuertes.
- La consideración como espacios públicos de calidad de infraes­
tructuras y equipamientos «especializados» como estaciones, aero­
puertos, centros com erciales o conjuntos de oficinas.

¿Quién hace espacios públicos?


Y, finalm ente, ¿quién hace los proyectos de espacios públicos y
cóm o se llevan a término?
Es obvio que la Adm inistración pública tiene un papel principal
debido a la m ism a naturaleza de estos espacios. Pero conviene
introducir algunas precisiones:
- El gobierno local es el más indicado para definir y program ar
los espacios públicos, pero en muchos casos habrá de concertar
sus iniciativas con otras adm inistraciones, bien por su com peten­
cia legal o la propiedad del suelo, bien por la necesidad de cofi­
nanciar los proyectos. El caso más claro es el que tiene que ver
con las grandes infraestructuras o la reversión a la municipalidad
del suelo de zonas militares, portuarias, etc.
- Aún más a menudo cabría la cooperación entre las autoridades
locales y hasta la creación de estructuras estables para desarrollar
program as y proyectos de espacios públicos articuladores de la
ciudad metropolitana y reequilibradores de sus territorios.
- La necesidad de adaptar los program as a realidades sociales
heterogéneas y a situaciones a veces microlocales, que exigen inter­
venciones oportunas y a la vez integradoras de demandas diversas,
requiere en las grandes ciudades una program ación y una gestión
descentralizada de los proyectos de espacios públicos, sobre todo
de pequeña y mediana escala.
- También existen, cada vez más, iniciativas privadas o mixtas
que asumen diversos aspectos del espacio público, la producción,
la gestión, el patrocinio, el mantenimiento, la vigilancia, etc., lo cual
puede estar muy bien... o no, porque puede conducir a una privati­
zación excluyente de los espacios públicos si la Administración públi­
ca no establece unas normas de uso adecuadas.
- Los program as de espacios públicos, en bastantes casos, for­
man parte de program as urbanos que incluyen otros objetivos y

_ 3_

72

Un parque tropical
en las antiguas naves del
ferrocarril en la estación
de Atocha, Madrid. Un lugar
para el reposo del ruido
de la gran ciudad.

3
73
diversidad de actores con finalidades más específicas e inmedia­
tas. En consecuencia, el program a de espacios públicos ha de ser
muy fuerte desde su inicio y ser defendido a lo largo de todo el pro­
ceso de desarrollo del program a. Por una parte, los condicionan­
tes constructivos o de circulación a menudo discutibles y sectoria­
les van reduciendo o desvalorizando los espacios públicos. Y por
otra, es necesario insertar los programas de espacios públicos en
los grandes proyectos urbanos, porque contribuyen, o así habría
de ser, a su calidad, multifuncionalidad y capacidad de evolución.
- La sostenibilidad y el uso social futuro de los espacios públi­
cos son dos cuestiones que se han de plantear desde su concep­
ción, lo cual implica tener en cuenta sectores profesionales, cultu­
rales y sociales, pero esto se hace pocas veces.
Todas estas cuestiones justifican el debate ciudadano y la auto­
nomía intelectual, como hemos explicado anteriormente.

Sobre espacios públicos y centros de ciudad


Los centros urbanos son los lugares polisémicos por excelencia: atrac­
tivos para el exterior, integradores para el interior, multifuncionales y sim­
bólicos. Son la «diferencia» más relevante de cada ciudad, la parte de
la misma que puede proporcionar más «sentido» a la vida urbana. Excep­
to cuando se especializan y se homogenizan hasta que todos se pare­
cen. 0 se deterioran y se convierten en áreas marginales. Los unos
porque de día se congestionan y de noche se vacían, los otros porque
reciben el doble estigma de la pobreza y de la inseguridad. Hoy el
«centro» son los centros, la historia urbana ha producido diversos cen­
tros (histórico, moderno o siglo xix, «nuevas centralidades»...). En la ciu­
dad metropolitana el centro-centro tiende a ser el territorio de la ciudad-
municipio como mínimo, se articula más o menos bien con un sistema
regional de ciudades que constituye un tejido denso de flujos y lugares.
Hacer ciudad hoy es en prim er lugar hacer ciudad sobre la ciu­ ◄

dad, hacer centros sobre los centros, crear las nuevas centralida­ La reestructuración
de las calles del núcleo
des y ejes articuladores que den la continuidad física y simbólica, histórico de Girona: un diseño
estableciendo buenos com prom isos entre el tejido histórico y el que muestra persuasión
e inteligencia, no impide el paso
nuevo, favoreciendo la mezcla social y funcional en todas las áreas. del coche pero lo invita
Por eso y sin que sea posible dar recetas mágicas, válidas para a no adentrarse en el centro
si no es imprescindible.
cualquier lugar y cualquier tiem po, conviene tener en cuenta algu­ Domesticando y pacificando
nos criterios que casi siempre resultan eficaces como son: el tráfico.

_3_

75
1. No hacer jamás un proyecto para resolver un problema, sino
para resolver dos, tres, varios problemas a la vez. Por ejemplo, una
ronda o vía perimetral sirve para la circulación individual y colectiva,
recalifica las periferias urbanas, genera centralidades en su entor­
no, soporta equipamientos y espacios públicos, posee valor cultu­
ral... o es así com o habría de ser.
2. Diseñar prim ero el espacio público y articular ejes de conti­
nuidad física y simbólica entre los nuevos proyectos y la ciudad exis­
tente. Por ejemplo la Défense no sería parte de París si no estuvie­
se en el eje Louvre y Champs Elysées y no culminara en el Grand
Arche. No pasa lo mismo con la Grande Bibliothéque, ya que los gran­
des proyectos de arquitectura urbana si no resuelven bien su relación
con los entornos no pueden considerarse exitosos.
3. Vivienda, siempre vivienda. Las áreas urbanas sin vivienda no
son ciudad, expresan la alienación urbana. Es necesario mantener
la vivienda en las áreas centrales e incorporar com o mínimo entre
un 30 y un 50% de viviendas en todos los grandes proyectos urba­
nos aunque se presenten como áreas de nueva centralidad, parque
empresarial, de servicios, etc. Las operaciones de viviendas han de
evitar la homogeneidad social. Los proyectos de viviendas de voca­
ción social únicamente para estam entos sociales bajos son antiso­
ciales. La mezcla social supone más ocupación, más equipamiento,
más integración en la ciudad y más visibilidad del lugar.
4. Actuar en los márgenes por su capacidad de sutura, en los anti­
guos barrios populares por su historia, en los ejes circulatorios por
su posición estratégica, en las áreas obsoletas recuperables, ya sean
industriales, militares, ferroviarias, portuarias, etc., sobre la base de
«grandes proyectos urbanos» que formen parte de una estrategia o
de un Proyecto de Ciudad coherente y deseable, compartido por con­
senso social y cooperación público-privada. Los proyectos urbanos
estratégicos deben definir un área de intervención mucho mayor que
lo que requiera el proyecto inicial que sirva de arranque.
5. Respetar la historia, la trama existente, la tradición cultural del
urbanismo de cada lugar. Por ejemplo en ciudades con una cuadrí­
cula potente, como Buenos Aires, no se puede impunemente desa­
rrollar proyectos basados en enormes torres aisladas rodeadas de
estacionamientos y enrejadas. Otras ciudades han de jugar con sus
elementos físicos, como Río de Janeiro con el aterro y los m orros,
o con sus elementos socioculturales, com o Sao Paulo y la compo-

3
76
sición «étnica» de los barrios. En otras ciudades posiblemente sea
necesario inventar la historia en el presente debido a su desarrollo
acelerado y deformado, com o pasa en Bogotá, pero siempre hay
elementos positivos que ayudan com o la sierra sobre la que se
apoya la ciudad, las «carreras», las zonas de baja densidad que
pueden generar espacios públicos, la excelente tradición arquitec­
tónica, entre otros.
6. El sector público ha de ser prom otor, no sim plem ente con­
trolador, regulador y operador subsidiario. No hay grandes pro­
yectos urbanos, de reconversión o ex novo, sin un programa públi­
co potente que abra paso, que impulse operaciones ancla y que
establezca certidum bres y condiciones para los agentes privados.
El mercado solo no hace la ciudad, la destruye prim ero y después
se destruye a sí mismo, genera monopolios y rentas de privilegio,
es decir elementos rígidos y paralizadores. El sector público, por
otro lado, puede desarropar la ciudad utilizando el m ercado, pero
no siguiéndolo de manera sumisa.
7. Hacer ciudad es hacer comercio y hacer cultura, términos his­
tórica y etimológicamente vinculados. Es decir, la ciudad es el lugar
de los intercambios y de las identidades. La calidad del espacio público
es el valor esencial de la ciudad, entonces en él se expresan, en el
sentido más amplio y ambicioso, comercio y cultura.
Como ya hemos dicho, afirmamos que el lujo del espacio público
no es lujo sino que es inversión económica y justicia social.

2 8 .1. Mignaqui (1998).


29. J. Gracq.
30. K. Lynch (1959), interpretado por F. Jameson (1991).
31. M. Davis (1992).
32. C. Hernández Pezzi.
33. J. Hannigan (1998).

3
77
El espacio público
es la ciudad, es la calle
«A travesar la c a lle para
de casa.»

Cesare Pavese
4

El urbanismo del siglo xix formalizó la distinción jurídica entre espa­


cio privado y espacio público, regulando los usos edificatorios, públi­
cos y privados con el fin de garantizar los espacios públicos y la
diversidad de funciones y de usos colectivos que allí se podrían
desarrollar. A finales del siglo la necesidad de intervenir sobre la
ciudad industrial, ya sea para renovarla o para extenderla dará lugar
a políticas urbanas activas para hacer espacio público. Dos figuras
del urbanismo de la segunda mitad del xix, Haussmann y Cerda, uno
reestructurando el viejo París y el otro diseñando la Barcelona
moderna del Ensanche, ordenan la ciudad alrededor de los espa­
cios públicos, elemento principal tanto del sistema de avenidas, pla­
zas y monumentos de Haussmann, com o de la trama cuadriculada
de Cerda. Se puede decir que la tradición urbanística que hereda­
mos no hace del espacio público un elemento especializado y refu­
gio de peatones en un tejido urbano concebido como suma de edi­
ficios y vías para vehículos, sino que se identifica con la misma
forma de la ciudad y está presente en toda ella.
A lo largo del siglo xx diversos factores han provocado la crisis del
espacio público urbano, como han sido: la dinámica de la propiedad
privada, la prioridad pública y privada a los programas inmobiliarios,
la ocupación exclusiva del espacio «circulatorio» por parte del auto­
móvil, la oferta comercial cerrada, la inseguridad ciudadana... En con­
secuencia para «salvar» o recuperar el espacio público se ha tendido
a convertirlo en un elemento especializado, un «equipamiento» más de
la ciudad, que a menudo incluye espacios segregados y monovalen­
tes, un espacio para niños, otro para perros, otro para aparcar, otro
«monumental», etc. El espacio público pierde así sus dos funciones
fundacionales, de las cuales derivan todas sus potencialidades:
a) Dar form a y sentido al conjunto de la ciudad, garantizar tra ­
yectos y elementos de continuidad y resaltar las diferencias entre
edificios, manzanas y áreas urbanas.
b) Ordenar las relaciones entre edificios, equipamientos, monu­
Página anterior
mentos, solares, vías, espacios de transición y espacios abiertos
en cada área de la ciudad. Las Ramblas de Barcelona.

4
81
4
82
Es decir, funciones que se sitúan en dos escalas diferentes.
«Comprender las diferentes lógicas urbanas para la creación de
tejidos compatibles con las disposiciones corrientes de las ciuda­
des, y con lo que sabemos de la práctica, que se pueden relacio­
nar [...] es decir, susceptibles de acoger las form as arquitectóni­
cas heredadas del movimiento moderno [...] también aquellas que
no entran en lo que consideramos cultura arquitectónica.»34
La recuperación de la cultura del espacio público es hoy una respuesta
no solamente a los déficit de espacio y equipamientos de uso colectivo,
sino también a la concepción «especializada» del espacio público. Esta
concepción ha sido reforzada en los últimos años por un «urbanismo de
productos», que ha reducido el concepto de proyecto urbano, que
ha de ser el que defina las condiciones de la edificación, al proyecto arqui­
tectónico. La arquitectura urbana puede ser muy interesante pero no es
lo mismo que el urbanismo y el proyecto urbano. El urbanismo de pro­
ductos, vinculado a estrategias de competitividad y a una cierta sumisión
a la iniciativa privada, a menudo contribuye a la fragmentación y a la segre­
gación urbana. Pudiendo convertirse en un facto r de construcción
de una lógica de ciudad que partiendo de la fragmentación sea capaz
de reducirla, en lugar de acentuarla como generalmente sucede.35
Esta tendencia al urbanismo de productos tiende a reducir el ries­
go, tanto el riesgo de la inversión como el riesgo del encuentro con
el otro, el riesgo de la diferencia y la heterogeneidad.
«Desde la moda de una cultura urbanística débil o pobre las ciu­
dades del cambio de siglo, incluyendo las más recientes inversio­
nes en la construcción de edificios para centros comerciales subur­
banos y parques tem áticos, downtown festival m arket y espacios
temáticos, se puede identificar una continua búsqueda de entrete­
nimiento de masas sin riesgo, que minimice el contacto entre ricos
y pobres, entre blancos y negros, a la vez que maximiza los bene­
ficios financieros de los prom otores. ◄
«De acuerdo con Herbet Muschamp,36 esta clase de negocios urba­ Cerda diseñó la Barcelona
nos busca reinscribir la seguridad de los valores de la clase media en el moderna del Ensanche,
ordenando la ciudad alrededor
centro urbano. Un cierto híbrido, una ética urbana-suburbana que fusio­ de los espacios públicos.
ne la seguridad del suburbio y la estandarización con la congestión urba­ Podemos afirmar
que la tradición urbanística
na, ofreciendo a la clase media un agradable espacio público donde la que hemos heredado hace
gente pueda disfrutar sin tener miedo. Pero esta clase de negocios urba­ del espacio público un elemento
que se identifica con la forma
nos fuerza a la ciudad a convertirse en una fortaleza invisible donde ricos de la ciudad y está presente
y pobres continúan polarizados pero la distancia es menos obvia».37 en toda ella.

* 8?
▲►
Estrasburgo. La primera y la Existe otra concepción de la ciudad que asume y aprueba el
segunda línea de tranvías
conectan equipamientos caos m etropolitano y de la ciudad sin lugar. Así la ciudad «genéri­
y barrios. Para facilitar esta ca» fabrica piezas dispersas en el territorio, exalta la anomia y pre­
conexión se unifican diferentes
proyectos, algunos que hacen supone que del caos saldrá el mejor orden posible. Se trata de un
más cómodo el acceso a los pensamiento urbanístico funcional para los negocios privados, los
tranvías, otros para solucionar
la compatibilidad del sistema
políticos con prisas y los arquitectos gestuales.
de tranvías con la red existente. «La ciudad genérica es la ciudad liberada de la esclavitud del centro,
El objetivo es crear una cadena de la camisa de fuerza de la identidad. Tiene el sentido de hoy y surge
de espacios públicos y no una
sucesión de actuaciones de las reflexiones de las necesidades de hoy. Es la ciudad sin historia.
puntuales. La serenidad de la ciudad genérica se cumple a través de la eva­
cuación de la esfera pública [...] En las program aciones urbanas
ahora encontram os sólo lugar para los m ovim ientos necesarios,
esencialmente aquellos del automóvil...
Su principal atractivo es la anomia.
«La calle ha m uerto...»38
La ciudad del espacio público pretende construir tejidos urbanos
con vocación igualitaria y abierta, con elementos referenciales pro­
ductores de sentido, con diversidad de centralidades y con capa-

_ 4_

84
: HOlít

cidad de articular piezas y funciones diferentes. En los espacios


públicos se tiene que producir un equilibrio de funciones entre lo públi­
co y lo privado. Lo público que decide la densidad y el diseño urbano.
Y lo privado que lo desarrolla, cede el suelo y construye. En este
caso importa más la calle que la casa.

La calle
La calle es hoy objeto de un recuerdo romántico al considerarlo un
anacronismo. Se admite con demasiada facilidad su inevitable susti­
tución por vías más o menos rápidas y por edificios altos y aislados.
0 bien, es objeto de una sobreprotección y se la segrega de la circu­
lación mecánica, se convierte en paseo acotado y así a la vez pierde
su rol de lugar de paso, de trayecto, de elemento de continuidad y de
relación entre las piezas urbanas; deviene un producto, uno más.39
A m ediados del siglo xix cuando lldefons Cerda, proyectó el
Ensanche de Barcelona, no olvidó señalar su preocupación por la
complejidad de la calle, que se tiene que considerar en una dimensión

_4 _

85
que vaya mucho más allá de su componente circulatorio:«... por qué
medios la calle, sin dejar de ser vía pública urbana, sin perjuicio de los
servicios que como tal debe prestar, puede y debe atender a otros que
de ella exigen, los vecinos por un lado y los transeúntes por otro, res­
pondiendo a la vez a las exigencias de la locomoción y al organismo
social y urbano [...] la calle sin perder su carácter de "carretera” , está
más principal e inmediatamente destinada a prestar, y realmente pres­
ta una serie interminable de servicios a cual más importante al vecinda­
rio estante [...] En cuanto a la amplitud del conjunto de fajas y zonas des­
tinadas al movimiento pedestre, después de meditar muy detenidamente
sobre esta cuestión, resulta que por ningún concepto debe ser menor

86
◄▲
de la concedida al movimiento ecuestre y rodado... Esas superficies que Nantes. Con la introducción
del tranvía se ha buscado
en cada encrucijada quedan vacías y al parecer sin objeto, después de reencontrar el equilibrio entre
dejar plenamente atendidas las exigencias de circulación, ofrecen a los los diferentes medio de
transporte y comunicar
vendedores callejeros de comestibles y otros artículos de uso común y nuevamente los dos sectores
frecuente, puestos a propósito para atender su útilísima industria...».40 del barrio antiguo.
Separar sí, pero esto no significa segregar. En la ciudad, para El espacio público reservado
para automóviles y autobuses
hacer ciudad, no conviene aislar las calles. Puede haber áreas y calles se han visto reducidos y el
peatonales pero teniendo cuidado para no contribuir a la marginali- tranvía comparte sin conflictos
el espacio público reservado
dad o al «museísmo» urbano, las calles tienen que ser accesibles tam­ para peatones. El resultado
bién para los vehículos, aunque tampoco se han de considerar que es. un espacio de calidad que ha
reequilibrado los usos y permite
todas las vías anchas han de servir para atravesar la ciudad. Por ejem­ la convivencia de diferentes
plo, para citar casos lo suficientemente conocidos de Barcelona, la medios de transporte. El tranvía
Gran Via tiene que servir para atravesar la ciudad pero La Rambla no es introducido como agente
activo en la regeneración de los
y la Diagonal a medias, es decir, con limitaciones para el automóvil, espacios públicos de la ciudad.
lo que justifica el tranvía. Ahora bien, las calles han de encontrar for­
mas no rígidas de separación de las funciones como pueden ser los
escalones, el mobiliario urbano, las hileras de árboles... Las vías segre­
gadas, como las rondas en Barcelona, el bulevar periférico en París
)
J
4
1 7
o las autopistas en Nueva York, no sólo tienen que ser la excepción
sino que es necesario hacerlas lo más urbanas posible, es decir, inte­
gradas funcionalmente y también por el diseño que ha de favorecer
T ► su inserción en el tejido urbano.
Saint Denis, Bobigny. Después Un adecuado tratam iento de las calles y vías urbanas supone
de cincuenta y cuatro años de
ausencia el tranvía vuelve a tener criterios para distinguir y tratar de form a diferente calles ordi­
recorrer la periferia parisina. narias, pasajes, calle mayor o rambla, bulevares o avenidas, auto­
El bajo costo de su
construcción y sus cualidades vías urbanas o autopistas... Siempre, aunque es necesario garan­
en el momento de relacionar tizar su uso polivalente tanto como espacio público y su accesibilidad,
diferentes barrios y sectores
hasta ahora olvidados y com o la articulación con la red viaria de la ciudad. Lo cual también
desagregados, lo hacen un es válido para las plazas, los entornos o espacios de transición vin­
sistema de transporte excelente culados a grandes equipamientos y parques urbanos. Es necesario con­
en una zona urbana tan densa.
El tranvía demuestra que una siderar el potencial urbanístico generador de espacios públicos y de
infraestructura de transporte transición de escuelas y equipamientos culturales, hospitales, conjun­
público puede resultar un medio
eficaz de poner en valor un to de oficinas o industrias, estaciones, puertos y aeropuertos, como ya
medio urbano. Aquí ha servido se ha expresado anteriormente. Las infraestructuras generalmente han
para crear el primer gran
bulevar de la periferia de París. sido consideradas como agresiones inevitables al espacio público ciu­
dadano o no han estado tratadas para otros usos que el específico de

_4 _

88
su función: redes de servicios (energía, agua, teléfono, etc.), infraestruc­
turas y sistemas de transporte colectivo (desde las estaciones hasta las
paradas de autobús). Es interesante observar hoy en día el tratamiento y
reconversión de áreas ferroviarias, puertos, canales y viaductos, cuarte­
les, industrias obsoletas, y otras áreas (véase la segunda parte del libro).
Obviamente también a los accidentes topográficos es necesario verlos
como oportunidades y no como un obstáculo o una incomodidad para el
desarrollo de la ciudad y de la calidad de vida.
La cultura del espacio público nos lleva a considerar que todos
los elementos que conforman el espacio físico urbano se pueden y
se deben tratar con un uso polivalente y positivo, sacando ventajas
y rendimientos en beneficio del espacio público.

Espacio público y forma de la ciudad


El hecho de que el espacio público sea el elemento determinante
de la form a de la ciudad ya es razón suficiente para atribuirle el rol
ordenador del urbanismo y en prim er lugar de la trama urbana.
La relación de la calle con la mezcla de usos ha dado lugar a la
manzana o isla. Ésta caracteriza la forma urbana de muchas ciuda­
des europeas y americanas y, en los casos de ciudades que han podi­
do planificar su desarrollo, ha dado lugar a form as regulares como
la cuadrícula. La tram a cuadriculada es un ejemplo especialmente
afortunado de mezclas de funciones y de usos, ya que perm ite la
combinación de diferentes modos de circulación, de los peatones a
los vehículos rápidos, crea espacios públicos de trayecto y de encuen­
tro, donde se pueden instalar actividades efímeras o permanentes,
establece una relación dinámica entre la calle y el espacio edificado
y posibilita diferentes formas de espacios de transición, como expla­
nadas, patios, manzana abierta, pasajes, terrazas, porches y otros.
La trama urbana y el espacio público se condicionan mutuamente, y
tienen que responder por tanto a concepciones compatibles.
Otros elementos de la forma urbana que condiciona los espacios
públicos son: los grandes ejes, las grandes plazas y los parques
urbanos, a menudo productos de la historia urbana pero también
de decisiones urbanísticas que no siem pre tienen en cuenta los
im pactos sobre la tram a y los espacios públicos del entorno; es
decir, que pueden tanto unir com o separar, ser un importante ele­
mento de animación urbana com o crear desierto a su alrededor o
ser ellos m ism os un desierto. Los m onumentos que a menudo se
hallan situados en estos espacios son elementos de referencia, que
marcan diferencias o atribuyen identidad, es decir, significantes,
pero su exceso lleva también a banalizar su significado.41
También es necesario citar las grandes piezas especializadas como
son los centros comerciales, las universidades y grandes equipamien­
tos culturales, las áreas deportivas, los templos religiosos, las nuevas
estaciones ferroviarias y otros. Estos equipamientos pueden generar

4
90
espacio público nuevo o animar el que existe... o todo lo contrario, pue­
den vaciarlo, introducir rupturas o soluciones de continuidad a la red
urbana que debiliten el sistema de espacios públicos. Lo mismo se
puede decir de operaciones homogéneas de vivienda, que a menudo
suman tres impactos negativos: homogenización social, segregación
urbana y debilidad del espacio público. Otro «producto urbano» poco
citado son los parques de oficinas, empresariales o de centros admi­
nistrativos que a pesar de las posibilidades que podrían ofrecer, lo que
sucede con más asiduidad es que niegan el espacio público ciudada­
no. Son necesarias normativas que introduzcan viviendas en estas ope­
raciones, que reserven las plantas bajas para bares y restaurantes,
comercios, equipamientos culturales. Una perversión reciente del urba­
nismo es la introducción de edificios altos y aislados en tramas equili­
bradas, como la cuadrícula, en nombre de la creación de espacio públi­
co cuando se trata de aparcamientos o de espacios exclusivos, a veces
enrejados, que introducen rupturas en el espacio público preexistente.
Por no hablar de los famosos parques temáticos, discutibles en ámbi­
tos metropolitanos, y aberrantes en áreas urbanas densas.
Una consideración especial merecen finalmente los espacios de
transición, es decir, aquellos que se sitúan entre privados y públi­
cos, o los generados por el impacto o el vacío de un equipamiento
o una infraestructura sobre su entorno, o espacios residuales pro­
ducidos por las formas del desarrollo urbano. Si vemos estos espa­
cios como oportunidad nos darem os cuenta de que en la ciudad
actual las posibilidades de crear espacios públicos calificados son
inmensas. Bien como espacios públicos permanentes, bien com o
oportunidad para el urbanismo «efímero».

Privatización del espacio público


La crisis del espacio público como otras es «la crónica de una cri­
sis anunciada». Frente a un cierto desentendimiento e incapacidad
por parte de algunas ciudades para resolver sus problemas socio­
económicos y del bom bardeo m ediático sobre los peligros que
suponen los espacios públicos, que se hallan ocupados por los
«otros» que allí viven, venden o deambulan, la solución más rápida
es decidir que es necesario practicar un cierto «higienismo social»
para sanear la ciudad. Se ha considerado previamente a la ciudad
como una realidad patológica, y hasta «satanizada». La solución
consiste en «limpiar» la ciudad de los otros, sustituyendo los espa­
cios públicos por áreas privatizadas consideradas como zonas pro­
tegidas para unos y excluyentes para los otros. Se nos propone un
sucedáneo de realidad, lugares hipercontrolados, donde todo pare­
ce real pero no lo es.42
Una parte del aprendizaje de la vida que hacemos en la ciudad
implica aceptar al otro que es diferente, reconocer y saber que el
riesgo existe. Ahora bien parecería que esta ciudad del aprendiza­
je se va esfumando en los confines de estos lugares controlados,
donde la apariencia prevalece sobre la realidad y donde parecería
que se busca aquel que es igual a uno mismo.
«El sentimiento agobiante del “nosotros” m ortalmente amenaza­
do, tan desproporcionado [...], esta incapacidad para contender con
el desorden sin elevarla a la escalada del com bate mortal, es ine­
vitable cuando los hom bres m oldean sus vidas com unes de tal
m odo que su único sentido de afinidad es el sentido de creerse
parecidos o sem ejantes...»43
Esta manera de com portarse supone el gran riesgo de que se
form e toda una ciudadanía incapaz de relacionarse con «el otro»,
incapaz de reaccionar ante un im previsto de la vida, incapaz de
decidir por ella misma. Si todo es enseñado ya dom esticado, con
opciones únicas perdemos gran parte de las riquezas urbanas que
se basan en la diversidad. Diversidad de opciones culturales, socia­
les, sexuales y laborales. El riesgo, la aventura son tan necesarios
com o la protección y la seguridad.
Existe una búsqueda de seguridad que lleva a cerrar el espacio públi­
co, como si ésta fuese la causa de la inseguridad y del miedo urbano.
Esta búsqueda tiene unos reflejos formales, imágenes que quieren recu­
perar un paraíso perdido. Basada en la recuperación de una comuni­
dad mítica donde todos se conocen, donde todos son iguales; y esto
es sólo una idea, un mito, de una realidad que nunca ha existido. Sus
referentes formales son un collage fragmentado y aleatorio de imáge­
nes de una arquitectura del pasado. El mito de las relaciones persona­
les e íntimas con los vecinos que sólo son posibles si se «restablece»
un medio urbano controlado, seguro y sobre todo ficticio.
Además la privatización del espacio público supone el peligro de
la pérdida de derechos ciudadanos ya conseguidos; como por ejem­
plo los de algunas minorías étnicas o sexuales:
«... La lucha de la igualdad en la calle de la homosexualidad... se

A_

92
ve rota por la aparición de los espacios públicos privatizados con
el derecho a la admisión y permanencia...»44

Usos sociales del espacio público


El hecho más relevante para garantizar el uso del espacio público
por parte de todos es la diversidad; diversidad de funciones y de
usuarios. La misma seguridad queda así de una manera o de otra
garantizada.
La diversidad favorece la multifuncionalidad y se vuelve un ele­
mento de potencialidad evolutiva.
El espacio cotidiano es el de los juegos, de las relaciones casua­
les o habituales con los otros, del recorrido diario entre las diver­
sas actividades y del encuentro. Este espacio coincide con el espa­
cio público de la ciudad. Por eso favorecer el espacio público
dándole cualidades estéticas, espaciales y formales facilita las rela­
ciones y el sentimiento de pertenencia al lugar. Además estas cua­
lidades permiten el uso del espacio por parte de todos sin excluir
a nadie; así un espacio «iluminado» permite su uso por igual tanto
a las mujeres como a los niños o a las minorías que, de otra mane­
ra, podrían sentirse intimidados y tem er una agresión. Otros gru­
pos en cambio necesitan espacios «propios» (por ejemplo los jóve­
nes por la noche); hasta la necesidad de espacios refugios, para
minorías víctimas del racismo o de un legalismo represivo.
La apropiación del espacio público por parte de diferentes colectivos
minoritarios por razones de raza, género y/o estado es parte del dere­
cho a la ciudad, de sentirse orgullosos del entorno, y por ello se deben
favorecer usos o actividades que permitan estos mecanismos.
El uso del espacio público no siempre está igualmente garanti­
zado para todos; para poder ser utilizado en igualdad de condiciones
por hombres y mujeres debe ofrecer características de seguridad,
visibilidad, iluminación y heterogeneidad.
Un estudio sobre el espacio público en los barrios realizado en
Santiago de Chile,45 m uestra cómo el barrio es la referencia feme­
nina de la ciudad; los hombres tienen más capacidad para moverse
en la ciudad mientras las mujeres se quedan en mayor medida en el
barrio. El uso del espacio público barrial se halla muy condicionado
por el sentim iento de inseguridad que las m ujeres perciben en
muchos casos en él. Así las mujeres utilizan el espacio público para

_4_

93
moverse al tiem po que los hombres se instalan en él y lo disfrutan:
«Partiendo de la observación realizada en el terreno, hemos podi­
do identificar las siguientes características y efectos en el uso de
los espacios públicos -p o r parte de los habitantes- vinculados a la
buena calidad física-espacial de los mismos:
»Mayor diversidad: los espacios de mayor calidad acogen a usua­
rios de diferentes sexos y edades, personas solas, en pareja o en
grupos; que intercalan y desarrollan actividades diversas, dinámicas
y pasivas -juegos y deportes, conversación, paseo y descanso.
«Incremento del tiem po de uso: los espacios de m ejor calidad
permiten una ocupación tanto diurna como nocturna más frecuen­
te por parte de diferentes tipos y usuarios. Lo que quiere decir rela­
ción directa con el grado de seguridad que presentan los espacios.
«Circulación intensiva: los espacios que constituyen bordes vita­
les, presentan circulaciones cruzadas y en diferentes direcciones,
lo cual se refleja en su ocupación intensiva, tanto en su área cen­
tral como en los bordes y periferias».
Se hace entonces necesario potenciar el uso del espacio público
por parte de las minorías sin obstrucciones culturales, discriminato­
rias o excluyentes. Realizar políticas urbanas inclusivas que favorez­
can el uso del espacio público por parte de las mujeres, ya que exis­
te muchas veces una especie de control tácito masculino sobre los
espacios de carácter social transitorio, entre lo público y lo privado
alejando de ellos a las mujeres. Así la amenaza del dominio sexual
masculino a través de provocaciones verbales y la posibilidad de un
desencadenamiento de la violencia es determinante en la relación de
las mujeres con el espacio público.46 Para paliar en alguna medida
estos efectos negativos sobre el derecho al uso de la ciudad se crean
espacios públicos femeninos para fomentar el encuentro (como cen­
tros de atención, bibliotecas de mujeres, etc.). Espacios que son una
ayuda, pero que constatan la dificultad de la mujer a la hora de ejer­
cer en la calle los mismos derechos que los hombres.

Espacio público y seguridad ciudadana47


Una ciudad compartimentada, segregada, de guetos de ricos y pobres,
de zonas industriales y de campus universitarios, de centros abando­
nados y de suburbios chaletizados, no parece insegura. Nos puede dis­
gustar por la pérdida de vida social urbana. Y podemos considerarla

_4_

94
injusta, porque dualiza y excluye, porque expresa un urbanismo que no
solamente no añade un plus de solidaridad, sino que agrava la desgracia
de muchos, porque no contribuye a la redistribución social. Si en Amé­
rica, y más recientemente en Europa, se generaliza esta caricatura del
movimiento moderno de shopping centers, de zonas residenciales pro­
tegidas por policías privados, de grandes equipamientos concebidos
como fortalezas, es porque la segmentación urbana es funcional. La
agorafobia urbana, el tem or al espacio público, se com bate con el
automóvil y con el hábitat protegido por las «fuerzas del orden».
Esta opción no es monopolio de clases altas ni medias. Los sec­
tores pobres también necesitan protegerse y generar su autodefen­
sa, sus propios «policías», muchas veces lo son las mismas orga­
nizaciones armadas que fuera de su zona son bandas delincuentes
o que dentro de ella gestionan actividades consideradas ilegales.
Esta com partim entación es potencialm ente explosiva pero no se
considera hoy en sí misma fuente de inseguridad urbana cotidiana.
En Río o en Estambul el ejército separa una zona de otra. Y dentro
de ellas actúan las «policías» propias de cada una (más privadas
que públicas). Ciudades tan distantes com o Los Ángeles y Kigali
(Ruanda) son la prueba de las explosiones de violencia que generan
las ciudades guetizadas o tribalizadas. En Río o en Bogotá, en París
o en Nueva York, en Barcelona o en Marsella, la violencia que se
vive en los barrios marginales no preocupa ni a los medios ni a las
instituciones ni a la llamada opinión pública. Lo que preocupa es la
delincuencia urbana, sean robos o agresiones a ciudadanos
«comme iI faut», sean enfrentamientos con la policía o alteraciones
del orden público. La violencia urbana nace com o reflejo de diver­
sos problemas sociales y se hace más visible en el contacto entre
los ciudadanos y los «otros». Es entonces una expresión de con­
flicto social. Siempre es una expresión de anomia y revuelta.
La violencia urbana puede ser leída como ambivalente. Un aten­
tado al derecho a la s e g u rid a iy u n indicador dem ocrático, o mejor
dicho nos indica que hay un déficit dem ocrático.48
No es preciso enfatizar algo tan comúnmente admitido: el dere­
cho a la seguridad es un derecho dem ocrático fundam ental. Las
instituciones políticas, las administraciones públicas, la justicia y la
policía deben garantizarlo, por lo tanto prevenir o reprim ir las con­
ductas que amenacen o conculquen este derecho. Quienes más
necesitan de la protección pública del derecho a la seguridad son
los sectores más débiles o vulnerables de la sociedad. El derecho
a la seguridad es, sobre todo, un derecho a la justicia que deman­
dan los sectores populares. Aunque la justicia está cada vez más
ausente de sus territorios y más inaccesible cuando la precisan.
Sin embargo las políticas de seguridad ciudadana, por una parte,
sólo muy parcialm ente protegen este derecho y, por otra, tienen
también efectos perversos. Queremos únicamente resaltar por lo
menos tres déficit:
Su carácter clasista y racista. Se «criminalizan» grupos y territo­
rios como peligrosos y sospechosos colectivamente. Como decían
en un program a de televisión francesa (Sagacités) jóvenes magre-
bíes desocupados, una vez superado el inconveniente del apellido
y del aspecto físico, muchas veces el obstáculo insuperable para
encontrar empleo era dar la dirección del barrio en el que vivían. En
ciertas ciudades es suficiente ser joven «étnico» y «periférico» para
ser considerado predelincuente por las «fuerzas del orden».
La mitificación de las políticas represivas sobre todo «made in USA».
A pesar de que los estudios recientes, incluso comparando únicamente
ciudades norteamericanas que practican políticas distintas, se demues­
tra que las políticas tipo «tolerancia cero» criminalizan colectivos socia­
les y étnicos y no siempre reducen la inseguridad urbana, o por lo
menos, no más que políticas sociales y culturales preventivas. La com­
paración entre la Barcelona de los ochenta y el Londres conservador
demuestra, por otra parte, la mucha mayor eficacia de las políticas pre­
ventivas (en Londres durante el gobierno Thatcher la delincuencia urba­
na aumentó en un 50%, en Barcelona se redujo en el mismo porcentaje).
La incomprensión de las dimensiones específicamente urbanas
de la inseguridad. Cuando, por ejemplo, se combina un espacio peri­
férico desestructurado, sin espacio público ni equipamientos de cali­
dad, donde los jóvenes no trabajan ni estudian de día, ni saben
dónde ir de noche, si a ello se añade la presencia percibida como
provocadora de la policía, ¿qué se puede esperar?
La inseguridad urbana puede considerarse también como una señal
de alerta social. Expresa la contradicción entre una socialización rela­
tiva pero considerable del espacio urbano (usable por la gran mayoría
de la población) y la exclusión o poca integración económica y cultu­
ral de numerosos colectivos sociales que ocupan la ciudad pero no pue­
den usar sus ofertas (mayoritariamente comerciales) ni tienen a su alcan­
ce las libertades potenciales que de hecho son negadas a muchos.

4
96
por ello, a riesgo de parecer provocador, creem os que hay que
considerar la violencia urbana también en su dimensión de indicador
democrático, en la medida que nos envía un conjunto de señales sobre
colectivos sociales que pugnan por sobrevivir, por ser reconocidos
aunque lo expresen agresivamente, que no aceptan su exclusión.

La paradoja de las políticas urbanísticas:


el urbanismo de seguridad es el que crea
inseguridad
El urbanismo difuso, creador de áreas protegidas y especializadas y
áreas excluidas y desconectadas, aparentemente garantiza la seguridad
de unos frente a la violencia de otros. Pero en realidad este urbanismo
es fuente de violencia. El proceso de metropolización difusa fragmenta
la ciudad en zonas in y zonas out, se especializan o se degradan las
áreas centrales y se acentúa la zonificación funcional y la segregación
social. La ciudad se disuelve, pierde su capacidad integradora. Es una
tendencia, no la única. El peso de la historia, la acción social ciudadana
y las políticas urbanas pueden desarrollar dinámicas de signo contrario.
Pero la tendencia disolvente es, muchas veces, la dominante.
La ciudad como sistema de espacios públicos se debilita, tiende
a privatizarse. Los centros comerciales sustituyen a calles y plazas.
Las áreas residenciales socialmente homogéneas se convierten en
cotos cerrados, protegidos los sectores medios y altos, por poli­
cías privados. Los flujos predominan sobre los lugares. Y los ser­
vicios privados sobre los públicos.
La sociedad urbana de la era de la globalización se caracteriza
por una desigualdad sin (o poca) movilidad, por una vida social en
la que prevalece la inestabilidad y la inseguridad. El mercado de tra­
bajo es más reducido que la población activa, los jóvenes son los
principales afectados y les acecha la exclusión. La violencia difusa
que hoy se identifica con la vida cotidiana de muchas ciudades es
más producto de la anomia que de la conflictividad social.
Uno de los aspectos más negativos de esta evolución urbana es
el efecto m ultiplicador de la combinación de estos tres im pactos.
Físicamente la nueva metrópolis tiende a segmentar más que a inte­
grar. Funcionalmente privatiza, lo cual obstaculiza la inserción socio-
cultural. Y socialm ente la exclusión de una parte de la población
activa, los jóvenes especialmente, agrava la anomia.

_4_

97
Este urbanismo finalmente reproduce y amplía, aunque sea incons­
cientemente, las consecuencias del urbanismo militar de hace unas
décadas, cuando defendía la utilidad de los polígonos de vivienda, ais­
lados, como zonas de reclusión y control de las «clases peligrosas».49
Los sectores populares son precisamente peligrosos porque se les
aísla, porque se les recluye en territorios sin lugares, es decir, caren­
tes de atributos y significados, porque no pueden sentirse orgullosos
de su casa y de su barrio, porque no es posible en este marco cons­
truir su doble identidad de ciudadanos: de su barrio y de su ciudad.
Si predomina la dinámica de ciudad difusa y fragm entada inclu­
so las actuaciones bien intencionadas destinadas a socializar o cua­
lificar los espacios urbanos pueden, a corto plazo, tener efectos
perversos. Por ejemplo grandes espacios públicos accesibles que
son rechazados por clases medias víctimas de la agorafobia urba­
na y/o utilizados agresivamente por sectores que se sienten exclui­
dos. O grandes equipamientos culturales sin espacios de transición
con el entorno que en vez de cualificar éste aparecen como forta­
lezas ostentosas e irritantes para sectores poco integrados.

La revalorización de la ciudad y del espacio


público como seguridad y ciudadanía
Queremos enfatizar especialmente la importancia de los espacios públi­
cos en la política de construcción de la ciudad securizante e integrado-
ra. El espacio público cualificado es un mecanismo esencial para que la
ciudad cumpla su función iniciática de socialización de niños, adoles­
centes y jóvenes, de colectivos marginados o considerados de «riesgo».
Hoy tiende a predominar en muchas ciudades una dialéctica negati­
va entre espacio público ciudadano (decreciente) y sensación de inse­
guridad difusa y exclusión social juvenil (crecientes). Pero es posible
una política urbana activa que invierta este círculo vicioso, que lo con­
vierta en virtuoso. Es una de las bazas principales de cualquier ciudad
exitosa, incluso en el terreno de la competitividad. Importa tanto su
cohesión social como su diseño: ambos condicionan su funcionalidad.
Aunque parezca una paradoja, creemos que a la agorafobia «securi-
taria» que teme los espacios públicos abiertos hay que oponer más espa­
cios públicos, más lugares abiertos de intercambio entre diferentes.
Algunos de los requisitos de estos espacios para facilitar su fun­
ción securizante son:

_4 _

98
La intensidad de su uso por su entorno com ercial y residencial,
por sus equipamientos o por ser contiguos o de paso con relación
a puntos intermodales de transporte.
La calidad form al, la m onum entalidad, el uso de m ateriales
nobles, el prestigio social atribuido a la obra.
La ordenación de espacios de transición entre las áreas com er­
ciales y residenciales form ales, entre los equipamientos culturales
y sociales y las zonas «conflictivas».
La participación de la comunidad, vecinos y usuarios en la ges­
tión de los espacios y equipamientos, y en la realización de activi­
dades en estos espacios y equipamientos.
La oferta específica dirigida a grupos en situación de riesgo que
puede referirse tanto a la oferta educativa o cultural (por ejemplo
escuela de circo para jóvenes predelincuentes) com o a espacios
disponibles para iniciativas propias (música, deportes) o escuelas-
talleres vinculadas a posibles demandas del entorno (que pueden
com pletarse con m icroem presas o asociaciones que aseguren
luego la gestión de servicios y por lo tanto generen empleo).50
El urbanismo no puede renunciar a contribuir a hacer efectivo el
derecho a la seguridad en la ciudad, es decir, en el espacio público,
el derecho a los espacios públicos protectores. Pero para todos.
Sin exclusiones.

34. Ph. Panerai; D. Mangin (1999).


35. M. Solá-Morales (1983).
36. H. Muschamp (1995).
37. J. Hannigan (1998).
38. R. Koolhaas (1997).
39. A. Jacobs (1993).
40. A. García Espuche y T. Navas (1999).
41. J. Baudrillard.
42. P. Virilio (1991).
43. R. Sennet (1975).
44. R. Sennet (1975).
45. D. Bell y J. Binnie (1998).
46. 0. Segovla y M. Saborido (1997).
47. F. Collin. «Espacio doméstico. Espacio público. Vida privada.»
48. J. Borja, Revista Prevenció, 1998 y 1997, y documentación Máster «La Ciutat»
- Les Heures, 2000 (textos de J. Delgado, M. Martin, P. Molinas, etc.).
49. Fórum Seguretat Urbana (1995).
50. Fórum Seguretat Urbana, La Villete (1996).

4
99
(?)
E s p á d P d ^ fM W d M a m a
«Todos tienen el d erech o a disponer
o a c c e d e r fá c ilm e n te a un á re a con
elem en to s de c e n tra lid a d , a vivir en
un b a rrio bien visto y bien co n sid erad o
por el resto de los ciu d ad an o s, a p o der
in v ita r a co m er en su casa sin te n e r que
a v e rg o n za rs e de n ada.»

( C o l o q u i o d e C a r r o s - F r a n c i a , d e las
in te rv e n c io n e s de Roland C a s tro
y J o rd i B o r j a . )
5

«Lo peor no es nuestro nombre, o el color de nuestra piel. Aunque


se nos haya dicho que tenemos el perfil adecuado para un lugar de
trabajo, cuando hemos de dar la dirección, si el barrio es conside­
rado “indeseable” , lo más normal es que se acabe la entrevista.»
(De un programa de la televisión francesa (Sagacités) sobre los
barrios difíciles y los jóvenes de origen inmigrante en las ciudades
europeas.)

El viernes, el sábado y el domingo, la avenida de Champs Ely-


sées se llena de jóvenes africanos, árabes, asiáticos. Ocupan la
avenida más simbólica de París, se apropian de la ciudad, se pue­
den sentir plenamente franceses. Sin em bargo, alguien nos dijo
«No son franceses como los otros» (¡un diputado socialista!). Aun­
que en la mayoría de los casos hayan nacido en París y tengan
nacionalidad francesa.

«Nosotros también tenemos derecho a la belleza»


(Una abuela de una fave/a, en Sao Paulo, Brasil).

En este capítulo nos centraremos en el rol que puede desempeñar


el espacio público en el acceso a la ciudadanía de los habitantes y
usuarios de la ciudad, y complementaremos el capítulo anterior en
cuanto a las políticas de espacios públicos, la concepción formal
de los mismos y los usos sociales que permiten, contribuyendo a la
cohesión y a la igualdad social.51

Sobre la relación entre ciudad y ciudadanía


La ciudad es a la vez, histórica y actualmente, urbs, civitas y polis. *
Urbs, es decir, una aglomeración humana, en un territorio defi- Página anterior
nido, por la densidad demográfica y la diversidad social y funcional. Manifestación dudac
Sin embargo, hoy día no es fácil delimitar la Urbs, y lo es aún calles de Barcelona.

5
103
Espacio público igual a espacio menos determinar su identidad diferenciada del resto, como era,
de la memoria, del aprendizaje
y de la convivencia. Fossar por ejemplo, la distinción campo-ciudad. Se superponen realidades
de la Pedrera, Barcelona. diferentes: la ciudad histórica con sus centros y sus barrios, a veces
8 antiguos municipios; la ciudad administrativa o el municipio actual;
0
la aglomeración o continuo urbano, a menudo estructurada por la
1
red de metro; la com arca, que por razones históricas, geográfi­
cas y administrativas mantiene una cierta vigencia; el área m etro­
politana que puede ir más allá de la continuidad territorial; la re­
gión m etropolitana con multiplicidad de centros o polaridades,
hoy en día de geometría variable, y en general no del todo articu­
lada ni funcional ni institucionalmente, por ejemplo en lo que respecta
al transporte colectivo y al planeamiento territorial; y finalmente
los entes intermedios -provincias, departam entos o condados
para referirnos a la terminología europea- que aunque en bastan­
tes casos han tenido orígenes arbitrarios, han consolidado una ar-

5
104
ticulación institucional del territorio plurimunicipal y es una opción
razonable para la organización de la región urbana, macrometro-
politana o metápolis52. En este tipo de ámbitos, como Barcelona
(ciudad, área metropolitana, región y provincia) tam poco es senci­
llo determinar la naturaleza de las «otras ciudades»: los antiguos
municipios-suburbios que adquieren calidad urbana y elementos
de centralidad; ciudades alejadas de la influencia de la capital
hasta un período reciente pueden mantener hoy una relación coti­
diana: y, en medio, las denominadas «ciudades maduras» de la re­
gión metropolitana que combinan elementos de centralidad propia
mientras que es una parte relativamente cualificada del sistema
urbano barcelonés. Afortunadamente la dinámica policéntrica es
fuerte, lo cual permite a la vez un uso social del territorio más justo
y más racional.
Aún podríamos ampliar esta realidad compleja si considerára­
mos las ciudades y las regiones metropolitanas en el ámbito euro­
peo. La m acro-región estratégica, conjunto articulado de ciudades
que configuran más una red que un sistema estricto, que configura un
territorio construido por proyectos estratégicos. O las regiones ur­
banas transfronterizas y los grandes ejes articulados por ciudades
y grandes infraestructuras, com o el arco atlántico o el Rin-Ró-
dano.
¿De dónde es ciudadano el «urbanita» actual? En este magma
de elementos territoriales, funcionales, históricos, a menudo unos
son relativamente estables, y otros se hacen y rehacen continua­
mente; en esta mezcla de gran ciudad y de región urbana, de ba­
rrios-refugio de la identidad y de ciudades pequeñas y medianas
que radicalizan su afirmación «para no disolverse en el aire», es­
tos territorios que hemos descrito com o fragm entados y difusos,
esta ciudad genérica compuesta de elementos dispersos y de es­
pacios privatizados... ¿de dónde son y dónde ejercen los ciudada­
nos la ciudadanía? Parece evidente que no se puede hablar de un
único territorio de proximidad, sino de diversos territorios y diver­
sas identidades y pertenencias territoriales.
La civitas o la ciudad com o lugar productor de ciudadanía y
ámbito de ejercicio de la misma. Entendemos por ciudadanía un
estatus que reconoce los mismos derechos y deberes para todos
los que viven - y conviven- en un mismo territorio caracterizado
por una fuerte continuidad física y relacional y con una gran diver-
La calle es el primer lugar sidad de actividades y funciones. La intensidad o alta densidad de
d p lo p n nw ix /p np ip i ít ?|\/Á q
dei juego. Plaza de ios Ángeles, relaciones entre los habitantes es posible precisamente porque
Barcelona. son diferentes, en cuanto a aptitudes y actividades, por lo tanto
pueden intercam biar. La ciudad-c/V/tas no es una unidad homogé­
nea sino la sociedad urbana heterogénea. La cohesión de la civi­
tas se basa en la igualdad de los ciudadanos, que es casi una re­
dundancia, ya que un elemento distintivo de los ciudadanos es
precisamente la igualdad político-jurídica, el acceso a todos los
servicios urbanos y las actividades que se desarrollan en la ciudad
y la existencia de m ecanismos reductores de la desigualdad y es­
tim uladores de la movilidad social. El ideal de la sociedad urbana
entendida com o civitas (o urbanidad) es el de una colectividad ba­
sada en la convivencia y la tolerancia, heterogénea pero con unos
valores básicos y unas pautas elementales de com portam iento
comunes, que construyen y mantienen algunos elementos de
identidad. La ciudad que hace posible la civitas no es la ciudad
genérica con tendencia a la anomia, privatizada por los miedos y

5
106
ia insolidaridad, orientada socialmente por los valores individualis­
tas y «familiaristas»53 (es decir, buscar solamente la compañía y la
proximidad \os «idénticos»), fragmentada a la vez por las estruc­
turas físicas y administrativas del territorio y por localismos cor-
norativos de guetos de todo tipo, dualizada entre los in y los out,
sm referencias físicas y sim bólicas... Por mucho que se pretenda
justificar la ciudad genérica, la ciudad caos, la ciudad emergente
en las periferias o la telépolis por la gran heterogeneidad de la so­
ciedad postindustrial, por la dinámica propia del mercado o por el
impacto determinante de las nuevas tecnologías de comunica­
ción, el hecho es que estos factores pueden ser útiles o regula­
bles con finalidades muy diversas, pueden actuar en direcciones
muy opuestas, según los valores y objetivos de las políticas públi­
cas.
Es también la polis, el lugar de la política. El lugar de la política
de proximidad, del autogobierno, de las instituciones político jurídi­
cas, de las normas y administraciones públicas y también de la
autorrepresentación de la sociedad, de la expresión de las deman­
das colectivas, de las movilizaciones sociales, de los cambios en
las relaciones de poder, de las innovaciones culturales y políticas.
Es decir la polis es el lugar del poder, de la participación y de la
representación a través de las instituciones, y también de la opo­
sición al poder y de los cambios en el poder.
A pesar de la existencia de los Estados y de la «globalización
política», la ciudad vale com o lugar político, pero también como
representación de la identidad colectiva de la sociedad urbana,
por ello se reivindica el gobierno de proximidad, la concertación
entre instituciones y actores sociales para llevar a cabo proyec­
tos colectivos, como pueden ser el planeamiento estratégico y la
participación ciudadana a todos los niveles, utilizando entre otras
las nuevas tecnologías.
La cuestión es cómo las políticas de espacios públicos contribu­
yen a hacer ciudad en los territorios urbanizados, a crear condicio­
nes de urbanidad y de civitas, a facilitar la participación ciudadana y
la innovación de las políticas democráticas. Los espacios públicos
pueden ser una respuesta eficaz a tres tipos de desafíos: urbanísti­
co, sociocultural y político.
El desafío urbanístico requiere respuestas que ya hemos citado
sobre la ordenación de los elementos construidos, el establecimien-

5
107
to de trayectos físicos y simbólicos que den continuidad a las par­
tes del territorio urbano, la sutura de los espacios intersticiales, la
dialéctica entre centralidades y movilidades accesibles a toda la po­
blación, la mixtura social y funcional de cada zona urbana, etc.
El desafío sociocultural demanda dar calidad al espacio público,
entender la monumentalidad no solamente como la colocación de
elementos aislados, sino com o una relación física y simbólica en­
tre ellos y con los entornos, un plus calificador de los espacios y
de las edificaciones que han de proporcionar sentido a la cotidia-
neidad de los habitantes y usuarios de la ciudad. El espacio públi­
co ha de cumplir una función integradora compleja, combinando
una función universalizadora con una función comunitaria o de
grupo; por lo tanto, la socialización es un proceso dialéctico que
requiere tanto las relaciones entre todos y en todas direcciones
com o la integración en grupos de referencia de edad, de cultura,
de clase.
El reto político se expresa en la capacidad del espacio público
para facilitar el acceso de todos a la participación y la moviliza­
ción política. Pero también es el derecho al reconocim iento como
ciudadano, a la protección frente a la agresividad del entorno, in­
cluyendo la institucional. El espacio público ha de garantizar la ex­
presión de los colectivos sociales, la organización y la acción de
sectores que se movilizan y la transform ación de las relaciones y
de los usos que se dan en los mismos espacios y que expresan la
fuerza de los diferentes colectivos.

Dialéctica entre espacio urbano y espacio


político
Resumimos algunos elementos de esta dialéctica que ya han sido
desarrollados en los capítulos anteriores:

Espacio público com o espacio político


El sistema de espacios públicos ha de perm itir la expresión colec­
tiva, las m anifestaciones cívicas, la visibilidad de los diferentes
grupos sociales, tanto a escala de barrio como de centralidad ur­
bana.
El espacio público com o lugar de ejercicio de los derechos es

5
108
un medio para el acceso a la ciudadanía para todos aquellos que
sufren algún tipo de marginación o relegación. Es la autoestima
del manifestante en paro que expresa un sueño de ocupante de la
ciudad, que es alguien en ella y no está solo.

Espacio público y violencia urbana


El círculo vicioso entre abandono de los espacios públicos y la
multiplicación de los miedos y de la inseguridad ciudadana se ha
de romper no solamente mediante las políticas de seguridad -preven­
tivas, disuasorias, represivas- o las políticas estructurales -sociales,
económicas, culturales- sino también con una política de espacios
públicos ambiciosa que tenga en cuenta la seguridad ciudadana. Para
ello algunos de los elementos que hay que tener en cuenta son:
- La calidad formal, el mantenimiento, la iluminación, la diversi­
dad de usos posibles, la accesibilidad, la presencia de servicios y
actividades que atraigan y fijen población, la vigilancia, etc. Todos
ellos son factores securizantes evidentes.
- La relación con el entorno, la potenciación mutua de «públicos»
entre los usuarios del espacio público y los del entorno (calles, co­
mercios y oficinas, equipamientos, viviendas) y todo lo que facilite
la integración urbana de los espacios públicos como plazas, aveni­
das, parques con espacios de transición (terrazas de cafés, pórti­
cos o galerías comerciales, manzanas abiertas o comunitarias) con­
tribuyen a la seguridad.
La mejor manera de garantizar la seguridad del espacio público
es la continuidad de su uso social, es decir, la presencia de la
gente, lo que quiere decir que correspondan a trayectos, que
sean agradables, que se permita su utilización a todo tipo de per­
sonas y grupos, asumiendo que hay veces que es necesario re­
conciliar o regular intereses o actividades contradictorias.
Pero ¿qué hacer con las form as de violencia que a pesar de
todo se manifiestan en el espacio público? Hay una violencia urba­
na aparentemente gratuita, que si bien es inaceptable conviene
entender para desarrollar políticas adecuadas. Es la violencia que
expresa una reivindicación de ciudadanía. La rebelión del no-ciu­
dadano, su contradicción entre el hecho de estar y el no-derecho
de usar la ciudad formal y ostentosa. Es necesario, por tanto, asumir
esta contradicción para reprimir o prevenir las conductas violentas

5
109
que excluyen a los ciudadanos más o menos integrados a la vida
y culturas urbanas. Y hacer lo necesario para garantizar la acumu­
lación de usos colectivos diferentes, es decir, hacer de los espa­
cios públicos lugares de inclusión para los excluidos.

La socialización del espacio público


El espacio público es un mecanismo fundamental para la sociali­
zación de la vida urbana. La negación de la ciudad es precisamen­
te el aislamiento, la exclusión de la vida colectiva, la segregación.
Quienes más necesitan el espacio público, su calidad, accesibili­
dad, seguridad, son generalmente los que tienen más dificultades
para acceder o estar: los niños, las mujeres, los pobres, los inmi­
grantes recientes... En los espacios públicos se expresa la diver­
sidad, se produce el intercam bio y se aprende la tolerancia. La
calidad, la multiplicación y la accesibilidad de los espacios públi­
cos definirán en gran medida la ciudadanía.

Los no-ciudadanos oficiales y la ciudad ilegal


La ciudad como espacio público abierto «necesita» de áreas ilega­
les o alegales, territorios de supervivencia porque en ellos se pue­
da obtener alguna protección y algunos excedentes de los bienes
y servicios urbanos -«zonas rojas» en América Latina, downtowns
degradados, «slumizados» en Estados Unidos, nuestros «ravales»-
u ocupando precariamente excedentes de viviendas o de suelo en
los márgenes. El proceso hacia la ciudadanía requerirá un doble
proceso político-jurídico: por un lado, la legalización del habitante
(papeles, ocupación) y, por otro, la legalización del territorio y la vi­
vienda, ya sea el ocupado, u otro alternativo. De todas maneras un
proceso puede dinamizar el otro o viceversa.

M ovilidad y centralidad
Hoy, el funcionamiento eficaz y dem ocrático de la ciudad se mide
por la dialéctica entre movilidades y centralidades. La ciudadanía de
todos dependerá de la universalidad de los dos componentes del
sistema urbano. Movilidad y centralidad tienen un componente de
espacio público en tanto que factor de ciudadanía. Una ciudad que

5
110
funciona exclusivamente con el automóvil privado y con centralidades
especializadas y cerradas com o centros administrativos o de ne­
gocios, áreas turístico-culturales exclusivas, shopping centers de
lujo, edificios símbolo de grandes empresas, etc. no facilita el pro­
greso de la ciudadanía. Al contrario, acentúa las tendencias a la
segmentación, al individualismo y a la exclusión.

El espacio público com o infraestructura de integración


y redistribución social
El espacio público, incluyendo las infraestructuras y los equipa­
mientos, puede ser un importante mecanismo de redistribución e
integración social. Depende de cómo se diseñen o, mejor dicho,
de cómo se conciban las grandes operaciones urbanas. Una ron­
da viaria, un conjunto de equipamientos culturales, una promoción
inmobiliaria de oficinas y viviendas, una renovación portuaria o fe­
rroviaria, o un frente de agua, pueden dualizar la sociedad urbana
o, al contrario, pueden articular barrios y proporcionar mecanismos
de integración y mejorar la calidad de vida en aquellos sectores
que sufren algún déficit de ciudadanía. Estos proyectos pueden
ser creadores de centralidades donde antes no había nada, facili­
tando más movilidades, favoreciendo la visualización y la acepta­
ción ciudadana de barrios olvidados o mal considerados en la me­
dida en que se tengan en cuenta estos objetivos y no únicamente
los específicos u originarios. Por ejemplo, en un centro histórico
no es lo mismo hacer un gran museo, un gran estacionamiento o
poner un policía, que plantear de forma paralela el museo, la ani­
mación cultural y com ercial de la zona, program as de ocupación
de los jóvenes del entorno y espacios de transición equipados en
relación con el entorno.

El espacio público com o espacio polivalente


y de intercam bio
El espacio público contribuirá más a la ciudadanía cuanto más po­
livalente sea funcionalmente y más se favorezca el intercambio. Es
necesario conocer bien el uso social de los espacios públicos.
Este uso dependerá de muchos factores, el diseño, la accesibili­
dad, la belleza, la monumentalidad, la promoción, el mantenimiento,
la diversidad de usuarios y actividades posibles, etc. Queremos en­
fatizar la estética del espacio público. Como ya hemos dicho, el
lujo del espacio público no es malversación, sino que es justicia
social.

El espacio público com o resultado de políticas para


producir ciudad
Las Administraciones públicas en un Estado dem ocrático, tienen
que asumir com o una de las fuentes de su legitimidad promover
una política de ciudad que produzca espacios públicos ciudadanos.
No son por lo tanto admisibles grandes proyectos urbanos que no
integren objetivos sociales y ambientales que amplíen la ciudada­
nía en cantidad y calidad. El planeamiento urbano ha de considerar
la reversión a la ciudad de áreas ocupadas por organismos estata­
les o empresas de servicios que por sus condiciones materiales y
de localización puedan considerarse obsoletas y puedan servir
como espacios y equipamientos colectivos ciudadanos: puertos,
estaciones y talleres ferroviarios, reservas de suelo no utilizado
para obras públicas, instalaciones o centrales energéticas, cuarteles,
edificios de oficinas públicas, etc. Los «nuevos productos urba­
nos» no pueden legitimarse únicamente por criterios de diseño ar­
quitectónico, de competitividad o de competencia burocrática. Lo
cual no elimina la inclusión en estas operaciones de promociones
inmobiliarias o comerciales, que además de viabilizar económica­
mente la operación pueden contribuir a la regeneración del tejido
económico-social y urbano del entorno.

Renovación de los instrum entos urbanísticos


La renovación del instrumental urbanístico puede ser en sí mismo
un mecanismo de progreso de la ciudadanía. Los proyectos urba­
nos, en tanto que son a la vez respuesta a los retos de la ciudad y
oportunidades que se les presentan a algunos actores públicos o
privados, son en sí mismos un momento potencial de debate, con­
flicto y negociación. Por lo tanto los planes estratégicos han de
ser un ámbito importante de participación cívica. Otros instrumen­
tos más específicos como los contratos-programa, los planes-pro­
yecto, los proyectos preliminares, etc., favorecen la manifestación

5
112
◄A
Derecho a la belleza.
Recuperación y creación
de nuevos espacios públicos
en lugares anteriormente
abandonados. Recuperación
del espacio comunitario entre
bloques de vivienda pública en
Décines, Lión y Hellersdorf,
en Berlín.

de aspiraciones e intereses diversos, incluso de aquellos sectores


cuya voz es generalmente poco escuchada en la ciudad.

Programas de vivienda
Los programas de viviendas han de incorporar un program a de
espacio público, en las dos escalas que hemos expuesto anterior­
mente: la del barrio, zona, conjunto y la de la ciudad. En el nivel
más inmediato el espacio público ordena la cotidianeidad de los

5
113
residentes y usuarios del área, que es también un espacio de
paso para otros ciudadanos y de uso intermitente o excepcional
según el tipo de equipamientos y actividades que se den. Por lo
tanto se han de resolver problemas de com patibilizar y articular,
y se corren dos peligros. El prim ero sería que se privilegien unos
usos o funciones, reduciendo o suprimiendo los otros, por ejem­
plo, la circulación mecánica y las vías rápidas sobre el resto, o
que se maximice el uso intensivo del espacio para edificaciones,
reduciendo el espacio público a la vialidad más indispensable, de­
jando únicamente espacios residuales más vacíos que públicos
en el sentido de colectivos.
El otro riesgo es que los espacios públicos se hallen segregados
rígidamente, haciendo com partim entos para cada función, con lo
cual se los reduce a un conjunto de elementos especializados y
pierden gran parte de sus funciones ciudadanas. Por lo tanto es
necesario establecer separaciones flexibles cuando sean necesarias
y se han de facilitar las relaciones entre los diferentes espacios
públicos, realizar una transición gradual desde los espacios comu­
nitarios o privados vinculados a la vivienda y a los edificios co­
m erciales o de oficinas, hasta las plazas o avenidas que son ejes
urbanos.
Los espacios públicos de escala ciudadana han de hacerse vi­
sibles y tener una relación funcional directa con cada área de la
ciudad, todos los ciudadanos han de sentirse física y simbólica­
mente vinculados con el resto de la ciudad, por medio de las redes de
transportes y las grandes vías urbanas, de los m onum entos y
de algunos elementos de centralidad. Cualquier operación de vi­
vienda tiene que prever esta vinculación.

La conquista de espacio público


¿Quién puede conquistar las com petencias y recursos necesarios
para hacer espacios públicos ciudadanos? ¿Cómo hacerlo? En tér­
minos generales, no es posible precisarlo, ya que los contextos
políticos, legales, territoriales, etc., son muy diferentes, pero aun
así es posible hacer algunas consideraciones generales que no
siempre son tenidas en cuenta.
El espacio público es una conquista dem ocrática. La conquista
implica iniciativa, conflicto y riesgo, pero también legitimidad, fuerza

5
114
acumulada, alianzas y negociación. La iniciativa puede surgir de la
institución política local o de un movimiento cívico, hasta de un
colectivo social o profesional.
Es necesario conquistar espacios, infraestructuras y edificios
susceptibles de tener un uso público, que se hallan en manos tan­
to de entes públicos como privados que los tienen infrautilizados
o congelados. Ya nos hemos referido a la necesidad de revertir a
la ciudad áreas obsoletas y en proceso de cambio de uso. En
otra escala, sucede algo similar con los edificios más o menos
abandonados que han dado lugar al fenómeno okupa. Esta con­
quista no llegará únicamente por medio de demandas respetuo­
sas, dentro de los marcos y procedimientos legales. Es necesario
tener iniciativas que permitan crear movimientos de opinión favo­
rable a las demandas; situaciones de hecho por medio de ocupa­
ciones simbólicas o continuadas y recursos legales ante tribunales
superiores, como por ejemplo tribunales europeos frente a los es­
tatales, etc.

Derechos ciudadanos y legalidad


En todos estos casos aparece precisamente com o un elemento
común la necesidad de ampliar los márgenes de la legalidad. So­
mos conscientes de que el derecho es la garantía de justicia y
que proclamar la ilegalidad como una práctica social en un Esta­
do de derecho puede entenderse como una form a de favorecer la
arbitrariedad y el privilegio de los fuertes. Y no solamente resulta
paradójico el mismo concepto de derecho a la ilegalidad, sino
también el hecho de reclamarlo por parte de las instituciones del
mismo Estado, locales o regionales, las cuales, además, a menudo
debido a su debilidad legal, financiera, y también institucional, son
consideradas subordinadas o tuteladas. Si agregamos que las cú­
pulas políticas y administrativas, incluso las partidarias, son reti­
centes a las innovaciones de índole político-legal, no es lógico en­
tonces esperar iniciativas «rupturistas» por parte de los gobiernos
locales.
Todo esto es cierto si se analiza estáticam ente, pero no lo es
tanto si lo vemos com o un proceso en el cual intervienen dialécti­
camente los movimientos sociales ciudadanos y la evolución de la
opinión pública. A la vez los poderes locales y regionales se re­
fuerzan y se renuevan confrontándose al Estado y ampliando los
m arcos legales estrechos y rígidos. Todo lo cual acentúa las con­
tradicciones en el seno de las instituciones políticas y judiciales del
Estado y de las instituciones supraestatales y crea condiciones
para que los m arcos político-jurídicos evolucionen en sentido de­
m ocrático.
El «derecho a la ilegalidad» es eficaz si se apoya en valores y
principios universales recogidos en las constituciones y declara­
ciones de derechos nacionales e internacionales. Es decir, la ile­
galidad jurídica es relativa y se apoya en la legitimidad moral o
social.
La iniciativa alegal o casi ilegal de un gobierno local o de una
institución política tiene que contar con un apoyo social muy im­
portante en su territorio para que no conduzca a un fracaso que
signifique un retroceso en lugar de un progreso. Esta iniciativa
será más eficaz cuanto más pueda incidir en las contradicciones
del sistema político y jurídico dentro del m arco desde el que se
realiza. El éxito de la iniciativa no consistirá únicamente en el he­
cho de que se consiga inmediatamente el objetivo perseguido,
que resulta muy difícil casi siempre, sino que se inicie o se acelere
un proceso de cam bio político y legal.
Los movimientos ciudadanos y las instituciones políticas locales
y regionales tienen que tomar, por lo tanto, iniciativas que se apoyen
en la legitimidad de los valores que las justifican, que cuenten con
un apoyo social amplio y que respondan a problemáticas que les
sean propias. A partir de aquí se ha de tom ar la decisión de im­
pulsar acciones destinadas a cam biar el marco legal ejerciendo
una fuerza que inevitablemente, en muchos casos, va más allá de
la legalidad específica y de la práctica administrativa, pero con un
objetivo claro: convertir el derecho a la ¡legalidad en la legalidad
de derechos necesarios y legítimos.

Espacios públicos y participación ciudadana


La gestión política local requiere hoy m ultiplicar la información, la
comunicación, socializar las potencialidades de las nuevas tecno­
logías, que perm itirán la retroalim entación. Todos los ámbitos de
la gestión local requieren form as de participación, a veces genéri­
cas, muchas veces específicas: consejos, comités ad hoc, consulta

5
116
popular, etc. La participación puede ser información, debate, nego­
ciación. También puede derivar en fórm ulas de cooperación, de
ejecución o gestión por medio de la sociedad civil (asociaciones o co­
lectivos, empresarios «ciudadanos», organismos sindicales o profe­
sionales, etc).
Los déficit de la ciudad afectan de manera diferente y desigual
a los distintos sectores de la población. En unos casos la exclu­
sión es prácticamente global: los «sin» (sin papeles, sin trabajo,
sin protección social, sin integración cultural, etc.). En otros ca­
sos es más específico: parados, tercera edad, niños, minorías ét­
nicas o religiosas, etc. Una política ciudadana exige desarrollar un
conjunto de «acciones positivas» orientadas a cada uno de estos
grupos. Una prueba de ciudadanía sería medir la im portancia y la
eficacia de estas acciones, por ejemplo desarrollar la multicultu-
ralidad, convertir las demandas de niños y gente mayor en crite­
rios orientadores de los programas de espacios públicos y equi­
pamientos colectivos, hacer la ciudad más «femenina», incorporar
objetivos redistributivos y estudios de im pactos sociales en todos
los proyectos urbanos, etc.
Los proyectos y la gestión de los espacios públicos y equipa­
mientos colectivos son a la vez una oportunidad de producir ciu­
dadanía y una prueba del desarrollo de la misma. Su distribución
más o menos desigual, su concepción articuladora o fragmenta-
dora del tejido urbano, su accesibilidad y su potencial de centrali-
dad, su valor simbólico, su polivalencia, la intensidad de su uso
social, su capacidad para crear ocupación, su capacidad para fo­
mentar nuevos «públicos», la autoestima y el reconocim iento so­
cial, su contribución para dar «sentido» a la vida urbana, son
siempre oportunidades que nunca habrían de desaprovecharse
para promover los derechos y obligaciones políticas, sociales y
cívicas constitutivas de la ciudadanía.

Ciudadanía y gobierno local


La condición de ciudadano representa un triple desafío para la
ciudad y el gobierno local.
Un desafío político: conquistar la capacidad legal y operativa
para contribuir a universalizar el estatuto político-jurídico de toda
la población y también adquirir las com petencias y los recursos

5
117
necesarios para desarrollar las políticas públicas que hagan posi­
ble el ejercicio y la protección de los derechos y obligaciones c¡
dadanas.
Un desafío social: prom over las políticas sociales urbanas que
ataquen a las discriminaciones que imposibilitan o reducen el ám­
bito de la ciudadanía: ocupación, situación de vulnerabilidad (por
ejemplo niños), marginación cultural, etc.
Un desafío específicamente urbano: hacer de la ciudad, de sus
centralidades y monumentalidades, de la movilidad y accesibilidad ge­
neralizadas, de la calidad y visibilidad de sus barrios, de la fuerza de
integración de sus espacios públicos, de la autoestima de sus habitan­
tes, del reconocimiento exterior, etc., unos entornos físicos y simbóli­
cos que contribuyan a dar sentido a la vida cotidiana de la ciudadanía.
La producción de ciudadanía y el rol de los gobiernos locales
es un desafío político no exclusivo de éstos. La política no reduce
su espacio a las instituciones, los partidos y las elecciones. Exis­
te otro espacio, el de la sociedad política, expresión mejor que la
sociedad civil, que es el que crean y ocupan todas las organiza­
ciones y form as de acción colectiva cuando van más allá de sus
objetivos e intereses inmediatos y corporativos. Es el espacio de
la participación ciudadana que plantea demandas y propuestas,
que exige responsabilidad a las administraciones y empresas,
ofrece alternativas y cooperación para ejecutar y gestionar pro­
gramas y proyectos sociales, culturales, de promoción económi­
ca o de solidaridad. Y de urbanismo.
Para concluir, la responsabilidad de hacer ciudadanía también
pertenece a los profesionales del urbanismo. En nombre de su
ética y de su saber técnico, del conocim iento de los avances de
la cultura urbanística y de la experiencia internacional, por su sen­
sibilidad respecto a las herencias de la ciudad en la que trabajan
y por su potencial creativo de reconocer tendencias e inventar fu­
turos, los profesionales del urbanismo han de reclam ar autonomía
intelectual ante los políticos y los diferentes colectivos sociales,
han de elaborar y defender sus propuestas, asumiendo riesgos
frente a las autoridades y «opiniones públicas» y saber renunciar
públicamente antes que traicionar sus convicciones.
La reinvención de la ciudad ciudadana, del espacio público
constructor-ordenador de ciudad y del urbanismo com o productor
de sentido no es monopolio de nadie.

5
118
Los políticos elegidos dem ocráticam ente tienen la responsabili­
dad de la decisión de los proyectos públicos. Las organizaciones
sociales tienen el derecho y la obligación de exigir que se tengan
en cuenta, que se debatan y se negocien sus críticas, sus deman­
das y sus propuestas. Los profesionales tienen la obligación de
elaborar análisis y propuestas formalizadas y viables, de escu­
char a los otros, pero también de defender sus convicciones y
sus proyectos hasta el final.

51. Véase Jordi Borja: E/s reptes del territori e/s drets de la ciutadania P.E.C.,
Ajuntamentde Barcelona, 1999.
52. Véase referencias de la introducción.
53. Richard Sennet (1970/1973).
.Conclusiones

La,ocj~udraxJaría; hoy ©
!os. n uevo s de re olio s urb ano s
Me g u sta ría que existiesen lu gares
estab les, inm óviles, in tan g ib le s , intocados
o casi in to cab les, in m u tab le s ,
a rra ig a d o s , lu g ares que se ría n re fe re n c ia s ,
puntos de p a rtid a , fu e n te s .

Lu gares así no existen , y no hay


porque el espacio se c o n v ie rte en cuestión ,
deja de ser e v id e n c ia , d eja de ser
in co rp o rad o , d eja de ser a p ro p ia d o .
El espacio es una duda: c o n tin u a m e n te
necesito re m a rc a rlo , d ib u ja rlo ; nunca me
p e rte n e c e , nunca m e es dado, debo
co n q u istarlo .

L ’espace (suite et fin).


George Perec. Paros 1 9 7 3 -1 9 7 4
Del libro Espéces d'espaces
Los derechos urbanos: una respuesta
política a los nuevos retos del territorio
La ciudad ha sido históricamente el ámbito de la ciudadanía, es
decir el territorio de hombres y mujeres libres e iguales. Nos pa­
rece útil enfatizar dos aspectos de la relación entre ciudad y ciu­
dadanía. Por una parte, la igualdad político-jurídica vinculada al es­
tatuto del ciudadano. Como dijo Kelsen: «Todas las personas que
conviven en el mismo territorio y están sometidas a las mismas
leyes deben tener los mismos derechos y deberes». Por otra, la
ciudad ha sido el marco de vida que ha hecho posible el ejercicio
de las libertades vinculadas a los derechos ciudadanos: elección del
trabajo y de la vivienda, acceso a la educación y a los servicios
básicos, autogobierno, diversidad de relaciones personales, etc.
No es preciso argumentar que para gran parte de la población ur­
bana la realidad ha incumplido considerablemente las promesas
de la «ciudadanía». Sin em bargo nos parece que sería conserva­
dor limitarse a reivindicar los déficit y las injusticias que la historia
ha acumulado en nuestras ciudades. Por una parte, los cambios te­
rritoriales, económicos, culturales... imponen nuevos desafíos. Por
otra parte las demandas de la población van más allá de las que
se limitan a la cobertura de las necesidades acumuladas por ur­
gentes que éstas sean, que lo son.
Ahora bien, en la medida en que nos encontram os ante proble­
máticas nuevas se requiere también una cultura política nueva
que construya un discurso que proporcione legitimidad y coheren­
cia a los gobiernos locales y a los movimientos cívicos. Si no es
así se corre el riesgo de acentuar la fragmentación territorial y
sociocultural, de dar una imagen anacrónica o corporativa de las
iniciativas cívicas (que puede ser real si les falta un anclaje univer­
salista) y de depender únicamente de cómo se resuelvan en cada
caso las políticas públicas del sistema institucional establecido.
La paradoja de la ciudad de economía capitalista (Harvey) es
que, por un lado, necesita el espacio público para su funciona­
miento y para la gobernabilidad del territorio y, por otro, lo niega

6
123
tendiendo a convertirlo en un espacio residual o «especializado». El
reto político democrático es cómo intervenir en esta contradicción
para hacer la ciudad más «igualitaria» (Cerda). La separación espacio
privado-espacio público y el dominio del primero sobre el segundo, la
reducción de los espacios públicos a funciones monovalentes y la
multiplicación de espacios segregados y privatizados de todo tipo
son indicadores de una sociedad urbana clasista y desigual. En cam­
bio hay una relación positiva entre la democracia urbana y la calidad
del espacio público (Habermas). En consecuencia el objetivo común
dem ocrático de los gobiernos locales, de los movimientos socia­
les y de los profesionales del urbanismo es desarrollar políticas y
proyectos que den prioridad al espacio público. La legitimación de
este objetivo se puede sintetizar en la definición de un conjunto de de­
rechos urbanos que integren y vayan más allá de los derechos cívi­
cos y sociales habituales (vivienda, educación, transporte, etc.).
En el texto que sigue a continuación proponemos un catálogo,
obviamente no exhaustivo, de derechos ciudadanos y urbanos como
contribución a la renovación de la cultura política en el ámbito de
la ciudad y del gobierno local. Es decir, nos referim os a derechos
directam ente vinculados a la política de y en la ciudad. Legitimar
las demandas locales y la síntesis entre valores universalistas y
prácticas políticas territoriales requiere la form ulación de dere­
chos que permitan desarrollar un com bate dem ocrático por la jus­
ticia en la ciudad. Un líder político socialdemócrata ya desaparecido,
Mitterrand, respondiendo a la pregunta ¿qué es hoy el socialis­
mo? que le formulaba un periodista contestó con dos oraciones:
«Es la justicia. Es la ciudad.» De esto se trata.

1. Derecho al lugar
La gente tiene derecho a mantener su residencia en el lugar don­
de tiene sus relaciones sociales, en sus entornos significantes. 0
a tener otro de su libre elección. Todas las personas que viven en
un lugar que han contribuido a construir, en el que están arraiga­
das y que proporciona sentido a su vida, deben poder continuar
viviendo en él y tienen derecho al realojo en la misma área si ésta
se transform a por medio de políticas de desarrollo urbano o de
rehabilitación de hábitats degradados o marginales. Las autorida­
des locales protegerán a las poblaciones vulnerables que puedan
sufrir procesos de expulsión por parte de las iniciativas privadas.

6
124
2 Derecho al espacio público y a la monumentalidad
En la ciudad actual existen fuertes dinámicas desequilibrantes que
tienden a hacer de ella un conjunto de espacios de geometría va­
riable y de territorios fragmentados (física, social y administrativa­
mente), difusos y privatizados. El espacio público es, o puede ser
lo opuesto, una de las condiciones básicas para la justicia urbana,
un factor de redistribución social, un ordenador del urbanismo de
vocación igualitaria e integradora. Todas las zonas de la ciudad deben
estar articuladas por un sistema de espacios públicos y dotadas
de elementos de monumentalidad que les den visibilidad e identidad.
Ser visto y reconocido por los otros es una condición de ciudadanía:
se puede ser plenamente ciudadano cuando los otros te ven y te
reconocen, cuando conoces tu lugar y cuando cada uno puede
decir con orgullo el lugar donde vive.

3. Derecho a la belleza
El lujo del espacio público y de los equipamientos colectivos no es
despilfarro, es justicia. Los programas públicos de vivienda, infraes­
tructuras y servicios deben incorporar la dimensión estética como
prueba de calidad urbana y de reconocimiento cívico. Cuanto más
contenido social tiene un proyecto urbano, más im portantes son
la forma, el diseño, la calidad de los m ateriales... La estética del
espacio público es ética.

3. Derecho a la identidad colectiva dentro de la ciudad


La organización interna del espacio urbano debe facilitar la cohe­
sión sociocultural de las com unidades (barriales, de grupos de
edad, étnicas, etc.). La integración ciudadana es más factible si
las personas están tam bién insertas en grupos referenciales
próximos. No es com unitarism o, es reconocer el derecho al pa­
trimonio cultural de cada colectivo social y favorecer la solidaridad
de grupo y su aceptación en la sociedad urbana. Lo cual requie­
re ser reconocido com o grupo, es decir, expresar fuerza colec­
tiva.

4. Derecho a la movilidad y a la accesibilidad


Hay que tender a igualar las condiciones de acceso a las centrali-
dades y la movilidad desde cada zona de la ciudad metropolitana.
Estos derechos son hoy indispensables para que las llamadas li-

6
125

bertades urbanas o posibilidades teóricas que ofrece la ciudad


sean realmente utilizables. El derecho a moverse con facilidad
por la ciudad m etropolitana debe unlversalizarse, no reservarse a
los que disponen de vehículo privado. Y cada parte de la ciudad
debe ser accesible, visible e interesante por alguna razón para el
resto. El derecho a la movilidad teniendo en cuenta la heteroge­
neidad de las demandas y de los movimientos de la población re­
quiere hoy una oferta pública muy diferenciada.

5. Derecho a la central idad


Todas las áreas de la ciudad metropolitana deben poseer lugares
con valor de centralidad y todos los habitantes deberían poder ac­
ceder con facilidad a diversos centros urbanos o metropolitanos.
En la ciudad m etropolitana la articulación de los centros viejos y
nuevos, el acceso y la recalificación de los centros históricos no
sólo de la ciudad central sino también de las áreas periféricas, la
creación de nuevas centralidades polivalentes en sus funciones y
mixtas en su com posición social, son elementos consustanciales
de la dem ocracia urbana. Las centralidades marcan las principa­
les diferencias entre las ciudades.

6. Derecho a la conversión de la ciudad marginal o ilegal en ciu­


dad de ciudadanía
Las políticas públicas deben desarrollar políticas ciudadanas en
los márgenes, legalizar y equipar los asentamientos, introducir en
ellos la calidad urbana y la mixtura social, prom over form as origi­
nales de participación ciudadana que se adapten a las caracterís­
ticas de poblaciones especialmente vulnerables. Los poderes pú­
blicos locales deben practicar acciones positivas para favorecer
la expresión de los grupos con menos posibilidades para ser es­
cuchados, sean grupos de edad, sociales, culturales o étnicos.

7. Derecho a la ciudad m etropolitana o plurimunicipal


Sin perjuicio de la importancia democrática y funcional de los ámbi­
tos nacionalitarios o regionales (federalización de Estados grandes o
medianos) los ciudadanos tienen derecho, por razones de participa­
ción y de eficacia en la gestión pública, a un gobierno de proximi­
dad. En las regiones más urbanizadas este gobierno debe tener una
dimensión plurimunicipal o metropolitana. No se trata de suprimir los

6
126
I
I unicipios, incluso los pequeños son ámbitos de representación
de gestión (a veces muy limitada) válidos. Pero casi siempre la
gestión pública de proximidad requiere ámbitos de planificación y
orogramación, de gestión de servicios costosos y de redistribu­
ción de recursos, que abarca una diversidad de municipios. Debe-
remos plantearnos la elección directa de estos gobiernos para
que adquieran una mayor legitimidad dem ocrática. Y para garan-
t¡zar que se tiene en cuenta más a las personas que a los kilóme­
tros cuadrados.

8. Derecho al acceso y al uso de las tecnologías de inform ación y


comunicación
Las administraciones públicas no sólo deben proteger y garantizar
este derecho en todos los ámbitos, sino también utilizar las TIC (Tec­
nologías de la Información y Comunicación) para democratizar real­
mente el acceso de todos a los servicios de interés general. Derecho
al uso social de las actuales tecnologías de información y comunica­
ción, especialmente en las relaciones con las administraciones públi­
cas (por ejemplo ventanilla única, consultas y gestiones a través de In­
ternet). Barrios y viviendas tienen, todos, derecho al cableado. Los
gobiernos locales deben, asimismo, facilitar el acceso gratuito a Inter­
net, la formación de los usuarios y la constitución de redes ciudada­
nas.

9. Derecho a la ciudad como refugio


La ciudad debe asumir áreas de refugio para aquellos que por ra­
zones legales, culturales o personales necesiten durante un tiem ­
po protegerse de los aparatos más represivos del Estado, en tan­
to que las instituciones dem ocráticas no son capaces de
protegerlos o integrarlos. Este rol, que tiene tradición histórica,
está hoy aún más justificado por la diversidad de situaciones y es­
tatutos que la «globalización» ha acentuado. Por otro lado estas
áreas-refugios forman parte de la oferta urbana como aventura
transgresora.

10. Derecho a la protección por parte del gobierno de proxim idad


ante las instituciones políticas superiores y las organizaciones y
empresas prestadoras de servicios
El gobierno local debe actuar de defensor de oficio de los ciudada-

6
127
nos en tanto que personas sometidas a otras jurisdicciones y tam­
bién en tanto que usuarios y consumidores. Esta protección por
parte de los gobiernos locales deberá compensar la tendencia a la
gestión indirecta o a la privatización de servicios y la consiguiente
reducción de la función pública. Por otra parte la complejidad del
consumo social aumenta la dependencia de los ciudadanos respec­
to a las empresas de servicios y de distribución comercial que mu­
chas veces actúan en mercados oligopólicos.

1 1 . D e re c h o a la ju s tic ia lo c a l y a l a s e g u rid a d
Hoy la justicia es inaccesible para la mayoría de los ciudadanos
(por su coste, lentitud, etc.). La seguridad es vista principalmente
en térm inos de represión y se plantean políticas de seguridad que
reducen el ámbito de la vida pública, cuando la «inseguridad»
afecta a sectores medios y altos y a agentes y representantes de
las instituciones. La justicia local, de base municipal y la seguri­
dad com o actuación concertada entre la institución local y la so­
ciedad civil organizada es hoy una demanda inaplazable de las
mayorías ciudadanas, en la medida en que puede asegurar una
prevención más eficaz y, si es preciso, una reacción sancionado-
ra más rápida. La seguridad urbana requiere espacios públicos
protectores, es decir, animados.

1 2 . D e re c h o a la ile g a lid a d
Paradójicamente tanto los colectivos sociales como, a veces, las
instituciones locales deberían asumir el coste de prom over inicia­
tivas ilegales o alegales para convertir una demanda no reconoci­
da en un derecho legal (por ejemplo para obtener la reversión de
uso de espacio público congelado por una administración estatal
o los derechos básicos de los «sin papeles»). Es decir, se trata
de demandas que se pueden considerar «legítimas», aunque no sean
legales. Son dignas de tener en cuenta las sentencias judiciales
absolutorias de los o k u p a s o las iniciativas promovidas por autori­
dades locales de ocupar terrenos con vocación de espacio público
(por ejemplo, de uso militar) o contra prácticas «legales» contrarias
al medio ambiente.

13. D e re c h o a l e m p le o y a l s a la rio c iu d a d a n o
El ámbito urbano-regional debe garantizar un rol social que pro-
p0rc¡0ne ingresos monetarios, es decir, remunerados al conjunto
de la población activa. Además de las iniciativas generadoras de
empleo (por ejemplo, servicios de proximidad, ecología urbana,
etc.) es en este ámbito donde se pueden experimentar y gestio­
nar algunas form as de «salario ciudadano» y establecer redes de
seguridad y de formación continuada que compensen la inestabili­
dad del empleo de la economía de mercado.

14. D e re c h o a la c a lid a d d e l m e d io a m b ie n te
Como derecho a una calidad de vida integral y como derecho a
preservar los patrimonios ciudadanos para las generaciones futuras.
Este derecho incluye el uso de los recursos naturales y energéticos,
el patrimonio histórico-cultural y la protección frente a las agresio­
nes a la calidad del entorno (contaminaciones, congestiones, su­
ciedad, fealdad, etc.).

15. D e re c h o a la d ife re n c ia , a la in tim id a d y a la e le c c ió n d e lo s


vínculos p e rs o n a le s
Nadie puede sufrir discriminación a causa de sus creencias, sus
hábitos culturales o sus orientaciones sexuales, siempre que se
respeten los derechos básicos de las personas con las que se re­
lacione. Todo tipo de vínculo personal libremente consentido (por
ej. parejas homosexuales) merecen igual protección. No hay un
modelo de vida personal o familiar que tenga derecho a más pro­
tección que otro. Al contrario, las situaciones minoritarias históri­
camente discriminadas o no legales hasta hoy o hasta un pasado
reciente merecen una acción positiva de los gobiernos de proxi­
midad.

16. Derecho de todos los residentes en una ciudad a tener el mis­


mo estatus político-jurídico de ciudadano
Y por lo tanto igualdad de derechos y responsabilidades. La ciuda­
danía puede distinguirse de la nacionalidad, que en el marco de la
globalización y de las uniones políticas supraestataies debe perder
su actual carácter absoluto, es decir, la facultad de proporcionar un
estatuto diferenciado. Es la relación con un territorio y con el entorno
social inmediato lo que debe determinar el estatuto legal. En resu­
men: todos los que viven en la ciudad tienen que ser iguales en de­
rechos y deberes.
Por una declaración actualizada de los derechos
y deberes de la ciudadanía
Los actuales procesos territoriales (como la segmentación entre
municipios ricos y pobres), económicos (como las decisiones de
agentes deslocalizados) y culturales, como las nuevas formas de
racism o y xenofobia, requieren un com prom iso solemne de los
poderes públicos de garantizar los derechos y deberes de los ciu­
dadanos que incorporen los nuevos derechos urbanos. Véanse los
recientes textos de la Carta Mundial de los Derechos Humanos en
la Ciudad, Prefeitura de Porto Alegre, 1999 y de la Carta Europea
de los Derechos Humanos en la Ciudad, Paris-St. Denis, 2000.
El desarrollo y la legitim ación de estos derechos dependerán
de un triple proceso:
- Un proceso cultural, de elaboración y hegemonía de los valo­
res que están en la base de estos derechos y de explicación o es­
pecificación de los mismos.
- Un proceso social, de movilización ciudadana para conseguir
su legalización y la creación de los mecanismos y procedimientos
que los harán efectivos.
- Un proceso político-institucional para form alizarlos, consoli­
darlos y desarrollar las políticas que los harán efectivos.
En la medida que en muchos casos estos derechos aparecen
com o una novedad política y no tienen aún el suficiente arraigo
social, el rol de los intelectuales, a la vez como fuerza sociocultural
y como colectivo capaz de definir los contenidos y las motivaciones
de estos derechos, es hoy fundamental. En esta etapa histórica el
desafío que el territorio plantea a la intelectualidad exige un gran
coraje moral y una considerable audacia política.

Una reflexión final: la ciudad del deseo


¿La ciudad tiene futuro o vamos hacia un mundo periurbanizado
de ciudades débiles? Actualmente la población «suburbana» es el
doble o el triple de la población «urbana», es decir, de la que vive
en ciudades y no en periferias. El mundo suburbano puede con­
vertirse en un mundo salvaje, de guetos y de tribus, injusto y vio­
lento, excepto en los centros protegidos que tenderán al autorita­
rismo. Una perspectiva que en bastantes países parece hoy fatal,

6
130
cuando no es ya una realidad. Pero una tendencia por fuerte que
sea no es un destino obligatorio. La ciudad hoy emerge nueva­
mente como lugar, como mixtura, como espacio colectivo, como
referente cultural. Construir la ciudad del siglo xxi es tener un pro­
yecto de ciudadanía, ampliar los derechos de tercera generación,
el derecho al lugar y a la movilidad, a la ciudad refugio y a la iden­
tidad local, al autogobierno y a la diferencia, a la igualdad jurídica
de todos los residentes y a la proyección exterior de la ciudad
como entidad política abierta.
Los progresos sociales no comienzan en las instituciones, sino
que más bien es en ellas donde culminan. Los progresos se ma­
terializan en políticas que se formalizarán en instituciones. Pero
antes habrá que luchar por los nuevos derechos (y responsabilida­
des) y legitimar estas exigencias. Se ha dicho que nuestra época
es, como otras que se han dado en la historia, una era de con­
quista de nuevos derechos. También se ha dicho que es el siglo
de las ciudades. En consecuencia es la época de los derechos ur­
banos. Pero la exigencia del derecho surge de la rebelión moral,
del deseo de poseer alguna cosa, unas libertades y unas oportu­
nidades que a menudo nos son negadas. La ciudad del deseo no
es la ciudad ideal, utópica y especulativa. Es la ciudad querida,
mezcla de conocimiento cotidiano y de m isterio, de seguridades
y de encuentros, de libertades probables y de transgresiones po­
sibles, de privacidad y de inmersión en la vida colectiva. Es nece­
sario reinventar el erotism o de la ciudad que no se encuentra ni
en el miedo público, como la agorafobia, que es una enfermedad
reciente de la ciudad latinoamericana y que comienza a manifes­
tarse en Europa, ni en la asepsia aburrida del balneario suizo pro­
tegido, al cual tienden los «barrios cerrados» cada vez más fre­
cuentes tanto en Europa com o en América. Ser ciudadano es el
derecho a sentirse protegido, pero también la libertad de vivir la
aventura urbana.
Si hace un siglo algunos podían decir «Civilización o barbarie»
otros «Socialismo o barbarie», hoy podemos proponer com o lema
de progreso «Ciudadanía o barbarie».

6
TiT
2

a -C Ü
Q _
Ejemplos de espacios públicos
En Barcelona el «hacer ciudad» a partir del espacio público ha sido segu­
ramente la principal característica del urbanismo democrático de los
años ochenta, que ha continuado en los noventa, introduciendo la exigen­
cia del espacio público de calidad y accesible en los grandes proyectos
del 92.
La estrategia de espacios públicos en todas las escalas posibles, des­
de las mini plazas a los parques, se basaba en la confianza tanto de polí­
ticos como de profesionales en los impactos positivos de estas actuacio­
nes sobre el entorno. Pero también fue una respuesta pragmática a las
demandas sociales reforzadas por la descentralización, la utilización del
planeamiento existente y la posibilidad de recuperar suelo para espacio
público y equipamientos para optimizar el uso de los escasos recursos
económicos disponibles.
Los casos que presentamos muestran la diversidad de actuaciones
que permite una política estratégica de espacios públicos:
- Apertura de plazas para promover la renovación de los viejos cen­
tros degradados, (plaza del Raval, plaza deis Ángels).
- Apropiación de vacíos o de obras de infraestructura viarias para crear
avenidas calificadas de la periferia (Via Júlia, rambla de Prim, ronda
del Mig / avenida Brasil, avenida Río de Janeiro, Les Rondes).
Reconversión de vías de circulación para automóviles en paseos.
(Diagonales del Ensanche).
- Recuperación de los interiores de manzanas como espacio público.
(Ensanche).
- Creación de espacios públicos a partir de operaciones comerciales
privados. (Edificio La Illa, Maremágnum).

136
- Creación de parques urbanos y paseos por la reconversión de áreas
portuarias y ferroviarias, de restitución de equipamientos obsoletos
(Frente de mar, Estación del Norte, Parque Joan Miró/Escorxador).
También incluimos algunos casos de la aglomeración metropolitana,
es decir el continuum o primera corona. Se trata de unas áreas que his­
tóricamente sufrían una baja calidad urbana debido a la debilidad de las
centralidades existentes, al crecimiento rápido de los años cincuenta a
los setenta sin respeto por la gente ni por el medio; polígonos de vivien­
das sin equipamientos ni espacios públicos, infraestructuras agresivas,
industrias contaminantes e infraestructuras viarias y ferroviarias que han
contribuido a la fragmentación del territorio.
La mayoría de los casos se refieren a la política de parques urbanos
como mecanismo de creación de un espacio público calificador del terri­
torio, que produce suturas de los tejidos y genera en ciertos casos cen­
tralidades. Parques que van desde un espacio «quasi natural» a un jardín
romántico. El caso de Badalona es un sistema de parques que estructu­
ran la misma ciudad buscando restablecer la relación mar-montaña.
En todos estos casos es interesante señalar tanto la calidad del diseño,
como el uso social que proponen. También se ha considerado la originalidad
de la gestión que corresponde casi siempre a diversos municipios, a través
de la Mancomunidad metropolitana y/o con mancomunidades o consorcios
formados especialmente por los municipios directamente interesados.
Citamos finalmente un caso diferente: la residencia para la tercera edad y
una plaza en St. Feliu. No tanto por el carácter de la operación, que nos
parece positiva aunque relativamente normal, sino por la reacción inicial­
mente negativa de los vecinos. «¡NO queremos viejos en nuestro entorno!»

137
Espacio público privado: el Maremágnum,
Barcelona
Z. M .

Los nuevos espacios para el consumo se constituyen como una


oferta de ocio y entretenimiento agregados a la ocasión de la com­
pra. En la mayoría de los casos el espacio se materializa en conte­
nedores sin referencia al lugar en el que se hallan. Son burbujas que
proponen todo un mundo interior propio que recrea o rememora la
ciudad. Las referencias nominales a espacios públicos ciudadanos
son constantes: patio de..., calle de..., plaza de..., y presentan una
ambivalencia intencionada en cuanto a la consideración como espa­
cio público o privado.
Ante esta nueva realidad de unos espacios privados que se pre­
tenden públicos cabría preguntarse si la aparición de nuevos espa­
cios ligados al consumo, a la compra de mercancías, de diversión y
de ocio serán en el futuro espacios socialmente definidos, enrique­
cidos y vividos como son hoy en día sin ninguna duda las plazas,
calles, parques, sin que nos preguntemos la razón ni la manera
como surgieron.
La principal dificultad que surgiría de esta aceptación es la re­
ferida al control y las libertades. Los nuevos espacios de consumo
se rigen por normas y leyes amparadas en la propiedad privada,
en el derecho de admisión, o sea, a la exclusión. Entrando en con­
flicto con las libertades civiles que implican la libre asociación, la
expresión y la libertad de circular, se suman a un límite horario
que el espacio público no posee.
De todos modos cabría una ampliación de la definición del espa­
cio público, que no signifique la exclusión o sustitución de un tipo
de espacio por otro. En los términos que defienden Marco Cenzati
y Margaret Crawford54 de una definición más flexible de espacio pú­
blico en una continua variación de la realidad, y con ello «interpretar
estos nuevos espacios como la no desaparición del espacio públi­
► co y la emergencia de un nuevo tipo de dominio público...».
Rambla de Mar. No es sólo un En la mayoría de los casos los contenedores se comportan ciega­
puente, sino un alargamiento
del espacio urbano barcelonés mente con respecto a su entorno inmediato, concebidos como un si­
por excelencia: La Rambla. mulacro, un mundo de fantasía propio que niega la pertenencia y rela-

138

La Rambla de Mar. En la ción con el lugar al que considera agresivo, desagradable, fuera de
Rambla, la diversidad configura
el espacio público. control. En algunos casos la aparición de estos contenedores de con­
sumo y de ocio han ayudado a cualificar un espacio público, lo que in­
dica que si existe una política urbana con una idea de ciudad, ésta se
puede constituir tanto de partes públicas como de partes privadas.
El complejo lúdico-comercial del Muelle de España en Barcelona
form ado por el Maremágnum, centro de ocio y com pras, un com­
plejo de salas de cine, el acuario y la sala Imax, es un ejemplo en
el que se puede com probar cóm o las lógicas del m ercado no son
únicas y que es posible su inserción dentro de una ciudad con plan,
tener en cuenta la relación con el entorno, responder a ciertas ca­
racterísticas del lugar, y, form ar parte de un todo urbano no hace
la inversión menos rentable, sino todo lo contrario.
La relación planteada por el proyecto con La Rambla colabora
a su prolongación hacia el puerto en form a de puentes. Se logra
un com etido doble: por un lado el aprovechamiento com ercial del
gran flujo de peatones que pasean diariamente por ella, pero también
para la ciudad es la prolongación de este espacio.

140
Se obtiene así una nueva relación visual y espacial con Barcelona
mejorando la calidad y la seguridad del espacio público de la parte
de La Rambla más cercana al mar; esta mejora no se logra con
coacción ni por imposición sino que la mayor afluencia de gente
garantiza la diversidad y, con ello, la seguridad.
Se puede inferir de estos resultados que la seguridad no es si­
nónimo de exclusión sino de diversificación y que la aceptación
de nuevas maneras de consumo no es siempre negativa para el
espacio urbano.

54. Cenzati Marco - Crawford Margaret. «Espacios públicos y mundos paralelos.


Casabella, 597-598 (1993).
La rambla del Raval. ¿Una oportunidad?
C a rm e Ribas, Joan Subirats

Desde hacía muchísimos años se venía hablando en Barcelona de la


necesidad de emprender una acción decidida y amplia que mejorara
las condiciones de vida de la denominada «Ciutat Vella». El espacio
objeto de atención comprende al mismo tiempo el antiguo núcleo
primigenio de la ciudad como su primera expansión, el Raval, siempre
dentro de las murallas. Los orígenes del llamado «esponjamiento» o
«saneamiento» del distrito deben buscarse ya en lldefons Cerda, en
Baixeres o en los «higienistas» de principios de siglo, aunque fueron
los proyectos del GATCPAC (con y sin Le Corbusier) los que acaba­
ron siendo más conocidos. Con el advenimiento de la democracia, y
sin las suspicacias que anteriores intentos habían despertado en ple­
na época franquista, el ayuntamiento de la ciudad puso en marcha
un ambicioso plan de remodelación y rehabilitación del barrio. El ba­
lance general de estos años de intervención masiva en Ciutat Vella
no es negativo. Al contrario, se ha trabajado razonablemente bien.
Se han rehabilitado una de cada cinco casas del barrio, recolocando
en ellas a sus antiguos moradores. Se han gastado más de 126 mi­
llones de euros en promoción pública, en rehabilitación directa y en
subvención pública de rehabilitación privada. Y lo cierto es que gra­
cias a ello y a la llegada de nuevas remesas de emigrantes, vuelve a
haber niños y jóvenes en el distrito. Las demandas de nuevas cédu­
las de habitabilidad así lo ejemplifican.
A pesar de esos y otros muchos aciertos, la situación actual obli­
ga a plantearse algunos interrogantes. Desde nuestro punto de vista
no se ha tenido suficientemente en cuenta la complejidad del tejido
urbano y humano del distrito en ciertas intervenciones pesadas. Se
han destruido espacios significativos, cuando quizá eran fácilmente
recuperables. La normativa aplicada en los nuevos edificios ha sido
en muchos casos demasiado reglamentista. La calidad arquitectónica
de muchas de las nuevas edificaciones está a menudo por debajo de
lo derribado. Se han construido totalmente desde cero nuevas calles
sin la mínima consideración sobre las señas de identidad del barrio
(calle Maria Aurelia Campmany). Se han construido plazas que desta­
can por la sensación de desasosiego que producen (plaza Carame-

142
1" '•
7g
A-iítrssíi.

◄A
Rambla del Raval. Apertura de
un espado de dimensiones
desconocidas para parámetros
tradicionales del barrio, cuyo
futuro todavía hay que
determinarlo.

lies). 0 se ha abierto un enorme espacio, de dimensiones totalmente


desconocidas para los parámetros tradicionales del barrio, cuyo fu­
turo está aún por determinar (rambla del Raval). Otras actuaciones
se han hecho con más humildad, mimo y finezza, abriendo espacios
que parece que toda la vida hayan estado allí, sin generar cicatrices
difíciles de curar (plaza de la Mercé o el espacio de Aliada i Vermell,
que se abre más allá de Princesa-Assaonadors). En un marco gene­
ral que podemos calificar de positivo, la experiencia de Ciutat Vella

143
nos enseña que ciertos núcleos urbanos no pueden tratarse como
un barrio más. No se puede ir con la lección aprendida, y limitarse a
derribar, trazar, establecer una normativa, edificar y colocar a los
vecinos en espacios que han acumulado tanta complejidad en sus
largos años de historia. Hay problemas de luz, de densidad, de tra­
bajar con proyectos que hablen el mismo lenguaje de lo que no se
derriba, que planteen renovar, sin falsos conservacionismos, pero
con respeto y calidad. Se hubiera necesitado más un trabajar a
«continuación de» que en «sustitución de».
Algunos de los viejos y nuevos vecinos de ese gran receptáculo
vacío que es hoy la rambla del Raval observan con preocupación
de dimensión desconocida ese gran solar lleno de sol. En un ba­
rrio conocido por sus callejuelas, humedades e insalubridades
nunca hay demasiado sol, pero sí que existe esa sensación de es­
pacio fuera de toda proporción, de frontera o terreno de nadie,
más que de plaza común que permita coser, tramar. La rambla del
Raval y su futuro es hoy un gran problema y una gran oportunidad.
Un problema si no se consigue llenar ese espacio con tramas ur­
banas y civiles que permitan avanzar sin perder diversidad y cohe­
sión. Todos sabemos que el vacío social no existe. Si desde los
poderes públicos no se consigue im plicar a los vecinos, a los co­
merciantes, a las entidades, en la gobernación, en la responsabili-
zación de ese espacio público, otras tramas clandestinas y delictivas
lo llenarán. La labor de las instituciones públicas no es monopolizar,
sino tender puentes, facilitar la autogobernación social. Porque, lo
cierto es que el Raval, a pesar de todo, está tratando de buscar su
propia personalidad tras esas heridas que no permiten cicatrizaciones
cómodas. Las salidas multicolores de los colegios del barrio nos di­
cen que el Distrito es un antecedente de lo que será cada vez más
Barcelona. El trabajo de las entidades del barrio, de los servicios
municipales, está consiguiendo que se mantenga la cohesión a pesar
de los repetidos intentos de llenar los vacíos con tramas delictivas.
Riera Alta, Riera Baixa, Carme y Hospital van cobijando tiendas de
discos y ropa de primera y segunda mano mucho más interesantes
que los rutinarios y repetitivos com ercios estilo zaramangofurest-
boulevard. Frente a centros comerciales cada día menos originales,
más adaptados a la cultura del MundoMac, es una gozada pasear
por esas calles que conservan cierto ambiente canalla. Las carnice­
rías magrebíes o los restaurantes pakistaníes conviven con los ba-
res llenos de estudiantes Erasmus y artistas en busca de una opor- a
tunidad. La desculturización y la desidentificación que azota los La rambla del Raval y su futuro
, , , „ , , x ' . es hoy un problema pero
centros de todo el mundo desarrollado no ha penetrado aun en el también una gran oportunidad.
Raval. Nadie quiere un nuevo Marais en Ciutat Vella. Nadie quiere un
lugar yuppificado, sin vida. Lo que está en juego en Ciutat Vella es
lograr mantener la mezcla, la diversidad, el pluralismo de usos y
gentes. Y hacerlo siendo innovadoramente respetuoso con la identi­
dad de un barrio que siempre ha sido Barcelona, antes que Barce­
lona fuera lo que hoy es. Al final, los lugares que serán más valora­
dos, serán los que mantengan sus diversidades culturales y una
calidad de vida suficiente. La renovación de Ciutat Vella busca esa
dignidad en las condiciones de vida, pero deberíamos evitar entre
todos que ello se haga a costa de perder identidad, de perder gro­
sor de usos y personas. Se necesita densidad, se necesita comple­
jidad, se necesita gente con ideas arquitectónicas sencillamente
complicadas, y no técnicos con complicadas ideas simples. Dejemos
que la historia del lugar y su realidad actual actúen como constric­
ción positiva y no pretendamos un imposible borrón y cuenta nueva.
La rambla del Raval es hoy una oportunidad.

145
Plaza deis Angels
Isabel Bachs

Resulta com plicado describir cóm o es la plaza deis Ángels sin ir


hacia atrás unos diez años y hablar del proyecto MACBA55 o, antes
de esto, hacer referencia al planteamiento de episodios de espa­
cios abiertos enlazados para un recorrido peatonal, que esbozaba
la propuesta «del Liceo al Seminario».
De la propuesta de recorridos iniciales quedan temas sin resolver
que afectan directamente al sentido y la presencia de los edificios y
la plaza, como es el de la continuidad de conexiones en el cruce de
las calles Montalagre y Valldonzella y el nudo de la plaza Castilla.
En este entorno la plaza adquiere una lectura estrictamente in­
mediata con relación al edificio que la ha generado y la razón por
la cual fue diseñada. Es necesario establecer lecturas como la
continuidad de recorridos y los usos para trascender la escala pró­
xima de las calles y los edificios, hacer creíbles las dimensiones del
vacío urbano resultante y llenar de otros contenidos el silencio ex­
cesivo y retórico producto de este vacío.
El Centre Georges Pompidou en París y el espacio que lo rodea
es un lugar que aglutina actividades e iniciativas culturales y ciu­
dadanas y se ha convertido en un polo de atracción para otros
equipamientos y servicios. La plaza que se ha proyectado enfren­
te representa un vacío urbano de mayores dimensiones a la deis
Ángels y a pesar de ello no tiene la misma sensación de silencio y
vacío. De este centro me agradaría poner la atención sobre la
propuesta frecuente de actividades ciudadanas en el espacio pú­
blico y la presencia de un número importante de edificios de vi­
viendas con las correspondientes plantas bajas com erciales, ba­
res y restaurantes incluidos, en la fachada opuesta de la plaza.
La combinación de centros culturales, actividades de ocio y es­
pectáculos y el apoyo público a la iniciativa privada dan contenido

La exposición «Fabricacions» y llenan de usos este espacio urbano de París y podríamos hacer
fue una propuesta que se dio lo mismo en la plaza deis Ángels de Barcelona si se contaran con
cuenta de la apropiación del
espacio por parte de diferentes las condiciones precisas.
grupos del barrio. La travesía en solitario del MACBA durante estos últimos cinco
años ha hecho evidente la necesidad de llenar de contenidos los
edificios que tienen su fachada sobre la plaza deis Ángels y qUe
durante todos estos años han estado mudos.
Ahora, en el año 2000, que finalmente parecería que el conven­
to deis Ángels comienza a contribuir en la actividad del barrio con
la presencia del FAD en la nave gótica, quisiera recordar que las
instituciones, públicas y privadas, tienen que contar con el sufi­
ciente apoyo para llevar a cabo con éxito sus propios programas, y
que quedan por desarrollar decisiones im portantes en el uso de
los espacios del convento que aún permanecen vacíos.
Parecería que, con el panorama descrito, la plaza deis Ángels es
un paisaje desolado, fuera de escala y desierto, y así sería si no
fuera porque a veces la realidad revierte cualquier decisión medida
con cuidado desde los despachos y proyectada en los ordenadores
de los profesionales más prestigiosos.
En el año 1997 el MACBA desarrolló para la exposición «Fabri-
cacions» una propuesta del estudio de arquitectura MVRDV que,
bajo el título de Sport, supo atrapar de form a muy eficaz la rela­
ción entre el espacio urbano y el entorno humano cercano. El pro­
yecto consistía en situar un conjunto de equipamientos deportivos
en la plaza.
El hecho de pintar las marcas de unas pistas deportivas en el pa­
vimento de granito y de colocar canastas y porterías, generó casi el
colapso de uso de la plaza por parte de adolescentes y niños.
Desmontada la propuesta deportiva una vez acabada la exposición
y sin contar con otro equipamiento que los escasos elementos pro­
yectados inicialmente, el barrio continúa, como ya pasaba antes de
«Fabricacions», apropiándose cada día del espacio y lo utiliza como
lugar de encuentro y descanso de grupos de diversas procedencias.
Fundamentalmente compuestos por mujeres y niños, grupos familia­
res procedentes del Magreb y Filipinas se sitúan en distintas zonas
de la plaza y hacen uso a distintas horas del día, coincidiendo con la
salida de los niños de las escuelas o en períodos de vacaciones. Gru­
pos de niños y adolescentes, también separados en distintas étnias o
tribus urbanas, conviven en la plaza y desarrollan sus actividades de
tiempo libre, normalmente juegos y deportes y, salvo algún hecho
puntual, no se han producido nunca enfrentamientos ni confusiones.
Analizado fríamente el único atractivo que les ofrece la plaza
en este momento es un lugar abierto, soleado y seguro.

148
Ninguna de las aproximaciones hechas tiene sentido por sí misma
• no es en el esfuerzo de superponer las diferentes escalas y lec­
turas planteadas. Lo que puede ser enriquecedor en este plantea­
miento no es recuperar o reivindicar estrategias urbanas pasadas
ni buscar modelos comprobados en otros entornos geográficos, ni
tan siquiera actuar unívocamente en la búsqueda de programas de
uso popular. Lo que seguramente tenemos que hacer es ponderar
las actuaciones que han de emprenderse enfocando simultánea­
mente distintos objetivos y tom ar las decisiones futuras midiendo
las repercusiones en cada uno de los niveles planteados.

55. Los que hemos vivido de cerca el nacimiento y desarrollo del proyecto del Mu-
seu d’Art Contemporani de Barcelona aún nos sorprende recibir algunas opinio­
nes y preguntas sobre la integración del edificio y el espacio público en el teji­
do urbano del Raval. No puedo evitar la sospecha de que bajo el escepticism o
con que a menudo se cuestionan las relaciones formales del edificio y el entor­
no se esconde, no solamente un desconocimiento del pasado reciente de la
historia de la ciudad y la ignorancia del carácter de la arquitectura encargada,
sino una posición demagógica que hace que se desvíe la atención de las estra­
tegias y se concentre en el descubrimiento, siempre injusto y parcial, de un
único responsable.

149
Las nuevas ramblas
Jau m e B arnada

La historia urbana de Barcelona ha producido una ciudad donde el


espacio público es un bien escaso y a menudo sobreutilizado. Bar­
celona es una ciudad de calles. Las calles tienen una importancia
fundamental que sobrepasa su función de conectividad y que las si­
túa como unos lugares complejos de relaciones ciudadanas.
▼► La diversidad de las vías de la ciudad es grande; como ejemplos
La Via Julia fue uno de los
proyectos emblemáticos de emblemáticos tenemos las calles del Ensanche, donde el espacio de
los primeros años ochenta. los peatones iguala al de los vehículos y donde la calle, por su amplitud,
Su valor traspasó el hecho arbolado y longitud, es el paradigma de la ciudad moderna. O La Ram­
de la urbanización y permitió
formular con imágenes la idea bla, sin duda uno de los lugares primordiales de actividades y espacio
de monumentalizar la periferia. público por excelencia de la ciudad. Barcelona es un lugar para pasear.
En las fotografías, antes y
después de la remodelación A principios de los años ochenta se inició el proceso de monu­
(1983-1986). mentalización de la periferia, entendido como un efecto recalifica-

150
I

T il
152
dor y de consolidación urbana, al tiem po que se daba estructura,
a ios nuevos barrios, urbanizando puntos y creando itinerarios ur­
banos. Via Júlia fue uno de los primeros ejemplos de esta política
democrática. Y una de las extrapolaciones de la idea de rambla a
una nueva localización. Esto produjo un efecto de mejora incues­
tionable y ayudó a la generación de un proceso de reactivación
económica y social en su entorno. El espacio original era un vacío
con poco uso en un extremo de la ciudad que fraccionaba la posi­
ble relación entre los barrios de Roquetes y Prosperitat. La llega­
da del metro comunicó estos barrios con el centro, pero la actua­
ción realmente importante fue el proyecto de urbanización que
dio la calidad de ciudad necesaria.
Hasta hoy, estos procesos de urbanización han garantizado la
mejora de muchos espacios, tanto centrales como periféricos, tales
como: rambla de Prim, rambla de Catalunya, paseo Huís Companys,
rambla de Sant Andreu..., a través de potenciar el viario com o un
lugar mixto de equilibrio entre los usos tradicionales y las activida­
des ciudadanas contemporáneas.

Esta voluntad de mejora del medio y en la búsqueda de una via­ La rambla de Prim representa el
lidad con usos urbanos complejos hay que destacar la reciente pago de una deuda histórica y
cobertura de la ronda del Mig, en los barrios de Sants y Les Corts. urbana de la Administración a
los ciudadanos que vinieron a
Esta actuación mantiene los flujos de tránsito y crea un espacio Barcelona en el período de la
para peatones a modo de rambla, sobre la losa de cobertura de inmigración. Con la urbanización
de este espacio se consolida el
la vía rápida, evitando el fraccionamiento de los tejidos urbanos proceso de la recalificación
del entorno y buscando un nuevo tipo viario com patible y diverso. urbana de las periferias.

153
I
La avenida Río de Janeiro
C aries Teixidor

La avenida Río de Janeiro, entre el paseo Valldaura y la avenida Meridia­


na constituyó la primera y la segunda Fase de ejecución de la Ronda
del Mig, que fue una invención del anteproyecto de 1984, de los mis­
mos autores Bardají y Teixidor Associats. Los arquitectos propusieron
la denominación de «ronda del Mig», a los 4 kilómetros de la avenida
entre Cartagena y Meridiana. La aceptación del nombre ha hecho que
después se haya aplicado a la totalidad del antiguo Cinturón de Ronda.
El espíritu con el que se redactó el anteproyecto y el proyecto de
la avenida Río de Janeiro, acabada en el año 1989, se ha mantenido
diez años después en los tramos de Nou Barris (paseo Valldaura, pa­
seo Maragall) y de Horta-Guinardó (paseo Maragall, Cartagena) cuyas
obras han finalizado en 1999, completando así todo el recorrido.

PROSPERITAT

S A N T ANDREU

154
La ronda del Mig ha sido concebida como vía básica, fluida pero
no rápida, de función compleja (circulación rodada y de peatones,
transporte público y aparcamiento), caracterizadora de la imagen ur­
bana, y referencia general como espacio público. Se ha puesto más
acento en su papel de avenida dentro del ámbito del distrito, de redu­
cir su papel de canalizador de tránsito rodado, y de incrementar su
capacidad para la circulación «débil» (peatones y bicicletas).
La ronda del Mig ha significado la ordenación y la urbanización
de importantes vacíos urbanos, la apertura de tram os hístórica-

155
17 l » T' { h

|i r pjjy

mente pendientes, y la articulación y «recosido» de diferentes teji­


dos urbanos con la vía básica que los une, dando lugar a ciertas
singularidades del espacio público viario de Barcelona, tales como:
la avenida Río de Janeiro, la avenida de Nou Barris (cementerio de
Sant Andreu - Rente Meridiana), la ronda del Guinardó (Tramo del Turó
del Mas Guinardó), y el tram o de detrás del hospital de Sant Pau
entre Cartagena y Sant Quintí, cumpliendo casi un siglo después
la mayor parte de la previsiones del plan de vías de Jaussely para
este sector de la ciudad.
En la urbanización de la avenida Río de Janeiro, entre el paseo Vall-
daura y Meridiana (premio FAD de Arquitectura de Espacio Urbanos de
1989) se intentan resolver problemas de diseño urbano de diferente
naturaleza y alcance (morfológicos, paisajísticos y funcionales). El de­
sordenado y poco atractivo entorno del espacio de la avenida obligó a
confiar en la propia urbanización y en las proporciones de su sección,
para darle entidad a la calle y controlar las visuales de sus recorridos
de manera totalmente autónoma respecto a los frentes edificados.

157
La fuerza de la urbanización de la avenida radica en la contundencia
de su trazado, rectilíneo y ordenado, con un ritmo constante de los
elementos a los que se confía la definición del marco visual y límites
de la calzada (arbolado: álamos, y columnas de alumbrado viario), pro­
vocando una sección visualmente cóncava en el centro del espacio
que ha de urbanizarse, generando así dos amplias aceras-paseos ar­
bolados en ambos costados, enfrentados con los espacios edificados.
El desnivel transversal existente, sin posibilidades de ser supri­
mido, pero sí manipulado a través del diseño, obligó a separar las
dos calzadas por una mediana central de ancho y altura variables,
que permitieron ajustar el trazado e integrar las escaleras y rampas
necesarias para conectar peatonalmente ambos costados, sin ba­
rreras urbanísticas.

158
f El escalonado de esta mediana central mitiga la presencia de
P (os mur0s de contención de hasta una altura de 4 m etros en el
unto más alto. Las plataformas de ladrillo visto adonde se entregan
las «gradas» constituyen la base sobre la que se apoyan las piezas
escultóricas de hormigón gris marengo, desde los extremos de la
secuencia a lo largo de la mediana, en la que se integran unitaria­
mente en su arquitectura, cualificando el atractivo visual, dinámi­
co desde el automóvil y estático desde los paseos.

159
Las diagonales del Ensanche
Jaum e B arn ad a

i
1
El Ensanche es el paradigma m oderno de Barcelona. Su grado de
consolidación es elevado, en el área central. Su estructura define
un tipo claro y admirado de ciudad. A la vez, sus problemas ac­
La avenida Gaudí estableció una
forma de hacer en la ciudad y el tuales son la gran densidad y el uso especulativo del tejido.
Ensanche. El tránsito se distribuye de manera muy homogénea en todo su
► trazado, lo que provoca, en horas puntas, la saturación del cen­
La trama Cerda es lo tro, pero también la autorregulación de los flujos. Los últimos pro­
suficientemente contundente
para no necesitar diagonales yectos han potenciado a los peatones, en contra de los vehículos,
atípicas en el interior, por tanto, a través de la ampliación de aceras y reducción del espacio desti­
éstas pueden ser tratadas
como ejes cívicos de gran nado al transporte privado. Es necesario destacar también la im­
eficacia urbana. plantación de carriles - bici en muchos viales de nueva urbanización.

160

Como otros proyectos de los
años noventa, la avenida Mistral
incorpora un modo de saber
hacer, preciso y correcto, en el
diseño del espacio urbano, en el
que la experimentación ya no es
un valor. Este eje representa
una importante comprensión del
lugar y lo revaloriza como
espacio central de Barcelona.

La calle Aragón, Rambla de Catalunya o calle Marina... son ejemplos


de esta nueva política. Esto ha com portado una mayor complejidad
de usos sobre las vías.
La Diagonal y la Meridiana son vías estructurales y esenciales
en el Ensanche, siendo sus desagües naturales, y las salidas hacia
los valles de los ríos Llobregat y Besos. Sus trazados provienen
de la comprensión del hecho geográfico barcelonés y la ejecución
sobre éste del Plan del Ensanche de Cerda. Muestra de ello es
también la avenida del Paralelo, frontera natural con la montaña
de Montju'ic que corta de manera contundente la red con un gesto
evidentemente arquitectónico pero también geográfico. Algunas
grandes avenidas como las citadas, la Diagonal, la Meridiana o el
Paralelo, han visto reducida su función de espacio público por la
congestión de tráfico, y son hoy motivo de reflexión y en ellas se
proponen nuevas urbanizaciones, aumentando el espacio para los
peatones e incorporando transportes alternativos, con proyectos
com o la recuperación del tranvía (Diagonal) o del concepto de

162
bulevar (Meridiana), favoreciendo su revalorización ciudadana.
El Ensanche, hoy, tiene además otras diagonales menores y atí-
picas en su interior. La avenida Gaudí es un ejemplo importante. Vía
singular que conecta dos monumentos modernistas, era un espacio
ma| utilizado, con poca dinámica urbana y social. El proyecto, reali­
zado a mediados de los ochenta, transformó de manera radical el
lugar y dio la pauta de cómo actuar en otras situaciones. Una vez
más el modelo de rambla fue el referente. La vía actual tiene un bu­
levar central, aceras amplias y restricciones de tránsito. Actuaciones
posteriores como la avenida Mistral demuestran que la recuperación
de estas diagonales como espacios públicos es algo muy prove­
choso para la ciudad. Y que la trama reticular es lo suficientemente
fuerte para absorber el tránsito. Las recientes propuestas para la
avenida de Roma profundizan en este camino y proponen entender
estos viales como cortes verdes a la manzana tradicional y no como
vías oblicuas de conectividad.
Por último, sólo un pensamiento de futuro. El Ensanche no es
hoy únicamente su parte central. Está también presente en el Po-
blenou, barrio de nuevas actividades y donde la ciudad se desa­
rrollará en los próximos años. Prueba de ello son las ejecuciones
en curso del PERI Diagonal, el Frente Marítimo, Diagonal-Mar... y
la consolidación de la Villa Olímpica. Pero aquí también nos encon­
tramos con una diagonal atípica, Pere IV, antigua carretera sobre la
que aún hay mucha actividad y preexistencias fuertes. Si nos cree­
mos la potencia de la ortogonalidad de la tram a del Ensanche y
su buen comportamiento, esta vía será un espacio recuperado para
los peatones y la ciudad. Si se opta por una visión más técnica, esta
vía será una diagonal de tránsito atípica y fraccionadora de la ciudad,
una mala grieta del pasado. ¡Debemos esperar!

163
El Ensanche de Barcelona.
Los patios interiores
Joan Busquéis

La importancia del Ensanche sobre la form a de la Barcelona cen­


tral queda en general asociada a la de sus calles y bulevares, y a
la continuidad de sus fachadas com puestas por arquitecturas y
usos bien diferentes. Este tejido urbano construido a lo largo del
tiem po siguiendo el proyecto Cerda tiene un espacio complemen­
tario que son sus patios de manzana. Difícilmente se puede en­
tender la fuerza del Ensanche, el rigor de la com posición de las
fachadas, la variedad de sus funciones, sin el espacio del patio
T de manzana que el proyecto original contemplaba sin edificación
Vista general dei Ensanche. y que hoy recoge la cara interna de las casas, el lugar de la quie­
tud y también la imagen dom éstica e interior.

164

A pesar de que los interiores de las manzanas albergan en la ma­ Ordenanza de los patios.
yoría edificaciones de servicio o de almacenamiento, tiene sentido
pensar que su recuperación como un espacio verde puede suponer
un gran beneficio a las estructuras residenciales y de servicios.
Por eso después del Estudio del Ensanche, el Ayuntamiento de
Barcelona procedió a redactar la ordenanza del Ensanche aproba­
da en 1986 que asegura que la transform ación de cada parque y
manzana tiene que contribuir al espacio central del corazón de la
manzana con la plantación de árboles aunque el uso pueda ser de
carácter privado. Se crea así un mecanismo de esponjamiento in­
terior que crecerá con el tiem po y en que cada etapa es mejor
que la anterior. El verde va teniendo así un mayor protagonism o
en el espacio del patio.
Por otro lado una treintena de patios de las seiscientas manza­
nas del área central tiene proyectos de ajardinamiento unitario y ac-

I
165

La siesta, pintura de Casas que
refleja la atmósfera doméstica
de un patio interior.

I
166

ceso público al interior de manzana. Por ejemplo el patio de las Patio de la Sedeta.
Aigües, la Sedeta, etc. Esta estrategia tiene por objetivo asegurar
que en un radio de cinco o seis manzanas se pueda disfrutar de
un espacio público interior. Como medida de rehabilitación de un
tejido ya existente se ha de contar con las posibilidades estratégi­
cas y las oportunidades de las diferentes manzanas.
En cualquier caso, ambas estrategias participan de ritm os de
tiempos diferentes, pero quieren incorporar una de las dimensio­
nes perdidas del gran proyecto de la Barcelona contemporánea.

I
167
La Illa Diagonal
M anuel de S o lá-M o rales

i
La centralidad urbana es una función de la accesibilidad -rodada,
peatonal, pública y privada-, pero también de la buena mezcla de
usos -la «mixidad» com o se dice ahora-. Es la simultaneidad lo
suficientemente densa y complementaria de actividades, la que
mezcla personas diferentes y superpone movimientos a lo largo
del día y de la semana, y así crea la imagen de urbanidad y de pu­
blicidad propia de los centros urbanos.
Algunos de los muchos espacios urbanos de la historia (los
mercados, las catedrales, los estadios), se han producido cuando
La Illa Diagonal.
se mezcla la actividad privada con el uso público. Es un difícil
► equilibrio donde la ciudad llega a apropiarse del dominio privado,
Espacio comercial interior, un
mercado del siglo xxi: mezcla y lo absorbe y lo hace colectivo. Colectivizar lo privado es la fun­
de uso, de gente... ción superior de las ciudades, es el acto sustancial de la urbanidad.

168

j
Parque de La Illa. Esto sea dicho como desiderata, como objetivo teórico que pue­
de explicar el esfuerzo, más o menos exitoso, de convertir un centro
de negocios, de oficinas y de comercio, en un espacio ciudadano
no totalmente privado, tampoco público, sino colectivo. En La Illa,
la articulación de las diferentes áreas, la relación directa exterior-in­
terior, la dimensión de los espacios y su calidad material, el entre­
cruzamiento de los movimientos interiores y de los que vienen de
los alrededores, la importancia de las aceras convertidas en pasa­
jes, el contrapunto entre la seriedad ciudadana exterior y el anecdó­
tico laberinto interno, el balance entre peatones y aparcamientos,
etc., son estrategias de proyecto que han querido aproximarse a la
difícil quimera de la centralidad urbana.
La continuidad y refuerzo de la acera de Diagonal, las alineacio-

170
nes de la calle Anglesola, de Prat d’en Rull, de Costanca, atravie­
san verticalmente La Illa, y forman calles comerciales, una araña
de pasajes que configura la planta horizontal del proyecto. Pero
esta red se cruza con el doble orden vertical de actividades (metro­
politanas sobre la Diagonal, locales y más de barrio al nivel de la ca­
lle Déu i Mata), con el acceso a los aparcamientos, con vestíbulos
mixtos de servicios a las oficinas.
El Centro de Convenciones, las escuelas, el hotel, el Bikini, son con­
tribuciones a una diversidad de intereses que, bajo el envoltorio de
una opción explícita por la densidad y por la imagen metropolitana
fuerte, abrigan gente diversa moviéndose con relativa libertad, e,
incluso, con un cierto grado de sorpresa. La acusada continuidad de
los niveles entre aceras, interior y el parque es la garantía de soporte.

171
Nuevos parques, espacios recuperados
Jaume Barnada

Barcelona necesita verde interior. El parque de la Ciudadela es un


ejemplo difícilmente repetible en una ciudad consolidada. Montjuíc
y los Turons (cerros), aun con su desigual urbanización, son lugares
poco accesibles y atípicos com o parques. Collserola es la gran
reserva verde, pero exterior a la ciudad y hoy aún poco utilizada
Aunque para muchos el diseño
es discutible, el parque Joan por los ciudadanos. Sin duda uno de los nuevos retos ha de ser la
Miró es hoy el gran espacio concreción de este espacio en un parque real y central de la región
público del lado izquierdo del m etropolitana.
Ensanche. Un lugar recuperado
que fue reivindicado durante La ciudad a finales de los años setenta disponía de algunos re­
mucho tiempo por los vecinos. cintos industriales obsoletos que habían abandonado su actividad
Con este proyecto se inició un
período de incorporación de lo productiva. Estos antiguos edificios, sin valor patrimonial pero testi­
verde a la ciudad. monios de la historia, estaban situados en torno al Ensanche o en

I
172
la primera periferia en los barrios tradicionales. Una de las prime­ Con la urbanización del parque
de la Estación del Norte se
ras actuaciones del Ayuntamiento dem ocrático fue la adquisición recuperó también otro espacio
de estos espacios. Y aplicando la nueva política, donde se valora para la ciudad. Sin embargo, se
produjo una primera evolución
el espacio público como principal elemento de recalificación urbana, en el proyecto. Un parque es
se demolieron las fábricas y se transform aron en espacios públi­ también un lugar donde el arte
cos. Parques donde el verde y la arquitectura son los principios puede ser incorporado al diseño
urbano de forma efectiva y no
necesarios de diseño y orden urbano. meramente testimonial.
Por todo ello, estos parques tienen unas características espe­
ciales, que los hacen diferentes de los parques de otras ciudades
europeas. Se tiene que tener en cuenta que la superficie media
es de tan sólo 4 0 .0 0 0 m2, dimensión realmente pequeña para un
parque. El proyecto de estos lugares tiene que redefinir y recalificar
el lugar, la arquitectura del entorno es de baja calidad y en muchos
casos es un claro exponente de la periferia o de la especulación
del período del «desarrollo». Por tanto, solamente con proyectos de
gran intensidad podemos mejorar el lugar. Estos nuevos parques,
aunque limitados, son espacios plurifuncionales y su estructura in­
terna se halla dividida de tal manera que es el diseño el que asu-

173

El jardín del Príncep de Girona
es una de las últimas
realizaciones de los noventa,
que también recupera un
antiguo recinto, unos terrenos
militares, para un espacio
i público.
Este proyecto muestra una gran
comprensión del lugar y del
diseño, al proponer espacios de
usos flexibles y cercanos a la
cultura mediterránea. En las
fotografías, antes y después de
la reconversión.

me la diversidad de los usos. Siempre encontraremos un jardín, un


espacio dedicado a pasear, tom ar el sol o para juegos infantiles...
y donde predomina la vegetación, una plaza, es decir, un ámbito
más duro donde alojaremos las actividades de reunión y finalmen­
te un edificio de equipamiento. El parque será, pues, un espacio
de concentración de actividades.
Esta manera de hacer no ha sido preestablecida pero su ejecu­
ción constante ha significado la definición de un modelo urbano

174
apreciado y estudiado, que ha definido los proyectos más im por­
tantes de finales de los ochenta y principios de los noventa, en
Barcelona. También son intervenciones que recogieron las necesi­
dades y deficiencias que tenía la ciudad, con una reciente historia
llena de contradicciones. La arquitectura tuvo total libertad de
movimientos y produjo lugares com o los parques de Joan Miró, la
España Industrial, el Clot, la Pegaso, la Creueta del Coll o la Esta­
ción del Norte.
Hoy este proceso de mejora urbana e incorporación del verde a
la ciudad, a través de la recuperación y transformación de recintos
de dimensión mediana, se ha consolidado como una manera de ha­
cer espacios de gran calidad y efectividad, como los Jardines de
Olga Sacharoff, los del Príncep de Girona o el nuevo proyecto de
parque a Diagonal-Pere IV. Finalmente será necesario apuntar un in­
terrogante de futuro, ya que esta manera de hacer y de entender la
ciudad en alguno de los proyectos de próxima ejecución ha cam­
biado. Diagonal Mar puede ser el ejemplo más discutido, por lo que
es necesario darle tiempo y reflexión posterior.

175
La calle privada: Diagonal Mar, Barcelona
Z. M .

Diagonal Mar, un proyecto residencial para Barcelona conforma­


do por un gran parque con altas torres de viviendas, es presenta­
do como un parque público aunque la misma promoción de venta
se encarga de desmentirlo. Presuponiendo una complicidad con
el potencial com prador, el vendedor argumenta que bajo la apa­
riencia de espacios públicos lo que realmente se ofrece es un es­
pacio privado, un simulacro de ciudad. 1
Un modelo residencial que propone segrégar y fragmentar la ciu­
dad, privatizando el espacio público del parque y las calles. Se presen­
ta como una solución a los peligros de la heterogeneidad urbana y ha
sido ya impuesta con éxito en diferentes ciudades, como Sao Paulo,
México o Buenos Aires, ya sea en la forma de bloques o en forma de vi­
viendas aisladas, pero todo dentro de un recinto fuertemente vigilado.
Un espacio de iguales no hace ciudad. Es una propuesta que nie­
ga la esencia misma de la ciudad que es la heterogeneidad, el lugar
del encuentro casual y azaroso, el conocimiento del otro con la po­
sibilidad del conflicto y la convivencia. Es además una concepción
urbana ajena a la historia y espíritu de la ciudad mediterránea y eu­
ropea, que fundamentalmente ha aportado a la tradición urbanística
una manera de usar y disfrutar colectivamente el espacio urbano.
Ya en la Italia de finales del siglo xvm visitada por Goethe y retratada
en su libro Viaje a Italia, el derecho al uso público de todos los es­
pacios abiertos de la ciudad era defendido por los ciudadanos que
ocupaban pórticos, galerías, entradas, patios, claustros e interiores
de iglesias. Las ciudades mediterráneas se han configurado a través
de la sabia combinación de espacios domésticos y edificios públicos,
calles y plazas que dan acceso a espacios de transición gradual de
lo público a lo privado, lugares ambiguos donde se tolera la presen­
cia de extraños. También se deben a las lenguas latinas el nombre de
muchos elementos arquitectónicos y urbanos dedicados a las rela­
ciones humanas: atrio, peristilo, patio, veranda, pórtico, vestíbulo,
logia, terrazas, belvedere, bulevar, incluyendo el café, ámbito por
antonomasia de encuentro en la ciudad.
La aparición de este elemento en Barcelona resulta cuando menos

176

Sobre la prolongación de la
avenida Diagonal se construye
un gran complejo urbano, un
«barrio» formado por edificios
de viviendas en torre, parque,
centro de convenciones y
centro comercial.


llamativo en una ciudad orgullosa de sus calles, de su historia ur­ En primer término, vista parcial
del área que se modifica para el
bana y modelo de recuperación de la vida urbana para muchas Fórum de les Cultures 2004. Al
ciudades en las últimas décadas. Plantear la posibilidad de una calle fondo, las obras de Diagonal
Mar.
privada es un contrasentido para con la definición del espacio pú­
blico por excelencia que es la calle.

177
Badalona. Nuevos parques: parque de
Montigalá y el Turó Caritg
Á rea de U rb an ism o d e B adalona
i
El parque de M ontigalá
El parque de Montigalá G-6 de Badalona form a parte de un siste­
ma de parques (G-5 y G-4) que han de servir de ligazón de la ciudad
con la serranía de la Marina.
El G-6 es el parque más urbano de los tres reseñados, en
cuanto conecta directam ente con el tejido edificado de los barrios
de Lloreda, Sant Crist y Montigalá. Por esta razón el proyecto fija
un eje peatonal y de servicios mar-montaña que recoge la traza

178
de la riera de Sant Joan y la proyecta hacia la zona intermedia del
futuro parque G-5 (en proyecto) para acceder al parque G-4, ejecu­
tado por INCASOL, ya en una zona de características ligadas a la
serranía que tiene en Sant Jeroni de la Murtra el punto referencial.
A lado y lado de este eje se desarrollan áreas de ocio conectadas
por paseos, todo rodeado por una plantación boscosa.
La obra se ha ejecutado en tres fases y quedan pendientes las
obras de las edificaciones complementarias destinadas a los servi­
cios del parque.

179
Turó C aritg
El Turó Caritg de Badalona es un parque urbano situado en un punto
estratégico de la ciudad donde se emplazaban las baterías de costa
dentro la zona militar existente. Se encuentra completamente rodeado
por barrios muy densos, La Salut, Sistrells, Llefiá, el Fondo, y es el
punto de referencia del eje del puerto canal con el Palacio Municipal
de Deportes y la fachada de la autopista A-19. Las líneas proyectadas
se concretaron en el proyecto del Sector Estructural Olímpico del
año 1989.
El proyecto de parque se apoya en un anfiteatro natural, con arbola­
do preexistente y formalizado por dos montes morfológicamente liga­
dos que permiten eliminar un conjunto de barracas y construir una
topografía inventada que genera plataformas y paseos accesibles
desde los barrios. Construido en varias etapas, las primeras de ve­
getación ya consolidada, tiene la virtud de parecer formar parte des­
de siempre de la memoria de la gente.

Los elementos más destacados son el muro de piedra sobre la


avenida Caritg y la plaza del Centenari.

180
Prat del Llobregat. El nuevo espacio
público en la operación de desarrollo
de la plataforma logística del Delta
del Llobregat
Jordi Cañas

Lo que se conoce com o Plan Delta es en realidad un convenio e


tre distintas adm inistraciones -estatal, autonómica y local- pa
llevar a cabo la construcción de un conjunto de infraestructur,
consideradas vitales para el desarrollo económico de Cataluñ
La ampliación del puerto de Barcelona, la construcción de ui
gran depuradora de aguas residuales, el desvío de los últimos 4 k
del cauce del río Llobregat, la construcción de una pista en
aeropuerto del Prat, nuevos accesos al aeropuerto prolongan

182
las rondas de Barcelona y las nuevas penetraciones ferroviarias
de alta velocidad, constituyen el núcleo del Convenio de Infraes­
tructuras y Medio Ambiente del Delta del Llobregat que puede
com portar unas inversiones cercanas al medio billón de pesetas
en los próximos diez o doce años.
Este desarrollo, sin embargo, puede tener características distin­
tas y afectar de diferente manera al territorio que lo soporte -en
este caso el municipio del Prat de Llobregat.
El Prat de Llobregat es una ciudad de 63.000 habitantes -tan
grande como algunas capitales de provincias españolas- que está
a unos 4 km de la ciudad de Barcelona. Este emplazamiento, en
pleno delta del río Llobregat, y en medio del nudo de infraestructu­
ras más importante del territorio catalán -aeropuerto, puerto, ferro­
carril, plataforma logística...-, confiere a la ciudad del Prat unas ca­
racterísticas físicas y funcionales únicas.
El municipio del Prat, por lo que ya ha sufrido durante los últimos
años en su propia piel, vio que era necesario negociar desde el ini­
cio la implantación física de cada una de las grandes infraestructu­
ras para mantener un territorio racionalmente «lleno» y no caótica­
mente «relleno», y apostó por un modelo de ciudad sostenible
donde la característica principal de las decisiones que deben to­
marse sea el ajuste de las condiciones ECO-nómicas y ECO-lógicas.
Uno de los prim eros logros de esta negociación territorial ha
sido la obtención, aprovechando la ampliación del aeropuerto, de
una franja litoral de 450 m de ancho y más de 3 km de longitud
que hoy está ocupada por un campo de golf, una instalación mili­
tar y una propiedad privada calificada de suelo urbanizable. El
Ayuntamiento del Prat propuso y consiguió de la administración
aeroportuaria convertir este territorio en lo que se ha denominado
Parque Litoral Metropolitano del Prat.
Este Parque Litoral del Prat de casi 90 ha tiene que cumplir
una doble función: de conservación ecológica y de ocio de los
ciudadanos. Para ello se han previsto un conjunto de usos públi­
cos que consistirán en:
• playa equipada y apta para el baño,
• áreas de estancia a la sombra de las pinedas,
• espacios grandes de paseo y entretenimiento con instalacio­
nes deportivas,
• equipamientos de información y educación ambiental que

184
permitan a los ciudadanos conocer con más profundidad los valo­
res naturales del delta de Llobregat.
Este uso público no será incompatible con la función de corredor
biológico entre las reservas naturales del Remolar-Filipines y de la
Ricarda-Ca l’Arana que este sector ha de cum plir y que se funda­
mentará en la continuidad de los pinares, del cordón de dunas y
de la playa.

185
Parque de la Solidaritat
(E splugues de L lobreg at)
M an co m u n id ad de M unicipios del Área
M etro p o lita n a de B arcelona

El recubrimiento del cinturón de Ronda en este sector ha permitido ge­


nerar una plataforma que, con 2,4 ha de superficie destinada al par­
que, resolverá de forma definitiva la conexión entre los barrios de Can
Clota y Can Vidalet, de Esplugues de Llobregat, segregados histórica­
mente por la accidentada configuración de la riera que los cruza.
El papel integrador del parque dentro de la tram a urbana pree­
xistente y su incidencia en el paisaje de la vía rápida sobre la que
se sitúa, son los puntos de partida fundamentales de su diseño.
La prolongación de las calles de l'Esport y Pau Torres en forma
de ejes para peatones dentro del parque, genera un gran salón ta­
pizado de césped que en la parte más amplia acoge una gran es­
cultura de acero de 6 m de altura de Alberto Udaeta. Este salón
central, verdadero eje estructurador del parque, adquiere una es­
pecial significación durante la noche, al iluminarse la alfombra de

186
césped con las numerosas balizas luminosas en forma de constela­
ción hasta llegar a la escultura donde se produce una explosión
de luz que enfatiza su carácter monumental.
La losa del cinturón, dividida en dos piezas por el «salón central»,
acoge mediante unas plataformas escalonadas, diversos usos lú-
dicos del parque.
Estos dos ejes estructuradores del parque, salón central y losa del
cinturón, generan los cuatro sectores del parque destinados exclusiva­
mente a la vegetación, caracterizados por su accidentada topografía
en contraposición al carácter plano de los mencionados ejes.

187
Parque Les Planes (l’H o s p ita le t de Llobregat)
M an co m u n id ad de M unicipios del Á rea
M etro p o lita n a de B arcelona

El sector sobre el que se sitúa el parque m etropolitano de Les


Planes se encuentra limitado por la avenida de Isabel la Católica,
calle de Sant Rafael, avenida de Ventura Gassol, cem enterio muni­
cipal y el ferrocarril de RENFE (línea de Vilafranca del Penedés) en
el término de 1’Hospitalet de Llobregat.
La gran extensión de este parque (aproximadamente 9 ha), así
como su destacada centralidad, entre barrios tan populosos e infra-
dotados como los de Can Serra, Pubilla Cases y La Florida, lo con­
vertirán en el «parque central» sobre el que gravitará una pobla-

188
ción de 300.000 habitantes en su ámbito municipal y de 5 00 .00 0
en su ámbito m etropolitano (subsistema del delta oriental). La
principal vía de comunicación es la avenida de Isabel la Católica
por la que circulan diversas líneas de autobuses municipales e in­
termunicipales. La reciente inauguración de una nueva línea de me­
tro, con estación en la citada avenida, delante del parque, aumen­
tará su nivel de accesibilidad.

189


El proyecto concibe la ordenación del parque de Les Planes desde
una óptica respetuosa con la configuración actual del terreno, man­
teniendo en líneas generales el primitivo trazado del fondo de la riera,
transformándolo en el eje del recorrido central del parque de norte
a sur, así como la configuración de los laterales de vaguada en forma
de plataformas y taludes que progresivamente van alcanzando los
bordes este y oeste del parque. En cualquier caso, se corrige y
suaviza la accidentada topografía actual, mediante rellenos en el fondo
de riera que disminuyen los fuertes desniveles entre ésta y los bordes
del parque. Se manipulan también, mediante rellenos, los laterales de
vaguada, de manera que se suavicen los taludes y se sitúen dentro
de unas pendientes razonables.

191
Sant Adriá del Besos. Parque del Litoral
Mancomunidad de Municipios del Área
Metropolitana de Barcelona

El parque del Litoral está situado en el término municipal de Sant


Adriá del Besos, en el margen izquierdo de la desembocadura del
río en el mar, y se concibe con carácter de parque litoral que alber­
gue actividades recreativas y de ocio vinculadas al uso de la playa.
La construcción de este parque se llevó a cabo en el marco de
planes elaborados por la Corporación Metropolitana que confluyen en
el área: Plan de costas en su objetivo de regenerar el frente litoral
y abrir la comunidad metropolitana al mar, Plan de regeneración y
aprovechamiento del lecho del río Besos desde Monteada al mar y
planes con un ámbito espacial más restringido o actuaciones pun­
tuales, cuyo común denominador es la regeneración urbana de los
márgenes del Besos (Plan especial Catalana-Marina-Besós, prolonga­
ción y ajardinamiento del margen izquierdo del río en el frente Santa
Coloma-Sant Adriá, parque del Molinet y obras de acceso, etc.).

194
El parque forma parte de un conjunto de dotaciones litorales
previstas entre el ferrocarril, el río y el mar, com puesto por un
área de aparcamiento, campo de fútbol, complejo polideportivo,
parque litoral y paseo marítimo con una superficie conjunta de 8,5 ha!
Este proyecto se desarrolla en el sector concreto del parque litoral
y el paseo marítimo en terrenos adquiridos por la CMB con una
superficie total de 2,7 ha. La estratégica situación del parque
dentro de un tramo de costa en que las implantaciones industriales
suponen una fuerte barrera para su uso público, da lugar a una
concepción de éste basada en la diversificación de ofertas de
ocio y aparcamiento ligadas a la utilización de la playa (potenciada
por la puesta en funcionamiento del colector Montgat-Montsolís y
el Plan de regeneración de playas del MOPU).

195
Sant Feliu de Llobregat. Creación de
nuevos espacios públicos, zonas verdes
y equipamientos
Núria Pedrals

Sant Feliu de Llobregat es un municipio que pertenece al área me­


tropolitana de Barcelona; actualmente tiene una población de
38 .0 0 0 habitantes aproximadamente.
Enmarcado por el río Llobregat, y por la sierra de Collserola,
form a parte de la com arca del Bajo Llobregat, mantiene fuertes
relaciones y dependencias de todo tipo con la ciudad de Barcelona,
con la cual está conectado por la autopista A-16 y recientemente
por la autovía del Bajo Llobregat y mediante el ferrocarril de REN-
FE por trenes que alcanzan una frecuencia de 10 minutos en las
horas puntas. Las conexiones con el resto de municipios de la co­
marca son más escasas, y fundamentalmente se resuelven por
carretera, autobús y vehículo privado.

196
A partir de la aprobación del Plan general m etropolitano del
año 1976, la ciudad ha experimentado unos cambios importantes,
consistentes inicialmente en el desarrollo de polígonos industriales
en los primeros años de desarrollo del Plan, y en los últimos años en
el diseño y desarrollo de sectores básicamente residenciales que
han incorporado mucho suelo destinado a parques y equipamientos.
Debido a la falta de suelo libre en las zonas centrales del casco
urbano, los nuevos suelos públicos incorporados a la ciudad a partir
del desarrollo de los sectores residenciales se sitúan fundamental­
mente en los alrededores del casco urbano.
La integración de estos nuevos espacios públicos al servicio
de toda la ciudad -n o solamente de los nuevos se cto re s- ha sido
uno de los principales objetivos que han condicionado el diseño
del planeamiento parcial desarrollado y que ha determinado el
emplazamiento de los nuevos equipamientos para evitar segrega­
ciones de determinados sectores de población.
El Plan parcial Falguera II ha sido uno de los sectores residen­
ciales referidos, que ha formalizado el cierre de la ciudad por la
fachada que mira al río Llobregat, y que enlaza el casco urbano con el
polígono industrial el Pía que tiene continuidad en Molins de Rei.

197
Este Plan parcial ha perm itido la creación de 700 nuevas resi­
dencias aproximadamente, un parque público de 40.000 m2, a|
cual se han agregado 10.000 m 2 de suelo para equipamientos
deportivos y una escuela primaria que com parte servicios con las
instalaciones deportivas. También se ha hecho reserva de dos par­
celas de suelo para equipamientos, situadas en dos centros de
manzana rodeadas de residencias, una parcela de 3.000 m 2 desti­
nada a guardería, actualmente en funcionamiento, y una segunda
parcela enfrentada con la guardería, de 4 .3 0 0 m 2 destinada a re­
sidencia para la tercera edad, actualmente en construcción. Los
dos terrenos están a una distancia de 100 m del parque público
denominado parque del Llobregat, de 40.000 m 2 de superficie.
Uno de los aspectos más sorprendentes que ha comportado la
gestión del suelo de equipamientos para una residencia de la tercera
edad ha sido el rechazo inicial manifestado por un pequeño sector de
vecinos a la instalación de la residencia en el solar previsto.
Desde la administración, a la hora de decidir el emplazamiento
de la residencia se valoró de manera muy positiva la proximidad
al casco urbano del solar, la facilidad de convivencia con sectores
activos de población para los residentes, el emplazamiento res­
pecto al parque, accesible a pie, y finalmente la situación de la
rdería en el terreno de enfrente, siempre con la idea de evitar
la marginación de la población de la tercera edad.
Esta propuesta fue rechazada con argumentos de carácter xenó­
fobo disfrazados con razones pretendidamente urbanísticas, com o
por ejemplo, que a la residencia le falta espacio libre (solar de
4 300 m2), o que se privaría de asoleamiento a los edificios vecinos
(distancia mínima 20 m) y la propuesta consistía en alejarlos de la
ciudad por su propio bienestar.
Afortunadamente, la administración no cedió ante este tipo de
argumentaciones y la residencia se está construyendo sin mayo­
res problemas.

199
Parque de Can Zam
(S an ta C o lo m a de G ram e n et)
M an co m u n id ad de M unicipios del Á rea
M etro p o lita n a d e B arcelona

El terreno llamado Can Zam, en Santa Coloma de Gramenet, tiene


una superficie aproximada de 30 ha y es uno de los parques me­
tropolitanos más característicos en su papel vertebrador, situado

200
I
en un municipio con déficit urbanísticos im portantes y en una
zona de gran accesibilidad, entre diversos cascos urbanos, ejer­
ciendo un papel articulador del territorio m etropolitano.
La inversión en este tipo de obras públicas, además de comportar
una mejora directa en la calidad de vida de la población con menos
poder adquisitivo, tiene una intención de redistribución espacial
de las rentas y de disminución de los desequilibrios sociales de la
ciudad.
Su significación se destaca por la presencia próxima de infraes­
tructuras tan potentes com o la «Pata Norte» de la ronda de Dalt y
el nudo de la Trinitat, así com o el río Besos, hoy en vías de urba­
nización y regeneración.
El proyecto del cual se ha construido la primera fase se estruc­
tura a partir de dos ejes que cruzan com pletamente el parque. La

202
prolongación de la calle Víctor Hugo y la relación form ada por pla­
za-lago-no.
El punto central se crea en la intersección de estos dos ejes y
es e| de máxima tensión.
El parque queda dividido en cuatro sectores que pueden tener
personalidades diversas formando, no obstante, una única unidad.
El bosque frondoso, el parque romántico, el jardín tem ático y el
bosque de marina, serían un ejemplo.

203
Las rondas de Barcelona
y el nudo de la Trinitat
M anuel H erce

Las rondas de Barcelona


Las rondas de Barcelona (ronda de Dalt y ronda Litoral) constitu­
yen el «anillo» que circunvala la ciudad. Fueron construidas como
articuladoras de la operación de transform ación urbana llevada a
cabo en la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992.
Más allá de su papel de distribuidor de tráfico, las rondas han
perm itido plasmar un nuevo paradigma de vía rápida urbana, que
se reconcilia con el tejido que atraviesa y se convierte en sí mismo
en eje estructurante de ciudad, que une barrios y centralidades.

204
Dicho paradigma ha optado por adecuar los parámetros tradi­
cionales de proyectos de vías rápidas a los requerimientos del es­
pacio que atraviesa. Los enlaces están en los cruces con las grandes
arterias de la ciudad, diseñándose como plazas-puerta sobre la
misma, y permitiendo una lectura cinética de aquélla al usuario de
la vía. La rasante de la vía se ubica bajo la rasante de ciudad, pro­
curando que la geometría de aquélla no afecte a la de las calles
que quedan arriba. Y, fundamentalmente, el tratamiento de la propia
ronda pretende remarcar sus características de calle, con arbolado,
iluminación, uniformización de barandillas, muros, etc.
Las rondas devienen así en un gran espacio público (una mo­
derna calle con función fundamental de tráfico y no una autopista
que irrumpe en la ciudad), en un encadenamiento de plazas y es­
pacios. E incluso, sobre ella, aprovechando dos niveles, se ubican

206
plazas sobre losas y espacios de equipamientos colectivos que
suturan los barrios que la vía separa. La variedad de lugares que
ha generado, directa o indirectamente, ha perm itido desde enton­
ces muy diversas operaciones de creación de espacios urbanos
en su entorno.

Autoría del proyecto: M. Herce I Associats


El proyecto y obras fueron coordinadas por el Instituto Municipal
de Promoción Urbanística, dirigido por el arquitecto J. A. Acebillo.
El planeamiento urbanístico de referencia fue obra de los arquitec­
tos M. Ribas y L. Cantallops. En los equipos técnicos participaron
dos docenas de ingenieros y arquitectos en estrecha colabora­
ción, coordinados por GISA.

207
1

El nudo de la Trinitat, Barcelona


El nudo de la Trinitat es un enorme enlace de conexión de las rondas
con tres autopistas periféricas, que proviniendo de Girona, el Valles
y el Maresme, llegan a la ciudad. Como tal enlace es la primera
experiencia de transform ación de los tradicionales «espaguetis»
de ramales direccionales en un enorme espacio giratorio que
aprovecha su interior com o parque urbano equipado.
Siendo la gran puerta norte de la ciudad, su organización gira­
toria permite dirigir los tráficos hacia diversos sentidos; y de ha­
berse mantenido en obra la titularidad del circuito, podría incluso
haberse gestionado su tráfico de form a informatizada.
El nudo renuncia, en su diseño, a los ramales direccionales de en­
lace, en aras a la mejor comprensión del mismo por el usuario y a la
revalorización de sus espacios centrales. La solución formal adecúa
su rasante para que el vecino barrio de la Trinitat desemboque por
encima de la autopista en el espacio central, donde se ubica un gran
parque protegido por taludes vegetados y masas forestales.

208
El aprovechamiento del espacio afectado por la conexión de
autopistas (más de 10 ha), en difíciles soluciones formales de com­
patibilidad de usos urbanos y tráfico, es una experiencia impo
tante que pretende devolver la condición de centralidad (plaza del
automóvil) a los grandes enlaces urbanos. Su diseño apunta a
profundizar en la creación de nuevos modelos de integración del
espacio del automóvil en el sistema de espacios públicos, sin me­
noscabo de su función de circulación (por el nudo pasan más de
200.000 vehículos diariamente).

210
La selección que hemos hecho no pretendemos que sea total ni ex­
haustiva sino que hemos querido reseñar cómo la iniciativa de ha­
cer ciudad a partir del espacio público puede y es tomada como
primordial en muchas ciudades, tanto de Cataluña como del resto
del Estado español.
Nos hemos debido limitar, en lo que se refiere a ciudades no ca­
talanas, a algunas grandes ciudades tanto por razones de espacio
como por opción que hicimos al redactar el original catalán. Elegi­
mos tres ciudades que se distinguen por la espectacularidad de sus
actuaciones pero también por el carácter prematuro de hacer un jui­
cio global sobre unas actuaciones recientes (Bilbao) y en algunos ca­
sos muy discutibles (Valencia). No hemos incluido Madrid pues re­
queriría una extensión o correríamos el riesgo de caricaturizar sus
proyectos. Aunque no se incluyen tampoco, por las razones antedi­
chas, ciudades que en cambio nos merecen mucha atención por la
calidad de sus actuaciones de espacio público, comparable con los
mejores ejemplos europeos, sí que es justo citar los casos de San
Sebastián, Gijón, Santiago de Compostela, Granada, Toledo y otras,
que han realizado un urbanismo de espacios públicos de alto nivel.
A continuación se exponen los siguientes casos:
- Bilbao y la reestructuración metropolitana a lo largo de la ría.
- Sevilla y la recuperación del cauce del río.
- Valencia a través de políticas, a veces contradictorias, sobre
espacios públicos que se apoyan en el cauce del río.
Las tres ciudades han planteado propuestas de gran escala y
de valor desigual como se verá en los com entarios.
También incluimos casos de escala más reducida pero de inte­
rés proyectual como Oviedo en la que se ha trabajado en la recu­
peración del casco histórico para los peatones, ordenando y paci­
ficando el tráfico y proyectando espacios públicos unificados y
que ponen en valor el tejido y la estructura del área central.
Las actuaciones llevadas a cabo en las ciudades catalanas se­
leccionadas incluyen:
- Recuperar y aprovechar las oportunidades de los elementos
naturales (río Segre en Lleida y río Ter en Girona, Parque de Vall-
paradís en Terrassa), los espacios vacíos (Eix Maciá en Sabadell
y Via Europa en Mataró), y las infraestructuras obsoletas (ferroca­
rriles, casernas, industrias).
- Atribuir al espacio público calidad de uso para los ciudada­
nos, ser elemento estructurante para la ciudad y m otor de opera­
ciones de centralidad económica y cultural.
-A tención a la calidad del diseño y a la colaboración de los co­
lectivos sociales.
Hemos incluido el Pare de l’Agulla de Manresa porque en este
caso la iniciativa ha sido ciudadana, ha sido el uso social el que
ha generado un espacio público adecuado para el uso colectivo.

II
213
1

La avenida del Nervión. Bilbao


Eduardo Leira

Un bulevar m etropolitano a lo largo de la ría del Nervión, de 5 km


de longitud, desde el Ensanche de Bilbao hasta su desembocadura,
en el Abra. El nuevo eje estructura los suelos llanos del estuario.
Con su rotunda traza recta, unitaria y simbólica, de renovada ur­
banidad, otorga valor de pertenencia a las nuevas centralidades
m etropolitanas que enhebra.
Junto al eje, nuevos puentes bajos transversales forman parte
también consustancial del proyecto. Permiten grapar los márge­
nes de la ría, hasta ahora una sajadura infranqueable en el territo-

II
214
r¡o por su carácter navegable y de viejo puerto interior continuo.
La construcción del nuevo Puerto Exterior permitirá la construcción
de ese tipo de puentes.
La nueva vía, que sigue la traza de la ría, y paralela a ésta, salva
en continuidad, mediante puentes, los brazos de agua que desem­
bocan en ésta. Con metro-tranvía incorporado a su sección, con
caminos peatonales y para bicicletas junto al agua, genera un paseo
público de borde de la ría en todo su desarrollo.
En su unidad, se distinguen cinco tram os diferenciados:
1. La apertura: donde la avenida del Nervión se integra en el En­
sanche bilbaíno, bajo la vía de cornisa, panorámica, que lo bordea.
Un primer puente singular, inclinado, salva la fractura de cota en­
tre el Ensanche, alto, y la plataforma de ribera, cruzando el cauce
de la ría. Ya en la plataforma ribereña, el eje surca la península de
Zorrozaurre, con nuevas edificaciones a ambos lados y que incor-

II
215
pora la ampliación del Campus de Sarriko, de la Universidad del
País Vasco, organizado a caballo de ría. Un campus urbano sobre
el agua, con los espacios públicos del borde de la ría abiertos a
los ciudadanos y con usos comerciales y de ocio.
2. El bulevar. La avenida metropolitana incorpora en su sección
un bulevar de 10 m entre ambas direcciones de tráfico, acercándo­
se a la ría con una doble plataforma, segregando el flujo viario del
peatonal, que discurre por un espacio y equipado para el recreo y
ocio.
3. El centro. El corazón metropolitano, confluencia de tres valles,
es el salón de la metrópoli que, profusamente vegetado, se convierte
en un símbolo de la regeneración en una de las zonas antes indus­
triales y hoy más degradadas.
Entre dos aguas:
4. En Barakaldo, en la dársena de Portu, la avenida permite
configurar una lámina interior de agua limpia, a nivel constante,
sin depender de las mareas, para la práctica deportiva y recreati­
va, incluso con una playa artificial en su extremo este.
Buscando el mar:
5. Al final de los 5 km de traza recta, la avenida se bifurca en
las dos márgenes para enlazar con la red viaria existente, planteán­
dose, en una recuperada escom brera, un hito singular a modo de
remate.

II
216
Girona. Recuperación de espacios
públicos
Pere Sola Busquéis

Girona ha tenido en la recuperación y mejora de los espacios pú­


blicos uno de los ejes de su política municipal.
Hasta el año 1979 la ciudad solamente contaba con la Devesa
como gran parque urbano de dimensiones a escala de ciudad.
Durante estos años se han incorporado los espacios que verte­
bran y vertebrarán la Girona del siglo xxi y que permitirán el cam­
bio definitivo en la calidad urbana, y que han dotado a los barrios
de espacios de ocio y de convivencia ciudadana. El parque de la Devesa. Puente
peatonal, y una escultura; un
Las adquisiciones e incorporaciones al patrimonio de la ciudad espado urbano público que
de la antigua fábrica Gróber, hoy plaza de la Constitución, ha creado sutura los dos márgenes.

217
un lugar para la el gran espacio público entre la Glrona de dentro y la de fuera de las
contem plación... murallas. Los terrenos de FEVE, RENFE y CAMPSA que conforman la
estructura ferroviaria del tren de Olot, Sant Feliu de Guíxols y Barce-
lona-Francia han dotado a la ciudad del Parque Central que articula la
ciudad a lado y lado del trazado del ferrocarril y abre la posibilidad
de transformar la carretera de Barcelona en la gran calle.
El Plan especial de los antiguos cuarteles militares ha permitido
tener el Parque de Migdia y los equipamientos de Palau, realizando
aquello que el Plan del Ensanche no había previsto, y que supone
el cambio del modelo de ciudad heredada.
El encadenamiento de un continuo de operaciones urbanísticas
ha liberado los bosques de Palau, que preservan la línea del hori­
zonte y la morfología del paisaje, y convirtiendo los bosques que
se adentran en la tram a urbana en parques urbanos.
Estas operaciones descritas junto con las de las de Ribes del
Ter y las Pedreres, conforman el cambio en la estructura de la ciu­
dad. Las Ribes del Ter orientan la ciudad hacia el río que recupe-

II
218
ra los valores ecológicos perdidos y dota a la ciudad de un espa­ Antiguas infraestructuras
del ferrocarril, espacio público:
cio de ocio a escala metropolitana. El futuro parque de las Pedre- parque, centro cultural y social.
res, que se encuentra en proceso de realización, preservará defini­
tivamente el perfil de la ciudad y recuperará el paisaje del lado de
la montaña.
La pequeña escala ha mejorado pieza a pieza en todos los ba­
rrios de la ciudad. Cabe destacar la política de actuaciones en el
barrio Vell a partir del Plan especial que selectivamente y con mu­
cho cuidado han vaciado algunas piezas del tejido para hacerlo
revivir. Destacan las Beatas y el Jardín de la Infancia, los espacios
de dentro y fuera de la universidad que con la restauración de la
muralla han propiciado el paseo que, siguiéndola, ofrece a los pea­
tones la mejor percepción de la ciudad.
La operación del Pou Rodó, Sant Feliu (antiguo barrio de prosti­
tución) incorpora a la rehabilitación las últimas manzanas de la
ciudad vieja.
El proceso del nuevo espacio del teatro, que cerraría el proceso

II
219
de convertir parte del barrio antiguo en equipamiento para la ciudad
es el que se ha seguido en la histórica trama urbana como en el
Centro Cultural la Mercé, Cine Moderno, Teatro y Ayuntamiento
antiguo Hotel Centre.
La intervención sobre los barrios más periféricos ha consistido
en algunos casos en aprovechar aquellos espacios que el creci­
miento había olvidado y dejado como residuales. Por ejemplo, ganar
la Riera Bullidors com o recorrido para peatones y eje para un
conjunto de barrios con tejidos insolidarios o la revisión de mode­
los de crecim iento legalmente vigentes, pero caducos, siempre a
favor de la m ayor aportación de espacio público.

II
220
Río Segre. La Mitjana. Lleida
2. M. y J- M. Llop

El río Segre, a su paso por la ciudad de Lleida, carecía de orde­


nación. Este tram o urbano de cauce fluvial generaba problemas
de conexión urbana entre ambas márgenes del río, sus aguas
presentaban un alto grado de contaminación debido al vertido di­
recto de aguas residuales, y su riqueza medioambiental se hallaba
altamente degradada.
La reordenación del río Segre ha sido un proyecto puesto en mar­
cha por la Administración local a raíz de la inundación en 1982,
coordinado con la Administración del Estado. Planteándose los si­
guientes objetivos:
- Integrar el río Segre en la ciudad eliminando el efecto barrera
que impide la comunicación fluida entre márgenes.
- Mejorar las relaciones de los ciudadanos con el río prom o­
viendo su conservación y eliminando actividades de carácter mar­
ginal en sus márgenes.
- Potenciar el uso lúdico-educativo del río a través de la reorde­
nación de los usos de los espacios colindantes y la programación
de actividades relacionadas con la educación medioambiental.
- Mejorar la calidad del agua del río controlando los vertidos
contaminantes.
- Disminuir el riesgo de inundaciones, por desbordam iento del
río mediante la canalización de su tram o urbano.
- Proteger el ecosistema de ribera en la zona de la Mitjana.
Se ha procurado fomentar la participación ciudadana en la defini­
ción y gestión de las actuaciones realizadas, que son las siguientes:
- Canalización del río en su tram o urbano asegurando la per­
manencia de una lámina estable de agua y reordenando los espa­
cios colindantes, convirtiendo esta zona en un gran parque urba­
no lineal, el parque del Segre.
- Elaboración de un plan de ordenación y gestión de la zona de
la Mitjana, localizada a la entrada de la ciudad y con un gran valor
ecológico, que se convierte en parque natural de aproximadamen­
te 100 ha, en el que se definen cuatro tipos de áreas:

II
221
El río Segre. 1 . Áreas de uso público: dos espacios equipados para un uso
público intensivo, un área natural para paseo de peatones y bici­
cletas, y diversas zonas para la práctica deportiva.
2 . Áreas de interpretación ambiental: uso pedagógico y de in­
terpretación medioambiental.
3. Áreas de interés natural: dos espacios para la observación
de la naturaleza de acceso regulado.
4. Áreas de reserva natural: zona de alto interés biológico de
uso público muy limitado.
- Construcción de una estación depuradora de las aguas resi­
duales para reducir el nivel de contaminación de sus aguas.

222
_ Construcción de tres puentes: uno peatonal y dos de circula­
ción rodada.
_ Traslado de núcleos de chabolas, localizados en zonas de
riesgo de inundación. Se han proporcionado a los residentes vi­
viendas en otras localizaciones.

Impacto y resultados alcanzados en la actuación del río


Segre y la Mitjana
Con esta iniciativa se ha logrado cumplir el principal objetivo, que
era la mejora de la relación entre el río y la ciudad a través de
una actuación integral, que ha transform ado las características
sociales, medioambientales y económicas de la ciudad:
- Se ha borrado el efecto barrera del río, propiciando el des­
plazamiento peatonal y rodado entre distintas zonas de la ciudad
para su integración urbanística.
-Actualm ente el riesgo de inundación de la ciudad por desbor­
damiento del caudal del río es mínimo.
- El parque urbano del Segre es ampliamente conocido y utili­
zado por los ciudadanos para la práctica deportiva o el disfrute
de la naturaleza.
- Se ha conseguido un alto grado de participación de la pobla­
ción en los proyectos de educación medioambiental desarrollado
en el parque natural de la Mitjana.
- La calidad del agua ha mejorado y la vegetación de ribera ha
sido restaurada.
Las conclusiones más interesantes derivadas de esta experien­
cia son:
- La educación es un instrumento básico para aquellas actua­
ciones cuyo fin último sea la preservación del medio ambiente.
Es necesario plantear el proyecto com o una idea global de ciu­
dad que se quiere y se desarrolla con un modelo urbanístico inte­
gral.
- Trabajar con los ciudadanos que son los futuros usuarios y
quienes disfrutarán realmente la ciudad.

Extracto del informe: «Río Segre, la Mitjana, Lleida». Realizado


por el Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Lleida. Arquitecto
urbanista Josep Maria Llop.

II

223
Manresa. Parque de la Aguila
Josep Alias

El parque de la Aguila es un espacio de 10 ha, situado al norte de


Manresa (limita con el municipio de Sant Fruitós de Bages y está
muy cercano al municipio de Santpedor), en una posición elevada
sobre el Pía de Bages.
El Parque de la Aguila es un espacio nacido alrededor de un
lago artificial que recoge el agua del río Llobregat transportada
por la Acequia (construida en el s. xiv) desde Balsareny (a 26 km).
Su función es almacenar el agua antes de ser tratada para el con­
sumo humano, y para el regadío.

II
224
Su formación como espacio público no ha sido fruto de ninguna
planificación concreta, sino paralela al crecimiento de la presencia de
gente, y a convertirse en lugar de diversas actividades cívicas (Tran-
séquia, Festes de la Llum, etc.).
El principal problema es el de la accesibilidad, agraviada por la re­
ciente construcción de la ronda norte de Manresa, que corta la
continuidad entre la ciudad y el parque. El principal medio de acceso
es el vehículo privado, lo que supone una gran congestión durante
los fines de semana, y limita sus potencialidades de aumentar las
dimensiones de la zona verde.
Los nuevos proyectos plantean el crecimiento del parque dentro
del municipio de Sant Fruitós de Bages, destinado, principalmente al
estacionamiento de vehículos privados. Por otro lado, se propone la
creación de una «vía verde» paralela al recorrido de la Acequia.

II
225
M ataré. La nueva ciudad, vía Europa
Angelina Catalá

Con esta denominación, se definen las 64 ha de suelo que consti­


tuyen la parte más significativa de los nuevos crecimientos urba­
nos de la ciudad de Mataró.
Los tres planes parciales aprobados con la cooperación de los
propietarios del sector han permitido, a través de la gestión directa
de la empresa municipal Promociones Urbanísticas de Mataró
S.A., la obtención de:
• 20 ha de zonas verdes urbanizadas que cohesionan y equi­
pan no solamente los nuevos sectores sino también los barrios ve­
cinos, surgidos de la primera inmigración de los años sesenta.
La parte más emblemática es la fuente de la plaza de Italia, inau­
gurada en abril de 1999 y situada en el medio de la vía Europa. Esta
fuente simboliza el mito de Europa, princesa Fenicia raptada por
Zeus, poetizado por Ovidio en el libro Las metamorfosis. El toro en
el que Zeus se transformó para raptarla se convierte después en la
constelación de Tauro.
Dentro de la anilla de 90 m de diámetro se han colocado dos
esculturas que simbolizan la transform ación de Zeus en toro y la
doncella Europa, el arbolado com o la constelación de Tauro, la
ondulación de la hierba com o el paisaje marino y el movimiento
del toro, y finalmente el lago com o alegoría de los bufidos del ani­
mal. El conjunto de surtidores es una referencia al pentagrama
del «Himno a la Alegría» y al paso del tiem po.
• 17 ha de suelo para viales entre los que destaca la vía Euro­
pa, nueva puerta de entrada desde la variante al centro de la ciu­
dad. Su construcción supuso un cam bio de topografía muy impor-

II
228
para transform ar el torrente existente, separador de ba-
3 , on pl nuevo vial integrador de ciudades,
rnos, e(| Cl " ,
. 6 ha de suelo para equipamientos.
. 202 residencias de promoción pública adquiridas por diversos
colectivos en diferentes modalidades de venta.
, 3.450 residencias de promoción privada con equipamiento
comercial en planta baja y aparcamientos en los sótanos de los
bloques plurifamiliares.
La inversión en urbanización ha sido de 36.52 millones de euros,
de los cuales 30 se han financiado con las cuotas de urbaniza­
ción giradas a los propietarios de los sectores o su valor equiva­
lente en suelo, 4 millones de euros se han financiado con aporta­
ciones de la UE y 2,4 millones de euros con financiamiento
municipal.
En el año 1996, se inauguraron las primeras obras de los viales
y zonas verdes con una gran fiesta en la que participaron más de
10.000 ciudadanos.
En el año 1999, se entregaron las residencias de promoción
pública.
Durante el año 200 0 se inauguró la zona verde más importante
y extensa, el parque central.
A finales del año 2000, se han construido y ocupado un 50%
de las 3.450 residencias de promoción privada.
Y previsiblemente antes del año 2003 estarán todas las resi­
dencias acabadas y ocupadas.

II
229
Sabadell. El Eix Maciá, una experiencia
de desarrollo urbano
C aries P rieto

Sabadell, una ciudad mediana (194.000 habitantes) del área de


Barcelona situada a 25 km de la capital, ha vivido con la opera­
ción del Eix Maciá una experiencia de desarrollo urbano de carác­
ter m etropolitano.
Desde las elecciones municipales de 1979, Sabadell hace
com patible un proceso de reorganización, después de la falta de
inversiones públicas, con la recuperación de una grave crisis de
la actividad industrial del textil y el metal, que eran la base de la
economía del municipio. Por un lado impulsa un nuevo orden urba­
nístico, con la primera urbanización de los barrios perimetrales
con una amplia participación de los ciudadanos, la construcción
de zonas verdes y equipamientos de todo tipo, y la implantación
de disciplina urbanística en el desarrollo urbano.
Pero por otro lado se afronta un serio análisis del proceso de la
crisis industrial que amenaza con colapsar el municipio. Efectiva­
mente, en los años ochenta Sabadell es un municipio con pocos re­
cursos de suelo industrial, con una industria clásica en transfor­
mación, situado en un importante enclave de comunicaciones de
acceso a Barcelona, centro de mercado potencial de unos
600 .0 0 0 habitantes, rodeado por la implantación de grandes super­
ficies comerciales tipo híper de autopista, la ciudad está inmersa
en un proceso de terciarización desordenada y de bajo nivel.
En esta situación decide impulsar una iniciativa con un alto grado
de ambición, conocida como Eix Maciá porque se desarrolla alrede­
dor de la apertura de un nuevo vial de comunicación norte-sur de la
ciudad, la avenida Francesc Maciá y la urbanización de un nuevo par­
que urbano, el parque de Cataluña, de cerca de 40 ha.
La operación consiste en la consecución de tres grandes objetivos.
En primer lugar, el objetivo estrictamente urbanístico, la apertura del
vial y la urbanización de un sector de la ciudad, que por su ubicación
central supone convertir un vacío urbano en un nuevo centro de rela­
ción con el centro de la ciudad y entre los barrios vecinos.
En segundo lugar, la satisfacción de una reivindicación ciudadana,

II
230
la obtención del parque de Cataluña, bandera de la campaña de recu-
eración de la ciudad, contra la especulación y a favor de un están­
dar de zona verde necesaria. Las 40 ha de parque urbanizado supo­
nen un pulmón para la ciudad y para su entorno inmediato.
En tercer lugar, la realización de un centro terciario de carácter
metropolitano para abastecer de servicios al área de influencia eco­
nómica, con nuevos centros y grandes superficies comerciales, hote­
les oficinas y centros de negocios, equipamientos públicos de ca­
rácter universitario.
Para conseguir estos objetivos el Ayuntamiento de la ciudad realizó
una serie de pasos. Desde el año 1981 compró los terrenos del futu­
ro parque, tramitó la modificación del Plan General Urbanístico para
permitir los nuevos usos del parque y del centro terciario, firmó un
convenio y pactó un Consorcio Urbanístico (CODEM) con el Instituto
Catalán del Suelo de la Generalidad de Cataluña para el desarrollo del
Eix Maciá. El CODEM dirigió la operación, la urbanización del área y los
accesos, desarrolló los concursos para la venta de las parcelas, im­
pulsando una cooperación de iniciativa pública y privada.
Con el Eix Maciá la ciudad de Sabadell ha vivido un punto de infle­
xión en su desarrollo, consiguiendo invertir el proceso de suburbiali-
zación que padecen muchas ciudades cercanas a Barcelona, colo­
cando el listón de la calidad urbanística al nivel de ciudad-capital.

II
231
El parque de Vallparadís. Terrassa
P ere M ontañ a

El parque de Vallparadís, situado en el núcleo urbano de Terrassa


originariamente era un área de campos y huertos que se ha con­
vertido en parque público para la ciudad. El Ayuntamiento de Te­
rrassa iniciaba en 1991 las obras de recuperación del torrente de
Vallparadís, que gracias a su excepcional ubicación, 20 m bajo el
nivel de la ciudad, se había preservado. Se comenzaba así uno de los
proyectos urbanos más ambiciosos de los últimos años, que tenía
como objetivo final recuperar el inmenso pulmón verde que se en­
cuentra en el centro del núcleo urbano.
El terreno del parque surcado por el torrente de Vallparadís
(afluente de la riera de les Arenes) posee extensas plantaciones
de álamos y es irregular. Vallparadís se destaca especialmente
por la fuerte presión que ejerce sobre la configuración de la es­
tructura urbana de la ciudad, y constituye uno de los elementos
más característicos de su fisonomía y que más ha influido en su
proceso de form ación y crecim iento urbano.
Una parte importante de su interés reside en que en su interior
se encuentra el Castillo cartuja de Vallparadís y el conjunto forma­
do por las iglesias de San Pedro, Santa María y San Miguel, sede
de la antigua diócesis de Égara, uno de los orígenes del actual nú­
cleo de Terrassa.
En relación con el conjunto de la ciudad, su singularidad es de­
terminada también por la importancia y la variedad de su patrimo­
nio natural, definido por diferentes especies vegetales de arbolado
y plantas herbáceas, características del paisaje de ribera medite­
rránea, así com o la presencia de algunas especies de aves proto-
típicas del Valles. El alto nivel de significación del conjunto me­
dioambiental del parque define una de las premisas básicas en la
justificación y caracterización de todo el proceso de recuperación
del torrente y de la urbanización del nuevo parque urbano.
A principios de 1996, la obra recibía una inyección económica
que resultaría determinante para la recuperación del torrente
como parque central de Terrassa: la subvención de los Fondos Eu-

II
232
oeos de Cohesión. La aportación europea, que supone el 80%
. I cOSto total, ha sido decisiva para poder ejecutar, entre 1996
1999 el tramo com prendido entre el paseo 22 de julio y el
Lente del Gall. Este tram o ocupa 170.000 m 2 y, por lo tanto,
significa el 70% del parque. El parque de Vallparadís será uno
de los parques más grandes de Cataluña, con una superficie de
347.000 m 2 y una longitud de aproximadamente 3 kilóm etros.

II

233
Oviedo. La peatonalización y adecuación
del centro histórico. Un caso particular:
la rehabilitación de la plaza Mayor
Francisco Pol

Las condiciones del centro

Oviedo, capital del Principado de Asturias, es hoy una ciudadd con


una base económica fundamentalmente terciaria, con un gran peso
comercial, administrativo y de servicios públicos, y una población de
unos 180.000 habitantes.
Su centro antiguo, de origen medieval, se asienta en una suave co­
lina. El núcleo amurallado poseía una forma casi circular, cuyo trazado
se conserva, si bien sólo pervive el tramo de muralla de su borde
oriental. En torno a ese núcleo se agregaron históricamente varios
arrabales, que en el xix fueron mezclándose con los Ensanches.
El casco conserva casi íntegramente su estructuración origina­
ria, con una tram a de estrechas calles y pequeñas e irregulares
plazuelas, presentando en sus bordes algunos espacios libres de
grandes dimensiones, com o la plaza de la Catedral, procedentes
de reform as urbanas de finales del xix y principios del xx.
En carencia de adecuadas normas de protección, el centro sufrió
en los sesenta y setenta algunas torpes operaciones de sustitución,
aunque afortunadamente su alcance fue limitado. Pero en cambio,
se exacerbaron en esos años los procesos de deterioro de la edi­
ficación, sobre todo en los barrios populares del casco, combina­
dos con una acentuada decadencia dem ográfica y la irrupción de
fenómenos de marginalidad. Esos problemas se conjugaban ade­
más con una extrema degradación del ambiente urbano, por la
agresión del automóvil, que ocupaba congestiva y desordenada­
mente la casi totalidad de la tram a de calles y plazas, cuyo trata­
miento se limitaba además a rutinarios asfaltados al servicio del
tráfico. La escena edificada presentaba, por otra parte, un pési­
mo estado, con un deterioro casi generalizado de las fachadas y
un abigarrado y caótico «zócalo» com ercial, en contraste con la
elevada calidad arquitectónica y formal que poseía, potencialmente,
ese paisaje urbano.

II

234
235
Las propuestas del Plan especial

A mediados de los años ochenta el Ayuntamiento nos encomendó


la redacción de un Plan especial para la protección y rehabilita­
ción del centro histórico. La estrategia del Plan se centró en dos
aspectos: por un lado, la rehabilitación de la edificación residencial
especialmente compleja por conllevar muchas veces reestructura­
ciones para la adecuación de las numerosas tipologías congestivas
de finales del xix. Y, por otro lado, la detallada ordenación de las
necesarias actuaciones de nueva edificación, por sustituciones de
edificios inapropiados, o en solares y ruinas.
Pero, conscientes de que esos procesos de regeneración se situa­
ban necesariamente en una perspectiva temporal prolongada, el Plan
concedió una importancia especial a la cualificación del ambiente urba­
no, por sus efectos propios en la mejora de las condiciones de la vida
cotidiana, y por considerar que contribuiría a incentivar los procesos
de rehabilitación del tejido edificado y de revitalización social y econó­
mica general.
Esa perspectiva de actuación se centró fundamentalmente en la
propuesta de peatonalización integral del casco, salvo algunas calles
de «coexistencia», acompañada de la adecuación general de la
trama de espacios libres así recuperada, y de actuaciones de mejora
de la configuración exterior de los edificios y de la escena urbana.
La viabilidad de esta propuesta contaba a su favor con varios
factores: las propias dimensiones del casco, con sólo unas 15 ha y
cuyo mayor recorrido, norte-sur, era de unos 500 m. Su localiza­
ción «central» en la ciudad, en continuidad con los dinámicos y
cualificados tejidos de los Ensanches. Su poco accidentada topo­
grafía. Y la presencia de usos universitarios, institucionales y reli­
giosos, así como de los m ercados y de la densa tram a comercial
de la parte occidental, cuyas condiciones de accesibilidad pública
no eran ni mucho menos incompatibles con la peatonalización, sino
que podían verse mejoradas por esa operación.
Asumidas esas ideas por el Ayuntamiento en 1990, fueron lle­
vadas a cabo de un modo extraordinariamente rápido.
Nuestro diseño urbano para la trama de calles y espacios libres
presenta los siguientes rasgos fundamentales: la pavimentación
de las calles peatonales con materiales y diseño homogéneo de
extrema racionalidad constructiva y minimización formal, con el fin

II
236
(je valorar el protagonismo de las arquitecturas. La inclusión en el
diseño de estas pavimentaciones de algunos elementos que contri­
buyesen a la «lectura» de los orígenes y la caracterización del tejido
del casco. La previsión de tratamientos específicos sólo en los es­
pacios singulares que utilizaban los «materiales de la memoria» de
la ciudad como incitaciones proyectuales, pero con expresiones for­
males claramente contemporáneas, rehusando por tanto soluciones
falsarias de «imitación historicista». Y, en fin, la contención en la uti­
lización del mobiliario urbano, reducido a sus elementos imprescin­
dibles, respondiendo a los mismos criterios formales de priorizar la
valoración de las arquitecturas.
Los resultados de la peatonalización del casco, extendida poco
después a otras áreas contiguas del Ensanche, no han podido ser
más satisfactorios, tanto en sus implicaciones en la estructura funcio­
nal como en su incidencia en la vida urbana, con una espectacular re­
conquista del casco como lugar de encuentro ciudadano, una percep­
tible dinamización de las actividades comerciales y de las actuaciones
en la vivienda, y una positiva aceptación por parte de los residentes.

Un proyecto singular: la rehabilitación de la plaza M ayor


Dentro del conjunto de las actuaciones, desarrollamos el proyecto
de adecuación del sistema de espacios focalizados por la plaza
Mayor, al que vamos a referirnos con detalle.
La plaza Mayor, actual plaza de la Constitución, es, sin duda, uno
de los espacios más característicos de esa tram a. Su irregular
trazado, y su desigual configuración topográfica, revelan sus orí­
genes como «ensanchamiento» ante la puerta principal de la muralla,
en la loma de la colina en que se asentó la ciudad, en el lugar en
que desembocaba el fundamental camino de Castilla, y que prose­
guía, dentro del recinto, en la Rúa Mayor, con el elocuente nombre
de Cimadevilla.
Este espacio -co m o la mayor parte de las plazas de O viedo-
revela claramente que no se constituyó como un recinto civil «cele-
brativo», sino más bien com o un «lugar de mercado», más casual
y cambiante, y sin pretensiones de form alización en su trazado ni
elementos ornamentales.
El actual trazado de la plaza Mayor procede de 1661, cuando
se amplió, y se implantó el Ayuntamiento.

II

237
1

La plaza se encuentra además formalizada por otra importante


arquitectura barroca, la iglesia de San Isidoro, de implantación
también desequilibrada respecto al orden fijado por el Ayunta­
miento, por su condicionam iento a la morfología preexistente.
Los otros dos lados del recinto están configurados por edificios
de vivienda, en su mayoría antiguos, sucediéndose edificaciones
tradicionales y arquitecturas cultas con una heterogeneidad que
acentúa el «pintoresquismo» de este conjunto urbano.
La plaza, al abordar el proyecto, se encontraba tratada con un
rutinario asfaltado, ocupándose congestivamente como aparcamiento
y paso de vehículos.
El proyecto se apoyó estructuralmente en la conversión de la
plaza en un espacio de estancia pública. Se suprimió por completo
el tráfico. Su formalización se orientó con dos criterios esenciales:
en primer lugar, «corregir» la geografía histórica, suprimiendo la to­
pografía «natural» para reconfigurarla con un gran plano horizontal,
resolviendo la inclinación de su lado oriental con unos elementos
escalonados. De este modo, se hizo posible, al fin, resolver la
desequilibrada posición del Ayuntamiento, de modo que la plaza
«continúa» el plano de sus soportales. Y al mismo tiempo, permitió
su configuración como adecuado lugar de estancia pública.
El segundo criterio, ya de carácter formal, puede resumirse en la
intención de expresar en el diseño de la plaza su complejo proceso
de formación histórica desde el com prom iso con una proyectuali-
dad contemporánea, con los planteamientos que antes comenta­
mos. Con esta perspectiva, el diseño arranca, esencialmente, de
una «interpretación crítica» de los órdenes com positivos de las
dos grandes arquitecturas de la plaza, la civil del Ayuntamiento y
la religiosa del tem plo, definiendo una malla generada por la es­
tructura arquitectónica de los dos edificios, que da lugar a tensos
entrecruzamientos diagonales, sutilmente modulados, con un mé-
todo y una form alización que se inscribe claramente en las experi­
mentaciones form ales de la abstracción geométrica.
En una primera e inmediata «lectura», esta malla explícita la so­
preposición histórica de esas estructuras autónomas y geométri­
camente organizadas sobre el espacio urbano irregular, «orgánico»
de la plaza. Pero en una «segunda lectura», el entrecruzamiento
de las trazas reguladoras de las dos arquitecturas monumentales
podría también ser entendida com o una «metáfora geométrica»
de la contraposición de la ciudad clerical y la ciudad civil que ca­
racterizó la historia ovetense.
Clarín, en La Regenta, transfigura esta antigua plaza con la deno­
minación de «plaza Nueva»: pues bien, creem os que ese antece­
dente ilustra perfectam ente nuestros propósitos en el diseño de
la plaza com o una nueva imagen para Oviedo con su imbricación
de referencias históricas y de form alizaciones contemporáneas.

Proyecto de Francisco Pol, M. José Martín y Javier Fernández


Jalvo, arquitectos.

II

240
Sevilla. Transformación urbana del río en
los años noventa
Damián Á lvarez Sala

Sevilla se formó en el cauce de avenidas del Guadalquivir. Su consti­


tución física está jalonada por las huellas de sucesivas acomodacio­
nes entre esas dos fuerzas, la del curso del agua y la de la ciudad
atraída por él y por él castigada periódicamente con extrema dureza.
La ciudad resistió las condiciones. Hasta 1848 no pudo contar con
un puente fijo sobre las dos orillas; todavía en 1962 y en 1963 las inun­
daciones causaron daños importantísimos, y la amenaza de una repe­
tición se extendió hasta que, veinte años después, el cauce fue des­
viado por la corta de la Cartuja y alejado definitivamente del casco
antiguo. A Sevilla, la organización de su espacio y los grandes hitos
de su evolución se los ha proporcionado o impuesto el río, también El río antes de las obras de
recuperación del lecho histórico.

II
241
esas claves por las que las formas contingentes que la arquitectura
va segregando en el interior de la ciudad se despliegan en espacios
concatenados de transición hasta el exterior de huertas y caminos
La forma profunda del río se impuso en los orígenes como un acopla­
miento forzado que la ciudad supo convertir a lo largo de siglos en
articulación intencionada; es decir, en una unión deseada y fructífera.
La promesa de luminosidad, belleza y prosperidad que encerraba el
flujo a veces devastador y turbio del Guadalquivir, se habría de con­
vertir en realidad mediante una lenta victoria sobre lo destructivo en
lo que resultaría un ejercicio continuado de gran estilo que dio cuerpo
al corazón de la ciudad: el puerto, los Reales Alcázares, la murallla, la
Torre del Oro, la catedral, el Archivo de Indias, el palacio de San Tel-
mo, la Maestranza, el puente de Triana....
En 1983 culminó el largo programa de obras de defensa de aveni­
das y mejoras en el puerto iniciado a finales del siglo xix. Desviado el
río por la corta de la Cartuja fue posible desmantelar el antiguo muro
▼ de la calle Torneo y el aterramiento realizado en 1948 en Chapina. El
ei no recuperado y los nuevos ferrocarril a Huelva se desvió por el norte. Gracias a ello el cauce his-
tonco, que había estado a punto de ser convertido en zona residencial
a comienzos de los años setenta, se recuperó para la ciudad, en pri­
mer lugar como perspectiva, como puro valor visual que había sido
cegado por las obras de defensa de avenidas y del ferrocarril, des­
pués como espacio de recreo y, finalmente, como eje de ordenación
principal de la ciudad contemporánea y su área metropolitana.
La designación de Sevilla como sede de la Exposición Universal de
1992 permitió concertar las obras básicas de encauzamiento con las
de acondicionamiento e incorporación a la estructura y al espacio ur­
banos de los nuevos suelos defendidos, con una superficie de casi
1.300 ha. Los suelos comprendidos entre el antiguo cauce y el nuevo
se ordenaron como parque con equipamiento, para albergar la Expo
y servir después de espacio dedicado a actividades de investigación,
parque tecnológico, instalaciones deportivas y parque metropolitano.
Sobre la margen izquierda del viejo cauce, liberada del muro de
defensa y del ferrocarril, se construyó un amplio paseo de ribera y
una gran avenida que completa el eje viario que recorre la ciudad de T
norte a sur bordeando el río. Las actuaciones se completaron con la La Alameda de Hércules.

II
243
El puente del Alamillo, de construcción de diez nuevos puentes, cinco con funciones territoriales
Santiago Calatrava, incluye el
paseo a la orilla del río. de cruce de la vega del Guadalquivir, y los otros cinco como conexio­
nes del espacio urbano de las dos márgenes del río.
Como un rasgo característico de la cultura de nuestros días, las
numerosas construcciones realizadas en un plazo muy breve expresan
en la disparidad de sus intenciones simbólicas y estéticas, y en la
complacencia en el discurso de lo aparente y fugaz, la condición pa­
sajera de su destino, tal vez como esas piezas primeras e infantiles
que protegen la constitución de la dentadura mientras ésta se desarro­
lla para ceder después su lugar a las definitivas. Por eso, si hay que
destacar lo esencial de la transformación de la ciudad operada sobre el
río ello sería, más que el conjunto de edificios y estructuras ingenieriles,
entre las que se encuentran muchos de muy notable calidad, la recupe­
ración plena de las dimensiones, longitudinal y transversal, del espacio
fluvial como escala básica, como clave mayor, de la arquitectura de la
ciudad, en la tradición de civilización del demiurgo familiar, de su so
mentimiento y asimilación al cuerpo urbano, de la que fue el mejor
ejemplo en el pasado la conform ación de la Alameda de Hércules.

II
244
Valencia. Parque público del Tuna
Trini Simó

A su paso por Valencia, el viejo cauce del río Turia es ahora un


emblemático jardín para la ciudad, fruto de reivindicaciones urbanas
que tuvieron lugar a lo largo de los años setenta.
Esta parte del cauce, desde la actual desviación de sus aguas
hasta su llegada al mar, cubre una extensión aproximada de más de
11 km, y su anchura es de una media de 200 m. En toda esta
longitud el cauce presenta grandes malecones con pretiles, todo
ello de piedra, y en algunos puntos con alargados bancos adosados
que ofrecen reposo al paseante. Esta obra, una de las más impor­
tantes y unitarias de la ciudad, sólida y anónima, en la que todas T
las épocas construyeron o repararon algo, fue iniciada en el siglo xiv. ju n T '3 y e' ant'8U° 'ech° de'

■ i ano

II

245
Cinco hermosos puentes de piedra de los siglos xiv al xvii jalonan el
cauce en la parte recayente al núcleo de la Valencia antigua.
Río típicamente mediterráneo, de pequeño caudal pero con posibles
fuertes crecidas en otoño y primavera, cuenta con varios desborda­
mientos que han anegado la ciudad y los campos. La terrible riada de
1957 fue la última. A partir de ahí se pensó en su desviación definitiva,
y en 1961 se aprobó, a tales efectos, el Plan Sur. El plan contemplaba
el uso del viejo cauce, ahora ya sin agua, como corredor de vía rápida
que uniría el puerto con la zona oeste de la ciudad. En su seno se insta­
larían varias carreteras y vías de ferrocarril y algunos altos edificios.
Es a partir de ese m omento cuando la reivindicación popular
tom ó fuerza, a la cual se sumaron diversas entidades ciudadanas.
Una frase, producto de una voluntad inquebrantable y de una de­
m ocracia incipiente, se constituyó en lema: «El riu es nostre i el
volem verd». En 1979 se consiguió la aprobación del Plan General
con el cambio de zonificación: el cauce sería únicamente zona verde
y parque público. La batalla estaba ganada.

246
En principio el proyecto del cauce presentado por el arquitecto Punto de reposo.
Ricardo Bofill, y aprobado por el Ayuntamiento, diseñó el conjunto
como un espacio unitario. Pero pronto los avatares e intereses políti­
cos, económicos y profesionales trocearon el cauce en varios tra­
mos, cada uno de ellos respondiendo a proyectos diferentes. En
este momento un 50 % de su espacio falta por definir, y el peligro
que corre toda la parte que queda por proyectar es un excesivo
sometimiento a la importancia y características de las zonas urba­
nas limítrofes, con lo que la desarticulación puede aumentar. No
obstante, el prim er proyecto, aunque unitario, pecaba de un gran
formalismo y tono versallesco. Por otra parte queda siempre la
esperanza de conseguir mejores y más adecuados diseños que
unan e integren.
Es sobre todo deseable que esta larga cinta verde, antiguo río
indisolublemente ligado al origen y crecimiento de la ciudad, recobre
la memoria de lo que fue. Para ello sería necesario una mayor
presencia de los puentes históricos y de los pretiles y, paralela-

II

247
Proyecto del lecho presentado mente, habría que rediseñar ciertos tram os y encauzarlos hacia la
por el arquitecto Ricardo Bofill.
idea de parque fluvial que mantuviera un pequeño y continuo flujo
de agua serpenteante con una vegetación adecuada.
De esta manera y con una relativamente modesta inversión, la
memoria histórica perduraría, existiría una mayor unidad en el con­
junto y todos los elementos del antiguo río estarían más integrados.
Y el cauce subterráneo, siempre existente aunque no visible, tam­
bién se integraría y resultaría un conjunto más ecológico y soste-
nible.
Pero en cualquier caso, su uso actual como jardín y lugar de
encuentro es incuestionable.

II

248
Valencia. La Alameda: de paseo a vía
rápida para los coches y aparcamiento
Trini Simó

La Alameda es un largo paseo de más de 1 km de largo por 100 m


de ancho. Paralelo al río en su margen izquierda, está protegido
de éste por un muro que cierra el cauce y un largo pretil de piedra
que forma a su vez un amplio banco, quizá uno de los más largos
que se conoce. La parte opuesta viene bordeada por una calle de
palmeras y edificios de finales del xix, ahora muchos de ellos su­
plantados por construcciones actuales.
El nombre de la Alameda parte de dos filas de álamos que se
plantaron a mediados del siglo xvii. A partir de ahí sufrió diversos
proyectos de remodelación y mejora, form ando finalmente, ya a v
finales del xix, dos andenes para pasear y una amplia calzada La Alameda en el siglo xix.
para carruajes y coches. El paseo comienza y finaliza con plazas
elípticas con sendas fuentes de hierro de fundición, y a lo largo de
su recorrido nos encontramos con diferentes elementos: glorietas
parterres, fuentes, invernáculos, dos torreones, un templete para
música, cafés, bancos y verjas. Al no provenir de un proyecto uni­
tario, la Alameda ofrece una pintoresca mezcla de vegetación con
árboles diferentes que conviven entre sí, muchos de los cuales
son centenarios.
La Alameda arrancaba de las inmediaciones del Palacio Real.
Desde muy pronto fue lugar de paseo y convivencia: el «Prado de
Valencia» com o se le llamó en el siglo xvi. Ahí tenían cita las per­
sonas relacionadas con la casa real y también el pueblo. A princi­
pios del siglo xx fueron sustituyéndose los carruajes de caballos
por coches, aunque su función de paseo permaneció hasta los
años cincuenta aproximadamente.
w Desde los años ochenta la Alameda com parte la antigua fun-
La Alameda en la actualidad. ción que desempeñaba junto con la nueva: vía rápida para el tráfico
rodado y lugar de aparcamiento. Pero la calzada, saturada de auto­ La Alameda, en otoño del año
1930.
móviles, ha seccionado la unidad de antaño, y los andenes, hoy to­
davía jardín para la gente de a pie, han quedado sin posible relación.
Claramente, entre sus dos destinos actuales, el más importante
para la Administración es el de vía rápida. El escaso cuidado que
recibe el jardín, con una masa arbórea importante pero en franca
decadencia, constatan la elección.

II

251
©

Europa
III

La exposición «La reconquista de Europa» realizada en el Centro


de Cultura de Barcelona en 1999 enseñó un conjunto de opera­
ciones de espacios públicos regeneradores de ciudad que refleja­
ban ampliamente la im portancia que esta estrategia ha adquirido
en la actualidad.
Los casos que presentamos a continuación se sitúan en la mis­
ma línea, algunos de ellos están basados en material y ejemplos de
la citada exposición, en otros hemos pedido a los mismos respon­
sables de los proyectos que los expliquen y en otros son reflexio­
nes de diferentes profesionales próximos al ámbito de la ciudad.
Entre otros aspectos significativos queremos destacar los tres si­
guientes:
- Las actuaciones sobre áreas centrales densas, congestiona­
das y /o degradadas combinando la apertura o recalificación de
plazas y avenidas con la peatonalización y la introducción de
nuevos medios de transporte, en especial el tranvía (Lyon,
Roma, París).
- La utilización de infraestructuras y elementos físicos obsole­
tos (generalmente considerados como obstáculos para la vida
urbana) com o estaciones y redes ferroviarias, áreas portua-

III
254
rias, viaductos y canales, frentes de ríos, etc. para diseñar es­
pacios públicos de calidad (La Haya, Duisburg, Londres, París,
Rotterdam, Saint-Nazaire).
- Las actuaciones en la periferia combinando la calificación in­
terior de los espacios públicos y de las viviendas con la inser­
ción en el conjunto de la ciudad mediante accesibilidad: m etro
o tranvía, continuidad de las avenidas y elementos de centrali-
dad: grandes equipamientos, monumentalidad (Roma, Lisboa).
Evidentemente no todo es positivo. En algunos casos no se
puede evitar la debilidad frente a los miedos o el monumentalismo
alienador (por ejemplo enrejado de plazas y monumentos). En
otros se ha optado por priorizar la circulación privada degradando
así el espacios públicos, que igualmente acaba congestionado y fra­
casa también como «vía rápida». Ciertas iniciativas se han converti­
do finalmente en operaciones comerciales tipo parque tem ático o
de gentrificación acelerada. Aunque no es la tónica general. Con
sus contradicciones y, a veces, graves deformaciones, la estrate­
gia urbana de espacio público en muchas ciudades europeas pue­
de ser considerada una vía interesante hacia una ciudad más co­
hesionada y sostenible, más democrática.
J. B.

III
255
Berlín. Potsdamer Platz: obsesiones y
fantasmas de la ciudad europea
contemporánea
C arlos G arcía V á zq u e z

Definir Potsdamer Platz, esta «plaza» berlinesa que jamás fue una
plaza, es relativamente sencillo. Tres form as de hacerlo han sido
especialmente habituales en la multitud de artículos que, sobre el
tema, se han escrito en estos últimos años. En primer lugar, Pots­
damer Platz como la mayor obra de la Europa de los noventa: 15 ha
de terreno sobre las que se han construido 700.000 m2 de oficinas,
comercios, locales de ocio y viviendas. En segundo lugar, Potsda­
mer Platz como buque insignia, y primer campo de pruebas, de la
operación Berlin-Hauptstadt, es decir, de la transformación de Berlín
en capital de la Alemania reunificada. Y en tercer lugar, Potsdamer
Platz como emblemático mito urbano de los años veinte: el corazón
terciario de una ciudad frenética, el nudo de tráfico más congestio­
nado de Europa, un sinónimo de modernidad que sirvió de inspira­
ción a Martin Wagner, Marcel Breuer y Erich Mendelsohn... pero
también un sinónimo de destrucción cuando, en 1945, fue total­
mente arrasada por las bombas aliadas. Aún nos quedaría, sin em­
bargo, una cuarta definición, quizá la más sugerente de todas:
Potsdamer Platz como privilegiado objeto de laboratorio sobre el
que la ciudad europea contemporánea tuvo la oportunidad de pro­
yectar su futuro.
El proceso para la reconstrucción de Potsdamer Platz se puso
en marcha en 1990, y lo hizo con una cadena de escándalos. En
prim er lugar se trató de la venta de los terrenos, unos solares de
propiedad pública que fueron vendidos, en algún caso a precio
de saldo, a cuatro multinacionales: la Daimler-Benz, la Sony, la
A+T y la Hertie. A continuación fue el concurso de ideas para la or­
denación de la zona, convocado por el Senado berlinés en junio de
1991. El primer premio les fue otorgado a Heinz Hilmer y Cristoph
Sattler con una propuesta cuya suma corrección no pareció con­
vencer a casi nadie. Estalló la polémica y los inversores decidieron

III
256
actuar por su cuenta; Sony buscó a Helmut Jahn para desarrollar
su zona, A+T a Giorgio Grassi y Daimler-Benz aceptó convocar un
nuevo concurso que tuviera como base la propuesta de Hilmer y
Sattler. En este caso los ganadores fueron Renzo Piano y Chris-
toph Kohlbecker, a los que, finalmente, se les encargó la realiza­
ción del plan urbanístico.
Las obras comenzaron en octubre de 1994, y hoy en día, tras
seis años de frenética actividad constructora, los resultados de la
operación Potsdamer Platz están a la vista, ofreciéndonos la opor­
tunidad de evaluar el alcance de la decidida apuesta realizada por
Berlín en pro del espacio público. La primera impresión que recibe
el visitante es que la zona Daimler-Benz tiende a replegarse sobre
sí misma; flanqueada (y hasta cierto punto protegida) por la Pots­
damer Strasse y la Linkstrasse, dos vías de alta densidad de tráfico,
se asemeja a una especie de isla urbana, plena de sosiego y tran­
quilidad. Una vez en su interior, el trepidante ajetreo del tráfico
perimetral desaparece, dando paso al imperio del nuevo humanismo
urbano contemporáneo, es decir, al imperio del espacio público.
Animados veladores en las amplias aceras de la Alte Potsdamer
Strasse, niños correteando por la Marlene-Dietrich Platz, ancianos
paseando junto al estanque que conduce al Landwehrkanal y grupos
de personas caminando despreocupadas por las calzadas, sin temor
a ser arrolladas por ninguna de las bestias mecánicas que ace­
chan fuera de «la isla». Definitivamente «safe and wealthy», la
zona se autopropone com o un mundo feliz dentro del conflictivo
magma m etropolitano berlinés. Pero la verdadera protagonista
del espacio público no son ni las alamedas, ni las placitas, ni las
calles y callejones que se multiplican por doquier, sino Arkaden.
Arkaden es un pasaje comercial que atraviesa la zona en dirección
norte-sur, una calle plagada de tiendas, cafeterías, terrazas, jardi­
neras, puentecillos y escaleras mecánicas. En Arkaden no llueve,
no hace frío, no cruzan coches, no hay suciedad, no existen ni ruidos

III
258
n¡ contaminación, tan sólo sonidos musicales y aromas ambientales.
Una cubierta de vidrio protege este «espacio público» del duro clima
berlinés, y una legión de cámaras, sensores y alarmas de otras ame­
nazas que acechan fuera de «la isla»: carteristas, marginados, men­
digos... No es de extrañar, por tanto, que todas las calles transver­
sales de la zona Daimler-Benz desemboquen, indefectiblemente,
en una puerta que da acceso a Arkaden. Tampoco es de extrañar
que esta calle tan particular se haya convertido en la verdadera
protagonista del espacio público en el complejo Potsdamer Platz.
Frente a Arkaden, continuamente abarrotada de público, palide­
cen los veladores, las pandillas de niños y las parejas de jóvenes
que pasean por calles, plazas y alamedas; a Arkaden parecen diri­
girse, y de ella parecen provenir, la inmensa mayoría de los visi­
tantes de «la isla».
Pero la propia Arkaden languidece ante otro fenómeno similar
situado unos m etros hacia el norte: el Sony Forum. Se trata, una
vez más, de un espacio público peatonal e interior, en este caso,
de 4 .0 0 0 m 2 de superficie. Su diseño incide en las características
más intrínsecas de los hechos urbanos: pintoresquismo, densi­
dad, m ultiplicidad... «espontaneidad». La plaza se transform a así
en un gran plato repleto de escenas fragmentadas: oficinas, viviendas,
restaurantes, cafés, com ercios, un cine IMAX 3D, una mediateca,
una cinemateca, todo ello resuelto en claves de variedad y densidad,
con fachadas diversas y superficies brillantes, iluminación suge-
rente y un amplio muestrario de árboles, jardineras, bancos, vela­
dores, cabinas de teléfono y demás mobiliario urbano. El Sony Fo­
rum tematiza así la ciudad tradicional, la misma que a su vez rechaza
en su obsesión por la interioridad.
Tanto Arkaden como el Sony Forum evidencian cómo las tácticas
comerciales, que han penetrado en todas las esferas de la ciudad,
también están colonizando su espacio público. Estos fenómenos
constatan el fracaso de muchos de los presupuestos del conser­
vador urbanismo europeo contemporáneo, cuyos teóricos suponían
que el retorno a las form as urbanas tradicionales conllevaría la re­
cuperación de valores sociales com unitarios. Pero también son el
exponente de otros muchos fracasos que, en las últimas dos dé­
cadas, se han abatido sobre numerosas y bien intencionadas pro­
puestas urbanas, fracasos que nos hacen sospechar que el espacio
público contem poráneo está sufriendo una radical transforma­
ción. Artificialidad, desnaturalización, imitación de la ciudad tradi­
cional... ¿es que la vida pública del futuro tan sólo será viable en
entornos escenificados, en saneadas islas urbanas perfectamente
controladas? ¿Está el espacio público europeo atenazado por una
«geografía del miedo» similar a la existente en las metrópolis nor­
teamericanas?
Muchas son las cuestiones que la experiencia berlinesa de
Potsdamer Platz ha dejado abiertas, y no sólo en lo referente al
espacio público contemporáneo, otras aluden al modelo de ciudad
que plantea: al procedim iento (¿por qué se ha dejado en manos
del capital privado la definición de la ciudad?), al diseño (¿por qué
enmascarar com o evolución lo que realmente es una enorme mu­
tación?), o al concepto (¿por qué suplantar, apelando a un concep­
to tan abstracto com o el de tradición, la verdadera memoria del
lugar?). Cuestiones que convergen en otra de carácter más gene-
ral: ¿es Potsdamer Platz un espacio para la reacción, un cálido re­
fugio europeo contra la radical inestabilidad que caracteriza a las
grandes ciudades contemporáneas? En cualquier caso, una cosa
parece clara, que el laboratorio de Potsdamer Platz no ha consegui­
do elaborar ninguna receta verdaderamente convincente; una evi­
dencia más de las dificultades que encuentra la actual cultura urba­
nística europea para canalizar los fenómenos contemporáneos.

III
261
Duisburg. Un parque industrial diferente
Z. M.

Duisburg es la undécima ciudad de Alemania situada entre el Rin y


el Ruhr. En medio de una aglomeración de más de 6 millones de
habitantes, es el centro de la producción del acero y cuenta con
una densa red viaria y ferroviaria; minas y plantas de producción
siderúrgica en su mayor parte abandonadas. Entre éstas, la planta si­
derúrgica Thyssen cierra a mediados de los ochenta y libera un te­
rreno con un alto grado de contaminación de suelo y agua, a pesar
de lo cual se había dado una renovación ecológica espontánea.
En 1989 se crea el IBA Emscher Park para impulsar la renova­
ción ecológica y económica del territorio alrededor del río, la in­
tención era crear una red de espacios verdes a partir de nuevos
— " —

usos de los antiguos espacios industriales y conseguir en el futuro


una mezcla de usos flexibles -servicios, comercio, ocio e industria-.
La intervención luchó con una superficie fragmentada y con gran
contaminación, basándose en la integración de la capacidad ecológica
del lugar, y se conservaron buena parte de los edificios industriales.
En la fase inicial y con la ayuda de una participación intensiva de los
ciudadanos, surgió un lugar nada convencional, con unas caracterís­
ticas muy singulares, la mayor parte de los cuales se abrió al públi­
co en 1994. Los antiguos hornos sirven para explicar el pasado in­
dustrial del lugar, los viejos depósitos alojan jardines, los muros
sirven como paredes para la escalada, el antiguo gasómetro será un
espacio para practicar submarinismo, en las antiguas naves indus­
triales y en los edificios de administración se han instalado asocia­
ciones y también restaurantes, y los espacios ofrecen la posibilidad
de organizar actos de todo tipo; con diversas celebraciones el par­
que se ha converrtido en un centro cultural im portante.

III
263
Además, el parque paisajístico cumple un segundo objetivo: en
los últimos años y en el marco de diferentes programas de form a­
ción, algunos centenares de personas han aprendido nuevos oficios
de futuro, con lo que el parque paisajístico también ha devenido en
un eficaz centro de formación en la zona norte de Duisburg.
A pesar de toda su singularidad, el proyecto ha resultado ser
un intento muy económico que permite emprender nuevos cam i­
nos en el desarrollo de parques urbanos, haciendo también per­
ceptible la historia del lugar y la ciudad mediante nuevos usos.

Extracto de los textos «Duisburg, Alemania. El parque paisajístico


Duisburg norte» y «Un parque industrial diferente» de Martin Lin-
ne, del catálogo de la exposición «La reconquista de Europa, es­
pacio público urbano, 1980-1999». CCCB, Barcelona.
La Haya. Grotiusplaats
Joan Busquets

La reconstrucción de la ciudad existente en Europa requiere co­


rregir el impacto negativo de tantas obras de infraestructura viaria
construidas en la inmediata posguerra. La Haya es un ejemplo entre
tantos: la idea de cuadricular la ciudad con un sistema de autopis­
tas llevó a la construcción de la Utrechtsebaan como uno de estos
elementos al lado de la Estación Central. La centralidad del lugar in­
dujo el emplazamiento de grandes edificios representativos como
el Ministerio de Asuntos Extranjeros, el de Agricultura, la Bibliote­
ca Real o el Palacio de Justicia.
La autopista fue contestada por el movimiento vecinal y su con­
tinuidad anulada, con lo que se ha convertido en elemento de acceso
a la ciudad desde el sur. Por otro lado la presencia de la autopista
ha hecho que todos los edificios buscaran la entrada funcional
fuera de esta fachada principal.
El resultado es por lo tanto un espacio abandonado -u n terrain
vague- a pesar de la centralidad potencial.
El proyecto Grotiusplaats se trata de una operación de infill
con nuevos edificios colocados en relación con los existentes y
que definen un espacio interior principal que es la plaza Grotius. La
edificación corresponde a oficinas institucionales y privadas, vi­
viendas y servicios y se ordena con una serie de reglas de com ­
posición generales, aunque cada edificio responde a su programa y
sus intenciones arquitectónicas.
También la com posición utiliza algunos criterios que unifican el
espacio público y los edificios con criterios de diseño tridimensional.
A la vez, éstos responden a tres ordenes: los bajos, que son ele­
mentos de los edificios que envuelven la plaza hasta los 10 m, con
una textura ajustada a los elementos de urbanización, el segundo nivel
los edificios «urbanos» que tienen entre 20 y 25 m, que configu­
ran las continuidades entre las calles im portantes, y el tercero, re­
presentado por los edificios altos cuya com posición está relacio­
nada con los grandes ejes estructurales del skyline de La Haya. A
la vez los rascacielos form an un sistema de «mellizos» con alturas
y arquitecturas diferentes.
El espacio público se compone de una nueva plaza que en parte
se encuentra en lo alto de la autopista y un rediseño de las calles
que la envuelven. La plaza se construye con piedra egipcia que si­
gue las geometrías generales de la ordenación, y con su dimensión

III
267
y textura señala el uso dominante en cada parte. El mismo pavi­
mento entra en las plantas bajas de los edificios ajustándose al
uso. La iluminación y los bancos tienen diseño propio y los mate­
riales pertenecen al conjunto. Los edificios alrededor de la plaza
son independientes pero se relacionan con porches y con un ele­
mento en «Z» en lo alto del prim er techo que crea una continuidad
entre los edificios y sus partes. La autopista ha sido parcialmente
cubierta por unas grandes «alas» con hierro y vidrio para reducir

III
268
el impacto visual y crear un reclamo a los viajeros m otorizados.
Alrededor de las «alas», unas fuentes con chorros de agua crean
un sonido que disminuye el ruido del tránsito. Dos calles paralelas
peatonales pasan también sobre las «alas».
En el centro de la autopista se colocan unas grandes lámparas
tipo «bandera» que con su presencia y ritmo invocan la entrada a la
ciudad y dan una iluminación homogénea al eje central del proyecto.
La ejecución comenzó en 1995 y se concluirá en 2003. En
2001 la mitad de la plaza está ya ejecutada y las «alas» y «bande­
ras» acabadas y la edificación se ha llevado a cabo en un 70%. La
realización de los edificios corresponden a diferentes firmas. El
equipo dirigido por Joan Busquets hace dos de los edificios, el es­
pacio público y la coordinación general del proyecto.
El proyecto se realiza bajo el auspicio del Ayuntamiento y del
Estado con una intervención mayoritaria por parte de los inversores
privados. El financiamiento incluye la demolición de un brazo del
viaducto y la reurbanización completa del sector.
La superficie del proyecto es de unas 3 ha y la superficie cons­
truida total de unos 65.000 m2 sobre rasante. El proyecto urbano
intenta en este caso vincular las decisiones de las infraestructu­
ras con las de la edificación, estableciendo unas reglas lo sufi­
cientemente abiertas para que los program as específicos sean
posibles pero también estableciendo que las decisiones de un
proyecto tienen consecuencias sobre los que sigan.

III
269
Lisboa. Alto de Lumiar
E duardo Leira

El espacio público aparece y ensalza, con especial protagonismo,


desde la primera concepción de grandes proyectos urbanos de
alcance estratégico, para la transform ación metropolitana de las
ciudades, y en tanto com ponente básico de los proyectos.
El nuevo Ensanche de Lisboa, de casi 300 ha, concebido como
extensión del área central de la ciudad, más allá de la segunda cir­
cular, apoyado en la prolongación del Eje Histórico lisboeta: avenida
de Liberdade, avenida Fontes Pereira, avenida República, Campo
Pequenho, Campo Grande. La peculiaridad del Eje Lisboeta, con su-
cesivos quiebros en su trazo en plazas emblemáticas de la ciudad
(Pombal, Saldanha), se repite en su prolongación, con un nuevo
quiebro en Campo Grande.
El concepto se repite asimismo internamente. Mediante una
primera glorieta de grandes proporciones, Porta Sur, sobre la se­
gunda circular -sustituyendo como enlace de tipo urbano a los
nudos ca rre teros- la ciudad se extiende literalmente en superfi­
cie. La rotonda a desnivel suele ser utilizada para los giros. Las
vías rápidas pasantes, se deprimen.
Otras dos glorietas -plaza e interiores- responden a la misma
concepción: son espacios emblemáticos y de articulación quebrada
en el trazado del Eje, con lo que quedan así definidos tres tramos.
El primer tram o transcurre a lo largo de un parque-salón, ele­
mento simbólico fundamental que repite la imagen de los jardines
de fondo de la plaza de Pombal. Imagen familiar para los lisboetas
y expresión de la extensión de la ciudad central.
En la primera rotonda interior, junto al parque Das Conchas (ya
existente), se configura un espacio singular, de planta triangular,
destinado a un gran centro comercial y oficinas, que contribuyen
a la prentendida mezcla de usos, propia del centro de la ciudad.
El tram o central del Eje, que marca la directriz de la malla reti­
cular del Ensanche, ofrece a la vez un espacio público de gran ca­
lidad -d e hecho, un parque lineal en su última configuración- y
asimismo el soporte de implantación de usos terciarios y de en­
tretenimiento, junto a su carácter predominantemente residencial.

III
271
El terce r tram o del Eje integra el núcleo histórico de Charne-
ca, potencial víllage lisboeta, organizado en torno a un peculiar
espacio abierto triangular preexistente, que lógicamente se man­
tiene. El tram o concluye en la Puerta Norte, otra gran rotonda
sobre el Eje Norte / Sur, nueva vía rápida de la ciudad que tam­
bién bordea la actuación.
En su conjunto, se trata de una propuesta de ordenación mar­
cada por la valorización de la calle, com o espacio público por ex­
celencia -s e obliga a edificar en la alineación que la configure- y
se huye, precisamente, de los espacios residuales, interbloques,
que han caracterizado los barrios dorm itorio periféricos en edifi­
cación abierta.
Calles arboladas, plazas y el gran Eje, que es tratado como
parque lineal, junto con los tres grandes parques, son las claves
de un proyecto marcado pues por el espacio público. Junto a los dos
ya mencionados, otro gran parque penetra en cuña con disconti­
nuidad en el tejido del Ensanche.

III
272
Una urbanización homogénea y de calidad constituye además
un requisito de integración social, en una actuación de elevada
densidad obligada, en que se realojan in situ más de 3.500 fam i­
lias, -hasta ahora alojadas en infraviviendas- distribuidas dentro
de un total de casi 20 .0 0 0 nuevas viviendas y otros usos.

Proyecto de ¡3 Consultores: Eduardo Leira, arquitecto, y Luis


Calvo, arquitecto.
I

Londres. Broadgate
Susana G o n zález - Jo rge Fiori

Broadgate es un parque de oficinas ubicado entre el centro de Lon­


dres (City) y el East End, construido en el año 1985, producto de la
asociación entre un grupo de prom otores inmobiliarios privados y
la compañía de ferrocarriles British Rail. El solar, de 29 ha y más
de 14 edificios grandes, se ubica más arriba y alrededor de la Li­
verpool Street Station y en los terrenos de la British Rail anterior­
mente poco utilizados.
Esta urbanización es el prim er ejemplo del «boom» londinense
de propiedad ocurrido en los años ochenta, fomentado por el go-
T bierno de Margaret Thatcher. Arup Associates, que después se re-
Maqueta del proyecto.
tiraron, realizaron la primera fase del plan maestro, enfocando hacia Broadgate, Londres,
dos cuestiones importantes: crear nuevas rutas de peatones hacia
y desde la Liverpool Street Station, y un nuevo núcleo en el área,
que responda a la demanda de una zona comercial. La fase pos­
terior la ejecutó Skidmore Owings & Merrill, quienes introdujeron
un estilo americano en cuanto a tiempos de contratación y técni­
cas de construcción.
Dentro de la urbanización hay una red de calles peatonales di­
señada de acuerdo con un estudiado esquema de circulación de
gente que llega al lugar desde Liverpool Street Station y de la
City. También hay diferentes «plazas» (el 10% de la superficie
construida de Broadgate es destinada a espacio público), que se-

III
275
Broadgate, Londres. gún |0S prom otores, son «nuevas plazas urbanas» que proveen el
espacio para la gente que trabaja en el área y atraen más gente
para visitar Broadgate. Más de diez años después del comienzo del
proyecto, es evidente que estos espacios han tenido éxito a la hora
de atraer a los trabajadores de las oficinas de otras zonas de la
City de Londres, donde faltan áreas de recreo y actividades. Este
éxito es especialmente obvio durante el verano, cuando las «pla­
zas» se llenan de actividades, incluyendo deportes y eventos cultu­
rales organizados por la administración de Broadgate.
Pero a pesar de ser vendido y anunciado com o un lugar que
proporciona el espacio público y el arte y que atrae a una comunidad
más amplia, es discutible hasta qué nivel esto es realmente con­
seguido. Por ejemplo, no está pensado para ser atractivo o acoger
a la verdadera comunidad de la zona, que incluye a la población

III
276
trabajadora y a diferentes grupos étnicos. Las conexiones con el
tejido urbano adyacente, por ejemplo, son discontinuas y en algunos
casos bastante defensivas; consisten en cambios de nivel, o algunas
presentadas como cu¡s-de-sac, escondidas por obras de «arte de
calle», protegidas por barandillas o carteles con prohibiciones.
Estos problemas han causado debates sobre el tema de la pri­
vatización del espacio público. Aunque se anuncia como espacio
público que crea zonas cívicas para la comunidad, en realidad se
ha convertido en un enclave privilegiado, privado y corporativo
dentro de la ciudad, donde no hay lugar para los miembros de la
denominada comunidad más amplia. Si por un lado el uso de este
espacio por ciertos grupos de gente no se favorece, la incursión
final de estos grupos se impide mediante un grupo de gerencia,
guardias y personas de limpieza que están constantemente pre­
sentes en el lugar.
Londres. World Squares for all
S usana G o n zález - Jorge Fiori

El proyecto World Squares for all ocupa una gran parte del centro
de Londres, área que incluye algunas de las más importantes ca­
racterísticas del país y es considerado el corazón de las institucio­
nes gubernamentales, monárquicas y culturales del país. El objetivo
del proyecto y de la propuesta es la mejora y reconfiguración gene­
ral de esta área, un proceso en el que la noción de «dominio públi­
co» fue primordial para el arquitecto proyectista (Norman Foster).
El área es frecuentada cada día por decenas de miles de em­
pleados de oficinas, y es la más visitada por los turistas, que llegan
a más de 20 millones al año. Sin duda, la percepción de esta
zona es la del dominio de vehículos, donde las plazas actúan más
como rotondas que como espacios cívicos. Las empresas que han
elaborado el estudio consideran que el área da pocas facilidades
a los londinenses y aún menos a los turistas.
Se le encargó a N. Foster que hiciera un plan maestro que me­
jorara el acceso público en el área y que permitiera el disfrute de
la misma, al tiem po que se preservaban y realzaban los edificios
y monumentos históricos. La cuestión de llegar a un equilibrio en­
tre el peatón y el coche era el tema principal del estudio y de las
estrategias propuestas. Para conseguirlo, se realizaron diferentes
análisis utilizando distintas herramientas com o Space Syntax, que
cuidaban tanto de la accesibilidad de los peatones como del flujo
del tráfico. Basándose en esto, se elaboraron diferentes escena­
rios para estudiar los efectos de la variedad de medidas, para ase­
gurar que las intervenciones tuvieran el menor efecto posible en la
congestión de esta área. Se dibujaron los movimientos de peato­
nes y se analizaron los comportamientos de turistas y de «locales»
para comprender cómo se utilizan los espacios públicos.
A pesar de que la principal propuesta era convertir en zona pea­
tonal una parte de las plazas Trafalgar y Parlamento, los arquitec­
tos dicen que se trata de mucho más que un proyecto de peato-
nalización. «Es un proyecto em blemático, un blueprint project, un
ejemplo de interacción entre una visión amplia, totalizadora y el

III
278
respeto por los detalles según las necesidades de los diferentes
usuarios y de los diferentes lugares». Las medidas propuestas dan
prioridad al espacio público de peatones, ampliando y haciendo
más accesible el «cuerpo» de los peatones de las plazas más im­
portantes, asegurando nuevos puntos de encuentro que tienen en
cuenta vistas y monumentos de la zona, creando nuevos espacios
con cafeterías, fuentes, zonas verdes y otros servicios.

III
279
Sin duda, este proyecto de 20,43 millones de euros ha creado
mucha polémica y conflicto, incluso entre diferentes niveles de gobier­
no. El mayor problema, por lo que fue inicialmente rechazado por
el W estminster City Council y por algunos m iem bros del Parla­
mento, venía de la peatonalización y los efectos negativos que
podía tener en la congestión del tráfico y en la accesibilidad al
Parlamento por los m iem bros del mismo.

III
280
Otro motivo para las duras críticas es que del proyecto se be­
neficiarían más los turistas, a costa de la gente que vive y trabaja
en el centro de Londres. Esto lleva al debate sobre cómo se han
de hacer las intervenciones urbanas en las áreas utilizadas por
dos sectores diferentes de la población, que a veces son difíciles
de distinguir, pero que tienen prioridades y necesidades divergen­
tes, por no decir contradictorias. Esto cuestiona toda la industria
turística y las presiones que pueden llegar a hacer, directamente o
no, sobre la política urbana y el orden de prioridades ligados a
cambios urbanos. En este caso concreto, también se hace evi­
dente el problema de gobernabilidad y de tom ar decisiones a nivel
estratégico. Esto es especialmente problemático en Londres, por
la ausencia de un órgano central responsable de los planes gene­
rales y estratégicos en la capital, que existía hasta el año 1986
cuando fue disuelto por Margaret Thatcher, en aquella época pri­
mera ministra. En este caso, mientras el proyecto fue elaborado
por un grupo de empresas del gobierno central, el Consejo de la
ciudad de W estminster rechazó algunas propuestas. La razón era
que el proyecto mejoraba por un lado las condiciones concretas del
área de Trafalgar Square, pero no tenía en cuenta una mejora glo­
bal de la zona en el sentido medioambiental -problem as de la
contaminación del aire y ruido, congestión del tráfico y los trayec­
tos de los autobuses urbanos.

III
281
Londres. South Bank Center
S usana G o n zá le z - Jorge Fiori

El complejo conocido com o South Bank Centre, que cubre casi


12 ha es quizá una de las mayores concentraciones de edificios
culturales en el mundo. Situado en el centro-sur de Londres, este con­
junto ha tenido una larga historia de propuestas y proyectos fallidos
de intervención para m odificar y reactivar sus espacios abiertos,
actualmente subutilizados. Aunque está localizado relativamente
cerca de los nodos de actividades culturales y turísticas más con­
curridos de Londres, el South Bank Center se ha visto perjudica­
do por la falta de accesos y conexiones claras con el resto de la
ciudad, principalmente por estar situado en el margen sur del río
Támesis.
Todas las propuestas elaboradas hasta ahora se habían abocado en
la intervención en cuatro de sus edificios culturales -las salas de con­
ciertos Royal Festival Hall, Queen Elizabeth Hall y Purcell Room, y la
Hayward Gallery-, en las pasarelas peatonales elevadas, y en la inclu­
sión de más usos comerciales. De todas las propuestas anteriores, la
más ambiciosa y controvertida ha sido la de Richard Rogers Partners-
hip. Este proyecto, ganador de un concurso organizado en 1984, con­
sistía en una gran superficie ondulada de cristal que cubriría todo el
complejo cultural y nuevas áreas de uso comercial, con un costo apro­
ximado de 130 millones de libras esterlinas. Después de casi cuatro
años de trabajo en la propuesta, y de largas controversias sobre los
costos, el proyecto fue cancelado en 1998 por el Arts Council.
En 1999, se convocó a un nuevo concurso internacional para la
elaboración de un plan maestro para la zona, en la cual también se
ha desarrollado uno de los proyectos para la celebración del mile­
nio: London Eye, una gigantesca rueda de la fortuna. El objetivo ge­
neral del concurso consistía en encontrar una idea urbana que inte­
grara tanto el conjunto de edificios culturales existentes como la
creación de nuevos espacios comerciales y la generación de circu­
laciones y espacios públicos, bordeando toda la ribera sur del río
desde el puente de Waterloo hasta el Parlamento. Entre un selecto
grupo de ocho arquitectos invitados de Inglaterra y del extranjero,

III
282
en mayo de 1999 los organizadores del concurso seleccionaron a
R¡ck Mather Architects, una firma afincada en Londres sin experien­
cia previa de proyectos a escala urbana.
Después de varios meses para la elaboración de un plan maes­
tro más detallado, Rick Mather dio a conocer una propuesta prelimi­
nar a mediados de febrero. El elemento que destaca en ésta es un
jardín existente, llamado Jubilee Gardens, como elemento que al­
berga nuevos edificios culturales y genera nuevas y más claras co­
nexiones con los alrededores. Este jardín, diseñado por la firma pai­
sajística holandesa West 8, tiene como principal característica una
superficie ajardinada que se inclina y funciona como cubierta de un
edificio de tres niveles. Éste albergará una nueva sala de concier­
tos, una sede para el British Film Institute -incluyendo un complejo ci­
nematográfico, el Museum of the Moving Image y una bibilioteca-,
nuevos espacios para exposiciones, además de nuevos usos co­
merciales. El objetivo principal de Mather en la parte existente del
complejo ha sido incrementar la circulación peatonal a través del si­
tio, crear más accesos a nivel de las plantas bajas de los edificios
(ya que en la actualidad éstos se dan principalmente mediante pa­
sarelas elevadas que dejan inutilizadas grandes superficies), y en
general lograr la integración del South Bank con los alrededores.
Esta intención se ve reflejada no sólo en la gran superficie inclinada
del parque -que establece conexiones reales hacia un puente so­
bre el río Támesis y hacia una estación de metro, y también una co­
nexión virtual en las vistas que ofrece hacia la zona turística e histó­
rica de la ciudad-, sino también en la creación de nuevas zonas de
usos mixtos -co m o hotel, centro de convenciones, y otras activida­
des culturales-comerciales- Este plan maestro ha sido elaborado a
partir de los requerimientos y opiniones de diferentes grupos involu­
crados en la zona, como grupos de artistas, la comunidad local, el
público asistente a las actividades culturales del complejo, y los in­
tereses comerciales de la zona. Con el fin de evitar desacuerdos
posteriores, los arquitectos han puesto énfasis en el carácter con­
sensual de su propuesta y en los procesos de consulta emprendi­
dos para determinar las necesidades y prioridades. Claramente
esta propuesta parece ser un gesto mediador, pero aún falta ver si
esta estrategia puede, mediante la definición de las intervenciones
arquitectónicas particulares, lograr eficazmente la unidad y diversi­
dad que pretende promover.

III
283
285
Lyon. La rué de la République
Z. M.

Desde 1989 el «Plan PresqiTíle» ha tenido la voluntad de acondi­


cionar los espacios públicos vitales del centro urbano, potenciarlo
y dar prioridad al transporte público. Con este plan la rué de la
République habría de encontrar su papel de primera arteria y así
se emprendió una intervención para transformarla en zona de pea­
tones, reconquistando un espacio apto para pasear.
El uso dado a la calle ha sido mixto, un tram o exclusivo para
peatones y un tram o que permite el paso de transporte público,
carga y descarga y de los residentes.

286
287
El proyecto ha sido hecho por el estudio del arquitecto Alain
Sarfati; es un tapiz de granito gris de más de un kilómetro, hori­
zontal y recto, acompañado de dos hileras de árboles, bancos y
faroles. Bajo esta aparente sencillez se esconden opciones políti­
cas fuertes, es un proyecto em blemático también por la compleji­
dad de su funcionamiento en el corazón de la ciudad contemporá­
nea, donde se mezclan aspectos técnicos, sociales, culturales y
com erciales.
Para traducir los principios generales a propuestas concretas se
han tenido en cuenta las funciones del lugar... la rué de la Républi-
que es un lugar extremadamente complejo y, gracias al análisis, a
la búsqueda de soluciones de gestiones adaptadas -en este caso,
un ordenador central de control de entradas y salidas-, a la aplica­
ción de sistemas de concertación afinados, a los servicios del pro­
m otor se ha buscado un conocimiento más profundo de su funcio­
namiento y de lo que había en juego, para poder constituir un
programa que aportará al arquitecto los elementos que tendrá que

III
288
integrar en la reflexión y en el proyecto. La ciudad no es un museo
yf por lo tanto, resulta conveniente actuar con competencia y pru­
dencia en un medio urbano frágil y complejo.

Extracto de los textos «Lyon Francia, Espacio República» y «Rué


de la République en Lyon» de Jean-Pierre Charbonneau, catálogo
de la muestra «La reconquista de Europa, espacio público urba­
no», 1980-1999. CCCB, Barcelona.

289
Lyon. Plaza de la Bolsa
A riella M asboungi

Hacer a la vez una plaza y un jardín en el corazón de la ciudad his­


tórica, la preciosa y casi isla lionesa, ésta ha sido la apuesta asig­
nada al paisajista Alexandre Chemetoff, que ha trabajado en colabo­
ración con Jean-Michel Wilmotte encargado del mobiliario urbano.
Éste decidió unir las plantaciones en tiestos en una organización
sabiamente aleatoria y crear un jardín de aspecto privado que mag­
nifica el espacio arquitectónico que lo envuelve. Ofrece también un
lugar de calma dentro de los paseos de la ciudad, que tiene como
imagen de referencia el claustro del Palacio de San Pedro: «... en­
tre un lugar forzosamente mineral y la estética arriesgada de los
arriates agrícolas, la apuesta es difícil y apasionante» explica el pro­
yectista. Para el frente que da a la Bolsa de Comercio, edificio pa­
trimonial e institucional, elige una composición estricta de franjas al­
ternadas que permiten declinar una temática general basándose en
árboles, boj y rododendros, organizando una progresión de la som­
bra a la luz, de las tierras ácidas a las tierras calcáreas.
Esta acción, desarrollada en un corto lapso de tiem po com­
prendido entre los años 1991 y 1995, se sitúa dentro de una estra-
tegia de rehabilitación de los espacios públicos de la aglom era­
ción lionesa, dentro del marco de acción de la comunidad urbana
denominada le Grand Lyon. Recurrir a proyectistas de talento, ya
sea para tratar un espacio histórico como para tratar un espacio
periférico, muestra una preocupación por la calidad tanto en el
plano espacial del diseño com o en el mobiliario urbano o, aún
más, la preocupación por la puesta en escena de la ciudad.
Ostia. Proyecto urbano Ostiense-Marconi
M au rizio M arcelloni

Este proyecto implica un ámbito territorial en donde viven 115.405


habitantes. La estructura del territorio se halla constituida por el río
Tiber, en el trecho que va del Puente de la Industria a Valco San Pao-
lo; los dos ejes viales de la vía G. Marconi y la vía Ostiense, que actual­
mente desarrollan la función pasante entre el centro histórico y el
área urbana de reciente construcción; la presencia de las preexis­
tencias de arqueología industrial de notable valor histórico-paisajístico
(gasómetro, estructura portuaria, edificios industriales, mercado ge­
neral), a los cuales se agrega la reciente adquisición de la ciudad
del edificio de la «Céntrale Montemartini», que ya se ha convertido
en el Museo de la Ciencia romano.
Los factores negativos del área son: alta densidad de habitantes
_en el barrio Marconi se llega a los 1.000 habitantes por hectárea-,
congestión del tráfico que atraviesa y de las numerosas actividades
comerciales localizadas en la misma calle, escasa presencia de ser­
vicios públicos a nivel urbano y la ausencia de parques públicos.
El proyecto urbano, aprobado por el Consiglio Comunale en di­
ciembre de 1999, interviene sobre el territorio en cuestión, consi­
derando de manera prioritaria aquellas áreas donde es posible en­
caminar un program a de transform ación, también sobre la base
de los acuerdos entre la Administración pública, los propietarios
individuales y los entes interesados. Sus objetivos específicos son:
recuperar áreas para servicios públicos y para espacio verde, dis­
minuir la potencialidad de edificación de áreas aún transform ables
(la ex área industrial) y modificar las previsiones de usos para prever
la realización de servicios urbanos para inducir a un uso diferente
en esta parte de la ciudad; individualizar, finalmente, las principa­
les intervenciones de viabilidad para m ejorar la movilidad de todo
el sector y crear las condiciones de accesibilidad a los nuevos
servicios.
En el área industrial a lo largo de la vía Ostiense, en la ribera iz­
quierda del río Tevere, dentro del gran gasóm etro (114 m de altu­
ra) de propiedad de la empresa Italgas, Enel (superficie 14,6 ha)
se ha sugerido el Museo de la Ciencia, que será el símbolo, y la
biblioteca de la Universidad Roma Tres. La presencia en el área
de la «Céntrale Montemartini», en continuidad con estos nuevos
servicios, contribuye a la principal caracterización del área en tér­
minos culturales.
Un puente peatonal, para cuya realización se ha convocado un
concurso internacional, unirá este complejo de servicios con lo
previsto al lado derecho del Tiber, en el área de la antigua fábrica
de jabón, Mira Lanza, donde ya se ha comenzado la construcción
del segundo teatro municipal y en el antiguo depósito de Esso. La
intervención dotará al teatro de tres salas, un teatro a cielo abierto
para aproximadamente 500 espectadores. Sobre la misma área
se han previsto un parque público de 27 .0 0 0 m2, una casa de es­
tudiantes para 600 universitarios y una serie de servicios privados
y públicos.
La localización de la estructura de la Universidad de Roma
Tres, a lo largo de la vía Ostiense y en el área del Valco San Paolo,

III
293
refuerza de manera sustancial la recalificación del sector urbano
íntegramente: un modelo de instalación universitaria de tipo difuso
a través de la recuperación de edificios y las áreas circundantes
degradadas; la superficie todal es igual a otras 22 ha para una
cubicación de 9 0 0 .0 0 0 m3 cúbicos, de las cuales el 60% tiene re­
lación con la recuperación de lo existente.
Se une a todo esto la recalificación de los ejes principales de la
vía Ostiense y la vía G. Marconi que, gracias a la nueva malla viaria,
verán aligerados las cargas y los flujos, y con un rediseño de la ca­
lle y la intervención con equipamiento de mobiliario urbano para te­
ner más espacio peatonal y carriles para el transporte público.
El nuevo sistema viario está constituido por la culminación sub­
terránea del Lungotevere dei Papareschi, la construcción de dos
puentes para vehículos sobre el río y la línea férrea Ostia Lido-
Roma, y por la continuación de la circunvalación Ostiense hasta el
barrio Marconi.
Las intervenciones en las estaciones de Ostiense y de Traste-
vere son fundamentales para acceder y extender las áreas cen­
trales.

III
295
París. El paseo plantado: Bastille-Bois de
Vincennes
APUR - N athan S tarkm a n

La línea de ferrocarril de la Bastilla fue cerrada en 1969, des­


pués de la apertura de la línea A de la Red Regional Exprés
(RER). Ello planteó la cuestión del futuro de esta larga y estrecha
infraestructura que atraviesa el este de París de form a sucesiva
con viaductos, sobre terraplenes, a nivel de suelo y en túneles o
en trinchera.
A comienzos de los años ochenta, el Atelier Parisién d’Urbanis-
me (APUR), encargado de los estudios por la ciudad de París, pro­
pone crear un paseo original en el lugar de la línea férrea y arre­
glar sus alrededores.
La ciudad de París rescata entonces la infraestructura y, en
1987, el Consejo de París aprueba el proyecto de reconversión
sobre la base de los siguientes objetivos:
- Asociar el arreglo del paseo con la renovación de la parte en
viaducto del antiguo trabajo ferroviario y la reutilización de los es­
pacios bajo las bóvedas.
- Mejorar el medio ambiente y las relaciones con los barrios
colindantes y desarrollar ciertos espacios alrededor del paseo.
- Aportar los elementos de unidad (mobiliario, plantaciones,
tratam ientos de suelos...), subrayando la continuidad del trayecto.
- Instalar una ciclovía, donde el espacio lo permita.
La realización de la obra de este proyecto se ha escalonado
entre 1994 y 1999.
Este paseo de la Bastilla al Bosque de Vincennes (Philippe
Mathieux, arquitecto; Jacques Vergely, paisajista) constituye hoy
un espacio de recreo que ofrece 4 km de ambientes asombrosos
de gran contraste entre la ciudad y los paisajes.
En las proximidades de la plaza de la Bastilla y de la nueva Ópera,
el recorrido se desarrolla en más de 1.000 m sobre el antiguo viaduc­
to de las vías férreas. Dominando la ciudad, desde una altura de 8 m,
el paseo comporta una calle central acentuada por jardines cerrados
y plantados de tilos, los cuales acompañan el ritmo de la arquitectura
del viaducto. Las escaleras de acceso han sido instaladas en los estri-
bos de los puentes que atraviesan las calles y en las operaciones pú­
blicas de las instalaciones contiguas. El viaducto ha sido completa-
fnente rehabilitado (Patrick Berger, arquitecto) y sus 59 bóvedas for­
ja n el Viaducto de las Artes, conjunto de locales para artesanos de
arte que se benefician de alquileres moderados.
Más allá del viaducto, un antiguo terraplén, de 400 m de largo ha
sido reemplazado por un edificio de la misma altura, asegurando así
la continuidad del paseo. Este edificio acoge las superficies comer­
ciales. En cada uno de los extremos, los edificios de vivienda,
más altos, facilitan el paso del paseo a través de las aperturas.
El itinerario reencuentra rápidamente el nivel de la ciudad para
atravesar cerca de 600 m de jardín a lo largo de un paseo público,
del nuevo barrio de Reuilly creado sobre la antigua estación de
mercancías.
Al este de Reuilly, el paseo corre paralelo a un sendero para bici­
cletas a lo largo de aproximadamente un kilómetro, a través de una
sucesión de túneles arreglados y de zanjas cuyos vacíos han sido
transformados en jardines. El paseo reencuentra rápidamente el ni­
vel de las calles, en un espacio protegido, para acabar en el bosque
de Vincennes, uno de los dos grandes pulmones verdes de París.
Este original equipamiento, que asocia paseo, oficios de arte y
comercio, es hoy muy frecuentado; está en camino de convertir­
se en el mayor centro de animación del este de París.
París. Los Champs-Elysées:
La rehabilitación de una avenida prestigiosa
APUR - B ernard H uet

La avenida de los Champs-Elysées es sin duda una de las vías ur­


banas más prestigiosas del mundo; es igualmente un lugar tradi­
cional de grandes m anifestaciones oficiales o festivas y un paseo
para los parisinos. No obstante, a finales de los años ochenta, su
reputación estaba empañada por el paso del tiem po y la gestión
cotidiana. A la invasión de los coches aparcados se une la anar­
quía de las terrazas y los cafés y aquella del mobiliario urbano,
com o también las restauraciones sucesivas del suelo.
Para detener este proceso de degradación, el alcalde de París
creó en 1989 la Missión Champs-Elysées dirigida por Pierre-Yves
Ligen.
El plan de revaloración de la avenida, definida por la misión,
apunta a la vez sobre el espacio público, sobre las construcciones
y sobre las actividades.
Para transform ar el espacio de la avenida (70 m de ancho en
un km de largo), el plan propone:
- La supresión del estacionamiento en las alamedas (autori­
zado desde 1939, de la rotonda de los Champs-Elysées a la pla­
za de la Estrella), asociado a la construcción de un estaciona­
miento subterráneo.
- El ensanche -d e 7 a 21,5 m cada uno- de las aceras y la
plantación de una segunda hilera de árboles, lo que devolverá a
la avenida su configuración original.
- La refacción del revestimiento de las aceras.
- La reorganización y mejora del mobiliario urbano.
Para preservar la calidad de las fachadas construidas y la
animación se han avanzado algunas medidas más:
- La definición de una nueva reglamentación concerniente a

m m Á M T * ). " j ‘I^V, 3 . ip ■ ■ i i w w m

1
la publicidad, los rótulos, las vitrinas y los escaparates y los colores
de las persianas.
- La elaboración de normas para mantener o animar a las acti­
vidades para que participen en la tradición y en el prestigio de la
avenida (cines, hoteles...).
- La protección en calidad de m onumentos históricos de la ma­
yoría de las construcciones, testim onio de la memoria de los
Champs-Elysées.
Este plan ha sido puesto en marcha a partir del año 1990.
El proyecto de nuevo tratamiento del suelo (Bernard Huet, arqui­
tecto), elegido luego de una consulta, ha sido realizado entre 1992
y 1994. El nuevo diseño marca la unidad y la continuidad de la
com posición. Las aceras han sido organizadas en dos partes que
se distinguen por la naturaleza del em pedrado y por el color del
granito: por un lado la alameda peatonal ordenada con dos hile­
ras de árboles, por otro lado el espacio com prendido entre los ár­
boles y los edificios, también dividido entre el paso de los vehículos

III
300
de seguridad y la zona de extensión de las terrazas cubiertas de
los cafés. La distribución del pavimento integra los árboles exis­
tentes, las salidas y las ventilaciones del metro, el mobiliario urba­
no y las salidas de emergencia de los estacionamientos y se
adaptan también a la geometría variable de los cruces.
Las farolas diseñadas por Hittorf han sido conservadas y redis­
tribuidas. Las grandes lámparas, los bancos y los sem áforos han
sido reemplazados por una nueva gama de mobiliario urbano dise­
ñadas por Jean-Michel Wilmotte.
La rehabilitación de los Champs-Elysées es parte de un conjunto
particularmente am bicioso de actuación pública, llevada a cabo
en el transcurso de los años ochenta y noventa, a lo largo del
gran eje histórico del oeste de París: La restauración del Gran
Louvre con la revalorización de los jardines del Carrusel y de las
Tulleries, la restauración del Arco de Triunfo, el cubrim iento de la
avenida de Neuilly y la construcción del gran arco de la Défense.

III
301
París. El parque de Bercy: los jardines de
la memoria
APUR - N athan S tarkm a n

Al borde del Sena, en la entrada este de París, el paisaje de


Bercy -ce rca de 50 h a - acoge desde hace tiem po los antiguos
depósitos vinícolas, propiedad de la Municipalidad.
El declive de la actividad ha conducido a la ciudad de París a
preparar la mutación del lugar, fuertem ente estructurada por las
alamedas pavimentadas y la presencia de aproximadamente 500
grandes árboles.
A mediados de los años ochenta un gran proyecto de transforma­
ción de este lugar fue establecido por el Atelier Parisién de Urbanis-
me (APUR). El objetivo ha sido crear un barrio mixto que comprendie­
ra numerosos alojamientos con sus equipamientos y un centro de
actividades y tiempo libre. El conjunto se ha organizado en torno a un
parque de 14 ha dispuesto a lo largo de los muelles del Sena.
Un concurso europeo fue organizado para la concepción del
parque. El proyecto ganador «Los jardines de la memoria» (Bernard
Huet, Maryléne Ferrand, Jean-Pierre Feugas, Bernard Leroy, arqui­
tectos; lan Le Caisne, Philippe Raguin, paisajistas) reinterpreta el
lugar, con el deseo de proteger la memoria.

III
302
Una nueva trama regular, a eje con el palacio polideportivo de
Bercy y paralelo al río se combina con los trazados anteriores de los
depósitos. Dentro de la malla así definida, el parque ofrece espacios
de ambientes diferentes: amplias zonas de césped y jardines temáti­
cos -rosaledas, laberintos, jardín de aromas, viñedos-, un jardín ro­
mántico marcado por la presencia del agua, todo próximo.
Los grandes árboles, las alamedas adoquinadas conservadas
con sus rieles y algunas bodegas y casas rehabilitadas testim o­
nios del antiguo Bercy.
Dos pasarelas metálicas atraviesan la calle Joseph Kessel para
unir las partes del parque. Al lado del Sena una vasta terraza pro­
tege el jardín y domina el río. Éste será el futuro punto de llegada
que atravesando el Sena buscará la Biblioteca Nacional de Francia.

III
303
Roma. Las estaciones
M au rizio M arcelloni

Las estaciones italianas cambiarán de apariencia y la Estación Ter-


mini de Roma representa la primera etapa de un proyecto de re-
cualificación que será seguida por otras estaciones de gran esca­
la del país.
La estación es frecuentada cada día por 400 .0 0 0 personas,
150 millones de personas al año.
El proyecto de reestructuración ha sido realizado sobre una superfi­
cie de 225.000 m2, con un costo de 325 billones de liras. Termini
ha cambiado mucho. La gran galería engomada que une las dos calles
que la franquean, via Marsala con via Giolitti, ha sido transforma­
da por grandes paneles luminosos con los horarios de llegada y par­
tida de los trenes y con ayuda del prado verde y los grandes naranjos.
Un fórum comercial de 12.000 m2con centenares de tiendas, y el
ala Mazzoniana de 7.000 m2como puerta de bienvenida para los pe­
regrinos del Jubileo la cual ha sido transportada a su esplendor origi­
nario: revestida de mármol policromado, como quiso su diseñador
Angiolo Mazzoni en el año 1925, inaugurada por Pío IX, es el símbo­
lo más fuerte del renacimiento de la estación de Termini, una de las
páginas más importantes de la arquitectura italiana de los años trein­
ta que ha sido restituida a los romanos y albergará un museo en co­
laboración con el Ministerio de Bienes Culturales.
En cuanto al transporte, la obra más importante es el ACS, el
sistema electrónico de control de gestión de tráfico ferroviario, que
aumenta la capacidad de la estación de 580 a 800 trenes diarios
(como si se hubiesen construido diez vías más).
Se ha doblado el número de las taquillas, de manera que los pun­
tos de venta, incluidas las máquinas electrónicas que permiten
evitar hacer cola son cien. Han aumentado también los puntos de
información para el público, con 240 m onitores y nuevos tableros
electrónicos actualizados en tiempo real.
De la estación partirá la navetta sin paradas Termini-aeropuerto
Fumicino Leonardo Express que estará en servicio desde el 31 de
enero del 200 0 con una frecuencia de 30 minutos.

III
305
En cuanto a la seguridad, se han colocado telecámaras de cir­
cuito cerrado en red con la central de operaciones. Además, cua­
trocientos policías y otros cuarenta guardias privados de seguri­
dad, garantizan la seguridad de los ciudadanos. El servicio se ha
confiado a la Polfer con doscientos agentes a los que se unen
cuarenta carabineros, veinte guardias de finanzas y guardias ur­
banos; la vigilancia privada se coloca en los puntos de unión con
el metropolitano y las vías. Además, en las instalaciones antiin­
cendio y en las subidas de gas, un estrecho control será posible
gracias a las telecámaras.
La estación Tiburtina se convertirá en el principal nodo de inter­
cambio ferroviario de Roma; confluirán el tren de alta velocidad,
el pendular, el tren m etropolitano y la línea B del metro.
La nueva estación, que estará lista en 2003, cambia el paisaje
urbano y reduce la separación entre los barrios producida por las
vías. Será la primera estación elevada de Italia. Hasta ahora se ha
construido la base sobre la que se apoyará el edificio, un coloso de
acero y cemento de 176 m por 45. Los trabajos, una vez termina­
dos, hospedarán taquillas, salas de espera y de negocios para los
pasajeros. Además, se contará con una calle cubierta que ligará los
dos lados del barrio. También en el proyecto de ferrocarriles y ciu­
dad (Ferrovie e Comune) se incluye el nuevo recorrido de la ronda
de circunvalación este que rodeará la estación gracias a un nuevo

III
306
inte al norte; éste permitirá la transformación en bulevard urba-
del tramo que hoy atraviesa el barrio. El puente tendrá una longi-
de 60 m y costará 240 billones. Para su proyecto se llamará a
mdes arquitectos como Santiago Calatrava y Renzo Piano.
Asimismo en 200 3 estará terminado el parque de 10 ha vecino
3 estación. En el 2005 serán derribados los viejos elevados en
olaza de la actual estación y en su lugar la plaza encontrará su
iva organización para la práctica comercial, centros de la Ad-
íistración y servicios.
Roma. La Cám ara de Diputados en la
Plaza de Montecitorio
Ariella M asboungi

El espacio de la plaza de M ontecitorio ha sido reacondicionado


con motivo de la celebración del Jubileo en Roma. Esta plaza, al­
tamente simbólica y patrimonial, es la sede de la Cámara de Dipu­
tados ubicada en el palacio Ludovisi, diseñado por Bernini en el
corazón de la ciudad antigua.
Franco Zagari ha realizado aquí una obra a la vez histórica y
moderna, devolviendo al espacio que peatonaliza la configuración
topográfica que tenía antes de su transform ación en 1902 por Er-
Histórica porque él trata de reencontrar una topografía elegante
dulce que lleve hacia el palacio, haciendo desaparecer los esca­
ries añadidos por Basile y reencontrando así el sentido mismo
¡I nombre de la plaza: el monte.
Moderna porque la plaza es despojada de sus obstáculos en
rminos de mobiliario urbano superfluo, señales de carretera, es-
cionamientos, y también de todas las fiorituras nuevas; casi mini­
alista es el pavimento general que resalta la topografía. Moderna
ibre todo porque ofrece una relación más doméstica y menos je-
rquizada entre el ciudadano y los lugares del poder.
El obelisco de Psammetico en la base de la plaza ha sido com ­
ido con una esfera de bronce que guía los rayos solares hacia
fachada del Parlamento, marcando las horas. El titanio es utilizado
ira realizar los cercados de la plaza y para m arcar el suelo de
anera sofisticada, con estrellas inscritas en el cruce del adoqui­
no de basalto que recubre toda la plaza y se prolonga sobre
5 calles adyacentes.
Un cambio que deviene más que nunca en su esencia, tal ha
jo la apuesta de esta transform ación que hoy es objeto de una
grte apropiación de uso.
Rotterdam. Kop van Zuid
Joan B usquets

Kop van Zuid es un gran proyecto urbano iniciado en 1988 que


busca la reconversión de una gran zona portuaria desarrollada a
finales del siglo xix. El proyecto busca la potenciación del sur de
Rotterdam como zona residencial y urbana, cuando históricamente
había estado marcada por su carácter industrial y portuario.
Debido a estas circunstancias el proyecto activa los mecanismos
de conexión con el norte mediante la construcción de una nueva
estación de m etro y un puente singular (Erasmus Bridge) que
busca la continuidad del Coolsingel (eje cívico central del norte) con
el futuro desarrollo del sur.
El proyecto promueve form as de residencia mixta y pone un
gran énfasis en la reestructuración de los espacios públicos. Así,
los bordes del río ofrecen mayores espacios que «reflejan» el uso
tradicional de los muelles del norte.
El muelle Wilhermina está llamado a ser una nueva zona central
y dentro de los sectores residenciales los parques urbanos resul­
tan una prioridad. Finalmente se busca en el sector ZkZ una nueva
centralidad que aglutine los espacios de residencia obrera del
sur. Allí es donde un nuevo parque central se convierte en el foco
alrededor del cual se concentran las futuras actividades cívicas.

111
310
311
Roubaix. Recuperación del canal
A riella M asboungi

Un trabajo contem poráneo sobre el espacio público es aquí el de


la gran escala y el de la ciudad desestructurada. A lo largo de 17 km
y siete comunas, el canal de Roubaix fue abandonado por la nave­
gación atravesando zonas industriales del siglo xix como la reta­
guardia de la ciudad que recorre los territorios en crisis. Después
de un concurso internacional en 1992, Christian Devillers garanti­
zó la gestión de este proyecto.
Dicho proyecto propone la recualificación del territorio a partir
del espacio público inscrito en la continuidad de las acciones ur­
banas y sociales ya iniciadas precedentemente. La finalidad es, en
primer término, social pero también económica: se debe intentar
hacer salir estos barrios de la espiral que los transform a en gue­
tos mediante una estrategia de repoblación de habitantes y de
empresas gracias al em bellecimiento de los lugares. Las inversio­
nes públicas a largo plazo se dirigen sobre el mismo canal, los par­
ques y jardines y la red de comunicaciones. El proyecto ha permiti­
do igualmente cuestionar de nuevo la vía rápida que estaba prevista
sobre este territorio en provecho de la realización de un bulevard
urbano.
Después se realizó un esquema de referencia sobre la totali­
El canal y el parque de la unión
vistos desde el aire, de Roubaix dad de la comuna de Roubaix, cuyo alcalde, dinámico y empren­
a Tourcoing. dedor, promueve una fuerte política de regeneración urbana, eco-
lómica y social de su territorio, con el apoyo de una financiación
pública múltiple, pero también con la financiación privada, especial­
mente comercial, logrando relevar el com promiso público. Este
esquema de referencia guía cotidianamente el conjunto de accio­
nes de la ciudad y asegura la continuidad entre los arreglos, espe­
cialmente de los espacios públicos que deberán así asegurar el
vínculo y la coherencia dentro de este espacio, en su origen fuer-
emente desestructurado por la crisis económica. Hoy decimos:
<Roubaix ganó».

313
Saint-Nazaire. Ciudad-Puerto
Z. M.

El proyecto Ciudad-Puerto es precursor en el sentido que inventa


una nueva centralidad a partir de elementos que habitualmente se
encuentran en las periferias urbanas, como son los supermerca­
dos, los centros de ocio y los estacionamientos... El área total que
debe recuperarse es de aproximadamente 60 ha, de las cuales el
Ayuntamiento ha adquirido hasta el momento una quincena. Dentro c
de ellas se halla la principal barrera para la comunicación entre la
ciudad y el puerto, que es la base de submarinos, de 300 m de lon­
gitud y 120 de ancho y 16 de alto, que, además de ser infranquea­
ble, generó a su alrededor un tejido desestructurado de empresas.
La expresión Ciudad-Puerto existe en el discurso del Ayuntamiento
desde los años ochenta, por lo que se convocó un concurso con un do­
ble objetivo: organizar el espacio público a la escala del sitio y reunir allí
los elementos que habitualmente se hallan implantados en las periferias.
Estos objetivos se concretan en el proyecto del equipo del arqui­
tecto Manuel de Solá-Morales, asociado al Atelier Ruelle, que crea
alrededor de la antigua base de submarinos una nueva estructura
urbana al tiempo que propone un centro de ocio y servicios.
Se trata de convertir una máquina de guerra en un lugar de atrac­
ción. Por su posición geográfica este elemento es la clave del pro­
yecto, permitiendo a la ciudad reencontrar el agua y su eje; la antigua
avenida principal que conduce hacia la dársena de los transatlánticos.
Para eliminar la barrera de la base, cuatro de sus alvéolos han sido
abiertos encuadrando las visiones sobre el puerto.
El proyecto propone un espacio público organizado de manera
que se aprovechan los desniveles existentes, tres explanadas or­
ganizan la relación vertical, sucediéndose rellanos ligeramente des­
plazados: un espacio de estacionamiento al pie de la base, que es
jenominada explanada botánica, ya que en ella se ha propuesto la
jlantación de árboles venidos de América; la plaza del Circo, una
superficie de tierra batida para las animaciones temporales y los
uegos para niños, y un espacio «más formal», la plaza Marceau, que
1a sido rediseñada rodeada de edificios residenciales. Una gran
ampa las une hasta acceder a la cubierta de la base de submari-
íos convertida en un paseo con vistas sobre la ciudad y el puerto.
Acceder a su cubierta permite convertir esta máquina de guerra
;n un lugar de atracción, estético gracias a la complejidad y a la
jelleza de su estructura», afirma el arquitecto.
«La base ha trastornado la percepción de la pendiente que descien-
je tranquilamente hacia el agua. Por ello, aportar una transparencia y
jcceder a la cubierta condiciona la urbanización del lugar. Por su pro-
jorción y su masa, la base mantiene una relación de escala con el
:onjunto de la ciudad. Pero para que esta relación se comprenda en la
:otidianeidad, en el uso y en la percepción visual, hace falta adjuntarle
Jeterminados elementos: la rampa al exterior y, al interior de la base,
as escaleras, los ascensores, que relacionan los diferentes niveles, el
>ran supermercado, el párking... La planta baja de nuestras ciudades
se debe hacer más compleja. El trabajo sobre suelos múltiples es
jna obsesión constante de mis proyectos, una condición de con-
emporaneidad.»
Manuel de Sola ha estructurado su proyecto sobre la «condición
periférica» del terreno. Inventa aquí la noción de «periferia histórica»,
ís decir, encuentro entre centro histórico y periferia moderna...
'Mi proyecto no pretendió jamás fundir este territorio con el de la
dudad existente.»

ixtracto del artículo de Manuel de Solá-Morales publicado en Projet


Jrbain, 17 de julio de 1999.

III
315
©
Antgf l a m i n a
V

as ciudades latinoamericanas sufren dos déficit históricos:


I crecimiento de la ciudad «ilegal» ha sido más rápido que el de la
¡udad legal y puede representar a menudo más de la mitad del
jrritorio y más de la tercera parte de la población. En la ciudad
agal el espacio público es pobre y precario, y la población, que
ufre diversos tipos de exclusiones, tam poco puede disfrutar en
luchos casos de los espacios públicos formales.
La ciudad legal ha sufrido dinámicas similares a las de las ciu-
ades norteamericanas, pero más agudas. Por una parte congestión
e las áreas centrales y superutilización del automóvil. Por otra parte,
egradación de las áreas de residencia popular y el abandono de
is espacios públicos, ocupados ahora por vendedores ambulantes
por vías circulatorias.
En los últimos años nuevas dinámicas urbanas han acentuado
crisis del espacio público: vías rápidas que fragmentan la ciudad,
roductos urbanos especializados (nuevos centros de negocios,
;¡udades empresariales», shopping centers, guetos residenciales,
te.), miedo ai espacio público por la violencia urbana, etc.
En las fichas que presentamos a continuación aparecen algunos
asos negativos que expresan esta realidad. Pero también hemos
jerido exponer reacciones interesantes que se dan en ciudades
i las que una dialéctica positiva entre movimientos sociales y cul-
irales y gobiernos locales dem ocráticos ha perm itido que se dé
vuelta a las dinámicas negativas, utilizando las obras de infraes-
uctura (Bogotá, Río), abriendo o rehabilitando espacios públicos
i las áreas centrales (Buenos Aires, Río, Santiago), creando ejes
neulados a frentes de agua o a redes de comunicaciones (Sao
aulo/Sto. André, Rosario).
J. B.

IV
319
Bogotá. El paseo urbano de la Carrera
Quince
María Eugenia Avendaño

La Carrera Quince está localizada al norte de Bogotá56 y es un im­


portante eje com ercial y residencial de la ciudad. A finales de los
años sesenta surgió como la vía más moderna donde se agrupa­
ban las tiendas más elegantes y los barrios residenciales de altos
ingresos. En los años setenta, y con mayor énfasis en los ochen­
ta, la Carrera Quince sufrió un fuerte deterioro que afectó negati­
vamente la actividad com ercial y residencial. El traslado de los al­
macenes hacia nuevos centros com erciales y el desplazamiento
de residentes hacia conjuntos residenciales situados en nuevas
zonas de expansión al norte de la ciudad fueron las causas que
originaron la debacle urbanística, social y económica del sector: el
espacio público fue invadido por vendedores ambulantes y vehículos
estacionados, la inseguridad ha crecido por la distribución de dro­
gas en la calle y la proliferación de actividades com o la prostitu­
ción.
Esta situación llevó a la movilización de los residentes y comer­
ciantes y a organizarse en la Corporación de la Carrera Quince,
que, desde mediados de los años ochenta, promueven el proyecto
de recuperación del sector, que va a ser financiado por esta misma
comunidad mediante el pago de una valoración local. El proyecto
fue realizado por la Administración local entre los años 1998 y
1999, con la participación permanente mediante auditorías de Cor-
poquince.

Objetivos del proyecto


El proyecto fue concebido con el propósito de recuperar el espa­
cio público a partir de tres criterios: consolidar la Carrera Quince
►Bogotá es una ciudad que ha com o centralidad del norte de la ciudad con funciones metropoli­
crecido sin espacio público. Las tanas, transform arla en un paseo para peatones, con calidad am­
calles son sólo ejes de
circulación. biental y paisajística, y darle el carácter de centro comercial
abierto al aire libre.

IV
320
321
IV
322
Descripción del proyecto
La Carrera Quince es un eje viario con una longitud de 3 km entre
las calles 72 y 100. Los aspectos en los que se ha intervenido son:
• Aceras: se han ampliado ambos lados, en la oriental se han
agregado 9 m de ancho y en la occidental 7 m, que aseguran
aceras de 12 y 10 m de ancho respectivamente.
• Calzada: para organizar el tránsito de la vía se han definido
tres carriles, uno exclusivo para el transporte público; además se
ha comenzado la construcción de cuatro plantas de párking sub­
terráneo a lo largo de la calle.
• Mobiliario urbano: uná' cráracterística importante del proyec­
to es el diseño de un mobiliario urbano especial, que consiste en
paradas de autobús, pequeñas floristerías, quioscos de venta de
periódicos, paneles informativos (mapas, etc.).
• Jardines delante de las viviendas: estas áreas de propiedad
privada han sido integradas en las aceras, y de esta manera, se
ofrece más espacio público a los peatones.
• Símbolos urbanísticos que delimiten el sector: se han dise­
ñado dos puertas de entrada, una en la calle 72 y la otra en la ca­
lle 100, en las cuales se han colocado elementos de arte urbano.
Los cruces de los ejes viarios de la Carrera Quince tienen placitas
con material específico.
• Red de servicios públicos: se ha renovado la red de servi­
cios públicos de alcantarillado, energía eléctrica, telecom unicacio­
nes y gas; además se han instalado dos tipos de iluminación: una
para vehículos y otra para peatones.
• Zona verde: se ha renovado com pletamente el diseño paisa­
jístico colocando dos hileras de árboles en la acera oriental y una
en la occidental. Se ha sembrado una nueva especie arbórea, el
liquidámbar. También, de manera complementaria al paseo urbano,
se ha remodelado el parque del Virrey como lugar de descanso y
práctica deportiva.

56. Bogotá es la capital de Colombia y tiene una población cercana a los siete mi­
llones de habitantes.
Biblioteca Pública Virgilio Barco
Bogotá. Entre el hombre y el cielo
Claudia Antonia Arcila-R ogelio S alm ona

Los espacios públicos son los lugares de encuentro por excelen­


cia. En ellos convergen las vivencias entre los ciudadanos y se re­
conoce la acción creadora del Estado. En las plazas, bajo los so­
portales, en las calles o avenidas, los parques y plazuelas, la
comunidad ha encontrado a lo largo de la historia y con las va­
riantes propias de cada época, el patrimonio colectivo más pre­
ciado. Se dan cita edificios institucionales, iglesias, salas comuna­
les, teatros, escuelas, universidades, espacios apergolados..., lo
que permite a los ciudadanos interpretar el entorno colectivo al
tiem po que se interpretan ellos mismos com o individuos.
Un sinnúmero de elementos arquitectónicos simbólicos que an­
tes conformaban el paisaje urbano han ido desapareciendo desafor­
tunadamente en nuestros días. La especulación, los avatares del
gran capital y el desafecto de un Estado hacia lo verdaderamente
social y auténticamente cultural, le han quitado sentido a la idea de
lo público en la ciudad. A veces no se entiende que la recuperación
de la ciudad a través del espacio público sea el camino para recu­
perar la idea del ciudadano y la cultura. Esta necesaria recomposi­
ción debe hacerse con arquitectura, pues el espacio público sin sig­
nificado ni motivaciones es como una faz sin rostro.
Si antaño el atrio de la plaza, además de su ubicación y morfolo­
gía, servía para la representación, es decir, si el espacio público ser­
vía para que la comunidad se representara a sí misma, en la actuali­
dad urge descubrir los nuevos espacios donde encarnan las nuevas
relaciones de la comunidad. La comunicación, la información y la
creciente velocidad de la vida moderna, proponen otras formas de
apropiación y diálogo entre los ciudadanos y, por lo tanto, nuevas y
diversas representaciones. La arquitectura que conforma el espacio
público debe asumir esa responsabilidad, no sólo por su capacidad
de interpretar las transformaciones, sino por la necesidad de dimen-
sionar los espacios para el ciudadano.
La ciudad es el lugar de la morada colectiva pero también de la
errancia. Recorrerla es una manera de descubrirnos a nosotros
mismos al tiempo que descubrimos a los otros. Esta idea de la
errancia la han entendido muy bien los diseñadores de los centros
comerciales que, en esencia, son espacios donde se va a vagar
mientras el comerciante aprovecha esa circunstancia para ofrecer
sus productos. Como alternativa al consumo comercial, los espa­
cios públicos tienen que retomar la idea de la errancia a fin de pro­
poner otro tipo de actividades y nuevos motivos de encuentro a
través del libro y la cultura.
Es exactamente lo que propone el arquitecto colombiano Roge­
lio Salmona en su proyecto de la Biblioteca Pública Virgilio Barco
en Bogotá, que form a parte de una red amplia de bibliotecas (un
hecho fundamental para Bogotá). Allí se ha creado un lugar de re-

IV
325
corrido donde la cultura no es una tarea obligatoria sino un ele­
mento fundamental del espacio que simplemente se encuentra al
paso. A través del recorrido se descubre y se pone en evidencia
un paisaje que simultáneamente conforma la espacialidad de la bi­
blioteca. Por razones técnicas se creó com o una batea que, a la
manera de un «tímpano del entorno» (para decirlo con palabras
de Salmona), recoge la luz, el color, horizontes cercanos y lejanos.
Esos horizontes, para mayor agudeza de la percepción, se refle­
jan en el agua que la rodea, multiplicando el significado de las
imágenes.
En el interior hay salas de lectura, salas de música, videote­
cas, auditorios, cafeterías, salas de exposiciones, salas múltiples,
espacios dedicados a los niños. El edificio enmarca la naturaleza,
pero al principio no se ve. Se suceden varios elementos que flui-

IV
326
damente permiten ir descubriendo el paisaje dp forma paulatina. El en­
torno va apareciendo poco a poco, a medida que se avanza. Se
accede al verde, después al cerro, a la luminosidad reflejada. Es,
en suma, como un observatorio desde el cual podemos percibir,
sin ningún traumatismo, todos los elementos del paisaje bogotano.
La ciudad está siempre presente, visible, a su alrededor. La biblio­
teca se ofrece, al final de todo el recorrido, como un gran centro
ceremonial cuyo primer beneficiario es el hombre y cuya cubierta
es el cielo.
Bogotá. La memoria del agua
La avenida Jiménez de Quezada de
Bogotá
Claudia Antonia Arcila-R ogelio S alm ona

Dice Gastón Bachelard que el alma es una morada donde «no


sólo nuestros recuerdos sino también nuestros olvidos están alo­
jados». No todos los habitantes de Bogotá sabían que entre los
cerros de Monserrate y Guadalupe se ocultaba el nacimiento de
una quebrada vertiginosa cuyo nombre de origen evocaba el res­
plandor del agua en la oscuridad. «¿No es el exterior -s e pregun­
ta Bachelard- una intimidad antigua perdida en la sombra de la
memoria?».
Sacar a la luz lo que hasta hace poco se perdía en la indiferen­
cia de la sombra, o lo que es lo mismo: construir un gran espacio
público en el centro de la ciudad, dejó de ser un ambicioso pro­
yecto para convertirse en un sueño cumplido después de muchos
años de vigilias, trabajo y dedicación. Vio la superficie la quebra­
da de San Francisco que, com o en sus rem otos orígenes, volvió
a transitar en compañía de la avenida Jiménez.
«La nuestra es una ciudad que perdió la memoria del agua, es
decir, la fuerza de su origen -h a dicho a propósito Salm ona- La
recuperación del agua es la recuperación de la memoria, que es
la recuperación del agua de la quebrada, pero también del agua
com o elemento. Si la dignidad de un árbol depende del esplendor
de su fronda, el agua se dignifica cuando corre por encima y no
cuando la confinamos a la oscuridad del subsuelo. No hay razón
para que el agua continúe siendo del uso exclusivo de las ratas.»
Al empeño de m ostrar el agua, se sumó el de propiciarle al en­
torno visible otras form as de ser «visible». Mirar no es ver. «Ver»,
por ejemplo, a través de las pendientes, es penetrar en la intimi­
dad de desconocidos paisajes. Se trata de poner en evidencia
segmentos que, por el abandono, permanecían tristes y empobre­
cidos y que todavía el habitante no podía contem plar.
La esquina de la avenida Jiménez con la calle Real y la avenida
de la República tiene la particularidad de ser el corazón, no sólo de
Bogotá, sino de buena parte de la historia de Colombia. La consti-

IV
328
IV
329
tuyen algunos edificios coloniales y modernos, la Gobernación de
Cundinamarca, tres iglesias, más de veinte universidades en sus
bordes y, por consiguiente, más de 1 50 .00 0 habitantes universi­
tarios. La flor y nata de la población bogotana aglomerada duran­
te más de ocho horas diarias en condiciones precarias y sin op­
ciones para recorrer la ciudad. Ahí radica lo fundamental.

IV
330
El proyecto se preocupó por abrirle a la ciudad la perspectiva
de dos elementos tutelares: Monserrate y Guadalupe; recoge el
símbolo de la palma de cera y el agua como elemento unificador
de ese recorrido, y articula escenarios tan representativos para la
ciudad como el barrio La Candelaria, los barrios al norte de la Ji­
ménez y ciertos hitos com o la Quinta de Bolívar, la Academia de
la Lengua, el parque de los Periodistas, la iglesia de San Francisco
y el camino a Monserrate. Su espacialidad va más allá e incita a la gen­
te a penetrar en el piedemonte como escenario natural de la ciu­
dad. El paseo de la Jiménez ha extendido un hilo alrededor del
cual se rozan constantemente estos y otros escenarios.
«Yo soy el espacio donde estoy», escribió el poeta Noel Ar-
naud. Y el filósofo Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mis circunstan­
cias». Y el arquitecto Rogelio Salmona: «La ciudad y el habitante
se condicionan mutuamente». Y más adelante: «Uno condiciona
su espacio y el espacio lo condiciona a uno. Lo im portante es que
la gente se reconozca capaz de apropiarse de él».
De la avenida Jiménez se han apropiado hoy los colombianos
con la misma fruición con que siempre lo han hecho del vallenato,
el café, las flores y el dolor.

IV
331
Buenos Aires. Programa de la avenida
Corrientes
R o b erto C on vertí

Descripción y objetivos. La avenida Corrientes es, a lo largo de su


recorrido, el eje y denominador común de áreas geográficas carac­
terizadas por funciones sociales, culturales y económicas distintas
y heterogéneas.
Con el programa propuesto, se promueve la revitalización de
este eje fundamental de la ciudad de Buenos Aires optimizando la
gestión conjunta entre los diferentes actores sociales, realizando
obras de carácter urbano y arquitectónico que permiten acompañar
el proceso de transformación y mejora de este amplio sector.
Implementación. El programa está concebido como un proyecto
de cooperación pública y privada de larga duración destinado a
recuperar áreas, que se encuentran social, económica y cultural­
mente deprimidas y degradadas.
La primera fase del program a ha sido una etapa de concerta-
ción entre los distintos actores que, de una u otra manera, están
involucrados en el programa.
Sucesivas gestiones del gobierno de la ciudad han facilitado la lo­
calización de diversas inversiones privadas a lo largo de este impor­
tante eje, el desarrollo de 7 ha de parque, una escuela y un centro
comercial en el extremo oeste, en el barrio Agronomía, nuevos cen­
tros comerciales, y culturales, hotelería y vivienda en el barrio del
Abasto y la zonificación definitiva del sector de Puerto Madero Este,
el Plan de rehabilitación del área central son prueba de ello.
Obras. Para acompañar este proceso, se han iniciado las obras
de mejoramiento integral del espacio público de la avenida.
Un equipo de la Subsecretaría de Planeamiento Urbano liderado
por el arquitecto Miguel Ángel Roca, ha realizado a través de un
convenio de cooperación con la facultad de arquitectura de la Uni­
versidad de Buenos Aires, el proyecto con el que se ejecutan las
obras de recuperación urbana del sector (ilustración adjunta).
Estas obras se prolongan integralmente por la avenida, a tra­
vés de distintas etapas de ejecución contemplando el diseño par-
IV
333
URBANIZACION WARNES
7 Hectáreas Parque Público

av san i
R eciclado Hogar San Martin
Hospital Alvear
1 Escuela Centro de Transferencia

| Privado

■ Mixto
H Pu blico

$ TEATRO OPERA • REOCLADO


■;§) TEATRO OOEON - TEATRO V MOTEL
PROVECTO INTEGRACION
® TEATRO El NACIONAL - TEATRO Y HOTEL M1CROCENTRO Y
^ POUTEAMA • 2 TEATROS. 7 CtNES. 1 HOTEL PUERTO MADERO

MOTEL HOUOAYINN
$ NUEVO COLEGÍO PUBLICO CE ABOGADOS
{ft) PEQUEÑOS Y NUEVOS
EMPRENOIWIENTOS
COMERCIO • VftVSENDA
OFICINAS - CULTURA - EOUCACION

9 TEATRO COLON - MEJORAMíENTO INTEGRAL


@ TEATRO SAN MART.N - MEJORAMIENTO INTEGRAL

& PLAZA LOS ANDES

ticularizado de las aceras, la renovación completa de la ilumina­


ción, el arbolado, y el reordenam iento y la renovación parcial del
mobiliario urbano.

De las ideas de ios urbanistas a las decisiones de los


políticos
J. B.
La avenida Corrientes representa un caso paradigm ático de la
contradicción entre un patrim onio de espacio público excepcional
y la degradación por la sumisión de los poderes políticos a una vi­
sión mezquina sobre el uso de estos espacios ai servido de la
vialidad de los automóviles y de los autobuses. Se trata de una de
las avenidas con más potencial de identidad, la más emblemática,
famosa en todo el mundo, llena de bares y restaurantes, librerías
y tiendas de música, de cines y de teatros. Comercial de día, ani­
mada de noche, con establecim ientos abiertos hasta la madruga­
da o que no cierran durante las 24 horas del día. Por otro lado,
las aceras estrechas ocupadas por quioscos, mobiliario urbano de
mala calidad y basura, que casi impiden el paso de los peatones y
contrastan con los seis carriles de tres metros cada uno (utilizados
para atravesar la ciudad en un solo sentido, aunque existen otras
alternativas). La propuesta que hizo el autor de esta nota de redu­
cir los carriles a cuatro y hacerlos de dos direcciones (para el uso
principal de quienes vayan a la avenida Corrientes y su entorno) fue
parcialmente com partida en 1997 por la Secretaría de Planea-
miento, que propuso eliminar un carril. Una prensa miope y un
equipo de gobierno, que en este caso se com portó de manera
cobarde, no aceptaron la propuesta y solamente se realizó una
mejora en la pavimentación y del mobiliario en una parte de la
avenida, una mejora apreciable pero muy insuficiente, ya que sin
la ampliación de las aceras es casi una malversación de fondos
públicos, porque no modifica sustancialmente la calidad de la ave­
nida.

IV
336
Buenos Aires. Proyecto Retiro-Puerto
Alberto V aras

El proyecto Retiro surge en el marco de las grandes transform a­


ciones que tienen lugar en Buenos Aires, debidas a los cambios en
las tecnologías de las infraestructuras de servicios ocurridos en las
últimas décadas y a una nueva cultura urbana y del proyecto cuya
influencia, si bien está siendo asimilada en nuestra ciudad un poco
más tarde y un poco más lentamente que en otras capitales del
mundo, se encuentra en pleno proceso de evolución.
Estas transformaciones afectan a la naturaleza del espacio urba­
no contemporáneo como espacio físico, como espacio donde se
desarrolla nuestra vida diaria, pero, particularmente en la metrópolis
contemporánea estos cambios se evidencian de manera casi brutal
en el impacto de los sistemas de transporte de carga y de pasajeros
que vieron variar espectacularmente su volumen, su velocidad, sus
tecnologías y su presencia en el espacio urbano. El proyecto Retiro
responde en un punto nodal de la ciudad a las demandas generadas
por este tipo de problemas. A estos nuevos requerimientos se agre­
gan aquellos que son específicos de la evolución de las ciudades y
de la arquitectura contemporánea: los problemas de la residencia
en las áreas centrales, en sus diversas formas actuales, desde el
espacio neutro para trabajo y vivienda, el loft, hasta los condomi­
nios de alta densidad con gran variedad de servicios, un problema
de peso en la ciudad actual, tanto en cuanto a la inserción del lugar de
trabajo junto a la residencia, como cuando se trata de emplazar el
gran edificio de oficinas corporativo que presenta nuevos requeri­
mientos para evitar la formación de las clásicas áreas downtown
sin vida ni animación.
También la recreación y la recuperación del espacio verde en la
ciudad como reguladores de la calidad ambiental del espacio público
forman parte de este nuevo cúmulo de requerimientos y condicio­
namientos de los nuevos proyectos urbanos en Buenos Aires.
La ciudad reformula sus hipótesis de desarrollo en el marco de
esta problemática. Una problemática definida, además, por los cambios
tecnológicos, la globalización de los mercados y el nuevo rol de
Buenos Aires en el m ercado regional -que está asociado al turis­
mo, a la recreación masiva, al desarrollo de negocios a otra es­
cala y a un fuerte desarrollo de la oferta cultural.
En el otro polo crece la demanda por una mejor calidad de
vida, cuya única disyuntiva, frente a un eventual deterioro de las
condiciones urbanas que es producto de la caída de la inversión y
por lo tanto de la calidad de los servicios y de las condiciones
ambientales, es la de la suburbanización, situación que contribuye
geométricamente al deterioro urbano y al com muter syndromme,
con su consecuente aumento de consumo en horas de viaje, con­
gestión, e inversión fija necesaria para resolver la distancia exa­
gerada y creciente de la relación entre el empleo y la residencia.

IV
338
propuestas principales

El proyecto apunta en primer lugar a la modernización de la infraes­


tructura ferroviaria mediante una reducción de la parrilla ferrovia­
ria actual y una mayor conexión entre las líneas ferroviarias para
flexibilizar la llegada al puerto y la operación de las cargas.
En segundo lugar apunta al mejoramiento del sistema ferropor-
tuario, lo cual debe traer consecuencias sobre el mejoramiento
de la circulación de tránsito pesado en la ciudad y la liberación de
tierras urbanas de alto valor inmobiliario y paisajístico que, actual­
mente, están ocupadas por contenedores.
En tercer lugar el proyecto apunta a la creación de un moderno
nudo subterráneo de transbordo de pasajeros que vincule la totali­
dad de los medios de transporte de superficie y subterráneos que
convergen en el área y, en cuarto lugar, apunta al desarrollo de
un proyecto de urbanización de las tierras que, com o consecuen­
cia de las operaciones anteriores, quedarían liberadas al uso pú­
blico en un 65% y al privado en un 35%.
Se estima que el valor de las tierras liberadas ronda en 230
millones de pesos, 150 millones en la segunda etapa y 80 millo­
nes en la primera.
La consecuencia de este proceso de urbanización será la mejora
de un área a todo lo largo de la avenida del Libertador hasta la calle
Salguero y la incorporación de 25 ha de parques públicos a la ciudad.
A título com parativo es interesante acotar que lo que queda de
los parques de Palermo tiene, actualmente, 130 ha.
En síntesis el proyecto Retiro original abarcó dos grandes te­
mas en una superficie de tierra de 62 ha:
1. El nudo de transbordo y la reformulación de las infraestruc­
turas aledañas.
2. La urbanización sobre avenida del Libertador hasta la calle
Salguero.
El proyecto Retiro-Puerto, que es el vigente en la actualidad,
ha incorporado desde fines del año 2 00 0 un área de 33 0 ha de
superficie e incluye el puerto de Buenos Aires, el área de Dárse­
na F, el área de Dársena Norte, el desarrollo urbano en los terrenos
de la ex Villa 31 y las áreas el antepuerto que también requerirán
una nueva normativa debido a las oportunidades de m ejora que
poseen.

IV
339
El proyecto Retiro-Puerto ha sido incorporado dentro del Plan
Urbano Ambiental aprobado en 2001.

Etapas
El proyecto tiene dos etapas previstas de desarrollo:
La primera etapa comprende la realización de las obras de infra­
estructura ferroviaria necesarias para obtener un acceso eficaz al
puerto y, consecuentemente liberar las tierras que actualmente ocu­
pan las playas de maniobras en el borde de avenida del Libertador.
La segunda etapa com prende una superficie de 18 ha y está
compuesta básicamente por áreas residenciales de densidad me-

0- ' ; J
■fe

IV
340
día-alta, hotelería y un centro comercial. Los m etros cuadrados
que han de construirse en esta etapa son aproximadamente
220.000. Esto es aproximadamente equivalente a la superficie que
se ha licitado en la margen este del Dique 4 de Puerto Madero.
El monto de la inversión privada en construcción en esta eta­
pa es del orden de los 1 8 0 /2 0 0 millones de pesos. El coste de
infraestructura urbana en esta etapa es del orden de 10 millones
de pesos. El valor de las tierras que van a com ercializarse es de
80 millones.
La tercera etapa abarca las 48 ha restantes y está compuesta
principalmente por un gran parque urbano, áreas residenciales y
grandes equipamientos urbanos.
Se construirán en esta etapa aproximadamente 3 5 0 .0 0 0 m2 lo
que implica una inversión privada en construcciones que se esti­
ma del orden de 300 millones de pesos. La inversión en infraes­
tructura urbana en esta etapa es de 25 millones. El valor de las
tierras que se van a com ercializar es de 150 millones.
La proporción entre público y privado de la urbanización es la
siguiente: 65% de tierras públicas (49 ha) y 35% de tierras priva­
das (26 ha).
Estas cifras, un poco com pactas, hablan de dos aspectos im­
portantes: primero, la factibilidad del proyecto y su viabilidad eco­
nómico-financiera; en segundo lugar, de la compatibilidad entre
factibilidad y la elaboración de medidas urbanas de fondo para el
mejoramiento de la ciudad: una estrategia de mejoramiento de un
nudo de transportes clave en la ciudad como lo es Retiro.

Notas de los a u to re s J. B. y Z. M .
La importancia de este proyecto de «centralidad» plantea un con­
junto de problemas en relación al espacio público de gran com ­
plejidad: inserción de las infraestructuras en el tejido urbano, arti­
culación con la ciudad de un área segregada por sistemas de
transporte pesados, rol del espacio público en la ordenación de un
área con vocación de usos diversos, etc.
Una cuestión especialmente problemática que nos parece de
gran interés, a pesar de no ser objeto del proyecto que se pre­
senta, es el tratam iento que se pueda dar a la Villa 31, que por
ahora aún no es ex Villa 31, es decir al barrio marginal y auto-
construido en el que viven diez personas aproximadamente. Parece
consecuente con los criterios de que la operación incluya residen­
cia y diversidad social, y que se opte por program as de vivienda
que incluyan a una gran parte de la población de la villa, sin perjui­
cios de que se den alternativas aceptadas para el resto. En este
caso el diseño del espacio público puede servir para integrar o
para separar las viviendas de menor rango social. La solución in­
te g ra d o s es difícil pero no hacer esta opción no parece justifica­
ble por parte de un gobierno dem ocrático.

IV
342
Buenos Aires. Parques públicos en Ciudad
Universitaria
A lberto Varas

La ocupación de terrenos vagos (terrain vagues) como los que ro­


dean los pabellones de la Ciudad Universitaria, la reinserción urbana
de fragmentos monofuncionales como el campus y la reconstrucción
del paisaje urbano contemporáneo de la ciudad son parte de los
nuevos problemas que afronta Buenos Aires junto con la renova­
ción de las infraestructuras y la reconstrucción de los intersticios
del tejido en los barrios consolidados de la ciudad.
Buenos Aires no conoce todavía -ya que Puerto-Madero no ha
llegado a la costa y que la Reserva Ecológica aún espera un trata­
miento creativo acorde con las necesidades y la lógica urbana-
los beneficios de las necesarias intervenciones contemporáneas
sobre su paisaje urbano y natural, sobre su costa y sobre sus
nuevos espacios abiertos.
La concepción estereotipada de que las grandes intervencio­
nes paisajísticas de fin de siglo xix y principios del xx, los Bosques
de Palermo o la Costanera Sur, pueden o deben ser imitadas sólo
conduce a la nostalgia y refleja la falta de confianza en el futuro
de nuestra ciudad.
Por otro lado, la conservación in extremis de áreas que, en
todo caso, son de reciente creación y en las cuales bien puede ha­
ber zonas de valor paisajístico o biológico generadas espontánea­
mente y que sea conveniente conservar, no responde en condicio­
nes extremas a un criterio lógico de equilibrio de las funciones y
de la vida urbana. Desde este punto de vista parecen indispensa­
bles estas áreas, por su proximidad con actividades masivas o por
la carencia de espacios abiertos accesibles al uso y goce del es­
pacio urbano contemporáneo, que los ciudadanos tanto reclaman.
Para que este reclamo pueda ser cumplido, las intervenciones
de diseño paisajístico y urbano en el área deben perm itir una re­
consideración de la relación entre lo natural y lo artificial en la que
la convivencia entre la vida urbana y la vida en contacto con la na-
turaleza - o con su representación- se convierte en uno de los valo­
res de la cultura de la ciudad y no vaya uno en detrimento del otro.
Se trata de encontrar un equilibrio entre la presencia de la na­
turaleza, entre el paisaje natural y la presencia de la ciudad: infra­
estructuras, usos recreativos, arquitectura, paseos públicos,
pero, sobre todo -c o m o en toda intervención de gran escala- se
trata de resolver la identidad del sitio dentro de una concepción
que valore ajustadamente los elementos naturales que vale la pena
conservar, constituyéndolos en valor de educación para su cono­
cimiento, uso y mantenimiento y, a la vez, incluya espacios nece­
sarios que conviviendo con lo heredado, constituyan el punto de
partida para la creación de una nueva urbanidad moderna.
La recaptación para uso y goce público de un vacío tan impor­
tante y con un alto grado de deterioro, como el que tiene la Ciudad
Universitaria y sus áreas aledañas, y el beneficio que la Universi­
dad puede obtener de una intervención semejante en cuanto a
una recuperación de su papel emblemático en la sociedad con re­
lación al espacio urbano -después de todo aquí está su facultad
de arquitectura- no cabe duda que representa el mayor desafío
del presente proyecto.
Un párrafo aparte merece la decisión de crear los monumen­
tos referidos a sucesos desgraciados de la historia argentina re­
ciente, cuya memoria se quiere incorporar dentro del criterio de
una costa reciclada de escala monumental.
Frente a esta opción, la idea de tematizar grandes áreas median­
te su tratamiento paisajístico plantea el segundo gran desafío del
proyecto: la posibilidad de dotar de una dimensión significativa al
espacio urbano a la escala geográfica del borde del río y la ciudad.

(Proyecto urbano para el desarrollo del área universitaria de la


ciudad de Buenos Aires, que incluye dos parques públicos y el
parque memorial de los desaparecidos: memoria descriptiva del
proyecto ganador del concurso, año 1998.)

IV
345
Buenos Aires. El abandono de la ciudad:
del barrio a la ciudad cerrada
Z. M.

Ante la creciente sensación de peligro de las grandes ciudades


aparece cada vez más claramente la solución de inventar un nue­
vo entorno, donde se segreguen los iguales, guetos de felicidad.
Esta opción se materializa con la realización de los barrios cerra­
dos donde el espacio público y el privado se enlazan sin solución
de continuidad, donde los peligros de la ciudad quedan exorcizados
gracias a los medios de control. Sistemas de seguridad que van
desde los meramente físicos (como una muralla, cerco o reja) has­
ta sofisticados controles con videocámaras o infrarrojos y, por des­
contado, con el adecuado servicio privado de personal de seguri­
dad. La seguridad se paga con una falta absoluta de intimidad y
libertad de movimientos: todas las entradas, salidas o desplaza­
mientos internos de este recinto son vigilados por miles de ojos.
En los barrios cerrados no se proyecta un espacio público co­
munitario, en la mayoría de los casos se limitan al espacio mínimo
necesario para la circulación, sólo en algunas ocasiones cuentan
con un equipamiento comunitario, como un centro social o equipa­
mientos deportivos. Hasta aquí la necesidad de seguir utilizando
la ciudad para realizar actividades que no sean las dom ésticas si­
gue existiendo para ir a trabajar, a com prar, al cine, a estudiar...
hasta aquí aún existe cierta relación funcional con la ciudad que
obliga a salir del recinto protegido.
Esta idea de lograr un entorno ideal para vivir, una ciudad a escala
humana, susceptible de ser recorrida a pie, donde los que allí habitan
son iguales, ha llegado tan lejos como para plantear «ciudades priva­
das». Esta propuesta es, desde su mismo nombre, incongruente: una
ciudad no puede ser privada; una ciudad sí puede ser, entre otras co­
sas, un lugar donde habite gente distinta, donde haya conflictos, con
espacios públicos, con espacios de libertad, libertad de movimien­
tos... Aquí nos encontramos con una situación bien distinta.
Según este proceso sería suficiente para definir como ciudad
un espacio en el que se puedan realizar todas las actividades que
se desarrollan en la ciudad tradicional, principalmente aquellas li­
gadas al consumo, al ocio, al tiempo libre.
En algunos casos las propuestas son muy complejas, como en el
nuevo emprendimiento Nordeita, en la provincia de Buenos Aires, Ar­
gentina, que cuenta con una superficie de 1.600 ha y una previsión de
habitantes de entre 80.000 y 100.000 personas. Además de las par­
celas proyectadas para uso residencial, se proponen diversas funcio­
nes que se integrarán «como en toda ciudad...»: colegios y universida­
des que, conectados a través de medios informáticos con los
hogares, permitirán a los estudiantes seguir cursos como también a
los padres controlar la educación de una manera directa. Contará asi­
mismo con un centro asistencial, policía y bomberos, y el control de
las calles interiores se realizará con un sistema similar al del control
de autopistas. Por supuesto no faltan las ofertas de comida rápida,
mercado, estación de servicio y campo de golf. No hay en principio
condicionantes estéticas para los edificios, pero lo único que de mo­
mento está construido -oficina de ventas/casa piloto- es un edificio
inspirado en la arquitectura que se quiere tradicional de la zona, que
es la arquitectura realizada por las empresas de ferrocarriles ingleses
a finales del siglo xix, una arquitectura liviana de chapa y madera.

IV
347
El equipamiento propuesto habla claramente de por lo menos
dos cosas: el simulacro y el control. Simulacro de ciudad, de so­
ciedad y de una arquitectura pseudoantigua que avala con un matiz
de tradición la imagen de la propuesta y control de las áreas públi­
cas, pero también de padres sobre hijos.
Una falta que denota la gran gravedad de estas propuestas es
la falta de espacios de representación civil y política, una sociedad
que plantea su nexo de unión en térm inos contractuales de pro­
pietarios, que se regirá com o una empresa, sin más compromiso
que un interés económico igualitario momentáneo. La fundación
de una sociedad «utópica» excluyente.
El crecim iento de los barrios cerrados es especialmente des­
mesurado en algunas ciudades latinoamericanas. Las estadísticas
de la ciudad de Buenos Aires hablan claram ente57
Las localidades de la RMBA conforman un espacio de 16.767 km2,
donde residían en 1991 algo más de 12 millones de habitantes (38%
de la población nacional), con una densidad promedio de 739
hab./km 2.58
La región es el aglom erado urbano más importante del país:
concentra el 50% de la mano de obra industrial, el 55% del PBI y
constituye el principal centro financiero y el mayor mercado de
producción y consumo del país.
A partir de estos datos podemos analizar la tendencia más re­
ciente y cada vez más acentuada de la «huida» de los habitantes

Tabla de población del RMBA en relación con el país y la ciudad de Buenos Aires59
División politicoadministrativa Población total Superficie Densidad
(censo de 1991) en km2 hab./km2
Ciudad de Buenos Aires 2.965.403 200 14.827
Total RMBA 12.418.084 16.767 741
Total país 32.370.298 3.761.274 8,6
Relación RMBA/país 38,4 0,4

Barrios cerrados, countries, etc ., ordenados por zona y según cantidad


de em prendim ientos
Cantidad Superficie Parcelas Parcelas
de emprendimientos total (ha) totales vendidas
Total RMBA 320 17.342 63.190 37.381

IV
348
de áreas urbanas hacia «unas zonas sin contradicción...». Hasta
la fecha de realizar estos estudios, la superficie urbanizada por
estos barrios cerrados ocupa 173 km2, cuando la ciudad de Bue­
nos Aires tiene como superficie 200 km 2.
Si se toma como hipótesis que las familias de clase media y
media-alta están conformadas habitualmente por 4 o 5 miembros,
la posible densidad de estas nuevas áreas se establecería entre
1.461 y 1.826 hab./km 2 frente a la densidad de la ciudad de Bue­
nos Aires que está en 14.827 hab./km 2. De la com paración con
los partidos de la RMBA donde se instalan mayoritariamente estos
desarrollos, se encuentran dos tendencias: en las localizaciones
más próximas a la ciudad de Buenos Aires la densidad propuesta
se reduce a 1/5, y en los partidos más alejados las nuevas pro­
puestas resultan un gran aumento con respecto a la densidad
existente. Con lo cual en ambos casos se provoca una escisión
con el lugar y se generan nuevas demandas no acordes con la
generalidad del municipio.5789

57. Localización y características de la residencia de alto y medio-alto estándar


en diez ciudades argentinas. Estudio realizado por AYDET, Análisis y Desarro­
llo Económico Territorial. Buenos Aires, Argentina. 1999.
58. Para el presente análisis, la Región Metropolitana de Buenos Aires incluye a
los partidos integrantes, según la definición censal, del Gran La Plata.
59. Fuente: Elaboración propia a partir de censos nacionales del INDEC. Estudio
realizado por AYDET.

IV
349
Buenos Aires. Programa Buenos Aires
y el Río
R o b erto C onvertí

Descripción y objetivos:
Surgido de la decisión política de crear un proyecto de gran enver­
gadura y con el fin de dar respuesta al deseo de los ciudadanos de
incorporar un gran cambio en la calidad urbana ambiental del frente
costero de la ciudad, el plan ha contado desde el inicio con una cla­
ra orientación estratégica, definida por la planificación urbana.
Después de un intenso proceso de gestión y proyecto, hoy se
ha transform ado en una ejecutiva acción de obra pública.
Este Programa de Desarrollo Urbano ha enfatizado uno de los
aspectos más trascendentes de la geografía de Buenos Aires, el
Río de la Plata, generando com o acción principal la integración
este-oeste y sur-norte de la ciudad a través de un corredor ribere­
ño de 20 km de extensión y más de 540 ha de espacios verdes
públicos.

Implantación
Como expresión de ese cam bio se institucionalizó en el año 1996
el «Área de Gestión de la Ribera», una herramienta de gestión del
program a Buenos Aires y el Río.

Obras
El objetivo es generar, recuperar y transform ar el espacio público
del frente costero de la ciudad de Buenos Aires, constituyendo un
área para el aparcam iento de acceso libre y gratuito, y con el me­
jor soporte de infraestructuras generales, que permita el reen­
cuentro del ciudadano con el río.
El program a opera sobre una superficie total de 200 0 ha.
I a etapa: Río de la Plata, 90 0 ha.
2a etapa: Riachuelo desde La Boca hasta Puente La Noria,
1.100 ha.
PROYECTO
PARQUE C€ LOS NIÑOS

Norte-Sur

Equipamientos íifraestiucturaíes de trans­


porte. que actúen como bañeras y
‘ tapones* urbanos
Area de Proyectos Buenos As-es y El Rio

Area Parques Pubficos

Ejes oe conacion Norte-Sur


L ¡neo oe penetración transversal
Uracos vínculos entre el eje trans­
versal y el eje Norte
Ave 1<le costanera

á Accesioaoaa a » s predios del Programo


Buenos Aires y e l Rio

Las acciones son realizadas interdisciplinariamente con aporta- Programa Buenos Aires y ei Rio
. . . . .,. . . . , , ., y Programa avenida Corrientes.
ciones de ingenieros, biologos, ecologistas, oceanógrafos y arquitec­
tos; al mismo tiem po, se convocan concursos nacionales con la
participación de la Sociedad Central de Arquitectos y de la Univer­
sidad de Buenos Aires.

IV
351

Programa Buenos Aires y el Río:
paseo Costanera Norte.

IV
352
El proyecto prevé:
80 ha de nuevos parques.
20 ha de paseos públicos recuperados.
300 ha de paseos públicos transform ados.

Acciones com plem entarias


La concreción del plan incluye com pletar las obras viales de la auto­
pista ribereña, lo que permitirá mejorar el acceso a la ciudad y a la
zona del puerto en particular, y com pletar los cambios del sistema
vial, ferroviario y de modernización del transporte de carga y de pasa­
jeros, a través del denominado Proyecto Retiro, el cual, en unidad con
el área portuaria y aeroportuaria y el desarrollo de Puerto Madero,
constituyen uno de los desafíos de modernización estratégica más
trascendentes de la ciudad de Buenos Aires.


Programa Buenos Aires y el Río:
paseo Costanera Sur.

IV
353
México D. F. Barrio de Santa Fe
J. B.

Ciudad de México ofrece una dualidad sorprendente. Por una parte


una vitalidad social urbana extraordinaria que se manifiesta en su
enorme centro abigarrado, en sus mercados, en sus plazas ([algunas
de ellas lugares ciudadanos famosos (Zócalo, Coyoacán)) en sus ba­
rrios que fueron pueblos y a veces «ciudades perdidas»60, en sus pa­
tios de casa de vecindad... Por otra, la de la existencia de un urba­
nismo, público y privado, que parece empeñado en romper la ciudad
en fragmentos, en aislar a las personas, segregar los grupos socia­
les, encerrarlos a cada uno en sus guetos, desde los «corredores»
de los años setenta a los barrios cerrados como el de Santa Fe. Los
com portam ientos sociales no son ajenos, sin embargo, a estas
políticas urbanas, incluso a veces van más allá: barrios que no acep­
tan más viviendas, ni espacios públicos abiertos, ambulantes que
ocupan y privatizan la calle en detrimento de otros usos, preferencia
por los centros comerciales cerrados y excluyentes, etc.
La década de los noventa pareció anunciar una recuperación del
espacio público impulsada por la gestión en Distrito Federal de Ma­
nuel Camacho Solís, que tuvo en la reanimación del centro su ejem­
plo más vistoso e interesante: el Zócalo como gran plaza cívico-po­
lítica para todo tipo de manifestaciones, «Échame una manita»


Viviendas de lujo por encima de
la autopista.

IV
354

El camino hacia Santa Fe.


Espacios monofuncionales y
sometidos a vigilancia.

exitosa campaña de regeneración de fachadas y edificios, organiza­


ción de actividades culturales abiertas, regulación de la venta ambu­
lante, etc. Esta experiencia se interrumpió en 1994, aunque pareció
reiniciarse en el año 2000 con el gobierno del PRD, que preside Ro­
sario Robles, y con el delegado del centro, Jorge Legorreta (que su­
ponemos tendrá continuidad en el gobierno de López Obrador).
Sin em bargo una de las operaciones emblemáticas de los años
noventa, aún con gobierno del PRI, fue de signo contrario: el ba­
rrio de Santa Fe, sin espacios públicos, enfrentado a su entorno,
que aparece como una ciudad amurallada para uso exclusivo de
sus residentes acom odados y acobardados.
60. Denominación dada en México, sinónimo de barrio informal, autoconstruido
casi siempre en la periferia o zonas marginales.

IV
355
México D. F. El Zócalo de la ciudad
de México
Jorge L e g o rre ta

Desde la fundación de la ciudad prehispánica, la plaza de la Cons­


titución, popularmente conocida com o Zócalo, ha sido la sede del
poder en nuestro país. Aquí se alzaba el palacio de Moctezuma,
que los españoles denominaron Casas Nuevas. A partir del 14 de
agosto de 153 6 se instaló allí el gobierno del virrey don Luis
de Velasco.
Entre los siglos xvi y xvm, se construyeron los grandes edificios que
enmarcan el gran espacio que conocemos hoy. El palacio Nacional, la
catedral metropolitana, los inmuebles del antiguo Ayuntamiento y lo
que hoy es ocupado por dos hoteles con bellas fachadas.

i
IV
356
La plaza pública más grande del país ha sufrido una serie de
transformaciones. Había tenido áreas ajardinadas, transporte eléc­
trico, com erciantes y todo. Últimamente fue objeto de una gran
polémica a causa de las propuestas del gobierno del Distrito Fe­
deral para remodelarla.
Hoy, su gran plancha de hormigón armado es lugar de manifesta­
ciones de ideas plurales, exigencias políticas a los poderes locales y
federales, centro de convergencia de manifestaciones culturales,
actos cívicos oficiales y de aquellos que involucran a la ciudadanía
de manera espontánea alrededor de la bandera nacional.
El gobierno de la Ciudad de México ha impulsado las expresio­
nes más diversas de este espacio. Tanto los conciertos masivos
de artistas populares, com o también aquellas expresiones cultu­
rales que parecían dirigidas a una minoría han hecho acto de pre­
sencia. También ha servido para convocar a miles de personas
para rescatar nuestras tradiciones: enero de la Rosca de Reyes,
febrero de la Candelera, noviembre de M uertos..., hasta llegar a
diciembre.
En este tiem po de apertura dem ocrática, el Zócalo es más que
nunca la plaza pública por excelencia. Es el foro de discusión polí­
tica, es el lugar donde millares de voces se hacen escuchar por
el gobierno. Desde aquí se toman las ciudades, no sólo la de Mé­
xico, y desde aquí las diferentes fuerzas políticas miden sus pro­
pias fuerzas en una consecuencia natural de una época de transi­
ción histórica en nuestro país.

IV
357
México D. F. La recuperación de los
espacios públicos. La experiencia de la
plaza General Gabriel Hernández
Jorge L e g o rre ta

Antecedentes
El problema de la proliferación de la suciedad en la vía pública es
uno de los más recurrentes en todo el Distrito Federal y en la De­
legación de Cuauhtémoc.
El abandono de los espacios públicos por la inseguridad, el ina­
decuado sistema de recogida y la ausencia de una cultura de con­
servación son factores que contribuyen al deterioro de las plazas,
los parques y los jardines de nuestra ciudad.

IV
358
Como una manera de dignificar el espacio público, dentro de sus
programas preferentes, la Delegación estableció la supresión de
los vertederos de residuos clandestinos; unas jornadas de recupe­
ración de plazas, calles y parques, la iluminación y reparación de
las fuentes y el incremento de la vigilancia en los lugares inseguros.
Para alcanzar unos resultados positivos, estas acciones tienen que
llegar a recibir el apoyo de la participación de los vecinos.

Acciones de recuperación
La necesidad de recuperar del deterioro la plaza General Gabriel
Hernández, situada en el centro de la ciudad, fue planteada por los
mismos vecinos en audiencia pública a las autoridades.

IV
359
Los habitantes de las zonas contiguas a la plaza acordaron
con las autoridades que se colocaría una imagen de la Virgen de
Guadalupe por haber suprimido el vertedero de residuos.
Con el objetivo de que la ley y el reglamento fuesen efectiva­
mente aplicados, como también para garantizar la seguridad de
las personas que frecuentan la plaza, se asignaron dotaciones po­
liciales y se program aron patrullas.
Entre otras acciones de recuperación de la plaza se prevé ins­
talar cuatro módulos de juegos infantiles, bancos m etálicos y pa­
peleras, restaurar los elementos de hierro de los jardines, limpiar
y pintar una fuente, plantar vegetación, podar los setos y el césped
y hacer una poda ligera a los árboles, reparar el pavimento de
hormigón y reparar y cambiar los faroles.

IV
360
Para que estas acciones tuvieran resultados positivos, la parti­
cipación de los vecinos fue indispensable en el mantenimiento del
mobiliario y las áreas verdes, como también lo fue el uso de los
juegos, la difusión de las sanciones que establece la ley y la vigi­
lancia ciudadana sobre la correcta actuación policial.

Resultados
Erradicación de la basura.
Incremento de la seguridad.
Ocupación del lugar de esparcimiento por parte de los vecinos.
Aprovechamiento de los juegos infantiles por parte de los niños
residentes en la zona y de aquellos que asisten a clase en escue­
las vecinas.
Recuperación de otra área verde.
Mejora de la imagen del barrio. Más confianza en el potencial or­
ganizativo.
Mayor credibilidad de las autoridades locales.

IV
361
México D. F. Colonia Condesa
J. B. y Jorge L e g o rre ta

En el área central de la Ciudad de México, Delegación Cuauhté-


moc, el barrio o «colonia Condesa» o antiguo hipódromo tiene una
configuración especial de calles circunvalares y plazas, de chalets
y pequeños bares, restaurantes, teatros, de casas y lugares de
gentes de la cultura. La evolución urbana reciente tendía a desper­
sonalizarlo, debido sobre todo a la congestión viaria y al consi­
guiente em pobrecim iento del espacio público. Se reducían los es­
pacios de paseo, no se generaban actividades de ocio, la escasa
iluminación desertizaba el uso de un espacio que desaprovechaba
así sus potencialidades colectivas. En los últimos años se han re­
convertido, com o paseos o bulevares, 14 km de calles, se ha me­
jorado el arbolado y la iluminación, la reducción de las vías para
automóviles no ha afectado a la accesibilidad diurna y nocturna, y
se ha estimulado la remodelación de los edificios que en su mayo­
ría no exceden las tres plantas. Hay que reconocer sin em bargo,
que no todo ha provocado entusiasmos. La Condesa se ha con­
vertido en una de las zonas atractivas y seguras de la vida noctur­
na de la ciudad, pero sin dejar de ser al mismo tiem po un área re­
sidencial; como crecen los com ercios y sobre todo los estudios y
oficinas de profesionales, los vecinos de los puntos de concentra­
ción del ocio protestan por el ruido de bares y autos que estacio­
nan. La ocupación del espacio público para estas actividades no
facilita tam poco la convivencia. Sin embargo, hay que relativizar
esta reacción negativa, que sólo afecta a algunas zonas de la
«colonia». Y no hay que olvidar que en algunos casos estas reac­
ciones son de un egoísmo localista considerable, como cuando
los vecinos de la Condesa se opusieron a la conversión de una
vieja y hermosa casona que había pertenecido al gobierno de la
República española en casa para escritores y artistas refugiados
en México. Motivo: sería un lugar que atraería visitantes y autom ó­
viles y les molestaría.

IV
363
Río de Janeiro. La avenida Brasil
M anuel H e rc e

La avenida Brasil es la más larga avenida de Río de Janeiro. Conce­


bida como autopista de penetración a la ciudad en los años sesen­
ta, se ha convertido en el eje de articulación de todo el norte de la
ciudad y del importante territorio urbano de la Baixada Fulmínense.
Tiene 50 km de longitud y llega al corazón mismo de la ciudad.
A diario la usan más de medio millón de cariocas, y unos ocho­
cientos autobuses. A pesar de la altísima actividad comercial que
se da en ella, carece prácticam ente de aceras para peatones, de
plazas, y de cualquier elemento de urbanización.
La Prefeitura de Río de Janeiro está llevando a cabo un ambi­
cioso proyecto de recuperación de la avenida, para que se limiten
las funciones de vía rápida a las calzadas centrales y se recupere
el paisaje urbano en las calles laterales y adyacentes.
Son cuatro los criterios principales que se siguen:

• Definición de secciones tipo diferentes para las intersecciones


en los barrios en el área central, los barrios periféricos y el área
suburbana.
• Tratamiento de urbanización, iluminación y señalización clara­
mente diferenciado para los canales central y laterales.
• Simplificación y sistem atización de enlaces, con plantación ve­
getal y recuperación de uso de sus espacios interiores.
• Creación de plazas en las paradas de autobuses, con repeti­
ción del modelo com positivo y del tipo de instalaciones (pasarela
peatonal incluida).
La avenida Brasil se está convirtiendo así en un importantísimo
eje de conexión de espacios públicos y de creación de plazas y
centralidades de barrio. La recuperación del espacio del automóvil

IV
366
como espacio público, a través de una nueva organización formal
de este tipo de calles, puede ser una operación emblemática en
América Latina.

Autoría del proyecto: M. Herce, T. Holzman, G. Vegas y gerencia


de la avenida Brasil (J. Franklin y A. Cunha).

IV
367
Rio de Janeiro. Proyecto Rio-Cidade
Verenna A ndreata-M anuel H erce

El programa Río-Cidade realizado por la Prefeitura de Río de Janeiro


entre 1993 y 1998 consistió en la recuperación de una veintena de
grandes espacios de la ciudad, emblemáticos por su posición central
en los barrios urbanos. Áreas todas de gran extensión, a veces
hasta 5 km de avenida, en las que se renovó la totalidad de su ur­
banización, con modernización de su precaria red de infraestructu­
ras y recuperación total del espacio público. El conjunto del proyecto
(80 km de calles y sesenta plazas) ha significado una inversión de
400 millones de dólares.
De entre los aciertos com positivos cabe destacar algunos as­
pectos, cuya incidencia en la cultura urbanística de América Latina
va, sin duda, a hacerse notar en los próximos años. En primer lugar,
el espacio del automóvil quedó limitado a sus dimensiones precisas;

IV
368
369
370
con estrecham iento de pistas, recuperación para ei peatón de es­
pacios sobrantes, regularización de cruces e isletas separadoras;
en este sentido, las atrevidas soluciones de diseño geom étrico y
coloración de cruces principales, aportan al diseño urbano mucha
de la creatividad festiva de la idiosincrasia carioca.
En segundo lugar, en la variada utilización de materiales y tex­
turas del pavimento de aceras y plazas, destaca un afán de concep-
tualización de espacios y de paseos, en el que está casi siempre
presente la utilización (a menudo comoinada con otros materiales)
de la tradicional piedra portuguesa, que B. Marx había elevado a la
categoría de lienzo en la playa de Copacabana.
El tercer aspecto es el del mobiliario urbano, siempre al servi­
cio de la integración de elementos dispersos; farolas con semáfo­
ros y con indicadores de calles, paradas de bus con teléfonos y
con espacio publicitario, etc. Con mayor o menor fortuna en las
propuestas, la incorporación del diseño industrial a soluciones re­
petidas y ordenadas en largos trechos, es toda una revolución en
el caótico contexto de la abandonada y privatizada calle latinoa­
mericana.

Autoría: 19 equipos de arquitectos (P. Casé, I. da Costa, L. Toledo,


C. Cavalcanti, P. Paulino, etc.) bajo la dirección del secretario de
urbanismo (alcalde hasta el año 2001) L. P. Conde y la directoría
del IPIanRío (V. Andreatta y 0. Campista).

IV
371
Rosario. El retorno de la ciudad a su río:
El proyecto de recuperación
del Rio Paraná
Eduardo R eese

Rosario es una de las tres principales ciudades de Argentina y el río


Paraná es parte indisoluble de su historia y de su vida, por ello es
una ciudad que se puede entender vinculada a su río.
Como en muchas ciudades portuarias, las instalaciones ferro­
viarias, los depósitos y los equipos del puerto fueron una fuerte
barrera que separó la ciudad de Rosario de su río. Un río ancho,
caudaloso y marrón que siempre fue parte im portante de la pros­
peridad de la ciudad. Por eso Daniel Briguet dice: «Al comienzo,
un dato característico: la ciudad ha crecido sin fecha de funda­
ción. Su punto de partida es borroso y se pierde en el tiempo, entre
rumores sobre el tráfico de contrabando, la incipiente actividad
portuaria, el em porio com ercial no del todo legal que comenzaba
a cubrir la costa del río».61
Rosario comienza a partir de la vuelta a la democracia, al igual
que otras ciudades argentinas, un lento pero sostenido proceso
de apropiación social de la costa del río. A favor de esta política
juega la decadencia que habían experimentado las terminales por­
tuarias fluviales que se localizaban en estrecha relación con las
áreas centrales de la ciudad y una decidida voluntad de abrir la
ciudad a un nuevo espacio, reconfirm ada sucesivamente por dife­
rentes administraciones municipales.
El establecimiento de una nueva relación de uso entre la ciudad
y el río ha significado en Rosario la mayor concentración de pro­
yectos e intervenciones de espacios públicos en la última década.
Entre ellos destacan:
- El redimensionamiento del área portuaria y de las infraestructu­
ras ferroviarias liberando tierras para el uso público de la ribera.
- La reconversión del antiguo Puerto Norte y anexión al centro
tradicional de la ciudad.
- Las intervenciones sobre la ciudad universitaria al sur.

IV
372
- La construcción de nuevas avenidas, especialmente la avenida
de la Costa que permite recomponer la conexión norte-sur de la ciu­
dad y generar nuevos espacios abiertos parquizados sobre la costa.
- Las intervenciones de construcción de un gran número de
nuevos espacios públicos tanto en la ribera central como en la
norte (centro cultural Plaza España, paseo del Caminante, parque
a la Bandera, parque Scalabrini Ortiz, parque de las Colectivida­
des, balneario La Florida, etc).
- La reconversión de los espacios ribereños ha llevado a las ciuda­
des, especialmente Buenos Aires, Córdoba y Rosario, a definir estra­
tegias urbanas inéditas e innovadoras. Estas estrategias parecen gi­
rar en torno a cuatro problemáticas principales: la problemática de la
dimensión de las operaciones, el nuevo urbanismo que privilegia lo in­
tensivo sobre lo extensivo, la aparición de nuevos valores urbanos y
la preocupación por un modelo de gestión que privilegie «lo públi­
co» sin prescindir del capital privado.
La amplitud de los proyectos: los proyectos de recuperación de
las franjas ribereñas tienen una importancia estratégica inusual
hasta este período, teniendo en cuenta el tamaño de las superficies,
el número y particularidades de los diferentes espacios sobre los
cuales se trabaja, la localización de distintos equipamientos con
fuerte demanda social a orillas del agua y, por último, el valor sim­
bólico que tiene «su» río para la historia de la ciudad.
La implementación del urbanismo intensivo: Buenos Aires, Cór­
doba y Rosario muestran la generación de un urbanismo que, al
igual que en muchas ciudades europeas, ya no se basa en la con­
quista de nuevos territorios urbanos sino en la reconquista por
densificación, reconversión y /o revalorización de los espacios ya
urbanizados, en particular los territorios litorales. En las tres ciu-
dades hay una voluntad expresa por «ocupar» con el proyecto
todo el suelo litoral, cargarlo de significado, colmarlo de usos y
actividades, llenarlo de gente.
La emergencia de nuevos valores urbanos: cultura y memoria,
prestigio y comando, entretenimientos y naturaleza, nuevas activi­
dades y ofertas turísticas, parecen ser los parám etros que rigen
las funciones centrales. Cuando la ciudad está vinculada al agua,
los valores usuales de ésta se expresan en nuevas demandas de la
ciudadanía para apropiarse del espacio público y especialmente
de los valores de su río y de sus espacios costeros.
El modelo de gestión: Los proyectos ribereños se han basado
en un mix entre operaciones de prestigio, operaciones de infraes­
tructura, operaciones sociales y operaciones de mercado como
condición de un proyecto integral y de una gestión exitosa.
Preservar el carácter del lugar con una propuesta urbana y ar­
quitectónica adecuada, no convertir en trivial un espacio excep­
cional mediante alternativas apresuradas o a corto plazo y res­
ponder a las expectativas de los ciudadanos, son parte de los
desafíos a los que se ha enfrentado cada ciudad.
El borde ribereño se ha convertido en el espacio público urbano
privilegiado de la ciudad, que requiere ser entendido como lugar
de sociabilidad y como una realidad compleja con significación pai­
sajística, funcional, social e integrado en la ciudad. La clave parece
estar además en abordar e interpretar en el proyecto lo peculiar,
lo singular y lo seductor que tiene el espacio público, el espacio
de sociabilidad, frente al agua en el borde de los ríos.
La recuperación del área costera se ha convertido en una inter­
vención integral y estratégica de recuperación de toda la ciudad.
Integral porque opera sobre el conjunto de las variables com ple­
jas de lo urbano: estructura del territorio, desarrollo económico
local, equidad social y mejoramiento ambiental; estratégica por­
que las sinergias positivas entre las variables intervinientes están
produciendo transform aciones en ámbitos territoriales mayores al
sector específico de la o las intervenciones.

61. Daniel Briguet (1998).


Santiago de Chile. Propuesta urbana
y espacio público para el centro
de la ciudad
A lfredo R od ríguez

Frente al caso de una ciudad fragmentada en términos espaciales,


sociales y económicos como lo es Santiago, nuestra propuesta
urbana es fortalecer el espacio público del centro de la ciudad.
Hacer ciudad es construir espacios para la gente, lugares para
recorrer y encontrarse, espacios identificadles y referencias físi­
cas y simbólicas: es decir, espacios con identidad y valor social.
Los principios urbanos orientadores son:
• Extender la estructura y la influencia del núcleo central históri­
co para articularlo con la tram a urbana de la ciudad.
• Crear una estructura de recorridos y de espacios públicos sim­
bólicos de escala monumental.
• Vincular la edificación pública a la trama urbana y valorar el pa­
trimonio arquitectónico.
Estos principios se materializan a través de elementos que re­
suelven los grandes conflictos de continuidad espacial y debilidad
del espacio público en el área central:
Ejes urbanos que establecen referencias de continuidad a es­
cala de la ciudad y que logran una sinergia con las áreas vecinas
que presentan tendencias positivas de desarrollo urbano.
Plazas puentes que establecen referencias de continuidad del
recorrido urbano. Son grandes lugares de carácter público ciuda­
dano que conectan sectores actualmente fragmentados.
Los grandes quiebros de continuidad del centro que resuelve la
propuesta son:

La Alameda
Es la principal vía que cruza Santiago de oriente a poniente, limita
el desarrollo del centro hacia el sur. Producto de la primacía que
se ha otorgado al tránsito de vehículos parece que el centro limi­
tara con una muralla de autobuses humeando. La propuesta arti­
cula el eje norte-sur y recupera el único espacio público de carác­
ter ciudadano/monumental de la ciudad, creando la plaza de la
Ciudadanía, sobre la Alameda frente al palacio de la Moneda.

IV
377
Río Mapocho
El río se transforma de un límite en un eje estructurador de espa­
cios públicos y de equipamiento cultural de la ciudad. Dos plazas-
puentes conectan el área central con Bellavista, un barrio de atrac­
tivo turístico, y con la zona norte que en la proximidad del río, pre­
senta gran potencialidad de desarrollo inmobiliario. Un museo de
arte contemporáneo se propone como un lugar de encuentro sobre
el río.
Avenida Norte-Sur
Es una autopista bajo nivel que aísla el centro de la zona poniente.
La propuesta crea una conexión espacial y funcional del centro
con una zona de actual renovación urbana a través de una plaza-
puente.

El elemento dinamizador de esta propuesta es la gestión de la


edificación pública gubernamental existente en la zona. El manejo
inmobiliario del conjunto de la edificación pública en el área cen­
tral (alrededor de un millón de metros cuadrados), permite orien­
tar y coordinar el desarrollo del plan maestro.

Estudio de la Edificación Pública Gubernamental Santiago Cen­


tro. SUR Profesionales Consultores Ltda. Encargo de la Dirección
de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas.

IV
379
Santo André-Sáo Paulo. Eixo
Tamanduatehy
J. B.

La región del ABC (7 m unicipios, 2 .5 0 0 .0 0 0 habitantes), en el


sudeste del Gran Sao Paulo, denominada de esta manera porque
sus tres municipios principales son Santo Andró, San Bernardo y
San Caetano, es una región industrial tradicional aquejada tanto
por los déficit tradicionales de las periferias de los grandes centros,
como por los más recientes debido a la deslocalización de activi­
dades. Su capital histórica, Santo Andró (anterior a Sao Paulo), se
plantea a finales del 1997 definir un proyecto estratégico que cohe­
sione la ciudad y el ABC; que le dé calidad de vida y reactive su

IV
380
actividad económica. El grupo asesor (Jordi Borja-Raquel Rolnik)
realizó una propuesta intermedia entre el «plan estratégico» gene­
ral con un listado de decenas de programas y proyectos, y una
suma de actuaciones puntuales según las urgencias y las oportu­
nidades. Se propuso y se aceptó definir un gran proyecto estraté­
gico, con potencial estructurante, que permitiera desarrollar a lo
largo de un período relativamente largo un conjunto de actuacio­
nes que configuren un Eje con un triple potencial: dar más calidad
al centro de Santo André, reforzar la articulación y crear un mar­
co favorable para nuevas actividades en el ABC y dotar al conjun­
to de centralidad en el seno del Gran Sao Paulo. Se escogió el
Eje del río Tamanduatehy y, especialmente el tram o central de la
región, una longitud de 10 km, un área de 700 ha, que com pren­
de la avenida de los Estados (uno de los grandes ejes viarios del
Gran Sao Paulo), la vía del ferrocarril paralela (que liga el puerto
de Santos con Sao Paulo y el interior del Estado), con una ocupa-

ESTUDO URBANISTICO AVENIDA


DOS ESTADOS
EM SANTO ANDRÉ

IV
381
ción del 50% del territorio, a menudo con industrias envejecidas,
depósitos, instalaciones públicas, etc.
Se elaboraron cuatro propuestas urbanísticas, con equipos diri­
gidos por J. Busquéis, E. Leira, C. Malta y C. de Porzamparc. La
propuesta de J. Busquéis (ver gráficos adjuntos) hace de un eje
verde, paralelo a la avenida, al río y al tren, el elemento principal
que da calidad y continuidad al Eje del Tamanduatehy. Este eje
cumple con todas las funciones ideales que hemos atribuido al es­
pacio público. Es trayecto a todas las escalas de la región y de la
ciudad, permite la relación entre los dos costados del río y del fe­
rrocarril, es una operación que da continuidad a un área que se
desarrollaba por piezas de tamaño variable y a ritmo desigual, y
es un elemento estructural para articular y renovar los barrios
del entorno del Eje.

IV
383
Sao Paulo. La metrópolis y los espacios
públicos centrales: dos ejemplos
R egina M aria P rosperi M ey er, arq u itecta

En la ciudad de Sao Paulo la incorporación continua, a lo largo del


siglo xx, de transformaciones urbanas exigidas por el proceso de
metropolitización, ha incidido con gran fuerza en la estructura física
y funcional de su área central. El análisis de ese proceso nos permi­
te afirmar que la actual decadencia de los espacios públicos centra­
les -calles, plazas, largos, avenidas y parques- está vinculada al
partido urbanístico adoptado por los proyectos de transporte públi­
co y a la adecuación del sistema viario que tiene en cuenta la es­
tructuración urbana en una escala metropolitana. En la década de
los noventa el número de pasajeros transportados dentro del muni­
cipio de Sao Paulo, en los días laborales, llega a una cifra de 5,5
millones. Este número es aún mayor si consideramos que diaria­
mente la estructuración radioconcéntrica de la ciudad lleva hacia un
único y exiguo territorio de 4,4 km2, la denominada «área central» a
pasajeros cuyo destino final no es el propio centro. Así, de las
1.200 líneas de autobuses que sirven a la ciudad, 294 líneas alcan­
zan el área central distribuyéndose en tres terminales: terminal del
Parque Don Pedro II, terminal Princesa Isabel y terminal Bandeira.
Otras terminales menores, así como el conjunto de paradas de au­
tobuses localizadas en plazas centrales, como la plaza del Patriar­
ca, la plaza Pedro Lessa o el Largo de Paysandú y la plaza Ramos
de Azevedo, cumplen el papel de complementar la recepción del
impacto, aunque parcial en ciertos casos, de los dos millones de
personas que cruzan el centro diariamente.
Tanto la estructura urbana como el funcionamiento de la metrópoli
repercuten hoy en la movilidad cotidiana de una cantidad inmensa de
población. En lo que respecta al centro, la presencia compulsiva de
una masa de usuarios -se calcula un movimiento diario aproximado
de tres millones de personas- crea anomalías en la organización físi­
ca y funcional de sus espacios públicos. Aunque el centro comparati­
vamente continúe siendo el polo de atracción más importante de la

IV
384
IV
385
metrópoli, pues el 25 % de los viajes realizados en transporte público
tienen allí su destino final, hoy el área se ha transformado en un gi­
gantesco territorio de transbordo. Transformados de manera improvi­
sada y desordenada en terminales de transporte público, los espa­
cios públicos centrales han sufrido en las dos últimas décadas un
proceso de degradación acelerada. La ausencia de cualquier tipo
de estrategia de integración de pasajeros de diversas modalidades de
transporte, buscando alcanzar diferentes sectores de la metrópoli,
genera para los usuarios recorridos compelidos entre dos o más pun­
tos en el interior. La implantación de calles peatonales en la década de
los setenta fue una respuesta a los conflictos crecientes entre la cre­
ciente masa de peatones y vehículos particulares que se disputaban
las estrechas calles del centro histórico.

La vía Expressa, el Elevado y la Plaza


La relación viaria entre los sectores este y oeste de la ciudad a tra­
vés de la construcción de la Vía Rápida Este-Oeste con sus dos tre­
chos más importantes -e l Elevado Costa e Silva sobre la avenida

IV
386
Sao Joáo, y la nueva plaza Roosevelt-, marcaron la primera gran in­
tervención en los espacios públicos del centro de Sao Paulo. La vía
elevada Costa e Silva, que une la calle Amaral Gurgel y Largo Padre
Pericles, en Perdizes, que entró en funcionamiento en enero de
1971, creó un nuevo estatuto urbano para la avenida Sao Joáo. La
avenida más prestigiosa de los años treinta, proyectada para unir el
centro con el barrio más prometedor del sector oeste de la ciudad,
pierde su importancia urbana pasando a atender exclusivamente
los imperativos del tráfico de pasajeros. El deterioro de los edificios
linderos a la avenida y a la nueva vía elevada ha sido extremada­
mente intenso y rápido. El ruido de los vehículos que circulan sin in­
terrupción en el trayecto a lo largo del trecho elevado, obligó a la
municipalidad a acatar la demanda desesperada de los residentes
en los edificios próximos a la vía, de cerrarla durante la noche y los
fines de semana. Hoy el hecho de que el Elevado Costa e Silva per­
manezca sin acceso durante un 50 % del tiempo acaba siendo un
fuerte argumento para su cierre definitivo.
Inaugurada en los inicios de 1970, la nueva plaza Roosevelt se
convirtió en el marco para la reorganización viaria del centro, cuyo

IV
387
principal parámetro es la creación de condiciones de circulación y mo­
vilidad. El proyecto realizado, distribuido en tres niveles, presentó un
programa complementario de usos complejos, además de atender a
las exigencias de la circulación metropolitana. La escala del proyecto
interfiere en la estructura de la zona, creando paredones donde antes
existían vistas. La antigua plaza de tierra batida fue sustituida por una
edificación cuya calidad urbana y arquitectónica fue de inmediato obje­
tada. Paradójicamente, aún reconociendo que allí existía un inmenso e
inadecuado estacionamiento a cielo abierto, es imposible no reconocer
el carácter destructivo de la iniciativa. El intento de dotar un cuerpo va­
cío -una megaestructura de 30.000 m2- de cualidades urbanas, cuan­
do su función esencial y primordial era de verdad cubrir los carriles sub­
terráneos y garantizar el libre flujo de los vehículos que atraviesan el
centro, sin ningún contacto directo con su estructura viaria, llevó a los
arquitectos responsables del proyecto urbano a buscar una densidad
de uso y de funciones capaz de crear un auténtico «trozo de ciudad».
La falsa complejidad espacial y programática de esta gigantesca masa
de hormigón, creó espacios que no revelan sus funciones. La indiferen­
ciación, tanto de los accesos externos como de los espacios internos,
entre un aparcamiento, una guardería infantil o una biblioteca, se con­
vierte en una barrera, un impedimento para una posterior asimilación
por parte del usuario y de la ciudad. La dificultad para leer su opaco y
aleatorio espacio interno, así como la imposibilidad de crear cualquier
tipo de continuidad entre la nueva estructura y el tejido urbano existen­
te, establecen entre la plaza y el centro precarias relaciones de coexis­
tencia. Aunque el término coexistencia sugiera algún tipo de acuerdo,
es bueno no hacerse ilusiones: las actuales condiciones de la plaza
Roosevelt no demuestran ningún tipo de aproximación entre el
contexto urbano donde fue instalado y su interior. La paradoja de
un proyecto que exacerba la precariedad en lugar de inducir o promo­
ver la reparación de los problemas urbanos quedó allí demostrado. La
nueva plaza creó en los años setenta un trem endo residuo urbano
cuyo poder de erosión continúa nocivamente activo en el centro.

La implosión de dos plazas y la creación de un vacío


Obedeciendo a principios similares a aquellos que llevaron a la in­
tervención en la plaza Roosevelt, el proyecto de ampliación de la
plaza de la Catedral, aprobado en 1973 y realizado a partir de

IV
388
1974, dio continuidad a la destrucción de los espacios públicos
centrales. La implantación de la estación de la Catedral, polo central
de la línea Norte-Sur del m etro paulista, nuestra principal cone­
xión de metro, impuso la demolición de inmuebles de la vertiente
este de la plaza, junto a las calles de Felipe de Oliveira y Santa
Teresa. Las dos justificaciones presentadas para llevar a cabo las
intervenciones fueron la necesidad de espacios subterráneos que
la mayor estación de transporte metropolitano del centro exigiría
y el volumen de peatones que pasaría a recibir el área después
de 1978, fecha para su inauguración.
De acuerdo con el proyecto ejecutado entre 1974 y 1978, las
plazas de la Catedral y de Clovis Bevilaqua pasaron a form ar un
espacio continuo, sin llegar en ningún momento a la condición de
un espacio integrado. La catedral y el palacio de Justicia pierden
sus espacios específicos, sus soportes urbanos, lo que les retira
también su capacidad de funcionar como «marcos delimitadores»,
pasando a disputar «codo a codo» el espacio duplicado y de trans­
bordo. Implosionan tanto las edificaciones com o la propia esencia
espacial y funcional de las dos plazas. El nuevo espacio, el espa­
cio resultante, engulló las dos plazas creando un territorio fluido e
indefinido a todos los niveles. A pesar de que posteriorm ente se
agregue la fuerte presencia de la estación Catedral del metro, la
herida no ha llegado a cicatrizar y tam poco a estancar el exceso
de espacio creado por la acumulación de las dos plazas.
El vacío creado no llega a ganar el poder evocativo de terrain va­
gue del que habla Ignasi de Solá-Morales. Aquí el vacío creado por
la ausencia de edificación no puede alcanzar una dimensión positiva
de promesa, de espacio expectante, preparado para recibir un pro­
yecto y un nuevo uso, descrito en su análisis. El vacío creado en la
plaza de la Catedral es pura indeterminación; aún hoy remite más
claramente, en términos puramente espaciales, a lo que fue implo-
sionado que a aquello que se ha conquistado -una nueva estación-.
Las innumerables tentativas de recomponerlo a través de interven­
ciones en su interior han resultado nulas. Ante la imposibilidad de
reconstruir el tejido urbano implosionado, las fuentes, las escultu­
ras y los bancos cuidadosamente diseñados y distribuidos de modo
estratégico no cumplen ninguna función articuladora. Acaban por
asumir el papel de aderezos donde el arte parece querer sustituir y
compensar la propia vida urbana que de allí se ausentó.

IV
389
Sao Paulo. Reurbanización del valle
de Anhangabaú
Jorge W ilheim

En 1981 se convocó un concurso para la reurbanización del valle


de Anhangabaú en Sao Paulo, del que resultó vencedor el proyecto
presentado por el equipo form ado por los arquitectos Jorge Wil­
heim y Rosa Greña Kliass.
El obvio conflicto que en la zona presentaba la presencia de pea­
tones y vehículos no resumía toda la problemática del valle. El pro­
blema básico, que ya por sí solo justificaba la intervención, era el
desperdicio de un espacio urbano, ya que a pesar de su fácil acce­
sibilidad -1 2 0 líneas de autobús y dos de m etro-, de su potencial
paisajístico, el valle se hallaba reducido a un trecho de vía rápida
de vehículos que ni siquiera tenían su destino en el centro.
La propuesta se basó en esta constatación: la creación de un
espacio nuevo, un parque de 8 ha, preparado para acoger la pobla­
ción que se dirige al centro, ofreciéndoles un espacio para el ocio y
algunos servicios. En este contexto el conflicto vehículo-peatón se
resuelve soterrando el tráfico entre el viaducto de Cha y el de Santa
Ifigenia garantizando así una mayor fluidez.
En la plaza de Bandeira los puntos de embarque estarán cu­
biertos por losas ajardinadas y dos pasarelas constituirán pórti­
cos de entrada al nuevo valle. Guarderías infantiles, bares y pun­
tos de información han sido previstos junto a las estaciones de
m etro. Continuando el jardín del Teatro Municipal se proyecta una
plaza para eventos públicos.
Los objetivos básicos de la propuesta han sido:
- Crear un nuevo espacio.
- Propiciar la urbanidad en su uso.
- Dotar de belleza y dignidad al paisaje
- Crear puntos de encuentro, individuales y colectivos.
- Valorizar las referencias culturales.
- Insertar funciones nuevas: información, reposo, lugares de
reposo para las personas que trabajan en el centro.
- Garantizar al peatón la apropiación y uso del valle, eliminando
el conflicto con el automóvil.
-A c o m o d a r la carga viaria, garantizando el flujo interrumpido
de las corrientes de tráfico prioritario.
- Redistribuir en dos terminales las paradas de autobús.
- Permitir la realización por etapas.

IV
391
©
Exponemos a continuación diferentes casos de ciudades latinoa­
mericanas y finalmente tres casos de grandes m etrópolis (Nueva
York, Los Ángeles y Tokio).
Las ciudades latinoamericanas sufren dos déficit históricos:
El crecimiento de la ciudad «ilegal» ha sido más rápido que el de
la ciudad legal y a menudo puede representar más de la mitad del
territorio y más de la tercera parte de la población. En la ciudad ile­
gal el espacio público es pobre y precario; la población que ya sufre
numerosas exclusiones tam poco puede disfrutar en muchos casos
de espacios públicos formales.
La ciudad legal ha sufrido dinámicas similares a la de las ciuda­
des de EEUU pero más agudas. Por un lado, la congestión de las
áreas centrales y el abuso en la utilización del automóvil. Por
otro, la degradación de las áreas de residencia popular y el aban­
dono de los espacios públicos, ocupados por vendedores ambu­
lantes y dominado por los vehículos.
En los últimos años nuevas dinámicas urbanas han acentuado la
crisis del espacio público: vías rápidas que fragmentan la ciudad,
productos urbanos especializados (nuevos centros de negocios,
«ciudades empresariales», «shopping centres», guetos residenciales,
etc.), miedo al espacio público debido al incremento de la violencia ur­
bana, al incremento de las diferencias sociales, etc. En las fichas
que presentamos a continuación aparecen algunos casos negativos
que expresan esta realidad. Pero también hemos querido exponer y
destacar reacciones interesantes que se dan en ciudades en las

V
394
cuales una dialéctica positiva entre movimientos sociales y cultura­
les y gobiernos locales dem ocráticos han perm itido que se co­
mience a dar la vuelta a las dinámicas negativas, utilizando las
obras de infraestructura (Bogotá, Río), abriendo o rehabilitando
espacios públicos en las áreas centrales (Buenos Aires, Río, San­
tiago), proyectando trasporte público, aceras y mobiliario urbano
para el lugar y de calidad (Bogotá), creando ejes vinculantes o
parques en los water fronts o sobre redes de comunicaciones
(Sao Paulo/Santo André, Rosario, Buenos Aires), calificando lími­
tes entre áreas form ales e informales con espacios públicos y
equipamientos culturales (Bogotá).
El análisis de los tres ejemplos de grandes m etrópolis escogi­
dos señala diferentes acciones negativas sobre la ciudad y su es­
pacio público62. En Los Ángeles la segregación, la eliminación del
«otro» de las zonas emblemáticas de la ciudad; en Nueva York la
recuperación de la «paz» urbana -previam ente al ataque contra
las torres gemelas- a costa de un proceso de «higienización»63
«disneylandización» de la ciudad; en Tokio la preponderancia de la
circulación vehicular y la debilidad de espacio público.
Los tres casos hablan de privatización, de segregación social y
funcional, de homogenización forzada, en definitiva de la pérdida
de diversidad social, funcional y espacial... «La ciudad se com po­
ne de diferentes clases de hombres, personas similares. No pue­
den crear una ciudad», Aristóteles, Política.

Z. M.

62. Borja, J. - Castells M. Local y global.


Sassen, Saskia. The Global Cities.
63. Término empleado para denominar la mejora urbana en base a la limpieza
hospitalaria de la misma.

V
395
Los Angeles. Renacimiento urbano
Z. M.

El renacimiento de la ciudad de Los Ángeles, de la calle y los es­


pacios públicos, según analiza Mike Davis en City o f Quarz, se ha
conseguido con políticas de segregación, separación y eliminación
de los espacios públicos de los «indeseables». Recuperar la ciudad
y la vida urbana para el uso y disfrute de un sector social, lo que
se ha llamado la «gentrificación» de la ciudad.
La solución a los diferentes problemas de la ciudad, como son la
inseguridad, la suciedad, el deterioro ambiental y edilicio, por medio
de políticas de coacción es inducida, entre otros, por el mobiliario
urbano, la utilización de medios electrónicos de control y de límites
físicos, barreras controladas por personal de seguridad.
«Estas visiones distópicas muestran sin tapujos en qué medida
han sido suplantados los deseos de reform a urbana e integración
social por la obsesión de la seguridad... Vivimos ahora en “ciuda­
des fortaleza” brutalmente divididas en “celdas fortificadas” a la
pública afluencia y “lugares de te rro r” donde la policía batalla con
los pobres crim inalizados.»64
«El renacimiento contemporáneo del centro hace la heterogeneidad
prácticamente imposible... El nuevo centro está diseñado para asegu­
rar un perfecto continuo de trabajo, consumo y recreación de la clase
media, aislados de las desagradables calles de la ciudad...»65
Estas políticas de recuperar la ciudad por medio de la segrega­
ción se completan con el establecim iento de barrios que «contie­
nen» a los sin techo:
«Aunque los líderes ciudadanos proponen periódicamente pro­
yectos para remover indigentes en masa... la ciudad, en lugar de
aplicar estas políticas, ha adoptado conscientemente el idioma de la
guerra fría, ha promovido la “contención” de los sin techo en Skid
Row, a lo largo de la calle cinco, transform ando sistemáticamente
el barrio en una casa para pobres al exterior. La política oficial ha
transformado Skid Row, probablemente, en las diez manzanas más
peligrosas del mundo. Para mantenerlos en su lugar, la ciudad ha
incrementado el acoso policial y ha implementado unos ingenio­
sos diseños disuasorios.
«Uno de los más simples pero más significativos de estos elemen­
tos disuasorios es el nuevo banco del Rapid Transit District que, en
forma de barril, ofrece una mínima superficie e incómoda para sentar­
se al tiempo que hace imposible dormir... Otra invención es el desplie­
gue agresivo del riego por aspersión, de manera que asegura que el

V
398
parque no será utilizado para acampar o dormir, ya que los asperso­
res programados al azar para empapar a los que duermen despreve­
nidos».66

64. Sorkin, Michel, (ed.), Variation on a Theme Park. The New American City and
the End o í Public Space. Hill and Wang, New York. 1992/1997.
Capítulo 4: «Fortress Los Angeles: la militarización del espacio urbano», p.
155. Mike Davis.
«Such stark dystopian visions show how much the obsession with security has
supplanted hopes for urban reform and social integration... We do indeed now
live in “fortress cities” brutally divided into "fortified cells” of affluence and “pla­
ce of terror” where pólice battle the criminalized poor.»
65. Ibid., p. 159.
«The contemporary Dowtown “renaissance” render such heterogeneity virtually im-
possible... the new Dowtown ¡s designed to ensure a seamless cotinuum of middle-
class work, comsumption, and recreation, insulated for the cit/s “unsovory” streets.»
66. Ibid, p. 161.
«Although city leaders periodically propose schemes for removing indígents
en masse... Instead the city self - consclously adopting the idiom of coid war,
has promoted the “containment” (the official term) of the homeless in Skid
Row, along Fifth Street, systematically transforming the neighborhood into an
outdoor poorhouse... official policy has transformed Skin Row into probably
the most ten suare blocks in the world... The city in turn tightens the noose
with increased pólice harassment and ingenious design deterrents.
»One of the simplest but most mean-spirited of these deterrents is the Rapid Tran-
sit Districfs new barrel-shaped bus bench, wich offers a minimal surface for uncon-
fortable sitting while making sleeping impossible... Another invention is the agressi-
ve deployment of outdoor sprinklers... to ensure that the park could not be used
for overnigth camping, overhead sprinklers were programmed to drench unsus-
pecting sleepers at random times during the night.»

V
399
Nueva York. Espacio público en la ciudad
Tom Angotti

La ciudad de Nueva York tiene menos espacio público por persona


que todas las ciudades grandes en Estados Unidos, pero a pesar
de esto se está eliminando paulatinamente el poco espacio público
que existe. El ex alcalde de Nueva York, Rudoph Giuliani, creyente
de la magia del mercado libre y la privatización, ha impulsado este
proceso con varias iniciativas.
En el año 1999, el alcalde quiso vender más de 125 jardines
populares a las inmobiliarias, pero gracias a una lucha de los jar­
dineros en los barrios se salvaron los jardines cuando dos organi­
zaciones no gubernamentales (ONG) los com praron. El gobierno
está proyectando la construcción del decim oquinto campo de golf
en terrenos públicos y sigue otorgando otras concesiones com er­
ciales com o restaurantes, estadios y otros centros privados de
recreación en los parques. El parque público ahora está diseñado
para limitar la estadía y prom over el movimiento máximo de las

V
400
personas. Por ejemplo, en el muy galardonado Bryant Park en la
Calle cuarenta y dos de Manhattan hay un restaurante y un café,
muchas sillas movibles y pocas permanentes, y vigilancia constante
con cámaras escondidas y agentes de la policía.
El espacio público más extenso y usado en Nueva York es la ca­
lle. La densidad de uso de las veredas en las zonas comerciales y
en los barrios residenciales es testimonio de una calidad de vida
pública que no existe en las otras ciudades norteamericanas donde
predomina el uso del automóvil privado y hay poco transporte públi­
co. Pero se está perdiendo este espacio. Cada año aumenta el uso
del automóvil y los camiones. El director de Planificación Urbana en
Nueva York acaba de proponer un aumento en el estacionamiento
automotor. El aumento del tráfico sigue empeorando la calidad del
aire en los espacios públicos. Gracias a las luchas de los grupos
ambientales y los habitantes de los barrios, se están trazando algu­
nos carriles bici y están mejorando las condiciones para los peato­
nes, pero en general la prioridad oficial es para el uso del coche.
En la última década se han creado en las zonas com erciales
organizaciones de propietarios con carácter jurídico (Business Im-
provement Districts, BIDs) que se encargan de mantener el orden
y la limpieza. En estas zonas, los BIDs se han apropiado del espa­
cio público y lo han convertido en centros com erciales donde el
acceso está controlado y limitado según las necesidades de los
com erciantes.

V
401
Tokio. Cultura urbana y espacio público
Z. M.

Las referencias urbanas clásicas occidentales, basada en ejes y si­


metrías, en leyes de crecimiento concéntrico, radial o en cuadrícu­
la, no nos ayudan a entender Tokio, una ciudad de gran densidad
donde todo está compactado y por ello el espacio se convierte en
un bien muy preciado. Dentro de la densa y confusa red de circula­
ciones y edificaciones prácticamente indiferenciada del gigantesco
conglomerado que es Tokio, hecho de superposiciones, aparece
un gran vacío central. Este pulmón es el inicio de Tokio.

V
402
Podría pensarse en una metáfora del vacío como tesoro, como
preservación de la naturaleza primigenia, pero la razón de este
espacio está muy alejada de ello. En este gran vacío se halla el
poder, una relación inmejorable de espacio y significado. Si en
Tokio hay un valor supremo es el del espacio y el paisaje, y allí
donde podemos sentir la vastedad y la infinitud de los mismos se
halla el poder imperial.
La estructura del conjunto imperial, al igual que la de los tem ­
plos, es de espacios proyectados, basados en una geometría ra­
cional, que se diferencia de la parte «humana» de la ciudad, cuyo
crecim iento es orgánico, en comunión con el paisaje. El caos de
la m etrópoli es el derivado de una estructura urbana, donde cada
elemento surge con su propia ley, cuyo crecim iento está basado
en lo orgánico y la ausencia de plan; en este contexto el espacio

V
403
público que no sea el de la representación del poder es un espa­
cio residual.
Lo que a pequeña escala es un equilibrio entre artificial y natu­
ral, pequeños senderos que se abren paso a través de las escar­
padas orografías y a través de una exuberante naturaleza, se con­
vierte en una manera imposible de crecer para una gran ciudad.
Es a causa de esta cultura de ocupar, de construir sin previsión,
que la legibilidad del plano de Tokio es tan confusa. Coexistiendo
sin solución de continuidad dos realidades. Una sociedad y su re­
flejo, la ciudad, donde viven dos mundos que parecen imposibles
de relacionar; el de la contem plación y meditación zen frente a la
vorágine de la contemporaneidad.
La presencia de mascotas electrónicas no es más que la conse­
cuencia lógica de la deshumanización de la vida diaria, con la gran
dificultad de crear relaciones personales. Buscar desde nuestra vi­
sión una comprensión de la pasión por los tamagochis, mangas o
videojuegos, no nos es posible si no entendemos primero que la
ciudad en sí misma es como un gran videojuego, un gran juego de
rol; un escenario en el que lo real y la simulación se entremezclan
en el magma cotidiano.
La ciudad crece a un ritmo sincopado, sin planes que determi­
nen futuros proyectos; la ley de la oferta y la demanda determina la
realidad urbana. A partir de centros neurálgicos de transporte público,
se vinculan proyectos de ocio, comercio o negocio, y una vez satu­
rada una zona se busca otro posible centro emergente, se proyectan
e instalan piezas arquitectónicas, y así la ciudad se conforma ba­
sándose en centros como sistemas solares o nerviosos que irra­
dian su área de influencia, generando de este modo zonas de alta
densidad edilicia, sonora, lumínica, de transporte y de tráfico, fren­
te a zonas intersticiales de baja densidad.
La aparición de los nuevos tem plos de consumo con sus es­
pectaculares puestas en escena encuentran en una ciudad como
Tokio un germen perfecto para su desarrollo. Vivir en espacios
mínimos, viajar dos o tres horas al día de casa al trabajo y la ine­
xistencia del espacio «público», tal com o lo entiende la cultura ur­
bana occidental, generan la ocasión perfecta para que la vida se
desarrolle en los centros de ocio y compra.

V
404
Agradecimientos

La segunda parte del libro ha sido posible gracias a la amable co­


laboración de muchos profesionales, tanto de las Administracio­
nes públicas como independientes.
En los servicios de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona he­
mos contado siempre con la eficaz disponibilidad de Jaume Bernada,
quien ha sido un magnífico explicador de los nuevos espacios públi­
cos. Algunos destacados profesionales han tenido a bien explicar al­
gunos de sus proyectos, como: Manuel de Solá-Morales, Joan Bus­
quéis y Caries Teixidor. Otros han analizado críticamente espacios
que conocen de manera directa como Carme Ribas, Joan Subirats
(Raval) e Isabel Bachs (MACBA- Plaza deis Ángels).
Los servicios de Urbanismo del Área Metropolitana nos han pro­
porcionado un conjunto de fichas valiosas sobre los parques me­
tropolitanos, un instrumento esencial y calificador y de sutura de la
ciudad plurimunicipal. Nuestro especial agradecimiento a Santiago
de Juan e Imanol Montero. También agradecemos la colaboración
de profesionales con responsabilidades en diferentes Ayuntamien­
tos como Amador Ferrer (Badalona), Jordi Cañas (El Prat), Núria
Pedrals (St. Feliu) y la importante contribución de Manuel Herce.
También han colaborado presentando ejemplos de interés res­
ponsables de Urbanismo y grandes proyectos de ciudades catala­
nas, como Josep Maria Llop (Lleida), Pere Sola (Girona), Angelina Ca­
íala (Mataré), Caries Prieto (Sabadell) y Pere Montaña (Terrassa). Es
importante citar también la colaboración, realizada desde un punto
de vista diferente, del joven sociólogo de Manresa, Josep Alias.
Algunos profesionales amigos que han hecho proyectos im por­
tantes tanto en España com o en otras ciudades europeas presen­
tan ejemplos de espacios públicos de gran interés, com o Eduar­
do Leira (Bilbao y Lisboa), Francisco Pol (Oviedo), Joan Busquéis
(La Haya y Rotterdam) y Damián Álvarez Sala (Sevilla). Es necesa­
rio agradecer especialmente la colaboración del APUR (Agence
Parisienne de Urbanisme) y de su director Nathan Starkmann, que
han aportado diversos ejemplos, algunos de ellos con contribucio­
nes de los mismos autores del proyecto (como Bernard Huet:

V
405
Champs Elysées). Y la del director de Urbanismo de Roma, Mauri-
zio Marcelloni.
El apoyo que hemos recibido de Ariella Masboungi (Ministére
de l'Equipement, Francia) ha sido mayor que el de las fichas que
ella misma ha redactado. Y también tenem os que citar la ayuda
de Jorge Fiori (Architectural Association, Londres) que ha selec­
cionado los casos ingleses redactados por Susana González.
Agradecerle también a Carlos García Vázquez su visión y análisis
de uno de los emblemas de la ciudad europea de final del siglo xx
como es la Postdammer Platz de Berlín y a Trini Simó (ETSA, Valen­
cia) quien presenta dos casos de su ciudad, uno positivo, como la
mayoría y otro mucho más crítico. Generalmente hemos optado
por presentar ejemplos más o menos exitosos, aunque también he­
mos considerado que tiene valor demostrativo mostrar algunos ne­
gativos, ya sea por falta de actuación o porque tienen un mal plane­
amiento o porque se ha realizado defectuosamente un proyecto.
Hemos también incluido casos de grandes ciudades no europe­
as, especialmente de América Latina, por ellos agradecem os la
colaboración amistosa de profesionales prestigiosos como Regi­
na Meyer y Jorge Wilheim (Sao Paulo), Roberto Convertí, Alberto
Varas y Eduardo Reese (Buenos Aires y Rosario), Jorge Legorreta
(México D. F.), Alfredo Rodríguez (Santiago de Chile), Rogelio Sal-
mona, Claudia A. Arcila y María Eugenia Avendaño (Bogotá), Vere-
na Andreatta (Río de Janeiro). Compañeros con quienes hemos
colaborado en algunos de estos proyectos también han contribuido
en este apartado como Joan Busquéis (Santo André, Sao Paulo). El
amigo Tom Angotti (Pratt Institute, Nueva York) nos ha proporcio­
nado un ejemplo de Nueva York.
Finalmente queremos agradecer la colaboración del archivo y
servicio de documentación del Centro de Cultura Contemporánea
de Barcelona (Eva Gimeno y Teresa Navas), que nos han permitido
utilizar materiales de la excelente exposición «La Reconquista de
Europa» que dirigió Albert García Espuche.
A todos los citados, muchas gracias.
También y de manera muy especial agradecem os a Maja Drn-
da, sin la cual no hubiésemos podido realizar este producto com ­
plicado que ella ha hecho más fácil y ligero.
J. B. y Z . M.

V
406
Profesionales que han colaborado en la redacción
y preparación de textos
Josep Alias, sociólogo, dirigente de ONG.
D am ián Á lvarez Sala, ingeniero de caminos y urbanista.
Verena A ndreatta, arquitecta. Ex presidenta del Plan Río Cidade, Río de
Janeiro.
Tom Angotti, Ph. D. Director de Posgrado Pratt Institute Gradúate Cen-
ter for Planning and the Environment, Nueva York, N.Y.
Claudia Antonia Arcila, arquitecta. Colaboradora del estudio de arqui­
tectura de Rogelio Salmona, Bogotá.
M aría Eugenia Avendaño, socióloga. Vicepresidenta de la Cámara de
Comercio de Bogotá. Ex directora ejecutiva del Plan Estratégico de Bogotá.
Isabel Bachs, arquitecta. MACBA, arquitecta conservadora del edificio.
Jaum e Barnada, arquitecto. Ayuntamiento de Barcelona. Sector de Urbanis­
mo, Dirección de Servicios de Planeamiento, responsable de proyecto.
Joan Busquets, arquitecto urbanista. Catedrático de Urbanismo ETSAB,
UPC. Ex director de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona.
Angelina C atalá, arquitecta. Jefe del Departamento de Urbanismo y
Obras de Mataró.
R oberto Convertí, arquitecto. Director de la Corporación Puerto Made­
ro, Buenos Aires. Director de la facultad de arquitectura de Palermo,
Buenos Aires.
Carlos G arcía Vázquez, arquitecto. Profesor titular de la Escuela Técni­
ca Superior de Arquitectura de Sevilla.
Susana G onzález, arquitecta. Architectural Association, Londres.
B ernard Huet, arquitecto. París.
Manuel Herce, ingeniero de Caminos. Ex director Proyecto Villa Olímpica y Ron­
da de Dalt. Profesor titular de urbanismo Escuela de Ingenieros de Caminos.
Santiago Juan Lluís, Ex director de Servicios de Ordenación Urbanística.
Área Metropolitana de Barcelona.
Jorge Legorreta, arquitecto urbanista. Delegado de Cuauhtemoc (Méxi­
co D. F., Centro).
Eduardo Leira, arquitecto. Master in City and Regional Planning.
Josep M aría Llop, arquitecto urbanista. Delegado de Urbanismo del
Ayuntamiento de Lleida.

V
407
Ariella Masboungi, arquitecta urbanista. Directora del programa «Projet
Urbain» Ministére Equipement, Francia.
Inmanol M ontero, arquitecto. Área Metropolitana de Barcelona.
Jon M ontero, arquitecto. Área Metropolitana de Barcelona.
M aurizio M arcelloni, arquitecto. Director del Piano Regulatore, Roma.
Pere Montaña, director Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Terrassa.
Regina M aria Prosperi M eyer, arquitecta. Catedrática historia urbana de
Universidad Sao Paulo. Directora Técnica de Viva o centro, Sao Paulo.
Caries Prieto, ex Director del CODEM (Consorcio Urbanístico del Eje
Maciá, Sabadell).
Francisco Pol, arquitecto, Director del Plan Especial de Oviedo.
Eduardo Reese, arquitecto y planificador urbano. Profesor facultad de
arquitectura y urbanismo, Universidad de Buenos Aires.
C arm e Ribas, arquitecta urbanista.
Alfredo Rodríguez, arquitecto. Director Proyecto Santiago Centro. SUR
Profesionales Consultores.
Rogelio Salm ona, arquitecto. Bogotá.
Trini Sim ó, licenciada en Historia del Arte, Profesora de historia de la ar­
quitectura, ETSA, Valencia.
Pere Sola Busquets, arquitecto. Delegado de Urbanismo del Ayunta­
miento de Girona.
M anuel de Solá-M orales, arquitecto urbanista. Catedrático de Urbanis­
mo, ETSA, Barcelona.
N athan S tarkm an , ingeniero. Director Agencia Parisina de Urbanismo
(APUR).
Joan Subirats, economista y politólogo. Profesor de la Universidad Au­
tónoma de Barcelona.
Caries Teixidor i Felip, arquitecto. Bardají-Teixidors, arquitectos asociados.
Ramón Torra, director de Espacio Público. Área Metropolitana de Barcelona.
Alberto Varas, arquitecto. Profesor de la facultad de arquitectura de la
Universidad de Buenos Aires.
Jorge W ilheim , arquitecto urbanista. Ex Secretario general Conferencia
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V
408
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VI
415
ESPACIO PÚBLICO

Esta colección nace con la voluntad de


aportar reflexiones y claves sobre la
importancia del espacio público como
elemento vertebrador de la vida social
de una ciudad y, por tanto, como
estimulador de la cultura urbana y
creador de ciudadanía.

Su objetivo es combinar publicaciones de


contenido conceptual con otras de carácter
eminentemente práctico para conseguir
un tratamiento global del espacio público.

Asegurar un espacio público urbano seguro


e ¡ntegrador es el mejor camino para
reforzar su dimensión social y mejorar la
calidad de vida en nuestras ciudades.

Primeros títulos publicados:

Jordi Borja y Zaida Muxí,


El espacio público: ciudad y ciudadanía

Juli Esteban Noguera,


La ordenación urbanística:
conceptos, herramientas y prácticas
El espacio público: ciudad y ciudadanía

El p re s e n te v o lu m e n , que ofrece un c o m p le to p a n o ra m a de la
e s tre c h a vin c u lac ió n e n tre e l espacio p ú b lic o , la ciu d ad y las
p e rs o n a s , se e s tru c tu ra en dos p a rte s c o m p le m e n ta ria s : la
p rim e ra c o n s titu y e u n a re fle x ió n te ó ric a a lr e d e d o r d e los
c o n c e p to s q u e v e rte b ra n esa ¡n te rre la c ió n , m ie n tra s q u e en
la s e g u n d a se o fre c e n s e s e n ta y n u e v e e je m p lo s c o n c re to s
de a p lic a c ió n p rá c tic a , ta n to d e s d e e l p u n to d e v is ta s o c ia l
com o u rb a n ís tic o o g e o g rá fic o .

D esde los patios interiores del E ixam ple barcelonés de lldefons


C erda h a s ta e l e s p a c io p ú b lic o en Tokio, p a s a n d o por P arís,
Londres, Buenos A ires o Los Á ng eles, d ife re n te s pro fesio n ales
de la a rq u ite c tu ra y e l u rb a n is m o d ire c ta m e n te v in c u la d o s
con las a c tu acio n es concretas ofrecen las claves prácticas p a ­
ra co m p re n d e r cóm o la concepción d e l espacio púb lico influ ye
en la v id a de las p e rs o n a s , cóm o p u e d e m e jo ra rs e e s ta con
las h e rra m ie n ta s d el u rb a n is m o .

D ip u ta c ió
B a r c e lo n a
xarxa de municipis

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