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TERAPIA PSICOLÓGICA Copyright 2003 by Sociedad Chilena de Psicología Clínica

2003, Vol.21, Nº 2, 87-103 ISSN 0716-6184

Evaluación Psicométrica del Inventario Multifásico de Personalidad


de Minnesota para Adolescentes (MMPI-A) en Muestras Chilenas1
Psychometric Evaluation for the Minnesota Multiphasic Personality Inventory for
Adolescent (MMPI-A) in Chilean Samples

Eugenia V. Vinet2 Paula Alarcón B.3


Universidad de La Frontera, Chile. Universidad de La Frontera, Chile.

(Rec: 02-de Julio-2003 Acep: 11-Agosto-2003)


Este artículo presenta una caracterización psicométrica del Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota para
Adolescentes (MMPI-A), instrumento de evaluación clínica que fue traducido y adaptado a los usos del lenguaje y la
realidad sociocultural de los adolescentes chilenos a través de un enfoque de comité. El MMPI-A fue aplicado a una
muestra de 705 adolescentes, considerando su género y tres ámbitos de procedencia (escolar, clínico y judicial). Se
evaluaron las propiedades psicométricas de confiabilidad (estabilidad y consistencia interna) y validez (capacidad de
discriminación entre grupos) de sus 38 escalas. Los resultados muestran una prueba estable y consistente, con niveles de
confiabilidad semejantes a los obtenidos en estudios foráneos y con adecuada capacidad de discriminación de acuerdo a
las variables estudiadas.
Palabras clave: MMPI-a-Adolescentes Chilenos-Confiabilidad y Validez

This article presents a psychometric characterization for the Minnesota Multiphasic Personality Inventory for Adolescents
(MMPI-A), clinical test that was translated and adapted to language and socio-cultural context of Chilean adolescents
following a committee approach. The MMPI-A was applied to 705 adolescents considering gender and coming from three
different contexts (school, clinical and judicial). The psychometric properties of reliability (stability and internal consistency)
and validity (discriminating capability) were evaluated for its 38 scales. Results show a stable and consistent test, with
reliability levels similar to those obtained in foreign studies and with an adequate capability to differentiate groups according
to the studied variables.
Key words: MMPI-A-Chilean Adolescents – Reliability and Validity

INTRODUCCIÓN generales del instrumento, el proceso de traducción y adap-


tación para llegar a la versión nacional y resultados preli-
Este artículo presenta una caracterización psicométrica minares obtenidos con dicha versión en dos grupos de ado-
del Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota lescentes chilenos. En la segunda parte, se presentan y eva-
para Adolescentes MMPI-A; (Butcher, Williams, Graham, lúan sistemáticamente las características psicométricas del
Archer, Tellegen, Ben-Porath & Kaemmer, 1992), realiza- instrumento en tres muestras de adolescentes chilenos.
da a partir de una versión nacional del instrumento que ha
sido aplicado a diversas muestras de adolescentes chile- Caracterización General del MMPI-A
nos. En la primera parte, se describen las características
El MMPI-A es un instrumento muy utilizado actualmen-
te en la evaluación clínica de adolescentes con problemas
1
Este estudio recibió financiamiento del Proyecto FONDECYT 1010514.
de salud mental, y también en Tellegen y Kaemmer, 1989).
Las autoras agradecen a la Dra. María Emilia Lucio, colaboradora in- En el ámbito latinoamericano se realiza, el año 1993,
ternacional del Proyecto por sus valiosos aportes y aclaraciones a la una primera presentación del instrumento en Argentina
investigación que sirvió de base para este artículo. Correspondencia (Casullo, 1993), y en el año 1998, se presentan tanto la
con relación a él, debe ser dirigida a la primera autora: Departamento
de Psicología, Universidad de La Frontera, Casilla 54-D, Temuco, Chile:
versión en español para sujetos hispanos de Estados Uni-
e-mail: evinet@ufro.cl. dos (Butcher, Cabiya, Lucio, Peña, Rueben & Scott, 1998)
2
Psicóloga, Diplomada en Psicología Clínica, Master of Arts in como la versión para la población mexicana (Lucio,
Counseling, académica del Departamento de Psicología de la Univer- Ampudia & Durán, 1998).
sidad de La Frontera.
3
Psicóloga, Master en Evaluación Psicológica Clínica y Forense,
Recientemente, en un estudio realizado con adolescen-
académica del Departamento de Psicología de la Universidad de tes hispano parlantes de Colombia, México, Perú, España
La Frontera. y Estados Unidos, se encontró un alto grado de similitud
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en las medias obtenidas para las diferentes escalas sugi- c. Mantención de las escalas suplementarias tradiciona-
riendo una interesante estabilidad en las normas de la ver- les y creación de tres nuevas escalas: dos para evaluar
sión hispana del MMPI-A (Scott, Butcher, Young & Gómez, mejor el abuso de alcohol y drogas, y una tercera para
2002). Los autores reportan, además, variabilidad en la es- evaluar inmadurez psicológica.
cala F para los varones y en las escalas F, Hs, Mf , Pa y Sc Así, el MMPI-A quedó formado por 478 ítemes que apor-
en las mujeres, particularmente en las muestras de Perú y tan a 38 escalas, las que están organizadas en cuatro gran-
Colombia. des grupos, a saber: Escalas de Validez (7), Escalas Clíni-
En Chile, como la gran mayoría de los cuestionarios de cas (10), Escalas de Contenidos (15) y Escalas Suplemen-
auto-reporte desarrollados para la evaluación de adolescen- tarias (6).
tes, el MMPI-A es un instrumento prácticamente desconoci-
do, siendo este trabajo el primero que reporta resultados
sobre su uso con adolescentes chilenos. Desarrollo de la Versión Nacional del MMPI-A
Como ya se señaló, el MMPI-A tiene sus raíces en el
El MMPI-A fue traducido y adaptado al contexto cultu-
MMPI original, el cual ha sido ampliamente utilizado en la
ral chileno por dos psicólogos y tres estudiantes de psico-
evaluación de adolescentes con fines clínicos y de investi-
logía, todos ellos bilingües y con experiencias de vida en
gación en las décadas de los 70 y 80 (Archer, Maruish,
Imhof & Piotrowski, 1991), pese a ser un instrumento de Estados Unidos, utilizando el método de comité (Brislin,
evaluación de adultos. En esos años, el MMPI fue utilizado 1980) y descentramiento (Werner & Campbell, 1970). Para
en la asistencia psiquiátrica de adolescentes y en su inves- ello se contó con la versión original en inglés (Butcher et
tigación, en una gran variedad de problemas médicos que al. 1992), las versiones mexicana (Lucio, Ampudia, &
afectan a los adolescentes, en programas de tratamiento de Durán, 1998) y argentina (Casullo, 1993) en español, y las
alcohol y drogas, y en programas de delincuencia juvenil. propias traducciones de los ítemes realizadas por los inte-
Además, sirvió como herramienta de investigación sobre grantes del comité.
una gran variedad de condiciones especiales de los adoles- A través de sucesivas reuniones, se seleccionó, para cada
centes, tales como problemas conductuales, sintomatología ítem, la versión en español que mejor representaba el sen-
borderline, ánimo depresivo, trastornos de la alimentación, tido del ítem original y que mejor se adaptaba a los usos
agresión manifiesta, victimización por incesto y abuso del lenguaje en español utilizados por los adolescentes chi-
sexual, etc. (para una relación de referencias específicas, lenos. Se evitaron los regionalismos y se procuró utilizar
ver Butcher et al., 1992). un español estándar comprensible para diferentes grupos
De acuerdo a Butcher et al. (1992), las dificultades que de jóvenes.
presentaba el MMPI original para el trabajo con adolescen- Esta versión del instrumento fue aplicada a una mues-
tes se referían específicamente a cuatro aspectos: tra piloto conformada por 14 adolescentes. Se realizaron
pequeñas modificaciones en la redacción de los ítemes. A
1. El contenido de los ítemes, redactados desde una pers- partir de ella, se confeccionó el instrumento definitivo
pectiva del adulto, (Vinet & cols., 1999).
2. La ausencia de escalas dirigidas a evaluar problemáti-
cas propias de los adolescentes y ausentes en los adul-
tos, Resultados preliminares en Chile
3. Las dificultades relacionadas con la tendencia de los
adolescentes a dar respuestas extremas exagerando el La versión nacional fue administrada
auto reporte de síntomas y, finalmente, exploratoriamente a una muestra de 300 adolescentes, en
4. La ausencia de normas adecuadas a este grupo etáreo. aplicaciones colectivas realizadas en el contexto escolar
(Brió, Correa & Díaz, 2001). Este estudio inicial permitió
Estos aspectos fueron enfrentados por el “M MPI realizar una primera evaluación de su aplicabilidad en jó-
Adolescent Project Committee”, quienes aprovechando la venes chilenos observándose que pese a la longitud de la
experiencia del MMPI-2 , propusieron las siguientes modi- prueba, los jóvenes podían responderla sin dificultades, en
ficaciones dando origen al MMPI-A: un tiempo medio de 90 minutos y con niveles adecuados
de consistencia interna.
a. Reducción de la longitud del instrumento original (de Además, en ese estudio, se exploraron diferencias según
566 a 478 ítemes) sin afectar los indicadores de validez género, grupo etáreo y tipo de colegio de procedencia, gene-
del instrumento de origen ni las escalas clínicas de pro- rando un conocimiento inicial sobre el comportamiento de la
bada utilidad con adolescentes, prueba en muestras chilenas. Sus principales conclusiones
b. Desarrollo de 15 nuevas escalas de contenido específi- señalan que: (1) se presentan diferencias significativas –se-
cas para adolescentes, gún género– que se corresponden con los estereotipos de gé-
nero de hombres y mujeres; (2) existen diferencias etáreas en
un número significativo de escalas, observándose que los su-

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PARA ADOLESCENTES (MMPI-A) EN MUESTRAS CHILENAS

jetos más jóvenes tienden a puntuar más alto que los sujetos Análisis de las Características Psicométricas del
mayores; y finalmente, (3) el tipo de colegio de procedencia MMPI-A en Muestras Chilenas
no parece influir sistemáticamente en las puntuaciones obte-
nidas (Vinet, Brió, Correa & Díaz, 2001). Recapitulando, esta investigación buscó determinar las
Paralelamente, la prueba fue también aplicada, en características psicométricas de confiabilidad y validez del
pequeños grupos, a una muestra de 74 adolescentes MMPI-A a través de un estudio sistemático en tres muestras
consultantes por problemas de salud mental (Diez, chilenas: adolescentes “normales” (ámbito escolar), ado-
Echeverría & Salazar, 2001). Se observó que este grupo lescentes con problemas de salud mental (ámbito clínico)
tenía más dificultades que los escolares no consultantes para y adolescentes con problemas de desadaptación social (ám-
responder la prueba, ya que su menor escolaridad les im- bito judicial). A continuación se presenta la información
pedía la cabal comprensión de los ítemes a través de la relevante sobre la muestra, el instrumento y los procedi-
lectura. Pese a ello, los protocolos contestados sin dificul- mientos utilizados.
tades mostraron adecuados niveles en la confiabilidad de
la mayoría de las escalas y diferencias significativas en la MÉTODO
dirección esperada teóricamente con respecto a un grupo
normal pareado en variables demográficas (Vinet, Diez,
Echeverría & Salazar, 2001). Participantes
Estos estudios sirvieron para generar algunas modifi-
caciones que facilitan el proceso de respuesta a los ítemes. A En el contexto de un estudio mayor sobre adolescentes
saber: (1) se estructuró una hoja de respuestas para lectura (Vinet, González, & Alarcón, 2000) se evaluó un total
computarizada con caracteres y espacios mayores que los aproximado de 1000 jóvenes entre 13 y 19 años, de los
originales y (2) se generó una versión “amigable” de la prue- cuales 800 cumplían con el rango etáreo de aplicabilidad
ba en la cual cada ítem es contestado directamente en el mis- del MMPI-A (14 a 18 años) y entregaron protocolos de
mo cuadernillo de administración, utilizando las opciones de MMPI-A con un máximo aceptado de cinco respuestas omi-
escribir “V” o “si” para “verdadero” y “F” o “no” para “fal- tidas. Esta muestra inicial estuvo constituida por 408 hom-
so” frente al ítem correspondiente. bres y 392 mujeres procedentes de los tres ámbitos a estu-
Para la presente investigación, los estudios señalados diar (escolar: 604 sujetos; clínico: 94, y judicial: 102 res-
permitieron plantear como primera hipótesis, que los nive- pectivamente). Sus protocolos fueron puntuados de acuer-
les de confiabilidad obtenidos en adolescentes chilenos tanto do a las pautas del instrumento y revisados según los crite-
por estabilidad como por consistencia interna alcanzarían rios de exclusión por invalidez utilizados en el estudio nor-
niveles adecuados y similares a los obtenidos en poblacio- mativo mexicano (Lucio, Ampudia, y Durán, 1998), ase-
nes adolescentes de habla hispana. A su vez, en términos gurando así la ausencia de distorsiones graves en los datos
de validez se hipotetizó una adecuada capacidad de las es- de investigación y, por lo tanto la validez del estudio.
calas del instrumento para discriminar y diferenciar entre Al aplicar los criterios de exclusión se invalidaron un
sujetos “normales” y sujetos con problemas psicológicos, total de 95 protocolos de los cuales 40 pertenecían al ámbi-
tanto en varones como en mujeres. to escolar (6.62% de su grupo), 15 al ámbito clínico (15.95%
Junto a ello, surgió además la siguiente interrogan- de su grupo) y 40 al ámbito judicial (39.21 de su grupo).
te: ¿Es posible establecer perfiles psicológicos diferencia- Así, la muestra de estudio quedó, finalmente, constituida
les entre grupos de adolescentes procedentes del ámbito por 705 sujetos cuyas características sociodemográficas se
escolar y sin problemas de salud mental o adaptación so- presentan en la Tabla 1.
cial evidentes, adolescentes con problemas clínicos (ámbi-
to clínico) y adolescentes con problemas de adaptación so-
cial (ámbito judicial)? Es decir, ¿permite este instrumento,
de origen empírico, detectar características psicológicas que
hacen diferenciables a estos grupos de adolescentes chile-
nos? En el apartado siguiente se intenta dar respuesta a es-
tas interrogantes.

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Tabla 1
Distribución de variables sociodemográficas en las tres muestras estudiadas (n total = 705)

Ámbitos

Variables Escolar (n = 564) Clínico (n = 79) Judicial (n = 62)

Género (%)
Masculino 46.1 41.8 91.9
Femenino 53.9 58.2 8.1

Edad
M 15.68 16.09 16.18
DT 1.15 1.39 0.97
Rango 14 - 18 14 - 18 14 - 17

Distribución etárea (%)


14 años 16.8 17.7 6.5
15 años 31.6 17.7 19.4
16 años 24.1 22.8 24.2
17 años 22.2 21.5 50.0
18 años 5.3 20.3 0.0

Nivel Educacional
M 10.37 10.16 7.90
DT 1.09 1.76 1.86
Rango 9 - 12 4 - 13 2 - 11

En ella se aprecia que pese a las diferencias en los ta- Instrumento


maños muestrales, la distribución interna de los sujetos es
relativamente homogénea en los ámbitos escolar y clínico Como se ha señalado, el instrumento utilizado en este
y algo diferente en el ámbito judicial. Así mismo, se obser- estudio en particular es el MMPI-A en su versión chilena
va una diferencia significativa en edad, ya que los adoles- (Vinet et al., 1999), aplicado tanto en su formato habitual
centes del ámbito escolar son más jóvenes que los de los con hoja de respuesta, como en su formato “amigable”
otros dos grupos (p < 0.001). También aparece una dife- (Vinet y Alarcón, 2001) descrito anteriormente.
rencia significativa (p < 0.001) en el nivel de escolaridad Esta prueba consta de 478 ítemes a ser respondidos
alcanzado; los jóvenes del ámbito judicial tienen menos mediante las opciones Verdadero y Falso. Los ítemes apor-
escolaridad que los jóvenes de los otros dos ámbitos. Se tan a 38 escalas distribuidas en cuatro grupos. Ellas se pre-
estima que estas diferencias representan la distribución sentan en la Tabla 2, incluyendo su abreviatura o símbolo
natural de los adolescentes al interior de sus grupos de pro- tanto en español como en inglés y el número de ítemes de
cedencia, demostrando nuevamente que los jóvenes con cada escala. En español se utiliza la propuesta de Lucio,
conductas antisociales presentan un mayor retraso peda- Ampudia y Durán (1998), para la versión mexicana del ins-
gógico (Sincha-Fagan & Schwartz, 1986). trumento.
Finalmente, cabe hacer notar que para la caracteriza-
ción psicométrica del instrumento se decidió excluir a las
5 mujeres del ámbito judicial dada la pequeñez de dicho
grupo, quedando este grupo constituido sólo por los 57 hom-
bres y la muestra total por 700 sujetos.

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PARA ADOLESCENTES (MMPI-A) EN MUESTRAS CHILENAS

Tabla 2
Composición del MMPI-A y denominación de sus escalas

Denominación Abrev. en Español Abrev. en Inglés Número de ítemes

Escalas de Validez
No podría decir ? ? Sin respuesta
Mentira L L 14
Infrecuencia F F 66
Defensividad K K 30
Infrecuencia 1 F1 F1 33
Infrecuencia 2 F2 F2 33
Inconsistencia de las respuestas variables INVAR VRIN 50
Inconsistencia de las respuestas verdaderas INVER TRIN 24
Escalas Clínicas
Hipocondriasis 1 Hs 1 Hs 32
Depresión 2 D 2 D 57
Histeria 3 Hi 3 Hy 60
Desviación Psicopática 4 Dp 4 Pd 49
Masculinidad - Femineidad 5 Mf 5 Mf 44
Paranoia 6 Pa 6 Pa 40
Psicastenia 7 Pt 7 Pt 48
Esquizofrenia 8 Es 8 Sc 77
Hipomania 9 Ma 9 Ma 46
Introversión Social 0 Is 0 Si 62
Escalas de Contenido
Ansiedad-adolescentes ANS-A A-anx 21
Obsesividad-adolescentes OBS-A A-obs 15
Depresión-adolescentes DEP-A A-dep 26
Preocupación por la salud-adolescentes SAU-A A-hea 37
Enajenación-adolescentes ENA-A A-aln 20
Pensamiento delirante-adolescentes DEL-A A-biz 19
Enojo-adolescentes ENJ-A A-ang 17
Cinismo-adolescentes CIN-A A-cyn 22
Problemas de conducta-adolescentes PCO-A A-con 23
Baja autoestima-adolescentes BAE-A A-lse 18
Aspiraciones limitadas-adolescentes ASL-A A-las 16
Incomodidad en situaciones sociales-adolescentes ISO-A A-sod 24
Problemas familiares-adolescentes FAM-A A-fam 35
Problemas escolares-adolescentes ESC-A A-sch 20
Rechazo al tratamiento-adolescentes RTR-A A-trt 26
Escalas Suplementarias
Ansiedad-adolescentes A-A A 35
Represión adolescentes R-A R 33
Alcoholismo de MacAndrew-revisada (de adolescentes) MAC-A MAC-R 49
Reconocimiento de problemas de alcohol y/o drogas RPAD ACK 13
Tendencia a problemas con el alcohol y/o drogas TPAD PRO 36
Inmadurez-adolescente INM-A IMN 43

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Los manuales del MMPI-A (Butcher et al., 1992, y Lu- puestas al test. En todos los casos se aseguró un procedi-
cio, Ampudia & Durán, 1998) reportan indicadores acep- miento de evaluación con consentimiento informado y se
tables de estabilidad y consistencia interna para la mayoría explicitó la confidencialidad de la información y su uso
de las escalas en muestras normales y clínicas y también restringido sólo para fines de investigación.
buena capacidad de discriminación entre sujetos normales Luego de ajustar la muestra según edad y a través de
y sujetos clínicos. En ellos no aparecen datos específicos los criterios de exclusión por invalidez, se realizó el exa-
para sujetos con problemas de desadaptación social. men de la confiabilidad del MMPI-A, considerando tanto la
Las normas, tanto estadounidenses como mexicanas, estabilidad como la consistencia interna de sus escalas.
corresponden a sujetos entre 14 y 18 años, diferenciados Posteriormente, con la muestra total, se realizó una
por género y sin una diferenciación etárea mayor. Estas contrastación en función del género de los sujetos. A conti-
normas, al igual que en el MMPI-2(Butcher et al., 1989), se nuación, diferenciados por género, se realizaron dos
expresan en puntajes T Lineales (escalas de validez y su- contrastaciones de perfiles, atendiendo a la procedencia de
plementarias) y puntajes T Uniformes (escalas clínicas y los sujetos. En las damas, en ausencia de un grupo judicial
de contenido). adecuado, se trabajó sólo con los ámbitos escolar y clínico;
en los varones en cambio, se contrastaron los sujetos pro-
cedentes de los ámbitos escolar, clínico y judicial.
Procedimiento
Todos los sujetos respondieron, anónimamente y de RESULTADOS
modo voluntario, la versión estándar (ámbito escolar) o la
versión amigable del MMPI-A (ámbito clínico y judicial) Estabilidad en las escalas del MMPI-A
en una sola sesión, en el contexto de una evaluación más
extensa realizada en las instituciones en las cuales se les Después de la realización de la primera evaluación, un
contactó (colegios, centros de atención en salud, hogares grupo de aproximadamente 100 sujetos del ámbito escolar
de menores, centros de rehabilitación y reclusión, etc.). fue requerido para realizar, voluntariamente, una nueva
Cabe resaltar que la muestra judicial fue la que mostró evaluación entre siete y diez días después de la primera. 51
mayores dificultades para responder, debiendo tomar un sujetos, 27 hombres y 24 mujeres, acudieron a esta segun-
descanso o tiempo intermedio, para continuar con sus res- da evaluación.

Tabla 3
Datos Test-Retest para las escalas básicas de validez y las escalas clínicas: medias, desviaciones típicas y coeficientes de
estabilidad para 51 adolescentes del ámbito escolar

Primer Test Segundo Test


Escala M DT M DT r
L 3.78 1.84 4.06 1.99 0.68
F1 3.54 3.01 3.59 3.37 0.82
F2 6.04 4.40 5.67 4.82 0.82
F 9.58 6.75 9.25 7.59 0.84
K 12.57 4.01 13.80 4.58 0.73
1 Hs 9.12 5.56 8.33 5.75 0.83
2 D 22.84 6.66 22.35 6.25 0.82
3 Hi 21.05 5.21 20.35 5.11 0.76
4 Dp 18.18 5.05 17.76 5.96 0.82
5 Mf-M 22.38 4.38 22.27 4.27 0.74
5 Mf-F 22.68 5.03 22.55 4.94 0.81
6 Pa 11.20 4.53 9.96 4.54 0.78
7 Pt 19.80 8.74 18.67 9.48 0.90
8 Es 21.25 10.27 19.61 12.19 0.92
9 Ma 21.04 4.47 20.80 4.42 0.68
0 Is 27.04 8.61 26.49 8.73 0.86

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Sus resultados en cada medición, junto al coeficiente cuados. Además, al ser comparados con los datos de Butcher
de correlación r de Pearson, son presentados a través de las et al. (1992) y con los de la adaptación Mexicana (Lucio,
Tablas 3 y 4. En ellas se observa que los rangos de correla- Ampudia & Durán, 1998), los datos de estabilidad chile-
ción test-retest en los diferentes grupos de escalas, son ade- nos son más altos en la gran mayoría de las escalas.

Tabla 4
Datos test-retest para las escalas de contenidos y suplementarias: medias, desviaciones típicas y coeficientes de estabilidad
para 51 adolescentes del ámbito escolar

Primer Test Segundo Test


Escala M DT M DT r

ANS-A 9.10 4.40 7.90 4.71 0.85


OBS-A 7.8 8 3.22 7.65 3.40 0.71
DEP-A 9.39 6.21 8.71 6.36 0.88
SAU-A 8.94 5.80 8.65 6.17 0.85
ENA-A 6.02 4.15 5.57 4.34 0.71
DEL-A 4.54 3.51 3.39 3.00 0.76
ENJ-A 7.99 3.43 7.49 3.49 0.76
CIN-A 13.37 3.91 13.29 4.43 0.85
PCO-A 8.29 3.69 7.84 3.95 0.81
BAE-A 5.43 4.12 4.75 4.73 0.87
ASL-A 5.12 2.44 4.94 2.67 0.72
ISO-A 8.14 4.46 8.18 4.44 0.81
FAM-A 9.70 6.01 9.29 6.35 0.90
ESC-A 5.87 3.05 5.78 3.44 0.77
RTR-A 9.25 4.83 8.27 5.34 0.83
A-A 16.35 8.45 14.80 9.00 0.88
R-A 15.33 3.87 14.88 3.93 0.74
MAC-A 20.88 3.96 21.02 3.98 0.68
RPAD 2.53 1.67 2.35 2.16 0.65
TPAD 15.60 4.13 15.43 4.22 0.77
INM-A 12.11 6.40 11.69 6.79 0.86

Consistencia interna en las tres muestras estudiadas di- A continuación se presentan los coeficientes Alfa de
ferenciadas por género. Cronbach obtenidos en cada grupo de escalas el MMPI-A,
diferenciados por género, a través de las Tablas 5 y 6.

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94 VINET Y ALARCÓN

Tabla 5
Consistencia interna para las escalas básicas de validez y las escalas clínicas en tres muestras de adolescentes chilenos
diferenciados por género

Ámbitos

Escolar Clínico Judicial

Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres


Escala

n = 260 n = 304 n = 33 n = 46 n = 57

L .53 .53 .29 .30 .30


F1 .74 .72 .74 .74 .74
F2 .76 .75 .76 .73 .73
F .85 .84 .85 .85 .85
K .59 .70 .43 .64 .64
1 Hs .75 .84 .81 .87 .87
2 D .59 .68 .73 .77 .77
3 Hi .57 .65 .58 .71 .71
4 Dp .67 .73 .70 .72 .72
5 Mf .25 .18 .32 .56 .45
6 Pa .62 .65 .71 .66 .66
7 Pt .84 .88 .82 .92 .92
8 Es .87 .91 .86 .91 .91
9 Ma .52 .62 .71 .69 .69
0 Is .75 .79 .87 .80 .80

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PARA ADOLESCENTES (MMPI-A) EN MUESTRAS CHILENAS

Tabla 6
Consistencia interna para las escalas de contenidos y suplementarias en tres muestras de adolescentes chilenos diferenciados
por género

Ámbitos

Escolar Clínico Judicial

Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres


Escala

n = 260 n = 304 n = 33 n = 46 n = 57

ANS-A .74 .82 .70 .81 .81


OBS-A .72 .70 .60 .57 .57
DEP-A .80 .87 .77 .87 .87
SAU-A .78 .86 .82 .86 .86
ENA-A .72 .77 .73 .73 .73
DEL-A .74 .80 .84 .78 .78
ENJ-A .70 .76 .57 .74 .74
CIN-A .67 .74 .82 .76 .76
PCO-A .76 .75 .87 .71 .71
BAE-A .75 .81 .78 .86 .86
ASL-A .60 .68 .62 .71 .71
ISO-A .77 .80 .87 .74 .74
FAM-A .79 .87 .87 .85 .86
ESC-A .69 .69 .61 .80 .80
RTR-A .73 .79 .79 .65 .65
A-A .85 .89 .82 .89 .90
R-A .57 .47 .57 .37 .37
MAC-A .43 .51 .71 .57 .57
RPAD .57 .63 .67 .53 .57
TPAD .63 .68 .82 .70 .70
INM-A .79 .81 .83 .82 .82

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


96 VINET Y ALARCÓN

En general, la consistencia interna de las escalas es acep- cio (Comunicación personal, Abril 2003), requeriría ma-
table y comparable con los datos estadounidenses y yor investigación en población clínica o con conductas
mexicanos, con algunas excepciones que se comentan a desadaptativas. Finalmente, las escalas suplementarias pre-
continuación. En las escalas de validez se observan valo- sentan también valores adecuados. En este caso, las excep-
res bajos en la escala L, tanto en el ámbito clínico como en ciones son las escalas R-A y MAC-A; en ellas aparecen
el judicial, e inesperadamente, un valor de sólo .43 para la algunos valores inferiores a .50 que indicarían la necesi-
escala K en los hombres del ámbito clínico. Las escalas dad de un examen más detenido de los ítemes que las com-
clínicas presentan niveles de consistencia homogéneos y ponen.
comparables a los niveles obtenidos en Estados Unidos y
México, con la sola excepción de la escala Mf, donde hom-
Descripciones comparativas según género
bres y mujeres, de los tres ámbitos de procedencia de los
adolescentes, presentan valores muy bajos. Aunque esta Con la totalidad de la muestra y para cada una de las
escala también presenta niveles de consistencia interna bajos escalas del MMPI-A se realizó un análisis de compara-
en el estudio estadounidense, los valores obtenidos en la ción de medias a través de sendas pruebas t, teniendo
presente investigación llevan a plantear la necesidad de un como variable independiente el género de los sujetos.
estudio más detallado de ella y extrema cautela al interpre- Los resultados de estos análisis se presentan a conti-
tar sus puntuaciones. nuación, en la Tabla 7 para las escalas de validez y es-
Siguiendo el patrón general, las escalas de contenidos calas clínicas, y en la Tabla 8 para las escalas de conte-
desarrolladas específicamente para adolescentes muestran nido y escalas suplementarias.
muy buenos niveles de confiabilidad, sólo la escala
OBS-A en la muestra clínica y judicial presenta una menor
consistencia interna. Esta escala, tal como lo señala E. Lu-

Tabla 7
Estadísticos descriptivos y prueba t de diferencias de medias según género para las escalas de validez y las escalas clínicas
del MMPI-A

Hombres (n = 350) Mujeres (n = 350)


Escala M DT M DT t

INVAR 5.16 2.60 4.53 2.10 3.50 ***


INVER 9.69 1.80 9.09 1.61 4.71 ***
F1 4.78 3.99 4.31 3.54 1.65
F2 6.78 4.41 5.97 4.17 2.49 *
F 11.56 7.74 10.28 7.09 2.28 *
L 4.27 2.33 3.93 2.18 1.98 *
K 13.25 3.90 12.76 4.40 1.56
1 Hs 8.85 4.84 11.97 6.34 -7.31 ***
2 D 21.41 5.41 24.41 6.43 -6.68 ***
3 Hi 20.78 5.38 24.25 6.15 -7.94 ***
4 Dp 19.24 5.95 19.98 6.26 -1.60
5 Mf 19.53 3.53 26.84 3.49 -27.55 ***
6 Pa 11.46 4.97 12.54 4.99 -2.86 **
7 Pt 19.19 7.65 21.85 9.45 -4.10 ***
8 Es 22.92 10.86 23.71 12.52 -0.89
9 Ma 21.77 4.77 21.51 4.95 0.72
0 Is 26.58 7.37 27.59 7.77 -1.77
*p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


EVALUACIÓN PSICOMÉTRICA DEL INVENTARIO MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINNESOTA 97
PARA ADOLESCENTES (MMPI-A) EN MUESTRAS CHILENAS

Tal como se puede observar en la Tabla 7, en las esca- En la Tabla 8 se observa que el efecto de género sobre
las de validez el efecto de género afecta a INVAR, INVER las escalas de contenido está dado por diferencias signifi-
y, en menor medida a las escalas Fs (F2 y F) y L, donde los cativas en 11 de las 15 escalas. Las diferencias encontra-
hombres de la muestra obtienen puntuaciones significati- das tienden a confirmar las apreciaciones ya formuladas
vamente más altas que las mujeres. Esto implicaría que los respecto de las niñas; ellas presentan elevaciones en las
varones tienden a ser más descuidados al responder o que escalas de Ansiedad, Obsesión, Depresión, Preocupación
lo hacen en forma más ingenua o contradictoria que las por la Salud y Enojo siguiendo un patrón de internalización,
mujeres, presentándose de un modo más desfavorable. y una mayor tendencia a vivenciar los problemas psicoló-
En la misma Tabla 7 se observa que el efecto de gicos en su mundo interno a través de, probablemente, la
género sobre las escalas clínicas está dado básicamente por presencia de somatizaciones. Resulta interesante observar
una elevación, en las mujeres, de las puntuaciones de seis que estos sentimientos de inestabilidad interna se acompa-
escalas (Hs, D, Hi, Mf, Pa y Pt), sin encontrarse diferen- ñan con un nivel más acentuado de enojo, rabia e irritabili-
cias significativas en las cuatro restantes. Este perfil mues- dad (ENJ-A) y la presencia de Problemas Familiares o una
tra a las niñas como más vulnerables que los varones y más mayor sensibilidad a estos. El perfil descrito se opone al
centradas en sentimientos disfóricos. Específicamente, y perfil más externalizador de los varones caracterizado por
de acuerdo a las escalas elevadas, podría deducirse que las problemas conductuales y escolares (PCO-A, ASL-A, ESC-
niñas presentarían más problemas internos asociados a A) junto a una mayor desconfianza del medio social y de
molestias físicas y preocupación por su cuerpo, sentimien- los pares (CIN-A y ISO-A). Finalmente, cabe señalar que
tos depresivos, ansiedad, hipersensibilidad a la crítica y en este grupo de escalas no se observan diferencias signifi-
mayor necesidad de aprobación social que los varones. Cabe cativas en dos escalas que acusan problemas psicológicos
destacar que el valor de Mf no ha sido interpretado en aten- graves (Enajenación y Pensamientos Delirantes), ni tam-
ción a su baja confiabilidad y a la cautela recomendada en poco en Baja Autoestima y Rechazo al Tratamiento, áreas
párrafos precedentes. en las que la experiencia de hombres y mujeres adolescen-
tes es similar.

Tabla 8
Estadísticos descriptivos y prueba t de diferencias de medias según género para las escalas de contenidos y suplementarias
del MMPI-A

Hombres (n = 350) Mujeres (n = 350)


Escala M DT M DT t

ANS-A 8.40 3.99 9.69 4.83 -3.86 ***


OBS-A 7.32 3.19 8.07 3.17 -3.12 **
DEP-A 8.70 4.76 10.46 5.91 -4.34 ***
SAU-A 8.85 5.44 11.65 6.81 -6.01 ***
ENA-A 6.39 3.63 6.02 3.96 1.29
DEL-A 5.04 3.53 4.86 3.66 0.65
ENJ-A 7.76 3.30 8.70 3.62 -3.59 ***
CIN-A 13.88 3.73 13.07 4.12 2.73 **
PCO-A 9.62 4.53 7.40 3.85 6.97 ***
BAE-A 5.43 3.51 5.87 4.13 -1.53
ASL-A 5.86 2.79 5.42 2.98 2.02 *
ISO-A 8.63 4.41 7.89 4.44 2.22 *
FAM-A 9.63 5.54 10.71 6.71 -2.33 *
ESC-A 6.61 3.67 5.71 3.43 3.34 **
RTR-A 9.61 4.52 9.26 5.03 0.96
A-A 14.93 6.69 17.32 7.95 -4.30 ***
R-A 15.20 3.89 15.29 3.38 -0.33
MAC-A 23.07 4.80 20.72 4.40 6.73 ***
RPAD 3.64 2.60 2.81 2.15 4.59 ***
TPAD 16.60 5.02 16.08 4.66 1.41
INM-A 14.06 6.56 12.28 6.59 3.57 ***
*p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


98 VINET Y ALARCÓN

Finalmente, en la misma Tabla 8 se observa que el efecto escolar y el ámbito clínico en las mujeres de la muestra y
de género sobre las escalas suplementarias afecta a cuatro una diferenciación según los tres ámbitos de procedencia
de las seis escalas. Las niñas mostrarían mayores niveles en los varones.
de ansiedad, en tanto que los varones reportarían más pro- Diferenciación según ámbito de procedencia en las
blemas vinculados al consumo de alcohol y drogas y ma- mujeres. Las Tablas 9 y 10 dan cuenta de la contrastación
yor inmadurez general. Esta última escala, vinculada al de medias según el ámbito de procedencia de las adoles-
desarrollo del yo, podría apoyar la hipótesis de una centes. Con respecto a las escalas de validez, la Tabla 9
impulsividad más acentuada y menor autocontrol de los tiende a confirmar lo esperado desde una apreciación
estados emocionales en los adolescentes varones. ingenua, esto es, las niñas procedentes del ámbito clínico
entregan respuestas menos consistentes y se muestran más
desfavorablemente que las del ámbito escolar, acusando la
Diferencias según ámbito de procedencia presencia de trastornos (elevaciones en INVAR y escalas
Dado que se optó por eliminar el pequeño grupo de F). Por su parte, las niñas del ámbito escolar tienden a
mujeres del ámbito judicial debido al bajo número de pro- mostrarse más favorablemente y a ser más cautas en la en-
tocolos válidos (n = 5), los resultados que se presentan a trega de información (elevaciones en L y K).
continuación incluyen una diferenciación entre el ámbito

Tabla 9
Estadísticos descriptivos y prueba t de diferencia de medias según ámbito de procedencia, para las escalas de validez y las
escalas clínicas del MMPI-A en la muestra de mujeres
Ámbitos

Escolar (n = 304) Clínico (n = 46)


Escala M DT M DT t
INVAR 4.45 2.04 5.11 2.40 -2.00 *
INVER 9.06 1.57 9.26 1.91 - 0.68
F1 3.85 3.18 7.35 4.26 -5.34 ***
F2 5.46 3.87 9.35 4.55 -6.21 ***
F 9.31 6.38 16.70 8.19 -5.85 ***
L 4.03 2.22 3.30 1.76 2.11 *
K 13.05 4.39 10.85 3.94 3.21 **
1 Hs 11.28 5.97 16.50 6.94 -5.41 ***
2 D 23.58 5.93 29.87 7.05 -6.53 ***
3 Hi 23.65 5.89 28.22 6.40 -4.85 ***
4 Dp 19.13 5.85 25.61 6.02 -6.98 ***
5 Mf 26.65 3.30 28.07 4.38 -2.10 *
6 Pa 11.91 4.70 16.65 4.90 -6.34 ***
7 Pt 20.63 8.70 29.96 10.29 -5.84 ***
8 Es 22.03 11.62 34.78 12.73 -6.85 ***
9 Ma 21.31 4.85 22.83 5.44 -1.95
0 Is 27.02 7.60 31.39 7.92 -3.62 ***
*p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001

Con respecto a las escalas clínicas, la misma Tabla 9 la escala suplementaria R-A, presentan diferencias signifi-
muestra que las adolescentes del ámbito clínico acusan cativas en la dirección esperada teóricamente, es decir, con
consistentemente la presencia de dificultades o trastornos elevaciones de puntajes en las niñas procedentes del
psicopatológicos, elevando sus puntuaciones en todas las ámbito clínico. Dada la magnitud de las elevaciones en la
escalas con la sola excepción de Ma, donde no se observan mayoría de las escalas (p < 0.001), se plantea que el MMPI-
diferencias significativas. A es una prueba idónea para diferenciar a adolescentes
La Tabla 10 muestra una situación similar para las es- mujeres según estos ámbitos de procedencia.
calas de contenidos y suplementarias; todas ellas, excepto

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


EVALUACIÓN PSICOMÉTRICA DEL INVENTARIO MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINNESOTA 99
PARA ADOLESCENTES (MMPI-A) EN MUESTRAS CHILENAS

Tabla 10
Estadísticos descriptivos y prueba t de diferencia de medias udic ámbito de procedencia, para las escalas de contenido y
suplementarias del MMPI-A, en la muestra de mujeres

Ámbitos

Escolar (n = 304) Clínico (n = 46)


Escala M DT M DT t

ANS-A 9.09 4.60 13.67 4.41 -6.33 ***


OBS-A 7.83 3.05 9.61 3.52 -3.60 ***
DEP-A 9.63 5.50 15.93 5.68 -7.22 ***
SAU-A 10.92 6.46 16.50 7.13 -5.39 ***
ENA-A 5.47 3.69 9.67 3.79 -7.19 ***
DEL-A 4.58 3.55 6.70 3.87 -3.71 ***
ENJ-A 8.30 3.51 11.33 3.24 -5.50 ***
CIN-A 12.82 4.08 14.74 4.04 -2.97 **
PCO-A 7.19 3.81 8.80 3.88 -2.67 **
BAE-A 5.40 3.84 9.02 4.66 -5.02 ***
ASL-A 5.16 2.86 7.11 3.24 -4.22 ***
ISO-A 7.66 4.43 9.41 4.22 -2.52 *
FAM-A 9.86 6.34 16.37 6.45 -6.48 ***
ESC-A 5.32 3.10 8.33 4.29 -4.58 ***
RTR-A 8.60 4.73 13.65 4.78 -6.74 ***
A-A 16.47 7.69 22.91 7.42 -5.31 ***
R-A 15.35 3.41 14.91 3.20 0.81
MAC-A 20.48 4.29 22.33 4.82 -2.67 **
RPAD 2.63 2.08 4.00 2.24 -4.12 ***
TPAD 15.70 4.48 18.63 5.07 -4.07 ***
INM-A 11.33 5.88 18.59 7.61 -6.20 ***

*p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001

Diferenciación según ámbitos de procedencia en los escalas que diferencia significativamente a los tres grupos
hombres. Esta contrastación entregó resultados que seña- (F = 54.55, p < 0.001 y E < C < J). Es importante que estos
lan que los jóvenes procedentes del ámbito escolar presen- resultados poco auspiciosos respecto de la capacidad de
tan puntajes significativamente menores que los jóvenes discriminación del MMPI-A en muestras de adolescentes con
de los ámbitos clínico y judicial en 30 de las 38 escalas conductas delictivas, especialmente si se consideran algu-
(ver Tablas 11 y 12). Cabe hacer notar que los jóvenes pro- nos antecedentes previos que señalan esta capacidad (ver
cedentes de los ámbitos clínico y judicial, no presentan di- por ejemplo, Pena, Megargee y Brody, 1996, o Cashel,
ferencias significativas entre sí en ninguna escala, excepto Rogers, Sewell y Holliman, 1998, o Gumbiner, Arriaga y
en la suplementaria RPAD. Esta escala es la única de las 38 Stevens, 1999).

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


100 VINET Y ALARCÓN

Tabla 11
Estadísticos descriptivos, prueba f de diferencia de medias y prueba post-hoc de tukey, según ámbito de procedencia, para
las escalas de validez y las escalas clínicas del MMPI-A, en la muestra de varones

Ámbitos

Escolar (n=260) Clínico (n=33) Judicial (n=57)


Escalas M DT M DT M DT F Post-hoc
INVAR 4.98 2.53 5.15 2.68 5.98 2.77 3.52 * E<J
INVER 9.33 1.71 10.45 1.77 10.91 1.54 24.08 *** E<CyJ
F1 3.69 3.25 7.18 4.12 8.37 4.31 49.38 *** E<CyJ
F2 5.97 4.11 8.58 4.74 9.44 4.30 19.33 *** E<CyJ
F 9.66 6.74 15.76 8.20 17.81 7.63 37.81 *** E<CyJ
L 4.14 2.25 4.42 1.90 4.79 2.81 1.91
K 13.75 3.90 11.21 3.30 12.18 3.65 9.21 *** E>CyJ
1 Hs 7.98 4.43 12.70 5.75 10.58 4.61 20.23 *** E<CyJ
2 D 20.51 5.10 24.76 6.71 23.58 4.60 15.76 *** E<CyJ
3 Hi 19.94 5.16 24.82 5.55 22.25 4.97 15.75 *** E<CyJ
4 Dp 17.65 5.34 24.15 6.02 23.63 4.79 45.11 *** E<CyJ
5 Mf 19.72 3.44 20.42 3.64 18.11 3.55 6.25 ** EyC>J
6 Pa 10.37 4.45 14.27 5.15 14.82 5.04 28.57 *** E<CyJ
7 Pt 17.93 7.43 23.58 7.46 22.39 6.98 15.05 *** E<CyJ
8 Es 20.46 9.91 31.33 10.53 29.25 10.36 30.70 *** E<CyJ
9 Ma 21.35 4.49 24.21 5.91 22.26 4.88 5.78 ** E<C
0 Is 26.14 7.17 27.85 9.82 27.86 6.47 1.83
*p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


EVALUACIÓN PSICOMÉTRICA DEL INVENTARIO MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINNESOTA 101
PARA ADOLESCENTES (MMPI-A) EN MUESTRAS CHILENAS

Tabla 12
Estadísticos descriptivos, prueba f de diferencia de medias y prueba post-hoc de tukey, según ambito de procedencia, para
las escalas de contenido y suplementarias del MMPI-A, en la muestra de varones
Ámbitos

Escolar (n=260) Clínico (n=33) Judicial (n=57)

Escalas M DT M DT M DT F Post-hoc
ANS-A 7.67 3.83 11.61 3.78 9.88 3.50 21.21 *** E<CyJ
OBS-A 6.95 3.17 8.73 2.76 8.16 3.19 7.15 *** E<CyJ
DEP-A 7.70 4.45 11.91 4.73 11.42 4.33 25.75 *** E<CyJ
SAU-A 7.83 4.75 12.76 6.25 11.26 6.13 20.85 *** E<CyJ
ENA-A 5.86 3.48 8.03 3.79 7.86 3.62 11.45 *** E<CyJ
DEL-A 4.56 3.22 6.42 4.32 6.42 3.86 9.78 *** E<CyJ
ENJ-A 7.35 3.20 9.58 2.85 8.58 3.52 9.19 *** E<CyJ
CIN-A 13.52 3.62 15.21 4.54 14.79 3.42 5.16 ** E<CyJ
PCO-A 9.12 4.15 10.17 5.59 11.58 4.98 7.44 *** E<J
BAE-A 4.93 3.40 6.67 3.80 6.96 3.26 10.64 *** E<CyJ
ASL-A 5.54 2.69 6.88 2.92 6.72 2.90 6.80 ** E<CyJ
ISO-A 8.61 4.36 9.33 5.70 8.33 3.78 0.55
FAM-A 8.43 4.86 14.06 6.92 12.53 5.28 28.24 *** E<CyJ
ESC-A 5.71 3.26 9.64 3.26 8.96 3.71 37.33 *** E<CyJ
RTR-A 8.80 4.25 11.76 5.07 12.05 4.19 17.77 *** E<CyJ
A-A 13.95 6.60 18.73 6.41 17.19 5.95 19.09 *** E<CyJ
R-A 15.39 3.92 14.61 4.04 14.67 3.66 1.23
MAC-A 21.83 4.06 25.30 5.95 27.42 4.19 44.60 *** E<CyJ
RPAD 2.93 2.08 4.61 2.68 6.30 2.80 54.55 *** E<C<J
TPAD 15.43 4.30 19.55 6.45 20.23 4.82 32.56 *** E<CyJ
INM-A 12.72 5.88 18.14 7.20 17.79 6.84 23.71 *** E<CyJ

*p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001

Además, en las Tablas 11 y 12 se observan algunas di- 1. El MMPI-A es un instrumento que, pese a su longitud,
ferencias entre dos grupos. En un caso, dado por las esca- puede ser contestado válida y consistentemente por la
las INVAR y PCO-A, se observan diferencias significati- gran mayoría de los adolescentes escolarizados y sin
vas entre los jóvenes procedentes del ámbito escolar y ju- problemas evidentes de salud mental y por un porcen-
dicial, presentando estos últimos puntajes mayores que taje muy importante de los jóvenes con problemas clí-
implicarían mayor inconsistencia en sus respuestas nicos. Cerca del 95% de los jóvenes del ámbito escolar
(INVAR) y mayor impacto de los problemas conductuales y del 85% de los jóvenes con problemas clínicos entre-
(PCO-A). En el otro caso, dado por la escala Ma, se obser- garon protocolos válidos. Surge cierta inquietud res-
va que los jóvenes del ámbito clínico presentan puntajes pecto de su aplicabilidad a jóvenes del ámbito judicial,
mayores que los del ámbito escolar en hipomanía. Final- caracterizados por problemas de desadaptación social
mente, en cuatro escalas (L, Is, ISO-A y R-A) no se obser- y muy baja escolaridad, ya que en ese grupo la inciden-
van diferencias entre los jóvenes de los diferentes ámbitos cia de protocolos inválidos alcanzó casi el 40%.
señalando un comportamiento similar entre ellos. 2. Existe certeza de que al contar con un protocolo válido,
sus resultados serán consistentes y estables en la gran
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES mayoría de las variables medidas por el instrumento,
entregando una descripción del funcionamiento psico-
Sumariamente, la presente evaluación psicométrica lógico personal del adolescente, confiable y precisa. La
del MMPI-A en muestras chilenas nos entrega la siguiente evaluación de estabilidad y consistencia interna en los
información: jóvenes chilenos es muy similar y comparable con la

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


102 VINET Y ALARCÓN

obtenida en los estudios normativos de Estados Unidos Cashel, Rogers, Sewell & Holliman, 1998; Gumbiner,
(Butcher et al., 1992) y México (Lucio, Ampudia & Arriaga & Stevens, 1999), en la presente investigación
Duran, 1998). no fue posible establecer una diferenciación clara entre
3. La escala MF es la única escala en la cual sistemática- los jóvenes con problemas clínicos y los jóvenes con
mente se observan niveles bajos de consistencia problemas de desadaptación social (ámbito judicial).
interna en todos los grupos estudiados. Por tal motivo, Probablemente ello se debió al pequeño tamaño de las
además de ser pertinente un análisis de sus ítemes en muestras (33 y 57 respectivamente); sin embargo, dado
nuestro contexto sociocultural, se recomienda conside- el escaso conocimiento sobre los adolescentes chilenos
rar sus resultados con extrema cautela y no tomar deci- con problemas psicológicos, no se puede descartar una
siones clínicas solamente en función de ellos. similitud entre los perfiles clínicos y de desadaptación
4. El instrumento es sensible a las diferencias de género social, especialmente cuando se trata de adolescentes
en el funcionamiento psicológico de los adolescentes; varones.
si se exceptúa la escala MF que requiere mayor estu- A la luz de los resultados obtenidos, es posible afirmar
dio, 25 de las 37 escalas examinadas (67.6%) dan cuenta, que el MMPI-A es un instrumento que posee característi-
significativamente, de esta sensibilidad. Ellas reflejan, cas psicométricas adecuadas en muestras chilenas. Estas
a través de sus puntuaciones, características psicológi- avalan la continuidad en su estudio en pos de la generación
cas que en nuestra realidad cultural se atribuyen de baremos ad-hoc o la evaluación de los baremos actuales
diferencialmente a hombres y mujeres adolescentes y (norteamericanos y mexicanos) para determinar su
que podrían responder a estereotipos de géneros. Por aplicabilidad a sujetos chilenos. En cualquiera de las dos
otra parte, las diferencias observadas pueden ser anali- alternativas la ganancia sería para los propios adolescentes
zadas bajo el prisma de los patrones de internalización chilenos ya que estos estudios permitirían extender el uso
y externalización descritos por Achenbach (1993) en el del MMPI-A desde la investigación al campo del quehacer
estudio de la psicopatología infanto-juvenil. En la mues- profesional.
tra estudiada las adolescentes mujeres tienden a pun- Finalmente, queremos señalar que la experiencia de tra-
tuar más alto en aquellas escalas que detectan bajo con el MMPI-A, en este particular grupo de adoles-
sintomatología de tipo internalizante (ansiedad, depre- centes chilenos; nos lleva a resaltar, como investigadoras y
sión, somatizaciones, irritabilidad interna, etc.), en tan- profesionales de la psicología clínica, del desarrollo y de la
to que los adolescentes varones presentan mayores ele- personalidad; la amplitud y riqueza de la evaluación que
vaciones en aquellas escalas asociadas a la este instrumento entrega. Las escalas de validez propor-
externalización (impulsividad, problemas de conducta, cionan una excelente descripción de los estilos de respues-
abuso de drogas, etc.), mostrándose más disruptivos y ta y los modos específicos de enfrentamiento a la prueba
desconfiados hacia el entorno que las mujeres. Estas que poseen los adolescentes chilenos, más ingenuos y con
diferencias de género, observadas en los estilos de ex- menos experiencia en técnicas de evaluación que los jóve-
presión sintomática a través del MMPI-A, deben ser nes norteamericanos. Las escalas clínicas claramente eva-
contrastadas con desarrollos teóricos y empíricos ac- lúan psicopatología y, al ser complementadas con las esca-
tuales sobre el funcionamiento psicológico de los ado- las de contenido, constituyen una muy buena herramienta
lescentes y también con el rol que puede jugar el géne- para describir los trastornos emocionales, las dificultades
ro en la expresión y evolución de los trastornos interpersonales y los problemas conductuales de mayor
psicopatológicos durante la adolescencia (Forns, 2002). prevalencia en la población adolescente chilena. Por su
5. El MMPI-A demuestra ser un instrumento válido, espe- parte, las tres escalas suplementarias dedicadas a la eva-
cialmente robusto en su capacidad de discriminación luación de problemas en el uso de alcohol y drogas en la
entre jóvenes no pacientes (ámbito escolar en este estu- adolescencia, permiten una evaluación exhaustiva y
dio) y jóvenes con problemas psicológicos (ámbitos pormenorizada de las características específicas que inci-
clínico y judicial). En las mujeres, 35 escalas dan cuen- dirían en el surgimiento y mantención de dichos proble-
ta de este tipo de validez, y en los hombres 34 de ellas. mas. El MMPI-A es, por lo tanto, no sólo una herramienta
6. La diferenciación específica entre diversos grupos de diagnóstica, sino que también, una fuente de información
jóvenes con problemas, y la caracterización a través de para conocer sistemáticamente el funcionamiento psicoló-
perfiles para diferentes grupos psicopatológicos, es un gico de los adolescentes chilenos, establecer un pronósti-
área que requiere mayor estudio e investigación en el cos y determinar estrategias de intervención idóneas y ajus-
ámbito nacional. Aunque en el extranjero existen algu- tadas a los casos individuales.
nos reportes al respecto (Pena, Megargee y Brody, 1996;

TERAPIA PSICOLÓGICA 2003, Vol.21, Nº 2, 87-103


EVALUACIÓN PSICOMÉTRICA DEL INVENTARIO MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINNESOTA 103
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