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"AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD"

Alumna:

Docente :
Amilcar Cordova Gonzales
Curso:
ETICA

CODIGOS ETICOS
DEFINICIÓN
La ética está vinculada a la moral y establece lo que es bueno, malo, permitido o deseado respecto
a una acción o una decisión. El concepto proviene del griego ethikos, que significa “carácter”. Puede
definirse a la ética como la ciencia del comportamiento moral, ya que estudia y determina cómo
deben actuar los integrantes de una sociedad.

Para lograr una mayor especialización del campo de acción de la ética se utilizan los Códigos de
Ética, los cuáles no son más que una compilación de las normas y reglas que determinan el
comportamiento ideal o más apropiado para un grupo específico de profesionales. Las reglas de
este código pueden estar escritas (como en los casos de la medicina o el derecho) o ser implícitas.

SU NECESIDAD:

Un aspecto importante a considerar en el hombre, derivado de la ética, son los valores, de alguna
manera el ser humano no puede vivir sin ellos. Una forma de recuperar los valores es a través de la
educación ante un mundo globalizado que han perdido los valores en el siglo actual, ya lo hemos
dicho, la globalización trae cosas buenas y malas, dentro de las primeras podemos encontrar la
tecnología, pero en la segunda la corrupción y la pérdida de valores en el grupo social.

"Los valores no son infundidos misteriosamente en nuestra personalidad. Poco a poco, bajo la ley
biológica de la temporalidad, se van encarnando en nuestro ser."

Está comprobado que en la familia en la cual carecen de valores, de moral y ética, los niños que
serán adultos en un futuro, en la mayoría de los casos llegan a ser personas insensibles y
delincuentes.
Los valores se han explicado de distintas maneras, por lo que "Una definición general sería qué valor
es aquello que tienen las cosas y las personas que nos obliga a estimarlos, es decir a juzgarlos
positiva o negativamente. Esto es algo en lo que coinciden todos los filósofos..."

Podemos decir que los valores son cambiantes, y se pueden amoldar a la época y sociedad en que
se practican.

Asimismo, cabe señalar que no existen sistemas de valores puros, es decir, los valores son
cambiantes no sólo entre las sociedades, sino al interior de las mismas. Entonces, no se puede
concluir que un grupo humano sea de alguna forma u otra a partir del análisis de sus valores, sino
una buena cantidad del grupo mantiene valores acordes con algún modelo social particular.

LA ÉTICA PROFESSIONAL
La ética profesional es parte de una cultura profesional que incluye un conjunto de saberes,
creencias, valores y esquemas de acción que orientan las prácticas en el campo profesional. Como
parte de la cultura, se transmite de una generación a otra mediante procesos de socialización y
enculturación; sus elementos son más o menos compartidos por quienes se reconocen con derechos
y obligaciones para ejercer la profesión; sirve de pauta de lectura a los profesionales para dar
sentido a sus actividades en el contexto en el que actúan y está en la base de las prácticas
profesionales y de las estructuras que sostienen la profesión. Junto con los demás componentes de
la cultura profesional, es un referente de identificación societaria (Dubar, 2000) gracias a la cual se
genera y mantiene una cadena equivalencial (Laclau, 1996) entre quienes se identifican con la
profesión, por más que los modos de apropiación del sistema de significación varíen dependiendo
de las biografías y contextos particulares de los profesionales.

En la ética profesional distingo tres dimensiones: la eticidad de la profesión, la moralidad y el


comportamiento moral del profesionista. La eticidad de una profesión es el conjunto de ideas acerca
de las acciones y prácticas que en la profesión merecen el calificativo de “buenas”, así como los
valores que caracterizan la misión de la profesión. A esto se agrega un código o conjunto de
prescripciones generales explícitas o tácitas, que se van transmitiendo de generación en generación
y se enriquecen o ajustan con la experiencia colectiva de la profesión. El código establece aquello a
lo que está obligado el profesional, y qué le está prohibido en el campo de su profesión. A menudo,
la expresión “ética profesional” se reduce a ese código. Esa eticidad es un producto histórico que se
le impone al profesional como marco de acción. Las prácticas profesionales que se realizan
conforme a la función y principios prescritos contribuyen a reproducir esa eticidad. La moralidad del
profesionista consiste en los procedimientos de juicio conforme a los cuales el profesional, en cada
caso, toma decisiones cuando los valores entran en conflicto o cuando la validez de las normas se
pone en cuestión. Se trata de procedimientos que se llevan a cabo interiormente (deliberación,
reflexión y construcción de pautas de juicio o criterios de justicia).3 El tipo de procedimiento que se
aplica depende en buena medida de las experiencias de vida, de la efectividad de los procesos
educativos, del nivel de desarrollo cognitivo alcanzado y del esfuerzo de descentramiento que
realiza la persona para arribar al “punto de vista moral”, donde el criterio es abstracto y
universalizable. El procedimiento interno puede combinarse con uno externo siguiendo el principio
del discurso práctico que se enuncia así: “Toda norma válida habría de poder encontrar el
asentimiento de todos los afectados si éstos participasen en un discurso práctico” (Habermas, 1991:
68). En síntesis, la moralidad es el procedimiento que se sigue para juzgar la rectitud de una norma
o decisión y se manifiesta como un sentimiento de obligación o deber, que se relaciona con “la clase
de ser al que aspiramos cuando actuamos moralmente” (Foucault et al., 1988: 200-201). En este
caso, es el ideal de profesional al que se aspira. El tercer componente de la ética profesional es el
comportamiento moral o conjunto de actos que realiza el sujeto en el plano profesional. Además de
la eticidad internalizada y los procedimientos de juicio moral, en el comportamiento se pone en
juego la capacidad de auto-regulación, que consiste —dice Puig (1996)— en el esfuerzo para dirigir
la propia conducta y convertir los principios morales en formas de vida, prácticas y modos de ser.
Para auto-regularse es preciso comprender la posibilidad y viabilidad de cada situación concreta en
la que se va a actuar, así como la comprensión de uno mismo que conlleva.
EJEMPLOS DE ETICA PROFECIONAL
COMPETENCIA PROFESIONAL

Éticamente, es fundamental en una persona que hace ejercicio


de su profesión tener las competencias necesarias para el cargo
o función que desempeña. Un profesional no debe postularse ni
asumir encargos o tareas para las cuales no tenga ni el
conocimiento, la experiencia o la debida preparación. Un
psicólogo, por ejemplo, no puede ejercer de abogado.
Vea también.

MANEJO RESPONSABLE DE LA INFORMACIÓN

La información a la que se tiene acceso en razón del cargo o la


función que se desempeña debe ser manejada con suma
discreción por el profesional, bien ante el personal de la
empresa, bien frente a todos aquellos individuos externos a
esta. En ocasiones, hay información confidencial que puede
afectar o dañar los intereses de la propia empresa, por eso, un
buen profesional será discreto y actuará de acuerdo a las
responsabilidades de su función.

SECRETO PROFESIONAL

La información que llega a manejar una persona por razones


del ejercicio de su profesión debe ser guardada con celo y
cautela, pues está amparada y protegida por la ley dentro de
lo que se conoce como secreto profesional. Ejemplo de ello lo
constituyen los médicos, psicólogos o abogados.

RESPETO ENTRE COLEGAS

El respeto entre colegas es fundamental en el ejercicio de


cualquier profesión. Un buen profesional no debe
desacreditar, insultar, molestar o engañar a sus propios
colegas o a otros profesionales. Al expresarse sobre estos
debe hacerlo con respeto y consideración.
LA INCLUSIÓN COMO PRÁCTICA COTIDIANA

En el ejercicio de nuestra profesión debemos tratar con todo


tipo de personas (empleados, jefes, colegas, inversores,
clientes, etc.), de diferente origen étnico o social, de distintas
edades y grados de formación, con variadas creencias
religiosas u opciones personales. Debemos asegurarnos, por lo
tanto, de que nuestras acciones y decisiones de índole
profesional no estén sujetas a ningún tipo de prejuicio de este
tipo (discriminación, segregación, exclusión, etc.) que pueda menoscabar la dignidad humana de
una persona.

ÉTICA FINANCIERA
La información financiera de una empresa, negocio o transacción,
y su manejo responsable son primordiales en un profesional. El
falseo de datos financieros, tanto a la alta como a la baja, así
como el uso de información confidencial para obtener beneficios
en el mercado son todas conductas penadas que deben evitarse.

COMPORTAMIENTO HONESTO
En el ejercicio de nuestras funciones siempre tendremos acceso
a información, contactos, influencias o recursos. La utilización
antiética de cualquiera de estos medios pueden derivar en
comportamientos corruptos o deshonestos, como el manejo de
dinero ajeno, la manipulación de personas, informaciones o
datos, el robo y el fraude, comportamientos, todos ellos, con
graves consecuencias legales.

RESPONSABILIDAD SOCIAL
Un profesional debe rechazar cualquier tarea o prestación de
servicios cuando tenga conocimiento de que estos puedan ser
empleados de manera perjudicial a los intereses de otras personas,
grupos, instituciones o comunidades. Es más, las operaciones de
una empresa pueden afectar negativamente la vida de una
comunidad. En estos casos, lo más conveniente es rechazar y, de
ser posible, denunciar este tipo de actividades.
CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE
Toda actividad económica, ya sea industrial o empresarial,
tiene impacto en el medio ambiente y en las comunidades:
ruidos, emisiones de gases, consumo energético,
contaminación del agua, producción de desechos. Evitar a
toda costa causar daños medioambientales debe ser la única
opción ética en toda actividad profesional.

PERSOALIDAD Y ETICA: Somos Lo Que Hacemos

El fenómeno de la personalidad lo podemos entender como el constructo psicológico que


generamos desde el ego (es decir el Yo) y que demarca las particularidades o características que
percibimos subjetivamente en nosotros mismos y que pensamos, nos diferencian de los demás,
tales como:


Atributos morales que poseemos como individuos (es decir las características peculiares con
respecto a lo pensamos, nuestros sentimos, nuestras creencias y nuestras actitudes).
 La educación que hemos adquirido.
 Nuestra herencia genética, nuestro linaje y el sentido histórico de la familia a la
que pertenecemos.
 El paradigma dominante de lo que entendemos como La Realidad.

El fenómeno subjetivo de la personalidad es tan importante para todo ser humano, ya que nos
confiere el sentido de quienes somos. ¿Pero en verdad nos definen todas estas características?

Nos percibimos y definimos con ciertas características en determinadas ocasiones: soy una persona
sincera - podrá decir alguno. Otro sujeto más podría decir: soy una persona trabajadora. Uno más
podría decir: Soy una persona emprendedora, etc.

Si damos una miradita dentro de las redes sociales en Internet, nos daremos cuenta que muchos de
estos atributos cualitativos subjetivos con los que nos percibimos a nosotros mismo y nos definimos,
se repiten constantemente en muchas otras personas. Todos estos son adjetivos nos hablan de lo
que ponderamos moralmente en nosotros mismos. Sin embargo, no todo el tiempo somos “aquella
faceta que pensamos que somos”.
ETICA APLICADA A LA FORMACION DEL CARÁCTER:
El segundo principio gira alrededor de la Formación del Carácter. Pero, ¿es posible tal cosa como
formación del carácter? La ausencia del marco conceptual del libre albedrío en la conducta humana
brinda poco espacio para trabajar en este marco ético. La personalidad como algo fijo sujeto a su
estudio se orienta más bien a hacer descripciones, identificación y clasificación de la persona. De
manera que carece de sentido los esfuerzos y el punto de vista de formación mediante decisiones
que impriman el carácter. Al acercase al tema de personalidad desde el punto de vista fijo y sobre
el cual se puede predecir y manipular, no hay espacio para el examen sobre qué hacer por sí mismo.
No hay cabida para los ejercicios de formación del carácter a través de asumir valores de bien, más
aún que sean de excelencia. Ante lo inevitable de ser lo que uno es, la formación propia del carácter
se aprecia como ilusorio y poco realista.

En el tema del carácter descriptivo abundan las teorías sobre categorías y tipos de personalidad, sea
por la raza, color de piel, género, región y otros condicionales. Por la relación causal se asume que
atender tales condicionales implica cambios en la personalidad. En tal caso, el desarrollo de la
personalidad queda sujeto a eventos ajenos a la propia persona. Tal perspectiva del carácter como
resultado de eventos que le acontecen, conlleva a que las personas carezcan y no tengan injerencia
en lo que es o puede llegar a ser; la vida le es ajena a sí mismo. En esta perspectiva, se ha de esperar
intentos de investigadores y estudiosos científicos de la conducta el establecer causas y predecir
comportamientos para luego manipular según lo esperado. Si lo que la persona es, es como
resultado de los eventos, ya sea internos o externos, no debe sorprendernos la pretensión de
algunos investigadores en predecir y controlar conductas defectuosas.

Intervenir en chips defectuosos para lograr la persona perfecta es visto como algo plausible y hasta
recomendable. Ya sea por propósitos sociales, del bien de una mayoría, poder por un grupo
privilegiado, o por el gremio de profesionales, se justifica la manipulación y experimentación sobre
“sujetos” que por su “condición” de infrahumanos merecen ser atendidos. La ausencia de toma de
decisiones y una educación de criterios éticos humanistas, en combinación con una visión científica,
lleva a una neutralidad de no cultivar y desarrollar análisis éticos. La ausencia del estudio ético
implica en el mejor de los casos, dar por sentado que adelantos científicos y técnicos
necesariamente implican un bien. Queda implícito en el modelo científico una deseabilidad moral y
legitimada en las pretensiones de ajuste y control de los “no cualificados”.

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