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Nación

La palabra nación tiene dos acepciones: la nación política, en el


ámbito jurídico-político, es un sujeto político en el que reside la
soberanía constituyente de un Estado; la nación cultural, concepto
socio-ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede
definir a grandes rasgos como una comunidad humana con ciertas
características culturales comunes, a las que dota de un sentido ético-
político. En sentido laxo, nación se emplea con variados
significados: Estado, país, territorio o habitantes de ellos, etnia,
pueblo y otros.

Índice Camino del edificio de lasNaciones Unidas en


Ginebra, escoltado a ambos lados por una fila de
Definición banderas.
Etimología y concepto de «nación» en la Edad Media
El concepto de «nación» en la Edad Moderna
Nación política y nación cultural
Nación política
Nación cultural
La nación cultural y el Estado
La nación cultural y la religión

Otros usos
Historia
Antecedentes
La nación liberal
La nación romántica
El Estado-nación
La nación socialista
La nación fascista y nacional-socialista
La nación poscolonial africana y asiática
Nación en España
Constitución de 1978
Nación en América
Véase también
Notas
Bibliografía
Consultada
Otra
Enlaces externos

Definición
El concepto de nación ha sido definido de maneras diferentes por los estudiosos sin que se haya llegado a un consenso al respecto.1
Sobre la naturaleza y el origen de la nación, lo que implica una determinada definición de la misma, existen dos paradigmas
contrapuestos y excluyentes: el modernista, que define la nación como una comunidad humana que detenta la soberanía sobre un
determinado territorio por lo que antes de la aparición de los nacionalismos en la Edad Contemporánea no habrían existido las
naciones —la nación sería una «invención» de los nacionalismos—; y el perennialista que define la nación sin tener en cuenta la
cuestión de la soberanía y que defiende, por tanto, que las naciones existieron antes que los nacionalismos, hundiendo sus raíces en
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tiempos remotos —así sería la nación la que crea el nacionalismo y no a la inversa—.

Anthony D. Smith define la nación de la siguiente forma: «una comunidad humana con nombre propio, asociada a un territorio
nacional, que posee mitos comunes de antepasados que comparte una memoria histórica, uno o más elementos de una cultura
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compartida y un cierto grado de solidaridad, al menos entre sus élites».

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Según Benedict Anderson, una nación es «una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana».

Ernest Gellner da dos definiciones de este concepto, que califica de provisionales e insuficientes:

1. Dos personas son de la misma nación si comparten la misma cultura, entendiendo por cultura un sistema de ideas y
signos, de asociaciones y de pautas de conducta y comunicación.
2. Dos personas son de la misma nación siempre y cuando se reconocen como pertenecientes a esa misma nación.
En otras palabras, las naciones hacen a la persona; las naciones son los constructos de las convicciones, fidelidades y solidaridades de
las personas. Una simple categoría de individuos (por ejemplo, los ocupantes de un territorio determinado o los hablantes de un
lenguaje dado) llegan a ser una nación y cuando los miembros de la categoría se reconocen mutua y firmemente ciertos deberes y
derechos en virtud de su común calidad de miembros. Es ese reconocimiento del prójimo como individuo de su clase lo que los
convierte en nación, y no los demás atributos comunes, cualesquiera que puedan ser, que distinguen a esa categoría de los no
miembros de ella.5

Para Eric Hobsbawm no son las naciones las que crean el nacionalismo, sino a la inversa, es el nacionalismo quien «inventa» la
nación.6

El historiador españolXosé M. Núñez Seixasha propuesto la siguiente definición de la nación:7

Una comunidad imaginada, inherentemente soberana y delimitada territorialmente, integrada por un


colectivo de individuos que se sienten vinculados entre sí, con base en factores muy variables y
dependientes de la coyuntura concreta, desde la voluntad a la territorialidad o la historia común y el
conjunto de características étnico-culturales relativamente objetivables que podemos denominar
"etnicidad", es decir, que definen una conciencia social y prepolítica de la diferencia; y que, sobre todo,
consideran que ese conjunto de individuos es el sujeto soberano de derechos políticos colectivos.

Partiendo de esta definición Núñez Seixas concluye «que la nación es una realidad social que existe científicamente sólo en la medida
en que sus integrantes están convencidos de su existencia». Además afirma que «la aparición de la nación como fenómeno histórico
se vincula plenamente a la irrupción de la Edad Contemporánea, en la fase durante la que los antiguos principios legitimadores de la
soberanía y el poder (lealtades dinásticas y señoriales, identificación religiosa, criterios de vecindad jurídica...) entran en crisis desde
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finales del siglo XVIII y han de ser sustituidos por nuevos principios».

Por su parte los también historiadores españoles José Luis de la Granja, Justo Beramendi y Pere Anguera han propuesto la siguiente
definición de nación:9

Sujeto colectivo de soberanía constituido por un grupo humano que se considera dotado de una identidad
singular y legitimado para mantener políticamente unido un determinado territorio.

Etimología y concepto de «nación» en la Edad Media


La palabra nación proviene del latín nātio (derivado de nāscor, nacer), que podía significar nacimiento, pueblo (en sentido étnico),
especie o clase.10 Escribía, por ejemplo, Varrón (116-27 a. C.): Europae loca multae incolunt nationes ("Son muchas las naciones
que habitan los diversos lugares de Europa").11 En los escritos latinos clásicos se contraponían las nationes (bárbaros no integrados
en el Imperio) a la civilitas (ciudadanía) romana. Dice Cicerón: Todas las naciones pueden ser sometidas a servidumbre, nuestra
ciudad no.12

En la Edad Media el término se continuó empleando en sentido étnico, al margen de que ahora las naciones estuvieran integradas en
diversas entidades políticas como Reinos e Imperios. También se usaba para designar a grupos de personas según su procedencia,
siguiendo un criterio muy variable (a veces simplemente geográfico), con el fin de distinguir a unos de otros.

En el año 968, el obispo Liutprando de Cremona, en enfrentamiento con el emperador bizantino Nicéforo II en pos del patrón Otón I,
emperador del Sacro Imperio Romano, declara en su crónica: «lo que dices que pertenece a tu Imperio, pertenece, como lo
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demuestran la nacionalidad y el idioma de la gente, al Reino de Italia».

En las universidades medievales, cuya lengua académica era el latín, los estudiantes (provenientes de toda Europa) solían agruparse
en naciones, en función de su lengua materna vernácula o su lugar de nacimiento. En 1383 y 1384, mientras estudiaba teología en
París, Jean Gerson fue electo dos veces procurador de la nación francesa (esto es, de los estudiantes francófonos de la Universidad).
La división en París de estudiantes en naciones fue adoptada por la Universidad de Praga, donde desde su apertura en 1349 el
Studium Generale se dividió entre bohemios, bávaros, sajones y en diversas «naciones».

En los grandes mercados de la Edad Media los comerciantes se reunían en naciones, identificándose así el origen de los productos en
venta.

Una prueba de la polisemia del término «nación» sería que del papa Benedicto XIII se decía que era «español de nación, del reino de
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Valencia», pero también se decía que era «valenciano de nación».

El concepto de «nación» en la Edad Moderna


Según Javier María Donézar, el término «nación» era empleado por los naturales de un territorio que residían fuera del mismo,
mientras que los habitantes del mismo «no solían considerarse componentes de una nación». «No había conciencia de unidad
nacional, y menos de unidad política, tal como hoy la entendemos; todo quedaba vinculado a la “carta de naturaleza”, del mismo
personales».14
modo que las relaciones entre los reyes y los súbditos seguían siendo en todo punto

El término «nación» hacía referencia, como el de patria, al lugar de nacimiento, pero tenía un sentido más amplio que el de la
localidad de nacimiento y se refería al «reyno o provincia estendida» y así la define el Tesoro de la lengua castellana o española de
Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611. Como elemento identificativo de la pertenencia a una «nación» no sólo se recurría al
origen común de sus miembros, a los que confería un sentido de pertenencia y familiaridad, sino que también se recurría a otros
rasgos culturales distintivos como la lengua o, por ejemplo, un determinado estilo de vestir. Así, como ha destacado Xavier Gil Pujol,
«los límites humanos y geográficos de una nación no estaban bien definidos, de modo que el término se prestaba a una amplia
variedad de usos».15 Lo mismo afirma Juan Francisco Fuentes cuando dice «que hasta el siglo XVIII el concepto de nación tiene
perfiles muy difusos».16 La imprecisión del término nación se puede comprobar, por ejemplo, en el caso del jurista de Perpiñán
Andreu Bosch (1570-1628) que cuando enumeraba las «nacions» que formaban «tota la nació espanyola» mencionaba «les nacions
de Castella, Toledo, Lleó, Astúries, Extremadura, Granada» juntamente con catalanes y portugueses.17 Asimismo la nación también
podía abarcar el conjunto de la Cristiandad. Así el fraile navarro Martín de Azpilicueta afirmaba que «sólo hay dos naciones en el
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mundo cristiano: una que combate por Cristo, otra que defiende a Satanás».

La imprecisión del término «nación» puede comprobarse en el siguiente texto de 1604 —fecha en la que el reino de Portugal estaba
integrado en la Monarquía Hispánica— del clérigo y viajero francésBarthélemy Joly referido a «los españoles»:19

Entre ellos los españoles se devoran, prefiriendo cada uno su provincia a la de su compatriota y haciendo,
por deseo extremado de singularidad, muchas más diferencias de naciones que nosotros en Francia,
picándose por ese asunto los unos de los otros y reprochándose el aragonés, el valenciano, catalán,
vizcaíno, gallego, portugués, los vicios y desgracias de sus provincias, en su conversación ordinaria. Y si
aparece un castellano entre ellos, vedles ya de acuerdo para lanzarse todos juntos sobre él, como dogos
cuan ven al lobo.

Por otro lado, el lugar de nacimiento no era exclusivamente una expresión geográfica, una mera realidad física, sino que en la
sociedad corporativa del Antiguo Régimen comportaba las leyes, costumbres y franquicias que lo regían. «Por lo tanto, ser
barcelonés o castellano significaba ser partícipe de una condición jurídica determinada (junto al estatus social o estamental
respectivo)», señala Xavier Gil Pujol.20 Esa condición («naturalización») se alcanzaba por el estatus legal del padre y, a veces, de la
madre (ius sanguinis) o por el lugar de nacimiento nacimiento (ius soli).21 En la Monarquía Hispánica, como monarquía compuesta
que era, no existía una naturaleza española ni una única nación legal española, sino que la naturaleza de cada súbdito del rey era la
del reino al que pertenecía.21 «Un rey, una fe y muchas naciones», así define Xavier Gil Pujol a la Monarquía española de los siglos
XVI y XVII. «Un mismo rey era el factor decisivo compartido por todos los súbditos en los diferentes reinos y territorios que
constituían la Monarquía, el que les relacionaba entre ellos y el que hacía de ellos, según se solía decir, un “cuerpo místico”», añade
Gil Pujol.22 Y el rey tenía tantas naturalezas como reinos y territorios estaban bajo su autoridad, así que era castellano para sus
súbditos castellanos yaragonés para sus súbditos aragoneses.22

A lo largo del siglo XVIII el concepto de «nación» —como el de patria— experimentó «un definitivo cambio de escala y de
contenido», como consecuencia fundamentalmente de la difusión de los principios modernizadores de la Ilustración. Sin embargo, en
el Diccionario de autoridades de 1726 aún se define la nación como «colección de habitantes de alguna Provincia, País o Reino», y
la voz patria con el «Lugar, ciudad o país en que se ha nacido», con lo que patria remite a un lugar y nación al conjunto de los que lo
habitan. En ese mismo Diccionario de Autoridadesla segunda acepción de la voz nación recogía el sentido primigenio de la palabra:
«Se usa frecuentemente para significar cualquier extranjero».23

Nación política y nación cultural

Nación política
La nación política es el titular de la soberanía cuyo ejercicio afecta a la implantación de las normas fundamentales que regirán el
funcionamiento del Estado. Es decir, aquellas que están en la cúspide del ordenamiento jurídico y de las cuales emanan todas las
demás. Han sido objeto de debate desde la Revolución francesa hasta nuestros días las diferencias y semejanzas entre los conceptos
de nación política y pueblo, y por consiguiente entre soberanía nacional y soberanía popular. Las discusiones han girado, entre otras
cosas, en torno a la titularidad de la soberanía, a su ejercicio, y a los efectos resultantes de ellos.

Una distinción clásica, con respecto a la mencionada Revolución, ejemplifica en la Constitución francesa de 1791 la soberanía
nacional, ejercida por un parlamento elegido por sufragio censitario (visión conservadora), y la soberanía popular en la Constitución
de 1793, en la que el pueblo es entendido como conjunto de individuos, lo que conduciría a la democracia directa o el sufragio
universal (visión revolucionaria). Sin embargo, estos significados ya se difuminaron en la misma época revolucionaria, en la que
varios autores emplearon los términos de otra forma. Según Guillaume Bacot24 las diferencias fueron prácticamente terminológicas
y desde 1789 a 1794 hubo en el fondo un mismo concepto revolucionario desoberanía.

En 1789 el abate Sieyès usó, con un fuerte carácter socio-económico, nación y pueblo como sinónimos. Pero poco después modificó
su significado, estableciendo una diferencia fundamental para su idea de la soberanía y del Estado constitucional. Concibió entonces
la nación como propia del Derecho natural, anterior al Estado (Derecho positivo), y al pueblo como determinado a posteriori. En
síntesis, para Sièyes la nación es titular de la soberanía, ésta se ejerce mediante el poder constituyente, y después, tras el
"establecimiento público" (Constitución), quedaría definido el pueblo como titular del poder constituido. Así pues, el pueblo sería
para el abate la nación jurídicamente organizada. Nicolas de Condorcet solo emplea el término pueblo, pero coincide con Sièyes al
hacer énfasis en la distinción entre poder constituyente y poder constituido como base para el buen funcionamiento del Estado liberal
y democrático.
Para estos dos autores, el papel del titular de la soberanía (llámese nación o pueblo) se agota tras el ejercicio del poder constituyente.
Tan sólo quedaría, en estado latente, como "recordatorio" del fundamento del Estado, y podría manifestarse excepcionalmente para
rebelarse contra la opresión de una eventual tiranía. De los mencionados argumentos de Sieyès y Condorcet se deriva una idea básica
respecto al Estado constitucional, que perdura hasta hoy, según la cual, como señalan, por ejemplo, Martin Kriele e Ignacio de Otto,
en dicho Estado no hay soberano. Esto se basa en que si consideramos la soberanía como summa potestas o poder ilimitado (y por
tanto con facultad para crear leyes sin ningún freno a priori), ello es incompatible con la existencia de una norma fundamental que
establezca su supremacía. Otros autores25 sostienen que el proclamar la soberanía nacional tiene por objetivo propugnar o establecer
una estructura constitucional propia del Estado liberal de Derecho: al atribuir la titularidad (que no el ejercicio) de la soberanía a un
ente unitario y abstracto, se proclaman como no originarios los órganos estatales, evitando que cualquiera de ellos reclame para sí
poderes que considere anteriores a la Constitución, lo que además favorece la articulación policéntrica de dichos órganos (pues
ninguno prevalecería sobre los demás).

Internacionalmente hablando, la nación no essujeto de Derecho, característica que sí posee elEstado.

Nación cultural
El concepto de nación cultural es uno de los que mayores problemas ha planteado y plantea a las ciencias sociales, pues no hay
unanimidad a la hora de definirlo. Un punto básico de acuerdo sería que los miembros de la nación cultural tienen conciencia de
constituir un cuerpo ético-político diferenciado debido a que comparten unas determinadas características
culturales. Estas pueden ser
la lengua, religión, tradición o historia común, todo lo cual puede estar asumido como una cultura distintiva, formada históricamente.
Algunos teóricos[cita requerida] añaden también el requisito del asentamiento en un territorio determinado.

El concepto de nación cultural suele estar acoplado a una doctrina histórica que parte de que todos los humanos se dividen en grupos
llamados naciones. En este sentido, se trata de una doctrina ética y filosófica que sirve como punto de partida para la ideología del
nacionalismo. Los (co)nacionales(n1) (miembros de la nación) se distinguen por una identidad común y generalmente por un mismo
origen en el sentido de ancestros comunes yparentesco.

La identidad nacional se refiere especialmente a la distinción de características específicas de un grupo. Para esto, muy diferentes
criterios se utilizan, con muy diferentes aplicaciones. De esta manera, pequeñas diferencias en la pronunciación o diferentes dialectos
pueden ser suficientes para categorizar a alguien como miembro de una nación diferente a la propia. Asimismo, diferentes personas
pueden contar con personalidades y creencia distintas o también vivir en lugares geográficamente diferentes y hablar idiomas
distintos y aun así verse como miembros de una misma nación. También se encuentran casos en los que un grupo de personas se
define como una nación más que por las características que comparten por aquéllas de las que carecen o que conjuntamente no
desean, convirtiéndose el sentido de nación en una defensa en contra de grupos externos, aunque éstos pudieran parecer más cercanos
ideológica y étnicamente, así como en cuestiones de origen (un ejemplo en esta dirección sería el de "Nación por Deseo"
(Willensnation), que se encuentra enSuiza y que parte de sentimientos de identidad y una historia común).

Básicamente existen dos tipos de nacionalismos:

- El nacionalismo liberal o "voluntarista" tuvo como máximo de defensor al filósofo y revolucionario italiano Giuseppe Mazzini
(1805-1872), se desarrolló en Italia y Francia, muy influido por las ideas de la Ilustración. Mazzini consideraba que una nación surge
de la voluntad de los individuos que la componen y el compromiso que estos adquieren de convivir y ser regidos por unas
instituciones comunes. Es pues, la persona quien de forma subjetiva e individual decide formar parte de una determinada unidad
política a través de un compromiso o pacto. Según este tipo de nacionalismo, cualquier colectividad humana es susceptible de
convertirse en nación por deseo propio, bien separándose de un estado ya existente, bien constituyendo una nueva realidad mediante
la libre elección. La nacionalidad de un individuo estaría por lo tanto sujeta a su exclusivo deseo.

- El nacionalismo conservador u "orgánico" tuvo como máximos defensores a Herder y Fichte ("Discursos a la nación alemana",
1808), y fue defendido por la mayoría de los protagonistas de la unificación alemana. Según este punto de vista, la nación es un
órgano vivo que presenta unos rasgos externos hereditarios, expresados en una lengua, una cultura, un territorio y unas tradiciones
comunes, madurados a lo largo de un largo proceso histórico. La nación poseería entonces una existencia objetiva que estaría por
encima del deseo particular de los individuos que la forman, es decir, quien pertenece a ella lo hace de por vida, independentemente
del lugar donde se encuentre. Por lo tanto, esta visión de nacionalismo sería como una especie de "carga genética" a la que no es
posible sustraerse mediante la voluntad.

La nación cultural y el Estado


Un Estado que se identifica explícitamente como hogar de una nación cultural específica es un Estado-nación. Muchos de los Estados
modernos están en esta categoría o intentan legitimarse de esta forma, aunque haya disputas o contradicciones en esto. Por ello es que
en el uso común los términos de nación, país, tierra y Estado se suelan usar casi como sinónimos.

Interpretaciones del concepto de nación cultural únicamente por razón de etnia o "raza" llevan también a diversas naciones sin
territorio como la nación gitana o la nación negra en los EE. UU. (pese a que los últimos, de origen, pertenecerían a diferentes
naciones africanas, así como existen diferentes "naciones blancas"). Según este punto de vista, sin embargo, queda claro que una
nación cultural no necesita ser explícitamente un Estado independiente y que no todos los Estados independientes son naciones
culturales, sino que muchos simplemente son uniones administrativas de diferentes naciones culturales o pueblos, en ocasiones parte
de naciones geográficamente más grandes. Algunas de estas uniones se ven, a sí mismas como naciones culturales, o intentan crear
un sentimiento o historia nacional de legitimación.

Otro ejemplo de nación cultural sin Estado propio es el del pueblo judío antes de la aparición del Estado de Israel o el del pueblo
palestino, cuyos miembros se encuentran en diferentes países, pero con un origen común, según el sentido de la diáspora. También se
encuentran pueblos como los kurdos o los asirios, que se describen como naciones culturales sin Estado. Igualmente se puede ver a
Estados como Bélgica (valones y flamencos), Canadá (la provincia francófona de Québec, ante la mayoría anglófona del resto de las
provincias) o Nueva Zelanda (los maorí) como compuestos por varias naciones culturales. En España se encuentra esto también,
partiendo especialmente de diversificaciones lingüísticas. No obstante, hay que tener en cuenta que, aunque común, es erróneo
identificar por principio comunidad lingüística con nación cultural, por lo que las naciones culturales en España, como la vasca,
gallega o la catalana, no sólo parten de su diferenciación lingüística, sino también de otros aspectos culturales comunes en tales
naciones como sus tradiciones y su historia, motivo por el cual fueron acuñadas como "nacionalidades históricas de España" en la
Constitución Española de 1978(para identificar una realidad nacional propia y diferenciada del resto del Estado o Nación-Estado). El
hecho de que ciertas corrientes políticas identifiquen una comunidad lingüística como nación, así como que otras corrientes políticas
no identifiquen una nacionalidad histórica como nación, es objeto de estudio como fenómeno político–ideológico, pero no
necesariamente sociológico.

La nación cultural y la religión


El concepto de nación cultural cambia, si para definir a la nación se da mayor relevancia a la religión. El Estado alemán, en este
sentido, tradicionalmente se divide en católicos y luteranos (religión dada originalmente, de acuerdo a la religión del señor feudal:
cuius regio, eius religio), de facto en más. El Estado español, así como el Italiano, por ejemplo, tradicionalmente no se subdivide
entonces. La interpretación de nación cultural por base religiosa tuvo una mínima importancia en la formación de los Estados
europeos (por formarse las bases de los Estados antes de la aparición del concepto de nación); éstos ven muchas veces su origen
especialmente en las divisiones dadas tras Carlomagno y en las divisiones romanas clásicas, cuando la religión no tomaba un papel
para ello (la cristianización de la Germania y Alemania no era total en esas fechas e incluso Carlomagno se dejó bautizar muy tarde)
o era clara (en el Imperio Romano tardío, la religión oficial era la católica). El caso de España, por ejemplo, es más complejo, pues
apareció básicamente en lo que era la Hispania romana, pero tomando la religión un carácter especial, que se encuentra en el
concepto de la Reconquista del Emirato de Córdoba. A diferencia de en Europa Central, donde apareció tras la caída del Imperio
romano un Estado supranacional (el Imperio Franco) que se dividió a grandes rasgos de manera tal que aparecieran las futuras
naciones, en España aparecieron señoríos y reinos diferentes que más adelante se unificaron bajo el concepto del Reino de España y
del Rey español). Sin embargo, la religión toma un papel muy diferente en la aparición de los Estados-Nación de África del Norte y
del concepto de nación de Medio Oriente y del Islam. En estos países, el Estado suele estar íntimamente relacionado con la religión y
los miembros de estos países suelen verse como parte de una nación islámica, en muchas ocasiones, por sobre diferencias étnicas o
lingüísticas, también de origen histórico de grupos especiales (excepción suele ser hasta cierto grado Irán, que suele basar su sentido
nacional en el origen persa, así como se suele excluir a Turquía por su origen otomano, cuyo imperio dominó el Medio Oriente y al
cual se suele ver como una razón de inestabilidad actual).

Igualmente se puede encontrar el pueblo judío, que se ve como nación especialmente con base en la religión común, con o sin la
existencia de un Estado propio (que actualmente esIsrael).

Otros usos
Además de los dos usos rigurosos denación antes expuestos, existen otros latos, y algunos de ellos son muy frecuentes en el lenguaje
coloquial y en el periodístico.

En ocasiones el término nación (política) se equipara, por extensión, a Estado, incluso cuando éste no es democrático. Así, por
ejemplo, la llamada Organización de las Naciones Unidas en puridad hace referencia a Estados. También se emplea como territorio,
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país, o «conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno».

El vocablo nación se encuentra también como sinónimo de grupo étnico, cultural o lingüístico, pero desprovisto del sentido ético-
político que caracteriza a la definición estricta de nación cultural. En este sentido puede coincidir con alguno de los usos de la palabra
que se daban antes del surgimiento del concepto de nación cultural a principios del siglo XIX. En tal caso, su aplicación como
concepto histórico a dichos grupos anteriores a las mencionadas fechas sí sería ajustado.

Historia
El concepto de nación (tanto política como cultural) tal como lo entendemos hoy, es decir, con su intrínseco componente político, no
surge hasta fines del siglo XVIII, coincidiendo con el fin del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. Es entonces
cuando se elaboran las primeras formulaciones teóricas sólidas de la nación y su plasmación en movimientos políticos concretos. Es
decir, las obras de los ilustrados de fines del s. XVIII y las Revoluciones Americana y Francesa. Desde entonces los dos tipos de
nación han ido evolucionado entrelazadamente hasta hoy
.

Antecedentes
Existen antecedentes de la nación a los que se ha otor
gado diversa importancia en función del punto de vista del investigador
.

Algunos autores han tratado de buscar unos fundamentos antropológicos primigenios de la nación cultural, que son inciertos, y las
disputas en cuanto a ellos conforman un capítulo importante de la teoría del nacionalismo. Existen teorías biológicas de sus orígenes
que ven al humano como animal territorial y a la nación como a un territorio en este sentido. Sin embargo, la mayoría de los teóricos
rechazan esta teoría por simplista y tratan a las naciones como a una agrupación social humana relativamente nueva. El filósofo
Avishai Margalit en La Ética de la Memoria (2002) discute el papel principal de la memoria en formar naciones: "Una nación", dice
acérbicamente, "se ha definido como una sociedad que alimenta un embuste sobre los ancestros y comparte un odio común por los
vecinos. Por lo tanto, la necesidad de mantener una nación se basa en memorias falsas y el odio a todo aquél que no lo comparte.
"

Históricamente hablando, la tardía aparición de la nación se explica por la existencia de elementos de cohesión infra-estatales y
supra-estatales entre las gentes. De los primeros, por ejemplo, laciudad-estado, el feudo o la secta. Entre los segundos, la persecución
de un ideal común por encima de entidades políticas separadas. Hasta el siglo XV este ideal fue el Estado universal y su más
importante materialización el Imperio romano, cuyo influjo se mostró en la Edad Media en los conceptos de Sacro Imperio Romano
(Carolingio y Germánico) y de Res publica christiana("república" o "comunidad cristiana").

Un síntoma de formación entre ciertas élites culturales del concepto de nación es la evolución en ellas de la idea de civilización, que
pasará progresivamente de tener carácter de norma cultural universal a vincularse fuertemente a un Estado determinado. En la Edad
Media se consideraba que existía una sola civilización unida básicamente por una religión y una lengua culta común (p.ej.
Cristianismo y latín, Islam yárabe, etc.). Lo mismo ocurría en el Renacimiento respecto al saber clásico greco-romano. Poco después
se tomaba a Francia como modelo cultural válido para toda Europa. Pero todo esto empezará a cambiar a partir de finales del siglo
XVIII, cuando de la mano de intelectuales y literatos surge un concepto de civilización ligado a las características culturales
preponderantes de un Estado en particular. Así, por ejemplo, se hace hincapié en el conocimiento y desarrollo de la lengua madre
vernácula como aquella en la que todo individuo debería ser instruido para alcanzar una formación plena.

Además de estos cambios en el campo de las ideas, e interrelacionados con ellos, se dan los políticos, económicos y sociales, y todos
confluyen en un mismo sentido unificador: El Estado absolutista, centralizador, sustituye a los regímenes feudales disgregadores; la
secularización de la vida cotidiana y la educación reduce la importancia de los vínculos religiosos y a la vez fortalece las lenguas
vernáculas; el aumento del comercio y la aparición de la burguesía reclaman una mayor unidad de mercado; etc. El nuevo Estado y la
nueva sociedad serán el germen de una posterior gran transformación política a fines del XVIII, pues en la cada vez más poderosa
alta burguesía calarán nuevas teorías que reivindican el poder para los gobernados. Así surgirá la nación.

En una vertiente más puramente política, dado su carácter antiautocrático, algunos estudiosos ven también precedentes en algunos
levantamientos populares de la Edad Moderna guiados a su juicio por principios de equidad, parlamentarismo y rechazo a residuos
discriminadores del feudalismo. Por ejemplo, la guerra de las Comunidades en Castilla (1520-1521) y la Reforma Protestante en
Europa Central, ambas contra el emperador Carlos V. Sin embargo estos movimientos no lograron crear la fuerza y unión suficiente
ni consolidar una teoría filosófico-política homogénea en este aspecto.

La nación liberal
El Liberalismo, que hunde sus raíces en el siglo XVII con autores como John Locke, será la amplia corriente filosófica y política de
la que se nutrirán las primeras teorías sistemáticas de la nación y sus realizaciones políticas. Como una oposición a los principios
teóricos del Antiguo Régimen, los liberales del XVIII cuestionaron los fundamentos de las monarquías absolutas, y esto afectaba
especialmente a la soberanía. Frente al concepto de súbdito introdujeron el de ciudadano, y el sujeto de soberanía dejaba de ser el rey
para ser la nación. Sus criterios estaban basados en el racionalismo, la libertad individual y la igualdad ante la ley, al margen de
consideraciones étnicas o culturales. Se trataba, por tanto, de nación política.

La Revolución Americana marca un hito en este sentido e influirá notablemente en la Francesa. La Declaración de Independencia de
los Estados Unidos en el primer caso y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en el segundo, son textos muy
representativos del espíritu que animaba la nueva mentalidad. Como muestra explícitamente la segunda declaración citada, existía en
el ambiente intelectual de la época una concepción universalista de los nuevos valores liberales y democráticos. Y esto se traducía en
que los requisitos considerados para la formación de naciones eran iguales para todo el mundo. Bastaba la voluntad de los individuos
de constituirse en comunidad política. La autodeterminación se entendía entonces como el paso de la condición de súbditos (siervos
de un rey) a la de ciudadanos (hombres libres e iguales ante la ley), o dicho de otro modo, como la instauración de democracia.
la

La nación romántica
La expansión militar napoleónica por Europa, que en teoría pretendía extender los valores heredados de la Revolución Francesa,
propició el surgimiento de reacciones nacionalistas contra el invasor. Resalta el nacionalismo germánico, pues sus características son
justamente las opuestas al liberal estadounidense y francés, configurando así un concepto distinto de nación: la nación cultural en
sentido contemporáneo, es decir, con un componente ético-político.

Los principales inspiradores del nacionalismo germánico fueron intelectuales y literatos adscritos a las corrientes idealistas y
románticas como Herder o Fichte. Este movimiento se puede definir en esencia por su contraposición a los valores del anterior:
Frente al cambio racional hacia el progreso y la justicia, el peso de la historia y las tradiciones; frente al cosmopolitismo, las
particularidades de los pueblos; frente a la razón, el instinto.

Para los mencionados teóricos, la nación definida por ellos tiene un derecho inalienable a dotarse de una organización política propia.
Es decir, a constituirse en Estado. Pero a diferencia del modelo liberal franco-estadounidense, ésta nación, en tanto que sujeto
político, no se entiende simplemente como una suma de individuos que ejercen su voluntad, sino como algo superior. Todo pueblo,
según ellos, tiene unos rasgos propios que le definen, distinguiéndole así de todos los demás. Es esta personalidad cultural
diferenciada, o esencia propia (Volksgeist, "espíritu del pueblo", escribía Herder), la que permite singularizar al pueblo con vistas a
determinar quién es el sujeto político (es decir, la nación tal como la entendían ellos) con auténtica legitimidad para constituirse en
Estado. Pero dicha identidad no se hace visible por la mera expresión de la voluntad de un conjunto de individuos en un momento
dado. Es algo más trascendente, pues el pueblo que es base de la nación romántica sería como un organismo vivo y perdurable, y una
entidad moral de orden superior a la simple suma de sus partes. Para los nacionalistas románticos germanos el Volksgeist, permanente
y supraindividual, es objetivo, mientras que el sufragio es subjetivo. Es decir
, inviertien las categorías de los liberales.

El Estado-nación
La identificación fue acelerada por el nacionalismo romántico temprano de esa época, generalmente en oposición a los imperios
multiétnicos (y autocráticos) (un ejemplo es el nacionalismo que llevó a la disolución del Imperio austrohúngaro). Asimismo, el
mismo movimiento alimentó la idea de Imperio en la población de los Estados alemanes, esparcidos y parcialmente en guerra hasta
mediados del siglo XIX (ver Sacro Imperio Romano, Federación Alemana) y al renacimiento de la idea de Grossdeutschland (Gran
Alemania), a la cual, por razones principalmente de idioma, pertenecerían Austria más sólo parte de Prusia en el caso ideal (pues
Prusia representaba un Estado plurinacional, según la ideología en cuestión). También parte de Suiza pertenecería a este Estado,
debido a los dialectos alemanes hablados en una zona (y a la mayoría de habla alemana en Suiza).

Asimismo, mientras el concepto de Nación se promulgó primero especialmente en el sentido de mantener una lengua estandarizada y
parte de sus dialectos o lenguas hermanas como base de la nacionalidad y a poner en especial evidencia las diferencias raciales (en
Europa Central, las cuestiones religiosas tomaron poca importancia en la concepción de la nación, tras haberse impuesto la religión
católica. Sin embargo, la división religiosa seguida de la Reforma ciertamente llevó a una división de diversos Estados, la cual,
empero, no siguió una concepción meramente nacionalista) y de idioma, se dieron también casos contrarios, como es el caso de la
Confoederatio Helvéticao Suiza, que se independizó delImperio alemán oficialmente en 1648 (de facto en 1499). La Confederación,
formada antes del advenimiento de los movimientos nacionales, vio como base mantener ciertos privilegios de las ciudades y
regiones confederadas, así como, con el tiempo, promover la neutralidad como defensa contra los Imperios que la rodeaban y para
mantener y promover una estabilidad interna en relación con los países vecinos. Asimismo, la Confederación se caracterizó desde un
principio por una ideología común de tipo parlamentaria, federativa y democrática que ya para principios del siglo XIV la
comenzaban a caracterizar y que en los Estados vecinos no dio frutos de manera análoga hasta tiempo después. El concepto de nación
que se creó aquí (con un tipo de nación conocida como Willensnation -nación por deseo-) se basa en un sentimiento de fuerza en la
unión para mantener las tradiciones e ideas comunes y al no querer pertenecer a los demás Estados y naciones, pese a que en cuestión
de idioma, Suiza puede dividirse por lo menos en cuatro naciones (los idiomas oficiales en Suiza son el alemán, el francés, el italiano
y el retorromano), tres de ellos en Estados-Nación establecidos (Francia, Italia, Alemania/Austria, aunque en éstos, la diversificación
dialectal puede llegar a ser tan grande que sin ayuda de la lengua estandarizada, de origen cuasi artificial en el caso de Alemania, con
dialectos en ocasiones tan ininteligibles entre sí, los hablantes tendrían problemas de comunicación).

Un caso parecido en principio es el concepto de nación que puede verse en los Estados Unidos y que se denota en el lema E Pluribus
Unum (1776) y en el concepto de melting pot. También (aunque menos) en el concepto promulgado por la Unión Europea, con el
lema in unitate concordia.

La nación socialista
Marx y Engels consideraban los Estados-Nación (que llamaban "naciones con historia") un producto de lo que ellos denominaban
revoluciones burguesas, y por tanto un paso adelante dentro de la lógica de su teoría del materialismo dialéctico. Y para la posterior y
gradual evolución hacia el socialismo que ellos pronosticaban, por su tamaño y desarrollo las consideraban un punto de partida
preferible a las "naciones sin historia", ya que contarían con una mayor masa
proletaria.

En 1917, tras la Revolución rusa, los bolcheviques, con Lenin al frente, tomaron el poder y frenaron el anterior nacionalismo ruso, en
consonancia con su ideología internacionalista. Lenin abogó por el internacionalismo proletario esperando el apoyo a la Revolución
Rusa por parte de los proletarios de otros países, especialmente de Alemania, que representaba una potencia económica importante.
Además, Lenin apoyó lo que más tarde se llamaría derecho de autodeterminación de los pueblos. No con un sentido puramente
separatista, sino como una forma de colaboración entre trabajadores. Por ejemplo, vinculando ideológicamente levantamientos
nacionalistas como los de Polonia con la causa de los trabajadores rusos que vivían las duras condiciones que el zarismo imponía.
Siempre mantuvo una línea de clase al respecto: la única forma de liberarse del "yugo nacional" es a través de la revolución. La idea
leninista sobre la autodeterminación estuvo basada en aquella que tuvo James Connolly sobre la independencia de Irlanda: sólo el
socialismo y la acción internacionalista salvaría a Irlanda. No obstante, cuando acabó la guerra de independencia los representantes
del nuevo país juraron lealtad a la reina y el capitalismo de origen británico siguió vigente en Irlanda.

Sin embargo, más tarde, en la práctica las cosas fueron a menudo diferentes. El liderazgo soviético del movimiento comunista
internacional ocultó frecuentemente intereses nacionales. En1924 Stalin dio un paso más en este sentido al promulgar su doctrina del
Socialismo en un solo país.

La nación fascista y nacional-socialista


Tras la Primera Guerra Mundial, y en especial en Italia y Alemania, surgieron ciertos movimientos políticos que radicalizaron en
extremo la ideología nacionalista. Se crearon estereotipos, especialmente étnicos, para establecer las naciones. La idea de estados
nacionales "étnicamente homogéneos", aun siendo previa, llegó así a su clímax en el siglo XX con el arribo de la llamada
eugenesia y
las consecuentes "limpiezas étnicas", dentro de las cuales elHolocausto de la Alemania Nazi es el ejemplo más conocido.

Los dos políticos más representativos de las ideologías fascista y nacional-socialista son Benito Mussolini (Italia) y Adolf Hitler
(Alemania), respectivamente. Mediante las férreas dictaduras que establecieron en sus respectivos países, vincularon su idea de
nación, y el camino que según ellos debía seguir
, a su voluntad personal. Así pues, para ellos la nac
ión se encarnaba en su persona.

La nación poscolonial africana y asiática


Véase también: Descolonización
El nacionalismo apareció en África y Asia tras la Primera Guerra Mundial de la mano de líderes como Mustafa Kemal Atatürk. Pero
fue después de la Segunda cuando se constató realmente su influencia en procesos políticos, especialmente en la formación de
Estados como resultado de la descolonización.

En 1945, año de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas, ocho de sus miembros eran Estados asiáticos y cuatro
africanos. Cuarenta años después, se habían incorporado a la organización más de cien nuevos países, casi todos ellos de Asia y
África.

En cierto sentido, la creación de Estados democráticos africanos y asiáticos es una vuelta al concepto franco-estadounidense de
nación política de fines del XVIII. Esto se debe a que la mayoría de ellos tienen su origen en antiguas demarcaciones territoriales
trazadas en su momento por las potencias coloniales europeas con criterios geoestratégicos, independientemente de las diferencias
étnicas de la población que habitaba dentro de ellas. Dada esta heterogeneidad étnica, los nuevos Estados debieron fundamentar la
cohesión política básica de todos sus habitantes prescindiendo de consideraciones raciales, culturales, religiosas, etc.

Nación en España
La evolución social y política de Europa hacia finales del siglo XIX hace eclosionar en España multitud de movimientos
nacionalistas, la mayoría de ellos basados en razones históricas, culturales y lingüísticas (por ejemplo, en contraposición con Suiza).
Tal es el caso especialmente del País Vasco y Navarra, Cataluña, Galicia y en buena medida, la Comunidad Valenciana (denominado
País Valenciano por los nacionalistas valencianos) las islas Baleares y Andalucía, cuyos movimientos nacionalistas surgieron a fines
del siglo XIX y se acrecentaron especialmente tras la dictadura de Francisco Franco con el surgimiento de la democracia (ver
categoría Nacionalismos de España).

Constitución de 1978
Esta Constitución se fundamenta, y así se refleja en su artículo 2, en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, y del mismo modo «reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y
regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas», como se amplía a continuación:

El País Vasco, especialmente con base en el euskera, la lengua histórica de la región (aglutinante y ergativa), más antigua que las
lenguas indoeuropeas e incluso aislada, describe en su estatuto de autonomía en vigor (aprobado en 1979) al País Vasco como a una
nacionalidad en el Estado español:

«El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad
Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco[...]", (con la lengua vasca y el castellano como
lenguas oficiales)».

Cataluña, por ejemplo, se define análogamente en suestatuto de autonomía del mismo año, bajo el cual

"«Cataluña, como nacionalidad y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma[...]».

Galicia se define también de esta manera en su estatuto de 1981:

«Galicia, nacionalidad histórica, se constituye en Comunidad Autónoma para acceder a su autogobierno,[...]».

Las Islas Canarias, por su parte, fueron reconocidas como nacionalidad a través de la reforma de su
Estatuto de 1996.

La Comunidad Valenciana se reconoce asimismo como nacionalidad en su estatuto de autonomía:

«1. El pueblo valenciano [...] como expresión de su identidad diferenciada como nacionalidad histórica y en el ejercicio del derecho
de autogobierno que la Constitución Española reconoce a toda nacionalidad, con la denominación de Comunitatalenciana».
V

Con el euskera (lengua prerromana), el catalán, y el gallego (lenguas romances) como lenguas propias oficiales, respectivamente,
junto con el castellano, oficial en todo el Estado español, como aparece en la Constitución española de 1978, que reconoce en el
Artículo 2 del Título Preliminar la existencia de diversas nacionalidades españolas, parte de una «Nación española indisoluble»:

«La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y
reconoce y garantiza el derecho a laautonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas».

El concepto de "nación" y "nacionalidad", sin embargo, no se definen (y desde un principio se utilizan en contraposición con el
significado dado en otros países, en los cuales tanto pertenencia a una nación como nacionalidad se utilizan como equivalentes),
aunque se plantea la Nación española como nación, integrada por diversas nacionalidades y regiones (en este sentido, Nación también
como perteneciente a un territorio). El concepto de nacionalidad se encuentra de manera general en los estatutos, por ejemplo, de
Aragón (1982) o Andalucía (1981):

"Aragón, en expresión de su unidad e identidad históricas como nacionalidad, en el ejercicio del derecho a la autonomía[...]."

"Andalucía, como expresión de su identidad histórica y en el ejercicio del derecho al autogobierno que la Constitución reconoce a
toda nacionalidad, se constituye en Comunidad Autónoma [...]"

El significado de nacionalidad se encuentra especialmente entrelazado con la división política histórica del Reino de España (con
excepción especialmente del País Vasco) y el de nación con el de la raíz latina (sin Portugal), más enclaves fuera de la península
Ibérica. El concepto nacionalista se basa o bien en éste y a la posible existencia de una única nación española (con matices), en la
existencia de una nación española que se integra por diversas naciones hasta llegar a la interpretación de la existencia posible de sólo
un estado español, plurinacional (afirmando la posible existencia de una nación española de conjunto o negándola por completo),
dependiendo de la postura ideológica y política de los diversos partidarios y a dónde pongan énfasis en las características definitorias
del concepto de nación.
En términos jurídicos, en la Constitución de 1978, la Nación española (como nación política, en la que residen, con carácter
exclusivo y excluyente, la soberanía y el poder constituyente) es el sujeto político que se constituye en Estado social y democrático
de Derecho, y la Nacionalidad (equivalente a nación cultural) el sujeto político que se constituye enComunidad Autónoma.

Nación en América
El concepto de nación en América tampoco es claro. Mientras a nivel oficial se suele utilizar el concepto como equivalente a Estado
territorial, los ideólogos y filósofos promulgan el sentido de nación americana, así como se encuentra también el de nación
iberoamericana o a mayores generalizaciones, partiendo especialmente de la lengua no española, sino americana y viendo los países
romances como aquellos Estados pertenecientes a una nación común. En estos se encuentra Perú, Colombia, Venezuela, Panamá,
Ecuador, México, Chile, entre otros.

El concepto de nación promulgado por filósofos americanos suele ser el de ver a las regiones hispanas en América como parte de una
nación, la cual no va seguida por un Estado. Este concepto se basa en un mismo origen colonial, la lengua y paralelos históricos. Para
diferenciarse de Europa, se promulgó paralelamente con el movimiento nacionalista étnico en Europa el concepto de la nación
iberoamericana como unidad étnica, basada en el mestizaje (Vasconcelos27 ) y se intentó demostrar por qué ésta debería ser superior
a otras, mientras que en Europa se intentaba demostrar por qué la mezcla de antiguas etnias sería mala.

Véase también
Estado, Estado nación, País, Estado nacional
Etnia
Patria
Micronación
Nacionalidad
Nacionalidades históricas
Nacionalismo
Benedict Anderson

Notas
10. Eustaquio Echauri Martínez: Diccionario básico latino-
1. Cfr. ÁLVARÉZ JUNCO, José y otros, El nombre de la español, español-latino, Barcelona, 1989, ISBN 84-
cosa. Debate sobre el término nación politica-social- 7153-222-0
cultural-rural y/o estatal y otros conceptos
relacionados'. 11. Marco Terencio Varrón: De lingua latina (La lengua
latina), V, XXXII, IV, ISBN 84-249-1895-9
2. Fuentes, 2013, p. 169-170.
12. "Omnes nationes servitutem ferre possunt: nostra
3. SMITH, Anthony D., Nacionalismo, Alianza, Madrid, civitas non potest.", Marco Tulio Cicerón, Filípicas,
2004, p. 28. ISBN 84-08-01178-2
4. ANDERSON, Benedict, Comunidades imaginadas. 13. Liutprando de Cremona: Relatio de legatione
Reflexiones sobre el origen y la difusión del Constantinopolitana ad Nicephorum Phocam.
nacionalismo, Fondo de Cultura Económica, México,
1993, p. 23. 14. Donézar, 2004, p. 100.
5. GELLNER, Ernest, "Naciones y nacionalismo", 15. Gil Pujol, 2004, p. 40.
Alianza, Madrid, 2003, p. 20). Pueden consultarse una 16. Fuentes, 2013, p. 169.
serie de estudios sobre el pensamiento de E. Gellner, 17. Gil Pujol, 2004, p. 41.
realizados por diferentes investigadores, en: HALL, 18. Gil Pujol, 2004, p. 45.
John A. (ed.), The State of the Nation. Ernest Gellner
and the Theory of Nationalism, Cambridge University 19. Gil Pujol, 2004, p. 45-46.
Press, Cambridge, 1998. Traducción española: Estado 20. Gil Pujol, 2004, p. 49.
y nación. Ernest Gellner y la teoría del nacionalismo, 21. Gil Pujol, 2004, p. 50.
Cambridge University Press, Madrid, 2000.
22. Gil Pujol, 2004, p. 52.
6. HOBSBAWM, Eric, "Naciones y Nacionalismo desde
23. Fuentes, 2013, p. 172.
1780", Barcelona, Crítica, 1998, página 18
24. Guillaume Bacot: Carré de Malberg et l'origine de la
7. Núñez Seixas, 2018, p. 10.
distinction entre souveraineté du peuple et
8. Núñez Seixas, 2018, p. 10-11. souveraineté nationale, París, 1985, ISBN 978-2-271-
9. De la Granja, Beramendi y Anguera, 2001, p. 13. 05858-4. Citado en Ramón Maiz Suárez: Los dos
b.archive.org/web/20091215041825/http://web.uniovi.e
cuerpos del soberano: el problema de la soberanía s/constitucional/fundamentos/primero/pdf/punset.pdf) ,
nacional y la soberanía popular en la Revolución en Fundamentos (https://web.archive.org/web/2007061
Francesa [1] (https://web.archive.org/web/2009121504 7043249/http://web.uniovi.es/constitucional/fundament
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l) (Soberanía y Constitución), 1998, ISSN 1575-3433 Academia Española (vigésima segunda edición, 2001).
25. Por ejemplo, Ramón Punset: En el Estado 27. José Vasconcelos: La Raza Cósmica. Misión de la
constitucional hay soberano (reflexiones para una raza iberoamericana (1926) [3] (http://www.filosofia.or
teoría jurídica de la soberanía nacional) [2] (https://we g/aut/001/razacos.htm).
b.archive.org/web/20091215041825/http://web.uniovi.e
s/constitucional/fundamentos/primero/pdf/punset.pdf) ,

Bibliografía

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Pastor, Manuel: Fundamentos de ciencia política, Madrid, 1994, ISBN 978-84-481-1909-6
Punset, Ramón (coordinador): Soberanía y Constitución[4], en Fundamentos, Volumen 1, 1998, ISSN 1575-3433

Otra
Blas, Andrés de: Enciclopedia del nacionalismo, Madrid, 1999,ISBN 978-84-206-3297-1
Kohn, Hans: Historia del Nacionalismo, México y Madrid, 1984, ISBN 84-375-0248-9, ISBN 978-84-375-0248-9
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Renan, Ernest: ¿Qué es una nación?, Madrid, 2006, ISBN 978-84-95363-27-5

Enlaces externos
Wikcionario tiene definiciones y otra información sobrenación.
Nación/Nacionalismo en el Diccionario Crítico de Ciencias Sociales de la UCM
Nación y nacionalismos en Cholonautas
Evalúe su nación
Qué se entiende por Identidad Nacional, Vídeoconferencia de la Fundación Manuelelázquez
V

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