A perro flaco, todo son pulgas

la crisis política del régimen

Y después de la marcha a Madrid ¿qué?

Frente al desahucio y la especulación: ¡¡Expropiación!!

Entre Marxismo y Gandhi

Keynesianos y Neoliberales

Hemeroteca: Nacionalismo
 La experiencia demuestra que en los inicios de todo período de
ascenso revolucionario, como el que, según todas las evidencias, nos
encontramos ahora en nuestro país, por lo general, el movimiento
ascensional de las masas coincide con una gran difusión de las ideas
sindicalistas y espontaneistas, muy extendidas entre los obreros por
influencia de la ideología pequeñoburguesa y, en no menor medida, por
el propio carácter masivo y heterogéneo del movimiento. Pues bien,
esta realidad ha de obligarnos a separar la cizaña del buen grano,
distinguiendo las iniciativas creadoras de las masas y sus elementos
más avanzados (aquéllas que son realmente democráticas y
revolucionarias) de todo lo que no lo es y lleva el sello inconfundible del
enemigo de clase, el cual sólo busca con ello paralizar a las masas,
confundir a los obreros, separarlos del Partido y retrasar así el triunfo
del socialismo. Así pues, apoyamos el espontaneismo revolucionario de
las masas que se enfrentan resueltamente al capitalismo y a su Estado,
que se niegan a entrar en el juego de los partidos burgueses y
reformistas y boicotean todas y cada una de sus mascaradas, pero con
la misma fuerza y resolución debemos denunciar a quienes tratan de
utilizar ese rechazo democrático y legítimo, para hacerlo extensivo a
«todos» los partidos y a toda idea de lucha política, ya que de ello sólo
puede salir fortalecida la reacción.
M.P.M. (Arenas): Una nueva etapa
Publicado en Resistencia, nº 18, Mayo 1992

Septiembre 2012
 Marx tenía razón
Ya no hay nadie en este país que no se haya apercibido, que no sienta, la
extrema agravación de la crisis política que padece el régimen. Uno de sus
destacados plumíferos se lamentaba en estos términos no hace mucho: "Como si
Marx tuviera razón, el desbarajuste en la infraestructura económica está
provocando un descontrol creciente en la superestructura política".
Así es. Al régimen monarco-fascista que Franco dejó "atado y bien atado" le
están estallando las ataduras. Todas las instituciones del Estado, desde la
monarquía hasta los sindicatos oficiales, no es que estén desprestigiadas, es que
son el blanco de la ira popular. Los llamados poderes públicos, el ejecutivo, el
legislativo y el judicial, andan hechos unos zorros. El gobierno de Rajoy, que no
asoma más que para anunciar más explotación y más miseria, se ha ganado la
inquina hasta de quienes le votaron. "El Parlamento de la nación" y los que se
dicen "representantes del pueblo" tienen que ser defendidos por un ejército de
antidisturbios, so pena de ser linchados. Las altas instancias judiciales, andan a la
greña: La Audiencia Nacional contra el Supremo y éste contra el Constitucional y
todos ellos señalados por el Tribunal de Estrasburgo (nada sospechoso de
izquierdismo) como prevaricadores. Los presidentes de los gobiernos autónomos ni
aparecer pueden en acto público alguno sin que sean abucheados y sin que
trabajadores o estudiantes les prometan que "nuestros recortes serán a la
guillotina" o "debajo de la nuez", según los casos.
Al descontrol creciente se le han venido a unir ahora, como era de esperar,
las reivindicaciones de las burguesías catalana y vasca. El "Estado de las
Autonomías", ideado para diluir en él las legítimas aspiraciones de los pueblos de
Galicia, Cataluña y el País Vasco, se está viniendo abajo: en cuanto las cajas se
han vaciado, los reinos de taifas ya no convienen a quienes durante décadas se
han enriquecido metiendo la mano en ellas.
Lógicamente una ocasión así no podía ser desaprovechada por las burguesías
nacionales, especialmente la catalana. Sabe que, aprovechando la enorme
debilidad del régimen, puede ponerle contra las cuerdas y conseguir un "concierto
económico" mucho más favorable para ella. Y para lograrlo no ha dudado en atizar
el fuego del independentismo y utilizarlo como moneda de cambio en sus
negociaciones con Madrid.
Buena parte de la burguesía catalana no va a renunciar, al menos por ahora,
a la "unidad de mercado" que para ella representa España (no es casual que el
presidente de la gran patronal española sea catalán), lo que sí hará es amagar con
exigir la independencia y al tiempo intentar que el odio de la clase obrera y del
resto de los trabajadores hacia sus explotadores y opresores vaya dirigido
únicamente contra el gobierno de Madrid e incluso contra los "españoles" en
general. Pero en algo le han fallado las cuentas a su actual representante, el Sr.
Mas. Creía que, tras su entrevista con Rajoy, sería recibido en Barcelona en olor de
multitudes. Sin embargo quienes le recibieron fueron los trabajadores en huelga de
los transportes, quienes no le obsequiaron precisamente con pétalos de rosa. El
detalle tiene su importancia porque ha sido la burguesía catalana, de la mano de
CiU y codo a codo con el PP, la primera en desmantelar los servicios públicos, en
exigir (y seguramente redactar) una reforma laboral que ha liquidado lo que
quedaba de derechos laborales, ha impuesto leoninas condiciones de contratación a
la clase obrera de todo el Estado español, etc. etc. Y eso lo tienen muy presente
los obreros catalanes. Tal como ha sucedido otras veces en la historia de España,
es muy posible que la lucha revolucionaria del proletariado confluya con la del
movimiento nacional, lo cual redundaría a favor de la clase obrera de todo el
Estado.
La oligarquía española seguirá apretando aún más el dogal de la explotación,
de la opresión y del terror. Les va en ello su supervivencia. Y ante esa perspectiva
no cabe más que oponerles una tenaz resistencia, organizando y uniendo la
fuerza de la clase obrera de todo el Estado, con el objetivo de derribar el Estado
monopolista y fascista español.
 A perro flaco, todo son pulgas
La crisis política del régimen
«Se puede asegurar que vivimos en
medio de una crisis política permanente
que no puede encontrar solución dentro
de este régimen o que sólo podrá
desaparecer con el régimen que la ha
generado. Este es el verdadero "estado
de la Nación", el estado natural del
régimen creado por Franco y heredado
por el rey y toda su corte (...).»
«La crisis política es una clara
manifestación de "anormalidad", de
enfermedad de la sociedad burguesa, y
más si se hace crónica, lo que
corresponde indudablemente al proceso
interno de descomposición
putrefacción que arranca desde su
misma raíz, de sus relaciones
económicas y que se extiende por todo el
cuerpo social hasta alcanzar su cabeza,
al Estado y a su "conciencia jurídica". Es
entonces cuando comienza a apestar.»1.
La debilidad del régimen, su crisis
política tiene, efectivamente, un
carácter crónico y también estructural,
que abarca a todo el aparato
institucional del Estado, a su sistema
de partidos, a su organización
territorial, a su jefatura, etc... El
repunte de la crisis económica ha
contribuido, por otra parte, a que todo
esto se haga más visible, más evidente.
Ya se sabe, "a perro flaco, todo son
pulgas".
El colapso de la monarquía
borbónica
La propia monarquía está
colapsando. Es, de hecho, el eslabón
más débil del régimen. Al hecho de ser
una monarquía impuesta por uno de
los dictadores fascistas más
sanguinario, terrorista y genocida de
Europa, se suma el anacronismo
histórico de la institución monárquica
y su carácter parasitario y
absolutamente corrupto, como lo
atestiguan los 1600 millones de euros
de fortuna personal que varios medios
internacionales le atribuyen al Bobón,
por no hablar del resto de corruptelas
a que parecen ser tan aficionados los
miembros de la familia real.
o En momentos en que millones de
trabajadores de este país se
encuentran al borde de la indigencia
(cuando no sumidos totalmente en
ella), sufriendo recortes de todo tipo,
viendo abolidos los pocos derechos con
que contábamos, esta institución se
hace especialmente odiosa y
especialmente insostenible.
Una parte de la oligarquía financiera
española contempla la "opción
republicana" (una república tan
antidemocrática como la monarquía
actual) para cuando las cosas se
pongan feas. Son conscientes de la
significación emocional que para los
trabajadores tiene la república y creen
poder valerse de esta reivindicación
para "calmar los ánimos" cuando éstos
se encuentren demasiado encrespados.
De aquí que sea una parte de la prensa
más negra y reaccionaria, como los
fascistas de "El Mundo", los encargados
de publicitar esa "opción republicana"
que, ciertamente, podría contribuir a
mitigar temporalmente el conflicto
social y político en un momento
determinado. Sin embargo, no todos
los sectores del régimen contemplan
esa posibilidad, especialmente el
Ejército ("garante de la Constitución
monarca-fascista"), entre otras cosas
porque no tendría un efecto duradero,
al contrario, abrirla una brecha en el
régimen que no haría más que
profundizarse.
"socialdemócratas" como los
conservadores -la pata izquierda y la
derecha del régimen- se desplomaron
en la penúltimas elecciones, y fue
necesario dar un pucherazo,
orquestado por los centros de poder de
la (des)Unión Europea, para volver a
poner las cosas en su sitio. Que los dos
grandes partidos que en nuestro país
se han venido alternando en el
gobierno se vengan abajo, es una buena

La farsa parlamentaria
también se desmorona
Pero el problema con que se
encuentra el Estado no es que
la monarquía sea un eslabón
débil, sino que el conjunto del
sistema es toda una cadena
devorada por la herrumbre. Los
llamados grandes partidos, en
su alternancia a la hora de
machacamos, han caído en el
más absoluto descrédito. El
"partido de la abstención" es
siempre el vencedor en todos y
cada uno de los procesos
electorales. El despego de los
trabajadores hacia estos
grandes partidos ha sido
siempre mayoritario. Y, en
estos momentos, es un despego
que ya empiezan a compartir
aquellos que, en su ingenuidad,
creían que las farsas electorales
servían para algo. Las medidas
anti-obreras, la represión, los
recortes de derechos, los innumerables noticia. Significaría que la crisis política
casos de corrupción política que salen está avanzando en su metástasis. El
a la luz un día sí y otro también, están desmoronamiento del bipartidismo y,
dejando a los "partidos de gobierno" en parlamentario, es decir, del sistema de
una situación muy precaria. partidos que sustenta el régimen
monarco-fascista, constituirá otro paso
Lo sucedido en Grecia podría muy importante en el camino de la
repetirse aquí. Tanto los
transformación social, política
económica.
El gobierno Rajoy va camino de ser
el más breve de las últimas tres
décadas. Y a la caída del gobierno Rajoy
le podría suceder un gobierno de
"concentración nacional", encabezado
por el PP y el PSOE. Esto contribuirá a
un mayor descrédito de estos partidos
o de los que jugaran el papel de
"oposición", como los neofascistas de
UPyD o los babosillos de IU (a los que
no cabe calificar sino de palmeros del
bi-partidismo). Un gobierno de este
tipo nos situaría ya en un contexto, no
de fascismo más o menos encubierto,
como el que hemos padecido hasta
ahora, sino que las máscaras caerían
definitivamente y nos enfrentaríamos a
un fascismo a cara de perro, dispuesto
a defender el decrépito sistema
capitalista con todos los medios a su
alcance, a cual más terrorista.
El fascismo abierto: ¿solución o
problema?
La represión política va a aumentar
(lo está haciendo ya) hasta niveles que
a la mayoría de los trabajadores les
pueden resultar impensables en pleno
siglo XXI. Esta represión, en forma de
apaleamientos de manifestantes, de
tortura, persecución política,
encarcelamientos, asesinatos por parte
de la policía o grupos parapoliciales o,
incluso, desapariciones, ha estado
siempre presente, en un grado o en
otro, a lo largo de las últimas tres
décadas. Pero ocurría que este tipo de
medidas sólo se aplicaban de forma
más o menos quirúrgica a tarde o más temprano volviéndose
determinadas expresiones del
movimiento obrero y popular del
Estado español (a nuestro Partido, a la
y izquierda abertzale, a las
organizaciones de solidaridad con los
presos políticos, a las organizaciones
guerrilleras...). Podríamos hablar del
caso de Jon Anza, de Juan Carlos
Delgado de Codes, Francisco Javier
Eizaguirre y tantísimos otros. Esta
represión va a dejar de ser tan
quirúrgica; sin duda, se va a
generalizar. Y debemos estar
preparados para afrontar una situación
de este tipo.
Sin embargo, una vez que el régimen
tome esta vía con todas las
consecuencias, su crisis política
alcanzaría un punto en que se tornaría
ya terminal, a falta de que se dieran
otros factores, como lo es la
organización de un movimiento obrero
y popular que estuviera en disposición
de dar un vuelco a la situación, lo que
desde luego no va a ser, en el corto y
medio plazo, una tarea fácil, teniendo
en cuenta que la organización de este
movimiento va a tener que acometerse
en unas condiciones que, por un lado,
van a ser muy favorables, por cuanto
los trabajadores son cada vez más
conscientes de cuáles son las causas de
los males que padecemos y de cuáles
son las soluciones a los mismos, pero
también, por otro lado, muy
complicadas debido a los niveles de
represión a los que aludimos.
Aunque no debemos olvidar que,
como se apuntaba en el ya citado
Informe Político de nuestro IV
Congreso, «el régimen ya no puede
evitar que los mismos medios bárbaros,
terroristas, que utiliza para combatir al
movimiento revolucionario acaben más
contra él. Ya no vivimos en los tiempos
tenebrosos en que podían ocultar y
quedar completamente impunes todos
los crímenes, atropellos y abusos del
poder». Todas las medidas represivas
que pueda ejecutar, van a obstaculizar
durante un tiempo el avance del
movimiento obrero y popular, pueden
frenar momentáneamente el proceso
de transformación política, social y
económica en que estamos inmersos;
pero no podrán abortarlo de ningún
modo y, en última instancia, ganarán
para la causa revolucionaria a más y
más sectores del pueblo. Es decir, la vía
del regreso a los orígenes se presenta
como la única salida posible para el
régimen, pero es una salida que
conduce a una situación aún peor,
infinitamente más peligrosa para su
supervivencia.
El barco se hunde. Sálvese quien
pueda.
Y por enésima vez vuelve a ponerse
en tela de juicio la sacrosanta unidad
de la patria española. España es una
cárcel de pueblos y, en un momento
como el actual, las tendencias
soberanistas van a cobrar nuevos bríos
en las nacionalidades del Estado.
¿Quién quiere permanecer en un barco
que se hunde sin remisión?
Ya es una consigna común entre
diversos sectores nacionalistas la de
que la salida de la crisis para las
nacionalidades pasa por la realización
de su independencia. Es una consigna
que, por lo demás, es totalmente falaz,
a no ser que esas nacionalidades
pretendan, junto con la consecución de
la independencia, trasladarse a algún
otro planeta de la Vía Láctea que no sea
éste en el que habitamos, en el que la
crisis del sistema capitalista está
presente hasta en la última aldea de la
Melanesia. No obstante, es una
consigna que puede calar en amplios
sectores sociales de esas
nacionalidades y puede también tener
como consecuencia no sólo la tentativa
de separación, sino la materialización
de la misma, lo que también puede
verse facilitado por el agravamiento de
las contradicciones interimperialistas y
la posibilidad de que España se
convierta en territorio a repartir en
función del desarrollo de esas
contradicciones entre las grandes
potencias imperialistas.
Nuestro Partido siempre ha hablado
del peligro de balcanización del Estado
español. Este peligro persiste. Y no sólo
persiste: puede cobrar nuevos bríos en
una situación en la que el Estado no es
que no sea capaz de impedir la
soberanía de las nacionalidades a las
que oprime desde hace siglos, sino que
parece ser totalmente incapaz de
conservar su propia soberanía en tanto
que Estado.
De un tiempo a esta parte, es un
lugar común decir que el poder de
decisión sobre lo que ocurre en esto
que llamamos España se encuentra
cada vez menos en Madrid y más en
ciudades como Berlín o Washington.
En ocasiones, hay una cierta
exageración en estas afirmaciones.
Pero hay no poca verdad en ellas. Y
esto tiene unas consecuencias muy
importantes de cara a la cuestión
territorial: ¿cómo va a poder el Estado
español contener las tendencias
soberanistas de las nacionalidades
cuando él mismo se muestra incapaz
de mantener el tipo en el ámbito
internacional, siendo en este terreno
prácticamente un guiñapo al que todo
dios vapulea?
Por otra parte, ya lo hemos dicho
muchas veces, desde el punto de vista
de la lucha revolucionaria, no podemos fila, lo que ha venido determinado por
sino alegrarnos de que al Estado se le su particular desarrollo
multipliquen los problemas. Cuanto (o subdesarrollo) histórico, político,
más débil se encuentre, más sencillo económico, cultural... Es algo
resultará derrocarlo. completamente natural que, en un
Además, los contexto de
comunistas somos agudización de la
firmes defensores crisis capitalista, un
del derecho de país de estas
autodeterminación características se vea
de las en la obligación de
nacionalidades agachar el hocico y
oprimidas y, por lo plegarse a lo que
tanto, no tenemos decidan los que sí
el menor reparo, y tienen poder
tampoco hay la (económico, militar,
menor etc.) en la arena
contradicción en re- internacional
lación a los Pero en esta cues-
principios que tión de la pérdida de
defendemos, en soberanía, cuando se
apoyar los procesos parte de posiciones
de liberación revolucionarias o
nacional que se consecuentemente
puedan producir y concretar al calor de progresistas, hay que hilar muy fino, si
un contexto como el actual. Aunque no se quiere caer en el melifluo
también decimos que los problemas de chovinismo que, a veces, se nos cuela
los trabajadores de cualquier por la puerta de atrás sin que nos
nacionalidad no se van a resolver con apercibamos de ello. Este riesgo existe
la creación de este o el otro nuevo y ya hay quienes pretenden hacer de la
Estado, sino únicamente sobre la base recuperación de la soberanía el caballo
de la destrucción del capitalismo y de de batalla del momento. Nos referimos
la revolución socialista. a IU y a no pocos sectores que forman
eso que hemos dado en llamar el
"reformismo radical". Éste es un
Algo más sobre la cuestión de la camino peligroso, en el que el riesgo de
soberanía. desorientarse y desbarrar es muy
La pérdida de soberanía del Estado grande.
español, y su supeditación cada vez Lo primero que debemos tener claro
mayor a los designios marcados por las es que los trabajadores, por el hecho de
grandes potencias imperialistas es un malvivir en una sociedad capitalista,
hecho. ¿A qué se debe este proceso? carecemos de cualquier soberanía. Ésta
¿Cuáles son sus causas? la ostenta la clase burguesa, la clase de
España siempre ha sido un país los explotadores, que son los que
capitalista de segunda o casi de tercera manejan las riendas del Estado. Por lo
tanto, nosotros no podemos perder lo
que no tenemos, por mucho que
manden en Bruselas por muy poco que
mande Madrid.
Quien está perdiendo soberanía es la
oligarquía financiera española y su
Estado, y los trabajadores no podemos
sino alegrarnos de que esto sea así.
Estamos hablando en este artículo de la
crisis política del régimen; pues bien,
ésta es otra manifestación de esa crisis:
no sólo se encuentra corroído por las
mil y una contradicciones que arrastra
desde su nacimiento, sino que ya no es
capaz de mandar ni en su propia casa y
son otros los que le dictan gran parte
de las medidas que debe aplicar.
Lo que las organizaciones
revolucionarias y los movimientos
democráticos y populares no podemos
hacer bajo ningún concepto es
convertirnos a estas alturas de la
película en defensores de la soberanía
del Estado burgués y de su régimen,
como están haciendo ciertos grupos
que incluso se autodenominan
marxistas. Cuanta más soberanía
pierda, mejor, porque más clara verán
los trabajadores y los sectores
populares la necesidad de derrocar un
Estado que carece de todo margen de
maniobra y que sólo se dedica a aplicar
las medidas que otros le imponen,
haciéndolo, además, de la única
manera que sabe y puede hacerlo: a
golpe de porra y de terrorismo de
Estado.
Por supuesto que los revolucionarios
defendemos la soberanía de los
pueblos; pero eso, la soberanía de los
pueblos y, más concretamente, la de la
clase obrera y del resto de los
trabajadores, no la soberanía de cuatro
parásitos explotadores. Y la soberanía
de los pueblos, sólo puede
materializarse con el derrocamiento de
los Estados burgueses, sean éstos
mucho, poco o nada soberanos, con la
toma del poder político por parte de la
clase obrera en alianza con otros
sectores populares. De aquí que haya
que andarse con pies de plomo cuando
hablamos de esta soberana cuestión.
Hay que utilizarla sin duda en la
agitación y en la propaganda, para
poner de manifiesto que el Estado
español no es ni tan siquiera el famoso
gigante con los pies de barro de Mao,
sino apenas un muñeco de trapo lleno
de remiendos con el que juega el
susodicho gigante; pero teniendo muy
claro en qué medida se deben y se
pueden utilizar y con qué sentido
ciertas consignas o planteamientos.
El desmoronamiento de la
ideología burguesa y la necesidad
del Partido.
Al final, toda esta cuestión que
estamos tratando aquí nos conduce a
una conclusión muy simple: la
ideología burguesa se está
desmoronando, están cayendo los
mitos en que ésta se sustenta: el
pretendido carácter democrático del
Estado burgués, la sociedad de
consumo, el estado de bienestar y los
mitos particulares de la ideología
burguesa made in Spain: la transición
modélica, la monarquía como garante
de la democracia y otras tonterías
similares.
El Estado burgués se muestra como
lo que es. Marx y Engels ya lo
definieron hace muchos años como el
consejo de administración del
capitalismo o, en su dimensión
represiva, como una banda de hombres
armados al servicio del capital. En

cuanto a la sociedad de consumo, cada
vez más sectores sociales están siendo
excluidos de la misma. La máxima
capitalista de "consume y no pienses"
ya no surte ningún efecto. Falta un
elemento de la ecuación: si a los
trabajadores ya no les está permitido
consumir porque carecen de medios
para hacerlo, ya sólo les queda pensar
y actuar en consecuencia.
Y ahí se le complican mucho las
cosas al capitalismo. ¿Y qué decir del
Estado de bienestar? Lo están
desmontando piedra a piedra. Y, al
hacerlo, el capitalismo se está privando
de un colchón fundamental con el que
contener el conflicto social
¿Pero pueden todas estas
circunstancias conducirnos a una
situación revolucionaria por sí mismas,
espontáneamente? Es evidente que no.
Hace falta la organización que, a partir
de esas circunstancias, nos conduzca a
la situación revolucionaria.
Y esta organización, como
no puede ser de otro modo,
es el Partido Comunista, es
decir, nosotros, los cuatro
gatos y un tambor que
estamos empeñados en que
en este país se dé nada más y
nada menos que una
revolución socialista. Sin la
labor del Partido, no hay ni
revolución ni cambio posible.
¿Quién va a llevar a cabo ese
cambio o esa revolución? ¿Un
movimiento espontáneo, sin
un claro programa revolu-
cionario? ¿Ese batiburrillo de
grupos seudo comunistas
que pululan por ahí, a cual
más confuso, oportunista y
desorientado?
Sólo nuestro Partido puede
transformar la crisis económica, social,
política e ideológica en una crisis
revolucionaria. Aunque, para llegar a
esto, antes debemos resolver no pocas
cuestiones, como lo es la
reorganización del Partido en todos los
planos, la reconstrucción de sus
organismos, la formación de los nuevos
militantes, la captación de otros
muchos que, literalmente, y no es
ninguna fanfarronada, están esperando
a que les demos la oportunidad de
trabajar con nosotros (y debemos bus-
car los medios de llegar a ellos). Y ésta,
ciertamente, es la tarea del momento.
Sin embargo, toda esta situación por la
que estamos atravesando va a
facilitamos mucho el trabajo, siempre,
claro, que no cometamos más
imprudencias y errores de los
estrictamente inevitables
1.- M.P.M. (Arenas): Informe Político
al IV Congreso.
 Y después de la marcha a Madrid ¿qué?
Los dirigentes sindicales a "negociar" el cierre definitivo de las minas y los
mineros a esperar las cartas de despido pactadas por esos vendeobreros con
gobierno y patronal. Esta es la solución que dieron las mafias sindicales al
conflicto. Pero, obviamente, no es la solución a la que aspiraban los mineros
de Asturias, León, Patencia, Aragón y otras muchas zonas del Estado y por la
que se echaron a la calle y sostuvieron una lucha continuada de barricadas
por más de dos meses contra los recortes liquidadores del
gobierno. Lo suyo, sin cobertura mediática, es pan y trabajo: que no cierren
las minas, que no haya despidos, un salario digno, derecho a la salud, a la
educación para sus hijos... salvar las cuencas de la muerte lenta que han
dispuesto para ellas los halcones de las finanzas y sus políticos

¿Y qué hicieron los sindicatos ante el

El estallido del conflicto se venía
inevitable e inminente estallido de la
gestando desde hace mucho tiempo. Desde
indignación minera? Lo de siempre:
décadas atrás. Reconversión tras
¡Movilizar para desmovilizar! Promover una
reconversión, las cuencas mineras se han
"huelga indefinida" pacífica, ordenada y en
visto devastadas: cierres de pozos, de la
santa procesión. Eso sí, la hicieron coincidir
industria relacionada con el carbón, de
con el 50 aniversario de la huelga de la mine-
talleres y hasta de comercios ligados a ellos,
ría de 1962, una fecha histórica que nos
pre-jubilaciones forzosas y despidos,
remite a grandes jomadas de lucha obrera y
disminución de salarios, paro endémico entre
que permanece muy viva en la memoria
las nuevas generaciones... Los gobiernos de
colectiva de los mineros, sus familias y en la
Felipe González primero, y más tarde de
población en general. Su hoja de ruta: paros,
Aznar, prometieron la reindustrialización de
manifestaciones y marcha a Madrid. Su
las zonas afectadas y la recolocación de los
declarado objetivo: empujar a patronal y
mineros. Pero nunca llegaron. Los dineros
Gobierno a "negociar el decretazo". Como si
venidos de Europa a tal fin se quedaron en los
todo el problema se redujese a unas perras
bolsillos de empresarios, políticos y
arriba o abajo, a unos puestos de trabajo más
sindicalistas. Lo que sí llegó fue la puntilla
o menos. Como si hubiese algo que negociar
liquidadora. Se la dio el gobierno del PSOE en
de él. Echarlo abajo y rescatar a la minería del
el 2011. Zapatero pactó con patronal y
entierro programado, no entra en sus
sindicatos el cierre definitivo de las minas de
cálculos. Su particular receta reformista para
carbón y antracita para el año 2018. Rajoy y
todo conflicto se ha reducido a mucho bombo
su manada de pitbulls, al socaire de la crisis,
y pocas nueces. En realidad su única
han adelantado por decreto ley la fecha de
preocupación de fondo estaba y está en sus
clausura. Dicen que por exigencia europea,
propios dividendos. Si a alguien engordan las
pero el dinero que con ello se ahorran, para
subvenciones, los subsidios, los cursillos de
mayor escarnio de nuestra clase, es para
capacitación y demás zarandajas, es a los
subvencionar a sus banqueros. Justo la gota
aparatos burocráticos de las centrales y a sus
para colmar el vaso.
liberados sindicales. Por eso en el conflicto
minero se han abstenido muy mucho de pedir
Las traiciones y tejemanejes de cuentas y responsabilidades por las
volatilizadas partidas económicas para la
los vendeobreros
reestructuración industrial de las cuencas:
ellos también metieron el cazo.
Con todo, para hacerse la foto en
Madrid, los popes sindicales tuvieron que
esperar más de dos meses. Una cosa eran sus
planes desmovilizadores y otra muy distinta
la voluntad y disposición a la lucha
consecuente y decidida de los mineros. Esto
se vio claro desde el primer momento. La
primera marcha a la capital chocó, como era
previsible, con la intransigencia del gobierno
y desató los primeros enfrentamientos con la
policía. A partir de ahí, el conflicto se
radicalizó y se desarrolló más allá del control
de los sindicatos. De nada sirvieron los
llamamientos a la calma y las constantes
condenas de la utilización de la violencia por
parte de éstos y de los partidos reformistas y
oportunistas que quisieron mangonear la
protesta, del periodismo amarillo, de los
tontulianos lameculos... Los mineros
rompieron con las cacareadas fórmulas
pacíficas, con el corsé legalista y
desmovilizador, e impusieron métodos de
lucha y organización independientes. Corría
el europeo de fútbol y quebrantaban el cerco
informativo al grito de "¡Esta es nuestra roja,
estos son nuestros aros olímpicos!", en
referencia a los neumáticos incendiados de
sus barricadas.
Las mejores tradiciones de
lucha
Durante más de dos meses, los
mineros, con el apoyo de sus familias y de la
práctica totalidad de la población de las
cuencas, han estado a la vanguardia del
movimiento obrero. A nadie se le escapa ya
que es hora de decir ¡basta! ante la brutal
agresión contra los intereses más básicos de
nuestra clase. O eso o el más hondo de los
abismos de explotación y miseria. Y los
mineros, con sus actuaciones consecuentes y
decididas; han demostrado que no sólo se
debe sino que además es posible luchar
contra los criminales recortes del gobierno, al
tiempo que nos recordaban cuál es la forma
efectiva de hacerlo:
Han recuperado las asambleas. En su
boca: "Abiertas para los mineros y cerradas
para la policía y los reventadores y
apagafuegos profesionales". Las han
convertido en su órgano soberano de
decisión, el marco donde discutían y
acordaban las diferentes actuaciones de
denuncia y protesta a realizar, cómo llevarlas
a cabo y quiénes se responsabilizaban de cada
tarea concreta, cada acción específica... Nada
que ver con las asambleas formales y
burocráticas que de vez en cuando convocan
las mafias sindicales para dar un tinte
democrático a sus manipulaciones. A tal
punto que los mineros cambiaban con
frecuencia los lugares y horas de reunión para
escapar a su control y a la represión policial.
Han recuperado los métodos
clandestinos y semiclandestinos, los
pequeños grupos de piquetes actuando
simultáneamente en diferentes puntos para
impedir que guardia civil y policía
concentraran sus fuerzas sobre ellos, los
sabotajes puntuales, los cortes de carreteras y
vías de comunicación, las tomas de edificios y
organismos oficiales, las capuchas, los
cócteles, los sabotajes, la cohetería... ¡Cómo
subió la moral de combate de nuestra clase
viendo retroceder a la picoletada ante el
fuego cruzado de su "artillería"! ¡Y cómo
bajaba en las filas institucionales! ¡Tanto que
los mentideros del régimen no tardaron en
calificar la lucha minera como de guerrilla
urbana!
Han recuperado la organización
"sindical sin miembros", sin burocracia, sin
liberados, sin carnés... Grupos de mineros
organizados en torno al objetivo común de
impulsar la lucha sindical de modo
independiente como en los tiempos de La
Camocha.
Todos con los mineros
Ha sido precisamente esa recuperación
de las mejores tradiciones de lucha de la
Asturias obrera y revolucionaria, esa que
entronca con el insurrecto Octubre del 34,
con el ¡No pasarán!, con las comisiones
obreras de 1957 y la huelga de 1962 —que se
extendió a otras muchas zonas del Estado y
terminó arrancando buena parte de las
conquistas sociales que hoy masacra el
gobierno—, con las luchas contra la
reconversión de 1983, 84, 85, 92... la que ha
desatado el amplio movimiento de
solidaridad que arropó a tos mineros. Entró
en juego nuestra memoria histórica de clase.
Todos hemos hecho nuestros su roja y sus
aros olímpicos. Hubo actos de protesta,
concentraciones, charlas, agitación y planes de sobreexplotación, opresión y terror
manifestaciones en apoyo a los mineros en
distintas partes del Estado e incluso fuera de
él. En la Red se multiplicaron las proclamas
de apoyo a la causa minera y las denuncias de
la represión que los medios de intoxicación
informativa ocultaban: «D de destrucción. Si,
si, de la destrucción a la que están sometiendo
ai pueblo de Ciñera los bárbaros de negro. Los
mercenarios a sueldo del poderoso. Es difícil de
explicar por aquí, porqué se te encoge la
sonrisa y te dan ganas de cagarte en la madre
de alguien cuando ves y te cuentan cómo
gasearon un parque infantil con presencia de
niños, cómo reprimen al pueblo manu militari,
mientras todo ello no existe en la prensa, solo
"lo malos que son los de Ciñera". Lo único malo
en Ciñera son los perros desalmados que
aterrorizan a un pueblo. Los malos son los que
disparan a ventanas de un primer piso,
rompiendo cristales y ventanas. Los que
reprimen a un pueblo al que temen. Pero
Ciñera existe... y Ciñera resiste. Es lo más
admirable que tienen, las ganas de luchar, pese
al terror policial...».
En algunos barrios, pueblos y centros
de trabajo se tomó la iniciativa de abrir cajas
de resistencia. En otros recogieron y les
hicieron llegar alimentos. Es de destacar el
papel de las mujeres de los propios mineros
que se sumaron a la lucha desde el primer
momento y que protagonizaron importantes
acciones de denuncia y protesta, como la
toma del Senado, del que fueron desalojadas a
la. fuerza. O la de los jóvenes que en Tenerife
hicieron suya la causa minera y fueron
brutalmente disueltos por la policía. O la de
Organización Obreira, en Galicia, que el 25 de
Julio, el día de la patria gallega, difundió una
octavilla en la que afirmaba que defender la
patria y hacer frente a los planes de ex-
plotación y terror «pasa hoy por unirnos al
resto de los obreros y de las clases populares de
los pueblos del Estado español, hacer nuestras
todas las luchas contra el enemigo común,
denunciar cada golpe represivo y no consentir
que haya un sólo detenido. (...) Pola de Lena,
Ciñera, Bembribe y otros muchos pueblos de
Asturias, León, Palencia, Aragón y otras
regiones mineras del país viven en pie de
guerra desde hace más de dos meses: los
mineros, sus familias y los vecinos de todos los
pueblos en lucha se están enfrentando a los
de la patronal y de su Estado con las formas de
organización más democráticas y los métodos
de lucha más avanzados, marcando el camino
de la resistencia a todos los explotados y
oprimidos)).
Pero si ha habido una actuación
solidaria que sobresaliera particularmente
fue la del pueblo de Madrid a la llegada de la
marcha minera. Medio millón de madrileños
se sumaron a ella y codo a codo con los
mineros rompieron el cerco esterilizador que
había dispuesto el Ministerio del Interior.
Tanto es así que el día se saldó con más de 20
detenidos y más de 50 heridos y
contusionados.
A Madrid se va a tumbar
gobiernos, no a pedir migajas
El punto negro de esa gran jornada, lo
pusieron, una vez más, las mafias sindicales.
Al tiempo que el pueblo de Madrid estaba en
la calle con "su roja", los popes de UGT y
CCOO se aupaban a este carro
autopresentándose ante sus jetazos como los
líderes indiscutibles de esa marea y, ¡por fin!
se hacían la tan esperada foto aunque, a decir
verdad, se les aguó un poco la fiesta, pues
tuvieron que compartir portada y
protagonismo con las de los brutales
apaleamientos y las detenciones de los perros
de presa de sus amos.
A día de hoy, los límites de la huelga
están más que demostrados. Como han
declarado los mineros del Bierzo a primeros
de agosto al "Diario de León": «No hemos
llegado donde queríamos por intereses
políticos y porque los sindicatos nos han
vendido... hemos perdido una lucha, pero no la
guerra, ahora cogeremos fuerzas para dar más
caña que nunca, le pese a quien le pese y caiga
quien caiga».
Ha pasado una vez más; al final, las
mafias nos han vendido. Y tenemos que
acabar con esto. Hay que deshacerse de una
vez por todas de las ataduras de los
sindicatos. Hay que elegir nuestras propias
comisiones de delegados, elegidos por la
asamblea soberana, y revocables en todo
momento, para que negocien directamente
con la patronal y su Estado nuestras
reivindicaciones. Hay que expulsar a los
agentes de la patronal de nuestras filas,
dejarles completamente aislados. Se nos
presenta una lucha larga y difícil, y sólo
podremos ir allanando el camino y arrancar
pequeñas victorias si nos desprendemos de
este lastre y lo combatimos como a nuestro
peor enemigo. Hay que extender la lucha
como lo hicieron los mineros en el 62, sacarla
del marco estrecho de cada conflicto y buscar
el apoyo y la solidaridad del resto de los
obreros y de otros sectores populares que
también están afectados por la crisis. Y hay
que darle continuidad e ir aún más allá del 62:
o nos salvamos todos o no se salva nadie.
Tenemos que luchar por arrancarles todas las
conquistas que nos han robado en todos estos
años, pero con eso solo no basta. No podemos
ir a Madrid a pedir migajas. Tenemos que
unir en un solo caudal revolucionario la
lucha contra los recortes y la explotación
bestial, contra la subida de los impuestos,
contra la privatización de la Sanidad y la
enseñanza, contra la represión, contra la falta
de libertades políticas y sindicales, contra el
paro y la miseria... con la lucha por la
expropiación de los monopolios y de la
banca y por la República Popular y el
socialismo. No hay otra salida.
Frente al desahucio y la especulación:

"No podría existir sin penuria de la vivienda una sociedad en la cual la

gran masa trabajadora no puede contar más que con un salario y, por tanto,
exclusivamente con la suma de medios indispensables para su existencia y para
la reproducción de su especie; una sociedad donde los perfeccionamientos de
la maquinaria, etc. privan continuamente de trabajo a las masas de obreros,
donde el retorno regular de violentas fluctuaciones industriales condiciona, por
un lado, la existencia de un gran ejército de reserva de obreros desocupados
y, por otro lado, echa a la calle periódicamente a grandes masas de obreros
sin trabajo; donde los trabajadores se amontonan en las grandes ciudades,
de suerte que pueden encontrarse siempre arrendatarios para la más infecta
de las pocilgas. En semejante sociedad, la penuria de la vivienda no es en
modo alguno producto del azar, es una institución necesaria que no podrá
desaparecer, con sus repercusiones sobre la salud, etc., más que cuando
todo el orden social que la ha hecho nacer sea transformado de raíz".

(Engels - Contribución al problema de la vivienda)

internacionales, con una balanza

El problema de la vivienda ha sido
siempre uno de los fundamentales a los
que han tenido que hacer frente los
trabajadores. Ya en los años 60 y 70
proliferaron las barriadas obreras de
chabolas en el entorno a muchas de
nuestras ciudades.
Ahora bien, lo que caracteriza el
problema de la vivienda en estos
momentos es que la 'burbuja
inmobiliaria' ha supuesto un enorme
proceso de concentración
monopolio por el que la oligarquía
financiera se ha apoderado directa o
indirectamente de una parte de las
ganancias de otros sectores
productivos y de más de la mitad de
los ingresos de todos los
trabajadores. Todo ello ha hecho que
aumenten las contradicciones y que se
agudice la crisis del sistema, al poner una
vez más de manifiesto el carácter social
de la producción y la apropiación
particular de los medios de producción.
El atraso de la economía Española,
(incapaz de competir en los mercados
comercial muy deficitaria, y a la que los
ingresos del turismo no lograban
equilibrar), hizo que los grandes
capitalistas españoles fijaran sus ojos en
el mercado interno y en un producto de
primera necesidad: la vivienda. Con la
ayuda del Estado, la oligarquía financiera
española ha aumentado su poder y su
control gracias a la 'burbuja inmobiliaria'.
En 1985, el 'decreto Boyer', dictado
en beneficio de los propietarios, hizo
y
desaparecer la prórroga forzosa de los
alquileres. Por si no bastara, el PSOE
añadió en 1994 una nueva ley de
arrendamientos que actualizaba los
alquileres con subidas que en ocasiones
llegaron al 10.000%.
Estas normativas sentaron las
bases para que los alquileres en España
fueran muy elevados y ponen de
manifiesto que desde el principio ha sido
una cuestión de Estado desincentivar el
alquiler, obligando así a la inmensa
mayoría de los trabajadores a tener que
comprar su vivienda.
 Al mismo tiempo, el Estado ha
dejado de construir vivienda pública:
"Para favorecer aún más la especulación
empresarial y financiera, el Estado ha
reducido la construcción de viviendas
sociales a un nivel meramente simbólico.
Si el plan inicial del PSOE contemplaba la
construcción de 45.000 viviendas anuales
de este tipo, el plan cuatrienal de
1984-87 rebajó esa cuantía a 30.000
anuales, que en la práctica se han
quedado en 13.000 y 5.000
sucesivamente"1.
Ya en 1996 denunciábamos: "El
Estado cada vez subvenciona menos
viviendas: de un 52% en 1986 ha pasado
a financiar sólo un 26% en 1993. Las
viviendas protegidas de promoción pública
han caído del 11 al 6% entre 1980 y 1992
y las protegidas de promoción privada
han caído todavía más: del 42 al 18% en
el mismo período; mientras, las viviendas
de precio libre, que antes no pasaban de
la mitad, ahora suponen más de las tres
cuartas partes de las que se construyen"2.
La aplicación en 1.990 por el PSOE
de la Ley de Haciendas Locales, aumentó
los impuestos municipales, las
tasas y contribuciones urbanas y
rústicas, así como incrementó el
valor catastral de las viviendas e
incorporó al catastro más de
3 millones de nuevos inmuebles
que hasta ese momento no
pagaban contribución.
El Estado no solo no
fomentó el alquiler, sino que
participó en la especulación a
través de la recalificación de
terrenos públicos. El expolio y la
corrupción han sido y son una
constante en Ayuntamientos y
Comunidades Autónomas.
Además, mientras las inversiones
en vivienda pública iban
desapareciendo, el Estado ha
gastado miles de millones en
construcciones megalómanas sin
ninguna utilidad social. Todo lo
anterior ha supuesto que los
trabajadores se enfrentasen a un
mercado cautivo en manos de
unos pocos constructores que
inflaron los precios de forma
artificial.
En esos años la
construcción llegó a suponer un
12 por ciento del PIB. No se podía
prescindir de la especulación
inmobiliaria porque era una de las
más importantes fuentes de
financiación (habría que decir expolio) de
la economía española. Un claro ejemplo lo
tenemos en la entrada de las
constructoras en el sector eléctrico y
energético (ACS en FENOSA e Iberdrola.
Acciona en Endesa, Sacyr en Repsol,
etc.).
La banca se aprovechó de este
monopolio en la construcción alentando la
subida especulativa de precios. Los
peritos de las entidades financieras
sobrevaloraban las nuevas construcciones
por encima de su valor real, dando lugar a
una espiral de préstamos cada vez más
elevados que ponía en manos de la
oligarquía financiera el grueso de los
recursos de la economía española. Cabe
recordar que la deuda de las empresas
constructoras a los grandes bancos era de
158.000 millones en 2007.
Este sobreprecio de las viviendas
supuso un gran incremento de los
beneficios para los bancos, pero el
sobreprecio durante la burbuja
inmobiliaria no creaba riqueza, tan solo
era especulativo, fruto de los precios
inflados por el monopolio de la
construcción. Este sobreprecio sólo se
podía mantener gracias a la disminución
del poder adquisitivo de los trabajadores:
"Como la vivienda no se puede pagar al
contado, hay que pedir un préstamo y
pagarlo en 15 ó 20 años. Son varios
millones de trabajadores los que pasan
largos años trabajando, además de para
la empresa que les explota, para el banco
que les concedió el préstamo hipotecario.
En 1986 los bancos se llevaban el 30% de
los ingresos totales familiares en concepto
de hipoteca y desde 1991 se quedaban ya
con el 60%"3. Según el Banco de España,
en 2007 la hipoteca exigía casi el 45% de
I la renta bruta de los hogares. Esto
hizo que el endeudamiento de las familias
trabajadoras españolas marcase un
récord histórico al finalizar el primer
trimestre de 2007 situándose en 859.970
millones de euros, lo que equivalía al
88 % del PIB. Por eso no es de extrañar
que ya en ese año de 'vacas gordas' casi
el 20 % de la población española se
situara por debajo del umbral de la
pobreza. Lo anterior supone que una
parte considerable del crecimiento de las
ganancias que se generaron en el sector
de la construcción no procedía de la
economía productiva, sino de una notable
reducción de la participación de los
trabajadores en la riqueza nacional. O
dicho de otra manera, el boom de la
construcción tuvo un importante
papel en la economía española
porque fue la forma en que los
bancos y la oligarquía financiera
aumentaron la sobrexplotación
laboral llevando a la mayor parte de
las clases trabajadoras al borde de la
subsistencia.
La crisis ha venido a acentuar aún
más el problema de la vivienda. El
estallido de la burbuja inmobiliaria ha
recaído sobre los hombros de las familias
trabajadoras, que ahora ven cómo sus
viviendas valen mucho menos mientras
que sus hipotecas no solo no bajan, sino
que los bancos les suben los intereses que
han de pagar. Crecen los despidos y bajan
los sueldos, de manera que la parte de los
sueldos que los trabajadores deben
dedicar a pagar la hipoteca aumenta, o lo
que es lo mismo, su nivel adquisitivo baja
a niveles de miseria. Según un reciente
informe de Caritas ya hay 580.000
hogares sin ningún ingreso, un 34 % más
que en 2007. La renta media ha
descendido en los últimos 4 años un 9%.
Ha aumentado del 5'3 al 6'9 el número de
veces que el 20% de los españoles más
ricos es más rico que el 20 % de los
españoles más pobres.
La consecuencia, entre otras es que
medio millón de familias han sido
desahuciadas en los últimos años y que
en los juzgados hoy haya 1'5 millones de
expedientes de desahucios. Y mientras las
familias trabajadoras son arrojadas a la
calle y a la indigencia, el Estado entrega
miles de millones de euros a la banca
para sanearla de la burbuja inmobiliaria,
favorecer su concentración y financiar la
privatización de las Cajas de Ahorros.
Las miles de familias desahuciadas,
después de quedarse en la calle, deben
seguir pagando la hipoteca. Además de
perder el piso y embargarles todos sus
bienes se ven encadenados de por vida a
regalar sin recibir nada a cambio enormes
cantidades de dinero a los bancos que les
concedieron los préstamos. El gobierno de
Rajoy, secundado por diversos grupos
reformistas, ha propuesto a los bancos
que acepten que los expulsados de su
casa cancelen la deuda entregando la
casa. En realidad la llamada 'dación en
pago', no es más que un parche, un
intento del Estado y los banqueros de
acallar las continuas protestas populares,
que en ocasiones impiden temporalmente
los desahucios. La entrega del piso al
banco no resuelve el problema de los
desahuciados, pues si bien quedan sin
deuda, también pierden su vivienda, sus
bienes y todo el dinero que hubiesen
pagado hasta entonces. Esas familias
trabajadoras siguen en la calle y en la
más absoluta miseria. En realidad la
'dación en pago' no es sino reconocer que
quien ha sido despojado de todo,
difícilmente va a poder seguir pagando
deuda alguna.
Mientras centenares de miles de
familias trabajadoras sufren condiciones
de extrema pobreza por hacer frente a la
hipoteca o padecen desahucios, en
España más de un millón de pisos
permanecen vacíos. Ante esa sangrante
realidad, la ocupación de esos pisos por
parte de los desahuciados es una
necesidad vital. Sin embargo, hemos de
recordar, como decíamos en el
Resistencia nº 33, allá por 1996 que: "La
ocupación sólo es un parche temporal que
no resuelve, ni mucho menos, el grave
problema de la vivienda. La solución no es
la ocupación, sino la expropiación, lo cual
requiere previamente llevar a cabo una
revolución socialista que nacionalice el
suelo, distribuya las viviendas vacías
entre los necesitados y construya otras
nuevas”.
1.- El problema de la vivienda.
Resistencia n° 10 - Ab. 1989.
2.- ¡Contra la especulación, expropiación!
Resistencia n° 33 - Dic. 1996.
3.- ídem.
 Entre Marxismo y Gandhi
Es bien conocida la trayectoria
política del señor Sánchez Gordillo,
alcalde de Marinaleda y diputado de
Izquierda Unida en Andalucía. Una
trayectoria principalmente cooperativista
o comunal. Es, sin embargo, en su ideario
y en su práctica donde encontramos las
mayores incoherencias de quien dice
defender a los trabajadores. Y es que en
política, a diferencia de lo que muchos
piensan, no todo vale.
Gordillo toma de aquí y de allá las
ideas y las formas que cree más justas, y
se hace un traje a medida sin
acomplejarse lo más mínimo del hecho de
que pueda llevar un traje de etiqueta con
unas chanclas. Pero la estética no es
política. O mejor dicho, la política, y en
particular la defensa de los intereses de
los trabajadores, debe estar más allá de
la estética.
Por un lado se declara influenciado
por el marxismo y por otro admirador de
la doctrina de la "no violencia" predicada
por Gandhi. ¿Cómo se puede reivindicar al
mismo tiempo a Ghandi y al Che Gueva-
ra? ¿Cómo se puede calificar a Lenin de
"gran revolucionario" y al mismo tiempo
tachar de "cana//a criminal" a Stalin? ¿Se
puede estar con Lenin y en contra de
Stalin, el mayor defensor del leninismo?
En el mundo del señor Gordillo todo es
posible. De ahí que se vea obligado a
hacer verdaderos juegos malabares
cuando intenta explicar sus actuaciones.
Pero como hemos dicho, en política
no todo vale, y cuando se trata de
defender los intereses de los trabajadores
menos. Cada uno es libre de vestir y de
pensar como le venga en gana. Pero en
política no se puede, a menos que se
quiera hacer el ridículo, apelar a Marx
desde los postulados de Gandhi, del
mismo modo que no se puede "teorizar"
sobre la lucha de clases, hablar de la
Dictadura del proletariado y predicar a la
vez la táctica de la "no violencia". Por eso,
cuando se ve obligado a explicar la
expropiación de alimentos de la que tanto
se ha hablado últimamente, trata de
definirla como "desobediencia civil activa"
sólo por el hecho de que "no es una
expropiación porque no se empleó la
violencia en ningún momento, porque
estaba ¡a puerta abierta". Hacía tiempo
que no escuchábamos un absurdo de esas
características. Y todo por rehuir de la
palabra expropiación, que ante todo es un
delito contra la propiedad privada, según
las leyes burguesas.
Habría que señalar que las acciones
de expropiación no son para nada
descubrimiento del SAT, pues en la época
de las reconversiones era una práctica
extendida entre los obreros huelguistas
entrar en los supermercados y, tras
cargar los carritos de alimentos, al salir
decían aquello de "¡que pague el Estado!".
¿Por qué entonces ese empeño de
jugar con las palabras y de no llamar a las
cosas por su nombre?
La respuesta es obvia. Tanto el
señor Gordillo como el señor Diego
Cañamero, estarían cometiendo el
flagrante delito de alentar y abanderar el
desorden público. Un orden al que están
sujetos y obligados a garantizar como
diputado uno y como secretario general
de un sindicato oficial, recibidor de
suculentas subvenciones, el otro. Y eso es
lo que no han tardado en recordarles todo
tipo de agentes del régimen. Desde
ministros, jueces, fiscales... hasta toda
esa caterva de ingenieros de la
desinformación que se hacen pasar por
tertulianos.
Hay que reconocer que al señor
Gordillo no le falta carisma, pero si nos
apartamos por un momento de los hechos
que rodean a las expropiaciones de los
supermercados, y nos centramos en toda
su arenga nos percataremos que tampoco
ahí hay mucho que rascar. Todo se
resume a clamar por la paz (debe ser la
paz de las fosas comunes en las que
están enterrados tantos republicanos,
anarquistas y comunistas) y lanzar
soflamas contra los bancos que ya
cualquiera, hasta el más apolítico, lanza.
 Cuando le reprochan los dinerales con el partido traidor al que
recibidos tanto en subvenciones como por representan y el abandono del
diputado, rasga sus vestiduras frente a parlamento fascista que, entre otras
micrófonos de todo tipo de debates cosas, aún no ha condenado el genocidio
radiofónicos y del 36 ni se ha
televisivos y nos arrepentido ni ha
dice que a quien pedido perdón por
hay que encarcelar los cientos de miles
es a banqueros, de trabajadores que
usureros y a aún yacen
patronos "democráticamente"
explotadores. Pues en numerosas
no le falta razón. cunetas y fosas
Pero cuando ese comunes.
día llegue, y
Por mucho
llegará, no nos
ruido que monten
cabe la menor
de la mano de sus
duda, no será
televisiones
desde la "no-
autonómicas y
violencia", cuando
demás diarios del crimen, y en total con-
ese día llegue, será la guerra.
nivencia con sus socios del PSOE en el
No caben ya las medias tintas, ni gobierno autonómico de Andalucía, es
los intentos reformistas desde los que se fuera del parlamento y alejados de los
pretende transformar el capitalismo despachos donde se plantea el combate,
"salvaje" en un capitalismo más humano sin parapetos ni privilegio alguno. Es en
"con personas y rostros". El capitalismo el lado de la Resistencia y no en el de
en su fase imperialista y monopolista la incoherencia política y la
jamás podrá ser "humano" con los complicidad, que un día llama a la
trabajadores, pues sobrevive gracias "desobediencia civil" y al siguiente a
a su sobre-explotación y a la miseria votar y a participar en el mismo
de millones de seres humanos. régimen terrorista.
Una acción verdaderamente No nos dejemos engañar por las
coherente por parte de Sánchez Gordillo y bellas palabras.
toda su comparsa, sería la de la ruptura
 Keynesianos y Neoliberales
Estamos asistiendo a un
intensísimo debate entre los fanáticos de
la austeridad y el equilibrio fiscal, por un
lado, y los ilusos del crecimiento, por
otro. Los primeros quedarían englobados
dentro de la corriente neoliberal y
conservadora y los segundos, en la órbita
de la llamada socialdemocracia (que no
tiene nada de social ni tampoco de
demócrata).
Todos ellos comparten el propósito
de salvar al capitalismo del naufragio, y
su incapacidad para lograrlo. Pero no por
su falta de talento o la escasez de sus
conocimientos económicos, sino porque el
capitalismo, una vez que toma la cuesta
abajo, no atiende a razones (tampoco lo
hace cuando está en pleno auge).
El capitalismo, y es un hecho
demostrado empíricamente, es
ingobernable. Todos aquellos que creen
que se puede regular el sistema, que esta
crisis se podría haber evitado si se
hubieran tomado las medidas adecuadas,
no hacen sino mostrar su absoluta
ignorancia de la dinámica y la lógica
económicas por las que se rige el
capitalismo.
No hay gobierno, ni
socialdemócrata ni conservador, que le
pueda poner el cascabel al gato. Entre
otras razones, porque esos gobiernos son
gobiernos burgueses, defienden los
intereses de los capitalistas y, por tanto,
no van a tomar ninguna medida que vaya
en detrimento de esos intereses.
Pero no es que estos
representantes de la burguesía no quieran
tomar ninguna medida, es que tampoco
pueden nacerlo: la búsqueda compulsiva
del beneficio, la lucha competitiva y a
cara de perro entre los diferentes
monopolios, entre los diferentes países
capitalistas, entre ios diferentes grupos
financieros y el conjunto de
contradicciones de que está preñado el
capitalismo, no pueden sino generar una
situación como la que estamos viviendo,
no pueden sino imponer una tendencia
objetiva al desequilibrio y el caos
económicos.
Y esto es algo que estamos viendo
cada día: tras cada gran reunión, tras
cada gran acuerdo, tras cada plan de
ajuste, la crisis, completamente
indiferente a lo que decidan o dejen de
decidir la Reserva Federal, la Comisión
Europea, el Fondo Monetario Internacional
o todos y cada uno de los gobiernos
capitalistas, no hace más que adquirir
nuevos bríos y hacerse más profunda.
La crisis no es una contingencia del
sistema, no es un fenómeno más o menos
accidental; la crisis es un fenómeno
inevitable en el capitalismo. Y no hay
decisión política que pueda cambiar esto.
Por expresarlo en términos científicos: la
crisis es una ley del desarrollo capitalista,
lo que, a su vez, determina que el actual
sistema habrá de ser superado más
pronto que tarde.
De todo ello sólo cabe extraer una
conclusión: no hay salida capitalista a
la crisis, ni keynesiana ni neoliberal;
ni los unos van a conseguir fomentar el
crecimiento ni los otros van a alcanzar el
equilibrio fiscal. Tampoco una especie de
síntesis entre ambas posiciones, que es lo
que parece que se está perfilando en los
ámbitos de decisión económica
internacionales, va a conseguir sacarnos
del atolladero.
¿De dónde van a salir los capitales
para fomentar el crecimiento? ¿De los
Estados capitalistas que están en la ruina?
Y aun en el caso de que no se
encontraran en la ruina, el sistema
capitalista no puede mantenerse sobre la
base del estímulo fiscal y la inversión
pública. Esto vendría a ser como la
respiración asistida a un enfermo: le
mantiene con vida, pero en un estado
agónico. El capitalismo debe respirar por
sí mismo, y si no puede hacerlo (y
efectivamente, como estamos viendo, ya
no puede hacerlo), eso sólo indica que es
un sistema agotado que debe ser
sustituido por un nuevo sistema
económico.
En cuanto al equilibrio fiscal, es
otra entelequia. En todos los Estados
capitalistas están desmontando piedra a
piedra el llamado Estado de "bienestar" y
cualquier atisbo de política social, en un
vano intento de cuadrar las cuentas. Pero
está sirviendo de bien poco: la deuda
pública no hace sino crecer, al igual que
los intereses que se pagan por ella, lo que
pone de manifiesto que los capitalistas,
los que compran esa deuda, saben muy
bien en qué situación se encuentran esos
Estados y las negras perspectivas que se
vislumbran en el horizonte, de ahí las
astronómicas primas de riesgo que están
aplicando.
No sólo buena parte de las
empresas están abocadas a la quiebra,
sino también los propios Estados
capitalistas, por mucho plan de ajuste que
pongan en marcha y por mucho rescate
multimillonario que se les conceda (de he-
cho, era evidente que la insostenible
deuda privada, generada a lo largo de
muchos años de crecimiento desbocado
de la economía crediticia, debía
convertirse forzosamente en la no menos
insostenible deuda pública).
La actividad económica está en
encefalograma plano, sobre todo en paí-
ses como España, por lo precario de su
estructura económica, y, siendo así, el
equilibrio fiscal se torna un objetivo de
todo punto irrealizable; lo que se pueda
ahorrar con la no aplicación de las
políticas sociales, se va a ir por el pozo
sin fondo de los rescates a las entidades
financieras u otras operaciones de
parcheo de un sistema que se cae a
pedazos.
Es, por tanto, absurdo todo este
debate entre los partidarios de la
austeridad y los del crecimiento. Ambos
objetivos son inviables, sencillamente
porque el propio capitalismo es inviable.
Si no queremos crisis, si
queremos dejar atrás el actual caos
económico, si queremos una
economía que se desarrolle de forma
armónica, sólo hay una opción:
arrasar con el orden capitalista, con
los Estados capitalistas; expropiar a
los explotadores, a los especuladores,
a los parásitos; abolir la propiedad
privada sobre los medios de
producción y socializarlos; ponerlos a
disposición de las necesidades
sociales; poner en marcha una
economía planificada. No hay más
alternativa que la construcción
socialista.
¿Qué nos espera bajo el
capitalismo? Miseria, explotación salvaje,
precariedad, indigencia en muchos casos,
represión, fascismo y la barbarie de una
III Guerra Mundial, que parece ser la
única salida que los capitalistas ven a la
situación por la que estamos atravesando.
Tras cada gran crisis económica, los
capitalistas han desatado una guerra
mundial imperialista, por la conquista de
mercados, fuentes de materias primas y
áreas de influencia geoestratégica. Y,
siendo ésta la mayor crisis a la que el
capitalismo se ha enfrentado nunca, como
así lo reconocen los propios "expertos"
económicos del sistema, mucho nos
tememos que la historia se volverá a
repetir. De forma más o menos discreta o
indiscreta, los Estados capitalistas están
acometiendo preparativos en este
sentido. Son dos las alternativas que se
nos presentan: o el socialismo o el abismo
y el horror capitalistas.
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El principio del derecho a la autodeterminación

Los comunistas sostenemos que el reconocimiento de la existencia de tres
nacionalidades oprimidas en España, supone también el reconocimiento de su legítimo derecho a
elegir su propio destino, el reconocimiento del derecho a su autodeterminación. Esta es la única
base sobre la que se podrá resolver el problema nacional en nuestro país.
Ahora bien, ¿qué entendemos nosotros por «derecho a la autodeterminación»? Detengámonos en
este punto, pues no faltan interpretaciones de este principio revolucionario adobadas para todos
los gustos. La más extendida de todas -y también la más torcida- es la que lo entiende, sin más,
como la separación, la independencia; ni que decir tiene que esta es una interpretación unilateral
de dicho principio que no podemos compartir,
Dejemos que sea Lenin -que como se sabe es quien más se ha ocupado de este problema- el que
nos ayude a aclarar un poco las ideas a este respecto:
«El derecho de autodeterminación de las naciones significa exclusivamente el derecho a la
independencia en el sentido político y ala libre separación política de la nación opresora.
Concretamente, esta reivindicación de la democracia política significa la plena libertad de agitación
en pro de la separación y de que ésta sea decidida por medio de un referéndum de la nación que
desea separarse. Por tanto, esta reivindicación no equivale en absoluto a la separación,
fraccionamiento y formación de Estados pequeños. No es más que una expresión consecuente de
la lucha contra toda opresión nacional»1.
El derecho a la autodeterminación significa, pues, el derecho de los pueblos de Catalunya, Euskadi
y Galicia a expresar libremente su voluntad como nación para elegir sus destinos, hasta llegar a la
separación, si así lo deciden, para formar un Estado aparte; significa también plena libertad de
agitación a favor de esa separación. Sin estas dos condiciones no puede hablarse seriamente de
libertad de elección ni de democracia política. Pero reparemos en un «pequeño detalle» que suele
pasar inadvertido con harta sospechosa frecuencia: es el que se refiere al referéndum mediante el
cual los pueblos de las nacionalidades han de expresar su voluntad. Digamos de paso que un
referéndum para decidir una cuestión de esta naturaleza es impensable que se pueda realizar en
España mientras exista el actual sistema capitalista. Ahora bien, una vez garantizados los
derechos políticos y la libertad plena de elección (únicamente el régimen socialista puede
garantizarlo), la cuestión que se plantea es la siguiente:
¿En nombre de qué principio se puede impedir, aunque sólo sea a un sector minoritario de la
población, manifestarse a favor de la unión? Por eso afirma Lenin que la reivindicación de la
democracia política -que es al fin y al cabo de la que se trata- «no equivale en absoluto a la
separación..., no es más que una expresión consecuente de la lucha contra toda opresión». Por
consiguiente, el derecho a la autodeterminación no es sólo y exclusivamente -como lo interpretan
los nacionalistas pequeñoburgueses- la separación, sino que implica también la unión y la libertad
de agitación en pro de esa unión.
Tal es nuestro concepto del derecho de los pueblos a la autodeterminación que, como se ha
podido comprobar, no tiene nada que ver con la «autonomía», la «federación» o alguna otra
fórmula, como la misma «independencia», que suponga una imposición. «El derecho a la
autodeterminación -dice Lenin- significa la existencia de tal régimen democrático en el que no sólo
haya democracia en general, sino también en el que no pueda darse solución no democrática al
problema de la separación» 2. Y este régimen, apenas hace falta decirlo, no puede ser otro que el
régimen socialista.

M.P.M (Arenas). "Una nueva etapa en el movimiento nacional"

Publicado en "Lucha de clases y movimientos nacionales en España"
Ed. Contracanto, 1988.

La independencia favorece la lucha por el socialismo

En nuestra opinión, apoyar la independencia o la consecución de ésta por parte de una o varias
nacionalidades supone, en el contexto actual, el agudizar aún más la crisis política del régimen y
facilitar el derrocamiento de la oligarquía, nuestro principal enemigo, en el resto del Estado -o en
todo el Estado-, ya que se vería obligada a combatir en varios frentes: contra el proletariado y
contra los pueblos de las nacionalidades, encabezados por sus respectivas burguesías, allí donde
éstas se muestren dispuestas a enfrentarse a las fuerzas imperialistas. A su vez, con una
burguesía sumamente debilitada, el proletariado de esa o esas nacionalidades se situaría en
mejores condiciones para encabezar a las masas populares en la lucha por la verdadera
independencia, que no puede estar más que ligada al socialismo. Es más, pensamos que en la
lucha común se habrá de forjar una unidad más sólida entre el proletariado de todas las
nacionalidades y entre los pueblos de España.
En que la situación actual no se puede seguir manteniendo por mucho tiempo están de acuerdo
tanto la oligarquía como la burguesía nacionalista. Por otra parte, es muy improbable que los
nacionalistas acepten la fórmula del "Estado federal cooperativo" que el gobierno felipísta les
propone, por lo que, descartada ésta, la burguesía imperialista "española" tiene ante sí tres
opciones. La primera, llegar a un entendimiento con las burguesías nacionalistas en torno a la
constitución de un Estado federal con las comunidades históricas, entre las que puede incluir a
Canarias para que no se les vaya de las manos. Pero esta solución, que podría ser una buena
ocasión para dar el cerrojazo a la violencia en Euskadi -o, por lo menos, desactivarla
momentáneamente-, coloca a las nacionalidades a un paso de la independencia. Además, a
diferencia de otros tiempos, como a comienzos de la transición, esta vía no parece entusiasmar
tanto a los sectores nacionalistas burgueses, lo que no invalida que, ahora mismo, estén tratando
de establecer algún tipo de compromiso en tomo a ella.
La segunda, podría consistir en el reconocimiento más o menos obligado de una declaración de
independencia, apoyada en un referéndum de autodeterminación o mediante votación en el
parlamento autónomo, ante las consecuencias que podría acarrearle un enfrentamiento militar y
debido a la presión internacional o de otros Estados. Pero, en este caso, el ejemplo de una
nacionalidad podría arrastrar al resto y desencadenar una crisis general. Sin duda, ésta sería la
opción preferida por la burguesía nacionalista.
Y la tercera, la intervención militar, que podría producirse de forma preventiva, ante el temor a la
secesión de una o varias nacionalidades, o bien dentro de un marco de crisis global, que podría
consistir en un golpe de Estado; o como respuesta directa a una declaración unilateral de
independencia. Esta sería para ambas partes la peor de todas. Sin embargo, se presenta como la
más probable. Sobre todo porque con las otras dos la oligarquía no va a poder contener el proceso
de desintegración del Estado ni el posible desencadenamiento de una situación de crisis
revolucionaria. Claro, que así no sólo no lo impide, sino que lo agrava, pero, al menos, le queda el
intentarlo. En este caso, la intervención militar afectaría de lleno al conjunto de las instituciones del
Estado, llevándose por delante a la monarquía.

Publicado en Resistencia nº18, Mayo 1992

El proletariado y la secesión de las nacionalidades oprimidas

¿Beneficia en los momentos actuales a la causa revolucionaria de la clase obrera esa posible
secesión incluso aunque esté encabezada por la burguesía? Nuestro Partido piensa que sí. En
general, podemos decir que al proletariado revolucionario le beneficia todo aquello que
contribuya a debilitar a nuestro enemigo principal, la oligarquía fascista e imperialista, y, por
tanto, debemos apoyarlo.
El que alguna burguesía periférica se vea empujada a la secesión como medio para lograr la
independencia del Estado español va a debilitar enormemente a la oligarquía española, facilitando,
así, su derrocamiento; nuestro enemigo principal se vería obligado a combatir en varios frentes,
contra el proletariado revolucionario y contra los pueblos de esas nacionalidades, a lo que se
añadirían los "factores externos" derivados del contexto de rivalidad interimperialista y guerra que
vivimos actualmente y que sólo puede recrudecerse.
Hay que tener en cuenta que el intento de secesión de una nacionalidad no quiere decir que ésta
vaya a conseguirse por las buenas, tras unos cuantos rifirrafes parlamentarios y unos cuantos tiras
y aflojas judiciales; la oligarquía, desde luego, no va a dejar en ningún caso que troceen "su"
mercado. De hecho, esto sólo significará agudizar al extremo todas las contradicciones y entrar en
el terreno de la confrontación abierta para resolverlas. Y no vamos a ser tan ilusos como para
pensar que la burguesía, por muy "nacionalista" que sea, vaya a ofrecer una gran resistencia; en el
mejor de los casos, saldrá corriendo a su dorado exilio en cuanto aparezcan los primeros tanques...
cuando no dará marcha atrás vergonzosamente, como ha hecho en el pasado. Sólo de los
trabajadores y otros sectores populares, encabezados por el proletariado, la clase más numerosa
en todas las nacionalidades del Estado español, puede esperarse un sostén consecuente del
derecho a la independencia nacional que les asiste frente a la violencia fascista e imperialista.
En consecuencia, este apoyo a la autodeterminación efectiva no cabe interpretarlo como un
respaldo a los Arzallus, Mas o Beiras; a éstos, como buenos burgueses, lo único que les mueve es
cómo se hace el reparto del botín de la explotación de los trabajadores, y hay que seguir
denunciándolos como tales porque, desde luego, la consecución de cualquier derecho democrático
no va a venir de su mano; todo lo contrario, de ellos sólo podemos esperar engaños, derrotismo y
traiciones, y siempre la colaboración activa con el poder central para que el movimiento
revolucionario no levante cabeza.

L. Carmona. Publicado en Resistencia nº 62, Febrero 2004

1 Lenin: «La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación».

2 Lenin: «Acerca del programa nacional de POSDR».
 José Díaz i el problema nacional
Article publicat a «Nuestra Bandera», any III,
número extraordinari, el juliol del 1942.

Espanya és un Estat imperialista, de/a José Díaz. El problema

nacional no és secundan, sino principal, i la seva solució no és
possible considerar-la a part de la solució deis problemes que
planteja la revolucio proletaria. Catalunya, Euzkadi i Galicia son
tres nacionalitats amb el dret inalienable a resoldre per si
mateixes els seus destins, a unirse amb Espanya, a separarse
d'Espanya, si aquesta és la seva voluntat. I nosaltres,
comunistes, assegu-rava José Díaz, tenim el deure d'ajudar
aqüestes nacionalitats, de defensar el seu dret
d'autodeterminació, perqué un poblé que oprimeix un altre
poblé no pot ésser lliure, i nosaltres volem, de veritat, una
Espanya lliure.

España es un Estado imperialista, decía José Díaz. El

problema nacional no es secundario, sino principal, y no es
posible considerar su solución aparte de la solución de los
problemas que plantea la revolución proletaria. Cataluña,
Euskadi y Galicia son tres nacionalidades con derecho
inalienable a resolver por sí mismas sus destinos, a unirse con
España, a separarse de España; si ésta es su voluntad. Y
nosotros, comunistas, aseguraba José Díaz, tenemos el deber
de ayudar a estas nacionalidades a defender su derecho a la
autodeterminación, porque un pueblo que oprime a otro pueblo
no puede ser libre, y nosotros queremos, de verdad, una España
libre.