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Respeto y Violación de los Derechos Humanos

Los derechos humanos corresponden tanto a la protección de ciertos valores éticos como a un régimen legal
positivo. Esto último significa que la violación de los derechos que establecen las leyes es un delito. La
Declaración Universal es un documento de carácter ético que señala a las personas y a los gobiernos qué
principios deben procurar en su actuación. La Constitución, además de lo anterior, establece principios que
todas las demás leyes mexicanas deben obedecer.

Existen diferentes tipos de derechos. Los que se refieren a cuestiones muy básicas que toda persona
necesita para vivir (alimento, libertad) y los que comprenden aspectos relevantes que requieren para vivir
según cierto ideal en sociedad (educación, desarrollo, paz). Estas diferencias entre los derechos básicos
conllevan, por consiguiente, una distinción tanto en su cumplimiento como en su violación.

Podemos decir que hay una clara violación en casos como el derecho al debido proceso legal, el
derecho a la seguridad personal o la prohibición de la tortura u la esclavitud. Si a alguien se le encarcela sin un
proceso legal justo, hay una violación de sus derechos probablemente por una autoridad judicial. También son
claras violaciones la tortura y la esclavitud. Éstos son casos que implican un gran sufrimiento por parte de las
víctimas, pero, desde el punto de vista del análisis, es más o menos fácil determinar en qué consiste.

En cambio, en otras situaciones en más difícil la violación; por ejemplo, en el caso del derecho a la
educación a l acceso a la cultura. Supongamos que un país no dispone de suficientes escuelas de todos los
niveles para dar acceso a la totalidad de su población escolar. En esta situación, es claro que los niños y
jóvenes, al no asistir a la escuela, no ejercen su derecho a la educación, pero ¿quién comete esa violación?

Podemos distinguir dos tipos de derechos básicos: los derechos individuales y los derechos sociales.
Entre los primeros están aquellos que son, sobre todo, libertades o capacidades de los individuos, y entre los
cuales también hay diferencias, como los dos grupos de derechos llamados, respectivamente, “derechos
civiles” (relacionados con la libertad de pensamiento, tránsito y ocupación) y “derechos políticos” (que se
refieren a la forma de gobierno y a la elección de autoridades).

Entre los derechos sociales, en cambio, encontramos los derechos que se relacionan con una vida
aceptable en sociedad, como el derecho a los servicios médicos y de salud, educación, cultura y trabajo. Así,
los derechos civiles y políticos se refieren más a las creencias y decisiones de las personas, mientras que los
sociales aluden más a lo necesario para vivir adecuadamente.

Algunas teorías proponen un tercer tipo de derechos que no se refieren directamente a los individuos,
sino a las comunidades de las que ellos forman parte, y se denominan “derechos de los pueblos”; por ejemplo,
el derecho a tener su propia cultura diferenciada y decidir por ´si mismo su destino colectivo. En el caso de
México, esta clase de derechos se ha discutido cuando nos referimos a colectividades que tienen su propia
cultura tradicional, como los pueblos indígenas.

Los avances en la protección de los derechos humanos.

El camino del respeto a los derechos básicos de las personas se inició hace mucho tiempo. El camino de la
civilización, sostienen algunos pensadores, es la capacidad de la gente para resolver los problemas sin recurrir
a la violencia. En ese sentido, desde el tiempo de las cavernas, la humanidad ha avanzado lentamente en el
establecimiento de reglas de convivencia y, sobre todo, para solucionar los conflictos. Aunque suene extraño,
y contrario a lo que dice el refrán, en la guerra no se vale todo. Incluso en un conflicto armado, hay reglas
sobre el trato a prisioneros y a la población civil. Esto no lo podemos olvidar, aunque, por fortuna, hace
muchos años que nuestro país no se involucra en una situación bélica abierta, hecho que debemos valorar.

Durante siglos la humanidad vivió la esclavitud, que aun cuando hoy nos parece intolerable, fue apenas
en el siglo XVIII que en Europa inició la abolición del régimen esclavista. Son muchas las historias acerca de por
qué ocurrió ese cambio, pero el hecho es que a partir de esos años dejó de ser legar la captura y comercio de
seres humanos. En el siglo XX entraron en escena los principios de no discriminación por motivos raciales y
nacionales, precisamente como reacción al genocidio.

Uno de los primeros países de América en abolir la esclavitud fue México por medio del decreto de
Miguel Hidalgo expidió en Guadalajara en los inicios de la lucha independentista, después vino la Revolución
Mexica que nos dio la Constitución y con ella la legalización de la no esclavitud. Pero ahí no se detuvo; en
tiempos recientes se han introducido organismos encargados de cuidar los derechos básicos, como la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Pero además de estos organismos oficiales, existen
organizaciones civiles dedicadas a la vigilancia de los derechos humanos.

Los derechos humanos y el logro de la vida democrática

Si exploramos el origen de los derechos humanos, encontramos que este concepto está muy ligado al de la
democracia moderna. Primero, en sus inicios los sistemas políticos democráticos aparecieron en la Grecia
antigua. Después de la desaparición de la cultura griega pasaron siglos antes de que a Europa llegara la
Ilustración, es decir, el siglo XVIII, época de la investigación científica, la filosofía política y las revoluciones.
Reaparece entonces la idea de democracia para sustituir las monarquías, en búsqueda de que el pueblo
participara en el gobierno. , terminando así con la idea de que sólo una minoría, por derecho de nacimiento,
podía gobernar.
La democracia y los derechos humanos, en su evolución, van de la mano. En la medida en que la
mayoría consigue acceder a un efectivo ejercicio de sus derechos, también se involucra en la vida pública, el
gobierno y la cultura, y por consiguiente, se logra elevar el nivel de la vida democrática.

La vida democrática significa que todos tenemos derecho a participar de las decisiones, las
responsabilidades y los beneficios. Pero en ciertas circunstancias no sólo tenemos el derecho, sino también la
obligación de participar. ¿Qué ideales incluye la democracia? La libertad, la igualdad y la solidaridad. La
igualdad no justifica establecer diferencias que menoscaben el respeto y el acceso de todos a los bienes por
igual, es decir, es el valor opuesto a la discriminación que explícitamente prohíben los documentos
fundamentales de los derechos humanos. Por su parte, la solidaridad democrática expresa la idea de que no
enfrentamos en soledad las necesidades y los problemas de la vida, más aún en la compleja y difícil sociedad
actual, sino que contamos con la solidaridad social, la cual se expresa en los sistemas de seguridad social en
cuanto a enfermedad y salud, acceso al trabajo, desarrollo, medio ambiente y otros bienes sociales. En otras
palabras, cuando damos un significado concreto a palabras como igualdad, solidaridad y libertad, éstas se
convierten en derechos específicos a bienes, y libertades individuales y sociales con constituyen un ideal de
convivencia en sociedad.

Queda sin embargo, un resquicio teórico: ¿Qué pasa con los derechos humanos en las sociedades no
democráticas? Existen países que aun sin tener un régimen republicano (pueden ser monarquías) son
democráticos. No obstante, todavía hay países que, sin el ideal democrático, llegan a tener prácticas
discriminatorias contra ciertos sectores de su población, pues no reconocen la igualdad básica de todos. Un
caso es la India, que designan un papel muy limitado a las mujeres.

Formas de explotación y violación de los derechos humanos.

Algunos ejemplos de rompimiento de la observación de las leyes: En nuestro país todavía existe un alto índice
de corrupción, la cual no sólo se da tanto en el ámbito gubernamental como en el social; así, es frecuente que
escuchemos acusaciones de desvíos de recursos por parte de funcionarios públicos. Pero también hay que
recordar que la corrupción no es exclusiva de los servidores públicos, pues muchas veces implica la
participación o complicidad de los ciudadanos.

Corrupción es un término general que se puede referir a diversas prácticas ilegales o inmorales,
algunas más reprobables que otras. La corrupción abre el camino a crímenes de mayor gravedad como el
narcotráfico, la delincuencia organizada, el secuestro, el tráfico de personas y otros actos ilegales que dañan y
destruyen a la sociedad. Piensa en el caso del tráfico de drogas: el hecho de que haya autoridades corruptas
que protegen a los capos del narcotráfico ha facilitado la ventana y el consumo de estupefacientes en nuestro
país.

Otro ejemplo es la prostitución, entendida como la venta comercial de favores sexuales, ejercida de
manera libre y voluntaria por una persona adulta, no constituye un delito en México, sin embargo, hay una
serie de cuestiones que sí requieren una aclaración jurídica. En nuestro país existe un delito llamado lenocinio,
que se da cuando una persona explota sexualmente a otra. Ahora una consideración propiamente ética, no
legal: ¿la prostitución es moral o inmoral? Desde una perspectiva liberal, las personas son libres de vivir su
sexualidad y usar su cuerpo como les plazca con el único límite de respetar esa misma libertad para todos los
demás, y a nadie debería castigarse por hacerse un tatuaje o pro sus creencias. En cambio, desde un punto de
vista religioso se tendrá a condenar la prostitución porque implica comercializar el cuerpo.

Si partimos de la idea de que en una sociedad liberal ninguna concepción ética puede imponerse a las
demás, entonces habría fuertes argumentos a favor de la más amplia tolerancia posible, la cual debería
aceptar la prostitución. Esto no implicaría que cada uno, en su fuero interno, no pudiera formarse una opinión
al respecto. Y por supuesto, el Estado debería garantizar que esta profesión se ejerciera en forma segura,
prohibir cualquier tipo de explotación y evitar la comisión de delitos.

Los valores de libertad, igualdad ante la ley, fraternidad, tolerancia y respeto a la pluralidad de
opiniones y formas de vida, característicos de las democracias avanzadas, son el sustento de los derechos
humanos modernos, ya que implican el rechazo a cualquier forma de discriminación e intromisión en la vida
privada. Las sociedades democráticas suelen contar con mecanismos e instituciones protectoras de los
derechos humanos, y si los ciudadanos nos acostumbramos a participar activamente en la vida pública, nos
convertiremos en denunciantes de cualquier abuso de autoridad. Por el contrario, en los regímenes
autocráticos, donde el poder se concentra en unas cuantas manos, no existe entre los gobernantes una cultura
de rendición de cuentas, su actuación es poco transparente y no se supervisa. Por su parte, los ciudadanos,
temerosos de represalias, prefieren no arriesgar su seguridad y no denuncian violaciones a los derechos
humanos.

Tarea

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