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Las revoluciones de los pueblos y su desarrollo antropo-histórico, o el por qué pasa lo que pasa

En sus orígenes, la cultura y forma de vida de los pueblos estaba regida por creencias, primaba
la fe. La autoridad, de tipo religioso, la ejercía el patriarca, el cacique, el faraón, o algún otro
personaje considerado un dios, o el representante de Dios en la tierra. La clase religiosa
(sacerdotes, chamanes, etc.) gozaba de los máximos privilegios. El sistema imperante, cuya
base era el dogma, era por tanto teocrático. El mayor interés se centraba en la supervivencia.
Esta era se conoce históricamente como la era de la Revelación.

Pero en algún momento la duda invade el pensamiento humano, las creencias como medio de
orientación de los pueblos y de toma de decisiones es cuestionada. En su lugar surge la norma,
la ley. La fe da paso a la ciencia. La autoridad, de tipo político, la ejercía el monarca (rey,
emperador, zar, etc.). La clase instruida gozaba de los máximos privilegios. El sistema
imperante, donde el conocimiento priva sobre el dogma, era por tanto aristocrático. El mayor
interés se centraba en el poder. Esta era se conoce históricamente como la era de la
Ilustración. El sector religioso no desaparece, sino que pasa a constituirse como iglesia,
manteniendo cierto nivel de prilegiosvi.

Posteriormente, la inconformidad invade el interés humano, la ciencia da origen a la técnica.


En su lugar surge la norma, la ley. La autoridad era de tipo político y ejerce un monarca (rey,
emperador, zar, etc.). La clase instruida gozaba de los máximos privilegios. El sistema
imperante, donde el conocimiento priva sobre el dogma, era por tanto aristocrático. El mayor
interés se centraba en el poder. Esta era, donde primaba la ciencia, se conoce históricamente
como la era de la Ilustración. El sector religioso no desaparece, sino que pasa a constituirse
como iglesia.

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