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DAVID VIÑAS

,
INDIOS, EJERCITO
Y FRONTERA

~ GALERNA -7f Santiago Arcos editor


1. ROCA y EL EJÉRCITO ARGENTINO EN 1879

En este año glorioso, una serie de acontecimientos felices comenza-


ron y terminaron la gran obra que ha dado los siguientes resultados:
la pacificación de los desiertos que se extienden al sur de la República;
~ampoco en la,~storia figura ese capítulo; es preciso buscar I la conquista de 20.000 leguas de tierras fértiles entregadas a la civiliza-
nales en ~~s cromcas de frontera; escritas por amanuenses asa~:r:~~~ ción; la sumisión y la regeneración de poblaciones salvajes; la libera-
por el go terno, pues son los únicos que se conservan AlII'I d ción de varios centenares de cautivos; la conclusión de la guerra secu-
del bla Ií d . a con ucta
neo es pa la a o puesta en contraste con la del índí . lar contra los indios [...).
peor. 10, sIempre

Manuel J. Olascoaga, La conquista de la pampa, 1881.


Ezequiel Martínez Estrada, Muerte y transfiguración de M~rtín Fierro.

HUMUS, ITINERARIO Y PROBLEMA DEL ESTADO LIBERAL

Para la Argentina oficial 1879 significa el cierre de la conquista de la Pa-


tagonia y el decisivo sometimiento de los indios. Ya la vez señala la matriz
y la institucionalización de la república conservadora que prevalece hasta
1916 como paulatino acuerdo entre el ejército y la oligarquía. Conjunto
social que si en 1930 logra de por sí una equívoca reaparición de diez años,
hoy, después de un siglo, se obstina en prolongar -con una creciente du-
reza que se lee en el envés de su trama triunfalista- un circuito que ya
evidenció sus aportes más fecundos, su eficacia si se quiere, pero cada vez
más sus límites, su agotamiento y sus categóricas contradicciones. Entre
las que se destaca, precisamente, su crispada acción represiva.
Coerción que se ha distinguido no sólo por ponerse en la superficie en
los momentos de crisis del sistema, sino por su peculiar capacidad silen-
ciadora para negar la violencia que subyace a la instauración del estado
liberal, y por su ejercicio de la censura ante los problemas vinculados a
sus propios orígenes. Como si el estado liberal argentino presintiese que
los planteo s sobre la génesis de su poder pusiera en cuestionamiento ese
mismo privilegio. Pero como entiendo que corresponde interrogar esas
elusiones, es que pretendo abrir algunas preguntas: si en la Argentina
actual -por ejemplo- donde el ejército ha proliferado hasta ocupar la
totalidad del proscenio en el espacio histórico, ¿qué hizo, realmente, en
la Patagonia de hace más de cien años? Cuando el discurso de ese ejérci-
to adoptaba gestos espectaculares, ¿negó la importancia numérica de los
indios? ¿Ése fue su recurso? ¿O la disfumó aduciendo una exigua calidad
que no comportaba "magnicidio"? ¿O bien pretendió disolver su respon-
sabilidad alegando que, en función de esos números escasos, jamás hubo
genocidio sino, a lo sumo, "matanza"? Y que los que la cometieron, ¿fue-
ron entidades ajenas a lo militar? Porque me interesa saber no sólo de los
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negociados que se hicieron con las tierras de los indios, tema que suele [bilidad verificable en la repetitiva circularidad de sus contornos más de-
tratarse, desde la izquierda incluso, con tanta benevolencia preocupada, ::riorad~s que han ido subrayando una suerte de rutina histórica en tanto
como los gentlemen de 1880 ya hablaban del gaucho humillado. No sólo " cerrona autística" o estrangulamiento estructural. Frente a la cual los
de los procedimientos con que la élite liberal utilizó a los indios como s:~tores opositores han tenido -hemos tenido:-, quizá,.mu~~a imagin~-
mano de obra servil. De todo eso sí, pero también de lo que se ha eludi- ió pero de ninguna manera eficacia operatrva. Imaginación esponta-
a~ ,
do. Lo que más inquieta. Porque en lo que a los historiadores canónicos nea, deficiente imaginación. A partir, sobre todo, del 1930; de manera mas
se refiere: ¿dijeron algo de ese silencio o colaboraron en el borramiento agravada, después de 1955. Y especialmente, luego del 76. ..
de las huellas que todo eso dejó? Qué son esos profesionales de la his- Pero hace más de cien años esa élite apuntaba a un salto cualitativo
to~~ografía: ¿c~m~lices o ~fón,~cos? Si en otros países de América Latina mediante la catalización de una serie de constantes previas: la consoli-
la voz de los indios vencidos ha sido puesta en evidencia ·por qué no dación indiscriminada de un poder central, la definitiva actualización de
1 Ar .? L ,¿
en a .ge~trna. ¿ a Argentina no tiene nada que ver con los indios? ¿Y u
n circuito inaugurado en torno a esa unidad productiva representada .
con las indias? ~O nada que ver con América Latina? Y sigo preguntando: por la estancia desde fines del siglo XVIII, la integr~c~ón de una c~mum-
¿No. hu.bo vencidos? ¿No. hubo violadas? ¿O no hubo indias ni indios? ¿O dad y de su espacio evaluado como un mercado unICO y homogeneo, y
l~~ rn~I,os ~eron conquistados por las exhortaciones piadosas de la cí- su inserción definitiva en el proyecto mundial capitalista. Mutación que,
:UlzaclOn liberal-burguesa que los convenció para que se sometieran e por cierto, contaba ya con un protagonista nítid~, caute~oso~ señorial y
rntegrar~n en paz? ¿Y qué significa "integrarse"? Pero, me animo a insistir: positivista. El general Julio Argentino Roca, de trernta y seis ano~ de ed~d
~por.que no se habla de los indios en la Argentina? ¿Y de su sexo? ¿Qué entonces, ministro de guerra y emergente del entramado de oligarquías
unplica ~ue se los desplace hacia la franja de la etnología, del folclore o, provincianas que se irían articulando en el Partido Autonomista Nacio-
m~s la~tim~samente, a la del turismo o de las secciones periodísticas de nal, representaba el punto de flexión de la estrecha alianza co~ un coro,
!alt~ d~vers. Por todo eso me empecino en preguntar: ¿no tenían voz los discreto pero de creciente poder de decisión: el ejército. Ese Dieú cache
indios? ¿O su sexo era una enfermedad? ¿Y la enfermedad su silencio? Se de la Argentina moderna que realiza su primera explicitación decisiva ca-
trataría, paradójicamente, ¿del discurso del silencio? O, quizá, los indios sualmente con Roca. Por algo "el conquistador del Desierto" de 1879 al
¿fueron los desapar~cidos de 1879? Todos esos interrogantes, especial- año siguiente se convertirá en "el conquistador de la Ciudad": es.que ese
mente ahora, necesito aclararlos. Lo intentaré, trataré de hacerlo. Dado general reproducía, sabiéndolo a medias, un antecedente argentmo y un
~ue, francamente, no me convence la versión que me ofrece el circuito mito genérico.
líberal de 1879 hacia acá. Dentro de ese contexto, el 25 de mayo de 1879, en la isla de Choele-
Porque ese proceso histórico ha ido conformando además una "cal- Choel situada donde el río Negro se ensancha y se cubre de arboledas
cificación" de tipo institucional de rasgos estructural~ente ho~ogéneos que lo destacan del resto de la desolada Patagonia, se celebr~ba una .gi-
y coyunturalmente heterogéneos, a la que se le ha venido oponiendo, de gantesca misa de campaña frente al ejército argentino. El estilo ~erOlco
manera frustrada, una suerte de "fermento" modificador que ni con las del maestro Blanes necesitó de un largo modelo apaisado para píntarlo:
bases del yrigoyenismo ni con las del peronismo -entendidos ambos Roca y sus jefes contemplan, de a caballo y con un aire presuntamente
como mo~mientos po~ul~es de dimensiones nacionales y de ambiguos ecuánime, a un grupo de indios arrinconados y atónitos. La soleda~, el
pero consIderables índices favorables al cambio- ha logrado salir de una viento apaciguado y un sol metálico contribuyen a exaltar e~~ ~spectacu-
estructura coloidal sólo episódicamente homogénea. lo realizado frente a cuatro mil hombres polvorientos y patrióticos. Nada
Es que en el tránsito que va de 1879 al 1930 Y de allí al 1980, a través de hay en esa ceremonia que antes no haya sido calculad~, dentro de la pre-
~n desplazamiento, que ya no sólo pone en la superficie el vacío de poder cariedad de medios, hasta en sus últimas consecuenCIas: sobre todo que
s~o el :ací~, de clase, esa "república de conciencias" exhibe la crisis de el general Roca, héroe, teórico, vocero y metteur en scene de ese act~,. no
la ImagmaclOn liberal. O su descarnada imaginación de crisis: sobrevivir sólo es una figura de significación equivalente ya sea por su carrera militar
e~mascarando su incapacidad para formular una ecuación operativa que como por su ávido pragmatismo y sus bases sociales al mexicano Porfi-
d~ c,u~nta de la multiplicidad de variables que le plantea la complejidad rio Díaz, al guatemalteco Justo Rufino Barrios, a Piérola del Perú, a Santa
~Istonca .ac~ual. No ya en sus declaraciones a favor de la "salvación" o del María de Chile o al mariscal brasileño Floriano Peixoto, sino que después
mantenlffilento de un mundo" (y jamás de la invención), sino en la impo- de la muerte de Adolfo Alsina, ex ministro de guerra y caudillo popular de
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Buenos Aires, brilla como uno de los candidatos más firmes a suceder al !izada en 1876, entre otros síntomas, por la botadura del vapor Le Frigorifi-
presidente Nicolás AvelIaneda cuyo periodo constitucional termina, pre- que, requería, urgentemente, más tierras. "Más y más hacia el sur'; escribía
cisamente, en 1880. uno de sus representantes. Y de manera ineludible, una seguridad mucho
"Los Estados Unidos del Norte -había dicho Roca en su proclama del más estable para su producción. Sobre todo, frente al indio. "Ese enemi-
18 de abril de 1879 al poner en marcha su campaña-, una de las más po- go de todos nosotros; de tirios y troyanos" tal cual iba anotando Eduardo
derosas naciones de la tierra, no han podido, hasta ahora, dar solución a Wilde.
la cuestión de los indios, ensayando todos los sistemas, gastando anual- Roca, integrado en ese marco, encabezó la primera división del ejérci-
mente millones de dólares y empleando numerosos ejércitos. Vosotros to. Su protagonismo exigía, en esa coyuntura de lanzamiento, su presencia
vais a resolverla, en el otro extremo de América, con un pequeño esfuerzo inmediata: "Porque él es un militar de primera línea" comenta socarro-
de vuestra labor': La conquista militar argentina fue iniciada así con una namente Eduardo Wilde. Sus generales, que lo imitaban hasta en su pun-
lúcida visión de lo que implicaba el modelo norteamerican~ en' su lucha tualidad y en su dandismo, se pusieron al frente de las otras divisiones:
contr~ los indios a fines del siglo XIX, de qué significaba ese proyecto y Levalle. de barbas bíblicas, al mando de la segunda, salió de Carhué; a
de cuales eran los parecidos y las diferencias en una alusión al contexto Racedo por su aire de embajador de la III República, con la división del
continental. La civilización liberal-burguesa, condensada prograrnátíca- centro, le correspondió avanzar desde Villa Mercedes; Uriburu, a raíz de
mente en el Facundo de Sarmiento treinta y cinco años antes, avanzaba su parentesco con un magno clan salteño, con la cuarta, fue bajando por la
de manera arrollad~ra sobre "los espacios vacíos" Rastignac desplegaba zona de Neuquén; la quinta, al mando de Godoy, partió de Guarníní. Otra
una andadura semejante, pero no de la provincia hacia la ciudad sino de la fracción, dirigida por Lagos, con sus resabios del Grant de Tennessee, salió
ciudad hacia el mundo. Era la faena prioritaria que, en el orden mundial de Trenque-Lauquen.
sintetizaría Kipling con su invocación a The white man's burden. ' En sus lineamientos generales, la expedición de Roca -que si pro-
. ~esuelto a superar la estrategia de Adolfo Alsina que privilegiaba el vie- longaba una línea de fuerza histórica decisiva para los intereses gana-
JO sistema de fortines -considerado por sus críticos como inmovilizador deros de la provincia de Buenos Aires, a la vez pretendía trascenderlos-
de la empresa militar, deteriorante de los soldados y desproporcionada- necesitaba repetir el itinerario seguido por Juan Manuel de Rosas en
mente costosos-, pero consciente de la continuidad y del salto cualitativo 1833. Porque si la propiedad de la tierra había sufrido modificaciones
~entro de una línea general estratégica, Roca ordenó pasar la línea defen- parciales, en su esencia permanecía inalterable. Y el núcleo del circui-
srva alcanzada durante el predominio político de Mitre (1852-1874). y si el to justificatorio frente a los indios reiteraba, matizándolo en sucesivos
significado histórico de su peculiar modernidad consistió en trascender refinamientos, lo formulado por el vírrey Vértiz, lo recogido por Rivada-
de~itivamente un diagrama cuyo arcaísmo aludía a los viejos rezagos vi- vía, lo repetido por Rosas o lo apenas alterado por Mitre. "Eliminarlos
r~emales, s~ ~ficacia inmediata operó teniendo muy en cuenta el hegerno- -teoriza Estanislao S. Zeballos-, pero en orden': La diferencia mayor
rusrno tradicional del gran latifundio bonaerense. Por eso, si el proyecto de consiste en que, hacia abril de 1879, la Patagonia ya no tiene las carac-
Roca desbordaba los límites consabidos de la provincia de Buenos Aires terísticas mito lógicas difundidas por Pigafetta en el viaje de Magallanes,
sus lin.eamientos primordiales se vinculaban a las necesidades expansiva~ que habiendo penetrado hasta la primera mitad del siglo XIX cuando
actualIzadas por los estancieros porteños. Darwin aún la presiente "la matriz más oscura del universo'; alcanza el
momento en que el poder de un gran cacique como Calfucurá impone
OLIGARQUÍA y EXPANSIÓN su dominio desde la cordillera de los Andes hasta la costa atlántica, y
en que un aventurero como Auguste Guinnard la atraviesa entre 1856 y
No abandonar Carhué al huinca. 1859 estimulando al Iules Verne de Los hijos del capitán Grant. Eso, por
un lado. Porque por el otro, la mayor novedad estriba en la existencia
Calfucurá, Testamento, 1873. de una élite históricamente madura, con una ironía que a cada paso se
convierte en sarcasmo, distante hasta la dureza, lúcida hasta lo despia-
Ese grupo social condicionado por sus compromisos con Inglaterra dado, pero sobre todo coincidente en varios ejes decisivos y coyuntu-
hasta en su paulatino acercamiento a un jefe puesto al día y más de acuer- ralmente oportuna por haber asumido y evaluado qué parte de respon-
do con las necesidades planteadas por la nueva política de la carne visua- sabilidad le correspondía en los fracasos anteriores: el exilio vivido por
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la mayoría de l?s padres de los señores del 80 fue el muro imaginario TÁCTICA DEL POSITIVISMO
sobre el que mas veces apoyaron su frente los Wilde, los Cané y hasta Hoy, Namuncurá confiesa que los campos pertenecen a la Nación y no
los Avellaneda. insiste más en sus ridículas pretensiones.
En superp.~si~ión con ~stos factores, la táctica de desgaste llevada a
cabo por el ejercito argentino -en disponibilidad después de la guerra General Levalle al coronel Luis Ma. Campos, 1878.
del P~ragua~ (1865-1870), de la superación de la crisis económica que per-
turbo el penado 1873-1877, y de la eliminación de las últimas montoneras Al fin de cuentas, si Roca va organizando su prestigio militar en vir-
fede~ales del catamarq~eño Varela y del entrerriano López Jordán- había tud del padrinazgo inicial de Sarmiento a lo largo de la presidencia del
rendido sus frutos. Allí reside en gran parte el éxito del "paseo" de Roca: sanjuanino (1868-1874), sus ascensos inaugurales los obtiene en Tuyutí
COtI idiianeiid a d iimp 1acable; desgaste previo, sordo y sistemático' ealertasoca. o en Humaitá frente a "los bárbaros guaraníes': sus grados posteriores los
entradas, "rnalones blancos" menos veloces pero más despiad id ' gana contra los montoneros del noroeste y especialmente en Ñaembé, en
1 del moví . a os que
os e" mO~l;nto in:erso !lev~dos a cabo por los indios. Lo que se lla- la zona mesopotámica, ante "esa chusma de harapientos': Bien visto, sus
maba operacion previa de limpieza" funcionaba así. "y si esos indios nos rasgos más notorios se superponen con los de un militar civilizador. El
han gol~eado tres -sentencia Olascoaga-, nosotros debemos pegarles que mejor administraba la represión de la "barbarie': Un auténtico jefe
doble, triple" positivista: que si en México hubiera actuado contra los yaquis de Sono-
. Por eso es que, en este sentido, las luchas con los indios de la Patago- ra y en los Estados Unidos hubiese empezado de teniente de la Guerra
ma (y del Chaco) deben ser vistas como una complementación de la gue- de Secesión hasta alcanzar su generalato contra el indio Gerónimo en la
rra contra lo~ pa~aguayos y frente a los caudillos federales. Choele-Choel zona apache, con los ingleses se hubiera enfrentado al Mahdi sudanés y en
clau,sura el circuito abierto en Olta y dramatizado al máximo en Cerro- Madagascar se hubiera permitido exaltarse cantando La Marsellesa ante
Cara: Es~ ~ecuencia no sólo ratifica el proyecto liberal-burgués de homo- las ruinas malgaches. Un modelo castrense, en la segunda mitad del siglo
geneizacion del escenario político -dentro del cual guaraníes, montone- XIX, ya no podía ser sólo nacional. "En cualquier latitud, un jefe debe de-
ro~ y.~ampas o~tentaban .una imagen parecida de "hombres desnudos, mostrar ejecutividad y, de ser posible, buenas maneras': escribía sir [ohn
pnrnítívos y racI.almente ineptos" - sino de intenso fortalecimiento de Seeley en su 'Ihe expansion of England. De ahí es que en la Argentina, que
un pO,d~rc.e~tralIzador. Para el cual si el mariscal López, el Chacho o Cal- se instaura entre 1880 Y 1916, semejante paradigma sirvió de referencia
fucura mdistIntame~te.r.epr~sentaban fuerzas centrífugas que había que fundamental -mediante una curiosa ecuación entre Moltke y Lyautey-
desbar~tar, el 1880 significaré su ratificación jurídica con la federalización para los Richieri. los Dellepiane, los Varela. Pero, sobre todo, para ese otro
de la CIUdadde Buenos Aires. Proceso que si en el nuevo mapa mundial arquetipo de defensor del "orden y el progreso" que fue el coronel Ramón
ap~taba a convertirla en boca de salida continental semejante a Shangai
S. Falcón.
o Smgap.ur, en el debate político argentino, corroboraba la carrera militar Nada de extraño tiene que a partir de esa combinación de eficien-
del propio Roca. cia, socarronerías, implacabilidad Ycientificismo -entre Comte y Gobi-
Entiéndase bien. El itinerario castrense del general Roca, al encua- neau- la marcha final sobre el Desierto patagónico, si nos atenemos a
dra~se en la llamada generacion del 80 -que se veía a sí misma como la correspondencia de Remigio Lupo publicada en La Pampa, pretenda
realizadora de las propuestas de Sarmiento en lo político y cultural y de parecer más un recuento de "sumisiones de indios" y de "casamientos en
las. de
. Alb er d'1 en loo juni ídiICOy economico-, resulta un modelo para ' los
masa" realizados por los misioneros. Ademán misional, de vieja data, que
militares
" . . puestos b ajo . ese rrnsrno
. em b lema. Que SIapelaban
. a la misma lo encontramos ampliamente actualizado en todas las empresas del bour-
bsantísima " triní1da d" -te 1'egra f os, remmgton
,. y ferrocarriles-, comenza-
geois conquérant; con connotaciones paternalistas, más atenuadas en lo
an a.dibujar una ideología castrense que iba prefiriendo por sobre todo
1a artillería a la s o tras mercantil, sobre todo en el pasaje del enérgico Pío IX al apaciguamien-
ras armas.J " y que reconocía al ge-,
armas, incluso la caballena;
to de León XIII. Pero en superposición, por cierto, con un veloz y ameno
nehr~lPa~ como al antepasado más rescatable entre los jefes militares de
l a istoria: '. "el ma nco " 1etra d o, memorialista,
. . . desfile mechado de cacerías de avestruces, carreras de caballos entre los
provinciano y muy sobrio
oficiales más jóvenes, retretas musicales en las que el dúo de La Traviata
se c?ntrapoma, de manera sistemática, al caudillismo romántico y des-
prolijo. se entremezcla con la estimulante virilidad de la marcha Curuzú.
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Porque si en los días de la salida de la expedición, según relata Fothe-


ringham en La vida de un soldado, "un general de renombre me habló orteña, hombre de la generación de 1837 ("tan am~~osa, t~n ineficaz
muy seriamente, aconsejándome que no fuera, que era una locura, que p tan distinta de la nuestra'; como concluye Wilde), e íntimo alIa~o de los
pereceríamos todos infaliblemente por los fríos atroces de esas latitudes, yintereses tra d"iciona 1es de Mitre en tanto gobernador de Buenos Aires des-
y por las crueles privaciones consiguientes a un avance tan temerario'; en de 1876. . 1 1 b ., d
la superficie de la marcha se imbrican -en un estilo de partes desde la Roca, al culminar su conquista sobre la Patagoma 'b con a ce e racion . e
vanguardia- "los lindos galopes'; los "días agradables'; "la excelente mo- esa monument al misa . de campaña al borde del no Negro, mata a vanos
vilidad'; los "gritos y risotadas'; las "fajas de esmeralda en medio de un ái aros de un tiro. Su positivismo se manifestaba, sobre .todo, en su .sev.era
valle inmenso'; por los márgenes avanzan "indios sin caballo'; "chusmas ~c~nomía de tácticas: monopolio de las tierras expropiadas a los indios,
desgreñadas y perplejas'; "tolderías mugrientas'; "chinerío sumiso y de- capitalización de un prestigio pulcro obtenido sobre lo~ desmane~ de sus
gradado'; "toldos incendiados'; "cadáveres desparramados': La dureza del ubalternos, centralización, conservadurismo moderrusta, fer?z horno-
positivismo cristalizada y de las teorizaciones racistas parecen combínar- sgenelzacl
. ión racial", fuerte estatización, sintonización, con los.. ntos1 del ea-
d 1
se tanto en el ritmo de avance como en los aspectos cotidianos, entre una italismo mundial, nacionalización de las oligarquías proVIncI~es y . ,e
parada marcial y unos laterales arrasadores con una fuerte dosis de Rerum p.ército frente a las milicias locales, reafirmación de fronteras, artiC~aClOn
Novarum y otra de Offenbach. ¿e los ferrocarriles, los telégrafos y el puerto único. De he~~o, reajustaba
La mayor eficacia del Roca de 1879,jugada entre una fachada inobjeta- al máximo una versión del Poder de acuerdo a la concepcion de las bur-
ble, y una sórdida trastienda, consistió entonces -a partir de una suma de guesías modernistas a fines del siglo XI.X y ~lanteaba, a !,a"": ~l punto d~
procedimientos eclécticos políticamente dosificados- en desbordar una partida de la Argentina oligárquica. Mejor dicho, de esa .repubhc~ de con
política inmovilizadora que se limitaba a la provincia de Buenos Aires y en ciencias" donde el estilo de la genteel tradition de los ~llguel Cane, C~rlos
culminar su carrera militar con vistas a la presidencia. "Concentra, avan- Pellegrini, Estanislao Zeballos, Eduardo Wilde, ,~a.nsilla:,Barro,s,~uClO':-
za y agiliza'; comenta Wilde. "Por lo menos': Porque si la marcha de Roca López, Groussac -encabalgados en ese primer milagro econorruco la~-
hacia el sur, arreando a los indios quebrados por sus lugarteniente s y ex- no americano del siglo XIX representado por lo agroexporta~or- se p~m.a
propiando sus tierras, presuponía un previo acuerdo con ellatifundismo en movimiento hacia un apogeo del que sólo llegarían a v~nfic~r los límí-
exportador, hacia el norte ese mismo ademán implicaba el reajuste de una tes con las primeras leyes antiliberales ~e la s~~~da pre~ldencla de RO:
coalición de oligarquías provincianas con un eje en Tucumán, de donde entre 1898y 1904. O con el cierre de la disponibilidad de tierras llegadas
era oriundo Roca, y con el otro en Córdoba controlada por su concuñado punto de máxima expansión hacia 1914.
Iuárez Celrnan a través de los Funes, clan al que pertenecían sus esposas
respectivas. "Roca -prosigue Wilde- va a lograr que el litoral y el interior ALTERACIÓN y REVESES DE UN PROGRAMA
del país lleguen a un acuerdo': En primera instancia. y en segunda, una
actualización del ejército mediante esa campaña fácil Y triunfalista. Ge- Habían enviado emisarios y regalos a los principales ~~ciques de las
nerosa distribución de "chinitas" para criadas de antecocina o de patio. y tribus araucanas, alentándolos a la resistencia y o~ecl.endoles su co-
bonos de tierra en premios a oficiales, suboficiales y tropa. "Que se los ri- operación para un levantamiento para el que I~s invitaban, por~u.e
como lo han dicho en esa ocasión prefieren rnonr peleando que VlVIf
farán por cuatro pesos a los bolicheros'; acota el implacable Wilde. Yva de
esclavos.
suyo, mediante la puesta al día o la promesa muy concreta de actualizarse
con los pagos atrasados. Memoria del departamento de guerra y marina, 1882.
Estas últimas disposiciones de Roca estaban dirigidas, dentro del mapa
latinoamericano, a insinuar su poderío respecto de Chile -dominado por 1879 Y 1880, por consiguiente, deben ser leídos como ~aconcreción d~l
un~ ~ligarquía similar a la argentina- en avance decisivo sobre Perú y Facundo y de las Bases. Las palabras y las letras del texto liber~ pr.ograma-
BolIVIa en la guerra del salitre (1879-1883), y empecinado y peligroso tico han sido "puestas en pie': Para usar otra clave: lo dramatúrg¡~o se ha
pretendiente a la Patagonia. y a la vez, en lo que hace a lo estrictamente tornado escénico. Incluso porque tanto Sarmiento como Alberdi hacen,
argentino, a hacer sentir su creciente prestigio político respecto del otro , mente , un balance desde sus propuestas hasta esa coyuntura
reciproca R sbli
candidato presidencial considerable, Carlos Tejedor, de vieja tradición en Conflicto y armonías de las razas en América (1883) y e~ La epu ~ca
Argentina consolidada en 1880 con la ciudad de Buenos Azres por capital
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Il. DE MÉXICO A TIERRA DEL FUEGO: INDIOS,


(1881). Más aún: hasta por el hecho de que el roquismo distorsionó ambas
propuestas. Dado que en el peculiar pragmatismo que caracteriza la reali-
CONDENAS Y GENOCIDIO
zación de los programas de los dos teóricos mayores del liberalismo inicial
se verifican, desde el arranque, sus profundas tergiversaciones; porque si
la colonización y la distribución de la tierra llevada a cabo por Roca con- Con el advenimiento de la forma republicana de gobierno, s~ ~uso en
tradecía lo más legítimo de lo propuesto por Sarmiento, la federalización peligro la existencia de las com~~idad.es abortgenes que subslstian, de~
de Buenos Aires en lugar de "descentralizar poderes" -como propiciaba bido a que la principallegislaclOn latinoamencana: basad.a "' ~adoc
Alberdi- los agigantó en una concentración acelerada. Y esa concentra- trina europea del liberalismo económico, desconoció el principio de la
propiedad colectiva de la tierra y rehusó concederle un estatus legal.
ción, eficacísima en la inmediatez de la táctica de Roca, se fue invirtiendo
Esto facilitó el despojo de las tierras comunales, ya ~era por compra o
hasta la degradación cuando se trató de la mediatez estratégica de la Ar-
por apropiación de parte de los poderosos terratem~mtes, con el r~s~l-
gentina; su eficientismo de militar positivista comprendía lo lineal, no lo tado de que muchos de los miembros de las comunzdades se convírne-
contradictorio. . ron en arrendatarios o peones de las haciendas. o acos~mbra~os. al
Conviene tenerlo presente: porque en esa doble alteración del progra- lenguaje oficial y confundidos por una economía monet~na, los índtos
ma liberal romántico no sólo radica la matriz de lo más negativo de la oli- cedían, con frecuencia sin saberlo, sus derechos sobre tierras yaguas
garquía victoriosa, sino de su posterior escepticismo al verificar sus impo- que repentinamente habían adquirido el valor de lo escaso.
sibilidades y sus insuperables conflictos. En especial del estilo mental que lLO, Indigenous peoples, Ginebra, 1953.
ha ido caracterizando a ese grupo social cuya creatividad actual se define
por la represión y cuya ideología real es hoy el antipensamiento. Pero que,
entonces, estaba indicando que la nación romántica se había convertido, Así sucede con los colonos alemanes en Chile, con los de Santa Fé;,y
finalmente, en estado liberal. las tribus guerreras de los Apalaches y los Comanches al norte de Me-
Por eso, 1879, 1880 Y el primer roquismo deben ser recuperados como jico [...].
momento clásico de la élite liberal argentina. Sobre todo por el equilibrio Nicasio Oroño, Fronteras y colonias, 1869.
logrado en torno a un núcleo de coincidencias ideológicas. Precisamente
por considerar a los indios como "enemigos prioritarios y generalizados':
Dicho de otra manera: si el miedo frente a los indios, si esa actitud reactiva En 1880 -años más, años menos- el avance en c~si .toda Hispa~o-
aparece como el nódulo primordial de la filosofía del 80, la inquietud por américa de una economía primaria y exportadora slgmfica la SUSti~-
no ser considerado como europeo brota como lugar común de toda su ción finalmente consumada del pacto colonial impuesto por las metro-
literatura. En ese punto culminauna serie de coordenadas que convierten polis ibéricas por uno nuevo .
.a sus planteos en "formas superiores" de la mentalidad conservadora ar- Tulio Halperín Donghi, Historia contemporánea
gentina, y al roquismo como la respuesta más coherente e implacable de de América Latina, 1969.
una conciencia posible.

LA HISTORIA COMO CONTEXTO


culrnin ación de la conquista de la Pata-
Si 1879 surge como 1a pulcra
gonia, pese a las campañas devastadoras que se pr~l,on.gan hasta. 188S, y
a condensadora del ejercito argentino que
e 1 genera 1 Roca como la figur . .
lid era esa empresa en estrecha articulación con lo~ latifun.distas a~oex-
'atamente con las tendencias mas agresivas del irnpe-
porta d ores y, me d I ,
rialismo, correspondería situar a esos c?mp~nente~ en el cruc~ de una
serie de coordenadas para su comprension mas precisa. Desde ya. con. sus
notables parecidos y sus lógicas diferencias. A los efectos de puntuallzar,

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