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INDIOS, EJERCITO
Y FRONTERA
negociados que se hicieron con las tierras de los indios, tema que suele [bilidad verificable en la repetitiva circularidad de sus contornos más de-
tratarse, desde la izquierda incluso, con tanta benevolencia preocupada, ::riorad~s que han ido subrayando una suerte de rutina histórica en tanto
como los gentlemen de 1880 ya hablaban del gaucho humillado. No sólo " cerrona autística" o estrangulamiento estructural. Frente a la cual los
de los procedimientos con que la élite liberal utilizó a los indios como s:~tores opositores han tenido -hemos tenido:-, quizá,.mu~~a imagin~-
mano de obra servil. De todo eso sí, pero también de lo que se ha eludi- ió pero de ninguna manera eficacia operatrva. Imaginación esponta-
a~ ,
do. Lo que más inquieta. Porque en lo que a los historiadores canónicos nea, deficiente imaginación. A partir, sobre todo, del 1930; de manera mas
se refiere: ¿dijeron algo de ese silencio o colaboraron en el borramiento agravada, después de 1955. Y especialmente, luego del 76. ..
de las huellas que todo eso dejó? Qué son esos profesionales de la his- Pero hace más de cien años esa élite apuntaba a un salto cualitativo
to~~ografía: ¿c~m~lices o ~fón,~cos? Si en otros países de América Latina mediante la catalización de una serie de constantes previas: la consoli-
la voz de los indios vencidos ha sido puesta en evidencia ·por qué no dación indiscriminada de un poder central, la definitiva actualización de
1 Ar .? L ,¿
en a .ge~trna. ¿ a Argentina no tiene nada que ver con los indios? ¿Y u
n circuito inaugurado en torno a esa unidad productiva representada .
con las indias? ~O nada que ver con América Latina? Y sigo preguntando: por la estancia desde fines del siglo XVIII, la integr~c~ón de una c~mum-
¿No. hu.bo vencidos? ¿No. hubo violadas? ¿O no hubo indias ni indios? ¿O dad y de su espacio evaluado como un mercado unICO y homogeneo, y
l~~ rn~I,os ~eron conquistados por las exhortaciones piadosas de la cí- su inserción definitiva en el proyecto mundial capitalista. Mutación que,
:UlzaclOn liberal-burguesa que los convenció para que se sometieran e por cierto, contaba ya con un protagonista nítid~, caute~oso~ señorial y
rntegrar~n en paz? ¿Y qué significa "integrarse"? Pero, me animo a insistir: positivista. El general Julio Argentino Roca, de trernta y seis ano~ de ed~d
~por.que no se habla de los indios en la Argentina? ¿Y de su sexo? ¿Qué entonces, ministro de guerra y emergente del entramado de oligarquías
unplica ~ue se los desplace hacia la franja de la etnología, del folclore o, provincianas que se irían articulando en el Partido Autonomista Nacio-
m~s la~tim~samente, a la del turismo o de las secciones periodísticas de nal, representaba el punto de flexión de la estrecha alianza co~ un coro,
!alt~ d~vers. Por todo eso me empecino en preguntar: ¿no tenían voz los discreto pero de creciente poder de decisión: el ejército. Ese Dieú cache
indios? ¿O su sexo era una enfermedad? ¿Y la enfermedad su silencio? Se de la Argentina moderna que realiza su primera explicitación decisiva ca-
trataría, paradójicamente, ¿del discurso del silencio? O, quizá, los indios sualmente con Roca. Por algo "el conquistador del Desierto" de 1879 al
¿fueron los desapar~cidos de 1879? Todos esos interrogantes, especial- año siguiente se convertirá en "el conquistador de la Ciudad": es.que ese
mente ahora, necesito aclararlos. Lo intentaré, trataré de hacerlo. Dado general reproducía, sabiéndolo a medias, un antecedente argentmo y un
~ue, francamente, no me convence la versión que me ofrece el circuito mito genérico.
líberal de 1879 hacia acá. Dentro de ese contexto, el 25 de mayo de 1879, en la isla de Choele-
Porque ese proceso histórico ha ido conformando además una "cal- Choel situada donde el río Negro se ensancha y se cubre de arboledas
cificación" de tipo institucional de rasgos estructural~ente ho~ogéneos que lo destacan del resto de la desolada Patagonia, se celebr~ba una .gi-
y coyunturalmente heterogéneos, a la que se le ha venido oponiendo, de gantesca misa de campaña frente al ejército argentino. El estilo ~erOlco
manera frustrada, una suerte de "fermento" modificador que ni con las del maestro Blanes necesitó de un largo modelo apaisado para píntarlo:
bases del yrigoyenismo ni con las del peronismo -entendidos ambos Roca y sus jefes contemplan, de a caballo y con un aire presuntamente
como mo~mientos po~ul~es de dimensiones nacionales y de ambiguos ecuánime, a un grupo de indios arrinconados y atónitos. La soleda~, el
pero consIderables índices favorables al cambio- ha logrado salir de una viento apaciguado y un sol metálico contribuyen a exaltar e~~ ~spectacu-
estructura coloidal sólo episódicamente homogénea. lo realizado frente a cuatro mil hombres polvorientos y patrióticos. Nada
Es que en el tránsito que va de 1879 al 1930 Y de allí al 1980, a través de hay en esa ceremonia que antes no haya sido calculad~, dentro de la pre-
~n desplazamiento, que ya no sólo pone en la superficie el vacío de poder cariedad de medios, hasta en sus últimas consecuenCIas: sobre todo que
s~o el :ací~, de clase, esa "república de conciencias" exhibe la crisis de el general Roca, héroe, teórico, vocero y metteur en scene de ese act~,. no
la ImagmaclOn liberal. O su descarnada imaginación de crisis: sobrevivir sólo es una figura de significación equivalente ya sea por su carrera militar
e~mascarando su incapacidad para formular una ecuación operativa que como por su ávido pragmatismo y sus bases sociales al mexicano Porfi-
d~ c,u~nta de la multiplicidad de variables que le plantea la complejidad rio Díaz, al guatemalteco Justo Rufino Barrios, a Piérola del Perú, a Santa
~Istonca .ac~ual. No ya en sus declaraciones a favor de la "salvación" o del María de Chile o al mariscal brasileño Floriano Peixoto, sino que después
mantenlffilento de un mundo" (y jamás de la invención), sino en la impo- de la muerte de Adolfo Alsina, ex ministro de guerra y caudillo popular de
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Buenos Aires, brilla como uno de los candidatos más firmes a suceder al !izada en 1876, entre otros síntomas, por la botadura del vapor Le Frigorifi-
presidente Nicolás AvelIaneda cuyo periodo constitucional termina, pre- que, requería, urgentemente, más tierras. "Más y más hacia el sur'; escribía
cisamente, en 1880. uno de sus representantes. Y de manera ineludible, una seguridad mucho
"Los Estados Unidos del Norte -había dicho Roca en su proclama del más estable para su producción. Sobre todo, frente al indio. "Ese enemi-
18 de abril de 1879 al poner en marcha su campaña-, una de las más po- go de todos nosotros; de tirios y troyanos" tal cual iba anotando Eduardo
derosas naciones de la tierra, no han podido, hasta ahora, dar solución a Wilde.
la cuestión de los indios, ensayando todos los sistemas, gastando anual- Roca, integrado en ese marco, encabezó la primera división del ejérci-
mente millones de dólares y empleando numerosos ejércitos. Vosotros to. Su protagonismo exigía, en esa coyuntura de lanzamiento, su presencia
vais a resolverla, en el otro extremo de América, con un pequeño esfuerzo inmediata: "Porque él es un militar de primera línea" comenta socarro-
de vuestra labor': La conquista militar argentina fue iniciada así con una namente Eduardo Wilde. Sus generales, que lo imitaban hasta en su pun-
lúcida visión de lo que implicaba el modelo norteamerican~ en' su lucha tualidad y en su dandismo, se pusieron al frente de las otras divisiones:
contr~ los indios a fines del siglo XIX, de qué significaba ese proyecto y Levalle. de barbas bíblicas, al mando de la segunda, salió de Carhué; a
de cuales eran los parecidos y las diferencias en una alusión al contexto Racedo por su aire de embajador de la III República, con la división del
continental. La civilización liberal-burguesa, condensada prograrnátíca- centro, le correspondió avanzar desde Villa Mercedes; Uriburu, a raíz de
mente en el Facundo de Sarmiento treinta y cinco años antes, avanzaba su parentesco con un magno clan salteño, con la cuarta, fue bajando por la
de manera arrollad~ra sobre "los espacios vacíos" Rastignac desplegaba zona de Neuquén; la quinta, al mando de Godoy, partió de Guarníní. Otra
una andadura semejante, pero no de la provincia hacia la ciudad sino de la fracción, dirigida por Lagos, con sus resabios del Grant de Tennessee, salió
ciudad hacia el mundo. Era la faena prioritaria que, en el orden mundial de Trenque-Lauquen.
sintetizaría Kipling con su invocación a The white man's burden. ' En sus lineamientos generales, la expedición de Roca -que si pro-
. ~esuelto a superar la estrategia de Adolfo Alsina que privilegiaba el vie- longaba una línea de fuerza histórica decisiva para los intereses gana-
JO sistema de fortines -considerado por sus críticos como inmovilizador deros de la provincia de Buenos Aires, a la vez pretendía trascenderlos-
de la empresa militar, deteriorante de los soldados y desproporcionada- necesitaba repetir el itinerario seguido por Juan Manuel de Rosas en
mente costosos-, pero consciente de la continuidad y del salto cualitativo 1833. Porque si la propiedad de la tierra había sufrido modificaciones
~entro de una línea general estratégica, Roca ordenó pasar la línea defen- parciales, en su esencia permanecía inalterable. Y el núcleo del circui-
srva alcanzada durante el predominio político de Mitre (1852-1874). y si el to justificatorio frente a los indios reiteraba, matizándolo en sucesivos
significado histórico de su peculiar modernidad consistió en trascender refinamientos, lo formulado por el vírrey Vértiz, lo recogido por Rivada-
de~itivamente un diagrama cuyo arcaísmo aludía a los viejos rezagos vi- vía, lo repetido por Rosas o lo apenas alterado por Mitre. "Eliminarlos
r~emales, s~ ~ficacia inmediata operó teniendo muy en cuenta el hegerno- -teoriza Estanislao S. Zeballos-, pero en orden': La diferencia mayor
rusrno tradicional del gran latifundio bonaerense. Por eso, si el proyecto de consiste en que, hacia abril de 1879, la Patagonia ya no tiene las carac-
Roca desbordaba los límites consabidos de la provincia de Buenos Aires terísticas mito lógicas difundidas por Pigafetta en el viaje de Magallanes,
sus lin.eamientos primordiales se vinculaban a las necesidades expansiva~ que habiendo penetrado hasta la primera mitad del siglo XIX cuando
actualIzadas por los estancieros porteños. Darwin aún la presiente "la matriz más oscura del universo'; alcanza el
momento en que el poder de un gran cacique como Calfucurá impone
OLIGARQUÍA y EXPANSIÓN su dominio desde la cordillera de los Andes hasta la costa atlántica, y
en que un aventurero como Auguste Guinnard la atraviesa entre 1856 y
No abandonar Carhué al huinca. 1859 estimulando al Iules Verne de Los hijos del capitán Grant. Eso, por
un lado. Porque por el otro, la mayor novedad estriba en la existencia
Calfucurá, Testamento, 1873. de una élite históricamente madura, con una ironía que a cada paso se
convierte en sarcasmo, distante hasta la dureza, lúcida hasta lo despia-
Ese grupo social condicionado por sus compromisos con Inglaterra dado, pero sobre todo coincidente en varios ejes decisivos y coyuntu-
hasta en su paulatino acercamiento a un jefe puesto al día y más de acuer- ralmente oportuna por haber asumido y evaluado qué parte de respon-
do con las necesidades planteadas por la nueva política de la carne visua- sabilidad le correspondía en los fracasos anteriores: el exilio vivido por
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la mayoría de l?s padres de los señores del 80 fue el muro imaginario TÁCTICA DEL POSITIVISMO
sobre el que mas veces apoyaron su frente los Wilde, los Cané y hasta Hoy, Namuncurá confiesa que los campos pertenecen a la Nación y no
los Avellaneda. insiste más en sus ridículas pretensiones.
En superp.~si~ión con ~stos factores, la táctica de desgaste llevada a
cabo por el ejercito argentino -en disponibilidad después de la guerra General Levalle al coronel Luis Ma. Campos, 1878.
del P~ragua~ (1865-1870), de la superación de la crisis económica que per-
turbo el penado 1873-1877, y de la eliminación de las últimas montoneras Al fin de cuentas, si Roca va organizando su prestigio militar en vir-
fede~ales del catamarq~eño Varela y del entrerriano López Jordán- había tud del padrinazgo inicial de Sarmiento a lo largo de la presidencia del
rendido sus frutos. Allí reside en gran parte el éxito del "paseo" de Roca: sanjuanino (1868-1874), sus ascensos inaugurales los obtiene en Tuyutí
COtI idiianeiid a d iimp 1acable; desgaste previo, sordo y sistemático' ealertasoca. o en Humaitá frente a "los bárbaros guaraníes': sus grados posteriores los
entradas, "rnalones blancos" menos veloces pero más despiad id ' gana contra los montoneros del noroeste y especialmente en Ñaembé, en
1 del moví . a os que
os e" mO~l;nto in:erso !lev~dos a cabo por los indios. Lo que se lla- la zona mesopotámica, ante "esa chusma de harapientos': Bien visto, sus
maba operacion previa de limpieza" funcionaba así. "y si esos indios nos rasgos más notorios se superponen con los de un militar civilizador. El
han gol~eado tres -sentencia Olascoaga-, nosotros debemos pegarles que mejor administraba la represión de la "barbarie': Un auténtico jefe
doble, triple" positivista: que si en México hubiera actuado contra los yaquis de Sono-
. Por eso es que, en este sentido, las luchas con los indios de la Patago- ra y en los Estados Unidos hubiese empezado de teniente de la Guerra
ma (y del Chaco) deben ser vistas como una complementación de la gue- de Secesión hasta alcanzar su generalato contra el indio Gerónimo en la
rra contra lo~ pa~aguayos y frente a los caudillos federales. Choele-Choel zona apache, con los ingleses se hubiera enfrentado al Mahdi sudanés y en
clau,sura el circuito abierto en Olta y dramatizado al máximo en Cerro- Madagascar se hubiera permitido exaltarse cantando La Marsellesa ante
Cara: Es~ ~ecuencia no sólo ratifica el proyecto liberal-burgués de homo- las ruinas malgaches. Un modelo castrense, en la segunda mitad del siglo
geneizacion del escenario político -dentro del cual guaraníes, montone- XIX, ya no podía ser sólo nacional. "En cualquier latitud, un jefe debe de-
ro~ y.~ampas o~tentaban .una imagen parecida de "hombres desnudos, mostrar ejecutividad y, de ser posible, buenas maneras': escribía sir [ohn
pnrnítívos y racI.almente ineptos" - sino de intenso fortalecimiento de Seeley en su 'Ihe expansion of England. De ahí es que en la Argentina, que
un pO,d~rc.e~tralIzador. Para el cual si el mariscal López, el Chacho o Cal- se instaura entre 1880 Y 1916, semejante paradigma sirvió de referencia
fucura mdistIntame~te.r.epr~sentaban fuerzas centrífugas que había que fundamental -mediante una curiosa ecuación entre Moltke y Lyautey-
desbar~tar, el 1880 significaré su ratificación jurídica con la federalización para los Richieri. los Dellepiane, los Varela. Pero, sobre todo, para ese otro
de la CIUdadde Buenos Aires. Proceso que si en el nuevo mapa mundial arquetipo de defensor del "orden y el progreso" que fue el coronel Ramón
ap~taba a convertirla en boca de salida continental semejante a Shangai
S. Falcón.
o Smgap.ur, en el debate político argentino, corroboraba la carrera militar Nada de extraño tiene que a partir de esa combinación de eficien-
del propio Roca. cia, socarronerías, implacabilidad Ycientificismo -entre Comte y Gobi-
Entiéndase bien. El itinerario castrense del general Roca, al encua- neau- la marcha final sobre el Desierto patagónico, si nos atenemos a
dra~se en la llamada generacion del 80 -que se veía a sí misma como la correspondencia de Remigio Lupo publicada en La Pampa, pretenda
realizadora de las propuestas de Sarmiento en lo político y cultural y de parecer más un recuento de "sumisiones de indios" y de "casamientos en
las. de
. Alb er d'1 en loo juni ídiICOy economico-, resulta un modelo para ' los
masa" realizados por los misioneros. Ademán misional, de vieja data, que
militares
" . . puestos b ajo . ese rrnsrno
. em b lema. Que SIapelaban
. a la misma lo encontramos ampliamente actualizado en todas las empresas del bour-
bsantísima " triní1da d" -te 1'egra f os, remmgton
,. y ferrocarriles-, comenza-
geois conquérant; con connotaciones paternalistas, más atenuadas en lo
an a.dibujar una ideología castrense que iba prefiriendo por sobre todo
1a artillería a la s o tras mercantil, sobre todo en el pasaje del enérgico Pío IX al apaciguamien-
ras armas.J " y que reconocía al ge-,
armas, incluso la caballena;
to de León XIII. Pero en superposición, por cierto, con un veloz y ameno
nehr~lPa~ como al antepasado más rescatable entre los jefes militares de
l a istoria: '. "el ma nco " 1etra d o, memorialista,
. . . desfile mechado de cacerías de avestruces, carreras de caballos entre los
provinciano y muy sobrio
oficiales más jóvenes, retretas musicales en las que el dúo de La Traviata
se c?ntrapoma, de manera sistemática, al caudillismo romántico y des-
prolijo. se entremezcla con la estimulante virilidad de la marcha Curuzú.
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