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EDUCACIÓN

Introducción
Niños y niñas Hacía poco más de un mes que había comen-
zado mi trabajo de campo1 en la escuela
que enseñan: primaria N° 40 de Villa La Florida -localidad
situada en el Municipio de Quilmes, al sur del

el grito de justicia Gran Buenos Aires, Argentina -cuando una


tarde, Débora, una niña de quinto año, me
contó que ella y sus compañeros habían “echa-
do a una maestra suplente porque pegaba,
era mala y siempre gritaba y empujaba a los
chicos”. Débora me dijo que esa maestra la
Diana Milstein* había golpeado ese día que la echaron; la
había empujado contra un armario y se había
golpeado el hombro. También había empuja-
do a otros y les había “tirado del pelo”.
“Gritamos todos para que se vaya y vinieron
maestras y todo, y la sacaron”.

Yo conocía por comentarios de las maestras


que ese grupo de alumnos era difícil. Decían
que había quedado conformado por chicos
que habían repetido, tenían edades muy dis-
pares y varios provenían de familias proble-
máticas, pero nadie había siquiera insinuado
algo de lo que Débora me había contado.
Posteriormente, a través de entrevistas y con-
versaciones con docentes, madres, alumnos y
alumnas de la escuela, pude reconstruir lo
sucedido y comprendí que se había tratado de
una acción de protesta de un grupo de alum-
nos en situación de clase. Los niños y las
niñas habían contestado al abuso de poder de
una maestra con gritos que pedían justicia.
De este modo, habían logrado que su reclamo
fuera considerado, que la maestra fuera apar-
tada de la escuela y que se reconstituyera una
situación de clase más favorable para ellos.
(Milstein; 2007: 166)

Episodios como este, en el que niños y niñas


* Dra. en Antropología Social por la Universidad de producen una alteración de las relaciones de
Brasilia. Profesora Asociada de la Facultad de Ciencias
de la Educación de la Universidad del Comahue. Coor-
poder dentro de la escuela, son más frecuen-
dinadora del Grupo de Estudio y Trabajo "Antropología tes que lo que suele imaginarse. Por lo gene-
y Educación Escolar" del Centro de Antropología So- ral, tienden a tratarse como situaciones pun-
cial del IDES. dianamilstein@fibertel.com.ar tuales y acotadas a determinados individuos
6 Diana Milstein

o grupos y a limitar su trascendencia. La estaba constituida en su mayoría por obreros


tendencia dominante a despolitizar la presen- y obreras que trabajaban en las fábricas más
cia de los niños en las escuelas, a subestimar próximas.
sus posibilidades de comprensión y a desva-
lorizar sus plenas capacidades de participa- En esta localidad, de manera similar a lo que
ción en la vida social, nos impide atender y sucedía en otros lugares, algunos vecinos
entender seriamente sus opiniones, conside- participaban de distintas protestas sociales
raciones y cuestionamientos. En este artícu- vinculadas a demandas por trabajo, denun-
lo, a partir de la descripción del suceso al que cias de corrupción y negociados de políticos
alude la viñeta inicial, analizo la modalidad y funcionarios, obras escolares incumpli-
que adoptó el grupo para reclamar y los das, servicios desatendidos y sospechas de
factores y significados que estuvieron en jue- malversación de fondos destinados para co-
go en el conflicto, tal como fue hecho público medores escolares, entre otros. En ocasio-
ante toda la escuela. Asimismo, señalo la nes, el malestar de los pobladores podía
relevancia que tiene incorporar las perspecti- extenderse hacia la escuela, también
vas y puntos de vista de los niños y las niñas, impactada no sólo por la crisis general sino
como parte del conjunto de diálogos con el también por las políticas educativas, en par-
mundo adulto, para comprender lo que suce- ticular2. Las familias cuyos hijos concurrían
de en ámbitos como las escuelas. a la escuela 40 estaban distribuidas en un
área que abarcaba aproximadamente 150
El lugar, la escuela y l@s niñ@s hectáreas en las que se incluía la escuela.
Esta área abarcaba zonas muy marginales -
El suceso que elegí para desarrollar este tra- como la pequeña villa que lindaba el arroyo
bajo sucedió a fines del mes de marzo de que marca el límite de Villa La Florida-
2004. Unos días después, ingresé por primera hasta las zonas más céntricas ubicadas en la
vez a la escuela para llevar un trabajo de parte más antigua de La Florida -la zona en
campo que se extendió hasta 2005. La escue- la que comenzó el proceso de urbanización
la, como mencioné, estaba situada en la loca- del lugar. Los alumnos que concurrían a esta
lidad de Villa La Florida del Partido de Quil- escuela en la época en que fue fundada
mes, a unos 25 kilómetros de la ciudad de provenían del conjunto de familias del ba-
Buenos Aires. Durante el curso de mi trabajo rrio, cuya composición social era variada. A
de campo, muchos de los distintos compo- medida que la población aumentó y se crea-
nentes de la situación económica, social y ron nuevas escuelas primarias, la escuela 40
política de la Argentina aparecían refractados, mantuvo la concurrencia de hijos de obre-
con sus propias particularidades, en la reali- ros, obreras, comerciantes y empleados pú-
dad cotidiana de la escuela y la localidad. blicos, en su mayoría. La década del noventa
Villa La Florida fue uno de los lugares donde modificó sustancialmente la composición
las políticas económicas y sociales imple- social del alumnado que pasó a estar confor-
mentadas a lo largo de la década del noventa, mado por una gran cantidad de hijos e hijas
produjeron un altísimo porcentaje de desocu- de desocupados y subocupados. Se produjo
pación -llegó al 40%-. El empobrecimiento y una suerte de emigración de familias que
los cambios negativos transformaron, entre tenían mejores posiciones económicas y so-
otros muchos aspectos de la vida social, los ciales hacia escuelas estatales que adquirie-
modos de vida de las familias y las formas de ron mayor prestigio y hacia escuelas priva-
inserción de sus hijos en la escuela. Hay que das. Y, al mismo tiempo, ingresaron a la
considerar que la población de esta localidad escuela una mayor cantidad de niños y niñas
Niños y niñas que enseñan: el grito de justicia 7

provenientes de familias muy pobres. Estos Fue terrible con lo que me encontré.
cambios en la composición social del alum- Era un despelote. Los chicos estaban
nado no se dieron sólo en esta escuela, sino descontrolados y la maestra en lugar
también en las otras escuelas situadas en de frenarlos los ponía peor. Se habían
distintas localidades del conurbano bonae- parado en las mesas, golpeaban, chi-
rense. llaban. No había forma que escucha-
ran. Tratábamos con otra maestra de
El grupo de quinto año que protagonizó el hablarles, pero nada. Y la hicimos
reclamo contra la maestra agresora estaba con- salir a la maestra.
formado por veintidós niñ@s, que tenían entre
10 y 15 años y una gran parte de ellos vivía Otra docente que estaba más lejos, también
lejos de la zona céntrica de la localidad. Por escuchó: -“Salí corriendo cuando escuché
razones e historias diferentes, varios de l@s que todos los pibes gritaban justicia y gol-
niñ@s habían repetido uno o más grados y esto peaban”. Según ella, desde cualquier lugar
era recordado por ellos con tristeza y, a veces, de la escuela podía oírse el griterío. El grito
con cierto enojo. La sensación que muchas de justicia, acompañado con golpes de ma-
veces me quedó, después de oír algún comen- nos, al modo de rítmicos aplausos, produjo la
tario de algún niñ@ de este grupo sobre el inmediata asociación con las movilizaciones
tema, era que ell@s no se sentían ayudados por callejeras de grupos de vecinos que, con
los adultos en la escuela. Diferenciaban a bastante frecuencia, en la zona y en otros
algunas docentes y a algunas auxiliares, pero lugares del país, reclamaban durante los últi-
desconfiaban de la mayoría. Sin embargo, era mos años por casos impunes de niños, adoles-
muy significativo escuchar que, junto a los centes y jóvenes víctimas de distintos tipos de
reclamos y las protestas que hacían contra violencia. Dentro de un aula, una manifesta-
algunos auxiliares y docentes, muchos de l@s ción como esa era señal de riesgo y operó
niñ@s que vivían lejos de la escuela, en otro como un llamado de socorro al que respon-
barrio, afirmaban que no querían cambiarse a dieron estas dos maestras.
la escuela que estaba más próxima de la casa
porque, desde la perspectiva de muchos de Esa maestra también recordó que Débora se
ellos, estar en esta escuela representaba un había acercado corriendo y le había mostrado
logro frente a quienes eran sus vecinos y con- que estaba golpeada, pero en “ese desbande”,
currían a otras escuelas menos prestigiadas. no había podido discernir qué había sucedido.
Lo que había advertido de inmediato, por la
El reclamo de l@s niñ@s y los cambios reacción de los chicos, era que la maestra se
de maestras había excedido. Entre los “alaridos” algunos
decían “¡le pegó!” y otras expresiones simila-
A propósito de lo que me había contado res. También recordó que sólo lograron cal-
Débora, le pregunté por ese episodio a la mar el nerviosismo de los chicos cuando “sa-
maestra que daba clase en el salón contiguo. caron a la maestra”. Le pregunté cómo habían
La maestra recordó que los gritos en esa clase conseguido que se fuera, y me explicó que
eran habituales, a punto tal que, a veces, tenía estaba desesperada y quería irse porque no
que levantar su voz para hablarles a sus alum- sabía qué hacer, “un poco también fue que se
nos porque el ruido del salón de al lado rajó”. Cuando la maestra salió, ella tuvo la
llegaba a perturbar su propia clase. Sin em- sensación que los chicos se empezaron a
bargo, aquel día, le pareció que era demasia- tranquilizar, porque lo que necesitaban era
do y decidió entrar al salón de quinto: que alguien los contuviera.
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La descripción más detallada de los hechos la la directora y las maestras actuaran en su


pude obtener de algunos chicos. Según ellos, favor. Al sacar el problema del espacio “priva-
ese día, la maestra les había dado una tarea do” de la clase al espacio “público” de la
para escribir en el cuaderno. A medida que escuela, experimentaron la sensación de un
iban terminando, se acercaban al escritorio, cambio inmediato y tranquilizador: la maestra
amontonados en el frente del salón para que fue separada, otros adultos se hicieron cargo,
les “corrigiera”. La maestra tardaba en exa- pasaron a ser ayudados y, sobre todo, como
minar los cuadernos, y les ordenó que espera- grupo se volvieron creíbles: habían hecho lo
ran y que se alejaran del escritorio. Como no correcto y se les había dado la razón.
lo hacían, “nos empujaba con la mano y
después a una le pegó y a otra la empujó y la Según parece, esa tarde se logró finalmente la
hizo golpear”. Fue en ese momento que va- calma entre los chicos de ese grupo y a esa
rios compañeros de la clase comenzaron a maestra no la volvieron a ver. Al día siguiente,
gritar pidiendo ayuda: ¡Ayúdennos, ayúden- llegaron algunas mamás a presentar la denun-
nos! Otros se reían, corrían, tiraban papelitos cia ante la directora. La directora las escuchó
y le decían “de todo” a la maestra. Ella y escribió un acta donde constaba la denuncia
también gritaba y los chicos empezaron a sobre el maltrato de esa maestra hacia sus hijos
aplaudir y a golpear las mesas. Algunos se y se comprometió ante ellas a iniciar el trámite
subían arriba de sus bancos y gritaban: “¡Jus- legal correspondiente. De manera inmediata,
ticia, justicia!”. Y después la maestra se pidió el inicio de un sumario, lo que implicó la
levantó y “agarró a un compañero que ya se separación preventiva de la maestra, que así ya
fue de esta escuela de atrás, como de atrás de no volvió a la escuela. “Acá no pisó más -me
la nuca y lo levantó y después lo sentó”. comentó la directora- Inicié todo muy rápido
porque el maltrato no lo soporto”.
El relato de los chicos concluyó con el mo-
mento en el que llegaron las dos maestras y Después, la directora habló con los chicos de
sacaron del aula a la maestra, mientras ellos quinto año y les comunicó que la maestra no
gritaban que les dirían a sus mamás para que iba a volver. No fue mucho lo que conversó
“la hicieran echar”. Las maestras no llegaron con el grupo, porque lo único que les intere-
antes porque “no nos creían”, dijeron los saba era asegurarse de que esa maestra no iba
niños, “porque pensaban que estábamos a estar más, ni con ellos, ni en la escuela.
jodiendo”. Y otros alumnos, que habían teni-
do menos participación activa, también me Para iniciar el trámite del sumario, la directo-
comentaron que las maestras no se acercaron ra necesitaba, además del acta de la denuncia,
al salón porque muchos de sus compañeros que la mamá de Débora la llevara al médico
siempre gritaban y “nadie les daba bolilla”. del hospital para que certificara el golpe que
Otro alumno, me decía, que nadie les creía había recibido en la espalda. Pero no lo logró:
porque ellos nunca habían dicho nada de lo “es de las que les gusta hacer lío, pero lo que
que les sucedía con esa maestra. Según él, ella tenía que hacer que era llevar inmediata-
siempre gritaba y no la querían porque era mente a la hija al médico por el golpe que
“mala” y los “trataba mal”. había recibido, nunca lo hizo”.

Los mismos alumnos fueron conscientes de la Según la propia Débora, ese mismo día le
importancia que tuvo hacer que toda la escue- mostró las marcas del golpe a su mamá, quien
la se enterara de lo que ellos padecían dentro le prometió que hablaría con la directora: “Y mi
del aula, que finalmente se les creyera y que mamá vino y le dijeron todo a la directora y
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firmaron un papel y la echaron a la maestra”. investigación sumaria por una denuncia de


Para Débora y su mamá el trámite había maltrato a los chicos y al mismo tiempo
concluido y el desenlace se había producido; trabajando en otra escuela, usufructuando un
desde el punto de vista de la directora, recién beneficio. Una docente me lo dijo con mucha
empezaba un proceso de investigaciones, claridad: “Está reubicada en otra escuela
declaraciones, sumarios, pruebas, descargos, con tareas pasivas3 y no vuelve más al grado.
apelaciones, como parte de un conjunto de Sabés lo difícil que es conseguir que te den
procedimientos jurídicos dentro de los meca- esto cuando estás enferma, y bueno, a ella se
nismos de la administración escolar. Se lo dieron como un premio”.
preanunciaban dos ideas diferentes del “há-
gase justicia”. El comentario de Débora y el de la maestra
incursionaron nuevamente en el terreno de
La certeza de que la maestra del conflicto no los significados y expectativas con respecto a
volvería, se concretó cuando ingresó otra la justicia. Ambas visiones coincidían en que
para hacerse cargo de esa clase. La maestra la maestra que había agredido no había sido
nueva no se sentía cómoda trabajando con el sancionada y su acción había quedado impu-
grupo de chicos. No lograba ordenarlos. Du- ne. A la queja resignada de la maestra frente
rante las horas de clase, algunos alumnos al “premio” que imprevistamente recibió al-
entraban y salían del salón, hablaban, grita- guien que había sido denunciado, se le con-
ban, se peleaban, hacían bromas. Estuvo un trapuso la decisión de la mamá de Débora de
poco más de un mes trabajando pero “no concretar el castigo. De una u otra manera,
estaba a gusto”, me dijo otra maestra. Un día estaba sugerida la inutilidad del procedimiento
avisó que se iba, porque había conseguido administrativo-judicial.
una suplencia en otra escuela. Entre los alum-
nos, había quienes decían que la maestra se Finalmente, cuando ya estábamos en el sexto
había ido por culpa de los que se “portaban mes del año escolar, llegó Eli, la maestra que
mal”, otros se reían y la mayoría, parecía quedó a cargo del grupo hasta fin de año.
ajena a la situación. Según ella, desde el primer día tomó la tarea
como un desafío. Sabía por comentarios que
Las clases continuaron porque fue nombrada “el grupo era muy difícil y ya había cambia-
otra maestra, que estuvo dos meses a cargo do muchas maestras porque ninguna aguan-
del grupo. “Se va porque no los aguanta”, me taba”. Ya se lo habían advertido antes de su
dijeron el día que presentó la renuncia. primer día de clase, cuando le ofrecieron el
cargo, en la oficina correspondiente. El “caso
Durante el tiempo, los alumnos se enteraron de ese quinto”, como se lo denominaba, se
de que la maestra que “habían echado” esta- conocía por el proceso de investigación que
ba en otra escuela. Como vivía en el barrio, la había sido iniciado cuando se presentó la
habían visto pasar vestida con guardapolvo. denuncia. Pero además, también corrían ru-
Yo me enteré a través de Débora que, cuando mores sobre lo que había sucedido y acerca
su mamá supo que estaba trabajando otra vez de cómo era el grupo de alumnos. Eli me dijo
en una escuela, la esperó en la calle cerca de que trató de no dejarse llevar por lo que le
su nuevo trabajo, y le pegó. decían y darse el tiempo para escuchar a los
chicos. Pasaron sólo unas semanas y las maes-
Además, entre las maestras también surgió el tras comentaban cómo habían cambiado las
comentario. Varias estaban molestas porque tardes en la escuela, porque ya no se escucha-
no les parecía correcto que estuviera bajo una ban los gritos de quinto. La maestra secretaria
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de la escuela decía que todo había cambiado poco de “mala suerte” con las maestras y con
porque Eli era diferente a todas: “es muy los compañeros que le habían tocado: “Yo sé
completa. Les toca la guitarra, les canta, les que hay muchos que no son como mi hijo. A
enseña danzas folclóricas y se ve que eso les mí no me gusta ese grupo, pero tampoco era
gusta”. para pegarles como hizo esa maestra. Esa,
para mí, que no era una maestra”.
Efectivamente, tanto los varones como las
niñas de quinto estaban contentos, decían que No había solamente un problema de estigma-
Eli era buena, que jugaba con ellos, que nunca tización externa, sino también una suerte de
les gritaba, que siempre se reía, que les contaba internalización del estigma, un déficit de auto-
historias divertidas y que no los retaba. estima por parte de los miembros del grado y
sus familias producido a partir de tipificacio-
Eli siempre insistía con que no era fácil lidiar nes fundamentalmente escolares.
con ese grupo. Había algunos que aprovecha-
ban cualquier ocasión para reírse a carcajadas, La justicia: diversidad de significados y
gritar y decir groserías porque se habían acos- expectativas
tumbrado un poco a asustar a las maestras y eso
les resultaba divertido. Por eso, siempre tenía Si siempre se había comentado poco lo que
que estar atenta para frenarlos. A la vez, expli- había sucedido en aquella oportunidad en que
caba que tenía que hacerlo de buena manera y los chicos echaron a la maestra, desde la
sin utilizar los métodos de ellos para que la llegada de Eli el tema se disipó completamen-
respetaran y también, un poco, jugar para que te. Pero una mañana del mes de septiembre,
tomaran confianza. Ella estaba especialmente llegó a la escuela la inspectora sumariante4
preocupada por lograr que “respetaran el or- para tomar declaraciones a las madres que
den” porque varios tenían “problemas en sus habían realizado la denuncia por maltrato de
casas”. Según ella, algunos eran muy graves: la maestra, y la situación provocó distintos
“el chico que tenía la mamá esquizofrénica”, comentarios.
“el golpeado”, “el que tenía a su hermano
preso”, “el que era huérfano porque a su La inspectora se instaló en una sala pequeña
padre lo habían acuchillado”, “la que traba- que prepararon para que pudiera recibir a los
jaba de cartonera y llegaba lastimada”, “los que irían a declarar. Llegó a las once de la
seis que se ausentaban mucho porque iban mañana, prácticamente no se movió del lugar
con sus familias a los piquetes de desocupa- que le habían asignado, cumplió con el tiem-
dos”. Los rasgos de identidad que la maestra po de espera establecido y, según lo que
resaltaba, confirmaban el lugar desacreditado correspondía por reglamento, redactó el acta
que tenía este grupo de alumnos en la escuela. para dejar constancia que no se había presen-
Sobre una gran parte de estos niños y niñas, tado nadie a declarar.
recaían algunas de las formas más conocidas
de la estigmatización. Desde el comienzo, las maestras sabían que la
presencia de la sumariante y su actuación era
Un día me encontré con la mamá de uno de los una simple formalidad para completar un
alumnos de ese grupo a la salida de la escuela. trámite, ya que el caso se había resuelto
Estaba muy contenta con la nueva maestra y mediante el traslado del cargo de la imputada
me decía que su hijo también. Desde que a otra escuela. Nuevamente las maestras sin-
había estallado el problema, esta mamá esta- tieron que “el sistema premiaba” a quien
ba preocupada porque su hijo había tenido un actuaba mal. Según ellas, también las madres
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tenían una parte de responsabilidad en esto, pre se “complotaban”. Además, consideraba


porque no se presentaban a declarar. que la directora había cometido un error muy
grande al actuar de acuerdo a lo que ellos y
Por una u otra razón, tanto las maestras como sus madres quisieron: “Esos chicos creen que
las madres evidenciaban un descreimiento en son dueños de hacer lo que quieren y las
el procedimiento jurídico administrativo. Si madres vinieron y creen que pueden tomar
bien en este caso la sospecha recaía sobre un todo en sus manos. Y no es así. Ellos creen
tema escolar, se correspondía con un estado que hacen justicia por sí mismos y no puede
de ánimo más generalizado de desconfianza ser, tienen que aprender a respetar la ley y no
en la justicia de la Justicia. Eran éstas, sin puede ser que en la escuela eso no se respe-
duda, distintas maneras de manifestar una te”.
actitud de desconfianza frente a instituciones
del Estado, que se consideraba habían aban- Mediante sus comentarios esta maestra sacó
donado sus responsabilidades, se habían co- a la superficie los términos de una disputa que
rrido de sus funciones. Un “Estado distante”, iba mucho más allá del conflicto puntual
frente al que la actitud mayoritaria era bastan- entre los alumnos y la maestra. Entre los
te elusiva con respecto a cualquier tipo de temas que aludió ingresaron cuestiones tales
interlocución con el mismo (Segato, 2007). como quiénes respetan y deben hacer respe-
En algunos casos, como sucedió con la acción tar la ley, quiénes la interpretan, quiénes
de los alumnos y de la madre de Débora, la establecen las clasificaciones y crean los es-
evitación y la desconfianza se resolvieron tereotipos que pesarán sobre los alumnos,
mediante la “justicia directa” de los afecta- quiénes clasifican y califican a los maestros.
dos. En otros, como el de las maestras, me-
diante la resignada repetición de procedi- El salón de clases como escenario de una
mientos que consideraban inútiles y pura- manifestación
mente burocráticos.
Para nadie en la escuela pasaron desapercibi-
Los comentarios también recayeron sobre los das las implicancias profundas de la novedad
alumnos de quinto. Todos coincidían en que, que había irrumpido en la escuela. Los gritos
si bien estaban más calmados, continuaban de los alumnos y la maestra no eran infre-
siendo un grupo “terrible”. Eli, que era sin cuentes; eran propios de esa aula donde se
duda la más benevolente con respecto a ese concentraban los “malos alumnos”. Pero el
grupo, decía que eran “difíciles” porque ha- golpear de manos al unísono y el grito de
bía muchos chicos “con problemas”. Pero no “¡Justicia!” se vivieron como un comporta-
eran todos. Lo que sucedía, de acuerdo a su miento fuera de tiempo y lugar, que provocó
opinión, era que “tenían otras costumbres, una interrupción de la actividad que confusa-
usaban palabras groseras, decían vulgari- mente acontecía en el salón y un llamado a
dades” y era complicado corregirlos, porque otros, que no estaban allí.
algunos ya eran muy grandes y “venían acos-
tumbrados así de la casa”. Ese cambio, que convirtió a la clase en otra
cosa, no se había generado a partir del com-
Otra maestra, que probablemente era la me- portamiento de los alumnos, sino de las inte-
nos condescendiente, opinaba que ese grupo racciones previas con la maestra. En términos
de alumnos siempre había sido así. Si bien escénicos, la maestra y los alumnos desempe-
aceptaba que había entre ellos chicos buenos, ñaban sus papeles mientras ella corregía y
cuando se juntaban eran “malísimos” y siem- ellos esperaban. La tensión se generó en la
12 Diana Milstein

medida que los actores no satisfacían sus convertidos en la “audiencia”; fueron también
propósitos y uno de ellos, en este caso la transportados por la “performance”, y algunos
maestra, irrumpió con una actitud, un gesto y de ellos llevados directamente a actuar en la
un comportamiento que no se correspondían misma. Al volver pública una situación que se
con su rol pero que, en otras ocasiones, se desarrollaba dentro de un ámbito cerrado como
habían incorporado al flujo normal de las es la clase, los esquemas habituales de inter-
interacciones en esa clase. En esta oportuni- pretación de las maestras ingresaron en una
dad, lo nuevo e inesperado fue la acción zona de riesgo y, en su lugar, la versión actuada
colectiva de los alumnos que instaló un tipo de los alumnos y alumnas, apareció como
de comportamiento que redefinió el papel plausible. Sin embargo, la convalidación de la
que desempeñaban todos y transformó la versión de los alumnos no ingresó sin inconve-
clase. Esa sala ya no fue el escenario de una nientes, sino que generó, desde el inicio, una
clase, sino el de una manifestación callejera. situación contradictoria.
El grito y los golpes de manos operaron como
un símbolo que condensó un conjunto de La aceptación de la justeza del reclamo de los
significados - agresión, desprotección, impu- alumnos, reconfirmaba la vigencia y la impor-
nidad, denuncia y reclamo- y produjo un tancia de la protección de la niñez, el respeto
momento liminal en el sentido que suspendió recíproco, el rechazo a la violencia física que
algunas convenciones propias de la situación integraban los valores a los cuales se asociaba
de clase. En particular, aquellas que regulan el “adentro” escolar. Pero, en tanto aceptaban
las jerarquías que determinan que, por su la razonabilidad de los alumnos, desmentían
edad y condición, los niños y las niñas son parte de las definiciones sobre los mismos y
necesariamente dependientes del docente. junto con ello, algunas de las creencias más
Todos -maestra, alumnos y alumnas- queda- difundidas acerca de la denominada “violen-
ron involucrados en una situación recreada cia en la escuela”. Esta expresión junto a otra
que los transportó a otro lugar simbólico, similar - “violencia escolar”- se había integra-
donde sus posiciones relativas se redefinieron. do a la agenda de los discursos pedagógicos en
Los niños y las niñas tomaron la iniciativa, los ´90; la expresión designaba un conjunto
contradiciendo el lugar escolar asignado. Los heterogéneo de fenómenos que tenían en co-
atributos indeseables del mal comportamiento mún atribuir el carácter de violentos a ciertos
escolar que caracterizaban a los alumnos fue- comportamientos de los alumnos en las escue-
ron transferidos a la maestra que “empujaba”, las y explicarlos, como producto de la desor-
“tiraba de los pelos”, “gritaba”, “pegaba”. ganización de la vida familiar, la “exclusión”
Los alumnos quedaron durante ese lapso y la “marginalidad”. Así, se expandió:
desclasificados del lugar de descrédito que
tenían asignado y lograron asumir la represen- (…) la construcción colectiva de un imagina-
tación de los valores con los que ellos mismos rio de miedo: tiempos de terrorismo, de vio-
eran clasificados. Al ubicarse de manera efi- lencia, de descontrol, de indisciplinas, hasta
caz a sí mismos como víctimas de la violencia en las escuelas (…) [y]se promovieron medi-
física que reclamaban la intervención de la das preventivas para las escuelas: paz en las
“justicia”, los valores morales de la escuela escuelas, convivencias solidarias, autocorrec-
fueron evocados para redefinir a su favor las ción y auto castigo de los propios alumnos,
relaciones asimétricas entre la maestra y ellos. etc. (Arroyo; 2004:123).

Por otra parte, prácticamente todos los que en En la situación que estamos analizando, estas
ese momento estaban en la escuela fueron definiciones que vinculaban niños/alumnos
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con violencia quedaron desvirtuadas en los Diferente fue la perspectiva de otra docente
hechos y el dedo acusador de los más estig- que no tuvo intervención durante el episodio,
matizados señaló a quien debía representar pero expresó su opinión crítica unos meses
ante ellos los valores del “adentro” escolar. después, cuando evaluó como un gran error la
Pasado este momento y recuperada la norma- actitud que había tenido la directora al conva-
lidad de la vida escolar, no hubo otra manera lidar la versión de los alumnos, porque impli-
de referirse al episodio protagonizado por los caba también respaldar la validez de “hacer
alumnos de quinto de la tarde, que incluyendo justicia por sí mismos”. Esta docente expresó
siempre la palabra “justicia”, aunque con de manera clara, que administrar justicia no
ideas diferentes acerca de cómo llevarla a era función de los particulares y, mucho me-
cabo. Para el grupo de alumnos, este término nos, de los menores y sus madres porque esto
implicaba que la maestra se fuera, actuaron y estimulaba que se percibieran como “due-
hablaron consecuentemente en este sentido. ños” del lugar y, por lo tanto, ponía en peligro
Además, la inmediata interpretación por par- la autoridad de los docentes y de la escuela.
te de las docentes y de la directora se produjo El comportamiento de la mamá de Débora
porque el lugar desde donde interpelaron fue dio cuenta de una perspectiva similar a la de
el de niños y, como tales, actuaban el sentido los niños, cuando le pegó a la maestra. En
de justicia que sus maestras les habían ense- todo caso, se trató de imponer un castigo a
ñado. Debemos recordar que, como parte de quien no lo había recibido. Es decir, el castigo
las enseñanzas de la cuestión moral, los do- consistía en que no sería más maestra; de
centes asumen el lugar de árbitros que impar- hecho, una madre lo expresó de manera muy
ten justicia ante situaciones de conflicto, lo clara cuando dijo “para mí que esa no era
que lógicamente incluye la determinación de maestra”.
“culpables” e “inocentes”, así como de san-
ciones. Estos modos de pensar cómo hacer justicia
estaban también imbuidos de una descon-
A diferencia de lo que sucede habitualmente en fianza hacia los mecanismos propios del pro-
las escuelas, los alumnos fueron los que arbitra- ceso administrativo judicial. En este sentido
ron, y otras maestras y la directora se remitieron fue contundente la ausencia de las madres
a efectivizar la sanción, determinada, en los cuando, seis meses después de ocurrido el
hechos, por los alumnos. Aceptaron, en parte, hecho, se los citó para tomarles declaracio-
este modo de hacer justicia y también pusieron nes. Una mamá que no estaba citada pero
en práctica otra idea acerca de cómo debe tenía su hija en esa clase me dijo: - “y para
implementarse. Al iniciar el proceso adminis- qué vas a perder tu tiempo, si igual ya saben
trativo, la directora cumplió con una obligación lo que van a hacer”. Esta opinión tenía un
que tenía como autoridad de la escuela: presen- sentido similar al expresado por algunos do-
tar la información de la manera más completa y centes que, desde el momento que supieron
correcta y solicitar la separación de la maestra que a la maestra se le había otorgado un cargo
del cargo que tenía. Por eso se ocupó personal- “privilegiado” en otra escuela, consideraron
mente de que la mamá de Débora presentara las que los procedimientos no eran confiables o,
pruebas médicas del golpe recibido, de cerrar el en otros términos, que el caso se había cerra-
caso frente a los alumnos y de solicitar una do con anterioridad al proceso de investiga-
maestra suplente. En adelante, le correspondía ción que se llevaba a cabo. Por su lado, las
esperar que el proceso de investigación se lleva- explicaciones de las madres, en casi todos los
ra a cabo y procurar una vuelta a la normali- casos, se acotaron a cuestiones momentáneas
dad de la vida en la escuela. del tipo “no tuve tiempo”, “trabajo todo el
14 Diana Milstein

día”, “me olvidé”, poniendo en evidencia la dad o al menos, con su intervención5 . Esos
poca importancia, o bien la distancia, con colectivos tenían una coincidencia práctica
relación al proceso administrativo. En este básica, que consistía en la desconfianza hacia
sentido, podríamos pensar en un tipo de des- los mecanismos que aplicaban las institucio-
creimiento vinculado a la distancia generada nes porque no cumplían con los procedimien-
por un mecanismo relativamente ininteligi- tos previstos para proteger a los ciudadanos y
ble, ciego e impersonal, que no está atento a aplicar las leyes vigentes. De este modo,
los padecimientos de las personas. Sin pre- ponían en la arena pública el cuestionamiento
tender hacer una homología con el sistema hacia un Estado que, en sus distintos esta-
jurídico penal, resulta útil para comprender mentos, demostraba su incapacidad para im-
esto, pensar al sistema jurídico como “sin partir justicia.
prójimos”, sin que ingrese “la noción de res-
ponsabilidad, tal como ella existe en el mun- Administrar justicia a través de formas de
do de la vida.” (Segato, 2005:13). En el caso reparación de los daños producidos y del
de los procedimientos jurídico-administrati- establecimiento de sanciones adecuadas, es
vos como el del sistema escolar, de manera uno de los roles fundamentales que le corres-
similar a lo que ocurre en el sistema jurídico ponde al Estado y que, al mismo tiempo,
“el sujeto no responde a otros, en tanto que legitima su existencia. Cuestionar ese rol y
interlocutores situados y plenos de concre- aplicar otros modos de impartir justicia, como
ción, sino a una sociedad abstracta y reducida en el caso que analizamos, tiene implicancias
emblemáticamente a una serie de funciones políticas en una dimensión discursiva que es
de operadores, aplicadores y ejecutores de la muy relevante, porque se produce dentro del
ley” (Segato, 2005:13), donde queda exclui- sistema educativo que forma parte del Esta-
da invariablemente la dimensión de las rela- do.
ciones interpersonales, la única que hubiera
permitido la participación de las madres. Las enseñanzas de l@s alumn@s

El descreimiento con respecto a los procedi- El modo de reclamo propio del “afuera” -en
mientos jurídicos y a las instituciones que este caso, la calle- producido por los alum-
integran el “poder judicial” del Estado, no fue nos, colocó ante el público la presencia de
una actitud extemporánea y excepcional de comportamientos y relaciones que no se co-
los actores de este suceso, sino que se susten- rrespondían con la escuela, simbólicamente
tó en un estado de conciencia y de ánimo, que constituida por los significados de la seguri-
se generalizó en gran parte de la población en dad y la protección de los niños. Al volverse
la Argentina de los últimos años, y se mani- legítimo el reclamo de l@s alumn@s, se
festaba en una acentuada suspicacia acerca pusieron en cuestión los límites que constitu-
de la actuación de los jueces y los tribunales. yen el mundo escolar como separado de otros
El accionar de la justicia entre los argentinos, mundos. Más allá de los propósitos inmedia-
desde hacía más de una década, se presentaba tos que tuvieron, tanto los chicos como los
en discusión constante a través de diferentes adultos que intervinieron inmediatamente
expresiones, muy en especial a través de después, la interpelación a la escuela como
formas de manifestación de colectivos auto espacio simbólicamente separado al que no
convocados para reclamar por algún niño, deben ingresar valores considerados negati-
niña, adolescente y/o joven, víctima de una vos como la agresión física y la desobedien-
golpiza, un tormento, una violación o la muerte cia a la autoridad, por ejemplo, provocaron
protagonizada por alguna fuerza de seguri- una alteración de los fundamentos de la so-
Niños y niñas que enseñan: el grito de justicia 15

ciedad escolar. Si a esta alteración de los una generalización que incluía a todos como
límites simbólicos entre lo que sucede en la portadores de una identificación que los dife-
escuela y “afuera”, le agregamos el trastroca- renciaba de los normales. Debemos tomar en
miento del estereotipo de la clasificación cuenta que “normalizar” es una de las tareas
estigmatizadora que también produjo la “per- que desempeña la escuela y, para llevarla a
formance”, podremos entender que el nivel cabo, construye identidades específicas como
de cuestionamiento alcanzó valores intrínse- parámetros desde los que se evalúan y jerar-
cos y centrales del imaginario escolar: la quizan otras identidades, a través del señala-
neutralidad y la normalización. miento de las diferencias.

Hasta el momento que los alumnos de quinto Esta tarea de clasificación es una verdadera
irrumpieron con la manifestación pública de “invención del otro” (Castro Gómez, 2004).
su denuncia, el descrédito que pesaba sobre Instituye a un “diferente” a partir de la contra-
ese grupo operaba como un dato o, simple- posición con el individuo normal o normali-
mente, un hecho existente ante el cual los zado, por el efecto del trabajo material y
docentes tomaban postura. Los integrantes simbólico de socialización y resocialización
del grupo tenían una aguda percepción del llevado a cabo por las instituciones del Esta-
lugar que tenían definido dentro de la escue- do moderno, entre ellas la escuela, para pro-
la, lo que les permitió entender las razones ducir el sujeto adaptado como fuerza de tra-
por las que, en principio, ellos no eran creí- bajo, al modelo del “buen ciudadano”. Cabe
bles. Esa misma percepción fue la que les dio recordar que la etapa fundacional de la escue-
la posibilidad de encontrar el punto donde la la argentina estuvo presidida por un conjunto
marca de su descrédito se volvía inestable y de discursos, tipologías y dispositivos de
perdía esa carga de dato positivo, natural y examen conocidos como positivismo peda-
sellado. gógico, tributaria del ideario positivista. El
positivismo fue:
Quien menos animadversión sentía por esos
alumnos, Eli, la buena maestra que los alum- (…) al mismo tiempo una cosmovisión y un
nos y las madres elogiaban sin retaceos, fue programa de acción, que se asumió como
quien trasmitió una de las más completas fundacional también en el terreno de las ins-
definiciones del grupo cuya matriz existía tituciones de la vida social (…) que constitu-
antes de su llegada a la escuela. Muchos de yó su discurso y sus objetos en el cruce entre
ellos habían repetido de año, otros tenían pensamiento e institución: en la asistencia
modos inadecuados y groseros de comporta- médica y “mental”, la clasificación e inter-
miento, varios tenían problemas familiares y vención sobre la criminalidad, los problemas
otros tantos tenían familias que “estaban en del aprendizaje y la disciplina en la educa-
planes” y participaban en los “piquetes”. ción, o, aún, en los alcances de un “diagnós-
Este conjunto de rasgos identificaba y dife- tico” psicosocial y psicopolítico dispuesto a
renciaba de la manera más benevolente al sostener y remodelar las funciones del gober-
grupo. nante (Vezzetti, 1988:13).

Como se puede apreciar, cada uno de estos En tal sentido, el positivismo pedagógico
rasgos y cada alumno individualmente consi- nutrió los discursos y las prácticas escolares
derado, no definía al grupo. En la percepción de un amplio espectro de categorías tipifica-
colectiva, esos rasgos heterogéneos se aso- doras de distintos tipos de “anormalidad”,
ciaban y combinaban entre sí produciendo con el fin de identificar y separar temprana-
16 Diana Milstein

mente a estos niños que ingresaban inadver- rentes. En los términos de Goffman (1986),
tidamente a la escuela de los “normales”. estamos frente al fenómeno escolar del estig-
Estas categorías, como oportunamente seña- ma, del descrédito general de una persona o
ló Foucault, se apoyaron imprecisa e grupo a partir de una marca particular que
inconsecuentemente en la psiquiatría, la “prueba” y simboliza esa desacreditación.
criminología, las teorías de la herencia y el Esta producción de la diferencia mediante el
racismo de base biologicista vigentes en la estigma, que también produce identidad, es
época (Foucault, 1992) y abonaron, incluso, una descalificación que se impone en el mar-
la figura del “delincuente infantil”. Ninguna co de relaciones de fuerza, sobre todo con
de estas categorías ha sobrevivido como tal relación a quienes no son sólo sujetos des-
en la escuela argentina actual, ni existen dis- acreditados, sino también, por su condición
cursos teórico-pedagógicos explícitamente social o familiar, desacreditables. Esta última
discriminatorios, como los que sustentaron la noción, tomada con cierta libertad también
escuela “normal” de base positivista durante de Goffman (1986), nos sirve para definir la
las primeras décadas del siglo. Sin embargo, situación en la que se vivían los mismos
el modo de asociar rasgos corporales, rendi- alumnos de quinto de la tarde y que lograron
miento intelectual, cualidades morales y ori- subvertir, momentáneamente, a través de la
gen familiar y social para tipificar al “diferen- “performance”. La imputación a la maestra
te” que se aparta de la categoría del “alumno resultó de este modo, además de una defini-
normal”, ha permanecido relativamente vi- ción que la excluía como tal, el rechazo de las
gente en la actualidad. Incorporado al sentido líneas divisorias que situaban a esos niños en
común, como un sustrato del viejo positivis- un lugar desacreditado de la vida escolar.
mo pedagógico, el agrupamiento -habitual en
las escuelas argentinas- en una sección de L@s niñ@s y la política
grado de los alumnos llamados “problema”,
como en el caso de los alumnos de quinto de Puede aparecer como forzado o arbitrario
la Escuela 40, confirma la presencia de los situar a los niños como actores de un modo de
procedimientos de ajuste y regulación del intervención política en la escuela, sin em-
orden social, que siguen incidiendo actual- bargo resulta fácilmente reconocible al tomar
mente en las prácticas escolares. en cuenta que los niños, en este episodio,
produjeron una clara alteración de las rela-
En el caso que estamos analizando, la dife- ciones de poder dentro de la escuela. La
renciación que asociaba a estos alumnos con “performance” reprodujo, con conciencia,
quienes no ingresaban en el parámetro de una modalidad de acción colectiva en la esfe-
normales no podría haberse producido sin su ra pública destinada a presionar a las autori-
agrupamiento en la categoría residual de los dades que, tal como hemos mostrado a través
“alumnos problema” -aquellos que por diver- del análisis realizado en el capítulo anterior,
sos motivos se destacan por “tener proble- es inequívocamente político. Un grupo su-
mas” o, directamente, constituirse en “ser un bordinado dentro de la sociedad escolar, en-
problema”- identificados y diferenciados en tabló una pugna en la esfera pública en la que
una sección y una sala que los agrupaba y fue impugnada y desautorizada una figura
visibilizaba. Dicho de otro modo, no eran clave como era una maestra y, como conse-
diferentes al resto y por eso estaban en una cuencia de ello, fueron trastocadas las rela-
clase determinada, sino que, al estar en esa ciones jerárquicas y fue destituida de su lugar
clase, la percepción tendía a interpretar sus quien detentaba el lugar de la autoridad. Esta
comportamientos como propios de los dife- disputa incluyó una momentánea apropia-
Niños y niñas que enseñan: el grito de justicia 17

ción de la clase por parte del grupo, lo cual a los adultos, sino que requieren ser compren-
agrega otro rasgo esencial para comprender didos evitando utilizar escalas graduales y
el aspecto político de un proceso. La clase es jerarquizadas de desarrollo y crecimiento de
el espacio privilegiado en el que se concreta los seres humanos.6
una relación asimétrica entre una maestra y
un grupo de alumnos; en ese sentido, debe ser Del mismo modo que estudios antropológicos
comprendida como territorio apropiado por fundacionales pudieron aprehender la dimen-
cada maestra. La “performance” producida sión política de la vida social de sociedades
por el grupo de alumnos modificó el sentido que denominaron sin Estado y esto dio lugar
de esta apropiación. Durante un corto perío- a una comprensión más acertada que rompió
do, el grupo generó otra dinámica en la rela- con la idea que la política se reduce a ciertos
ción y se adueñó del espacio de la clase. ámbitos de la vida social, la aprehensión de la
Además, este cambio quedó fijado en alguna dimensión política del comportamiento de
dimensión importante porque fue el grupo quienes se supone no tienen condiciones ni
quien, finalmente, determinó a qué maestra le atributos para desarrollarla, permite ver la
entregaba este territorio que era esa clase. política en un lugar como la clase, en la que se
desarrollan prácticas supuestamente ajenas a
La dificultad para encuadrar a los niños en la política.
general y a los alumnos en particular como
actores políticos deviene de un modo de El episodio permite atender a la forma en que
considerarlos que subestima sus posibilida- los propios niños y niñas, con sus modos de
des de comprensión, restringe y limita los actuar, percibir e interpretar, pusieron en
contextos de sus acciones y comportamientos entredicho una idea de niñez infantilizada y
y los desvaloriza en cuanto a sus capacidades mostraron la necesidad de incorporar sus
plenas de participación y agenciamiento en la perspectivas y puntos de vista cuando nuestra
vida social. Es efecto, también, de la convic- pretensión es describir y comprender lo que
ción generalizada respecto a que la política es sucede en ámbitos como las escuelas.
“cosa de adultos” y no de niños, en tanto éstos
no cuentan con un pleno desarrollo y carecen Como hemos visto, los niños y las niñas
de elementos, conocimientos, hábitos y de- también organizaron el episodio vivido como
más facultades que habilitarían a los seres una experiencia, y por eso podían dar cuenta
humanos como adultos socializados. Reco- de ella. Es relevante tomar en cuenta que, en
nocer a los niños como actores sociales y ningún caso, sus recuerdos y argumentacio-
agentes capaces de desarrollar prácticas orien- nes estaban alejados o dislocados respecto a
tadas a producir efectos políticos, supone lo que narraban madres y docentes. Induda-
otra comprensión que los inserta, del mismo blemente, sus experiencias se insertaban sin
modo que a otros grupos sociales, dentro de dificultad dentro del proceso a través del que
los procesos complejos de la vida social. Esto colectivamente se fueron constituyendo los
implica apartarse de la idea que los entiende distintos modos de pensar y entender lo que
como parte de una primera etapa del desarro- había sucedido. Parte del significado común
llo de los seres humanos, similar a la noción sobre el que reposaban las diversas versiones
de primitivismo con la que se ha pensado a consistía en que los niños compartían a gran-
pueblos y culturas no occidentales. Las expe- des rasgos el modo generalizado de entender
riencias y lo que hacen y dicen los niños y las la política como propia de un ámbito separa-
niñas no deben ser entendidos en términos do. En este aspecto, dos niñas fueron muy
comparativos por más y por menos respecto claras en sus apreciaciones:
18 Diana Milstein

-Política es lo que hacen la Chiche y la “invención del otro” Disponible en http://


Cristina7 . También lo que hace la tía de Ana, www.clacso.org/wwwclacso/espanol/html/li-
que es como la secretaria de la Cristina acá. bros/lander/7.pdf. Acceso 15/5/07.
-Yo sé de mi tío que trabaja en la política, da Foucault, Michel (1992) La Vida de los hombres
la leche. Recibe la leche y la da. También infames, La Plata: Editorial Altamira.
entrega otra mercadería. Los piqueteros no, Goffman, Erving [1970] (1986) Estigma. La iden-
esos protestan y a veces hacen lío, pero unos tidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrortu.
pocos están en la política. Goodman, Mary Ellen (1972) El Individuo y la
cultura. Conformismo vs. evolución. México/
Indudablemente, al menos en lo que respecta Buenos Aires: Centro Regional de Ayuda Técni-
al conocimiento de lo que era e implicaba la ca. Agencia para el Desarrollo Internacional (AID)
política, las apreciaciones de estos niños ex- Griaule Marcel (1938), Jeux dogons, Institut
presaban la opinión generalizada respecto a D’ethnologie, Paris.
que la política refiere a un ámbito acotado de Mead, Margaret (1932) “An investigation of the
funcionarios y de gente que trabaja para que thought of primitive children with special
funcione la relación entre los gobernantes y referent to animism” en Journal of the Royal
los gobernados. No ingresarían dentro de ese Anthropology Institute of Great Britain and
espacio las protestas callejeras que, precisa- Ireland. 62: 173-190.
mente, son las que expresan el mayor poten- ________________ (1985) [1928] Adolescen-
cial de la movilización en la Argentina y que cia, sexo y cultura en Samoa. Buenos Aires:
en parte fueron recuperadas por los alumnos Paidos.
de quinto en su protesta. Milstein, Diana (2007) A Nação na Escola. Fren-
tes políticas na cena “neutra” da escola argen-
Es así que las interpretaciones de los niños tina www.unb.br/ics/dan/tese74.pdf y La na-
deben entenderse como parte del conjunto de ción en la escuela. Viejas y nuevas tensiones
diálogos con el mundo adulto, de apropiacio- políticas en las escuelas argentinas, Buenos
nes y diferenciaciones, de zonas compartidas Aires: Miño y Dávila (en prensa).
y zonas propias, cuya adecuada comprensión OPIE, Iona y OPIE, Peter (1969) Children’s
permitiría evitar un doble riesgo: el de games in street and playground. Oxford: Oxford
subsumir las voces y comportamientos de los University Press.
niños a los de los adultos, y el de considerar ______________________ [1959] (1977) The
esas voces y comportamientos, como una lore and language of school children. Oxford:
expresión autónoma que autorizaría, equivo- Oxford University Press.
cadamente, a estudiarla como una “cultura Segato, Rita Laura (2005) “El sistema penal como
propia de los niños”. pedagogía de la irresponsabilidad y el proyecto
‘habla preso: el derecho humano a la palabra en
la cárcel’” en ALLENDE SERRA, Mônica (ed.):
Bibliografía Diversidade cultural e desenvolvimento urba-
no. San Pablo: Iluminuras / Associação Arte
Aries, Philippe (1973)[1960] El niño y la vida sem Fronteiras.
familiar en el Antiguo Régimen. Madrid: Taurus. _______________ (2007) La Nación y sus otros.
Arroyo, Miguel González (2004) Imagens que- Raza, etnicidad y diversidad religiosa en tiem-
bradas. Trajetórias e tempos e alunos e Mestres. pos de políticas de la identidad. Buenos Aires:
Petrópolis: Vozes. Prometeo.
Castro Gómez, Santiago (2004) Ciencias socia- Vezzetti, Hugo (1988) “Estudio Preliminar” en
les, violencia epistémica y el problema de la VEZZETTI, Hugo (comp.) El nacimiento de la
Niños y niñas que enseñan: el grito de justicia 19

Psicología en la Argentina. Montevideo: medidas y sanciones que considere pertinentes.


Puntosur. Pp. 11-34
Whiting, John y Whiting, Beatrice (1975) Children 5. No contamos con una estadística de manifes-
of six cultures: a psychosocial analysis. taciones callejeras reclamando justicia, pero los
Cambridge: Harvard University Press. medios de comunicación registran semanalmente
estos episodios. Contamos con informes de casos
de represión y muerte causados por fuerzas de
Notas seguridad desde que en el país funciona el estado de
derecho en 1983. Organismos tales como el CELS
1. El trabajo de campo al que aludo formó parte de (Centro de Estudios Legales y Sociales), el SERPAJ
mi trabajo de tesis de doctorado realizado en la (Servicio Paz y Justicia) y la CORREPI (Coordina-
Universidad de Brasilia bajo la dirección de la dora contra la Represión Institucional y Policial) se
Dra. Rita Segato. han encargado de realizar seguimientos e investi-
gaciones de estos casos. En función de dar cuenta
2. Las escuelas primarias en la provincia de Buenos de la intensidad de estas situaciones cito un párrafo
Aires, así como en otras provincias de la Argentina, de un informe de la CORREPI del año 1999, en el
sufrieron un cambio estructural con la aplicación que se presenta a modo de resumen, el archivo de
de la Ley Federal de Educación en 1996, que casos presentados ante organismos oficiales: “El
consistió en transformarlas en Escuelas Generales primer archivo tenía 262 casos registrados en todo
Básicas. Esta reestructuración implicó que en lugar el país desde 1983 hasta 1996, con un promedio de
de los históricos siete grados de escuela primaria, muertes en ese último año de 2.66 por mes. Conti-
pasaran a tener nueve años. Se incorporaron dos nuamos actualizando permanentemente el Archi-
años de la tradicional escuela secundaria, lo que vo, y el 28 de noviembre de 1997 presentamos al
implicó modificaciones de tipo edilicio –realizadas Ministerio del Interior y a la opinión pública un
de manera rápida y precaria-, cambios en la compo- nuevo informe con 382 casos. En 1998 presenta-
sición del personal docente y directivo –en su mos el tercer archivo. La cantidad total de muertes
mayoría no deseados por la mayoría de los docen- había trepado a 471 hasta el 28 de noviembre, con
tes-, reducción de presupuesto y modificación de un promedio para ese año de 4 muertos por mes. En
los mecanismos de financiamiento, incesantes re- 1999 la tendencia se ha mantenido en alza, llegan-
organizaciones del organigrama de los Consejos do a 625 casos… El distrito con mayor cantidad de
Escolares, entre otros. personas muertas por la represión estatal es -como
no podría ser de otra manera- la provincia de
3. Cuando un docente, por razones ajenas a su Buenos Aires, que concentra un 46% del total del
voluntad, no está en condiciones de dar clase - es país (282 casos)” En el año 2005, según constó en
decir, de estar “frente a alumnos”- pero puede el informe presentado por esta misma Coordinado-
concurrir al lugar de trabajo y realizar tareas de ra, las fuerzas de seguridad provocaron más muer-
tipo administrativas, se le asigna lo que se deno- tes que nunca desde 1983, un total de 183. “A
mina “tareas pasivas”. diferencia de 2004, cuando se producía una muerte
cada 60 horas, durante 2005 ocurrió cada 48 horas,
4. La inspectora sumariante es una docente que es es decir, día por medio. La entidad precisó que el 64
elegida en el nivel de inspectores -autoridad in- por ciento de las víctimas son jóvenes de 15 a 25
mediata superior de los directores- para llevar años, y más de la mitad menores de 18.” (Diario
adelante los trámites de sumario: recabar infor- Página 12, 9/12/2005)
mación a través de documentaciones, testimonios
y declaraciones, realizar un informe de lo actuado 6. Hago referencia a los trabajos fundacionales
y recomendar la continuidad o no del proceso, en Antropología de Margaret Mead (1932 y
20 Diana Milstein

1985), Iona y Peter Opie (1969 y 1977), John y micos de Antropología y Sociología de la Infan-
Beatrice Whiting (1975), Marcel Griaule (1938), cia.
Mary Ellen Goodman (1972); en una línea histó-
rica también fundacional, a Philippe Ariès (1987) 7. Se referían a Chiche Duhalde y Cristina
y al conjunto de trabajos de las tres últimas Kirchner, ambas candidatas a senadoras en las
décadas que han constituido los campos acadé- elecciones de octubre de 2005.

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