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Teoria del ECP – Fundamentacion de entrevistas.

NOCIONES CENTRALES DEL ECP

1-No directividad:
Esta noción nos coloca ante una posición, una postura, una mirada de la relación terapéutica que
revolucionó su práctica, en tanto nos plantea abdicar del poder de la “cura”, obviando lecturas
diagnosticas y evitando generar pronósticos y planear estrategias para que éstos se cumplan.
Nos coloca en el lugar del saber del no saber, siendo nuestra función la de “estar presente
plenamente” y generar un “clima relacional” que facilite la auto comprensión y resignificación del
consultante desde su propia mirada ante si mismo. Esto implica una decisión de ayudar a un otro a
que desarrolle su persona tal como lo desee, en la dirección que elija tomar, y desde el propio
modo en que se haga responsable de su problemática.
Como concepto es paradojal, en tanto su implementación en una relación terapéutica apuntala el
proceso en la dirección de la tendencia actualizante (pulsión vital), facilitando sinergia hacia la
sintropía, es decir hacia el camino de la expansión creativa.
Es por lo tanto la no dirección desde el que se supone debe dirigir, para habilitar la auto dirección
del que pide ayuda en el camino de la liberación de su potencial humano.
Es una postura que tiende a proveer al otro la posibilidad de ser mirado como un semejante
disponible para no solo resolver sus problemas, sino para transformar su vida, si así lo desea.
Es una posición existencial desde la cual nos instalamos en la vida creyendo que nadie posee la
verdad, que cada persona cuando valora y opina lo hace desde su particular recorte de
experiencia, y que ésta debe ser aceptada en su propia expresión.
Esta postura o posición, cuando se la pone en práctica, demuestra en los hechos que la no
dirección ¨desde afuera¨, ofrece a los demás la posibilidad de poner en acción la propia dirección,
y cuando esto sucede, y en tanto la persona se siente libre de amenazas, en general el camino que
toma es positivo para el crecimiento de lo humano.

2-Tendencia Actualizante (Pulsión Vital o Tendencia Formativa)

Este concepto alude al principio motivacional de lo vivo, aquello que pulsiona la vida hacia su
desarrollo y despliegue, en tanto si las condiciones son adecuadas y el organismo puede captarlas,
lo que es potencialidad se convierte en acto, y ese ser transita su vida naturalmente.

En los humanos es definida por Rogers como: “la capacidad que tiene el ser humano, latente o
manifiesta, de comprenderse a si mismo y de resolver sus problemas de modo suficiente para
lograr la satisfacción y la eficacia necesarias a un funcionamiento adecuado”.
En las personas la denominamos “auto actualizante” dado que la noción de sí mismo regula
pulsión en el feedback con el medio.
Esta idea surge de su práctica profesional, desde la cual observa que si se generan condiciones
vinculares positivas, las personas despliegan lo mejor de sí mismas.
Esta hipótesis es reforzada tiempo después por descubrimientos provenientes de la biología, la
física y la antropología, en los cuales se habla de una tendencia formativa cósmica
(negentropía o sintropía), como tendencia a un orden creciente desde el caos inicial.
Se trata de un orden de evolución hacia un mayor orden u organización, mayor complejidad y
mayor capacidad de interrelación.
Trasladado a lo humano podemos decir que estos conceptos implican comprender, no solo la
tendencia al mantenimiento adaptativo del organismo, sino también al crecimiento, desarrollo y
enriquecimiento progresivo.
Esto no implica ignorar que también existe una tendencia entrópica, al deterioro, y muerte de lo
vivo, pero como nos dice Rogers: “el universo construye y crea permanentemente, además de
deteriorar”.
Es una hipótesis de que nuestro trabajo no es azaroso, sino que tiene un objetivo y una dirección,
el facilitar que la tendencia auto actualizante de nuestros consultantes fluya en su sentido
creativo.

3-Escucha Empática:

Es la capacidad de entender, comprehender y responder a la experiencia única del prójimo.


Es una modalidad de estar que resulta de sentirse en la experiencia vivida del otro, ubica una
intención, la de pretender ver y vivenciar el mundo del otro con los ojos y las vivencias del otro,
creando una mirada y vivencia en común.
Por lo dicho implica tanto los aspectos emocionales como los cognitivos del mundo vivido, es decir
aquello que circula las emociones y los sentimientos o significaciones personales de las mismas.
Por ser resultado de una actitud, no es simplemente una disposición unidireccional desde el
consultor hacia el consultante, sino una manera de relacionarse en donde se propone la empatía
vincular, el compartir lo experienciado en el momento de la ayuda.

La escucha empática, para ser “facilitadora”, debe resultar en respuestas de ese nivel, siendo esa
la tarea de un consultor ECP.

Este debe comunicar al consultante su percepción del mundo vivido por éste, y a modo de
chequeo mutuo de convalidación de lo percibido y expresado, gestual o verbalmente, desde el
encuentro, poder facilitar un acercamiento comprensivo a sí mismo.
Si se trabaja desde este enfoque la empatía es “un modo de ser relacional”, no un método ni una
técnica más.
Desde ella se apuntala la consonancia, el resonar conjunto consultante consultor, sea en un nivel
emocional, como en el de significar racionalmente los contenidos el discurso mutuo que se genera
en las entrevistas.

4-Aceptación o valoración Positiva Incondicional (API):

Implica aceptar al otro tal cual es en el momento en que se esta ofreciendo la ayuda, en un
encuentro que sigue una mirada “buberiana” yo-tu-nosotros (de Martín Buber).
La aceptación o estima o valoración positiva incondicional significa que cuando el profesional
experimenta una actitud no calificativa, de aceptación hacia cualquier cosa que el consultante es
en ese momento, el movimiento hacia el cambio positivo es más probable.
Desde una escucha aceptante brindamos un modelo de auto aceptación, el principio de un camino
hacia la transformación personal.
Sin embargo para que esta aceptación sea válida, debe darse en primera instancia en la propia
experiencia del profesional de la ayuda.
Se ha demostrado en investigaciones muy rigurosas, que cuando esta actitud es principalmente
experimentada por el que ayuda, mayor es la probabilidad de un proceso de ayuda exitoso.
Otra manera de decirlo es que cuando podemos estar presentes, desde la aceptación positiva
incondicional, mayor es la posibilidad de acercarse a la experiencia de qué nos pasa con lo que nos
pasa.
Vale aclarar que aceptar no es lo mismo que aprobar, en tanto lo que se acepta es la experiencia
vivida tal cual es, aunque la conducta sea reprobable desde nuestro marco valorativo.
En síntesis es aceptar lo que el otro siente o experimenta, no lo que hace.

5-Congruencia o autenticidad:

Define la importancia de ser el que uno es en la relación, sin construirse máscaras o fachadas que
oculten los verdaderos sentimientos que circulan en la misma.
El consultor ECP debe estar abierto a su experiencia, en plena conexión consigo mismo, sin
abortar nada de ella, para después ponerla con sumo cuidado a disposición del vínculo de ayuda.
También en este caso, las investigaciones han demostrado que los profesionales que alcanzan
positivos grados de congruencia en sí mismos, son más eficientes y eficaces en la ayuda que se
brinda.
Mientras la pretensión “terapéutica” (en el sentido de la ayuda) de este Enfoque es facilitar
cambios y desarrollo personal, los encuentros persona a persona son más adecuados para esa
finalidad, que aquellos en que el profesional se escuda en un personaje.
Ser autentico o congruente en la vinculación profesional, apela obviamente a la responsabilidad
para encontrar el momento oportuno, para comunicar o no la experiencia que sucede en la
relación de ayuda.
Lo importante es no negarla, sino aceptarla en forma transparente, y aunque no la tramitemos en
lo inmediato, se ¨filtrarᨠen una relación de libertad experiencial.

6-Chequeos de percepciones:

Es el modo en que definimos las intervenciones profesionales desde el ECP, sean estas de carácter
verbal, gestual, o desde recursos imaginarios, corporales o de acción.
En los comienzos se denominó Reflejos (de reflejar como espejo centrado en el consultante) a los
modos verbales que Rogers creó para facilitar la auto escucha de sus consultantes.
Se los dividió en Reflejos cognitivos y de sentimientos, los primeros subdivididos en simples y
elucidatorios.
- Los reflejos simples referían a una devolución verbal del eje de lo dicho por el consultante, como
síntesis aclaratoria para favorecer el discurso y la auto conexión.
- Los reflejos elucidatorios poseían el sentido de esclarecer y resumir cognitivamente lo dicho y
trabajado en el decurso de un tiempo relativo de un proceso.
- Los reflejos de sentimientos apuntaban a resumir la captación por parte del profesional de las
emociones implícitas en el intercambio dado en consulta, con el objetivo de favorecer una toma
de conciencia de lo emocional en juego.

A posteriori se prefirió hablar de respuestas de seguimiento empático, afinando el sentido de este


tipo de intervenciones, en el camino de comprenderlas como intervenciones que faciliten
acercamientos positivos al sí mismo del consultante, y cuando hablamos de empatía a esto nos
referíamos.
Denominarlas finalmente chequeo de percepciones, es a nuestro entender, mucho más
congruente con la postura no directiva esencial de este modelo.
Chequear es ofrecer apreciaciones (intervenciones verbales y gestuales) acerca de lo que se
percibe sobre el discurso del consultante con la idea de acompañar/apuntalar un acercamiento
paulatino a la experiencia vivida, y facilitar apertura perceptual. Ambas permitirán al consultante
resignificar y disponer de más autoconocimiento y por lo tanto de más recursos para operar
favorablemente consigo mismo y los demás.
: Si integramos los siete conceptos enunciados, y podemos apuntar a un paulatino encuentro
“nosotros”, estando atentos a los que nos pasa con lo que pasa, predispuestos a no juzgar, a
centrarnos desde nuestra propia experiencia en la experiencia del otro, se logrará la empatía
buscada.
Si además, y por ello, estamos convencidos de que en las entrevistas o sesiones el deseo del
consultante es más importante que el nuestro, las intervenciones o devoluciones que realicemos
ante lo discursivo de nuestro consultante, serán siempre un intento de acercamiento a lo que éste,
y nosotros en relación con él, estemos percibiendo como expresado en el intento de búsqueda
que estamos facilitando.
Lo que hagamos, o digamos, si posee esta base, será siempre una intención relativa, desde el lugar
del no saber más que lo que nos dice lo que se va diciendo juntos.
Todo chequeo de percepciones es muchas veces expresado como una afirmación de lo percibido
en forma de pregunta abierta, otras cobra la forma de un reflejo en sus tres tipos, otras es una
intervención desde un recurso imaginario o corporal, otras es una respuesta de seguimiento
empático.
Sea como sea, siempre tiene que estar a disposición del otro la posibilidad de no verlo de la misma
manera, de revisarlo o de proponer otra forma de mirarlo; de esto se trata la no dirección.

Chequear percepciones es acompañar el proceso exploratorio, abriendo el camino para la libre


expresión de la potencialidad deseante del otro, y abrir el juego a una reflexión o un sentir lo
que se siente aquí, y desde allí revisar significativamente qué me pasa, quién soy, qué quiero o
deseo, de dónde proviene para mí lo que me pasa, y qué puedo hacer con ello.

De esto se trata para el ECP la orientación y la terapia, de poder relacionarse de un modo en


donde la persona que consulta se sienta libre de amenazas, y desde allí baje sus defensas y amplíe
su auto percepción. Se confía, y hay múltiples pruebas de investigación sistemática sobre ello, que
cuando esto acontece la persona resuelve sus problemas y enfrenta su vida de mejor manera.
Cuando decimos que hay investigaciones es bueno aclarar que como para Rogers fue difícil
instalarse en el mundo académico científico estadounidense, en donde el conductismo y el
incipiente cognitivismo predominaba, tuvo que probar sus hipótesis con muestreos, tests, cámaras
gesell, filmaciones de sesiones (fue el primero que las hizo en el mundo), a través de las cuales
pudo probar que lo que planteaba era tan “científico”, como las otras prácticas sostenían.
Debemos decir que esa meticulosa tarea no la hizo con mucho agrado, de hecho se lo escuchado
decir que cuando se lee lo que investigó, y más aún cuando se leen sus textos, éstos no dan
verdadera cuenta de su práctica, en tanto el lenguaje escrito es lineal y la experiencia vivida en las
sesiones es circular y recursiva. Es muy bueno por ello ver sus filmaciones dado que en ellas si se
puede “tocar” la esencia de su propuesta.

el profesional debe:

 Colocarse ante el consultante desde una posición de escucha y lectura de orden


fenomenológico, es decir: estar presente plenamente, con toda su persona.
 Predisponer el marco actitudinal en congruencia con la persona que cada uno es, ser lo
más auténtico posible, manteniendo una distancia óptima que permita la diferenciación
de roles.
 Procurar generar una relación empática vincular (centrada en el vínculo, teniendo cuidado
de la identificación)
 Aceptar incondicionalmente al otro.
 Promover una relación desprovista de amenaza, evitando en adecuada medida
evaluaciones valorativas e interpretaciones técnicas que puedan percibirse como
cosificantes o manipulatorias.
 Estar atento tanto al lenguaje verbal como al corporal de los intervinientes en el vínculo
de ayuda, incluido él mismo.
 Centrarse en la persona, sin descuidar el problema de consulta.
 Procurar comprender al consultante como integrante de un sistema relacional histórico y
presente.
 Tomar en cuenta los datos de la historia, pero estar más centrado en el presente y el
futuro, en tanto estos últimos son los que resignifican el pasado.
 Incluir, cuando se lo vea necesario, a las personas relacionadas con la problemática del
consultante, evitando realizar una tarea individualista que enquiste al consultante en un
camino cerrado o “círculo vicioso narcisista”.

.. Utilizar recursos verbales emanados de la teoría y técnicas del Dr. Carl Rogers, a saber:

Reflejos simples, de sentimiento, elucidatorios y confrontaciones, no como técnicas sino como


chequeo de percepciones mutuas, ya explicitados en nuestro apartado sobre el ECP.
Desde el centramiento en la persona y con el marco actitudinal adecuado, incorporar la posibilidad
de otras formas verbales, tales como:

Silencio empático
Preguntas abiertas
Clarificaciones
Confirmaciones o rectificaciones
Señalamientos
Recapitulaciones
Metáforas

Debemos recordar que la metodología “pura” del ECP es un chequeo verbal de percepciones
centrado en la persona del consultante, lo que propone este modelo es enriquecer ampliando el
modo de chequear, y los recursos que denomino complementarios deben darse en el marco de
una relación consultante consultor que responda a la idea base del ECP, de esta manera no
aparecen como intrusivos ni directivos sino como un aporte que hace el profesional, y que el
consultante puede optar por tomar o no, y de no hacerlo no será interpretado como resistencia
sino como decisión.

EN SINTESIS: debemos procurar:


 Abrir nuestra percepción a un modelo holístico multidimensional.
 Disponer de nosotros para la escucha.
 Aplicar modalidades congruentes con nosotros como personas.
 Generar un espacio, un lugar, un modo de encuentros terapéuticos.
 Posibilitar conversaciones profundas en convivencias respetuosas.
 Estar presente lo más íntegro posible, de persona a persona.
 Del inicial “El y Yo” trabajar hacia un vínculo “Nosotros”.

Por otra parte ofrezco un modo que ideó mi colega el Dr. Jorge Kappel, a través del cual podemos
“testear” si nuestras intervenciones han sido coherentes con la línea del seguimiento empático del
discurso del consultante. Se trata que una vez transcripta la sesión sólo se lean las intervenciones
del profesional, observar si estas acompañaron lo dicho por el consultante, y si así aconteció, se
debería poder deducir bastante acertadamente aquello que el consultante fue expresando de sí
mismo y sus problemas. De hecho es una buena experiencia para auto analizar nuestro proceder,
detectar las incoherencias en el mismo, y es también un buen método para investigar y aplicar en
la formación de profesionales en esta línea.

HIPOTESIS GENERAL DEL ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONAL (CARL ROGERS)

: Si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra persona descubrirá en sí mismo su capacidad
de utilizarla para su propia maduración y de esa manera se producirán el cambio y el desarrollo
individual.

He descubierto que cuanto más auténtico puedo ser en la relación, tanto más útil resultará esta
última. Esto significa que debo tener presentes mis propios sentimientos, y no ofrecer una fachada
externa, adoptando una actitud distinta de la que surge de un nivel más profundo o inconsciente.
Ser auténtico implica también la voluntad de ser y expresar, a través de mis palabras y mi
conducta, los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí. Esta es la única manera de
lograr que la relación sea auténtica, condición que reviste fundamental importancia. Sólo
mostrándome tal cual soy, puedo lograr que la otra persona busque exitosamente su propia
autenticidad. Esto es verdad en el caso en que mis actitudes no me complazcan Ni me parezcan
conducir a una buena relación, Lo más importante es ser auténtico.

La segunda condición reside en el hecho de que cuanto mayor sea la aceptación y el agrado que
experimento hacia un individuo, más útil le resultará la relación que estoy creando. Entiendo por
aceptación un cálido respeto hacia él como persona de mérito propio e incondicional, es decir,
como individuo valioso independientemente de su condición, conducta o sentinientos. La
aceptación también significa el respeto y agrado que siento hacia él como persona distinta, el
deseo de que posea sus propios sentimientos, la aceptación y respeto por todas sus actitudes, al
margen del carácter positivo o negativo de estas últimas, y aun cuando ellas puedan contradecir
en diversa medida otras actitudes que ha sostenido en el pasado. Esta aceptación de cada uno de
los aspectos de la otra persona le brinda calidez y seguridad en nuestra relación. Esto es
fundamental, puesto que la seguridad de agradar al otro y ser valorado como persona parece
constituir un elemento de gran importancia en una relación de ayuda.

También encuentro la relación significativa en la medida en que siento un deseo constante de


comprender: una sensible empatía con cada uno de los sentimientos y expresiones del cliente tal
como se le aparecen en ese momento. La aceptación no significa nada si no implica comprensión.
Sólo cuando comprendo los sentimientos y pensamientos que al cliente le parecen horribles,
débiles, sentimentales o extraños y, cuando alcanzo a verlos tal como él los ve y aceptarlo con
ellos, se siente realmente libre de explorar los rincones ocultos y los vericuetos de su vivencia
más íntima y a menudo olvidada. Esta libertad es una condíción importante de la relación. Se trata
de la libertad de explorarse a sí mismo tanto en el nivel consciente como inconsciente, tan
rápidamente como sea posible embarcarse en esta peligrosa búsqueda. El cliente también debe
sentirse libre de toda evaluación moral o diagnóstica, puesto que, a mi juicio, las evaluaciones de
ese tipo son siempre amenazadoras.

Por consiguiente, la relación que encontré de ayuda se caracteriza de mi parte, por una especie de
transparencia que pone de manifiesto mis verdaderos sentimientos, por la aceptación de la otra
persona como individuo diferente y valioso por su propio derecho, y por una profunda
comprensión empática que me permite observar su propio mundo tal como él lo ve. Una vez
logradas estas condiciones, me convierto en compañero de mi propio cliente en el transcurso de la
aterradora búsqueda de sí mismo que ya se siente capaz de emprender.

No siempre puedo lograr este tipo de relación. A veces, aun cuando crea haberla alcanzado en mí,
el cliente puede estar demasiado atemorizado como para percibir lo que se le ofrece. Sin
embargo, podría afirmar que cuando soy capaz de adoptar la actitud que acabo de describir y
cuando la otra persona puede también experimentarla en alguna medida, invariablemente
surgirán el cambio y el desarrollo personal constructivo. Incluyo el término ”invariablemente” sólo
después de largas y cuidadosas consideraciones.
Mi experiencia me ha obligado a admitir gradualmente que el individuo posee en sí la capacidad y
la tendencia -en algunos casos, latente- de avanzaren la dirección de su propia madurez. En un
ambiente psicológico adecuado, esta tendencia puede expresarse libremente, y deja de ser una
potencialidad para convertirse en algo real. Esta tendencia se pone de manifiesto en la capacidad
del individuo para comprender aquellos aspectos de su vida y de sí mismo que le provocan dolor o
insatisfacción; tal comprensión se extiende más allá de su conocimiento consciente de sí mismo
para alcanzar aquellas experiencias que han quedado ocultas a causa de su naturaleza
amenazadora. También se expresa en su tendencia a reorganizar su personalidad y, su relación
con la vida de acuerdo con patrones considerados más maduros. Cualquiera que sea el nombre
que le asignemos –tendencia al crecimiento, impulso hacia la autorrealización o tendencia
direccional progresiva - ella constituye el móvil de la vida y representa, en última instancia, el
factor del que depende toda psicoterapia. No es sino el impulso que se manifiesta en toda vida
orgánica y humana –de expansión, extensión, autonomía desarrollo, maduración-, la tendencia a
expresar y analizar todas las capacidades del organismo, en la medida en que tal actualización
aumenta el valor del organismo o del sí mismo. Esta tendencia puede hallarse encubierta por
múltiples defensas psicólogicas sólidamente sedimentadas. Puede permanecer oculta bajo
elaboradas fachadas que nieguen su existencia; sin embargo, opino que existe en todos los
individuos y sólo espera las condiciones adecuadas para liberarse y expresarse.

En nuestra relación el individuo se convierte en una persona más integrada y eficiente; muestra
menos características de las generalmente consideradas neuróticas o psicóticas, y más rasgos de la
persona sana que funciona de manera normal. Cambia su autopercepción y se torna más realista
en su modo de conceptuarse a sí mismo. Comienza a parecerse a la persona que querría ser y se
valora más;. se tiene más confianza y adquiere mayor capacidad de adoptar sus propias
decisiones. Alcanza una mejor comprensión de sí mismo, llega a ser más abierto a su experiencia,
con lo cual disminuye su tendencia a negar o reprimir algunos aspectos de ésta y comienza a
aceptar mejor sus actitudes hacia los otros, pues advierte las semejanzas que existen entre él y los
demás.
Su conducta acusa modificaciones similares: disminuye la frustración provocada por el stress, y se
recupera más fácilmente de éste; sus amigos cornienzan a advertir que su conducta diaria es más
madura, y se torna menos defensivo, más adaptado y más capaz de enfrentar situaciones nuevas
con actitudes originales.

Estos son algunos de los cambios que se operan en los individuos que han realizado una serie de
entrevistas de asesoramiento en las que la atmósfera psicológica se aproxima a la relación que he
descripto. Cada una de las afirmaciones formuladas se basa en pruebas objetivas. Aún es
necesario efectuar muchas investigaciones más, pero ya no cabe dudar de la eficacia de esta
relación para producir cambios en la personalidad.

Si puedo crear una relación que, de mi parte, se caracterice por:

una autenticidad y transparencia y en la cual pueda yo vivirmis verdaderos sentimientos;

una cálida aceptación y valoración de la otra persona como Individuo diferente, y una sensible
capacidad de ver a mi cliente y su mundo tal como él lo ve:

Entonces, el otro individuo experimentará y comprenderá aspectos de sí mismo anteriormente


reprimidos, logrará cada vez mayor integración personal y será más capazde funcionar con
eficacia; se parecerá cada vez más a la persona que querría ser; se volverá más personal, más
original y expresivo; será más emprendedor y se tendrá más confianza; se tornará más
comprensivo y podrá aceptar mejor a los demás, ypodrá enfrentar los problemas de la vída de una
manera más fácil y adecuada.

¿Cómo puedo crear una relación de ayuda?

1. ¿Cómo puedo ser para que el otro me perciba como una persona digna de fe, coherente y
segura, en sentido profundo? En una época pensé que si cumplía todas las condiciones externas
de la confiabilidad -respetar los horarios, respetar la naturaleza confidencial de las entrevistas,
etcétera- y mantenía una actuación uniforme durante las entrevistas, lograría ese objetivo. Pero la
experiencia me demostró que cuando una actitud externa incondicional está acompañada por
sentimientos de aburrimiento, escepticismo o rechazo, al cabo de un tiempo es percibida como
inconsecuente o poco merecedora de confianza. He llegado a comprender que ganar la confianza
del otro no exige una rígida estabilidad, sino que supone ser sincero y auténtico. He escogido el
término “coherente” para describir la manera de ser que me gustaría lograr. Esto significa que
debo poder advertir cualquier sentimiento -o actitud que experimento en cada momento. Cuando
esta condición se cumple, soy una persona unificada o integrada, y por consiguiente puedo ser tal
como soy en lo profundo de mí mismo. Esta es la realidad que inspira confianza a los demás.

2. ¿Puedo ser lo suficientemente expresivo, como persona, de manera tal que pueda comunicar
lo que soy sin ambigüedades? Cuando experimento un sentimiento de aburrimiento o fastidio
hacia otra persona sin advertirlo, mi comunicación contiene mensajes contradictorios. Mis
palabras transmiten un mensaje, pero por vías más sutiles comunico el fastidio que siento; esto
confunde a la otra persona y le inspira desconfianza, aunque ella tampoco advierta el origen de la
dificultad. Cuando como padre, terapeuta, docente o ejecutivo no logro percibir lo que ocurre en
mí mismo a causa de una actitud defensiva, no consigo hacer conscientes mis propios
sentimientos, sobreviene el fracaso antes mencionado. Estos hechos me han llevado a pensar que
la enseñanza fundamental para alguien que espera establecer cualquier tipo de relación de ayuda
consiste en recordarle que lo más seguro es ser absolutamente auténtico. Si en una relación
determinada soy coherente en una medida razonable, si ni yo ni el otro ocultamos sentimientos
importantes para la relación, no cabe duda de que podremos establecer una adecuada relación de
ayuda.

Si puedo crear una relación de ayuda conmigo mismo es decir, si puedo percibir mis propios
sentimientos y aceptarlos-, probablemente lograré establecer una relación de ayuda con otra
persona.

Si debo facilitar el desarrollo personal de los que se relacionan conmigo, yo también debo
desarrollarme, y sí bien esto es a menudo doloroso también es enriquecedor.

3. ¿Puedo permitirme experimentar actitudes positivas hacia esta otra persona: actitudes de
calidez, cuidado, agrado, interés, respeto? Esto es fácil. Suelo advertir en mí, y a menudo también
en otros, un cierto temor ante esos sentimientos. Tememos que si nos permitimos experimentar
tales sentimientos hacia otras personas, nos veamos atrapados por ellas. Podrían plantearnos
exigencias o bien decepcionarnos, y naturalmente no deseamos correr esos riesgos. En
consecuencia, reaccionamos tratando de poner distancia entre nosotros y los demás, y creamos
un alejamiento, una postura “profesional”, una relación impersonal.

Nos sentimos realmente satisfechos cuando descubrimos, en ciertas relaciones o en determinadas


oportunidades, que sentir y relacionarnos con el otro como persona hacia la que experimentamos
sentimientos positivos no es de manera alguna perjudicial.

4. ¿Puedo ser suficientemente fuerte como persona como para distinguirme del otro? ¿Puedo
respetar con firmeza mis propios sentimientos y necesidades, tanto como los del otro? ¿Soy
dueño de mis sentimientos y capaz de expresarlos como algo que me pertenece y que es
diferente de los sentimientos del otro? ¿Es mi individualidad lo bastante fuerte como para no
sentirme abatido por su depresión, atemorizado por su miedo, o absorbido por su dependencia?
¿Soy íntimamente fuerte y capaz de comprender que su furia no me destruirá, su necesidad de
dependencia no me someterá, ni su amor me sojuzgará, y que, existo independientemente de
él, con mis propios sentimientos y derechos?. Cuando logro sentir con libertad la capacidad de ser
una persona independiente, descubro que puedo comprender y aceptar al otro con mayor
profundidad. porque no temo perderme a mí mismo.

5. ¿Estoy suficientemente seguro de mí mismo como para admitir la individualidad del otro?
Puedo permitirle ser lo que es: honesto o falso, infantil o adulto, desesperado o pleno de
confianza? ¿Puedo otorgarle la libertad de ser? ¿O siento que el otro debería seguir mi consejo,
depender de mí en alguna medida o bien tomarme como modelo? En relación con esto, recuerdo
un breve e interesante estudio de Farson, en el que este autor demostró que el asesor menos
adaptado y competente tiende a inducir una adecuación a su propia personalidad y procura que
sus clientes lo tomen como modelo. En cambio, el asesor más competente y adaptado puede
interactuar con un cliente durante muchas entrevistas sin interferir la libertad de éste de
desarrollar una personalidad muy diferente de la de su terapeuta. Sin duda alguna, es preferible
pertenecer a este último grupo, tanto sea como padre, supervisor o asesor.

6. ¿Puedo permitirme penetrar plenamente en el mundo de los sentimientos y significados


personales del otro y verlos tal como él los ve? ¿Puedo ingresar en su mundo privado de manera
tan plena que pierda todo deseo de evaluarlo o juzgarlo? ¿Puedo entrar en ese mundo con una
delicadeza que me permita moverme libremente y sin destruir significados que para él revisten
un carácter precioso? ¿Puedo sentirlo intuitívamente de un modo tal que me sea posible captar
no sólo los significados de su experiencia que él ya conoce, sino también aquellos que se hallan
latentes o que él percibe de manera velada y confusa? ¿Puedo extender esta comprensión hacia
todas las direcciones, sin límite alguno? Existe una poderosa tentación de “corregir” a los
alumnos, o de señalar a un empleado los errores de su modo de pensar. Pero cuando en estas
situaciones me permito comprender, la gratificación es mutua. Con mis clientes, a menudo me
impresiona el hecho de que un mínimo grado de comprensión empática -un intento tosco y aun
fallido de captar la confusa complejidad de su significado- puede significar una ayuda; aunque no
cabe duda de que la mayor utilidad se logra cuando puedo ver y plantear con claridad los
significados de su experiencia que han permanecido oscuros y encubiertos para él.

7. ¿Puedo aceptarlo tal cual es? ¿Puedo comunicarle esta actitud? ¿O puedo recibirlo sólo de
manera condicional, aceptando algunos aspectos de sus sentimientos y rechazando otros
abierta y disimuladamente? Según mi experiencia, cuando mi actitud es condicional, la otra
persona no puede cambiar o desarrollarse en los aspectos que no soy capaz de aceptar. Cuando
más tarde -a veces demasiado tarde- trato de descubrir las razones por las que he sido incapaz de
aceptarlo en todos sus aspectos, suelo descubrir que ello se debió a que me sentía temeroso o
amenazado por alguno de sus sentimientos. Si deseo brindar mejor ayuda, antes debo desarrollar
y aceptar esos aspectos en mí.

8. ¿Puedo comportarme en la relación con la delicadeza necesaria como para que mi conducta
no sea sentida como una amenaza? El reflejo psicogalvánico -medida de la conductividad de la
piel- sufre una brusca depresión cuando el terapeuta responde con alguna palabra apenas más
intensa que los sentimientos del cliente. Ante una frase como “¡Caramba, se lo ve muy alterado!”
la aguja parece saltar fuera del papel. Mi deseo de evitar tales amenazas no se debe a una
hipersensibilidad con respecto al cliente. Simplemente obedece a la convicción, basada en la
experiencia, de que si puedo liberarlo tanto como sea posible de las amenazas externas, podrá
comenzar a experimentar y ocuparse de los sentimientos y conflictos internos que representan
fuentes de amenazas.

9. ¿Puedo liberar al cliente de la amenaza de evaluación externa? En casi todas las fases de
nuestra vida -en el hogar, la escuela, el trabajo- estamos sujetos a las recompensas Y castigos
impuestos por los juicios externos. “Está bien",- “Eres desobediente",- “Esto merece un diez”;
“Aquello merece un aplazo”; “Eso es buen asesoramiento”; “Aquello es mal asesoramiento”. Este
tipo de juicios forma parte de nuestra vida, desde la infancia hasta la vejez. Pienso que tienen
cierta utilidad social en instituciones y organizaciones tales como escuelas y profesiones. Como las
demás personas, me sorprendo haciendo tales evaluaciones con demasiada frecuencia. Sin
embargo, según mi experiencia, esos juicios de valor no estimulan el desarrollo personal; por
consiguiente no creo que deban formar parte de una relación de ayuda. Curiosamente, una
evaluación positiva resulta, en última instancia, tan amenazadora como una negativa, puesto que
decir a alguien que es bueno implica también el derecho a decirle que es malo. En consecuencia,
he llegado a sentir que cuanto más libre de juicios y evaluaciones pueda mantener una relación,
tanto más fácil resultará a la otra persona alcanzar un punto en el que pueda comprender que el
foco de la evaluación y el centro de la responsabilidad residen en sí mismo, que sólo a él
concierne, y no habrá juicio externo capaz de modificar esta convicción. El significado y valor de
esta experiencia es, en definitiva, algo las que no me sorprenda evaluando al otro, ni siquiera en
mis propios sentimientos. Pienso que esto le da la libertad de ser una persona responsable de sus
propios actos.
10. ¿Puedo enfrentar a este otro individuo como una persona que está en proceso de
transformarse o me veré limitado por mi pasado y el suyo? Si en mi contacto con él lo trato como
a un niño inmaduro, un estudiante ignorante, una personalidad neurótica o un psicópata, cada
uno de estos conceptos que aporto a la relación limita lo que él puede ser en ella. Martín Buber, el
filósofo existenicialista de la Universidad de Jerusalén, tiene una frase -"confirmar al otro"- que
reviste gran significado para mí. Dice: “Confirmar significa aceptar la total potencialidad del otro. .
. Puedo reconocer en él, conocer en él a la persona que ha sido . . . creada para transformarse . . .
Lo confirmo en mí mismo, y luego en él, en relación con esta potencialidad que . . . ahora puede
desarrollarse, evolucionar." Si considero a la otra persona como a alguien estático, ya
diagnosticado y clasificado, ya modelado por su pasado, contribuyo a confirmar esta hipótesis
limitada. Si, en cambio, lo acepto como un proceso de transformación lo ayudo a confirmar y
realizar sus potencialidades.

Si en una relación sólo veo una oportunidad de reforzar ciertos tipos de palabras u opiniones del
otro, tiendo a confirmarlo como objeto: un objeto básicamente mecánico y manipulable. Si esto
constituye para mí su potencialidad, el otro tenderá a actuar de maneras que corroboren esa
hipótesis. Si por el contrario, veo en la relación una oportunidad de “reforzar” todo lo que la otra
persona es, con todas sus potencialidades existentes, ella tenderá a actuar de maneras que
confirmen esta hipótésis. Entonces, según el término empleado por Buber, lo habrá confirmado
como persona viviente, capaz de un desarrollo creativo inmanente. Personalmente prefiero este
último tipo de hipótesis.

Conclusión.

Se ha despertado en mí la sospecha de que la relación de ayuda óptima sólo puede ser creada por
un individuo psicológicamente maduro. Dicho de otra manera, mi capacidad de crear relaciones
que faciliten el desarrollo de otros como personas independientes es una función del desarrollo
logrado por mí mismo. En ciertos aspectos éste es un pensamiento inquietante, pero también
promisorio y alentador, pues implica que si deseo crear relaciones de ayuda tengo una ocupación
interesante por el resto de mis días, que acrecienta y actualiza mis potencialidades en el sentido
del desarrollo.

La persona como centro Rogers - Rosemberg

El estado de empatía o de ser empático consiste en darse cuenta con precisión del cuadro de
referencias interno de otra persona, juntamente con los componentes emocionales y los
significados a ella pertenecientes, como si fuésemos la otra persona, sin perder nunca la condición
de “como si”. Significa por tanto sentir las amarguras y las alegrías de la otra persona de la misma
manera que ella las siente y percibir sus causas de la misma manera que ella las percibe, pero sin
perder la noción de que es “como si” estuviésemos tristes o alegres, etc. si perdemos esta
condición de “como si”, tendremos un estado de identificación.

Concepto de vivencia Gendlin: en el organismo humano tiene lugar de forma ininterrumpida un


flujo de vivencias hacia el que el individuo puede dirigirse repetidas veces, utilizándolo como
punto de referencia para descubrir el significado de su existencia. Según él, empatía es resaltar
con sensibilidad el “significado sentido” que el cliente esta transformando en vivencia en un
determinado momento, a fin de ayudarle a centrarse sobre este significado hasta llegar a su
vivencia plena y libre.
Ejemplo: en un grupo de encuentro un hombre venia haciendo comentarios vagamente negativos
respecto de su padre. El facilitador dijo: “parece que usted siente ravia hacia su padre”. El replico
“no, creo que no”; “quizá este usted insatisfecho con él”. “Si, tal vez si”dijo sin mucha convicción
“puede que usted este decepcionado con el”. El hombre replico de inmediato “eso es! Estoy
decepcionado porque no es una persona fuerte. Creo que siempre me sentí decepcionado por su
causa, desde pequeño.

En relación a qué verifica este hombre la exactitud de estos términos?. El individuo los compara
con el flujo psicolfisiologico que recorre su interior. Este flujo es algo muy real, pudiéndolo utilizar
las personas como punto de referencia. En este caso “rabia” no corresponde al significado sentido;
“insatisfecho” se acerca mas pero tampoco es del todo correcto, “decepcionado” es la
correspondencia exacta, pro lo que favorece la puesta en marcha de un nuevo flujo de vivencia,
que es lo que suele pasar.

la empatía como un proceso mas que un estado:

la manera de estar en relación con otra persona, relación que denominamos empática, tiene
varias facetas. Significa penetrar en el mundo de las percepciones de otra persona y sentirse
totalmente a gusto en él. Requiere una sensibilidad constante hacia los cambios que se producen
en esa persona en relación a los significados que percibe, al miedo, a la rabia, a la ternura, a la
perplejidad o a lo que en ese momento consituya una vivencia para él o para ella, que sea lo que
sea. Significa vivir temporalmente su vida, moverse delicadamente dentro de ella sin emitir juicios,
percibir los significados que él o ella casi no percibe, todo ello sin tratar de revelar sentimeintos de
los que la persona no tiene conciencia, pues esto podría representar una gran amenaza. Supone
trasmitir la manera como uno siente el mundo de él o ella, a medida que examina sin influencias
externas y sin miedo los aspectos que la persona teme. Pasamos a ser un compañero de confianza
de esa persona en su mundo interior. Al mostrar los posibles significados presentes en el flujo de
sus vivencias, ayudamos a la persona a que se centre en esta modalidad útil de punto de
referencia a qu plasme en vivencias los significados de forma mas plena y a que progrese en esa
vivencia.

Estar con la otra persona de esta manera significa dejar de lado en esos momentos nuestros
puntos de vista, y valores propios para entrar en el mundo del otro sin ideas preconcebidas. En
cierto sentido significa apartar nuestro propio yo, lo que solo puede hacer una persona que este
segura de qque no se perderá en el mundo posiblemente extraño del otro y podrá volver sin
dificultades a su propio mundo cuando lo desee.

En el “Manual de Relaciones” donde colabora Eugene Gendlin, en el capitulo “el oir integral” dice
que para demostrar que comprende de modo exacto a esa persona formule una o dos frases que
expresen con precisión el significado que esa persona quiso transmitir. Para esto en general
empleara sus propias palabras, pero en asuntos mas dilicados emplee las palabras de la persona
en cuestión.

La mas alta expresión de la empatía consiste en aceptar sin enjuiciar. Esto es verdad por no ser
posible precibir con precisión el mundo interior de otra persona cuando ya nos hemos formado
una opinión valorativa respecto a ella. La verdadera empatía jamás supone la menor característica
estimativa o diagnostica. “si no estoy siendo juzgado, tal vez no sea tan malo o anormal como
pensaba. Quizá no deba juzgarme a mi mismo con tanta severidad”. De esta forma la posibilidad
de autoaceptacion aumenta gradualmente.
La empatía proporciona la confirmación necesaria que esistimos como persona individual,
valorizada y poseedora de indentidad.

La persona se siente comprendida; se percibe comunciando hechos que jamás comunico, proceso
en el que descubre un aspecto hasta entonces desconocido de ella misma. La percepción de un
nuevo aspecto de si mismo es el primer paso hacia el cambio del autoconcepto. En una
atomosfera de comprensión el aspecto recién descubierto es aceptado, asimilándose a un nuevo
autoconcepto. Una vez modificado el propio concepto, el comportamiento se modifica en el
sentido de corresponder al “si mismo” que acaba de percibirse.

Conclusiones:

Cuando una persona se siente comprendida de manera correcta y sensible, desarrolla un conjunto
de actitudes promotoras de crecimiento o terapéuticas en relación a si misma. La característica
estimativa y aceptadora del clima empático capacita al cliente, para asumir una actitud de
estimación e interés por si misma. Ser oida por una persona comprensiva le hace posible oírse a si
misma de modo mas correcto, con mayor empatía en relación a sus vivencias viscerales, a sus
significados, los cuales percibe solo vagamente. Pero, la mayor autocomprension y autoestima le
muestran nuevos aspectos de la experiencia, que pasan a formar parte de un “si mismo” con bases
mas precisas. Existe ahora una mayor congruencia entre su “si mismo” y sus vivencias. Se vuelve
asi mas aceptadora e interesada, mas empática y comprensiva, mas real y congruente en sus
actitudes en realcion a si misma. Estos tres elementos son exactamente aquellos que tanto la
experiencia como la investigación señalan como actitudes de un terapeuta eficiente. El hecho de
ser empáticamente comprendido por otra persona capacita al individuo para convertirse en
facilitador mas eficiente de su crecimiento, un terapeuta de si mismo mas eficiente.

La relación interpersonal, nucleo de la orientación

Congruencia: significa que los sentimientos experimentados por el asesor son accesibles para el y
a su conciencia, y es capaz de vivirlos, de consutanciarse con ellos en relación con otro individuo,
de comunicarlos si fuese oportuno; significa que es él mismo, que no niega su personalidad.
Cuanto mas capaz sea el terapeuta de escuchar sin rechazo lo que ocurre dentro de si, cuanto mas
capaz sea de vivir sin temor a la complejidad de sus sentimientos, tanto mayor será su
congruencia.

No es tarea fácil alcanzar esta autenticidad. Lo dicho no significa que convenga exteriorizar de
manera impulsiva cualquier sentimiento y acusación momentáneos bajo la comoda impresión de
que asi somos sinceros. Ser autentico implica la difícil tarea de familiarizarse con el propio flujo
interior de la vevencia que se caracteriza especialmente por su complejidad y continua variación.

Empatia: la segunda condición esencial de la relación, tal como la veo es que el asesor comprenda
con empatía y exactitud el mundo privado de su cliente y sea capaz de comunciar algunos de los
fragmentos importantes de dicha compresión. Empatía es la capacidad de precibir ese mundo
interior, integrado por significados personales y privados como si fuera el propio pero sin perder
nunca ese “como si”. Cuando el asesor capta con claridad el mundo del cliente y puede moverse
libremente dentro de él, puede comunicarle a ese individuo su comprensión de aquello que él
conoce vagamente y volcar en palabras los significados de experiencias de las que él apenas si
tienen conciencia. Esta clase de empatía muy sensible parece ser un factor importante en el
proceso de posibilitar a una persona el acercamiento de si misma, el aprendizaje, cambio y
desarrollo. Importa mucho que esa comprensión sea exacta y también convienen que se
comunique la tentativa de comprender. Aun tratándose de un individuo confuso, incoherente o
grotesco, el hecho de que perciba que estoy tratando de comprender sus significados ayuda al
proceso, puesto que le comunica el valor que le atribuyo como individuo, le hace enteneder que
percibo sus sentimientos y significados como dignos de comprensión.

Apresio: es una actitud claida, positiva, benigna hacia lo que existe dentro del cliente. Esta actitud
significa que aprecia a su cliente, como persona, con un sentimiento parecido al de un progenitor
hacia su hijo, estimándolo como individuo, sin entrar a considerar su conducta en ese momento.
Significa que se preocupa por él de un modo no posesivo. Implica que el cliente esta dispuesto a
exteriorizar los verdaderos sentimientos o sensaciones que experimente en ese momento, sena
cual fueren: hostilidad o ternura, rebelión o sumisión, seguridad o menostrecio de si mismo; en el
asesor, implica el amor hacia el cliente tal cual es. Con un sentimiento no paternalista, no
sentimental, no superficialmente social y agradable, en el cual se respeta la otra persona como
individuo independiente, sin poseerla.

Aprecio incondicional: cuanto mas incondicional sea el aprecio positivo, tanto mas eficaz será la
relación. Entendiéndose por “incondicional” el hecho de que el asesor aprecia al cliente de una
manera total, en vez de condicional. No acepta alguno de sus sentimientos y desaprueba otros,
pero siente aprecio positivo e incondicional por esa persona; es un sentimiento positivo que aflora
sin reservas ni evaluaciones y que implica no juzgar. Creo que cuando este aprecio sin valoraciones
esta presente en el encuentro entre asesor y cliente hay mas posibilidades de que este último
cambie y se desarrolle de manera constructiva.

Las actitudes descriptas no existen en el mundo del cliente y por consiguiente no pueden ser
eficaces a menos que le sean comunicadas hasta cierto putno y que él las perciba. Solo se podrá
pronosticar una evolución en la personalidad del cliente y un cambio en su conducta cuando
perciba, aun en grado minimo, la autenticidad del asesor y la aceptación y empatía que este siente
hacia el.

El cambio característico o movimiento en la terapia:

En el tipo de material presentado: uno de los primeros aspectos del proceso terapéutico fue el
cambio en el tipo de contenido verbal del cliente. Se observo que aunque el individuo primero
tendía a hablar acerca de sus problemas y síntomas durante la mayor parte del tiempo, este tipo
de conversación era reemplazado, a medida que progresaba la terapia, por enunciados que
mostraban alguna comprensión de las relaciones entre su conducta pasada y presente, y entre
conductas habituales. Mas tarde parecía producirse un incremento en el análisis, por parte del
cliente, de las nuevas acciones que concordaban con su nueva comprensión de la situación.

Se observo también que al principio de la terapia el cliente parecía verbalizar principalmente


sentimientos negativos, que con el tiempo cambiaban en un sentido positivo. La exploración del
cliente gira primero alrededor de los diferentes aspectos del problema, pero gradualmente el
interés se desplaza cada vez mas hacia el si mismo. ¿Qué clase de persona soy?¿cuales son mis
verdaderos sentimientos?¿cual es mi personalidad real?.

Otro cambio en el materia es que reemplaza el pasado por el presente. En las primeras entrevistas
a menudo se refieren a problemas presentes. En la consideración de cualquier conflicto o relación
particular, especialmente si es amenazador o peligroso, el cliente tiende a comenzar con algún
aspecto pasado y solo gradualmente enfrenta el hecho mas crucial y amenudo desagradable tal
como existe en el presente. Luego, cuando la terapia termina, la persona trata sus actitudes,
emociones, valores, objetivos tal como son habitualmente. Ha aprendido que esta a salvo
abandonando la consideración menos peligrosa de sus síntomas, de los demás, del ambiente y del
pasado y concentrándose en el descubrimiento de “mi, aquí y ahora”.

Cambio en la percepción y en la actitud hacia el si mismo: el cliente siente que no es él mismo;


realmente a menudo no sabe cual es su verdadero si mismo y experimentaba satisfacción cuando
llegaba a ser mas auténticamente él mismo. Clinicamente estas tendencias no podían pasarse por
alto.

El concepto de si mismo o la estructura del si mismo puede considerarse como una configuración
organizada de percepciones del si mismo, admisible para la conciencia. Esta integrado por
elementos tales como las percepciones de las propias características y capacidades, los preceptos
y conceptos de si mismo en relación con los demás y el ambiente; las cualidades valiosas que se
perciben y se asocian con experiencias y con objetos y los objetivos ideales que se perciben con
valencias positivas y negativas.

Hay una tendencia al aumento de la cantidad y proporción de auto referencias y actitudes


positivas hacia si mismo a medida que progresa la terapia. Hay una tendencia a la disminución de
la cantidad y proporción de auto referencias y actitudes negativas hacia si mismo. Las actitudes
ambivalentes hacia el si mismo en que los sentimientos positivos y negativos se expresan juntos
tienden a aumentar ligeramente hasta poco después de la mitad de la terapia, y luego decrecen
levemente si bien dichas actitudes ambivalentes en ningún periodo son muy frecuentes. Al final de
la terapia hay mas auto referencias de tonalidad positiva que negativa. En los casos considerados
como fracasos estas tendencias no aparecen o aparecen en menor grado. En las fases iniciales de
la terapia las auto referencias tienden a ser expresiones ya de tono emocional, ya objetivamente
negativas; al final de la terapia las auto referencias tienden a ser expresiones objetivas de
tonalidad emocional neutra o expresiones objetivamente positivas.

Los resultados con respecto al si mismo se pueden resumir asi: hay tendencia al aumento de la
“aceptación del si mismo, de acuerdo con la definición utilizada, significa que el cliente tiende:

- A percibir sus normas como basadas en su propia experiencia y no en las actitudes o deseo
de los demás
- A percibir sus propios sentimientos motivaciones, experiencias sociales y personales sin
distorsionar los datos sensoriales básicos,
- A sentirse cómodo actuando en términos de estas percepciones.

El individuo en la terapia exitosa tiende:

- A percibirse a si mismo como capaz de ser espontaneo y autentico.


- A percibir todos los aspectos de si mismo y de si mismo en relación con menos emoción y
mas objetividad;
- A percibirse a si mismo como mas independiente y capaz de afrontar los problemas de la
vida
- A percibirse a si mismo mas capaz de ser espontaneo y autentico;
- A percibirse a si mismo como el que evalua la experiencia

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