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JusayÚ: Wourala Yashi joukai Tü

Jusayú: Nuestras raíces ancestrales presentes


Autora: Berlis Castillo.
DEDICATORIA

A la memoria de mis tatarabuelos Rucaría Galué y Acentúa Jusayú

A la memoria de mi abuelo Miguel Ángel Jusayú quien en vida dejo el bello legado de la lecto escritura indígena
Wayuu.

A mi abuela Jacinta Jusayú por sus sabias enseñanzas aprendí amar la tierra de origen, y recorrer un largo
camino a nuestra cálida cultura wayuu.

A mis padres Fátima morales Jusayú y a Benito Castillo Jayariyu por su formación y dedicación.

A mi profesora Jenny Farías por su orientación y apoyo.

A mis hermanos por ser el pilar fundamental de mi vida.

A mis sobrinos y a mi prima María González por su apoyo incondicional.


Hace muchos años en la alta guajira en el poblado de Mekiijanou, vivían dos
jóvenes quienes tenían por nombre Rucaría Jusayú y Alentua Yayariyu. Son
dos familias unidas por un amor y por una misma cultura, ambos de clanes
diferentes, lo cual identifica cada organización familiar. En este caso los
clanes son: Jusayú y Jayariyu.
Al pasar los años decidieron casarse como es la tradición de la cultura
wayuu. Las dos familias se reúnen para arreglar el compromiso, donde el
novio tiene que dar una dote, que es un regalo que se entrega a los
familiares de la novia, como una muestra de respeto, afecto, cariño y unión
que nace entre las dos familias.
Después de hacer el arreglo por la cultura wayuu, deciden casarse por la
iglesia. Dicho matrimonio se realizo en la iglesia católica de Nazaret en la
alta guajira.
Después de compartir algunos años en pareja, le dan vida a seis nuevos integrantes de la familia quienes
llevaron por nombres: Miguel Ángel Jusayú, Octavio Jusayú, Jacinta Jusayú, Luis Jusayú, Silvia Jusayú y
Lucrecia Jusayú.
Rucaría, una gran mujer se dedicaba a la artesanía y a las actividades del hogar. Mientras que Alentua, se
dedicaba al pastoreo de animales y a la agricultura.
Al paso de los años Miguel Ángel, como era el mayor de sus hermanos, reemplazo a su papá en el oficio de
pastorear los animales.
A sus trece años pierde la vista por una enfermedad llamada conjuntivitis, por causa de no haber doctores ni
recursos para combatir la enfermedad.
Rucaría al ver esta situación, empieza a buscar ayuda en la iglesia donde contrajo matrimonio. Y en el internado
de Nazaret lograron conseguir una beca a Miguel Ángel, para irse a estudiar en Caracas en una escuela para
ciegos, donde aprendió a escribir el método Braille. Después de graduarse de sexto grado, regresa a la guajira
para reencontrarse nuevamente con sus familiares.
Alentua muere en el año 1957 por causa de una enfermedad llamada cirrosis hepática.
Después de la muerte de Alentua, la familia Jusayú decide mudarse a Los Filúos (guajira baja) en busca de una
mejor calidad de vida. Miguel Ángel al igual que sus hermanos decide casarse y formar su propia familia.
En el año 1973 muere Rucaría por causa de un paro respiratorio, seis años después de la muerte de su esposo.
Miguel Ángel, junto con su esposa Emilia González se mudaron para El Moján, Municipio Mara, para poder
formar su propia familia.
Como medio de subsistencia, Miguel Ángel empieza a escribir palabras en wayuunaiki, para poder venderlo en
el centro de Maracaibo. Al pasar el tiempo empieza hacer unas investigaciones con el padre Jesús Olza
relacionados al idioma wayuunaiki.
Escribió algunas obras literarias como: morfología wayuu, relatos, ni era vaca ni era caballo, diccionario español
al wayuunaiki, entre muchas obras más. Dejando como legado la literatura del idioma wayuunaiki.
A partir de la difusión de su trabajo, permite ser contratado en la Universidad del Zulia en el departamento de
cultura y al mismo tiempo en el departamento socio- antropológico de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia.
Una vez reconocido por su trabajo fue condecorado por la ilustre Universidad del Zulia, Doctor Honoris Causa
por su perseverancia y constancia en la literatura indígena.
El 8 de junio del 2009 muere por accidente doméstico. Sus restos reposan en el cementerio municipal de
Paraguaipoa.
Jacinta una de las hermanas de Miguel Ángel, se casa con Armando Morales, quienes vivían en Paraguaipoa
municipio Páez y tuvieron una hija que llevaba por nombre Fátima.
Armando era un hombre trabajador, luchaba contra cualquier obstáculo, pero tenía un pequeño detalle, fumaba
demasiado. A causa de esto, enfermo y murió a sus 50 años por padecer cáncer en la garganta.
Jacinta, a causa de la soledad decide buscar nuevos horizontes, se mudó a Machiques de Perijá, para poder
restablecer su vida.
Fátima hija de Jacinta, decide casarse con Benito Castillo, quienes le dan vida a una niña que soy yo, Berlis
Castillo. Hoy les hago referencia a la vida de mis antepasados, hago un homenaje a ellos. Tomemos el ejemplo
de Miguel Ángel, que a pesar de los obstáculos nunca se dejó vencer por el miedo, siguió adelante luchando,
tropezando y volviéndose a levantar sin mirar atrás. El dejó a las generaciones de relevo el gran legado de
nuestra cultura wayuu escrita en nuestro idioma originario.
NUESTROS ANCESTROS

El amor por nuestra cultura revive día a día en cada uno de nosotros.

Fotografía tomada cerca del Malecón en Maracaibo. Aparecen en la foto Rucaría, Miguel Ángel de 6 años
aproximadamente y Alentua. Miguel Ángel hizo reproducir esta foto en una pintura.
DE SEMILLA EN SEMILLA HASTA NUESTRAS GENERACIONES

Jacinta Jusayú ayer y hoy


Fátima, hija de Jacinta y madre de Berlis Castillo

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