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Esta obra se encuentra recuperada desde archivos familiares en el libro ¨ Daniel Soria, In illo
tempore¨ de María Inés Soria de Neder.
Cuando nuestras calles no estaban convertidas en foco de infección. Cuando faltaban los
empleados honrados. Buscábamos hombres de reputación intachable para ocupar los puestos.
Cuando a los cuatreros y asesinos se les conservaba en la prisión hasta que purgase su culpa.
Cuando se elegía lo más aventajado de los Partidos políticos para llevar a las Cámaras.
Había en Copo I, un prelado digno de toda consideración y respeto por sus virtudes cristianas,
(cosa rara).
El venerable sacerdote tuvo que guardar cama a consecuencia de un resfriado que lo atacó. El
buen prelado había criado un niño, que era un verdadero adoquín por su dureza (cosa más rara
todavía) habiendo sido criado por un sacerdote.
Llega el día domingo, día en que concurren todos los fieles. Algunos de casi diez leguas a la
redonda, a presenciar el Santo Evangelio de la Misa. Pero el que debía decirla no pudo por la razón
apuntada.
Va donde le dijeron. Reúne a los feligreses. Entonces sube al pulpito. Trocando todo. Y con voz de
trueno dice-:
¨Señores hoy no hay misa porque el señor cura esta malo (si dijera misa se pondría bueno).
El jueves y viernes, es vigilia de Pedro Martínez y de María Jiménez. San Judas y San Timoteo
quieren contraer matrimonio. Si hay algún impedimento, con rezar una parte del Rosario se
dispensa porque será la última amonestación¨.-
Fácilmente se comprende la hilaridad que produjo en el auditorio aquel discurso, como igualmente
a mí. Puesto que el cuento ha terminado. Yo también debo hacer aquí punto final.
Daniel Soria