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La Actitud

Política
como
objeto de
análisis
psicosocial
Texto
Complementario al
Capitulo XXI de
(Ovejero Bernal,
2007)

Gustavo Agüero Filgueira

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Materia - Psicología Social y Política Docente - Dr. Alberto Rodríguez Blanco
Definiendo a la “actitud política” como punto de partida, ante un estudio de
investigación que se propone indagar a cerca de la relación causal entre la
movilidad social y la disonancia cognitiva, donde prevalece el objeto “política”, es
preciso desintegrar un tríptico compuesto por la “mentalidad” la “actitud” y el
“comportamiento”. El primer componente hace referencia al conjunto de
disposiciones intelectuales y afectivas. En cuanto a la “actitud” se puede explicar
como el contenido de la mentalidad, pero referida a un orden preciso de asuntos,
en este caso la “política”. Por último, el “comportamiento” que es el acto o
respuesta observable de un sujeto frente a un suceso diferenciado.

Entonces, la actitud política es una disposición constante y que condiciona


al acto como respuesta ante sucesos políticos. “Uno de los elementos de la cultura
política, es la actitud política, entendida como la propensión a responder ante un
determinado estimulo político.” (Barreda, Mikel; Borge, Rosa;, 2006)

La relevancia a la concepción de “actitud política” que se otorga al estudio


de investigación, inevitablemente inscribe a su marco en la inherencia
multidisciplinar que se resume en la psicología política. “Se trata de un
reencuentro de diversas especialidades: psicología social, ciencias políticas,
sociología, historia y antropología. Verdadera encrucijada teórica, metodológica y
cultural, representa una búsqueda de nuevos lazos interdisciplinarios, y un
esfuerzo para clarificar las opciones epistemológicas actuales.” (Dorna, 2006)

En tal sentido, comprendiéndose el origen multidisciplinar como disciplina


sistemática y académica donde confluyen las más variadas ramas del saber y de
la práctica, justifica la emergencia de múltiples perspectivas desde donde se
analizan los fenómenos políticos.

(Ovejero Bernal, 2007) nos refiere un segundo periodo en la historia de la


Psicología Política que va de casi la década del cincuenta a casi la década de los
ochenta. Allí dos escuelas se destacaron por su análisis de las conductas
electorales. En primera instancia Ovejero Bernal, recuerda al Grupo Columbia de
la mano de Lazarsfeld y Berelson quienes haciendo hincapié en las variables

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demográficas y sociológicas, como el estatus social, la religión, el lugar de
residencia y otros aspectos editan en 1948 The People’s Choice para registrar el
primer paradigma y uno de los más reconocidos en la historia de la psicología
política. Luego, 12 años más tarde, Campbell, Converse, Miller, Stokes y otros,
cuestionan a la escuela de Columbia e introducen nuevas variables, de carácter
psicológico incribiendo al segundo paradigma de la psicología política en The
American Voter, allí hacen referencia a la actitud política, a la identificación con los
partidos políticos y al sentimiento de eficacia política como génesis de la conducta
electoral.

Otros paradigmas también tuvieron su espacio de atención entre los


analistas del comportamiento electoral, como el modelo racionalista o económico y
la teoría de las redes, bastante vigente. En cuanto a Los modelos racionales o
“económicos”: habrían quedado devaluados desde que un gran número de
investigaciones aportaron, que las personas terminan tomando una decisión
basándose en las emociones por sobre los dictámenes de la razón. En un proceso
psicológico se guía por la lógica de los heurísticos involuntarios. La existencia de
este heurístico hará posible una respuesta rápida y cómoda a una pregunta
compleja y, por ello, renunciará a la pretensión de dedicar tiempo y recursos a
buscar la respuesta más exacta.

Entonces, en psicología, un heurístico es una regla que se sigue de manera


inconsciente para reformular un problema planteado y transformarlo en uno más
simple que pueda ser resuelto fácilmente y de manera casi automática. En
definitiva, es una especie de truco mental para guiar la toma de decisiones por
senderos del pensamiento más fáciles.

(Haak, 2010) habla de tres paradigmas: el sociológico, el socio-psicológico


y el racional. Para el primero planteó un diseño analítico que resaltaba el rol y la
influencia de los grupos primarios y las características sociales de las personas en
sus decisiones electorales. El elector es un ser social, el que forma opiniones y
decide políticamente a partir de las relaciones sociales. Por lo tanto, la estructura

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social es condición en la pertenencia a grupos y comunidades sociales, es decir, la
clase social, la religión, el grupo étnico, etc.

La comunidad influye directamente en la orientación política. Entonces, las


decisiones individuales son producto de la conformidad de la persona con las
normas sociales que predominan en el grupo.

Cuando David Sulmont Haak se refiere al paradigma de socio-psicológico


de la escuela de Michigan, distingue de la escuela de Columbia, la que enfatiza en
la influencia social y de los grupos de referencia, de la segunda que focaliza en el
conjunto de las disposiciones y actitudes hacia el sistema político como pre-juicio
para tomar una decisión frente a la urna. Para Haak, el supuesto básico del
enfoque es que el voto es un acto político basado en la percepción y sostenido en
el “mapa político”, una especie de atajo cognitivo que orienta el comportamiento
electoral definiendo una identificación partidaria gestada desde lo afectivo.

“En la obra “The American Voter” se pueden identificar tres tipos de


actitudes como las de mayor peso explicativo en la decisión individual del voto,
éstas son la identificación partidaria, la actitud frente a los temas del debate
electoral y la simpatía por el candidato.” (Montecinos, 2007)

En el proceso de investigación que cumple con las formas como tesis


doctoral en Psicología Social funda su motilidad en el razonamiento hipotético,
donde existe una relación causal entre las características sociales, precisamente
el “campo social” y su dinamismo reflejado en una dualidad actitudinal.

El análisis anterior responde a una mirada socio-psicológica, pero sin


desmerecimiento a las características sociales como influyentes de la conducta
electoral, esta, como parte del conjunto de disposiciones permanentes y
transferibles, que Bourdieu, denominó “habitus”

Para Maritza Montero en (Oblitas Guadalupe, Luis A.; Rodriguez Kauth,


Ángel; (Coordinadores), 1999), existe 1. una perspectiva psicosocial o
psicosociológica, con dos tendencias: una cognoscitiva y otra comportamental; 2.

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una perspectiva psicoanalítica; 3. una perspectiva discursiva, con dos tendencias:
una pragmática y una teórica y por último, 4. una perspectiva estructural-funcional.

Ante esta taxonomía es evidente una asociación del tema de investigación


optado, con la primera clasificación, considerando que las variables y teorías de
base provienen de la psicología social y de la sociología. La teoría de la
disonancia cognitiva de León Festinger y la teoría de los campos sociales de
Pierre Bourdieu.

Las consideraciones cognitivistas son dominantes en la primera


perspectiva, esto, referido a que se da privilegio en el análisis a los procesos
mediadores como responsables de la emergencia de fenómenos de carácter
político.

La perspectiva psicosocial se impone como corriente europeizada,


contraponiéndose a los planteamientos cognitivos individuales, enfatizando en el
carácter compartido de las creencias sociales. Esto dio lugar a que una
multiplicidad de estudios se construyeran inmersos en un marco basado en la
teoría de las representaciones sociales o del análisis del discurso.

Otro aspecto donde la re-conceptualización es evidente y atañe al estudio


de investigación que es objeto de este contenido, es la interpretación con respecto
a la construcción de las categorías sociales, donde se las considera como
resultado de la interacción social y no como un proceso.

“Por tanto, frente a la perspectiva individualista, la psicología política debe


atender al contexto social e histórico en el que se desarrollan las creencias de los
individuos. (Sabucedo, 1996) en (Páez, Darío; Ayestarán , Gabino;)

De acuerdo con la necesidad de advertir sustancialmente al contexto social


e histórico y ante la necesidad de establecerse situacionalmente para proyectar,
determinando el enfoque del análisis, la auto-condición que se reduce a una
mirada “Psicosocial” deja de lado otras características que también merecen
definir a la perspectiva.

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(Losada & Casas Casas, 2010) describen 21 enfoques, de los cuales, a 2
los expresan como conjuntos de enfoques, el crítico y el posmoderno. Los
enfoques se alojan en lo que los autores denominan macromolde empírico-
analítico, ya sea hermenéutico, nomotético o critico.

Dentro de los diversos enfoques descriptos, el psicosocial se incluye dentro


de los que compatibilizan con el molde nomotético. También pertenecen a este
grupo las perspectivas de procesos decisorios, de elección racional, de teoría de
juegos, biopolítico, funcionalista, sistémico y estructural-funcionalista.

A la hora de preestablecer un determinado enfoque para el análisis de la


política como objeto de actitud, en una disonancia cognitiva, causada por la
movilidad social, encontramos una gran dificultad si la intención es delimitar el
enfoque a un solo rotulo. Evidentemente la perspectiva primaria es la psicosocial
puesto que se espera interpretar y explicar la conducta humana desde los factores
psicosociales, pero cuando la interpretación se abre a una perspectiva macro y
considera desde qué lugar se mira o se advierte el loci (expresión latina en plural
de locus) desde donde provienen las principales influencias, determinaciones o
efectos causales sobre la conducta humana en el mundo político, difícilmente se
pueda aislar a un enfoque impidiendo matizarlo con otros.

Para el objeto de análisis en cuestión, donde prevalece la mirada desde y


hacia lo psicosocial desde el loci interior, no es impropia la mirada desde los
procesos a través de los cuales se toman las decisiones (enfoque de procesos
decisorios). Desde la mirada que contempla a las ideas que las personas conciben
(enfoque ideacional). Y cuando se analiza la actitud política a partir de las
creencias que cada individuo posee sobre los beneficios, los costos y las
probabilidades, que son analizadas a cada alternativa de conducta que enfrenta.

Esto vislumbra que la mirada sobre la actitud política como objeto de


análisis expone múltiples caras, aptas para la cognición multidisciplinar, sin
posibilidad a la reducción o delimitación focal.

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El desarrollo precedente busca ampliar el texto de (Ovejero Bernal, 2007)
donde se da cuenta del surgimiento, teorías y precursores de la psicología política
como asignatura. Acá se está enfatizando en el enfoque pertinente al estudio de
investigación que se abordará como tesis doctoral. Atendiendo a los aspectos
contextuales e históricos, como así también a la necesidad de un abordaje
interdisciplinario.

“La psicología política –en el medio académico- se anuncia, entonces, como


un nuevo intento por restablecer las formas del dialogo interdisciplinario,
epistemológico y metodológico, a fin de enfrentar la avalancha de “micro-teorías” y
el espíritu tecno-ideológico que domina la investigación oficial en ciencias
humanas y sociales.” (Dorna, 2006)

Bibliografía

Barreda, Mikel; Borge, Rosa;. (2006). La democracia española: realidades y desafíos: análisis del
sistema político español. Barcelona: UOC.

Dorna, A. (2006). Psicología Política. Bogotá: PSICOM Editores.

Haak, D. S. (Abril de 2010). LOS ENFOQUES TEÓRICOS SOBRE EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL.


Profesor del Departamento de ciencias Sociales de la PUCP .

Losada, R., & Casas Casas, A. (2010). Enfoques para el análisis político: Historia, epistemología y
perspectivas de la ciencia política. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

Montecinos, E. (2007). Análisis del comportamiento electoral: De la elección racional a la teoría de


redes. (R. d. Sociales, Ed.) RCS Revista de Ciencias Sociales , XIII (1, Enero), 9 - 22.

Oblitas Guadalupe, Luis A.; Rodriguez Kauth, Ángel; (Coordinadores). (1999). Psicología política.
D.F. México: Plaza y Valdés. S.A. de C.V.

Ovejero Bernal, A. (2007). Las Relaciones Humanas - Psicología Social Teórica y aplicada. Madrid:
Biblioteca Nueva.

Páez, Darío; Ayestarán , Gabino;. Los desarrollos de la psicología social en España.

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