Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
FUENTE: http://www.proyectopv.org/3-verdad/ninopremiosmecanismos.htm
Para empezar, vamos a explicar unos conceptos de los que probablemente hemos
oído hablar mucho, pero de los que se suele saber poco.
Vamos a combinar estos cuatro elementos para ver qué podemos hacer con ellos.
Una conducta se implanta de forma consciente, es decir, cuando quiero que alguien
aprenda a hacer algo concreto; o también se puede implantar de manera inconsciente,
a través de estos mecanismos que utilizamos, pero en ocasiones sin entender bien su
potencial. Hablamos de implantar conductas:
• De otros hacia mí mismo (cómo me tratan, qué conductas permito que tenga el otro
conmigo, etcétera).
• De mí mismo hacia otros (cómo trato a los demás, qué me permito hacer con los
demás, etcétera).
Refuerzo positivo.
Siguiendo las definiciones anteriores, el refuerzo nos sirve para implantar una
conducta. ¿Cómo? Administrando (positivo) algo agradable para el sujeto.
Si lo hago de manera consciente: por ejemplo, quiero que mi hijo aprenda a pedir lo
que necesita en un tono agradable. Primero le enseñaré cómo espero que lo haga.
Para implantar esa conducta, cuando el niño lo haga bien, le reforzaré positivamente;
es decir, le administraré algo agradable para el niño (no para mí). En estas edades, un
abrazo, un beso, una sonrisa, un elogio son suficientes.
Como en ambos casos el sujeto ha obtenido algo agradable para él, repetirá la
conducta, y en la medida que siga obteniendo ese refuerzo positivo, aumentará su
frecuencia, la automatizará, la aprenderá y, por lo tanto, ya quedará implantada en su
repertorio de conductas, dentro de las cosas que sabe hacer.
Refuerzo negativo.
Ahora, de nuevo, vamos a implantar una conducta (refuerzo). ¿Cómo? Retirando algo
desagradable para el sujeto.
Si lo hago de manera consciente: por ejemplo, quiero que mi hijo adolescente coja el
hábito de estudiar los domingos por la mañana. Normalmente, suele pasar parte del
tiempo cortando el césped, recogiendo hojas de árboles, o haciendo alguna otra labor
que se le haya encomendado, y que la realiza aunque realmente no le entusiasma e
incluso le resulta fastidioso. Si veo que estudia por la mañana, una forma que tengo de
implantar esta conducta es retirándole esa tarea que le resulta desagradable (puede
ser también de manera transitoria). Le daremos tal alegría que, probablemente se
siente a estudiar si ésa es la alternativa a los trabajos de jardinería. Si lo hace
repetidamente, estaremos implantando esa conducta de estudio, que es la que nos
interesa de momento.
En ambos casos, las conductas han quedado implantadas porque los sujetos han
conseguido eliminar algo que no les gustaba. Y se sienten muy bien aunque no lo
parezca.
Utilizar los refuerzos suele resultar también muy satisfactorio para la persona que los
proporciona, pues saber decir o hacer las cosas sin tener que estar chillando,
insistiendo, castigando o amenazando produce una sensación de autoeficacia que
resulta muy agradable. Por otro lado, si tenemos la oportunidad de aplicar refuerzos
con cierta frecuencia será indicativo de que las cosas marchan francamente bien y de
que estamos contribuyendo a crear un entorno en armonía.
Para que el refuerzo sea eficaz, se deben cumplir una serie de condiciones:
Al igual que ocurre con el refuerzo, una conducta se extingue de forma consciente, es
decir, cuando quiero que alguien deje de hacer algo concreto; o también se puede
extinguir de manera inconsciente. Hablamos también de conductas:
• De otros para sí mismos (por ejemplo, el autodiálogo interno que mantienen muchas
personas y las conductas autolesivas).
• De otros hacia mí mismo (qué no quiero que vuelva a ocurrir, o qué tipo de
tratamiento no estoy dispuesto a permitir).
Para este cometido, el mecanismo con el que cuenta nuestro organismo para extinguir
conductas es el CASTIGO. Ahora lo vamos a combinar, y podemos utilizar el:
• Castigo positivo.
Siguiendo las definiciones anteriores, el castigo nos sirve para extinguir una conducta.
¿Cómo? Administrando (positivo) algo desagradable para el sujeto (vemos que aquí
es lo contrario al refuerzo positivo).
Si lo hago de manera consciente: por ejemplo, los padres les dicen a sus hijos que
estén a una hora en casa, pero se retrasan dos horas más de lo acordado. Cuando
llegan, les espera «una gran bronca», que les cae como un chaparrón de agua fría.
Objetivamente analizado, el padre quiere extinguir la conducta de llegar tarde a casa
por parte de su hijo. Administra algo desagradable (bronca), con la idea de que no se
vuelva a repetir.
• Castigo negativo.
Si lo hago de manera consciente: seguimos con el ejemplo de llegar tarde a casa, pero
esta vez el padre (o la madre) castiga a sus hijos sin jugar al día siguiente a la
videoconsola, o sin salir con los amigos (algo agradable para el sujeto). Analizado
objetivamente, el padre está intentando extinguir dicha conducta retirando algo
agradable para el sujeto.
La aplicación de castigos no resulta agradable ni para quien los da ni para el que los
recibe, pues no coinciden lo deseable y lo posible para ninguna de las partes
implicadas. A pesar del malestar, en la práctica diaria a veces resulta inevitable,
dependiendo de las circunstancias en que se produzcan, como conductas en el niño
que impliquen un riesgo físico para él o para otros, o actitudes que van a suponer una
socialización prácticamente imposible por su agresividad o falta de consideración.
Cada persona y cada circunstancia tienen unos límites saludables que, cuando se
sobrepasan, producen consecuencias indeseables, y esto forma parte de la formación
y del aprendizaje de todo ser humano, niño o adulto.