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En los viejos tiempos, no era raro que las hechiceras, los chamanes y
otros practicantes de las artes mágicas utilizaran como ingredientes en
sus filtros órganos reproductores de animales, especialmente si lo que se
procuraba era inspirar un amor ardiente y con un componente sexual muy
intenso.
Las tribus aborígenes de Australia eran famosas por utilizar los testículos
pulverizados de canguros, mientras que en ciertas tribus nativas de
Norteamérica utilizaban testículos de castores. Por lo general, esas
pociones eran rociadas en el cuerpo de la persona a enamorar, mientras
se recitaba un conjuro especial. En ocasiones, también se agregaba la
mezcla a comidas y bebidas.
No existe una receta única. Lo más común son los aceites aromáticos.
Pero también se preparan sencillas pociones. Por ejemplo, a una copa de
vino tinto se le agrega canela, dos gotas de miel, un pétalo de rosa roja
triturado y ralladura de chocolate. Esos mismos ingredientes pueden
colocarse en el café, en un postre, etc. También se pueden agregar
hierbas y pétalos afrodisíacos al agua del baño, o preparar ungüentos que
luego se frotan en el cuerpo. Este último tipo de preparación se realiza
con una base de grasa vegetal a la que se agregan determinadas hierbas.
Los aceites esenciales afrodisíacos se utilizan como perfumes y hay
quienes preparan inciensos que estimulan el amor y el deseo sexual
creando un clima especial.