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TRABAJO ENCARGADO
PSICOPATOLOGÍAS
DOCENTE
Mg José Cazorla
CURSO
Etologia
INTEGRANTES
CICLO: IX
TACNA – PERÚ
2018
Universidad Alas Peruanas
Psicopatología
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 03
CAPITULO I 04
TRASTORNO DE ANSIEDAD 04
1.1. DEFINICIÓN 04
1.2. CLASIFICACIÓN. 05
1.3. SÍNTOMAS 07
1.4. DIAGNÓSTICO DE LA ANSIEDAD 08
1.5. CAUSAS 08
1.6. PREVENCIÓN 09
1.7. TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD 10
1.7.1. MEDICACIÓN 10
CAPITULO II 11
TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA 11
2.1. DEFINICIÓN 11
2.2. CLASIFICACIÓN 11
2.3. SÍNTOMAS 12
2.3.1. OTROS SÍNTOMAS 13
2.4. DIAGNÓSTICO 13
2.5. CAUSAS DEL TRASTORNOS DE ESPECTRO AUTISTA 14
2.6. PREVENCIÓN 14
2.7. TRATAMIENTO 15
CAPITULO III
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD INFANTIL (TDAH) 16
3.1. DEFINICIÓN 16
3.2. CLASIFICACIÓN: 16
3.3. SÍNTOMAS 16
3.4. CAUSAS 17
3.5. DIAGNOSTICO 18
3.6. PREVENCIÓN: 18
3.7. TRATAMIENTO 18
CAPITULO IV
EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEPT) 20
4.1. DEFINICIÓN 20
4.2. CLASIFICACIÓN 21
4.3. SÍNTOMAS 22
4.4. DIAGNOSTICO 23
4.5. CAUSAS 23
4.6. PREVENCIÓN 24
4.7. TRATAMIENTOS 24
CONCLUSIONES 25
BIBLIOGRAFÍA 26
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Psicopatología
INTRODUCCIÓN
La alta prevalencia de los trastornos mentales se relaciona con las transformaciones de nuestra
sociedad, la falta de apoyo familiar y social, la soledad, el aumento de las patologías orgánicas crónicas
relacionadas con el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población.
La revista científica Lancet, en septiembre de 2007, publicó un informe donde alerta sobre el
aumento progresivo de los trastornos mentales, convirtiéndose en la enfermedad no contagiosa más
extendida en el mundo, además añaden que estos problemas de salud mental incrementan el riesgo
de desarrollar enfermedades físicas, como problemas del corazón, cáncer, infecciones, etc. Según la
OMS, los trastornos mentales de ansiedad y depresión se encuentran entre los trastornos psiquiátricos
de mayor prevalencia, aunque hay variaciones culturales en su incidencia. En numerosas ocasiones,
provocan una discapacidad importante, sufrimiento y limitaciones en las actividades de la vida diaria a
las personas que las padecen. (OMS 2004:51)
La atención a las personas con algún tipo de trastorno mental percibido requiere la integración
de distintos niveles de atención y diferentes tipos de intervención que forman un conjunto inseparable,
y que se integran en nuevos objetivos: autonomía, calidad de vida, bienestar personal, participación
social en torno al concepto de recuperación personal. Y es así que la atención a trastornos mentales
no se reduce ahora solo a la aminoración de síntomas sino que debe hacer frente a las diversas
necesidades consecuentes. La atención a estas personas exige, en definitiva, integrar las
intervenciones psicológicas, psicofarmacológicas y las intervenciones psicosociales en una red de
salud mental formada por equipos interdisciplinares.
El presente trabajo tiene la finalidad de describir algunos trastornos y a su vez servir como una
guía de conocimiento para futuras investigaciones.
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CAPITULO I
TRASTORNO DE ANSIEDAD
1.1. DEFINICIÓN
Llamamos ansiedad normal a un conjunto de emociones y manifestaciones físicas que se
presentan cuando nos enfrentamos (o nos estamos por enfrentar) a situaciones nuevas, o de exigencia.
La "ansiedad normal" nos ayuda a adaptarnos a estas situaciones de manera tal que podamos obtener
la respuesta más adecuada para las mismas. En este sentido, es beneficiosa, ya que nos permite
alcanzar mejor los objetivos que nos planteamos en la vida. (Gonçalves et. Al 2008: 47)
Proviene (del latín anxietas, 'angustia, aflicción') Es un estado que se caracteriza por un
incremento de las facultades perceptivas ante la necesidad fisiológica del organismo de incrementar el
nivel de algún elemento que en esos momentos se encuentra por debajo del nivel adecuado, o por el
contrario ante el temor de perder un bien preciado. (Lobo 2004: 66)
Sin embargo, cuando los síntomas ansiosos se vuelven excesivos y difíciles de controlar, pueden
llegar al punto de interferir seriamente en nuestras actividades diarias (trabajo, vida social, de pareja,
etc.). En este caso estamos en presencia de un cuadro de "ansiedad patológica", que suele necesitar
tratamiento médico y psicológico para su resolución.
La ansiedad puede definirse como una anticipación de un daño o peligro que podemos sufrir en
un futuro cercano, acompañada de un sentimiento de disforia, es decir, un desorden de las emociones
y en algunos casos también puede estar acompañado de síntomas somáticos de tensión. (NIMH
1997:14)
La ansiedad es una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona
que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza.
Es importante entender la ansiedad como una sensación o un estado emocional normal ante
determinadas situaciones y que constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas
estresantes. Así, cierto grado de ansiedad es beneficioso para el manejo normal de las exigencias del
día a día. Tan sólo cuando sobrepasa cierta intensidad o supera la capacidad adaptativa de la persona,
es cuando la ansiedad se convierte en patológica, provocando malestar significativo con síntomas que
afectan tanto a nivel físico, como al psicológico y conductual.
Los trastornos de ansiedad como tal son un grupo de enfermedades caracterizadas por la
presencia de preocupación, miedo o temor excesivo, tensión o activación que provoca un malestar
notable o un deterioro clínicamente significativo de la actividad del individuo. Las causas de los
trastornos de ansiedad no son totalmente conocidas, pero están implicados tanto factores biológicos
como ambientales y psico-sociales. (López 2004:77)
Entre los factores biológicos se han encontrado alteraciones en los sistemas neurobiológicos, así
como anomalías estructurales en el sistema límbico, una de las regiones más afectadas del cerebro.
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Además, se han observado ciertas alteraciones físicas y una mayor frecuencia de uso y/o retirada de
medicinas, alcohol, drogas, sedantes y otras sustancias. Por último, existe cierta predisposición
genética en la aparición de estos trastornos.
Parece ser que es la interacción de múltiples determinantes lo que favorece la aparición de estos
trastornos de ansiedad; además, es muy común la comorbilidad con otros trastornos mentales como
los trastornos del estado de ánimo.
1.2. CLASIFICACIÓN.
Existen unos criterios universales para determinar si el comportamiento de una persona cabe
diagnosticarlo como un trastorno de ansiedad. Estos criterios están recogidos en las dos clasificaciones
de trastornos mentales más importantes:
b) Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG): el TAG se caracteriza por presentar como síntoma
principal un estado de preocupación permanente difícil de controlar, con una duración de al
menos seis meses. Puede haber varios focos de preocupación, los habituales en la población
son la salud, la economía, la seguridad, la situación laboral, problemas familiares, etc. La
intensidad de la preocupación es desproporcionada. Suele presentar al menos tres de los
siguientes síntomas: Inquietud o impaciencia; fatiga; dificultad para concentrarse o relajarse;
irritabilidad; tensión muscular o alteraciones del sueño. Como consecuencias puede provocar
malestar significativo y deterioro social, laboral y familiar. Este trastorno no está relacionado con
el consumo de sustancias, a una enfermedad médica ni a un cuadro psicótico.
Las obsesiones son ideas, pensamientos, impulsos de carácter persistente, el sujeto piensa que
la obsesión está fuera de control, aunque no están impuestas en contra de su voluntad. Los
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Para aliviar la ansiedad que provocan las obsesiones, el individuo recurre a las compulsiones
que son comportamientos o actos mentales repetitivos que el sujeto se ve obligado a realizar en
respuesta a una obsesión, pero no producen placer o gratificación. Las compulsiones más
comunes son lavarse las manos repetidamente, tocar o alinear algunos objetos en especial,
pensar o repetir determinadas frases o palabras, etc.
d) Fobia Social: Temor intenso y persistente ante situaciones sociales o actuaciones en público en
las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar o a la posible
evaluación por parte de los demás. El individuo teme actuar de un modo que sea humillante o
embarazoso o presentar síntomas de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de
pánico, o síntomas característicos tales como rubor, transpiración de manos, temblor,
palpitaciones, etc.
Como consecuencia de la ansiedad que esto provoca, el individuo tiende a evitar la interacción
social, lo cual le proporciona un serio deterioro de la calidad de vida ya que interfiere en la rutina
normal del individuo, en sus relaciones laborales y sociales.
En los individuos menores de 18 años la duración del cuadro sintomático debe prolongarse como
mínimo 6 meses, para ser diagnosticado.
e) Trastorno por estrés postraumático: Los síntomas de ansiedad aparecen tras una exposición a
un suceso traumático severo, como por ejemplo presenciar una muerte, sufrir la muerte violenta
de un ser querido, ser víctima de un ataque con peligro para la propia vida, o verse en medio de
un desastre natural (terremoto, etc.) Sus principales síntomas son tres: revivir el evento
traumático, a través de pesadillas o flashbacks; conductas evitativas, tales como la evitación de
situaciones o lugares relacionados con el evento traumático; y embotamiento emocional. Se
acompaña también de síntomas que reflejan una elevada ansiedad, como irritabilidad,
impaciencia e inquietud.
g) Fobias Específicas: Las personas que sufren este desorden presentan un temor intenso,
desproporcionado, irracional y persistente a determinados objetos o situaciones claramente
discernibles y circunscriptas. Quienes lo padecen reconocen lo inadecuado de sus temores, que
por otra parte, los lleva a instrumentar conductas evitativas tendientes a sortear un posible
encuentro con el estímulo desencadenante de su temor.
El temor puede ser causado por diferentes objetos o circunstancias:
Animales: arañas, gatos… Suele iniciarse en la infancia.
Ambiental: aspectos de la naturaleza (bosques, mar), fenómenos atmosféricos (tormentas),
suele iniciarse en la infancia.
Sangre, inyecciones, daño: Presenta una incidencia claramente familiar y suele generar una
intensa respuesta vasovagal: desmayo.
Situacional: Situaciones específicas como ascensores, aviones, sitios cerrados, etc. Puede
aparecer en la segunda infancia o en la tercera o cuarta década de la vida.
Otros tipos: Hay hasta 180 estímulos diferentes.
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de angustia puede resultar vergonzoso o no disponer ayuda para ello. Tiene como consecuencia
una serie de comportamientos de evitación de todo aquello que requiera alejarse de casa o la
ciudad y que conlleve mezclarse con mucha gente. Esto genera una gran invalidez en la vida
cotidiana, algunos individuos pueden enfrentarse a la situación si están en compañía de un ser
querido que le proporcione apoyo.
k) Trastorno de ansiedad inducido por sustancias: Los síntomas son secundarios a los efectos de
una sustancia, ya sea una intoxicación, una abstinencia de la misma o en el primer mes siguiente.
Los individuos presentan una elevada ansiedad, crisis de angustia y obsesiones o compulsiones.
El consumo del medicamento o droga está relacionado etiológicamente con la alteración. Esta
alteración provoca un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras
áreas importantes de la actividad del individuo.
Las sustancias típicas inductoras son: Alcohol; alucinógenos, anfetaminas, cafeína, cánnabis,
cocaína, inhalantes, sedantes, hipnóticos o ansiolíticos.
1.3. SÍNTOMAS
Los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada pueden variar. Algunos de ellos son los
siguientes: (López 2004:83)
Preocupación o ansiedad persistentes por determinados asuntos que son
desproporcionados en relación con el impacto de los acontecimientos
Pensar demasiado los planes y las soluciones a todos los peores resultados posibles
Percibir situaciones y acontecimientos como amenazantes, incluso cuando no lo son
Dificultad para lidiar con situaciones de incertidumbre
Temperamento indeciso y miedo a tomar la decisión equivocada
Incapacidad para dejar de lado u olvidar una preocupación
Incapacidad para relajarse, sensación de nerviosismo y sensación de excitación o de estar
al límite
Dificultad para concentrarse, o sensación de que la mente se «pone en blanco»
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Puede haber momentos en que las preocupaciones no te consumen por completo, pero de todos
modos te sientes ansioso aunque no haya motivos evidentes. Por ejemplo, podrías sentir una gran
preocupación sobre tu seguridad o la seguridad de tus seres queridos, o tal vez sientas que algo malo
está por sucederte. Tu ansiedad, tu preocupación y los síntomas físicos te provocan angustia
considerable en situaciones sociales, laborales y en otros ámbitos de tu vida. Las preocupaciones
pueden cambiar de una inquietud a otra, y pueden variar según el momento y la edad.
1.5. CAUSAS
Como sucede con muchas enfermedades mentales, la causa del trastorno de ansiedad
generalizada probablemente surge de una interacción compleja de factores biológicos y ambientales,
que pueden incluir los siguientes: (López 2004:89)
Diferencias en la química y la función del cerebro
Genética
Diferencias en la forma de percibir las amenazas
Desarrollo y personalidad
a) Factores de riesgo
A las mujeres se les diagnostica trastorno de ansiedad generalizada de manera un poco más
frecuente que a los hombres. Los siguientes factores podrían aumentar el riesgo de padecer
un trastorno de ansiedad generalizada:
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Personalidad. Una persona que es tímida o que tiene un temperamento negativo o que evita
cualquier situación peligrosa puede ser más propensa a padecer un trastorno de ansiedad
generalizada que otras.
Genética. El trastorno de ansiedad generalizada puede ser hereditario.
Experiencias. Es posible que las personas con trastorno de ansiedad generalizada tengan
antecedentes significativos de cambios de vida, experiencias negativas o traumáticas
durante la infancia, o un suceso negativo o traumático reciente. Las enfermedades crónicas
u otros trastornos de salud mental podrían aumentar el riesgo.
b) Complicaciones
Tener trastorno de ansiedad generalizada puede ser incapacitante. Este estudio puede:
Afectar tu capacidad de realizar ciertas tareas de manera rápida y eficiente, porque te cuesta
concentrarte
Quitarte tiempo y hacer que no te concentres en otras actividades
Reducir tu energía
Aumentar el riesgo de que sufras depresión
1.6. PREVENCIÓN
No hay forma de predecir con certeza qué hará que una persona padezca un trastorno de
ansiedad generalizado, pero puedes tomar medidas para disminuir el efecto de los síntomas si tienes
ansiedad: (López 2004:90)
Pide ayuda enseguida. La ansiedad, al igual que muchos otros trastornos mentales, puede
ser más difícil de tratar si no buscas ayuda de inmediato.
Lleva un diario personal. Llevar un registro de tu vida personal puede ayudarlos a ti y a tu
proveedor de atención médica mental a identificar cuál es la causa del estrés y qué parece
ayudarte a sentirte mejor.
Establece prioridades en tu vida. Puedes disminuir la ansiedad si administras bien tu tiempo
y tu energía.
Evita el consumo de sustancias no saludables. El consumo de alcohol y drogas, e incluso de
nicotina o cafeína, puede provocar ansiedad o empeorarla. Si tienes una adicción a estas
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sustancias, dejarlas puede provocarte ansiedad. Si no puedes dejarlas solo, consulta con tu
médico o busca un programa de tratamiento o un grupo de ayuda que te sirva.
Las personas con trastornos de ansiedad que ya hayan recibido tratamiento, deben informar en
detalle a su respectivo médico acerca de tal tratamiento. Si estas personas recibieron medicamentos,
deben informar a su médico qué medicación se utilizó, qué dosis se usó al comienzo del tratamiento, si
la dosis se aumentó o disminuyó durante el tratamiento, qué efectos secundarios se presentaron, y si
el tratamiento les ayudó a reducir la ansiedad. En caso de que hubiesen recibido psicoterapia, deben
describir el tipo de terapia, con qué frecuencia asistieron a sesiones, y si la terapia fue útil. Con
frecuencia, las personas creen que han “fallado” un tratamiento o que el tratamiento no les funcionó,
cuando, en realidad, el tratamiento no se suministró por un periodo adecuado de tiempo o fue
administrado incorrectamente. En ocasiones, las personas deben tratar varios tipos diferentes de
tratamientos, o combinaciones de los mismos, antes de que puedan encontrar uno que les funcione.
1.7.1. Medicación
La medicación no curará los trastornos de ansiedad, pero puede mantenerlos bajo control
mientras la persona recibe psicoterapia. La medicación debe ser prescrita por médicos,
usualmente psiquiatras, quienes pueden ofrecer ellos mismos psicoterapia o trabajar en equipo
con psicólogos, trabajadores sociales, o consejeros que ofrezcan psicoterapia. Las principales
medicaciones usadas para los trastornos de ansiedad son antidepresivos, medicamentos
ansiolíticos (pastillas para la ansiedad/nervios), y bloqueadores beta para controlar algunos de
los síntomas físicos. Con un tratamiento apropiado, muchas personas con trastornos de ansiedad
pueden vivir vidas normales y plenas.
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CAPITULO II
TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA
2.1. DEFINICIÓN
Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) también denominados trastornos generalizados del
desarrollo, son un conjunto de problemas vinculados al desarrollo del sistema nervioso y que afectan a
la forma en que la persona afectada se comunica y relaciona con otras personas. Por lo general estos
trastornos ocasionan notables limitaciones en la autonomía personal de los afectados y son una
importante causa de estrés, ansiedad y malestar en las familias con miembros afectados. Esta ficha
técnica puede ser útil tanto para los padres de niños con un TEA como para los adultos que puedan
padecer la enfermedad. Sin embargo, para simplificar, nos referiremos a su hijo en todas partes.
(Fejerman 1994: 52)
Los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) son “trastornos neuropsiquiátricos catalogados
como trastornos generalizados del desarrollo (DSM-IV) que, presentando una amplia variedad de
expresiones clínicas, son el resultado de disfunciones multifactoriales del desarrollo del sistema
nervioso central” (Autismo Europa, 2000) también denominado Disfunción neurológica crónica con
fuerte base genética que desde edades tempranas se manifiesta en una serie de síntomas basados en
una tríada de trastornos (tríada de Wing). (Baron-Cohen 2012: 149)
Generalmente, los niños que tienen un TEA no desarrollan las habilidades sociales y del lenguaje
de la misma forma que lo hacen otros niños de su edad. Como resultado, encuentran dificultades para
relacionarse con otras personas. Los niños con un TEA pueden también tener comportamientos
inhabituales y problemas de aprendizaje. Los niños con autismo tienen dificultades para comunicarse
e interactuar con otros. A menudo se detecta por primera vez alrededor de los dos años. Algunos niños
con autismo pueden sufrir alteraciones del aprendizaje, como dislexia (trastorno que consiste en la
dificultad para el desarrollo de habilidades lingüísticas, incluyendo la lectura, la ortografía y la escritura).
El autismo es más común en niños que en niñas. (Hervás et. Al 2012: 401)
2.2. CLASIFICACIÓN
El Manual Estadístico y Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM) en su última revisión, DSM-
IV, incluye cinco trastornos bajo la categoría de los Trastornos Generalizados del desarrollo: trastorno
autista, síndrome de Asperger, síndrome de Rett, trastorno de desintegración infantil, y trastorno
generalizado del desarrollo no especificado. (Hervás et. Al 2012: 422)
El diagnóstico diferencial entre los diversos trastornos se establece atendiendo aspectos como
el grado de desarrollo del lenguaje, la edad en que aparecieron los primeros síntomas y la severidad
del trastorno. No existen pruebas médicas específicas que determinen de qué trastorno se trata y, por
lo tanto, el diagnóstico de los distintos tipos de autismo se basa en la observación de las
manifestaciones clínicas y entrevistas con el paciente y su familia.
a) Autismo infantil o síndrome de Kanner: es una afectación en mayor o menor grado de las tres
esferas principales del autismo (interacción social, lenguaje verbal y corporal, y restricción de
comportamientos con acciones muy repetitivas e inmotivadas).
b) Síndrome de Asperger: forma bastante leve de autismo en la cual los pacientes no son capaces
de interpretar los estados emocionales ajenos (carecen de empatía). Estas personas son
incapaces de relacionar la información facilitada por el entorno y el lenguaje corporal de las
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2.3. SÍNTOMAS
Su interacción social es deficiente: suele ser detectada inicialmente por las personas más
cercanas al bebé, cuando observan que éste se muestra indiferente a su entorno o presenta periodos
prolongados de enfoque de la atención en un objeto o persona en concreto, aislándose del resto. Esta
alteración puede aparecer desde el mismo momento del nacimiento o desarrollarse pasado un cierto
tiempo. No suelen responder a la verbalización de su nombre y, en un gran número de ocasiones,
evitan de forma manifiesta el contacto visual con las personas de su entorno. (Hervás et. Al 2012: 431)
Carecen de empatía: los pacientes presentan dificultades para interpretar la situación emocional
de las personas de su entorno, así como de sus pensamientos, al ser incapaz de entender las
pautas sociales, como pueden ser el tono de voz o las expresiones faciales. A esta situación se
añade que, por lo general, estas personas no centran su atención en la cara de los demás y, por
lo tanto, tampoco son capaces de ver y aprender las pautas de conducta adecuadas.
Tienen dificultades para comunicarse (comunicación verbal y no-verbal). Algunos individuos no
llegan a desarrollar ningún tipo de lenguaje, no hablan ni son capaces de comunicarse con
expresiones o gestos; otros sí hablan, pero la forma y el contenido de su discurso no es
adecuado, y tienden a repetir palabras o frases o a ignorar a su interlocutor.
Realizan movimientos estereotipados y repetitivos: tales como mecerse, dar vueltas de forma
compulsiva, etc también puede ser un síntoma del autismo. En determinados casos los sujetos
incluso desarrollan conductas autolesivas como morderse o golpearse la cabeza. Con frecuencia
tienen problemas para asimilar cualquier cambio en su entorno, y salir de la rutina o del ambiente
conocido les produce ansiedad.
Incapacidad de autoreconocimiento: en ocasiones se autodenominan en tercera persona, por su
nombre propio, en lugar de en primera persona con “yo” o “mi”.
Capacidad de juego social alterado: son niños que no saben, o no son capaces, de desarrollar
juegos que supongan interacción con otros niños. Además, su capacidad imaginativa es muy
limitada por lo que no pueden participar en juegos de simulación.
Otros síntomas asociados que pueden presentar los pacientes son ansiedad, trastornos del
sueño, alteraciones gastrointestinales, crisis violentas, retraso mental. (Baron-Cohen 2012: 150)
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Los síntomas del autismo pueden variar significativamente, no sólo de una persona a otra, sino
en el mismo paciente con el transcurso del tiempo.
De forma clínica, se ha establecido una relación manifiesta entre la aparición de trastorno autista
en niños y un mayor riesgo de padecer determinadas afecciones concomitantes, principalmente:
Síndrome de X frágil: es la principal causa de deficiencia mental hereditaria y se debe a una
mutación en un gen del cromosoma X. Los afectados por esta enfermedad presentan rasgos
comunes con el autismo.
Esclerosis tuberosa: su nombre se deriva del riesgo de aparición de tumoraciones en el área
cerebral. La enfermedad afecta a la piel, el cerebro, el sistema nervioso, los riñones y el corazón.
Convulsiones epilépticas: se ha estimado que en torno al 20-30% de los niños con espectro
autista desarrollan epilepsia en la edad adulta.
Síndrome de Tourette: trastorno neurológico caracterizado por desarrollo en el sujeto de
movimientos repetitivos, estereotipados e involuntarios y la emisión de sonidos vocales,
congruentes o no, denominados tics.
Síndrome de Sotos: las personas con esta afección se caracterizan por un excesivo crecimiento
y macrocefalia, y habitualmente presentan cierto retraso mental, dificultades en la adquisición del
lenguaje, y problemas de aprendizaje. Algunos pacientes cumplen todos los criterios del autismo.
Muchos niños con un TEA también pueden presentar otras patologías como son
trastorno por déficit de atención con hiperactividad, dispraxia (dificultad para organizar y
coordinar pensamientos y movimientos) o epilepsia (un trastorno neurológico que cursa en forma
de ataques).
2.4. DIAGNÓSTICO
Si usted nota que su hijo podría estar mostrando signos de TEA, contacte con su médico de
cabecera o pediatra. Su médico le preguntará sobre el comportamiento de su hijo o también podrá
realizar una entrevista con su hijo conocida como Lista de Comprobación para el Autismo en Niños que
no han comenzado el colegio aún. (Hervás et. Al 2012: 433)
Si su médico piensa que su hijo puede tener un TEA, existe la posibilidad de ser valorado en un
centro de evaluación del desarrollo infantil para identificar cualquier necesidad específica. Dada la
complejidad del proceso es posible que se tenga que visitar y consultar a una gama amplia de
profesionales incluyendo pediatra, psiquiatra infantil, logopeda, terapeuta ocupacional, psicólogo
incluso expertos en educación, tales como un profesor especializado o un psicópedagogo.
Si su hijo es diagnosticado de TEA, será útil y necesario asignarle un profesional sanitario clave
para su seguimiento y control, como un pediatra del desarrollo (un pediatra especializado en los
trastornos del desarrollo de los niños).
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También será de utilidad la ayuda que preste una enfermera especializada o cualquier otro
profesional sanitario entrenado y con conocimientos amplios en esta patología y que pueda
proporcionar además de información apoyo a toda la familia.
Con frecuencia las causas del autismo son desconocidas; aunque en muchos casos se sospecha
que se debe a cambios o mutaciones en los genes, no todos los genes involucrados en el desarrollo
de esta enfermedad han sido identificados. Las investigaciones científicas han relacionado la aparición
del autismo en el niño con las siguientes causas: (Baron-Cohen 2012: 207)
Agentes genéticos como causa del autismo: se ha demostrado que en el trastorno autista existe
una importante base genética. En estudios clínicos desarrollados con mellizos, se ha observado
que cuando se detecta el trastorno en uno de los hermanos, existe un alto porcentaje (en torno
a un 90%) de probabilidades de que el otro hermano también lo desarrolle. Si el estudio se ha
llevado a cabo en el ámbito familiar, las estadísticas muestran que existe un 5% de
probabilidades de aparición en el neonato en el caso de que tenga un hermano con el trastorno,
que es una probabilidad bastante superior a la que tendría en el caso de que no existieran
antecedentes documentados en su familia. Estos datos indican claramente una carga genética
ligada al trastorno autista. Las investigaciones tienen por objeto determinar los genes
involucrados en la aparición del trastorno, y ya han establecido la relación directa entre la
inhibición del gen de la neuroligina NL1 y el desarrollo de autismo, aunque se sabe que hay más
genes implicados. De hecho, se establece que deben estar presentes hasta 15-20 alteraciones
genéticas a la vez para que se exprese de manera completa el autismo. Algunas teorías, incluso,
tratan de relacionarlo con el síndrome del X frágil.
Agentes neurológicos como causa del autismo: se han constatado alteraciones neurológicas,
principalmente en las áreas que coordinan el aprendizaje y la conducta, en aquellos pacientes
diagnosticados de trastornos del espectro autista. Particularmente, la epilepsia está relacionada
con el autismo, pues un tipo concreto, el síndrome de West, desarrolla autismo hasta en una
quinta parte de los casos y viceversa.
Agentes bioquímicos como causa del autismo: se han podido determinar alteraciones en los
niveles de ciertos neurotransmisores, principalmente serotonina y triptófano.
Agentes infecciosos y ambientales como causa del autismo: determinadas infecciones o
exposición a ciertas sustancias durante el embarazo pueden provocar malformaciones y
alteraciones del desarrollo neuronal del feto que, en el momento del nacimiento, pueden
manifestarse con diversas alteraciones como, por ejemplo, trastornos del espectro autista.
Otras posibles causas del autismo: se han estipulado otras razones, como las complicaciones
obstétricas durante el parto, el abuso de drogas como la cocaína por parte de la mujer
embarazada, o el uso de medicamentos antiepilépticos, aunque su base científica no está
absolutamente demostrada.
2.6. PREVENCIÓN
Aunque en la mayoría de los casos no se conoce la causa exacta del autismo, algunos casos
están relacionados con la exposición a sustancias químicas durante el embarazo. Por lo tanto, es
esencial evitar tomar medicamentos durante el embarazo, a menos que el médico los recete
específicamente. Esto es especialmente cierto con algunos medicamentos para las convulsiones, como
el ácido valproico, un medicamento que se receta para el tratamiento de convulsiones, migrañas y
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trastornos bipolares. También es esencial evitar consumir bebidas alcohólicas de ningún tipo durante
el embarazo. La inmunización contra la rubéola (a veces llamado “sarampión alemán” en inglés) antes
de quedar embarazada puede prevenir el autismo asociado a la rubéola. (Hervás et. Al 2012: 441)
Luego del parto, hay ciertas medidas que pueden ser de ayuda para prevenir el autismo. Una es
el diagnóstico y tratamiento temprano de la fenilcetonuria (PKU, por sus siglas en inglés). Esta es una
enfermedad hereditaria causada por la falta de una enzima hepática que se requiere para digerir la
enzima fenilalanina. De forma similar, el diagnóstico y tratamiento tempranos de la celiaquía puede
reducir el riesgo de tener autismo.
2.7. TRATAMIENTO
No hay un tratamiento curativo para los TEAs, pero los niños que están afectados pueden
beneficiarse de diferentes maneras a través del control de sus síntomas. A continuación se comentan
algunas intervenciones que han mostrado cierta evidencia científica para justificar su uso. (Baron-
Cohen 2012: 230)
a) Terapias de conductuales; Las terapias como el Análisis de comportamiento Aplicado (ACA)
pueden ayudar a mejorar las habilidades sociales y comunicativas de su hijo. Esto implica
que su hijo sea visitado por un psicólogo clínico o a un terapeuta experto que utiliza una
técnica que implica un comportamiento adecuado y beneficioso. El psicólogo o terapeuta de
su hijo podrán disponer de un modo constante y estructurado de tratar el comportamiento
difícil y complejo.
b) Otras terapias: Se proponen otras terapias para ayudar a su hijo con la comunicación y el
aprendizaje. Estas incluyen las siguientes:
Un Sistema de Comunicación de Cambio de dibujos, en donde enseñan a su hijo a
cambiar una figura por algo que el quiere. Esto ayuda a su hijo a expresarse.
Programa “Earlybird”: es una propuesta de tres meses de duración que le ayuda a
controlar a su hijo y a predecir comportamientos o conductas inadecuadas en la edad
preescolar.
Terapia ocupacional que ayuda a su niño a adaptarse a su entorno de vida cotidiano.
La terapia Cognitiva conductual puede ayudar a su hijo a enfrentarse a pensamientos
y conductas negativas.
La terapéutica logofoniatrica pueden ayudar a su niño a comunicarse mejor.
Es importante recordar que algunas terapias pueden funcionar para unos niños, pero no para
otros, ya que todos los niños tienen diferentes necesidades varios niveles de habilidades
comunicacionales.
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CAPITULO III
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD INFANTIL (TDAH)
3.1. DEFINICIÓN
La disfunción que causa el TDA-H se debe a un desequilibrio existente entre dos
neurotransmisores cerebrales: la noradrenalina y la dopamina, que afectan directamente a las áreas
del cerebro responsables del autocontrol y de la inhibición del comportamiento inadecuado. Un grado
inapropiado de inatención y o hiperactividad –impulsividad que causa problemas y es incoherente con
el nivel de desarrollo, y que está presente antes de los siete años de edad. (Quintero et. Al 2011: 101)
La Asociación Americana de Psiquiatría incluye Los trastornos por déficit de atención con
hiperactividad (TDAH) entre los trastornos del comportamiento que se dan en la infancia o
adolescencia. Se trata de un cuadro con síntomas patológicos que afecta a un 3 hasta un 6% de los
niños en edad escolar, lo que supone que, estadísticamente hablando, en un aula ordinaria podríamos
encontrar con facilidad de uno a tres niños con TDÁH. (Ramos 2009: 208)
A pesar de que en los últimos cinco años se ha prestado una inusual atención a este trastorno,
el TDAH dista mucho de ser un “trastorno de moda pasajero”. La alta incidencia y el elevado riesgo de
desarrollo de trastornos asociados y de graves problemas de adaptación social bien merecen la
atención que hasta ahora no se le ha dispensado. Existen todavía muchas familias y muchos
profesionales de la educación desorientados por la falta de información y formación sobre este
trastorno.
Como hemos mencionado antes, dos son los grupos de síntomas fundamentales que se valoran
para el diagnóstico de los TDAH:
(1) El déficit de atención;
(2) La hiperactividad/ impulsividad.
3.2. CLASIFICACIÓN:
Se clasifican de la siguiente manera: (Quintero et. Al 2011: 104)
Según DSM-IV:
T por déficit de atención y Trastornos de comportamiento perturbador
- TDAH
- Trastornos de conducta
- Trastorno desafiante-oposicionista
Según CIE-10
Trastornos del comportamiento y emociones de inicio en la infancia y adolescencia
- Trastornos hipercinéticos (incluye hiperquinético disocial)
- Trastornos disociales
- Trastornos disociales y de las emociones mixtos (incluye trastornos disocial depresivo)
3.3. SÍNTOMAS
Los niños con Trastorno por déficit de atención e hiperactividad infantil (TDAH) presentan tres
síntomas básicos: . (Ramos 2009: 218)
a) Hiperactividad:
Están siempre en movimiento. Incluso cuando están sentados es frecuente que muevan
las manos o los pies.
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Se levantan durante las clases, o en otras situaciones en las que deberían permanecer
sentados.
No suelen jugar o divertirse en silencio o tranquilamente.
Se entrometen en las actividades ajenas y tocan cosas que no deben.
Hablan en exceso.
Suelen tener más accidentes de lo habitual.
b) Impulsividad
Interrumpen constantemente conversaciones y juegos.
Son muy impacientes, les cuesta esperar su turno.
Suelen resistirse a la disciplina.
Responden impulsivamente, sin esperar a que la pregunta haya sido completada.
Son poco previsores y no planifican sus tareas.
No distinguen el peligro.
Presentan escasa tolerancia a la frustración.
c) Déficit de atención
Son reacios a implicarse en actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido.
No prestan atención a los detalles y cometen errores en los deberes escolares.
No parecen escuchar cuando les hablan.
Les cuesta seguir instrucciones y no finalizan sus tareas.
Se distraen y cambian continuamente el foco de atención, sin alcanzar nunca el objetivo,
tanto en las tareas escolares como en actividades lúdicas.
Pierden objetos con frecuencia (lápices, cuadernos, etcétera).
3.4. CAUSAS
La causa del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es algo incierto todavía
hoy en día. Se trata de un trastorno neurobiológico heterogéneo y complejo, que no puede explicarse
por una única causa, sino por una serie de condiciones genéticas junto con otros factores ambientales.
(Quintero et. Al 2011: 115)
a) Factores genéticos
Se han llevado a cabo estudios en familias, gemelos y niños adoptados, que han
revelado que la genética juega un papel muy importante en la transmisión del TDAH entre
generaciones. Se estima que el 76% de las causas del TDAH puede atribuirse a factores
genéticos. Según los estudios, los familiares de las personas con TDAH tienen cinco veces
más probabilidades de presentar el trastorno, que las personas sin antecedentes familiares.
Además, se ha señalado en otros estudios, que la frecuencia del TDAH es mayor en los
familiares biológicos de aquellos que padecen el trastorno, que en los familiares adoptivos.
b) Genética molecular
Pese a que la investigación en genética molecular y TDAH esté todavía poco
desarrollada, los estudios realizados han revelado que existe asociación entre algunos genes
candidatos y el TDAH. El TDAH se asocia con marcadores en los cromosomas 4, 5, 6, 8, 11,
16 y 17. Se han identificado 8 genes, de los cuales, 7 han mostrado una asociación
estadísticamente significativa con el TDAH.
c) Factores ambientales
Se han asociado una serie de factores ambientales como factores de riesgo de
padecer el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, principalmente, durante el
embarazo, el parto, y después del parto. Se consideran factores ambientales:
- Principalmente: nacimiento prematuro, encefalopatía hipóxico-isquémica
(síndrome que se manifiesta en la primera semana de vida producido por la
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d) Factores psicosociales
Los factores psicosociales no se consideran críticos en la etiología del TDAH, es decir,
que no se cree que sean factores determinantes, aunque sí desempeñan un papel importante
en el trastorno y sobre todo, suponen una oportunidad para la intervención. Así, algunos
investigadores se han centrado en la familia, sobre todo en los factores contextuales (estrés,
desavenencias matrimoniales o trastornos psicopatológicos de los padres) y la interacción
entre padres e hijos.
3.5. DIAGNOSTICO
El diagnóstico del trastorno por déficit de atención (TDAH) es complejo y se basa especialmente
en la información aportada por los padres y profesores del niño. El médico, que debe estar
especializado en el reconocimiento y tratamiento de este trastorno (neuropediatra, psiquiatra infantil,
neurólogo), realiza una evaluación basada en la observación del comportamiento del niño y en los datos
que le han facilitado los familiares, el centro escolar, etcétera. (Quintero et. Al 2011: 147)
Es importante evaluar también el nivel intelectual del niño con test específicos, para descartar
que la alteración de su conducta se deba a otros problemas de aprendizaje o a un bajo coeficiente
intelectual.
El Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (4ª edición DSM-IV), publicado
por la Asociación Americana de Psiquiatría, define los criterios para la evaluación de esta enfermedad,
y establece que para diagnosticar este trastorno en un niño es preciso que presente al menos seis
síntomas de inatención o de hiperactividad / impulsividad, y que estos síntomas se hayan manifestado
antes de los 7 años de edad, y al menos en dos ámbitos distintos de la vida del menor (por ejemplo en
su casa y en el colegio), durante un mínimo de seis meses. . (Ramos 2009: 221)
Se distinguen tres formas en las que se manifiesta el trastorno por déficit de atención e
hiperactividad, según los síntomas que predominen:
TDAH tipo hiperactivo impulsivo: el niño presenta principalmente hiperactividad e
impulsividad.
TDAH tipo inatento: el niño presenta principalmente inatención.
TDAH tipo combinado: el niño presenta hiperactividad, impulsividad e inatención.
3.6. PREVENCIÓN:
Un TDAH condicionado genéticamente (trastorno atencional) no puede prevenirse. Sin embargo,
las madres sí pueden evitar determinados factores de riesgo durante el embarazo, que podrían influir
en la aparición de la enfermedad. Respecto al ambiente prenatal se señalan como factores de riesgo
la exposición durante el embarazo al tabaco, alcohol, cafeína y algunos psicofármacos; mala nutrición
de la madre, estrés materno, diabetes gestacional o la exposición a productos químicos y metales
pesados. . (Ramos 2009: 225)
3.7. TRATAMIENTO
El tratamiento del TDAH se basa en técnicas conductuales y en la administración de fármacos,
o en la combinación de ambos. (Quintero et. Al 2011: 136)
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Los objetivos del tratamiento de la hiperactividad infantil son los siguientes: . (Ramos 2009: 233)
Mejorar o anular los síntomas característicos del TDAH.
Reducir o eliminar los síntomas asociados.
Paliar las consecuencias del TDAH sobre la capacidad de aprendizaje, las relaciones
sociales, la interacción con la familia, etcétera.
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CAPITULO IV
EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEPT)
4.1. DEFINICIÓN
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) o síndrome de estrés postraumático (SEPT) es un
trastorno psicológico perteneciente al grupo de los trastornos de ansiedad que engloba una serie de
síntomas tanto físicos como psicológicos, producido a raíz de una catástrofe natural, o provocada por
la mano del hombre o accidentes y enfermedades. (Carbonell 2001:69) Ej: Terremotos, riadas, ataques
terroristas, la muerte súbita de algún familiar o un accidente de circulación.
Este cuadro psiquiátrico apareció descrito por vez primera en el DSM-III (Diagnostic and
Statistical Manual), editado por la American Psychiatric Association (APA) en 1980. El síndrome o
trastorno de estrés postraumático fue catalogado como un trastorno de ansiedad que tiene
características singulares. (Cazabat 2001: 46)
Básicamente, lo padecen personas que “son víctimas de sucesos aversivos e inusuales de forma
brusca, tales como las consecuencias de la guerra, las agresiones sexuales, los accidentes o las
catástrofes. De igual modo, la victimización el hecho de ser víctima de un delito puede causar unas
repercusiones psicológicas muy negativas en la estabilidad emocional de las personas afectadas,
especialmente en el caso de las víctimas de violación”. Es una severa reacción emocional a un trauma
psicológico extremo que sobreviene como consecuencia de la exposición a un evento traumático que
involucra un daño físico. En algunos casos, puede darse también debido a un profundo trauma
psicológico o emocional y no necesariamente algún daño físico; aunque generalmente involucra ambos
factores combinados. (Carbonell 2001:72)
4.2. CLASIFICACIÓN
Según el DSM-IV-TR, el diagnóstico de TEP requiere la presencia de los síntomas mencionados
durante un periodo superior a un mes. En caso contrario, se considera como un trastorno de estrés
agudo. El TEP puede presentarse de forma aguda cuando la antigüedad de los síntomas es inferior a
3 meses, crónica cuando es superior 3 meses y con un comienzo diferido cuando los síntomas se
inician mucho después del trauma (6 meses). (Cazabat 2001: 48)
En el caso de que el suceso traumático haya sido provocado por otras personas, como ocurre
en atentados, secuestros, violaciones, etc, el trastorno suele ser más duradero que en los casos de
desastres naturales o accidentes. Además, en estos casos pueden aparecer sentimientos de culpa,
vergüenza, junto con otros síntomas de retraimiento social, hostilidad, sensación constante de alarma,
pérdida de valores y alteraciones de personalidad. (Cazabat 2001: 48)
Las variables de las que depende el comienzo diferido no están claras. Aunque los síntomas
parecen estar presentes desde el principio, algunas situaciones nuevas (echarse novio por primera vez
después de una violación), estresores de la vida adulta (divorcio) o vicisitudes del envejecimiento
(pérdida de los padres) pueden actuar como sucesos desencadenantes que reactivan el TEP latente.
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En otros casos el comienzo diferido puede deberse simplemente un síndrome subclínico que se
identifica de forma tardía.
La distinción de los 2 subtipos no estaba presente en el DSM-III-R. Esta distinción era necesaria
porque desde una perspectiva psicopatológica se permite diferenciar la sintomatología del TEP en
diferentes fases y porque ambos subtipos pueden responder a tratamientos diferenciados. (Carbonell
2001:73)
4.3. SÍNTOMAS
Los síntomas suelen comenzar en los tres primeros meses después del incidente traumático,
pero a veces empiezan más tarde. Para que se considere que se trata del trastorno por estrés
postraumático, los síntomas deben durar más de un mes y ser lo suficientemente graves como para
interferir con las relaciones o el trabajo. El curso de la enfermedad varía de una persona a otra. Algunas
personas se recuperan en seis meses, mientras que otras tienen síntomas que duran mucho más
tiempo. En algunas personas, el problema se vuelve crónico (persistente). (Manero et. Al. 2003:95)
Un médico con experiencia en ayudar a las personas con enfermedades mentales, como un
psiquiatra o un psicólogo, puede diagnosticar el trastorno por estrés postraumático. Para recibir un
diagnóstico de trastorno por estrés postraumático, un adulto debe tener todos los siguientes síntomas
durante al menos un mes: (Manero et. Al. 2003:95)
a) Síntomas de reviviscencia
- Volver a vivir mentalmente el acontecimiento traumático (“flashbacks”) una y otra vez,
incluso con síntomas físicos como palpitaciones o sudoración
- Pesadillas
- Pensamientos aterradores
- Los síntomas de reviviscencia pueden causar problemas en la rutina diaria de quien los
presenta.
Estos síntomas se pueden generar de los pensamientos y los sentimientos de la propia
persona. Las palabras, los objetos o las situaciones que hacen recordar el episodio también
pueden desencadenar síntomas de reviviscencia.
b) Síntomas de evasión
- Mantenerse alejado de los lugares, los acontecimientos o los objetos que traen recuerdos
de la experiencia traumática
- Evitar los pensamientos o los sentimientos relacionados con el acontecimiento traumático
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Los síntomas cognitivos y del estado de ánimo pueden comenzar o empeorar después de la
experiencia traumática. Estos síntomas pueden hacer que la persona se sienta aislada o
distanciada de sus amigos o familiares.
4.4. DIAGNOSTICO
Para diagnosticar este trastorno, el especialista preguntará al paciente por la duración de los
síntomas. En términos generales, se denomina síndrome de estrés postraumático si el cuadro
sintomático prevalece durante más de 30 días. Del mismo modo, se podrán realizar exámenes físicos
y análisis de sangre para determinar si existe otra enfermedad que presente los mismos síntomas.
(Carbonell 2001:74)
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La víctima de la violencia delincuencial queda así definida en torno a una serie de síntomas, cuya
relación y persistencia definirá el cuadro clínico. Repetición y evitación serían síntomas que
establecerían la permanencia de una situación de pánico que afectaría su vida cotidiana. Las secuelas
de la violencia se inscriben, entonces, como sufrimiento permanente de la persona. El trastorno de
estrés postraumático (TEPT) se desarrolla tras un suceso traumático o una situación de amenaza
excepcional o de naturaleza catastrófica, que probablemente es causa de un distrés penetrante para
casi todos. El TEPT no se desarrolla, por lo tanto, tras situaciones desagradables descritas como
“traumáticas” en el lenguaje cotidiano, por ejemplo, divorcio, pérdida del trabajo o suspender un
examen. (Carbonell 2001:74)
Se configura como una reacción emocional intensa ante un suceso experimentado como
traumático. Una experiencia traumática, como un desastre natural, guerras, accidentes automovilísticos
y actos de violencia, puede ser entendida como una interrupción súbita y extrema en la vida de una
persona. Su sensación de control sobre sí mismo y sobre el medio externo, y la creencia de
invulnerabilidad son amenazadas en forma dramática. Los acontecimientos traumáticos de este tipo
alteran los procesos emocionales, cognitivos y volitivos, incorporando un fundamental quiebre en la
experiencia que es difícil de integrar en la conciencia personal. (Cazabat 2001: 56)
De este modo se plantea que la capacidad de un estresor para producir un TEPT está en directa
relación con la percepción de amenaza que se tenga de éste. Dicha percepción dependerá del
acontecimiento y/o de las características de la persona.
4.5. CAUSAS
Cualquier persona, sin importar la edad puede desarrollar este trastorno, sin embargo se
presenta con mayor frecuencia en las mujeres. Es muy común que pueda aparecer en los veteranos
de guerra debido a la cantidad de situaciones estresantes a las que se encuentran expuestos
continuamente en donde sufren de una amenaza de muerte o probabilidad de lesiones constante. Las
causas más comunes del trastorno de estrés postraumático son las siguientes: (Manero et. Al. 2003:99)
- Haber experimentado algún suceso o una cadena de sucesos prolongados a lo largo del
tiempo sumamente estresantes.
- Haberse enterado o haber presenciado algún suceso traumático en donde se haya puesto
en peligro la vida de una o más personas, por ejemplo que hayan podido sufrir graves
lesiones, que hayan estado expuestas a una violación sexual o incluso haber presenciado
su muerte.
a) Factores de riesgo
Existen algunos factores de riesgo para que una persona pueda tener más posibilidades de
padecer de un trastorno de estrés postraumático, entre los más comunes se encuentran los
siguientes:
- Haber sufrido un trauma durante la infancia, como por ejemplo, violación sexual y/o maltrato
físico.
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- Predisposición genética para tener otros trastornos mentales como ansiedad o depresión.
- Encontrarse en un trabajo en donde la persona se encuentre constantemente expuesta y/o
presencie constantemente situaciones en donde ella misma u otras personas puedan sufrir
de lesiones reales e incluso en donde se ponga su vida en peligro. (Militares, personal de
primeros auxilios, entre otros)
- Padecer de algún trastorno de ansiedad o depresión.
- Carecer de apoyo de parte de la familia y amigos.
- Aspectos relacionados con la personalidad del individuo. Existen personalidades que tienen
más probabilidades de desarrollar este tipo de trastorno.
- No recibir apoyo después del trauma.
4.6. PREVENCIÓN
Existe la evidencia de que las personas traumatizadas que reciben apoyo psicológico y consejo
especializado inmediatamente después de sufrir el episodio desencadenante, son menos propensas a
padecer el síndrome de estrés postraumático. Por eso se recomienda que tras un trauma se recurra a
algún profesional especializado. (Carbonell 2001:75)
4.7. TRATAMIENTOS
El tratamiento es a largo plazo, lo que explica el alto grado de abandono de la terapia. Se estima
que el 75 por ciento de los pacientes tratados lo abandona. (Cazabat 2001: 57)
Este tratamiento se puede combinar con métodos cognitivos para racionalizar los hechos
traumáticos y también con terapia de choque, en la que se recrea la situación vivida para ayudar a la
víctima a superarla y a perder el miedo que le produjo.
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CONCLUSIONES
1. Los trastornos de ansiedad se consolidan como el trastorno mental de mayor incidencia a nivel
mundial, estimándose que uno de cada siete personas desarrollará a lo largo de su vida un trastorno
de este tipo, existiendo grandes diferencias debidas a la edad y al sexo, en función del trastorno.
Los trastornos de ansiedad son frecuentes, también en niños y adolescentes. Tienen tratamiento,
que resulta muy efectivo. Cuanto antes se traten, el niño sufrirá menos complicaciones y recuperará
su estilo de vida habitual..
2. Se concluye, que el autismo es un trastorno biopsicosocial en el que una disposición constitucional
orgánica o enredada provoca alteraciones severas en procesos cognitivos; esta deficiencia tendrá
un impacto importante en el entorno social, ya que, las reacciones serán desfavorables como el
alejamiento, depresión, entre otras. Muchos autistas no presentan rasgos físicos que los estimasen,
sin embargo, pueden reaccionar de manera distinta ante estímulos nerviosos. En la infancia
muestra ausencia de apego hacia los padres, en tanto, sus conductas pueden ser contextualmente
inapropiadas y se mantiene durante la etapa escolar. El desarrollo del lenguaje es muy difícil, por
ende no se comunica con eficiencia. Hay una gran variedad de formas útiles de intervención para
tratar a personas con autismo, que incluyen trabajo con los padres, manejo conductual con el niño,
terapias musicales y tratamiento con fármacos.
3. El TDAH es un trastorno crónico pero siguiendo un tratamiento y con una buena coordinación
podemos lograr que cuando sean adultos su TDAH simplemente sea interpretado como
característica mas de su personalidad y no como una limitación que domine sus vidas , las tres
bases imprescindibles de tratamiento son: la farmacológica ya que toman medicación generalmente
metilfenidato y en ocasiones amoxetina que ayuda a mejorar los síntomas del TDAH , información
exhaustiva a padres y profesores y tratamiento psicopedagógico.
4. Un trastorno por estrés postraumático (TEPT) es una reacción demorada por una experiencia
traumática. Se produce con frecuencia tras graves acontecimientos como, por ejemplo, abusos
sexuales, catástrofes naturales o violencia corporal y puede limitar considerablemente la calidad
de vida del afectado. El estrés postraumático es una de las formas más graves de estrés. Las
investigaciones recientes están aportando avances en el abordaje de este trastorno. La detección
de este estrés asociado a eventos traumáticos es el primer paso de un tratamiento efectivo.
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