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Todo sistema de normas, por más naturalizado que esté, presenta márgenes de
excepción; plantea, inexorablemente, contradicciones y es susceptible, por lo
tanto, de crítica. Sobre toda norma pende – consciente o soterrada – la duda de
su legitimidad. La crítica no es, entonces, más que la autoconciencia de la cultura
y garantiza el afianzamiento, perfeccionamiento o sustitución de sus normas.
Procesos de crítica semejantes se dan en todos los campos, por ejemplo, entre
el diseñador y el jefe de oficina, cliente y arquitecto, arquitecto y contratista, entre
el diseñador urbano y la Comisión de Diseño Urbano, entre los usuarios del
edificio y el propio edificio, entre otros. Las perspectivas que se tienen de la
actividad crítica y su resultado, en cada uno de los campos mencionados, son
distintas entre ellas, y dependen del beneficio o alcance que ésta produzca.
Para algunos la crítica facilita la comprensión, esto es saber por qué los edificios
son como son, quién es el responsable de su construcción, diseño, etc. Los
historiadores, en su papel crítico, se han dirigido a esta audiencia. Desde la
perspectiva de un arquitecto, es importante la crítica porque sugiere una
retroalimentación, con esto logran saber cuánto éxito tuvieron las decisiones que
tomaron, para así mejorar sus decisiones futuras. A menudo, la reacción que se
tiene ante la crítica es defensiva, debido a que se le considera como una
actividad de enjuiciamiento. La comprensión de la crítica como comportamiento
genera distintas reacciones ante ella. Para ello es necesario conocer sus
métodos e intenciones, los cuales se pueden considerar como tácticas o
vehículos para transmitir un contenido significativo.
Según Juan Pablo Bonta (1975) el método o proceso de la crítica comienza por
medio de la interpretación precanónica, en la que se propusieron diversas
interpretaciones, calificadas de tentativas y contradictorias. De lo precanónico,
pasamos a lo canónico, lo cual es el resultado de muchas interpretaciones
previas, producto de experiencias del edificio. Le sigue la interpretación oficial,
la cual parece estar entre lo precanónico y lo canónico, sin embargo, es aceptada
por la comunidad como lo canónico. En último término, la interpretación de una
obra arquitectónica equivale a considerarla como miembro de una “clase”.
Una vez reconocida la tendencia o posición del crítico, aquellos que son el objeto
de la crítica se libran de la preocupación por el juicio final, o de lo contrario
comienzan a reaccionar ante ella. La crítica no es solamente una actividad que
niega y la reacción ante la crítica no tiene que ser únicamente defensiva. Las
mismas tendencias se sustentan a la crítica positiva o neutral. Es así como mejor
equiparamos a la crítica como un comportamiento.
Una metáfora que nos puede dar una ligera idea del papel que juegan los críticos
es la que hizo R. P. Blackmur, “el crítico es una especie de cirujano mágico que
opera sin cortar jamás un tejido vivo”. Entendemos al cirujano como un crítico
experto en su campo el cual jamás hará una crítica con fundamentos errados, o
de algo que resulte acertado en el proyecto; crítica con la cual el paciente,
(llámese arquitectura) mejorará con el paso del tiempo.
La crítica de la Arquitectura
Frente a este estado de cosas, suele levantarse de tanto en tanto la voz de los
últimos cultores de la racionalidad, que enarbolan argumentos no pertinentes al
fenómeno criticado. Esa crítica, instrumentada con parámetros fuera de contexto,
yerra en el blanco.
“Los fines de la crítica deben ser comienzos”. Wayne Attoe afirma que el objetivo
principal de la crítica es el comienzo de una mejor arquitectura; que los ejemplos
venideros se sustenten en esa crítica anterior para mejorar sus cualidades. La
utilidad de la crítica se cumple cuando ésta brinde un enfoque hacia el futuro con
el fin de mejorarlo, con el fin de sembrar una enseñanza. Resulta indispensable
entonces, entender a la crítica no como un medio para examinar o hacer
distinción, sino como una respuesta con un propósito determinado, el de mejorar
el futuro arquitectónico que nos depara.
Tres géneros
La crítica teórica
La crítica técnica
Este tipo de crítica debe ejercerse a partir o en función de los patrones derivados
de las condiciones de existencia de lo criticado, es decir, a partir del programa
real y los códigos de diseño a él pertinentes. Se evalúan las calidades
alcanzadas por la obra o el sistema dentro de su género. Es una crítica “interna”.
La crítica ideológica
La crítica ideológica es, por así decirlo, “partidista”: toma posición ante el hecho
arquitectónico en función de una determinada plataforma ideológica del crítico,
que le prescribe valores culturales, sociales, éticos y estéticos.
Referencias bibliográficas
http://www.arquine.com/la-critica-en-la-arquitectura-como-disciplina/
http://www.revistadiagonal.com/recomanem/articles-externs/3dimensiones-
cri%C2%ADtica-arquitectonica/