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CARATULA
REPRESENTACIÓN
Presentado por:
Alfaro Salazar, Greys
Portugal Velasquez, Georel
Asesor:
Abog. Edith Chachi Vicuña
Área de Investigación:
Derecho Civil Y Derecho Procesal Civil
Línea de Investigación:
Contenido Patrimonial y Extra Patrimonial Del Derecho Civil
Chanchamayo - Perú
2018
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DEDICATORIA
REPRESENTACIÓN
iv
INDICE
CARATULA ................................................................................................................................ i
DEDICATORIA .........................................................................................................................ii
REPRESENTACIÓN ...............................................................................................................iii
INDICE ...................................................................................................................................... iv
INTRODUCCIÓN...................................................................................................................... 7
CAPITULO I
CAPITULO II
CONCLUSIONES .................................................................................................................... 45
ANEXOS ................................................................................................................................... 47
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo monográfico se realiza con finalidad didáctica y académica para dar a
conocer a los estudiantes del curso, el tema de la representación, ya que es parte del Acto Jurídico viene
a ser una forma de manifestar la voluntad por medio de otra persona, para la realización de un Acto
Jurídico.
Hemos tomado en cuenta la recopilación de diversas fuentes de información, que nos indican
que por lo general la representación se realiza por voluntad de una persona o la ley, pero con el fin de
realizar un acto jurídico, el cual beneficiara al representado.
Se dará a conocer en este trabajo monográfico el objetivo principal de la representación, el cual
es delegar la voluntad de una persona a otra en beneficio de un interés, así mismo existen conceptos,
doctrinas, y otros fundamentos para darle solides a la teoría general de la representación, para esto por
ejemplo no pueden ser representantes las personas jurídicas, pero estas a su vez pueden ser
representados por un tercero.
Además, se desarrolla la representación en su sentido más generalizado desde su origen y
evolución hasta su finalidad, en el acto jurídico, cabe mencionar también que aún no se toma de manera
general, y que la representación no está del todo desarrollada y determinada en el Código Civil, uno de
los aspectos es que se restringen muchos supuestos como los derechos y deberes del representado y el
representando, ya que estos se toman analógicamente del Contrato mandato, que también tiene finalidad
representativa según la doctrina y nuestro código actual.
Sin embargo, a pesar de que juristas del siglo XIX como Ihering, determinaban que son
instituciones muy diferentes en esencia, pero similares en su aplicación, hasta hoy en día no se desliga
esa finalidad que adquirió desde la época romana.
El aporte del trabajo para nosotros nos ayuda de manera integral, ya que sirve como base para
poder ganar la experiencia y el conocimiento necesario que necesita un estudiante de derecho, además
al recopilar la información, se tomó en cuenta en mayor parte lo relacionado con el Código Civil, el
cual establece todo lo referente a la representación en su título III, libro II acto jurídico, así mismo en
cuanto a su aplicación, los autores que se toman y la sistematización que se hace, se da de la manera
más didáctica posible.
Las circunstancias y condiciones de la búsqueda de información actualmente son muy amplias,
pero al mismo tiempo no es sencillo poder extraer la información concreta y objetiva que se requiere,
en otras palabras, la fuente de información son doctrinas y comentarios de juristas, en este trabajo de
recopilación y sistematización didáctica no se hace una investigación profunda, por lo que se debe tener
en cuenta que lo manifestado, por los juristas, solo son sus puntos de vista referente al tema, y su trabajo
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puede ser puesto en crítica y en tema de discusión, no obstante para eso se debe tener conocimientos en
Derecho Civil.
Así, mismo se espera conceptualizar y sistematizar el trabajo para poder usarlo didáctica y
académicamente en nuestro entorno como estudiantes de Derecho. Y se debe agregar que una de las
fuentes de información fue proporcionada por la biblioteca de la Universidad Peruana los Andes, sin
complicaciones y en interés de los que acudan en su pedido por información.
Finalmente, al realizar el trabajo se ha mejorado personalmente en cuestiones teóricas que antes
no se dominaban, por lo que se garantiza que, la información recopilada servirá, y será de gran utilidad
en su camino para mejorar como persona y profesionalmente.
Los Autores.
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CAPITULO I
Según Vidal (1998, Pp. 171-172) manifiesta que para abordar el tema de la representación del
acto jurídico se debe tener en cuenta la utilidad práctica de la representación.
Así, mismo Vidal (1998, p. 172) nos indica que la utilidad de la representación facilita los actos
jurídicos, ya sea porque permite celebrarlo entre personas ausentes, incapaces, etc.
mediante ella puede suplirse la falta de capacidad de ejercicio en las personas naturales. Así,
pues, la gran utilidad práctica de la representación sirve para que se constituya en el único medio
como en algunas circunstancias, y aun en situaciones de derecho, las personas puedan celebrar
actos jurídicos.
Según Vidal (1998, p. 172) sostiene que: “Como expresa García Amigo, la función económico-
social que cumple la representación es de una Importancia vital en el tráfico jurídico moderno”.
Según Vidal (1998, p. 172) manifiesta además que, aunque la representación como la
conocemos ahora no es como en la época romana, fue ahí donde se originó.
Según Vidal (1998, p. 172) sostiene que la representación nacida en el imperio romano es la
legal, diferenciando que la otra nacida de un acto jurídico es la voluntaria, que se constituiría mucho
después.
Como veremos más adelante, existe una representación nacida del imperio de la ley, y por eso
llamada legal o necesaria (Infra Ne 85) y, otra, nacida de un acto jurídico, y por eso llamada
voluntaria (Infra N2 94). La legal o necesaria fue la que apareció primero en el Derecho Romano.
Según Vidal (1998, p. 173) manifiesta que, en Roma, lo que se concibió fue el contrato
mandato, y que este no tenía la simplicidad y utilidad eficaz que la representación actual, ya que en
esencia se necesitaba de un acto jurídico posterior para transmitir los derechos y obligaciones a lo que
hoy es el representado.
El contrato de mandato, tal como se le concibió en Roma, era un encargo del mandante que
requería de la aceptación del mandatario para la celebración de uno o más actos jurídicos. El
mandatario concluía el negocio con el tercero, pero era él quien adquiría los derechos y contraía
las obligaciones, necesitando de un acto jurídico posterior para transmitir dichos derechos u
obligaciones al mandans, quien a su vez lo desligaba de responsabilidad frente a los terceros con
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los cuales había celebrado los actos o negocios jurídicos. El contrato de mandato no generaba,
pues, una representación en virtud de la cual el mandans quedaba vinculado al tercero por los
actos de su mandatario. Por eso, la necesidad práctica de la representación la fue imponiendo.
Según Vidal (1998, Pp. 173-174) menciona que otros autores como Arauz Castex y Llambias,
sostiene que en el Derecho Romano para celebrar la representación se recurría a un doble acto, donde
se recibía los derechos e intereses de otra persona, para luego trasladarlos al verdadero interesado, esto
fue un procedimiento desventajoso que con el tiempo daría surgimiento a la representación actual.
Según Arauz Castex y Llambías, en el Derecho Romano, en un primer momento, para llenar la
necesidad que satisface la representación se recurrió a un doble acto: el primero servía para
poner los derechos en cabeza de la persona que obraba en interés de otra, y, el segundo, para
trasladarlos del adquirente aparente al verdadero interesado. Pero era un procedimiento
desventajoso, porque al exigir dos operaciones sucesivas, que podían estar separadas por largo
tiempo, como necesariamente ocurría si se trataba de menores de edad a la espera de que éstos
llegaran a la mayoría, sometía al peligro de que pudiese sobrevenir la insolvencia del repre-
sentante con el perjuicio consiguiente para el representado. Por eso, ante lo imperfecto de este
procedimiento, sus deficiencias fueron siendo eliminadas paulatinamente.
Según Vidal (1998, p. 174) sostiene que, según León Hurtado, la utilidad práctica de la
representación se impuso en el derecho romano logrando así en su primer momento la aceptación de la
adquisición de derechos reales mediante este.
León Hurtado considera también que fue la utilidad práctica de la representación la que la
impuso en el Derecho Romano. Al doble acto al que estaban sometidos los tutores y también
los mandatarios, y los riesgos e inconvenientes de todo orden que producía el ulterior traslado
de los efectos, hicieron que el Derecho Romano aceptara la representación en la adquisición de
derechos reales primero y más tarde en materia contractual.
Sin embargo, Vidal (1998, p. 174) manifiesta que, aunque se tomó en cuenta la representación
en el derecho romano esta era defectuosa, porque nunca se dejó de prescindir de atribuirle efectos al
representante que realizaba el acto jurídico, dejando de lado la relación del representado con el tercero
participe del acto jurídico.
intermediario quedaba obligado por el contrato, o sea que adquiría los derechos y las obli-
gaciones resultantes, sin que el representado, mandans, no quedara vinculado directamente al
tercero contratante, sino apenas provisto de una acción contra su intermediario para reclamarle
el beneficio logrado. Y aun en los últimos tiempos del Derecho Romano, cuando ya se
conocieron acciones útiles al representado contra el tercero, y viceversa, no se llegó a prescindir
de la idea tradicional de que los actos jurídicos tenían que producir sus efectos sobre el
representante, por ser éste el autor material de dichos actos.
Continuando con lo anterior mencionado Vidal (1998, p. 174) sostiene que aparte del contrato
mandato también existió la figura del nuncio, el cual era el mensajero o portavoz de la voluntad de la
persona que lo enviaba, pero aun así este también recibía los efectos del acto jurídico realizados con el
tercero participe.
Pero además de los orígenes de la representación en el mandato, los romanistas señalan que en
el Derecho Romano se conoció la figura del nuncio, nuntius, que venía a ser un mensajero o
portavoz, que no expresaba su propia voluntad, sino la de la persona que lo enviaba y por ello,
como señala Arguello, los efectos del negocio se fijaban en el sujeto que se servía del nuntius.
La manifestación de la voluntad por intermedio de un nuncio estaba también muy distante de
la figura de la representación, pues, en ésta, es el representante, con su propia voluntad y no la
del representado, la que lleva a la esfera jurídica de este último los efectos del acto celebrado
con el tercero contratante.
Según Vidal (1998, Pp. 174-175) nos indica que en la doctrina fueron los canonistas medievales
los que generalizaron la esencia del concepto de la representación, primero porque se tomó en cuenta
la voluntad del representado y no la del representante en el acto jurídico y por la desviación de los
efectos de acto jurídico hacia el representado.
Existe consenso en la doctrina en cuanto a que es a los canonistas medievales a quienes se les
debe el concepto moderno de la representación, caracterizada: a) por la voluntad del
representante y no la del representado en la celebración del acto jurídico; y, b) por la desviación
de los efectos del acto hacia la esfera jurídica del representado. Según Sánchez Urite, la influencia
del Derecho Canónico se dio al permitir que se pudiera celebrar matrimonio por medio de
representante.
Según Vidal (1998, p. 175) manifiesta que los juristas del siglo XVII Y XVIII fueron los que
trataron de desligar la representación del contrato mandato, pero aun así se le dio al mandato una
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finalidad representativa, dejando confusiones entre estas dos instituciones jurídicas, que tiene relación,
pero son diferentes.
Fueron los juristas de los siglos XVII y XVIII los que estructuraron la Teoría de la
Representación a expensas de las reglas particulares del contrato de mandato, dando lugar a
confusiones entre dicho contrato y la representación, y pese a ser instituciones jurídicas conexas
pero distintas entre sí, se le dio, al mandato, una finalidad esencialmente representativa.
Según Vidal (1998, p. 175) sostiene que, con el paso del tiempo a mediados del siglo XIX,
Ihering un jurista de la época, declaró que la representación no compartía la misma esencia que el
mandato, por razones como que el mandatario obraba por su propio nombre y que los efectos eran para
este, además que existía la representación legal que era impuesta independientemente y aun en contra
de la voluntad del representado.
A mediados del siglo XIX y por obra de la pandectística alemana se inició la revisión del
mandato y de la representación. Como lo destacan Ospina y Ospina contra la concepción de los
redactores del Código Napoleón reaccionaron eminentes juristas, como Ihering, quienes
declararon que la representación no es de la esencia del mandato ni tiene necesariamente un
origen contractual. Lo primero, porque el mandatario puede obrar en su propio nombre, como
en el mandato sin representación, caso en el cual no representa al mandante ni lo obliga respecto
a terceros, pues entonces todos los derechos y las obligaciones producidas por el acto recaen
directamente sobre el mandatario. Lo segundo, porque además de la representación emanada de
un contrato, como el mandato o la sociedad, también existe la representación legal, impuesta
independientemente y aun en contra de la voluntad del representado, como la que corresponde al
tutor y, en el sentir de Ihering y otros, al gestor de negocios.
Según Vidal (1998, p. 175) manifiesta que la separación conceptual entre el mandato y la
representación se le atribuyo a Laband que, aunque recogiera las ideas de Ihering, este fue reconocido
por la doctrina como autor de la separación de las instituciones jurídicas.
Las ideas de Ihering fueron acogidas y desarrolladas por Laband, a quien la doctrina es unánime
en reconocerle la autoría de la separación conceptual de la representación del mandato,
produciendo una reacción contra el tratamiento legislativo que en la codificación civil había
recibido y que fue generalizándose en la doctrina y en la misma codificación.
Según Vidal (1998, Pp. 175-176) manifiesta que la influencia de las ideas de Laband, lograron
generalizar el desarrollo de la teoría general de la representación.
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Según Goyburu (2014, p. 9) menciona que actualmente, salvo para determinadas excepciones
por la naturaleza de ciertos negocios que exigen la actuación personalísima del interesado (como el
testamento, etc.) y manifiesta que:
Arguello (2007) citado por Goyburu (2014, p. 9) señala entre las causas más conocidas el
formalismo de los negocios en el primitivo ius civile, que exigía la intervención directa y personal de
los sujetos de la relación: “también influyó la organización de la sociedad romana, que dividía a las
personas que integraban una familia en sui iuris y alieni iuris, teniendo ambas clases de personas distinta
condición jurídica”.
Para Petit (1958) citado por Goyburu (2014, Pp. 9-10) menciona que los sui iuris eran los sujetos
autónomos de cualquier potestad familiar y gozaban de plena capacidad jurídica, los varones sui iuris
se denominaron paterfamilias o jefe de familia, título que implicaba el derecho de tener un patrimonio
y de ejercer sobre los otros las cuatro clases de poderes:
(i) La dominica potestas, autoridad sobre el esclavo, (ii) La patria potestas, autoridad paternal;
(iii) La manus, autoridad del marido sobre la esposa, y (iv) El mancipium, autoridad especial
de un hombre libre sobre una persona libre. Cuando el sui iuris era una mujer se le llamaba
materfamilias, esté o no 10 casada, y podía tener patrimonio, pero a diferencia del paterfamilias
sólo ejercía la autoridad de ama sobre esclavos.
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Los alieni iuris eran las personas sometidas al paterfamilias, cualquiera que fuera su edad o su
sexo, gozaban de capacidad de obrar, pero carecían de capacidad jurídica.
Manifiesta Goyburu (2014, p. 10) que la esta organización familiar permitía que el paterfamilias
no necesitara representantes libres, y lo explica a continuación:
Pues por imperio de la ley sus representantes eran los hijos y esclavos sometidos a su potestad;
sin embargo, ellos sólo podían adquirir para mejorar la situación de su jefe, pues lo adquirido
revertía automáticamente al paterfamilias en virtud de la relación de dependencia, en cambio,
carecían de eficacia los actos que suponían pérdidas de derecho o que suponían una obligación
patrimonial, por desmejorar la situación del jefe familiar.
Expresa Goyburu (2014, p. 10) que la existencia de la representación legal tuvo distintas causas,
entre ellas explicó:
El sometimiento de los alieni iuris por razón de parentesco, lo que dio origen a la patria potestad;
asimismo, el derecho romano consideró necesario que los ciudadanos y sui iuris imposibilitados
de ejercer por sí mismos los derechos de los que eran titulares tuvieran un representante de legal
o necesario, tal representación se cumplió con las instituciones jurídicas de la tutela y curatela,
consistentes en la representación por imperativo de la ley de los menores e interdictos.
Así podría decirse, como bien señala el autor peruano Vidal (2005) citado por Goyburu (2014,
p. 10) manifiesta que: “La representación tiene su origen en Roma; sin embargo, el tratamiento de la
representación en el derecho romano fue incipiente ya que sólo trató la representación legal o
necesaria”.
Sin embargo, Barreiro (1993) citado por Goyburu (2014, Pp. 10-11) señala que tal
representación indirecta se admitió sólo para actos jurídicos de carácter patrimonial de naturaleza
obligatoria y para la actuación en juicios, no siendo permitida en los siguientes actos jurídicos: “De
disposición de bienes, de constitución de derechos reales y en los de carácter personalísimo”.
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Según Golmayo (2005, Pp. 12) citado por Goyburu (2014, p. 11) El concepto de representación
siguió desarrollándose, considerando muchos autores que la verdadera representación perfecta, directa
o voluntaria se inicia en el derecho canónico (p.12), cuando se acepta que en la celebración del
matrimonio el asentimiento de uno de los cónyuges ausentes lo manifieste un enviado especial o un
procurador con poder especial.
La representación como aquel supuesto de contenido jurídico, mediante el cual una persona
llamada representante celebra uno o varios actos jurídicos en nombre, en interés, y teniendo en cuenta
a otro sujeto, que viene a ser denominado representado, tratando de buscar lo mejor para este último,
así como para resguardar sus intereses.
Según Vidal (1998, p. 177) manifiesta que esta institución jurídica es una figura típica y
autónoma, que se define de manera sencilla como “el simple actuar de una persona por otra”.
Así, mismo Vidal (1998, p. 177) sostiene lo que fundamentan otros autores sobre el concepto
de la representación:
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El concepto debe ser planteado de la manera más simple, pues como acota Coviello, el que
declara su propia voluntad o recibe una declaración, en lugar y en nombre de otro, se llama
representante. Para León Barandiarán lo característico de la representación es crear actos
jurídicos donde existe una distinción entre el sujeto que hace la declaración de voluntad y aquel
sobre quien recaen los efectos que el orden jurídico le reconoce.
Para Goyburu (2014, p. 12): “Hablamos de representación cuando una persona llamada
“representante” realiza un acto jurídico en lugar de otra denominada “representado””.
Por representación, entiende Albadalejo (1993, p. 381) que: “Hay verdadera representación
cuando el negocio se otorga en el único interés del representado”.
El acto jurídico puede ser celebrado por el propio sujeto interesado o por medio de otro dando
así lugar a la representación y que la utilidad práctica de esta figura está en la posibilidad que
tienen personas ausentes y personas con incapacidad de ejercicio para celebrar actos jurídicos.
En esa línea Castro y Bravo (1972, p. 105) hablan de la representación como el “milagro
jurídico de la bilocación” y hace mención: “Porque posibilita el desplazamiento de la voluntad del
representado, pues sobre él al final recaen los efectos jurídicos del negocio celebrado por su
representante”.
En efecto, Pacchioni (1942, p. 304) mencionó según los estudios en historia romana señala
que:
Se consideró al nuncius como la persona que trasmitía o hacía conocer la voluntad de otra
persona, era considerado como una especie de carta, por ello podía ser nuncius cualquier
persona (esclavos, menores de edad), diciéndose que praestat ministerium tantummodo, que
significa que no es él mismo quien realiza el negocio jurídico, sino que sólo se presta a facilitar
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Para que exista representación, señala Stolfi (1992, p. 232) deben concurrir tres condiciones,que
son: a) Que el representante declare su propia voluntad. b) En nombre de otro, y c) Que tenga poder de
representación:
- La primera condición, que el representante declare su propia voluntad, nos lleva a concluir
que en el negocio jurídico importa la validez de la voluntad del representante, por lo que
importa que ésta no contenga vicios.
- La segunda condición, en nombre de otro, se entiende en que el tercero con quien se celebra
el acto jurídico debe saber que los efectos jurídicos de dicho acto recaerán sobre otra
persona.
- La tercera condición, que tenga poder de representación, significa que el representado o
dominus haya facultado al representante para que declare su propia voluntad en lugar de la
suya.
Entonces, la representación permite crear negocios jurídicos donde existe una distinción entre
el sujeto que emite la declaración de voluntad y aquel sobre quien recaen los efectos de la declaración,
se caracteriza por la actuación alieno nomine, es decir por cuenta ajena.
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Encuentra sus propios límites en la noción de autonomía privada, pues la tutela del negocio
reconoce justificación en la idea de que cada persona es dueña de regir sus asuntos propios
asuntos como mejor lo considere. Sostiene el maestro italiano que si acepta que cualquiera
pueda influir en los asuntos de otro, la sanción del negocio erraría su finalidad, dejaría de ser
tutela de la actividad privada.
En palabras de Roca y Puig (1948, p. 38) la representación se define como: “aquella institución
en cuya virtud una persona, debidamente autorizada o investida de poder, otorga un acto jurídico en
nombre y por cuenta de otra, recayendo sobre ésta los efectos normales consiguientes”.
Según León (1991, Pp. 92-94), el concepto de representación puede agruparse en las siguientes
teorías:
- Teoría de la Ficción: El representante es el vehículo de la voluntad del representado.
- Teoría de la Representación en sentido estricto: La representación es la sustitución real y
completa de la personalidad del representante a la del representado.
- Teoría de la Cooperación: La representación se funda en la solidaridad humana. El
representado no obra por sí solo, el obra de acuerdo con el representante, siendo el negocio
fundado sobre la voluntad de ambos.
Otras teorías explicadas a continuación serán la Teoría del nuntius, Teoría de la representación
y la Teoría de la mediación:
- Teoría del nuntius: La escuela Francesa dice que el representante es solo un mensajero, Se
rechaza con: si es un mero mensajero, entonces no cumple con los requisitos para ser
representante.
- Teoría de la representación: Ihering dice que: el que debe cumplir con los requisitos es el
representante y no el representado. Fue desestimado por lo mismo que la teoría de la
fricción.
- Teoría de la inmediación: (Durnburg). Los requisitos le debe cumplir ambos el
representante y el representado.
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La finalidad tal como se determina en la doctrina, es de gran utilidad práctica, porque permite
la generación de relaciones jurídicas a través de un ente viabilizador que viene a ser el representante
quien representa a su representado, también llamado principal o dominus.
Para que exista la representación eficaz según Ermo Quisbert (2010, p. 2) se necesita de los
siguientes requisitos:
- Facultad: Que el representante tenga la facultad de representar. Facultad que emane de un
contrato, de la ley o provenga de autoridad judicial.
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Las fuentes de la representación según Ermo Quisbert (2010, p. 4) vienen a ser tres, entre ellas
está el contrato, la ley y la autoridad judicial:
Según Vidal (1998, Pp. 194-195) manifiesta que esta facultad de otorgar la representación es
por voluntad del interesado, es decir realizado por el representado.
Como precisa el art. 145 del Código Civil, "la facultad de representación la otorga el interesado".
De este modo, el otorgamiento de su representación por quien quiere ser representado, supone,
pues, un acto jurídico, que la doctrina, por lo general, denomina como acto de apoderamiento o
de procura y también como poder de representación. Nosotros, sin embargo, no vamos a usar tal
denominación, por cuanto, como hemos advertido, la representación voluntaria puede ser directa
o indirecta, y la primera con poder y sin poder. Por eso, al acto de otorgamiento de la
representación le queremos dar una nominación genérica y no una que sólo pueda ser indicativa
de la representación directa y con poder. Por estas razones es que lo denominamos "acto de
otorgamiento de la representación", reservando la denominación de "acto de otorgamiento del
poder" o "acto de apoderamiento", cuando con el conferimiento de la representación se otorga
poder.
Además. Vidal (1998, p. 195) nos indica que el acto jurídico y la representación tiene una relación típica
El acto jurídico que da origen a la representación voluntaria es, pues, típico y nominado, siendo
ese el tratamiento que recibe del Código Civil, por lo que no puede ya ser abordado como una
abstracción jurídica, sino en su concreción y características.
1.10.1. Características
Según Vidal (1998, p. 195) sostiene que las características principales que tiene la
representación son la unilateralidad y el recepticio.
Según Vidal (1998, p. 195) esta característica no se altera, sin embargo, puede ser bilateral
cuando el representado y el representante convienen celebrarlo.
Según Vidal (1998, p. 196) sostiene que la manifestación de voluntad de quien quiere ser
representado, debe ser tomada por el representante el cual, al momento de adquirirla, cumple con la
característica receptio.
Según Vidal (1998, p. 196) indica que: “En segundo lugar, el acto de otorgamiento de la
representación es de forma voluntaria, aunque la ley prescribe forma para casos específicos, como
veremos más adelante”.
Según Vidal (1998, p. 196) sostiene además que el otorgamiento de la representación genera
un acto complejo en cuanto al doble efecto de la relación entre representado y representante y
representado con el tercero contratante.
las relaciones con los terceros contratantes. Como bien señala Stolfi la representación va dirigida
a producir una duplicidad de efectos, tanto con respecto al dominus como al tercero contratante.
Según Vidal (1998, p. 196) indica que: “Por último, el acto de otorgamiento de la representación
es gratuito, pero nada obsta para que pueda celebrarse onerosamente o tornarse oneroso, como puede
serlo en el caso de que la representación se otorgue con poder irrevocable”.
Según Vidal (1998, p. 196) indica que: “El acto de otorgamiento de la representación, como
todo acto jurídico, requiere para su validez, además de la manifestación de voluntad, de todos los
requisitos preceptuados por el art. 140 del Código Civil. Veamos”.
Según Vidal (1998, Pp. 196-197) manifiesta que para poder otorgar la representación el
representante debe cumplir con ser un sujeto con capacidad de goce y capacidad de ejercicio, cabe
mencionar que hoy en día es capacidad jurídica.
El otorgante de la representación debe ser sujeto capaz, con capacidad de goce y capacidad de
ejercicio. La primera le es indispensable para que su esfera jurídica pueda asumir los efectos de
los actos jurídicos que celebre su representante, si su representante actúa en su nombre y en
cautela de sus intereses, como en la representación directa, o, si su representante actúa a
nombre propio pero en cautela de sus intereses, como en la representación indirecta, a fin de
que en esta última la cautela de sus intereses configure una representación y no una simulación
por interposición de persona (Infra Ne 155). La capacidad de ejercicio le es igualmente
indispensable, porque el acto de otorgamiento de la representación lo celebra por sí mismo,
como un sui iuris.
Según Vidal (1998, p. 197) sostiene que algunos autores solo ven necesario la capacidad de
ejercicio para ser representante, ya que el código Civil no exige este supuesto, pero además agregan
que también es indispensable la capacidad de ejercicio ya que el representante será quien realice el acto
jurídico con el tercero contratante.
dirigida a quien se quiere constituir como representante, el Código Civil no exige ningún
requisito en relación a este sujeto. Ello ha llevado a que llegue a considerarse que no sea
exigible al representante la capacidad de ejercicio. Sin embargo, creemos que ella le es
imprescindible porque es él quien va a celebrar los actos jurídicos en interés del dominus, sea a
su nombre o en nombre propio, pero en interés del dominus, máxime si en ambos casos el acto
con el tercero contratante se forma no con la voluntad del representado sino con la del
representante, salvo que éste actúe como un nuncio.
1.10.4. El objeto
Según Vidal (1998, p. 197) nos indica que el objeto del otorgamiento de la representación es
la relación representativa, el cual sirve para dar validez al acto jurídico
1.10.5. La finalidad
Según Vidal (1998, p. 197) sostiene además que la finalidad es el deseo que inicia la
manifestación de la voluntad del representado, en función a su beneficio.
La finalidad del acto de otorgamiento de la representación está determinada por los efectos
queridos por el representado, que se resumen en la cautela de sus intereses mediante los actos
que en su representación celebre el representante. Nos remitimos también a lo expuesto en el
desarrollo de la finalidad como requisito de validez del acto jurídico.
1.10.6. La forma
Según Vidal (1998, Pp. 197.198) manifiesta que el Código Civil no ha prescrito la forma de
otorgar la representación en casos específicos, por ende, se debe tomar en cuenta la el buscar siempre
la forma idónea para realizar este supuesto.
el otorgante puede adoptar la que tenga por conveniente, pudiendo conferir su representación
verbal o documentalmente, pero siempre buscando una forma idónea, no sólo para probar el
otorgamiento de la representación sino también para satisfacer el requerimiento que pueda
hacerle el tercero contratante cuando el representante actúa como representante directo.
Así, mismo Vidal (1998, p. 198) menciona que el acto de otorgamiento de la representación
es voluntario, pero debe considerarse si el código civil prescribe otras disposiciones.
El acto de otorgamiento de la representación es, pues, de forma voluntaria. Sin embargo, debe
tenerse en consideración que cuando el Código Civil prescribe forma para el acto
representativo lo hace con carácter de ad solemnitatem, como puede apreciarse, por ejemplo,
para los actos de disposición (art. 156) o para la celebración del matrimonio mediante
representante (art. 264).
Según Vidal (1998, p. 198) sostiene que el otorgamiento del poder es independiente al
otorgamiento de la representación, este primero son las facultades que queda autorizado a ejercer el
representante durante su desempeño.
Según Vidal (1998, p. 198) además dando una clara diferencia en que el poder es una facultad
que recibe el representado que pude o no constar de un documento, mientras que la representación
consta de un documento.
Según Vidal (1998, Pp. 198-199) indica que el poder otorgado es una facultad denominada
“apoderamiento”, sin embargo, para que el representante pueda evidenciar tener esta facultad frente a
su representación, se necesita algo que obligue al representante en actuar para influir, en la esfera jurídica
del representado, pues está en la posición de actuar en su nombre, por su cuenta y en su interés.
El poder como conjunto de facultades viene a ser el acto del apoderamiento, al cual, por regla
general, la ley no le prescribe forma, por lo que el otorgante puede conferirlas verbalmente o
mediante documento privado o por escritura pública. Como el representante, por lo general,
debe evidenciar las facultades de las que está investido, también por lo general, el poder se
otorga por escrito, ya desde la denominada carta-poder, el poder fuera de registro el poder por
escritura pública e inscrito en el Registro de Mandatos eres. De ahí, que sea usual identificar
el poder con el documento en el que consta. De este modo, tomando ideas de Diez-Picazo, el
acto de otorgamiento del poder es un prius respecto del documento en el que consta, puesto
que antes se celebra el apoderamiento y después se plasma documentalmente. Pero, también
con ideas de Diez-Picazo, con el poder se designa la situación jurídica en virtud de la cual el
representante puede influir, o está facultado para influir, en la esfera jurídica del representado,
pues está en la posición de actuar en su nombre, por su cuenta y en su interés.
Finalmente, Vidal (1998, p. 199) sostiene lo siguiente en cuanto al otorgamiento del poder
Según Vidal (1998, p. 200) manifiesta que los alcances del poder son los límites de la voluntad
del representado frente a sus intereses.
Los alcances del poder se circunscriben a los límites puestos por la voluntad del que lo ha
otorgado y se refieren a la finalidad para la cual lo ha conferido. Los límites del poder pueden
ser de carácter temporal, es decir, haberle dado el poderdante una vigencia entre dos fechas.
Además, Vidal (1998, p. 200) indica que el poder puede ser general y especial, según lo
dispuesto por la doctrina.
28
Considerando sus alcances, el poder puede ser general y especial. La doctrina ha trazado esta
distinción dando diverso contenido a los respectivos conceptos. Pero no se entienda por poder
general el que puede abarcar todos o gran parte de los negocios que pueden ser celebrados por
representación, y por poder especial, el que se da para uno o más actos determinados.
Según Vidal (1998, Pp. 200-201) agrega que la distinción de poder general y especial se debe
a la división de entre los actos de administración y actos específicos que faculten al representante.
El Código Civil ha tomado posición por la distinción que refiere el poder general a los actos
de administración (Supra N° 25) y, el poder especial, a los actos para los que específicamente
se faculta al representante. Su art. 155 precisa que "El poder general sólo comprende los actos
de administración" y que "El poder especial comprende los actos para los cuales ha sido
conferido". La norma fue propuesta a la Comisión Revisora por Carlos Cárdenas Quirós'33' y
registra antecedente en los arts. 1627 y 1632 del Código Civil de 1936, con la advertencia que
estos normaban el contrato de mandato que era la expresión de la representación voluntaria.
Finalmente, Vidal (1998, p. 201) concluye que el alcance ya sea general o especial depende
del representado, el cual puede ampliar o reducir, según las facultades que regula según sus intereses.
El carácter general o especial del poder depende, en conclusión, de la voluntad del dominus,
quien le da el carácter que quiere en el acto del apoderamiento y, puede, durante la vigencia
de la relación representativa modificar el poder de representación, ampliarlo o reducirlo,
según las facultades que confiera para la regulación de sus intereses por el representante.
Según Vidal (1998, p. 191) sostiene que la representación también se manifiesta en materia
procesal, con el cuidado del debido proceso, ya que algunos supuestos necesitan de este ejercicio en el
proceso, el código civil vela por estas garantías.
Según Vidal (1998, p. 191) sostiene además los casos que necesitan de representación en el
debido proceso, mencionando los artículos de cada institución jurídica.
La representación de los menores e incapaces la corrobora el Código Procesal Civil (art. 63),
que además ha dado creación a la figura del curador procesal en los casos en que la parte
deviniere en incapacidad (art. 61 inc. 2), o no comparezca su representante legal (art. 66 inc. 1),
o no se le conozca (art. 66 inc. 2), o que el incapaz quiera demandar a su representante (art. 66
inc. 3), o cuando el juez aprecie la existencia de un conflicto de intereses entre el incapaz y su
representante legal (art. 66 inc. 4).
Según Vidal (1998, p. 191) indica que: “Adicionalmente, el Código Procesal Civil ha previsto
una cúratela procesal que a nuestro juicio es aplicable a los desaparecidos y ausentes (art. 61 inc. 1)”.
Finalmente, Vidal (1998, p. 191) manifiesta que el Código procesal Civil creo la figura del
patrimonio autónomo, en cuanto dos o más personas tiene derecho o interés co9mun respecto a un bien
especifico.
El Código Procesal Civil, por último, ha creado también la figura del patrimonio autónomo,
disponiendo que "Existe patrimonio autónomo cuando dos o más personas tienen un derecho o
interés común respecto de un bien, sin constituir una persona jurídica. La sociedad conyugal y
otros patrimonios autónomos son representados por cualquiera de sus partícipes, si son de-
mandantes. Si son demandados, la representación recae en la totalidad de los que la conforman,
siendo de aplicación, es este caso, el art. 93. Si se desconociera a uno o más de los integrantes
del patrimonio autónomo, se estará a lo dispuesto por el artículo 435. El que comparece como
demandado y oculta que el derecho discutido pertenece a un patrimonio autónomo del que forma
parte, se le impondrá una multa ..." (art. 65, cuyo texto fue restituido por la Ley N° 26827). De
este modo, dentro de la noción de patrimonio autónomo pueden quedar comprendidos los
patrimonios comunes, sean una sociedad conyugal o una unión de hecho, personas jurídicas en
situación irregular y las asociaciones, fundaciones y comités no inscritos, los condominios y las
masas hereditarias indivisas, para los efectos de su representación procesal.
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Según Vidal (1998, p. 207) sostiene que el representante y el representado tienen Derechos y
Deberes en cuanto a su relación en el acto jurídico, además de generar reciprocidad, también genera
obligaciones.
Sin embargo, Vidal (1998, p. 207) manifiesta que el Código Civil no precisa derecho y deberes
inherentes a la relación representativa, pero si en el mandato, por lo cual al ser semejantes estas
instituciones jurídicas, se determina por analogía cuales son los deberes y derechos de representante y
el representado.
Según Vidal (1998, p. 208) sostiene que los deberes resultantes de la aplicación analógica del
mandato, no son los únicos que se desarrollan en la relación representativa.
No se piense que los deberes que resultan de la aplicación analógica de los acotados arts. 1793
y 1796 son los únicos resultantes de la relación representativa, pues de ella se derivan muchos
otros a los cuales hemos hecho referencia y la seguiremos haciendo en el desarrollo de nuestro
estudio. Además, debe tenerse en consideración también que de los mismos deberes que son
inherentes a la relación representativa se derivan responsabilidades que, según el caso, pueden
imputarse el representado y el representante.
31
Según Vidal (1998, Pp. 208-209) manifiesta que en analogía al Art. 1796 del Código Civil, se
determinan los Derechos y Deberes el representado, ya que el representado busca beneficiar sus
intereses, brindando su confianza al representante.
B. Pago de la retribución
El reembolso de los gastos, en nuestra opinión, procede en todos los casos, sea que la relación
originante de la representación le haya dado características de onerosidad o de gratuidad. En el
primer caso, porque se trata de conceptos distintos, ya que uno es el de la contraprestación por
el desempeño de la representación y otro el reembolso de los gastos que efectúe el representante,
porque este reembolso no constituye contraprestación, por lo que no desnaturaliza el carácter de
gratuidad que se le haya querido dar a la relación representativa. Sin embargo, nada obsta para
que el representante pueda dispensar al dominus del reembolso.
32
En alguna medida podría producirse una confusión con la obligación de reembolso de gastos,
pero no la hay. Los gastos son las expensas que por cuenta del representado realiza el
representante. Los daños son los que éste sufre como consecuencia directa del ejercicio de la
representación y, los perjuicios, lo que deja de ganar, su lucro cesante. Ambos deben derivarse
de hechos sobrevinientes el entablamiento de la relación representativa.
Según Vidal (1998, Pp. 209-210) así mismo como por analogía se determinó los deberes y
derechos del representado, el Art. 1793 determinaría los derechos y deberes del representante.
Los derechos del representante son los deberes del representado, y viceversa, por lo que también en
aplicación analógica del art. 1793 del Código Civil pasamos a considerar los deberes del representante.
El representante, actúe o no en nombre del dominus, lo hace siempre en su interés. De ahí que
tenga la obligación de hacer de su conocimiento los resultados de los actos representativos y de
la manera como han quedado cautelados sus intereses.
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La rendición de cuentas tiene una connotación muy propia, pues significa expresar los resultados
de la actuación mediante una evaluación económica a fin de determinar lo positivo o negativo
que ha resultado la cautela de los intereses del dominus. Implica, pues, justificar los gastos para
su aceptación por el representado y correspondiente reembolso, así como un detalle
documentado de la administración de los bienes o de los resultados de su disposición.
34
CAPITULO II
Según el Código Civil, (2015, p. 129) nos indica en el Art. 145 que: “El acto jurídico puede ser
realizado mediante representante, salvo disposición contraria de la ley. La facultad de representación la
otorga el interesado o la confiere la ley”.
Para Messineo (1979) citado por Gonzáles (2017, p. 32) sostiene que la representación
voluntaria es la facultad de otorgar a otro nuestra representación:
Sobre representación voluntaria, consideramos que a pesar de estar en una situación en la cual
podemos realizar, gestionar y declarar nuestra voluntad, por comodidad o para poder estar en
varios lugares en simultáneo, confiamos en otra persona para que nos represente.
Según Torres, (2011, p. 275) sostiene que el concepto de representación es el siguiente: “Por la
representación una persona (el representante) sustituye a otra (el representado) en la celebración de un
acto jurídico. En general, el representante manifiesta su voluntad por cuenta y en interés del
representado.”
Asimismo, Torres, (2011, p. 275) nos pone en manifiesto también que la representación
voluntaria es una clase de representación la cual emana de la voluntad del representado:
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Según el Código Civil, (2015, p. 129) nos indica en el Art. 146 que: “Se permite la
representación entre cónyuges”.
Según Torres, (2011, p. 282) nos menciona que de acuerdo al art. 292 del Código Civil, se
permite la representación entre conyugues:
Según el Código Civil, (2015, p. 129) nos indica en el Art. 147 que: “Cuando son varios los
representantes se presume que lo son indistintamente, salvo que expresamente se establezca que
actuarán conjunta o sucesivamente o que estén específicamente designados para practicar actos
diferentes”.
Según Torres, (2011, Pp. 283-284) nos indica que: “Cuando son varios los representantes
designados, la representación puede ser indistinta, conjunta, sucesiva, o independiente”:
cada uno de ellos realice actos diferentes, cualquiera de ellos puede ejercer el poder
individualmente (poder solidario).
b) La representación conjunta requiere que en el acto representativo intervengan
necesariamente todos los representantes designados (poder mancomunado). Debe ser
establecida expresamente. El vicio en la voluntad de uno de los representantes es suficiente
para que se pueda anular el acto representativo.
c) En la representación sucesiva, uno de los representantes debe actuar a continuación del otro
en el orden establecido por el representado. A falta de disposición expresa, los representantes
actuarán de acuerdo al orden en que han sido nombrados. En todo caso, si el primero de los
nombrados no ejerce el poder, renuncia o se ausenta, ejerce el poder el segundo y así
sucesivamente,
d) La representación independiente significa que cada representante debe realizar el acto para el
cual ha sido designado.
Asimismo, Torres, (2011, p. 284) nos manifiesta que sucede si los representantes no indican los
actos que deben realizar:
Según el Código Civil, (2015, p. 129) nos indica en el Art.148 que: “Si son dos o más los
representantes, éstos quedan obligados solidariamente frente al representado, siempre que el poder se
haya otorgado por acto único y para un objeto de interés común”.
Según Torres, (2011, p. 284) nos manifiesta cual es la responsabilidad de los representantes
cuando la representación es conjunta:
Cuando la representación es conjunta, los representantes que han aceptado el encargo quedan
obligados solidariamente frente al representado a ejercer el poder. Si por dolo o culpa no
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cumplen con esta obligación o hacen un mal uso del poder, deben indemnizar solidariamente
los daños irrogados al representado. La norma contenida en el art. 148 es de naturaleza
dispositiva, por consiguiente, el representado puede eximir de la solidaridad a los
representantes.
Según el Código Civil, (2015, p. 129) nos indica en el Art. 149 que: “El poder puede ser
revocado en cualquier momento”.
Según Torres, (2011, p. 286) nos indica que la voluntad del representado extingue el poder por
ello puede ser revocado en cualquier momento:
El art. 149 consagra el principio general de la revocabilidad del poder al disponer que el poder
puede ser revocado en cualquier momento. Por la revocación, la sola voluntad unilateral y
recepticia del representado extingue el poder. El representado puede revocar el poder en
cualquier momento a su arbitrio, sin necesidad de dar explicación sobre su decisión. La ley le
confiere este derecho en resguardo de sus intereses. La revocación puede ser hecha aun cuando
la representación sea remunerada. En este caso, si el representante ya había dado comienzo a ¡a
gestión, el representado deberá pagar los honorarios proporcionalmente a los servicios
prestados.
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos indica en el Art. 150 que: “La revocación del poder
otorgado por varios representados para un objeto de interés común, produce efecto sólo si es realizada
por todos”.
Según Torres, (2011, p. 287) nos pone en manifiesto que, si hay varios representados, uno puede
continuar obrando legítimamente por los otros si estos no revocan el poder:
Si hay varios representados entre los cuales no existe un interés común en la realización del
acto jurídico para el cual han designado apoderado, cada uno puede revocar el poder a su
arbitrio, En tal caso, el, apoderado continuará obrando legítimamente por los demás
representados que no han revocado. En cambio, si los varios representados tienen un interés
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común en que el acto se ejecute por el apoderado elegido, ninguno de ellos podrá revocar el
poder sin el consentimiento de los demás.
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos indica en el Art. 151 que: “La designación de nuevo
representante para el mismo acto o la ejecución de éste por parte del representado, importa la revocación
del poder anterior. Esta produce efecto desde que se le comunica al primer representante”.
Según Torres, (2011, p. 288) sostiene que esta revocación puede ser expresa o tácita, y que a su
vez la expresa puede ser privada o pública:
La revocación del poder puede ser expresa o tácita. La expresa puede hacerse de palabra o por
escrito privado o público. El art. 151 establece que hay revocación tácita cuando el representado
designa a un nuevo representante para el mismo acto o cuando ejecuta él mismo el acto para el
cual había otorgado poder. El representado manifiesta claramente su voluntad de poner fin a la
representación cuando designa a un nuevo representante para la realización del mismo acto. La
revocación se produce aun cuando el nuevo representante no acepte el encargo o cuando el
nuevo poder resulte nulo o ineficaz, pues está clara la intención del representado de poner fin
al primer poder.
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos manifiesta que en el libro II Acto Jurídico, Titulo III
Representación, en su Artículo 152 indica lo siguiente:
Según Torres, (2011, p. 289) sostiene que la comunicación puede ser por cualquier medio
idóneo del representado pero que se disponga el fin de hacer llegar tal pretensión a los interesados:
El art. 152 dispone que la revocación expresa o tácita del poder debe comunicarse al representante
y a cuantos intervengan o sean interesados en el acto jurídico. El Código no dice en qué forma se
debe hacer la comunicación a los terceros, por lo que el representado se puede valer de cualquier
medio idóneo con dicho fin. Si el poder se inscribió en el registro público respectivo, la
revocación también debe ser inscrita, pues, no hay medio más idóneo de comunicar la revocación
tanto al representante como a los terceros interesados que con su anotación en el mismo registro
en que se inscribió el poder. Todo aquel que contrata con un representante cuyo poder ha sido
inscrito en el registro pertinente, debe verificar previamente en ese registro si el poder está vigente
o ha sido revocado.
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos pone en manifiesto que en el libro II Acto Jurídico,
Titulo III Representación, en su Artículo 153 indica lo siguiente:
1. El poder es irrevocable siempre que se estipule para un acto especial o por tiempo limitado
o cuando es otorgado en interés común del representado y del representante o de un tercero.
2. El plazo del poder irrevocable no puede ser mayor de un año.
Según Torres, (2011, p. 290) nos pone en manifiesto que la representación puede ser irrevocable
según los siguientes puntos deducidos del art. 153:
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos indica en el Art. 154 que: “El representante puede
renunciar a la representación comunicándolo al representado. El representante está obligado a continuar
con la representación hasta su reemplazo, salvo impedimento grave o justa causa”.
Asimismo, el Código Civil, (2015, p. 130) nos indica en el Art. 154 que: “El representante
puede apartarse de la representación si notificado el representado de su renuncia, transcurre el plazo
de treinta días más el término de la distancia, sin haber sido reemplazado”.
Según Torres, (2011, p. 292) nos menciona que el representante también es libre de renunciar
en cualquier momento a la representación:
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos indica en el Art. 155 que: “El poder general sólo
comprende los actos de administración. El poder especial comprende los actos para los cuales ha sido
conferido”.
Según Torres, (2011, p. 293) nos indica que el poder se clasifica en general y especial por las
facultades que le confieren al representante:
Del texto del art. 155 se deduce que la clasificación del poder en general y especial es en base
tanto a la extensión de los actos que comprende como a las facultades que se confieren al
representante. Esta clasificación sirve para determinar qué actos puede realizar válidamente el
representante.
41
Según el Código Civil, (2015, p. 130) nos indica en el Art. 156 que: “Para disponer de la
propiedad del representado o gravar sus bienes, se requiere que el encargo conste en forma indubitable
y por escritura pública, bajo sanción de nulidad”.
Según Torres, (2011, p. 295) nos pone en manifiesto que los conyugues pueden realizar actos
de administración según el art. 306:
El art. 306 dispone que «cuando uno de los cónyuges permite que sus bienes propios sean
administrados en todo o en parte por el otro, no tiene éste sino las facultades inherentes a la
mera administración y queda obligado a devolverlos en cualquier momento a requerimiento del
propietario», o sea, para que un cónyuge realice actos de administración de los bienes propios
del otro cónyuge es suficiente el poder tácito
Según el Código Civil, (2015, p. 131) nos indica en el Art. 157 que: “El representante debe
desempeñar personalmente el encargo, a no ser que se le haya facultado expresamente la sustitución”.
Según el Código Civil, (2015, p. 131) nos manifiesta que en el libro II Acto Jurídico, Titulo III
Representación, en su Artículo 158 indica lo siguiente:
Según el Código Civil, (2015, p. 131) nos indica en el Art. 159 que: “La sustitución puede ser
revocada por el representante, reasumiendo el poder, salvo pacto distinto”.
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Según Torres, (2011, p. 299) nos pone en manifiesto que la sustitución puede ser revocada en
cualquier momento:
Según el Código Civil, (2015, p. 131) nos indica en el Art. 160 que: “El acto jurídico celebrado
por el representante, dentro de los límites de las facultades que se le haya conferido, produce efecto
directamente respecto del representado”.
Según Torres, (2011, p. 300) sostiene que el acto jurídico de representación produce los efectos
en nombre de representado, dentro de los límites del poder:
Los efectos del acto jurídico representativo, esto es, del acto celebrado por el representante en
nombre del representado, dentro de los límites del poder, se producen directa e inmediatamente
para éste como si él mismo lo hubiera celebrado. Esto es así no solamente cuando el
representante es el elemento activo, generador de la relación jurídica (representación activa),
sino también cuando es el elemento pasivo (representación pasiva), siempre que en tal caso los
terceros se hayan dirigido a él en su calidad de representante del poderdante. El representante
no adquiere derechos ni contrae obligaciones derivadas de este acto.
Según el Código Civil, (2015, p. 131) nos indica en el Art. 161 que: “El acto jurídico celebrado
por el representante excediendo los límites de las facultades que se le hubiere conferido, o violándolas,
es ineficaz con relación al representado, sin perjuicio de las responsabilidades que resulten frente a éste
y a terceros”.
Asimismo, el Código Civil, (2015, p. 131) nos indica en el Art. 161 que: “También es ineficaz
ante el supuesto representado el acto jurídico celebrado por persona que no tiene la representación que
se atribuye”.
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Según el Código Civil, (2015, p. 131) nos manifiesta que en el libro II Acto Jurídico, Titulo III
Representación, en su Artículo 162 indica lo siguiente:
1. En los casos previstos por el Artículo 161º, el acto jurídico puede ser ratificado por el
representado observando la forma prescrita para su celebración.
2. La ratificación tiene efecto retroactivo, pero queda a salvo el derecho de tercero.
3. El tercero y el que hubiese celebrado el acto jurídico como representante podrán resolver
el acto jurídico antes de la ratificación, sin perjuicio de la indemnización que corresponda.
4. La facultad de ratificar se trasmite a los herederos.
Según el Código Civil, (2015, p. 132) nos manifiesta que en el libro II Acto Jurídico, Titulo III
Representación, en su Artículo 163 indica lo siguiente:
El acto jurídico es anulable si la voluntad del representante hubiere sido viciada. Pero cuando
el contenido del acto jurídico fuese total o parcialmente determinado, de modo previo, por el
representado, el acto es anulable solamente si la voluntad de éste fuere viciada respecto de dicho
contenido.
Según el Código Civil, (2015, p. 132) nos indica en el Art. 164 que: “El representante está
obligado a expresar en todos los actos que celebre que procede a nombre de su representado y, si fuere
requerido, a acreditar sus facultades”.
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Según el Código Civil, (2015, p. 132) nos indica en el Art. 165 que: “Se presume que el
dependiente que actúa en establecimientos abiertos al público tiene poder de representación de su
principal para los actos que ordinariamente se realizan en ellos”.
Según el Código Civil, (2015, p. 132) nos manifiesta que en el libro II Acto Jurídico, Titulo III
Representación, en su Artículo 166 indica lo siguiente:
Es anulable el acto jurídico que el representante concluya consigo mismo, en nombre propio o
como representante de otro, a menos que la ley lo permita, que el representado lo hubiese
autorizado específicamente, o que el contenido del acto jurídico hubiera sido determinado de
modo que excluya la posibilidad de un conflicto de intereses. El ejercicio de la acción le
corresponde al representado.
2.23. Poder Especial Para Actos De Disposición
Según el Código Civil, (2015, p. 132) nos manifiesta que en el libro II Acto Jurídico, Titulo III
Representación, en su Artículo 167 indica lo siguiente:
Los representantes legales requieren autorización expresa para realizar los siguientes actos
sobre los bienes del representado:
1. Disponer de ellos o gravarlos.
2. Celebrar transacciones.
3. Celebrar compromiso arbitral.
4. Celebrar los demás actos para los que la ley o el acto jurídico exigen autorización especial.
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CONCLUSIONES
Se tomó en cuenta que para poder abordar el tema la representación, se debía conceptualizar de
manera didáctica y sencilla, desde su fuente hasta los alcances más relevantes de su aplicación en el
Acto jurídico, así mismo el derecho no es inmutable en el tiempo, ya que se interrelaciona
constantemente con la realidad, es decir que debe adecuarse a la realidad, porque lo que estas teorías,
comentarios y conceptos son los más actualizados.
Con lo referente al objetivo principal se mencionó que este era otorgar la manifestación de
voluntad de una persona a otra, por lo que primero se mencionan en el trabajo, los estudios, teorías,
conceptos, principios y fuentes referente a la representación, así como su aplicación, por lo tanto, de
manera sistematizada, esto cumplirá con las expectativas del interesado en su búsqueda.
De ahí que sea necesario que, para realizar un acto jurídico, siempre se tenga la manifestación
de voluntad, entonces al no poder una persona estar apta ya sea física o moralmente para manifestar
esta voluntad se necesita de un tercero el cual toma la denominación de representante, lo que otorga a
esta persona facultades indistintas del representado, pero siempre con la voluntad de este.
Continuando con lo anterior se espera conseguir que poco a poco los estudiantes, aprendan, se
informen y tomen medidas para que mejoren sus conocimientos, aptitudes y ponerlas en práctica con lo
referente al tema, se aconseja por lo menos tener un mínimo interés y ser conscientes que nuestras
acciones pueden hacer una gran diferencia si se siguen con firmeza.
Además, se debe mencionar que esto tiene un obstáculo muy grande, la cual es la falta de
costumbre y los buenos hábitos, lamentablemente nadie está interesado en algo tan aburrido como lo es
la doctrina y teorías del ordenamiento jurídico y en este caso de instituciones jurídicas, sino que por el
contrario nos vamos a la práctica, pero esta práctica debe tener una base sólida de teorías que surgieron
en las diferentes épocas de la historia para llegar a lo que hoy es, un método de regulación de las
interrelaciones humanas, como lo es el acto jurídico.
Finalmente se cree necesario que, para el desarrollo de la materia, se tenga una base
fundamental de información que se brinda en este trabajo monográfico de manera didáctica y
académica, la cual busca mejorar las aptitudes de los estudiantes referentes al tema de la representación
del acto jurídico y sus alcances.
46
REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍCAS
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ANEXOS
48
Fuente: https://www.google.com.sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&uact=8&ve
Fuente: https://www.google.com.sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=ve
50
Anexo. N° 06: Esquema Sobre A Quien Se Dirige Los Efectos De La Celebración De Un Acto
Jurídico Mediante Representante.