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Lo que hemos ganado las mujeres guatemaltecas en

los últimos 60 años


Históricamente se sabe que las mujeres empiezan a ser actoras
importantes en el Estado de Guatemala a partir de la revolución de 1944.
Con la llegada de la primavera democrática en Guatemala se plantean
nuevos derechos y nuevas posibilidades para los grupos que han sido
históricamente marginados. Fue en ese momento que se empezó a
considerar el voto femenino como una posibilidad. En otros países de
América Latina ya se había implementado, y el movimiento sufragista ya
llevaba casi treinta años de existir en el mundo.

1. La mujer como sujeto de derechos civiles y políticos:

Era 1944, aquel famoso 25 de junio. 300 mujeres salieron vestidas de negro,
pero no se les veía tristes, salieron a marchar sonrientes. Iban en sus carros
de la época con sus banderas hechas en casa azul y blanco. Ese día el ejército
salió a reprimir, hubo disparos. Una de las abatidas fue María Chinchilla, tenía
treinta y seis años.

Ese día las mujeres empezaron a ser visibles en la vida política de Guatemala
dejaron claro que iban a luchar por sus derechos, por la libertad y por su lugar
en un país hecho para los hombres.

El reconocimiento de las mujeres en el Estado no es de tan antiguo como se


cree, las mujeres tienen muy poco de formar parte de la vida política y legal del
país, y el reconocimiento de sus derechos es una consecuencia de la lucha
que las mujeres han emprendido por la igualdad formal socialmente.

Para alguien nacida en 1990 resultan increíbles las discusiones que se tenían
para permitirnos participar y aportar a la sociedad, y de hecho no sería raro
que actualmente existan diputados que sostengan posturas propias de los
diputados que no querían permitir los cambios.

Derechos Políticos:

Históricamente se sabe que las mujeres empiezan a ser actoras importantes en


el Estado de Guatemala a partir de la revolución de 1944. Con la llegada de la
primavera democrática en Guatemala se plantean nuevos derechos y nuevas
posibilidades para los grupos que han sido históricamente marginados.

Fue en ese momento que se empezó a considerar el voto femenino como una
posibilidad. En otros países de América Latina ya se había implementado, y el
movimiento sufragista ya llevaba casi treinta años de existir en el mundo.
Los diputados de partidos revolucionarios y liberales conformaron la Asamblea
Nacional Constituyente en 1945. En su trabajo reconocieron, por primera vez,
el voto de la mujer. Aunque el país iba atrasado con respecto a la región. En El
Salvador, Uruguay, Chile, Cuba, Brasil, Ecuador, Panamá, República
Dominicana, y Jamaica las mujeres ya llevaban cerca de una década de tener
derecho al sufragio.

Pero aunque el patriarcado se vista de revolución, patriarcal se queda. En las


discusiones en torno al voto femenino según Jorge Mario García Laguardia en
su Libro “Constitución y Constituyentes en 1945 en Guatemala” se ve que los
partidos de izquierda estaban preocupados por lo que podría significar para el
país que votaran las mujeres. Algunos políticos como José Manuel Fortuna
proponían que las mujeres solo votaran en elecciones municipales. Él
consideraba que las mujeres alfabetas sí podrían votar, sin embargo sentía
temor que la cercanía de la población femenina al clero fuera a resultar
contraproducente, describiendolas como “Falangistas”. “Muchas mujeres obran
de acuerdo a sus sentimientos, después de terminar sus quehaceres
domésticos se la pasan platicando en casa del párroco, o bien andan de
comadreo en comadreo comentado lo que dijo el cura”, decía.

Es entonces que se extienden comunicaciones a las organizaciones de


mujeres que abogaban por este derecho que habían ganado por su lucha en la
revolución y por su participación política en esta asamblea. Se aprueba así el
voto obligatorio para hombres y voto optativo para mujeres y analfabetos.

A partir de este momento la participación femenina se ve condicionada a los


diferentes contextos sociales que viven las mujeres. Solo algunas mujeres han
podido formar parte del legislativo y es hasta 1956 que entra en el Congreso de
la República la Diputada Alma Rosa Castañeda de Mora y entra sola. Ni hablar
de mujeres indígenas, hasta 1986 entra Ana Maria Xuyá Cuxil. De ahí los
números en el Congreso de representación femenina oscilan entre el 10% y el
20% Por esta razón en el año 2015 se plantea la necesidad de ver imponer
cuotas de participación, nadie puede representar mejor los intereses de las
mujeres que las mismas mujeres, es entonces que surge la idea de la paridad.

A las sesiones de discusión de los artículos de la paridad llegaron


organizaciones de mujeres y de mujeres indígenas, todas bajo la consigna que
“sin mujeres no hay democracia,” sin embargo, los diputados sabían bien que
de permitir la paridad la mayoría de ellos por ser hombres, no podrían
reelegirse. La propuesta no fue aprobada en marzo del 2016 y sigue siendo
una deuda pendiente de la democracia para las mujeres.
Derechos civiles:

A partir del reconocimiento de los Derechos Civiles se reconoce a las mujeres


como personas distintas e individuales respecto de sus núcleos familiares. En
el antiguo Código Civil, que estuvo vigente desde 1937 a 1963 cuando se
promulgó el actual código civil y que ha sufrido múltiples modificaciones en
materia de género que han modernizado y permitido un trato más igualitario.

Aun con el Código Civil vigente desde 1963, se puede decir que las mujeres no
tenían plena capacidad civil. Aunque ya se les reconocía como personas
individuales con personalidad jurídica propia, se consideraba en el artículo 113
“La mujer podrá desempeñar un empleo, ejercer una profesión, industria, oficio
o comercio, cuando ello no perjudique el interés y cuidado de los hijos ni las
demás atenciones del hogar.” Es decir, existe una excepción legal para que las
mujeres trabajasen y además quien decidia si cumplia o no con los quehaceres
era el esposo, según el artículo siguiente: “El marido puede oponerse a que la
mujer se dedique a actividades fuera del hogar, siempre que suministre lo
necesario para el sostenimiento del mismo y su oposición tenga motivos
suficientemente justificados. El juez resolverá de plano lo que sea
procedente.” Llegó el año 1992 y esta legislación seguía vigente, las mujeres
seguían siendo “menores de edad” para algunas cosas, como trabajar, y
además era judicializable. Por lo que la abogada y ahora magistrada de la
Corte Suprema de Justicia, como procuradora adjunta de la Procuraduría de
los Derechos Humanos presentó una acción de inconstitucionalidad ante la
Corte de Constitucionalidad, argumentando la violación al principio de igualdad.
La Corte declaró sin lugar la acción de inconstitucionalidad, argumentando lo
siguiente: “En el matrimonio hay un papel para cada uno de los cónyuges, el
que determina el Estado dentro de los valores tradicionales guatemaltecos y la
diversidad de concepciones, costumbres y creencias nacionales en relación
con el matrimonio. El Estado ha regulado la institución con normas precisas
para que den certeza y seguridad jurídica a cada uno de los cónyuges.”. Esta
es la misma Corte que un año después detuvo el golpe de Estado gestado por
Jorge Serrano Elías, actualmente se les considera héroes. Estos artículos
fueron derogados más adelante en 1998 por el Congreso de la República.

2. La mujer como sujeto de derechos sexuales y reproductivos.

En principio las mujeres no podían gozar de su sexualidad de la misma forma


que los hombres. Así como el Estado regulaba las relaciones familiares y los
permisos que podría obtener la mujer también regulaba las discusiones
familiares y de forma desigual.
En el Código Penal original promulgado en 1973 se contemplaba el delito de
adulterio, delito que solo lo cometen las mujeres casadas al sostener relaciones
sexuales con otra persona que no fuese su esposo. Es decir existía una
obligación determinada por el Estado sobre con quién una mujer podría
sostener una relación sexual y además de los permisos que por ley debía
extender el hombre.

Aunque la ley establece otro tipo penal para el hombre casado que sostenía
relaciones sexuales con otra mujer que no fuese su esposa, el delito se
llamaba “concubinato”, pero los supuestos que determinaba para que se
cometiera el delito eran mucho más específicos que para el delito del
“adulterio”. En el caso del adulterio sólo se implicaba la consumación de un
acto sexual, mientras que el concubinato especificaba que este debía ser en la
residencia conyugal. Además se entendía que el adulterio era de acción
privada, es decir que solo por el perdón del ofendido (el marido) podría
excarcelarse.

Esto duró hasta 1995 que los grupos de mujeres se organizaron para poner fin
a la desigualdad y criminalización ya que las mujeres pasaban tiempo en la
cárcel debido a una persecución penal lenta y maliciosa. María de la Luz
Méndez de la Vega, Lulú Colom Argueta, Julieta Albertina Soto Villagrán, Rosa
María Wantland García, Adelfa Georgina Navarro Miranda, Lilian Giovana
Lemus Pérez y Olga Isabel Villalta Pereira. Las solicitantes actuaron con el
auxilio de las abogadas María Eugenia Mijangos Martínez, Malvina Beatriz
Armas España y Edna Victoria Rodríguez Hernández interpusieron la acción de
inconstitucionalidad sobre los delitos de concubinato y adulterio por ser
abiertamente desiguales y discriminatorios. La Corte de Constitucionalidad
declaró con lugar la acción de inconstitucionalidad, pero no fue de forma
unánime. El magistrado Ramiro López Nimatuj emitió un voto razonado
argumentando que no es cierto que no se castiga a los hombres que fallan al
matrimonio puesto que si existe el delito de concubinato, que el Estado estaría
fallando en función de proteger a la familia, y que las promoventes que citaron
la Convención Sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación de la
mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) que establecía promoción de políticas
públicas para eliminar la discriminación por motivo de género, no de la
eliminación de leyes, cosa que personalmente me parece un tecnicismo para
negar el derecho de autodeterminación sexual y familiar.

También en esos años existían una serie de delitos que limitaban la libertad
sexual de las mujeres por un lado, y dejaban con sensación de impunidad a las
víctimas por la forma en la que se resolvían. En principio se perseguían de
distinta forma: eran delitos de Acción Pública dependiente de instancia
particular, eso quiere decir que solo la víctima podía interponer la denuncia y
con perdón de la víctima podría suspenderse la acción penal, esto era
sumamente peligroso para las víctimas que a menudo vivían con sus
agresores, más aún cuando eran menores de edad.

Algunos de estos delitos siguen vigentes, sin embargo se regulan de forma


distinta. El delito de Violación tenía una pena menor, actualmente la pena se
podría aumentar dependiendo de la situación mental de la víctima y de su
edad. Anteriormente solo las mujeres podrían ser víctimas de violación y
solamente si eran penetradas por la vía vaginal. Tampoco se tomaba en cuenta
la voluntad y consentimiento de la víctima para la consumación del hecho, lo
que dejaba afuera a muchos violadores por no concretar todos los supuestos
que implicaba la violación.

Para todo lo que no era violación según la ley en esos días, estaba el delito de
Abusos deshonestos, cuya aplicación era más compleja y la pena graduaba
entre los 10 y 18 años de cárcel. La pena iba disminuyendo dependiendo de la
edad de la víctima y podría llegar a convertirse en delito de Acción pública, es
decir perseguible por el Ministerio Público dependiendo de esto también.

El delito de Estupro establecía que era delito tener relaciones sexuales con
menores de edad, aunque la ley se refería específicamente a “mujer honesta”
es decir, que solo si la menor era “virgen” se configuraba la comisión del delito.
Por otro lado también estaba el delito de Incesto, que consistía en sostener
relaciones sexuales con parientes dentro de los grados de ley y se agravaba si
la otra persona era menor de edad.

También existía el delito de rapto, que consistía en la sustracción de una


persona contra su voluntad o mediante engaño. Es decir cuando las abuelitas
decían que “se las robaba el novio” se referían a este tipo penal.

Mientras estuve haciendo pasantías en la Fiscalía de la Mujer, una Auxiliar


Fiscal quien llevaba años de trabajar en esa unidad fiscal, contaba que antes el
trabajo de la Fiscalía consistía en celebrar conciliaciones y autorizar
matrimonios entre las víctimas y los victimarios, ya que de esa forma era como
se desestimaban las causas penales por delitos sexuales.

Esto duró así hasta el año 2009 que entró en vigencia la Ley Contra la
Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, ley que convirtió los Delitos
Sexuales en Delitos de Acción pública, es decir que era obligación del
Ministerio Público perseguirlos hasta sentencia y no eran susceptibles de
excarcelación si contaban con perdón de la ofendida. Se aprobaron penas más
adecuadas para estos delitos y las responsabilidades penales más idóneas, se
crearon delitos como el de Agresión Sexual y se hizo una mejor descripción del
delito de violación, además de aplicación universal tanto para hombres y
mujeres. Se derogó el delito de Rapto, el Incesto, ya que no tenía sentido
penalizar las relaciones sexuales voluntarias adultos que fuesen parientes
dentro de los grados de ley. Si fuesen forzadas se configuraba el Delito de
violación o Agresión Sexual dependiendo del caso, y si son menores de edad
existen agravantes especiales que podrían alargar la pena.

Aunque lo más innovador de esta ley no está tanto en los tipos penales como
en los modelos de atención a la víctima que se implementaron en el Ministerio
Público durante la gestión de Claudia Paz y Paz y que se mejoraron durante el
periodo de Thelma Aldana. Sin embargo, aún existen falencias institucionales
en las fiscalías regionales que deben ser cambiadas en la actual
administración. Aunque sí se puede decir que la institucionalidad ha mejorado
considerablemente es necesario implementar cambios en el modelo de
atención a la víctima y en la litigación de los casos para evitar la
revictimización. Así mismo se crearon diferentes grados de institucionalidad a
nivel policial para apoyar a las víctimas de trata, sobre todo a las que deben ser
repatriadas.

En cuanto a la libertad sexual de las mujeres, realmente no existen políticas


que hayan sido implementadas con este fin, sin embargo existen otras que
aunque no tengan como propósito la libertad sexual de las mujeres si existen
políticas de planificación familiar que han sido implementadas como respuesta
a las necesidades de la sociedad.

Particularmente la más atacada en su momento fue el decreto 87-2005, Ley de


Acceso Universal y Equitativo de Servicios de Planificación Familiar y su
Integración en el Programa Nacional de Salud Reproductiva, una ley que
proponía la creación de mecanismos por medio de los cuales se asegura que
las y los ciudadanos tengan acceso a métodos de planificación familiar. Cosa
que no hizo mucha gracia en los sectores más conservadores, y alegando
violaciones a los derechos a la vida desde la concepción contemplado en el
artículo 3 de la Constitución por considerar que los métodos anticonceptivos
son “abortivos” y al derecho a la libertad por considerar que es una “imposición
del Estado” a la educación que los padres quieren que sus hijos reciban. En
este caso intervino el Colegio de Médicos de Guatemala, quienes con cifras
explicaron la situación alarmante de muchas mujeres en condiciones de
pobreza y pobreza extrema : ”…no se ha tenido acceso a la educación en
cuidados de la salud reproductiva de la mujer; el porcentaje actual de niños es
de cuatro punto cuatro hijos por cada mujer y las tasas de mortalidad materna
se cuenta entre las más altas del mundo…” así mismo la afirmación que hizo
despegar una campaña feroz conservadora asegurando que los
anticonceptivos no son abortivos: “…la afirmación de que los anticonceptivos
son abortivos carece de razón científica y, en Guatemala, no hay
medicamentos abortifacientes autorizados; por ello, educar a la mujer y a la
pareja y proporcionar servicios de planificación familiar es efectivo para
prevenir el aborto y la mortalidad y morbilidad de la mujer…”. En relación a esto
la Corte determinó que no existían violación al derecho a la vida puesto que se
presentaron argumentos científicos que establecen lo contrario. No se vulnera
la libertad de culto puesto que la ley impugnada no tiene nada que ver con la
religión por lo que la Corte declaró sin lugar la acción de inconstitucionalidad
de esta ley.

En cuanto al aborto es otro caso, puesto que actualmente es un delito, y


depende de la persona que interviene en el procedimiento el tipo de aborto que
comete y la pena que oscila entre uno a tres años. Es decir es un delito que
puede gozar de criterios de oportunidad, suspensiones condicionales de la
pena y hasta conmutas de pena de prisión a multas, salvo el “aborto calificado”
(que es cuando la madre muere en el procedimiento) y el “aborto sin el
consentimiento de la madre” (aplica al médico,) que son tipos penales más
severos puesto que amplía las penas podrían conllevar otro tipo de
responsabilidad penal.

La tentativa de aborto y el aborto culposo (para la madre) es imputable, es


decir que no se puede asignar una responsabilidad penal por ambos.

Sin embargo está la excepción del aborto terapéutico que consiste en la


práctica de abortos en casos en los que la vida de la mujer esté en riesgo
grave. Pero para determinar el riesgo es necesario que sea evaluada por dos
médicos y estos dictámenes deben ser autorizados por un juez competente,
que regularmente es un juez de la rama de familia. Sin embargo difícilmente se
otorgan estos permisos en tiempo, se ha sabido de casos en los que los
médicos se rehúsan a dar dictámenes favorables o que los jueces no autorizan
los abortos. Recientemente supe de un caso de una niña que, en el que a
pesar de tener los dictámenes de los facultativos el juez negó el aborto por que
consideró que el riesgo no era tan serio, la niña no falleció durante el parto pero
si agudizó su padecimiento dejándola incapaz mentalmente. La inaplicabilidad
de esta normativa hace complejo poder optar a un aborto terapéutico.
3. Justicia penal con perspectiva de género

Otras instituciones que han mejorado considerablemente son las que imparten
justicia contra la violencia de género. Antes del año 1996 legalmente era
punible a través de los delitos de agresión, lesiones, lesiones culposas (habían
quienes alegaban esto), lesiones graves, lesiones gravísimas y lesiones
específicas (es decir, las que ocasionaren impotencia o algún grado de
esterilidad), sin revisar los motivos, o el contexto de la víctima. Hasta ese año
se promulgó el Decreto 97-96 que cataloga la violencia intrafamiliar como
“…una violación a los Derechos Humanos…” por lo que se promueven los
mecanismos de protección necesarios para la protección de las víctimas a
manera de garantizar sus vidas.

Actualmente estos mecanismos se ven agotados por la cantidad de denuncias


y la incapacidad de la Policía Nacional Civil de apoyar en tiempo a todas las
víctimas y no garantizan del todo una protección adecuada. ya se ha visto las
Medidas de Seguridad contenidas en el Código Procesal Civil y Mercantil como
la única medida de protección y por tanto insuficiente.

Por otra parte, los delitos que se podrían constituir en una situación de
Violencia Intrafamiliar quedaban fácilmente en la impunidad por ser
excarcelables por medio del simple perdón de la víctima, una persona que se
encuentra sometida en una situación de violencia tiende a retirar la denuncia
con facilidad. Por lo que se fortaleció la política en materia de violencia de
género, promulgando así el decreto 22-2008, la “Ley de Femicidio y otras
formas de Violencia Contra la Mujer” lo que toma en cuenta de mejor forma las
relaciones de poder entre hombre y mujer y como las mujeres pueden ser
susceptibles a una forma de violencia distinta y más compleja de lo que las
“lesiones culposas” puede lograr. Esta ley aunque implementa tipos penales
más abiertos adecuados para castigar la violencia de género, lo más innovador
son los mecanismos de sanción de los delitos y los mecanismos de atención a
la víctima que iniciaron una nueva etapa en la persecución penal con
perspectiva de género. Tribunales especializados y mecanismos de denuncia
innovadores a través de aplicaciones para celular, un call center especial con
mecanismos para que los operadores puedan rastrear llamadas y atender a las
víctimas en tiempo record. Tan así que los operadores del call center del
modelo de violencia contra la mujer tienen fama de acusadores con los agentes
de la Policía Nacional Civil puesto que si no llegan en un plazo determinado,
deducen responsabilidades y sancionar a los agentes de la PNC.
Por último no está demás olvidar los casos litigados ante la Corte
Interamericana de los Derechos Humanos en los que el Estado de Guatemala
ha sido condenado por no proteger adecuadamente a las mujeres, el caso
Claudina Velásquez, una estudiante de Derecho que fue encontrada en los
campos del Roosevelt, y enterrada como XX, ya que las autoridades no
intentaron identificarla por la forma en la que iba vestida, por un piercing en el
ombligos y las sandalias que usaba su cadáver fue procesado a la carrera y su
caso prácticamente fue desestimado. Cuando los padres la reportaron pérdida
y finalmente lograron reconocer su cuerpo fue que empezó el calvario por exigir
justicia por su femicidio puesto que la Policía actuó negligentemente y fuera de
tiempo. Este caso y el de Isabel Veliz Franco fueron ejemplos de como la
Policía no debe actuar y la urgencia de crear mecanismos de búsqueda y
rescate para las mujeres quienes son mucho más susceptibles a ser
violentadas por el hecho de ser mujeres. Fue así como en agosto del año 2018
el Ministerio Público implementó un mecanismo de búsqueda de mujeres
denominado “Alerta Isabel Claudina” en memoria de ambos femicidios que
pudieron ser prevenidos si hubiesen tenido la atención debida y consiste en la
publicación, viralización y búsqueda de las mujeres que han sido reportadas
como desaparecidas, puesto que conforme el tiempo pasa se incrementan las
posibilidades de ser asesinadas.

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