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Título del artículo 29

«[La geografía] debe mostrar [...] que las


Territorialidad fronteras políticas son reliquias de un bár -
y fronteras del baro pasado; y que el trato entre los distin -
tos países, sus relaciones y su influencia
estado-nación: mutua, están sometidos a unas leyes tan
poco dependientes de la voluntad de separar
Las condiciones de a los hombres como las leyes que rigen el
movimiento de los planetas»
la política en un (Piotr Kropotkin:
mundo fragmentado Lo que debe ser la geografía)

R ecientemente se ha realizado en
Madrid una campaña de promoción,
con objetivos de diversa índole, de
Heriberto Cairo Carou uno de los Estados vecinos de España bajo la
denominación general de «Perfil de Portugal».
La imagen elegida para identificar la campaña
y que estaba presente en los folletos de propa-
ganda era una versión estilizada de un mapa de
Portugal 1, es decir, un mapa en el que estaban
dibujadas –en algún caso recortadas– las fron-
teras de una unidad política que conocemos
bajo ese nombre. Fácilmente podría concluirse
que ese mapa es un signo que representa Por-
tugal 2. Pero, ¡atención!, un mapa no reprodu -
ce el mundo, lo construye, y, más aún, natura -
liza determinados hechos culturales. Como
señala Wood: «En tanto se acepte que el mapa
es una ventana abierta al mundo, debe aceptar-
se que [...] líneas [como las fronteras] que
representan cosas en él tienen el mismo estatus
ontológico que los arroyos o las colinas [...]
Una vez que se reconoce que el mapa crea
estos límites, ya no puede volver a aceptarse
que representa estas “realidades”, que sólo el
mapa es capaz de dar expresión» (1993: 19).
Hablar de fronteras estatales, entonces, es
tanto como hablar de mapas. Es en los mapas
donde nacen y donde encuentran su soporte.
Benedict Anderson (1991) describe magistral-
mente, apoyándose en el trabajo de Thong-
chai, cómo la introducción de la cartografía de
estilo europeo contribuyó a la construcción de
una nueva concepción del Estado por las eli-
tes gubernamentales tailandesas. Y esta nueva
concepción implicaba una forma diferente de
entender la extensión de la comunidad políti-
ca: «Los hitos y marcas [fronterizas] existían,
y en realidad se multiplicaban a lo largo de los
límites occidentales del reino[...]. Pero estas

Heriberto Cairo Carou. Dpto. de CC Política y de la Administración III. U. Complutense de Madrid.


Política y Sociedad, 36 (2001), Madrid (pp. 29-38)
30 Heriberto Cairo Carou

piedras se colocaban discontinuamente, en Para estos últimos, la territorialidad humana


pasos de montaña y vados estratégicos, y a es una compulsión instintiva que el hombre
menudo estaban a considerables distancias de como todo ser animado posee para defender el
las piedras correspondientes, colocadas por el territorio que habita (Ardrey, 1966; Malmberg,
adversario. Se les interpretaba horizontalmen- 1980); mientras que para los primeros se trata
te, al nivel del ojo, como puntos de extensión más bien de una característica cultural especial
del poder real; no “desde el aire”. En el dece- de los seres humanos, que se acrecienta en las
nio de 1870 empezaron los dirigentes tailande- sociedades más complejas –especialmente las
ses a pensar en los límites como segmentos de dotadas de Estado– (Soja, 1971; Alland, 1972;
una línea continua que no correspondía a nada Sack, 1986). Evidentemente, unos intentan
visible en el terreno, sino que demarcaba una naturalizar la territorialidad y los otros la con-
soberanía exclusiva colocada entre otras sobe- sideran un hecho cultural.
ranías» (B. Anderson, 1991 [1993: 240-1]). La territorialidad constituye uno de los prin-
Una nueva territorialidad implica una nueva cipios centrales de la teoría etológica, que cons-
forma de entender el territorio y sus límites. tituye el paradigma del tratamiento naturalista
En este trabajo intentaremos, precisamente, de la misma (véase Lorenz, 1966). Se parte de
establecer las conexiones entre territorialidad la consideración de que la territorialidad es una
y fronteras, y nos ocuparemos de analizar una parte innata de la conducta animal: todos los
forma específica de ambas, ligada a la sobera- animales tenderían a mantener territorios fijos y
nía territorial propia del Estado-nación moder- espacios individuales, estableciendo límites y
no. Esto implica, también, mostrar la historici- excluyendo o admitiendo en los territorios así
dad de estas formas: tienen un principio, con lo fijados a quien ellos quisieran. Se trataría enton-
que también tendrán un final, quizás no el ces de una conducta puramente instintiva, y el
anhelado por los movimientos antisistémicos hombre, en tanto que animal, participaría de esa
de la modernidad, pero sí un final de cuyos conducta. Así, los etólogos (por ejemplo,
síntomas se hacen eco la Academia y los Ardrey, 1966) opinan que el instinto es una
medios. No se trata de negar la existencia de explicación posible de la tendencia humana
espacios liminales en las comunidades políti- manifiesta a poseer, defender y organizar polí-
cas anteriores a las presentes, sino más bien de ticamente una área geográfica delimitada.
contrarrestar la habitual naturalización que se Arguyen que la posesión y la identificación con
hace de las fronteras. un territorio constituyen prerrequisitos para la
satisfacción de necesidades básicas de la gente,
tales como seguridad (que permite superar la
ansiedad), estímulo (que vence el tedio) y, sobre
1. La territorialidad: un todo, identidad (que anula el anonimato).
producto social De este modo, acciones tales como expulsar
visitantes no deseados de una propiedad priva-
da, beneficiar la ciudad o región a la que se

E l concepto de territorialidad aparece


en el vértice de conjunción de múlti-
ples disciplinas de las Ciencias
pertenece frente a la autoridad central o defen-
der la nación propia contra una amenaza exte-
rior, serían resultado de tendencias innatas, es
decir, genéticamente determinadas, de la con-
Sociales e, incluso, de las Naturales. Se ha
indagado en las raíces de la territorialidad ducta humana. En definitiva, el patriotismo o
desde la Geografía, la Biología, la Psicología, el nacionalismo se interpretan como nada más
la Antropología, la Ciencia Política, la Socio- que la expresión humana del instinto territorial
logía, la Historia, etc. Pero, a la postre, desde de todo animal: «“Este lugar es mío, soy de
la perspectiva de la relación entre territoriali- aquí”, dice el albatros, el mono, el pez luna
dad y especie humana podríamos clasificar verde, el español, el gran búho, el lobo, el
prácticamente todos los estudios realizados en veneciano, el perro de las praderas, el picón de
dos grandes categorías: los que consideran que tres espinas, el escocés, el skua, el hombre de
la territorialidad humana es distinta de la terri- La Crosse (Wisconsin), el alsaciano, el chorli-
torialidad animal y los que consideran que son to anillado, el argentino, el pez globo, el sal-
fundamentalmente el mismo fenómeno. món de las Rocosas, el parisino. Soy de aquí,
Territorialidad y fronteras del Estado-nación: las condiciones... 31

que se diferencia y es superior a todos los plejidad la territorialidad se reafirmó como


otros lugares en la Tierra, y comparto la iden- un poderoso fenómeno de organización y
tidad de este lugar, de modo que yo también conducta. Pero se trata de una territorialidad
soy diferente y superior. Y esto es algo que no simbólica y cultural, no de la primitiva terri-
me puede quitar nadie, a pesar de todos los torialidad de los primates y otros animales»
sufrimientos que pueda padecer o a donde (Soja, 1971: 30). De hecho, para algunos, la
pueda ir o donde pueda morir. Perteneceré territorialidad es una respuesta social que se
siempre y únicamente a este lugar» (Ardrey, ha desarrollado en el curso de la experiencia
1967: 178). de los seres humanos (Dyson-Hudson y
Ciertamente, algunos partidarios de esta Smith, 1978); aunque no haya consenso en si
interpretación admiten que la territorialidad es resultado de la interactuación de fuerzas
humana es más compleja que la territoriali- biológicas y sociales (Peterson, 1975) o no es
dad animal, que tiene un desarrollo superior más que un producto cultural de las socieda-
en la especie humana (Malmberg, 1980). des humanas y no existiría nada parecido a un
Pero, aún así, no nos encontraríamos ante «imperativo» territorial universal en nuestra
fenómenos diferentes, y la explicación de especie (Alland, 1972).
esta comunidad de conductas entre el ser Según Soja (1971) la territorialidad especí-
humano y los animales suele ser razonada en ficamente humana tiene tres elementos: el
términos evolutivos: «La continuidad de la sentido de la identidad espacial, el sentido de
evolución humana desde el mundo de los ani- la exclusividad y la compartimentación de la
males al mundo del hombre asegura que el interacción humana en el espacio. Proporcio-
grupo humano se comportará según las leyes na, entonces, no sólo un sentimiento de perte-
universales del principio territorial. Lo que nencia a una porción particular de tierra sobre
llamamos patriotismo –que, en otras palabras, el que se tienen derechos exclusivos, sino que
es una fuerza calculable que se libera en una implica un modo de comportamiento en el
situación predecible– animará al hombre de interior de esa entidad.
una forma no diferente de otras especies terri- La territorialidad, tal y como la define Sack
toriales» (Ardrey, 1966: 213). (1986: 19), es una conducta humana que
Pero, esta interpretación de la territoriali- intenta influir, afectar o controlar acciones
dad humana no puede explicar las decisiones mediante el establecimiento de un control
racionales ni las ambiciones propias de los sobre un área geográfica específica: el territo-
humanos, que pueden dar como resultado el rio. Para él, la territorialidad humana cumple
abandono del territorio natal –caso de las cuatro funciones básicas: fortalecer el control
emigraciones, que no pueden ser explicadas sobre el acceso al territorio, reificar el poder
mediante un argumento etológico como las de a través de su vinculación directa al territorio,
ciertos ratones nórdicos que ante la escasez desplazar la atención de la relación social de
de alimentos parece que optan por suicidios dominación y actuar como contenedor espa-
masivos en el mar–, o, en el extremo opuesto, cial de hechos y actitudes. Estaría entonces
la adquisición por una comunidad de más en el vértice de un gran número de acciones
territorio del que necesita para su sosteni- humanas; de hecho, para Sack sólo existiría
miento –no existe equivalente animal del otra forma tan importante de relación geográ-
imperialismo humano–. En definitiva, los que fica, que es la acción por contacto.
consideran que la territorialidad humana es Pero la territorialidad humana no ha sido
una variedad de la territorialidad animal no idéntica en el transcurso del tiempo. Según
tienen en cuenta que los territorios y la terri- Sack (1986: 50) se han producido dos transi-
torialidad humana son construcciones socia- ciones principales: de la territorialidad de las
les y no han tenido siempre la disposición y sociedades primitivas «sin clases» a la de las
características actuales. civilizaciones premodernas, y de la territoria-
Otros autores consideran que la territoriali- lidad de éstas a la del capitalismo moderno.
dad humana es un rasgo fundamentalmente Esta variabilidad se relaciona, evidentemen-
cultural de las sociedades humanas: «Sólo te con el hecho de que la territorialidad es cons-
cuando la sociedad humana comenzó signifi- truida socialmente. Es un componente necesa-
cativamente a incrementar su escala y com- rio de toda relación de poder, que, en definitiva,
32 Heriberto Cairo Carou

participa en la creación y mantenimiento del determinado territorio y las personas que se


orden social, así como en la producción del encuentran en el mismo (Allies, 1980), en tanto
contexto espacial a través del que experimenta- percepción del self alude a un territorio que es
mos el mundo, legal y simbólicamente. considerado por un grupo de personas como el
marco normal y exclusivo de sus actividades.
En el Estado-nación, que evidentemente es
la forma de organización política que se ha
2.La territorialidad generalizado en la economía-mundo capitalis-
ta, el uso novedoso de la territorialidad se ha
del Estado-nación concretado especialmente en tres aspectos: la
moderno y sus peligros creación de un concepto de «espacio vaciable»
–es decir, un espacio físico separado concep-
tualmente de los constructos sociales o econó-

L a territorialidad se puede analizar a


diversas escalas, que comprendan
sólo una casa, pasando por una ciu-
micos o de las cosas–, la creación de las buro-
cracias modernas –cuyas actividades tienen
límites explícitamente territoriales– y el oscu-
dad o un Estado, hasta llegar a todo el planeta o recimiento de las fuentes del poder social.
incluso al universo –al menos, las zonas más La última función es, notablemente, la más
inmediatas a la Tierra, que son accesibles ya al peligrosa, ya que al oscurecer el carácter de
ser humano y sus artefactos–; pero en la actuali- clase del Estado la territorialidad moderna
dad hay una escala donde la territorialidad opera logra que todos los habitantes de un territorio
de una forma privilegiada: la del Estado-nación. se conviertan en «nacionales» de un Estado-
En primer lugar, hay que distinguir en rela- nación y se identifiquen con él. De este modo
ción con el Estado-nación dos usos de la pala- se produce una fuerte legitimación de las gue-
bra territorialidad: en cuanto realidad de dere - rras, que se convierten en «guerras populares»
cho se refiere a la vinculación jurídica entre so pretexto de defensa del territorio nacional.

Firma de la Paz de Westfalia (ilustración de Terburg)


Territorialidad y fronteras del Estado-nación: las condiciones... 33

Y aún es más, el secreto de la perdurabilidad 3. Los espacios liminales:


del Estado se encuentra, según Mann (1984),
en la eficacia 3 de los «servidores» del Estado de las regiones de frontera
–mayor que la que podrían tener personas vin- a las fronteras lineales
culadas a otro tipo de organizaciones– en el

T
ejercicio de cuatro tareas: el mantenimiento
del orden interior, la defensa/agresión militar radicionalmente en casi todos los tra-
contra enemigos externos, el mantenimiento tados de Geografía Política se
de las infraestructuras de comunicación y la comienza distinguiendo entre límite
redistribución económica. Estas tareas se lle- fronterizo y región de frontera, boundary y
van a cabo sobre una base territorial, y esto frontier respectivamente en inglés (por ejem-
es lo que distingue al Estado de las agrupa- plo, Boggs 1940; Hartshorne 1936, o Prescott
ciones de poder en la sociedad civil: «El Es- 1978). La región de frontera hace referencia a
tado es, de hecho, un lugar [...] Las principa- una área de transición entre lo conocido y lo
les formas del poder autónomo estatal desconocido, por ejemplo, durante la expan-
derivarán de este atributo distintivo del Esta- sión del sistema mundial europeo por el pla-
do» (Mann, 1984 [1991: 32]), y, por lo tanto, neta desde finales del siglo XV se fueron
una buena parte de este «poder autónomo» creando sucesivas regiones de frontera que
procede de la guerra y lo ejercitan elites esta- terminaron siendo incorporadas a dicho siste-
tales especializadas. ma; de hecho, en la actualidad sólo cabría ha-
blar de región de frontera en alguna zona del
La defensa del territorio soberano del Esta- Amazonas y aún en este caso con muchas pre-
do 4 está entrelazada, como muestra Mann cauciones. El límite fronterizo es una línea
(1987), con prácticas sociales de clase. Duran- exacta en el mapa que sirve para marcar la dis-
te los primeros tiempos de la economía-mundo tinción entre dos entidades políticas, (Foucher,
capitalista, la práctica de la geopolítica y de la 1991) tanto en tierra como en el mar; en la
guerra continuaron siendo, como durante el actualidad es un fenómeno universal excepto
Medievo, privativas del Príncipe y de la noble- en algunas zonas, como la Antártida o alta
za, que se había ido convirtiendo en un grupo mar, que son consideradas commons o patri-
fundamental de servidores civiles y militares monio común de la humanidad. Pero habría un
del Estado; las masas no estaban implicadas ni tercer significado de frontera, que había seña-
en una ni en otra práctica; entonces «la guerra lado Lapradelle (1928) y recordaba reciente-
era una parte normal y racional de la estrategia mente Douglass (1994), que hace referencia
geopolítica del Estado relativamente avanza- también a un espacio de transición más que a
do: conseguía territorios, mercados y dominio la estricta delimitación de los espacios estata-
geopolítico, y su coste en recursos sociales era les, son las zonas fronterizas o borderlands,
escaso» (Mann, 1987: 61). que serían aquellas zonas en las que las comu-
Después de 1780 y la revolución industrial, nidades políticas se interpenetran mutuamen-
se produjeron cambios profundos en la estruc- te, y en las que sus habitantes, de uno y otro
tura y, sobre todo, en la organización de clases, lado, comparten vivencias, tienen frecuentes
que tomó una forma ampliamente nacional, es contactos e incluso forjan lazos familiares.
decir, que se organizó en la práctica dentro de Las zonas fronterizas implican la existencia de
las fronteras estatales, por más que las clases un límite fronterizo, pero no todos los límites
principales estructuralmente fuesen transnacio- fronterizos dan lugar a zonas fronterizas, en el
nales. «Esto significó que la praxis de clase no sentido aludido; por ejemplo, sería difícil
pudo supervisar la geopolítica», pero la guerra interpretar que el antiguo «telón de acero»
continuó siendo racional, aunque ya no lucrati- permitía la creación de un espacio de interac-
va, y privativa del Estado, con un factor que ción a uno y otro lado de su recorrido.
aumentaba la probabilidad de que ocurriese: «la La distinción entre regiones de frontera y
forma en que la lucha de clases se resolvió en líneas fronterizas es significativa para esta-
ciudadanía había hecho del mundo un lugar más blecer las diferencias entre las fronteras de
peligroso» (Mann, 1987: 66). En definitiva, la los Estados modernos y las fronteras de los
guerra se había convertido en «guerra popular». Estados tradicionales, tales como el Imperio
34 Heriberto Cairo Carou

romano o el chino. Mientras en los Estados En el contexto de la Europa posrenacentista el


modernos la frontera es característicamente Estado moderno se construye como un espacio
lineal, en los Estados tradicionales la idea de plano, un espacio euclidiano-newtoniano, tal y
frontera hace referencia a una zona. Incluso como las nuevas representaciones cartográficas
cuando existen construcciones marcadamente –la más conocida, la de Mercator– lo presenta-
lineales, como en las fronteras del Imperio ban (Agnew, 1998). Y ello ocurre así porque se
romano –de entre las que cabe resaltar el fos - produce la vinculación entre las ideas acerca de
satum de África del norte, las limes de Siria o la soberanía y el sentido de espacio claramente
la «muralla de Adriano» (Adrian wall) en el delimitado e inviolable. Para algunos la primera
norte de la Inglaterra romana– o la «gran frontera moderna que se traza es la línea de sepa-
muralla china» en el norte del Imperio de los ración entre las tierras a ocupar por los castella-
Han, se trata de construcciones asociadas con no-aragoneses y los portugueses que establece el
dispositivos de defensa en profundidad que Tratado de Tordesillas y uno de los más antiguos
poco tienen que ver con el concepto moderno límites estatales actuales es el que existe entre
de frontera. Francia y España en los Pirineos.
El trazado de líneas fronterizas forma una En cualquier caso, es importante tener en
parte fundamental de la construcción del Estado- cuenta que entre la región de frontera y el lími-
nación moderno, no se puede entender el mismo te fronterizo lineal no existe una relación evo-
sin la conformación de un espacio homogéneo y lutiva. Incluso aquellos que han intentado apli-
perfectamente delimitado. car un esquema evolucionista al estudio de las
Walker (1993: 130) resalta lo chocante que fronteras, como Nicholson (1954) intentó hacer
resulta que Ernest Gellner (1983), cuyas expli- respecto a las de Canadá, han tenido que reco-
caciones sobre el nacionalismo se basan casi nocer que las correlaciones entre las fronteras
totalmente en sus raíces sociales más que en de las comunidades amerindias y los límites
sus raíces territoriales o culturales, se haya sen- actuales de Canadá, incluso aunque existieran
tido atraído por la utilización de metáforas no eran nada más que una mera coincidencia.
espaciales tomadas de distintos estilos de la
pintura moderna para aludir a las diferencias
entre la época prenacionalista y la nacionalis-
ta. Compara la era anterior al nacionalismo 4. Las fronteras en los
con las obras del pintor expresionista Oscar discursos del Estado-nación
Kokoschka: «El derroche de puntos de diver-
sos colores es tal que no se puede distinguir
ninguna forma clara, aunque la pintura en su
totalidad sí que tiene forma. Las distintas par-
tes de las que se compone el todo se caracteri-
R atzel, uno de los fundadores de la
Geografía Política moderna, defi-
nía las fronteras como «el órgano
zan por tener una gran diversidad, pluralidad y periférico del Estado, el soporte de su creci-
complejidad. Los grupos sociales, que son los miento así como su fortificación, que participa
átomos de los que se compone la pintura, tie- en todas las transformaciones del organismo
nen relaciones múltiples, ambiguas y comple- del Estado» (1896 [1969: 23]). Esta analogía
jas con muchas culturas, algunos por la lengua de la frontera del Estado con la piel de un orga-
que hablan, otros debido a su credo, otros por- nismo sitúa el discurso sobre las fronteras en
que tienen una fe diferente o sus prácticas son un plano que está más allá de la discusión polí-
distintas, un cuarto grupo por su lealtad admi- tica: se puede diferir acerca del régimen políti-
nistrativa, etc.». Por el contrario, afirma que el co, de las instituciones, pero el territorio es el
mapa político del mundo moderno se parece cuerpo «natural» del Estado y la frontera-
más al realismo linear del postimpresionista «piel» tiene que ajustarse a su crecimiento no
Amedeo Modigliani: «Hay muy poco sombre- por imperativo político sino por necesidad
ado, las superficies planas están separadas cla- vital. De este modo la necesidad de recursos
ramente unas de otras, está muy claro casi materiales para la población creciente de un
siempre donde empieza una y termina la otra, Estado como lo era la alemana de fin de siglo
y de haber ambigüedad o solapamiento son justificaba la expansión imperialista de ese
mínimos» (Gellner, 1983: 139-140). Estado.
Territorialidad y fronteras del Estado-nación: las condiciones... 35

El coronel Holdich, que participó en la agresión exterior por el Estado. Por eso las fron-
demarcación de numerosas líneas fronterizas, teras son concebidas también como líneas de
en su conocido estudio sobre límites manifes- fuerza, como los límites defensivos de la comu-
taba que estos «debían de ser barreras, que nidad en su relación con otras comunidades.
cuando no son geográficas y naturales deben 3. En el orden económico definen esferas
ser artificiales y tan fuertes como el dispositi- de influencia económica o mercados que, en
vo militar pueda hacerlas» (1916: 46). Aquí se principio, podríamos catalogar de nacionales.
puede observar plasmado el discurso más tra- Al menos el mercantilismo, que se desarrolló
dicional acerca de la soberanía territorial del hegemónicamente en diversas fases de la his-
Estado y la garantía de seguridad de la nación, toria europea especialmente en los siglos XVI
aquél que llevaba a los iusinternacionalistas a y XVII, mercantilismo clásico, durante la
proclamar que las fronteras marítimas de un industrialización del siglo XIX, mercantilismo
Estado se debían situar a la distancia de la desarrollista, o durante la depresión de los
costa hasta donde llegaran las defensas esta- años treinta de este siglo, mercantilismo con -
blecidas en la misma usualmente la bala dispa- tracíclico (Kahler, 1987) pretendía que el terri-
rada por un cañón costero . torio del Estado era también un espacio econó-
Las fronteras son, como acabamos de ver, mico cerrado. El Estado-nación europeo creó
elementos fundamentales de los discursos las condiciones para el desarrollo del mercado
característicos del sistema interestatal, consus- nacional en una época en la que era imprescin-
tancial con el sistema-mundo moderno. Pero, dible para la modernización económica y la
más allá de las metáforas, ¿qué marcan las industrialización. El límite fronterizo es enton-
fronteras en tanto que líneas divisorias? Pode- ces también un límite fiscal y aduanero.
mos distinguir varias discontinuidades en dife- 4. Y en lo simbólico se refiere a la identidad.
rentes órdenes: En este sentido, las fronteras marcarían univer-
1. Jurídicamente la frontera de un Estado es sos culturales diferentes, «delimitando –como
el límite del ejercicio de su soberanía. A este señala Douglass (1994)– de manera ostensible y
respecto, Kelsen señalaba que «la unidad del precisa dónde termina una cultura nacional y
territorio estatal y, por ende la unidad territo- empieza otra». Establecen la distinción entre
rial del Estado, es una unidad jurídica, no geo- «ellos», que habitan más allá de las fronteras, y
gráfica natural. Pues el territorio del Estado no «nosotros», que existimos en el interior de las
es en realidad sino el ámbito espacial de vali- mismas. Barth (1969) señala que en la creación
dez del orden jurídico llamado Estado» [1988: de la identidad del grupo la cultura interna de ese
247]. La frontera marca el territorio en el que grupo tiene menos importancia que los límites
son válidas las leyes y son aplicables las medi- concretos que sus miembros quieren afirmar,
das coactivas necesarias para su cumplimien- por lo tanto, las características de la frontera
to. Esta función es desarrollada por el Estado dependerán del tipo de relaciones que tengan los
soberano especialmente en el campo de los grupos que entran en contacto.
derechos de propiedad y de las garantías para Evidentemente estas distinciones son de ca-
la estabilidad de las relaciones de propiedad, rácter analítico, y un observador nunca podría
tanto la propiedad privada en los Estados orga- diferenciar algo como fronteras «simbólicas»
nizados por las burguesías como la propiedad de algo como fronteras «económicas». Más
«estatal» en los Estados que una vez se llama- aún, los cambios que se producen en una face-
ron socialistas. ta terminan por influir sobre los significados
2. En el terreno más estrictamente político de las fronteras en otros órdenes, aunque no de
marcan los límites de la comunidad política, es una manera unívoca y previsible –¿quién iba a
decir el espacio donde prevalece el orden y las pensar que el proceso de integración europeo
relaciones políticas frente a la anarquía y las terminaría por fomentar ideas e imágenes
relaciones de fuerza del sistema interestatal como la de «Europa fortaleza»?–. Es preciso
(Walker, 1993). Desde que en el siglo XVII se entender que se trata de instancias que no son
adoptó el sistema interestatal de Westfalia, el estancas, sino que están interrelacionadas,
territorio estatal se consideró como un espacio aunque no de forma jerárquica.
cerrado dotado de soberanía dentro de unas fron- También es necesario señalar que este mode-
teras nacionales controladas y protegidas de la lo de frontera, como el sistema-mundo moder-
36 Heriberto Cairo Carou

no, tiene su origen en Europa (Kratochwil, para el consumo, pero no en lo referente a las
1986). Rasgos claros del mismo son identifica- condiciones de trabajo. De hecho, «están sien-
bles al menos desde el siglo XV y desde enton- do usadas claramente para mantener las desi-
ces se ha ido extendiendo al resto del mundo. gualdades globales (M. Anderson, 1996: 191).
No sin conflictos, ya que chocaba con tradicio- Por el contrario, otros factores, como la cri-
nes no europeas diferentes (M. Anderson, sis ecológica –que es de carácter mundial y no
1996); por ejemplo, los musulmanes venían a estatal–, también inclinan a pensar que las
considerar los límites externos del Islam como fronteras son una construcción obsoleta (Ca-
una mera línea de armisticio de carácter tem- milleri y Falk, 1992). Ciertamente problemas
poral, a la vez que las fronteras internas de la como el calentamiento de la atmósfera, el agu-
comunidad de creyentes, la umma, no tenían jero de ozono o la contaminación radioactiva
base coránica. no respetan ningún límite de soberanía en sus
efectos letales a largo plazo.
El carácter sagrado que tienen las fronteras,
Conclusión: ¿Crisis de las gracias al papel fundamental que desempeñan
en la definición de la colectividad, tampoco ha
fronteras? desaparecido en la actualidad. Esta era ya una
característica de las fronteras antiguas, por ejem-

T
plo, entre los etruscos se marcaban los límites
ras la segunda guerra mundial la de la ciudad donde no se podía cultivar las tie-
idea de frontera como línea defensi- rras ni edificar en ellas; relacionada quizás con
va de separación no se puede el carácter sagrado del poder. En los Estados-
seguir sosteniendo, la generalización del uso nación se opera también esta sacralización, por-
de misiles produce lo que Bunge (1988) deno- que el territorio es el «cuerpo» de la nación, y
mina un «colapso topológico del espacio»: la por ello las fronteras deben ser defendidas hasta
amenaza militar para un Estado ya no se podía la muerte por los «nacionales» de cada Estado:
prever en un espacio bidimensional plano, inscripciones en monumentos funerarios al
ahora también y es la más definitiva se pro- heroísmo, letras de himnos nacionales,... atesti-
yecta desde el espacio. Herz (1957) planteaba guan la sacralidad moderna de las fronteras. A
en este sentido que la crisis del Estado territo- este respecto es interesante que la doctrina de la
rial se derivaba de la penetrabilidad del espa- seguridad nacional en América Latina elabora-
cio estatal gracias a las nuevas tecnologías ra el concepto de «fronteras interiores» para jus-
militares. No obstante, el discurso de la segu- tificar la represión sangrienta de los opositores
ridad nacional sigue siendo en los ochenta y en a las dictaduras militares: las fronteras interio-
los noventa tan vigoroso como a principios del res apuntaban a la existencia de enemigos inter-
siglo XX. nos, a los que se tachaba de comunistas o sub-
También existe una aparente contradicción versivos, que no pertenecían a la comunidad
entre la creciente globalización de los inter- política.
cambios económicos y la existencia de fronte- En definitiva, las fronteras pueden ser, en-
ras (Camillery y Falk, 1992). Los recientes tonces tanto muros como puentes. En el mode-
acuerdos de supresión progresiva de tarifas e lo de Estados-nación profundamente territoria-
impuestos aduaneros al comercio en el mundo lizados, prima el primer aspecto. Mientras que
serían una muestra de la creciente disfunciona- la existencia de prácticas políticas de evasión
lidad de las fronteras. Pero no, la creciente de soberanía a través de las fronteras parece
liberalización de los intercambios de mercan- que puede conducirnos a otro tipo de comuni-
cías va unida a políticas cada vez más restric- dad política con una definición menos exclu-
tivas de las migraciones laborales, de modo yente que la actual.
que las condiciones de trabajo que establecen El intento de suprimir las fronteras, como
los Estados mediante leyes y aseguran median- pretendían diferentes movimientos antisistémi-
te los aparatos policiales son la base de las cos dentro del proyecto de la Ilustración –bajo
diferencias de salarios. De este modo, podría- el lema «los obreros no tienen patria», por
mos decir que las fronteras han periclitado o ejemplo–, se basaba en una metanarrativa con
están a punto de hacerlo en cuanto que barreras un sujeto universal, el proletariado, cuya con-
Territorialidad y fronteras del Estado-nación: las condiciones... 37

creción llevó a un dilema irresoluble: la acción BIBLIOGRAFÍA


política sólo se realizaba en los contenedores
espaciales que son los Estados, los cambios AGNEW (1998): Geopolitics: Re-visioning World Poli -
revolucionarios que se alcanzaban en algunos tics, Londres, Routledge [Trad. al castellano por M.
Lois y H. Cairo: Geopolítica: Una re-visión de la
debían ser consolidados a riesgo de que revir- política mundial, Madrid, Trama, 2001].
tieran, lo que, a la postre, no hizo más que for- ALLAND, A. Jr. (1972): The human imperative, Nueva
talecer la parcelación territorial de la humani- York, Columbia University Press.
dad y, lo que es más paradójico, los muros que ALLIÈS, P. (1980): L’invention du territoire, Grenoble,
señalaban esa parcelación. Al menos, esta es la Presses Universitaires de Grenoble.
ANDERSON, B. (1991): Imagined Communities. Reflec -
experiencia que tiene su fin en 1989. tions on the Origin and Spread of Nationalism, Lon-
Pero los actuales «movimientos sociales crí- dres: Verso (2.a ed) [trad. al castellano por E.L. Suá-
ticos» también intentan desafiar los principios rez: Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el
que hacen posible las actuales formas políticas origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo
de vida, pero lo hacen conforme a nuevas prác- de Cultura Económica, 1993].
ANDERSON, M. (1996): Frontiers: Territory and State
ticas políticas. Prácticas políticas que resisten la Formation in the Modern World, Cambridge, Polity
metafísica de inclusión/exclusión y actúan a tra- Press.
vés de las fronteras, convirtiéndose en ocasio- ARDREY, R. (1966): The territorial imperative, Nueva
nes en auténticos movimientos transnacionales York, Atheneum.
5
. Todo ello permite albergar esperanzas respec- — (1967): African genesis, Nueva York, Dell.
BARTH, F. (1969): Ethnic groups and boundaries, Bos-
to a la superación de la peligrosa forma de terri- ton, Little Brown.
torialidad hegemónica en la actualidad. BOGGS, S. W. (1940): International boundaries: A study
of boundary functions and problems, Nueva York,
Columbia University Press.
NOTAS BUCKHOLTS, P. (1966): Political geography, Nueva York,
Ronald Press.
1
Habría que añadir que el mapa era de Portugal con- BUNGE, W. (1988): Nuclear war atlas, Oxford, Basil
tinental, ya que no había referencia a los archipiélagos Blackwell.
atlánticos que forman parte del Estado portugués CAMILLERI, J.A., y FALK, J. (1992): The end of sove -
2 reignty? The politics of a shrinking and fragmenting
Aunque podría ser otro. De hecho, el Portugal «del
Miño a Timor», de la propaganda salazarista, era repre- world, Aldershot, Edgar Elgar.
sentado obviamente de otra manera. DOUGLASS, W. R. (1994): «Las fronteras: ¿muros o puen-
3 tes?», Historia y Fuente Oral, 12, pp. 43-50.
Uno debe ser precavido y no confundir la eficiencia
de la institución con ideas como la de que «el Estado DYSON-HUDSON, R., y ALDEN-SMITH, E. (1978): «Human
existe porque la gente lo necesita y lo quiere» (Buck- territoriality: an ecological assessment», American
holts, 1966: 488). Describir el Estado como una institu- Anthropologist, 80, pp. 21-41.
ción «natural» que emana de la voluntad de las gentes es FOUCHER, M. (1991): Fronts et frontières. Un tour du
cometer el despropósito de pensar que la única existen- monde géopolitique, París, Fayard.
cia posible es la que conocemos actualmente. GELLNER, E. (1983): Nations and nationalism, Oxford,
4 Basil Blackwell.
Entiendo que el conflicto externo y las funciones de
los Estados relativas al mismo, analíticamente –y sólo HARTSHORNE, R. (1936): «Suggestions on the termino-
analíticamente– se puede diferenciar del conflicto inter- logy of political boundaries», Annals of the Associa -
no y las funciones judiciales y de policía. En términos tion of American Geographers, 26, pp. 56-57.
generales, todas estas funciones están estrechamente HERZ, J. H. (1957): «Rise and demise of the territorial
relacionadas con la soberanía territorial. state», World Politics, 9, pp. 473-493.
5
Walker señala que las prácticas políticas de los HOLDICH, T. H. (1916): Political frontiers and boundary
movimientos sociales críticos convergen en cinco tipos making, Londres, Macmillan.
de exploraciones políticas: «1. Exploran nuevos espacios KAHLER, M. (1987): «The survival of the state in Euro-
políticos, en particular aquellos que estaban relegados a pean international relations», en C. S. Maier (ed.):
la “sociedad civil”. 2. Exploran nuevas prácticas políti- Changing boundaries of the political, Cambridge,
cas, especialmente aquellas que resisten el fetichismo de Cambridge University Press.
la toma del poder estatal. 3. Exploran nuevos modos de KELSEN, H. [1988]: Teoría general del derecho y del
conocer y ser, especialmente aquellos que se resisten a Estado, México, UNAM [trad. al castellano por E.
una metafísica de inclusión y exclusión. 4. Exploran nue- García Máynez].
vas formas de comunidad política, especialmente aque- KRATOCHWIL, F. (1986): «Of systems, boundaries, and
llas que resisten la reificación espacial. 5. Exploran nue- territoriality: An inquiry into the formation of the
vas formas de actuación a través de las fronteras, con state system», World Politics, 39 (1), pp. 27-52.
vistas a establecer conexiones entre las reivindicaciones KROPOTKIN, P. (1885): «What Geography Ought to Be»,
de la humanidad como tal y las reivindicaciones de pue- Nineteenth Century, 18, pp. 940-956 [trad. al castella-
blos concretos» (1990: 182). no por P. Martínez: «Lo que debe ser la geografía», en
38 Heriberto Cairo Carou

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