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UNIVERSIDAD NACIONAL DE
TUMBES
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
Psicopedagogía
AGRADECIMIENTOS
Se expresa el agradecimiento:
A los docentes de la Universidad de Tumbes, por brindarme todos los conocimientos
necesarios para inculcar en base a la experiencia laboral a nuevos formadores y forjadores de la
sociedad al servicio de la educación.
A la Universidad de Tumbes, por ser la entidad universitaria que nme permitió acceder a la
élite más importante del país que somos los profesores del Perú y brindarnos la confianza, el honor
y el orgullo de ser formados en esta gloriosa institución Universitaria. A mi familia, porque son
el motor permanente de nuestras vidas y por quienes nos entregamos día a día.
La autora.
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ÍNDICE
Pág.
INTRODUCCIÓN 7
CAPÍTULO I
CARACTERIZACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 12
1.1. La adolescencia como etapa de desarrollo 12
1.2. La educación emocional en la adolescencia 16
1.3. Inteligencia emocional. Una aproximación a su estudio 18
1.3.1 Antecedentes históricos del desarrollo de estudios y surgimiento del término
inteligencia emocional 19
1.3.2 Los modelos teóricos de la inteligencia emocional y sus instrumentos de
evaluación. 21
1.3.2.1 El método mixto. 22
1.3.2.2 El modelo de habilidad. 24
1.3.2.3 Instrumentos de evaluación. 26
a. Cuestionarios de autodescripción o autoinfrmes. 27
b. Inveentario EQ- i de Bar – On. 27
c. Trait Meta – Mood Scale (TMMS). 27
d. Test de competencias o medidas de ejecución. 28
e. Emotional Intelligence Test1 (MSCEIT). 28
f. Métodos informadores. 29
g. Observación externa o evaluación de 360°. 29
CAPÍTULO II
RENDIMIENTO ACADÉMICO
2.1. Modelos explicativos y determinantes de rendimiento académico. 31
2.2. Delimitación conceptual y tipos de rendimientos académicos. 33
2.2.1 Tipos de rendimiento académico. 35
2.3. Relación inteligencia emocional y el rendimiento académico en los adolescentes. 36
2.4. Causas del rendimiento académico. 37
2.4.1 Aspectos familiares. 40
5
TABLAS.
Tabla 1. Componentes del modelo de inteligencia emocional social de Bar-On. 22
Tabla 2. Modelo de Inteligencia Emocional de Daniel Goleman. 24
Tabla 3. Habilidades que componen el Modelo de Inteligencia Emocional propuesto por
Mayer y Salovey. 25
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
El estado peruano reconoce la educación como un proceso que prepara a los niños,
adolescentes, jóvenes y adultos para las exigencias de la vida política, económica y social del país;
la misma se desarrolla en la convivencia humana, en la familia, instituciones de enseñanza,
relaciones de trabajo, los órganos de comunicación social, en las organizaciones comunitarias,
filantrópicas y religiosas, así como a través de las manifestaciones culturales y deportivas.
Los jóvenes y adolescentes como fuerza motriz que constituyen la populación mayoritaria del
País, tiene gran responsabilidad en el cumplimiento de estas tareas para el desarrollo social.
La adolescencia constituye una etapa de la vida donde ocurren cambios trascendentales en el
desarrollo del ser humano. Es un período de gran inestabilidad emocional. Las emociones se
encuentran en constante cambio, pudiendo tornarse impulsivas y descontroladas si los
adolescentes no poseen un adecuado asesoramiento que contribuya a su educación emocional.
Estos pueden ser muy vulnerables a presentar comportamientos de riesgo y diversas problemáticas
de gran incidencia y prevalencia a nivel mundial. Ejemplos de ello son: la predisposición a la
delincuencia, la propensión a la impulsividad, los estados emocionales negativos y la tendencia
suicida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en general, un 20 % de la población infantil
y adolescente presenta trastornos mentales, dentro de los cuales se encuentran alteraciones
emocionales y de conducta durante la niñez que tienden a persistir en la adolescencia y adultez.
Cada año 4 millones de adolescentes intentan suicidarse; y de estos mínimo 100.000 lo logran
(Ministerio de Salud Pública, 2000).
Durante esta etapa del ciclo vital también tienen lugar, generalmente, las primeras relaciones
sexuales, muchas de ellas desprotegidas, lo cual representa un factor de riesgo para la adquisición
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de Infección de trasmisión sexual (ITS) y otras problemáticas como los embarazos no deseados,
la maternidad/paternidad precoz y el aborto. En el mundo, millones de adolescentes arriesgan sus
vidas y su salud para poner fin a embarazos no deseados. En el 2012 se realizaron más de 16
millones de abortos en condiciones de riesgo, en edades comprendidas entre 15 y 19 años (OMS,
2013).
La adolescencia, además, representa un período especialmente vulnerable a las adicciones. En
Europa, más del 90 % de los jóvenes adolescentes entre los 15 y 16 años consumen alcohol y
tabaco. Estos datos han sido también corroborados por los informes de la ESPAD, 2011, (Romero,
2013).
Otra mirada de manifestaciones negativas que se dan en esta etapa es ilustrativa en un estudio
realizado por Embajadores de Lucha contra las Drogas revela que más del 40% de los adolescentes
y jóvenes del Perú (Lima) hacen uso de las drogas, siendo la más consumida el alcohol. Dentro
de la cifra expuesta también se encuentra incluido un 12 % que consume marihuana y diazepán.
Las discotecas, según la policía, son el principal foco de venta y consumo de drogas lícitas e
ilícitas (Romero, 2013).
El incremento de las tasas de incidencia y prevalencia en este sentido pudiese resultar
contradictorio, teniendo en cuenta el desarrollo tecnológico y acceso a información actualizada
acerca de estos temas que poseen una gran parte de los adolescentes. Muchos autores como
Bisquerra (2012) plantean que la mejor forma de combatir estos factores, es mediante la puesta en
práctica del aprendizaje social y emocional.
Resulta necesario el estudio y entrenamiento de estas habilidades desde edades tempranas;
ofreciendo la posibilidad desde la escuela de educar a las futuras generaciones, no sólo en
capacidades intelectuales sino también en las emocionales, por lo que podemos considerar que
uno de los ámbitos más adecuados para comprobar si se cumplen o no estas aseveraciones, sería
en el ámbito educativo (Bisquerra, 2014).
“La escuela del siglo XXI ha asumido y reflejado desde el inicio este debate y se ha
comprometido con la doble misión de educar tanto la cabeza como al corazón, lo académico y lo
emocional. Con la certeza de que ambos tipos de aprendizajes están inseparablemente
interconectados y que se trata de una falsa dicotomía: no es necesario apostar por uno de ellos en
detrimento del otro” (Fernández-Berrocal, Berrios-Martos, Extremera y Augusto, 2012).
9
En este sentido, del término Inteligencia Emocional es definido por Mayer y Salovey, 1997,
(citado en Fregoso, López, Navarro y Valadez, 2013) como la habilidad de las personas para
percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás., promoviendo
un crecimiento emocional e intelectual. Estas habilidades influyen y mejoran el comportamiento
de las personas, ayudan a resolver problemas de manera adaptativa y en armonía con el medio a
través del aprendizaje.
Sin embargo, a pesar de que los últimos años es notorio la presencia de información que
enfatiza la importancia de inteligencia emocional por la constatación de su influencia en el éxito
de quien la posee en las diversas esferas de la vida.
Una de las líneas de investigación que más interés ha generado en los últimos años dentro del
campo de la Inteligencia Emocional (IE), ha sido el análisis del papel que juegan las emociones
en el contexto educativo y, sobre todo, profundizar en la influencia de la variable inteligencia
emocional a la hora de determinar tanto el éxito académico de los estudiantes como su
adaptación escolar (Jiménez y López, 2013 y Enríquez, 2011).
Indudablemente el clima afectivo influirá en las interrelaciones entre los actores del medio
educativo e incidirá en los procesos de aprendizaje. Por otra parte, la emoción puede favorecer el
aprendizaje en tanto que los aprendizajes que se producen asociados a una emoción se consolidan
mejor y que la emoción orienta el procesamiento de la información (Fernández-Abascal, 2011).
Enríquez, L. (2011). Sostiene que, tras revisar estas investigaciones, encontramos cuatro áreas
fundamentales en las que una falta de IE provoca o facilita la aparición de problemas entre los
estudiantes. De forma resumida, los problemas del contexto educativo asociados a bajos niveles
de IE serían cuatro:
Déficit en los niveles de bienestar y ajuste psicológico del alumnado.
Disminución en la cantidad y calidad de las relaciones interpersonales.
Aparición de conductas disruptivas y consumo de sustancias adictiva.
Descenso del rendimiento académico.
No obstante, los resultados científicos disponibles en relación con este último aspecto, no
han mostrado una tendencia común respecto a la relación entre IE y rendimiento académico.
Recientemente, la literatura Fernández-Berrocal y Extremera (2004) y Enríquez (2011) han
encontrado en sus estudios una estrecha relación entre rendimiento académico e inteligencia
10
emocional IE. En su modelo defienden la idea de que la principal variable mediadora entre ambas
es el ajuste emocional. Según este planteamiento, la IE influye en el rendimiento a través del
equilibrio del estudiante de modo que una alta IE le permitiría controlar mejor la ansiedad en
situaciones de estrés académico.
El rendimiento académico es un constructo psicológico complejo, multidimensional y
multideterminado, cuyo estudio no está exento de dificultad, sin embargo, es un problema que
preocupa mucho actualmente en la sociedad, incluyendo Angola que esta impensado dar sus
primeros pasos en este complejo proceso.
El estudio posee gran relevancia, pues ofrece una sistematización teórica acerca del constructo
de la IE, enfatizando en el modelo de habilidades de Mayer y Salovey (1997). Permite comprender
la estructura de la IE en vistas a poder potenciarla en los seres humanos favoreciendo su capacidad
de percibir y comprender sus propias emociones y la de los demás de modo que puedan ser
auténticos, además de ofrecer conocimientos que pueden ser herramientas de base para una
adecuada educación de la regulación emocional.
Resulta más importante aún su abordaje en la adolescencia, etapa de la vida donde se
desarrollan estructuras que, si bien son influenciadas eternamente en cada momento del desarrollo,
en este van a ocurrir definiciones importantes desde todos los puntos de vista, pero en especial
desde lo personológico; a pesar de ello, en nuestro país no existen referencias de investigaciones,
en este período evolutivo, en la revisión realizada.
Por todo lo antes expuesto desde el punto de vista teórico sustentamos firmemente que la
evaluación de la inteligencia emocional en el contexto escolar, familiar y comunitario supone una
valiosa información tanto para el docente como los familiares en lo que respecta al conocimiento
del desarrollo afectivo de los alumnos e hijos respectivamente.
La evaluación realizada pudiese ser un diagnóstico de gran utilidad como punto de partida para
la elaboración de programas de educación de la Inteligencia emocional en aras del bienestar de
los adolescentes.
Se establece la relación entre la inteligencia emocional y el aprovechamiento académico de los
mismos, lo cual resulta necesario con el propósito de incorporar los contenidos emocionales dentro
del espacio del proceso de enseñanza-aprendizaje, comprendiéndose su influencia como
facilitador dentro del mismo.
11
CAPÍTULO I
por la divergencia de las opiniones de adultos y adolescentes, en cuanto a los deberes y derechos
de estos últimos.
También en la adolescencia la actividad de estudio cambia tanto por su contenido como por su
forma, se complejiza e impone al adolescente la necesidad de utilizar nuevos métodos de
asimilación de los conocimientos. Estas variaciones que se producen en el contenido y los métodos
de obtención del conocimiento influirán notablemente en el desarrollo de la personalidad, y de
manera particular, en el desarrollo intelectual, de los intereses cognoscitivos y profesionales,
donde también ocurren cambios importantes.
Aumenta la variedad de intereses y en el tránsito hacia la juventud, el sujeto va adoptando una
actitud cada vez más selectiva e intencional respecto las esferas de la realidad hacia las cuales van
orientados. Ejemplo de ello son las actividades informales, que puede llegar a ocupar un lugar
elevado en su jerarquía motivacional y relegar la actividad de estudio a un segundo plano. Aunque
la actitud ante el estudio es variable de un estudiante a otro, puede oscilar, desde una actitud
responsable en la escuela con orientación hacia el estudio, en términos de motivación intrínseca,
hasta la existencia de un desinterés marcado por estas cuestiones. De forma general, se puede
apreciar la presencia en los mismos de intereses profesionales sobre la base de sus intereses
cognoscitivos, pero como tendencia, son inestables (Domínguez, 2003).
Las nuevas demandas cognoscitivas interfieren en el desarrollo del pensamiento que, al decir
de S. L. Rubinstein, adquiere un carácter conceptual teórico, también denominado por J. Piaget
estadio de las operaciones formales. Sin embargo, se caracteriza, además, por ser dicotómico, pues
sus juicios son poco flexible e insuficientemente argumentados.
Las reglas y normas morales vinculadas a las relaciones interpersonales y a la conducta social
en general, ocupan un lugar importante en las reflexiones del adolescente. Posee juicios, puntos
de vista y opiniones que presentan relativa independencia de las influencias externas, pero al
mismo tiempo estas valoraciones morales no se han convertido en convicciones, por lo que pueden
ser modificadas en determinados contextos, en especial bajo la influencia de la opinión de los
iguales.
La necesidad de ser aceptado por los coetáneos se convierte en una de sus principales
prioridades, su equilibrio y bienestar emocional dependerá, de que pueda ocupar en su grupo el
lugar deseado. Las relaciones de pareja también juegan un papel muy importante en este sentido,
15
caracterizándose por su inestabilidad dado su carácter experimental en esta edad donde ocurre un
despertar de la sexualidad. Estas relaciones contribuyen al desarrollo de la autovaloración o
identidad personal, y en particular, de la identidad sexual y de género del adolescente. A partir de
las valoraciones de los otros significativos irá conformando su propio autoconcepto, que deviene
en una de las más importantes adquisiciones del período (Palacios, Marchesi y Coll, 1999).
La adolescencia se caracteriza por ser un período intenso en vivencias emocionales. En esta
etapa el desarrollo emocional prácticamente arriba a un nivel culminante respecto a etapas
anteriores, aunque ello no signifique que sean empleadas adecuadamente las estrategias
emocionales aprendidas.
Las reglas y normas morales vinculadas a las relaciones interpersonales y a la conducta social
en general, ocupan un lugar importante en las reflexiones del adolescente. Posee juicios, puntos
de vista y opiniones que presentan relativa independencia de las influencias externas, pero al
mismo tiempo estas valoraciones morales no se han convertido en convicciones, por lo que pueden
ser modificadas en determinados contextos, en especial bajo la influencia de la opinión de los
iguales.
Los ideales adquieren un carácter generalizado y pueden estar representados por uno o varios
modelos, en los que el adolescente destaca cualidades concretas y abstractas de carácter
psicológico- moral. Estos modelos son portadores, en muchos casos de valores morales elevados,
por lo que les resulta difícil a los adolescentes, imitarlos en su comportamiento cotidiano.
El ideal, al igual que la autovaloración se convierte en patrón de evaluación del
comportamiento propio y ajeno. El desarrollo del autoconcepto representa una de las
neoformaciones esenciales de la etapa. Las ideas generales acercan de sus atributos personales o
competencias, comienzan calificarse, pues el adolescente comienza a comprender que las
cualidades psicológicas no tienen un carácter inmutable. A pesar de la influencia que tienen los
iguales en la conformación del autoconcepto, ya los adolescentes elaboran una imagen propia de
su yo, que puede diferir de la percepción de los otros (Abarca, 2003).
Bisquerra y otros, (2012) plantea que las emociones en este período están en constante cambio
y si no se les regula adecuadamente pueden tornarse descontroladas e impulsivas. El adolescente
se encierra en sí mismo, se vuelve egocéntrico, preocupado por su persona no tiene muy en cuenta
la perspectiva ajena. Todos estos aspectos pueden dañar su autoestima y las relaciones sociales.
16
del ciclo vital, ya que en estas edades se dan las primeras bases de aprendizaje y relación. La
metodología que se emplee para su aplicación, según este autor, debe ser eminentemente práctica,
pues la transmisión de información acerca del tema no es suficiente. Todas las estrategias que se
diseñen deben acompañarse de una dimensión ética, pues es necesario prevenir que las habilidades
emocionales puedan ser empleadas con propósitos explotadores o deshonestos.
En la literatura consultada, se pudo constatar la presencia de diversos programas en este
sentido, sobre todo en España, algunos implementados con éxito en la educación, como el
Programa de Inteligencia emocional para la Convivencia Escolar (PIECE) en Bogotá, que se
encamina a mejorar los problemas de convivencia escolar a partir del desarrollo de competencias
emocionales y sociales de los estudiantes y profesores (Vallés, 2011).
Bisquerra (2009), quien constituye uno de los autores más representativos en esta esfera,
propone un conjunto de habilidades emocionales a desarrollar como la autoconciencia, la
regulación, la autonomía emocional y las habilidades socioemocionales y competencias para la
vida. Plantea para ello algunas técnicas concretas como el diálogo interno, el control del estrés
(relajación, respiración, meditación), autoafirmaciones positivas, asertividad, restructuración
cognitiva, imaginación emotiva, atribución causal.
Un elemento significativo encontrado en los artículos publicados al respecto, es que muchos
de los programas de educación emocional, además de trabajar directamente con los adolescentes
y sus familiares, adjudican especial relevancia a la intervención en el contexto educativo y en la
preparación del profesor para la formación de estas habilidades, que deben incluirse dentro de los
currículos académicos, según Abarca (2003). Una estrategia para ello pudiese ser integrándola a
las diversas áreas académicas a lo largo de todos los cursos, de forma trasversal, o, como mínimo
habría que procurar llegar al máximo de materias y en todos los cursos posibles.
La educación emocional debería tener continuidad a lo largo de la escolaridad, así como
disponer de múltiples oportunidades para poner en práctica estos aprendizajes. No sólo dentro del
espacio escolar, sino también en la familia y actividades extraescolares. En este sentido
coincidimos con Bisquerra y otros, (2012) al plantear: “…cuando se trata de desarrollar
competencias todo el proceso vital debe convertirse en un escenario de cambio, porque la vida
misma es la mejor de las escuelas”.
18
realizados en la Universidad de Málaga, España muestran resultados que indican relación entre
bienestar e inteligencia emocional y la importancia de estos constructos psicológicos para el logro
académico en preadolescentes (Ferragut y Fierro, 2012).
En la actualidad existen varios modelos de Inteligencia Emocional, los cuales pueden ser
clasificados en mixtos o de habilidades Mayer, 2000, (Fernández-Berrocal, Berrios-Matos,
Extremera y Augusto, 2012).
22
Es una visión muy amplia que concibe la inteligencia emocional como un compendio de rasgos
de personalidad estables, competencias socio-emocionales, aspectos motivacionales y diversas
habilidades cognitivas. Entre los modelos mixtos se encuentran, esencialmente, el de Goleman
(1995) y Bar-On (1997).
Goleman (1995) define la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros
propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las
relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos”. Su modelo comprende una serie
de competencias que facilitan a las personas el manejo de las emociones hacia uno mismo y hacia
los demás. En un principio este modelo consistía en cinco etapas, las cuales posteriormente fueron
modificadas a cuatro grupos (Goleman, 1997, 2001) con veinte habilidades cada una. En forma
24
Concibe la inteligencia emocional, desde una mirada más específica, como una inteligencia
genuina basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a nuestro pensamiento. Se
considera una habilidad centrada en el procesamiento de la información emocional que unifica las
emociones y el razonamiento, permitiendo utilizar nuestras emociones para un razonamiento más
efectivo y pensar de forma más inteligente sobre nuestra vida emocional, asimismo se considera
un sistema inteligente que debe formar parte de otras formas tradicionales de inteligencia,
25
especialmente con la verbal, por su vínculo con la expresión y compresión de los sentimientos. Es
independiente de rasgos estables de Personalidad (Mayer, Salovey y Caruso, 2002)
- El Modelo de Habilidades ha sido desarrollado por Mayer y Salovey (1997). Consiste en una
visión que concibe la inteligencia emocional como una inteligencia genuina, basada en el uso
adaptativo de las emociones y la aplicación al pensamiento. Reconoce las emociones como
procesos que ayudan a resolver problemas y facilitan la adaptación al medio, además de que
puedan ser desarrolladas por medio del aprendizaje y la experiencia cotidiana. Este modelo
concibe a la inteligencia emocional como un fenómeno compuesto por cuatro habilidades o ramas
(Tabla 3).
Tabla 3. Habilidades que componen el Modelo de Inteligencia Emocional propuesto por Mayer
y Salovey.
Es la identificación de las propias emociones con los estados y
Percepción sensaciones y la percepción de los estados emocionales en otras
emocional personas. Incluye la capacidad para expresar de forma apropiada las
emociones y los sentimientos percibidos en los demás en el momento
oportuno y en el modo correcto.
Respecto a estos modelos que existen hasta el momento, se plantea el debate en torno a la
posibilidad de que ambos tipos se refieran a constructos diferentes o constituyen distintos aspectos
del mismo constructo.
Algunos autores tienen una postura crítica hacia el modelo basado en el rasgo porque
desestiman la posibilidad de definir la inteligencia emocional desde este marco. Otros asumen que
tanto los modelos mixtos como el de habilidad se refiere cualitativamente al mismo constructo de
inteligencia emocional, las diferencia entre ellos están dadas por la operacionalización de la
variable y el instrumento empleado para su estudio. Los autores que reconocen la existencia de
estos dos tipos de modelos de la inteligencia emocional (modelo del rasgo y modelo del
procesamiento de la información), consideran que los modelos del rasgo se focalizan en la
consistencia de los patrones de conducta a través de las situaciones, antes que en la maximización
de la conducta e incluyen una variedad de conceptos tales como optimismo y control de los
impulsos. En cambio, los modelos basados en el procesamiento de la información de la inteligencia
emocional muestran una relación mucho más explícita con la habilidad cognitiva.
Sin embargo, al analizar los cinco modelos detenidamente se pueden observar una serie de
elementos comunes en ellos: todos persiguen la capacidad de identificar y discriminar nuestras
propias emociones y las de los demás, la capacidad de manejar y regular esas emociones y la
capacidad de utilizarlas de forma adaptativa. Se observa que los tres elementos mencionados
parecen ser el eje central de los modelos, los cuales se desprenden de las definiciones específicas
de cada autor y sus correspondientes teorías. De cierta forma, esos tres grandes elementos básicos
mencionados se pueden desmenuzar en muchas competencias y habilidades (es de resaltar que
cada autor, dependiendo del área de estudio, operacionaliza en forma diferente el concepto y sus
correspondientes elementos). Chapman & Hayslip, 2005, (citado en Fernández-Berrocal, Berrios-
Martos, Extremera y Augusto, 2012). Para el desarrollo de la investigación se asume el modelo de
habilidades de Mayer y Salovey.
en relación a cuál método es el mejor. De acuerdo con la revisión bibliográfica realizada, se han
identificado 3 tipos:
Este instrumento contiene 133 ítems a partir de cinco escalas y 15 subescalas, que miden una
amplia gama de habilidades emocionales y sociales presentes en el modelo de su autor. En su
cuantificación, este modelo utiliza cuatro índices de validación y factores de corrección (Bar-On,
1997).
Recientemente se realizó una adaptación al instrumento TMMS-24 insertando ítems que evaluaron
la habilidad de facilitación emocional, conformándose en 32 ítems con las cuatro habilidades de
inteligencia emocional incluidas (TMMS32). El instrumento revisado se piloteó, resultando 29
ítems los cuales se agruparon en cinco factores: percepción emocional, regulación emocional,
comprensión emocional, facilitación emocional y acceso emocional, obteniéndose una
confiabilidad global de 0.90 (Ferragut, y Fierro, 2012).
En este tipo de técnicas el individuo es estimulado a desempeñar diversas tareas, entre las cuales
está la solución de problemas que presuponen la existencia de una respuesta “correcta” y
reveladora de una IE más elevada. El instrumento mayormente utilizado para la medición de la
inteligencia emocional desde esta perspectiva fue desarrollado por Mayer, Salovey y Caruso, y
tiene como nombre Multifactor emotional inteligence Scale (MEIS) y su versión mejorada
(MSCAIT (Mayer, DiPaolo & Salovey, 1990). El problema fundamental relacionado con este tipo
de test está en la selección de las tareas más pertinentes y la determinación de la respuesta correcta
o más ajustada al concepto de la inteligencia emocional.
Se diseñó para ser suministrado a personas de 17 años de edad o más, tiene como objetivo medir
las cuatro habilidades descritas en el modelo de Salovey y Mayer de la inteligencia emocional. Fue
normalizado sobre una muestra de 5.000 hombres y mujeres en la versión americana. Cada
habilidad (percepción, facilitación del pensamiento, comprensión y regulación) se mide con tareas
específicas. La percepción de la emoción se mide por la calificación de la extensión y el tipo de
emoción expresada en diferentes tipos de imágenes. La facilitación del pensamiento se mide
preguntando al individuo cómo establece paralelismos entre las emociones y las sensaciones
físicas (por ejemplo, la luz, el color, la temperatura), así como las emociones y pensamientos. El
entendimiento se mide pidiendo al sujeto que explique cómo las emociones pueden mezclarse unas
con otras (por ejemplo, la ira y la rabia). La regulación (o gestión) de las emociones se mide por
cómo la gente elige una técnica de autorregulación, y no otras.
29
Con menos de un tercio de los ítems que poseía el MEIS, el MSCEIT incluye 141 ítems. El test
proporciona seis puntuaciones: una puntuación global en inteligencia emocional (expresada como
un cociente de inteligencia emocional o EIQ), dos anotaciones de área (inteligencia experiencia, o
EEIQ, e inteligencia emocional estratégica, SEIQ), y cuatro puntajes correspondientes a las cuatro
ramas. Cada puntuación se expresa en términos de una inteligencia estándar con una puntuación
media de 100 (puntuación media obtenida) en una población general y una desviación estándar de
15. Además, el manual proporciona calificaciones cualitativas que corresponden a cada pregunta
numérica. Por ejemplo, una persona que recibe un EIQ total de 69 o menos se calificaría en “un
desarrollo considerable”, mientras que alguien que obtiene 130 o más calificaría como “fuerza
importante” (Mayer, Salovey & Caruso, 2002).
f. Métodos informadores.
Este instrumento evalúa las habilidades del participante, utilizando varias fuentes, que son los
observadores. Para Fernández-Berrocal, Extremera, Palomera, Ruiz-Aranda, (2008) esta
evaluación es la alternativa para la evaluación de programas de habilidades emocionales. Se llama
30
de 360 grados porque lo conforma una autoevaluación, una evaluación por parte de los profesores
y otra que realizan los compañeros. Es un procedimiento para evaluar la inteligencia emocional
interpersonal, es decir, indica el nivel de habilidad emocional de cada alumno percibido por los
demás. Consta de 16 afirmaciones sobre las conductas que presenta un alumno, relacionado con
las cuatro habilidades emocionales de percepción, facilitación, comprensión y regulación
emocional, distribuidas en cuatro ítems por habilidad. El docente realiza una valoración en un
rango del cero al 10 por cada conducta observada en el alumno, donde cero fue ausencia, 5 dominio
mediano y 10 dominio total. El formato es de papel y lápiz. El Alpha de Cronbach para esta escala
al ser evaluada su confiabilidad fue de 0.94.
Tras exponer los tipos de medidas, surge la interrogante sobre cuál es mejor emplear para
evaluar la inteligencia emocional de los alumnos. Ambas formas de evaluación (autoinformes y
medidas de ejecución) serían más complementarias que contradictorias, según Mejía-Díaz, (2013).
La selección de una de ellas, en particular, depende en gran medida del evaluador y sus intereses
investigativos. Fernández-Berrocal y Extremera (2005) plantean algunas condiciones que se
deben tener en cuenta a la hora de tomar una decisión: Habilidades emocionales básicas versus
competencias más generales, áreas específicas de evaluación, facilidad de administración,
limitación del tiempo, problemas de sesgo debido al cansancio en la cumplimentación y a la
deseabilidad social, disponibilidad de recursos personales y materiales, características de los
sujetos evaluados (edad, lenguaje) y solapamiento con otras habilidades del alumno.
31
CAPÍTULO II
RENDIMIENTO ACADÉMICO
Son muchos los intentos que se han realizado para buscar explicaciones en
relación con el rendimiento académico. Rodríguez, 1982, (citado en GarcíaCruz, Guzmán,
Martínez, 2005), al referirse a los modelos existentes para comprensión de la magnitud de esta
problemática, los clasifica en: a) modelos psicológicos, b) sociológicos, c) pedagógico y, d)
eclécticos.
En un primer momento fueron los modelos psicológicos los que buscaban las explicaciones a
los determinantes del rendimiento en el propio alumno, en sus características personales,
inteligencia, aptitudes, así como en las denominadas dimensiones dinámicas (personalidad, interés,
motivación) y su relación con el ambiente. De acuerdo con el modelo, se produce un efecto
circular de mutua interacción constante y significativa entre el propio rendimiento, las
características personales y factores ambientales. Sin embargo, aunque tiene en cuenta factores
ambientales, se centra en las características de la personalidad del alumno, cierta predisposición al
rendimiento académico, sin tener en cuenta que la personalidad es producto del carácter reflejo de
lo psíquico en un proceso interaccionista dialéctico con lo social
32
Otro modelo psicológico denominado “La familia y la persona en relación a los rendimientos”
es el de Álvaro, 1990, (citado por Adell, 2002), dicho autor relaciona el rendimiento académico
con variables importantes como la familia (origen social, hábitat y clima familiar) y la persona
(autoconcepto, motivación, aptitudes y relaciones personales). Es un modelo que centra la
problemática del bajo rendimiento académico en las condiciones y características de la familia
sobre el desarrollo del alumno como persona, reconoce el valor de este contexto para el logro de
los aprendizajes escolares y el desarrollo personológico desde la familia; no considera al contexto
escolar, ya que constituye un diseño centrado en la relación familia- persona donde se escapan
variables importantes del rendimiento que toman gran significado a partir de la escuela.
Un modelo más integrador es el efectuado por Oscoa, 1993 (citado por Adell, 2002)
denominado “Factores de transición a la vida laboral”, el autor establece una posible relación entre
tres grupos de variables: contexto familiar, personal y de estudio, que influyen en el rendimiento
y continuidad de transición a la vida Laboral. Aborda dentro del contexto familiar la situación
ocupacional de la familia, la composición, la procedencia social y las relaciones padres-hijos;
dentro de las condiciones personales considera la motivación académica, la orientación de los
estudios y los resultados escolares. Es un modelo integrador para la comprensión de motivos y
factores de tránsito a la vida laboral en adolescentes.
Además, desde la pedagogía se ha analizado todo lo que ocurre dentro de los centros educativos,
como determinante del quehacer de los alumnos. Así, autores como Hanushek, Muñoz y
Schmelkes, (citado en Adell, 2002) han investigado elementos estructurales (condiciones
materiales, titulación y experiencia del profesor...), las relaciones dentro de la clase (clima de aula)
y en el marco de la organización (clima institucional).
33
Vernon en 1950, fue de los primeros en incluir un espectro amplio de factores a la hora de
estudiar el rendimiento académico, considerando: el clima familiar, el ambiente escolar, la
metodología del profesor, el interés del alumno y las características de su personalidad De manera
general, todas las posturas analizadas intentan estudiar el fenómeno desde una perspectiva
reduccionista, enfatizando en algunas variables que inciden en el rendimiento académico y
desechando otras, lo cual no permite su estudio abarcando toda la complejidad que lo caracteriza.
En los últimos años aparece una posición denominada modelo ecléctico de interacción (con un
carácter armonizado), que partiendo de los modelos anteriores y en la creencia de que ninguna
postura nos puede aportar explicaciones de alta implicación práctica, intenta conciliar y armonizar
las aportaciones de las perspectivas psicológica, sociológica y pedagógica. Como representante de
este modelo se encuentra Adell (2002), quien asocia el rendimiento escolar al bienestar del alumno
y agrupa las variables predictoras de los resultados escolares en tres grandes bloques, ámbitos o
dimensiones: personales, familiares y escolares; considerando, además, un paquete de variables
comportamentales u operacionales. Y todo esto en relación a los rendimientos, entendidos como
notas y bienestar, además contempla los ámbitos referenciados, y realiza un inventario de variables
donde desglosa el contenido de cada ámbito de estudio, valorado a partir de la percepción de los
propios alumnos.
— Los progenitores y el seguimiento que hace la familia respecto al desempeño escolar de los
hijos.
— La administración, al procurar un mejoramiento de la calidad del sistema.
— La sociedad, que valora la eficacia del funcionamiento de los centros escolares.
Cabe mencionar entonces que el rendimiento escolar se define como la expresión que permite
conocer la existencia de calidad en la educación de cualquier nivel, y en el que participan una
multiplicidad de factores, lo cual determina que haya sido estudiado desde diversas perspectivas
o modelos explicativos.
trabajos realizados (Jiménez y López, 2013). Sin embargo, resulta imposible desechar el
importante arsenal de evidencias encontradas en la literatura, que defienden dicha relación.
Barchard, 2003, (citado en Extremera, y Fernández, 2013) evaluó a estudiantes universitarios
mexicanos mediante una prueba de habilidad de inteligencia emocional (MSCEIT), pero
controlando habilidades cognitivas que tradicionalmente se han visto relacionadas con el
rendimiento, junto con variables clásicas de personalidad (neocriticismo, extraversión, apertura,
amabilidad y responsabilidad). Sus resultados apoyaron la idea de que los niveles de la inteligencia
emocional de los universitarios predecían las notas obtenidas al finalizar el año lectivo. Por tanto,
la inteligencia emocional se suma a las habilidades cognitivas como un potencial predictor no sólo
del equilibrio psicológico del alumnado, sino también de su logro escolar.
Vela, (2004) obtuvo resultados semejantes con estudiantes estadounidenses, se originó una
correlación significativa entre la inteligencia emocional y el rendimiento académico, además la
inteligencia emocional contribuyó a predecir el rendimiento más allá de lo que lo hizo un test
estandarizado de logro, empleado para la admisión de los estudiantes. Resultados similares a los
obtenidos por Sternberg y Kaufman, (1998) empleando medidas de inteligencia práctica.
Parker et al, evaluaron a alumnos adolescentes que estaban en el proceso de transición de la
secundaria a la Universidad, encontraron que algunas de las sub-escalas del EQ-i predijeron
significativamente el éxito académico. El, 82% de los estudiantes con alto rendimiento académico
fueron correctamente identificados y agrupados en función de sus puntuaciones en IE.
Fernández-Berrocal y Ruiz, (2008) examinaron la viabilidad del constructo como factor
explicativo del rendimiento escolar en estudiantes de enseñanza secundaria obligatoria (ESO). El
estudio puso en relieve conexiones entre rendimiento escolar e IE; concretamente, mostró que la
inteligencia emocional intrapersonal influye sobre la salud mental de los estudiantes y este
equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final.
de sustento, repeticiones y abandonos, pero hace unos lustros el sistema educativo era mucho más
elitista y excluía el acceso de muchos.” (Cortés, 1998).
El rendimiento escolar está presente en tres dimensiones esenciales del alumno: El poder
(APTITUDES) el querer (ACTITUDES) y el saber hacer (METODOLOGÍA).
Es decir que las aptitudes intelectuales que posee el alumno y que en principio determinan sus
logros escolares las actitudes o disposiciones con que se enfrenta el medio escolar son las
siguientes:
1. Motivación
2. Constancia
3. Tenacidad
4. Esfuerzo
Y finalmente el modo de las estrategias, el uso de técnicas medios e instrumentos que favorecen
o dificultan los logros del aprendizaje en general. Más concretamente intentando especificar donde
se localizan las causas que motivan el bajo rendimiento escolar y que pueden originar un fracaso
escolar suelen señalarse los siguientes fallos:
Si se reflexiona sobre los factores que provoca el bajo rendimiento escolar sobre todo en
adolescentes, intervienen muchas causas que interactúan entre sí de una manera tan compleja que
llegan estas interacciones a construir causas o factores diferentes. “Algunas de estas causas son
40
muy particulares y concretas, otras operan según el contexto, mientras otras pueden actuar como
causa preferente durante una etapa de vida o ciclos de estudio.”(Alcántara, 2007) .es decir, que el
ambiente en unas ocasiones influye negativamente en el rendimiento y en otras positivamente.
Entre los factores que tienen mayor influencia en el rendimiento escolar encontramos los
siguientes:
Se le denomina familia la organización social más importante, “en ellas se establecen las
primeras relaciones de aprendizaje social, se conforman las pautas de comportamiento y se inicia
el desarrollo de personalidad “ (Cano, 2001), ya que: es el sitio donde se vive mayor tiempo
durante los años escolares, provee las primeras influencias, es la intérprete inmediata del fracaso
escolar; las actitudes de los padres hacia el centro educativo y en general a los estudios del hijo,
tienen una influencia significativa en la adaptación escolar alumno. “Los padres proyectan en el
presente sus satisfacciones, así como sus frustraciones y deseos escolares insatisfechos del
pasado”. (Sevilla, 2001); en muchas ocasiones los padres desean que sus hijos sean intachables,
incluso ejercen demasiada presión y los hijos en muchas ocasiones se sienten decepcionados por
no cumplir las expectativas de los padres, esto genera una frustración y por consiguiente los lleva
a un bajo rendimiento académico.
“Los medios de comunicación social tienen una influencia en el rendimiento escolar, al igual
que el resto de las actividades humanas (distracciones, actividades extraescolares, deporte, etc.).
La prensa, el radio, el cine y la televisión,” (Cortés, 1998), han influido en el aumento de cifras
con adolescentes que presentan bajo rendimiento, así como también los videojuegos y la cadena
de Internet; varios autores observan que el nivel intelectual de los estudiantes se puede medir entre
el número de horas dedicadas a ver la televisión y a otras actividades el bajo rendimiento.
41
Los factores económicos es otro punto importante a considerar, la falta de solvencia económica
se debe generalmente al desempleo; en nuestro país, este en un problema que crece día con día; a
pesar de que hay nuevas oportunidades, el salario mínimo es muy bajo por lo que los jóvenes
estudiantes abandonan la escuela y se ponen a trabajar para salir adelante y ayudar a los gastos de
la casa.
Los jóvenes tienden a disminuir la ilusión y las ganas que se tienen hacia un estudio y porvenir
profesional, por tanto, se da una resignación hacia un mejor futuro. ‘Paradójicamente, los que
consiguen trabajo, suelen tener jornadas de trabajo dilatadas, con dificultad o imposibilidad para
un verdadero descanso, lo que provoca insatisfacción y desajuste personales” (Cano, 2001), Un
alto porcentaje de reprobación tiene su origen directo en las carencias económicas y culturales que
sufren determinados grupos de población, sin embargo, es preciso realizar dos matizaciones
importantes: la primera: “no siempre la menor riqueza se corresponde con menor rendimiento y
la segunda: la mayor renta per cápita es solo una condición importante, pero no es suficiente para
conseguir mejores niveles educativos.”, esto es que el no tener solvencia económica no siempre
te va a dar como resultado un bajo rendimiento o viceversa el tener mucho dinero no va hace que
mejore el rendimiento escolar , si no todo consiste en el empeño y esfuerzo que tiene cada persona
de salir adelante.
2.4.4 La escuela.
Algunos autores como Lembo (Martinez, 2002), proponen a la institución escolar como la
causa más importante del fracaso escolar. En la actualidad se está presentando una nueva patología
social que se da principalmente en los adolescentes que cursan la secundaria y preparatoria
llamado bulling, donde es el acoso escolar que se da entre compañeros sumiendo al adolescente
en el terror a asistir a la escuela, la víctima se muestra triste, nerviosa, solitaria ,no presenta ningún
interés por la escuela y sobre todo una severa baja en las calificaciones; en algunos casos la dureza
de la situación puede acarrear pensamientos como el abandono definitivo de escuela o sacar malas
notas para provocar su expulsión, los jóvenes que acusan a sus víctimas buscan intimidarlas para
42
obtener un beneficio. “Una escuela que aburre o disgusta, contribuye para el desinterés de la
misma” (Zacaria, 2000), es por eso que se deben tomar en cuenta los gustos y estar al pendiente
del adolescente ya que muchas veces la falta de comunicación hacia los padres evita que los
mismos sepan las conformidades e inconformidades que se presentan.
Hay estudiantes con coeficiente intelectual alto e intelectual bajo, la mayoría que tienen
coeficiente intelectual bajo lo presentan por algún déficit, no solo lo social, familiar, etc., influyen
en el bajo rendimiento académico; muchos “estudiantes que presentan alguna enfermedad
prolongada o de cierta importancia puede crear sentimientos de inseguridad, o manifestación de
tendencias regresivas y de necesidad de protección lo que dificultará su adaptación escolar”
(Sevilla 2001).
En los caso con las dificultades de alimentación y el exceso o de secreción hormonal de algunas
glándulas endocrinas también son importantes, también son importantes, la alimentación es básica
para la aportación de nutrientes y vitaminas que ayudan al cuerpo a dar energía, puesto que sin
ella las personas no rinden al 100%; “si hablamos de secreción hormonal de glándulas endócrinas,
estas suelen provocar alteraciones en el carácter y en el aprendizaje escolar.
Entre otros déficits encontramos que las deficiencias visuales impiden o dificultan la
comprensión de la explicación del profesor cuando este la apoya en lo escrito en el pizarrón. Esto
le puede llevar al desinterés y apatía respecto de la actividad del aula, también tendrá incidencia
en la función perceptiva y en la destreza lectora. “El joven distraído así como los adolescentes
hiperactivos las causas son diversas y entre ellas podemos citar: el síndrome de hiperactividad, las
dificultades afectivas, lo que hace que le provoque distracciones. El estar distraído no siempre se
ve a primera vista, algunos alumnos aparentan prestar atención y siguen la explicación o que
estudian y en realidad no es así. Afirman que sí han comprendido la explicación porque eso es lo
que el adulto desea escuchar.”(Hernández 2003); a los estudiantes con un coeficiente intelectual
alto tienden a encontrar aburridas las tareas a causa de su rápido aprendizaje, esto supondría
también una pérdida de la motivación y del interés hacia las tareas escolares.
43
Los alumnos que presentan el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad).
En este caso los niños o jóvenes que lo padecen, pueden presentar, curiosamente, un nivel de
inteligencia medio o incluso mayor que la media de su edad, es decir, disponen de un buen
potencial pero no desarrollan normalmente el aprendizaje debido a los déficits específicos en la
atención o control de los impulsos. Todos estos aspectos deben ser evaluados antes de trazar un
plan de intervención.
Una mala alimentación esto provoca que no hay suficiente oxígeno en el cerebro y se provoca
sueño y fatiga para estudiar.
• No dormir lo necesario
• Problemas familiares (maltrato psicológico, físico)
• Desagrado por el ambiente escolar (escuela, maestros, compañeros) Despejar la
mente al momento de estudiar.
Las causas del bajo rendimiento se han clasificado en tres categorías: institucionales,
relacionadas con el profesor y relacionadas con el alumno. Las principales variables estudiadas se
especifican en la siguiente tabla:
Tabla 4. Causas del bajo rendimiento.
Variables estudiadas como causas del bajo rendimiento
Institucionales Relacionadas con el propio Relacionadas con el
alumno profesor
• Número de • Numero de opción en la • Excesiva exigencia
asignaturas elección de la titulación. • Tipo de examen
• Extensión de los • Orientación recibida hacia • Adecuación de las
programas los estudios pruebas de
• Dificultad de las • Aptitud del alumno evaluación
materias • Dominio de técnicas de • Subjetividad en la
• Coordinación entre estudio corrección de los
los programas de las • Responsabilidad y nivel de exámenes.
materias exigencia del alumno. • Escasa información
• Recursos para la • Nivel de motivación hacia sobre los criterios
docencia los estudios. de evaluación
• Ratio • Absentismo-participación- • Estrategias de
profesor/alumno asistencia. motivación
• Horario de clases • Clima de clase • Comunicación
• Numero de clases • Desinterés/perspectiva profesor-alumno.
practicas laboral.
• Numero de • Falta de esfuerzo
exámenes y trabajos
• Clima institucional
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CONCLUSIONES
CUARTA: Ver al bajo rendimiento escolar con una perspectiva basada en la pedagogía de
alternativas permite ampliar las causas y factores que influyen es este desfase
negativo de un no-aprovechamiento de los recursos personales e intelectuales de la
persona que estudia del adolescente como ser en desarrollo que se ubica en una
etapa de la vida donde la expansión o la contracción lo lleva a explorar
46
RECOMENDACIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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51
ANEXO 1.
INSTRUMENTO.
TMMS-24
Instrucciones:
A continuación, encontrará algunas afirmaciones sobre sus emociones y
Sentimientos. Lea atentamente cada frase e indique por favor el grado de
acuerdo o desacuerdo con respecto a las mismas. Señale con una “X” la
respuesta que más se aproxime a sus preferencias.
No hay respuestas correctas o incorrectas, ni buenas o malas. No emplee mucho
tiempo en cada respuesta.
1 2 3 4 5
Nada de Algo de Bastante de Muy de Totalmente de
Acuerdo Acuerdo acuerdo Acuerdo acuerdo
ANEXO 2
INFORME ESCOLAR
Nombre: _______________________________________
Marque con una (x), según corresponda, para cada una de las afirmaciones siguientes,
teniendo en cuenta las competencias emocionales del alumno conocidas por usted:
b)- Puede identificar emociones presentes en otras personas, escritos, música u otra
manifestación artística.
c)- Puede expresar correctamente sus sentimientos y las necesidades asociadas a los
mismos.
d)- Puede discriminar cuándo una expresión es auténtica y refleja o no los verdaderos
sentimientos del individuo.
e)- El estudiante puede comprender las emociones que experimenta, aunque sean
complejas, transiten rápidamente y/o esté experimentando sentimientos ambivalentes.
f)- El estudiante puede designar las emociones que experimenta y reconocer las
relaciones entre la palabra y el propio significado de la emoción.
g)- El estudiante puede entender las relaciones entre las emociones y las diferentes
situaciones.
h)- Las emociones del estudiante facilitan su aprendizaje en el aula, pudiendo dirigir la
atención hacia aquello que es importante.
j)- El estudiante posee un estado de ánimo favorable, que le permite resolver problemas
de manera creativa.
l)- El estudiante puede reconocer las causas de sus estados emocionales, así como la
influencia de su comportamiento emocional en los otros.
m)- El estudiante puede controlar sus propias emociones, sin minimizarlas o exagerarlas.