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COMENTARIO CRÍTICO #5

“La Divina Comedia” de Dante Aliguieri.

Al comienzo del canto vigésimoctavo (p.85) Dante señala:

“¿Quién podría jamás, ni aun con palabras sin medida, por más que lo intentase muchas veces,
describir toda la sangre y las heridas que vi entonces? No existe ciertamente lengua alguna que
pueda expresar, ni entendimiento que retenga, lo que apenas cabe en la imaginación”.

En esta cita, Dante hace explícita la dificultad que tiene para “dar cuenta”, para “describir” lo que
ve en su viaje por el infierno. Lo que ve “no cabe en la imaginación” ni “entendimiento podría
retenerlo”. Teniendo presente esta dificultad, escoga tres pasajes en los que lograría mejor el dar
cuenta de este infierno. Justifica la elección de los pasajes explicando cómo y por qué en ellos Dante
lograría dar cuenta de lo inimaginable y lo inexpresable.

Profesora: Mary Mac-Millan


Sección: 3
Alumno: Anita María Araya
Fecha de entrega: jueves 11 de mayo
(entregar trabajo impreso en clases y subirlo a webcursos)
Para un mejor entendimiento de la parte de la obra en la que nos centraremos en cada
pasaje diferente, debemos explicar, en primer lugar, cómo se conforma el infiero que visita
Dante.
Este está constituido por 9 círculos, que van siendo visitados por el autor de la obra.
El primero es considerado el limbo, en este círculo se encuentran aquellos que no fueron
bautizados (como, por ejemplo, Virgilio), y que, por consiguiente, no verán a Dios. El
segundo es el de las almas lujuriosas, en el que se encuentra Minos (uno de los tres jueces
del infierno), quien juzga y decide a qué círculo de este serán arrojadas las almas pecadoras.
El tercero corresponde al de las almas que pecaron por gula, y es donde se encuentra el perro
de tres cabezas: Cerbero. El cuarto es el que está al cuidado de Plutón, donde se encuentran
las almas pródigas y avaras. El quinto círculo es la laguna Estigia, donde se encuentra el
barquero Flegias, en este lugar están las almas iracundas y tristes. En el sexto es donde yacen
los herejes. El séptimo es el lugar de los violentos, y se divide en tres: río, bosque y un
desierto hirviente. El octavo círculo se divide en 10 fosos, cada uno tiene diferentes castigos,
y es donde se encuentran los fraudulentos. El noveno y último, es un lago que se encuentra
congelado, donde están sumergidos los condenados. Este se divide en 4 fosos, y para llegar
a este círculo se debe pasar por un pozo que es vigilado por gigantes. En el último foso es
donde Lucifer castiga a Bruto, Casio y a Judas.
El primer pasaje que escogimos es cuando Dante desciende al segundo círculo, en
donde se encuentra con Minos. Al relatar este pasaje, el autor, en las páginas 15 y 16, describe
de manera muy gráfica lo que hay allí, diciendo que escucha voces “plañideras”, que hirieren
sus oídos. Relata que el lugar carece de luz y que el ensordecedor ruido que se escucha es
como “el mar tempestuoso cuando está combatido por vientos contrarios”. Explica que la
“tromba infernal” no se detiene y encierra en un torbellino a todas las almas que pecan por
lujuria. Cuenta que se oyen innumerables gritos, llantos, lamentos y blasfemias contra la
“virtud divina”. Este torbellino, molesta y arroja a estas almas a un continuo y molesto
movimiento, que jamás cesará, jamás hallarán ni reposo ni una disminución de su pena. Dante
narra sus sentimientos, y hace patente la compasión y tristeza que dichas almas le hacen
sentir, específicamente con las almas de Francisca de Rimini y Pablo Malatesta, con quienes
conversa y le cuentan su historia.
El segundo pasaje escogido se encuentra en las páginas 43 y 44, en las que el autor
narra el séptimo círculo, específicamente cuando llegan con Virgilio al árido desierto. En este
fragmento de la obra, Dante describe el desierto como un arenal “que rechaza toda planta de
su superficie”. Explica que la arena era espesa, y que allí se encontraban miles de almas
desnudas “que lloraban miserablemente, y parecían cumplir sentencias distintas”. Cuenta que
sobre el desierto llovían bolas de ardiente fuego que “redobla el dolor de las almas” que se
encuentran en dicho lugar, y que estas almas agitan las manos para desprender las brasas de
ellas, todo esto en vano, ya que las brasas son “continuamente renovadas”.
El tercer pasaje que analizaremos será el que se encuentra en las páginas 61 y 62,
donde Dante relata el encuentro con almas de apariencia retorcida, de quienes les han
convertido sus “espaldas en pechos”, quienes tienen “el rostro vuelto hacia las espaldas”.
Estas almas caminaban en retroceso, ya que, debido a que en su vida habían querido y
estuvieron preocupados de ver siempre hacia adelante, se les había castigado y ahora solo
podrían mirar hacia atrás, hacia el pasado. El autor narra que las lágrimas de estas almas
torcidas caían por sus espinas dorsales. Cuenta Dante que no podía dejar de llorar después de
ver a cuerpos humanos totalmente deformados, y que entre ellos se encontraban Tiresias,
Aronte, Manto, etc.
El autor de esta obra, a través de estos pasajes descriptivos, permite al lector crear y
configurar, mientras va leyendo, imágenes gráficas de lo que está narrando. Es de esta manera
que logra dar cuenta de lo inimaginable y lo inexpresable que es el infierno que visita. En
muchísimas partes del libro, Dante dice a los lectores que le es difícil describir lo ve, siente
y/o escucha, pero es a través de estos tres fragmentos expuestos en los acápites de arriba (y
de muchos más a lo largo de la obra) que el autor logra que el lector internalice, se imagine
y tenga una idea de lo que este quiso expresar y describir.
En definitiva, en los tres pasajes descritos, el autor revela sensaciones y sentimientos,
narra lo que ve, lo que escucha, y, a la vez, interactúa con diferentes personajes del infierno,
todo esto ayuda a ir construyendo el ambiente en el que se desarrolla el libro. Es de esta
manera que, finalmente, va introduciendo al lector y logra dar cuenta de cómo es este infierno
del que habla hasta el canto trigésimo cuarto de su obra: “La Divina Comedia”.

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