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REALIDAD DE LA PASTORAL HOY EN LA IGLESIA

En la Iglesia se ha mantenido la pastoral de una manera muy cercana a las personas en la


actualidad, pero aun se observa las falencias que se obtiene en la hora de actuar en las
pastorales, debido a la falta de amor, entrega, escucha, pasión por lo que hacemos y por otras
razones más, en las que se falla por falta de motivación y conocimiento de las actividades
pastorales.
La pastoral en primer lugar es la que nos debe llevar a hacer la voluntad de Dios, prestando
el servicio con todo nuestro corazón, de manera que a la hora de realizarla se haga
desahogando el corazón lleno del amor de Dios, disfrutando del espacio tan apasionador al
interactuar de diversos modos con distintas clases de personas, ya sea niños, jóvenes, adultos
y toda clase de persona sin excluir a nadie, lo que nos exige tener una adecuada preparación
para realizarla y esta preparación se empieza por tener una vida muy recta, orante, coherente
con el evangelio, se tiene la planeación estructurada y organizada, debemos darle la
relevancia para realizar una adecuada pastoral, lo que muchos sacerdotes, seminaristas, laicos
entre otros fieles, no tienen en cuenta para dar más de sí mismos y responder con mas
generosidad.
Las problemáticas que ha llevado a estas falencias, ha sido por la falta de concientización, la
incomodidad que nos genera, por la rutina en la que caemos y no vemos nada innovador,
por falta de conocimiento de lo que se realiza y especialmente la falta de motivación en la
vida espiritual, por la cual se descuida la adecuada planeación para realizar la pastoral,
dejando que el orgullo, la pereza, el desgano, nos desequilibren en nuestra vida, perdiendo el
verdadero sentido de la evangelización. Cada día las personas carecen de conocimiento de
la Iglesia y de la vida cristiana, no solo porque pierdan el interés hacia ella, sino también
porque se deja de enseñar la doctrina, el verdadero sentido de la vida espiritual en nuestra
Iglesia, dejando que la humanidad hoy en día, se aleje a buscar respuestas de la fe en
diferentes lugares, no muy bien formados y quizás que atenten contra la creencia de nuestra
misma Iglesia.
Las zetas hoy en día brindan esta doctrina, que muchas personas buscan, de una manera
desorientada, convenciendo a los demás de falsedades, que continúan dañando a la
humanidad, haciendo que ellos se refugien en diversas creencias, alejándose del verdadero
Dios y adquiriendo conocimientos vanos que atacan a la Iglesia, por esto debemos movernos
de inmediatos a orientar, guiar, enseñar y catequizar a todos los fieles, lo que vemos que en
nuestros templos y en las pastorales no se hace con frecuencia.
Vemos la importancia de estar más cercanos a las comunidades y de brindar el conocimiento
que hemos recibido, dando razón de nuestra fe, aprendiendo a escuchar y acompañar a estas
comunidades tan sedientas de Dios, debemos de tener un espíritu apasionado por la salvación
de las almas, sin olvidar la importancia de la vida interior, es esta la que nos ayuda a
prepararnos para vivir mejor un apostolado siendo dóciles a la voluntad de Dios, dejando que
él haga su obra en nosotros y en los demás.
Así cada día ir creciendo en la vida espiritual y en vez de alejarnos de Dios por las
actividades que realicemos, es dejar que Cristo refleje su rostro en nosotros por nuestro
testimonio de vida, por nuestra cercanía con la sociedad, dando el amor que Dios nos da,
dando a conocer del Dios que nos hace feliz, el Dios que es cercano con toda clase de persona,
mostrando al Dios que nos da fortaleza, nos da amor, nos da felicidad, nos da sentido a
nuestro vivir y que nunca nos abandona.
En la Iglesia vemos que hoy le da alta relevancia a la vida interior, el querer imitar a Cristo
en nuestra vida, es la mejor manera de prepararnos para salir a dar de lo que recibimos, ¿pues
si no tenemos a Cristo en nuestra vida a quien vamos a dar?, por eso en la Iglesia nos brinda
todos los medios para formarnos, para adquirir muchos conocimientos que nos lleve a tener
mas cercanía con nuestro Dios y poder dar más razón de nuestra fe.
Las comunidades piden con aclamaciones sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos que
sean cercanos, que atiendan, que escuchen, que vivan una profunda vida interior, que vivan
como Cristo nos enseñó, que tengan celo apostólico, que brinden oportunidades para
acercarse a Cristo, que les guste visitar a familias, que le guste orar en comunidad, que enseñe
el amor por la eucaristía, que enseñe la importancia de recibir con afecto a nuestros hermanos,
que enseñen con su testimonio de vida, la vida de Jesús y que sean personas muy humanas.
Es verdad, que todos tenemos momentos difíciles, en los que, no sentimos deseos de vivir la
espiritualidad, nos llega el desgano, el tiempo de aridez y que fácilmente podemos caer, pero
no nos podemos quedar en la simpleza de nuestros sentimientos, sino, que debemos ser
constantes en nuestra decisión y en nuestro convencimiento de nuestra vida espiritual, estar
muy preparados para resistir con la fuerza de Dios todos estos momentos, poder vivir de
nuestras motivaciones que nos llevan amar a Dios con un amor de verdad, de fidelidad y de
constancia.
Nunca olvidar el amor primero, el que nos apasiona por estar siempre cerca de Jesús, el que
nos motiva a vivir de la mejor manara cada día y el que nos motiva disfrutar de los consuelos
espirituales, que Dios nos regala en cada momento que podemos experimentar de la presencia
de Dios en nuestro corazón. Este amor es profundo y abandonado en la divina providencia
de Dios, es un amor con entrega, es este el que crece cuando nos enamoramos aun más de
Dios y vivimos más la intimidad con el Señor.
Podemos ver grandes resultados de quien se prepara con vida interior y constante intimidad
con Dios, todos su apostolados o pastorales que realiza con la sociedad, ya que todo lo hace
por amor y no por cumplimiento, disfruta lo que hace y ama a los demás, vive en carne propia
los sufrimientos de los demás, es misericordioso y compasivo, comprende y escucha y es
quien ama con un amor tan grande, un amor de Cristo. Las personas perciben quien muestra
interés por las cosas de Dios y quien tiene una profunda vida de oración, por su testimonio
de vida, lo central de todo apostolado es la vida interior que podamos vivir en intimidad con
Cristo, con un amor profundo y constante.

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