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RESUMEN

El Tratado de Westfalia

El tratado, que data del 24 de octubre de 1648, puso fin a la guerra de los Treinta Años que ahogó a
Europa en guerras sangrientas por motivos religiosos. El tratado definió los principios de la soberanía
nacional, convirtiéndose en la constitución del nuevo sistema de Estados en Europa. A continuación
reproducimos algunos extractos.

Tratado de paz entre el Sacro Imperio Romano y el Rey de Francia y sus respectivos aliados.

En el nombre de la más sagrada e individual Trinidad: que sepan todos, y a quienquiera que le concierna
o en cualquier forma le competa, que por muchos años ha que las discordias y las divisiones civiles son
atizadas en el Imperio Romano, lo cual aumentó a grado tal, que no sólo Alemania, sino también los
reinos vecinos, y Francia en particular, han estado involucrados en los desórdenes de una guerra larga y
cruenta:

I. Que debe haber una paz cristiana y universal, y una concordia perpetua, verdadera y
sincera entre su Sacra Majestad Imperial y su Majestad Cristianísima, así como también
entre todos y cada uno de los aliados y adherentes de su antedicha Majestad Imperial, la
Casa de Austria, y sus herederos y sucesores; pero sobre todo entre los electores, los
príncipes y los Estados del Imperio, por un lado, y todos y cada uno de los aliados de su
antedicha Majestad ÜntCristiana, y todos sus herederos y sucesores, sobre todo entre la
Reina Serenísima y el Reino de Suecia, los respectivos electores, los príncipes y los Estados
del Imperio, por el otro. Que esta amistad y concordia sean observadas y cultivadas con tal
sinceridad y celo, que cada parte deba esforzarse por procurar el beneficio, el honor y la
ventaja del prójimo; que, así, en todas partes vean esta paz y amistad en el Imperio
Romano, y al Reino de Francia florecer, al abrigar una buena y leal vecindad.

II. Que debe haber de uno y otro lado un olvido, amnistía o perdón perpetuos de todo lo
cometido desde el comienzo de estos problemas, cualquiera que haya sido el lugar o la
manera en que las hostilidades se hayan practicado, de un modo tal, que nadie, bajo
pretexto alguno, practique ningún acto de hostilidad, abrigue ninguna enemistad o cause
ningún problema el uno al otro; ni a las personas, efectos ni prendas, ni a los suyos propios
ni a los de otros, ni de forma privada ni abierta, ni directa ni indirectamente, ni bajo el
color del derecho ni por la vía de las obras, ya sea dentro o fuera del alcance del Imperio, a
despecho de todos los pactos previos hechos con el contrario: no harán ni permitirán que
se haga ningún agravio ni injuria a nadie, quienquiera que sea; sino que todo lo que ha
sucedido de un lado y del otro, así como también durante la guerra, en palabras, escritos y
actos atroces, en violencias, hostilidades, daños y detrimentos, sin respeto alguno por las
personas o cosas, ha de abolirse por completo, de un modo tal, que todo lo que pudiera
exigirse, o pretender hacerlo, el uno del otro en ese interés, ha de enterrarse en el olvido
eterno. .
EL TRATADO DE WESTFALIA

El término de Paz de Westfalia se refiere a los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster, firmados el
15 de mayo y 24 de octubre de 1648, respectivamente, este último en la Sala de la Paz del ayuntamiento
de Münster, en la región histórica de Westfalia, con los cuales finalizó la guerra de los Treinta Años en
Alemania y la guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. En estos tratados participaron
el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico (Fernando III de Habsburgo), la Monarquía
Hispánica, los reinos de Francia y Suecia, las Provincias Unidas (paises bajos) y sus respectivos aliados
entre los príncipes del Sacro Imperio Romano-Germánico.

La Paz de Westfalia dio lugar al primer congreso diplomático moderno e inició un nuevo orden
en Europa central basado en el concepto de soberanía nacional. Varios historiadores asignan una
importancia capital a este acto,1 pues en Westfalia se estableció el principio de que la integridad
territorial es el fundamento de la existencia de los estados, frente a la concepción feudal, de que
territorios y pueblos constituían un patrimonio hereditario. Por esta razón, marcó el nacimiento
del Estado nación.

Hasta la instauración de la Confederación del Rin en 1806, las reglas de Westfalia pasaron a formar
parte de las leyes constitucionales del Sacro Imperio Romano. Las garantías del Tratado fueron asumidas
por los países fronterizos con el Sacro Imperio: Francia y Suecia. Sin su autorización no podía cambiarse
ninguna disposición. Así, los alemanes, que vivían en más de 300 estados independientes, sólo podían
fusionarse con otro estado si contaban con la aprobación de Suecia y Francia.

EFECTOS EN LOS PAÍSES IMPLICADOS

Sacro Imperio Romano Germánico: En 1640, después de casi 30 años, se volvió a reunir la Dieta Imperial.
Esta fue aprovechada por los estados del Imperio para acusar al emperador Fernando III de
Habsburgo de sobrevalorar a España, mientras Suecia y especialmente Francia presionaban en el mismo
sentido, para deshacer la colaboración de las dos casas Habsburgo.

Para debilitar al Sacro Imperio Romano Germánico, la principal autoridad transnacional de la época, se
proclamó la primacía de los estados alemanes frente a poderes externos, como el emperador o el papa.
Para el Sacro Imperio, la Paz de Westfalia supuso la pérdida de poder real del emperador y una mayor
autonomía de los más de 300 estados resultantes.2

El príncipe elector de Brandeburgo, uno de los protestantes más influyentes, fue beneficiado por el
apoyo de Francia. Esta, empeñada en debilitar al emperador, permitió a Brandeburgo hacerse con
territorios adyacentes. Paradójicamente, Prusia, nacida en el futuro a partir de la fusión de Brandeburgo
y el Ducado de Prusia, llegaría a ser uno de los peores enemigos de Francia.

Francia: Uno de los principales negociadores fue el cardenal Mazarino, primer ministro de Francia
desde 1643. Esta fue la gran beneficiada de la Paz de Westfalia. Por un lado, se reducía el poder de su
gran adversario continental, el Imperio, y por otro se expandía hacia el Este con la anexión
de Metz, Verdún, Alsacia, Breisach y el dominio militar de la ciudad de Philippsburg. A partir de
entonces, y especialmente tras la Paz de los Pirineos, Francia se convirtió en la potencia hegemónica
de Europa.
Las condiciones desmesuradas que exigía el cardenal Mazarino provocaron la continuación de la guerra
hispano-francesa hasta la Paz de los Pirineos (1659).

Holanda: La intención inicial del emperador era incluir a España en la Paz, pero las presiones de Francia
lograron su neutralidad en la guerra entre ambas naciones pirenaicas. A pesar de los esfuerzos de
Francia por aislar a España, esta firmó la paz con las Provincias Unidas de los Países Bajos en junio
de 1648, reconociendo su independencia. Esta independencia era un hecho desde que en 1609, durante
el reinado de Felipe III, se firmara la Tregua de los Doce Años. Los Países Bajos españoles, que no
buscaban la independencia, continuaron perteneciendo a la monarquía española hasta principios
del siglo XVIII.

España: Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como la principal potencia de Europa.
Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la decadencia, que quedan patentes tras la Paz de
Westfalia. En concreto, como se ha explicado en el párrafo anterior, se tiene que reconocer de iure la
independencia de la República de Holanda y queda rota la comunicación por tierra entre el norte de
Italia y Bélgica (el Camino Español) al controlar de hecho Francia el territorio de Lorena.

Suecia: Suecia consiguió una posición hegemónica en el Mar Báltico que mantuvo durante décadas.
Obtuvo casi toda Pomerania, Wismar, Bremen y Verden, lo que le permitió participar en la Dieta
Imperial.

Dinamarca: Tras diversas batallas perdidas, fundamentalmente contra Suecia, se vio obligada a firmar la
paz con ésta en 1645. Dinamarca perdió todas sus posesiones en el Báltico y Escandinavia.

Suiza: La Confederación Suiza fue reconocida de facto como un país independiente del Sacro Imperio
Romano Germánico.

EFECTOS POLÍTICOS

La Paz de Westfalia supuso modificaciones en las bases del Derecho Internacional, con cambios
importantes encaminados a lograr un equilibrio europeo que impidiera a unos Estados imponerse a
otros. Los efectos de la Paz de Westfalia se mantuvieron hasta las guerras y revoluciones
nacionalistas del siglo XIX.

Este tratado supuso la desintegración de la república cristiana y el imperialismo de Carlos V, y además se


propugnaron principios como el de la libertad religiosa "inter estados". Así, cada Estado adoptaba como
propia y oficial la religión que tenía en aquel momento, lo cual es visto como una concesión católica a
los nuevos cismas que, como origen político, habían roto Europa.

Mapa del Sacro Imperio en 1648.


Frente a la visión española y del Sacro Imperio de una universitas christiana, triunfaron las ideas
francesas que exaltaban la razón de Estado como justificación de la actuación internacional. El Estado
sustituía a otras instituciones internacionales o transnacionales como la máxima autoridad en las
relaciones internacionales. En la práctica esto suponía que el Estado dejaba de estar sujeto a normas
morales externas a él mismo. Cada Estado tenía derecho a aquellas actuaciones que asegurasen su
engrandecimiento.

Consecuencias de la Paz de Westfalia fueron la aceptación del principio de soberanía territorial, el


principio de no injerencia en asuntos internos y el trato de igualdad entre los Estados
independientemente de su tamaño o fuerza. En la práctica, las cosas fueron algo diferentes y el
resultado muy desigual para los diferentes Estados. Algunos Estados pequeños fueron absorbidos por
Francia, acabaron perdiendo su identidad asimilados por la cultura mayoritaria y ya no dejaron de ser
parte de ella. Por otro lado, a los Estados que formaban parte del Sacro Imperio se les reconoció una
autonomía mucho mayor de la que ya tenían.

EFECTOS RELIGIOSAS

El otro gran perjudicado fue el papado, que dejó definitivamente de ejercer un poder temporal
significativo en la política europea.

La Paz de Westfalia supuso el fin de los conflictos militares aparecidos como consecuencia de la Reforma
Protestante y la Contrarreforma. Desde los tiempos de Martín Lutero, las guerras europeas se
desencadenaban tanto por motivos geopolíticos como religiosos. Tras la Paz de Westfalia, la religión
dejó de ser esgrimida como casus belli. A pesar de las disposiciones que intentaban una convivencia
religiosa, la intransigencia obligó en la práctica a exiliarse a los que no adoptaban la del gobernante.

Extracto del Tratado de Paz de Westfalia

El párrafo introductorio del Tratado de Paz resume el proceso de las negociaciones, enumera las partes
implicadas y enumera también los representantes y plenipotenciarios enviados por los Estados
firmantes. A continuación el título primero habla sobre el espíritu del acuerdo:

Una octavilla de la Paz de Westfalia de 1648.

"Habrá una paz cristiana y universal y una amistad sincera, auténtica y perpetua entre [...] todos y cada
uno [...]. Que esta paz y amistad sea observada y cultivada con tal sinceridad y celo, que cada parte se
esforzará en procurar el beneficio, honor y ventaja del otro [...]."

Se declara un perdón general a los Estados e, incluso, el olvido de las deudas de guerra:
"Habrá en un lado y en el otro un olvido perpetuo, amnistía o perdón de todo lo que ha sido cometido
desde el inicio de estos problemas [...]; todo lo que ha pasado en un lado y en el otro [...], daños y gastos
[...], serán enterrados en el olvido eterno."

Entre los títulos 4º a 10º se tratan diversos asuntos preliminares (sobre el Círculo de Borgoña, Lorena, la
amnistía, la no injerencia en la guerra hispano-francesa) con el fin de poder establecer la paz:

"Que el Círculo de Borgoña será y continuará siendo un miembro del Imperio, después de que las
disputas entre Francia y España terminen. Que, sin embargo, ni el emperador, ni ninguno de los Estados
del Imperio, se implicará en las guerras que hay ahora en pie entre ellos [...]."

Los títulos 11º al 64º tratan in extenso y minuciosamente sobre restitución de derechos y privilegios, la
soberanía de los Estados del imperio, sus libertades, etc. En general los Estados del Imperio fueron
confirmados en sus límites territoriales de 1618, mientras que la distribución territorial de las
distintas confesiones cristianas se efectuó a partir de la situación de 1624:

"Aquellos de la confesión de Habsburgo [...] serán puestos en posesión otra vez de sus iglesias y estados
eclesiásticos, como era en el año 1624, como también que todos los otros de la dicha confesión de
Habsburgo que lo demanden, tendrán el ejercicio libre de su religión, así en iglesias públicas a las horas
convenidas, como en sus propias casas privadas o en otras elegidas para este propósito [...]."

"Todos los oficiales, así como militares, consejeros, togados [...], con sus mujeres, hijos, herederos [...]
serán restaurados por todas las partes en su estado de vida, honor, renombre, libertad de consciencia,
derechos y privilegios que disfrutaron antes de los desórdenes arriba mencionados [...]."

"[...] los Estados que hayan sido tomados por las armas por Francia o Suecia [...] serán retornados a la
situación en que se encuentran y eso sin ninguna compensación por provecho o daño."

En ellos se declara que cada Estado debería decidir qué cristianismo adopta como religión de estado:

"y puesto que para la mayor tranquilidad del Imperio, en su asamblea general de paz, se ha hecho un
acuerdo [...] referente a las diferencias sobre tierras eclesiásticas y la libertad de ejercicio de la religión,
se ha encontrado oportuno confirmarlo y ratificarlo por el presente tratado [...]".

Y también se establece la independencia total de Suiza:

"[...] la ciudad de Basilea y otros cantones suizos sean como si estuviesen en posesión de su completa
libertad y exención del Imperio; de manera que no están bajo ningún concepto sujetos a las judicaturas
o juicios del Imperio [...]".

Los títulos 65º a 67º del acuerdo de paz traen como consecuencia la desaparición de la autoridad real
del Emperador:

"[...] todos y cada uno de los Electores, Príncipes y Estados del Imperio Romano son así establecidos y
confirmados en sus antiguos derechos, prerrogativas, libertades [...], ejercicio libre de derechos
eclesiásticos [...]."

"Disfrutarán sin contradicción el derecho de sufragio en todas las deliberaciones referentes a los
asuntos del Imperio [...] serán libres perpetuamente de establecer alianzas con extranjeros para su
preservación y seguridad [...]."

Los títulos 68º a 91º son los acuerdos que afectan a diversos estados del Imperio (cesión de territorios a
Francia y Suecia, libertad de comercio y de tránsito, devoluciones, etc).

"[...] Que el dominio principal, derecho de soberanía, y todos los otros derechos sobre los arzobispados
de Metz, Toul y Verdún, y sobre las ciudades de ese nombre y sus diócesis, particularmente sobre
Mayenvick [...] pertenecerán en el futuro a la corona de Francia y serán irrevocablemente incorporados
allí por siempre [...]."
"[...] Que para el futuro, el comercio y el transporte serán libres para los habitantes a ambos lados
del Rin y las provincias adyacentes. Sobre todo, la navegación del Rin será libre [...] y no será permitido
imponer sobre el Rin nuevos y no deseados peajes, aduanas, tasas, [...] pero una y otra parte se
contentarán con los tributos, derechos y peajes que eran pagados antes de estas guerras [...]."

A continuación vienen los títulos que afectan a Francia:

"Que el Rey Cristianísimo (Luis XIII de Francia) estará obligado a abandonar no sólo los obispados
de Estrasburgo y Basilea, con la ciudad de Estrasburgo, sino también los otros Estados u órdenes, abades
de Murbach y Luederen, quienes están en una y otra Alsacia, inmediatamente dependientes del Imperio
Romano; la abadesa de Andlavien, el monasterio de San Bennet en el valle de San Jorge [...]."

A partir del título 104º vienen las disposiciones de entrada en vigor y la conclusión:

"Los plenipotenciarios de todas las partes acordarán entre ellos, entre la conclusión y la ratificación de la
paz, sobre los modos, tiempos y seguridades que se tomarán para la restitución de los lugares y para el
desmantelamiento de tropas [...]."

"En testimonio de todas y cada una de estas cosas, y para su mayor validez, los embajadores de sus
majestades Imperial y Cristianísima, y los representantes, en el nombre de todos los Electores, Príncipes,
y Estados del Imperio, enviados particularmente para este fin [...] con sus propias manos y sellos han
firmado y sellado este presente Tratado de Paz, [...] y eso con la condición de que por la suscripción de
los embajadores y representantes arriba mencionados, todos y cada uno de los otros Estados que se
abstengan de firmar y ratificar el presente tratado, estarán no menos obligados a mantener y observar
lo que se contiene en este presente Tratado de Pacificación, que si lo hubiesen suscrito y ratificado [...].

Hecho, aceptado y concluido en Münster en Westfalia, el día 24 de octubre, 1648."

CONSECUENCIAS

La principal consecuencia de la paz de Westfalia fue el debilitamiento de las posiciones de Austria y


España en centroeuropa. Paralelamente, salía muy fortalecida Francia, que representada por el cardenal
Mazarino ganaba numerosos territorios en su frontera más oriental, entre otras plazas, Metz y Alsacia.
Su guerra con España continuó hasta 1659, y terminó con la anexión del Rosellón y su promoción a
potencia hegemónica del continente, en la paz de los Pirineos.

Personaje muy beneficiado en Westfalia fue el príncipe elector de Brandeburgo, que gracias a la
mediación de Francia (que pretendía promover una potencia en el norte de Alemania que equilibrase la
balanza con Austria) anexionó numerosos territorios y formó el núcleo de lo que en décadas venideras
sería el reino de Prusia.

De aquel tratado, las Provincias Unidas lograron el reconocimiento definitivo de su independencia, y


Suecia se convirtió en la mayor potencia del norte de Europa, logrando arrinconar a Dinamarca en su
espacio continental, fuera de la península escandinava.

Pero las consecuencias de la paz de Westfalia fueron más allá de un simple reajuste territorial. En primer
lugar, rompió la idea defendida por España y Austria de la universitas christiana, por la cual el
Emperador y el Papa podían mediar en los asuntos de toda la cristiandad por considerarla una gran
República de distintos Estados, sometidos en última instancia a los poderes tradicionales.

Triunfaba así la idea de Estado francesa, por la cual se rechazaba la injerencia de poderes extraños en
los asuntos internos del reino, y se afirmaba con una legalidad independiente sobre un territorio
determinado. De este modo, conflictos clave como la religión del Estado quedaron inmediatamente
solventados: cada soberano decidía su confesión y las guerras de religión, que ensangrentaban Europa
desde tiempos de Lutero, desaparecerían en adelante.
El papado quedaba de este modo apartado definitivamente de la participación que venía ejerciendo en
las decisiones de la política europea, y el Imperio se convertía en una institución caduca que había
perdido la mayor parte de su influencia sobre la Alemania de los príncipes, que ahora operaban con
completa autonomía.

Efectos en los países implicados

REMODELACIÓN DE EUROPA DESPUÉS DEL TRATADO

Sacro Imperio Romano Germánico. En 1640, después de casi treinta años, se volvió a reunir
la Reichstag (Sacro Imperio Romano Germánico). Ésta fue aprovechada por los estados del Imperio para
acusar a Fernando III de Habsburgo de sobrevalorar a España, mientras Suecia y especialmente Francia
presionaban en el mismo sentido para deshacer la colaboración de las dos casas Habsburgo.

Para debilitar al Sacro Imperio Romano Germánico, la principal autoridad transnacional de la época, se
proclamó la primacía de los estados alemanes frente a poderes externos, como el Emperador o el Papa.
Para el Sacro Imperio, la Paz de Westfalia supuso la pérdida de poder real del Emperador y una mayor
autonomía de los más de trescientos Estados resultantes.

El príncipe elector de Brandeburgo, uno de los protestantes más influyentes, fue beneficiado por el
apoyo de Francia. Ésta, empeñada en debilitar al Emperador, permitió a Brandeburgo hacerse con
territorios adyacentes. Paradójicamente, Prusia nacería en el futuro a partir de la fusión de Brandeburgo
y el Ducado de Prusia y llegaría a ser uno de los peores enemigos de Francia.

Francia: Uno de los principales negociadores fue el cardenal Mazarino, primer ministro de Francia
desde 1643. Ésta fue la gran beneficiada de la Paz de Westfalia. Por un lado, se reducía el poder de su
gran adversario continental, el Imperio, y por otro extendía sus fronteras con varios
territorios: Metz, Verdún, Alsacia, Breisach, el dominio militar de la ciudad de Philippsburg. A partir de
entonces, y especialmente tras la Paz de los Pirineos, Francia se convirtió en la potencia hegemónica
de Europa.

Holanda: La intención inicial del Emperador era incluir a España en la paz, pero las presiones de Francia
lograron su neutralidad en la guerra entre ambas naciones pirenaicas. A pesar de los esfuerzos de
Francia por aislar a España, ésta firmó la paz con las República de los Siete Países Bajos en junio de 1648,
reconociendo su independencia. Esta independencia era un hecho desde que en 1609, durante el
reinado de Felipe III, se firmara la Tregua de los doce años. Los Países Bajos españoles, que no buscaban
la independencia, continuaron perteneciendo a la monarquía española hasta principios del siglo XVIII.
Las condiciones desmesuradas que exigía el cardenal Mazarino provocaron la continuación de la guerra
hispano-francesa hasta la Paz de los Pirineos (1659).

España: Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como la principal potencia de Europa.
Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la decadencia, que quedan patentes tras la Paz de
Westfalia.

Suecia: Suecia consiguió una posición hegemónica en el Mar Báltico que mantuvo durante décadas.
Obtuvo casi toda la Pomerania, Wismar, Bremen y Verden, lo que le permitió participar en la Dieta
Imperial.

Dinamarca': Tras diversas batallas perdidas, fundamentalmente contra Suecia, Dinamarca se vio
obligada a firmar la paz con ésta en 1645. Dinamarca perdió todas sus posesiones en el Báltico y
la Península escandinava.

Suiza: La Confederación Suiza fue reconocida de facto como independiente del Sacro Imperio Romano
Germánico.

IMPORTANCIA DEL TRATADO

Todo ello estaba encaminado a instaurar un orden que garantizase la estabilidad en Europa, al margen
de querellas religiosas, sostenido sobre la equidad legal de los Estados, sin importar su tamaño o poder.

El Tratado de Westfalia o El Tratado de Münster/Osnabrück significó uno de los puntos más importantes
dentro de la Historia Europea y Mundial. Ahí, al Este del Sacro Imperio Germánico, se firmó por primera
vez un Tratado multilateral moderno. Por primera vez en la Historia europea, se habló de Estados-
Naciones, de libertad de prédica religiosa y de límites internacionales.

Ganadores salieron Francia, que durante la Guerra de los 30 años, jugó a 2 bandos; Suecia, que intervino
en Alemania y logrando consolidarse como potencia, al menos durante el reinado de Gustavo Adolfo
Hitler; Las Provincias Unidas, ahora llamadas Holanda, que tras años de rebelión, fueron reconocidas
como independientes.

Los Estados Papales perdieron la mayor parte de su poder, al ser el Calvinismo y


el Luteranismo reconocidos como religiones oficiales. España siguió con su lentísima decadencia y
Austria arrastró las derrotas de la Liga Católica. Por primera vez, la noción de Patria y Religión estaban
separados en Europa; Desde ahí nació el Nacionalismo como idea no sólo romántica, pero también
como elemento fortificador en un país. Así fue, como Europa se transformó.

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