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EVANGELIO SEGÚN FELIPE

1. Un hebreo hace un hebreo y se [le] denomina de esta manera: «prosélito». Pero un prosélito no
hace otro prosélito; [algunos] son como [...] y crean otros; [otros sin embargo] se contentan con
llegar a existir.

2. El [esclavo] sólo aspira a ser libre y no ambiciona los bienes de su señor; pero el hijo no es sólo
hijo, sino que reclama para sí la herencia del padre.

3. Los que heredan de los muertos están muertos ellos mismos y son herederos de quienes están
muertos. Los que heredan de quien está vivo viven ellos mismos y son herederos de quien está
vivo y de quienes están muertos. Los muertos no heredan de nadie, pues ¿cómo va a heredar el
que está muerto? Si el muerto hereda de quien está vivo, no morirá, sino que vivirá con tanto
mayor motivo.

4. Un hombre pagano no muere, pues realmente no ha vivido nunca, para que luego (pueda)
morir. El que ha llegado a tener fe en la verdad, ha encontrado la vida y corre peligro de morir,
pues se mantiene vivo.

5. A partir de la venida de Cristo, el mundo es creado, las ciudades son embellecidas y se retira lo
que ha fenecido. Padre si no se hubiera apropiado el nombre del Padre. Quienes están en
posesión de este nombre lo entienden, pero no hablan de él; más los que no están en posesión de
él no lo entienden. La verdad ha creado (diversos) nombres en este mundo, porque sin ellos es de
todo punto imposible aprehenderla. La verdad es (pues) única y múltiple por causa nuestra, para
enseñarnos a través de muchos este único (nombre) por amor.

13. Los Arcontes quisieron engañar al hombre, viendo que éste tenía parentesco con los
verdaderamente buenos: quitaron el nombre a los que son buenos y se lo dieron a las que no son
buenos con el fin de engañarle a través de los nombres y vincularle a los que no son buenos. Luego
—en el caso de que quieran hacerles un favor— harán que se separen de los que no son buenos y
los integran entre los que son buenos, que ellos (ya) conocían. Pues ellos pretendían raptar al que
es libre y hacerlo su esclavo para siempre.

14. Hay Potencias que [son] otorgadas al hombre [...], pues no quieren que éste [llegue a salvarse]
para que ellas consigan ser [...]; pues si el hombre [se salva], se hacen sacrificios [...] y se ofrecen
animales a las Potencias. [Es a éstas] a quienes se hacen tales ofrendas, (que) en el momento de
ser ofrecidas estaban vivas, pero al ser sacrificadas murieron. El hombre, por su parte, fue ofrecido
a Dios estando muerto y vivió.

15. Antes de la venida de Cristo no había pan en el mundo. Lo mismo que en el paraíso—lugar en
que moraba Adán—, había aquí muchos árboles para alimento de los animales, pero no había trigo
como alimento para el hombre. Éste se nutría como los animales, pero al venir Cristo —el hombre
perfecto— trajo pan del cielo para que el hombre se nutriera con alimento de hombre.

16. Los Arcontes creían que por su fuerza y por su voluntad hacían lo que hacían; pero es el
Espíritu Santo el que operaba en todo ocultamente a través de ellos según su voluntad. Ellos
siembran por todas partes la verdad, que existe desde el principio, y muchos la contemplan al ser
sembrada; pero pocos de los que la contemplan la
Cosechan.

23. Hay quienes tienen miedo de resucitar desnudos y por eso quieren resucitar encarne: éstos no
saben que los que están revestidos de carne son los desnudos. Aquellos que [osan] desnudarse
son precisamente [los que] no están desnudos. «Ni la carne [ni la sangre] heredarán el Reino [de
Dios]». ¿Cuál es la (carne) que no va a heredar? La que llevamos encima. ¿Y cuál es, por el
contrario, la que va a heredar? La (carne) de Jesús y su sangre. Por eso dijo Él: «El que no come mi
carne y bebe mi sangre, no tiene vida en sí». Y ¿qué es esto? Su carne es el Logos y su sangre es el
Espíritu Santo. Quien ha recibido estas cosas tiene alimento, bebida y vestido. Yo recrimino a los
otros que afirman que (la carne) no va a resucitar, pues ambos yerran. Tú dices que la carne no
resucitará. Entonces dime: ¿qué es lo que va a resucitar?, para que podamos hacerte los honores.
Tú dices que el espíritu (está) dentro de la carne y que también esta luz está dentro de la carne.
Mas el Logos es eso otro que asimismo está dentro de la carne, pues —cualquiera de las cosas a
que te refieras— (nada podrás aducir) que se encuentre fuera del recinto de la carne. Es, pues,
necesario resucitar en esta carne, ya que en ella está todo contenido.

33. «Padre» e «Hijo» son nombres simples; «Espíritu Santo» es un nombre compuesto. Aquéllos se
encuentran de hecho en todas partes: arriba, abajo, en lo secreto y en lo manifiesto. El Espíritu
Santo está en lo revelado, abajo, en lo secreto, arriba. 34. Las Potencias malignas están al servicio
de los santos, después de haber sido reducidas a ceguera por el Espíritu Santo para que crean que
están sirviendo a un hombre, siendo así que están operando en favor de los santos. Por eso —
(cuando) un día un discípulo le pidió al Señor una cosa del mundo— Él le dijo: «Pide a tu madre y
ella te hará partícipe de las cosas ajenas». 35. Los apóstoles dijeron a los discípulos: «que toda
nuestra ofrenda se procure sal a sí misma». Ellos llamaban «sal» a [la Sofía], (pues) sin ella ninguna
ofrenda [es] aceptable. 36. La Sofía es estéril, [sin] hijo(s); por eso se la llama [también] «sal». El
lugar en que aquéllos [...] a su manera [es] el Espíritu Santo; [por esto (?)] son numerosos sus
hijos.

37. Lo que el padre posee le pertenece al hijo, pero mientras éste es pequeño no se le confía lo
que es suyo. Cuando se hace hombre, entonces le da el padre todo lo que posee. 38. Cuando los
engendrados por el espíritu yerran, yerran también por él. Por la misma razón un idéntico soplo
atiza el fuego y lo apaga. 39. Una cosa es «Echamoth» y otra es «Echmoth». Echamoth es la Sofía
por antonomasia, mientras que Echmoth es la Sofía de la muerte, aquella que conoce la muerte, a
la que llaman «Sofía la pequeña».

44. Ninguno puede ver a nadie de los que son estables de no ser que él mismo se asimile a ellos.
Con la verdad no ocurre lo mismo que con el hombre mientras se encuentra en este mundo, que
ve el sol sin ser el sol y contempla el cielo y la tierra y todas las demás cosas sin ser ellas mismas.
Tú, en cambio, viste algo de aquel lugar y te convertiste en aquellas cosas (que habías visto): viste
al espíritu y te hiciste espíritu; [viste a] Cristo y te hiciste Cristo; viste [al Padre] y te harás padre.
Por eso tú [aquí] ves todas las cosas y no [te ves] a ti mismo; pero [allí] sí te verás, pues [llegarás a
ser] lo que estás viendo. 45. La fe recibe, el amor da. [Nadie puede recibir] sin la fe; nadie puede
dar sin amor. Por eso creemos nosotros, para poder recibir; pero para poder dar de verdad (hemos
de amar); pues si uno da, pero no por amor, no saca utilidad alguna de lo que ha dado. 46. Aquel
que no ha recibido al Señor es todavía un hebreo. 47. Los apóstoles antes de nosotros (le)
llamaron así: «Jesús el Nazareno, Mesías» — que quiere decir—: «Jesús el Nazareno, el Cristo». El
último nombre es «el Cristo», el primero «Jesús», el de en medio «el Nazareno». «Mesías» tiene
un doble significado: «el Cristo» y «el Medido». «Jesús» en hebreo es la «Redención», «Nazareno»
es la «Verdad». «El Nazareno» es, pues, la «Verdad». El Cristo ha sido medido; «el Nazareno» y
«Jesús» son los que han sido medidos. 48. Si se arroja la perla a la basura, no por ello pierde su
valor. Tampoco se hace más preciosa al ser tratada con ungüento de bálsamo, sino que a los ojos
de su propietario conserva siempre su valor. Esto mismo ocurre con los hijos de Dios dondequiera
que estén, pues conservan su valor a los ojos del Padre.

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