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UNIVERSIDAD METROPOLITANA.

FACULTAD DE ESTUDIOS JURÍDICOS Y POLÍTICOS.


ESCUELA DE DERECHO.
DERECHOS REALES.
TRIMESTRE 1718-3.
PROF. TADEO ARRIECHE.

PROPIEDAD Y LIBERTAD.
(Informe Nº 2)

Estudiantes:
Colina B. Maria G.
C.I. 27.007.674

Niño A. Maria A.
C.I. 27.422.884

Caracas, 01 de Mayo de 2018.


Desde los inicios del hombre, la propiedad ha tenido un papel indispensable
en su evolución, comenzando por el hecho de que sólo mediante su posesión se
posibilitó la existencia de un lugar seguro donde resguardarse de los peligros que
le acechaban. De esta forma, a medida que aquella ha sido influenciada por
concepciones ideológicas como el liberalismo decimonónico, el socialismo
marxista y la doctrina social de la Iglesia, ha ido adquiriendo caracteres diversos,
como su constitución en un derecho natural, absoluto, perpetuo, individual e
inviolable.
De allí que las distintas Naciones se hayan visto en la innegable necesidad
de garantizar su protección como un derecho, mediante su consagración en los
Textos Fundamentales, a fin de protegerlo puesto que el mismo se ha constituido
en la actualidad como un Derecho Humano. Por ello la importancia de una libertad
económica enmarcada en su resguardo.
La propiedad privada es el núcleo central del liberalismo, siendo éste el que
marca un antes y un después a los múltiples obstáculos que censuraban la
iniciativa privada, teniendo como ejemplo su importante establecimiento en La
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789. Asimismo, el
liberalismo hace énfasis en que el Estado debe limitarse a garantizar la protección
de este derecho, obligando a que terceros respeten la propiedad de cada
ciudadano, pues si no es por necesidad pública y justa indemnización, no se
puede privar del mismo (González, 2010). Debido a que la propiedad ha adquirido
un papel fundamental en la sociedad, estableciéndose como una institución capaz
de afectar las bases del orden social, también se le exige al Estado que debe
promover las condiciones para que todos accedan a este derecho, así como a la
seguridad y libertad como el fin último de toda asociación política.
Parte de estas teorías, según Malilla y Frax (1999), fueron discutidas y
desarrolladas en el Código de Napoleón, a partir del cual se sientan las bases del
Derecho Continental, siendo entonces la idea más resaltante el hecho de que las
personas puedan disponer de sus cosas (todo tipo de bienes), de la forma que
mejor les plazca, siempre que dicha actuación este enmarcada en lo legal,
resaltando el papel de la autonomía de la voluntad, incluso en aquel entonces. Un
dato importante es que, para esa época se descubrió que las propiedades no
podían limitarse a lo unitario, que existen otros sujetos económicos implicados,
con lo cual se originan nuevos formas de propiedad, como la industrial y mercantil,
que al final corresponden a un único derecho. Por ello, los principios que han de
definir esta tesis, han tenido cabida en las Constituciones y leyes emanadas de
períodos constituyentes, únicos capaces de consolidar las bases requeridas. El
problema con ello es que los avances no pueden quedarse en el papel, se debe
procurar su materialización en el plano social y económico para que exista un
verdadero derecho.
La evolución histórica de la propiedad condujo a una consolidación conjunta
de la libertad económica y el capitalismo, con lo cual no solo prosperan los
principios liberales, sino que el Estado va obteniendo mayor intervención en el
sistema económico. El constitucionalismo liberal se ha de caracterizar entonces
por la unificación del sistema económico, mediante el empleo de Códigos de
Comercio y Civiles, así como por la liberalización del mercado nacional.
Resulta importante resaltar, en cuanto a los avances propiciados por este
movimiento político, es la denominación del derecho de propiedad como un
derecho natural, base fundamental de la vida del hombre, sobre el cual se
desprende la libertad del ciudadano para manejar sus bienes y los frutos del
mismo, lo cual influye necesariamente en el progreso económico de un país. Nace
entonces la libertad de industria, la liberación de las relaciones mercantiles, así
como la protección de la propiedad industrial, eliminando cualquier atisbo de
desigualdad producto de privilegios para algunos en la ley.
Sin embargo, como bien señalan Malilla y Frax (1999), las ideas socialistas
se han venido extendiendo a lo largo de los continentes y surge el planteamiento
de que el Estado debe intervenir legalmente para hacer frente a las desigualdades
producto de la economía de libre mercado, así como la noción de propiedad
colectiva antepuesta a la individual, pues ésta no tiene cabida en la ideología
marxista. Es debido a la aparición de dicha ideología en el plano del derecho de
propiedad, que se inicia la preocupación por defenderlo, frente a las ideas
propuestas por aquellos, trastocando las bases ya establecidas al respecto. Un
evento preocupante además, debido a la trascendencia de las ideas socialistas en
el mundo, lo cual amerita medidas de protección específicas. En ese sentido, los
autores señalan muy acertadamente el hecho de que el socialismo y la propiedad
son incompatibles, debido a la tendencia que posee de caer en arbitrariedades, a
fin de transformar lo que se conoce como propiedad privada.
Adicionalmente, en palabras de Duque (2007), el socialismo ha
desnaturalizado en la práctica la concepción del derecho natural de la propiedad,
disminuyendo su esencia a una simple relación de hecho entre las personas y las
cosas que previamente autoriza el Estado, pues viene a ser el único titular de los
bienes permitidos. Se erradica el principio de autonomía de la voluntad que rige
las relaciones civiles y se impone un nuevo modelo de economía que se vende
como fachada del bienestar colectivo.
El derecho de propiedad es anterior inclusive a la formación del Estado,
propio de cada persona por el simple hecho de serlo, la cual mediante el ejercicio
de su derecho a la libertad, escoge el uso y el destino económico que le dará a los
bienes que posee, sin la necesidad de esperar que el Estado le otorgue un
permiso temporal de uso.
A su vez, resulta importante considerar, si la expropiación se concibe como
una garantía de protección al derecho de propiedad que impide el abuso del
Estado, habría que preguntarse, como señala Duque (2007), “¿qué referencia
puede existir para valorar una justa indemnización, en una economía que se
califica de socialista, donde no existe un libre mercado?. Y; ¿qué límites tiene el
concepto de utilidad pública en un cuadro de economía socialista?”
Al respecto se puede mostrar como ejemplo cercano de las malas políticas
socioeconómicas producto del socialismo, el proyecto de reforma constitucional de
2007 en Venezuela. Donde se pretendió modificar el artículo 115 de la Carta
Magna de 1999 eliminando el establecimiento explícito de la propiedad como un
derecho, para dejar plasmadas únicamente las distintas formas en las que puede
ejercerse tal derecho, disminuyendo a su mínima expresión la propiedad privada.
Ilustrando un claro retroceso que afecta la progresividad de los derechos
humanos, atentando contra la libertad del ciudadano. (Duque, 2007).
En otro orden de ideas, la doctrina social de la Iglesia representa un punto
medio entre la ideología socialista que busca abolir la propiedad privada y el
liberalismo que sin un debido control da origen al capitalismo desmedido que
provoca significativas desigualdades sociales. La misma sostiene como idea
fundamental la constitución de la propiedad como un elemento necesario para el
hombre, infiel o cristiano, puesto que se basa en un Derecho Natural que ha de
ser respetado y protegido por el Poder Público. Todo esto debido a que, la
sociedad, como obra principal de Dios, requiere de la propiedad para su
subsistencia y responde a un ámbito en el que la persona puede ejercer su
libertad al mismo tiempo que provee el sustento a su familia, gracias a los frutos
de su esfuerzo (Malilla y Frax, 1999).
La característica fundamental de esta doctrina es la importancia de la
función social que debe dársele a la propiedad. En este sentido, dicha función
consiste principalmente en usar aquella además de en beneficio propio, a favor de
los demás, de manera voluntaria. Pues la doctrina social de la iglesia distingue
entre el derecho de propiedad como tal y su uso, el primero es otorgado por la
naturaleza y por lo tanto anterior al Estado, de manera que no puede ser
suprimido por autoridad alguna, pero el segundo sí debería ser moderado por el
Poder Público para que exista una armonía con el bien común y todos puedan
gozar de ella (Irrazábal, 2014).
Finalmente, con el paso de la historia, el constitucionalismo económico fue
adquiriendo mayor relevancia, al punto en que se hizo necesaria una revisión
política y económica enmarcada mayormente en principios liberales económicos.
Con ello, tuvo lugar la regulación de la propiedad, esto debido a que al producir
obligaciones, ha de ser limitado y restringido en miras del bien común. Por ello, las
transformaciones condujeron a una intervención necesaria del Estado, a fin de
resguardar los derechos individuales, así como la creación de una nueva
concepción del poder estatal.
En ese sentido, se requiere de una Constitución donde se amparen un
conjunto de reglas de juego básicas, que han de garantizarse para propiciar el
desarrollo económico, un hecho que solo es posible mediante el resguardo de la
propiedad como un derecho, en adición a la libertad económica, comprendida por
libertades como la de contratación, industria y comercio.
Todo sistema económico amerita construcción, lo cierto es que esto no
puede salir de la nada, como todo en el Derecho requiere ser construido y
amoldado a la sociedad sobre la cual ha de regir. Es por esa razón que el sistema
económico que se adopte debe ir más allá de las teorías, debe construirse acorde
con el sistema político y social que rige en la Nación, a fin de tener mayor
aceptación por parte de los ciudadanos y que sea eficaz.
No obstante, es importante saber que no necesariamente debemos
quedarnos solo con una teoría, lo ideal sería delimitar la intervención del Estado,
sólo en lo estrictamente necesario, a fin de permitir el desenvolvimiento de la
autonomía de la voluntad dentro del marco legal. Por ello, podría ser posible
encontrar un punto medio entre las distintas teorías, para satisfacer con mayor
eficacia las necesidades de los ciudadanos, manteniendo la libertad y propiciando
además el orden dentro de la sociedad.
REFERENCIAS

Duque, R (2007). La Reforma Constitucional y la desnaturalización del


derecho de propiedad y su transformación en una simple relación de
hecho permitida por el Estado. Recuperado de:
http://www.ulpiano.org.ve/revistas/bases/artic/texto/RDPUB/112/rdpub_2007
_112_241-248.pdf

González, D. (2010). El Derecho De Propiedad Privada En El Liberalismo


Individualista. Recuperado de:
http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2010/fi-gonzalez_di/pdfAmont/fi-
gonzalez_di.pdf

Irrazábal, G. (2014). La función social de la propiedad en la Doctrina Social de


la Iglesia. Recuperado
de: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/funcion-social-
propiedad-doctrina.pdf

Malilla, M & Frax, E. (1999) Libertad de industria y comercio. El derecho de


propiedad. Universidad Autónoma de Madrid: España.

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