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BENITO MUSSOLINI, EL DUCE DE ITALIA

Nació el 29 de julio de 1883 en Dovia di Predappio


(Italia) en el seno de una familia humilde. Su madre era
profesora y su padre, herrero, paradógicamente, ambos
firmes defensores del socialismo, una ideología que
intentaron inculcar a su hijo.
Debido a los problemas de comportamiento que tuvo
durante su formación y su deseo de librarse del servicio
militar obligatorio, Mussolini se exilió a Suiza en 1902.
Allí permaneció durante dos años más, en los que fue
encarcelado y, finalmente, expulsado por ser agitador
socialista. Su estancia en el país helvético le introdujo
en el mundo del periodismo y le sirvió para aumentar
sus conocimientos sobre la ideología socialista y
anarquista.
En 1904, Mussolini regresó a Italia y realizó el servicio
militar, donde destacó por buena conducta. Pocos años
más tarde comenzó a ejercer de maestro de escuela,
enseñando francés a jóvenes italianos.
¡Pero esta profesión no le duró demasiado tiempo, ya que en 1912 se convirtió en redactor jefe
de “Avanti!”, un periódico con sede en Milán y que era afín al Partido Socialista Italiano (PSI).
Dentro del PSI era el representante de la tendencia intransigente. Se mostraba como
anticolonialista y neutralista. En octubre de 1911 fue encarcelado por participar en una
manifestación violenta contra la guerra de Italia contra el Imperio Otomano. Mussolini calificaba
el expansionismo de las colonias como “acto de delincuencia internacional”.
Sin embargo, el estallido de la Primera Guerra Mundial provocó un cambio radical en Mussolini.
Tras haber sido expulsado del Partido Socialista, fundó “Il popolo d’Italia”, un periódico
ultranacionalista que promovía la intervención contra Austria y Alemania.
Queriendo dotar de fundamento a sus palabras, partió voluntariamente hacia el frente en 1915.
Hizo varias campañas muy exitosas y ascendió varios rangos, debido a su mérito de guerra.
Pero en 1917, un mortero puso fin a su etapa como militar y se vio obligado a darse de baja y
regresar a Italia para ocuparse de su periódico.
La tendencia nacionalista e imperialista que defendía “Il popolo d’Italia” aumentó tras el paso de
Mussolini por la Gran Guerra. Ahora no sólo apoyaba el intervencionismo, sino que defendía
posiciones anexionistas. Poco quedaba ya del Benito Mussolini que había sido arrestado en
1911 por criticar este tipo de ideología.
En marzo de 1919 fundó los Fascios Italianos de Combate que, posteriormente, se integrarían
en el “Partido Fascista”. Durante el siglo XIX, los “Fascios” habían sido utilizados para
defenderse de invasiones extranjeras. Mussolini conocía esa simbología y la aplicó para
hacerse con un hueco entre la sociedad política de la época. Mediante el uso habilidoso de las
vías legales y del terrorismo (con los Fascios de Combate en 1919), consiguió apropiarse del
poder progresivamente.
La grave crisis económica, social y política que estaba azotando a Italia, hizo que los sectores
más conservadores le alentasen en su campaña. Las clases medias, la derecha política y la
Iglesia apoyaron el anticomunismo violento que promulgaba Mussolini para terminar con la
anarquía en la que estaba sumido el país. Además, los pocos beneficios obtenidos a raíz de la
Primera Guerra Mundial causaron un desencanto generalizado entre la población.
En 1921 fue elegido diputado por Milán. Desde su cargo apoyó las acciones de represalia
llevadas a cabo por los “camisas negras” contra los militantes de izquierda y contra los
huelguistas. Los “camisas negras” eran una milicia voluntaria creada por Mussolini que tenía
como fin “proteger la seguridad nacional”.
Sus acciones, junto con las del político italiano, lo auparon como estandarte de la defensa del
orden frente a la anarquía reinante. La imponente demostración que constituyó la “marcha sobre
Roma”, en la que los partidarios de Mussolini desfilaron armados y ordenados sobre la capital
italiana, convenció al rey Víctor Manuel III de que debía entregarle el gobierno al líder fascista.
Así Mussolini se hizo con el control del Gobierno italiano. Fue nombrado primer ministro en
octubre de 1922. A finales de ese mismo mes, se hizo otorgar plenos poderes y fue apartando
progresivamente toda oposición parlamentaria.
El 10 de junio de 1924, secuestran y asesinan al diputado socialista Giacomo Matteotti, quien
había criticado los abusos y las amenazas realizadas por los fascistas en las elecciones del 24.
Mussolini asumió con orgullo la responsabilidad sobre la muerte del político socialista en 1925
y, a partir de ese momento, ejerció una verdadera dictadura.
Los primeros pasos del régimen y la conclusión de los acuerdos de Letrán (1929) otorgaron a
Mussolini una gran popularidad. Aprovechando el positivismo y la simpatía hacia su persona,
orquestó un culto alrededor de su figura, en concreto, sobre la imagen de “Duce” (en italiano,
“líder”). Fue un sistema muy parecido al existente en Alemania con el Führer.
En política exterior intentó establecer buenas relaciones con las democracias occidentales. Para
ello, firmó el “Pacto de los Cuatro” en 1931 junto con Francia, Gran Bretaña y Alemania.
Además, suscribió el pacto de Stresa en 1935, por el cual Italia, Gran Bretaña y Francia
condenaban conjuntamente las violaciones del Tratado de Versalles cometidas por Alemania.
No obstante, la desmesurada ambición de Mussolini propició que Italia emprendiera una
campaña de prestigio y de conquistas. Empezó con la alianza con Alemania, que acabaría por
resultar desastrosa para el país itálico. El dictador italiano se acercó más a Adolf Hitler tras la
oposición de los franceses y de los británicos a la guerra de Etiopia y tras las sanciones tomadas
contra él por la Sociedad de Naciones (1935-1936).
Así se formó el eje Roma-Berlín y en 1939 se firmó el pacto de Acero, por el cual Alemania e
Italia formaban una alianza político-militar. Esta sirvió posteriormente para intervenir en Francia
y en Grecia (1940).
A partir de este momento, Mussolini perdió toda su capacidad de maniobra y empezó a estar
en manos de Hitler. La guerra despojó a Italia de sus colonias africanas y propinó una sucesión
de derrotas. Los jefes fascistas dejaron de reconocer a Mussolini y exigieron su dimisión.
En 1943, fue detenido por orden del rey, pero, gracias a la ayuda de los alemanes, fue liberado.
Su último intento fue organizar bajo la protección de los germanos la “República Social Italiana”,
cuya capital estaba en Salò, al norte de Italia. Erradicó a todos sus adversarios, pero, aun así,
no fue capaz de sobrevivir a la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial.
El 28 de abril de 1945 fue condenado a muerte y ejecutado por la resistencia italiana en Giulino
di Mezzegra.

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