Sei sulla pagina 1di 548

1

CABIMAS KAIRI

1748 / 1864
ESTE LIBRO ES DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA.

CORREO DEL AUTOR DE ESTA OBRA: carlosarq21@gmail.com

Haga llegar sus comentarios al autor sobre esta publicación.

MATERIA: Historia de Cabimas.

© Cabimas Kairi , 1748/1864.


(Editor el mismo Autor: Carlos Medina)

DEPÓSITO LEGAL: lfi06120159002272

Primera edición, agosto de 2015.


Ejemplares ilimitados: Distribución gratuita.

República Bolivariana de Venezuela


2015.
2

DEDICATORIA

A Rita una cabimense ejemplar

a quien admiro por su extraordinaria entereza

ante todos los retos de la vida,

por la serenidad de su espíritu y

la calidez de sus sentimientos.

Así como por los altos logros que obtuvo en su labor educativa en la esfera pública.

De quien le profesa un sensible afecto,

El Autor.
3

IN MEMORIAM

De los prohombres:

Basilio Borjas, Juan Antonio Ochoa, Eduardo Miguel Rojas, Antonio González de Lira y Lorenzo Romero,

y de la inolvidable:

Juana Villasmil.

Pero también a la memoria de los Zacarías de esta historia, es decir, de los de abajo, muy abajo:

Juan Justo Prieto, Isabel Urdaneta y Benito Caridad.

Todos ellos y ellas son los protagonistas relevantes


de las historias registradas en esta publicación.
4

EPÍGRAFE

Cuando yo escucho la historia, sé que he sembrado.

Juan Pablo Ríos

Autor de la película “Quijote” (2011).

La alusión consiste en que, el actual habitante de Cabimas puede oír una historia de su lar, porque las generaciones
pasadas dejaron sobre estas tierras grandes realizaciones y verdaderas hazañas. Con tal fuerza y voluntad provocaron
ellos y ellas esos avances, que aún hoy pueden asombrarnos y estremecernos con sus hechos inauditos. Se rinde
merecido honor a esos hombres y mujeres que con tesón e imaginación sembraron acontecimientos dignos de pasar a
los anales históricos, los cuales se recogen con profundo respeto en las páginas de este libro, como materia prima
promisoria destinada a templar el acero de la indómita cabimidad de las nuevas estirpes.

… soy átomos, soy historias…

Eduardo Galeano
5

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN (Página 8)

CAPÍTULO I
Nueva obra
EL ALTO DE BUENAVISTA
1. Nueva obra:
1.1Cabima Montañosa (10)
1.2 Los Antiguos (16)
1.3 El Gran Propietario (26)
2. Grandísima extensión:
2.1 Cabima sabanera (29)
2.2 Terrenos ajenos (32)
2.3 Galería de propietarios (39)
3. Cabimas ganadera:
3.1 Zona de Producción (45)
3.2 Régimen económico (46)
3.3 Zonas de Vida y Cabaña ganadera (49)
4. Nueva obra (51).

CAPÍTULO II
Es cosa muy sencilla
PROYECTOS HISTÓRICOS
1. Proyecto de 1817:
1.1 Cabimas diverso productora (57)
1.2 Cabimas política (60)
1.3 Cabimas educativa (66)
2. Proyecto de 1837:
2.1 Cabimas capitalista (68)
2.1.1 La cárcel (75)
2.1.2 La escuela (112)
2.1.3 Patrimonio de Cabimas y del Cantón Altagracia (147)
3. Un Gran Adelanto (171)
4. Es cosa muy sencilla (172).

CAPÍTULO III
Una mezquita
FORMACIÓN DE UNA ÉLITE
1. Élite campesina (177):
1.1 Casos turbadores (178)
1.2 Nicho de calificación (196)
6

1.3 Contexto ideológico (281)


2. Una mezquita (284).

CAPÍTULO IV
Desmoronamiento
EL «OTRO» PROYECTO HISTÓRICO
1. Los dos primeros proyectos históricos (287).
2. Ejecución del segundo proyecto histórico (289).
3. El «Otro» Proyecto histórico (291):
3.1 Las Casas comerciales extranjeras (292).
3.2 Economía de extracción (303).
3.3 Frustración de la región marabina en un Mundo Nuevo (310).
3.4 Reacción marabina tardía (319).
3.5 Producción de milicianos (326).
3.6 Del mercado europeo al mercado americano (330).

CAPÍTULO V
Tierras libres/Tierras yermas
EL PROBLEMA DE LA TIERRA
1.1 La tierra un bien escaso (363).
1.2 La guerra de independencia (366)
1.3 Resolución de conflictos (368).
1.4 Tierras yermas causa de extinción de la servidumbre (370).
1.5 Prescripción de la propiedad de la tierra a favor del Estado (372).
1.6 Levantamiento del secuestro de la tierra en contra del Estado (374).
1.7 Preludio de la Guerra campesina (377).
1.8 Declaración de guerra (383).
1.9 Guerra campesina y Ejército Popular (386).
1.10 Ejército zamorano (389).
1.11 La Provincia de Maracaibo durante 1849 (394).
1.12 Inexistencia de un Frente Guerrillero (401).
1.13 Personaje legendario (411).
1.14 La Guerra Federal (414).
1.15 Revolución democrática (422).
1.16 Revolución plutocrática (427).

CAPÍTULO VI
Disolución
CANTÓN MILITAR
1. Bastión militar
1.1 Censo de población y Registro de milicias (430).
1.2 Recluta (438).
7

1.3 Exenciones (456).


1.4 Resistencia (465).
1.5 Organización de las milicias y Cadena de mando (498).
1.6 Servicio de las armas (509).
1.7 Beneficios económicos (515).

CONCLUSIONES (532).

APÉNDICE (533).

RESUMEN (534).

AGRADECIMIENTOS E INFLUENCIAS (535).

NOTAS (536).

PORTAFOLIO (541).

MAPA (542).

PORTADA (544).
8

INTRODUCCION
“Cabimas Kairi” recoge la historia de la Cabimas hispano-criolla, la cual narra las peripecias de los españoles
y de sus descendientes criollos en este territorio, durante el largo periplo que va desde los tiempos terribles
de la irrupción de las encomiendas hasta las intensas luchas de los tiempos de Ezequiel Zamora, siendo en
ese último trecho cuando asoman con inusitada fuerza las doctrinas sociales más avanzadas que hacen
llegar sus ecos estremecedores hasta nuestros días. Entre ambos polos distales se extiende este relato
donde se busca destacar la presencia de los individuos de élite en esos escenarios de lo relevante.

Con anterioridad al presente estudio se publicó “Cabimas Kupaiwa”, libro en el cual se detalló cómo
Cabimas fue fundada tres veces como: Cabimas aborigen, Cabimas hispano-criolla y Cabimas petrolera, pero
donde se celebra con especial deleite la primera, la de la gran Comarca Aborigen Cabimas y su oncena de
aldeas como la más portentosa, de allí que el título del libro se dedique a rendir honor a esa fundación
primigenia, identificando la Cabimas aborigen como la Cabimas Kupaiwa.

Este proyecto de investigación se inició en el año de 1990, comenzó con la elaboración de un esquema de
trabajo, el cual se expuso en el año de 1991 ante los habitantes de Cabimas como una propuesta,
consistente en establecer un vínculo entre la historia como ciencia y la población de Cabimas como objeto
crítico. El libro en el que se expuso ese vínculo llevó, en consecuencia, por título “Historia-Cabimas”. Lo que
se pretendía descubrir con esa propuesta era, primero, el rico y extenso pasado desconocido de esta
destacada ciudad y, segundo, exponer las fuerzas subyacentes que dinamizaron sus acontecimientos.

Después se editó “La Costa Oriental del Lago - Sus indígenas, sus conquistadores y su legendaria Venecia”,
páginas donde se narran de forma literaria los primeros encuentros entre los europeos y los aborígenes en
esta inmensa geografía de la Cuenca lacustre. El propósito que alentó ese libro fue la de sensibilizar a los
lectores con los relatos históricos que tuviesen más aliento que las crónicas, de tal modo que cuando
apareciesen los primeros avances de la investigación en marcha, poder contar con un público inclinado por
ese tipo de temas y con el trasfondo científico mediante el cual deben ser tratados.

El primer avance de tipo académico que se entregó a consideración de los interesados en este tipo de
asuntos tomó forma en “Aproximación a la Historia de Cabimas”, allí se dividió en períodos el proceso
histórico cabimense, deteniéndose ese estudio, en especial, en el período de la explotación petrolera,
tiempo en el cual se impulsó un fenómeno urbano acelerado que desarrolló en esta localidad una estructura
económica citadina pionera en Venezuela: la ciudad Neo-técnica. En este libro se expuso la tesis de la
Múltiple fundación, en ese sentido, fue el precedente necesario para escribir “Cabimas Kupaiwa”.

A seguidas se entregó el trabajo intitulado “Cabimas 1824 - 1850”, donde de forma novelada se revela una
rica temática, que trata de forma amena los eventos y episodios por los que pasan los pobladores de
Cabimas durante esos años. La idea prevaleciente con ese escrito era la de preparar el terreno para el
lanzamiento de “Cabimas Kairi”, donde se iba a poner el mejor empeño de toda esta larga jornada y se
ambicionaba alcanzar los más grandes horizontes. Para escribir “Cabimas 1824-1850” se apartó un grueso
manojos de documentos, en los cuales lucía apabullante el intento de extraer relatos coherentes que
tuviesen continuidad en el tiempo, pero con infinita paciencia y tesón se fueron obteniendo resultados de
esos legajos y manuscritos históricos, donde fue necesario recurrir a conjeturas e improvisaciones para urdir
tramas que bordearon con la ficción. Sin ese riesgo previo de deformar lo acontecido hubiese sido imposible
lanzarse a escribir “Cabimas Kairi”, donde felizmente se enderezaron los entuertos cometidos en “Cabimas
1824-1850” y, además, se incorporó el material que faltaba por interpretar, es decir, el que va desde el año
de 1850 hasta 1864.
9

Entre los aportes sustanciales de “Cabimas Kairi” al aparato crítico está: la fórmula que fue implementada
por aquella comunidad de hombres y mujeres para aprovechar las condiciones naturales de su hoya
hidrográfica y de su orografía; da a conocer los cuatro Proyectos históricos que orientaron a aquel colectivo
social hacia determinadas metas; expone el contexto Sudamericano dentro del cual se desarrolla la Cabimas
subsumida en el marco del Occidente venezolano y del espectro caribeño; muestra el proceso de calificación
de sus minorías acomodadas y el afloramiento de la élite; desvela la problemática de fondo derivada de la
propiedad de la tierra; y denuncia las terribles condiciones a la que fueron sometidas sus gentes humildes.

Después de “Cabimas 1824 - 1850” se participó en tres libros Compendios, el primero, “Aportes del Zulia a la
Genealogía Nacional” donde se colaboró con un artículo titulado “Universos de barro y genealogía de los
pueblos rurales: Espacios de la memoria. (Apellidos y familias de la población de Cabimas entre 1747 /
1847)”, el segundo, “Memorias del V Congreso Nacional de Historia Regional y Local”, donde se contribuyó
con un texto que lleva por nombre “La oposición de la Ciudad al Campo vista a través de la Cabimas de
1824 - 1864”. Y, el tercer aporte, mediante el cual se llevó a las grandes mayorías del país un conocimiento
sintético sobre la historia de Cabimas, se materializó con la inclusión del artículo “Cabimas” en el Diccionario
de Historia de Venezuela de la Fundación Polar en su segunda edición.

Recapitulando, con estos seis libros y esos tres artículos, se abarcó el proceso histórico de Cabimas en su
onda larga (desde 350 a.C. hasta 1960), proyecto que contó con el apoyo determinante de la Universidad
del Zulia para que se llevase adelante y arribase a feliz conclusión. Para los efectos, las dos instituciones que
hicieron posible esta obra de gran aliento fueron el Centro de Estudios Históricos de la Facultad de
Humanidades y Educación y el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CONDES). Esos nueve
trabajos conforman un propósito profesional que tracé y bosquejé -siendo estudiante de las aulas
universitarias-, para hacer reconocible y entendible el tiempo y el espacio histórico cabimense.

Solo queda por expresar que la obra que concretó esta investigación, escrita desde el año 1990 hasta el
2014, es un sentido homenaje a las sucesivas generaciones de pobladores que habitaron este territorio
denominado Cabimas, esos habitantes mueven en mi opinión a la admiración más legítima, porque fueron
capaces de transformar una y otra vez este ámbito histórico, creando con su ingente esfuerzo distintas
Cabimas, ya que de eso se trata precisamente el sentido de lo histórico. La historia se realiza como la eterna
búsqueda de los conglomerados humanos por alcanzar una realidad ideal, la cual intentan construir
tomando permanentemente decisiones relevantes dentro de sus comunidades.

Esa obra -de carácter académico- que se reúne en los nueve trabajos mencionados, es el legado personal
que entrego como universitario, para que se agregue al ya extenso y pletórico patrimonio de Cabimas. Esa
contribución la hago en nombre del principio de la responsabilidad social, la cual debe asumir todo ser
humano con la comunidad a la cual se debe, para que ésta se enriquezca y se potencie, porque un colectivo
solo puede continuar adelante su aventura única, si posee, por una parte, ese tipo de recursos y, por la otra,
una visión amplia y profunda de lo que es la razón de enjundia de su devenir. En 2015 añadiré otro libro:
“Cabimas Indómita y Pletórica”, completándose así una decena de publicaciones.

Carlos Medina. Maracaibo, 25 de diciembre de 2014.

Nota: Kairi es un término aborigen de la etnia Caribe, ese vocablo lo emplearon nuestros aborígenes en las Antillas para
referirse al colibrí. Debido a las características asombrosas de esta ave, seleccionamos esa criatura para elaborar un
símbolo que insinuase cuales son los atributos de la fascinante historia cabimense reseñada en este libro.
10

CAPÍTULO I

EL ALTO DE BUENAVISTA

Nueva obra

1. Nueva obra

1.1Cabima Montañosa

El 16 de septiembre del año 1847 [1] [Pie de página] concurre hasta las puertas del
Juzgado de Cabimas un hombre muy poderoso -un gran propietario de tierras-, llega hasta aquel
despacho para hacer una denuncia y solicitar, en consecuencia, una medida judicial contra quien
estaba edificando en el lugar de Buena Vista una nueva obra. Con el documento que presenta en
esa oficina se abre un largo Expediente, el cual iba a contener todo lo atinente a la querella de
Romero contra Moreno, allí se lee:
Ramón Romero contra Francisco Moreno denuncia de nueva obra.
Señor Juez 1° de Paz de esta parroquia. El que suscribe está informado que se edifica una
nueva obra en el lugar titulado Buena Vista, en las tierras de San Sebastián, cuyo lugar es
de mi propiedad según los títulos de propiedad que de dichas tierras tengo, pido pues
desde luego que interponiendo su autoridad se prohíba la continuación de dicha obra
según la ley, pido justicia y juro lo necesario; en Cabimas a 16 de septiembre de 1847.

Ramón Romero (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, ff. 1/88).


Buena Vista [2] queda en unas tierras denominadas San Sebastián. Y estas tierras a su vez,
si se toma en cuenta que la denuncia se introduce en el tribunal de Cabimas, quedan dentro de la
jurisdicción territorial que abarca esta parroquia, es decir, es parte de Cabimas (“MAPA” al final
del libro). El lugar de Buenavista tiene por marco geográfico unas tierras que no están
comprendidas en el ámbito territorial de la costa de las Cabimas. La Cabima de San Sebastián es
un escenario geográfico de otro signo, es una Cabima con una orografía caracterizada por
elevaciones, mientras que la del litoral es plana por tener como origen suelos sedimentarios.
Debían ser relevantes aquellas tierras, porque quienes protagonizan el conflicto de
intereses por ese “lugar titulado Buena Vista, en las tierras de San Sebastián” son vecinos de alto
peso en los conglomerados humanos a los cuales están adscritos. Ramón Romero y Francisco
Moreno son gente de poder. Ramón Romero, tiene doce años viviendo en Cabimas, su anterior
residencia era Maracaibo, en Cabimas se hizo con la propiedad de dos hatos en aquellas tierras de

1
Por pura casualidad “Cabimas Kairi” se empezó a escribir el 16 de septiembre de 2012, pero a la noche siguiente se
precipitó una inusual tempestad, y eso sí fue un presagio de lo que representó esta tarea y su resultado final. Iniciar
este trabajo fue una decisión difícil, representaba un esfuerzo inhumano a asumir no solo en lo intelectual sino también
en lo físico, pero con templanza echamos a andar los días de escribir. Con Cabimas Kairi” se clausura un proyecto de
largo alcance iniciado el año de 1990, investigación que se propuso entregar una Historia Académica a los habitantes de
esta urbe zuliana. Se pretendía abarcar todo el siglo XIX, pero establecer la fecha de la fundación de Cabimas, nos apartó
de ese objetivo central. Esa tarea de terminar de abarcar ese siglo queda pendiente, para aquellos que tengan los
guaramos de abandonarlo todo, para acometer esa tarea interminable y alucinadora que exige abnegación, constancia,
preparación, meditación, reflexión, sabiduría y sacrificio -Cabimas bimilenaria y asombrosa no merece menos-.
2
El sitio también aparece referido como Buenavista, optamos por la segunda forma literal.
11

San Sebastián y, al presentársele la oportunidad de adquirir todo aquel vasto territorio compró.
Operación mercantil que llevó a efecto con un vecino de La Rita, quien a su vez lo había adquirido
con anterioridad de una vecina de Maracaibo. Este Ramón Romero, en la historia de Cabimas,
llegó a ser nombrado Juez de Paz de esta población -quienes eran la máxima autoridad-. Romero
había llegado a Cabimas el año de 1835, en una etapa donde la reconstrucción de la parroquia
mostraba todo su vigor, esa etapa de pujanza le debe haber hecho sentir atracción por esta
parroquia de la costa este del lago, y bajo esa motivación positiva tomó la significativa decisión de
mudarse de la capital provincial -Maracaibo- a este pueblo, donde esperaba encontrar halagüeñas
perspectivas para su capital monetario.
Francisco Moreno, el denunciado, era otro marabino, éste también escoge la opción de
probar fortuna por esta costa oriental de la cuenca lacustre. Francisco Moreno arribó a Lagunillas y
allí llegó con el tiempo a ser también Juez de Paz de aquel “Pueblo de agua” -población palafítica-.
Moreno se sintió atraído por aquellas tierras de San Sebastián, y cuando se le presentó la
oportunidad adquirió allí, de una vecina de Cabimas, un sitio en el lugar titulado Buenavista. Las
decisiones tomadas por ambos personajes de adquirir propiedades en las tierras de San Sebastián
muestran que, para el imaginario colectivo de aquellos años, ese ámbito territorial era un espacio
de agrado apropiado para realizar inversiones productivas.
Quien se encarga de atender la querella de Romero contra Moreno en el Juzgado de
Cabimas es Antonio González de Lira, este Juez de Paz fue un hombre muy destacado en el pueblo,
él empieza su carrera burocrática desempeñando el cargo de cartulario del tribunal y termina al
cabo de los años por ser elegido finalmente como Juez de Paz de Cabimas, llegando a ser
reconocido en la Provincia de Maracaibo como un Notable de esta población.
Otros personajes que hacen vida en esta parte del país se verán arrastrados por este caso
de Romero contra Moreno, ellos y ellas participarán en ese juicio dando a conocer sus testimonios
con respecto a la problemática existente en esas tierras, declaraciones que irán revelando la
historia de la Cabima de San Sebastián [3]. Este legajo de documentos donde se recoge el litigio de
Ramón Romero contra Francisco Moreno ofrece una nómina con distintos actores, hechos,
circunstancias y eventos que enriquecen el conocimiento de ese territorio, en ese sentido, ese
manuscrito de ochenta y ocho folios es un invaluable del patrimonio documental de la historia de
Cabimas, en este capítulo se reconocerá ese sumario, a secas, como el Expediente.

Las tierras de San Sebastián, eran reconocidas desde antiguo por la mirada de los
pobladores como “las montañas inmediatas” a la población, así lo señala un testigo de excepción.
El Fraile Ignacio Álvarez indica:
El terreno, y montañas inmediatas brindan proporción para [el trabajo de los campos y
cría de animales] y aún para el establecimiento de trapiches, y cortes de maderas buenas
y sólidas (AGN, 1818: Negocios Eclesiásticos, T. XXXVII, l. 3: f. 5)
Observación orográfica pertinente de los lugareños, porque en aquel territorio se
encuentran numerosas elevaciones -que contrastan con los terrenos llanos de la costa-, esos
accidentes geográficos se reconocen en esta población como el cerro Icotea, cerro La Mesa, cerro

3
La atención de los cronistas de Cabimas se ha restringido a la Cabimas de la costa, a excepción de Eudomario Castillo
Clavel, quien sí abordó en su libro “Memorias de un Cabimero” la importancia de las tierras de San Sebastián.
12

Bella Vista, cerro de Buenavista, cerro Los Muertos, cerro Bocachico, cerro Majagua, cerro
Candelaria, cerro Pelado y cerro San Sebastián, además de dos lomas, la denominada del Norte y
la titulada del Infierno. Esa vasta área se prolonga hasta las montañas de Tamare. Y en cuanto al
“lugar titulado Buena Vista”, cabe ser más preciso, ese lugar lo identificaban los vecinos para más
señales como “el alto de Buenavista”. Así se aprecia en un fragmento de uno de de los
documentos incluidos en el Expediente de Romero contra Moreno, donde se hace constar que:
(…) el Señor José Antonio Torres compro el sitio conocido como el alto de Buenavista al
Señor Félix Portillo” (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 29).
En el lugar de Agua Blanca también había un alto:
Incontinente compareció. Juan Carlos Tapia 56 años de oficio labrador. [Y dijo:] Cierto.
También a Juan Prieto le desbarató una casa en el Alto de Agua Blanca ((AHZ, 1848: T. 28,
l. 3, f. 23).
Razones suficientes para aludir en este escrito a la Cabima de San Sebastián como la
Cabima montañosa, porque así era percibida por el imaginario popular de aquel entonces. Ahora
bien, quien describe el paisaje de Cabimas en el texto antes citado, da a conocer que tanto el
terreno que ocupan los vecindarios en la costa como en las montañas inmediatas a la población,
son prometedoras para producir variados frutos para quienes inviertan esfuerzos y capital en esos
lugares, en otras palabras, tanto la franja de tierras de la costa como la de estas extensiones
“tierras adentro” vendrán a ser el futuro de Cabimas si se explotan, se trabajan y se dotan de todo
lo necesario para extraer de ella productos agrícolas, pecuarios y forestales. Pero para llevar esto a
ejecución, era relevante para quienes se arriesgaran a acometer tal empresa tomar en cuenta las
distancias entre las áreas de producción y el área habitacional.
¿A qué distancia quedaba, por ejemplo, el sitio identificado como el alto de Buenavista en
relación con las Cabimas de la costa? Unos prácticos [4] en el año de 1843 señalan que han
recorrido seis leguas [5] para llegar hasta aquel sitio (id. f. 54). Esto quiere decir, que para ir desde
la costa de las Cabimas -donde estaba el área residencial- hasta el alto de Buenavista se tardaba
seis horas, es decir, se podía ir y volver el mismo día si se salía temprano. Y si se proseguía la
marcha hasta los confines de las tierras de San Sebastián, es decir, hasta llegar a los Patiecitos del
Corozal, serían unas dos horas más de camino, haciéndose imperativo en este caso pernoctar en el
sitio. Este dato nos da una idea del territorio que abarcaba Cabimas de oeste a este, y al mismo
tiempo permite tomar conciencia de que Cabimas no era un poblamiento exclusivamente costero

4
En el libro Batallas decisivas de la historia de España, Juan Carlos Losada alude a los «prácticos», cuando narra en el
capítulo sobre “La fracasada reconstrucción del imperio colonial”, que “Los insurrectos (…) controlaban casi todos los
pueblos y los montes por medio de guerrilleros que conocían perfectamente el terreno y hacían [para los españoles]
intransitable los caminos; los españoles sólo dominaban las ciudades y las costas, (…) y cuando querían aventurarse en
la espesura, lo hacían guiados por exploradores llamados «prácticos» (Losada, Santillana Ediciones, 2005: 381).
5
Carlos IV de España, por Real Orden de 26 de enero de 1801, estableció:
Para que la legua corresponda próximamente a lo que en toda España se ha llamado y llama legua (que es el camino que
regularmente se anda en una hora) será dicha legua de veinte mil pies, la que se usará en todos los casos que se trate de
ella, sean caminos Reales, en los Tribunales y fuera de ellos. Veinte mil pies equivalen a 5,5727 kilómetros. Pero para los
efectos de este caso sobre la Cabimas colonial, se utilizará solo la alusión temporal, esto es, “lo que se anda en una
hora”. La legua podía ser mayor o menor a la distancia declarada por los medios oficiales del Estado español, porque
varía según el grado de dificultad que se presente para lograr el avance por el terreno. En Cabimas lo más probable es
que debido a la falta de medios para mensurar las distancias, se hablase de leguas horas en vez de leguas pies.
13

[6], dato interesante. Su jurisdicción se andaba de este a oeste en ocho horas de camino,
determinando tal hecho la necesidad de que surgiese allí en San Sebastián un poblamiento, con
habitantes que permaneciesen en aquellos lugares como forma de vida habitual.
Mirando hacia atrás, se puede decir que quienes llegaron a este litoral en tiempos de la
conquista hispánica no tenían como propósito desarrollar en esa costa un modo de vida basado
en la pesca [7], sus miras las tenían puestas en la explotación de la tierra, bien sea bajo su labranza
o mediante la cría de ganado, de tal modo que la política de ocupación fue la de su expansión
tierras adentro, llegando así el movimiento colonizador hasta las tierras de San Sebastián.
La valorización del territorio se fijó en una primera instancia en la franja costera, por dos
razones, la primera por el acceso al lago, lo que les permitía establecer comunicaciones con las
otras poblaciones ubicadas en el litoral lacustre, la segunda razón, porque en esa franja de dos
leguas de ancho se disponían de tierras aptas para la cría de ganado, pudiendo así fundar hatos en
las cercanías de sus caseríos costeros, es decir, podrían ir y venir entre la zona de producción y el
área de habitación sin ningún entorpecimiento. Tal asentamiento incorporó al patrimonio de los
pobladores las tierras aledañas al litoral, pero no se agotaba en aquella franja las posibilidades de
aquel poblamiento, tierras adentro estaban las tierras de San Sebastián, lo que en la época se
denominaba como un “Retiro”, es decir, lugares hacía los cuales apuntaba una posible expansión.
De tal modo que, la franja costera poseía de acuerdo a lo que se acaba de exponer una tercera
razón que la valorizaba, y era que se abría a una vasta jurisdicción de tierras de superior calidad a
las del litoral y con un clima más favorable, lo cual era un buen pronóstico a futuro.
Esas extensiones de tierras del retiro habían sido exploradas, valoradas y ocupadas desde
tiempos de la encomienda [8]. Los encomenderos emplearon la mano de obra indígena para
explotar las tierras, iniciándose con esa iniciativa histórica un arduo proceso colonizador [9],
mediante el cual los pioneros europeos se llegaron a establecer a tan largo trecho del margen de
la laguna [10]. Ese precedente constituye un haber cultural, mediante el cual se llega a conocer en
Maracaibo que aquellas tierras eran aptas para el labrantío, la cría, las plantaciones y la

6
La tentación de describir a Cabimas como una población costera ha predominado en los relatos históricos, puesto que
a lo largo del litoral lacustre los pioneros de aquel poblamiento fueron sembrando caseríos y vecindarios visibles para
quienes navegaban por el lago. Esa descripción impide captar, para la historia, la existencia de Cabimas en toda su
magnitud, es decir, la Cabimas extensa, la cual iba mucho más allá de lo que se divisa por el litoral. Ver “MAPA” al final
del libro.
7
En las crónicas de esta población se coloca a los cabimeros como pueblo de pescadores lo cual es una conjetura fallida.
8
La encomienda fue una institución que creó el Estado español, mediante la cual se otorgaba al colonizador un
determinado número de indígenas para que le entregasen un tributo, por lo general, en forma de trabajo. Ese grupo de
aborígenes que recibía el colonizador eran los que poseían con anterioridad ese territorio, en ese sentido, ocurría un
doble despojo, porque no sólo les habían expropiado la tierra sino que además se apoderaban de los indígenas para
extraerles la fuerza de trabajo y sus conocimientos ancestrales sobre cultivos como la yuca o el maíz -por ejemplo-. Es
probable que esas tierras de San Sebastián fuesen ocupadas por algunos encomenderos, hay indicios que permiten
suponer tal certeza, pero no se ha encontrado en las experticias que esta investigación ha realizado en el Archivo
General de Indias - Sevilla. España- los manuscritos que prueben este aserto y que permita, por tanto, pasar del campo
de la conjetura al campo de la verificación. La búsqueda ha de realizarse en el Registro Principal de Maracaibo, el cual
no ha sido aún sondeado, es un repositorio documental el cual hay que explorar en esta dirección.
9
Para efectos de la periodificación de la historia hispana de Cabimas hay que tomar en cuenta estos aspectos del
poblamiento. Hay que ir reconociendo las etapas en las cuales se puede seccionar ese proceso histórico, pero tampoco
se le debe asignar gran importancia a las eras, períodos, etapas y fases, porque éstas son inestables.
10
En la época colonial venezolana este vocablo -Laguna- se empleó para referirse al lago de Maracaibo.
14

explotación de madera. Razón por la cual en la capital de la provincia desde tiempos inmemoriales
existiesen personajes interesados por desarrollar actividades en aquel territorio.
Este estudio de ese patrimonio geográfico, no puede pasar por alto que en el Expediente
la distancia señalada para llegar hasta el Alto de Buenavista se señale en una parte del texto como
de seis leguas, y en otra parte, se diga que fueron recorridas ocho leguas, se lee en el manuscrito:
(…) quedando la parte presentante obligada a pagar a este Tribunal por sus derechos,
treinta y dos reales por ocho leguas de ida y vuelta a Buena Vista en las Sabanas de San
Sebastián (…) (id. f. 1).
Para entender este asunto de que se estén dando dos distancias distintas para llegar hasta
el alto de Buenavista, se debe tomar en cuenta que el patrimonio geográfico total de los
cabimenses de oeste a este era de ocho leguas, es decir, primero se recorría dos leguas de la franja
del litoral, luego cuatro hasta Buenavista y finalmente dos más hasta los Patiecitos del Corozal.
Ahora bien, lo que se podía cobrar por ir hasta el sitio de Buenavista -de un modo justo- era a
partir de donde terminaba la franja del litoral de las Cabimas, y no a partir de donde ésta
empezaba -en la playa-. Quienes en 1843 cobraron por seis leguas se excedieron, puesto que
incluyeron la franja del litoral tomando como punto de partida el límite donde empieza el lago, lo
justo era cobrar a partir de que se salía de la franja de las Cabimas, y es lo que hicieron los que
recibieron treinta y dos reales por recorrer cuatro leguas de ida y cuatro de vuelta en 1847,
porque el derecho les asistía, para recibir una paga, a partir del límite que separaba la Franja de las
Cabimas de la franja del retiro de San Sebastián.
El significado del alto de Buenavista como símbolo, es que representa el espíritu de
empujar las fronteras de la localidad fuera del ámbito lacustrino y con esa determinación lograr
incorporar “las montañas inmediatas” [11] al patrimonio cabimense. Tal fue el resultado del
esfuerzo realizado por algunos miembros de ese colectivo humano, y esa voluntad de expansión
colonizadora estaba lejos de aplacarse para el año de 1847 como lo revela el caso de Romero
contra Moreno [12]. Esa voluntad colonizadora alcanzó en dirección este una frontera: los
Patiecitos del Corozal, punto que quedaba a ocho leguas de distancia de la línea costera. Quienes
habitaban de manera permanente o intermitente en el retiro de San Sebastián tenían allí una casa
de habitación, lo que da lugar en su conjunto a una Cabima de San Sebastián. Algunos disponían
además de esa casa de habitación en el retiro, una residencia principal en las Cabimas de la costa,
donde permanecía su cuadro familiar.
¿Qué otros lugares refieren los manuscritos en esas tierras de San Sebastián, además del alto de
Buenavista? Según Trinidad Perozo, un contemporáneo de Ramón Romero y de Francisco Moreno,
que declara en la judicatura de Cabimas en el caso de Romero contra Moreno, él:

11
Es un paisaje que ofrece un escenario de elevaciones naturales extraordinariamente llamativo por su variedad, por los
tipos altitudinales que se presenta sobre el terreno. La más alta es la del cerro denominado Icotea, el cual está
localizado casi a la misma latitud de Punta Icotea, esto es, a 10°25´ de latitud, pero la punta está en la longitud de 71°15´
mientras que el cerro Icotea está a los 71°30´. Esa locución «montañas inmediatas» es prestada de un manuscrito de
comienzos del siglo XIX donde un fraile describe a Cabimas y su entorno basándose en las informaciones que los
lugareños le refieren de la geografía de su lar (esa descripción está citada in extenso en Cabimas Kupaiwa, Carlos
MEDINA, La Busaca Editorial, 2011: 88). Ver “MAPA” al final del libro.
12
Francisco Moreno decía que esas tierras estaban en su estado natural como en sus orígenes, es decir, yermos. Sugería
que deberían ser intervenidas y transformadas en tierras productivas para la sociedad. Aspecto éste que será tratado a
su debido momento en este libro en su Capítulo V que trata sobre el problema de la tierra.
15

(…) vio en San Sebastián varios hatos morando en ellos con sus ganados en Aguas Blancas
Andrés Borjas, en Bachaco Nicolás Borjas, en Cañada Hondita Diego Castillo y en
Buenavista José Antonio Torres” (id. f.22).
Esto amplía el espacio de agrado [13] de Buenavista a Aguas Blancas, Bachaco y Cañada
Hondita. En estos otros lugares, entonces, también se habían asentado vecinos de Cabimas, es
decir, un Andrés Borjas, un Nicolás Borjas, un Diego Castillo y un José Antonio Torres, además,
también habitó esos lares con anterioridad un Félix Portillo. De allí que para narrar la historia de
Cabimas, no sólo se ha de referir lo que acontecía con los vecinos de La Rosa o Punta Gorda y en
los otros caseríos de ese escenario a las orillas del lago, sino que también habrá que preguntarse
por el papel que jugó en su historia quienes tenían fundos en el alto de Buenavista o en Aguas
Blancas o en Bachaco o en Cañada Hondita. En otras palabras, existe las Cabimas de La Rosa o
Punta Gorda, la cual hace fachada frente a las aguas del lago, y existe la Cabima de Cañada
Hondita Bachaco, Aguas Blancas y Buenavista o Cabima de San Sebastián que se extiende “tierras
adentro”. Todo lo cual coloca esta investigación sobre el proceso histórico de Cabimas en un
contexto más amplio, donde se impone inquirir ¿Qué relaciones se establecieron entre la Cabima
de San Sebastián y las Cabimas de la costa?
Pero antes de entrar a responder esa interrogante es necesario un extenso paréntesis,
para decir que en definitiva, el pleito que se entabló el 16 de septiembre del año 1847 por un sitio
en el Alto de Buenavista fue providencial para la reconstrucción en nuestros días de la historia de
Cabimas. Ese pleito revela una Cabima oculta, «la otra Cabima» que es la de los cerros, lomas,
altos y colinas que los habitantes identifican de un modo genérico como “las montañas
inmediatas” [14], escenario que permite bautizar -desde la perspectiva geográfica- a esa Cabima
como la Cabima montañosa para efectos de diferenciarla de las Cabimas de la costa. Pero ese
Expediente no sólo revela ese asunto, de por sí, de enorme interés, sino que contiene una
información interesante básica para conocer muchos otros aspectos de la Cabimas de aquella
primera mitad del siglo XIX.
La Cabima montañosa, contiene una historia y una geografía que se debe recuperar
mediante su estudio. En esa dirección se avanza en este primer capítulo del presente libro. El
hecho, por ejemplo, de que Trinidad Perozo “vio varios hatos” en las tierras de San Sebastián y,
señala que estaban “morando en ellos con sus ganados (…) Andrés Borjas, Nicolás Borjas, Diego
Castillo y José Antonio Torres” es un indicio de que la nueva obra que pretendía Francisco Moreno
llevar adelante en las tierras de San Sebastián no era la primera que allí se intentaba, ya que con
anterioridad se habían establecido en aquellos lugares hatos con sus respectivas obras llevadas a
cabo por los Portillo, Borjas, Castillo y Torres. Cada sitio, cada lugar, cada localización de las tierras
de San Sebastián tienen en ese sentido algo que narrar, y al hacerlo deben revelar cómo aquellos
pioneros tuvieron el ingenio y la voluntad para resolver las dificultades que se les fueron
presentando en aquel entorno geográfico, y cómo al hacerlo lograron conquistas históricas que

13
Por «espacio de agrado» se entiende a un territorio donde existen condiciones ventajosas para llevar allí a cabo
proyectos como la fundación de hatos o haciendas, establecimiento de cañaverales o la explotación de maderas. Nuevos
lugares de las tierras de San Sebastián irán siendo mencionados a lo largo de este capítulo.
14
Porque hay otras a lontananza que son las de la Sierra de Siruma, las cuales están al alcance del viajante, pero sólo
tras recorrer un largo camino, lo que impide el retorno en un mismo día, incluso si se desplaza con una bestia.
16

terminaron por otorgarle presencia política y económica a aquel poblamiento en la cuenca del
Lago de Maracaibo.
En ese orden de ideas se puede decir que, el lugar conocido como el Alto de Buenavista es
un sitio sorprendente desde la perspectiva histórica, porque viene a revelar que aquella Cabima
que permanecía oculta, y porque resulta crucial para explicar la historia de esta población durante
el período que se está abarcando en este libro. La geografía de las tierras de San Sebastián ejerce
un protagonismo físico en la historia de Cabimas, porque con su poder de atracción movió a los
hombres a penetrar en sus terrenos y construir un espacio histórico mediante un movimiento
colonizador.
La historia asombrosa se empieza a develar cuando Francisco Moreno defiende ante
Ramón Moreno su propiedad en ese Alto, y se remonta a evocar en su testimonio la existencia en
ese sitio de antiguos propietarios, o recurre en su alegato a frases descriptivas como “desde
tiempos inmemoriales” e incluso remontándose más atrás llega a utilizar en su retorica una
expresión evocativa cuando dice, “en su origen” (AHZ: 1847, T. 28, l. 3, ff. 28 y 29). Tal alusión al
tiempo histórico en el sitio del Alto de Buenavista con esa peculiar carga de interés por el pasado
del lugar, hace tomar conciencia de que quienes vivían por el año de 1847 en Cabimas -año en el
que Ramón Romero se querella contra Francisco Moreno- poseían en su memoria colectiva una
historia oral sobre aquel poblamiento tierras adentro, en la cual aludían en sus conversaciones a
ese “tiempo inmemorial” y a “unos orígenes”, donde ellos ubicaban a unos antepasados que les
precedieron en aquel territorio, y a los cuáles se referían con el cognomento muy particular como
“los antiguos”. Estas apreciaciones sobre el pasado lleva a formular otras interrogantes -antes de
entrar en la pregunta que líneas arriba se formuló- ¿Qué tan antigua era aquella ocupación en el
Alto de Buenavista? o de un modo más amplio ¿Qué tan antigua era la Cabima montañosa y la
Cabimas como totalidad? Interrogantes que invita al investigador a explorar en el tiempo
cronológico y sondear sus profundidades.

1.2 Los Antiguos

Una primera pista sobre la data de esa posesión la ofrece el siguiente reporte de Moreno:
[El] Señor José Antonio Torres compró el sitio conocido como el Alto de Buena Vista al
Señor Félix Portillo (…), quien lo heredó de su padre el Señor Candelario Portillo, y de
cuyos contratos habrá el transcurso de cincuenta años más que menos; expresando que
esto lo saben por lo público que ha sido en el pueblo” (AHZ: 1847, T. 28, l. 3, f. 29)
Esa afirmación coloca el inicio de la estadía de José Antonio Torres -citado líneas arriba en
la declaración de Trinidad Perozo- en el alto de Buena Vista por allá en el año de 1797, ya que este
reporte se está formulando en el año de 1847. Lo que extiende la historia de Cabimas [15] hacia
finales del siglo XVIII. Pero si se toma en cuenta a los Portillo aludidos en el manuscrito, porque el
documento detalla que el “Señor Félix Portillo (…) lo heredó de su padre el Señor Candelario
Portillo”, entonces, la fecha se traslada más atrás, porque la información indica que los Portillo

15
Entendiendo a partir de ahora a la historia de Cabimas como la historia conjunta de la Cabima de San Sebastián y la de
las Cabimas de la costa. Es con esta amplia visión sobre esa realidad que se ha de asumir la búsqueda de explicaciones
mediante la cual se puede comprender el proceso histórico de ese conglomerado humano asentado no sólo en los sitios,
caseríos y vecindarios instalados en la costa, sino también de quienes están ubicados en diferentes sitios, sabanas y
lugares mediante hatos y otras unidades de explotación económicas en las tierras de San Sebastián.
17

residían allí desde antes del año 1797, lo que coloca la línea del tiempo cronológico de la Cabima
de San Sebastián en un horizonte de mayor antigüedad ¿Qué tan atrás iría en el tiempo esa
antigüedad si nos guiamos por la información que aparece en el Expediente de Romero contra
Moreno?
Francisco Moreno al narrar los acontecimientos, para fundamentar su alegato, apela a la
existencia entre los pobladores de Cabimas de una «tradición», dice: que esa compra-venta de
Torres a Félix Portillo, que Félix Portillo heredó de su padre Candelario Portillo, es algo que: “lo
saben por lo público que ha sido en el pueblo, cuya tradición se ha conservado de uno en otros”
(id. ff. 28 y 29). Saber popular a partir del cual Moreno indica que, la data del asentamiento
humano en el alto de Buenavista se remonta a todo un siglo de antigüedad:
La posesión de cerca de cien años que se ha transmitido de poseedor en poseedor sin
interrupción alguna en el sitio de del alto de Buena Vista, apoyada en la justificación que
produciré (…) por lo cual consta que las tierras se han poseído con título justo (…) (id. f. 2).

La antigüedad de la ocupación de acuerdo a lo que ahora se señala es más dilatada que el


año 1797, porque ahora la frontera temporal se coloca sobre un siglo, es decir, si quien expresa
esto lo hacía en el año 1847, entonces, los títulos de propiedad sobre un sitio en el Alto de
Buenavista se extienden ahora hasta el año de 1747, esto es, ya no sería finales del siglo XVIII sino
mediados de ese siglo. Resumiendo: con José Antonio Torres la historia del Alto de Buenavista se
extiende hasta 1797, pero si el personaje referente es Candelario Portillo, entonces, la data se
prolonga al lejano año de 1747. Candelario se convierte así en un hito, es decir, en un antes de
Candelario estarían “los antiguos”.
Sobre Torres dice Francisco Moreno que: “Mantuvo mientras vivió, casa y corrales en el
sitio (…) y están en el lugar evidentes los vestigios y señales de la ruina de la casa (…)” (id. f. 29).
También señala en el mismo texto que: el “Señor José Antonio Torres (…) murió anciano en el sitio
del Alto de Buenavista en las Sabanas de San Sebastián, jurisdicción de la parroquia de Cabimas”
(ídem).
Ahora bien, en la narrativa de Francisco Moreno se indica que la propiedad de José
Antonio Torres fue a dar a sus manos después de pasar por una sucesión familiar, y eso es cierto,
puesto que cuando Torres fallece la propiedad pasa a manos de su viuda Margarita Arrieta (id. f.
29) y luego a la muerte de ésta pasará a la de la hija Dolores Arrieta, siendo esta última poseyente
quien vende a Moreno esa propiedad en cincuenta pesos (ídem). Y agrega Moreno, en su
establecimiento de los hechos, que ese terreno antes de ser de los Torres perteneció a otros
propietarios -los Portillo-, aclarando que éstos Portillo no eran los dueños de las Sabanas de San
Sebastián. Entonces, queda en el aire -según ese recuento de Moreno- de que existía un
propietario de esa vasta extensión conocida como las tierras de San Sebastián, terrateniente que
según Francisco Moreno debió vender ese sitio “en su origen”. Sobre ese macro dueño se tratará
en un nuevo ítem de este capítulo, mientras tanto vamos a detenernos en una nueva sorpresa en
lo que se está exponiendo.
El Expediente del caso de Romero contra Moreno no solo permite corroborar el
testimonio de Francisco Moreno que se acaba de exponer, sino que permite ampliar aún más la
información sobre la antigüedad del poblamiento hispano de estas tierras de Cabimas. En la
narrativa de los hechos que se describen en el Expediente está una declaración de un vecino de
18

Cabimas, Basilio Borjas [16], quien es uno de los que concurrieron al tribunal de Cabimas a
declarar en el caso de Romero contra Moreno, este ciudadano ofrece unos datos que permiten
obtener detalles interesantes sobre estos asuntos cronológicos de la historia de Cabimas, se lee en
el documento que recoge su declaratoria:
En la parroquia de las Cabimas 19 de octubre de 1847.

(…) compareció a la presencia judicial (…) un hombre que dijo llamarse Basilio Borjas de
edad sesenta años de oficio criador (…) dijo: Que le consta que sí vivió del otro lado del
alto de Buena Vista en un sitio (…) el indicado Torres [ ] de prestarle el finado Vicente
Ugas; pero que al otro lado de la quebrada en el alto de Buena Vista es donde existe el
sitio que compró a los mencionados herederos de Candelario Portillo, pocos meses antes
de morir el mencionado Torres fundó en dicho sitio Candelario Puches i Juan B. Alvarado
hato por haberse hecho cargo Puche del ganado del indicado Torres (…). Teniendo de
edad catorce años conoció el punto del alto de Buena Vista en el cual había dos hatos
vigentes (…) uno de la finada Paula Romero i el otro del finado Juan Capitillo i contiguo de
estos por el lado del sur conoció una mata [17] y le fue informado que dicho terreno
perteneciente a los Portillos i que también supo después que dicha tierras compra José
Antonio Torres de los herederos de Portillo (…) Que le consta (…) que dicho lugar de cría
perteneció a los finados Gutiérrez, que también le consta que Candelaria Gutiérrez
contrajo esponsales con Candelario Portillo padre (ff. 36 y 37)

Basilio Borjas establece que el sitio que en el Alto de Buenavista perteneció primero a una
familia Gutiérrez, y que esta es una propiedad que después pasó a conformar el patrimonio de la
familia Portillo, sitio que finalmente fue a dar a los haberes de la familia Torres, es decir, Borjas
informa que esa posesión pasó por tres sucesiones familiares (los Gutiérrez, los Portillo y los
Torres), donde en cada una de ellas el bien inmueble paso de padres a hijos al morir los
progenitores. Lo que nos daría un total de seis generaciones, que abarcarían unos ciento ochenta
años [18], pero como aquí mediaron ventas y matrimonios, el intervalo del tiempo transcurrido
disminuye, porque no se está siguiendo la vía natural del envejecimiento y muerte de una
generación para que pasé la propiedad a los hijos que constituyen la siguiente generación, así que
bajo esta nueva perspectiva la antigüedad -de la ocupación humana del Alto de Buenavista- debe
estar ubicada en ciento cincuenta años. Sí se explora sobre los ciento cincuenta años de
antigüedad contados a partir del año 1847 como referencia inicial, la sorpresa sería que la data del
poblamiento hispano [19] de esas tierras se retiraría hasta el año de 1697, es decir finales del siglo

16
A lo largo de todo el libro este personaje estará siempre presente, razón por la cual se puede referir a Basilio Borjas
como un protagonista de la historia de Cabimas, a tal grado alcanza su presencia en los acontecimientos de este pueblo
que puede ser catalogado como un personaje epónimo de toda una etapa histórica de esta población.
17
Una mata es una de las formas o tipos que puede adquirir una propiedad, existen matas, materas, haciendas, hatos,
fincas, etcétera. En el extraordinario trabajo de investigación titulado “Unidades de producción y Mano de obra en la
hoy Región zuliana (1824 - 1900)” de Irene Álvarez de Barboza, se examina esa tipología y se dan detalles acerca de
cada una de ellas. Esta investigadora es oriunda de Cabimas. Este trabajo fue realizado para obtener el Magister en
Historia que otorga la Universidad del Zulia y fue aprobado en el mes de noviembre del año 1991.
18
Para el siglo XIX cada grupo generacional se puede calcular treinta años como nos lo indica Nikita Harwich Vallenilla
en el Diccionario Histórico de Venezuela (DHV Fundación Polar: T. 2, 470). Para Gonzalo Martínez Diez en su libro El Cid
histórico “(…) para cada generación para el cambio del primer milenio la calcula en 25 años, dice: “Las siete u ocho
generaciones (…) suponen un hiato temporal de unos ciento ochenta años (…)”(Editorial Planeta, 2001: 41).
19
El poblamiento hispano corresponde a la época colonial de Cabimas (la cual denominamos como Cabimas Kairi), pero
la “Cabimas Kupaiwa”, es decir, la Cabimas precolonial o Cabimas aborigen ya poblaba ese territorio desde unos dos
siglos precedentes. Y el poblamiento humano cabimense del área es aún más antiguo, porque se remonta a unos 350
19

XVII. No obstante, en este libro se emplea el dato más conservador, es decir, 1747 -un siglo de
antigüedad-.

Ahora bien, hay que aprovechar ese documento al máximo para conocer la historia de
esas tierras de San Sebastián. Basilio Borjas como testigo indica que, además de los Torres en el
Alto de Buenavista, también poseyeron allí hatos Paula Romero y Juan Capitillo, para ese entonces
informa que él tenía catorce años de edad, es decir, transcurría el año de 1801 -Basilio Borjas de
acuerdo con este dato nació en el año de 1787-. También rememora Basilio Borjas un tal Juan
Bautista Alvarado y a un Candelario Puches quienes se encargaron del ganado de Torres, y que
para los efectos fundaron hato en aquel lugar. Todo esto amplía la información sobre el número
de personas que habitaban las Sabanas de San Sebastián, y sobre qué hacían y dónde estaban
localizadas. Más aún, Borjas indica que el finado Vicente Ugas “presta” un sitio a José Antonio
Torres, dato este muy importante, porque este nuevo personaje -Ugas- pertenece a una familia
que figura de un modo descollante en este asunto de las tierras de San Sebastián, tanto así que se
le dedicará un espacio especial en este capítulo.
Por lo informado por Francisco Moreno y por Basilio Borjas se puede tener una idea del
Alto de Buenavista como un núcleo de poblamiento de la Cabima montañosa, donde se criaba
ganado y se realizaban otras actividades rurales que redundaban en beneficio de unas familias, y
que aquel sitio estaba bajo ese tipo de explotación desde mucho tiempo atrás.
En cuanto a los Gutiérrez que señala Basilio Borjas, éstos nos llevan a nuevos límites en la
cronología del lugar, el cual se estableció in extremo en el año 1697, pero ¿es este cálculo
acertado y legítimo? o cabe ser más ponderado sobre este asunto ciñéndose a la sindéresis que
debe alentar toda investigación. Vamos a recapitular sobre este asunto de las fechas que apuntan
entre ciento ochenta años y cien años de antigüedad a partir de la referencia ubicada en el año de
1847 -año del inicio del Expediente-. Partamos de un supuesto, sólo como ejercicio mental, para
dar una idea de cómo puede haber sido los traspasos de la propiedad y el origen remoto de los
hatos que allí tenía José Antonio Torres: Si Torres compró uno de esos sitios a Portillo -hijo- en el
año 1797, y Portillo -padre- adquirió ese bien por la vía del matrimonio con Candelaria Gutiérrez
unos veinte años antes [20], se pasaría en esta suposición del año 1797 al 1777, y si el padre de
Candelaria Gutiérrez estableció ese hato en esas tierras unos treinta años antes, entonces se
llegaría partiendo desde el año de 1777 al año de 1747, esto es, cien años antes -y no los ciento
cincuenta años o ciento ochenta años que se habían señalado como probables-. Con un margen de
error de diez años, hacia arriba o hacia abajo, el cálculo que establece el año de 1747 como la data
de la ocupación hispana de estas tierras de El Retiro pudiera estar entre 1757 y 1737. La estadía

años antes de nuestra era. La Historia precolonial sólo se podrá escribir cuando se conozcan los informes del
antropólogo y arqueólogo Lino Meneses Pacheco (Universidad de los Andes), quien ha realizado algunas excavaciones
en el Campo Arqueológico Alberto Fernández (Fernández es el autor de la prospección arqueológica de esta inmensa
área). La Cabimas Kairi se prolonga en la Venezuela republicana, después de fenecer la Cabimas colonial hispana.
20
En estos aproximados se buscó ceñirse a los ciclos vitales de un ser humano como pubertad, adultez, vejez y
ancianidad, para establecer el tiempo de sus esponsales. Porque debió dedicar un ciclo de su vida para el desarrollo
productivo de su propiedad, y una vez que lograban asentarse en firme, entonces, sí contraían matrimonio. También hay
un ciclo en el cual van transfiriendo sus responsabilidades en su descendencia. Los propietarios contraían matrimonio de
un modo tardío, no así quien era seleccionada para su conyugue, por lo general muy joven y muy bella en estas familias
propietarias de caudal.
20

del padre de Candelaria Gutiérrez en ese lugar pudo empezar de acuerdo a ese cálculo entre 1737
y 1757. Hasta acá el más antiguo es ese Gutiérrez -padre-, quien está remontando la data del
poblamiento a una circa establecida en el año de 1747.
Toda esa cadena de traspasos de esa propiedad ubicada en el Alto de Buenavista la evoca
Francisco Moreno para establecer una hipótesis que le ayude a defender sus intereses como
propietario, según ésta: si los propietarios de las tierras de San Sebastián vendieron en su origen
el sitio que él compró en el Alto de Buenavista (en este caso sería a Gutiérrez padre), quiere decir
que ese lugar de allí en adelante pasó de sucesión en sucesión (Gutiérrez, Portillo, Torres), sin que
en ningún momento tuviesen dominios sobre ese lugar los dueños de las Sabanas de San
Sebastián, si las cosas son de este modo, entonces, Ramón Romero al comprar las tierras de San
Sebastián -la «Gran propiedad»- no adquiría dominio sobre aquel sitio que Francisco Moreno
compra a la sucesora de los Torres [21] gracias a una cadena de traspaso que se extendía hacia un
tiempo inmemorial [22], de lo que se infiere que Ramón Romero no tuviese ningún derecho para
poder prohibirle a Moreno continuar sus trabajos en la nueva obra que allí edificaba. Con ese
supuesto en mente dice Francisco Moreno:
el sitio del alto de Buenavista, hoy de mi propiedad, desde tiempo inmemorial
correspondió al Señor José Antonio Torres, y de sucesión en sucesión ha venido a mi
poder sin que en ningún tiempo haya venido a pertenecer a los propietarios de las tierras
de San Sebastián que lo vendieron en su origen (id. f. 29)
Ahora bien, como lo que se pretende es conseguir la data de la ocupación humana del Alto
de Buenavista, tomando como base los datos que Francisco Moreno y Basilio Borjas exponen, acá
surge otra ramificación que nos lleva a algo muy inquietante: “los antiguos” a los cuales se refieren
los habitantes de Cabimas en 1847 pudiesen ser aquellas familias que vivían por aquellas sabanas
a mediados del siglo XVIII (circa 1747), pero… si los propietarios de las tierras de San Sebastián
vendieron el Alto de Buenavista en “su origen” como supone Francisco Moreno en su recuento,
entonces, surge una duda muy perturbadora ¿desde cuándo esos grandes propietarios de las
tierras de San Sebastián que alude Moreno en su exposición poseían esos dominios? Las
posibilidades son dos: a) que ellos empezasen a ocupar las tierras de San Sebastián en el año de
1747 y que ese mismo año hubiesen vendido ese lugar a Gutiérrez padre, b) que hubiesen entrado
en posesión de esa propiedad antes de 1747, y vendiesen a Gutiérrez en una fecha indeterminada.
En ambas opciones la circa de 1747 se mantiene en un más o un menos (1737 - 1757). Pero una
tercera posibilidad y ésta es desconcertante, es la posibilidad “c)”, en la cual la hipótesis
sorprendente es que los Gutiérrez ya estuviesen allí cuando arriba el “Gran propietario” para
entrar en posesión de las tierras de San Sebastián, y que no solo consiguieron a los Gutiérrez allí
instalados en aquel lugar denominado el Alto de Buenavista, sino que además poseían título de
propiedad sobre ese sitio.
En la posibilidad “c” la antigüedad de la ocupación de las tierras de Cabimas podría tal vez
llevarnos a la presencia de encomiendas tardías como forma originaria del poblamiento español
en este territorio, y en este caso la data de la ocupación de estos suelos podría remontarse a

21
Sucesión a la cual Francisco Moreno compra el sitio.
22
Francisco Moreno utiliza una locución reveladora, ésta es “desde tiempo inmemorial”, locución que pudo ser tomada
por Moreno de sus conversaciones, diálogos y tertulias con los vecinos de Cabimas, a los cuales alude en su defensa,
como cuando expresa “esto lo saben por lo público que ha sido en el pueblo”.
21

algunas generaciones atrás. Si la familia -o individuo- que recibió título de propiedad sobre las
tierras de San Sebastián, había conseguido ya instalado o instalados en el alto de Buenavista -e
incluso en otros lugares- a criadores o labradores en esas tierras (opción “c”), se puede pensar que
estos propietarios como los Gutierrez fuesen descendientes de antiguos encomenderos [23]. Si
esto es así, la Cabima de San Sebastián -como ya se ha sugerido- puede ser anterior a 1747 lo que
colocaría su data en el transcurso de alguna de las décadas que conforman la primera mitad del
siglo XVIII -la data ya no sería ubicada a mediados del siglo XVIII sino comienzos del siglo XVIII-. En
esta nueva perspectiva, cabe la posibilidad, de una etapa colonizadora previa, esto es,
correlacionada con una otorgación de encomiendas efectuada a todo lo largo de esta costa
oriental del lago [24] desde el siglo XVII. Esto es posible, porque esta forma de obtención de fuerza
de trabajo sobrevivió en Venezuela bajo diversas modalidades, “encontrándose aún a mediados
del siglo XVIII” [25], como lo señalan los especialistas en el estudio de esa modalidad de
explotación del hombre por el hombre mismo.
Esa suposición de la existencia de encomenderos por estos predios tiene sus asideros.
Cuando Francisco Moreno alude en sus exposiciones a «los antiguos», rememora viejas
costumbres de estos, como es la de que “los antiguos sólo vendían un sitio” (id. f. 47) ¿De dónde
podía provenir esa costumbre? Se puede creer que si esos antiguos poseían la cultura de la
encomienda, en su mentalidad se saben con derecho solo al sitio que ocupan, porque esta forma
de pensar derivaba de la legislación que los reglamentaba desde muy antiguo, norma en la que se
establecía que, no “tuviesen propiedades inmediatas al término de sus encomiendas” [26], como
bien lo enfatiza el historiador Eduardo Arcila Farías cuando analiza esa institución. Ese mismo
autor indica que las propiedades sobre la tierra las recibían mediante mercedes del Cabildo y, en
cuanto a la encomienda ésta la obtenían del gobernador pero “pero sujetas a la confirmación del
Rey”, lo que quiere decir que quienes conseguían que el gobernador les entregase un grupo de
indígenas, obtenían del Cabildo el sitio donde se instalaban, obteniendo de este modo las dos
cosas básicas para establecer su fundo, es decir, el factor tierra y la mano de obra que la trabajase.
La encomienda -el dominio sobre un grupo de indígenas- prescribía en una o dos
generaciones, es decir, la recibía el padre y la continuaba el hijo, en ocasiones incluso las
otorgaban por tres generaciones, pero la propiedad de la tierra -el sitio- era perpetua. Por lo que
aquellos lugares pudieron pasar de una a otra generación o cambiar de manos mediante la
compra-venta. Es por estas razones que cuando alguien obtenía una vasta extensión de tierras,
pudiese conseguir que algunos sitios ya estuvieran ocupados y bajo explotación. Las narrativas que
se han referido señalan que los Borjas, los Gutiérrez, los Capitillo e incluso una Paula Romero

23
Se piensa en esta probabilidad debido a que según las declaraciones recopiladas sobre esos propietarios, éstos nunca
quisieron vender sitios en las tierras de San Sebastián, de allí que si hay además de ellos otros propietarios antiguos, es
viable pensar que éstos otros ya estuviesen asentados con derechos en ese lugar con antelación.
24
Temática que impone la necesidad de una nueva acometida a las fuentes históricas, para intentar encontrar
referencias de ocupantes de estas tierras de la costa oriental del lago -en específico de la costa Cabimas y de ese retiro
que recibe el nombre de tierras de San Sebastián- antes de 1747. El Registro Principal de Maracaibo es el repositorio
que debe ser puesto bajo arqueo por los nuevos investigadores o investigadores sucesores.
25
Eduardo Arcila Faría (DHV: 212)
26
Eduardo Arcila Faría (DHV: 212). La probabilidad de que existiesen previamente encomenderos tiene otros asideros
sobre los que nos extenderemos más adelante a medida que el desarrollo del trabajo lo vaya demandando.
22

tenían propiedades sobre sitios en aquella vasta extensión de las Sabanas de San Sebastián, por lo
que esa hipótesis (opción “c”) de que en aquellas tierras hubiese descendientes de antiguos
encomenderos encaja con los supuestos hechos que se han descrito. Lo cual se reforzaría con el
conocimiento que se posee de la existencia de una oncena de aldeas indígenas en ese territorio
[27], indígenas que pudieron ser encomendados a los primeros colonizadores hispanos.

La toponimia sería otro asidero, que se puede utilizar, para tener cierta certidumbre sobre
la presencia de antiguos encomenderos en Cabimas. Por esta Costa Oriental del Lago existen
accidentes geográficos bautizados con nombres que pueden aludir a encomenderos, por ejemplo,
Punta de Leiva [28], si se hace extensivo ese origen de la toponimia para ciertos lugares de la costa
de las Cabimas, se tendría a Punta Benítez y al tramo de costa denominada Ambrosio [29] como de
ese probable origen. En Punta Benítez desemboca el río Benítez, allí según los mapas antiguos
existía un pueblo aborigen, comunidad que pudo ser entregada en encomienda a Juan Benítez un
conquistador de la época de la fundación de la ciudad de Trujillo [30]. Ese río Juan Benítez
constituía una puerta de ingreso hacia las Sabanas de San Sebastián, porque allí se abría un claro
en la barrera de manglares [31], abertura que permitía el acceso hacia tierras adentro, entonces,
no sólo allí se pudo formar la primera encomienda, sino que además, a partir de ese sitio se pudo
ingresar al territorio en cuestión y fundar en esa jurisdicción indígena otras encomiendas -
iniciándose de este modo el período histórico indo-hispánico de Cabimas [32].
En cuanto al sitio denominado Ambrosio que está ubicado en el litoral de las Cabimas, se
puede recurrir al historiador Oscar Martínez Alegretti, quien en su libro “Dos familias en el
Maracaibo del Siglo XVII” nos narra las peripecias de los Fernández Carrasquero y de los Velasco
que fundan dos “dinastías” en esta ciudad portuaria de Maracaibo. Este historiador da a conocer
en su libro en su sección “La Provincia Crece”, cómo en “la otra Banda” se desarrollaron
poblamientos en distintas áreas gracias a la entrega de encomiendas y mercedes de tierras. En su
texto Martínez Alegretti menciona encomenderos que llevan el nombre de Ambrosio, lo cual abre
la posibilidad para efectos metodológicos de que alguno de ellos pudiese ser el origen toponímico
del sitio de Ambrosio en el litoral cabimense:
La Provincia Crece. La pacificación de las naciones indígenas de la Laguna tuvo un efecto
positivo para la región. La población sentíase más segura, lo cual permitió el desarrollo de
nuevas áreas y centros urbanos, especialmente en la otra Banda, tales como, el llamado El
Pasaje (…) hoy los Puertos de Altagracia, Laguna (Lagunillas) y Misoa (… …) Con el paso del
tiempo comenzaron a vencerse las encomiendas otorgadas a los primeros fundadores y
conquistadores de la Laguna de Maracaibo; algunas otorgadas por “dos vidas” es decir de
padre a hijo y otras concedidas a terceros por sucesivos alcaldes ordinarios y no por el

27
Como se expone en el libro “Cabimas Kupaiwa (350 a.C. - 1960)” en su Capítulo III de la Sección I sobre la Cabimas
primigenia; y, además, en las páginas 254/284 sobre “el proceso formativo de la Comarca Aborigen Cabimas”.
28
Toponimia que se explica por la encomienda entregada al conquistador Leiva según la historia del Zulia.
29
El cronista de Cabimas Marcos Petit señala que el lugar de Ambrosio se denominó así en honor a San Ambrosio.
30
Formó parte del grupo fundador de aquella población. En “Cabimas Kupaiwa” se menciona en la página 146.
31
Los manglares forman una intrincada barrera de mangles que obstaculizaban el ingreso a tierra firme, la
desembocadura de los ríos permitía rebasar ese muro intrincado de vegetación de muy difícil penetración.
32
De allí que esta Historia de Cabimas se coloque entre Juan Benítez y Juan Justo Prieto, como polos extremos de esta
narrativa. Juan Justo Prieto muestra un personaje histórico de otro cuño social distinto al de los propietarios, es un
protagonista del sector social que en este trabajo se generaliza bajo el apelativo de “los desgraciados”.
23

gobernador de la Provincia de Venezuela, como debía ser (… …) Por esta razón vemos
como aumenta a partir de 1610 la concesión de encomiendas que, en realidad, eran en su
gran mayoría renovaciones de las anteriores. Como ilustración de este hecho
enumeramos a continuación una lista de estas “nuevas” Encomiendas: [cita varias
correspondientes a los años de 1620, 1622 y 1625. Y prosigue a continuación:] Al Capitán
Manuel de Velasco habíasele concedido una gran extensión de buenas tierras en (…)
Perijá y que casi colindaba con la región de La Cañada (…) A sus hijos: Manuel, Ambrosio,
Pedro y Antonio, se les otorgaron encomiendas por dos vidas (Fuente: Dos familias en el
Maracaibo del siglo XVII. Editorial Arte, 2005: pp. 81 y 82) [33]
Ese Capitán Manuel Velasco a quien Martínez Alegretti sigue la pista a lo largo de ese siglo
XVII fue alcalde ordinario de Maracaibo desde 1615, estos alcaldes recibían por lo general
encomiendas del gobernador por sus servicios a la Corona, y por su intermedio sus hijos también
gozaban de estas prebendas por sucederles como funcionarios de alto rango. Entre los hijos tiene
uno que responde al nombre de Ambrosio, pero lamentablemente no señala dónde llegó a poseer
tierras. Otro alcalde ordinario de Maracaibo que Martínez Alegretti menciona en su libro es
Ambrosio González de Acosta, quien desempeñó ese connotado cargo en dos oportunidades, la
primera, entre 1644 y 1645 (p. 131) y la segunda fue en el período de 1667 a 1670 (id. p. 159).
Esos alcaldes obtenían esas prebendas de las encomiendas y mercedes de tierras en
reconocimiento a su labor a favor de sus monarcas, pero no sabemos qué tierras pudo llegar a
obtener ese Ambrosio González y dónde. El mismo Alegretti da a conocer también a un presbítero
Don Ambrosio, de quien dice que además de pertenecer a la institución católica era también
capitán de Infantería Española y encomendero (id. p. 138), encomendero -especulamos- que en
honor a San Ambrosio pudo otorgar ese nombre a ese sitio en aquella costa de la otra banda o
banda del este. No extraña, entonces, que ese sitio de Cabimas pueda haber formado su
toponimia derivando su nombre de alguno de esos encomenderos, en especial pensamos pudo
haber sido aquel presbítero y capitán de infantería. Del mismo modo se aplicaría este aserto a la
toponimia del río denominado Juan Benítez.

La conjetura sobre la existencia de encomenderos en el territorio Cabimas no se puede


descartar, más si se toma en cuenta algo que es muy revelador y toda una sorpresa: Cuando el
propietario de las tierras de San Sebastián recibe esas inmensas posesiones, no se le concede la
costa de Cabimas, sino que se le otorga es el litoral de la bahía de El Mene -una costa que separa
la costa de Cabimas de la costa de La Rita-, lo que permite pensar con toda propiedad de que el
terreno que pertenece a la costa de Cabimas estuviese ya ocupado en algunos lugares por
descendientes de antiguos encomenderos que habían recibido mercedes de tierras de los alcaldes
de Maracaibo, impedimento que lleva a la Corona a tomar la decisión de concederle a ese
personaje, primero, la costa de la bahía de El Mene -conocida en aquel entonces como tierras de
Puntas de Piedras- y, segundo, las Sabanas de San Sebastián como El Retiro de su señorío.
El inmenso latifundio que recibe del Rey aquel hombre -Ugas- presentaba la siguiente
particularidad, la franja litoral conocida como las tierras de Punta de Piedras no hacía frontera con
las Sabanas de San Sebastián. Porque las Sabanas de San Sebastián limitan es con la franja de
tierras de la costa de Cabimas. Ese fenómeno de no continuidad entre la costa que recibe ese gran

33
Martínez, 2005 (Editorial Arte).
24

propietario y El Retiro que se le concede, tiene una sola explicación, sobre la franja de la costa de
Cabimas ya estaban asentados colonos españoles desde mucho antes. Si eso es así, la data del
poblamiento hispano de estas tierras cabimenses se remontaría hasta el siglo XVII, es decir, por los
años mil seiscientos (!!!). Tómese nota que la data del poblamiento de la Cabimas hispana giró en
torno a los testimonios documentados que se conocieron sobre el Alto de Buenavista, ahora se ha
desplazado a las conjeturas que se pueden hacer a partir de los topónimos del río Juan Benítez y
el sitio de Ambrosio, los cuales remiten a una Cabimas indohispánica -o de encomenderos-.
Ahora bien, en este asunto de buscar el origen más remoto de la Cabimas colonial queda
aún otra reflexión que no va tan atrás como la anterior: si Gutiérrez -padre- está en el alto de
Buenavista, pongamos por caso, desde 1747, entonces, los que tienen hatos en el terreno de la
costa son aún más antiguos, porque estas tierras son las que primero se debieron ocupar por estar
en las inmediaciones de la costa. La ocupación de la franja de la costa pudo haber sido la
ocupación primaria de este ámbito político-territorial, y en ese caso ellos serían “los antiguos”,
porque son quienes se asientan en esos terrenos en un antes del año 1747, que puede ser por los
años finales del siglo XVII.
La ocupación de la costa era crucial, porque el litoral facilitaba la comunicación a través de
las aguas del lago con las otras poblaciones lacustres, garantizándose así, por una parte la defensa
mutua, y por la otra, la colocación de lo producido en Cabimas en los otros puertos. Una vez
establecidos esas haciendas y hatos que por allí fueron fundándose, sí pudieron incursionar sus
pobladores tierras adentro en búsqueda de mejores suelos y un régimen de lluvias más benigno,
obteniendo algunos sitios de las autoridades marabinas como se viene narrando. Con esa
expansión “tierras adentro” se produjo un extraordinario avance: La explotación de las tierras de
San Sebastián ayudó a fortalecer la existencia del poblamiento del litoral, apareciendo con ese
empuje unos caseríos, y convirtiéndose algunos de ellos en vecindarios con el tiempo [34]. Y esto
llevó a un hecho más importante aún. Entre estos vecindarios había uno denominado La Rosa,
donde el 25 de diciembre del año 1817 el conglomerado humano de Cabimas expresó su voluntad
en acto público y con solemne ceremonial de convertirlo en una nueva población de la Laguna,
objetivo obtenido mediante la construcción allí de un pueblo con una disposición ortogonal de
nueve manzanas del poblado, tal como indicaba las Leyes de Indias se debía proceder para la
fundación de poblaciones. El pueblo erigido, de acuerdo a las leyes vigentes, debía estar dotada de
Capilla Pública, obra que los vecinos fundadores realizaron, y no conformes con ello, adosaron al
templo la casa para el cura. El obispo fundador ordenó que el poblado fuese de calles anchas, en el
que la principal -la que pasaba entre el Templo y la Plaza, era el Camino Real que comunicaba a
esta costa de Cabimas con el litoral de La Rita. Entonces, el origen de la Cabimas hispana está en
ese dilatado proceso de poblamiento de aquel territorio, es decir, el de la ocupación productiva de
las tierras, la cual se pudiera remontar al siglo XVII, pero otra cosa es su fundación como
población, hecho que ocurre de manera tardía en el siglo XIX.
A partir de todo lo que se ha expuesto se puede pensar que la Cabimas hispana se puede
remontar a la época de las encomiendas tardías, si es así, intuimos pudo haber comenzado por

34
Apostamos por un proceso simultáneo de ocupación tanto tierras adentro como tierras del litoral, porque si eran
encomiendas estas eran concedidas donde hubiesen aldeas indígenas, existiendo éstas en ambas zonas.
25

mediados del siglo XVII, es decir por allá en el año de 1650 [35], a partir de ese año extremo habrá
de realizarse una búsqueda documental en el Registro Principal de Maracaibo para avanzar desde
allí hasta la primera mitad del siglo XVIII, para ver si en ese repositorio documental se consiguen
datos que confirmen este aserto de una Cabimas indohispánica. En esos manuscritos allí
depositados abundan las referencias a encomenderos a todo lo largo de la Costa Oriental del Lago
de Maracaibo, y si se corre con suerte se podría conseguir una pista sobre los primeros pobladores
del ámbito histórico territorial de Cabimas, demostrándose así que esta hipótesis sí es acertada y
como tal corroborada por los manuscritos históricos. Por último, si hubo la entrega de
encomienda a Juan Benítez en la desembocadura de ese río donde estaba asentado un pueblo de
indios, entonces, la data puede extenderse incluso a un año posterior a 1557 [36]. Con todo lo
descrito hasta acá creemos haber proyectado una vaga respuesta a las interrogantes ¿Qué tan
antigua era aquella ocupación en el Alto de Buenavista? o de un modo más amplio ¿Qué tan
antigua era la Cabima montañosa y la Cabimas como totalidad? Interrogantes que nos invitaron a
ingresar en el tiempo cronológico y sondear sus profundidades. Buceo en el cual se pudieron
percibir las espirales o bucles que forma el asombroso tiempo histórico cabimense.

De estar configurado de ese modo ese tiempo histórico, tiempo de la época colonial
hispánica, existirían en consecuencia tres Cabimas coloniales, la primera, la de los ocupantes
primeros y primarios de los terrenos de la costa, la segunda, la de la etapa en la cual los
pobladores de la costa incursionan y se instalan en algunos sitios de las tierras de San Sebastián, y
la tercera, la que se inicia con el arribo del Gran Propietario de las tierras de Punta de Piedras y El
Retiro de San Sebastián a este ámbito histórico y geográfico, y que culmina con los hechos
históricos independentistas en el año de 1823 [37].
Entendiendo por colonial a la época en el que este territorio estuvo bajo el dominio
político de España. Lo que interesa es que el territorio actual de Venezuela, fue ocupado durante
ese tiempo por un país de Europa: España. Interesa, porque la colonización europea fue la
actividad mediante la cual los agentes de esos imperios ultramarinos se dedicaron a incorporar
tierras como nuevas propiedades de sus monarcas, quienes a su vez se las otorgaban a sus
súbditos. Bajo sus súbditos aquellos territorios se organizaban como comarcas, las cuales al ser
pobladas se denominaban como provincias. ¿Cómo ocurría esto? El adelantado -agente
conquistador- fundaba una ciudad en el territorio que conquistaba, y a partir de ese núcleo urbano
impulsaba el surgimiento de nuevas poblaciones mediante la conquista y colonización, es así como

35
La presencia hispana temprana en la Costa Oriental del Lago son Gibraltar 1591, Tomoporo 1641 y San Timoteo en
1662, y como precedente excepcional Altagracia desde 1574 (Brewer-carías, La Ciudad Ordenada, 1997: 152). Esas
fechas apuntan a un movimiento poblador dinámico en la primera mitad de ese siglo XVII por estas costas del este del
lago, lo cual favorecería a la conjetura que aquí se arriesga como hipótesis extrema de trabajo.
36
Juan Benítez fue uno de los fundadores de la ciudad de Trujillo el año de 1557.
37
Esta división se hace para asumir la tarea que la disciplina de la historia impone , es decir, establecer períodos
históricos. Ese orden cronológico, sirve entre otras cosas para descubrir como la etapa más antigua influye en la forma
de pensar de la más avanzada, como es, por ejemplo, la importancia que los actores sociales conceden en su tradición a
«los sitios» de las Sabanas de San Sebastián en el año de 1847 en Cabimas. Se coloca el año 1823 como tope de la
tercera etapa, porque para ese año perece el último descendiente de esa familia latifundista, quedando una bisnieta que
se prepara para vender esa propiedad, por otra parte, ese año mediante la Batalla Naval del Lago la Provincia de
Maracaibo queda librada del poder hispano, culminando así el período colonial peninsular en este territorio.
26

mediante esa expansión por un territorio se llegaba a materializar unas fronteras y mediante ellas
la creación de una nueva Provincia, y con ese logro sobrevenía el nombramiento del adelantado
como Gobernador de ese dominio, rigiendo en nombre del Rey. Así se crea la Provincia de
Maracaibo, dentro de la cual se irán entregando grandísimas extensiones en propiedad a quienes
habían prestado algún valioso servicio a la monarquía en esa política expansiva, mediante la cual
el Monarca se hizo en sus haberes con un continente. En el caso histórico de Cabimas, las tierras
de San Sebastián son entregadas a un Gran Propietario -título que le hemos concedido en este
texto a ese personaje que ahora se va a revelar, constituyéndose en una nueva sorpresa de esta
interesante historia de Cabimas-. Esas extensiones se las entregan en reconocimiento al servicio
prestado a la monarquía hispana. ¿Quién era el gran propietario de ese vasto territorio nominado
como San Sebastián? [38].
1.3 El Gran Propietario

Las denominadas tierras de San Sebastián que hemos identificado como la Cabima de San
Sebastián o Cabima montañosa pertenecieron en su origen a Don Joseph [39] Antonio Ugas, él era
el Gran Propietario. Esta información se extrae de un justificativo judicial, mediante el cual un
miembro de su parentela defiende su derecho a esa heredad, esa pariente era María Josefa
Lizarsábal [40], quien estaba unida a esa familia Ugas mediante el vínculo consanguíneo como hija
natural de una nieta de Don Joseph Antonio Ugas. El documento que busca probar y que prueba
esta filiación es este:
Expediente en que la ciudadana María Josefa Lizarsábal promueve información sobre la
propiedad de las tierras de Punta de Piedra. Año de 1827.
Ciudadana María Josefa de Lizarsábal de este vecindario, ante Usted como más haya lugar
respetuosamente digo: que necesitando a efectos que me son convenientes, acreditar un
derecho que por sucesión hereditaria creo asistirme (…) mandar que los testigos que
produciré declaren bajo juramento, contestación del Señor Procurador Sindico municipal,
al tenor de los siguientes particulares-

(…)

2° Si les consta que soy hija natural de la Señora María del Rosario Lizarsábal (…)

3° Si del propio modo saben, que la expuesta mi madre lo fue de legítimo matrimonio de
Don Pedro Lizarsábal y Doña María Concepción Ugas, y ésta en los propios términos, de
Don José Antonio Ugas y Doña Teresa Almarza mi bisabuela (…) (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 7)
En esta primera parte del texto, se va a interrogar a los testigos para elaborar el
justificativo, se confirma que María Josefa es hija de María del Rosario, quien es a su vez hija de

38
En la hagiografía católica San Sebastián posee el don de proteger a quienes lo invocan de una andanada de flechas, es
decir, es el santo que protege a los hispanos de la indiada que le hacía frente con una guerra de guerrillas, este territorio
con una oncena de aldeas indígenas debieron ofrecer una feroz resistencia al invasor, razón por la cual los hispanos -
suponemos- bautizaron a este territorio en honor a este santo para recibir sus favores.
39
Joseph, Jusuf, Josef o José, es un nombre de origen hebreo.
40
En algunos documentos aparece como Lizaursábal y en otros como Lizarsábal, preferimos el último en razón de una
posible derivación de Lizardo. Y el “sabal” es un sufijo presente, por ejemplo, en Larrazabal, Mendizabal, lo que quiere
decir que María Josefa debía ser más bien una Lizarzábal, con dos “z”. En apoyo a esta última grafía encontramos en el
libro “Cuando llovió azúcar en Bobures…” de la historiadora Marisol Rodríguez Arrieta entre los pioneros de la industria
azucarera del Zulia a un pionero que llevaba ese apellido y que se recoge en ese texto como Lizarzábal (Rodríguez, 2008,
Ediciones del Vicerectorado Académico de la Universidad del Zulia, Maracaibo: p. 212).
27

María Concepción, siendo esta última la hija de Don Joseph Antonio Ugas, de lo que resulta que
María Josefa es la bisnieta de Don Joseph Antonio Ugas su bisabuelo. Pero las tierras que en el
encabezado del documento se mencionan no son las de San Sebastián, sino unas tierras
identificadas con el nombre de un accidente geográfico que es conocido como Punta de Piedra.
Pues bien, resulta que las tierras de San Sebastián son «el retiro» de las tierras de Punta de Piedra.
Las tierras de Punta de Piedra se extendían al margen del lago, mientras que el Retiro quedaba
tierras adentro a una considerable distancia de aquellas y en diferente latitud, las de Punta de
Piedras, para dar una idea aproximada, están por los 10° 26´ y 10° 32´mientras que las de San
Sebastián están entre los 10° 25´ y los 10° 20´ (Ver “MAPA”), en otras palabras entre ambas no
hacían frontera, es decir, no tenían continuidad entre una y otra porque no coincidían en latitud.
Se lee, además, en la segunda parte de ese texto:
4° Si el Señor Vicente Ugas fue, como mi abuela María Concepción, hijo legítimo de los
últimos, y si falleció sin matrimonio, testamento ni sucesión alguna por cuya razón soy y
me creen única legítima heredera suya ab intestato.
5° Si han conocido siempre las tierras de Punta de Piedra al margen de la Laguna y su
retiro San Sebastián por de los Señores Ugaces, habiendo sido su último poseedor el
referido Vicente Ugas sin contradicción alguna (…) (ídem) (Negritas nuestras).
Nótese que aquí aparece el Vicente Ugas, personaje que menciona Basilio Borjas como
quien prestó un sitio a José Antonio Torres para que fundase hato en el Alto de Buenavista. Ese
Ugas por lo visto le prestaba ese sitio, porque recibió esa gran propiedad por derecho de sucesión,
es decir, era miembro de esa familia que Francisco Moreno señala como los propietarios de las
tierras de San Sebastián, y sobre los cuales Moreno supone que debieron vender “en su origen” el
sitio que él compró en el alto de Buenavista.
Queda claro, por lo que refiere el justificativo, que María Josefa es una de las
descendientes de Don Joseph Antonio Ugas y Doña Teresa Almarza, como ella es la única
sobreviviente de esa sucesión queda esa inmensa propiedad bifronte en sus manos. La
elaboración del justificativo tenía precisamente esa finalidad, la de traspasar esa gran propiedad
de los Ugas a esta Lizarsábal, por supuesto, si los testimonios la favorecían como en efecto ocurrió.
A tal exposición responden todos los testigos presentados ante el tribunal de un modo positivo.
Entre los testigos que presenta María Josefa está una señora de 70 años de edad, es decir, nació
en el año de 1750 -cuando aún no se había creado la Capitanía General de Venezuela (1777)-, de
nombre Rosa de Almarza, esta testigo afirma que todo lo que señala la Lizarsábal “le consta su
contenido en todas sus partes”, otro testigo tiene 63 años de edad, es un tal Miguel Vera y éste lo
“confirma todo”, de igual modo declara Antonio Castro de 53 años de edad. Todos ellos y ellas
eran vecinos de Maracaibo, y no debe extrañar que conociesen esas peculiaridades de aquella
familia Ugas-Almarza-Lizarsábal, porque Joseph Antonio Ugas fue también vecino de Maracaibo y
de allí que fuese conocido por los citados a comparecer en el tribunal como testigos.
Estaba también entre los testigos el Presbítero Manuel Suárez, a quien el Vicario Juez
Eclesiástico extendió permiso para que prestase su declaración, para los efectos registra el alguacil
la diligencia que se hace en la residencia del cura:
(…) pasé a la casa del presbítero Manuel Suárez (…) a quien en virtud de la licencia que
precede recibí juramento, que hizo en verbo sacerdotis tacto pectores et corona (…) [y
dijo que] le consta todo (…)
28

(…) no ha de menester más testigos Marzo Julio 11 de 1826 entréguesele original esta
información (AHZA: 1847, T. 28, l. 3, ff. 11 y 12)
Hasta acá se confirma la existencia de un Gran Propietario, el propietario de las tierras de
San Sebastián y las tierras de Punta de Piedras, las cuales ahora pertenecían a María Josefa
Lizarsábal quien pasaba a ser una gran propietaria por la vía de la herencia y por el derecho de
sangre que le concedía ese legado.
Si Don José Antonio Ugas fue vecino de Maracaibo, debió pertenecer a una familia Ugas
residente en esa capital provincial. Los Ugas que se conocen en Maracaibo son: Jacobo de Ugaz,
quien fue diputado de esa colectividad, de éste Ugas se tiene noticia porque:
(…) la iglesia principal de Maracaibo había sido desmantelada por los piratas. Desde hacía
varios años estaba en construcción [41]. La colectividad estaba preocupada y el diputado
Jacobo de Ugaz expuso al rey que, por las causas indicadas, la iglesia Mayor sólo había
sido terminada hasta la mitad. La otra mitad aún estaba cubierta de paja, lo cual era
indigno no sólo del culto sino también de la ciudad.
El rey decidió colaborar con 2.000 pesos de ocho reales y así lo dispuso por real cédula del
9 de julio de 1664 (…) Esta real cédula fue presentada al Cabildo de Maracaibo el 18 de
diciembre de 1684, por el mismo diputado solicitante, Jacobo de Ugaz (…) (Ocando
Yamarte, Historia del Zulia, 1986: 69 y 70).
El otro Ugaz del que se tiene noticia está relacionado con los fuertes de Zapara y Barbosa y
el Castillo de San Carlos, destinados a la defensa de Maracaibo ante la amenaza de filibusteros,
corsarios y piratas del Caribe:
Se hablaba de traer tropas y armas de la Metrópoli para la dotación y equipamiento de
esos presidios, mas la falta crónica de recursos de la Corona y el poco interés mostrado
por las autoridades de Santafé, permitieron que transcurriesen más de tres años hasta
que finalmente llegara un pequeño contingente de soldados y oficiales al mando del
sargento mayor don Francisco Sánchez, quien tomó posesión el 14 de marzo de 1682
como alcaide y castellano del nuevo castillo, todavía en construcción, y de los reductos de
Zapara y Barbosa. Las diligencias realizadas ante la Corte por el regidor perpetuo don
Francisco de Ugaz, en representación del Cabildo de Maracaibo, habían dado sus frutos
(Oscar Martínez Alegretti, 2005: 169, 176).
El diputado Jacobo de Ugaz está registrado en esos documentos realizando actividades en
pro de la iglesia los años de 1664 y 1684, y sobre el regidor perpetuo Francisco de Ugaz se señala
que sus diligencias, efectuadas en los años que preceden a 1682, para que dotaran a las defensas
de Maracaibo fueron efectivas, esto indica que ambos Ugaz eran contemporáneos, que tenían
gran poder e influencia y que es probable que perteneciesen a una misma familia. No sólo tenían
en razón de ello acceso al Monarca español, como lo evidencia las diligencias que hicieron ante la
Corte, sino que además obtenían gracias reales, y eso nos interesa, porque las tierras de Punta de
Piedras y del retiro de San Sebastián fueron entregadas a un Ugas que pudo ser parte de esa
dinastía. Ugas que en el año de 1758 [42] cede de su propiedad una corta parte, para que en ellas
se fundase un Pueblo de Misión:

41
Desde la ciudad de Trujillo el obispo Fray González de Angulo se dirigió al Rey mediante carta del año 1624 para que
aportase 6.000 ducados para terminar de edificar la iglesia parroquial de Maracaibo (Yamarte, Gustavo Ocando, Historia
del Zulia, Editorial Arte, 1986: 69 y 70 pie de página).
42
“Este es pueblo de indios, fundado el año de 1758, según consta de la primera hoja de un libro que comprende todos
los parroquiales es del tenor siguiente: (…) pueblo de indios nombrado San Antonio de Punta de Piedras, fundado el año
de 1758 (…) (Mariano Martí, Visita Pastoral, ANH, 1998: T. I, 152 y 153). En Cabimas celebran la fundación de ese pueblo
29

Este Pueblo de Misión (…) no tiene más jurisdicción o extensión de terreno que lo que
puramente ocupa el Pueblo por no haberse la Misión en tierras dadas por el Rey sino en
esta corta parte de tierra que para dicha fundación dio Don Josef Antonio Ugas [43] por un
papel que a su nombre y por sí hicieron su mujer e hijos (Martí, 1999: T. VI; 142)
Este Ugas cuando se muda para esta costa debió traer consigo a un grupo hispano como
pobladores, colonos que debió ubicar en los límites de su propiedad, es decir, en Puntica de
Piedras o La Represa, donde empezaba la costa de Cabimas, de tal modo que estos irían
ubicándose en las tierras que estuviesen libres en esa franja de terreno obteniéndolas en
propiedad de los alcaldes de Maracaibo [44].
Ese Don José Antonio Ugas puede haber obtenido esa inmensa propiedad de un Gobernador o
incluso del mismo Rey por allá en 1747 -según lo que parece sugerir la información contenida en el
Expediente de Romero contra Moreno-, él debía estar entre los descendientes de Francisco de
Ugaz o de Jacobo de Ugaz, siendo lo más probable uno de sus nietos. El pertenecer a esa dinastía
de los Ugas explicaría cómo o por qué recibió esa gracia de un vasta extensión de tierras, lo que le
convierte en un Gran Propietario, Joseph pertenecía a una familia de poder e influencia de la
época colonial. Si esto es así, la historia de Cabimas conecta con esa genealogía marabina y con la
historia del poder en la Provincia de Maracaibo. Diputados, regidores, alcaldes de esa ciudad
pueden de este modo estar vinculados con el proceso histórico de Cabimas, casos como los Ugas y
como el de la dinastía de los Velazco ilustran esta línea de investigación que debe continuar
desarrollándose [45].
2. Grandísima extensión.
2.1 Cabima sabanera

¿A cuál marco geográfico está incorporado el Alto de Buenavista? La respuesta es a las


tierras de San Sebastián, a las cuales Francisco Moreno caracterizó como unas sabanas [46], esta
apreciación permite referir estas extensiones como las sabanas de San Sebastián, siendo esto un
adelanto en su conocimiento geográfico, es decir, ese paisaje tierras adentro son sabanas
salpicadas por unos cuantos cerros que le otorgan un perfil muy peculiar, además en su conjunto
son tierras más elevadas que las de la franja de la costa. ¿Y su extensión? Esta también la refiere

43
En la reproducción de los libros de Mariano Martí, trabajo realizado por la Academia Nacional de la Historia de
Venezuela, en vez de Ugas aparece Vor, esto nos llamó la atención, porque todos los documentos sobre esas tierras
refieren es a los Ugas. El apellido Vor de por sí no existe, por lo contrario, en los estudios de genealogías y de heráldicas
los Ugas están ampliamente documentados. En nuestra opinión, al transcribir los manuscritos de Mariano Martí se
produjo una lectura paleográfica desafortunada o fallida, y lo que se trasladó como Vor, en realidad es Ugas. Empleando
las orientaciones de la paleógrafa Vela Aixia constatamos que la “V” de Vor corresponde es a una “U”, la “o” de Vor, se
trata de una “g” con una “a”, y la “r” de Vor es en realidad una “s”, de allí que al realizar la lectura paleográfica correcta
se lea como Ugas y no como Vor (ver en detalle: MEDINA, Cabimas 1824/1850, 1997: T. II; 344 y 345). El apellido Vor no
existía en España, mientras que el apellido Ugas sí está presente y además es frecuente para aquella época histórica.
44
El proceso de poblamiento pudo tener dos vías: una mediante la de las entregas de encomiendas, otra la de un grupo
que se traslada con Ugas hasta este territorio para poblarlo.
45
La búsqueda en el Archivo General de Indias -Sevilla. España-, del manuscrito donde aparece la concesión de ese
título de propiedad de esas tierras a los Ugas ha sido infructuosa, es probable que esa cesión o merced hubiese estado
en esos manuscritos que fueron quemados por Tomás Morales en Maracaibo, si es así, puede existir copia de los mismos
en el Archivo General de la Nación en Caracas.
46
Las sabanas son llanuras extensas con abundante vegetación herbácea, fundamentalmente gramíneas, con arbustos y
árboles aislados. Esto es lo que observan los habitantes de este poblamiento colonial en ese escenario geográfico.
30

Francisco Moreno, nos dice que es una “grandísima extensión”, tanta que no se ha podido
practicar la mensura y el deslinde exacto de esa propiedad [47]. En su escrito deja implícita la
venta que María Josefa Lizarsábal hace a José de los Reyes Belloso de todas esas tierras, así como
de la venta de las mismas por parte de Reyes Belloso a Ramón Romero. Se lee en el documento en
cuestión:
…las sabanas que pertenecieron a Don Ugaz y que Belloso vendió a Romero, grandísima
extensión que Reyes Belloso compró a su heredera, no han llegado a practicar la mensura
y deslindes de dichos terrenos ignorando su extensión (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 74)
El que se ignore su extensión es importante, es decir, sus distancias, porque quiere decir
que la demarcación que existe es muy precaria, puesto que está basada en mencionar solo de
dónde a dónde va la propiedad por referencias vagas a sus lugares o accidentes geográficos, no
hay por tanto un trabajo de deslinde realizado sobre el terreno mediante su agrimensura.
¿Cuál era la descripción geográfica existente de esa gran propiedad? La descripción de sus
límites y los lugares que encerraba ese perímetro fue uno de los pasos que dio José de los Reyes
Belloso el año de 1843. La idea que Reyes Belloso tiene para hacer ese inventario fue la de
elaborar un justificativo que demarcara el territorio y, para los efectos pide que se examine a unos
testigos -algunos vecinos de Cabimas-, para que estos indiquen los linderos de aquellas tierras. El
procedimiento utilizado consistió en que Reyes Belloso mencionaba los límites de ese territorio y
los lugares que estaban allí contenidos, para que los vecinos de la parroquia los confirmasen, los
corrigiesen o los ampliasen, el texto que se incluye a continuación fue la información que él
proporcionó, la cual fue ratificada por la mayoría de los vecinos de Cabimas que fueron
seleccionados para esta indagatoria:
José de los Reyes Belloso (…) ante Usted según derecho expongo. Tengo en mi poder los
documentos originales justificativos del dominio y propiedad que he adquirido sobre las
tierras que poseo nombradas Punta de Piedras al margen de la laguna en esta parroquia y
su retiro titulado San Sebastián (…) y como no se han puesto en claro los límites que
comprenden dichos terrenos me es preciso comprobarlos con el objeto de obtener una
demarcación fija por lo que suplico se sirva examinar los testigos (…):
1°Digan si los linderos de las enunciadas tierras de Punta de Piedras son desde la punta
del mismo nombre hasta la Puntica de Piedras o Punta de La Represa que llaman así, y si
conocen por linderos de las tierras de San Sebastián; por el sur: El Criollo, Rivera y Zamuro,
por el norte: desde El Potrerito hasta el Paso de las Raíces. Por el oeste el río de Las
Cabeceras, y por el este: desde Los Patiecitos del Corozal hasta las montañas del río
Tamare, y si dentro de estos linderos se encuentran las sabanas y lugares titulados
Sabana de las Cabeceras, Tanque, Cañada Hondita, La Veguita de La Concepción, Agua
Blanca, Bachaco, Piñal, alto de Buena Vista lindando con Cerro Pelado y los más que se
acuerden (id. f. 19).
Reyes Belloso deja abierta la lista, puesto que agrega que se deben añadir “los más que se
acuerden”. Y hacía bien en dejar en claro lo qué comprenden dichos terrenos, porque las
referencias geográficas para establecerlos podía ser tergiversada y, con ello, originar un
desacuerdo sobre lo que le pertenecía. Sin embargo, a pesar de estas prevenciones, cuando Reyes
Belloso vende a Ramón Romero el grueso de su propiedad, se le presenta un reclamo del
comprador por el Alto de Buena Vista. Basilio Borjas, un vecino de Cabimas, hace un recuento de

47
Esto lo dice Moreno después que el tribunal ha fallado en su contra, y él recurre a la apelación.
31

la discusión entablada entre ambos, donde el asunto era si el Alto de Buenavista estaba
contemplado o no entre lo transado:
el Señor Belloso sostenía no haber vendido las tierras indicadas del alto de Buenavista y
se afirmó en sostenerle al Señor Romero que los linderos prefijados habían sido desde el
Paso de las Raíces lindando con cerro Pelado hasta los Patiecitos del Corozal en lo que
combino el Señor Romero, pero sostenía a la vez que Cerro Pelado no era el que estaba a
la parte del sur sino otro que está a la parte del Norte que titulan cerro de Buenavista (…)
ambos se acaloraron (…) (id. f. 46)
Creemos que era de esperarse estas discordancias sobre las toponimias y los accidentes
geográficos que ponen en evidencia la discusión de Belloso y Romero, pues estos desacuerdos se
deben a que aquella propiedad por ser tan vasta requería de un grueso informe de agrimensura
para poder establecer con precisión no sólo sus demarcaciones y lugares geográficos que
conformaban aquel inmenso señorío, sino también las distancias entre ellos y dentro de ellos.
Debido a estas dudas sobre el territorio, es precisamente que sobre ese sitio del Alto de
Buenavista sobreviene el posterior pleito de Romero contra Moreno. Francisco Moreno quien
compra un sitio en el Alto de Buenavista también ha de colisionar con Ramón Romero, puesto que
es sobre ese lugar que Romero se cree con derechos.
Nótese la mención de otros lugares de esa geografía en este documento que amplían la
toponimia que hasta ahora se ha venido recogiendo en las tierras de San Sebastián, allí se da razón
de algunas sabanas de la Cabima sabanera, además, se incorpora las referencias limítrofes de las
tierras de Punta de Piedras.
Otro hecho que muestra como la descripción de ese marco geográfico era incompleta o
imprecisa fue la opinión de uno de los testigos que no estaba de acuerdo sobre uno de los
linderos, este testigo era Marcelo Capitillo de 54 años y de oficio labrador quien respondió sobre
los linderos mencionados que le consta “salvo en el lindero sur no es cierto que sea el mismo que
se menciona” (id. f. 23)
Las tierras de San Sebastián, se pueden inferir de lo antedicho, si bien se conocía en líneas
generales el territorio que comprendía, no estaban exentas de provocar ciertos desacuerdos
significativos, cuando se presentasen conflictos de intereses derivados del derecho de propiedad
de tierras rurales.
En resumen, sobre las denominadas tierras de Punta de Piedras queda establecido que
están al margen de la laguna, van desde Punta de Piedras hasta Puntica de Piedras, es decir, desde
donde termina la costa de La Rita, hasta donde empieza la costa de Cabimas. Las tierras de Punta
de Piedra eran y son lo que hoy en día recibe el nombre de la bahía de El Mene. En cuanto a las
tierras de las Sabanas de San Sebastián, el territorio es inmenso, y es verdaderamente una
«grandísima extensión» comprendida entre el río El Mene hasta río Tamare (Ver “MAPA”).
La Cabima de San Sebastián es, ahora, geográficamente, además, de Bachaco, Aguas
Blancas, Cañada Hondita y el alto de Buenavista, también, El Criollo, Rivera, Zamuro, El Potrerito,
El Paso de las Raíces, Las Cabeceras, Los Patiecitos del Corozal, las montañas del río Tamare, y las
sabanas y lugares titulados Sabana de las Cabeceras, Tanque, La Veguita de La Concepción, Piñal y
Cerro Pelado, incluyendo entre sus corrientes de agua el río de Las Cabeceras. Hay pues, ahora,
entre las menciones una montaña, un río, un paso, una vega e incluso un cerro que no estaba
inventariado en las páginas precedentes de este estudio, accidentes geográficos que enriquecen
32

aún más su orografía. Recordemos los cerros y lomas mencionados con anterioridad: el cerro
Icotea, cerro La Mesa, cerro Buena Vista, cerro Buenavista, cerro Los Muertos, cerro Bocachico,
cerro Majagua, cerro Candelaria y cerro San Sebastián, y las lomas son: la denominada del Norte y
la titulada del Infierno, ahora a toda esa larga lista se agrega Cerro Pelado y las montañas de
Tamare.
En esas extensas dimensiones están las quebradas El Güeri, Santa María, La Negra que son
afluentes del río Mene u Olaya, en la cuenca de esa corriente fluvial están la ciénaga de La
Botijuela y la Cieneguita, otra quebrada es Quebrada Honda, y otros río el Ulé -río Juan Benítez- y
el Tamare, el primero con las quebradas Begote, Algodonal, Piñal y caño Hondito, y con las
ciénagas Congo y Culebra. Entre río Ulé y río Tamare está la quebrada La Plata, y con río Tamare la
ciénaga Los Gamuchos. Así mismo está Jagüey de Iguana. Tal es la hoya hidrográfica de esta
Comarca Cabimas. El marco geográfico de la Cabima de San Sebastián es la de un escenario
corográfico cautivante [48]: es la Cabima de los cerros, de los altos, de los pasos, de las lomas, de
las vegas, de las cañadas, de los ríos, de las quebradas, caños y ciénagas y de pasos famosos. En
líneas generales en este territorio se está frente, de un modo simultáneo, a una Cabima
montañosa y una Cabima sabanera, de esta última se menciona la Sabana de las Cabeceras,
sabana de la Angostura y sabana Alto de Los Gritos.

2.2 Terrenos ajenos

Las tierras de los Ugas es una propiedad donde -de acuerdo con lo que declara María
Josefa- nunca fueron enajenados sitios, porque “su último poseedor el referido Vicente Ugas sin
contradicción alguna” se negó a venderlos, afirmación que corroboran todos los testigos que
declaran a solicitud de la Lizarsábal, menos una testigo que le imprime un giro de interpretación a
la afirmación, porque esta testigo no dice que le consta que no se enajenaron sitios, sino que
señala que Ugas se opuso a la venta de esas vastas extensiones que eran de su propiedad, puesto
que él nunca quiso venderla. Esta testigo señala:
(…) María Chiquinquirá Prieto vecina de esta ciudad 50 años de edad.
5ª. Que siempre he conocido las tierras de Punta de Piedra del margen de esta Laguna y el
retiro de San Sebastián que de los Ugaces, siendo legítimo poseedor el Don Vicente Ugas
nunca quiso venderlos (id. f. 9).
Ese giro es muy importante, porque indica que sabe que el último poseedor de esas tierras
y de su retiro recibió ofertas de compra pero por gran posesión -consistente en la costa de Punta
de Piedras y las tierras de su Retiro de San Sebastián-, ofertas a las cuales nunca accedió, pero no
asegura y no hace constar que la sucesión con anterioridad tal vez haya procedido a ceder algunos
sitios mediante venta, y es importante lo que declara, porque con esa precisión abre la posibilidad

48
En esta investigación hemos recorrido ese espacio y la impresión que causa anímicamente esas singularidades
paisajísticas es la de un asombro kairi. Es un terreno irregular, con ondulaciones, con elevaciones, es un paisaje muy
cambiante, presenta algunos altos inesperados, donde la sensación de lo montañoso es tangible, es como si se estuviese
frente a una maqueta. Allí el árbol de las Cabimas destaca por su abundancia y por el color arcilloso y veteado de su
corteza. Ese paisaje es como el vuelo del colibrí, genera encantamiento, y maravilla si se acata a sus topónimos.
33

de que los Ugas sí se hubiesen desprendido de algunos sitios para obtener con ellos caudales para
la financiación de sus propias actividades económicas [49].
Las declaraciones ante el juzgado se producían en Maracaibo, allí María Josefa Lizarsábal
vivía en la casa residencial de un abogado, quien por humanidad la acogió en su residencia con
motivo de la situación de miseria en la que había quedado con motivo a los efectos devastadores
que tuvo la guerra de Independencia. Su testimonio al respecto es claro:
(…) mi miseria es tanta, que vivo en la casa y al favor del Señor Doctor Francisco Balbuena
que por humanidad me mantiene (…) Maracaibo Octubre 6 1826 (id. f. 13).
María Josefa, no sólo perdió en esos sucesos el último familiar que le quedaba -Don
Vicente de Ugas- sino que también perdió la vivienda que éste poseía en las tierras de Punta de
Piedra, porque esta residencia fue incendiada con todo lo que tenía adentro, razón por lo cual esta
familiar de Don Vicente no tuvo dónde guarecerse. El abogado no sólo la acogió en su hogar sino
que la asesoró y diligenció en la recuperación del patrimonio al que tenía derecho, la gran
propiedad que en su origen pertenecía a Don José Antonio Ugas.
Para María Josefa Lizarsábal, no sólo su tío abuelo Vicente [50] no quiso vender la gran
propiedad, sino que además las noticias que ella tenía y que el resto de testigos confirmaron -no
así María Chiquinquirá Prieto-, es que de aquellas tierras ni siquiera se habían vendido sitios, es
decir, que todos los lugares que integraban esa vasta posesión, así como todos los rincones de
esos lugares sólo habían tenido por únicos dueños a los Ugas, lo que en definitiva era calificarlo
como un señorío que desde su origen se mantenía incólume. Este asunto se expresa en el colofón
de la quinta aseveración realizada por María Josefa, allí inquiere:
5° Si han conocido siempre las tierras de Punta de Piedra al margen de la Laguna y su
retiro San Sebastián por de los Señores Ugaces, habiendo sido su último poseedor el
referido Vicente Ugas sin contradicción alguna; y si a pesar de que hubo muchos que
quisieron comprar algunos sitios de dichos señores, siempre lo recusaron, de suerte que
nunca tuvo efecto la venta de uno solo (id. f. 7).
El asunto es, entonces, si esa gran propiedad estaba libre de la mancilla de la enajenación
de tierras, o si por lo contrario, era una gran propiedad perforada y dentro de ella, en
consecuencia, existían otros propietarios. Ya con anterioridad en este capítulo se ha advertido de
que en el Alto de Buenavista y en otros lugares existían terrenos en manos de otras familias
distintas a los Ugas, lo cual somete a dudas lo que la Lizarsábal asevera, aplicaba era lo que declaró
María Chiquinquirá Prieto al indicar que Vicente Ugas le propusieron les vendiera esas tierras de
Punta de Piedras y las del retiro de San Sebastián y él “nunca quiso venderlos”.
Cuando María Josefa Lizarsábal le vende todas esas tierras a José de los Reyes Belloso, éste
santaritero sólo le traspasa a Ramón Romero las tierras de San Sebastián. Ahora bien, después de
haberlas comprado Ramón Romero, con posterioridad recibe la noticia de que se estaba
edificando una nueva obra en el alto de Buenavista, entonces, se moviliza de inmediato para que
se paralice esa obra y se ordene su destrucción (id. f.1). Pero quién fabrica allí en Buenavista casa,

49
De las cuales sospechamos hayan sido la de contrabandear con mercancías provenientes de la antillas, además, de
alguna faena relacionada con la ganadería que serviría de mampara para ocultar la verdadera fuente de sus ingresos.
50
No era tío directo, sino tío de su progenitora, pero como era costumbre lo refería con el trato de tío puesto que con
ese apelativo era mencionado por los descendientes. La realidad era que Vicente es su tío abuelo. Este término de “tío
abuelo” corresponde al parentesco empleado en el sistema español de filiación, donde éste vendría a ser el “tío
segundo”, Vicente era tío abuelo de María Josefa para los hispanohablantes en aquellos años.
34

matera, corral y corralejas se defiende, argumentando que él compró ese sitio a una descendiente
de José Antonio Torres, sabiéndose además, que este Torres adquirió su derecho sobre el sitio
comprando a un propietario anterior “el Señor Félix Portillo” (id. f. 29).
Pero no sólo están en manos ajenas esos terrenos del Alto de Buenavista, en el retiro de
San Sebastián hay otras tierras en manos que no son las de Ramón Romero. Para ese año de 1847
un campesino de avanzada edad, Trinidad Perozo, menciona a viejos propietarios instalados en
otros lugares de las tierras de San Sebastián, e indica que son Andrés Borjas, Nicolás Borjas y Diego
Castillo (id. f.22).
Cuando Don José Antonio Ugas se trasladó desde Maracaibo para su gran propiedad,
conjeturamos, ya llevaba tomada la decisión de reconocer a esos sitios como tierras ajenas. De tal
modo que todo apunta que no era un vasto terreno donde sólo existe un propietario, en este
territorio existían otros propietarios, y además, esas tierras en manos ajenas extienden su
posesión y dominio hacia atrás en el tiempo, porque, por ejemplo, las de José Antonio Torres, éste
las había adquirido de Félix Portillo, quien a su vez las había heredado de su padre Candelario
Portillo (id. f. 29).
Por otra parte la Información que ofrece Basilio Borjas, menciona no solo a estos Portillo,
sino que señala además que antes de los Portillos ese fundo pertenecía a los Gutiérrez (id. f. 37).
Pero no sólo da a conocer esos antiguos propietarios este vecino muy bien informado, sino que
incluso menciona como en el mismo lugar de Buenavista había otros poseedores de tierras, dice
en esa misma declaración que en “el punto del alto de Buena Vista [estaban también] la finada
Paula Romero i el finado Juan Capitillo (id. ff. 36 y 37).
Si en el año 1847, que es cuando Basilio Borjas presta este testimonio, tenía sesenta años
de edad, entonces, cuando él supo de esos hatos de Paula Romero y Juan Capitillo fue en el año de
1801. Con todos estos datos se puede tener la noción de que estos grandes propietarios, los Ugas,
no poseían un patrimonio absoluto, su dominio prescribía en algunos sitios dentro de su gran
propiedad, las tierras de San Sebastián estaban intervenidas por otros vecinos y, lo significativo de
esa constatación es que esto es precisamente lo que permite tratarla como «la otra Cabima», en
otras palabras, a las Cabimas de la costa se agrega ahora esta Cabima montañosa o Cabima
sabanera como una unidad espacio-temporal que forma parte del proceso histórico cabimense.
Allí residían un grupo de vecinos de las Cabimas y sorprendentemente quienes no tenían presencia
productiva allí eran los Ugas.

Hasta aquí, hemos señalado varias cosas, una, la posibilidad hipotética de que al obtener
los Ugas estas tierras algunos sitios ya tuviesen con antelación ocupantes, los cuales no fueron
despojados de sus terrenos porque Don José Antonio Ugas les reconoció sus derechos sobre ellos
[51]. Otra, que los Ugas hayan vendido algunos sitios para invertirlo en actividades mercantiles, y

51
En el terreno de lo especulativo es factible suponer que Don José Antonio Ugas solicitase precisamente la propiedad
de esas tierras de San Sebastián como retiro, porque quienes allí estaban explotándolas fuesen quienes le habían
informado del potencial productivo que ese territorio poseía, existiendo desde ese entonces el acuerdo entre los Ugas y
esos asentados de que se iba a respetar los sitios que estos ocupaban. Esta suposición tiene más sentido que esa versión
que señala que, el propietario de ese vasto territorio oteo desde la cubierta de una nave que iba rumbo al sur del lago a
las tierras de San Sebastián, y prendado de esa vista paisajística las solicitó para sí, suposición que hace pública un
35

esto explique la presencia en esas extensiones de otros propietarios. Y por último, tercero, se ha
registrado cómo la propiedad de los Ugas va a dar a mano de María Josefa Lizarsábal y como de
ella pasa a José de los Reyes Belloso. Ahora bien, cuando Belloso vende a Ramón Romero hace
constar que él vendió algunos sitios antes de transferírsela a su nuevo propietario y, además,
indica cuáles otros sitios no le pertenecen, pues en ellos ya estaban allí asentados otros dueños.
En resumen, Ramón Romero compró a José de los Reyes Belloso las sabanas de San
Sebastián, pero en esta Gran propiedad había terrenos ajenos: ya hemos visto mediante uno los
testimonios que en ese inmenso territorio tenían hatos no sólo José Antonio Torres, sino también
moraban con sus ganados Andrés Borjas, Nicolás Borjas, Diego Castillo, Paula Romero, Juan
Capitillo, Candelario Puches y Juan Bautista Alvarado.
Sobre esas propiedades Marcelo Capitillo (de 54 años de edad y oficio labrador) señaló en
el tribunal que:
Ugas vendió: Cañada Hondita y Piñal a Don Diego Castillo, compuesta solamente de casa,
matera y corral; Aguas Blancas a Andrés Borjas y Bachaco a Nicolás Borjas con igual
extensión, esto es, para casa, matera y corral [Agregando que] también sabe que José
Antonio Torres por habérselo dicho este mismo vivía de prestado en un sitio nombrado
Buenavista punto el ojo de aguas tierras del consabido Vicente Ugas (id. ff. 23 y 24).
Pero no eran estos los únicos terrenos ocupados, cuando Reyes Belloso le vende a Romero
aquella vasta posesión le hace un recuento de los terrenos ajenos que existen en esa grandísima
extensión ¿Cómo se pudo haber enterado de esos propietarios?
Es de suponer que como Reyes Belloso había promovido un justificativo para lograr la
demarcación de la propiedad y, para ello, había recurrido a testimonios de los vecinos de Cabimas,
lo lógico es que ese tema quedase después abierto y él se fuese enterando de allí en adelante en
detalle de cuál era la verdadera proporción sobre el asunto de los terrenos ajenos. En definitiva,
Reyes Belloso, en la escritura de venta primero explica cómo se hizo de esa propiedad y, luego
pasa a detallar las tierras que no le vende a Ramón Romero, porque pertenecen a otros
productores:
(…) sabanas de San Sebastián jurisdicción de la expresada parroquia Cabimas (…) las hube
por compraventa de ellas me hizo la Señora María Josefa Lizaursábal, a quien declararon
como única heredera ab in testato del finado Vicente Ugas último poseedor de ellas i
consanguíneo de la expresada Lizaursábal. Cuyas tierras o Sabanas se las he vendido [al
Señor Ramón Romero] (…) bien entendido que en dichas tierras o entre los linderos
dichos, se hayan varios terrenos ajenos, i son en el lugar titulado Agua Blanca tres sitios
que sólo componen cada uno, casa, corral y matera; e igualmente en el lugar titulado El
Tanque, otros tres sitios así la misma extensión que los primeros, los cuales pertenecen a
los herederos del finado Andrés Borjas, dos sitios más nombrados El Piñal i Cañada
Hondita con la misma extensión de las demás, pertenecientes a los herederos del difunto
Diego Castillo; otro sitio nombrado La Concepción que pertenecía a Juan José Villalobos,
que lo posee el mismo Ramón Romero; otro sitio de casas, coral y matera, de Silvestre
González, que lo posee la viuda, el cual está en el lugar titulado La Veguita; otros dos sitios
con la misma extensión de los demás, pertenecientes a los Señores Trinidad Perozo y Félix
Borjas en el lugar nombrado Jagüey de Iguana con la misma extensión; otro sitio de
Trinidad Ocando, el cual se encuentra en el lugar denominado el Alto de los Gritos; otra

cronista de Cabimas cuando se refiere a la obtención de estas tierras del Rey. Esa suposición requiere de que el oteador
tuviese una capacidad de visión fuera de lo normal, es decir, del reino de lo extraordinario.
36

pequeña sabana nombrada La Angostura, que pertenece al Señor Eduardo Miguel Rojas.
Todos estos sitios como se ha dicho, no entran en esta venta, por haber estado antes
vendidos, ya por los dueños anteriores de dichas tierras, como por mí también. Entre los
linderos señalados hay otra posesión titulada Bachaco, que tiene más extensión, i es la
que verá la escritura de venta que de dicha posesión hizo el finado Vicente Ugas (…) (f. 5).
Ya no solo aparecen: José Antonio Torres, Candelario Puches, Juan Bautista Alvarado,
Andrés Borjas, Nicolás Borjas, Diego Castillo, Paula Romero y Juan Capitillo que habíamos
registrado en lo que va de este capítulo de este libro, sino que la lista ahora crece al incorporarse:
Juan José Villalobos, Silvestre González, Trinidad Perozo, Félix Borjas, Trinidad Ocando y Eduardo
Miguel Rojas.
Y crece también el número de sitios con hato, porque Andrés Borjas que inicialmente
estaba en Aguas Blancas con solo un hato, después adquirió terreno en El Tanque, fundando en
cada uno de esos dos lugares -Aguas Blancas y El Tanque- tres sitios, los cuales pasan a sus
herederos cuando fallece; en cuanto a Diego Castillo se conoce que también fundó hatos, uno en
Cañada Hondita, que era donde originalmente se asentó, y luego otro en El Piñal, él también
fallece y estos dos hatos quedan en manos de sus herederos, es decir, que los sitios se multiplican
con estos dos personajes; otros fundos pasan de unas manos a otras manos, es el caso del hato de
La Concepción que era de Juan José Villalobos y que pasa a Ramón Romero -antes de que éste se
hiciese de la Gran Propiedad-; también ocurre, pero por la vía del legado hereditario con la
posesión de La Veguita, la cual al fallecer Silvestre González pasa a su esposa; también se conoce
en este documento de que en Jagüey de Iguana hay dos sitios, donde los hatos respectivos
pertenecen a Trinidad Perozo y Félix Borjas; pero lo que más llama la atención son tres hatos que
ocupan un área mayor de lo que se asignaba a los sitios -estos se reducían a lo que corresponde
estrictamente al lugar que ocupan la casa, la matera y el corral-, de estos tres hatos, dos son
fundos que poseen pequeñas sabanas, estos son: el Alto de los Gritos de Trinidad Ocando y La
Angostura de Eduardo Miguel Rojas [52], y sobre el tercero se señala que incluso “tiene más
extensión” que es el de Bachaco, del que no se menciona el dueño, pero que por testimonios
anteriores que hemos registrado en este informe sabemos que en su origen perteneció a Nicolás
Borjas.
En esos terrenos se observa cómo se pasa de poseer un hato a poseer dos o tres, y como
hay hatos que extienden sus dominios a pequeñas sabanas o incluso alguna que “tiene más
extensión”, todo ello indica la existencia de una fuerza subterránea [53] que empuja hacia una
ocupación cada vez más amplia e intensa de aquellas tierras.
Con el testimonio de Reyes Belloso se habla de quince propietarios, lo que revela que ese
territorio es un espacio de agrado, porque atrae a potenciales productores a trabajar en esas
tierras lejanas de la costa de las Cabimas. Un José Antonio Torres en el alto de Buenavista
ejemplifica bien esta perspectiva optimista, este productor funda un hato en un terreno que le

52
Fue Juez de Paz de Cabimas en varias oportunidades y un personaje histórico destacado por sus ideas políticas de
avanzada y por su gestión pública.
53
Estas tierras resultaban con ventajas comparativas con respecto a los terrenos de la costa de las Cabimas, estimulando
así la ocupación que resultaba redituable. El descubrimiento de esas fuerzas subterráneas que mueven los
acontecimientos, eventos y sucesos, es la tarea propiamente dicha de la historia como ciencia. Allí hay mejores suelos,
mejor régimen de precipitaciones, la existencia de antiguos caminos y recursos como las maderas preciosas.
37

presta Vicente Ugas como lo indica Marcelo Capitillo y Basilio Borjas y, ya asentado allí, más
adelante, compra hato a Candelario Portillo aumentando así su haber a dos hatos y, después,
establece otro fundo más con el concurso de Candelario Puches y Juan Bautista Alvarado. Este
José Antonio Torres los lugareños lo trataban de “tío Torres” e incluso una quebrada que pasaba
por sus terrenos llevaba por nombre su apellido; otro ejemplo notable es el de Andrés Borjas [54]
quien empieza por un fundo y termina con seis hatos, y Diego Castillo que funda hato en dos
lugares distintos, y no hay que perder de vista el hecho de que no sólo existen sitios bajo la
fórmula de “que sólo componen cada uno, casa, corral y matera”, sino que hay terrenos ajenos
que abarcan pequeñas sabanas e incluso uno de más extensión. Los terrenos ajenos, por todo lo
observado, se potencian, adelantan y desarrollan en ese territorio que hemos calificado como
«espacio de agrado» por sus ventajas comparativas, esto es, por la calidad de sus suelos y por su
favorable régimen de lluvias. Las Sabanas de San Sebastián eran relevantes para aquel
conglomerado de familias que se instaló en el ámbito cabimense.

Toda esta información permite concebir que la propiedad de esas inmensas extensiones
no era, primero, tan monolítica como la concebía María Josefa Lizarsábal, y segundo, de que los
Ugas sí las utilizaron como una fuente de ingresos, colocándolas bajo la actividad productiva de los
criadores de ganado o cultivadores de plantaciones de caña dulce, probablemente vendieron sitios
o lugares, cuando la situación económica los apremió o cuando tuvieron en mente alguna
inversión importante y oportuna. De allí que cuando Reyes Belloso se la enajenase a Ramón
Romero un gran número de ubicaciones quedasen fuera de la venta, y expresase que allí habían
vendido tierras no sólo los Ugas -u otros dueños- sino también él mismo había concretado la venta
de algunos terrenos, dice:
“Todos estos sitios como se ha dicho, no entran en esta venta, por haber estado antes
vendidos, ya por los dueños anteriores de dichas tierras, como por mí también” (id. f. 5).
Y esa actividad de compra-venta en aquellas sabanas generaba emprendimientos:
(…) le consta que el Señor Romero desde que posee las tierras indicadas ha fabricado una
en Cañada Hondita y otra en La Concepción (…) (id. f. 47)
Entre los terrenos enajenados había sitios, una pequeña sabana nombrada La Angostura y
una de mayor extensión que era la reconocida como Bachaco [55]. Esa “grandísima extensión”
conformaba un latifundio [56] aún cuando contuviese entre sus linderos propiedades ajenas
restringidas en su mayoría a sitios, era un latifundio porque en su totalidad resultaban aquellos

54
Este Andrés Borjas es muy probable que sea el que construyó el primer oratorio de Cabimas (MEDINA, Cabimas
Kupaiwa, 2011: 71).
55
El mismo traslado de Romero desde Maracaibo hacia Cabimas nos indica como Cabimas ofrecía una fuerza de
atracción con sus sabanas para la cría de ganado, lo mismo pasa con José Antonio Ochoa que era de la Rita, con Braulio
Pulgar de la misma parroquia, con Francisco Moreno vecino de Lagunillas. Cabimas no pudo desarrollarse porque no
pudo deshacerse de los terratenientes (Ugas, Reyes, Romero), no pudo liberar sus tierras más ricas, la república no creó
un mercado de tierras dinámico y amplio, por lo contrario reprodujo esa lacra de la propiedad. Otra gente de la
provincia se muda para Cabimas o mantiene actividades económicas con sus pobladores, así lo confirman los
documentos históricos recopilados por esta investigación.
56
Este término no aparece en el Expediente de Romero contra Moreno, el único que allí se emplea para referirse al
tamaño de esa posesión es el de “grandísima extensión”. La categoría «latifundio» se emplea en este trabajo, primero,
porque sobre ella existen numerosos estudios que dan cuenta de esa forma de propiedad y su relevante impacto
económico y social, y segundo, porque es un sinónimo de una gran extensión en manos de un solo dueño.
38

terrenos ajenos una porción muy pequeña dentro de aquel vasto territorio conocido como las
Sabanas de San Sebastián, y sus propietarios bien fuesen los Ugas o la Lizarsábal o bien fuese José
de los Reyes Belloso o Ramón Romero eran lo que hoy se denuncia como terratenientes [57], es
decir, un obstáculo para ingresar en los modelos económicos competitivos.
La Cabima de San Sebastián es, geográficamente, además, de Bachaco, Aguas Blancas,
Cañada Hondita y el alto de Buenavista, también, El Criollo, Rivera, Zamuro, El Potrerito, El Paso de
las Raíces, Las Cabeceras, Los Patiecitos del Corozal, las montañas del río Tamare, y las sabanas y
lugares titulados Sabana de las Cabeceras, Tanque, La Veguita de La Concepción, Piñal y Cerro
Pelado. Hay por tanto un nuevo cerro y una vega como accidentes geográficos que enriquecen su
orografía. Recordemos los cerros y lomas mencionados con anterioridad: el cerro Icotea, cerro La
Mesa, cerro Buena Vista, cerro Los Muertos, cerro Bocachico, cerro Majagua, cerro Candelaria y
cerro San Sebastián, y las lomas, la denominada del Norte y la titulada del Infierno. Ahora la lista
se extiende, con los últimos datos que se han incorporado a El Piñal, La Concepción, La Veguita,
Jagüey de Iguana, Alto de los Gritos y La Angostura. Con este conocimiento adquirido en estas
fuentes se ha recuperado para la memoria territorial del cabimense un amplio espectro de
topónimos sobre lugares, sabanas, vegas, lomas, altos, pasos, jagüeyes, montañas, ríos, cerros,
sitios, que no se ha dudado de otorgarle la categoría de un espacio de agrado y por sus toponimias
acaso también un espacio semiótico de carácter mágico. Donde un Alto de los Gritos, un Paso de
las Raíces o una loma de los Infiernos coloca a ese paisaje geodiverso bajo una evocación de
tierras de prodigios. Tantas denominaciones por aquellas tierras sólo indican una cosa, el interés
de los hombres por esos paisajes.
La Cabima tierras adentro o la Cabima del retiro por todo lo descrito es un área bajo
explotación económica, lo cual nos coloca frente al relevante hecho de que esa Cabima de San
Sebastián es una Zona de Producción con poder de impacto sobre Cabimas como totalidad, donde
lo interesante que se debe resaltar, como descubrimiento histórico, es que ese impacto fue
posible por las tierras ajenas presentes en esa grandísima extensión. Aquello que permitió
vulnerar el latifundio fue un fenómeno que incidió como una fuerza favorable para el adelanto,
consolidación y conclusión de las Cabimas de la costa, es decir, la de transformarse en un
poblamiento de prestancia provincial. De no haberse podido crear esos hatos en esos sitios de las
sabanas de San Sebastián, la población costera no hubiese podido realizar los adelantos que fue
teniendo para pasar de fundos a caseríos y de estos a vecindarios, para finalmente transformarse
uno de estos por voluntad consciente de los habitantes del ámbito cabimense en un pueblo, es
decir, en un núcleo urbano, y todo eso fue posible con la actividad productiva que lograron todas
esas familias que se han mencionado hasta este momento en este estudio. Esta aseveración no
neutraliza la incidencia negativa del latifundio, el que las Sabanas de San Sebastián fuesen una
gran propiedad coloca una frontera inexorable a la expansión de la Cabimas ganadera, es decir, la
Cabimas pecuaria, la Cabimas de los labradores, la Cabimas de los madereros y la Cabimas de las
plantaciones que no podía desarrollar todo el potencial allí existente debido a esa forma de
dominio que anteponía toda su fuerza y todo su poder para la realización de «nuevas obras», no

57
Para ese término se emplea también en este trabajo la locución de Gran Propietario.
39

sólo en el alto de Buenavista sino en todos los numerosos lugares de esa «grandísima extensión».
Esas peculiaridades sólo son posibles catalogarlas como una historia asombrosa.
La idea de María Josefa Lizarsábal de una propiedad sin mancilla era una ilusión, los
testimonios permiten conocer que los Ugas [58] sí vendieron sitios e incluso, por excepción,
también vendieron pequeñas sabanas como, por ejemplo, la del “Señor Eduardo Miguel Rojas”.
Esa aseveración intransigente, de que nunca se vendieron sitios, se desmiente en los registros
escritos de esa época:
Los Señores Ugas nunca vendieron sabanas sino sitios en San Sebastián, que solo
componen el lugar necesario para fabricar casa, matera y corral como es costumbre en
dicho lugar (id. f.19).
Aseveración sobre la que hay otro disidente, Basilio Borjas, quien recuerda que en los años
de su juventud había oído de criadores que eran dueños de sabanas y poseedores de rebaños más
considerables, dijo Borjas que:
(…) conocía algunos criadores en su juventud en las Sabanas de San Sebastián que poseían
mayor número de ganados [59], también oía decir que eran dueños de tales y cuales
sabanas, i que uno i otro que también ha conocido poseyendo un solo sitio ha sido con un
corto número de veinticinco o treinta vacas (id. f. 47).
Tal realidad, la de la existencia de terrenos ajenos dentro de la Gran Propiedad del retiro
de las Sabanas de San Sebastián, coloca la nueva obra que pretende concluir Francisco Moreno en
el Alto de Buenavista como lo que se requería para hacer progresar la población de Cabimas. En
ese sentido, el conocimiento que se obtenga sobre el número de propietarios de tierras de las
Cabimas de la costa y de la Cabimas de San Sebastián son un dato pertinente -y determinante-
para explicar los sucesivos adelantos que se lograron conquistar en ese proceso histórico
cabimense. Dentro de ese orden de ideas es que se hace relevante aquella interrogante que
quedó pendiente ya hace rato atrás: ¿Qué relaciones se establecieron entre la Cabima de San
Sebastián y las Cabimas de la costa? Interrogante que en estos últimos párrafos se empieza a
abordar al indicar que esa Cabima de San Sebastián era una importante área de explotación
económica que incidió positivamente sobre las Cabimas de la costa, fue en nuestra opinión una
fuerza favorable para el adelanto, consolidación y conclusión de las Cabimas de la costa. Y los
propietarios de aquí y allá al interconectarse lograron conquistar sucesivos progresos para el
proceso histórico cabimense como una totalidad.

2.3 Galería de propietarios

Los propietarios del Alto de Buenavista servirán, de entrada, como una muestra para
mostrar la atracción que ejercía Cabimas para la actividad de la cría de ganado vacuno.
Empecemos por plantear una interrogante ¿Qué tan intensa fue la historia de la propiedad en el
Alto de Buenavista? Entendemos por intenso, la cantidad y calidad de actividad humana invertida
en ese territorio. Los datos que hasta ahora se han venido usando vienen brindando una galería de

58
No se puede descartar de plano la posibilidad que esas ventas la realizasen otros dueños distintos a los Ugas.
59
De nuevo se está frente a la problemática latifundista, sólo por excepción podían surgir allí en las Sabanas de San
Sebastián haciendas pujantes, los más numerosos eran los que estaban limitados a un corto número de vacas. Con esa
restricción Cabimas consolidaba su poblamiento, pero no podía convertirse en un emporio ganadero, lo que no impidió
que algunos de sus criadores se convirtiesen en productores provinciales como Basilio Borjas (AHZ, 1845: T.13, f. 263).
40

propietarios, quienes persisten en mantener en ese lugar una explotación pecuaria, estos son: los
Gutiérrez y sus vecinos Paula Romero y Juan Capitillo, Candelaria Gutiérrez descendiente de los
primeros nombrados, quien contrae nupcias con Candelario Portillo; Félix Portillo hijo de ese
matrimonio; José Antonio Torres y su familia, es decir, Margarita Arrieta su esposa, y Dolores
Arrieta descendiente de ambos; Candelario Puches y Juan Bautista Alvarado; Francisco Moreno
quien compra a Dolores Arrieta hija de los Torres-Arrieta. Pero no termina allí la lista de quienes
hicieron vida en el sitio de Buenavista, esa nómina se puede ampliar aún más, hay otros
personajes vinculados con ese lugar. Consultando los papeles de Antonio González Juez 1° de Paz
de la Parroquia Cabimas, este personaje brinda información de otro ocupante que no se ha sido
mencionado en los manuscritos hasta ahora citados, este es Domingo Tello. Quién según este juez
se avecindaba a José Antonio Torres cuando ambos aún vivían. Dice el juez González:
(…) doy fe del rancho i corral que tiene fabricado el Señor Francisco Moreno; el cual se
hallan en el mismo sitio del finado José Antonio Torres que está inmediato al sitio del
finado Domingo Tello. (f. 38).
Hecho que ratifica Basilio Borjas, y al hacerlo agrega un nuevo personaje para esa historia,
este es Ignacio Perozo, se inserta cuando declara:
(…) que se inclina a creer que el Señor Romero cuando hizo dicha compra no ignoraba que
en el lugar de Buenavista residían en el sitio en cuestión el finado Tello i otro del finado
Ignacio Perozo por haberlo heredado del finado Tello (…) (f. 45).
Lo cual se conecta a su vez con lo que afirma Margarita Arrieta en un documento del año
de 1827, allí no solo menciona a Ignacio Perozo sino que añade otro propietario más, quien
responde al nombre de José Luis Sánchez, también antiguo avecindado de Torres, cuando dice
ante el Juez de Paz de esta Parroquia de Cabimas:
Margarita Arrieta natural y vecina de ésta, viuda del finado José Antonio Torres (…) digo:
que habiendo poseído (…) más de cuarenta años dos posesiones de tierras en el Alto de
Buenavista en las sabanas de San Sebastián, que dichas posesiones están unidas en un
cuerpo que sólo las divide una quebrada, que lindan (…) con tierras de los hatos de
Buenavista de los señores Ignacio Perozo y José Luis Sánchez (…)
Recapitulando el Alto de Buenavista ha sido residencia de los Gutiérrez, Paula Romero,
Juan Capitillo, Candelaria Gutiérrez, Candelario Portillo, Félix Portillo, José Antonio Torres,
Candelario Puches, Juan Bautista Alvarado, Margarita Arrieta, Dolores Arrieta, Francisco Moreno,
Domingo Tello, Ignacio Perozo y José Luis Sánchez, cada uno o una poseía allí un sitio. Nada
despreciable esa larga lista para sólo un lugar, el Alto de Buenavista, el cual era apenas una
pequeña área en aquellas vastas extensiones de las Sabanas de San Sebastián.

Pero a estos productores del Alto de Buenavista hay que agregar el resto de productores
instalados en aquel inmenso territorio de las Sabanas de San Sebastián, los cuales se pueden
extraer, en parte, también del siguiente manuscrito -declaración de Basilio Borjas-:
(…) es cierto que el Señor Ramón Romero ha criado toda la hacienda (…) como igualmente
los señores José María Pérez, José María Gonzales, Félix Borjas, María Asunción Urdaneta,
Gertrudis Mora, Juan Antonio Prieto, José Antonio Álvarez, Sebastián Borjas i Antonio
Hernández si también estos crían (…) le consta que todos esos criadores indicados a
excepción de los de mayor número, poseen un solo sitio, pero que ignora cuánta sea la
tierra que poseían los señores Pérez i González (f. 48).
41

La nomina allí mencionada arroja diez productores de ganado e incluso indica lo que cada
uno ocupa con su hato, calificando la propiedad de Ramón Romero de hacienda y dejando a dos
de los criadores dentro de una interrogante sobre la extensión de sus propiedades.
Estas informaciones nos llevan a sospechar que la propiedad en esas inmensas
extensiones no era monolítica, como se podía suponer por ser una gran propiedad latifundista.
Allí se han incorporado un buen número de productores que han puesto bajo explotación a esos
suelos. Tal tendencia permitió, por ejemplo, que Ramón Romero comprara el sitio denominado La
Concepción antes de ser el propietario de la “grandísima extensión” de las sabanas de San
Sebastián.
También se puede suponer que haya ocurrido un relajamiento de la mentalidad del gran
propietario original, lo que permitió que uno de los productores mencionados poseyese una
pequeña sabana nombrada La Angostura y, que otro obtuviese una de mayor extensión que era la
reconocida como Bachaco [60]. Esos hechos, en líneas generales, ponen en evidencia algo muy
importante, la rentabilidad de esas tierras impulsó un incipiente mercado de tierras, lo que
permitió que la galería de propietarios se fuese ampliando al cambiar el dominio de bien-habiente.
La necesidad de un caudal, para llevar a cabo algunas operaciones económicas, pudo llevar a los
Ugaces a desprenderse de algunos lotes de suelo. No obstante como terratenientes no
desarrollaron esa alternativa, porque bajo el patrón cultural en el que vivía permanecían
obcecados en mantener aquella grandísima extensión bajo el régimen latifundista, porque ese
hecho le confería a su linaje un estatus social. Tal fenómeno pone al descubierto las fuerzas
subyacentes que generan los conflictos en aquella época, porque lo necesario era detenido o
frenado por una forma de propiedad que generaba dramáticas contradicciones económicas y
sociales.

A estos productores que ya se han mencionado hay que agregar otros, estos aparecen
pagando rentas en el Libro de Cuentas del año 1838 del colector Basilio Borjas, donde figuran: José
Antonio Quintero, Ramón Romero, Manuel Perozo, Silvestre González, Lorenzo Capitillo y Jesús
Carderas. El pago lo hacían por reses vacunas beneficiadas (AHZ, 1838: T. 3, l. 17, ff. 258/264).
Entre ellos, por supuesto, hay propietarios que no están en la nomina que se ha elaborado para las
Sabanas de San Sebastián, de lo que se deduce de que son aquellos que tenían hatos o haciendas
en los términos [61] de las Cabimas, entre quienes estaba el propio Basilio Borjas. En sumatoria,

60
El mismo traslado desde Maracaibo de este Romero hacia Cabimas nos indica como Cabimas ofrecía una fuerza de
atracción con sus sabanas para la cría de ganado, y lo mismo pasa con José Antonio Ochoa y Braulio Pulgar que eran de
la Rita, o con el marabino Francisco Moreno vecino de Lagunillas. Cabimas no pudo superar los límites de la
reproducción simple, porque no pudo deshacerse de los terratenientes, no pudo liberar sus tierras, la república no creó
un mercado de tierras dinámico y amplio, que permitiese una reproducción ampliada.
61
Se entiende por «términos» de una población, los límites del vecindario. Para tener una idea sobre esos límites, éstos
podían estar entre dos y cuatro leguas, es decir, a unas dos a cuatro horas de la población propiamente dicha, distancia
que permitía que en un día se podía ir hasta el término y regresar desde él hasta el pueblo antes de que entrase la
noche. En el caso de dos leguas si salía a las cinco de la madrugada estaba en el lugar a las siete de la mañana, y se podía
regresar a las cuatro de la tarde, para estar de retorno a su residencia a las seis horas pasado meridiano. En dirección
norte el “término” de Cabimas era el sitio de Ambrosio, allí en ese límite estaba colocada una Cruz, lo que indicaba la
entrada a un “pueblo cristiano”, y de allí de la Cruz -El Calvario- a La Represa o Puntica de Piedras era lo que se conocía
como las afueras, es decir, lo que prosigue después del término. En Puntica de Piedras hasta 1820 estuvo una misión
capuchina que se había mudado de Punta de Piedras, cerca de La Rita, a esta Puntica de Piedras o La Represa en 1780,
42

entre la Cabima de San Sebastián y las Cabimas de la costa hay hasta ahora registrados mediante
documento unos cuarenta productores, lo que quiere decir que el monto real es un tanto más
alto, porque los que aparecen en los manuscritos históricos son aquellos que se vieron
involucrados en hechos relevantes que trascendieron hasta llegar a manos de las autoridades [62].
Además, no sólo hay criadores de ganado vacuno, sino que como lo pone en evidencia el Libro de
Cuentas, también había criadores de ganado caprino y ovejuno -aunque estos renglones poco
figuraban en Cabimas-, pero no así la casi infaltable actividad de cría porcina, lo que ampliaría la
galería de propietarios a un número aún mayor. Por último, existen los propietarios y pisatarios de
tierras agrícolas, los cuales entran en la categoría de labradores, y algunos propietarios dedicados
a plantaciones [63]. Todos ellos llevaron adelante a la población de Cabimas en su ascenso como
localidad económica.
La galería de propietarios y/o productores que se ha logrado recuperar hasta ahora es la
siguiente: Nicolás Borjas, Andrés Borjas, Diego Castillo, José Antonio Torres, Juan José Villalobos,
los Ugas Almarza, la Lizarsábal, los Gutiérrez, los Portillo, los Torres Arrieta, Francisco Moreno,
Ramón Romero, José de los Reyes Belloso, Candelario Puches, Juan Bautista Alvarado, Paula
Romero, Juan Capitillo, finado Tello, Ignacio Perozo, José María Pérez, José María González, Félix
Borjas, María Asunción Urdaneta, Gertrudis Mora, Juan Antonio Prieto, José Antonio Álvarez,
Sebastián Borjas, Antonio Hernández, Silvestre González, Trinidad Perozo, Trinidad Ocando y
Eduardo Miguel Rojas, este último es un criador de las Sabanas de San Sebastián y llega a ser
destacado Juez de Paz de Cabimas, no fue el único criador de esa zona -tierras de San Sebastián-
que trascendiera en los hechos históricos de Cabimas, es decir, que jugara un papel sobresaliente
en ese conglomerado humano.
Pero no son los únicos, la lista de los cuarenta se amplía, porque después de 1838 entre
julio de 1849 y junio de 1850 se mencionan los cabimenses que benefician ganado y allí figuran:
Pedro Ríos, Bartolo Romero, Pauciano Bernal, Manuel Morillo, José María Quintero (estos dos
últimos también tenían ganado en Perijá) (AHZ, 1849: T. 14, l. 2, ff. 72/85); y no solo se alarga la
lista, sino que se descubre que estos criadores de Cabimas poseen rebaños también en otras
localidades, por ejemplo, en agosto de 1849 desde Cabimas Francisco Moreno escribe al
gobernador y, le señala que tiene ganado vacuno en Lagunillas y teme que el piquete militar allí
acantonado le disminuya su rebaño ya bastante corto por los sucesos violentos del año 48,
solicitando Moreno al Primer magistrado que de las reses con que contribuya al sostenimiento de
esa tropa, por lo menos se le devuelva el cuero y el graso y le paguen algo de la carne (AHZ, 1849:

en ese lapso -acotamos- pasa de pueblo de misión a pueblo de doctrina. La Misión no quedaba bajo la jurisdicción del
sitio de Ambrosio, porque el área de Ambrosio terminaba en donde se sembró La Cruz.
62
Esto ocurre por falta de conflictos de intereses que trasciendan la cotidianeidad, porque al llegar a un tribunal, una
cárcel o algún otra instancia pública un reclamo -u otro tipo de diligencia- queda su registro por escrito y colocada en
archivo, pudiendo así ser consultada por los historiadores y dados a conocer sus hechos. Los manuscritos históricos solo
contienen una ínfima información sobre aquellas realidades, pero esos mínimos datos permiten sacar a flote los
fenómenos históricos que son el material que verdaderamente interesa al investigador que reconstruye el pasado.
Mayor abundancia de datos no permiten por lo general descubrir más fenómenos, lo relevante se puede obtener con
ese mínimo de información que se recoge en el arqueo de fuentes. Acá se levantó toda la información existente.
63
Plantaciones de caña de azúcar o caña dulce. Entre los fundadores de Cabimas aparece en el documento de la
“limosna para la construcción del templo” de la población, un Don Guadalupe Borjas quien dona toda la caña (MEDINA,
Cabimas Kupaiwa, 2011: 81).
43

T. 15, ff. 32 y 33). Estos criadores de Cabimas, por lo registrado en esos manuscritos, nos indican
que tenían también ganado en otros lugares como La Rita, La Cañada y Perijá.
Para el año de 1852 se tiene noticias de algunos criadores en una relación por meses de
reses degolladas en La Rita, Cabimas y Lagunillas, entre los registrado están: Félix Borjas, Miguel
Antonio Castillo, Lorenzo Romero, José María González, sobre quienes tenemos la certeza que son
de Cabimas. Siendo González y Romero dos personajes muy destacados de esta localidad, y
llegando a ser este Lorenzo Romero un protagonista importante de la historia de Cabimas. Los
otros criadores y otras criadoras que figuran en esa nómina son Bernardo Sandrea, Gertrudis
Mora, Ambrosio Barrera, Juana Puche, Narciso Díaz, José Santos Nava y Lorenzo Ballestero. Siendo
apellidos muy frecuentes en Cabimas los siguientes: Sandrea, Puche, Díaz y Nava. En esa relación
La Rita aparece con 40 reses degolladas, Cabimas con 27 y Lagunillas con 6, estas cifras nos dan
una idea de la jerarquía productora en estas parroquias, y la Villa de Altagracia les superaba
ampliamente (AHZ, 1852: T. 20 ff. 33 y 34) [64].
En otra lista de consumo de ganado mayor del año 1853 en Cabimas aparecen como
criadores y criadoras Francisco Barbosa, Miguel Antonio Castillo, José María Pérez, Eugenio Ruz,
Eduardo Polanco, Lorenzo Romero y Mariana Ruz (AHZ, 1853: T. 12, l. 1). Nos arriesgamos a creer
que estos productores pecuarios abarrotaron los terrenos dentro de los términos de la Cabimas de
la costa, es dable inferir que si no hubiese tenido ese conglomerado humano cabimense el
impedimento de acceder a las tierras de San Sebastián, la población hubiese devenido en un
importante núcleo ganadero de la provincia y su galería de propietarios sería interminable, porque
aquellas extensiones eran fabulosas. Con todo, Cabimas se proyectaba en el ámbito provincial, no
era un pueblo anodino a pesar de tener ese techo que le impedía un mayor crecimiento
económico.

El año de 1845 se publica una “Lista general de agricultores, comerciantes i criadores de la


provincia” donde se registran doscientos veintisiete individuos, el número de los registrados
permite inferir que allí están registrados solo los más importantes personajes de la economía de la
Provincia de Maracaibo, y entre ellos figura Basilio Borjas de Cabimas, allí está el Dr. Blas
Valbuena, quien fue el abogado que asistió a María Josefa Lizarsábal para recuperar su heredad
de las tierras de Punta de Piedras y su retiro en San Sebastián, está Francisco Moreno de Lagunillas
que litigó con Ramón Romero de Cabimas por el alto de Buenavista, está Manuel Aranguren un
importante comerciante quien es un posible antepasado del Antonio Aranguren -que obtiene de
Juan Vicente Gómez la concesión petrolera del Distrito Bolívar que incluía el Municipio Santa Rita-,
allí aparece también Matías Meléndez figura sobresaliente de La Rita -él o un descendiente fue
miembro fundador del Banco de Maracaibo-, o está un Pedro Lucas Urribarrí protagonista de la
Batalla Naval del Lago, también se incluye en esa “Lista” a Reyes Belloso quien vende a Ramón
Romero las tierras de San Sebastián, está así mismo Telésforo Angulo quien traficaba con
64
Los retiros de Altagracia y de La Rita no pertenecían a un dueño -suponemos-, de tal modo que los riteros o ritenses,
por ejemplo, podían acceder a los Esteros del Mayal sin más límite que el que imponía la cesión por parte de las
autoridades a un pago de rentas o a la compra-venta entre particulares. Tanto la Villa de Altagracia como Santa Rita no
estaban restringidos a los terrenos de la costa y podían expandirse tierras adentro buscando mejores condiciones para la
cría de ganado. No obstante los Puertos de Altagracia no realizan ese emprendimiento, aún cuando sus autoridades
estaban conscientes que de colonizarlas pudiesen dar un tremendo salto económico (AHZ, 1855: T. 7, l. 20).
44

mercaderías y transportaba pasajeros por la costa este del lago y fue un personaje destacado de
las esferas políticas provinciales, del mismo modo está quien llega a ser por dos o tres ocasiones el
gobernador de la provincia Don Aniceto Serrano. Y en esa lista donde figura la gente más
connotada de la provincia no solo está por Cabimas Basilio Borjas, allí pudimos reconocer también
al cabimense Ángel María Benavides [65]. Y de las parroquias vecinas está un Braulio Pulgar de La
Rita quien también tiene propiedades en Cabimas. En cuanto a gente destacada nos detenemos en
uno de renombre, el militar José Escolástico Andrade oriundo de la Villa de Altagracia. Allí en esa
muy significativa lista de lo más notable aparecen numerosos puertogracitanos [66] dominando
esta microrregión cantonal con sus representantes (AHZ, 1845: T.13, f. 263).

El proceso económico ascendente de Cabimas tiene su explicación en esa actividad


pecuaria -es la actividad determinante-, lo que quiere decir que toda nueva obra que se realizase
en Cabimas por parte de esa ya numerosa clase propietaria de fundos era la clave para que esta
población aumentase en riqueza y por ende en habitantes, y con ello se urbanizase su sociedad y
adquiriese importancia política su conglomerado humano, la otra población que descolló a partir
de esa actividad económica con gran ímpetu fue La Rita. Y es esa galería de propietarios dedicados
a la faena de la crianza de ganado la que transforma a la Cabimas sabanera en Cabimas ganadera -
que desarrollaremos en el siguiente ítem-. Esa Cabimas pecuaria que fundan estos propietarios no
tiene nada de despreciable, al igual que La Rita, se proyectan en la esfera política del Cantón
Altagracia de un modo destacado, en 1848, por ejemplo, un Basilio Borjas ocuparía la Jefatura
política del cantón. Y la proyección fue aún más significativa en las elecciones primarias del año
1854 que se realizan en la Provincia de Maracaibo, los resultados de aceptación que obtuvieron
los candidatos de esas dos poblaciones fue descollante. Al respecto señala Antonio González de
Lira desde la “Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Cabimas” que los votos obtenidos en
los sufragios en las asambleas parroquiales, para nombrar los electores tanto provinciales como
los municipales, trajo como resultado que para los electores provinciales Matías Meléndez de La
Rita obtuviese una abrumadora mayoría sobre los demás candidatos y para la selección de los
electores municipales Lorenzo Romero de Cabimas obtuvo el segundo lugar entre los más votados,
es decir, La Rita y Cabimas ocupaban posiciones relevantes ante los demás candidatos del Cantón
Altagracia (AHZ, 1854: T. 14, l. 20). Tanto Matías Meléndez como Lorenzo Romero estarán al
frente de innumerables hechos históricos en esta provincia, lo que indica la aparición de una
nueva élite para mediados de siglo en estas comunidades de la costa del este, en Lagunillas la
figura resaltante será Manuel Barroso, esa élite emergente empezaba a suplantar a la vieja élite a
la que pertenecía el connotado Basilio Borjas. El espacio social empezaba a renovarse. Pero la
figura de Basilio Borjas era tan gigantesca, que solo con su muerte pudo ser sacado del escenario
donde se representaban los grandes hechos. Basilio Borjas reunía todos los atributos propios de
un miembro de élite, y tal vez esto explique su persistencia aún cuando el espacio histórico ya no
le sea favorable.

65
Con un trabajo más a fondo es posible que aparezca algún o algunos otros.
66
Su verdadero gentilicio es gracitanos, altagracieños es la forma coloquial para nominarlos.
45

Basilio Borjas, dentro este orden de ideas que se vienen desarrollando, nos introduce en la
comprensión de la Cabimas histórica, él menciona lo que tiene valor para aquella época en
Venezuela, es decir, las vacas -el número de cabezas de estos animales medía la riqueza-:
(…) conocía algunos criadores en su juventud en las Sabanas de San Sebastián que poseían
mayor número de ganados [67], también oía decir que eran dueños de tales y cuales
sabanas, i que uno i otro que también ha conocido poseyendo un solo sitio ha sido con un
corto número de veinticinco o treinta vacas (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 47).
Esa referencia tan específica que realiza Basilio Borjas sobre el número de cabezas de
ganado está por encima de la consideración de una Cabimas montañosa/sabanera o una Cabimas
del litoral y sus términos, porque con ese referente lo que se apunta como verdaderamente
importante es la existencia de una Cabimas ganadera. Esa Cabimas dedicada a la crianza de reses
vacunas se posesionó de los dos ámbitos geográficos que se vienen mencionando y se desarrolló
abarcando la totalidad de una hoya hidrográfica local, en la que las corrientes fluviales unen todo
ese vasto territorio desde los confines de los patiecitos del Corozal y las montañas de Tamare
hasta la costa de las Cabimas. Siendo esa actividad económica desplegada en esa extensión
determinante para comprender el fundamento de la historicidad de Cabimas (Ver “MAPA”).
Para que exista esa Cabimas ganadera [68] fueron necesarios algunos acuerdos tácitos
entre los productores que hacían vida en aquel inmenso ámbito, porque eran necesarias ciertas
connivencias sociales que permitieran la aparición de un modelo de explotación de ese medio
ambiente adverso [69], para transformarlo como un todo en una Zona de Producción exitosa. Lo
que quiere decir que se tiene muy presente esa inquisitoria que formulamos un buen trecho atrás
sobre ¿Qué relaciones se establecieron entre la Cabima de San Sebastián y las Cabimas de la
costa? Todo apunta que del establecimiento de ese vínculo y su fortalecimiento dependió la
aparición de la Cabimas pecuaria y su desarrollo.

3. Cabimas ganadera

3.1 Zona de Producción

Lo que se ha observado, hasta ahora, en la descripción de las Sabanas de San Sebastián, es


que dentro de esas grandísimas extensiones existen terrenos ajenos, en los cuales los criadores de
ganado -con una muy interesante galería de propietarios- han fundado sus hato, materas y
haciendas, ahora bien, lo que se impone preguntarse acerca de esa situación es ¿Qué impacto
tenían los sitios que poseían esos criadores sobre el latifundio como un todo? Hasta el momento
se ha establecido dos cosas, la primera, que desde la perspectiva de la “Gran propiedad” no hubo

67
De nuevo se está frente a la problemática latifundista, sólo por excepción podían surgir allí haciendas pujantes, los
más numerosos eran los que estaban limitados a un corto número de vacas. Con esa restricción Cabimas consolidaba su
poblamiento, pero no podía convertirse en un emporio ganadero -lo que no impidió que algunos de sus criadores se
convirtiesen en grandes productores en la provincia marabina- como es el caso de Basilio Borjas, quien lo logró porque
su hacienda se ubicaba en la franja de la costa donde las garras del latifundio no llegaba (AHZ, 1845: T.13, f. 263).
68
La Cabimas sabanera es transformada en Cabimas ganadera por esa importante galería de propietarios que allí
ejerció la actividad de cría de ganado.
69
Los estudiosos de esa realidad geográfica han concluido que el área que ocupa Cabimas no es apta para desarrollar allí
un poblamiento en la época hispánica. Pero esa adversidad fue superada mediante el establecimiento de un modelo de
explotación que resultó exitoso, modelo creado por quienes allí fueron poblando ese territorio.
46

ningún impacto, su integridad quedó indemne, porque al quedar limitados los sitios sólo al: “lugar
necesario para fabricar casa, matera y corral como es costumbre” (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 19) no
se desarticuló la gran propiedad, dándose el hecho curioso, que en vez de fragmentarla, por lo
contrario, al vender sitios esto permite al gran propietario conservar su dominio sobre la
grandísima extensión. Y, segundo, esos terrenos ajenos pusieron bajo explotación esas sabanas
para la cría de ganado -y actividades de labranza-, de lo que se deduce que la “Gran propiedad” se
convirtió en una Zona de Producción, hecho de enorme impacto sobre la economía de Cabimas
como totalidad, porque todos esos productores pecuarios -los mayores y los menores- lograron
crear una cabaña [70] de ganado mediante la cual esta población se sumaría a la provincia como la
Cabimas ganadera.
El latifundio es una forma de propiedad que trae restricciones al desarrollo de las fuerzas
productivas [71], característica que es inherente a su naturaleza como monopolio de la tierra, sin
embargo la sociedad que en esta localidad hacía vida consiguió una fórmula de conveniencia que
dio resultados positivos. La fórmula incluía la posibilidad de comprar sitios, esto es, un lote de
tierra restringido a lo que ocupaba la casa, matera y corral, pero se contemplaba algo que era
crucial, porque si el corral tiene la función de un área donde se guarda el ganado por la noche para
resguardarlo de los peligros, entonces, ¿dónde iba a pastar durante todo el día, si el sitio no incluía
una sabana? Lo vital, entonces, son las tierras que están fuera de los sitios, porque son éstas
dónde se sostiene el ganado, ya que allí están los pastos y el agua, entonces, el otro elemento de
la fórmula era un acuerdo tácito de poder sacar los ganados fuera de los sitios para el pastaje y
acceso a los abrevaderos.
3.2 Régimen económico
Una política permisiva por parte de los propietarios de las Sabanas de San Sebastián,
permitió a estos productores el éxito en su cría de ganado, porque los rebaños podían pastar en
las sabanas que estaban fuera de su propiedad. Basilio Borjas, uno de los declarantes en el juicio
de Romero contra Moreno, confirma la existencia de esa licencia como una modalidad informal,
esto lo hace cuando es confrontado para que opine si en San Sebastián los pastos y aguas eran
comunes, es decir, si los criadores habían adquirido un derecho de usufructuar esos recursos
cuando compraron el sitio, quedando ese derecho registrado en un acta, contrato o en la misma
escritura, y Borjas señala una y otra vez que eso no estaba pactado, pero que tampoco se les
negaba el acceso a las pasturas o a las fuentes de agua para sostener sus ganados:
Repreguntado sobre «los antiguos» y el régimen de comunidad de pastos y aguas.
Contestó: no le consta nada (…) dijo que por obligación no le consta se le conceda a nadie
pastos y aguas comunes, pero que es claro no se le prohíba para sostener el ganado (id.
f.47).
Y más adelante es enfático acerca de esto cuando confirma:
Todos a excepción de los de mayor número, poseen un solo sitio. Todos deben gozar las
aguas y los pastos porque no se niegan (id. f. 48).

70
Se entiende por cabaña, al conjunto de ganado reunido en esas dehesas y el número de cabezas que sumaba su
conjunto.
71
El latifundio sustrae tierras a la producción, en este sentido, resta riqueza a la sociedad, porque las mantiene por
generalidad en condición de ociosas, es decir, sin explotación -yermas-.
47

Y en otra parte indica que nunca ha visto pacto o registro de ese derecho.
(…) con respecto a la comunidad de pastos y aguas a beneficio de todos los criadores no
tiene ningún pacto para afirmar que se hayan observado tal régimen ni en estas sabanas u
otras representados (…) (id. f. 46)
Esa política permisible, pues, por parte de los terratenientes Ugas -y después por Reyes
Belloso y por Ramón Romero- permitió crear una base económica con la cual Cabimas pudo,
primero, convertirse en una nueva población en esta provincia y alcanzar después renombre [72],
y segundo, mantenerse dentro del acontecer provincial como una entidad con peso político. Y
para los Ugas es una fórmula que mantiene incólume su latifundio, porque aquellos insignificantes
sitios no alteraban su estatus de grandes propietarios.
Queremos insistir en algo fundamental, los sitios que existían en San Sebastián son simples
fundos o hatos sin terrenos de pastura, por lo contrario la propiedad de Eduardo Miguel Rojas, la
de Trinidad Ocando y la de Nicolás Borjas que eran pequeñas sabanas, es decir, poseían dehesas
para que sus ganados pastaran. Esa modalidad de no negársele los pastos y las aguas para
sostener sus ganados a esos criadores sin terrenos de pastura resultó en un positivo impacto
económico, el cual fue de carácter relevante para este proceso histórico, porque produjo una
sumatoria que favorecía la dinámica del sector. Ese hecho que ocurre al interior de un latifundio es
una verdadera sorpresa para la historia, porque estos propietarios no pagaban renta por el uso de
la tierra a los Ugas, y de modo informal se les otorgaba gratuitamente el usufructo de los pastos y
aguas que no les pertenecían, y esto se hacía sin considerarlos «del común». El único caso de pago
de renta por usufructuar tierras en las Sabanas de San Sebastián registrado en esos documentos
es el de “tío Torres” -José Antonio Torres-, a quien Ugas le “presta” un sitio para que allí funde un
hato, ese préstamo era a cambio de un pago de renta, lo que hoy en lenguaje coloquial se
denomina como alquiler. Ese préstamo sí es específico a la forma de propiedad latifundista de tipo
clásico. El régimen económico imperante en las Sabanas de San Sebastián tenía su propio sello.
Ese arbitrio que permitía el acceso a los pastos y aguas del entorno del sitio para «sostener
el ganado», no se limitó a quienes estaban instalados en San Sebastián, sino que llegó
inauditamente a ser extensivo a quienes tenían fundos en las Cabimas de la costa -punto de
inflexión clave en el ascenso histórico de Cabimas-. En las Cabimas de la costa existían terrenos
que podían ponerse bajo explotación para la producción de ganado (como en efecto lo hicieron los
primeros colonos), pero esta zona entraba en estado crítico cuando los veranos se prolongaban o
cuando estos eran muy intensos, en ese caso el rebaño perdía peso y menguaba el número de
cabezas, serio problema, porque obstaculizaba el crecimiento sostenido de la actividad al
disminuir sus beneficios o incrementarse sus pérdidas durante las estaciones de verano. Ahora
bien en la Cabima de San Sebastián, durante esa misma estación, las condiciones eran muy

72
A Cabimas la fundó de un modo formal y oficial Rafael Lasso de la Vega, pero lo que en realidad le permitió «alzarse»
o «levantarse» o «despegar» como una población, -es decir, la de dejar de ser un puñado de caseríos dispersos sin un
vecindario que fungiese como centro político- fue la concreción de este modelo económico que permitía a los criadores
el acceso a los pastos y aguas de las sabanas de los Ugas. En otras palabras, Don Joseph Antonio Ugas es el verdadero
artífice de la conversión de una Cabimas hispana de caseríos dispersa y diseminada a una Cabimas pueblerina -donde el
vecindario de La Rosa es seleccionado para que asuma el papel de centro político de las Cabimas-. Es pues este Ugas el
fundador subyacente de Cabimas como un poblamiento que pasa de partido de La Rita a parroquia autónoma. La
fundación se convierte en un acto de autonomía política de este poblamiento, ahora su dependencia es con respecto a
la capital de la provincia, es decir, con Maracaibo.
48

diferentes, se mantenían algunas sabanas con los pastos verdes, no sólo porque el verano allí era
menos severo, sino porque además en ese territorio los suelos contaban con ojos de agua [73]. Así
que mientras algunos veían como se debilitaban sus perspectivas económicas, porque las fuerzas
inclementes de la naturaleza contrarrestaba su empuje, otros constataban como sus rebaños
aumentaban gracias a las fortalezas del territorio que ocupaban. Ese desequilibrio, como es obvio,
era de fácil solución, bastaba con implementar un modelo económico en el que fuese posible
trasladar durante los veranos el ganado de la franja costera a la franja montañosa, y una vez
pasada la emergencia regresar los rebaños a los hatos de origen. Y para que esto pudiese suceder,
debían existir corrales en las Sabanas de San Sebastián en donde pudiesen resguardar sus hatajos
de reses, para que allí estuviesen en los meses más álgidos del verano en los cuales la sequía
entraba en su espectro más extremo.
Pero ¿dónde reside el problema? El quid era que la Cabimas de San Sebastián era una
propiedad latifundista, la cual por su propia naturaleza de ser un monopolio de la tierra se
constituye en una barrera para quienes están fuera de esa extensión, el problema, entonces, era
que las tierras sometidas a una propiedad latifundista quedaban vedadas a todos aquellos que no
fuesen sus dueños, de tal modo, que como las tierras de San Sebastián pertenecían a los Ugas, allí
no debían pastar o abrevar los ganados de los hatos o haciendas ubicados en los terrenos de las
Cabimas de la costa, siendo así, aquellos productores quedaban condenados a un bajo
rendimiento productivo. Lo que aconteció en Cabimas sin embargo no tomó esa vía, allí los Ugas
no cerraron las sabanas a los criadores de ganado amenazados por los veranos, porque de un
modo tácito consentían el flujo de sus animales hacia aquellas tierras de la franja montañosa
cuando los veranos amenazaban a los productores establecidos en la primera franja de tierras,
acuerdo no pactado por las vías legales -pero sí por la tradición-, lo cual permitió el surgimiento de
un sistema económico que ofreció una respuesta adecuada a las condiciones medioambientales y
climáticas locales adversas para unos y benignas para otros.
En aquellas sabanas se encontró la solución para que fuesen suficientemente rentables las
fincas que se fundaron en la costa de las Cabimas [74], porque en tiempos de sequía podían arriar
sus animales hacia las Sabanas de San Sebastián, donde conseguían buenos pastos y buenos
reservorios de agua, de este modo no menguaba sus hatajos de reses. ¿De dónde se fundamenta
esta descripción que se acaba de hacer del modelo económico puesto en práctica? La respuesta se
obtuvo de Basilio Borjas, quien fue llamado a declarar con motivo del litigio entre Romero y
Moreno y fue interrogado al respecto del acceso a aquellos pastos y aguas de las Sabanas de San
Sebastián para los criadores de ganado, señaló de una manera clara en su declaración:
(…) que no hace memoria que no hay un solo año sin subir ganado” [Agregando que]
Algunos mandan sus ganados a otro lugar [y remató el asunto diciendo que] no le consta
que por obligación se le conceda a nadie pastos y aguas comunes, pero que es claro no se
le prohíba para sostener el ganado (id. f. 47).

73
Los “ojos de agua” son el punto donde mana ese líquido, son pues los puntos de salida de fuentes de aguas
subterráneas que brotan a la superficie mediante esas aberturas. En Buenavista o Buena Vista existía un punto de agua
como ya se ha citado con anterioridad, y en este Expediente que se viene citando también se señala el ojo de agua en la
zona denominada La Plata, en trabajo de campo por esta zona rural esta investigación constató in situ la abundancia y
la calidad del agua que brota de ambos “ojos de agua”.
74
La cual suponemos que fue la primigenia zona productiva de Cabimas.
49

Borjas lo consideraba de sentido común este asunto, de allí que cuando se le planteo al
principio de su interrogatorio:
(…) si las Sabanas de San Sebastián las usan para los grandes veranos y en los inviernos de
allí sus ganados para fuera, le pareció impertinente la pregunta (ídem)
y en vista de esto se negó a contestar, fue necesario repreguntarle para que accediera a
arrojar luces sobre ese régimen providencial de trasladar los ganados hacia uno u otro lugar -es
decir, para dentro de las tierras de San Sebastián o para fuera de ellas- para beneficio de los
criadores según la estación del año, porque la respuesta era de Perogrullo [75].
Ahora bien, llama la atención, cuando en su respuesta dice “y en los inviernos de allí sus
ganados para afuera”, porque al señalar ese reflujo de ganado de la franja de San Sebastián para la
franja de la costa está mostrando al modelo económico en su máxima extensión, es decir, flujo de
la costa hacia las sabanas en verano y reflujo de las sabanas hacia la costa en invierno. Movimiento
eficiente mediante el que se obtiene unos resultados óptimos, porque en los meses álgidos del
invierno los animales podían enfermar sus pezuñas en San Sebastián y, entonces, se trasladaban
para la zona más sana de la costa. Por otra parte, eran los meses en los cuales los animales
alcanzan su máximo peso y, entonces, llega el momento de incorporarlo al tráfico mercantil que
está localizado en el litoral. Pero para explicar esto, es necesario por previo tener una noción
geográfica de la primera franja de tierras -la que colindaba con el lago-.

3.3 Zonas de Vida y Cabaña ganadera

La franja de la costa de Cabimas iba desde Puntica de Piedra [76] hasta Punta Gorda, su
longitud aproximada era de unas cuatro leguas, y tendría de ancho unas dos leguas, al terminar
esa franja se penetraba en las tierras de San Sebastián, las cuales se extendían aproximadamente
unas seis leguas tierras adentro. Bien esa franja de dos leguas de ancho por cuatro leguas de
longitud era el asiento: primero, de los caseríos que se ubicaban en las cercanías del lago, y
segundo, en esos terrenos de dos por cuatro leguas los vecinos establecieron hatos en los lugares
propicios para esa actividad [77], los cuales disfrutaban de pastos suculentos en tiempo de
invierno, lo que permitía a su vez a los criadores de San Sebastián el poder bajar sus ganados,
porque allí no perderían peso y tenerlos en esos lugares hasta poderlos incorporar al tráfico de
ganado en pie [78] que utilizaba el lago como vía de traslado hasta los centros de consumo. De tal
modo que quienes estaban en las Cabimas obtenían ingresos por aquel ganado que “bajaba”, por
concepto del derecho de corral y por el pago de transporte lacustre de esos animales.
Uno de esos propietarios instalados en la franja de la costa era Basilio Borjas, ¿por qué
ubicamos su fundo en esa franja y por qué aseveramos que es hacendado?, porque Basilio Borjas
cuando declara ante el tribunal -en el caso Romero contra Moreno- se asienta en el manuscrito
que, este testigo es de oficio criador, y en el año de 1836 figura en los manuscritos históricos como

75
Perogrullo es una afirmación de veracidad y certeza tan evidente que resulta bobo plantearla.
76
Dónde hoy en día está el vecindario de Cabimas que recibe el nombre de La Misión.
77
No todos los lugares eran aptos, durante invierno las ciénagas crecían y a veces aislaban grandes lotes de tierra
78
Ganado en pie es el traslado de la res viva hacia el centro de consumo. Ese tráfico lacustre también permitía utilizar
aquellas embarcaciones, para colocar en venta las pieles o cueros y el graso que quedaban como excedentes de la
matanza local.
50

propietario de una hacienda [79] -no dice un hato-, además, no aparece entre quienes tenían
tierras en las Sabanas de San Sebastián, de lo que se infiere que su locus (punto, sitio) es la costa.
El modelo económico que vinculó ambas franjas se logró, como ya se ha dicho, por la
política permisiva que los Ugas implementaron con sus vecinos -es probable que recibiesen una
comisión en dinero [80] por ese permiso, un peaje-, política que permitió que la primera franja
perviviese y prosperase como franja ganadera. Pero al profundizar en el asunto de la bondad del
modelo económico puesto en práctica, se percibe que los dueños de hatos instalados en la franja
montañosa también podían sacar sus ganados para afuera en los inviernos -como indica Basilio
Borjas-, es decir, podían trasladar sus ganados a la primera franja para aprovechar las ventajas
que allí tenían en invierno, primero, por la presencia de los asentamientos -caseríos y vecindarios-
que estaban a todo lo largo de la costa de las Cabimas [81] lo que aumentaba las posibilidades de
ubicar sus animales en los hatos de estos habitantes y, segundo, por la inmediatez con los
embarcaderos del litoral [82], de tal modo que tenían la certidumbre de que estas reses no
perderían peso y tendrían donde ponerlas a resguardo mientras lograban cerrar el trato de venta y
llegaban las piraguas donde las transportarían. Tal régimen de manejo de la ganadería, por lo
tanto, aprovechó las ventajas de ambas franjas y garantizó el proceso de acumulación de riqueza
en base a la cría de ganado, lo que permitió a la parroquia de Cabimas tener los adelantos que se
han de observar en este estudio [83].
Tal era el modelo económico creado para adaptarse a las condiciones geográficas y
ecológicas de esta localidad, por el empleo de las ventajas que ofrecían estas dos Zonas de Vida al
relacionarse de un modo complementario. De tal modo que si los criadores de los terrenos de las
Cabimas de la costa tenían acceso en esa estación de verano/sequía a las Sabanas de San
Sebastián, el resultado era que se ampliaba la Zona de Producción de esta parroquia. Y cuando los
criadores de San Sebastián debían convertir sus hatajos de reses en dinero, la costa con su fachada
al Lago estaba en condiciones de recibir esos rebaños destinados a los mercados de consumo. Y la
actividad ganadera exitosa ampliada aumentaba de modo considerable la base económica local.
En otras palabras, se incrementaba el área sometida a explotación productiva y se impulsaba la
generación de riqueza fundamental para la época como era la cría de ganado.
Adicional a lo ya analizado, hay que tomar en cuenta que, para que este modelo funcione
era indispensable tener de sitios acondicionados para recibir ganado en ambas franjas, es decir, la
existencia de corrales, casas y personal acostumbrado a estas faenas, lo cual como ya se sabe fue
posible, primero, porque en la franja de la costa no existía el régimen latifundista, lo que permitió

79
Los hatos estaban dedicados exclusivamente a la cría de ganado vacuno, por lo contrario, las haciendas podían incluir
otros renglones de la cría como actividad económica excedentaria, y en ese sentido disponer de sembradíos. Por eso
Basilio Borjas figura en el libro de la Aduana de Maracaibo introduciendo una carga de maíz.
80
Al “subir” ganado de la costa para el retiro, estos criadores deben haber pagado por el cuido del ganado a quienes
tenían hatos en aquellas sabanas, es probable que a su vez estos pasasen una comisión a los Ugas por derecho de peaje.
81
Donde sus familias (término empleado de forma amplia, es decir, familia extensiva) tenían sus casas residenciales y
podían participar en el cuido de las reses.
82
Para poder transportar ganado en pie o de sus cueros a los centros de consumo.
83
Tema del Capítulo II de este trabajo. Si ese modelo permisivo establecido entre la Cabima montañosa y las Cabimas de
la costa no se explicaría todo el logro histórico que obtuvo ese poblamiento: fundación en La Rosa de su centro político,
reconstrucción de la población en el lugar denominado La Plaza, y construcción de caminos, puentes, Camposanto,
Escuela, Cárcel… y otros adelantos propios de la vida civil e institucional.
51

la fundación de hatos y haciendas en las áreas propicias para esa actividad, y segundo, porque en
las Sabanas de San Sebastián a pesar del latifundio de los Ugas, surgió una formula de ocupación
que permitió la existencia allí de hatos en manos de otras familias. De tal modo que, ese subir
ganados hacia San Sebastián o bajar ganados hacia la costa era una relación que vinculaba hatos
de allá y de aquí que muchas veces tenían propietarios entre sí consanguíneos, facilitando esa
relación familiar la operación y, en otros casos la amistad o la confianza permitiría aquel flujo vital,
que permitía una ganancia adicional para quien recibía el ganado ajeno en sus instalaciones.
La existencia de terrenos ajenos en las Sabanas de San Sebastián, entonces, permitió la
estructuración de un modelo económico ajustado a las condiciones medioambientales y
ecológicas, y ese modelo económico creó en su conjunto lo que podemos denominar como la
Cabimas ganadera, resultado de un proyecto de ocupación del territorio en el que se organizó, se
estructuró y se puso en ejecución en el espacio histórico del ámbito territorial cabimense un
régimen económico que funcionaba para «sostener el ganado». Las redes familiares y sociales
fueron el otro factor estructurante de ese modelo autóctono exitoso, parientes, amigos y afectos
facilitaron el tácito convenio que favorecía la cría de ganado en este ámbito hostil a la ganadería
[84]. Lo que permitió la cría de ganado fue una política económica flexible que aprovechaba la
complementariedad ecológica entre las dos Zonas de Vida [85], y de este modo fue posible el
milagro de disponer de una cabaña ganadera.

4. Nueva obra

En el retiro de San Sebastián se utilizó el arrendamiento de tierras, es decir, el préstamo


de las mismas de acuerdo al lenguaje convencional de aquellos días, no obstante esa no fue la
forma que se practicó como rutina, en aquella vasta extensión sus propietarios -los Ugas-
prefirieron vender sitios [86] para hacerse de un capital, y esa opción resultó de efectos
providenciales para quienes se dedicaban a la cría de ganado mayor en Cabimas. La venta de sitios
en aquel lugar, devino en una forma de gestión de esa grandísima extensión muy peculiar y, muy
afortunada. Esa venta permitió que en las Sabanas de San Sebastián se formara una galería de
propietarios, quienes fueron elementos claves para el éxito de los fundos de ganado establecidos
en la franja de la costa de Las Cabimas. Estos últimos durante los veranos veían mermar sus
rebaños, pero al obtener la aquiescencia de los criadores de las Sabanas de San Sebastián -durante
esas estaciones golpeadas por las sequías-, todos los años podían arrear sus rebaños de ganado
desde los hatos y haciendas de Las Cabimas hacia las tierras de San Sebastián donde no faltaba el
agua durante esos duros meses, porque aquella Zona de Vida era más benigna climáticamente y,
además, porque allí existían “ojos de agua”. Por otra parte, así como se subían ganados para

84
Pedro Cunill Grau en su Geografía del Poblamiento venezolano en el Siglo XIX (Ediciones de la Presidencia de la
República, Fondo Editorial Facultad de Humanidades y Educación, UCV. 1987), cita que en la ribera oriental del lago de
Maracaibo en su porción norte (Cantón Altagracia): “se definen paisajes áridos con temperaturas altas y escasa
pluviosidad (…) Los suelos son arenosos y su rala cubierta vegetacional de cardones y tunas (Opuntia Caracasana) solo
favorece la ganadería de caprinos (…)” (Cunill Grau: T. I, p. 247).
85
Sobre estas dos Zonas de Vida se dan noticias de ellas en Carlos Medina “Historia-Cabimas” Editorial Universo,
Maracaibo, 1991 (Gráficos 14 y 17).
86
Para obtener capitales para alguna actividad que realizaban, actividad que en los manuscritos hasta ahora hallados no
dan noticia, pero que de nuestra parte sospechamos que puedan haber sido invertidos en actividades de contrabando.
52

protegerlos del verano, también se bajaba el ganado de los criadores de San Sebastián, cosa que
ocurría cuando éstos disponían de lotes de animales para proceder a su venta, ya que en la costa
podían resguardarlos en los fundos allí establecidos, mientras se realizaba la operación mercantil
que más les conviniese. Los hatos y haciendas con sus instalaciones adecuadas para el manejo de
ganado, tanto aquí como allá, permitía desplazar esos hatajos de reses entre ambas franjas, y con
ello garantizar los mejores beneficios económicos para ambos. Ese movimiento que se acaba de
describir no se hubiera podido realizar y aquellos fundos no hubiesen podido prosperar, de no
haberse ejecutado la venta de sitios en las tierras de San Sebastián, y además, de no haberse
practicado entre aquellos propietarios una política de puertas abiertas. Puertas abiertas en triple
sentido, el primero, para que los dueños de sitios en las Sabanas de San Sebastián se les
permitiese sacar de su reducido espacio -el sitio- su ganado a pastar y abrevar en las sabanas de
los Ugas, en segundo lugar, el que estos propietarios de sitios estuviesen dispuestos a recibir los
rebaños de los productores de la costa durante los tiempos de sequía, y tercero, que de parte de
los productores de la costa existiese también la voluntad de abrir las puertas de sus corrales para
las reses provenientes de las Sabanas de San Sebastián, cuando aquellos las traían para realizar su
venta a quienes en el lago traficaban con ganado. Esa fórmula consensuada de puertas abiertas
logró algo muy importante, que aquel latifundio no se constituyese en un obstáculo insalvable
para el ascenso de Cabimas como un todo, por lo contrario, gestionado con una política de vender
sitios contribuyó a un crecimiento económico general, lo que permitió a ese poblamiento
conquistas históricas, como aquella de convertirse en una nueva población [87].
Se puede, entonces, afirmar que quienes tomaron parte en la elaboración y puesta en
práctica de esa fórmula política de conveniencia mutua, demostraron frente a los diferentes
actores sociales una capacidad intelectual y política muy poco común, en otras palabras, en ese
poblamiento la minoría de propietarios contó dentro de su grupo social con unos personajes que
se mostraron capaces de ir resolviendo todas las dificultades que entrababan el proceso de
ocupación y explotación del territorio, de tal modo que consiguieron, no solo, superar las
dificultades geográficas, climáticas y edafológicas existentes en ese medio, sino más importante
aún, lograron desarrollar una coexistencia y convivencia social que cohesionó a aquel
conglomerado humano, lo que permitió que aquellos habitantes se asentasen exitosamente en
aquellas tierras que en comparación con otras de esta cuenca del lago no eran las ideales para la
actividad productiva. Por todo lo expresado se puede decir que esos individuos que dirigieron al
grupo social de los propietarios, fueron capaces de idear una nueva forma de relacionamiento
entre sí y con el medio natural, y se constituyeron con esas ejecutorias en una élite en esta
jurisdicción de Cabimas por las decisiones históricas que fueron tomando. En conclusión se puede
decir que esa élite se formó en la batalla por transformar aquel territorio en una Zona de
Producción, y lo lograron, lo cual se debe y se puede calificar como un grande logro en cuanto
modificó el espacio histórico, que pasó de ser un territorio donde las actividades económicas eran
vulnerables, frágiles y precarias a un territorio donde se fortalece la explotación de los recursos de

87
Primero fue el acto de poblar el territorio, es decir, de ir ocupando la tierra, luego fue el surgimiento de
asentamientos, es decir, de formar rancherías, caseríos y vecindarios, y finalmente, la selección de un vecindario para
transformarlo en un núcleo urbano, esto es, la población propiamente dicha. Con la fundación, Las Cabimas pasó a ser
Cabimas, porque un vecindario -La Rosa- se constituye en la cabecera de todos los asientos.
53

aquel medio rural. Esa tendencia fortalecedora estuvo marcada por la venta de sitios en las
Sabanas de San Sebastián, porque con las nuevas obras que esto provocaba se fortalecía la
estructura económica local.
Este primer capítulo del libro trató, entonces, de cómo en un medio difícil para el
surgimiento de una actividad ganadera próspera fue posible crear una Zona de Producción exitosa
para esa actividad gracias a unos individuos de élite. Estos individuos obtuvieron mediante su
visión de la realidad un consenso entre los propietarios, para aplicar una fórmula que permitió
convertir las desventajas propias del lugar en palancas de desarrollo y crecimiento económico. El
enfrentamiento del desafío que suponía el medio geográfico, la estructura latifundista presente, y
los intereses de los diferentes actores sociales, retó a algunos individuos a lograr una resolución de
problemas, mediante la cual se fuera esbozando la fórmula explotadora que resultara rentable
para todos, y en consecuencia se instituyera en un consenso tácito. Por todo lo dicho se puede
decir que el asumir ese desafió, por parte de algunos miembros de aquel conglomerado humano,
fue decisivo para el afloramiento de individuos de élite en esa sociedad local.

Hechos históricos de gran impronta fueron impulsados por la élite cabimense,


aumentando así la calificación de sus miembros. El primer gran hecho que promovieron fue el de
transformar ese territorio en una Zona Productiva. El segundo gran hecho que ocurre en aquel
poblamiento fue el de fundar población, es decir, la de introducir en el espacio histórico un medio
urbano, lo cual constituye toda una revolución del modo de vida, porque el espacio histórico será
enriquecido con la creación de instituciones propias de la vida civil que transformarán las
relaciones sociales, lo que traerá por efecto el desarrollo de la élite local, transmutándose en ese
interludio la élite rural en élite campesina. Ese segundo hecho histórico (el de fundar población)
estuvo impulsado por un proyecto de gran envergadura, el cual tenía en su amplia visión
diversificar la economía local, incorporar a Cabimas a la vida política de la Provincia de Maracaibo,
y preparar a la generación de relevo con un nivel de instrucción escolar indispensable para el
desenvolvimiento de las actividades urbanas, lo que se debía traducir en adelantos que podían
proyectar a Cabimas con un perfil nuevo en la provincia: como una Cabimas diverso-productora,
una Cabimas política y una Cabimas educativa.
Ese primer proyecto -el fundacional- será ejecutado y profundizado, por uno más amplio y
trascendente, que pretende cambios estructurales, como es el de echar las bases para la
formación de una Cabimas capitalista. Y es bajo ese nuevo proyecto histórico que surge un aparato
burocrático que echa a andar la construcción de obras de infraestructura de tipo productivo
(puentes), religioso (templos) judiciales (el Juzgado de Paz), comunales (las Juntas), formativas (la
escuela) y represivas (la cárcel), mediante las cuales Cabimas acumula un significativo patrimonio
público. En resumen, la élite local mediante estas experiencias innovadoras se desarrollará como
grupo dirigente de aquel conglomerado humano, aspectos todos estos que se han de narrar en el
segundo capítulo de este libro. En pocas líneas, las nuevas obras que hicieron factible transformar
aquel difícil medio en una Zona Productiva Rentable, trajo como resultado una gran obra nueva:
fundar la población de Cabimas, espacio urbano que servirá de escenario para el desenvolvimiento
acelerado de las capacidades de las élites locales, porque éstas en ese escenario irán a introducir
54

cambios de todo tipo que transforman a aquel conglomerado humano en una población
significativa en la Provincia de Maracaibo, intensificándose de este modo su historicidad.
Transformar aquel territorio poco favorable para las actividades agropecuarias en una
Zona Productiva rentable, introducir en el espacio rural un medio urbano mediante la fundación
de población, y además, participar durante la Guerra de independencia en la actividad bélica, es
un proceso formativo extraordinario dentro del cual aflorarán los individuos de élite en aquella
comunidad, quienes interpretando su época y actuando en pos de diversos objetivos van
transformando su entorno mediante decisiones originales que son compartidas por los actores
sociales de aquella comunidad. Dentro de ese marco histórico, una galería de propietarios y una
cabaña ganadera se gesta en Cabimas en contra de todo pronóstico, porque las características
geográficas, edafológicas, ecológicas y climatológicas parecían apuntar más bien hacia la
persistencia de un medio inhóspito y hostil, no obstante a pesar de ese poderoso obstáculo, el
conglomerado humano que allí vivió y actuó concibió salidas para salvar esa tremenda dificultad,
y lograr mediante algunos arbitrios un gran adelanto relativo, en base a decisiones y actitudes
proactivas que lograron colocar en lugar secundario la presencia del latifundio en la zona y del
mismo modo las adversidades derivadas de las Zonas de Vida presentes en aquel lugar. Todo esto
indica que las fuerzas que subyacen al hecho histórico, no se pueden limitar a los
condicionamientos de la naturaleza, los hombres pueden contrarrestar como sujetos de su historia
los efectos negativos de ésta y, en consecuencia, lograr adelantos que aseguran el proceso de
poblamiento mediante el cual se puedan posesionar del territorio de un modo productivo. Del
mismo modo, también pueden remontar con éxito las crestas de dificultades que entraña el
latifundio, lo cual no es poca cosa. En síntesis el quid de esta historia es el asombro.
El otro aspecto que se registra de acuerdo a lo que se viene señalando es el afloramiento
de una élite en estas pequeñas parroquias regadas a todo lo largo y ancho de la cuenca del lago, y
esto es importante, porque es controversial, primero, porque existe una tesis histórica que niega
al campo [88] la capacidad de generar individuos de élite, y segundo, porque si se demuestra -
como se hace en este trabajo- que sí se formaron esas minorías calificadas, entonces, hay que
reconocer que la historiografía zuliana hasta ahora -con sus muy pocas excepciones- solo recoge
una ínfima cantidad de las élites que jugaron un papel en la historia de esta provincia. La historia
que ha venido predominando muestra la actuación de un puñado de familias, las de Maracaibo,
“Cabimas Kairi”, por lo contrario, apunta a mostrar como en las parroquias y vecindarios de toda
la cuenca del lago existen un importante número de familias, personajes, grupos, redes sociales e
individuos de élite que participan de manera activa y dinámica en los hechos históricos de esta
región. Los individuos de élite son personajes históricos, que participan de manera activa,
imaginativa y cambiante en esta jurisdicción desde los distintos lugares de su geografía. Y que
como se corroborará en este trabajo, el papel que juegan en este proceso histórico presenta
asuntos de pertinencia, relevancia y trascendencia vital para esta cuenca.
De allí que el pleito judicial de Romero contra Moreno por una nueva obra en el Alto de
Buenavista no es una narrativa ociosa, sino que por lo contrario, muestra cuál era el cambio
cualitativo que se requería en aquella época y en aquel territorio, para construir en el espacio

88
El «campo» entendido como el polo opuesto a la «ciudad».
55

objeto de estudio un modo de producción más avanzado. La lección que se recoge de estos
acontecimientos, es que las grandísimas extensiones que conforman los latifundios debían entrar
en el mercado de tierras para poder avanzar hacia la modernidad capitalista, y esto es así porque
de las nuevas obras entendidas en sentido lato, dependía el salto de los excedentes económicos
destinados a construir un mercado provincial, capaz de exportar para Venezuela y el mundo
productos que fuesen el resultado de la explotación de los recursos de la Provincia de Maracaibo.
Si ese salto histórico no se dio, se impone hacerle un seguimiento al proceso histórico acontecido y
observar donde estuvieron los entrabamientos para que aquel proyecto histórico propio no se
objetivara. Los sitios que en las tierras de San Sebastián se fueron vendiendo, demostraron que
era altamente beneficioso seguir esa vía para desatar un nuevo proceso colonizador de grandes
proporciones, esto no se hizo y el resultado fue el de un adelanto solo parcial.
Los Proyectos históricos -sobre los cuales en este trabajo se hace hincapié- son los que
motivan a introducir los cambios necesarios para desatar las fuerzas de producción y las más
colosales aún fuerzas sociales, de allí su importancia, cuando éstos son enunciados de un modo
claro por quienes los propugnan, porque tienen el poder de movilizar a los actores sociales que
conforman a un conglomerado humano en una u otra dirección. Es dentro de esa atmósfera
histórica excepcional que aflorarán los individuos de élite en estas comunidades, quienes
interpretando su época y actuando en pos de diversos objetivos van transformando su medio
mediante decisiones originales. Todas esas innovaciones que la élite cabimense administró y
ejecutó por su parte le fueron formando como una minoría calificada, constituyéndose en
personajes destacados de esa población. De allí que se pueda decir, que el campo, como contexto
histórico, al producir riqueza pecuaria y agrícola objetivaba además individuos de élite.
La nuevas obras que se realizaron en las Sabanas de San Sebastián fueron decisivas para el
ascenso de las Cabimas de la Costa, por esa vía su espacio histórico se enriqueció al incorporarse
en él un medio urbano, las nuevas obras también fueron cruciales para la conversión de una zona
poco propicia para la cría de ganado en una zona productiva redituable para la explotación
pecuaria, de lo que se infiere que si las Sabanas de San Sebastián se hubiesen llevado a un
mercado de tierras, para multiplicar exponencialmente en ella las nuevas obras, el resultado
hubiese sido la aparición de una Cabimas de impronta capitalista.

Hay que dar a conocer la actuación de los actores sociales del campo, es decir, los
personajes que con sus redes familiares y sociales y con su clase social, movilizaron a las
parroquias que hacían vida en la cuenca del lago. Ese rescate de esos personajes del olvido
histórico, es la única vía para sacudirnos esa historia restringida a la élite marabina que hoy
predomina, la cual deja por fuera del conocimiento histórico la temática dramática que se vivió y
sufrió en los Cantones subalternos, donde esos individuos de élite debieron mantener una relación
con la élite de Maracaibo que les resultase beneficiosa a ellos y a sus grupos. Repitamos. La
historia restringida al quehacer de las élites de Maracaibo queda de espaldas a una multitud de
individuos de élite que con sus hechos conmocionaron los acontecimientos de esta región. A lo
largo de todo este libro se irán presentando ese numeroso grupo de protagonistas históricos, los
cuales participaron activamente en el ámbito histórico de Cabimas, quienes influyeron no solo en
su jurisdicción parroquial, sino también en su cantón y en la provincia. Dentro ese orden de ideas,
56

trabajos como los de los historiadores Rutilio Ortega (Machiques), Luis Rincón Rubio (La Cañada de
Urdaneta), Marisol Rodríguez Arrieta (Bobures), Nerio Romero (Perijá) y el presente trabajo
(Cabimas) deben de ser revalorados a partir de esa legítima perspectiva. Somos del parecer que la
Historia de la Provincia de Maracaibo es ininteligible sin ese registro. En “Cabimas Kairi” se avanza
en esa dirección, ofreciendo un modelo de trabajo que se busca sea apropiado y adecuado [89],
para abordar la historia de cada una de las poblaciones que conformaban la Provincia de
Maracaibo. En “Cabimas Kairi” se muestra el papel que representó con magistralía la élite de esta
pequeña pero combativa población, en aquella época de fines de la colonia e inicios de la
república y, al hacer esa reconstrucción se ofrece de paso un esbozo del Cantón Altagracia como
entidad político-territorial a la cual la parroquia Cabimas estaba adscrita para aquellos tiempos.

89
Modelo que muestra como aprovechar el tipo de información que está recogido y preservado, en especial, en el
Acervo Histórico del Estado Zulia. Esto no quiere decir, que no se haya recurrido a otros repositorios de manuscritos
históricos, fuentes secundarias -bibliografía-, tradiciones orales, evidencias arqueológicas, trabajo de campo.
57

CAPÍTULO II

PROYECTOS HISTÓRICOS

Es cosa muy sencilla

1. Proyecto de 1817:

1.1 Cabimas diverso productora

En el año de 1817 mediante un Manifiesto, elaborado en Cabimas, se da a conocer al


gobernador de la Provincia de Maracaibo las fortalezas de las tierras de Cabimas, tanto la de la
franja de la costa como la de la franja tierras adentro. El manifiesto que expresa esas ventajas es
redactado por un fraile -Fray Ignacio Álvarez- y enviado al capitán Geraldino Verdaguer, quien
funge como gobernador provincial. El documento indica los recursos existentes en Cabimas y las
actividades económicas de producción de este territorio. El informe debió estar basado en los
datos que los lugareños le confiaron a este representante del clero, que se ha radicado en este
vecindario por ordenes del obispo de la Diócesis de Mérida de Maracaibo, Rafael Lasso de la Vega,
datos que analiza y traduce como condiciones favorables para el adelanto de este poblamiento en
su futuro inmediato. De allí que en este estudio se catalogue a ese Manifiesto de fray Ignacio
Álvarez como un Proyecto histórico, el cual este conglomerado humano de un modo consciente
pone en marcha, y que sus élites [90] asumen como una política, mediante la cual buscan que este
poblamiento ocupe un lugar dentro de la organización político-territorial de la provincia.
¿Qué potenciales anuncia a las autoridades provinciales el Manifiesto de fray Ignacio
Álvarez? El fraile indica que:
(…) El terreno, y montañas inmediatas brindan proporción para todo (…) [trabajo en los
campos, y cría de animales de pelo y pluma] y aún para el establecimiento de trapiches, y
cortes de madera buenas y sólidas (…) ” (AGN, 1818, Negocios Eclesiásticos, XXXVII, legajo
3: 5)
Este sacerdote expone las ventajas que tiene este territorio a su obispo. Indica que los
suelos de que se dispone son apropiados para los trabajos de los campos y para la cría de
animales, además, su proporción es considerable, tanta que no niega espacio para el surgimiento
dentro de ella a plantaciones de caña dulce que por su volumen permitan el surgimiento de una
artillería de trapiches. Llama la atención que hasta aquí, el fraile haga notar las posibilidades que
allí tienen los criadores de animales, aspecto este que se trasluce en su diagnóstico de Cabimas, y
que confirma lo que ya se viene señalando, de que Cabimas es una tierra de criadores de ganado.
Pero en su evaluación añade, también, a los labradores, colocando dentro de ellos como un
capítulo aparte a los productores de sacarosa [91]. No se detiene allí lo significativo de esta fuente

90
Las élites por lo general se forman dentro de la clase propietaria, la cual está conformada por los «cabezas de familia»
que ejercen sus influencias no solo sobre su parentela y agregados sino también sobre el conglomerado humano,
porque son los vecinos más destacados, por clarividentes y porque logran movilizar a la comunidad en determinada
dirección. Las directrices que las élites puedan marcar dependen de la existencia de un proyecto histórico.
91
Lo cual se debe confirmar con los manuscritos históricos que se han levantado en los repositorios documentales, es
decir, constatar si existían estos oficios en esa comunidad, como en efecto se logra en esta investigación.
58

de información, también descubre la existencia de taladores forestales, es decir, extractores de


maderas preciosas. Como resultado de este diagnóstico, se anuncia las potencialidades de una
Cabimas ganadera a la que se incorpora en su seno económico otros sectores productivos que la
diversifican como sociedad rural. En otras palabras el Proyecto de 1817 anuncia las posibilidades
históricas de que esta población alcance a constituirse en un conglomerado humano diverso
productor o Cabimas diverso productora.
Simultáneamente, este ilustrado hombre -el fraile Ignacio Álvarez [92]- nos deja conocer
su apreciación geográfica de Cabimas, cuando dice “Este terreno, y montañas inmediatas brindan
proporción para todo”. Llama la atención su preocupación por mostrar un área caracterizada por
una topografía montañosa, lo que confirma lo que ya se ha señalado con anterioridad en este
libro, la existencia de una Cabima caracterizada por terrenos elevados donde sobresalen cerros,
lomas, altos y montañas. Ahora bien, opuesta semánticamente a esa orografía caracterizada por
ese salpicado de elevaciones, está la otra Cabimas, la que se extiende a todo lo largo de la línea
costera, a la cual fray Ignacio Álvarez alude en su Manifiesto como “El terreno”, es decir, el área
plana que está a nivel del lago, y además con una vegetación, clima y medioambiente distinto al
de San Sebastián. El terreno, entonces es la superficie de suelos inmediatos a los caseríos
dispersos a lo largo de la costa de Cabimas, y las montañas inmediatas son las tierras de San
Sebastián.
Este sacerdote de un modo magistral describe el valor del territorio que ocupan los
cabimenses, tanto desde el punto de vista de la calidad de sus suelos (ya que señala en lo qué se
pueden emplear), como desde el punto de vista de la cantidad de estos (en qué proporción se
ofrecen). Lo que describe el fraile es digno de encomio, porque es un análisis de dos superficies,
una a continuación de la otra, que son utilizables para producir riqueza, donde no sólo señala la
vocación de unas áreas propicias para desarrollar la producción animal, la forestal, la agrícola y la
del cultivo de plantación, sino que además apunta hacia las posibilidades industriales -instalación
de trapiches- que se pueden impulsar en ese vasto territorio. Como resultado de este diagnóstico,
se tiene a una Cabimas ganadera como el núcleo duro de su economía, pero no por ello de
vocación mono productora sino, por lo contrario, diversificada, a tal grado que incluso tiene la
posibilidad de tener actividad agroindustrial con el montaje de trapiches [93] como complemento
obvio de las siembras de caña de azúcar.
Por otra parte, Fray Ignacio Álvarez hace una reflexión -cuando señala la posibilidad de un
quinto motor económico- de gran pertinencia, indica que para lograr conquistar todos esos
adelantos productivos se les debe otorgar a los cabimenses una autoridad civil de peso, dice:
(…) pero todos estos beneficios y los demás que puedan resultar al comercio y a estos
vecinos exigen imperiosamente un juez activo (AGN, 1818, Negocios Eclesiásticos, XXXVII,
legajo 3: 5).
Con esa advertencia está señalando que los beneficios que se adquieren de la explotación
productiva del lugar, sólo adquirirán un sentido colectivo, si se tiene un funcionario de gobierno

92
Primer cura propio del pueblo de Cabimas.
93
Y destilerías de aguardiente que no menciona por razones obvias en su condición de sacerdote. Destilerías que fueron
en aquel siglo XIX muy frecuentes por estos lares del Cantón Altagracia. En la Maracaibo del año 1832 existían 22
destiladores de aguardiente (!!!), además de: 1 botica, 18 panaderías, 12 pulperías, 51 ventorrilleros, 1 fonda, 2 billares,
2 abogados, 3 escribanos, 2 médicos y 3 cirujanos (AHZ, 1853, T. 7).
59

que obtenga las mejoras que la población vaya requiriendo para su desarrollo y que, de un modo
simultáneo, resuelva los conflictos que puedan entorpecer su marcha. Fray Ignacio Álvarez, con
esa solicitud de un juez activo, añade al proyecto económico su fundamental componente político,
obteniendo con esa combinación de lo económico con lo político un proyecto histórico para esta
comunidad. Y en segundo lugar, este eminente pensador colige que las actividades económicas
han de prender un quinto motor: el comercio, actividad que traerá beneficios adicionales a la
comunidad. Apreciación muy acertada, porque de llegar a realizarse ese sector completaría la
estructura económica de Cabimas, al dotarla de tres componentes claves: producción primaria
(agrícola, forestal, ganadera), producción secundaria (trapiches y destilerías), sector servicios
(comercio, transporte). Estructura con la cual esta población podrá incorporarse de un modo
integral a la dinámica económica y política de la Provincia de Maracaibo.
Y no estaba descaminado el fraile, en Cabimas tuvieron adelanto esas actividades. De
algunas de estas actividades lacustres quedan registros, por ejemplo en transporte:
Libro en que se anotan cargas sujetas al pago del derecho de consumo (…) de impuestos
municipales. Maracaibo 1840.
Faustino Perozo dueño de la embarcación de la Cabimas nombrada La Rosita, no presentó
licencia por no ser su costumbre sacarla de aquel puerto a esta ciudad las embarcaciones
pequeñas y declaró que sólo traía 12 cargas de maíz de su propiedad
Embarcación Aurora de las Cabimas su patrón Juan Pablo Medina traía a su bordo 3 cargas
de panela del Patrón y 16 de maíz. Enero 22 de 1840.
Piragua La Estrella al cargo de Francisco Antonio Piña, de las Cabimas. Traía a su bordo 11
cargas de panela del Señor Jorge Salas, 4 de panela del patrón. 5 de café, 1 de culantro, 3
de garbanzos y 9 de papas del Señor José González de Acuña. 2 de garbanzos de la Señora
Justa Guerra, 7 de café del Señor Tenis Lozano y 1 de cacao del Señor Telésforo Angulo.
Mayo 13 de 1840.
Dolores Albornoz patrón de la lancha del Señor Domingo Tello, manifestó a esta Jefatura
que no traían licencia porque su único tráfico es cargar maderas de la costa de Gibraltar a
las Cabimas y sólo ha llegado a este puerto conduciendo unos oficios, y declaró que traía a
su bordo 16 cargas de panela del Señor Domingo Tello. Mayo 26 de 1840.
Piragua Aurora, patrón Juan Pablo Medina de las Cabimas. 18 de maíz del Señor Agustín
López y 9 de panela del Señor Telésforo Angulo. Junio 9 de 1840.
(AHZ, 1840: T. 18, ff. 98, 99, 120, 122, 130).
Este tráfico con Maracaibo se establecía desde Cúcuta, Los Cachos, Las Horquetas,
Gibraltar, La Ceibita, La Ceiba, Zulia, Palmarito, Barúa, Santa Rosa, Tomoporo, Bobures, Punta de
Palmas, Altagracia y Santa Rita. Y Cabimas estaba incorporada a esa actividad mercantil, traficando
con producciones propias y ajenas. Nótese la presencia de los Perozo, Piña, Medina y Tello de “las
Cabimas” en esas relaciones del tráfico mercantil. Y obsérvese que algunos de los productos
transportados tienen su origen en el Cantón Gibraltar -maderas- y Cantón Zulia -café-.
Cabimas está incluida en la dinámica regional para el año de 1840, cuenta con la
halagüeña perspectiva de poseer entre sus actividades el desarrollo del comercio -se dará cuenta
más adelante de esta actividad y sus actores en Cabimas-, que vendría a ser el indicio de que
Cabimas como un todo alcanza el umbral de la rentabilidad económica. Desde esta perspectiva
visual, se puede decir, que el pensamiento del fraile Álvarez es proyectivo, porque primero asoma
las potencialidades del lugar y luego indica hacia que adelantos apunta la asunción de esos
desarrollos, y con certeza indica que este poblamiento sólo puede alcanzar esas metas si se les
60

concede a estos habitantes un nuevo estatus como conglomerado humano de la Corona


española, es decir como curato y pueblo, es decir, con un cura propio y un Juez activo. Tal es el
Proyecto de 1817, éste se hace público, explícito y manifiesto con motivo de la fundación de
Cabimas como pueblo parroquial en esta cuenca lacustre del lago de Maracaibo al final de ese
año.

1.2 Cabimas política

Entonces ¿Qué es lo que plantea en el fondo este fraile para lograr que Cabimas alcance
una nueva frontera histórica? Algo muy importante, según este sacerdote -repitamos- esta
jurisdicción brinda todo lo necesario para realizar una zona productiva [94] descollante y, como
resultado de esto puede trascender su “locus” (sitio, punto) al incorporarse a las redes mercantiles
de la región, pero, agrega el fraile que nada de esto tiene futuro si no se les otorga poder político a
estos vecinos [95], porque sólo con un funcionario que tenga una autoridad que se comunique en
directo con Maracaibo, podrá llevar adelante este conglomerado humano la consecución de ese
proyecto productivo y mercantil que han concienciado.
La autoridad que reclama Ignacio Álvarez para Cabimas está encarnada en la figura de un
«juez activo». El cual según este eminente pensador no es un simple comisionado de justicia, sino
un juez con atribuciones más amplias. Este planteamiento de fondo el fraile lo expresa -en nombre
de todos- cuando escribe:
(…) estos vecinos exigen imperiosamente un juez activo y dependiente únicamente del
gobierno superior, que ponga en movimiento todos los resortes para su consecución (… …)
y aunque es constante que en los tiempos pasados y ahora hay en el partido comisionado
de justicia, estos son unos simples Jueces nombrados por el Teniente de La Rita para
aquellos casos graves y de pronta providencia, que nunca pueden obrar con la libertad y
acuerdo de un Juez de mayor grado (AGN, 1818, Negocios Eclesiásticos, XXXXVII, legajo 3:
f. 5).
Los cabimenses en el año de 1817, de acuerdo a lo que expone Ignacio Álvarez, anhelaban
poner “en movimiento todos los resortes para [la] consecución” de sus objetivos económicos, y
con esa meta en mente, deseaban liberarse de la condición subsidiaria que tenían con respecto a
la población de La Rita, desde donde se tomaban providencias sobre el partido de Cabimas,
escamoteando así a estos vecinos la posibilidad de que ellos mismos resolviesen sus asuntos. El
proyecto histórico demandaba, por tanto, independizarse de La Rita, lo cual se obtenía al dejar de
ser un partido de aquella parroquia, porque tal paso les permitiría obtener un Juez de mayor grado
que pudiese tomar providencias para cualquier caso que se les presentase, es decir, no sólo los
graves que requieren una inmediata intervención (de la cual se podía encargar un simple
comisionado de justicia), sino también aquellos casos donde la intervención implica un cauteloso y

94
Zona productiva que rebase los límites de la actividad ganadera -la cual es la más resaltante- para expandirse por
otros sectores productivos complementarios y básicos.
95
Es decir, contar con una autoridad local lo suficientemente autónoma como para organizar la vida social en función
del proyecto de adelantos expresados en ese Manifiesto, pieza fundamental que nace de la experiencia histórica que
esta comunidad ha perfilado durante el tiempo que han poblado esta hoya hidrográfica - la cual va desde el río Mene
hasta el río Tamare- . Cabimas con el paso del tiempo ha perdido ese inmenso territorio rural, Cabimas se ha reducido,.
Para conocer su actual territorio consultar: (MEDINA, Cabimas Kupaiwa, 2011: 129). Ver “MAPA” al final del libro.
61

exhaustivo proceso [96]. Los objetivos económicos requerían, entonces, de una conquista política,
y ésta imponía la obtención para Cabimas de una categoría de parroquia propia [97]. El pasado
debería quedar atrás, y el pasado para ellos era tener como autoridad a un comisionado de justicia
que se lo nombraba el Teniente de La Rita, el pasado para ellos era ser un partido de La Rita. El
proyecto histórico queda explícito cuando el ilustre Ignacio Álvarez pone en evidencia el punto
crucial, al expresar cómo deben superar “los tiempos pasados y ahora” [98], para alcanzar una
nueva frontera histórica. La conquista política del proyecto histórico explícito en el Manifiesto de
Fray Ignacio Álvarez es la de que se coloque un Juez activo que encabece la comunidad de
Cabimas.
Ese proyecto es el inicio -el origen-, en el tiempo histórico, de lo que podemos denominar
como «la cabimicidad» [99], es decir, la de proponerse de un modo consciente unos objetivos
para alcanzar en aquel lugar específico y concreto -el ámbito cabimense- unas metas relevantes
(Cabimas política [100]), y hacerlo como un conglomerado humano con la suficiente voluntad para
construir el futuro de acuerdo a un proyecto. Proyecto que han concebido aquellos habitantes con
su experiencia acumulada en el largo proceso histórico [101], experiencia que les desarrolla con un

96
Como el que se presentó entre Ramón Romero y Francisco Moreno en el año de 1847 y que se prolongó -hasta donde
nosotros pudimos hacerle un seguimiento- hasta el año de 1850, pleito que se canalizó por el tribunal local o juzgado de
Paz de Cabimas y se ventiló en un tribunal de la capital. Y el Censo del Niño Dios sobre las tierras de los Torres-Arrieta.
97
La cual recibió por nombre: Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Cabimas. Pero como parroquia debía edificar
una capilla pública, la cual sólo se podía levantar dentro de un vecindario que estuviese en la medianía del territorio
habitado por los cabimenses en esta costa de Cabimas, ese vecindario fue La Rosa. Allí, entonces, se escogió el terreno
para la plaza, que debía tener en sus adyacencias la capilla pública, las viviendas de los principales del pueblo, las casas
destinadas a las instituciones y, todo esto como resulta claro demandaba de los propietarios de Cabimas un egreso
económico considerable, como era la de construir un pueblo con calles, plaza, capilla pública, casa para el cura, casa
para el juzgado, casa para la escuela, casa para la cárcel y casas residenciales para las familias pudientes, mudándose
algunos de esos vecinos connotados de aquellos caseríos dispersos a lo largo de toda la costa para ese nuevo centro
poblacional, pero no se arredraron ante este sacrificio, todo lo hicieron porque tenían en ciernes abordar el proyecto
histórico en toda su dimensión.
98
Escribe Ignacio Álvarez: “es constante que en los tiempos pasados y ahora hay en el partido comisionado de justicia
[que es un simple Juez] nombrado por el Teniente de La Rita (…) que nunca pueden obrar con la libertad y acuerdo de un
Juez de mayor grado”. Al expresar esto Álvarez está pidiendo una ruptura con “el pasado y el ahora” y conquistar una
nueva etapa histórica donde los cabimenses con su juez puedan acordar con libertad y eficiencia lo que más les
convenga en función de sus intereses. Lo que señala es el paso a la mayoridad. Transformar uno de los vecindarios en un
pueblo era la única vía para forjar esta autonomía política en la región y lograr la independencia de la población de La
Rita. Eso es lo que significa el 25 de diciembre de 1817, esa fue una fecha en la cual los cabimenses tomaron la
decisión colectiva de asumir el compromiso de realizar un proyecto histórico tal y como quedaba explícito en el
Manifiesto del fraile Ignacio Álvarez, el cual concibieron ellos mismos acumulando experiencias durante todo un largo
siglo de existencia como un poblamiento disperso y diseminado, experiencia que tuvo su punto crucial cuando plantean
al obispo que les visita el año de 1816 que anhelan una capilla pública y el obispo se la concede, si como previó acceden
a construir una población con calles, casas, plaza e instituciones civiles y religiosas que funja como centro del
poblamiento. En 1817 fundan ese núcleo duro, y con él cohesionan ese conglomerado humano, y la construcción que
llevan a cabo sigue las normas urbanas que rigen para ese tipo de asentamientos en las Leyes de Indias.
99
La cabimidad es una referencia a la identidad, la cabimicidad es el sentido de historicidad que adquiere un colectivo.
100
Entendida la política como el arte de organizar la sociedad, para obtener unos objetivos mediante la lucha política
que defiende unos intereses supremos, es decir, unos intereses que están por encima de los intereses particulares.
101
Y que tuvo su punto de inflexión cuando el obispo Rafael Lasso de la Vega les confronta con la exigencia de construir
un pueblo, momento crucial que puso a prueba de lo que estaban hechos los habitantes de Cabimas. Es en ese
momento que toman conciencia histórica, porque el proyecto les colocaba en la situación de erogar unos gastos
gravosos para sus caudales, es decir, los ponía ante la toma de decisión de ir más allá de sus intereses inmediatos y
particulares, y actuar en función de unos intereses futuros como grupo de poder. Y lo hacían en el momento histórico
62

perfil propio y que les conforma como pueblo, y que ayudan a hacer coherente y explícito el
obispo que les visita y el fraile que este eclesiástico nombra para que se encargue de la fundación
del curato y del pueblo.
Para la realización de esa visión de futuro se requería como política económica poner bajo
explotación todo el territorio de la jurisdicción de la parroquia que se fundaba, desarrollando en
ella toda su potencialidad; requería igualmente la conquista de la autonomía política, lo cual
lograrían obteniendo para sí un Juez de mayor grado; requería, además, fundar población en uno
de sus vecindarios, para que éste sirviese de centro político del poblamiento y, finalmente exigía
no sólo del concurso de los propietarios y de las élites que emergían de su seno, sino también del
imprescindible esfuerzo de todos los habitantes en procura de esos adelantos históricos -esto se
describirá cuando se trate el tema del subsidio personal [102]-. En síntesis, lo relevante era
construir en el espacio histórico la Cabimas política, es decir, una Cabimas con un proyecto
histórico en mente. La Cabimas política consiste en la realización de esos adelantos en el terreno
de la práctica.
En el Manifiesto, estos asertos están explícitos, al indicar allí que todos los habitantes
deben participar mediante el trabajo que desempeñan en la creación de la parroquia de Cabimas y
en la construcción del pueblo. Condición que se cumplió con amplitud, porque como destaca el
fraile en su informe, el entusiasmo caracterizó el trabajo que estos vecinos invirtieron en la
consecución de erigir la iglesia y construir la población:
[y que] estos habitantes [se conduzcan] por las sendas honradas del trabajo que es el
patrimonio del hombre y que aspire al mismo tiempo en la parte que le tocará concluir,
adelantar y consolidar la fundación de este (…) curato, aprovechando el entusiasmo que
han manifestado estos vecinos en la construcción de esta Iglesia y primeras bases de la
población (AGN, 1818, Negocios Eclesiásticos, XXXXVII, legajo 3: f. 5).
Lo que expresa este fraile va remitido al obispo, y éste alto dignatario al leer ese
Manifiesto lo avala y lo respalda, y emocionado aprueba lo afirmado por su subalterno cuando
envió aquel documento al gobernador, señalándole acerca de aquel asentamiento en construcción
algo muy significativo: “No dudo que en breve pueda ser una de las Poblaciones mejores de la
Laguna” (AGN, 1818, Negocios Eclesiásticos, XXXVII, legajo 3: f. 7). ¿Qué se estaba afirmando con
este juicio? Que la población que se estaba construyendo poseía un Proyecto histórico que de
concluirlo, adelantarlo y consolidarlo la llevaría a ocupar un lugar destacado en la cuenca.
Tal es la finalidad de la cabimicidad, en ese entonces, era la de convertir a Cabimas “en
una de las Poblaciones mejores de la Laguna”. La cabimicidad es una actitud orientada por una
visión de futuro, y es positiva cuando parte de la elaboración de un proyecto -condición sine que
non- que busca transmutar la experiencia histórica acumulada por un conglomerado humano en
un conocimiento [103] valioso para introducir cambios en el modo de vida y en el modo de

más difícil, porque numerosas provincias se habían insurreccionado contra el régimen español y se había iniciado una
guerra independentista en buena parte del territorio nacional, hacían algo que sorprende en medio de esos sucesos.
102
El desbrozamiento del terreno donde se iba a construir la población, también forma parte de esa participación de
toda la comunidad en tareas de tipo colectivo. Del mismo modo en la construcción del templo y en la edificación de una
casa para el cura párroco.
103
Esa es la finalidad de la disciplina de la historia: acumular el conocimiento que cada generación va generando y
legando a la generación siguiente. Sin una historia no es posible conocer las fuerzas con las cuales las distintas
generaciones descubrieron las potencialidades de su ámbito político-territorial y los recursos de que se valieron para
63

producción. La cabimicidad orienta a una comunidad hacia la superación, pero poniendo el énfasis
en alcanzar un nuevo estadio de desarrollo, es cambiar para cambiar todo. Era dejar atrás “los
tiempos pasados y ahora” para emprender una nueva historia como lo formulaba Ignacio Álvarez
en su Manifiesto. Los Proyectos históricos están basados en esos fundamentos teóricos.
El obispo Rafael Lasso de la Vega, solicita en consecuencia que a ese curato se le reconozca
su jurisdicción parroquial, el cual debe ser en su opinión la que corresponde a los “límites de los
lugares de las personas empadronadas”, es decir, tanto los terrenos de la franja del litoral como
los de las montañas inmediatas del retiro de Cabimas, suelos que Fray Ignacio Álvarez había
mencionado como patrimonio de ese poblamiento (id. f. 7) [104], y como correlato lógico, el
nombramiento de un Juez propio que tenga poder civil sobre esa jurisdicción, así como de un
sacerdote titular para su capilla pública con aquiescencia sobre toda su grey, es decir, lo necesario
para que tengan una autonomía local que les permita con actuar a motus propio para desarrollar
sus potencialidades. Son, los objetivos políticos: la entrega a esta parroquia de un territorio, y la
colocación de esta parroquia bajo el poder de dos majestades, la de un Juez que representa al
Estado y la de un eclesiástico -un cura- que representa a la Iglesia. El poder en esa época era
bifronte: Iglesia/Estado y Lasso de la Vega pretende con la fundación consolidar ese poder binario
configurado por el régimen monárquico que impera sobre Cabimas en ese período.
Alcanzar unos adelantos cifraba las esperanzas de quienes participaron en elaborar ese
Proyecto histórico, los objetivos eran variados: uno, explotar la vocación de unas áreas propicias
para desarrollar la producción animal, la forestal, la agrícola y la del cultivo de plantación, dos,
abordar las posibilidades industriales con la instalación de trapiches, tres, presenciar la aparición
de un sector comercial [105] que, vendría a ser el indicio de que el todo en su conjunto alcanza el
umbral de la rentabilidad económica. El adelanto como proyecto histórico era ambicioso, era
convertir esta jurisdicción en una zona productiva que rebasara los límites de la actividad
ganadera y alcanzase las características de una economía suplementaria con la cría de otros
animales de pelo y pluma, las huertas de los labradores, la tala de los madereros y la actividad de
boga de los marinos para extraer las producciones y proveer la población con las manufacturas y
menestras necesarias, es por tanto desde estas perspectivas un proyecto productivo y mercantil
mediante el cual Cabimas debía incorporarse a la Provincia de Maracaibo de un modo estructural.
Pero no solo era un proyecto económico y mercantil, es también es un proyecto político,
urbano y espiritual, porque al contemplar la creación de un curato, es dable pensar la carga
ideológica que ese poder representaba, porque la Iglesia para ese entonces era una institución
omnipotente de primera magnitud. El curato implicaba erigir la capilla pública en el entorno de la
plaza, esta última fungía como el espacio público por excelencia, y además del templo también en

desarrollarlas, en otras palabras, los proyectos que fueron construyendo y las experiencias que fueron acumulando para
resolver la problemática del lugar, de lo que resulta una sorprendente visión esclarecedora de la realidad que le
corresponde a ese conglomerado humano explotar y desarrollar.
104
Con esta solicitud el obispo busca el reconocimiento del territorio que podrá elevar la categoría de la población de
Cabimas si se incorpora como zona productiva. La Cabimas productiva estaba en los terrenos de la franja costera y en la
franja de las tierras de San Sebastián caracterizadas por su topografía montañosa y sabanera. El terreno y las montañas
inmediatas comprendían los hatos y haciendas instalados en los términos de la población y en el retiro de San Sebastián.
105
Sector comercial favorecido por la ventaja de poseer esa tercera franja de su territorio como es el medio lacustrino
que le facilita quedar en medio de un tráfico que viene desde Cúcuta, Gibraltar, Bobures, Altagracia y Maracaibo.
64

ese entorno se debía establecer la Judicatura, y para completar el cuadro allí construirían sus
viviendas residenciales “los principales” del pueblo, y de ser preciso las edificaciones donde
funcionase la cárcel, el cuartel, la escuela, en síntesis la plaza reuniría todas las instituciones a su
alrededor o en su cercanía, es decir, era el centro político de la población. En 1817, en
consecuencia, surge la Cabimas política y con ella un proyecto histórico se pone en marcha.
Fray Ignacio Álvarez elabora sus argumentos para convencer de la necesidad de esos
adelantos a las autoridades civiles y eclesiásticas para que Cabimas sea una nueva población, dice:
Ilustrísimo y Reverendísimo Señor –El establecimiento, o fundación de curato en el Partido
de Cabimas que Vuestra Señoría se ha propuesto y me ha encargado, ofrece no pocas
ventajas a la Religión y al Estado. Aquella será amada, honrada y venerada porque
existiendo al frente un Eclesiástico que enseñe sus sagrados dogmas, predique sus Santas
Máximas, anime a la práctica de las virtudes, haga observar sus preceptos, y contradiga los
errores y vicios, los hombres serán más moderados, honestos, dóciles y timoratos. El
Estado al mismo tiempo tomará incremento en esta parte porque teniendo entre sus
vecinos un Juez que se encargue de velar por su conducta, les hará observar las Leyes de
la Monarquía, ser fieles y obedientes a nuestro Soberano; castigará los errores políticos,
destruirá los Escándalos públicos, contendrá los sediciosos, velará sobre los vagos y
malentretenidos, tomará conocimientos de las ocupaciones de las familias, y de lo que
subsisten, desterrará la ociosidad y miseria; haciéndolos aplicar al trabajo de los campos, y
cría de animales de pelo y pluma. El terreno, y montañas inmediatas brindan proporción
para todo esto y aun para el establecimiento de trapiches, y cortes de madera buenas y
sólidas: pero todos estos beneficios y los demás que pueden resultar al comercio y a estos
vecinos exigen imperiosamente un juez activo y dependiente únicamente del gobierno
superior, que ponga en movimiento todos los resortes para su consecución; recordando al
mismo tiempo en estos habitantes del sueño y apatía en que han dormido, conduciéndolo
por las sendas honradas del trabajo que es el patrimonio del hombre y que aspire al
mismo tiempo en la parte que le tocara concluir, adelantar y consolidar la fundación de
este dicho curato, aprovechando el entusiasmo que han manifestado estos vecinos en la
construcción de esta Iglesia y primeras bases de la población y aunque es constante que
en los tiempos pasados y ahora hay en el partido comisionado de justicia, estos son unos
simples Jueces nombrados por el Teniente de La Rita para aquellos casos graves y de
pronta providencia, que nunca pueden obrar con la libertad y acuerdo de un Juez de
mayor grado. En consideración pues de todo lo expuesto, y de las observaciones que he
hecho, he acordado en mi corazón hacer a Vuestra Señoría este manifiesto para que si
fuere digno de su Superior aprobación tome las Sabias Medidas que su alta prudencia le
dictare. Cabimas Septiembre nueve de mil ochocientos dieciocho. Fray Ignacio Álvarez
(AGN, 1818, Negocios Eclesiásticos, XXXVII, legajo 3: 5).
El proyecto histórico de 1817 pretende poner en movimiento a esa colectividad en pos de
convertir su población recién edificada en una de las mejores de la provincia, objetivo central de
clara concepción política. Todo lo que señala el fraile acerca de los recursos naturales y las
posibilidades que éstos entrañan para desarrollar actividades productivas, las avala el obispo, pero
se debe tener claro que esa información tiene por fundamento lo que los habitantes de Cabimas le
reportan al fraile, ellos les dicen cuáles son las actividades que se hacen en “el terreno, y en las
montañas inmediatas”, son pues potencialidades que ya se explotan y que a breve plazo pueden
colocar a Cabimas como una población relevante en la Provincia de Maracaibo, una vez que ya
cuente con un centro político que los cohesione en torno a ese proyecto local.
65

Ahora bien, para lograr ser “una de las mejores” requiere según el fraile dos tipos de
autoridades, la primera una autoridad civil, porque este juez debe observar lo que hacen los
habitantes y debe mantenerlos bajo la senda que se les tiene trazada como correcta, dice Ignacio
Álvarez: “El Estado teniendo entre sus vecinos un juez tomará conocimientos de las ocupaciones
de las familias, y de lo que subsisten; haciéndolos aplicar al trabajo de los campos, y cría de
animales de pelo y pluma. El terreno, y montañas inmediatas brindan proporción para todo esto y
aun para el establecimiento de trapiches, y cortes de maderas buenas y sólidas”. Pero también el
juez forma parte de una estructura que es el Estado, de allí que el fraile escriba: “El Estado al
mismo tiempo tomará incremento en esta parte porque teniendo entre sus vecinos un Juez que se
encargue de velar por su conducta, les hará observar las Leyes de la Monarquía, ser fieles y
obedientes a nuestro Soberano; castigará los errores políticos, destruirá los Escándalos públicos,
contendrá los sediciosos [106], velará sobre los vagos y malentretenidos”.
La otra autoridad que se requiere, es la de un cura que vele por aquellas almas que
integran el curato que se establece, y esta autoridad la juzga Álvarez muy importante, porque bajo
ese sacerdote han de adquirir la virtud de la subordinación que exige la Religión, actitudes de
sometimiento ante quienes son dependientes del Rey, los nobles y los superiores. El cura impedirá
las costumbres contrarias a los escándalos públicos y, procurará conductas de fidelidad y lealtad
política ante la jerarquía social vigente, dice: “El establecimiento, o fundación de curato en el
Partido de Cabimas que Vuestra Señoría se ha propuesto y me ha encargado, ofrece ventajas a la
Religión y al Estado. Aquella será amada, honrada y venerada porque existiendo al frente un
Eclesiástico que enseñe sus sagrados dogmas, predique sus Santas Máximas, anime a la práctica
de las virtudes, haga observar sus preceptos, y contradiga los errores y vicios, los hombres serán
más moderados, honestos, dóciles y timorato”. En otras palabras, más que una parroquia civil, el
acento está puesto en una parroquia eclesiástica -debido a la ideología del prelado-, la
preocupación se centra no en ciudadanos [107] sino en «las almas» de los súbditos o vasallos del
Monarca, siendo este último el Soberano [108]. Entonces, acá se está ante el hecho de que para
fray Ignacio Álvarez ser una de las mejores poblaciones consiste en no estar invadida por las
“malas hierbas” de la sedición que en otras provincias de la Capitanía General de Venezuela
cometen el pecado de atentar contra el orden divino del Rey, en síntesis será una de las mejores
porque en ella no habrá ni sediciosos, en una palabra -según sus conceptos-, deberán ser unos
vasallos sin vicios políticos [109]. El proyecto histórico de 1817 es, en este sentido, el de la defensa
de la forma monárquica de gobierno, y en consecuencia de una sociedad regida por un régimen
basado en el vasallaje, enemigo de las formas republicanas que valoran la ciudadanía y la
soberanía popular.
Entre 1816 y 1818 se funda la población de Cabimas para preservar el imperio hispano, y
se le intenta imbuir a sus habitantes que, bajo el Monarca español Cabimas podrá ser una de las

106
La guerra de independencia ha estallado y sus repercusiones por todo el territorio de Venezuela es de alarma,
quienes están enfrentados al Rey son denostados como “los sediciosos”.
107
Como lo es en las repúblicas.
108
Soberano absoluto que más que representante del todo social era más bien reconocido como una divinidad.
109
La sedición en este sentido era un pecado. Y así lo llegará a hacer explicito y tajante el Obispo Lasso de la Vega en un
Sínodo que realiza en Maracaibo en 1817.
66

mejores poblaciones de la Laguna. Por esta razón superior Fray Ignacio Álvarez tiene en mente que
la obra debe ser concluida y consolidada bajo el aliento de un Juez que los saque de su abulia,
escribe el fraile: “estos vecinos exigen imperiosamente un juez activo que [recuerde a] estos
habitantes del sueño y apatía en que han dormido, conduciéndolo por las sendas honradas del
trabajo que es el patrimonio del hombre y que aspire al mismo tiempo en la parte que le tocara,
concluir, adelantar y consolidar la fundación de este dicho curato, aprovechando el entusiasmo
que han manifestado estos vecinos en la construcción de esta Iglesia y primeras bases de la
población”.
En ese contexto de confrontación de lealtades, tanto el fraile como el obispo hacen su
trabajo como pastores de rebaño -como élite eclesiástica-. Fray Álvarez alerta a los cabimenses del
peligro de la sedición y les predica, que por lo contrario, han de ser más moderados, dóciles y
timoratos, y a su favor exhibe la fundación de la parroquia o curato de Cabimas y las obras que
constituyen las primeras bases de la población [110]. El obispo Lasso de la Vega, por su parte, se
encargará de colocarles nuevos objetivos y nuevas mejoras en lo inmediato para mantenerlos
leales a la Corona española -lo que a continuación será expuesto-. El Proyecto de 1817 estaba en
marcha intentando movilizar el conglomerado humano de Cabimas en una determinada dirección
histórica: la vigente.

1.3 Cabimas educativa

El obispo que funda a Cabimas, Lasso de la Vega, forma parte de una ofensiva monárquica
orquestada para no perder estos territorios coloniales de la América indiana, la Corona española
no sólo envió a Pablo Morillo para la pacificación de este continente en rebeldía, ya desde antes
de esta acción militar de gran envergadura, los monarcas habían tomado medidas extraordinarias
con motivo de la revuelta de los comuneros (1781 originada en el Departamento de Santander en
el Virreinato de la Nueva Granada), ocasión en la cual la Metrópoli envió al fraile Finestrad, para
que hiciese un diagnóstico y recomendase una política, con la cual se contrarrestase la actitud
levantisca de estos súbditos que arremetían contra las cadenas de poder encabezadas por el Rey.
Lasso de la Vega y Finestrad debieron tener cierta cercanía en la ciudad de Santa Fe en la Nueva
Granada -donde Vega hacía vida de seminarista-, y debió quedar convencido de las medidas que
preconizaba Finestrad para reintegrar a los súbditos al vasallaje de la Corona hispana, estas
medidas eran muy claras y muy concretas, recomendaba abrir caminos para conectar las
poblaciones, construir escuelas y fundar nuevos pueblos. Lasso en su praxis histórica fue en
consecuencia un verdadero finestradiano, no sólo funda a Cabimas sino también a la población de
Valera, y en Cabimas ofrece la escuela como un adelanto preconizado por la monarquía.
El obispo Lasso de la Vega el año de 1820, después de haber fundado a Cabimas, la visita y
hace público su proyecto educativo, es decir, de que a la población recién fundada se le
proporcione:
(…) el establecimiento de escuela pública con la dotación por ahora de doce reales
mensuales al maestro si aquí junto a la misma iglesia residiese sacados del ramo de la

110
Las primeras bases era la de un pueblo de nueve manzanas, donde una se destina a la Capilla pública, otra a la plaza y
las demás debían dividirse en solares, para que en ellas los vecinos pudiesen construir sus casas residenciales, quedando
por supuesto lugar para las obras -como la escuela- que traerían adelanto y prestigio para el pueblo recién fundado.
67

fábrica, sea a su cargo señalar de sus niños quienes sirvan de monaguillos, y rezar todas
las tardes el Santísimo Rosario, el vía crucis los viernes y la doctrina cristiana antes o
después de la misa los domingos (…) (AAM, 1820: Secc. 62, Caja 11: 3).
De acuerdo con esa disposición, la escuela debía edificarse al lado del templo, y si el
maestro tomase esa edificación como su alojamiento, se le podría destinar doce reales mensuales
(1 ½ pesos). La escuela no sería privada, sería pública y mantenida por la Iglesia, obteniendo los
pagos al maestro de los fondos destinados para la fábrica del templo, entendiendo por “fábrica”
aquellas labores de mantenimiento, reparación y mejoras que se le hiciesen al templo, así como
los gastos del culto, para los cuales se destinaba parte de la limosna recogida de la feligresía y de
los censos de la iglesia. Las escuelas como los hospitales eran considerados, en esa época, como
instituciones propias de los religiosos. Llama la atención como se le coloca al maestro la
responsabilidad -adicional a sus propias funciones docentes de preceptor de escuela- de orientar a
sus niños a ejercer como monaguillos en los servicios religiosos, así como hacer de ellos buenos
católicos al acostumbrarlos al deber de rezar todos los días en la escuela, el participar del vía crucis
los viernes y de recibir la enseñanza de la doctrina cristiana antes o después de asistir a misa.
La importancia de que estas gestiones no fracasasen en vista de la alarmante situación de
los avances de la sedición en la Capitanía General de Venezuela, la pone de manifiesto Lasso de la
Vega en las Constituciones Sinodales, elaboradas en Maracaibo el año de 1817 como producto del
Sínodo Diocesano que convocó y llevó a efecto. Lasso ordena a sus clérigos atender la educación
con urgencia, y en la Constitución Sinodal cuando se refiere a ese ramo magisterial dice:
Con el mayor anhelo hemos fomentado el establecimiento de escuelas en todas las
poblaciones que hemos visitado aún en las más pequeñas. Su necesidad es más urgente
de lo que puede decirse. Por tanto volveremos a encargar y mandar a todos nuestros
vicarios y curas lo lleven adelante por más impedimentos que se presenten en contra
consérvense, aunque sólo haya un par de niños (AGN, 1817, Negocios Eclesiásticos,
XXXVII: 202)
En la Constitución de Cúcuta en la cual Lasso participará más adelante en el tiempo como
constituyente -luego de “mudarse” del universo monárquico al universo republicano-, mantendrá
ese objetivo educativo, esa reivindicación social, en aquella Constitución queda establecido como
un derecho constitucional de todo pueblo o pueblito a lo largo y ancho de la Gran Colombia el
contar como mínimo con una escuela aún por pequeña que fuese la población. Esa iniciativa se
supone debió ser parte del aporte de Lasso de la Vega a esa Carta magna.
A Cabimas, por tanto, en 1820 se le ofrecía convertirla en una Cabimas educativa como
una respuesta de la Iglesia al cuadro independentista que sacudía a las provincias. Esa escuela
como parte del proyecto histórico de 1817 fue propuesta en el año de 1820, pero no se llegó a
concretar bajo el régimen español. Cabimas obtendrá su escuela muchos años después bajo la
república. Pero no quedó allí la intervención del obispo Lasso, ese mismo año de 1820, su plan de
transformar a Cabimas en una de las mejores poblaciones de la Laguna también se extendía a
enriquecer a su templo como patrimonio de aquella comunidad. Lasso también apremia en esa
otra dirección:
Presentado el cuaderno en que se llevan las cuentas de fábrica se proveyó lo siguiente:
Santa visita febrero 3 de 1820. Por visitadas: con preferencia de otros gastos hágase
relicario para la administración del santo viático y copón para la reservación de Nuestro
Amo, y roponillos y roquetes para los niños que sirvan de monaguillos, después según
68

vayan alcanzando los fondos con los ahorros posibles en los gastos ordinarios
proporciónense todo lo más necesario al culto y bautisterio, coro alto y torre o
campanario. Liquídese y cóbrese lo que se deba. El Obispo. (AAM, 1820, Secc. 62, Caja 11:
2).
En vista a los fondos monetarios existentes en las cuentas de fábrica indicó en que gastos
se debía invertir: relicario, copón, roponillos y roquetes. Y previene que, luego con los fondos que
se vayan acumulando se atienda todo lo que necesite: el culto, el bautisterio, el coro alto, la torre
o campanario, es decir, mantenimiento, mejoras o dotación, para su mejor resalte como templo
parroquial, para que cumpliese así la capilla mejor su papel socio-político [111].
Esa mejora al templo tampoco se concretó, al alcanzar las actividades militares de la gesta
independentista esta parte del país, por el contrario, el bando en derrota -las fuerzas realistas-
incendió el templo de Cabimas. Pero el Proyecto histórico de 1817 quedó instalado en la
conciencia de la élite local, convertir a Cabimas en una Cabimas diverso-productora, conquistar
adelantos que la constituyeran en una de las mejores poblaciones de la laguna, presenciar la
aparición de un sector comercial potenciado por una flota de embarcaciones que surcasen las
rutas lacustres, poseer un Juez propio y con él una burocracia que se encargase de los asuntos
públicos, fundar una escuela, y además, realizar mejoras al templo para que reuniese todos los
atributos arquitectónico propios de la parroquialidad, todo esto quedó como un eco que de allí en
adelante no se apagaría en la conciencia de quienes dirigieron a esta población, eco que logró
objetivarse en pocas décadas. Con el Proyecto histórico de 1817 nace la cabimicidad, es decir, la
conciencia “para sí” de estar construyendo su propia historia.
El juzgado, el templo, la escuela quedaban sembradas en la memoria colectiva como
íconos imprescindibles para el proyecto histórico local.

2. Proyecto de 1837

2.1 Cabimas capitalista

Entre el año de 1831 y el año de 1845 se construyeron algunas obras públicas en Cabimas,
éstas son el resultado del aprovechamiento del desarrollo que se alcanzó al entrelazar las fuerzas
productivas de Las Cabimas de la Costa con las fuerzas productivas de la Cabima de San
Sebastián. Después de la Independencia los hatos y haciendas se fueron recuperando y con
posterioridad empiezan a multiplicarse esas unidades de producción, tal fenómeno se pone de
manifiesto propiciado por los flujos y reflujos económicos entre las dos Zonas de Vida -la
Montañosa y sabanera/La costera y del litoral-, pero también como una reacción ante el estímulo
que se les lanza desde de gobernación provincial con un plan de renovación.
El Primer Magistrado de esta jurisdicción es el licenciado Juan José Romero, Gobernador y
Jefe Político Superior de la Provincia de Maracaibo, en sus funciones en el año de 1837 pronuncia
un discurso que servirá de acicate para la élite de Cabimas -y de las otras parroquias-. Romero
expresa unas razones de peso para llevar una cuota de progreso al campo, y lo expone ante la

111
Formaba parte de la “guerra de imágenes” a la cual se apelaba en aquellas sociedades analfabetas para ganar
adherencias ideológicas. En esa “guerra de imágenes” el realce de los templos frente a las demás edificaciones indicaba
una jerarquía socio-política.
69

Honorable Diputación Provincial, corporación que concentra lo más destacado de la élite


provincial -entre quienes estaban los representantes del Cantón Altagracia al cual pertenecía
Cabimas-. En su Memoria de gobierno del año 1837 el licenciado Romero señala ante ese
auditorio:
Yo miro como punto más importante (…) la necesidad de auxiliar a los cantones suburbios
que es donde están las fuentes de Maracaibo y de su futuro engrandecimiento. Del
desprecio de esta verdad (…) proviene sin duda el acumulamiento en la capital de cerca de
la mitad de la población de toda la provincia mientras las extensas y fértiles (…)
permanecen incultas y casi desiertas, faltas de poblados en que si hubiera cárceles,
escuelas e iglesias naturalmente atraerían a muchos capitalistas y empresarios y a
muchos habitantes ociosos e improductivos que habitan en esta ciudad o se hayan
dispersos en los campos sin ninguno de los estímulos de la industria y los medios, goces y
costumbres de la vida civil (AHZ, 1837: T 9 ff. 193/207).
Aquellas palabras debieron ser escuchadas como un anuncio de incentivos para la élite de
Cabimas, se proclamaba la necesidad de auxiliar a estas parroquias de la cuenca lacustre y, con
ello la de desarrollar el enorme potencial de este territorio provincial con ingentes posibilidades,
pronosticándose de que si se tomaba esa vía Maracaibo se engrandecería, porque contaría con
unas fuentes que le garantizarían unas fortalezas mediante las cuales podría construir su futuro.
En otras palabras propone a unos y otros una alianza para el lanzamiento de la Provincia de
Maracaibo como un bastión del país en el Occidente de Venezuela.
Señala Romero con claridad señera que el gran error que se ha venido cometiendo en esta
capital provincial, es la de despreciar a los cantones suburbios, desdén que ha traído por resultado
el abandono y el olvido de las parroquias de esos cantones y con ello, sin duda, se ha provocado
un éxodo del campo hacia la ciudad, pauperizándose el medio urbano al alojar a muchos
habitantes que ahora en la capital permanecen ociosos e improductivos o que se dispersan por sus
alrededores, los cuales debieran estar trabajando y convirtiendo en riqueza las extensas tierras
fértiles que hay en toda la provincia. Indica el Primer Magistrado cómo creando unas condiciones
mínimas de vida civilizada en esos numerosos poblados y facilitando que esas tierras sirvan de
ocupación a una numerosa mano de obra, se crearían las condiciones para que en esos cantones
se instalen capitalistas y empresarios, para ponerse al frente de esas nuevas fuentes de riqueza.
Dentro de ese orden de ideas propone que aquellas parroquias sean transformadas en poblados
capitalistas.
Este Primer magistrado concebía ese proyecto renovador a partir de los conocimientos
que se tenían de la cuenca lacustre, de acuerdo a los cuales allí existía un enorme potencial que
debía ser puesto bajo explotación, para impulsar la economía de esta provincia e incluso de las
circunvecinas. Con miras a ese proyecto indica la necesidad de inventariar las tierras baldías de la
provincia al Secretario de Estado en el Despacho de Hacienda en Caracas en el año de 1836:
Más conveniente sería destinar a esta provincia un agrimensor o comisionado especial,
que auxiliados con los informes de los Jefes políticos y jueces territoriales, se ocupase de
una obra tan interesante y dificultosa como la de reconocer, demarcar y mensurar las
tierras baldías. Son muchas y muy importantes las que circunvalan el Lago, por su
feracidad, por sus producciones naturales o salvajes, por los ríos navegables y otros
caudalosos que comprenden; y grandes serían los bienes que así a la nación, como al
comercio y la agricultura de esta provincia y de las circunvecinas, reportaría la
facilitación del tráfico y la cultura de unos desiertos apenas conocidos hasta ahora por
70

relaciones inexactas de uno u otro curioso montaraz que los transita (citado por Cunill
Grau, Geografía del Poblamiento Venezolano en el Siglo XIX, 1987. T. II, página 1195)
El Gobernador no está divagando, observa que dentro de esta jurisdicción ya se observan
“los primeros intentos de roturación de tierras vírgenes” (ídem), indica también como se
multiplican los arrendatarios de tierras baldías (íd. 1196). En cuanto a Las Cabimas, Santa Rita,
Lagunillas y Altagracia, esta misma información, señala que por pertenecer a la zona Nor-Oriental
no son apreciadas por los arrendadores por ser tierras áridas, de allí que escasamente alcanza a
unos seiscientos y tantos arrendadores (ídem) [112]. Además por los manuscritos obtenidos por
esta investigación se sabe que personajes de Maracaibo que poseen capitales se han estado
mudando para los cantones suburbios, por ejemplo, para Cabimas se trasladó Ramón Romero el
año de 1835, adquiriendo allí una vasta extensión de terreno conocida como las Sabanas de San
Sebastián; y desde Maracaibo parte para residenciarse en Lagunillas Francisco Moreno. Esa
realidad es la que la capta el licenciado Romero, y entrevé en ese hecho, una solución para los
problemas de sobrepoblación ociosa que vive en la capital. Según su visión política la abundancia
de terrenos fértiles se presentan como una oportunidad para darle uso a los ahorros acumulados
en Maracaibo, los cuales trasladados como capitales de inversión para “las costas” se convertirían
en empresas que crearían fuentes de empleo generando un reflujo de mano de obra de la capital
para el campo.
La oferta de las tierras baldías se trasladó a una Circular, el Juzgado 1° de Paz de Cabimas
acusa recibo de ese oficio en el cual se expresa que se le da aviso a quienes están cultivando en
tierras baldías de que tienen un plazo para arrendarlas, en la respuesta al Gobernador dan por
entendida esa instrucción y citan lo esencial de la misma:
Cabimas 25 de Febrero de 1837.
“Recibida Comunicación (…) acompañada (…) del Constitucional (…) sobre División de
Circuitos [judiciales] (…)”
“Y una Circular, y su aviso señalando a los cultivadores de tierras baldías el día último del
corriente por término total para que se presenten a arrendarlas: lo cual sea publicado (…)
el día 18 del presente del corriente mes y tendrán su puntual y debido cumplimiento”.
Soy de V.S. con sentimiento de respeto muy atento servidor.
José Concepción Balbuena (AHZ, 1837: T. 10, f. 13).
Esto se puede interpretar como una política propensa a incrementar la percepción de
rentas en la jurisdicción administrada o, en su defecto, como una forma de desalojar a quienes allí
mediante sus propios medios pusieron aquellas tierras bajo explotación, en el segundo caso, esos
labradores se verían convertido en peones o jornaleros y, por otro lugar, los hacendados podrían
extender sus propiedades sobre esos terrenos ya cultos.
El vocero de la élite maracaibera, en su discurso, ofrece a las élites rurales (allí presentes
con los diputados provenientes de los cantones) su respaldo para erguir en sus poblados las
instituciones básicas de la vida civil, mejora de la que aspiraba se originará un movimiento de
capitales y empresas de la capital provincial hacia estos cantones, y tras de ellos migraría la
sobrepoblación de la ciudad hacia el campo. El programa renovador debía empezar por lo más

112
Esto corrobora lo que se indicó en el primer capítulo de este libro, el territorio de Cabimas no era el ideal para la cría
de ganado, no obstante, quienes allí se han venido instalando consiguen como convertirlo en un territorio donde esa
actividad sea la ascendente y exitosa.
71

simple como era la de dotar de cárceles, iglesias y escuelas a esas poblaciones, luego vendrían
obras públicas de más aliento para cambiar el paisaje de esos cantones a uno más urbano. Del
mismo modo prevé la realización de ambiciosas infraestructuras de escala provincial e incluso de
importancia para las provincias circunvecinas. En su plan de desarrollo provincial Romero coloca
como arbitrios deseables la construcción en todas las parroquias de cárceles, escuelas, iglesias y
cementerios, y dotarlas de auxilios presupuestarios, también indica la limpieza de los ríos
navegables, la construcción de caminos y el acondicionamiento de los existentes, la limpia y
desmonte del entorno de los pueblos y se preocupa por el Lazareto como institución sanitaria de
beneficio para toda la provincia. Con respecto a la capital enuncia el enlosado de las calles, es
decir, la construcción de aceras con losas y calles empedradas, el mejoramiento del Hospital de
Caridad, el alumbrado de las calles, los trabajos del astillero y la construcción del muelle, obra esta
última interesante en el que se utilizará un constructor traído de Norte América acompañado por
dos o tres obreros idóneos. En su imaginario presenta un paisaje urbano que se debe realizar en
toda la provincia.
El gobernador Romero posee una visión regionalista del crecimiento económico, según su
parecer si Maracaibo auxilia a los cantones suburbios, el resultado final de esa política será el
fortalecimiento del campo al dirigirse hacia allí los capitales, lo que se revertiría de manera
favorable sobre Maracaibo que quedaría convertida en una ciudad de poder indiscutible; en otras
palabras, describe lo que sería un plan de gobierno para crear una región emporio [113]. Desde su
perspectiva de estadista, pretende corregir las distorsiones demográficas que trajo la guerra de
Independencia, al arrojar sobre Maracaibo a una población que abandonaba el campo devastado,
y para revertir ese proceso, piensa entonces transmutar en espacios de agrado a las poblaciones
de los cantones subalternos, logrando así restablecer la estructura económica interna que se había
desarticulado con la guerra, pero llevándola a un nivel superior, el capitalista, en este sentido su
plan es renovador, innovador y trascendente. En síntesis allí en aquellas ideas se contiene un plan
de transformar a la Provincia de Maracaibo en una región que marcase historia al desarrollar
todas sus potencialidades bajo una modalidad moderna.

Juan José Romero no solo observa que la mitad de la población de la provincia se


concentra en la ciudad de Maracaibo, sino que otra buena parte de los habitantes de este
territorio se hayan dispersos por el campo -los que viven fuera de los términos de las poblaciones-.
Lo que debe ser subsanado para que aporten al capital ganancias, pobladores que se puede
aprovechar si se les crea condiciones en esos pueblos donde puedan compartir “los goces y
costumbres de la vida civil”, para así ser incorporados al trabajo que ofrecen las industrias.
Visto de este modo ese discurso pretendía que la capital provincial se convirtiera en una
locomotora que arrastrara hacia adelante a todos los cantones suburbios. Para que esto fuese
posible el presupuesto provincial debía orientarse a mejorar “las costas” que circunvalan el Lago
donde las tierras baldías son muchas, y son muy importantes por los recursos naturales que ellas

113
Porque contando la capital con unas altas rentas municipales está en capacidad de desarrollar su jurisdicción político-
territorial -la Provincia de Maracaibo- mediante la inversión de capitales bajo la forma de empresas. Maracaibo de junio
de 1836 a junio de 1837 obtuvo 16.889 pesos, mientras que las recaudadas por el Cantón Altagracia eran de 502 pesos
(AHZ, 1837: l. 9, ff. 193/207).
72

ocultan y deben ser descubiertos. Maracaibo debía erigirse en la ciudad rectora de las
transformaciones históricas del territorio bajo su jurisdicción, porque no se trataba sólo de
desarrollar los cantones suburbios en cuanto a sus riquezas materiales, sino más importante aún la
de reportar bienes culturales que valoraran su sociedad.
El Proyecto que el gobernador formula muestra las fortalezas y debilidades de la provincia.
Romero expone como en la capital hay 22 escuelas de niños y niñas, además, de cuatro escuelas
públicas, resultando un total de 1.072 infantes atendidos, lo que juzga satisfactorio para una
población que no excede las trece mil almas, señala también como existe escuela en Sinamaica, La
Cañada, Isla de San Carlos, como sobresale la de la Villa de Altagracia, indica que en La Rita hay
otra, y con problemas subsisten las de Zulia y Perijá, anunciando que en Lagunillas se ha
construido una sala para la escuela. Luego expone las dificultades a las que se enfrenta para
extender ese bien a las demás poblaciones y analiza las circunstancias que pueden estar
dificultando la realización de esa dotación:
Respecto a las parroquias subalternas, a pesar de mis frecuentes esfuerzos con que he
estimulado a los Jueces locales y vecindarios para establecer escuelas, ningún éxito ha
habido favorable. La falta de poblados o sea la diseminación de los vecindarios [114], su
suma pobreza, la carencia absoluta de personas aptas para la enseñanza, la repugnancia
de las de aquí a tomar este encargo en dichos puntos, la escases de las rentas o el defecto
de asignación de sueldos y otros gastos de Escuela en el presupuesto, son inconvenientes
que por algún tiempo retardarán el gran bien de generalizar la enseñanza primaria en
todas las parroquias (AHZ, 1837: T 9 ff. 193/207).
Cuando Romero califica a la educación y a la escuela como un «gran bien» está dejando
entender que, la conversión de las parroquias subalternas no sólo consiste en la explotación de sus
recursos materiales, sino que es necesario calificar a sus habitantes para que el proyecto
capitalista sea operativo, en conclusión, se les debe otorgar la bondad de la educación primaria. Y
no se arredra Romero por las dificultades que enumera, por lo contrario, indica que generarán
retardo, pero no la imposibilidad de generalizar la enseñanza primaria. Agregando en función de
ese logro una petición a los diputados presentes, cuando les dice en aquella Memoria de su
gestión: “Un auxilio que asignaseis, aunque pequeño, aplicable sólo a los vecindarios que
contribuyesen con el resto para la construcción de escuelas” será suficiente para ir transformando
ese atraso en progreso.
El gobernador indica a los diputados provinciales que se pretende una educación de
calidad utilizando métodos modernos:
(…) se ha hecho la impresión de 150 ejemplares del nuevo “Método cilogético” tan
económico y abreviado de lectura. Está ya en práctica en las escuelas de esta capital y en
las cabeceras de los demás cantones. El buen efecto que se ha advertido en ellas desde
los primeros ensayos no permite dudar que lo producirá [sic.] también en el resto de esta
provincia y Venezuela (…) (ídem)
En la Memoria del gobernador Romero hay noticias sobre la existencia de una escuela de
inglés y francés, el Colegio Nacional, la Escuela Náutica y el Seminario en Maracaibo, de este modo

114
Esta misma observación la hace el obispo Rafael Lasso de la Vega -fundador de Cabimas- cuando señala que muchos
pueblos de esta provincia no son tales, porque están dispersos por el territorio que ocupan. En Cabimas el vecindario de
La Rosa sirvió para corregir ese poblamiento disperso, allí se construyó el centro urbano aglutinador, por voluntad de los
habitantes de “las Cabimas”. En las tierras de San Sebastián el poblamiento era diseminado.
73

completa el inventario del sector educativo. Pero también denuncia que, en el presupuesto del
año pasado se aprobó un auxilio a favor de las escuelas y sus preceptores para las parroquias
aisladas, y no obstante de que con los preceptores se ha convenido por sueldo 20 pesos
mensuales en lugar de 25 pesos que les asigna el reglamento no han recibido las parroquias
favorecidas ni la mitad del auxilio concedido. En pocas palabras, confronta y cuestiona el manejo
de los recursos por la administración pública, confrontación que revela una fisura en el poder,
porque lo que denuncia es grave, lo que ha ocurrido va en contra de lo esencial del Proyecto
histórico que había expuesto ante los diputados provinciales, porque niega a las parroquias lo que
las sacará de su condición de aislamiento y abandono. Lo esencial del plan renovador era la de
superar el estado de aislamiento en el que se encontraba la constelación de poblaciones que
habitaban “las costas” del Lago, sin ese cambio no se podía materializar una región que llegase a
tener relevancia histórica [115].

Juan José Romero no se rinde, toma decisiones para que el Proyecto siga adelante, puesto
que si las parroquias no han conseguido ni la mitad del auxilio concedido, el plan no podría
conseguir los resultados deseados, de allí que lanza una medida adicional para contrarrestar los
intereses capitalinos que califican de dispendio [116] esas erogaciones destinadas a auxiliar a los
cantones de la provincia.
Para la realización de esas obras públicas -escuelas, cárceles, cementerios- en aquellas
parroquias de “suma pobreza” Romero apela a solicitar de los vecinos un subsidio personal, es
decir, que fuesen las mismas poblaciones quienes construyesen esas escuelas, cárceles, iglesias,
cementerios, caminos y demás infraestructuras. Romero toma esa medida adicional debido a que
estas parroquias “en nada figuran en nuestro estado de rentas”, porque éstas en nada o casi nada
han contribuido con el ingreso de los cantones, ya que las rentas la han producido más bien sus
cabeceras [117]. Y al respecto de este grave problema, el licenciado Juan José Romero en
noviembre de 1837 le comunica al Presidente de la Diputación Provincial que la forma de recaudar
las rentas puede estar siendo eludidas, es decir, que no estaban entregando todo lo que debían en

115
Dice Ángel Bernardo Viso en su libro “Venezuela identidad y ruptura”: “Roma (…) sólo se aventuró fuera de la
península italiana después de consolidar sus alianzas y conquistas en torno suyo” (Editorial Libros Marcados, 2012: 94).
Ese llamado de atención de Viso sobre Roma, sirve para entender a Maracaibo dentro de su jurisdicción político-
territorial, sólo si esta ciudad capital hubiese desarrollado su provincia podía acumular fuerzas para impulsar un
mercado fuera de sus fronteras, tal cosa no ocurrió, Maracaibo solo fue empleada por poderosos intereses instalados en
Europa y los Estados Unidos como cabeza de playa para extraer del occidente del país lo que demandaban los mercados
foráneos. Maracaibo como capital provincial estableció alianzas con las élites de los Cantones subalternos, pero no
trabajó activamente para realizar las propuestas de lograr mejoras en aquellos territorios, estos no se alejaron de su
estado generalizado de postración y atraso porque eso no estaba en los planes de los marabinos. La única alianza
efectiva de la Maracaibo política fue con las Casas comerciales Extranjeras, es decir, con un proyecto exógeno, y a partir
de ese connubio se tienden circuitos mercantiles con muy bajo impacto transformador de su propia región geográfica.
Esa alianza con factores externos llevó a Maracaibo a colocarse de espaldas ante las necesidades de la constelación de
poblaciones de la provincia de Maracaibo, y en razón de ese error no pudo convertirse en la Roma de esta historia,
como si lo hizo, por ejemplo, la ciudad de Bremen quien llegó a controlar el Occidente de Venezuela por intermedio de
las Casas comerciales alemanas. Bremen queda oculta y hay que ponerla en evidencia, porque allí como en otras
ciudades europeas es que están quienes organizan el modelo agroexportador que aquí tomó forma.
116
Dispendio es aquel gasto en esfuerzo o dinero que se considera innecesario y que no se debe, en consecuencia,
permitir.
117
Mostrando así ésta otra gran fractura en la estructura rentista de la provincia.
74

realidad recaudar (AHZ, 1837: T. 9, f. 191). Y en vista a esa situación coloca como tarea corregir esa
situación, para conseguir una fuente de financiamiento para ese gran plan renovador, innovador y
trascendente.
Lo otro que ordena en función del plan es el de llevar una estadística con datos de la
provincia y mantener informada a todas las autoridades sobre esos datos con un periódico
semioficial -El Constitucional- donde entre otras cosas aparecerán las Ordenanzas aprobadas por la
Diputación y los actos de la gobernación. Mencionando el alto magistrado cómo ya se tienen
noticias de la misión corográfica coordinada por el ilustrado jefe el Señor Coronel Agustín Codazzi,
información que permitirá un más amplio conocimiento geográfico de la provincia. También
señala el estadista las circunstancias políticas favorables para ese gran emprendimiento:
(…) que la provincia ofrezca hoy una perspectiva que nunca tal vez ha sido tan lisonjera en
progreso y prosperidad. Restablecido el orden y la concordia sin que ni vestigios queden
de las pasadas disensiones, la atención pública y la de los ciudadanos se han convertido en
las mejoras generales (ídem).
Su fórmula de progreso y prosperidad es la de mantener el orden público, evitar las
disensiones y establecer la concordia, ofrecer educación de calidad, incorporar los terrenos baldíos
a la estructura económica, trasladar capitales y empresas a “las costas”, corregir las distorsiones
demográficas, sacar del aislamiento a las parroquias de todos los cantones, construir una
infraestructura de caminos y aprovechar los ríos navegables, erigir y desarrollar obras públicas de
beneficio a escala provincial, la construcción de barcos… en pocas palabras proponía las mejoras
que la provincia necesitaba para proyectarse dentro del marco nacional y mundial. Tales asertos -
que conforman su concepción de un sistema de vida- son expuestos al terminar su Memoria:
La instrucción primaria en ambos sexos: donde nuevos establecimientos se preparan en
instrucción científica: la agricultura fuente de nuestra riqueza, maestra práctica de la
moral y la civilización por el amor al orden, al trabajo y a otros hábitos que engendra, ha
recibido un impulso que felizmente ha venido a favorecer el buen éxito de las nuevas
empresas y la bondad de las estaciones: el comercio que sigue siempre de cerca la
agricultura va a reanimarse: nuevas y más fáciles vías se preparan para la provincia del
interior y de los trabajos del astillero (…) Reina entre tanto la unión entre los magistrados
y los ciudadanos, crece el patriotismo y el espíritu público y se ama en fin y se respeta a
las instituciones y al Gobierno bajo cuyo régimen y protección se operan tales progresos y
se conciben tantas esperanzas. Grande en verdad es la distancia del punto de que hoy
partimos; pero la marcha está emprendida y el orden y la constancia nos aproxima a
término (ídem).
Esta visión asombra cuando incorpora a la naturaleza en su concepción maestra, al indicar
como participa de este proyecto la Madre tierra con “la bondad de las estaciones”. Lo otro que
maravilla del licenciado Romero es que para ser operativa su visión se debía emplear el método
científico, en especial, los aplicados a la enseñanza, en cuanto a la agricultura debía ser asumida
como una empresa, el comercio debía dotarse de vías de comunicación nuevas y más fáciles de
transitar, y la obra más ambiciosa debía ser un poderoso astillero para dotar a Maracaibo de flota
mercante propia, y un muelle internacional.
En lo político el Proyecto histórico formulado el año de 1837 previene la relación
armoniosa entre las autoridades, los ciudadanos y las instituciones en pro de un Plan de Progreso.
En fin, en esa exposición magistral, estaba sucinto cómo concebir esperanzas, y saber que la
realización de tales expectativas aún cuando está lejana “la marcha está emprendida y la
75

constancia nos aproxima a término”. Con esa visión de futuro Romero indica la hoja de ruta para
permutar a parroquias como Cabimas en poblaciones capitalistas y con ello crear una región
donde se multipliquen los cambios históricos [118]. Correspondía a la clase política de la
Provincia de Maracaibo, buscar los mecanismos para llevarla a la práctica y poner su voluntad
política de manifiesto. Pero lo que el Gobernador denuncia con respecto a ese pequeño auxilio a
los preceptores de las escuelas es una mala señal.
La prueba de fuego para la clase política provincial era la realización de ese mínimo de
obras públicas, para estructurar las parroquias de la provincia con un renovador sistema de vida y
una necesaria e imperiosa articulación con las demás poblaciones. Para apreciar si se tuvo éxito en
ese cometido, el del enriquecimiento de las parroquias, basta con realizar un registro sobre la
cuantía del patrimonio público obtenido desde ese año de 1837 en adelante, así como su
mantenimiento y su ampliación cuantitativa y cualitativa. Para hacer un balance objetivo sobre si
se ejecutó de manera satisfactoria el Proyecto histórico de 1837 en Cabimas, se tendrá que
observar y evaluar el proceso de construcción de la cárcel, de la escuela, de la iglesia y de otras
obras públicas en esta parroquia. Porque con esas edificaciones se tiene la puesta en práctica de
lo más elemental del programa renovador, innovador y trascendente de Juan José Romero, como
es la de llevar esas instituciones a esas comunidades, porque a través de ellas se modificarían esas
poblaciones en un espacio de agrado, mediante el cual se lograría incorporar a las estructuras de
esos poblados empresas, mano de obra y capitales, obteniendo como resultado de ese adelanto
en su estructura económico-social integrarlas a la Provincia de Maracaibo [119].
2.1.1 La cárcel

La crónica de la erección de una cárcel, una escuela u otras obras públicas permiten captar
los graves problemas que aquejaban a aquella república, como son: las deficiencias del aparato
burocrático provincial, el desbalance de las rentas entre los diferentes cantones, la política
presupuestaria que desfavorece las poblaciones parroquiales, el choque entre la visión política a
largo plazo del Gobernador con la visión cortoplacista de los acomodados capitalinos, y la falta de
interés de las cabeceras de cantón con respecto a las parroquias de su jurisdicción. En líneas
generales, la cohesión que debe existir entre los centros poblados no llega al nivel de integración,
como es propio en una región económica [120]. No obstante, a pesar de todas esas debilidades, la

118
Es decir, que el desarrollo de la provincia fuese endógeno y, a partir de esa fortaleza, establecer vínculos con las
demás provincias del occidente venezolano, así como relaciones y nexos con el resto de Venezuela y del mundo, eso es
en el mejor de los sentidos una región histórica, porque ésta es la que hace historia propia y no historia ajena. Porque
en ella el mercado está creado por cambios en el aparato productivo interno, porque como señala Adam Smith el
mercado crece en la misma medida que los cambios en la producción se intensifican. Un territorio provincial productivo
hubiese creado una Maracaibo mercantil que hubiera transformado su territorio en un emporio en expansión. La
actividad mercantil que se desenvolvía en Maracaibo no tenía su origen en un aparato productivo provincial, sino en la
capacidad productiva de ciudades como Bremen en Europa, Maracaibo era un puerto más de Europa en el Caribe. Esa es
la triste realidad.
119
Papel histórico que solo puede lograr el desarrollo del capital, las regiones económicas las crea ese modo de
producción, si el capital es extranjero lo que se implanta es un proyecto exógeno, si por lo contrario, las rentas
provinciales se convierten en capital que se invierte en la jurisdicción político-territorial de su dominio, entonces, el
proyecto será endógeno.
120
Más parecen Complejos Demográficos, es decir, zonas de concentración de poblamiento, caracterizados por la
cercanía física y un intercambio de bajo perfil.
76

realización de esas obras en aquellas parroquias aisladas fortaleció a quienes estaban en funciones
de gobierno, al aumentar su poder de mando y enriquecer su experiencia como burócratas.
Empezaremos el análisis de esos asuntos con la construcción de la cárcel, su crónica permite
acceder a esos aspectos teóricos propios del estudio histórico de los hechos.

a) El proceso burocrático

El licenciado Romero propone el año de 1837 como inicio de su programa renovador de la


provincia ante la Diputación Provincial la construcción de cárceles, escuelas, cementerios e iglesias
en los pueblos parroquiales, para llevar a esas poblaciones lo propio de una vida civil. Ese
programa de obras públicas ya se había puesto en movimiento desde el año anterior en
poblaciones como Cabimas, pero ahora el Primer magistrado lo exponía en su Memoria de
gestión, y allí proclamaba toda su trascendencia, justificando el sacrificio de costear esas obras con
la promesa de un futuro de “engrandecimiento, progreso, prosperidad, orden y concordia”, puesto
que juzgaba que “Grande en verdad es la distancia del punto de que hoy partimos” para alcanzar
lo que nos estamos proponiendo, pero si aquellas parroquias y sus cantones reciben el auxilio de
Maracaibo “la marcha está emprendida y el orden y la constancia nos aproxima a término”. Por
otra parte, también expuso frente a su auditorio las dificultades que tendrían que vencerse,
porque “a pesar de mis frecuentes esfuerzos con que he estimulado a los Jueces locales y
vecindarios para establecer escuelas, ningún éxito ha habido favorable”, de allí que también
debían confrontar la apatía por algunos adelantos [121] que se expresaba en algunos lugares.
En Cabimas la crónica de esta actividad referida a la construcción de la cárcel es la
siguiente:
El año de 1836 en el mes de noviembre llegó la Circular al tribunal local donde se señalaba
la necesidad de la construcción de obras públicas, al comienzo del año siguiente para esos efectos
en Cabimas se elabora la lista de quienes deben prestar el subsidio personal para la realización de
esos adelantos, y se le envía esa nómina ese mismo mes de enero al gobernador para que tenga
conocimiento de cuáles son los vecinos que van a realizar esos trabajos. Y el 9 de septiembre de
ese año 1837 [122] se le especifica cómo se va a emprender la obra con la siguiente comunicación:
R. de V.
Cabimas septiembre 9 de 1837.
Juzgado 2° de Paz.
Señor Gobernador de la Provincia.
Habiendo reunido la Junta de Policía para tratar sobre la cárcel pública que debe hacerse
en esta parroquia resultó que se convino en que del subsidio se quitase un día de trabajo y
sin perjuicio de las rentas Municipales se haga un trabajo tan útil y necesario para la
parroquia pues finta los delitos quedarán impunes por la falta de cárcel.
Lo pongo en conocimiento de Us. para que me ordene lo que puedo practicar. Si Us.
Conviene en que se haga una obra tan necesaria y precisa en la parroquia me avisará para
ponerme en dicha obra.
Soy de Us. con sentimiento de respeto atento servidor.

121
La prioridad eran las cárceles, para restablecer el control social dominante que demandaban los acomodados, la
guerra de la Independencia había alterado la sujeción al trabajo, es decir, a las haciendas.
122
Existían nuevas autoridades locales en Cabimas, es decir, se habían elegido nuevos jueces y esto debió incidir que
sólo hasta septiembre se volviese sobre el tema de la obra pública mientras estos tomaban el ritmo del despacho.
77

Trinidad Perozo (AHZ, 1838: T. 7, ff. 11 y 12).


Esta comunicación proveniente de Cabimas el gobernador la envió a Obras Públicas, y a
ella añadió al pie de la misiva lo que quedaba convenido y solicitaba se iniciaran los trabajos y se
elaboraran informes sobre la realización de la obra:
Contestación:
Que pues allí los vecinos están convenidos con él a separar uno de los cuatro días del
subsidio personal para la construcción de la cárcel, tome inmediatamente activas medidas
para proceder en esta obra, dándome cuenta de los pasos que diere, y de su final
resultado (id. 13).
Con ese intercambio se iniciaba la construcción de la primera cárcel de Cabimas, se
observa como la autoridad del pueblo que es el Juez de Paz cuenta con un respaldo institucional,
recurre a la Junta de Policía para tratar este asunto de su pertinencia. Salta a la vista el medio de
que se van a valer para levantar esta obra pública: se iba recurrir a los vecinos para que aportasen
su capacidad de trabajo a ese propósito, es decir, la comunidad iba a subsidiar la hechura de la
cárcel con su esfuerzo propio. Trinidad Perozo, el Juez de Paz, a nombre de ese conglomerado deja
claro que las Rentas Municipales no van a ser tocadas, el valor del trabajo que se emplee en la
edificación de la cárcel va a salir de los vecinos, para lo cual van a aportar de los cuatro días
previstos solo un día para esta obra -quedando los otros tres para algún otra tarea-.
Según el reglamento para el subsidio personal de obras públicas, las Ordenanzas de la
diputación prevén que cada habitante debe donar al año cuatro días para las tareas comunales,
Cabimas destina uno para la cárcel, quedaban disponibles tres para otras obras. Queda también
claro que tanto el Juez, como el Gobernador y los miembros de la Junta de Policía consideran que
la dotación de Cabimas con una cárcel es necesaria para contener la actividad delictiva [123]. En
otras palabras el aparato burocrático constituido por la Junta de Policía y los dos jueces de paz de
Cabimas se pone en funcionamiento al echar a andar el papeleo oficial, al asumir la tarea de
inventariar la mano de obra disponible, al tomar la decisión de qué fracción del subsidio personal
se va a invertir en la edificación de la cárcel y al asumir como necesario la decisión de no disminuir
el volumen del ahorro local acumulado como rentas municipales.
Dos meses después -noviembre de 1837- el gobernador presentaba su Memoria ante los
diputados -que ya conocemos-, discurso en el que exponía como de estas pequeñas mejoras
dependía un futuro de engrandecimiento de la provincia como centro de desarrollo capitalista
[124]. Lo curioso de este asunto, es que el esbozo de ese gran proyecto tenía como base lo que en

123
En aquellas parroquias que padecían “suma pobreza”, el desorden social debía ser un problema de considerable
envergadura.
124
Un capitalismo basado en la actividad agrícola, no un capitalismo con fundamento en la actividad manufacturera, es
decir, muy lejos del capitalismo de la primera revolución industrial que está impulsado por la actividad fabril, el
capitalismo que aquí se propulsa es el que debe dotar de materias primas al «Otro» capitalismo. La Provincia de
Maracaibo suma sus esfuerzos a la construcción de ese sistema económico en el planeta, porque el proceso
modernizador no es un hecho europeo, es un fenómeno que nace del esfuerzo industrial en el viejo continente y del
esfuerzo agrícola-minero de Asia, África y América Latina. Juan José Romero pretendía que esa articulación tuviese por
base un sistema productivo agrícola y minero realizado con el modo de producción capitalista, pero esos nexos se
pueden establecer también con modos productivos precapitalistas. Sin esa convergencia de esos dos polos, la
modernización no era posible, los volúmenes de materias primas que requería el proceso fabril debían ser abastecidos
por la instalación de una economía extractiva global en la que participaron todos los continentes. El capitalismo voraz
requería de estadistas como Juan José Romero que incorporasen en la fórmula del Proyecto histórico a la naturaleza
con “la bondad de las estaciones” que se ofrecen en el trópico. Europa no podía alimentar ese proceso.
78

Cabimas era un emprendimiento ya puesto en marcha desde el mes de noviembre de 1836. Es


decir, Juan José Romero había nutrido su Memoria con los informes que desde Cabimas se le
remitían para tenerlo al tanto de los pasos que iban dando.
Para el 26 de febrero del año 1838 el nuevo Juez 1° de Cabimas Martín Borjas le expone:
Siendo una de las primeras necesidades de la parroquia para la seguridad y mantener el
buen orden, una cárcel pública que es con lo que se contienen los desórdenes; espero
que Us. Se sirva ordenar al señor comisionado de rentas municipales de esta parroquia,
que contribuya con lo que pueda para lo conclusión de la cárcel que quedó comenzada el
año pasado, pues aunque los vecinos han contribuido con su trabajo personal de cuenta
del subsidio; no es suficiente pues se necesita de lumbres y otras cosas necesarias, y
teniendo presente el párrafo 1° del Art. 2 del Reglamento de recaudación e inversión, que
dice que las rentas que se recaudaren en los Cantones y parroquias serán invertidos en los
mismos; por cuya razón hago a Us. este pedimento; si es posible, y atendiendo a la
necesidad de que se carece, pues los delitos quedarán impunes por razón de que hay
casos en que la ley solo faculta que el castigo sea cárcel y no multa, y aún cuando sea
multa siempre se necesita de la cárcel para hacerla efectiva (AHZ, 1838: T. 7, f. 13)
La epístola se la enviaba Martín Borjas, quien había pasado en el interludio de Juez 2° a
Juez 1°. Por el contenido y redacción de la misiva se pone de relevancia la calidad del funcionario,
éste ya había adquirido experiencia -durante su gestión pasada-, como servidor público en el
manejo de la ley y en el rol que le correspondía jugar en ese cargo frente a la sociedad. Los
propietarios [125] en el ejercicio de la función pública iban adquiriendo una experiencia que
elevaba su nivel político, y esto contribuía a crear las condiciones para que aflorase una élite
parroquial [126]. Y la mejora del aparato burocrático en estas parroquias, interesadas en obtener
esos adelantos urbanos propios de un modo de vida civil, comenzaba a ser un hecho tangible en
estos papeles oficiales. Esta misiva a diferencia de la Trinidad Perozo -el juez saliente- indica que sí
se ha de recurrir a las rentas municipales, puesto que estas se han formado para invertir lo
recaudado en beneficio de la misma comunidad que la ha aportado, con lo que se revela la
conciencia que se empieza a tomar de la defensa de los intereses locales frente a los capitalinos
por parte del juez entrante. Destaca, además, el juez la importancia que tiene la cárcel para
mantener “el buen orden” y el acatamiento a las autoridades, es decir, el mundo ideológico que se
está también ensanchando, se adquiere conciencia de que el Estado para ejercer su autoridad
requiere de medios represivos que permitan hacer de la Ley letra lacerante. En otras palabras se
asume el asunto de establecer un control social dominante por parte del Estado sobre todos los
actores sociales, porque el convencional se había relajado con la guerra de independencia [127].
Tales adelantos en el mundo de las ideas se objetivan en el aparato burocrático que se está
formando en estas parroquias.

125
Los cargos públicos estaban desempeñados por quienes poseían bienes en una cuantía significativa.
126
Realizan una elaboración ideológica que justifica la cárcel -más adelante (en un nuevo capítulo) se profundizará sobre
este asunto-, se tenía certeza de cómo funcionaba la administración, se empleaba los reglamentos para hacer las
peticiones, se argumentaba las necesidades presupuestarias, se recurría al vínculo entre recaudación de rentas e
inversión de las mismas bajo los criterios de territorialidad, y se hacían observaciones en la que se manejan los
conceptos de incentivos positivos e incentivos negativos, esto es, la relación entre multa y cárcel.
127
El control social civil casi desaparece y el control militar se va incrementando e intensificando, las masas quedan
sometidas a un régimen disciplinario más fuerte que implementa severas sanciones.
79

Esa comunicación y ese vínculo establecido con el gobernador y aquellas comunidades de


los cantones y parroquias fueron previstos por el licenciado Romero como Gobernador, él
pretendía construir una cadena de mando que vinculara a las autoridades capitalinas con esa clase
dirigente de las parroquias, de ello dependía la gobernabilidad. En el fondo la cadena de mando
era un pacto, mediante el que las partes se legitiman en el poder ante sus colectividades, porque
las obras públicas justificaban sus gobernanzas. Sin esas concesiones por parte de la Capital -
aprobar la creación de cárceles o escuelas- los jueces de paz de las parroquias no podía justificar
su liderazgo ante sus vecinos ni legitimarse como autoridades.
Desde noviembre a febrero en Cabimas con ese subsidio de un día para la obra [128] se
había realizado: el desmonte del terreno donde se iba a construir la cárcel, se había nivelado el
suelo y marcado el plano de la construcción en el lugar, se habían levantado las paredes, en
definitiva se había comenzado la obra y así se lo hacía saber Martín Borjas a Juan Romero ese 26
de febrero de 1838. Pero también le indicaba que a pesar de todo lo logrado con el subsidio
personal, faltaban las lumbres -faroles- y otras cosas necesarias, razón por la cual solicitaba se
cubriese como un rubro de inversión con lo recaudado por rentas. El 26 de febrero recibe esa
petición el gobernador y para el 11 de marzo de 1838 estaba orientando al juez de Cabimas acerca
de ese punto:
Señor Juez de Paz en ejercicio de las Cabimas. Supuesto que en esa parroquia no hay
caminos que componer, ni obras de limpias de ríos. Guarde a Usía, los vecinos pueden
prestar los cuatro días de trabajo que les corresponden por la orden del subsidio personal
del presente año, para la obra de la conclusión de la cárcel, que es un objeto en que todos
deben interesarse por su propia seguridad y conveniencia.
Para ello los citará U. un día feriado, y convenidos que sean, se formará la suscripción
correspondiente, con expresión de los individuos que ofrezcan en metálico el valor de las
tareas que le toquen. De este fondo podrá costearse o al menos ayudarse la construcción
de las lumbres de la cárcel.
Si este resuelta ineficaz por que no haya quien ofrezca en dinero el equivalente de su
trabajo, entonces me lo participará U. informándome si en la administración de renta de
la parroquia hubiese algo recaudado i cuanto sea para ver si es posible atender con ello el
coste de dichas lumbres [129], remitiéndome también el presupuesto de ellas.
Lo digo a U. en contestación a su oficio del 26 pasado.
Dios guarde a U. Romero.
Adición.
Aún que no sea posible por ahora el prestar cada vecino el valor o el servicio de los cuatro
días, puede bastar el de uno o dos días (AHZ, 1838: T. 7, f. 13).

128
Cada mes no trabajaba la misma cuadrilla. Un cálculo hipotético del valor de lo contribuido por los vecinos en
Cabimas puede ser más o menos así: Si Cabimas tenía ciento cuarenta vecinos cabezas de familia, estos podían disponer
cada uno de un sirviente, un criado, un jornalero y una bestia por mes, es decir, podían cubrir de esa forma cuatro
meses y al hacerlo ya habrían contribuido con sus cuatro días anuales, ahora bien si cada cuatrimestre participaban 46
vecinos distintos, el año lo podrían cubrir esos 140 vecinos, donando un trabajador por mes para la obra, es decir, 46
trabajadores para realizar una tarea cada treinta días, esto es, un día de trabajo mensual.
129
Las erogaciones de este tipo de iluminación la refiere un documento del año 1847, allí se lee: Por valor de 178 ½ de
aceite de coco gastadas en 32 faroles que componen el alumbrado público de esta ciudad desde el 3 en el presente mes
hasta el 20 del mismo, a razón de un real cada botella pesos 22.2 ½ Maracaibo abril 2 de 1847. El cabo de ministro de
policía (AHZ, 1847: T. 1, f. 487). Y ese no era el único gasto, también tenía un valor el “pabilo y mechas de azufre, de dos
lamparitas (…) de esta cárcel” (íd. f. 492).
80

Maracaibo se oponía al uso de las rentas municipales recaudadas en sus parroquias, para
concluir la cárcel, porque al hacerlo otros gastos destinados a la capital no tendrían esa reserva de
dinero para costearlas. Y por boca del gobernador le responden a esa comunidad, que aporten los
cuatro días del subsidio a esa obra para que sea terminada o cuando menos aporten uno o dos
días más. También le indican al juez que reúna a los vecinos y que les solicite que conviertan el
trabajo que deben aportar en dinero, y que con ese fondo monetario compren lo necesario para la
dotación de la cárcel, como es el de las lumbres solicitadas. El licenciado Romero, sin embargo, les
deja abierta un resquicio, les señala que de no conseguir esos resultados, se pueda recurrir a lo
recaudado en la parroquia. Romero justifica ante los cabimenses el uso de los tres días restantes
del subsidio personal para la construcción de la cárcel, porque allí no se tiene previsto la
composición de caminos o la limpia de los ríos.
Lo cierto es que Cabimas, había levantado la obra entre el mes de noviembre de 1836 y
el 26 de febrero de 1838, el Juez de Paz de Cabimas, como ya se ha visto en su misiva, comunica al
gobernador que “la cárcel (…) quedó comenzada el año pasado, [lo que ha sido posible porque] los
vecinos han contribuido con su trabajo personal de cuenta del subsidio; [sin embargo] no es
suficiente pues se necesita de lumbres y otras cosas (…)”. El problema para concluirla, en lo
inmediato, es que se le negaba a esos vecinos emplear las rentas recaudadas a nivel local para
suplir lo que faltaba, en vez de eso les indicaron desde Maracaibo que exigieran en dinero los
otros tres días restantes del subsidio, lo que representaba un sacrificio si se toma en cuenta lo
menguado de los recursos monetarios de que disponían aquellas gentes. Además, esas reuniones
que debían efectuar los jueces con los vecinos retardaban más la conclusión de la cárcel.
En Cabimas la reunión prevista por el Gobernador se efectuó, y los vecinos manifestaron
que no podrían dar en metálico el valor de su tarea, tampoco iban a donar más de un día de
trabajo. Se habría, por tanto, de obtener los pesos faltantes de la administración de rentas de la
parroquia. Y elaboraron el presupuesto solicitado, no sólo de las lumbres sino también de todo lo
necesario. El gobernador recibió de su Secretario el 14 de agosto de 1838 el “Presupuesto de lo
que se necesita para la conclusión de la cárcel pública de esta parroquia de Cabimas a saber lo
siguiente”, ese presupuesto venía fechado en julio 30 de 1838 y rubricado por Martín Borjas, allí
escuetamente se incluía:
Tres pesos para el bejuco y ocho reales para la caña brava.
Dos reales y medio para clavos y dieciséis pesos para las lumbres.
Dieciséis fanegas de cal: seis pesos.
El candado seis reales.
Suman veintiséis pesos y dos reales y medio (AHZ, 1838: T. 7, f. 15).
Venía con el oficio donde se le solicitaba:
(…) se sirva librar la competente orden al Señor Administrador de Rentas municipales
para de que lo que haya recaudado (…) le facilite a este juzgado lo que consta de dicho
presupuesto (…) (id. 16)
El gobernador previno la consulta del expediente titulado “Obras públicas. Sobre
construcción de la cárcel de la parroquia Cabimas”, y allí se encontró una falla, en consecuencia,
dictó:
(…) he recibido una nota de U. acompañándome el presupuesto a fin de que le libre yo
orden a esa Administración de rentas municipales (…) Pero como sin tener a la vista la
relación que le he pedido de los vecinos (…) y de los estados de tanteo de rentas que ha
81

debido U. remitirme cada día último de mes no puedo aprobar el presupuesto (…) Espero
que me remita ambas cosas (ídem).
Como es obvio esto generaba un nuevo retardo, achacable a fallas de los funcionarios.
Corría ya el mes de septiembre y el gobernador se preparaba para rendir cuentas otra vez a la
Diputación Provincial -era en noviembre-, entre las cosas a exponer en ese concilio, por una parte,
los proyectos de navegación de los ríos Motatán y Río Negro, la construcción del camino de Perijá
y la fabricación del gran Muelle de Maracaibo [130], y por otra parte, debía entregar cuentas de
que logros se habían obtenido, entre otros, los que se referían a la construcción de las cárceles en
la provincia. Así que se dirigió a de nuevo a Cabimas en septiembre 20 de 1838 apurando la
conclusión de la cárcel:
Septiembre 20 de 1838.
Señor Juez de Paz en ejercicio de las Cabimas.
En virtud de haberme informado el Administrador de rentas municipales de esa parroquia,
que la casa de la cárcel se haya ya parada, faltando sólo para su conclusión los artículos
expresados en su presupuesto (…) e igualmente de que con lo recaudado de rentas
municipales hay para cubrir (…) doy con esta fecha la orden conveniente (…)
Lo comunico a U. para su inteligencia, esperando (…) se concluya para mediados de
octubre, pues el 1° de Noviembre se reúne la Diputación Provincial, y debo darle cuenta
del resultado (…)
Romero (AHZ, 1838: T. 7, f. 17)(26+).
Cabimas informa a la gobernación lo que le solicita, y en sus rentas tenía con qué cubrir
aquellos gastos. Por la lista de cosas que se necesitaban para la conclusión de la cárcel se deduce,
primero, que faltaba la techumbre, puesto que se solicitaban bejucos, clavos y caña brava, y
segundo, la solicitud de cal nos indica la calidad del encamisado o friso que se le iba a aplicar a las
paredes, es decir, la cárcel tendría paredes encaladas. Lo otro que se menciona son objetos de
iluminación y de seguridad, esto es, las lumbres y el candado, propios de ese tipo de obra
destinada a alojar presos.
De agosto a septiembre el Administrador de rentas de Cabimas le había informado al
gobernador lo que requería saber, y Juan José Romero en una nota al Administrador Principal de
Rentas de la Provincia le instruía:
U. dará la orden conveniente a aquella administración subalterna para la erogación de
dicha suma la que será entregada por partes al Juez a medida de que se vaya necesitando
o según los progresos de la obra, tomándose los competentes recibos (id. 17).
El 24 de noviembre de 1838 llegó a la gobernación una esquela de Cabimas, habían
cometido una omisión en el presupuesto de la obra:
Gobernador de la Provincia.

Adjunto acompaño a Us. el presupuesto del costo de los arbañiles que se necesitan, que
se olvido poner en el otro presupuesto primero con la mantención de dichos maestros, y
dos pesos más que se necesitan (id. 19/20).
Martín Borjas.

130
Sólo en lo que respecta al muelle “la obra sobre un plan de solidez y buenas proporciones costará de diez a doce mil
pesos” (AHZ, 1837: T. 9, f.193/207), y las rentas recaudadas en Maracaibo eran de 16.889 pesos, visto desde esta
perspectiva se entiende por qué Romero apura al juez de Cabimas para que no eche mano de lo recaudado, los gastos
que requería la provincia eran superiores a sus ingresos, los presupuestos eran totalmente deficitarios. El problema de
financiamiento se cernía sobre el Gran Plan de desarrollo esbozado por el gobernador.
82

Y acompañó esta esquela con una:


Relación de lo que se necesita para la conclusión de la cárcel pública de esta Parroquia a
saber lo siguiente:

Diez pesos para pagar los maestros arbañiles por su mano y manutención. Dos pesos para
la compra de caña, bejuco y clavos, para clavar las lumbres y reclavar algunas varas del
cuerpo de la cárcel que se estaba concluyendo en esta parroquia. 12 pesos.

Para que Us. se sirva mandar al Señor Administrador Subalterno de Rentas Municipales de
esta Parroquia que entregue a este Juzgado para que el día primero de Diciembre esté
concluida dicha cárcel. Cabimas Noviembre 24 de 1838 Martín Borjas.
El 30 de noviembre de 1838 Romero sin dar tregua escribe al Presidente de la Diputación
Provincial:
Siendo muy interesante en los Cantones Subalternos y sus parroquias suburbias la
reparación o construcción de cárceles, escuelas, cementerios e iglesias, me permito
recomendarle a la Honorable Diputación se sirva acordar en el presupuesto general
alguna suma para estos objetos en cada uno de los puntos indicados con vista del estado
de las obras ya principiadas según lo que aparece de mi Memoria dirigida a la Cámara en
el presente año (AHZ, 1838: T. 10, l. 21, f. 330).
Y para el quince del mes de marzo del año 1839 el gobernador se dirigió a Juan
Carrasquero administrador principal de rentas interino y le dijo:
El Juez de Paz de las Cabimas me ha dicho (…) está ya sólo pendiente de la cantidad de
doce pesos (…) y habiendo allí algunas existencias de lo recaudado (…) en poder del
Administrador Subalterno Basilio Borjas, las cuales deben depositarse en esa
Administración Principal (…) espero que se expida la correspondiente a dicho
Administrador para que entregue la expresada suma (…) al Juez de Paz en ejercicio,
encargándole (…) cuide de que la obra se concluya lo más pronto (…)
Romero (AHZ, 1838: T. 7, f. 20).
El 26 de marzo de 1839 Juan Carrasquero daba respuesta positiva al Gobernador al decirle
en un oficio: “Consecuente con la nota de Us. (…) he dado la correspondiente orden (id. f.21)

Cuatro meses más tarde el gobernador Juan Romero, un 18 de julio del año 1839, tomaba
un buque en Maracaibo que lo llevaría hasta el puerto de La Guaira, de allí proseguiría a Caracas.
Había renunciado a sus funciones en esta provincia del occidente de Venezuela, quedaba al frente
de la provincia el “Sr. Aniceto Ochoa”, “mientras regresa de la Provincia de Trujillo el Sr. Coronel
Escolástico Andrade” que ocuparía el cargo (AHZ, 1839: T. 9, f. 167) [131].
Juan Romero en su mente debió cavilar sobre la enorme asimetría existente en esta
provincia de la cual ahora se alejaba, el Cantón Maracaibo se elevaba sobre todos esos cantones
de esta comarca con unas rentas de 16.889 pesos mientras que el Cantón Gibraltar en el otro
extremo se le calculaba unos ingresos por rentas que con dificultad llegaban a 400 pesos. Era
abrumador el desequilibrio de la provincia. Según Juan Romero aquellos cantones debían ser
debidamente poblados y orientados por el gobierno para obtener rentas superiores, él había

131
La Circular que anunciaba esta decisión iba dirigida a los Jefes políticos, Administradores de aduana, Rentas
Municipales y de Correos, General Comandante de Armas, Comandante del Apartadero, Jueces de 1 era. Instancia y de
Comercio, Rector del Colegio Nacional, y Jueces de paz del Pilar, Santa Rosa, Bobures, San Pedro, La Ceiba y la Ceibita, La
Rita, las Cabimas y Lagunillas, y al Vicario foráneo de la Provincia y al Registrador. Tal era la estructura del Estado en esta
provincia.
83

sostenido en aquella histórica Memoria de su gestión que “de los estados de las rentas y los de las
producciones y consumos interiores son a un tiempo la prueba y la medida del fomento
progresivo”. Pero el rico y acaudalado Cantón Capital se negaba a llevar a cabo el proyecto
histórico de 1837 propuesto por Juan Romero, los capitalinos -del sector público y privado- no
acudían en auxilio de los cantones suburbios con empeño y, de este modo una construcción tan
simple como la de una cárcel se dilataba en el tiempo como se puede constatar con la información
aquí recogida para mostrar la crónica de ese centro de retención en Cabimas.
El retardo se presentaba por esa ida y venida de informes, por el tiempo invertido para
tomar las decisiones, por las correcciones y fallas, y también por problemas presupuestarios. Estos
últimos eran determinantes, y el gran error era que todos querían en la capital provincial echar
manos a esos recursos monetarios, pero lo hacían colocando a un lado la Memoria del año de
1837 y su Gran Propuesta de desarrollo capitalista, es decir, dejando a un lado el Proyecto
histórico que estaba allí esbozado para alcanzar altas metas para la Provincia de Maracaibo como
un todo, en una economía mundo que estaba en pleno apogeo y una región como la del occidente
venezolano con un potencial de diversidad de recursos a nivel de lo pletórico.
La construcción de la cárcel se inició un 9 de septiembre del año 1837 y para un 18 de
julio del año 1839 aún no se había dado por terminada. Se puede sospechar que esa renuncia del
licenciado Romero se pueda explicar por ese desfase entre lo que deseaba crear este estadista
ilustrado y modernizador y lo que concebía la élite conservadora y tradicionalista maracaibera
sobre lo que se debía hacer. Había un conflicto entre las miras a largo plazo de un estadista y los
objetivos a corto plazo de una élite que no superaba el marco de los intereses capitalinos.
Convertir a Cabimas en una parroquia capitalista (y con ella a las demás poblaciones) era lo que
estaba en juego, si esto se lograba la Provincia de Maracaibo se transformaría en una región
económica pujante y en una región histórica superlativa. Al no alcanzar ese logro, la provincia
seguiría teniendo como triste realidad unas «parroquias aisladas», es decir, con unas relaciones y
vínculos precarios generadoras de escasas rentas públicas que las condenaban al círculo de la
pobreza y a hundirse en un triste estado de miseria.
La élite marabina no acompañó al licenciado Juan José Romero en esta aventura de alto
vuelo, y en las parroquias una élite parroquial en formación se incorporó a ese proyecto promisor
con diferentes actitudes, algunas muy entusiastas, otras de gran resistencia (cuando se trató de
fundar escuelas el Gobernador se encontró con que a pesar de sus “frecuentes esfuerzos con que
he estimulado a los Jueces locales y vecindarios para establecer escuelas, ningún éxito ha habido
favorable”). El otro obstáculo era la actitud negligente de las cabeceras de cantón, por falta de
voluntad política y por escasez de rentas. Las rentas del Cantón Altagracia el año de 1837 fueron
de 502 pesos, destinar doce pesos a la cárcel de Cabimas constituía un 2,39% de ese monto, tomar
esa decisión requería voluntad política de escala cantonal y ésta no abundaba, de este modo ese
arbitrio tampoco fue empleado para concluir la cárcel de Cabimas. Pero no solo ocurría tal falta de
eco con las necesidades de sus parroquias, entre la cabecera del cantón y esas poblaciones bajo su
jurisdicción no existía un correo regular, los procesos administrativos eran más fáciles entre las
parroquias con Maracaibo que con la Villa de Altagracia, la asimetría entre Maracaibo y la Villa de
Altagracia se replicaba entre la Villa de Altagracia y las parroquias La Rita, Cabimas y Lagunillas, y
con respecto a la parroquia Siruma las relaciones estaban aún en un escalón más abajo. Esa era la
84

realidad, lo que existía no era una región en el mejor sentido del término, se aproximaba más a un
simple Complejo Demográfico [132] determinado por la cercanía entre villas, parroquias,
vecindarios, aldeas, caseríos y rancherías que establecían entre sí un intercambio simple. La
burocracia tanto cantonal como provincial se reducía a establecer los contactos políticos de
subordinación, como algo sobrepuesto a esa realidad carente de una relación orgánica. La
burocracia no internalizó el Proyecto histórico de 1837. El Proyecto esbozado en la Memoria de
gestión de la gobernación del año de 1837 fue asumido de un modo superficial, no obstante ese
moderado esfuerzo creó un aparato burocrático que introdujo dentro de la constelación de
poblaciones de su jurisdicción un nivel de nexos que permitieron algunos avances.
El Proyecto histórico de 1837 solo fue utilizado por la élite marabina como un discurso
político para cooptar las élites del campo y conservar la Gobernación en sus manos, es decir, sólo
era aplicado en la esfera de la subordinación, en la esfera de lo económico todo era distinto, una
cárcel con el valor de 60 pesos tardó dos años en ser terminada. La burocracia funcionó para
establecer la cadena de mando desde el gobernador hasta los jueces de paz de las parroquias para
mantener la paz social, pero no para realizar estas obras públicas que llevaría la vida civil hasta
estos pueblos y poner en marcha un proyecto de intercambios complejos.
El caso de Cabimas debió pasar por la mente del ex gobernador Romero cuando marchaba
hacia la capital de la república, porque cómo era posible que algo tan sencillo como construir una
pequeña cárcel resultara tan demorado. En Maracaibo le sucedía en la gobernación el coronel José
Escolástico Andrade, el nuevo Gobernador era nativo del Cantón Altagracia, es decir, del cantón
donde estaban las parroquias de La Rita, Lagunillas, Siruma y Cabimas, y las aldeas de Palmarejo,
Punta de Palmas y Puerto Escondido.

Andrade viene desde los Andes a tomar las riendas del poder, y a darle continuidad a
aquella labor emprendida por su antecesor. El nuevo gobernador escribió a Cabimas en tono
apremiante:
Desde el 19 de marzo se libró orden al Administrador (…) para que entregase a U. la suma
de doce pesos (…) para concluir la casa destinada a cárcel (…) y como hasta hoy no ha
tenido la gobernación noticia del resultado de dicha obra (…) espero que dentro de ocho
días a más tardar, me lo comunique.
Andrade (AHZ, 1838: T. 7, f. 21).
En efecto, el Administrados Basilio Borjas había dotado al juzgado con el dinero para esa
inversión, y había cumplido con el encargo que le hiciese el ilustrado Juan Romero de que cuidase
de que la obra se concluyese.

132
En el libro “Cabimas-Historia. Origen, fundación y prospectiva de un centro poblacional” Editorial Universo, 1991 se
emplea ese concepto de “Complejo Demográfico”, se puede consultar ese punto de la página 16 a la 18 y ver los
gráficos donde se ubican los Complejos Demográficos de la Cuenca lacustre, están identificados en G: 8, 9, 10, 12 y 13
(todo esto, por supuesto, hoy en día se modificaría en buena medida bajo una revisión). Dentro de un Complejo
Demográfico, cada población tiene de acuerdo al desarrollo de sus potenciales una capacidad de influir sobre las otras
poblaciones, esa sería el área de influencia de cada pueblo. El Complejo Demográfico se caracteriza por la sinapsis
mediante las cuales se conectan entre sí los centros poblados, en especial, bajo los estímulos de una economía
complementaria y un mercado interno tradicional. Tal sinapsis pone en evidencia la existencia de un mercado interno
local de bajo impacto histórico, pero de carácter endógeno, es decir, propio. Sus fronteras no son las políticas.
85

Es así como en septiembre 21 de 1839 de Cabimas le responde José Concepción Balbuena


(estaba de nuevo al frente del juzgado de Cabimas) al héroe de la Independencia el coronel José
Escolástico Andrade:
Gobernador de la Provincia.
(…) digo a V.S. que han sido recibidos los doce pesos (…) y efectivamente se haya dicha
cárcel ya concluida del todo.
Soy de Us. con sentimiento de respeto su atento servidor.
José Concepción Balbuena (id. 23).
De acuerdo con esta crónica dos años tardó en construirse esa obra pública tan necesaria
para contener a los que protagonizasen desórdenes. En realidad el proceso administrativo empezó
el 9 de noviembre de 1836 y culminó el 21 de septiembre de 1839, es decir, duró dos años y diez
meses. Ese fue el tiempo que empleó el proceso burocrático para la edificación de la cárcel de
Cabimas. La construyeron dos gobernadores: Juan Romero y José Escolástico Andrade, tres jueces:
Trinidad Perozo, Martín Borjas y José Concepción Balbuena, un administrador: Basilio Borjas y, lo
más importante, la levantaron ciento cuarenta habitantes de Cabimas que participaron como la
fuerza de trabajo para “levantar” -parar- la cárcel. Habían librado una larga batalla para traer una
institución propia de la vida civil a la población, la idea era salvar la enorme distancia que separaba
a estos cantones subalternos de Maracaibo.

Era ese el camino para dejar atrás el pasado colonial y su régimen antiguo, pero esa batalla
contra el atraso era incierta, porque las élites provinciales no internalizaron el proyecto histórico
en la escala y la profundidad que concibió el licenciado Juan Romero. Y ese es exactamente uno de
los grandes problemas nacionales cuando se trata de asumir las tareas históricas, las élites no solo
deben identificarse con un proyecto histórico, digamos modernizador, deben además, y esto es lo
decisivo, ser capaces de asumirlo en contra de todos los obstáculos que se les antepongan.
En esta provincia todos compartían los sueños de Juan José Romero, pero en las horas de
vigilia orientaban sus pasos hacia lo cotidiano y no lo extraordinario. Cuando el Coronel José
Escolástico Andrade toma posesión de la Gobernación pone en evidencia en un mensaje tres
cosas, 1. su antecesor brillaba por la ilustración, 2. la burocracia en tres meses era incapaz de
realizar un informe acabado de la provincia y 3. el estado de la provincia no había salido de su
postración. Dice en su Memoria dirigida a la Honorable Diputación de Maracaibo en el año de
1839:
Después de la interesante Memoria de mi ilustrado predecesor os presento en la última
legislatura - haceros siquiera una breve demostración del estado actual de la provincia,
pues la permanencia de solo tres meses en el despacho (…) no bastaría para adquirir datos
exactos (…)
Vacuna. No dieron mejor resultado que las anteriores, atribuyendo el facultativo este
incidente a haberse encontrado (…) algo pasadas (…)
Lazareto (… …) Manumisión (… …)
Educación pública. Gibraltar, Cañada se han abierto. Zulia continúa cerrada (…) parroquias
no existe presupuesto para la asignación del maestro.
Obras públicas. Muelle (… …) Cementerios (… …) Cárceles. Ceibita se acabó de construir.
Perijá, Zulia se encuentran en estado de ruina. Altagracia: crecido gasto de 54 pesos
anuales en el alquiler de una casa. Otras se acaban de emprender la construcción de una
casa para la escuela.
86

Enlozado y Empedrado (… …) Privilegios. Navegación del Motatán. Navegación del río La


Grita. Obras del camino de Perijá. Camino de Santa María a Mérida.
J.E. Andrade (AHZ, 1839: T. 5, f. 290).
Todo indicaba el tibio apoyo de la élite marabina al anterior gobernador de la provincia. La
frivolidad de la élite capitalina solo se identificaba con el Proyecto histórico de 1837 como un tema
de tertulias y no como un asunto que arrostra sacrificios extraordinarios.
El otro enorme y atroz problema es la operatividad del tren burocrático, porque un
aparato burocrático eficiente y eficaz es el mayor y mejor recurso con el que puede contar un
Estado para alcanzar las altas metas previstas en los Proyectos históricos. La calidad del aparato
burocrático en un factor crucial para ejecutar cualquier proyecto histórico. El caso de la cárcel de
Cabimas es una prueba rotunda de ese aserto, una construcción modesta como aquella de un
escaso valor de 60 pesos que se pudo construir en un mes, se llevó en tiempo invertido en el
proceso burocrático dos años y diez meses. La revolución del aparato burocrático es el gran
objetivo de toda concepción política que pretenda objetivar sus ideas, un aparato burocrático de
calidad es crucial cuando se trata de operar cambios para cambiarlo todo.
La cárcel de Cabimas fue construida con una lentitud exasperante, pero con todo, ese
proceso sirvió para echar a andar algo nuevo en aquel poblado, porque con ese logro material
había ocurrido un gran hecho histórico, Cabimas al edificar la cárcel había erigido en paralelo un
aparato burocrático, el cual antes era inexistente.
En Cabimas la gente “paró” la cárcel, la concluyó e hizo entrega de la obra al gobierno
provincial, éste ahora debía aprobarle una partida presupuestaria a esa institución. Con el subsidio
personal y las rentas municipales de la parroquia los vecinos de Cabimas acompañaron el Proyecto
histórico de 1837, que su gobernador y jefe político el licenciado Juan José Romero les propusiese.
Llevarla a cabo formó en el ejercicio del poder a un grupo de hombres, quienes organizados
dentro del juzgado movilizaron a los vecinos para adquirir ese bien represivo destinado a
“contener los desórdenes”. Cabimas con esa realización contaba con sus primeros burócratas,
condición obtenida en las nuevas experiencias como eran las de establecer contacto con el
gobernador, consultar las Ordenanzas y sus reglamentos, recibir Circulares y responder con oficios,
seleccionar a quienes iban a realizar la construcción consultando los archivos del juzgado, realizar
reuniones, por una parte, con la Junta de policía para decidir los días de subsidio que serían
invertidos en la obra, y con posterioridad, con los vecinos, para resolver cómo concluir la
edificación.
También los jueces y el síndico debieron: justificar ante todos la necesidad de esa
institución, elaborar los presupuestos para la obra, supervisar los trabajos, rendir informes sobre
el avance de la construcción. Ese grupo de hombres que estuvieron al frente de esa
responsabilidad debieron, en consecuencia, administrar la ejecución de esa obra pública, y una vez
concluida la edificación de la cárcel, debieron obtener la partida presupuestaria para su
funcionamiento, y el Juez de Paz debió asumir la función de alcaide de la institución recién creada.
Hecho todo esto, más adelante, también tuvieron que hacerla incluir como punto de la agenda en
las reuniones corporativas de las autoridades del Cantón Altagracia cada vez que su problemática
lo ameritase. La edificación de la cárcel en Cabimas creó un aparato burocrático, y ese hecho tiene
87

un claro carácter histórico [133], por diferentes razones, primero, porque aquello era algo nuevo
en la composición de la población de Cabimas, es decir, allí había surgido un nuevo sector social
que era el de los burócratas, y segundo, porque el aparato burocrático es propio de todo proceso
de urbanización. La complejidad del fenómeno urbano que se desata con la fundación de la
población demandaba de la realidad la aparición de ese elemento estatal, porque éste es el que ha
de asumir el proceso administrativo de la cosa pública. No fue en consecuencia una cosa muy
sencilla la construcción de la cárcel, fue el resultado de la movilización de diferentes y variados
tipos de fuerzas [134]. Y a la inversa, una cosa muy sencilla, la cárcel, dio origen a una cosa muy
compleja, la burocracia.
b) El proceso administrativo
Detrás de la edificación de la cárcel de Cabimas estaban los logros de un nuevo régimen
político, el cual se hizo tangible mediante los procesos electorales, porque los jueces y síndicos
que la construyeron fueron el resultado de los sufragios realizados entre los vecinos de esas
comunidades para escoger sus autoridades. En este caso -el de Cabimas- en las elecciones del año
1837 el Cantón Altagracia se puso en movimiento para escoger los miembros del concejo, alcaldes
parroquiales y jueces de paz:
En la villa de Altagracia a los veinticinco días del mes de Diciembre de mil ochocientos
treinta y siete: reunida la Asamblea Municipal compuesta por los Señores Nicolás Padrón,
Manuel Sanson, Ángel María Benavides, Reyes Belloso, Mariano Antúnez, Rafael Padrón i
Presbítero J. Trinidad Santos cura interino de esta parroquia, entrando estos dos últimos a
subrogar a los principales J. Antonio Cardoso i Francisco Olivares i Romero por hallarse
impedidos (…) a efecto de verificar las elecciones de los miembros municipales de este
cantón (…) se procedió a las elecciones de los Jueces de Paz i Síndico de Cabimas, i
resultaron elegidos por unanimidad de votos para 1° el Señor Martín Borjas, para el 2° Sr.
Antonio Villasmil, i para síndico el Señor Basilio Borjas (… … …) se concluyó la sesión.

Manuel de Sansón Secretario (AHZ, 1838: T. 6, f. 110).

Son estos elegidos, Martín Borjas, Antonio Villasmil y Basilio Borjas, quienes echaron a
andar el proceso complejo de construir una cárcel, son por tanto los que harán posible con su
servicio público que aparezca en los Expedientes de Fomento de la gobernación uno referido a
“Obras públicas. Sobre construcción de la cárcel de la parroquia Cabima” (AHZ, 1838: T. 7, f. 11).
Obra que será llevada adelante con quienes también presidieron ese juzgado en 1838 y 1839. Lo
que hará posible que esa obra se asiente en el catastro municipal:
Catastro de las propiedades municipales de la Parroquia Cabimas que forma el que
suscribe como colector de rentas municipales de la misma parroquia por orden de la
administración subalterna del Cantón Altagracia. 25 de Junio del corriente año.
La cárcel de esta parroquia está en la plaza [135] (…) el valor de dicha cárcel es de
sesenta pesos su procedencia ha sido costeada por el vecindario y las Rentas municipales.
Cabimas Junio 26 de 1839. Félix Borjas (AHZ, 1840: T. 19, f.217).

133
La crónica de la construcción de la cárcel de Cabimas es utilizada para alcanzar el conocimiento histórico que
realmente nos interesa, es decir, la de responder qué es lo verdaderamente relevante de lo que está ocurriendo, y esto
es, la creación del aparato burocrático en Cabimas (esto sí es lo propiamente histórico, lo otro es crónica).
134
Y es esa complejidad la que crea a algunos hombres extraordinarios en aquellas comunidades, los individuos de élite.
135
La primera plaza del pueblo fue la del vecindario La Rosa, esta segunda plaza da origen a la Cabimas de La Plaza, la
cual queda donde está en la actualidad, y en ese lugar -en diagonal con la actual Catedral- ha cambiado una y otra vez de
88

Ese Expediente y ese registro catastral, forma parte del proceso administrativo que
marcha simultáneo a la construcción de la cárcel y al funcionamiento de la misma. Y ese proceso
administrativo es lo que permite disponer de una crónica de esa obra pública, es decir, lo que hace
posible conocer los avatares por los cuales pasó esa edificación.
Este catastro -trabajo del aparato burocrático- realizado por el vecino de Cabimas Félix
Borjas lo copia en Maracaibo Francisco Meoz, y él agrega al final que “su valor según comprobante
N° 14 es de 60 pesos” y da a conocer además el patrimonio público de los cantones:
Propiedades Municipales Provinciales: Cantón capital 16.823 pesos. Parroquia Cabimas en
el Cantón Altagracia 60 pesos. Cantón Perijá 540 pesos. Cantón Zulia 320 pesos. Parroquia
Sinamaica 420 pesos. Total de pesos 18.163 (AHZ, 1840: T. 18, f. 83, 84, 91, 92).
La cárcel de Cabimas fue lo que permitió incluir al Cantón Altagracia con propiedades
municipales en la provincia. Pero esa incorporación no garantizaba su permanencia, aquellas
edificaciones que se construían en las parroquias aisladas sufrían en poco tiempo un grave
deterioro, debido a que sus materiales eran deleznables y debían ser refaccionadas una y otra vez
para impedir su total ruina, cosa que de ocurrir arrostraría como consecuencia la pérdida de ese
patrimonio tan difícilmente adquirido. Las edificaciones de Maracaibo, por lo contrario, eran por lo
general más sólidas (de mampostería y cantería), existía un criterio de desigualdad imperando en
el ambiente. En cuanto al proceso administrativo que se echa a andar, es bueno conocer sus
pormenores, porque es como hacer un curso de cómo los funcionarios ejercen el gobierno y cómo
traban o desenvuelven los problemas de interés público.
De la cárcel de Cabimas se tiene noticia el 27 de julio de 1847, en esa fecha el Jefe político
del Cantón Altagracia, Justo Moreno, está reunido con la corporación -el Concejo Municipal-, y
como parte de las tareas del día está el caso de Cabimas que ha sido debatido. El relator dicta al
secretario Villalobos el siguiente oficio donde se expone el problema de aquella parroquia:
Se tomó en consideración la solicitud del Señor Juez primero de paz de la parroquia
Cabimas, relativa a que se declare como gasto extraordinario la suma de diecinueve pesos
un real (…) para la refacción de la cárcel de dicha parroquia, y oído el informe favorable
del Señor Administrador Subalterno de Rentas Municipales de este Cantón que
personalmente lo ha emitido ante esta Corporación; persuadido este Cuerpo de la
necesidad y urgencia del gasto pues de no hacerse antes del invierno, dicha composición
resultaría que dicha cárcel sufriría, si no una ruina total, un deterioro mayor que
importaría mucha más suma que la que hoy necesita, lo resuelve tanto en calidad de
extraordinario (AHZ, 1847: T. 6, f. 160).
Para el 1° de agosto de 1847 el Administrador del cantón recibía el acuerdo ordinario del
Concejo declarando el gasto para la reparación -de la cárcel de Cabimas (id. f. 159), y el día 20 de
ese mismo mes se extiende un recibo donde reza [136]: “Recibo por 19 pesos 1 real para la
reparación de la cárcel de Cabimas a cargo de Antonio González de Lira. Sep. 20 de 1847. Entrega
Juez 1° de Paz (id. 161).

nombre y de forma, incluso una de ellas quedó dentro de lo que se denominó como el Parque Bolívar. Dos plazas ha
tenido la población de Cabimas en su historia, la primera sirvió para ubicar dónde debía ir el templo y la casa de cura en
la población que se fundaba en el vecindario de La Rosa, la segunda amplió el mundo institucional de esta población con
esta cárcel y con el despacho de la Judicatura, que quedaron en torno a La Plaza. Tal era la función de la plaza, su
importancia era la de reunir los poderes públicos en su entorno, y la de servir su terreno como espacio público por
excelencia. Las casas de los principales del pueblo también se erigieron a su alrededor o en las calles adyacentes.
136
El alcaide -el encargado de ese centro de reclusión- tenía a su disposición un comisario alguacil.
89

No obstante, algo debió suceder, porque en un oficio del mes de octubre se lee:
Altagracia Octubre 8 de 1847.
Señor Gobernador.
El Señor Administrador Subalterno de Rentas Municipales de este Cantón (…) dice (…) no
encontrando la administración cantidad alguna acordada para reparar la cárcel de la
parroquia Cabimas, se abstiene de erogar los 19 pesos 12 i 2/4 reales que en dicho estado
aparecen adeudándose para este objeto;
Hasta acá el texto permite suponer que Lira se apareció por la oficina de rentas de
Altagracia y al extender el recibo por esa cantidad de dinero no le entregaron los 19 pesos y 1 real.
Esto ocurrió porque allí se alegó que no se había expedido la orden para entregar esa suma de
dinero para esa “composición”. Dice el administrador en ese informe al Gobernador:
A que se agrega que en el caso de haberla debía siempre demorarla hasta obtener la
orden del la Gobernación como previene en el art. 10 de la Ordenanza de presupuesto
vigente. - Lo transcribo a Usted así para que se esté en cuenta de no ser en culpa mía el no
satisfacerse aquella suma (…) Manuel de Sanson.
Este Sanson era un ritero que se mudó a Los Puertos de Altagracia, allí se eternizó en las
labores de la Corporación de Altagracia. Ese oficio dirigido a la gobernación provocó una orden
terminante de parte del Jefe político del Cantón Altagracia a su Administrador Sanson:
A dicha comunicación se deduce (…) absteniéndose de hacer el abono (…) en el que el
Concejo Municipal que presido en sesión de 24 de Julio último acordó como gasto
extraordinario i urgente para refaccionar la cárcel de la parroquia (…) Cabimas evitamos
con ello la ruina total de otro edificio, que su mal estado no daba tiempo a esperar la
reunión de la Honorable Diputación Provincial (…) Sabido es que los gastos ordinarios así
como los extraordinarios, tienen sus diferentes requisitos para erogarlos (…) según el art.
9 en las mismas, no deben eludir su erogación ya para que hecha así es legítima, i ya para
que con la demora se le irrogaría del erario un perjuicio positivo (…) ha diferido sin causa
legítima a mi modo de ver. (…) Justo Moreno (AHZ, 1847: T. 29, f. 5).
El Jefe Político del Cantón Altagracia, Justo Moreno, de acuerdo a lo que expresa en ese
oficio consideró que la medida tomada por Sansón iba en perjuicio de la Provincia (traba el
proceso burocrático), y en vista de eso, la erogación de los 19 pesos y 1 real debía hacerse
efectiva, entregando esa suma al alcaide de la cárcel de Cabimas para que salvase esa edificación
de su total ruina en el próximo invierno (desenvuelve el proceso burocrático). En esa ejecutoria se
pone de manifiesto que la providencia administrativa en Altagracia fue tomada a favor de
Cabimas, para hacer posible la refacción de la cárcel.
La edificación a los escasos seis años de vida estaba a punto de colapsar. La cárcel estaba
al borde de la ruina, y el proceso administrativo demoraba su refacción, porque las ejecutorias
eran muy lentas debido a que el aparato burocrático aprendía en la marcha, generando estos
atrasos caracterizados por órdenes y contraordenes. Y para el colmo, este entrecruzamiento de
oficios, incluso a veces no iba dirigidos a quienes correspondía, y esto generaba conflictos entre
los funcionarios y entre las autoridades:
El Administrador Principal de Rentas Municipales reaccionó molesto con Justo Moreno,
aparentemente, por no haberse dirigido a su despacho sino al del gobernador:
Maracaibo 20 Octubre 1847.
Gobernador (…) se le ha mandado un oficio de 10 del corriente que los abone de los
fondos recaudados del presente mes (…) parece que el Señor Jefe Político de Altagracia ha
90

debido informarse mejor antes de dirigirse a Vuestra Señoría haciendo una exposición en
que hace muy poco favor al que suscribe. Lucas Angulo (id. 60).
Sea como sea, el asunto es que por fin se resolvía el impasse, la cantidad de dinero fue
entregada, pero en ese interludio, el proceso burocrático se extendió desde el 27 de julio de 1847
hasta el 31 de octubre de 1847, es decir tres meses. La entrega de ese dinero fue por la partida de
“Gastos imprevistos”. Es así como finalmente los diecinueve pesos doce i medio reales -“19.12
2/4”- fueron entregados al Juez 1° de Paz de Cabimas para la reparación de la cárcel, en el mes de
octubre del día 31. (id. 281).
La existencia de la cárcel fue posible gracias a la creación de un aparato burocrático en
Cabimas, pero su persistencia en el tiempo iba a depender del proceso administrativo provincial,
porque si las decisiones en ese nivel favorecían o privilegiaban los gastos de Maracaibo como
ciudad capital, era lógico que el deterioro de la cárcel pusiera su existencia en peligro. Como ese
es el caso, era de esperar que las autoridades del Cantón Altagracia en su conjunto actuasen como
un grupo de presión para defender los intereses de esta costa. De este modo un proceso político
intervenía en la generación de los hechos históricos, porque las fuerzas citadinas quedaban
confrontadas por las fuerzas de los cantones subalternos, y esto generó batallas burocráticas
como las que hemos registrado con el caso de la construcción de la cárcel de Cabimas.
c) El proceso político
Lo importante de esa crónica sobre la cárcel de Cabimas es el hecho de que con la
construcción de esa obra y la conquista de esa nueva institución, la colectividad cabimense
empezaba a poseer un patrimonio público bajo la República. En otras palabras, se enriquecía
Cabimas como un ente político de la provincia, al ganar esta población para su vida civil nuevas
instituciones, puesto que desde 1817 ya poseía una iglesia y desde 1831 una judicatura. En el
fondo, por debajo de la construcción de la cárcel como obra pública, subyace la construcción de un
régimen político, el republicano. Bajo la República se pretendía alcanzar nuevos estadios en el
enriquecimiento de la cosa pública, eso se pretendía lograr mediante el arbitrio electoral, porque
allí se escogía a los representantes de la soberanía popular, quienes quedarían en nombre del
pueblo responsabilizados de esa tarea histórica.
Es así como la casa destinada al funcionamiento de la cárcel en Cabimas pasó a formar
parte del patrimonio público provincial. Ese haber se registró con el catastro parroquial que realizó
en Cabimas el vecino Félix Borjas, y que recibió en Maracaibo Francisco Meoz, quien agrega al final
de ese reporte que “su valor según comprobante N° 14 es de 60 pesos”. Francisco Meoz recibe del
mismo modo del resto de la provincia este tipo de datos, y con elabora un informe donde da a
conocer el patrimonio público de los cantones:
Propiedades Municipales Provinciales: Cantón capital 16.823 pesos. Parroquia Cabimas en
el Cantón Altagracia 60 pesos. Cantón Perijá 540 pesos. Cantón Zulia 320 pesos. Parroquia
Sinamaica 420 pesos. Total de pesos 18.163 (AHZ, 1840: T. 18, f. 83, 84, 91, 92).
La sumatoria del patrimonio de los Cantones Subalternos era de acuerdo a esos datos
1.340 pesos, cantidad irrisoria si se compara con el patrimonio del Cantón Capital que alcanzaba el
monto de 16.823 pesos. El Cantón Altagracia era el que estaba en peor estado en ese asunto,
porque carecía de propiedades municipales, a excepción de la cárcel que poseía la parroquia
Cabimas. De esa Villa de Altagracia, Francisco Meoz como administrador de rentas provinciales
91

había recibido del administrador subalterno Nicomedes Rincón un escueto inventario: “esta Villa,
la [casa de la] cárcel es alquilada i la escuela es costeada por los vecinos” (AHZ, 1840: T. 19, f. 218),
en otras palabras, le dice que en esa población no existen obras públicas, porque la casa de la
cárcel pertenece a un particular y la escuela no funciona como una obra municipal sino como un
emprendimiento de algunos vecinos.
El análisis dicta, entonces, una primera consideración: La República carecía de un
patrimonio público significativo a extramuros de las capitales provinciales para el año de 1840, es
decir, que casi dos décadas después de haberse independizado de España el abandono y el
aislamiento de las jurisdicciones interiores de las provincias continuaba siendo desesperante, y tal
vez las asimetrías relativas se habían más bien pronunciado, es decir, si ahora Cabimas tenía una
cárcel con un valor de 60 pesos, Maracaibo ahora poseía nuevos valores desproporcionadamente
mayores, balance que los alejaba a un más al uno del otro, manteniéndose ambos en los polos
distales de riqueza y pobreza, donde la pobreza de los cantones subalternos y sus parroquias iba
in crescendo si se le anteponía el crecimiento obtenido en la capital provincial [137]. La
deformación era, entonces, cada vez más grave, y en vez de reducirse las distancias se ampliaba la
brecha, la conclusión es obvia, la capital provincial se definía cada vez más como ciudad mientras
los cantones provinciales se desdibujaban como campo -paradoja de gran relevancia-.
Las propiedades públicas de la Provincia de Maracaibo quedaban concentradas en la
ciudad de Maracaibo, mientras las parroquias del Cantón capital y las de los Cantones Subalternos
poseían unas existencias patrimoniales de muy baja cuantía. Maracaibo aparecía con un enorme
patrimonio público frente al exiguo patrimonio existente en el resto del territorio. Y esta realidad
es estrictamente el resultado de un proceso político que corresponde a la clásica oposición ciudad-
campo que se traduce en riqueza/pobreza.
Pero, tampoco es que Maracaibo fuese un medio urbano moderno, es decir, con un buen
equipamiento en infraestructuras, por lo contrario, señalaba el gobernador Romero:
Interesado en que Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela [138], no permanezca por
más tiempo con el piso de sus calles en el mismo estado que sus sabanas inmediatas, dicté
(…) resolución de que los dueños de casas (…) principiasen ya a enlosar las aceras (…) y
sería además fácil instruir a algunos presidiarios de la ciudad o del Castillo de San Carlos
en la sencilla operación del empedrado (AHZ, 1837, T. 9, ff. 193/207).
Destacando, además Romero, la falta de alumbrado público y como el Hospital de Caridad
se reducía a sólo ocho camas y, dejando de mencionar otros vacios urbanos que padecía esa
capital. Maracaibo lucía como ciudad por sus servicios educativos, por su actividad portuaria y por
la residencia de “los principales”, pero por otros aspectos semejaba las “sabanas inmediatas”, es
decir, tenía un aspecto rural.
Tal era la dura realidad que se sufría en esta parte del país. El proyecto histórico de 1837
era la respuesta pertinente para aquella situación dramática. El Proyecto histórico de 1837 era un
Proyecto republicano orientado hacia una incorporación de este territorio más adecuada con el
contexto internacional. Pero ese proyecto no disponía de una élite motivada para introducir los

137
La tendencia no era a acercar aquellos polos, y con eso fortalecer sus lazos y dar lugar a un fenómeno de integración,
sino todo lo contrario, cada vez eran más ajenos y extraños entre sí.
138
Pedro Cunill Grau ubica a la ciudad de Maracaibo como la tercera en importancia en Venezuela entre la década de
1840 y 1870 (Cunill Grau, op. Cit. T II: 1194).
92

cambios necesarios para realizar esa visión capitalista [139], en su imaginario aún prevalecía el
antiguo régimen. La voluntad política que hacía falta estaba ausente. De tal modo que al evaluar el
proceso político en marcha se puede señalar que en el patrimonio público de la provincia asoman
terribles asimetrías, las cuales introdujeron tensiones entre el Cantón Capital y los Cantones
Subalternos, los segundos presionaban a Maracaibo como ciudad capital, en cada informe, en
cada oficio, en cada relación, esa crónica de denuncia y de queja se hace patente, el proceso
político pone en evidencia un malestar mediante reclamos, exigencias y veladas protestas.
El equipo político no había resuelto los problemas del aparato burocrático caracterizado
por un engorroso proceso administrativo, y esto ralentizaba las resoluciones planteadas por la
problemática provincial. Es así como el estado del Cantón Altagracia presentaba un cuadro en el
cual solo la limpia de los caminos se había ejecutado, no así todo lo demás. Para el 25 de octubre
de 1847, el Concejo de Altagracia enviaba una relación a la Diputación Provincial, el informe incluía
datos generales sobre el cantón y otros particulares sobre Los Puertos, Cabimas y La Rita, decía:
Por acuerdo del Concejo Municipal del Cantón Altagracia (…) 15 del corriente del mes
próximo pasado me cabe la satisfacción de dirigiros (…) la relación de lo que por cuerpo se
ha ejecutado y quedado pendiente en el año anterior, en beneficio de este cantón.
Se ha ejecutado
La limpia en general de caminos, así públicos como transversales de todo el Cantón.
Queda pendiente.
1° La refacción del corral público de esta villa (…)
2° El puente de la boca (camino a Coro (….)
3° La refacción de las cárceles de las parroquias Rita y Cabimas, que aún se haya
sufriéndola. Este gasto ha sido acordado de los imprevistos en el presente año económico,
con vista a la necesidad que ocularizó esta jefatura en su visita que practicó en julio
último.
4° La perfección del estanque de esta cabecera.
5° La refacción de la casa escuela de esta cabecera.
Y basados en el punto tercero van más allá para exponer ante sus superiores la carencia de
fondos crónica que entorpecía salvar esas obras, perfeccionar otras y construir nuevas, agregan:
Ignorando esta corporación la suma de que pudiera disponer para los gastos imprevistos
que ocurrieran por señalarlos en globo el presupuesto oral ocurrió en consulta a la
Gobernación de la provincia con aquel objeto, y dicho funcionario contestó que podía
disponerse de 50 pesos. Esta suma es insuficiente a lo demostraro así la experiencia. El
año económico vencido en junio último fueron agotados y en el presente ya sólo existen
de aquella suma cuatro pesos tres reales siendo el remanente invertido en refaccionar las
cárceles de la parroquias aisladas La Rita y Cabimas; que encontrándose bastante
maltratadas y casi en desuso, según se observó en la visita pasada en Julio de este año,
fue de necesidad acceder a su reparo. Por estas razones se espera señaléis anualmente
cien pesos en lugar de los 50 que se han destinado y así se suplica que lo acordéis
Dignaos Honorables Diputados, de meditar en las necesidades de este Cantón (…) (AHZ,
1847: T. 5, ff. 263/264)
La situación era patética: “en el presente ya sólo existen de aquella suma cuatro pesos tres
reales”, en consecuencia, pedían que para gatos imprevistos se les concediesen 100 pesos en vez

139
Un capitalismo agrario, no un capitalismo comercial o industrial o financiero, en otras palabras es la transformación
del campo mediante formas de administración, inversión y acumulación distintas a las tradicionales, en la cual la
agricultura se abre a la aplicación de procedimientos empresariales y técnicos de avanzada.
93

de las 50 que se le habían conferido en el ejercicio pasado. Y como salta a la vista, la única obra
relacionada directamente con la cría de ganado era el corral. En pocas palabras el proceso político
no estaba orientado a crear una región económica a partir de los Complejos Demográficos que
habían sido creados por el proceso del poblamiento del territorio. Quienes alimentaban el proceso
político andaban en otros negocios, y tenían otros planes para los Cantones subalternos.
El Jefe político de la provincia -el gobernador- había visitado para el mes de julio a las
parroquias de su vasta jurisdicción político-territorial, visita de la cual extrae la problemática que
se ha de elevar ante los diputados provinciales, quienes supuestamente son los responsables de la
defensa de los intereses de todos los vecinos de este territorio de la cuenca del Lago.
Desde el mes anterior, 18 de septiembre de 1847, se presentaban las cuentas para
“formar el proyecto de presupuesto de los gastos del Cantón para el año económico de 1848 a
1849” y se consignó que para los Puertos de Altagracia: “Obras públicas. De esta Villa 660 pesos.
Para imprevistos 100 pesos (AHZ, 1847: T. 5, f. 221). Se nota por el monto de la cifra que, el grueso
del presupuesto lo devora la Villa de Altagracia, lo que quiere decir que, no solo Maracaibo debía
meditar sobre las necesidades de este Cantón, sino que también la población de los Puertos de
Altagracia se debía dignar de meditar sobre las necesidades de sus parroquias subalternas. Pero ni
con mucha meditación se resolvía lo que subyacía de fondo, todo reposaba sobre una estructura
económica que rendía muy bajos excedentes de producción, y los centros urbanos principales en
medio de ese cuadro de escases recurrían a apoderarse de la parte del león de los ingresos, lo que
constreñía a la constelación de poblaciones de la provincia a permanecer aisladas y abandonadas,
lo que impedía el colocar todo el territorio de la provincia de Maracaibo bajo una cabal
explotación de sus recursos que crease una economía pujante [140]. En esas condiciones el
patrimonio público quedaba condenado a una existencia frágil, es decir, era posible que
desapareciese en menos de una década lo que se conquisto en dos décadas de vida republicana. Y
en tan breve lapso ocurrió lo más temido, el sistema político va a entrar en crisis, al poco tiempo
de la visita del gobernante a la provincia en 1847 estalla la Revolución de 1848-1849 que trastorna
toda la vida de este territorio, y en especial afecta al Cantón Altagracia como protagonista
relevante de esos acontecimientos.

En definitiva ¿A que quedaba reducido el Proyecto histórico de 1837? En nuestra opinión,


sus escasas obras públicas solo sirvieron para legitimar una cadena de mando desde la
Gobernación hasta las parroquias de los Cantones Subalternos, es decir, vinculó los dirigentes
marabinos con los líderes de todas esas localidades. En segundo lugar, la realización de esas obras
públicas prestigiaron en su momento las gestiones de las administraciones parroquiales, lo que
tuvo el efecto positivo de lograr cierto consenso social a favor del gobierno en toda la provincia.
En tercer lugar, una cárcel sirvió de fuente de ingresos adicionales -sueldo mensual- para quienes
estaban al frente de la parroquia. En resumen, lo único que en verdad se estaba favoreciendo por
la “aplicación” del Proyecto histórico de 1837 era el proceso político, y no el proceso económico
que era la real sustancia de ese esbozo de futuro -en la Villa de Altagracia se redujo a la refacción

140
De la cual deviene la multiplicación de los nexos, vínculos y relaciones entre las partes, para transformar un Complejo
Demográfico en una Región propiamente dicha. Una economía local poderosa como la que imprime el capital podía
realizar la conversión del conjunto de Complejos Demográficos en una Región histórica impresionante.
94

del corral público-. Para corroborar esta apreciación de la situación basta consultar los
presupuestos provinciales aprobados por la muy Honorable Diputación de la Provincia de
Maracaibo:
En el proyecto de presupuesto del año económico 1848-1849 lo que se destina para el
ramo de las cárceles en el Cantón Altagracia fue lo siguiente:
Para el sueldo de los alcaides de las parroquias Rita, Cabimas y Lagunillas a 60 pesos cada
una anual.
Para escritorio, alumbrado, agua y útiles de limpieza de la cárcel de La Rita, Cabimas y
Lagunillas a 7 pesos cada una anual.
Para alimento y hospitalidad de presos pobres a ocho pesos (…) (AHZ, 1847: T. 5, f.221).
En ese tratamiento las partidas destinadas a los sueldos de los alcaides de las cárceles
representaba un modestísimo reconocimiento económico, no obstante entre ese ingreso y lo que
obtenían del gobierno por otros conceptos, fueron acumulando unos ahorros que a algunos les
permitieron convertirse en propietarios respetables, como lo registraremos en este libro. Ese
sueldo, ese cargo y, esa posición la alimentó e impulsó el proceso político puesto en marcha,
aparecía y crecía una esfera política, y esta traía para algunos personajes de esos pueblos
privilegios de poca monta, pero al final de cuenta redituables para quienes se movían en esa
instancia.
La construcción de una República fue un proceso complejo y enmarañado, el reparto del
presupuesto público se convirtió en el verdadero objeto de la política. La administración de los
presupuestos sólo habían resuelto la limpia de los caminos del Cantón Altagracia, y lo que requería
para subir un peldaño como un corral, un estanque, un puente y la escuela en esa Villa quedaban
pendientes. Cabimas y La Rita habían obtenido la refacción de sus escuelas, y más nada recibía de
un proceso político que no disponía de caudales para sus ejecutorias, ni de voluntades políticas de
grandes miras. El logro de las escuelas parece que solo servía para fortalecer el liderazgo de las
autoridades de aquellos pequeños pueblos frente a sus vecinos.
Las grandes miras eran echadas al borde del camino, «los acomodados» [141] confundían
sus intereses personales como los intereses de la provincia. Esa confusión se hizo patente en aquel
lejano año de 1836 cuando se plantea recurrir en el proceso administrativo al arbitrio del subsidio
personal, para dotar por esta vía alterna de obras públicas a la provincia en vista de la pobreza del
tesoro público. El subsidio de los vecinos para la construcción de las obras públicas, por su carácter
igualitarista, entraba en conflicto con el imaginario de la clase poderosa, y por supuesto esto
provocó un conflicto entre el Primer magistrado y ese sector social de los acomodados. Ese
fenómeno incide también en el proceso político en marcha y llegará en convertirse en una enorme
barrera para la realización del Proyecto histórico de 1837.
«Los acomodados» de Maracaibo no compartían por completo la visión del Gobernador,
fuertes críticas mereció de ese sector la Ordenanza en cuestión sobre el subsidio personal de las
obras públicas, lo que provocó que el Gobernador Romero en su mensaje a la Diputación
Provincial se defendiese de las duras objeciones que se le hicieron y que recalcase la pertinencia
de ese dispositivo, dijo:

141
Esta categoría se extrajo del lenguaje de la época, y ella se refiere a los que poseían caudales sobresalientes en sus
respectivas comunidades.
95

Subsidio personal y obras a que se ha aplicado.


La ordenanza del 26 de noviembre del año pasado que acordasteis sobre servicio personal
subsidiario sufrió algunas contradicciones que me vi en la precisión de vencer, bien
persuadido como lo estoy de que lejos de ser ella inconstitucional y perjudicial es como se
decía en apoyo a la oposición; no tiene ningún inconveniente legal, es conforme a las
leyes municipales de otros países cultos, y ha de producir grandes bienes, como ha
principiado a producirlos en otros pueblos de esta provincia (AHZ, 1837: T. 9, f. 193/207).
Texto que merece un acertado comentario del historiador Germán Cardozo Galué sobre
este asunto tan delicado, dice: “Mientras en los cantones de la Provincia se recibía con beneplácito
la medida y se ejecutaban diversas obras de interés público, en Maracaibo «los vecinos de mayor
comodidad» la obstaculizaron y trataron de anularla” (Cardozo Galué, op. cit: 183 y 184).
Las ideas a las que recurre el licenciado Juan José Romero, para alcanzar la modernización,
se recogen en la Ordenanza del 26 de noviembre de 1836, donde se acordaba implementar en
Maracaibo el servicio personal, el cual no tenía ningún inconveniente legal, porque era conforme a
las leyes municipales implementadas en los países cultos. Pero las élites marabinas no querían
reconocer cómo en aquellas sociedades ese mecanismo produjo grandes bienes y no querían ver
que aquí en Maracaibo también habría de producirlos, y no les interesaba lo que el Gobernador les
anunciaba al señalarles que ha principiado a producir buenos efectos en otros pueblos de esta
provincia, porque el interés de ellos se concentraba en la promoción exclusiva de sus caudales y de
su ciudad. En líneas generales, no solo la calidad del aparato burocrático dejaba mucho que
desear, del mismo modo la calidad de la élite provincial también era la inadecuada para llevar a
cabo la realización del Proyecto histórico de 1837 que hubiese ahorrado la revolución de 1848-
1849. Un proyecto como el de 1837 que tenía como finalidad de que irrumpiese una forma
capitalista de explotación de toda la cuenca del Lago fue frustrado.
No obstante estas dificultades Cabimas se va dotando de un patrimonio público, y lo
mismo ocurrirá en otras parroquias, incluso en la misma cabecera del cantón donde ya vimos que,
para el año de 1847 ya disponía como bienes públicos un corral, un estanque y una escuela. No era
una cosa sencilla lograr ciertos adelantos, pero tampoco era imposible, y aquel Cantón de
Altagracia y sus parroquias van logrando un lento y accidentado ascenso, con una pausa que
resultó a menor ritmo del que requerían las expectativas. Desde 1830 hasta 1847 se había
realizado obras, pero también éstas requerían por su deterioro de refacciones, y éste quedaba
suspendido por un delgado hilo.
d) Obra comunal
Edificar una cárcel era considerado por algunos jueces de paz como “algo muy sencillo”:
Francisco Monzant es una autoridad de un caserío palafítico a orillas de este lago, en su despacho
recibe una Circular del gobierno acompañada del periódico El Constitucional, con aquel órgano
periodístico se entera de que en Maracaibo se ha vuelto a reunir la Diputación Provincial en el mes
de noviembre del año 1836. El juzgado de Francisco Monzant está adscrito al Cantón de Altagracia,
éste se extiende por toda la costa oriental del lago desde Los Puertos de Altagracia hasta
Lagunillas [142]. La Circular que recibe Francisco Monzant en Lagunillas a comienzos del año de
1837 trae noticias importantes, las cuales están relacionadas con un reglamento, que elaboraron

142
En lo geográfico en realidad iba desde Punta de Palmas hasta río Misoa.
96

en el mes de noviembre del año 1836 los diputados inspirados por un gobernador progresista. Ese
Reglamento tiene por finalidad impulsar una medida del ejecutivo tendente a lograr el adelanto
de los cantones y, con ello asegurar la prosperidad de Maracaibo al ponerla al frente de un
territorio pujante -ese era el plan del gobernador-. La Circular instruye a los jueces de estas
parroquias sobre las mejoras deseadas.
La Circular en cuestión dice:
Enero 10 de 1837. Circular a los Jefes Políticos i Jueces de las parroquias aisladas [143]. En
conformidad de lo dispuesto por la Diputación Provincial en su reglamento del 16 de
Noviembre último estableciendo un subsidio personal el cual está inserto en el N° 27 del
Constitucional, que acompaño, excito a Us. para que dentro de quince días después de
recibida esta circular forme el registro de los individuos que en esa parroquia y sus
partidos rurales se hallen en el caso de prestar el servicio personal aplicado a las obras
públicas, para lo cual tendrá Usted presente las matrículas de la milicia nacional y el censo
de población últimamente organizado (…) (AHZ, 1837: T. 4, f. 151).
Mediante esa orientación Francisco Monzant sabe que ha de seleccionar entre los
habitantes de su parroquia a quiénes han de construir la cárcel y responde a las autoridades con la
siguiente esquela:
(…) en virtud en que el pueblo se encuentra en el agua y no haber en esta parroquia (…)
caminos (…) puentes, calzadas (…) hospitales se puede conmutar el trabajo en la hechura
de la casa cárcel (…) es cosa muy sencilla (…) (AHZ, 1837: T. 4, f. 164).
El proyecto histórico de 1837 elaborado por el licenciado Juan Romero incluía entre lo
deseable la erección de cárceles, iglesias, escuelas como cosas muy sencillas, y en la composición
de caminos, limpia de los ríos, edificación de muelles portuarios, desmonte de los entornos de los
pueblos y saneamiento de las ciénagas, construcción de hospitales, tendido de calzadas,
acometimiento del alumbrado… como algo más complejo. Y de ese plan renovador, innovador y
trascendente del que se esperaba traer la prosperidad -que alentaba a los “países cultos”-, se
enteraban los jueces de paz de aquellas parroquias regadas por toda la Provincia de Maracaibo, y
sus reacciones fueron muy distintas, la de Monzant fue de que “la hechura de la cárcel, es cosa
muy sencilla”, mientras que había también en otras jurisdicciones quien lo consideraba como algo
imposible. Lo dramático de esta situación es que si estas cosas sencillas resultaban tan difíciles de
realizarlas, que no lo sería llevar a cabo las cosas más complejas.
La misma Circular llega también a manos de José Concepción Balbuena en Cabimas [144]
quien es el Juez de Paz de turno, la Circular viene acompañada del periódico oficial del gobierno,
allí está inserto el Reglamento que elaboraron los diputados para organizar la prestación de
servicio personal, mediante el cual se ha de realizar las obras públicas que requieren los cantones
y sus parroquias. Balbuena acusa recibo del material el 25 de enero de 1837, y se dirige al

143
Esta categoría que se empleará en este trabajo con frecuencia, tiene su origen en el lenguaje de la época, con esa
locución se referían a todas estas poblaciones, porque ellas mantenían no solo lazos muy débiles entre sí, sino en
especial con la cabecera de sus cantones. Administrativamente, sostenían a veces más contacto con Maracaibo que con
sus cabeceras de cantón, en pocas palabras permanecían aisladas.
144
Balbuena entregará con posterioridad el juzgado a Trinidad Perozo, luego vendrá Martín Borjas a dirigir ese
despacho, sucediéndole de nuevo Balbuena quien es el que por fin culmina la edificación de la cárcel, después de un
largo y complicado proceso, porque no era “cosa muy sencilla”, la situación presupuestaria, la pobreza de los
productores, la oposición de los intereses entre la capital con respecto a los intereses de los cantones, y la oposición de
los intereses de las cabeceras de los cantones con respecto a las parroquias de su jurisdicción, y las secuelas del pasado,
gravitaban para dificultar los planes más modestos.
97

gobernador y le indica que la Circular vino acompañada del Constitucional N° 28 (AHZ, 1837: T. 4,
f. 26) y tres días después indica que ha recibido el N° 27 donde está inserto el reglamento del
subsidio personal (AHZ, 1837: T. 4, l. 14, ff. 144 y 145), en ambos casos le señala que ese material
informativo se ha publicado, paso dado para que los vecinos pudiesen enterarse en detalle de
aquella medida y de los otros asuntos de interés público. Esa vía de vinculación del juez con los
parroquianos, valga señalarlo, propende a crear un ambiente comunal necesario para el
funcionamiento del colectivo. Las autoridades requieren de un prestigio para poder establecer un
control social, y aquellas obras públicas los legitimaban en el poder porque creaba un canal de
comunicación con los vecinos.
José Concepción Balbuena con motivo de esa Circular se reúne con Martín Borjas que es el
Juez 2° de Paz de esa parroquia, pues éste había enviado para Maracaibo hacía dos meses atrás la
lista de la milicia. Con esa nómina de la reserva de milicianos -como lo indicaba la Circular-
procedieron a seleccionar a quiénes reunían los requisitos para prestar el subsidio personal, es
decir, la gente más activa de la población. Contaban en su haber también con el censo de la
población. Todo esto reposaba en el Archivo de la Judicatura a su cargo. Él y Borjas van a tener en
cuenta para esa tarea lo que les indican desde Maracaibo para cumplir con esa Ordenanza:
(…) haga desde luego la distribución del servicio entre los vecinos, y acuerde los gastos de
alimentos de jornaleros pobres y de herramientas y utensilios para los trabajos como lo
previene el artículo 1 y su parágrafo, y cuyos presupuestos pasará Usted (…)
Seguidamente procederá Usted a llevar a cabo la obra propuesta (…) Encarezco a Us. muy
particularmente preste toda su eficacia a la ejecución de esta Ordenanza cuyo objeto es
tan interesante para la mejora i progresos de los cantones (…) Romero (AHZ, 1837: T. 4, f.
151).
En líneas generales se buscaba tener idea precisa de cuántos vecinos aportarían el
subsidio, los gastos que se tendrían que cubrir, los utensilios y materiales que se deberían adquirir
y, todo eso debía servir para elaborar el respectivo presupuesto que sería enviado a la
Gobernación.
Sobre este asunto, los más acomodados se podían liberar de esa humillación de trabajar
[145] como mano de obra, es decir, como un peón o un albañil, pagando a quienes lo hiciesen por
ellos. Podían cancelar el jornal para que otro realizase el trabajo que les correspondía ejecutar o
incluso podían poner a disposición de la obra una bestia, para que ésta les sustituyese en aquellas
labores corporales. Los propietarios de escasos recursos, por lo contrario, no tenían otra opción
que prestar sus cuatro días de trabajo durante el año para el subsidio personal, si se les pedía uno
para construir la casa para la cárcel, entonces, quedaban reservados los otros tres para la
realización de algún otra obra en beneficio de la comunidad. En cuanto a las mujeres y los esclavos
éstos quedaban exceptuados de ese servicio público.
Los más connotados vecinos fueron incluidos en esas listas de servicio personal, porque la
intención del magistrado era de tipo crematístico [146], es decir, daban a cambio de cada día de

145
En aquella cultura jerárquica el desempeño de tareas manuales llevaba a la pérdida de la calidad de nobleza, o la
honra de una familia, es decir, la pérdida de los signos y símbolos de distinción. Esto último pertenece al campo de la
semiótica dominante en cada época histórica, las sociedades emplean las señas como un lenguaje paralelo al oral.
146
Es decir, que estos propietarios aportasen dinero para financiar esas mejoras para el colectivo. Con su aporte se
podía pagar, entre otras cosas, el día a los jornaleros pobres y adquirir las herramientas y útiles.
98

trabajo un monto de dinero que cubriese el día de trabajo de un jornalero pobre y su


alimentación, o en su defecto, se utilizaba su dinero para adquirir herramientas, utensilios u
objetos que requería la obra a edificar. En cuanto a los pobres, el tener que materializar una
jornada de trabajo para cumplir con su servicio personal, se tuvo alguna reserva acerca de esa
exigencia, porque esta exacción podía incrementar el descontento popular originado en su cuadro
de miseria. Apartar a algunos de ellos de sus labores diarias sin pagarles un jornal era agravarles
sus necesidades cotidianas, porque no hay que olvidar la pobreza que se abatía sobre un gran
número de habitantes en aquella sociedad era trágico, debido a que su modo de producción
generaba escasos excedentes económicos y las clases propietarias tenían una política de
retribución del trabajo propia de las formas más vejatorias y expoliadoras.
También hay que considerar, con respecto a este asunto, que la disponibilidad de mano de
obra en los cantones suburbios era muy escasa debido a tres hechos, el primero, las bajas que
ocurrieron en los campos de batalla con motivo de la guerra independentista, y segundo, el
desplazamiento de contingentes enteros de gente pobre hacia la capital provincial después de
aquel cruento conflicto, pero además porque un importante número de los habitantes se
desplazaba fuera de los términos de las poblaciones, donde llevaban a cabo un modo de vida
subsistencial. El éxodo de gente de Cabimas hacia Maracaibo fue masivo, porque Cabimas en el
año de 1822 fue incendiada, fueron destruidos sus hatos y degollados sus ganados. Esas
circunstancias nefastas -escasez de peones- llevaron a los propietarios a oponerse que la mano de
obra disponible fuese alejada de sus ocupaciones en sus propiedades, para ser utilizada en la
realización de esas obras públicas, y además era obvio que no querían más cargas de las que ya le
imponía el Estado y los acreedores.
La posición política de esa masa laboral era muy importante, porque para recuperar el
aparato productivo los hacendados expoliaban a esa mano de obra, hecho que ocurría dentro de
un marco social peligroso para la paz social, porque lo que se observa en aquellas parroquias es
que son muchos los que se ponen por voluntad propia fuera del alcance de los propietarios de
haciendas o hatos viviendo por los alrededores de la población, es decir, en el monte o en los
partidos rurales -, fenómeno grave que el gobernador Juan José Romero señala en su Memoria de
1837-. Tomando en consideración esta realidad socio-política explosiva, es de lógica suponer que
la exigencia del subsidio personal para la realización de las obras públicas organizada por el
gobierno, debiese ser percibida por esos trabajadores con mucho recelo. Razón por la cual Juan
Romero indique a los jueces de paz que, coloquen en el presupuesto de gastos las remuneraciones
que se pagarán a los jornaleros pobres y el valor de su ingesta alimenticia, en otras palabras se
tiene una consideración hacia ese sector precario, porque se temía una resistencia activa de esa
masa trabajadora ante esa medida del subsidio personal. Romero pretendía alcanzar el consenso
social para la medida, y con esa mira contrarresta el recelo que podía existir entre los más
humildes que sufrían de vejaciones y explotación desmedida.
En Cabimas José Francisco Balbuena y Martín Borjas, luego de que se reúnen en su
despacho para atender las instrucciones de la Ordenanza, responden a las autoridades de
Maracaibo con la lista de los que en su opinión en su parroquia son aptos para el subsidio. Para
efectos de ofrecer una idea al lector de los apellidos más numerosos en aquel conglomerado
humano, se ha modificado la nómina original siguiendo ese criterio, es decir, se ha colocado el
99

apellido y luego el nombre de cada uno de los individuos que tienen esa afiliación. Allí, por
ejemplo, están los Borjas con diez individuos -son los más numerosos-, la intención de esta
clasificación es la de visualizar el perfil genealógico de la población, que nos sirve, entre otras
cosas, para los fines del estudio de la elite local, porque éstas se apoyaban muchas veces en sus
familias extensas. He aquí la lista del subsidio de Cabimas:
República de Venezuela.
En la parroquia de las Cabimas a los veinticuatro días del mes de Enero de mil ochocientos
treinta y siete.
En conformidad del Art. 1 (…) que dispone se haga un registro de todos los individuos que
en esta Parroquia y sus partidos rurales se hallen en el caso de prestar el Servicio
personal, aplicada a las obras públicas, el cual es como sigue - A saber los siguientes.
Borjas: Martín, Pedro, Félix, Lucio, Juan Sacramento, Antonio, Pedro, Alejos, Francisco y
Basilio.
Balbuena: José Concepción, Diego, Andrés, José Francisco y José del Rosario.
Capitillo: Marcelo, Lorenzo y Silvestre.
Perozo: Faustino, José de la Rosa, José Ramón, José Trinidad, Félix, Juan y Manuel.
Nava: José de los Santos, Facundo y José de las Nieves.
Benavides: Bruno, Xavier y Francisco José.
Quirós: José María, Patricio y dos Félix.
Coscorosa: Trinidad y José Andrés.
Romero: José del Rosario y Ramón.
Pedro Toledo, Vicente Castillo, Pedro Ral, y José del Carmen Clavel.
Alvarado: Juan Bautista, Javier, Andrés, Simón y Juan.
Tello: José Antonio, Domingo, José del Carmen y Antonio.
Montezuma: José Antonio y Antonio María.
Chirinos: Pablo y Juan.
Arrieta: José Antonio y Mateo.
Rodríguez: Cruz, Félix, José de la Rosa, Aniceto y Estanislao.
Reyes: José María, Pedro, Ilario y Bernardo.
Quintero: Pedro, Cruz, Noilo, José Manuel, José Antonio y José María.
Urdaneta: José del Rosario y Francisco Antonio.
Lisardo: Rafael y Francisco.
González: Silvestre, Celestino y Juan Pablo.
Andrades: José de los Santos, Rosa y José del Carmen.
Urdaneta: José del Rosario y Francisco Antonio.
Torres: Matías y Tomás.
Sánchez: Nicolacito y Nicolás (AHZ, 1837: T. 4, ff. 162 y 163).
Con estos seleccionados están los que son aptos para el subsidio personal en Cabimas. La
construcción de una obra pública había comenzado su hoja de ruta con la elaboración de esa
nómina [147] por parte de estos dos jueces, para esta tarea debieron utilizar la lista de milicianos y
los datos del censo de población [148]. El resto de la lista que elaboró Balbuena y Borjas son los
siguientes:

147
Salta a la vista cuales son los apellidos identitarios de la cabimidad y uno de los factores incidentes en la constitución
de Basilio Borjas como miembro destacado de la élite local, porque su familia extensa era la más numerosa.
148
El Censo de población del año 36 se deshizo -era un montón de fragmentos- en el repositorio de manuscritos
históricos, allí quedaba legible el de Lagunillas, el cual fue transcrito por nuestra investigación, esa circunstancia hace
muy valiosa esta lista del subsidio personal que recupera valiosos datos de los habitantes de esta parroquia, en esta lista
están los cabezas de familia más activos de la población y permite calcular por aproximación a la población total.
100

Gerónimo Olivero, José Encarnación Baudino, Lorenzo Ballestero, León Serrano, Felipe
Mavárez, Luis Ramírez, Bartolo Quintero, Fidel Ochoa, Segundo Tudares, Juan Antonio
Cárdenas, Blas Díaz, Natividad Pauque, Candelario Pedraza, José Ángel Leal, Francisco
Lubo, Trinidad Rendiles, Gabriel Otasbases, José Agustín Pedrañez, José Manuel Velazco,
Antonino de la Mata, Joaquín Enriques, Trinidad Ocando, José María Ligerito, Vicente
Millano, Manuel Fortique, Bernardo Sandrea, Juan Carlos Tapia, Juan Botopo [Gotopo],
Pedro Pirela, José Asunción Ávila y Manuel Antonio Vicuña (ídem).
En total eran ciento cuarenta individuos [149], los cuales iban a “parar” una cárcel. Ese
plan era una «cosa de todos», nadie debería quedar exceptuado de tal responsabilidad, a los dos
únicos seres que no se apartaban de sus tareas para ese objetivo colectivo eran a los esclavos y a
las mujeres, los primeros por no ser ciudadanos y a las segundas por razones de orden cultural de
la época que restringía a la mujer en sus actividades sociales.
El subsidio personal de las obras públicas pone en evidencia la difícil situación económica,
las rentas recaudadas eran insuficientes para cubrir las necesidades en equipamiento básico que
demanda una vida propia de una civilización. De este modo, para sacar a todo el territorio -
incluyendo a Maracaibo- de la situación de extremo atraso en el que estaba postrado, era
necesario recurrir al subsidio en trabajo por parte de todos los integrantes de la sociedad, es decir,
se debía recurrir a una política de corte comunitario. El Proyecto histórico del año 1837, en este
orden de ideas, pretende arrancar de las garras de un atraso secular a la Provincia de Maracaibo
mediante una tendencia organizativa de tipo colectivista, es lo que se impone cuando las
situaciones de dificultad son tan extremas y se debe aplicar lo que se conoce como una economía
de guerra.
Ciento cuarenta individuos constituidos en servicio público llevarán a cabo la construcción
de una casa para la cárcel en la parroquia Cabimas. La obra comunal fue una vía efectiva para la
vida republicana, el patrimonio público se convirtió en una realidad gracias al esfuerzo de un
conglomerado humano que se puso en movimiento para alcanzar esa mejora institucional. Esa
experiencia no recibió el apoyo de todos los sectores, tampoco se amplio y se profundizó en lo
adelante, su inclusión en el Proyecto histórico de 1837 fue un acierto. El vacío que existía en la
administración pública por falta de un fondo de financiación, fue llenado por aquellos colectivos
que de modo autogestionario suplantaron los mecanismos convencionales de aquella república de
los acomodados, la cual no estaba en condiciones de resolver los problemas de las parroquias
aisladas, como las cataloga la Circular del 10 de Enero de 1837 dirigida “a los Jefes Políticos i
Jueces de las parroquias aisladas”. La política comunal corregía las fallas de una sociedad
gravemente jerarquizada, y gracias a ello una obra pública pudo ser concluida como un esfuerzo
popular. En cierto modo, la construcción de la cárcel o la realización de otras obras de interés
comunal si era entonces una cosa sencilla, por supuesto, si se afrontaba como un conglomerado
unido en pro de mejoras generales. Existía un proceso político alterno que ofrecía una salida
factible a los problemas presupuestarios, si esa vía se hubiese implementado introduciéndole
innovaciones consensuadas hubiese sido posible vencer el aislamiento en el que estaban aquella

149
Cabimas debía rondar durante ese año por unos setecientos habitantes en su totalidad, es decir, un promedio de
cinco miembros por cada uno de los mencionados en esa lista. La lista es interesante, porque allí se recoge a ese
protagonista anónimo -colectivo- que por lo general los historiadores no le asignan ningún papel en los hechos
históricos. La obra de la cárcel la construyó ese protagonismo anónimo, es una obra de la comunidad organizada.
101

constelación de poblaciones, y se hubiese formado una poderosa región, pero también existían los
enemigos para esta fórmula de gestión pública, y éstos últimos vencieron.
e) Jerarquías sociales

Hay que recordar lo que el gobernador Romero informa a los diputados sobre Maracaibo:
Hospital de Caridad de Maracaibo.
Este establecimiento solo tiene de dotación seis camas en la que los enfermos son
asistidos, hay otras dos por la beneficencia de algunas personas que proveen de ellas para
socorrer, sino a todos, a lo menos a una parte de los desgraciados que existen (…)
asistidos y recobrados vendrán a hacerse útiles y laboriosos.
Enlozado de las calles de la capital.
Interesado en que Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela, no permanezca por más
tiempo con el piso de sus calles en el mismo estado que sus sabanas inmediatas, dicté
resolución de que los dueños de las casa principiasen ya a enlosar las aceras, y sería
además fácil instruir a algunos presidiarios de la ciudad o del castillo de San Carlos en la
sencilla operación del empedrado (...) (AHZ, 1837: T. 9, f. 193/207)
De este texto se desprende que seis camas eran para los vecinos [150], y que había otras
dos adicionales, las cuales eran mantenidas por un grupo de personas motivadas a socorrer a
quienes se reservaba el duro vocablo de «los desgraciados» [151], y al lado de ellos se mencionan
“los presidiarios” que completan la imagen de quienes conformaban aquella dramática sociedad
organizada por jerarquías de enorme contraste. La situación de aquellos que vivían bajo las peores
condiciones era en realidad muy difícil, las crónicas de la época narran que la iglesia oficiaba una
misa en la madrugada para ese sector de la población -así lo narra el historiador Gustavo Ocando
Yamarte en su libro Historia del Zulia-, para que sus desnudeces quedasen ocultas por el manto de
la oscuridad, porque estos habitantes de los suburbios cubrían precariamente sus cuerpos con
harapos, de allí que “cristianamente” los curas evitaban herir las sensibilidades de los vecinos,
cuando estos concurrían a los oficios religiosos a la luz del día. En cuanto a las calles de la capital,
recoge otro historiador -Germán Cardozo Galué [152]- de un periodista de la época un comentario
nada favorable a la imagen de la capital, la descripción del reportero es del siguiente tono:
[Maracaibo poseía unas calles] en el mismo estado de sus arenales vecinos (…) la
incomodidad de andar sobre un suelo movedizo en que se hunde el calzado; los
inconvenientes del polvo que en la estación de los vientos invade hasta el interior de las
casas (…) y ataca los ojos (…); y por último en tiempos de lluvias, la retención por mucho
tiempo de las aguas que forman lodos y humedades no menos incómodas al tránsito que
nocivas para la salud (Cardozo, op. cit: 160).

En Maracaibo, además, según el gobernador Romero se acumulaba la mitad de la


población de la provincia, lo que termina de completar el cuadro nada idílico de la capital agobiada
150
Los vecinos eran los que poseían solar en la ciudad, éstos cuando pertenecían a los principales eran atendidos por
los médicos en sus propias residencias. Deducimos tres categorías sociales en Maracaibo: los acomodados, los de
caridad (eran las familias con bienes de poca cuantía que no vivían en la parroquia matriz) y los desgraciados. Habían
seis camas para «los de beneficencia» y dos para los desgraciados, es decir, dos para los que eran la mayoría. Esa
categoría «los desgraciados» se empleará a todo lo largo de este libro, así como en Francia Víctor Hugo utilizó la de «los
miserables». Las categorías que se procuran utilizar en este texto son las que fueron creadas en nuestro propio medio.
151
Esta locución empleada en la época se ha seleccionado para emplearla como una categoría social en este trabajo
para referirse al sector de los pobres.
152
En su libro “El modelo Agro-exportador Marabino” EDILUZ, 1991: página 160.
102

por un hacinamiento de desplazados y refugiados en total pobreza. Si ese era el cuadro de atraso
en la capital, peor aún era el escenario en los cantones subalternos. Francisco Monzant -el juez de
paz de Lagunillas- señala que allí no había ninguno de los adelantos que se mencionan en la
Ordenanza, sólo hay una “casa cárcel que está en total deterioro”. Y un encargado de la aduana de
un pueblo del sur del lago -y Juez de Paz- señala que sólo tienen una iglesia, la cual en su
menosprecio la refiere como una miserable mezquita pajiza.
En esas poblaciones se necesitaba la apertura de caminos, erección de iglesias,
construcción de escuelas, y dotación de cárceles y cementerios -que era lo que solicitaba Juan José
Romero para incorporarlas a una nueva era-, y muchos otros adelantos relacionados con la
prosperidad como son: la limpieza de los ríos para hacer factible su navegación, la salubridad de
las población para impedir las pestes, en síntesis, en ese territorio esas obras públicas de la
civilización no existían. Lo que quiere decir que en la provincia había otra categoría de habitantes
inferior a la de «los desgraciados» de la capital -esta observación es de notoria importancia y
además algo desconcertante [153]-, grave realidad que el gobernador reconocía como un
problema al cual habría que enfrentarse con el concurso de la gente más ilustre e instruida de la
capital, porque en su preclara opinión la provincia demandaba de unos cantones subalternos
incorporados a la modernidad, para poder desarrollar bajo ese influjo las potencialidades de la
provincia. Bajo ese atraso tan marcado y extremo, era obvio, que ninguna empresa ni ningún
capital se trasladarían hacia ese medio sometido a un abandono tan impresionante. Pero afrontar
a un estrato de la sociedad, conformada por un sector que estaba por debajo de las condiciones
que sufrían los desgraciados de Maracaibo, es decir, «los abandonados», era una tarea histórica
que no estaba en las expectativas de las clases sociales poderosas marabinas.
Contrapuesta a ese proyecto histórico de 1837 la clase acomodada de Maracaibo
pretendía con respecto a los pueblos de la provincia aplicar el mismo principio que les guiaba en el
servicio hospitalario, es decir, dos camas para “los desgraciados”, seis para “los vecinos”, y para
ellos -los acomodados- un médico de cabecera cada vez que requirieran de sus servicios,
concurriendo este galeno a sus propias residencias de habitación, porque ellos no necesitaban del
hospital [154]. Con ese principio las parroquias de la provincia quedaban condenadas a
permanecer aisladas, es decir, a vivir en patética soledad.
Por todo lo dicho, a esa información sobre la realidad capitalina que nos remite a las
categorías de los acomodados, los de caridad y los desgraciados, habría que agregar la categoría

153
Realidad que abruma, turba y trastorna la sensibilidad humana, esa realidad -la de los abandonados- es la verdadera
historia de esta provincia, realidad solapada por la historia apologética de las Casas comerciales extranjeras y sus
vínculos, asociaciones o cercanías carnales con los acomodados de Maracaibo, la cual no dudamos en calificar de
historia del estrato más superficial de este interesante y sorprendente proceso histórico que se debe terminar por
develar en la región zuliana. No obstante, ese estudio de esa primera capa del proceso histórico permitió la primera
visión global de esta historia, lo cual fue un aporte crucial para la realización de una historiografía de calidad
universitaria. Ahora se debe sondear la historia de los otros estratos de esta realidad, tarea que asumimos de un modo
consciente y responsable en esta investigación al acercarnos a «los abandonados», es decir, a la vida de esas
comunidades que en el interior de la provincia no sólo están aisladas sino además están también olvidadas como las
describen en aquellos años.
154
Tanto es así, que los hospitales bajo la colonia eran regentados exclusivamente por el clero o por las órdenes
religiosas, porque eran instituciones de auxilio social, eran creados para los que requerían de caridad, porque no
disponían de medios económicos -monetarios- para esos menesteres relacionados con su salud o enfermedad.
103

socio-económica de «los abandonados» cuando se describe el resto de la Provincia de Maracaibo,


es decir, el campo. Ciudad y campo se oponen en una dialéctica crítica en esta historia.
El proyecto de Romero pretendía la prosperidad y, el precio de esta conquista, era la de
transformar a esa masa humana de los abandonados en un conglomerado útil y laborioso,
objetivo que se proponía alcanzar llevando capitales y empresas hacia el interior de la provincia,
Decía este eximio gobernante: “asistidos y recobrados vendrán a hacerse útiles y laboriosos”, es
decir, aspiraba no sólo a superar el estado de aislamiento de esas parroquias, sino además,
eliminar esa condición deshumanizadora y deshumanizante de estar sometidas al más total
abandono [155]. Ese objetivo político no lo podía captar la clase de los acomodados, la cual era
profundamente conservadora, es decir, lejos estaba de ser progresista ese sector social, condición
mental necesaria e indispensable para la realización del Proyecto histórico de 1837 que tenía un
sesgo capitalista y empresarial propio de la modernidad. La mayoría de esa clase dirigente sufría
de un atraso notable en su cultura política, y su imaginario estaba marcado indeleblemente por las
categorías de una sociedad jerárquica de enormes contrastes entre uno y otro estrato social, peor
aún buscaban ese distanciamiento para exaltar su estatus social, es decir, para que existiesen los
superiores había que intensificar las desgracias de los inferiores. Ese condicionamiento conceptual
de la clase propietaria, era el otro rasgo nacional que atentaba contra proyectos históricos como el
esbozado en esta provincia en 1837. Una sociedad profundamente dividida era reconocida como
una norma natural, lejos estaba el principio de la igualdad social de ser esgrimido por quienes
poseían el poder y ejercían el dominio bajo la “república”.
No obstante, las élites de los cantones subalternos sí contribuyeron con ese programa
regenerador de Juan José Romero, aún cuando no siempre fueron conscientes y consecuentes con
ese plan, porque éste les demandaba sacrificios pecuniarios-, informa Romero el año de 1837 en
su Memoria:
En las cabeceras de los cantones Zulia, Altagracia y Perijá se han limpiado y desmontado
con ese arbitrio sus cercanías con el objeto de atender el aseo y salubridad a que tanto
perjudican la falta de ventilación y las humedades, especialmente en lugares como
aquellos afectos a las fiebres endémicas.
También se han limpiado los ríos navegables de las parroquias Santa Rosa, Sinamaica,
Zulia, se ha limpiado el camino del Zulia hacia el interior, comunicación y tráfico de
Mérida (…)
En las parroquias de la Cañada, La Rita y Cabimas, no habiendo en ellos mayor necesidad
de caminos me han contestado sus respectivos jueces que los vecinos están dispuestos a
contribuir con sus servicios a favor de las fábricas de cárceles o escuelas. Algo hay ya
preparado para este fin (AHZ., 1837: T9, ff. 193/207)
Esas élites compartían con sus colectivos la indignación de pertenecer en la provincia al
sector de los abandonados y los aislados. En otras palabras, en esos cantones y sus parroquias
existían redes sociales y familiares que creaban una cohesión social básica, sobre la cual era

155
Los abandonados no solo remite a quienes están en peores condiciones que los desgraciados, abarca también a
todos los vecinos propietarios de aquellos pueblos, quienes sufrían de las carencias institucionales más básicas. El Juez
de Paz Francisco Monzant de Lagunillas -autor de aquella frase de que construir una cárcel es cosa muy sencilla-
describió esa situación, porque en su cantón no había ni hospitales, ni calzadas, y en su parroquia no había caminos, y
solo poseían una cárcel en total ruina.
104

posible acometer tareas públicas como obras comunales. En ellas existía una fuerza de cohesión
que era su fortaleza.
Es notorio como el alto magistrado dedica para las parroquias de la Cañada, La Rita y
Cabimas un trato deferente y hasta personal cuando dice “me han contestado”, haciéndoles a
aquellos jueces y vecinos el reconocimiento de su buena disposición a contribuir con las mejoras
sociales relacionadas con la seguridad y la formación educativa. Entre el gobernador y las élites
locales de esos cantones existía implícito un pacto en torno a ese proyecto histórico, que de haber
sido triunfante percibimos como historiadores hubiese convertido esta provincia en una región
capitalista, es decir, en un territorio próspero en lo económico y con un bienestar social suficiente
para mantener cierta cohesión social, y con ello sentar la base para una estabilidad política [156],
en síntesis la de sustituir el aislamiento por la cohesión, y eso es una región, no puede ser otra
cosa. En el fondo de esa propuesta estaba jugándose el verdadero progreso de todo este territorio
[157]. Dejar atrás el atraso notable en el que estaba sumida la provincia era la gran tarea
histórica, de allí que se sea enfático en calificar las propuestas de esa Memoria de gestión del
gobernador Romero como un proyecto histórico. En las parroquias pudieron sobreponerse a los
imperativos de aquella sociedad jerárquica, y a contracorriente, acometieron las tareas colectivas
como un trabajo comunitario urgente y necesario.
De la visión de Juan Romero dependía dotar a todos los cantones con obras públicas como
cárceles, escuelas, camposantos, iglesias, caminos, salubridad, muelles, calzadas, acueductos,
hospitales y limpieza de las poblaciones y su entorno, así como del cauce de los ríos, lo cual calificó
aún más el aparato burocrático. La oposición que surge en Maracaibo e incluso en algunos
sectores del campo al tener que destinar a alguno de sus dependientes o alguna de sus bestias
para esas obras, o dinero para el pago de un jornalero, o el alimento de algunos de los
trabajadores, pudo causar, como es obvio, la demora de la obra o incluso de que no se llevase a
cabo. Una sociedad jerarquizada de un modo espantoso, creaba un orden/desorden que
entorpecía la marcha del gobierno y de los planes progresistas.
Por otra parte la violencia delictual que se vivía en el medio rural fue tal vez la que impuso
su lógica a los propietarios del campo, y en consecuencia éstos dejaron a un lado sus reticencias y
unieron sus esfuerzos a los del colectivo para construir la cárcel. La inseguridad se impuso a las
jerarquías sociales, para que cedieran terreno en pro de una mejora civil que atentaba contra el
Estado. La dilución de la violencia legítima en manos de la violencia delictual produjo una salida
igualitarista, en medio de una sociedad profundamente jerárquica. La cárcel se convertía en razón

156
El régimen capitalista cuando provoca una acumulación de capital ampliada, es capaz de incentivar cambios
históricos que transformen las relaciones entre poblaciones de simples a complejas, lo cual hace factible hablar de
regiones históricas, porque éstas pueden impulsar grandes cambios que influyen más allá de las fronteras propias.
157
Maracaibo implementó fue una economía de puerto, donde la élite marabina ofreció sus servicios de aduana a los
centros económicos y de poder situados en el exterior, es decir, en las grandes potencias de la época, esto ni desarrolló
a Maracaibo -desde el aspecto productivo- ni sacó del atraso a los cantones subalternos, en una palabra, no creó una
región en el mejor sentido histórico de la palabra. No se puede confundir el establecimiento de circuitos comerciales con
una región, la región solo existe cuando hay un aparato productivo propio en expansión que crea circuitos mercantiles.
En la Provincia de Maracaibo no existía un aparato productivo en expansión capaz de crear un mercado regional, existían
unos circuitos comerciales que eran la prolongación del aparato productivo de Europa por toda el área caribeña. Esta es
la visión histórica que se obtiene desde la perspectiva de las parroquias aisladas, es decir, desde el campo.
105

a esos considerandos en una gran obra pública, y por tanto, se edificaron por la importancia que
tenían para pacificar la sociedad.
Maracaibo contaba con un amplio aparato represivo para imponer el orden sobre el
desorden, no era este el contexto en las parroquias aisladas, y esta circunstancia creó una
atmósfera social de mayor cercanía entre los principales de aquellos pueblos y sus colectivos.
f) Orden/desorden
La obra pública de la cárcel tenía una connotación política, detrás de ella están los
intereses en el restablecimiento del orden social, porque éste es necesario para concretar la
existencia del Estado mediante una estabilidad social. De allí que las cárceles son erigidas bajo el
consenso de las clases dominantes -oligarquía y plutocracia- dispuestas incluso a tolerar
soluciones no jerárquicas para su construcción.
En lo único que están de acuerdo los propietarios es en lo necesaria de esa obra pública de
la cárcel, la definición de esa necesidad es reveladora. En los documentos de la época se pasa del
criterio de que éstas sirven para contener las actividades delictivas -lo cual es de Perogrullo- a una
lista más ambiciosa, con la cual se va elaborando un concepto más complejo en el que se entrevé
lo verdaderamente importante, es decir, la necesidad de dar el paso histórico de un contexto
donde predomina el desorden a otro que impone el orden como lo único que está dentro de la
Ley. En las citas que se han realizado párrafos arriba de los documentos referidos a la cárcel se
exterioriza esa preocupación:
(…) la cárcel pública que debe hacerse en esta parroquia resultó que se convino en que del
subsidio se quitase un día de trabajo y sin perjuicio de las rentas Municipales se haga un
trabajo tan útil y necesario para la parroquia pues finta los delitos quedarán impunes
por la falta de cárcel.
La preocupación en esta primera reacción es la de contener el delito que puede provocar
un individuo en el medio social, pero en el siguiente manuscrito la concepción del delito tiene otro
carácter, porque abarca a toda la sociedad al relacionarse con el derecho a la seguridad, es decir,
que la comunidad no esté sometida a un clima de desorden, donde la oferta de orden social es el
objetivo de esa obra pública, tal y como lo expresa este otro documento:
Siendo una de las primeras necesidades de la parroquia para la seguridad y mantener el
buen orden, una cárcel pública que es con lo que se contienen los desórdenes
Y no se detiene allí el concepto en construcción, en la cita que sigue, no se aborda ya sólo
la seguridad y el orden que debe imperar, sino que se profundiza a algo más brutal: a la autoridad
hay que dotarla del medio con el cual pueda hacer efectivo su castigo, porque sin este medio -la
cárcel como instrumento de represión con sus cepos, sus grillos y las armas- no podrá
desincentivar el desafío de quienes pretendan desacatar la autoridad, dice el expositor:
atendiendo a la necesidad de se carece, pues los delitos quedarán impunes por razón de
que hay casos en que la ley solo faculta que el castigo sea cárcel y no multa, y aún
cuando sea multa siempre se necesita de la cárcel para hacerla efectiva.
Y en un nuevo escrito el discurso se orienta a una necesidad consensual, donde la cárcel
como asunto de seguridad es, por tanto, un punto del pacto social, al grado de convertirse en una
convención:
para la obra de la conclusión de la cárcel, que es un objeto en que todos deben
interesarse por su propia seguridad y conveniencia.
106

El orden social lo convierten las élites en el gran objetivo de la sociedad, el desorden social
queda en consecuencia deslegitimado -las necesidades de la guerra lo había legitimado-,
quedando así el descontento social convertido en una amenaza aún cuando impere la injusticia
social, es por esta vía que la mejora y progresos se erigen en justificativos para esa obra que busca
contener los desórdenes. La cárcel se presenta como una mejora y un progreso, es decir, en un
adelanto, cuando en realidad era un paso atrás, porque dejaba sin resolver el problema de los
desgraciados, los abandonados, los aislados, los de caridad y los presidiarios:
Encarezco a Usted muy particularmente preste toda su eficacia a la ejecución de esta
ordenanza cuyo objeto es tan interesante para la mejora y progresos de los cantones.
Restablecidos los mecanismos de control de la sociedad, el poder podrá obtener ya no
solo el servicio personal de los vecinos para subsidiar la construcción de las obras públicas, sino
que incluso podrá recurrir a los mismos que se les ha retirado la libertad para que les sustituyan en
esas labores:
(…) y sería además fácil instruir a algunos presidiarios de la ciudad o del castillo de San
Carlos en la sencilla operación del empedrado (...)
Era pues, una sencilla operación, crear un “buen orden”, es decir, que los desgraciados
que habían ido a dar a los presidios debían resolver los problemas de las calles de Maracaibo
empedrándolas, para que las arenas no penetrase en los calzados de los principales, ni se
hundiesen sus pies en sus arenas movedizas, ni sus casas se llenasen de polvo, ni su ciudad se
pareciese a las sabanas que rodean su núcleo urbano. El progreso tenía un alto costo social, los
pobres caídos en desgracia -los presidiarios- subsidiaban con su vida los adelantos de la ciudad.
Se pone en evidencia como en este Proyecto histórico expuesto en el año 1837 no se
pierde de vista la función del poder, es decir, la de no descuidar las posibilidades de un conflicto
social que pueda dar con todo al traste si no se cuenta con un control social dominante que
mantenga el buen orden y contenga los desórdenes. El orden debía imperar, el desorden social
impulsado por la miseria y falta de expectativas debía ser contenido, la sociedad jerárquica poseía
contradicciones irresolubles y la cárcel era una obra pública imprescindible en ese contexto de
desigualdades aberrantes. El gobernador Juan Romero lo expresa in extenso haciendo hincapié de
que ella es un medio de represión y en razón de ello era una gran obra pública:
El ramo de cárceles es uno de los más importantes que merecen vuestra atención, no las
hay propiamente en la mayor parte de los pueblos ni en las cabeceras de cantón, a menos
que llamemos así algunas cabañas que sirven a tal destino. Sin cárceles en los pueblos, no
puede haber respeto a las autoridades, contención a los delitos o castigo a los crímenes, y
faltando así este medio de represión, las leyes, la policía, el orden público, los jueces
mismos están a discreción de cualquier audaz dispuesto a violar los fueros y respetos que
le son debidos (AHZ, 1837: T. 9, l. 4, f. 196).
El temor a los pobres, impuso a los desavenidos con la medida del subsidio personal el
buen juicio, y accedieron a las demandas del gobernador para que se construyese cárceles por
toda la provincia mediante un modelo de trabajo que no respetaba las jerarquías sociales con las
que se identificaban. Y después de construidas la élite marabina dio un paso más, convino a
destinar partidas presupuestarias para las instituciones carcelarias, era el medio para estimular a
quienes dirigían las parroquias a restablecer el orden público -el puesto de Alcaide hacia acreedor
a quien lo ejercía de un ingreso mensual -, el orden público era una de las principales amenazas
107

para restituir la economía [158]. La ciudad se veía amenazada por un estallido social en el campo,
no solo por los delitos personales, sino también por los delitos insurreccionales o de resistencia
popular. Solo con un control de las masas populares se podría aplicar de nuevo a los habitantes sin
medios propios al trabajo en los hatos y haciendas, y así de este modo estas unidades productivas
empezarían otra vez a colocar sus magros excedentes en el mercado de la provincia. Todo se
conectaba estructuralmente: restablecer el orden social sobre los dominados estaba vinculado con
las necesidades urgentes del aparato productivo. El Proyecto histórico de 1837 tenía un intenso
trabajo intelectual que tuvo como punta del iceberg al licenciado Juan José Romero, pero todo ese
trabajo conceptual -es de justicia decirlo- lo recogió este Primer Magistrado de los comentarios
que los jueces de paz de las parroquias aisladas le hacían llegar en sus oficios.

El hombre nuevo de esta «república de los acomodados» tenía que ser la de un hombre
moderado en sus sentimientos y acciones, es decir, no muy lejano del concepto del Antiguo
Régimen hispano donde se pretendía colocar como virtud al hombre dócil y timorato. En una
Comunicación que se envía a todos los jueces de paz de la costa oriental del lago -El Pilar, San
Pedro, Bobures, La Ceibita, La Ceiba, Cabimas, La Cañada- se hace hincapié en este objetivo social:
Siendo de la mayor importancia para la morigeración [159] de las costumbres en los
pueblos el establecimiento de cárceles (AHZ, 1838: T. 10, ff. 323 y 324)
Ese tipo de hombre era el que requería el sector de los terratenientes -estos eran los
dueños de la Provincia de Maracaibo-. Para que el hombre no cayese en excesos se prevé en el
Proyecto histórico de 1837 no sólo las cárceles, sino también la erección de iglesias y escuelas en
aquellas poblaciones, para que desde la infancia se inculcase en los habitantes la morigeración
como una virtud, es decir, todo lo contrario a lo que emplearon las clases dominantes de la colonia
para liberarse de las restricciones que les imponía la corona española y poder defender sus
intereses y adquirir los derechos de ciudadanía. La iglesia y la escuela esperaban los ilustrados que
jugasen un papel complementario a esos centros de retención, de allí que según esa Circular que
llega a los despachos de los jueces de paz desde el Pilar hasta la Cañada se diga:
Efectuada que sea la obra de la cárcel, se procederá después a la de una iglesia, o de una
escuela y entonces ese pueblo adquirirá grandes ventajas y aumentará su población y su
cultura (ídem).
De allí que la cárcel era lo primero, después vendría lo demás, era indispensable la
transición del desorden social al orden social, las autoridades debían ser dotadas de ese medio de
represión para que «el audaz» se morigerara en sus costumbres y conductas. Ese plan de
pacificación y domesticación, en última instancia, estaba al servicio de «los acomodados», y su

158
Pedro Cunill Grau presenta este tipo de problemas, señala que para mediados de siglo: La marginalidad económica se
refuerza por problemas de desorganización social que inciden en focos de desarraigados que viven del robo, como se
informa en 1856: “ha tenido informes fidedignos este gobierno que en ese lugar existen varios hombres perjudiciales a
la sociedad por sus depravadas costumbres y que los vecinos de ese y otros puntos inmediatos experimentan
continuamente menoscabo de sus intereses por robos que se les hacen (…)”, donde los lugares aludidos en el texto
citado son Santa Rita y Cabimas. Tomo II, página 1296. Recién terminada la guerra de independencia el “bandidaje”
debió azotar a todo el país. Los bandidos eran los soldados sin paga, sin haberes militares, a quienes se les ofrecían en
las haciendas el trabajo de peones, éstos no tenían el derecho al libre tránsito por el territorio nacional, de tal modo
que cada jurisdicción político-territorial era una cárcel a cielo abierto-, porque para poder trasladarse a otro cantón se
les exigía sacar un pasaporte.
159
Morigerar: Moderar los excesos, es decir, no incurrir en audacias.
108

programación era muy detallada, las instrucciones muy claras, se deseaba profundamente que ese
plan general de morigeración de las costumbres acabase con «los audaces», ese modelo humano
muy útil durante la guerra de independencia como era el de los audaces debía ahora ser
suplantado por un nuevo modelo el de «los moderados». La falta de la cárcel debía ser
eficientemente subsanada, de allí que las instrucciones fuesen muy bien elaboradas para que esa
obra se realizase en su debida forma, es decir, que no fueran simples cabañas, así lo exigía una
sociedad jerárquica diseñada en la cima social para ser aplicada a los de abajo:
Septiembre 27 de 1838 Circular N° 21
(…) teniendo informes la gobernación de que en esa parroquia no hay ninguna [cárcel], he
determinado dirigirme a Ud. para que reuniendo a los vecinos o citándolos de uno en uno,
cómo crea más conveniente los excite a contribuir según sus facultades para que la obra
de una casa que pueda servir para dicho objeto. Antes de todo formará Ud. el
presupuesto de los materiales, puertas, rejas i demás que sea necesario para la obra con
expresión del informe de cada cosa, incluso el de los jornales del albañil, carpintero i
peones que deban trabajar i me lo reunirá Ud. para su aprobación, procurando la mayor
economía en el ajuste de todos los precios. Entonces me enviará Ud. igualmente la
inscripción de los vecinos con la expresión de lo que cada uno se haya comprometido a
dar, bien sea en dinero o bien en materiales o en trabajo personal, según sus proporciones
para dar cuenta de todo a la Honorable Diputación que se reúne el 1° de Noviembre
inmediato. Las rentas de esa parroquia se aplicarán también para la obra, i eso se debe a
estimular a Ud. i al Administrador o recaudador para procurar el cobro con la mayor
eficacia (…) También me informará Ud. si hay en esa parroquia algún principio de obra
pública, o algunos materiales que puedan aprovecharse.
Dios guarde a Ud. Romero (ídem).
Las reacciones de estos jueces de paz fueron varias:
De La Ceibita el Juez José Carmen Barroso le indica al gobernador que los vecinos
fabricaron una casa “con alguna ayuda de las rentas” en el año de 1835, agregando que esa obra
“está algo deteriorada les es fácil volverla a reponer para economizar algunos materiales y trabajo,
que puedan quedar a favor de una iglesia, que también les interesa tener”; solicitan, en
consecuencia, la disposición de costear con las rentas “dos puertas y dos rejas, las primeras de dos
y media varas de largo y una media de ancho, y las segundas de una vara de largo y tres cuartas de
ancho que es lo que hace falta para que dicha casa quede en citado servicio” (AHZ, 1838: T. 10, f.
328).
De San Pedro el Juez José Ignacio Soto le responde al gobernador:
En cuanto a la casa de la cárcel digo a Vuestra Señoría que la hay construida del año
treinta y cinco buena casa. Sólo que no hay seguridad porque no hay prisiones, las puertas
necesitan de candados, el cepo tampoco existe, está todo desguazado. La casa las paredes
son de caña. Vuestra Señoría me dirá de dónde se saca para hacer estos gastos. En esta
parroquia no hay principio de obras públicas, ni materiales algunos (AHZ, 1838: T. 10, f.
326).
La contestación de La Ceiba fue a contracorriente, allí el Juez Justo Troconis dijo:
(…) preveo un inconveniente capaz de evitar todo procedimiento (…) que es: que este
vecindario se compone de un corto número de habitantes pobres y circunscriptos a su
trabajo, peones en los conucos o labranzas que tiene para proporcionarse el diario
sustento; además de que son hombres insaciables, faltos de todo espíritu público, y sin
ciencia para entender cualquier disposición de esta naturaleza que se les hiciere; pues
de lo contrario veríamos con valor que estos mismos hombres a cualquier instancia se
109

refugiarían en los conucos mismos abandonando sus pequeñas chozas que tienen en este
pequeño vecindario (…) Adicción: Respecto a la prevención de Usted me hace participarle
sobre si existe aquí algún edificio, pero, le digo a V.S. que sólo hay en este lugar una
mezquita pajiza hecha por estos mismos vecinos para servir las misas cuando por
casualidad se presenta algún ministro del altar (AHZ, 1838: T. 10, f. 325).
Troconis, por otra parte, indicaba al gobernador que lo recaudado en rentas en la
parroquia ya había pasado a la Administración Subalterna del Cantón y, además, llamaba la
atención de que parece que no son suficientes para principiar con el objeto del contenido de la
Circular. En otras palabras este juez no era proactivo, en su evaluación de la situación coloca como
aspecto negativo que su parroquia está conformada por un corto número de habitantes pobres,
indica que son conuqueros dedicados sólo a obtener sus subsistencias, circunstancias que en su
opinión les descalifica para la realización del bien público, agrega que no tienen ningún
entendimiento e incluso les denuesta de ser «hombres insaciables». Dificultades, que aún en el
caso de ser ciertas no impide que la gestión administrativa resuelva esos obstáculos y los supere,
de eso se trata gobernar.
La realidad de las poblaciones de San Pedro y de La Ceibita contradice a Troconis, allí
desde tres años antes han construido hombres en las mismas condiciones de miseria que los de La
Ceiba sus cárceles, y le contradice también los propios habitantes de su parroquia La Ceiba,
porque ellos allí han levantado por su propia voluntad y deseo “una mezquita pajiza para servir las
misas”. Por el apellido del juez, se sospecha de que este funcionario era un vecino de Maracaibo
mudado a este territorio del sur del lago, desde su llegada debió originarse esa no-integración de
él con aquella comunidad abandonada y aislada, donde las necesidades básicas y hasta
elementales no se satisfacían sino en muy baja medida. Por su definición del ser humano que
habita en aquellas chozas de aquel pequeño vecindario, parece justificar cualquier tipo de trato
hacia esos infelices.
Pero colateral a estas impresiones generales, vale destacar que con las cárceles regresaba
la época del cepo al ámbito social, es decir, al instrumento de tortura que se empleaba para
reducir al esclavo a su condición de cosa, la sociedad jerárquica recuperaba terreno y lejos de la
igualdad como conquista socio-económica se marchaba en dirección contraria. Había que
restablecer el orden de los dominantes, bien lo expresó el Juez Juan José Ignacio Soto cuando dijo
al Gobernador: “no hay prisiones, las puertas necesitan de candados, el cepo tampoco existe, está
todo desguazado”, él era la autoridad de San Pedro, un pueblo ubicado en un Cantón donde la
esclavitud campeó a sus anchas y aquellos instrumentos de contención social habían desaparecido
en la guerra, y ahora se veía la necesidad de restituir esos artefactos para tranquilidad de la
propiedad latifundista, los grillos debían retornar a la escena. La cárcel tenía una función histórica
en su instancia más relevante, en ese sentido, era uno de los ramos más importantes -tal y como
lo sostenía de modo explícito el licenciado Juan José Romero- para la Provincia de Maracaibo. Era
por tanto, la cárcel, dentro de ese orden de ideas superiores parte crucial del Proyecto histórico
de 1837. Porque “de lo contrario veríamos con valor que estos mismos hombres a cualquier
instancia se refugiarían en los conucos mismos abandonando sus pequeñas chozas que tienen en
este pequeño vecindario”. En síntesis, había que dar a escoger a los ex soldados dos opciones, una,
permanecer cautivos dentro de una hacienda o un hato, dos, ser retenidos en una cárcel por andar
realengos.
110

Al respecto el geógrafo Pedro Cunill Grau señala:


(…) dictándose drásticos reglamentos para estos trabajadores, como el registrado en
1837: Ningún peón podrá separarse de la hacienda o campo en que trabaja ni aún en los
días feriados, sin permiso del dueño. Se les controla toda actividad de traslado (Cunill
Grau: p. 1.193).
El latifundismo defendía sus intereses y al hacerlo coartaba los derechos de hombres libres
de los habitantes [160], por otra parte, no sólo creaba unas capacidades ociosas al dejar inmensas
extensiones yermas, sino que derivado de esa realidad ilógica e irracional creaba una capacidad
ociosa en las potencialidades y recursos que poseía el ser humano. El latifundismo convertía a
hombres que sabían criar animales y cultivar las tierras en simples peones, es decir, en las piezas
de trabajo simple que quedaba subordinada a realizar las labores llanas de una explotación
extensiva. El agricultor y criador pobre era reducido al más simple trabajador de una unidad
productiva mediante el peonaje. Los peones eran una pieza viva incorporada a la maquinaria de
una molienda o trapiche. Los terratenientes que detentaban el poder transformaba ese inmensa
masa humana con capacidad productiva en hombres sin libertad y sin futuro, puesto que perdían
el libre albedrío. El hombre libre que se valía de su propio esfuerzo era estigmatizado como audaz,
es decir, como un temerario, y mediante esa descalificación se le mudaba a un escalón productivo
inferior al que venía ejerciendo. Las quejas de los propietarios de haciendas o hatos consistía en
considerar que ese grupo de habitantes que vivían dispersos por las inmediaciones de sus
poblaciones causaba prejuicio a sus intereses, de tal modo consideraban que debían tomarse
medidas para incorporarlos a sus planes coartando sus derechos a llevar una vida propia,
calificándolos para esos efectos como “los ociosos” cuando en realidad eran los audaces que
buscaban por medios propios crear sus propias subsistencias y desarrollar, por ejemplo, un
conuco, o la extracción o recolección de recursos de las selvas o dedicarse al abastecimiento de
carne de cacería entre otros, es decir, valerse de diferentes medios para ser autónomos e
independientes. Cunill Grau recoge esa demanda contenida en un interesante documento, el cual
previamente encabeza con un comentario para su debida comprensión:
Este tipo de poblamiento favorece la escasez de la mano de obra. Las autoridades se
quejan de esta situación e intentan medidas compulsivas para hacer cambiar la vocación
laboral de mano de obra dispersa en selvas y sabanas donde practican caza, pesca,
artesanía y agricultura conuquera hacia labores en propiedades agrarias y ganaderas en
las grandes haciendas: “Mucho conducirá a ello el plan propuesto de tomar de cada
parroquia un conocimiento individual de los que viven sin ocupación para recomendarlos
a los hacendados bajo el celo de la policía, pero como hay tantos que viven propiamente
de la vagancia a pretexto de ciertas industrias que nada contribuyen a la riqueza pública
o en que solo se emplean dos o tres horas por día dejando el resto al delito y a los vicios,
convendría imponer a los que la ejercitan un derecho de patente. A lo menos se tendría es
esos hombres a los que muchos ven como sospechosos, y el número de ellos se reduciría
a los muy precisos para tales ocupaciones quedando el resto a favor de la producción
agrícola. (…) El plan de ocupar los campos o en los talleres a los ociosos supone las
requisiciones de la policía (…) (Cunill Grau: p. 1.193).

160
De allí que “tierra y hombres libres” se convierta en una fórmula de reivindicación social que dio origen a una cruenta
y larga guerra en el tiempo histórico venezolano.
111

Los terratenientes embrutecían al campesino -agricultor, labrador, recolector, cazador,


artesano- al transformarlo en fuerza bruta de trabajo de sus haciendas de baja productividad. Para
lograr mudarlos de los lugares donde actuaban como pioneros a sus fundos, debían declarar a esa
gente libre como individuos sin ocupación, en vagancia, delincuentes, de allí que se les trate de
viciosos, sospechosos y finalmente ociosos, para justificar mediante esa imagen negativa la salida
policial y la amenaza de la cárcel con sus candados, cepos, grillos y cadenas.
Pero sin ser injustos con este estadista, Juan José Romero, que tenía su imaginario puesto
en otro plano de la realidad -el capitalismo- hay que decir a favor de él como personaje histórico
[161] que la Circular en cuestión evidencia cómo el gobernador, a pesar de todas las dificultades,
insistía en la erección de cárceles, edificación de templos, construcción de escuelas y, en general,
llevar adelante obras públicas para que aquellos pueblos de su jurisdicción adquirieran ventajas,
aumentaran su población y se elevara su cultura. Romero no se arredraba ante aquellos abismos
de pobreza y miseria, ni ante el abandono y el aislamiento al que están sometidos secularmente,
su gestión creía firmemente se justificaría si lograba cambios significativos que transformaran esa
realidad en su estructura económica, social e histórica. La nueva cultura que Romero demanda -la
cultura de la civilidad en sustitución de la cultura bélica- tendría dos cauces para su realización, por
una parte, la coacción de la cárcel, por la otra, la mentalidad perfilada por la internalización de
nuevos valores que se iban a desprender de la forma y contenido que tomarían las leyes, la policía,
el orden público y los jueces con sus fueros y respetos que le son debidos [162]. Pero la clase de
los terratenientes era muy susceptible y temieron que con aquellas mejoras y progresos el control
social se les fuese de las manos y, dieron un viraje en sentido contrario, lo que llevó a Juan José
Romero a presentar la renuncia a la gobernación de esta provincia dirigida por el sector más
conservador de toda la república -de inclinaciones monárquicas marcadas hasta el final de la
guerra de independencia-.
Después de construida la cárcel debía edificarse la escuela según aquel Plan de Juan
Romero, la cual si bien podía tener un papel en la morigeración de las costumbres, su verdadera
misión era preparar para una época en la cual era cada vez más necesario que tanto el hombre
como la mujer supiesen leer, contar y sacar cuentas. Era la escuela un instrumento de varios filos,
y ante esta obra pública no había consenso, en las mismas parroquias aisladas era frecuente en un
inicio que no existiese entusiasmo por este adelanto, no obstante la capital portuaria y su
movimiento mercantil por toda la cuenca requería de hombres y mujeres con esas cualidades y de
nuevo el presupuesto provincial abrió esa partida para animar a la fundación de esta institución
por todas “las costas” del Lago, porque allí el tráfico de mercancías era cada vez más intenso y
desde la extensión de una papeleta para poder surcar de un puerto a otro hasta recibir un
cargamento inventariado requería este grado de instrucción.

161
El Licenciado Juan José Romero creemos era oriundo de Caracas, por su licenciatura suponemos que sea un abogado,
no creemos que pudiese ser un terrateniente, en nuestra opinión ejercía una profesión liberal, con la cual se convierte
en un hombre poderoso y acaudalado, su familia si podía estar ligada a la tierra o al comercio, fuente que les debió
permitir llevarlo a la Universidad para que obtuviese allí su título universitario.
162
Un estudio de esta instancia que construyen los hombres para complementar la económica o material, pondrá al
descubierto cuáles son los intereses preponderantes y, por lo tanto, los fueros y respetos que le son debidos. El trabajo
interdisciplinario y multidisciplinario de las ordenanzas, decretos, leyes y demás material de naturaleza jurídica que era
aplicado en aquella sociedad es clave para alcanzar este objetivo investigativo.
112

Vamos a reconstruir el proceso de creación de la escuela de Cabimas.


2.1.2 La escuela
En el caso de la escuela de Cabimas surgirán toda una cadena de avatares, se irán
concatenando en un relato tipo crónica, pero advertimos que entre las dificultades que se
presentan para la fundación de esas instituciones destaca una: no se tenía interés por ese tipo de
obra, llegando al extremo de que las autoridades desconocieran si existían o no escuelas en las
parroquias de su jurisdicción (a ese extremo de abandono y aislamiento estaban sometidas),
además, ese oficio tenía retribuciones económicas tan bajas que hacía desistir a los candidatos a
esos destinos a desempeñarse como preceptores en aquellas costas del lago, cuando no los
administradores gubernamentales no las dotaban con lo indispensable para su funcionamiento,
llegándose al extremo que incluso el propio gobernador estuviese dispuesto a cerrarla porque
tuviese una matrícula baja. Pero se fundan y en la historia de estos centros educativos abundan los
hechos interesantes, como el del cura de la iglesia que desfasado con los tiempos pide la
destitución del preceptor por sus audacias, o la de su largo cierre por haberse convertido Cabimas
en la víctima de un nuevo gobierno nacional, que no perdona la oposición que esta parroquia le
hizo en el transcurso más neurálgico de su gestión. Se hará, pues, un recuento del tortuoso camino
que recorrió la escuela de primeras letras de este vecindario.

Crónica de una muerte anunciada y el posterior resurgir de las cenizas de esta institución:
a) Inexistencia de la escuela
Recurriendo a la crónica de la escuela se puede observar la deplorable atención que
Altagracia como cabecera del cantón prestaba a las parroquias de su jurisdicción, es decir, se
reproducía a otra escala el abandono de Maracaibo con respecto a los cantones subalternos:
El mes de julio del año de 1840 el administrador principal de rentas de la Provincia de
Maracaibo recibe un informe proveniente de los Puertos de Altagracia, desde allí Nicomedes
Rincón que está al frente de la administración le comunicaba:
Adjunto a Usted el catastro de Cabimas y no el de La Rita y Cabimas por no haber
propiedades municipales en ninguna de ellas pues las casas que sirven de cárcel y escuela
pública son costeadas por los vecinos de dichas parroquias; lo mismo sucede en esta villa,
que la cárcel es alquilada y la escuela es costeada por los vecinos (AHZ, 1840: T. 19, f. 218).
Estos datos que ofrecía Nicomedes Rincón al administrador de rentas en Maracaibo,
ponen en evidencia su ignorancia con respecto a las parroquias de su jurisdicción, Cabimas sí tenía
una propiedad pública, un año atrás en junio 26 de 1839 Félix Borjas como encargado del catastro
lo había dejado registrado por escrito, y en él decía con precisión: “La cárcel de esta parroquia ha
sido costeada por el vecindario y las Rentas municipales”.
Cabimas tenía, entonces, propiedad pública porque su cárcel fue fabricada con el subsidio
personal que organizaron sus jueces y, fue terminada con las rentas que recaudó su colector y
administrador municipal, quién además veló porque la obra se concluyese, lo que le correspondía
hacer en calidad de síndico de la parroquia. De tal modo, la casa donde funcionaba la cárcel de
Cabimas, era una propiedad municipal, no así la de la villa donde la edificación destinada a la
cárcel era de un particular y se la rentaba al gobierno municipal.
113

En cuanto a las escuelas, el documento deja la impresión de que tanto en La Rita como en
Cabimas existían escuelas mantenidas por los vecinos. Veamos si esto era cierto. Por los
manuscritos históricos se sabe que el gobernador de turno se interesó en el asunto de las escuelas
y actuó en consecuencia, porque la existencia de escuelas públicas era un adelanto que debía
impulsar la república, ya que bajo la colonia Venezuela se mantuvo muy atrasada en ese ramo.
Bajo este nuevo régimen político, el republicano, era indispensable extender la enseñanza a todos
los habitantes sin que quedase nadie por fuera de ese derecho. Los gobernadores tenían ese
asunto en agenda.
En la Provincia de Maracaibo el gobernador de turno era oriundo de los Puertos de
Altagracia. José Escolástico Andrade había sucedido a Juan José Romero en esa alta magistratura, y
decidió acometer esa indignante situación de un gobierno que no llegaba hasta el interior de la
provincia, en consecuencia, ordenó una estadística al respecto en agosto del año 1841, enviando
una “Circular a los Señores Jueces de paz del Pilar, Santa Rosa, Bobures, San Pedro, Ceiba, Ceibita,
Lagunillas, Cabimas y La Rita.” Mediante la recogida de esa información quería obtener unos datos
fidedignos, tal vez había descubierto que los ofrecidos por Nicomedes Rincón les faltaba precisión,
en consecuencia en esa circular les planteaba a los jueces de paz de las parroquias:
Debiendo dar cuenta a la Dirección principal de instrucción pública y a la Honorable
Diputación Provincial del estado de la instrucción primaria de la provincia, acompaño a
Usted un cuadro para que lo llene en las noticias que adquiera de los preceptores de la
escuela pública y privadas de ambos sexos que haya en esa parroquia y la remita a este
despacho, procurando que esté evacuado este encargo para 15 de septiembre próximo.
Recomiendo a Usted la mayor exactitud en las noticias que expresa el cuadro, haciendo
que consten en él todos los niños y niñas que haya en las escuelas, así en las públicas
como en las particulares, dándome también un informe de las necesidades que sienta la
enseñanza primaria y demás particulares relativos que puedan interesar.
Andrade (AHZ, 1841: t. 23, f. 162).
La respuesta no se hizo esperar por parte de la parroquia de La Rita y Cabimas. De la
primera el preceptor -el maestro- José Antonio Castro le dijo: “(…) le remito el cuadro que
componen en la escuela pública de esta y la única privada (…)” (AHZ, 1841: t. 23, f. 171.
Y de Cabimas el Juez segundo envió el siguiente oficio:
Cabimas Agosto 30 de 1841.
Señor Gobernador de la Provincia.
En contestación a la Circular de Vuestra Señoría fecha 1° del presente mes,
acompañándome un cuadro para llenarlo con las noticias de los preceptores de la escuela
pública y de las privadas de ambos sexos que haya en esta parroquia, debo decirle a
Vuestra señoría que en esta parroquia no se encuentra ni tampoco una sola escuela, ni
pública, ni privada, ni de niñas, ni de niños, con lo que queda contestada la circular de
Vuestra Señoría.
Soy de Vuestra Señoría.
José Concepción Balbuena (AHZ, 1841: t. 23, f. 168).

El informe del administrador de rentas de Altagracia como queda demostrado no


respondía a la realidad, sus datos eran ficticios, las autoridades de Altagracia, por lo menos en este
asunto de la escuela, no tenían interés por la evolución de las parroquias de su jurisdicción, sus
funcionarios no tenían información fidedigna de esas poblaciones. La comunicación entre la
parroquia cabecera del cantón y las parroquias bajo su jurisdicción era casi inexistente. El Cantón
114

bajo esas circunstancias era una entelequia. Aquellas parroquias calificaban como «aisladas»
[163]. Bajo esas condiciones críticas las posibilidades de fundar una escuela y de que esta
persistiese en el tiempo era un albur. Un cantón sin fuertes vínculo entre sus partes carecía de
poder real para realizar conquistas y preservarlas. Mientras esa situación prevaleciera todo
adelanto era reversible, y así sucederá con su escuela. La falta de cohesión interna atenta contra
todo progreso y hace de cualquier prosperidad una fútil ilusión. Un suelo inestable no servirá para
construir nada imperecedero, tal es otro de los graves problemas que afectan a la nación
venezolana, la cohesión socio-territorial no es una tradición que se haya venido enriqueciendo. La
defensa de los intereses cantonales solo aparecerá después de que este territorio pase por
circunstancias muy traumáticas, y deban reaccionar como un todo para sobrevivir como entidad
político-territorial, porque su vida institucional empezaba a derrumbarse. La crónica de la escuela
en este sentido es una muerte anunciada desde el mismo momento de su nacimiento, el contexto
se prefiguraba como inestable.
b) Fundación de escuelas
Cabimas aparece en la estadística de instrucción primaria del año 1841 como una
población sin escuela, pasa por ende a integrar la lista de las poblaciones que había que dotar con
escuela pública, ésta era desde el punto de vista histórico más importante que las privadas,
porque estas últimas cubrían solo la demanda del sector social de los acomodados o de los
principales, y faltaba preparar a quienes no se desempeñarían como mandones.
Esa obra pública era y es muy significativa, la educación forja el tipo de hombre o mujer
que requiere un modo de vida, de tal modo que prepara los seres humanos para que tengan las
herramientas necesarias para desempeñar funciones especializadas, las cuales permitirán que un
conglomerado humano posea un aparato burocrático, integrado por ejemplo, por jueces, síndicos,
administradores, colectores de rentas, cartularios, secretarios, alcaides, ecónomos y comisarios,
quienes llevan el poblamiento a un nuevo estadio histórico. Para ilustrar este hecho basta
enterarse lo que le pasó a un ciudadano que resultó nombrado para comisario en Maracaibo:
Señor Gobernador de la Provincia.

José del Carmen Urdaneta de este domicilio, a Vuestra Señoría atentamente expongo. No
sé leer ni escribir (penoso me es confesarlo), porque nacido bajo el régimen colonial que
por sistema mezquinaba la instrucción, descuidando hasta lo sumo la educación primaria,
i obligado en mi juventud a ser soldado de la independencia, no me fue posible adquirir
aquellos conocimientos, tan honrosos como indispensables en un ciudadano. Y esta
circunstancia Señor (…) me obliga a renunciar ante V.S. el destino de comisario de policía
de la parroquia de Santa Bárbara para el cual se sirvió nombrarme aquel cuerpo; pues ella
es absoluta necesidad para ejercerlo; en razón de que, siendo una de las funciones de
tales empleados sacar patrullas y evacuar algunas comisiones, que bien puedan ser
arrestos, no puede desempeñarlas una persona lega sin exponer su resultado [en un
reporte policial] (…). Maracaibo enero 23 de 1845(AHZ, 1845: T. 9, l. 2, f. 316).

En efecto, el gobernador, indicó en este caso:

163
El Cantón Altagracia era un conjunto de poblaciones donde habían una Villa, cuatro parroquias, muchos partidos y
rancherías, que se interrelacionaban de un modo espontáneo, y donde sus nexos institucionales eran esporádicos, tenía
en ese sentido las características propias de un Complejo Demográfico y no de una verdadera microrregión, lo que
hacía de ese territorio un cantón se restringía a tener las autoridades propias de esa división político-territorial.
115

(…) considerando que ésta es una nulidad para desempeñar funciones (…) a lo menos en la
capital en donde no se carece de sujetos de entera aptitud para este encargo, la
Gobernación conviene en admitir la renuncia (…) Serrano (ídem).

El modo de vida civil requiere de la escuela pública, no sólo para que funcione el aparato
gubernamental, lo mismo es válido también para el aparato productivo, los hombres y mujeres
que pasan por la educación primaria adquieren los instrumentos necesarios para ejercer con
mayor propiedad las actividades económicas de un medio urbano en proceso de modernización,
es decir, para desempeñarse en el sector de los comerciantes, o en oficios como albañiles,
maestros de obra, sastres, zapateros, orfebres u otros, en los cuales se requiere tanto saber leer y
escribir como saber contar y sacar cuentas, y otros rudimentos que se obtienen en la escuela. De
allí que el dominio de la escritura y de la aritmética fuera necesario, por ejemplo, para elaborar el
presupuesto que presentó Cabimas para edificar la casa de la cárcel. Pero más importante aún que
echar a andar las actividades económicas, es que de la existencia de la escuela depende el poder
formar nuevos preceptores, con los cuales la educación se puede extender a mayor número de los
habitantes de una provincia, creando con ello un nivel de instrucción que serviría de base para
expandir las actividades modernas hasta donde llegase la instrucción primaria. En definitiva la
nueva sociedad demandaba ese adelanto, es decir, la escuela, institución que permite que la
sociedad asuma con éxito los nuevos retos que plantea cada nueva era histórica, en este caso, la
del capital.
En el Cantón Altagracia el universo de población favorecida por ese servicio, el año de
1843, fue de 135 alumnos. Ese año ese cantón presenta el cuadro estadístico de las escuelas:
Cuadro general de las escuelas públicas y privadas del Cantón Altagracia.
Parroquia Poblaciones Sueldo anual Número de alumnos
Altagracia 2.712 300 pesos 70
Rita 1.403 240 p. 25
Siruma 184 240 p. 20
Altagracia Una privada 20
Materias de enseñanza. Lectura, escritura, doctrina cristiana, urbanidad y aritmética.
Altagracia Agosto 30 de 1843.
Francisco José Faría (AHZ, 1843: T. 8, f. 181).
En esa relación se constata que Cabimas para ese año carece de escuela. ¿Quiénes poseían
escuelas ese año escolar? Según el Cuadro General de la Provincia -donde se recogía toda la
información enviada por cada cantón-: en Maracaibo poseían escuelas las parroquias: Matriz,
Santa Bárbara y San Juan de Dios; después contaban con ese adelanto las poblaciones de la
Cañada, Sinamaica y Perijá, luego venían algunas poblaciones que las tenían y otras no: Machiques
no, Zulia sí, Santa Rosa sí, Pilar no, Gibraltar sí, Ceibita sí, Ceiba sí, Bobures sí, San Pedro no,
Altagracia sí, Rita sí, Cabimas no, Lagunillas no, Siruma sí (AHZ, 1843: T. 8, f. 204).
En este Cuadro General de la Provincia aparece para quienes estén interesados en ahondar
sobre esa realidad: el sueldo del preceptor, las escuelas públicas y privadas, si eran de niños o de
niñas, el número de inscritos- También se incluye la cantidad de habitantes, pero según el último
censo de población que correspondía al del año 1837, Cabimas en consecuencia aparece en ese
cuadro con 798 habitantes, pero para ese año de 1843 su población real era de 1.013 habitantes.
Este dato demográfico es muy importante para el análisis, porque a partir de esa cifra se puede
establecer el número de niños en edad escolar que debiese tener esa parroquia. Cabimas con
116

1.013 habitantes tenía una población infantil que podía rondar entre cien y doscientos infantes, lo
que justificaba como mínimo -dentro de la escala deficitaria- una escuela con unos 45 alumnos.
La primera noticia favorable para que ocurra la fundación de la escuela para Cabimas se
refiere a su inclusión en el presupuesto provincial. Ese presupuesto para Educación primaria fue el
correspondiente al año de 1843:
Educación primaria.

Para el sueldo que les está señalado a los preceptores de las escuelas (…) Rita, Cabimas,
Lagunillas i Siruma; i a los monitores de las mismas [ … pesos ]. Para libros, papel i demás
útiles que deben proveerse a los niños pobres de las escuelas de Rita, Cabimas, Lagunillas,
Siruma (…) a 10 pesos cada una 130. Para invertir en libros con que deben premiarse a los
alumnos de todas las escuelas, mientras se obtienen medallas mandadas a construir, a 10
pesos cada escuela, excepto la de Cañada adentro 250 (AHZ, 1844: T. 12, ff. 582 y 583).

Ese presupuesto de gastos fue firmado el 10 de diciembre por el gobernador Andrade. El


gobernador se adelantaba a la puesta de funcionamiento de la escuela de Cabimas, allí se prevé el
dinero con el cual satisfacer sus necesidades más fundamentales, lo que quiere decir que apenas
abriese sus puertas podría ser puesta en funcionamiento, porque ya tenía aprobada sus partidas. Y
eso lo hacía Andrade, porque desde Cabimas en el mes de agosto se le comunicó que había
ocurrido una reunión entre vecinos y el juez de paz, en la cual se acordó la construcción de la casa
para la escuela. El día catorce de ese mes de ese año 43 le comunicaban desde Cabimas a Andrade
de que se iba a “Promover por todos los medios públicos y privados la erección de la casa de la
escuela”. El oficio estaba rubricado por Eduardo Miguel Rojas quien era la máxima autoridad del
pueblo en aquel año.
Ese mismo mes de agosto y ese mismo año 1843 recibe el gobernador del Cantón
Altagracia datos sobre el estado de la educación primaria en cada una de sus parroquias, allí no
figuraba aún Cabimas. El 30 de agosto de 1843 Francisco José Farías, Jefe político del Cantón
Altagracia, firmaba el Cuadro General elaborado con la información de cada parroquia de su
jurisdicción y allí quedaba incluida Altagracia con 90 alumnos, de ellos setenta eran de la escuela
pública y veinte de una privada, y en La Rita el número de niños en la escuela eran 25, Cabimas -
como ya se vio líneas arriba en ese informe- no tenía ni un escolar, porque no tenía escuela.
El estado de la instrucción primaria era grave no sólo en aquellos pueblos del interior de la
provincia, en Maracaibo también era crítica, porque allí una realidad mercantil y productiva de
tipo urbana demandaba la fundación de escuelas, y en el 1843 sólo contaban con dos escuelas
públicas de niños y una escuela pública de niñas, una escuela privada de niños y dos de niñas, lo
que totaliza 6 escuelas que a todas luces resulta muy exigua para esta ciudad portuaria -nos
referimos a escuela públicas y no a las privadas que eran numerosas-. En cuanto al resto de la
provincia, si tomamos como punto de partida de una evaluación a los Puertos de Altagracia, para
hacer un cálculo sobre la eficacia de la prestación del servicio, se puede señalar que esta población
tenía 2.712 habitantes, ahora bien si se asigna por cada casa familiar diez personas -media
estadística colocada muy alta- serían un total de 271 casas de familia, de las cuales si se tomase un
niño por cada hogar -media estadística muy baja- se debería tener un mínimo de 271 niños en las
escuelas de esa Villa, y la estadística indicaba que sólo se atendía a 90 alumnos. Peor era La Rita
que con 1.403 pobladores, es decir, la mitad de la población de Altagracia, debería tener la mitad
117

de 90, es decir, 45 estudiantes, y sólo tenía en las estadísticas 25 niños en la escuela. Pero la
realidad era más desoladora de la que se está presentando, porque el censo de población del año
43 no estaba aún aprobado y, las cifras que han sido empleadas para el cálculo -del déficit de
alumnos y alumnas- corresponden a las del año 1837 lo que quiere decir que la realidad era peor
de lo que aquí se presenta, el déficit del servicio era verdaderamente turbador (AHZ, 1843: T. 8, f.
204). Esa característica de los servicios públicos, la de solo cubrir superficialmente las necesidades
de la población, en nada contribuye a crear la cohesión social que requiere un país para sobrevivir
como nación. Los servicios deficitarios crean, por lo contrario, un sentimiento de subhumanos en
la parte mayoritaria de la sociedad, lo cual impide el reconocimiento mutuo de los distintos
sectores sociales como parte del mismo cuerpo social. De allí el imaginario de un Justo Troconis
en La Ceiba, quien descartaba la capacidad de entendimiento de los habitantes de La Ceiba y les
descalificaba como seres sociales al arrogarles de que carecían de espíritu público.
En el Cuadro General de la Provincia (AHZ, 1843: T. 8, f. 204) se indica que “En todas las
escuelas se observa en lo posible el método Bell i Lancaster” lo que es un índice que permite
apreciar un interés por la calidad de la educación. También allí se indica que “Las parroquias que
carecen de escuela es por falta de preceptores”, lo que hacía del problema algo exasperante,
porque no sólo faltaban escuelas sino que también faltaban preceptores para poder poner a
funcionar esas escuelas.
Hay que recordar lo que expuso Juan José Romero en su Memoria de 1837, él hizo un
recuento de las dificultades que se presentaban cuando se quería fundar escuelas, dijo:
Respecto a las parroquias subalternas, a pesar de mis frecuentes esfuerzos con que he
estimulado a los Jueces locales y vecindarios para establecer escuelas, ningún éxito ha
habido favorable. La falta de poblados o sea la diseminación de los vecindarios [164], su
suma pobreza, la carencia absoluta de personas aptas para la enseñanza, la repugnancia
de las de aquí a tomar este encargo en dichos puntos, la escases de las rentas o el
defecto de asignación de sueldos y otros gastos de Escuela en el presupuesto, son
inconvenientes que por algún tiempo retardarán el gran bien de generalizar la enseñanza
primaria en todas las parroquias (AHZ, 1837: T 9 ff. 193/207).
El déficit de escuelas era de la magnitud de una catástrofe, debido a todos esos factores. El
balance de la situación era estremecedor, el estado de la instrucción primaria era escandaloso, no
sólo porque en Machiques, Pilar, San Pedro, Cabimas, Lagunillas no hubiese escuelas, sino porque
las cifras presentan una situación que abruma, de 34.580 habitantes que habitaban los cantones
de Altagracia, Gibraltar, Zulia, Perijá y Maracaibo en vez de 3.458 niños escolarizados [165] sólo
habían 1.604 asistiendo a las escuelas (en realidad era mayor el déficit porque el censo poblacional
no estaba actualizado, el último fue del año 1837 y se estaba en el año 1843). Y allí no terminaba
lo impúdico de esa situación, sino que a esto se añadía la grosera distancia que existía entre la

164
Esta misma observación la hace el obispo Rafael Lasso de la Vega -fundador de Cabimas- cuando señala que muchos
pueblos de esta provincia no son tales, porque están dispersos por el territorio que ocupan. En Cabimas el vecindario de
La Rosa sirvió para corregir el poblamiento, allí se construyó un poblado por voluntad de los habitantes de “las
Cabimas”. Tal es el significado real de fundar pueblos, corrige el defecto de los vecindarios dispersos y diseminados al
crear un poblado donde se pueden prestar -gracias a la concentración de los habitantes en un lugar- los servicios
públicos, religiosos, educativos, etc.
165
Es decir, de un niño escolarizado por cada diez habitantes, lo que vendría a ser un niño por cada familia según un
cálculo muy conservador ofrecido en este trabajo. Familia de cinco más los agregados.
118

matrícula de las parroquias marabinas y las parroquias provinciales, de los 1.604 escolares
inscritos en toda la provincia 987 pertenecían a Maracaibo, repartidos entre sus tres parroquias, la
Matriz, Santa Bárbara y San Juan de Dios, lo que nos indica la pésima atención educativa en la que
estaba el resto de la provincia, en las parroquias abandonadas y aisladas sólo se sumaban 617
niños en sus escuelas (AHZ, 1843: T. 8, f. 204).
Sea como sea el año de 1843 se busca poner remedio para algunas de esas fallas, en la
Ordenanza de Presupuesto general de gastos para el año económico de 1843 a 1844 la Diputación
Provincial de Maracaibo aprueba en el ítem de “Obras públicas. Construir un salón en cada una de
las parroquias de Ceiba, Bobures i San Pedro destinados a la enseñanza primaria, a 100 pesos cada
uno”. Y esto sucedía porque el Gobernador Andrade -un gracitano- velaba por “la otra costa”
como hijo de estos terruños (AHZ, 1843: T. 11, ff. 84/87).
¿Cuál es la situación del ramo educativo entre 1845 y 1846 en el Cantón Altagracia? Para
ese período se presenta el siguiente presupuesto:
Proyecto del presupuesto general de gastos de este Cantón para el año económico del
1845 a 46 [formado] por el Concejo Municipal de Altagracia en sesión del 7 de Octubre de
1844.
Para sueldos de los alcaides de Rita, Cabimas i Lagunillas a 60 pesos cada uno 180. Para
alumbrado, agua i útiles de limpieza de la cárcel de las parroquias Rita, Cabimas i
Lagunillas a 5 pesos cada una 15. Para el sueldo del preceptor de las parroquias Rita,
Cabimas, Lagunillas i Siruma a 240 pesos cada uno 720. Para libros, papel i demás útiles
con que deben proveerse a los niños pobres de las parroquias Rita, Cabimas, Lagunillas i
Siruma a 12 pesos cada una 48. Para invertir en los libros que deben premiarse a los niños
de las escuelas del cantón a 10 pesos cada una 50. Para el sueldo de los ecónomos del
campo santo de esta Villa, Rita, Cabimas i Lagunillas a 24 pesos cada uno 96 (AHZ, 1844: T.
13, f. 197).
Como resulta obvio, en el año de 1844, el Concejo Municipal ya incluye en su partida de
gastos para educación primaria a Cabimas, pero ahora desaparece la escuela de la parroquia
Siruma. Llama la atención que se cubre la dotación de libros y útiles escolares para los niños
pobres, e incluso que se les incentiva con recompensas a todos los cursantes a alcanzar un alto
desempeño.
Para el año de 1849 el estado de la educación pública ha avanzado por la geografía de la
provincia, hay una escuela pública para cada parroquia, pero la asignación presupuestaria seguía
siendo la misma del año 1843, el sueldo de un preceptor era una miseria. La Diputación Provincial
de Maracaibo con las Rentas Municipales cubre los gastos para educación pública y la lista abarca
todas las parroquias de la provincia:
Educación pública.
Para el sueldo que les está señalado a los preceptores (…) de la capital (…) a los de Perijá,
Zulia, Gibraltar, i Altagracia, a los de las de Sinamaica, Cañada, Santa Rosa, Pilar, Ceiba,
Ceibita, Bobures, San Pedro, Rita, Cabimas, Lagunillas, Siruma, San Rafael, El Rosario,
Machiques, General Urdaneta i las auxiliares de San Carlos, Cañada i San Rafael (…) (AHZ,
1849: T. 5, f. 17).
La fundación de escuelas para mediados de siglo, era un hecho bajo el régimen
republicano. Sospechamos que la estructura económica de la sociedad creaba con sus avances la
necesidad imperiosa de instruir a más niños, niñas y adolescentes donde los cambios impactaban
de forma más pronunciada a la sociedad. La actividad mercantil requería de un personal instruido
119

como mínimo en educación primaria, Maracaibo como plaza comercial imperiosamente debía, por
lo tanto, ser un centro favorecido por la fundación de escuelas para cada una de sus parroquias.
Quienes trabajaban en la producción de manufacturas o en el desempeño de oficios, también se
verían favorecidos por esa institución, para el mejor rendimiento y eficacia de su actividad, acá de
nuevo la capital provincial era el centro de la solicitud de ese servicio.
Fuera de Maracaibo, el sector mercantil o el manufacturero era muy escaso, pero allí por
supuesto, para quienes eran propietarios y acomodados era básico ese servicio para sus hijos. El
sector de la agricultura bien sea la ganadera o la de los labradores no requería de una mano de
obra instruida en las escuelas, de tal modo que en el medio rural ese servicio tenía muy baja
demanda, calculamos que dentro de la lógica del modo de producción vigente en una población
de 1.000 habitantes una escuela para unos escasos 20 alumnos era suficiente, si no existía el
régimen de la educación obligatoria. Fundar una escuela bajo esas condiciones socio-económicas
corría el riesgo de la deserción escolar, lo cual ponía en peligro esa conquista.
El atraso de la estructura económica en nada beneficiaba ese proyecto de formación. En
cuanto a la estructura social, no sólo era indispensable para un propietario formar a sus hijos en la
instrucción primaria como un mínimo, para que administrasen los bienes, sino que por su mismo
estatus social era un elemento de prestigio. En la vida pueblerina donde la población se había
duplicado después de la guerra de Independencia, ya no se empleaba los bandos para dar a
conocer la información gubernamental, sino que se fijaba en los despachos de los juzgados o en
lugares públicos, por ejemplo, El Constitucional para dar a conocer a los vecinos las novedades, y
eso creaba la sensibilidad de saber leer, para no ser tratado como un ignorante. Incluso la misma
Iglesia fijaba en la puerta de los templos avisos para sus feligreses.
Quien sabía leer, escribir y sacar cuentas tenía una clara ventaja sobre sus
contemporáneos, de tal modo que ese servicio -el educativo- empezaba a ser valorado como una
conquista histórica. Por último, en todas las parroquias surgía un aparato burocrático que en poco
tiempo se ampliaba a nuevos funcionarios, esto es tal vez lo que impulsaba más la demanda de
escuelas en el campo. El caso de José del Carmen Urdaneta que se ha reseñado con anterioridad
ilustra esta certidumbre, José del Carmen Urdaneta por no saber leer y escribir tuvo que
declararse incompetente para desempeñarse como comisario de policía en Maracaibo, y tal
argumento esgrimido por aquel ciudadano llevó al gobernador Serrano a aceptar su renuncia,
porque en su opinión se podía considerar que esta incompetencia era una nulidad para ejerce las
funciones de ese cargo, agregando Serrano que en las ciudades se requería de “sujetos de entera
aptitud”.
Debió hacerse cada vez más patente en toda la provincia, donde no sólo crecía la
burocracia sino también el número de personas dedicadas a actividades de tipo urbano la
necesidad de poseer las habilidades intelectuales de saber leer, escribir y sacar cuentas. Para
facilitar ese avance se fundan en consecuencia escuelas, había que responder a esos adelantos en
el aparato productivo, aparato mercantil y aparato político, porque de lo contrario se frenaría ese
escaso progreso que se estaba conquistando. El Proyecto histórico de 1837 contemplaba esa
conquista y hacia ese avance orientó las necesidades de los cambios históricos que se iban
sucediendo. No obstante el predominio en la estructura económica del latifundio y cuando no de
un modo de vida fundamentado en hatos y haciendas, no propulsaba la necesidad de las escuelas.
120

De allí que el gobernador Romero expusiese ante los diputados: “Respecto a las parroquias
subalternas, a pesar de mis frecuentes esfuerzos con que he estimulado a los Jueces locales y
vecindarios para establecer escuelas, ningún éxito ha habido favorable”. Los terratenientes solo
garantizaban una pobreza generalizada no sólo monetaria y de bienes materiales, sino también de
formación educativa. Romero conocía de estas complejidades, colocaba como un inconveniente,
según su modo de ver las cosas, como la situación de indigencia impediría enviar los niños a los
centros educativos, no solo por los gastos en útiles y libros, sino más bien porque se necesitaba de
ellos en las tareas del campo. Otro inconveniente era la diseminación de las poblaciones, los que
vivían en el poblado eran los menos, y esto reducía la posibilidad de asistir a la escuela para
quienes vivían en las afueras. Generalizar la enseñanza primaria en todas las parroquias era una
tarea difícil por todos esos inconvenientes que Romero previene. Cosa distinta hubiese sido si un
aparato productivo capitalista tuviese fuerza en esa constelación de poblaciones como lo soñaba
este estadista, esa estructura económica dinamizaría un efecto multiplicador de las actividades
educativas, y tal cosa era lo que se proponía el licenciado Juan José Romero provocar en la
Provincia de Maracaibo. En conclusión, el problema no era fundar escuelas, el quid del asunto era
impulsar unos adelantos históricos que creasen la necesidad de instruirse, para poder mediante
esa formación integrarse a la sociedad que estaba emergiendo.
c) Paga de los maestros
No sólo una abrumadora mayoría de los cursantes de las escuelas pertenecían a
Maracaibo y una exigua minoría a toda esa constelación de parroquias aisladas, también existía en
el régimen educativo otra injusticia: las escuelas de niñas eran la excepción, de allí que no extrañe
que una prominente propietaria de tierras en Cabimas fuese analfabeta -ya se dará a conocer en
este libro ese personaje-. Por otra parte, el incentivo para desempeñarse como maestro fuera de
Maracaibo era nulo, el preceptor de la escuela pública de Altagracia percibía 300 pesos anuales,
mientras que en la parroquia matriz de Maracaibo tenía por sueldo 840 pesos [166]. Y una
maestra en Maracaibo recibía menos sueldo que el preceptor varón, solo devengaba 420 pesos
anuales [167]. En cuanto al sueldo de los preceptores de las parroquias como Cabimas o La Rita,
éste era aún más bajo, sólo llegaba a 288 pesos anuales, es decir, por debajo del que ejercía en la
Villa de Altagracia.
El Gobernador Andrade -oriundo de la Villa de Altagracia- al igual que su antecesor no se
arredraba ante tantas dificultades, en la “Ordenanza de presupuesto general de gastos para el año
económico de 1843 a 1844” intenta mantener y conquistar ciertas reivindicaciones hacia aquellas
parroquias suburbias, allí disponía un incentivo si los maestros o maestras se preparaban en el
método Bell y Lancaster:
Para el sueldo de los preceptores de las parroquias Sinamaica, Cañada, Santa Rosa, Pilar,
Ceiba, Ceibita, Bobures, San Pedro, Rita, Cabimas, Lagunillas y Siruma, a 24 pesos cada
uno (…) 2.880 pesos.

166
El preceptor de Altagracia constituía un débil impacto económico en esa Villa, no así el impacto que causaba el
preceptor de la parroquia matriz de Maracaibo en su entorno urbano.
167
Era una «República» donde el principio de igualdad era burlado una y otra vez, lo hacen evidente la inequidad de
género y la asimetría entre las parroquias de la capital provincial y las parroquias de los cantones subalternos.
121

Para el sobresueldo de los veintidós preceptores de la provincia, cuando sean aprobados


en el método de Bell y Lancaster, a 60 pesos anuales (… …) 1.320 pesos.
Útiles para la enseñanza.
Para libros, papel y demás útiles que deban proveerse a los niños pobres de las parroquias
de Rita y Cabimas a 20 pesos cada una (… …) 40 pesos.
Para los de las parroquias Santa Rosa, Pilar, Lagunillas y Siruma, a 12 pesos cada una (… …)
48 pesos (AHZ, 1843: T. 11, ff. 84/87).
Las rentas provinciales eran distribuidas con gran inequidad, pero las necesidades
apremiantes de esa constelación de parroquias extendidas por todo el territorio provincial ejercían
presión en la Diputación Provincial para favorecer sus intereses. La presencia de un gracitano en la
Gobernación fue una coyuntura favorable para “las costas”, las partidas presupuestarias que se
observaron en la cita anterior, indica cómo ese sector fue estimulado por este gobernante. Un
militar de su talla, que formó parte del Ejército Libertador en la Campaña del Sur que llevó a los
soldados venezolanos hasta el Perú, bien que conocía la necesidad de las habilidades intelectuales
adquiridas mediante la instrucción educativa, para llevar a cabo operaciones de gran escala como
aquella de la gesta independentista de escala continental. De allí su preocupación por mejorar la
paga de los preceptores y estimular la calidad de sus enseñanzas. Además, lo más importante, era
un doliente de “las costas”, porque conocía en Maracaibo ese fenómeno que su antecesor
señalaba como un gran inconveniente, cuando dijo: “(…) la carencia absoluta de personas aptas
para la enseñanza, la repugnancia de las de aquí a tomar este encargo en dichos puntos”, en otras
palabras, el nombramiento de preceptores para el interior de la provincia no sería fácil. Para este
héroe de la Independencia percibir que en la Capital se tuviese repugnancia por mudarse a estos
cantones de la costa este del lago, debió ser un poderoso motivo para intentar reivindicar a los
maestros en su sueldo, las anteriores gestiones les habían rebajado sus ingresos de 24 pesos
aprobados a 20 pesos mensuales, y Andrade logró en su período que lo aprobado se cumpliese y el
sueldo que devengaron fue el de los 24 pesos que les correspondían. Con esa medida y el
sobresueldo, buscaba resolver el problema de los nombramientos de preceptores para el interior
de la provincia. Con todo era gravoso regentar escuelas, aquellos 24 pesos constituía menos de un
peso por día. La amenaza que se cernía sobre las escuelas era, entonces, la de conseguir alguien
bien preparado educativamente que estuviese dispuesto a recibir aquel magro sueldo en la otra
costa.
d) Nombramiento de preceptores
Los 4.720 habitantes del Cantón Altagracia se repartían entre los Puertos de Altagracia
(1.980), La Rita (1.075), Cabimas (798), Lagunillas (707) y Siruma (160) y el plantel que se atendía
en ese conglomerado humano escasamente llegaba a 135 alumnos matriculados. Cabimas y
Lagunillas no tenían escuelas, y Altagracia, La Rita y Siruma necesitaban más cupos educativos.
Para atender ese potencial de alumnos latente se requería de nuevos maestros. El mes de mayo
en Maracaibo se colocaron unos carteles que anunciaban una “Escuela Vacante”, era el año 44,
entre quienes se interesaron por este aviso estaba un tal Francisco Echeverría. El cartel daba la
siguiente noticia:
Hallándose vacante el magisterio de la escuela pública de primeras letras de las Cabimas,
parroquia del Cantón Altagracia la Gobernación invita a los que con cualidades necesarias,
quieran optar a dicho destino, a fin de que dirijan sus solicitudes al Ilustre Concejo
122

Municipal de este Cantón capital de hoy al 5 de mayo próximo que termina a esta
convocatoria. El sueldo señalado al preceptor es de veinte pesos mensuales.
El Secretario de la Gobernación.
Villasmil (AHZ, 1844: T. 13, ff. 240/250).
Otra convocatoria del mismo tono se hizo también, para una vacante en los Puertos de
Altagracia. En esa oportunidad en el salón consistorial se presentaron para hacer oposición para el
destino de Los Puertos: Antonio Generoso de la Torre y Santiago Rodena, y para Cabimas el tal
Echeverría. El Secretario Villasmil les previno presentarse para el 13 de mayo, cuando se efectuaría
“una reunión extraordinaria con el objeto de examinar a los individuos que han optado a los
magisterios de las escuelas parroquiales de Altagracia y Cabimas” (ídem).
El 13 de mayo el Jefe político del Cantón Capital les dio la bienvenida a los participantes, los
examinadores serían José Antonio Rincón, Domingo Finol, Juan Carruyo, y Sebastián Carrasquero,
pero este último llegó indispuesto de salud, y fue excusado de sus responsabilidades. En la Casa
del Concejo estaban para aquel acto, además, José Francisco Vale Mijares, Matheus, Solarte,
Rondón, López y Araujo. Vale Mijares leyó la ordenanza a los examinadores y a los opositores al
cargo, recalcando el artículo 18, donde se dice que “en él que se solicita la deliberación en privado
sobre las cualidades y fallas del concursante”. El acto lo abrió el Secretario del Concejo José
Puentes y Rincón, Finol y Carruyo fueron alternándose en las preguntas, después se solicitó a los
concursantes retirarse para poder deliberar el jurado en privado, donde se emitieron los votos
para cada opositor. El resultado fue de cuatro voto para de la Torre y seis votos para Rodena
“Quedando por consiguiente legalmente electo el Señor Santiago Rodena para preceptor de la
escuela de Altagracia” (ídem).
La segunda parte del acto correspondía a dotar a Cabimas con un preceptor para su
escuela, sólo se había presentado un optante, y la conferencia que se efectuó después de haber
sido examinado Francisco Echeverría fue controversial, a los examinadores se había sumado el
educador Sánchez, y cuando deliberaron Rondón, López, Araujo, Matheus y Sánchez votaron en
contra del concursante, y otro bando presidido por el Jefe político Vale Mijares votaron a favor, tal
vez lo hicieron temiendo que Cabimas quedase sin preceptor y, por tanto, sin escuela. Puentes el
secretario anunció: “Echeverría irá a su destino, obtuvo seis votos a favor contra cinco
desfavorables a su nombramiento. Sánchez y su grupo solicitaron “Que constase en Acta «que no
estuvieron por él»” (ídem).
Cabimas ahora si tenía escuela, porque no bastaba con que hubiese construido la casa
donde iba a funcionar, la escuela es el espacio que construye un preceptor con sus alumnos al fluir
las instrucciones de enseñanza mediante las lecciones y conocimiento. La escuela, en ese sentido,
depende de la calidad de los preceptores, pero el que se le había asignado a Cabimas no llevaba
buenas credenciales. Ese es un grave problema nacional hasta nuestros tiempos, existen muy
modernas y abundantes edificaciones destinadas a la instrucción, pero eso no construye el espacio
educativo. Esto como es obvio introduce otra variable en el problema educativo, no sólo se trata
de un déficit de preceptores, sino en especial en un asunto más delicado aún: la calidad de los
maestros. O como lo señaló el gobernador Romero: “(…) la carencia absoluta de personas aptas
para la enseñanza”.
123

Pero aún faltaba otro elemento para completar lo que requiere un plantel educativo, el
mobiliario. Sin éste y sin los útiles escolares su funcionamiento no se normaliza.
e) Equipamiento de la escuela
Cabimas en el año de 1843 ya había tenido un gran adelanto, poseía cárcel, iglesia,
camposanto, plaza, puentes, tribunal y caminos, sólo le faltaba escuela, que es la obra pública que
forma a los niños y niñas para cubrir las demandas que hace el progreso. Cabimas obtiene su
escuela con la participación del Coronel José Escolástico Andrade, es el año 44 y la va a poner en
marcha [168].
La sala de la escuela se construyó adosada a la iglesia, contaba con la aprobación de gastos
para papel, libros y útiles. Es posible que estos instrumentos fuesen como los que se solicitaron al
Sur del Lago, allí en la villa del Zulia, el preceptor Francisco Antonio Machado envía en Junio 24 de
1846 un Presupuesto:
Presupuesto de los útiles que se necesitan en la escuela: 3 resmas de papel, 1 ídem de
carta azul fino. 300 lápices de pizarra. 200 plumas para escribir. 6 docenas de potecitos de
a a
tinta. 2 docenas de la obra Rasgos Históricos. 10 cuadros ingresos de las clases 1 a 4 con
valor todo de 40 pesos (AHZ, 1846: T. 14, f. 31).
Pero faltaban en Cabimas, además de esos recursos de cátedra, otras cosas que no se le
satisfacían, y Basilio Borjas como Juez 1° de esta población escribirá una carta al Gobernador del
siguiente tenor:
República de Venezuela.
Cabimas Junio 19 de 1844.
Señor Gobernador de la Provincia.
Con fecha primero del presente, oficié al Jefe político de Altagracia pidiendo, los enseres y
mobiliario de la escuela de esta, y como, ni aún contestación alguna he tenido, lo
participo a Vuestra Señoría para que encargue la mayor brevedad en su remisión.
Con sentimientos de la más alta consideración y respeto, soy de Vuestra Señoría
obediente servidor.
Basilio Borjas.
Juzgado 1° de parroquia (AHZ, 1844: T. 13, f. 243).
Si se toma en cuenta que desde el primer día de junio de 1844 se solicitaba los enseres y
mobiliario y que para el día diecinueve no se los habían remitido, entonces, la escuela llevaba ya
19 días funcionando con dificultades, pero si además se suman los días que transcurrieron desde
el 13 de mayo que nombraron el preceptor hasta el 31 de ese mes, se tendrían otros 19 días con
improvisaciones, total la escuela ya llevaba un mes y una semana con fallas en su instalación. Esto
ocurría desde que ya tenía al maestro Francisco Echeverría para desempeñar ese cargo.
En Maracaibo recibieron el oficio del Juez 1° de Cabimas y lo transcribieron para enviárselo
al Jefe político del Cantón Altagracia en junio 22. Pero cuando este correo llegó a Los Puertos -Villa
de Altagracia- el oficio pasó a un Jefe político accidental, es decir, a José A. Cárdenas, quien no
sólo tarda más de una semana en tomar medidas, sino que además cuando lo hace como
Presidente del Concejo sustituye los “enseres y mobiliario” que se pedían desde Cabimas por
simples “útiles” escolares (id. f. 244), es decir, con su intermediación no se logró resolver la falta

168
En 1836 tenía la “Iglesia nueva”, en 1839 la cárcel, y ahora en 1844 la escuela. El Proyecto de 1837 cobraba forma.
124

de bienes [169]. El problema del aparato burocrático se ponía de nuevo en evidencia, era un factor
ralentizante para todos los efectos, la lentitud para resolver lo básico era un peso descorazonador
del proceso educativo. Los treinta y ocho días perdidos en una primera instancia, ahora se le
agregaban el retardo en la entrega del mobiliario, en un año escolar que no es de doce meses, ese
tiempo perdido era muy valioso en lo que se refiere a la formación impartida a los escolares, cada
día cuenta en función de la realización de ese proyecto para superar el atraso.
f) Renuncia del preceptor
No sólo se sufre ese percance, sino que Francisco Echeverría después de tomar posesión
de su cargo a los tres meses desapareció de Cabimas, se había ido hasta Los Puertos de Altagracia
y estando allí presentó su renuncia:
Altagracia 2 de septiembre de 1844.
Señor Gobernador de la Provincia.
El Concejo Municipal que presido en sesión de ayer admitió la renuncia que hizo Francisco
Echeverría del magisterio de la escuela pública de Cabimas que regentaba, y acordó se
pusiese en conocimiento de vuestra Señoría para los fines del artículo 16 de la Ordenanza
sobre instrucción primaria.
Soy (…)
A. Faría (AHZ, 1844: T. 13, f. 245).
Basilio Borjas quien es autoridad en Cabimas no adivinó la intención de Francisco
Echeverría cuando se ausentó de la parroquia y, en vista de su ausencia, se dirige a Faría en
Altagracia y al Gobernador, y escribe:
Con esta fecha he dado parte al Ilustre Concejo Municipal del Cantón Altagracia, que el
Señor preceptor de la escuela pública de esta parroquia Francisco Echeverría, se ha
separado desde el día 18 del mes pasado con licencia por término de ocho días, y que
hasta esta fecha no se ha tenido la menor razón de dicho preceptor, estando la
mencionada escuela cerrada, desde el 20 de dicho mes.
Con lo que pongo en conocimiento de Vuestra Señoría para que provea lo que convenga
(id. 247).
Por lo que se señala, se infiere que el maestro tenía la escuela abierta y que ésta
funcionaba con tropiezos -por lo que ya se ha relatado-, asunto que ya se extendía por cuatro
meses y medio y tres días. Pero sólo desde el 20 de agosto es que se cierra. El 9 de septiembre
Basilio Borjas se entera de qué era lo que había pasado porque recibió el siguiente oficio:
Maracaibo Septiembre 9 de 1844.
Señor Juez 1° de Paz de Cabimas.
Según aviso del Concejo Municipal de Altagracia, se admitió al Sr. Francisco Echeverría,
desde el 1° de este mes, la renuncia que hizo del destino de preceptor de la escuela de
primeras letras de Cabimas, habiendo fijado desde el 4 carteles convocatorios para la
provisión de dicha escuela. Lo digo a usted en virtud de su oficio del 5 del presente
relativo.
Soy de Usted (…)

169
Para el año de 1854 se disponía de un equipamiento para las escuelas más amplio, en una licitación se lee: “Solicitud
o licitación de artículos para escuelas por la Junta Directiva de enseñanza popular. Pizarras, lápices, tinta, papel, plumas
de acero, plumas de gansos, corta plumas fino, portaplumas, mesas, bancas, banquetas, sillas para los preceptores,
Libros: Cartillas Ripaldas, Amigo de los Niños del Abate Sabastie, Urbanidad, Buena crianza moral y Mundo por F.
Montenegro, Lord Chasterfield, Gramática Castellana, Catecismo por Abad Theron” (AHZ, 1854: T. 6, l. 30, f. 354). La
solicitud del preceptor de Altagracia de equipamiento para su escuela está en: (íd. f. 358).
125

Serrano
Gobernador de la Provincia (ídem).
En Altagracia se fijaron dos carteles convocatorios -en Maracaibo también- invitando a los
que con cualidades necesarias quieran optar al magisterio (íd. 248). Se esperaría cuarenta días a
partir de septiembre 4, es decir, se recibirían las solicitudes hasta el 14 de octubre. Los edictos
convocatorios emitidos para cubrir las vacantes fueron para el Cantón Altagracia y también para el
Cantón Gibraltar y, surtieron efecto. Al Ilustre Concejo del Cantón Maracaibo concurrieron al
llamado, los señores Manuel Sánchez y Santiago Cepeda y, a ambos los citaron para el concurso
para el día siguiente, pero sólo hasta el día 23 se ofició el resultado:
El Concejo Municipal que presido en sesión extraordinaria del 15 de corriente examinó y
eligió a los Señores Manuel Sánchez para preceptor de la escuela de primeras letras del
Cantón Gibraltar, y al Señor Santiago Cepeda para la de las Cabimas, previo los requisitos
legales, cuya acta incluyo a Usted para su inteligencia.
Soy (…)
José Ignacio Matheus (íd. 249).
Todo esto como es obvio suponer causaba dificultades en el proceso educativo, y hay que
detenerse con brevedad en este asunto. En Altagracia también renunció el maestro de esa
localidad, él argumentó que era “gravoso el seguir regentando dicho magisterio” (íd. 256). La paga
no les alcanzaba a estos maestros para sobrevivir. En vista a la crítica situación que se presenta
con la renuncia del preceptor, Asunción Faría quien era el Jefe político del Cantón Altagracia
consultó al gobernador Serrano “si procede nombramiento preceptor interino mientras se llena la
vacante” (id. 252). El Gobernador no encontró en la Ordenanza de instrucción primaria aprobada
el 22 de noviembre de 1843 instrucciones de cómo proceder en estos casos de renuncia aceptada,
no obstante le contestó:
Pero no debiendo quedar cerrado dicho establecimiento con notable atraso que los
alumnos allí asisten y grave prejuicio de los padres de familia (…) por el término que sea
necesario para proceder (…) y considerando que el espíritu de los legisladores provinciales
es conocido de que nunca por causa de los preceptores se paralice la instrucción, pues
hasta en el caso de una simple enfermedad ordena por el art. 26 (…) que sea sustituido
interinamente por otra persona con el goce de las dos terceras partes del sueldo del
propietario (…) la Gobernación juzga que el Concejo Municipal de Altagracia está en el
deber de nombrar un preceptor interino (…) para que regente la escuela (…) mientras se
posesiona el que debe encargarse en propiedad (AHZ, 1844: T. 13, f. 252).
A todas estas, el segundo examen de este año escolar estaba previsto para realizarlo en
diciembre, el primero correspondía a junio en la planificación del año escolar en aquel entonces
(id. 276). De la realización de esas pruebas podía, pues, depender si se perdía el año escolar en
Cabimas, allí se había tenido diversas dificultades que no permitían un funcionamiento normal del
plantel. En Cabimas ya Francisco Echeverría tenía un sustituto, éste era el preceptor Santiago
Cepeda, y tomó propiedad de su cargo de inmediato. El nuevo preceptor tendría que afrontar el
hecho de que era gravoso regentar la educación pública, por la miseria de sueldos a los que eran
constreñidos desde Maracaibo, pero de nuevo se tiene aquí el caso de quienes contra todo
126

pronóstico afrontan las graves dificultades y llevan adelante un proyecto histórico, Cepeda saldrá
adelante con su magisterio en Cabimas [170] como se demostrará en lo venidero.
Sobre el preceptor que abandonó la escuela de Cabimas se sabe que en la Villa el año de
1852 “Es nombrado preceptor interino de Altagracia Francisco Echeverría, por encontrarse
encausado criminalmente y con acto de prisión el Señor Generoso Torres” (AHZ, 1852: T. 7, f. 95).
El antiguo preceptor de Cabimas se avecindó en la cabecera del cantón después de haber
renunciado al magisterio de Cabimas y por carambola se ocupó allí de la escuela.
Ya se tenían preceptores para estas parroquias, ahora surgía el problema de tener
alumnos. Sin preceptor y alumnos no hay escuela, aún cuando se posea la edificación.
g) “Decretar la eliminación de la escuela”
El Gobernador Aniceto Serrano iba a realizar una visita de toda su provincia, en Cabimas
con motivo de esa importante visita recuerdan como en el año 1828 fueron visitados por un
funcionario de ese alto rango. Transcurría para esta nueva ocasión el año de 1845, tiempo en que
el Coronel José Escolástico Andrade ahora se ocupaba de la plaza de Maracaibo como
Comandante de la Armada, y Aniceto Serrano era quien le había sucedido en la gobernación.
Serrano anuncia su visita al Jefe político del Cantón Altagracia para el 30 de mayo, y le comunica
que pasará al Cantón Zulia para el quince del mes siguiente y que de allí se dirigirá a Gibraltar
[171]. ¿Cómo conseguirá la escuela de primeras letras en Cabimas? Aniceto Serrano desembarca
en Cabimas acompañado por Justo Moreno, quien funge de Jefe político del Cantón Altagracia. Allí
Santiago Cepeda le presenta los cuadros de ingresos y asistencias de la escuela, el preceptor le
destaca una matrícula de 31 alumnos y una asistencia que frisa sobre los dieciséis. Es posible que
le explicase al Primer magistrado todas las dificultades por la que había pasado el plantel, en
especial, el problema de los enseres y el mobiliario y la renuncia del primer preceptor. También
debió enterarse de los sueldos que se le quedan debiendo al maestro, lo que agrava más su
condición de servidor público con el sueldo de por sí tan precario.
La visita del Gobernador al pueblo incluye ir a la iglesia y al Juzgado, en este último el alto
funcionario -consta en los manuscritos de su visita- realizó un inventario del archivo. Tres meses
después de aquella visita del Gobernador, Santiago Cepeda acusa recibo de sus 20 pesos de sueldo
y, este trae un descuento de un peso por subsidio, lo que reducía una vez más sus menguados
ingresos, ya de por sí gravosos para regentar un magisterio. A esa situación se añadía el retardo en
los pagos: el de mayo se lo cancelaron en junio; julio y septiembre se lo debieron y pagaron en
cuenta de “déficit a favor (…)” del siguiente mes; en algunas ocasiones no cobra ni el mes en
transcurso y ni el mes anterior; y cuando no sufre estos desaires tiene que satisfacer al gobierno

170
Los problemas no eran fáciles, en este expediente sobre la educación pública se tiene la noticia de que los “Concejos
Municipales y juntas Comunales descuidan el deber (…) de visitar mensualmente por sí o por medio de comisionados las
escuelas públicas (…)”. Tal negligencia o incuria como es obvio en nada favorecía la buena marcha de los programas
educativos (id. 276). Por otra parte revela cuan aisladas y abandonadas estaban esas parroquias.
171
Llama la atención que Romero renuncia y que ahora Andrade no es reelegido, y cabe preguntarse si el haberse
interesado Andrade por educar a los niños y niñas pobres no le habría ganado la animosidad de la clase dirigente de la
capital provincial. Por el contrario, Serrano se convierte en el preferido de la élite maracaibera, tal vez porque no
titubeaba de dejar sin preceptor a la escuela de Cabimas si se le probaba alguna falla o de eliminarla por tener una
matrícula de alumnos baja.
127

con un cinco por ciento de subsidio por sueldo vencido. En agosto -ese año de 1845- cobró el mes
de agosto -fue un mes de excepción-:
R. de V.
He recibido del Señor Administrador Subalterno de Rentas municipales de Altagracia la
suma de 20 pesos por el sueldo del presente mes, cuyo sueldo se me abona como
preceptor de la escuela pública de esta parroquia.
Cabimas Agosto 31 de 1845 (AHZ, 1845: T. 2, ff. 241/250) [172].
Le habían pagado con normalidad el mes de agosto. Pasa un año y el del mes de abril se lo
quedan debiendo, y en junio le pagan el de mayo, y así prosigue su calvario en el servicio público.
Pero Cepeda se las sabe arreglar, se las ingenia con una y otra actividad extraescolar. Él mantiene
buenas relaciones con Trinidad Perozo, Juez primero, también con el síndico procurador, los
comisarios, el otro Juez y con los vecinos principales, se integra a aquel grupo y de allí obtiene
ingresos adicionales desempeñando tareas para estas gentes, es probable que esta sea la manera
que los vecinos utilizan para que el preceptor no renuncie. Cepeda tenía incluso relaciones con el
Jefe político del Cantón. El segundo preceptor no lo pierde Cabimas, por ese perfil proactivo de
quien desempeña el cargo, pero este maestro no sólo confronta esos problemas económicos
enunciados, producto de un ineficiente aparato burocrático y de unas rentas provinciales escasas
que además son disputadas con enormes asimetrías, también confronta un problema, y éste es
verdaderamente grave: la asistencia de los alumnos a clases.
Entre Trinidad Perozo y Santiago Cepeda hay un común acuerdo para elevar entre ambos
la asistencia de los alumnos a la escuela, porque se enfrentaban a una apatía y franca resistencia
por parte de algunos de sus progenitores para enviarlos a recibir clases. Cepeda mantenía
informado al Juez primero de ese asunto. Y Trinidad Perozo le comunica esa problemática al
Gobernador:
Cabimas Agosto 20 de 1846.
Señor Gobernador Jefe superior de la provincia.
Observando con dolor este juzgado el poco interés de algunos vecinos en hacer concurrir,
y aún imponer sus niños en la escuela privándolos de este modo del bien inestimable de
aprender so pretextos inútiles; y siendo repetidos los oficios dirigidos a este despacho por
el actual preceptor sobre el particular, y deseoso, de que la juventud tenga los más
rápidos progresos en tan importante carrera; me atrevo a suplicar a Vuestra Señoría se
sirva aclararme, que medidas y providencias podré tomar a fin de empeñar, y aún obligar
a los padres de familia a fin de que presten su colaboración, para que con ella, pueda
cumplirse con un objeto tan deseado como útil. Este juzgado ha tomado las medidas
prudentes de reconvenirles, haciéndoles ver el precioso fruto, de que se privan sus hijos;
como la utilidad que les resulta de la enseñanza, y con nada se ha conseguido, es que exijo
otras medidas, para tomarlas inmediatamente.

172
En los documentos que a continuación se signan se encuentra en detalle los pagos de sueldos al preceptor Santiago
Cepeda durante los años 1845, 1846 y 1847, y la forma como se efectuaron esos pagos: (AHZ, 1845: T. 3, ff.44, 50, 54)
(AHZ, 1845: T. 5, ff. 271, 336) (AHZ, 1845: T. 7, ff. 11/36) (AHZ, 1846: T. 5, f. 10) (47.3)(AHZ, 1846: T. 6, ff. 36,57, 61)
(AHZ, 1846: T. 7, ff. 12, 115) (AHZ, 1846: T. 10, ff. 283, 289, 299) (AHZ, 1846: T. 12, ff. 86 y 87) (AHZ, 1846: T. 12, ff. 112,
115, 118) (AHZ, 1846: T. 20, ff. 116, 406) (AHZ, 1846: T. 23, ff. 54, 56)(AHZ, 1847: T. 1, f. 487) (AHZ; 1847: T. 3, ff.38, 79,
83) (AHZ, 1847: T.5, f.221) (AHZ, 1847: T. 6, ff. 229, 240, 248, 255) (AHZ, 1847: T. 26, ff. 148, 354). Allí aparece también
los descuentos que se le hacen del sueldo, como el del 5% para pagar un empréstito de 500.000 pesos que hicieron los
gobernantes debido a los acontecimientos del año 1847 (AHZ, 1847: T. 2, f. 193). En el año de 1853 Cabimas no aparece
incluido en las partidas de pagos de sueldo a preceptores, lo cual significa que la escuela no estaba en funcionamiento
(AHZ, 1853: T. 15, l. 1) (AHZ, 1853: T.16, l.16).
128

Con todo (…)


Trinidad Perozo.
Jueces de paz 1° (AHZ, 1846: T.14, f. 29.
Resulta iluminador el texto cuando, Trinidad Perozo suplica al Gobernador diciendo:
“Vuestra Señoría se sirva aclararme, qué medidas y providencias podré tomar a fin de empeñar, y
aún obligar a los padres de familia a fin de que presten su colaboración, para que con ella, pueda
cumplirse con un objeto tan deseado como útil”. Trinidad pide que le esclarezca lo que debe
hacer, pero es él el que plantea su inquietud y al mismo tiempo propone que la solución está en
obligar a los padres de familia a enviar a sus hijos a la escuela, es decir, se adelanta a lo que será
una medida del presidente de la República Antonio Guzmán Blanco con su decreto del año 1870
de educación pública, gratuita y obligatoria.
Lo que Trinidad Perozo expresa impacta, es fuerte cuando indica “el poco interés de
algunos vecinos en hacer concurrir, y aún imponer sus niños en la escuela”, éste imponderable es
una variable impresionante, son los propios vecinos los que no valoran que sus hijos se preparen y
se formen en la escuela, es decir, se está ante algo que causa estupor, y es que si se llegasen a
construir más escuelas éstas no tendrían matrícula y no se podrían abrir.
El gobernador Serrano le respondió:
Maracaibo Septiembre 1° de 1846.
Sr. Juez de Paz de Cabimas.
Laudable es el ínterin desplegado por Usted a fin de que todos los niños de esa parroquia
asistan constantemente a recibir enseñanza en la escuela de primeras letras, y la
Gobernación siente que la desidia de algunos padres de familia haga frustra los buenos
deseos de Usted por el progreso de la escuela. La gobernación no cree que pueda
ejercerse otra coacción que las amonestaciones y ejemplo para decidir a los padres de
familia a hacer concurrir sus hijos a las escuelas; cuyos resortes a puesto Usted en
movimiento.
Si a pesar de nuevas excitaciones nada se lograse y el número de alumnos asistentes a la
escuela bajare de veinte, sírvase Usted participarlo a este despacho para decretar la
eliminación de la escuela con arreglo al art. 1° de la Ordenanza de la materia.
Serrano (AHZ, 1846: T.14, f. 29).
De acuerdo a la relación que Santiago Cepeda había presentado para comienzos del mes
de mayo del año de 1845, es decir, una asistencia que frisaba por dieciséis alumnos, la escuela
debía ser cerrada. El criterio que imperaba en esa Ordenanza de la materia era que, una asistencia
menor de veinte alumnos no justificaba el funcionamiento de esa institución en esa población
[173], en otras palabras, los diputados veían en esa baja asistencia una oportunidad para retirar
esa miserable erogación del presupuesto de la provincia, porque para ellos era dispendioso ese
egreso destinado a aquellas parroquias, lo querían para otros menesteres, en especial, los
intereses capitalinos. Es impresionante constatar que estos diputados no sólo le rebajaron a esos
servidores públicos sus sueldos, sino que además le hacían descuentos sobre ese sueldo miserable
que estaba a gran distancia de lo que devengaba un maestro de la parroquia Matriz de Maracaibo.
El progreso que podía traer la escuela a esos pueblos no era considerado una prioridad, estos
municipios sólo eran vistos como una carga para el Presupuesto General de la Provincia. Pero
173
Lo cual contrasta con lo expresado por el Obispo Rafael Lasso de la Vega el año de 1820, según el cual la escuela
debería permanecer abierta así hubiese sólo un alumno. La política de los conservadores era peor que la de la colonia en
este aspecto. ¡Qué lejos estaba (y aún está) la élite nacional de lo que preconizaba Simón Rodríguez!
129

Santiago Cepeda mantenía a pesar de esos enemigos de la instrucción popular en funcionamiento


su escuela en las Cabimas, porque era un hombre valido de recursos de sobrevivencia.
Y no solo el gobernador Serrano mostraba ese desplante hacia esas instituciones que
funcionaban en estas olvidadas y abandonadas parroquias, también otras instancias ocurrían en
esa actitud negligente, es el caso de “los Concejos Municipales y Juntas Comunales [que]
descuidan el deber (… …) de visitar mensualmente por sí o por medio de comisionado las escuelas
públicas” (AHZ, 1844: T. 13, f. 276). La conducta de Serrano con respecto a la renuncia del
preceptor Enrique Faría a la escuela de la Villa de Altagracia fue más consecuente, ordenó se
nombrase un preceptor interino que “goce de las dos terceras partes del sueldo del propietario”,
porque “el espíritu de los legisladores provinciales es conocido de que nunca por causa de los
preceptores se paralice la institución” (íd. f. 252).
El que las poblaciones tuviesen escuelas no era nada fácil, múltiples cuestiones asaltaban
la marcha normal de esas instituciones, de todas partes surgían amenazas para su existencia. Ese
problema de que no envían a los hijos a las escuelas se daba también en otras parroquias. En el
año 1855 un inspector de educación popular -Ezequiel Vaamonde- indicaba que en Santa Bárbara:
(…) los padres se encuentran renuentes a mandar a sus hijos a la escuela, porque allí no
hacían otra cosa que perder el tiempo, por carecerse de los elementos necesarios (…) No
puede revocarse o dudar que hoy más que nunca se encuentra la educación en un
completo abandono por parte de algunos padres o tutores de los niños, quienes no ven en
los preceptores unos hombres prudentes y celosos de su educación, sino unos
funcionarios asalariados obligados a permanecer pasivos en medio de los desmanes de los
educandos, por manera que, verse los encargados de la educación en la dura alternativa,
de deponer su autoridad por contemporizar con la voluntad de los padres, opuesta
siempre al castigo de sus hijos, o castigar a estos, a despecho de la voluntad paternal, pero
expuestos a llevar sobre sí la odiosidad de aquellos, y con ello el desprecio, la calumnia y
el descrédito. (AHZ, 1855: T. 10, l. 18) [174].
El caso del inspector de educación popular nos indica como el contexto cultural es otro de
los aspectos que incidía sobre la existencia de las escuelas, los castigos que allí se infligían sobre
los educandos incentivaba a los padres o tutores a no enviarlos al plantel. El problema educativo
es de una complejidad extraordinaria y con muchas variables, la variable cultural es de un
impresionante impacto sobre ese sector. El problema de la educación no sólo depende de la
eficacia del aparato burocrático y de un presupuesto superavitario, es más profunda su
problemática y requiere una visión de permanente innovación, sobre todo en los actuales
tiempos. Debido precisamente a las características culturales de la época contaminadas con unas
miradas desfasadas con los nuevos tiempos, porque ocurrió que se llego a exigir la remoción del
preceptor de Cabimas, cuando se cuestionó la conducta de Santiago Cepeda como persona y como
profesional, las acusaciones tuvieron su origen en el cura del pueblo, y así se ponía de nuevo en

174
Su informe es desolador: “Sobre los medios coercitivos y correctivos que tienen los preceptores para castigar a los
niños y compelerles a cumplir con sus deberes, se encuentra el encierro hasta 24 horas”, sanción que el Instructor
considera puede causar epilepsia por la afección de ánimo que puede experimentar el niño recluido, de allí que sugiera
“de que si se tiene a bien se sustituya en su lugar y como clase de penitencia leve el cepo, porque cuatro palmetas no
son bastante a corregir ciertas faltas (…) es más conveniente el cepo, encontrándose de esta manera combinados los
medios de corregir suave y prudentemente, excitando al niño a la vergüenza ante sus condiscípulos, y a la vez alejando
el temor de sus padres, respecto a cualquier mal que pudiera sobrevenirles a sus hijos con el encierro (…)” (ídem).
130

peligro la existencia de la escuela de primeras letras de las Cabimas que había sobrevivido a la
amenaza del gobernador Serrano.
h) Defensa del preceptor
El cura de Cabimas la emprendió con alevosía contra Santiago Cepeda:
Parroquia de Ntra. S. del Rosario Cabimas.
Junio 12 de 1846.
Gobernador.
Al supervigilar como cura de esta parroquia de mi cargo y denunciándoseme que existía
una estatua que en diversiones pasadas sirvió al público, y que aún está indicada con la
clara y física manifestación de las pudendas de una mujer, traté inmediatamente de
recoger semejante lubricidad [175], con el objeto de aniquilarla por medio de la
combustión; y al deseo de verificarlo, me informaron algunos vecinos, que era constante
de estas la consabida estatua
Tan feamente fabricada, la cual mandó a construir Santiago Cepeda, preceptor actual de
la escuela primaria; y al cual luego, oficie para que me la remitiese para desaparecerla, y
me contestó: que es cierto ser la estatua de su propiedad, y que nada tenía de torpe
según yo le decía.
Permítame su Señoría decir: que es una solemne mentira la negativa que hace el
preceptor, pues además de haber sido un acto público, la vieron sus partes deshonestas
los Señores Basilio Borjas, Trinidad Coscorosa, y Xavier Benavides, y muchos más
declararán esta verdad caso necesario.
Creo Señor Gobernador, que sólo un hombre licencioso no mas podría apoyar una
liviandad de tan funesta trascendencia. Qué bella moral, y disciplina la que influye e
inspira un preceptor en sus discípulos, cuya edad susceptible a todas impresiones, se
impregnaría de aquella visión lascivia, y detestable, pues en la misma escuela, los mismos
discípulos la cargaban, y transportaban de un lugar a otro. ¡Qué decirme, que rudimento
para un plantel y tierno santuario castigando su inocencia!
Así es, que avanzando el preceptor a todos estos escándalos, todo lo sella con el
abandono, e aislamiento, en que en el día se encuentra esta escuela que regenta, pues a
más de no asistir a ella a la hora legal, al concurrir, luego sale de ella, y se conduce
diariamente al local que sirve a los jueces de paz, hasta que es hora más o menos de soltar
a los alumnos, a la vez que éstos como jóvenes, se aprovechan de la ausencia, y abandono
de su maestro, para emplear el tiempo en el bullicio, en la gritería, en risas
descompuestas, y golpes sobre los bancos más que suficientes para entorpecer los actos
de mi ministerio, como que me hallo colocado pared intermedia en el salón escolar,
adoptando por remedio el retiro a la sacristía para consultar con más sosiego el rezo, el
estudio, y meditación de pláticas.
También faltando a la obligación, con detrimento de la mía, a la insinuación que tantas
veces le he hecho, sobre la concurrencia de los niños en las Dominicas a las cinco de la
tarde, según lo previene la Sinodal, para la explicación de la doctrina cristiana,
congregación de éstos para oír misa, y que aún cuando no sea a todos, siquiera a algunos
de los alumnos, les enseña a ayudar a la misa, no sólo para acostumbrarlos a un acto tan
religioso, sino también para que puedan suplir faltas accidentales; pero nada de esto se
cumple, todo es demás, todo es en vano, y sólo se ve que todas estas faltas son públicas.
Sus ausencias son repetidas, y aún hasta de quince días, como lo verificó en una al pueblo
de Lagunillas, sin licencia, y sin dejar persona subrogada con prevención de juez, pueden

175
Se entiende por lubricidad la propensión a la lujuria, es decir, a un apetito sexual excesivo o en demasía.
131

decirlo los mismos jueces que salieron con respecto a este contingente, y aún hay vecinos,
como lo es el Señor Antonio Hernández que le tiene apuntadas curiosamente sus faltas.
Por último el preceptor también patrocina, y gasta el tiempo, y al fin deja en abandono la
escuela, esto además de ser notorio, también lo pueden decir y declarar los Señores Félix
Quirós, Antonio González legítimo consorte de Francisca Tello y otros.
Hasta ahora he creído Señor Gobernador, que yo como pastor de esta parroquia no debo
silenciar, no como cura, ni como ciudadano, tantas aberraciones de un maestro,
principalmente interesando en esto la moral, la Sociedad y el Tesoro público; y por tanto
hago esta denuncia ante Vuestra Señoría para que sirva disponer lo que sea más
conforme.
Dios guarde la importante vida de Vuestra Señoría largo, y dilatados años.
Presbítero José Agustín Pérez (AHZ, 1846: T. 18, f. 57).
El Gobernador que recibió esa epístola del cura Pérez, a finales de ese mes de junio se la
envió a los jueces de Cabimas, para que instruyeran un sumario averiguación. Serrano pedía se le
enterase de la existencia y exhibición de una estatua deshonesta y acerca de las faltas de
asistencia del preceptor. Serrano les decía que, de resultar ciertas las denuncias, les pedía
someterlo a la Junta Comunal para promover su remoción (id. f. 58), en otras palabras, la escuela
estaba de nuevo amenazada, sin preceptor tendría que cerrar. Este nuevo tipo de amenaza contra
esa institución ahora provenía del rezago histórico-cultural de la Iglesia.
El maestro había sido acusado por el exacerbado moralismo del cura de ser un hombre
licencioso y aberrado, de mal gusto y mentiroso, de liviandad y lascivia, detestable y escandaloso,
irresponsable y perjudicial, irreligioso y violador de las disposiciones de las leyes, en resumen de
ser una influencia de funesta trascendencia, en síntesis una verdadera afrenta para la moral, la
sociedad y el tesoro público. El caso judicial fue llevado con premura por Trinidad Perozo que
estaba al frente del juzgado, las indagatorias de los testimonios evacuados por los vecinos debían
ser registradas por escrito en lo inmediato, y para los efectos el juez nombró como cartularios a
Antonio González de Lira y a Manuel Antonio Perozo. Trinidad Perozo los instruyó sobre las
formalidades del reglamento para estas diligencias, les preguntó si aceptaban y procedió a
continuación a recibir el juramentó, a lo cual ellos respondieron afirmativamente, “juraron cumplir
fiel y legalmente el encargo” (id. 58). Las personas que iban a declarar también estaban citadas,
eran los mencionados por el venerable cura denunciante.
Para ese primer día estaba prevista una ronda de testigos. El resultado de sus
declaraciones fue la siguiente: El primer testigo se declaró de oficio criador, de edad de cincuenta
y nueve años, y se declaró imparcial con respecto al denunciado y al denunciante, además señaló
que él no dependía de ninguna de las dos partes -la acusadora y la acusada-. Su testimonio fue
extenso, lo reproducimos a continuación.
En la parroquia de las Cabimas a primero del mes de Julio de mil ochocientos cuarenta y
seis: compareció a la presencia judicial y testigos que suscriben un hombre a quien se le
preguntó con arreglo al artículo 35 de la ley 4a título 1° del código judicial, y dijo que se
llama Basilio Borjas de edad de cincuenta y nueve años, de oficio criador, que no es
pariente ni amigo íntimo de ninguna de las dos partes ni siervo ni doméstico de ellas, y de
que jura decir la verdad. En cuyo estado se le recibió juramento en forma legal de
derecho, y habiéndose leído el oficio remitido por el Señor Gobernador de la provincia del
venerable cura de esta parroquia dijo, que habiendo venido a esta parroquia de regreso
del Cantón el día 27 de Diciembre del año pasado encontró la prevención de una diversión
que tenían preparada para el siguiente día, y habiéndose llegado a visitar el cura reparó
132

dos muñecos que tenían actualmente expuestos al sol secando las pinturas, uno con figura
de hembra, y otro de varón, que la hembra estaba cubierta con un pañuelo, y que estaba
conversando con dicho cura en su casa sus niñas pidieron les trajesen los indicados
muñecos para verlos, y que habiéndolos visto todos los que estábamos presentes los
volvieron al puesto donde los tenían antes, que al día siguiente, habiendo concurrido a la
diversión los ha visto puestos en un arco decentemente vestidos, y que nada verificó en
ellos de lugubredad ni de inmoralidad, (…) (AHZ, 1846: T. 18, ff. 58 y 59).
Hasta acá Basilio Borjas arroja luz sobre el asunto que fue calificado como escándalo por el
presbítero José Agustín Pérez, en su recuento de los hechos coloca al propio cura como testigo de
que no era una estatua sino dos, varón y hembra, y cómo en presencia del mismo sacerdote él
había llevado hasta su casa esos muñecos para complacer a sus hijas que querían verlos, a
continuación Borjas indica que ordenó se volviesen a colocar en el mismo lugar donde se estaban
secando al sol por la pintura que les habían colocado. Y al proseguir con su narrativa, describe los
festejos en que se utilizaron esas figuras y la forma como fueron expuestas, agregando como se
programó después con ellas otra diversión para el vecindario y la suerte final de esas imágenes.
Dijo:
(…) que en el día primero de Enero del presente año, proyectaron otra diversión con las
mismas estatuas aparentando el matrimonio de ellas, y todo esto tuvo en la casa del que
declara, todo con el mayor recato, y decencia, que dichas estatuas se mantuvieron
presentes todo el tiempo que duró dicha diversión que después de concluidas las dejaron
en su propia casa como abandonadas que al cabo de tres días mandaron por ellas para
desnudarlas, y que pasando algún tiempo conversando con Santiago Cepeda se le ocurrió
solicitar el paradero de dichas estatuas, y que éste le contestó que yéndose para la Ceiba
Teresa Puches le había exigido le diese una de ellas para meterle miedo a un niñito, y que
se la había dado, que la otra se la había dado a los muchachos para que jugasen con ella,
que al cabo de estar bien maltratada, se la había pedido María Gregoria Moreno, y
también se la había dado, que lo declarado es la verdad en fuerza de juramento que ha
prestado en el cual se afirma y ratifica, y leído que le fue su declaración dijo ser la misma
que tiene expuesta, y firma conmigo y testigos de actuación de que certifico (ídem).
La verdad era que la única mirada lasciva fue la del presbítero y, el único crimen de las
estatuas fue el de haber sido utilizada una de ellas para meter miedo a un niñito, pero ese delito
no lo cometía Santiago Cepeda sino Teresa Puches. La segunda declaración fue la de Xavier
Benavides, este testimonio fue recogido así:
En el mismo día, mes y año. Compareció (…) Xavier Benavides de edad de veinte y nueve
años de oficio maderero (…) y dijo que era cierto de vio dos muñecos puestos en un arco
en una diversión que se practicó en la plaza de esta parroquia vestidos muy
decentemente, y que también los vio dichos muñecos el primero de Enero del presente
año en la casa del Señor Basilio Borjas, en otra diversión con la misma decencia que antes,
y que en ellos no les ha visto más ni sabe qué se han hecho, que lo declarado es la verdad
(…)
Trinidad Perozo.
Javier Benavides.
Antonio González de Lira.
Manuel Antonio Perozo (ídem).
Seguidamente lo hizo Eugenio Ruz de treinta y dos años de oficio labrador, y de continuo
Juan Perozo de edad treinta y ocho años de oficio labrador. El primero señaló que la diversión fue
“en la plaza de esta parroquia en uno de los días de pascua y navidad” y, que los muñecos no
133

tenían nada de deshonestidad, además indicó que también se habían divertido con dichos
muñecos en la casa del Señor Basilio Borjas, aparentando el casamiento de dichas estatuas, y sin
nada contra la moral (ídem). El segundo, coincidió con las declaraciones de su antecesor, pero él
no asistió al “casamiento”, sólo había sabido que ocurrió esa celebración, y que desde entonces no
ha sabido del paradero de dichos muñecos. Ese día no se presentó más nadie, Trinidad Coscorosa
que le correspondía asistir no compareció. Para el tres de julio, el Juez ya sabía que Coscorosa no
se presentó por hallarse ausente de la parroquia, así lo asentó en los documentos de la sumaria
averiguación y ordenó se remitiese esa primera jornada de testimonios a su Señoría el
Gobernador. En el legajo los escribientes colocaron la estafeta: “nos los cartularios sobre cartamos
y remitimos estas diligencias (…)” (id. 59 y 60).
El primer episodio judicial concluía la parte referida al escándalo moral, pero el Jefe
superior de la Provincia también había ordenado se averiguara sobre las pretendidas
irresponsabilidades a sus funciones del preceptor de que lo acusaba el Presbítero José Agustín
Pérez, apoyado éste por unas supuestas notas que sobre sus faltas llevaba curiosamente el Señor
Antonio Hernández. Este segundo episodio se velaría en una segunda ronda de revelaciones. Para
el nuevo lote de declaraciones, que ya no versaban sobre la supuesta inmoralidad del maestro
sino sobre unas supuestas inasistencias a sus labores en la escuela, el juzgado se tomó la previsión
del caso:
En cumplimiento de lo prevenido en el Decreto de su Señoría el Gobernador fecha veinte
y dos de Junio que expiró (…) y recaído a la solicitud hecha por el Venerable cura de esta
parroquia: en consecuencia se nombran testigos de actuación a los Señores Antonio
González de Lira y Manuel Antonio Perozo (…) al efecto cítense las personas indicadas por
el mismo Señor Cura, y además otros padres de familia para que declaren sobre las faltas
cometidas por el preceptor Santiago Cepeda, por haberse ausentado repetidas veces,
dejando en abandono la escuela de su cargo (Según dice el Venerable cura).
De que certifico.
Trinidad Perozo.
Antonio González de Lira.

Manuel Antonio Perozo (AHZ, 1846: T. 18, f. 124).

Ese mismo día se apersonaron en el tribunal local cinco declarantes para ofrecer sus
testimonios, eran ocho los previstos, pero Antonio González tenía un impedimento para
comparecer, era de otra parroquia, y Martín Borjas y Félix Quiroz estaban ausentes de las
Cabimas. A lo que ahora se enfrentaba el preceptor será, primero, a la acusación de mantener en
abandono la escuela, segundo, de ausentarse de la misma sin licencia y, tercero, de no haber
dejado sustituto en encargo de la misma, es decir, que por cualquiera de estas faltas que se le
probase iba a ser sometido a la Junta Comunal y la sanción que le correspondía era la remoción de
su cargo como maestro de la escuela primaria de las Cabimas. Ese insoportable día del verano de
1846, los testigos fueron una y otra vez consultados sobre esas denuncias, en la primera
indagatoria:
Compareció (…) un hombre y dijo que se llama José Asunción Ávila de edad treinta años
de oficio navegante (…) y habiéndosele leído el auto que va por cabeza de proceso dijo
que en el año pasado siendo Juez 2° de Paz (…) el que declara a solicitud que hizo el
preceptor Señor Santiago Cepeda le concedió licencia para ausentarse a Lagunillas por el
134

término de ocho días dejando antes sustituto de cuyo viaje regresó antes de concluirse el
término que se le dio (…)
Seguido compareció (…) Antonio Hernández de edad treinta años, de oficio criador (…)
dijo que sabe que una o dos veces se ha ausentado de esta parroquia el preceptor (…) con
licencia de autoridad dejando un sustituto (…)
En el mismo día (…) Juan Antonio Prieto de edad cincuenta y un años de oficio criador, que
no es pariente ni amigo de ninguna de las dos partes (…) dijo que no sabido ni ha oído
decir que el preceptor Santiago Cepeda se haya separado de esta parroquia sin licencia de
los jueces (…)
En la parroquia de las Cabimas a los tres días del mes de Julio compareció Juan Bautista
Alvarado de edad setenta y ocho años, de oficio labrador (…) dijo; que como vecino de
esta parroquia le consta haberse separado al pueblo de Lagunillas el preceptor Santiago
Cepeda, una vez y que esto lo verificó con licencia, porque así lo supo, por uno de los
Jueces de Paz del año que expiró (…) (AHZ, 1846: T. 18, f. 124).
Lo otro que se inquiría sobre Santiago Cepeda versaba sobre “… al fin deja en abandono la
escuela”, sobre esa afirmación del cura cada uno de los testigos declaró lo siguiente:
José Asunción Ávila dijo que como empleado en el año que expiró, y vecino de esta
parroquia le consta que nunca ha estado en abandono la escuela que regenta (…)
Antonio Hernández dijo que nunca ha visto en abandono la escuela que desempeña el
indiciado Cepeda (…) (ídem)
Juan Bautista Alvarado dijo que también le consta que nunca ha visto en abandono la
escuela que desempeña el referido Cepeda (…) (id. 126)
Antonio Hernández (…) dijo; que sabe que una o dos veces se ha ausentado de esta
Parroquia el preceptor (…) con licencia de autoridad dejando un sustituto (…) que nunca
ha visto en abandono la escuela que desempeña el indicado Cepeda (…) (id. 125).
Y cuando le correspondió a Prieto la declaración subió de tono:
Juan Antonio Prieto dijo que sobre el abandono en el cumplimiento de su escuela, sabe
por todo el vecindario que asiste muy bien la mencionada escuela y que la tiene en el
mejor orden que se pueda desear, y que por su parte cree que en ninguna otra escuela
habrá el decentamiento que en el día se encuentra esta escuela, que su niño que tiene el
que declara se encuentra en el día demasiado adelantado, y se cree ser por la mucha
asistencia del preceptor que lo declarado es la verdad (…) no firma porque expuso no
saber (…) (ídem).
Esta última declaración es impactante, está referida a lo gravoso para un pueblo de tener
padres de familia que no saben ni firmar, es el resultado de un siglo sin escuelas y, ahora que la
tiene, ésta corría el peligro de ser cerrada. Juan Antonio Prieto en ese entonces tenía cincuenta
años de edad y no sabía escribir, pero demuestra en este testimonio su calidad como persona al
enorgullecerse de que “su niño que se encuentra en el día demasiado adelantado” y emitir su
impresión de que la escuela “tiene el mejor orden que se pueda desear”. La defensa de la escuela
era un hecho consumado por aquellos vecinos, un rayo de esperanza existía en esa comunidad con
ese grupo de gente comprometida con los adelantos.
Pero todavía faltaba otro testimonio, el de un hombre que destacaba en aquel
conglomerado por estar siempre muy bien informado de todo:
En el mismo día (…) compareció Basilio Borjas (…) dijo que le consta que el preceptor de la
escuela el Señor Santiago Cepeda las ocasiones que se ha separado de la parroquia ha sido
con licencia una vez con la del Jefe político del Cantón, y dos más una con la del Juez 1° y
otra con la del Juez 2°, y que ignora porque tiempo fuesen concedidas sus separaciones,
pero también está cierto que nunca ha faltado de la escuela quince días como lo ha
135

expuesto el Venerable cura, y que también le consta que en dos de estos viajes que hizo el
preceptor al lugar indicado ha tenido que sufrir dos grandes contratiempos, y fue el
primero el de por ocasión de un cobro [176] que le hizo al Juez 2° de aquel lugar, éste lo
mandó preso a la cárcel, y le sostuvo en ella algún tiempo porque pretendió intentar
recurso de queja, lo que no tuvo efecto porque inmediatamente procuró allanarlo todo el
Señor Jefe político, y la última ocasión, en que se separó al mismo lugar sólo se ha
demorado diez días por haberle acaecido una enfermedad que todos los más vecinos de
este lugar hemos verificado ser cierto, pues aún a vuerto aquí todavía enfermo, y que a
excepción de estas separaciones que deja expuestas jamás le ha notado otra falta en el
cumplimiento de su deber, y que declara como nombrado que fue examinador en el año
pasado de los alumnos de dicha escuela, advirtió que para el tiempo que hacía que estaba
plantada la indicada escuela, se advertía algunos adelantos, y que aunque no asistió al
examen que se ha practicado en el saliente mes, también le han informado que se han
advertido la adquisición de algunos adelantos en los alumnos que es cuanto sabe en el
particular, que lo declarado es la verdad (…) (íd. 125).
Trinidad Perozo, entonces, remitió todo ese material a Maracaibo:
Cabimas Julio tres de 1846.
Concluida esta sumaria información con las cinco declaraciones que en ella constan, y no
siendo posible tomar la de los Señores Martín Borjas Juez de Paz del año pasado, Félix
Quirós, y Antonio González, los dos primeros por estar ausentes, y el último por no ser
vecino de esta parroquia, remitan a su señoría (…) (id. 126).
Basilio Borjas da a conocer que Santiago Cepeda realizaba viajes, en esas incursiones
arribaba a Lagunillas, donde Cepeda debió obtener el cargo de preceptor interino [177], porque el
Jefe político del Cantón Altagracia informa al gobernador:
Altagracia Febrero 4 de 1846. Actas de exámenes de cuatro escuelas públicas que tuvieron
lugar en junio y diciembre del año pasado a excepción (…) de Lagunillas a junio (…) que no
se verificó (…) porque hacía poco tiempo que el preceptor de ella Señor Santiago Cepeda
la desempeñaba [178]. Justo moreno (AHZ, 1846: T. 23, f. 19).
Los maestros eran muy necesarios, Santiago Cepeda fue el primer maestro público de
hecho de las Cabimas, no sólo enseñó a los niños, también se incorporó activamente a la vida
económica del Cantón y al acontecer de aquel vecindario, donde gozó de aprecio de aquella
comunidad. Incluso Cepeda tuvo protagonismo en los sucesos políticos que sacudieron esta parte
del país (como se registrará en otra parte de este libro). La Junta Comunal en vez de abocarse a su
caso como un preceptor aberrado, tenía era el caso de un maestro que fastidiaba al Juez para que
se obligase a los padres de familia a enviar a sus hijos a la escuela, y la tenía bien ordenada y
atendida, así que la Junta Comunal se reunió, pero no fue para remover de su cargo al maestro,
sino para examinar aquel plantel de alumnos en sus materias. El Acta de junio de 1845 consta:

176
Es probable que Cepeda con actividades como esa -la de ir a cobrar deudas a otras poblaciones- obtenía otros
ingresos, complementando así el exiguo ingreso que tenía como preceptor. Podía recibir comisiones por encargarse de
obtener ese dinero en otras localidades, haciendo ese trabajo de comisionista para vecinos de Cabimas que depositaban
la confianza en su persona debido a sus cualidades de persona instruida y por su modo de ser capitalino -provenía de
Maracaibo-.
177
El cargo de interinato era provisional, mientras se sacaba a concurso de oposición el puesto. Quien obtenía la plaza
mediante el concurso quedaba en propiedad del cargo.
178
El regentar dos escuelas era un arbitrio al cual se recurría en algunas ocasiones, para poder mantener estos planteles
abiertos, por supuesto, esto iba en detrimento de la calidad de la escuela. Las condiciones económicas difíciles y la
política de abandono de estas parroquias traían aparejado estos malabares.
136

Se reunió la Junta Comunal de esta parroquia con el componente número de miembros a


efecto de practicar el examen prevenido en el artículo 36 de la ordenanza de 1843 sobre
instrucción primaria, y reunida dicha junta presidida por el Señor juez 1° de Paz, a
presencia de algunos padres de familias, se procedió (…) y resultó que se examinaron los
alumnos en los ramos de lectura, escribanía, y doctrina cristiana; resultando que en dichas
materias se encontraron 4 alumnos con algún adelantamiento, excediendo en ellos en
más adelantamiento, Francisco Ruz y Eduardo Montezuma, y aún se le preguntó algo de
aritmética, la cual contestaron estos dos ya dichos, y al efecto antes de entrar en el
examen, expuso el señor preceptor, que los alumnos no tenían de enseñanza más que
eran seis meses unos, y otros mucho menos, por cuya razón se han encontrado más
adelantos dichos alumnos, y la Ilustre junta acordó se le pase copia de esta Acta al muy
Ilustre Concejo Municipal del Cantón como resultado del examen practicado con esta
fecha víspera. El presidente Martín Borjas, El Juez 2° Asunción Ávila. El síndico Félix
Perozo. Comisarios Bartolomé Quintero, Félix Almarza, Pedro Clavel y Patricio Quirós.
Antonio González de Lira secretario (id. f. 21).
Y el examen de diciembre de 1845 se practicó en enero de 1846, he aquí el Acta:
En la parroquia de las Cabimas a los cinco días del mes de enero de 1846 (…) Se reunió la
junta Comunal en el Salón de la Escuela pública (…) a efecto de practicar el examen
prevenido (…) que no se pudo reunir en el mes de Diciembre porque el que nombró la
junta, no pudo venir en el día que señaló la Junta para dicha operación (…) y reunida dicha
Junta se dio principio al examen (…) principiando por Escribanía en papel, pizarra, lectura y
doctrina cristiana, y resultó premiado por la misma Junta en la Escribanía Francisco Ruz, y
al efecto expuso el señor Basilio Borjas, que hasta aquel punto alcanzó sus facultades
sobre las cuatro materias (…) y que por complacer a la Ilustre Junta que se digna honrarle
con dicho nombramiento que se hizo en él para examinador de dichos alumnos,
manifestando al mismo tiempo el señor Borjas, que conoce el adelantamiento que en tan
poco tiempo tienen los alumnos (…) de cuyo resultado quedaron todos los miembros de
dicha junta penetrados, con lo que quedó concluida dicha acta (…) (id. 25).
El examen de diciembre del año 46, dice así:
(…) resultó premiado en Doctrina Necleto Nava, en lectura el mismo Nava; en escritura
Bonifacio Prieto y en aritmética y urbanidad el mismo Prieto. Y concluido el examen la
Junta acordó se pase copia de esta acta al I. C. Municipal del Cantón para que dicha
corporación ordene el abono de los premios (…) El presidente Trinidad Perozo. El Juez 2°
Félix Bracho. El Síndico Lorenzo Capitillo. Comisarios Juan Perozo, Pedro Áñez, Cruz
Rodríguez.
Secretario Antonio González Lira (AHZ, 1847: T. 4, f. 182).
Tal vez este Bonifacio Prieto sea el niño de Juan Antonio Prieto quien estaba muy orgulloso
por el adelantamiento de su hijo en la escuela de Santiago Cepeda y muy complacido por el orden
que se mantenía en esa sala de instrucción. Algunos vecinos de Cabimas, tuvieron una actitud ante
esta denuncia un nivel de conciencia suficiente para salvar la escuela, y lograron de allí en
adelante sortear las crisis que se les fueron presentando a esa institución. En cuanto al presbítero
José Agustín Pérez cabe decir que era un cura preocupado por el orden de la iglesia y el buen
desempeño del ejercicio eclesiástico, cura que en respeto a la verdad histórica tenía sobre sus
hombros una carga eclesiástica inmensa, es ilustrativo de sus cualidades como pastor de almas el
siguiente oficio de su autoría, en el cual se revela el peso que debía soportar para el servicio
eclesiástico:
República de Venezuela. Servicio Eclesiástico. Al señor Jefe político del Cantón Altagracia.
Parroquia Cabimas. Mayo 26 de 1845. N° 1. Por disposición superior, he sido
137

canónicamente nombrado cura párroco de ésta, i encargado de la de Nuestra Señora del


Rosario de Aránzazu de Santa Rita, con agregación de cuatro pueblos litorales: Lagunillas,
Misoa, Tomoporo i Moporo. Al visitar la de Santa Rita en diferentes ocasiones, he
observado en el manejo de aquella Iglesia, un desorden que del todo, o en la mayor parte
destruye el ejercicio en mis operaciones eclesiásticas, por no encontrar un mayordomo
idóneo que subvenga en las respectivas obligaciones. Es verdad que el Señor José Antonio
Castro, es el que se haya nombrado en propiedad, más este se halla navegando, i ha
hecho, ha mucho tiempo, renuncia del destino, encargando la asistencia de aquella Iglesia,
a su legítimo tío Sr. Francisco Javier Castro, más este no cumple con su delegación, i
aunque argumentado por mi infinitas ocasiones siempre me objeta, que él, ni es
mayordomo de ninguna clase, ni mucho menos sacristán. Estos accidentes bastante
neutrales, i de una anómala trascendencia, en negocios tan serios, demandarían contra mi
responsabilidad, i me sujetarían a la férula, o reprimendas de un Superior; i para que baste
esta inexacta observación; me atrevo a dirigir a V este oficio relativo, apoyado en el
amparo del S°S° de la ley 18 de Octubre de 1842 en su capítulo 2° que trata sobre
mayordomía de fábrica de las Iglesias parroquiales; pues absolutamente no hay persona
que quiera encargarse de ello, por más diligencias que respectivamente tenga practicadas.
Sin embargo no me parece inoficioso indicar dos personas, vecinas en aquella parroquia,
que interinamente pueden desempeñar la mayordomía, i para que V se sirva disponer lo
que sea más conforme y son los Señores Reyes Romero i Alejandro Barroso, sujetos de
conocida eficacia y exactitud. Dios guarde a V Presbítero J. Agustín Pérez. (AHZ, 1845: T.
12, ff. 241 y 242).

Como queda en evidencia, no era sólo el preceptor el que tenía que cubrir otras plazas, el
cura de Cabimas quedaba encargado de cinco poblaciones más [179]. Y para agravar esa
sobrecarga sobre su ministerio, además, pocos querían cooperar con el cura asumiendo las
responsabilidades de la mayordomía de la iglesia, empujados por la perentoriedad de las
necesidades básicas se dedicaban a sus oficios por entero. Justo Moreno jefe político del Cantón
Altagracia remitió copia del oficio del padre Agustín Pérez al Gobernador, para que este conociese
de tan dramática situación (id.242). Por lo reseñado, no sólo la escuela estaba amenazada en su
existencia por las circunstancias negativas, también la situación del cura era desesperante, en
pocas palabras todo tendía a “destruir el ejercicio” tanto el eclesiástico como el del magisterio, es
decir, las instituciones estaban en constante peligro.
i) Cierre de la escuela
En el Cantón Altagracia existían cuatro escuelas públicas, estas son mencionadas en el
Presupuesto:
Proyecto del presupuesto general de gastos de este Cantón para el año económico del
1845 a 46 [formado] por el Concejo Municipal de Altagracia en sesión del 7 de Octubre de
1844.

179
Como muestra de lo que tenía que acometer en su ministerio eclesiástico el cura Agustín Pérez, he aquí un caso en
el que le tocó movilizarse para atenderlo -en esa vasta jurisdicción que se le asignó por falta de curas-, el hecho fue el
siguiente: El Vicario eclesiástico de la provincia el 4 de junio de 1846 recibe un informe, donde se señala que el Juez de
paz de Lagunillas dice “que los individuos encauzados en aquella parroquia en el torpe vicio de mancebía están pronto a
casarse (…) y solicita un sacerdote que vaya con el expresado fin a Lagunillas y permanezca allí quince días al menos”. El
Vicario procede y en agosto 1° indica al gobernador que: “El cura párroco de Cabimas Presbítero Agustín Pérez debe
marchar para la parroquia de Lagunillas, que está también a su cargo, a casar los individuos que estuvieren en
concubinato (…) También se considere las demás responsabilidades” (AHZ, 1847: T. 28, ff. 147 y 151).
138

Para el sueldo del preceptor de las parroquias Rita, Cabimas, Lagunillas i Siruma a 240
pesos cada uno 720. Para libros, papel i demás útiles con que deben proveerse a los niños
pobres de las parroquias Rita, Cabimas, Lagunillas i Siruma a 12 pesos cada una 48. Para
invertir en los libros que deben premiarse a los niños de las escuelas del cantón a 10 pesos
cada una 50. (AHZ, 1844: T. 13, f. 197).
Justo Moreno Jefe político de ese Cantón así se lo comunica al Gobernador. Para los años
que van de 1848 a 1849 la Gobernación asignó un presupuesto a estos planteles educativos, y
como novedad les destinó la asignación no sólo de los preceptores sino también para unos
monitores:
Para el preceptor de las parroquias Rita, Cabimas, Lagunillas a 240 pesos cada uno.
Para los monitores de las escuelas de Rita, Cabimas, Lagunillas a 24 pesos cada una.
Para papel, libros y demás útiles con que deben proveerse a los niños pobres de Rita,
Cabimas, Lagunillas 12 pesos cada uno.
Para invertir en los libros con que deben premiarse los alumnos de las escuelas del Cantón
25 pesos (AHZ, 1847: T. 5, f. 221).
Pero para agosto 24 de 1852 se constata, que la situación había dado un viraje extremo,
ese día se reunió la Junta Directiva de la enseñanza popular en Maracaibo en la edificación del
Concejo Municipal y se dio a conocer una noticia profundamente desalentadora. La Junta convocó
para esa reunión al Gobernador, los concejales Manuel Armador y Fermín Flores, al padre de
familia José Vicente Urdaneta y al preceptor Emigdio Esparza. Y en esa reunión “Se leyó y se
aprobó el acta de la sesión anterior” (AHZ, 1847: T. 4, f. 209) la cual rezaba:
La Junta no encuentra posible en la actualidad la creación de las escuelas públicas de
niños en las parroquias Cabimas, Lagunillas y Siruma.
Se dio cuenta de un oficio en que el Presidente del Concejo de Altagracia inserta un
acuerdo de éste en que piden provean de escuelas las parroquias Cabimas, Lagunillas y
Siruma [180], y se acordó contestar: que a pesar de los deseos que animan a la Junta por
el fomento de la educación popular, tiene que conciliarlos con la posibilidad, teniendo en
consideración las rentas destinadas a ese objeto; y con vista de ellas no haya posible en la
actualidad la inmediata creación de las tres escuelas que se indican.
Francisco Conde.
Pablo Ortega (id. 211) (AHZ, 1852: T. 7, l. 10, f. 28 o f.2).
La escuela de Cabimas había cerrado sus puertas, Cabimas estaba sin escuela. Algo muy
grave debía haber acontecido entre 1848 y 1852 para que la escuela desapareciese.
Una noticia esclarecedora de lo que sucedió tiene lugar el año de 1851, ese año la
Presidencia del Ilustre Concejo Municipal de Altagracia se dirige a la Muy Honorable Diputación
Provincial y le comunica:
A consecuencia de un acta de la Junta comunal de Cabimas venida después que se remitió
a la Gobernación el proyecto de presupuesto para los gastos de este cantón en el año
económico próximo venidero, en que pide que se incluya en él la cantidad de treinta i un
pesos, siete y medio reales para reparar el salón de la escuela pública de aquella
parroquia, y diez pesos para reparar el mobiliario de la misma [181]; el Concejo Municipal

180
1852 Educación Primaria N° 10 Pide el Jefe Político de Altagracia que se provea de escuelas a las parroquias Cabimas,
Lagunillas y Siruma. Se nombró preceptor para la de la parroquia Lagunillas. […] para la de Cabimas (AHZ, 1852: T. 7, l.
10, f. 27 del libro y f.1 del Expediente). A continuación en el f. 28 o f. 2 está el oficio del Jefe político de Altagracia
dirigido al Gobernador.
181
También aparece esta misma solicitud en un recuento mes por mes de todo lo tratado en el Concejo Municipal de
Altagracia (AHZ, 1852: T. 23, ff. 237 y 238).
139

ha acordado en sesión extraordinaria de hoy lo que sigue: Que se eleve inmediatamente


una noticia de esta ocurrencia al Señor Gobernador de la provincia para que, aún si
hubiera tiempo, le dé Su Señoría cabida a las cantidades pedidas (…) José Vicente Oliveros
(AHZ, 1851: T. 10, f.81) (AHZ, 1851: T. 11, l.7, f. 205).
Por lo que ocurrió -desaparición de la escuela-, es dable suponer que la ayuda no fue
erogada y la escuela colapsó -dejó de funcionar-. Las autoridades provinciales ante este hecho en
agosto de 1852 dictaminaron que no era posible la creación de esas tres escuelas, la de Cabimas y
la de las parroquias Lagunillas y Siruma, es decir, las escuelas de medio cantón. La de Cabimas
pudo haber cerrado desde el año 1851. Se la había condenado a desaparecer.
Sin embargo en el mes de julio del año 1852 se abrió un rayo de esperanza, en Cabimas
había asumido el curato un nuevo sacerdote y, éste buscando ingresos intenta obtenerlos
fungiendo como preceptor, en epístola dirigida al gobernador expone:
Gobernador.

Cabimas Julio 23 de 1852.

En veinticinco de abril de éste, el Señor Vicario de acuerdo con el señor Obispo, me


nombró cura interino de esta parroquia, y tomé posesión de ésta el treinta, y desde
entonces observé la desgracia de no haber hace mucho tiempo, enseñanza primaria de
cuya desgracia se originan tantos males, V.S. no lo ignora. Celoso por desterrar la luz de la
ignorancia privadamente puse una escuela y hay en ella veinticinco alumnos, a los cuales
ilustro y asisto por doce pesos que dan los padres de familia; pero de ellos, no recibo más
que cuatro i cuando más seis por la pobreza de la mayor parte de los padres, sin embargo
yo no desmayo por la compasión que me asiste verlos levantarse en la ignorancia, la que
acarrea los males que la religión en todos tiempos ha lamentado de corrupción e
inmoralidad. Estas consideraciones me hacen tolerar mil necesidades y escaseces que hay
en esta escuela, muchos de los niños no están escribiendo por no haber mesas ni con que
mandarlas hacer, otros no están de [ ] por no haber libros i otras cosas que omito por no
ser demasiado molesto. Bien penetrado del entusiasmo de su señoría y del empeño q que
se ha tomado desde que se hizo cargo de esa Gobernación por desterrar la luz de las
tinieblas estableciendo enseñanzas primarias, espero que se digne mirar esta pobre
parroquia con la misma atención que ha mirado las parroquias Moján, Rita, Lagunillas; así
para beneficio de estos pobres niños, como para mí que entonces costearía con ese
sueldo para sobrevivir mis necesidades, pues la sola parroquia, por su cortedad, mi
asignación eclesiástica, no es suficiente.

Soy de V.S. un muy atento y obsecuente servidor GBSMA [182]


Mariano Leal (AHZ, 1852: T. 7, l. 10, f 29 del Tomo o f.3 del Expediente).
La respuesta a este planteamiento fue la de no darle curso a lo solicitado. La escuela debía
permanecer sepultada por voluntad de aquellas autoridades, y no era la única condenada a
muerte irredenta, otras parroquias también carecían de esos salones, los cuales habían empezado
a ser considerados por los vecinos como una conquista a la que no se podía renunciar. En
Septiembre 6 de 1852 se emite un:
Resuelto

Habiendo acordado la junta directiva de educación popular que no hay fondos bastantes
para la creación de escuela en Cabimas y otras parroquias [183] como se ha comunicado al
[Jefe] Político del Concejo de Altagracia archívese.

182
Guarde a Vuestra Señoría Muchos Años.
140

Conde (id. f. 29 o f. 3).

j) Reapertura de la escuela
Un nuevo intento de reabrir la escuela pública de Cabimas -la escuela del cura Mariano
Leal era privada- ocurre en el mes de noviembre de 1856, es decir, un lustro después de aquellos
acontecimientos aciagos que la clausuraron:
Gobernador - Presidente de la Junta de Enseñanza Popular.
Cecilio Bracho, mayor de veintiún años i vecino de la parroquia Santa Rita, del cantón
Altagracia, ante V.S. con el respeto debido, represento. La escuela de la parroquia
Cabimas hace algún tiempo que está por regentarse, mientras que la necesidad demanda
que se llene dicho magisterio, para que aquella juventud no pierda tiempo en principiar a
adquirir los elementos primarios de educación; por cuya razón me ocurre pedir dicha
escuela en calidad de preceptor interino, hasta que llegue la oportunidad de proveerse de
maestro en propiedad, según se preceptúa en la Ordenanza de la materia, para cuyo
tiempo me reservo hacer la opción en forma. En tal concepto: A V.S. Suplico se digne
expedirme el título en calidad de interino para proceder inmediatamente a encargarme de
dicha escuela. Es justicia que imploro de V.S., en Maracaibo a 10 de Noviembre de 1856.
Cecilio Bracho
Esta vez la fortuna socorrió a Cabimas, el Gobernador concedió a Cecilio Bracho el título
solicitado y lo convocó para:
(…) que preste el juramento Constitucional ante este Gobierno, lo mismo que al Juez de
Paz de la citada parroquia para que luego le ponga en posesión del magisterio bajo formal
inventario de los útiles y enseres y demás pertenencias de aquella escuela (…) (AHZ, 1852:
T. 7, l. 10 f. 36 o f. 10).
Así mismo se tomó providencia de fijar carteles instando a opositores para tomar la
provisión en propiedad. La noticia debía extenderse a la Corporación de Altagracia, todo fue
ordenado por Rebolledo en ese “Resuelto” de 11 de Noviembre de 1856. Procediéndose al
juramento y firma ese mismo día con las rúbricas de Rebolledo, Ortega y Cecilio Bracho. Tres
comunicaciones fueron emitidas ese 11 de noviembre, una para el Juez de Paz de Cabimas, otra
para el Jefe Político de Altagracia y la tercera para La Junta directiva de Enseñanza Popular (íd. f.
37 o f. 11), además se fijaron los carteles motivando opositores al magisterio de Cabimas dentro
del término de quince días (id. 38). Fabio Padrón Jefe Político de Altagracia contestó en 19 de
noviembre: “me ha sido muy grato ver provista ya de preceptor aquella parroquia, que tanto lo
necesitaba” (id. 39). De Cabimas el juez de paz Antonio González de Lira en 1° de diciembre pone
en conocimiento del Gobernador que Cecilio Bracho ya ha tomado posesión y “entró en el
ejercicio de sus funciones dando principio en este día con diez alumnos que han sido matriculados,
dando esperanzas que entrarán en la escuela como 40” (id. f. 40 o f. 14). Con ese inicio de
actividades, la Gobernación el 11 de diciembre ordenó comunicar al Administrador Principal de
rentas municipales para su inteligencia y fines (ídem.), la escuela se había reabierto el 1° de
diciembre del año de 1856 [184].

183
La de Lagunillas se debió abrir en el año de 1854, ese año se nombra “preceptor de las letras” a Juan Antonio
Hernández para “la escuela que debe plantarse en la parroquia Lagunillas” (AHZ, 1852: T. 7, l. 20, f. 30 o f. 4).
184
Pero ahora cerraba la de Lagunillas, allí el preceptor y capellán Juan Antonio Hernández había renunciado como
preceptor, así que debían publicarse carteles para que se postulasen opositores para ese magisterio (íd. f. 41 o f.15).
Mientras esto ocurría en la escuela de niñas de la parroquia Santa Bárbara en Maracaibo se solicitaba para “obras de
mano”: raso blanco, crespo de varios colores, hilo de oro y gusanillo para formar un cuadro de armas de Venezuela; y
141

Aquella debacle de la escuela de Cabimas debió tener como origen remoto los trastornos
político-militares del año 1848, así se puede colegir por lo que narra un preceptor en el año de
1852:
(…) hace algunos años, que he tenido i tengo una escuela privada de niños en esta
parroquia cabecera (…) en 1848 siendo Jefe político de este Cantón el Señor Basilio Borjas,
desempeñé como preceptor interino el magisterio de primeras letras, permaneciendo en
él hasta que estalló la revolución ocurrida en dicho año 1848 y evacuada (…) Juan Antonio
Piña (id. F. 95).
Asunción Faría quien era el Jefe Político del Cantón Altagracia en el año 1852 sobre ese
particular certificó que lo narrado por Juan Antonio Piña “es cierto”, lo que corrobora esa
descripción de aquel nefasto año de guerra que origina la evacuación de la Villa de Altagracia. Esas
“revoluciones” se convirtieron en un problema endémico en Venezuela y causaron inmenso daño
y desolación en gran parte de las provincias, el Cantón Altagracia fue uno de los más perjudicados
por esas asonadas cívico-militares. Tal vez a partir de esa revolución de 1848 el cuido de esas
instituciones decayó hasta entrar en crisis en ese breve lapso de 1848 a 1851.
Para el año de 1852 la situación en la Villa de Altagracia era preocupante, lo que parece
confirmar la declinación que se viene señalando en la marcha de los asuntos públicos y privados
en la provincia. Ese año el Concejo Municipal en su Memoria -elaborada el mes de octubre-
informa a la Diputación Provincial que en su reunión ordinaria de 1852 cómo se encuentran:
(…) cien individuos con contribución personal subsidian con un día de trabajo para destruir
el monte de la Villa (…) carece este Cantón de mercado público por falta de recursos (…)
una casa de abastos (…) esta escuela carece de todo (…) El corral de esta Villa está
enteramente inútil (…) [hay] que reparar el bahareque de la casa municipal y cárcel (AHZ,
1852: T. 22, f. 246).
El subsidio personal para la realización de las obras públicas es suficiente demostración del
estado de postración propio de una economía de posguerra, y la inexistencia del mercado público
y de la casa de abasto una necesidad sentida y anhelada por esa Corporación municipal indica la
miseria del erario, el cual no podía equipar a esa Villa con los adelantos propios de su condición de
parroquia cabecera de cantón y de prócera Villa. Para remate, el informe apunta que la escuela no
podía estar en peor estado. En el resto del cantón no era mejor la situación: “(…) en Cabimas y
Lagunillas aún no se ha resuelto (…) establecer escuelas públicas (…) por la escases de rentas (…)”
(id. 247).
Mientras esto ocurre en el mundillo político provincial se conoce de la aparición de libelos
contra los Serranistas [185] o seudo liberales (AHZ, 1852: T. 23, f. 173), es decir, se preparaban
nuevos escarceos entre aquellas camarillas que luchan entre sí por conquistar el poder -a lo cual
había quedado reducida la política, perdiendo con ello su principio fundamental que es organizar
la sociedad paras alcanzar los grandes fines-, y con ello se renovaba el cuadro de conflictividad que
a veces degeneraba en las confrontaciones armadas. La espiral de destrucción era inacabable. No

para bordar una carpeta casimir azul, lana y percalina (id. ff. 43 y 44 o ff. 18 y 19), tal generosidad concedida a
Maracaibo es un claro contraste con los estertores que se sufría la educación en las parroquias de “las costas”, donde la
crónica de una muerte anunciada era una maldición secular.
185
Los seguidores de Aniceto Serrano, quien en esta época era un dirigente provincial y había ya estado como
Gobernador de esta jurisdicción (AHZ, 1852: T. 23, f. 173.
142

obstante, cuando se restablecía la economía en los períodos de paz se intentaba restablecer la


normalidad en el cantón:
Presupuesto General de gastos del Cantón Altagracia 1853
Sueldo preceptor. 3 escuelas existen en el cantón, i para los de las parroquias Cabimas,
Lagunillas i Siruma que se propone su apertura 1.500.
Para pagar el alquiler de las dos casas, locales de las dos escuelas que hay en esta Villa 120
(AHZ, 1853: T. 4, l. 1)
En Mayo 19 de 1858 la Gobernación de la Provincia de Maracaibo envía una Circular a los
Presidentes de los Concejos Municipales, el oficio introduce por primera vez en la jerga política el
vocablo democracia la cual está ausente de todos los manuscritos empleados en el presente
trabajo, lo otro novedoso de este documento, es que se menciona por primera vez la enseñanza
secundaria, tales novedades anuncian la cercanía de los grandes acontecimientos que desatan la
Guerra Federal, donde se debatirán asuntos de fondo sobre el régimen político que debería
imperar en Venezuela. La Circular en cuestión es la siguiente:
Una de las más preferentes ocupaciones de la administración pública en los países libres, y
quizá la más importante después del cuidado de la seguridad individual (…) es la
educación popular. Crece la necesidad de dedicar a este ramo especial, vigilante, eficaz
interés cuando la democracia, como en Venezuela, impera en las instituciones, prevalece
en las costumbres, es aceptada universalmente como principio y rige todas las acciones.
Entonces (…) las ventajas de la educación se hacen notar en el ciudadano cuando sufraga,
en el ejercicio de los cargos públicos, en su adhesión ilustrada a la ley, en su vida privada,
cuando manda, cuando obedece: su ilustración es una garantía para la sociedad en el
orden moral y político. Confiada pues a los Concejo Municipales (…) la sagrada misión de
promover y establecer por todos los medios que estén a su alcance la fundación y
sostención de escuelas primarias y casas de educación en las parroquias, sobre dichas
corporaciones recae la responsabilidad que apareja la carencia de estos planteles.
(…) una gran parte de las parroquias carece de escuelas primarias: adonde las hay están
mal servidas, mal asistidas, en decadencia, no existe ninguna escuela de enseñanza
secundaria; el pobre carece casi en absoluto de medios de educación. Bien se comprende
que a esta lamentable situación ha conducido el estado caótico de la sociedad en los diez
años de abusos que ha atravesado la República. Pero las circunstancias han variado, y en
la actualidad exige la concurrencia de todos los poderes a la obra de la regeneración.
Facultados los Concejos Municipales para imponer las contribuciones necesarias a cubrir
los presupuestos de los gastos cantonales y disponer y arreglar la recaudación y
administración de los fondos afectos a la educación popular, en completa capacidad se
encuentran de proveer a las necesidades de este ramo; y a ello los empeña la gobernación
(…) sirviéndose remitir Usía como presidente a este Despacho (…) un cuadro de las
existentes (…) Serrano. J. de J. Villasmil (AHZ, 1858: T. 1, l. 10).
La información solicitada al Presidente del Concejo de Altagracia, José A. Chávez, fue
enviada al gobernador Serrano. El 17 de Junio de 1858 le remite el cuadro estadístico:
Cuadro demostrativo de las escuelas existentes en el Cantón.
Parroquias Escuelas Escuelas Nro. Nro. Sueldo anual
de niños de niñas alumnos alumnas preceptor(a)
Altagracia 1 1 85 49 340 - 300
Democracia 1 20 240
Santa Rita 1 35 240
Cabimas 1 34 240
Lagunillas 1 25 240
Siruma - - -
143

(ídem) [186].
El cantón Altagracia tenía 248 cursantes, pero para el mes de noviembre del mismo año
actualiza la información de todas las escuelas e incorpora la parroquia Democracia con 32
alumnos e incluye una escuela privada de la Villa de Altagracia con 16 alumnos, llegando el total
de alumnos a 279 [187].
En el año de 1860 en el Cantón Altagracia hay seis escuelas, de éstas una es de La Rita y la
otra de Cabimas -como ya se sabe ésta se restableció el año de 1856 -en el mes de diciembre- con
el preceptor Cecilio Bracho-, las restantes son de Altagracia. En el Cuadro de las escuelas primarias
así como públicas como privadas de la Provincia de Maracaibo, se hace la observación que no se
han recibido datos sobre el número de alumnos cursantes en esos planteles del Cantón Altagracia,
a excepción de que se indica un total de alumnos de 177, entre niños y niñas. El sueldo de los
preceptores continúa igual para ese año, para las parroquias de Maracaibo -Matriz, Santa Bárbara,
San Juan de Dios y Santa Lucía- son 480 pesos anuales y para las parroquias de toda la provincia de
240 pesos al año, es decir, las condiciones de vida de estos servidores públicos permanecía
estancado o para ser más realistas había desmejorado (AHZ, 1860: T. 13, l. 17).
Se sabe algo más sobre instrucción pública, porque la Presidencia del Concejo Municipal
de Altagracia en el mes de agosto 20 de 1860 se dirige al gobernador para ponerlo al tanto de
cómo se encuentra ésta en su jurisdicción político-territorial:
(…) existen en el Cantón cuatro escuelas públicas, tres de varones y una de niñas, y dos
privadas una de cada sexo que dan un total de seis escuelas (…) a las tres escuelas públicas
de varones concurren ciento diez y siete niños y treintaisiete niñas (…) a la privada de
varones once, a la de niñas doce que hacen un total de ciento setentaisiete de ambos
sexos (…) El caso tercero en las escuelas públicas se enseña doctrina cristiana con sus
explicaciones correspondientes, lectura, escritura, aritmética razonada, ortografía y
urbanidad práctica, y además de estas materias, en las de niñas aquellas labores propias
de su sexo y [ ] de familia (…) Las escuelas públicas están regentadas por los preceptores
Cecilio Bracho, Santiago Cepeda, Manuel María Rincón, la de niñas por la Señora María del
Carmen de Oliva. Las privadas por los Señores Ambrosio Rodríguez y Magdalena González
(…) ni las escuelas públicas ni las privadas tienen rentas; las unas son pagos los
preceptores y preceptoras por el tesoro municipal las otras por los padres de los niños (…)
El Concejo no cree conveniente introducir mejora alguna en la instrucción primaria esto es
en cuanto a establecer otras clases de las que se expresa el caso tercero de este informe y
se funda, que la falta de instrucción popular, presenta obstáculos y dificultades cada
ocasión que es preciso proveer de preceptores alguna escuela a pesar de ser tan sencillas
las materias que se dejan apuntadas, pues sujetos los preceptores a ser examinados
rehúsan oponerse a cualquiera de las vacantes por no sufrirlo. De aquí nace que en las

186
Con anterioridad a este manuscrito existe un Cuadro de las Escuelas Primarias así públicas como privadas de la
Provincia de Maracaibo, en esta información estadística no aparecen los datos sobre Altagracia, La Rita y Cabimas, y se
hace la observación de que no se ha recibido información de estos destinos (AHZ, 1860: T. 13, l. 17). A continuación
aparecen los preceptores que regentan esas escuelas, por Cabimas Cecilio Bracho, por Santa Rita Santiago Cepeda y
figuran los maestros y maestras de Altagracia. Sobre la escuela de Cabimas informa que está establecida en la casa de
habitación del preceptor y, agrega que hubo un tiempo en que se diera en (…) la “casa del cura”, pero hoy está en
estado de ruina. Manuel Torres (ídem).
187
El Cuadro del 22 de noviembre de 1858 informa que los alumnos cursan clases en aritmética, geografía y urbanismo,
gramática castellana, lectura y escritura, y en la escuela privada solamente lectura, escritura y aritmética. El Cuadro lo
presenta José Gregorio Ferrer Presidente accidental.
144

parroquias Democracia [188], Siruma y Lagunillas no hay escuela pública de niños, a que
se agrega lo mortífero de la de Siruma. Luego que la instrucción se desarrolle, como se
espera, por los progresos que surten en toda la República, entonces podrán establecerse
nuevas clases en la enseñanza primaria porque debe ser fácil la consecución de
preceptores aptos que no rehúsen el examen. En cuanto a nuevos métodos el Concejo de
acuerdo con la opinión de los preceptores no conviene separarse del de Bell y Lancaster
mandado a observar en todas las escuelas de enseñanza gratuita de la República. Mucho a
oído el Concejo elogiar un tratado sobre enseñanzas de la Señora Grajales, más como no
lo ha visto no puede juzgar de su adopción, mucho menos cuando el Lancasteriano por su
facilidad y sencillez está en contacto con las facultades intelectuales de los niños que
según su edad así es su compromiso poco más o menos (…) La casa escuela de varones de
la parroquia cabecera del cantón es propiedad municipal, su estado regular, su valor
trescientos pesos, su situación casi al centro de la población pero necesita repararle sus
techos que son de enea, para lo cual el Concejo se ocupa de acordar la suma necesaria. La
de la escuela de niñas es propiedad particular, situada en la plaza de esta Villa, al centro
de la población, su alquiler mensual cinco pesos que paga el tesoro municipal- La casa de
la parroquia Santa Rita también es propiedad municipal; pero el Concejo ignora su valor
(…) el preceptor en su informe solo indica que necesita reparación, y el Jefe de la propia
parroquia (…) le exigió el Concejo otro informe sobre instrucción pública no ha contestado
aún- La escuela de la parroquia Cabimas su preceptor la tiene establecida en su casa de
habitación por no haber la del Municipio ni de particulares en alquiler- Hubo un tiempo
que se diera en la convenida en dicha parroquia con el nombre de “Casa del Cura”, pero
para hoy está en estado de ruinas, por cuya causa el preceptor pasó la escuela a la suya -
Finalmente, las privadas de la parroquia Democracia están establecidas en las casas de los
Preceptores (…)
Soy de V.S. en toda consideración atte. Servidor.
Manuel Torres (AHZ, 1860: T. 13, l. 17).
El informe es aleccionador en cuanto al interés puesto por la calidad de la instrucción,
genera expectativas y presenta el cuadro del estado del cantón en el ramo de la educación con
lujo de detalles, no obstante, no queda claro en esas líneas dónde ejercía su magisterio Santiago
Cepeda. En la última oportunidad que se ha tenido de ubicar a este preceptor, él había obtenido el
puesto vacante en Lagunillas, pero como sobrevinieron grandes trastornos políticos en la
provincia, perdió la regencia de la escuela de Cabimas y la de Lagunillas -porque había estado en
las filas del bando enemigo- [189]. Cuando la escuela de Cabimas se reabrió fue ocupada por
Cecilio Bracho, y será posteriormente que Santiago Cepeda gracias a su prestigio lo ubican en La
Rita, donde Matías Meléndez que era del bando que opuso resistencia debió mediar, para que
este maestro recuperara su cátedra.
En Cabimas para ese tiempo se referían a la escuela como la “Casa del Cura”, es decir,
porque ésta quedaba adosada al templo [190], esa edificación entró en ruinas. Cuando resurge la

188
El documento donde se crea la parroquia Democracia está en un legajo sobre División territorial y en un manuscrito
que se le dirige la Presidencia del Concejo de Altagracia en junio 15 de 1854 al Gobernador: AHZ, 1857: T. 1, l. 30). Esa
denominación o topónimo fue posible debido a la abolición de la esclavitud por Monagas, en una sociedad con esclavos
la palabra democracia era subversiva, al concedérseles la libertad la palabreja pudo pasar por fin al espacio público.
189
(AHZ 1858: T. 3, l. 3) (los datos archivísticos pueden estar imprecisos) Juzgado de parroquia. Lagunillas Diciembre 22
de 1858. Gobernador. En el día de hoy y con el auxilio de las armas que VS me remitió ha sido tomado el Señor Andrés
a era.
Estrada y con él Santiago Cepeda lo pongo a disposición de SS el Juez de 1 Instancia (…) Juan José Pérez.
190
El cura Agustín Pérez lo confirma, recuérdese que escribió en su acusación contra el preceptor que “el bullicio, en la
gritería, en risas descompuestas, y golpes sobre los bancos más que suficientes para entorpecer los actos de mi
145

escuela, ésta funcionará en la sala de una casa de habitación del pueblo, siendo ésta la vivienda
del preceptor Cecilio Bracho.
Ni la Gobernación ni la Jefatura Política del Cantón Altagracia fueron ajenas a las
necesidades de aquellas parroquias bajo su jurisdicción. El Gobernador le refiere al presidente del
Concejo Municipal de Altagracia el restablecimiento de las escuelas públicas de las parroquias
Democracia y Siruma y el Concejo le responde en mayo 8 de 1860 al Gobernador:
(…) en la sesión de antier (…) se ha servido celebrar el acuerdo que sigue. (…) Que se fijen
edictos convocatorios para proveer los magisterios de las escuelas públicas de las
parroquias Democracia y Siruma no obstante la dificultad que se presenta en que se
restablezcan de una manera estable porque en ninguna de aquellas hay rentas que
produzcan lo necesario para pagar el preceptor, y aunque la parroquia cabecera debe
pagarlos, las suyas no producen sino para cubrir los gastos ordinarios de su
administración, con excepción de uno que otro mes del año que han resultado sobrantes
los cuales se han destinado a la amortización de una gran deuda con que se hallaban
a
gravadas dichas rentas (…) añadiéndole (…) que por la atribución 6 del artículo 20 de la
Ley Agraria de provincia del año pasado se le manda promover y establecer escuelas
primarias (…) sin instrucción no puede haber progreso, material, moral, intelectual (…)
Acevedo (AHZ, 1860: T. 13, l. 17)..
La Ley Agraria propulsó ese interés por las escuelas, se había tomado conciencia que para
capitalizar el campo era indispensable la instrucción primaria, y ese imperativo tomó lugar sobre
las autoridades, en consecuencia, se renovó el interés pos esa institución. No obstante, las rentas
son un obstáculo insalvable, nadie quiere ceder parte de las suyas a los otros, la Villa de Altagracia
señala que si aquellas parroquias no disponen de dinero para pagar el preceptor, les corresponde
a ellos como cabecera de cantón esa cobertura, pero solo uno que otro año alcanzan un sobrante
después de responder a sus gastos ordinarios. Para el colmo, sobre las rentas del cantón pendía la
obligación de amortizar la enorme deuda nacional que gravaba los fondos de su jurisdicción.
En ese intercambio de oficios referidos a la educación entre Altagracia y Maracaibo se
conoce que se ha reabierto las escuelas de dos parroquias, pero se indica que se corre el peligro
de cerrarlas de nuevo, porque existe incertidumbre de poder cancelarle los sueldos a esos dos
preceptores durante todo el año, conociéndose como las rentas de esta jurisdicción se desvían al
pago de una deuda contraída con los propietarios -esta deuda debe ser la del empréstito que estos
forzadamente debieron cubrir para sostener las actividades militares-, también se sabe que la
escuela de Cabimas no tiene edificación propia ni ahora ni antes, porque la anterior estuvo
funcionando en la “Casa del cura” y la actual en la vivienda del mismo preceptor Cecilio Bracho.
En síntesis toda la obra pública realizada en Cabimas con el “apoyo” de Maracaibo y de
Altagracia entre el año 1837 el año 1860 se reduce a la cárcel, la escuela y la protección de la salud
de la población de las epidemias como el cólera y la viruela, esta pobre realización debió afectar el
prestigio tanto de la elite tradicional como de la élite emergente.
El servicio educativo no estaba garantizado bajo esas deplorables condiciones, el poseer
una escuela no era una conquista firme, es así como la escuela de Cabimas en el año de 1851 cerró
y al cabo de poco tiempo se desplomó por falta de partidas para su refacción, la muerte
anunciada desde el mismo comienzo del proceso histórico que le da vida se había consumado. Su

ministerio, como que me hallo colocado pared intermedia en el salón escolar, adoptando por remedio el retiro a la
sacristía para consultar con más sosiego el rezo, el estudio, y meditación de pláticas” (AHZ, 1846: T. 18, f. 57).
146

deceso trajo a Cabimas un retroceso a los tiempos coloniales, donde un sistema imperial había
sido incapaz de dotar a las pequeñas poblaciones de escuelas, manteniendo así sin instrucción a
sus súbditos en todo el territorio colonial, excepto en los grandes centros urbanos. Después de un
largo tiempo sin aquella institución Cabimas la recupera, una nueva escuela improvisada la
sustituyó y un nuevo preceptor se encargó de este plantel, era la escuela particular de Mariano
Leal abierta por julio de 1852. Pero solo será hasta el 1° de diciembre de 1856 que se reabra la
escuela pública, porque la del cura Leal era privada, ésta será regentada por el ritero Cecilio
Bracho quien obtuvo el reconocimiento como preceptor para Cabimas por la vía oficial. Sin
embargo el problema de la instrucción pública persistía en la provincia, las parroquias retiradas de
Democracia y Siruma estaban en la mira de la gestión gubernamental, pero las perspectivas de su
sobrevivencia estaban dentro de los márgenes de la incertidumbre. El problema acuciante era el
de la generación de ingresos propios suficientes para traer una vida civil a las parroquias, las
entradas que obtenían estaban por debajo de los gastos básicos que requerían esas instituciones
tan necesarias. El aparato productivo subyacía a toda esa problemática, porque no ponía en
marcha una economía pujante, porque faltaban los otros resortes que elevan los niveles de vida y
con ello el consumo, faltaban estímulos al sector primario que era el determinante en esta época.
Más que nunca se probaba que sin la inversión de capitales y la instalación de empresas “las
costas” no saldrían de su postración, el Proyecto histórico de 1837 era un plan coherente y
completo que apuntaba a una solución integral y estructural, es decir, los adelantos culturales
estaban vinculados a la transformación del sistema económico. Y recuérdese que para que
aparezcan nuevas obras que dinamicen los fenómenos económicos, había que incorporar al
mercado de tierras las grandísimas extensiones latifundistas que estaban bajo la férula de un
terrateniente. Se necesitaba de “tierras libres”.
Con un aparato productivo capaz de acumular capitales gracias a la transformación de la
provincia en una región económica, el aparato burocrático hubiese sido renovado y actualizado
bajo el imperio de esos cambios mercantiles, productivos y financieros, y los presupuestos se
hubiesen ensanchado con la recaudación de rentas generados por los distintos sectores
productivos, en especial, el agrícola y pecuario. Y con todos los cambios estructurales en lo social,
lo político, lo económico y lo estatal, la cultura hubiese dado un salto adelante y con ella el sector
educativo sería el más beneficiado. Para que se resolviese la problemática de ese servicio se
requería en última instancia de toda una revolución. El Proyecto histórico de 1837 convocaba al
desarrollo de todos los recursos disponibles en la Provincia de Maracaibo mediante una
modernización de sus fuerzas productivas, desde Maracaibo empresas y capitales debían
trasladarse hacia “las costas”, en síntesis esta política económica hacía de este proyecto un
programa de carácter endógeno, que hubiese dado origen a una región propiamente dicha. Ese
programa endógeno le confería al progreso y modernización en marcha el carácter de un modelo
propio, de haberse por supuesto llevado hasta sus últimas consecuencias el Proyecto histórico de
1837, pero en vez de ese proceso trascendental, se aplicó un proyecto exógeno donde la
modernización y progreso que se materializó fue el envés del que se estaba operando en Europa o
los Estados Unidos de Norteamérica, es decir, la de cambiar todo para que no cambiara nada, en
otras palabras, obtener adelantos sin “toda una revolución”, esto es, sin hacer historia en grande.
147

2.1.3 Patrimonio de Cabimas y del Cantón Altagracia


Una manera de cerciorarse si se está produciendo un adelanto de la provincia es la de
observar el incremento del patrimonio público. Para realizar este seguimiento limitaremos la
búsqueda de la realización de obras públicas, primero, a Cabimas y, luego al Cantón Altagracia. Y
ese sondeo se justificará como muestra significativa, porque las condiciones en la cual se
encontraba el Cantón Altagracia para el año de 1839 presenta un contraste muy marcado con
respecto al de los demás cantones, porque su patrimonio comenzaba casi en cero.
Para el año de 1839 se hizo en la provincia un inventario de las propiedades municipales
de cada cantón, y el resultado obtenido fue el siguiente:
Relación del valor a que ascienden las propiedades municipales de este cantón principal y
demás subalternas, según el avalúo practicado por virtud de disposición del Señor
Gobernador de la provincia consecuente con lo resuelto por la honorable cámara
provincial con fecha 1° de diciembre de 1838 (AHZ, 1840: T. 18, f. 83).
Propiedades Municipales de la Provincia.
Cantón Capital 16.832, 62 ½
Parroquia Cabimas en el Cantón Altagracia 60
Cantón Perijá 540
Cantón Zulia 320
Parroquia Sinamaica 420
Suma total pesos 18.163, 62 ½
(id. ff. 91 y 92).
El patrimonio de Cabimas deja a la vista el empuje de esa parroquia, pero para los efectos
de evaluar si ha ocurrido un gran adelanto, ha de contemplarse tanto el patrimonio público, como
el privado y el comunal:
La obra pública de Cabimas era la casa de la cárcel concluida en el año de 1839, esta
consistía en una edificación con cubierta de palma, fabricada con bahareque con plano de mezcla,
y tiene nueve varas de longitud y seis y media de latitud (id. ff. 83 y 84), poseía lumbreras y
candado, no se tiene noticias de si tenía rejas y cepo. El avalúo que se le practicó fue ordenado por
el Gobernador, dio una relación de un valor que asciende a sesenta pesos, costeados por los
vecinos y las rentas municipales (ídem). Llama la atención que la única parroquia que declaró
poseer obra pública en el Cantón Altagracia fue Cabimas. Pero esta obra no era su único
patrimonio público, bien se sabe que Cabimas también poseía iglesia.
El primer templo de Cabimas fue terminado de construir en 1817 y tenía a uno de sus
lados la casa del cura, esa iglesia fue incendiada el año de 1822 en la Guerra de independencia. La
segunda Capilla pública que se construyó quedaba detrás del lugar -como a cien metros de su
fondo- donde en la actualidad está la catedral de Cabimas, y está la administraba el cura interino
Felipe Romero, y se debió erigir por allá en el año de 1824 (porque ese año es el de su primer libro
parroquial -libro de bautismos, matrimonios y defunciones-). A todas luces ese templo debió de
ser improvisado -es decir de bahareque y techo de enea-, era de acuerdo a esa descripción una
capilla pajiza y de barro, y lo fue debido a las difíciles circunstancias de la etapa pos bélico. Esta
capilla va ser remplazada en el año de 1836 por la “nueva iglesia”, quedando ese nuevo templo
localizada diagonal a la plaza y al borde del Camino Real, y quedando bajo el servicio del
presbítero Juan de Dios Castro como cura titular o cura en propiedad, este templo fue construido
bajo la dirección de Basilio Borjas quien se desempeñaba en ese momento como mayordomo de
148

fábrica de la iglesia. Allí permaneció hasta nuestros días, renovándose en el tiempo, mejorándose
su arquitectura y siendo hoy en día su iglesia Catedral. Esas tres iglesias fueron obras comunales,
en ese sentido, pertenecían al patrimonio público.
Pero no sólo poseía Cabimas en su equipamiento como centro urbano templo y cárcel,
también tenía una casa donde funcionaba la Judicatura, esa casa se debió alquilar en 1831 con ese
fin, porque ese año se le nombraron sus primeras autoridades de la época republicana -es la data
más antigua obtenida en los manuscritos del Acervo Histórico del Estado Zulia consultados-, pero
esa edificación claro está no pertenecía al patrimonio público, era propiedad de un particular.
Cabimas como «población ordenada» poseía plaza, pero este espacio público no era una obra,
porque era simplemente una manzana abierta sin ninguna construcción, espacio que servía para
distintos fines como, por ejemplo, lugar de ejercicio para las milicias o lugar donde se efectuaba la
compra-venta de las mercaderías que se desembarcaban o se embarcaban a orillas del lago, ya
que la plaza quedaba en la calle del muelle. Esa plaza también se mantiene en su mismo lugar
hasta nuestros días, es la segunda plaza de Cabimas, porque la primera se ubicó en el vecindario
La Rosa. Esa plaza en su nueva ubicación, tuvo diferentes renovaciones en las que pasó primero de
ser un terreno sin ninguna mejora durante el siglo XIX a un lugar que durante el siglo XX contuvo
jardines, monumentos, bancos e incluso llegó a poseer un acuario, en ese mismo siglo fue
incorporada dentro de un parque -el Parque Bolívar- donde quedaba acompañada de una
biblioteca infantil, una galería de exposiciones y un auditorio, y en este siglo XXI es objeto de una
nuevo proyecto que está en actual ejecución. Esa segunda plaza ha sufrido en resumen tres
renovaciones arquitectónicas, la que realizó bajo el régimen de Gómez, la que inauguró Carlos
Andrés Pérez y la actual que está en proceso de ejecución. Lo mismo ha sucedido con su iglesia,
fueron tres, pero en la tercera ha sufrido una y otra vez renovaciones hasta llegar a la actual. Dos
plazas ha tenido Cabimas a lo largo de su historia hispánica y republicana; y durante la primera
mitad del siglo XIX tres templos -una en La Rosa, la segunda donde estaba el viejo cementerio, y el
tercero diagonal a La Plaza-. Cabimas en tiempos coloniales tuvo dos oratorios -una el de Andrés
Borjas, el otro el de Candelaria Tello-. En su territorio también se construyó una capilla, esta última
pertenecía al pueblo de indios de San Antonio, el cual fue mudado de su lugar de origen en Punta
de Piedra -en la frontera entre la Costa de La Rita y la Costa del Mene- a Puntica de Piedra que
quedaba en las afueras de la población de Cabimas, que por lo contrario de aquel era pueblo de
españoles, el cual extendía sus caseríos desde Punta Gorda hasta el sitio denominado Ambrosio,
donde se colocó una cruz que indicaba al viajante que entraba en un pueblo cristiano.
Por otra parte, dentro del patrimonio de los particulares en el equipamiento de Cabimas
se ha inventariar para aquel siglo XIX las pulperías, puesto que desde el año de 1843 en Cabimas
quedan oficialmente registrados sus primeros ventorrilleros, lo que indica que en algunas casas del
vecindario se reservo un espacio de la vivienda para una tiendecilla tipo ventorrillo.
Cabimas contaba, además, entre sus haberes de propiedad pública con el Camino Real, el
cual tenía carácter intercomunal, conectaba con La Rita, y al pasar por Cabimas era una vía
extraordinariamente ancha. De esta importante vía de comunicación se sabe por mapa elaborado
el año de 1821 y por documento manuscrito, para los años 30 del siglo XX una fotografía muestra
sus dimensiones al pasar por la Cabimas de La Plaza. En cuanto al manuscrito, su escribiente fue
Francisco Moreno, quien el año de 1851 se dirige al gobernador en los siguientes términos:
149

Señor Gobernador de la Provincia.


Francisco Moreno natural de esta ciudad y vecino de la parroquia Cabimas Cantón de
Altagracia ante V.S. como mejor proceda en derecho y salvando cuantos me
correspondan, represento diciendo en la Parroquia Cabimas se encuentra cerrado el
Camino real que desde tiempo inmemorial ha servido de tránsito a los pasajeros por el
margen de la laguna, obligándolos con estos estorbos a dar una vuelta o hacer un rodeo
que les perjudica notoriamente nada más porque dos o tres dueños de hatillos se han
propuesto estorbar el paso por la vía que siempre ha estado expedita al margen de la
laguna para provecharse de aquel terreno.
He ocurrido al juez de la parroquia para que como encargado de la policía rural [191]
hiciese que dejasen expedita la vía a que me refiero y nada he podido conseguir, si bien
que mis instancias han sido como proposiciones amigables, pretendiendo omitir
denunciar los hechos, como lo hago por medio del presente para que V.S. como jefe
superior de la provincia, prevea los males que pueda resultar del abuso que se está
cometiendo con la obstrucción del camino público (…)
Francisco Moreno (AHZ, 1851: T. 9, l. 25, f. 121).
El conocimiento hasta aquí registrado sobre esta población, permite describir la
disposición de la Cabimas de La Plaza para el año de 1839, de acuerdo a las fuentes documentales,
el poblado presentaba la siguiente fisonomía:
Si se toma como referencia la plaza, esta conectaba en línea recta con el lago por la calle
del muelle con dirección Este-Oeste. Diagonal a la plaza quedaba la iglesia, quedando separadas
por el Camino Real que iba hacia el sur en dirección al vecindario de La Rosa -teniendo por término
a Punta Gorda-, y hacia el Norte ésta apuntaba en dirección a Ambrosio, sitio donde tenía
“término” la población, prosiguiendo desde allí hacia Puntica de Piedras o La Represa que eran las
afueras, de ese último punto de la costa de Las Cabimas se partía hacia la población de La Rita. El
Juzgado quedaba al frente de la Plaza, en una casa que quedaba en isla, porque a sus lados
pasaban dos calles, una de ellas la separaba del templo y esa vía seguía en dirección Este para
llegar al cementerio que quedaba retirado de la iglesia -a sus espaldas- como unos cien metros
(donde estuvo la “iglesia vieja”). Frente del templo, estaba (intuimos) la casa de Basilio Borjas -
quien sugiere en su declaración en torno al caso del preceptor Santiago Cepeda la cercanía entre
su residencia y la plaza-. La residencia de la familia Borjas si tenía esa localización, hacia esquina
con la calle del muelle -debía ser un solar bastante grande-. La otra calle que pasaba paralela a la
plaza, daba con la cárcel, si quedaba en esquina, ésta también colindaba con el Camino Real, que
de allí proseguía hacia Punta Icotea y luego entraba en los terrenos del rancherío Ambrosio.
El muelle de Cabimas convertía a Cabimas en un puerto menor, así lo registra en su
trabajo geográfico Pedro Cunill Graü, quien ofrece datos sobre esta población referidos a su
existencia en las primeras décadas del siglo XIX. Ese hecho, el ser un puerto menor, es muy
importante para sumarlo como uno de los factores que impulsarán a Cabimas hacia adelante. Esa
obra, por supuesto, era comunal. En relación al muelle la descripción del croquis de Cabimas
prosigue así: Cerca del muelle estaba la casa del hato de Concepción Balbuena y sus tierras se

191
La policía rural actuaba en el área del despoblado, es decir, en las afueras de la población. El poblamiento constaba
de un núcleo urbano y unos vecindarios o “partidos rurales”. En el año 1853 se tiene noticia de esos ministros de policía,
en un documento que lleva por encabezamiento “Policía rural”, reza: “Se previene al jefe político del Cantón Altagracia
que prohíba el corte de leña que se hace furtivamente en los montes de la propiedad de la Señora Gertrudis Faría” (AHZ,
1853: T. 4, l. 7).
150

extendían desde su residencia hacia Punta Icotea paralela al litoral, en Punta Icotea tenía término
su hato porque allí estaban las propiedades de otras familias. El Camino Real era de un ancho
extraordinario cuando pasaba por la Cabimas de La Plaza, y a sus lados se ubicaban las residencias
de los más connotados vecinos.
Tal es el plano de la Cabimas urbana como centro político para el año de 1839, allí residen
buena parte de los vecinos principales y, allí están las sedes de las instituciones públicas como la
Judicatura, la cárcel y la Iglesia, u obras públicas urbanas como el cementerio, la plaza y el muelle.
Esa era la Cabimas de La Plaza -para diferenciarla de los vecindarios como el de Punta Icotea y La
Rosa, o caseríos como el de Ambrosio y Punta Gorda, todos ellos en su conjunto era lo que se
conocía en buena parte del siglo XIX como “Las Cabimas”, a la cual hay que agregar la Cabima de
San Sebastián definida en esta investigación.
En lo que respecta al Pueblo de San Antonio, esa misión, no era una de “Las Cabimas”, ese
pueblo desde sus orígenes hasta su final tuvo por autoridades a unos frailes [192], y su único nexo
con las Cabimas era la de prestarle los servicios religiosos, ese pueblo de indios fue fundado el 22
de diciembre de 1758 más allá de la Bahía del Mene, donde empezaba la Costa de La Rita, estaba
localizado más cerca de La Rita que de Cabimas cuando fue construido [193].
Cuando el Obispo Rafael Lasso de la Vega llegó a la Costa de Las Cabimas el año de 1816
fue recibido por los vecinos de las Cabimas, y estos le manifestaron su deseo de que se erigiese
una capilla pública, Lasso de la Vega accedió con la condición de que se fundase población según
lo ordenado por las Leyes de indias, las cuales disponían que debía seleccionarse un lugar en la

192
Ese pueblo tenía un gobierno propio, lo cual lo hacía una entidad política distinta a la del pueblo de españoles de
Cabimas, para la época el interés que prevalecía era el de separar los pueblos de españoles de los pueblos de indios,
tanto así que incluso se prohibía que en los pueblos de indios se instalasen negros o españoles. Ni las autoridades de ese
pueblo tienen gobernanza sobre Las Cabimas, ni el Comisionado de justicia de Cabimas tenía ascendencia política sobre
esa misión capuchina.
193
Para 1788 ese pueblo ya había sido mudado para la costa de las Cabimas, pero no pertenecía a la jurisdicción del
vecindario de Ambrosio, el cual tenía por límite La Cruz de Ambrosio, donde hoy queda la Plaza de los Leones, la Misión
quedaba más al norte, en su punto más extremo y en despoblado. En Cabimas hay quienes se han creído el cuento de
que el Archivo General de la Nación certificó un documento que reposa en su Archivo (dónde se narra la fundación del
pueblo de San Antonio de Punta de Piedra) como el Acta de Fundación de Cabimas , quién haya elucubrado esa
aseveración es un temerario que elaboró la más burda mentira y el más pérfido engaño, porque todo el mundo sabe
que cuando se solicita, por ejemplo, una copia certificada de una partida de nacimiento, lo que extiende el registrador es
una copia, donde el ente emisor hace constar que los contenidos que están allí son idénticos a los del original. La copia
certificada del documento solo hace constar que éste es idéntico al original: “Quien suscribe Guillermo Briceño Porras
Director del Archivo General de la Nación hace constar que se transcribe el texto exacto conservado la ortografía y
redacción original del documento a la Sección Traslado, Capuchinos Maracaibo, Año 1758, Tomo 129.” Y a continuación
se copia el documento en cuestión, en el cual lo que se expone es la fundación del pueblo de San Antonio, dice: “En el
mismo año de cincuenta y ocho se empezó a construir el nuevo pueblo de San Antonio, Punta de Piedra. Para
nosotros, la Historia del Pueblo de San Antonio es muy interesante, pero no tiene ni la más mínima vinculación con la
Historia de Cabimas, las relaciones que entre ambos poblamientos se establecen no son vinculantes, y la finalidad
histórica de las Cabimas es distinta a la finalidad de aquella Misión, ésta tenía por objetivo “evangelizar” a aquellos
indios provenientes de la costa occidental del lago, son historias más divergentes que convergentes. Y la historia de
Cabimas se va profundizando, intensificando y expandiendo, mientras que la historia del pueblo de San Antonio nunca
salió de sus estrechos límites, su crisis fue permanente y finalmente no pudo evitar su propia extinción, porque no
disponía de un territorio propio para crecer. En Cabimas, gracias a esa operación fraudulenta, se celebra la fundación
del pueblo de San Antonio como su efeméride. Entrevisté a Guillermo Porras Briceño con respecto a este asunto, y me
indicó que tal interpretación era ajena a las funciones de la institución que preside, lo único que puede certificar su
despacho es que la copia es igual al documento original, quedando fuera de sus atribuciones certificar una
interpretación, como esa que afirma que ese documento es el Acta de la fundación de Cabimas.
151

medianía del poblamiento, según esas leyes ese núcleo urbano debía tener plaza, y constar como
mínimo de nueve manzanas en disposición ortogonal, lo cual definía una población ordenada y de
buena fisonomía. Así se decidió, y el acto fundacional de este pueblo de españoles se celebró con
toda la solemnidad del caso el 25 de diciembre del año 1817, con la presencia de las familias como
los Borjas, los Tello, los Lizardo, los Quirós, los González, los Ruz, los Reyes, los Moronta, los
Perozo, los Arrieta, los Puche, los Castro, los Díaz, los Lubo, los Pauque, los Capitillo, los Regalado,
los Castillo, los Ochoa, los Nava, los Candela, los Clavel, los Neri, los Balbuena, los Prieto y los
Granadillo, entre otros-, es decir, de las familias fundadoras de la Cabimas hispano-criolla.
Esas familias mencionadas al final del párrafo anterior eran Cabimas, Cabimas hispana no
es un poco de casas, o la manzana, o la capilla, o las calles… sino que es aquel grupo de familias
que construyeron ese pueblo, y que con sus apellidos hasta el día de hoy crean el perfil
genealógico más antiguo de la población, son las familias de abolengo colonial. Son esas familias
un patrimonio humano y vivo de esta ciudad [194]. Cabimas la fundan los cabimenses, la fundaron
transformando a la Cabimas indígena u aborigen en Las Cabimas de la costa y la Cabimas de San
Sebastián [195], proceso histórico que tiene su más importante hito en la erección del vecindario
La Rosa como núcleo urbano y político de todo el asentamiento el año de 1817. Cuando este
centro fue incendiado durante la guerra de independencia el año de 1822, el vecindario que lo
suplanta es la Cabimas de La Plaza [196], donde para el año de 1824 ya se tenía construida una
Capilla dedicada a su Santa Patrona y Titular de su iglesia, la Virgen del Rosario de Cabimas. La
Cabimas hispana ya existía aquí cuando arribaron los frailes de la Misión de Punta de Piedra a esta
costa oriental el año de 1758, Cabimas es mucho más antigua que ese pueblo de San Antonio
[197].
En la descripción de la cárcel se confirma buena parte de esas referencias descritas hasta
ahora de la Cabimas de La Plaza -vecindario cabecera de la parroquia-. En ese informe elaborado
por el catastro municipal, se indica la localización de la cárcel, del templo y del hato de Balbuena:
Parroquia de Cabimas en el Cantón de Altagracia.
El edificio que sirve de cárcel está situado en la plaza (…) linda al Oeste su frente, y el
fondo al Este, y al sud con la misma plaza y la iglesia, teniendo en su frente el hato del
Señor Concepción Balbuena (…) (AHZ, 1840: T. 18, ff. 83 y 84)

194
Los familias cabimenses de origen colonial son las raíces más profundas de la actual sociedad cabimense, hasta ellos
se puede rastrear la lejana data del origen de la Cabimas hispano-criolla. El árbol genealógico de las actuales familias de
abolengo colonial se remonta a los siglos XVII, XVIII y XIX. Lo que soñaron e hicieron sus antepasados es la Historia de la
Cabimas lejana, la cual se narra en estas páginas desde la encomienda, es decir, simbólicamente desde un supuesto Juan
Benítez. Antes que ellos iniciasen esa historia, once aldeas indígenas conformaron una Comarca Aborigen Histórica que
podrá ser conocida mediante los resultados que se obtengan del trabajo antropológico y arqueológico que realiza Lino
Meneses mediante excavaciones en esta enorme jurisdicción. Ese sí es el pasado indígena de Cabimas, no es el del
pueblo de indios de San Antonio o Misión de Punta de Piedra, que allí se concentraban y reducían por rebeldes.
195
A esas familias se les agregarán los neocabimenses con la irrupción de la explotación petrolera, bajo cuyo impulso se
transformó la Cabimas de pasado colonial en una ciudad neotécnica según la ciencia urbanista. Tres Cabimas históricas
marcan la evolución sui generis de este poblamiento sorprendente, de allí que titulemos a este libro como la Cabimas
Kairi para recoger sus hechos extraordinarios -asombrosos- durante esa etapa hispano-criolla original que se desplaza
por la época colonial e inicios de la época republicana.
196
Ocurre así, porque en aquel vecindario vivía la latifundista Juana Villasmil y también se residenciaba Basilio Borjas, o
acaudalados como José Concepción Balbuena.
197
La Historia del Pueblo de San Antonio está esbozada en la sección de “Notas” en el libro Cabimas Kupaiwa, allí se
puede consultar la nota número setenta (NOTA: 70). La Historia de Cabimas diverge de la del pueblo San Antonio.
152

Ahora bien, quienes enriquecieron el patrimonio de la parroquia fueron un Trinidad


Perozo quien asumió la tarea de edificar la cárcel, la cual concluye su sucesor José Concepción
Balbuena; un Basilio Borjas quien acometió la fábrica de la iglesia nueva; y un Eduardo Miguel
Rojas quien en el año 1843 acicatea a hacer mucho más de lo que se ha logrado hasta entonces y
efectuarlo con mayor diligencia. Este último -Rojas- pondrá en evidencia el potencial que ha
alcanzado a desarrollar Cabimas, porque acomete con éxito un plan de infraestructura para el
poblado y da cuenta de cómo los criadores de la zona han acometido obras de envergadura:
R. de V.
Juzgado 1° de Paz.
Cabimas Agosto14 de 1843.
Señor Gobernador de la Provincia.
Ante Su Excelencia el juez 1° de paz de Cabimas como presidente de la Junta de Sanidad
[198] de la expresada parroquia considero que está en el lleno de un deber dirigirme a Su
Excelencia, con el acto y demás formalidades que precedieron a la construcción del
camposanto de esta parroquia, pero me es indispensable tocar ligeramente algunos
puntos para dar a Su Excelencia una idea de las circunstancias para que pueda Su
Excelencia formarse un juicio y resuelva con justicia y equidad en este caso. No había ni
uno de los vecinos de esta parroquia que nieguen que en la época de estos últimos años el
camposanto de esta parroquia, ha sufrido bajo el imperdonable y escandaloso abandono
de los individuos que investidos de autoridad bastante para cumplir fiel y exactamente los
deberes que la ley les impone, prestando para ello y fe de lo cual es sagrado juramento
constitucional.
Señor Gobernador se necesita de mucho desear y poca delicadeza para que el
camposanto - establecimiento acometido al celo de las autoridades-, recomendado al
responso de los mortales, haya llegado a ser hoyado de toda especie de animales, lugar
donde por repetidas el zorro, se ha saciado el hambre con carne humana- y aún todavía
otro escándalo de alguna magnitud, aplicarle el hacha a los palos que sirven de muro a
este establecimiento para usarlos como leña para emprender pesquerías de noche con
fuego, todo esto ha sucedido no desde ahora, en las barbas de las autoridades de esta
parroquia, y estos sin dar providencia alguna [ ] estos males [ ] de tener ya en su poder
una suma asignado al efecto.
La honorable Asamblea Municipal, tuvo a bien, honrarme por primera vez y fui nombrad
con el carácter de Juez 1° de paz de esta parroquia, cuyo nombramiento acepté y presté
juramento constitucional, a pesar de mi indigencia y otros achaques.
Puesto en posesión, abracé esta oportunidad, y procedí sin perder tiempo consagrando
mis tareas en beneficio de las parroquias, como fue o construí de nuevo un puente
indispensable a la parroquia ampliando para ello el subsidio personal, promover por todos
los medios posibles, públicos y privados, la erección de la casa escuela, la construcción de
otro puente que está en obra en el camino que conduce a las Sabanas de San Sebastián ,
tierras de cría, costeado de los mismos criadores, la reedificación de la cárcel pública
que de año en año ha sufrido abandono, como lo han sufrido todas las obras ante
dichas. De todas las obras que dejo expuestas, tan sólo los dos puentes y el Campo
santo ya puedo decir he podido restablecer.

198
Esa Junta es mencionada con anterioridad: Julio 4 de 1840- En este día se instaló la Junta de Sanidad de la parroquia
Cabimas como consta en la comunicación que se encontrará en el expediente del camposanto de la misma julio 26 de
1840. Meoz (AHZ, 1840: T. 18, f. 66). Para esa misma fecha hay una comunicación del Juez de paz de Sta. Rita dirigida al
Gobernador, y dice: (…) hay establecida la Junta Comunal y no la de Sanidad, porque no hay un cura residente en la
parroquia pues solamente su encargado que viene cuando le parece decir misa (…) V.S. se servirá decirme si aún
faltando este requisito del cura se establece la Junta de sanidad que con razón el gobierno manda (…) (id. 67).
153

Ahora contrayéndome de nuevo al camposanto en cuestión cuya construcción fue de este


modo, deseoso de disipar los bochornosos males que sufría este establecimiento y poner
reposo a esta injuria echa al sentimiento de los dolientes de los finados ya la decencia
pública, traté de informarme del juez saliente señor Trinidad Ocando Juez 1°. Si era cierto
que él tenía cierta suma de dinero para la construcción del referido camposanto y me
contestó que era cierto que él la tenía y que cuando gustare podía y traería un recibo por
47 pesos que él lo entregaría a cualquier hora, desde luego fijé carteles para contratar 400
palos de curarí [199]; verbalmente invité -saqué- que lo hicieran de caridad como sufragio
a favor de los finados. En este tiempo hay expresiones entre algunos de los vecinos que
deseaban que el camposanto se hiciera en una obra que quedaba a continuación de la
iglesia nueva, otros, que debía dejarse en la tierra de la iglesia vieja, a nadie le presté
oídos y examiné el archivo con el objeto de ver si encontraba algún documento que
designara dónde debía construirse el camposanto, no hallé me fue de necesidad hacer
consulta al señor jefe político, la cual es precisamente el documento que está adjunto y
marcado con el N° 1 y lo adjunto con testa marcada N°2.
Bien entendido de la contesta, convoqué la junta respectiva y leí ante los miembros que
absolutamente se pudo componer la junta a consecuencia los miembros presentes,
resolvieron y acordaron unánimemente lo que consta en el documento marcado N° 3 que
también adjunto, de esta manera se hizo construir el camposanto en cuestión. Otro, hoy
vino a un poder una acta de la Junta de Sanidad celebrada el día 4 de julio del año 1840,
este documento lo retenía en su poder el señor Antonio González de Lira el día 26 de julio
último, por dicha acta el camposanto debía hacerse a medio cuarto de legua hacia el
monte en la medianía de la parroquia.
Si esta acta se hubiera depositado en el archivo como debía serlo, la presente junta de
sanidad no hubiera acordado cosa alguna contrario a ella ni yo hubiera tenido que hacer
precisa consulta a la Jefatura política.
Y así la retención de este documento público en la persona de un particular que sin estar
autorizado para substraerlo de los archivos respectivos, ocultarlos y retenerlos después de
entregado el archivo a otro juez es contrario al deber que la ley impone a sus
representantes y encargados, tal acto apareja sospecha contra el individuo que lo cometa,
cuando no lo haya hecho con siniestra intención, es culpable de perjudicial abandono.
Dígolo a Su Excelencia para los fines que estime convenientes y demás que pueda haber [
] quedando siempre de Su Excelencia muy atento [ ] servidor.
Eduardo Miguel Rojas (AHZ, 1843: T. 16, f. 306)(20-2; 21-2).
El documento arroja significativos datos urbanos sobre Cabimas, mediante los cuales es
posible bosquejar lo que eran las Cabimas en aquel año de 1843, es decir, cinco años después de
que la Cabimas de La Plaza fue visitada por Justo Moreno -jefe político del cantón- cuando
“ocularizó” la población y sus adelantos.
Para el año de 1843 “Las Cabimas” son descritas por el juez Rojas y da a conocer que esta
población disponía del camino hacia las Sabanas de San Sebastián, un puente en ese camino
financiado por los propios hacendados, un puente nuevo que Rojas erige, señala la necesidad de
la refacción de la cárcel, indica que la edificación de la casa para la escuela se emprende bajo su
gestión, deja saber la existencia de una Iglesia vieja en la Cabimas de La Plaza y de la Iglesia nueva
que la suplanta, y ubica el lugar del Camposanto -el cual quedó definitivamente “en la tierra de la
iglesia vieja”-, señalando que lo refacciona, pero además lo amplía con el terreno que ha ganado

199
Madera de curarire.
154

al derruirse la capilla de bahareque y techo de palma o paja [200]. En otras palabras Eduardo
Miguel Rojas expone el importante patrimonio que ha acumulado Cabimas [201] y que constituye
un Gran Adelanto que arrancó en 1817 con la construcción en La Rosa de un núcleo urbano, que
contaba con la erección de las casas residenciales para los vecinos acomodados, un templo de
techo de teja, una casa del cura, unas calles y una plaza, y que prosiguió en 1824 con la
edificación de una capilla pajiza y de bahareque en la Cabimas de La Plaza, la cual al ser derruida
su terreno servirá para ampliar el Camposanto, además, dispone de la “nueva iglesia” y de toda la
infraestructura que menciona el juez Rojas.
El documento muestra el celo de Rojas por realizar las obras públicas según lo previsto por
las Ordenanzas, es decir, pone en evidencia su comprensión de la necesidad de construir en el
espacio un modelo urbano -en el nuevo locus de La Plaza- que respondiera a criterios inteligentes
que se habían desarrollado desde los tiempos coloniales. El manuscrito también impresiona por la
denuncia del Juez Rojas contra quienes han fungido con anterioridad como autoridades del
pueblo, ese hecho muestra los primeros vestigios de estar surgiendo una nueva élite local. Rojas
denuncia y acusa:
No había ni uno de los vecinos de esta parroquia que nieguen que en la época de estos
últimos años el camposanto de esta parroquia, ha sufrido bajo el imperdonable y
escandaloso abandono de los individuos que investidos de autoridad bastante para
cumplir fiel y exactamente los deberes que la ley les impone, prestando para ello y fe de lo
cual es sagrado juramento constitucional (ídem).
Esa protesta debe ser valorada, parece que a pesar de todo, quienes le antecedieron (o
algunos de ellos) no fueron lo suficientemente diligentes con los asuntos de la parroquia, lo que
por un lado explica en parte la lentitud y tardanza con la que se llevaban a cabo las obras públicas,
y por la otra, las condiciones de deterioro que presentaban la escuela, el camposanto, el puente y
la cárcel -negligencia que se suma a los otros problemas que se han venido registrando en este
estudio-. En este asunto está presente una evaluación del aparato burocrático como parte del
patrimonio de este conglomerado humano, y el juez es implacable al hacer un balance de su
actuación. Eduardo Miguel Rojas aparece así como una figura capaz de rivalizar históricamente
con la figura imponente de Basilio Borjas o la invaluable de Don Juan Antonio Ochoa encargado -
por el Obispo Lasso de La Vega- de la fundación de la iglesia y pueblo.
Sobre el cementerio se puede ahondar un poco más. En un oficio de Altagracia se cita a la
Junta Comunal de Cabimas, la cual a su vez refiere lo que actuaron las Juntas de Sanidad de la
parroquia, allí aparece dónde fue construido el Campo Santo:
R. de V.
Altagracia Agosto 18 de 1843.
Señor Gobernador de la Provincia.
La junta comunal de la parroquia Cabimas, al informe que pidió esta jefatura sobre el
camposanto, dice con fecha 14 del corriente lo que sigue.

200
En “Cabimas Kupaiwa aparecen en un plano (página 191) los cuatro cementerios que ha tenido Cabimas desde 1824
hasta la actualidad. La ubicación de los cementerios son una referencia valiosa para mostrar hasta dónde ha crecido la
población -el núcleo urbano-, porque éste se coloca siempre en las afueras.
201
A esta lista hay que agregar el Camino Real, la calle del muelle y el muelle mismo. En La Rosa es probable se ubicase o
pensasen ubicar el Camposanto en los terrenos que donaron a la iglesia en el Pedregal (“MAPA” aparece El Pedregal).
155

En la parroquia Cabimas (…) se reunió la Junta Comunal con los Señores Jueces de paz 1°,
2° Eduardo Miguel Rojas y Eusebio Moreno, y con el Síndico parroquial Félix Borjas y los
Señores comisarios Félix Rodríguez y Andrés Alvarado a fin de proceder a la información
que la jefatura política exigió a esta Junta (…) de lo cual decimos; que efectivamente el
Campo Santo construido con la suma asignada a esta parroquia por el efecto, está
construido en el lugar y forma que la Junta de Sanidad de esta parroquia designó al
efecto según consta por el acta de la Junta respectiva con fecha 19 de Febrero último,
ahora si otro Campo Santo está construido en el lugar y forma que la anterior Junta de
Sanidad designó al efecto, e igualmente la designación que se dice hizo el Señor
Gobernador de la Provincia para hacer el expresado Campo Santo, decimos: que no está a
nuestro alcance informar a la Jefatura sobre este particular por no haber documento
auténticos en los archivos de los juzgados de paz de esta parroquia que acreditan los
acuerdos y designaciones de aquella junta ni la designación que se dice hizo el Señor
Gobernador de la provincia, esto es, según lo expresan los Señores Jueces 1° y 2° como
miembros de esta junta una acta que dice la recibió de la mano del Señor Antonio
González de Lira, el día 26 de julio último, sabido de advertir que el expresado González de
Lira es el juez saliente del año pasado, dicho documento es como consta por sí mismo
ciertos acuerdos de la Junta de Sanidad de 4 de julio de 1840, por dicho acuerdo el Campo
Santo en cuestión debía haberse construido a medio cuarto de legua de distancia hacia
el monte en la medianía de la parroquia, pero como quiera que el documento en
cuestión no se depositaba en ninguno de los archivos como dejamos dicho, por tanto
somos de sentir que la presente Junta de Sanidad no puede seguir los acuerdos y planos
de la anterior junta respectiva.
Resulta pues, que la Junta de Sanidad designó el lugar en que actualmente se haya
construido el Campo santo de aquella parroquia, porque no tenía otros documentos en su
archivo el 19 de Febrero último; y por esta razón la Jefatura no encontrando el culpable de
la falta lo participa a la Gobernación, como previno en oficio de 19 de Julio último para su
conocimiento y superior determinación.
Jefatura Política.
Francisco José Faría (AHZ, 1843: T. 16, ff. 308 y 309).
“La Junta de Sanidad designó el lugar en que actualmente se haya construido el Campo
Santo de aquella parroquia”, es decir, “en la tierra de la Iglesia vieja”. No se mudó hacia las
adyacencias de la Iglesia nueva, ni se construyó en la medianía del poblamiento de las Cabimas, es
decir, en La Rosa.
Los camposantos generaban rentas. Para ilustrarlo y como ejemplo, en el año 1854 según
relación del colector de Cabimas y según las papeletas del venerable cura ingresaron por sepultura
3 pesos y 1 real en el mes de septiembre (AHZ, 1854: T. 31, l. 1).
Lo que los jueces podían hacer por sus parroquias -en positivo y en negativo- lo sintetiza
Eduardo Miguel Rojas con motivo de su ascenso a Juez de Paz, dijo:
“Puesto en posesión, abracé esta oportunidad, y procedí sin perder tiempo consagrando
mis tareas en beneficio de la parroquia”.
“Construí, promoví, reedifiqué, refaccioné, restablecí y saqué del escandaloso abandono
a mi parroquia para cumplir fiel y exactamente los deberes que la ley me impone” (AHZ,
1843: T. 16, f. 306).
Eduardo Miguel Rojas con sus ejecuciones restableció el patrimonio de Cabimas y lo
orientó hacia un nuevo frente, el de la educación (construcción de la escuela). Los anteriores
gestores públicos sólo se interesaron por la cárcel, e incluso su edificación la descuidaron, al no
destinar los fondos de las rentas locales a su debido mantenimiento.
156

Cabimas como conglomerado humano tenía claro las obras públicas que debía tener,
Eduardo Miguel Rojas las enumera: “construí de nuevo un puente indispensable a la parroquia
(…)” es decir, lo refaccionó, “ [promoví] por todos los medios posibles, públicos y privados, la
erección de la casa escuela” -que fue concluida por quienes le sucedieron-, emprendió con la
colectividad “la construcción de otro puente que está en obra en el camino que conduce a las
Sabanas de San Sebastián (…) costeado de los mismos criadores”, esto es, lideró a esos
propietarios en la realización de esa obra, y finalmente la emprendió con “la reedificación de la
cárcel pública que de año en año ha sufrido abandono”. Ese juez dejó en su período listo el
camposanto y los puentes e iniciada la escuela.
Estos adelantos obtenidos permitieron que la parroquia Cabimas alcanzase a desarrollar
un espacio de agrado que sirvió para atraer capitales no sólo desde Maracaibo hacia Cabimas, sino
también de La Rita y Lagunillas, tal es el caso de la mudanza de Ramón Romero desde la capital
provincial hacia las Sabanas de San Sebastián, como la de Francisco Moreno desde Lagunillas hasta
el Alto de Buenavista, o el traslado de Braulio Pulgar [202] desde La Rita hacia esta población. El
Gran Adelanto se resume en ese hermoso logro: desarrollo de un espacio de agrado -categoría
que se emplea para valorar el patrimonio tangible e intangible de esta localidad-. La Cabimas había
alcanzado a ser una población atractiva. Y tal resultado exaltó la figura pública de aquellos que
acometieron esas tareas, es decir, ese espacio de agrado que había surgido consagró ante el
conglomerado humano a algunos individuos como miembros de una élite local.

Pero hagamos un paréntesis en la exposición para detenernos en la historia de personajes.


Braulio Pulgar -el inversor en propiedades en Cabimas- es un personaje que en este Cantón
Altagracia figura en los manuscritos con una frecuencia bastante significativa. Con Basilio Borjas,
por ejemplo, participa en los hechos que hacían historia en este ámbito político. Merece, por lo
tanto, dedicar a este personaje una atención particular, porque creemos que con Braulio Pulgar
tomado con un referente se puede llegar a tener la idea de cómo la historia de Maracaibo, la
historia de La Rita y la historia de Cabimas está interrelacionadas de un modo indesligable, es
decir, la historia de localidades en el espacio histórico no tiene fronteras que la limiten al marco
geográfico parroquial. Por otra parte, como personaje, Braulio Pulgar forma parte del patrimonio
histórico de Cabimas, allí hace fortuna, y la información que de él se dispone permiten internalizar
en su historia de vida, porque ella indica cómo son sus comportamientos y conductas.
Braulio Pulgar compra el hato Trinidad a Félix Borjas en Cabimas, de esta transacción
mercantil da fe el siguiente manuscrito:
Noviembre 16 1840 N° 29
Braulio Pulgar vecino de Cabimas con todo respeto a V.S. digo: que en Agosto o
Septiembre se celebró un acto de conciliación ante el juez 1° de aquella parroquia entre el
Señor Félix Borjas y yo, en el cual se compromete dicho Borjas a presentar en el tribunal
en el término de veinte días los títulos de propiedad con que me había vendido el hato
nombrado la Trinidad, y deseoso de asegurarme con un tanto de la conciliación, temeroso
de que el Juez se deniegue a dármelo como sucedió la vez que encargué al Señor Antonio
González al efecto ocurro A V.S. suplicando se sirva prevenirle que a continuación me dé

202
Tenía hato en La Rita y en Cabimas al igual que José Antonio Ochoa, Ochoa es a quien Rafael Lasso de la Vega
encargó de la fundación del pueblo y capilla pública, era propietario de hacienda en La Rita y tenía hato en Cabimas.
157

copia fiel a la expresada conciliación y que la devuelva a este juzgado para que se me
entregue, apercibiéndolo en caso de negarse con lo que V.S. estime de justicia por ser lo
que imploro. Braulio Pulgar.
Como es obvio aquella solicitud no procedía, el tribunal no podía actuar por un argumento
subjetivo -el temor del comprador-, y por lo tanto le responden a Pulgar:
Por tanto ocurra esta parte al juez en cuyo archivo reposa la conciliación de que hace
referencia; y si el juez acaso se la negare, podrá usar entonces de derecho que las leyes le
franqueen (AHZ, 1840: T.13, f. 74).
En ese momento Pulgar es vecino de Cabimas, pero en el año de 1838 se indica lo que
sigue:
1838 Policía. Braulio Pulgar vecino de La Rita en el Cantón Altagracia, muda su domicilio a
esta capital.
Señor Gobernador.
Braulio Pulgar natural de esta ciudad y actual residente en la parroquia de san Juan de
Dios, ante Us. (…) digo: que motivos de conveniencia me han obligado a volverme a
domiciliar en la capital lugar de mi nacimiento separándome de la parroquia de La Rita (…)
donde estaba desde el año de 1826.
Es el caso que en esta tengo casa habitación, trato de establecer una destilación de
aguardiente de caña, y me he traído toda mi familia, porque en aquella aún no gozaba de
perfecta salud, al paso que los bienes que poseo en la mencionada parroquia consistían en
dos haticos ganado vacuno, cuyo ganado lo he pasado a otro hatillo de mi propiedad que
poseo en la parroquia Cabimas, y he puesto al cuido de personas de mi confianza, y no
teniendo obstáculo que me lo impida, valiéndome de la garantía, que me presta el art.
Once número 4 de la Sagrada Constitución para domiciliarme dónde me convenga dentro
del territorio de la República como nacido en él, ocurro con el pedimento más útil A V.S.
suplicando mandar que me inscriba en el padrón con toda mi familia, como vecino de esta
(…) Maracaibo Enero 9 de 1838. Braulio Pulgar (AHZ, 1843: T. 16, ff. 236/239).
La respuesta fue positiva: Romero se lo concede y participa “haberla puesto por obra” a
las autoridades de Altagracia y La Rita - Marzo 17 de 1838. (id. 238). Pero desde La Rita hacen
llegar noticias al gobernador Romero sobre Braulio Pulgar, la información no era nada favorable
hacia su persona:
Juzgado1° de Paz. Sta. Rita. Marzo 23 de 1838.
Señor Gobernador.
El oficio de Us. se digna a comunicar (…) del decreto que recayó en la representación de
Braulio Pulgar fijando domicilio en esa, y debo decir a Us. que bien puede el citado Pulgar
domiciliarse en esa pero tiene que venir a contestar una demanda a este juzgado que
contra él puso Juana Guerrero de este vecindario pidiendo el cumplimiento de una
conciliación fecha 11 de Agosto último que tuvo con Pulgar a solicitud de una casa que
éste debe darle. Fue citado Pulgar el 9 de [ ] último para contestar la demanda el 1° y
burlándose de mi autoridad se fue el 9 por la noche para esa con toda la familia
dirigiéndome un anónimo en el que me dijo que él que quisiera pelear con él fuera a
Maracaibo a dónde se iba a domiciliar (…) le puse 12 pesos de multa (…) la que todavía no
ha satisfecho (id. 239).
En otro documento se repite con toda exactitud la anterior información, pero al llegar al
término continúa así:
(…) la que todavía no ha satisfecho sin saber por qué motivo. Otro si: al Señor Juez de
primera instancia del oeste reclamando la persona de Braulio Pulgar que viniese a
contestar la citada demanda y a satisfacer la multa referida y me contestó que en aquella
158

época se hallaba Pulgar con calenturas pero que luego que repusiera de la enfermedad lo
remitiría como yo solicitaba.
Tiempo hace que Braulio Pulgar está bueno y sano y ha venido a esta Parroquia
aprovechándose mi ausencia para verificarlo [pero] como ya sabido que estoy actuando y
no puedo ausentarme quiere con el punto de domicilio en esa presentarse aquí cuantas
veces le dé la gana para más burlarse de mi autoridad, pero yo que sé en medio de mi
ignorancia [ ] que como [ ] conoce la ley no [ ] dejar de compeler a Pulgar a la
contestación de la demanda, y al pago de la multa así porque esta fue impuesta cuando
era vecino de aquí como porque antes de domiciliarse allá debió dejar concluido el asunto
porque se le demanda aquí.
No tardará mucho Pulgar en volverse a presentar en esta con toda su familia porque él lo
ha acostumbrado o siempre cuando se ha visto precisado a prestar domicilio como porque
aquí tiene todos sus intereses, y un vecino de esta naturaleza se asegurarían mucho los
jueces de que no sólo se domiciliara en otra parte sino que no tuviese aquí cosa alguna
para evitar de esta manera toda molestia.
El subsidio que debe cobrarse en este mes debe Pulgar pagarlo aquí porque tiene hatos y
sus ganados y no es justo que este vecino no queme monte y limpie caminos para que se
beneficie el Pulgar sin pasar nada.
Siento bastante haber molestado la atención de Us. con una narración tan larga pero se
me ha hecho preciso manifestar a Us. la circunstancia que existe entre Pulgar y este lugar.
Esperando que Us. se digne contestarme sobre lo expuesto.
Dios guarde a Us.
J. Tomás Sandrea (AHZ, 1844: T. 10, f. 239).
Referencia a este mismo personaje es un documento que puede pertenecer al año 1841,
en el cual se indica que en Santa Rita cancela el impuesto por degüello de marrano de su
propiedad: “Junio 30. Son cargo treinta i siete y ½ centavos que ha pagado Braulio Pulgar por
derecho de un marrano que ha beneficiado en el presente mes de Junio. Castro. Santa Rita” (AHZ,
1843: T. 7, f. 304). De lo que se deduce que debió residenciarse para ese entonces de nuevo en ese
vecindario. El caso de Braulio Pulgar muestra la dinámica social del momento, los marabinos,
riteros, lagunilleros -por mencionar algunos orígenes- no vivían estancados en sus localidades,
tenían relaciones económicas que los mudaban de uno a otro lugar de la provincia y los dotaban
de un patrimonio disperso y significativo.
No sólo gente de Maracaibo, Santa Rita y Lagunillas se vinculan con Cabimas, un tal
Bernardo Rincón de La Cañada aparece también en esta parroquia de Cabimas:
Presidencia Junta Abolición. Altagracia Septiembre 18 1855 Gobernador Presidente Junta
Superior de Abolición de esta Provincia.
La respetable corporación que tengo la honra de presidir, en sesión del día 3 del corriente
acordó, entre otras cosas, lo que sigue:
“Diose cuenta. 1° de una comunicación del Señor Juez de Paz de Cabimas, su fecha 2 de
Julio, marcada con el número 1; en que manifiesta que el Señor Bernardo Rincón, al
intimarle el pago de los impuestos de abolición, se ha excusado, diciendo que él no es
vecino de la expresada parroquia, sino de la Cañada, donde tiene su familia y bienes y
paga dicho impuesto, pues en Cabimas sólo hace un corto manejo de comercio y
entendida la Junta de que es cierto este alegato, puesto que también lo confirma el Juez,
acordó: que se exima al sobredicho Señor Rincón del pago de los impuestos que le han
caído desde que fue calificado equivocadamente por ella, por haberle considerado vecino
de este Cantón, y que se le borre de la lista de ciudadanos con las cualidades de Elector
159

[203], para que no se le cobre como tal en lo adelante, pues resultaría calificado y gravado
en el lugar de su domicilio y en este Cantón, lo cual es contrario a la ley de la materia, que
prohíbe el abono de dos impuestos; y que se participe a la Junta Superior de Abolición y al
tesorero Subalterno de este Cantón para los fines que respectivamente les conciernen,
agregándose dicho oficio al legajo de documentos pertenecientes al ramo”.
Tengo la honra de insertarlo a V.S. para dar cumplimiento al acuerdo en su parte final, así
como de suscribirme de V.S. muy obediente servidor.
Agustín Butrón (AHZ, 1855, T. 3, l. 20, f. 214).
Entre los elementos que atraen a un Braulio Pulgar, un Ramón Romero o un Francisco
Moreno o un Bernardo Rincón a Cabimas, es que esta población era un puerto menor y debido a
esa condición formaba parte de punto del itinerario lacustre, a esta parroquia llegaban
embarcaciones de tránsito de diferentes puntos de partida y salían hacia diversos destinos:
Juzgado 1° de Paz Cabimas 1° de Diciembre 6 1856 Administrador de Rentas Municipales
provincia.
Remito a Usted la licencia y el derecho de la piragua Zulia, que vino a esta Parroquia a una
diligencia, y de aquí determinó seguir viaje para la costa [204], y tuve que extenderle otra
licencia por necesidad (AHZ, 1856: T. 11, l. 11).
En definitiva, Cabimas con sus obras públicas estaba equipada y disponía de una fisonomía
que le permitía formar parte de una red de actividades económicas que dinamizaban su vida
productiva y mercantil, lo que hacía de su establecimiento un medio urbano, respondiendo de
este modo positivo en parte a lo que se pretendía en el proyecto histórico de 1837 [205]. Entre
todas esas obras que convertían a Cabimas en una Cabimas agradable y atractiva, el muelle era la
más importante porque la incorporaba a la red de poblaciones que dinamizaban el tráfico
mercantil lacustre, sacándola así de un modo parcial de su condición de “parroquia aislada” en
cuanto a la dinámica económica. Dentro de la constelación de poblaciones establecidas en la
Provincia de Maracaibo, Cabimas pertenecía a aquellas que disponían de muelle, y entre ellas era
reconocida como un “puerto menor”, esto es, pasaba a conformar con las demás poblaciones
portuarias lo que el historiador Germán Cardozo Galué denomina la subregión lacustre [206].

Pero el estado del patrimonio público podía desvalorizarse como ya se ha resaltado, no


sólo por el deterioro natural de las edificaciones, sino también por los trastornos bélicos, es decir,
por las guerras civiles y su secuela de destrucción. De tal modo que los adelantos siempre eran
reversibles. Cabimas años más adelante -período que escapa a los límites temporales de este

203
Los electores tienen que abonar al fondo de indemnizaciones, pero al demostrar “que no poseen lo bastante” eran
excluidos como electores y exceptuados del pago (id. f. 214)
204
Por “la costa” se entendía los puertos al sur del lago, como Bobures, Moporo, La Ceiba.
205
Ese proyecto no fue llevado al estadio en que fue concebido y anhelado por el licenciado Juan José Romero, es decir,
la de desarrollar todas las potencialidades y recursos de la provincia y la de impulsar una constelación de poblaciones
donde empresas y capitales imprimirían una dinámica moderna a todo el conjunto, esto es, la consecución de constituir
el todo en una región caracterizada por la prosperidad.
206
Lo que para Germán Cardozo Galue es un apéndice de la región histórica (subregión lacustre) que él avizora
abarcando hasta el norte santandereano, es para esta investigación lo más importante, porque esos intercambios
originados en ese tráfico muestran la existencia de unas fuerzas de un mercado propio que estaba en permanente
transformación, es decir, allí se desarrollaba un proceso endógeno que si hubiese seguido el curso del Proyecto histórico
de 1837 hubiera creado una sólida región gracias a una extraordinaria cohesión entre sus partes. Cunill Grau prefiere el
término de región geográfica para esta realidad, concepto que se acerca más a nuestra percepción, donde, se nominan
como Complejos Demográficos -que rebasan las fronteras provinciales.
160

estudio- sufrirá, por ejemplo, el derrumbamiento de su templo, por efecto de la fragilidad en que
se encontraba la obra y las fuertes lluvias que cayeron sobre ella, pero el vaciamiento del Tesoro
público de la provincia no la asiste para que levante su nuevo templo. Observándose con aquellas
noticias cómo aún ya bastante avanzado el siglo el abandono por parte de las autoridades
capitalinas mantenía a esta parroquia mediante una política presupuestaria sometida a un
aislamiento. El patrimonio de Cabimas tuvo sus altos y sus bajos a lo largo del siglo XIX: desde
1869 hasta 1875 esto se evidencia de un modo descarnado:
El 1° de febrero de 1871 el apoderado de la Junta de Fomento de Cabimas, Simón
Francisco Ávila, se dirige por oficio al encargado 2° del Poder Ejecutivo del Estado, Araujo y le
recuerda las deudas que tiene Maracaibo con la parroquia que representa, le dice:
(…) como consta de los documentos que reposan en ese archivo (…) el tesoro del Estado le
es deudor a la Junta que represento de cuatro mil ciento ochenta y dos pesos con ochenta
y dos centavos, entre cuya suma figuran la de cien pesos, con que el ciudadano General
Venancio Pulgar, en su carácter de Presidente Constitucional de este Estado, auxilió a la
construcción del templo de este municipio en 1869. Los acontecimientos políticos de
aquella época angustiaron el Tesoro del Estado, causa porque no se erogó aquella suma. A
esto se sucedió la Administración usurpadora que invadió el Estado, y los hombres de esa
época cerraron los oídos a las reclamaciones de la Junta, como que nada les importaba el
progreso de un pueblo al que ellos no pertenecían (AHZ, 1870: T. 3, l. 29, f. 163).
Desde 1869 se le adeudaba a Cabimas aquellos cien pesos destinados a auxiliar la
construcción del templo y ya era 1° de febrero de 1871 y aquella suma no había ingresado a la
Junta de Fomento de la parroquia. Esa suma era un auxilio, porque el templo se estaba erigiendo a
costa de los vecinos, con el agravante de que a ese Municipio se le debían cuatro mil ciento
ochenta y dos pesos y ochenta y dos centavos en total. Ávila lo expone:
El corazón del cristiano se contrita (…) sin poder conseguir la conclusión de su templo
empezado a costas de su esfuerzo desde tiempos atrás. Pero una vez que (…) el Estado ha
conquistado su autonomía y su hijo predilecto ha vuelto a regir los destinos y su suerte
hoy ciudadano Presidente, confía el municipio de Cabimas y con él la Junta de Fomento es
que U. se dignare resolver por la renta del Estado se abone la suma de cien pesos para
poder continuar la fábrica del templo (…) Simón F. Ávila (ídem).
El 2° Designado, el Ministro de Gobierno L. Araujo G. emitió un Resuelto en respuesta a la
petición:
(…) Se mandó poner a disposición de dicha Junta como auxilio a la construcción de la
fábrica del templo de aquel municipio, el General 2° Designado accede a dicha solicitud, y
dispone que mensualidades de 25 pesos se haga el abono de la cantidad reclamada (…) se
transcribirá esta resolución al Ciudadano Tesorero de las rentas generales del Estado, para
que desde el presente mes principie a darle cumplimiento (…) L. Araujo G. (AHZ, 1871: T.
6, l. 12, f. 26).
El templo se había derrumbado antes de 1869 por efecto de unos torrenciales aguaceros
que azotaron estas costas y era 1871 y aún estaba sin concluirse la nueva obra. Pero no termina
así esta dramática situación, la nueva obra debía recibir mucho maltrato atmosférico por la
tardanza en su término, de tal modo que cuando al fin su erección culmina, su tiempo de vida no
fue muy largo, para el 15 de noviembre de 1875 el Mayordomo de fábrica de la Iglesia del
161

Municipio Cabimas, Miguel Borjas, expone por escrito ante el Ministro de Gobierno del Estado
Zulia [207]:
Paso por la pena de participar a U. para que se sirva transmitir al poder Ejecutivo que en la
madrugada del día 12 del mes que cursa se desplomó la única Iglesia, que teníamos en
esta parroquia para tributar culto al Ser Supremo (…) Pues aunque tenemos otra Iglesia
principiada lo reducido del vecindario y la general pobreza de sus moradores nos hacen
concebir los tristes y desconsolados sermones de no poderla seguir hasta su conclusión, a
no ser que, el Gobierno del Estado que siempre protege las obras de utilidad pública y
principalmente las destinadas al culto católico, nos dispense su poderoso apoyo y decidida
cooperación. Los vecinos de esta desolada parroquia confían (…) de ver levantado y
concluido el nuevo Templo (…) Miguel Borjas (íd. f. 36).
La respuesta no se hizo esperar, fue contundente:
(…) las circunstancias conflictivas del tesoro público, le impiden hoy atender a las
justísimas exigencias de los moradores de ese municipio (…) tan pronto como cesen las
urgentes atenciones de la guerra, este Gobierno tendrá en cuenta el laudable deseo de
esos moradores (…) (íd. f. 37).
El templo de Cabimas pasó por muchas vicisitudes, es como un ícono que con sus
aventuras y desventuras narra los altos y los bajos del proceso histórico de esa parroquia desde
1817, en 1902, por ejemplo, el Presbítero Bachiller Luis María Mora le comunica al Jefe Civil Pedro
Borjas de un hecho ocurrido en el establecimiento de Joaquín Tello en el lugar denominado La
Plaza, el caso expuesto por el Presbítero a la autoridad civil es, que allí en ese local se produjo un
escándalo, hecho que ocurre porque entre los presentes estaba un bando que sostenía que había
que evitar se haga una torre en la Santa Iglesia de esta parroquia, acalorándose la reunión porque
otros sí estaban por la torre (en la fotografía de la Cabimas de La Plaza de los años 30 -incluida en
este libro- se observa la torre que fue edificada para disgusto de uno de esos bandos). En la
narrativa de Mora aparece el nombre de la gran propietaria Juana Villasmil -la propietaria de las
tierras de San Sebastián y de tierras en la franja de la costa- quien fue nombrada por los
contertulios en aquel hecho (AHZ, 1902: T. 47. F. 247).
Pero no solo atentaba contra el patrimonio las condiciones atmosféricas que deterioraban
las viviendas y las edificaciones públicas, también lo hacía la falta de fondos monetarios para su
mantenimiento, y los bandos que se formaban entre los vecinos a favor o en contra de alguna
mejora de las obras por hacerse. Del mismo modo, también causaba grave deterioro social y
económico las enfermedades, las cuales atentaban contra el aumento de la población.
Las enfermedades causaban estragos en la población, en especial cuando se convertían en
epidemias por su carácter contagioso, aspecto en el cual el licenciado Juan José Romero también
fijó su atención, porque consideraba que estas parroquias estaban desiertas por su corto número
de habitantes, de allí que había que preservar la salud de sus moradores, para que con nuevos
brazos se pudiese explotar la provincia en sus vastos recursos. En este orden de ideas la
demografía constituía también un patrimonio que debía ser preservado e incrementado. El
aumento de la población era deseable en la Provincia de Maracaibo, porque escaseaba la mano de

207
Esta denominación de Estado Zulia se debe a que “La Constitución de 1864 elevó a la antigua Provincia de Maracaibo
a la categoría de Estado Federal bajo la denominación de Estado Zulia. El Estado comprende el territorio que la ley del 28
de abril de 1856 asignó a la Provincia de Maracaibo con la modificación resultante de los convenios legales (…) con otros
Estados. El estado se obliga a cumplir las bases de la Unión de los Estados Unidos de Venezuela” (AHZ, 1846: T. 18, f.
112).
162

obra para las actividades agrícolas, y para el Proyecto histórico de 1837 era de estratégico valor,
porque la riqueza pasiva poseía recursos que estaban sin ser intervenidos por la actividad del
hombre a una escala que impactara el espacio del mercado.
De allí que las epidemias son un registro trágico que atenta contra ese patrimonio, porque
amenaza a una región con convertirla en un desierto humano, era algo semejante a una guerra
porque dejaba detrás de sí desolación. Cunill Grau nos informa acerca de los aspectos
epidemiológicos que afectaban el territorio marabino:
El leve incremento poblacional zuliano se debe fundamentalmente en este período a las
pésimas condiciones de salubridad. Epidemias de vómito negro y fiebre amarilla atacan
sistemáticamente a la población residenciada en la ciudad de Maracaibo [208], siendo
más mortales en las colonias extranjeras [209]. Aún más frecuentes son las epidemias de
viruela que se extienden a toda la región, como la registrada de 1843: “apareció en La
Cañada la epidemia de viruela, que pronto se comunicó a esta ciudad y sucesivamente a
varios otros puntos de la provincia (…)”. Duró largos meses y para hacerle frente el
gobierno de la Nación tuvo que proporcionar ingresos extraordinarios, pues se agotaron
los fondos municipales. Desapareció solo en junio de 1844 (…) el paludismo se va
extendiendo muchísimo, como se denuncia en 1845: “(…) Esto no impide el estado
insalubre de nuestras costas, debido a que siendo bajas y pantanosas y cubiertas de (…)
vegetación, sometida a la influencia de de copiosas lluvias, de allí se desprenden
pestilentes emanaciones que ocasionan la fiebre y la muerte. En este caso está todo el
Cantón del Zulia, el de Gibraltar y una parte de los de Altagracia y Perijá (Cunill Grau: p.
1.191).
El mismo Cunill Grau cita otro documento histórico en el cual se muestra el estado en que
estaban las poblaciones:
Con excepción de la capital, todos los demás pueblos de la provincia carecen de los
auxilios de comodidad y aseo que forman el gusto de las sociedades civilizadas: en muchos
la yerba crece por las calles y plazas, excusándose las autoridades con no tener
presupuesto para la limpieza, y que los vecinos dedicados a sus labranzas más bien se
prestan a contribuir con dinero que con trabajo, y no se encuentran brazos para aplicar a
este fin (…) los solares se ven sin cercas, las basuras se arrojan en ellos, los animales
infestan los vecindarios: todo está en atraso (…) (Cunill Grau: p. 1.192)

Es momento propicio de entrar a conocer el patrimonio en el Cantón Altagracia (marco


histórico de Cabimas), aprovechando este nuevo giro en el tema de los bienes públicos y

208
El estado de insalubridad dentro del perímetro urbano, consistía en aquellas calles donde se acumulaban los
excrementos de animales, la acumulación de basuras, la proliferación de alimañas, el abandono de animales en
descomposición, o a donde llegaban las pestilencias de las cochineras, el desborde de aguas negras, es decir, un
conjunto de cosas que creaban las condiciones para la aparición de enfermedades. En los documentos es frecuente esa
denuncia de la existencia de miasmas en los medios urbanos, para el entendimiento de aquella época el miasma era la
emanación maloliente que provenía, entre otras cosas, de los cementerios, de los cuerpos de aguas estancadas como las
ciénagas, de los mataderos y de los enfermos. La relación de lo corrupto con las infecciones era acertada, y varias
epidemias estaban relacionadas con las ratas que proliferan bajo esas condiciones del descuido del hábitat humano. En
la Villa de Altagracia esa queja trascendió a los medios oficiales, donde se elaboró una relación que daba cuenta de
animales de corral realengos por las calles y la acumulación de aguas pestilentes en las vías públicas, así como basura en
la plaza de la población.
209
La población nativa a lo largo del tiempo había estado sometida a estos males y habían creado anticuerpos para
soportar con más clemencia estos ataques, por lo contrario, los europeos jamás habían padecido la fiebre amarilla y
caían irremisiblemente ante esa nueva enfermedad para sus organismos.
163

societales, como es lo que los afecta o los favorece. El Concejo Municipal del Cantón Altagracia en
su Memoria del año 1851 nos dice algo sobre el aspecto sanitario:
Honorable Diputación Provincial.
Al remitir el Concejo. La relación a que se contrae (…) El estado de la población en este
Cantón es, aunque insensiblemente, progresivo en general: los últimos acontecimientos
políticos ocurridos en esta Provincia, pararon las industrias, i con ello la marcha veloz que
hacían los Ciudadanos a su dicha la mayor parte se entregó al servicio de la Nación, i el
resto a la inercia: los más llenaron su deber a la verdad, pero con notable prejuicio de sus
intereses, pues sin trabajar estos disminuirían, mientras que los otros sometidos a vivir en
un estado de aislamiento, tampoco podían trabajar: he aquí el origen del estado
decadente en que quedó el vecindario de este Cantón, i de la causa de que aún no se note
de una manera sensible el progreso de él, más hoy que se goza de una paz completa, i que
los ciudadanos todos se entregan al trabajo, pueden, sin temor de equivocarse que la
población progresará, como ya se observa.
Convencido el Concejo que uno de los medios que la experiencia demuestra impiden la
fiebre que periódicamente padecen sus habitantes, es el aseo de la población, acordó
(…) una contribución personal subsidiaria: que se exigiesen a cincuenta vecinos un día de
trabajo a cada uno para destruir el monte de cujíes (…) pero no habiendo sido suficientes,
tuvo que gravar a sesenta individuos más (…) con lo cual se ha conseguido poner la Villa y
sus suburbios en un estado regular de limpieza, que mejorará un tanto la insalubridad de
su clima en su presente estación.
La carencia de pus vacuno, ha impedido que se propague la inoculación de este Cantón,
en el que se hace tanto más necesario cuanto que existe en él multitud de individuos que
no están vacunados, cuyo estado puede ser de muy tristes resultados a la población. Su
Señoría el Gobernador de la provincia remitió con las precauciones del caso el líquido que
pudo proporcionar la acción de la vacuna: inmediatamente se nombró vacunador [210], i
se hizo la primera inoculación pero desafortunadamente ella no produjo el éxito que se
deseaba, i después no se ha podido conducir el pus a este Cantón (…)
Y con respecto al patrimonio físico, en ese Informe está el asunto de los caminos y
equipamiento urbano:
La falta de medios ha sido un obstáculo con que siempre ha topado este Cuerpo, para
promover la mejora i perfección de los caminos públicos i transversales del territorio del
Cantón, pues, los que han estado a su alcance sólo han bastado a conservarlos.
(…)
Carece este Cantón de un mercado público i por falta de recursos no ha podido
emprenderse los establecimientos, que contribuiría no sólo al ornato de la población i
comodidad de sus habitantes, sino que aumentarían el ingreso de las rentas provinciales.
Un privilegio declarado a favor de que emprendiese la edificación de una casa de abasto
en la plaza de esta Villa (…)
El Cantón Altagracia pretendía una red vial más cónsona con sus necesidades, sin
embargo, no disponía de los medios y debía conformarse con apenas conservar las que tenía, es

210
En un documento correspondiente al año de 1852 se detalla lo que sucedió: “Jefatura Política. Altagracia abril 27
1852. Gobernador. De la vacuna que puso el Señor Doctor Gando en esta cabecera del Cantón, solo resultó un grano a
un niño, después de dieciocho días de inoculado, desconfiando de este fenómeno solo si se le puso a seis niños el pus
vacuno (…) resultando esta con buen carácter se hizo el nombramiento del vacunador (…) resultando nombrado el Señor
Miguel Carriaso, inteligente en la materia, el cual, vacunó (…) los niños y personas, que van anotados en la adjunta lista
(…) estamos en el peligro más grande de tener la viruela por la vía de Coro, pero esta Jefatura tiene el mayor interés en
hacer vacunar a la brevedad posible a todos los que no lo están en este Cantón, para evitar la invasión de una epidemia
tan mortífera (…) Ascención Faría (AHZ, 1852: T. 6, l. 2, f. 432).
164

decir, la de hacerles mantenimiento. Del mismo modo se proponía convertir en una ciudad a su
capital mediante el mercado público, la casa de abasto y el ornato de la población, pero no
contaba con los recursos para pasar a ese nuevo estadio de desarrollo, es decir, sin una ayuda
externa no podía alcanzar convertir su Villa en una ciudad ni su territorio en un bastión económico
de la provincia, es decir, una jurisdicción capaz de generar sus propias rentas para llevar adelantes
sus programas, planes y proyectos de un modo autónomo [211].
Las autoridades del Cantón Altagracia destacan en esta extensa Relación, cómo bajo esta
época se creaban oportunidades, que servirían para introducir nuevas actividades económicas en
su entorno y expandir las que ya se tienen para impulsar una nueva estructura económica más
diversificada (tienen en mente un proyecto propio), exponen:
Con razón se lamentaba en años pasados por el hombre progresista la postración en que
yacían las artes de este cantón: no se hallaba, en él ni aún aquellas que son precisas para
hacer cómoda la vida más de la mitad de sus habitantes se dedicaba a la cría con
mezquindad, i casi todos eran víctimas de la miseria, más hoy que el espíritu de la
juventud arde en ideas de empresas, el martillo del herrero, el buril del platero i la tijera
del sastre, anuncian diariamente que hay artes en esta Villa (…)
Respecto a la agricultura puede decirse, que la de frutos menores marcha también en
progresión aunque paulatinamente, por la esterilidad del terreno, i penuria de los que
pudieran dedicarse a ella.
En cuanto a la educación destaca el interés porque se abran escuelas de niñas:
A excitación oficial del Señor Preceptor de instrucción primaria de esta Villa (…) acordó el
Concejo (…) señalar para horas de lecciones en la escuela pública, de las siete a la diez de
la mañana, i de las dos a las cuatro de la tarde. No sólo tuvo en consideración el cuerpo
conciliar la educación pública, con la educación privada o doméstica de los jóvenes que
asisten al establecimiento, pobres todos, sino también las disposiciones que reglan las
materias (…)
Esta población es acreedora en el día, por su posición social, a ser considerada como la
segunda de la provincia, i es de extrañar que la educación del bello sexo, que es
numeroso en ella, esté totalmente descuidada, pues a nadie se oculta las ventajas que la
buena educación es la más preciosa del género humano produce en la sociedad. Una
escuela pública de niñas (…) i la apertura de la escuela de niños en las parroquias
aisladas del cantón con un surtido de muebles i útiles para la de esta cabecera en la que
todo se carece (…)
Esa Memoria de la Jefatura Política del Cantón no se restringía a ser una presentación de
cuentas de la gestión, sino que pasaba a llamar la atención de los diputados provinciales sobre la
problemática que atañe a esa jurisdicción político-territorial, y profundiza incluso a tratar, por
ejemplo, los objetos y características que deben tener las cárceles, la existencia de los cementerios
y las dificultades inherentes a quienes desempeñan responsabilidades como alcaides y, ecónomos
para atender esas obras cuando tienen que actuar además como secretarios del juzgado, y dentro
ese orden de ideas, la Memoria propone una salida a esa problemática:
El 20 de Agosto último dispuso el Concejo erogar (…) cuatro y medio pesos, para asegurar
con una buena cerradura el Calabozo de la cárcel de esta parroquia matriz, i para dos

211
Tal vez Maracaibo no estuviese alentado a que en ese cantón se fundase un Mercado Público y una Casa de abasto,
porque deseaba tener ese tipo de adelantos en exclusividad, para así captar el dinero que circulaba por la provincia
hacia su puerto.
165

pares de grillos (…) un buen resultado, es que se levanten la bahareques a la altura de


cuatro varas, lo que podrá verificarse con la suma de cien pesos (…)
En todas las parroquias del Cantón existen cementerios regularmente cubiertos (…)
ejercen la función de ecónomos en ellos, en la matriz el Secretario municipal, i en las
parroquias aisladas los secretarios de los jueces. La policía de estos respetables lugares se
hace muy difícil por la incompatibilidad que hay en los destinos de ecónomos i secretarios,
pues estos no pueden contraerse de una manera perfecta al lleno de los deberes que les
señale la referida ordenanza, por estar casi siempre contraídos al desempeño de los que
tienen como secretarios. De allí vienen algunos descuidos, que sin caer en la nota de exigir
un imposible, no pueden ser corregidos, descuidos que tienden a la desmoralización de
dichos establecimientos [212], la practica pues, demuestra que sobre esto debe hacerse
una notación, que en el sentir del Concejo es la siguiente, disponer que la economía de los
Camposantos en los cantones suburbios, corra a cargo de los curas sin ningún
emolumento, haciéndose en aquellos la exención de los derechos que sobre los sepulcros
establece el parágrafo único del artículo 9° del reglamento citado. El impuesto municipal
de que se trata es gravoso al pueblo de los cantones suburbios, pues no habiendo en ellos
sepulturero pagado por las rentas, tienen los dolientes que agregar este gasto a los
ordinarios de la inhumación de un cadáver, de donde viene que el valor de un sepulcro en
los cantones suburbios sea superior al de uno en la capital.
(…) cien pesos para ampliar el cementerio.
A continuación la Corporación de Altagracia entra en materia de alumbrado público y del
estado de las calles, y se indica cómo se puede realizar gran adelanto si se asume de manera
progresiva por pequeños tramos:
(…) cuatro pesos para una luminaria en la esquina de la casa municipal (...) La población
hace su iluminación en las noches de oscuridad conforme a lo dispositivo del artículo 13
de la Ordenanza de 14 de Noviembre de 1850 sobre comodidad y aseo. Como una medida
que proporcionaría la extensión del alumbrado de esta Cabecera, podría adoptarse la
erogación anual de diez pesos para dos faroles i cuatro para la iluminación de cada uno de
ellos, los que irían colocando en los sitios que señalan la Municipalidad de este modo
tendríamos en el curso de pocos años el alumbrado público establecido, sin notarse su
costo.
(…) cincuenta pesos para la ampliación de las calles de la Villa (…) el estado de las calles
es pésimo hoy (…)
Desde 1830 hasta el año 1847 habían transcurrido diecisiete años, en los cuales algo se
había avanzado en este cantón, se estaba en trance de entrar en algunas mejoras -como un corral,
un salón para la escuela, una aguada y muelles- sobre lo ya existente, pero los acontecimientos
políticos desembocaron en situaciones violentas y se interrumpieron esos planes que ya se
costeaban desde los fondos propios del cantón. Pasados esos trastornos y restablecida la paz se
retoman esos objetivos como bien lo indica la Memoria:
En 1847 fue erogada del erario municipal la suma de cien pesos, para construir un corral
en el matadero público (…) no cumplió su promesa el contratista, i las revoluciones de
1848 i 47 impidieron al Concejo tomar medidas sobre este asunto. Hallándose aún sin
principiar la obra en cuestión en 10 de Octubre de 1850 (…)

212
Eduardo Miguel Rojas como juez de paz de Cabimas, en un oficio que dirige al Gobernador, llama la atención sobre el
descuido y abandono del Camposanto, y denuncia y acusa a quienes le precedieron en el juzgado por el estado en que
se encuentra esa obra pública, apunta con su dedo a los pescadores que se abastecen de maderos para sus pesquerías
nocturnas sacándolas de la cerca perimétrica del cementerio.
166

Señalada en el presupuesto general de gastos para el corriente año, la suma de


trescientos pesos para construir un salón que sirva de local para la escuela pública de esta
Villa, no ha podido este cuerpo acometer la empresa, por tocar la dificultad de no ser
suficiente dicha suma (…) propone a la Honorable Diputación Provincial la adición de cien
pesos (…) viene la economía de 48 pesos que consumen anualmente (…) en el alquiler de
la casa que sirve hoy de escuela (…) 84 alumnos reciben educación en la escuela pública
20 en la de carácter privado.
(…) doscientos pesos para una aguada fueron acordados [213] (…) dicha obra está sin
principio, por no haber llegado la estación oportuna.
(…) el Concejo Municipal ordenó (…) a los vecinos que tuvieran casas a las márgenes del
Lago, construyesen muelles para atraer las arenas, e impedir que las mareas obstruyeran
el litoral, i con el paso público.
A continuación abordan un problema de desorden público -que afecta los ingresos tan
necesarios para el adelantamiento de la provincia- y que deriva en diferentes delitos, de allí que
propongan medidas correctivas para remediar esos males:
Notase un vacío en la Ordenanza de carnicerías i mataderos públicos de 5 de Diciembre de
1850, que es causa de que se defrauden las rentas de la provincia, es el siguiente (…) a los
conductores de carnes de reses beneficiadas que pasen a expenderlas de un cantón o
parroquia a otro, que obtengan una papeleta de la primera autoridad civil de su
procedencia, en que conste que las carnes que conduce son de la propiedad del conductor
o a comisión de otro; i que han satisfecho el derecho de consumo en el lugar en que
aquellos fueron preparados (…) pena a los infractores de aquel con ser aprehendidos i
puestos a disposición de los jueces competentes, para el enjuiciamiento criminal como
sospechosos de abigeato. Aquí el vacío: la pena establecida en este artículo no es
suficiente a impedir la infracción (…) ábrese un vasto campo al hurto i al fraude de los
derechos municipales. De este Cantón hay una multitud de embarcaciones en negocios
abiertos con el de Gibraltar: uno de los principales artículos que importan en este, son
carnes de reses, beneficiadas en aquel, i si no todos los conductores de ella son infractores
del art. 16 citado, poquísimos serán los que no lo sean; i con todo no se ha visto un caso
que demuestre el cumplimiento del art. 31. Debían (…) ordenar a las autoridades de los
lugares a dónde se conduzcan carnes saladas de distinto Cantón o parroquia que hicieran
exigencia de aquel documento, para [ ] la nota de presentado (…)
Labrar a la jurisdicción un patrimonio público y privado importante, era lo que motivaba a
estas autoridades -encabezadas por J. Tomás Sandrea- a limitar las prerrogativas desaforadas de
los propietarios, quienes pretendían que no se les pechara con los impuestos para así aumentar
sus beneficios y anhelaban, además, que no se les vigilasen para poder contrabandear [214]. Pero
el poder de los Concejos Municipales ha aumentado para esta época y cuidan de las gabelas para
poder inducir el progreso en el ámbito cantonal.

213
Altagracia en sus relaciones siempre incluía el problema del agua, indicaba, entre otras cosas, como el valor de ésta
era alto, lo cual colocaba a muchos de los pobladores a un consumo muy restringido del agua potable. Para tener una
idea acerca de este asunto hay un documento referido a Perijá, donde se indica que el “precio de la botijuela de agua de
aljibe a siete centavos una” (AHZ, 1845: T. 5, f. 335).
214
La Diputación Provincial de Maracaibo a falta de fondos trabajó en función de disminuir el contrabando para
aumentar así las rentas, en 1846 ordenó: “Art. 2° Son deberes del comandante del resguardo (…) 2° Evitar con su celo el
contrabando debiendo por las noches recorrer las playas para impedirlo, haciendo cumplir lo que disponen las
ordenanzas, y arreglándose a ellas, y a las órdenes de sus respectivos superiores. 3° Prohibir que las embarcaciones
fondeen antes de ser visitadas en otros puntos que los designados por las ordenanzas respectivas. Art. 3° (…) vigilará por
la noche la costa y para ello recibirá de la policía todos los ministros posibles (…) Art. 5° (…) sueldo anual de 500 pesos
(…) Art. 6° (…) ser sufragante parroquial (…) (AHZ, 1846: T. 2, f. 220).
167

Los cantones subalternos han acumulado experiencia histórica y ocupan un mayor espacio
en la provincia, esto se refleja en una mayor autonomía e independencia de la gestión pública en
estas entidades político-territoriales. Además, el aparato burocrático disponía de algunos
funcionarios celosos de su ejercicio administrativo, como se observa en este documento que se
está citando y que rubrica José Tomás Sandrea. Al sur del lago encontramos en el año de 1852 en
el Cantón Zulia, al administrador de rentas Luis de Vicente, este funcionario también demuestra
celo en sus responsabilidades. Luis de Vicente recibe una res que era trasladada desde Cabimas en
la piragua Aurora -esta embarcación estaba matriculada en nuestra parroquia rosarina- cuyo
propietario era José María González, la papeleta que le presentan no está firmada por el colector
de aquella parroquia y sospechó que pudiese ser falsa e inició una averiguación, resultó que había
sido firmada en Cabimas por el Juez de Paz 1° Antonio González de Lira “pues fue presentada de
noche sin estar el colector en la parroquia [y] no era ni es posible que deje perder los derechos de
las Rentas”. Pero la lentitud impuesta por los medios de comunicación no había desaparecido, la
diligencia inicial se efectuó el 15 de abril dirigida por Luis de Vicente al Juez de Paz de Cabimas
para que investigue y el informe de Cabimas de González de Lira sale rumbo al Cantón Zulia el 16
de junio (AHZ, 1852: T. 23, ff. 445/448). Validos de ese incremento de su poder -la autonomía-, las
autoridades del Cantón Altagracia, se interesan por un mejoramiento de su personal burocrático,
haciendo explícito que es necesario que sean más competentes y calificados -asunto que es crucial
según nuestra opinión para lograr los Grandes Adelantos, es decir, aquellos que crean una nueva
época o una nueva era-. Dicen los integrantes de la Corporación altagraciana:
(…) el sueldo señalado al Secretario municipal en los Cantones suburbios es sumamente
mezquino, pues doscientos dieciséis pesos en un año no proporciona al empleado una
subsistencia decente (…) a la vez que pesa sobre sus hombros el desempeño de de
multitud de deberes que le hacen ocupar todo el día en su trabajo material (…) de aquí
viene que ocupen a veces los destinos hombres ineptos, que, en vez de promover con el
buen desempeño de ellos el bien general, retardan la prosperidad de los ciudadanos con
la inoportuna administración. Diez i ocho pesos veinticinco centavos mensuales para los
secretarios municipales en los Cantones suburbios, no proporciona jamás un buen
empleado a este destino; i el Cuerpo pide (…) se aumente la asignación a veinticinco pesos
al mes, o sean 300 al año.
La dinámica que originaba la multitud de transacciones mercantiles, civiles y políticas en la
provincia mueve a los concejales de Altagracia a intervenir también en la problemática de los
correos, en función de lograr una mayor eficacia de las comunicaciones y por ende en las
gestiones administrativas:
(…) Sobre Correos provinciales. Sufre el servicio, un notable prejuicio del público, atrasos
que pueden impedirse con facilidad a muy poca costa. La inseguridad de la
correspondencia ocasiona muchas veces su pérdida, i es muy difícil llevarse con
regularidad el despacho así político como judicial, porque relacionados con las parroquias
aisladas, las autoridades de estas se escudan con frecuencia de sus faltas con que o no
han recibido la comunicación oficial, o han remitido la de su obligación. En todos casos se
alega una pérdida, que le hace impune por el desorden en que están las vías de
comunicación entre esta parroquia matriz, i las demás de la jurisdicción cantonal. Dígase,
de conformidad con la resolución gubernativa, que se exige recibo del conductor, i que
éste lo pida a la autoridad a quien entrega; pero esto es tanto más difícil, cuanto que la
correspondencia se entrega en esta Cabecera a un individuo que va para Maracaibo, el
que solicita allí más por afecto particular que por patriotismo, quien la conduce a su título,
168

i nada evitaría con más facilidad la exhibición de aquel comprobante, que la excusa de no
hacer viaje para el lugar a donde debía ir el pliego que le remitiera. Un correo cantonal
con la gratificación de diez pesos al mes, cuyo derrotero formaría el Concejo (…) hasta
desaparecer estos inconvenientes (…) que al adoptarse por el Legislativo provincial, debe
principiar su cumplimiento el 1° de Enero de 1852.
Al concluir el Concejo su relación sólo aspira que la Honorable Diputación Provincial vea
en sus indicaciones la expresión del patriotismo que la anima.
Altagracia Octubre 22 de 1851(AHZ, 1851: Tomo 10, l. 2, ff. 70/79).
Esta relación tan consustanciada con el proyecto histórico de 1837, está alentada en ir más
allá de los equipamientos urbanos que el licenciado Juan José Romero observaba como
fundamentales para cambiar la fisonomía de los cantones suburbios, porque allí en esas Memorias
se asume la necesidad de un eficiente sistema de correos para que el cantón se vincule con sus
parroquias y estas no permanezcan aisladas respecto a la cabecera del cantón. La Memoria amplía
la lista de Juan José Romero para lograr el desarrollo endógeno a obras como mataderos públicos,
mercado público, casa de abasto, aguadas y otros adelantos para el cuerpo físico del cantón,
además, de que pretendía conseguir mejores funcionarios, obtener mayores rentas y lograr en
suma mayor eficacia de la gestión pública, entre otras cosas.
Ese análisis de la situación y de sus circunstancias resulta de una significación muy
especial, el funcionariado de este cantón realiza con esa Memoria una hoja de ruta para alcanzar
remontar el estado de cosas que se deseaba superar, en otras palabras, el campo proponía a la
ciudad salidas para que la provincia se convirtiese en la región desarrollada que Juan José Romero
anhelaba, pero esa interesante y sorprendente propuesta (digna continuadora del Proyecto
histórico de 1837) fue menospreciada por la Comisión especial que nombró la Diputación
Provincial para emitir opinión sobre lo que allí exponía el Concejo Municipal de Altagracia:
Honorable Diputación Provincial.
La Comisión especial que nombrasteis para examinar la Memoria que el Ilustre Concejo
Municipal de Altagracia remitió a esta cámara (…) ha observado que ella en su mayor
parte compone la exigencia de algunas sumas, para ocurrir algunos gastos (…) y por
consiguiente es asunto de la Comisión de Rentas (…) (ídem. 85)
En otras palabras no dieron respuesta a los planteamientos de fondo, los obviaron, y
redujeron a aquel valioso y memorable discurso de “la otra Costa” a un triste documento donde
sólo se pedía dinero, y por lo tanto, debía pasarse a la Comisión de Rentas y no a un debate a
fondo en la Diputación Provincial para que hiciese historia.
En Caracas, por lo contrario, se avizoraba cómo realizar obras públicas ambiciosas, que
sirviesen para estimular la economía de esta parte del país, y de paso arrojar un beneficio para el
Cantón Altagracia gracias a su ubicación geoestratégica en esta provincia como Pasaje hacia
Maracaibo por la parte de El Estrecho del Lago. El caso es que en Caracas se preparaba, todo lo
necesario para entregar una gran vía interprovincial como patrimonio al occidente del país,
anteproyecto que se elabora a partir de la propuesta de un particular que allí sí fue escuchado:
El Senado y Cámara de Representantes de la República de Venezuela reunidos en
Congreso.
Considerando
(…) proteger toda medida que traiga al país el desarrollo de su industria y comercio.
Que Venezuela por su estado naciente carece de vías de comunicación (…)
169

Que las proposiciones del Señor Manuel María Vargas sobre apertura de una vía (…) entre
las provincias de Maracaibo y Barquisimeto (…) trae ventajas a la Nación.
(…) comunicaciones (…) de un interés vital para el país.
Decreta
At 1° Se concede a Manuel María Vargas diez y seis mil fanegas de sal (…) libres de todo
derecho de consumo i exportación para que con su producto abrir un camino que
conduzca del Cantón Carora (…) a los puertos de Altagracia.
2° (…) de ocho varas de latitud en la parte plana del trayecto i cinco de las de cerro,
estando concluido dentro del término de cuatro años (…)
3° (…) obligado a construir los puentes de madera sólida (…) como también a construir
casas pajizas en diez leguas de distancia, de doce varas cada una con su corral adyacente
cercado de madera i con seguridad.
4° En el paso real del río Curibijana i entre las parroquias de Acarigua i Arenales se
construirá un puente elevado de madera sólida con estribos de mampostería en cada
extremo i embarandado a uno i otro lado, puente con cerradura i con la capacidad
necesaria para el tránsito de cargas voluminosas.
5° (…) sobre la fianza (…)
Caracas 3 de abril 1856 El presidente del Senado P. Planas. El Presidente Cámara
República P. Casanova (…) Ejecuten José Tadeo Monagas (AHZ, 1856: T. 9, l. 26, ff.
422/425).
Otra mejora prevista a nivel nacional aparece en Gaceta de Venezuela de diciembre 10 de
1854, allí se previene “Sobre organización de postas” a aplicar en “Las capitales de provincia, sus
ciudades, villas, parroquias y caseríos con sus respectivas distancias entre sí” (AHZ, 1854: T. 17, l.
7). Esto mismo es, lo que aparece en la Memoria de José Tomás Sandrea como un servicio de
correo que garantizase el servicio de estafeta dentro de su jurisdicción del Cantón Altagracia. De lo
que se puede deducir que una mayor sintonía existía entre Caracas y el Cantón Altagracia que
entre este cantón y Maracaibo. Como adenda a lo ya dicho, para el año de 1851 la jefatura política
del Cantón Altagracia expone ante Maracaibo la incomunicación en la que se encuentra con
respecto a las parroquias, es decir, le dice que el cantón como entidad solo es una entelequia, y la
reacción de Maracaibo ante esa observación tan perturbadora fue la de ignorarla, o peor aún la
devalúan al convertir aquel señalamiento crítico y las soluciones que ofrece como salida para esas
circunstancias a un lacónico y ofensivo comentario donde dicen que, lo único que exponen es pedir
unas sumas para hacer unos gastos [215]. Los nexos entre las partes eran en esta Provincia de
Maracaibo de carácter minimalista y, además, los componentes del sistema eran de los más
elementales.

Sobre la tesitura del recurso humano, es decir, sobre la calidad y diversidad del patrimonio
poblacional es lógico preguntar ¿Cuál era la situación en ese aspecto en el área a estudio?:
Mientras en los Puertos de Altagracia había ya para este año de 1851 ciudadanos activos en los
oficios de herrero, platero y sastre, en Cabimas se consigue -en un Registro de milicia- el siguiente
perfil de las actividades denominadas en aquella época como de artes o industria:
a
Registro de medias filiaciones de la 4 Compañía del medio Batallón milicia de reserva del
Cantón Altagracia.

215
Estando ya en el siglo XX esa acritud de los políticos marabinos hacia nuestra Costa era la misma, famosa es la frase
pintoresca que pusieron de boga en la capital del estado: “Pide más que Cabimas”, la cual es del todo insultante.
170

En las clases de Capitán y Teniente con el ejercicio de sastre y negociante un Montero y un


Olivares pertenecientes al vecindario de Altagracia. Como Subtenientes Pedro Gil y
Francisco Marrufo con ejercicio de labrador y navegante pertenecientes al vecindario de
Cabimas. Como Sargentos Antonio Capitillo, Narciso Díaz, Félix Rodríguez y Andrés Borjas
todos con el ejercicio de labradores y todos pertenecientes a Cabimas.
Y como de Cabimas. En la clase de Cabos Eugenio Ruz labrador, José Ignacio Perozo
criador, Eduardo Montesuma navegante, José María Ocando labrador. Francisco Tomás
Ávila, Faustino Neris, Aniceto Neris, Ildefonso Leiva, Pedro Pío Pinillo, José Trinidad Nava,
Ignacio Bracho y Alejos Borjas todos labradores. Como Soldados hay un cazador que es
Justo Quiroz, seis navegantes que son Patricio Quiroz, Octaviano González, Dolores
Capitillo, Manuel María Tello, Teodoro González y José Antonio Quiroz, tres carpinteros
quienes son Trinidad Rendiles, Pedro Borjas y Jaime Leal, dos pescadores Francisco
Benavides y José Manuel Borjas, tres zapateros quienes son Eusebio Moreno, Lorenzo
Ballesteros y Cruz Ballestero, siete criadores quienes son Pedro Clavel, José de la Rosa
Perozo, Pedro Pulgar, Antonio Borjas, Santiago Quintero, Francisco Álvarez, Diego Guillén,
Toribio Perozo y Benito Romero, dos albañiles José Encarnación Valdez y José Bernabé
Quintero, un músico Javier Benavides, dos sombrereros Cesario Rodríguez y Elías Pérez, y
dos jornaleros Mariano Quintero y José Jesús Rendón. Como soldados y labradores hay
sesenta y siete [216].
Es copia fiel.
Maracaibo Mayo 9 de 1851.
El comandante Asunción Farías (AHZ, 1851: T. 10, l. 28, f. 181).
Como se observa en esa nómina, no sólo se señala su oficio civil, sino también su clase
militar. Sobre ese segundo aspecto, el del servicio a las armas, se puede añadir que en la 5a
Compañía del medio Batallón integrado por parroquianos de Lagunillas había un cabimense en la
clase de Sargento 2° quien era Cruz Moronta (id. f. 126). Y Cabimas contaba en su cuerpo armado
de la 4a Compañía con: Subtenientes, Cabos y Sargentos oriundos de su misma localidad. El resto
eran soldados rasos. Así que en el análisis en curso se agrega al perfil de la población el oficio de
soldados y oficiales de las milicias a la lista de artes y oficios de Cabimas.
En cuanto a los oficios civiles de estos cabimenses que integran este medio batallón, hay
en esa lista un total de 8 criadores, 87 labriegos, 1 agricultor, 7 navegantes, 2 pescadores, 1
cazador, 3 carpinteros, 3 zapateros, 2 albañiles, 1 músico, 2 sombrereros y 2 jornaleros. Ese era el
perfil de la Cabimas diverso productora que nos permite observar esta muestra estadística. Ese era
su poder de atracción para lograr que capitales y empresas se desplazaran hacia su jurisdicción,
como se nota no era un potencial muy prometedor, pero revelaba una tendencia favorable para
muchos emprendimientos. En cuanto a las clases militares contaba con un equipamiento de
oficiales suficiente para armar ese medio batallón cantonal y en ese sentido formar parte de las

216
La lista ha sido modificada para mostrar los oficios y las clases militares -rangos-. Entre los soldados rasos hay
numéricamente -por apellidos-: 1 Balbuena, 5 Quiroz, 1 Urdaneta, 1 Alvarado, 1 Vílchez, 2 Pirela, 2 Reyes, 4 Quintero, 6
González, 1 Marques, 1 Áñez, 1 Rendiles, 2 Benavides, 1 Moronta, 3 Quintero, 2 Lisardo, 2 Capitillo, 5 Borjas, 3 Tello, 1
Delgado, 1 Neris, 1 Rondón, 1 Gómez, 2 Montezuma, 2 Toledo, 6 Perozo, 2 Arrieta, 1 Landaeta, 3 Leal, 1 Rodríguez, 2
Díaz, 3 Pauque, 1 Ávila, 1 Melean, 1 Borges, 2 Ballestero, 1 Nava, 1 Guerra, 1 Clavel, 1 Piña, 1 Moreno, 1 Pulgar, 1
Franquis, 1Millano, 3 Ramones, 1 Losano, 1 Sos, 1 Álvarez, 1 Cardoso, 1 Guillén, 2 Andrade, 1 Valdez, 1 Hernández, 1
Pérez, 3 Domínguez, 2 Freitas, 2 Sánchez y 1 Romero. En esta oportunidad Pedro Gil de la vecindad de Cabimas en la
calidad de Subteniente dio de baja a Teodoro González de este batallón de milicia de reserva como “hombre de bien y
honorable trabajador y sin ningunos vicios que sostiene con su trabajo y le da a sus padres a proporción de lo que gana”
y a José Jesús Márquez quien “sostiene una hermana” (id. ff., 159 y 162).
171

fuerzas armadas provinciales [217]. ¿Qué nos queda? Queda un sector de productores primarios
capaces de extraer recursos naturales de interés para un mercado local -Provincia de Maracaibo- y
para la exportación a escala nacional o internacional. En ese sentido, se puede valorar el siguiente
dato, donde se observa como el espacio de agrado de Cabimas atrae naves de gran calado para la
búsqueda de productos en este lugar:
Registro de las licencias de navegación para el extranjero y demás puntos de la República
en el año económico de 1851 a 1852.

Fechas: Mayo 31. Nombres del Capitán: Miguel A. Sarmiento. Número: 493. Nombre y
nacionalidad del buque: Nacional / Dantes. Lugar donde se dirige: Cabimas [218] (AHZ,
1851: T. 11, l. 7, f. 191).

3. Un Gran Adelanto
Cabimas se convierte en un espacio de agrado entre 1830 y 1851, porque logra un gran
adelanto relativo. Detrás de ese logro, etapa del Gran Adelanto, estuvo el incentivo de contar con
dos proyectos históricos el de 1817 y 1837, los cuales impulsaron a las élites locales a obtener
mejoras que influyeron decisivamente en incrementar en su lar las producciones, intercambios y
elevación cultural, la Cabimas hispana queda definitivamente superada por todos esos cambios
que se han expuesto. La dinámica económica de Cabimas como puerto menor explica en parte ese
avance, porque durante esos años el tráfico del lago se fue incrementando e intensificando.
Además de ser un puerto menor, Cabimas era ganadera, y era además la única parroquia con
tierras declaradas como de uso agrícola, también se daba en ella la actividad de los madereros
(leñadores) y la de pesquería, incorporando con estas dos últimas a su estructura geoeconómica la
franja montañosa de Tamare y los bosques de galería -los cuales se encuentran a los lados de los
cursos fluviales- y la franja lacustre propiamente dicha o el litoral, donde se explotan los recursos
del lago. Disponía también en el ámbito urbano la actividad mercantil y la presencia de algunos
oficios que años antes caracterizaron a Maracaibo -sombrereros, zapateros, albañiles, músicos,
carpinteros-; en Cabimas el sector económico incorporaba como un oficio regular a cazadores,
pescadores y madereros, ventorrilleros, y esa base productiva y de servicios justifica que allí
existiesen oficiales de milicias [219] -elemento revelador de su fortaleza-. Ese patrimonio socio
productivo y socio formativo, es el resultado de los cambios que se fueron operando desde 1817
hasta 1850. No queda duda que tanto la élite cabimense, como el aparato burocrático y buena
parte de los vecinos habían asumido los dos Proyectos históricos de un modo consciente, eso fue
decisivo, porque actuaron como sujetos de su propia historia. En definitiva el patrimonio de

217
Este atractivo era letal, porque trajo desolación y retrogradación, la parroquia reculaba y muchas cosas tenían que
ser reconstruidas desde cero. En el último capítulo de este libro se abordará esta problemática.
218
Lamentablemente a partir de este año en adelante se tomó la decisión en la administración provincial de no registrar
en la estadística a aquellos buques que tuvieran por destino los puertos interiores del Lago de Maracaibo. El incremento
de buques, incluyendo dentro de ellos los de nacionalidad extranjera fue en aumento hasta finales de siglo y primeros
años del siglo XX, en esta última etapa Jesús Prieto Soto en su libro Huellas históricas de Cabimas registra ese
movimiento, allí cuenta: Antes del descubrimiento petrolero las principales fuentes de trabajo la formaban la
agricultura, la cría y la exportación (…) de maderas de ébano y zapatero enviadas a Europa en barcos alemanes, en
especial en el llamado “Capitán Bonn” (Prieto Soto, Editorial Cultura, México, 1959: p. 37).
219
La presencia de todos estos oficios en Cabimas, es señalada en este libro a partir de los datos que están en los
manuscritos históricos, documentos que han sido encontrados en los repositorios documentales. Es decir, todo lo que
se afirma en este trabajo tiene el soporte de una fuente que lo corrobora.
172

Cabimas era de diverso género y ampliamente rico, por lo que su balance histórico es para
mediados de siglo favorable. Ese estadio de desarrollo lo logró a pesar de todos los obstáculos que
se le interpusieron en su ascenso.
El Gran Adelanto relativo que alcanzó esta parroquia tiene su explicación en: todas esas
fuerzas endógenas tanto subjetivas como objetivas que fueron puestas en movilización por ese
conglomerado humano, así como por la combinación que se dio entre la Cabima de San Sebastián
y las Cabimas de la Costa, todo ello es parte importante de lo que permite comprender su avance.
También Cabimas tuvo un Gran Adelanto por la histórica decisión de fundar el núcleo urbano,
hecho que hizo perentorio, la necesidad de que a este conglomerado humano se les nombrase
autoridades que pudiesen representar los intereses locales frente a los intereses del cantón y de la
provincia. Ese Gran Adelanto es también obra de la motivación y capacidad de algunos de sus
personajes históricos como Juan Antonio Ochoa, Basilio Borjas, Eduardo Miguel Rojas y otros que
ya se han mencionado y, la de algunos más que se darán a conocer en lo que sigue de este libro,
porque ellos son los individuos de élite que afloraron en este proceso histórico, fenómeno sobre el
que se tratará en el siguiente capítulo más a fondo.
Pero en definitiva lo que resulta decisivo para el Gran Adelanto fue que los vecinos
asumieron las propuestas, objetivos y fines expresados en los Proyectos históricos de 1817 y 1837
como un asunto de honor, es decir, adquirieron una conciencia de tener una misión y una visión
que les depararía un mejor futuro, tal certeza es lo que los movilizó para alcanzar esos adelantos.
Por otra parte la calidad de estos habitantes, manifestada en sensibilidad, sentimiento y
motivación, les llevaron a elaborar un modelo económico que se adecua a las condiciones
naturales del lugar, la intuición y saber les permitió también realizar ese gran esfuerzo de construir
un núcleo urbano, y así mismo a ser capaces de interpretar las metas expuestas en un Proyecto
histórico y consagrarlo en acciones concretas. Así mismo tuvieron la voluntad política que permitió
vincular a un colectivo vecinal con unos individuos de élite para defender los intereses locales,
todo lo cual engendró en ese conglomerado humano el espíritu público mediante el cual son
posibles los cambios para cambiarlo todo, y es lo que en este estudio se denomina como
cabimicidad, porque sin esa cabimicidad [220] no es posible conformar un patrimonio cultural y
legarlo a las generaciones de relevo como los valores de más enjundia.
A pesar de todos los obstáculos que se les fueron presentando, los cabimenses no
desmayaron en su empeño, porque estaban alentados por las directrices prístinas que les
marcaban los proyectos históricos en pro de unas metas bien definidas. Después de todo, quienes
las fueron objetivando pudo llegar a parecerles que había sido cosa muy sencilla a pesar de todos
los percances que tuvieron, el ser humano de aquella dura época era forjado en una férrea forma
de vivir. En fin fueron capaces de traer la vida civil a la población, mediante su equipamiento de lo
más esencial, para crear dentro del espacio histórico provincial un lugar de agrado denominado
Cabimas. La Cabimas histórica se construye a partir de todas esas fuerzas materiales subyacentes,
ocultas, subterráneas y cuando no, se ensambla en las profundidades de la conciencia humana,

220
La cabimicidad es cosa distinta de la cabimidad, la segunda se refiere a la idiosincrasia, mientras que la primera es la
de poseer el sentido de tener una misión histórica por cumplir, pertenece, al deber ser.
173

fuerzas tangibles e intangibles que se han ido desvelando en este estudio mediante la estricta
aplicación de una metodología académica, intelectual y doctrinaria.
4. Es cosa muy sencilla
Sardónico sería emplear la locución “es cosa muy sencilla” para describir la realización de
los caminos principales y caminos transversales, tan necesarios para unir a las parroquias entre sí y
a los diversos cantones, porque tal obra no era cosa de poca monta, sino algo de una
extraordinaria relevancia, ya que constituiría una red vial que abriría al territorio a la realización de
proyectos y a la apertura de empresas que pusiesen en marcha una economía de escala cantonal y
provincial. Del mismo modo la construcción de muelles, calzadas y hospitales fuera de Maracaibo,
y la instalación de un servicio de correo regular habría intensificado la comunicación en esa
constelación de poblaciones favoreciendo los intercambios y transacciones, transformando esta
jurisdicción política-territorial en un emporio, porque se produciría el acercamiento entre los
distintos poblamientos, y con ello se intensificaría y profundizarían sus relaciones, conexiones y
articulaciones de todo género. Si a esas cosas nada sencillas se hubiese sumado un mundo
académico que se desarrollase en la misma medida de que el progreso y la modernización
avanzara sobre esta geografía, la Provincia de Maracaibo hubiera reunido y concentrado unas
fuerzas internas capaces de vincular cada una de sus partes -ciudades, villas, parroquias, aldeas y
caseríos- con el todo de un modo orgánico, es decir, lo que en síntesis es una región en el mejor
sentido histórico de la palabra. Y si tales necesidades de servicios no era cosa muy sencilla
edificarlas, era entonces tarea de la Capital de la provincia acometerlas, porque era allí donde el
grueso de las rentas de toda esta cuenca lacustre estaba depositado.
La necesidad de cambiar el grado de interrelación entre las partes para que el todo
adquiriese músculo, requería del esfuerzo de la Capital provincial y el de las poblaciones bajo su
jurisdicción, bajo ese escenario Cabimas cumplió por lo alto el papel que le correspondía, para
lograr esa deseada transformación. Los habitantes de Las Cabimas erigen en La Rosa población y
luego mudaron ese núcleo urbano a un nuevo emplazamiento en el sitio La Plaza, también bajo el
consuno de autoridades y vecinos construyeron puentes y tendieron caminos, edificaron escuelas,
erigieron oratorios y templos, levantaron una cárcel y se refaccionó y amplió el Camposanto,
también, destinaron una casa para el funcionamiento de una Judicatura, y con el muelle en las
inmediaciones de La Plaza el pueblo adquirió el rango de puerto menor, lo cual indicaba que la
capacidad local de importar y exportar productos y frutos en la escala provincial se había
alcanzado después de una larga jornada histórica.
Es razonable afirmar que todo esto fue muy importante y que fue llevado a cabo como una
cosa muy sencilla, aún cuando tuvieron que hacer aquellas obras muchas veces con lentitud
debido a la escasez de caudales públicos y a los trámites burocráticos que todo lo demoraban,
pero nunca lo consideraron como algo fuera de su alcance y capacidad -como se observa en los
manuscritos que nos legaron-. De allí que se pueda concluir que, la importancia de todas esas
obras radica en que con ellas se demuestra como en las parroquias se contaba con fuerzas
endógenas en marcha que hacían factible el Proyecto histórico de 1837. En definitiva, las cosas
más sencillas -pero muy importantes- las lograban aquellas comunidades a motus propio y lo
hacían con una insignificante ayuda por parte de la Capital provincial con respecto a los gastos de
174

infraestructura material, porque en lo que era crear los cargos remunerados como, por ejemplo, el
de preceptor de la escuela o el alcaide o el ecónomo ese mínimo si lo asumía la élite marabina
para crear una alianza política con la élite del campo.
Ahora bien, si las rentas del Cantón Capital se hubiesen volcado en el mercado interno que
afloraba, un modelo autóctono de desarrollo y modernización hubiese sido el feliz resultado de
todo ese progreso, basado en el establecimiento de un vínculo entre la capital y la constelación de
poblaciones y asentamientos humanos esparcidos por toda esta maravillosa y portentosa cuenca.
Esa visión de cambio fue concebida por el licenciado Juan José Romero, quien para imaginarlo se
guió por lo que desde las mismas parroquias le indicaban que estaban efectuando, y desde donde
se le decía que “es cosa muy sencilla” llevar a cabo la realización de esas metas, en esos términos
se lo expresó el Juez de Lagunillas Francisco Monzant. Romero solicitó el auxilio de Maracaibo,
para que aquellos emprendimientos iniciados en el interior de la provincia se hiciesen en un corto
lapso de tiempo y con ello se pudiese abordar otra nueva tarea del Gran Plan para convertir la
Provincia de Maracaibo en un emporio, a partir del cual se pudiese crear una región endógena
moderna capaz de escribir una historia propia. Pero la élite capitalina se oponía a ese esfuerzo
extraordinario, incluso se opone a la realización de obras en su propia ciudad por la vía del
subsidio personal, así que lejos estaba de su intención el de impulsar con renovado vigor a los
Cantones subalternos.
En otras palabras, la superación de una estructura provincial basada en simples Complejos
Demográficos [221] solo se logró en muy baja medida, y lo lamentable es que hubiese sido posible
como así lo indica la experiencia cabimense de un Gran Adelanto obtenido sobre una plataforma
muy limitada. Los Complejos Demográficos que existían, se caracterizaban por una paradoja, ésta
consistía en que la distancia entre los pueblos era corta, pero sus medios de comunicación eran
inexistentes o ineficientes, lo cual provocaba un fenómeno de lejanía objetiva. El Proyecto
histórico de 1837 se proponía anular esa paradoja, es decir transformar la lejanía en un
acercamiento cada vez más intenso, es decir, propiciar un contacto económico, político, cultural y
social, para alcanzar un modelo de crecimiento propio de una región local, donde los cambios se
aceleran para cambiar las partes, y donde cambiar las partes se hace para cambiarlo todo y
obtener como resultado el apogeo propio de los emporios. La Provincia de Maracaibo constituida
en un emporio sería el resultado de llevar a los Complejos Demográficos a conformar una
estructura superior, es decir, una región orgánica que desbordaría los límites de la provincia
marabina hacia las provincias adyacentes y más allá.
Tal cuadro promisorio, hubiera sido el camino hacia el engrandecimiento, Maracaibo
hubiera presidido una provincia próspera y ese logro la hubiese colocado en posición de articular
con el occidente venezolano una Región Histórica [222] capaz de establecer con la economía
mundo una relación madura y en unos términos soberanos. La principal cualidad de una región es
que ésta tiene la propiedad de liberar la energía que tiene un territorio, riqueza que al ser
explotada posee el noble efecto de unir a los pobladores en esa tarea de transmutar riqueza

221
Ese Complejo era la red de poblaciones determinadas por la cercanía física entre poblaciones, dentro de las cuales
predominan las relaciones tradicionales.
222
Acuerdos entre las élites de aquí y de allá -interprovinciales- para desarrollar planes de carácter nacional e
internacional.
175

pasiva en riqueza activa, la cual los fortalece como conglomerado humano. La Provincia de
Maracaibo como la describió el licenciado Juan José Romero guiándose por los informes de
quienes recorrían estas vastas extensiones, poseía un potencial para proyectar a esta parte del
país en el mundo atlántico con frutos y géneros diversos y exóticos. Las élites parroquiales
apoyaron a ese estadista, pero la élite maracaibera le fue creando un vacío que le llevó a la
renuncia. Para la élite acomodada de Maracaibo había cosas más fáciles que hacer para
enriquecerse, y los marabinos tomaron esa vía histórica al sumarse al proyecto exógeno
encabezado por los intereses avasalladores de las Casas Comerciales Extranjeras, las cuales no
tenían el más mínimo interés por aquellos cambios que pudiesen cambiarlo todo en esta parte del
mundo.
Al sustraerse los maracaiberos a las tareas del progreso y a la modernización de la
provincia, sobreviene el abandonó a las parroquias a su propia suerte, porque al no dotarlas de
las obras que a escala provincial debía acometer, el patrimonio de los cantones se deterioró y
sobre ellos se abalanzó un estado que sus autoridades calificaron de triste. Y no solo no se
acometió la realización de caminos, correos, hospitales, calzadas, ríos navegables y embarcaderos,
sino que al no producirse todos esos adelantos, el resultado final y el más lamentable es que no se
fundaron nuevas poblaciones durante todo el siglo XIX, lo cual pone en flagrante evidencia que no
se producía un progreso interno verdadero (el incremento del patrimonio público es la medida no
solo del crecimiento económico, sino también de su modernización, progreso, mejora y
adelantamiento). La aparición de nuevas poblaciones nos hubiera indicado que se había tomado el
rumbo correcto, es decir, la vía histórica endógena; mediante la cual se incorporaba el vasto y rico
territorio provincial a un modo productivo más avanzado, capaz de ampliar los límites de las
fronteras internas más allá de las que alcanzó a colonizar el Imperio español, y simultáneamente
elevar el techo. Esas eran las grandes tareas que estaban por delante, para poder percibir que la
región escribía una historia propia, el otro aspecto de enorme enjundia es que también se debía
enfrentar el problema de la tierra ociosa de los latifundios como la gran batalla. La élite del campo
avanzó por esa dirección autóctona, pero no concurrió a esa cita con la historia la élite
maracaibera, pues ésta sucumbió a la tentación de hacer las cosas más fáciles, mediante las
cuales en esta parte del país se terminó por escribir fue una historia ajena. A esta provincia
vinieron a hacer historia fueron los ingleses, franceses, italianos, holandeses, alemanes y
norteamericanos, e incluso sudamericanos [223].
Maracaibo en vez de volcar los presupuestos de la provincia sobre los cantones
subalternos, para realizar una gran epopeya histórica, lo que hizo fue invertirlos sobre su propia
ciudad, como se puede observar en el siguiente manuscrito:
1860. Proyecto de Ley sobre Presupuesto. Para los gastos del gobierno general de la
Provincia de Maracaibo de 1° de Enero de 1861 hasta 30 de junio de 1862. Pesos que se
producen en las ramas siguientes: Generales. Impuesto de alambiques 1.500- Patentes de
navegación del Lago 3.600. Patentes de sanidad 40. Licencias para navegación a ultramar
350. Impuesto de consumo de ganado mayor 11.800. Impuesto de consumo de cerdos
540. Impuesto harina, elaboración de pan 3.700. Impuesto frutos y otros artículos
consumo 7.863. Impuesto consumo tabaco 11.500. Multas y ramos eventuales 1.000.

223
Como nos lo narra el libro titulado Maracaibo y su región histórica. El circuito agroexportador 1830 - 1860 (Ediluz,
1991), escrito magistralmente por Germán Cardozo Galué.
176

Especiales: Fondo para la continuación Palacio de Gobierno 10.500. Se invertirá en la


manera siguiente: Legislatura provincial 4.707. Gobierno de la provincia 12.160. Educación
popular 1.515. Policía, orden y seguridad pública 11.916. Cárceles de la provincia 6.258.
Obras públicas 11.500. Recaudación Tesoro Provincial (pago funcionarios) 3.066. Examen
cuentas municipales 900. Beneficencia 100. Gastos imprevistos 244. Casa de Gobierno
10.500. Camino a Ocaña 1.000. Total presupuesto 52.366 pesos. Presidente Legislativa
Antonio Echeverría (AHZ, 1860: T. 1, l. 9, f. 116).
Mientras en la ciudad capital se edificaron obras importantes, en los Cantones subalternos
se construyeron cárceles. Y para las mayorías sumidas en la miseria solo se destinaron 100 pesos,
el modelo impuesto impone privilegiados a abandonados. Abruma observar como en Maracaibo
se destina para continuar la erección del Palacio de Gobierno más de 10.000 pesos. El presupuesto
provincial se lo traga la legislatura, la gobernación y la policía; y la provincia perece de inanición.
Ese resultado, parece no hacer mella en la historiografía zuliana, porque ésta se concentra
en describir la vida de la élite citadina criolla y extranjera en Maracaibo, la cual se reduce a un
puñado de familias, en este estudio, por lo contrario se apunta a la necesidad de introducir a la
historia de esta provincia el papel relevante de: decenas y cientos de Notables, redes familiares,
grupos económicos, facciones políticas, caudillos, minorías calificadas e individuos de élite y
pobres resistentes. Somos del particular, de que hay que bajar a los substratos, donde se pone al
descubierto las fuerzas que desde el más insignificante partido de esta provincia actuaban en el
espacio histórico, es necesario hacerlo, porque sin las historias de los Cantones Subalternos, de
las villas, parroquias, vecindarios, partidos, aldeas y los descampados lejos se está de conocer la
historia profunda de la Provincia de Maracaibo [224], propia de una historia del asombro, porque
en ese nivel de conocimiento se descubren los problemas fundamentales que impiden destrabar el
proceso ascendente, para de este modo marchar hacia la resolución de la problemática que
apunte a la realización de un espacio de agrado extensivo a los más recónditos lugares de esta
geografía prodigiosa. Tal es el digno aporte que el historiador puede entregar a quienes no cejan
en el empeño de construir en su imaginario político realidades innovadoras e inéditas.

Teniendo en el alma la pasión por los más altos fines, es imprescindible -en consecuencia-
conocer cómo en la época y en el tiempo que es objeto de estudio en este libro se formaron las
élites, porque la existencia de estos prohombres o mujeres sobresalientes tienen un peso
específico en los procesos históricos de un modo superlativo, siguiendo la pauta de que la historia
debe ser sensible a la condición humana. Tal tema, el de la formación de las élites campesinas,
será objeto de abordaje en el capítulo que sigue a continuación.

224
La cual como ya se ha dicho no se restringía a los límites fronterizos de su jurisdicción. Más adelante, en el siguiente
capítulo, se narra un caso de historia de vida donde quedan conectados unos personajes que tuvieron un radio de
acción que incluía a Betijoque, Maracaibo, Lagunillas y Cabimas. De tal modo que para escribir la Historia de Cabimas no
puede el investigador sustraerse del hecho de que parte de su historia se hizo en consuno con la de otras poblaciones
(La Rita, Lagunillas, la Villa de Altagracia, La Cañada…) o más aún con Venezuela como un todo. Betijoque, por cierto,
pertenecía al Cantón Escuque, el cual se ubicaba dentro de la jurisdicción de la Provincia de Trujillo. La historia local -
incluso la regional- como tal es sólo una referencia pedagógica, lo metodológico impone es el explorar su imbricación y
vinculación con un entorno cada vez más amplio, para impedir la estrecha visión de campanario. Ese criterio de la
historia de Cabimas como un proceso histórico amplio se impone en este trabajo, mostrando sus connotaciones incluso
continentales al ligarla con el fenómeno del desmoronamiento sudamericano y el más grave aún de la disolución de la
Nación latinoamericana y caribeña.
177

CAPÍTULO III

FORMACIÓN DE UNA ÉLITE


Una mezquita

1. Élite campesina
Para afrontar el desafío teórico sobre la existencia de una élite campesina, se empezará
por una premisa provisional, en la cual se considera que, para que se formen individuos de élite en
una sociedad se requieren de condiciones especiales, donde éstas por lo general solo se presentan
en el medio citadino. Las ciudades presentan múltiples ventajas en comparación al campo, por
ejemplo, ya se ha constatado en este estudio el estado de la educación en las tres parroquias que
conformaban la ciudad de Maracaibo con respecto al mismo servicio en el resto de la provincia.
La capital marabina, además, de las escuelas primarias, también disponía de centros educacionales
de formación más avanzada, total podía crear cuadros de individuos muy instruidos. Y así como la
educación alcanza un nivel de formación alto y diversificado en un medio urbano citadino, es obvio
que por la naturaleza de ser la ciudad capital, también el nivel de la cultura política que se
desarrolla en ese ámbito urbano llega a ser notorio, por el poderoso aparato burocrático que allí
existe para administrar los asuntos de su comarca. Todo lo dicho nos indica, sin tener la necesidad
de ampliar más ese punto, que Maracaibo era un ambiente donde los individuos de élite podían
formarse con mayor facilidad que en los cantones subalternos y en sus parroquias aisladas, debido
a los múltiples factores coadyuvantes que apuntaban a calificar a una fracción de sus habitantes
de un modo destacado.
Acorde con esa visión de la supremacía citadina, la historiografía predominante asume que
la élite de esta provincia durante el siglo XIX era urbana y descarta de facto que en los suburbios
tuviesen ese tipo de representación. La tarea de esta nueva historiografía -la que tiene por objeto
de estudio la constelación de poblaciones de la cuenca lacustre- será la de visibilizar la existencia
de una minoría calificada en la parroquia Cabimas y dentro de ella la destacada presencia de
individuos de élite. Pero no nos restringiremos a ese objetivo, sino que se pretende llegar a
mostrar y explicar el proceso de formación de ese selecto grupo. Por otra parte, como previo, se
citará a algunos actores sociales que expresaron en aquella época las dificultades por las que
atravesaban algunas comunidades, para atender sus negocios tanto políticos como económicos,
debido a la carencia de individuos que pudieran asumir las responsabilidades de la esfera pública,
es decir, poblaciones donde la élite -aparentemente- brillaba por su ausencia. Los casos que se
presentan referidos a esas dificultades son dramáticamente sobrecogedores, y serán expuestos en
el siguiente orden: En primer lugar, se expone el caso de la población de Siruma, pueblo localizado
en el Cantón Altagracia, en el documento que se trae a colación para tratar ese caso se declara a
ese conglomerado humano en «primitivo estado», en segundo lugar, se expone el caso de la
población La Ceiba, donde un funcionario declara que aquellos habitantes carecen de «espíritu
público», y en último lugar se expone el caso Balza-León donde se constata un nivel de
precariedad cultural que anonada al más impávido, y del mismo modo, dentro de ese mismo
178

marco se narrará el caso del juez Toledo, quien fue llevado ante un tribunal de Maracaibo, donde
fue declarado “inocente” con doble sentido.
Una vez mostrado estos turbadores casos, donde parece que se confirma que en el campo
no puede emerger una élite, se abordará en una nueva sección, entonces, cuáles son los factores
que explican la existencia de una élite en el campo y cuáles son los incentivos positivos que allí
actúan para crear nichos de calificación, donde se forma o se refuerza una minoría especial, a
partir de la cual algunos de sus miembros asumen las características propias de un individuo de
élite. Exposición que se aplica tanto al Cantón como a su parroquia Cabimas, para ser contundente
con lo que se afirma.
1.1 Casos turbadores:
Las noticias que se tienen sobre el pueblo de Siruma, la parroquia La Ceiba, el matrimonio
Balza-León, y el juez Toledo ponen en evidencia las dificultades que existen en el medio rural para
que aflore una élite campesina.
a) Parroquia en «primitivo estado»
Los hechos que dificultan la formación de individuos de élite en el medio rural y en el
espacio del campo lo ilustra el caso de la población de Siruma en el Cantón Altagracia, ésta fue
declarada en primitivo estado y, en consecuencia, se le retiró su categoría de parroquia. En
principio, la causa a la cual se achaca esa precariedad de vivir en un primitivo estado a sus
pobladores es a la carencia de instrucción en las primeras letras. De allí que la educación era
considerada como una gran conquista, tanto así que durante la época colonial los habitantes de
las Cabimas fueron constituidos en parroquia, y la primer medida de adelanto tomada por el
obispo fundador -Rafael Lasso de la Vega- para fortalecer a la población que se había erigido, fue
la de impartir claras disposiciones para que se dotara a aquel pueblo con una escuela. Las escuelas
eran consideradas tan importantes como los caminos para enfrentar lo que más requerían
aquellos habitantes, y ambas fueron asumidas como concesiones capaces de detener la sedición
contra la autoridad imperial hispana [225]. De allí que el obispo instruido sobre esa política
diseñada para defender la monarquía se interesase en que Cabimas dispusiese de esa institución
[226]. El obispo Rafael Lasso de la Vega ordena el mantenimiento de esa institución a toda costa, y
según su mandato debía permanecer abierta la escuela aún cuando sólo tuviese un alumno. Tenía
razón este alto eclesiástico, en principio ningún pueblo podía funcionar sin contar con un aparato
burocrático, ni éste podía existir sin escribanos, siendo así, el futuro de la población dependía de
aquella institución educativa. Para convenir con esa afirmación, basta con señalar las condiciones
en que se encontraba la población de Siruma en el Cantón Altagracia el año de 1846. Ese año las
autoridades del cantón indicaban:
La parroquia Siruma de este Cantón se encuentra sin cualidades para ser constituida en
parroquia (…) porque no hay el número de los ciudadanos con los requisitos de Ley para
desempeñar los destinos concejiles, pues los que saben leer y escribir son en muy corto
número (…) Porque (…) de resultas de no haber quien pueda desempeñar las judicaturas

225
Nos referimos al alzamiento de los comuneros del Socorro la cual se extendió hasta la Provincia de Mérida en
Venezuela y amenazó a la de Trujillo.
226
Se estaba ahora frente a otro levantamiento de mayor envergadura, el de la Independencia.
179

de paz con la eficacia que se requiere, causa en la marcha de los negocios así políticos
como económicos con total entorpecimiento opuesto enteramente a la puntualidad que
las leyes y ordenanzas recomiendan el despacho de la Administración de Justicia. -Por
estas razones incontestables, se propone la exclusión del nombramiento de parroquia al
pueblo de Siruma dejémoslo en su primitivo estado.- (AHZ, 1846: T. 2, f. 218)(46.3)
La falta de alfabetizados de acuerdo a lo expuesto por las autoridades del Cantón
Altagracia reducía la capacidad de los individuos, porque se vivía una época en la que los asuntos
se resolvían, primero, consultando las leyes y las ordenanzas para averiguar que se disponía en
cada caso y, segundo, asentando por escrito lo actuado, para informar a los superiores de las
diligencias efectuadas y de sus resultados, era por lo tanto indispensable saber leer y escribir. De
tal modo que en el desempeño de sus cargos los funcionarios que integraban el aparato
burocrático, producían un sinnúmero de relaciones, informes, sentencias, comunicaciones,
justificativos y otro sinfín de documentos oficiales [227]. Lo que quiere decir, que para que una
población tuviese una cárcel, por ejemplo, era necesario contar entre sus pobladores con sujetos
de buena preparación, es decir, como mínimo con la capacidad de rendir informes por escrito de
sus actuaciones, porque allí habrían de colocar los materiales que eran necesarios en la
construcción de esa edificación, el valor de cada uno y la suma de gastos que formaba el
presupuesto, de tal modo que el proceso administrativo fuese operativo, porque con ese
presupuesto se podría solicitar la aprobación de la obra y del dinero para realizarla en las
diferentes instancias del poder, tal y como sucedió con la edificación de ese centro de detención
en Cabimas.
Recordemos, además, el caso de José del Carmen Urdaneta en Maracaibo, éste viene a
colación, Urdaneta por intermedio de un letrado se dirige al gobernador exponiendo por qué no
puede desempeñar el cargo de comisario para el que ha sido nombrado, dice:
Señor Gobernador de la Provincia.
José del Carmen Urdaneta de este domicilio, a Vuestra Señoría atentamente expongo. No
sé leer ni escribir (penoso me es confesarlo), porque nacido bajo el régimen colonial que
por sistema mezquinaba la instrucción, descuidando hasta lo sumo la educación primaria
(…) no me fue posible adquirir aquellos conocimientos, tan honrosos como indispensables
en un ciudadano. Y esta circunstancia Señor (…) me obliga a renunciar ante V.S. el destino
de comisario de policía (…) para el cual se sirvió nombrarme aquel (…) pues ella es
absoluta necesidad para ejercerlo; en razón de que, siendo una de las funciones de tales
empleados (…) sacar patrullas y evacuar algunas comisiones, que bien puedan ser
arrestos, no puede desempeñarlas una persona lega sin exponer su resultado [por
escrito] (…). Maracaibo enero 23 de 1845(AHZ, 1845: T. 9, l. 2, f. 316).
En efecto, el gobernador, indicó en este caso:
(…) considerando que ésta es una nulidad para desempeñar funciones (…) a lo menos en la
capital en donde no se carece de sujetos de entera aptitud para este encargo, la
Gobernación conviene en admitir la renuncia (…) Serrano (ídem).
Si esto ocurre con un comisario, cuánto más no sería necesario saber para ser un juez de
paz en una de aquellas parroquias del medio rural en esta provincia. Un Juez de Paz debe poder
resolver la compleja problemática que se presenta en una población, y esto lo lleva a cabo con un

227
Con esos manuscritos elaborados, en una alta proporción, en esas judicaturas, es precisamente que se reconstruye
esta historia de Cabimas. Esa minoría calificada dejó de su puño y letra su versión de los hechos -Memoria- en los que
se vieron involucrados, esos documentos son los manuscritos históricos citados a todo lo largo de este libro.
180

equipo de “sujetos de entera aptitud”, entre quienes se cuenta: el síndico, el administrador de


rentas, el colector de rentas, el secretario del tribunal, los cartularios, el alcaide, el ecónomo y los
comisarios -que constituyen su aparato burocrático-. Por otra parte, como juez del pueblo está
presidiendo las Juntas que atienden diferentes asuntos de interés para esa comunidad, y todo eso
hace posible su gobierno, es decir, el Juez necesita de una minoría calificada. Toda esa
organización y ese equipo humano, como es obvio, permiten el funcionamiento de la parroquia y
hace posible que esta llene las expectativas que sobre ella tiene tanto la corporación cantonal
como la provincial. El saber leer, escribir y, además, saber contar y sacar cuentas son
herramientas claves para la eficacia en “la marcha de los negocios así políticos como económicos”
de una parroquia -como indicaba la corporación altagraciana-. De lo que se infiere la importancia
de poseer esas habilidades intelectuales básicas, para entrar a desempeñar esos cargos públicos, y
en el caso de carecer de ellas de quedarse sin judicatura y con ello sin Juez de Paz.
Mientras Siruma queda enfrentada a un «estado primitivo» debido a la falta de letrados
[228], La Ceiba se debatía como un vecindario compuesto por habitantes pobres, es decir, por
propietarios y pisatarios con un menguado patrimonio de bienes, lo cual constituye otro factor
contrario al surgimiento de una élite en el campo.
b) Parroquia compuesta por vecinos pobres
No sólo fue Siruma la que se puso en cuestión, un funcionario de aduana colocó también
en entredicho a la población de La Ceiba. Y este caso, como los que le acompañan, da una idea de
la gravedad del estado de la sociedad a la cual se alude en este estudio de época y lugar. Expone el
administrador de aduana Justo Troconis refiriéndose a las condiciones de vida de la parroquia La
Ceiba:
(…) preveo un inconveniente capaz de evitar todo procedimiento (…) que es: que este
vecindario se compone de un corto número de habitantes pobres y circunscriptos a su
trabajo, peones (…) faltos de todo espíritu público, y sin ciencia para entender cualquier
disposición (…) (AHZ, 1838: T. 10, f. 325).
Por lo expresado, Justo Troconis descarta ante el gobernador Juan José Romero cualquier
expectativa de realizar en esa población obras públicas, para llevar hasta ese lugar la vida civil.
Señala que lo que hay allí son vecinos pobres[229], dice que es “un vecindario compuesto por un
corto número de habitantes pobres”-, agregando que todos estos pobladores se ven circunscriptos
a su trabajo, de lo que infiere que en razón de ese tipo de existencia no poseen espíritu público ni
los conocimientos elementales para asumir cualquier adelanto [230]. No obstante, más adelante

228
Esa realidad objetiva lleva a expresar a Karl Marx a declarar al habitante rural incapaz de realizar cambios en la
historia, por el grado de idiotez al cual lo lleva ese medio carente de todo avance significativo. De allí que muchos
académicos cuando asumen los hechos generados al interior de la provincia, asumen como Karl Marx una actitud de
desdén hacia aquellos habitantes y su papel como actores sociales. La orientación marxista es un referente teórico
válido que aplica en determinadas circunstancias y en otras ocasiones no. La teoría marxista de la historia es susceptible
de modificaciones y cambios, que depende del desarrollo que se vaya obteniendo en el conocimiento científico que se
ajusta a lo que se va descubriendo en la realidad, lo cual obliga y compromete a un nuevo avance teórico/metodológico.
229
Por vecinos se entiende a aquellos que tenían suficientes propiedades para poder ser electores o elegidos bajo la
república censitaria. En La Ceiba, los vecinos debían limitarse a muy pocos individuos, pero quien escribe la respuesta
seguro que se refería a propietarios de muy menguados bienes en esa localidad.
230
Troconis tuvo un arrebato intelectual descalificador y brutal, porque ningún hombre carece de ciencia, desde el más
remoto pasado, el hombre es hombre porque se dotó mediante una tecnología de instrumentos de trabajo, así éstos
181

informa que esa población había construido una mezquita pajiza -una capilla de paredes de
bahareque con techo de paja-, término despectivo con el que pretendía desconocer, todo lo
contrario, a lo que ha expresado, porque aquella capilla da mentís a su juicio descalificador sobre
aquellos humildes habitantes. Los ceibajenses sí poseían espíritu público, pero lo que les colocaba
un techo a sus aspiraciones era, por un lado, la extrema pobreza en la cual estaba sometida la
mayoría de sus pobladores y, por otro lado, el corto número de habitantes, ya que ambas cosas les
restaba fuerzas para emprender tareas relevantes. Pero ese poblamiento sí poseía voluntad
política, y sí disponía de habilidades tecnológicas rústicas que se tradujeron en aquel adelanto de
la mezquita para todo el colectivo [231], la realidad es que tenían en contra -lo mismo que Siruma-
unas condiciones de miseria que les asediaba sin tregua, y lo inteligente en esas circunstancias
desfavorables era abocarse a la supervivencia. Tampoco escapaban de ese difícil cuadro los
vecinos pobres, quienes a pesar de ser propietarios de alguna unidad productiva, ésta era de muy
poco valor, y también debían dedicarse a luchar en ese frente, para que sus plantíos o fundos no
se arruinasen, porque todo a su alrededor apuntaba al colapso [232].
En la misma Cabimas, un hombre con grandes cualidades como Basilio Borjas, no participa
de la actividad política desde que termina la guerra de independencia hasta el año de 1836,
porque durante ese período se dedicó fue a recuperar su cabaña ganadera y en volver a roturar
sus tierras para que volvieran a ellas los sembradíos. En lo único que se involucró durante esa
etapa Basilio Borjas, fuera de sus intereses particulares, fue en ejercer como mayordomo de la
iglesia. Pero una vez en que ya ha restablecido su patrimonio para que le generara rentas,
entonces, sí sale de su retiro doméstico y retorna al espacio público acometiendo la tarea de la
construcción de la “iglesia nueva” -la tercera capilla pública de Cabimas [233]-, y no solo eso, a

fueran simples lajas de piedra. Mucho menos en este caso, donde este funcionario indica que estos habitantes disponen
de conucos, es decir, de un modelo de producción agrícola dotado de un patrimonio de conocimientos extraordinarios
de acuerdo con las observaciones realizadas hoy en día por ecólogos, antropólogos y sociólogos.
231
Graziano Gasparini en su libro Arquitectura de tierra cruda en Venezuela (1998) nos revela el mundo de
conocimientos que se requiere para este tipo de arquitectura indígena y/o popular, además de sus valores estéticos y
cualidades tecnológicas, en otras palabras, una mezquita pajiza era una obra de arquitectura popular. Lo cual indica el
grado de ignorancia que exhibe el aduanero Troconis cuando pretende de que aquel conglomerado humano está
conformado por seres inferiores, no extraña tal actitud, es propia de un sector de la sociedad jerárquica, la cual para
ejercer su dominio y control sobre las mayorías requiere de este tipo de elaboración ideológica.
232
En este trabajo se irán revelando las difíciles condiciones por las que se atravesaba por estas costas, es la historia de
la infamia.
233
Un manuscrito del año 1870 permite suponer que esa “iglesia nueva” se derrumbó, pero al momento de colapsar ya
aquel colectivo estaba levantando el templo que lo sustituiría, eso nos hace pensar, que es muy posible que el solar que
ocupaba era inmenso, ubicándose la capilla en medio y con amplios laterales a sus dos lados. Si esto es así, es posible,
que la que se estaba edificando se erigió en toda la esquina, es decir, al lado de la que estaba en condiciones ruinosas.
Esa edificación que se construía a su lado ocupa el lugar donde está el actual templo, lo que explicaría por qué tiene ese
locus muy inusual (en toda una esquina). Esa cuarta construcción si corresponde a la iglesia en su sitio definitivo, el que
hoy ocupa. Fueron tres iglesias, aún cuando algunas se reconstruyeron o se remodelaron siguen siendo las mismas,
porque estaban ocupando el mismo solar. La cuarta también se desplomó y se reconstruyó sobre el mismo sitio, y
después fue sufriendo remodelaciones, mejora y ampliaciones, las cuales la llevan a la actual catedral. En cuanto a las
plazas Cabimas solo ha tenido dos, la plaza de La Rosa y la de la Cabimas de La Plaza, ésta segunda queda en diagonal al
templo en vez de estar en todo el frente como es lo acostumbrado. En cuanto a la capilla de los misioneros del pueblo
de San Antonio, ésta no quedaba dentro del ámbito del vecindario de Ambrosio, por lo cual esta capilla si bien estaba en
la Costa de Las Cabimas, no formaba parte de la población de Cabimas que llegaba por su lado al norte hasta La Cruz de
Ambrosio, quedando la Misión, en aquel, entonces en las afueras de la población de Cabimas. Cabimas, por otra parte,
182

partir de ese año Basilio Borjas empieza a terciar de manera activa en todos los asuntos del
pueblo.

Recapitulando, para que exista una minoría calificada que ejerza los negocios económicos
y políticos en un vecindario es necesario, primero, que exista un número suficiente de pobladores
que posean una instrucción elemental -que sepan leer, escribir y sacar cuentas-, segundo, que
tengan suficientes caudales, para que las necesidades no los suscriban al trabajo, y tercero, que
dispongan de saberes, esto es, que hayan recibido un legado cultural, el cual les permita actuar
más allá de la esfera privada y familiar en que se mueven.
Ese último aspecto es el más dramático, porque una formación cultural precaria puede
anular las ventajas que se derivan de un grado de educación y de la posesión de bienes, porque
puede restringir al ser humano a vivir encerrado en la problemática cotidiana y ordinaria, en otras
palabras, para que un individuo se incorpore a una minoría calificada capaz de poner en marcha a
una población se requiere más que ser propietario y alfabetizado, porque el principal valor deriva
de las expectativas a que le anime su formación cultural. Si su cultura le lleva a trascender a los
intereses particulares y motivarse por los intereses de la sociedad, la posibilidad de que actúe
como un individuo de élite es muy probable que se manifieste en su existencia, pero si su vida no
va más allá de los intereses de sus propiedades y de su núcleo familiar, jamás vivirá las
experiencias de la esfera de lo público.
c) Formación cultural precaria
La formación de una élite en el ámbito rural no fue nada fácil, tenían grandes barreras a
vencer en ese medio campestre, porque incluso entre quienes sabían leer y escribir existía una
verdadera tragedia humana, debido a los muy bajos niveles culturales en el que estaban
inmersos. Para ilustrar este aspecto, se va a utilizar el caso Balza-León como un factor de
incidencia negativa, aspecto que nos puede permitir comprender la incapacidad de algunos
individuos para superar la barrera de la cotidianeidad.
En el caso Balza-León se conjuga el escándalo con un mundo corto y estrecho. El escándalo
en principio consistía en el abandono del hogar por parte de una esposa que se trasladó desde la
parroquia Betijoque hasta Maracaibo, y una vez a sus anchas en esta provincia, impactó los niveles
de la esfera política causando un caos de baja intensidad en las esferas del poder. En este caso, sin
embargo lo que más sorprende, es que resulta uno más escandalizado por el deplorable nivel
cultural del esposo que por la conducta promiscua de su mujer. El caso Balza-León permite
sondear la profundidad que alcanzaba el atraso e ignorancia en toda su dramática situación
existencial. Ese episodio va a permitir valorar en toda su extensión las enormes barreras a vencer
que tuvo que confrontar la sociedad, para intentar construir la república, proceso tortuoso y difícil
en el que se tuvo que pagar un alto precio, como ocurre en todo intento de introducir cambios en
la realidad.
El escándalo de Balza nos ilustra que no se trata solo de saber leer, escribir y contar o de
tener caudales, sino del bajo nivel cultural de los personajes. Mateo Balza y Ana Joaquina León

desde muy antiguo había contado en sus haberes con dos Oratorios construidos por particulares, el de un Borjas y el de
una Tello.
183

suscitan una serie de hechos vergonzosos en el que terminan por involucrar a otros, entre ellos, a
una familia de prestigio en Maracaibo, un juez de Lagunillas y un personaje de Cabimas. En esta
historia todo apunta a la León como el centro de la trama, es decir, como la protagonista de la
narración, pero inesperadamente se llega a conocer mediante una serie de cartas que su esposo
Balza escribe -las cuales causan total perplejidad-, como hay entre los alfabetizados y propietarios
gente que no era apta para las competencias públicas e incluso las familiares. En otras palabras si
el escándalo que la León desata causa asombro por el caos que genera en el espacio de lo público,
el escándalo de un Mateo Balza pone en evidencia una formación cultural precaria mayúscula que
deja estupefacto al más impávido, porque muestra a un personaje de espíritu personal muy
pequeño.
Las condiciones en las que se encontraban los seres humanos eran deplorables, de allí que
el caso de Ana Joaquina León y Mateo Balza podrá arrojar una perspectiva de los grandes
problemas que confrontaba la sociedad salida de la sombra de la monarquía española. La León, si
nos guiamos por los contenidos de los Expedientes que se formaron contra ella, se convirtió en
una causa judicial que fue a dar no solo a manos del Gobernador de la Provincia de Maracaibo,
sino que también trascendió hasta el Jefe Político del Cantón Altagracia y los Juzgados de
Maracaibo, Lagunillas, Cabimas y Betijoque. Los hechos fueron como sigue:

El año de 1840 desde Cabimas se puso al corriente al Coronel José Escolástico Andrade
que estaba al frente de la provincia como gobernador acerca de esta moza oriunda de Betijoque,
esta es la carta que recibe el gobernador:
República de Venezuela.
Parroquia del Rosario de Cabimas Cabimas Noviembre 24, de 1840 11° y 30°
Señor Gobernador de la Provincia.
Al considerar a Us. con suficientes facultades para remediar los males, que la
inmoralización ha traído y trae a los pueblos; me tranquilizo tanto más cuanto se aumenta
en mi el deseo de escarmentar a los ocasionadores de esos sensibles trastornos. Ya tiene
Us. en sus manos una sabia solicitud que el Señor Jefe Político del Cantón de Altagracia ha
hecho en Us, con el fin de adquirir del pleno de sus facultades una sola que lo auxilie para
obrar directamente en la corrección que en aquella jefatura he solicitado para Ana
Joaquina León…
Hasta acá quien expone desea escarmentar a la León y a «alguien más» relacionado con
ella, puesto que se refiere a unos “ocasionadores” de unos sensibles trastornos que el expositor
califica de males propios de la inmoralidad que afecta a los pueblos donde ésta se tolera. Luego
prosigue sin pausa su denuncia y dice:
que como está probado en la Sumaria que existe en la Jefatura de ese cantón capital, esta
fugada del lado de su esposo inocente, y lo que es más de sus naturales, sin la legítima
autorización y la misma que tuvo lugar cuando la escandalosa vida de esta mujer
perturbaba de gran manera la moral;…
Por lo dicho se conoce que a la León se le levantó un Sumario investigación, donde se
presentaba como hechos en su contra de abandono del hogar, segundo, de haberse separado de
su comunidad sin legítima autorización y, por último, de ser una perturbadora de la moral. En
pocas palabras se presenta su caso como un «escándalo de época». Continuando el denunciante:
Y en las que se observan las justas quejas y reclamo hechos por su esposo el Señor Mateo
Balza; creyendo conveniente aquel juzgado que la mejor corrección es remitirla a los
184

jueces de su domicilio con el fin de ver si pueden conseguir la unión conyugal; evitando de
este modo que el santuario padezca más ultrajes de lo que ha sufrido por los pasos
escandalosos de esta mujer, y por consiguiente ejemplarizando a las demás casadas;…
El ponente recomienda remitir la León al juzgado de Betijoque, para intentar la
reconciliación, pero también para aleccionar a las casadas de no intentar huir de sus esposos -el
machismo de quien escribe es notorio-. Recomienda, en consecuencia, al gobernador intervenir
para que el Jefe Político del Cantón Altagracia pudiese remitir a la León cuanto antes a su domicilio
en Betijoque, porque lo único que detiene a ese funcionario -el Señor Jefe político de Altagracia-
es que el Gobernador se pronuncie sobre el caso para poder actuar sin dilación. Agregando el
ponente:
Resultando de aquí un arreglo en la moral y respeto a las leyes santas, y detenido hasta la
determinación de Us., me ha manifestado que sólo aguarda la disposición y consideración
de Us. para efectuar si es posible lo acordado.
Y presiona aún más, haciendo énfasis en que las autoridades no le confieren a estos
asuntos la importancia que tienen, y señala que no es inteligente ver en este “laberinto de males”
los atentados que contra la sociedad se producirán más adelante por no haber actuado a tiempo,
escribe:
Bien tiene demostrado Us. los graves resultados que ha habido, por haber visto mis
reclamos, los jueces de anteriores años han ocurrido con bastante indiferencia, y seguro
a Us. que bien graves son y serán los que se puedan seguir: conmuéveme al momento de
ver que pueda Us. tener parte en este laberinto de males, y para evitar sorpresas, que
ciertos atentados suelen ocasionar, me es preciso decir a Us. que si no se da un paso
agigantado que corte de raíz este mal, creo muy bien que serán funestos los resultados;
así me lo hacen creer el aspecto de las cosas ocurridas; …
Quien escribe esto es un sacerdote, y desde su ministerio concibe el entorno como un
santuario, este cura confronta al Coronel José Escolástico Andrade para que actúe desde su
instancia civil, es decir, le coacciona a sostener el orden, castigar el delito, observar las leyes, y
sobre todo a sacudir la indiferencia de los jueces. Busca colocar así a la León entre dos fuegos, es
decir, entre la iglesia que vela por las leyes santas y la moral, y el gobernador que posee un
aparato represor para contener a quienes violen las leyes civiles. El cura anima al Gobernador para
que entre ambos expelan el crimen, y de ese modo se impida el ultraje del santuario y el ultraje
de la sociedad, es decir, del mundo de las almas y el mundo de los ciudadanos, expresa:
y será posible que Us. descreído a la solicitud de su Pastor celoso por el buen orden de su
rebaño y ejemplificación, pueda autorizar con su silencio o tarde disposición unos males
de tanta trascendencia. No señor Us. ha sabido animarme en mis tareas a fin de
establecer la moral y expeler el crimen. Congratúlome al celo con que ha sabido Us.
sostener el orden, castigar y hacer castigar el delito, observando las leyes; y ofrézcome en
su nombre un feliz resultado a mi solicitud; así animará Us. más y más mis débiles
esfuerzos alentando mi celo, por el establecimiento de la moral y cumplimiento de mis
deberes, y pondrá fin a una obra de la que el cielo dará fiel correspondencia; como ha de
ser, es negocio que nos obliga a impedir los ultrajes hechos al santuario y aún a la misma
sociedad.
Le ofrece hasta “el cielo” al gobernador, con tal de que saque a la León de estos
contornos. Y pasa luego a amenazar al Alto magistrado a recurrir a instancias superiores, en dónde
si no es tampoco atendido, entonces, él como pastor de almas procederá a renunciar a sus
servicios en estas parroquias, dice:
185

Espero que no desatienda mis clamores-, pues si mis justos reclamos no mueven a Us. a
poner pronto remedio como cosa de cuidado, desde luego creome abandonado de Us. y
aunque tocase en tal caso, con todas la injusticia de la tierra con sentimientos fe su
corazón, por tener que exponer en las supremas el indiferentismo de las infras, con todo
pondré fin con abandonar (si en aquellas no encontrase acogida) toda administración,
aunque sea con perjuicio de estas infelices parroquias, dando parte al Señor de este
obispado.
Dios guarde a Us.
El cura visitador auxiliar.
Francisco de Moreno (AHZ, 1840: l. 16, ff. 16 / 30).
La calidad como escritor del autor de esta correspondencia no nos extraña, su formación
revela que pasó primero por una escuela y luego por un Seminario -recibió educación en una
ciudad-. El ser cura indica un grado de preparación sistemática bastante alto. No es el caso de los
jueces de estas “parroquias aisladas”, estos funcionarios no debían pasar por un programa
institucional de formación, para -a partir de esos estudios- desempeñarse como jueces
parroquiales, y la mayoría de ellos, a decir verdad, jamás conoció un salón de escuela cuando eran
niños. Sobre este asunto se tratará, más adelante, de cómo llegaron los jueces de estos pueblos a
tener una formación destacada. Pero continuemos con los hechos del caso Balza-León.
El largo y extenso mensaje del cura Francisco Moreno obtiene del Gobernador una
respuesta que nos entera de otra cosa, la denuncia contra la conducta de la León corresponde a la
estadía de esta ciudadana no en Maracaibo sino en el pueblo de Lagunillas:
Tengo a la vista la comunicación del 24 de noviembre último haciéndome una
manifestación de los ataques que se asestan a la moral y buenas costumbres, en los
hechos escandalosos que se advierten en el pueblo de Lagunillas. Se refiere U.
particularmente a las medidas adoptadas en consecuencia por el jefe Político de
Altagracia, las que también tengo a la vista y con esta fecha le he marcado el modo de
proceder para conseguir un resultado satisfactorio previniéndole me dé cuenta del éxito
de sus operaciones.
Y como buen dirigente el Coronel le agregó de manera condescendiente las siguientes
laudatorias:
Es muy plausible el celo religioso que U. aplica a la regularización de las costumbres y yo
lo excito a que procure U. mantenerlas demás, alejándoles la corrupción. Por mi parte
siempre encontrará U. dispuesto a auxiliarlo en la caución de objeto tan laudable (ídem).
Y a su paisano Agustín Luzardo -Jefe político del Cantón Altagracia- el gobernador le
escribió:
Señor Jefe Político de Altagracia. Diciembre 2. 1840.
Tengo a la vista su oficio de 30 de septiembre último relativo a manifestarme las medidas
que adoptó a consecuencia del aviso del venerable cura visitador de Lagunillas,
revelándole el trato ilícito que lleva el Seños Francisco Moreno con Ana Joaquina León
esposa de Mateo Balza y el resultado ilusorio que tuvieron las prevenciones al Juez 2° (…)
(ídem).
Este Francisco Moreno no es el cura, es el Francisco Moreno que en el año de 1847 tendrá
problemas con Ramón Romero en Cabimas por una nueva obra que está construyendo en el Alto
de Buenavista en las Sabanas de San Sebastián. Él es en este momento el Juez 1° de Lagunillas,
porque Agustín Luzardo se comunica con el Juez 2° para que resuelva el asunto en esa jurisdicción,
pero todo fue en vano o ilusorio. Lo que quiere decir que la León causó todo un problema de
186

competencias al hacer “ilusorio” el resultado que se esperaba de las diligencias de todos los
funcionarios involucrados -gobernador, jefe político del cantón y jueces de Lagunillas- en esta
cuestión de buena moral y buenas costumbres como problema de orden público. De allí que el
Coronel le de pistas a su subalterno de cómo consustanciar el caso para conseguir que el asunto
sea resuelto, y le instruye:
no ha podido U. resolver la expulsión de la León sin motivos que justificasen el
procedimiento. Por tanto U. promoverá por sí una información sumaria sobre la conducta
escandalosa de la mujer nombrada, y obtenida, la remitirá al Juez de Primera Instancia de
Maracaibo para que obre en consecuencia y según el mérito del sumario.
Yo recomiendo a U. muy particularmente actividad en este asunto en que tan empeñados
se hallan la moral y buenas costumbres, y espero me dé cuenta oportunamente del
resultado (ídem).
Este era un nuevo Sumario instruido contra la León, porque ¡hubo uno anterior elaborado
en Maracaibo! y los jueces en aquellos años actuaron “con bastante indiferencia” como lo hacía
constar ahora el cura visitador Francisco Moreno. La León desde aquella fecha lejana hasta ahora
en 1840 no había podido ser sometida, y en Lagunillas era bastante difícil que se doblegase porque
allí estaba amparada en el poderoso ciudadano Francisco Moreno -era su querida-. Por otra parte,
los manuscritos nos informan que, el cura visitador de Lagunillas es el cura de Cabimas, porque es
desde aquella parroquia de Nuestra Señora del Rosario que se dirige de forma oficial el cura
Francisco Moreno a las autoridades provinciales.
José Escolástico Andrade en vista de que no se lograba con lo actuado someter a la León
de Betijoque, solicito al Jefe Político del Cantón Maracaibo el Sumario del caso contra Ana
Joaquina León “a fin de examinar las razones que se tuvieron en consideración para detener el
curso legal (…) por haberse fugado del lado de su esposo y por otros excesos contra la moral
pública”, lo hizo porque parte de sus obligaciones era mantener a las parroquias de su jurisdicción
alejadas de la corrupción -como se lo planteo al cura Francisco Moreno-. Había que proteger el
tejido social y parecía que lo actuado hasta el momento había sido inútil, por lo menos en este
caso -el de la León-, que provenía según hemos podido averiguar desde el ya lejano año de 1833
cuando el gobernador de la provincia era Aniceto Serrano.
El asunto de fondo que se puede intuir en estos hechos en apariencia triviales, haciendo
un paréntesis, es que las mujeres en especial eran una de las víctimas más destacadas de ese
sistema lleno de prejuicios sociales, de allí que sobre la León como previo recaía toda condena y
sobre su esposo toda la inocencia, en otras palabras, el «escándalo» era ser mujer, porque “el
trato ilícito que lleva el Señor Francisco Moreno con Ana Joaquina León esposa de Mateo Balza”
no se centra sobre Francisco Moreno sino sobre la León, en quien recae toda la insidia, la culpa y la
acción diligente de las autoridades [234]. Pero la León hizo gala de su apellido y no se arredró con
todas las embestidas en su contra.
El caso Balza-León se remonta al año de 1833, ese año Ana Joaquina llegó a Maracaibo, y
no tardó en descubrirse su crimen, era una mujer casada que se había venido a esta ciudad sin
licencia de su esposo, y a esto se agregaba otro delito, no poseía el pasaporte del juez de su
domicilio sin el cual, entonces, había viajado ilegalmente, involucrando con ese acto contrario a la

234
Solo en el enunciado del Expediente se señala como el imputado a Francisco Moreno. Pero toda la atención se desvía
hacia los malavenidos.
187

Ley al piragüero que la había trasladado. En otras palabras “por semejante desorden” que estaba
causando con sus procederes la León llevaba a los hechos a la categoría de escándalo, y el
piragüero como también había violado las disposiciones legales, también se hacía merecedor de
una pena, en este caso, pecuniaria, es decir, de una multa.
Quien precisó a la León en Maracaibo, fue un amigo de «la víctima», es decir, del “esposo
inocente” (inocente según el cura Francisco Moreno que en este gesto revela cierta actitud
misógina). Esa persona que la encontró en la capital provincial, mediante sus buenos oficios quiso
regresarla al lado de su marido, poniendo para los efectos en conocimiento del caso a las
autoridades de Maracaibo. El resultado de esas diligencias fue que terminaron por sacarla de
donde estaba alojada, y fue pasada a la casa de alguien muy respetado en la ciudad, mientras se
hacía lo necesario para regresarle a su sitio de origen, es decir, al pueblo de Betijoque que queda
en las estribaciones montañosas de la Provincia de Trujillo.
Los hechos empezaron a partir de ese momento su vía tribunalicia, cuando la Jefatura
Política de Maracaibo se dirigió en el caso de la Señora Ana Joaquina León al Juez Primero de Paz
de la Matriz de esa ciudad. Era el 18 de abril del año 33, el documento era del siguiente tenor:
Señor Juez de Paz 1° de la Matriz.
Sabiendo de positivo esta jefatura, de que en casa de la Señora Juana Socorro se haya la
Señora Ana Joaquina León mujer casada y venida de Betijoque (…) se servirá U. pues a
proceder a la sumaria justificación llamando a declarar al Señor Miguel Villalobos y
también a la misma León (…) encargándole la indagación del piragüero conductor (…)
Miguel Villalobos era quién se percato de la presencia de la León en Maracaibo, la conocía
porque era amigo de su esposo, de allí que lo citasen para declarar. Miguel Villalobos vivía en
Maracaibo con su esposa e hijos, y Ana Joaquina tal vez en venganza por haber puesto en
conocimiento de las autoridades de su caso, introdujo la mayor enemistad entre Miguel Villalobos
y su esposa y sembró descrédito en Maracaibo para aquella familia. En cuanto al piragüero que la
trajo a este puerto, por lo contrario, declaró la León protegiéndolo:
No tiene presente la embarcación que la condujo a esta, ni menos el patrón por no
conocerlo (…) es cuanto sabe (ídem).
Y luego como se acostumbra en estos protocolos bajo juramento se declaró católica,
apostólica y romana para respaldar su testimonio. De ese modo dejaba al piragüero [235] fuera
del alcance de la ley. Pero en cuanto a Miguel Villalobos era algo muy distinto, el encono de la
León contra él era muy fuerte, porque este amigo de su esposo le dijo a las autoridades que la
León quiso arrancarle la cabeza a Mateo Balza, he aquí lo que dijo Villalobos:
En el mismo día (…) compareció el Señor Miguel Villalobos (…) el síndico municipal le
recibió juramento que hizo por Dios Nuestro Señor y una señal de la Cruz, por el cual
prometió decir lo que piense y se le preguntase (…) dijo: que sabe de positivo que la
Señora Ana Joaquina León estando en unión de su legítimo marido ésta trato de
descabezar, por lo que su marido trató de contenerla poniendo todos los medios posibles
a fin de que su esposa no tomara otros vicios, y sirviéndose salió su marido la Hacienda se
fugo para esta ciudad sin el previo consentimiento de su marido (ídem).
La acusación como se constata era grave, es más, el marido temía que de ese intento de
descabezarlo pasase tal vez a otros vicios como envenenarlo o aprovechar que estuviese dormido

235
Quienes estaban al frente de la conducción de la piragua, eran conocido por “patrones”, así se menciona en el
documento recién citado.
188

para proceder por alguna otra mala arte, así que optó para irse para la hacienda, ocasión de la que
se sirvió la León para escaparse. Ana Joaquina ante esas imputaciones, contraataco en el tribunal
y dijo:
Que es muy cierto que ella se vino sin licencia de su marido y sin pasaporte, y que ella se
separó de dicho marido por la mala vida que este le daba (ídem).
Con esta declaración el caso toma otro giro, “el inocente marido” terminó incriminado por
Ana Joaquina como victimario, y todo el interés en este estudio se debe poner ahora sobre Mateo
Balza, es decir, cuál era su conducta, su comportamiento, su honestidad y que tan apto era este
sujeto.
Basta leer fragmentos de una carta que le envía Balza -el marido de la León- a su amigo
Miguel Villalobos, para sobresaltarse del estado de ruina del marido incriminado, su nivel cultural
dejaba mucho que desear, y de esa estrepitosa realidad se deduce en este estudio la formación
educativa, moral y religiosa en el que se encontraba la sociedad que legó la monarquía a la
república, los fragmentos de la epístola de Balza se transcribe tal y como aparece en el manuscrito
[236] y allí se lee:
- aNa Juaquina seaydo para aya pa maracaybo sin dale yo motivo ninguno (…)
- pregúntele (…) si tiene alguna intensión mala contra su onor que dira la gente que se fue
por ya a putiar.
- Si ella le digiese que por que llo la hamenasava, pero eso no lo haría lo de ser, que llo se
lo desia era de los dientes para fuera (…) (ídem).
El último párrafo es lo que en términos legales se considera como una confesión de parte
relevo de prueba, en conclusión Mateo Balza sí le daba mala vida a Ana Joaquina.
Valga señalar que en esta época ni los abogados, gobernadores, jefes políticos de
cantones, jueces se salvaban de cometer errores ortográficos, gramaticales y de estilo, pero nunca
en la altísima frecuencia que se observa en Mateo. El caso es que Mateo Balza no era un vecino
pobre, poseía una hacienda de cacao, y no obstante su escrito está plagado de errores y horrores
concatenados en una espiral ascendente y vertiginosa. Ahora bien, dentro de ese tipo de ambiente
de relajadas costumbres no extraña la baja capacidad de reacción de las autoridades del Cantón
Escuque, éstas no se daban por aludidas cuando desde Maracaibo se les pidió, en 20 de julio de
1833, que intercedieran para que la León regresase a aquella jurisdicción:
No habiendo contestado el Señor Jefe Político del Cantón Escuque a los dos oficios que se
le pasaron en fechas 24 de Abril y 19 de Junio del corriente año avisándole de la fuga de la
Señora Ana Joaquina León de aquel domicilio, y para que tomase las medidas suaves y
prudentes a efecto de que se lograse la unión con su esposo. Habiendo presentado al
juzgado el Señor Miguel Villalobos la carta que le ha escrito Balza en 9 de Julio. Hágasele
saber el contenido de dicha carta a la León para que exponga sobre su conformidad de
irse a unir con su esposo Balza, y con lo que dijera tráigase para determinar lo que
convenga (ídem).
Cuando la señora fue informada de todo, ese mismo día, tomó la decisión de marcharse.
Sin embargo no todo salió como se esperaba, esta mujer decidida estaba llena de recursos, y hubo
debido a ello un cambio de planes, y a la mujer le extendieron un pasaporte hasta Cabimas bajo su

236
No se ha hecho así hasta el momento, puesto que se han corregido los escasos casos, para facilitar su lectura y
comprensión, y para que el lector no desvíe su atención de lo que realmente interesa. Quien quiera dedicarse a conocer
la precariedad del alfabetismo alcanzado en aquella época, puede ojear “Cabimas 1824 - 1850” donde se transcriben los
documentos tal y como están en los originales, allí observará el fenómeno en toda su magnitud.
189

solicitud en la que argumentaba esa conveniencia, y así fue como al fin salió de la capital, pero
cayó de cuerpo entero por el Cantón Altagracia, donde volvería a verse envuelta en un nuevo
escándalo, esta vez con un hombre poderoso de Lagunillas, Francisco Moreno el Juez primero de
ese puerto menor -que fue por donde comenzamos este recuento de hechos-.
Cuando Ana Joaquina accedió a salir de Maracaibo, que lo hizo al leer la carta de su
marido, convino, porque se le ofrecía ropa nueva y expresó que se marchaba “siempre que se me
de lo que necesito para el viaje” y añadió a modo de ultimátum “para evitar más escándalos” (!!!).
También exigió “que se le dijera unos días antes del viaje en marcha, para prepararse”, pero como
Miguel Villalobos que era el intermediario de ella con su marido sólo le entregó seis pesos y le
negó los auxilios necesarios de ropa, ella modificó su promesa de irse para Betijoque y cogió para
Cabimas con la venia del gobierno desesperado de tamaña leona suelta en sus predios.
Aquella moza de 22 años de edad había escogido aquella parroquia del Cantón Altagracia
porque allí vivía un pariente, el Señor José Vega, ella había alegado ante las autoridades de
Maracaibo, que “con el Señor Vega tenía la facilidad de cortar las desavenencias con su esposo
Balza en los viajes que Vega hacía a Betijoque [237]. En Maracaibo deseosos de salir de la leona
dijeron prestos que habían “creído no poder negar a la Ana Joaquina León la libertad de seguir al
destino que se propone” -la belleza de esta veinteañera también debió ayudar a convencerlos- y
en consecuencia le libraron del modo más expedito posible el pasaporte correspondiente para las
Cabimas. En pocas palabras, se zafó de las garras del poder de Maracaibo y se vino a seguir
disfrutando de su libertad en esta costa, sin tener la más mínima intención de regresar a los brazos
de Mateo.
La carta de su marido Balza a Villalobos aludida líneas arriba, donde le pide a su amigo que
busque a su esposa en esa ciudad, es la siguiente:
Betijoque 18 de febrero de 1833.
Mimas estimado Miguel Billalovo me alegrare este sin Novedad en compañía de su esposa
y el niño y demás, en casa, amigo le doy parte como, aNa Juaquina seaydo para aya pa
maracayvo (…) aguardo que me fuera para la hasienda desquidao, que fue lunes que yo
me fui, y ella se fue, el martes, pues cuando lo pensaba yo della quando no le daba
motivo, pues amigo sino aydo haya, solisitela onde quiera que este…
En esa esquela le pregunta a su amigo Villalobos si Ana Joaquina cogió para su casa y, si no
es así que se la busque hasta que la encuentre, y le sugiere:
Quesera donde ylaria romero se tia della y duelese della y pregúntele que cual es su
intensión que si es hadar escándalo amaracaybo (… …) que si quiere q ello mande, poe ella
o illo mesmo qe meadre de cuenta qe tal cosa ha pasado, para que vea qe tengo onor y
la quiero y hasi mándeme la rason lo mas pronto por qe en la tardansa esta el peligro…
Balza le prometía a Ana Joaquina olvidar las afrentas matrimoniales con tal de que
regresara a su lado, y pedía que fuese pronto pues temía los escándalos en la que se podía
involucrar si se tardaba. Después la conmina a hacerlo de una vez:
Qe sino la he de ver pronto lla no para después no quiero: qe no se la de, quidad que
como llo la quiera pues soy su marido Con eso es muy bastante qepara qe mas quieri, es

237
Dato de importancia para intuir los nexos que Cabimas mantenía con toda la Cuenca del Lago, ya se ha observado
con anterioridad, por ejemplo, el envío de unas reses hasta el Cantón Zulia, y se han establecido también sus relaciones
con Gibraltar o con La Cañada. El rescate de todo este tipo de información interparroquial es crucial para abordar la
historia de esta provincia.
190

cuanto se me ofrece Saludes ha Maria Sunsion y un millón de habrasos a Juan Fransisco y


Jose Deonisio
Y B S Ma Mateo Balsas (ídem).
Así termina su primera carta Balza con saludos a la esposa de Miguel Villalobos, María
Asunción, y abrazos a los demás. La segunda carta está lejos de ese mes de febrero -en la que hizo
su primera epístola- es ya en julio, y por su contenido se observa que en realidad va dirigida es a
Ana Joaquina. Mateo Balza ha recibido la noticia que su esposa va a venir a Betijoque, y le dice a
su amigo que recibirá a Ana Joaquina para cumplir con lo que Dios manda. Escribe que “será
bienvenida”, instruyendo a su esposa que le escriba un correo, para saber qué día estará en el
puerto para llevar la bestia para que la traslade hasta Betijoque, o que se dirija al puerto de La
Ceiba o bien al de Moporo, que si estuviere falta de ropa y de tantas cosas como ella desea que las
busque allá en Maracaibo, que Miguel Villalobos se las pagará, así como también le pagará el
transporte, y que con ella le ha de mandar Villalobos a él doce varas de género blanco del más
barato para un mosquitero o pabellón de cama y dos machetes de trabajo. Prometiendo Balza a su
amigo Villalobos que esa deuda se la pagará con la cosecha de cacao [238]. Esta es la carta de
Balza para Villalobos que se está aludiendo:
Betijoque 9 de julio de 1833.
Miestimado amigo resevi sus aprecios le tocante a lo que me dice de la venida de ana
juaquina esta, bien, amigo por su empeño (…) Buebo a ser vida con ella por qe lla yo no
tenia intención de juntarme mas con ella pero veo qe una enfermedad para los ojos de D y
que es de buena familia que si ella fuera de otra familia solo D savia me fuera a juntar con
ella pues es fin ella arta consido su Fe y estará arrepentida y asi vendrá umillada y me
será fiel y constante de no darme mas disgustos, y asi en esta virtud Bibamnos como D
manda y asi que se venga qe no haya cuidado será bienvenida, por q ella me echo el cargo
qe esta cosa a pasado ni pienso tampoco, de lo pasado es pues decir qe la (…) Jo [239] es
que escriva con el coreo aver qe dia esta en el puerto para llevar la vestia o al menos qe
llegue al puerto que es Ceiva qe lo mas fijo para no tener llo demora se pueda venir al
puerto de moporo por minos con curso de fente presiones a mi cuñada y a panchito qe
deseo conocerlo y demás de casa amigo villalovo ara qe senofrecido esta diligensia para
alo tratado e qe U me desempeñe, amigo Com. Co au mi necesidad el qe me credite con
doce Baras de genero Blanco el mas Barato que U. Biere qe es para un mosquitero o
pavellon de cama el la hasienda por la plaga Usted puede tantiar cal lo ancho del qe es oa
fin de qe al carece mire q es empeño el qe me lo mande, tan bien dos machetes de
trabajar q ello sere del cuidado apagarle justamente con el costo qe tuviere en el os
traporte de ana tan bien le digo qe si estuviera falta de ropa de tan cosas desia qe alla
puede tantiar a la falla qe tuviere, pude mandarme a desir lo qe le qedo deviendo q ello le
pagare para la cosecha de cacao y con esto a Uds qe verlos deseo.
Mateo Balza de Lion (ídem).
La carta la remata el “esposo inocente” -como lo calificase el cura Francisco de P. Moreno-
con algo sorprendente, en vez de ser Ana Joaquina de Balza como es costumbre inveterada,
Mateo en un arrebato romántico se despide con un patético Mateo Balza de Lion que rompe con

238
No extraña que Villalobos no cumpliese con los términos que Ana Joaquina había aceptado para irse a Betijoque -en
vez de mandarle dinero Mateo Balza le impone gastos a cuenta de deuda-, terminando Ana Joaquina en las Cabimas,
donde quién sabe porque vericuetos termina en Lagunillas, para dar inicio a otro Expediente judicial en la que ella
participa como una connotada protagonista.
239
Jo: Abreviación de Joaquina, o modo cariñoso de dirigirse a alguien abreviando su nombre.
191

lo convencional [240]. La carta revela a un Mateo Balza prepotente, porque desea ver volver a su
esposa “arrepentida y así vendrá humillada”, revela también a un oportunista, casi la mitad de la
carta trata de aprovecharse de su amigo Villalobos poniendo sobre sus hombros todos los gastos
de Ana Joaquina y, además, le carga una lista de compras para su hacienda de cacao con una
promesa de pago, todo lo cual pide sin entregar ninguna garantía de por medio.
Recapitulando. Este caso se ubicó entre los abundantes manuscritos existentes en el
Acervo Histórico del Estado Zulia, aparece en un legajo de papeles fechados con el año de 1840, en
ese manojo de documentos la portada reza: “Policía. Sobre concubinato de Francisco Moreno con
Ana Joaquina León. Asuntos generales de policía N° 16” En el primer folio de este expediente
aparece el oficio del Jefe Político del Cantón Altagracia dirigido al gobernador José Escolástico
Andrade. Allí Agustín Luzardo le comunica:
Habiéndome dado parte el Venerable padre cura visitador de Lagunillas Presbítero
Francisco de P. Moreno, que Ana Joaquina León, mujer casada con Mateo Balza vecino de
Betijoque, vivía en la citada parroquia de Lagunillas escandalosamente en puro
contubernio con el Juez de paz Señor Francisco Moreno, padre de dicho cura, no
habiendo bastado su saludables amonestaciones, para que se marchase de aquel lugar o a
lo menos se separase del trato ilícito que llevaba con su dicho padre, tan perjudicial,
cuando que no sólo ofende la moral pública, sino que causa disturbios entre Moreno y su
esposa a tiempo que el matrimonio de Balza y León, no está departido legalmente, ni la
última tiene permiso escrito de su marido para su separación, tuve por conveniente y
preciso, para evitar males de tanta trascendencia, oficiar al Juez 2° de Paz para que dentro
del término de ocho días, hiciese salir a dicha mujer de aquella parroquia y que fuese al
lado de su marido, omitiendo la formación de sumarias, ya para evitar el escándalo, pues
deben tocarse dos personas impedidas, ya porque he creído que en aquel pueblo
miserable, ni habrá quien dirija al Juez 2° de Paz, ni habrá quien quiera declarar por las
consideraciones y temores que aquellos tristes vecinos tienen al referido Moreno,
a
especialmente en el presente año que es la 1 autoridad.
El resultado ha sido, quedar ilusoria mi disposición, porque el referido Juez 2° de Paz me
ha oficiado exponiéndome la perplejidad en que se encuentra, porque corren voces en
aquellas parroquias, de que si él procede a cumplir lo que le mandé, el Juez 1° lo hace
contra él, y los que lo auxilien, poniéndoles un par de grillos y remitiéndolos a la capital
como infractores de la Constitución, por atropellar la seguridad individual de aquella
mujer.
En esas circunstancias, y deseando evitar choques entre aquellos dos jueces de paz y
sucesos que trastornan el orden público que a toda costa debe conservarse, he resuelto
consultar con V.S. con el pleno de su autoridad y superiores facultades en toda la
Provincia adopte por sí las disposiciones que crea convenientes, para cortar un comercio
criminal que tanto ofende la moral y decencia públicas, y la tranquilidad de las familias
(ídem).
Por el contenido de fondo el concepto mismo de República estaba en juego en ese hecho,
un juez -Francisco Moreno- amenaza con grillos a todos los que atropellen la seguridad individual
de la ciudadana Ana Joaquina León, pero otra autoridad -el Jefe político Agustín Luzardo del
Cantón Altagracia-, califica como criminal a ese mismo Juez de Lagunillas. Como es obvio, por una
parte, se garantizan los derechos de cada ciudadano ante la Ley, y por la otra se coloca a cualquier

240
También rompe de manera radical con lo convencional cuando dice el 18 de febrero: “y yo mismo me haré cuenta
que tal cosa ha pasado, para que vea que tengo honor”, es decir, que haría como si no hubiese dado ningún escándalo
porque “la quiero”.
192

autoridad bajo el alcance penal de la misma Ley, tal es en sustancia la República que erigen estas
élites acostumbradas a abusos seculares.
Es impactante el calificativo que emplea el Jefe Político del Cantón para sintetizar lo que
estaba ocurriendo, cataloga aquello -el fondo de ese escándalo- como un «comercio criminal», le
da ese calificativo de criminal creemos porque el Juez 1° de Paz de Lagunillas deja impedidos de
actuar al representante de la Iglesia el cura Francisco de P. Moreno -quien resulta ser su hijo- y al
representante de la autoridad civil del pueblo, el segundo juez de paz de este pueblo de aguas
[241], además, como ñapa, silenciaba a todos los vecinos, porque estos temían las represalias del
poderoso Francisco Moreno, ya que amenazó a quienes intentasen auxiliar al Juez Segundo si este
procedía contra él. En pocas palabras Francisco Moreno hacía valer su poder económico, político y
de funcionario público, los cuales empleaba como si fuesen un capital para obtener de ellos
privilegios y prerrogativas mediante los cuales se convertía en «un intocable». De ese modo la
León de Betijoque apoyada en el Juez 1° de Lagunillas -su querido- se hacía inalcanzable para el
Jefe político del Cantón, y Agustín Luzardo tuvo que recurrir al coronel José Escolástico Andrade
solicitando auxilio para enfrentarse a esta moza trujillana que según Balza era de buena familia.
El asunto expuesto llama a reflexión, parece que pertenecer a las buenas familias pudiese
ser un factor en la formación de la élite. En aquella República que habían fundado, esa minoría
tenía mucho peso. El mismo Agustín Luzardo, enfrentado a la moza trujillana, señala que el
resultado es que su disposición ha terminado en ilusoria. Construir una República no era fácil, era
algo inédito, y en esa tarea no estaba involucrado el todo social, estaba solo abocada una minoría -
«los vecinos»-. Pero esa minoría echó a andar todo un proceso que arrastró detrás de sí a un
número respetable de personajes como los que asoman en este caso Balza-León, desde Mateo
Balza y la Ana Joaquina León hasta el gobernador Serrano, desde Agustín Butrón jefe político de
Altagracia hasta el Coronel José Escolástico Andrade, desde Francisco Moreno cura hasta Francisco
Moreno juez, desde Villalobos hasta Vega y pare de contar.
La minoría compuesta por las buenas familias tiene una gran capacidad de movilización
social, y es en su estructura genealógica donde están presentes los resortes históricos para
formarse las élites adecuadas a ejercer una estructura gubernamental, independientemente si
son del ámbito de la ciudad o del ámbito del campo, por supuesto si la precariedad cultural no les
disminuye a ocupar un escalón por debajo del escalón público. Tanto dentro del sector de los
peones y jornaleros, como del sector de las buenas familias hay los que están marcados como
desgraciados, no porque fuesen analfabetos, sino porque sus perspectiva cultural no rebasa los
ámbitos de la cotidianidad familiar o la rutina de sus negocios, es el caso de Mateo Balza, su
mundo oscila entre su plantación de cacao y su Ana Joaquina León [242]. Sobre este caso no se
dispone de más manuscritos, en el repositorio documental no hay de allí en adelante ninguna otra
noticia acerca de ese caso, y debido a esto fue imposible conseguir el desenlace final [243].

241
Población palafítica.
242
Los vecinos analfabetos, los vecinos pobres y los vecinos de precaria cultura están excluidos de la posibilidad de
ejercer cargos en las judicaturas con eficacia según lo que se refiere en estos casos.
243
El caso de Balza-León aparece en: Carlos MEDINA. Cabimas 1824-1850. EDILUZ, 1997 (Dos volúmenes).
193

Otro caso también muy sonado en Cabimas fue el del juez de paz Pedro Toledo. Aquí de
nuevo se apunta al factor cultural, el personaje si bien conformaba parte del aparato burocrático
que movilizaba a Cabimas, sin embargo carecía de la madera de la que están hechos los miembros
de élite. Este personaje público fue catalogado por las autoridades que ventilaron el caso como de
falta de malicia, es decir, pecaba de ingenuo, era un “inocente”. Lo que ocurrió con Toledo, es que
fue incriminado por falsificación, y cuando el tribunal falló, la sentencia le define como un hombre
rústico, quien le faltó suspicacia al recibir un documento en el que se había hecho una enmienda, y
ésta podía cambiar el sentido gramatical de la oración. Como juez debía haber tachado el
documento, hasta tanto se aclarara el asunto de la enmendadura y no lo hizo, pero fue absuelto
porque no se descubre en el hecho ni interés por parte de Toledo, ni el perjuicio de tercero, y por
esas razones fue exculpado de la acusación cortándose el caso y declarándose que Toledo podía
continuar desempeñando su cargo en la judicatura de Cabimas.
El caso de Pedro Toledo originó el siguiente registro:
La incriminación de Toledo llegó a conocimiento del Gobernador de la provincia un 25 de
septiembre de 1840, por intermedio de Bartolomé Osorio del Juzgado de Primera Instancia, tomó
esa vía interna, porque este ciudadano era uno de los dos jueces de paz de la población de
Cabimas. El expediente que se le había abierto era por falsificación, consistente en un supuesto
forjamiento de un documento del tribunal. El Primer magistrado era el Coronel José Escolástico
Andrade y el denunció que recibió exponía:
(…) se ha falsificado la orden de este juzgado, dirigida al juez de paz de Cabimas Pedro
Toledo en diez de Agosto del presente año, y siendo este un delito común (…) se decreta
su suspensión y prisión, y con este objeto líbrese orden con inserción de este auto al Juez
de paz Basilio Borjas (…) y remitiendo al preso a disposición de este juzgado; y póngase en
conocimiento del Señor Gobernador de la Provincia para los fines convenientes (AHZ,
1840: l. 12, ff. 109/114).
El asunto es que había sido agregada una palabra al documento, sin que apareciese la
observación de que era una enmendadura. Añadido que descubrió Basilio Borjas, quien se trasladó
hasta Maracaibo para cotejar ante el Juez de la Parroquia Matriz la copia con el original,
resultando que la palabra agregada cambiaba el sentido de la orden.
Basilio Borjas se abocó a cumplir la orden superior, y para los efectos impone a Pedro
Toledo sobre su detención, e informa al Gobernador de la razón que le demoraba en poner en
ejecución lo que se le había instruido como tarea a realizar de inmediato, le dice:
Maracaibo Oct. Tres 1840.
a
Señor Gobernador de la Prov
Como elector provincial por el Cantón de Altagracia, he tenido que llevar estas funciones;
motivo que me ha privado el deseo de tener la satisfacción de dar por contestado a
Vuestra Señoría su oficio fecha 30 de septiembre último, participándole que estaba
cumplido su objeto; pero tan luego como marche a la parroquia de mi cargo será intimado
el Señor Toledo, sin embargo que desde aquí le he escrito con este fin.
Basilio Borjas (ídem)
El Alcalde de Altagracia en vista a todos los sucesos que se desataron con este escándalo
intercedió a favor de Pedro Toledo, porque Toledo era un vecino prominente en este cantón. Pero
lo que se imponía era lo que Basilio Borjas había echado a andar. El juicio se celebró, se presentó
el cargo, se hicieron las averiguaciones, se realizó la evacuación de pruebas y se procedió tras el
194

estudio de los pormenores a dictar sentencia. Con motivo a ese juicio rezan los documentos de
que Pedro Toledo nombró como su defensor al licenciado Juan Pedro Medina.
En el fallo que se evacuó se refieren a Toledo como alguien que procede a la:
(…) contestación hecha con ingenuidad, según el carácter franco, con que ha contestado
todas las preguntas que se le han hecho: es además Toledo un hombre rústico, que no
tiene la capacidad para conocer la malicia (…) [Y más adelante se señala que] No se ha
justificado tampoco que él haya sido el autor de la falsificación, y aunque siempre debiera
ser responsable, como quien fue que recibió el oficio (…) esta responsabilidad pudiera
muy bien no envolver dolo, sino una simple culpa (…) [agregándose más adelante que] no
se descubre de los autos cual pudiera ser el interés por parte de Toledo, ni el perjuicio de
tercero (…) Por estas razones y atendiendo a la disposición favorable que debe animar a
todo juez en beneficio del reo en todo caso dudoso (…) se corta esta causa en providencia,
dándose por compurgada la culpa de Pedro Toledo con la prisión sufrida y declarándose
en aptitud de continuar en su destino (ídem).
El caso Toledo traza el perfil del habitante de la época en las cantones subalternos y en las
parroquias aisladas, Toledo es un prototipo del hombre del campo, es decir, un ser rústico, franco,
ingenuo y carente de malicia, cualidades muy disminuidas en el habitante urbano. La llaneza de
Toledo no le descalificaba para ejercer su cargo, porque este individuo era un sujeto de entera
aptitud, pero no tenía la pasta de Basilio Borjas que compartía con Toledo su llaneza, pero que la
trascendía con su suspicacia, porque tenía conciencia de aquel otro mundo que se les oponía,
como era el enmarañado mundo citadino del cual dependía la preservación e incremento de sus
intereses o la disminución o pérdida incluso de los mismos, Basilio Borjas era un animal político en
el buen sentido aristotélico del término [244].
Basilio Borjas intuye con facilidades los infinitos enfrentamientos a los que el hombre se ve
expuesto [245], en el caso de Toledo percibe como la llaneza de Toledo puede trastocar el
prestigio de la judicatura y actúa en consecuencia ajustándose a un “sistema de valores ideas” que
su clase social a elaborado y convertido en “las tradiciones” que deben ser respetadas, porque
constituyen la cultura dominante, de la cual depende el acatamiento de los vecinos de las “formas
institucionales” impuestas por ellos como actores sociales protagónicos. Los intereses de su clase
social, en este caso, deben privar sobre los intereses particulares de un miembro de su clase social,
y actúa en consecuencia para que el control social dominante de la sociedad no se debilite. Al
defender los intereses generales de la estabilidad social y política, preserva el interés de su clase

244
Este caso se narra en: Carlos MEDINA. Cabimas 1824-1850. EDILUZ, 1997 (Dos volúmenes).
245
Los enfrentamientos en los que los hombres se ven envueltos no se reducen a los de las luchas entre clases sociales,
Karl Marx indica la relevancia que tienen los enfrentamientos entre clases sociales en la historia, pero esa propuesta
interpretativa no necesariamente descarta la lectura de otro tipo de conflictos que también inciden en la dirección que
toma el proceso histórico. La asunción de la teoría marxista reducida a sus más relevantes postulados la convierten en
un método inútil y fácilmente destinada a ser tratada como un desecho del que se debe prescindir, ese error lo cometen
quienes pretenden esquematizar y simplificar ese genial esfuerzo intelectual. Los enfrentamientos originados en la
conciencia de clase son infinitos y asumen distintas formas, es solo bajo esa perspectiva pletórica que el método
marxista se renueva con los avances de las ciencias sociales hoy en día enriquecidos con unos enfoques muy
interesantes. Marx sintió animadversión hacia el mundo de «los rústicos», lo que lo lleva a descalificarlos para las
acciones revolucionarias, no obstante un historiador como Federico Brito Figueroa que aplica en sus investigaciones el
método del materialismo histórico encuentra y define en ese mundo de los rústicos no solo a una élite que él denomina
como la “Aristocracia rural” sino también a peones que tomaron iniciativas trascendentes y lideraron una Guerra social.
Y en este presente trabajo, se emplean las orientaciones de otro historiador de formación marxista, quien es Josep
Fontana, quien revalora al campo y a su gente. Definimos a Basilio Borjas como un individuo de élite del campo.
195

social que está en el ejercicio del sector público y de la esfera política. No elude el enfrentamiento
contra un miembro de su misma clase social, porque ese miembro puede debilitar la forma social -
la Judicatura- que su clase social detenta. Al defender el prestigio de la Judicatura, fortalece toda
la vida institucional que su clase social ha desarrollado para ejercer el control social dominante de
la sociedad.
Basilio Borjas posee esas facultades muy particulares, es decir, un don para producir la
sinergia que es necesaria, en especial, en medio de circunstancias muy difíciles. Ese «don»
consiste en poner en funcionamiento su conciencia de clase, es decir, en echar mano a una
experiencia recibida de sus ascendientes y de sus contemporáneos, la cual es transformada en
sabiduría para defender los intereses que les unen y atacar los que les hacen perder cohesión, así
como las acciones que les preservan de los intereses opuestos a su clase social, sabiduría que se
traduce en términos culturales. La posesión de esa cultura y el enriquecimiento que se hace de la
misma es lo que forma al individuo de élite, si el perfil cultural de un miembro de esa clase social
se mantiene en un bajo perfil, es posible que alcance los estratos del poder, pero no el
protagonismo que se puede desarrollar a partir de ese escalón.
En el caso de Toledo su cultura no era precaria, era un sujeto de entera aptitud [246] para
desempeñarse como Juez de Paz en la parroquia Cabimas -Pedro Toledo era un Notable de esa
población-, pero no trascendía su conciencia social más allá de cierto horizonte, como sí es
evidente, una y otra vez, que lo hace Basilio Borjas al llevarla a niveles de conciencia histórica. En
conclusión, tanto la conciencia histórica como algunas cualidades personales convierten a algunos
hombres en miembros de élite dentro de un conglomerado humano, y esa conciencia histórica se
forma bajo las experiencias de vida en las cuales se ven inscritos estos sujetos, de allí que
suponemos que en el espacio histórico existen nichos de calificación en los cuales algunos
individuos adquieren mediante su participación activa en los hechos los atributos necesarios para
ser considerados por sus contemporáneos como la élite local. Ana Joaquina León reunía en sí esos
atributos propios de un miembro de élite, sacudió a toda la estructura social y política
estableciendo nexos y alianzas que la mantuvieron cerca de las fuentes de poder. Los ceibajenses
[247] también tenían entre los suyos a quienes son capaces de acometer una tarea común
movilizando a sus pares, de tal modo que la mezquita fue el resultado histórico de esa toma de
decisiones en las que debieron participar los distintos miembros de esa población, para disponer
de un bien social como era aquella capilla pajiza. Y Pedro Toledo, con experiencias como éstas

246
Locución utilizada por el gobernador provincial en el caso de José del Carmen Urdaneta, quien fue nombrado
comisario de policía y declinó su destino alegando que no estaba capacitado para ejercerlo por su condición de
analfabeto, aceptando el Primer Magistrado su baja, porque en su opinión en la capital sí existen individuos de entera
aptitud para desempeñarse en ese destino, puesto que cumplen con el requisito de saber leer y escribir.
247
Las expectativas culturales de aquella comunidad apuntaron a construir una capilla y ese anhelo lo objetivaron, tal
hecho exitoso apunta a un hecho determinante, el ser humano es un animal cultural, y en base a esa condición puede
asumir tareas propias de los miembros de élite, así no sea un propietario acaudalado o poseedor de una sólida
formación educativa, lo único es que estará más limitado en cuanto a su escala de logros. La élite marabina podía
proponerse y realizar una Catedral, lo que sin duda es un hecho relevante, pero no más que la mezquita pajiza realizada
por unos habitantes sumidos en la más total miseria. Los individuos de élite no están restringidos a la clase de los
acomodados, también afloran del sector de los desgraciados, así como entre los abandonados, es decir, las comunidades
parroquiales diseminadas por toda la cuenca del lago.
196

también se fue calificando, y en consecuencia, seguirá ocupando cargos relevantes en la judicatura


del pueblo y en la vida pública de su población.
Las cualidades propias de un miembro de élite son distintas y/o diferentes si el individuo
pertenece a una población como La Ceiba o Tomoporo, o si pertenece a una parroquia como La
Rita o Cabimas, o bien si es un habitante de una Villa como la de Altagracia o una ciudad como
Maracaibo. El problema metodológico es de tiempo u época y de espacio y lugar. Nos
restringiremos a indagar sobre las élites propias a poblaciones como Cabimas bajo el contexto de
la República de los vecinos. Y se intentará dar respuesta en ese estadio a la interrogante ¿Dónde
se forma la minoría calificada?
A continuación se expone el nicho por excelencia donde, en nuestra opinión, se califica a los
hombres para formarse como individuos de élite de una parroquia, en este caso, se toma como
referencia concreta al pueblo de Cabimas. Durante el desarrollo de esta exposición se podrá
observar todo el tipo de acciones en la que se involucran quienes entran a este selecto nicho,
acciones ejecutadas que lleva a que algunos de ellos alcance a ser reconocido en la Provincia de
Maracaibo, no solo como miembros de una minoría calificada sino también como prototipos de la
élite del campo.
2. Nicho de calificación:
En el espacio histórico existen, por lo general, prohombres, quienes por su actuación
destacada como actores sociales se convierten en protagonistas de la historia, porque inciden
sobre el curso que toman los acontecimientos. Esos personajes en poblaciones como la de la
parroquia Cabimas se convirtieron en autoridades, cuando se creó la Judicatura [248]. Y es,
principalmente, dentro de esa institución, donde estos individuos obtendrán todo un mundo de
experiencias nuevas, a partir de las cuales adquieren el perfil propio de un miembro de élite
dentro de ese conglomerado humano.
La judicatura es el gran centro formador de individuos de élite en estos pueblos
parroquiales o pueblos de los olvidados, nos adentraremos dentro de ese mundo para observar la
dinámica interna de esa institución, pero previamente, se establecerán dos consideraciones
generales como básicas para pertenecer a un miembro de la élite campesina [249] . La primera, es
la de poseer propiedades de cuantía, y la segunda es la de haber desarrollado las características
propias de un personaje, es decir, las de un individuo interesado por asuntos que van más allá de
la vida cotidiana (individuo con conciencia histórica), razón por la cual se convierten en una
referencia para sus coterráneos, cuando se asume o se aborda en ella alguna problemática de
carácter público. Dos vértices del problema son, entonces, el poseer propiedades y conciencia
histórica, y el tercer vértice incorporarse a la Judicatura.
a) Una minoría propietaria
248
Además de la Judicatura, existen otros nichos de calificación: La guerra es uno de ellos, en ellas se forman nuevas
élites, otro nicho es el de las actividades económicas como un conjunto orgánico, también en ese espacio se forman
miembros de élite, y del mismo modo, hay otros ámbitos, que se han venido comentando desde el primer capítulo de
este libro que también figuran como nichos de calificación. Pero el nicho de la Judicatura resalta como una constante de
primera magnitud.
249
La élite a la cual nos restringiremos será a la que surge del sector social de los acomodados o los principales del
pueblo, esto no descarta que en otros estratos de la sociedad, de los de abajo, no surjan individuos élite.
197

Hasta acá lo que se ha tratado en este capítulo corresponde a una descripción de las
parroquias en estado de atraso extremo, con vecindarios integrados por propietarios pobres [250],
además, analfabetos o de escasas letras y con una precariedad cultural rampante y cuando no,
entonces, se observa en ellos los rasgos de la rusticidad. Esos aspectos han sido de utilidad para
entender por qué en un conglomerado humano, pueda ocurrir que no haya quien asuma la
responsabilidad de encargarse de los asuntos públicos, debido a esos entorpecimientos. Pero
cuando no es esa la situación, y sí existen servidores públicos, se presenta otra perspectiva
afortunada, es decir, allí en ese lugar no solo se tiene la presencia de propietarios con caudales,
sino que éstos poseen una tradición cultural destacada y un grado de instrucción relevante,
razones por las cuales no son la excepción en ese lugar sino la regla, es decir, no son escasos y ese
grupo resultante llega a constituirse en un valioso patrimonio de servidores públicos para esa
comunidad pueblerina. Minoría calificada de la que surgen los prohombres.
En las Cabimas, Lagunillas y La Rita son numerosos los casos donde se registra ese salto
dado por un vecino propietario a protagonista de la historia local, entre estos personajes se
pueden mencionar algunos prohombres como un Braulio Pulgar o un Basilio Borjas o un Manuel
Barroso o un Francisco Moreno o un Matías Meléndez, quienes se pusieron a la cabeza de esas
minorías dueñas de hatos y haciendas y de algunas otras propiedades resaltantes en aquellas
poblaciones. Ellos participaron en tal medida de los eventos históricos del campo que, se les
puede catalogar con propiedad como miembros selectos de la élite del Cantón Altagracia.
Ese proceso que formó la élite del campo tuvo un camino lleno de baches en su ascenso,
es decir, esos individuos tuvieron que enfrentarse a muchos obstáculos, pero en medio de esas
dificultades fueron ascendiendo hasta emerger y cobrar renombre, de allí que su papel en la
historia debe ser mejor analizado de lo que ha sido hasta ahora en nuestra historiografía. La
historia del campo, puede aseverarse, está aún pendiente por escribirse en nuestra historiografía
universitaria [251], “Cabimas Kairi” como los estudios sobre Bobures, Machiques, Perijá y La
Cañada sientan la base de esa nueva corriente historiográfica. Razón por la cual este estudio invita
a concentrarse en la labor de los Juzgados de esos pueblos, para poder revelar el papel que
jugaron en el proceso histórico zuliano esas pequeñas poblaciones en el enmarañado mundo
provincial.
Sin conocer en específico la actividad de los actores sociales del campo durante ese siglo
XIX, no se puede sostener que se ha escrito una Historia de la Provincia de Maracaibo -de la cual
el circuito agro exportador1830/1860 es solo un capítulo-. Con ese problema en mente, es que nos
abocamos a la Historia de Cabimas para marcar ese derrotero [252].

250
Con bienes de baja cuantía, por ejemplo, con un hato de pocas vacas y una vivienda rústica, es decir, con un
patrimonio menguado y sin caudales. Donde el propietario debe arrimar el hombro a las faenas.
251
La denominada historia regional que en LUZ ha cobrado fuerza no la asume, por lo contrario pone una enorme
distancia de esa área objeto de estudio. Excepción de esa regla son los trabajos del historiador Rutilio Ortega, la
historiadora Marisol Arrieta Rodríguez, el antropólogo, sociólogo e Luis Marcial Rincón Rubio y el médico Nerio Romero
quienes realizaron estudios sobre Machiques, Bobures, la Cañada de Urdaneta y Perijá respectivamente. El Modelo
Agroexportador marabino es un capítulo de esa historia provincial.
252
Este trabajo es una propuesta metodológica para abordar la historia de esta constelación de núcleos poblados
conformados por rancherías, caseríos, aldeas, partidos, vecindarios, pueblos -poblaciones- y Villas.
198

La relación sobre la existencia de una minoría propietaria de Cabimas ligada a las fuentes
del poder local, esto es, a la Judicatura, se ha podido reconstruir. Por ejemplo, entre 1831 y 1847
se ha podido establecer algunos asuntos puntuales, en ese lapso de tiempo se ha podido
determinar, primero: que quienes acceden a jueces y síndicos son quienes se dedican a la cría de
ganado o quienes poseen piraguas:
Quienes llegan a desempeñar los cargos de jueces y síndicos son los criadores que envían
desde Cabimas a “La costa” (La Ceiba, Ceibita, Moporo, Tomoporo, Bobures y Gibraltar) y
a “otra ciudad” (San Carlos del Zulia), entre ellos está: Manuel Perozo, Ramón Romero y
Lorenzo Capitillo. También ocupan esos cargos quienes aparecen en la privilegiada “lista
de criadores provinciales” elaborada en 1843, es decir, Francisco Antonio Piña y Basilio
Borjas, por lo cual es lógico incluirlos también como “exportadores de ganado”. Se
incluyen, así mismo, algunos de los que están ubicados en las Sabanas de San Sebastián -
retiro de Cabimas- como son: Ramón Romero, Trinidad Perozo, Félix Borjas, Trinidad
Ocando y Eduardo Miguel Rojas. Entre los piragüeros ocupan esas posiciones públicas José
Concepción Balbuena y José Asunción Ávila [253].
De este modo se ha precisado que no era cualquier criador de ganado el que llegaba a
ocupar los cargos de autoridad en la Judicatura, por lo observado, eran solo aquellos que
aparecían en las selectas listas de criadores de la provincia o bien los que exportaban ganado
hasta el sur del lago o disponían de piraguas, o aquellos criadores localizados en las privilegiadas
tierras de las Sabanas de San Sebastián, es decir, en síntesis los de mayor poder económico. Ahora
bien, en segundo lugar: estos principales no solo llegan a desempeñarse como jueces o síndicos,
sino que también llegan a representar a los cabimeros en las elecciones provinciales y nacionales
como electores. De tal modo que se consigue como elector a uno de los criadores que “exportan
ganado”, es el caso de Ramón Romero, y del mismo modo entre “los criadores provinciales” es
elector un Francisco Antonio Piña y un Basilio Borjas, y también funge como elector un criador de
“los de las Sabanas de San Sebastián” quien es Trinidad Perozo.
En tercer lugar: también se observa que en esa etapa que va de 1831 a 1847 llegan
también a esos cargos algunas de las personas que están desempeñándose en la actividad
mercantil, entre ellos se consiguen en esos destinos a los “propietarios de piraguas”. Esto último
ocurre bajo la coyuntura especial de haberse dado una alianza política local, en la cual se unen
criadores, piragüeros y labradores para detentar el control del poder en esta parroquia. Ese caso
es interesante, porque la participación de los labradores en esta alianza estuvo condicionada a ser
representados por Trinidad Perozo, quien es un connotado criador de ganado, pero representó a
los labriegos en ese triunvirato que detentó la hegemonía política del pueblo de Cabimas. Y se da
también el curioso caso de que un criador sea también navegante como es el caso de José
Concepción Balbuena.
En una cuarta apreciación, se puede decir, que hay también alianzas entre estos criadores,
comerciantes y “labradores” con aquellas familias que, aún cuando desde el ángulo económico
son muy modestas tienen el atributo de ser muy numerosos sus miembros, factor que se pone de
manifiesto cuando el cargo público corresponde a los puestos públicos menores, como es el caso
de los comisarios. Conjeturamos, que los de “mayor poder” promocionan a estas familias

253
MEDINA, Carlos. Universos de barro y genealogías de los pueblos rurales. En: Aportes del Zulia a la genealogía
nacional. AHZ, Astro Data, 2007. Página 304.
199

nombrándolos para comisarios de policía para fortalecerse ellos políticamente, puesto que al
incluirlos en las esferas del poder otorgándoles puestos menores van a contar con el apoyo de
esos grupos consanguíneos. Entre los comisarios y cartularios en esa etapa de 1831 a 1847 están,
entre otros: Juan Perozo, Patricio Quirós, Bartolomé Quintero, Cruz Rodríguez, Félix Rodríguez y
Manuel Antonio Perozo. En el caso de los Quintero hay que tomar en cuenta no sólo que eran
numerosos, sino que además entre ellos había un “exportador de ganado” y dos “ventorrilleros” lo
cual fortalecía su posición para ser seleccionados como comisarios. En cuanto a los Perozo ya son
conocidos los miembros de esta familia en este estudio, porque ya se ha mencionado como
ocupan cargos importantes, agregándose ahora estos dos comisarios. Los Rodríguez y Quirós
ocupan esos puestos con el atributo de ser una familia importante por su número dentro del
universo poblacional de Cabimas, pero probablemente también hayan sido seleccionados por la
valía de algunos de sus miembros como propietarios modestos y como personajes del lugar -por
ser hombres de reconocido coraje-.
Por lo observado hasta acá, se puede establecer algo muy importante, que en las
parroquias aisladas como La Rita, Lagunillas y Cabimas -donde se vivía en condiciones muy difíciles
con respecto a la capital- emergieron ante las exigencias de la época republicana en esas
judicaturas: cartularios, ecónomos, alcaides, colectores de rentas, síndicos, administradores de
rentas, secretarios y jueces de paz, lo cual enriquece el espectro social de esas poblaciones. En el
caso de Cabimas fue un numeroso contingente de funcionarios competentes los que ocuparon
esas responsabilidades, y cabe preguntarse ¿dónde obtuvieron su instrucción educativa para
convertirse en el funcionariado de esa población?, pero más aún ¿qué les colocó en el camino -a
algunos de ellos- de obtener un alto perfil en la historia local, cantonal y provincial? Una respuesta
ya adelantada es que esos atributos los obtenían de los privilegios y prerrogativas que les otorgaba
la posición que ocupaban sus familias en la estructura social desde los tiempos coloniales, es decir,
la de pertenecer a lo que el betijoquense Mateo Balza denominó como las buenas familias, es
decir, a quienes formaban parte de una minoría propietaria de bienes con un valor por encima de
la media estadística -por encima de los vecinos propietarios pobres o modestos- lo cual les ubicaba
en el vértice más elevado de la pirámide social.
Tal es el caso, por ejemplo, de Basilio Borjas -héroe epónimo de Cabimas-, desde el primer
momento en que aparece en los manuscritos históricos de aquellos lejanos años de la primera
década del siglo XIX, Basilio Borjas ya figura de manera destacada en los momentos claves de la
historia de este poblamiento. Basilio Borjas -con su progenitora- está encabezando la lista de
quienes contribuyen en lo económico [254] en pro de la erección de ese curato y la construcción
del núcleo urbano, y de allí en adelante siempre sobresale hasta el año de 1860 al frente de todo
el acontecer histórico de aquel pueblo nominado como Cabimas. Sus ascendientes eran originarios
de Maracaibo [255], y pertenecían a las buenas familias residentes de la parroquia Matriz, quienes
decididos a colonizar la costa del este, acompañaron a Don Joseph Antonio Ugas en esa empresa y

254
Entregan una limosna para la erección de la Capilla pública, la cual se construyó con una colecta pública, gracias a esa
acción las Cabimas tuvieron un vecindario que se transformó en el núcleo urbano donde se concentraban las
instituciones públicas y el poder político.
255
Sus padres se debieron trasladar a esta costa acompañando a Don Joseph Antonio Ugas, él pudo haber nacido acá en
esta costa del este, es decir, que estaría entre los primeros cabimenses -del período hispano- por nacimiento.
200

se establecieron en el “sitio de Cabimas”, desde dónde se fueron ubicando con el tiempo a todo lo
largo y ancho de esa costa [256] -no se descarta que se hayan posesionado de aquella costa antes
del arribo de Ugas-. Esta empresa colonizadora de este vasto territorio la llevaron a cabo mediante
fondos propios, lo que permite suponer que en sus hogares capitalinos cuando eran apenas unos
niños pertenecían a familias con propiedades, y por ende sus padres se encargaron de darles la
formación básica -por sí o por intermedio de un tercero-, en la cual se incluía la habilidad de leer,
escribir y sacar cuentas, y más importante aún, la de sentir curiosidad e interés por el mundo de
los negocios y los asuntos públicos, trayendo consigo a esta Costa del Este esas inclinaciones
intelectuales, como un importante y decisivo recurso para convertirse con el tiempo, ellos y sus
descendientes, en las autoridades [257] de estos lugares. Esto es relevante, porque para el caso
Cabimas se está señalando que su élite se formó por su origen en una ciudad provincial (!!!), sin
descartar que otros se formaron a partir de sus vivencias en este ámbito histórico cabimense y su
paso por la Judicatura de esta población.
Entonces, en quinto lugar: se observa que las minorías del campo provenían de la ciudad,
porque primero se fundó Maracaibo [258] y luego surgieron estas poblaciones. Hecho que devela
el misterio de ¿dónde obtuvieron su instrucción educativa y su horizonte cultural? o más aún ¿qué
les colocó en el camino -a algunos de ellos- de obtener un alto perfil en la historia local, cantonal y
provincial?, es decir, en vías de transformarse en personajes históricos connotados. Sus orígenes
eran citadinos, y los recursos intelectuales de un urbanita fueron transmitidos de una a otra
generación en aquellas parroquias aisladas a través del cuido de una tradición familiar. Eran una
minoría calificada desde antes de trasladarse a estas costas y, aquí viene lo más importante, con la
fundación de Juzgados en estos pequeños pueblos tuvieron entonces la oportunidad de
desarrollar sus cualidades y calidades como jueces de paz y como síndicos procuradores, y a la
vera de ellos, es decir en sexto lugar: «otros» fueron adquiriendo grandes experiencias,
formándose así el aparato burocrático del Despacho y el nicho generador de individuos de élite.

256
Esta es una posible vía de su llegada a esta costa, la otra es que ya estuviesen aquí cuando arriba Ugas, esto es una
sospecha fundada, porque para el año de 1816 los apellidos con más “cabezas de familia” eran los Borjas, poseían 12
grupos familiares, les seguían los Tello con 10, los González con 8 y los Ugas con 4, de allí en adelante hay 52 apellidos
repartidos del siguiente modo: 5 con tres grupos familiares cada uno, 11 con 2 grupos familiares cada uno y los restante
con un solo grupo familiar, de lo que se deduce que los últimos serían los advenedizos y los primeros los de origen más
“antiguo” (MEDINA, Carlos, op. Cit. p. 301) (MEDINA, Carlos. Universos de barro y genealogías de los pueblos rurales. En:
Aportes del Zulia a la genealogía nacional. AHZ, Astro Data, 2007. Página 304). Los Borjas, por otra parte, están
confirmados con presencia en esta costa en años como 1790 y 1799, uno de ellos era Fernando Borjas y el otro Nicolás
Borjas, se mencionan para aquel entonces como involucrados en la compra-venta de esclavos relacionada con unos
vecinos de Maracaibo (op. Cit. p. 299), es probable que bien Fernando o bien Nicolás sea incluso el progenitor de
Basilio Borjas. También es resaltante y relevante un Andrés Borjas, protagonista de esta aventura pobladora.
257
Auctor de donde deviene «Autoridad» significa “lo que hace crecer, lo que ayuda a crecer”, es decir, el que por
medio de la educación proporciona a los de su entorno los elementos para alcanzarla, como nos lo explica Fernando
Savater en su libro Los diez mandamientos en el siglo XXI (Savater, 2004: 74).
258
En la historia sudamericana el proceso de poblamiento fue distinto al de Europa, en el Viejo continente pasaron de la
vida aldeana a la vida citadina, es decir, hubo un movimiento ascendente para pasar del medio rural al urbano, por lo
contrario en América se fundaron primero las ciudades y a partir de ellas se inicia un proceso colonizador que va
estableciendo sitios, rancherías, aldeas, caseríos, vecindarios y finalmente pequeños pueblos; el proceso dialéctico fue
descendente. Esto como se observa rompe con el marxismo esquemático, somos del parecer que la metodología
marxista no puede ser reducida a sus esquemas eurocéntricos, por lo contrario, debe ser desligada de esa tendencia.
201

El pertenecer a la minoría propietaria era una condición básica en aquel sistema político
para acceder a los cargos públicos, en los cuales podían calificarse, estado necesario para irse
perfilando como un miembro de la élite local si disponía en su haber existencial las demás
condiciones.
b) Conciencia histórica
Cuando hablamos de «vecinos propietarios» no nos estamos refiriendo simplemente al
dueño de una propiedad inmobiliaria urbana o rural, sino más bien a los miembros de un grupo
social que se desenvuelve en el proceso histórico como un actor social. Nos interesa asumirlos
como actores sociales, porque mucho antes de que estuviesen frente a las judicaturas esas
familias fueron montando con sus quehaceres en este espacio escenarios históricos, asumiendo
dentro de ellos un claro papel protagónico, consustancial con su posición en la estructura
jerárquica de la sociedad. En pocas palabras, adquirieron conciencia histórica lo cual los convierte
en personajes del lugar, porque llevaron a cabo grandes tareas en esta parte de la geografía
provincial, labor reconocida por el colectivo que toma la forma de «respeto» hacia esos
protagonistas, convirtiéndose a través de ese hecho en «los prohombres» del lugar. Veamos los
escenarios históricos que desarrollaron y en los que creció su ser.
El primer escenario fue el de poblar este territorio -arrebatándoselo previamente a los
aborígenes en un antes de 1747-. La evolución del poblamiento de esta costa realizada en firme
después de 1747, se puede trazar siguiendo los criterios más conservadores, es decir, arrancando
desde ese año en el cual se produciría la primera oleada de pobladores provenientes de
Maracaibo hacia estas latitudes (siguiendo el criterio más conservador del poblamiento). En esa
ola estarían los Ugas-Almarza, los Borjas, Tello, González, Perozo, Balbuena, Capitillo, Arrieta y
Chirinos. Los Ugas-Almarza se ubicaron por las cercanías de Punta de Piedra en las proximidades
de la Costa de La Rita, y el resto de estos colonos debieron ser los que dieron origen al “sitio de
Cabimas” específicamente en Puntica de Piedras en la Costa de Cabimas. En ese sitio esos colonos
establecieron lo que se puede denominar como un asentamiento de avanzada [259], ellos serían
las once familias pioneras del poblamiento por la circa de 1747. Posteriormente, en el transcurso
del tiempo que se prolonga desde aquella fecha hasta 1816 pueden haber arribado al “Partido de
Cabimas” dos nuevas oleadas pobladoras [260]. En un primer segmento cronológico -de intervalo
no precisado- se les pueden haber agregado a “los pioneros” los Quirós, Ochoa, Nava, Neri, Reyes,
Ruz, Lizardo, Andrade, Núñez, Díaz y Leal. El origen de estos nuevos pobladores no solo podría ser
Maracaibo, sino también de La Rita y de los Puertos de Altagracia. Y en una tercera oleada se
añadirían las familias Castro, Clavel, Castillo, Estrada, Moronta, Guillén, Prieto, Ávila, Molleja,
Montezuma, Quintero, Raal, Gutiérrez, Dugarte, Vera, Puche, Galué, Maureira, Baudin, Rodríguez,
Matos, Regalado, Flores, Pauque, Velásquez, Nazariego, Salón, Ballestero, Peralta y Ocando, con

259
A partir del cual tendrían una base para explorar toda la franja costera de Cabimas y ubicar aquellos lugares donde
pudiesen fundar hatos o haciendas y establecer vecindarios, de allí que esa base se denomine establecimiento de
avanzada, porque tiene un carácter provisional y exploratorio.
260
Si el número de familias por apellido es muy alto, esto nos pude indicar que es de las más antiguas y si es muy bajo
que pertenece a los advenedizos. Las más antiguas, por ejemplo, los Borjas, sirvieron de base para que otros miembros
de sus familias se fueran mudando hacia este lugar, de tal modo que a la vuelta de los años sus cabezas de familia eran
los más numerosos del poblamiento.
202

quienes el poblamiento cabimense alcanza los 580 habitantes para aquel año de 1816 (Op. Cit. p.
299) [261]. El montaje de ese primer escenario colonizador fue una experiencia histórica que se
acumuló en el haber cultural de esas familias, en ese sentido, su visión en perspectiva de su
pequeña epopeya.
Un segundo escenario acumulado en sus memorias consistiría en la labor por parte de
esos “cabezas de familia” de organizar vecindarios a partir de los caseríos originales, surgiendo así
los asentamientos de Punta Icotea, La Rosa y Punta Gorda, encabezados por unas diecisiete
familias principales. Vecindarios conformados por quienes establecieron fundos productivos en
esa primera franja de tierras, y seleccionaron según su ubicación salidas al lago, donde instalaron a
sus familias. Proceso que pasará por rancheríos, aldeas, caseríos, vecindarios y núcleo urbano.
Y un tercer escenario lo provocaron esos diecisiete vecinos en el año de 1816, año en que
expusieron ante un obispo que les visitaba la necesidad de contar con una capilla pública propia,
para que ésta prestase el servicio religioso a sus vecindarios y caseríos, institución que obtuvieron
cuando fueron satisfaciendo todos los requerimientos que el alto eclesiástico les impuso [262]. El
obispo recibió la solicitud con beneplácito, pero les demandó algunas condiciones para
incorporarlos a su diócesis como una nueva parroquia, una de ellas era que fundasen una nueva
población en esta provincia, es decir, que construyesen un núcleo urbano ordenado en medio de
aquel poblamiento consistente en asientos dispersos, irregulares y desordenados. Para esta
minoría ese reto fue una gran experiencia histórica, participar protagónicamente en la fundación
de una población trascendía todo lo que habían hecho hasta el momento, lo cual no era poco,
porque con mucha anterioridad se habían establecido en esta geografía mediante un proceso de
colonización, habían creado un “sitio” que fungió como establecimiento de avanzada, después
formaron caseríos originados por la ubicación de sus fundos agropecuarios, construyeron
oratorios, ocuparon toda la franja litoral con hatos, haciendas, labrantíos y plantaciones,
fomentaron caminos, realizaron un puente, establecieron Camposanto. Es decir, su experiencia
constructora de historia estaba jalonada por nuevas obras, y todo eso formaba sus importantes
haberes culturales, y en esa cadena de acontecimientos llegaron a la cúspide cuando fundaron una
nueva población ajustándose a las disposiciones contenidas en las Leyes de Indias, fue una gran
decisión, se trataba de otra obra pero a gran escala y lo hicieron [263].
Esa cadena de hechos desarrollados en esos tres diferentes escenarios se convirtió en un
legado muy importante para su tradición y con ello su identidad como cabimenses, porque a partir
de ella pudieron reflexionar, entre otras cosas, sobre la jurisdicción del territorio de la parroquia
que les pertenecía, las actividades económicas que serían decisivas para que la parroquia
prosperase, la certidumbre de que de ese esfuerzo económico traería ineluctablemente la
aparición del indispensable sector comercio, y además, lo más importante, el gran objetivo, el

261
A partir de esas tres oleadas pobladoras es que devienen hasta nuestros días el origen de unas cuantas familias
cabimenses que están relacionadas con aquellas tan lejanas, en otras palabras, estas familias constituyen la estirpe de
apellidos antiguos de Cabimas, y en ese sentido es el patrimonio cultural e histórico más valioso que posee esta ciudad
en la actualidad (Carlos Medina en Aportes del Zulia a la genealogía nacional. AHZ, Astro Data, 2007).
262
Ya en el siglo XVIII el obispo Mariano Martí les expuso la posibilidad de que tuviesen un templo, pero luego se decidió
por La Rita. Quedando desde ese entonces en sus mentes ese objetivo histórico.
263
Para consultar en detalle ese hecho histórico: MEDINA, Calos. Cabimas Kupaiwa. Editorial Busaca, Maracaibo, 2011.
203

llegar a tener un «Juez activo» que para ellos era muy significativo, porque cuando ese
nombramiento recayera en alguno de ellos las Cabimas dejarían de ser un partido de La Rita [264].
La fundación de la población como se observa fue de gran impacto para el mundo mental
de estos personajes -su ser-, por una parte, adquirieron una perspectiva de lo que Cabimas podría
ser en el futuro, por otra parte, el contacto con el obispo y el fraile encargado de la fundación les
impartió valiosas enseñanzas. Porque estos eclesiásticos tuvieron diversas actuaciones para que el
Cabildo Catedralicio de la diócesis episcopal de Maracaibo reconociese a Cabimas como una nueva
población, del mismo modo, sostuvieron un intenso y prolongado litigio con el gobernador, lo que
les llevó a elevar el caso de Cabimas hasta la propia Real Audiencia en Caracas, asuntos estos de
gran envergadura [265] que debieron dejar una profunda huella en estos vecinos fundadores del
curato y de la nueva población -que construyeron de nueve manzanas, con su plaza, su capilla
pública, incluida la casa del cura y la construcción de las viviendas residenciales de «los
principales» del pueblo- en los solares que les fueron reservados en el pueblo de disposición
ortogonal, pero sobre todo, les quedó una visión de todo el esfuerzo que era necesario para
construir el devenir de las cosas [266].
Pero no sólo la fundación de la población es un antecedente explicativo de la conciencia
histórica que adquirían y que les calificaría para desempeñarse luego en el Juzgado con propiedad,
sino que también sus vidas pasan por otro gran trastrocamiento del proceso histórico. Hay que
tomar en cuenta que en estos años -desde 1806 hasta 1823- esta costa del este es movilizada
durante variadas ocasiones con motivo a grandes trastornos políticos, debiendo actuar en esos
sucesos estos personajes a favor del bando monárquico, experiencia militar que se intensificó aún
más cuando esta provincia salta al bando republicano y, entonces, suma sus fuerzas a la
independencia de Venezuela en el bando patriota [267]. Hechos en los que Basilio Borjas participa
y se convierte en un caudillo local. Entonces, si a José del Carmen Urdaneta [268] la guerra de
independencia lo alejó de la posibilidad de alfabetizarse, a hombres como Basilio Borjas la guerra
les entrego debido al rango militar que ocuparon bajo ella como propietarios connotados nuevas
herramientas [269], como es el conocimiento necesario para la conducción de hombres, el
adoctrinamiento de la tropa, el desarrollo de la disciplina militar, la valoración de la importancia
de la línea de mando y muchas otras aptitudes prácticas como es, por ejemplo, la elaboración de
planos del terreno que van a servir para desarrollar el teatro de operaciones militares.
Por eso no extraña conseguir a Basilio Borjas como agrimensor marcando los límites de las
tierras de San Sebastián o la de intervenir en la exacta ubicación de la propiedad de Francisco

264
Los años que anteceden al 1817 son aquellos en que La Rita fungía como parroquia y Cabimas como uno de sus
partidos, es decir, era un satélite de los ritenses.
265
Ese proceso histórico está narrado en el libro titulado Cabimas Kupaiwa (350 a.C - 1960).
266
Los infinitos enfrentamientos que les irían formando una experiencia cultural se revelaría como su conciencia de
clase. Enfrentamientos en los que siempre concurrirían sus intereses como actores sociales. Y donde los intereses no se
limitaban a los particulares de su clase social.
267
La guerra es una institución formadora de individuos de élite, y actúa sobre la configuración de los personajes de una
manera muy intensa, porque deja muy profundas marcas en sus personalidades.
268
José del Carmen Urdaneta es aquel que no se consideraba apto para cubrir el destino de comisario de policía en
Maracaibo por no saber leer y escribir.
269
Como miembro de una familia propietaria no entra a la guerra como soldado llano, cuando participa de la Batalla
Naval del Lago exhibe el grado de Sargento.
204

Moreno en el alto de Buenavista. Tampoco extraña que Cabimas a partir del año 1831 tuviese
entre los miembros de su sociedad local a individuos que encajaran con lo que José Aniceto
Serrano calificase como “sujetos de entera aptitud”, lo cual les permitía desempeñarse como
comisarios, secretarios, cartularios, síndicos, administradores de rentas y jueces, es decir, como el
equipo humano de una Judicatura. Todos ellos, además, habían pasado durante estas décadas por
sucesos históricos de gran envergadura -la disolución de la Gran Colombia entre otros., en los que
sin duda adquirieron una conciencia de los nuevos tiempos. El pertenecer a una minoría calificada
les ofreció la tremenda oportunidad de estar cerca de los hechos más relevantes y de adquirir de
esas situaciones una formación especial, la cual les dotó de conciencia histórica [270]. Ese estadio
pensamental es determinante para la tesitura de su ser, en consecuencia, para que califiquen para
el ejercicio de la judicatura que se ha de abrir en la población con el advenimiento de la república
y la separación de Colombia que generó una gran conmoción en esta provincia.
Estos individuos, entonces, pertenecían a las principales familias de la localidad, eran
propietarios de hatos, poseían embarcaciones para surcar el lago, establecían vínculos con otras
poblaciones y conformaban el círculo del poder de Cabimas, eran por tanto un invalorable recurso
humano que disponía este conglomerado humano y, en el desempeño de la judicatura, fueron
sumando a sus haberes culturales ya relevantes nuevos conocimientos, habilidades e intuiciones,
proceso sensible en el cual algunos de ellos se transmutaron en individuos de élite con facultades
del orden de lo extraordinario [271].
Como minoría propietaria y como individuos con conciencia histórica, el desempeño de
una judicatura con eficacia estaba a su alcance, y es dentro de ella que obtendrán una porción
muy importante de su formación como individuos de élite. Las judicaturas ampliaron el campo
mental de los parroquianos, y eso les capacitó en un conocimiento amplio y profundo de la
realidad local, y les preparó para actuar en la escala cantonal, provincial y nacional donde podía
quedar su impronta de un modo indeleble (como se demostrará en cada una de esas escalas en
este estudio sobre las élites de Cabimas). Nos adentraremos, en consecuencia, en el mundo que
abren las judicaturas para los parroquianos que poseen en primer término, caudales como minoría
propietaria, y en segundo término, conciencia histórica como protagonistas. Con ambas cualidades
el Juzgado y todo lo que se relaciona con ese tribunal incidirá con un impacto total y definitivo
sobre sus personalidades para hacer de ellos personajes de élite, es decir, en hacedores de
historia. Esto es, en aquellos que podían proclamar “Cuando yo escucho la historia, sé que he
sembrado”. La Judicatura es dentro de este marco «el tercer vértice» de la calificación, y
componente crucial para explicar la aparición de miembros de élite en el medio rural.
c) La Judicatura

270
Como minoría propietaria con caudales importantes, instrucción educativa y haberes culturales, pudieron disputar
preeminencia a los propietarios de menor cuantía y confrontar a las otras clases sociales, desarrollando en esas
experiencias -conectadas con la producción, la propiedad y el mercado- una conciencia de clase social, sin la cual no es
posible comprender el curso de la evolución del proceso histórico en el cual están involucrados, pero para formarse
como individuos de élite se requirió de un grado de conciencia superior, esta es la conciencia de estar construyendo la
historia, y lo hicieron al sembrar este territorio con hechos relevantes.
271
Es lo que los hace verdaderos protagonistas de la historia.
205

Las judicaturas fueron el vértice determinante en ese proceso de superación personal de


una minoría calificada y, en este sentido, cruciales en la formación de la élite campesina. Allí en los
juzgados convergen todos los enfrentamientos entre particulares y entre grupos, todos los asuntos
delicados y graves del orden público, todas las tareas de interés general, en fin las complejidades
de la vida social. De tal modo de que quienes estaban en ese Despacho lidiaban con todas esas
confrontaciones, tensiones, expectativas, incertidumbres… provocados por los diferentes tipos de
intereses, y que colocan a las autoridades y sus funcionarios en la constante necesidad de recurrir
a los recursos institucionales para resolver la problemática local. Experiencia en la cual asumen el
papel de orientadores del curso de la sociedad a la que pertenecen, lo cual llevan a efecto desde
su perspectiva de vecinos propietarios, es decir, desde su conciencia de clase social. Esto dentro
de una sociedad donde existen intereses diferentes a los suyos, les lleva a transigir, a hacer
concesiones, a negociar, y a establecer alianzas o derrotarlos. El poseer significativas propiedades,
el desempeñar un cargo público y participar en los acontecimientos, sucesos y eventos históricos
de su entorno se combinó para hacer de aquel nicho -la Judicatura- un vivero de la élite
campesina.
La Judicatura es la única institución relevante en estas pequeñas poblaciones, las otras
eran, la iglesia -la cual juega un papel muy relegado en la era republicana-, la escuela y la cárcel. En
el capítulo sexto de este libro se asumirá una muy importante, la de las milicias. En el juzgado esa
minoría se califica en el manejo del Despacho como un tribunal, pero no se agotan allí las
funciones de las judicaturas, éstas serán muy amplias, porque el desempeño entraña aquellas
funciones propias de las esferas de la política y del poder que allí se desarrolla. Será, por tanto, en
esos despachos parroquiales donde la minoría propietaria de cada una de las parroquias de la
Provincia de Maracaibo tiene la oportunidad de jugar un papel dentro de la jurisdicción político-
territorial provincial, porque en cada pueblo actúa un selecto grupo dentro de la esfera pública
gracias a esa única institución que poseen. Son pues, las Judicaturas, claves para escribir la historia
provincial y debe hacérseles un acucioso seguimiento en sus actuaciones.
En lo que corresponde a las ciudades, ricas en instituciones, las probabilidades para que el
habitante se califique para el servicio público es más amplio, porque allí funciona -en Maracaibo-
la Gobernación, las empresas mercantiles, el Hospital de Caridad, el Colegio Nacional, el Cabildo
Catedralicio, la Escuela Náutica, el Seminario, la Diputación Provincial, el Concejo Municipal y
diferentes Juzgados, por solo mencionar algunas. En las ciudades, por esa riqueza institucional, la
élite como actor social presenta una diversidad de facetas según preste su servicio en los distintos
organismos que allí operan. En cuanto al campo, los miembros de élite que presiden la Judicatura
reciben esas variables mediante su actuación en las Juntas, creadas para satisfacer diferentes fines
y atender diversas necesidades. La élite citadina se especializa y secciona, mientras que la élite del
campo aglutina y concentra en cada uno de sus miembros esas diferentes variables [gestándose
en ese remolino el caudillo (!!!), que se hizo omnipresente presente en todos los intersticios de la
historia decimonónica venezolana].
La escuela de formación de servidores públicos en el ámbito rural, entonces, era el
Juzgado de Paz [272], y es en ese centro de administración de justicia es donde existió la

272
En las cabeceras de cantón la corporación municipal permitía un espectro de formación superior.
206

posibilidad histórica de que se formaran individuos de élite en el campo. Pero como en el Juzgado
de Paz convergía toda la problemática de la jurisdicción parroquial, porque ese era el único
despacho oficial que existía en cada pueblo, allí no solo se administraba justicia sino que se
asumían también otras responsabilidades que conllevan a que los jueces se muevan en ámbitos
diferentes a los locales, desarrollando con esta versatilidad un imaginario superior al de sus
coterráneos.
En resumen. Esa minoría que accedía a los cargos de jueces de ese órgano público son
quienes tienen que ventilar los procesos conflictivos, y quienes queden cerca de cuantos hechos
relevantes ocurran dentro de su jurisdicción o tuviesen relación con ella [273], y allí su proceder
incide sobre el todo social, es decir, se convierten en protagonistas de la historia del campo. El
juzgado fue un espacio en el cual se acometieron distintas tareas, unas relacionadas con las
funciones propias de un Juez de Paz como solucionador de conflictos jurídicos por desavenencias
entre personas naturales, y otras vinculadas a actuar como parte de la esfera de gobierno. La
Judicatura funciona, además, como una oficina de rentas para obtener ingresos parroquiales,
funciona también como creadora y promotora de Juntas que atenderán diferentes asuntos, e
incluso allí se organizan los procesos electorales. Tareas tan diversas y tan amplias, es lógico
suponer que sometió a quienes las pusieron en práctica a adquirir una noción holística de la
realidad en la que estaban inmersos, lo cual les facilitará asumir un fuerte liderazgo (!!!) en su
colectivo.
La importancia del Juzgado de Paz es variopinta. El ocupar cargos en los Juzgados formó
dirigentes indiscutibles para aquellos colectivos parroquiales. Los Juzgados de Paz fueron decisivos
en la preparación y formación, además, de un grupo significativo de la población como
ciudadanos. Gracias a esas actividades algunos de los habitantes se dotaron de una voluntad
política, mediante la cual crearon una estructura social organizada para alcanzar diferentes
objetivos como: realizar obras públicas, emprender actividades sanitarias, organizar al sector
comercial mediante la clasificación de quienes desempeñaban ese oficio, liberar o manumitir a los
esclavos, calificar las tierras para uso agrícola y ganadero, preparar a los habitantes para prestar el
subsidio personal, recoger hombres para las milicias, recaudar rentas, administrar la parroquia y
realizar elecciones, entre otras cosas. Toda esa actividad generó importantes y significativas
experiencias históricas que fueron formando un aparato burocrático muy competente. Tanto que,
muchas de las decisiones que tomaban las élites capitalinas se inspiraban y se basaban en las
iniciativas que provenían de esos despachos judiciales parroquiales ubicados en los cantones
subalternos. El Juzgado de Paz de Cabimas destacará en esto último como se demostrará más
adelante.
Las judicaturas por otra parte son importantes repositorios, puesto que allí se reciben las
leyes, las ordenanzas y demás materiales mediante los cuales se gobierna una provincia, allí
llegaban las Gacetas y la prensa de la época, la correspondencia oficial y los documentos relativos

273
Esto no quiere decir que fuera de la vida institucional no puedan formarse individuos de élite, de por sí algunos de
ellos antes de ser electos para desempeñarse en esos despachos ya estaban calificados para actuar en la vida pública y
en la esfera política de un modo connotado. Lo que se está es poniendo al descubierto es que las judicaturas
parroquiales se convirtieron en escuelas de formación de cuadros políticos, en las que se crearon cohortes de sujetos de
entera aptitud para ejercer el poder en el espacio público.
207

a censos o títulos de propiedad, allí se elaboraban sumarios, justificativos y otra serie de


documentos que iban a reposar al archivo del Juzgado, en consecuencia, con todo ese material
quienes allí ejercen un cargo no solo se forman como hombres públicos, sino que además conocen
de forma minuciosa todo lo que acontecía en su jurisdicción o fuera de ella, en su cantón, en la
provincia o en el territorio nacional. El espacio de las judicaturas se presta, para que allí converja
todo el impacto del contexto histórico de esa época y lugar, y en consecuencia se produzca en esa
zona especial la indispensable resolución de conflictos mediante la intervención del Juez de Paz.
El Juez de Paz estaba acompañado en su despacho por el síndico parroquial, el colector de
rentas, el administrador de rentas. De allí que una de las tareas realizadas en las judicaturas
estuviese relacionada con el frente económico de la parroquia [274]. Responsabilidad crucial para
ese momento histórico, porque una vez concluida la guerra de independencia era urgente poner
de nuevo en marcha los negocios políticos y económicos, para restablecer la normalidad en estas
comunidades que habían resultado asoladas por el conflicto bélico. Razón por la cual la
administración de rentas se debe poner en este estudio bajo la lupa, porque allí está una de las
claves en la formación de los individuos de élite en el campo, ya que ella le pone a prueba en su
capacidad de incrementar las rentas, de lo cual dependía el restablecimiento del pueblo.
Poner en marcha un proceso administrativo y obtener de él rentas para la parroquia no
sólo fue un elemento positivo para aquellos conglomerados humanos, sino que también conllevó
al incremento de las cualidades de quienes estaban en el desempeño de cargos como funcionarios
públicos, porque deban adquirir una distinta perspectiva de la realidad a la que tienen como
particulares. Recolectar las rentas y desempeñarse como síndicos parroquiales les exige una nueva
perspectiva de percibir la realidad de la cual forman parte, es decir, velar por el interés general, y
por la existencia de un sistema económico, político y social. En consecuencia lo relacionado con las
rentas parroquiales será tratado como uno de los componentes importantes de la Judicatura como
nicho de calificación de las minorías propietarias.
Además de las rentas hay otros aspectos que merecen atención especial cuando se estudia
el papel de las judicaturas en estos pequeños pueblos, uno de ellos son las Juntas creadas para
atender asuntos de diferente índole, será por tanto abordadas las Juntas y el movimiento que ellas
generan.
Otra necesidad del sistema bajo observación es la de un mecanismo para seleccionar a
quienes van a desempeñar todas esas funciones que nacen de la administración de rentas,
administración de justicia y atención de los problemas comunales, haciendo su aparición el
sistema electoral para cumplir con ese objetivo, y con él la selección de «los electores», quienes
eran miembros muy connotados en el conjunto social. Existían los electores municipales que
nombran a quienes van a ocupar los destinos de la Judicatura y existían electores provinciales que
van a sufragar para seleccionar desde un Gobernador hasta un edil municipal. Lo que quiere decir,
que también se abordará el ítem de los electores, como parte del mundillo que tiene relación con
la vida y presencia de las judicaturas parroquiales.
En líneas generales las minorías se preparan en el ámbito campesino, desempeñándose en
varías funciones en la Judicaturas, esas tareas diversas les crean una perspectiva más amplia de la

274
Los negocios económicos a los cuales se refería el gobernador José Aniceto Serrano.
208

realidad institucional y una visión a corto, mediano o largo plazo de la problemática que se
presenta en una comunidad, además, les impone un sentido de la importancia del poder
gubernamental y del Estado. Entre las tareas que se asumen con la existencia de los Juzgados hay
unas directas y otras colaterales que a continuación se expondrán, porque todas ellas son
experiencias formadoras de los miembros de élite de una comunidad, la lista a ser tratada es la
siguiente: c.1) Colector de rentas, c.2) Síndico parroquial, c.3) Juez de Paz, c.4) El funcionariado,
c.5) Hombres públicos, c.6) Junta Clasificadora, c.7) Junta Calificadora, c.8) Los electores, c.9)
Movimiento juntista, c.10) Los elegidos, c.11) La minoría amplia, c.12) Individuos de coraje, c.13)
Manejo del Despacho. Tendremos que detenernos en cada una de ellas para percibir la dimensión
de esta institución y el alcance de su impacto. La tarea impuesta implicó una labor de inmensa
paciencia, pero también llevó a instantes esclarecedores que arrojan un intenso brillo de
comprensión y entendimiento sobre la realidad histórica en la que participaron los grupos que
presidieron y conformaron la judicatura de Cabimas. Desde otro ángulo, estos conocimientos que
aquí se adquieren son como un curso de administración de la cosa pública, porque muestra cómo
ejercieron sus funciones de gobierno en esa población esos individuos.
Entre las diferentes tareas que estos propietarios y personajes -en específico los de Cabimas-
deben desempeñar [275] en la judicatura para que su pueblo funcione sobresalen:
c.1) Colector de rentas
Para que los proyectos históricos marchen en estas parroquias aisladas, era indispensable
que la recaudación de las rentas públicas se ejerciese pechando a los propietarios en sus
actividades. Tarea que estuvo animada por la perspectiva de que la distribución de esa renta
recolectada, estuviese dirigida a borrar las asimetrías entre la capital provincial y las cabeceras de
los cantones y entre ambas con las poblaciones parroquiales, pero además, motivada porque el
recolector recibía un tanto por ciento por esa recaudación.
En el año de 1837 el ilustrado y progresista gobernador Romero valora esa actividad y lo
relaciona con lo que en ese momento estaba en el imaginario político de la sociedad de esa época,
es decir, el progreso:
Grande es en verdad la distancia del punto del que hoy partimos, pero la marcha está
emprendida y el ardor y la constancia nos aproxima al término (…) los estados de las
rentas nacionales y municipales y los de las producciones y consumos interiores son a un
tiempo la prueba de la medida del fomento progresivo (AHZ, 1837: T. 9, ff. 193/207).
La Administración de Rentas es parte crucial del progreso, las rentas permitían el
funcionamiento de la provincia en función de incrementar los servicios sociales, por ejemplo,
cuando en el año de 1832 Basilio Borjas -vecino de Cabimas- descargó una fanega de maíz [276] en
el puerto de Maracaibo, le cobraron “un cuartillo por el uso del puerto” (AHZ, 1832: T. 3, ff. 262 y
263). Quien recaudó ese impuesto por el uso de puerto fue José González Acosta como colector de
rentas, ese mes cuando ese recaudador sumó lo que ingresó por las cargas introducidas en
distintas embarcaciones en el puerto de Maracaibo, obtuvo la cantidad de once pesos, siete reales

275
Y que les crean un perfil de calificación integral, lo cual les coloca por encima del común, es decir, en posición de
poderse convertir en un miembro de élite de ese conglomerado humano. Este recorrido por la Judicatura se realiza para
explicar la formación de personajes históricos, por ejemplo, como Basilio Borjas o como Antonio González de Lira.
276
Equivale a un saco de este cereal de unos 55 y medio kilogramos de peso.
209

y un cuartillo. A real cobraba cada carga de panelas y a cuartillo cada saco de maíz y así proseguía
la tasa para cada fruto del país [277]. Religiosamente González Acosta asentó todo aquello en su
relación: el mes, el día, los introductores, la carga y el cobro, la suma y su firma, allí figuraba como
contribuyente Basilio Borjas. En Maracaibo se recaudaban, de esta manera, entre otras cosas
rentas por alquileres de casas y licencias de ventorrillos, y después, estos ingresos eran asignadas
al sostenimiento de alguno de los servicios públicos. En el caso de la renta recaudada por quienes
alquilaban viviendas y por quienes vendían mercancías en ventorrillos [278], ésta pertenecía al
Hospital de Caridad de la capital provincial.
Para el año de 1837 el Borjas que canceló a González Acosta un cuartillo por su carga de
maíz, se había convertido en el colector de rentas de Cabimas, y como tal fungía desde el mes de
febrero de ese año. Ese puesto de recaudador de impuestos, de “un puerto menor” [279], tal vez
sea más importante de lo que se pueda suponer, por que dotó a esos pequeños poblados de un
fondo de inversión, es decir, de un dinero mediante el cual se podía auxiliar los gastos que se
necesitaban para materializar los adelantos que requería la población. De este modo las rentas
recaudadas se podían traducir en obras públicas, mediante las cuales la población podía resaltar
en la provincia como un núcleo urbano bien dotado, como una población bien formada, es decir,
como una comunidad que había pasado la prueba del progreso. El progreso se podía medir por el
estado de las rentas y las producciones y consumos internos, es decir, por la recaudación de
impuestos por esos conceptos, y si esa condición no se cumplía, la población se estancaba.
Recaudar esas rentas -en consecuencia- era una tarea urgente e histórica, dentro de una
realidad caracterizada por la inexistencia de poblaciones bien equipadas. Para una buena
fisonomía de estos asentamientos humanos se requería la construcción de obras públicas que
llevasen la vida civil a estos pueblos para su buena marcha, por ello se necesitaba de los mejores
hombres en ese frente. El Juez 2° de Paz de Cabimas se lo ratificaba al Licenciado Juan José
Romero, cuando éste le solicito de dónde se podrían obtener rentas en esa parroquia y con quien
colectarlas de la manera precisa, el Juez, primero, le informó del estado de la parroquia:
(…) digo a Us. que no existen tiendas ni ventorrillos, a excepción de uno u otro vecino
que suele vender alguna friolera de comestibles u aguardientes, las cuales ventas no se
en que clase deben ser consideradas, galleras no hay ninguna, embarcaciones de cinco
toneladas para arriba, hay cinco, y de menos toneladas hay diez y seis, aunque la mayor
parte de estas poco transitan, hasta la fecha todas las más sacan sus licencias de esa
ciudad (…) en esta parroquia no se acostumbra beneficiar reses vacunas y cerdos para la
suministración de ella, y sólo se benefician por casualidad para llevar a la costa o a otra

277
Por país se entendía el territorio de la provincia que ofrecía una unidad política, geográfica y cultural para sus
habitantes.
278
Ventorrillos eran ventillas de artículos al menudeo, para proveer a los hogares de cosas de uso doméstico como
alimentos u otras menudencias. Es una palabra formada por el sufijo “illo o illa” que significa algo pequeño o de poca
importancia y el prefijo “ventorri o ventorro” que corresponde en su origen al que vende comida en las afueras del
pueblo, lo cual deriva para connotar una ventecilla. El ventorrillero era, entonces, un comerciante de poca monta o de
nivel inferior, que en este caso disponía de un pequeño local donde se abastecía a los vecinos, por lo general, su local
estaba ubicado en su propia casa residencial.
279
Así cataloga a Cabimas el geógrafo Pedro Cunill Grau en Geografía del poblamiento Venezolano en el siglo XIX,
Ediciones de la Presidencia, 1987.
210

ciudad [280] (…) Sobre casas o tierras de ejido debo decir que hasta la fecha no han sido
conocidas ningunas, a excepción de las tierras baldías que ocupan con sus labores
algunos vecinos en el centro de estos montes, las cuales se han puesto en arrendamiento
(…) de censos sólo se ha sabido que existe uno perteneciente al convento de San
Francisco, y otro más perteneciente a Nuestra Señora del Rosario patrona de esta
parroquia (AHZ, 1837: T. 7, f. 27).
El Gobernador quedaba enterado de un cuadro desolador, Cabimas para el año de 1837
carecía de tiendas y ventorrillos, no tenía ni siquiera gallera, no había casas o tierras bajo
arrendamiento, sólo había un comercio de aguardiente y comestibles no gravado por ser muy
irrisorio su inventario, sobre beneficio de reses y cerdos para consumo interno no hay, porque el
número de habitantes y la baja diversidad de las actividades económicas no crea un mercado local.
Pero no era del todo deprimente ese panorama, el informe reza que sí se cobra por salidas de
ganado para “la otra costa” y para “otra ciudad”, de ese modo la crianza y venta de ganado era por
lo dicho una fuente de rentas para beneficio de la administración pública, y había también tierras
baldías arrendadas [281] y dos censos que favorecen los ingresos de la Iglesia, del mismo modo
informa esta relación que tienen veintiún embarcaciones, aún cuando estas pagan su licencia en la
capital. Para ese año de 1837 apenas empezaba a recuperarse esa parroquia de la debacle
independentista, porque ya estaba terminando la etapa de la reconstrucción, y esto se hacía
patente con esas exportaciones ocasionales de ganado para otros puntos del lago y con el
arriendo de tierras baldías. La relación enviada al gobernador prosigue así:
Sobre la exactitud del Colector nombrado en esta parroquia creo no habrá otra persona
más exacta para dicho destino, que es el nombrado, el Señor Basilio Borjas (ídem).
El Licenciado Juan José Romero quedaba notificado del ciudadano que asumía esa
responsabilidad, y también sobre cuáles eran las fuentes para cobrar rentas que existían en
Cabimas, y con esa información para el mes de abril de ese mismo año ratificaba en el cargo a
Basilio Borjas como colector de rentas. Borjas entra en la judicatura y al hacerlo pasa a tener
conocimiento de documentos como ese que se acaba de citar, en el que uno de sus
contemporáneos describe el estado de la parroquia. La judicatura, por lo dicho, era una escuela de
cuadros, destinados a ejercer la gestión pública. Y una de las primeras lecciones impartidas era la

280
Por “la costa” se entendía el sur de la costa oriental del lago, es decir, incluía los puertos de Moporo, Tomoporo, La
Ceiba, la Ceibita, Bobures… y por “otra ciudad” se refiere a San Carlos del Zulia, porque Gibraltar pertenecía a lo que se
identificaba en aquel entonces como “la costa”.
281
Pedro Cunill Grau indica que en el año 1837 los arrendadores de tierras baldías ocupan un total de 336,07 hás.
Especialmente en Altagracia, Santa Rita, Las Cabimas y Lagunillas, mientras en la microrregión de Gibraltar ocupan 2.193
hás., en la de San Carlos del Zulia 1.776 hás., en el entorno rural de Maracaibo 1.290 hás. y en la de Perijá1.290. El
número de arrendadores en el Cantón Altagracia eran 89, los cuales pagaban cada uno cinco pesos al año: T. II, página
1.196, 1.199.
El gobernador Juan José Romero indica en el año de 1836 la necesidad de inventariar las tierras baldías de la provincia al
Secretario de Estado en el Despacho de Hacienda en Caracas, le dice que hay que: “reconocer, demarcar y mensurar las
tierras baldías. Son muchas y muy importantes las que circunvalan el Lago(…) grandes serían los bienes (…) a la nación,
como al comercio y la agricultura de esta provincia y de las circunvecinas”. El Gobernador no está divagando, observa
que dentro de esta jurisdicción ya se observan “los primeros intentos de roturación de tierras vírgenes” (ídem), indica
también como se multiplican los arrendatarios de tierras baldías (íd. 1196). En cuanto a Las Cabimas, Santa Rita,
Lagunillas y Altagracia, señala que por pertenecer a la zona Nor-Oriental no son apreciadas por los arrendadores por
ser tierras áridas, de allí que escasamente alcanza a unos seiscientos y tantos arrendadores (ídem) (Documento citado
por Cunill Grau, en Geografía del Poblamiento Venezolano en el Siglo XIX, 1987. T. II, página 1195 y 1196).
211

de cómo obtener ingresos para la parroquia y cuáles eran las fuentes de las que se podían
obtener.
Ahora bien, uno de los eventos que debían ponderar quienes anhelaban dirigir el cantón
era el proceso electoral, porque de esos sufragios dependía quienes ocuparían en estas parroquias
los cargos de la Judicatura, el puesto que por el momento nos interesa es el referido a la
recaudación de rentas. El 25 de diciembre de 1837 se reunieron en la cabecera del Cantón
Altagracia «los electores», eran siete, representaban a las familias más prominentes de esta
entidad político territorial; estaban allí, en esta ocasión, los señores: Nicolás Padrón, Manuel
Sanson, Ángel María Benavides, Reyes Belloso [282], Mariano Antúnez, Rafael Padrón, y el
Presbítero Trinidad Santos (los dos últimos en sustitución de unos ausentes). Eligieron Presidente y
secretario para ese colegio electoral, y después de constituirse en Asamblea Municipal,
procedieron a las series de votaciones que tenían por delante. De una de esas votaciones seriadas
se obtuvo para Cabimas las autoridades, es decir los jueces de paz, y de un nuevo funcionario, el
síndico:
(…) resultaron elegidos para Jueces de Paz y síndico de Cabimas por unanimidad de votos
para 1° al Señor Martín Borjas, para el segundo al Señor Antonio Villasmil, y para síndico el
señor Basilio Borjas (AHZ, 1838: T. 6, ff. 110 y 111).
La Administración de Rentas de la parroquia Cabimas no contaba ahora con Basilio Borjas
sólo como recaudador de impuestos, sino que además Basilio Borjas era ahora reconocido como
Síndico procurador, es decir, como alguien que velaba por la conservación y enriquecimiento del
patrimonio público del vecindario.
Todo esto como es obvio va permitiendo comprender la importancia de ese cargo,
primero, como recaudador de rentas, y segundo, como síndico procurador, es decir, en la
perspectiva mental quien lo ejerce se liga a varias cosas, entre ellas, al grado de desarrollo de la
población, al proceso de administrar la provincia, al hecho eleccionario que legitima una función
pública, y al resultado en el horizonte intelectual de que quien desempeña esa función se
ensancha, porque el curso de su vida depende ahora del reconocimiento social que goce y de su
capacidad de incidir sobre la realidad que le circunda, en ese sentido, cabe como un importante
logro para el recaudador la de aumentar los ingresos de rentas, porque de ello dependía que su
pueblo no se estancase sino que progresase, y en esa dirección el síndico parroquial será un
elemento crucial, cuando en la provincia se modifique el sistema fiscal para evitar la evasión de
impuestos, lo cual le a de permitir incrementar lo recaudado.
c.2) Síndico parroquial
La descripción expuesta por el juez segundo de paz de Cabimas al licenciado Juan Romero,
donde este cabimense le indica al magistrado la dificultad de obtener rentas en esas parroquia,
llevó a las autoridades centrales a intentar mejorar la eficacia del sistema fiscal en la provincia y,
con ese norte, para el mes de noviembre del año 1837 el Gobernador escuchaba el planteamiento
de su Administrador Principal en la Diputación Provincial, donde aquel funcionario exponía:

282
A quien ya conocemos como vecino de La Rita y quien fue propietario del Gran latifundio que abarcaba la costa de El
Mene y su retiro de San Sebastián. En cuanto a Padrón y Sanson eran figuras destacadas de Altagracia. Por su parte
Ángel María Benavides aparece en el año de 1845 en una exclusiva “Lista general de agricultores, comerciantes i
criadores de la provincia”, él era nativo de Cabimas.
212

(…) todos los pueblos de esta provincia excepto Siruma, ningunas relaciones, y
frecuentemente, ni ocasiones de comunicarse tienen con sus respectivas Cabeceras de
cantón, al paso de que son diarias y constantes las que llevan con esta Capital (…) ¿Cómo
pues con semejante intermedio podrá mantenerse la jurisdicción y el celo necesario sobre
tales recaudadores?
(…) buscarán siempre medio de eludir el pago (…) ni la posibilidad hay de vencer esta
ignorancia por la comunicación eferda [283], otro es que las parroquias subalternas nada
figuran en nuestros estados de rentas. Además tienen la experiencia de que si contribuyen
con algo, ni se invierte bien ni se da cuenta de ello. Otra cosa será cuando por una parte
se constituyan otros colectores en dependencia inmediata de la Administración Principal,
y por otra, se prefijen en el presupuesto las obras locales en que deban invertirse
preferentemente los productos de las mismas parroquias (AHZ, 1837: T. 9, ff. 191, 198,
189).
Juan José Romero estaba al frente de la provincia, ésta comenzaba a salir de la etapa de la
reconstrucción [284] e iniciaba ahora su reingreso al incremento de la producción y de ser posible
de la productividad, logro muy importante, porque bajo esta nueva etapa se podía promover la
realización de obras como los caminos y muelles, que tuviesen en lo posible impacto no solo en lo
local sino también en lo provincial. Obras que no podrían ser asumidas si no se incrementaba el
ingreso de rentas.
El Gobernador, en ese sentido, era partidario de implementar una reorganización de la
recaudación de rentas para crear un nuevo estado de cosas, de allí que perfeccionar la gestión del
gobierno sería una batalla que debía de librarse, y el sistema fiscal debía ser modificado, porque
de ello dependía los nuevos estadios de adelantos que debían alcanzarse [285].
Tenía sentido, entonces, para los capitalinos poner a los responsables de las
administraciones subalternas en un contacto estrecho con las autoridades de Maracaibo. Y para el
gobernante era el camino más eficaz y efectivo para prefijar en el presupuesto las obras locales,
para invertir preferentemente los productos de sus rentas en ellos mismos, para construir allí en
aquellos pueblos parroquiales cárceles, escuelas, iglesias y caminos, porque para el entendimiento
de Romero como estadista “ese pueblo adquirirá grandes ventajas y aumentará su población y su
cultura”. Para el gobernador Romero sólo así la provincia adquiriría peso en Venezuela, porque

283
Eferente: Que lleva hacia afuera, se utiliza para referirse a los conductos eferentes que utilizan por ejemplo las
glándulas salivales para enviar las secreciones hacia la cavidad bucal, es decir, es la formación anatómica que se utiliza
para transmitir algo desde un órgano a otro del cuerpo.
284
La guerra de la independencia dejó a Cabimas devastada, en el año 1822 se incendió su población, se destruyeron sus
hatos y se degollaron sus ganados. En 1824 reconstruye su capilla pública, en 1831 se establece su Juzgado y por 1836
levanta su iglesia nueva, año en que se sospecha que la parroquia empezaba a salir de la etapa de reconstrucción de su
aparato productivo porque se permitía este emprendimiento -la erección de una iglesia adecuada-. Esta etapa de la
reconstrucción es un nuevo escenario histórico levantado por este conglomerado humano, y en consecuencia esa
experiencia enriquece su conciencia histórica.
285
Como se requería un incremento de las rentas, todos los ciudadanos sin excepción debían responder al sistema fiscal,
de allí que el orden debía extenderse a todos los propietarios, desde los muy acomodados a los más modestos, porque
como decía un juez de Cabimas, “no pagan las multas si no hay una cárcel”. El fisco es la administración que se encarga
de recaudar los impuestos del estado, y estos se depositan en el erario para formar el tesoro público.
213

contaría con la voluntad política de todos sus habitantes, sería por lo tanto una entidad dotada de
cohesión social para emprender proyectos de progreso [286].
Los diputados aprobaron la propuesta contenida en el planteamiento que expuso el
Administrador Principal, es decir, la modificación del sistema fiscal. Como consecuencia de esa
medida Basilio Borjas no entregaría sus cuentas a Sanson en los Puertos de Altagracia, sino que lo
haría en Maracaibo. Esto sin duda no cayó bien en las Cabeceras de cantón, el trasvase de las
rentas iría a la Capital provincial. En el fondo el gobernador estaba buscando un vínculo político
más estrecho con los vecindarios parroquiales de toda la provincia, porque la fuerza miliciana de
las parroquias era determinante para mantener el control del poder, es decir, de la Gobernación
[287].
Pero existía un problema, el pago de rentas en las parroquias eran evadidas por los
vecinos, porque allí aprovechaban el aislamiento para sustraerse de esa cancelación, y esto era
posible porque en muy raras ocasiones eran visitadas por las autoridades superiores, además era
muy precaria su comunicación con las cabeceras de cantón, de allí que se refiriesen a ellas como
parroquias aisladas, y todo eso ofrecía la oportunidad a los vecinos de declarar menos de lo que
poseían verdaderamente [288]. ¿Cómo se acometió ese problema?, creemos que para incentivar a
los propietarios a cancelarlas se diseñaron programas de construcción de infraestructuras
relacionadas con la actividad productiva, como serían los caminos, o vinculadas con el orden
público, como sería la cárcel, puesto que ésta última se relacionaba con una de las preocupaciones
centrales de los propietarios, como era la de restablecer el orden social, ya que tras la
Independencia era urgente restituir el dominio de ellos sobre la mano de obra [289], la cual
durante aquella feroz guerra había reconocido el poder de su aglutinación y ahora se
insubordinaban [290]. Y lo otro que faltaba, era la de encontrar “hombres exactos” que se
ocupasen de recaudar esos impuestos.

286
En otras palabras una verdadera región, entendiendo por ésta una entidad político-territorial que comparte un
proyecto de progreso y modernización que cohesiona todos sus sectores sociales en torno a objetivos económicos y
políticos de interés endógeno, es decir, interno, propio, autóctono.
287
Las relaciones de las élites parroquiales se fortalecían con la élite marabina y se debilitaban con la élite de las
cabeceras de cantón, en todo esto hay un forcejeo entre Maracaibo y las capitales de cantón, en la cual sospechamos un
intento de neutralizar a élites poderosas como la de la Villa de Altagracia, capaz de de unir las costas del este-sur del
lago para defender sus intereses. Por otra parte mantener a las parroquias aisladas era un medio de subordinarlas.
288
Recordemos el informe del Administrador Principal de la Provincia: (…) todos los pueblos de esta provincia excepto
Siruma, ningunas relaciones, y frecuentemente, ni ocasiones de comunicarse tienen con sus respectivas Cabeceras de
cantón, al paso de que son diarias y constantes las que llevan con esta Capital (…) ¿Cómo pues con semejante
intermedio podrá mantenerse la jurisdicción y el celo necesario sobre tales recaudadores? (…) buscarán siempre medio
de eludir el pago
289
Por mano de obra se alude a la persona que realiza el trabajo, ese término alude una metáfora, en la cual la cabeza
es el propietario y sus manos los trabajadores. De allí deriva la palabra capitalista, donde “capital” es el término latino
que designa la cabeza, se emplea también para designar la ciudad cabecera de una entidad político-territorial, es decir,
la capital. Es obvia su connotación clasista y su significado ideológico.
290
Preferían ubicarse en las afueras de la población y trabajar allí por cuenta propia, lo cual generaba escasez de
jornaleros. Y cuando se les acosaba se internaban en el monte. Surgiendo entre ellos una élite originada en la actitud de
ofrecer resistencia a convertirse en la servidumbre de los hacendados. En Cabimas uno de ellos recibió por mote “El
Tigre”, cognomento mediante el cual se le reconocía su ascendencia sobre los de su clase social, era Juan Justo Prieto y
su concubina Isabel Urdaneta. Para estudiar estos casos de gente humilde constituida en élite de los suyos se
recomiendan los textos del historiador Josep Fontana.
214

Ante esas perspectivas el Colector de rentas, que era un vecino propietario, adquiere
conciencia de que los intereses del Estado debían prevalecer sobre los intereses particulares de su
clase social -la de los hacendados-. Y desde esa nueva perspectiva se interesará por hacer efectivo
al sistema fiscal, porque con esas rentas convertidas en una reserva monetaria, la parroquia podría
realizar emprendimientos que favorecieran los intereses generales o de su sector social. Ese
cambio de perspectiva mental es crucial para que surja el individuo de élite, él debe trascender la
esfera de lo particular e incluso de clase social, para poder desempeñar a cabalidad un papel
rector de su parroquia -esto no niega un beneficio para él, su grupo y su clase en última instancia-.
El proyecto de 1837 del licenciado Romero demandaba estos cambios en los seres
humanos, para lograr varios objetivos, como poder incrementar la producción en la provincia,
aumentar los fondos de inversión pública, conciliar los intereses de la capital con los de la
constelación de poblaciones provinciales, entre otras cosas. De cobrar las rentas dependía todos
esos adelantos, pero para hacerlo de un modo exacto, el colector como Síndico parroquial debía
pasar por encima de los intereses de su propia clase social, es decir, debía impedirles evadir los
impuestos, pero al mismo tiempo, debía luchar porque parte de esos gravámenes le aportasen
cuotas a estas parroquias como política de reparto de la riqueza pública, debían velar porque de lo
recaudado quedase algo para la parroquia tomando así partido por los intereses de ésta [291].
Punto este último en el que los jueces de paz debían proceder para mejorar las condiciones físicas
de la población, es decir, debían asumir una política de inversión de las rentas. Inversiones que
podían convertirse, por ejemplo, en una cárcel. De tal modo que el Síndico parroquial quedaba en
coyunda con los Jueces de paz de su parroquia, dependiendo de ese enlace los adelantos y
mejoras del poblado.
c.3) Juez de Paz
El Juez de Paz era el principio y el fin de una posible transformación de la infraestructura
provincial, de allí que fuesen las piezas claves para la gestión de los gobernadores, porque eran las
principales autoridades al frente de cada población. Serían ellos quienes podrían dotar de obras
públicas a los cantones subalternos, porque ellos estaban en capacidad de movilizar a los vecinos y
de organizarlos para alcanzar esos adelantos, además de ser quienes manejan toda la información
sobre su jurisdicción. En el caso de Cabimas estos jueces mediante sus oficios mantuvieron
informado al gobernador sobre la construcción de la cárcel, y con ese conocimiento el Primer
magistrado provincial obtuvo un modelo de ejecución, mediante el cual instruyó a las demás
parroquias de cómo deben proceder para alcanzar ese logro. Visto desde esta perspectiva, la
historia de la Provincia de Maracaibo dependía de ese flujo y reflujo de información administrativa
entre la ciudad y el campo. Romero cuando ocupó la Primera magistratura de la provincia aplicó la
fórmula de vincular políticamente la capital con sus suburbios, así procedió también su sucesor
José Escolástico Andrade, pero los demás gobernadores que vinieron a continuación fueron
aplicando fórmulas cada vez más alejadas de esa integración, y se distanciaron para hacer valer los
intereses capitalinos sobre los del resto de la provincia. Y no solo eso, incluso llegó el momento en

291
Hay todo un cuadro de enfrentamiento de intereses que giran en torno a los intereses de su clase social, es bajo esa
complexificación que la historia produce sus hechos, el historiador se encuentra ante sí una enrevesada maraña de
intereses. Los intereses del Estado, es uno de esos intereses, a los que un miembro de la élite debe dar respuestas.
215

que el Cantón Altagracia quedó reducido a Cantón Militar y /o Bastión Militar, descuidándose
todos sus demás elementos estructurales, lo que lo empobreció y lo relegó a un atraso con
respecto a la época.
Los jueces mantenían un intercambio de mensajes con el gobernador, como ya se dijo, con
respecto a la construcción del centro penitenciario de Cabimas ese intercambio se hace patente,
comunicación que facilitó al gobernador asumir su gestión con gran propiedad. Para el mes de
septiembre del año 38, el gobernador Romero recibió la noticia de los jueces de Cabimas
anunciando que la cárcel ya “estaba parada”, es decir con sus paredes levantadas -le faltaría el
techo y algunos componentes y elementos adicionales-. Aquella experiencia vivida en esa
localidad le había dado al Gobernador una amplia y detallada visión de toda la operación de
levantar una cárcel, y entonces, recogió -como buen ejecutivo- en un documento ese
conocimiento práctico que desde Cabimas se le informó, y lo dirigió como una Circular a todas las
parroquias. En ella exponía:
Cárceles. Medidas tomadas para ver si se establecen en las parroquias de la provincia
donde no las hay.
Septiembre 27 de 1838. Circular a los Jueces de El Pilar, San Pedro, Bobures, La Ceibita, La
Ceiba, Cabimas y la Cañada.
Siendo de la mayor importancia para la morigeración [292] de las costumbres en los
pueblos el establecimiento de cárceles; y teniendo informes la gobernación de que en esa
parroquia no hay ninguna, he determinado dirigirme a U. para que reuniendo a los vecinos
o citándolos de uno en uno, como crea más conveniente los excite [293] a contribuir
según sus facultades para la obra de una casa que pueda servir de dicho objeto.
Antes de todo formará U. el presupuesto de los materiales, puertas, rejas, y demás que
sea necesario para la obra; con expresión del informe de cada cosa, incluso el de los
jornales del albañil, carpintero y peones que deban trabajar y me lo reunirá U. para su
aprobación, procurando la mayor economía en el ajuste de los precios.
Entonces me enviará U. igualmente la inscripción de los vecinos, con expresión de lo que
cada uno se haya comprometido a dar, bien sea en dinero, o bien en materiales, o en
trabajo personal (…)
Las rentas de esa parroquia se aplicarán también para la obra, y eso debe estimular a U. y
al Administrador o recaudador para procurar el cobro con la mayor eficacia
Efectuada que sea la obra de la cárcel, se procederá después a la de una iglesia, o de una
escuela y entonces ese pueblo adquirirá grandes ventajas y aumentará su población y su
cultura. También me informará U. si hay en esa parroquia algún principio de obra pública,
o algunos materiales que puedan aprovecharse. (AHZ, 1838: T. 10, ff. 323 y 324).
El Libertador apenas había fallecido unos siete años atrás, y estaba en las autoridades la
intención de emular su costumbre de albergar grandes visiones. El Gobernador Juan José Romero
soñaba con llevar el adelanto a esos pueblos, para atraer hacia ellos la población excedente de la
capital y, también para que a ellos se llevasen inversiones de capital, tenía por tanto un plan de
transformación de la provincia, plan que los capitalinos no compartían porque menguaba sus
recursos públicos en beneficio a aquellas zonas que ellos menospreciaban, es ilustrativo de esa
soberbia actitud lo que expresa un funcionario de uno de esos pueblos donde llega la Circular, éste

292
Morigerar: Moderar los excesos.
293
Excitar: motivar o estimular a …. Viene a ser en este caso mover hacia alguna acción.
216

era un marabino que ejercía allí de administrador de aduana, y se dirigió al Gobernador y en su


respuesta le manifestó:
(…) los habitantes de esta parroquia son indiferentes a estos progresos y muy pobres para
poder subsidiar las obras públicas (…)
Muchos de estos capitalinos eran como ese funcionario, Justo Troconis de La Ceiba,
algunos de ellos se instalaban en esas comunidades sólo para expoliarlas, y lejos estaban en su
fuero interno de acariciar ideas de llevar mejoras a esas poblaciones. En su privacidad estos
agiotistas no estaban interesados en ese proyecto de desarrollo de estos pueblos, porque
percibían en ese movimiento el crear rivales que les disputasen las prerrogativas de que allí
gozaban en exclusividad. Esto por supuesto atentaba contra la política administrativa que Juan
Romero intentaba llevar a la práctica, y el peligro es que se podía debilitar los lazos que se estaban
forjando entre los jueces de paz de la mayoría de esas parroquias y su persona.
Pero Juan José Romero ante esa circunstancia que le noticiaba Troconis no se amilanó,
ante las dificultades que le salían al paso amplió más bien las metas de los adelantos que se debían
materializar en el interior de la provincia y apuntó hacia algo muy controversial, según su
inteligencia: las carencias de aquellas parroquias las debía subsanar la capital. Y con esa idea en
mente con brío se dirige a la Sala Capitular:
Noviembre 30 de 1838.
Señor Presidente de la Honorable Diputación Provincial.
Siendo muy interesante en los Cantones Subalternos y sus parroquias suburbias la
reparación o construcción de cárceles, escuelas, cementerios e iglesias, me permito
recomendarle a la Honorable Diputación se sirva acordar en el presupuesto general
algunas sumas para estos objetos de cada uno de los puntos indicados con vista del
estado de las obras ya principiadas según lo que aparece de mi memoria dirigida a la
cámara en el presente año.
Dios guarde a US.
Romero (AHZ, 1838: T. 10, f. 330).
Todos los niveles de la gestión pública, según su criterio, debían actuar como resortes de
ese programa de obras que tenían por miras el llevar mejoras hacia esos lugares, para que esto
trajese el milagro de que aumentara rápidamente el numero de sus habitantes, la apertura de
empresas económicas y la calidad de sus pobladores. El siguiente paso de su programa de
gobierno sería, entonces, que las inversiones se trasladaran a esos espacios económicos
capitalizándolos, para que dejasen atrás su condición de suburbios precarios y vulnerables.
Romero exponía un proyecto histórico, es decir, una visión de futuro, en la cual los jueces de paz
de esas jurisdicciones eran sus piezas claves, para que aquel proyecto de escala provincial y de
contenido estructural transformase sus territorios. Los jueces de paz, en líneas generales,
respaldaron proactivamente al gobernador en esos cantones subalternos y de este modo lograron
cambiar en parte la fisonomía de sus parroquias bajo esa inspiración.
Por su parte el gobernador, les aleccionaba y para profundizar su formación como
gobierno les enviaba textos para dotarlos de una visión de la estructura judicial y de los contenidos
de las leyes, y es así como los jueces de paz disponían de información sobre diversos particulares,
para saber, por ejemplo, por qué en su jurisdicción se había creado ese destino, es decir, ese
empleo y ese cargo de alcaldes parroquiales:
217

Junio de 1838. El gobernador Romero les envía una circular a los Jefes Políticos y jueces de
las parroquias. En esta oportunidad les entregan una Gaceta de Venezuela donde está la
ley orgánica del Poder judicial para que la publiquen, también les adjunta un Decreto
mediante el cual se señala en que lugares debían haber alcaldes parroquiales y dónde se
debían suprimir (AHZ, 1838: T. 3, f. 94).
De este modo, los jueces de paz asistidos desde Maracaibo por su gobernador ampliaban
sus conocimientos acerca de todo lo referido a su cargo. Ahora bien, en cuanto al papel judicial
que debe representar un Juez de Paz en su jurisdicción hay otros documentos -de un tiempo más
adelante- que detallan la estructura política y administrativa de la provincia, así como las
funciones y atribuciones que correspondía a los jueces ejercer:
En el año de 1860 se recopila el papel que deben desempeñar los jueces de paz en sus
jurisdicciones, correspondiendo a sus atribuciones, entre otras cosas, llevar a cabo las detenciones
de quienes violen las leyes o normas, así como la de elaborar los sumarios correspondientes
donde se registra lo que sustancia la acusación, además, tenían facultades para actuar en
conflictos sobre relaciones laborales donde debían escuchar las partes y sentenciar. El Proyecto de
Ley Orgánica de la Provincia del año 1860 que indica las funciones de los jueces de paz en sus
parroquias, así como la del resto del personal gubernamental, nos permite ahondar en esa materia
si se desea profundizar el tema. Ese proyecto reformó la ley sobre la misma materia del 20 de
junio de 1859. Y en líneas generales trata lo siguiente para quien desee consultarlo:
Provincia de Maracaibo. Legislatura Provincial Decreta. Capítulo I. Personal Administrativo
(…). Capítulo II. De la Legislatura (…). Capítulo III. Del Gobernador (…). Capítulo IV. De los
Concejos Municipales (…). Capítulo V. De los Jefes Municipales (…). Capítulo VI. De las
Juntas y Jefes de Parroquia, de los síndicos parroquiales y comisarios municipales (…).
Capítulo VII. De las funciones de los jueces de paz de vecindario (…). Capítulo VIII De la
responsabilidad de los (… …). Cúmplase José Aniceto Serrano (AHZ, 1860: T. 14, l. 8, ff.
248/254).
Sobre los jueces de paz el Artículo 43 de esa ley señala como funciones del Juez de Paz de
vecindario. 1° Instruir los sumarios por delitos comunes y faltas de policía que se cometan dentro
del vecindario. 2° Aprehender los delincuentes y ponerlos a disposición del juez jurisdiccional de
parroquia con la sumaria instruida. 3° Oír y sentenciar las demandas de servicio personal en su
vecindario, con apelación, en el efecto devolutivo, ante el juez de parroquia. En el articulado
aparecen, además, las atribuciones y funciones de los diferentes empleados o funcionarios del
servicio público que acompañan al juez en su despacho, como son el síndico parroquial y el
comisario (ídem).
Esa Ley tenía como precedente la del año anterior que rezaba:
Julio 15 de 1859. Provincia de Maracaibo, Legislativa Provincial. Proyecto de Ley. Artículo
2° Los jueces de paz de los vecindarios practicarán las diligencias necesarias para la
aprehensión y sumario por los delitos comunes y faltas que se cometan dentro de su
jurisdicción, con calidad de poner a los aprehendidos con las diligencias practicadas a
disposición del Juez jurisdiccional de parroquia (AHZ, 1859: T. 9, l. 3).
Otro hecho que llama la atención en que los jueces de paz debían actuar contra los que
eran calificados como desafectos del gobierno, cuando recaía sobre ellos medidas judiciales en su
contra. Es el caso de José Aniceto Serrano, ex gobernador de la provincia, contra quien se advierte
a las autoridades de que si no presenta su salvoconducto, no se le debe permitir ingresar al
territorio nacional por las costas de este cantón:
218

Febrero 29 de 1856. Fabio Padrón jefe político de Altagracia da instrucciones a las


autoridades del cantón de reembarque de José Aniceto Serrano si llega a estas costas sin
el salvoconducto correspondiente (AHZ, 1856: T. 3, l. 29).
No obstante, un juez de paz de Lagunillas el año de 1862, Lorenzo Villasmil, señala al
gobernador los límites de sus facultades para actuar contra los desafectos del gobierno, y lo hace
porque está en conocimiento que las medidas contra estos individuos le corresponde es a esa alta
magistratura. En otras palabras es explícito al expresar al gobernador que a él como juez de paz no
le corresponde dictar medidas contra los disidentes, le expresa:
Marzo 3 de 1862. Juez de Paz de Lagunillas al Gobernador:
Estando en mi poder el Boletín Oficial número veinte y cinco decretado por Su Excelencia
el Jefe Supremo en dónde los jueces de paz sólo tienen el deber de imponer murtas y
arresto. Por tanto le pongo presente que Manuel Barroso que tiene un montón de causas
en la Gobernación, y que todo el mundo sabe lo malo que es, y contrario a este Gobierno,
aquí amaneció poniendo una bandera en la puerta de la cárcel diciendo por bulla “esta la
pongo porque ya vino el General Páez”, llegaron las noticias que Su Excelencia llegaba a
Maracaibo por el jueves, pero con burla grande, diciéndome a mí que él era el hombre del
a
pueblo. El Boletín facurta a SS para expursar a cualquier persona que sea en contra del
Gobierno, por tanto yo no me he molestado en remitirlo hasta su disposición. También se
expresa diciendo que él no estaba por lo decretado por el General Páez, lista de fartas que
deben castigarse, pues este hombre está en este lugar porque al malo siempre hay quien
lo favorezca, pues siempre que Serrano lo iba a mandar había empeños y ese abuso es
a
quien lo tiene cogotudos. Pues yo espero SS se digne separarlo, pues es uno de los que
deben estar expulsados y si lo manda llevar para Maracaibo no lo deje volver, pues me tira
un cerro encima, y todo lo que ha hecho ha sido delante de algunas personas. Lorenzo
Villasmil (AHZ, 1861: T. 2, l. 15). Gobernación. Abril 13 de 1862. Resuelto. Archívese.
Bracho (ídem).
Llama la atención en este documento, el poder del vecino denunciado por Lorenzo
Villasmil, Manuel Barroso. Éste no sólo desafía de un modo abierto al Juez de Paz del lugar sino
que también acumula un montón de causas en la Gobernación, y además es connotada su
oposición al gobierno y su fama de malo, incluso el juez llega a decir a su superior que “si lo
manda llevar para Maracaibo no lo deje volver, pues me tira un cerro encima”, no obstante está
en libertad. Como se acostumbra decir ahora, parece que la correlación de fuerzas le favorecía,
tanto así que en la gobernación lo que se resuelve es archivar el caso, así lo ordena el Gobernador
Bracho.
Precisar las atribuciones de los jueces de paz es una tarea que se debe acometer, y es
importante definirlas, porque su papel al frente de las comunidades parroquiales les otorga un
papel de actor social relevante. Las consultas que elevan ante sus superiores nos permiten
conocer algunas de sus limitaciones o de sus amplitudes.
Por ejemplo, Trinidad Perozo Juez 1° de Paz de Cabimas, recibe instrucciones de que a su
síndico no se le puede aplicar el castigo de arresto:
Noviembre 2 de 1846. El Jefe Político de Altagracia le expone al Gobernador lo planteado
por el Juez 1° de Paz de Cabimas, Trinidad Perozo, quien indica las faltas de ocurrencia del
síndico a las juntas ordinarias y aun a la Junta Clasificadora a pesar de haberse citado con
un comisario para clasificar a dos o tres personas que piden la patente, solicitando “qué
podré hacer en este caso”. El Gobernador Serrano responde de que puede imponer multa
hasta doce pesos o arrestar hasta 48 horas a los que desobedezcan sus órdenes,
procurando la pena de multa porque un funcionario, por su carácter público, no se
219

permite que sufra la de cárcel sino en el último trance (AHZ, 1846: T. 13, f. 133). (Nota:
Documento resumido).
En otras palabras, existía cierta inmunidad para el síndico y por supuesto para los jueces,
pero sí podían ser enjuiciados como se reseña en este trabajo. Por otra parte, los jueces de paz
debían ser propietarios de cierta cuantía. Un caso que abarca ambas situaciones es el de Antonio
María González, este juez fue destituido, a él se le siguió causa criminal por actuaciones ilegales y
por vida escandalosa, y por haber realizado hechos para lo cual no estaba autorizado. El Juzgado
de Provincia libró contra Antonio María González auto de prisión y se indicó en el juicio que le
siguieron ante los tribunales que no tiene más bienes que un ranchito que valdrá veinte pesos por
lo cual no puede ser juez, además se señala que no es vecino de allí (AHZ, 1850: T. 21, f. 26/30).
Otro juez fue acusado de negligente por un vecino de Cabimas, ante la apropiación de
algunos tramos del Camino Real por parte de unos dueños de hatillos:
Agosto 16 de 1851. Francisco Moreno natural de Maracaibo y vecino de la parroquia
Cabimas denuncia ante el Gobernador que el Juez de la parroquia (…) no atiende el
problema de la obstrucción de (…) Camino Real (…) porque dos o tres dueños de hatillos
se aprovechan de aquel terreno (…) Ruego de V.S. (…) que si lo cree y a bien tenga de las
órdenes para que el Camino Real de esta parroquia quede expedito (AHZ, 1851: T. 9, l. 25,
f. 121).
Como es obvio la obstrucción de la vía pública aumentaba el patrimonio de dos o tres
propietarios, perjudicando los intereses de los demás vecinos de fortuna y también a los
habitantes que transitan por ese camino público patrimonio de toda la colectividad. El vecino
denunciante es un poderoso, razón por la cual no solo acomete contra el juez, sino que también
confronta a ese grupo de propietarios que habían confiscado, de hecho, una vía pública. Como se
ha notado, el juez de paz, es una pieza clave de la estructura política de la provincia y en la vida de
su comunidad, y desde ese espacio participa de manera protagónica en el acontecer de todo este
territorio.
Los jueces requerían para tareas como la antecedente -la del Camino Real- de una policía
rural, para imponerse en ese tipo de asuntos y hacer valer la Ley, pero además se le presentaban
otros problemas y para estos, es lógico que requieran de un funcionariado que le facilitase echar a
andar su gestión pública y llevar adelante el proceso de administrar su parroquia.
c.4) El funcionariado
Desde Cabimas, ese año 38, Basilio Borjas -como funcionario de rentas- llevó su informe
al Administrador Principal. La portada rezaba:
Libro de entrada y salida de la cuenta del subsidio municipal de la Administración
Subalterna de la parroquia Cabimas.
Las hojas empleadas eran gruesas. En los folios aparecía:
Subsidio municipal recaudado desde el 1° de enero de 1838 hasta el 30 de junio del
mismo año (…)
Contiene catorce hojas útiles 8…)
Cabimas abril 10 de 1838, 9° de la Ley, y 28° de la Independencia.
El Administrador Subalterno El Juez de la Parroquia
Basilio Borjas Martín Borjas
Índice:
Folios de los ramos de entrada de este libro
220

Reses beneficiadas 3
Reses cabrunas y ovejunas beneficiadas 7
Índice de los ramos de salida de este libro
Remisión a la Administración Principal y Comisión de Administrador
11
Reses vacunas beneficiadas 1838
Son cargo siete reales que han entrado. Los que se dirán por derechos de reses
beneficiadas desde el primero de enero de 1838 hasta el último de abril del mismo año.
A saber del Señor José Antonio Quintero
En 1° de mes una 1
2 el Señor Ramón Romero 2 pagó
En 14 del mismo
Señor Ramón Romero 4 pagó
Borjas
Mayo 1° Son cargo por derecho de reses beneficiadas desde el 1° de dicho mes hasta el
último del corriente año.
A saber el Señor Ramón Romero
En 6 del corriente cuatro 4 pagó
El Señor Ramón Romero 2
En 12 del mismo 2 pagó
El Señor Manuel Perozo
En 20 del mismo 1 1 pagó
El señor Ramón Romero
En 26 del mismo una 1 pagó
Y así proseguía con tres reses más de Ramón Romero, dos reses de Silvestre González, una
res de Lorenzo Capitillo y una de José Calderas. Y después registró, primero, una suma de 1 peso
2.0, y luego, otra cifra de 6 pesos 2.6 [2 reales y 6 centavos].
En una nueva hoja se lee “Reses cabrunas y ovejunas beneficiadas” y no aparecía ninguna
[294]. Y en el folio de cierre tenemos:
Remisión a la Administración Principal y Comisión del administrador
1838 junio – Son data, dos pesos y seis reales que en este dice se han distribuido en la
forma siguiente; según competente Numero 1°
Por mi comisión al respecto de un 10 por ciento sobre 2 pesos 6 reales que ha producido
el subsidio a favor del Hospital de Lázaros desde el 1° de enero hasta el 20 de junio último
2 pesos ¼ de real.
Entregados a la Administración Principal 2.3 ¾ 2.6
Basilio Borjas (AHZ, 1838: T. 3, l. 17, ff. 258/264)
El 30 de junio Esteban Villasmil como Administrador de Rentas Provinciales en Maracaibo
recibía de Basilio Borjas el “Libro de Cuentas” y los dos pesos y tres cuartos de real que le
correspondían a la Administración Principal del dinero recaudado por el beneficio de reses en la
parroquia Cabimas durante ese lapso de tiempo (ídem). Por su parte Basilio Borjas debió pensar -
suponemos- en cómo cambiaban las cosas, en 1832 cancelaba a José Acosta el colector de puerto

294
Ni uno solo de los documentos recopilados sobre Cabimas refiere la cría de ganado caprino u ovejuno. Creemos que
las características de poseer bajas precipitaciones, entre 400 y 700 m.m. en verano, mientras la hoya del Motatán las
tiene entre 600 y 1.000 m.m. en verano y la del Chama, Catatumbo y Zulia entre 600 y 1.400 m.m. (MEDINA, Carlos.
Historia Cabimas, Edit. Universo, Cabimas 1991, gráficos 6 y 7 p.11) lleva a los geógrafos como Cunill Grau a representar
a Cabimas como una zona “ganadera, mayormente de caprinos” (Cunill Grau. Op. Cit. P. 1.194. Mapa: Poblamiento
Marabino) lo cual es acertado desde una perspectiva lógica, pero no así de la histórica, donde intervienen muchos
factores, en especial, el humano que como factor cultural busca soluciones a problemas arduos y complejos.
221

de la capital un cuartillo por una carga de maíz, y ahora en 1838 como Administrador Subalterno
de Cabimas, por lo contrario, recibía una comisión de dos reales y un cuartillo por llevar las
cuentas y recaudar derechos de subsidios.
Esteban Villasmil apartaba aquel dinero recibido de Cabimas para el presupuesto del
Hospital de Lázaros [295] donde se atienden a los afectados por la enfermedad de la lepra, esta
gente en desgracia era sostenida con los impuestos que recogían los colectores, como era ese
recaudado en Cabimas desde el 1° de enero hasta el 20 de junio, el cual fue cobrado a los
criadores de ganado Ramón Romero, Manuel Perozo, Silvestre González, Lorenzo Capitillo y Jesús
Calderas, y por supuesto, también con los gravámenes de los demás criadores de ganado cobrado
en otros lapsos. Así funcionaba la gestión pública por aquel entonces.
El lazareto estaba ubicado en la isla de Providencia, isla que queda en las cercanías de
Palmarejo, caserío perteneciente a la costa de los Puertos de Altagracia. Esos excedentes
económicos alcanzados por los criadores de ganado y colocados en el mercado capitalista, era la
base del subsidio del Hospital de Lázaros. De incrementarse esos excedentes dependía el futuro
de este territorio, y Juan José Romero cifraba sus esperanzas en lograrlo aumentando el
poblamiento de los cantones y el nivel cultural de sus habitantes.
Con esos excedentes Cabimas creaba riqueza social, la cual permite la existencia de bienes
públicos como su casa para la cárcel, pero también aportaba para el sostén del Hospital de Lázaros
de la isla de Providencia, y con ese mismo esfuerzo colectivo podrían concluir una casa destinada a
la cárcel, una sala para la escuela, un cementerio con cerca y portón coronado por una cruz (como
el de La Rita) y todos los demás adelantos que trae la civilización. Todo esto nos indica la
importancia del funcionariado de cada parroquia. Así como el papel del colector de rentas impacta
la economía en sus distintas escalas, del mismo modo el Secretario del juzgado era clave para
llevar el archivo de la judicatura donde reposaban los censos de la iglesia, las querellas entre los
vecinos, y demás asuntos judiciales, todos y cada uno de los funcionarios jugaba un papel
determinante en un área de la vida parroquial.
Ahora bien, para efectos de lo que se está estudiando, como es la calificación de la minoría
propietaria y de sus personajes, cabe decir que nuestro interés por la realización de estas mejoras
en la infraestructura de las poblaciones no es el verdadero objetivo de este estudio, sino que lo
relevante es percibir la intermediación de los jueces como algo crucial para llevar a cabo aquellas
obras como parte sustancial de un gran proyecto, y ese afán traía sobre quienes estaban al frente
de aquellas comunidades una gran mudanza, consistente en la conversión de un simple particular
a un ciudadano activo, o dicho de otra manera, personas dedicadas a sus asuntos privados
asumían de pronto las responsabilidades públicas, trascendiendo así su quehacer de sus intereses
patrimoniales a los intereses parroquiales o a los provinciales como se ha observado. El Secretario
del juzgado, el síndico, el comisario, todos, iban más allá del personalismo, y eso es un gran
adelanto. Al ingresar a la judicatura cruzaban un umbral en sus existencias.
La minoría calificada se incuba en esas judicaturas, las tareas que allí realizan les
convierten en hombres públicos, y como tal son quienes construyen una estructura administrativa

295
La obra pública de Cabimas era una cárcel, pero no era la única obra pública que sostenía, también subsidiaba el
Hospital de Lázaros.
222

para atender las necesidades de sus parroquias, y es esa responsabilidad social la que les orienta a
comportarse como la élite local. Con el juez de paz, el secretario, el síndico y los demás
funcionarios públicos cada parroquia se dota de una minoría calificada responsable de la
problemática de su población, ellos son el funcionariado sin el cual la provincia no estaría en
marcha, ellos se califican en las funciones que les imponen sus cargos. La Historia de la Provincia
de Maracaibo la plasmaba unos dos o tres centenares de miembros de élite, detrás de ellos estaba
una numerosa minoría calificada, determinar ¿Quiénes eran estos protagonistas de la historia?
solo es posible multiplicando estos estudios como el de Cabimas, aplicándolos a poblaciones como
La Rita, Lagunillas, Siruma, Democracia y la Villa de Altagracia, y haciendo la misma tarea en los
demás cantones incluyendo el Cantón Capital. Ellos son los hombres públicos, y como tales
quienes están al frente de sus conglomerados humanos, que a veces les siguen y en otras les
adversan.
c.5) Hombres públicos
Con Juan José Romero las minorías propietarias de cada parroquia estaban aprendiendo a
administrar los fondos públicos para realizar aquel proyecto de importancia provincial, y es ese
sentido trascendente de sus tareas lo que convierte a algunos de sus miembros en elementos de
élite, y esa era la verdadera obra histórica -crear una élite campesina- realizada por el Gobernador
en la provincia, es decir, lograr mejorar la calidad de los habitantes de este territorio y aprovechar
a ese recurso para la transformación de la provincia en una plataforma para un gran proyecto en
el Occidente del país. Juan José Romero supo de Basilio Borjas -así como de otros prohombres de
otros pueblos- por el reconocimiento que hicieron de él o de ellos sus coterráneos, eso sucedió
cuando recibió del Juez de Cabimas el siguiente veredicto: “Sobre la exactitud del Colector
nombrado en esta parroquia creo no habrá otra persona más exacta para dicho destino, que es el
nombrado, el Señor Basilio Borjas”.
De hombres como Basilio Borjas dependía la estructura administrativa de la provincia,
porque ellos eran los que obtenían las rentas mediante la cual ésta podía estar en funcionamiento.
La cárcel que se concluyó el año de 1839 tiene tras de sí este proceso de recolección de rentas que
se acaba de describir, proceso que se extendió desde 1832 hasta 1838. La fábrica de la cárcel no
era la única obra que reposaba sobre los hombros de los habitantes de Cabimas, el Hospital de
Lázaros también dependía de las rentas que se colectaban en esa localidad. Más aún, las cárceles
que el gobernador Juan José Romero impulsa para ser construidas por El Pilar, San Pedro, Bobures,
La Ceibita, La Ceiba y la Cañada llevaba como precedente la valiosa experiencia que se tuvo
primero en Cabimas, la cual sirvió como modelo para edificar esa mejora en aquellas otras costas.
Tampoco era la única obra construida por esos años en Cabimas, para el año 1836 los
cabimenses habían levantado de nuevo la iglesia, lo que es otro signo de que, en verdad, para
1836 Cabimas había ya logrado salir del estado de postración en la que la dejaron los hechos
bélicos de la guerra de independencia y algunos otros trastornos posteriores, porque podía
destinar un excedente para levantar esa obra comunal imprescindible para una parroquia. Pero
también es la demostración de que en esta población existían habitantes en los que el espíritu
público se manifestaba con ímpetu. Ahora les faltaba acometer la batalla por tener una escuela, y
de nuevo sus hombres públicos salen a dar frente a esa necesidad, obra que edifican y ponen en
223

funcionamiento en 1844. Y en el cumplimiento de esas tareas se consagra el hombre público, en


especial, bajo la figura del funcionariado del pueblo. Aquellos servidores públicos consolidaban
aquellas poblaciones, llevándola muy lejos de lo que habían sido durante la época colonial.
Destacando, entre estos servidores, por su conciencia ética el Juez de Paz Eduardo Miguel Rojas,
quien emprende aquella obra de una casa para la escuela, además de una clara preocupación por
el resto de la infraestructura del pueblo, era el hombre nuevo de la época: el republicano.
No obstante de existir hombres como Eduardo Miguel Rojas o un Basilio Borjas, la
distancia astronómica entre los ingresos de rentas obtenidos en el Cantón Capital y lo recaudado
en los Cantones Subalternos era avasallador, y explica por qué todos los adelantos logrados para
dotar con una fisonomía civilizada a la red de poblaciones que estaban en torno al lago de
Maracaibo era demasiado modesto, impidiendo así de que se alcanzasen los altos fines propuestos
en el proyecto histórico del año 1837. Los esfuerzos de Maracaibo debían ser muy superiores, para
poder transformar el territorio provincial en un aparato productivo poderoso, desde el cual se
inundara de bienes y mercancías -procesadas con los recursos de esta cuenca- las provincias
andinas e incluso parte del territorio del pie de llano barines, llevando a esos territorios productos
nacionales como predominantes e importados como excepción. Si tal hubiese sido el proceso, la
Provincia de Maracaibo se hubiera convertido en la fundadora de una región histórica endógena
de perfil económico nacional, porque hubiese construido con aquel territorio un mercado de
compra-venta de bienes para estimular todos sus sectores económicos, lo que más adelante
hubiese provocado que todo ese vasto territorio así estructurado desarrollase un perfil de
intercambios mercantiles, no sólo a nivel nacional sino también internacional como un proyecto
independiente.
Pero lo alcanzado, bajo esa débil y timorata reacción de la élite capitalina, es que lo
logrado era algo así como aquella mezquita pajiza que construyeron los humildes habitantes de
un caserío del sur del lago, es decir, un pequeño y conservador paso en vez de un gran salto
adelante que hubiera sacudido la dinámica del proceso histórico, todo esto ocurre, porque el
liderazgo de Maracaibo no estaba a la altura del proyecto histórico capitalista visionado por Juan
Romero propio de la era bolivariana [296]. Entonces, la calidad de los hombres públicos es
decisiva, si estos no acometen con visión bolivariana a las dificultades que les desafían, entonces
los imposibles no se transmutarán en prodigios. La élite citadina no respondió al llamado de su
gobernador Romero, llamado expresado ante los diputados de la provincia sin cortapisas, donde
solicitaba algunas sumas del presupuesto para aquellas parroquias:
Noviembre 30 de 1838.
Señor Presidente de la Honorable Diputación Provincial.
Siendo muy interesante en los Cantones Subalternos y sus parroquias suburbias la
reparación o construcción de cárceles, escuelas, cementerios e iglesias, me permito
recomendarle a la Honorable Diputación se sirva acordar en el presupuesto general
algunas sumas para estos objetos de cada uno de los puntos indicados con vista del

296
El proyecto de Bolívar y de sus adherentes era la de transformar este continente en un gran poder que contrarrestara
los del mundo atlántico, es decir, Europa y los Estados Unidos de Norteamérica. En otras palabras la realización de un
proyecto endógeno que impidiese el avasallamiento de las nuevas repúblicas por la expansión de los proyectos
exógenos amenazantes y arrogantes.
224

estado de las obras ya principiadas según lo que aparece de mi memoria dirigida a la


cámara en el presente año.
Dios guarde a US.
Romero (AHZ, 1838: T. 10, f. 330).
La batalla que libró Cabimas con sus hombres públicos sin embargo no desmayó, a pesar
de esa falta de respaldo de la élite marabina, y trabajaron en el frente de aumentar las
recaudaciones de rentas y sus logros aunque modestos, revelan la capacidad de respuesta que
existía entre ellos, para intentar salir de tanto atraso y de tanta miseria. La vía que implementaron
fue la de incorporar al sistema fiscal a aquellas ramas económicas que no estaban pagando
impuestos en las parroquias, es decir, actuaron sobre la rama comercial, que en esa época la
referían como la de los “industriales”. Tenían que incrementar las rentas creando nuevas fuentes
de recaudación, si querían traer nuevos adelantos para la población, y lo hicieron, ese nuevo
sector -el mercantil- que estaba emergiendo en aquellos pueblos fueron puestos en la mira de los
administradores de las parroquias. Actividad que la emprendieron con la Junta Clasificadora, la
cual presidía el Juez de Paz 1° de cada uno de los pueblos de la provincia. Las élites de esta
localidad, la de Cabimas, libraron esta nueva batalla para incrementar las rentas parroquiales y lo
lograron, tal hecho les consagra como élite local, porque hicieron privar como hombres públicos -
republicanos- con esa conducta los intereses generales sobre los particulares, es decir, gobernaron
como se lo exigía la patria.
c.6) Junta Clasificadora
El incremento de las rentas se logró mediante dos Juntas, la primera, la Junta Clasificadora,
la segunda, la Junta Calificadora. En los primeros quince días del año 1843 la Diputación Provincial
en sus actos había acordado que se fundasen en las parroquias Juntas Clasificadoras, y el Concejo
Municipal del Cantón Altagracia hizo los preparativos para cumplir con ese mandato. La ordenanza
segunda de impuestos industriales indicaba que la Junta debería quedar integrada por los jueces,
el síndico procurador y el secretario de los tribunales, a quienes agregaban un Notable de la
parroquia.
En Cabimas Eduardo Rojas ordenó un bando [297], para que aquellos habitantes que
ejerciesen industrias -actividad comercial- se presentasen en el juzgado a solicitar la patente. Se
fijaron carteles informando a la comunidad con esa convocatoria. También Eduardo Rojas, por
indicaciones del Concejo del Cantón, procedió a comunicar a Basilio Borjas su selección para
integrar esa Junta como Notable del pueblo. Y del mismo modo Rojas le pidió al colector de rentas
que levantase un censo de los vecinos involucrados en esas actividades industriales.
Félix Borjas -quien era el Síndico procurador- abrió la sesión de la Junta Clasificadora, para
poner en conocimiento de todos los reunidos lo que se esperaba de ellos, para los efectos el
archivo del Juzgado contaba con la Ordenanza de impuestos y un oficio del año 1837. Ese acto de
instalación estaba previsto en el artículo 33avo de la Ordenanza. Se esperaba determinar con aquel
grupo de funcionarios, a qué clase de industriales pertenecía cada uno de los que ejercía esa
actividad en Cabimas, de acuerdo al artículo 4°. Por actividades industriales entendían a quienes

297
El bando era el anuncio a viva voz, acompañado por lo general con un tambor batiente para enterar a los vecinos de
algún evento público, es probable, que para esta época se redujese a colocar carteles públicos en la fachada de las
instituciones públicas y en los locales comerciales más grandes (tiendas y pulperías).
225

desempeñaban el oficio de comerciante. Años atrás, cuando fue gobernador Juan José Romero, de
Cabimas le informaron
(…) que sobre el estrato que Usted pide de las tiendas, pulperías, ventorrillos, venta de
licores y galleras no hay ninguno, a excepción de uno que otro vecino que suele vender
alguna friolera de comestible y aguardientes (AHZ, 1837: T. 7, f. 27).
y para ese entonces fue opinión de las autoridades locales “declarar tales ventecillas como no
pertenecientes a ninguna clase”, de tal manera que no hubo apatentados.
La situación de los industriales ahora en el año 1843 ya no era la de los tiempos del
gobernador Romero, pero tampoco era boyante, para Félix Borjas el Síndico procurador: “Ninguno
llega a poseer un volumen con un valor superior a 100 pesos [298], por el contrario hay algunos
que a duras penas llegan a la mitad de ese monto” [299]. Ese primer día nadie se presentó a
apatentarse y se levantó un Acta:
(…) Instalada la mencionada junta y reunida con el competente número de miembros se
entró en la clasificación, y sólo se encuentra que algunas personas venden licores
a
espirituosos, y otros comestibles, que los consideramos comprendidos en la 2 clase de
que se trata el artículo 4° y no habiéndose presentado ninguno a pedir la patente, se les
hace saber a los que aquí han ejercido dicha industria que está instalada la Junta
Clasificadora, y que deben presentarse los que quieren seguir ejerciendo para
a
autorizarles la patente según se nos ordena en la ordenanza 2 de la Honorable Diputación
Provincial; acordando la reunión de la junta para el Lunes más inmediato que se hagan
comparecer los que constan en la lista de industriales que presentó el Señor colector,
con lo que concluyó este acto que firmamos (AHZ, 1843: T. 8, f. 115).
El lunes Eduardo Miguel Rojas -quien no se arredró por el nulo resultado de la primera
convocatoria- colocó de nuevo sobre la mesa los certificados de patentes, venían muy bien
impresos desde Maracaibo, en ellos quedaban líneas en blanco para colocar los datos de los
industriales y demás información requerida. Y ese día sí se presentaron los comerciantes,
registrándose por primera vez de un modo oficial ese estrato de la población, los ramos que estos
industriales ejercían eran dos: venta de licores y venta de comestibles. El ramo del comercio de
Cabimas se abrió con los siguientes individuos:
Se Reunió la Junta Calificadora como se anunció en la anterior reunión del día 14 para
calificar a los que se presenten a pedir patente (…) y al efecto se presentó a apatentarse el
Señor José Quintero 1°
Señora Caslina Tello 2°
Señor Ramón Hernández 3°
Señor José Concepción Balbuena 4°
Señor José Andrés Coscorrosa 5°
Y no habiéndose presentado más que cinco personas a sacar patente pásesele una lista de
los que se han apatentado al Señor Colector de esta parroquia para que cobre a cada uno
de los apatentados la cantidad de 5 pesos al año que es la clase que se ha considerado a
los industriales de esta parroquia (…) se presentó ante la Junta Clasificadora el Señor
Lorenzo Capitillo pidiendo se le coloque y se le dé patente (…) pásele conocimiento al
Colector para que lo incorpore a la lista de los industriales. Firmamos y firman los
patentados (ídem).

298
Cien pesos, no obstante, era una cantidad apreciable, la casa de la cárcel de Cabimas fue avaluada por catastro en 60
pesos.
299
Tampoco era una suma insignificante, recuérdese al juez Antonio María González, al cual por actos escandalosos se
solicitó su destitución, entre otras razones porque la casa donde vivía tendrá por valor unos veinte pesos.
226

En la segunda convocatoria de la Junta Clasificadora ese año 43, “se retiraron de la lista de
industriales José Acosta Quintero y Ramón Hernández por lo que resta del año, pero se incorporó
a los señores José Antonio Montezuma, José Antonio Coscorrosa y Miguel Quintero” (AHZ, 1843:
T. 20, f. 97), así que en vez de disminuir aumentaron los registrados como ventorrilleros dedicados
a la venta de licores y de comestibles. José Manuel Torres quien fungía como Jefe político del
Cantón envió las actas de las Juntas Clasificadoras de industriales al Gobernador, y le señalaba:
(…) sólo adjuntaba las de esta cabecera y de la parroquia Cabimas, pues que, las otras
parroquias han dicho que no se encuentran ningunos industriales” (AHZ, 1843: T. 16, f.
281).
Lo más probable es que en las demás parroquias ocultaron a sus ventorrilleros para
librarlos de pagar impuestos, pero no sucedió así en Cabimas, porque allí sí se disponía de una
verdadera élite al frente de sus asuntos económicos y políticos, era necesario incrementar las
rentas y no dejaron por amiguismo u alguna otra razón a nadie afuera, todos fueron declarados.
Tres años después, en 1846, Lorenzo Capitillo, uno de esos primeros comerciantes
reconocidos oficialmente por la Junta Clasificadora de industriales, era el Síndico del Juzgado de
Cabimas, lo que muestra como el ser comerciante le lleva a ocupar un puesto en el juzgado (AHZ,
1846: T. 13, f. 133), esto demuestra que fue una buena política haberlos hecho apatentarse. El
comercio era una señal de que la población se había consolidado como un medio urbano, y si un
comerciante llegaba a desempeñar un puesto público en esa comunidad, esto indicaría que ese
estrato de la población ya participaba en la producción de historia de esa localidad.
La administración local -los jueces, el secretario y el síndico- había logrado que ese sector
económico aceptase el imperio del Estado al presentarse a apatentarse y al compartir con el
gobierno parte de los beneficios que obtenían de esa actividad. Gracias a esa actuación acertada
de ese funcionariado, solo Cabimas y la Villa de Altagracia disponían de una lista de comerciantes
legalmente establecidos y estos ejercían su actividad sin necesidad de recurrir a subterfugios,
porque estaban debidamente reconocidos como industriales.
Ahora bien, por otra parte, el acto protocolar de la instalación de la Junta Clasificadora se
constituyó simbólicamente en una representación del poder, de allí que un miembro de la junta
debía ser un Notable del pueblo, él convierte con su presencia en escena aquel acto de instalación
en un hecho histórico, porque le otorgaba al hecho su debida relevancia -era incorporar un signo
señero de lo urbano-. Nótese que Basilio Borjas ya no es el recolector de rentas, ahora es un
miembro reconocido de la Junta de Notables de Cabimas, es decir, alguien con prestigio y que sin
duda era uno de los principales acomodados de la población de Cabimas. El acto era significativo,
consistía en reconocer a los primeros industriales -comerciantes- de esa población, quienes se
constituyen en una nueva fuente de ingresos de las rentas, lo que significaba para la época un
signo de prosperidad de una población, es decir, que estaba cada vez más lejos de un estado
primitivo. Cabimas pasaba a un nuevo estadio histórico en su transformación económica, es decir,
construía un nuevo tablado histórico. Y a la construcción de ese escenario contribuyó de un modo
decisivo la élite cabimense. Élite que cobró prestigio no solo en el Cantón Altagracia, sino que se
dio a conocer en Maracaibo, la élite de Cabimas y la de los Puertos de Altagracia cobró un especial
relieve por hitos como éste, obtuvo prestigio.
227

Por esa vía -la urbana- la población fue en crecimiento y para el año de 1853 por el mes de
octubre ingresaban doce pesos cincuenta centavos por concepto de la industria de ventorrillos, lo
cancelaban la vecina Ninfa Cepeda y los vecinos Miguel Antonio Castillo, Pedro Pio Pinillo, Pedro
María Rall y Justo Quirós por el período de julio a diciembre (AHZ, 1853: T. 1, l. 1 f. 5), Cabimas
disponía de un espacio mercantil en el sector de los que tenían algunas ventas, gracias a esos
hombres y mujeres que ejercían esa industria.
Pero no sólo el cuerpo administrativo del juzgado incrementó la recaudación de rentas
mediante las patentes comerciales, y su Junta Clasificadora, también emplearon otros artificios.
Ese mismo mes de octubre y año 1853 ingresaron en el Juzgado por multas 25 pesos, cantidad
que cancelaron varios ciudadanos: Justo Quirós por falta de respeto y relajación del arresto en que
estaba 5 pesos, el mismo Quirós por otra falta 10 pesos y Concepción Arrieta por falta 10 pesos
(id. f. 7).
Mientras Cabimas se perfeccionaba como población, otras parroquias durante estas
décadas dan un salto atrás debido al fenómeno inverso, en vez de aportar rentas a la provincia
debían recibir ingresos enviados desde la capital de la provincia para sobrevivir como población,
es el caso de Siruma que ya se trató con anterioridad, cuando ésta fue declarada en primitivo
estado. Pero ese no fue el único escándalo relacionado con las rentas, también ocurrió que en el
pueblo de agua de Lagunillas, un ciudadano denunció al propio Juez de Paz 1° de esa parroquia del
delito de evasión de impuestos.
Recordemos, primero, que en el año 46 daba un salto atrás Siruma, ese hecho histórico
involutivo se presentó para ser tratado en una reunión de la Diputación Provincial, era inusitado lo
que se presentaba y era lamentable para un conglomerado humano, veamos el documento con
esa noticia:
La parroquia Siruma de este Cantón se encuentra sin cualidades para ser constituida en
parroquia, por las razones siguientes: lo 1° porque su localidad se reduce a un mezquino
caserío en número (…) de malformados edificios, sin tener ningún otro vecindario en sus
cercanías. - 2° Porque el número de sus habitantes que en ella existen según el último
censo practicado sólo alcanza a 187 individuos de toda clase y lejos, siendo el de 500 los
que por el caso 4° artículo 77 de la ley orgánica citada se necesitan para erigirse en
parroquia civil. -3° porque no hay el número de los ciudadanos con los requisitos de Ley
para desempeñar los destinos concejiles, pues los que saben leer y escribir son en muy
corto número. 4° Porque sus habitantes no tienen otra industria que la pecuaria y
ninguna comercial causa por que las juntas clasificadoras no tienen ocupación, siendo así
que los gastos que se hacen en la administración política y civil de dicha parroquia, es una
carga que las demás llevan, sin que en el todo ni aún en parte sean remuneradas con sus
producciones y 5° que de resultas de no haber quien pueda desempeñar las judicaturas de
paz con la eficacia que se requiere, causa en la marcha de los negocios así políticos como
económicos con total entorpecimiento opuesto enteramente a la puntualidad que las
leyes y ordenanzas recomiendan el despacho de la Administración de Justicia. -Por estas
razones incontestables, se propone la exclusión del nombramiento de parroquia al pueblo
de Siruma dejémoslo en su primitivo estado.- (AHZ, 1846: T. 2, f. 218).
Esto representaba el total aislamiento, dejar de ser parroquianos casi constituía hasta la
pérdida de su gentilicio, eran duras las locuciones empleadas para descalificar a Siruma al
señalarlo como “mezquino caserío” y en “primitivo estado” o caserío “de malformados edificios”.
Y valga un paréntesis para comentar de que de este proceso involutivo no escapa ninguna
228

población, si las autoridades propias o fuereñas la abandonan, pueden involucionar y llegar a ese
estado de postración. Cabimas, para no ir más lejos, en el año 1852 fue abandonada por las
autoridades que gobernaban en Maracaibo, y se le negó desde esa ciudad-puerto volverle a
edificar su escuela primaria, dando así este conglomerado un paso atrás. Corresponde, pues, a los
habitantes de una comunidad hacer contraloría de sus gobernantes, porque nunca puede darse
por sentado que no se puede entrar en un proceso regresivo, cuando una ciudad se estanca,
cuando no se le ven adelantos relevantes, corre el peligro de retrogradar. Hay que cuidar por la
calidad y belleza de las edificaciones, hay que velar en especial de poseer habitantes destacados
por sus cualidades, y de tener variedad de producciones y de actividades culturales, hay que temer
en no ser una carga para los demás entes político-territoriales, sino más bien en concurrir a su
ayuda para arrebatarle espacios a la pobreza -que frena e incluso anula algunos adelantos
generales- y, principalmente, hay que luchar a brazo partido en ser exactos, como en este caso lo
fue Félix Borjas, quien realizó la lista de los que ejercían como industriales, lo que permitió que se
obligara a estos vecinos a su comparecencia ante la Junta Clasificadora para apatentarse si querían
seguir en el ramo. Ese grupo de la judicatura demostró ser un aparato burocrático de calidad y
eficiencia.
Pero en el año 1852 en el cual la capital provincial da la espalda a Cabimas -por su actitud
insumisa-, la élite cabimense mostró una actitud negativa ante los requerimientos capitalinos:
En la Parroquia de Cabimas a los cuatro días del mes de julio de 1852. Se reunió la Junta
Clasificadora (…) con el objeto de clasificar los industriales de la parroquia, y no habiendo
ninguno que merezca clasificación, se concluyó el acto que firman (…) El Presidente
Antonio González de Lira, el vecino Norberto Pérez, el Síndico Andrés Borjas, el Secretario
Miguel Antonio Castillos (AHZ, 1851: T. 12, f. 241).
Mientras eso declara el equipo de la Junta Clasificadora de Cabimas, en Santa Rita para la
fecha del 5 de Julio de 1852 se declaran siete ventorrilleros de 2da. Clase y dos de 3era. Clase, y
para el 2 de julio de 1852 en Lagunillas se registran 13 ventorrilleros de 3era. Clase y, entre ellos,
aparece el muy mentado Manuel Barroso (íd. 240 y 242). Todo lo cual nos indica que, en Cabimas
las autoridades locales los ocultaron y los libraron del pago de patente, y negaron incluso la
existencia de ventorrilleros de tercera clase creada para adaptarse a la realidad del comercio en
los cantones subalternos.
En otras parroquias ocurrían escándalos (en párrafo líneas arriba se hace alusión a este
caso) por esto de las industrias comerciales. En Lagunillas se suscitó una denuncia de un particular
contra el propio juez de paz, pero en esta ocasión el prestigio de la parroquia Cabimas fue traído a
colación por ese problema, lo que puso de nuevo en evidencia la competencia del funcionariado
cabimense en este Cantón Altagracia. El caso es el siguiente:
a
Señor Juez de la 1 Instancia del Este.
Miguel María Rodríguez vecino de Lagunillas, residente actualmente en esta ciudad (…)
expongo. Necesito instruir un justificativo de testigos para comprobar varios hechos de
que es responsable el Juez 1° de paz de mi domicilio, y estando impedido igualmente el
juez 2° de paz por haber dado una justificación en mi contra, es indispensable que la
justificación se evacúe por otro magistrado imparcial (…) Con tal objeto espero que
Vuestra Señoría se sirva dar comisión a uno de los tres jueces de paz de la parroquia
Cabimas para que reciba declaraciones a los tres síndico parroquial de Lagunillas, Antonio
Parra, Pedro Pablo Caridad y Pedro Esteban Martínez (…) 1° Los mencionados señores
229

declaran (…) como (…) a causa de haber denunciado yo a varios individuos que ejercían la
industria de ventorrilleros sin pagar patente (…) fui citado por el tribunal a donde
comparecí a tiempo de hallarse en él los Señores Francisco Moreno y Juan Castillo
representando el primero a su hijo Eusebio Moreno y el segundo a Teodora García, contra
quienes se dirigía mi denuncio (…). 2° (…) el síndico parroquial Señor Antonio Parra y
Pedro Soler comisario de policía dando cuenta del reconocimiento que habían practicado
en las casas de los señores Eusebio Moreno y Teodora García, el juez, que es el 1° de paz
señor Cruz Moronta extendió de su misma letra una relación de los efectos o artículos de
comercio que se habían hallado en las casas de los denunciados, a cuyo tiempo Francisco
Moreno, padre de Eusebio se expresó diciendo que ellos si vendían algunos comestibles
era en muy pequeña cantidad por lo cual no podía obligarse a pagar patente, y solamente
abonar el derecho acostumbrado, sobre lo cual yo hice la observación (…) que según el
procedimiento que había tomado el juez me parecía que ningún individuo que estuviera
vendiendo sin patente y se considerara como defraudador no era posible manifestasen
cuanto tenían en su casa vendiendo. 3° Declaren igualmente como es cierto que cuando
pronuncié la expresión defraudador y sin (…) darme tiempo a concluir el concepto,
levantó la voz el Señor Francisco Moreno llamando la atención al juez y explicándose en
estos términos, una falta, una falta cometida en el tribunal porque decía que el juez tolera
los defraudadores de las rentas, y contra mí porque me ha llamado defraudador, por lo
cual debe imponérseme una multa. 4° (…) 5° (…) 6° (…) el juez imponiéndome silencio
porque tomando siempre la voz Francisco Moreno como aconsejando al juez exigió que se
me echase fuera del local del tribunal y se me mandara a la cárcel y en efecto el juez dio la
orden mandando que se me pusiese el cepo en la cárcel que es casa perteneciente al
mismo Francisco Moreno (… …) debo regresar a mi domicilio, en donde tengo abandonado
mis intereses.
Maracaibo Febrero 19 de 1847 (AHZ, 1847: T. 11, l. 2).
Se puede añadir que para ese año Francisco Moreno [300] tenía la edad de sesenta y un
años, y que la multa aplicada al denunciante Miguel María Rodríguez “por haber faltado el respeto
e injuriado” fue de doce pesos, lo cual era una cifra escandalosamente alta.
En Maracaibo fue bien acogida la propuesta de Miguel María Rodríguez, y colocaron al pie
de página del documento la siguiente nota:
Se obedece en los términos prevenidos: líbrese despacho al Señor Juez de paz de turno de
la parroquia Cabimas para que reciba las declaraciones (…) (ídem).
En Cabimas actúa en esta causa como comisionado el Juez 1° de Paz Antonio González de
Lira quien nombra testigos, cartularios y procede a la instrucción del informativo. Miguel María
Rodríguez era natural de Lagunillas, pero era vecino residente de Maracaibo. Para garantizarle sus
derechos -porque Rodríguez apela la decisión que se tomó en su contra- se le elabora el
Justificativo en Cabimas y se le informa que las diligencias las recibirá el Juez de la parroquia
Matriz de la capital (AHZ, 1847: T. 29, ff. 279/291). Esa delegación de autoridad sobre Cabimas
indica como esta parroquia era una referencia válida en el Cantón Altagracia, Lira era un personaje
de renombre en su Cantón y en Maracaibo.
En líneas generales Cabimas era una referencia sana en este asunto de lograr incrementar
lo recaudado. Desde el año 38 con Basilio Borjas como colector y síndico procurador, Cabimas
empezó a aportar rentas a su localidad y a la provincia, eran pocas, pero era el inicio de ser una

300
Es el mismo Francisco Moreno del caso Ana Joaquina León y el mismo del caso Ramón Romero contra Francisco
Moreno por la nueva obra en el Alto de Buenavista en las tierras de San Sebastián.
230

parroquia genuina. En el año 43 recogieron 5 pesos por cada comerciante con certificado de
patente como industrial [301]. Pero en el año 45 la recaudación de rentas producidas por sus
diferentes actividades -no sólo la de comerciantes- entre julio y diciembre de ese año fue de
veinticuatro pesos con tres reales, de los cuales el dinero correspondía a un ventorrillero, Rafael
Reyes, y lo demás era por degüello de ganado vacuno, lo que quiere decir que ese año fiscal
debieron superar la duplicación de ese monto, puesto que de enero a junio se debían agregar el
resto de ventorrilleros de ese período 1845-1846. En el lapso de julio a septiembre del 46
recaudaron en sólo esos tres meses veinticinco pesos y un real (AHZ, 1847: T. 26, ff. 257 y 258), lo
que quiere decir, que durante todo el período fiscal -cuatro trimestres- debieron llegar a la cifra
de cien pesos. En esta oportunidad, primer trimestre del 46, estaban tres patentes, dos licencias y
derechos por degüello, lo que indica que el ramo de las rentas evolucionaba (AHZ, 1846: T. 12, ff.
70, 75, 76, 77).
Ese año de 1846 en el mes de abril en la Villa de Altagracia degollaron y exportaron 63
reses, en Cabimas degollaron 13 reses, en la Villa beneficiaron 5 marranos y en Cabimas 1
marrano. También aparece en el mes de enero del mismo año el cabimero José María Benavides
con licencia para navegar el lago en una embarcación de más de cuatro toneladas, y ese mismo
mes mientras en la Villa se beneficiaban 100 reses, en Cabimas se beneficiaban 25 reses (AHZ,
1846: T. 12, ff. 75, 77, 97). De tal modo que lo recaudado en Cabimas era una constante en los
registros de rentas, por ejemplo, del 1° de julio de 1845 al 17 de enero de 1846 Martín Borjas
como colector remitía a la Administración Subalterna de Altagracia veinte cuatro pesos y tres
reales por degüello de 25 reses, por una patente de ventorrillero y por un semestre de ese ramo
(AHZ, 1846: T. 28, f. 814).
Cabimas remontaba el primer semestre del año 1847 las recaudaciones del ejercicio fiscal
anterior con creces. Lo recolectado ese semestre fue del orden de ochenta y siete pesos y seis
reales, cantidad que se recaudó por degüello de 46 reses y 1 marrano, por derecho subsidiario
sobre consumo de carne de ganado -es decir carnicerías-, y por derecho de patentes comerciales.
Si ese rendimiento continúa sobre el otro semestre ese año económico se obtendría unos 174
pesos (AHZ, 1847: T. 26, f.322) (AHZ, 1847: T. 29, ff. 118). Por las patentes de comercio -ese
semestre de 1847- el monto recaudado en junio fue de quince pesos, en La Rita en ese mismo
período recaudaron 10 pesos y en Lagunillas 1 peso y 25 centavos. En Cabimas cesaron sus
actividades como ventorrilleros al final de ese semestre José Trinidad Arias y Francisco Piña (íd.
119). Mención aparte merece enero 31 de 1847:
Licencias de embarcaciones del Lago. Por once licencias expedidas (…) de embarcaciones
que miden más de 4 toneladas prevenidas en la Ordenanza. Son 5 Antonio Oliveros, 5
Sebastián Paz, 7 J. Antonio Oliveros, 9 J. Antonio Chávez, 15 Manuel Perozo, 17 Martín
Piña, 20 J. del Carmen Padrón, 22 Sebastián Paz, 25 Francisco María Olivares, 24 J. Antonio
Oliveros, 29 J. Antonio Olivares 25 cada uno. Recibido de la parroquia Cabimas según se ve
del oficio [ ] colector fecha 30 Septiembre (…) de un libro (…) (AHZ, 1847: T. 29, f. 85).
El incremento en la recaudación de rentas iba en ascenso en Cabimas. Esto nos indica
que al haberse agregado a las fuentes de rentas relacionadas con la cría de animales, la fuente de

301
Se entiende por industrioso coloquialmente a quien es trabajador, laborioso, habilidoso, experto, hábil, ejercitado,
esforzado, experimentado, ingenioso y que se da maña para hacer las cosas. Hoy en día se habla de un industrial para
referirse a un empresario que dirige una manufactura o una fábrica.
231

rentas de las industrias de ventorrilleros fue una política acertada, lo cual justificó con creces la
combinación entre el Juzgado y la Junta Clasificadora. Y dentro del sector social con actividades
relacionadas con el comercio están los transportistas con su pago de licencias para navegación del
lago con embarcaciones de más de cuatro toneladas [302].
En el Cantón Altagracia en el mes de junio se ofrecieron los datos de todas las parroquias y
allí se puede coludir como Cabimas ocupaba ese mes el tercer lugar en el beneficio de ganado:
Junio 30 de 1847:
Consumo de Ganado mayores y marranos. Me hago cargo de ciento noventa y cinco pesos
cincuenta centavos que en el presente mes ha producido el derecho de consumo de
ganado mayor y marranos en todo el cantón (…) a saber. Reses degolladas a 7 centavos
cada una, en esta plaza 69, Rita 98, Cabimas 46, Lagunillas 9. Marranos beneficiados en
esta villa 3, Rita 6, Cabimas 1, Lagunillas 3. Total 197.50 (AHZ, 1847: T. 29, f. 118).
En julio de 1849 en Maracaibo se presenta un Libro de rentas Municipales sobre reses
beneficiadas en carnicería para el consumo público desde el 1° de julio de 1849 al 30 de junio de
1850. Ese ramo abarca ciento diecisiete folios útiles, en los primero doce folios de este legajo de
documentos aparece el ganado procedente de Cabimas y como criadores de esa localidad: Pedro
Ríos, Bartolo Romero, Paciano Bernal, Manuel Morillo y José María Quintero (AHZ, 1849: T. 14, l.
2, ff. 72/85).
Los productores de rentas empezaron a ser conocidos en la provincia, sus nombres
aparecían en uno y otro documento como los principales de sus pueblos, esto arroja una
información que las instancias políticas y gubernamentales valorarán como información
importante, algunos de ellos terminarán ocupando los puestos de jueces de paz y otros llegarán a
transformarse en individuos de élite, uno de ellos es Lorenzo Romero en Cabimas, por sólo
mencionar uno de la lista que está a continuación:
23 de junio de 1852. Relación de reses degolladas en las parroquias Rita, Cabimas y
Lagunillas. De enero a Mayo. La Rita 40 reses. Lagunillas 6 reses. Cabimas 27 reses. Entre
los criadores de Cabimas están allí involucrados: Lorenzo Romero, Miguel Antonio Castillo,
José María Gonzales, Miguel Castillo (AHZ, 1852: T. 19, l. 19, ff. 32/43) (Nota: Resumen del
documento).
Entre los que cancelan rentas en sus parroquias, hay individuos que proporcionan pagos
diversos, porque además de ser criadores son también propietarios de embarcaciones, es el caso
de Lorenzo Romero quien llegara a ser una autoridad en Cabimas y miembro de la élite de la
provincia:
De febrero a diciembre del año 1853. Relación de lo producido en la parroquia Cabimas
por derecho de licencias de navegación. Son cargo de cinco pesos en este ramo por veinte
licencias de navegación. Navegantes Ambrosio Barrera y Lorenzo Romero, el más activo el
segundo (AHZ, 1853: T. 12, l. 1) (Nota: Resumen comentado del documento).
De enero a junio del año 1854, por el mismo concepto, 6 pesos y 50 centavos. Navegantes
Ambrosio Barrera por su piragua Rosita que mide 5 [toneladas], Lorenzo Romero por su
piragua Guía que mide 8 toneladas. Ambos son navegantes muy activos. Firma Antonio
Gonzales de Lira (ídem) (Nota: Resumen del documento).

302
Las carabelas mediante las cuales Colón atravesó el Océano Atlántico pesaban cuarenta toneladas y tenían por
longitud veinte metros. Las piraguas que transitaron el lago y aún surcan sus aguas llegan a tener incluso cien toneladas.
Este es un tema que no tiene especialistas en el campo del conocimiento histórico en nuestras latitudes.
232

A medida que hay más productores y mayor producción las rentas cobradas alcanzan
nuevas cifras. Y entre quienes figuran como productores de rentas aparecen luego algunos como
miembros del despacho de la judicatura de Cabimas, son el caso -por ejemplo- de Eugenio Ruz,
Trinidad Rendiles, Miguel Antonio Castillo, Lorenzo Romero
Febrero a Junio de 1853. Relación de lo producido en la parroquia Cabimas por el derecho
de consumo de ganado mayor. Son cargo de 16 pesos 87 y 2/4 centavos ingresados en
este ramo en los meses de Febrero a Junio del año 1853. Criadores Francisco Barboza,
Miguel Antonio Castillo, José María Pérez, Eugenio Ruz, Eduardo Polanco. Destacando
Miguel Antonio Castillo. Firma Antonio Gonzales de Lira (AHZ, 1853: T. 12, l. 1).
Julio a Diciembre de 1853. Por el mismo concepto 24 pesos 75 centavos. Criadores y
criadoras destacados y destacadas Miguel Antonio Castillo, Mariana Ruz y Lorenzo
Romero. Firma Antonio Gonzales de Lira (ídem).
De Enero a Junio del año de 1854 por el mismo concepto 22 pesos y 50 centavos.
Criadores destacados Miguel Antonio Castillo y Lorenzo Romero, otras y otros Mariana
Ruz, José María Rincón, Trinidad Rendiles, Bernardo Rincón. Rúbrica Antonio Gonzales de
Lira (ídem) (Nota: Todas las citas son resúmenes de los manuscritos).
He aquí una relación de las fuentes de rentas en el Cantón Altagracia:
Septiembre 30 de 1854. Consumo de ganado mayor. Cabecera 348 reses a 9 reales cada
una 391 pesos con 50 centavos, Lagunillas 12, 13 pesos con 50, Cabimas 57, 64 pesos 12
con 2/4. Licencias de navegación del lago Cabecera 9 pesos 96 2/4, Lagunillas 2 pesos 70,
Cabimas 5 pesos, Cabimas 6 pesos 50. Sepulturas, Cabimas 3 pesos 12 2/4 (varios meses).
El Administrador subalterno Ascención Faría (AHZ, 1854: T. 30, l. 1).
De acuerdo con lo anterior otro de los ramos que se sumaban a las rentas municipales se
derivaba del Camposanto:
Años 1853 y 1854. Relación de lo producido en la parroquia Cabimas sobre sepulturas. Son
cargo de 3 pesos 12 y 2/4 centavos por diez entierros entre adultos, adulta y párvulos.
Según la relación del ecónomo José Antonio Álvarez. Firma Antonio Gonzales de Lira
(AHZ, 1853: T. 12, l. 1) (Nota: Resumen del documento).
Bien sabido es que el ecónomo del cementerio recibía un sueldo por sus servicios, así
como también se hacía acreedor a un emolumento el alcaide de la cárcel, de allí que el Juzgado
sea una fuente de la redistribución de las rentas provinciales, y quienes allí llegasen a ocupar un
cargo se beneficiaban de ese espacio dentro del sistema jerárquico establecido por ese régimen
político diseñado por y para la clase dominante.
La Junta Clasificadora en el año de 1855 en Cabimas registra un número considerable de
comerciantes. Ese año Lorenzo Romero ha llegado al espacio de la Judicatura y desde allí queda
incorporado al aparato burocrático de la parroquia, y como tal apatenta a los ventorrilleros. Es
curioso en esta junta esté acompañado por uno de los Moreno, el cual es seleccionado como
representante de la comunidad, ese Moreno es Eusebio Moreno hijo de Francisco Moreno, es
decir, se trata de aquellos que pretendían en la población de Lagunillas ser exonerados del pago
de la patente -como ya se narró antes en el caso denunciado por Miguel María Rodríguez-. El Acta
reza:
En la parroquia de las Cabimas a los veintiséis días del mes de Mayo 26 de mil ochocientos
cincuenta y cinco: reunida la Junta Clasificadora (…) presidida por el Juez 1° de Paz Lorenzo
Romero, y presentada ante dicha Junta una relación de los industriales que deben ser
clasificados (…) las parroquias aisladas (…) , se dio principio a dicha clasificación de la
manera siguiente -Señores clasificados- Bernardo Rincón paga por año (…) 20 reales,
Miguel Antonio Castillo, Mariana Ruz, Tiburcio Meléndez, José de los Santos Nava id. id.
233

id., Fernando Rodríguez, Juana Echeverría, Petra Bravo, Josefa Díaz. Concluida la
clasificación (…) resuelve la Junta (…) fijar al público una lista comprensiva de todos los
industriales clasificados para que llegue a noticia de todos ellos (…) y se concluyó este acto
(…) firman El Presidente Lorenzo Romero. El Juez 2° de Paz Benito Romero. El síndico
Eduardo Montezuma. El miembro vecino Eusebio Moreno. El colector Antonio Gonzales
de Lira. El secretario interino José de la Cruz Moronta - Y estando concluida esta
clasificación los clasificados, previa citación de este Juzgado, comparecieron los Señores
Santo Nava, Fernando Rodríguez, Juana Echeverría, Mariana Ruz y Tiburcio Meléndez:
estos aceptaron la clasificación, y quedan ejerciendo la industria, y el Señor Bernardo
Rincón sigue ejerciendo la industria y el Señor Miguel Antonio Castillo se eximió de la
industria, Josefa Díaz lo mismo, y la Señora Petra Bravo de la misma manera,
comprobando como ellos no vendían cosa alguna, y firman los industriales que quedan
ejerciendo la industria con la Junta y ante mí, de que certifico (…) Cabimas mayo 30 de
1855. El Juez 1° de Paz José Lorenzo Romero. Es copia Agustín Butrón AHZ, 1855: T. 10, l.
17).
Cabimas tenía el puesto de parroquia civil bien merecido, cumplía con creces la
producción de rentas. La Junta Clasificadora hizo su trabajo en coyunda exitosa con el Síndico
procurador. Categoría de parroquia civil que adquirió el año de 1831 cuando abrió su Judicatura,
así se podía corroborar con los papeles que estaban en depósito en el archivo del Tribunal donde
reposaba los Códigos de Leyes de Venezuela, los Decretos de la Gobernación, las Ordenanzas de la
Diputación Provincial y las Gacetas de Venezuela, de estas últimas la primera correspondía al año
de 1831, la cual se recibió en las Cabimas cuando se le nombraron sus primeros jueces de paz. El
año anterior, 1830, Venezuela se había separado de la Gran Colombia y creemos que temiéndose
una invasión desde la Nueva Granada se fortaleció con premura esta provincia fronteriza
dotándolas de autoridades por doquier. El año 1835 con las parroquias de Siruma, Lagunillas, La
Rita, Los Puertos y Cabimas se creó el Cantón Altagracia y, el geógrafo Agustín Codazzi que estaba
elaborando su Geografía de Venezuela entre los años 1838 y 1840, por encargo del Presidente de
la República José Antonio Páez, recorre esta Provincia de Maracaibo y registra en su obra la
existencia de la parroquia Cabimas y la coloca en su mapa general del país. Codazzi escribió: “el
Cantón Altagracia está formado por las parroquias Rita, Cabimas, Lagunillas, y Siruma (…)”.
Cabimas era una parroquia eclesiástica oficialmente reconocida desde el año 1818, cuando el
Cabildo Catedralicio de Maracaibo la anuncia como nueva población de esta laguna concediéndole
por nombre: Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Cabimas. Toda esa historia que se ha
rememorado en este párrafo fue vivido por quienes pusieron a funcionar esa Judicatura o más
bien, para ser más justos, fueron ellos los sujetos de esa historia, es decir, quienes la
protagonizaron y escribieron con su involucramiento en todos sus sucesos, eventos y
acontecimientos, ellos eran y son hoy en día el libro abierto de la historia de Cabimas [303].
Pero no sólo evolucionaba el nivel de las rentas recaudadas mediante la actividad de la
Junta Clasificadora de industriales o mediante las tareas del Colector de rentas, además del
incremento de las rentas también marchaba de nuevo la voluntad política de mejorar el sistema
fiscal en ese ramo, y en esta ocasión la propuesta tuvo su origen en las parroquias del Cantón

303
La historia que se narra en estas páginas es la que se obtiene al leer los manuscritos que dejaron los Borjas, los
González, los Perozo, los Clavel, los Castro, los Castillo… y demás familias de Cabimas. Ellos vienen a ser los coautores del
presente libro, porque son los que con sus memoriales narraron y registraron los hechos significativos y relevantes.
234

Altagracia, porque allí se tenía conocimiento de ventas que en ocasiones eran verdaderas
“frioleras” inclasificables, pero que en otras eran realmente ventorrillerías gravables. De allí que
para las autoridades de este cantón subalterno se debían tomar medidas en ese asunto, para
resolver el problema del incremento de las rentas, porque esto incidía como ya lo sabían por
experiencia en el progreso en sus entidades. Había que buscar ingresos hasta debajo de las
piedras.
En opinión de ellos -los que buscaban mejorar de nuevo el sistema fiscal- como minoría
calificada de este Cantón Altagracia, se debía tomar en cuenta las características peculiares de
estas parroquias que no era comparable al estado de adelanto de la ciudad de Maracaibo, donde
las rentas obtenidas eran abismalmente asimétricas con respecto a lo que se percibía en todo el
territorio. Esto se podía deducir con sólo observar las propiedades municipales de la Provincia -las
cuales se edifican con el ingreso fiscal-, en el Cantón Capital tenían un valor de 16.832 pesos,
mientras que en el resto del territorio de esta entidad política sólo alcanzaba a totalizar 1.331
pesos. De allí que Justo Moreno como Jefe Político del Cantón Altagracia para el 25 de octubre del
año 1847 ofició el asunto, realizando una descripción sobre estos asuntos y explicando todo para
la comprensión y entendimiento de los interesados en ese tema y, a seguidas realizó una
propuesta para subsanar este tipo de problemas, los cuales generaban que en algunas parroquias
se escondiese a los ventorrilleros menores o peor aún no se les permitiese ejercer el ramo:
La ordenanza sobre impuestos industriales de 1º de diciembre del año pasado en su
artículo 4° señala una industria ventorrillera dividida en dos clases 1a y 2a. Y siendo esta
la más acomodada para este Cantón, las Juntas clasificadoras practican sus trabajos con
a a
arreglo a ella. Si este artículo en lugar de dos clases que se señala se ampliara a tres 1 2
a
3 , gravadas proporcionalmente, sería mucho mejor a las rentas, y la razón es que a
muchas personas de estos vecindarios, particularmente señoras, que se proponen
ejercer esta industria por razón de sus escaseces, tocan con el imposible de ser crecida la
a
patente en la 2 clase: pues siendo los principales con que se manejan con muy poca
cantidad, y por lo mismo hecho sus ventecillas muy insignificantes, no pueden entrar a
ejercer la industria por esta causa. Mucho más fueran los que recibieran la patente, si
a
poseídos de las razones aducidas, señalaseis una 3 clase en aquella industria gravada con
veinte reales de derecho anual.
Dignaos Honorables Diputados, de meditar en las necesidades de este cantón (…) (AHZ,
1847: T. 5, f. 265).
El Cantón proponía, con el ejemplo de Los Puertos y Cabimas, frente a los demás cantones
-Gibraltar, Zulia, Perijá- una adecuación de las ordenanzas a las condiciones reales de estos
territorios políticos, los cuales no se podían medir con la misma vara con la cual se medían a los
comerciantes de la capital. Solicitaban un pago para los de 3a clase de dos pesos y cuatro reales
anuales. Estas parroquias daban con esas ideas, un salto adelante en todo sentido, es decir,
incrementaban el ingreso de las rentas y procuraban un sistema fiscal que se adecuase a sus
realidades. La Historia de la Provincia de Maracaibo no la escribía solo los capitalinos, como una y
otra vez se viene destacando, las decisiones y actuaciones que se tomaban en los Cantones
Subalternos y en sus parroquias suburbios, tenían impacto positivo en las esferas del poder de la
capital provincial. La inclusión de los de tercera clase fue un hecho refrendado y puesto en
ejecución.
235

Por último, la Junta Clasificadora pecha con impuestos a los comerciantes ventorrilleros,
pero no obtiene solo de ellos unas rentas, dentro de ese sector comercial también están quienes
transportan las mercancías o productos, y estos también sirvieron de diana a los recaudadores de
rentas. Los navegantes de Cabimas transportan, por ejemplo, ganado, entre otras cosas, a “la
costa” y a “otra ciudad” [304] como ya se ha narrado, del mismo modo cargaban mercaderías o
frutos hacia las poblaciones del Cantón Altagracia o la capital provincial, y por ese concepto
también debían cancelar en dinero las licencias que se les extendían para que pudiesen navegar el
lago. Entre esas licencias que se expidieron, para embarcaciones de más de cuatro toneladas,
aparece por ejemplo José Manuel Perozo y Martín Piña, de quienes la parroquia Cabimas recibe
los derechos que le corresponden (AHZ, 1847: T. 29, f. 85).
Quienes están en el aparato burocrático encargado de la parte administrativa diseñan
nuevos modelos de recaudación de rentas, para una nueva realidad económica que se consolida,
ahora se incluye con una tarifa más alta los que tienen un destino fuera de la cuenca del lago, y
son exonerados las embarcaciones menores que trafican entre cantones, y los grandes buques
que entran al saco del lago de Maracaibo para extraer recursos no cancelan en ese tránsito ningún
impuesto:
1860. Decretos y Resoluciones. (…) las embarcaciones que transitan el lago pagarán una
patente anual, la cual se calculará a razón de diez reales por cada tonelada que midan. Por
bongos o embarcaciones que navegan a puertos granadinos quince reales por cada
tonelada. Se exceptúan de todo derecho las embarcaciones que midan menos de cuatro
toneladas, las que naveguen de un punto a otro dentro de cada cantón, los buques
mayores que navegan a tomar carga en las costas del lago (AHZ, 1860: T. 14, l. 8, f. 237).
Cabimas en manos de ese equipo de jueces, secretario, síndico, Notable y juntistas, poseía
ahora además de criadores y labradores, a un grupo conformado por comerciantes ventorrilleros y
transportistas navegantes como nuevos pilares de su estructura económica. Todo eso apuntaba a
la concreción en cierto grado de la Cabimas diverso productora concebida en el proyecto histórico
de 1817, y ésta ofrecía varios ramos económicos que se constituían en fuentes de las cuales se
nutría la renta municipal. La labor administrativa de la parroquia marchaba adelante mediante esa
gestión pública que apuntaba hacia el progreso. Toda esa estructura rentística la ensamblaron
estos personajes que conforman la historia que se está narrando [305], hecho de extraordinario
valor histórico, porque no se puede decir lo mismo de otras parroquias en la Provincia de
Maracaibo. Esa historia tiene, pues, como epicentro de todas estas actividades el despacho del
Juzgado de Paz, de allí que reunir, clasificar, ordenar e interpretar todos los documentos que se
emitieron o recibieron en ese despacho sea crucial para escribir la Historia de de la Cantones
Subalternos de esta provincia. En la judicatura se calificaba y cualificaba una minoría que no era
poca o escasa, lo que explica en parte la capacidad de recuperación que tuvo este conglomerado

304
En Cabimas o Maracaibo se entendía por “la costa” el litoral que iba desde Moporo hasta Gibraltar. La “otra ciudad”
era San Carlos del Zulia -cantón Zulia-, población ubicada en la desembocadura del Catatumbo.
305
La historia no solo la escriben los héroes, próceres y estadistas, también la construyen estos jueces, síndicos y
Notables, así como los personajes anónimos de los sectores más humildes de la sociedad. Una Historia Mercantil solo se
detendrá como núcleo duro de su investigación en los protagonistas de quienes forjaron e implantaron un modelo
agroexportador. El conocimiento de los circuitos que desarrolla ese modelo es solo un aspecto de la compleja y
enrevesada historia que involucra a otros actores sociales, sus grupos, redes, cadenas de mando y otras especificidades.
236

humano al salir de la guerra de independencia y demás trastornos de esos primeros años


republicanos.
Como el principal factor de rentas era la tierra, y ésta era la plataforma para la actividad
ganadera y agrícola, se entiende que el uso que se le diera al terreno debía ser calificado para
aprovechar mejor el medio rural. Las élites provinciales acometieron, entonces, esa crucial tarea,
porque del uso adecuado de los suelos dependía un mejor aliento del funcionamiento del sistema
económico. Se debía, en ese sentido, garantizar al sector labrador el respeto de sus áreas
productivas por parte del sector ganadero, para evitar confrontaciones y garantizar la paz social
indispensable para la estabilidad política y el equilibrio del poder. Se imponía, entonces, calificar el
uso de las tierras para disponer de un orden político-territorial racional que tuviese por base la
lógica económica. Esto redundaría en una actividad de cría y de labranza fortalecida y con ello
mayor generadora de rentas -base del sistema económico vigente en ese período histórico-. Por
otro lado, el presupuesto provincial tenía por una de sus columnas principales las rentas que
percibía del sector pecuario, lo que obligaba a proteger los derechos a la tierra para los criadores.
La junta que vino a establecer la zonificación de tierras según el uso adecuado que se
debía dar a las mismas fue la Junta de Calificación de tierras. Lo que obligó a quienes las
conformaron a poner en práctica su conocimiento de esta geografía y esbozar un saber para
resolver ese problema de la buena administración del territorio.
c.7) Junta Calificadora

La Junta Calificadora fue la encargada de determinar que terrenos eran aptos para la
labranza y cuáles tierras lo eran para la crianza de ganado. Entre los intereses de los labradores y
criadores interviene la Junta Calificadora de tierras el año de 1845, para asignar a cada uno de
estos sectores socio-económicos la zona para su actividad específica, lo cual evitaba conflictos por
las tierras entre ambos -hechos que con frecuencia alteraba la relación pacífica entre los
propietarios-. Basilio Borjas y Trinidad Perozo se encargaran de esta otra responsabilidad, de
especial importancia política, porque garantizaría la paz social entre esos dos sectores de la
economía local, se trata de la tarea de calificar el uso de la tierra entre la destinada para la cría y la
prevista para la agricultura. Borjas va a actuar como representante de los ganaderos y Perozo a su
vez por la de los labradores, para tales efectos concurrirán a una reunión convocada en la Villa de
Altagracia. Se trataba de una sesión extraordinaria a realizarse en el salón del Concejo Municipal.
Allí se reunirían todos los representantes de los productores pertenecientes a las parroquias del
cantón.
Justo Moreno era el presidente de la corporación y abrió la reunión aquel día “en
cumplimiento de la ordenanza del 2 de diciembre sobre reglas para calificar los terrenos de labor y
los de crianza”.
El cuerpo está asociado por los señores diputados de las parroquias en representación de
criadores y labradores, por los criadores de esta cabecera el señor Justo Matos y no el
otro por no haberlo, por la parroquia Santa Rita José Ignacio García y José Tomás Sandrea,
Basilio Borjas y Trinidad Perozo por la de Cabimas, Tiburcio Franco nombrado por los
criadores por la de Siruma, sin comparecencia del otro por haber manifestado el Juez de
aquella parroquia no querer comparecer, y ninguno de los diputados por la de Lagunillas
ignorándose la causa.
237

El Acta que se elaboró fue indicando lo que se iba resolviendo, decía en su primera parte:
En este estado se entró en conferencia si faltando los diputados de Lagunillas y uno por
Siruma se debieran calificar los terrenos pertenecientes a cada una de las dichas
parroquias y el cuerpo de acuerdo a los diputados presentes, y por unanimidad de votos
resolvió: que se calificaran las tierras correspondientes a las dos parroquias (…)
Fue así como las tierras de Lagunillas y Siruma fueron calificadas entre todos los diputados
presentes. A continuación se debieron detallar las descripciones geográficas del Cantón
Altagracia, para que a partir de esas observaciones determinar su uso que se les debía dar. Y las
opiniones fueron convergiendo en declararlas como tierras de cría, a excepción de las de Cabimas
que sí poseía zonas propicias para la actividad agrícola:
(…) resultando que por mayoría absoluta quedan calificadas como de cría todas las tierras
de esta cabecera hasta los confines de sus límites demarcados, de la misma manera
quedan calificadas como de crías las tierras correspondientes a la parroquia de Santa Rita
hasta los confines, igualmente fueron calificadas las tierras de las Cabimas: para
agricultura Cañada Honda y el centro de las montañas de Tamares, y todo lo demás para
crianza; se calificaron por la mayoría absoluta de votos para crianza todas las tierras
pertenecientes a la parroquia Lagunillas, del mismo modo fueron calificadas como de cría
todas las tierras que pertenecen a la parroquia Siruma.
Cabimas tenía una ventaja obvia sobre las demás parroquias por el doble uso de sus tierras
[306]. Después de colocar otras formalidades propias de los documentos oficiales, todos los
diputados asentaron su firma en el Acta, rubricando la misma los señores del Concejo de
Altagracia y todos los diputados presentes. Por el Concejo Justo Moreno, Francisco Losada, Miguel
Carriaso y José Francisco Vale. Por los diputados parroquiales los ya mencionados, y por Tiburcio
Franco representante de la parroquia Siruma firmó José Ignacio García, puesto que aquel señaló
no saber firmar.
Era el día 7 de julio de 1845 cuando se efectuó esa reunión de los diputados del Cantón
Altagracia para calificar las tierras de su jurisdicción y asignarles su uso correspondiente para la
crianza o para el cultivo. Al siguiente año, el 18 de junio el gobernador Aniceto Serrano aprobó el
Acta del Cantón Altagracia en la calificación de sus tierras basado en el artículo 7 de la 8a
Ordenanza de Policía. Basilio Borjas y Trinidad Perozo actuaron por lo señalado como diputados
de Cabimas en esta sesión del Concejo Municipal, la Junta de Calificación era de carácter cantonal.
Como consecuencia de lo decidido, en Cabimas un Ramón Romero, y otros asentados,
quedan dotados de todas las facultades para usar las Sabanas de San Sebastián en actividades
relacionadas con la cría de ganado, y en Cañada Honda y el centro de las montañas de Tamare,
entre otros, un Eugenio Ruz, un Juan Perozo, un Antonio Hernández, un Juan Bautista Alvarado y
un Juan Antonio Prieto podrían labrar la tierra para extraer de ellas cosechas. Ahora bien, para
transportarlas fuera de la parroquia esas producciones, estaban los navegantes -pertenecientes al
sector comercio-, por ejemplo, José Asunción Ávila y Francisco Antonio Piña. La Cabimas diverso
productora se definía con mayor rigor gracias al movimiento juntista, y eso impulsaba la marcha
hacia delante de la parroquia como población bien organizada y mejor estructurada.

306
O fue la única parroquia donde se tomó la decisión de representar a los labriegos, siendo discriminados en las demás.
En los documentos que se tienen recopilados de La Rita la presencia de labradores es muy notoria. La élite cabimense
tuvo en este sentido un gran acierto en incluirlos, porque esto garantizó una gran cohesión entre los propietarios.
238

Para garantizar la continuidad de esa Cabimas diverso productora, fue necesario que la
judicatura de esta población fuese expresión de una alianza entre los sectores económicos que
estaban presentes en Cabimas. Y lograr ese pacto intersectorial fue tarea de individuos de élite,
quienes con visión política colocaron como objetivo la búsqueda de una cohesión de la minoría de
propietarios -grandes y pequeños- como prioridad política, para tales efectos, lo primero que
hicieron, fue colocar como electores a los representantes de los agricultores, ganaderos y
comerciantes a ocupar los tres principales cargos de la Judicatura, pero después se propusieron
algo más ambicioso, como era de que quienes ocupasen el triunvirato del juzgado representasen a
todos los sectores de la vida parroquial, y esto lo llevaron a la práctica a un nivel superior con la
selección de unos electores municipales, donde no sólo estaban los representantes de la
estructura económica, sino también los del sector de las milicias militares y el estrato de la iglesia.
Estos electores serían, entonces, quienes seleccionarían a los jueces y síndicos que mejor
representasen el consenso de su localidad, primero, como representantes de los sectores socio-
económicos, pero luego se amplía el espectro para una representación más amplía de los actores
sociales del lugar, donde se incluyen a quienes tenían tareas militares o eclesiásticas. El resultado
de esa política incluyente fortaleció a lo interno a la parroquia Cabimas, porque esa parroquia
gozaba de una cohesión social extraordinaria. Cabimas puso, pues, especial cuidado de quienes
serían sus electores.
c.8) Los electores
Esa cohesión social estupenda permitió a esta parroquia de Cabimas figurar en la cúpula
de la sociedad cantonal, esto es, en el Concejo Municipal. Hacia allí se desplazaron como electores
los que mejor representaban la estructura de la minoría de esa población. Esto se puede apreciar,
por quiénes fueron los electores por esa circunscripción -en el año 46-, allí estaba el importante
criador Basilio Borjas encabezando la lista, el propietario de la piragua La Estrella Francisco
Antonio Piña, lo secundaba el varias veces Juez 1° de Paz Martín Borjas [307], aparecía el Gran
Propietario Ramón Romero y, por último, figuraba Trinidad Perozo [308], éste último, recuérdese,
representó a los labradores en la reunión para calificar las tierras del cantón, es decir, los electores
incluían a quienes respondían a los intereses de los sectores económicos presentes en esa
parroquia, esto es, un representante de los criadores, otro por los comerciantes, otro por los
labradores, otro por los jueces -Martín Borjas- y finalmente uno por el latifundismo, Ramón
Romero. Cabimas funcionaba, en este sentido, como una comunidad de intereses mancomunados.
Al favorecerse todos los sectores económicos de Cabimas con esa alianza en las alturas del
poder -cupular-, el resultado económico global sería favorable para el conjunto, lo que se percibe
en efecto, al constatar, cómo remontaron las rentas de 50 pesos a 100 pesos del año 45 al año 46,
y en el 47 llegasen probablemente a los 174 pesos, es decir, una tasa de crecimiento espectacular,
la política consensuada que pusieron en práctica las élite locales fue un total acierto, porque
garantizaba la redistribución de la riqueza atesorada con equidad, porque, cada uno representaba
un sector de la estructura económico-social de la localidad en la esfera del poder parroquial.

307
Quien además forma parte del numeroso grupo de familias Borjas, red familiar que se transforma en red política, lo
mismo ocurre con los Perozo que son muy numerosos.
308
Era un criador de ganado, pero fue seleccionado como vocero de los labriegos de la parroquia Cabimas.
239

Visto desde otro ángulo, esa alianza (entre criadores, navegantes, labradores, gran
terrateniente y representante de los jueces) correspondía a la valoración de las tres franjas
geográficas de Cabimas -la de San Sebastián, la de las Cabimas y la lacustre-, esas tres Zonas de
Vida funcionaban como bases comunicantes en un modelo económico exitoso y cada una poseía
miembros de élite que las representaron y que estuvieron dispuestos a una política de consenso
[309]. Esa comunidad se consolidaba, se fortalecía y progresaba con decisiones como esas que
fueron tomadas por sus individuos de élite convertidos en los electores.
Lo otro que permitió esos avances en pro de una cohesión social, fue la constitución de
juntas, como la Junta Calificadora que cumplía su papel en ese conglomerado, al conceder los
derechos a los labradores y al asignarles los lugares donde esa actividad era la adecuada -era el
sector débil del medio rural-; o la Junta Clasificadora que extendía las licencias para quienes iban a
navegar por el lago y las patentes para los que iban a ejercer la industria ventorrillera en el pueblo,
otorgándoles de este modo un lugar en ese espacio histórico. Los parroquianos de las Cabimas
hacían gracias esa actitud de sus electores y de sus juntistas un compacto bloque en el acontecer
provincial, Cabimas era una parroquia en el mejor sentido de la palabra debido a estas acciones
incluyentes. Es así como las Juntas cumplían conjuntamente con la judicatura y con los electores
un gran papel en la marcha de esta población, Cabimas disponía de una minoría calificada que se
cultivó bajo las ricas experiencias que recibieron, al formar parte del funcionariado que regía ese
pueblo. Más adelante en este libro se ampliará el papel de estas juntas, al aludirlas como un
movimiento.

Había una Cabimas agropecuaria la cual enriquecía su estructura económica basada en la


cría y el cultivo, con actividades conexas y afines como las forestales, mercantiles y piscícolas. Tal
era la Cabimas como un conjunto económico. Pero como conjunto social incluía además de estos
actores económicos a otros actores sociales como el sector militar y el sector eclesiástico. Se
mencionan estos otros actores sociales, porque también jugaron un papel histórico en esa
convergencia de intereses que originaron en esta parroquia una significativa cohesión social, logro
que llega a ser una de sus más importantes fortalezas. Así como en el 46 el resultado electoral
logró una alianza entre sus sectores económicos, para el año de 1851 los acontecimientos
políticos colocan a otros protagonistas como electores, y por Cabimas figuran con cualidades de
elector Miguel Antonio Castillo, Norberto Pérez, Lorenzo Romero, el Presbítero José Agustín Pérez
(AHZ, 1851: T. 10, f. 80), es decir, allí estaban criadores como Castillo, militares como Pérez,
comerciantes y criadores como Romero y curas como Pérez. En otras palabras, la política del
consenso incluía ahora a los sectores sociales que en el año 46 no figuraban, lo que quiere decir
que de nuevo se aprovechaba una oportunidad histórica con total acierto, porque en este año 51
el escenario político hacía imprescindible la presencia de otros actores sociales en los
acontecimientos que se desarrollaban. Quienes ahora ocupen como triunviros la judicatura serán
del agrado de esos electores, ya que ahora representan un espectro social más amplio, razón por

309
La franja de San Sebastián con ganaderos, labriegos y madereros; la franja de la costa con criadores y ventorrilleros; y
la franja lacustre con navegantes y pescadores.
240

la cual la sociedad de Cabimas muestra una mayor complejidad histórica ante un contexto
histórico caótico que se le oponía, era el modo de contrarrestar la crisis generalizada.
También ocurrirá dentro de ese nuevo escenario lo siguiente, en paralelo se pone en
marcha un proceso de renovación de los liderazgos. Surgían nuevos protagonistas que habían
vivido todos esos cambios en aquella parroquia y que ahora les tocaba estrenarse en el ejercicio
del poder, empezando su carrera política como electores, y teniendo como ejemplo los logros de
las gestiones públicas precedentes, no empezaban de cero, ellos ocupaban un nuevo escalafón del
ascenso histórico de esa parroquia. Así como en Cabimas irrumpía un Lorenzo Romero y un
Norberto Pérez como nuevos protagonistas, en Santa Rita ese año de 1851 estaban ahora
figurando un Matías Meléndez, un Ramón Romero -quien no es el mismo de Cabimas-, un Lucas
Urribarrí y un Pedro Lucas Urribarrí -éste último es un militar sobresaliente, y entre ellos, Matías
Meléndez se perfila como un individuo de élite de gran perfil [310]. Todos ellos forman ahora
parte de las minorías calificadas que dirigen el Cantón Altagracia, conjuntamente con los
personajes de Lagunillas, Siruma y la Villa de Altagracia, hay pues con ellos el arranque de una
nueva etapa.
Para 1856 en una lista elaborada por la Junta de Abolición del Cantón Altagracia se
seleccionan con cualidades de representantes y electores de Cabimas a Basilio Borjas, Antonio
González de Lira, José Gregorio Neri, Lorenzo Romero -este último es una nueva figura que irá
descollando cada vez más en este proceso histórico-, Miguel Rojas y Faustino Perozo, la lista
incluye solo 90 ciudadanos, esos noventa eran el grupo social dirigente del Cantón Altagracia, es
decir, menos de un centenar de individuos resumía la esfera política de este ente territorial (AHZ,
1854: T. 23, l. 5, ff. 246/256). Ese año de 1856 será una gran prueba histórica para evaluar las
conquistas que Cabimas ha obtenido como colectivo político en el cantón. Los electores de
Cabimas se miden con los de las otras parroquias de esa jurisdicción, incluyendo a los que son
candidateados por la cabecera. Para las votaciones que se efectuaron se reunieron las Asambleas
Parroquiales, y algunos de los resultados parciales obtenidos fueron: el más votado para elector
provincial fue el altagracieño Agustín Butrón con 284 votos -eran elecciones seriadas realizadas
durante ocho días consecutivos-, éste resultó electo entre trece candidatos que optaban para
consagrarse en el importante desempeño como elector provincial, de entre esos trece, cinco
obtuvieron 1 voto cada uno, tres con más de 200 votos cada uno, con 77 votos un altagracieño y
con 66 votos Lorenzo Romero de Cabimas -lo cual representa una muy buena figuración-, a ese
lote les seguían a continuación León Montero con 42 votos y Matías Meléndez el ritero con 18.
Lorenzo Romero -cabimense- demostró en ese proceso electoral no ser un desconocido, y haber
adquirido ya cierto renombre en el Cantón Altagracia.
Y en ese mismo sufragio se iban a escoger los electores municipales, y allí entre nueve
candidatos el cabimense Antonio González de Lira obtuvo el tercer lugar con 143 votos, los dos
primeros lo ocuparon dos altagracieños, uno con 278 votos y el otro con 284 votos, luego venía

310
La Historia de los Hermanos Meléndez está por escribirse, ojalá que alguien levante esa información, la organice y la
exponga con sentido histórico, los hermanos Meléndez está presentes en Cabimas y en “la otra Costa”, es decir, al sur
del lago como importantes personajes, su poder fue tal que un miembro destacado de esa familia llega a ser miembro
fundador del Banco de Maracaibo, hecho que ocurre a finales de ese siglo XIX. Marisol Rodríguez Arrieta en su libro
“Cuando llovió azúcar en Bobures…” lo cita no menos de 17 veces a estos Meléndez.
241

León Montero con 97 votos y Antolino Leal con 42 votos, y los demás con una votación muy baja.
Esto nos revela que la minoría calificada de Cabimas ocupaba un espacio político en esta
jurisdicción territorial, es decir, la actividad política de estos personajes trascendía las fronteras
locales. Las parroquias que participaron en esas elecciones fueron: Rita, Cabimas, Lagunillas,
Democracia -recién incorporada al cantón- Siruma y Cabecera (los Puertos de Altagracia). El
resumen de todas esas votaciones seriadas por parroquia fue el siguiente: había para electores
provinciales trece candidatos, y allí alcanzó el sexto lugar el cabimense Lorenzo Romero, y para
electores municipales habían once candidatos, y entre ellos Antonio González de Lira quedó en
tercer lugar y en quinto lugar el lagunillero Manuel Barroso, en vista a ese resultado entró como
elector municipal Antonio González de Lira por estar entre los tres más votados (AHZ, 1856: T. 9, l.
18, ff. 146/160). La minoría calificada de Cabimas lograba un representante y elector a ese alto
nivel, Antonio González de Lira estaba entre los tres más votados del Cantón Altagracia. La
experiencia histórica de los cabimenses en funciones públicas ya daba resultados que trascendían
a la provincia, se podía percibir entre sus hombres a individuos de la élite provincial. Los procesos
electorales cantonales o provinciales son un indicador muy significativo del surgimiento de
individuos de élite, en este caso de origen en el ámbito campesino.
Para el año de 1859 se logrará un nuevo triunfo para las minorías calificadas de la
parroquia Cabimas. Todo empezó el año anterior, cuando se reúne en Valencia la Convención
Nacional para redactar una nueva Constitución nacional y el 24 de diciembre se aprueba. En ese
cónclave se aprobó una Ley para elecciones provinciales, la cual fue publicada en la Gaceta de
Venezuela Número 1.296 y llevaba la rúbrica aprobatoria del Presidente de la República Julián
Castro. Esa Gaceta fue leída y comentada por los involucrados en la política de esta provincia, no
solo en la capital, sino también en cada una de las parroquias, porque llegaba a las Judicaturas
donde eran expuestas públicamente. Las elecciones a efectuarse debían tener su resultado para el
mes de mayo, y efectivamente para ese mes se conocieron los resultados. Para efectos de lo que
se está exponiendo, nos interesa la votación del Cantón Altagracia, allí las seis parroquias habían
seleccionado con más de ochocientos votos para Diputado Provincial al sacerdote José Vicente
Saumell, a José Antonio Chávez y a Diego Oberto, y como suplentes de éstos al cabimense Lorenzo
Romero, al altagracieño José Antonio Padrón y al presbítero José Antonio Prieto quienes
obtuvieron una gran distancia con respecto a los demás candidatos que no llegaba a los 10 votos
cada uno, por ejemplo, Agustín Butrón obtuvo 4 votos. Para Gobernador resultó electo José
Aniceto Serrano con 825 votos y su oponente José Eusebio Gallegos consiguió 5 votos. Como el
sacerdote José Vicente Saumell renunció debido a impedimentos de salud, el cabimense Lorenzo
Romero se convirtió en el diputado principal (AHZ, 1859: T. 11, l. 23). Lo que quiere decir que el
proceso histórico de Cabimas había formado individuos de élite con su minoría calificada, entre
ellos a Basilio Borjas quien también había alcanzado cargos de importancia provincial, y ahora le
sucedía una nueva generación de políticos emergentes en medio de los cambios políticos
nacionales, se había pasado de la era de Páez a la de los Monagas y ahora había llegado la
revolución encabezada por Julián Castro. Ese año Saumell se excusó por su “estado valetudinario”
-achaques de la edad- lo que le impedía ocupar el cargo y lo mismo ocurre con el destacado
242

comerciante Manuel Aranguren [311] quien renuncia a ser el Jefe Municipal del Cantón Capital,
porque el Dr. Blas Balbuena certificó que su condición de salud le incapacitaba en el desempeño
público y le recomendaba un viaje a ultramar (ídem). Ocurría un cambio generacional en las
esferas del poder. Y los electores cumplían un importante papel para seleccionar a quienes iban a
estar al frente de los diferentes despachos, desde donde se dirigían los destinos de la provincia, de
los cantones y de las parroquias.

Pero retornemos a las Juntas -para pasar a ese ítem más adelante de un modo más
amplio-, éstas -las Juntas- como ya se ha observado jugaban un inmenso papel en la organización
de la sociedad, aspecto este crucial para que las políticas públicas funcionen para alcanzar sus
objetivos. Ellas cumplirán su papel una y otra vez con diferentes resultados. El año de 1854 se
vuelve a ordenar realizar la calificación de terrenos para renovar la alianza lograda el año 46 y 51
entre los diferentes actores económicos de Cabimas -años en los que se dispone de información,
lo que no descarta ese pacto se mantuviese en otras fechas-. La Diputación Provincial fue la que
ordenó esa tarea, y para los efectos hizo llegar a las parroquias las reglas mediante las cuales se
iba a regir ese proceso de selección. Se señalaba cómo los Concejos Municipales de los cantones
debían convocar a los vecinos de cada parroquia, para que se reunieran en torno a ese asunto,
indicando quiénes eran los criadores y quiénes eran los labradores, para que con esa información
cada sector tuviese su representante, éstos debían acudir a la Cabecera del Cantón como
diputados de sus parroquias, donde se abocarían a calificar las tierras de todo el cantón, como en
efecto lo hicieron en el año 1845 y ahora lo iban a hacer de nuevo en el año de 1854 (AHZ, 1854: T.
6, l. 5, ff. 73 y 74 ). Pero en esta oportunidad falló el aparato burocrático y el proceso tuvo un
retardo. De la Villa de Altagracia Agustín Butrón le comunica al Gobernador de que las actas de las
Junta Calificadoras de Santa Rita y Altagracia se las remitían, no así las de Cabimas y Lagunillas
porque no se han recibido de esas parroquias. Resultó que en ambas parroquias no se habían
reunido las Juntas, porque el Concejo Municipal de Altagracia no había nombrado algunos de sus
miembros. La falla se subsano para poder reunir aquellas corporaciones, así lo indicó el mismo
Butrón al Primer Magistrado de la provincia (AHZ, 1855: T. 10, l. 17). Pero las Juntas no sólo
calificaban el uso de las tierras, como es el caso que se acaba de exponer, las juntas también
clasificaban a quienes se dedicaban al comercio, y se conformaban para otros asuntos que
permitían que la vida de las parroquias transitase en su acontecer con mayor participación
ciudadana.
c.9) Movimiento juntista
Además de la Junta Clasificadora y la Junta Calificadora, las cuales incidieron en el
incremento de las rentas y en el ordenamiento territorial, otras juntas concurrieron a esa tarea de
sacar adelante las parroquias, éstas tenían que ver con educación y sanidad, milicias y
manumisión, también se organizó una Junta Comunal y, hubo una muy selecta, la Junta de
Notables. Mediante ese movimiento juntista se preparaban las generaciones de relevo para

311
Un descendiente suyo recibirá de Juan Vicente Gómez en concesión todo el Distrito Bolívar (tenía por capital a La
Rita) para la explotación de las sustancias hidrocarburadas a comienzos del siglo XX. Sobre esa historia se puede
consultar MEDINA, Carlos. Aproximación a la Historia de Cabimas, 1995.
243

atender los asuntos públicos, porque con su participación se enfrentaban las epidemias, se
promovía la educación o se mantenía un cuerpo armado o se llevaba a cabo la abolición de la
esclavitud. Dos juntas sobresalían, estas eran la Comunal y la de Notables, mediante las cuales se
coordinaba desde dos polos extremos el curso que se le daba a la problemática local.
Cabimas se fortalece mediante la organización de su conglomerado en un movimiento
juntista, como la Junta Comunal, la Junta de Sanidad, la Junta de Manumisión, la Junta de Policía.
Esa forma de involucrar a sus habitantes en la problemática local era la que garantizaba el
funcionamiento de la política, de la sociedad como tal, de la economía y el progreso cultural. En
definitiva de que el poblado tuviese una historia en sentido ascendente, porque sus habitantes
estaban en capacidad de echar adelante un proceso productivo de cambios relevantes, así como la
de tomar decisiones trascendentes. Del funcionamiento de esas Juntas dependió la construcción
de la cárcel, después la escuela y la refacción y ampliación del Camposanto, y con esas obras se
desarrolla una experiencia comunal que crea como resultado de sus realizaciones a la comunidad
cabimense como algo real, concreto y objetivo, porque trabajaron de manera mancomunada para
obtener algunas mejoras que redundaban en provecho para todo el colectivo. Y como comunidad
empiezan a destacar aquellos que conciben como orientar el crecimiento y desarrollo de la
parroquia, estos son los miembros de la élite local que va aflorando de ese proceso ascendente. Y
esa élite alienta el movimiento juntista, porque habiendo participado de ellas manejan la temática
de interés para toda la comunidad. Las Juntas consolidan y fortalecen a Cabimas como población
en esta cuenca lacustre.
Las juntas trajeron los adelantos, con la participación en ellas de «los principales» del
pueblo. La Junta de Sanidad no sólo veló por el Campo Santo, sobre el cual estaba previsto que se
construyese a media legua de la población hacia el monte, esto último porque para la época se
tenía como un lugar de donde brotaban vapores causantes de enfermedades entre los vivos [312],
veló también por traer los adelantos de la medicina para proteger a las poblaciones de las
epidemias, en Cabimas -por ejemplo- se buscaron “dos niños robustos” para que fuesen
portadores de una vacuna contra la viruela, y para los efectos se enviaron a Maracaibo para que
allá fuesen inoculados trayendo en sus cuerpos a Cabimas la vacuna.
El juez José Concepción Balbuena fue el encargado de movilizar a la población en busca de
los dos niños más robustos del pueblo, había que enviarlos a Maracaibo según el instructivo que el
gobernador Romero había hecho llegar al juzgado. Se insistía desde la capital de la gran necesidad
y precisión de este envío por excitación del Gobernador, de allí que se conminó al Juez de Paz de
Cabimas a que reuniese a los vecinos para manifestarles esa medida sanitarista y “abrir una
suscripción voluntaria para subvenir los costos que se hagan en cumplimiento de esa orden”. La
Circular del licenciado Juan José Romero “alerta a los habitantes de la provincia de los grandes
estragos que ha causado la viruela en las provincias. Allí indica las regiones en dónde se ha
transmitido esta terrible enfermedad en el país, después de haber entrado a Venezuela
proveniente de las islas de Trinidad y Martinica. Con este motivo el Gobierno insta para la

312
En los documentos de la población de Altagracia destaca ese tipo de información, opinión que era para interés de la
salubridad, los cementerios debían estar alejados del poblado para evitar males entre los vecinos.
244

propagación de la vacuna el más eficaz preservativo contra el contagio (…)” (AHZ, 1837: T. 18, f.
218). En fin se solicitaba que
“se remitan dos niños de los más robustos y sanos para ser inoculados en la capital, este
encargo se debe cumplir con fidelidad. Ellos traerán de vuelta al pueblo el fluido salutífero
en sus cuerpos, y el gobernador se compromete a remitirnos el método sencillo de hacer
la vacunación” (AHZ, 1837: T. 18, f. 220).
Esa epidemia de viruela fue la que dio origen a la creación de la Junta de Sanidad de
Cabimas, el Juez Balbuena expuso en esa ocasión la necesidad de crear la Junta de Sanidad según
lo prevenido por el artículo 48, convenido esto, resultó que quedaron nombrados los dos niños
quienes voluntariosos se ofrecieron, esta fue la primer ejecutoria de los juntistas. Era el 20 de
octubre del año 1837 y de Maracaibo llegó una nota de la Gobernación a Cabimas haciendo un
reconocimiento al vecindario:
Ha sido muy loable el interés del Juzgado en la cooperación del vecindario en el envío de
los niños (ídem).
Se cumplió con todo lo previsto, transcurrieron los días y sin embargo, los signos que
deberían manifestarse en los dos infantes no se dieron, no aparecieron los síntomas esperados en
ninguno de los niños enviados desde las diferentes parroquias, todo fue un fracaso, y no pudo
procederse a la inoculación prevista.
Sólo hasta el año 1839 se pudo saber públicamente la probable causa del fracaso
sanitarista de octubre de 1837. El Coronel José Escolástico Andrade, al frente de la Gobernación,
en su mensaje frente a la Diputación Provincial se refirió al asunto (tenía escasos tres meses de
estar gobernando en esta provincia) y explicó:
La vacunación no dio mejores resultados que las anteriores, atribuyendo el facultativo
este incidente ha haberse encontrado húmedas y algo pasadas (AHZ, 1839: T. 5, f. 290).
Para el 16 de junio de 1852 se vacuna en Cabimas contra la viruela, la lista muestra como
la progenie de los hijos de los vecinos propietarios es la favorecida por esa medida. El vacunador
provenía de Altagracia, era Miguel Carriaso. La lista de los vacunados y vacunadas es la siguiente:
[…] hija de Antonio Torres. María Petronila hija de Gabriel Borjas. Francisca hija de
Concepción Balbuena. Miguela hija de Concepción Nava. María Antonia hija de Mariano
Tello. Castor hijo de Concepción Balbuena. Lauterio hijo de Bibiana Rodríguez. Juan hijo
de Pedro Borjas. José Gregorio hijo de Trinidad Ocando. José Dolores hijo de Cruz
Quintero. Antonio hijo de Blas Díaz. Justo hijo de Antonio Borjas. Cirilo hijo de Antonio
Hernández. Cristóbal hijo de Sanine Ral. Manuel hijo de Manuel Tello. Juan hijo de
Gregorio Neris. José Asunción hijo de Isabel Rodríguez. Faustino hijo de Lecemen
Rodríguez. Miguel hijo de Josefa Leal. Luis hijo de Gregorio Neris. Serapio hijo de Eusebio
Moreno. Ramona hija de Trinidad Ocando. Francisca hija de id. id. Rosa hija de Juan
Ramos. Enriques hija de Gertrudis Nava. Sofía hija de Antonio González de Lira. María del
Carmen hija de Lorenzo Romero. Antonio hijo de Narcisa Antúnez, Mariquita hija de [ ].
Dolores hija de id. id. id. Eduardo id. Antonio Graciliano hijo de María Josefa Ballesteros.
Manuel hijo de id. id. Miguel hijo de Antonio González de Lira. Joaquín hijo de Manuel
Bravo. José Antonio hijo de id. id. Pedro Manuel hijo de Dolores [ ]. Miguel Carriaso.
(AHZ, 1852: T. 6, l. 2, f. 445) (En negritas -nuestras- personajes resaltantes).
En Octubre 21 de 1852 la Memoria del Concejo Municipal de Altagracia indica que la
vacunación en las parroquias produjo muy buen efecto (AHZ, 1852: T. 22, ff. 246 y 247).
245

En Noviembre 9 de 1855 la Presidencia del Concejo Municipal remite a la Secretaría de la


Diputación Provincial la Relación del estado del Cantón Altagracia y allí se observa el plan da
salubridad para amparar a las poblaciones de estas pandemias:
Con motivo de la aproximación del cólera-morbus que azota otras provincias la Junta de
Sanidad para impedir su invasión han tomado diversas medidas (…) la limpieza del pueblo,
la separación de los cerdos y perros que ensuciaban el lugar, la remisión de las basuras e
inmundicias que se depositaban en distintos puntos, la prohibición de verter líquidos
desechados en las plazas, el curso de las aguas que se estancaban (…) hemos conseguido
preservarnos de la fiebre endémica que acomete todos los años esta población por el
mismo tiempo (…) Respecto a la vacuna hace mucho que no se administra, no se ha
recibido de la Gobernación con notable riesgo de salud pública. Agustín Butrón (AHZ,
1855: T. 7, l. 17) (AHZ, 1855: T. 7, l. 20).
El gobierno enfrentaba múltiples problemas, pandemias como la viruela, invasiones de
plagas que dejaban los campos asolados [313], la delincuencia y el contrabando, el deterioro de las
obras públicas o sus carencias, la violencia social y la rivalidad política, y la mejor arma para
enfrentar todos estos asuntos fueron las Juntas. En Cabimas se creó la de Alistamiento en el año
1836, la de Sanidad en el año de 1837, la de Policía en el año 1838, la de Manumisión en 1839
(AHZ, 1843: T. 10, f. 269, 183). En el año de 1839 Basilio Borjas fue comisionado de manumisión -
esta Junta era de carácter cantonal-, porque en 1839 aún había esclavos -y esclavistas- en La Rita y
la Villa de Altagracia -en 1817 habían 3 esclavos en Cabimas-. En cuanto a la Junta Clasificadora
ésta aparece el año de 1843, y no se puede olvidar que funcionaba una Junta Comunal, pero aún
más destacado, es que en 1844 Cabimas tenía vecinos connotados ante el resto de la provincia,
porque ese año se nombra una Junta de Notables. Esta última, en especial, es la máxima señal de
la consolidación de Cabimas como población de importancia en la cuenca lacustre de Maracaibo,
porque estos personajes figuran en las listas provinciales como grandes criadores de ganado (El
año de 1845 se publica una “Lista general de agricultores, comerciantes i criadores de la provincia”
donde se registran doscientos veintisiete individuos. Ver: AHZ, 1845: T.13, f. 263). De ese
movimiento juntista se nutre la mentalidad de élite, la cual concibe los intereses comunales en
paralelo a sus intereses personales, es decir, es un miembro del conglomerado con capacidad de
diferenciar los intereses de cada sector con los intereses generales y capaz de luchar por estos
últimos en función de la estabilidad del sistema, todo lo cual garantiza la pervivencia de todos los
sectores que hacen vida en esa población. La minoría calificada interioriza toda esa temática que
maneja el movimiento juntista, las cuales resumían la problemática local.
En la significativa Junta de Notables de 1844 en Cabimas figuraban Pedro Toledo, Lorenzo
Capitillo, Antonio González de Lira y Basilio Borjas. En 1850 actúa una Junta de Vecinos (AHZ,
1850: T. 21, f. 26/30) y en 1860 una Junta Electoral (AHZ, 1860: T. 3, l. 21). El movimiento juntista
fue ampliando su campo de acción y con él amplio los horizontes culturales y de conocimiento de
la minoría calificada, y creó un horizonte insospechado para los vecinos de esa comunidad
alentada por las noticias que generaban las Juntas.

313
En un manuscrito se lee: “la Provincia de Carora, donde sufren carencias de víveres pues las cosechas del año pasado
al igual que en el Cantón Altagracia fueron muy escasas y no bastantes para abastecer el mercado, además, sufren la
presencia del cólera, es decir, pestes y hambre que son azotes temibles de la especie humana (AHZ, 1856: T. 3, l. 27)
(Nota: Resumen del documento).
246

Pero debe quedar claro que el personaje político más encumbrado de estas colectividades
era el Juez de Paz y en este sentido la Judicatura era el máximo órgano gubernamental en estos
pueblos, eran como las actuales Alcaldías, pertenecer a esa institución los colocaba de frente a la
problemática de la población, y en ese sentido ocupan la presidencia de las juntas y su
movimiento arrollador. De allí que fuese toda una escuela de formación los Juzgados, donde
aquellos individuos con cualidades especiales desarrollaban facultades que los transformaban -en
algunos casos- en individuos de élite. Al lado de los jueces se forman también el secretario, el
síndico, los comisarios, los cartularios, los militares, los miembros de juntas, el cura, es decir, se
forma un equipo burocrático de alto nivel que impacta con su quehacer a la parroquia.
A esta altura de la exposición vale la pena conocer quiénes estuvieron en la judicatura de
Cabimas, lo cual es tanto como saber quiénes son los que conformaron la minoría calificada de esa
parroquia. El desarrollo de este asunto es largo y extenso, porque se trata de recoger a todos
aquellos que formaron parte de ese Despacho y registrar algunas de sus actuaciones relevantes -y
sorprendentes-. Este contenido es necesario registrarlo, porque esa batería de hombres impactó
con sus actuaciones el espacio público. Allí están los integrantes de la primera élite y los
componentes que van aflorando para conformar la nueva élite. Dos camadas que se crían en la
Judicatura de Cabimas, y que ocupan un lugar privilegiado en la historia de esta población.
c.10) Los elegidos
La evolución del Juzgado o Casa de Gobierno nos mostrará un proceso de maduración
política del cual dependía la capacitación de funcionarios y la formación de autoridades. Los
comienzos de ese Juzgado fueron muy humildes, llegando a crear una verdadera estructura de
poder local, aspecto este crucial para lograr concebir la verdadera dimensión del surgimiento,
desarrollo y proyección de una élite campesina [314]. Su evolución en el tiempo abarcó tres
etapas:

Desde 1831 hasta 1840 entre las vicisitudes del despacho del tribunal habían solo tres
miembros, esto es, el Juez de Paz 1° y 2° y el Síndico parroquial, la oficina no disponía de un
secretario, y era tan humilde aquel despacho que incluso se omitía el cobro de gastos justicia. El
primer juez propietario del despacho en 1831 lo fue Elías Castro, secundado por Felipe Borjas, y el
síndico procurador lo era Manuel Perozo (AHZ, 1831: l. 3, f. 54).
En el año de 1836 fue nombrado y juramentado Martín Borjas, este juez en esa etapa de la
judicatura de la parroquia Cabimas que va desde 1831 hasta 1847 es quien ocupa la primera
magistratura en más ocasiones. Para el año 1836 a Martín Borjas le ordenaron desde Maracaibo
“reunir de nuevo a la Junta de Alistamiento para colocar a los que falten”, y tajante les respondió a
los marabinos “no se ha reunido por no faltar ninguna persona” (AHZ, 1836: T. 3, f. 98), era la
respuesta de alguien bien informado y presto a defender a los suyos de los abusos capitalinos. Ya
él con anterioridad había enviado el registro “en que se han asentado todos los vecinos” para las
milicias (íd. 95), es decir, en lenguaje parco les había sido bien específico que no faltaba nadie.

314
Lo que genera urticaria entre quienes señalan que las élites son un fenómeno sólo propio de las ciudades.
247

Para 1837 llegó a Juez 1° de Paz José Concepción Balbuena y en esa misma terna quedó
incluido Basilio Borjas como síndico [315], cargo que aceptó pues había sido reticente a ocupar
puestos con anterioridad, porque fue juramentado para Juez 1° Municipal de Altagracia en 1836 y
declinó a ocupar el cargo ante el Gobernador accidental Manuel Aranguren, y en 1834 tampoco
aceptó el destino de ser el Jefe Político del Cantón Altagracia (AHZ, 1836: T. 3, ff. 287 y 288),
debido a que estaba en la etapa de restituir su patrimonio como criador de ganado y como
cultivador de maíz. Ese mismo año en el mes de febrero rubrica un documento Trinidad Perozo
como Juez 2° de Paz (AHZ, 1837: T. 11, f. 144), y en el mes de marzo lo hace Martín Borjas en
representación del “Juzgado de Paz” (AHZ, 1837: T. 14, f. 122).
En 1838 el juez segundo lo fue Antonio Villasmil y el juez principal Martín Borjas (AHZ,
1838: T. 6, ff. 110 y 111).
Al año siguiente, 1839, está como Juez 2° de Paz José Concepción Balbuena, y como
Administrador Subalterno Basilio Borjas (AHZ, 1838: T. 7, ff. 19 y 20).
En 1840 Basilio Borjas accedió a ser Juez 1° de Paz, en esa oportunidad con sarcasmo envió
un oficio a Maracaibo que confrontaba el abandono a que se tenían sometidas las judicaturas
parroquiales de los cantones subalternos. Basilio les participaba el no cobro de gastos de justicia a
quienes acudían al despacho “por creerse que dicho impuesto sólo se cobre en los tribunales con
secretario”. Y ese estilo lacónico dio resultado, el año de 1842 el despacho del tribunal fue dotado
de secretario por Maracaibo, el cual se inauguró con el nombramiento de Antonio González de
Lira [316], quien volvió a ocupar ese mismo puesto a finales de 1843 [317] y, de allí en adelante lo
ocupó de manera ininterrumpida por varios años. Para el año de 1842 Antonio González de Lira
tenía 40 años de edad, y lo que le depararía el futuro sería encumbrarse como personaje Notable
de Cabimas.
El caso de la falta de secretario fue así: Estando desempeñando el cargo de juez Basilio
Borjas le remitieron de Maracaibo una Circular, en la cual le conminan a cobrar impuestos para
“gastos de justicia”, y Borjas riposto con sorna:
(…) no he encontrado instalada la costumbre de cobrarse impuestos para gastos de
justicia por creerse que dicho impuesto, sólo se cobre en los Tribunales que tienen
Secretarios (…) (AHZ, 1840: T. 9, f. 255).
El Gobernador Andrade le contestó:
(…) debe cobrarse el impuesto con arreglo a la misma Ley; más en los actos de constancias
o no sujetos al impuesto, ni es una duda creer que dejará de cobrarse (id. 256).
La sorna de Borjas dio por resultado, de que por fin podían empezar a cobrar esos
impuestos porque Maracaibo lo hacía explícito y, además, que para el próximo período de la
Judicatura de Cabimas les dotaron con un Secretario.
Con Basilio Borjas como juez principal, el segundo a bordo era Trinidad Perozo, quien ese
año de 1840 empezó a cobrar los gastos de justicia, porque en Maracaibo respondieron al oficio

315
Se sabe que José Concepción Balbuena es el Juez 1°de Paz porque como tal firma varios documentos durante ese
año, por ejemplo: (AHZ, 1837: T. 4, f. 26). Y Basilio Borjas es mencionado por el Juez 2° de Paz de Cabimas como el
colector de la parroquia, información que el gobernador Juan J. Romero incluye entre algunas otras al Jefe político de
Altagracia (AHZ, 1837: T. 7, f. 27).
316
En España los Lira que hemos identificado para los siglos anteriores al XVIII eran con “y” griega, es decir, Lyra.
317
Los meses anteriores Lira no desempeñó ese cargo.
248

de Basilio de que se debía proceder a los cobros así no tuviesen Secretario. Aplicando la tasación
de este servicio judicial Trinidad Perozo en 2 de septiembre de 1840 informa al Jefe Político del
Cantón que “he tenido de costos para hacer dicho justificativo treinta y cuatro reales, para que (…)
se me mande abonar”, y acompaña esa petición con la “Tasación”: por tres horas el Juez doce
reales 1 peso - 4 reales, por los cartularios doce reales 1 peso - 4 reales, el papel seis reales - 6
reales, el escrito cuatro reales - 4 reales Vale 34 reales (AHZ, 1840: T. 21, f. 212) (AHZ, 1847: T. 5,
ff. 181, 183, 184).
El Tribunal de Cabimas se hacía sentir en Maracaibo, en el año 1837 José Concepción
Balbuena le respondía al Gobernador sobre una información que le solicitaba el alto magistrado.
Este alto ejecutivo pedía ser informado de las propiedades, productos y siembras de cocos en
Cabimas, y Balbuena le contesto con un cortante “es imposible” y agregó como explicación “por
no tener este Juzgado quien lo haga, ni pasar nada para papel, ni tener con qué pagar amanuense,
ni tener yo con qué pagarlo”, y después con elegancia calificó la situación en la que colocaba el
gobierno a los jueces de la parroquia Cabimas por esas faltas ejecutivas, lo hace con una frase que
sintetizaba la circunstancia, finalizó diciendo su mensaje con cortesía pero con claridad: “Vuestra
Señoría me ordenará lo que puedo hacer cuando se me presentan estos entorpecimientos” (AHZ,
1837: T. 11, f. 210). Sin duda que eran audaces estos funcionarios, expresaban como se sentía de
incómoda la parroquia al verse desasistida por Maracaibo, o mejor dicho como estaba entorpecida
por el abandono a que se la sometía.
Y esa labor paciente, sostenida de estos jueces en sus relaciones con el gobierno
capitalino dieron sus frutos, cuando Trinidad Perozo forcejeaba con Maracaibo para terminar de
concluir la cárcel, lo hacía con la moral en alto, porque con el subsidio personal los vecinos ya la
había “levantado”, y como ya no se les podía exigir más, hubo de apelarse a los fondos de
ingresos de la administración de rentas parroquiales que Maracaibo no quería autorizar para esa
inversión, pero Trinidad insistió y la orden de entregar los doce pesos faltantes para las lumbreras,
clavos, candado y otros insumos finalmente se extendió, y luego incluso Trinidad exigió que
cubriesen también el pago de diez pesos a los albañiles y algo de caña que faltaba que tenía un
coste de dos pesos (AHZ, 1838: T. 7, ff. 11/20). Ese esfuerzo colectivo para levantar y concluir la
cárcel fue liderado por Martín Borjas y Trinidad Perozo como jueces, ésta resultó en una
propiedad municipal a la que se le asignó un valor de 60 pesos en el catastro parroquial (AHZ,
1840: T. 19, f. 217). Era la única parroquia del Cantón Altagracia con una propiedad pública
municipal. Cabimas hacía historia en la provincia como una colectividad proactiva.
La vida civil de las Cabimas se concentró en su Juzgado, de 1831 hasta 1840 los puestos de
mando de esa institución fueron ocupados por los Castro, Perozo, Villasmil, Balbuena y Borjas,
desde allí se conducía a aquella comunidad, también estaba entre ellos González Lira. De los Borjas
la responsabilidad de administrar ese despacho recayó durante ese período en Felipe, Martín y
Basilio.

Después de esa primera década de 1831 a 1840, viene la etapa de 1841 a 1849:
249

El año de 1841 fue nombrado para Juez de Paz 2° a Ramón Romero -el propietario de las
tierras de San Sebastián- pero por el deterioro de su estado de salud se le aceptó la renuncia, y
para ese cargo se nombró a José Concepción Balbuena (AHZ, 1841: T. 14, ff. 103 y 104) [318].
Enero 12 de 1841. Desde Maracaibo es enviado al “Señor Gobernador de la Provincia” la
siguiente nota:
Ramón Romero nombrado Juez 2° de Paz de la Parroquia Cabimas, Cantón de Altagracia,
habiendo prestado el juramento de ley, V.S. respetuosamente me excuso de servir dicho
destino en virtud de encontrarme enteramente sordo y adolecer de otras muchas
enfermedades peor sobrevivo a costa de dos fuentes que tengo en ambas piernas y si V.S.
lo tiene a bien, puede nombrar dos facultativos que me reconozcan y hagan patente mi
verdad.
El año de mil ochocientos treinta y nueve fui nombrado también en Comisionado de
policía y la Gobernación por el informe del Concejo Municipal de Altagracia me inhibió de
aquel cargo como así consta de los documentos que acompaño. No puedo consagrarme a
ningún servicio público, por las razones aducidas. En esta virtud.
Espero de V.S. en vista de los documentos presentados se sirva excusarme de desempeñar
a
la Judicatura 2 de Paz de Cabimas, por ser de justicia que imploro de V.S. en Maracaibo a
12 de Enero de 1841.
Ramón Romero (AHZ, 1841: T. 14, ff. 101/104).
La decisión del Gobernador José Escolástico Andrade es que el Dr. Blas Balbuena
extendiese el certificado donde se constatase las enfermedades de Ramón Romero (ídem). El
galeno el 13 de enero confirmó la sordera que le inhabilita, e informó que de vez en cuando le
supura el oído izquierdo, su nariz tiene mucosidades fétidas, el bazo tiene una hinchazón crónica
que perturba sus digestiones, se le hincha la pierna izquierda cuando hace algún ejercicio, por
estos motivos no puede desempeñar la alcaldía de la parroquia para que ha sido nombrado. Firma
Blas Balbuena y coloca por honorarios 3 pesos (ídem). El Gobernador pasa el 15 de enero el
informe del facultativo al Concejo Municipal de Altagracia y este cuerpo indica el 8 de marzo al
Gobernador que “nada tiene que oponer a la solicitud del referido Romero” (ídem). El 13 de marzo
José Escolástico Andrade le exime de dicho encargo e indica se debe llenar la vacante. Vacante que
fue ocupada “por unanimidad de votos electo el Señor Concepción Balbuena” en fecha 22 de
marzo, y fue juramentado el 29 de ese mismo mes (ídem).
Ese año de 1841 también se reúne la Asamblea Municipal integrada por siete individuos,
entre ellos está el ritero Matías Meléndez y el cabimense Basilio Borjas, éste último fue suplantado
por Nicomedes Rincón debido a que desde Cabimas llegó Félix Borjas anunciando la indisposición
de salud de Basilio Borjas (AHZ, 1841: T. 14, f. 94), ellos eran los más importantes electores del
cantón.
Para 1842 el juez fue Trinidad Ocando (AHZ, 1843: T. 16, f. 306), quien era propietario de
una pequeña sabana en el Alto de los Gritos en las tierras de San Sebastián.
En 1843 el juez principal fue Eduardo Miguel Rojas (también propietario en la Cabima de
San Sebastián), quien tuvo como pareja a Eusebio Moreno como Juez 2° y como síndico a Félix
Borjas (AHZ, 1843: T. 17, f. 221). Ese año en Cabimas se extendió patente certificada, para que
ejerciesen de ventorrilleros varios cabimenses, entre quienes estaba Caslina Tello y José

318
En MEDINA, Carlos. Cabimas 1824 - 1850. EdiLUZ, Maracaibo, Tomo II: 287/289, trata este nombramiento-renuncia-
aceptación donde están los manuscritos transcritos en toda su extensión.
250

Concepción Balbuena (ídem) (Balbuena era propietario de un hato ubicado en la Cabimas de La


Plaza). Por unos meses ese año Antonio González de Lira no estuvo en la Secretaría del juzgado y,
además, se metió en un lío por lo del Campo Santo, porque Rojas lo inculpó por haber retenido
una Ordenanza donde se instruía sobre dónde se debía ubicar de acuerdo a los reglamentos, lo
que trajo como consecuencia que dónde se construyó no cumplía con esos requisitos y Rojas la
emprendió contra González. También fue el año de un nuevo puente, construido en el camino que
llevaba a las Sabanas de San Sebastián. Y por último ese año el juez Rojas le aplicó una multa a Blas
Díaz por falta de respeto al decoro judicial (AHZ, 1843: T. 9, f. 197).
El año de 1843 figuran en la lista de electores del cantón Altagracia los cabimenses Basilio
Borjas, Francisco Antonio Piña, José Concepción Balbuena, Ramón Romero y Martín Borjas, por La
Rita, entre otros, están Matías Meléndez, Pedro Lucas Urribarrí, Braulio Pulgar y Reyes Belloso
(AHZ, 1842: T. 16, f. 100). Ser elector colocaba en sus manos la posibilidad de seleccionar a
quienes iban a ejercer los cargos en las Judicaturas de estas parroquias o quiénes ocuparían los
empleos de la corporación municipal, de tal modo que eran los sujetos que ensamblaban la
estructura del poder del cantón.
Ese año de 1843 con Rojas la parroquia obtuvo el nombramiento de comisarios, lo fueron
Félix Rodríguez y Andrés Alvarado, y este juez dejo iniciada la casa de la escuela. El juzgado
contaba ahora con un aparato represivo para ejercer la violencia legal.
Para el siguiente año, 1844, regresa Basilio Borjas a juez principal y con él se inauguró la
escuela -al disponer al fin de enseres y mobiliario- [319]. A Basilio se le escapo furtivamente el
primer preceptor de la escuela hacia la Villa de Altagracia, donde renunció al puesto, pero las
autoridades del cantón prestos consiguieron su remplazo. Para noviembre de ese año el Juez 1° de
Paz era de nuevo Trinidad Ocando (AHZ, 1845: T. 11, ff. 152/154).
En diciembre de 1844 llegaron a la judicatura Martín Borjas y José Concepción Balbuena,
jueces 1° y 2° respectivamente, su gestión se extendería en consecuencia por casi todo el año de
1845. José Concepción Balbuena como era navegante se ausentaba a veces para ir a Gibraltar con
su piragua a asuntos de negocios, pero dejaba constancia por escrito de “su deseo de cumplir con
la mayor exactitud, y contribuir en un todo, a la buena administración de justicia” en su parroquia.
Sorprendentemente para el mes de junio del 45 estaba de nuevo Martín Borjas, y como Juez 2°
José Asunción Ávila y de síndico Félix Perozo, ellos fueron los que realizaron los exámenes
practicados en la escuela. En ese último contingente de jueces estuvo todo un pelotón de
comisarios: Bartolomé Quintero, Félix Almarza, Pedro Clavel y Patricio Quirós [320]. Algo debió
suceder para que se produjera de nuevo el nombramiento de jueces.
El 28 de enero de 1846 el poder pasó a manos de Trinidad Perozo como juez primero, Félix
Borjas como segundo y de síndico Lorenzo Capitillo (AHZ, 1846: T. 11, f.226), ellos fueron elegidos

319
Ya funcionaba, pues su preceptor Santiago Cepeda impartió clases a los niños, aún cuando la escuela no estaba
equipada.
320
La inclusión de estos miembros de familias cabimenses en el aparato de poder formaba una cadena de mando que
tenía por el eslabón más alto no al Juez de Paz 1° sino a los miembros más prominentes de la élite local, como es el
caso de Basilio Borjas. Esa cadena de mando incluía familias enteras adherentes a esa parcialidad nepótica, participando
algunos en las funciones de gobierno, la cual se incorporaba a movimientos políticos siguiendo a una u otro facción, que
a su vez se sumaban a partidos regionales (Tembleques y Campesinos, Vr. Grt.) o nacionales como el de los
Conservadores o los Liberales.
251

el mes de diciembre de 1845 (AHZ, 1846: T. 11, ff. 2 y 3). En agosto de 1846 el Juez de Paz de
Cabimas es Trinidad Perozo (AHZ, 1846: T. 9, ff. 100 y 101), se repite de nuevo el fenómeno
observado con anterioridad. Ese año esos jueces de Cabimas representaron a la judicatura en la
Junta Comunal que se reunió para realizar los exámenes de junio y de diciembre en la escuela, allí
estaban también los nuevos comisarios, quienes eran Juan Perozo, Pedro Áñez y Cruz Rodríguez.
Era todo un evento local poner a prueba a los escolares y conocer sus adelantos, esto incluía
premiaciones a los más destacados (AHZ, 1845: T. 12, ff. 120, 124). El año de 1846 se conoce en
este juzgado una causa contra Juan Isidro Pérez el caso lo atiende Trinidad Perozo (AHZ, 1846: T.
18, f. 135).
En el año 47, en el Juzgado se instruyó uno de los casos más sonados sobre tierras, tanto
que subió al Juzgado del Circuito Este en Maracaibo, en él participaron licenciados muy versados, y
un largo y extenso expediente se fue formando hasta el año 1850. Quedó involucrado en este
litigio memorable gente de La Rita, Lagunillas, Maracaibo y Cabimas. En ese pleito se enfrentan un
ex juez de Lagunillas -el poderoso Francisco Moreno- y Ramón Romero el más grande propietario
de tierras de Cabimas. El Alto de Buenavista fue el foco de la confrontación, y todo se centraba en
un sitio minúsculo perdido de aquella colosal propiedad de las tierras de San Sebastián, sitio
conocido como el Alto de Buenavista. En el Juzgado de Cabimas reposaban desde años anteriores
documentos relacionados con ese retiro de San Sebastián, en el 43, por ejemplo, Antonio González
de Lira actuó cuando se elaboró un justificativo sobre los linderos de dichas tierras. Allí reposaba
también un censo al Niño Dios sobre aquel sitio motivo de la confrontación de Romero contra
Moreno.
Ese año 47 regresó Basilio Borjas de la Villa de Altagracia, donde había fungido como
elector, traía noticias de la cabecera del cantón sobre las nuevas autoridades del Juzgado de
Cabimas. En aquel mes de diciembre, ocurrió que en la Sala del Muy Ilustre Concejo Municipal del
Cantón donde estaban reunidos todos los representantes de las parroquias del cantón, éstos
decidieron por unanimidad nombrar como Juez Primero de Paz al Señor Antonio González de Lira,
quien por fin llegaba a Juez después de haber desempeñado diferentes responsabilidades en esa
judicatura a lo largo de varios años. Al lado de Lira ese año de 1847, en el cual él asciende por
primera vez al cargo de juez, quedó en esa memorable ocasión como Juez segundo José Asunción
Ávila y el veterano de la judicatura Martín Borjas como Síndico. Era un triunviro poderoso,
apropiado para el momento histórico tempestuoso que se avecindaba. Ese año también ocurre el
deceso de Ramón Romero el Gran Propietario de la Cabima montañosa, y ese mismo año las
Cabimas estaban boyantes, porque en todas sus franjas se realizaban actividades económicas
productivas como resultado de un proceso muy fructífero que arrancó el año de 1817 con la
primera Capilla pública, siguió en 1824 con su segunda iglesia, continuó en 1831 al abrir la casa del
Tribunal, siguió en 1836 con un nuevo templo, inauguró la casa de la cárcel en el año de 1839,
luego en el año 1843 se entregó un nuevo Campo Santo y se construyó el puente del camino de
San Sebastián y para 1844 se abrió la casa de la Escuela primaria.
En el año de 1849 la Asamblea Municipal del Cantón Altagracia elige para la Judicatura de
La Rita como Juez de Paz 1° a Matías Meléndez, Juez 2° de Paz a Ramón Romero -no es el de
Cabimas o el Gran Propietario- y para Síndico a Eugenio Soto. Luego se procedió con el Juez 1° de
Paz de Cabimas y fue nombrado Norberto Pérez, Juez 2° Asunción Ávila y Síndico Pedro Gil. Tanto
252

Norberto Pérez como Pedro Gil tenían que ver con las milicias, para el año de 1852 el primero era
Capitán y el segundo era Subteniente 1°. Y para comisarios de Cabimas ese año 49 fueron
nombrados Justo Quirós, Marcelo Capitillo, Facundo Nava, Ángel Leal y Vicente Millano, además,
para Colector de rentas Antonio Hernández (AHZ, 1850: T. 20, l. 20, f. 149) (AHZ, 1850: T. 17, f. 12).
Ese año Norberto Pérez había llegado en funciones militares a Cabimas, y para organizar las
milicias se entendió con Antonio Hernández que era el juez 2° de Paz (AHZ, 1849: T 18, f. 100). Lo
que nos indica que durante ese año hubo dos equipos de jueces en Cabimas.
En esta segunda etapa de la Judicatura de Cabimas, figuran en la plana mayor -jueces y
síndico- los siguientes apellidos nuevos: Romero, Ocando, Rojas, Moreno, Ávila, Capitillo, Pérez, Gil
y Hernández, y se repiten algunos de los apellidos de la primera etapa.

De 1850 hasta 1861el movimiento en la Judicatura nos revela algunos aspectos que no se
habían observado con anterioridad:
a) Los jueces tenían sus negocios adicionales. Los jueces no solo atendían el Despacho de
la judicatura, también proseguían con sus actividades particulares, es decir, con negocios que les
vinculaban por lo general con las otras parroquias. En Lagunillas el 18 de julio de 1850 el Juez 1° de
Paz Manuel Barroso solicitó autorización al Gobernador para “separarme de esa parroquia a
practicar algunas diligencias a las parroquias Cabimas, Rita y la ciudad de Maracaibo, en donde
tengo algunos negocios. Sírvase concederme licencia por catorce días”. El Gobernador le concedió
lo que restaba del mes (AHZ, 1850: T. 20, l. 20 f. 188). José de la Cruz Moronta de Cabimas
también solicita licencia para separarse del cargo de Juez por 14 días “con el objeto de pasar a
Lagunillas y otros puntos a despachar algunos negocios particulares”. Permiso que se le concedió
en 4 de septiembre de 1851 (AHZ, 1851: T. 23, f. 198). Estos funcionarios obtenían ingresos de
diferentes fuentes, en ocasiones, pingües como los sueldos que recibían por ser alcaide o
ecónomo, porque como jueces no recibían sueldo alguno, aunque si reciben comisiones por las
diligencias judiciales que efectuaban.
b) Ocurría, también, la suplantación de jueces al ser encausados por delitos. En el año de
1850 se nombra a Antonio González de Lira como Juez de Paz 1° interino de Cabimas “mientras se
indemniza el que desempeñaba estas funciones”. El juez que suplantaba había sido elegido el mes
anterior, era Antonio María González (en otro capítulo de este libro se darán noticias de este
personaje en julio de 1849 donde él en funciones de gobierno denuncia la existencia de unas
guerrillas en Lagunillas), éste fue destituido por serias acusaciones en su contra. Antonio María
González había obtenido el cargo por tres votos contra uno que en aquella oportunidad consiguió
Norberto Pérez, el Juez 2° de Paz nombrado en esa ocasión fue Miguel Antonio Castillo. En
Lagunillas habían resultado ganadores Manuel Barroso y Miguel Pinillo, y en La Rita fueron Matías
Meléndez y Santiago Cepeda -el ex preceptor de Cabimas- (AHZ, 1850: T. 20, l. 20, ff. 194 y 195).
El Juez destituido, Antonio María González se le siguió causa criminal. Contra él pesaba
una acusación del año anterior por haber “mandado a prender un individuo sin motivo legal y
causado escándalos”, y también se tenía informes que en el año en curso se le imputaba “por
haber impuesto una orden para coger o recolectar gente”, esa leva no estaba autorizada. Tenía
pues pendiente ante la justicia la incriminación por uso indebido de la fuerza. Y el Juzgado de
Provincia libró contra Antonio María González auto de prisión (AHZ, 1850: T. 21, f. 26/30). En esta
253

oportunidad la “Junta de Vecinos de la parroquia de Cabimas del Cantón Altagracia representa


pidiendo, que se declare la nulidad del juez de Paz segundo de las Cabimas, Antonio María
González (…) y se pase al tribunal competente”, en el Informe que elevan ante la Gobernación de
la Provincia se presenta un Justificativo con “el testimonio jurado de once testigos que el
expresado González ha cometido mil faltas como Juez y varios hechos punibles por las leyes. Entre
ellos el haber maltratado a tres individuos que se hallaban arrestados (…) cuyo maltrato tuvo lugar
en la misma cárcel”. Le imputaban por varios hechos reprobables, esto es, de abuso de autoridad,
robo y embriaguez y se indica que no tiene más bienes que un ranchito que valdrá veinte pesos,
hecho que le impide ser juez, además se señala que no es vecino de allí. El Resuelto emitido en
Maracaibo fue directo e incisivo, decía que sea: “Sometido a juicio” (ídem).
Antonio María González no había sido tampoco él único juez destituido en Cabimas, en el
año de 1851 el Juzgado de la Provincia admitió “un recurso de queja introducido (…) por el Señor
Juan Villasmil, como apoderado del Señor Justo Quirós, contra el Juez Segundo de Paz de Cabimas,
Señor Ildefonso Leiva”. Y el Juez de Maracaibo consideró: “son bastantes para suspenderlo en el
ejercicio de sus funciones y así se declara (…) se sirva disponer que se llene interinamente la
vacante”. El juzgado pasó esa decisión al Juez 1° de Paz de Cabimas José de la Cruz Moronta
mediante auto, Moronta también recibió un oficio donde se ordenaba que pusiese
inmediatamente en libertad a Justo Quirós. Para Juez 2° de Paz de Cabimas interino se nombró a
Pedro Gil (AHZ, 1851: T. 23, ff. 195/197) (AHZ, 1852: T. 23, ff. 237 y 238) quien ya para este
momento era Subteniente 1° de la Compañía de Milicias de Cabimas.
c) Los jueces se ocupaban también de otras responsabilidades sociales. Antonio González
de Lira traía tras de sí una hoja de servicio prestigiosa. Había sido mayordomo de fábrica de la
iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Cabimas [321]. Y el año 1851 exponía ante el Gobernador:
(…) desde el año de mil ochocientos treinta y nueve, y hasta la fecha [1851] me encuentro
sirviendo esta mayordomía (…) es en gran medida perjudicial la secuela de dicho encargo,
ya por mis achaques accidentales, ya por no tener con que subvenir a las imperiosa
necesidad, en que se haya constituida mi [ ] familia, como [que el] encargo nada me
produce, y haberlo servido tan largos años (…) encarecidamente suplico, se sirva, (…)
admitirme la renuncia que hago de la mayordomía de esta fábrica (…) según lo dispuesto
en el Artículo 11 de la Ley de Patronato de 28 de julio de 1824 (…). En la Parroquia Nuestra
Señora del Rosario de Cabimas a los diez días del mes de Febrero de mil ochocientos
cincuenta y uno (…)(AHZ, 1851: T. 20, l. 12, ff. 98/101).
El mensaje iba dirigido al Gobernador Superior de la Provincia. El Gobernador resolvió
admitir la renuncia, pero debía continuar desempeñando ese destino hasta tanto sea subrogado, y
debía hacerlo bajo entrega de inventario, también disponía el Primer Magistrado que el vecindario
proponga la terna correspondiente, debiéndose reunirse en la iglesia como lo dispone el Artículo

321
Estos mayordomos no recibían ningún sueldo por esa función. De la Secretaría de Estado D.D. Interior y Justicia en
Caracas 17 de Julio de 1843 se indica al Gobernador de esta provincia que “tome razón de los títulos y despachos de
todos los empleados civiles, militares, de hacienda y eclesiásticos que disfruten sueldos o comisión de las rentas
nacionales” de la ley de Oficinas Superiores de 28 de mayo de 1837, fijándose como en esa ley “no comprende a los
títulos de los mayordomos de fábrica de las Iglesias, porque estos empleados no disfrutan ni sueldo ni comisión de las
rentas nacionales, no siendo ni pudiendo considerarse como sueldo o comisión la asignación que la ley hace para dichas
fábricas y que ellos reciben con tal objeto” (AHZ, 1844: T. 10, l. 10, f. 36). En otras palabras a las Iglesias el Estado les
concedía una asignación para la fábrica del templo -mantenimiento-, pero esa asignación no se podía interpretar como
un ingreso para el mayordomo de fábrica.
254

41, presidiendo el acto el Juez 2° y con asistencia del cura. En consecuencia, el vecindario postuló,
mediante mayoría de votos, una terna compuesta por Andrés Borjas, Eusebio Moreno y José
Antonio Álvarez, y así lo hace constar en oficio el Juez de Paz de Cabimas José de la Cruz Moronta.
El inventario se realizó como lo determinaba el Artículo 32 sobre cuentas de fábricas, y resultó
electo para mayordomo de fábrica Andrés Borjas, a quien se le entregó el inventario de bienes y
censos, pasando copia sobre ese patrimonio al cura y al Archivo de la Jefatura del Cantón. Había
concluido la mayordomía de fábrica de la Iglesia Parroquial de Cabimas de Antonio González de
Lira que se prolongo desde 1838 a 1851 (ídem).
En el año 1844 cuando Lira era mayordomo en propiedad de la fábrica de la iglesia
parroquial, el cura era Francisco Moreno -el mismo que denunció al preceptor Santiago Cepeda
por diversas causas-, y así como conoció de cerca a ese sacerdote, también tuvo Lira estrecho
contacto con el resto de la curia que ejerció en ese templo y conoció de toda la problemática del
templo muy de cerca hasta el año de 1851 (AHZ, 1843: T. 4, f. 12).
d) Los jueces velaban por su cuerpo de comisarios. Para el año de 1850 José de la Cruz
Moronta fue nombrado para Juez 1° de Paz en el mes de diciembre en la Villa de Altagracia, y para
Juez 2° de Paz fue elegido Ildefonso Leiva, escogiéndose para síndico a Eugenio Ruz (AHZ, 1851: T.
23, l. 13, ff. 175 y 177). En diciembre fueron nombrados estos jueces y para el 5 de marzo de 1851
no habían recibido aún el nombramiento de los comisarios nuevos. Esto se sabe porque Moronta
se lo comunica por escrito al Gobernador y, le agrega “los pobres comisarios del año pasado me
piden su relevo, y lo considero con demasiada justicia”. El Gobernador, Conde, envía un Resuelto
al Jefe Político del Cantón exponiéndole el asunto de los comisarios de Cabimas, le dice que tiene
informes “de que no han comenzado aún sus funciones, y que continúan los antiguos por no haber
concurrido aquellos a presentar el Juramento constitucional”, agregando su deseo de que “entren
inmediatamente a desempeñar los deberes”. El Jefe Político del Cantón Altagracia, Francisco
Barreras, responde al Primer Magistrado “en verdad Señor que puede suceder así, si se atiende de
que todas las comunicaciones que se dirigen a esa parroquia se pierden, como casi siempre lo
están reclamando” y agrega “el 3 del presente mes se volvió a oficiar a aquellos funcionarios sobre
la materia, porque habiendo sido informado (…) de lo ocurrido, practiqué lo anexo (…) quedando
por este respecto cubiertes mi responsabilidades” (íd. 186/188). Después vendría la baja de Leiva
como Juez 2° por el denuncio en su contra por Justo Quirós. En cuanto a los comisarios que debían
estar bajo ese equipo de Moronta, Leiva y Ruz durante el año 1851 a 1852 estos eran Juan
Alvarado, Marcelino Capitillo, Juan Quintero, Juan Perozo, Cruz Rodríguez, Aniceto Rodríguez,
Nicolás Piña y José Antonio Romero (AHZ, 1851: T. 15, l. 44, f. 149) y los nombrados en enero de
1850 fueron José del Rosario Balbuena, Trinidad Rendiles, José de la Rosa Perozo, Sebastián
Guillén y Narciso Perozo, en esa misma Acta, el Concejo Municipal de Altagracia nombró para la
Junta Clasificadora a Norberto Pérez (AHZ, 1852: T. 8, f. 221). Eran nuevas caras que empezaban a
transitar por ese laberinto, pero ya no lo hacían a ciegas, conocían sus salidas.
Los jueces formaban parte de un equipo de autoridades. Para el año de 1852 las
autoridades de la parroquia Cabimas fueron los siguientes: para Colector de rentas Pedro Toledo -
el Notable-, para Juez 1° Antonio González [de Lira] -el Gran veterano de la judicatura-, para Juez
2° Domingo Neris -con experiencia en estas lides-, para Síndico Andrés Borjas -un hombre muy
conocido en su comunidad-, como Cura se registraba la presencia de José Agustín Pérez con un
255

curato que se extendía desde La Rita hasta Tomoporo- para Comisarios de policía José Ramón
Balbuena, Trinidad Rendiles, Sebastián Guillén, Narciso Perozo, Casimiro Sandrea, Tiburcio
Meléndez, Estanislao Arrieta, Pedro Reyes -algunos de ellos ya de renombre-, en la Cuarta
Compañía de Milicias de la parroquia estaba Capitán Norberto Pérez, Teniente Juan Gregorio
Olivares, Subteniente 1° Pedro Gil, Subteniente 2° Francisco Marrufo -es decir gente ya connotada-
(AHZ, 1851: T. 15, f. 172), con tal tren de funcionarios el laberinto no era un problema, las
complejidades del poder y de la política eran sus fuertes.
Los jueces quedarán en medio de fisuras entre vecinos y funcionarios. De esa batería de
comisarios Trinidad Rendiles se mantendrá en esas funciones el año de 1854, pero en su contra
recibe la Gobernación una denuncia realizada por algunos vecinos de la parroquia Cabimas. El
Gobernador pasa ese caso a la Jefatura política del Cantón Altagracia para que se proceda con una
averiguación, y el Jefe político del Cantón acusa recibo de esa orden:
Mayo 1 de 1854. El Jefe Político accidental de Altagracia Miguel Carriaso informa al
Gobernador que ha recibido la nota de V.S. en la cual ordena proceder a la averiguación
de los hechos denunciados en la gobernación por Miguel Castillo, Manuel y José del
Carmen Tello y José Ral, vecinos de la parroquia Cabimas, contra el comisario Trinidad
Rendiles, se han librado las órdenes necesarias sobre el particular para darle un exacto
cumplimiento (AHZ, 1854: T. 30, l. 27) (Nota: Resumen del documento).
El caso de Castillo, Tello y Ral contra Rendiles es interesante, porque trata de un
enfrentamiento de los vecinos contra un funcionario de su localidad, este hecho muestra las
fisuras del poder cuestionado por los propios habitantes.
Los jueces atienden casos sonados. En el año de 1853 está de Juez de Paz 1° Miguel
Antonio Castillo. Se sabe de su desempeño en ese cargo porque en calidad de juez se dirige al
Gobernador informando que ordenó al Sargento 2° Trinidad Rendiles la captura de 20 hombres en
el sitio de Ambrosio [322], pero no se pudieron atrapar porque el conductor de la comunicación el
Señor Rafael Reyes divulgo en ese vecindario el objeto del oficio causando una gran conmoción en
la parroquia, donde los hombres tomaron para los montes (AHZ, 1853: T. 10, l. 5).
Los jueces también reciben noticias alentadoras. Ese mismo año de 1853 en Gaceta de
Venezuela se decreta que los secretarios de los jueces de parroquia gozarán de los sueldos
anuales que a continuación se expresan: Provincia de Maracaibo. La Matriz 300, Altagracia 200
(AHZ, 1853: T. 13, l. 6).
Los jueces están en el cuadro de servidores públicos y se convierten en Jefes civiles. Año
de 1854. En el cuadro del personal al servicio municipal del Cantón Altagracia en el año de 1854 y
mes de febrero aparecían por Cabimas Antonio González de Lira y Eugenio Ruz como jueces de
paz 1° y 2° respectivamente, y como Síndico Domingo Neris. Antonio González de Lira figuraba
también, en esta ocasión, como ecónomo del Camposanto y como Colector de rentas. Y la lista de
Comisarios tenía a [ ] Sandrea, Félix Rodríguez, Lorenzo Ballesteros, Nicolás Sánchez, Mateo
Landaeta, Trinidad Rendiles, Juan Quintero y Juan Alvarado (AHZ, 1851: T. 16, l. 44, ff. 4 y 5). El
cura continuaba siendo José Agustín Pérez, el de La Rita era José Antonio Prieto quien además se
desempeñaba como preceptor de la escuela (AHZ, 1851: T. 15, ff. 179/200). Para el mes de julio de
1854 la máxima autoridad de una parroquia ya no es el Juez de Paz en el orden político, ese

322
Este lugar, Ambrosio, es referido en los manuscritos históricos consultados como sitio, rancho y vecindario.
256

destino desaparece, es sustituido por el de Jefe político de parroquia, es decir, un Jefe civil, y en
Cabimas lo ocupa Lorenzo Romero quien sustituye a Antonio González de Lira al frente de la
parroquia (AHZ, 1857: T. 6, l. 7). Lorenzo Romero se incluía como individuo de élite para este
nuevo período.
La jurisdicción de los jueces se amplía con la creación de los partidos de parroquias. En el
año de 1854 el Jefe político del Cantón Altagracia, José González, nombró los Comisarios mayores
de la cabecera, parroquias y partidos, para Cabimas fue nombrado Pedro Áñez. Siruma ya estaba
incluida como parroquia, y los partidos del cantón eran: Punta de Piedras en la Matriz, Haticos del
Norte en la misma parroquia y el de Puerto Escondido de la parroquia La Rita. Los comisarios
viajaron a Altagracia a juramentarse y como eran Comisarios Mayores se les entregó carabinas por
órdenes superiores (AHZ, 1854: T. 6, l. 7, ff. 144, 145, 151, 152).
En el año de 1855, en el mes de diciembre, se efectuaron las elecciones con una Asamblea
Municipal integrada, entre otros, por Matías Meléndez de La Rita como presidente, y como
miembros José Lorenzo Romero y Manuel Barroso, el primero de Cabimas y el segundo de
Lagunillas, ellos eligieron como Juez de Paz para Cabimas al Señor Antonio González Lira, y para
Juez 2° al Señor Benito Romero y para síndico al Señor Miguel Antonio Castillo. Los partidos tenían
Juez único y procedieron a nombrarlos para los Haticos del Norte, Aceituno, Sabaneta, Ancón,
Punta de Piedras y Puerto Escondido (AHZ, 1856: T. 2, l. 17).
También se incorporan nuevas parroquias al cantón. En el año de 1858 el Concejo
Municipal de Altagracia nombra para la parroquia Cabimas como Juez a Miguel Rojas. Y nombra
comisarios para Partido de abajo, Partido de arriba, Aceituno, Sabaneta, Río de la Boca, Ancón, Los
Guayabitos, Potrero de Nava, Punta de Piedras, Punta de Leiva, La Caridad. Para este año el cantón
tiene una nueva parroquia Democracia (AHZ, 1858: T. 7, l. 31). El Cantón Altagracia crecía a su
interior al agregarse cada vez más nuevos Partidos y en extensión al incorporar a la parroquia
Democracia.
Los jueces no descansaron en el reclutamiento de milicianos y desertores. En el año de
1859 en el mes de enero el Juez de Paz de Cabimas es el señor Francisco Ruz, se sabe porque en
esa fecha se ordena se le abone un dinero para racionar la escolta que condujo milicianos a
Maracaibo, pero no se halló en el archivo histórico el acta eleccionaria donde fue nombrado para
tal destino (AHZ, 1859: T. 3, l. 3). En el año de 1860 para el mes de diciembre el Jefe Civil de
Cabimas es Aniceto Neri, se sabe porque en esa fecha libró comisiones para distintos lugares de la
parroquia en busca de desertores del ejército (AHZ, 1861: T. 1, l. 23).
Los jueces se auto declaran como miembros del partido de la obediencia. En el año de
1861 en el mes de enero el Gobernador Serrano recibe las ternas del Cantón Altagracia para
jueces de cantón y de parroquias y, para los efectos, nombra para Cabimas al Señor Antonio
González Lira (AHZ, 1861: T. 12, l. 29, f. 25). Y para ese mismo año en el mes de junio la Junta
electoral de Cabimas estaba compuesta por José Lorenzo Romero, Manuel María Rincón, Juan
Isidro Pérez, Benito Romero y Faustino Neri, este último, suplente del propietario Bonifacio Prieto.
Consta en esa Acta electoral que, cuando ya estaba cerrada la votación a las seis de la tarde con
noventa sufragantes, de los cuales votaron sesenta y cuatro, la Junta incorporó a su seno a los
ciudadanos José González y Antonio González Lira, y después procedió a efectuar el escrutinio y ha
resultado que para Jefe de parroquia José Lorenzo Romero obtiene 64 votos, y para los demás
257

miembros de la Junta Parroquial Eusebio Moreno recibió 63, Faustino Neri 63, José Tomás
Bersaber 62, obteniendo un voto Miguel Antonio Castillo, y lo mismo José González, Manuel María
Rincón y Remigio Borjas. Señalándose en el registro que quedarán como vocales de la Junta
Parroquial Eusebio Moreno, Faustino Neri y Tomás Bersaber. Los elegidos pertenecen según las
referencias documentales al “partido de la obediencia” (AHZ, 1861: T. 8, l. 14) (AHZ, 1861: T. 11, l.
39, f. 11). Como Presidente de la Junta Electoral José Lorenzo Romero le remite al Gobernador el
Acta de votación. En La Rita el Jefe de Parroquia electo según Acta del mes de julio es José María
Cardozo y en un Acta de junio se menciona a Matías Meléndez (ídem). En la parroquia Cabimas en
el año de 1861 en el mes de agosto se retorna a la figura de Juez de Paz y el elegido es el Señor
Faustino Perozo. Para La Rita el Señor José María Cardozo y para Lagunillas el Señor Miguel Pinillo
como lo hace constar el Juez de 1er Instancia del 1er Circuito (AHZ, 1861: T. 8, l. 25) (AHZ, 1861: T.
16, l. 3). (Faustino Perozo es dueño de la embarcación La Rosita, criador, agricultor y reservista de
la milicia, además contribuyente de empréstito para la guerra).
En esta tercera etapa de la Judicatura de Cabimas los apellidos nuevos son: Moronta,
Castillo, Leiva, Ruz, Toledo, Neris, Neri, y se repiten algunos de los apellidos de las etapas previas.
Téngase en cuenta que en un apellido hay distintos personajes, lo cual amplía el número de
sujetos. La finalidad de rememorar esos apellidos es la de mostrar el rico acervo que poseía la
población de Cabimas de “sujetos de entera aptitud” para desempeñarse en los cargos públicos, lo
cual hizo de su minoría calificada toda una batería de vecinos con una amplia y profunda visión de
la realidad concreta y específica de su núcleo urbano y su ámbito histórico. Esa minoría calificada
era una fortaleza de este poblamiento.
Tal es a rasgos generales, con nombres y apellidos, los integrantes de lo que hemos
denominado como la minoría calificada de Cabimas entre 1831 y 1861. Para seleccionarlos se ha
recurrido a señalar a los miembros de la judicatura de esta población, indicando quienes ocupaban
empleos en ese despacho. Allí aparece un relevo de élites, hay una primera élite y luego aflora una
nueva élite.
c.11) La minoría amplia
Los jueces de paz debían coaligarse con los jueces de otras parroquias, así mismo con los
miembros del ejército, con el gobernador, con el Jefe Político del cantón, con los miembros
relevantes de algún sector económico local, cantonal o provincial, con los Notables de la
población, con algunas redes familiares (importantes por el número de sus integrantes o por ser
muy destacadas en la vida del lugar), con alguna facción o partido, con el cura, con el preceptor,
con los jueces que les precedieron, así lo debían hacer para salir airosos en la gestión pública y en
el proceso histórico en el que estaban inmersos. En otras palabras, la minoría calificada no se
restringía a los miembros de la judicatura parroquial, había una minoría amplia calificada tanto a
lo interno como en lo externo de la parroquia. Esa minoría amplia se había calificado en el
contexto histórico en el cual se movían en el ejercicio de sus actividades económicas, sociales,
políticas, militares e incluso religiosas, de allí que se pueda hablar de una minoría calificada amplia
muy imbricada entre sí, y desde esta una nueva perspectiva del problema que se aborda en esta
investigación, se puede decir que esa escala calificó y cualifico a las minorías parroquiales del
campo y permitió que de ellas afloraran individuos de élite que descollaron en la Provincia de
258

Maracaibo, porque su visión iba más allá de sus jurisdicciones en lo geográfico y en lo temporal
llevaban consigo un legado de las generaciones anteriores, todo lo cual les hacía individuos de
relevancia.
Ese camino hacia la relevancia tomó diferentes cursos, en ocasiones, por ejemplo, estos
jueces se veían incapaces de cumplir con sus deberes a partir de sus propios recursos, y recurrían a
otras parroquias para alcanzar los objetivos de algunas de sus tareas. Es el caso, por ejemplo, del
juez de Lagunillas, quien recurre a los vecinos de Cabimas por una demanda originada en las
necesidades de la línea de Sinamaica -frontera de Maracaibo con la Guajira- donde el Comandante
plantea el “corto número de hombres para atender esa guarnición”, solicitud que la Comandancia
de Armas en Maracaibo toma en consideración, y que en un Resuelto comunica al Gobernador
Serrano de esa situación pidiendo que:
(…) diga al Jefe Político de Perijá y a los jueces de Lagunillas, parroquias de Carmelo, La
Concepción y Chiquinquirá (…) el incumplimiento de mandar hombres. Al de Lagunillas le
piden 30 hombres [igual a Perijá] y a las otras le piden 5 a cada una (AHZ, 1858: T. 3, l. 1).
En consecuencia, el juez de Lagunillas le indica al Gobernador:
(…) estoy tomando cuantas medidas (…) están a mi alcance pues he tocado hasta el
resorte de pedir auxilio a las autoridades y vecinos de la parroquia Cabimas, pues en esta
me hallo enteramente desproveído de toda cooperación y recurso (…) pues los milicianos
de esta parroquia siempre siguen renuentes a presentarse a prestar servicio (…) José
Antonio Martínez (ídem).
Y no solo se dispuso solicitud de ayuda de Cabimas para esos menesteres, se recurría al
arbitrio Cabimas para asuntos más delicados, los cuales implicaron diferentes actores y distintos
lugares, como el que se presenta entre Tomás Medina versus Manuel Barroso:
Expediente N° 93 Prueba de Tomás Medina en el litis con José Manuel Barroso.
Tomás Medina natural de España, vecino de la parroquia Chiquinquirá y San Juan de Dios
mayor de veinticinco años confiere su poder general al Señor Francisco José Parra para
que le represente (…) (AHZ, 1858: T. 4, l. 4).
Pues bien, José Manuel Barroso era vecino de Lagunilla, y el abogado de Tomás Medina
para el probatorio llamó a declarar a un tal Francisco José Parra, pero advirtió:
(…) que no se debe proveer la prueba en la parroquia Lagunillas porque en aquel punto no
hay persona que no tenga relaciones de íntima amistad con Barroso, a la vez que el Juez
comisionado es muy íntimo amigo de él (… …) (ídem).
Argumento que fue decisivo para que se trasladase la evacuación de la prueba al Juzgado
de Cabimas: “La prueba que debe evacuarse en la parroquia Lagunillas se somete al juez de la
parroquia Cabimas.” (ídem).
Estando en competencia del caso el Juzgado de la Parroquia Cabimas informa al Juez de
era
1 Instancia Provincial que:
(…) ofició a los Señores Jueces de la Parroquias Lagunillas y Tomoporo para que hicieran
comparecer ante este juzgado los testigos presentados por José Manuel Barroso (…) y a
esta fecha no han comparecido (…) El Señor Juez de la Parroquia Lagunillas (…) me dice lo
que a la letra copio: “Habiéndose citado todos los testigos que se indican, y resultando
que tan sólo se hallan en su lugar los Señores Manuel Prieto y el Señor Juez Miguel
Antonio Pinillo, pero hallándose Manuel Prieto gravemente enfermo imposible de poder
comparecer a la Parroquia Cabimas como así mismo no poder separar Miguel Antonio
Pinillo como Juez, particípese estas razones al Señor Juez de Cabimas como así mismo
259

dígase a los demás testigos se hallan en el río que denominan la Varúa (…) Miguel Antonio
Pinillo, Secretario Santiago Cepeda” (ídem).
El Juez de Paz de Cabimas era Eduardo Miguel Rojas y le indica, además, al Juez de 1 era
Instancia Provincial que aquella actuación realizada en la parroquia Lagunillas era un abuso:
a
Notifícolo a V.S como el estado presente de dicha comisión de lo que doy cuenta para
que si lo considere se sirva corregir este abuso. Del Señor Juez de Tomoporo (…) no se ha
recibido contestación (…) he tenido que oficiar de nuevo a dichos señores Jueces fijando el
día (…) para el examen de los testigos y concurrencia de las partes interesadas (…) Miguel
Rojas (ídem).
El Juzgado de 1a Instancia del 1er Circuito respondió en apoyo a Miguel Rojas indicando al
Juez de Lagunillas que no hay fuero ni privilegio para quienes deben comparecer incluyendo a su
propia persona y, tampoco quedan fuera de esa obligación aquellos otros dónde quiera que se
encuentren y que para ello estén todos los medios legales. Indicando que en el caso del enfermo
el Juez de Cabimas debe tomar su declaración in situ y una vez obtenidas esas pruebas remitirlas al
despacho (ídem). Por todo lo descrito se observa en los dos casos expuestos como el sistema
judicial funcionaba como una red, y los juzgados bajo esas condiciones no se les permitía actuar
como estancos. Por otra parte, la experiencia del Juzgado de Cabimas queda en evidencia, hace
valer su autoridad ante las formas improcedentes de la judicatura de Lagunillas e impone su
autoridad.
En este caso de Lagunillas aparece Santiago Cepeda como Secretario del Juzgado de
Lagunillas, este ciudadano es el mismo que fue preceptor de la escuela de Cabimas cuando esta se
fundó. Era un personaje muy activo, se movió entre Cabimas, La Rita y Lagunillas, tenía contacto
con las autoridades de la Villa de Altagracia y era conocido en las esferas del poder en Maracaibo.
Santiago Cepeda ilustra muy bien en su persona lo que era la minoría amplia calificada, ésta no se
restringía a la vida de su vecindario, su horizonte iba más allá de lo que se puede observar desde el
campanario de su pueblo, era una élite ubicada en una atalaya desde la cual el horizonte podía
alcanzar lo nacional, lo provincial o lo cantonal, y mantenían lazos con el equipo de la Judicatura,
desde fuera o a su interior.
En este Expediente N° 93, del caso Lagunillas, Tomás Medina alude a Manuel Barroso
como Comandante. Manuel Barroso era un individuo de élite de ese pueblo de agua. En el
repositorio documental, esta investigación encontró manuscritos anteriores a este Expediente N°
93, donde este personaje aparece huyendo bajo el nuevo régimen del Presidente de la República
el General Alcántara, y en esos manuscritos el Juez de Lagunillas expone las dificultades para
proceder a su captura. Manuel Barroso fue otro personaje muy activo en esta circunscripción del
Cantón Altagracia, era en ese sentido otro miembro de la minoría amplia calificada y poderosa.
Ese controversial personaje de Lagunillas se vio envuelto en otro problema, lo cual no es
ocioso abordar, el manuscrito donde se narra ese asunto lleva por encabezamiento: “Juicio contra
Manuel Barroso”, en ésa legajo de documentos aparece una declaración sobre este caso, la cual
reza:
(…) estando el que declara en la casa del Señor Santiago Cepeda sintió que llegó con una
bulla Manuel Barroso diciéndole a Estrada Usted embárquese Usted aquí que también
sintió y vio que Barroso le dio a Tomás Estrada unos planazos con una espada que llevaba,
que luego de haberlo hecho embarcar se lo llevó para su casa en donde he oído decir que
260

le dio el castigo de soga y que esto fue a causa de la regeneración de la República (…)
(AHZ, 1858: T. 8, l. 24).
Estas circunstancias colocan en el tapete la esfera política en la que se movían estos
protagonistas y el mundo en el que estaban inmersos, era un mundo duro y los actores estaban
labrados en roca, muchos de los eventos en que se ven involucrados ofrecen testimonio de la
rudeza de que eran capaces. Este episodio y el narrado con anterioridad sobre el juez de Cabimas
Antonio María González, quien fue destituido por causa criminal, ofrecen pruebas de cómo
algunas autoridades se salían de los canales normales y se precipitaban en actuaciones ilegales al
violar los derechos de sus gobernados, y al hacerlo muestra al hombre de aquellas épocas.
De tal modo el trabajo del Juzgado no sólo se vinculaba con Maracaibo sino también con
las otras parroquias, el caso judicial de Juan Isidro Pérez pone en evidencia esas conexiones
amplias del Juzgado de Cabimas:
Agosto 18 de 1846. El Juzgado 1° de Paz de Cabimas expone al Gobernador que en ese
despacho ha sido demandado Juan Isidro Pérez vecino de esta parroquia y dicho individuo
se halla en la Parroquia General Urdaneta, antes Tomoporo, razón por la cual solicitó al
juez de aquella parroquia para que le hiciese comparecer a Cabimas a contestar la
demanda. El juez de aquella parroquia que debía mandársele el auto con la exposición de
la demanda, y ésta se le remitió a aquel juez y que éste le hizo comparecer en su despacho
y ante él contestó Juan Isidro Pérez que no tenía inconveniente en presentarse en el
término que se le señala. Pero hasta la fecha aquel juez no ha podido que aquel individuo
comparezca. “Espero que Su señoría se sirva decirme -agrega el juez de Cabimas- que
medio tomará este Tribunal para dar cumplimiento de las leyes y de la justicia y a su
deber, y al mismo tiempo burlada la autoridad que ejerzo, y el mal ejemplo que se
siembra en los demás vecinos, que cometerán cualesquier delito en ésta y se irán a
refugiar a aquel lugar hechos [ ] que aunque los reclamen no los han de remitir. Trinidad
Perozo” (AHZ, 1846: T. 18, f. 135). (Nota: se resume parte del documento)
El Gobernador actuó orientando a las autoridades cómo proceder con la ley en mano:
En agosto 31 el gobernador Serrano envía oficio al juez de la Parroquia General Urdaneta
y le indica que encontrará demarcado el procedimiento para hacer comparecer a Juan
a
Isidro Pérez en el artículo 1° ley 3 Título 1° del Código de Enjuiciamiento Judicial (…) y las
multas allí detalladas (ídem)
El Juez hace exhibición de su poder de hacer comparecer ante su despacho de quien está
bajo una denuncia judicial, y en consecuencia reclama que su autoridad sea respetada,
reafirmando que ese poder alcanza a los imputados, incluso si están fuera de su jurisdicción,
punto importante, porque revela que un Juez de Paz en vez de tener la sensación de ser un
funcionario con limitaciones muy estrechas, por lo contrario, se siente poseedor de un poder que
le confiere una autoridad amplia gracias a una estructura judicial y política a la cual podía recurrir
para hacer cumplir las leyes y la justicia, en otras palabras, el contexto de su poder tenía por
marco a la minoría amplia calificada, la cual se consustanciaba con los individuos de élite. Tal
sensación, como es obvio, le aporta valores para irse formando ellos a su vez como un individuo
de élite en la realidad social en la que les corresponde actuar.
Los jueces de paz se van formando como miembros de élite al adquirir una visión amplia
de la realidad, hecho que ocurre cuando constatan que pueden contar con el apoyo del poder
político del gobernador y con el poder coercitivo que la ley les concede, es así como el Juez de Paz
de la parroquia General Urdaneta es instruido por el gobernador para que aplique el articulo
261

donde se indica la multa que le corresponde a Juan Isidro Pérez por desobediencia de la autoridad.
Sanción que le debe imponer para que este individuo comparezca ante el Juez de Cabimas
Trinidad Perozo. La sensación de poder es crucial para la formación de la élite, y estos individuos la
sentían al constatar que esa autoridad se adquiría al formar parte de las estructuras que
conforman la realidad al nivel político y jurídico, en este caso la estructura política de la provincia
encabezada por el gobernador y la estructura judicial a la cual Trinidad Perozo estaba adscrita. La
historia local no es una historia de campanario, las minorías calificadas funcionan dentro de una
minoría amplia y lo local, por lo general, siempre es rebasado.

Otros hechos que apuntan hacia la existencia de la minoría calificada como una minoría
amplia se exponen a continuación. Pero lo que ahora se observará es lo que une y fusiona a esa
minoría amplia en un todo orgánico. De septiembre a diciembre del año 1858 se registra un
movimiento de milicianos, y en esa dinámica figura la actividad de los Jueces, Jefes de Policía y
Comandantes. En ese contexto se presentan nuevas facetas del contexto donde acontecían los
eventos, los cuales revelan un estrato subyacente de gran relevancia. Y viene de nuevo a colación
los personajes que ya se han mencionado líneas arriba, allí figuran en esas tareas de reclutar
milicianos Manuel Barroso y con él otros como Miguel Rojas, Francisco Ruz y Lorenzo Romero.
Los acontecimientos sucedidos empezaron en septiembre, ese mes se envían reclutas a
cargo del comisario de policía Anacleto Nava para relevar a los que están en servicio en las
guarniciones de la provincia, son tres los que van de remplazo, y el juez indica “que en su
oportunidad también serán relevados” y pide al Gobernador provea el gasto de alimentos y
transporte de regreso para su comisario y el custodio. El Juez de Cabimas es Miguel Rojas (AHZ,
1858: T. 4, l. 1). Para el mes siguiente desde la Jefatura de Policía, presidida por Francisco Ruz, se
le comunica al Gobernador la remisión de dos milicianos y va también uno que remite el Señor
Manuel Barroso, indicando que el conductor de dichos individuos es el Señor Lorenzo Romero
“con quien se entenderá para el pago de conducción” (ídem). Y en diciembre Francisco Ruz
procede a la misma operación que se viene suscitando con una regularidad propia de una empresa
mercantil, remitiendo ahora:
(…) a José María Galué, Pascual Mavares y Gregorio Flores que va encausado, bajo la
custodia de dos ministros de policía Antonio Borjas y Anacleto Nava en el barco del Señor
Lorenzo Romero (ídem).
Estas costas ubicadas al este del lago, por lo que se narra, se habían convertido en
exportadoras de hombres para Maracaibo, y ese tráfico se convirtió en rentable para algunos
empresarios como Lorenzo Romero -fuerza subyacente a los hechos que debe ser desvelada para
mostrar los substratos tectónicos que originan cambios en la superficie-. Es obvio que desde los
comisarios de policía que iban de custodios hasta el Juez que los remitía, y en especial, el dueño
del barco que los trasladaba, todos percibían ingresos pecuniarios, lo cual les convertía en un
grupo mercantil informal -esto es lo que desvela la labor histórica-. Esto trae una connotación muy
especial para la minoría calificada ampliada, devenía en una empresa informal -porque lo
pecuniario une y fusiona a la minoría calificada ampliada en un todo orgánico como se anunció al
comienzo de esta parte del texto-. Ese grupo en el que había Comandantes, Capitanes, Tenientes,
Jueces, Jefes de Policía, Secretarios de juzgado, navegantes y burócratas de todo pelaje
262

transformaba la carne de milicianos en carne vacuna, fenómeno que acontecía mediante el


mágico poder del dinero. ¿Cómo entender esa metamorfosis? La respuesta es que la recluta se
había convertido en un negocio y como tal en fuente de ingresos monetarios, dinero mediante el
cual los nuevos o viejos acaudalados, los acomodados, los principales y los Notables mediante el
ahorro creaban un fondo de inversión, con el cual compraban ganado vacuno para sus hatos o
haciendas. Los ingresos que percibían por ese tráfico de milicianos, reos y conspiradores se
invertía en sus unidades de producción, aumentando así su patrimonio personal en vacas, se
operaba por tanto una transfiguración de los atrapados en vacas, la cual favorecía el aumento de
los bienes del grupo mercantil informal en cuestión, y es por esa vía que muchos de sus socios se
convirtieron en Notables, esto es, en los prohombres del momento. La actividad mercantil, por lo
descrito, iba más allá del mercado de bienes convencionales, y al hacerlo se constituía en un
motivo para unir a las élites en un abigarrado grupo dotado de enorme poder político, el cual
dentro de una economía de mercado se transmutaba en poder económico, ese era el secreto bien
guardado de la minoría amplia calificada -trabajo del historiador es poner esos secretos al
descubierto, desnudar los hechos, y mostrar sus intimidades bien guatrdadas-, ese era el interés
que les ligaba indisolublemente a su terruño, tierra y hombres representaban para ellos las fuentes
seguras de sus caudales, no podían ser otra cosa que caudillos locales aliados con caudillos
cantonales, provinciales y nacionales. Ese era el orden que preconizaban en la sociedad que
regentaban. Jerarquía de los infiernos a la que iban a dar los huesos y las almas de los
desgraciados.
Al ventilarse los negocios mercantiles entre esa minoría, se aprovechan todos los
resquicios de la realidad para producir rentas, de tal modo que los límites entre los negocios
políticos y los negocios económicos se desdibujaban, llegándose al extremo de que en el Juez, a
veces, coincidía el navegante, el criador, el militar y el jefe de fracción de un partido político. Lo
que reunía esas facetas en una sola, era el interés supremo de mantenerse ellos y su grupo en las
esferas del gobierno, convertida de este modo en una de las principales fuentes de prestigio,
posición y, en especial, de enriquecimiento. No extraña, por lo expuesto, que el siglo XIX sea el de
las guerras civiles infinitas, la captura de las gobernaciones era el objetivo supremo de las minorías
amplias calificadas, de ello dependía su suerte como propietarios acaudalados, los muy
acomodados velaban por realizar su máximo sueño: acceder al cielo y pertenecer en esas alturas a
los lugares reservados para los ostentosos quienes eran los que estaban cerca del trono del Dios
supremo, polo distal de donde estaban los desgraciados condenados a ser los olvidados.
Tampoco es extraño que para acumular riqueza en menor tiempo y en mayor cuantía, esa
élite tomase los atajos del delito y de la falta más atroz de escrúpulos. En el largo camino por la
historia la élite transitó por tortuosos procesos bipolares en los que se comportaron como ángeles
y demonios.
De ese mundo enmarañado surgen episodios locales, la lucha por el poder era casi parte
de la realidad cotidiana de los pobladores, por todas partes se escocía una conspiración para
hacerse del gobierno. Un episodio localizado en Cabimas que ilustra esta situación involucra a
Francisco Ruz, quien al frente de la Jefatura de Policía de la parroquia Cabimas en diciembre del
año 1859 da cuenta a sus superiores de algunos asuntos políticos que acontecieron en su
parroquia, en los cuales el juzgado tuvo la oportunidad de realizar una actuación especial, es decir,
263

encargarse de las averiguaciones pertinentes. Francisco Ruz en esa ocasión informa este asunto de
interés político:
(…) Habiendo llegado a esta Jefatura de Policía la noticia de que Gregorio Flores se ha
expresado contra el gobierno con palabras seductivas y alarmantes; Esta jefatura celosa
en el cumplimiento de sus deberes, debía mandar y manda se proceda a la información
sumaria llamándose al efecto a las personas que hayan oído las expresiones que han
informado este Juzgado. Francisco Ruz (AHZ, 1858: T. 5, l. 9).
El Gregorio Flores allí mencionado era el mismo que ya se mencionó líneas arriba, cuando
se aludió a su persona como el que “va encausado bajo la custodia de dos ministros de policía”,
hecho que ocurrió cuando Ruz remite dos milicianos a Maracaibo. Pues bien, ante lo expuesto
por el subordinado Francisco Ruz, el Juzgado de Cabimas abrió una averiguación sobre el hecho
relacionado contra el orden público en aquel lugar donde se le oyeron palabras contra el gobierno,
en consecuencia:
El mismo día, mes y año compareció un hombre que dijo llamarse Antonio Lizardo de
veinticuatro años de edad de oficio labrador que no es pariente ni enemigo de Gregorio
Flores y juró decir la verdad. Se le impuso del auto anterior y dijo: que hallándose el que
declara en la casa habitación de Gregorio Flores sacó un despacho del Teniente dado por
los Monagas, y estando leyéndolo Elías Pérez dijo el Flores que si era cierta la revolución
se le iba a rei[ ] con ellos convidando al que declara para que se fuera con él y otros dos
más que tenía en rancho Ambrosio [323] que uno era Rafael Reyes, que el que declara eso
quiso admitirle el combate y que tenía otros individuos que lo querían acompañar, esto
expuso. Leyósele su declaración y dijo ser la misma que ha expuesto (…) Francisco Ruz.
Seguidamente compareció en el Juzgado una señora que dijo llamarse Mariana Ruz de
cuarenta años de edad de oficios domésticos que no es pariente ni enemiga de Gregorio
Flores y juró decir la verdad. Se le impuso del auto de preceder y dijo: que estando la que
declara en el patio de su casa pasó Gregorio Flores en compañía de Miguel Antonio
Castillo como a las once de la noche diciendo que pronto vendría quien los compusiera
que esto no era Convención ni era nada, y que esto lo sostenían ellos, esto expuso (…) y
no firmó por que expuso no saber (…) Francisco Ruz.
Habiéndose tomado estas declaraciones y por ellas cree este Juzgado que tiene suficiente
mérito para que se reduzca a prisión en la cárcel pública de esta parroquia. Francisco Ruz.
Remítase estas diligencias al Señor Gobernador Jefe Superior Político de la Provincia de
a
Maracaibo juntamente con la persona de Gregorio Flores para que S.S disponga delo que
crea conveniente (ídem).
En ese hecho el comisario y los jueces conjuntamente con los declarantes y el acusado
crean una madeja de acontecimientos que constituyen la maraña histórica, bajo la cual subyace el
entorpecimiento que causa a un bando verse desplazado del poder y, en consecuencia, su
reacción opositora de perfil violento. Muy en el fondo de esa espiral estaban los negocios políticos
confundidos con los negocios pecuniarios o crematísticos, en fin, es válido decir que la
administración como campo del conocimiento nació en la antigüedad del manejo racional que se
hacía de las haciendas, pues bien esta administración pública que estamos reseñando, dentro de
ese orden de ideas, también velaba por aumentar los bienes de su finca antes que el de las

323
El lugar conocido como Ambrosio en la costa de las Cabimas no era un vecindario, era una ranchería, de allí que quien
redacta el documento se refiera a ese sitio como “rancho Ambrosio”. Rancho Ambrosio empezaba donde terminaba el
accidente geográfico de Punta Icotea y se extendía hasta la Cruz que servía de aviso a los viajantes de que desde allí
ingresaban a un pueblo cristiano, es decir, a Cabimas. En esa cruz empezaba la población, antes de allí eran “las
afueras”. Este Rafael Reyes era ventorrillero y fue quien en una oportunidad dio aviso de que venían a reclutar.
264

parroquias, pero esa pletorización de su patrimonio no lo efectuaba incrementando el trabajo


productivo en el fundo sino que lo obtenía maniobrando desde la Judicatura, tal conducta
haragana es lo que subyace al latifundio como expresión grotesca, por una parte, genera tierras
ociosas y suelos yermos en una de sus caras, en la otra, es un poder político que se entrega a los
terratenientes, y del cual ellos se valen como si fuese su hacienda. El caudillo que nace de esa
realidad compleja del latifundio coloca bajo sus designios a sus peones y a sus vecinos. La élite
campesina crea a los caudillos locales.

Cabimas dispuso como se ha visto hasta ahora un numeroso grupo de personas aptas para
ocupar los cargos públicos, lo que quiere decir que su minoría calificada era poderosa, variada y
numéricamente significativa, y eso elevó las probabilidades de que allí emergiesen individuos de
élite y entre ellos a los caudillos. Porque todas esas variadas responsabilidades los fueron
formando y dotando de ricas experiencias y abundante conocimiento de las instituciones. Los
manuscritos dejan por sus contenidos formales, de fondo y de estilo literario una clara impresión
de que fueron redactados por personas de muy buena preparación y formación, por lo que se
supone que ese fue el resultado de todo lo que se viene señalando como incentivo para su
superación. El interés monetario que incentivaba esas actividades se convirtió en un poderoso
aliciente en la formación de la élite, y la calidad de ésta alcanzo niveles sobresalientes. Muy buena
parte de los manuscritos que se han mostrado hasta ahora ponen en evidencia ese alto grado de
calificación que fueron obteniendo en las instituciones esos individuos, y así se podrá seguir
observando en sus despachos, diligencias, oficios, informes y demás papeles.
Se va a observar ahora diversos episodios suscitados en esas judicaturas, para conocer el
mundo convulsionado en el que se movían estos hombres, y descubrir el impacto que ellos tenían
en el espacio histórico con sus actuaciones de carácter institucional, y cómo ese proceso los
instruye en la sabiduría de gobernar. Al grano: cómo obtienen un importante cúmulo de
conocimientos que les transforma en gente ilustrada. Esta narrativa recoge aquellos hechos como
una miscelánea desorganizada, errática y azarienta, el motivo de tal desaguisado, es que no
quede ningún manuscrito histórico referido a Cabimas fuera de este libro -como se viene haciendo
desde su principio, este libro recoge el patrimonio documental de Cabimas de esa época- en ese
largo trayecto temporal que va desde 1748 hasta 1864, y mucho menos si se trata de la
actuaciones de sus jueces de paz. He aquí los episodios que se han seleccionado, para mostrar ese
otro caudal de gran valor como es el conocimiento:
Primer episodio. Para el año de 1858 uno de esos individuos de élite formado en ese
cambiante e intenso proceso histórico se dirige al Presidente de la Junta de Gobierno de
Maracaibo -José Aniceto Serrano-, en calidad de Capitán de la fuerza provisoria de Cabimas, lo
hace desde Lagunillas. En esa misiva hace alusión a la Convención que mentara Gregorio Flores al
hacendado y ex juez Miguel Antonio Castillo, cuando iba de paso por el patio de la vivienda de
Mariana Ruz, y allí -en el mensaje- vuelve a aparecer Manuel Barroso. He aquí su mensaje:
Provisorio.
Me apresuro a participar a V.S. que hoy día a la fecha he llegado al pueblo de Lagunillas
los que aún sin embargo de hallarse atemorizados por algunos rumores esparcidos por los
contrarios de la Convención Nacional, nada menos que el Señor Manuel Barroso, quien
manifestó su disgusto y aún me aseguraron que sostendría lo contrario a favor de su
265

espada, pero de ello no hay seguridad; por [ ] nuestro sistema ha convenido con el Señor
Juan de la Cruz Castillo, que el pronunciamiento de la Convención, y demás que se ordena
sea para el sábado [ ] tres de abril, y me promete su resultado feliz.
Con sentimiento de respeto Soy de V.S. atento Servidor
Basilio Borjas (AHZ, 1858: T. 6, l. 21).
El individuo de élite era nada más y nada menos que el Capitán Basilio Borjas, quien en
pleno ejercicio de sus facultades políticas y militares se había movilizado hasta Lagunillas, para
atender el restablecimiento del orden en ese lugar. En Basilio convergía el Juez, el Capitán, el Jefe
político, el hacendado, el síndico y pare de contar, además, en su persona se condensaba la
historia de Cabimas desde su fundación en 1817 hasta ese año de 1857, y se prolongaría aún unos
años más adelante como figura pública. En este episodio narra al gobernador el clima político que
se desata en este territorio con las noticias provenientes de la ciudad de Valencia, y menciona
como un destacado miembro de la sociedad lagunillense reacciona -poniendo en evidencia a los
ángeles y demonios que alberga el espíritu humano- , pero agrega, como le va a contrarrestar con
una alianza que él realiza con Cruz Castillo para neutralizar sus amenazas de tomar la vía de la
violencia. Antes de contraernos a un segundo episodio, vamos a realizar una transgresión en el
relato. En este paréntesis se intenta interiorizar en la vida de estos personajes y en el contexto y/o
marco histórico que les corresponde:
Al igual que Basilio Borjas también recorría ya un largo sendero un servidor público como
Antonio González de Lira y ahora estaba en ese mismo tránsito un José Lorenzo Romero. Lo que
nos lleva a esta momentánea digresión. Cabimas por todo lo descrito distaba mucho de las difíciles
condiciones de existencia del pueblo de Siruma, donde los individuos con cualidades para ejercer
cargos públicos fueron casi inexistentes durante una etapa, en Cabimas por lo contrario era
rebosante en individuos calificados como ya se ha demostrado. Pero para este año de 1858 las
cosas habían cambiado bastante en este Cantón, y Siruma ya contaba con unas autoridades que
habían restablecido su condición de parroquia dentro de esta entidad político-territorial, y en
razón de ello ese pueblo empezaba a poseer una minoría calificada. En cuanto a Cabimas, para
este mismo tiempo, se pasaba a un nuevo nivel, su minoría calificada pasaba al estadio de
integrarse de lleno a una minoría calificada amplia como se viene reseñando. Esto desde el punto
de vista de cambios en el espacio histórico es muy relevante y tal vez incidió en el ascenso de la
población de Siruma a una verdadera parroquialidad y la elevación de Cabimas a un protagonismo
proyectado más allá de las fronteras de lo local.
Con anterioridad, por allá en 1846, en este estudio se expuso esas terribles circunstancias
para un conglomerado humano de no poseer una minoría calificada, se ha de reincidir en este
tema para profundizar algo más sobre ese asunto:
La parroquia Siruma de este Cantón se encuentra sin cualidades para ser constituida en
parroquia (…) porque no hay el número de los ciudadanos con los requisitos de Ley para
desempeñar los destinos concejiles, pues los que saben leer y escribir son en muy corto
número (…) Porque (…) de resultas de no haber quien pueda desempeñar las judicaturas
de paz con la eficacia que se requiere, causa en la marcha de los negocios así políticos
como económicos con total entorpecimiento opuesto enteramente a la puntualidad que
las leyes y ordenanzas recomiendan el despacho de la Administración de Justicia. -Por
estas razones incontestables, se propone la exclusión del nombramiento de parroquia al
pueblo de Siruma dejémoslo en su primitivo estado.- (AHZ, 1846: T. 2, f. 218).
266

Decisión que posteriormente se respaldó con un informe más acabado, el cual no se ha


citado con anterioridad y que es muy significativo para entender aquella época por la que
transitaron estas parroquias:
La parroquia Siruma de este Cantón se encuentra sin cualidades para ser constituida en
parroquia, por las razones siguientes: lo 1° porque su localidad se reduce a un mezquino
caserío en número (…) de malformados edificios, sin tener ningún otro vecindario en sus
cercanías. - 2° Porque el número de sus habitantes que en ella existen según el último
censo practicado sólo alcanza a 187 individuos de toda clase y lejos, siendo el de 500 los
que por el caso 4° artículo 77 de la ley orgánica citada se necesitan para erigirse en
parroquia civil. -3° porque no hay el número de los ciudadanos con los requisitos de Ley
para desempeñar los destinos concejiles, pues los que saben leer y escribir son en muy
corto número. 4° Porque sus habitantes no tienen otra industria que la pecuaria y ninguna
comercial causa por que las juntas clasificadoras no tienen ocupación, siendo así que los
gastos que se hacen en la administración política y civil de dicha parroquia, es una carga
que las demás llevan, sin que en el todo ni aún en parte sean remuneradas con sus
producciones y 5° que de resultas de no haber quien pueda desempeñar las judicaturas de
paz con la eficacia que se requiere, causa en la marcha de los negocios así políticos como
económicos con total entorpecimiento opuesto enteramente a la puntualidad que las
leyes y ordenanzas recomiendan el despacho de la Administración de Justicia. -Por estas
razones incontestables, se propone la exclusión del nombramiento de parroquia al pueblo
de Siruma dejémoslo en su primitivo estado.- (AHZ, 1846: T. 2, f. 218).
En Cabimas, por lo contrario, no sólo existía una numerosa minoría calificada, sino que en
ella sobresalían figuras como Basilio Borjas, Eduardo Miguel Rojas, Antonio González de Lira, José
Lorenzo Romero y Norberto Pérez. En esa lista de individuos de élite, Antonio González de Lira era
sobresaliente, ocupó destinos durante varios años como ecónomo del Camposanto, alcaide de la
cárcel, cartulario del Juzgado, cerrando el año 42 empezó como Secretario del Juzgado, a fines de
1843 lo ratifican en ese mismo puesto. En el 44 era miembro de la Junta de Alistamiento, y estaba
casi omnipresente en las reuniones de las otras Juntas que se crearon en las Cabimas. Lira
también era el Colector de rentas en el año de 1853, ese año cobra rentas a Lorenzo Romero, José
María Rincón, Miguel Antonio Castillo, Trinidad Rendiles, Francisco Barboza, José María Pérez,
Eugenio Ruz, Eduardo Polanco, Mariana Ruz, y Bernardo Rincón por derecho de consumo de
ganado mayor, y por derechos de licencias de navegación, también pecha a Ambrosio Barrera por
su piragua Rosita y del mismo modo a Lorenzo Romero por su piragua Guía. Entre los sepultados
por el ecónomo Lira el año de 1853 habían en la lista los siguientes apellidos: Benavides, Matos,
Bracho, Ramos, Quintero, Urribarrí, Tello y Rodríguez, ese año lo sustituye a Lira como ecónomo
José Antonio Álvarez (AHZ, 1853: T. 12, l. 1). Lira preside Junta Electoral el año de 1860 (AHZ,
1860: T. 3, l. 21). Y desde que fue nombrado por primera vez Juez de Paz, de allí en adelante ocupa
ese cargo varias veces. Lira, por lo expuesto, conocía a troche y moche a todas las familias de este
conglomerado humano nominado como Cabimas.
Desde esa posición y/o pedestal, Antonio González de Lira obtenía en su incansable trajín
algunos emolumentos. En el año 45 y en el 52 lo seleccionaron a Antonio González de Lira para la
conducción de las Actas de los registros de votación hasta Altagracia recibiendo por esa tarea una
paga, por ejemplo, en el año de 1852 se acordó la erogación de seis pesos para el conductor de
dichos registros y en el año 45 se dispusieron de dieciséis pesos para ser repartidos por los
conductores encargados de La Rita, Cabimas, Lagunillas y Siruma (AHZ, 1845: T. 7, f. 35) (AHZ,
267

1852: T. 5, f. 388). También consta que Lira cobró cinco pesos como conductor del registro de
votaciones en el año 1854 (AHZ, 1854: T. 30, l. 1). En el año 1846 Lira obtiene tres pesos como
conductor de los registros de votaciones de Altagracia para la Asamblea de Cabimas, y luego
recibe cinco pesos por trasladarlas una vez efectuadas las elecciones a la Villa de Altagracia.
Manuel Barroso también recibía emolumentos por ese mismo concepto por la Asamblea de
Lagunillas, (AHZ, 1846: T. 10, ff. 268/270). Esos ingresos nutrían los fondos pecuniarios de los
funcionarios, un Norberto Pérez quien también fue Juez de Paz de Cabimas obtenía también esos
encargos y recibía por ellos emolumentos, en el año de 1853 en la Villa de Altagracia lo
seleccionan “para conducir los registros en blanco donde deben asentarse los votos de los
sufragantes (…). El Señor Norberto Pérez, ofreció llevar los registros de las parroquias Rita,
Cabimas y Lagunillas, por la suma de siete pesos y medio” (AHZ, 1853: T. 7, l. 1, f. 267). Otro
concepto que alimentó los peculios de esa burocracia, fue el desempeño que tuvieron los jueces
como ecónomo del cementerio o alcaide de la cárcel. En el año 1852 consta que Antonio González
de Lira como ecónomo del Campo Santo recibe 2 pesos al mes por esa responsabilidad (AHZ, 1852:
T. 6, l. 2, f.519), pero todos los años en que se desempeñó como tal recibió esa paga, porque
consta en los Presupuestos Provinciales esa erogación para esa parroquia. Entre los años en que se
ha podido verificar el desempeño de Lira como ecónomo está: 1846 (AHZ, 1846: T. 12, ff. 89 y 90)
(AHZ, 1846: T. 15, ff. 228, 268, 288) (AHZ, 1846: T. 16, ff. 166, 251, 253), 1847 (AHZ; 1847: T. 3,
ff.38, 79, 83), 1853 (AHZ, 1853: T. 1, l. 1, f. 23). Cumpliendo ese destino Lira deja una Relación
donde consta lo que se cobraba por sepultar un párvulo y un adulto, 25 centavos por el primero o
primera y 37 centavos y dos cuartos de centavo por el segundo o segunda, esa Relación donde
aparecen los enterrados por nombre y apellido corresponde al año 1853/1854 (AHZ, 1853: T. 12, l.
1). Lira fue alcaide durante varios años, recibía por esa responsabilidad otros dos pesos al mes,
consta por documento, por ejemplo, sus cobros por ese concepto en 1847 (AHZ, 1847: T. 6, 427 y
428). Solo hasta el año 1853 lo sustituye José Antonio Álvarez como ecónomo, quien parece haber
desempeñado de allí en adelante ese destino, porque figura como tal el año 1854 (AHZ, 1854: T.
15, l. 1) y el año 1855 (AHZ, 1855: T. 1, l. 1). Con esas diferentes fuentes de ingresos obtenidos
bajo el servicio público -se menciona en este párrafo solo dos o tres de esos conceptos, pero eran
muchos otros- a lo largo de los años Lira fue labrando su caudal, con el terminó por ser reconocido
como un Notable de esta población. Esas entradas monetarias se sumaron a las que tenía como
particular, porque recordemos que para ser Juez debía ser un propietario reconocido [324]. Sus
condiciones de vida material fueron cambiando al transitar esas diferentes vías en las cuales
obtenían ingresos en metálico.
Tan prolífica participación en los sucesos de estas parroquias por parte de esos personajes,
lleva a aseverar que la verdadera riqueza de estos hombres -y no cometemos con esto una
digresión- era su calidad como ciudadanos experimentados -que era lo que en realidad les
convertía verdaderamente en la élite local-, porque como funcionarios del Juzgado estaban
expuestos a múltiples influencias, presiones, desafíos… ellos recibían, se enteraban y publicaban

324
Y no como Antonio María González que fue descalificado como juez no solo por abuso de poder sino porque su casa
no podía valer más de veinte pesos, es decir, no reunía ese requisito de ser un propietario connotado entre los vecinos.
268

diligentemente los Decretos, Códigos, Ordenanzas, Circulares, Oficios y Reglamentos que les
remitían de Altagracia o Maracaibo, como por ejemplo:
Se ha recibido (…) dos ejemplares del reglamento de navegación del Lago y policía del
puerto, uno para este juzgado y otro para el comisionado de rentas municipales, el cual ha
sido publicado (…) Martín Borjas Marzo 19 de 1837 (AHZ, 1837: T. 14, f. 122).
O se daba noticias de actos de interés nacional o provincial. Y así se enteraban de los
viáticos y dietas que recibían los Senadores, sueldos de los Gobernadores, la paga que de pronto
se asignó a los Secretarios de juzgado, quiénes eran los nuevos Obispos, cuál era el reglamento
para nombrar fiscales, las disposiciones sobre Libertad de imprenta, el Decreto sobre la
navegación de vapores en los ríos Orinoco y Apure, la contratación de grandes Empréstitos en
Europa, los auxilios prestados a algunas Diócesis o el Tratado de Paz con España. Además recibían
El Constitucional que les mantenía informados de los aspectos más resaltantes del poder, entre
ellos escritos de gran contenido ideológico.
Preparación que en los momentos históricos álgidos, hizo de ellos unos imprescindibles (lo
cual justifica la larga y extensa transgresión que intercalamos en el relato de los episodios). Es así
que cuando el gobierno de turno cayó en el extremó de exigir irrestrictamente la adhesión a su
corriente política a su funcionariado, esta élite bien preparada debió informar sobre la tendencia
política de los empleados públicos, tarea delicada que realizaron para la Secretaría de Estado y
para la Gobernación, porque desde Caracas se solicita el Cuadro General del servicio Municipal, y
en ese informe se pedía sin tapujos la delación de los no afectos. Este hecho da origen en este
relato a narrar un segundo episodio de mucha importancia.
Segundo episodio:
Caracas solicita a Maracaibo
(…) acompañar una razón lo más circunstanciada que sea posible acerca de la decisión que
haya manifestado cada uno de los empleados que comprende dicho cuadro por el
sostenimiento del Gobierno y sus compromisos en la causa de la libertad; haciendo uso al
efecto del conocimiento particular que V.S. tenga de ellos, y de los informes que tome
respecto de los que no conozca ni haya obtenido dato alguno y positivo sobre su conducta
pública, procurando que dichos informes lleguen desnudos de toda parcialidad, pues el
Gobierno trata de adquirir una noticia bien [ ] de los empleados de la República que le
sean ya afectos ya hostiles (…) Simón Planas (AHZ, 1851: T. 16, l. 44, ff. 2 y 5).
Esta tarea de inteligencia dictada por la Secretaría de Estado con sede en Caracas la
trasladó el Gobernador a las Jefaturas Políticas de cada Cantón para que le indicasen las
inclinaciones políticas del funcionariado. Del Cantón Altagracia le respondieron:
Adjunto cuadro personal del servicio municipal (…) y cábeme el placer de manifestar a V.S.
que en el cuadro que acompaño no hay un solo empleado que no sea liberal y afecto del
Gobierno, pues siempre he tenido presente el principio establecido por este en el
particular. Miguel Carriaso Altagracia febrero 23 de 1854 (ídem).
Además de tareas de inteligencia realizada para informar al Estado nacional, también se
ocupaban estos individuos de élite de trabajos de “carpintería” como, elaborar oficios, realizar
registros y efectuar inventarios como ya se ha descrito en este texto en más de una ocasión. O de
improviso se les presentaban tareas con trasfondo de naturaleza delicada, en las cuales entraban
en conflicto los intereses comunes con los intereses privados, y dudaban sobre cómo actuar
cuando se alegan los derechos de la propiedad privada. El planteamiento de las autoridades de
269

Cabimas fue del siguiente tenor en este tercer episodio de gran interés por la colisión que se
produce entre la autoridad civil y unos vecinos propietarios.
Tercer episodio:
El Juez de Paz de Cabimas se dirige al Gobernador
Juez 1° de Paz Cabimas Mayo 5 de 1851 Gobernador
Habiéndose recibido en este juzgado una comunicación (…) sobre lo dispuesto por la Junta
de Sanidad de la Capital (…) Este juzgado dispuso de acuerdo con la Junta Comunal, que se
limpiaran todos los frentes de los hatos que estuvieren enmontados, para retirar el monte
del vecindario cuya resolución no se ha cumplido por resistencia de algunos individuos,
alegando que son tierras propias, y que en su propiedad nadie manda.
Lo que pongo en conocimiento de V.S. para que me diga si puedo llevar a efecto la
resolución sobre la limpieza de dichos frentes. (…)
José de la Cruz Moronta (AHZ, 1851: T. 16, ff. 60/62).
La respuesta ameritó una Resolución:
1851 Gobernación Maracaibo Resolución una consulta del Juez de Paz de Cabimas sobre si
debe obligarse a los vecinos de allí a limpiar el frente de sus hatos (ídem)
El Resuelto de la Gobernación se encabezó con un “Dígase al Juez de Cabimas” y a
continuación se acusó recibo de la nota enviada con la consulta, donde se planteaba como algunos
“dueños de hatos han resistido la orden que libró un juzgado para la limpieza o deshierbe del
frente de dichos hatos con el objeto de retirar así el monte del vecindario”. La Circular objeto del
desacato por parte de esos propietarios era clara, de allí que le insiste la Gobernación al Juez
Moronta sobre la misma y le expone:
En constitución debo decir a Usía que por el segundo inciso del artículo 6° de la novísima
ordenanza del 14 de Noviembre de 1850, sobre salubridad, comodidad y aseo, deben
mantenerse sin yerbas y barrerse indefectiblemente todos los sábados por la tarde, el
frente que tenga a la calle cada casa por quienes habitan en ella, bajo la pena de multa
por desacato de esta ordenanza, extensible a los agentes de policía por la falta de
cumplimiento a esta disposición, y que así mismo los hatos que se encuentran en el
pueblo, sus dueños están en el deber de llenar los requisitos de la ordenanza
manteniendo los acuerdos establecidos con la Junta Superior de Sanidad, encargada en
caso de epidemia o enfermedad contagiosa de informar al Gobierno de la Provincia, sobre
los medios convenientes que deben adoptarse para atajar el contagio y restablecer la
santa paz. Medios que fueron recomendados en la Circular que se ha hecho mención, para
evitar que el cólera morbus que se halla en la isla de Jamaica y Chagres invadiese la
provincia. En uso de sus atribuciones legales de ejercer sobre los que desobedecen sus
órdenes, para no caer en omisión o negligencia en el cumplimiento de las disposiciones
que la ordenanza impone.
Conde (ídem) [Resumen del Resuelto].
El mismo Juez Moronta de Cabimas exponía ante el Gobernador otro problema social que
afectaba a la sociedad en aquellos años, asunto donde él se preguntaba “qué debía hacer con un
número de individuos que se hayan entregados en el torpe vicio de a mancebía” (id. 63 y 64).
En fin, los jueces de paz se les presentaban sinnúmero de problemas y debían resolver en
la marcha sobre los aspectos legales que les amparaban en sus actuaciones, es decir, su formación
entraba en el marco jurídico por el cual se regía la sociedad, esto era importante, porque desde
ese contexto es que nacían sus atribuciones políticas. Aspecto, este último, que la gobernación le
recalca cuando le dijo a Moronta de que “debe dirigirse al Jefe Político del Cantón (…) para la
solución de las dudas que le ocurran en el ejercicio de sus funciones por lo que toca al orden
270

político”, es decir, debía recurrir a la minoría calificada amplia, para impregnar su mentalidad con
casos de jurisprudencia, para tomar las providencias en cada caso que se le presenta. A lo que
Moronta asiente -cuando expone el problema del concubinato o amancebamiento- señalando que
él debe consultar las dudas que este tribunal no pueda resolver “por sí solo en el orden de sus
atribuciones políticas” (ídem).
Estos jueces también recibían las visitas del gobernador, experiencia de por sí interesante
como se ha de verificar con la efectuada el año de 1856 de este Primer Magistrado al Cantón
Altagracia
En la visita del gobernador Rebolledo a la provincia, cuarto episodio, se programó la del
Cantón Altagracia.
Cuarto episodio, el apersonamiento en los lugares de su jurisdicción por parte del Alto
magistrado de turno, siempre resultó de alto impacto en los despachos de la Judicatura e incluso
del Templo y de la Escuela:
Jefatura Política. Altagracia abril 24 1856. Gobernador.
S.E. ha recibido en este Despacho el oficio de Su Señoría (…) en que se sirve insertarme la
resolución (…) practicar la visita de la provincia, respecto a las parroquias Cabimas, Rita,
Siruma, Lagunillas y Pueblo Viejo, cuya visita se reserva para después de verificada la del
Cantón Gibraltar, que se avisará oportunamente. En contestación tengo el honor de decir
a Vuestra Señoría: que se circulará vuestra resolución a quienes corresponde (…) Fabio
Padrón (AHZ, 1856: T. 2, l. 22).
En Junio 11 el gobernador se dirige de Maracaibo a la parroquia Santa Rita, y de allí tenía
previsto dirigirse después a la de Cabimas, lleva por secretario a Pablo María Ortega, pero en junio
14 por hallarse el gobernador Roque Rebolledo indispuesto de salud, ha resuelto suspender la
visita y regresa de Santa Rita a la capital (AHZ, 1856: T. 2, l. 22).
La visita del despacho del juez de La Rita queda registrada (nos servirá de referencia para
adivinar cómo hubiese sido la de Cabimas). Es descrita por Pablo Ortega el Secretario del
gobernador y es firmada por el gobernador Rebolledo y por el Juez de la Rita Matías Meléndez. El
Primer Magistrado en el Despacho examinó la colección de Gaceta de Venezuela, leyes,
Ordenanzas provinciales, Gaceta de Maracaibo ordenando un registro del déficit, es decir,
elaborar una relación de las que faltan. Advirtió que los negocios se lleven por expedientes y se
separen por materias. Encargó al Juez 1° de Paz que colocara una baranda o cuerda en la sala del
despacho que separe del resto de ella las mesas del Juzgado y, que haga fijar en la puerta principal
un cartel con las horas del despacho. Recomendó al juez reunir la Junta Comunal con frecuencia. Y
Su Señoría se impuso de las necesidades de la parroquia y de todo progreso. Ortega continúa
señalando que el Juez informó del estado de la cárcel sumamente deteriorada, y que hacía
dieciocho años que la reparaba de su peculio. La iglesia se estaba reconstruyendo a costa de los
vecinos y el señor Juez también había contribuido con 300 pesos a dicha fábrica, que por lo demás
la parroquia progresaba considerablemente en todos sus ramos, la escuela marchaba bajo la
dirección del cura con bastante aprovechamiento en los alumnos en todas las materias (AHZ,
1856: T. 2, l. 22).
El gobernador en esta visita, acorde con ese resaltante papel de estos funcionarios,
recomendó separar las mesas del juzgado del resto de la edificación mediante una baranda, para
destacar el espacio ocupado por los jueces y el síndico de un modo simbólico, marcando el área
271

que ocupaba como reservada para los funcionarios como el espacio de la autoridad. Este último
aspecto es crucial para la formación de los individuos de élite, deben ser resaltados
simbólicamente en su comunidad, y en este caso el gobernador cumplió su función como actor
social de poder a cabalidad. Por otra parte Rebolledo hizo hincapié en la dotación de Gacetas,
Ordenanzas y Leyes que debía tener el despacho de la judicatura, para enriquecer de este modo
los saberes de estos funcionarios, para que pudiesen tener un mejor desempeño de sus cargos.
Los aspectos legales debían ser del dominio de los jueces de paz de manera cabal, ese marco
jurídico les permitía tomar decisiones ajustadas a la Ley.
Una ley de esas que se suma a sus conocimientos como un saber, es la Ley Orgánica de
Provincias del 20 de junio de 1859 (AHZ, 1859: T. 9, l.3) reformada en Octubre 30 de 1860, allí en
sus contenidos la minoría calificada obtiene una visión global de las instituciones que rigen la vida
de toda la provincia. Asunto que no puede pasar desapercibido, un Juez de Paz era la institución
en sí y su visión se ampliaba a una escala que iba más allá de los límites de su parroquia, tenía que
ubicarse dentro de la estructura gubernamental y tener idea de cómo funcionaba, y qué
atribuciones tenía cada cargo público en ese amplio andamiaje en el cual estaba adscrito. En esa
Ley se trata en el Capítulo 1° Personal Administrativo, en el Capítulo 2° De la legislatura, en el
Capítulo 3° Del Gobernador, en el Capitulo 4° y siguientes se disponía:
Capítulo 4 De los Concejos Municipales. Art. 14 En todas las cabeceras de Cantón habrá un
Concejo Municipal (…) un concejal por cada cuatro mil habitantes. Si el Cantón no alcanza
para 9 concejales, éste es el número. Art. 17. Los concejales nombrarán entre sus
miembros a un presidente y el procurador municipal. Art. 18. El Concejo Municipal tendrá
un secretario. Art. 20. Son atribuciones del Concejo Municipal: 3a Administrar las rentas
del Cantón y bienes destinados a la beneficencia y utilidad pública. Nombrar empleados
para la recaudación, inversión, manejo. 6a Promover y establecer escuelas primarias y
casa de educación en todas las parroquias (…) reparación y construcción. 7a Promover (…)
puentes, calzadas, hospitales, casas de beneficencia y demás establecimientos de
necesidad, utilidad, recreo y ornamentación de las poblaciones. 8a Pedir a l Legislatura
provincial, al Poder Ejecutivo y Congreso Nacional cuanto juzguen conveniente al adelanto
y mejora de su Cantón (…). 9a Velar por (…) a las escuelas y casa de educación, cárceles,
mercado y demás establecimientos públicos de sus localidades. 10a Velar por la
salubridad y seguridad pública, y a la conservación de las buenas costumbres (…). 11a
Cuidar que las construcciones de nuevos edificios no perjudique la comodidad y ornato de
a
la población, ni el buen orden de las plazas y calles. 12 Propender a la extinción gradual
de las casas pajizas en las poblaciones. 13a Denunciar a los empleados de la
administración que incurran en abusos, mala conducta, malversación. 14a Pedir a las
autoridades eclesiásticas la remoción de los párrocos de conducta reprensible y perjudicial
a
a los feligreses. 15 Cuidar (…) en los mercados (…) que el comprador no sea engañado.
16a Formar el presupuesto de gastos de su Cantón. 19a Determinar el número de
comisarios para cada parroquia, y los vecindarios donde convenga establecer jueces de
paz (…). 22a Formación de la estadística anual (…). 24a Presentar a la Legislatura provincial
una memoria de cuánto hayan hecho (…). 25a Informar a la Legislatura sobre la
conveniencia de crear nuevas parroquias o de suprimir a otras. 26a Designar en los
cantones agrícolas los terreno (…) y reglamento de su uso. Art. 21 Son atribuciones del
Procurador municipal: 1a Promover ante el Concejo Municipal cuánto crea útil y necesario
al Cantón. (… …). Art. 26. (…) controversia entre los diversos Concejos (…). Art. 27. Capítulo
5° De los Jefes Municipales: (… ….) 6a Cuidar el orden y seguridad del Cantón (…) 7a
impedir la vagancia, cuidar las buenas costumbres, mortal, decencia, [estampas lubricas,
272

palabras obscenas y otros hechos]. 8a Impedir que se vicien en los juegos de envite y azar.
(… …). Art. 25. Vigilar sobre la policía del Cantón, castigar contravenciones de la ley con
multas que no pasen de 25 pesos i arrestos que no pasen de 3 días. Capítulo 6° De las
Juntas y jefes de parroquias, de los síndicos parroquiales y comisarios municipales. (… …)
a
Art. 38. Son atribuciones de la Junta: 1 Establecer escuelas públicas y preceptores
a
cumplan sus deberes, visitarla una vez al mes. 2 Promover (…) construcción, mejora,
a
conservación de las vías de comunicación, cementerios, cárceles y demás obras (…) 3
a
Cuidar la salud, aseo, limpieza de las calles, caminos y demás establecimientos públicos. 4
a
(…) administración, recaudación, inversión de las rentas (…). 5 (…) ramos que en su
parroquia pueden ser gravados con contribuciones, y los que deban rebajarse por estar
sobrecargados. (… …) Art. 39 los jefes de parroquia son agentes de los Jefes municipales.
a
Art. 40 Los jefes de parroquia tienen las siguientes atribuciones: 1 Cuidar orden y
tranquilidad, decencia y moralidad, observancia de la Constitución y leyes nacionales y
a
provinciales, y los reglamentos del Concejo Municipal del Cantón. 2 Cumplir acuerdos y
a
resoluciones de las Juntas parroquiales. 3 Velar por la buena administración e inversión
a
de las rentas (…). 6 Nombrar comisarios municipales. Artículo 41. Son funciones de los
a
síndicos parroquiales: 1 Promover ante la Junta parroquial cuanto sea necesario y útil a la
a a
parroquia. 2 representar por la Junta en los negocios en que ella sea parte. 4 Reclamar
ante las autoridades el cumplimiento de leyes, acuerdos, resoluciones de las Juntas
a
parroquiales (… …). Art. 42. Son funciones de los Comisarios municipales: 1 Cumplir
órdenes de sus superiores (…) leyes y reglamentos que expidan Concejo Municipal o Junta
a
parroquial.2 Velar sobre la ejecución de las disposiciones concernientes a la policía
a
correccional, urbana y rural en su respectiva parroquia. 3 Informar a sus superiores sobre
lo que altere la salubridad o lo que perjudique a los habitantes. Capítulo 7° De las
funciones de los jueces de paz de vecindario. Art. 43 Funciones de los jueces de par de
a
vecindario son: 1 Instruir los sumarios por delitos comunes y faltas de policía que se
a
cometan dentro del vecindario. 2 Aprehender a los delincuentes y ponerlos a disposición
a
del Juez jurisdiccional de parroquia con la sumaria instruida. 3 Oír y sentenciar las
demandas de servicio personal en su vecindario, con apelación, en el efecto devolutivo,
para ante el Juez de parroquia. Capítulo 8°. De la responsabilidad de los empleados de
provincia. (… …)
Presidente de la Legislatura Prudencio Troconis. P.J. Hernández Secretario.
Maracaibo Octubre 30 1860.
Cúmplase José A. Serrano. Pablo Ortega Secretario (AHZ, 1860: T. 14, l. 8).
Y es esa riqueza de conocimientos -obtenida en episodios como los que se han traído a
colación- es lo que los eleva de un modo determinante como individuos de élite, porque la riqueza
material sólo les servía de piso en aquel régimen político censitario [325]. Y esa riqueza de
conocimientos, cultura y formación en el espíritu público la obtenían no solo de la judicatura o de
las filas militares, sino del mismo ámbito de la minoría calificada amplia en la cual estaban
suscritos como líderes de su parroquias respectivas, porque era esa posición, la que los llevaba a
constituirse en un eslabón de la cadena de mando que se formaba para ejercer el poder y
establecer un orden político y un régimen de gobierno ajustado a sus intereses de diferente signo -
estatus económico, estatus social, estatus político, estatus cultural-. Ser miembro de élite era un

325
Solo los propietarios connotados del vecindario podían ser electores de las autoridades o ser elegidos como
autoridades, existía por tanto un sistema electoral en primer, segundo y tercer grado. En el cual, por ejemplo, el
Presidente de la república no era elegido directamente por los ciudadanos, sino que era seleccionado por el Congreso
Nacional. Además del piso económico el votante debía poseer un determinado grado educativo y ciertas características
sociales, de este modo el sufragio se restringía a unas minorías la de los Notables, los acomodados y los vecinos y excluía
a “los desgraciados”.
273

logro de gran enjundia, llegar a ser Juez de Paz era la gran oportunidad de una realización personal
descollante, la cual otorgaba al individuo la plena ciudadanía en ese modo de vida republicano que
se estaba poniendo a duras penas en marcha y de forma bastante contrahecha.
c.12) Individuos de coraje
Las Judicaturas eran una escuela de formación integral para la minoría de propietarios de
la población, cuando estos ingresaban en los espacios de la política y en las esferas del poder. Pero
también les exigía otras dotes menos intelectuales y más de acción. Como es el caso de la
detención de delincuentes. Hay un Amparo judicial que muestra esta otra tarea de los jueces -
donde se demandaba de que estos funcionarios fueran hombres de coraje-:
Amparo. 28 de enero 1854.
Solicitud de José Isabel Flores, vecino de la parroquia Cabimas, y preso de la cárcel pública
de la Villa de Altagracia, de un amparo porque desconoce la causa de su detención cuando
“venía tranquilamente de mí labranza a buscar provisiones (…), y habiéndome atado
fuertemente por los lagartos me condujo” el Señor Juez de Paz de esta parroquia desde mí
domicilio donde fui sorprendido (…) para acá” y me introdujo en esta prisión, haciéndome
poner un par de grillos (…) sin un miserable lecho para dormir tengo que hacerlo en el
suelo. Hasta hoy ignoro el motivo de mí detención”.
Respuesta.
“existen indicios de haber dado muerte a Antonio María González, e igualmente que fue
cómplice en las heridas inferidas a Calixto Palmar perpetrando así un delito que merece
pena corporal” auto de prisión librado por el Juez de Paz de la parroquia Altagracia (…)
(AHZ, 1854: T. 10, l. 42).
Esas detenciones de delincuentes generaron un tráfico de presos entre Cabimas y
Altagracia en el mes de julio de 1854 los registros de estos movimientos son los siguientes:
Sírvanse abonar al Señor José María Sánchez, la suma de diez reales, por haber conducido
dos presos en su embarcación desde la parroquia Cabimas a esta Villa. Miguel Carriaso
Jefe Político accidental (AHZ, 1854: T. 15, l. 1).
Sírvase Usía entregar dos pesos a Narciso Perozo por la conducción del preso Domingo
Ramos traído de la parroquia Cabimas a esta Villa. Miguel Carriaso Jefe Político accidental.
(ídem).
No solo se conducían presos, también eran remitidos reclutas para las milicias, pero ese no
es el asunto de fondo, lo que llama la atención es que ese tráfico humano crea un ingreso en el
que se involucran capitanes, comisarios, jueces y navegantes:
Jefatura de Policía al Gobernador 13 de Junio de 1859.
a
(…) tengo a bien poner a disposición de S.S a los milicianos Mateo Bermúdez y Antonio
Andrade (…) van a cargo del comisario José Manuel Aparicio y la custodia conveniente (…)
(AHZ, 1859: T. 3, l. 2).
Gobierno 14 de Junio de 1859. Resuelto.
Líbrese orden al tesorero pagador para que satisfaga a José Manuel Aparicio un peso
veinticinco centavos por conducción de dichos reclutas (…) previéndole que para evitar
mayores gastos al tesoro, procure remitir juntos todos los individuos que se le han pedido
y no en pequeñas partidas. Serrano (ídem).
Capitán de milicias de Cabimas al Gobernador 6 de enero de 1859.
(…) lista de los individuos que remito para el servicio de las armas que ha sido el producto
de los trabajos de mi comisión desde las Cabimas hasta el caserío de Ceuta (…) y de allí
para adelante comisioné (…) Subalterno (…) con el Señor Manuel Barroso para que de
acuerdo con el Señor Juez del caserío de Moporo siguiera la recluta del mismo modo lo
274

hice con el Juez del caserío Ceuta (…) El conductor de estos es el Señor Juez de Paz de esta
parroquia [Cabimas] mándeme a racionar la custodia y de los demás costos a mí ida daré
cuenta de ellos (…) (AHZ. 1859: T. 3, l. 3).
Gobierno 8 de enero de 1859. Resuelto.
(…) Acúsese recibo al Señor Capitán Lorenzo Romero y líbrese orden al Señor tesorero de
la provincia para que abone al juez de paz de Cabimas Señor Francisco Ruz la cantidad de
un peso veinticinco centavos, para racionar la escolta que condujo doce milicianos a esta
ciudad. Serrano (ídem).
Gobernación 15de enero de 1859. Resuelto.
Líbrese orden al Señor tesorero de esta provincia para que abone al Señor Juan Durán
recomendado por el Señor Lorenzo Romero la suma de treinta y un pesos por gastos de
conducción de doce reclutas, que remitió éste de varios puntos de las costas del lago.
Serrano (ídem).
Observándose en este asunto cómo este sistema sí funcionaba con eficacia, no como otros
donde los resultados no eran precisamente los esperados, tanta eficacia que el Capitán al remitir
los reclutas los considera como el resultado de un trabajo, es decir, evalúa su captura de hombres
como una producción de milicianos. Trabajo rentable, porque el recomendado del Capitán Romero
obtiene 31 pesos por el traslado de 12 reclutas, es decir, 2 pesos y 58 centavos por cada uno, si a
este monto se le cifran los otros gastos, el «precio» de cada hombre capturado es bastante alto,
de allí que el gobernador Serrano protesta al Juez de Cabimas que no se los envíe en pequeñas
partidas, porque la «compra» le resultaba onerosa al erario público. Se buscaba que la recolección
fuese una buena cosecha desde el punto de vista de la rentabilidad (ya con anterioridad se hizo
alusión a la ciencia administrativa, la cual en su origen se encargaba de la buena marcha de la
hacienda).
Los jueces participan en esa gran operación de la zafra de milicianos, no sólo cómo lo
indica el capitán Lorenzo Romero, (quien por cierto en aquella expedición por Ceuta y Moporo no
pudo seguir con “la recolección de milicianos por haber caído gravemente enfermo con una
grande irritación en el estómago inflamación en los intestinos y pujos”), sino que también
participan en labores burocráticas mediante la Junta de Milicias al realizar el Registro de
Milicianos, operativo que prestan al sector militar para dotarlos de tropa:
Juzgado de Paz Al Señor Gobernador de la Provincia Cabimas Noviembre 24 de 1836 7° y
26°
Adjunto acompaño a Usted el registro en que se han asentado todos los vecinos de esta
parroquia para el alistamiento de la milicia (…)
Martín Borjas (AHZ, 1836: T. 3, f. 95) (3).
O bien:
Juzgado 1° de Paz Al Señor Gobernador de la Provincia Cabimas Diciembre 24 de 1836.
Se ha recibido en este Juzgado una circular de Us. (…) mandando a reunir de nuevo la
Junta de Alistamiento de la milicia de reserva, para colocar los que falten para alistarse, la
que no se ha reunido por no faltar ninguna persona por alistarse, a excepción de aquellas
que por Ley están exentos para poder ser alistados (…)
Martín Borjas (AHZ, 1836: T. 3, f. 98).
El que se hayan presentado los vecinos ante esa Junta de Alistamiento indica como estos
funcionarios han restablecido el control social sobre todo el poblamiento, y quienes no lo habían
hecho los sometían mediante levas de hombres conocidas como reclutamiento. Esa autoridad la
habían impuesto con firmeza, ganando con esa actitud su reconocimiento como autoridad.
275

Para sus cometidos incluso excedían los límites de sus jurisdicciones. En respuesta a una
Comunicación que les remite el Gobernador el Jefe Civil -figura que sustituyó la del Juez de Paz en
esta etapa histórica- Aniceto Neri le indica y le informa al Primer Magistrado provincial:
(…) libré comisiones a todos los lugares de esta Parroquia, y una de ellas fue para un lugar
nombrado las Mi Casas [Múcuras] jurisdicción de la parroquia Santa Rita en donde tuve
noticias había algunos refugiados y efectivamente los encontró la comisión y no los pudo
tomar, y en prueba de ello se trajeron (…) los siguientes enseres que les encontraron un
cayuco, dos machetes, dos petates, una hamaca, una muda de ropa y un sombrero, y por
casualidad estaba aquí el Señor Comandante José María Romero el cual se hizo cargo de
los enseres (…) diciendo que se los iba a entregar al Señor Gobernador. Lo que pongo en
conocimiento de S.S. para su inteligencia (…) Sin que este despacho deje siempre de
solicitar los desertores (…) persiguiéndolos hasta conseguir su captura (…) (AHZ, 1860: T.
1, l. 23).
El despliegue de actividad que ponían de manifiesto calaba en el ambiente como una
muestra de que irían hasta donde fuera necesario para ser obedecidos y acatados en sus
funciones. Eso les labro un prestigio de funcionarios decididos, quienes utilizaban todos los
recursos que disponían para imponer el orden. A Aniceto Neri, no obstante, le sacaron de su
despacho aquellos bienes incautados a unos presuntos desertores y puso al tanto al Gobernador
previendo, se les cambiase el destino expresado por el militar, quien podía simplemente
aprovecharse de ellos para beneficio personal.
La búsqueda y captura de los desertores del ejército había provocado la emisión de la
Circular N° 3.657 y, en cumplimiento de ella, las autoridades de estas poblaciones ordenaban
rastreos de todos los lugares en sus respectivas parroquias. El llevar a cabo esa labor exigía un
agotador esfuerzo y exponerse a peligros, la búsqueda de milicianos y desertores produjo muchas
noticias extremas, donde no faltaron los disparos, el uso de armas blancas y los amaños agresivos
y desafiantes -en otra parte de este libro se entrará en detalle sobre este aspecto de la leva de
milicias y la búsqueda de desertores y persecución de fugitivos.-
El mismo Aniceto Neri ese año 1860 tiene noticias de que debían salir de Maracaibo 300
hombres y que la recluta era muy fuerte, y dice al Gobernador “no dude que haré cuantos
esfuerzos me sean posibles”, y en efecto remite milicianos hacia la capital e incluso un desertor,
éste se le presentó por la oferta que Neri hizo pública cuando Chacín fue tomado, y con esa acción
se desarticuló esa facción armada que mantenía en zozobra al cantón. Además Aniceto Neri indica
al Gobernador que ha perdido un cayuco -volvía de nuevo presuntamente a ser burlado- que
entregó al Comandante del Presidio, porque “vino a la voz valiéndose del nombre de Su Señoría, y
como este nombre para mí es imperioso no dudé” y hasta el presente no tengo razón ni del
Comandante ni del cayuco (AHZ, 1860: T. 3, l. 21, f. 75).
El ser Juez no era tarea fácil, todos estos episodios que se han presentado, muestran una
intensa actividad, la cual los llevaba lejos de su jurisdicción enfrentando la inclemencia del medio
físico y los peligros del ámbito social y político, de no ser por el incentivo económico que esa
actividad implicaba aquel aparato burocrático no hubiera existido en medio de tantas
incomodidades. La minoría fue, en especial, calificada precisamente por la intensidad de esas
dificultades, para ser miembro de élite se demandaba de hombres tallados en roca, es decir,
hombres de coraje. Ser miembro de la élite en aquella época no era apto para pusilánimes.
276

c.13) Manejo del Despacho


Los jueces de Cabimas, además de encargarse de los asuntos locales, conocían también de
la organización regional y contribuían a mantener al día la administración pública, como se
observa en este documento:
Recibida Comunicación acompañada del N° 29 del Constitucional. Donde se haya inserto el
Decreto de la Gobernación sobre división de circuitos judiciales (…) y una Circular, y un
Aviso señalando a los cultivadores de tierras baldías el día último del corriente por
término fatal para que se presenten a arrendarlas: lo cual se ha publicado (…) el día 18 del
corriente mes y tendrán su puntual y debido cumplimiento (…) Febrero 25 de 1837. (AHZ,
1837: T. 10, f. 13).
Y esa ejemplaridad era importante, ya que las funciones de estos juzgados eran claves
para todo el ámbito de la vida pública.
Otra de las tareas del Despacho era la de dar a conocer asuntos de interés público entre
los vecinos de su comunidad:
Julio 26 de 1847. La Jefatura Política de Altagracia informa al Gobernador, entre otras
cosas, que el Código sobre libertad de imprenta del 12 de abril promulgado se ha hecho
público en Rita, Cabimas, Lagunillas, Siruma (…) (AHZ, 1847: T. 2, ff. 184, 187).
Desde Maracaibo se exigía información a estas parroquias para obtener más ingresos
fiscales, y desde estos despachos de los juzgados se debían enviar los datos solicitados, pero
muchas veces no permiten que en la Capital se precise el volumen de las operaciones que se
llevan a cabo en la parroquia, evitando así la exacción de sus vecinos. Eso se puede apreciar en los
siguientes tres manuscritos:
E l primero:
(…) uno u otro vecino suele vender alguna friolera de comestibles y aguardientes, las
cuales ventas, no sé qué clase deben ser consideradas (…)
Embarcaciones (…) la mayor parte de estas poco trafican, y aún las que transitan, hasta la
fecha todas las más sacan sus licencias de esa Ciudad.
También me exige Us. le diga cuántas reses vacunas y cerdos se benefician poco más o
menos, a lo que digo a Us. que es incalculable (…) (AHZ, 1837: T. 7, f. 27).
El segundo:
(…) hasta la fecha, no se han impuesto más gravámenes que el de las reses y marranos
que se benefician (…) a excepción de las tierras baldías que ocupan con sus labores
algunos vecinos en el centro de estos montes, las cuales se han puesto en arrendamiento -
según lo ordenó mi antecesor (AHZ, 1837: T. 7, f. 27).
El tercero:
Se ha recibido la Circular para que (…) remita una relación para formar el cuadro
estadístico de las propiedades y productos de la provincia, el cual digo a Us. que es
imposible poderse cumplir con la orden de Us. por no tener este Juzgado quien lo haga,
ni pasar nada para papel, ni tener con qué pagar un amanuense que lo tome, ni tener yo
con qué pagarlo (…) en tal caso Us. me ordenará lo que puedo hacer cuando se me
presentan esos entorpecimientos.
También se recibió otra Circular para el mismo efecto (…) aumentándome las noticias de
las siembras de cocos. (Junio 10 de 1837) (AHZ, 1837: T. 11, f. 210).
El Juez como autoridad se entendía de todo y se encargaba de todo sin un sueldo, era un
cargo en el que el desempeño resultaba ser el de un alcalde de nuestros días, aún cuando en los
reglamentos sus atribuciones eran muy reducidas, pero las asumían haciendo gala de manejo del
277

Despacho, es decir, era necesario hacerlas y aún cuando no estaban en las funciones que se les
asignaban, las realizaban.
El cuadro personal de estos servidores públicos en estos pueblos era patético, en
noviembre de 1837 el Gobernador de la Provincia recibía una solicitud del Juez Primero de
Cabimas que deja al desnudo su precariedad, decía:
Hallándome en la necesidad de navegar una piragua que tengo, y no tener quien me la
navegue sino que yo mismo sea, pido a Us. se sirva dar licencia por un mes para poder
hacer en ese tiempo diligencia, pues todo el año estado sin hacerla, y soy sumamente
pobre; Así es que quedo esperado de Us. dicha licencia por las razones expuestas.
Soy de Us. muy obediente servidor.
José Concepción Balbuena ((AHZ, 1837: T. 10, f. 364)
Ocho años después el mismo piragüero, se dirige al Gobernador de turno, y ya es otro, le
dice:
Señor Gobernador de la Provincia.
(…) ante Vuestra Señoría en el modo más conforme y respetuoso, represento y digo que
hallándome en la actualidad desempeñando en la misma parroquia con el destino de Juez
2° yo es en ella causa me es imposible separarme, pero teniendo asuntos de mayor
importancia, que realizar, en la costa de Gibraltar, cuyos cuentas, penden bajo mi
responsabilidad y conducta, es imposible ser desempeñado por otra persona que por
mismo, suplico a V.S. con el mismo respeto, se sirva concederme licencia para ir a
realizarlas, y subsanar mi responsabilidad. Sensible me es, tanto molestar la atención de
V.S., como desviarme, por ese tiempo de los deberes que se me han confiado, pues mi
deseo es cumplir, con la mayor exactitud, y contribuir en un todo, a la buena
administración de Justicia pero la necesidad que manifiesto lo exige así.
Gracia que solicito, en las Cabimas a los cinco días del mes de Febrero, de mil ochocientos
cuarenta y cinco.
José Concepción Balbuena (AHZ, 1845: T. 6, f. 174).
La respuesta del Gobernador Serrano fue la siguiente:
Se concede (…) el permiso por el término de veinte días, debiendo correrle éste desde el
en que se separe del lugar de residencia. Maracaibo Febrero 8 de 1845.
El escrito del Juez, piragüero, hacendado y comerciante José Concepción Balbuena es
prueba fehaciente de la calidad obtenida en la vida pública y particular de estos actores sociales.
Sin el ejercicio del Despacho siguiendo criterios propios jamás hubieran alcanzado estos
resultados, el salirse de la subordinación total les permitió un margen de maniobra que fue
fructífero para sí, para su grupo, para la minoría y para la parroquia. Balbuena había escalado de
ser un dueño de hato con menguada hacienda y propietario de piragua en la cual debía hacer de
patrón de embarcación su misma persona, a ser un comerciante con negocios en la costa de
Gibraltar, en los que ya no oculta que son muy significativos, porque según su esquela debía
atenderlos en persona. El empleo de las formas de cortesía, la colocación de los datos básicos, la
exteriorización de estar en conocimiento de las exigencias de su cargo, el giro literario que
emplea, ponen en evidencia lo que se señaló párrafos arriba, la formación que se recibía en las
esferas del poder era extraordinaria, no sólo adelantaban dentro del funcionariado, también
progresaban como acomodados y como gente culta.
Con anterioridad se ha llamado la atención sobre ese aspecto, de cómo los jueces de paz
debían conciliar sus actividades públicas con sus actividades particulares, es decir, atender los
negocios públicos y privados en paralelo. Los jueces no solo atendían el Despacho de la judicatura,
278

también proseguían con las actividades económicas que les vinculaban con las otras parroquias.
Así lo hemos descrito con el Juez 1° de Paz Manuel Barroso de Lagunillas quien solicitó
autorización al Gobernador para separarse de esa parroquia a practicar algunas diligencias a las
parroquias Cabimas, Rita y la ciudad de Maracaibo, “en donde tengo algunos negocios”. Del
mismo modo lo hizo el Juez de Paz José de la Cruz Moronta de Cabimas quien también solicita
licencia para “separarse del cargo con el objeto de pasar a Lagunillas y otros puntos a despachar
algunos negocios particulares”. Estos funcionarios no se les concedían tregua para el
cumplimiento de su deber, pero ellos la obtenían mediante diferentes subterfugios, como estas
licencias para separarse del cargo durante un par de semanas.
Pero con todo y las dificultades que tenían que arrostrar cumplían con los mandatos y
tareas propias del destino para el que habían sido nombrados: Hacían los registros de milicianos,
elaboraban las listas de los habitantes para el subsidio personal, formaban las Juntas de policía,
sanidad y demás, organizaban la ejecución de obras públicas, leían el Constitucional, la Gaceta de
Venezuela, los Reglamentos y papeles oficiales, rendían informes y mantenían una
correspondencia estricta y oficial con las instancias superiores, y por supuesto entre otras cosas
elaboraban justificativos, realizaban averiguaciones, registraban censos, es decir, hacían todas las
cosas que correspondían a un Despacho de juzgado [326].
Y todo ese conjunto de actuaciones donde debían involucrarse les preparó, para realizar
propuestas a niveles superiores (cualidad eminentemente personal, como lo es también la de de
ser corajudo), entre ellas una, en la cual pretendieron legalizar un espacio en el cual pudiesen
llevar a cabo los manejos del Despacho con más flexibilidad en su más patente expresión. Uno de
estos casos donde el accionar del Tribunal de Cabimas tuvo trascendencia más allá de su
jurisdicción, fue el que se produjo mediante un intercambio epistolar entre Cabimas y Maracaibo.
En esa oportunidad lo expuesto por el Tribunal de Paz de Cabimas trajo por consecuencia una
decisión del Gobierno provincial a favor de la propuesta de los jueces locales, y ésta fue
reafirmada después por el Gobierno nacional. Pero con posterioridad la Corte Suprema de Justicia
emitió un fallo negativo a la propuesta elaborada por estos abnegados servidores públicos. Todo
se inició por un convenio al cual llegan entre sí los jueces Martín Borjas y Antonio Villasmil, es
decir, entre el Juez primero y el Juez segundo de Cabimas, éste era el siguiente: “Siendo dos Jueces
de Paz los nombrados en esta parroquia, hemos convenido ambos en que sirvamos dos meses
cada uno en el ejercicio de la administración de justicia”. Y a continuación sin más ni menos
inquirían al Primer Magistrado si podían mantener en la práctica esa decisión:
Lo participo a Us. [el Gobernador] con el objeto de que me diga si podemos hacer este
convenio entre los dos (…) (AHZ, 1838: T. 7, ff. 103) (28+)
Ante esa propuesta el licenciado Juan José Romero fue condescendiente y emitió una
Circular mediante la cual se previno que “no hay dificultad salvo que cuando uno esté impedido el

326
Para quienes estén interesados en profundizar sobre las atribuciones de los jueces de paz y las Judicaturas de Paz
existen varios manuscritos en el Acervo histórico del Estado Zulia (AHZ) como son: a) Proyecto de Ley. Creando jueces de
paz en los vecindarios que designen los Concejos Municipales. Legislativa Provincial. Provincia de Maracaibo (AHZ, 1859:
T. 9, l. 3); b) Proyecto de Ley orgánica de la provincia que reforma la de 20 de junio de 1859. Legislatura Provincial. Allí
aparecen, entre otros, las atribuciones de los Concejos Municipales, de las Juntas y jefes de parroquias, de los síndicos
mo
parroquiales y comisarios municipales, y en el Capítulo 7 “De las funciones de los jueces de paz de vecindario” (AHZ,
1860: T. 14, l. 8, ff. 248/254).
279

otro deba conocer.” (id. F. 104). Romero no se limitaba a instruirles cómo proceder, sino que se
extendió a reconocer las carencias a la cual se sometía el ejercicio de los jueces de parroquia de
aquellas costas. Y terminó por llevar esa medida -originada en Cabimas- a todas las parroquias de
la provincia. La misiva del Gobernador fue la siguiente:
Sr. Juez de Paz de las Cabimas.
Llegó a mis manos el oficio de U. (…) sometiendo a mi aprobación el convenio hecho entre
U. y su compañero el otro Juez (…) la leí (…) previne que los alcaldes de cada parroquia
alternen (…) y aunque no dice lo mismo respecto a los jueces de paz de parroquia, no hay
ninguna disposición que lo prohíba, mientras que por analogía es aplicable a ellos la
misma regla puesto que pertenecen como los alcaldes igualmente a cargos concejiles sin
remuneración alguna.
Además, la práctica dita aquí observada respecto a los jueces de paz de parroquia,
presenta graves inconvenientes para la circulación de los códigos de leyes (…) de la gaceta
(.…) y no proveyéndose aquellos documentos sino a razón de un ejemplar para cada
parroquia (…) llegan indistintamente a manos de uno u otro juez de paz (…) y se ven por
esta causa embarazados a cada paso en sus procedimientos.
Por tanto la Gobernación no tiene dificultad en aprobar el arreglo hecho (…) convendrá
además que lo mismo se practique en todas las parroquias de la provincia (…) cuenta de
ello di al gobierno por el inmediato correo (…) (id. 105) (28).
Romero le concedió la importancia que tenía para estos servidores públicos atender el
Juzgado y no descuidar las fuentes de sus arcas y bienes personales. El Gobernador informó de su
dictamen a Caracas, y a nivel provincial lo hizo con Lucas Baralt quien dirigía el Juzgado de Primera
Instancia del Circuito Judicial del Este, circunscripción a la que pertenecía Cabimas y las otras
poblaciones de esta costa oriental. Deja pues apercibido de la decisión a Baralt, y éste último le
respondió:
He recibido el oficio de (…) aprobación dada al arreglo que hicieron los Jueces de Paz de
Cabimas sobre alternar en el despacho como los Alcaldes parroquiales (…) (id. 108)
Y en la Secretaría del Estado en Caracas recibe el caso de Cabimas Diego Bautista
Urbaneja, y el 10 de marzo de 1838 responde al Gobernador Romero:
El Gobierno queda impuesto de la aprobación dada por Us. al convenio hecho entre los
jueces de paz de la parroquia de las Cabimas para servir cada uno medio año el juzgado
alternando en períodos de dos meses (…) (id. 112)
Como se observa, la innovación de Martín Borjas y Antonio Villasmil cobró fuerza,
prosperó y trascendió al ámbito nacional, pero el 7 de septiembre de 1839, apareció inserta en la
Gaceta de Venezuela N° 452 una disposición de la Corte suprema de Justicia, en ésta se advertía:
(…) que los jueces de paz no alternasen en el desempeño del juzgado (…) (id. 112).
Con ese fallo de la máxima autoridad judicial de la república, se hubo de echar atrás esa
conquista, porque se declaró nula esa autorización. Aunque parece que ese procedimiento de
alternarse los jueces en las funciones del despacho se siguió utilizando, pero ahora, sin hacer bulla.
La realidad imponía una salida para el asunto de cómo labrarse un prestigio político para
mantenerse en el poder y cómo hacerse de unos caudales para mejorar la posición económica, la
primera no podía ir en detrimento de la segunda, por lo contrario, debía ser su complemento
determinante, porque de ella dependía ser acatados por los subordinados, es decir, ser
obedecidos. El poder era el atajo para acumular riquezas en menor tiempo, operación económica
al fin y al cabo, pero también era la vía para ganar autoridad ante los gobernados.
280

Los Juzgados ejercieron por todo lo observado, un papel protagónico en todos los sentidos
en estos pueblos donde la producción se incrementaba, y donde los hombres que ejercían esos
cargos tenían iniciativas renovadoras. Los Juzgados fueron unas escuelas de formación de cuadros
de dirección de los asuntos públicos, en ese sentido, pusieron de pie la República que se había
inaugurado con la era pos independentista. Surgía un hombre distinto, el cual se entrenaban en la
gestión pública y en ella se calificaban, para dirigir los territorios en que se dividía la nación. La
nueva sociabilidad republicana les transfiguraba en ciudadanos. Algunos miembros de esas
minorías amplias iban bastante lejos en esa dirección, al convertirse en miembros de la élite de la
nueva época, lo interesante es que ese fenómeno se expresase también en el ámbito campesino,
contra todo pronóstico pesimista por parte de una historiografía inclinada a ubicar las élites solo
en el ámbito de las ciudades [327]. A partir de sus núcleos urbanos el campo tuvo su cuerpo de
élite.
Los Juzgados fueron determinantes por todo lo argüido en el proceso histórico campesino,
los condicionantes en esa dinámica formadora de protagonistas históricos fueron las juntas, la
iglesia, la escuela, la Compañía de Milicias, la cárcel que en diferente grado participaron para dar
al curso de los acontecimientos una específica dirección. Todos estos condicionantes estaban a su
vez influenciados por el juzgado o mejor dicho por la Judicatura como organismo rector, porque
por su Despacho pasaba todo lo concerniente a esos diferentes ramos y a esas instituciones. De la
eficacia y eficiencia de ese despacho dependía todo el complejo mundo local.
Ese complejo mundo local con el cual lidian los jueces de paz tenía que ver, por ejemplo,
con las costumbres, la religión, la moral y las leyes. En un oficio del gobernador Juan José Romero
dirigido al Vicario foráneo de la provincia se lee:
Diciembre 22 de 1836.
Se observa en casi todos los pueblos de esta provincia que se creen o se suponen como
días festivos varios que no lo son realmente, y sin embargo no emplean un solo momento
en acto de culto divino sino en la ociosidad, en el vicio y en todo género de disipaciones,
que condenan la religión, la moral y las leyes. Para precaver pues tal abuso agradeceré a
U. se sirva comunicarme una lista comprensiva de solo los días de ambos preceptos la cual
me propongo hacer pública en todas las parroquias (…)
Juan José Romero.
El Vicario quien era Juan de Dios Castro le envía lo solicitado al Gobernador:
Relación de días [ ] de dos preceptos en que no se puede trabajar en la Vicaría de
Maracaibo.
Enero 1° La circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo. Enero 6° La epifanía del Señor o
festividades de los Santos Reyes. Enero 20° La festividad de San Sebastián patrono de esta
ciudad y su distrito. Diciembre 8° La Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. Y además
todos los domingos del año, los días segunda de las tres pascuas de la Natividad de
Nuestro Señor Jesucristo, Resurrección y Pentecostés, Ascensión del Señor y festividad del
Corpus (AHZ, 1837: T. 17, ff. 144 y 145).
Juan de Dios Castro tenía claro cuál era el asunto de fondo y hace explícito cuáles son los
únicos días no laborables durante el año. Todo se trataba era de restablecer en control de los

327
Lo que ha llevado a algunos historiadores a dar por sentado de que escribir la historia marabina es entender la
historia de la Provincia de Maracaibo, por lo contrario, muy lejos está de serlo, entre la historia de estas parroquias y de
sus cantones y la historia de Maracaibo y su Cantón Capital existen unas altas y agudas tensiones que no han sido dadas
a conocer a los interesados por los temas históricos de esta parte del país.
281

propietarios sobre los trabajadores a su servicio. La Iglesia cumplía su papel de crear un orden
social para el sistema imperante, y los jueces mediante las disposiciones de las leyes civiles y los
preceptos emanados de la religión ejercían sus funciones de intermediarios entre ambos poderes
y quienes ejercían algún oficio laboral.
Esa lista que colocaba un techo a los días no laborales debió llegar a todas las parroquias
de la provincia para su fiel cumplimiento. Los trabajadores estaban atrapados entre quienes se
habían apropiado de la tierra y quienes monopolizaban la moral. El nicho de calificación de las
minorías fue a su interior todo un universo, y lo novedoso de ese imbricado acontecer es que de
esas profundidades fue emergiendo la República así fuese contrahecha.
d) Contexto ideológico
Hay un contexto ideológico que incide sobre la judicatura, a veces de un modo muy
marcado, otras veces muy sutil, esa instancia es de una enorme importancia, es la del mundo de
las ideas. Se intentara un acercamiento a ese asunto, que mucho dejará de desear porque el
intento es aún bastante torpe. En el año de 1847 se da a conocer lo siguiente:
el Código sobre libertad de imprenta del 12 de abril promulgado se ha hecho público en
Rita, Cabimas, Lagunillas, Siruma (…) (AHZ, 1847: T. 2, ff. 184, 187).
No queda duda que tal conquista y su divulgación entre las gentes busca la adhesión al
sistema republicano como reino de la libertad. Cuando no, se vela por presionar la simpatía por la
política liberal y la lealtad al gobierno, como queda en evidencia en el año de 1854:
El Jefe Político de Altagracia le dice al gobernador: “cábeme el placer de manifestar a V.S.
que (…) no hay un solo empleado que no sea liberal y afecto al Gobierno” (AHZ, 1851: T.
16, l. 44, ff. 4 y 5).
Otros dos documentos de este mismo cariz, asocian el sostenimiento del gobierno como la
defensa de la causa de la libertad, e identifican a los empleados entre afectos y hostiles, donde los
primeros son identificados como de conducta patriota y honrado proceder:
El primer manuscrito proviene de Caracas, de la Secretaría de Estado, éste se envía el 17
de enero de 1854 al Gobernador de la Provincia de Maracaibo las siguientes instrucciones:
(…) remitir V.S. a este Ministerio (…) el cuadro general del servicio municipal (…)
acompañar una razón lo más circunstanciada que sea posible acerca de la decisión que
haya manifestado cada uno de los empleados que comprende dicho cuadro por el
sostenimiento del Gobierno y sus compromisos con la causa de la libertad (…) tenga de
ellos, y de los informes que tome respecto de los que no conozca ni haya obtenido dato
alguno y positivo sobre su conducta pública, procurando que dichos informes lleguen
desnudos de toda particularidad, pues el Gobierno trata de adquirir una noticia bien
exacta de los empleados de la República que le sean ya afectos ya hostiles (…) Simón
Planas (AHZ, 1851: T. 16, l. 44, ff. 1/3).
El segundo manuscrito es de Altagracia, en ese oficio el jefe político José Gonzales informa
en el mes de marzo 6 de 1854 al Gobernador sobre los afectos y hostiles:
Aún cuando en este cantón ningún oficial de la milicia se complicó en el suceso
revolucionario que acaba de terminar (…) no faltan algunos desafectos al Gobierno (…) se
hace necesario y conveniente el relevarlos con personas de conocido patriotismo y
adhesión del Gobierno, honrado proceder y vecinos de las parroquias en que existen las
Compañías (AHZ, 1854: T. 9, l. 20).
282

Ahora, no solo son patriotas los afectos al gobierno, también se les califica de honrados.
No queda duda que el rasero debió causar una purga en las filas de la burocracia civil y en las filas
militares, los no adherentes debieron ser separados de sus destinos y cargos.
Ese forcejeo en el campo ideológico tenía sus aparatos especializados en esa lucha. La
Secretaría de Estado en Caracas en el mes de abril 13 de 1861, bajo el contexto de la Revolución
de Marzo, informa sobre el Programa del gobierno respecto a las ideas que profesa y de los fines a
los que se propone encaminar la marcha de la Administración nacional, contando para su
realización con todos los funcionarios y corporaciones públicas:
Señor.
El Presidente de la República nos ha ordenado comunicar el pensamiento político que
guiará al nuevo Gabinete (… …)
El gran partido nacional necesita reorganizarse, ensanchándose, en vez de fraccionarse, y
robusteciendo su prestigio con su unión y con su habilidad para encarrilar la República por
feliz senda de donde una mano impía la arrojó en 1848 (… …)
(…) la Venezuela entera reconoce (…) la necesidad imperiosa de la situación es la de
restablecer la paz: cerca de tres años de esfuerzos constantes son más que suficiente
justificación de este voto universal ¿A dónde llegaríamos si se prolongase por un año más
esa guerra devastadora que nos tiene ya a las puertas de la miseria, que diezma nuestra
escasa población, que la inspira instintos sanguinarios y feroces y que acabaría por
corromper a todas las clases de la sociedad?
Dominado el Gobierno por este pensamiento declara a la faz de Venezuela que todo su
programa se puede compendiar en este solo artículo:
Salvar la sociedad y las instituciones, devolviendo la paz a la República por cuantos
medios juzgue indispensables, de conformidad con la moral y la justicia, hermoso lema de
la revolución de Marzo.
Firman los ministros del Gabinete: Interior y Justicia, Hacienda, Relaciones Exteriores e
Instrucción Pública, León de Febres Cordero Guerra y Marina (AHZ; 1861: T. 17, l. 23, ff.
255 y 256).
El aparataje no solo divulgaba “el pensamiento político” sino que también en paralelo lo
reforzaba mediante una parafernalia simbólica a sus dirigentes, calificándolos de “salvadores de la
sociedad”, y para reforzar ese epíteto se prevé que reciban honores apoteósicos, con un
ceremonial ampuloso que tenía por objetivo rendirles culto, esto se hizo notorio en el programa
que se elaboró en Maracaibo para el arribo del General José Antonio Páez como Jefe Supremo de
la República, todo estaba previsto para rodear su llegada de fasto y exaltación como Salvador de la
patria:
Enero 16 de 1862. Jefatura Municipal de Altagracia al Gobernador.
(…) debo remitirle veinticinco milicianos sorteados para llenar las vacantes que se
presenten con motivo de los ciento veinte voluntarios que deben salir de esa ciudad a
componer la guardia de honor de SE el Jefe Supremo de la República. En su cumplimiento
se ha procedido al sorteo de doce milicianos de esta parroquia (…); y a cada una de las
parroquias Democracia, Rita, Cabimas y lagunillas les he pedido para el término de tres
días ocho milicianos calculando que como nunca he podido conseguir el número de
reclutas que les he pedido con tres o cuatro que vengan de cada parroquia hay suficientes
para enviarle a VS los veinticinco que me pide (…) Pedro C. Faría (AHZ, 1862: T. l. 2).
Como se hace notorio se buscaba que el impacto social bajase hasta cada una de las
parroquias del Cantón Militar, esto es, el Cantón Altagracia. Del mismo modo sacudir la
283

cotidianeidad del pueblo marabino, porque aquel evento se convirtió en un espectáculo que tenía
por escenario el lago:
Febrero 24 de 1862. Presidencia del Concejo Municipal de Maracaibo al Coronel
Gobernador.
(…) recepción de Su Excelencia el Jefe Supremo de la Nación, esta presidencia juzga
a
conveniente que VS se sirva (…) recibir a Su Excelencia en el muelle (…) y disponer que los
buques (…) si los hubiese surtos en el puerto, se prestasen a [empabellonarse], como se
acostumbra en los días de público regocijo (…) Carlos María López (AHZ, 1862: T. 9, f. 26).
Febrero 27 de 1862. Jefatura política de Altagracia al Gobernador.
(…) dispuse que siguiesen para Punta de Palmas catorce [embarcaciones] entre grandes y
pequeñas (…) hoy al amanecer han seguido a su destino, llenos de contento y alborozados
los patrones y marineros por la parte que van a tener en la recepción del Salvador de la
patria (…) Pedro C. Faría (AHZ, 1862: T. 9, l. 26).
No obstante todo fue en vano, el homenaje de las minorías calificadas guiadas por sus
élites para la gran figura histórica fue en vano:
Febrero 28 de 1862. Puerto de la Vela al Gobernador de Maracaibo. Participo regreso de
Su Excelencia a la Capital y su imposibilidad de llegar hasta Maracaibo (AHZ, 1862: T. 9, l. 26).
Pero la adhesión ideológica realizada de un modo público y notorio por parte de las élites
cumpliendo su papel orientador de la sociedad era un hecho, tanto ayer por Páez, como hoy por la
Federación y el General Juan Crisóstomo Falcón:
Marzo 21 de 1863. Altagracia aprueba la comunicación recibida en la cual se participa
proyecto de cambiar la forma de Gobierno por el Sistema federal y reconoce a Juan
Crisóstomo Falcón como Jefe Supremo de los Estados y del Ejecutivo federal. Y a Jorge
Sutherland como Presidente de este estado (AHZ, 1863: T. 2, l. 29, f. 153).
La guerra ideológica también debía librarse para poder calmar los ánimos después de la
victoria y lograr restablecer la normalidad de las actividades económicas:
Abril 25 de 1863. Jorge Sutherland General de División de los Ejércitos Federales y
Presidente del estado Zulia. Orden de cese el bloqueo a los puertos La Ceiba y Moporo (AHZ, 1863:
T. 1, l. 32, f. 177).
En el caso de Cabimas la adhesión ideológica y la propaganda política que de ella se deriva
no se hizo esperar por parte de su minoría calificada y la élite emergente. Allí el Juez de Paz se
pliega al nuevo ideario y realiza su labor proselitista por esa causa:
Abril de 1863. Juzgado de Paz de Cabimas al Secretario General del Estado Zulia.
La circular expedida el 21 de marzo [incluida en este recuento cronológico] próximo
pasado por esa secretaría y transquibida a este despacho por el ciudadano Jefe político de
este Cantón, a producido en mí todo el grato efecto que inspira el amor a la patria y a la
identidad de ideas que en ellas se contienen, capaces son de producir gratos recuerdos;
¡Sistema Federal en Venezuela y sistema que adoptaron nuestros hermanos del norte
desde su transformación política y al constituirse en nación soberana estandarte y modelo
de Repúblicas libres!
(… …)
Dios y Federación
Miguel Rojas (AHZ, 1863: T. 6, l. 34, f. 150).
Los reforzamientos a la ideología ascendente tomaron fuerza de ley, el poder se acoge a su
nueva cobertura y el nuevo Salvador de la patria recurre a un decreto que impone el nuevo
sistema a los habitantes:
284

Agosto 8 de 1863. Juan Crisóstomo Falcón General en jefe Presidente de la República.


Decreto (…) no se opongan al sistema Federal proclamado por los pueblos (…) (AHZ, 1863: T. 1, l.
36, f. 24). -
Ante esa orden superior la cadena de mando se pone en marcha y desde los juzgados
parroquiales se asume la tarea de informar al gobierno de cualquier irregularidad o anomalía,
cualquier situación sospechosa, cualquier posibilidad de disidencia ideológica, o en su defecto, la
buena nueva de la conversión al credo beatificado:
1863. Juzgado de Paz de Cabimas.
La noche del día 4 de los corrientes algunos hombres de este pueblo que han preferido
vivir en el monte huyendo más bien que prestar sus servicios en las armas de la provincia,
salieron a la plaza de este pueblo más o menos armados y con alguna música se
mantuvieron por algún tiempo dando vivas a la Federación y al General Falcón y mueras al
General Páez y a Rojas (supongo que no se referían a mí) desde luego me propuse
aprovechar la ocasión de su fervor y patriotismo y les propuse se presentaran veinticinco
voluntarios para engrosar los cuerpos que guarnecen esta plaza; esperanza me dieron
para el día siguiente mientras se consultaban y se resolvían, pasaron el día de ayer en la
misma diversión y dando fin a todo dispersándose a las seis de la tarde dejando según se
me ha dicho una carta de pronunciamiento, pero respecto a mí proposición de los
veinticinco voluntarios nada pude conseguir por lo contrario proclamaron otro Juez.
(…)
Dios y federación.
Miguel Rojas (AHZ, 1863: T. 6, l. 32, f. 255).

Pero, como se observó, en este último manuscrito, no siempre la ideología rotura la dura
costra que la flagelación causa en los de abajo, y estos se convierten en los impenetrables.
1.3 Una mezquita
La formación de una élite en Cabimas se operó en medio de toda esa complejidad que a
grandes rasgos se ha desarrollado en este capítulo, las experiencias que reciben del contexto
institucional, de las circunstancias históricas y familiares, les pone al tanto de lo más nimio y más
global del acontecer parroquial, cantonal y provincial, es decir, ellos obtienen una visión superior a
la de los otros actores sociales de esta realidad, porque se mueven en esas instancias superiores,
relevantes y grupales, pero sobre todo, y esto debe ser tomado en el caso de Cabimas muy en
cuenta, influye sobre su formación de una manera determinante los Proyectos históricos que se
hicieron explícitos y públicos en los años de 1817 y de 1837, porque estos tenían un carácter
endógeno, y como tal las numerosas parroquias de la Provincia de Maracaibo se les asignaba el
jugar un papel clave en el acontecer de este territorio. Esos proyectos se convirtieron para los
integrantes de la minoría calificada de estos pequeños pueblos, en una impronta que marcó con
fuego sagrado sus almas, llama que les acompañará por el resto de sus días, y de la cual depende
que algunas de sus parroquias saliesen del aislamiento, del abandono, del menosprecio, de la
miseria y el atraso, porque contaron con un cuerpo de élite que estuvo a la altura de ese tiempo
histórico y de sus desafíos.
285

Con los Proyectos históricos de 1817 y 1837 la minoría calificada de la parroquia objeto de
estudio asume su cabimicidad [328] como una visión de futuro y una hoja de ruta. Y al asumir esta
minoría privilegiada ese comportamiento, conducta y actitud, permitió que en el ámbito
campesino aflorase una élite, en contra de todo pronóstico. El pronóstico pesimista que
exteriorizó, en su momento, el funcionario de La Ceiba que respondía al nombre de Justo Troconis,
lo volatilizaron. Troconis poseía el imaginario prejuiciado de los citadinos de Maracaibo en contra
de quienes habitaban “las costas”. Ese pronóstico con visos de maldición, tiene su mentís [329]
con la población de Siruma, allí los cambios significativos que se van operando dan por resultado
que de su minoría propietaria surgen individuos calificados que terminan por constituirse en
jueces de paz de su pueblo, también implosionaron esa maldición aquellos peones y vecinos
pobres de La Ceiba, quienes para recibir al cura visitador y con él a la liturgia católica levantaron en
aquel lar de la nada una “mezquita”, es decir, realizaron un milagro.
Si la posesión de propiedades significativas, la dotación de una conciencia del momento
histórico y la ocupación del despacho del juzgado fue determinante para la formación de la élite
campesina, más lo fue la asunción por parte de estos prohombres de los Proyectos históricos que
fueron hechos explícitos en 1817 y 1837 (expuestos en este trabajo en el segundo capítulo), éstos
fueron esenciales para ese impresionante resultado, es más, sin esos proyectos la determinante
histórica hubiera sido frustrada. La inteligencia humana se distancia en la escala evolutiva del
género animal -al cual pertenece- por su capacidad de imaginar proyectos y, desde el más nimio
como la “mezquita” de La Ceiba, al más relevante como la fundación de la población de Cabimas
(o hechos aún más relevantes) construyen la apasionante y compleja aventura humana que
denominamos Historia, donde se recoge la participación activa y sobresaliente de individuos de
élite que pueden surgir del más humilde peón [330] hasta el más encumbrado Notable como se
hace en este estudio, teniendo la cualidad de contagiar a los demás con sus ideas de cambio. Aquí
convergerán, del mismo modo, para abrir una nueva etapa de luchas, las grandes corrientes
políticas del pensamiento como, por ejemplo, el liberalismo y la Federación a sumarse al proceso
formativo que desemboca también en la aparición de individuos de élite -más adelante (en el
quinto capítulo de este libro) serán contemplados los hechos que estas fuerzas desatan en el país-.
Por el momento, se le adelanta al lector que en el siguiente capítulo se abordará “otro” proyecto
histórico, el cual va a contracorriente con lo que se aspiró a realizar con los Proyectos históricos de
1817 y 1837 (éste último proyecto tiene continuidad en nuevas propuestas, es decir, surge una
versión o versiones de lo que allí se proponía alcanzar para transformar la realidad).

328
Es decir la búsqueda por parte de estos habitantes de hechos de calidad histórica, para beneficio de la historicidad de
su sociedad y de su población. Lasso de la Vega les exteriorizó esa historicidad, cuando les expresó que Cabimas vendría
a ser una de las mejores poblaciones de la laguna, lo cual captó a partir de los señalamientos que le hizo Ignacio Álvarez
sobre las condiciones objetivas y subjetivas que reunía ese poblamiento y su ámbito territorial. Interpretando y
reflexionando sobre esas señales de lo cabimense, el Obispo entregó ese fruto de su análisis de aquella realidad a
consideración de las autoridades gubernamentales de esta provincia.
329
Mentís es aquel hecho o demostración que niega un aserto dado por verdadero.
330
Como Juan Justo Prieto y su concubina Isabel Urdaneta quien era reconocido por sus pares (todos los peones,
jornaleros, labriegos, conuqueros, reclutas y demás desgraciados que han sido rescatados del olvido por esta
investigación) como “El Tigre” de Cabimas, o bien un prohombre como el Notable Basilio Borjas que era para aquellos
habitantes del Cantón Altagracia una leyenda viviente.
286

La nueva obra de La Ceiba -la mezquita- ofrece una lección -mediante la cual se cierra la
reflexión teórica de esta parte del trabajo-, según la cual las élites no son un privilegio de las
ciudades y de los acomodados, pueden aflorar en el lugar menos esperado, incluso en aquellos
espacios históricos donde rebosan los incentivos negativos, y la prueba aportada para demostrar
ese aserto por exceso y no por defecto, es el importante patrimonio que Cabimas obtiene bajo el
impulso que le imprimen estos individuos meritorios a aquel pueblo localizado en un territorio
catalogado en la época como árido y hostil. Dejando claro para el lector que, este elogio por la
historia de Cabimas no menoscaba el lindo significado del ascenso de la población de Siruma o el
digno levantamiento hacia el cielo de aquella mezquita en La Ceiba, por parte en ambos casos de
unos vecinos pobres y unos peones y conuqueros en la más apesadumbrada miseria, porque esas
fueron y serán unas hazañas históricas aún más grandes.
287

CAPÍTULO IV

EL «OTRO» PROYECTO HISTÓRICO

Desmoronamiento

1. Los dos primeros proyectos históricos.

Con el Proyecto histórico de 1817 se obtuvo un enorme logro, se fundó la población de


Cabimas, y a partir de ese momento los habitantes de este territorio no sólo podrían tener un cura
párroco propio, sino que podían aspirar a que se les nombrase una autoridad judicial que
representase el poder del Estado en este lugar, esto es, el pueblo obtendría un Juez activo. Por
otra parte, el asentamiento que se construyó tuvo un orden urbano, esa disposición era un gran
adelanto con respecto a la ocupación diseminada a lo largo de toda la costa que le antecedía.
Ahora se seleccionó un sitio que estaba en la medianía del poblamiento, y allí se erigió un asiento
de nueve manzanas dispuestas bajo la forma de un damero, de tal modo que al crecer conservase
la forma ortogonal, debiendo tener como centro una plaza. La plaza estaba destinada a ser el
escenario de los actos públicos y, en torno a ella, se debía localizar el templo, el juzgado y la cárcel,
además, de las casas de los principales del pueblo. La plaza era el centro político, más que el
centro geométrico. Con esos avances, el poblamiento dejaba atrás la condición de ser un
establecimiento rural, hecho que es un Gran salto histórico, porque con ese salto cualitativo este
conglomerado humano ingresó en el proceso de la citadinización. Tal es la magnitud del proyecto
histórico de 1817, en el que se prevé por parte del Obispo fundador la construcción de una
escuela, como parte sustantiva del equipamiento del pequeño pueblo erigido.
Esa disposición ortogonal de la población la diferenciaba de los asentamientos humanos
que de manera espontánea habían surgido con anterioridad, es decir, de caseríos irregulares y de
rancherías dispersas, en otras palabras aparecía algo nuevo y superior en el espacio histórico, esto
es, el medio urbano imponiendo un orden regular [331]. En el territorio había ocurrido con
anterioridad un poblamiento de carácter rural, en el cual se realizaban actividades propias de la
agricultura. La masa humana que allí estaba asentada era campesina, con la fundación de un
pueblo se busca alterar esa estructura primaria, se propende al surgimiento de un aparato
burocrático, lo cual orgánicamente es lo propio de este nuevo estadio de desarrollo, y del mismo
modo, también se proyecta que aparezca un nuevo sector económico (la Cabimas diverso-
productora), esto es, que surgieran los habitantes que desempeñen las actividades mercantiles y
con ese adelanto crucial se impulsen en el lugar los oficios y las artes.
Ese aspecto cualitativo introducido en el proceso histórico local complejiza la estructura
económica y social presente en el lugar. Antes de la fundación lo que se instalan en el lugar son
unidades productivas como hatos, haciendas y labrantíos, las cuales dan origen a caseríos y

331
Los asentamientos que le precedían eran espontáneos, es decir, estaban plantados sin planificación previa, en
consecuencia, eran de forma desordenada. El pueblo ordenado que ahora es construido, sigue las disposiciones
contenidas en las leyes de Indias, donde se estipula no sólo la forma que ha de tener la población fundada, sino que
incluso previene cómo ha de crecer en adelante y cómo se han de distribuir sus diferentes espacios, y la relevancia que
las edificaciones han de asumir en el poblado según sea su función en ella. Ese orden era más avanzado que el europeo.
288

rancherías, ahora con el proceso urbano se construyen edificaciones dentro de un espacio


ordenado, para que allí funcionen las instituciones que caracterizan un proceso civilizatorio como
son la iglesia, la judicatura, la cárcel y la escuela, e incluso de que en algunas viviendas se abra al
público una tienda de comercio o se ofrezca el servicio de un oficio o la elaboración de algún
producto -artes y oficios- [332]. Todos estos adelantos en su estructura socio-económica ocurren
gracias a la concentración del grueso de la población en ese lugar ordenado por manzanas y calles,
las cuales tienen por centro político una plaza. Ésta última es de un gran valor simbólico, es un
sitio, en torno al cual girará lo más significativo para el conglomerado humano que conforma la
población. La plaza reúne a la población para los asuntos públicos y con ello emerge la cabimidad
[333], es decir, el sentido de colectividad activa que arraiga costumbres y elabora tradiciones. Las
acciones que allí se emprenden le confieren identidad al gentilicio de la comunidad. La plaza, crea
el pueblo, porque de ellas parten las calles que la conforman, ese sitio, además, se refuerza con las
instituciones que están en su entorno, pero además crea al pueblo, en otro sentido, como un
conjunto social porque allí se realizan los actos públicos. Esas instituciones religiosas, judiciales,
represivas y formativas que se crean en las adyacencias de la plaza, son la presencia tangible del
Estado, en ese sentido, la fundación es un hecho de una relevancia superior, precisamente porque
mediante ese acto el Estado debe coronar el lugar con la Judicatura, la cárcel, el cuartel, la escuela,
la Iglesia y la Casa del cura.
Recapitulando, el poblamiento de un territorio lleva al conglomerado humano colonizador
a construir en el espacio histórico un medio rural (primer acto), pero más tarde o más temprano
surgirá con su potencial económico y social allí un medio urbano (segundo acto), el cual se
constituirá mediante un ritual y unas ceremonias previamente establecidas. Cuando la sociedad se
propone realizar ese segundo acto, su voluntad se expresa mediante la decisión pública de fundar
una población y la firme voluntad de erigirla, esto es lo que ocurre en Cabimas entre el año de
1816 y 1817. Quienes realizan ese segundo acto de la representación de esta obra, en el caso de
Cabimas, son las familias hispano-criollas que llevan el apellido Ugas, Borjas, González, Tello,
Lizardo, Vales, Quirós, Ruz, Moronta, Reyes, Cobo, Puche, Castro, Perozo, Capitillo, Regalado,
Pauque, Ochoa, Nava, Arrieta, Castillo, Clavel, Neri, Granadillo, Prieto, Pedrajas, Lubo y algunas
otros que se deben calificar desde la perspectiva histórica como los apellidos de estirpe antigua
[334] de Cabimas. Familias que aún persisten hasta nuestros días en esta ciudad, son las familias
cabimenses que se remontan en su origen hasta el período colonial venezolano, construyendo
durante ese largo trayecto su genealogía hispano-criolla que suplantó a la extraordinaria y
magnífica Cabimas aborigen (la Cabimas Kupaiwa) que la precedió con mucha antelación.

332
Es a esa creación lo que la Corona española denominaba como la fundación de una población, era por eso realizado
un Acto fundacional siguiendo un protocolo y un ceremonial cargado de simbolismos, porque lo que se estaba
realizando tenía el carácter de algo superior.
333
Cabimero es el término empleado para referirse coloquialmente a quien es nativo u oriundo de este pueblo,
cabimense es la voz adecuada para su gentilicio de un modo solemne u oficial, cabimidad es una alusión a las
características de su idiosincrasia, y cabimicidad indica lo que históricamente se propone realizar ese conglomerado
humano, es decir, es el nativo que se vincula al hecho de imaginar proyectos para transformar a su medio.
334
Quienes fueron los que fundaron al pueblo de Cabimas el 25 de diciembre del año 1817 cuando se trasladaron hasta
el sitio seleccionado, y estando allí procedieron a realizar los actos solemnes propios de ese acontecimiento de gran
relevancia histórica.
289

Una vez construida la población, es decir, una vez echada las bases de un pueblo, las
complejidades urbanas deben avanzar hacia la citadinización del medio, y ésta se logrará mediante
grandes adelantos, es allí donde entra el Proyecto histórico de 1837, el cual pretendía que desde
Maracaibo se impulsase -en todas esas parroquias de los cantones subalternos- importantes
transformaciones, mediante el traslado de actividades empresariales hacia estas costas, y no solo
la transferencia de capitales, sino también la inyección de población desde Maracaibo a todos
estos lugares bajo su jurisdicción político-territorial. Para lograr ese plan pensaba su propulsor, el
gobernador Romero, esas parroquias debían permutarse en espacios de agrado disponiendo de lo
básico de la vida civilizada. El incentivo para llevar a cabo este programa modernizador era la
existencia de ricos e inmensos recursos en todo el territorio de la cuenca del Lago de Maracaibo,
los cuales al ser puestos bajo explotación colocarían al puerto de Maracaibo como su capital en
una posición muy aventajada con respecto a otras provincias. Este es en sustancia el segundo
proyecto histórico que motiva y alienta a esas familias cabimenses a realizar mejoras cualitativas
en su población y en el territorio que está bajo su jurisdicción.

2. Ejecución del segundo proyecto histórico.

Para Cabimas el segundo proyecto histórico ya estaba en marcha desde antes de 1837, allí
ya se había abierto al público la judicatura y se había construido un nuevo templo -puesto que el
anterior había sido incendiado, incluyendo la casa del cura-, pero ahora bajo el impulso del
segundo proyecto histórico se emprendió con nuevas obras como su cárcel y su escuela, se
refaccionó su Camposanto, se tendió otro puente puesto que ya existía uno, y con esos adelantos
aparecieron los comerciantes y los habitantes que desempeñaban oficios variados, y de un modo
simultaneo a todo esto, se conformó un aparato burocrático creciente lo que revela el desarrollo
de la estructura política en el lugar. En ese sentido, en Cabimas se organizó a partir de la
Judicatura un cuerpo policial, y no tardó en formarse una milicia reunida en Compañía, y se
crearon Juntas vecinales dedicadas a orientar a la sociedad en torno a diferentes objetivos. Pero lo
más importante, es que bajo el impacto de ese medio urbano emergente se desarrolló una élite
local con figuración cantonal, provincial y nacional. Lejos quedaba aquella etapa en la cual
Cabimas era un simple partido de la parroquia La Rita, ahora, disputaba a La Rita la preeminencia
política ante la Villa de Altagracia. Cabimas asumía un papel histórico en la Provincia de
Maracaibo. Y esto lo podía hacer gracias al salto histórico que dio en 1816 al decidir «los
principales» de aquel poblamiento la construcción de una población en la medianía del territorio
ocupado en la franja de la costa, es decir, en el vecindario denominado La Rosa que pasa a ser la
cabecera de los demás vecindarios o caseríos diseminados por ese litoral, convirtiéndose La Rosa
en el núcleo político del poblamiento. Es allí donde se trazan las calles, se edifican las nuevas
casas, se deja el espacio para la plaza, se erige el templo, en una palabra, se lleva a cabo la obra de
construir un típico pueblo hispano-criollo como los que existían en el resto del continente
americano.
No sería desacertado decir que, con ese enorme logro de la fundación de la población de
Cabimas entre 1816 y 1818, este conglomerado humano inicia su historicidad, es decir, los hechos,
acontecimientos y eventos que se suscitan en este lugar a partir de esa fecha, tienen la calidad de
290

dejar una impronta histórica dentro del Cantón Altagracia y la Provincia de Maracaibo. Tanto es así
que incluso en sus tres primeros años de vida ya trascendía su existencia hasta la Real Audiencia
de Caracas, donde el obispo fundador dirimió contra el gobernador de la provincia el asunto
referido a quién correspondía reconocer formalmente esa fundación [335]. Y en los siguientes
años Cabimas se gana un espacio histórico en esta comarca participando en el conflicto del cual
dependía si Venezuela se emancipaba de España o si le seguía siendo fiel y leal. Ya establecida la
República, Cabimas obtendrá su judicatura y con tal adelanto, emprende la defensa de los
intereses locales ante Maracaibo, lo cual le lleva a adherirse al Proyecto histórico de 1837
expuesto por el gobernador Juan José Romero. Valga señalar a estas alturas de la exposición, que
la conciencia que adquieren los cabimenses de ese mundo que emerge es lo que les va a permitir
construir un futuro de un modo premeditado. Con esas metas relevantes en el pensamiento van a
incidir con su peso específico sobre el contexto histórico en el cual están inscritos.
Sin embargo, el cambio cualitativo que se proponía alcanzar con ese proyecto de escala
provincial no lo compartía toda la élite marabina, y quienes entre ellos se identificaban con él no
lo asumían en toda su magnitud. Esto originó que el proyecto no se convirtiera en un programa
político que debía ejecutarse y desarrollarse con absoluta prioridad. Maracaibo sólo respaldó a
estas parroquias con un presupuesto restringido. El caso de Cabimas ilustra muy bien esas
limitaciones, la gobernación atendió a esta parroquia cubriendo los sueldos del preceptor de la
escuela, del alcaide de la cárcel y del ecónomo del cementerio, también se dotó a la escuela, la
cárcel y el cementerio de aquellas cosas que permitían su funcionamiento, no obstante no
cubrieron los costos de la construcción de las casas donde funcionaron esas instituciones, ni
tampoco se cubrieron los gastos de la obra del Camposanto. En líneas generales fuera de estos
rubros fijos -sueldos y gastos varios-, la gobernación destinaba un fondo ocasional para la
realización de alguna obra, la cual por lo general se realizaba en la cabecera del cantón o bien se
creaba un fondo extraordinario para atender algún imprevisto, como podía ser la realización de la
refacción urgente de una obra pública deteriorada. De este modo el menguado apoyo monetario
que se otorgaba se restringía era a cooptar individuos a sueldo, para que éstos apoyaran a quienes
detentaban el poder en la provincia.
Todas esas partidas -sueldos y gastos varios- para atender las parroquias eran miserables,
el tribunal de Cabimas a veces no tenía ni papel, en cuanto a contribuir para la edificación de la
casa que iba a funcionar como la judicatura, la escuela, la cárcel, el cuartel o la construcción de un
puente, la participación de Maracaibo fue nula, todo corría por cuenta de los mismo vecinos de
Cabimas. Es ilustrativo de lo que se está señalando, cómo la refacción de la Iglesia en La Rita corrió
por años a cuenta de su Juez de Paz o cómo ni siquiera las lumbreras para la cárcel de Cabimas
fueron aportadas por Maracaibo. Los dos niños que se enviaron a Maracaibo a inocularse del virus
de la viruela debilitado, corrió a cuenta de los habitantes de Cabimas que cubrió ese gasto. Por
supuesto, había otros aspectos dónde no faltaba por parte de Maracaibo la atención expedita de
las necesidades, como es el caso de cubrir los sueldos de quienes ejercían la violencia legal, por

335
Las tres opciones eran: El Monarca, el Virrey y el Gobernador. Sobre este asunto en MEDINA, Carlos. Cabimas
Kupaiwa (350 a.C. - 1960), La Busaca Editorial, Maracaibo, 2011, se puede abundar.
291

ejemplo, el sueldo de los Capitanes de milicia [336]. Aspecto este último que nos ha de llevar -en
otro capítulo- a cuál era verdaderamente el papel que jugaba el Cantón Capital con respecto a los
cantones subalternos durante el período estudiado, y explicará también por qué el Cantón
Altagracia fue convertido en un cantón militar.
Mientras este ralentizado cambio se operaba en toda la provincia, en Maracaibo mientras
tanto se construían un ostentoso Palacio para la sede de la gobernación, y la élite marabina se
involucraba en «revoluciones» que traían la ruina para toda la cuenca del Lago de Maracaibo. Por
esa vía que tomaron los capitalinos, los informes que se elaboraban en los Cantones subalternos
sobre el estado en que se encontraba sus jurisdicciones daban noticia de que sus condiciones eran
deplorables. Con una irónica locución las autoridades de estos cantones describían la situación en
la que se encontraban, escribían en sus relaciones que estaban en un «estado triste», es decir,
todo lo contrario a un espacio de agrado. En esa situación la asimetría entre la ciudad capital y el
campo era cada vez más pronunciada, es decir, se marchaba en dirección inversa de la que se
pretendía alcanzar con el Proyecto histórico expuesto por el magistrado Romero. Esas asimetrías
frustraban la historicidad que se perseguía, porque la desproporción hace ilusoria la creación de
una región próspera -era el anhelo que subyacía en la propuesta de proyecto formulada por el
Gobernador de la provincia en el año de 1837- capaz de aprovechar los recursos del territorio para
crear un mercado interno, el cual al entrar en fase expansiva aprovechase sus ventajas para
incrementar un intercambio con las provincias vecinas, con otras regiones venezolanas y con el
exterior. Crear una región con las fuerzas internas no fue la culminación del Proyecto histórico de
1837. En tales circunstancias surgió un vacío económico que fue ocupado por «otro» proyecto
histórico, en este caso, ese proyecto sería de origen exógeno, porque los intereses que se verían
favorecidos con el modelo invasivo serían los de las grandes potencias del mundo Atlántico [337],
es decir, los Estados Unidos de Norteamérica y los países europeos que pondrían este territorio al
servicio de sus planes intercontinentales [338].

3. El «Otro» Proyecto histórico

Una vez que la guerra de Independencia concluye, Maracaibo como puerto caribeño se
convierte en un destino para las organizaciones mercantiles que se mueven en el mercado
internacional, es decir, en un objetivo para todos aquellos que durante la época colonial hispana

336
Además era excepción el empleo público que recibía un emolumento de la Gobernación, lo normal era que no tenían
ninguna asignación pecuniaria, de tal modo que ni los jueces de paz, ni el síndico, ni el secretario o los ministros de
policía recibían paga alguna.
337
Allí se operó la modernización de la producción industrial, se desarrolló la capacidad de transformar en mercancías a
todas las materias primas e insumos básicos importados desde todos los continentes del planeta, tal era la economía
mundo. El modernismo que se opera en Maracaibo, fue el del consumo, con el desarrollo de las lujosas tiendas de las
Casas Comerciales extranjeras y con la construcción de extravagantes edificaciones construidas con los parámetros de la
arquitectura europea, lo que le otorgaba la capital zuliana el aspecto de una ciudad mercantil, falacia, porque las
ciudades mercantiles verdaderas poseen un poderoso aparato productivo a su interior y en el entorno urbano de las
ciudades industriales con las cuales establecen una liga mercantil.
338
Esa historia del capital extranjero organizando el occidente de Venezuela para su expoliación, se puede tornar visible
cuando se lee desde esa perspectiva el libro “Maracaibo y su región histórica. El Circuito Agro exportador 1830 - 1860”
cuyo autor es Germán Cardozo Galué. En este capítulo se realiza esa lectura alterna de ese material.
292

mantenían un comercio clandestino con esta plaza [339]. Ahora libre de las restricciones de la
metrópoli española, los contrabandistas de otras nacionalidades podían trasladarse hasta este
puerto y residenciarse legalmente como comerciantes en la propia ciudad (como lo confirma con
datos concretos Cardozo Galué: p. 228) [340]. El propósito de este paso que están dando es el de
atender desde allí sus negocios, los cuales serían más rentables al eliminarse los costos del tráfico
que provocaban las rutas del comercio clandestino, donde debían usarse además de los
fondeaderos guajiros los de Coro, para efectuar a continuación un trasbordo a Curazao (id. 216).
Los mercaderes provenientes, por lo general, de las islas antillanas comenzarán a residenciarse en
esta capital a finales de la década de 1820 (Cardozo Galué: 181), es decir, en fecha muy temprana.
Ya para 1831 el número de extranjeros que se han radicado en Maracaibo son 61 individuos y para
1844 la cifra se eleva a 236 (id. 154, 224), aumento que nos indica de la existencia de un mercado
interno en esta parte del país que satisface las apetencias capitalistas de estos primeros
inmigrantes no hispánicos que se incorporan a esa estructura, y que paso a paso se apoderan de
ella desarrollando las tendencias de su conveniencia, las cuales iban en detrimento de las que no
les interesaba promover. Con esos intereses foráneos se da inicio a «otro» Proyecto histórico, el
de establecer una economía mundo [341].

3.1 Las Casas comerciales extranjeras:

Estos comerciantes advenedizos que se instalan en Maracaibo disponían a su favor, en sus


inicios, de la concentración de población que tenía la capital, ésta para el año de 1830 era de unos
16.000 habitantes (id. 147), tal número de habitantes creaba un modesto mercado, con la cualidad
de que el sector privilegiado de esta ciudad tenía un consumo suntuario, por otra parte, a este
puerto llegaban los propietarios de fortuna de toda la provincia a abastecerse, lo que redundaba
en beneficios para las tiendas y almacenes que funcionaban en la capital. Ese conglomerado
humano por otra parte irá en incremento, porque la población del Cantón Capital casi se duplicó
entre 1831 y 1839, en ese muy corto período Maracaibo pasó de 17.384 habitantes a 26.881
individuos. Este fenómeno demográfico no se vivió en los demás cantones, excepto en el Cantón
Zulia donde se replicó lo sucedido en el Cantón Maracaibo (id. 156) [342]. Otra jurisdicción de gran

339
Así lo informa en su importante obra el historiador Germán Cardozo Galué, Maracaibo y su región histórica. El
Circuito Agroexportador 1830 - 1860. EdiLuz, Maracaibo. 1991 (página: 192).
340
Estas referencias apuntan hacia el libro hito de la historiografía universitaria de Germán Cardozo Galué, quien con
ese trabajo marco un nuevo derrotero para escribir la historia marabina desde una perspectiva mercantil.
341
Maracaibo se convierte en un puerto más del Nodo Mercantil del Caribe, el cual responde a los intereses de las
grandes potencias atlánticas, en última instancia lo que se pretende con ese gigantesco nodo es transformar el
continente recién independizado en un hinterland que les brinde enormes beneficios económicos. Esta es la verdadera
perspectiva histórica, porque esta es la escala de la economía puesta en funcionamiento por esos aparatos productivos,
capaces de devorar todo lo que los circuitos agroexportadores les ofrecen en las diferentes latitudes del planeta. El
contexto histórico válido para historiar estas nuevas realidades es el Sistema Capitalista Mundial que se desenrolla con
un dinamismo incontenible.
342
Según Pedro Cunill Grau la población de esta región marabina ha quedado muy disminuida por la Guerra de la
Emancipación. En 1825 ha quedado solo un poblamiento de 29.161 habitantes que apenas aumentan a 33.026
habitantes en 1836. Este corto incremento en este lapso es expuesto por el Gobernador: “Es verdad que este resultado
es poco satisfactorio si atendemos las circunstancias de ser Maracaibo un país nuevo, de abundantes subsistencias y aún
sano si exceptuamos los lugares que carecen de cultivo; pero al mismo tiempo debemos conocer que su estado político
hasta ahora no había sido favorable a los adelantamientos en ningún género, y que no basta que el alimento sea fácil
293

atractivo en Venezuela lo fue el Centro-norte del país, donde las ciudades de Valencia, Maracay y
Caracas determinan el atractivo de dos puertos de cara al Mar Caribe, estos son Puerto Cabello y
el puerto de La Guaira, destinos que los inmigrantes provenientes de las Antillas preferirán al de
Maracaibo (id. 200). Entre quienes se radican en Maracaibo hay gente nacida en Amberes,
Manchester, Le Havre y Filadelfia (id. 154), es obvio que al provenir de Holanda, Inglaterra, Francia
y los Estados Unidos de Norteamérica ese hecho es una ventaja, porque les facilita la tarea de
importar mercancías de esas latitudes para colocarlas en Sudamérica. Pero no sólo traerán
manufacturas, consigo viene también un proyecto histórico para este territorio, proyecto que ya
venía tomando fuerza cuando se establecieron años atrás en las islas antillanas. Ese proyecto era
el de incorporar estos territorios de costa firme a los intereses expansivos de estas naciones
europeas o de la nación norteamericana, idea que se podrá materializar de una manera acelerada
al residenciarse en Sudamérica. Es así como arribarán a Maracaibo, porque saben que desde allí
podrán actuar con mayor eficacia para captar el poder de compra no sólo del marabino, sino
también el de los habitantes del interior de la Provincia de Maracaibo, pero principalmente, el del
mercado andino venezolano (Mérida, Táchira, Trujillo) y más allá de las fronteras venezolanas la
promisoria zona santandereana neogranadina (la cual se extiende desde la población de Pamplona
a la de Cúcuta). Un territorio tan extenso como ese bajo la mira solo tiene un propósito, elevar las
utilidades al aumentar los volúmenes de las manufacturas importados desde ultramar y, además,
lo que es más importante aún, el poder establecer contactos estrechos con los productores de
frutos (debe entenderse el término en sentido lato) que se pudiesen exportar hacia Europa o
Norteamérica, aspecto este último determinante para toda la operación económica. Con la vasta
experiencia mercantil que desarrollaron estos mercaderes durante dos siglos en el Caribe, saben
algo crucial, que el poder de compra de quienes viven en estos territorios depende de lo que estos
habitantes obtienen por sus exportaciones, de allí que la organización empresarial que canalizará
sus actividades en este puerto debe hacer puente entre ambos flujos. Lo que les lleva a fundar en
Maracaibo casas comerciales, vehículos de esa economía mundo que está emergiendo en las
nuevas relaciones internacionales, donde se entrecruzan los intereses de las potencias
industrializadas en una escala planetaria, elaborándose una red que atrapa en su entramado a las
economías de estos continentes, y es precisamente ese urdido entrecruzamiento la verdadera
naturaleza del proceso modernizador [343].

para la conservación aislada del individuo, cuando es insuficiente para la subsistencia común de las familias que es
donde toma su incremento a la población”. Y continúa Cunill Grau, señalando que en 1839 se cuenta solo con 33.832
habitantes que representan el 3,78 % de la población venezolana, excluyendo la población indígena guajira. En 1844 la
población zuliana sube a 43.455 habitantes, que representa el 3,56% de la población venezolana. Solo en este año la
región marabina recupera la población de de comienzos del siglo XIX. Este pequeño aumento de 9.613 habitantes en el
período 1839-1844 se debe a que se censan por vez primera 3.001 indígenas guajiros que viven reducidos en la
microregión criolla de Sinamaica y llegan 235 extranjeros (…) y alguna migración interior. En 1873 se evidencia una
mayor población con 88.498 habitantes, que incluyen a 29.263 indígenas guajiros. De esta manera, la población zuliana
(…) representando el 4,96% de la población venezolana. En 1881 la población del Estado Zulia ha ascendido a 73.174
habitantes y la del Territorio Guajira se estima en 33.864 indígenas (…) Esta totalidad de 107.038 habitantes ha
incrementado su participación (…) en 5,15% de la población venezolana (Cunill Grau: p. 1.190 y 1.191).
343
Se pretende ofrecer una imagen de la modernización como aquella que se proyecta en los grandes adelantos en
Europa o los Estados Unidos, ese intento es un gran equívoco, la era moderna propiamente dicha es la aparición,
desarrollo y auge sin precedentes de esa economía mundo, en el cual es crucial la incorporación de todos los
continentes en ese gran fenómeno histórico como es la acumulación de capital de forma ampliada.
294

Las Casas comerciales, al buscar captar los recursos del Occidente de Venezuela que se
pueden extraer por el puerto de Maracaibo, convierten al casco urbano de esta vieja ciudad
colonial en un nicho de compras moderno, el cual succiona todos los recursos exportables que se
producen en este territorio que se extiende más allá de las fronteras venezolanas. Esa economía
de extracción entrega un capital monetario a los productores de esta vasta jurisdicción, el cual
retorna a las cajas de estas empresas, cuando ellas proveen de mercancías manufacturadas en
Europa o en los Estados Unidos a los cosechadores o criadores que colocaron sus frutos en este
puerto para ser exportados. En ambas transacciones los propietarios de las Casas comerciales
reciben altos beneficios, sin haber invertido nada, a excepción, del valor que fue gastado para
adquirir un establecimiento inmobiliario donde funciona su almacén. La posesión de importantes
capitales que se acumularon a lo largo del tiempo con las prácticas de la piratería y la del
contrabando, es lo que coloca a los capitalistas de las Casas comerciales como rivales de las élites
marabinas, quienes labraron fortunas con la explotación de indígenas, esclavos y mestizos en sus
enormes latifundios productores de frutos, como el cacao en el siglo XVIII.
a) Legalización del contrabando
Ahora bien la ruptura con España dejó un vacío en la estructura económica, espacio que
fue ocupado por las potencias europeas. Para ocupar esos huecos el año de 1824 se gestionaron
tratados de navegación, mediante los cuales se legaliza el tráfico comercial de las distintas
potencias europeas con Venezuela, ese año y el siguiente Gran Bretaña resulta la más favorecida
por estos acuerdos (íd. 212), lo que permitirá a Inglaterra prevalecer en este mercado en la
primera mitad del siglo XIX (id. 213). Uno de los comerciante británicos el Teniente Frederick
Harris, amparado por esa labor metropolitana de conseguir prerrogativas para sus súbditos, se
mudó de la isla de Jamaica -donde era Teniente- a Maracaibo en 1824 y, después de participar en
sociedades mercantiles con otros ingleses en esta ciudad, funda su propia compañía. Frederick
Harris ya para 1841 había nombrado apoderado en Londres, para que ese representante suyo
desde allí manejara sus negocios en la Gran Bretaña, Irlanda y Europa en general (id. 213). Otra
firma británica que aprovechó esas condiciones que la metrópoli creó en estos territorios es la
firma Hutton y Mackay, quienes monopolizan para fines de los años 30 el comercio interior del
lago (id. 214). Hecho de innegable significado histórico, porque revela cómo estos grupos
provenientes del exterior pasan a controlar las actividades económicas que antes detentaba la
élite marabina en exclusiva. Con ese desplazamiento del nativo como protagonista de su espacio
histórico, empieza a ejecutarse en firme el «Otro» Proyecto histórico, que consiste en incorporar a
Maracaibo al mapa portulano de las potencias extranjeras como un punto de tránsito de sus
intereses internacionales, las Casas comerciales de capital extranjero serán la punta de lanza de
ese proyecto. El capital extranjero se constituirá en un modelo alterno para el crecimiento de la
economía en esta parte del país. El contrabandista se desdobló en respetable comerciante.

b) Aparición de un modelo alterno

En general, a todos los europeos y norteamericanos les resultaba sencillo su


desenvolvimiento dentro de este nuevo ámbito económico, el gobierno venezolano les dejaba
campear a sus anchas. Bajo esa sombra protectora podían realizar prácticas comerciales reñidas
295

con las prácticas convencionales, lo que provocó que fueron denunciadas esas Casas comerciales
extranjeras por los marabinos, bajo la acusación de que se dedican al tráfico de productos como
agiotistas, es decir, como acaparadores y especuladores, lo cual era cierto, puesto que sólo tres o
cuatro compradores de frutos monopolizaban este negocio de extracción de recursos (id.
228/230). Para ilustrar esa realidad basta con señalar que, para el año económico 1836-1837
habían ochenta y seis comerciantes que compraban las cosechas del interior, frutos que luego de
ser adquiridos introducían en Maracaibo, pues bien de ese grupo de 86 comerciantes, sólo seis de
ellos movilizaban el 43% de esos productos, estos fueron Laussat, Hutton-Mackay, Harris, Scott,
Gaivis, Blasini-Scott, y de estos seis sólo 3 de ellos introdujeron el 74% de los cueros de res. Se
podía decir, en base a esas cifras, que Harris, Laussat y el binomio de Hutton-Mackay han
establecido un dominio agiotista sobre el comercio (ídem), lo que es tanto como decir que habían
constituido un monopolio de las compras en el interior (monopsonio) y un monopolio de las
ventas hacia el exterior (monospolein). Esa meta no les era difícil alcanzar porque la industria
mercantil que existía en este puerto, consistía en almacenes, tiendas, bodegas, pulperías,
ventorrillos, botillerías, fondas, cafés, mesas, agencias de cobros, comisionistas del interior,
empresas de carretas y ventas de utensilios navales, dentro de los cuales sólo algunas eran
relevantes, las demás no tenían ningún peso (id. 146), siendo así lo que se les oponía o no estaba a
la escala de sus operaciones o no podía a corto o mediano plazo soportar su competencia. Y lo que
se les oponía era el modelo autóctono en formación, el cual quedó condenado a su frustración al
enfrentarse a esa organización monopólica y agiotista. Un modelo alterno empezaba a cobrar
forma, este era el modelo oligopólico controlado por el capital foráneo, el cual, se puede
denominar más bien con el término “agiotista” empleado por los marabinos de la época, del que
se puede derivar: un modelo agiotista invasor.
El monopolio ingles de la primera mitad del siglo XIX fue posible, porque los comerciantes
británicos cancelan impuestos preferenciales, lo que se traducirá en más bajos costos para sus
operaciones, lo que determina que ellos tengan ventajas para la conquista de este espacio
económico, ya que resultan más competitivos que sus rivales franceses, italianos u otros. En
consecuencia esas Casas comerciales británicas obtienen utilidades adicionales, adquiriendo por
esta vía un poder especial donde llegan a instalarse. Esas prerrogativas que les colocaron en
situación ventajosa frente a sus rivales se debió a la diplomacia británica, ésta actuó para lograr
con el gobierno de José Antonio Páez una política a favor de los intereses de sus connacionales,
actitud que le garantizo a cambio al presidente venezolano un apoyo externo a su régimen, lo que
explica en parte su larga permanencia en el poder. Ese privilegio concedido a los ingleses no fue
del agrado de mucha gente, llegando a trascender a las instancias políticas el rechazo a esa
política. La situación negativa provocada por esa penetración aquí en Venezuela se hizo notoria el
año de 1831, ese año el Gobernador de Mérida manifiesta al gobierno nacional que:
El extranjero aprovecha su condición de forastero para beneficiarse de todas las buenas
condiciones que ofrecen las leyes del país, pero cuando se trata de que deben asumir
algún deber o algunas cargas que son comunes a los venezolanos, entonces, alegan la
excepción porque son extranjeros (id. 223).
Ese modelo alterno -el exógeno- no sólo penetra el espacio económico marabino, aborda
también el espacio político de esta jurisdicción. Las Casas comerciales extranjeras absorbieron a
296

buena parte de los comerciantes nativos, les convirtieron en sus empleados o en sus voceros
políticos. El comerciante foráneo se desdobla en seudo representante de una potencia, la de su
país de origen, desde la cual se realiza una labor en las esferas de la diplomacia para crearles
condiciones favorables y de privilegio en este suelo, todo ese entramado forma parte del proceso
modernizador en marcha a escala planetaria.
c) Integrarse al nuevo modelo
La actividad comercial en Maracaibo, como práctica a realizarse en una tienda, fue
menospreciada tradicionalmente por el sector social de los acomodados, y aún para la segunda
década del siglo XIX esa actitud prevalecía aún entre sus acaudalados. En las estadísticas que ellos
llevaban a cabo de las actividades económicas que se ejercían en la ciudad capital, el ser tendero
era considerado al mismo nivel de quienes se dedicaban a navegar en el lago, es decir, un
desempeño que no otorgaba prestigio social. Dentro de esa concepción atávica dedicarse a la
industria mercantil no daba renombre, en cambio desempeñarse como abogado, médico o
boticario era sinónimo de persona influyente (íd. 220). Esto se explica, porque la sociedad
marabina en su expresión pensamental estaba varada en el estilo y modo de vida que privó
durante el régimen colonial, donde pertenecer a la nobleza era aspiración de los acomodados (id.
192). Para los principales de Maracaibo, quienes se dedicaban al comercio eran los que se ganaban
la vida vendiendo hamacas, mantas, cuerdas, almidón y otras cosas por el estilo que se producían
en Casigua, Trujillo, Mérida, Perijá y Valle de Upar. Ese tipo de mercancías servía de base al
comercio local y dedicarse a ese abastecimiento o a la venta de alimentos a los vecinos no
otorgaba status social, ni tampoco grandes fortunas (id. 145). Ellos soñaban con la época en la cual
sus padres, abuelos y tatarabuelos -grandes latifundistas, encomenderos y esclavistas- hicieron
riquezas abasteciendo de cacao al comercio que se establecía con Veracruz -México- por allá a
mediados del siglo XVIII (id. 181). Aquel también fue un Proyecto histórico exógeno, lo que
condenó a las poblaciones al peor atraso, porque sólo una grosera minoría se constituía en una
clase ilustrada y acaudalada. Bajo esa atmósfera arcaica, los capitalistas que arribaron de las islas
antillanas a este puerto, después de la Independencia, las cosas les resultaron muy fáciles, y
llegaron a monopolizar el comercio interior en breve tiempo, porque no se les oponía una clase
acomodada en bloque y con ambiciones mercantiles -con sus notables excepciones-.
Esa sociedad con ínfulas de nobleza tendrá que cambiar su mentalidad e intereses, para
adaptarse a las transformaciones que ocurrían con la economía atlántica, allende de los mares los
países se desarrollaban bajo el ímpetu de la Revolución Industrial. Aquellas sociedades lanzaban
hacia todos los continentes su ingente arsenal de mercancías y a su vez demandaban de forma
creciente alimentos, materias primas e insumos industriales. El comercio se torna gracias a esa
nueva dinámica de ida y venida, en una de las actividades de más vertiginoso crecimiento y, por
supuesto, debido a ello en una importante fuente de enriquecimiento. El comercio se convierte
en fuente de acumulación de capital, y el medio para lograrlo era precisamente el abrir casas
comerciales, esto es, tiendas, y así ser tendero pasó a ser una forma de convertirse en un Notable
de la ciudad. Bajo el efecto de demostración el marabino llegará a entender esta nueva realidad,
un Frederick Harris, un Hutton o un Mackay acaudalados les hace visible y evidente al capitalino
que allí está el futuro promisorio. Esto transforma las ciudades con un puerto en ciudades
297

porteñas [344], donde la actividad del muelle determina la nueva estructura socio-económica de la
ciudad. Tanto es así que los gobiernos convierten las aduanas de las ciudades portuarias en el
origen del Tesoro público [345] (id. 192). Y sus habitantes encuentran atractivo dedicarse al
comercio, porque el capitalismo comercial se yergue como una opción válida para los individuos
con caudales que aspiraban a labrar fortunas.
Bajo ese nuevo contexto histórico un grupo de comerciantes marabinos que habían
logrado, a pesar de todo, descollar en esa actividad, terminan por asociarse con uno que otro
comerciante extranjero, en otras palabras, su capital es absorbido por la Casa Comercial extranjera
para ser más exactos (id. 232). Situación que lleva a expresar a “los maracaiberos” de que sólo les
quedan dos opciones, una, dedicarse a la política, y la otra, degradarse a ser sus empleados (id.
141), en realidad tenían una tercera y la utilizan, esta consistía en casar a sus hijas con los agentes
del capital extranjero y con este paso venezolanizar al europeo y europeizar a sus familias. La
subordinación y asimilación de este actor social por parte del capital extranjero introduce un
cambio en la sociedad, dice Cardozo Galué: “Estos enlaces matrimoniales constituyeron la base
socio-económica y núcleo primario de la moderna élite marabina” (id. 231), élite que se ha de
identificar con los intereses de la burguesía foránea y el de sus países de origen, élite que se
europeíza en opinión del historiador Jorge Abelardo Ramos en su libro Historia de la nación
latinoamericana [346]. La élite moderna abandono la propuesta de fondo del proyecto histórico
de 1837 -proyecto de desarrollo endógeno- e intenta integrarse en este «Otro» proyecto histórico
de carácter exógeno. Para mantenerse dentro de la actividad económica algunos comerciantes
nativos se fusionaron entre 1837 y 1840 con los comerciantes extranjeros que están radicados en
Maracaibo (Cardozo Galué: íd. 232).
d) Un modelo dañino
Desde los tratados de navegación negociados en 1824 con las potencias extranjeras, hasta
el año de 1831 cuando el gobernador de la Provincia de Mérida se queja ante el gobierno nacional
de cómo se valían los extranjeros de su condición de no ser connacionales para sacar ventaja
sobre los comerciantes nativos, el sector de comercio en Maracaibo se ensancha y adquiere un
perfil cosmopolita por el origen de los propietarios de esas casas comerciales. Para el año de 1831
habían 61 comerciantes en Maracaibo, de ellos 32 eran extranjeros, el número y origen de estos
era: 1 de Hamburgo, 10 Dinamarca, 3 Escocia, 2 Inglaterra, 10 Estados Unidos de Norteamérica, 1
Marruecos, 3 Córcega, 3 Francia, 5 Italia, 1 Países Bajos, 1 Curazao. Este grupo foráneo adquirió el
control del comercio local y jurisdiccional -como lo establece el investigador Cardozo Galué- de
acuerdo a la proporción que indican esas cifras, es decir, un 61:32 (Cardozo Galué id. 222). El
grupo local de comerciantes queda rebasado por los advenedizos, y en este sentido pasan además

344
Disponer de un puerto era un apéndice para la Maracaibo tradicional, es decir, del muelle dependía la subsistencia de
su población, para la Maracaibo porteña, por lo contrario, toda la dinámica citadina giraba en torno al movimiento
económico y mercantil que se dinamizaba aceleradamente con las actividades del muelle, el puerto en este sentido se
convierte en el centro de su economía.
345
El presupuesto provincial tenía esa fuente por la principal, pero a la hora de gastarlo y/o invertirlo lo volcaban sobre
la ciudad capital y no así sobre la red de poblaciones de la provincia.
346
Empleamos la publicación de este autor correspondiente a Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011. Este autor será
citado ampliamente, así como se está haciendo con Cardozo Galué.
298

de ser los perjudicados por esa invasión de capital extranjero a ser sus subordinados, porque
dependerán del crédito que estos le concedan para poder abastecerse de mercancías. Pero no
sólo resultaron afectados los comerciantes nativos, era tal el surtido y variedad de las
importaciones que, en ese año de 1831 el gobernador de la Provincia de Maracaibo informó sobre
el perjuicio que estaban causando al sector productivo de la ciudad capital, es decir, el daño que
provocaban sobre quienes elaboraban o fabricaban manufacturas o artesanías en la propia
Maracaibo (componente clave del proyecto histórico de 1837 para crear un mercado capitalista
interno). De Trujillo también se reportaban quejas, pero allí incidía negativamente sobre los
productores agrícolas, porque ese comercio importador no sólo traía manufacturas, también traía
harina del exterior y la producción local no estaba en capacidad de competir en precios con esa
importación. Además de harina también se importaba manteca y aceites del extranjero, lo que
incide de manera directa y perjudicial en el productor del campo venezolano que se dedicaba a
esos rubros (id. 194).

De los 32 comerciantes nacidos en el exterior, 23 controlaban el comercio al por mayor


dentro de la ciudad y, además, el comercio exportador que era su más apreciado objetivo [347].
Eso lo logran sin tropiezos, porque les era muy fácil ponerse entre sí de acuerdo para reinar en
esta plaza de un modo oligopólico -para ejecutar con eficacia el agiotismo invasor- (íd. 222 y 223).
El modelo autóctono de la economía venezolana que funcionaba en estas provincias, recibió como
consecuencia de la actividad de ese capital extranjero fuertes golpes y perdió el control del
mercado, no pudiendo evitar los daños que producía entre sus productores y distribuidores el
proyecto exógeno. El modelo autóctono dentro de los nuevos parámetros, incluso aún cuando
pueda crecer en algunos rubros, es relativamente cada vez más pobre en relación al carácter
pletórico que adquiere el modelo extranjero, uno sube por las escaleras y el otro por el ascensor. Y
tal situación estructural determinó que el polo situado fuera del territorio nacional fuese el que
tomase las decisiones fundamentales de ese proceso económico, el cual mediante el fenómeno de
la acumulación de capital fortalece la condición de países potencia a las naciones originarias de las
Casas Comerciales extranjeras instaladas en Maracaibo. Ocurre, por tanto, un cambio profundo en
el espacio histórico que convierte en un eufemismo el postulado de la existencia de Maracaibo y
su región histórica, el cual ha calado profundamente por su contenido apologético. La realidad
descarnada es que en el espacio histórico el proyecto exógeno se imponía al proyecto endógeno,
el capital foráneo imponía, dominaba y subordinaba las fuerzas locales. Los países potencias
creaban regiones apéndices alrededor de todo el continente Sudamericano y una de ellas era ésta
ubicada en el Occidente de Venezuela.

e) Captura de todos los mecanismos económicos

Las Casas comerciales foráneas atraparon los mejores nichos económicos, entre estos,
aquellos que estaban en crecimiento y auge. En ese sentido, los beneficios que obtuvieron esos
comerciantes fueron crecientes, en el caso del café, ese movimiento ascendente es notorio: en el
año económico 1836-1837 movilizaron 2.682 cargas de café y sólo para el primer semestre del año

347
De este dependía de que sus países de origen rivalizaran con éxito con las otras potencias.
299

1851 lo transportado dejaba muy atrás la cifra anterior, porque esos seis meses se transportaron
27.712 cargas; esas cargas de café produjeron en los años económicos en moneda nacional los
siguientes montos: en el año económico de 1834-1835 unos 356.581 pesos, en el de 1850-1851
unos 816.274 pesos, en el de 1859-1860 unos 2.280.365 pesos, en el de 1864-1865 el record fue
de 1.076.891 pesos (id. 236). Pero no sólo era café, para el año de 1857 arrimaron para el puerto
de Maracaibo desde el interior para ser exportadas cueros de res, cacao y papelón, y ninguno de
esos productos escapaba del control de esos capitales provenientes del exterior (id. 144 y 145). La
economía de extracción encargada de esa absorción procuró organizar sus actividades bajo la
forma de un monospolein o un monopsonio, para poder maximizar las ganancias, de tal modo que
al adquirir importantes volúmenes del café pudieron dotarse de un capital cuantioso. Es allí en los
intersticios de esas prácticas monopólicas donde las Casas comerciales pueden trasmutar una
porción de esa acumulación monetaria de origen mercantil en capital financiero. Esa
transformación de capital comercial en capital bancario, coloca a las Casas comerciales en la
capacidad de contratar con anticipación la compra de las cosechas a los cultivadores, porque estos
plantadores trabajarán sus tierras con los créditos que ellos les extienden para la siembra, cultivo
y recolección (operación que se realizó sin fundar ningún banco). Además les venden las
maquinarias, herramientas, implementos y utensilios con los cuales llevan a cabo sus actividades
agrarias, obteniendo por esta otra vía otra forma de beneficio. Es así, entonces, como obtienen
intereses por préstamo de capital, ganancias por la venta de herramientas y, por si fuera aún poco,
cobran comisiones por el corretaje de las mercaderías, además, de los beneficios obtenidos por la
compra-venta del producto. Teniendo en sus manos todos los mecanismos económicos, colocan al
Occidente de Venezuela bajo la dinámica de su régimen económico y mercantil. Llegando incluso a
absorber a los marabinos que habían logrado descollar como comerciantes. La economía
marabina deja de existir, surge la economía mundo, y es en esta última escala donde el aparato
crítico debe interpretar los hechos, datos y fenómenos históricos de lo que en realidad ocurrió en
este territorio para aquella época. Maracaibo y su región histórica es una ilusión, es un
eufemismo, es una entelequia, la economía mundo ocupa este espacio europeizándolo en el
sentido más preciso de la expresión, porque los mecanismos económicos ahora quedaban en
manos de firmas con halo cosmopolita de un modo absoluto.

f) Perfeccionamiento del modelo

No obstante, esa “alianza” entre la élite marabina y los comerciantes británicos no era
incólume, el posicionamiento de los ingleses es desbancado por uno de sus rivales, y con ello la
élite marabina que se les había asociado también queda en desventaja. El capital británico que
había resultado el gran vencedor durante la primera fase de expansión por este territorio es
suplantado por el capital germánico. Y el nuevo monopolio resultó más eficaz en la organización
de este mercado. Ya para el año económico de 1850-1851 dos firmas alemanas se colocaron a la
par del principal comerciante británico en esta plaza y, además, desplazaron al resto de
comerciantes extranjeros que habían controlado la actividad mercantil con el interior de la región
marabina durante las décadas anteriores, circuito en el cual participaban comerciantes locales
como Telésforo Angulo, Manuel Aranguren y otros (id. 234). Sólo el italiano José A. Montovio
300

escapaba del encierro germánico (ídem). Para el año de 1854 las firmas alemanas ya asumían el
liderazgo del comercio en Maracaibo, y nuevas firmas de ese origen continuaron llegando a este
puerto donde establecieron un monopolio de la actividad comercial con un sello muy particular, la
disciplina prusiana. Ese monopolio lo ejercen, en especial, sobre el grano de café, organizando su
explotación desde el financiamiento de la cosecha hasta su colocación en los mercados europeos y
tal vez incluso en los norteamericanos. En ese ascenso absorbieron a los rivales locales, es decir, al
resto de los hijos de estas tierras, obteniendo de este modo el control absoluto del espacio
económico (id. 234 y 235). El ascenso de la producción del café y las expectativas de los precios
que suscitaba este producto en los mercados internacionales, incentivó esa segunda oleada de
agentes comerciales alemanes hacia el puerto de Maracaibo, lugar hacia donde se drenaba la
producción de ese grano de las áreas cafetaleras andinas venezolanas y alguna producción que se
daba en la misma Provincia de Maracaibo. El boom del café se ajustaba a las expectativas de
obtener ganancias extraordinarias, punto crucial de la actividad monopólica. En esa segunda etapa
los alemanes venían respaldados por las firmas de Hamburgo y Bremen, lo que explica el
inmediato control del circuito económico marabino-andino del cafeto, porque cuentan con un
respaldo financiero poderoso (id. 235 y 236).

g) Ascenso exportador hunde al comerciante nativo

Lo que originó esa caída del capital británico en Venezuela fue resultado del conflicto por
el poder político del país entre los Monagas y José Antonio Páez, con esa confrontación y su
desenlace ocurrió que muchos comerciantes británicos abandonaron el país. Como los ingleses le
extendieron auxilios a Páez en aquella confrontación el nuevo gobernante los echó a un lado, y el
vacío que dejaron en el espacio económico lo ocuparon los comerciantes alemanes, quienes
establecieron excelentes relaciones con el gobierno. En consecuencia las exportaciones hacia
Hamburgo aumentaron, en el año económico 1844-1845 los valores exportados fueron por el
orden de los 15.694 pesos, cifra que salto en el año económico de 1859-1860 a 265.803 pesos (id.
245). Los capitales que se movilizaron por la aduana se incrementaron, pasaron de 224.271 pesos
en el año económico de 1830-1831 a 522.844 pesos en el año económico de 1846-1847 (id. 247).
Por lo contrario, en lo que corresponde a los intereses de los comerciantes nativos, el
arribo de los germanos fue ruinoso, el número de almacenes, tiendas y bodegas decrece, si para el
año 1843 este tipo de negocio funcionaba en la ciudad con 46 locales, para el año 1854 se había
reducido a 26 comercios, en esos mismos años las pulperías pasaron de 35 a 19 y las agencias de
comisionistas de 5 a 1 (id. 147). Las Casas comerciales extranjeras eran pocas, pero más grandes,
más surtidas y con la última moda, esos comercios estaban abarrotados con manufacturas de los
países industrializados e incluso vendían muebles importados (id. 158). Maracaibo desde que
llegan esos comerciantes empieza a presentar una imagen de sucursal de las capitales europeas,
en esta ciudad en el año de 1842 se observan almacenes como el de “Pascual Casaux & Cía.” que
ofrece artículos franceses, o casas especializadas en un rubro como la “Tienda del Sombrero Rojo”
de Herman Cohen y Compañía (id. 168).
h) Ascenso importador arruina al sector productivo local
301

Con su arsenal de mercancías el capital internacional avasalla al modelo autóctono (la


producción de hamacas, mantas, cuerdas, almidón y otras cosas por el estilo que se producían en
Casigua, Trujillo, Mérida, Perijá y Valle de Upar formaba parte de ese modelo endógeno). Desde
muy temprano, ya en el año de 1832, se importaba de aquellos países que estaban en plena
efervescencia fabril más de 200 diversos géneros de mercancías, y esto provocó el abandono de
los talleres artesanales de Maracaibo (id. 208) y la pérdida de mercado de los productores de
Casigua, Trujillo, Mérida, Perijá y Valle de Upar -entre otros-. Es por esos años que el cofundador
del materialismo histórico Federico Engels allá en Alemania arriba a Bremen, precisamente para
completar su entrenamiento en el negocio de la carrera mercantil, para los efectos entra en una
firma comercial propiedad del cónsul Heinrich Leupold, quien se dedica a la exportación de
lencería alemana a América y a la importación de café y tabaco desde este continente, corría para
ese entonces el año de 1838 (John Green, Engels una vida revolucionaria: 42) [348].
Los avances que había alcanzado el sector comercial nativo son arrollados por esa
invasión de capitalistas foráneos, porque el movimiento de importación crecía año a año
dificultando a los de aquí su permanencia en el mercado. En el año 1830-1831 se importaba
224.403 pesos y para el año 1840-1841 ya andaba por los 537.695 pesos (Cardozo Galué: 206).
Todo esto, de paso, drena hacia el exterior la masa monetaria que se obtenía por concepto de
exportaciones, por ejemplo, en 1840-1841 se exportó 461.897 pesos y se importó 537.695 pesos.
Se pudiera decir que el consumo de los diversos géneros de mercancías que se traían del exterior,
provocó un dispendio derrochador en la compra de artículos de moda y objetos suntuarios dentro
de esta provincia, hecho que mantuvo el atraso del aparato productivo local y produjo el
indeseable efecto de déficit en la balanza de pagos (id. 195). Aún cuando en los Andes
venezolanos también incurrieron en ese mismo error, no obstante sí aprovecharon ese boom
exportador para invertir en algunas mejoras productivas, lo cual incidirá en el futuro de estas
provincias, ya que éstas se proyectarán sobre el acontecer histórico nacional con la toma del
poder central a finales del siglo XIX gracias a que las áreas cafeteras se habían modernizado en
alguna medida.
En conclusión, con las exportaciones e importaciones las Casas comerciales extranjeras
eliminan al rival local, entendiendo por rival local a las Casas comerciales nativas y los Talleres
manufactureros o Unidades productivas agrícolas de esta parte del país. En otras palabras los
agentes de esas potencias destruyen factores claves del Proyecto histórico endógeno que se había
materializado.
Pero no solo ese capital foráneo es una amenaza para los sectores productivos de la tierra
y para los comerciantes urbanos, también lo es para quienes habían logrado constituir un enorme
sector económico sobre las aguas del lago y sus litorales, es decir, un compacto conjunto
autóctono muy activo y muy dinámico de navegantes de todos los calibres que ejercen el
transporte y con ello todas las actividades conexas que impactan la estructura económica
endógena de un modo positivo. Ese sector que se formó durante un largo y sostenido proceso
histórico, para erigirse como una fortaleza en la vida de la provincia, el año de 1852 destapa algo
grave, denuncia públicamente de que se esté concibiendo la constitución de un monopolio, para a

348
Jhon Green. Engels una vida revolucionaria. Fondo Editorial Fundarte, Caracas. 2013.
302

un grupo económico poderoso con unos privilegios especiales para surcar las aguas del lago con
vapores, lo que sacaría de la competencia de ese nicho del mercado marítimo a un grueso sector
de navegantes y marinos de esta provincia y traería la ruina y el empobrecimiento de otras
actividades económicas similares y afines. Con el agravante y escandaloso precedente de que no
sean connacionales quienes reciben esos derechos del gobierno. Los que suscriben ese documento
se dirigen a los representantes del pueblo armados de argumentos contundentes:
Honorable Diputación Provincial.
Los que suscribimos propietarios de embarcaciones menores y navegantes de este lago
ante V.S. en uso de nuestros derechos y con la moderación acostumbrada,
representamos. Se nos ha informado que ante las cámaras legislativas en sus sesiones de
este año se ha solicitado y se discute el privilegio exclusivo de vapores para el ejercicio
de esta laguna, y que hay disposición para pretender lo mismo ante el cuerpo provincial.
Esta empresa, si por una parte puede ser de utilidad al progreso del país; por otra va a
producir porción de resultados de malas consecuencias (…)
(…) envuelven principios disolventes y medidas de atraso para algunos ramos de
industria local, entonces se hace indispensable y precisa la repulsa, porque no es justo,
equitativo ni económico que dispongan diques a los operarios internos por favorecer a
uno o pocos particulares, tal vez extraños (…) que les hagan mirar con indiferencia la
suerte del país.
La Provincia de Maracaibo es exclusivamente pecuaria y marinera; pues bien sabido es,
que ni contiene establecimientos manufactureros, ni puede desarrollar la agricultura
porque en donde esta podría hacerse que es en las costas; más rechazan toda voluntad
por ser mortíferas; en este supuesto que nadie puede negar, es palmaria y convincentes
que muy lejos de contribuir a el aniquilamiento de las industrias dominantes, debe
prestarse apoyo y protección para que la provincia no se arruine y quede reducida a la
inercia.
En el lago de Maracaibo hacen la navegación como seiscientas embarcaciones tal vez más
que menos, y en las cuales se ocupan como cinco o seis mil brazos que mantienen otras
tantas familias, las que multiplicadas por generaciones o descendencias vienen a
componer un número estupendo de personas, a quien les llega el pan, de la industria
marinera.
Este cúmulo de personas quedan en estado de inanición y molicie con el privilegio de
vapores, porque aún cuando los propietarios de las embarcaciones del lago les queda el
recurso de las importaciones de plátanos, ya se sabe de lo eventual de este fruto, cuales
son de ordinario sus ventas y que es lo que puede producir liquido al dueño (…) [Aquí el
documento entra a detallar las dificultades para obtener ganancias].
A la larga los propietarios tendrían que varar las embarcaciones porque anulada la
industria, es claro que no habría compradores; aquí reducidos a la vagancia (…) tendrían
que perecer con sus familias, especialmente en medio de las calamidades y miserias en
que nos vemos sumidos: pulularía el malestar y con él el desarrollo de los vicios, la
relajación de las costumbres y los ataques a la moral: Se perdería un gran capital en
aquellas mismas propiedades; pérdida que disminuiría el cuánto de la riqueza pública, y
se engendraría el rivalismo contra los mismos privilegiados, porque a nadie le puede ser
indiferente morir y ver morir por el lucro de un tercero que le está perjudicando y le
conduce a la más completa ruina.
Hay más señor, y es que la industria marinera proporciona la subsistencia de otra porción
de obreros, que quedarían en abyección, aniquilada que fuera la navegación del lago,
tales como los calafates, los carpinteros de ribera, los herreros, los veleros de marina y
otros gremios (…)
303

Por otra parte el privilegio de vapores conspiraría a dejar sin uso nuestras magníficas
maderas, el mene y otras materias que da el país que quedarían sin destino caducando (…)
Si alguna beneficencia puede traer el privilegio (…) que obliguen su concesión, es preciso
que éste no sea absoluto y que lleve las restricciones suficientes a evitar los males (…)
(…) que concilie nuestros intereses y les ponga al abrigo de los daños que puedan sufrir. Es
justicia y gracia que pedimos en Maracaibo dos de Noviembre de 1852.
[Firman entre otros] Ramón Romero, Vicente Barroso, José María Pérez, Pedro María
Cepeda … (AHZ, 1852: T. 8, l. 1).
Era la defensa de un nicho económico, donde el del país ejercía su industria. No estaban
despistados ni siguiendo un rumor, cinco años antes se había aprobado un decreto legislativo de
14 de mayo sobre navegación de vapores en los ríos Orinoco y Apure (AHZ, 1847: T. 2, f. 193), la
élite de ese sector de navegantes, entonces, no estaban descaminados, pisaban un terreno
invadido por el capital europeo y norteamericano que se tornaba movedizo para sus intereses. El
país le era arrebatado en nombre del progreso y la civilización, destruyendo la única vía para
realmente alcanzar esas dos grandes metas históricas como era la de fortalecer y proyectar a
quienes a través de los siglos habían construido una estructura económica propia. Un modelo que
empezaba a dar sus frutos y que iniciaba un proceso ascendente es dinamitado.
3.2 Economía de extracción
La captura de Maracaibo como centro de operaciones por parte del capital foráneo,
convirtió a esta ciudad en una isla más del mar Caribe, es decir, en un puerto más de las Antillas,
ese archipiélago no era otra cosa que una prolongación de Europa y los Estados Unidos como
cabeza de playa sobre este continente. El Caribe se transformó en un núcleo de la economía de
extracción [349] , economía que han ensamblado los países que marchan por los senderos de la
Revolución Industrial, instalándola en Asia, África y América Latina. El núcleo caribeño -centro
nodal- se organizó frente a esta fachada continental desde los tiempos de la hegemonía hispana, y
ahora en la época post independentista crece expandiéndose a las ciudades portuarias de tierra
firme [350]. Maracaibo como ciudad portuaria, dentro de ese complejo núcleo, queda en función
de un objetivo, y es que desde allí se penetre hacia el interior para buscar todo lo que sea
exportable, esto es, los frutos destinados a alimentar la voracidad de las fábricas instaladas en
Europa y en los Estados Unidos de Norteamérica, Maracaibo como ciudad se convierte en puerto
más de la ofensiva económica foránea en este continente.
El Caribe antillano es una zona estratégica, porque desde allí se dirige el tráfico hacia los
grandes centros industriales, eso se puede poner en práctica, porque en ese festón insular están
radicados los norteamericanos, ingleses, franceses, belgas, daneses, italianos y holandeses para
llevar a cabo esa ingente tarea de transportar la gigantesca carga de recursos que demanda la
revolución industrial en marcha en sus países de origen. El Caribe antillano como núcleo de la
economía de extracción se desarrolla como un gigantesco nodo mercantil, es decir, zona destinada
a capturar los recursos de este continente americano, para remitirlos a los centros fabriles de los
países potencia, y como zona de abastecimiento del continente sudamericano de mercaderías
349
Que es una de las dos caras del proceso modernizador, el cual lleva a cabo el capitalismo que va montado sobre las
espaldas de la Revolución Industrial, es decir, sobre los lomos de los obreros europeos.
350
La tendencia ahora es la de conquistar puertos, más no naciones, y tal comportamiento se extiende desde Cartagena
hasta Valparaíso.
304

elaboradas en los países industrializados, tal es la vasta operación que lleva acabo el sistema
capitalista a escala mundial. La economía de extracción funciona mediante el diseño de un modelo
agro-exportador y manufacturero importador -ambas vertientes son indesligables [351]-.
Sudamérica no se convierte en la periferia del capitalismo europeo, este subcontinente es más
bien incorporado al sistema capitalista global como parte esencial para su funcionamiento, es
parte imprescindible de la economía mundo [352]. No hay una periferia y un centro sino solo un
todo integrado e indesligable, el uno no existe sin el otro por exigencias del Capital. Y el Capital
adquiere diferentes y exóticas formas bajo esa mundialización.
El festón insular caribeño es un centro de venta de manufacturas de todos los orígenes y
como tal posee puertos ubicados de un modo estratégico, para prestar los servicios que requieren
los flujos mercantiles que se dirigen en múltiples direcciones. Dentro de ese enorme marco
geográfico, el occidente de Venezuela es puesto en la mira por ese gigantesco núcleo mercantil
caribeño, para ello se vale de ese nuevo puerto que ha incorporado como es Maracaibo. Bajo los
requerimientos que impone a la realidad el sistema capitalista asume dos vertientes, por una
ladera se implanta una economía de extracción en América, y por la otra vertiente, crece una
economía de procesamiento en Europa y Norteamérica. La Revolución industrial crea la economía
mundo con esas dos vertientes, sin la primera no funciona la segunda, son vinculantes entre sí.
Nada queda fuera del proceso capitalista, éste incorpora dentro de sí a todos los modos de
producción que encuentra en la otra vertiente del sistema mundo. Esa otra vertiente la vamos a
denominar como las economías del «desfiladero», porque allí perviven diferentes modos de
producción, y solo con gran dificultad podrán estas sociedades escalar esa pendiente y pasar a la
otra vertiente. Debido a esa disposición surgen las relaciones económicas complementarias entre
las potencias atlánticas y los países latinoamericanos. Este sistema es semejante a un cíclope, el
cual tiene por único ojo la lógica del capital que opera a sus anchas tanto bajo las formas del
capitalismo propiamente dicho como de cualquier otro modo de producción, de allí que los
incorpore a su cuerpo de una forma orgánica. El modernismo en el fondo es una monstrificación
(sobre el modernismo se recomienda “El estado Mágico” de Fernando Coronil Ímber, donde la
modernidad tiene una nueva lectura, es la que se utiliza en este estudio).

a) Las ganancias capitalistas de la economía mundo

La economía mundo que se crea tiene por base la obtención de ganancias capitalistas (este
es su código interno), y una vez alcanzado ese nivel de utilidades en base a la plusvalía, la idea es

351
La economía de extracción solo se puede mantener en el tiempo si se impide que el capital monetario se ahorre y
luego se invierta en el lugar donde se han absorbido los recursos, ese caudal de dinero debe ser recuperado para que no
sea usado como capital en el lugar, y de allí la función del modelo manufacturero importador como mecanismo de
supervivencia de la economía de extracción. En otras palabras hay que impedir que surja una economía regional que
desarrolle el mercado interior autóctono, y esto desde el punto de vista teórico hay que darle su lugar conveniente
dentro del análisis histórico.
352
No se emplea esta locución, economía-mundo, en alusión a un concepto elaborado por algunos teóricos como
Inmanuel Wallerstein de una extraordinaria riqueza teórica , el uso que se le da en este trabajo es el más simple: Es la
percepción de que se ha venido estructurando una economía que tiende a vincular a todo el planeta, lo cual conlleva a
que esa economía tiene por base material todos los modos de producción y todas las formaciones socio económicas que
mueven a los pueblos, donde cada una de esas partes se integra a las demás mediante relaciones necesarias que forman
un sistema global, de allí que forman un todo unido que se ha venido denominando como economía mundo.
305

mantenerlas y acrecentarlas a toda costa, porque de lo contrario el sistema económico entra en


crisis, ahora bien, de esa dinámica depende la acumulación creciente de capitales. Las ganancias
no sólo son obtenidas en la economía de procesamiento radicado en las potencias, donde en la
fábrica la generación de plusvalía del obrero se puede intensificar sin límite mediante el desarrollo
de las fuerzas productivas, sino también se obtienen en la economía de extracción, donde los
tratados comerciales establecidos por las repúblicas latinoamericanas con Inglaterra, por ejemplo,
tenían clausulas de preferencia, de tal modo que los beneficios obtenidos podían ser
incrementados por esa ruta no convencional y colocarse así a la altura de la que se consigue por
las vías del capital. Por otra parte, el capital foráneo con su alto desarrollo mercantil y con sus
relaciones intersectoriales complejas logra inclinar la balanza de beneficios a favor de las Casas
Comerciales, de tal modo que ese capital aquí invertido no ofrecía menos rendimientos de los que
hubiese obtenido de haber sido colocado en sus países de origen.
Lograr ese efecto no fue fácil, porque se trataba de que formas económicas rezagadas o
atrasadas desde el punto de vista de la rentabilidad fuesen equivalente en cuanto a los beneficios
que se obtienen en el ámbito europeo o estadounidense, lo cual es una hazaña histórica (tal es el
secreto del fenómeno de la modernización). Franceses, italianos, ingleses y alemanes se
abalanzaron sobre estos territorios abiertos a los capitales internacionales, para extraer de sus
jurisdicciones lo que demandaban los procesos fabriles de sus países de origen. En esa carrera
desenfrenada por apoderarse de los recursos exportables, sólo las empresas apoyadas por los
capitales particulares más cuantiosos, o mejor aún, respaldadas por grandes firmas europeas
podían sobrevivir, porque eran muchas las eventualidades negativas que iban surgiendo en la
marcha. Eliminar a los rivales era el camino para captar en su totalidad a los productores agrícolas
de nuestros países, y una vez que un rubro era dominado por un grupo, las ganancias que
percibían producto de ese monopolio, eran equivalentes a las obtenidas de la fuerza de trabajo
obrera en los países industrializados (allí está la clave para comprender muchas cosas acerca del
modernismo, más allá de su existencia superficial y/o banal). Uno de los mecanismos empleados,
por estos grupos, para alcanzar esa equivalencia era el de crear las condiciones que favorecen las
prácticas agiotistas.
b) Eliminación de rivales
Después que los ingleses disfrutaron de una posición ventajosa en Venezuela frente a los
rivales de otras naciones durante unas décadas, vinieron los alemanes aprovechando una
coyuntura política que se les presentó favorable. Los germanos disponían de una disciplina
prusiana para abordar esta invasión del mercado como si fuese una guerra de posiciones, ellos
ingresaron al puerto de Maracaibo y fueron tomando en la región una a una las plazas
económicas, y así llevaron a cabo con éxito una operación de gran envergadura. Porque cada
movimiento para avanzar tenía sus costos, puesto que debieron incurrir en gastos para rivalizar
con los comisionistas nativos y desplazarlos, para competir con los comerciantes maracaiberos y
quebrarlos o al menos colocarlos bajo su dependencia o asociación, otra de las plazas puestas en
la mira invasiva fue la del transporte lacustre. Para todo esto necesitaron de capitales, todo
implicaba poder cubrir unos gastos cuantiosos, pero no había problema, la banca europea estaba
otorgándoles su poderoso respaldo. Fuertes fueron los costos en que debieron incurrir para
306

arrebatarles mercados a las Casas comerciales europeas de otras nacionalidades instaladas en


Maracaibo, y entre los gastos en que debían incurrir para conseguir suplantarlos estaba, por
ejemplo, colocar sus mejores agentes en las áreas de producción ofreciendo nuevos términos en
las relaciones con los productores, lo cual tenía su precio. Todos esos gastos en que incurrieron
son una sumatoria de egresos que debieron aplicar en el campo de batalla, para construir la
estructura monopólica que finalmente resultó vencedora en esta contienda económica. Si no se
disponía de importantes capitales toda esa campaña militar no se podía librar con éxito, lejos
estaba de la capacidad económica de los marabinos de poder librar una operación de estas
magnitudes [353]. Pero los costos de una campaña inciden negativamente sobre las ganancias
extraordinarias, cuestión que ellos resuelven estimulando el incremento de la eficacia de los
agricultores locales, lo cual les permitirá aumentar el volumen de la extracción de recursos, al
lograr ese resultado pudieron posicionarse mejor frente a los rivales e incidir en los precios
mediante la manipulación del mercado. La economía de extracción se hizo funcionar con una
buena logística.

c) Revolución del transporte

El avance del desarrollo de las fuerzas productivas recayó sobre estos empresarios. Porque
a medida que avanzó el período 1824/1860 en los mares van circulando buques cada vez de mayor
calado, lo que hace más difícil el acceso por la barra del lago al puerto de Maracaibo, esta
dificultad obligo a utilizar de nuevo las rutas de trasbordo en barcos de menor eslora (como en
tiempos del contrabando), porque el cargamento salía del lago rumbo a un puerto intermedio, por
ejemplo, se dirigía a la Provincia de Coro, donde el puerto de La Vela recibía los productos y de allí
se remitían a Curazao, desde donde por fin salen hacia su destino final. Tal arbitrio vuelve a subir
los costos de flete, y estos egresos adicionales crea la tendencia negativa de reducir los montos de
las ganancias, sin embargo, ese impacto se contrarrestaba con los buques de mayor envergadura
presentes en Curazao, los cuales ofrecen la oportunidad de transportar cargas muy superiores,
llevando en sus bodegas lo que antes trasladaban varias naves menores.
Esa misma barrera a las ganancias se puede analizar desde otro ángulo: Cuando los buques
deben franquear la carga primero hasta las islas antillanas y de allí partir a Europa o a los Estados
Unidos de Norteamérica, tal itinerario elevaba los fletes, porque incidía en los costos que se
derivan por el tiempo invertido, si la duración del viaje se prolonga el costo se eleva y de nuevo el
volumen de la ganancia está amenazado, esto ocurre porque como ya es sabido no pueden salir
los productos directamente de Maracaibo a Europa por el obstáculo de la batimetría de la barra
del lago. Pero al desarrollarse vertiginosamente el transporte marítimo, en especial, el
norteamericano, empleando por una parte barcos de mayor tonelaje, estos no sólo tienen
bodegas más grandes sino que también son más rápidos, razón por la cual el tiempo de viaje se
reduce. Logrando de nuevo que las ganancias no sólo se mantuviesen sino que superasen sus
records. Algo más, también era más fácil conseguir naves de inmediato en el puerto de

353
El Estado prusiano formaba en su disciplina militar y obligatoria a los hijos de los empresarios, Jhon Green narra en su
libro las peripecias de Federico Engels dentro del ejército y en combate. Esto es muy interesante, porque es parte de la
formación de la burguesía alemana dentro de la doctrina militar prusiana que fue una de las más avanzadas de Europa.
307

desembarque, porque las flotas son cada vez más numerosas, lo cual incide en que el tiempo entre
descarga y reembarque se acorte. De este modo, puertos ya fuera del Caribe, como el de Nueva
York resultó muy eficaz, porque sus muelles bullían en barcos que partían con todos los destinos,
bien sea hacia los mismos Estados Unidos o hacia Europa. La posición estratégica de Nueva York
convenía a los intereses del capital internacional y era crucial para la estructura de la economía de
extracción implementada en este lado del hemisferio. La división internacional del trabajo le daba
una forma adecuada al uso del espacio que inauguraba esa economía mundo, así el mundo
surgente garantizó al sistema ganancias capitalistas en cualquier lugar del planeta. Todas las
potencias resultaban favorecidas con aquel puerto, y más los alemanes que no poseían colonias en
las Antillas. Daneses, franceses, españoles, norteamericanos, británicos, germanos e italianos se
movían por este mar caribeño como si fuese el mediterráneo europeo, las Antillas les pertenecían,
excepto Haití. Con el control del mar Caribe, entonces, no necesitaban ocupar la Tierra firme. Tales
son los aspectos de la economía mundo en estas latitudes, el Caribe ilustra muy bien esa realidad
histórica. El Caribe actuará como una locomotora, la cual con su poder de arrastre, permitirá
enganchar cada vez más vagones del continente Sudamericano.
d) La europeización de Maracaibo
Pero las ganancias, como ya se ha señalado con anterioridad, no sólo se logran por los
mecanismos del mercado y de los fenómenos monetarios, sino también, mediante las vías
políticas y diplomáticas, es decir, mediante los mecanismos extraeconómicos. Garantizar a las
Casas comerciales extranjeras las condiciones apropiadas para que obtuviesen los mayores
rendimientos fue la tarea clave de muchos gobiernos. Y esto que se acaba de decir es muy
importante, porque revela la jerarquización de valores que gobierna a la mentalidad de esa élite,
este grupo que orienta las acciones del gobierno no estaba dado a la tarea de defender los
intereses de los habitantes de su provincia. En nuestro caso, la élite marabina no asume la defensa
de los intereses de las poblaciones de las costas del lago, es decir, de parroquias como La Rita,
Lagunillas o Cabimas, su labor no era a favor del desarrollo de la Provincia de Maracaibo, lejos
estaban de tener en sus objetivos políticos el desarrollo de “las costas” del lago, lo único que
coadyuvan a realizar era la gran división internacional del trabajo donde avizoran una oportunidad
para su grupo (para llegar a esta conclusión debimos dar toda esta vuelta que estamos dando en
este capítulo). La élite marabina se pliega al Proyecto histórico exógeno, porque su avasalladora
presencia es una opción para su supervivencia como clase social, ese proyecto le ofrecía la
oportunidad de continuar detentando el poder político y con ello de acrecentar su fortuna
económica, por esa vía Páez se consolidó en el poder y la élite marabina obtuvo algunos nichos
económicos y sociales en el espacio histórico de su provincia. Lo que esperaba la economía mundo
de esta élite era que convirtieran el puerto de Maracaibo en una base del comercio internacional,
en otras palabras, fundar la Maracaibo porteña, como un eslabón más de la economía de
exportación, y una ciudad más del archipiélago del Caribe.

e) El paradigma de San Thomas

El Caribe se convertirá en el núcleo de todo ese tráfico multidireccional, y en el espacio


donde se construye ese nuevo andamiaje mercantil que motoriza la relación Europa-Sudamérica y
308

Estados Unidos-Sudamérica, una isla como San Thomas será clave en esas nuevas circunstancias.
Sin la presencia multinacional del Caribe no se puede concebir la rápida e inmediata restauración
de la economía de este continente recién devastado por la guerra independentista. El Caribe
antillano no sólo permitió librar ese conflicto bélico independentista -porque era el centro
abastecedor de armas y otros suministros bélicos para los patriotas (sin esa zona hubiese sido
imposible librar esa guerra emancipadora)-, sino que fue crucial para poner en marcha la
economía mundo, en la cual participan estos territorios como una de sus vertientes.
La zona Caribe-antillana se había convertido en una embajada económica multinacional.
La organización del comercio internacional bajo los ímpetus ocasionados por la Revolución
industrial va a requerir del consenso entre las grandes potencias para realizar operaciones
complejas, en las cuales los intercambios comerciales dejan de ser bilaterales, bajo el nuevo
modelo la obtención de los mejores precios van a trazar las líneas críticas del intercambio. En ese
nuevo andamiaje lo que era Nueva York para el Atlántico, San Thomas lo era para el Caribe, esta
isla antillana era la única posesión danesa en este mar, pero allí se alojaban los europeos de
distintas nacionalidades. San Thomas era como el Caribe pero a pequeña escala. Señala Cardozo
Galué que la situación de la isla de San Thomas era privilegiada en relación a Europa, por ejemplo,
la ciudad de Southampton quedaba sólo a escasos quince días de sus puertos, de San Thomas
salían cinco líneas de navegación que se dirigían hacia las otras Antillas y hacia Tierra Firme, lo que
la colocaba como el centro más importante para hacer negocios, desde allí y hacia allí circulan los
más disímiles productos y mercancías, y se originan diversidad de transacciones (Cardozo: id. 215).
En esta isla traficaban franceses, italianos, holandeses, suizos, cubanos, españoles, neogranadinos
y maracuchos (id. 227). De San Thomas salían embarcaciones menores para Venezuela con
bandera norteamericana y venezolana (id. 215). Los productos se dirigían hacia donde obtenían
los mejores precios, en el caso del café, cacao y cueros venezolanos las ofertas que desde
Alemania, Francia o los Estados Unidos se hacían determinaba ese destino, quedando al margen
incluso la Gran Bretaña si no acertaba con la curva de precios, esa era la línea crítica que trazaba el
nuevo modelo de hacer negocios, la economía mundo dejaba atrás los viejos imperialismos [354].
Todo esto nos indica que si bien las banderas de los buques eran de una nacionalidad, no
lo eran así sus bodegas que transportaban productos de diferentes orígenes y con distintos
destinos, sin esa liberación no hubiese sido posible mantener las ganancias capitalistas en ascenso.
El área Caribe antillana operó bajo ese fenómeno inédito, la apertura del Caribe como zona de
libre comercio ofreció un espacio transnacional. En la zona del Caribe-antillano funcionaba una
representación comercial del mundo atlántico, la economía mundo se resumía en ese espacio y el
funcionamiento de San Thomas ilustra muy bien el nuevo paradigma económico puesto en
marcha.
A esa zona configurada por las nuevas tendencias históricas se incorpora Maracaibo con su
europeización. La porteña Maracaibo se bretañizó en una primera etapa, los productos más
vendidos en la plaza de Maracaibo eran los ingleses, la cual literalmente fue inundada con
mercancías de ese origen (id. 217). En una etapa posterior la germanización se apoderará de esta
capital. Y en ambas nunca faltó la presencia de diferentes nacionalidades, unas europeas, otra

354
Continuaban existiendo los imperios, pero ahora actuaban bajo nuevos modelos de expoliación.
309

norteamericana e incluso sudamericana. La élite marabina era un peón en ese tablero de ajedrez
que se movía bajo las fuerzas decisivas de un proyecto histórico exógeno en vuelo (esta metáfora
desvela la cruda realidad histórica). Articularse con el exterior para satisfacer a aquellos países con
los frutos del país desarrolló una percepción de Europa como un modelo positivo, ésta trajo como
resultado el deseo de los marabinos de asumir semejanzas con todos los usos y costumbres de
aquellas latitudes que estuvieran al alcance de su capacidad de compra, Maracaibo se viste como
el europeo y se educa a la usanza europea [355].

f) La desarticulación y desmoronamiento de un proyecto endógeno

La ausencia de colonias alemanas en el Caribe sería un nuevo obstáculo para el monopolio


germano -segunda etapa de la invasión del capital foráneo en nuestro territorio-, no obstante la
presencia cada vez más avasalladora de los Estados Unidos de Norteamérica y el papel
determinante del puerto internacional de Nueva York acude en ayuda de los negocios germanos
aún cuando parezca paradójico. El eje Nueva York-Hamburgo se convierte en una antípoda que
dinamizará más el sistema capitalista mundial. Las casas comerciales alemanas establecidas en
Maracaibo tienen a su disposición ese amplio espectro de opciones que le otorga el puerto
neoyorquino, para ejecutar sus múltiples negocios. La economía mundo estaba estructurada para
el desenvolvimiento de quienes dominaban el Atlántico, la zona Caribe-antillano equilibró las
rivalidades entre esos dos polos ubicados en sus opuestos. Ese equilibrio consensuado garantizó el
incremento de las ganancias que se obtenían bajo la economía extractiva, beneficios que no sólo
impulsaban al capital comercial, sino que también nutría al capitalismo financiero con sus
excedentes de ganancias, el cual a finales del siglo XIX entroniza al capitalismo monopólico -que ya
configuraba diferentes escenarios- como la forma superior de organizar el capital, es decir, donde
el capital financiero pasa a encabezar y dirigir al capital industrial y al capital comercial.
Ante ese proceso histórico indetenible y arrollador, las ciudades porteñas que surgen en el
continente americano quedan supeditadas a la realización del «Otro» Proyecto histórico.
Maracaibo con sus fuerzas endógenas nativas será incapaz de construir una región capitalista que
la lleve a su engrandecimiento, como lo propuso el Proyecto histórico de 1837, el «Otro» Proyecto
histórico le imponía derroteros muy distintos. La inclusión de Maracaibo dentro del sistema
capitalista instaló en sus predios una economía extractiva, a partir de la cual se desarticulaban y
desmoronaban las fuerzas endógenas. Ese extravío afectará a toda la Provincia de Maracaibo, lo
cual en lo particular será nefasto para parroquias como Lagunillas, La Rita y Cabimas, así como
para la cabecera del Cantón Altagracia, esto es, la prócera Villa de Altagracia. Tal es la historia
aberrante que escribe el capital internacional en nuestras tierras.
El poco interés que pudieron haber tenido las élites marabinas por llevar el progreso,
bienestar y goces civilizatorios a las poblaciones de las costas de la bolsa lacustre con su enunciado
Proyecto histórico de 1837, se volatilizó con este gran viraje que impuso el Proyecto histórico
exógeno. El nuevo modelo de expoliación marcaba ahora la pauta, todo el interés económico
ahora se volcó exclusivamente sobre aquellos puertos del lago por donde salían productos

355
En Germán Cardozo Galué. Historia Zuliana, economía, política y vida intelectual en el siglo XIX. EdiLUZ, Maracaibo,
1998 se expone ese fenómeno. El marabino pretendía ser más europeo que los habitantes del Viejo Continente.
310

exportables, colocando las autoridades en esos muelles las oficinas de aduanas [356] -base fiscal
para el sostenimiento del Estado-. En otras palabras, los “Notables” de Maracaibo se emplearon a
sí mismos como la burocracia necesaria que hiciese funcionar ese circuito económico establecido a
escala internacional. Mientras las élites criollas y los sectores acomodados se supeditaban al
Proyecto histórico exógeno, abandonando las aspiraciones de constituir la Provincia de Maracaibo
en una región próspera, los agentes extranjeros por lo contrario resolvían los problemas
mercantiles complejos y arduos para mantenerse a la cabeza del proceso económico mundial,
escribiendo así la historia del nuevo capital internacional desde nuestras tierras. El protagonismo
se muda del universo venezolano al universo foráneo.

3.3 Frustración de la región marabina en un Mundo Nuevo:

El año de 1843 la ciudad de Maracaibo disponía de 46 locales donde funcionaban


almacenes, tiendas y bodegas, además contaba con 35 pulperías, 78 ventorrillos, 19 bateas de
géneros y comestibles, 5 boticas, 5 agencias de comisionistas y 1 agencia de cobros (id. 147). Ese
inventario muestra desde el punto de vista cuantitativo un sector comercial muy modesto. Si se
va hacia atrás en el tiempo se puede observar el aspecto cualitativo de ese sector de la economía,
para el año de 1832 había un total de 23 comerciantes repartidos en orden de importancia así:
Comerciantes mayoristas 4, Comisionistas de ultramar 1, Comisionistas del interior 6, Mercaderes
minoristas 5, Almacenes de víveres y quincallas 3. La característica de esa estructura es que las dos
primeras clasificaciones eran ocupadas por inmigrantes de ultramar (id. 221). Ese año de 1832
también se refiere que en Maracaibo existía 1 botica, 18 panaderías, 2 billares, 2 abogados, 3
escribanos, 2 médicos, 3 cirujanos, 22 destiladores de aguardiente, 12 pulperías, 51 ventorrilleros,
1 fonda (AHZ, 1853: T. 4, l. 7). Un año antes, 1831, en Maracaibo se registró un grupo de 32
personas que declararon dedicarse al comercio y sus nacionalidades eran muy variadas, incluía
alemanes, dinamarqueses, escoceses, ingleses, norteamericanos, marroquís, franceses, italianos,
escandinavos y curazoleños. De esos naturales de otros países, incluso algunos se establecieron en
Escuque, Mérida y Cúcuta. Toda esta información apunta a una incómoda realidad, el peso de los
comerciantes nativos de Maracaibo en relación al capital vinculado con la red comercial
internacional era exiguo. No obstante, tampoco era una nulidad el sector nativo, en el año de 1843
en el sector comercial instalado en Maracaibo se encuentran clasificados como de Primera Clase
en el registro de comercio sólo hay 2 y estos son extranjeros, en Segunda Clase sólo hay uno y es
foráneo, en Tercera Clase hay 1 y es extranjero; pero en Cuarta Clase hay 2 extranjeros y dos
nativos -uno de ellos es Manuel Aranguren-; en Quinta Clase hay 6 nativos y 5 extranjeros, y entre
los nativos está una mujer Petronila Parra; en Sexta Clase hay 3 nativos y un extranjero; en
Séptima Clase hay 16 nativos y 6 extranjeros; entre los Comisionistas todos son nativos y son
cinco; y hay un Agente mercantil quien es extranjero (id. 265 y 267). Para el año de 1854 en
Primera Clase son 4 extranjeros y un nativo, en Segunda Clase 4 extranjeros y 1 nativo; en Tercera
Clase 1 extranjero y 1 nativo; en Cuarta Clase 1 extranjero y 1 nativo; en Quinta Clase 2 nativos;

356
La Ceiba, por ejemplo, era la aduana para la salida de los productos de la Provincia de Trujillo y su ingreso en la
Provincia de Maracaibo. Los demás puertos no cumplían un papel relevante, y estos eran precisamente los de la
provincia marabina, es decir, puertos como los del Cantón Altagracia, que no tenían gran cosa que ofrecer a ese
mercado internacional, sin dejar de tener sus excepciones y sus respectivos efectos multiplicadores.
311

en Séptima Clase 1 extranjero y 1 nativo; en Octava Clase 1 extranjero; en Novena Clase 2


extranjeros y 1 nativo; en Décima Clase 4 nativos y 1 extranjero; Corredores mercantiles 2
extranjeros (id. 289). La realidad observada en esos datos es que la presencia de los nativos va
aumentando a medida que se desciende en la escala, y esto indica la existencia de un nicho que en
el espacio económico es aprovechado por la élite marabina, para posicionarse con algún “locus”
(lugar, punto, sitio) en aquel mercado foráneo que prospera en territorio venezolano. Para
mediados de siglo, pues, han escalado posiciones.
Otras cifras que aportan una perspectiva sobre el peso de los comerciantes extranjeros y
venezolanos en el sector comercio de la capital son las siguientes: Después de 1823 y hasta 1831
entran por Maracaibo 61 extranjeros que se van a dedicar al comercio, de estos 31 se radican en
Maracaibo, y ya para el año de 1844 los comerciantes extranjeros localizados en la Provincia de
Maracaibo se eleva a 236 individuos (id. 222/224). Al lado de ese lote de comerciantes foráneos
está el grupo de los comerciantes nativos, de ellos los que se pudiesen clasificar como relevantes
entre 1830 y 1842 -porque viajaban hasta Curazao e incluso hasta San Thomas en busca de
mercaderías y de créditos-, fueron los empresarios Aniceto Ochoa, Zenón Castillo, José Pérez, M.
Marchena, Pablo Pérez, Rafael Salas y el muy destacado Hilario Govea, es decir, un grupúsculo de
siete individuos. Frente a ese círculo privilegiado y estrecho se encontraba el poder de los
comerciantes extranjeros, quienes destacan porque poseían contactos en Europa, por ejemplo un
Frederick Harris contaba con agentes en Europa, o un Alexandre Boyer [357] fungía en Maracaibo
como representante de firmas europeas, y la mayoría de esos comerciantes no venezolanos
disponían de intermediarios en las Antillas, otro de ese grupo bastante numeroso que hoy nos
suena familiar es Alejandro D´Empaire. No todos eran europeos, entre estos fuereños había
comerciantes cubanos o neogranadinos radicados en Maracaibo, a este grupo le concedían
créditos en las Antillas para que hicieran sus operaciones (id. 227), es decir, estaban integrados a
esa red del comercio internacional que el capitalismo europeo y norteamericano urdía en el
mundo.
Desde las Antillas salían mercancías hacia nuestras costas en embarcaciones menores
tanto venezolanas como norteamericanas, ese era otro nicho económico aprovechado por los
maracuchos para su beneficio (id. 215), y entre los barcos transportadores más numerosos de
banderas estadounidenses, holandesas e inglesas, estaban incluidas también naves venezolanas
que en su mayoría hacían navegación de cabotaje (id. 202), lo cual pone de relieve la presencia
protagónica de un grupo marabino en estos tráficos.
Esa realidad multinacional era la de un Mundo Nuevo, era la economía mundo en
desarrollo, ese mundo en esta parte del planeta contó con una plataforma de operaciones casi
providencial, como era el complejo mercantil del Caribe antillano, plataforma que se amplió
geográficamente al instalarse en tierra firme los mercaderes europeos establecidos en las Antillas,
paso con el cual incorporaron los puertos venezolanos de Ciudad Bolívar, Barcelona, Cumaná, La
Guaira, Puerto Cabello, La Vela de Coro y Maracaibo a ese complejo multinacional caribeño-
antillano. Ese complejo mercantil cabeza de playa de Europa y los Estados Unidos era poseedor de
enormes ventajas, y determinó que los comerciantes foráneos pudiesen desarrollarse como

357
Entre los papeles que se han recogido para escribir este libro sobre Cabimas hay unos referidos a este personaje.
312

organizaciones monopólicas, y como consecuencia de ese hecho de gran trascendencia esto trajo
como ineluctable la absorción o supeditación de la élite marabina a sus intereses y por ende a su
proyecto histórico.
Los intereses de esos agentes comerciales de Europa o de Norteamérica era la de extraer
los recursos necesarios para el funcionamiento de la economía de sus países de origen y la de
crear un mercado mundial para sus productos exportables, no estaba en sus planes la
capitalización integral de Latinoamérica, de tal modo que el monopolio que se había entronizado
en la Maracaibo portuaria no está interesado en desarrollar “las costas” de esta cuenca lacustre,
sólo está centrado en extraer los productos estratégicos que allí se produzcan para el mercado
atlántico, es decir, aquellos que por su volumen, precios y costos resulten competitivos en ese
mercado y puedan rivalizar con los que se cultivan en otros lugares del planeta. Todo estos
asuntos de fondo lo entiende y lo internaliza la élite marabina, de allí que mantenga su política de
espaldas a las ideas del Proyecto histórico de 1837. Dentro de esa realidad, los monopolios sólo
apuntan hacia las áreas donde existan monocultivos bajo la modalidad de plantaciones a gran
escala o hacia áreas donde se concentren un numeroso contingente de productores especializados
en algún fruto, y no se interesa por aquellos lugares donde esa no sea la característica de su
aparato productivo. Los cantones de la Provincia de Maracaibo que podían interesar al capital
foráneo por disponer de algunos frutos exportables el año de 1838 eran: Maracaibo con algodón
(236.700 matas), plátanos (162.000 plantas) y ganado vacuno (27.938 cabezas); Perijá con cacao
(42.990 árboles), plátanos (148.430 matas) y ganado vacuno (17.342 cabezas); Zulia con cacao
(766.259 plantas), café (14.200 matas) y plátanos (1.339,500 plantas); Gibraltar con cacao (94.000
árboles), café (19.000 matas) y plátanos (746.250 plantas); y Altagracia con algodón (40.000
plantas), plátanos (5.300 plantas) y ganado vacuno (9.992 cabezas). En resumen la Provincia de
Maracaibo ofrecía algodón, plátanos, cacao, café y ganado vacuno a ese ámbito mercantil del
complejo Caribe-antillano, pero entre estos productos sólo eran descollantes el plátano y el
cacao, del primero existían por ese año de 1838 aproximadamente unos dos millones de matas de
plátanos en producción en la mayoría de esos cantones, pero en realidad solo el Cantón Zulia era
sobresaliente en ese rubro, en cuanto al cacao hay casi ochocientos mil árboles de cacao y éstos
están sembrados igualmente en el Cantón Zulia, lo cual nos trae por trágico resultado, que sólo un
cantón de la Provincia de Maracaibo reunía las condiciones ideales para la actividad económica
que requería el Mundo Nuevo -se podría añadir al Cantón Gibraltar a esa lista por su plantel de
cacao- (id. 54). No extraña nada que, después la Provincia de Maracaibo pase a denominarse
Estado Zulia por la celebridad del Cantón Zulia, su relevancia salva a esta provincia de una
situación anodina [358]. Algunos de esos excedentes, como plátanos y ganado, quedaban
circunscritos en las Antillas donde eran consumidos.
Para el año 1851 se agosta la oferta hacia ese Mundo Nuevo -el de la economía mundo- a
un producto, el café, el cual constituía el 77,63% del volumen de los frutos y géneros introducidos
en la aduana de Maracaibo, esas semillas provenían desde el Cantón Zulia -que participaba con
una muy modesta cuantía- y las provincias aledañas andinas donde las plantaciones arrojaban

358
Todo esto nos hace cavilar sobre la existencia muy tenue de una región en esta provincia. Lo cual hace imprescindible
el análisis histórico para descubrir las fuerzas subyacentes que crearon esa realidad indeseable. Los puertos de esta
provincia se redujeron a Maracaibo y San Carlos, los demás pertenecían a Trujillo, Mérida, Táchira y la Nueva Granada.
313

enormes cosechas, es decir, donde su producción tenía importancia internacional (id. 67), porque
era uno de los tres más importantes productores de ese rubro en Sudamérica, como lo reseña
Domingo Alberto Rangel en su prolífica obra sobre economía venezolana (los otros dos grandes
productores eran Brasil y Colombia). Las provincias andinas sí crearon un poderoso mercado de
alcance internacional, y esto las constituía en una región histórica como lo demostrará a finales de
ese siglo con su impacto sobre la realidad política nacional e internacional.
Como es obvio, el sector social favorecido por esa dinámica económica por allá en el año
1838, se reducía sólo a los grandes plantadores de plátano y cacao de Zulia y Gibraltar, quienes
capturan un altísimo porcentaje del total de los ingresos que generan las ventas de esos dos
productos (id. 55), y luego por la circa del año 1851 se reduce el beneficio sólo al Cantón Zulia,
porque el resto de ese fruto proviene de las provincias andinas y de la Nueva Granada (id. 67).
Reduciéndose así el papel histórico de la Provincia de Maracaibo dentro de ese cuadro en
expansión del comercio cafetalero. Por otra parte, como es obvio, esas remesas sólo van a
catapultar a los propietarios de esas plantaciones (de plátano, cacao, café), unidades de
producción que por lo general pertenecían al sector de los acomodados de Maracaibo -sus
propietarios eran vecinos de la capital y están residenciados en Maracaibo-, así que ese dinero no
se revertía sobre el cantón productor sino sobre la capital de la provincia. El impacto de todos esos
cambios gigantescos en la estructura económica internacional no era proclive a generar efectos
multiplicadores positivos y avasallantes en “las costas” de la Provincia de Maracaibo, es decir,
sobre San Carlos, Gibraltar, Bobures, Tomoporo, La Ceiba, Moporo, Lagunillas, Cabimas, La Rita y
los Puertos de Altagracia como conglomerados humanos, como realidad social y cultural. El papel
de Maracaibo estaba supeditado a la dinámica económica del complejo Caribe antillano y, en este
sentido, su función dentro de su propia provincia era la de optimizar la economía extractiva, papel
que desempeña a cabalidad al extender esa acción hasta las provincias andinas y el norte de
Santander en la Nueva Granada donde un aparato productivo creaba un mercado en expansión
que rebasaba las fronteras del Occidente de Venezuela, del área del Caribe y se catapultaba hasta
alcanzar las costas de los Estados Unidos y Europa. Esa fuerza llevará a los andinos al poder en
Venezuela y a confrontaciones con el capital internacional.
Nada apunta hacia el desarrollo capitalista integral de la Provincia de Maracaibo, siendo
esa la realidad, los cantones subalternos estaban no solamente aislados sino también
abandonados a su propia suerte [359], lo avances que hicieron los riteros, los altagracieños y los
cabimenses fue por un esfuerzo propio explotando algunos nichos de segunda o tercera categoría
del espacio económico que podían colocar para su beneficio. Hacia estas costas se mudaron
algunos marabinos para los cuales no se ofrecía ningún nicho económico en la capital, es así como
se trasladarán desde Maracaibo hacia Lagunillas, Cabimas y La Rita, por ejemplo, un Ramón
Romero, un Francisco Moreno y un Braulio Pulgar, llevando algunos capitales [360].
Uno de los espacios que aprovecha la economía de extracción es el portuario. La Ceiba el
año de 1851 registró el 44.65% de los géneros y frutos que se remitían a Maracaibo (id. 67). Otros

359
En el contexto histórico se encuentra la explicación de fondo del por qué la Provincia de Maracaibo está conformada
por parroquias aisladas y abandonadas, es decir, porque esta entidad político territorial luce desmoronada.
360
La Maracaibo porteña, resultado del proyecto histórico exógeno, produce el fenómeno de la migración de algunos
acomodados hacia “las costas”.
314

dos puertos, Los Cachos y la Horqueta, emergieron con ese movimiento mercantil, cada uno
maneja un 20% del total de los productos que recibe el puerto de Maracaibo, y otros dos puertos
se encargaban del exiguo resto del 13%, estos eran Gibraltar y Zulia. No obstante ninguno de esos
puertos transforma a su poblado en ciudad. Los clasificados como “los otros puertos” manejaban
solo un 2.47 % de la carga total (ídem). La Ceiba recibía la producción de las provincias de Trujillo y
Mérida, Los Cachos y La Horqueta que estaban en la ruta fluvial Zulia-Catatumbo drenaban lo
producido al Norte de Santander en la Nueva Granada; y lo generado en la Provincia del Táchira
impactó al puerto de San Carlos al sur del lago (id. 45). Ese tráfico tuvo algún impacto económico
estimulante sobre las poblaciones de “las costas”, lo cual explica en parte porque las economías de
esas localidades crecieron [361]. La Maracaibo porteña se encadenó con esos puertos menores en
algunas actividades y esto provocó un tráfico lacustre intenso que arrojó beneficios fricciónales -
de segunda y tercera categoría- a ese poblamiento litoral. Esa es parte importante de la
explicación de fondo del ascenso económico y social de algunas de estas poblaciones durante ese
siglo.

a) Incapacidad de la provincia para constituirse en una región capitalista integral

Otro factor que atenta contra la erección de una región es la demográfica. En el año de
1830 el Cantón Capital posee 25.558 habitantes, mientras los Cantones Subalternos oscilaban cada
uno entre 5.924 y 3.457 habitantes, hecho que trasciende a la riqueza o pobreza de la estructura
económica, porque el monto poblacional es una variable para la formación de un mercado, un
número alto de pobladores incide sobre la actividad comercial, porque comprende a los probables
compradores potenciales. Un modo de averiguar esa potencialidad de los habitantes como
probables consumidores mercantiles, es mediante el número de individuos que participan en los
procesos eleccionarios, porque para ser sufragante se requería como mínimo poseer una
propiedad que le produjese una renta anual de 50 pesos o tener una profesión u oficio que le
generase un ingreso de 100 pesos al año, o ser beneficiario de un sueldo de 150 pesos, es decir,
estos eran los habitantes que en teoría podían adquirir algunos bienes en el mercado por poseer
dinero. Quienes estaban dentro de esa categoría en el año de 1830 en el Cantón Capital eran
4.144 individuos, en Altagracia 763 individuos, en Perijá 492, en Gibraltar 282 y en Zulia 182 (id.
59). Montos poblacionales que restringían su comercio interno a ventorrillos. Es impactante
constatar, que los cantones en peores condiciones socioeconómicas para constituir un mercado
interno, eran precisamente los que destacaban por ser una significativa área productora de frutos
exportables, esto es, Zulia y Gibraltar, y allí debido a esa miseria no podía surgir un mercado, allí
no existía un mercado, allí no había consumidores mercantiles, en consecuencia, el atraso era su
estigma. En el polo distal estaba el Cantón Capital, allí sí existía una sociedad que había construido
en su espacio un mercado capitalista, es decir, allí existía un ámbito propicio para los adelantos de
la modernidad [362], porque allí estaban -y en buen número- quienes podían adquirir modas,
mercancía suntuaria, y por qué no, artículos útiles e inventos. Pero en realidad la situación era más
361
El modelo exógeno impulsó con su dinámica un crecimiento económico en “las costas”, Cabimas será una de las
beneficiadas, pero lejos estaba ese logro de lo que se pretendía alcanzar con el Proyecto Histórico endógeno del
gobernador Romero.
362
En su aspecto externo, superficial, mundano y frívolo.
315

grave, el mercado en general era muy precario, no todos los agricultores, criadores, comerciantes,
artesanos y navegantes obtenían un ingreso por encima del mínimo que establece el reglamento
del sufragio, esto es, entre 50 y 150 pesos. Esa minoría que obtenía ingresos superiores al mínimo
exigido para ser elector, son en realidad los que pueden ser considerados consumidores dentro de
un mercado capitalista, el resto de sufragantes sólo adquirían lo básico, eran pobres, aspecto que
se constata porque entre ellos estaban incluso una fracción de jornaleros y labradores (id. 60)
Muchos de los que sufragaban, en realidad, solo eran eventuales consumidores. En ese cuadro
social deprimente la mayoría eran los no sufragantes, es decir, los que estaban por debajo del
umbral de la pobreza, es decir, los miserables quienes subsistían empleando otros medios de
sobrevivencia.
La situación era crítica en los Cantones Subalternos, allí el grueso de la población no era
urbanita, de tal modo que el sufragante consumidor de modas, mercancías suntuarias, artículos
útiles e inventos eran sólo la excepción, en otras palabras, no todos eran vecinos principales, es
decir, la mayoría vivía en la parroquia pero no se residenciaba en la población propiamente dicha,
los que vivían en el pueblo y tenían en él un solar eran sólo los vecinos acomodados y estos por lo
general eran los que vivían en torno a la plaza o a la vera del Camino Real o las calles transversales.
Siendo esa la realidad provincial, el mercado capitalista de la Provincia de Maracaibo se reducía a
Maracaibo, y lo cierto es que solo allí existía un verdadero sector comercial propio del desarrollo
capitalista moderno. En cuanto a los cantones Perijá y Altagracia, las condiciones eran favorables
para la aparición de un sector comercial de muy bajo perfil, y en ese sentido con cierta capacidad
de incidir en el surgimiento de algunas actividades manufactureras y artesanales locales -y sin ese
sector productor citadino no existe tampoco un verdadero mercado capitalista [363]-. Los
comerciantes que predominan en estos cantones subalternos son los ventorrilleros, pero la baja
capacidad adquisitiva era tal que en estos cantones se hizo necesario que apareciera una Tercera
Clase en esa actividad, eran aquellos que tenían ventecillas catalogadas como frioleras, es decir,
unas ventas donde la ganancia obtenida no genera acumulación de capital, porque el ingreso que
genera solo sirve para completar lo que requiere el mínimo subsistencial de un grupo familiar.

b) La transformación capitalista del mundo

Maracaibo al poseer un débil sector productivo secundario en desarrollo, se convirtió en


un destino de la expansión europea, hacia ese puerto se dirigieron oleadas invasoras de distintos
orígenes. Desde una fecha muy temprana los británicos se empezaron a instalar en la ciudad para
inundarla con sus productos, otros países hacían lo mismo, es así como todos con una enorme
capacidad de oferta se disputan el control de los mercados, tanto aquí en el occidente de
Venezuela, como en todos los lugares apropiados a lo largo de todo el continente. En la Provincia
de Maracaibo arribó esa inmigración con ideas mercantiles, y la crónica que generan a lo largo del
siglo XIX es la del remplazo de unos Estados nacionales europeos -los viejos imperios- por otros
emergentes -las nuevas potencias-. En esta parte, el control del área pasó de por esa vía de los

363
El mercado capitalista está determinado por su espacio económico productivo, es decir, por la presencia de una zona
de actividad industrial, y no por su sector comercio, éste espacio mercantil se deriva de aquel.
316

españoles a los británicos, de éstos a los alemanes, y allí entre ambos empezaron a jugar un papel
Francia y los norteamericanos:
Después de 1824, la actividad comercial a través del puerto de Maracaibo fue en
permanente ascenso. Primero, en las décadas de 1820, 1830 y comienzos de los 40, bajo
el estímulo y control de británicos y norteamericanos, entre los más importantes; desde
finales de la década de los 40 y por el resto del siglo, bajo el creciente monopolio de las
firmas alemanas (Cardozo Galué: 192 y 193).
Ya en el segundo tercio del siglo XIX el 71% de las mercancías que entran al puerto de
Maracaibo provenían de Inglaterra, salían por el puerto de Liverpool y llegaban a las islas
antillanas donde eran recibidas en San Thomas, Jamaica y Curazao y de allí remitidas a la ciudad de
Maracaibo, (id. 208). Entre 1839 y 1840 se tiene registro de cómo los Estados Unidos de
Norteamérica seguían en orden de importancia a la Gran Bretaña, en este caso, su actividad se
desempeñaba desde los puertos de Boston, Baltimore, Filadelfia y Nueva York, desde dónde salían
los buques hacia el Caribe antillano y de allí una porción de aquellas mercancías proseguían con
destino a Maracaibo. En orden de importancia, después de estos dos colosos de la economía de la
producción fabril participaba Francia, país que desde los puertos de Nantes y Havre fletaban
cargamentos para ser entregados en la misma dirección Caribe-Maracaibo (Cardozo Galué: 209).
En sentido inverso Inglaterra, Estados Unidos y Francia -así como otros países europeos-
compraban en Maracaibo alimentos, insumos industriales y materias primas, que esta capital
ofrecía a las flotas con dirección Caribe-Europa y Caribe-Estados Unidos de Norteamérica. A
principios de la década de 1830 el mayor cliente era Inglaterra, pero a finales de esa misma década
será los Estados Unidos quien esté a la cabeza. Los puertos de destino entre 1839 y 1840 en los
Estados Unidos fueron Nueva York, Filadelfia, Boston, Baltimore y Charleston. De este modo
funciona un movimiento de importación y exportación, dónde Maracaibo abastece el mercado
atlántico con productos primarios, donde el café y el cacao predominaban, y en menor jerarquía el
algodón y los cueros de reses (id. 219). En el reflujo mercantil estas grandes potencias proveen a
este puerto del occidente del país con manufacturas e incluso alimentos. En esa circulación de
mercancías, estaban integradas también como destino final de los productos que salían el puerto
de Maracaibo las naciones insulares del Caribe, así como la Nueva Granada y más allá, México (id.
218).
Dentro de ese contexto, el de la transformación capitalista del mundo, el único cambio
que se operó en esta parte del país, fue la incorporación de Holanda a este negocio de extracción
de café del circuito agro-exportador que utilizaba a Maracaibo como punto de tránsito, con los
holandeses éste tráfico se centró en Curazao. De los buques mayores que zarpan del puerto de
Maracaibo hacia el exterior en el año económico 1851-1852, de un total de 108 barcos, 48 salían
rumbo a Curazao, llevando por destino final Holanda (id. 280, 282). El otro cambio que ocurre es
que los Estados Unidos de Norteamérica se consolidó como el principal proveedor de mercancías
manufacturadas para esta área de la América caribeña, por poseer ventajas comparativas
insuperables con respecto a Europa para acceder a este mercado eminentemente próximo (y una
capacidad productiva cada vez más alta), en este caso, el puerto que regía las nuevas relaciones de
exportación e importación hacia Venezuela era Nueva York, constituido en centro realizador de
plusvalía y encargado incluso de abastecer a Europa de los productos primarios extraídos por el
muelle de Maracaibo. Las exportaciones de Maracaibo salían hacia Nueva York y de allí eran
317

distribuidas a los puertos europeos (id. 249). En el año económico 1851-1852 partieron de
Maracaibo 22 buques mayores hacia Nueva York, entre 60 que iban a diferentes puntos de las
Antillas, EE.UU. y Europa, y los 48 que llevaban el itinerario Curazao-Holanda (id. 280). Europa y los
Estados Unidos estaban al frente del movimiento económico que impactaba desde el puerto de
Maracaibo hasta el puerto de San Faustino (puerto Neogranadino), pasando por La Horqueta, San
Carlos (ambos sobre el curso fluvial del Zulia-Catatumbo), La Ceiba y demás puertos menores,
entre ellos Cabimas -parte importante de ese tráfico atravesaba todo el lago sin detenerse en los
puertos menores-. Desde las ciudades portuarias más importantes de Europa y Norteamérica, en
consecuencia, se trazaban las estrategias más rentables para hacer funcionar con la máxima
eficacia la economía extractiva impuesta en «el desfiladero» [364].

c) Papel subsidiario del mercado marabino

Pero la situación económica de la Provincia de Maracaibo -y en general de Venezuela- en


la primera mitad del siglo XIX padecía de fallas, nuestro territorio como productor agrícola era de
baja competitividad, por lo contrario, las Antillas y el Sur de los Estados Unidos de Norteamérica
quienes estaban no sólo en capacidad de abastecer las demandas crecientes de productos del
mercado europeo, sino que además podían colocar su producción en aquel ámbito con más bajos
precios, en una palabra, eran altamente competitivos. Razón por la cual los efectos de esa
capacidad productiva se manifestaban de nuevo como un impacto negativo sobre esta Provincia
de Maracaibo (id. 193). De tal modo, que la demanda de productos en esta localidad tuvo esa
limitante, el papel que se le asignó en ese orden económico internacional fue el de sub-
abastecedor (id. 194). La inserción de Brasil, Colombia, Ecuador, México y algunos países de
Centroamérica en el comercio internacional se realizó con dificultad, porque tenían que competir
con las zonas productoras coloniales europeas en el Caribe y con las enormes plantaciones del sur
de los Estados Unidos, debido a esto -por ejemplo- el algodón producido por los sureños
estadounidenses y el azúcar elaborado en las islas antillanas estaban en clara ventaja con respecto
a los de América Latina. Pero como esas zonas de producción alta temían que ocurriese una
sobreproducción, por falta de prevención y poca cautela o bien por una caída imprevista de la
demanda en Europa, entonces, en defensa de los precios monopólicos (los que generan ganancias
extraordinarias) sembraban por debajo de su capacidad productiva total, y cuando la demanda les
excedía cubrían el déficit con compras eventuales en las distintas áreas productoras
latinoamericanas, era allí donde nuestros productores aprovechaban, por lo que se puede decir
que todo estaba racionalmente calculado (id. 193 y 194). Nuestra producción socorría en esos
casos el nivel de oferta, manteniéndose de este modo los mejores precios para el productor [365].
En el escenario planetario, tanto el Caribe, como el Asia y las colonias británicas producían a más
bajo costo que Venezuela, las cuales además gozaban de un arancel preferencial cuando
colocaban sus productos en Inglaterra (íd. 217). Visto este cuadro nada promisor, las condiciones
para hacer producir el campo en Venezuela exigía muchas iniciativas innovadoras y un esfuerzo
364
Los países o naciones de Asia, África y América Latina que ingresaban en la economía mundo impulsada por la
modernización quedaban en la vertiente del desfiladero, esto es, donde el ascenso económico es más dificultoso,
resbaladizo y frustrante.
365
Esto hizo de la siembra de caña de azúcar un gran negocio. Y las plantaciones se desarrollaron.
318

inversor fuera de lo común, ese sector de la economía estaba sembrado de dificultades, de allí que
un proyecto para desarrollar el campo no era cantar y coser, cultivar “las costas” no era tarea para
pusilánimes, de allí que muchos las juzgasen como una quimera. En vista a esas circunstancias
Maracaibo no invertía en su provincia, porque preguntaban a la opinión pública:
¿qué se hará? Cultivar las costas, nos contestarán. Ellas, respondemos, son el sepulcro de
cuantos lo intentan (id. 141).
Ante tal determinismo lo que se impuso fue un inmovilismo, y la Provincia de Maracaibo
quedó reducida a un relativo “estado triste”, bajo el cual sus habitantes y su territorio pueden
entrar en la fatal dialéctica del desmoronamiento.

d) El crecimiento capitalista arrastra hasta el último vagón

Queda establecido en lo que va expuesto que, las colonias europeas en las Antillas tenían
ventajas con respecto a Venezuela, y que ese hecho creaba condiciones para que en ese mundo
insular creciera la capacidad adquisitiva, de tal modo que ellos podían comprar ganado en pie y
provisiones en nuestra nación -como se ha señalado líneas arriba- (id. 217), y ese hecho fue
providencial, porque se convirtió en un aliciente positivo para los criadores y labradores de “las
costas” del lago en la Provincia de Maracaibo, es decir, para los criadores de ganado vacuno de
Cabimas, La Rita, Lagunillas, Siruma y la Villa de Altagracia [366], quienes conseguían allí un nicho
de ventas. Por otra parte, las provincias andinas, que quedaron bajo los efectos de esa economía
de extracción, pudieron volcar sus ahorros sobre sus campos, inversión mediante la cual
capitalizaron su medio rural. Una región de impronta caficultora demanda de maquinarias,
tendencia que alentaron los alemanes, para incentivar la producción y disminuir los costos en esa
región que les interesaba promover, porque estaba bajo su control. Para los efectos, los germanos
reducen las comisiones que los tachirenses, merideños o trujillanos debían pagar por el servicio
corretaje de su producto hacia los mercados compradores, esto lo hacían como una forma de
estímulo y como un medio de cooptación de cosecheros. Los alemanes con esa medida quitaron a
los productores cafetaleros el peso muerto del sector mercantil marabino sobre sus actividades,
los comisionistas de la capital buscaban cobrar comisiones cada vez más altas y ellos más bien las
rebajaban. Esa confrontación se revela en un Manifiesto que “Unos maracaiberos” dan a conocer
a la opinión pública de la capital, donde pretendían que se les restituyera esa prerrogativa de
expoliar al sector agrícola exportador andino, ese objetivo entraba en contradicción con la
necesidad de incrementar la producción, para ajustarse a la demanda externa en aumento y cada
vez más competitiva [367]. De allí que los alemanes se mantuvieron al frente del sector exportador
con una férrea organización monopólica de la actividad, y es mediante su intervención que la
mancha cafetalera se expande. Y no sólo se expanden los cafetos, también se expande la ambición
política de los andinos, en los Andes emerge el anhelo de conquistar Caracas para imponer otro
Tratado con las grandes potencias. Tarea difícil, porque primero debían erigir un Estado Nación -
tema que escapa del objetivo de este estudio- para poder tener el suficiente músculo para el
forcejeo con aquellos titanes de allende de los mares.

366
En otras palabras el Cantón Altagracia estaba bajo los efectos de fuerzas contrarias halando en distintas direcciones.
367
Brasil y Colombia eran los grandes rivales que tenían al frente las promisorias zonas de los cafetales venezolanos en
este rincón del mundo.
319

Ese adelanto económico de los Andes venezolanos aumentó la demanda de manufacturas


en Maracaibo, en consecuencia, el tráfico por el lago se hizo más intenso -favoreciendo a los
puertos ubicados en las costas del lago-, con ese hecho los efectos multiplicadores en la economía
se incrementaron, las compras subsidiarias de café crearon un auge inusitado, las demandas
internas del Caribe antillano se convirtieron en un incentivo constante, y fue así como el último
vagón se enganchó a la caravana del ferrocarril que echaba a andar la economía extractiva en esta
parte del planeta, eso sucede cuando se incorpora a ese movimiento mercantil a los criadores y
cultivadores de “las costas” (último vagón de aquella economía a escala). Cabimas, La Rita,
Altagracia y Lagunillas tendrán ciertos adelantos gracias a ese enganche, ocurriendo un
incremento de la percepción de las rentas de cada una de estas parroquias [368] y, ese aliento
insufla vida política a la élite marabina a jugar un papel histórico que los pueda mantener en el
poder y dentro de las esferas de la riqueza [369].
3.4 Reacción marabina tardía:
A principios de la década de 1840 los alemanes se hicieron presentes de manera
avasallante en esta parte del país, su influencia será creciente por el resto del siglo XIX y principios
del XX. Para el año de 1842 llegan a Maracaibo los primeros inmigrantes de esta nacionalidad,
quienes de allí en adelante escalarán rápidamente por el andamiaje económico de esta región del
país hasta adquirir una notoria prestancia en esta ciudad portuaria. Ya para el año económico
1843-1844 estarán ubicados en el “Registro de Patentes de Industria” como comerciantes de
primera clase y segunda clase, y como tal aportaban al Tesoro provincial por su Patente de
comercio 500, 400 y 300 pesos al año, según se les clasificase por el giro de capitales que
alcanzasen en ese ciclo económico, es decir, si éste se tasaba por el orden de los cien mil, ochenta
mil o cincuenta mil pesos (id. 233). A goteos como esos se reducía lo que beneficiaba de un modo
impositivo a la capital la presencia de esas Casas Comerciales foráneas, razón por la cual un sector
de los acomodados marabinos reaccionó exigiendo un nuevo trato, de esa actitud reivindicadora
surge un pasquín -un Manifiesto- donde se reflexiona sobre aquella situación de desplazamiento
que ha venido sufriendo la élite marabina en el espacio de las actividades económicas.

a) El Manifiesto expone la necesidad de capitalizar la Provincia

En Maracaibo el descontento que causaba la invasión alemana que ocupa todos los
intersticios de la economía se expresó mediante un Manifiesto redactado por “Unos
maracaiberos”. En ese documento público exigen un nuevo trato, donde primero exponen el
problema y luego entran a proponer salidas a sus exigencias, en el que pedían que se les reservase
un lugar en el espacio económico. La posición que asumen los maracaiberos manifestantes es que
se debe cambiar el relacionamiento con el capital extranjero, indicando en su exposición que en
vez de que “nos vengan cargados de trapos” -esa metáfora «trapos» representa a todas las

368
Esas son las fuerzas que explican, por qué en Cabimas el ingreso de rentas tuvo un ascenso en medio de tantos
factores dificultosos, por supuesto, también contó con una minoría calificada y una élite consciente de su papel
histórico.
369
Funciona una cadena de mando entre la capital y esta parroquia, la cual mantiene en el poder a un partido político y
a sus facciones.
320

mercancías manufacturadas que se importan por esta plaza de Maracaibo-: “Lo que necesitamos
es una inmigración (…) fabril (…) que teja nuestros algodones (…) que podríamos vender nosotros
mismos, sin duda más baratos (…) (id. 243). Dicho de otro modo, sus intenciones son que los
europeos o los estadounidenses inviertan sus capitales en actividades productivas en la ciudad de
Maracaibo, es decir, que instalen sus fábricas en nuestro propio suelo, dejando al nacido en estas
tierras la exclusividad de comerciar con esas manufacturas que ellos aquí produzcan (id. 241). En
la propuesta se ofrece al capital foráneo el territorio, para que se realice en él una inversión fabril,
dejando a cambio que el sector comercial pase a manos de los acaudalados locales, apareciendo
de este modo una economía capitalista integral en la provincia (producción-distribución-
consumo), en esencia, un desarrollo mixto (nacional-foráneo) mediante el cual se superaría el
atraso (interesante propuesta).

b) El Manifiesto expone una ruptura del modelo económico

Llegados a ese punto “los maracaiberos” se expresan en duros términos contra el Tratado
de Amistad, Navegación y Comercio que el gobierno acordó con esos capitales, lo comparan como
el que se pudiese celebrar entre un amo y un esclavo, dicen “Venezuela es el esclavo, el amo el
extranjero” y a continuación de un modo palmario exponen el fondo del asunto y muestran una
panorámica general de cómo perciben ellos la situación por la que atraviesan:

En la impotencia nosotros de establecernos en los países extranjeros y no teniendo


manufacturas que llevar ni buques que navegar, ni grandes capitales que invertir, hemos
cargados con todos los inconvenientes que experimenta el débil respecto del fuerte (…)
Decir en un tratado que nosotros ganaremos allá de los que ellos han gozados (…) acá (…)
es el sarcasmo de la igualdad (…) hemos cambiado de señor; y en vez de españoles (…)
somos (…) [ahora] colonos de los alemanes, que obligan al hijo del país a buscar en los
lugares más recónditos del interior una subsistencia que le es imposible conseguir en
ninguno de aquellos puntos en que el monopolio extranjero (…) han sentado sus reales y
escogido para su residencia (… …) y no se diga que traen capitales al país, porque
efectivamente lo que traen son ropas y artículos de lujo, con los cuales dicen nos vienen a
civilizar; pero en realidad no hacen otra cosa que corromper nuestras antiguas buenas
costumbres, y llevarse nuestros frutos que podríamos cambiar por efectivo dinero
fomentando con él la agricultura, y comprando útiles e inventos (id. 242).

Exponen la cruda realidad de una Provincia que no produce manufacturas, no tiene


medios de transporte trasatlánticos y no tiene capitales, condiciones objetivas que en opinión de
los manifestantes hace sarcástico lo que el Tratado dispone, como es la de ofrecer al venezolano
ventajas para que se instale en Europa y pueda transportar hasta allá sus manufacturas de un
modo preferencial y vender sin ninguna limitación sus mercancías en sus mercados, a cambio de
que se les ofrezca a los europeos esas mismas prerrogativas y privilegios para qué coloquen sus
mercancías en nuestro medio. Siendo así, razonan, lo que se está acordando es entregarles a ellos
esas ventajas sin nada a cambio, de lo que resulta, que al ofrecerles trato preferencial y total
libertad para que ellos comercien en nuestro territorio, ellos lo podrán abarcar todo, porque
disponen de todos los medios financieros, industriales y de transporte para establecer un
monopolio, dejando para el nativo de estas tierras solo los lugares más recónditos y perdidos de
nuestra geografía. En ese punto señalan que se han asentado en nuestras tierras como si fuese su
321

residencia, lo cual significa que el nativo ha quedado ahora como el extranjero en su propio suelo.
Y profundizando en el asunto concluyen con una claridad meridiana que es falso que traen
capitales al país, porque lo que hacen es llevarse nuestros recursos, que de ser transformados aquí
serían convertidos en capitales que se pudiesen invertir en la agricultura y en otras actividades
productivas (acertado análisis). A esta altura completan el cuadro de su propuesta global, la cual
consiste en capitalizar a la provincia mediante el desarrollo de tres sectores estructurales de la
economía como son la industria fabril, el comercio moderno y la agricultura competitiva, de tal
modo que “los trapos” se produzcan con un capitalismo regional en el que participa un sector
social foráneo y un sector nativo. En resumen el nuevo relacionamiento con el capital foráneo
tiene por finalidad desarrollar y modernizar la provincia -con los mismos parámetros que tiene el
proceso modernizador en las naciones potencia-, estableciéndose así un verdadero Tratado
equitativo y aboliendo la sarcástica igualdad del Tratado vigente que nos regresa al estado de la
esclavitud. En síntesis plantea la ruptura del modelo económico en vigencia y la construcción de
un nuevo modelo económico más justo. En otras palabras una nueva fuerza política entraba en
escena alimentada por las ideas nacionalistas.

c) Un paso adelante y tres pasos atrás

Pero no obstante ese plausible plan de crear una región agrícola poderosa orientada a
traer adelantos para todos los sectores de la economía, en otra parte del Manifiesto, se abandona
ese hermoso programa con el cual se ejercería la soberanía en función de la independencia
económica del país. Y al dar marcha atrás ofrecen a los grandes capitalistas de aquellas naciones
de ultramar nuestros suelos para que ellos los trabajen, es decir, para que exploten sus minas y
para que los cultiven, en otras palabras para que monopolicen el sector primario de la economía,
esto es, la minería y la agricultura, lo cual se sumaría al aparato industrial que ya se les había
ofrecido en exclusividad, es decir, el sector secundario. Pidiendo a cambio de esa bicoca que ellos
les traspasen a sus manos el comercio, esto es, una parte del sector terciario, es decir, el de las
Casas comerciales, el de tenderos, porque del transporte -que también pertenece a ese sector- ni
se habla. Y son muy explícitos en esa claudicación, dicen “Lo que realmente necesitamos es una
inmigración agricultora, minera, fabril, que cultive la tierra, que explote nuestras minas, que teja
nuestros algodones” (id. 243). En otras palabras, Ustedes encárguense de lo productivo,
encárguense de lo que se hace con trabajo, encárguense de lo que es arduo y difícil, y déjennos lo
que es fácil y cómodo. Y muy claro exponen esa fórmula en su Manifiesto cuando señalan “Ellos se
han absorbido las fuentes todas de industria fácil y productiva (…) por eso se ve nuestra pobre
juventud en la necesidad de emigrar, porque de fuera llegó quien de casa nos echó” (id. 141).
Entendiendo “los maracaiberos” por industria en ese texto, por supuesto, a la actividad mercantil,
y entendiendo por productivo, aquellas actividades donde se obtienen altos beneficios con muy
baja inversión, así pues “la industria fácil y productiva” era sencillamente el comercio generador
de enormes ganancias, porque la industria difícil y menos productiva -para sus mentalidades- era
la de realizar los socavones de la minería, labrar las tierras con métodos modernos y montar
complejas fábricas donde el algodón se transforma en textiles. Y esa forma de pensar era de
esperarse, porque estos “maracaiberos” eran los descendientes de una clase de ínfulas nobiliarias
322

que despreciaba el trabajo físico. En un órgano de prensa marabino, “La Mariposa”, del 14 de
junio de 1840 un articulista lo expresaba: “los blasonados inspiran a sus hijos para que tengan
horror por la producción de manufacturas” (id. 158). Además se equivocaban, la industria difícil -
las fábricas- es la que en realidad es la fuente de la riqueza capitalista, y quien la controle es el
dueño del porvenir, porque de ella deriva el capital financiero que creará los verdaderos
monopolios, donde irrumpirán las ganancias extraordinarias -ganancias por encima de la mediana
estadística- que permitirán transformar el mundo y con él crear una economía de gran escala.
Se dio, por lo tanto, un paso adelante y tres pasos atrás. Y esto ocurría porque existía un
total desinterés por desarrollar la provincia como un área productiva capitalista como obra propia.
La perspectiva comercial era lo único que motiva a los cuestionadores del estado de cosas, lo que
aspiraban era a desempeñar las actividades fáciles del comercio, lo que es lo mismo que la
obtención de utilidades y beneficios sin gran esfuerzo ni físico ni mental. La Maracaibo que esa
clase acomodada había erigido se caracterizaba por el bajo perfil de las actividades productivas
urbanas, no existía el propósito de elaborar artículos en esta capital o en sus cantones subalternos
para un mercado nacional o externo, esa no era la prioridad, los objetivos económicos que estas
élites se proponían en sus mentes nada tenía que ver con un proceso modernizador de fondo, el
pensamiento ilustrado y modernista propio de una economía procesadora sólo lo utilizaban como
un decorado para las tertulias de sus círculos sociales. No tenían la intención ni la voluntad de
operar una revolución en la producción de manufacturas o en la explotación con máquinas de las
minas o en el impulso de las actividades agrícolas con nuevos métodos [370], ni de darle prioridad
a las cosas útiles y a los inventos, lo único que aspiraban era a tener un lugar en el sector
comercial o de ser posible que éste quedase en sus manos en su totalidad, entregando a cambio a
los capitales extranjeros la oportunidad de invertir en “las costas” donde la agricultura, minas e
industrias manufactureras podrían prosperar, es decir, pretendían que el Proyecto histórico de
1837 lo desarrollasen los capitalistas de Europa o los Estados Unidos, para lograr por esta vía el
engrandecimiento de Maracaibo como plaza mercantil y el enriquecimiento de ellos como sus
gestores públicos. En su desesperación, pues, al verse expulsados de la economía en el que no
detentaban ningún nicho económico relevante, recurrieron al reservorio de la memoria y trajeron
a colación la propuesta de desarrollo para la provincia elaborada y redactada por el licenciado
Juan José Romero, con un pequeño cambio, europeizándolo, es decir, pasando la propuesta de ser
un proyecto endógeno a un proyecto exógeno.
Esa fue la propuesta pública que “los maracaiberos verdaderos” expusieron ante el capital
foráneo mediante un Manifiesto que circuló como un pasquín. Mientras tanto en las grandes
potencias atlánticas se operaba una poderosa revolución de las fuerzas productivas, la cual les
dotaba de un voluminoso arsenal de mercancías que les permitían en condiciones ventajosas
lanzarse a una expansión comercial por todo el planeta. Las Casas comerciales extranjeras eran el
resultado visible en nuestros países de la Revolución Industrial que se operaba en Europa y los
Estados Unidos, pretender que ese elemento estructural se entregase al sector social nativo era
del todo ingenuo, las Casas comerciales era el espacio donde se terminaba de objetivar la plusvalía

370
Esa élite sí surgirá con esos adelantos en la producción cañicultora al sur del lago como lo describe para finales del
siglo XIX y comienzos del siglo XX la historiadora Marisol Rodríguez Arrieta.
323

-al realizarse la mercancía se terminaba de obtener la ganancia creada en la fábrica mediante los
salarios-. No correspondía al Proyecto histórico exógeno entregar el eslabón crucial del
intercambio desigual -las Casas comerciales- a las élites de los países invadidos por sus agentes. Su
tarea era la de crear una «economía mundo» que incorporara al sistema capitalista a Asia, África y
América Latina, y esto demandaba la imposición de una economía extractiva en ese desfiladero,
dentro de la cual las Casas comerciales se encargarán de la articulación que vincule esa parte del
sistema con la otra vertiente donde iba a funcionar la economía productiva.

d) Degeneración del Manifiesto en panfleto político contra el gobierno

En definitiva esa élite después de tantos aspavientos y alharaca, lo que piden es que se les
entregue el sector comercial a cambio de enajenar todos los recursos provinciales -todo el
potencial de la región-, y reducen toda su indignación a una lastimera frase: “no abusen”, lo cual
desinfla al Manifiesto a un simple panfleto político dirigido contra el gobierno de turno. Ese
documento ni siquiera fue expuesto dando la cara y entregado con gallardía a la opinión pública
de la sociedad marabina, sino que se divulgo a través de una hoja volante anónima que se dirigía
de una manera vergonzosa a esa inmigración muy bien formada en el mundo empresarial europeo
con un término amarillista como “la turba alemana”, donde les exponían sin el menor rubor que
no estaban dispuestos a luchar, porque no podían ser una amenaza, sino sólo a mendigar un trato
menos injusto:
Queremos relaciones (…) las queremos y deseamos (…) carecemos de cañones con que
hacer valer (…) nuestros más claros deseos. Que ganen con su industria, enhorabuena,
pero no abusen de un tratado inconsulto, autorizado por un gobierno (…) indigno (id.
243).
Imploran que les dejen algún sitio en el espacio económico, para ser cuando más unos
tenderos que aprovechen en algo ese mercado dinámico y creciente que palpita en Maracaibo, en
síntesis, llaman a negociar un acuerdo que tan solo sea menos leonino. Se acusa al gobierno de
haber establecido un Tratado comercial a favor del capital foráneo, y se pretende presionar al
sector mercantil en manos de los alemanes a ceder con el chantaje de que se pueda producir un
motín en la ciudad, como el que se manifestó en Coro contra los judíos, hecho que se produjo el 4
de febrero de 1855 y que culminó con la expulsión de los comerciantes hebreos de aquella
Provincia (id. 238). Pero luego de proferir este actor social -los acomodados- semejante arbitrio de
violencia callejera -un motín- se arredra y les confiesan sin el menor pudor “carecemos de cañones
para hacer valer nuestros más claros deseos”. El asunto consistía en ganar terreno, “los
maracaiberos” defendían sus intereses, por ejemplo, como comisionistas, porque con esa
actividad antes lograban acumular pequeños capitales que les permitían mantenerse dentro de la
actividad comercial con fuerza propia, las comisiones las recibían de los cosecheros andinos, pero
con los alemanes esas comisiones se redujeron y de este modo, el comerciante local, dejó de
amasar esos pequeños capitales a expensas de los cultivadores de Trujillo, Mérida y Táchira. En
esas nuevas condiciones, los marabinos para emprender negocios en su propia tierra, pasaron a
solicitar el crédito para sus operaciones de los teutones, quienes de este modo utilizando los
mecanismos financieros podían regular sus movimientos e impedir que llegasen a descollar (id.
240 y 241). Los monopolios alemanes, dentro ese orden de ideas, estuvieron en capacidad de
324

manipular el mercado a su favor mediante una política de precios no sólo de los productos
exportables, sino también de las mercancías que introducían, y del mismo modo también
percibían pago de intereses por el dinero que prestaban y los créditos que concedían. El capital
foráneo se había apoderado de la estructura económica, y ésta bajo su control les rendía
beneficios extraordinarios. Antes de que el Capital financiero emergiese en Europa o los EE.UU.
entronizando los verdaderos monopolios a finales del siglo XIX, ya este preexistía de manera
temprana en nuestras latitudes. Los “maracaiberos verdaderos” resultaron por lo visto ser un
grupo dentro de la clase acomodada que hacía oposición al gobierno, y aspiraba el poder para
poder ascender económicamente. Lo único que estaban buscando era adherentes, ofreciendo
falazmente darle un vuelco a la situación en la que se encontraban.

e) Tres pasos atrás: políticos y asalariados

No sólo las Casas comerciales nacionales pasaron a depender de los alemanes, sino que
incluso algunas desaparecieron, lo mismo ocurrió con las inglesas y francesas (id. 244). De tal
modo que los autores del Manifiesto señalaban a la opinión pública de su tiempo que “los pobres
maracaiberos no hallan mejor ocupación, o se constituyen sus asalariados o se entregan a la
política” (id. 141). Esto confirma lo que se concluía en el ítem anterior. “Los pobres maracaiberos”
en su análisis evalúan como el puerto de Maracaibo sólo es un punto de tránsito entre el interior -
Trujillo, Mérida, San Cristóbal y Cúcuta- y los países de ultramar, además confiesan que no poseen
el músculo para desarrollar su propia provincia ya que no disponen de capitales para hacerlo, en
conclusión capitulan y sin el menor asomo de vergüenza ofrecen todo a cambio de que se les deje
un lugar en el espacio económico mercantil -dan tres pasos atrás-:
Maracaibo (…) no es ni ha sido otra cosa que un punto de tránsito por donde
precisamente pasan las producciones de algunas provincias del interior de Venezuela y de
Nueva granada (…) y (…) en este tráfico que es lo que se llama su comercio no tiene
intervención el hijo del país, ¿qué se hará? Cultivar las costas, nos contestarán. Ellas,
respondemos, son el sepulcro de cuantos lo intentan; para este cultivo se necesitan
capitales, y es allí donde efectivamente nos convendría que se invirtiesen los capitales
extranjeros (id. 141).
En otras palabras el Proyecto histórico exógeno había penetrado en la mentalidad de los
marabinos y se había posesionado de su intelecto dominándolo con la lógica del capital foráneo,
de este modo el desarrollo de la provincia no estaba ya ni remotamente en sus planes, su
jurisdicción territorial la colocaban y la ofrecían al capital foráneo, se declaraban públicamente
incapaces hasta para cultivar el campo, percibían “las costas” -como la Costa de las Cabimas- como
un sepulcro para sus caudales (lo mentalizado era la antípoda del proyecto exteriorizado por el
licenciado Juan José Romero). Y en cuanto al comercio no es nuestro comercio sino el comercio de
ellos, eso lo tenían claro, la circulación de mercancías no estaban en manos de los comerciantes
marabinos sino en manos de las Casas comerciales extranjeras. El Proyecto histórico de 1837
reconvertido en proyecto exógeno se convertía por la voluntad entreguista de estos
“maracaiberos verdaderos” en un nuevo proyecto de recolonización por parte de las grandes
potencias atlánticas, porque la conciencia de “los pobres maracaiberos” era que si el comercio ya
les pertenecía a los alemanes, entonces, la agricultura también les debía pertenecer, para que la
aduana de Maracaibo recibiese más frutos, lo que les reportaría a los maracuchos por derechos de
325

aduana ingresos por impuestos, dedicándose entonces ellos a la política que bastante bien la
conocían y, ¿por qué no? conseguir un buen empleo -un alto cargo- que nos puedan ofrecer a
cambio de un salario en sus Casas comerciales. En resumen, la entrega del comercio fue el primer
paso atrás, el segundo paso atrás fue la oferta de entregar la agricultura y la cría a aquellos, y el
tercer paso atrás fue la de solicitar ser al menos sus asalariados y sus políticos. La élite marabina
quedaba plegada por entero al Proyecto histórico exógeno al transigir en entregar al Capital
foráneo todas las fuentes de la riqueza, de ser el caso, a cambio de que se les permitiese fungir
como la élite rectora de la Provincia de Maracaibo.
En síntesis, el Manifiesto que en su trasfondo exponía un «Regrésennos la provincia» [371]
se redujo a una solicitud de «Déjennos algunos nichos e intersticios», mediante los cuales
adquiriremos fuerzas para mantenernos en el poder y ser sus eficaces políticos.
f) Sus políticos
La función de la política, de acuerdo a esa élite timorata, debía ser la de crearle las
condiciones favorables mínimas al capital internacional en esta parte de Venezuela, es decir,
ofrecerle una provincia estable y en paz, para que el gran imperio de la economía mundo que
estaba emergiendo pudiese incorporarla como una a los circuitos de la economía extractiva que le
tenía destinada. En un principio fallaron en ese cometido como lo comenta el historiador Cardozo
Galué:
Entre 1834 y 1835 -con motivo, primero, de las elecciones nacionales y luego durante la
“Revolución de las reformas”- se habían producido violentos y aún sangrientos encuentros
entre los dirigentes y sostenedores de uno y otro partido, seguidos por la destitución y
encarcelamiento de gobernadores y otras autoridades, que habían ameritado la
intervención militar directa del Ejecutivo Nacional para restablecer el orden (id. 190).
De no ser por la intervención de Caracas esta provincia hubiese sido descartada como
proveedora del mercado internacional, porque esos trastornos perjudicaban los intereses
comerciales de los extranjeros y de los marabinos -más a los segundos, porque los primeros
sacaban provecho de las revoluciones-. A partir de la intervención del Ejecutivo Nacional sobre
esta provincia y la recuperación a que esta conllevó, se tomó conciencia de la necesidad de un
entendimiento entre las dos facciones en pugna -el partido de los Tembleques y el partido de los
Campesinos-, el cual se concretó en el año 1840 mediante una Sociedad de la Unión que puso
término a la confrontación entre ambos partidos y su disolución por fusión, quedando así
liquidadas esas rencillas internas que ponían en peligro el normal funcionamiento de la sociedad
(id. 191 y 195). En el aspecto político los maracaiberos con ese logro desempeñaron su papel,
porque conciliaron los intereses y extinguieron las pugnas que perjudicaba ese sector económico
que emergía con fuerzas sin precedentes como era la actividad mercantil. La élite marabina salvo
distancias al comprender que la fuente que dinamizaba la economía quedaba ligada al crecimiento
del sector comercial, en consecuencia, el poder político debía favorecer esos intereses, lo que de
modo lacónico se traducía en que ellos como sector de poder local debían ser sus políticos.

371
La Provincia estaba ahora en manos del capital extranjero, pasaba a formar parte de la historia de la economía
mundo, historia económica escrita bajo la orientación que le daba los proyectos históricos que llevaban adelante la
realidad anglo-holandesa-francesa-italiana-alemana-norteamericana. Esta realidad no se puede ni se debe colocar bajo
la solapa, todo lo contrario, aún cuando esa verdad sea incómoda.
326

3.5 Producción de milicianos:

Con la “Revolución de las Reformas” se perturbó por completo la paz, solo la intervención
militar directa de Caracas restableció el orden. Ese mecanismo -el militar- se convirtió en el
principal garante de la estabilidad política. En tales circunstancias, la élite marabina se dedica a la
política y a jugar un papel militar en el proceso histórico de esta parte del país, las fuerzas militares
partían de Maracaibo hacia el interior -el Occidente del país- cada vez que se producía un
trastorno, el caso que mejor ilustra esta protagonización maracucha son las extensas y constantes
andanzas en las esferas políticas y militares del Coronel José Escolástico Andrade -personaje
nacido en la Villa de Altagracia- por esta geografía. En este sentido el Manifiesto fue totalmente
acertado cuando señala que a los maracaiberos no hallarán mejor ocupación que entregarse a la
política y a intervenir en revoluciones (id. 141). Y para los efectos se dedicaron a hacer levas de
hombres en los cantones subalternos, convirtiendo además al Cantón Altagracia en un cantón
militar. Con esa actividad organizadora de las milicias se fortalecen políticamente los acaudalados
en el poder, y entre el Cantón Capital y la cantera militar de milicianos del Cantón Altagracia se
establece una alianza histórica para detentar las esferas del gobierno provincial. La tarea de la élite
marabina fue la de mantener la estabilidad política en estos territorios para que el capital foráneo
pudiese realizar su proyecto de construir una región apéndice en el occidente de Venezuela, en
este caso, se requirió de ellos una nueva visión, visualizaron a los Cantones subalternos como
fuente de recursos militares, es decir, zonas de leva de hombres para el servicio de milicias y para
el ejército permanente, áreas donde se podían imponer empréstitos forzosos para financiar las
actividades militares en tiempos de conflictos, y espacios donde se podían conseguir
avituallamientos, bestias y armas para sofocar los factores de inestabilidad. Y para esa tarea
contaron con la participación de la élite del Cantón Altagracia como segundo al mando.
Es así como el Cantón Altagracia cobró importancia como bastión militar en la Provincia de
Maracaibo. Por otra parte, dentro de ese mismo orden de ideas, establecen alianzas con las élites
de esas poblaciones cantonales, para organizar las respectivas cadenas de mando. Basilio Borjas -
caudillo de Cabimas- fue uno de esos eslabones que militarizaron la vida provincial. Si existió en el
Occidente de Venezuela una región histórica, esta era de carácter sui generis, es decir, de
sustancia extraeconómica, porque era de carácter político-militar. Y si algo es un hecho histórico,
es que la élite marabina que fracasó en echar adelante una producción manufacturera propia o en
impulsar una agricultura que incorporase las tierras ociosas y fuese más productiva, no le ocurrió
así en la producción de milicianos, proliferan en los documentos históricos los legajos que recogen
esa intensa actividad organizada a un nivel de expoliación que solo se puede catalogar como
alucinante. Y este éxito se constituyó en una nueva rémora para la agricultura de “las costas”,
porque aún cuando lograban hacer crecer sus producciones, sin embargo, no crecían tanto como
era posible si hubiesen contado con mejores condiciones laborales. No se niega que la economía
crece, pero este crecimiento se encorva ante un techo que es bajo, porque es lento, con ingresos
aduaneros restringidos y un sector manufacturero de carácter retrógrado.

a) Crecimiento ralentizado
327

Cuando el Centro del País exporta 1.799.180 pesos en el año económico 1829-1830, la
Provincia de Maracaibo con las andinas y el Norte de Santander lo hace con 192.886 pesos. Sin
embargo esa exportación fue creciendo (excepción el año 1830-1831) de un modo sostenido, con
los siguientes resultados: en el año económico 1839-1840 lo exportado por el Centro del país
alcanzó el monto de 3.699.687 pesos y la Provincia de Maracaibo con las andinas y Norte de
Santander pasa de 346.000 en 1833-1834 a 356.000 en 1834-1835, dando un salto luego en el año
económico 1839-1840 de 676.010 pesos. Cifras que nos indican como el arco Puerto Cabello,
Valencia, Maracay, Caracas, La Guaira (Centro del país) supera abiertamente el extenso eje
Pamplona, Cúcuta, San Cristóbal, Mérida, Trujillo y Maracaibo durante este período (id. 260). El
impacto en la estructura económica en el Centro del país de esos capitales en movimiento fue más
transformadora que en el Occidente del país, debido a que el área geográfica está allí más
concentrada por la cercanía entre esas poblaciones en aquel territorio, por lo contrario en el eje
Cúcuta-Maracaibo el impacto de esos capitales se reducía por la vasta extensión territorial del
área productiva y por que el monto de capitales obtenidos por las exportaciones eran cinco veces
menores que los obtenidos por la oligarquía del Centro del país (id. 260). Siendo esta la realidad, la
incidencia positiva de ese movimiento de capitales sobre las poblaciones de su territorio fue
menor al Occidente de Venezuela que en el Centro-Norte del país. No obstante más adelante la
producción andina remonta a nuevos records productivos y la distancia se acorta e incluso llega a
superar a la del Centro-norte de Venezuela. Pero Maracaibo no se transformó tanto como era
deseable y la Provincia de Maracaibo sufrió las consecuencias, de lo que se puede concluir que las
oportunidades de acumulación de capital para los acomodados maracuchos eran limitadas dentro
de esas complejidades.

b) Una economía de aduana restringida

La gran falla del Proyecto histórico de 1837, que tenía por meta transformar la provincia
en un espacio donde la empresa capitalista sentará la base material para la erección de una región
histórica, era la carencia de una fuente de financiación relevante. Si bien el puerto de Maracaibo
ya desde ese año era frecuentado por buques mercantes provenientes de los países potencia de la
época, lo que estos navíos desembarcaban en su muelle iba en buena parte destinado a abastecer
el norte de Santander, teniendo por centro de ese radio de acción a la ciudad de Cúcuta, donde las
recuas de bestias traían cargas con productos de esa área productiva destinadas a llegar a
Maracaibo mediante un último trayecto de carácter lacustre, mercaderías que llenarían las
bodegas de los mismo buques preparados para transportar alimentos, materias primas e insumos
industriales que satisfarían las necesidades de la Revolución Industrial que transformaba tanto al
Viejo Continente como a los Estados Unidos de Norteamérica, ahora bien, lo característico e
irónico es que ese importante tráfico que se acaba de describir no cancelaba derechos de aduana
en Maracaibo, razón por la cual el Proyecto histórico de 1837 no contaba con los recursos
suficientes para su realización, porque lo que ingresaba por aduana era sólo lo del tráfico interior
del lago de Maracaibo, el cual era de mucho menor alcance de financiación. Ni siquiera la misma
Maracaibo podía ser transformada como lo deseaba y lo anhelaba la élite marabina con esos
ingresos tan limitados (id. 180 y 181).
328

Además, los ingresos obtenidos en la Provincia de Maracaibo y acumulados en su capital


iban a dar también una parte al Tesoro Nacional, donde eran destinados a pagar los compromisos
de la deuda externa que se contrajo con la Gran Bretaña con motivo a sostener la guerra de
Independencia (id. 230). Bajo esas condiciones, todo lo proyectado para dotar de obras de
infraestructuras de importancia provincial que sirviese, por un lado, para mancomunar los
cantones y, por el otro, proyectar esta jurisdicción fuera de sus límites territoriales, no se llevó a su
materialización, lo que hubiera significado la construcción de una fuerte región que halase como
una locomotora a todo el Occidente de Venezuela. Venezuela se había quitado el yugo de una
potencia en decadencia -España- y entraba de inmediato en una relación directa y abierta en el
ámbito de los intereses de las potencias industrializadas en fuerte despegue, las cuales
demandaban de buenos puertos en todo el mundo para poder llevar a cabo el movimiento de la
expansión comercial europea y estadounidense. La consecuencia de esa necesidad del sistema
capitalista impulsado por la revolución industrial es que el objetivo local, entonces, ya en 1836 era
la reconstrucción del muelle de Maracaibo (id. 144), para dinamizar la actividad del puerto que era
el único activo generador de expectativas, el muelle es un hecho que se concreta el año de 1840.
Esa fue la única obra relacionada con la actividad económica que se llevó a conclusión a principio
de la república en esta parte del país, el último contrato que se firmó para la realización de esa
ambiciosa empresa tuvo por monto 16.000 pesos (id. 195), monto muy importante, lo que
demuestra cómo era concebida esa obra como de urgente prioridad [372], puesto que de ella
dependía el estatus de vida de los acomodados de esta ciudad. Maracaibo se convierte en una
urbe porteña y con ello en el tercer puerto después de La Guaira y Puerto Cabello. La élite
marabina tuvo claro ese objetivo aduanal y, en función de ese propósito dio prioridad a esa obra
de infraestructura, la cual garantizó que salvase distancias con respecto a La Guaira y Puerto
Cabello. Esa obra permitió la porteñización de Maracaibo, y con ello su inclusión en el mapa
portulano de la economía mundo que estructuraba el Proyecto histórico exógeno. Ese logro fue
histórico para ese sector social que luchaba por mantener un lugar para sí en el espacio histórico
provincial.

c) Producción manufacturera marabina

Un inventario del aparato productivo de Maracaibo muestra su incapacidad económica,


para acometer un programa provincial de envergadura. Para mediados del siglo XIX es de muy
bajo perfil, la ciudad cuenta entre sus actividades manufactureras con zapaterías, talabarterías,
sombrererías, tabaquerías, y algunas de más aliento como aserraderos, mueblerías y boticas (id.
146). Con anterioridad, por ejemplo, en el año de 1840, ya se observaba como sectores
productivos como sastres y herreros estaban en declive, lo mismo sucedía con las carpinterías
elaboradoras de muebles, distinta era la situación de los carpinteros de ribera, es decir, los
constructores de embarcaciones y navíos, los cuales tenían gran importancia en la vida económica
del territorio (id. 158). La prensa capitalina registraba esa decadencia de las artes y oficios -crisis
de sastrerías, herrerías y carpinterías-, destacando a modo de ejemplo como era difícil encontrar a
alguien que haga un mueble ordinario (id. 208). Para visualizar la vida cotidiana de la capital

372
Para atraer el interés del capital extranjero por esta ciudad.
329

provincial de ese entonces es significativa la información que se ha recogido el número de


individuos dedicados a actividades manuales en el año de 1838, para esa fecha había en
Maracaibo 28 plateros -artes-, 23 carpinteros de banco, 77 albañiles, 1 pintor, 73 carpinteros de
ribera, 31 calafates, 22 herreros, 7 latoneros, 7 sastres y 16 zapateros, es decir, 285 escasos
individuos en ese sector secundario repartidos entre apenas diez oficios (id. 159). Si se toma como
referencia Lancashire, en Inglaterra, para el año de 1830 cuenta con 560 hilanderías que emplea
110.000 obreros, y de estos 35.000 son niños, algunos de hasta seis años de edad, realidad social
que analiza Federico Engels en común acuerdo con Karl Marx (Green John, Engels una vida
revolucionaria, Fondo Editorial Fundarte, 2009: 77). Maracaibo dentro ese orden de ideas (la de
no poseer un músculo productivo), no estaba en condiciones de convertirse en el motor de la
provincia. Si a eso se le suma su oposición a invertir capitales en la agricultura, era del todo
ilusorio que emergiese una fuerte región en la Provincia de Maracaibo, lo que sí hizo fue la de
construir un muelle nuevo, con el cual colocó su puerto a la altura de lo que demandaban los
intereses foráneos para el desarrollo de su propio Proyecto histórico, proyecto impulsado, por
ejemplo, desde Lancashire en Inglaterra o desde Bremen en Alemania, lugar este último donde a
Federico Engels lo preparan para que aporte su esfuerzo individual de orden administrativo a
esos planes empresariales.
Además, los productos manufacturados que se exportaban por el puerto de Maracaibo
con destino a los Estados Unidos de Norteamérica, a las islas antillanas y a México, no eran en su
mayoría elaboradas en Maracaibo, su origen era en el interior, entre esos productos estaba, el
aguardiente, chocolate, panela, abanicos de paja, sombreros, cordobanes, bateas y arpas, y todos
estos en pequeñas cantidades (Cardozo Galué: id. 219). Con ese perfil la inserción de Maracaibo
en el mercado internacional es la de un puerto más, entre los cientos de puertos regados por todo
el mundo, por donde entraban mercancías manufacturadas en Europa o los Estados Unidos, para
atrapar el dinero que se obtenía en estos territorios por la venta de materias primas, insumos
industriales y alimentos a los países potencia, hecho que impedía la formación de capitales
integrales en los territorios asiáticos, africanos y latinoamericanos (es a esta escala que se debe
obtener una visión histórica de lo que aquí ocurría). El futuro de las ciudades porteñas dependía
dentro de esa lógica económica de su capacidad exportadora, clave de su adecuación a la
economía extractiva donde quedaron incorporadas por el Sistema Capitalista Mundializado.
Haciendo un paréntesis para reflexionar sobre esta disyuntiva, el futuro dependía de
introducir cambios en la agricultura (esto hubiera permitido el despegue), cosa que no sería
posible si mantenían los esquemas latifundistas, su futuro no sería promisorio al no aparecer un
mercado de tierras. Si el latifundio era derrotado, nada impediría el crecimiento, quienes más
produjeran y a costos más bajos serían los proveedores fundamentales, y quienes no lo hicieran
solo tendrían un papel subsidiario en la economía. La producción primaria era la gran oportunidad
de la Provincia de Maracaibo dentro del contexto de la economía mundo o Sistema capitalista
mundializado, y de lograrlo dependía el engrandecimiento de la parroquia Cabimas, así como La
Rita, Lagunillas, Siruma, Altagracia y Democracia. Pero eso solo hubiese sido posible mediante la
ejecución del Proyecto histórico de 1837 que fuera de carácter endógeno, autóctono y propio, y
para ello se requería que Maracaibo respetase su alianza con este cantón, y no lo hicieron.
330

3.6 Del mercado europeo al mercado americano:

Si se hace una retrospectiva, la historia de Maracaibo como puerto de rango arranca en el


siglo XVII, cuando obtiene la primacía para el intercambio a una economía de escala, es decir,
cuando le conceden a Maracaibo privilegios, consistentes en ser nombrado como puerto
autorizado para comerciar con Veracruz en México y como puerto vinculado a la Metrópoli -
España-. Es el cacao quien lo puso en ese escenario, además del que ya tenía con sus crecientes
colocaciones de ese producto en las Antillas mediante las actividades clandestinas (id. 192). De ese
importante intercambio con Veracruz y las Antillas emergió el sector de los acomodados en esta
ciudad, esto es, los poseedores de fortunas y propiedades relevantes en esta capital y en la
provincia (id. 181). En ese núcleo exportador surgirá la primera élite marabina, la cual aprovecha
sin sobresaltos todas esas ventajas que le facilitan el poder acumular riquezas dentro de ese
marco económico. El contrabando de extracción es una opción que se incorpora a la política de los
exportadores de Maracaibo como una fuente de enriquecimiento acelerado, porque allí obtienen
mejores precios. Pero esas fortunas las emplean para conquistar estatus social mediante la
construcción de grandes caserones y su dotación de bienes suntuarios, lo que les convierte en
grandes consumidores de importaciones, conducta que genera un reflujo económico, el dinero
que se ha obtenido por el cacao retorna a los mercados exteriores -el de Cádiz- y ese hecho impide
la formación de capitales originados en un ahorro sostenido. Esa conducta importadora de bienes
suntuarios no canalizó la fortuna monetaria hacia los cauces del capital y, como consecuencia, la
estructura productiva del latifundio permaneció inalterada.
Para el siglo siguiente, más específicamente para mediados del siglo XVIII la Revolución
Industrial amplió la capacidad productiva de la manufactura británica, y esto les concede a esa
nación una ventaja para explotar el mercado europeo, y así lo hicieron. Pero al despuntar el siglo
XIX, ya los británicos no tienen la exclusiva de la industrialización, Francia se incorpora y se reduce
para los británicos esa ventaja inicial, es entonces cuando Latinoamérica se abre como la gran
oportunidad de continuar creciendo para los ingleses (porque el mercado europeo se les agosta).
Este hecho coloca a Maracaibo como un objetivo económico para los europeos, y ese destino se
consolida más adelante cuando ya esté independizada Venezuela de España. Cuando esto último
sucede los ingleses invadirán esta población y se apoderarán de la actividad mercantil que impulsa
las importaciones y exportaciones. Lo mismo acontecerá a todo lo largo del continente
sudamericano, porque el Proyecto histórico exógeno era de una escala internacional. Es dentro de
ese contexto global que Maracaibo queda incorporado al complejo mapa portulano Caribe-
antillano, archipiélago que funcionará como un vaso comunicante entre Europa-Estados Unidos y
el complejo demográfico del Occidente de Venezuela -incluyendo el territorio nortesantanderiano-
. Es esa la escala caribeña en la cual se mueve ahora la historia, y de no ponerse en esa perspectiva
se pierde de vista el problema de la subordinación del continente Nuestroamericano a las grandes
potencias del atlántico norte, dándose un escamoteo de la verdad histórica. Es bajo esa dinámica
que Inglaterra salta del mercado europeo al mercado sudamericano como una estrategia de gran
prioridad ante la competencia que en Europa le hace Francia, y esta política exterior le entrega en
bandeja de plata grandes resultados, como se lo pronosticaban los próceres independentistas de
este continente. Ya no viene en busca de unas colonias -no es esa la prioridad-, sino vienen con el
331

afán de ampliar el mercado capitalista, para incluir estos territorios dentro del Sistema capitalista
mundializado. Viene Inglaterra, pues, en pos del Nuevo Mundo moderno, donde el Capital obtiene
en Sudamérica ganancias equivalentes a las que obtiene en Europa, razón por la cual Inglaterra en
vez de recular da de nuevo otro gran salto adelante, las ganancias capitalistas se obtenían no solo
en las potencias capitalistas, sino también en áreas dominadas por fuerzas productivas de
diferente grado de desarrollo, esa es la esencia del fenómeno histórico de la modernización (!!!).
Es dentro de ese contexto que la europeización del festón insular del Caribe, se convirtió en la
europeización del mapa portulano Sudamericano. Las Regiones apéndice sudamericanas tenían su
epicentro en el Viejo Continente, esa es la verdad que no se debe solapar.

a) El Proyecto histórico exógeno en todo su esplendor

Para contemplar el Proyecto histórico exógeno en todo su esplendor hay que observarlo
aplicado al continente Sudamericano. Ya en 1805 el valor de las exportaciones inglesas a América
Latina ascendía a 1.771.418 libras esterlinas. En 1809 subía la suma de valores al orden de
18.014.219 libras esterlinas (Jorge Abelardo Ramos: 113) [373]. Era por tanto imposible para
Inglaterra ignorar este continente con semejantes ventas, este hemisferio era una vertiente que
debía ser invadida con su vasto arsenal de mercancías, y el resultado histórico será que la
producción manufacturera y artesanal en Nuestra América entrará en crisis y con ello su modelo
histórico propio, independiente y soberano. El drama de tal suceso es que los productos que se
compraban a Europa o a los Estados Unidos fueron elaborados con las materias primas e insumos
industriales obtenidos en nuestro territorio mediante la economía de extracción. En la otra
vertiente del sistema capitalista se erigía una economía de procesamiento. En total, entre ambas
vertientes se ensambla un complejo mundial, el Sistema Económico Capitalista, y ese sistema
bifronte construye la tan cacareada modernidad (al que muchos historiadores muestran solo una
de sus caras como si esta resumiese su paradigma!!!). Es así porque la vertiente productiva no
puede ni debe convertir la otra vertiente en una rival, sino que debe procurar mantenerla como un
componente estructural necesario para su existencia, es decir, aún cuando complementario no
obstante fundamental.
Tras ese sueño ingles de lanzarse a capturar con su flota mercante todo el planeta, en
1806 un aventurero británico se involucra en la empresa de la conquista del Río de La Plata, desde
allí escribió a un empresario londinense: “La conquista de este lugar abre un extenso canal para las
manufacturas de la Gran Bretaña”. El botín que allí capturó lo trasladó hasta el Banco de
Inglaterra, pero con posterioridad esa ocupación de Buenos Aires entró en un desastre, fue una
piratería fallida (Ramos: id. 114). Inglaterra continuó con su política exterior de introducir
contrabando, no estaba interesado en invadir (id. 116). El interés británico -así lo creía Castleragh
(ministro de Exteriores desde 1812), predecesor de Canning (ministro de asuntos Exteriores desde
1822)- en relación con las colonias españolas era puramente comercial. Para Castleragh eran
necesarias como mercados, en modo alguno como territorio a conquistar (id. 203). A los británicos
les interesaba más su marina mercante que su marina de guerra, pero los gerentes dejaban su

373
Jorge Abelardo Ramos. Historia de la Nación Latinoamericana. Ediciones Continente, 2012: 113. Entroncamos a la
lectura que se está haciendo, desde nuestra perspectiva, de la obra de Cardozo Galué este otro discurso histórico.
332

lugar a los almirantes, si era preciso (id. 206). No era necesaria la ocupación, en este continente
brotaban los intereses regionales de las clases privilegiadas criollas, exportadoras y terratenientes,
que vinculadas por lo general con el Imperio británico, sólo pensaban en romper con España para
enriquecerse sin trabas comerciando con Europa y Norteamérica (id. 126), soñaban con entrar a
participar en el juego del flujo de los precios. El contrabando se expresa como una política
exportadora, la cual impulsa hacia adelante a aquellos intereses que tienen algo que ofrecer a ese
mercado que ha creado el industrialismo. La coincidencia de intereses entre exportadores e
importadores abre las esclusas a ese nuevo Proyecto histórico exógeno en formación, un mercado
abierto creaba la alternativa de una economía mundo. Francia, Inglaterra tendrían que enfrentarse
a nuevos rivales en ese nuevo escenario de puertas abiertas, un vaivén de primacías hará oscilar
ese mundo de compra-venta.
Para Jorge Abelardo Ramos el proceso histórico que busca aprovechar el mercado
latinoamericano no fue fácil para los británicos, Estados Unidos de Norteamérica ya estaba
posicionado con anterioridad en este ámbito por una concesión especial que le había otorgado
España para comerciar con las Indias, de este modo la marina mercante norteamericana
estableció relaciones con Chile, Río de la Plata, Venezuela y México, y también con las colonias
españolas en el Caribe. Este comercio constituía hacia 1806 el 12% del total de sus exportaciones.
España le concede esa prerrogativa debido a la política neutral de los estadounidenses con
respecto a las guerras europeas en las que estaban frecuentemente involucrados España e
Inglaterra. Con la declinación de España, la política británica se insinúa comercialmente en las
colonias españolas, y logra desplazar a los norteamericanos del comercio con América del Sur
(Ramos: 204 y 205). Y allí donde los criollos tomaban el poder y controlaban el territorio, se abrían
las puertas al comercio inglés (id. 203). Es así como el gobierno de Buenos Aires otorgaba en 1811
trato preferencial a los navíos británicos, ese mismo año ocurría algo semejante en La Guaira,
Venezuela. Allí obtenían una reducción de los impuestos del 25% sobre importación y exportación.
Idéntica franquicia gozaban en Brasil. Los ingleses recurrían al soborno de las autoridades para
obtener esos acuerdos, entregaban a los funcionarios dinero, joyas y bienes. En 1820 el continente
suramericano ya adquiría una cuarta parte de las telas de algodón producidas en Inglaterra; en
1840 adquiría la mitad. Y los precios iniciaron su ascenso, amparados por las autoridades
sobornadas, incrementando las ganancias desde un 10% a centenares y millares por ciento (id.
205). Latinoamérica era parte integral del Sistema Capitalista Mundializado, invertir en el
desfiladero era tan rentable como invertir en sus propios países de origen o incluso más -el
fenómeno modernizador en su vertiente económica era un hecho consumado-. El Viejo
Imperialismo era suplantado por un Imperio Nuevo, el imperio del capital (K), el desarrollo de las
fuerzas productivas crea un nuevo modelo de expoliación basado en la obtención de plusvalía
extraordinaria en cualquier rincón del planeta, y con él la aparición de un Proyecto histórico
exógeno distinto al hispano y al lusitano.
Con anterioridad a todos estos eventos América era el destino final de una parte de las
mercaderías que llegaban a España. Cádiz monopolizaba el comercio con las colonias americanas,
pero lo que traficaba provenía de la industria inglesa, holandesa, francesa o italiana, eran pues los
gaditanos sencillamente agentes de los productores de manufacturas europeos, y su negocio era
la de remarcar los precios de las mercancías que se iban a revender en las Indias (Ramos: 83).
333

España era abastecida por Europa, naves de Inglaterra, Holanda y Hamburgo llegaban cargadas de
productos a los puertos españoles (id. 84). Los mercaderes españoles -en relación a la América- se
convirtieron en agentes o factores de casas comerciales extranjeras, prestaban sus nombres a
aquellos para burlar la ley de España (id. 85). Desde 1700 Cádiz, comparada con otros puertos de
la península, estaba más sojuzgada por los extranjeros (id. 93). Y cuando los ingleses obtuvieron de
los Reyes de España en el año de 1713 el derecho de asiento para la trata de negros, estos navíos
desvían los destinos de sus mercaderías, en vez de ir a Cádiz ahora las embarcan en los transportes
negreros que llegan a las colonias, donde son vendidas de contrabando -librándose de los
intermediarios gaditanos sus ganancias se multiplican- (id. 84).
Cuando la América queda liberada de las ataduras a España, sus terratenientes,
exportadores y autoridades se lanzan a los brazos de los compradores de materias primas de los
países fabriles. Todo puerto situado estratégicamente en las costas de este continente y que
tenían algo que ofrecer a ese mercado mundializado, se coloca al servicio de las exportaciones,
ofreciendo además trato preferencial y mejoras en los muelles. Guayaquil, El Callao, Arica,
Valparaíso, Montevideo, Buenos Aires, Santos, Bahía, La Guaira, Puerto Cabello, Cartagena se
constituyen en una cadena de puertos exportadores encargados de extraer de un territorio
dedicado a monocultivos lo que demanda la industria europea y estadounidense (id. 249). Los
británicos salían favorecidos, el mexicano Lucas Alamán lo expone: “Ante la alarmante proximidad
de los Estados Unidos es deseable una política exterior flexible que nos permita respaldarnos en el
poder de Gran Bretaña” (id. 237).
Dentro de ese nuevo contexto histórico Francisco Paula Santander al frente de Colombia
aprobó y firmó el Tratado de Comercio con Gran Bretaña (Ramos: 153). Los términos del convenio
sometían a la Gran Nación -Venezuela, La Nueva Granada y Guayaquil- al monopolio marítimo
británico, y al mismo tiempo condena a su industria propia a una extinción radical (id. 155). Con
sorna Simón Bolívar se referirá a este acuerdo como la igualdad que existe entre un fuerte y un
débil, es decir, donde el segundo tiene todas las de perder (id. 153). Ya con objetividad plena el
Libertador analiza la situación el año de 1814 y dice: “Siendo hoy Inglaterra la única nación
marítima del Universo, es por esta razón que la emancipación de América ha estado siempre en
los cálculos del Gabinete inglés” (id. 157 y 158). Y cuando prepara el Congreso de Panamá insiste
en su cuestionamiento de los acuerdos con la Gran Bretaña y dice: “Luego que Inglaterra se ponga
a la cabeza, seremos sus servidores. Formando el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del
débil, tendremos amos y después entrará el León a comerse a los reunidos bajo sus tratados” (id.
159). A Santander escribe y le alerta sobre lo que está haciendo, y le expone lo que puede ser una
salida a ese túnel oscuro, le dice: “Los ingleses y los norteamericanos son unos aliados eventuales.
Los ingleses son muy peligrosos, porque son omnipotentes; y por lo mismo muy terribles” (ídem).
Y en otra carta le deja ver el resto de la estrategia para salir airosos de esa prueba histórica,
sostiene ante Santander: “El gobierno inglés se prepara para dominar el mundo, la alianza con la
Gran Bretaña nos dará una gran importancia. A su sombra creceremos, robustecerse es lo
primero; lo demás viene después, sabremos defendernos, ya seremos otra cosa [una vez
robustecidos]” (id. 160). Bolívar era un maestro del realismo político, y esto ha llevado a muchos a
apresurarse en sus juicios sobre el Libertador, acusándolo de entreguista ante los británicos.
334

Los revolucionarios latinoamericanos -continúa Jorge Abelardo Ramos exponiendo la


Historia de la Nación Latinoamericana [Historia dentro de la cual ubicamos la historia de la
parroquia Cabimas]- recurrían a Inglaterra por las necesidades que la emancipación demandaba,
pero estando conscientes que la ayuda que de allí recibían tenía un costo, no era una colaboración
desinteresada (id. 204). Mediante la intermediación de particulares los británicos vendían armas a
los revolucionarios latinoamericanos (id. 205) y se enriquecían de lo lindo. En junio de 1818, el
Libertador dio órdenes al general Pedro Zaraza, le decía: “Los fondos del Estado que existan en esa
provincia, no deben ser destinados a otro objeto que a la compra de armas y municiones”. Los
dirigentes republicanos -señala Guillermo García Ponce- buscaban todos los recursos a disposición
de tales medios: “Las joyas de las iglesias, los caudales de los enemigos, la imposición de
empréstitos forzosos a las poblaciones eran para armas, municiones, pólvora, equipos militar y
subsistencias del ejército” (Guillermo García Ponce, Bolívar y las armas en la guerra de
Independencia, Publicaciones Monfort, 2002: 149).
Con el triunfo de las armas patriotas en la Batalla de Ayacucho, se firma el Tratado de
Amistad y de Comercio entre Gran Bretaña y las Provincias del Río de la Plata, poco antes
establecido con Colombia. El comentario del cónsul norteamericano en Buenos Aires, John Murray
Forbes al respecto fue:
Gran Bretaña posee 2 millones de tonelaje marítimo, tendrán todos los privilegios en
materia de importación, exportación o cualquier otra actividad comercial que disfruten los
barcos nacionales. Esta provincia no tiene ningún barco y no los puede construir al costo
de los de Europa, pues sería el triple o el cuádruple de su precio, será estéril su
competencia con tan gigantesco rival (Ramos: id. 188 y 189).
En otras palabras, este era un nuevo mundo sometido desde tiempos atrás al pillaje
británico, holandés y belga (Ramos: id. 93). Del bando bolivariano está Déan Funes, agente
diplomático de Colombia en Buenos Aires, él escribe al Ministro de Relaciones Exteriores de
Colombia: “Nuestra causa se ha puesto en manos del Gabinete Ingles. Nada me fío de los ingleses.
Por su parte el General O´Leary, edecán del Libertador, le contesta: “Las repúblicas nuevas deben
desconfiar de la siniestra política de los gabinetes europeos. Estos no consultan sino sus propios
intereses” (id. 190). El agente de Estados Unidos en Buenos Aires Míster Forbes observando la
actuación de los británicos en este continente indica a sus superiores la tendencia que ésta lleva:
Los ingleses codician ejercer una influencia que en sus efectos sería igual a un gobierno directo
colonial (id. 227). Y en otra comunicación el mismo Forbes dice:
Los capitalistas ingleses en esta ciudad hacen rápidos progresos para convertirse en los
verdaderos amos de este país. Con su Banco controlan el crédito. Los tenedores de títulos
financieros son ingleses. Esta Provincia se convertirá pronto en una colonia británica, pero
con la novedosa ventaja de que no tendrá que encargarse de los gastos y
responsabilidades del Gobierno (id. 235).
Otro agente extranjero, Posonby, sostenía que Su Majestad Británica podrá orientar los
asuntos de esta parte de Sudamérica, casi como le plazca (id. 227). En 1830 muere Bolívar,
Inglaterra ya había prestado a las nuevas repúblicas 26.565.000 libras esterlinas (id. 260). El
Proyecto histórico exógeno se mostraba en todo su esplendor, y la vía que esta tomaba era la del
capital financiero preparando el terreno para realizar a cabalidad su proyecto global
modernizador.
335

b) El proyecto histórico exógeno en Sudamérica


En 1819 ya estaban radicados 40 comerciantes ingleses en Valparaíso, Santiago y otras
ciudades de Chile. Proveían material bélico, acaparaban las exportaciones a Europa, eran los
únicos importadores de manufacturas y manejaban el comercio de cabotaje (Ramos: 165).
Valparaíso en el Pacífico era el puerto extranjero de Chile por excelencia, así como Buenos Aires lo
era en el Atlántico. Valparaíso debía prestar en ese sentido un buen servicio a Europa, es decir,
una buena administración pública con orden en las finanzas, así como un ejército que someta a la
oligarquía civil, es decir, un gobierno con mano de hierro (id. 263). Los ingleses incluso crearon un
nuevo Estado, Uruguay, para lograr un mejor provecho del cono sur de este continente. Es así
como los ingleses ejercieron una decisiva influencia durante cien años en la Argentina, el Uruguay
y el Brasil (id. 228). En 1808 se cuentan en Brasil más de cien firmas inglesas, el gobierno británico
había brindado apoyo a la familia real portuguesa, los Braganza, para su traslado a este
continente, y después supieron cobrar esa deuda reclamando espacio para sus actividades
económicas y diplomáticas. En 1810 los Braganza firman un Tratado con Gran Bretaña que le
concede importantes concesiones comerciales (id. 216). Había 1.200 marineros ingleses en los
buques brasileños (id. 225). Inglaterra también estaba sólidamente instalada en la economía y
política de México (id. 238). En Buenos aires se puede percibir los efectos del capital foráneo sobre
sus clases dirigentes, éstas se europeizaron.

c) Europeización de la élite bonaerense

Buenos Aires fue un centro de atención del Imperio británico. Buenos Aires es una ciudad
con un puerto, lugar en el que se ha constituido una clase terrateniente y comercial enriquecida
con el comercio ilícito. El puerto de Buenos Aires ayudó a sus habitantes acaudalados a
constituirse en un poder aduanero y rentístico, indiferente a la provincia (Ramos: 135). Y apático
incluso al proceso independentista del continente una vez que poseyeron lo que deseaban de ese
proceso. Cuando el peligro de los monárquicos de Chile ya no amenaza sobre su frontera, los
bonaerenses se desinteresan por la revolución americana. Ahora lo único que le interesa a la
burguesía porteña es sus vínculos probritánicos [374] (id. 165). Buenos Aires ejercía un
monopolio portuario con las provincias del interior, ese control interesaba a los ingleses
deseosos de invadir ese mercado interior (id. 166). Los seguidores de Rivadavia constituyen en
Buenos Aires un partido europeizante y su interés es exclusivamente portuario. A partir de esa
realidad Inglaterra concibe una política para establecer una monarquía en Buenos Aires [375]. Los
rivadanianos pretendían que la causa de la independencia la terminase Europa (id. 190). La idea de
los británicos era la de tener la llave de un puerto, de una ciudad y de una pampa, donde pastaban

374
Con estas letras destacadas en negritas se quiere poner de aquí en adelante en evidencia las semejanzas de Buenos
Aires con lo que sucede a miles de kilómetros de distancia en Maracaibo. Las negritas introducidas en el texto servirán
de referencia para constatar cómo todos esos llamados de atención se replican en la Provincia de Maracaibo y sus
provincias aledañas al calco, lo que quiere decir, que el Proyecto histórico exógeno era un plan concebido para
Sudamérica y se aplicó a pie de juntillas a todo lo largo desde Valparaíso hasta Cumaná, La Guaira, Puerto Cabello,
Maracaibo y Cartagena. En los siguientes ítems se abordará de nuevo el Occidente de Venezuela desde esa perspectiva
desconcertante. Ese proyecto secciona cada una de las nuevas repúblicas en varias partes en función del capital (k).
375
En Venezuela el probritánico Páez le ofrece la Corona a Simón Bolívar.
336

millones de cabezas de ganado (id. 184 y 185). La burguesía porteña, además, pretendía
desembarazarse de aquellas provincias internas que carecían de productos exportables, las
consideraban una carga irritable [376]. Su política era la de reducir el área territorial, para
restringir así los egresos destinados al interior y por contraposición aumentar a cambio los
gastos en Buenos Aires. Su interés se concentraba en el puerto, es decir, la Aduana, fuente de la
mayor parte de los recursos fiscales (id. 191).
Desde que se creó el Virreinato del Río de la Plata, las provincias más alejadas sufrieron
un retroceso económico, el puerto de Buenos Aires sirvió al ingreso masivo de artículos de origen
europeo y, esto trajo una crisis de la producción manufacturera importante que existía en esas
provincias. En el interior una actividad manufacturera creciente había vitalizado un tráfico
comercial cada vez más intenso (Proyecto histórico propio en despegue), y la apertura del puerto
a las mercaderías europeas resultó contraproducente para esa dinámica económica endógena.
Con la aparición del comercio ingles con ocasión de la Revolución de 1810, se asestó a esa
economía propia un golpe de muerte (id. 191 y 192). La burguesía porteña carecía de todo
concepto territorial de la nación Argentina, ya que todos sus intereses los proyectaban hacia
Europa (id. 193). La oligarquía porteña era una clase social limitada a un horizonte que no iba más
allá de un regionalismo exportador (id. 197) (!!!). Fue de este modo que el comercio libre que se
impuso luego de la emancipación inundó las aduanas y fortaleció la política rentística (!!!) de esa
clase social que ahora disfrutaba en exclusiva ese ingreso fiscal (id. 207). Al romper con la
metrópoli hispana Buenos Aires pretendió implantar sobre las provincias del interior su
hegemonía, de allí en adelante la historia estará marcada por la lucha de las provincias
interioranas para rechazarla. Lo que los bonaerenses tenían en mente era el no ir a perder el
control sobre las rentas, las cuales no deseaban compartir con el resto de la región (id. 208). Las
provincias del interior tenían otro proyecto, éstas se inclinan por organizar el país, y esto incluía
nacionalizar el puerto de Buenos Aires, para dotar de rentas a un gobierno nacional
representativo de todos los argentinos. Ante ese proyecto los intereses porteños se unieron para
declarar a la Provincia de Buenos Aires como un Estado independiente, era su manera de retener
la Aduana bajo su poder y de ir contra esa política nacional nacida en el interior (id. 279). Con
Mitre los porteños europeizantes llegaron al poder y un ministro de Mitre, Elizalde, exteriorizó la
conciencia histórica de los porteños el año de 1862, dijo:
La América es una entidad que no existe ni es posible constituir. Los hechos la han
dividido. Argentina jamás ha temido por ninguna amenaza de la Europa. Durante la guerra
de la Independencia contó con la cooperación de las más poderosas naciones. La acción
de la Europa en la República Argentina ha sido siempre protectora y civilizadora.
Recibiendo de la Europa los capitales que nuestra industria requiere; existiendo un
cambio mutuo de productos, puede decirse que la República está identificada con la
Europa hasta lo más que es posible. No hay un elemento europeo antagonista de un
elemento americano; lejos de eso, puede asegurarse que más vínculos, más interés, más
armonía hay entre las repúblicas americanas con algunas naciones europeas, que entre
ellas mismas (id. 279 y 280).
Este manifiesto expresa con claridad el Proyecto histórico exógeno. Ante actitudes como la
de la élite bonaerense, no era de extrañar lo que sobrevendría durante aquel siglo sobre la

376
Es lo que hace la élite marabina con los Cantones Subalternos de su propia provincia.
337

América, acontecerá una crónica infame: En 1862 España invadía Santo Domingo y Francia
ocupaba a México, ya con anterioridad Inglaterra ocupaba Las Malvinas desde hacía 30 años (id.
280). Europa tenía en los americanos europeizantes una columna que favorecía sus voluntades,
y podrían actuar sin cortapisas directamente sobre la América. En 1864 España intervenía
nuevamente en la América ocupando las islas Chincas en el Perú, en una turbia combinación con la
Inglaterra solapada en ese invasión, y se disponía a atacar a Chile (id. 281). Mientras Inglaterra
apoyaba a los esclavistas del Sur en la guerra civil de secesión estadounidense, Buenos Aires
aparecía aliada al Brasil británico, y se disponía a invadir y exterminar a Paraguay, por ser un
primer modelo de Estado soberano e industrial (id. 282) [Paraguay intentó desarrollar un Proyecto
endógeno de enjundia], porque ese pueblo atentaba contra la política del desfiladero -ladera en la
que mientras más se intenta trepar más se resbala, si no se fortalece primero y antes que todo el
mercado interno [377]-, para las potencias había que impedir a toda costa que en el desfiladero
surgiesen rivales -porque algunos se podían dar maña para trepar y salir así del abismo de la
historia-. En 1837 el Río de la Plata estaba bloqueado por las flotas inglesas y francesas [Un
gobernador Juan José Romero como gobernador de la Provincia de Maracaibo era también un
obstáculo para esos planes en esta parte del continente sudamericano]. Hito de esa historia es el
año de 1856, ese año intervenía un filibustero norteamericano, Walker, en Centroamérica, eso
ocurre porque Estados Unidos y las potencias europeas, en particular Inglaterra y Francia,
despliegan su poder sin el menor rubor después de la Independencia en el continente
latinoamericano.
El resultado de esta crónica infame es según Jorge Abelardo Ramos la aversión contra
estas potencias, lo cual se expresó con el Congreso de Plenipotenciarios Americanos en 1837 y con
el Tratado Continental en 1856 (id. 278). Y en respuesta a ese sentir digno de Nuestramérica, en
sesión del Senado de los Estados Unidos se declara en el año de 1885 “todo intento de Unión por
la fuerza con las demás Repúblicas de Centroamérica, lo consideraría inamistoso y hostil”. Estados
Unidos a semejanza de Inglaterra, se oponía a toda unidad latinoamericana, la única salida que le
permitían a este continente [en el Proyecto histórico exógeno de nuevo cuño] era la
fragmentación (id. 274 y 275), es decir, el desmoronamiento. Fragmentando y desmoronando el
desfiladero, se obtendría una trampa ideal en la que resultaría difícil escapar, por no decir, casi
imposible.

d) Fragmentación y desmoronamiento del espacio histórico

La política de fragmentar a la Nación latinoamericana prevista por los Estados Unidos y


Europa coincide con los intereses de las clases terratenientes de este continente, es así como nace
la República de Páez y la República de Santander (y la de Juan José Flores en Quito). El interés más
relevante de los acomodados de Maracaibo -dueños de haciendas y plantaciones en el Cantón

377
Entendiendo por mercado el desarrollo de la capacidad productiva de un territorio, lo que le permite crear una oferta
de productos, los cuales al realizarse en la venta otorga un poder de compra a quienes pertenecen a esa jurisdicción.
Para convertir a un territorio en un mercado, hay que llevar hasta sus lugares empresas y capitales (así lo propuso el
licenciado Juan José Romero ante la Diputación de la Provincia de Maracaibo en el año de 1837), no importando que
sector económico sea el que sometan a explotación, lo importante es la de convertir riqueza pasiva en activa con una
eficiencia tal que garantice la acumulación de capital.
338

Capital y en los Cantones Subalternos- es el de establecer vínculos con las potencias atlánticas, con
la finalidad de abastecer la demanda de productos que requieren sus voraces fábricas o sus
mercados locales como el del área antillana. Los intereses de la nación no estaban en sus mentes.
Los maracaiberos poseen un puerto estratégicamente situado en la boca de entrada al Occidente
de Venezuela, por donde han de salir las producciones exportables que se cultivan al interior de su
misma provincia, como en las provincias andinas y en un área de la Nueva Granada. Ese puerto
que los marabinos poseen es de interés para las potencias atlánticas y para los terratenientes del
Occidente venezolano, los planes de ambas partes convergen, porque a partir de esa ciudad las
potencias podían penetrar hacia todo ese territorio para captar proveedores. Es lo mismo que
hacen a todo lo largo del continente americano, localizan puertos, colocan sus agentes y dominan
mercantilmente el territorio que utiliza esa vía de salida. Incluso al seleccionar uno de esos
puertos claves crearon un nuevo Estado, Paraguay, lo cual revela el área que iba ser organizada en
función de las exportaciones. Y a Venezuela la desmoronaron de hecho en varias Venezuelas: la
Marabina, la Coriana, la Norcentral, la Barcelonesa, la Cumanesa, la Pariana y la Orinoquense, es
decir, en siete pedazos, determinadas a su vez por los puertos de Maracaibo, La Vela, Puerto
Cabello, La Guaira, Barcelona, Cumaná, Carúpano y Ciudad Bolívar (Arlene Urdaneta: 29/35) [378].
Antonio José de Sucre vaticinó esa fragmentación y desmoronamiento, en el año de 1827,
escribía:
El Libertador se marchará fuera probablemente y Colombia despedazada al momento,
existirá pronto entre miserables secciones que a su turno serán desmoronadas en muy
pequeñas partes” (Antonio José de Sucre, De mi propia mano: 461) [379].
El Proyecto histórico exógeno actúa, entonces, como un factor de desmoronamiento, lo
cual ocurre después de fragmentar la República de Colombia mediante su disolución en las
secciones de Quito, Nueva Granada y Venezuela, y a esta última la desmoronó en siete pedazos.
Pero ni siquiera esos terrones resultantes se constituían en un todo orgánico unido por fuertes
lazos internos, por lo contrario, como la obtención de productos exportables se convirtió en la
prioridad de la política económica de los marabinos, todas aquellas porciones del territorio que no
tenían nada que ofrecer al mercado mundial quedaron relegadas como nulidades y tratadas como
tales por Maracaibo en los presupuestos provinciales, lo que impedía el fortalecimiento como un
todo de la jurisdicción político-territorial provincial. Aparecen así los Cantones abandonados, las
parroquias aisladas, las asimetrías desdibujadoras de un todo dividido en muchas partes muy
pequeñas. Esas “muy pequeñas partes” son lo que se puede conceptualizar como un fenómeno de
la atomización y/o disolución. Al no capitalizarse las provincias, no surgieron los fuertes lazos
internos del mercado, impidiendo que se conecten todos los sectores económicos en función de la
acumulación del capital., por lo contrario, las comunicaciones son precarias entre las partes:
1837. Rentas Municipales. Se representa la Diputación sobre la conveniencia de que se
establezcan comisionados de rentas dependientes de la Administración Principal en varias
parroquias que no tienen comunicaciones fáciles ni directas con las cabeceras de sus
cantones [380]. Se acordó la medida (AHZ, 1837: T. 9, f. 189).

378
Arlene Urdaneta Quintero. El Zulia en el Septenio de Guzmán Blanco. Fondo Editorial Tropykos. Caracas, 1992.
379
Antonio José de Sucre. De mi propia mano. Fundación Biblioteca Ayacucho. Caracas, 2009.
380
En esa Representación ante la Diputación escribían: “al paso que son casi diarias y constantes las que llevan con esta
Capital” (íd. f. 191).
339

Maracaibo fue convertida en un puerto de los países industrializados, y allí sí surgieron


fuertes lazos entre esta ciudad capital y las poderosas regiones industriales y financieras como
Bremen, Hamburgo o Nueva York. Bajo esa política la élite marabina que gobierna la Provincia de
Maracaibo percibe como una carga irritable a aquellos cantones que no poseen recursos que se
puedan sumar a esas exportaciones que ellos facilitan. Maracaibo queda de espaldas a las
necesidades de los cantones subalternos. La economía de extracción impuesta por el proyecto
exógeno no sólo desmorona a Venezuela en varias regiones exportadoras, sino que además
desarticula en esta provincia la relación entre el Cantón Capital y los Cantones Subalternos. Al
porteñizarse la urbe marabina, se desarrolla un sector comercial que gira en torno a la actividad
exportadora e importadora, hecho que determina que ese movimiento mercantil se despoje de
cualquier interés por aquellos cantones que no tengan nada que ofrecer al mercado mundial. Se
pudiera decir que nuestra historia padeció en ese entonces de algo que se pudiese denominar
como el Síndrome de Buenos Aires.
El papel económico de la mayoría de las parroquias de los cantones subalternos se va a
restringir a satisfacer las necesidades alimenticias locales, “las costas” proveen el mercado de
Maracaibo de alimentos y artesanías para su vida cotidiana. Otras parroquias más lejanas envían a
ese mercado público marabino sus manufacturas, pero tanto “las lejanas” como las de “las costas”
los ingresos que obtienen por esa vía son muy modestos, y la venta de algunas manufacturas
pronto desaparecerá por la competencia avasalladora de los productos importados. Los únicos
beneficiarios de esa economía de puerto eran los exiguos hacendados que producían los frutos
exportables, por lo que en aquellos cantones la miseria imperaba [381]. Maracaibo tampoco
avanzará mucho, las rentas que obtiene por el uso del muelle se limita a la que recibe por el tráfico
interno y a las patentes que los comerciantes deben pagar por ejercer su actividad económica. Las
rentas que se recaudan por los tráficos de productos provenientes de las otras provincias
corresponden al gobierno nacional. Los ingresos fiscales provinciales son poco relevantes y,
además, al elaborar sus presupuestos deben distribuir así sea muy inequitativamente los ingresos
en toda la provincia, que aún cuando sean míseras erogaciones para cada parroquia la sumatoria
adelgaza el monto total de lo que dispone, el resultado es un “estado triste” generalizado. Al
concentrarse el interés económico de los nativos en la aduana, la política y el comercio, Maracaibo
no desarrolla músculo industrial, quedando así condenado a la renta de la tierra agostada por la
existencia del latifundio y la mentalidad del terrateniente (fuerzas orgánicas internas de signo
negativo). Maracaibo sólo produce lo que su ganadería le reporta. El desmoronamiento
geográfico, fragmenta la estructura provincial. La estructura económica de los Cantones
subalternos bajo ese deprimente cuadro es frágil.
Los vínculos que existen son débiles y son establecidos por medios en muchos casos
extraeconómicos. El vínculo religioso, por ejemplo, conecta a varias parroquias con un mismo
cura, pero esa misma situación establece un servicio espiritual deficiente, al tener este eclesiástico
que atender tan inmenso territorio. La sola razón de que el cura párroco de Cabimas tenga que
atender otras cinco poblaciones nos indica como todas las instituciones estaban viviendo una

381
Los beneficios de esa actividad iba a muy pocos bolsillos, y éstos afortunados por lo general residían en Maracaibo,
de tal modo que casi todos los habitantes de aquellos poblamientos quedaban al margen de aquella dinámica, y
sobrevivían a duras penas. Pero ni siquiera en ese reducto se garantizaba la cohesión, la recluta lo rompía.
340

situación crítica. El siguiente documento muestra cómo estaba el servicio eclesiástico en estas
costas de las Cabimas, La Rita, Lagunillas y “la otra Costa”:
República de Venezuela. Servicio Eclesiástico. Al señor Jefe político del Cantón Altagracia.
Parroquia Cabimas. Mayo 26 de 1845. N° 1. Por disposición superior, he sido
canónicamente nombrado cura párroco de ésta, i encargado de la de Nuestra Señora del
Rosario de Aránzazu de Santa Rita, con agregación de cuatro pueblos litorales: Lagunillas,
Misoa, Tomoporo i Moporo (AHZ, 1845: T. 12, ff. 241 y 242).
[Presbítero José Agustín Pérez].
Los vínculos políticos-militares que se desarrollaron en el Cantón Altagracia y que la unía y
fortalecía también se precarizó al entrar en crisis su papel de Bastión Militar. El desprestigio del
paecismo también hizo endeble al cuerpo social conservador que era el predominante en esta
provincia. Por otra parte, las infraestructuras estaban al borde del colapso y las producciones
sufrían embates desde diferentes ángulos. Si los vínculos estaban relajados por todos esos
factores, la cohesión era frágil y, el fenómeno de la fragmentación y desmoronamiento cobraba
fuerza amenazando la integridad político-territorial, en otras palabras, la misma existencia de los
cantones y de la provincia como una jurisdicción político-territorial era un eufemismo, estaban en
franca disolución. Del desmoronamiento a la disolución solo mediaba un paso. Y tales
circunstancias provocarán una dinámica de grandes proporciones, tan grave como la de la guerra
de la independencia.

e) Una provincia desestructurada en lo económico

Esa realidad de una escasa y casi nula actividad secundaria en la capital es también la de
los cantones subalternos a Maracaibo, en ellos poco se produce fuera de la agricultura, y en esas
condiciones la poca producción artesanal e incluso manufacturera sencillamente sobrevive, gracias
a que cierto sector de la población no consume los productos importados, por lo que se puede
concluir que esa actividad económica era de segundo o tercer orden en la estructura productiva.
La información obtenida de esa época nos refiere que para la década de los años 50 la presencia
de oficios en el Cantón Altagracia se restringe a unos pocos sastres, carpinteros, zapateros,
albañiles y sombrereros, y estos oficios se ejercían principalmente en su cabecera (AHZ, 1851: T.
10, l. 28, f. 181).
En noviembre 9 de 1855, la Presidencia del Concejo Municipal remite a la Secretaría de la
Diputación Provincial la Relación del estado del Cantón Altagracia, y el balance es que:
El estado de las poblaciones de este Cantón , es regular y, aunque lentamente progresivo
(…) se garantiza a todos la libertad e igualdad legal; y la salubridad no ha sido turbada por
ninguna epidemia, ni otro mal de los que afligen la humanidad (…) todos los vecinos están
(…) confiados en el celo y protección de las autoridades. Con motivo de la aproximación
del cólera-morbus que azota desgraciadamente a otras provincias (…), se han dictado por
esta municipalidad, de acuerdo con la Junta de Sanidad diversas medidas para impedir su
invasión (…) la limpieza del pueblo, la separación de los cerdos y perros que ensuciaban el
lugar, la remisión de las basuras e inmundicias que se depositaban en distintos puntos, la
prohibición de verter sorupos y otros líquidos desechados en las plazas, el curso de las
aguas que se estancaban (…) hemos conseguido preservarnos de la fiebre endémica que
acomete todos los años esta población por el mismo tiempo (…) Respecto a la vacuna
hace mucho tiempo que no se administra en este [Cantón] [ ], no se ha recibido de la
Gobernación (…) con notable riesgo de salud pública.
341

Prosigue Butrón, quien es el presidente de la corporación edilicia, la descripción de la


situación de la Villa de Altagracia, mostrando ahora su estructura económica:
Las artes mecánicas progresan aunque con lentitud, a los pequeños talleres de Zapatería,
sastrería, carpintería y platería, se han añadido uno de herrería y otro de hojalatería; y es
de esperarse que vengan otros artesanos atraídos por la baratura que se vive [382]. La
agricultura es escasa y pobre por la esterilidad de la mayor parte de los terrenos,
adecuados sólo a la crianza de ganados, siendo poco aplicables al cultivo de frutos
menores, y aún éste no es seguro, pues se pierden a menudo muchas cosechas por la falta
de lluvias en tiempo oportuno. Opinase que existen algunos espacios más o menos grande
de tierra en Los Empalados, siete u ochos leguas tierra adentro de esta población, donde
pudiera cultivarse la caña, el café, cacao [ ], y obtenerse hermosos frutos, pero (…)están a
las márgenes de riachuelos que se secan en verano, no está acreditada la verdad de una
experiencia constante, y es esta seguramente la causa de que nadie haya intentado hasta
ahora la siembra de frutos mayores (…) El comercio es así mismo pobre, pues carece del
alimento de la agricultura, que esta es la que le da vida resultando de aquí su movimiento
lento y ofrece pocas ventajas (…) a excepción de los artículos de primera necesidad, todos
los demás son de difícil y tardo expendio (…) La cría constituye la única vía de riquezas en
este cantón y prospera pero más prosperaría si se dictasen medidas removentes de las
cargas y trabas que sufre ahora el ganadero, cuales son los crecidos impuestos de
degüello, peaje y otros (…)
En cuanto al servicio público en las áreas de lo educativo, seguridad, cementerios,
alumbrado su informe reza:
Existen en el Cantón tres escuela públicas de niños y una de niñas; y dos privadas de niños
y seis de niñas (…) desde el año 1848 se haya cerrada la escuela pública de Cabimas (…)
conviene que se dicte una resolución eficaz para que se abra de nuevo, pues los vecinos
de aquel lugar están sufriendo el gravamen de preceptores privados, teniendo igual
derecho al beneficio de la enseñanza gratis. También se haya cerrada de más antes la de
la parroquia Siruma (…) Las cárceles del Cantón se hallan en regular estado, a excepción
de la de esta cabecera, que se encuentra muy deteriorada (…) levantar a cuatro varas de
altura los bahareques de la misma (…) no hay seguridad para retener los presos, ni una
pieza donde permanecer los arrestados, ni donde guardar el armamento de la guardia, ni
finalmente donde habitar el Alcaide, pues la que sirve a este efecto es muy pequeña y otra
que hay vacía, es tan reducida que no es aplicable a nada {Solicitan 200 pesos}. El
cementerio de esta cabecera ha sufrido mucho de un tiempo [para acá] de la
intemperie, y no se ha reparado por la escases de rentas; es además muy reducido para
la población actual (…) no puede darse a los cadáveres todo el tiempo de sepultura para
su completa disección [disecación], por tener que exhumarlos para inhumar a otros
{solicitan 150 pesos} Los cementerios de las demás parroquias también exigen reparos, y
podrían hacerse con 100 pesos para todos. Carécese de alumbrado público, pues no hay
más que un farol de los dos que había (…) conviene once faroles más para colocarlos en
las esquinas, reservando el hacerlo anualmente de los demás que hagan falta hasta
generalizarlo; lo que urgente cuanto la mayor parte de los habitantes son muy pobres, y
no pueden costear el alumbrado nocturno, razón porque las calles cuando falta la luna,
presentan un tenebroso aspecto, y protegen los hechos reprobables y escandalosos
{solicitan 202 pesos 5º centavos para los once faroles incluyendo el aceite para año y
medio}. Las calles de esta Villa están por lo general buenas, y para componerse (…) se

382
La “baratura” a la que se hace referencia en el documento consiste en que en esa Villa no se necesita tanto dinero
para sobrevivir en comparación con Maracaibo, de allí que algunos vean en este medio urbano una oportunidad para el
desempeño de sus saberes, porque en Maracaibo el espacio para ellos se reduce alarmantemente. Algunos artesanos y
manufactureros que ya no tenían lugar en Maracaibo se deben haber desplazado hacia la Villa de Altagracia.
342

considera bastante 50 pesos (…) No hay en esta cabecera un local propio del municipio
destinado a la enseñanza (…) y el que servía, del municipio, está en absoluto abandono
(…) pueden acordarse 700 pesos para construir dos salones; para los mobiliarios de una y
otra escuela 200 pesos y para los útiles de enseñanza 100 pesos. En la parroquia Cabimas
se carece absolutamente de un local para escuela pública, pues la que sirve al efecto
interinamente, es la cárcel, es de necesidad que acordéis 200 pesos para construir una
sala adecuada, y 50 para mobiliario y artículos de enseñanza.
El equipamiento de edificios públicos y el mantenimiento de los mismos dejan mucho que
desear:
La casa que sirve para oficina municipal necesita una reparación formal, pues el techo
tiene una infinidad de goteras, las puertas y ventanas rotas y las paredes descalabradas:
a la poca seguridad se añade el riesgo que corren los papeles cuando llueve, por la
multitud de chorros que caen y empapan todo lo que hay dentro: y puede recorrerse todo
con el gasto de 100 pesos. El templo se haya también en mal estado, por tener el arco
toral hendido desde el terremoto de 1842, el coro en un estado de falsedad que puede
desplomarse, la Capilla de la Virgen de los Dolores en mal estado; el enladrillado muy
desigual (…) la población de esta cabecera no cabe en su recinto, y multitud de personas
tienen que quedarse afuera con privación del sacrificio de las misas o bien se apiñan en el
presbiterio, y estorban las ceremonias; pueden acordarse 1.000 pesos (…)
Luego analiza el servicio de agua, y da a conocer las condiciones de miseria de la mayoría
de los pobladores:
El agua es un elemento vital para todo lo creado; y en este lugar se padece la desgracia
de carecer de ella cuando en los meses de verano se sala la del lago, esto es, la parte
menesterosa del pueblo, que no puede surtirse de la del estanque a caro precio (…)
supuesto de que hay multitud de personas tan miserables que hay días que carecen de
un centavo para comprar una arepa (…) para que esta gente pobre se provea de agua
buena sin costo alguno, lo podéis franquear acordando 400 pesos para excavar un
estanque público, cercarlo y cerrarlo con seguridad, que mantenga el líquido con aseo, y
no sea hollado y enturbiado por algún animal, acordéis 60 pesos para gratificar
anualmente un individuo que cuidase y conservase el establecimiento (…) Debéis pues
Honorable Diputación tener en consideración este triste estado (…)
En cuanto a infraestructura relacionada con la cría, las condiciones en que se encuentran
las oficinas públicas y las condiciones económicas en que se encuentran los ministros de policía y
los empleados públicos señala:
La carnicería requiere igualmente muchos reparos, podrán hacerse con 60 pesos (…) El
corral público es nuevo y se halla en buen estado. El mobiliario de la oficina municipal es
bien triste (…) no hay un armario donde guardar los expedientes, pues el que existe, es
inútil al efecto, y la mesa en la que escribe el amanuense, la ha prestado: no hay más que
una carpeta decente, y está manchada, las sillas que ocupa en sus sesiones el Concejo
Municipal no son cuales convienen a una corporación de su categoría, ni en número
bastante, pues no son más que siete, tampoco hay un reloj de campana que avise las
horas, ni otras cosas igualmente necesarias. Os pedimos comprar dos sillones buenos, uno
superior a todos, dos carpetas buenas, una mesa, un armario, un reloj de campanas, dos
servicios de tinta para dos mesas, un escudo de armas de la República, una campanilla, y
un diccionario de legislación y otro de lengua castellana, cuyos gastos pueden hacerse con
200 pesos. La policía se haya servida en todo el Cantón regularmente cuanto lo permiten
el escaso número de ministros y la poca contracción de los comisarios, que por ser
regularmente hombres muy pobres, tienen que entregarse la mayor parte del día al
trabajo de que derivan sus subsistencias (…) la limpieza de este pueblo se ha verificado a
favor del subsidio personal impuesto por este concejo (…) debéis mejorar las plazas del
343

Secretario y del escribiente, pues los sueldos que gozan, no retribuyen sino muy
escasamente el trabajo de que están recargados, y claro es que portan mezquinas
dotaciones no se prestarán a servir sujetos inteligentes, sino los incapaces, y con
semejantes personas no puede marchar bien la Administración (…) sus escasos sueldos
se les abonan con tardanza y aún con pérdida, para encontrar un escribiente tienen que
gratificarlo el Jefe político y el Secretario de sus respectivos sueldos, y de esta suerte
todos llegan a quedar mal dotados. Servíos pues acordar el pago el pago de 300 pesos
anuales al Secretario, y el de 180 pesos al escribiente (…)
La relación que el funcionario -Butrón- establece entre sueldos, carga de trabajo y calidad
de los funcionarios es un discurso brillante, su conclusión a este respecto es que no se puede
disponer de una burocracia con calidad si no se cambia la política de empleo hacia quiénes deben
trabajar para el servicio público.
Butrón deja lo más grave para el final de la exposición, y el asunto son las medidas que
toma el gobierno marabino relacionadas con el único sector que genera riquezas para el cantón,
providencias que debilitan aún más al susodicho cantón, cosa que ocurre al favorecer las
autoridades de la capital provincial a algunos particulares de Maracaibo (Proyecto histórico de
1852-1855-1857). Esto ocurre, porque al detentar el poder político esos particulares tienen la
oportunidad de crearse algunos nichos económicos, donde ellos puedan labrar fortuna en
desmedro de quienes las detentaban como propias:
Vuestra resolución vigente celebrando contratos con diversos particulares sobre el ramo
de las carnes, ha traído el inconveniente de dejar a esta Administración casi exhausta de
rentas, pues era el único ingreso abundante que había; de suerte que no produce en el
día ni para cubrir la mitad de la lista de empleados de esta Villa, teniendo estos y los
demás del Cantón que recurrir forzosamente a la Administración Principal para que se les
pague, lo cual se consigue con mucha dilación y trabajo, y aún con perdidas ellas al
empleado en Rentas de este Cantón ni ese recurso les queda, pues su comisión se tira
únicamente sobre lo que recauda, y esto es tan poco, que el mes el mes que nos haga no
pasa de doce pesos (…) Proponemos pues se le asigne a este empleado un sobresueldo, o
se le aumente su comisión al 20 por ciento. Al concluir Honorables Diputados. Os
suplicamos que acojáis con benignidad las indicaciones que se os han hecho (…) y la
resolváis con la bondad que cumple a vuestro patriotismo (…) no me anima otra cosa que
el deseo de ver superado nuestro Cantón. Agustín Butrón (AHZ, 1855: T. 7, l. 17 y l. 20).
Esta relación del estado del cantón realizada por Agustín Butrón vale tanto como el mejor
constructo teórico, allí está demostrado cómo a 25 años de haberse creado la República de
Venezuela, no se había alcanzado en la Provincia de Maracaibo la existencia de cantones que
hubiesen superado de un modo definitivo las condiciones propias de un primitivo estado. El
Cantón Altagracia nos trae el recuerdo de lo que le sucedió a la población de Siruma a quien la
corporación altagraciana le retiró su categoría de parroquia. El Cantón Altagracia como tal estaba
colocado ahora en la misma encrucijada, podía ser disuelto si así lo hubiere dispuesto la
Diputación Provincial, porque la corporación gracitana tenía que recurrir a la Administración
Principal para cubrir sus gastos de personal público.
La dialéctica del seccionamiento, fragmentación, desmoronamiento y disolución se cernía
sobre la existencia de las organizaciones político-territoriales. La nación latinoamericana marchaba
por los derroteros que vaticinó el Mariscal Antonio José de Sucre. Como resultado la historia de
Cabimas o la del Cantón Altagracia, la de la Provincia de Maracaibo, o la de Venezuela, la de la
344

Gran Colombia y la de Nuestra América es la Historia del Desfiladero, hecho provocado por la
asunción del “Otro” proyecto histórico como Proyecto maestro.
Y ese proceso de deterioro y precarización ocurría a todos los niveles, el abandono al cual
Maracaibo sometió desde 1830 hasta 1855 al Cantón Altagracia se reproducía también a una
escala del Estado nacional. Tampoco existían obras de dominio de la Nación en el Cantón
Altagracia, estas comarcas no tenían ni el más mínimo respaldo de esas esferas, como se vio en
uno de los documentos citados, porque hasta para limpiar las calles se tenía que recurrir al trabajo
del propio vecindario, mucho menos para obras de interés mayor como sería la infraestructura
productiva, porque ni la gobernación provincial ni el gobierno nacional les aportaba lo necesario,
para que ocurriese lo que Agustín Butrón anhelaba que era “ver superado nuestro Cantón”. A la
Jefatura política de Altagracia el Gobernador le pide “una noticia circunstanciada de las existencia
a favor del Estado, que haya en este cantón” y el Jefe civil, Fabio Padrón, le dice: “en contestación:
que en ninguna de las parroquias que lo componen, se haya propiedad alguna de dominio de la
Nación (…) pues los edificios y obras públicas que hay son de propiedad municipal (…)” (AHZ, 1856:
T. 8, l. 5). También le solicitaban noticia de los terrenos de la Nación, y aquí respondió ahora por
Altagracia José A. Chávez: “todos los terrenos de esta Cabecera de Cantón son de propiedad
nacional a excepción de algunos de propiedad particular que existen dentro de los mismos
terrenos Nacionales (…) (ídem).
De acuerdo con lo referido, no poseía obras construidas o edificadas por la Nación, y las
tierras que la rodeaban tampoco le pertenecían, éstas eran en su mayor proporción de la Nación.
Pero allí no terminan sus desgracias, con anterioridad a esos documentos que se acaban
de citar, hay otro manuscrito que denuncia irregularidades del aparato burocrático del Cantón
Altagracia [383], esa comunicación es escrita desde la cercana población de Casigua. La denuncia
del Jefe político de Casigua se hace ante el gobernador de la Provincia de Maracaibo:
Jefatura política. Casigua Agosto 13 1855 Gobernador.
Cometiéndose en algunos puntos de este Cantón y particularmente de los retiros donde
se encuentran los ganados vacunos, fraudes, hurtos y otros abusos y desorden con que se
ataca la propiedad y se quebrantan las leyes y los reglamentos de policía; pudiéndose
creer que estos desórdenes están alimentados por la indiferencia o el disimulo con que
algunas autoridades del Cantón Altagracia miran los registros y formalidades con que han
de conducirse los ganados (…) esta Jefatura (…) no encuentra otro medio que el de
dirigirse a V.S. que sin duda proveerá las medidas convenientes; pues esta jefatura
comprende que la falta de celo y vigilancia de las autoridades o sus inspectores
respectivos sobre la presentación de papeletas y revisión de los ganados que para allá se
conducen, causa los graves daños que en el particular sufren, hoy la moral, la propiedad y
el buen orden males que no se experimentaban antes cuando la oficiosidad y la exactitud
de aquellos empleados reprimía cualquier abuso que de vez en cuando se notaba (…) Luis
G. Navarrete (AHZ, 1855: T. 7, l. 24)
La denuncia es muy importante, deja en evidencia que en los retiros de las poblaciones se
está haciendo insostenible mantener una zona productiva, y por otra parte, deja en claro como la
crisis económica pone en funcionamiento fuentes de ingresos alternos de carácter irregular, es
decir, muestra un cuadro de descomposición que trastorna la marcha ascendente de los cantones.

383
La falta de un aparato burocrático de calidad como al que aspiraba Agustín Butrón disponer era inexistente, los
funcionarios estaban sobrecargados de trabajo, tenían bajos emolumentos y “eran sujetos de escasa inteligencia”.
345

Ante esa situación el gobernador de la Provincia de Maracaibo ordena el 29 de agosto transcribir


la denuncia y remitirla a Altagracia y desde esa Villa el Jefe Político responde el 11 de septiembre
que se hará las averiguaciones necesarias, y que desde ya recomienda a sus subalternos rectitud y
eficacia, el jefe político del Cantón Altagracia es Butrón (AHZ, 1855: T. 7, l. 24).
Para el colmo no sólo estaban en esos “tristes estados” y dentro de esas situaciones
escandalosas, a estos flagelos se agregaban las inclemencias climáticas, éstas afectaban por
temporadas a los productores y la escasez sobrevenía con sus hambrunas, sumándose a este azote
las epidemias. Vamos a detenernos en este asunto de las cosechas escazas, porque éstas trajeron
una reacción positiva de las autoridades para enfrentar la emergencia que bien vale la pena
reseñar en detalle:
Febrero 8 de 1856. Fabio Padrón, Jefe Político de Altagracia, recibe comunicación con
noticias de la Provincia de Carora, donde sufren carencias de víveres pues las cosechas del
año pasado al igual que en el Cantón Altagracia fueron muy escasas y no bastantes para
abastecer el mercado, además, sufren la presencia del cólera, es decir, pestes y hambre
que son azotes temibles de la especie humana (AHZ, 1856: T. 3, l. 27) (Nota: Resumen del
documento).
Los habitantes tomaron conciencia de todos esos incentivos negativos, -como el de los
contratos de la carne con algunos particulares o el abigeato- que tenían que afrontar y, en
consecuencia, cuando las autoridades actuaban en defensa de los intereses generales, cuando se
preocupaban del abasto interno, cuando ponían freno a la ola especulativa, en definitiva, cuando
no se deja a los ricos a su libre albedrío, entonces, les felicitaban. Los merecedores de ese
reconocimiento por parte de quienes firman el Manifiesto en nombre de la comunidad -en el caso
que se narra- son el regidor Antonio López y el gobernador Roque Rebolledo:
Abril 9 de 1856. La generalidad de ciudadanos aplaude y hace elogios, ante el gobernador
Roque Rebolledo, al regidor Antonio López por su vigilancia en el orden y regularidad del
abasto público diciendo que es constante al pueblo entero la diferencia que existe hoy en
el abasto público desde que está encargado este empleado. Gracias a sus esfuerzos ese
insaciable enemigo de los pueblos el monopolio no se ejerce con el descaro que poco
antes se viera. Tenemos noticias de que no contentos con lo que tienen pretenden seguir
alimentando sus fortunas con el trabajo del infeliz, pidiendo que se declaren inexistentes
las medidas que se han adoptado para proveer las necesidades del pueblo amenazado por
a
el hambre. Suplicamos a V.S poner coto a las pretensiones exageradas de los ricos contra
la generalidad pobre, llevando los precios de artículos de primera necesidad hoy
sumamente caros a un punto racional y equitativo prohibiendo a la vez la exportación del
maíz y plátanos (AHZ, 1856: T. 9, l. 21, f. 220).
Ese aliciente moral que recibe de los gobernados [384] permite a Rebolledo mantener las
medidas:
Roque Rebolledo deja en toda su fuerza y vigor la prohibición de exportación de frutos y
granos menores. Y hace elogio del empleado aplaudido por la generalidad de los
ciudadanos (id. f. 231) (Nota: Resumen del documento).
La denuncia es relevante, se califica al monopolio como enemigo de los pueblos, y del
mismo modo a quienes “no contentos con lo que tienen pretenden seguir alimentando sus
fortunas con el trabajo del infeliz, pidiendo que se declaren inexistentes las medidas”, tanto el uno

384
Numerosas firmas respaldan el manifiesto, en uno de los folios están las rúbricas de Manuel Barroso, José María
Balbuena, Juan Bautista Vale, Espíritu Santos Borja (ídem).
346

como el otro hacía insostenible la existencia de los cantones subalternos, e incluso amenazaba del
peligro social al Cantón Capital al atentar contra “el pueblo amenazado por el hambre”. De allí que
la gobernación extiende sus medidas a una que está destinada a los habitantes de Maracaibo:
Junio 30 de 1856. Decreto. Las embarcaciones que traigan frutas o artículos de consumo
para Maracaibo a venderlos al menudeo al público desde las 6 hasta las 12 del día.
Después de esta hora podrá vender el resto de la carga a lo que tenga por conveniente su
dueño. Las embarcaciones que lleguen después de las doce no podrán vender sino hasta
el día siguiente. Las embarcaciones, cayucos, botes o canoas que están en el puerto
durante las horas indicadas no pueden comprar a las embarcaciones que llegan. Se
prohíbe la salida de embarcaciones para compras del tráfico. Roque Rebolledo (AHZ, 1856:
T. 9, l. 21, f. 233).
La venta al menudeo al público no podía ser burlada mediante el subterfugio de
aparecerse por el puerto los proveedores después del mediodía, quien llegase en las horas de la
tarde tendría que esperar hasta el día siguiente, porque primero tenían que abastecer al
comprador al por menor -del sector depauperado-. Los revendedores y compradores mayoristas
sólo se podían surtir después que el pueblo hubiese realizado sus compras durante toda la
mañana. Una vez satisfecha la demanda del público minorista de muy bajo poder adquisitivo es
que el traficante de alimentos podía disponer libremente de su mercancía como considere
conveniente para sus intereses mercantiles, en pocas palabras, los dueños de las cargas no tenían
libertad para especular con los productos alimenticios. Con esta medida sin duda alguna se estaba
evitando un estallido social, porque la miseria intensificada por tantos incentivos negativos se
había convertido en una amenaza para el orden político.
No obstante, estas sabias previsiones, el cuadro era complejo y de gran incertidumbre:
Agosto 16 de 1856. El Gobernador solicita al Jefe Político de Altagracia si hay probabilidad
de que se recoja con buen éxito plátanos, maíz y arroz que pueda abastecer a todos los
a
mercados de la Provincia y Fabio Padrón le responde: digo a V.S que absolutamente han
sido ningunas las cosechas de este Cantón, por razón de la falta de lluvias (…) y según se
ve la de este mes también será fatal. Según el parecer de algunos vecinos de este pueblo
que tienen conocimiento de la agricultura, la cosecha de Agosto a Diciembre se perderá
también, porque el tiempo hasta ahora no amenaza lluvias, de modo que si no fuera por
los Cantones Gibraltar y Zulia que nos auxilian actualmente y nos han auxiliado en este
tiempo pasado los vecinos de este cantón tendríamos que huir despavoridos de él por
hambre. Fabio Padrón (AHZ, 1856: T. 5, l. 25, f. 370) (Nota: Resumen del documento).
Razón por la cual las autoridades siguen tomando acciones y estableciendo medidas
preventivas para evitar los grandes males. Se da a conocer una Circular que prohíbe la venta de
frutos menores fuera de la Provincia por un mes (id. f. 361), ese decreto se toma por la carestía de
víveres de consumo de primera necesidad como plátanos, papelón, queso, carne, arroz, manteca
de puerco, carne salada, y se establece incluso una tasa de precios para evitar la especulación (id.
ff. 336 y 337). En otras palabras, con acierto los gestores de lo público -los gobernantes-
contrarrestan las fuerzas del mercado con la fuerza del gobierno elaborando una lista de precios
que no podía ser excedida, en otras palabras, evitan que por la disminución de la oferta -que
genera la escasez- los precios se eleven descontroladamente creando unas ganancias
extraordinarias para los productores.
De todo esto se extrae una verdad -una lección- que expone con toda su crudeza el jefe
político Fabio Padrón: “si no fuera por los Cantones Gibraltar y Zulia que nos auxilian actualmente
347

y nos han auxiliado en este tiempo pasado los vecinos de este cantón tendríamos que huir
despavoridos de él por hambre”, lo que en otras palabras era tanto como reconocer de que el
Cantón Altagracia se podría evaporar [385].
El balance del Cantón Altagracia continúa de este modo:
Para finales de ese año 1856 se presenta una evaluación del cuadro general económico
que se observa en “las costas” que están en la vertiente oriental, esto incluye el vasto territorio
que va desde Punta de Palmas -al norte de la Villa de Altagracia- hasta Bobures y se le pudiera
agregar incluso la costa sur que va desde Gibraltar hasta San Carlos, Agustín Butrón está entre los
redactores de esta evaluación de la situación de esta inmensa jurisdicción y ésta es desoladora, en
ella se asume un tono de sentida protesta incriminatoria contra los diputados provinciales:
Noviembre 20 de 1856. La comisión nombrada para informar sobre las Memorias que los
Concejos Municipales de Altagracia, Gibraltar y Zulia, han presentado ante la Diputación
Provincial, dice:
Muchas son las necesidades que hoy sufren esas desgraciadas poblaciones, en razón de
no poder ellas intentar ninguna especie de mejora por la escasez de sus fondos públicos, y
por el punible olvido en que hasta hoy la ha tenido esta Corporación.
Si alguna vez han llegado a figurar en los presupuestos, una que otra partida en su
beneficio, esto nunca ha pasado de guarismo., de unos renglones más, escritos en ellos
(…) Nos olvidamos de que los Cantones que se representan, son los que dan vida a la
Capital de la provincia.
La comisión recomienda a esta Honorable Cámara (…) leer sus memorias y las oiga con
atención, en calma, y desnuda de toda prevención anterior. En ella aprenderá cuán
grande ha sido el olvido que hasta hoy han permanecido las únicas fuentes de nuestra
riqueza (…) acordar el remedio de sus males, si no del todo, siquiera en parte.
Antonio Echeverría. Agustín Butrón. Tiburcio Urquinaona. (AHZ, 1856: T. 3, l. 32).
Los firmantes denuncian que para las necesidades de estas comunidades se aprueban
partidas presupuestarias que se quedan en el papel simplemente anotadas, porque esas cifras
nunca se convierten en dinero real que haya sido entregado a los destinos. Y esto es del todo
cierto, había partidas, por ejemplo, para la escuela de Cabimas, cuando esa institución era
inexistente para ese momento en esta población.
La provincia sufría el inmenso poder radicado en Maracaibo, y en consecuencia desde los
cantones llovían las quejas por el imperial abandono al cual estaban sometidos por la élite
porteña:
Enero 28 de 1857. José A. Chávez jefe político de Altagracia le expone al Gobernador las
necesidades que padece el cantón de su jurisdicción. En instrucción pública la preceptora
ha cerrado la escuela y lo mismo hace el preceptor pues ambos son personas muy pobres
y lo hacen porque no se les paga. A los empleados públicos se les deben tres meses y el
presente de sueldos. El amo de la casa que sirve de escuela la ha mandado a desocupar. A
los actuales empleados como no se les cancela sus pagos casi no pueden obligarse. Los
gendarmes de policía andan en comisiones haciendo gastos (AHZ, 1857: T. 1, l. 25) (Nota:
Resumen del contenido).

385
Situación a la que se había llegado por el reparto presupuestario de la provincia, el cual fue denunciado una y otra
vez desde las parroquias subalternas y aún desde la misma Maracaibo como una política que iba contra toda
racionalidad económica, y con el agravante, de utilizar a este cantón como una cantera de milicianos y como un bastión
militar, y no como un polo económico de la provincia como ya lo había demostrado en más de una ocasión-.
348

Pasma este recuento, el aparato burocrático estaba siendo golpeado de un modo


incesante, al sector educativo se le condenaba a su desaparición, y en cuanto a los arrendatarios
de viviendas al Estado, a éstos se les obligaba a rescindir los contratos con el gobierno, porque no
obtenían las rentas por el alquiler de sus locales. Y mientras estas cosas ocurrían estimulando
malestares en las poblaciones, la gendarmería realizaba gastos provocados por los efectos
negativos que ese cuadro económico-social generaba.
A pesar de que los porteños maracuchos estaban abarrotados de quejas y denuncias que
les llovían desde toda la provincia, pretenden simular que no están enterados, y fingen tener
interés por la problemática de estos cantones, crean pues una Junta de Fomento para crear falsas
expectativas de cambio, es decir, ideológicamente proyectan una imagen de que Maracaibo
utilizará todo su poder económico para convertir a la provincia en una poderosa plataforma que
incida en los contornos y en el país. Es así como en:
Noviembre 14 de 1857. La Junta de Fomento pide al Jefe Político José Antonio Chávez un
informe detallado y minucioso sobre el estado del Cantón Altagracia, Chávez evacúa la siguiente
relación:
Obras públicas no se están efectuando ningunas. Las que hay, la escuela y el concejo,
están en perfecto deterioro, y ninguna medida se toma para evitar su completa
destrucción. La población se encuentra en el peor estado que ha podido verse,
enmontada, se pueden amarrar bestias en los cujíes que hay en la plaza. Los caminos
públicos y transversales se encuentran intransitables y no hay ningún contrato acerca de
limpiarlos. El peaje se cobró hasta julio, y desde la novísima ley sobre régimen municipal
se cobran cuatro reales más a cada res, y a cada mula en tránsito para Maracaibo, o de
aquel punto para éste seis reales por cada caballo, dos reales por cada burro. El
Administrador no rinde informe del ingreso desde la Nueva Ley hasta la fecha, ni siquiera
por cortesía o urbanidad contestó, al exigirle dijo “que no se le daba la gana de contestar
nada”. Son tan pingües las rentas de este Cantón que en ninguna época han producido lo
que hoy. Señor Gobernador la casa de la escuela se va a caer, único sitio de beneficencia
que hay en este cantón, la escuela pública del preceptor, es su casita en donde está con
toda su familia y en la que no caben ni 20 niños, un preceptor que si lo van a examinar, en
ninguna materia contestará ni una palabra, la escuela de niñas está bien servida y
tampoco hay un lugar cómodo para dicha escuela, y es necesario pagar alquiler, porque
no pertenece al municipio. Es cuanto puedo informar (AHZ, 1857: T. 8, l. 30) (Nota:
resumen del documento).
Esta respuesta confirma todo lo que se ha venido reseñando, los porteños destruyeron a la
provincia, es decir, lejos estaban de tener el proyecto de construir una provincia capaz de impactar
a la economía del occidente de Venezuela -lo que se pudiese tomar en serio como una Región
histórica-. Lejos se estaba de esa perspectiva, de esa esperanza, de ese sentido anhelo, de tal
modo que lo que se constata es lo totalmente opuesto. En un despacho referido a Sanidad la
Jefatura Política de Altagracia en febrero 29 de 1856 informa al Gobernador algo inaudito:
(…) las bestias que conducen medicinas a Coro son dos burros por ser tan escasos en este
pueblo las caballares y mulares, por no hallarse en muy buen estado [los dos burros],
alcanzarán no más hasta Casigua (…) Fabio Padrón (AHZ, 1856: T. 12, l. 23, f. 79).
Ante tales circunstancias tan deprimentes que se describen en ese oficio, la élite marabina
es abundante en fórmulas propias de gente letrada. En un legajo sobre “Sociedades” hay un
manuscrito donde la Jefatura Política de Altagracia en Marzo 15 de 1857 acusa recibo al
349

Gobernador de una instrucción que éste les impartió para que pudiesen paliar sus necesidades de
rentas, la “solución” que ofrecen causa estupor y desconcierto:
(…) debido al estado de escasez en que se encuentran las rentas municipales Vuestra
Señoría me excita promueva la creación de Sociedades Patrióticas entre los vecinos a fin
de que acuerden los medios de remediar las necesidades (…) José Antonio Chávez (AHZ,
1857: T. 1, l. 28).
Es decir, sencillamente, le piden mayores sacrificios, o peor aún, le recomendaban que se
olvidasen de cualquier mejora por mínima que esta pudiese ser. Puesto que, si según el informe de
Chávez del 14 de noviembre de 1857, allí en su cantón no se estaba construyendo ninguna obra
pública, ni la población se había visto antes en tan peor situación, qué sacrificio más se podría
efectuar, cabe pensar que sería vender los dos burros que tenían en mal estado, para así proveer
las rentas con algún ingreso adicional.
La élite marabina consciente de esa dura realidad evacuó una desfachatada y amenazante
respuesta a través de la Gobernación al máximo representante del Cantón Altagracia, y en esta se
le dice:
Maracaibo Noviembre 30 1857. Presidente Concejo Municipal de Altagracia.
(…) sirva llamar la atención del Concejo que preside, a fin de que dicte las providencias
conducentes a remediar los males apuntados, pues de otra manera quedará ese Cantón
reducido a nulidad cuando está llamado a ser uno de los más importantes de esta
Provincia. López. Secretario Ortega (AHZ, 1857: T. 8, l. 30).
En otras palabras, les señalan con voz autoritaria que es responsabilidad de la gestión
pública del Cantón Altagracia si ese cantón se evapora. Pero la realidad era otra, la problemática
del Cantón Altagracia fue expuesta por sus representantes públicos ante el Gobernador y la
Diputación Provincial, y no se le daba respuestas adecuadas. Altagracia denunció - en sus escritos
a la Gobernación- al monopolio como la causa de sus males. Esa denuncia la hacen cuando señalan
la entrega de “privilegios a algunos particulares”, los famosos “contratos de carnes” que según su
informe dejaron exhaustas las rentas del Cantón Altagracia, lo que les colocó en una condición
mendicante ante la todopoderosa Maracaibo. Arrancaba con esos contratos nefastos un nuevo
modelo de exacción de los Cantones Subalternos, modelo que se pudiera calificar como un
proyecto histórico infame de la élite de Maracaibo contra las aspiraciones de “las costas”.
El Proyecto histórico de 1857:
El administrador del Cantón Altagracia, Manuel María Sanson, muestra cómo de 1852 a
1858 la situación de deterioro de la recaudación de rentas entra en una caída en picado, en su voz
se enumeran todos los ramos que han sido afectados por esa caída libre (Recuérdese que en 1852
los navegantes del lago denuncian la posible entrega de este reservorio de agua como monopolio
a una empresa de vapores muy poderosa, y en 1855 se alerta sobre la “entrega de privilegios a
algunos particulares). La voz de Sanson se une a la de Chávez del 14 de Noviembre de 1857 que
describe la “novísima ley de régimen municipal” referida al pago de peajes, degüello de ganado,
destilación y otros. He aquí su pronunciamiento contra la “novísima”, porque amparada en ella es
que se concede a un particular privilegios mediante un contrato lesivo para los gracitanos, esto es,
en contra de los intereses de todo el conglomerado humano del Cantón Altagracia:
Mayo 10 de 1858. La Administración subalterna de Rentas Municipales de Altagracia
expone:
350

(…) por los años de 1852 y siguiente (…) alcanzaba para cubrir los gastos del Cantón
ofreciéndose o arrojándose un sobrante que se remitía a la administración principal
contante de más de 200 pesos, hoy pues se ha distraído sus principales ramos como el
degüello de ganado mayor, el de peaje, el de destilación y otros, por cuya causa hace
disminuir el ingreso, aparte que los meses de Abril, Mayo, Junio y Julio muchas reses
disminuyen las exportaciones de ganado, y con ellos la muerte de las rentas (…)
consiguiéndose solamente la recesión del contrato Fuenmayor, se conseguiría la
principal, se abonarían todos los empleados y se atendería a la reparación de los edificios
a
y demás establecimientos del Cantón (…) Manuel M . De Sanson (AHZ, 1858: T. 9, l. 9).
Los cantones piden progreso para poder construir una región que desarrolle toda la
potencialidad de recursos que existen en esta provincia y de este modo convertir a Maracaibo en
la punta de lanza de una poderosa fuerza económica endógena [386], pero para lograrlo -entre
otras cosas- se debe rescindir el contrato leonino y rapaz que la Gobernación concedió a un
maracaibero -Fuenmayor-, pero la Gobernación y la Diputación Provincial no lo hace porque este
es un miembro de su élite capitalina.
Todo esto nos hace recordar el famoso Manifiesto de «los maracaiberos», cuando se
quejan como el comercio mayor y menor marabino quedó en una pronunciada desventaja con
respecto al capital extranjero que se ha instalado en el puerto, y es favorecido por los
gobernantes, tanto que ellos los oriundos de esta ciudad deben “mendigar” [387] de ese sector el
crédito para sus operaciones, con la expediente de:
(…) que muchas veces conceden de un modo capcioso para anular más adelante al
hombre que descuella. Sus altos precios (…) perforan hasta la más remota posibilidad de
que progrese y sostenga el infeliz venezolano (…) A tal punto llega el monopolio (…) por
aquello de no convenirles (…) una competencia para ellos (Cardozo Galué: id. 240 y 241).
Esa política foránea que coloca al venezolano contra la pared, enunciada con esa frase
lapidaria de “perforan hasta la más remota posibilidad de que progrese y sostenga el infeliz
venezolano”, la aplican ahora los marabinos a los gracitanos, mediante un contrato leonino, rapaz,
perjudicial, lesivo, ruin y particularmente agiotista invasivo, el cual les fue impuesto por los
agiotistas de la Capital a los infelices de la Villa. El contrato en cuestión se lo otorgaba el poder
político de Maracaibo a un comerciante apellidado Fuenmayor, y con ese procedimiento se
privatizaba un organismo del Estado a un particular el del cobro de rentas por degüello, peaje,
destilación y otros. Ese contrato lo negocia Fuenmayor a la Gobernación afectando los intereses
de todo el conglomerado humano del Cantón Altagracia, tanto que la Administración Subalterna
de Altagracia indica que:
consiguiéndose solamente la recesión del contrato Fuenmayor, se conseguiría lo principal,
se abonarían todos los empleados, i se atenderían a la reparación de los edificios públicos
y demás establecimientos del Cantón (…) Manuel Ma. Sansón (AHZ, 1858: T. 9, l. 9).
La exacción de los maracuchos era nefasta, y el contrato Fuenmayor era solo una de ellas,
hay que precisar todas las demás, para conocer lo que interesa a la historia como ciencia social, es

386
Por lo contrario, Maracaibo se convierte en la punta de lanza de poderosas regiones históricas como las de Bremen o
Le Havre. Para la nueva historiografía este mundo patas arriba debe colocarse con los pies sobre la tierra, dicho de otro
modo, debe mostrar cómo la Región histórica marabina oculta un proceso interno de signo negativo, los manuscritos
históricos revelan casi un proceso de involución, la realidad histórica en estos cantones resultan en una feroz denuncia.
387
Así como las calles de la Villa de Altagracia se llenaba de mendigos, en Maracaibo los ricos ante el monopolio que
ejercían los intereses de las grandes potencias internacionales quedaban reducidos a pordioseros.
351

decir como un campo del conocimiento que desvela verdades ocultas y secretos bien guardados.
Por ahora, diremos que sospechamos de la existencia de un Proyecto histórico de 1857 (1852-
1855), en el cual Maracaibo de un modo consciente traza un plan para el expolio despiadado de
los Cantones Subalternos, el Contrato Fuenmayor es solo la punta de ese iceberg. La élite del
Cantón Altagracia con visión histórica apuntó que aquel contrato se debía rescindir, para efectuar
un viraje que llevara al cantón a aportar de nuevo rentas para la provincia, no obstante, esa
exigencia no debió haber sido ser satisfecha, porque en el año de 1859 la Presidencia del Concejo
Municipal de Altagracia renueva sus reclamos, dice:
Mayo 16 de 1859. La Presidencia del Concejo Municipal de Altagracia al Gobernador:
(…) memoria para presentar a la Honorable legislatura provincial (…) necesidades que
padece (…) Aguada. Carece esta población de estanque público que la provea de agua en
los meses de Enero hasta Abril inclusive, en cuyo tiempo la del lago se hace impotable; lo
cual obliga al vecindario a comprarla a un real la carga de dos botijuelas pequeñas (…) [la
Villa se está llenando de] pordioseros (…) [Necesita un] Puente público (…) en el Río de la
Boca (…) [Para la ] Instrucción pública falta también una casa y el competente mobiliario
para la escuela de primeras letras de niñas y segundo para la de los varones (…) existía una
pequeña casa de teja para aquel objeto, la cual se encontraba en escombro y ya casi
destruida (…) Debe añadirse también que en las parroquias Democracia, Siruma, Rita,
Cabimas y Lagunillas se carece igualmente de casas y mobiliarios para las escuelas de
primeras letras (…) sólo en La Rita y Cabimas hay preceptores [388] por escasez en las
otras de rentas del municipio (…) Edificio Municipal (…) necesita de reparación (…) Policía
urbana compuesto de un cabo y cuatro soldados (…) Policía rural(…) se ha entronizado en
los campos el detestable delito del abigeato extendiendo el hurto a toda clase de bestias
(…) sería conveniente si se pudiera crear una ronda volante montada (…) Rentas
municipales (…) los pueblos no deben ser gravados con pechos ni otros derechos que los
absolutamente necesarios para los gastos [indispensables] (…) este Cantón es
notoriamente muy pobre (…) vean si pueden aumentarse las rentas (…) aunque sea
temporalmente (…) desde la parroquia Democracia (…) se ha abierto una vía fluvial por la
cual se conducen a la Capital quesos, carnes, cabuyas, chinchorros y otros (…) menoscaba
el derecho de peaje (antes se conducía con burros) José R. León (AHZ, 1859: T. 6, l. 20).
No se disponía ni de agua para los pobladores, los menesterosos eran cada vez más
numerosos y más visibles sus miserias, lo que no estaba sin construir estaba por derruirse, las
edificaciones públicas carecían de mobiliario, el campo estaba azotado por la delincuencia y existía
un déficit de fuerza policial como producto de esa disoluta situación. La economía estaba tan mal
que, las mismas autoridades pedían que solo se gravase con el mínimo de rentas para sostener los
gastos más indispensables, porque era imposible y contraproducente pedir más sacrificios a los
pobladores. Y el contrabando que no cancela derechos agravaba el cuadro desolador, esa era tal
vez la única actividad que alcanzaba a ser rentable.
Las élites de los cantones subalternos tenía conciencia de qué es lo que requieren sus
poblaciones y sus jurisdicciones, y lo exponen, su intención es la de echar a andar los mecanismos
que puedan iniciar un proceso económico y social ascendente, es decir, hacer historia positiva,
tenían conciencia histórica, lo cual no es poca cosa, lo es todo, sin ésta no existe ninguna
oportunidad.

388
En 1855 se indica que desde 1848 Cabimas no tiene escuela, ahora en 1859 esta institución da de nuevo señales de
vida en esta población, hay un preceptor que debe impartir clases en un local que ni es propio ni tampoco cuenta con la
dotación del mobiliario por parte del Estado.
352

El Cantón Altagracia había retrocedido, reculado, retrogradado, por ejemplo, en vez de


contar con una educación primaria en todos sus grados, ahora luchaba por recuperar la escuela de
primeras letras que fue una conquista obtenida hace unos cuantos años atrás, es decir, no había
ocurrido un progreso sino un retroceso. Había irrumpido con fuerza el delito del abigeato
extendido ahora a otro tipo de bestias. El contrabando se había convertido en un modo de
supervivencia para algunos propietarios, pero esta práctica restaba rentas al cantón. Un círculo
catastrófico y vicioso envolvía la dinámica en la cual se desarrollaban los hechos.
Esa precaria situación y débil estado no era nada nuevo, no era algo que asomaba como
algo inédito en los años 50, en el año 1846 y en el año 1837 las noticias son las mismas, nada
marchaba bien. El probable Proyecto histórico de 1857 sería el resultado de esa dialéctica infernal.
En el año de 1846 se observa como la estructura económica exhibe fallas, la Honorable Diputación
de Maracaibo reaccionaba ante el tráfico ilegal de productos:
Ordena.
Art. 2° Son deberes del Comandante de resguardo. (…) 2° Evitar con su celo el
contrabando debiendo por las noches recorrer las playas para impedirlo (…) 3° Prohibir
que las embarcaciones fondeen antes de ser visitadas en otros puntos (…) Art. 3° (…)
recibirá de la policía todos los ministros posibles (…) Art. 5° (…) sueldo anual de 500 pesos
(…) Art. 6° (…) ser sufragante parroquial (AHZ, 1846: T. 2, f. 220).
Y en el año de 1837 las noticias sobre estas costas es que la gente salía huyendo de las
mismas a refugiarse en Maracaibo, en el periódico “El Constitucional” del 20 de julio de 1837 se
expone como el interior de la Provincia se desangra, y señala que esta es la causa de su atraso
[389], y al hacerlo describe una de las facetas deprimentes de la Maracaibo de entonces, El
Constitucional expone:
La principal es el abandono de las costas por venir a vivir en la ciudad donde ejercen de
comerciantes sin tener crédito, el capital y nociones, otros construyen un rancho y
siembran hortalizas en barbacoas, crían cochinos y marranos, y los jornaleros se emplean
en los hatos (Cardozo Galué: id. 155 y 156).
Es decir, de los Cantones Subalternos no solo los habitantes vivían fuera de la población y
huían hacia los montes, sino que también migraban hacia Maracaibo para escapar de estos
cantones donde reinaba la desesperación. Los miserables huían de los Cantones Subalternos en
cayucos buscando el sueño marabino, y allí engrosaron el sector de los pobres en la capital y
contribuyeron a una mayor deformación de ese medio urbano que estaba siendo interpenetrado
por el medio rural. Maracaibo, en este sentido, tampoco era una ciudad a emular, más allá de su
fachada era un medio urbano caracterizado por la pobreza y la desgracia
Esa es la verdadera historia, la historia que se está por contar. Es la historia del
desmoronamiento y la disolución, y en medio de ella el Cantón Altagracia está amenazado de ser
declarado en nulidad por quienes iniciaron con sus gestiones un siglo de soledad. Esa es la historia
que nos desvela el estudio del proceso histórico captado desde la perspectiva del campo, esto es,
desde la parroquia de Cabimas. Y la situación empeoraba, en el año de 1860 se evacúa otro
informe, ahora éste trata de la infraestructura para el sector productivo clave del Cantón
Altagracia, y dice:

389
Citado por Cardozo Galué en Maracaibo y su región histórica: (Cardozo Galué: p. 155).
353

(…) hasta hoy no se ha designado otro lugar para el matadero público que el de esta Villa
(…) debiera haberlo en las demás parroquias de que se compone dicho Cantón, la
disposición no se ha llevado por falta de fondos municipales, así como tampoco (…) ha
determinado aún el lugar dónde ha de efectuarse las matanzas en dichas parroquias (…)
Antonio Velarde (AHZ, 1860: T. 13, l. 15).
El Cantón Altagracia no dudó en calificar el trato que recibía desde la capital como nefasto,
aún cuando lo hiciese amparándose en una crítica a un gobierno anterior. En 1858 el Concejo
Municipal de Altagracia agradece al nuevo gobierno y señala lo que han enfrentado con
anterioridad, dicen:
(…) condolido del absoluto abandono en que hemos permanecido por tanto tiempo,
espontáneamente nos ha ofrecido [útiles y enseres indispensables para las escuelas] en
prueba de su amor, a diferencia de los que ocupando el mismo puesto hasta antes de
ahora, lejos de proporcionarnos las medidas de progreso i engrandecimiento como era su
deber, no hicieron más que convertirse en meros especuladores, en hábiles agiotistas,
propendiendo así a descrédito (…) Brisco Oberto (AHZ, 1858: T. 1, l. 10).
En otras palabras, la descalificación que la élite marabina empleó contra las Casas
comerciales extranjeras, al acusarlas de hábiles agiotistas, lo emplea ahora la élite del Cantón
Subalterno contra la clase criolla poderosa de la capital. En vez de propender al progreso y
engrandecimiento de la provincia, Maracaibo era una carga más que debían soportar los cantones
de esta jurisdicción, no solo estaban olvidados, abandonados y aislados, sino que estaban
sometidos a diferentes tipos de expolios como la del contrato Fuenmayor, y a los abusos de todo
género de especuladores y agiotistas que los engañaban y que hacían inútiles sus esfuerzos por
salir de la vertiente del desfiladero. Maracaibo era una cosa, la Provincia otra muy distinta [390].

En vista a todas estas calamidades se justifica la duda, de la existencia no solo de una


región, sino además que ésta sea histórica. Hay que plantearse el debate y realizar la discusión de
si es posible concebir una Región Histórica con la existencia de una realidad tan dramática como la
que describen los habitantes de aquel entonces como de «absoluto abandono», es decir, en la
más flagrante soledad. Nos parece más aceptable pensar que los circuitos agroexportadores
estaban tendidos por esta geografía para cambiarlo todo pero en Lancashire y Bremen, y no en la
Villa de Altagracia o en los demás Cantones subalternos, en estos la vulnerabilidad, la emergencia,
la precariedad y la desesperación es la nota dominante. La misma Maracaibo no era una ciudad
productiva, es decir, capaz de crear un mercado, porque lo que crea las relaciones mercantiles en
expansión es la generación de excedentes del sector productivo. Maracaibo no creaba un
mercado, eran las ciudades fabriles de Europa o de los Estados Unidos las que lo creaban, y dados
a esa ciclópea tarea requerían por el mundo entero de ciudades porteñas donde instalar sus
agentes económicos y sus Casas comerciales para lograr la realización de sus mercancías [391].

390
Hay que iniciar con urgencia el estudio de la historia de la Provincia de Maracaibo, ya nos hemos detenido demasiado
tiempo en Maracaibo y su región histórica, esa historia regional deja oculta la tragedia que vivieron cada una de las
parroquias, partidos, aldeas, descampados, caseríos, vecindarios, rancherías y villas de la Cuenca del Lago de Maracaibo.
De la historia de Cabimas no sabíamos nada, y esa historia es parte de la historia de La Rita, Lagunillas, Gibraltar, La
Cañada, porque todas ellas están interconectadas por canales de diferente orden, lo cual comporta una duda seria sobre
la pertinencia de esa división de la historia en local, regional y nacional, esquema muy pedagógico.
391
Las Casas comerciales foráneas son un componente clave del nuevo modelo de expoliación del mundo por parte de
los grandes centros de procesamiento de materias primas.
354

El Proyecto histórico exógeno hizo del Maracaibo urbano una ciudad porteña
modernizada, es decir, la transformó en un irresistible espacio de agrado y, hacia esa quimera se
abalanzó la población de los Cantones Subalternos. La descripción es patética, Maracaibo bajo el
Proyecto histórico exógeno no solo en lo urbano se ranchifica y en lo social se llena de miseria,
sino que incluso sus acomodados quedan en condición de “mendigos” del capital foráneo, sin
posibilidad de descollar, subordinados e infelices debido a la economía extractiva en pleno auge
dirigida por agentes externos. Y los Cantones subalternos están peor, en otras palabras, la
economía no impulsaba a la Provincia de Maracaibo hacia su cohesión y fortalecimiento, sólo
crecía inorgánicamente y ascendía penosamente por un efecto indirecto y por un fenómeno de
fricción con esa economía mundo. Los enigmas que debe resolver la ciencia de la historia están
cargados de desconcertantes y asombrosas paradojas, de allí que la Historia de Cabimas revela
una Cabimas Kairi.
En el campo de lo metafórico, el circuito agro-exportador en marcha no se comportaba
como la vena yugular que alimenta y oxigena al cerebro -Maracaibo-, ni como la aorta que sale del
corazón para insuflarle vida y energía al cuerpo -la Provincia-. Ese circuito, por lo contrario, lo que
sí provoca es un movimiento ascendente del capital extranjero extraordinario, relevante e
histórico, tanto que a miles de kilómetros impacto a los países atlánticos con una prosperidad
inusitada y magnífica. Con esta aseveración no se quiere negar que el Proyecto exógeno no haya
provocado dinámicas secundarias que favorecieran en alguna medida a los actores locales y que
generaran por fricción algún tipo de progreso interno, como aquel que se puede deducir de esta
noticia: “desde la parroquia Democracia (…) se ha abierto una vía fluvial por la cual se conducen a
la Capital quesos, carnes, cabuyas, chinchorros y otros”, noticia de la que se puede inferir que esos
tráficos entre poblaciones creaban una tendencia histórica endógena que se hubiese podido
respaldar, la cual lamentablemente no recibió el apoyo de las élites marabinas europeizadas,
porque de haberlo hecho hubiesen echado las bases para crear una Región histórica caracterizada
por un crecimiento ascendente de adentro hacia afuera y un resultado socio-económico entusiasta
[392].

f) Crecimiento de la Provincia de Maracaibo sin salir del desfiladero

Ese impulso de buscar productos exportables por parte de los capitalistas tanto europeos
como norteamericanos, al cual se suman latinoamericanos y también nativos de Venezuela, echó a
andar una actividad comercial de gran envergadura que generó un efecto de arrastre hacia
adelante para la provincia. Ese efecto positivo contó con un factor dinamizador: el transporte.
Maracaibo se convirtió en un puerto venezolano-holandés si se juzga por los buques que entran y
salen de su muelle en el año económico 1856-1857, 95 eran holandeses y 95 eran venezolanos de
un total de 267 barcos que tocaron este puerto, y era un puerto multinacional si se toma en
cuenta que las otras naves en orden de importancia numérica eran 35 norteamericanas, 14
alemanas, 11 francesas, 11 danesas, inglesas 3, neogranadinas 2, sueca 1 (Cardozo Galué: 291). En
el año económico de 1851-1852 los buques mayores venezolanos habían preponderado, los que

392
Desde una parroquia hacia otras parroquias, hacia otros cantones, hacia el Cantón capital, hacia otras provincias y
hacia una nación de fronteras cada vez más amplias hasta llegar a ser continental.
355

entraban y salían por este puerto para ese entonces eran 128 venezolanos y 53 holandeses y, los
únicos importantes después de ellos dos eran los americanos con 27, alemanes con 13, franceses
con 6, daneses con 5 e ingleses con 4 (id. 286). Cifras que nos indican como el puerto se va
convirtiendo en un atracadero de naves extranjeras. De los buques que salen de Maracaibo y van
con destino a puertos venezolanos hay 1 que arriba a Cabimas en el registro económico
correspondiente al ciclo anual 1851-1852 [393], dentro del lago ese año lectivo estos barcos se
arrimaban en busca de cargas en los puertos de Altagracia, Bobures, La Cañada, Gibraltar,
Moporo, Palmarejo, Tomoporo, y por las costas de Falcón llegaban a Adícora, Zazárarida y la Vela
de Coro, para el Centro del país el destino era La Guaira y Puerto Cabello, los únicos puertos que
destacaban con dos dígitos en sus guarismos de visitas eran La Guaira con 44 barcos, Guaranao
con 14, Puerto Cabello con 17, y Vela de Coro con 14 (id. 281). Esto como es lógico suponer
favorecía la pequeña economía de esas poblaciones.
Las embarcaciones que arriban al puerto de Maracaibo en el año económico 1851-1852
son numéricamente impresionantes, las cuantitativamente destacadas provenían de Gibraltar 366,
Zulia 320, La Ceiba 141, Los Cachos 80, Horqueta 61, Tomoporo 52, Altagracia 14 y Ceibita 14, a
estas se sumaban las que venían de las costas de Falcón (id. 277). Dentro del lago surcaban sus
aguas en el año económico 1850-1851 unos 17 barcos, 23 bongos, 1 barco-bongo, 18 botes, 1
bote-canoa, 13 canoas, 1 falucho, 7 goletas, 2 guairo, 1 guairo-balandra, 92 piragua, 1 piragua-
bongo, 2 piragua-bote, para un total de 180 navíos (id. 279). Este movimiento generaba un ingreso
aduanero a la provincia como un todo y, por otra parte muestra algo muy significativo, los nativos
de estas tierras tuvieron con ese movimiento en el espacio económico un nicho que pudieron
explotar, y en el que pudieron tener un relativo éxito como navegantes (sector que como ya
sabemos también fue amenazado por el proyecto exógeno en 1852 con sus Vapores y, además, los
intentos de algunos marabinos de monopolizar estas actividades en exclusividad). El itinerario que
estas naves hacían por “las costas” favoreció y dio vida a las poblaciones donde estas
embarcaciones arribaban, y explica un auge económico que tuvo su origen en el bullente tráfico
de mercaderías que utilizaba las aguas lacustres y fluviales para su circulación, no fue pues nulo
del todo el Proyecto histórico exógeno, desde el punto de vista del crecimiento económico. Este
impulso hacia adelante se reflejará demográficamente, en el duro período 1831 a 1839 sólo el
Cantón Capital y el Cantón Zulia tendrán un ascenso poblacional significativo, Maracaibo pasa de
17.384 habitantes a 26.881, y el Cantón Zulia de 1.760 habitantes a 3.100, el de Perijá retrocede
pasa de 3.100 a 3.027, el de Gibraltar aumenta un monto modesto de 4.435 a 5.094, y de
Altagracia no se tiene información, sólo se sabe que en 1839 contaba con 4.720 habitantes. Pero
de 1839 a 1854 la población de Maracaibo se duplica, la de Altagracia casi se triplica, y la de
Gibraltar, Perijá y Zulia en líneas generales se dobla (id. 156), cifras que nos revelan cómo en el
segundo período la economía fue dinamizada por las fuerzas exógenas y cómo tiene un impacto
favorable sobre la sociedad, aunque no suficiente para escapar del desfiladero, esto solo se

393
Lamentablemente las autoridades aduaneras dejaron de llevar esos registros de cara al tráfico de buques en el
interior del lago, y solo quedaron los reportes de los buques que entran por la barra hacia o desde Maracaibo para
puertos a mar abierto. De tal modo, que no es posible conseguir la estadística de los buques de gran calado que partían
desde el muelle de Maracaibo y surcaban un itinerario por estos puertos menores a lo largo de las costas del litoral
oriental del lago y del sur del lago. Habría que consultar los archivos marineros en Europa y los EE.UU.
356

hubiese logrado con avances cualitativos, es decir, con los cambios estructurales, históricos,
relevantes y de trascendencia.
Dentro de ese contexto Maracaibo se transfiguró, el puerto entronizó en su sociedad al
sector mercantil, y ellos trazaron los nuevos objetivos históricos a alcanzar en su ámbito urbano:
El movimiento portuario, estimulado por el nuevo orden económico, fue el factor que
dinamizó este proceso. Maracaibo había sido hasta entonces una ciudad con un puerto,
con la función principal de recibir y distribuir la mayor parte de los alimentos que
consumía diariamente su población. A partir de estos años, el puerto fue absorbiendo a la
ciudad; los comerciantes y hombres de negocio, desde sus almacenes y despachos en la
calle de La Marina, impusieron poco a poco otro ritmo y estilo de vida, generaron nuevas
fuentes de trabajo, controlaron los organismos e instituciones, y fijaron las demandas y
prioridades en el crecimiento y desarrollo de Maracaibo (Cardozo Galué id. 195).
De una ciudad con un puerto Maracaibo se transforma en una ciudad porteña, como
tantas otras ciudades que en las costas sudamericanas sufrieron esa transformación como
respuesta a un Proyecto histórico exógeno arrollador de escala intercontinental. En consecuencia,
Maracaibo sí pasó por la historia y la historia sí pasó por ella. Allí ocurrió ese cambio cualitativo. En
aquellos tiempos naciones como Holanda, Francia e Inglaterra abren sus puertos en el Caribe
cuando aún existía el Imperio hispano, pero una vez que este pierde este continente, muchos de
ellos mudan su residencia a las ciudades que poseen puerto en costa firme y las transforman bajo
su empuje mercantil en ciudades porteñas (se bonaerizan), convirtiéndolas en centros de
extracción de materias primas y núcleos a partir de los cuales van a alcanzar beneficios en el orden
de las ganancias extraordinarias. De este modo Maracaibo se convierte en una de las fuentes de
acumulación de capital internacional. Esa relación bilateral de Maracaibo con el comercio
internacional en una escala descollante contrasta frente a un débil relacionamiento con el Centro-
Norte de Venezuela y con las otras regiones económicas nacionales, lo que de paso muestra un
país fragmentado. Y revela también como Maracaibo se articuló a aquellas potencias y se integró a
ellas bajo el dictado de las Casas comerciales extranjeras [394]. Ese mismo fenómeno se replica
por toda Sudamérica, es decir, a lo largo de la costa atlántica y de la costa del pacífico, el arsenal
de manufacturas dota a las flotas mercantes de las grandes potencias con un poder de
penetración sin precedentes, y esos mismos buques extraen los recursos primarios de este vasto
territorio para mantener sus procesos fabriles en crecimiento. Bajo ese proceso esas ciudades son
capturadas por esas potencias, las colocan al servicio de sus intereses -se bonaerizan-. El
Occidente de Venezuela se convierte en una de esas áreas abastecedoras de las grandes
potencias, fue así como dentro del marco de una economía de libre competencia esta parte del
país, coloca los mecanismos económicos internos bajo el control y direccionamiento de los
europeos y norteamericanos. La economía extractiva que implementan provoca un auge
portulano, desde puertos menores a puertos cosmopolitas, y este tráfico mancomunado ejecuta la
operación a gran escala para trasladar inmensos volúmenes de producto, los cuales han de
alimentar los aparatos productivos que aquellas potencias han convertido en imponentes
plataformas. Las fábricas y con ellas la clase obrera transforman esas materias primas e insumos
industriales en mercancías destinadas a un mercado planetario, tal es la fuerza y el alcance del

394
Aspecto como este son los asuntos de fondo que deben sustanciar la discusión histórica (discurso científico-político),
solo asumiendo ese aspecto crítico se podrá superar la historia descriptiva, aséptica, pedagógica y apologética.
357

capitalismo industrial, configura un Mundo Nuevo, donde no solo se transformó bajo los
imperativos del modernismo a los países potencia sino que también trastrocó a Nuestra América
en una nueva realidad. De este modo la economía extractiva llega a ser una de las dos caras de la
economía moderna, la cual a todas luces se universaliza [395]. Si esos cambios no se hubieran
operado en nuestras naciones, no hubiera sido posible abastecer la demanda de las ciudades
capitalistas del Viejo Continente y de Norteamérica. Los cambios que se operaron en nuestros
países fueron esenciales para que se construyese la economía mundo. La economía mundo es el
resultado más relevante del modernismo en pleno auge.
El progreso, el adelanto, el crecimiento y los avances que la economía mundo provoca en
estas latitudes son el resultado del funcionamiento de la economía de extracción que ha sido
impuesta y desarrollada en nuestros territorios, y que funciona con la eficacia y la complejidad
semejante a la de una fábrica. Esa economía entra en sustitución de una economía propia que ya
había construido una armazón en nuestros escenarios [396], en otras palabras, la economía
autóctona fue desbaratada por el proceso de fragmentación y desmoronamiento que impulsa y
promueve el «Otro» proyecto histórico creador de circuitos mercantiles. El Proyecto histórico
exógeno en aquel momento histórico demanda la desarticulación de este conjunto de repúblicas,
los fragmentos resultantes deberán dar respuesta a las necesidades que demandan las sociedades
capitalistas de Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, bajo ese imperio América dejó de ser
para los latinoamericanos.
Bajo esos avatares en que se mueve el continente bajo el impulso de un mercado
mundializado, dividido en miríadas de circuitos mercantiles, Cabimas por su parte se aferra a las
paredes del desfiladero y se mantiene en el ojo del huracán sin ser arrojada fuera de ese
torbellino, participa en esa historia centrípeta que arroja a muchos fuera del proscenio. Cabimas
sigue incrementando el número de sus productores, porque no pierde protagonismo ni en el
cantón ni en la provincia, y porque cuenta con una élite local con una clara visión derivada de los
proyectos históricos que han conocido, y entre la intuición y la racionalidad va navegando
barloventeando. Cabimas al poseer una galería de propietarios dedicados en especial a la crianza
de ganado, no deja de aprovechar los escasos y restringidos nichos económicos de los cuales
puede beneficiarse, y en medio de tantas dificultades está también pendiente del problema de la
tierra, como problema de fondo, porque está allí en su territorio presente ese asunto en toda su
magnitud. En su medio existe todo tipo de propiedades, es decir, desde los sitios que son menos
que minifundios hasta haciendas de gran cuantía, y una grandísima extensión que es en realidad
un macrofundio (tomando como referencia los latifundios del área bobureño-gibraltereña), pero
en medio de esa enorme diversidad de intereses Cabimas ha sabido conseguir fórmulas para que

395
El modernismo no solo se desarrolla en las grandes potencias, ese fenómeno también se instala en Asia, África y
América Latina, pero las características que aquí asume deben ser reconocidas por la investigación histórica en sus
especificidades y concreciones, ese modernismo ofrece facetas propias disímiles a la europea o norteamericana.
396
Hay que trabajar este tema en nuestra producción historiográfica, ese tráfico de cabuyas, hamacas, velas, sombreros,
calzado, trigo, verduras, legumbres, frutas, aguardiente, sal, carnes, tabaco y de otros productos, catalogado como un
intercambio intrarregional por el historiador Cardozo Galué (id. 47 y 48) debe ser convertido en el centro de un estudio
exhaustivo, porque era un mercado interno en desarrollo. La historia de los cafetos ha dejado a la sombra a ese amplio
movimiento de mercaderías que le daba vida a las parroquias, villas, caseríos, aldeas, rancherías, partidos y ciudades que
son la realidad de una región endógena que nunca desapareció por más que se desbaratase.
358

funcionase un modelo económico y un modelo político que respondiera con éxito a las
complejidades de la realidad que cada momento le va presentando.
No obstante, esos logros obtenidos en parroquias como La Rita y Cabimas, en líneas
generales, el Proyecto exógeno no daba respuestas a la provincia como un todo, y el Cantón
Altagracia al cual pertenecen se derrumbaba, y esto sucede porque el papel histórico que le
asignan representa su ruina. Al Cantón Altagracia le arrebataban sus hombres para llevárselos a las
guarniciones y a las guerras, de tal modo allí las artes mecánicas y los talleres de oficios no
progresan al ritmo que demanda su sociedad, el comercio es pobre, la agricultura no estimula las
relaciones mercantiles, allí solo los artículos de primera necesidad se expenden y no así todos los
demás, allí la cría de ganado está sometida a cargas y trabas que impiden se conviertan en una
riqueza creciente, allí la mayor parte de los habitantes viven en carencias extremas, lo que por
supuesto crea de que haya una multitud de personas tan miserables que “hay días que carecen de
un centavo para comprar una arepa”, además la civilización no llega, no hay alumbrado nocturno,
se padece de la falta de agua y la del estanque tiene un caro precio, la policía posee un escaso
número de ministros y estos son por lo regular hombres muy pobres, de tal modo que tienen que
entregarse la mayor parte del día al trabajo del que derivan sus subsistencias, el cantón llega a tal
precariedad que la limpieza de este pueblo solo se logra mediante el subsidio personal impuesto
por su Concejo, corporación donde el Secretario y el escribiente reciben sueldos que no
retribuyen sino muy escasamente el trabajo del que están recargados, y claro es que ante tan
mezquinas dotaciones de sueldos no se prestarán a servir en los cargos públicos sujetos
inteligentes, sino solo los incapaces, y con semejantes personas no puede marchar bien la
administración pública, y para el colmo, sus escasos sueldos se les abonan con tardanza y aún con
pérdida, a todo esto se suma lo más grave, existe una resolución vigente que celebra contratos
con diversos particulares sobre el ramo de las carnes (privatización del cobro de las rentas
municipales), hecho este que ha traído el inconveniente de “dejar a esta Administración casi
exhausta de rentas”, pues éste era el único ingreso significativo que había; de suerte que “no
produce en el día ni para cubrir la mitad de la lista de empleados de esta Villa”, teniendo éstos y
los demás del Cantón que recurrir forzosamente a la Administración Principal para que se les
pague, lo cual se consigue con mucha dilación y trabajo, y aún con pérdidas y descuentos por
emprérstitos, “al empleado en Rentas de este Cantón ni ese recurso les queda, pues su comisión
se tira únicamente sobre lo que recauda, y esto es muy poco en extremo”. En definitiva, el cantón
y sus parroquias están encadenados a un proceso involutivo, regresivo, retrógrado, en el que las
instituciones reculan y el desmoronamiento cobra fuerza, hecho que trae como consecuencia que,
en las pequeñas partes se reactiva y renace el caudillaje local que atomiza al país y esto es así,
porque entonces aquellos pobladores solo podrán sobrevivir y subsistir por la voluntad de sus
terratenientes, concentrándose en ellos todos los poderes del lugar [397]. El latifundio terminó
por ser la plataforma de miles de Venezuelas, es la Venezuela desmoronada en miles de pequeñas
partes, y es así porque quienes en esos lugares poseen toda la tierra, acumulan sobre sí toda la
riqueza y concentran en su persona todas las decisiones relevantes. Esa minoría de propietarios de

397
En el terrateniente se concentraba el poder económico y con él emergía el caudillo local, porque era también el
Capitán de la milicia local, el Juez de Paz, el Notable del pueblo, el Mayordomo de fábrica de la iglesia, el cabeza de
familia principal, el jefe de fracción política…. La historia del pueblo la encabezaba con su quehacer este personaje.
359

haciendas y grandes extensiones constituye la clase gobernante. Cabimas era una de esas “muy
pequeñas partes” que están implícitas en el pronóstico del Mariscal Antonio José de Sucre.
Venezuela se convirtió toda en un país archipiélago. Pero en Cabimas no se arredraron,
impertérrita la élite local en medio de aquel cuadro desolador no cedió ante las fuerzas en reversa,
se mantuvo aferrada a las laderas del desfiladero, e indómita no perdió su categoría de parroquia
ni su visión de futuro. Es más en esa localidad se debatió el problema de la tierra, y lo hizo
otorgándole el valor de asunto crucial para el devenir nacional -esto ocurrió dentro de la célebre
disputa por un sitio en el Alto de Buenavista entre Romero y Moreno, y será objeto de análisis en
el siguiente capítulo de este libro-.
Pero antes de entrar en esa neurálgica materia, vamos a dar de nuevo la palabra a un
miembro resaltante de la élite de Cabimas, porque en el verbo y la prédica de sus protagonistas
estaba presente temas críticos de alto vuelo, Cabimas no estaba dirigida por pusilánimes sino por
élites con visión y conciencia histórica de las circunstancias que los rodeaban y les concernían. Un
meritorio juez de paz de Cabimas deja para la posteridad un documento en el que por un lado,
demuestra su interés por lo que sucedía en Norteamérica y lo que esto significaba para quienes
vivían en este lado del hemisferio dentro de un determinado ámbito intelectual y político, y por el
otro lado, expresa también lo que Europa podía representar para Nuestra América como una
amenaza, su sorprendente discurso de curiosa visión continental es el siguiente:
Secretario General del Ejecutivo Zuliano. La circular expedida (…) por esta secretaría y
transquibida a este despacho (…) ha producido en un todo el grato afecto que inspira el
amor a la patria i a la identidad de ideas que en ella se contienen (…) ¡Sistema Federal en
Venezuela y Sistema Federal que adoptaron nuestros hermanos del norte desde su
transformación política y al constituirse en nación soberana estandarte y modelo de
Repúblicas libres! (… …) invoquemos la paz y la unión en nuestro auxilio (…) recordemos
que la Europa codiciará cada pulgada del suelo de la América y que cada discordia entre
los americanos será una desgracia que avivará su ambición y hará más efectiva su
asechanza, apelemos el evidente interés de los venezolanos para que unidos
permanezcamos (…) si pudiéramos reconstituirnos sin guerra (…) dichosos si nos
aprovechamos de los grandes bienes de nuestra reconstitución en paz (…)
Miguel Rojas (AHZ, 1863): T. 6, l. 34, f. 150).
Eduardo Miguel Rojas por lo visto sintió el desfiladero como una pendiente que retaba las
fuerzas de una nación que jamás se rendiría, un país que exploraba nuevas sendas de sentido
nuestro-americanista. Y en su exposición tiene una meridiana claridad del valor supremo que tiene
cada pulgada del suelo patrio, cuando se trata de preservar la soberanía nacional como garantía
de alcanzar la dicha, la paz y los grandes bienes

g) Europa codiciará cada pulgada del suelo de la América

Eduardo Miguel Rojas no estaba descaminado, el capital extranjero deseaba conocer cada
pulgada de nuestros suelos para extraer de ellos sus recursos naturales y transmutarlos en riqueza
[398]. Dentro de ese marco histórico, a la población de Cabimas llegó un representante de las

398
Una circular dirigida a los jueces de paz de estas parroquias indicaba a estos funcionarios que debían enviar muestras
de los recursos valiosos que existiesen en sus jurisdicciones, para ser enviadas a la Exposición Universal de París. La
solicitud fue enviada en fecha muy tardía y por esto no se llevó a efecto lo que se exigía (no se aporta la referencia del
manuscrito porque no lo he podido localizar en mi archivo de arqueo de fuentes, debe estar traspapelado).
360

firmas europeas, Alexander Boyer, ciudadano de nacionalidad francesa. Su aparición en escena es


debida al motivo de conseguir la concesión de una mina de asfalto [399] en esta parroquia, para
obtenerla debía proceder al denuncio ante las autoridades gubernamentales de la existencia de la
mina, y ese paso lo realiza otorgándole poder a José María Bohórquez, lo cual trajo por resultado
la emisión de una Resolución, la cual dice:
Resolución librada por el Gobernador de esta provincia a la solicitud de denuncio de una
mina de Mene o Asfalto situada en la Parroquia Cabimas del Cantón Altagracia, que hace
el Señor José María Bohórquez, como apoderado del Señor Alexandro Boyer.
Gobernación de la Provincia. Maracaibo Septiembre 23 de 1853 24 y 43 -Resuelto- Según
el artículo 26 de la ley orgánica de la provincia, son los Gobernadores los llamados a oír las
solicitudes y denuncias que se hagan sobre minas (…) Sus disposiciones que rigen sobre
aquella materia, son el decreto de 24 de octubre de 1829 expedida por Su Excelencia el
Libertador Presidente de la República de Colombia que está mandado observar por el
decreto legislativo de Venezuela (…) de 1832; que corre en la Gaceta N° 72; y las
ordenanzas de Nueva España (…) de 1783 - Débese, pues, pautar por aquellas
disposiciones el procedimiento a sustanciación de la solicitud que hace el Señor Alejandro
Boyer, por medio de su apoderado el Señor José María Bohórquez (…) denunciando la
mina de Mene o Asfalto que existe en el río de este nombre en la parroquia Cabimas del
Cantón Altagracia, que corre al margen de la Laguna hacia dentro, cuyo laboreo pretende.
En consecuencia se dispone (…) se presente por el denunciante la muestra del mineral:
que se fijen por medio del juez de paz de la parroquia Cabimas en los lugares más públicos
de dicha parroquia edictos expresándose en ellos el denuncio que hace de aquella mina
por el Señor Boyer; debiendo permanecer fijados dichos edictos por veintitrés días a lo
menos (…) publicándose además dichos anuncios [ ] tres veces en el periódico oficial de
esta provincia. Si corridos noventa días después de (…) los carteles, no se hubiesen
presentado alguna persona pretendiendo tener derecho al descubrimiento de la mina
para su oído en justicia y adjudicársela al que mejor haya probado su intención, conforme
lo dispone el artículo 14 de aquel propio decreto, el Jefe público de Altagracia; pondrá [ ]
posesión al expresado Señor Boyer y su apoderado de la veta o pertenencia de la mina
compuestas de 600 varas que se medirán (…) en cuya operación intervendrá precisamente
un agrimensor público nombrando desde ahora la Gobernación para aquella mensura al
titular Señor Rafael Bonifacio Gallegos, y debiendo así mismo el Jefe político expresado,
citar para aquel acto a todos los vecinos colindantes con el terreno (…) fijándose luego por
el Señor Boyer o su apoderado las mejores estacas demarcatorias del terreno (…)
Consignadas que sea la muestra (…) y verificadas que sean las diligencias que se dejen
indicadas, expídase al interesado el título correspondiente (…) el cual deberá registrarse
en la oficina principal de registros de la provincia satisfaciéndose por el interesado los
derechos correspondientes (…) No se acuerda la excavación o pozo de vara y media de
diámetro y diez de profundidad (…) porque la naturaleza de la mina que se denuncia es
distinta a la de los metales y piedras preciosas (…) en las cuales se requiere aquella
excavación para el conocimiento del rumbo que tiene trazado en la tierra una veta, y no
tocar los límites de otras sobre que se hayan concedido derecho; y siendo de la que se
trata un líquido que corre sobre la superficie y que se condensa luego, luego, no ofrece las
ocultaciones que las de metales (…) Y como se advierte que la solicitud (…) envuelve el
arrendamiento también de las fanegadas de tierra que existen en las sabanas o praderas
que corren del lago a la Serranía, tomándose proporcionalmente el área que debe entrar
por cada una de las partes colaterales del río Mene, en el concepto de ser todo aquel
terreno baldío; pudiendo suceder que en el que debe medírsele por razón de la mina,

399
La misma que atraería a Manuel Aranguren a comienzos de la primera década del siglo XX.
361

quede comprendido el que solicita en arrendamiento; exprésese el resultado de la


mensura que se manda a practicar para proveer en esta parte la solicitud. Publíquese esta
resolución en el periódico oficial de esta Provincia - Rebolledo - Ramón Hernández,
Secretario (AHZ, 1853: T. 18, l. 24) [400].
Esa Resolución es de septiembre de 1853 y aunque parezca insólito, para el mes de
febrero del año 1857 se conoce que la burocracia ha traspapelado esos expedientes en su
histórico desorden administrativo, y no solo está extraviado ese documento del año 1853, sino
también uno del año 1856, en el cual figura también Boyer, los oficios rezan:
Minas Caracas Febrero 23 1857 Gobernador.
(…) desde el 5 de Mayo del año próximo pasado ha denunciado ante esta Gobernación
una mina de asfalto en terrenos baldíos de la parroquia Urdaneta de esa provincia, sin
que hasta ahora haya alcanzado algún resultado de su solicitud, Su Excelencia me ha
ordenado (…) informe sobre la razón que haya motivado la demora de la resolución (…)
debiera el expediente haber sido remitido a este Ministerio, desde el 8 de Abril, término
del lapso (…) para mí instrucción (…)
Tengo el honor de decirlo a Vuestra Señoría para su más exacto cumplimiento sobre
denuncia de mina por los Señores Alejandro Boyer y Felipe Espinal.
Francisco [ ]
Maracaibo Marzo 19 1857.
(…) elevándose junto con el expediente relativo al Supremo Gobierno (…) Gobernador
Carlos María López.
Maracaibo Marzo 19 1857.
Ningún reconocimiento he tenido (…) del expediente (…) le hubiera dado curso legal (…)
deduzco que él quedó olvidado entre la multitud de negocios que cursan ante esta
Gobernación, por falta de gestión del interesado (…)
Creo de esta oportunidad elevar también a VS otro expediente que, sobre mina de asfalto,
promovió en 1853 el Señor Alejandro Boyer, para que tomando conocimiento de él el
Supremo Gobierno se sirva resolver lo conveniente.
López Rangel (AHZ, 1857: T. 4, l. 32).
Pero la historia del asfalto no cerraba allí su crónica, también un comerciante residenciado
en Maracaibo -pero oriundo de Caracas- se interesa por la explotación de ese recurso natural:
Abril 30 de 1862. Caracas. Se remite al Superior Gobierno el informe que solicitó respecto
al privilegio pedido por Antonio Aranguren [401] para explotar una mina de asfalto en
Misoa. Lugar llamado Galera de Misoa del caserío San Timoteo (AHZ, 1862: T. 13, l. 2).
Secretaría del Interior y Justicia al Gobernador de Maracaibo. Adjunto copia autorizada de
la solicitud de Antonio Aranguren pidiendo privilegio para la explotación de una mina de
asfalto (ídem).
Secretaría de la Junta de Hacienda de Maracaibo. Honorable Junta de Hacienda. Ni las
Rentas Nacionales ni las municipales han ingresado nunca cantidad alguna por el asfalto
que ha llegado a extraerse de dicha mina (…) no cabe duda de que el privilegio solicitado
será ventajoso a las Rentas Nacionales por el 5% que ellos deben percibir (…) y si es cierto
que algunos individuos traen a esta plaza porciones de este mineral, son tan
insignificantes, y su consumo tan mezquino, que ni produce el bien de utilizarse de él, ni
las Rentas perciben suma alguna por este respecto, ni existe aliciente necesario para

400
Más adelante en este mismo tomo dieciocho hay algunos manuscritos donde se decreta la creación de una junta
económica, orientada para la fundación de un banco regional, y también reposa un inventario -muy interesante- de la
Goleta Nacional Rosa que se va a armar en guerra.
401
A comienzos del siglo XX un descendiente de este acaudalado consigue la concesión del Distrito Bolívar, para explotar
este recurso, concesión a la cual Antonio Aranguren -hijo - logra extender desde el asfalto hasta el petróleo.
362

emprender una explotación en debida forma de la cual derivara al país grandes beneficios
(…) la comisión opina se eleve este informe al Supremo Gobierno para que en vista de la
utilidad de la empresa, resuelva lo conveniente a los intereses de la Nación en general, y a
los de esta Provincia en particular. Bracho (ídem). Secretaría de la Junta de hacienda. Se
aprobó el informe, remitirlo al Gobierno (ídem).
La tierra era el bien inestimable, pero a pesar del gran valor estratégico que tenía para
lograr salir adelante en lo social y para poder ascender en lo económico, el latifundio la sustraía
del mercado capitalista y de este modo impedía que la dinámica de las transacciones de compra-
venta al colocarla en la categoría de un bien transable, estimulase las inversiones, la financiación y
la puesta en práctica de diversos tipos de explotación, no solo el agrícola, también el del laboreo
de las minas de asfalto o de mene como las que se acaban de citar. Pero no era solo el latifundio el
que incidía de un modo negativo, para colocar ese bien inestimable en un régimen dinámico y
flexible para ser explotado, sino que como se acaba de ver el aparato burocrático sometido a un
monstruoso desorden administrativo también incidía, al mantener al margen de la economía a la
tierra como fuente de recursos. En conclusión, del mercado europeo al mercado americano existía
un gran trecho, nos faltaba mucho por avanzar para colocarnos en el azimut apropiado para
escalar el desfiladero por la vía del desarrollo. Y había que sustituir las relaciones que causaban el
desmoronamiento -originadas en el “Otro” proyecto-, por otras que provocasen la aglutinación, la
fusión y la cohesión, y lo que más propendía a ese ideal era lo que Eduardo Miguel Rojas expresó
como un principio, cuando dijo: “apelemos el evidente interés de los venezolanos para que unidos
permanezcamos”. El evidente interés no era otra cosa que el de resolver el problema de la tierra,
si esto se lograba todo empezaría a cambiar.
363

CAPÍTULO V

EL PROBLEMA DE LA TIERRA

Tierras libres/Tierras yermas

Aquellas concesiones que solicitaron en 1856 Alexander Boyer y Felipe Espinal en la


parroquia Urdaneta (puertos de Moporo y Tomoporo al sudeste del lago) para explotar asfalto,
fueron concedidas a los norteamericanos a comienzos del siglo XX, como lo señala la historiadora
Marisol Rodríguez Arrieta, dice esta investigadora en su libro Cuando llovió azúcar en Bobures…:
El municipio General Urdaneta como no disponía de tierras aptas para el cultivo del
cañaveral, sus suelos fueron otorgados por la municipalidad para la exploración y
explotación de petróleo a compañías norteamericanas (Rodríguez, Ediciones
Vicerrectorado Académico de la Universidad del Zulia, 2008: 125)
La tierra era por lo visto un bien inestimable en aquella Venezuela agropecuaria del siglo
XIX, pero no solo para explotarla como fundos, también poseía valor como fuente de riqueza por
sus metales, piedras preciosas, salinas, asfalto e hidrocarburos. Para la primera década del siglo XX
ese concepto de la tierra como un bien preciado, despertaba aún gran encomio, en el órgano de
prensa El Obrero publicado en Maracaibo se decía acerca de la misma en un artículo titulado
“Agricultura” del 2 de julio de 1914:
Arger cultura [agri-cultura], el arte sublime de laborar la tierra (…) La agricultura, es la
mayor de las industrias, es la industria madre. Todo depende y resulta del cultivo de las
tierras; constituye la fuerza interior de los Estados, atrayendo a ellos la riqueza de afuera.
El hombre, debe su protección a las campiñas más bien que a las ciudades; las unas son
madres siempre fecundas, las otras son hijas a menudo ingratas y estériles. Las ciudades
no pueden subsistir sino de la reproducción de los campos (…) (citado por Marisol
Rodríguez, op. cit. p. 125).
Lo que lleva a esta estudiosa a comentar que:
La agricultura durante más de cuatro siglos fue la base fundamental de la economía de la
hoy Venezuela por lo cual quien tenía tierras propias o arrendadas poseía la materia prima
para subsistir y/o enriquecerse. En el caso de aquellos que hicieran de ella un negocio,
aseguraban el comercio de los cultivos para lucrarse con el tiempo (ídem).
De lo que se concluye de que sí era un bien valioso, y que sobre ella todos los sectores de
la sociedad exteriorizaban sus intereses económicos por poseerla, entonces, se puede colegir que
la tierra era un bien objeto de conflictos cuando estos intereses quedaban contrapuestos.
1.1 La tierra un bien escaso
Los hechos presentados hasta ahora en este libro han permitido mostrar las fuerzas que
mueven el proceso histórico en distintas escalas, desde la local hasta la continental. En el caso de
Cabimas, el enfoque micro puso interés en las tierras del Alto de Buenavista como en las de San
Sebastián, para poner al descubierto cómo el aprovechamiento de esos recursos puestos en
relación con otros factores -políticos, culturales, sociales- permitieron que en esos suelos se
fundasen hatos y labrantíos, los cuales se constituyeron en un aporte determinante a la economía
productiva que ya se venía dando en la costa de las Cabimas, donde el proceso de poblamiento
fundaba por toda esa franja de tierras numerosas unidades de producción. De tal modo que entre
364

el retiro de San Sebastián y la costa de las Cabimas fue posible, no solo establecer fincas y huertas
sino también realizar otras actividades económicas, lo cual da origen a un poblamiento diverso-
productor, donde se logra la cría de ganado, las materas [402], las huertas, la explotación de las
maderas, el cultivo de caña dulce [403] y las siembras de maizales, mediantes las cuales se echó a
andar una prolífica obtención de rentas. Lo cual trajo a lo largo del tiempo el asentamiento de
grupos humanos cada vez mayores y con ello el crecimiento demográfico en aquel territorio, es
decir, el surgimiento de sitios, rancheríos, caseríos, vecindarios y finalmente un pueblo que funge
como cabecera de aquel extenso poblamiento de esa microrregión geográfica. Pueblo dónde
surgen distintas instituciones, las cuales enriquecen la vida civil y religiosa de esta localidad
intensificándose la historicidad de este poblamiento.
Ese movimiento histórico que se desata es de tendencia urbana, y bajo él se destinan
casas en el pueblo para el funcionamiento de su juzgado (espacio donde convergen los cartularios
[404], el síndico procurador, el administrados local, los comisionados, el secretario y los jueces,
además, donde se reúnen las juntas), la escuela (donde no sólo concurre el preceptor y los pupilos,
sino donde asisten en fin de curso algunos vecinos en calidad de examinadores y de otros vecinos
como observadores de los adelantos de los alumnos, así como la participación en ese evento de
las autoridades locales), la cárcel (donde hacen vida pública el alcaide y los comisarios), el
cementerio (donde el administrador es el ecónomo y el cura es una figura esencial), la iglesia (con
la presencia del cura párroco, las cofradías y los censos a favor de algunos de sus personajes
místicos y/o divinos).
Esa vida de carácter urbano que irrumpe con la fundación del pueblo de Cabimas en el
vecindario de La Rosa, se convierte en su curso en una actividad política, la cual dará origen a que
entre los principales emerjan algunos individuos que se erigen en la «élite del campo» [405]. Esto
ocurre, porque dentro del proceso que se desarrolla se hacen explícitos proyectos históricos
locales, los cuales esbozan hacia dónde se debe dirigir la comunidad. De tal modo que la sociedad
participa en su quehacer de un modo cohesionado dirigida por las élites -propias y externas-, lo
cual les otorga como conglomerado humano una fortaleza. Pero esto no ocurre de la noche a la
mañana, con anterioridad una minoría acumula experiencias a partir de objetivos comunes, por
ejemplo, las acciones que tomaron para convertir uno de sus asientos -La Rosa- en una población
ordenada, según las normas de la fundación de pueblos prevista en las Leyes de Indias, o bien,
cuando esa minoría rectora se involucra en las actividades bélicas y participa en ellas para la
defensa de la monarquía hispana, o en sentido contrario, cuando se mueve para la liberación de la
provincia del dominio de España. Esa minoría con esas experiencias resaltantes y con individuos de
élite ya reconocidos seguirá actuando en la toma de grandes decisiones, por ejemplo, después de
la guerra reúne las voluntades del colectivo para reconstruir la cabecera de la parroquia en un
nuevo lugar en las inmediaciones de Punta Icotea, y aglutina a los vecinos para la realización de

402
Dedicadas a la producción de queso.
403
Comúnmente conocida como caña de azúcar.
404
Era el escribano o amanuense, es decir, el que se ocupaba de elaborar los manuscritos en donde se recogían, por
ejemplo, las escrituras de las propiedades de un censo de la iglesia, o un título justo de tierras o unas declaraciones
testimoniales. Esos documentos se recopilaban en libros que se pasaban al archivo del juzgado.
405
Defensores y propulsores de los intereses del campo.
365

obras públicas y otras mejoras sociales, económicas y culturales una vez mudados a ese nuevo
“locus” (sitio, punto), pero es importante señalar que esa élite no sólo participa de los hechos
locales, ella se integra también a la actividad política del cantón, de la provincia y de la nación. Y es
en ese sentido que se nos muestra en su verdadera dimensión, porque se suma al Proyecto
Histórico de 1837 o se opone al Proyecto histórico de 1857, es decir, se convierte en un
conglomerado político, y como tal participará de diferentes eventos históricos de distinto signo.
Toda esa transformación descrita hasta aquí es impulsada por las tres Cabimas, es decir,
por la Cabimas montañosa, las Cabimas de la costa y la Cabimas lacustre, es decir, por el esfuerzo
y el trabajo de los criadores, labradores, madereros, artesanos, plantadores, comerciantes,
navegantes y pescadores [406] que conforman el aparato productivo local, dónde se concentra la
mano de obra generadora de la riqueza material, fuerza de trabajo dirigida por los propietarios. El
otro componente fundamental de esa estructura económica-social es la burocracia -la cual es otro
factor movilizador- que hace funcionar las diversas instituciones, dentro de las cuales están
quienes fungen como autoridades y como subalternos, si agregamos a ese conjunto humano a los
milicianos y comisarios, estamos ante la formación del aparato gubernamental, el cual vinculado a
la sociedad como un todo forma el Estado. Destacando en esa sociedad jerárquica los “Notables”,
la élite rural y las clases sociales.
Esa élite local, además, se incorpora a una cadena de mando heterogénea donde se
involucra el todo social, es decir, los sectores políticos, civiles, militares y religiosos, y esta a su vez
forma parte de una red o redes sociales que se urden en ese conglomerado humano. Existiendo
una cohesión social relativa, es decir, no exenta de conflictos, porque la red social cambia su
urdimbre variando con ello las fuerzas estabilizadoras generadoras de orden y las fuerzas
desequilibrantes creadoras de desorden, ambas son muy significativas, puesto que son las
expresiones históricas de la dialéctica en su particular proceso histórico.
Es ese desorden lo que da origen a los conflictos entre la élite marabina y las élites rurales
al irse implementando el Proyecto Histórico de 1857 e irse abandonando y deteriorando el
Proyecto histórico de 1837, deterioro que se expresa en el fenómeno de la oposición ciudad-
campo como una relación antagónica. También ese desorden viabiliza una resistencia moderada
de los trabajadores a las autoridades gubernamentales, a las instancias militares y a la élite local.
Pero esa resistencia de ese sector social puede dar origen a la larga a una resistencia activa y con
ello se puede acceder a una nueva situación de guerra, lo que en efecto ocurre problematizándose
en ella el asunto de la tierra. La tierra como riqueza apropiable es la fuente de estos conflictos, es
el principal bien y el bien fundamental, y al ser un recurso limitado por el latifundio, por los ejidos
y por los baldíos, ese bien -factor de la producción- entra en escena para estimular y radicalizar las
discrepancias.
Al problema de la restricción para acceder a las tierras se sumaban los problemas
climáticos, lo cual se suma como un factor que agudiza las tierras escazas. Fabio Padrón jefe
político del Cantón Altagracia, en agosto 16 de 1856 da a conocer al gobernador:

406
Sólo un manuscrito alude la existencia de ese sector económico y lo hace de un modo despectivo, allí se trata a ese
sector como un azote que sustrae delincuencialmente los tocones de la cerca del cementerio, para hacer las antorchas
que les servirán en sus pesquerías. En MEDINA, Carlos. Cabimas 1824-1850. EdiLuz, Maracaibo, 1997 se describe un
episodio relacionado con ese hecho en el Tomo II: página 213.
366

(…) informe de esta jefatura (…) del estado de la cosecha de frutos y granos de este
cantón, como plátanos, maíz y arroz [ ] y si hay probabilidad de que se recoja con buen
a
éxito que pueda abastecer a todos los mercados de la provincia (…) digo a V.S que
absolutamente han sido ningunas las cosechas de este cantón, por razón de la falta de
lluvias, y según se ve la última cosecha [ ] que es la de este último mes también será
fatal, porque todavía no llueve como debe para lograrse coger en estos lugares una
regular cosecha (AHZ, 1856: T. 5, l. 25, f. 370).
En esa oportunidad el parecer de algunos vecinos de este pueblo que tienen conocimiento
de la agricultura, fue el siguiente:
la cosecha de agosto a diciembre se perderá también porque el tiempo hasta ahora no
amenaza lluvias, de modo que si no fuera por los Cantones Gibraltar y Zulia que nos
auxilian actualmente y nos han auxiliado en este tiempo pasado los vecinos de este
cantón tendríamos que huir despavoridos por el hambre (AHZ, 1856: T.8, l. 5).
El informe es revelador de las terribles disyuntivas que tenía que afrontar la Villa, La Rita,
Cabimas, Lagunillas y las demás parroquias del Cantón Altagracia debido a las escazas tierras
puestas bajo explotación, a lo que se añadía como agravante que esta era una agricultura sin
regadío artificial. Pero de nuevo, así como en Cabimas en tiempos de sequía la Cabimas de la costa
recurría a la Cabima montañosa, del mismo modo los cantones del norte de la cuenca en verano
recurrían a los cantones del sur del lago donde el régimen de las precipitaciones era bondadoso -
ese modelo de resolución de problemas nos lo revela el manuscrito citado-. Las autoridades
también tomaron medidas de emergencia ante esa situación verdaderamente crítica, en una
Circular se prohibió la venta de frutos menores fuera de la provincia por un mes, por la carestía de
los víveres de consumo de primera necesidad, como plátanos, papelón, queso, carnes, manteca de
puerco y carne salada, y se estableció, además, una tasa de precios fija para evitar la subida
intempestiva de los mismos (id: 361, 366 y 367). El gobierno intervenía para evitar que los
intereses contrapuestos pudiesen desembocar en enfrentamientos que agravasen el problema.
1.2 La guerra de independencia
Como la fuerza de la violencia es devastadora, la guerra es capaz de desmontar lo que se
ha concluido, adelantado y consolidado, es decir, es capaz de destruir lo fundado. La Cabimas de
1817 fue al poco tiempo, un lustro, incendiada y su cabaña ganadera devastada, brotando de esas
cenizas la Cabimas de 1824 en La Plaza [407]. Recordemos esa guerra y su impacto sobre los
habitantes de Cabimas:
La Señora Margarita Arrieta conservaba y guardaba los títulos y escrituras y testamento
que legitimaban la posesión que tenía en el Alto de Buenavista, y en la guerra de la
independencia el año de 22 cuando fue invadida la parroquia por los enemigos perdió

407
Es una Cabimas portátil, pues se muda tres veces: Su primera gran mudanza fue cuando dejó el “sitio de Cabimas” en
Puntica de Piedra o La Represa, y lo hace para que allí se radicasen los padres misioneros del pueblo de San Antonio que
se trasladaban de Punta de Piedras a Puntica de Piedras. Al dejar “el sitio de Cabimas” se fueron a residenciar a los sitios
de Ambrosio, Punta Icotea, La Rosa, Punta Gorda e incluso a Tamare donde ya tenían fundos en actividad. La segunda
mudanza, es que algunos de quienes habitan en esos sitios se trasladan a La Rosa, cuando se funda allí el pueblo de
nueve manzanas bajo la orientación del obispo Rafael Lasso de la Vega, y la tercera gran mudanza es cuando al ser
destruida la Cabimas de la Rosa por Francisco Tomás Morales, muchos de ellos se trasladan al lugar de La Plaza -espacio
que se ha hecho importante debido a que allí queda el desembarcadero-, donde Cabimas queda al fin establecida de un
modo definitivo como centro político hasta nuestros días (El Centro Cívico Cabimas modifica ese espacio político).
367

dicha señora todos sus documentos, y aún la ropa de su uso por haber andado huyendo
por los montes, y cuyo hecho fue notorio en el pueblo (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, ff. 29 y 30).
Es revelador este testimonio sobre las circunstancias reales a la que se vio sometido este
colectivo por la incorporación de las Cabimas a las fuerzas armadas de los independentistas, era
usual en estas acometidas entrar por sorpresa a las poblaciones, para no dar lugar a organizar la
defensa del poblado, de tal modo que sólo daba tiempo a los vecinos a escasamente salvar la vida,
teniendo como único refugio internarse tierras adentro buscando el monte. Otro de los
documentos que dan noticias de esos acontecimientos es este:
En la parroquia de las Cabimas (…) compareció a la presencia judicial (…) un hombre que
dijo llamarse Basilio Borjas de edad sesenta años de oficio criador (…) dijo: Que le consta
que (… …) el indicado Torres (…) [al] otro lado de la quebrada en el Alto de Buenavista (…)
existe el sitio que compró a los mencionados herederos de Candelario Portillo (…) el
mencionado Torres fundó en dicho sitio (…) hato (…) y lo [administraron] sin perturbación
alguna hasta el año de veinte y dos que entró (…) a estas comarcas, y destruyeron todos
los ganados (…) dijo: que sí le consta que en esta parroquia singular fue la casa que no
fuera destruida por los enemigos (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, ff. 34 a 37).
En este recuento de los hechos el testigo revela que esas tropelías no acontecieron sólo en
Cabimas, indica con su testimonio que los enemigos entraron en estas comarcas, es decir, por toda
la Costa Oriental del Lago y, señala la magnitud de la tragedia, porque denuncia como destruyeron
los ganados, lo cual nos permite imaginar la grave proporción del ataque, éste debió ser
devastador, porque no sólo incluyó los caseríos dónde, según Borjas, fue muy singular que
quedase alguna casa que no pereciera bajo las llamas, sino que se esmeraron en buscar tierras
adentro los hatos y haciendas para degollar los ganados.
En otra declaración este mismo vecino dice:
(…) desde el año veinte y dos que fue ocupada la costa por las tropas del general Morales
destruyeron todos los ganados que había en este lugar y con el motivo quedaron
abandonados los hatos y por consiguiente se desplomaron con la intemperie y que tan
solo han sido ocupados y vueltos a habitar algunos sitios que sus dueños han tenido la
oportunidad de volver a procrear ganados (…) (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 46).
Esa versión es respaldada por este otro testigo de la guerra de independencia, vecino de
Cabimas, quien se identifica y luego hace un balance de las pérdidas:
Juan Sacramento Borjas 50 años criador (…) desde que entró la guerra (…) se acabaron los
ganados, se destruyeron los hatos (…) (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 53).
En el siguiente testimonio se muestra otro tipo de pérdida que ocasionó esta debacle, una
vecina de Cabimas -ya mencionada más arriba- indica el gran daño que le ocasionó la invasión
enemiga, puesto que con motivo de ese trastorno se perdieron los papeles que acreditaban su
propiedad de las tierras donde tenía establecido dos hatos. La testigo, además, indica que esos
trastornos se sintieron por estas costas, lo que se puede entender como a todo lo largo de la
franja de las Cabimas, así como las de La Rita, la Villa de Altagracia y la de Lagunillas. Ante el Juez
de Paz de Cabimas, esta vecina expone esos hechos en la que los españoles perjudicaron a su
familia:
Señor Juez de Paz de esta Parroquia de Cabimas.
Margarita Arrieta natural y vecina de ésta, viuda del finado José Antonio Torres (…) digo:
(…) dos posesiones de tierras en el Alto de Buenavista en las Sabanas de San Sebastián (…)
fueron compradas por mi legítimo esposo (…) a el Señor Félix Portillo; que las referidas
tierras las he poseído con justo títulos legales y estos se me perdieron con los trastornos
368

de la guerra que sufrió estas costas en los años 21 y 22 que ocuparon estos lugares los
españoles (… …) Cabimas Mayo 28 de 1838 (…) (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 64 - 68).
Por último, un vecino de Maracaibo que se viene a vivir en Lagunillas recoge información
en estos lugares y la incorpora a su narrativa de aquella etapa bélica, él rememora como se perdió
esta Provincia de Maracaibo después del resonante triunfo contra las fuerzas realistas en la Batalla
de Carabobo, e indica que esa desgraciada circunstancia llevó a la ruina a un ganadero del Alto de
Buenavista, porque los españoles le destruyeron sus hatos cuando penetraron por estas sabanas:
Francisco Moreno (… …) Siete testigos mayores, de toda excepción, confirman la
propiedad del sitio del Alto de Buenavista a favor de José Antonio Torres con casa,
corrales y ganado en las Sabanas de San Sebastián hasta la guerra de la independencia en
1822 en que por la desgraciada pérdida de esta provincia, los españoles ocupantes de ella
destruyeron los bienes del pacífico patriota Torres, y lo redujeron a la miseria hasta su
muerte, por la cual heredó el sitio su legítima esposa Margarita Arrieta, vecina de
Cabimas, y lo poseyó hasta su muerte (…) y (…) su sucesora Feliciana Arrieta me vendió el
sitio (…) en 8 de Mayo de 1845 (…) (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f.72 - 75, 76).
Del mismo declarante se obtiene el balance de esa gesta cuando dice:
He comprobado con siete testimonios que la posesión y propiedad del terreno en el sitio
del Alto de Buenavista, ha sucedido de dueño en dueño con su justo título y buena fe, y
que por causa de la guerra de independencia y de la desolación que hicieron en la
parroquia Cabimas los enemigos de la patria, se perdieron los citados títulos (…) (AHZ,
1847: T. 28, l. 3, f.72 - 75, 76).
El balance de todo ese maremágnum es que la guerra no sólo destruyó los hatos y
haciendas con todas las pertenencias personales y productivas, sino que trajo la pérdida de los
títulos de propiedad sobre esos suelos que también perecieron bajo las llamas, y por otra parte,
trajo la desolación en toda la comarca al incendiar las poblaciones, cuando con su política de tierra
arrasada se intentaba debilitar al bando republicano, para intentar someterlo a continuación si
triunfaban en la inevitable Batalla Naval que se estaba preparando (y de allí repartirse los despojos
en el bando victorioso, entre esos bienes, por supuesto, las tierras como la fuente profunda del
conflicto). El balance es en resumen: pérdida de las unidades de producción, pérdida los títulos de
propiedad y pérdida del físico de sus asentamientos, lo que se sintetiza en una total desolación. El
problema de la tierra no era solo la escases de la misma, sino también las condiciones climáticas
como la sequía que arrasaba con las cosechas, y los conflictos que ella misma causaba por ser el
valor fundamental de la riqueza de la época, estando entre estos conflictos la guerra como
resultado dialéctico de colisiones de intereses particulares a diferente escala, como es el caso de
Romero contra Moreno por un sitio en el Alto de Buenavista o el de la guerra de independencia.
1.3 Resolución de conflictos
En lo inmediato lo que se observa, mediante los documentos citados sobre la guerra de
independencia, es un antagonismo entre los patriotas de estas comarcas contra los, conflicto que
se dilucida mediante el uso de las armas y el combate bélico entre enemigos. Pero lo que interesa
observar en ese desencuentro es si en el fondo existe entre los vecinos algún conflicto que
alimentase esa lucha a muerte. Según los documentos citados, en uno de ellos se deja entrever
que entre los propietarios del Alto de Buenavista no existía perturbación alguna, como bien lo
indica Basilio Borjas en su declaración, cosa que ratifica otro vecino extendiendo esa calma del
369

mismo modo a quienes tienen propiedades en la franja de la costa cuando da a conocer que entre
los propietarios hay buena convivencia, dice:
(…) ningún criador de esta sabana haya dejado año un solo año de subir su ganado para
San Sebastián y (…) otro lugar y que cuando les ha convenido han vuerto a sus posesiones
sin advertir él [ ] disturbio entre sus vecinos ha vuelto a ocuparla (…) (AHZ, 1847: Tomo.
28, l. 3, f. 47).
Todo deja suponer que funcionaba el acuerdo tácito de no prohibir el uso de los puntos de
agua y las dehesas a los productores de la costa cuando los veranos eran severos -asunto ya
tratado con anterioridad en este libro- , y no sólo de poder subir sus ganados a las tierras de San
Sebastián sin ninguna objeción, sino también los llevaban para otros lugares y, del mismo modo,
tampoco existían problemas en la costa, donde al regresar a sus hatos en invierno encontraban
sus propiedades sin ningún trastorno.
Sin embargo, a pesar de esta aparente calma que atestiguan los vecinos, la tierra es
siempre fuente de conflicto, porque quien no la tiene en propiedad aspira poseerla, para realizar
sus actividades productivas y de este modo obtener riqueza, y quien sí la posee aspira a nuevas
propiedades. Esa circunstancia es por necesidad más perentoria donde existen grandes
propiedades y el monopolio de la tierra impide obtener parcelas donde trabajar la ganadería o la
agricultura, es decir, donde es difícil conseguir tierras que no queden a distancias desestimulantes
de la actividad. El latifundio coloca una barrera a la expansión y de este modo al crecimiento
económico, creando un cuello de botella al incremento de la producción y al anhelo de poseer
tierras por parte de aquellos que tienen poca o carecen de ella.
Esa era la situación en la cual se encontraba el conglomerado de las Cabimas, en la franja
de la costa los terrenos aptos -con potencialidad productiva- eran relativamente escasos por el
tamaño del área, y en las Sabanas de San Sebastián donde se conseguían buenas tierras y mejor
régimen climático, conseguían la traba latifundista y la oposición de una familia terrateniente -los
Ugas Almarza- que limitaba y restringía el acceso a la tierra.
Esto se resolvió en parte mediante la venta de sitios, préstamo de lugares -bajo el pago de
una renta- y no prohibición de puntos de aguas y acceso a pastizales, pero no siempre se lograba
un acuerdo, en ocasiones debían, por ejemplo, llevar su ganado en verano a otro lugar, y no todos
tendrían un familiar en aquellas sabanas donde poder trasladarlo y colocarlo en los corrales allí
establecidos. De tal modo que ocurrían intentos de realizar alguna nueva obra en aquellas
extensiones, y los propietarios de esas vastedades actuarían contra ellos, como se tiene noticias
de ese tipo de eventos en los testimonios que se rinden cuando José de los Reyes Belloso en los
tribunales hace sus diligencias para obtener un justificativo, donde incluye en su interrogatorio a
testigos que estos digan si es cierto que el propietario de aquellas tierras:
(…) el dicho Vicente Ugas le hizo desbaratar una casa que hizo el Señor José de las Nieves
Ávila inmediata al sitio que llaman Agua Blanca y otra a Eduardo Balbuena en otro lugar
(AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 19).
Y todos los testigos responden que les consta que es así, e incluso uno señala otro
afectado por la misma medida, la declaración registra:
Incontinente compareció. Juan Carlos Tapia 56 años de oficio labrador. [Y dijo:] Cierto.
También a Juan Prieto le desbarató una casa en el Alto de Agua Blanca ((AHZ, 1848: T. 28,
l. 3, f. 23).
370

Otro no vio esas destrucciones de casas pero se enteró de ellas, dice Marcelo Capitillo de
54 años de edad y de oficio labrador:
Cierto. No vio desbaratar (…) pero que así lo ha oído decir que sucedió (AHZ, 1848: T. 28,
l. 3, f. 24).
Lo cual nos indica un conflicto de baja intensidad, pero sin embargo de muy delicada
circunstancia porque implicaba el desalojo de los residentes y la pérdida de la vivienda, acción que
traería el desalojo de animales y enseres fuera del lugar. El latifundio no tolera nuevas obras y con
ello frena, bloquea y destruye los adelantos que pudiesen acontecer dentro de sus límites. Y
dentro de ese contexto origina intereses contrapuestos que toman la deriva del conflicto y del
enfrentamiento que asumirá diferentes formas en su desarrollo hasta llegar a estallar en una
guerra.
1.4 Tierras yermas causa de extinción de la servidumbre
Lo cierto es que estos asuntos son en extremo delicados, todo lo que tiene que ver con la
propiedad, posesión y derechos -sobre casas, obras o tierras- se puede tornar en una fuente de
conflictos que pasen de un estado soterrado a uno abierto. Esas casas que se desbarataron son
una muestra de que sí existían elementos de disturbios, de que había invasión de propiedad, de
que se intentaba crear patrimonio en esos suelos, de que existía la aspiración de ocuparlas y
ponerlas bajo explotación. Era una inmensa propiedad donde no existía actividad económica de
parte del latifundista, y ese comentario rondaba entre quienes estaban deseosos de iniciar o
ampliar sus actividades productivas. En la siguiente cita se hace evidente ese comentario muy
negativo:
Repreguntado. Si es cierto que las tierras que corresponden en las Sabanas de San
Sebastián al Señor Vicente Ugas difunto desde el año veinte y dos no hay hasta ahora
casa, corrales ni ningún vestigio de dónde tendría su propiedad y si están yermas como le
es la fama (AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 47).
Y Basilio Borjas responde:
Que desde que tiene uso de razón oyó decir en este lugar que el Señor Vicente Ugas
poseía unas tierras en San Sebastián sin que ninguno de los antiguos criadores se ha [ ]
haberlas oído indicar ningún lugar que hubiese sido ocupado por el indicado Ugas (…)
(AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 47).
Lo que nos confirma que era cierto el comentario que se escuchaba en el pueblo de que
aquellas tierras estaban en estado natural -yermas- porque sus propietarios no habían fundado
hacienda en ellas. Actitud que generaba tierras ociosas, sobre una propiedad de la que se opinaba,
en aquel entonces, que eran de gran valor para la producción de ganado:
Es cierto que el sitio es tierra de crianza se han entendido por siempre los Empalados y
San Sebastián las necesarias para casa, corrales, corralejas, huertas (…) (AHZ, 1848: T. 28,
l. 3, f. 47).
Tierras de ese valor, suscitaba un gran interés, gente de Maracaibo, La Rita y Lagunillas se
interesaron por ellas, y cualquier trozo de esa vasta posesión era peleado con encono. En
ocasiones ese fuerte sentido de posesión se expresó en intensos estados emocionales como
preludio de hechos de violencia. Basilio Borjas fue testigo de ese tipo de atmósfera emotiva en una
reunión que se hizo en su casa entre los propietarios Belloso y Romero, recuerda
(…) es cierto que el Señor Ramón Romero en años pasados reclamó al Señor Reyes Belloso
el sitio del alto de Buenavista en cuestión, le contestó el Señor Belloso que no era de las
371

tierras que le había vendido porque era ajeno (…) de donde se suscitó entre los dos
señores mencionados un gran altercado (…) y que también advirtió que en los altercados
que tuvieron ambos se acaloraron (…)(AHZ, 1847: Tomo. 28, l. 3, f. 46).
Pero dónde el asunto tomó otro cariz, el del fondo profundo que tiene que ver con el tipo
de propiedad que se tiene sobre el lugar, es en el caso Romero contra Moreno donde lo que se
discute es sobre la validez del interdicto prohibitivo que se puso en ejecución para impedir la
continuación de la nueva obra y esto conllevó a asuntos de fondo de gran repercusión. El
documento dice:
(…) resolver la cuestión de si tiene o no Romero derecho para prohibir la nueva obra,
como lo pretende, y de esta decisión va a ocuparse en tribunal consultando el mérito de
las actuaciones (… …) el tribunal, investigando la verdad, observa de una parte: que la
obra denunciada por Romero no está en el lugar mismo que limitaba la antigua casa de tío
Torres y sus sucesores según así lo prueba el reconocimiento judicial citado en cuyo caso
es evidente que ocupa terreno ajeno; y de otra: que el derecho que se disputa reducido a
ocupar el área de tierra suficiente para establecer casa, matera y corral en una extensión
de terrenos de otro, y al cual parecer inherente también el derecho a apacentar ganados,
no pudiera reputarse sino como una verdadera servidumbre (…) En este caso, sirviendo el
terreno a una casa destinada para la habitación, la servidumbre es urbana (…) y como está
probada la destrucción (…) sin que lo haya reedificado en mucho más transcurso del
tiempo de diez años, es visto haberse extinguido la servidumbre, según derecho (AHZ,
1848: T. 28, l. 3, f. 71, 72).
Es decir, el tribunal falla a favor de Romero, según el dictamen del juez sí le asiste a
Romero el derecho de prohibir la nueva obra en “el lugar nombrado Alto de Buenavista en la
Parroquia Cabimas del Cantón Altagracia en esta Provincia (íd. f. 71). Y argumenta el tribunal que
es así porque la obra no está construida donde exactamente estaba la casa, matera y corral de “tío
Torres”, y además como agravante si de la obra de Torres sólo quedan allí los vestigios, entonces,
se pone en evidencia que la casa de habitación estaba destruida (AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 29 [408])
y como esta casa no se reedifico por el transcurso de más de diez años, eso trae por consecuencia
que se pierde el derecho de ocupación que había adquirido. Esto último es de una importancia
capital, porque está dando a entender que la propiedad sobre el sitio sólo es válida mientras se
ocupe de un modo real y efectivo ese suelo de un modo continuo.
El juez decide de acuerdo con ese razonamiento jurídico, que la nueva obra no tenía
defensa por haberse construido fuera del lugar exacto donde estaba con anterioridad la casa de
Torres, además, esa tierra no podía ser vendida a Francisco Moreno por la heredera de los Torres
Arrieta, porque ya se había perdido el derecho de ocupación, puesto que había prescrito la
propiedad sobre la misma al cumplirse los diez años sin haberse reedificado la casa que allí existía.
Que era el lapso previsto para las propiedades bajo un régimen de servidumbre urbana. Esto,
como se observa, es una defensa a ultranza de la propiedad latifundista, lo cual colocaba a todos
los que allí estaban asentados en la condición de ocupantes muy cercanos a ser simples pisatarios
y no firmes propietarios. Este caso debió alarmar a más de uno y debió terminar de enrarecer la
atmósfera emocional. La tierra padecía no sólo de la inclemencia del tiempo atmosférico, sino
también del régimen latifundista y esto como se ha puesto en evidencia causaba problemas de
interpretación jurídica sobre la posesión y propiedad de los suelos y su servidumbre.

408
“y están en el lugar evidentes los vestigios y señales de la ruina de la casa”.
372

1.5 Prescripción de la propiedad de la tierra a favor del Estado


El afectado por esta medida judicial, Francisco Moreno, es el primero que va a reaccionar -
y es aquí donde el caso se vuelve una controversia de fondo de graves repercusiones-, y lo hace
terminando de demoler todos los derechos que, entonces, existe sobre esa vasta posesión, dice:
(…) ni antes ni ahora me he podido convencer que el Señor Ramón Romero sin haber
fundado casa, cocina o corrales en las sabanas que compró al Señor José de los Reyes
Belloso, y sin haber tomado de ellas posesión real y efectiva, tuviera más derecho que los
poseedores antiguos y que el mismo vendedor, porque por la regla 12° tit. 34 Parr. 7° no
puede ningún hombre traspasar más derecho a otro, que aquel que le pertenece en la
cosa, y cuyo canon a la letra dice así: “E aun dixeron, que ningún ome non puede dar más
derecho a otro en alguna cosa, de aquello que le pertenece en ella” (… …) y he aquí que no
puedo convencerme de que el nominado sitio pueda pertenecer al Señor Romero, porque
entonces sería acrecentar sus bienes con perjuicio de los verdaderos interesados, y aún
del Fisco si las tierras hubieran prescripto, pues a éste y no a otro le corresponderían en
tal evento, por ser en su favor de quien podían prescribir, cuyo punto dilucidaré más
adelante (…) Fúndase la sentencia, de que pretendo alzarme en la prescripción, porque el
sitio de José Antonio Torres en el alto de Buenavista dizque ha estado desamparado (..) Si
lo primero, habrían prescripto a favor del Estado las sabanas que pertenecieron a Don
Vicente Ugas y que Belloso vendió a Romero, porque es toda su grandísima extensión
desde que Vicente Ugas falleció (…) su heredera reclamase, José de los Reyes Belloso,
comprador a ésta, y Ramón Romero comprador a Belloso, no han llegado a practicar el
menor acto judicial de mensurar y deslinde de dichos terrenos, ignoran su extensión, y las
sabanas están en el mismo estado natural que fueron en su origen, porque en ellas no
hay un sólo rancho, ni corral que como acto de dominio plantease Vicente Ugas, sus
herederos, Belloso o Romero, porque éste tiene unos sitios donde está planteado su
ganado que fueron comprados antes que las sabanas que hoy cuestiona (…)(AHZ, 1848: T.
28, l. 3, f. 73 y 74).
En otras palabras, si Feliciana Arrieta había perdido su propiedad sobre el sitio del Alto de
Buenavista y debido a ese evento pasaban a pertenecer al Estado, por no haber reedificado la casa
de su abuelo “tío Torres” en el lugar, con más razón los Ugas, Reyes Belloso y Ramón Romero
debían haber entregado esa vasta extensión al Estado, porque ninguno de ellos fabricó ninguna
obra en ellas, ni fundo hato o hacienda que les quitase la consideración como yermas, señalando
el abogado que Ramón Romero de acuerdo con ese régimen de propiedad sólo tenía derecho
sobre los sitios que había comprado antes de adquirir las tierras de San Sebastián, porque en ellos
sí fundó casa y hacienda, no así sobre el territorio que adquirió de Reyes Belloso. Lo que en
síntesis concluía que, en aquel retiro había prescrito el derecho que alegaba tener Romero, porque
allí no se había tomado posesión real y efectiva sobre esa enorme extensión de tierras. Tal como
se ve Francisco Moreno se aprovecha del razonamiento jurídico mediante el cual se le coloca en
indefensión, para mostrar que si tal es la Ley, entonces, no debe quedar latifundio en pie en una
buena porción de todo el territorio nacional, porque cosas semejantes ocurrían por todos lados.
Esto se convirtió en una prueba de fuego para la república, se trataba de un caso de
estado de derecho, al cual las élites no estaban dispuestas a consentir, y ocurrió, entonces, una
marcha atrás, era preferible perjudicar a un “Notable” -como Ramón Romero- antes que traer
cambios estructurales críticos, como era la de la prescripción de los latifundios, o lo que es lo
mismo, de que existiesen grandes extensiones de tierras bajo un régimen ocioso. La tierra debía
373

ser colocada bajo un régimen de creación de riqueza. No obstante, la lógica que animaba a los
terratenientes era otra, la riqueza era solo para los principales, en consecuencia, el tribunal aceptó
la apelación de Francisco Moreno y luego, en breve sentencia revocó aquel acto en el cual se
condenaba a Francisco Moreno a perder su propiedad en el Alto de Buenavista, había que
preservar el latifundismo, porque sus poseedores eran los dueños de la república:
República de Venezuela.
En nombre de de la Corte Superior del quinto distrito judicial.
Maracaibo Enero Treinta y uno de 1850 = 21 y 40.
(… …) Esta [ ] también se despeja fácilmente porque si al que se le acuerda a derecho
para fabricar en un sitio, no se le deniega la facultad de que se proporciones su mejor
acomodamiento en el punto designado, la consecuencia aclara que diez o doce varas en la
diferencia de las localidades que elija, en nada pueden perjudicarle, principalmente no
habiendo constancia en autos de semejante coartación por medio del documento que se
hiciera, y declarando a [ ] algunos testigos, que la nueva obra demarcada, aunque no
está construida sobre las mismas ruinas del antiguo establecimiento, se encuentra situada
en la posesión, que era de José Antonio Torres (…) Y por estos fundamentos
administrando justicia por autoridad de la ley se revoca la sentencia apelada, y se declara
a Francisco Moreno en el pleno goce de su derecho con respecto a la obra nueva, que ha
sido motivo de este pleito, sin perjuicio del derecho que pueda tener Ramón Romero para
reclamar el saneamiento de la venta que le hizo Reyes Belloso (…) Agréguese al
expediente el poder presentado por el Doctor José María Rodríguez.
José Florentino Montolio - Manuel Agüero - Juan Solarte.
(AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 82).
El juicio concluía declarando el goce del derecho a la obra nueva que se concedía en
derecho a Francisco Moreno, es decir, Moreno podría restablecer en aquel sitio la cría de ganado,
esto es, podría generar de nuevo allí riqueza, en síntesis, progreso. El Juez hizo caso omiso al
alegato de la prescripción de todas esas propiedades por no haberse tomado posesión real y
efectiva de ellas durante diez años, y eso provocaba una monumental paradoja, el fallo
verdaderamente progresista era la prescripción del latifundio de las Sabanas de San Sebastián y
del minifundio del Alto de Buenavista, porque con esa decisión histórica, ninguna tierra útil podría
ser de un particular si se mantenía yerma o si se convertía en ociosa, siendo así, con esos suelos
liberados o tierras libres, sobrevendría el surgimiento irruptor de un mercado de tierras que
hubiese puesto a aquellas tierras bajo la mira de quienes quisiesen realizar en ellas nuevas obras,
tantas como para que el término progreso tuviese verdadero sentido histórico. De esa decisión
dependía el desarrollo endógeno, es decir, el triunfo del Proyecto histórico de 1837, y la conquista
de una economía propia.
El dictamen se centró en la localización de la obra, si bien ésta no fue construida donde
antes estaba la casa de Torres, había sido edificada a doce varas de ese punto para mejor
acomodamiento pero sin salirse del punto designado. De este modo la jurisprudencia emitida con
anterioridad en este caso fue revocada y, de ese modo, de derrotado paso Francisco Moreno a
vencedor en el juicio.
Como es obvio el conflicto no desapareció, la batalla legal entre propietarios continuó:
En cuanto de los mismos compareció el Señor Doctor José María Rodríguez y dijo: que
apelaba de la anterior sentencia por ante S.E. la Suprema Corte de Justicia (…) (AHZ, 1848:
T. 28, l. 3, f. 83).
Maracaibo febrero siete de 1850
374

Ofíciese la apelación interpuesta y remítase al expediente (…) S.E. la Corte Superior de


Justicia. (AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 83).
En ese interludio la información revela quien era la esposa de Ramón Romero y qué había
sucedido con el demandante -Ramón Romero-:
La Señora Juana Villasmil viuda del finado Ramón Romero [409], vecina de la parroquia de
Cabimas, y mayor de veintiún años, confirma su poder al Señor Doctor José María
Rodríguez para que la represente y sostenga en sus derechos ante el tribunal o tribunales
competentes en el reclamo que tiene intentado el citado difunto y que hoy pende ante la
Corte Superior de este Distrito, con el Señor Francisco Moreno, sobre interdicto
prohibitivo de un terreno en el lugar denominado San Sebastián en la citada parroquia,
cuyo poder lo da sin limitación alguna (…) Maracaibo Enero de mil ochocientos cincuenta.
El [ ] de Su S [ ] Por la ponente no saber
José R. Serrano Joaquín Piña (AHZ, 1848: T. 28, l. 3, f. 84).

En torno a la posesión y propiedad de la tierra giraba lo determinante, el derecho a la


tierra subyacía a todos los conflictos y movía todos los hilos que se urdían en aquella sociedad
agrícola. Con estos sucesos Juana Villasmil la viuda de Ramón Romero, analfabeta, de veintiún
años de edad, quedaba al frente de ese latifundio (porque el juicio no se centró en la prescripción
de la propiedad, por falta de entrar en posesión real y efectiva de ella en un plazo que fija la ley),
ahora era la terrateniente, y dejó en manos de su abogado la prosecución del caso Romero contra
Moreno. El Alto de Buenavista -y las Sabanas de San Sebastián- seguía bajo la mira de todos los
actores sociales, lo que allí estaba en juego en el fondo de ese asunto era el sistema político de
Venezuela y, en lo local, las posibilidades de que las Cabimas continuasen creciendo o, en su
defecto, que se estancase o por lo menos que no creciese a una tasa más alta y más significativa.
Si se levantaba la prohibición sobre la nueva obra, Francisco Moreno produciría allí riqueza y
habría un progreso relativo de Cabimas, pero si derrotaba a los terratenientes Cabimas habría
dado un sorprendente salto hacia adelante y con ese precedente judicial se hubiese cambiado
toda la historia nacional -dentro de este orden de ideas la historia de Cabimas no es historia local-,
porque las cosas que allí sucedían tenían trascendencia más allá de sus fronteras. Esa sorpresa no
fue concedida por un sistema judicial complaciente con los grandes propietarios, por otra parte, el
Gran Propietario de las Sabanas de San Sebastián -Ramón Romero- había sido derrotado pero no
aniquilado -Juana Villasmil como terrateniente sucesora continuaría el pleito contra Francisco
Moreno-, los Ugas-Almarza-Lizarsábal-Reyes Belloso-Romero-Villasmil salían indemnes y como
resultado de ese hecho Cabimas disfrutaba un crecimiento ralentizado en vez de uno acelerado.
1.6 Levantamiento del secuestro de la tierra en contra del Estado

409
Romero estaba muy enfermo, en el año de 1840 cuando declina a desempeñar el cargo de Juez 2° de Paz de Cabimas
el Doctor Blas Valbuena certificó sus enfermedades: “Señor Gobernador. En virtud del antecedente decreto de Vuestra
Señoría he examinado atentamente al Señor Ramón Romero i padece de una sordera hereditaria, que aunque no es de
sumo grado, es suficiente para inhabilitarle para el desempeño de algunos de los destinos que por el oído inútil hay de
vez en cuando supuración que su órgano [sa…] está afectado de un humor sifilítico por lo que tiene úlceras en lo interior
de la nariz que exhala por este motivo algunas mucosidades fétidas: i que tiene una hinchazón crónica i crecida del bazo
que perturba sus digestiones, contribuyendo lo ya expresado a que se le hinche la pierna derecha cuando hace algún
ejercicio. Por estos motivos i en obsequio de la justicia creo que dicho señor Romero está enfermo e inhabilitado por
ahora de desempeñar la alcaldía de la parroquia para que ha sido nombrado. Maracaibo i enero 13 del 1840. Blas
Valbuena” (AHZ, 1841: T. 14, f. 101/104) (MEDINA, Carlos. Cabimas 1824 - 1850. EdiLUZ, Maracaibo. Tomo II: 288).
375

Ya aquella gran propiedad había recibido la atención de las autoridades con anterioridad,
esto sucede cuando María Josefa Lizarsábal reclamó su derecho de heredad en el año de 1826.
Incluso, el mismo conflicto de 1847 tenía su trasfondo en los hechos de la guerra de
independencia, esa guerra tenía sus vinculaciones con la redistribución de la propiedad de la
tierra, los grandes terratenientes tenían en el Caribe antillano un modelo de producción más
productivo, con costos más bajos, con volúmenes más impresionantes y con ventajas mercantiles
basadas en una nueva escala económica, pero para dar ese mismo salto los grandes propietarios
debían apoderarse de la esfera política como fuente de enriquecimiento determinante [410], para
introducir a partir de ese asalto de esa fuente de poder y de riqueza todos los cambios mediante
los cuales pudiesen convertir sus enormes posesiones en fabulosas plantaciones como las que se
observan en aquellas islas, en pocas palabras, la relación con la tierra debía ser modificada bajo un
nuevo universo de ideas, y una forma de acumulación distinta, esto es, la capitalista.
Pero regresemos atrás. El año de 1826 María Josefa Lizarsábal cursa por un tribunal de
Maracaibo una solicitud para levantar el secuestro que se había ordenado sobre las tierras de
Punta de Piedra y su retiro de San Sebastián, para los efectos se abre un “Expediente en el que la
ciudadana María Josefa Lizarsábal promueve información sobre la propiedad de las tierras de
Punta de Piedra”.
María Josefa Lizarsábal es vecina de Maracaibo en ese momento y expone ante el Alcalde
2° que necesita:
(…) acreditar un derecho que por sucesión hereditaria creo asistirme[para lo cual presenta
unos testigos para que confirmen su ascendencia con los dueños de ese territorio que
según su conocimiento afirma que] Se han conocido siempre las tierras de Punta de Piedra
al margen de la Laguna y su retiro San Sebastián por de los Señores Ugaces, habiendo sido
su último poseedor el referido Vicente Ugas sin contradicción alguna (…) [y luego amplía
esa información para que también la constaten los testigos manifestando] Si el expresado
Ugas fue conducido de Punta de Piedra a esta ciudad, el año de 1822, por el Señor
Teniente Coronel Francisco María Faría bajo el sólo concepto de simple desadicto al
sistema Colombiano y si de esta resulta falleció, el mismo año, arrestado en la casa
Convento de San Francisco sin testar, a tiempo que ya había sido incendiado el hato de
Punta de Piedra con cuanto tenía dentro (AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 7).
Los testigos acreditaron que María Josefa Lizarsábal era la legítima heredera de aquellas
tierras y su Retiro y así se hizo constar como suficiente el 11 de Julio de 1826.
Con ese justificativo María Josefa Lizarsábal pudo exponer ante el Alcalde 1° Juez Letrado
de Hacienda la liberación de esa propiedad, y expuso:
De lo relacionado es visto que si estas propiedades sufrieron como han sufrido, y aún
sufren el secuestro, ha sido equivocadamente respecto a que ninguna ley de la República
lo dispone, ni fulmina la pena de confiscación contra los desafectos al sistema, mucho
menos si no se les ha expulsado por perjudiciales (…) A.V. Suplico se sirva (…) mandar se
levante el secuestro de dichas tierras y se me aposesione de ellas (…)(AHZ, 1847: T. 28, l.
3, f. 13).
La medida favoreció a la solicitante María Josefa Lizarsábal y por vista del Decreto del
Tesorero Departamental dice el fiscal:

410
Ese paso era indispensable, solo en ese ámbito podrían remontar sus intereses económicos a un nuevo estadio
histórico y dar un salto a un modelo de producción que se colocase a la altura al existente en las Antillas. Si no
superaban el papel subsidiario que venían representando en el mercado caribeño, no tendrían futuro.
376

que en aquello no halla reparo alguno que poner, pues todos los testigos que ha
presentado sobre de ser de toda probidad y acepción están conformes, en los particulares
a que han sido interrogados, y por consiguiente, el que expone la contempla con derecho
bastante para reclamar los bienes que le corresponden por la defunción intestada del
citado Vicente Ugas.
Respecto de los que se hayan embargados debe hacer presente el que expone que no hay
confiscación, ni parece pudo tener lugar atendida la edad del referido Ugas, y motivo por
el que fue conducido a esta ciudad donde falleció, pues sólo se le atribuyó adhesión al
Gobierno Español; y por tanto el fiscal cree que puede alzarse el embargo de las tierras y
demás que lo estén por tal motivo, pudiendo la Lizarsábal hacer el uso de ellas le
convenga si en realidad eran de la propiedad del difunto y para lo cual se sujetará a lo que
previene la Ley 11 de Octubre del año 11° Maracaibo Febrero 1827 José [ ] Balbuena
(AHZ, 1847: T. 28, l. 3, f. 14 y 15).
Como se observa la guerra trajo una dinámica muy activa en torno a las propiedades
territoriales, se previno confiscaciones, embargos y secuestros, arbitrios estos que sólo se
detuvieron con el Artículo 206 de la Constitución del año 1830 [411]. Esas eran medidas militares
que se extendía hasta los bienes del afectado, medida que se mantuvo vigente -por ambos
bandos- durante la guerra de independencia y los años inmediatamente posteriores. Esas
confiscaciones, embargos y secuestros de tierras muestran los intereses subyacentes de carácter
material que motivaron el conflicto armado. Los grandes hacendados exitosos, para continuar
creciendo disputaban bienes y tierras de los propietarios de menor cuantía, por su parte los
productores de menor rango pretendían las tierras ociosas existentes en los inmensos latifundios
para establecer allí fundos, y en cuanto al campesinado aspiraba a parcelas de tierra con las cuales
poder sobrevivir y salir de tanta miseria con sus conucos. Y a ese cuadro ya enmarañado con los
intereses de esos distintos sectores sociales se sumaban también, con la misma ambición, los que
en el medio urbano tienen algún caudal proveniente del comercio, dinero que aspiraban invertir
en fincas y, del mismo modo los profesionales citadinos que se habían labrado una fortuna (los
plutócratas) se agregaban a esas aspiraciones de poseer haciendas, por último a esa hambre de
tierra se suman con un enorme peso los militares sobre todo los que tienen un rango alto. Todas
esas demandas sociales creaban las condiciones óptimas para que surgiese un mercado de tierras,
es decir, que se produjese un cambio estructural que se deriva de un concepto muy peligroso
recogido en la expresión «tierras libres», opuestas de las «tierras yermas», esto es, el latifundio.
Esa convergencia de antagonismos diversos creó un clima propicio para el conflicto
interclases [412], el cuál para tomar cauce debía aceptar como condición sine que non el objetivo
de desligar a este continente del Gobierno Español, porque en ese quiebre del Sistema español
surgía la oportunidad de resolver el conflicto interclases represado por el Estado español. Esa era
la tarea histórica de las élites de la época colonial venezolana, para poder realizar el proyecto de
revalorización de la tierra debían independizarse de España. El conflicto a desatarse debía ser muy
intenso, muy profundo, muy extenso y muy generalizado, ineluctablemente debía ser atroz y

411
Brewer-Carias, Allan-R. 50 años en la evolución institucional de Venezuela 1926-1976. En. Ariel Fundación Eugenio
Mendoza 1979 Seix y Barral España Barcelona. P. 574. Venezuela Moderna Medio siglo de historia 1926 - 1976
412
El concepto es más amplio que el de clases sociales, incluye a los militares, a quienes desempeñan profesiones
liberales, comerciantes, labriegos, terratenientes y propietarios agrícolas de menor cuantía.
377

caótico, y esto se expresa muy bien en la personalidad multifacética y desconcertante de quien


encabeza ese proceso: Simón Bolívar.
Una de las vías que se toma para el restablecimiento del orden después de la
Independencia es la judicial, eso se observa en solicitudes como la que María Josefa Lizarsábal
efectúa el año de 1826. Pero ese orden que restablece la propiedad de la tierra no resuelve los
problemas de fondo, de allí el pleito de Romero contra Moreno en 1847, el cual se prolonga en un
primer término hasta 1850, desconociéndose los eventos tribunalicios que de allí en adelante
prosiguen [413]. Y es debido a que no funcionase una verdadera resolución de conflictos bajo la
República que una nueva Gran Guerra tomará fuerza en Venezuela, en la cual se verán
involucrados de nuevo los habitantes de Cabimas de un modo protagónico.
1.7 Preludio de la Guerra campesina
Lograda la independencia, terratenientes como Vicente Ugas son arrestados por su
adhesión al derrocado gobierno español y sus tierras son embargadas, muchas de esas inmensas
posesiones como las de Ugas pasaron a los actores sociales que resultaron triunfadores en la
contienda -en especial el generalato-, otras regresaron a sus viejos dueños, pero el problema de
fondo no se resolvía, el latifundio impedía el crecimiento económico general y conteniendo al
potencial productivo que aspiraba realizarse alimentaba nuevos conflictos al generar índices de
descontentos incontenibles. Y entre éstos descontentos alarmantes estaba la de la necesidad del
campesinado pobre por poseer tierras, lo cual dará origen a las guerras campesinas. Y estaban las
aspiraciones de los comerciantes, profesionales citadinos, propietarios agrarios de menor cuantía,
que solo se podrían complacer liberando la tierra del régimen latifundario.
En la guerra de independencia la iniciativa bélica la tomaron los terratenientes, lo hicieron
para colocarse al frente de toda la violencia que se podría desatar, ellos debían administrarla. En
los sucesos que se empiezan a narrar, la iniciativa -por lo contrario- la tomaron aquellos a quienes
se le prometieron tierras y luego fueron defraudados, es decir, los soldados rasos convertidos de
nuevo en peones miserables. En vista a ese paso dado por el proletariado del campo, la
plutocracia de las ciudades que ya tenía una intensa actividad política en marcha, no les queda
otra que unirse a esa dialéctica de la violencia, lo cual dará origen a la Guerra Federal. Quedando
los conservadores -entre quienes se encuentran antiguos realistas- en la condición de defender
sus grandes propiedades agrarias de estos dos poderosos rivales. La guerra que se iba a desatar,
en consecuencia, debía ser prolongada, intensa y de altos costos de todo orden.
El dilema era o crear un mercado de tierras o irrumpir con una guerra abierta para
dilucidar los intereses contrapuestos y la fórmula que sería implementada con respecto a la
propiedad de la tierra.
Se ha de hacer un recuento cronológico de todos los sucesos que se alternan entre lo que
sucede en Cabimas y lo que acontece en el ambiente político nacional:

413
Hay que realizar un arqueo de fuentes del resto de los años sesenta, y de allí en adelante ir hasta alcanzar los
desbarajustes que acontecen con la propiedad a partir de la irrupción de la actividad petrolera en esta jurisdicción. Tal
vez dentro de esos documentos se encuentre lo que sucedió con la prosecución de ese juicio entre Juana Villasmil y
Francisco Moreno. Tarea que no se realizó, por tener que avocarnos a atender el tema de la fundación hispana de
Cabimas, lo cual nos desvió de ese plan tan importante de desentrañar todo el proceso histórico del siglo XIX.
378

Ya para el año de 1844 estando Basilio Borjas al frente del Tribunal de Cabimas -donde
completaba la obra de la escuela iniciada por su antecesor Eduardo Miguel Rojas-, el ambiente
político se caldeaba, a nivel nacional los pleitos entre liberales y conservadores tomaba encono.
Conflicto que se venía incubando desde el arribo de Carlos Soublette a la presidencia el año de
1842. Por los liberales Antonio Leocadio Guzmán arremetía con su órgano de prensa “El
Venezolano” contra el gobierno en manos de los paecistas o conservadores. Leocadio estremecía
al paecismo con su mensaje antimilitarista, y aquí en esta región de la Provincia de Maracaibo
ambos bandos, liberales y conservadores se disputaban la adhesión de sus habitantes, uno de ellos
eran los progubernamentales y allí se ubicaba el conservador Basilio Borjas en Cabimas.
En el siguiente año la dialéctica de la violencia hace un nuevo giro, en 1845 Basilio Borjas y
Pedro Lucas Urribarrí bajo las órdenes de José Escolástico Andrade toman parte en la organización
y ejecución de una expedición contra los guajiros, esta operación forma parte de ese complejo
entramado social generador de violencia interclases [414]. Basilio Borjas en esa ocasión actuaba
para dotar la 1a Compañía del medio Batallón de Reserva del Cantón de Altagracia de milicianos
[415]. Esa Expedición preludiaba la guerra campesina que se desataría en el centro del país en
1846, porque es en ese contexto histórico que los hechos se van disparando. Con anterioridad,
para el mes de julio del año de 1845 Basilio Borjas y Trinidad Perozo son nombrados diputados por
el Cantón Altagracia, y en esa calidad van a calificar las tierras de esta comarca para su uso en la
cría o en la agricultura, con esta medida se buscaba evitar el enfrentamiento agudo entre estos
dos sectores sociales, lo cual era otra de las vertientes del conflicto social que enrarecía aún más la
atmósfera política, y con ese ambiente malsano un nuevo espiral se agregaba al ascenso de la
violencia, y las élites actúan calificando el uso de las tierras para intentar poner un corredor apaga
fuegos. Para el mes de diciembre de ese mismo año se reúnen los “Notables” de Cabimas con
Martín Borjas quien es el nuevo juez 1° y José Concepción Balbuena como juez 2°, entre estos
principales se encuentran además de Basilio Borjas, Lorenzo Capitillo, Pedro Toledo y Antonio
González de Lira, la reunión era para incorporar a la lista de milicianos de reserva los que hayan
cumplido la mayoría de edad, entre ellos habían cinco labradores, y de estos cinco dos eran Borjas,
un Ramos, un Neri y un Ocando. Esas labores para mantener un tren de hombres bajo las armas
resultaban decisivas, porque la confrontación entre liberales y conservadores eran previsibles y de
mal pronóstico.
Ese mismo mes de diciembre de 1845 Basilio Borjas va a la Villa de Altagracia en calidad de
elector, su voto será para Trinidad Perozo como Juez 1°, Félix Borjas como Juez 2° y Lorenzo
Capitillo como Síndico, es decir, los “Notables” tienen allí su representante, lo cual apunta a que el
momento histórico es percibido como de cuidado. Y los Borjas se ubicaban en los puestos claves
para el año 1846, porque era un año electoral en medio de una atmósfera caldeada, era el último
año de Carlos Soublette como Presidente. El año de 1846 Basilio Borjas concurre en el mes de

414
Entiéndase de forma amplia este “interclases”, es decir, abarcante de grupos étnicos en confrontación en este caso.
415
Hacía tres años, en 1842, que se habían repatriado los restos del Libertador Simón Bolívar, entre los Generales que lo
recibieron estaba José Rafael Urdaneta encabezando la lista. Urdaneta va a Europa el año de 1845 para solicitar un
empréstito con el cual se pudiese obtener la libertad de los esclavos en Venezuela, es decir, para dotar de dinero fresco
a los hacendados y de este modo evitar el colapso al que la crisis económica los empujaba hacia un desastre, estando en
esas diligencias ocurre el deceso de este prócer zuliano.
379

abril a Maracaibo, va convocado por el Concejo Municipal de Maracaibo, para que asista en
calidad de elector para el nombramiento de los integrantes del importante Tribunal Mercantil de
la provincia. Si los integrantes de este tribunal eran elegidos por hacendados como Basilio Borjas,
es obvio suponer qué intereses predominarán en esa institución, los criadores asaltan las esferas
del poder judicial en procura de su predominio sobre los demás sectores de la estructura social -
ellos son la mayoría-, aspecto este que agudiza más el conflicto social interclases (comerciantes,
plantadores, profesionales, agricultores, criadores) que desde las profundidades alientan las
confrontaciones más abiertas. El Tribunal Mercantil estaba compuesto por 30 jurados y para
seleccionarlos estaba por el Cantón Altagracia, además de Basilio Borjas representando a Cabimas,
un Reyes Belloso, un Pedro Lucas Urribarrí y un Matías Meléndez todos de La Rita, un Francisco
Moreno y un Manuel Barroso de Lagunillas y un Nicomedes Rincón de la Villa de Altagracia. He
aquí el manuscrito que alude a ese acontecimiento:
Lista principal de comerciantes, criadores y agricultores, formada por el Concejo Municipal
con arreglo al artículo 2° de la ley sobre procedimiento mercantil.
Manuel Aranguren, Telésforo Angulo, José Escolástico Andrade, Basilio Borjas, José Ignacio
Baralt, Nicolás Baralt, Manuel Baralt, Miguel Antonio Baralt, Manuel Barroso, Ángel María
Benavides, José Gabriel Moronta, Matías Meléndez, Francisco Moreno, Justo Moreno,
Aniceto Ochoa, Francisco Antonio Piña, José María Quintero, José Aniceto Serrano, Pedro
Lucas Urribarrí, [277 individuos en la “Lista”]. Se convoca para el 19 del presente a las
doce del día concurran a la sala municipal a elegir los 30 jurados que deben componer el
Tribunal Mercantil. Maracaibo abril 1° de 1846 (…) (AHZ, 1846: T. 19, f. 185)
Allí estaban “los principales” comerciantes, criadores y agricultores de la provincia, o los
227 señoritingos de esta comarca. En esa grey de los muy acomodados se incubaba el
enfrentamiento, ellos buscaban ubicarse en las instituciones para desde ellas defender sus
facciones, la espiral de violencia en esta etapa se solapa en esa guerra de posiciones.
Esas “Lista” se venían formando desde el año 1841, la de 1844 tiene, entre otros, a Aniceto
Serrano, Ángel María Benavides, Basilio Borjas, Braulio Pulgar, Dr. Blas Valbuena, Francisco
Moreno, Francisco Antonio Piña, José Escolástico Andrade, Manuel Aranguren, Manuel Barroso,
Matías Meléndez, Pedro Lucas Urribarrí, Reyes Belloso, Telésforo Angulo. (AHZ, 1845: T. 13, f.
263). Pero ahora, una vez librada esa batalla para ocupar el máximo de puestos en ese tribunal,
irán en pos de posiciones claves dentro del estado, como el Congreso y el Ejecutivo. Las piezas van
pues tomando su lugar en el tablero de ajedrez. La violencia muestra su rostro de manera
soterrada en este interludio caracterizado por una aparente calma.
En septiembre del año 1846 José Antonio Páez sale de su retiro con el nombramiento de
Jefe del Ejército, ese mismo mes la Junta de Notables de Cabimas nombra a quienes van a
representar a Cabimas como electores del cantón y estos son: Basilio Borjas, Francisco Antonio
Piña, Martín Borjas, Ramón Romero y Trinidad Perozo [416], estos electores tendrán la
responsabilidad de participar en las elecciones nacionales, donde se escogerá entre nueve
candidatos al nuevo presidente de la República. Antonio Leocadio Guzmán y José Tadeo Monagas
obtuvieron la más alta votación, pero ninguno de los dos contaba con las dos terceras partes de

416
Romero era el propietario de las Sabanas de San Sebastián, habían dos Borjas (Basilio y Martín, dos veteranos),
Trinidad Perozo quien era un hacendado que fungió como representante de los labriegos en la calificación de tierras,
dónde se les asignó un territorio a ese sector productivo -fueron los únicos agricultores favorecidos de todo el cantón-, y
Piña era uno de los principales del pueblo, era el propietario de la piragua La Estrella.
380

los votos, hecho que otorgaba al Congreso la potestad de elegir al nuevo mandatario nacional,
José Tadeo Monagas fue el seleccionado, es decir, el paecismo continuaba en el poder y con ese
bando los conservadores predominaban.
El año de 1847 el presidente José Tadeo Monagas tomándole el pulso al país que recibía y
ponderando la transición que esta nación reclamaba hacia una nueva correlación de fuerzas en el
poder, empieza un viraje, el cual tiene por finalidad incorporar a sectores que se habían
fortalecido en las ciudades y no tenían cuotas importantes en las esferas públicas ni en el Estado ni
mucho menos en el gobierno [417] Es así como fue introduciendo a los liberales hasta alcanzar un
punto crucial en el cual por fin Monagas logró cortar los lazos con el paecismo, para intentar crear
un nuevo linaje político caudillista, es decir, el «monagato», esa ruptura ocurrió al conmutar como
presidente la pena de muerte que pesaba contra Antonio Leocadio Guzmán por la del destierro
perpetuo. Era una jugada maestra por parte de este estadista para hacerse del poder absoluto,
porque le quitaba a Guzmán sus liberales y mantenía bajo sí a buena parte de los que seguían a
Páez. Monagas tenía claro que la paz social no sería posible dejando a los liberales fuera del poder.
Pero al hacerlo nutría las conspiraciones de aquellos que habían sido desplazados.
Ese año de 1847 en la Judicatura de Cabimas Antonio González de Lira ocupaba el cargo de
Juez 1°, de segundo estaba José Asunción Ávila y de Síndico Martín Borjas. Para finales de ese año
se iniciaba y se ventilaba en ese juzgado el pleito de Romero contra Moreno por un sitio en el Alto
De Buenavista -el cual ocurre dentro de ese contexto histórico y forma parte de las fuerzas que en
ese cuadro se debaten teniendo por fondo el problema de la tierra-. Y ese mismo fin de año ya
José Antonio Páez tenía claro las intenciones políticas de los Monagas, pero era rebasado por
estos en todos los aspectos. Tanto así, que el astuto José Tadeo Monagas una vez electo incluso se
mudó para la casa de José Antonio Páez, pero para finales de año la situación ya había dado un
vuelco, tan grave era lo que se esperaba que, se tomaron medidas especiales para proteger el
Congreso que se reuniría el mes de enero trasladando su sesión fuera de Caracas. Para ese
enfrentamiento los liberales más encumbrados se aglutinaban en el Ejecutivo ocupando los cargos
de ministros, los poderes estaban no sólo separados sino en curso de colisión, sólo se podía
esperar lo peor en esa conclave. Lo peor en esas circunstancias consistía en que José Antonio Páez
empuñara las armas contra el Ejecutivo y se iniciase la guerra, es decir, que los conservadores no
aceptasen la participación liberal en un nuevo régimen político en el país ni el liderazgo de los
Monagas que los apabullaba. En esa coyuntura las elecciones cantonales eran estratégicas para
definir los liderazgos en ese cuadro lleno de malos presagios, porque los candidatos ideales para
ocupar las jefaturas de cantón debían ser quienes dominasen el arte de la guerra. En vez de paz, la
guerra se había convertido en la opción para resolver tan profundos dilemas. Y todos se
prepararon para ese salto a la violencia abierta.
El 4 de diciembre del año 1847 se conocen los resultados electorales de la Provincia de
Maracaibo, para seleccionarlos, por previo, la Honorable Diputación de Maracaibo había enviado
las ternas de candidatos a jefes políticos a cada cantón. La terna de candidatos a Jefe Político que
llegó al Cantón Altagracia incluía dos representantes de la poderosa y prócera Villa, estos eran

417
Y por supuesto con esas posiciones conseguir facilidades para acceder a la tierra, a la cual se llegaba mediante el
poder político de un modo más expedito. El conflicto interclases estaba buscando un cauce pacífico al incluir Monagas
en el poder a los que estaban impulsando un viraje en el ejecutivo a favor de su sector económico y político.
381

Agustín Luzardo y Juan Vale Mijares, y un representante de la prestigiosa parroquia Cabimas, este
era Basilio Borjas. Quién quedase elegido iba a desempeñarse como Jefe Político del Cantón, pero
tomando en cuenta que este cantón era clave para el poder bélico de la provincia, quién llegase a
ser su Jefe Político -en caso de desatarse la guerra- también sería el Comandante de sus fuerzas
armadas. En ese cantón Altagracia están los mejores soldados de la provincia, sus habitantes
venían participando en la actividad bélica desde el año de 1806, está también en este cantón una
cabaña ganadera que podía garantizar el mantenimiento de los ejércitos que pasaban por su
territorio, además, entre la Villa y la ciudad Capital está El Pasaje, es decir, el cruce de una a otra
orilla del Estrecho del Lago, así que Altagracia es un punto estratégico para la defensa o el ataque
de Maracaibo, los otros caminos que podían transitarse para dirigirse a Maracaibo viniendo desde
Barquisimeto o desde Coro pasaban por ese cantón desembocando en el lago a través de los
puertos de Lagunillas, Cabimas o La Rita [418]. Así que aquel resultado electoral del Cantón
Altagracia iba a indicar quién iba a ser uno de los líderes máximos de los sucesos que acaecerían
en el nuevo conflicto que era de escala nacional, el jefe político electo del Cantón Altagracia
tendría un papel crucial en los eventos que estaban por sobrevenir en esa dialéctica infernal que
anunciaba una nueva conflagración de fuego y muerte, y ese resultado fue conocido en cada una
de las parroquias del Cantón Altagracia mediante un edicto que fue colocado en los lugares más
concurridos y en la puerta de las Despachos por su carácter oficial. Este edicto rezaba:
Gobierno Superior de la Provincia.
Maracaibo Diciembre 4 de 1847.
En vista de la terna presentada por la diputación para el destino de jefe político de
Altagracia en 1848, la Gobernación en ejercicio del artículo 37 de la ley orgánica de
provincia nombra para dicho destino al Señor Basilio Borjas, comprendido en la terna.
Comuníquese al nombrado para que previo el juramento constitucional, que prestará
frente al jefe político saliente, tome posesión del destino el 1° de enero próximo,
recibiendo el archivo y demás pertenencias del Concejo municipal y jefatura política bajo
formal inventario; y participe el Señor Jefe político actual para su inteligencia y fines.
Serrano.
José de Jesús Villasmil - Secretario (AHZ, 1847: T. 25, f. 131).
El presidente de la Diputación en ese momento histórico era José María Bohórquez y el
Secretario José M. Sanz. Un día antes de la toma de posesión de Basilio Borjas, llega a Altagracia el
siguiente oficio:
Señor Jefe Político de Altagracia.
El Señor Basilio Borjas, escogido para Jefe Político de ese Cantón en el entrante año de
1848, me ha manifestado desde el lugar de su residencia, que se halla con una
considerable indisposición en la salud, que le impide pasar a prestar el juramento
constitucional y encargarse de la Jefatura. Por esta advierto a Usted que en el caso de que
dicho Señor Borjas no se presente mañana en esa cabecera, llame al primer concejal para
que le sustituya a Usted en el destino hasta el restablecimiento del propietario.
Soy de Usted y Dios guarde a Usted.
Serrano (ídem).

418
El Cantón Altagracia se extendía desde Punta de Palmas al norte hasta río Misoa al sur, era una larga franje de
terreno que abarcaba todo el Estrecho del Lago y que luego se extendía más allá del pueblo de agua de Lagunillas. Es
decir un largo trayecto lacustre que podía ser bloqueado en sus rutas por los costaorientalenses si así era necesario para
la defensa de la capital de la provincia. Esto convertía a este territorio en un bastión estratégico militar.
382

Por esta circunstancia, la Jefatura pasó a ser dirigida por el concejal decano Sebastián
Sánchez, y será para el catorce de enero que pase legalmente a su propietario, pero la recibirá
ahora directamente del Gobernador José Antonio Serrano:
En la ciudad de Maracaibo a catorce de enero de 1848.
Hallándose presente el Señor Basilio Borjas, Su Señoría el Gobernador de la provincia le
recibió el juramento de obedecer y sostener la Constitución y leyes de la República y de
cumplir fiel y exactamente los deberes de su destino.
Firma con Su Señoría, de que certifico
José A. serrano.
Basilio Borjas
Por el Secretario
Marcelino Vale (id. 133, 134).
Ese mismo 14 de enero el gobernador le comunicó al Jefe Político del Cantón Altagracia la
juramentación de quien le iba a sustituir. Ésta pertenecía a Justo Moreno, hombre de grandes
cualidades. El 17 de enero Basilio Borjas queda en posesión de su destino, así lo comunica otro
concejal decano, José González desde la Jefatura política Municipal del Cantón al Señor
Gobernador. Para el día 28 Basilio Borjas ha de ir a Cabimas por nuevos resentimientos físicos y
deja encargado de la jefatura al concejal José González:
Señor Gobernador.
Por asuntos peculiares al destino que ejerzo paso hoy a la parroquia Cabimas de este
Cantón, y dejo en mi ausencia, que será a lo más por seis u ocho días; al concejal decano
Señor José González encargado del destino-
Lo digo a Vuestra Señoría para su superior conocimiento manifestándole que dicho Señor
González queda entendido de la anterior exposición (id. 136).
Basilio Borjas se agravó y no pudo salir de Cabimas cuando culminó el plazo permisado
(AHZ, 1847: T. 25, f. 135), y en vista del retardo en Altagracia, los asuntos políticos hubieron de
regresar a manos de Justo Moreno el 12 de febrero:
Señor Gobernador.
A las dos de la tarde de hoy ha entrado en ejercicio de Jefe político interino de este
Cantón el Señor Justo Moreno; y lo participo a Vuestra Señoría para su conocimiento y en
contestación a su nota relativa fecha de hoy-
José González (íd. 137).
Serrano como gobernador había ordenado este relevo de hombres en vista a las noticias
provenientes de Caracas que eran de extrema gravedad. La dialéctica de la violencia se crispaba. El
23 de enero de 1848 se inauguró el Congreso, y en sesión secreta se decidió su traslado para
Puerto Cabello con fuertes medidas de seguridad. El día 24 el Congreso escuchó al Ministro del
Interior y Justicia, y al terminar su exposición, se exigió la presencia de los demás ministros para
que rindieran cuentas de sus actuaciones, en ese momento, se echó a andar lo que se tenía
preparado para provocar un enfrentamiento, originándose una turbulencia en la que se indujeron
asesinatos. Situación a la cual puso final José Tadeo Monagas mediante las tropas y, por sus
instrucciones se disolvió el Congreso, hubieron muertos, y en las calles se oía por parte de los
conservadores: “Se fusiló el Congreso”, o el comentario era que: “Monagas ha entrado en
propiedad del poder legislativo, ahora tiene todo el poder, hay una dictadura”. La conspiración
había iniciado sus operaciones, y pronto todo el territorio nacional entraría en una convulsión.
383

Las noticias de Puerto Cabello llegaron a Maracaibo el 31 de enero, estas daban cuenta de
que el representante de esta provincia estaba entre los asesinados, eso consternó a esta comarca,
y todo se confirmó el 4 de febrero por comunicación oficial. El gobernador Serrano recibió una
delegación que rindió testimonio de los hechos, levantó un Expediente y lo remitió el 5 de febrero
a la Honorable Diputación Provincial. Además, el magistrado denunció a Monagas como un
usurpador de la Majestad del Congreso, le acusó de arrancar decretos a ese magno cuerpo, le
condenó por despedazar las garantías políticas y sociales, y advirtió que Monagas marchaba
decidido al establecimiento de una tiranía. Y pide a la Diputación denunciar el terrorismo de
Estado y la traición a la patria y, llama al pueblo a una Asamblea para el 6 de febrero. La espiral de
la violencia alcanzaba su clímax.
1.8 Declaración de guerra
En el Convento de San Francisco se reunió la Asamblea Popular y ocurrió un
pronunciamiento en defensa de la Constitución de 1830 y se declaró como infiel y enemigo
público a Monagas, además, y esto es lo más importante, se llamó a las armas y a actuar bajo las
órdenes del General en Jefe José Antonio Páez, y por último se creó una Junta (en la cual estaba
Telésforo Angulo [419]) para que esta actuase con el Gobernador para organizar la resistencia. La
serpiente cascabel sonaba su temblorosa maraca, ávida de vaciar por sus colmillos su venenosa
ponzoña.
En Altagracia se presentó Basilio Borjas recuperado de sus quebrantos de salud, y Justo
Moreno envía la siguiente comunicación al Señor Gobernador:
Altagracia Febrero 13 de 1848.
Señor Gobernador.
Habiéndose presentado en esta Cabecera, repuesto de su salud, el Señor Basilio Borjas
Jefe político en propiedad de este Cantón, le he entregado el despacho de esta Jefatura a
las ocho de la mañana de este día-
Justo Moreno (AHZ, 1847: T. 25, f. 138).
Monagas ante estos acontecimientos envía al General Mariño a someter a Maracaibo. La
guerra se había desatado desde el 2 de marzo de 1848, se realizaban batallas en el llano entre las
tropas del gobierno y las de Páez. Páez tuvo serios reveses y decidió dirigirse a Maracaibo, pero
para desembarazarse de las fuerzas gubernamentales que le seguían a la retaguardia, intentó un
rodeo a través de la Nueva Granada, mientras Mariño por su parte se dirigió directo a Coro
aplastando toda la resistencia que le salía al paso, esto le produjo un gran desconcierto a Páez, él
tenía la expectativa de que por esa ruta el ejército gubernamental de Mariño menguase (y
aprovechar él ese desgaste), y entonces en vez de continuar hacia Cúcuta y de allí girar hacia
Maracaibo para acometer él y los serranistas a Mariño, siguió de largo transitando la ruta hacia las

419
Francisco Antonio Piña cabimense dueño de la piragua La Estrella tenía nexos con este personaje, ambos tenían
actividades afines, un 13 de mayo del año de 1840 Telésforo Angulo lleva en la piragua de Piña una carga de cacao
rumbo a Maracaibo, en Cabimas pernoctó en su viaje y venía desde las poblaciones del sur del lago. Todo parece
suponer que este personaje estaba muy relacionado con esta costa oriental del lago, porque una carga de panela que
transporta la piragua Aurora de Juan Pablo Medina de Cabimas para Maracaibo también era de este Telesforo Angulo, él
debía utilizar estos viajes mercantiles con una finalidad adicional, la de tener contacto permanente con la gente del
partido conservador, es decir, la de hacer reuniones con los paecistas cuando pernoctaba en estos puertos menores. En
ese mismo viaje salían de Cabimas dieciocho cargas de maíz para la capital.
384

Antillas. Maracaibo sola se preparó para la embestida de Mariño, Mariño primero llegó a Quisiro y
derrotó las fuerzas que allí se habían concentrado para intentar detener su avance, es de alta
probabilidad que allí en Quisiro estuviese Basilio Borjas como Jefe Político y Comandante militar
del Cantón Altagracia. Los derrotados de ese brutal encuentro retrocedieron, reagrupándose en
Altagracia donde tampoco pudieron mantenerse, y entonces optaron por internarse a los montes.
Tales fueron parte de los acontecimientos conocidos por nuestra historiografía zuliana [420] como
la Revolución de 1848-1849. La violencia en esta fase se transformó en una revolución, las fuerzas
subyacentes que la alentaban mostraron el afloramiento de nuevas tendencias políticas y el
grueso de seguidores que las alentaban.
Mariño en su tránsito desde Caracas hasta los Puertos de Altagracia no se desgastó, por lo
contrario, había engrosado sus fuerzas, Monagas por su parte también había aumentado el
número de la soldadesca en su campaña, y con ese ejército fortalecido se dirigió hacia la Villa de
Altagracia, para desde allí realizar el asalto de Maracaibo donde el Gobernador José Antonio
Serrano estaba apertrechado y atrincherado.
Bajo ese cuadro de caos que genera la guerra con la introducción de la anarquía en la vida
cotidiana, el Comandante Basilio -tal era su grado militar reconocido oficialmente por el Despacho
de Marina y de Guerra de Maracaibo en esas circunstancias- se convierte en uno de los hombres
más buscados por las fuerzas del gobierno, era él su principal enemigo en la Costa Oriental del
Lago y era la resistencia viva en la zona que ocupaban, esto es, el Cantón Altagracia. Bajo esas
condiciones locales llega Monagas el 25 de abril de 1848 a la Villa, y a partir de allí se inició un
intercambio de demandas y amenazas entre el Presidente Monagas y el Gobernador Serrano. Los
marabinos no cedieron y el 8 de mayo de 1848 se decidió dejarlo a la suerte de las armas el
destino político de esta provincia. Pero mientras ocurrieron esas reuniones diplomáticas entre
ambos bandos antes de ese ocho de mayo, Monagas había viniendo moviendo sus piezas en el
campo de operaciones militares, de tal modo que Mariño se desplaza a Casigua, para cerrar allí el
paso de los guerrilleros que se estaban fortaleciendo en esa zona con los apoyos que le llegaban
desde Coro. Es decir, realiza un operativo para cubrir la retaguardia y proteger así las fuerzas
acantonada en los Puertos de Altagracia.
El 8 de mayo de 1848, fecha en que se declara la guerra entre Serrano y Monagas,
Monagas permanecerá en los Puertos de Altagracia, para retener con su presencia en esa parte
del Estrecho del lago a las goletas de guerra enemigas que se ubicaban en El Pasaje, esa flota tenía
por misión evitar que Monagas trasladara por esas aguas su ejército hasta Maracaibo. La idea de
Monagas era mantener esa flota allí anclada, para que no entorpecieran los desplazamientos
subrepticios que Mariño tenía programados. Mariño se moviliza con sus soldados a la parte norte
del Cantón Altagracia, dejando en Casigua puestos de control con la misión de cerrar los caminos
hacia Altagracia, luego se dirige a las inmediaciones de Punta de Palmas, para surcar desde allí las
aguas del lago buscando el enfrentamiento con las tropas acuarteladas en el Castillo San Carlos, y
después de vencerlas, entonces, derrotar también las del Cuartel de Sinamaica. Diecinueve días
empleo Mariño para llegar a Maracaibo dando esa vuelta por Punta de Palmas, isla de San Carlos y

420
Una obra que narra los sucesos de esos años y la febril actividad de estos protagonistas es la de la historiadora
zuliana Arlene Urdaneta de Cardozo: Autonomía y Federalismo en el Zulia, Biblioteca Temas de Historia del Zulia, Fondo
Editorial Tropykos, Maracaibo, 1998.
385

línea de Sinamaica, entrando el 31 de mayo de 1848 a la capital. La defensa de la ciudad por


Serrano fue aguerrida, pero tampoco suicida, viendo Serrano la derrota en ciernes hizo lo mismo
que el Comandante Basilio, buscó los montes y penetro en el territorio de Perijá para salvar sus
hombres en armas. En el caso de Basilio, éste buscó la Sierra de los Empalados con el mismo fin,
para preservar la gente más decidida de sus Compañías -la 1a y la 2a de la Villa, la 3a de La Rita, la
4a de Cabimas y la 5a de Lagunillas-. Serrano y Basilio quedaban aferrados a la esperanza de un
apoyo externo, por la presencia de Páez en el Caribe.
Habiendo triunfado las fuerzas gubernamentales con la toma de Maracaibo, decidieron
con posterioridad retornar a Caracas, pero antes reorganizaron el poder político de la provincia,
Mariño nombró nuevo Gobernador y Comandante de Armas y dejo buena parte de su contingente
militar acantonado en este puerto -no confiaban en las tropas marabinas-. Monagas, mientras
tanto, maniobra en la Villa de Altagracia, para dejarla en nuevas manos y una vez realizado ese
cambio de poder parte el 12 de junio de 1848 con Mariño hacia la capital de la república, no sin
antes hacerle la promesa a los altagracianos de cancelarles un pago por 5.860 pesos consumidos
por sus tropas en carne, se habían devorado, rebaños enteros. El pago como es obvio quedaba
condicionado a obtener a cambio una neutralización de la oposición política en este cantón.
Pero la presencia guerrillera se alzaba ahora en ambas costas, la occidental y la oriental a
ambos lados de El Estrecho. En vista de esa situación Monagas recurre a quien había expulsado a
las Antillas, esto es, a Antonio Leocadio Guzmán, le solicita se incorpore a su equipo político-
militar y lo comisiona para que busque apoyo por el Caribe, la idea era la de garantizar el
sometimiento de la Provincia de Maracaibo. Mientras el oportunista Guzmán se movilizaba en
prosecución de esa ayuda, José Antonio Serrano se constituyó en la cabeza visible de la resistencia
guerrillera, y con esa calidad atrajo hacia el lago la escuadra marítima del oriente venezolano, la
cual no estaba destruida por las fuerzas del régimen monaguista. Reiniciándose las actividades
militares de gran proporción en octubre de 1848, pero ahora la responsabilidad de las operaciones
militares, por parte de los gubernamentales, recae sobre Ezequiel Zamora y por el bando contrario
lo asume José Escolástico Andrade. Páez -que en septiembre de 1848 había arribado a Curazao-
por su parte les había enviado pertrechos mediante un vapor que partió desde Curazao en apoyo a
sus adherentes y, con esa proveeduría las acciones se multiplicaron, se combatió en Quisiro, en el
Castillo de San Carlos, y luego de esos encuentros ocurre la Batalla de Cabimas, con posterioridad
en La Rita se produce un enfrentamiento dentro del lago, y finalmente ocurrió el encuentro
decisivo en el extremo sur de la cuenca en la población de San Carlos del Zulia, la victoria en todos
estos lances fue plena y total para las armas de los monaguistas, quienes dirigidas por Zamora
salieron invictas. El 31 de diciembre de 1848 fueron derrotadas definitivamente las fuerzas que
estaban bajo el mando de José Antonio Serrano y José Escolástico Andrade [421]. La Batalla de San
Carlos al sur del lago fue el último encuentro serio entre las tropas beligerantes en todo el
territorio nacional. La dialéctica de la violencia como las tempestades abre paso a una calma
chicha, donde los hombres se sienten abandonados por la providencia. Un año antes exactamente
Basilio Borjas había sido escogido para jefe político del Cantón Altagracia, su primer año como Jefe

421
La suerte de José Escolástico Andrade héroe nacional y guerrero de los Puertos de Altagracia será seguido en este
libro hasta su final, es decir, hasta su desenlace, puesto que él pertenece al Panteón de Héroes de la C.O.L.
386

político le consagró como Comandante militar, ese año formando parte del bando paecista se
batió contra Mariño en Quisiro y en Altagracia, y luego lo haría contra Ezequiel Zamora en Quisiro
estando bajo el mando del Coronel José Escolástico Andrade y, en Cabimas, será el propio Basilio
Borjas quien a la cabeza de las tropas que ha reagrupado presentará combate a Ezequiel Zamora,
pero el triunfo le es esquivo.
1.9 Guerra campesina y Ejército Popular
Para tener una visión general e estos acontecimientos desde diversos ángulos, antes de
proseguir con el papel que juega Cabimas en ese proceso histórico, vamos a traer al relato,
primero, del bando zamorano, y a continuación, otra del bando de Páez. Para la primera se va a
utilizar los conocimientos que se tienen de Ezequiel Zamora gracias a las investigaciones del
historiador Federico Brito Figueroa, quien cuenta que:
Ezequiel Zamora montó una tienda de víveres el año de 1838 (página 33) y convirtió su
casa de comercio en un círculo político, el cual se enriqueció cuando el año de 1840 se
escinde la clase dominante, al fundarse el partido liberal, dividiéndose el país en un bando
liberal que califica a los conservadores de godos, Ezequiel Zamora está con las nuevas
ideas políticas y, cuando los liberales sacan el semanario El Venezolano empezó a dar
lectura, de ese semanario y de los periódicos que llegaban desde Caracas y otras ciudades,
en su círculo político. Los periódicos populares que consumían en la trastienda eran más
consecuentes con los principios democráticos, y su círculo político se convirtió en un
centro de lucha democrático, esa misma dialéctica acontecía en otros pueblos y ciudades,
lo cual trajo como resultado de que los pobres de los centros urbanos empiezan a sumarse
al movimiento porque identifican a los godos con los oligarcas que se han apoderado del
gobierno paecista (Brito Figueroa, Tiempos de Ezequiel Zamora: 49/51 [422]) (Resumen).
En el recuento de los hechos este historiador señala que: Los desheredados urbanos el 9
de febrero de 1844 dan muestra de su fuerza en Caracas dando gritos por las calles de la ciudad de
“¡Mueras a la oligarquía y al Gobierno!”(Brito Figueroa: id. 49/51). Ezequiel Zamora para ese
tiempo se fue compenetrando con esta actividad y como estaba en el negocio de la venta de
ganado se desplazaba por los caseríos y, aprovechaba subrepticiamente para realizar reuniones
con los peones y esclavos en las haciendas y hatos, organizar grupo de activistas en los pueblos y
crear una red de encargados de recibir los periódicos y hacer propaganda, el propósito de Ezequiel
era la de crear finalmente con ese trabajo proselitista la Sociedad Liberal de Villa de Cura (id. 57).
Labor que fue reconocida por Tomás Lander -ideólogo del liberalismo-, quien felicita a Zamora por
su radicalidad al ir más allá de los liberales caraqueños, porque él sí le decía claro al pueblo que se
luchaba por “el reparto de la tierra y la libertad de los esclavos” (id. 59). Porque hay que tomar en
cuenta que, bajo esa república conservadora los peones eran expoliados al extremo, se les llegaba
a pagar su trabajo con especies en vez de dinero, para impedir que se pudiese separar del
hacendado que le contrataba [423] bajo el cual estaba sometido, de allí que con la revolución, sus
vidas podrían tomar nuevos rumbos (id. 55).
Continúa narrando Brito Figueroa que en las elecciones del año 1846 se enfrentan los
partidarios del Gobierno, quienes están con Carlos Soublette en representación de los paecistas, y

422
Federico Brito Figueroa. Tiempo de Ezequiel Zamora. UCV Ediciones de la Biblioteca, Caracas, 2006.
423
La paga en dinero permite al individuo trasladarse fuera del lugar, porque lleva consigo sus subsistencias bajo la
forma de monedas.
387

el bando de la oposición -los liberales- que promovían la candidatura de Antonio Leocadio


Guzmán. Ocurriendo que Ezequiel Zamora para esas elecciones es postulado como candidato
principal a la Asamblea Provincial de Villa de Cura, y tanto su persona como otros candidatos
liberales alegan el fraude electoral ante su derrota en los sufragios. Zamora no sólo no obtiene de
las urnas el caudal de votos que espera, sino que como adicional va a dar a la cárcel por no aceptar
aquel conteo en su opinión irregular, Ezequiel Zamora va preso. Esto lleva a que en boca del
campesinado y de los desheredados urbanos se rumoree que “la colmena hay que castrarla con
candela y de un solo golpe, porque si se alborotan las avispas nos pican”, se referían a los godos,
es decir, a la oligarquía conservadora, y con la metáfora indicaban que había que tomar la
iniciativa de la guerra antes que ellos los oligarcas la iniciaran como en la Independencia. Pero
Antonio Leocadio Guzmán en vista a esa posible eventualidad se asusta, teme al origen social de
esa propuesta y apresurado busca entrevistarse con Páez, fijándose como lugar de la reunión a la
población de La Victoria. Guzmán está aterrorizado por la reacción en ascenso de las masas
populares, así que busca a José Antonio Páez para entenderse -más bien para capitular- con el
gobierno conservador (id. 80/85).
Antonio Leocadio Guzmán arriba a La Victoria el 5 de septiembre y, es apoteósica su
recepción por parte del peonaje que vocea sus consignas anti oligárquicas, el pueblo desconoce
cuál es el verdadero motivo que anima a su dirigente a buscar aquella reunión con el líder de los
godos, y lo vitorean como su adalid reivindicador. Ante la masiva participación popular con la que
reciben a Guzmán, el Jefe político de La Victoria convoca con bando a la milicia para acallar aquel
tumulto, y el primero en presentarse para apoyar a esa milicia con ese objetivo anti democrático
es el propio Antonio Leocadio Guzmán. Esto motiva que por la noche los peones y trabajadores
salgan a manifestar y pidan “azotar públicamente a Guzmán por traidor y de bajar el pescuezo por
igual a oligarcas y liberales”, entre los manifestantes está un Rafael Flores (a) El Calvareño y el
zambo Juan José Moronta antiguo soldado de la emancipación quien fue el que lanzó la idea de
no diferenciar entre liberales y oligarcas. Lo que ocurre en La Victoria es un verdadero deslinde
entre liberales plutócratas y liberales democráticos, Ezequiel Zamora y otros destacados
personajes de la política del momento -algunos de ellos muy lejanos de ser de extracción popular-
están con los segundos, son dirigentes populares y convencidos demócratas (id. 96, 97). Con ese
grupo a favor del campesinado y preconizador de ¡Tierras libres! están ideólogos del liberalismo
como Tomás Lander o un Echeandía, quienes se deslindan a favor de una propuesta democrática
lo cual era en aquella época algo extremo, radical y hasta escandaloso.
Entretanto, mientras ocurren esos sucesos, un Francisco José Rangel se alzó el 1° de
septiembre de 1846 en Tacasuruma, porque las autoridades le arrebataron unas tierras y,
además, le habían impedido votar en las elecciones de 1846. Francisco José Rangel marcha hacia
Güigüe con sus partidarios e invade la hacienda Yuma matando al mayordomo, liberando los
esclavos y reclutando los peones, la hacienda era de unos de los oligarcas más importantes del
gobierno.
Zamora que estuvo en todas esas manifestaciones populares en La Victoria y que sabe de
lo que ha emprendido ya la gente de Tacasuruma, se reúne con Echeandía -ideólogo liberal- y le
dice que hay “echar por tierra a los oligarcas a hierro y plomo”. Aquella misma noche marcha
hacia el Pao de Zárate para organizar su guerra de guerrillas en la Sierra del Sur, y Echeandía, por
388

su parte, se dirige hacia los Valles del Tuy con el mismo propósito. Antonio Leocadio Guzmán, por
lo contrario, acobardado por ese viraje de un sector importante de los liberales se refugia en la
casa del General Santiago Mariño, y el once de septiembre emprende el regreso hacia Caracas por
veredas y caminos extraviados, pero una patrulla policial a favor del gobierno que lo busca,
presidida por un Juez, lo reconocen y lo detienen (id. 96, 97).
Ezequiel Zamora ya al frente de aquellas guerrillas desde el 9 de septiembre, integrada con
gente que desconfía por igual de oligarcas que de plutócratas liberales, empieza entre sus
hombres su labor ideológica, así que cuida muy bien su lenguaje al definir al enemigo –evita una
definición tan precisa como la del mulato Moronta- y dice “Que los opresores queden en camisa,
pero el ejército del pueblo no puede andar desnudo, eso es lo que quieren los godos”, con esto se
define como adherente al partido de los andrajosos, los descamisados y los pobres (id. 215).
Como ya es sabido el Ejército del Pueblo que estructuraron estos protagonistas de la
historia de Venezuela -un Francisco José Rangel, un Rafael Flores “El Calvareño”, un Juan José
Moronta “El Zambo”, un Echeandía y un Tomás Lander- es destruido por las fuerzas del gobierno,
y la insurrección campesina desarticulada regresa a sus cauces de guerra de guerrillas a escasos
seis meses de haber sido fundado. Aquel movimiento armado llegó a crear un ejército popular
que llevó adelante la Guerra campesina como una guerra social [424].
Ezequiel Zamora en medio de aquellos acontecimientos es de nuevo detenido, preso, pero
ahora es juzgado y condenado a muerte (id. 160/195). Pero con José Tadeo Monagas -quien es
todo un artífice de la estrategia política- en el poder, la pena de muerte que pendía sobre Zamora
es conmutada por la de diez años de presidio -donde la muerte es casi segura por las terribles
condiciones de estas instituciones-. La clemencia del Presidente Monagas enfurece a la oligarquía
conservadora (id. 195/205), pero aminora el odio de clases entre los menesterosos. Pero ocurre
algo, estando Zamora preso en la cárcel de Maracay, de donde se tenía previsto enviarlo al
presidio de Bajo Seco en las proximidades de Maracaibo -como lo dispone con antelación el
decreto de Monagas- es liberado por una audaz partida de hombres (id. 207). Lograda su
liberación el movimiento -conformado por dirigentes de la masa campesina y el grupo de los
liberales democráticos, lo esconde en la hacienda La Guairita donde trabaja como caporal de
incognito, allí Ezequiel Zamora era conocido por sus compañeros de faena como Don Manuel (id.
213).
Con motivo de los acontecimientos de Caracas el 24 de enero de 1848, donde varios
diputados del Congreso Nacional fallecen como resultado de los hechos violentos que allí se
suscitan, Ezequiel Zamora va a pasar a formar parte del gobierno de José Tadeo Monagas quien se
ha venido inclinando hacia los liberales (ese era el bando político de Ezequiel). ¿Cómo ocurren los
hechos? Resulta que Zamora baja de La Guairita a Caracas para impedir que los godos derroquen
al Presidente por su política de clemencia con los liberales, se acerca Zamora a la capital para
organizar las milicias populares urbanas y para participar en aquel tumulto popular que se
enfrenta a los godos con éxito en Caracas. Al día siguiente el Presidente José Tadeo Monagas en
vista del curso que tomaban los hechos, y enterado de la capacidad organizadora y de movilización

424
Ver la cita en “NOTAS” al final del libro.
389

de Zamora, ordena conceder a Ezequiel Zamora un Grado de Comandante en la Milicia Nacional, y


dispone para que se le dé la comisión de organizar “un batallón de civiles en Villa de Cura”, es
decir, lo ponía al lado del gobierno, lo sacaba de Caracas donde era muy peligroso y lo enviaba a
los llanos que era dónde podía iniciarse la guerra. Estaba ahora dentro del gobierno el catire
Zamora (id. 232, 235), catire es el que es hijo de blanco y mulata. Tras esas acciones José Tadeo
Monagas rompe con los conservadores -Zamora tuvo una buena perspectiva acerca de hacia
dónde se inclinaba la balanza política, su ingreso al gobierno no estaba descaminada- y el día 27 el
Presidente concede una amnistía general, mediante la cual salen en libertad los liberales
insurrectos, entre quienes estaban los que iban a ser enviados a presidio de Bajo Seco en
Maracaibo y también quienes estaban en las listas de la muerte para ser fusilados (id. 231).
Regresando a un antes del asalto al Congreso Nacional, se puede presentir que Monagas al
empezar a distanciarse de los godos, lo que está intentando hacer es restarle fuerzas a la
insurrección campesina que amenaza con un conflicto de grandes proporciones, pero al alejar el
gobierno del sector ultramontano más visible, cosa que lleva a cabo al empezar a aplicar una
política de clemencia hacia los líderes liberales, no podía evitar que se disparase una conspiración
de ese sector contra su persona -que incluía en el plan el alzamiento de Páez en los Llanos-. Razón
por la cual el pueblo intuyendo que se preparaba su derrocamiento actuó ese 24 de enero de 1848
en Caracas en su respaldo (id. 234). Son estos los acontecimientos que llevan a Monagas a tomar
una segunda medida pacificadora, esta consistía en convocar a elecciones, para colocar otros
objetivos al pueblo, los objetivos partidistas, que tienen por meta la conformación del Ejecutivo y
del Congreso. Y creando esa situación Monagas coloca astutamente a los líderes de la insurrección
liberal en su entorno, es así como Zamora termina siendo miembro de las fuerzas de Milicias del
gobierno y que Napoleón Sebastián Arteaga -otro ideólogo resaltante del liberalismo democrático
o liberalismo extremo- el 26 de febrero de 1848 este desempeñándose como Gobernador de
Barinas, donde llegará Zamora con el cargo de Jefe Militar de la plaza y entre ambos forman un
frente sólido para atacar a los godos que se vienen alzando en armas por todas partes (id. 236).
1.10 Ejército zamorano
Como previo a ese encuentro de Ezequiel y Napoleón en Barinas, Zamora en Villa de Cura
organizó un batallón de setecientos milicianos donde incorporó a sus viejos compañeros de armas
(de aquel Ejército Popular fundado en 1846), lamentablemente José Bernardo Masabé -uno de sus
compañeros de origen humilde en aquel alzamiento- no es mencionado como uno de los
incorporados, por lo que se puede suponer que no estaba vivo, por lo contrario, Jesús González (a)
El Agachado (también de origen humilde como los ya mencionados Rafael Flores (a) El Calvareño y
el zambo Juan José Moronta, o un pequeño propietario como José Francisco Rangel), si se tiene
noticia, y en esta nueva ocasión Zamora le concede su ascenso a Teniente de Milicias a El
Agachado (id. 235). Con esas fuerzas villacurianas Zamora limpia aquel cantón de enemigos y,
luego colocándose bajo el mando del General Santiago Mariño marcha hacia el Guárico donde
tropas de las fuerzas de Páez estaban actuando. Estando allí pidió ser enviado a Apure lo cual le
concedieron bajo el comando del General Laurencio Silva -otro prócer de la guerra de
independencia- , la idea que llevaba Ezequiel Zamora era capturar por esos lares al propio José
Antonio Páez, pero para cuando llegaron Laurencio y él, ya Páez había sido derrotado y capturado
390

en la acción de Los Araguatos por uno de sus antiguos subalternos (id. 236), ese encuentro se
produjo el 10 de marzo de 1848. La mofa en torno a Páez por parte de los pobres era el de tratarlo
a gritos como el “Rey de Los Araguatos”, haciendo referencia al sitio de los Araguatos donde fue
vencido, sitio que debe su nombre al mono araguato o mono aullador muy abundante en esa zona
-es el único mono aullador en este continente-.
La noticia del fracaso de Páez será dada a los habitantes del Cantón Altagracia:
José Falcón al Jefe Político del Cantón Altagracia.
A sus habitantes
El 11 del presente en el sitio de Araguato, las facciones acaudilladas por el pérfido ex
general Páez, ha sido completamente destruida (…) ¡Viva la Constitución! ¡Viva la
nacionalidad de Venezuela! ¡Viva nuestro generoso Presidente! (AHZ, 1849: T. 6, 238).
Como Presidente en Campaña, por ese mismo tiempo de grandes acontecimientos, José
T. Monagas desde su Cuartel General en los Puertos de Altagracia el 10 de junio de 1848 -dos días
antes de partir para Caracas- firma una orden de captura contra quienes estaban en armas en
contra de su gobierno, y allí también alude al caído en desgracia:
Todos los individuos que acompañaron al General José A. Páez en la acción de los
Araguatos, o al General Carlos Soublette en su retirada al Arauca y penetraron por el Zulia
o por otra vía a la ciudad de Maracaibo. Como así mismo todos los oficiales que se
encuentran a bordo de la escuadrilla facciosa y que no se expresan en ninguna de las listas
(AHZ, 1849: T. 8, ff. 10 y 11).
La “Lista de los comprometidos en la facción de la Provincia” Incluía en su 1er Registro, es
decir, los más buscados al Coronel José Escolástico Andrade, al Comandante Venancio Pulgar, al
Coronel Agustín Codazzi, al Licenciado Bartolomé Osorio y a figuras políticas de esta provincia
como Justo Moreno, José Aniceto Serrano, Basilio Borjas y el Obispo Hilario Bosset -todos ellos
encabezaban la lista principal-. El total de los buscados eran setenta y cinco. Los clasificados como
de la lista N° 2 eran 25, y con la N° 3 eran 17. Los derrotados y colocados en las listas de búsqueda
para ser detenidos y confinados como prisioneros estaban en tres nóminas, la cual fue dada a
conocer por el Presidente en Campaña José Tadeo Monagas el 10 de junio de 1848 (AHZ, 1849: T.
8, ff. 10 y 11).
En lo que corresponde a los personajes destacados de Cabimas en estos hechos de
carácter nacional se tiene un dato de gran notoriedad: en Octubre 1 de 1848 Basilio Borjas es
calificado como conspirador, y es incorporado en una lista de 116 individuos que se publica el 3 de
octubre. Y sobre ellos recae una resolución oficial que dispone de que sean embargadas sus
propiedades (AHZ, 1848: T. 12, ff. 26 y 27). En otras palabras Basilio Borjas caía en su ruina
económica con esa medida retaliatoria, además de estar incluido entre los más buscados.

Es de este modo que con la toma de Maracaibo por las fuerzas de Monagas, Basilio Borjas
y todos los adherentes del paecismo están entre los hombres más buscados en esta provincia, el
país conoce del colapso de este grupo de desafectos y se inicia su persecución y la captura de
algunos de ellos, muchos de ellos huyen hacia el festón insular del Caribe, en especial los
acomodados. Basilio Borjas y otros, ante esa hecatombe se retiran hacia Quisiro para reagruparse,
y Monagas acomete contra ellos con el siguiente resultado:
Octubre 11 de 1848. José Tadeo Monagas, Presidente de la República, publica un
Considerando donde informa que en el campo de Quisiro -zona fronteriza entre la
391

Provincia de Coro y Provincia de Maracaibo- [entre los disidentes que estaban allí
atrincherados en esa población estaba Agustín Codazzi y Basilio Borjas] se ha obtenido un
triunfo de las armas sobre las fuerzas terrestres de los enemigos, quedan en el Lago de
Maracaibo sus fuerzas marítimas, pero están reducidos a la impotencia (AHZ, 1849: T. 8, f.
63) [lo expresado en los corchetes es nuestro y trae a colación otro manuscrito histórico).
Ya se sabe lo que ocurre con esas fuerzas marítimas en el lago, estas son derrotadas
estrepitosamente y todos sus pertrechos, buques, bestias y hombres pasan al parque de Ezequiel
Zamora “El Imparable”.
Es necesario informar, además, que para ese año de 1848 no solo había un cuadro de
anarquía en la Provincia de Maracaibo, sino que se sumaba un factor económico crítico, porque
ese año hubo una disminución de los precios del cacao y del café a nivel mundial debido a una
sobreproducción, y a esto se sumaba la crisis estructural de la agricultura de plantaciones con base
esclavista en Venezuela de baja competitividad, afectando ambos factores tanto a los
terratenientes como a los comerciantes, dejándolos sin ingresos suficientes para mantenerse en la
lucha contra los adalides de la Federación, los cuales traían consigo la odiada doctrina liberal, ideas
en la que los conservadores veían la amenaza total a su modelo de poder y a sus
conceptualizaciones de la política.

Alcanzado sus objetivos en esta parte del país Monagas retorna a Caracas con Mariño el
12 de junio de 1848. Pero a principios de octubre de 1848 Serrano reinicia las actividades militares
en esta provincia con los pertrechos, equipo, armas y municiones que Páez le envía desde Curazao
utilizando la red guerrillera de la Costa Oriental del Lago. Es entonces cuando se ordena a Zamora
partir a Maracaibo (hechos narrados líneas arriba, sobre los que se retorna para enriquecer ese
episodio):
De Barinas se comisiona a Ezequiel Zamora ir a Valencia y de allí a Maracaibo, y en esta
provincia occidental vence con 250 hombres a los 1.000 del coronel José Escolástico
Andrade, luego enfrenta el 30 de octubre [de 1848] al Comandante Basilio Borjas -
oriundo de Cabimas- y lo derrota, en La Rita el 27 de noviembre destruye una escuadrilla
goda y, finalmente en San Carlos del Zulia le sale al paso la División que José Escolástico
Andrade ha logrado levantar después de la primera derrota que sufre ante las fuerzas de
Zamora. Andrade pretendía alcanzar la Cordillera Andina-, pero Zamora se lo impide y le
propina su segunda derrota (Brito Figueroa: 236).
Andrade contaba con 1.500 efectivos y un barco de guerra -el General Jackson- que los
norteamericanos de Caracas aportaron a los godos para que enfrentara al pueblo
venezolano en armas. Zamora en ese triunfo memorable toma 600 prisioneros, 800
fusiles, el barco de guerra, siete faluchos, treinta piraguas y captura a tres hijos de José
Antonio Páez que estaban al lado de Andrade. Maracaibo ante esos acontecimientos se
rinde y muchos se pasan a los zamoranos (id. 237).
Ezequiel Zamora de Maracaibo va a Mérida, Barinas, terminando por todas partes con las
partidas godas y regresa a Caracas el 1° de abril de 1849 donde conoce a Monagas (íd.
238/244). (Todos son resúmenes).
Entre quienes en esta Provincia de Maracaibo se debieron sumar a las fuerzas de Zamora
contra Basilio Borjas debió estar Juan Justo Prieto alias El Tigre de Cabimas y la heroína Isabel
Urdaneta su concubina, ambos es probable se fuesen después de ese desquite histórico detrás de
Ezequiel Zamora a continuar liberando las tierras de los odiados godos. Y pudieron tal vez llegar
con el Cabo Zamora hasta la misma Caracas el 1° de Abril del año 1849.
392

Con motivo de esa campaña invicta Ezequiel Zamora se convierte en El Imparable [425] -
porque se le sumaban entusiastas los miserables dispuestos a luchar por sus derechos-, y con
semejante ascendiente sobre los soldados es elevado a Primer Comandante de Infantería y es
incorporado al Ejército Nacional, (Brito Figueroa: 239).
El 21 de junio de 1849 vuelven a reaccionar con renovadas fuerzas los godos y Zamora sale
de nuevo en campaña. Páez que estaba refugiado en Curazao desde septiembre de 1848, y que
había desde allí seguido el fracaso de sus adherentes en la Provincia de Maracaibo que fueron
derrotados de un modo definitivo en diciembre de 1848, decide invadir a Venezuela y desembarca
en La Vela de Coro el 2 de julio de 1849, pero el 15 de agosto capitula [426] y fue trasladado a
Valencia, y de allí es llevado a Caracas en la columna del Comandante Ezequiel Zamora (id. 240,
241). Ambos cabalgan juntos suponemos que contándose sus hazañas y discutiendo sus
diferencias políticas. Los años siguientes Zamora estudia la carrera de las armas en Caracas y entre
sus profesores está el destacado militar Olegario Meneses; en 1851 es nombrado Comandante de
Armas de la Provincia de Coro y el 7 de febrero de 1852 es ascendido al grado de Coronel; en 1853
Ezequiel Zamora se desempeña como Comandante de Armas de la Provincia de Maracaibo (id.
238/244). Basilio Borjas y Ezequiel Zamora estaban de nuevo en la misma vecindad, Zamora como

425
Recapitulando: En esta confrontación Maracaibo fue sitiada y luego tomada por la gente de Monagas, pero no
terminaron allí las acciones, los enfrentamientos seguían en el resto de la provincia, cuyo mayor punto fue la batalla de
Quisiro, contienda ganada por los monaguistas comandados por el Coronel Manuel Baca y el Comandante Ezequiel
Zamora. El 13 de noviembre las fuerzas marabinas, comandadas por el Coronel José Escolástico Andrade -mano derecha
del ex gobernador Serrano-, intentan recuperar la ciudad, en donde los sangrientos enfrentamientos se daban calle por
calle, pero se ve obligado a retirarse por falta de recursos y de provisiones, debido al bloqueo impuesto por Monagas y
sus aliados. Fue éste un encuentro tan sangriento que incluso los representantes diplomáticos de las naciones europeas
clamaban por el fin de las agresiones (en nuestra opinión esta versión humanista y civilizada de lo que movió a los
europeos es poco creíble, las guerras europeas en todos los tiempos muestran las peores atrocidades). Zamora
detendría otra incursión destinada a recuperar a la capital de la provincia, esto ocurre en una batalla célebre que se
produjo en el campo de Cabimas (se supone que haya sido allí, porque luego destroza la acometida lacustre en La Rita),
y este renovado intento de recuperar la provincia en Cabimas estaba encabezado por el Comandante Basilio Borjas,
quien no pudo resistir el embate arrollador de los hombres de Zamora.

De allí en adelante Zamora se hace indetenible y marcha al sur del lago donde se reagrupan las fuerzas del Coronel José
Escolástico Andrade, (debió ser quien estaba al frente de esas fuerzas que se reagruparon allí para presentar la batalla
definitiva) las de Basilio Borjas y las de los hijos del general José Antonio Páez, esas fuerzas contaban con una escuadra
naval apoyada por buques financiados por los norteamericanos -en esta guerra participó como financista también
Francia-. Ezequiel Zamora los confronta, y el 31 de diciembre la escuadra marabina apoyada por los yanquis sucumbe en
San Carlos del Zulia, en el cantón Zulia; lo cual significó el fin de la rebelión de la Provincia de Maracaibo, al menos en el
aspecto bélico. En tres meses de combates Zamora doblega a los recalcitrantes conservadores.
426
El 20 de agosto de 1849 la “Agencia consular de la República de Venezuela en Curazao” envía noticias al Gobernador
de la Provincia de Maracaibo, y le dice: “(…) Aprovecho esta ocasión para participar a V.S. la completa destrucción de la
facción de Páez - este queda preso acompañado de otros muchos jefes que fueron tomados en el sitio (…), los cuales se
rindieron por encontrarse sitiados por las tropas (…) Jusurum (…) acompaño a V.S. una lista de los rendidos los cuales
están presos y creo marcharán a Caracas. Rendidos a las 6 de la tarde del día 15: Generales: J.A. Páez, León Febres
Cordero, D. Hernández. Coroneles: J. E. Andrade, José Celis. Comandantes: 1° [ ] A. Páez, 2° (…). Vicario General:
Presbítero José Ayala. Cirujano Mayor: Vicente Linares. Comandante de guerra: Fermín García. Auditor: Ángel Quintero.
Puerto Cabello 17 de 1849.” (AHZ, 1849: T. 15, ff. 78 y 79).
393

Comandante de Armas en Maracaibo y Basilio Borjas como Comandante guerrillero en las


Montañas de Tamare en la Costa Oriental del Lago, porque insistía en no entregarse ni exilarse.

Ahora sobre las peripecias de Páez en estos hechos que se vienen narrando hay un
recuento muy interesante: Páez desde 1847 hasta 1849 (se puede leer en un artículo titulado “La
verdadera traición de Páez” del 20-4-2007, su autor Carlos Hernández), pasa por el siguiente
periplo en su vida:
El Centauro viendo que su poder e influencia había descendido con el ascenso a la
presidencia del general José Tadeo Monagas, conspiró para que el Congreso Nacional le
realizase un “juicio político” a Monagas. El 10 de diciembre de 1847 la diputación de
Caracas solicitó el enjuiciamiento del Presidente de la República con estos débiles
argumentos: “por no acatar adecuadamente las causas de la crisis económica imperante y
por el menosprecio y violación de las leyes y del código fundamental.” Sobrevino,
entonces, el conocido “asalto al Congreso” del 24 de enero de 1848 para evitar el referido
“juicio político”, acción que muchos historiadores se la achacan a Monagas. Y Páez de
inmediato tomó como justificación la crisis que se desató con ese hecho y se levantó en
armas contra el gobierno legítimo. El Centauro se encontraba en Calabozo, el día 26 se
traslado al Rastro con unos mil hombres de tropa se movilizó hacia Apure. Y el 10-03-1848
fue derrotado en el sitio de los Araguatos por su antiguo subalterno Cornelio Muñoz,
episodio que aprovechó el periodista Blas Bruzual -ideólogo del liberalismo- para
caricaturizar a Páez como el “Rey de los Araguatos”
No obstante esa derrota, Páez continúo su peripecia acompañado de Carlos Soublette y
Ángel Quintero, y huyó hacia Cúcuta, pasó a Santa Marta y en Rió Hacha se embarcó hacia
Jamaica desde donde solicitó por escrito al embajador en Caracas Míster Shield ayuda de
los Estados Unidos de Norteamérica para su invasión a Venezuela, no sin antes dirigirse
también al Capitán General de Puerto Rico Juan de la Pezuela en busca de una
intervención española en los asuntos del país.
Con esos infames precedentes en contra de su patria Páez en septiembre de 1848 llegó a
Curazao, desde donde organizó una invasión a Venezuela, la cual se inició con su
desembarco en la Vela de Coro el 02-07-1849. El plan tenía sus ramificaciones, ya en el
mes de mayo de 1849 sus cómplices -los conservadores de Maracaibo- comisionaron a
Juan Manuel Manrique para solicitar la colaboración de USA para que participara como
mediador en el conflicto, y para los efectos Manrique se dirigió a Míster Shield,
rematando la misiva que le dirigió con esta perla: “… o en el de una intervención eficaz si
fuese necesario.” Como colofón el conservador oligarca Fermín Toro también solicitara
dicha injerencia extranjera en nuestros asuntos nacionales y, excitaba sin la más
mínima vergüenza al gobierno de los Estados Unidos a una acción enérgica en este suelo
patrio.
El agente diplomático británico Riddel, enterado de todas estas tramoyas, envió una
comunicación a Lord Palmerston el 20-11-1849 donde comentaba la actitud de Páez en
solicitar la intervención de España, con la siguiente apreciación condenatoria de esa
felonía en curso: “El señor José Antonio Páez pidió ayuda para derribar al gobierno
constitucional de su país a la misma potencia contra la cual luchó y adquirió los honores y
posición a que vuelve la espalda y tan malamente aprecia….”
Ya vendría después de todos estos acontecimientos que pertenecen a la etapa del ocaso
de El Centauro Páez, su periplo por Filadelfia, Nueva York, Washington, Buenos Aires, el
regreso, la dictadura, el Tratado de Coche, el segundo destierro, y finalmente su
residencia definitiva en Nueva York donde permanece hasta su deceso (Op. Cit.).
394

Texto redondo que no requiere ningún comentario, sino sólo su respaldo de pruebas para
ser validado.
1.11 La Provincia de Maracaibo durante 1849
El 31 de diciembre de 1848 la provincia marabina regresa al control total del gobierno de
Monagas. Ese gobierno lo fue estableciendo de inmediato Zamora desde el mismo momento que
ingresa en este territorio, porque lugar que iba conquistando, gobierno y autoridades nuevas que
se iban posesionando en sus cargos. Zamora va dejando montado detrás de sí, por todos los
lugares por donde había pasado, una estructura gubernamental en pleno funcionamiento. Ese
gobierno se pone de manifiesto mediante dispositivos de seguridad, con los que se pretende
evitar reagrupamientos de los del bando contrario, un caso que ilustra esa vigilancia preventiva y
de cautela es el caso de Reyes Belloso.
En Maracaibo Reyes Belloso -quién fue el vendedor a Ramón Romero de las Sabanas de
San Sebastián- “solicita a las autoridades pasaporte” para poder retornar a La Rita, él había salido
de La Rita debido a esos sucesos revolucionarios del año 1848 (AHZ, 1849: T. 8, f. 236). Los
funcionarios de la capital no le extienden el pasaporte a Belloso, primero piden informe a las
autoridades de La Rita, en 30 de diciembre de 1848, sobre cómo se condujo Reyes Belloso “en la
facción y hasta qué punto llegaron sus compromisos” (íd. f. 237). El 31 de diciembre de 1848 la
Comandancia de Operaciones de La Rita acusa recibo de ese oficio
(…) referente a pedir informe de la conducta política del Señor Reyes Belloso durante la
revolución según las declaraciones que reposan en (…) Altagracia y según la mayoría de los
vecinos respetables, de esta plaza, y según los hechos que ha presenciado esta
Comandancia de Operaciones (id. 238).
La respuesta de Benito Figueredo es que Reyes Belloso no fue blanco de ninguno de los
dos partidos, es decir, ni de quienes están con el gobierno, ni de quienes estaban con los facciosos
armados, sino que fue víctima de sus enemigos personales que utilizaron aquellas circunstancias
para destruir sus intereses y proscribirlo de La Rita y de su familia. Según Figueredo, Belloso tuvo
que irse con dos de sus hijos a la Isla de Lázaros, y de allí tuvo que salir volando, porque los
facciosos quisieron tomarle sus hijos para que sirviesen en la Marina de Guerra enemiga. Continúa
Figueredo -quien es el Comandante de operaciones de La Rita-, diciendo que al salir de isla de
Lázaros, Belloso se refugió con sus niños en el Bajo de La Cañada, donde permaneció hasta que fue
desocupado el Lago por los revolucionarios. Concluyendo el Comandante Figueredo que:
(…) La mayoría honrada y sensata de esta parroquia favorece al Señor Belloso con sus
informes, también lo favorecen dos emigrados de la Isla de Lázaros hoy en plena libertad;
ellos aseguran que el Comandante Baptista, trata varias veces de tomarle por la fuerza a
sus niños para emplearlos en [la flota que obraba contra el gobierno] (ídem).
Y aboga Figueredo porque no se ejecute ninguna medida contra el Señor Reyes Belloso en
obsequio de la justicia, y de lo que informan los hombres sensatos y patriotas de esta parroquia de
La Rita, porque expresa:
(…) La guerra a mano armada terminó ya, queda otra aún peor; quedan las persecuciones
personales, yo soy testigo de ello, si las autoridades legítimamente constituidas no tratan
de secundar las medidas del magnánimo Presidente del Estado, ejerciendo una clemencia
sin desmanes y un proceder juicioso y desapasionado, de nada valdrían los gastos que ha
395

hecho la nación para concluir esta destructora guerra, porque ningún ciudadano puede
ver con calma el que se le persigue solo por satisfacer venganzas (ídem).
El 2 de enero de 1849 mediante ese documento y otros nuevos el Jefe político de
Altagracia informa al Gobernador sobre el caso de Reyes Belloso y le señala que, personas de
respetabilidades y el Comandante de Operaciones Benito Figueredo con sus datos indican que
este Señor no tuvo compromisos con las facciones que perjudicaron al gobierno, “su casa ha sido
arruinada y sus intereses destruidos”, tuvo que separarse de La Rita y de su familia y huir con dos
de sus hijos para evitar la venganza de sus enemigos personales que mandaban en aquella
parroquia (id. f. 241).
Casos como los de Belloso ponen en evidencia cómo el nuevo Gobierno vigilaba el
movimiento de cualquiera que pudiese haber actuado en contra del Presidente Monagas, pero al
hacerlo buscó crear prestigio sobre los procedimientos a los cuales recurrían los liberales en el
poder. En otras palabras, buscaban restar apoyo a los conservadores en la provincia marabina
donde eran bastante fuertes.
Otro caso interesante proviene del Cantón Zulia, allí un piragüero se dirige al Gobernador
en enero de 1849, este propietario expone que “ha sabido que del Cantón Zulia han extraído
varias embarcaciones como la Ja[ ], la Velas y, entre ellas, mi piragua nombrada El Águila”. A esta
última explica al gobernante le montaron los enemigos una pieza de artillería, la cual pertenece al
gobierno y la piragua corresponde a la “propiedad de un ciudadano que ha sufrido sobremanera la
defensa de las instituciones de la patria”. Solicitando del Primer Magistrado que exija al Señor Jefe
Político de Zulia la remisión de dicha piragua a su dueño, es decir a él, en cumplimiento con un
artículo constitucional que coloca a los depositarios del poder público como garantes de la
propiedad. Y suplica al Gobernador se le entregue la piragua El Águila con todos sus utensilios
(AHZ, 1849: T. 17, f. 19).
La respuesta de la gobernación el 25 de enero de 1849 es que no tiene conocimiento
alguno sobre el derecho que asista al peticionario, ni tampoco sobre la propiedad que reclama, en
consecuencia, “no ha lugar a ésta solicitud” (ídem). Pero a continuación de este desentonado
oficio, en el cual se desconoce cuál fue el funcionario que lo redactó, hay otro oficio rubricado por
Castillo que añade otro decreto que rectifica la anterior medida al instruir el procedimiento que se
debe seguir para hacer justicia, dice:
Los Jefes políticos tienen órdenes de esta gobernación para que ampare a todos los
dueños de embarcaciones en la propiedad, haciendo devolver a continuación de que
compruebe ser suya, la presentará a esta capital para ser matriculada de nuevo. El decreto
anterior no vale (…) Castillo (ídem).
Con esas ejecutorias se estaba revertiendo las expropiaciones realizadas por los
facinerosos al restablecer la propiedad de los dueños originales que no se hubiesen sumado a la
asonada. Se estaba, en consecuencia, en la vía de restablecer el orden público bajo los preceptos
legales. Y de nuevo, con esas ejecutorias se buscaba ganar la voluntad política de los habitantes a
favor del nuevo gobierno, para quitarle fuerza al bando resistente a las nuevas autoridades.

Ahora abordemos los hechos que suceden por la costa oriental del lago cuando Páez
desembarca en la Vela De Coro en 2 de julio 1849, pero previamente recapitulemos una vez más
sobre este enrevesado tiempo de confusión y desorden: Páez trae ya a sus espaldas varias
396

derrotas militares, entre ellas se puede rememorar cuando sus cálculos fallan y en en vez de girar
hacia Maracaibo decide proseguir hacia la población de Río Hacha que está ubicada en la
Península de la Guajira, y allí embarca a Jamaica y en septiembre de 1848 arriba a Curazao. Páez
allí en Curazao se ocupa en los preparativos para poder llegar a organizar un cuerpo
expedicionario para invadir de nuevo a Venezuela, y en ese interludio le alcanza allí el mes de
junio de 1849, entrando en tramo final ese mes el plan de invasión y para el 2 de julio de 1849
cuando desembarca en Coro. Quien desembarca ya no es “El Centauro”, es solo una sombra de
aquel gigante que estremeció con sus caballerías las inmensidades de los llanos.
Esa invasión de Páez era esperada como noticia por toda la costa este del lago, y las
autoridades monaguistas de la provincia temían que una vez Páez tocase las costas de Coro
tomase la ruta hacia Maracaibo, de allí que las élites políticas de esta jurisdicción estuviesen en
permanente alerta con respecto a esa posibilidad. Y no estaban descaminados habían individuos
dispuestos a sostener partidas guerrilleras, las cuales esperaban el momento oportuno para entrar
otra vez en acción, apenas Páez retornara al país en son de guerra. Recordemos que cuando
Mariño el año anterior -1848- arrebata al gobernador Serrano la capital, en aquella oportunidad
Monagas recurre a Antonio Leocadio Guzmán para que en su nombre busque apoyos a su
gobierno para asegurar el control sobre la Provincia de Maracaibo, porque esa capital estaba bajo
la amenaza de las escuadras guerrilleras:
(…) el Presidente envía a Guzmán [como] comisionado a Curazao a buscar apoyo naval
para asegurar el triunfo sobre Maracaibo, amenazado por algunas guerrillas paecistas
(Yamarte Ocando, Historia del Zulia: 211).
Esas guerrillas están hasta el 31 de diciembre de 1848 activas y luego entran en declive,
pero no desaparecen, permanecen en aquella costa oriental del lago con un bajo perfil esperando
la invasión de Páez que se produce en 2 julio de 1849 y así sumarse a su máximo dirigente.
En documento expedido en La Rita fechado el 6 de julio de 1849 se indica al Gobernador
de que ha ocurrido lo que se temía -la invasión de Páez- y evalúa la situación, apuntando que Los
Empalados deben estar entre los lugares sobre los que se debe temer algunos movimientos de los
contrarios. La noticia de la invasión de Páez expuesta en ese documento alerta sobre la posibilidad
de que ocurra un estallido en esta provincia, dice que en Gibraltar puede desatarse la violencia,
también señala como por La Rita los hombres se tiran para el monte, y como un tal Puche se
puede convertir en un peligro por estos lados, avisa de la prevención que ha tomado sobre Los
Empalados para cortar a los enemigos la comunicación con Coro y, vuelve a enfatizar como la
gente huye despavorida ante el anuncio de una nueva guerra:
Al Señor Gobernador de la Provincia.
Señor: Desde antes de ayer 3 días (…) supe por una [ ] de aquí que el faccinador José
Antonio Páez había invadido con 65 hombres la capital de Coro y que indudablemente se
quería por esta provincia (…) con otros más a esperar la reacción que indudablemente
debía estallar (…) también han [ ] por la costa de Gibraltar chispa violenta (…) y en esta
parroquia los hombres a los montes (…). También [ ] a la disposición de Usted Leonardo
Puche que según el informe tiene grandes afecciones por esa facción y puede hacer
grandes males a las operaciones de estos lugares y del mismo Maracaibo (…) mando una
ronda volante que cubra la parte de los Empalados que está en contacto perfecto con
aquella provincia [de Coro] (…). Espero que usted mandará algunas [ ] y 25 fusiles con sus
piedras forentinas (…) para que de este modo poder obrar en la saca de gentes que huye
397

despavorida por las intenciones de los facinerosos (…) Concluyo diciendo que Usted
comunique las órdenes y decretos para cumplirlo todo a la satisfacción de Ustedes y del
Gobernador Supremo que me han honrado con sus confianzas. Soy su servidor Matías
Meléndez (AHZ, 1849: T. 6, f. 70).
Con motivo a ese oficio el Gobernador Hurtado se puso en comunicación con el
Gobernador de la Provincia de Trujillo y le expresó:
Sábese de una manera positiva que la Provincia de Coro está invadida por seiscientos
hombres, a cuya cabeza se encuentra el General Páez. Es de imprescindible necesidad que
sin pérdida de instantes se sirva Usted dar sus disposiciones para que me remita volando
(…) trescientos hombres aún cuando no puedan venir armados. Con este objeto despacho
un buque al puerto de La Ceiba. Nombramientos que se hacen a la fecha: Jefe de
operaciones desde la parroquia de Santa Rita [ ] comandante Matías Meléndez. Jefe de
operaciones de Gibraltar Diego María Angarita (AHZ, 1849: T. 6, f. 71).
De 7 de julio de 1849 Matías Meléndez desde Santa Rita comunica al Gobernador que
además de Los Empalados en las montañas de Tamare tienen otro peligro:
Señor:
Sensiblemente tengo que dar a ustedes unas partes desagradables (…) De Cabimas se me
mandó hoy a las cuatro y media de la tarde un aviso de que Basilio Borjas anda (…) desde
la revolución pasada se ha sentido un movimiento con reunión de veinte o más hombres
en el sitio de Tamare retiros a la parroquia, así mismo se han capturado diez hombres que
en el punto de Cañada Honda (…) reunido (…) para seguir el movimiento de Borjas.
Seguirán a Maracaibo a la orden del señor Comandante Lucena (…) de modo que no
vengan a hostilizarme (…) Todas las medidas conducentes a asegurar estas costas se han
tomado según las prevenciones de ustedes (…) Sírvase mandarme a la brevedad posible
25 fusiles y el paquete de piedras de[ ] pues ya tendríamos que hacerle [frente] a Borjas
(…) (AHZ, 1849: T. 6, f. 73).
En 9 de julio de 1849 vuelve Matías Meléndez a informa a la gobernación:
Acabo de recibir una comunicación del Señor 1° de Paz de la parroquia de Lagunillas en
que me dice así: “Se sabe positivamente que en la montaña de Tamare se encuentran
unas guerrillas” Señor Gobernador que no debemos tener muchos temores con respecto a
las mencionadas guerrillas, por dos razones, la primera, que no deben tener elementos de
guerra y que ayer le previne al Capitán de Cabimas y, la segunda (…) dirigirse aquí todos lo
que pudieran afectos a Basilio Borjas, le previne también que con cuarenta hombres (…)
marcharan inmediatamente a la montaña de Tamares a impedir cualquier reunión a
determinar. Para el jueves doce (…) del actual, me comprometo tener reunido en las tres
parroquias ciento cincuenta hombres. De aquí mismo se puede formar una expedición y
marchar sobre Coro por el lado de Siruma (…) en fin Usted dispondrá lo que va a hacer (…)
pues ésta es solo una indicación que le hago (…). La campaña de la parroquia Rita,
Cabimas y Lagunillas con oficiales ya nombré (…) provisionalmente al Señor: Norberto
Pérez de Capitán (…) al Señor Manuel Barroso (…) (AHZ, 1849: T. 6, f. 86).
A los pocos días, el 11 de julio de 1849 vuelve Matías Meléndez a comunicarse con el Jefe
Superior de la Provincia, y en esta oportunidad escribe:
Recibí la Comunicación de Usted fecha de ayer, relativa a participarnos varias operaciones
que he de practicar con el fin de destruir lo que pueda implantar el enemigo.
Pero es de necesidad (…) que Usted remita (…) veinticinco o treinta fusiles o más si puede,
para poder obrar (…) con más firmeza en los puntos del Empalado al tener armas y
municiones, le ofrezco a Ustedes mandar veinte o veintiún hombres de toda mi confianza
hasta la Provincia de Coro que irán por el camino menos traficado y solo permitiendo
circunstancias que estén de encontrarse con el enemigo o den razón de él, esto me parece
una medida muy saludable por la patria, también me parece lo mismo que voy a
398

proponer: En caso que el enemigo llegase a ocupar esta costa deberíamos retirar las
tropas que hubiesen en ellas metidas en los montes, podríamos enguerrillarlos todos los
días y todas las noches (…) aún cuando tengan mil por lo menos tenerlos siempre
inquietos. Sin que el enemigo pueda (…) destruir nuestros intereses.
Respecto con el armamento, no he podido todavía solicitar ningunas armas de fuego ni de
ningún otra clase, porque ya es necesario quitarlas por la fuerza y para eso es de
necesidad las armas del Gobernador.
Las embarcaciones de esta costa es remitida toda al comandante del Apartadero (…) por
ahora no hay aquí ninguna embarcación útil de pasar ganado pues todas las piraguas
andan por arriba.
Esta tarde me comprometo tener razón positiva de la comisión que tengo por Siruma y
Los Empalados (…).
El portador de esta comunicación lo es el Sargento primero Juan de Dios Arrieta que va
con soldados a recibir los fusiles (…) encargándoles que me manden doce paquetes pues
me comprometo al tener fusiles recoger otros.
(…) remito a Ustedes el cuadro de la gente que tengo reunida (…) en beneficio de salvar mi
patria (AHZ, 1849: T. 6, f. 99).
En estos últimos mensajes se pone en evidencia algo muy interesante, tanto las guerrillas
metidas en los montes como las fuerzas milicianas del gobierno, están sin elementos de guerra
suficientes como para que se produzcan encuentros bélicos. La debilidad en ambos bandos
impedía un frente de guerra. Ambos bando se limitan a conservar sus posiciones. Bajo esas
circunstancias los sucesos que se producen se limitan al abastecimiento de alimentos y a las
labores de inteligencia, es decir, al espionaje sobre los movimientos de los enemigos.
El 14 de julio de 1849 Meléndez comunica la entrega de arrobas de carne que le han sido
solicitadas por la gobernación:
Recibí la comunicación (…) donde se me ordena que entregue a las goletas 24 arrobas de
carne las que fueron embarcadas el día de hoy con diferencia de una de más (…) Ahora
remito al Señor Comandante del Apartadero 22 arrobas de carne que las conduce mi hijo
José Antonio en su propia embarcación (…) Matías Meléndez.
El 17 de julio de 1849 en plena actividad remite al gobernador un parte militar, lo endosa
como Comandante de Operaciones de la parroquia Rita, en este parte militar advierte un tercer
lugar de posible concentración de enemigos, Siruma:
(…) he recibido una comunicación del Subteniente Manuel Sánchez en donde me participa
hallarse en Siruma, que en dicho punto tiene reunidos [ ] con sus jinetes y bien armados
con (…) de infantería y que le han informado que unos oligarcas tienen una gran reunión
en uno de los bosques pertenecientes a Siruma en donde y que tienen bastantes bestias
para en cuanto se acerquen por estos lugares los facciosos entregárselas. Yo además de
remitirles algunos pertrechos le impongo que procure sorprenderlos y tomarles los
caballos con los individuos que custodian dichas bestias. Todo esto me lo asegura por
habérselo dicho personas muy afectos al gobierno.
Tengo la honra de comunicárselo a VS para los fines convenientes (…) Matías Meléndez
((AHZ, 1849: T. 6, f. 124).
El 20 de julio de 1849 es que la Comandancia de Operaciones del Este de Altagracia se
comunica con el Gobernador informando que envían a Cabimas y Lagunillas hombres a recopilar
equipamiento para las tropas gubernamentales y a escarmentar a Basilio Borjas:
Como creo por esos puntos de Cabimas y Lagunillas se consigan algunos hombres he
resuelto mandar en comisión para recolectar algunas sillas, armas y hombres, y para cuyo
fin van los Señores Capitanes Nolverto Pérez y Manuel Barroso el primero de las Cabimas
399

y este último de Lagunillas. Interesa también ver si se escarmienta al faccioso Borjas que
a
[…] está [ ] amenazando aquella parroquia. Sírvase V.S remitirme cuarenta paquetes y
veinte fusiles para darle a los comisionados para que puedan armar algunos hombres. El
conductor lo es el Señor Nolverto Pérez (…) antes de ahora ha dado pruebas de un
verdadero patriota (…) Manuel López (AHZ, 1849: T. 5, f. 218).
Quienes están al frente del poder político y militar en La Rita, Cabimas y Lagunillas son
Matías Meléndez, Norberto Pérez y Manuel Barroso. Quién es la cabeza visible en los montes es
Basilio Borjas por las Montañas de Tamare y por las Sabanas de San Sebastián, más al norte están
otros dirigentes como Faría, Oberto, Padrón, Crespo, Puche y otros que mencionan los
documentos citados.
El 23 de julio de 1849 el Juez de Paz 1° de Cabimas, Antonio María González informa al
gobernador que Lagunillas se suma a los puntos calientes de los contrarios por estos lados:
Hoy llegó aquí el capitán de la piragua de guerra Teresa el cual me anunció que los
individuos de las guerrillas, se hayan recopilados en la ciénaga de aquel punto. Luego
como a las dos llegó aquí el Capitán Norberto Pérez, pidiéndome un auxilio de cuanto
milicianos pudiera reunir para p[ ] aquel punto a castigar la insolencia de algunos
individuos (…) cantaron Vivas a José Antonio Páez alentando con estos gritos a otros que
por esos puntos se encuentran contrariando al Gobierno, y a nuestras instituciones
legales. Ahora que son las cuatro yo en persona con el Teniente Lorenzo Capitillo, el
subteniente Pedro Gil, los sargentos Señores Antonio Capitillo y Pedro Áñez y Cabos los
primeros y tres segundos con todos los soldados que he podido reunir de esta Compañía
me he puesto a disposición del expresado Capitán Pérez, para marchar al pueblo de
Lagunillas a establecer ahí el orden y recolectar desertores y otros que hayan esparcido
voces contra nuestras instituciones (…) Antonio María González (AHZ, 1849: T. 5, f. 237).
Las montañas de Tamare como Siruma como Mauroa vienen a formar parte de esa
orografía de la Sierra de Los Empalados, y la presencia de Basilio Borjas en esos montes de Tamare
era noticia para el gobierno, en un informe del 27 de julio de 1849 se menciona su presencia
activa en esa área:
Señor gobernador de la provincia.
(…) todas las operaciones que con arreglo a las instrucciones que se sirvió conferirme he
puesto en práctica (…) sin embargo de mi estado valetudinario y soplo por un esfuerzo de
patriotismo (…) en todo el presente mes desde (…) que Usted comisionó al Señor
Comandante Lucena para ponerme en posesión y darme algunas instrucciones verbales
(…) procedía oficialmente a poner en armonía todos los empleados y vecinos de las
parroquias de mí jurisdicción y efectivamente me fue muy plausible abarcar y destruir a
tiempo una partida de hombres que en Cabimas se preparaban para reunirse al faccioso
Basilio Borjas que desde la pasada revolución del 48, se encuentra en los montes de
Tamare huyendo del anatema legal, y dispuesto como ha sido en hostigar el gobierno. De
aquella medida hemos podido conseguir desatenderlo y hacer que algunos hombres que
han armado se fueran separando de su lado como efectivamente lo han hecho, dejándolo
en total inacción de obrar sobe las Cabimas donde tiene innumerables parientes, amigos y
afectos, los mismos que hoy han dejado su paso a las leyes (…). En las de Lagunillas,
Siruma y esta donde resido, nos hay ningún temor de alarma ni desafección, pues los
desafectos al gobierno han sido separados unos voluntariamente para la costa y otros
lugares sin recursos ni ideas de poder hostilizar, solo uno u otro desafecto que instigan
por interpuestas manos existen sin causar males graves (…) sin embargo mi deber me
llama imperiosamente a atenderlos para dar parte a V.S. sobre lo que sea conveniente. Es
verdad que por arriba de Siruma donde llaman Mauroa se dice haber una guerrilla
protegida por Joaquín Vidal Faría, Diego Oberto, Toribio Padrón y un tal Crespo, la que sin
400

hostigar ha llamado mi atención para que V.S. tome las medidas necesarias (…) que aquí
carecemos de hombres y armas para una persecución seria, hasta destruirlos o tomarlos.
Por otra (…) he hecho parte a V.S. de haber reunido algunos hombres hasta el número de
32, los que puse a disposición del Capitán León Montero (…) también he mandado a los
puertos de Altagracia ocho hombres con igual número de caballos a disposición de la
Comandancia de operaciones de allí. En la goleta de guerra Perseverancia mandé a su
bordo ocho hombres de Cabimas que aún creo estén de tripulación en el mismo buque.
Respecto a ganado se habrán tomado setenta y tres reses de los señores Serrano, García,
Padrón y otros, de los cuales se han beneficiado veinticinco (…) ciento cuarenta y pico ha
recibido el Señor Comandante del Apartadero (…) que han sido novillos, vacas y toros de
menor a mayor tamaño (…) los cueros y cebos existen a la disposición de esa gobernación
(…) Veinticinco reses mandé en dos partidas y recibieron los Comandantes de la Ana Julia
y Perseverancia que condujeron a San Carlos, y ayer he remitido en las piraguas Ema y
Sabana para el mismo [ ] veintitrés, que hacen el número tomado a aquellos Señores (…)
todo los entendidos me es satisfactorio (…) participar a Ustedes las medidas que he
tomado y demás contenido en esta comunicación para su conocimiento y aprobación y
para descargo de mi responsabilidad. Soy de ustedes servidor. Matías Meléndez (AHZ,
1849: T. 9, ff. 158 y 159).
Esos detalles nos revelan como Borjas cubría desde los bosques de Tamare tanto a
Lagunillas como a Cabimas, pero además si se toma en cuenta que Tamare está en la medianía del
Cantón Altagracia, entonces, se puede deducir que en esos montes estaba su centro de
operaciones para cubrir también La Rita, ocupando así una posición estratégica de una muy buena
parte del cantón. Este cantón estaba cruzado por caminos que iban conectando las poblaciones e
incluso a las provincias adyacentes como la de Coro y la de Barquisimeto.
Ante ese cuadro del teatro de operaciones, el gobierno ordena abrir un cuartel en
Cabimas. El 7 de agosto de 1849 el Gobernador Hurtado instruye al Juez de Paz de Cabimas:
El Capitán Norberto Pérez marcha para esa con el objeto de recolectar hombres para
organizar la milicia que debe guarecer aquel punto (…) le proporcionará todos los recursos
y auxilios (…) proporcionándole un local para cuartel y raciones que necesitare (…) (AHZ
1849: T. 6 f. 198)
No queda duda de que Borjas esperaba la salida de Páez de Curazao y desde su territorio
estuviese presto a prestarle apoyo si El Centauro invadiese la Provincia de Maracaibo, el otro
punto donde había gente preparada para abrirle terreno a Páez eran los bosques de Siruma y el
sitio de Mauroa, además, por las inmediaciones de Quisiro, y allí estaban al frente de esas partidas
guerrilleras otros personajes que mencionan esos manuscritos históricos. Pero Páez no tomó curso
en dirección al Lago de Maracaibo, avanzó hacia el sur en dirección de Cojedes, la cual no solo está
en la región central llanera sino que además era el territorio llanero más próximo a su
desembarco, esa resultó su estrategia para conseguir hombres, apoyo financiero y un teatro de
operaciones en el corazón de Venezuela. Páez pretendía encontrar entre los dueños de las
sabanas a quienes lo catapultasen hasta Caracas. Pero no consigue lo anhelado, por lo contrario,
en Cojedes pierde la retaguardia de su cuerpo expedicionario, lo que lo debilita y lo lleva a su
derrota en Macapo Abajo a los pocos días.
Como epílogo a estos aciagos sucesos, donde la situación de la tierra no se transformó en
nada, es decir, donde el proceso histórico solo avanzó un melindroso paso, se puede decir que:
habrá que esperar diez años más para que los problemas pendientes con respecto a la tierra
vuelvan a emerger con fuerza inusitada, irresistible y profundamente doctrinaria, y será en 1859
401

que estalla ese fenómeno impulsado por poderosas fuerzas subyacentes con la Guerra Federal.
Donde la consciencia histórica se agudiza y radicaliza en todos los bandos en confrontación.
1.12 Inexistencia de un Frente Guerrillero
Lo que llama la atención de esos hechos que se han descrito, es que en Los Empalados,
Quisiro, Mauroa, montañas de Tamare no se formase un frente guerrillero, y que como tal con
acciones militares se provocasen allí encuentros de importancia con las fuerzas gubernamentales,
en vez de eso, las guerrillas sólo se limitan a tener una presencia de bajo perfil. Para entender esa
inacción debemos ir atrás en el tiempo y ver qué medidas se tomaron a finales de 1848 para
debilitar a ese bando metido en el monte, es decir, las fuerzas que están con Basilio Borjas.
Cuando Zamora en principios de octubre de 1848 derrota a José Escolástico Andrade en
Quisiro, de inmediato se empezaron a tomar providencias para ir consolidando los triunfos que se
fuesen obteniendo en esa Campaña para recuperar la Provincia de Maracaibo, e ir preparando
incluso los arbitrios pacificadores, para que con posterioridad a la captura de toda esta jurisdicción
no se perdiera el control sobre este territorio. En esa tónica hay un documento que instruye sobre
esa política que debilitó a quienes estaban metidos en los montes haciendo resistencia al gobierno
recién instalado por Zamora. Hay una medida del Presidente Monagas del 10 de octubre de 1848
contra los conspiradores, ésta fue preparada para la ocasión y remitida al Juzgado de 1era. Instancia
del Circuito del Este en Maracaibo, donde se acusa recibo de la misma, se resume y se acata:
Se ha recibido en el Tribunal (…) la comunicación oficial (…) el Supremo Presidente
Constitucional (…) que sean embargados solamente los productos de las propiedades
rurales o urbanas de los individuos que se encuentran hostilizando el país, dejando solo lo
muy necesario para el sostén de los establecimientos: y así mismo, que de las propiedades
pecuniarias de los facciosos se saque el alimento de la tropa (…) este Tribunal (…)
procederá de acuerdo con el tenor de dicha resolución a la práctica de las diligencias (…)
José María Valbuena (AHZ, 1848: T. 12, ff. 26 y 27).
Y anexo a ese documento estaba la “Lista de los individuos que hostilizan el país y tienen
bienes en él. A saber” Y allí figuraban 116 individuos, entre ellos están Bartolomé Briasco, José
Escolástico Andrade, José María Ávila y Basilio Borjas [427]. El documento está fechado en
Maracaibo el 3 de Octubre de 1848 (ídem), fecha que por su inmediatez con los acontecimientos
revela el nivel de eficiencia realmente asombroso de quienes estaban llevando a cabo la operación
político-militar en esta provincia. Y para el 11 de octubre de 1848 José Tadeo Monagas Presidente
de la República en un Considerando informa a la opinión pública del primer triunfo de esa
Campaña y sus resultados, donde da noticias del foco de resistencia lacustre que aún sobrevive, el
bloqueo de la entrada del lago y el bloqueo al Castillo de San Carlos, y la oferta que le hace a los
alzados en armas para que se rindan:
Primero, que con el triunfo de las armas en Quisiro quedan desconcertados los enemigos
y destruidas casi enteramente las fuerzas terrestres que les quedaban, segundo, que
encerrados en el Lago de Maracaibo los restos de la fuerza marítima y bloqueado el lago y
el Castillo de San Carlos, están reducidos a la impotencia, tercero, dispuesto el gobierno a

427
En otras palabras Basilio Borjas caía en desgracia política y en ruina económica, la élite emergente local le sustituiría a
él y a otros individuos connotados de Cabimas a partir de estos hechos, esa nueva élite ya venía en ascenso. No
obstante, algunos de la vieja élite volverán al poder años más adelante, entre ellos Basilio Borjas, para luego sí
desaparecer de los acontecimientos históricos de un modo definitivo.
402

la política de la clemencia, Artículo 1° Se concede indulto a todos los individuos de Capitán


inclusive para abajo que se hallen con las armas en la mano en la Provincia de Maracaibo
(AHZ, 1849: T. 8, f. 63).
Es decir, además de debilitarlos por la vía económica embargándoles los productos de sus
propiedades, emplea también el arbitrio de restarles hombres mediante los indultos. A esto se
añade lo que ya se observó con anterioridad, colocaron una vigilancia efectiva y eficaz hacia
quienes podían haber sido afectos al Gobernador Serrano y sus facciosos, y para proyectar una
buena imagen realizaron una administración de justicia impecable, para crearse una aureola de
prestigio como gobernantes liberales, como se observó en el caso de Reyes Belloso y el del
piragüero propietario del navío “Águila”. Revierten, pues, la expropiación para el dueño de la
piragua “Águila y conceden pasaporte para Reyes Belloso, es decir, llevan a cabo una política
conciliatoria. Tales son los procedimientos que colocan a esas escuadrillas guerrilleras en un bajo
perfil, además éstas no tienen posibilidades de recibir ayuda exterior, están aisladas y sobreviven
solo porque están en sus territorios, donde todos les conocen por ser sus vecinos de siempre y
porque su bando el conservador campea allí en esos lugares a sus anchas desde las primeras
décadas del siglo XIX, por lo contrario, el bando liberal apenas empieza allí su ascenso. En realidad
lo que ocurre es la suplantación paulatina de las viejas élites por las nuevas, es decir, de los viejos
hacendados terratenientes por un nuevo sector de productores y, también, de profesionales que
representan una plutocracia ávida de poder.
Con la derrota del Coronel Andrade a manos de Zamora en 1848 las fuerzas paecistas se
hicieron fuertes en algunos puntos del litoral lacustre como el de La Rita donde se concentró la
flota insurgente, y otros se reagruparon en torno a Basilio Borjas en Cabimas. Ambas locaciones
serán devastadas bajo el ataque de Zamora, al no acogerse ninguna de ellas al indulto de
Monagas. A partir de esta tercera derrota a manos de Zamora (la Batalla de Cabimas de la cual con
anterioridad se dio noticia), Basilio Borjas debió internarse de nuevo en los retiros que están entre
Lagunillas y Cabimas, pero ahora quedaba sin ningún apoyo interno, porque los bienes que
poseían los que hostilizaban al gobierno fueron puestos al servicio de sus enemigos, por otra
parte, quedaban cortados sus lazos con el exterior por el bloqueo del lago y el control sobre el
tráfico lacustre, de este modo una ayuda externa también se le negaba. En esas condiciones
quienes habían tomado el monte no podían formar un frente militar al carecer del suficiente
equipamiento, pertrechos, armas, municiones y bestias para hostilizar al bando contrario, lo único
que podían hacer era esperar la invasión de Venezuela encabezada por Páez y mientras tanto
realizar una labor de agitación política. La derrota que Zamora les propinó los dejó sin cuerpos
armados y mal equipados [428]. Y cuando Páez invade, no toma esa dirección, sino que se aleja de
ella, razón por la cual no les llegan elementos de guerra para que puedan iniciar acciones militares.
Medidas como las del indulto les restaron hombres (caso de Santiago Cepeda y otros que ya
pasaremos a exponer) y por otra parte el control de los movimientos de los personajes en la zona
de conflicto como nos lo demuestra el caso Reyes Belloso también les debilita, además, está el
escarmientos a los colaboradores (como el caso de las piraguas puestas al servicio de la

428
Pero lo determinante es que no contaban con una base social entre los desgraciados, es decir, en individuos como
“El Tigre” de Cabimas y su mujer Isabel Urdaneta, quienes adversaban a los oligarcas o godos o conservadores como
Basilio Borjas. Y quienes sin duda se identificaban con el ideario y el gobierno que propugnaba Ezequiel Zamora.
403

insurgencia y las medidas que se toman sobre las propiedades de quienes estaban en su contra) y
el nuevo estilo con la administración de la ley guiada bajo una política conciliatoria, y muy especial
son las nuevas actitudes como las que deja traslucir el Comandante Figueredo, porque todo ello
gana respaldo a los nuevos gobernantes y resta voluntades políticas a los resistentes. No obstante
cuando desembarca Páez, Basilio vuelve a la palestra como alguien de cuidado, porque se había
labrado un nombre connotado en estos lugares, de allí que se convierta en el enemigo público
número uno en el Cantón Altagracia (así lo evidencia los manuscritos históricos que informan
sobre su presencia en el escenario de los acontecimientos político-militares) para las autoridades
políticas y militares de la zona instaladas en el poder [429].
Veamos el caso de Santiago Cepeda. En fecha 31 de diciembre de 1848 Zamora propinó la
derrota total de las fuerzas militares que presidían la Provincia de Maracaibo, esto ocurre al
vencer en todos los frentes al Coronel José Escolástico Andrade -quien jugó un enorme e
importante papel en la Guerra de Independencia, participó incluso en la Campaña del Sur del
continente-. Y desde el 11 de octubre de 1848, a pocos días de haberse iniciado las acciones
bélicas, ya había sido hecho público una medida de indulto a quienes habían tomado las armas lo
cual sorprendió a muchos, incluyendo en ese decreto desde Capitán inclusive hacia abajo para que
se reintegrasen a la vida civil. Para empezar el año de 1849, el 8 de enero se publica un “Registro
de los individuos que se han acogido a la clemencia del Gobierno”, en esa lista aparecen dos
cabimenses, Juan Bermúdez y Rafael Andrade, edad 25 y 29 años, de oficios labrador y navegante,
los destinos que ejercían en la facción, el primero soldado y el segundo marino, se entregaron en
29 de diciembre de 1848 (AHZ, 1849: T. 8 ff. 87 y 88). Es decir, la medida empezaba a surtir efecto,
al restar tropa al bando contrario. Se han tomado esos dos individuos por su origen cabimero,
pero había numerosas entregas de hombres a las fuerzas gubernamentales [430]. El otro que se
entregó no era ningún campesino sino el capitalino y acaudalado financista Manuel Aranguren y
en esa larga lista iban otros tantos (AHZ, 1849: T. 8, 57/60).
Para el 10 de marzo de 1849 la Jefatura política del Cantón Altagracia se dirige al
gobernador y expone el caso de Santiago Cepeda en medio de aquel cuadro que se acaba de
describir de significativos sucesos, y dicen:
Santiago Cepeda, individuo mandado por V.S. capturar y poner a su disposición, marcha
cerca de V.S. con el fin indicado. Dispuesta esta jefatura a ser justa y proceder lo
conducente al bien común (…) manifiesta a V.S. para lo que bien tenga el informe
siguiente. Persona de bastante respetabilidad de la parroquia Rita y Cabimas (…) el Señor
Santiago Cepeda solo se ocupó en unos días que acompañó a los disidentes de Cabimas en
escribirles a Basilio Borjas, cuando este obraba como jefe de operaciones de esta última
parroquia: que no obró de ningún modo con perjuicio de persona alguna, y que es un
joven del quien se puede esperar mucho por conducta y moral proceder. A más no se

429
Poseía por tradición una gran ascendencia sobre muchos habitantes de estos lugares, por su actuación pública de un
extraordinaria actividad en todos los asuntos de la vida de estas comunidades, como fundador de la misma población de
Cabimas en La Rosa, por su papel para que el núcleo urbano se desplazase a La Plaza en Punta Icotea, por su papel en la
Guerra de Independencia, por su labor por la escuela, por su participación en juntas como la de la calificación del uso de
la tierra, por su logro de acuerdos políticos entre los distintos sectores de la sociedad cabimense e incluso por emplear
su casa como referencia para dirimir diferencias o realizar festejos.
430
Es el caso del indulto a Hilario Bosset y Justo Moreno, y del decreto de Monagas de clemencia del 10 de abril de 1849
donde se ratifica el de los Puertos de Altagracia del 11 de octubre de 1848 (AHZ, 1851: T. 5, l. 2, f. 33) (AHZ, 1851: T. 4, f.
69) (AHZ, 1851: T. 5, l. 2, ff. 26/29).
404

puede atribuir falta alguna desde que fue presentado y pasaportado (…) Lo dicho es
aserto, como he manifestado a V.S. de personas de respeto de Cabimas y Rita (…)
Asunción Faría (AHZ, 1849: T. 8, f. 139).
Marzo 19 de 1849. (…) no encontrándose cargo consta que se le libre una boleta para que
pudiera volverse al lugar de destino (…) Carlos L. Castelli (ídem).
Acá de nuevo se pone de manifiesto de modo pleno ese talante conciliador y magnánimo
para sumar voluntades, lo cual trajo felices resultados para la autocracia liberal que se
estructuraba paso a paso en el poder nacional. En medio de esos sucesos Santiago Cepeda quien
fue el Secretario de guerra de Basilio Borjas, se pasa al régimen liberal, cuando percibe que esta
autocracia se consolida en el poder, y de este modo será que él se convertirá en un cercano y
eficiente colaborador de Matías Meléndez en La Rita -un nuevo prohombre-.

Pero a pesar de todas esas medidas las llamas de la guerra no se apagaban, al alzamiento
de la Provincia de Maracaibo siguió el de la región andina:
Marzo de 1849. La contienda se extendería al resto del occidente venezolano, sobre todo
en las provincias de Mérida y Coro. Páez esperaba desde Curazao para organizar una
revuelta contra Monagas, la cual iba a partir desde Coro.
Bajo esas circunstancias Monagas procede a extender un segundo indulto -el cual ratifica
uno proclamado con anterioridad por las autoridades del Cantón Altagracia- buscando apaciguar al
país:
Abril 10 de 1849. José Tadeo Monagas desde Caracas. Considerando el triunfo de la
campaña gloriosa de 1848 asegurando el ejercicio de la Constitución y el noble ejercicio de
la clemencia concede indulto a todos los individuos que desde el 26 de enero de 1848
hayan delinquido políticamente promoviendo y sosteniendo la rebelión, quedando
refundidos en el presente indulto los expedidos en los Puertos de Altagracia el 11 de
octubre. Quedando exceptuados de esta gracia José Antonio Páez, Carlos Soublette (…), el
Pirata José Celis, los que se llamaron Gobernadores de Provincia José Aniceto Serrano,
Agustín Codazzi (…), los jefes militares Escolástico Andrade (…). Los que se acojan al
presente indulto quedarán sujetos a la expulsión o confinación temporal. El resultado de
ese Considerando y Acuerdo es que se le levanta su confinación a Caracas y se le autoriza
regresar a su Diócesis al Obispo Juan Hilario Bosset en 5 de septiembre de 1849, y por su
parte Justo Moreno que estaba en Curazao solicita salvoconducto para movilizarse a
Maracaibo en noviembre de 1849 (AHZ, 1851: T. 5, l. 2, ff. 26/29, 55, 75). (Nota:
Documento resumido).
Estando en esos acontecimientos ocurre lo que describen los siguientes tres documentos
históricos:
Julio 2 de 1849. Páez invade por la Vela de Coro a Venezuela para derrocar el gobierno de
Monagas (AHZ, 1849: T. 6, l. 18, f. 30).
Julio 13 de 1849. El Vicepresidente de la República Antonio Leocadio Guzmán -aliado de
Monagas- da instrucciones militares al Gobernador Provisional de Maracaibo para
dominar completamente el lago y sus costas, todos los pueblos y sitios notables que
circundan el lago (AHZ, 1849: T. 5, f. 222).
Julio 20 de 1849. La Gaceta de Maracaibo narra los sucesos adversos a José Antonio Páez
en el territorio nacional, en su intento de derrocar el gobierno (AHZ, 1849: T. 5, f. 222).
Resumiendo estos últimos hechos se puede señalar dos cosas, la primera, Zamora derroca
a Serrano en la Provincia de Maracaibo y restablece el control del gobierno de Monagas sobre esta
jurisdicción -la insurrección marabina concluía-, y la segunda, Páez para el 2 de junio de 1849
405

abandona Curazao y en expedición militar toma a Coro, suceso que ocasiona en esta provincia
marabina una movilización delirante. Porque habían dirigentes en la zona con capacidad de
convocatoria, lo que los convertía en elementos de insurgencia significativos. Pero Páez no
consigue sus objetivos, porque es rechazado con éxito, no ocurriendo de nuevo la temida
insubordinación de la Provincia de Maracaibo, pero tampoco su tranquilidad.
En la Costa Este del Lago queda un hombre alzado contra el gobierno, quien no se ha
acogido al indulto sino que se enguerrilla en esas jurisdicciones, donde es ampliamente conocido y
donde cuenta con un gran respaldo en parte significativa de los vecinos hacendados de todo ese
inmenso territorio, ya que posee una vasta red social a su favor, esto es, un prolífico volumen de
contactos con amigos, familiares, afectos y seguidores que se conforman en el movimiento de
Basilio Borjas -ex jefe político del Cantón Altagracia en estos sucesos-.
Dentro de ese marco de alerta general Cabimas pasa a ser un objetivo militar, porque esa
población apoya al Comandante Basilio que no se ha acogido a los sucesivos indultos que se le
ofrecen. De tal modo que de Altagracia se toman medidas con respecto a esa parroquia, de allí
sale una comisión para incautar armas y atrapar hombres en Cabimas, la noticia relativa a esos
propósitos es esta del 24 de junio de 1849:
Altagracia junio 24 de 1849.
Con esta fecha marcho con diez individuos a las Cabimas (…) con el objeto de recorrer
dichos puntos y también para ver si recluto algunas armas (AHZ, 1849: T. 5, f.41).
Esa recolecta de armas, de hombres y otros elementos de guerra tenían como meta
impedir que la gente metida en el monte pudiera recuperarse como combatientes.
El 27 de junio de 1849 desde La Rita se hace una evaluación política de Cabimas y refieren
en ella a Basilio Borjas como un cabecilla de gran ascendiente en esa localidad, y se recomienda:
(…) dejándolo en total inacción de obrar sobre las Cabimas donde tiene innumerables
parientes, amigos y afectos (…) al faccioso Basilio Borjas que desde la pasada revolución
del 48 se encuentra en los montes de Tamare huyendo del anatema legal (…) (AHZ, 1849:
T. 9, f. 158).
Y en 9 de julio de 1849 el gobernador Hurtado en base a esas noticias toma providencias
para asegurar aquella parroquia:
Al Señor Capitán Manuel López Jefe de operaciones de la Costa Este. Julio 9 de 1849 (…)
remita Usía para aquel punto la fuerza que solicita el expresado (…) es de absoluta
necesidad (…) que pueda conservarse el orden en aquella parroquia (…) Hurtado (AHZ,
1849: T. 5, ff. 110 y 111).
Y le participa al:
Señor Juez 1° de Paz de Cabima.
(…) se han dado las órdenes convenientes al señor capitán Manuel López Jefe de
Operaciones de la Costa del este, para que auxilie esa Parroquia con 25 hombres de la
fuerza que tenga a sus órdenes, o con los individuos que pueda, para que los emplee U. a
la conservación del orden público (…)
Hurtado (AHZ 1849: T. 5, f. 111).
Dos días antes, el 7 de julio de 1849, hace el siguiente oficio:
Señores Comandante J. L. Lucena, y Jefe de Operaciones Matías Meléndez.
Hoy parte para ese punto la goleta de guerra Perseverancia, e inmediatamente que llegue,
hará Usted poner a bordo toda la gente que haya recolectado, las armas y pertrechos que
haya recogido, o se recupere en lo sucesivo (…) (AHZ, 1849: T. 5, f. 116).
406

Por otra parte desde Puerto Cabello el 13 de julio de 1849 el Vicepresidente de la


República Antonio Leocadio Guzmán se dirige al Gobernador de la Provincia de Maracaibo y le
sugiere con carácter de ejecútese medidas urgentes para evitar una insurrección en la zona, le
dice:
Supongo y impone el Gobierno que V.S. habrá refaccionado y guarnecido perfectamente
el Bergantín Presidente y la Goleta Perseverancia, y que habrá armado también el número
de piraguas indispensables para dominar completamente el lago y sus costas, que habrá
hecho retirar o destruir en la de los puertos de Altagracia todas las embarcaciones y hasta
los cayucos que pudiesen servir al enemigo para espionar o insurreccionar otros puntos:
que sabrá todos los días en el término de la distancia de todos los pueblos y sitios
notables que circundan el lago (…) ((AHZ, 1849: T. 5, f. 222) [431].
Las entradas a Cabimas se convirtieron en un hecho reiterado, había que restarle fuerza a
los enemigos del gobierno quitándoles las armas, las sillas de las cabalgaduras y los hombres, y
como objetivo medular se enfocaban contra Basilio Borjas:
Julio 20 de 1849. El Comandante de Operaciones del este Manuel López ordena a los
Capitanes Nolberto Pérez y Manuel Barroso el primero de las Cabimas y el último de
Lagunillas recolectar sillas, armas y hombres y escarmentar al faccioso Borjas que aún
está amenazando aquella parroquia (AHZ, 1849: T. 5, f. 218). (Nota: Resumen del
documento).
Y las cosas iban a fondo porque el asunto no se restringía a Cabimas. De Cabimas
comunica el Juez 1° de Paz al gobernador la imperiosa necesidad de “expurgar el lugar de los
desafectos al Gobierno (…) no dejarán de sentirse a cada paso (…) como el que tuvo lugar en
Lagunillas”:
Julio 23 de 1849. El Juez 1° de Paz, Antonio María Gonzales, indica al Gobernador que
llegó una piragua de guerra y el Capitán le anunció se hallan en Lagunillas las guerrillas,
llegando el Capitán Norberto Pérez pidiéndome milicianos para pasar a aquel punto donde
dan vivas a José Antonio Páez contrariando al Gobierno y a las instituciones legales. Yo, un
teniente, un subteniente, dos sargentos, cabos y soldados de esta Compañía quedamos a
disposición del Capitán Pérez para marchar a Lagunillas (AHZ, 1849: T. 5, f. 237). (Nota:
Resumen del documento).
Suceso sobre el cual el Capitán Norberto Pérez pone al tanto al gobernante en
comunicación del 23 de julio de 1849:
Capitanía de la Parroquia Cabimas.
Gobernador.
(…) marchamo para la parroquia Lagunillas pueblo litoral, a consecuencia de haberme
noticiado el Juez 1° de Paz de ésta (…) unos individuos han alarmado, y a grito herido
pronunciaron “Viva Páez”, esta insolencia (…) no puede soportarse (…) ha dado premura a
mi marcha para escarmentar del mejor modo (…) ese pueblo, en el cual permaneceré (…)
acompañándome igualmente un teniente y un subteniente. Noticias que conspiran al
mismo objeto, se observa con el escándalo de aquellos indígenas, pues el paisano faccioso
Basilio Borjas, se sabe anda errante por aquellos contornos, y con un aliento como el que
están dando esos indios, tal vez tratara de reunirse con ellos, intentando cualquier
absurdo contra (…) nuestras instituciones (…) Norberto Pérez (AHZ, 1849: T. 6, f. 30).
Mientras tanto en julio 26 de 1849 hay otro parte sobre Páez. Manuel López Comandante
de operaciones participa que:

431
La Gaceta de Maracaibo de Julio 20 de 1849 narra los sucesos adversos a Páez en el territorio nacional, está inserta
en este mismo folio 222.
407

(…) Páez evacuó dicha ciudad el 17 (…) tomando dirección de la costa arriba con 300
infantes y 50 lanceros que componen toda su fuerza, Coro, pues, está sometido
nuevamente al Gobierno (AHZ, 1849: T. 6, f. 154)
No obstante de que el peligroso Páez se alejaba de la Provincia de Maracaibo -no salió de
Coro rumbo a ella-, el alerta no bajo de intensidad, porque Basilio Borjas se encontraba metido en
los montes de la costa del este, y debía ser capturado para que las fuerzas paecistas no se
reagrupasen bajo su mando. Por supuesto, sus enemigos lo presentan como huyendo, cuando en
realidad es que están ante un movimiento que no se doblega a pesar de que el cuadro general le
es totalmente adverso. En el siguiente manuscrito se informa que Borjas ha sido neutralizado y
huye:
Julio 27 de 1849. Desde La Rita se señala que se ha dejado en total inacción de obrar
sobre las Cabimas donde tiene innumerables parientes, amigos y afectos el faccioso
Basilio Borjas que desde la pasada revolución de 48 se encuentra en los montes de
Tamare huyendo del anatema legal (AHZ, 1849: T. 9, f. 158). (Nota: Resumen del
documento)
No obstante tres días después todo indica que continuaba siendo una potencial amenaza
para el orden público:
Julio 30 de 1849. El Juez 1° de Paz se dirige al Gobernador solicitando refuerzos porque en
la parroquia muy pocos son de suma confianza y en esos momentos críticos -la Provincia
de Maracaibo desconocía el gobierno central- el paisano Basilio Borjas, hombre faccioso,
opera con varios individuos y puede reunir más con tanto pariente que tiene. Ante ese
petitorio el gobernador Hurtado ordena que se remita una fuerza a aquella parroquia para
conservar el orden. El Juez de Cabimas era Antonio María Gonzales (AHZ, 1849: T. 5, ff.
110 y 111). (Nota: Resumen del documento).
Es así como la 4a Compañía de milicias de Cabimas a cargo de Norberto Pérez en julio 30
de 1849 le comunica al gobernador:
(…) tomé la deliberación, de marchar con la mayor parte del piquete que tengo (…) hacia
las inmediaciones del Tamares inspeccionaran cualquier movimiento que pueda ahí en el
paisano Basilio Borjas que evidentemente se halla en la montaña, y al mismo tiempo
poder reclutar algunos individuos fugitivos, y recoja tal vez armas y municiones que pueda
encontrar (…) la Compañía consta de veintiocho individuos (…) de los cuales solo se
encuentran armados 18 (…) igualmente faltan de pertrechos, pues no existen más que
veintiséis tiros (…) (AHZ, 1849: T. 6, f. 173).
Ante esa ofensiva del Capitán Norberto Pérez contra “el paisano” Borjas, el Gobernador
toma medidas logísticas de apoyo para que pueda plantar campo a ese adversario de vasta
experiencia:
Agosto 7 de 1849. El Gobernador ordena al Juez de Paz de Cabimas proporcionar recursos,
raciones, auxilio y un local para cuartel al Capitán Norberto Pérez que marcha para ese
lugar. J. C. Hurtado (AHZ, 1849: T. 6, f. 198). (Nota: Resumen del documento).
Pero la cadena de mando tiene fisuras, lo que consigue Norberto Pérez en su pueblo natal
es un Juez que le da la espalda, tal vez esto suceda porque “El paisano” es un personaje destacado
en aquel poblamiento desde la misma fundación de aquel pueblo en tiempo del sistema español, y
buena parte de los propietarios le guardan lealtad. Ante esa circunstancia, la estrategia de
Norberto Pérez es ir deteniendo a los adherentes de Basilio Borjas, es decir, ir golpeando su
periferia para restarle sustento popular -los vecinos-:
Agosto 8 de 1849. El Capitán de la 4ta. Compañía Norberto Pérez escribe al Gobernador y
le dice: Al amanecer he llegado a esta parroquia, reorganizo las milicias, reúno los que
408

estaban dispersos, huían de servir con el Juez 1° de Paz. El mismo juez se me ha negado
entregarme unos fusiles escudándose de que son para la defensa. Observando que el Juez
1° siempre me presenta obstáculos en los auxilios, me entiendo en adelante con el Juez 2°
de Paz Antonio Hernández, si es del agrado de V.S. se servirá comisionarlo al efecto.
Espero el retorno de una piragua de guerra para reunirme con su Capitán y seguir la
comisión de ir tras los individuos desafectos que se han separado de esta parroquia para
el pueblo de Lagunillas, uno de ellos Pio Pinillo y el hijo de este Pedro Díaz, ambos han
tenido desde la primera revolución empleos militares por esa facción (AHZ, 1849: T. 18, f.
100).
La guerra siembra calamidades entre aquellos habitantes, no solo por los embargos, la
recluta, los combates y la destrucción de bienes, sino también por el costo económico que trae
aquellos contingentes estacionados en sus parroquias para los productores:
Agosto 9 de 1849. Desde Cabimas un criador de ganado expone al Gobernador que tiene
ganado vacuno en Lagunillas donde hay un piquete de tropa bajo el mando del capitán
Manuel Barroso. Los meses de noviembre y diciembre del año pasado en que terminó la
guerra se han reducido mucho, siempre fui el primero en obedecer el pedido de ganado
para contribuir con la ración. Ordene a los Jueces y Capitán que se me mire con
consideración y que la parte con la que contribuya con la ración se me devuelva el cuero,
el graso y si algo sobrase de la carne. También informo que en aquel punto no se necesita
mantener una tropa (AHZ, 1849: T. 15, ff. 32 y 33). (Nota: Resumen del documento).
Esa queja de ese criador de ganado se confirma en su validez con otro testimonio, el
mismo Manuel Barroso va a ratificar esa situación incómoda, cuando indica al Gobernador el 20 de
agosto de 1849 lo oneroso que es mantener una tropa, con el agravante de que ésta permanezca
inactiva, preocupándole como se gastan los recursos de la parroquia y, entonces, sugiere sacarlos
hacia las adyacencias de San Timoteo donde corre el rumor de que por allí anda Basilio Borjas -
este es otro poderoso enemigo político del cabimense Basilio-. Manuel Barroso es el Capitán de la
5a Compañía del Medio batallón de reserva del Cantón Altagracia, y desde Lagunillas se dirige al
gobernador de la provincia en los siguientes términos:
Teniendo reunidos y acuartelados la mayor parte de esta Compañía de mi mando espero
que V.S. resuelva si destina estos individuos a servicio pues nada se hace con ellos pues
gravita sacrificio a la parroquia, por razón que se están racionando (…) y para lo que aquí
en esta pueda ocurrir hay con una pequeña fuerza, ahora si V.S. resuelve su soltura (…)
estamos pronto a prestar nuestros servicios donde V.S. resuelva, espero de V.S. su
resolución, como también informo a V.S. que donde la Pi[ ] hasta las lomas del Bosque es
sabido por algunas personas andan un número suficiente de individuos, opinando algunos
que andan huyendo o tienen preparativos de mano armada de hacer algunos ejer[ ] y
más [ ] por el Juez de San Timoteo, que crean por noticias que entre ese número de
individuos anda Basilio Borjas. Yo con mi gente no ha sido posible marchar, por no saber
el parecer de V.S. y lo otro no tener nada de pertrecho para poder obrar en cualquier
comisión que sea maliciosa, V.S. dispondrá lo que crea conveniente (…) (AHZ, 1849: T. 9, l.
5, f. 115).
En julio 30 y ahora en 20 de agosto, Norberto Pérez hace explícito la escasez de armas y la
falta de pertrechos, lo cual también debería acaecer entre quienes estaban metidos en los montes,
razón por la cual no se encontró en el repositorio documental ningún manuscrito que refiriera
encuentros armados entre ambos bandos, solo se registra el desplazamiento por la zona yendo a
diferentes lugares, como las montañas de Tamare y el pueblo litoral de Lagunillas, dándose
noticias de sitios distantes como San Timoteo donde se temía que participase Basilio Borjas.
409

Y es precisamente ese amplio radio de acción que se tenía que cubrir, lo que lleva al jefe
de operaciones militares, Matías Meléndez, el 27 de julio de 1849 a establecer múltiples medidas
y ponerlas en ejecución para neutralizar esas partidas de hombres que se habían internado por el
territorio, las más destacadas que tomó fueron:
(…) procedía oficialmente a poner en armonía todos los empleados y vecinos de las
parroquias de mí jurisdicción
(…) me fue muy plausible abarcar y destruir a tiempo una partida de hombres que en
Cabimas se preparaban para reunirse al faccioso Basilio Borjas
(…) hemos podido conseguir desatenderlo y hacer que algunos hombres que han armado
se fueran separando de su lado como efectivamente lo han hecho, dejándolo en total
inacción de obrar [sobre las Cabimas]
(…) no vendrá la provincia a lamentar una nueva conmoción, antes por lo contrario, paz y
obediencia a las leyes son los dones que tengo establecidas en aquella parroquia [de
Cabimas]
En las de Lagunillas, Siruma y esta donde resido [La Rita], no hay ningún temor de alarma
ni desafección, pues los desafectos al gobierno y su administración han sido separados
unos voluntariamente para la costa y otros lugares sin recursos ni ideas de poder (AHZ,
1849: T. 9, ff. 158 y 159).
Con eso de “separados para la costa” se refería a que habían sido desplazados de
Lagunillas, las Cabimas y La Rita para el sur del lago, específicamente para Gibraltar, Bobures y La
Ceiba, y cuando indica que se han ido “sin recursos ni ideas de poder” es porque se ha asegurado
que allá en aquellas parroquias queden desvinculados de sus negocios económicos y de sus
actividades políticas.
Recordemos que en julio 26 de 1849 Páez evacuó Coro y tomó costa arriba con 350
soldados, es decir, no tomó rumbo a Maracaibo sino que, por lo contrario, se alejaba, lo que
quiere decir que quienes estaban metidos por los montes en la costa este quedaban aislados de
nuevo. De allí que las medidas de Matías Meléndez a favor de los Monagas buscaban fortalecer el
gobierno nacional. Sin embargo, el reporte que se hace desde Cabimas no es muy alentador, el 30
de julio de 1849 el Juez de Cabimas, Antonio González, que obedece las líneas que le ha instruido
Matías Meléndez, hace un balance de la situación política que encuentra en Cabimas, y solicita
una fuerza de ocupación para mantener el orden público, justificando esa decisión en la
importancia geoestratégica que ocupa esta parroquia y en la presencia de Basilio Borjas por esos
contornos:
Juzgado 1° de Paz de la Parroquia Cabimas al Gobernador.
Los señores; jefe político accidental, José Manuel Torres (…) y el jefe de operaciones, en la
parroquia Santa Rita, Matías Meléndez; han enviado comunicaciones a este juzgado (…) a
fin de que supervigile, contra cualquier enemigo, del orden constitucional (…) observo,
que en este pueblo, muy pocos son (en concepto mío) los individuos, que sean suma
confianza, cual se requiere en momentos críticos, solo de una manera Señor Gobernador,
podría asegurarse el negocio, sirviéndose V.S. disponer, se destacasen en esta parroquia
siquiera veinticinco hombres (…) pues son muchos los temores, que manifiesta este
vecindario, y con razón, atendiendo a la posición cosmográfica de esta parroquia que
puede ser invadida por diversos puntos, y aún con poca gente, en lo que le aqueja, que se
sabe de bastante [ ] que el paisano Basilio Borjas, hombre faccioso, que nunca se ha
presentado [para acogerse a los indultos], opera de varios individuos y hombres (…) se
encuentra errante (…) en el río y montaña de Tamare (…) y puede reunirse con tanto
pariente [ ] en esta tierra (…) Antonio González (AHZ, 1849: T. 5, ff. 110 y 111).
410

A pesar de todos estos esfuerzos (de Meléndez, Pérez, Barroso y Lira), no lograron atrapar
a Basilio Borjas, porque tenía una red social de afectos y parientes por estos lares y, por el
respaldo que recibía de los vecinos acomodados que eran como él del bando conservador. Basilio
Borjas se mantuvo en la resistencia al gobierno monaguista y se convirtió en una leyenda viviente,
era un viejo guerrero, porque uno de los que habían combatido en la época independentista y
seguía en pie de lucha sin entregarse a las medidas de indulto ni a las medidas de fuerza.
Pero la actividad contrainsurgente dio resultado, para el 21 de agosto de 1849 desde
Altagracia embarcaban para Maracaibo tropa y pertrechos, lo cual indica como en este cantón no
se han producido encuentros armados entre los que están metidos en los montes y las fuerzas del
gobierno:
Jefatura Política del Cantón de Altagracia al Gobernador.
Marcha a ponerse a las órdenes de V.S. el Capitán Norberto Pérez con diecinueve
individuos de tropa que trajo de Cabimas, los cuales conducen el pertrecho, porque lo
creo en ésta innecesario, pues con el que aquí hay basta. He determinado dejar en esta
Villa dieciséis fusiles y dos bayonetas que tenían para acabar de armar los veintitrés
hombres de que cuenta esta guarnición. José Falcón (AHZ, 1849: T. 9, l. 5, f. 119).
Incluso el 22 de agosto de 1849 el mismo José Falcón remite dos oficiales al gobernador
Hurtado:
Agosto 22 de 1849. El Jefe Político del Cantón Altagracia, José Falcón, pone en
conocimiento del Gobernador Hurtado que “El Teniente Lorenzo Capitillo Subteniente
Pedro Gil, oficiales que pertenecen a la milicia de Cabimas, marchan a esa a ponerse a
disposición de V.S. como los otros (AHZ, 1849: T. 9, l. 5, f. 125). (Nota: Resumen del
documento).
Es decir, el Cantón Altagracia cumplía su papel como cantón militar. Las actividades de
contrainsurgencia habían dado resultado, esto es, la realización de labores de inteligencia y
espionaje, la captura de fugitivos y desertores, el restablecimiento del orden en las poblaciones
donde se incurría en agitación política, la activación de rondas volantes recorriendo los distintos
puntos, los controles lacustres, el comiso de armas, bestias, municiones, pertrechos, monturas y
bestias, el desplazamiento fuera del cantón a los desafectos del gobierno, el embargo de bienes, y
una política conciliatoria, es mediante esos arbitrios que logran mantener en inacción a las fuerzas
paecistas de Los Empalados, Siruma, Mauroa y Tamare y de este modo impedir que se
convirtiesen en un frente guerrillero.
Es de suponer que los habitantes de este cantón no entregaron a Basilio Borjas porque era
un personaje con un enorme prestigio dentro de los pobladores, pero tampoco se le unieron a su
lucha, por muchas razones, una la carencia de armas, municiones y pertrechos, otra porque no
estaban en capacidad de financiar una actividad armada debido a la ruina que les traía estas
revoluciones, y una muy importante, porque la masa de trabajadores que habían sufrido de la
recluta lo indecible les rechazaba (este último asunto de profundo contenido social y humano se
tratará en el capítulo final de este libro).
Por otra parte, Páez había sido derrotado y esto era noticia de dominio público. Las
noticias provenientes del exterior revelan el desenlace de la asonada de aquel caudillo. La fuente
de información es escuchada en esta Provincia de Maracaibo porque está en sus cercanías:
Agosto 20 de 1849. La Agencia Consular de la República de Venezuela en Curazao
participa al Gobernador Hurtado la completa destrucción de la facción de Páez, éste
411

queda preso acompañado de otros muchos jefes que fueron tomados en el sitio, los
cuales se rindieron por encontrarse sitiados por las tropas, la lista de los presos rendidos a
las 6 de la tarde del día 15 Generales J.A. Páez, León Febres Cordero, D. Hernández,
Coroneles J.E. Andrade, José Celis, 1° Comandantes [ ] A. Páez [quien es hijo del General
José Antonio Páez] (…) Vicario General Presbítero José Ayala, Cirujano Mayor Vicente
Linares, Comandante de Guerra Fermín García, Auditor Ángel Quintero. Puerto Cabello 17
de 1849 (AHZ, 1849: T. 15, f. 78). (Nota: Resumen del documento).
Relacionada con ese hecho, otra noticia confirma el mensaje que es comunicado desde el
consulado de Venezuela en la cercana isla de Curazao:
Agosto 24 de 1849. José Falcón se dirige al Jefe Político del Cantón Altagracia y le da la
noticia que el 11 del presente mes la facción del pérfido ex general Páez ha sido destruida
en el sitio de Araguato (AHZ, T. 6, f. 238).
Las consecuencias de ese conflicto son evaluadas en el Cantón Altagracia, el inventario
revela la trama compleja de los efectos negativos de la guerra, luego de ella sólo se piensa en la
recuperación y la reconstrucción, sólo se tiene presente la inmensa tarea de restablecer el
progreso o por lo menos de poner en marcha de nuevo a la economía y demás aspectos de la vida
social:
En octubre 22 de 1851. El Concejo Municipal del Cantón Altagracia pasa una relación
sobre esta entidad y señala en su Memoria el estado decadente en que quedó el
vecindario debido a los últimos acontecimientos políticos ocurridos en esta Provincia,
pararon las industrias, y los ciudadanos se entregaron al servicio de la Nación y el resto a
la inercia, he allí la causa de que no se note de una manera sensible el progreso en este
cantón, en la paz la población progresará al poder tomar medidas contra la fiebre, la
viruela, la mejora de los caminos, la juventud con ideas de nuevas empresas, el ornato de
la población, las edificaciones como una casa de abastos, el cuido de las cárceles y
camposantos, los gastos de las escuelas, la construcción de muelles, una más efectiva
recaudación de rentas, el combate del abigeato, el incremento de los sueldos de los
empleados públicos, la regularización del servicio de correos (AHZ, 1851: T. 10, l. 2, ff. 71 a
79). (Nota: Resumen del documento).
Todos estos hechos, por lo tanto, explican porque la resistencia que queda en pie es una
resistencia pasiva, es decir, el movimiento de Basilio Borjas no puede entrar en la etapa ofensiva, y
solo pervive como un símbolo.
1.13 Personaje legendario
No se creo, pues, un frente guerrillero, pero si persistió un guerrillero imbatible en la zona
desde 1848 hasta 1852, este era Basilio Borjas. Muchos se rindieron, otros se entregaron bajo
indulto, otros se fueron al exterior, pero Basilio Borjas no se acogió a los varios indultos mediante
los cuales se le quería atrapar, siguió libre y alzado, con sus sesenta y tantos años siguió sin
entregarse, sin irse y sin rendirse. Se libraban órdenes de captura, se publicaban listas de
amnistiados, se señaló que la lista de indultos proveniente de Caracas no tenía la fuerza ni el peso
de la lista elaborada en Altagracia y que esta última sería la respetada por el gobierno central, y allí
estaba escrito el nombre de Basilio Borjas, pero Basilio no bajó, ni se fue al exterior.
Es así como llega el año de 1851 y a sus sesenta y cuatro años de edad era tal vez el único
dirigente del paecismo que quedaba rodilla en tierra en el territorio provincial haciendo frente a
los monaguistas en altiva actitud desafiante. Será el año de 1852 que se reintegre a la vida civil a
412

sus sesenta y cinco años de edad y en su parroquia lo eligen como Juez 2° de Paz, y después de
ejercerlo de manera breve, entonces, volverá a la mayordomía de fábrica de la Iglesia.
Pero Basilio no está fuera de la esfera política, persiste con toda la fuerza de su
personalidad en esos círculos. Para el 3 de mayo del año 1858 desde Cabimas Basilio Borjas, está
de nuevo (!!!) al frente de la Jefatura militar de la parroquia (porque han ocurrido cambios
políticos a nivel nacional), y escribe al Gobernador y le comunica:
Los cinco milicianos que se han importado a esa plaza tienen de costo cinco pesos: doce
reales la canoa, doce reales los peones y dos pesos los alimentos. Lo digo a Usía para que
se sirva librar sus órdenes a efectos de que se haga el abono por quien corresponda. Soy
de V.S. atentamente servidor. Basilio Borjas.
Gobernación de la provincia. Resuelto. Ofíciese a la aduana para el pago de los cinco pesos
a que se refiere la anterior comunicación. Serrano Lezama (AHZ, 1858: T. 3, l. 1)
Basilio Borjas ya andaba por los setenta y un años de edad y sólo faltaba un año para que
estallara la Guerra Federal, y allí estaba en Cabimas al frente de las milicias de la Compañía de
Cabimas. José Tadeo Monagas había gobernado desde 1847 hasta 1851, y había vuelto al poder en
el año de 1855 manteniéndose al frente del gobierno hasta 1857. Su hermano José Gregorio fue
presidente de la república desde 1851 hasta 1855. Los Monagas salen de la jefatura del país en
marzo de 1858, fueron desalojados del poder por Julián Castro, ocupando éste la presidencia
durante ese año y para luego ocuparla de un modo errático entre 1859 y 1860.
Basilio Borjas se dirige al Presidente de la Junta de Gobierno que se nombró en la Provincia
de Maracaibo el 27 de marzo de 1858 desde Lagunillas, lo hace en calidad de quien está al frente
de la Capitanía provisoria de Cabimas. Este es el oficio que redacta:
Provisorio.
Me apresuro a participar a V.S. que hoy día a la fecha he llegado al pueblo de Lagunillas
los que aún sin embargo de hallarse atemorizados por algunos rumores esparcidos por los
contrarios de la Convención Nacional, nada menos que el Señor Manuel Barroso, quien
manifestó su disgusto y aún me aseguraron que sostendría lo contrario a favor de su
espada, pero de ello no hay seguridad; por lo nuestro sistema he convenido con el Señor
Juan de la C. Castillo, que el pronunciamiento de la Convención, y demás que se ordena
sea para el sábado próximo tres de abril, y me promete su resultado sea feliz. Con
sentimiento de respeto Soy de VS atento servidor.
Basilio Borjas (AHZ, 1858: T. 6, l. 21).
La Convención Nacional fue convocada para el 8 de julio de 1858 y para diciembre 31 de
1858 ya tenía redactada la Nueva Constitución. Manuel Barroso se oponía a ese cambio de
Constitución, pero Borjas le indica al Presidente de la Provincia de Maracaibo que no puede
asegurar que Barroso haya proferido esas amenazas. Basilio acuerda con el Juez de Paz de
Lagunillas la reunión donde se dará el pronunciamiento de esa población a favor de esa
Convención a realizarse en Valencia.
La presidencia de Julián Castro, al frente de la oligarquía conservadora, es trastornada el
20 de febrero de 1859 por los sucesos de Coro que dan inicio a la Guerra Federal, la cual cobró una
dimensión inusitada al sumarse a ese pronunciamiento Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón
en Barinas y Apure, respectivamente.
Un último documento que se hace referencia a Basilio Borjas está referido a una denuncia
que hace de una pareja que vive por unas chozas en lo que se denomina como Ambrosio en
Cabimas, la acusación que hace contra él y ella es que sostienen una relación de concubinato, lo
413

cual era percibido por ese entonces como una convivencia escandalosa, eso fue por el año de
1860. Esta última noticia oficial acerca de su vida ocurre cuando ya frisaba por los 72 años de edad
y suponemos ya se había retirado de la vida pública en la cual había fungido en la historia de estos
lugares como un venerable patriarca casi bíblico.

A Cabimas el gobierno le cobra caro el Monagato esa actitud resistente que mantuvo a
Basilio Borjas como un gran símbolo de no bajar la cerviz, a la población le cierran la escuela, otras
desgracias acaecerán sobre la población y el gobierno le da la espalda, pero Cabimas tenía un
personaje histórico relevante y aquella comunidad lo protegía. Cabimas durante esa etapa
trasciende a la historia regional y nacional con todos esos eventos y con la participación activa de
sus hombres y mujeres, y entre ellos y ellas destaca la de Basilio Borjas como su personaje
epónimo, él intervino en el destino y uso de las tierras, también en la organización del fisco para la
recaudación de impuestos y rentas, se preocupó por la educación y por la esclavitud, se dedica al
templo en más de una ocasión, desempeñó desde los cargos más humildes hasta los más
neurálgicos no solo en Cabimas sino también en el Cantón Altagracia y en los cuerpos
institucionales de Maracaibo, intervino en los procesos electorales, participa en la formación del
tribunal mercantil provincial, su casa fue abierta para las celebraciones comunales y para dirimir
allí sus diferencias los vecinos más connotados, contribuyó con el progreso económico mediante
sus actividades como criador y cultivador, su relación con variados personajes fue notable, se
involucró en hechos bélicos, políticos y eclesiásticos, fue un gran propietario, vecino destacado,
autoridad sobresaliente. Desde 1816 hasta 1859 el nombre de Basilio está unido al proceso
histórico de Cabimas, es «La etapa de Basilio», en ese sentido es el héroe epónimo de la
cabimidad.
La calidad de Basilio Borjas se da a conocer a través de todos esos años como poblador
fundador de la población de Cabimas, Sargento, introductor de Frutos del País en Maracaibo,
Perito agrimensor, integrante del Subsidio Personal, elector Municipal, Mayordomo de fábrica de
la iglesia, Colector de rentas, Recaudador de impuestos, Administrador subalterno del Subsidio
Municipal, Síndico parroquial, Juez de Paz, Comisionado de Manumisión, Miembro de la Junta de
Clasificadores de Industriales, Miembro de la Junta de alistamiento, Miembro de la Junta de
Notables, Alcalde de Altagracia, Integrante de la Capitanía de la 3a Compañía del Medio batallón de
milicias de Reservas, Criador Provincial, Elector del Tribunal Mercantil, miembro del Colegio
electoral de Maracaibo, Elector Nacional, Diputado, Calificador de terrenos de Labor y Cría,
Miembro de la Asamblea Municipal, Examinador Escolar, Testigo de Justificativo, Testigo de
Sumario, Jefe Político del Cantón Altagracia, Comandante cantonal, Jefe de operaciones de la
parroquia, guerrillero irreductible y Capitán. La Asamblea Legislativa del Estado Zulia le debiera
declarar una de las grandes figuras del la historia zuliana, y la Costa Oriental del Lago le debiese
enaltecer como personaje del Panteón de Héroes de la COL.
La otra gran figura del Cantón Altagracia como guerrero y político es la del Coronel José
Escolástico Andrade, detrás de su sino histórico se mantiene la continuidad del relato de la Guerra
Federal que venimos registrando en este estudio, lo haremos para conocer cuál fue la fortuna final
de este héroe puertoaltagracieño de la Provincia de Maracaibo, la Gran Colombia, de la Nación
venezolana y del continente Sudamericano.
414

1.14 La Guerra Federal


¿Pero qué fue de Zamora el gran contendiente que venció a Basilio Borjas? En el trabajo
del historiador Federico Brito Figueroa se informa que después de la Batalla de Cabimas y de los
demás sucesos que de allí en adelante se desarrollaron en esta provincia con su participación:
Ezequiel Zamora pasa de Comandante de Armas de la Provincia de Maracaibo a
Gobernador de Barinas en 1853, en 1854 fue ascendido a General de Brigada y es enviado
como Comandante de Armas de la Provincia de Guayana, en 1855 con el mismo cargo en
Margarita y Barcelona, y en 1856 es el Comandante de Armas de la Provincia de Cumaná
en la cual estuvo hasta mayo de 1857, cuando renunció asqueado del gobierno liberal que
“mantenía las mismas formas de opresión de los oligarcas” y “un camino contrario al
pueblo” y señalaba una y otra vez ante sus amigos y su esposa -hermana del General
Falcón- “hay que hacer la revolución, una verdadera revolución” [432]. Se va a la Sierra
de San Luis [Estado Falcón] y allí funda un hato. Allí traza planes en su cabeza de los cuales
fue testigo su hijo Justiniano que, en aquel entonces, “él consideraba irreales”, pero luego
vio que constituyeron la estrategia que desarrolló su padre desde 1859 en adelante (Brito
Figueroa: 238/244).
En el resumen del texto de Federico Brito Figueroa (texto de 555 páginas) que se ha
realizado para escribir este capítulo del presente libro, se prosigue el recuento así:
Antes del ataque a la Guarnición de Coro el 20 de febrero de 1859, producto de un
pronunciamiento popular-militar (id. 288), ya Zamora -desde Curazao- estaba actuando en pos de
comenzar esa revolución. Zamora estaba allí en esa isla antillana, porque José Tadeo Monagas
vuelve a ocupar la primera magistratura -1855 a 1859-, pero tras su reelección se generó en todo
el país un descontento generalizado, por lo que los brotes insurreccional no se hicieron esperar.
Por tal motivo, ante el alzamiento promovido en Valencia por el general Julián Castro («la
Revolución de Marzo»), Monagas renuncia a la presidencia el 15 de marzo de 1858, se asila en la
Legación de Francia en Caracas y parte al exilio pocas semanas después.
En ese ínterin en las cercanías de la
Provincia de Maracaibo acaecen los siguientes hechos:
Zamora con esos sucesos va a dar a Curazao desde enero de 1859 y desde allí promueve
contra el Gobernador José Aniceto Serrano de la Provincia de Maracaibo una conspiración, pero
Serrano la debela. La consigna para ese entonces era “Democracia y Federación” la cual sustituía
aquella de “Tierra y hombres libres”, el proyecto político se ampliaba, ahora se pretendía incluir
vastos sectores de la sociedad venezolana que iba desde “los de arriba” hasta “los oscuros” (ese
era su concepto de pueblo como liberal), estos últimos eran los del partido de los pobres (id. 296),
la alusión de “los oscuros” se debe referir al color de su piel, es decir, no eran blancos.

432
En la Gobernación de la Provincia de Maracaibo el 14 de Octubre de 1857 se remitió un Resuelto, éste decía: “Digan
al Señor Ministro del Interior. (…) el Señor Gobernador de la Provincia de Coro, que por informes fidedignos sabía que
dentro de siete días a contar desde el 24 del citado mes [Septiembre] estallaría una revolución cuyo programa
anunciaba el asesinato de algunas autoridades y personas notables de aquella provincia (…) otro del Señor Gobernador
de Barquisimeto (…) se les había informado varias personas conocidas por su desafección al Gobierno, por sus exaltadas
opiniones y por su complicidad en las pasadas revoluciones, cruzaban aquel territorio en busca de prosélitos y
combinaban los planes del movimiento, anunciándose como coríferos al general Páez, quien por medio de un pacto
celebrado en San Thomas se ha provisto de elementos de guerra y de algunos vapores, y que la Provincia de Coro se ha
designado como punto de invasión. Aunque esta Gobernación juzga que Supremo Poder Ejecutivo tendrá conocimiento
de tales ocurrencias, cree de su deber hacerle presente (…) ha redoblado su vigilancia 8…) puede asegurar a Su
Excelencia la Provincia de mi cargo está tranquila (…) López. Ortega” (AHZ, 1857: T. 10, l. 11).
415

El 22 de febrero Zamora y otros revolucionarios desembarcan en La Vela de coro y ya para


el 23 de marzo de 1859 Zamora estaba estableciendo su cuartel general en Morón (id. 305). Desde
Morón Zamora inicia operaciones por todos esos contornos, y fue célebre a nivel nacional la
Batalla de El Palito donde los oligarcas sufren una terrible derrota a manos de Zamora, el gobierno
tiembla, prepara elecciones, piensa en instalar un dictador militar, entre los candidatos para esto
último se baraja el nombre de Páez que está refugiado en Valencia. En El Palito, Anteo -así
rebautiza Federico Brito Figueroa a Zamora- rinde un homenaje a los compañeros fallecidos y en
su arenga promete:
“estar en Caracas el 20 de febrero de 1860 para hacer la revolución, ustedes lo verán o
pereceré con el pueblo” (id. 311).
Es decir, tiene en su mente una campaña militar para ejecutarse en casi exactamente un
año, ese pronóstico no era una intuición, Zamora había planificado con acuciosidad esa campaña
durante muchos meses de arduo trabajo intelectual. Con ese objetivo Zamora ocupa la ciudad de
San Felipe, y después de someter a su guarnición, incorpora de los vencidos a ciento setenta
hombres que se pasan a sus filas. Ese mismo día el Jefe del Pueblo soberano asciende al peón
Prudencio Vásquez nativo de Camunare a Comandante (id. 313). La Guerra Federal había iniciado
su curso y en ella irán zorros de todos les pelajes. Entre ellos estaban los de pelaje oscuro (“los
oscuros” como Prudencio Vásquez) quienes hicieron mesnada compacta en torno al liberalismo
democrático, y que se ubicaban en los de bajo, muy abajo.
“Los oscuros” fueron atraídos por ese proyecto político y las fuerzas de Zamora se
multiplicaron. Es dentro de ese contexto histórico que se puede interpretar lo que aparece en uno
de los documentos hallados por esta investigación, allí en ese manuscrito se da noticia de ocho
individuos que desde Gibraltar se dirigen hacia el norte de la cuenca del lago, y estando allí recalan
en las costas de Altagracia, para posiblemente dirigirse hacia Coro donde se esperaba el
desembarco de Ezequiel Zamora. En Enero 10 de 1860, la Jefatura de la parroquia Cabimas se
dirige al Gobernador, Superior del Ejército de Occidente, y le dice:
El 8 del presente se presentaron ante esta parroquia ocho individuos manifestando eran
derrotados del Ejército del Comandante [ ] como era de mi deber entré
escrupulosamente a examinarlos y pude inquirir de ellos se dirigían (…) a ponerse a
disposición de VS y al efecto me presentaron de remisión que dirigía el Jefe político del
cantón Gibraltar y observando tal formalidad les franquee el paso. Más hoy Señor
Gobernador se me ha informado (…) que en el tránsito se han sublevado forzando a los
conductores para que los echasen en la costa de Altagracia lográndolo a favor del desarme
(…) esta acción me da a demostrar que dichos individuos unieran alguna malicia motivo
que me impele sin dilación alguna a poner en conocimiento a VS (…) Ángel María Freites
(AHZ, 1860: T. 10, l. 5, f. 50).
La guerra se había reiniciado, después que las Guerras Campesinas habían echado a andar
un nuevo factor histórico, las fuerzas populares de los de abajo, muy abajo ahora se convertían en
actoras del emprendimiento militar. Ante ese nuevo protagonismo que era una alternativa
distinta, la Guerra Federal se abre paso. En Altagracia el Jefe político, José Antonio Chávez,
informa de sus sucesos:
Mayo 7 de 1860. Jefatura Municipal de Altagracia al Gobernador. Se ha dado publicación
del “Correo de Occidente N° 41” en los lugares de costumbre con la noticia de que en el
Guárico “obtuvieron las fuerzas constitucionales sobre la facción acaudillada por Falcón y
Sotillo que fue completamente derrotada habiéndosele tomado cerca de quinientos
416

prisioneros, dos mil bestias y multitud de despojos de toda especie, y dejando en el campo
gran número de cadáveres”. José Antonio Chávez (AHZ, 1860: T. 9, l. 8).
Y la misma Costa del Este del Lago de Maracaibo es lugar donde se desarrollan hechos:
Junio 5 de 1860. Manuel Barroso como faccioso llega a Lagunillas con frecuencia a decir
que el Gobierno se veía en la revolución apurado, llegó con varias canoas cargadas de
hombres armados unos con fusiles, otros con pistolas y los demás con cuchillos, haciendo
caso omiso con indiferencia de la orden que le prohíbe llegar allí (AHZ, 1860: T. 9, l. 8).
Incluso ocurren movilizaciones militares para cortar el paso hacia las provincias
adyacentes, donde Cabimas activa operativos:
Septiembre 13 de 1860. Juzgado de Paz de Cabimas al Gobernador.
a
(…) acabo de recibir la comunicación de SS (…) ordenando la organización de un piquete
en esta parroquia para inspeccionar y perseguir si fuese necesario los individuos que
según se dicen transitan en el camino de Las Piedras hacia Carora (…) media hora antes de
a
llegar el oficio de VS (…) había recibido otro del Señor Jefe municipal de este cantón
sobre el mismo objeto (…) las autoridades todas despliegan su actividad y celo juntamente
con algunos vecinos que se hayan presente en el pueblo (…) necesitando sí el auxilio de
a
VS que la vez pasada salió a nuestra gente para Siruma el pertrecho sufrió bastante y aún
se perdió alguno por la abundancia de aguas como la hay ahora, pasa que si hubiera
cananas de sobras en el alcenar en buen estado de servicio se sirva auxiliarnos con
veinticinco; mucha falta nos hace también un oficial primero y segundo, de valor, y pericia
suficiente para que pueda conducir nuestra gente al campo de si necesario fuere, por
estar nuestros amigos los Señores Manuel María Rincón y José María Neri imposibilitados
para ello por hallarse ambos actualmente enfermos (…) Miguel Rojas (AHZ, 1862: T. 1, l.
2).
Septiembre 13 de 1860. Jefatura de Parroquia al Gobernador.
a
(…) acabo de recibir la comunicación de VS (…) donde me participa el parte del Señor Jefe
del municipio del Cantón Altagracia refiriéndose a una partida de hombres que le han
a
visto huellas por el camino de Las Piedras hacia el camino de Carora; además VS me
ordena (…) organice un piquete de los vecinos (…) para inspeccionar el objeto de la gente
a que se refiere (…) me he propuesto cumplir la orden (…) recogiendo todas las armas y
elementos de guerra que se encuentran en la parroquia (…) y prepararnos a sostener el
a
orden en la parroquia; pero para poder organizar el piquete (…) necesito que VS me
a
auxilie de algunos fusiles con el pertrecho suficiente según la gente que VS considere que
a
se componga el piquete, no me parece de más advertir a VS que en mi poder existen diez
fusile s de los que recibí la vez pasada cuando salió la gente de esta parroquia para la
parroquia Siruma. Acabo de ser informado por el Señor José Antonio Prieto cura de Santa
Rita que se encuentra hoy en esta parroquia, que, en días pasados le dieron un parte al
Jefe de Santa Rita diciéndole que a la hacienda de la Sequera habían salido tres hombres
armados de fornitura y fusil con un oficial y que estos habían estado averiguando si habían
a
fuerzas en estas costas. Por lo cual pongo en conocimiento de SS para efectos de ley (…)
Aniceto Neri. Espero que se sirva acordar los gastos de esta comisión que se dirige a
buscar el armamento (…) hemos considerado cuatro pesos (…) lleva la comisión es el
Señor Matías Borjas. Neri (AHZ, (AHZ, 1862: T. 1, l. 2).
Gobernación de la provincia, Septiembre 14 de 1860. Resuelto. (…) satisfaga a Matías
Borjas dos pesos que dice ha gastado en el desempeño de la comisión (…) y acúsese recibo
(…) manifestándole [al Jefe de la parroquia Cabimas] que con dicho Señor Borjas se le
remiten las seis carabinas con el pertrecho correspondiente para que con ellas arme y
monte seis individuos (…) para la vigilancia de aquel pueblo y lugares adyacentes, pues
tiene informes fidedignos de estar despejado el camino que conduce a Carora, y porque el
417

´piquete que al mando el oficial que salió ayer de aquí en comisión tiene instrucciones
para obrar en el mismo sentido. Serrano (ídem).
Este parte de guerra nos revela las armas empleadas:
Octubre 3 de 1860. Jefatura municipal de Altagracia al Gobernador. Entrega de armas a un
piquete de caballería consistente en lanzas y carabinas [433] (AHZ, 1860: T. 14, l. 11).
También hay que incluir dentro de ese clima político que a nivel nacional alteraba el
ambiente los hechos que suceden en el sur del lago:
Enero 19 de 1861. Motín en Gibraltar. Diego María Angarita fue herido de un trabucazo
(…) y por consecuencia de este hecho se presentó en la parroquia Bobures una partida de
gente armada compuesta de unos cien hombres acaudillados por Pedro Gonzales Juez de
aquella parroquia pidiendo a gritos la cabeza del Presbítero Lizardo y apuntándole con un
fusil (…) (AHZ, 1861: T. 2, l. 13).
Por supuesto, con ese ambiente crispado se recrudece de nuevo la temida recluta, la cual
es la infaltable guadaña de recolección de hombres. Se intensifica el alistamiento militar
rastreando las presas en los lugares retirados para caerles de sorpresa y hacer así redituable esa
grosera actividad que arrastra hombres, bestias y monturas dejando sin medios de trabajo a las
familias que con precariedad sobreviven en tiempos de paz. Las armas que también les decomisan,
son para ellos herramientas de trabajo, porque éstas les permiten emplear cierto tiempo en la
cacería como medio de obtención de alimentos, y también les servían para defender sus bienes y
familias del bandolero que hacía sus fechorías por esas rancherías, y de éstas también eran
despojados sin conmiseración:
Abril 13 de 1861. Jefatura Municipal de Altagracia al Gobernador. En vista a la nota de VS
donde participa que el General Falcón pretende desembarcar en la provincia de Coro, y
que para redoblar la vigilancia proceda a organizar otra compañía de caballería; al efecto
se ha dado la orden al Capitán Antonio Padrón para que pase por las sabanas y caseríos
del Cantón, en recluta de individuos útiles para el servicio, bestias y monturas para la
organización de la compañía. José María Faría (AHZ; 1861: T. 10, l. 30).
Mientras tales cosas ocurren en los caseríos y sabanas, en las altas esferas de la sociedad
los acontecimientos son de otra sustancia:
Mayo 25 de 1861. Boletín Oficial. Comandancia en Jefe de los Estados: de la Cordillera y
Occidente. Su Excelencia el General en Jefe del Ejército anuncia haberme de Jefe de
Ejército Mayor General. Con muy profunda pena me separo de los Ejércitos de la
Cordillera y Occidente. El más bello instinto del soldado consiste en proteger los grandes
intereses de la sociedad; y poseo la esperanza de que el Ejército sabrá cumplirlo en esta
hermosa sección de la República (…) Cuartel General de San Antonio del Táchira. José
Escolástico Andrade (AHZ, 1861: T. 1, l. 30, f. 226).
Incluso hay contubernio de élites, las cuales hacen pactos en las cúpulas del poder:
Junio 14 de 1861. Secretario interino del Jefe Municipal de Maracaibo certifica el arreglo
hecho por el jefe de operaciones General José Antonio Páez con los Señores García, Bello
y Gómez (AHZ, 1861: T. 1, l. 30, f. 214).
Los tiempos de la Guerra federal sacudía la calle en las ciudades venezolanas, en
Maracaibo:
Agosto 11 de 1861.

433
Para esta fecha todavía se empleaba la lanza como arma de guerra (!!!), casi exactamente un año antes en
septiembre 8 de 1859 la misma jefatura de Altagracia indica al gobernador de que han recibido cincuenta lanzas y
quince carabinas (…) remito a usted las astas de las lanzas (…) que me ordenó devolverlas (…) (AHZ, 1859: T. 10, l. 12).
418

Procedimiento contra Joaquín Belloso por haberse expresado contra el Gobierno y echado
vivas a la Federación. Dijo que “él no estaba por el Gobierno del sable que cuatro
oligarcas valían por uno de ellos (…) y cuando fue alertado por el centinela contestó: Viva
la Federación” (AHZ, 1861: T. 2, l. 13).
En Altagracia el párroco iba a celebrar una festividad y tomaba en cuenta que aquello no
fuese causar una alarma en Maracaibo, tal era la situación cotidiana que se vivía:
Agosto 18 de 1861. Jefatura municipal al Gobernador.
El venerable Señor Cura encargado de esta parroquia ha solicitado que el Capitán de
caballería le proporcione la fuerza armada disponible para solemnizar por medio de
descargas, a costa de aquel, la procesión de la patrona de este pueblo que se le hará
función en rogación por la peste que abruma la población. En esta virtud, sírvase Usted no
atribuir a invasión del enemigo el fuego que muy bien puede oírse en esa capital el día de
mañana (…) [P ] C. Faría (AHZ, 1861: T. 1, l. 30, f. 214).
Por el contrario hay hechos que muestran la labor de inteligencia y el mapa geográfico
sobre el cual se desenvuelven los acontecimientos militares que trastornaban esos años la paz en
Venezuela. Siruma, Belén, Punta de Leiva, Punta de Piedras se convierten en puntos de interés
militar, y sobre ellos se hila una red de informantes formada por agentes y por patrullas que
preparan los informes que los altos mandos estudian para presentar campo en caso de batalla:
Agosto 12 de 1861: Jefatura de parroquia de Cabimas al Gobernador. V.Sa el resultado
que ha tenido las comisiones dirigiéndome al Jefe de la parroquia Siruma, es que ya él
había tomado las medidas y que fueron hasta Belén, y no pudieron obtener ninguna
noticia acerca de las indicadas guerrillas, no había novedad alguna. Este despacho ha dado
cumplimiento a su comunicación de espionar esos lugares quedando esta jefatura con el
mismo celo y vigilancia en recorridos y patrullas en la parroquia hasta los confines de la
misma con mayor cuidado y escrupulosidad. José Lorenzo Romero (AHZ, 1861: T. 14, l. 5, f.
264). Sumario para descubrir vecinos de este Cantón de Altagracia complicados en
complot revolucionario descubierto en la Capitanía de la provincia (este documento hace
mención a Punta de Piedras y Punta de Leiva) (AHZ, 1861: T. 15, l. 3, ff. 83/104).
Hasta que en medio de la guerra se abre un paréntesis que lleva de nuevo a Páez al poder:
Septiembre 6 de 1861. Acta de Coro. Los Jefes y Oficiales suscritos y las tropas de su
dependencia, firmes defensores de la sociedad, teniendo en mira: la conflictiva situación
que atraviesa la República; la caída del Gobierno del Dr. Pedro Gual por consecuencia de
a
su desprestigio y muy especialmente el estado alarmante de la Provincia de Coro (…) 1
Reconocemos al ciudadano esclarecido General José Antonio Páez como Jefe Civil y militar
de la República (…) ¡Viva el General José Antonio Páez! (AHZ, 1861: T. 4, l. 4).
Y estando de nuevo su caudillo en las altas esferas de la política, el interés de los grandes
propietarios es de nuevo el objetivo prioritario:
Noviembre 9 de 1861. Jefe Supremo de la República. Considerando las calamidades que
ocurren sobre la propiedad pecuaria “una de las más notables riquezas de Venezuela”
decreto medidas para proteger la propiedad legítima del ganado prohibiendo el tráfico de
ganados ajenos. José Antonio Páez. Caracas (AHZ, 1861: T. 12, l. 20).
Episodios como el que relata el siguiente fragmento, ponen en evidencia como los oscuros
son de nuevo los sospechosos de todo crimen y con ellos algunos criadores a quienes se acusa de
actividades delictivas:
Jefatura municipal de Altagracia. Sumaria averiguación contra el Señor Francisco Lossada
por abigeo y ocultación de desertores del Ejército en su hato Las Rosas. Testigo: “no ha
visto abrigar u ocultar ningún desertor (…) los desertores se hallaban durmiendo detrás
del corral de ganado” (AHZ, 1861: T. 13, l. 7, f. 288).
419

Con Páez se dio inicio a la militarización del país, es decir, la guerra era un hecho por
descontado, los tres documentos que a seguidas se colocan muestran esa estructuración, primero,
la intención de pasar a activos a los militares que estaban fuera de servicio, segundo, destierro de
los militares desafectos del gobierno, y por último la militarización del mando político,
convirtiendo en generales a los Gobernadores y entregándole el cuerpo de veteranos, además
previene que el gobernador se convierta en cabeza de una cadena de mando que llega hasta los
comisarios de parroquia:
Enero 25 de 1862. Jefatura Municipal de Altagracia al Gobernador. He recibido copia
Decreto de Su Excelencia Jefe Supremo de la República referente a que todos los
Generales, Jefes y Oficiales del Ejército que se encuentren fuera de servicio se presenten a
la autoridad militar de la Provincia o del Cantón o parroquia donde residan (…) lo circulé
por el cantón para su publicación. Pedro C. Faría (AHZ, 1862: T. 12, l. 5).
Febrero 5 de 1862. Caída del General Antonio Pulgar quien conspiró contra el Gobierno de
la República y es desterrado a la Nueva Granada. Pulgar había proclamado la
independencia de todo el occidente de la República (AHZ, 1862: T. 3, l. 7).
Febrero 15 de 1862. Boletín Oficial Número 25. Decreto sobre Administración y régimen
político de las Provincias. José Antonio Páez Jefe Supremo de la República. Expedido el 13
de Enero. Este Decreto indica las funciones y atribuciones de los Gobernadores, Jefes
Políticos, Jueces de Paz y Comisarios de Policía. Entre otras cosas dispone que un
gobernador de provincia es General con mando, les da indicaciones de cómo proceder en
caso de invasión repentina o sublevación a mano armada o conmoción interna, su labor
ante los cuerpos militares, les ordena crear un cuerpo militar de la fuerza veterana, le es
propio en caso de conmoción interior, de facciones existentes o invasiones externas el
poder arrestar, confinar y expulsar, y cuando exista el temor de ataque puede llamar al
servicio militar. Los Jefes políticos de cantón deben ser nombrados por el Gobernador. Los
Jueces de Paz los ha de nombrar el Jefe político de cantón. Los Comisarios de policía se
deben crear en las parroquias y caseríos dónde lo estime necesario el Jefe político de
cantón quien los nombra o renueva, estando bajo la autoridad del Jefe político y del Juez
de Paz, y donde sea conveniente se establecerá un Jefe de todos los comisarios, los
comisarios no usan ningún distintivo militar en razón de ser empleados (AHZ, 1862: T. 2, l.
18).
A seguidas de tales medidas, se da comienzo a una leva de hombres sin precedentes y se
presiona pecuniariamente a los responsables de capturar milicianos si no presentan el número de
hombres solicitados:
Mayo 10 de 1862. Gobernador al Jefe político del Cantón Gibraltar. (…) Como la urgencia
de hombres para el servicio es extrema, la Gobernación conmina a Usted con cincuenta
pesos de multa si en el perentorio término de quince días no presenta Usted el número de
hombres exigidos a ese Cantón. (AHZ, 1862: T. 9, l. 1).
Y se procede a un inventario en la Provincia de Maracaibo para conocer la fuerza marítima:
Nómina de los buques de que se compone la escuadrilla. Goleta Ceres (…); Goleta Emilia
con Comandante de navío, Comandante el alférez, Alférez, 15 hombres de guarnición, 30
marineros; Goleta Venezolana (…); Goleta Nueva Era (…); Pailebot Céfiro, San Carlos, Rayo
(…); Bongo Santander con 30 marineros o soldados, Comandante, Alférez, Oficial segundo.
Y a continuación lo fundamental, financiar las operaciones militares. Este proceso se
detalla con los documentos que restan a continuación sobre los empréstitos. Pero antes de entrar
en ese arbitrio dedicado a financiar las guerras, vamos a traer a colación una cita que hace un
recuento de la vida republicana por aquellos años:
420

(…) cuando muere Bolívar, en 1830, se despiertan todos los demonios; la Patria se divide
en pedazos por el mal gobierno de unos y otros. Gobernó primero, durante más de quince
años, la Oligarquía Conservadora [1830 - 1846]; luego vino un Período Liberal dominado
por lo que podríamos llamar una dinastía, la de los hermanos Monagas [1847 - 1858];
después estalló la Guerra Federal [1859 - 1863] que dura, ya lo vimos, cinco terribles años
y en la que se dan más de trescientas cincuenta batallas y unos dos mil enfrentamientos
guerrilleros que causan más de cien mil muertos… Luego se establece la dictadura del
general José Antonio Páez [1861 - 1863]; posteriormente viene un período [1863 - 1870]
dominado por el general Falcón y por el retorno al poder del general José Tadeo Monagas;
después se instala la larga dictadura del general Antonio Guzmán Blanco [1870 - 1888];
ulteriormente ocurre lo que podríamos llamar un Decenio de Transición [1888 - 1898]
dominado por la figura del general Joaquín Crespo; y finalmente la centuria termina con la
llegada al poder, en 1899, del general Cipriano Castro [434].
Diciembre 24 de 1862. Empréstito. Treinta y siete altagracianos son conminados a
financiar la guerra:
Estado Mayor General al Gobernador. Provincia de Maracaibo. Dice el Señor Comandante
militar del Cantón Altagracia lo que copio: “(…) remito a VS la lista de las personas que
pueden contribuir con las sumas en ellas presupuestas (…)” Lista con 37 personas
exclusivas de la Villa de Altagracia con aportes que van de 500 a 20 pesos (AHZ, 1862: T. 2,
l. 14).
Febrero 4 de 1863. Gobierno de la Provincia a los Jueces de las parroquias de Cabimas y de
Lagunillas. Las exacciones para sostener las operaciones militares se extienden a las parroquias del
Cantón Altagracia, la promesa de pago serán por descuentos en operaciones mercantiles:
Debiendo arbitrarse recursos para el sostenimiento de las fuerzas de la Provincia espera
este Gobierno que Ustedes de acuerdo con el Señor Capitán de Navío Carlos Briasco
recoja un empréstito entre los vecinos de esa parroquia según su posibilidad, otorgando a
los contribuyentes un recibo en que se exprese que las sumas que faciliten serán
satisfechas con los derechos de importación, de exportación o de sales que los
interesados causen en la aduana de este puerto. La Gobernación espera que Usted
despliegue la mayor eficacia y prontitud en el desempeño de esta medida, sin dar lugar a
omisión ni retardo alguno que pueda considerarse como una falta. El Señor Capitán de
Navío Carlos Briasco lleva instrucciones del Gobierno para obrar en el particular.
Sutherland [435] (AHZ, 1863: T. 2, l. 30, f. 22).
Abril 13 de 1863. 5° de la Federación. Desde Cabimas se hace la recolecta y esta suma 227
pesos y 5 reales:
Federación Venezolana. Secretaría General. El ciudadano Elías Pérez Jefe de la parroquia
Cabimas ha satisfecho en esta Secretaría la suma de doscientos veintiséis pesos cinco
reales por el empréstito que cupo a aquella parroquia (AHZ, 1863: T. 2, l. 29, f. 153).

434
Ignacio Ramonet. Hugo Chávez Mi primera Vida, Vadell Hermanos Editores, Valencia. 2013. Pp. 109 y 110.
435
1863: en el marco de la guerra federal el general Jorge Sutherland obtiene la gobernación de la provincia de
Maracaibo, debido al malestar ocasionado por los impuestos y levas exigidas por el gobierno de Páez en Caracas,
Sutherland decide independizar el occidente del país y lo nombra "Estado Soberano del Zulia" en su discurso proclama
"No más consideraciones, maracaiberos; la lealtad no nos ordena el suicidio. Rompamos los lazos, proclamemos la
independencia". La intención era negociar de igual a igual con el gobierno Federal de Juan Crisóstomo Falcón, el Estado
Soberano del Zulia, escogía incorporarse a la república federal representada por los Estados Unidos de Venezuela y
presidida por Juan Crisóstomo Falcón. Ese pronunciamiento se da entre el 20 y 21 de febrero de 1863, decisión
encabezada por el gobernador Jorge Sutherland y el Jefe de Operaciones militares Venancio Pulgar. Luego el 15 de junio
del mismo año tras la dimisión de Páez, el general Falcón le comunica a Sutherland que las provincias de Trujillo, Mérida
y Táchira formarán con la de Maracaibo el Estado Zulia.
421

Abril 16 de 1863. Federación Venezolana. Desde Cabimas se envía a Maracaibo ganado


como aporte en especie para las operaciones militares:
Jefatura de Parroquia Cabimas. Esta Jefatura espera ya la embarcación para embarcar el
ganado, pues ya se está retrasando con el ayuno que está sufriendo mucho (…) Elías
Pérez. Antonio Gonzales de Lira Secretario (AHZ, 1863: T. 2, l. 29, f. 160).
Abril 18 de 1863. 5° de la Federación. El ganado de Cabimas se tasa por su valor y se
indica quienes aportan esos toretes y vacas:
Félix Borja un torete valuado en 20 pesos. Lorenzo Romero una vaca evaluada en 20
pesos. Lorenzo Romero un torete valuado en 15 pesos. Pedro Clavel una vaca valuada en
16 pesos. Pedro Clavel una vaca valuada en 15 pesos. José María Pérez dos toretes
valuados en 30 pesos. Juana Villasmil una vaca valuada en 15 pesos. Elías Pérez (AHZ,
1863: T.2, l. 29, f. 162).
Abril 18 de 1863. Jefatura política de Cabimas al Secretario General del estado Zulia. Parte
del ganado es convertido en dinero, la recogida de ganado se extiende más allá de los términos de
la población a las sabanas que son el retiro de Cabimas. El Juez de Paz de Cabimas Elías Pérez es
quien se coloca en todo este operativo de satisfacer las demandas económicas del alto mando
militar que recae sobre los propietarios de esta comarca:
Se ha recibido en este despacho la comunicación de VS fecha 17 del presente mes,
igualmente la piragua Inés al mando del patrón Manuel Padrón, al cual se le entregan seis
reses y cuatro que quedan aquí ya arregladas para entregar la plata, pues he convenido
por las razones que le voy a exponer; las dos de Faustino Perozo, por que se le devolvieron
porque no servían y se le impusieron 30 pesos por las dos reses, una de Pedro Clavel y
una de Juana Villasmil porque se salieron en la noche de la vuelta donde estaban
encerradas, pero que en cuanto se cojan se venden por el mismo precio en que están
evaluadas, y poner yo mismo el dinero en sus manos en la mayor brevedad posible.
Las reses que quedan aquí van marcadas en el inventario de las reses con una cruz en el
número, a excepción de dos reses que mandé a coger a un lugar que llaman Ahorcado del
ciudadano José Gregorio Neri, que es más allá de la parroquia Lagunillas, pero no se en
cuánto las valuarán porque dicen que están muy malas, como lo están también las reses
de esta parroquia que estas son las mejores que hay en esta parroquia que en el corto
número de ganado que existe en este lugar. Al patrono de la piragua Inés se le auxilió con
dos pesos en plata. Dios y federación Elías Pérez (AHZ, 1863: T. 2, l. 29, f. 163).
Todos estos documentos permiten hacer visible la guerra como asunto de cuentas y
números de orden económico y no de acciones gloriosas y heroicas, el resultado será la de un
aparato productivo atacado por dos flancos, uno el de la devastación militar originado por la
acción bélica, el otro, el de un capital extraído que deja en la inopia a los propietarios, en otras
palabras, parroquias asoladas y cantones en estado primitivo. Pero peor aún, los de abajo, los de
muy abajo quedan desunidos y enemistados -odio radicalizado- porque se han aniquilado
mutuamente, lo que origina que la hegemonía del poder se concentre de nuevo en los de arriba
(quienes, por lo contrario, se indultan mutuamente tras cada revolución), restableciéndose así el
control social en manos de los propietarios que podrán así continuar como la clase dominante
(como el indulto de Aranguren), porque los de abajo perdieron la fuerza de su número y la fuerza
de su indignación, puesto que ambas fueron arrasadas con nuevas injusticias y nuevas
desigualdades.
No obstante con Ezequiel Zamora los oscuros o los desgraciados conocieron un modelo
diseñado para implantar un régimen democrático en Venezuela.
422

1.15 Revolución democrática

Para liberar las tierras era preciso un régimen político democrático, donde el campesinado
pobre tuviese un espacio para su protagonismo histórico. En San Felipe Anteo -personaje
mitológico que sirvió al historiador Federico Brito Figueroa para rebautizar a Zamora- convocó “a
una asamblea abierta” y procedió a instituir una nueva entidad federal con el nombre del Estado
Yaracuy -quedaba atrás la división del territorio nacional en Provincias que venía desde los
tiempos coloniales y que se mantuvo después de la Guerra de Independencia-. Con Ezequiel
Zamora mediante elección directa, con participación de todos, incluyendo los hombres de tropa –
obtenía el pueblo el acceso a la condición de ciudadanos-, se eligió Gobierno Revolucionario y,
además, a los Jueces y miembros del Poder Municipal, esa votación directa era significativa,
porque materializó el derecho de ciudadanía para la mayoría (!!!). El Acta Constitutiva fue
difundida por bando y acompañada con la vocería de “Viva el gobierno de la democracia y el
pueblo”. Y recuerda Ezequiel Zamora a sus tropas que:
Ha llegado el momento de vuestros pronunciamientos: proclamad el Evangelio de los
principios políticos de la igualdad entre los venezolanos, el imperio de la mayoría, la
verdadera República, la Federación. Triunfará la bandera de la Federación o me veréis
sucumbir bajo las bayonetas de la tiranía (Brito Figueroa: id. 322).
En San Felipe el General Zamora ordena no violar por ninguna causa las opiniones políticas
de los ciudadanos y sólo hacer uso de la fuerza para los que conspirasen a mano armada contra la
nueva fórmula de gobierno, donde la soberanía la representa sólo el pueblo “explotado y
oprimido” y no las clases dominantes, enfatizando que “nuestro ejército es el pueblo en armas”
(Brito Figueroa: 314). Activa, pues, pronunciamientos revolucionarios para avanzar por el
territorio. Al mismo tiempo desarrollo una intensa actividad para organizar los aspectos
administrativos necesarios para las rentas del estado (id. 343). También protestó contra los
Cónsules Extranjeros residentes en Puerto Nutrias por su injerencia en las cuestiones de la
política nacional y, les advirtió que hacía uso de la “soberanía radical” que ha constituido el
estado de Barinas,
“entidad política que se ha separado del Gobierno Central para gobernarse con leyes
propias mientras se reúne la Convención Popular de las Provincias Unidas de Venezuela,
nuestro Estado no puede dejar de ser reconocido de la sociedad de las Naciones pues se
gobierna por leyes positivas, en consecuencia deben Ustedes reconocer el estado Barinas
si desean continuar en ese Puerto” (id 344).
El poder democrático que se va instalando en aquellas comarcas permite a Zamora aplicar
las siguientes medidas (!!!): 1°) Cinco leguas de tierra a la redonda y por los cuatro puntos
cardinales para uso común de cada pueblo, villa, ciudad o caserío -para frenar y hacer retroceder
la geofagia de los latifundistas y prever el ensanchamiento de las poblaciones-; 2°) Eliminación del
sistema de cobrar arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas y pecuarios -para ir liberando
a los campesinos de la tiranía, expoliación y esclavización de los terratenientes-; 3°) Fijar los
jornales de los peones de acuerdo con las labores -para liberarlos del pago en especies y
permitirles que mediante la obtención de un pago por su trabajo en dinero pudiesen tener la
oportunidad de convertirse en pequeños propietarios- y, 4°) Que los amos de los hatos
empotreren diez vacas paridas, de modo permanente, en las tierras del común, para suministrar
diariamente y de modo gratuito, una botella de leche a los hogares pobres -programa encaminado
423

para derrotar a la pobreza-. En fin, empezaba a buscar vías para crear “una era de felicidad para el
pueblo” (id. 347). Y con ello dejaba una retaguardia asegurada bajo esa política social, para poder
seguir avanzando en el territorio nacional.
Después de Barinas el objetivo militar del Estado mayor era Guanare, la estrategia de
Zamora era la de aislar la ciudad, cubrir todas las salidas y luego avanzar en un círculo de fuego,
esto empezó a ejecutarse en la primera semana de julio de 1859. Como previo, bajo las
instrucciones de Zamora ya se habían puesto en acción otros dispositivos: los cuerpos irregulares y
guerrillas de indios se desperdigaron por todas las veredas; la brigada de Emilio Navarro -el
Secretario de Zamora- tomo el pueblo de Cojedes y sus caseríos; otros comandos pusieron bajo su
vigilancia otros lugares; Turén fue ocupado; y el químico Juan Antonio Michelena -elaboraba la
pólvora y montó la fábrica de municiones- fue ascendido a Coronel y se ocupó de tomar los
caminos claves, y por donde sea se instalaron campamentos estratégicamente ubicados. En otras
palabras el General José Escolástico Andrade -oriundo de Los Puertos de Altagracia de la Costa
Oriental del Lago de Maracaibo y hombre de confianza del Mariscal de Ayacucho durante la
Campaña del Sur en la Guerra de Independencia y conocido de Basilio Borjas - tenía de nuevo a
Zamora encima de él, pues Andrade era quien estaba de Jefe de la guarnición de Guanare; para el
7 de septiembre Andrade abandona la ciudad, porque el sitio se hacía insostenible, sus soldados
desertaban a diario, escaseaba el agua y los alimentos y el hospital estaba colmado de heridos,
sólo gracias a su veteranía logra forzar la salida. Y entra, entonces a la ciudad, el General José
Desiderio Trías a quién Zamora había encomendado el sitio de aquella población (id. 360/362).
Para septiembre de 1859 se reunió la Convención Popular y la Asamblea Constituyente,
integrada por los Diputados de los Cantones que habían sido elegidos mediante el sistema de
votación directa supervisada por el Licenciado Francisco Iriarte. A esa Convención asistió una
representación del Ejército Federal de Occidente, con voz y voto. Allí se elaboró la Constitución del
Estado Federal de Barinas, que entraría en vigencia después de que recibiera la correspondiente
sanción popular de todos los ciudadanos (id. 363). Mientras Zamora instituía el poder democrático
en Portuguesa y Apure. Zamora era enfático en sus propósitos dejaba saber que:
(…) él no estaba haciendo la guerra por la revolución para imponer gobernantes a los
pueblos, sino al contrario para que los pueblos se gobernaran por sí, pues era así como él
entendía la democracia y la federación (id. 365).
El 17 de septiembre de 1859 se va a poner en evidencia la fractura de los insurgentes -
habían zorros de todos los pelajes-, Guzmán y Falcón dirigen un ejército convencional donde los
soldados son la tropa que no sigue un proyecto de hacer patria para los indios y para los pobres,
mientras que los efectivos de Iriarte, Napoleón, Bruzual, Echeverría, el Padre Ramírez, Echeandía,
Antolino Álvarez, Natividad Petit, Prudencio Vásquez, Juan José Moronta, García, Chaquert,
Brandford, Morton, “El Calvareño”, “El Agachado” combaten por instaurar “la democracia”
mediante una "revolución total". Unos son pues zamoristas y pretenden hacer la revolución, y
otros son guzmancistas y buscan mantener las estructuras heredadas de la colonia y apoderarse
del gobierno para medrar del tesoro público. Dentro de esa terrible circunstancia que podía
condenar la Guerra Federal a la derrota, Zamora busca reunirse con Falcón para unificar las
fuerzas armadas que ambos presiden e integrar los cuerpos que combaten en Centro, Oriente y
Sur a un solo brazo armado. La lucha contra el gobierno se veía amenazada por esa escisión. Parte
424

Zamora pues de Barinas para Barquisimeto a donde llega el día 17, pero no está Juan Crisóstomo
Falcón, éste evade el encuentro yéndose con el grueso de sus tropas en dirección a una supuesta
reconquista de Coro -que nunca intentó-. Iriarte entiende el trasfondo de esa actitud evasiva de
Falcón y escribe en sus apuntes “en todo ese juego sucio andaba metida la mano del empalagoso y
pérfido Guzmán y su arte de traicionar”. Zamora, entretanto, en Barquisimeto aprovecha insuflar
los principios sociales a la tropa falconista que quedó resguardando la ciudad y de allí Zamora se
va a los Llanos a combatir a los godos (id. 371) para mantener sus tropas en forma y con la moral
en alto.
Mientras tanto Guzmán prepara la entrevista inevitable entre Zamora y Falcón en la Mesa de
Tabasca de Portuguesa, y en la reunión Zamora firme en sus posiciones obtiene la aprobación del
plan del Ejército único y de que los planes políticos se fijen por consenso por el Estado Mayor, el
precio como ya sabemos, fue el de no realizar el sitio de Guerrilandia que allanaba la vía para irse
a Caracas (y cumplir con su promesa-profecía-pronóstico de entrar a Caracas el 20 de febrero de
1860), con las paradas explosivas en San Carlos, Valencia, La Victoria y estar allí el 20 de febrero de
1860 tal y como Zamora había jurado que cumpliría o “pereceré por el pueblo”. Guzmán, por su
parte, andaba ganando tiempo para intentar llevar a la práctica su política capituladora ante los
godos y así evitar que la Guerra Federal se convirtiese en el triunfo de la Guerra popular o guerra
social -que Ezequiel Zamora estaba llevando a la práctica al ir formando gobiernos democráticos
en aquellos territorios liberados del control de los oligarcas, godos y conservadores-. Falcón
secundando a Guzmán consigue desviar la Campaña hacia Barinas en vez de avanzar, es decir,
retrocede, recula, a lo que Zamora accede para no romper la unidad, pero astutamente le
compromete ante la tropa de que de allí saltarían para Caracas (id. 374, 375).
En conversaciones con Brandford el Jefe del Pueblo Soberano le indica que una vez estén
en la capital de la república se implantará:
(…) el gobierno de la democracia y la federación y no habrá hambre, no habrá miseria, ni
mazmorras, ni grillos para el pueblo que hizo la independencia pero el fruto fue nada más
que para la oligarquía (id. 381).
El panorama era de gran tensión, porque la acción dilatoria preconizada por Guzmán
permitiría al ejército del gobierno pasar a la ofensiva, con el agravante de un gran reagrupamiento
de lo más selecto de sus cuadros militares -juntando oficiales de Caracas, Aragua, Carabobo,
Cumaná, Guárico, Coro, Barquisimeto, Yaracuy, Trujillo, Maracaibo y Mérida- y una gigantesca
leva de nuevos reclutas (José Escolástico Andrade con motivo a estos cambios fue dado de baja
por los oligarcas por su derrota en Guanare y desaparece de la escena de la Guerra Federal), en
otras palabras, el Ejército Federal tendría ahora frente a sí a un ejército gubernamental con una
mejor organización de sus cuadros militares y numéricamente revigorizado (el dinero de los
oligarcas financiaba ese esfuerzo supremo para intentar salvarse), pero Zamora no ceja en su
empeño y frente a aquella dificultad concibe que, en vez del sitio de Guerrilandia que tan bien
había planificado se realizará ahora el entrampamiento de aquella inmensa fuerza enemiga en la
Batalla de Santa Inés (id. 376, 377). Santa Inés suplantaba a Guerrilandia en la estrategia militar
del Cabo Zamora -ya era General de Brigada, pero así le trataba la tropa para demostrarle cariño,
porque un Cabo, es quien está al frente de los soldados rasos en la batalla dirigiendo a sus
sargentos y cabos segundos en medio de la acción y garantizando la vida de los suyos con las
425

decisiones tomadas entre el peligro de las balas, cañonazos, sables, lanzas y machetes-.
Desaparecido del escenario nuestro héroe y guerrero altagraciano el Coronel José Escolástico
Andrade, proseguiremos para conocer la fortuna que acompañará a nuestro querido Cabo
Ezequiel Zamora en lo que resta en esta epopeya popular.
Zamora tras vencer en una confrontación abierta a los liberales moderados en esas
conferencias político- militares, es nombrado General en Jefe de los Ejércitos Federales de la
República, es decir, logra que se le extendiese el título de Generalísimo y que esto se publicase en
el Boletín Oficial y en hojas sueltas. Todo esto lo obtuvieron los zamoristas en esa ocasión,
propinando así una nueva derrota a Guzmán que estaba detrás de esta labor de zapa minando la
brillante labor de los verdaderos liberales revolucionarios (id. 377/379).
Zamora disponía en sus manos, antes de ese nombramiento, correspondencia del Ejército
Federal de Oriente donde se le comunicaba que se le reconocía como único Comandante General
de todas las fuerzas, y se le ponía a su disposición todos sus efectivos, se le pedía, además, que no
se dejase embelecar por los señoritos y patiquines caraqueños y se identificaban los orientales
como liberales revolucionarios. El otro hecho era que en el Centro, Llanos Occidentales y en las
comarcas del Sur del país también era reconocida la ascendencia de Zamora sobre aquellos
cuerpos organizados para la guerra (id. 379/381). La revolución estaba en marcha para honrar las
promesas realizadas por los aristócratas al pueblo durante la Guerra de la Independencia, ahora se
pretendía materializar esas promesas con una democracia revolucionaria que garantizase la
tierra a los hombres y su liberación de la “esclavitud”, porque ésta asumía bajo la República
Oligárquica diferentes formas en esa inequidad extrema (id. 382). Finalmente en esta hecatombe
política, el campo se yergue al fin frente a Caracas con su enorme estatura, en otras palabras, el
ámbito rural se decide a no prestar más vasallaje ante los citadinos.
La Batalla de Santa Inés fue el siguiente paso, que se convirtió en la batalla perfecta en
manos de equipo de guerra que encabezaba “El Cabo”. Del 9 de diciembre al 11 de diciembre la
Batalla de Santa Inés realiza las acciones militares estelares de ese encuentro entre titanes. Ese
paso -el de la batalla- se había transformado en una asombrosa zancada. La repercusión de tan
devastadora derrota para la fuerza de los godos fue tal, que quien estaba acantonado en Guanare
en vez de acudir a ayudar los sitiados en Barinas, abandona la ciudad y se dirige hacia Boconó
buscando llegar a la ciudad de Trujillo donde los godos eran fuertes. El 23 de diciembre los sitiados
de Barinas optaron por la evacuación de la ciudad, en su huida del campo de batalla tomaron
camino a la Sierra de los Andes, pero fueron bloqueados en las Sabanas del Corozo donde se trabó
combate y Zamora ante la debilidad del poder de fuego, porque sus pertrechos habían disminuido
peligrosamente en esta Gran Batalla, optó por incendiar la sabana lo que colocó en desventaja a
los gubernamentales que reemprendieron de nuevo su estrepitosa fuga. El dominicano Marcano -
quien estaba al servicio de Zamora- apareció en plena escena con los pertrechos que traía de la
Nueva Granada y restituido el poder de fuego de los zamoristas, reinician la persecución y ya en
las montañas de Curbatí interceptan por fin a los sobrevivientes, donde los derrotaron
fulminantemente, había culminado con esta última acción la Batalla de Santa Inés que pasa a los
anales académicos del arte de la guerra, fueron en total 14 días incansables , donde no se cejó de
acometer con bríos al grueso y experimentado bando caraqueño (id. 401/409).
426

En Caracas, un gobierno a borde del colapso por la derrota que se les está propinando en
Santa Inés, el 17 de diciembre, ordena que se trasladen los 309 reos por conspiración y subversión
detenidos en la capital y La Guaira al islote de Bajo Seco en el litoral marabino, entre ellos iban a
embarcar con destino a Punta Macoya donde fondearían el 24 de diciembre y el 25
desembarcarían en Bajo Seco en las proximidades de Maracaibo -donde tenían al Gobernador
José Aniceto Serrano en su bando- los muy nombrados José Laurencio Silva, Carlos de La Plaza –
padre de Salvador de La Plaza-, Rafael Urdaneta -hijo-, Juan Bautista Arismendi y Andrés Level, el
resto eran en su mayoría de “los oscuros”, es decir, “artesanos, menestrales, gañanes y malojeros”
que provenían de Yaracuy, Barquisimeto, Cumaná, Coro, Margarita, Barcelona, Guárico, Aragua,
Carabobo y Caracas (id. 411/413).
Mientras esto ocurría en las zonas controladas por el gobierno, en el espacio bajo el
dominio de Zamora ocurrían cambios, el General José Desiderio Trías -es nombrado por el
Generalísimo en Jefe- segundo en el mando de las fuerzas de Occidente, el General Prudencio
Vásquez -el peón Vásquez- marcha a reinstalar el poder democrático en Barquisimeto y Yaracuy, el
General Martín Segovia se marcha a San Fernando de Apure para tomarla a cualquier precio, al
lado de Zamora quedaron Emilio Navarro, Pedro Manuel Rojas, Pedro Aranguren y Jesús María
Hernández entre otros. El 31de diciembre el Cabo Zamora emprende la marcha hacia Caracas,
llegaría a Guanare y luego a San Carlos que estaba en manos de los oligarcas en poder de “un gran
parque” que era apetecido por los revolucionarios puesto que podría dotar a los federales de las
perentorias armas de fuego, municiones y pólvora, para con ellas lanzar el asalto final a sangre y
fuego en los puntos neurálgicos del centro del país.
Los revolucionarios de Oriente también iban en esa misma dirección, San Carlos, y hacia
allí también se dirigían los del Centro. El proyecto que "El Catire" Zamora llevaba para esa
concentración en San Carlos, era que una vez tomada la plaza se reorganizaría el Estado Mayor
General con un mando único, pero respetando los Estados Mayores que se diera cada gran región,
en segundo lugar, el proyecto contemplaba preparar en conjunto el sitio de Valencia y la toma de
Puerto Cabello, y a continuación, emprender la marcha triunfal por Güigüe, Villa de Cura, La
Victoria y entrar a la capital el 20 de febrero de 1860 - fecha aniversario del levantamiento de
Coro presidido por el sabio y revolucionario Melitón Toledo y por hombres como Emilio Navarro-,
y lo más importante entonces sobrevendría, organizar en Caracas una Asamblea Nacional
Constituyente que “estableciera la fórmula de gobierno por la cual han combatido los pueblos”, y
después de ese enorme salto, la realización de elecciones populares en todo el país. Era dado por
un hecho que, entre los acontecimientos que sacudirían aquella ciudad estaría la noticia de la
liberación de los prisioneros de Bajo Seco y la exaltación de Napoleón Sebastián Arteaga [436] al
cargo de Presidente Provisional de la República Revolucionaria que se iba a fundar (id. 415/417).
No queda duda que el balazo que mató el 10 de enero de 1860 al Cabo Zamora en San
Carlos fue por haber tomado esa decisión de establecer una fórmula de gobierno que reivindicara
las seculares luchas de las masas oscuras -los desgraciados según los manuscritos históricos que

436
Todos estos personajes y estos acontecimientos pueden ser consultados en un resumen de la obra de Federico Brito
Figueroa titulada Tiempo de Ezequiel Zamora publicada en incomodísimo.com blog donde Medina Carlos ofrece su
versión sucinta de ese valioso libro. Para los efectos abrir el archivo del blog spot correspondiente al mes de septiembre
del año 2010 donde están cuatro artículos que resumen esa voluminosa obra a pocas páginas.
427

reposan en el Acervo Histórico del Estado Zulia o las turbas como las cataloga ese genial
historiador venezolano José Gil Fortoul-. Ese nefasto día Zamora ya había recibido de parte de los
sitiados una oferta de rendición condicionada a un acuerdo capitular. Se había cumplido
exactamente un mes del punto cénit de la Batalla de Santa Inés, y Zamora entra a San Carlos que
ya controla su gente hasta las cercanías de la Plaza Mayor. La disposición de Zamora con respecto
a los enemigos es que estos deben aceptar la rendición “sin discreción y sin condiciones”. En
aquella toma se realizaban en ese momento la captura de casa por casa, calle por calle y la
construcción de trincheras para asegurarse en los contraataques. Zamora inspeccionando todo lo
adelantado llegó a cien metros de la Iglesia de San Juan -narra Emilio Navarro- y estando por esos
terrenos le invitaron a divisar la plaza desde un boquete abierto en la pared de una vivienda, al
asomarse recibió el balazo que dio fin a su vida. Cayó en una trampa muy bien elaborada, estaba
un francotirador esperando que asomara su rostro -el asesino y criminal una vez consumado su
atentado dejó allí abandonada entre unas matas de plátano su arma homicida y maldita-. Quien
narra estos acontecimientos -Emilio Navarro- le tocó presenciar después el cadáver y escribe que:
(…) este cuerpo es “del mejor amigo del pueblo… con este cadáver terminaron sus bellas
esperanzas, su más seguro porvenir”.
Cuando el Licenciado Francisco José Iriarte –abogado, médico e ideólogo de la revolución-
recibió la noticia de ese abominable hecho cobarde e innoble escribió pensando en el futuro:
¿Hasta cuándo? No lo sabemos. Hasta que de la miseria de los miserables renazca el
símbolo de Ezequiel (id. 421, 480).
Con el asesinato de Ezequiel Zamora por aquellas jugadas de la historia nada gratas para
las Memorias y los anales de una Nación, se renovó la dirigencia de la clase dominante del país,
atrás quedaron las grandes figuras de nuestra historia, como la del héroe, guerrero, hombre
público, Notable y señero miembro de la élite del país el Comandante Basilio Borjas. Lo funesto de
todo esto, es que al arriarse las banderas amarillas que trastrocaban la realidad, no se lograron
liberar las tierras de las garras del latifundio, y con ello se aplazó casi de modo indefinido los
profundos cambios que ese acontecimiento hubiese provocado en el proceso histórico de
Venezuela. En vez de tierras libres que hubieran convertido a los campesinos pobres en multitud
de productores, las tierras yermas mantuvieron a las masas campesinas reducidas a simples
peones, del mismo modo, aquellos capitales urbanos acumulados en Maracaibo no conseguían
permutarse en poderosas empresas agrícolas de alta productividad, porque el monopolio de la
tierra en muy pocas manos impedía la aparición de un mercado de tierras dinámico, ambos
hechos colocaron a la agricultura un techo que jorobaba las grandes aspiraciones de la sociedad
como un todo. Ante tal situación lo que prosperó fue lo ilegal, la corruptela y la desvergüenza.

1.16 Revolución plutocrática

En vez de ir las tierras a manos del agricultor que desde los tiempos ancestrales hasta
tiempos coloniales levantó cosechas, o a las manos del peón que aprendió a criar rebaños con los
españoles, ésta fue bajo la República a la sacro santa propiedad de los plutócratas y oligarcas que
circulaban por los laberintos del poder y la corrupción, tal hecho histórico es lo que se denomina
en este trabajo como revolución plutocrática -que entre otros exaltará a Guzmán al poder bajo la
428

forma de una autocracia con un alto perfil histórico-. La revolución plutocrática tuvo su más alto
logro histórico con el régimen de Guzmán Blanco, donde se cambia todo para no cambiar nada.
Para corroborar lo que se está señalando -revolución plutocrática donde prospera lo ilegal,
la corruptela y la desvergüenza/y una autocracia relevante-, basta con emplear como prueba de lo
dicho un manuscrito hallado en el sondeo de fuentes históricas, donde están todos los entresijos
del poder ligados a un burócrata que es el encargado de administrar las rentas del Cantón
Altagracia. Utilizaremos este documento para cerrar este capítulo sesgado -como todos los demás-
hacia el proceso histórico cabimense. Ese funcionario desde su cargo libra de pagar gravámenes
impositivos (derechos municipales) a quienes poseen bajo usurpación tierras de la nación (uno de
ellos es el Capitán Norberto Pérez de Cabimas), por ese favor, por supuesto, percibía una
comisión destinada a su caudal personal. Quien denuncia a ese administrador corrupto indica,
además, que son multitud de hatos los que están bajo esas condiciones ilegales, además, señala
que ese burócrata forajido es propietario de un hatillo y de una embarcación, medios que emplea
para facilitar el tráfico de contrabando que tiene por punto de origen a Coro o Barquisimeto y
lugar de destino a Maracaibo. La denuncia que hace este ciudadano contra aquel administrador es
viable porque, primero, el denunciado tiene en su expediente político el haber firmado un Acta
contra las autoridades legítimas en el gobierno hace cinco años atrás, y además, segundo, porque
la actuación del burócrata va en perjuicio de la recaudación de rentas, y por último, tercero,
porque el grupo de compinches en el caso del contrabando según el denunciante son unos
conspiradores contra el Estado. El manuscrito en cuestión es este:
Rentas internas
Se manda a proceder contra el administrador de Altagracia por mal desempeño en el
ejercicio de sus funciones.
Lista de los individuos que en el Cantón Altagracia deben a las rentas internas por tener
baldíos que mantienen en usurpación a conciencia y […] del administrador Señor Agustín
Luzardo a saber:
(… …) Norberto Pérez en Tasajeras 18 fanegas tiene en usurpación […] años debe 20,2
pesos (… …)
Nota hay otra multitud de hatos que ocupan terrenos de la nación que el representante
ignora sus nombres y el de dueños cuya noticia pueda ser habida por conducto de las
autoridades de aquel Cantón, exigiéndole a los dueños de los hatos posesión el título
correspondiente que acredite, si el terreno es de particulares o de la nación. Maracaibo
mayo de 1854.
(…) el administrador de rentas internas Señor Agustín Luzardo, que a más de su ineptitud,
monopoliza o tolera los transitantes de la Provincia de Coro y Barquisimeto que
introducen cargamentos al Cantón Altagracia con destino a Maracaibo por la vía de un
hatillo que dicho Luzardo posee al norte de Altagracia, y a la margen del Lago; cuyo
comercio clandestino se hace por el referido administrador con perjuicio de las rentas
públicas por que el dicho administrador tiene una embarcación en que pasa los
cargamentos al silencio de la noche libertando a los conductores así, del derecho
municipal (…) este empleado es uno de los tantos desafectos al Gobierno, y de este modo
favorece a sus copartidarios, pues dicho empleado firmó en Altagracia la célebre Acta del
6 de febrero del año de 48 desconociendo las autoridades del Gobierno (…) denunciante
José Domingo Peña vecino de Altagracia (AHZ, 1854: T. 30, l. 25).
Bajo la revolución plutocrática, por lo visto, la tierra era de nuevo repartida pero entre
quienes exhibían poder, y por si fuera poco ni siquiera pagaban las rentas por su usufructo, el
429

resultado de esta dialéctica perversa es que la ilegalidad se entronizaba en la cosa pública,


condenando a los cantones a no poseer fondos mediante los cuales poder cubrir sus propios
gastos. La revolución plutocrática alcanzaba su más alta realización: la descomposición.
Ante la impotencia de transformar el Cantón Altagracia en un polo agrícola y
manufacturero -para el que estaba llamado por su posición geo-estratégica y la baratura de la
vida- durante este largo período que arranca desde la Batalla Naval del Lago y se prolonga durante
todos estos años que se han descrito en estos primeros capítulos de este irreverente libro, su
fortuna se tuerce y el proceso histórico hace devenir a este Cantón en una empresa abastecedora
de reclutas. Milicianos que la oligarquía y la plutocracia provincial requieren, para mantener a las
asentaderas de sus representantes en los sillones y butacas de las oficinas de un Palacio de
Gobierno en la Maracaibo porteña y europeizada, o en su defecto en el consistorio, y cuando no
en la “Honorable” Diputación. En ese proceso el Cantón Altagracia se va estropeando, porque en
vez de extraer frutos de sus tierras, lo que les han asignado los gerifaltes capitalinos son las tareas
de traficar con los hombres en edad de servicio militar. Las guerras por lo tanto desvalorizaron el
laboreo de las tierras y pusieron por lo alto la extracción de reclutas de las aldeas, caseríos,
partidos rurales, vecindarios y pueblos parroquiales, con la terrible consecuencia, de que esta
actividad que vacía a los campos de su fuerza de trabajo humano era lo mismo que condenar a sus
tierras a ser clasificadas como yermas. En síntesis, el campo quedó transmutado en un territorio
latifundista, y el Cantón Altagracia tomó consciencia de que la actividad militar no le recompensó
ni en riqueza, ni en poder, ni en gloria, sino que lo colocó en un «estado triste» que lo puso al
borde de su disolución como entidad político-territorial. Y sus conglomerados humanos sometidos
a tantas vejaciones, fueron declarados en los papeles oficiales del gobierno provincial como
“poblaciones desgraciadas”. La recluta azotó este cantón como una plaga peor que la peste, las
sequías, la delincuencia, la miseria, el abandono, las enfermedades, el deterioro de las obras, el
hambre, el contrabando, la violencia social, la rivalidad política, el analfabetismo, la desesperanza.
Y ese mal extremo, la recluta, tiene en última instancia como lamentable logro que una geografía
de la desgracia sustituya una geografía donde existían espacios de agrado, los cuales habían sido
conquistados con mucho sacrificio, voluntad e inteligencia por estos conglomerados humanos
dirigidos por sus élites del campo tal y como se ha reseñado en este recuento de los hechos más
sobresalientes de la Historia de Cabimas entre 1748 y 1864.
Se va a pasar, ahora, a la escena final de esta narración histórica, donde la tragedia
humana se expresa con su mayor intensidad.
430

CAPÍTULO VI

CANTÓN MILITAR
Disolución

1. Bastión militar
1. 1 Censo de población y Registro de milicias
La población de la parroquia Cabimas el año de 1820 era de 580 habitantes según el
padrón de habitantes levantado por la iglesia, el año de 1837 el censo realizado por las
autoridades civiles arrojó 798 habitantes, y para el año de 1843 la población se había elevado a
1.013 habitantes. Esta información recogida por la esfera gubernamental, en nuestra opinión, fue
utilizada por la Comandancia de Armas de la Provincia para calcular el número de milicianos que
podía alistar en cada lugar. El año de 1845 el propio Coronel José Escolástico Andrade reiteró la
necesidad de ese gasto para formar censos, y se observa en los manuscritos de la época cómo se
tenía una real preocupación por lograr la eficacia en esa tarea de conocer la realidad demográfica.
Todo se organizaba con meticulosidad: se instruía a los Concejos cantonales para que recibieran
los censos de las parroquias, se nombraron unos comisionados para que formaran dichos censos, y
éstos debían señalar a los habitantes tanto viviendo en población como habitando en los montes.
En el año de 1846 en una reunión ordinaria del Concejo de la Villa de Altagracia, se dejó
constancia en Acta de haber cumplido con el censo de población del cantón y de estarse dando
cumplimiento a las disposiciones administrativas pertinentes al respecto. Esa Acta reza:
En la villa de Altagracia a los treinta días del mes de Marzo de mil ochocientos cuarenta y
seis: reunido el Muy Ilustre Concejo Municipal de este Cantón en sesión ordinaria
compuesta por su Presidente el señor Justo Moreno y demás miembros que se suscriben-
En la misma sesión el señor presidente puso de manifiesto al cuerpo los cinco censos de
población correspondientes a las cinco parroquias de este cantón practicados por los
comisionados nombrados al efecto por la misma corporación y habiéndolos examinados
escrupulosamente resulta que han sido matriculados seis mil novecientos noventa y un
habitantes, mil seiscientos veintiséis en los campos, y el resto en población (…)
José Gonzales
Secretario (AHZ, 1846: T. 5, f. 27).
La eficacia con la cual se realiza esta actividad y la dotación de financiación sin ninguna
traba ni demora, es un indicador de la existencia de un motivo de fondo, no es difícil adivinar el
destino de estos censos, los cuales irían a dar a la mesa de la plana mayor de la Comandancia de
Armas de la provincia, donde se cotejaba estos censos con las listas de la milicia de reserva que
remitían desde las parroquias [437].
El registro de milicianos incluía a quienes podían ser alistados para el servicio de las armas,
los lugares donde residía, a veces aparecía el oficio a que se dedicaban y era infaltable la edad. Esa
nómina de milicianos debía actualizarse todos los años, indicando los que habían muerto o los que

437
No se está negando que no fuesen empleados para efectos del gobierno civil, es decir, para determinar las
necesidades presupuestarias, la cantidad de comisarios a nombrar para cada lugar, la dimensión de las obras públicas,
etcétera. Lo que se está indicando es que la actividad militar tenía una importancia determinante, de tal modo que un
censo de población no era ajeno a esa prioridad.
431

estaban ausentes. En este sentido, esas listas ofrecen datos importantes sobre varios aspectos de
esos conglomerados humanos, como es el perfil productivo -se conoce quiénes eran los artesanos
manufactureros por ejemplo-, el perfil genealógico, el perfil etario, la presencia de algunos
personajes relevantes y su condición socio-económica, y en especial, el rescate del olvido del
sector de los más humildes, porque sus nombres jamás hubiesen sido conocido para la historia de
no ser por estos registros, puesto que solo eran peones, jornaleros, labriegos, marineros,
leñadores y cazadores que en buena medida vivían en los umbrales de la subsistencia.
En la parroquia Cabimas hubo una respuesta positiva y eficaz a ese proceso administrativo
en marcha, éste se iba perfeccionando de año en año. El año de 1842 fueron puestos ciento
ochenta y nueve hombres en calidad de milicianos de reserva, lo que nos permite suponer que si
en Cabimas se censaron 1.013 habitantes el año de 1843, quiere decir que por cada cinco
habitantes uno reunía las condiciones para ser miliciano [438]. Esa proporción nos indica que por
cada grupo familiar de cinco miembros, uno sería reclutado, y esto es espeluznante si se toma en
cuenta que ese individuo sería el más productivo de ese núcleo de parientes [439]. En ese registro
de milicianos del año 1842 llama la atención -como se va a observar- el escaso número de jóvenes
comprendidos entre los 18 y los 21 años de edad, esto puede tener relación con las actividades
bélicas de las cuales se había salido, porque en esta parte del país se estaba a escasos diecinueve
años de los sucesos de la Guerra de Independencia. Esa guerra y las subsecuentes debieron traer
una fractura en la estructura etaria, la cual ahora en su número grueso ofrecía una población que
no era juvenil sino que pertenecía a la edad madura entre 25 y 44 años [440].
El registro de los habitantes de la parroquia de Cabimas puestos en la calidad de milicias
de reserva el año de 1842 (aparece la edad de cada uno de ellos y quienes habían fallecido o
estaban ausentes del lugar) es este:
Registro de la Milicia de reserva de esta parroquia en el año 1842.
a
Félix Borjas 40, Miguel Hernández 29, Manuel M Tello 28, José de la Rosa Perozo 36, José
Asunción Ávila 27, José del Carmen Tello 36, Jaime Ral 28, José Manuel Borja 28, Trinidad
Rendiles 33, Juan Quintero 27, Francisco Capitillo 22, Antonio Borjas 44, Bernardo Sandrea
44, Pablo Rodríguez 28, Manuel Quintero 18, Pedro Aulacio [.5], José Concepción
Balbuena [..], Antonio Hernández [.0] Nicolás Sánchez [.4], José Isabel P[.rozo] [..], [… orio
[..], José Manuel Quintero [..], Juan Cárdenas 26, Pedro Clavel [.2], Juan Balbuena 30,
Estanislao Rodríguez 40, José Ignacio Guerra 44 muerto, Blas Díaz 34, Juan Perozo 34, Juan
Ramos 25, Faustino Perozo 34 ausente, Antonio Abad Tello 32, Victoriano Tello 26, Javier
Benavidez 25, Julián Lozano 36 ausente, Ramón Hernández 27, Eugenio Ruz 24, Juan
Alvarado 42, Francisco Antonio Urdaneta 28, Pedro Reyes 30, Bernardo Reyes 30, Trinidad
Reyes 25, Félix María Perozo 21, Natividad Pauque 42, Patricio Quirós 30, Justo Quirós 25,
Nicolás […ra] 29, Trinidad […osto] 20 ausente, Felipe J. Ga [..es] 28, Asunción […uz]
25,José Gregorio […is] 40, José Andr [… …corrosa] 30, Seba […. Uillen] 20, Cipriano Díaz 27,
Antonio Díaz 20, Antonio María Montezuma 27, José Trinidad Coscorroso 25, Estanislao

438
En un cálculo muy a la ligera, los números arrojan uno por cada 5,35 habitantes, pero habría que debatir más sobre
este asunto, para establecer la cifra que sea más acorde con la realidad. Esta lista por lo extensa da la impresión que se
hubiesen descartado las listas anteriores, para realizar una con la mayor precisión posible. Los asentados en esta nómina
van de 44 años de edad a los 18 años de edad, los de 18 y 19 son muy escasos.
439
Cuando se exponga las exenciones para prestar el servicio militar esta aseveración se va a confirmar, un buen
número de ellos mantenían madres, hermanas u otros parientes.
440
Originada más por los efectos desoladores que causó en la economía esa confrontación armada, que por las muertes
en batalla.
432

Arrieta 27, Manuel Perozo 25, José Gregorio Perozo 19, Félix González 25, Juan Capitillo
19, Aniceto Rodríguez 28, Pedro Áñez 28, Rafael María Lizardo 25, Liberio Lizardo 23,
Aniceto Gi […] 21, José Antonio Quintero y Chirino 36 ausente, Bartolomé Quintero 33,
Fidelis Ochoa 34 muerto, José Antonio Quintero 19, Mateo Landaeta 19, Lorenzo
Ballestero 32, Antonio Capitillo 21, Nicolás Pirela 21, Ángel María Pirela 19, José del
Carmen Pauque 30, Alejos Borjas 23, Francisco Tomás Ávila 21, Narciso Díaz 36, José de la
Cruz Rodríguez 24, Fe […] Antonio Rodríguez 37, José Manuel […dono] 40, Manuel Guerra
25, Francisco Lizardo 26, Andrés Borja 24, Andrés Alvarado 23, Martín Borja 40, Ramón
Perozo 43, Tiburcio Meléndez 28, Celestino González 34, José de la Cruz Quintero 39,
Candelario Pedraza 40, Silvestre González 40 muerto, Faustino Neri [2.], José Asunción
Delgado [3.], Juan Pablo González 36, José Ignacio Bracho 19, Pedro Borja 28, Antonio
González de Lyra 40, Trinidad Ocando 36, E. Miguel Rojas 30, Fausto González 43, José de
las Nieves Nava 30 ausente, Pedro Gil 19, Francisco [… …uis] 29, Asunción Pirela 20.
Se han destacado algunos de los mentados, porque algunos de ellos fueron personajes
relevantes de esa comunidad, otros se colocan porque son los que tienen 18 o 19 años de edad,
llamando la atención que estos últimos son muy pocos, todos los demás están en las edades
comprendidas de los adultos.
Sigue el registro del año 1843 a saber:
Gregorio Andrade 19, Juan José Cárdenas [..], Aniceto Neris [..], Antonio Tapias [.8],
Ildefoncio Leiva [..], Miguel Aquí [441] [… …], Leocadio Flores 30 ausente.
Y el año de 1844:
José Dolores Capitillo 20, Ildefoncio Leiva 18, Eusebio Franquiz 33, José de la Rosa Ramírez
20, Pedro Pulgar 20.
Habiendo estado este registro abierto desde el día 1° del presente mes hasta el hoy día
de la fecha alistándose en otro registro todos los milicianos que se han presentado,
quedando desde hoy disuelta la junta de alistamiento, firmando este registro los
miembros que la componen. Cabimas Noviembre 30 de 1844. Es copia del original que
queda en este archivo de mi cargo. El Juez 1° de Paz Trinidad Ocando (AHZ, 1845: T. 11, ff.
152/154) [Todas las Negritas son nuestras].
Para el siguiente año, mil ochocientos cuarenta y cinco (1845), las autoridades superiores
recibían sin falta aquel informe sobre milicias provenientes de Cabimas, en esta ocasión se agrega
el oficio -la actividad económica- al que se dedica el alistado y el estado civil:
En la parroquia de las Cabimas a los ocho días del mes de Diciembre de mil ochocientos
cuarenta y cuatro: De conformidad con el artículo 200 del reglamento de milicias del año
del 1836. Se reunió la junta de alistamiento y se abrió el registro del que habla el artículo
1° del citado reglamento de milicia de reserva, alistándose todos los que han cumplido la
edad de 18 años a saber los siguientes:
Félix Ramos 18 soltero labrador, José María Ocando 18 soltero labrador, Bartolomé Borja
18 soltero labrador.
Habiendo estado este registro abierto hasta hoy por haber estado el juez 1° enfermo y
este juzgado no haber tomado posesión hasta el día veinte y uno que se recibió el archivo,
y habiéndose asentado o alistado en dicho registro los vecinos que se han presentado,
conforme a los artículos ya citados, nombrando esta junta dos suplentes por impedimento
de los miembros nombrados por el Ilustre Concejo Municipal del Cantón a los señores
Basilio Borja, por el Señor Concepción Balbuena por ser Juez 2° de Paz de esta parroquia y
al Señor Antonio González de Lira por el Señor Miguel Rojas, por no hallarse presente al

441
Es mencionado por Basilio Borjas en un informe -ya citado- que eleva al Gobernador sobre el proceso de obtención
de reclutas en la parroquia Cabimas. El “Aquí” allí mencionado es un apellido indígena (dato tomado de Nerio Romero).
433

tiempo de cerrarse el registro, en cuya virtud queda cerrado y disuerta esta junta de
alistamiento hoy día de la fecha remítase, copia de ella al señor Jefe Político del Cantón
para los fines que sean convenientes- Cabimas Enero 25 de 1845- El Juez 1° de Paz Martín
Borja- El Juez 2° José Concepción Balbuena- notable Lorenzo Capitillo- notable Pedro
Toledo- notable Basilio Borja- notable Antonio González de Lira.
Martín Borjas (AHZ, 1845: T. 11, f. 196).
El oficio u ocupación del miliciano debió ser incluido por muchas razones, una de ellas
pusdo estar relacionada con las exenciones, por ejemplo, la de navegante, criador o industrial. El
estado civil también estaba vinculado al asunto de las exenciones del servicio militar.
La importancia concedida al alistamiento de milicianos salta a la vista, al cerciorarnos de la
inclusión en esa Junta de Alistamiento de los Notables del pueblo, creemos que se hizo para
conceder a ese acto -con el prestigio social de estos personajes- un gran significado público. No
era para menos, con esas Compañías de milicianos «los acomodados» preservaban su
tranquilidad, como se ejemplifica con la Expedición a la Goajira -de la que se da noticia en este
trabajo-, operativo que se pone en marcha para castigar a los feroces indios que han atacado a un
bergantín, es decir, a una propiedad de los comerciantes.
La presencia de los Notables en las Juntas de Alistamiento fue ordenada desde arriba, es
decir, por indicaciones de una élite intelectual que velaba por el empleo de los símbolos para
mantener el control social:
Jefatura Política. Altagracia Diciembre 3 de 1857 Gobernador
Se ha recibido en este Despacho el oficio (…) en el cual se sirve recordarme que el día 8 de
Diciembre deben convocarse las Juntas de alistamiento, y que proceda a designar cuatro
vecinos notables para las demás parroquias (…) cúmplese su orden superior.
José A, Chávez (AHZ, 1857: T. 9, l. 21).
En Cabimas desde el año 1836 se tiene noticia del alistamiento de milicias -con esa fecha
se aprueba el Reglamento de Milicias-, el mismo Martín Borjas quien realizó el registro de
milicianos en 1845 es quien el año 1836 envía dos comunicaciones a Maracaibo relacionadas con
el mismo asunto. En la primera avisa el envío de la lista de milicianos:
Juzgado de Paz al Señor Gobernador de la Provincia. Cabimas Noviembre 24 de 1836. 7° y
26°
Adjunto acompaño a VS el registro en que se han asentado todos los vecinos de esta
Parroquia para el alistamiento de la milicia, según la Ley y la orden de VS, quedando en
este Juzgado copia de otro registro.
a
Dios Guarde a VS
Martín Borjas (AHZ, 1836: T 3, f 95).
Y en la otra comunicación con fecha de Diciembre 24 de 1836 le indica al Primer
Magistrado que ha recibido una Circular:
(…) mandando a reunir de nuevo la Junta de Alistamiento de la milicia de reserva, para
colocar los que faltan para alistarse, la que no se ha reunido por no faltar ninguna
persona por alistarse, a excepción de aquellos que por la Ley están exentos (id. 98).
En esta segunda comunicación como resulta obvio sale en defensa del derecho que deben
gozar algunos habitantes de ser exceptuados del servicio militar, lo hace cuando se le conmina a
realizar un nuevo registro. Tal conducta consecuente con los suyos se explica, en parte, por qué
Martín Borjas es Juez de Paz de Cabimas en diversas ocasiones e incluso Síndico parroquial, lo cual
revela su aceptación social y su sólida experiencia. Esa conducta de Martín Borjas frente al
reclutamiento se convirtió en una política de las autoridades públicas en esta Cantón Altagracia,
434

no se enviaban tantos reclutas como les reclamaban desde Maracaibo, aspecto que se abordará
más adelante en este capítulo.
Para el año de 1851 realizan una relación de los que se han presentado para alistarse en la
Milicia Nacional desde el año 1844 hasta el mes de enero del año 1851 en Cabimas:
Año de 1844: Capitillo, Leiva; Franquis, Pulgar. Año de 1845: Ramos, Borjas, Neris,
Ocando, Borjas. Año de 1846: Santiago Cepeda, Quirós, Millano, Antonio Abad Ramones,
Montesuma, Moronta. Año de 1847: Lisardo, Losano, Losano, Tello, Leal, Nava, Borjas,
Pauque. Año de 1848: Álvarez, Quirós, González, Montesuma, Capitillo, González, Perozo,
Cardozo, Rondón, Arrieta. Año de 1851: Guillén, Díaz, Andrade, Urdaneta, Leal, Reyes,
Ballestero, Toledo, Andrade, Ral, González, Tello, Rodríguez, Quintero, Pinillo, Díaz, Ávila,
Rodríguez, Nava, José Asunción Ávila, Bracho, Perozo, Toledo, Neris, Borjas, Valdez,
Quintero, Montezuma, Borjas, Alvarado, Rodríguez, Ramones, Ballesteros, Áñez,
Landaeta, Márquez, Hernández, Ramones, Perozo, Perozo, Pérez, Eusebio Moreno, Borjas,
Freites, Domínguez, Sánchez, Benavides, Rodríguez, Borjas, Virchez, Urdaneta, Romero,
González, Quintero [442].
(…) se han alistado todos los individuos que han cumplido la edad prevenida, y otros que
aún teniendo la mayoría de edad no estaban alistados (…) Parroquia de Nuestra Señora
del Rosario. Cabimas ocho de Enero de 1851 (…) El Juez 1° de Paz Antonio González de Lira
- El Juez 2° de Paz Miguel Antonio Castillo - miembro Antonio Hernández -miembro José
Asunción Ávila - miembro Eusebio Moreno - miembro Andrés Borjas -Francisco Álvarez
Secretario (AHZ, 1850: T. 21, l. 27, f. 105) [Solo se ha colocado el apellido para abreviar].
Para el 9 de Enero de 1852 en Cabimas se cierra el registro abierto el 8 de diciembre de
1851, y se coloca la edad y el oficio de cada miliciano:
Freites 18 navegante, Perozo 18 labrador, Castro 18 agricultor, Neris 31 labrador, Delgado
38 albañil, Pauque 18 agricultor, Landaeta 28 agricultor, Leal 26 agricultor, González 19
agricultor, Leal 24 agricultor, Perozo 18 agricultor, Tello 33 navegante, Lorenzo Romero 30
navegante, Tello 35 navegante, Cardozo 30 agricultor, Quintero 30 agricultor, Andrade 26
agricultor, Capitillo 29 agricultor, Capitillo 18 agricultor, Capitillo 26 agricultor, Capitillo 23
agricultor, Bracho 20 agricultor, Díaz 18 agricultor, Moronta 22 agricultor, Reyes 35
agricultor, Pirela 28 agricultor, Pirela 18 carpintero, Losano 26 agricultor, Losano 22
agricultor, Pulgar 27 criador, Borjas 18 criador, Perozo 25 agricultor, Perozo 36 labrador,
González 18 agricultor, Negrete 32 navegante, Ramones 18 navegante, Andrés Borjas 35
agricultor, Neris 26 agricultor, González 24 agricultor, Aparicio 18 soltero.
El Presidente José de la Cruz Moronta Es copia Evangelina Olivares (AHZ, 1850: T. 21,
f.127).
Para el 9 de mayo de 1851 se tiene una nómina más importante porque aquí se detalla
además los integrantes de la Compañía de milicianos de Cabimas:
a
Registro de medias filiaciones de la 4 Compañía del medio Batallón milicia de reserva del
Cantón Altagracia.
En las clases de Capitán y Teniente con el ejercicio de sastre y negociante un Montero y un
Olivares oriundos del vecindario de Altagracia. Como Subtenientes Pedro Gil y Francisco
Marrufo con ejercicio de labrador y navegante nativos del vecindario de Cabimas. Como
Sargentos Antonio Capitillo, Narciso Díaz, Félix Rodríguez y Andrés Borjas todos con el
ejercicio de labradores y todos originarios de Cabimas.
De Cabimas todos los cabos y soldados que están a continuación. En la categoría de Cabos
Eugenio Ruz labrador, José Ignacio Perozo criador, Eduardo Montesuma navegante, José

442
Estos son el número de individuos por apellido: de los Borjas: 7. Perozo 4. González: 4. Los Capitillo, Montesuma,
Quirós, Tello: 2 cada uno. No se han colocado sus nombres sino sólo el apellido para destacar la genealogía dominante.
435

María Ocando labrador. Francisco Tomás Ávila, Faustino Neris, Aniceto Neris, Ildefonso
Leiva, Pedro Pío Pinillo, José Trinidad Nava, Ignacio Bracho y Alejos Borjas todos
labradores. Como Soldados hay un cazador que es Justo Quiroz, seis navegantes que son
Patricio Quiroz, Octaviano González, Dolores Capitillo, Manuel María Tello, Teodoro
González y José Antonio Quiroz, tres carpinteros quienes son Trinidad Rendiles, Pedro
Borjas y Jaime Leal, dos pescadores Francisco Benavides y José Manuel Borjas, tres
zapateros quienes son Eusebio Moreno, Lorenzo Ballesteros y Cruz Ballestero, siete
criadores quienes son Pedro Clavel, José de la Rosa Perozo, Pedro Pulgar, Antonio Borjas,
Santiago Quintero, Francisco Álvarez, Diego Guillén, Toribio Perozo y Benito Romero, dos
albañiles José Encarnación Valdez y José Bernabé Quintero, un músico Javier Benavides,
dos sombrereros Cesario Rodríguez y Elías Pérez, y dos jornaleros Mariano Quintero y
José Jesús Rendón. Como soldados con oficio de labradores hay sesenta y siete [443].
Es copia fiel.
Maracaibo Mayo 9 de 1851.
El comandante Asunción Farías (AHZ, 1851: T. 10, l. 28, f. 181) [Contenido del manuscrito
se ha resumido y desglosado]. (Allí figuran personajes que destacan en esta historia).
Como se observa en esa nómina, no sólo se señala su oficio civil, sino también su clase
militar. Es justo mencionar que en la 5a Compañía del medio Batallón integrado por parroquianos
de Lagunillas había un cabimense en la clase de Sargento 2° quien era Cruz Moronta, en esa
Compañía el Capitán era Manuel Barroso (id. f. 126). En la de Cabimas se observa que los oficiales -
“los clases”- son de la Villa de Altagracia los de mayor rango y los Subtenientes son de Cabimas,
luego vienen los suboficiales como son los Sargentos y los Cabos igualmente oriundos de Cabimas,
y finalmente los Soldados “todos nativos de Cabimas”, lo que nos indica una cadena de mando que
responde a una jerarquía político-territorial. Esa jerarquía responde a los de arriba y los de abajo,
donde en el medio está el eslabón clave, es decir, el de los suboficiales, quienes son el vínculo
crucial entre oficiales y soldados rasos. Los González, Borjas, Perozo y Tello destacan por lo
numerosos, en otras palabras, son parte de las familias que identifican a la población de Cabimas,
eran los apellidos dominantes en Cabimas, lo cual les otorga un poder como familias en las redes
sociales.
En 25 de Abril de 1855 el Jefe Político del Cantón Altagracia presenta unos censos de
población de todas las parroquias bajo su jurisdicción, lo que llama la atención es que estos
censos son parciales, solo incluyen un “Padrón de los hombres que en este Cantón Altagracia
tienen la edad desde 18 hasta cincuenta años. N° 12”, allí aparece el Nombre, Edad, Estado civil y
Oficio. Se seleccionó la parte de la nómina -esta es muy larga- donde creemos que están los que
pertenecían a la parroquia Cabimas:
Juan Borjas, edad 24, Estado civil soltero (s), Oficio labrador (l). Basilio Díaz 21, s, l. Pedro
Benavides 18, s, navegante (n), Ramón González 23, s, l. Eleuterio Capitillo 19, s, l. Jesús
Rondón, 36, s, l. Vicente Araujo 21, s, l. José Gregorio Neri, 19, s, l. José Ma. Neri 19, s,
navegante. Felipe Toledo 21, s, l. Simón Quintero 19, s, l. José Antonio Rodríguez 19, s, l.
Natalio Perozo 19, s, l. José Andrés Fernández 20, s, l. Francisco Borjas 19, s, l. Miguel

443
La lista ha sido modificada para mostrar los oficios y las clases militares -rangos-. Entre los soldados rasos hay
numéricamente -por apellidos-: 1 Balbuena, 5 Quiroz, 1 Urdaneta, 1 Alvarado, 1 Vílchez, 2 Pirela, 2 Reyes, 4 Quintero, 6
González, 1 Marques, 1 Áñez, 1 Rendiles, 2 Benavides, 1 Moronta, 3 Quintero, 2 Lisardo, 2 Capitillo, 5 Borjas, 3 Tello, 1
Delgado, 1 Neris, 1 Rondón, 1 Gómez, 2 Montezuma, 2 Toledo, 6 Perozo, 2 Arrieta, 1 Landaeta, 3 Leal, 1 Rodríguez, 2
Díaz, 3 Pauque, 1 Ávila, 1 Melean, 1 Borges, 2 Ballestero, 1 Nava, 1 Guerra, 1 Clavel, 1 Piña, 1 Moreno, 1 Pulgar, 1
Franquis, 1Millano, 3 Ramones, 1 Losano, 1 Sos, 1 Álvarez, 1 Cardoso, 1 Guillén, 2 Andrade, 1 Valdez, 1 Hernández, 1
Pérez, 3 Domínguez, 2 Freitas, 2 Sánchez y 1 Romero.
436

Borjas 20, s, l. Antonio Barrios 20, s, l. Antonio Lizardo 19, s, l. Froilán Quintero, 19, s, l.
José Encarnación Alvarado 24, s, l. Ramón Rodríguez 21, casado, carpintero, l. [De aquí en
adelante se colocará solo el apellido para efectos genealógicos] Tello 18, s, l. Nava 21, s, l.
Reyes 19, s, l. Balbuena 25, c, l. Rodríguez 30, c, l. Freites 31, s, l. Urdaneta 42, c, l. Reyes
35, c, l. Moronta 28, s, l. Urdaneta 28, s, l. Siba 46, c, l. Ocando 20, s, navegante. Trinidad
Rendiles 40, c, carpintero. Quintero 38, c, l. Áñez 39, c, l. Capitillo 28, s, l. Capitillo 31, c, l.
Reyes 44, c, l. Ildefonso Leiva 34, c, l. Antonio Abad Ramones 30, c, l. González 48, c, l.
Arisa 40, s, l. Quintero 20, s, l. González 25, s, l. Manuel María Tello 38, s, navegante. Jaime
Ral 37, c, carpintero. Pedro Gil 30, s, l. Montezuma 42, c, l. Borjas 26, s, criador. Freites 25,
s, l. Castro 24, s, l. Castro 22, s, l. Pulgar 30, c, l. Neris 28, c, l. Eugenio Ruz 34, c, navegante.
Cruz Moronta 40, c, l. Javier Benavides 45, c, navegante. Montezuma 26, c, l. Aparicio 26,
c, l. Borjas, 29, s, l. Pérez 30, c, l. Pérez 40, c, l. Eusebio Moreno 38, s, l. Ruz 37, c, l.
Francisco Ruz 24, s, carpintero. Ruz 22, s, navegante. Elías Pérez 28, c, navegante. Felipe
Fernández 38, s, platero. Benavidez 46, c, l. Miguel Antonio Castillo 38, c, Industrial
[ventorrillero]. Luciano Negrete 39, c, carpintero. Negrete 29, s, jornalero. Toledo 28, s, l.
Toledo 26, s, l. José María Rincón 30, c, Industrial. Bernardo Rincón 19, s, Industrial.
Perozo, 28, s, l. Benito Romero 27, s, criador. Lorenzo Romero 33 [444], c, navegante.
Arrieta 38, c, l. Matías Meléndez [445] 30, s, l. Ocando 30, c, l. Norberto Pérez 36, c. l.
Lizardo 40, c, l. Andrade 38, c, l. Landaeta 30, c, l. Sánchez 48, c, l. Pedro Borjas 48, c,
carpintero. Leal 32, c, l. Anacleto Nava 25 [446], c, l. Hernández 49, c, l. Leal 34, c, l.
Bracho 32, c, l. Borjas 30, s, l. Pauque 34, c, l. Rodríguez 40, c, l. Nava 28, c, l. Pedro Pio
Pinillo 30, s, l. Blas Díaz 40, c, l. Quintero 26, s, l. Quintero 21, c, l. Pauque 26, s, l. Pauque
26, s, l. Pauque 28, s, l. Pauque 21, s, l. González 40, c, l. Leal 30, s, l. José Asunción Ávila
28, c, l. José de los Santos Borjas 20, s, l. Tiburcio Meléndez 30, c, l. Díaz 32, c, l. Ballesteros
38, c, l. Ballesteros 28, s, jornalero. Andrade 24, c, l. Arrieta 23, s, l. Domínguez 25, c, l.
Guillén 27, c, l. Neris 26, c, l. Prieto 21, s, l. Alfaro 25, s, l. Rodríguez 46, c, l. Perozo 30, c, l.
Díaz 23, s, l. Torres 26, s, l. Faustino Perozo 49, c, criador. Picón 38, c, l. Quintero 40, c, l.
Ávila 34, c, l. Neri 39, s, l. Pedro Clavel 40, c, criador. Ramos 32, c, l. Miguel Rojas 42 [
[447], c, l. Freitas 20, s, navegante. Freitas 18, s, navegante. Domínguez 28, c, l. Romero
30, c, l. José Ambrosio Barrera 40, c, navegante. Tello, 26, s, jornalero. Perozo 25, s, l.
Perozo 23, s, l. Perozo 30, c, l. Perozo 28, c, l. Millán 26, s, l. Perozo 18, s, l. Ramos 30, s,
navegante. Portillo 29, s, navegante. José A Pérez 42, c, zapatero. Prieto 30, s, l. Perozo
20, s, l. Quintero 32, c, l. Quirós 30, s, l. Quirós 28, c, l. Andrés Borjas 30, c, l. Ballestero 24,
s, navegante. Capitillo 21, s, jornalero. Pirela 30, s, l. Bartolo Pirela 28, s, criador. Galué 30,
c, navegante. Rodríguez 32, c, l. Cárdenas 40, s, l. Chourio 32, c, l. Delgado 33, c, l. Gómez
31, s, jornalero. Herrera 30, c, jornalero. Juan Pablo Medina 46, s, navegante. Vicente
Medina 27, s, navegante. Ramones 25, s, navegante. Rafael Reyes 34, c, l. Tello 28, c, l.
Tello 40, c, l. Tello 40, c, l. Manuel Barroso 34, c, carpintero. Rodríguez 34, s, navegante.

444
Es el mismo Lorenzo Romero que aparece en el registro de milicianos del año 1852 como navegante y debe ser el
mismo que ocupó el cargo de juez y también el destino de capitán de milicias.
445
Este Matías Meléndez no parece ser el de La Rita, es decir, el Juez y Comandante, porque éste es un labrador, y aquel
era un hombre de fortuna, tanto que mantuvo al templo con sus propios caudales durante quince años. Es muy probable
que el Norberto Pérez si sea el Capitán de la Compañía de milicias de Cabimas.
446
El año de 1846 hubo un niño de nombre Anacleto Nava que destacó como alumno en la escuela de Cabimas, pero por
la edad de éste que aparece en el censo de 1855 no es la misma persona, éste sí debe ser el comisario que se menciona
el año de 1858 en los documentos de la historia de Cabimas.
447
Es el mismo Eduardo Miguel Rojas que aparece en el registro de 1842, se determina por la edad, lo que quiere decir
que el Juez de Paz -o Jefe civil- que aparece en Cabimas como Miguel Rojas a secas es el mismo Eduardo Miguel Rojas
que construyó la escuela e hizo otras obras para esta parroquia. Y es el mismo que conseguimos remitiendo milicianos
en el año de 1858 a Maracaibo.
437

Martín Moreno 26, c, Industrial. Romero 33, s, l. Miguel Antonio Pinillo 35, s, criador.
Domínguez 23, s, navegante (AHZ, T. 6, l. 12, ff. 583/586).
Esta lista de habitantes que se restringía a los varones entre 18 y 50 años de edad
confirma lo que se aseveró al inicio de este capítulo, el interés que privaba por los datos
demográficos era para los fines de la leva de hombres para el servicio de las armas, así lo evidencia
la edad de los empadronados, era la edad en que podían ser reclutados.
Este Cantón Altagracia, en especial, interesaba a los gobernantes de la capital provincial
para efectos de la recluta, en ese sentido es que, en nuestra opinión, se le asignaba el papel de
Cantón Militar. Porque en esta jurisdicción existía tradición militar, es decir, tanto en Cabimas, La
Rita como los Puertos de Altagracia existían personas que habían participado en acciones militares
desde los tiempos coloniales y habían alcanzado renombre en esas actividades, por otra parte la
cercanía entre el Cantón Altagracia con el Cantón Capital facilitaba el traslado de milicianos desde
estas costas hasta Maracaibo a muy bajo costo económico, y por último, el Cantón Altagracia
estaba ubicado estratégicamente para defender o atacar al Cantón Capital, lo cual lo convertía en
el Bastión Militar por excelencia de la provincia.
Los milicianos extraídos de todas estas parroquias, por lo general, estaban destinados a las
guarniciones que estaban localizadas en Maracaibo o en sus cercanías, las guarniciones mantenían
una tropa acantonada destinada a proteger la ciudad de ataques enemigos, de tal modo que los
soldados de esos centros tenían que estarse relevando, como lo confirma el siguiente oficio:
Juzgado de Parroquia. Cabimas Septiembre 13 de 1858. Gobernador.
Al cargo del comisario de policía Sr. Anacleto Nava y la custodia correspondiente van los
reclutas Pedro Benavides, José Antonio Quiñones y José Ignacio Galué para el remplazo de
los jóvenes de ésta que están en el servicio de las armas en las guarniciones de esta
Provincia; Estos tres individuos juntamente con Simón Quintero y José de los Reyes
Quintero que anteriormente han sido remitidos son cinco de siete que son los que deben
a
obtener el relevo, los que en su oportunidad serán también relevados. SS proveerá lo que
considere justo para el gasto de alimentos y transporte de regreso del comisario y
custodio.
(…) Miguel Rojas (AHZ, 1858: T. 4, l. 1).
Gobernación de la Provincia. Maracaibo Septiembre 14 de 1858. Póngase a disposición de
la Comandancia de armas los reclutas remitidos por la nota anterior (ídem).
Llama la atención en el “Padrón (…) N° 12” -citado más arriba- el bajo número de
jornaleros y el alto número de carpinteros, sobre el primer caso esto indica una falta de mano de
obra libre -proletarizada- a un nivel escalofriante, porque no se disponía de jornaleros para las
faenas eventuales como pudiese ser el tiempo de cosecha o de zafra, esto como es obvio impedía
el surgimiento de plantaciones agrícolas [448]. Aterroriza pensar que el único modo de aumentar
el número de jornaleros estaba en la medida de reducir el número de labradores que era muy
abundante, siendo esto solo posible quitándoles las parcelas -conucos- que cultivaban en el campo

448
Por ejemplo, algodonales, porque en temporada alta no disponían de braceros para la recolección, y como no
disponían de libertad de movimiento, no se les permitía desplazarse hacia donde podían ser demandados, cada cantón
mantenía dentro de sus predios su mano de obra y concedía con dificultad pasaportes para que pudieran trasladarse
fuera de su cantón o incluso de una parroquia hacia otra parroquia. Por otra parte los hacendados los mantenían
reducidos a su cercanía mediante diversos subterfugios.
438

(fuera de las poblaciones) [449]. Esa decisión atroz se tomó y se llevó a la práctica -como se
mostrará más adelante-, ellos eran los más perseguidos para reducirlos a ser los milicianos. En
cuanto a la presencia significativa de carpinteros, parece indicar la existencia de buenas maderas
en el entorno rural de Cabimas, recurso que favorecía esta actividad. Los abundantes industriales -
comerciantes ventorrilleros- y navegantes -transportistas- presentes en esa lista son sinónimo de
un tejido social de características semiurbanas, así como la presencia de un zapatero es evidencia
de la existencia de los acomodados.
De la jurisdicción del Cantón Altagracia solo salían los pobres para prestar servicio militar,
circunstancia que trae a colación un interesante fragmento de la novela Los hechos de Zacarías del
recordado escritor e historiador Guillermo Morón, quien por boca de sus irreverentes personajes
expresa:
Los ricos son así, cuando tienen necesidad de pelear buscan a los pobres para que peleen
por ellos, como cuando tienen hambre entonces nos buscan para que les hagamos su
comida bien hecha, eso sí, desde sembrarles el maíz y las caraotas y criarles las vacas y las
gallinas, hasta echarles las arepas y ponerles los manteles en la mesa, porque no nos
dejan comer por ellos, pelear sí, eso sí hay que hacer por los ricos… [450].

1.2 Recluta
Los encargados de aplicar la Ley concerniente a la leva de hombres debían citar a los
alistados para que se presentaran, para eso quedaba en el archivo del Juzgado una copia del
registro de milicianos, y en caso de no concurrir a la convocatoria los responsables del
alistamiento debían salir a reunirlos o reclutarlos. Con motivo de la Expedición a la Goajira que se
organizó para atacar a los wayú que estaban protagonizando feroces hechos contra las
propiedades de los marabinos, se solicitaron milicianos a Cabimas, lo que dio origen al siguiente
informe:
Cabimas Abril 29 de 1845.
Puedo asegurarle a Vuestra Señoría que han sido infinitos los esfuerzos que he hecho
para completar el número de individuos que se me pidieron para el servicio, y que yo
mismo en persona desde mi llegada de la capital a ésta, no he cesado de practicar todas
las diligencias que han estado a mi alcance, ya persuadiendo las personas allegadas a
dichos individuos prófugos, ya extendiendo comisiones a los lugares dónde me he
inferido que puedan haberse ocultado, como también saliendo yo personalmente a
solicitarlos, y sólo he conseguido que se me hayan presentado hasta esta fecha de
aquellos que no habían sido citados para el servicio, se han presentado como he dicho 3.
(… …)
Soy de Vuestra Señoría muy atento servidor.
Basilio Borjas.
Adición

449
Es posible que tal realidad fuese un resultado social de la gesta de independencia, lo que permitió -a desgana de los
acomodados- que los ex soldados se negaran a continuar como peones y se convirtiesen en labradores y agricultores. Lo
que era negativo para los agricultores acomodados era positivo para los productores empobrecidos. Por población se
entiende el pueblo construido en torno a una plaza, que por lo general era de un mínimo de nueve manzanas, creándose
barrios desordenados en sus suburbios, considerados en algunos casos como partidos rurales.
450
Guillermo Morón. Los hechos de Zacarías. Ediciones Paradigma, Editado por Plaza & Janes Editores. S.A. Barcelona,
España, 1990 (p. 116). Esta novela es Premio Nacional de Literatura 1990.
439

Al tiempo de la marcha se me ha presentado Juan Pablo Jebillo, el que también va en


unión de los demás, y en caso de presentárseme otros de los que andan prófugos
también los remitiré.
Vale
Basilio Borjas (AHZ, 1845: T. 1, ff. 403 y 404).
El autor de la misiva indica todas las vías que ha empleado para capturar los “que no se
habían citado”, el resultado es magro y califica a los que no se han presentado como prófugos, es
decir, los que se han dado a la fuga. El operativo se efectúa en procura de atrapar a quienes se han
ocultado, quienes son los que no se habían citado, es decir, eran hombres que no aparecían en el
registro de milicianos, y lo más probable es que los no asentados en esos registros de milicianos no
estuviesen trabajando en los fundos agrícolas y pecuarios, y esa condición de hombres que
ejercían su derecho de trabajar por cuenta propia los colocase en la mira de la recluta, porque de
este modo se reducía el impacto económico de la recluta sobre los propietarios de haciendas,
hatos y plantaciones, puesto que mantenían su mano de obra sin ser reclutada.
Los canales normales para incorporarlos al servicio activo, por lo tanto, no se estaba
siguiendo, en vez de convocar a los registrados se buscaban a los no alistados, es decir, a aquellos
que con gran probabilidad eran los que poseían un conuco como medio de obtención de sus
subsistencias para su núcleo familiar y que alguno que otro excedente colocaban en los circuitos
mercantiles. A esos individuos eran los que se salía a capturar (de acuerdo a lo que se manifiesta el
documento citado), es decir, a los que por sus propios medios se incorporaban a la actividad
agrícola y que algún que otro animal criaba, esto es, los que dependen de nadie, más que de su
propio conocimiento de esa actividad y de su capacidad de trabajar. Era un individuo
independiente, es decir, era un hombre libre. Libre en el sentido de explotar un pedazo de tierra
con el derecho sobre ella como pisatario, poseedor de unas herramientas, heredero de un acervo
cultural agropecuario y con formación parental en familias campesinas productivas. Y de
autónomo y libre pasaba por efectos de la recluta a ser calificado públicamente como delincuente
y prófugo, al cual hay que salir a cazar como si fuese un animal de presa.
En ese mismo escrito Basilio Borjas indica que “iban cazándolos”. Término que va a ser
sustituido en estos oficios gubernamentales por uno aparentemente más suave, el de
“recolección”. Se señala ese aspecto porque en esos vocablos está presente la mentalidad de los
persecutores, en el primer término es obvio como el victimario se arroga una supremacía sobre la
víctima que es animalizada. Para el otro término, léase la siguiente cita de un documento
correspondiente al proceso de reclutamiento efectuado en el Cantón Altagracia para Julio 7 de
1849, en el cual la leva de hombres cobró el siguiente cariz:
Señores Comandante J.L. Lucena, y Jefe de Operaciones Matías Meléndez.
Hoy parte para ese punto la goleta de guerra Perseverancia, e inmediatamente que
llegue, hará Usía poner a bordo toda la gente que haya recolectado -Las armas y
pertrechos que se hayan recogido, o se recupere en lo sucesivo (…) (AHZ, 1849: T. 5, f.
116).
La tarea ahora es la de recolección de hombres, término agrícola empleado para la
cosecha, es decir, esa leva de hombres se hace aceptable para la sociedad como si fuese un
trabajo de zafra humana. Por otra parte la recluta se ahora extensiva a la recuperación y recogida
de armas y pertrechos, es decir, la de “llevarse” todo lo que fuese útil para la guerra, lo que en
realidad era más bien cogerse los bienes ajenos. En esa misma tónica, está un mensaje de la
440

Comandancia de Operaciones del Este del 20 de julio de 1849 al Gobernador. Allí Manuel López
elimina esa “recogida” y emplea la de “recolecta”, es decir, algo así como una “colaboración”,
como pasar el platillo de la limosna entre los feligreses, le dice al Primer Magistrado:
Como creo por esos puntos de Cabimas y Lagunillas se consigan algunos hombres he
resuelto mandar una comisión para recolectar algunas sillas, armas y hombres, y para
cuyo fin van los Señores Capitanes Nolberto Pérez y Manuel Barroso el primero de las
Cabimas y el último de Lagunillas (…) (AHZ, 1849: T. 5, f. 218).
La recolección o zafra de hombres como si estos fueran plantas de caña de azúcar es
suplantada por la de “recolecta”, pero con una desafortunada indiscriminación, porque se coloca
en el mismo saco a sillas, armas y hombres, es decir simples “cosas”. Esta tarea del uso del
lenguaje con intención ideológica la lleva a cabo la gente educada, como son los comandantes y
los capitanes, es decir, los oficiales y “los clases”, esto es, la élite militar que disponía de un legado
intelectual que empleaba con desparpajo para mantener su supremacía. Y la ejercían a conciencia,
porque de por medio estaba un interés pecuniario, esto es, ellos eran los propietarios de
haciendas, hatos, plantaciones, barcos y tiendas de comercio que debían ser protegidos de las
frecuentes guerras civiles provocadas por ellos mismos para capturar las esferas del poder, su bien
más preciado.
Esa supremacía de los unos sobre los otros, es hasta procaz decirlo, es propia de una
sociedad jerárquica [451]. Ese orden jerárquico es patente en la conciencia de la élite del campo,
en el pensamiento del Juez 1° de Paz de Cabimas Antonio María González, el funcionario dice al
Gobernador cuál es el orden jerárquico que se ha respetado para reunir a la Compañía de milicias
de Cabimas:
(…) yo en persona con el Teniente (…) el Subteniente (…) los Sargentos (…) y Cabos (…)
con todos los soldados que he podido reunir de esta Compañía me he puesto a disposición
del expresado Capitán (…)
Es decir, a la cabeza el Juez y los oficiales, luego los suboficiales y finalmente los soldados,
pero por encima de todos el Capitán. Tal es una sociedad jerárquica donde engarza lo civil con lo
militar y donde la cadena de mando posee los eslabones, vínculo que hace efectivo el fin de esa
organización, como es capturar las esferas del poder, la recompensa de todos sus esfuerzos.
Y prosigue este juez su oficio exponiendo a continuación como él amplía el espectro de la
recluta a los desertores y a “otros” que pone bajo la mira. Éste funcionario dice al Gobernador:
para marchar al pueblo de Lagunillas a establecer ahí el orden y recolectar desertores y
otros que hayan esparcido voces contra nuestra instituciones. Al participar a VS (…) me
cabe la satisfacción que (…) todos contribuiremos a llenar nuestros deberes como
verdaderos patriotas garantes al Gobierno legítimo (AHZ, 1849: T. 5, f. 237).
Con anterioridad se ha visto que eran objeto de la recluta los que aparecían en el Registro
de milicianos (es decir los alistados), de allí se pasó a incluir a los no alistados en sustitución de los
alistados, y ahora con este juez se extiende a los desertores de las filas militares y a los políticos
opositores, esto es, los disidentes.
Otro caso relacionado con ese mismo asunto de la leva de hombres fue el del criador de
ganado Losada:

451
Nos referimos en concreto a las sociedades jerárquicas donde las desigualdades tienen un carácter deshumanizador.
La jerarquía no necesariamente tiene un carácter negativo para las sociedades humanas, en ese sentido la jerarquía no
es incompatible con las sociedades igualitarias, es una característica natural.
441

Jefatura municipal. Cantón Altagracia.


Sumaria averiguación contra el Señor Francisco Losada por abrigo y ocultación de
desertores del ejército en su hato las Rosas.
Testigo: “no ha visto abrigar u ocultar a ningún desertor (…) los desertores se hallaban
durmiendo detrás del corral del ganado” (AHZ, 1861: T. 13, l. 7, f. 288).
El caso parece presentar un aspecto interesante, los hacendados podían ser sospechosos
de ocultar desertores para obtener mano de obra, impelidos por la escasez de jornaleros.
Pero volvamos al caso del Juez 1° de Paz de Cabimas Antonio María González, la actividad
de reclutamiento es envuelta por este funcionario dentro de una política que consiste en llegar a
los pueblos y “establecer ahí el orden”, es decir, la recluta pasa a ser una excusa para reprimir a
una población descontenta. La leva se formula ahora como un fin político: establecer el orden
mediante la recolección de los voceros opositores. Donde “establecer ahí el orden” se convierte en
el elemento justificador ideológico de esa medida de coerción. El juez Antonio María González
refuerza ese justificativo con algunos otros argumentos, uno de ellos es que la recolecta la están
realizando los verdaderos patriotas, otra es que esa medida garantiza la estabilidad del Gobierno
legítimo, y derivada de esa última surge el puntillazo final: eso se logra al recolectar a quienes
esparcen voces contra las instituciones. Solo cabe decir acerca de la actividad del Juez de Paz 1° de
Cabimas Antonio María González: Tamaño exabrupto jurídico el que está cometiendo con su
intervención.
El caso es grave, es la negación del derecho de disentir, porque quien esparza voces
contrarias será “recolectado”, de esta manera ese operativo de incorporar milicianos a las filas de
las fuerzas armadas se transforma en una recluta política [452], en la cual los contrarios son
sacados de las parroquias y colocados bajo la jerarquía militar para que los amansen, es decir, para
que se conviertan en obedientes y callados. El mismo juez de Cabimas al referirse a ese suceso -en
el mismo documento- que tuvo lugar en Lagunillas el día 23, califica ese deber como contribuir a
“expurgar el lugar de los desafectos al Gobierno” (ídem), lo cual no deja lugar a dudas de lo que se
viene afirmando. Acción detestable que el Capitán de esa Compañía de Cabimas, Norberto Pérez,
no dudo en calificar de “causa santa” al ir contra “el escándalo de aquellos indígenas” -porque
donde se iba a efectuar el operativo era en el pueblo de agua de Lagunillas en donde la presencia
de las etnias aborígenes era muy marcada por aquel entonces (íd. 238). Ideología horrenda.
La expropiación de todo lo que se ponía a su alcance cuando estaban realizando un
operativo de reclutamiento de milicianos, llevó a elongar el vocablo en cuestión más allá de su
significado original, extendiéndose a los diversas cosas de las que se apoderaban, entre otros:
armas, municiones, sillas y pertrechos o incluso hamacas, cayucos u otros objetos -la lista se irá
extendiendo-. El término recluta era modificado según la mentalidad que tenía el reclutador, es
decir, de cómo percibía «al otro» o cómo pretendía que lo viera la comisión que él comandaba, de
este modo, el término recluta fue connotado como cazar porque se percibía al miliciano como una
presa o peor aún se le otorgó el significado de recolectar porque los milicianos se cosechaban
como si fuese una zafra de caña de azúcar. Por esta vía deshumanizadora del término el miliciano
incluso dejó de ser en ocasiones el objetivo, y en vez de reclutar hombres se empezó reclutar

452
Así como con anterioridad se utilizó la recluta para llevarse los labradores y agricultores independientes (labriegos),
para de este modo librar la tierra de esos pisatarios y poderla así ya cultas invadirla los hacendados.
442

armas, municiones, monturas, bestias y… otras cosas. Llegándose al extremo de connotar recluta
con robo, es decir, la de convertir la recluta en una actividad delincuencial.
Repitamos, se ha observado en los documentos que los milicianos dejaron de asociarse
con los alistados o asentados en el Registro de milicianos, y pasó a ser algo muy alejado de ese
significado original y son connotados como los no alistados [453], cuando no, son sustituidos con
prófugos, desertores y fugitivos de la ley, así como con los que esparcen voces contra las
instituciones, es decir, los desafectos del gobierno. Por esa vía distorsionada estos últimos deben
ser reclutados para “purgar” de este modo la sociedad del lugar que no se ajusta al orden
establecido. Total que la recluta es mucho más que la leva de hombres para ponerlos al servicio de
las armas, se convierte en un eufemismo que oculta otros objetivos, pero la peor degradación del
sentido de la recluta es que los milicianos pasaron de ser presa de caza a piezas de un tráfico de
hombres, porque estos adquirieron en ese trabajo no convencional un valor, y su tráfico en
consecuencia arrojó un beneficio económico a quienes están ligados con sus operativos. La recluta
metafóricamente es una zafra de hombres, una cosecha de jóvenes, es decir, es percibida como
parte de las tareas del campo donde el ser humano es menos que un animal, porque es un fruto
de la tierra que pertenece al dueño de la misma. El mundo al revés (!!!), el Cantón Altagracia no
fue destinado bajo esa política a ser un algodonal o un maizal o unos cañamelares o una pletórica
cabaña ganadera, sino que fue trastocado por la recluta en un territorio destinado a la guadaña
que recolectaba a los jóvenes para llevarlos como milicianos al servicio de las guarniciones
militares de la provincia.
Peor aún. En el esclavismo los hombres y mujeres, incorporados al tráfico comercial
aparecían en los documentos mercantiles como piezas, palabra que identificaba al número de los
animales capturados por un cazador, y que como tales perdían su libertad de por vida. Aquí, en la
Provincia de Maracaibo, la leva de hombres para el servicio militar replicaba aquella actividad, con
la diferencia de que el miliciano no era destinado a ser esclavo de por vida, sino que prestaba su
servicio militar solo por tres meses, lo que a veces se extendía a períodos mayores al no ocurrir el
relevo o al ser llevados a tierras lejanas, pero además habían aquellos que eran incorporados al
ejército permanente por haber evadido ese deber -ese arbitrio lo emplearan los gobernantes
como medio de coacción contra quienes se resisten a ser reclutados-, y estos tenían en el servicio
un tiempo verdaderamente prolongado. De este modo esos seres humanos veían drásticamente
reducido en sus ya muy escasos derechos, que es tanto como decir que perdían su condición de
hombres libres. La consigna de “Tierras y hombres libres” respondía a una realidad atroz, la
esclavitud no había sido abolida, la recluta innovaba al crear una nueva modalidad del esclavismo,
el esclavismo intermitente.
La recluta en su sentido amplio -el que se viene exponiendo-, se debe tener claro, viene a
naturalizar el robo, el hurto, la esclavización y el abuso, es por ello que quienes la ejercen en vez
de emplear el término expropiar, para narrar como arrebataban los bienes de los individuos,
utilizan la palabra “recoger” para quitarle la carga violenta a la acción, en este sentido, el Capitán

453
Si no estaban alistados no podían ser reunidos como milicianos, a menos que todos los alistados fuesen insuficientes,
caso que no aplica en los hechos que se están narrando.
443

de la 4a Compañía de Milicias de la parroquia Cabimas le comunica al Gobernador en julio 30 de


1849 que:
(…) me tomé la deliberación (…) reclutar algunos individuos fugitivos, y recoger tal vez
armas y municiones que pueda encontrar (…) Norberto Pérez (AHZ, 1849: T. 6, f. 173).
El término “recoger” aquí se emplea de un modo aún más solapado, al utilizar Norberto
Pérez la palabra “encontrar” en asociación con aquella, como si el objeto o cosa estuviese por allí
extraviada y alguien la encuentra y la recoge, en realidad ni se encuentra ni se recoge, lo que se
está dando de hecho es un arrebato, sustracción, en el que se emplea la fuerza y el poder del
rango militar para quitar por las buenas o por las malas un bien a su legítimo propietario.
Históricamente, por otro lado, lo que se estaba era en realidad desarmando, por una parte, a “los
desgraciados”, porque se temía una insurrección de los peones, jornaleros, labriegos y demás
“oscuros”, y por el otro lado, se está efectuando también un desarme de los propietarios que eran
desafectos del gobierno [454]. La recogida de armas y municiones podía ser en este sentido una
política de desarme de la población, en especial a aquella que no era leal al gobierno. La recluta
pierde su sentido original y se transforma en una actividad político-ideológica. Es una realidad
enrevesada que la historia como ciencia debe desenredar para mostrar el verdadero hecho que
está oculto por los juegos de la ideología y las maquinaciones de la política.
Por otra parte Norberto Pérez aumenta el espectro de quiénes pueden ser reclutados,
cuando apunta hacia los fugitivos, es decir, a todos aquellos que tienen problemas con la Ley, y
para ello trastoca al miliciano en fugitivo. Ahora es cualquier fugitivo, es decir, cualquiera que por
una u otra acusación criminal no se entregase a la justicia podía ser reclutado, lo cual es de nuevo
un acto ilegal, porque lo que debe es ser apresado para que responda por el delito que se le
imputa y no el de ser puesto al servicio de “los clases” del ejército.
Y del “recoger” y “encontrar” armas de Norberto Pérez se pasa a asuntos álgidos:
Desde Altagracia Alejandro Aguilera se dirige al Gobernador en junio 24 de 1849 para
participarle que:
(…) marcho con diez individuos a las Cabimas y a La Rita con el objeto de recorrer dichos
puntos y también ver si recluto algunas armas (…) (AHZ, 1849: T. 6, l. 18, f. 41).
El término recluta aquí fue traducido como reclutar sillas, municiones y como se verá más
adelante bestias y viandas, y cuantos medios se puedan considerar como pertrechos para sostener
a las tropas. El vocablo recluta se transmutaba en lo que el reclutador deseaba. De tal modo que
para nuestra sorpresa sí existía ese concepto de “reclutar armas”, el manuscrito lo prueba. La
recluta en fin sirve para todo, menos para restringirse a lo que dice la Ley sobre el servicio a las
armas y que consiste el deber de todo ciudadano de defender su patria [455].
Resuelto ese galimatías -por parte de los jueces o los capitanes- de cómo narrar esa
actividad delictiva en la que han convertido la recluta, es decir, en cuáles son los términos que
deben emplear según sea la ocasión, el vocablo recluta sirve para justificar cualquier vandalismo.
En ese sentido, la recluta si bien afectó a los pobres al sustraer sus hombres más jóvenes, activos y
experimentados, más los afectó ese hecho de apoderarse de un modo abusivo y alevoso de los

454
Por supuesto las arcas vacías obligaban a obtener los elementos de guerra de la sociedad.
455
Esto es peor aún, los pobres ni podían ser electores ni elegidos, es decir, no eran considerados en la actividad política
como ciudadanos, pero para prestar el servicio militar frente al fuego enemigo eran los más plenos ciudadanos de la
república de los caudillos.
444

elementos de trabajo que los pobres disponían [456] para convertir esos medios en instrumentos
de guerra o incluso de provecho personal del reclutador. Toda esa serie de aspectos pudo haber
aumentado el número de jornaleros -hecho de gran contenido histórico- al sustraerlos de sus
conucos donde eran libres y trasladarlos luego a las milicias y después a las unidades de
producción de los acomodados, la recluta debió haber permitido con ese proceso el ensanche de
los hatos y las haciendas, porque estos señores podían apoderarse de esos sitios despejados por
los labriegos y agricultores pobres. Expliquemos, los campesinos pobres mediante esos operativos
eran sacados de sus conucos, lo que debió permitir a los campesinos ricos disponer de más tierras,
y a bajo costo, porque ya habían sido desmontadas. Y cuando el labriego ya no tenía tierra,
entonces, no le quedaba que servir de jornalero para el rico. En esa dialéctica expropiadora,
enajenadora y mancilladora, las familias desguarnecidas de los reclutados en más de una ocasión
debían abandonar sus parcelas y de este modo esa área quedaba libre de pisatarios de la tierra, lo
que facilitaba que se expandieran las fincas a esos terrenos que ellos había hecho cultos. Ante
tanta injusticia puesta en marcha, era necesaria la coacción de las víctimas, y ahí es donde las
cadenas de mando estructuradas para ejercer el control de la sociedad se justificaban en toda su
extensión.

Ese aspecto de la recluta -las cadenas de mando relacionadas con el control social- se
observa cuando Antonio González de Lira como Juez 2° de Paz de Cabimas expone al Gobernador
el 21 de Noviembre de 1853 lo siguiente:
a
Adjunto a VS la copia del Acta de la Junta Comunal que tuve el honor de presidir (…) para
a
que SS tome también en consideración la grande falta que hace una cárcel pública en
esta Parroquia, pues no se puede dar cumplimiento a las órdenes superiores porque no se
hacen los ejercicios doctrinales de la milicia [457] por no haber cárcel donde castigar las
faltas, por otra parte cuando llama la milicia al servicio no aparece un miliciano que
auxilie a la autoridad; soy de parecer que más vale que haya cárcel y no haya Juez para ser
burlado y menospreciado de los ciudadanos (…) (AHZ, 1854: T. 14, l. 26).
Cabimas se había quedado sin cárcel bajo la indiferencia de las autoridades superiores,
pero con esta mensaje proveniente del juez de aquella población el Gobernador ordenó que, en
una reunión del Concejo Municipal del Cantón Maracaibo, se tratase el caso de la inexistencia de
una cárcel en Cabimas -porque la que tenían se había desplomado-, reunión donde se aprobó
elevar esa necesidad a la Diputación Provincial. El resultado de esta diligencia fue que no le
construyeron la cárcel, porque el presupuesto para construirla presentado por el juez de Cabimas
era por ciento diez pesos y juzgaron que no podían erogar esa cifra, pero le dieron una partida
presupuestaria de un máximo de cinco pesos mensuales para alquilar un inmueble donde ésta
funcionase (ídem). Y ¿Por qué les solucionan el problema? Porque la cárcel era necesaria para
hacer entrar por el aro a los reclutas. Y de este modo el Alcaide de la cárcel se suma como pieza
clave de ese plan de control social, porque año a año aumenta el número de ministros de policía y
se van nombrando los Comisarios jefes, los cuales quedan bajo las órdenes del Alcaide para

456
El hombre de campo posee, por ejemplo, armas para la caza y para la protección de su propiedad y familia, puesto
que vive donde no existe un servicio policial ya que está retirado de la población. Por otra parte, la recluta arrebata a las
familias al hombre más activo económicamente.
457
Estos ejercicios se realizaban en la plaza del pueblo, en documentos de la Villa de Altagracia así consta.
445

garantizar con esa fuerza “establecer ahí el orden”. La recluta, por tanto, estaba conectada con
este otro nivel político, el de la necesidad de la clase dominante de ejercer un efectivo control
sobre el todo social. De allí que mediante una cadena de mando, que se ramifica hasta el Alcaide,
los Comisarios jefes y los ministros de policía, la doctrina entra en los reclutas en los ejercicios que
realizaban en la plaza del pueblo, es decir, internalizaban la domesticación y la obediencia.
No solo faltaba la cárcel para que los infelices no se burlaran de sus jueces, estos
funcionarios eran también menospreciados si no portaban armas, y pedían ser dotados de ellas
para infundir respeto, así lo expresa el siguiente manuscrito:
Juzgado de parroquia Lagunillas Diciembre 22 de 1858 Gobernador.
En cumplimiento de lo que me tiene ordenado por el Señor Jefe Político pongo a
disposición de VS al Señor Santiago Cepeda y con él tres milicianos útiles para el servicio
(…) pido mantener las armas, pues estas infunden respeto y hacen contenerse a los que
pretenden negarse (…) no he completado el número de reclutas (AHZ, 1858: T. 3, l. 3) (No
hay plena seguridad que este documento esté en el legajo 3, porque se perdió la ficha y
no se pudo hacer el cotejo) (Contenido resumido).
Los mejores adoctrinados por ese régimen militarista eran aquellos que mejor asimilaban
la obediencia y la sumisión a la cadena de mando, de ella dependía la efectividad del control
social, y fueron estos individuos quienes pudieron dentro de ese régimen a aspirar a convertirse
en cabos o sargentos, ellos pasaban por ese filtro y luego se convertía en ejecutores de ese control
social sobre el resto de la sociedad. La recluta es una institución adecuada al sistema de
dominación de los acomodados sobre los desgraciados. Juez, Alcaide, Capitán constituyen
eslabones de una cadena de mando sobre la actividad miliciana. La cadena de mando vinculaba en
ese plan de la recluta a tres instituciones: Judicatura, Cárcel y Ejército. Los milicianos quedaban
sometidos por ese andamiaje institucional que les subordinaba. En otras palabras el peonaje era
dominado por un tricéfalo, porque el hacendado para el que trabajaba se desdoblaba en tres
cabezas, esto es, el Juez de Paz del pueblo, el Alcaide de la cárcel y el Capitán de la Compañía. Ese
tricéfalo tomo nombres reales como el de Basilio Borjas o Lorenzo Romero o Matías Meléndez o
Manuel Barroso. Ese es el tipo de hombre poderoso que crea aquella época. Y cuando esos
hombres están en altos cargos, la visión de la recluta es panorámica cuando ellos toman
decisiones. Se intentará mostrar esa visión amplia que ellos adquirieron sobre esa actividad.

El Jefe Político del Cantón Altagracia, José González, quien además es el Capitán efectivo
de los Ejércitos de Venezuela [458], revela la dificultad de obtener milicianos, eso lo expresa
cuando decide él en conjunto con el Primer Magistrado provincial que la recluta se extenderá más
allá de los límites de su jurisdicción político territorial [459], es decir, cuando declara coto de caza
a varias “costas”. Pero no se queda allí su producción intelectual, y su visión de conjunto,
también concibe medidas radicales para lograr que los hombres se entreguen. Por interdicción de
un Decreto José González legitimará acciones coactivas para conseguir hombres para el servicio

458
El entrecruzamiento del poder civil con el poder militar empieza a crear un híbrido donde se confunden ambos
poderes, lo cual fortalece la cadena de mando.
459
Pero por otra parte en esa medida está la intención de preservar a sus peones y jornaleros para el servicio de sus
propiedades, sus unidades de producción están amenazadas por la dificultad de conseguir hombres dispuestos a
trabajar en sus hatos, haciendas o plantaciones, entonces, los buscan fuera de su jurisdicción.
446

de las armas, debido a que la recluta está siendo rechazada por los vecinos y habitantes de estas
poblaciones, porque ese ejercicio del poder les causa pavor. En el oficio que a continuación se
inserta, dice:
a
Jefe en comisión, nombrado por VS el Gobernador de la Provincia, para recoger armas de
boca, como igualmente para reclutar los milicianos desde la Parroquia Santa Rita hasta la
del General Urdaneta, y atendiendo a las circunstancias de que el suscrito se ha enterado
de que en los montes de esta Parroquia huyen los hombres despavoridamente, armados
y reunidos hasta en grupo de doce hombres; y siendo sumamente perjudicial y
deshonesto tanto a las Leyes que nos rigen, como a la vindicta pública y lo que es más a
los mismos milicianos huyan armados negando su servicio al legítimo Gobierno: En
consecuencia, esta Jefatura en uso de las facultades que le conceden sus Leyes ha resuelto
publicar el siguiente Decreto.
Art° 1° Los milicianos que no se presentaren dentro del término de tres días, contados
desde esta fecha, a las autoridades competentes, de hecho serán destinados
irremisiblemente a la fuerza permanente o de marina.
Art° 2° Los mismos milicianos que anden ocultos y con armas de boca y blancas, que en
el término señalado, no las presentaren a las mismas autoridades de esta Parroquia para
a
que en cumplimiento de lo dispuesto por SS el Gobernador sean depositadas, hasta que
varíen las circunstancias, serán juzgados como desafectos al Gobierno legítimo.
a
Publíquese por bando en esta Parroquia y dese cuenta a SS el Gobernador de la Provincia,
para que si lo tiene a bien apruebe la medida adoptada.
Cabimas Julio 18 de 1854 José González.
Es copia
Cabimas Julio 19 de 1854 Antonio González de Lira (AHZ, 1854: T. 4, l. 29).
Lira no solo elaboró la copia del decreto, sino que el mismo 18 de los corrientes comunicó
al Gobernador que al embarcarse en el muelle de su parroquia el Jefe Político del Cantón
Altagracia -José González- le ordenó a él que le remitiese a VSa la providencia -el decreto- y que le
dijese que no la remitía el mismo Jefe Político por la urgencia con la que debió partir (ídem).
Mientras tanto la Jefatura Política interina en la Villa de Altagracia, ocupada por Miguel
Carriaso, acusa recibo en julio 18 de 1854 del Decreto, a él se lo remite el Gobernador, y recibe
además un documento adjunto en el que se oficializa el nombramiento de “los señores Jefe
Político José González, Comandante Señor Matías Meléndez y Juez de Paz de La Rita para
recolectar todos los milicianos de este cantón, pudiendo ir hasta la parroquia General Urdaneta”, y
la disposición sobre bestias que se ha tomado, a lo que promete dará “su más puntual
cumplimiento” (AHZ, 1854: T. 4, l. 29). Es decir, la ampliación de los límites del coto de caza fue
aprobada y con ese arbitrio también se amplió el poder de coacción que el jefe político, el
Comandante y el Juez podían ejercer sobre los campesinos pobres, quienes al huir con sus medios
de sobrevivencia como son el arma de fuego y sus herramientas como el machete o el cuchillo
eran declarados perjudiciales y deshonestos, razón por la cual José González los hace aparecer en
el decreto como partidas antigubernamentales violentas o como escuadras guerrilleras, para
intentar intimidarlos con los que les podría sobrevenir si no se entregaban.
A la captura de milicianos y la expropiación de armas -de boca y blancas-, municiones,
pertrechos y sillas, ahora se agregaba atrapar los caballos, y además el estar autorizados a
proceder con unos cuantos excesos para reclutar los hombres:
Roque Rebolledo gobernador de esta provincia.
447

Atendidas las amenazadoras circunstancias contra la paz de la República, turbada ya en


algunas partes de ella, y a la que particularmente nos rodean en esta Provincia por la
insurrección del traidor Juan Garcés en la vecina de Coro.
Decreto.
Artículo 1° El Señor Jefe Político en propiedad del Cantón Altagracia, Capitán José
González, en unión del Señor Comandante Matías Meléndez Juez 1° de la parroquia La
Rita marcharan en comisión a hacer personalmente la reunión de los milicianos y
caballos que haya en las parroquias Urdaneta, Lagunillas, Cabimas y Rita incluso sus
caseríos, procediendo conforme a sus reglas y dados al efecto y tomando por la fuerza los
que se les nieguen para lo cual procederán, respecto de lis primeros, al allanamiento
legal de las casas en que se refugien y les traerán arrestados con sus cómplices. Para la
reunión de estos milicianos no habrá excepción alguna incluso la invalidez, lo cual se
alegará ante el suscrito; y solo el patrón y amo de piragua que esté traficando y un
marinero de éste, el dueño o encargado de hato o establecimiento mercantil o agrícola
será dispensado hasta otra disposición.
Parágrafo único: El más pequeño disimulo de los comisionados, lenidad o falta de
cumplimiento de cualquier carácter que sea les deja incursos en cien pesos de multa.
Artículo 2° Para que tenga efecto esta determinación, la comandancia de armas pondrá a
disposición de los comisionados diez hombres racionados de la fuerza que está a su
mando.
Artículo 3° Con el mismo objeto el Señor administrador de la aduana de este puerto
entregará inmediatamente a cualquiera de los dichos comisionados la cantidad de
cincuenta pesos: con estos atenderán los expresados a las raciones de la gente que vayan
reuniendo, al costo de embarcaciones en que se conduzca a los Puertos y demás gastos de
imperiosa necesidad.
Artículo 4° El Jefe Político interino del [ ] Altagracia durante la ausencia del propietario
cumplirá estrictamente con cuanto aquí se previene al respecto de la reunión de la milicia
y caballos que se ha ordenado, e incurrirá en la misma pena que establece el parágrafo
único del art° primero por las faltas que él expresa.
Artículo 5° Este decreto, sus reglas y penas son comunes a los demás cantones y jefes
políticos de ellos, cuando a estos se pidan hombres y bestias.
Artículo 6° Los milicianos que no se presenten voluntariamente al llamamiento a las
armas que se les ha hecho y hace hoy del [ ] por conducto de este gobierno de Provincia
amenazada, serán destinados a la fuerza permanente o marina, conforme a la ley sin
consideración alguna.
Artículo 7° Siendo las bestias caballares un elemento de guerra tan formidable como
cualquier otro, y pudiendo suceder que las sueltas en los campos sean un estímulo para
que algún provocador, como en otros puntos de la República, se apoderen de ellas en
detrimento del orden y seguridad de las personas e intereses de los habitantes, se
nombran comisiones por esta gobernación que con conocimiento de las autoridades
locales de los cantones, parroquias y caseríos, reúnan sin excepción alguna todas las
bestias caballares y mulares y las traigan a un depósito que se custodiarán en un punto
acordado a las inmediaciones de esta ciudad.
Artículo 8° Las disposiciones del artículo precedente no debilitan en manera alguna las
órdenes dadas para montar sesenta hombres en esta plaza y cincuenta en Altagracia ni
las formalidades prescritas para esto.
Parágrafo 1° Para el mejor efecto de esta medida, los comisionados y autoridades dichos
quedan en el deber de indagar si las bestias que encuentran pertenecen a algún hato de
ganado mayor, y siendo así le avisarán a su dueño o encargado previamente para si tiene
a bien ocurra al punto de depósito y a esta Gobernación a tomar el comprobante que
quiera para que quede asegurada su propiedad: en este caso dejarán los dichos
448

comisionados solo las bestias absolutamente necesarias para el cuido del hato, trayendo
a este Despacho cuenta de las que quedan y esta medida se cumplirá por los
comisionados aunque se alegue ser de extranjeros el animal.
Parágrafo 2° La Jefatura política abrirá un registro nominal de todos los extranjeros que
tengan bestias en su jurisdicción, previniéndoles que si quieren tenerlas en su poder no
deben soltarlas: otro registro abrirá en la misma forma de la de los empleados públicos; y
en una y otra deberá expresarse el color de la bestia, sus marcas y señas y estamparse su
hierro. Estos requisitos se remitirán inmediatamente a esta Gobernación.
Artículo 8° Las disposiciones del artículo precedente no debilitan en manera alguna las
órdenes dadas para montar sesenta hombres en esta plaza y cincuenta en Altagracia ni
las formalidades prescritas para esto.
Artículo 9° Dese cuenta al Supremo Poder Ejecutivo, comuníquese a quienes corresponde
y publíquese.
Dado firmado y sellado con el de la Gobernación y refrendado por el Secretario de ella en
Maracaibo a los diez y seis de Julio de 1854 - 25° y 44°
Roque Rebolledo - A. M. Guruceaga Secretario.
Lis 17 de 1854
Se circuló en esta fecha con oficios a los siguientes:
Al Jefe político de Altagracia con el N° 71.
Al Secretario del Interior y Justicia con el N° 145.
Al Jefe Político de este Cantón con el N° 129 (AHZ, 1854: T. 4, l. 29)
En el Decreto de Rebolledo la coacción llega a los extremos de contemplar el allanamiento
de las viviendas, los arrestos, los juicios por conspiración y la ampliación temporal del servicio al
pasar al miliciano al Ejército permanente o a la Marina donde su tiempo de servicio se prolongaría
y le traería la peor ruina a su familia. Por otra parte, se amenaza con imponer penas al Jefe político
encargado de Altagracia si no despoja de sus bestias a los vecinos -se conocía la inclinación de
éstos por proteger a sus parroquianos ante tan desmadrada tropelía-. Por último se emplea un
nuevo vocablo para referirse a la recluta, ahora reclutar es reunir milicianos, armas y bestias. Se
ordena a las comisiones a reunir armas de fuego y armas blancas, reunir caballos y mulas, y lo
confiscado destinarlo al parque militar -se seleccionaros unos corrales para recibir las bestias y
unos depósitos para los demás elementos de guerra-. Reclutar pues, ya no es recolectar sino
reunir, el concepto se hace más abstracto, gracias al gobernador quien emplea sus cualidades
intelectuales para todas estas fechorías y atrocidades. Y en cuanto a la reunión de milicianos esto
se hará con predilección formando Compañías de caballería, porque esas bestias son “un arma
formidable”. La palabra recluta connotaba para la población por todos estos abusos de autoridad
todo lo negativo, pero ahora se suplanta en el discurso público por el vocablo “reunir” para
desarmar ideológicamente a quienes adversan esa leva de hombres y algunas cosas más
relacionadas con ella. Nótese que toda la operación militar queda sobre los hombres de dos
cantones, el Cantón Capital y el Cantón Altagracia, son los Cantones Militares de la Provincia de
Maracaibo, y el segundo, por su ubicación estratégica es, dentro de ese rango, además, un Bastión
Militar.
La usurpación de armas el año de 1854 casi llegó a ser más importante que la de hombres,
así se observa en una Circular:
Circular mandando a recoger todas las armas que se encuentran en poder de particulares.
¿Qué motivó ese objetivo? La escasez de las mismas y la posibilidad de que quienes huían al
449

monte llevasen consigo armas de fuego lo que causa una verdadera alarma, había que desarmar al
medio rural que en todo el país daba muestras de violencia creciente. La circular instruía:
(…) fusiles, carabinas, trabucos y escopetas (…) para que sean depositadas en el parque
(…) todo ciudadano (…) no las haya presentado será sometido a juicio como conspirador
(…) casas podrán ser allanadas para extraerlas (…) todo individuo que de aviso será
remunerado con diez reales por cada una que se obtengan. Simón Planas (AHZ, 1854: T.
23, l. 2).
Pero la persecución de los hombres tampoco amaina, como lo muestran los tres siguientes
casos:
El Juzgado de Paz de Punta de Piedras el 17 de Octubre de 1854 da noticias sobre el
intento de atrapar a Domingo Ocando y a Juan Finol, y después informa que “no le perseguimos en
la montaña” (AHZ, 1854: T. 7, l. 26, f. 141). Todo parece indicar que en ese tipo de orografía el
seguimiento era muy farragoso o temían que allí existiesen grupos o partidas armadas que les
pudiesen causar bajas al emboscarlos.
En un segundo caso se denunciaba la existencia en los pueblos de potenciales milicianos
que no habían sido reclutados, como en el siguiente informe que llega a Maracaibo el 16 de
Agosto de 1854, allí la Comandancia de Armas hace saber al Gobernador lo que observó uno de
sus comandantes en su visita a la Villa de Altagracia:
El Comandante Manuel López me dice (…) Se me ha informado de una manera positiva,
por personas de todo crédito del pueblo de Altagracia, que en este se encuentran hoy
paseando las calles públicas, multitud de jóvenes a propósito para el servicio de las
armas, mientras que en las columnas de mi mando se compone en su mayor parte de
hombres inútiles, que por sus achaques, y ya por ser casados cargados de familia;
circunstancia que los hace acreedores a ser considerados en su estado, porque sus
mujeres e hijos sufrirían en menor grado en razón de la penuria del tiempo (…) en el
mismo pueblo de Altagracia anda libremente el desertor de artillería Luis quintero (…)
(AHZ, 1854: T. 4, l. 29). (Nota: cita parafraseada).
La Jefatura Política del Cantón Altagracia en vista a la anterior nota, se dirige al
Gobernador el 25 de Agosto de 1854 para refutar lo señalado en esa comunicación:
a
(…) paso por la pena de manifestar a SS que no es exacto (…) él mismo estaba
presenciando que no había hombres en el pueblo, porque aún permanecían por los
montes ocultos (…) apenas se ven los empleados, los dueños o patrones de
embarcaciones y los peones de estos que se le permiten (…) los dueños o mayordomos
de haciendas de ganado y los muy limitados peones para ellas, los dueños [460] o
encargados de establecimientos mercantiles y hombres impedidos para el servicio por
ser [ ] (…) los ministros de policía no dejan de rondar todas las noches las calles de esta
Villa (…) hay más ayer tarde me pidió el Comandante López que se encuentra en esta, un
auxilio para ir a la costa de Punta de Piedra [461], a recolectar milicianos y a capturar a
unos desertores, los auxilios se le prestaron inmediatamente, y nada pudo hacer, esto
prueba de una manera clara que el informe que dio el Señor López no es exacto como se
lo he expresado.
(…)
José González.

460
En la época la categoría social que se emplea para reconocer a los propietarios de embarcaciones, haciendas o
establecimientos comerciales es el de «los dueños», será la que empleemos en este estudio.
461
Esta Punta de Piedra queda en los Puertos de Altagracia, en una de sus costas, hay otra Punta de Piedras que
quedaba en la costa de las tierras de Punta de Piedras hoy conocida como la bahía de El Mene.
450

Maracaibo Agosto 25 - 1854.


Anótese
A su expediente (AHZ, 1854: T. 4, l. 29) (Texto parafraseado).
El tercer caso proviene de Cabimas, allí el Capitán de la Compañía de esa localidad recurre
a otro artilugio para estimular la entrega de los milicianos al servicio, lo hace empleando una
Proclama, la cual expresa:
Por segunda y última vez quiero soldados, haceros las más claras demostraciones de mis
sentimientos, cuando observo que olvidáis de todo punto los deberes a que como buenos
patriotas estáis obligados a cumplir (…) observando (…) que la patria amenazada por un
corto número de enemigos del orden i fascinerados (…) volverla quieren teatro de su
tiranía; no sólo no volváis impertérritos a su defensa sino que os alejáis (….) No, no es
vuestra obligación morir por ella (…) pues así nos lo ordena nuestra carta fundamental (…)
como libres republicanos es nuestro norte (…) y a ella y a sus leyes debemos toda
sumisión y respeto, Cabimeros volad entusiastas a tomar las armas y evitar con ello que
los traidores del Gobierno (…) invadan vuestro patrio suelo (…) que vuestro denodado
valor arrastre (…) los enemigos, hasta quedar sumidos en el exterminio, pues bien lo
merecen en su loco intento (… …)
Les acusa de olvidar sus deberes, es decir, la defensa de Maracaibo, y lo hace utilizando
eufemismos como el de la patria. Y la misma operación ideológica la realiza cuando se refiere al
orden que la capital provincial ha logrado y que ahora es amenazado por la tiranía del enemigo,
mostrando extrañeza de que en vez de defender ese orden se alejen, alegando que es a las leyes
que se debe obedecer y ser sumisos. A esas acusaciones de no comportarse ni como patriotas ni
como republicanos, agrega la de actuar como traidores del gobierno, arengando a tomar las armas
y exterminar a quienes por locura invaden esta provincia. Y continúa con el siguiente tenor:
No deis lugar valientes soldados que irritado Su Señoría cumpla en vosotros la prevención
del Artículo 6° del decreto dado por él, en que destina los que sean renuentes a
presentarse al ejército permanente (…) pues entonces os pesaría vuestra terquedad (…)
no os señaléis con el título de rebeldes (… …) Espero que con impávida voluntad corráis
no solo a cumplir tus deberes, sino a llevar los deseos de vuestro Capitán que ansioso os
espera (…) teme entonces todo el rigor y el castigo (…) pues de acuerdo con Vuestra
Señoría el Gobernador se tomarán cuantas medidas sean suficientes a vuestra
persecución hasta lograr escarmentaros: No deis pues lugar a que los pueblos
circunvecinos algún día digan ¡Desgraciado Cabimas! Dónde estaba el 26 de junio de
1854, Norberto Pérez (AHZ, 1854: T. 4, l. 29).
Casi un mes después, el 23 de Julio de 1854, Norberto Pérez evalúa los resultados de su
Proclama y escribe al Gobernador:
Aún sin embargo de la demasiada exactitud y actividad con que he proveído a la reunión
de la milicia de mi mando no ha sido posible hasta hoy realizar mis deseos cual los de VS [
] primer por el poco entusiasmo y auxilios que los jueces de esta parroquia me
prestaron, ya en fin porque los individuos milicianos amedrentados con infinidad de
noticias pusieron todo su interés no a prestar voluntarios sus servicios sino a refugiarse
en los montes y espesos bosques; y careciendo de lo primero que a VS manifiesto
imposible me ha sido perseguirlos. Mas porque cuento con la cooperación y eficacia del
comisario y Sargento Trinidad Rendiles, marcho en comisión internándome en las
montañas a ver si de ese modo consigo algunos individuos: tan luego como lleguen esta
comisión me pondré con los individuos que consiga [ ] solo si frustrada que haré mi idea
a la disposición de VS tanto para acordar las medidas que se crean convenientes, cuanto
para llenar el lugar a que se destinen mis servicios.
451

También digo a VS que tocando todos los resortes que he creído necesarios me he dirigido
a los ciudadanos por medio de una proclama que en copia adjunto excitándoles a llenar
sus deberes, hasta hoy día de la fecha no ha surtido ningún efecto, pero sí me prometo
un resultado favorable.
Con todo respeto soy de VS atento servidor.
Norberto Pérez (ídem).
En la Gobernación se pasó al expediente de Pérez su comunicación en:
Agosto 21 de 1854
A Su expediente (AHZ, 1854: T. 4, l.29).

Las pérdidas de bestias, monturas y armas, los cuadros familiares desesperados y una
colectividad sufriendo de pavor, hicieron de la recluta una actividad insostenible, traía demasiados
desbarajustes. El Cantón Altagracia no podría a mediano o largo plazo sostener ese papel en la
provincia y esta traería ineluctablemente un cambio total del escenario político -también a nivel
nacional-. Para el colmo los milicianos no solo iban para las guarniciones o los Batallones
cantonales, sino que también eran llevados fuera de la provincia a atender cuadros de violencia en
otros territorios, lo que agravaba la existencia de esa nefasta institución.
La recluta no se trataba solo de prestar un servicio a las armas por tres meses en una
guarnición, más bien, era la de salir de esa guarnición para operativos militares por todo el
occidente del país. Es decir, el espectro de la guerra civil, era lo que movilizaba esa leva de
hombres que eran sacados de sus conucos y pocas veces regresaban en el plazo que les
correspondía o bien porque no se encontraban suficientes relevos o bien porque reventaba un
nuevo hecho de armas. Ese mismo año de 1854 una asonada genera diferentes noticias:
Insurrección de la Provincia de Mérida y partes de Coro.
Altagracia Diciembre 14 - 1854. Gobernador.
(…) he dictado las medidas (…) para la recolección de los milicianos (…) se ha marchado a
las parroquias auxiliados de una embarcación (…) sin embargo de que antes de ahora se
han ocultado los individuos de la milicia por las cogidas que ha habido en esa ciudad y
porque se han corrido noticias de que venían a coger a este Cantón (…) José González.
Altagracia Diciembre 22 - 1854.
(…) del dieciocho y diecinueve del cursante los milicianos que se pidieron a los jueces de
dichas parroquias a ponerlos a disposición de VS sin embargo de todo esto aún no se ha
dado cumplimiento por dichos funcionarios al envío de los expresados milicianos (…)
V.S ha experimentado lo penoso que se hace una recluta pues en la misma capital donde
se encuentran con todos los recursos; con dificultad, después de muchos días (…) solo se
han conseguido un corto número de milicianos (…)
José González (AHZ, 1854: T. 10, l. 7).
O cuando las noticias de Coro son las de una posible invasión al país encabezada por el
General Falcón:
Jefatura municipal. Altagracia Abril 13 1861.
En vista de la nota de VS (…) donde se sirve participarme que el General Falcón pretende
desembarcarse en la Provincia de Coro y que para redoblar la vigilancia (…) proceda sin
pérdida de tiempo a organizar otra compañía de caballería; al efecto y para darle el
debido cumplimiento a la orden de VS se han dado ya la correspondientes al Capitán
Antonio Padrón para que pase a las sabanas y caseríos del Cantón, en recluta de
individuos útiles para el servicio, bestias y monturas para la organización de la compañía
(…) José María Faría (AHZ, 1861: T. 10, l. 30).
452

Tales hechos por su aciago pronóstico resiente toda esa estructura montada a partir de la
recluta de milicianos. Para el mes de Diciembre día 12 del año 1854 el Gobernador recibe del Juez
2° de Paz de Cabimas una comunicación relacionada con la Compañía suelta de esa parroquia,
llama la atención de que incluso la solicitud de un número muy bajo de reclutas no se obtuviese, la
comunicación señala:
Cumpliendo con la orden expedida por el Señor Jefe Político a Altagracia pongo a
a
disposición de VS con el comisario [ ], Juan Quirós [ ] dos milicianos, cuales son [ ] y
Francisco Lizardo, permitiéndome VS [ ] que aún cuando son tres los que se me han
pedido hasta ahora no han podido tomarse más que dos que remito quedando sí con
todo empeño en solicitud del otro.
Eugenio Ruz (AHZ, 1854: T. 14, l. 33).
El Gobernador los pone a disposición del Comandante de Armas los reclutas de Cabimas y
pide se les dé de alta de la Compañía suelta (ídem).
En Noviembre 29 de 1856 la Jefatura política de Altagracia expone al Gobernador de que
la población -aquí se constata la vinculación entre los censos de población y los planes de
reclutamiento de la Comandancia de Armas- ha aumentado y le propone elevar el número de
milicianos para crear nuevos cuerpos, y confiesa al Alto magistrado el estado anímico del cuerpo
militar en su jurisdicción:
En atención al mal estado de la milicia de este Cantón me dirijo a VS proponiendo una
reforma, en esta cabecera a muerto el Señor Nicomedes Rincón Capitán de la Segunda
Compañía, el Teniente de esta misma hace tiempo que se ha establecido en esa ciudad,
hay también dos Subtenientes ausentes de mucho tiempo para acá, y lo mismo ha
sucedido en las Compañías que corresponden a las parroquias Rita y Cabimas,
observándose también apatía en algunos oficiales; la población se ha aumentado y por
consiguiente el número de milicianos de todas las parroquias, se sabe por los registros de
medias filiaciones que formó el Comandante de las milicias, que hay número suficiente,
por la nueva ley, para formar un Escuadrón de caballería y un Batallón de infantería, y
como el supremo Poder Ejecutivo desea y ordena el más pronto arreglo de la milicia
nacional, sería conveniente organizar los dos cuerpos recomendados en las propuestas de
Jefes y oficiales hombres de autoridad, honradez y demás cualidades y que correspondan
a las parroquias donde se formen las Compañías [ ] si VS lo estimare conveniente, le
adjunto dos listas de personas en quienes se puede pensar para la formación de dichos
cuadros, a su vez las que figuran a las cabezas de cada terna son los que mejor
desempeñarían su empleo, de modo esta podía arreglarse la milicia de este Cantón.
Fabio Padrón (AHZ, 1856: T. 11, l. 14).
Por lo descrito existía un cuadro de desmoralización en las filas de las milicias, la oficialidad
había abandonado sus puestos en la Villa de Altagracia, en La Rita y en Cabimas, en esas
condiciones deplorables, entonces, el Jefe político se propone ordenar la milicia, organizar nuevos
destacamentos y nombrar nueva oficialidad, lo cual debería llevar a reactivar la recluta con nuevos
bríos. Pero la situación, bajo esa atmósfera negativa, fue otra, tomo una vía despreciable, en 1856
hay un denuncio del juez de paz de Lagunillas, en el que describe las tropelías en que había
degenerado la captura de hombres en estos predios, donde la gente de cuartel hacían desmanes
propios de una horda de facinerosos. La comunicación remitida al Gobernador desde Lagunillas
por Juan José Pérez es de fecha Diciembre 22 de 1856:
El domingo (…) como a las ocho de la noche, sean presentado a las puertas de mi casa
unos militares armados, sin darse a conocer quién mandaba la escolta y sin tocar con
453

ninguna de las autoridades han entrado en desorden insultando con expresiones


denigrantes y amenazando con sus armas, y como que como juez debía hacerles contener:
al hablarles me han amenazado tirarme, y en última amarrarme como cualquier en
particular dentro de mi casa, de modo que donde pudieron haber tomado más de
veinticinco individuos y por tal desorden no han hecho papel de provecho pues lo que han
ocasionado ha sido ahuyentar a la gente que hasta este día estaba despreocupada;
Seguidamente pasaron al caserío de Tasajeras donde han entrado a arrebato pues
informado por aquellos vecinos me dice Pedro Pinillo han llegado a su casa y han tomado
nueve gallinas y una cabra y desguazaron una barbacoa de verduras, Rafael Díaz dice que
en la suya han matado un chivo y llevándose cinco gallinas y un gallo y en la casa de Félix
Reyes una gallina, Encarnación Pinillo dice que en su casa se han tomado una arroba de
queso, una cobija y un morral de un peón, de modo que todo ha sido un desorden, y
como creo que V.S. es opuesto a cuanto no esté en el orden lo pongo yo en su
conocimiento (…) pues el vecindario está amedrentado con tales cosas.
El Señor Jefe Político de este Cantón venía a bordo del buque que conducía esta
comisión, del que creo inocente de todo lo sucedido pues no saltó a tierra no sé conque
motivo y creo culpado el que mandaba la escolta el que ignoro quién es pues no se dio a
conocer (…)
Juan José Pérez (AHZ, 1856: T. 5, l 2, f. 7).
Gobernación.
Transcríbase al Jefe político de Altagracia para que informe (ídem).
Por lo narrado se puede concluir que la dialéctica de la recluta entró en una fase crítica, el
propio Jefe político del Cantón andaba con aquellos bandidos y Juan José Pérez recurre al
Gobernador en vista a esa anomalía tan grande y desconcertante.
En 1862 un juez de paz, también de Lagunillas, testimonia esa execrable actitud ilegal por
delictiva, él la vive y la relata al Gobernador:
Febrero 21 de 1862. Jefatura de parroquia de Lagunillas al Gobernador.
Habiéndome ordenado S.S. (…) marchase en el barco de guerra Emilio a reclutar
individuos (…) marché a obedecer lo que se me impuso manifestándole de que dicha
comisión ha sido la más bochornosa para mí (…) en razón de que al pueblo que
llegábamos (…) los individuos que me acompañaban lo que se ponían a hacer era a robar
patos, pavos, gallinas, pollos y trastos a las casas que se metían facultosamente y en el
mismo acto se embriagaban en términos de pelear unos con otros (…) Lorenzo Villasmil
(AHZ, 1862: T. 9, l. 1).
Era el resultado obvio, la recluta fue empleada en los Cantones subalternos para
deshacerse de la gente muy mala y mañosa, ocurre por tanto una desmoralización absoluta de los
cuerpos militares. En el documento es obvio que desde Lagunillas el Juez de Paz denuncia como el
ejército no endereza a los delincuentes, sino por lo contrario aumenta su fuerza y les otorga un
poder, y se confiesa como abochornado por sus desmanes apoyados en un barco de guerra
dedicado a reclutar los nuevos milicianos.
La respuesta a estos oficios, que no guardaban silencio ante esta tiranía desmadrada, era
por parte de los Superiores simplemente colocar una nota al final donde de un modo lacónico e
irresponsable indicaban “Archívese”, tal actitud revelaba el desprecio capitalino por estos pueblos
y sus cantones, e incluso por las autoridades de estas localidades.
A los jueces denunciantes, las autoridades marabinas insólitamente les acusaban de no
tener preocupación por el orden público -cuando ellos eran los que generaban el peor desorden
en nuestras costas- y lo decían con un discurso en el cual la carga ideológica provoca risa, porque
454

se refieren a quienes alteran “el orden público” como “las huestes de la tiranía”, aquí cabe el
refrán popular que dice “cachicamo llamando a morrocoy conchuo”:
Inexplicable la negligencia que UU. han manifestado en el llamamiento al servicio (…)
para llevar las armas conservando el orden público que en estos momentos en que las
huestes de la tiranía prefirieron abandonar la provincia [462] (…) (AHZ, 1858: T. 3, l. 1).
No extraña que los jueces de paz de estas parroquias ultrajadas vayan tomando distancia
de todo ese barullo, tales prácticas habían degradado el Bastión Militar del Cantón Altagracia a un
repugnante espacio donde los hombres no se les concedían un valor humano, a donde se acudía
para hacer una cogida de milicianos y hurtos a los vecinos. Bajo esas condiciones el tono del
discurso del gobierno está a la defensiva, sabe que le remiten los que no sirven para el servicio, es
decir, les envían mercancía defectuosa, y recurre entonces a la fórmula de que envíen hombres
perfectamente útiles pero que no hagan falta, en 1861 dice:
Gobierno. Maracaibo Junio 17 1861. Resuelto.
Dígase a los jueces de paz de las Cabimas, general Urdaneta, Santa Rita y Lagunillas (…)
U. procederá a reclutar y remitir a disposición de este Gobierno cinco individuos
perfectamente útiles (…) y pertenecer al número de los que menos falta haga a esa
parroquia y a sus familias.
Serrano (AHZ, 1861: T. 8, l. 15, f. 43).
Ante ese discurso amañado, de Cabimas le responden al gobernador Serrano sin
miramientos de que este es el Jefe Superior de la provincia, casi en un tonillo burlón, se le dice:
Jefatura de Policía suplente. Cabimas Junio 22 de 1861. Gobernador.
En mi poder la comunicación de VS fecha 17 del presente mes N° 1.835 y sin embargo de
los muchos esfuerzos que he tomado acerca de poder cumplir su orden, no me ha sido
posible porque los hombres que se encuentran en la población son hombres útiles,
casados, pues aunque hay algunos solteros, son hijos únicos, pues, el mismo segundo, del
buque Emilia puede informarle, que con un modo muy sencillo y franco, como recorrido
a
la costa, y no se ven de los que VS pide, sin embargo, quedo siempre, en expectativa, de
ver si puedo, tomar, los de esos individuos aunque no sean del todo, tan luego que salgan
de las montañas donde se encuentran los que pueden servir, lo comunico a VS para
cumplir con el deber que la ley me impone, y que no se me juzgue como indiferentes, soy
de VS muy atento Servidor.
Eusebio Moreno (AHZ, 1861: T. 8, l. 15, f. 53).
Tan grave era la crisis de la recluta que la familia D´Empaire, intentando elevar la moral de
los suyos, hace público que ellos toman las armas para defender la sociedad (AHZ, 1861: T. 12, l.
23, f. 120). Las autoridades de las parroquias del campo entraban en contraofensiva y los
citadinos reaccionaban proyectando una imagen que pretendía visos de heroicidad. Pero…
La crisis tocaba fondo, deliberadamente se recluta lo indecible:
Ante esa intolerante situación y presión cada vez mayor, las élites rurales optaron por una
nueva forma de acatar las disposiciones, ésta si bien les resolvía a ellos problemas domésticos,

462
Las poblaciones creaban un vacío en torno tanto de los invasores propios como a los que venían de fuera, y ante esa
apatía, unos y otros quedaban sin fuerzas para combatir entre ellos, la resistencia popular se anotaba un triunfo. Todo el
resto del siglo XIX queda condenado debido a ese trasfondo de descontento social a victorias relativas entre los bandos
en pugna, y ninguno lograba conservar la paz duradera y la estabilidad política, porque ninguno lograba sumar las
fuerzas populares a sus ejércitos y a sus gobiernos de pacotilla, y si lo lograba, no conseguía mantenerlos a su lado
porque los traicionaban una vez que conseguían hacerse del gobierno.
455

agravaba la conducta degenerada de las filas militares, y consistía en enviar a los indeseables. En
comunicaciones remitidas desde Cabimas en el año de 1858 y 1860 se trasluce esta salida:
Remitimos a la disposición de V.S. (…) a los milicianos (…) de mala conducta (…) muy mala
conducta (…) uno de ellos tiene una llaga que con maña se abre (…) es de conducta
reprensible (…) aparenta ser loco (…) nos está costando mucho sacrificio tomar (…) no
faltan desafectos (AHZ, 1858: T. 10, f. 1).
En otras palabras se saboteaba a la recluta, porque aquella actividad era nefasta para el
cantón y sus parroquias, y se hacía con un abierto tono sarcástico y burlón, porque les remarcaban
que si no aceptan a estos que aparentan estar locos los que vienen serán peor porque estos serán
enemigos políticos, es decir, desafectos.
Por esa ruta, desde Altagracia se remiten hombres bajo el cargo del delito de deserción,
muy mala conducta y robo:
Enero 24 de 1862. Jefatura Municipal de Altagracia al Gobernador.
(…) Remito a VS seis hombres útiles para el servicio de las armas para que se sirva
destinarlos a la Guarnición de la fortaleza de San Carlos. Estos individuos son todos
desertores reincidentes y además han observado muy mala conducta durante el tiempo
que han estado huyendo, usando de las propiedades ajenas (…) Pedro C. Faría (AHZ, 1862:
T. 8, l. 2).
En otra ocasión los que son calificados como perjudiciales para la parroquia, el Jefe político
se los entrega al Gobernador como dañinos y ladrones, recomendándolos como tales para que los
incorpore a sus fuerzas armadas, lo cual es inaudito, porque la tarea que se encomendará a estos
ladrones de muy mala conducta será la de defender la provincia:
Julio 12 de 1862. Jefatura política de Altagracia al Gobernador.
(…) con una escolta suficiente remito seis individuos que he reclutado (…) principalmente
los tres primeros los recomiendo (…) que son perjudiciales en esta parroquia tanto por sus
maneras como por amigos de tomar lo ajeno (…) Pedro C. Faría (AHZ, 1862: T. 4, l. 1).
Por último se consigue un manuscrito donde la reacción de la autoridad del pueblo es de
total desconcierto, porque quienes antes estaban metidos en los montes, ahora han bajado al
pueblo para reincorporarse a la vida normal. El juez, quien es Eduardo Miguel Rojas observa lo que
este grupo hace en plena plaza de Cabimas, e intenta sumarlos a la fuerza miliciana de la
parroquia, pero para su sorpresa la reacción del grupo fue para él totalmente inesperada:
1863. Juzgado de Paz de Cabimas.
La noche del día 4 de los corrientes algunos hombres de este pueblo que han preferido
vivir en el monte huyendo más bien que prestar sus servicios en las armas de la provincia,
salieron a la plaza de este pueblo más o menos armados y con alguna música se
mantuvieron por algún tiempo dando vivas a la Federación y al General Falcón y mueras al
General Páez y a Rojas (supongo que no se referían a mí) desde luego me propuse
aprovechar la ocasión de su fervor y patriotismo y les propuse se presentaran veinticinco
voluntarios para engrosar los cuerpos que guarnecen esa plaza; esperanza me dieron para
el día siguiente mientras se consultaban y se resolvían, pasaron el día de ayer en la misma
diversión y dando fin a todo dispersándose a las seis de la tarde dejando según se me ha
dicho una carta de pronunciamiento, pero respecto a mí proposición de los veinticinco
voluntarios nada pude conseguir por lo contrario proclamaron otro Juez.
(…)
Dios y federación.
Miguel Rojas (AHZ, 1863: T. 6, l. 32, f. 255).
456

Estos individuos habían permanecido invisibilizados por decisión propia bajo los godos, y
ahora -bajo la Federación- proceden en sentido inverso, es decir, a teatralizar su presencia, pasan
pues de ser los ninguneados a ser los protagonistas del espacio público, llegando incluso después
de dos días de permanecer en la plaza de Cabimas “más o menos armados” y con “consignas
políticas y música” -lo cual los hacía más que notorios- a dejar un pronunciamiento donde pedían
otro juez. Lo resaltante de este caso es que este grupo de veinticinco hombres no se prestan a ser
voluntarios para ponerse al servicio de las élites locales, por lo contrario, amparados por el viraje
de la política nacional ocupan un pequeño espacio de rechazo a todo lo establecido. Esto parece
indicar el afloramiento de una conciencia histórica en ese sector social de los perseguidos, donde
ellos tienen claro cuáles son sus intereses (!!!).
Todas estas reacciones ante la recluta son de diferente grado de impacto y de diferente
dimensión y escala, se fueron canalizando hacia aquel enfrentamiento armado y cruento que se
conoce como la Guerra Federal en la historiografía venezolana, bajo las cuales subyace un
conflicto aún más profundo y más intenso como son las Guerras Campesinas donde se alistan los
que la oligarquía goda pretendía descalificar como «los oscuros», gañanes y malojeros [463].
La recluta tuvo un importante papel en el objetivo de la conservación del poder por parte
de las élites propietarias de los acomodados, de allí que paradójicamente para mantener el
alistamiento en las milicias o en el ejército permanente, las élites ilustradas recurran a elaborar
leyes que previenen quiénes no pueden ser reclutados, porque están -por una u otra razón-
protegidos por la fórmula jurídica de la excepción de prestar el servicio militar. Es decir, los
prohombres introducen en el proceso un elemento de racionalidad, para intentar legitimar lo que
se ha descompuesto hasta su total corrupción.
1.3 Exenciones
Los primeros que se libran de ser reclutados, son los que están dentro de la categoría de
que no son útiles, es decir, lo que en términos económicos vendrían a ser un objeto que no puede
ser convertido en mercancía, ya que su valor de uso no es suficiente para ingresar en el mercado
de la compra-venta, allí están incluidos -como exceptuados- los que son inválidos, luego vienen
aquellos que aún cuando los capturen se les da baja siguiendo ciertas convenciones como edad,
estado civil, hijos únicos y otras consideraciones de exenciones que ya iremos recogiendo en los
documentos históricos. Los casos de exenciones elaboran un muestrario bastante grueso, porque
se intenta crear un marco jurídico en el cual la gente se sienta protegida.
Caso de menores de edad
En Cabimas está el caso de Abad, quien no ha cumplido aún los dieciocho años de edad, y
que por tanto debe quedar exento de acuerdo a lo que contempla la Ley de milicias, él fue
reclutado para una Expedición militar que se dirige a la Goajira, por aquel asunto del buque Loinaz.
Vamos a narrar los acontecimientos que se suscitan con su reclutamiento:
Resulta que en Cabimas un matrimonio se apersonó en la iglesia ese año de 1845, el
motivo de su presencia en el templo estaba relacionado con las milicias de reserva de la parroquia.
Juan de Mata Ramones y María Matías Ochoa en esa visita solicitaron al cura José Agustín Pérez

463
Gañán: hombre basto, es decir, tosco, rudimentario, rústico. Malaje: Hombre desagradable, de mala sombra y
malintencionado.
457

una partida de bautismo, para demostrar ante las autoridades que su hijo no había cumplido los
dieciocho años de edad, querían evitar que fuese a la guerra no declarada contra los wayú, puesto
que él estaba entre los que destinaban a una expedición punitiva contra aquella etnia de la
Guajira. El vástago de estos padres era Antonio Abad y había nacido el año de 1827, faltándole aún
para la fecha en que se capturó, para que prestase el servicio como miliciano, siete meses para
cumplir los 18 años de edad.
El cura bajo esa solicitud desesperada recurrió a los libros parroquiales, tomó el segundo
volumen y empezó a pasar los folios y, entre ellos encontró la fe de bautismo de Antonio Abad:
Partida.
En la parroquia de Cabimas, a nueve de Diciembre, de mil ochocientos veinte y siete años.
Yo el presbítero Felipe Romero, cura interino, bauticé solemnemente, a un niño que nació
antes de ayer, a el cual puse por nombre Antonio Abad, hijo legítimo de de Juan de Mata
Ramones, y de María Matías Ochoa, de este vecindario: fue su madrina, María Visitación
Ochoa, y a quien le advierte el parentesco espiritual, y demás obligaciones; Y para que
conste lo firmo- Felipe Romero- hay una rúbrica [464].
El cura transcribió esta Partida, y luego la certificó, haciendo constar que ésta concuerda
con la copia original, esa copia certificada la entregó a los progenitores de Antonio Abad. A
Antonio Abad Ramones tampoco lo habían filiado en la lista del registro de reservas, es decir, era
un no alistado, pero ahora era un miliciano activo lo cual era un hecho incongruente.
Esos hombres convertidos en soldados que marchaban hacia Maracaibo para formar la
columna expedicionaria, salían de Cabimas el 29 de abril y ya para el 30 se pondrían en camino
hacia su objetivo. Entre esos dos días las actividades fueron vertiginosas, y entre ellas se coló la
solicitud para que Antonio Abad Ramones el hijo de Ramones y de Ochoa fuese dado de baja,
puesto que las exenciones era una de los caminos para escaparse de ese tipo de programas
militares.
En el caso de Ramones y Ochoa versus Estado, los progenitores procedieron por la vía
legal. El hijo de ambos realizó la solicitud de su exención mediante un oficio redactado por un
conocedor de la materia:
Señor Comandante de Armas de la Provincia.
Antonio Abad Ramones, vecino de Cabimas y actualmente colocado en servicio activo en
la columna que marcha a la Guajira sin haberse filiado, y no teniendo la edad que
previene el artículo 1° de la ley de milicia, como lo justifica la partida de bautismo que
solemnemente acompaño a Vuestra Señoría muy respetuosamente y por el conducto
respectivo hago presente a Vuestra Señoría estar eximido de tal servicio (…) se servirá
despedir su superior orden, para que sea excluido de la referida columna (…) imploro del
noble ministerio, que tan dignamente ejerce Usted en Maracaibo a veinte y nueve de abril
de 1845 (Medina, 1997: 250).
Esto nos hace suponer que sus padres debiesen ser propietarios, para poder cubrir los
costos de ese servicio para la defensa de sus derechos y para los gastos de movilización que
requería la premura con la cual todo se estaba suscitando.
Se supo que Antonio Abad estaba incorporado a la unidad del Capitán Nicomedes Rincón
en la Villa de Altagracia, un hacendado de esa localidad, capitán que estaba bajo las órdenes del
Comandante Luis Celis quien estaba al frente de la columna de infantería en Maracaibo.

464
Citado en MEDINA, Carlos. Cabimas 1824-1850. J.B. Editores, 1997. p. 243
458

Comandante que recibía el mando del Comandante Superior Andrade que presidía la Plana Mayor
de las fuerzas armadas de la Provincia de Maracaibo, quien respondía a su vez ante el gobernador
Serrano jefe político de la provincia. Luis Celis da parte del caso de Antonio Abad, y expone:
Este individuo estaba ya en la Compañía que manda el Capitán Nicomedes Rincón cuando
me hice del cargo del mando de la columna (…) y ahora presenta su fe de bautismo con
que justifica no tener la edad que manda la ley para pertenecer a la milicia nacional.
El Comandante.
Luis Celis (AHZ, 1845: T. 1, f. 384).
La comunicación llega a manos del Coronel José Escolástico Andrade y de inmediato
remitió el caso al gobernador con una breve esquela:
Al Señor Gobernador como la autoridad a quien le toca resolver en la presente solicitud.
El Comandante de Armas.
Andrade (ídem).
Es probable que Basilio Borjas -quien en Cabimas estuvo al frente de ese reclutamiento-
actuase en el traslado de esta diligencia, puesto que el caso requería de alguien que agilizase el
asunto, porque todo esto sólo tenía el lapso de un día para resolverse. Siendo ese día el de unas
horas de máxima actividad, tanto en la gobernación como en la jefatura militar. Sospechamos que
la eficacia con la que se resolvió este caso tuvo la participación de Basilio Borjas, porque este
connotado cabimense tenía acceso a todos estos personajes políticos y militares en Maracaibo,
era por esta razón un eslabón muy importante en esa cadena de mando, la cual operaba entre el
Cantón Capital y el Cantón Altagracia -involucrando al Gobernador Serrano y al Jefe Político del
Cantón Altagracia Justo Moreno-. El resultado de esas diligencias efectuadas en tan corto lapso de
tiempo fue la siguiente:
a
Habiendo comprobado Antonio Abad Ramones, soldado de la 1 Compañía de milicia de
reserva de Altagracia que no ha cumplido la edad de diez y ocho años que se requiere
para ser miliciano, la Gobernación le exceptúa por ahora del alistamiento. Comuníquese
al Señor comandante de armas para que mande de baja a dicho individuo actualmente al
servicio activo.
Serrano (ídem).
La baja del joven hijo de Juan de Mata Ramones y María Matías Ochoa había sido exitosa,
y esto podría ser presentado como un triunfo de la República, porque se cumplían las normas
contenidas en los reglamentos y las leyes que regían el Estado, pero su captura y alistamiento fue
un abuso. Si Basilio Borjas participó en ese hecho, esa acción de lograr su exención le reivindicó
ante los sectores humildes de esa población de Cabimas, después de haber sido visto en su
persecución y captura. Lo que le permitiría mantenerse como eslabón de la cadena de mando que
empezaba con el gobernador Serrano y que culminaba en los propietarios más humildes de esta
parroquia que lideraba Basilio Borjas.
Otro caso debido a esa misma condición etaria es la de un quinceañero, es el siguiente:
Señor Gobernador.
a
María Josefina Mavárez vecina de las Cabimas y madre de Pascual Mavárez ante VS
respetuosamente represento.
Mi mencionado hijo apenas cuenta hoy quince años de edad y por lo mismo está exento
de prestar por ahora el servicio militar y sin embargo ha sido reclutado y conducido a esa
459

capital (…) la edad legal para el servicio de las armas (...) la de dieciocho años [465] (…) En
tal concepto a VS ocurro suplicándole se sirva ordenar que dicho joven sea puesto en
libertad inmediatamente por ser así de justicia, que imploro en Maracaibo a 10 de
Diciembre de 1858 (AHZ, 1858: T. 3, l. 3).
Maracaibo 13 de diciembre de 1858. Resuelto
(…) la Gobernación le exime por ahora (…) Comuníquese al Señor Comandante de Armas
para que le mande de baja. Serrano (ídem).
Aquí no queda duda de que los captores estaban conscientes de estar deteniendo un
menor de edad. De no ser porque los padres disponían de medios para contratar a un lego en
estos asuntos, este jovencito hubiese ido a dar a alguna guarnición militar.
Caso de tullidos
Las exenciones o solicitud de baja no era algo excepcional, esa vía fue utilizada por
aquellos que tenían la posibilidad de defenderse por medios legales, se presentan dos de esta
categoría:
Señor Comandante de Armas.
José de Jesús Márquez vecino de Cabimas y soldado de la Cuarta compañía de dicha
parroquia represento y digo: Que hallándome inútil como probaré a VS suplico se sirva
hacer mandar que el facultativo del Hospital militar me reconozca de la inutilidad que
padezco para que luego que se me reconozca se me expida la licencia para poderme
retirar a mi casa pues es cuanto creo en justicia Maracaibo agosto veinte y siete de 1849.
José de Jesús Márquez.
-Reconózcase por el facultativo del Hospital militar.
-He reconocido al soldado miliciano José de Jesús Márquez al que se le notan dos
cicatrices de heridas de instrumentos cortantes, la una situada en la parte lateral interna
e inferior del tarso del pie izquierdo y la otra sobre el maléolo interno del mismo pie con
daño en su articulación que le impide ejercer el movimiento voluntario, por esta razón le
considero inútil para el servicio de las armas. Francisco Balbuena (AHZ, 1849: T. 9, f. 161).
La otra solicitud de baja por inutilidad es la de Juan Quintero, ésta dice:
Señor Comandante de Armas de la Provincia.
El soldado de milicias Juan Quintero perteneciente al piquete de las Cabimas hallándose
invalido de un pie de resultas de un hachazo que le impide aún el carzarce.
A VS Suplica se sirva mandarlo a reconocer por el facultativo del Hospital militar (…) se
sirva separarme del servicio y fatiga (…) Agosto 28 de 1849 (íd. 163).
Caso de agricultores.
Del Cantón Altagracia exponen el gran perjuicio para la economía agrícola que ocasiona la
decisión de que los labradores sean alistados, el Gobernador López acoge la propuesta y la
traslada al Comandante de Armas. La solicitud de baja para esos agricultores que prestan su
servicio en la guarnición de Maracaibo la pide López, porque no desea perder el apoyo del Jefe
político de Altagracia y de los jueces de paz de ese cantón. Alude el Primer Magistrado al retorno
de una comisión que andaba por el Táchira, y sugiere que cuando esta llegue a la capital sería

465
En efecto, ésta era la edad mínima que se consideraba como apta para prestar el servicio militar, por ejemplo, por
Decreto desde Maracaibo en Junio 30 de 1859 José Aniceto Serrano hace público: Todos los ciudadanos desde la edad
de 18 años hasta la de cincuenta quedan llamados al servicio de las armas (AHZ, 1859: T. 3, l. 1). O: José Antonio Borjas
secretario de la jefatura política del cantón certifica (…) se le dio publicación al Decreto (…) relativo a llamar al servicio
de las armas todos los ciudadanos milicianos desde 18 hasta 50 años de edad. Altagracia Julio 1 1859 (AHZ, 1859: T. 12, l.
34).
460

propicio para dar de baja a los agricultores del Cantón Altagracia, cantón que él requiere para
controlar todo el occidente del país cuando las circunstancias lo ameriten, dice López:
Gobernación Maracaibo Marzo 9 - 1857.
Digan al Señor Comandante de Armas.
Los milicianos que vinieron del Cantón Altagracia y que por orden de la Gobernación
quedaron prestando sus servicios en la guarnición de esta plaza, son agricultores la mayor
parte de ellos, de cuya industria depende su subsistencia y la de sus familias que están
hoy en la orfandad por esta circunstancia lo cual da lugar a continuos reclamos para que
se les ponga en libertad a fin de que puedan asistir a sus labranzas y contribuir con sus
productos al sostenimiento de sus respectivas familias. Y deseando la Gobernación
proporcionarles su bienestar a la vez que fomentar la agricultura no disminuyendo los
brazos que se dedican a ella, espero que VS en atención al tiempo que tienen de servicio,
y a que los individuos de la fuerza permanente que salieron en comisión para el Táchira
deben estar muy pronto de regreso, se sirva disponer que los milicianos de Altagracia sean
dados de baja.
López (AHZ 1857: T. 9, l. 24).
Comandancia de Armas Maracaibo 10 de Mayo 1857 Gobernador
En vista a la comunicación de VS de ayer, N° 271, se han dado de baja en este día los
milicianos correspondientes al Cantón Altagracia.
Enrique [ ] (ídem).
La exención de esos milicianos agricultores es obtenida por el marco político en el cual
estaba inmersa la Provincia de Maracaibo en esos momentos.
Caso del Comisario de policía
Este caso es inaudito, un ministro de policía es “tomado” en Maracaibo como recluta y
desde Cabimas el Jefe civil debió anteponer todas las excepciones que amparaban a este vecino.
Le dice al Primer magistrado:
Jefatura de Policía. Cabimas Agosto 21. 1860. Gobernador.
He sabido que Matías Borjas comisario de Policía de esta parroquia; lo han tomado en ese
Cantón Capital para el servicio de las armas; le suplico se sirva hacerlo poner en libertad,
así por la falta que me hace para el desempeño de la parroquia por ser uno de los
hombres más honrados y patriotas de este lugar, como por ser hijo único sin tener la
anciana madre otro socorro después de Dios que el trabajo de ese hijo.
(…) Aniceto Neri (AHZ, 1860: T. 7, l. 24, f. 129).
Caso de bogas y marineros
También estaban exceptuados por el mismo Gobierno:
José Aniceto Serrano, Gobernador Jefe Superior político de la Provincia.
Considerando.
Perjuicio a los comerciantes de esta ciudad y del interior a consecuencia del
reclutamiento de bogas y peones de embarcación que hacen el tráfico del Lago hacia las
costas de los cantones Gibraltar, Zulia y Altagracia, han de hacer ese curso, pues son ellas
las que hacen expedito la comunicación, transporte de tropas, postas y correos, y
contribuyen a la seguridad de la provincia sosteniendo la del Lago. Se les concede
exención de prestar el servicio de las armas. 4 de Marzo 1861 (AHZ, 1861: T. 12, l. 28, f.
60).
Casos de sostén de familiares y del mayordomo de la iglesia
José Lorenzo Romero desde Cabimas como Juez de Paz, expone tal vez el caso más
simpático de todos, el de las cinco hermanas virtuosas y el del mayordomo de la iglesia:
461

Ha llegado a ésta los señores Comandantes Alejandro Marcuci y Teniente Lorenzo Villasmil
(…) para practicar la recluta (…) se tomaron diez individuos, entre los individuos va el
Señor Francisco Ruz mayordomo de la fábrica de esta Santa Iglesia y José Dolores
Quintero (…) hijo único encargado de alimentar a una madre y cinco hermanas virtuosas
y a la vez afectado de la salud (…) (AHZ, 1862: T: 4, l. 1).
Este juez también emplea en la recluta el verbo «tomar», que se entiende coloquialmente
como “echar mano de alguien”.
Caso de un honorable trabajador sin vicios y buen hijo, y a otro por buen hermano
Con la misma tónica magnánima que emplea Lorenzo Romero para liberar a los reclutados
que lo ameritan, un Subteniente de la Compañía de Cabimas -Pedro Gil- solicita la exención para
dos milicianos, uno por ser el sostén de sus padres y otro por serlo de una hermana. Pera exponer
estas otras exenciones, digamos a manera introductoria que, en el legajo de documentos
obtuvimos un cuadro de “las clases”, y allí se identifica a quien en otro manuscrito aparecerá
extendiendo dos bajas, el primer papel informa:
a
Registro de medias filiaciones de la 4 Compañía del medio Batallón milicia de reserva del
Cantón Altagracia.
En las clases de Capitán y Teniente con el ejercicio de sastre y negociante un Montero y un
Olivares oriundos del vecindario de Altagracia. Como Subtenientes Pedro Gil y Francisco
Marrufo con ejercicio de labrador y navegante nativos del vecindario de Cabimas. Como
Sargentos Antonio Capitillo, Narciso Díaz, Félix Rodríguez y Andrés Borjas todos con el
ejercicio de labradores y todos originarios de Cabimas (… …) (AHZ, 1851: T. 10, l. 28, f. 181)
[Contenido del manuscrito se ha resumido y desglosado].
Pues bien ese Subteniente Pedro Gil de Cabimas, en su calidad de clase, dio de baja a
Teodoro González de este batallón de milicia de reserva como “hombre de bien y honorable
trabajador y sin ningunos vicios que sostiene con su trabajo y le da a sus padres a proporción de lo
que gana” y a José Jesús Márquez quien “sostiene una hermana” (id. ff., 159 y 162).
Caso de un colocado en depósito
Uno de esos hombres transportados para Maracaibo expone con toda crudeza su caso,
señala que él es un simple peón asalariado, es decir, alguien que no tiene ninguna propiedad, un
hombre de campo sin tierra, pero que como proletario si posee una madre y una hermana a
quienes mantiene con su irrisorio jornal, concluyendo que en esas condiciones todo terminará en
ruina para su familia y para él, porque padece de una enfermedad, y finalmente dice lo más
impactante, es llevado a Maracaibo y colocado allí en “depósito”, es decir, como si fuese una
“pieza” propia de los tiempos de esclavitud donde los hombres los arrumaban en un almacén,
para luego ser colocados en vulgar venta como un objeto. El manuscrito de Andrés Gonzales es
este:
Mayo 24 de 1862. Andrés Gonzales al Gobernador.
Andrés Gonzales vecino de la parroquia Cabimas ante VS desde el cuartel militar de esta
plaza en donde me encuentro en calidad de depósito (…) represento diciendo: Tomado
para el servicio de las armas (…) padezco de erupción. Más (…) mi atención es llamada por
una pobre y enferma madre y hermanita que con el mezquino producto de mi personal
trabajo en calidad de peón asalariado las ayudo a sostener, séame forzado a acogerme al
decreto de once de noviembre último expedido por el Jefe Superior de la República (…) la
a
clasificación que SS tenga a bien hacer, para lo cual llamo también su atención (…) de mi
estado deja un vasto campo para conocer la miseria a qué punto estar reducido; estando
pronto a presentar entre las personas que muy bien me conocen (…) si fuere necesario (…)
462

A VS suplico darme por presentado (…) justicia que imploro (…) A ruego del postulante
Andrés Gonzales por decir no saber G. Montiel (AHZ, 1862: T. 5, l. 32).
Recomiéndese la remisión de los demás milicianos (…) Bracho (ídem).
Casos como el de Andrés Gonzales abundan, el siguiente caso es el de un conuquero de
escasos dieciséis años de edad.
Caso de un conuquero
Aquí de nuevo el temor es como una economía familiar marcha hacia la total ruina, donde
sus integrantes pueden quedar reducidos a un estado de inopia, es decir, en la indigencia. El caso
es dramático, se trata de un menor de edad, hijo único, con abuela y madre que dependen de su
trabajo en un pedazo de tierra, y quien ya tiene seis meses prestando servicio en el Castillo San
Carlos, correspondiéndole sólo cuatro meses de servicio -unos años antes era sólo de tres meses-.
He aquí la historia de Miguel Ochoa contada por su madre:
Febrero 4 de 1862. Martina Ochoa al General y Jefe Civil de la Provincia.
Martina Ochoa natural y vecina del Cantón Altagracia expone que hace seis meses su hijo
Miguel Ochoa presta servicio de las armas en el Castillo, a pesar de que se ha ocurrido al
Gobernador Serrano con su partida de bautismo en que se comprueba no haber cumplido
los dieciséis años de edad y ser hijo único con abuela que mantener y ser dueño de
conuco que con su personal trabajo nos produce a todos la subsistencia, de tal manera
que el conuco camina a su total ruina y quedásemos en la inopia. Suplico la devolución de
mi referido hijo por ser así de justicia. Por no saber Martina Ochoa firmar Juan Villasmil
((AHZ, 1862: T. 8, l. 2). General Celis al Gobernador. Si no tiene la edad el soldado Miguel
Ochoa determine lo conveniente, con la advertencia de que se da de baja debe buscarse
un individuo que lo remplace (ídem). Gobernador Bracho. Resuelto. El soldado Miguel
Ochoa se dispone remplazarle tan luego como halla con quién (ídem).
Conceden soltarle el hijo, pero cuando se consiga con quien remplazarle, lo que constituye
una decisión donde se acata lo que dispone la ley, pero no se obedece, sino que se condiciona a
una arbitrariedad, porque a la víctima no se le resarce su libertad ni se le indemniza.
Caso del navegante
En el relato que a continuación se inserta es el de un dueño de un bote, quien atiende a
una madre enferma trasladándola a Cabimas, lugar donde busca un mejor clima que el de la Villa
de Altagracia, siendo allí reclutado. Bajo esa condición su progenitora y su embarcación quedan en
situación de abandono:
Mayo 23 de 1862. José Isabel Reyes al Gobernador.
José Isabel Reyes, vecino del Cantón de Altagracia ante VS expongo: vivía en la Villa de
Nuestra Señora de Altagracia con mi legítima madre Paulina Reyes, de quien soy hijo
único, y que no tiene otro que la alimente, se enfermó (…) y los facultativos la mandaron a
temperar a la parroquia Cabimas, por cuya razón me encontraba en ella (…) cuando el
Señor Lorenzo Romero, juez de aquel lugar, me ha sorprendido y enrolado en la recluta,
que se le mandó a hacer entre los vecinos de la parroquia, a los cuales no pertenezco. Soy
Señor dueño de embarcación pues poseo un bote que se me ha obligado a abandonar, y lo
que es más, a mi amada madre enferma, y sin otra persona que la valga (…) y por tanto
ocurro con el pedimento más útil y conforme A VS suplicando se sirva haberme por
presentado en forma con los documentos que comprueban ser dueño del bote en que
navego solicitando que se me mande poner en libertad y libre del destino que se me ha
dado (…) por no saber firmar José Domingo Bermúdez (AHZ, 1862: T. 5, l. 32). milicias
Gobierno. Resuelto. Pásese al Jefe político del Cantón para que informe. Bracho (ídem).
463

Mayo 24 de 1862. Jefatura política de Altagracia al Gobernador. (…) he recibido un


expediente compuesto de tres folios útiles sobre solicitud de José Isabel Reyes tomado para el
servicio de las armas en la parroquia Cabimas. Y tengo el honor de devolver a VS dicho expediente
(…) con el informe que se ha servido exigirme (…) Pedro C. Faría (AHZ, 1862: T. 5, l. 32).
Se le concede licencia al patrón y amo, José Isabel Reyes para ir a las costad de Gibraltar, a
[ ] frutos del país debiendo traer a su regreso anotado el cargamento que conduzca a su
bordo. Cabimas Enero 1° de 1862. Miguel Antonio Castillo.
Jefatura Municipal del Cantón (…) Para, Tomoporo, se le concede licencia al Bote Triunfo.
Su patrón José Reyes, para que pueda navegar con dirección al punto indicado. Por
separado lleva el Rol que contiene la tripulación de dicha Buque, la cual no podrá ser
tomada para el servicio de las armas, sin orden especial autorizada por el Señor
Gobernador de la provincia. Maracaibo Agosto nueve de 1861. N. Baralt.
Jefatura Municipal. Rol que contiene la tripulación del Bote el Triunfo perteneciente al
Señor José Isabel Reyes. Patrón y amo José Reyes, profesión navegante, estado soltero,
vecindario Cabimas, edad 15 años. Peones José del Rosario Urdaneta, navegante, soltero,
Cabimas, 20 años; Dionisio Balbuena, navegante, soltero, Cabimas, 10 años. N. Baralt
(ídem).
Por fortuna para José Isabel Reyes y de su madre Paulina Reyes las autoridades confirman
su versión de los hechos. José Reyes debía de tener de edad 18 años apenas cumplidos cuando lo
detuvieron, porque en 1860 tenía 15 años de edad, y ya era patrón del bote en el cual uno de sus
tripulantes apenas llegaba a los diez años de edad (datos que aparecen en una cita insertada con
anterioridad en este estudio).
Los navegantes que debían ser exonerados del servicio militar, por lo contrario, abundan
prestando el servicio de las armas, esto como es obvio va en perjuicio de ese ramo del comercio,
porque nadie quería ser patrón de embarcación, ya que allí tampoco se estaba a salvo de la leva,
circunstancia que nos indica no solo el peligro de la ruina de una familia porque reclutasen a quien
la mantenía, sino también el perjuicio de la economía de ese cantón sometido a la condición de
abastecedor de milicianos.
Caso del que se acoge a un pago para ser exceptuado
Es el caso de Elías Castro, éste o su familia tienen que proceder a pagar un dinero para
obtener la libertad, es decir, la “gracia” de darle de baja, porque estaba retenido allí ya por cuatro
meses de más después de haber prestado ya el tiempo reglamentario que le correspondía, el
costo negativo de su conscripción militar era muy gravoso, porque todos esos meses dejó de
ingresar dinero por su trabajo como patrón de embarcación, se imponía en esas condiciones pagar
la baja del ejército si quería resolver su situación:
Mayo 26 de 1862. Elías Castro al Gobernador.
Elías Castro cabo primero al servicio de la tercera compañía de milicia, y vecino de la
parroquia Cabimas, ante Usía del modo más respetuoso expongo. Hace ocho meses que
me hallo al servicio de la milicia, contra el querer de la ley que sólo exige del ciudadano el
servicio de cuatro meses; pero viendo el estado apremiante de la república no he querido
reclamar sobre el largo tiempo de mi servicio. Cuando fui reclutado tuve que abandonar
una embarcación que tenía a mi cargo como patrón de ella. Ahora bien: he sido impuesto
de que existe una resolución de SE el jefe supremo de la república, en que tan
acertadamente se dispone que el miliciano puede eximirse de servir pagando la cuota que
le asigne el Gobernador. Yo me acojo a esa gracia estando dispuesto a satisfacer la
cantidad que Usía me clasifique, esperando que al hacerlo tenga en mira mi mucho
464

servicio. En esta virtud. A Usía suplico se sirva disponer sea dado de baja en la milicia tan
luego como pague mi contribución. Es justicia que (…) Elías Castro (AHZ, 1862: T. 5, l.32).
Caso de navegante y productor
La economía de la provincia se veía afectada por estos desmanes, un Juez de Paz de
Cabimas lo hace explícito, dice que Natividad Landaeta no sólo está entre quienes mantienen la
dinámica mercantil entre los cantones con su oficio de navegante, sino que también es productor
de alimentos, califica esa captura de Natividad como de “grandísimo mal”, y pone en
conocimiento del gobernador de que no sólo perjudica la economía provincial, sino que también
llevará a la ruina a la economía familiar que Natividad también apuntala con sus esfuerzos, pues su
familia sería expuesta al flagelo de la mendicidad:
Julio 2 de 1862. Juzgado de Paz de Cabimas al Gobernador.
El Jefe que ha evacuado la comisión de reclutas en el buque de guerra nombrado Céfiro ha
conducido a esa Gobernación a Natividad Landaeta en clase de recluta, y el suscrito como
primera autoridad de esta parroquia (…) manifiesta (…) que el mencionado Landaeta
también vecino de esta de mi cargo se le hace un grandísimo mal con extraerlo para el
servicio de las armas, 1° porque es dueño de una embarcación que sólo se ocupa de
conducir alimentos del Cantón Gibraltar y 2° porque es dueño también de una sementera
agrícola en el lugar denominado Ceuta, sin tener otra persona de quien valerse, sino de él
mismo, pues tiene que asistir a un tiempo una y otra cosa, porque en las actuales
circunstancias ni se encuentran hombres; ni para un servicio ni para otro, tiene pues que
flotar con las venturas del tiempo al favor de sus intereses. Espera pues el que suscribe
a
que VS dará mérito a las razones aducidas, bien sea libertándolo (…) o se le dé tiempo
para que busque un hombre, y de no ser así probablemente, los intereses de Landaeta
perecerán, y he aquí su familia mendigará con miseria para el porvenir de sus días (…) José
Lorenzo Romero (AHZ, 1862: T. 4, l. 1).
Gobierno. Julio 6 de 1862. Ofíciese al Señor jefe de operaciones de esta provincia (…)
exima a Natividad Landaeta por ser dueño de una labor y una embarcación. Bracho
(ídem). Se hizo como se manda (ídem).
La petición fue oída y Natividad Landaeta salió en libertad, pero los problemas que
atenazan a este marino y agricultor eran graves y estos quedan sin resolver. Lorenzo Romero el
juez [466], expone cómo Landaeta tiene que hacer de todo él sólo, porque no se consiguen
hombres de que valerse en las circunstancias en que se vive en la provincia, es decir, no hay un
mercado de trabajo en el cual se pueda obtener mano de obra para unas y otras tareas, en pocas
palabras, la milicia destruyó el mercado de trabajo en esta entidad, y ese resultado no es baladí,
un hombre como Landaeta no podía sacar disfrute de la libertad obtenida. El caso presentado por
Lorenzo Romero lleva al conocimiento de cuál es la verdadera situación en el fondo de este asunto
de la recluta, cuándo ésta es tergiversada de su verdadero papel como institución, es decir,
cuando se convierte en la peor parodia.

Las exenciones, en líneas generales, fueron un intento de pacto social para crear en el
todo social la tolerancia hacia quienes ocupan el poder, porque en manos de éstos funcionarios
está “la gracia” de lograr la liberación de la recluta de un familiar o de un empleado, no obstante,
debido a todas las anormalidades en la cual se involucra la recluta se desbarata ese propósito,

466
Se hace obvio en este documento que Lorenzo Romero no solo pertenecía a la minoría calificada, sino que además
poseía una visión suficiente para actuar como miembro de la élite de este conglomerado humano.
465

destinado a evitar conflictos sociales entre los gobernados y los que gobiernan. En vista a todo
esto la resistencia a la recluta aparecerá y mostrará «la otra historia», la historia de los
desgraciados quienes no marchan en la misma dirección que la historia de los opulentos, los
primeros incluso geográficamente divergen de los primeros, los desgraciados “cogen para los
montes”, mientras que los acomodados se atrincheran en sus residencias en las poblaciones, el
resultado es que campo y núcleo urbano quedan confrontados como espacios contrapuestos.

1.4 Resistencia

…vea pues, esto es para coger uno, qué más será para cogerlos todos,
ésta gente está alzada (AHZ, 1860: T. 1, l. 98).
Se proseguirá utilizando el arbitrio de la exposición de casos, para presentar los episodios
de la recluta donde los hombres se niegan a prestar el servicio militar. En esta oportunidad se va a
descubrir como en todos los sectores sociales se va desarrollando una oposición a la milicia,
llegando a generalizarse por esta vía la insubordinación a la misma.
Caso de “El Tigre” de Cabimas
Con la Expedición a la Goajira, organizada para castigar a los indios que no se sometían al dominio
marabino, se pone en evidencia en Cabimas la resistencia que ofrecían los habitantes humildes de
esta parroquia, para prestar el servicio militar en esa acción punitiva. Basilio Borjas que estaba al
frente de esa movilización en Cabimas como responsable del reclutamiento informa al
Gobernador unos sucesos que han acaecido para llevar a cabo ese operativo:
(… …)
Ahora me dirijo a informar a Vuestra Señoría quienes han sido los individuos citados que
han desobedecido, y negándose a prestar su servicio para que Vuestra Señoría pueda
determinar el castigo que se hayan hecho meritorios, y se sirva extender sus órdenes a
las autoridades, así de esta parroquia como de los demás lugares dónde se refugiaren; y
son los siguientes: Juan Justo Alias el Tigre, que hoy persiguiendo por denuncio que se me
dio que se hallaba en un lugar de retiro en compañía de Juan Pablo Jebillo que también
es comprendido en el número de los desobedientes, y habiéndolos encontrado el
comisario Patricio Quirós que dirige a tomarlos; éste me ha expuesto que al descubrirlos
a una grande distancia en unión de Isabel Urdaneta concubina de Prieto que una hora
antes había tenido el arrojo ésta de insultar al indicado comisario, por haber sabido ella
que se hacían esfuerzos por tomar a su querido, con quien hace algunos tiempos se halla
en mancebía, siendo éste un hombre casado, y que por dicha causa tiene abandonada a su
consorte, y que habiéndolos advertido ésta que iban cazándolos, salieron de huida, y que
en la carrera que llevaban se encontraron con Pedro Lucas Urribarrí, y le echó garra al
indicado Juan Pablo Jebillo, que teniéndolo sujeto le acometió Juan Justo con su machete
y se lo hizo soltar.
Lo que pongo en conocimiento de Vuestra Señoría para su inteligencia, como también
para que se sirva dirigirme las reglas que se deberán observar en la solicitud y captura
de estos delincuentes en caso de ordenárseme su persecución, y si también podrán ser
allanadas sus casas. Si otras en que se encuentren se hallan los cómplices.
Los demás comprendidos en desobediencia de la cita, son Juan Cárdenas, Cruz Rodríguez
y Nava, Felipe Mavares, Lorenzo Ballesteros, Bernardo Salas, Rudecindo Oberto y Miguel
Aquí, estos tres últimos son forasteros en este lugar, y sólo Aquí está alistado en esta
466

milicia, y los otros dos aparecen como mostrencos [467] Vuestra Señoría se servirá
decirme si están también inculsos en la misma pena que los demás (AHZ, 1845: T 1, f 410).
La categoría que crea Basilio Borjas para quienes se resisten a la Ley de la leva de hombres
es la de «los desobedientes» [468]. Indica que “los individuos citados han desobedecido”,
entrando en contradicción con lo que informó con anterioridad de que “no habían sido citados
para el servicio [469]”, es decir, los reclutadores estaban atrapando a los que no aparecían en el
registro de milicianos, lo cual era una irregularidad, pero los resultados no podían ser peores, solo
se les han presentado tres individuos. Ese pobre resultado es probable que se debiese a que salían
en búsqueda de aquellos que trabajaban por su cuenta propia la tierra de las áreas despobladas,
por eso se refería a ellos como “los que no habían sido citados para el servicio”. Dice también que
se puso en su procura por un denuncio, y arroja acusaciones contra quien en apariencia encabeza
el grupo, es decir, “El Tigre”, lo acusa no solo de prófugo, sino además de amancebamiento,
agresión contra una autoridad militar con arma blanca, en definitiva lo cataloga como un
delincuente y a quienes lo acompañan como cómplices. Señala otros ocho desobedientes, y que
tres de éstos no son de la parroquia, y que de ellos solo uno está en el registro de milicianos, y a
los otros dos los cataloga como mostrencos, es decir, como animales realengos. No extraña que
después de denostar contra estos individuos que buscaron refugio en “el retiro”, desde su
imaginario Basilio Borjas indique que “iban cazándolos” como si de animales de presa se tratare. Y
solicita al gobernador le oriente sobre los castigos que les pueden ser impuestos, que reglas debe
observar en la solicitud, persecución y captura de los que desobedecen y le diga si pude allanar sus
casas. Según sus propias palabras los hombres se niegan a prestar el servicio a las armas, razón por
la cual deben salir a cogerlos “echándoles garra” como hizo Pedro Lucas Urribarrí.
Con este informe de Basilio Borjas, Juan Justo se convierte en el símbolo de los
desgraciados que han tomado la dirección contraria a la que siguen los acomodados,
transfiguración que ocurre al actuar como un héroe que libera de las garras del ducho Pedro Lucas
Urribarrí a su amigo Juan Pablo Jebillo, y con “El Tigre” de Cabimas, Isabel Urdaneta su concubina
se coloca como bandera de las mujeres que se niegan a que sus hombres sean llevados a las
guerras. De resultas a estos significados literarios este libro fue dedicado a ambos personajes de la
«otra historia» la historia de los pobres, que es distinta a la historia de las élites de los
propietarios que se está desenrollando en el presente trabajo, la cual es la historia de Basilio
Borjas, Eduardo Miguel Rojas, Lorenzo Romero, Antonio González de Lira, Juan Antonio Ochos,
Matías Meléndez y Manuel Barroso, por solo mencionar algunos de ese selecto grupo de
personajes histórico resaltantes que configuran el panteón de héroes de los cantones subalternos
desde la perspectiva de la clase de los acomodados, y también del de una historia que no se erige
en tribunal. De nuestra parte la historia como campo del conocimiento, no se constituye en

467
Mostrenco: sin dueño o propietario conocido, es decir, sin amo, algo así como un animal realengo.
468
La primera parte del texto de esta cita aparece con anterioridad en este mismo capítulo del libro. Está al comienzo de
“1.2 Recluta” y reza al principio: Cabimas Abril 29 de 1845. Puedo asegurarle a Vuestra Señoría que han sido infinitos los
esfuerzos que he hecho para completar el número de individuos que se me pidieron para el servicio (…).
469
En la parte introductoria del manuscrito se lee: “Cabimas Abril 29 de 1845.
Puedo asegurarle a Vuestra Señoría que han sido infinitos los esfuerzos que he hecho para completar el número de
individuos que se me pidieron para el servicio (…) de aquellos que no habían sido citados para el servicio, se han
presentado como he dicho 3.
(… …)”.
467

tribunal de sus estudiados, es decir, no se les somete a juicio como culpables o inocentes, porque
el propósito de esta ciencia es más bien la de entrever las poderosas fuerzas que en cada época
actúan para empujar los hechos históricos y arrastrar a los hombres en unas y otras direcciones,
pero lo que más nos apasiona descubrir desde esta disciplina científica y humanística, es cómo los
hombres como protagonistas del proceso histórico a veces tuercen esos cursos y sacan del cauce a
los eventos, es allí, donde aparece la historia del asombro [470] en toda su magnitud y con ella
personajes excepcionales como Basilio Borjas y Juan Justo Prieto.
Como epílogo de este caso, se pudiese agregar que Juan Justo Prieto “El Tigre” de
Cabimas no estaba entre quienes iniciaban la marcha hacia aquella campaña de represalias contra
los indios guajiros -violencia horizontal de pobres contra pobres guiada por los poderosos-, en los
montes de Cabimas quedaba El Tigre como delincuente peligroso imputado por desobediencia
civil, resistencia a la leva de hombres, agresión a la autoridad, prófugo de la milicia de reserva,
incurso en concubinato y amancebamiento [471], y con él quedaban en la misma situación jurídica
el desertor Miguel Aquí -apellido indígena de acuerdo a las investigaciones del historiador Nerio
Romero-, unos forasteros, unos mostrencos y unos cabimenses tratados como animales, pues a
estos personajes estaban cazándolos y echándoles garra. No queda duda que Basilio Borjas estaba
del lado de la ley y los reglamentos y que se inquietaba por ajustarse a sus normas, pero tampoco
queda duda que ese cuerpo jurídico y legal era creado por los vecinos propietarios o los
acomodados y sus élites intelectuales, y bajo tal inspiración la aplicación de esos preceptos
construyó un régimen político que promovía por un lado los intereses de los propietarios y por
otro lado los profundos descontentos sociales. Después de la Independencia el control de las
manifestaciones y expresiones de ese descontento se convirtió en la tarea prioritaria para las
nuevas élites, el alistamiento en las milicias fue la vía más eficaz y efectiva para lograrlo, pero no la
aplicaron sin recibir una resistencia creciente por parte de los pobres que eran sus víctimas
preferidas. Resistencia que a veces se expresó como una movilización general de todo un barrio.
Caso Ambrosio
En 1853 el juez de Cabimas escribe al Gobernador:
Juzgado 1°de Paz. Cabimas Junio 18 - 1853. Gobernador.
a
Se ha recibido en este juzgado la Comunicación de VS fecha 16 del que cursa y marcado
con el N° 62, ordenándome en ella le remita veinte hombres del sitio de Ambrosio al
cargo del Sargento 2° Trinidad Rendiles, para el servicio de las armas; inmediatamente me
puse de acuerdo con el Señor Trinidad Rendiles y resultó que no pudimos hacer nada por
razón que el conductor de la comunicación Señor Rafael Reyes divulgó en el vecindario el
objeto del oficio que él conducía, aumentando un porción de novedades, y diciendo que
no se escapaban ni los viejos, mancos ni tullidos que no se remitirán según la orden del
Señor Gobernador, y con este motivo causó una gran conmoción en la Parroquia que los
hombres tomaron los montes y por ahora nada se puede hacer pero este juzgado queda
a
interesado manifestando a VS que tan luego se serene un poco este escándalo, los iré
tomándolos y persuadiéndolos, ya por la buenas, haciéndoles ver que el servicio es solo

470
Cabimas Kairi es una historia del asombro y, con este sentido, este registro de todos esos sucesos es mí personal
homenaje a esta población, la cual desde el período aborigen al período petrolero pasando por el período hispano-
criollo nos muestra un proceso histórico que no se sustrae de lo sorprendente, desconcertante e indómito.
471
En la época era considerado como vivir en pecado, es decir, era un escándalo y como tal introducía desorden en el
espacio social y debía ser erradicado y reprimido por las autoridades civiles y eclesiásticas.
468

para la parte de Maracaibo y si no se tomarán por la fuerza (…) Miguel Antonio Castillo
(AHZ, 1853: T. 10, l. 5).
En otras palabras le enviará los hombres solicitados “por las buenas o por la fuerza”, por
las buenas indicando a los que toman de que no serán enviados a librar guerras en otras tierras,
sino que estarán acantonados en Maracaibo, por la fuerza si no se persuaden de esa aseveración y
se niegan a entregarse. Miguel Antonio Castillo juzga que lo que aconteció en Ambrosio fue un
escándalo, es decir, narra una conmoción, bajo la cual los hombres desaparecieron del lugar al
escuchar el rumor de que no se escaparían ni viejos, ni mancos ni tullidos, tal descripción muestra
como percibían los pobladores la recluta como un fin de mundo. Pavor era lo que sentían los
vecindarios ante anuncios como ese de que venía la leva. Ambrosio era donde empezaban “las
Cabimas” [472] por el lado Norte, Punta Gorda era la entrada por el lado Sur, allí en el camino de
entrada a Ambrosio viniendo de La Rita los habitantes colocaron una Santa Cruz como símbolo de
que se entraba en un pueblo cristiano. Desde esa Santa Cruz hasta Puntica de Piedras iba la Costa
de Las Cabimas, pero ese terreno era considerado por los pobladores como las afueras, es decir,
era parte de la jurisdicción territorial de las Cabimas, pero entraba en la categoría del despoblado.
Pues bien en ese sitio de Ambrosio ante la alarma de que venía la recluta los hombres tomaron los
montes y no quedó en el rancherío ni las almas en pena, todos los ambrosieros despavoridos se
pusieron a resguardo de ese anatema y “tomaron los montes” como lugar de refugio. En vez de
correr para la población, los pobres corrían para los montes, es decir se ponían bien lejos de los
principales del pueblo. Y a pesar de tener que correr desaforados, los acomodados les arrostraban
que estaban alzados. La ideología es el arma más filosa de las élites ilustradas.
Caso de Jueces reacios al reclutamiento
Cuando no son los propios milicianos los que oponen resistencia serán, entonces, los
Jueces los que se oponen a esa entrega de hombres solicitados desde Maracaibo. En otras
palabras, “ni por las buenas ni por la fuerza” la leva de hombres ofrecía ya resultados positivos,
entonces, en esa encrucijada sucede que el Juez local es quien llega a tomar la decisión de poner
trabas a esa extracción de hombres de su parroquia. Veamos algunos de estos casos acontecidos
en Cabimas:
El Juez de Paz está entregado a la crápula
En 1849 ocurre un episodio que hace visible la insubordinación de la élite rural. En ese año
el Gobernador Hurtado envía al Capitán Norberto Pérez a Cabimas:
El Capitán Norberto Pérez marcha para esa con el objeto de recolectar hombres para
organizar la milicia que debe guarnecer aquel punto (…) le proporcionará todos los
recursos y auxilios que necesitare proporcionándole un local para cuartel y las raciones
que necesitare (…)” (AHZ, 1849: T 6, f 198).

472
“Las Cabimas” estaban conformadas por Ambrosio, La Plaza, La Rosa y Punta Gorda. La medianía de ese poblamiento
era La Rosa, de allí que cuando se decide crear un núcleo urbano donde existiesen todas las instituciones de la vida civil
y religiosa, se seleccionase aquel vecindario para construir el pueblo de nueve manzanas y una plaza. Al ser incendiada
La Rosa, el nuevo núcleo urbano será en La Plaza, porque ese espacio se prestaba para construir la actividad mercantil,
actividad que se derivaba del puerto menor que allí se había formado, además, allí residían varios de los principales de
ese poblamiento de Las Cabimas. Para este año la Misión ya estaba ocupada por los cabimenses, pues ésta desapareció
debido a los acontecimientos independentistas, de tal modo que la medianía correspondía ahora a La Plaza.
469

Y cuando Pérez llega a Cabimas, como Capitán de la 4ta. Compañía de Cabimas, encuentra
que el juez le pone todo tipo de trabas a la reorganización de la milicia en la parroquia. En vista a
esto expone al Gobernador:
a
Capitanía de la 4 Compañía de milicias de reserva en Cabimas.
Gobernador.
Parroquia Cabimas agosto 16 de 1849.
Hasta ahora no cuento con otra fuerza que la de veinte y cinco hombres, inclusive son
treinta con exclusión de algunos por enfermos, siendo la causa (…) de no haber reunido
aún más, el Señor juez 1° de Paz de esta parroquia que (…) no obstante de haberle
presentado en ésta algunos, no los ha puesto a mí disposición, para inscribirlos en el
alistamiento, a pesar de mis continuas diligencias; (…) referido Señor Juez de Paz digo; (…)
que continuamente me objeta, en la reorganización de las milicias (…) por una parte
expide licencias (…) y por otra entorpeciendo la entrega de algunos fusiles que [ ] tiene
en su poder, y resta entregármelo (…) (AHZ, 1849: T. 10 ff. 225/227).
El capitán incluso acusa al Juez 1° de Paz en funciones en Cabimas de crápula, le cuenta al
gobernador sobre la captura de Miguel Rojas, ex juez de la parroquia que estaba siendo solicitado,
y le narra cómo el Juez 1° de Paz de Cabimas se lo pidió por estar bajo su jurisdicción para
entregarlo ante la autoridad del Cantón Altagracia, pero para su sorpresa en vez de arribar a la
Villa con el sumariado lo condujo a la capital y luego lo retornó a la parroquia Cabimas. Según el
concepto del Capitán que narra esto al Primer Magistrado es voz en la parroquia que Rojas
sobornó al Juez con cincuenta pesos y él es de la misma opinión. Le indica además que el Teniente
Lorenzo Capitillo de este cuerpo va a Maracaibo a enterar de otras minuciosidades al Gobernador
sobre este Juez 1° de Paz de Cabimas “ entregado sin interrupción a la crápula” (ídem).
El gobernador Hurtado le contesta el 18 de agosto de 1849:
(…) quedo impuesto de su contenido respecto al alistamiento de milicianos (…) siga
tomando todas las medidas que estén a su alcance a fin de que no quede ningún
individuo útil sin alistarse, procurando en cuanto sea posible conservar el orden en esa
parroquia (…) (ídem).
Y en otra comunicación del mismo día el Gobernador se dirige al Señor Juez 1 ° de Paz de
Cabimas y le instruye:
Tan luego como reciba U. esta comunicación se pondrá en marcha para esta ciudad
trayendo también a Miguel Rojas y tanto U. como el expresado Rojas se presentarán en
el Despacho de esta Gobernación inmediatamente que lleguen aquí. El Juez 2° de Paz
quedará encargado de sus funciones durante su ausencia de esa parroquia y al efecto le
entregará U. todo lo concerniente al juzgado que está U. hecho cargo.
Nota: Se transcribió al Señor Jefe Político de Altagracia para su conocimiento y demás
fines (ídem).
En otras palabras el Gobernador le tendió una emboscada al juez insubordinado contra el
Capitán Norberto Pérez, quien era el encargado de reorganizar las milicias de la parroquia. Pero
esa emboscada contra este juez fue por doble partida, por un lado, por liberar a un solicitado, por
el otro lado, por no colaborar con la recluta.
Los jueces de paz se burlan de sus superiores
La Gobernación en el mes de julio del año 1853 publicó un Resuelto advirtiendo de la burla
de que era objeto la leva de hombres, lo denunciaba porque en el Cantón Altagracia el juez
capturaba a los que no podían prestar el servicio militar. En vista a esa irregularidad dicta un
Resuelto donde ilustra con hechos esa conducta evasiva de los jueces con las responsabilidades
470

inherentes a su cargo. Destaca el que se hayan detenido a los menos indicados, porque los
protegen las normas de exenciones del servicio de las armas, dice:
Hay constancia de esta Gobernación de haberse tomado para el servicio de las armas [en
el] Cantón Altagracia: a un portero del Concejo (…) a varios otros empleados subalternos,
y con generalidad a muchos hombres inútiles (…) a jóvenes menores de edad, y padres de
familias cargados de hijos, así como, patrones de piraguas y canoas encargados de
intereses ajenos (AHZ, 1853: T. 11, l. 20).
Al año siguiente se reitera sobre esa conducta, ésta no se ha subsanado. El jefe político del
Cantón Altagracia Asunción Faría impone al Gobernador sobre esa actitud burlona de los jueces de
paz en sus jurisdicciones, incluso en aquella lejana de “la costa”, dónde en vez de capturarlos los
mandan a ocultar, en su nota del abril de 1854 le dice:
(…) los mandan ocultar y presentan inconvenientes que hacen imposible tomar los dichos
milicianos, el Señor Juez 1° de la Parroquia Tomoporo o General Urdaneta está
comprendido en este caso como le informará a VS el Señor Capitán Manuel Barroso
conductor de esta nota y Juez 1° de la Parroquia Lagunillas (…) Le pongo en el superior
conocimiento de VS por si tiene a bien el dirigirse al Señor Jefe Político del Cantón
Gibraltar para su inteligencia (…) (AHZ, 1853: T. 18, l. 24).
Asunción Faría trasladó la denuncia contra el Cantón Altagracia hacia el Cantón Gibraltar,
pero al hacerlo indica que este problema se extendía por varias costas, no sólo las del Cantón
Altagracia al Norte sino también las del Cantón Gibraltar al sur. En vista a esa situación la
Gobernación ordenó en abril 21 de 1854 transcribir esa nota y remitirla a la autoridad de Gibraltar
y le añade al jefe político de “la costa” [473] que les pida a los jueces de paz que respalden al jefe
de esa operación de alistamiento y a las comisiones que éste nombra para esa tarea:
Al hacer a U. esta transcripción tiene por objeto la Gobernación que U. prevenga a todos
los jueces de paz de las distintas parroquias de su dependencia den mano fuerte al
Señor Comandante del Medio Batallón de Milicias de reserva para la comparecencia de
todos los milicianos del cuerpo de su mando, que se hallen en ese cantón; así como las
Comisiones autorizadas por aquel Jefe todo con el fin de completar la Compañía que se
ha llamado al Servicio (…) González (ídem).
Las autoridades y funcionarios de Cabimas también llegan a ser acusados de ese mismo
comportamiento. El jefe político accidental de Altagracia, Miguel Carriaso, le indica al gobernador
el 30 de abril de 1854, de que se le ordenó una averiguación el 15 del presente mes por los hechos
que denuncia el Comandante de Armas de la Provincia basado en un informe que le envió el
Capitán José del Carmen Finol, donde éste subalterno le expone como los jueces se han dedicado
en burlarse de sus superiores en vez de aplicarse a la aprehensión de los milicianos:
(…) los jueces y comisarios de la parroquia Cabimas lejos de contribuir con sus esfuerzos y
medidas a la aprehensión de los milicianos (…) se ocupan de avisarlos para que se burlen
de las medidas (….) (AHZ, 1853: T. 18, l. 24).
En resumen: Un juez es imputado de crápula y se le tiende una emboscada para detenerlo
y juzgarlo, otro juez evade sus responsabilidades reclutando los que deben ser exceptuados, un
tercero es acusado de convertirse en informante de los milicianos para que estos tengan tiempo
de evadir la leva, y al juez de Cabimas se le señala de asociarse con los comisarios para actuar
como compinches de los milicianos y salvarlos de la recluta, es decir, en síntesis una actitud
burlona de las autoridades de las parroquias de los Cantones Subalternos hacia las autoridades

473
Así se referían en la época al Cantón Gibraltar.
471

provinciales es una constante y no una curiosa excepción. Lo que quiere decir que debido a la
recluta aflora una grieta en los sectores que ejercen el poder, y que algunos eslabones se sueltan
de la cadena de mando ante ese flagelo, lo hacen para incumplir con lo que se espera de ellos. La
resistencia del campo a la ciudad emerge como un fenómeno anunciado.
Ante esa disyuntiva el gobernados previene a los jueces de que no solo deben acatar las
órdenes de alistamiento justificadas por la necesidad de completar las Compañías, sino que
además deben comportarse con “mano fuerte” al acompañar en las comisiones a los comandantes
encargados de esa captura de hombres para el servicio militar. El resultado de esta presión «desde
arriba» produce algún que otro logro en esa dirección:
Un Juez remite un tanto como los que han retornado
La queja del 30 de abril procesada por Miguel Carriaso, obtuvo sus frutos. En mayo 2 de
1854 el Juez 1° de Paz de Cabimas, Antonio González de Lira, da cuenta de los milicianos de esa
localidad que están en la plaza de Maracaibo, los que están allí según su lista quince:
Nazariego, González, Pérez, Ildefonso Leiva, Quintero, Virchez, Nava, Quintero, Neris,
Perozo, Quintero, Pauque, Díaz, Quintero, González (AHZ, 1853: T. 18, l. 24).
Lira es un veterano de estas lides y escribe al Gobernador el 2 de mayo de 1854:
El Señor Jefe Político del Cantón Altagracia, con fecha de ayer me ha oficiado diciéndome
que algunos milicianos han sido licenciados por causas legítimas (…) y que estoy en el
deber de reponer los que en este caso hayan venido a esta Parroquia, para completar el
contingente que se pidió a este juzgado según la regulación que hizo el Señor Comandante
del Medio Batallón de milicia de reserva del Cantón.
a
(…) pongo en conocimiento de VS : desde el día 28 del mes pasado puse a disposición del
Señor Coronel Comandante de Armas de la Provincia el contingente que se pidió a esta
Parroquia, que dicha entrega la hice por el conducto del Señor Capitán José del Carmen
Finol por orden del Señor Comandante de Armas que me mandó a entender con él; en
dicho día 28 repuse los milicianos que se habían licenciado y quedó completo el número
a
que me pidió que le cupo a esta parroquia, y para mayor satisfacción remito a SS una
lista de todos los individuos útiles que se han quedado al servicio de las armas en esa
plaza (ídem).
Como es obvio se había producido un entendimiento entre el Juez de Paz de Cabimas y el
Comandante de la reserva, serían entregados nuevos milicianos siguiendo la siguiente pauta: serán
tantos como aquellos a los que se les extienda licencia para que regresen a su parroquia. Pero el
Gobernador interviene y ese pacto de caballeros queda violado. El trato justo y equitativo tácito
en el convenio entre el juez y el comandante fue percibido como una anormalidad por el Primer
Magistrado, y en consonancia con esa actitud déspota estuvo en desacuerdo con el procedimiento
que buscaba una salida honrosa a esa sangría de fuerza de trabajo que sufría este Cantón
Altagracia por parte de las autoridades marabinas.
Pero allí no termino todo, un nuevo abuso contra estas parroquias fue ejecutado por las
instancias superiores, esta vez se produjo ante la justa queja y protesta del juez de Cabimas,
donde de nuevo el Gobernador otra vez dio muestras de su arrogancia citadina. El hecho fue como
se describe a continuación.
El juez protesta porque le reclutan en la cabecera a sus parroquianos
Lira recurre a exponer ante el Primer Magistrado de la provincia otro abuso que se comete
contra sus coterráneos, y en vista a esa injusticia pidió al gobernador que suspendiera la medida
472

perturbadora que victimizaba a los vecinos de Cabimas. La medida consistía en que quienes
viajaban de Cabimas hasta la Villa de Altagracia eran reclutados, a pesar de que Cabimas ya había
cumplido con la cuota que le correspondía, razón por la cual le dijo al Magistrado:
a
Lo que pongo en conocimiento de VS para los fines dichos, y para que mande a
suspender la orden de tomar en esa los vecinos de esta que van a sus diligencias, puesto
que se ha dado cumplimiento al contingente que le cupo en el reparto a esta parroquia
(ídem).
(…)
Antonio González de Lira (ídem).
El Gobernador tardó ocho días en responder al Juez Lira, esta tardanza debió estar
supeditada a las consultas que debía estar haciendo con sus consejeros y que tenían por finalidad
la de no aceptar los argumentos que desde Cabimas se esgrimían. Lira pedía que la Gobernación
anulase la orden de tomar a los vecinos de Cabimas que llegasen a Altagracia y el gobernador
González debió revolcarse de la rabia ante esa exigencia de su subalterno, de tal modo que debió
mover cielo y tierra para conseguir como rebatir lo alegado por el representante de los cabimeros.
La respuesta de la Gobernación al Juez defensor de los vecinos de Cabimas fue después de
ocho días de sesera la siguiente:
Gobernación Superior Política de la Provincia. Maracaibo Mayo 10 - 1854.
Contestado.
[sobre el asunto de] suspender la orden de tomar a los vecinos de esa parroquia que se
presentan en Altagracia a ocasión de sus diligencias. Nada puede hacer la Gobernación en
este asunto porque el Jefe Político de ese Cantón obra en el círculo de sus atribuciones
legales y de conformidad con las disposiciones superiores que se le han comunicado de
suerte que lejos de hacer el que suscribe ninguna reconvención a aquel funcionario le
previene a U. terminantemente que cumpla las providencias que libre en observancia de
sus deberes y del buen servicio público.
Dígole a U. en respuesta a su precitada comente.
González - Por el Secretario Pablo Ortega.
Se hizo el día 12 bajo el N° 14 (ídem).
Toda la cadena de mando debió deteriorarse bajo esos términos destemplados con los que
respondían los representantes máximos de la Provincia a quienes están al frente del Cantón
Altagracia, actitud dañina de las relaciones que se extiende a la relación entre los jueces de
parroquia y los Jefes Políticos del Cantón subalterno, es decir, no era solo una problemática entre
Maracaibo y “la otra costa”, era que dentro del mismo Cantón Altagracia surgía la tensión y el
enfrentamiento, porque el Jefe político de Altagracia pretendía remitir los vecinos de Cabimas que
iban hasta la Villa, para salvaguardar de la milicia a sus propios coterráneos.
Todo parece indicar que con la crisis de la recluta se estaba produciendo rupturas en las
cadenas de mando, por un lado, entre el poder militar y el poder civil, y por la otra entre las
autoridades de Maracaibo y las autoridades de las parroquias rurales, y a veces entre las mismas
parroquias. El documento que se cita a continuación aborda esa realidad, allí se observa que los
militares están desconcertados no solo ante la oposición violenta de los que deben ser reclutados,
sino también por la animosidad de la población contra la leva y, además, sienten el rechazo de las
autoridades locales a cumplir con esas órdenes. Los militares se ven ante esas reacciones, ante la
difícil e incómoda disyuntiva de solicitar una fuerza armada para someter a sus propios paisanos
para que acaten la entrega de milicianos, debieron tener consciencia de que esa medida era llegar
473

a un extremo inconcebible, porque era actuar como una partida expedicionaria contra su propio
lar, era solicitar una invasión militar contra los suyos. Frente a ese hecho insólito se deja a un lado
la exposición de los casos en donde los jueces desarmonizan con sus superiores y se ingresa en los
casos de lo inaudito, es decir, en el que un militar voltee las armas contra su propio pueblo. Lo
cual llevará a que en el teatro de las representaciones se monten varios actos, para llegar hasta el
último donde se concluye que
Todas las medidas sean ilusorias
Primer acto: Mándenme una pequeña fuerza. El Capitán Norberto Pérez de la Compañía
de Cabimas en el mes de julio de 1854 refuerza lo que el Capitán Finol dijo sobre el
comportamiento de la élite cabimense ante los pedimentos de la ciudad capital, agregando que la
aversión hacia ellos se extiende a los vecinos en general. Lo que indica Norberto Pérez muestra
que el problema es profundo, es el de una población a un paso de la rebeldía, y de unas
autoridades civiles en franca hostilidad hacia sus superiores. Dice al Gobernador:
Tengo el honor de dirigirme a VS (…) para decir lo siguiente. Con fecha 7 del presente(
mes me ofició el primer Comandante del Medio Batallón de Altagracia, ordenándome
procediese inmediatamente a la organización de la Compañía de mi mando (…) entré con
todo el entusiasmo (…) a llenar las órdenes de mi superior de quien dependo, pero Señor
puedo asegurar con el más precario sentimiento que ni uno ni otro deber, me ha sido
fácil hasta hoy llenar, por las razones que paso a exponer, primer, que en esta parroquia
se nota una involuntariedad en algunos vecinos (…) en vez de volar entusiastas a prestar
sus servicios como patriotas, se alejan a las montañas, amenazan (…) si intentan
seguirles; y segundo (…) que las autoridades civiles (…) en vez de prestar su colaboración
se deniegan a todo auxilio; tercero, que agotados los recursos primero y segundo, no
puede contarse tampoco con la ayuda de los cortos vecinos (…) observando el poco
patriotismo en unos y el desaliento en otros (…) Por tales razones tengo a bien decir, en
esta parroquia nada podrá hacerse, a menos que se tome la medida (…) de mandarme una
pequeña fuerza con un subalterno que me acompañe a llenar no solo mis deseos, sino los
de mi obligación como ciudadano libre (…) Norberto Pérez (AHZ, 1854: T. 1, l. 1).
Norberto Pérez también transmite al Gobernador, en la misma misiva, su aprehensión
personal sobre el “porvenir y bienestar del Gobierno actual” (ídem) lo que termina de mostrar un
cuadro político-social con los colores grisáceos de una tormenta que amenaza con causar
verdaderos destrozos en el cuerpo social.
El cuadro que ofrece la parroquia, por tanto, es de un mal pronóstico. A la conducta reacia
de los jueces a colaborar con entusiasmo en la leva de hombres se añade el comportamiento de
los vecinos que se insubordinan, todos ofrecen una mala disposición a colaborar con quienes
ejercen el gobierno y contra quienes lo sostienen, en consecuencia, los disidentes huyen, se
esconden e incluso resisten mediante la fuerza, lo que lleva al Capitán a concluir en su misiva que
“en esta parroquia nada podrá hacerse (…) a menos que me mande una pequeña fuerza y un
subalterno”, en otras palabras, Norberto Pérez pide una medida desesperada: una acción invasiva
y punitiva contra los vecinos, porque estos no le ayudan a la organización de la Compañía de
milicias. Por su parte el “Gobierno de la Provincia” en julio de 1854 respalda al Capitán Norberto
Pérez:
Exciten al Señor Capitán José del Carmen Finol que actualmente está en la parroquia
Santa Rita reuniendo su Compañía para que con el piquete que confiaría a un oficial (…)
auxilie al Señor Capitán Norberto Pérez en la reunión de su Compañía como este lo pide
474

(…) que dice el mismo Pérez le niega el juez de su vecindario, prevenga a dicho juez, con
inserción de esta determinación, que si no obra activamente con todos sus comisarios en
la reunión de la gente que se ha mandado a poner sobre las armas, esta gobernación le
impondrá (…) la más severa y estrecha responsabilidad, a cuyo efecto en el acto recibo
de esta nota y dar parte diarias de las medidas que haya tomado con aquel fin y del
estado de la reunión o gente que haya acuartelado [474]. Comuníquese al Comandante de
Armas.
Rebolledo.
Se hicieron el mismo día: Al Comandante de Armas N° 108; Al Comandante Finol N° 91; Al
Juez de Cabimas N° 93; Al Capitán Pérez N° 92 (AHZ, 1854: T. 4, l. 29).
Segundo acto: El Capitán no está muy cuerdo. Este enfrentamiento entre funcionarios del
Estado y, además, colisión entre vecinos y autoridades militares no terminó allí, faltaba aún un
episodio de ese caso donde se enfrentan el Capitán de la Compañía de Cabimas y el Juez 1° de Paz
de esta misma localidad, la noticia principal de esta contestación es desconcertante y genera
jocosidad. El oficio lo escribe el Juez de Paz de Cabimas, el veterano Antonio González de Lira,
quien cuenta al gobernador como le entregó al Capitán Norberto Pérez dieciséis milicianos y cómo
a éste se le escaparon:
Cabimas julio 14 de 1854.
Gobernador.
a
Es en poder de este juzgado la Comunicación de VS fecha 12 de los corrientes, que recibí
a
hoy a las ocho de la mañana, relativa al parte que le ha dado a VS el Señor Norberto Pérez
ta. a
Capitán de la 4 Compañía, a lo que debo contestar a VS que el sábado 8 de los
corrientes recibí Comunicación del Señor Jefe Político del Cantón para que de acuerdo con
el Señor Comandante del Medio Batallón reuniese la Compañía que pertenece a esta
Parroquia, en tal concepto procedí el expresado día 8 a reunir milicianos, y le entregué al
expresado Capitán en la noche del expresado día 8 diez y seis milicianos útiles para el
servicio de las armas. El Capitán Pérez se hizo cargo de ellos, y aún le brindé raciones de
mi peculio para que los acuartelara, y resultó que el Domingo día 9 de que cursa los
mandó a retirar, que fueran a almorzar a su casa y volvieran al medio día yo desaprobé
su determinación, pero como ya estaba hecho cargo de los dichos milicianos nada pude
hacer.
El mismo día ya citado después de estar entregados al dicho Capitán Pérez los diez y seis
hombres de que antes he hablado tomaron los montes tanto estos como cuanta clase de
hombres había en este pueblo.
a
El Señor Comandante Matías Meléndez facultado por VS para reunir el Medio Batallón se
orientó de la ocurrencia del Capitán Pérez, puso todas las clases de esta Compañía como
igualmente los ministros de Policía a disposición de los dos juzgados, y dio órdenes muy
severas para tomar hombres, ofreciendo que él vendría el Domingo 16 del que cursa. De
manera Señor Gobernador que mientras el Capitán Pérez no sea un poco más cuerdo en
sus decisiones, no puede el Gobierno contar con estos milicianos, pues por su desacierto
se fugaron los dichos 16 hombres, y para indemnizarse de ellos quiere culparme
a
atribuyéndome lo que ni siquiera he pensado. VS es demasiado táctico y dentro de muy
a
poco tiempo conocerá las tendencias del Capitán Pérez. Todo lo que digo a VS en

474
En el siguiente folio del legajo citado está inserto un manuscrito realizado en Altagracia, donde se hace mención a la
“columna de Altagracia a todo trance, o cubrir ese punto con doscientos o trescientos hombres” para impedir la retirada
del Coronel Garcés por esta provincia, aparece la firma de Rebolledo como autor de esa instrucción. Sobre el mismo
asunto más adelante hay otro documento del mismo gobernador. Esto explicaría porque se salían de los canales
normales y entraban en los ilegales, abusando de las autoridades locales y de los vecinos de estos pueblos.
475

a
contestación a su citada nota. Soy de VS con sentimiento de respeto muy obediente y
atento servidor.
Antonio González de Lira.
Julio 22 - 1854.
Anótese y archívese (AHZ, 1854: T. 4, l. 29)
Tal vez el Capitán Pérez lo que buscó fue quedarse con el dinero que el Juez González le
entregó de su propio peculio para que los alimentara, esto pudo hacerlo Norberto Pérez -que ya
estaba desmoralizado por su aprehensión personal sobre el “porvenir y bienestar del Gobierno
actual”- dejando que los milicianos se dieran a la fuga y quedándose con los pesos destinados a
racionar los hombres, en pocas palabras, se hizo el loco. El asunto es que detrás de los dieciséis
milicianos se fueron también “cuanta clase de hombres había en este pueblo”, es decir, ocurrió
una estampida humana -como la que se suscitó en Rancho Ambrosio-. Sea como sea la
cotidianidad del hecho, lo de fondo es que la cadena de mando ya estaba fracturada, y el
resultado de esa fragmentación es que los milicianos no llegaban a su destino. En este caso se
aplicaron toda clase de medidas para que se pudiese hacer algo en esta parroquia y todo falló, el
aparato de control social de quienes detentaban el poder había perdido la unidad y la disciplina, y
esa debilidad la aprovechaban los habitantes para resistirse a la leva de hombres. Las medidas,
pues, eran ilusorias en medio de ese cuadro vapuleado por una tremenda crisis institucional.
Tercer acto: Aquí no hay esperanzas, todo será ilusorio. Por lo descrito es notorio que hay
roces entre el gobernador, jefes políticos, jueces, oficiales y suboficiales tanto de las milicias como
los del ejército permanente, lo cual pone en evidencia una deconstrucción de la sociedad. La
situación había llegado a un extremo insostenible, todo estaba a punto de venirse abajo, el Cantón
Militar de Altagracia ya no era un bastión de las fuerzas armadas, porque todo tenía ahora un bajo
perfil en esa jurisdicción. La prueba de este aserto lo da el General de mayor rango en la provincia
y el Comandante de la Columna del Cantón Altagracia.
En Maracaibo el General Enrique Guzmán de la Comandancia de Armas, se dirige al
Gobernador para enterarlo sobre el estado de la columna del Cantón Altagracia, para hacerlo le
inserta un informe nada alentador que le rindió el Comandante J.L. Lucena:
El Señor Comandante de la columna mandada a organizar en Altagracia me dice lo que
copio.
República de Venezuela- Comandancia de la columna de Altagracia - N° 17 - Altagracia
Julio 13 de 1854 -25° y 44°. Señor General Comandante de Armas de la Provincia. Ha
regresado hoy a las dos de la tarde el Capitán José del Carmen Finol con el piquete de
Sargentos y Cabos que pidió el Señor Jefe Político de este Cantón para marchar a La Rita
en busca de los milicianos de las dos Compañías del Medio Batallón milicias de Altagracia
que se decía haber en aquellas parroquias y no habiendo traído un solo individuo
después de haber perdido cuatro días inútilmente y mojándose el pertrecho del piquete,
por haber naufragado el cayuco que los conducía a tierra, solo informa: que todos los
hombres de aquella vecindad están a monte, que no hay tales Compañías organizadas; y
que habiendo aprehendido cuatro milicianos en el punto Higuito, los puso en libertad en
razón de haberle presentado una orden el mayordomo del Coronel Santana de la
Gobernación de la Provincia en que nominalmente los excluía del servicio. Informa
también el Capitán Finol que el Señor 2° Comandante Matías Meléndez se había
embarcado para Cabimas y Lagunillas en busca de los milicianos de las Compañías de
aquellas parroquias, que vulgarmente se decía existían todos en los montes. Por la
situación de hoy que tengo el honor de adjuntar verá VS que solo 15 milicianos se me han
476

entregado por el Señor Jefe Político y estos en su calidad de oficiales, Sargentos y Cabos,
y tan solo cinco soldados que no alcanzan para la guardia de prevención y cuido del
parque; pues todos los demás están a la disposición del Jefe Político y Comandante del
Cuerpo para citación del decantado Medio Batallón de Milicias que no puede darnos la
fuerza de la columna. Al concluir esta comunicación ahora que son las 4 de la tarde he
recibido un oficio del Señor Jefe Político remitiéndome dos milicianos que se dan de alta
en esta fecha. Ni un caballo, ni una montura, ni cosa que se parezca [475] a esta arma,
a
tenemos para cumplir las órdenes de SS respecto de las incursiones de la Boca, punto
importante y raya divisoria de la Provincia de Coro. Debo hablar a Usía con claridad para
salvar mi responsabilidad: aquí no hay esperanzas de reunir una Compañía en un mes,
aunque constara la fuerza de 50 hombres; y todas las medidas de la Gobernación bajo
este respecto temo mucho sean ilusorias. Lo que tengo el honor de comunicar a Usía en
cumplimiento de las instrucciones que me sirven de norma. Soy de VS atento servidor -
J.L. Lucena - Y tengo el honor de hacer esta inserción con el fin de enterarle del estado en
que se encuentra todavía dicha columna y del resultado que producen dichas comisiones
que salen a recolectar los milicianos.
Soy de VS atento servidor. El General Enrique Guzmán. Julio 29 de 1854.
Enterado y que la Gobernación se ocupa de evitar estos inconvenientes (AHZ, 1854: T. 4, l.
29).
Con esta rendición de cuentas queda claro el por qué de la aprehensión personal sobre el
“porvenir y bienestar del Gobierno actual” que sentía el Capitán Norberto Pérez de Cabimas,
puesto que para el Alto mando militar “todas las medidas de la Gobernación teme que sean
ilusorias”, las cosas por tanto no podían estar peor, la realidad no ofrecía expectativas sino un
cuadro político-social turbador. La desmoralización del Capitán Norberto Pérez no era un
fenómeno aislado, se extendía como una peste por todo el espectro social y sacudía al sector
militar hasta sus altos mandos.
El Síndrome Norberto Pérez
Esa condición crítica que viven las fuerzas militares del Cantón Altagracia para el año de
1854 se generaliza, la desmoralización del Capitán de la Compañía de Cabimas a partir de ese año
se hace contagiosa, y los casos escandalosos se multiplican entre quienes están involucrados en la
leva de hombres, este fenómeno es lo que se denomina en este ítem como el Síndrome Norberto
Pérez. Norberto Pérez es como ya nos hemos percatado un cabimense destacado durante una
etapa de la historia de Cabimas, llegando a hacerse merecedor de elogios de sus superiores en su
fase ascendente, tanto que sobre él llego a decirse en los medios oficiales que era un “entusiasta
patriota”, porque como tal lanza -recordemos- una Proclama en Cabimas, donde ésta tenía por
finalidad levantar el ánimo de sus paisanos ante las adversidades que sacudían el país. Pero para
1854 Norberto Pérez abandona toda expectativa y ya no se comporta de una manera “cuerda”
como comentaba el Notable Antonio González de Lira que ese año está al frente de la judicatura,
entraba Norberto Pérez en un ciclo de declinación que da origen al síndrome al cual hacemos
alusión. En ese cuadro de resistencia ante la recluta que se complejiza y toma una forma tortuosa
exhibiendo una cabeza como la de la Hydra de Lerna [476], seguiremos observando ese síndrome
y sus sorprendentes ramificaciones.

475
Es decir, ni burros.
476
En la mitología griega, la Hidra de Lerna [o Hydra] era un antiguo y despiadado monstruo acuático con forma de
serpiente policéfala (cuyo número de cabezas va desde tres, cinco o nueve hasta cien, e incluso diez mil) y aliento
477

Un mundo, pues, no muy cuerdo se observará en estas “costas” entre 1858 y 1861 como
expresión del Síndrome de Norberto Pérez, ese mal se presentará a continuación en pequeños
tópicos, en los cuales se observa como persiste lo observado entre 1836 y 1854, pero donde los
protagonistas de los hechos hacen un repetitivo llamado de atención sobre el aspecto moral:
Delincuentes
Los jueces en vez de remitir milicianos envían delincuentes, es decir, se deshacen de los
que debían estar en las cárceles enviándolos a las guarniciones:
Cabimas Junio 21 de 1858 Gobernador.
Remito a VS el individuo Simón Quintero que debe remplazar en el servicio de la
provincia al voluntario miliciano José [ ] Urribarrí espero que VS no prestará oído a las
fabulosas insinuaciones de dicho Quintero de las cuales las autoridades de esta parroquia
las oyen con repugnable chocancia por su maliciosa falsedad pues este individuo además
de lo notorio de su carácter inmoral se encuentra en el archivo de esta parroquia queja
de su padre contra él que expuso haberle cometido dos graves faltas de inobediencia la
una de asalto con intención de maltratarle con un palo y si nos proponemos a reformar la
República de los principios con la reforma moral dígolo a VS para su inteligencia y fines
que convenga.
(…) Miguel Rojas (AHZ, 1858: T. 2, l. 1).
Sobre el mismo Simón Quintero el Juez Miguel Rojas informa al Primer Magistrado:
Juzgado de Parroquia Cabimas junio 21 - 1858. Gobernador.
Remito a VS el miliciano Simón Quintero el cual había sido citado en distintas veces por el
Señor Capitán del cuerpo de milicia de esta parroquia por medio de los comisarios de
policía y habiendo desobedecido cuantas veces salía invitarlo al Servicio con justa razón el
Señor Capitán lo puso en mi conocimiento y habiendo tenido noticia el día de ayer por el
jefe de la ronda de policía que he tenido a bien instituir para el celo y conservación del
orden moral que el indicado Quintero pernoctaba hacía dos días en el puerto de Punta
de Piedras en donde está informado este juzgado sostiene una pública mancebía dispuse
inmediatamente citar tres comisarios de policía y otros tres ciudadanos y al Señor
Comisario mayor con el carácter de Jefe de Parroquia y habiéndome dirigido al indicado
punto le encontré como se me fue informado y aunque este individuo quiso alegarme
que tenía una embarcación que había tomado a su cargo bajo contrato de compra venta
echó cargo de todos los preámbulos de que puede prevalerse para evadir de prestar el
servicio a que está llamado se lo remito con todo ese conocimiento para que VS pueda
determinar lo que a bien tenga.
(…) Miguel Rojas (ídem).
El resultado de este caso fue:
Gobernación Maracaibo junio 24 1858 Resuelto
Póngase a disposición del Señor Comandante de armas a Simón Quintero en remplazo de
Antonio Fuenmayor a quien se le dará de baja.
Serrano.
En otras palabras, las fuerzas armadas se convirtieron en un espacio donde se reunía la
escoria social, lo que nos hace venir a la mente la imagen del cuartel o las guarniciones como un
lugar donde se concentraba a los indeseables, el Gobernador en vez de remitirlo a una cárcel o
seguirle un juicio a esos “repugnables” individuos para destinarlos al presidio los consideraba más

venenoso a la que Heracles mató en el segundo de sus doce trabajos. La Hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas
por cada una que perdía o le era amputada, y su guarida era el lago de Lerna, lugar sagrado. Bajo las aguas de Lerna
había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba.
478

bien como aptos para la vida militar, lo cual no es otra cosa que un abominable exabrupto
gubernativo. El cuartel o la guarnición se convirtieron en el lugar de retención de efectivos,
probables y supuestos delincuentes, es decir, ambos pasaron a ser potenciales presidios.
Negligentes
Otro tópico que se agrega a esta lista de lo enajenado es el de los negligentes. El asunto
fue así, de la Gobernación se expidió un suelto (fecha probable abril de 1858) exhortando a
algunas autoridades de la provincia, para que procedieran con el reclutamiento, y en ese oficio el
Primer Magistrado les acusa de negligentes por no irrumpir con todo el poder de coerción que
está a sus alcances:
Suelto. Dígase a los Jefes Políticos de Altagracia y Perijá y jueces de Cabimas y Lagunillas.
Inexplicable es la negligencia que Ustedes han manifestado en el llamamiento al servicio
de los ciudadanos que se les han pedido para llevar las armas conservando el orden
público en estos momentos en que las huestes de la tiranía prefirieron abandonar la
provincia, a convenir en el grito de libertad dado por todos los pueblos. Si los ciudadanos
no quieren prestarse voluntariamente a dar el servicio que exige la seguridad y
conservación de sus mismas garantías e intereses, la autoridad está en el deber de
emplear todos los medios coercitivos que estén a su alcance para obligarles a aceptar un
bien de que deben gozar aún cuando no lo sepan apreciar. Ojala la civilización y cultura de
la nación hiciera innecesaria la fuerza armada. Ojala nuestras costumbres y nuestro
benévolos sentimientos nos pusieran a cubierto de la tremenda amenaza que ofrece el
ejército a las libertades públicas cuando olvida sus deberes, pues no habría entonces
necesidad de molestar a ningún habitante, pero desgraciadamente la desmoralización es
hoy más que nunca un elemento desorganizador, que llevando sus estragos hasta los
poderes públicos, ha hecho ineficaz las leyes y todos los demás preceptos saludables que
tienen por objeto las garantías de la sociedad.
Se debe pues cuando menos contar con la fuerza necesaria para reprimir los abusos y la
licencia que amenazan, no ya la fortuna y la vida del ciudadano sino la perturbación del
reposo de los vecindarios; por lo que se previene a Ustedes que procedan a dar
cumplimiento sin pérdida de momentos a las órdenes libradas para el llamamiento o
reclutamiento de los ciudadanos que deben venir a prestar sus servicios en la fuerza
armada (AHZ, 1858: T. 3, l. 1).
Como se lee, el gobernador luego de pedirles medidas de fuerza y de represión, les dota
de un justificativo ideológico para que no tengan reservas de actuar como se los demanda, les dice
que eso deben hacerlo para obligar a los hombres a gozar de un bien que no saben apreciar, que
eso lo deben hacer porque así lo exigen las costumbres y los benévolos sentimientos, invoca los
valores de la civilización y la cultura de la nación, les dice que han de hacerlo en nombre de la
libertad, y finalmente señala que por desgracia la desmoralización se ha extendido en el tejido
social (léase que el Síndrome de Norberto Pérez se ha apoderado del cuerpo de la sociedad) y ante
ese hecho que amenaza con desorganizar todo, en especial, a los poderes públicos no queda otra
que “molestar a los habitantes”.
Ese suelto del Gobernador dirigido a los Jefes políticos de los dos cantones que tenía más
cercanos, y en especial, a los jueces de paz de Cabimas y Lagunillas iba acompañado con una
Resolución:
Resuelto
Digan a los jueces de Cabimas y Lagunillas.
479

Dónde quiera que se refugien los ciudadanos aptos para el servicio de las armas, y que
ese juzgado cree deban prestarlo, pueden ser citados o capturados en el caso de
resistencia; y si para esta operación hubiere necesidad del concurso de las demás
autoridades y vecinos de esa parroquia y de las inmediatas, Usted puede implorarlo y
ellos están por lo mismo en el deber de prestárselo, será muy conveniente que Usted
haga comprender a su vecindario, que en paz toda la República, el servicio que están
llamados a prestar, es el que en su clase de miliciano les exige la ley, y por lo que serán
remplazados y devueltos a sus hogares en término de tres meses; pero que si se resisten
al llamamiento de sus jueces naturales, pueden ser destinados al ejército permanente,
por estar así prevenidos en lo mismo. Procure Usted impedir la circulación de esos falsos
rumores, con que los hombres mal intencionados alarman los vecindarios, y
comprometen sus pacíficos moradores.
Serrano (ídem).
Las autoridades se enfrentaban a una resistencia como lo señala el Resuelto y para
confrontarla debían unirse en ese propósito de derrotar la insubordinación que se hacía patente
en los cantones Altagracia, Perijá y Capital, en consecuencia, convocaban para que los jueces
mancomunados y sus vecinos leales actuasen en consuno contra los resistentes, además, si éstos
eran capturados por no acatar la ley no prestarían el servicio a las armas por tres meses sino que
serían destinados al ejército permanente, donde permanecerían probablemente por largos
períodos de tiempo. El gobierno, bajo esas circunstancias infames, no solo enfrentaba una
resistencia física de los habitantes a ser reclutados, sino que además sufría las consecuencias de
una ola de rumores, como aquella que sacudió a Rancho Ambrosio en Cabimas y originó una
estampida humana, en otras palabras, las autoridades estaban amenazadas de quedarse rodeadas
por la más agreste soledad. Serrano -el gobernador- realmente estaba asustado, porque los
pacíficos moradores estaban entrando en una resistencia activa cada vez más preocupante.
El Resuelto en algunos casos dio resultados, en mayo 3 de 1858 el Jefe Militar Basilio
Borjas estaba exportando para Maracaibo cinco milicianos desde Cabimas (AHZ, 1858: T. 3, l. 1).
Pero a todas luces, la situación que se planteaba era de que los jefes políticos y los jueces
parroquiales, se veían impotentes ante la resistencia por parte de la población a prestar el servicio
militar, y por otro lado, esa actividad no les ofrecía incentivos, porque lo más seguro es que los
vecinos propietarios debían estar ejerciendo fuerte presión para que ellos no se estuviesen
llevando los hombres útiles, puesto que estos preferían irse al monte, dejando las poblaciones
desiertas [477]. Por otro lado, los jefes políticos y los jueces parroquiales observaban una
declinación moral de toda la sociedad (la propagación del Síndrome Norberto Pérez), porque las
instrucciones que se les impartían era la de “emplear todos los medios coercitivos que estén a su
alcance para obligarles”, lo cual ellos sabían por su experiencia que esa medida creaba un
ambiente desalentador en el cuerpo social, y de subsecuente rechazo pasivo o activo.

477
La Provincia de Maracaibo tenía un toque de cien años de soledad bajo el cual sus Complejos Demográficos sufrían un
fenómeno trágico, los pobladores humildes se dispersaban fuera de las poblaciones, es decir, un movimiento contrario
al de la aglutinación. Las fuerzas centrípetas eran sustituidas por las fuerzas centrífugas, en otras palabras en vez de
incrementarse la tendencia de transformar el Complejo Demográfico en una Subregión, más bien la existencia misma del
Complejo Demográfico tendía a su disolución. Los Complejos Demográficos no avanzaban hacia un proceso de
consolidación que los constituyesen en una fuerza geo-histórica, sino que se veían amenazados más bien por la nulidad,
al debilitarse su capacidad productiva bajo la dialéctica de la fragmentación, desmoronamiento y atomización.
480

Las salidas que realizaban los reclutadores en busca de “los ciudadanos aptos para el
servicio de las armas” se semejaban a las que se efectuaban en tiempo de la conquista para
capturar indígenas, con la única diferencia de que ahora se hacía contra su propia etnia. Al salir en
procura de los desobedientes el juez local, sus comisarios, un grupo de vecinos y las autoridades y
vecinos de las parroquias inmediatas, el cuadro era depresivo y frustrante, porque salían a batir
los montes como aquellas huestes en los peores tiempos de la conquista hispana. El Cantón
Altagracia se había convertido en un coto de caza y los milicianos eran el objeto de cacería, pura
violencia horizontal de todos contra todos y como se verá no solo ocurre contra «los realengos».
Conducta insubordinada
Bajo ese panorama desesperante no era extraño que un juez -Jefes civiles en esta etapa- y
sus comisarios recurrieran a subterfugios para evadir esta persecución contra sus propios
parroquianos, los mismos vecinos que les acompañaban en esas tropelías debían asquearse de esa
indigna tarea. Uno de los episodios que retrata un hecho de esta naturaleza tomo la vía de
someter a averiguación al Jefe de parroquia:
Gobernación de la Provincia. Averiguación respecto de la conducta del Jefe de parroquia
Lagunillas en la recluta que se mandó a hacer por orden de la Gobernación para
completar la dotación de los buques de guerra.
Ese encabezamiento se realiza con motivo a una queja que formula quien comanda una
goleta de guerra, la expresa contra el Jefe civil de Lagunillas, según este marino aquel funcionario
le negó medios y hombres con los cuales él podía salir a cumplir una misión, expresa ante el
Primer magistrado:
Barco de guerra Emilio. Lagunillas Julio 10 1861. Gobernador.
Habiendo llegado a dicho puerto buscando auxilio del Señor Jefe de la parroquia (…)
pidiendo una canoa y los comisarios de policía que tiene ocho y me dijo (…) que estaban
enfermos (…) los ha mandado ocultar (…) tengo que zarpar sin llevar ni siquiera un
hombre de auxilio, pues a mí mismo me ha dicho que no lo daba (…) (AHZ, 1861: T. 7, l.
4).
Llama poderosamente la atención cómo el Jefe de la parroquia lo confronta con una
rotunda negativa de no entregarle ninguna ayuda, la situación era tirante y pasaba de una
resistencia solapada a una resistencia activa contra la leva de hombres. La insubordinación contra
la recluta se trasladaba a las mismas esferas del poder, los procedimientos empleados para la
captura terminaron por provocar un rechazo y animadversión de quienes debían realizarlas, la
orden de que las autoridades están “en el deber de emplear todos los medios coercitivos que
estén a su alcance para obligarles” creaba un ambiente que amenazaba todo el orden, porque
aquello era una persecución entre los mismos pobladores de unos contra los otros. Y bajo esos
parámetros los jefes de parroquia y sus comisarios terminarían por verse rebasados por quienes
les desobedecen, es decir, llegar a la impotencia de no poder obligar a sus gobernados a obedecer,
tal era el estatus de la situación. Siendo esto así la conducta de la insubordinación se traslada
verticalmente en la estructura social y el Síndrome de Norberto Pérez se vuelve un universal.
Con concurso
Al Jefe civil y sus comisarios en sus vecindarios se les crea un vacío cuando se ven
obligados a acatar las órdenes superiores, y sin apoyo en su propia población tienen que
coaligarse con las autoridades de las otras parroquias para hacer efectivo el reclutamiento:
Juzgado de parroquia. Lagunillas Abril 30 1858. Gobernador.
481

(…) estoy tomando cuantas medidas han estado a mi alcance para conseguirlo pues he
tocado hasta el resorte de pedir auxilio a las autoridades y vecinos de la parroquia
Cabimas como deduzco haya llegado al conocimiento de Vs pues los milicianos de esta
parroquia siempre siguen renuentes a presentarse al servicio.
(…) entre diez días me presentaré con todos los individuos que pueda reclutar pues de
nuevo (…) pido auxilio a las autoridades y vecinos de Cabimas, pues en esta me hallo
enteramente desproveído de toda cooperación y recurso (…)
José Antonio Martínez (AHZ, 1858: T. 3, l. 1).
Esa solicitud de apoyo se debía a que en su propia localidad se le negaba toda cooperación
y recurso, es decir, el vecindario se oponía a obedecer las órdenes provenientes de la gobernación
relacionadas con la recluta, y aislaban al Jefe civil que en la parroquia representaba al Primer
Magistrado. La salida a ese dilema consistía en recurrir al concurso de otra parroquia para realizar
la leva, en este caso la ayuda se la piden a los cabimeros, cooperación que obtuvieron, porque los
hombres que serían exportados para Maracaibo serían los de Lagunillas, no así los de Cabimas. La
ética bajo esas condiciones alcanzaba el punto más bajo, las autoridades de Lagunillas actuaban
como traidores de sus parroquianos y, las autoridades y vecinos de Cabimas se comportaban
desleales con la parroquia hermana de Lagunillas. Todo ese contexto era profundamente
denigrante de la condición humana y atentaba contra la misma base de la sociedad. El síndrome
Norberto Pérez impregnaba todo el ámbito del Cantón Altagracia, su aprehensión personal sobre
el “porvenir y bienestar del Gobierno actual” se generalizó y, en medio de esa incertidumbre, cada
quien se salvaba como podía con el concurso de autoridades y vecinos ajenos a la parroquia.
La resistencia fue una vía expedita para evadir la recluta, así lo pone en evidencia los
diferentes tópicos a los cuales se ha recurrido en esta narrativa para ilustrarla. Pero la resistencia
no se agota allí, ésta asume distintas y variadas formas, pero todas tienen un objetivo común,
escapar de la recluta, de este modo uno de los caminos que se transitan para burlarla, es que una
vez alistado y puesto en servicio, se daban a la fuga y se convertían en desertores, lo cual era un
estado muy peligroso para aquel protagonista que se había evadido de un cuartel, una guarnición,
una Compañía de parroquia o un buque de guerra. Se presentarán varios casos de deserción.
Los desertores refugiados
Para salvarse a sí mismos del servicio de las armas los milicianos huían de sus lugares de
concentración (no era para menos, en las guarniciones estaban los delincuentes, los indeseables,
“los repugnables”), en otras palabras, desertaban de los cuerpos de milicias y, como se verá en un
primer caso, se refugiaban lejos de las poblaciones donde intentaban regresar a sus ocupaciones u
oficios, es decir, a la vida normal. Con gran esfuerzo iban volviendo a obtener sus medios de
producción y algunos objetos de uso personal. Intentaban restablecer un mundo cuerdo [478], no
obstante no estaban fuera de peligro, los desertores eran un objetivo de persecución implacable

478
Antonio González de Lira señala que Norberto Pérez no estaba muy cuerdo, es decir, que actuaba como un orate, lo
que quiere decir que un mundo que fuera apoderado por el Síndrome de Norberto Pérez era un mundo enajenado, el
mundo de los cien años de soledad era ese mundo sometido a la locura, los desgraciados al escapar de ese mundo
intentaban retornar al mundo cuerdo, y el precio que debían pagar era el de vivir apartados de la civilización y la cultura
dominante, es decir, en los montes, en otras palabras, fuera de la población, lo cual quería decir vivir lejos de los
propietarios de la tierra, lejos del latifundio, lejos de los hatos y las haciendas, lejos del pueblo, esto es, en cien años de
soledad.
482

por parte de las autoridades. Un manuscrito que da cuenta de esta alternativa empleada por los
desertores para volver a la vida normal es el siguiente:
Jefatura de Parroquia. Cabimas Diciembre 18 1860. Gobernador.
a
Se ha recibido en este despacho la comunicación de VS fecha 1° del presente mes y
marcado con el número 3.657 y en cumplimiento de ella libre comisiones a todos los
lugares de esta Parroquia, y una de ellas fue para un lugar nombrado Las Múcuras [479]
jurisdicción de la parroquia Santa Rita en donde tuve noticias había algunos refugiados y
efectivamente los encontró la comisión y no los pudo tomar, y en prueba de ello se
trajeron los de la comisión mencionada los siguientes enseres que les encontraron un
cayuco, dos machetes, dos petates, una hamaca, una muda de ropa y un sombrero, y con
casualidad estaba aquí el Señor Comandante José María Romero el cual se hizo cargo de
los enseres ya mencionados diciendo que se los iba entregar al Señor Gobernador.
a
Lo que pongo en conocimiento de SS para su inteligencia y fines que convengan, Sin que
este despacho deje siempre solicitar los desertores que se encuentran en esta Parroquia
de mi cargo persiguiéndolos hasta conseguir su captura.
(…) Aniceto Neri [480] (AHZ, 1860: T. 1, l. 23).
Los desertores no eran otra cosa que milicianos ávidos de reincorporarse a sus actividades
habituales como lo sugiere los enseres que les confiscaron: un cayuco para pescar, unos machetes
para recolectar especies vegetales de valor mercantil por las tierras del litoral o tierras adentro,
dos petates para preparar sus alimentos, es decir, disponían de nuevo de lo mínimo necesario para
trabajar, y como consecuencia, subsistir y obtener algunos ingresos. No obstante, lo pierden todo
en manos de esta comisión volante que realiza este operativo por la Bahía El Mene -donde se
localiza el lugar Las Múcuras-, quedando de nuevo en la inopia.
El desertor que un buen soldado
Otro caso de desertores que se puede traer a colación en este ítem es sumamente curioso.
En este caso quién consigue que el desertor se entregue está eufórico, porque sabe que es un
buen soldado, lo que le permitirá ir “tomando” nuevos reclutas mediante su eficiencia. El
documento en cuestión es el siguiente:
Jefatura de Parroquia. Cabimas Diciembre 9 1860. Gobernador.
a a
Tengo el honor de remitir a VS con los Señores José M Ocando, y Gregorio Andrade, a
Felipe Romero, Mateo Bermúdez, en remplazo de Ramón Alvarado, como se lo prometió
Señoría el Señor Simón F. Ávila; y Lorenzo Ballestero. Ese es desertor, pero se me
presentó halagado de la oferta que hicimos cuando la facción Chacín, después de
tomado Chacín fue que se presentó, y a más es un buen soldado para tomar los demás
aquí.
Al Comandante del presidio le di por su orden un cayuco y hasta el presente no tengo
razón de él, tenga la bondad de de decirme que hay de esto; pues el vino a la voz
valiéndose del nombre de su Señoría, y como este nombre para mí es imperioso no dudé.
No le va Mateo Landaeta, porque el Señor Miguel Echeto, le responderá de él, los demás
cuente su Señoría que le van atrás tan luego como se vayan tomando.
(…) Aniceto Neri (AHZ, 1860: T. 3, l. 21, f. 75).

479
Las Múcuras era un caserío ubicado en la Bahía del Mene, muy cerca de la “Costa de las Cabimas”, para aquel
entonces parece que esa bahía quedaba incorporada a la jurisdicción político-territorial de La Rita.
480
En un documento este mismo Aniceto Neri indica que tiene noticia “de que debían salir de Maracaibo 300 hombres,
y que la recluta era muy fuerte”, la referencia de este manuscrito debe estar en ese tomo 11 y en el legajo 21, porque
por un extravío de la ficha sólo me quedó parte del oficio en mi archivo, perdí el encabezamiento donde aparece dónde
fue obtenido, es decir, en qué año, tomo, legajo y folio.
483

El documento nos pone en conocimiento de cómo bajo ese cuadro de disolución social han
surgido facciones armadas, la que refiere, la de Chacín, fue noticia en esta parte del país. Y como
Aniceto Neri sigue picado con el asuntico del cayuco de los desertores, porque esta embarcación
se la puede haber quedado el Comandante, lo que lo hace que quede como un imbécil. Pero lo
importante no es este hecho anecdótico, sino que los desertores se podían unir a facciones
armadas que se oponían al gobierno, y de esto se trata este segundo caso.
La conmoción causada por la búsqueda de desertores
Otro hecho ocurrido en Punta Gorda -que es una de las Cabimas [481]- también está
relacionado con los desertores, en este tercer caso, la descripción refiere lo previsto para capturar
a unos supuestos desertores, lo que se narra muestra la zozobra que debían causar los
reclutadores entre los pobladores, aquello debía ser una terrible conmoción en medio de aquella
oscuridad de la noche en esas casitas y ranchos asaltados por la tripulación de la temible goleta
Emilio, he aquí el plan de ataque:
Jefatura Municipal Altagracia Enero 5 1861. Gobernador.
Anoche como a las 9 poco más o menos recibí con el Señor Comandante del Emilio la nota
de VS fecha de ayer N° 31 y en su cumplimiento puse a bordo de dicho buque al ministro
de policía José Antonio Olivero para que como práctico siguiese a Punta Gorda y
aprovechando el silencio de la noche rodear con el auxilio de la fuerza armada (…) las
casitas o ranchos donde pensé se encontrasen los desertores (…) José María Faría (AHZ,
1861: T. 8, l. 9, f. 105).
Los desertores, en esta oportunidad, sirvieron de excusa para realizar todos los desmanes
concebibles y aterrar a los pobladores, en este caso, el lugar bajo ataque fue Punta Gorda, uno de
los vecindarios de Las Cabimas. La operación se realiza contra quienes están fuera del núcleo
principal de Cabimas, es decir, los de La Plaza, porque allí residen las “buenas familias” y no es
conveniente meterse con estos, es más inteligente hacerlo con los humildes como los de Punta
Gorda o los de Ambrosio, como ya se ha verificado con el uso de las fuentes históricas. Pero los
humildes no se quedarán con una mano sobre la otra mano, su descontento con tantas
persecuciones y tan malos tratos a lo largo de ya unas cuantas décadas los llevará a identificarse y
simpatizar con los alzamientos populares, de allí que se inclinarán llegado el momento a mostrar
su afecto por los liberales que se unen a los afligidos en todo el país, de tal modo que el problema
de la deserción se convierte en una mudanza de bando, los desertores pasan del universo
simbólico de los conservadores al universo simbólico de los liberales, en otras palabras, se unen a
los zamoranos. Se va a presentar, a modo de paréntesis, un caso donde es probable que ese
cambio de bando se estuviese produciendo.
Malicias y estratagemas de los desertores
La deserción a las milicias era un rechazo a esa institución, en toda la costa este del lago
los desafectos buscaban distinta vías para evadirse de ese servicio, pero en algunos casos no

481
La Misión de San Antonio de Punta de Piedras que se mudó a Puntica de Piedras por allá en 1788 no es una de las
Cabimas, las Cabimas empezaban en Rancho Ambrosio y terminaban en Punta Gorda. Hoy hay quienes quieren inventar
un esperpento que han denominado “Misión de Ambrosio de Punta de Piedras” para referirse al Pueblo de indios de
San Antonio, ante ese adefesio vale preguntar a sus autores ¿disponen de algún manuscrito histórico donde aparezca tal
topónimo? Con ese artificio de ensamblaje literario pretenden ofrecer una nueva hipótesis sobre la fundación de
Cabimas. Ante tales pretensiones hay que indicar con propiedad que los hechos históricos no se inventan, lo cual es
propio de la gente de las letras, quienes gustan de la fabulación y la ficción.
484

parece que huyesen de la actividad militar, sino que se estuviesen más bien pasando a los que
eran considerados los enemigos. En un manuscrito del 10 de enero de 1860, cuando la Guerra
Federal ya había entrado con Zamora en su etapa crucial, se sospecha que esa pudiese ser la
intención de los desertores, éstos parece que se dirigían hacia Coro:
Enero 10 de 1860. Jefatura de parroquia de Cabimas al Gobernador. Superior del Ejército
de Occidente. El 8 del presente se presentaron ante esta parroquia ocho individuos
manifestando eran derrotados del Ejército del Comandante [ ] como era de mi deber
entré escrupulosamente a examinarlos y pude inquirir de ellos se dirigían (…) a ponerse a
disposición de VS y al efecto me presentaron de remisión que dirigía el Jefe político del
cantón Gibraltar y observando tal formalidad les franquee el paso. Más hoy Señor
Gobernador se me ha informado (…) que en el tránsito se han sublevado forzando a los
conductores para que los echasen en la costa de Altagracia lográndolo a favor del desarme
(…) esta acción me da a demostrar que dichos individuos unieran alguna malicia motivo
que me impele sin dilación alguna a poner en conocimiento a VS (…) Ángel María Freites
(AHZ, 1860: T. 10, l. 5, f. 50). [En este legajo hay varios manuscritos de Lagunillas todos
sobre alteración del orden público por desafección de la milicia].
Los derrotados más bien parecían ser desertores, pero sus intenciones no era huir de la
actividad militar, sino por el contrario, parece que intentaban unirse al bando contrario. Al buscar
las costas de Altagracia, parece que se dirigían a Coro. Cerrado este paréntesis en la narración, se
va a proseguir con las mil formas de la resistencia a la recluta. Las mil formas de enfrentar la
recluta.
Piden veinte, ofrezco doscientos, pero entrego tres
Con esta otra entrada se retrata otra faceta de la resistencia a la recluta, se quiere
evidenciar cómo los oficios que las autoridades dirigían a sus superiores eran por su contenido
aparatosos y desconcertantes, quienes los redactaban validos de un criterio cuantitativo
elaboraron informes que trataban a quienes los iban a recibir como tarados:
Altagracia Enero 3 1860. Jefatura Municipal.
Orden de reclutar 20 hombres del 30 pasado y solo he logrado capturar 3. Bartolomé
Briasco (AHZ, 1860: T. 10, l. 5, f. 40) (Resumido).
Pero este mismo Bartolomé Briasco cuando le pidieron 20 ofreció 200, así lo notifica se
sucesor, agregando que solo capturó 3 al precio de que los demás se fueran al monte:
Altagracia Enero 10 1860 Jefatura Municipal.
Mi antecesor ofreció 200 en vez de los 20 pero no he hallado ningún antecedente en esta
oficina donde se tomara alguna disposición con motivo del reclutamiento, de los 3 los
demás vecinos han tomado el monte. José A. Chávez (íd. f. 45) (Resumido).
El documento permite concluir que todo lo expresado por los actores sociales de ese
acontecimiento era ilusorio, nada correspondía a la realidad, sencillamente cuando se capturaban
los primeros los demás huían al monte haciendo vano cualquier esfuerzo posterior al primer
movimiento, y es de suponerse que bajo esas condiciones todas las actividades del pueblo debían
casi detenerse ante esa gravísima situación, en otras palabras, el malestar era general, nadie
quedaba sin ser perjudicado con motivo del reclutamiento. Y esa circunstancia desgajaba el árbol
social.
Toda esta resistencia desarrollada por múltiples vías -tomadas por las autoridades o por
los vecinos- frente a las pretensiones de la capital provincial llevó al Jefe Político del Cantón
Altagracia a comunicarle al gobernador cuando éste le reclamó su incumplimiento de mandar los
485

hombres que le correspondía a ese cantón aportar, con una tajante respuesta en la que se deja
claro que eso no era ninguna novedad, le respondió avalando el comentario negativo que le hacía:
Nunca he podido conseguir el número de reclutas que les ha pedido (…) a cada parroquia
(AHZ, 1862: T. 8, l. 2).
Sordos, inactivos y de espaldas
Y en otra le indica que la situación con respecto a sus subordinados en la cadena de
mando es la de que éstos se hacen los oídos sordos y asumen la posición de brazos caídos, y ante
ese planteamiento pregunta de un modo temerario, sí esto es así por qué no da la orden de
proceder en contra de todos esos jefes, y le remata con un lacónico: ellos nos dan las espaldas
(literalmente dice “han adoptado el medio de ni siquiera acusarme recibo”), dice:
(…) hasta hoy ni contestación he tenido (…) V.S. me dirá por qué no apremio y castigo a los
jefes de dichas parroquias (…) han adoptado el medio de ni siquiera acusarme recibo (…)
(AHZ; 1862: T. 8, l, 2).
La respuesta del Gobernador no se hizo esperar para estos Jefes políticos de la Costa
Oriental del Lago, y en ella recurre a una medida pecuniaria como innovación a las ya aplicadas
con anterioridad, responde:
Mayo 10 de 1862. Gobernador al Jefe político del Cantón Gibraltar.
(…) Como la urgencia de hombres para el servicio es extrema, la Gobernación conmina a
Usted con cincuenta pesos de multa si en el perentorio término de quince días no
presenta Usted el número de hombres exigidos a ese Cantón. Respecto al patrón de
embarcación que sólo entregó dos y manifestó habérsele fugado el otro, y aunque por
esto debía aplicársele la pena a dicho patrón de ponérsele a servir en lugar del fugado, el
suscrito se ha limitado a imponérsela pecuniaria, disponiendo de los seis pesos que llevó
por flete queden a favor de las rentas nacionales (AHZ, 1862: T. 9, l. 1).
En otras palabras, dejaba entrever que no era un tarado, que sí se daba cuenta cuál era el
juego que se traían entre manos. Así, una vez que todos se quitan las caretas, hablan lo que
pudiéramos denominar como el lenguaje de las faltriqueras, algo así como: si no acatas mis
mandatos, entonces, vacía ese bolsillo donde guardas tus monedas para pasarlas a mí faltriquera.
Un nuevo dilema se cernió contra la voluntad de autodefensa de la Costa Oriental del
Lago: O pagaban cincuenta pesos de multa o entregaban los hombres que les eran tan necesarios
a sus familias o a los hacendados como mano de obra. Tal era la álgida cuestión a la que había
arribado la alianza entre la élite citadina y la élite rural: o por las malas o por las peores. La
situación con claridad marchaba a una oposición antagónica y violenta de proporciones inciertas
entre quienes tenían algo que perder, es decir, entre quienes tenían propiedades, pero también
entre aquellos y quienes no tenían nada, excepto, su libertad casi inútil debido a la miseria. A
continuación se pone en evidencia esa tendencia peligrosa que asomaba entre víctimas y
victimarios.
Alertan con un tiro
Un caso de los de arriba contra los de abajo es el que trata cómo los que huyen alertan
con un tiro a quienes les persiguen, para que cejen en su cacería de hombres. El asunto fue así, el
Jefe de comisarios informa al gobernador de que ha sido contenido con un disparo que le hicieron
quienes huían a refugiarse en los montes y en consecuencia pide apoyo para su comisión:
Jefatura de Policía. Cabimas Marzo 18 1861. Gobernador.
Con fecha diez del corriente recibió esta Jefatura una comunicación del señor Jefe
a
municipal del Cantón Altagracia, en donde había una nota de SS exigiéndome la toma de
486

diez hombres, y sin embargo de haber remitido dos a esa Gobernación, persistí, en la
persecución de los demás individuos, y habiendo sido amenazado por estos tan luego
que tomaron el monte, y hasta haberme alertado, con un tiro, espero, que VS, tome el
a
interés posible en hacer que me manden pertrechos, y una orden, de SS recta para
poderlos atacar en caso que estos acometan; y proceder también, al allanamiento, de las
casas de habitación, pues las más veces, se quedan escondidos en ellas, así es Señor
Gobernador que para poder dar cumplimiento a sus órdenes es necesario, proceder con
facultad, de VS rectamente; en caso que VS resuelva mandarme algunos soldados, puede
disponer, vengan racionados por cuatro días, que con los vecinos, que yo pueda reunir se
pueden tomar el número de hombres que faltan. Se lo comunico a VS para que cuanto
antes tome las medidas que crea conveniente.
(…) Aniceto Neri (AHZ, 1860: T. 16, l. 13, f. 40).
La respuesta del Gobernador lo autoriza para atacar y allanar y, además, le indica que le
remitirá una fuerza armada para el cumplimiento de su misión, a quienes designa para esa tarea
de apoyo es a la temible tripulación del barco de guerra Emilio:
Gobierno de la Provincia. Maracaibo Marzo 21 de 1861. Resuelto.
Dígase en contestación al Señor Jefe de parroquia de Cabimas por la ley de milicia está
autorizado Usted para allanar las casas donde se ocultan los milicianos para tomarlos. El
barco de guerra “Emilio” que parte para esa prestará a Usted con la gente el auxilio
necesario para llevar a efecto el reclutamiento de los milicianos, pudiendo, además,
Usted obligar a los ciudadanos vecinos a darle la cooperación necesaria para llevar a
efecto dicha medida, obrando con toda actividad a fin de superar los obstáculos que se
presenten y obtener el más pronto resultado.
Serrano. Pablo Ortega N° 779 (ídem).
De hecho el reclutamiento se había convertido en una ofensiva militar contra las
poblaciones indefensas, la gente no disponía de armas para hacer valer sus derechos, no tenían
cómo salvaguardarse, la leva de hombres había degenerado en un ataque recurrente contra los
habitantes del Cantón Altagracia, y el Cantón Militar se había transformado en un vulgar
abastecedor de hombres para las fuerzas militares de la Capital, el Bastión Militar Altagracia había
terminado por convertirse en un triste exportador de milicianos en vez de exportador de los frutos
de las labranzas o la cría de animales. El Cantón Militar había pasado a ser un depósito de reserva
de milicianos, a dónde la goleta Emilio iba a llenar de hombres sus bodegas, como si fuera ganado.
Esa leva de hombres creaba una esclavitud intermitente, por tres o cuatro meses como mínimo,
pues allí terminaban de perder los pocos derechos que aún podían tener, al entrar en las filas
militares estaban reducidos a solo obedecer y a recibir sus raciones de alimento y ron. Ser alistado
implicaba perder la condición de hombre, de allí que prefiriesen tomar el monte o insubordinarse
y formar partido. Y si tenían un chopo se atrevían a soltar un tiro de advertencia. En este caso el
tiro justificó la intromisión de un buque de guerra que se avecindó a Cabimas, para darle una
lección represiva a los prófugos que huían de una justicia aberrante. Y todo esto ocurre a
mediados del siglo XIX, es decir, a treinta años de la Independencia y de la Libertad. Pero no solo
los humildes no se quedaban con mano sobre mano, los acomodados también llevaban lo suyo y
debían reaccionar ante la recluta. Con este caso la resistencia alcanza su climax.
Caso de los Tello
Un caso impactante es el de los Tello, tiene importancia porque son vecinos de “buena
familia” y, a pesar de ello no se libran del servicio militar y con ellos también estaban los hijos de
otros vecinos que habitan en la Cabimas de La Plaza. Es pues la violencia jurídica entre
487

propietarios, y cuando ésta ocurre irrumpen los partidos para escindir los intereses, porque
quienes tienen poder económico con facilidad acceden a los círculos donde se gesta el poder
político. Reza un documento:
Jefatura civil y militar de la Provincia. Negocios judiciales. Se manda a instruir sumario
contra Manuel María Tello y Antonio Tello, vecinos de Cabimas, por resistencia a la
justicia.
República de Venezuela - Jefatura de parroquia - Cabimas Octubre 10 de 1861 - Señor
General y Jefe Civil y Militar de la Provincia - En obedecimiento al mandato del Señor Jefe
Municipal del Cantón Altagracia, en que me ordena que de los milicianos solteros (…)
procediera a la mayor brevedad posible a soltear veinte individuos (…) y habiendo
procedido a dicho sorteo (…) resultó que la Jefatura procedió a notificar a los individuos
solteados (…) para que fueran a hacer el servicio a que ya estaban destinados, fijándoles
el día y hora en donde debían reunirse en la sala del despacho de esta Jefatura en cuyos
individuos figura el joven Antonio Tello - hijo de Manuel María Tello, el cual así el padre
como el hijo tuvieron el descaro el día de la reunión de decirle en público y en la sala del
despacho del que suscribe, que mientras no se reuniera el último individuo de los
destinados (…) no se embarcaba, no obedecía a la autoridad prefiriendo primero que lo
hicieran picadillo (…) el que suscribe valiéndose de todos los medios, que aconseja la
prudencia, le dijo al uno y al otro que la autoridad (…) no estaba dispuesta a tomar
medidas tan severas (…) si se declaraba la insubordinación de su hijo me ponía en la
necesidad de no remitirlo como miliciano al servicio sino como un reo encausado (...)
insistiendo así el padre como el hijo en su reberde caprichos llegaron hasta el extremo de
criarse un partido, tanto de aquella parte que estaban obedientes a su marcha, como
otros individuos que los rodeaban , llevando consigo, cuchillos, y otros aceros con que
acometerle a la autoridad en caso de que ésta, insistiera en la embarcada del mencionado
joven, pero (…) el que suscribe se hallaba inocente, porque solo se ocupaba de dictar el
oficio de reunión (…) para evitar que los fundados caprichos, de los mencionados Tellos,
trajeran por resultado la dispersión de los milicianos ya reunidos para marcharse
adoptando por medida política (…) resolviera dejar al joven Tello por el término de cuatro
días para su remisión lo que accedió esta Jefatura (…) ignoraba las fúnebres intenciones
que los referidos Tellos y sus partidarios tenían entre mano (…) que al presentársele en la
sala del despacho, se le presentó Antonio Tello vestido de un traje grosero, y aún
sospechoso, pudiera llevar consigo armas alevosas tal vez para cargarlas contra la
autoridad que le imponía un deber el cual no podía menos que tenerlo a la vista, pero
como después el que suscribe tuvo la honra de prorrogarle como arriba dejo dicho, pude
lograr el embarque de la recluta, quedando por este hecho así el padre como el hijo,
insolentados sin dejar manifestar a otros que si la autoridad obligaba al embarque de su
hijo, llegaría hasta el extremo de valerse de su partido para hacer la oposición - En esta
a
virtud esta Jefatura no puede menos que es ponerlo en conocimiento de SS para que
dicte las medidas que den por resultado el sostén de las leyes, la obediencia a la
autoridad, para que no se conviertan los individuos de los pueblos en rebeliones y
vandalismo: pues el caso de que dejo hecho mención según después he sido informado no
presentaba otro fin que era violar la ley, tentar a mano armada contra la autoridad
legítimamente constituida, por causa de un motín acaudillado de ciertos individuos, los
cuales deben figurar en la causa que tengo ya iniciada. Con sentimientos de respeto soy
de VS muy obediente servidor - José Lorenzo Romero - Jefatura Civil y Militar de la
Provincia - Maracaibo 11 de Octubre de 1861 (…) Remítase original el oficio que precede
al Señor juez de 1era. Instancia del Circuito de esta provincia para que pueda (…)
determinar lo que corresponda en el delito de resistencia a la Justicia (…) y excítese al
488

Señor Jefe de la parroquia Cabimas a que instruya la averiguación sumaria


a
correspondiente (…) -Pulgar- por SS el Secretario General - José A. Montiel.
Es copia Maracaibo Octubre 12 de 1861. Montiel
Se acusó recibo bajo el N° 268 (AHZ 1861: T. 5, l. 1).
Ese caso pone al descubierto como en el Cantón Altagracia se presentaba un problema de
focos de desobediencia civil, no sólo entre los desgraciados sino también entre los acomodados,
los de caudales también tenían que incorporarse a la resistencia a la recluta, porque ésta servía
para dirimir muchas diferencias, no solo contra los de abajo, sino también de modo horizontal, es
decir, contra los de su misma condición socio-económica.
En este episodio las autoridades -los jueces de Maracaibo- prevén que los hechos pudiesen
degenerar en un motín o en la formación de un partido opositor, y en el peor de los casos, en una
rebelión armada, de allí que se tornan inflexibles en castigar a los protagonistas incriminados. No
eran ahora los desgraciados los que sufrían la recluta, era incluso los vecinos con algún caudal los
que sentían amenazados por un cantón dedicado a la exportación de carne de cañón para la
capital en vez de carne vacuna para las Antillas.
Los Tello disponían de medios de fortuna y emprendieron su defensa mediante un
licenciado en leyes, solicitando un Amparo para recobrar la libertad. Tello dispone de medios, los
suficientes como para lograr que otro hombre prestase el servicio militar por su hijo, pero no era
fácil hallar al que vendiese su libertad para traspasársela al hijo de Tello, y esto es un tropiezo que
lo lleva a tomar otras acciones, las cuales resultan contraproducentes. El caso muestra la
participación en el hecho de un personaje de la historia de Cabimas, Lorenzo Romero, éste es un
protagonista relevante de la historia de esta población. Pero leamos su exposición para interiorizar
lo acontecido:
Jefatura civil y militar de la Provincia. Maracaibo Octubre 12 1861. Resuelto.
er
Digan al Señor Juez de 1ª Instancia del 1 Circuito.
R emito a VS original, un oficio, del Jefe de la Parroquia Cabimas en el Cantón Altagracia,
para los efectos de la resolución (…) debiendo hacer presente a VS que con igual fecha se
previno a aquel funcionario procediese a instruir la averiguación sumaria del hecho (…)
El General Pulgar. Por SS El Secretario General José A. Montiel (ídem).
to.
Corte Superior del 5 Distrito. Amparo lo solicita Manuel María Tello por sí y a nombre
de su hijo Antonio María, contra el auto de prisión librado por el Juez de Paz de la
parroquia Cabimas.
Excelentísimo Señor. Manuel María Tello, vecino de la parroquia Cabimas Cantón
Altagracia, a Vuestra Excelencia respetuosamente expongo. Sorteado mí hijo legítimo
Antonio María para el servicio militar en el lugar de mi domicilio, supliqué a la autoridad
política que presidió el acto, me concediese al término de seis días que le había
concedido a otros, para buscar un hombre que sirviese por aquel, y como dicho
funcionario rehusase a acceder a mí pedimento, me lamenté en público de aquella falta
de equidad, extrañado que el Jefe de Policía Señor Lorenzo Romero no hubiese atendido
la poderosa razón que le interesé, de ser el sorteado hijo único de un padre inútil para
toda clase de trabajo, pues es notorio que tengo perdida la acción del brazo derecho, a
consecuencia de un tiro de perdigones que me disparó un temerario deudor.
Este pequeño desahogo de un padre sobre quien pesa la sostención de una numerosa
familia, ha dado margen a un procedimiento judicial que contra mí y mi nominal hijo ha
iniciado el Juez de paz de la nominada parroquia Señor Antonio González de Lira,
atribuyéndonos el delito de sedición, o sea el hecho de haber excitado algunos vecinos a
deponer al jefe de policía Romero, lo cual es de del todo incierto, y lo persuade así esta
489

ligera observación -El sorteo y mi queja o lamento consiguiente tuvieron lugar el ocho del
presente el dieciséis fue remitido Antonio María a esta plaza, y hasta después del veinte
que volvió a Cabimas con la licencia escrita que obtuvo de la autoridad militar, en virtud
de sustitución, no fue que se inició el sumario con el visible propósito de hacernos sufrir -
¿Por qué esta demora? ¿Porque si mi hijo aparecía indiciado de un delito no se le prendió
sino que se le destinó como recluta?
Pero la ley me proporciona el medio de prevenir los tristes efectos de una persecución
semejante a la que contra mí y mi hijo ha emprendido el juez de paz de Cabimas,
decretando prisión por un delito que no hemos cometido, pues me concede el recurso de
protección y amparo ante VE, que en mi ilustración y rectitud valuará el mérito de la
actuación que me refiero - Por tanto usando de este derecho, suplico a la Superioridad se
sirva prevenir al nominado juez de paz remita a su despacho el sumario relacionado, y en
su vista declarar opresiva la providencia que reclamo, si tal la encontrare, como me lo
prometo, pues no creo que mis contados enemigos hayan llevado su saña hasta cometer
un perjurio. Justicia que imploro en el juramento necesario. Maracaibo octubre e
veintinueve de mil ochocientos sesenta y uno.
A ruego del Señor Manuel María Tello por no poder.
José Sánchez (AHZ, 1861: T. 17, l. 19, ff. 204/210).
Corte Superior del 5° Distrito Judicial. Maracaibo Octubre veintinueve de 1861. Por
presentado pídase por oficio y con la inserción correspondiente al Juez de Paz de la
parroquia Cabimas la actuación criminal que tenga formada contra Manuel María y
Antonio María Tello, para que la remita a esta Superioridad, y con su vista se resolverá lo
que fuese de justicia.
Naranjo. Urquinaona (ídem).
(… se cumplió (…) (ídem)
De allí en adelante el caso de los Tello pasó por trámites burocráticos a otras instancias del
poder judicial, razón por la cual las diligencias y autos pasaron por las manos de Manuel María
Tello, Naranjo, Urquinaona y Antonio González de Lira para que el Sumario llegase al destino
final, es decir, la Corte Superior. Las resultas de este proceso judicial en esta etapa es que en
Noviembre 4 de 1861 el Juzgado 1er Instancia del 1er Circuito entrega al Presidente de la Corte
Superior del 5to Distrito Judicial la acusación de lo que se le imputa a Tello como delito, y esta es
en extremo grave:
En veinte fojas y en virtud de amparo (…) y de la consiguiente nota de VS (…) tengo el
honor de remitir la actuación recibida del Juez de Parroquia de Cabimas sobre averiguar el
delito de sedición cometidos por aquel y su padre (…) (ídem)
El fallo sobre si debían ser dejados en libertad o apresados y encarcelados se produjo:
Corte Superior del 8° Distrito Judicial - Maracaibo Noviembre cuatro de 1861.
Visto el auto librado por el Juez de la parroquia Cabimas, en que manda a reducir a prisión
a Manuel María y Antonio María Tello y estando ajustado al nuestro de la actuación se
confirma por esta Corte, declarándose sin lugar el recurso de amparo que han solicitado
(…)
Naranjo Urquinaona (ídem)
Los Tello debían continuar presos y esperar que se dictara sentencia en su caso. Los
papeles que informan de este caso no están completos, es decir, no nos permiten conocer el
desenlace final, pero es de suponer que se les declaró culpables del delito de sedición.
La ruptura del consenso político entre los vecinos afloraba y un acomodado junto a su hijo
es reducido a prisión. Existían partidos creados por el proceso de sostenimiento de las fuerzas
armadas, y esos bandos quedaban confrontados con cada uno de estos acontecimientos. El
490

partido de los desobedientes, con el caso de los Tello, realizaba su aparición en esta parroquia de
un modo público y notorio. El todo social queda alterado de manera irremisible, de arriba abajo
había un rompimiento que debilitaba aquella estructura social y política. La resistencia a la recluta
desarrollaba las múltiples contradicciones de una república contrahecha.
Caso de todos están en los montes
Una sociedad compuesta de los desgraciados, los de caridad, los propietarios de modestas
propiedades que quedaban al margen de ser electores o elegidos, de “los repugnables” y de los
vecinos pudientes reducidos a prisión, es una sociedad en serios apuros, donde los desobedientes
deben crear su propio espacio para ocultarse, para sobrevivir, para sentirse hombres. La alianza
dejó paso a la ruptura, a la disolución, a la desarticulación, a la fragmentación, al
desmoronamiento y la atomización. Esa fenomenología se puso de manifiesto en el contenido de
los oficios que circulaban por las esferas del poder político, y es así como del juzgado de Cabimas
el 27 de junio de 1853 se informa al Gobernador:
Con esta misma fecha le oficio al Comandante de Armas de la provincia dándole parte del
resultado de los hombres que iban voluntarios al servicio cuya comunicación es como
sigue - Mucho interés he tomado en la remisión de los hombres voluntariamente, pero
no ha sido posible poderlos reunir, pues los mismos que se ofrecieron ir, esos mismos se
han ocultado, y ninguno quiere ir a servir, y ni en toda la Parroquia se deja ver un
hombre, todos están en los montes- En esta Parroquia no hay ninguna novedad, todo
está tranquilo, todo lo cual pongo en su conocimiento para los fines que convengan.
a
Y lo participo a VS para los propios fines y que provea lo que convenga (…) Miguel
Antonio Castillo (AHZ, 1853: T. 10, l. 5).
Esa cantinela de que todos han tomado para los montes es común en casi todos los
documentos sobre milicias, enmontarse se tradujo en una antípoda de avecinarse, es decir, los
primeros se instalaban en el despoblado y los segundos son los que están establecidos y
residenciados en la población. Ese hecho opone a los vecinos de los pueblos con los habitantes
que viven fuera de la población como fuerzas sociales antagónicas. Los vecinos al frente de las
comisiones de recluta salen a tomar los hombres que viven en el despoblado, en los oficios
aparece que deben ser buscados en los caseríos y allanadas sus casas para ser atrapados con sus
cómplices, se les asocia con desertores, prófugos, inmorales, delincuentes, conspiradores, en fin
los instruidos crean una categoría para referirse a ellos como «los desobedientes», así los define
Basilio Borjas, porque estos son los que se niegan a sus propósitos para hacer valer sus derechos y
reaccionar contra un régimen sembrado de errores. Esta última operación intelectual, la realizada
por los individuos de élite como Basilio Borjas o un Norberto Pérez, coloca a un lado, en un bando,
a los institucionalistas, los buenos patriotas, los que están con el gobierno legítimo, etcétera,
frente a «los mostrencos», es decir, unos animales realengos que deben ser sacados de las calles,
porque según ellos niegan la civilización, las costumbres, la ley y la moralidad o deben ser
buscados en las guaridas donde se ocultan y ser atrapados por los perros laperos. Los enmontados
preludian con su existencia lo que devendrá con las Guerras Campesinas dentro del contexto de la
Guerra Federal. El monte pasa a ser revalorado en el espacio histórico como el lugar de reunión de
los que niegan lo establecido.
Si a este caso se suma lo sucedido con el caso de los Tello, la conclusión es que el espacio
histórico había perdido la cordura, estaba completamente desquiciado. La recluta había hecho
491

perder toda cohesión social (fenómeno de la disolución social) en cada una de las parroquias del
Cantón Altagracia. El Síndrome Norberto Pérez se abatía sobre todo este ámbito trastrocando la
república en un eufemismo de mal gusto. La moral se había convertido en una ciénaga de arenas
movedizas que amenazaba con tragarse a la sociedad entera.
Caso de las escuadrillas de autodefensas
El Jefe Político del Cantón Altagracia, José González, quien además es el Capitán efectivo
de los Ejércitos de Venezuela [482], revela la dificultad de obtener milicianos, pero no solo eso,
sino algo aún más delicado, los milicianos prófugos se previenen de cargar armas de fuego y armas
cortantes y de andar por partidas pequeñas, la resistencia por estas noticias cobra la forma de una
cascabel. José González dice al gobernador:
a
Jefe en comisión, nombrado por VS el Gobernador de la Provincia, para recoger armas
de boca, como igualmente para reclutar los milicianos desde la Parroquia Santa Rita
hasta la del General Urdaneta [483], y atendiendo a las circunstancias de que el suscrito
se ha enterado de que en los montes de esta Parroquia huyen los hombres
despavoridamente, armados y reunidos hasta en grupo de doce hombres; y siendo
sumamente perjudicial (…) los mismos milicianos huyan armados negando su servicio al
legítimo Gobierno (…) anden ocultos y con armas de boca y blancas (…) en cumplimiento
a
de lo dispuesto por SS el Gobernador (…) serán juzgados como desafectos al Gobierno
legítimo.
a
Publíquese por bando en esta Parroquia y dese cuenta a SS el Gobernador de la Provincia,
para que si lo tiene a bien apruebe la medida adoptada.
Cabimas Julio 18 de 1854 José González (AHZ, 1854: T. 4, l. 29).
En otras palabras deja tácito, para quien es entendedor de las ventajas militares, de lo
peligroso que es de que esos hombres se reúnan en cantidad justa para constituir escuadrillas,
pues éstas tienen una gran movilidad y son difícil de ser percibidas si andan con sigilo, es decir, da
a entender a los legos de la actividad bélica de que éstos prófugos se organizan como partidas de
autodefensa, lo cual es “sumamente perjudicial” para el gobierno establecido, porque no podrá
realizar la leva de hombres ni garantizar el orden público que ellos desean, previniendo que los
que logran huir -para no ser reclutados- se unen a los milicianos desertores con el agravante de
que se llevan sus armas y pueden integrar escuadrillas guerrilleras.
Todo esto indica que nada podrá detener los cambios en el escenario político de la
Provincia de Maracaibo, solo faltaba que los liberales invadiesen este territorio para que se
produjese el vuelco de la situación.
Imposible el reclutamiento
La dialéctica de este proceso llegaba a su punto de consumación, la resistencia a la recluta
arribó al momento en el que era imposible el reclutamiento, un documento ratifica esta audaz
aseveración realizada desde la perspectiva del conocimiento de la historia como ciencia social:
Jefatura municipal. Altagracia Agosto 6 1861. Gobernador.

482
El entrecruzamiento del poder civil con el poder militar empieza a crear un hombre híbrido donde se confunden
ambos poderes, lo cual fortalece la cadena de mando, o peor aún la república deviene en un modo de vida castrense y
Venezuela asume la forma de un presidio-cuartel.
483
Los grupos más radicales tomaban hacia este lugar ubicado en el Cantón Gibraltar, atraídos por la tradición insumisa
de los grupos sociales que habitaban ese territorio desde los tiempos coloniales, porque allí no cejaba la feroz
resistencia indígena y la de los esclavos negros, de los cuales provenían ahora los jornaleros, peones, labradores y demás
miserables.
492

Recibí la nota de VS (…) referente a que se le diga oficialmente si la Gobernación ha dado


constantemente órdenes a esta Jefatura con el fin de que se recluten individuos (…)
expresando el resultado que hayan tenido dichas órdenes.
En consecuencia debo decir a V.S., que por los expedientes sobre milicias nacional y
facción de Casicure que existen en esta oficina, son infinitas las órdenes que he recibido
sobre el reclutamiento indicado y a ninguna se le ha podido dar cumplimiento, ya
porque una parte de los milicianos de todo el cantón viven ocultos en las montañas, y ya
porque otros se han ido a vivir a la parroquia General Urdaneta del de Gibraltar, en la
inteligencia que para extraerlos de [allí] me he valido de baquianos y de la fuerza de
infantería y caballería y el resultado ha sido el de traer uno o dos las más veces inútiles.
Lo mismo sucede en todas las parroquias subalternas de donde tengo comunicaciones de
los Jefes respectivos en que me manifiestan lo imposible del reclutamiento porque las
diferentes comisiones a que VS dirige el barco de guerra “Emilio” tiene los vecinos fuera
de las poblaciones, debiéndose entender que las tales comisiones son un medio de que
VS se ha valido para ser eficaces mis disposiciones de reclutamiento.
También debo decir a VS que después del cuatro de Julio en que VS se re encargó de la
Gobernación han sido repetidas dichas órdenes y han producido el propio resultado de las
anteriores. En la Gobernación existen las comunicaciones que me han pasado los Jefes de
las parroquias Cabimas y Lagunillas respeto a las dificultades que les es reunir la milicia,
pero ni reclutar mayor número de individuos por haberse separado del lugar.
Finalmente es tanto el odio que tienen los milicianos a ser soldados, que en esta parroquia
matriz, por Enero de este año, apenas se han alistado noventa y tres individuos porque
han creído que alistados tienen la autoridad un conocimiento perfecto inutilidad,
vecindario [ ] y más facilidad para tomarlos, a que se agrega que como en la
Administración Monagas se desconfió de la mayor parte de los Maracaiberos, la
guarnición de la Capital siempre se componía de soldados extraños, y esta es otra causa
que influye altamente en la ocultación antedicha, estos es, para creerse con derecho a no
servir.
Y tengo la honra de decirle a VS en contestación de dicha nota.
(…) Pedro C. Faría (AHZ, 1861: T. 10, l. 30, f. 20).
La Comunicación permite tomar conciencia de cómo se despueblan los lugares y como las
montañas se convierten en lugares de refugio en medio de aquel cataclismo. La geografía del
poblamiento da un viraje y desata una impotencia de las autoridades para cumplir las órdenes
sobre reclutamiento, los resultados de la leva de hombres son irrisorios y quienes son capturados
no están en condiciones de prestar el servicio militar, y esa situación se da a todo lo largo y ancho
del Cantón Altagracia, desde donde huyen algunos de los desobedientes hacia el Cantón Gibraltar,
lugar que por lo insumiso ofrece mayor protección para los resistentes. La larga experiencia de la
resistencia a la recluta creó las cualidades para que la gente se volviera indómita, y esto obligó a
los jefes políticos de estos cantones subalternos, a los jueces de paz de estas parroquias e incluso
a los comisarios jefes y ministros de policía a plegarse a favor de cambiar una alianza con
Maracaibo por una ruptura o alejamiento con esos capitalinos, por esa vía los cantones
subalternos pasan a ser cantones indómitos lo cual les perfila y les define como un organismo
relativamente autónomo. Tal será el devenir inmediato para esa encrucijada ante la cual se
encontraban.
La recluta alcanza los límites de lo extremo
Es propicio, a estas alturas, ver cómo el número de afectados por los alistamientos de
milicias aumenta a extremos que exceden los parámetros de la normalidad, los datos reveladores
493

de esta extralimitación es sobre la edad de prestar el servicio de las armas, lo aceptado desde
comienzos de la república era lo que en el año 1859 se ratifica una vez más:
Junio 30 de 1859. José Aniceto Serrano. Decreto. Todos los ciudadanos desde la edad de
18 años hasta la de cincuenta quedan llamados al servicio de las armas (AHZ, 1859: T. 3,
l. 1).
Julio 1 de 1859. Jefatura Política del Cantón Altagracia. Llamar al servicio de las armas a
todos los ciudadanos milicianos de 18 hasta 50 años de edad (AHZ, 1859: T. 12, l. 34).
Pero para Enero 14 de 1862. Pedro Bracho Coronel de Ingenieros de la República y
Gobernador Jefe Superior Político de la Provincia, convoca a presentarse desde los 16 años de
edad a los 60 años de edad:
Decreto.
Art. 1° Todos los venezolanos que se encuentren en esta provincia y que tengan desde
diez y seis hasta sesenta años, están en la obligación de concurrir a alistarse en la milicia
nacional (…). Art. 5° Abrirán (…) ocho registros así: Empleados. Estudiantes. Comerciantes.
Agricultores. Artesanos. Industriales. Marineros e Inválidos. Art. 6° (…) se señalará el
servicio por sorteos mensuales de cien milicianos, que permanecen en él por cuatro
meses, tomados a prorrata de los registros de comerciantes, agricultores, artesanos e
industriales (…) (AHZ, 1862: T. 4, l. 1).
No sólo se establece un record histórico en cuanto a la edad mínima o máxima, sino que
además se programa realizar unos registros donde se incluye a quienes por lo general eran
obviados -exceptuados- como es el caso de: empleados, estudiantes, comerciantes, agricultores,
artesanos e industriales, además, la obligación se extiende de tres meses -que era el tiempo de
servicio- a cuatro meses.
Esa situación extrema ocurre dentro de ese marco totalmente desfavorable que se ha
desarrollado, la élite hegemónica requiere más que nunca colocar a todos los milicianos al servicio
de las armas para conservar la gobernación y la presidencia de la república, y dicta una orden de
armamento general, es decir, pretende colocar a toda la población en edad militar y a prestar el
servicio en las milicias sea cual fuese su oficio, esto es, por supuesto verdaderamente un ataque
de alucinación.
Todas las milicias al servicio
Entre el Comandante Superior de Guerra y Marina del país y el gobernador de la Provincia
de Maracaibo también se observa un espíritu de disolución, desde Caracas se duda de la lealtad
del Gobernador, un Comandante informa al Ministerio de Guerra y Marina que este Primer
magistrado alega motivos de poca importancia para no organizar y reunir los milicianos, el
Gobernador responde en defensa de su gestión, y le indica a las autoridades de la capital de la
república que no solo coopera con las autoridades para mantener la paz y el orden de su provincia
sino que también acude a los llamados del resto del país para satisfacer los mismos fines. Envía,
además, documentos probatorios de cómo reunió fuerzas en su plaza mayor en cantidad
apreciable gracias a los aportes de hombres por parte del Cantón Altagracia, resultados positivos
que fueron frustrados debido a que no se le dotó de armas para ese contingente militar,
debiéndose dar la orden de que regresaran a sus casas. Agrega a esta respuesta un hecho insólito:
“todos los días [los hombres] abandonan el cuartel” alargando así la lista de desertores. Y remata
con una tremenda mentira, cuando dice, que para la organización de las milicias hasta ahora no he
“tomado medidas violentas” -todos los papeles sobre milicias reportan todo lo contrario-, e indica
494

que “Ahora las he dictado enérgicas”, pero le deja dicho a sus Superiores que esto irá en
“menoscabo del espíritu de paz y de mantenimiento del orden que reina en la provincia”. Este es
el Resuelto que emana de la gobernación de la Provincia de Maracaibo a resultas de los reclamos
provenientes de Caracas:
Gobierno de la Provincia. Maracaibo Agosto 7 1861. Resuelto.
Dígase al Señor Superior de Guerra y Marina.
Me envanecía con la esperanza de que no llegaría para mí el caso de tener que entrar en
explicaciones, respecto de mi proceder como Gobernador, en orden al celo, actividad y
eficacia en ayudar al resto de la República a conquistar la paz de que nosotros
dichosamente gozamos. Ni sospechar podía que el Gobierno dudara por un instante de la
efectiva cooperación que he prestado no solo a las autoridades de mi dependencia sino
a cuantas la han necesitado para defender territorios extraños a mí jurisdicción, pero se
lee en la nota de 25 de julio mandando organizar y llamar todas las milicias al servicio,
poniéndolas a disposición del Comandante de armas, el siguiente concepto:
“En este momento se acaba de recibir una nota de su Comandante de armas de esa
provincia, en que le expresa los obstáculos que esa Gobernación opone a la reunión y
organización de fuerzas, fundadas en motivos de poca importancia”.
Debía, pues responder (…) y he tenido que recoger los documentos que evidencian, que
muy ajeno de poner obstáculos a la reunión de fuerzas, he multiplicado las medidas que
dieron por resultado el aumento de ellas (…) pruebas de que no se pudo o no se quiso
armar las fuerzas mandadas a organizar en Altagracia, y de los motivos por qué se
mandaron retirar a sus casas las que se reunieron el 17 de julio en la plaza mayor de esta
Ciudad en número de 500 hombres, más o menos.
No cumple mis propósitos entrar en el terreno de las imputaciones (…) remito la cuestión
al mérito de los documentos que acompaño, entre los cuales figura la extensa lista de
desertores que todos los días abandonan el cuartel.
Si más antes no había tomado medidas violentas en la organización de las milicias, era
porque aspiraba a que el propósito de la administración fuera cumplidamente satisfecho
sin menoscabo del espíritu de paz y de mantenimiento del orden que reina en la
provincia, como el primer deber legal, político y moral de un buen magistrado. Ahora las
he dictado tan enérgicas como las verá VS en las copias que acompaño y ojalá que el
resultado corresponda a los fines del Gobierno y deseos del infrascrito.
N° 184 Serrano. Pablo Ortega Secretario. Duplicose (AHZ, 1861: T. 10, l. 30, f. 22).
Es de sospechar que los hombres reunidos por el Gobernador Serrano y el Jefe político de
Altagracia no fueron armados por el gobierno central, debido al clima de insubordinación de los
habitantes de las parroquias del Cantón Altagracia, donde desde los más humildes hombres y
mujeres [484] de los que viven fuera de las poblaciones, hasta aquellos que viven en caseríos,
aldeas o pueblos, incluyendo los Jefes civiles, los comisarios y el Jefe político del Cantón Altagracia,
así como de vecinos acaudalados [485], en otras palabras, se habían mudado al bando de los
indómitos. Y hasta el gobernador parece que se ha pasado a ese bando, ya no son solo los
milicianos, los no alistados, los jueces, los vecinos de caudal, sino también el Alto magistrado de la
provincia. Dentro de ese cuadro de desarticulación, el Cantón Militar de Altagracia desde sus bases
empezaba a ser un Bastión de la resistencia e insubordinación, se habían asqueado al verse

484
Casos como los de Isabel Urdaneta la amante de Juan Justo Prieto “El Tigre” de Cabimas, debía ser muy frecuentes, lo
único es que pocos trascendieron a los documentos oficiales. Isabel Urdaneta se conoce gracias a la acuciosidad de los
informes de Basilio Borjas.
485
El caso de los Tello -padre e hijo- ejemplifica este aserto.
495

convertidos en exportadores de hombres para la capital de la provincia y para Caracas, y


observaban como desde allí se remitían los milicianos a pacificar a algunos lugares de su misma
jurisdicción [486] o a diferentes lugares del país como una fuerza para mantener “la paz y el
orden” a un alto precio para ellos. Ese ambiente disolvente mostraba la amenaza de ruptura de la
cadena de mando a nivel nacional, provincial y cantonal, la acusación contra el gobernador
Serrano apunta a la primera, la mendacidad de Serrano con respecto a cómo ejerce su gobierno
con respecto a los Cantones Subalternos apunta a la segunda y la política que asumirá la
corporación municipal del Cantón Altagracia con respecto a todo ese estado de cosas pone en
evidencia la tercera.
Suspender la orden de armamento general
Conectado con el caso anterior, donde el Gobernador muestra “su indignación” -por lo
menos en apariencia- cuando desde Caracas se le señala que no cumple con la orden de organizar
y reunir todas las milicias al servicio militar, está la Comunicación que desde Altagracia le remiten
al Vicepresidente de la República, en la cual se solidarizan con su Gobernador Serrano. El texto de
ese documento reza:
Excelentísimo Señor Vicepresidente de la República. El Concejo Municipal del Cantón
Altagracia en la Provincia de Maracaibo, representando los derechos de sus comitentes y
buscando como es su deber el bien de sus compatriotas, se permite interesar la atención
del Gobierno sobre el motivo que da origen a las solicitudes. La orden terminante de
llamar todas las milicias al servicio (…) Se funda (…) Señor Comandante de armas en que
asegura la Gobernación se ha opuesto a la reunión y organización de las milicias fundado
en motivos de poca importancia. Nosotros podemos asegurar que en este Cantón se han
recibido reiteradas órdenes del Señor Gobernador para organizar la milicia que en nada
ha podido manifestarse más interesado que en la reunión de fuerzas y que del 4 de julio
para acá ha redoblado sus esfuerzos. Dos compañías de caballería y toda la fuerza de
infantería llamó al servicio y cuando se reunían fueron devueltas por falta de armas.
Esta es la verdad Excelentísimo Señor - Gracias a la divina providencia y a las prudentes y
acertadas medidas del funcionario encargado de la administración civil nosotros gozamos
del Don precioso de la paz, hemos cooperado con todas nuestras fuerzas a que la
recuperen las provincias de Trujillo, Mérida, Táchira y Coro, y hemos llevado nuestro
contingente de auxilios marítimos y terrestres a todo el resto de la República. Sin
nosotros ustedes perderían el control del país, nosotros hemos hecho el verdadero deber
de sacrificarnos, si fuere necesario en el campo de batalla, antes que dejarnos arrebatar
las garantías que nos acuerdan las instituciones y que con venerable respeto ha sabido
conservarnos el Señor Gobernador de la provincia. Nosotros no vacilaremos en aceptar sin
discusión esa orden del Gobierno [Nota nuestra: la de llamar todas las milicias al servicio],
si en realidad de su ejecución no derivamos peores consecuencias que aún de la misma
guerra. Vamos a demostrarlo: Los únicos ciudadanos que hoy aparecen en la provincia

486
Como tripulantes de barcos de guerra como el tristemente famoso “Emilio” que salía a realizar sus tropelías por todas
“las costas” o para intervenir en motines liderado por jornaleros como el que se produjo en Bobures: “Orden público.
Gibraltar 25 Noviembre 1857. Bobures. Declaraciones sobre desorden público en Bobures. (…) un motín a mano armada
el 18 de Octubre con desconocimiento de las autoridades (con motivo] de las novísimas ordenanzas sobre jornaleros las
tomaron por fuerza y las destrozaron, intentando proceder de hecho contra algunos sujetos del Concejo Municipal y
otros ciudadanos continuando así hasta el 5 de noviembre que llegó la fuerza [de Lagunillas] (…) unos pocos se
redujeron a prisión y otros han desaparecido huyendo, quedando prohibidas las reuniones de chimbangüeles hasta
tanto regrese la calma de la población, siendo la mayor parte de los revolucionarios peones de varias haciendas que
anhelaban destruir y sacrificar a sus armas, lo que públicamente manifestaron en sus reuniones tumultuarias (…) Manuel
Páez -declarante-, Santos Urdiales -Juez Cantonal- (AHZ, 1857: T. 4, l. 20).
496

como capaces de llevar las armas somos los padres de familias, los artesanos e
industriales, y matriculados y en los cantones del Zulia y Gibraltar, los peones que en
número limitadísimo ya fomentan y sostienen la agricultura de que vivimos todos. Hay
otro gremio, el de piragüeros, en que pueden reclutarse algunos milicianos útiles, pero
son cabalmente los que proveen el mercado de los víveres de primera necesidad y si
llegan a faltar estos al vecindario de Altagracia, el hambre y todos sus estragos nos
estrecharán de cercas. La experiencia justifica nuestro aserto, pues cuando las
calamidades de la guerra han invadido esta provincia los beligerantes han sido forzados a
establecer escuadrillas armadas para obtener el sustento. Todos los ciudadanos capaces
de llevar las armas, sin perjuicio del progreso de una provincia que estando en paz debe
aspirar a continuar la marcha que la Providencia marca a los pueblos que no sufren
trastornos, las han tomado ya y de esta exigua población han salido más de trescientos
hombres que no han regresado a sus hogares. Si todos entramos a cumplir con esas
órdenes del Señor Ministro de Guerra ni habría dos días de ración para nosotros y
desaparecerá la calma y el contento que debemos en gran parte a la sabia, prudente y
buena administración política que Dios ha querido depararnos - Nuestra lealtad, nuestro
amor a las instituciones, nuestros eficaces servicios al resto de la República, nos hacen
acreedores a las consideraciones del Gobierno y por esto llenos de confianza y abundando
7en justicia - Suplicamos al encargado del Ejecutivo suspender esa orden de armamento
general que amenaza nuestro reposo y nos arrebatará la dicha de que gozamos (…)
dejarnos disfrutar la paz (…) orden que reclamamos como innecesaria y más bien
perjudicial en nuestras actuales circunstancias. Altagracia Agosto seis de 1861 - El
presidente Manuel Cárdenas, Concejal Manuel Velarde (…) José del Carmen Padrón (…)
Diego Padrón (…) Diego Olivares Romero (…) José R. León (…) El Procurador municipal José
Gregorio Ferrer - José Antonio Padrón, Secretario municipal (…) (AHZ, 1861: T. 10, l. 30, f.
25).
Las autoridades del Cantón Altagracia, encabezadas por un individuo de élite, Manuel
Cárdenas, lanza una política de neutralidad, es decir, «arreglen Ustedes sus trastornos que
nosotros defenderemos nuestra calma, contento, reposo, paz y orden» que hemos logrado con un
aporte de trescientos hombres muertos que nunca regresarán a sus hogares por defender las
instituciones legítimas en Táchira, Mérida, Trujillo y Coro. Así declaran esos hombres
representativos de las familias más acomodadas e ilustres de la Villa de Altagracia -Velarde,
Padrón, Olivares, León y Ferrer-, para ellos entrar a cumplir con la orden de armamento general
traerá en las presentes circunstancias resultados aún peor que los que causa la guerra. En
conclusión, señalan como contraproducente esa orden de poner a sus hombres útiles en armas,
porque según su entendimiento esto traerá el trastorno y la ruina de esta provincia a una escala
inédita, porque la resistencia, desobediencia y actitud hostil presente en todas las instancias se
radicalizaría y resultaría contraproducente, no podían percutir pólvora en una dehesa donde se
había padecido una larga sequía, porque la candela les convertiría en cenizas [487].
Ante ese Comunicado que es un Manifiesto a favor de la paz mediante una política de
neutralidad, el Gobernador ordena que esa declaración se publique en un órgano de información
pública de cobertura en todo el Occidente del país. El Cantón Altagracia marcaba el derrotero de
esta provincia, para salvaguardar los intereses no solo económicos sino además el difícil equilibrio

487
Ver la sección NOTAS de este libro.
497

social que se intentaba resguardar, para emprender así el camino de la reconstrucción y el


progreso [488].
Gobierno de la provincia. Maracaibo Agosto 8 1861. Resuelto.
(…) publíquese en el Correo de Occidente (…) Serrano [489] (ídem).
La Provincia de Maracaibo con esa publicación anunciaba al Occidente del país que el
escenario político del país se había alterado y un nuevo pacto se hacía indispensable para
mantener unidas las partes aunque fuese de un modo precario.
Benito Caridad
Y la preocupación de la élite del campo por el equilibrio social tenía su fundamento, ellos
habían vivido y vivían situaciones alarmantes e incluso con visos sensacionalistas. Uno de los
capturados en el Cantón Altagracia para la milicia fue noticia, ese reclutado respondía por el
nombre de Benito Caridad, se hizo noticia porque lucha con tenacidad por su libertad, razón por la
cual el Jefe de parroquia lo declara como parte de la “gente alzada”. La reacción de Benito Caridad
salta a la vista, es la de un pueblo humilde que no tolera ese trato abusivo, criminal e ilícito al cual
se le pretende supeditar eternamente. El miliciano Caridad lo captura un capitán, pero Benito se le
zafa al custodio a quien se lo había confiado para que lo condujera a su destino, y ahora será un
Jefe civil quien lo recapture, pero Benito Caridad no ceja en su empeño emancipador y lo intenta
acuchillar para darse de fuga de nuevo. Este es el parte de ese suceso de página roja:
Diciembre 14 de 1860. Jefatura Parroquia Lagunillas al Gobernador. Tomado por el
Capitán José María Romero el miliciano Benito Caridad se alzó con una navaja y ha hecho
tirar la escolta al agua. Ahora en mi toma me desarmó con una botella y me iba a
asesinar con un cuchillo, pero yo siempre lo remití con un sumario, vea pues esto es para
coger uno qué más será para cogerlos todos, ésta gente está alzada y como están
satisfechos que negro no amarra negro (…) Lorenzo Villasmil (AHZ, 1860: T. 1, l. 98).
La conclusión que extrae el Jefe civil de Lagunillas para el gobernador, es que si esto
ocurre para remitir a un miliciano qué podrían esperar las autoridades si se intenta cogerlos a
todos, en síntesis le dice “esta gente está alzada” y si se logran tomar no se lograrán amarrar. La
resistencia a la leva de hombres se había generalizado, no solo oponían su voluntad los que
aparecían en los registros de milicias, sino que también las autoridades eran reacias a entregar
todos los hombres que se les solicitaba, y ambas cosas y muchos otros aspectos de esta
problemática ponían en peligro inminente al gobierno. Hombres como Benito Caridad con botellas
y navajas podrían hacer retornar a Venezuela a la guerra a cuchillo que se llevó a cabo a principios
de la Independencia. Benito Caridad es un símbolo de esa gente alzada conformada por hombres
libres. Benito Caridad, Juan Justo Prieto e Isabel Urdaneta forman parte del Panteón de Héroes de
la Costa Oriental del Lago, en este caso, su ingreso al mismo es en representación de los de abajo,
muy abajo.
La Historia del Cantón Altagracia y la de sus parroquias Democracia, Siruma, Lagunillas, La
Rita y la Villa de Altagracia replicaba la Historia que se escribía en aquellos aciagos años en toda
Venezuela, no era un hecho aislado o un fenómeno sui generis. La historia de la infamia crea un

488
Extraordinariamente amenazados por la reunión de los desobedientes en los montes y en las montañas.
489
Serrano renuncia en el mes de octubre de 1861, el nuevo gobernador toma posesión el 26 de diciembre de 1861
(AHZ, 1861: T. 10, l. 38).
498

espíritu indómito que trastorna el curso de la historia y nuevos escenarios sobrevienen, para
intentar encontrar una salida que no siempre las élites logran atrapar con clarividencia [490].
1.5 Organización de las milicias y Cadena de mando

La élite propietaria debió construir después de concluida la guerra independentista una


estructura de dominación y control, para restituir la obediencia y la sumisión de la sociedad
venezolana, y colocarla por ende bajo su régimen, para los efectos organiza las milicias como su
brazo armado e incorpora ese cuerpo de fuerza a una Cadena de mando que abarca todos los
actores sociales con peso político. Sobre los hechos que genera esa ingeniería política nos
adentraremos en esta sección de este estudio.
El año de 1845 se le envía el registro de milicias de Cabimas al Jefe político del cantón, en
ese oficio resalta una jerarquía político-social en esta costa del este. Cabimas está representada en
ese acto por una Junta de Alistamiento nombrada en Los Puertos de Altagracia, además, están allí
quienes ejercen el Juzgado de paz:
(…) los miembros nombrados por el Ilustre Concejo Municipal del Cantón a los señores
Basilio Borja, por el Señor Concepción Balbuena por ser Juez 2° de Paz de esta parroquia y
al Señor Antonio González de Lira por el Señor Miguel Rojas, por no hallarse presente al
tiempo de cerrarse el registro, en cuya virtud queda cerrado y disuerta esta junta de
alistamiento hoy día de la fecha remítase, copia de ella al señor Jefe Político del Cantón
para los fines que sean convenientes- Cabimas Enero 25 de 1845- El Juez 1° de Paz Martín
Borja- El Juez 2° José Concepción Balbuena- notable Lorenzo Capitillo- notable Pedro
Toledo- notable Basilio Borja- notable Antonio González de Lira.
Martín Borjas (AHZ, 1845: T. 11, f. 196).
La escala jerárquica presente en ese documento parte del Jefe político del Cantón y los
concejales, de allí baja a los Jueces de parroquia y finalmente a los Notables de la población. Pero
también podía tomar la vía ascendente, es decir, de los Jueces de paz al Gobernador de la
provincia como se observa en este oficio de 1836:
Juzgado de Paz al Señor Gobernador de la Provincia. Cabimas Noviembre 24 de 1836. 7° y
26°
Adjunto acompaño a VS el registro en que se han asentado todos los vecinos de esta
Parroquia para el alistamiento de la milicia (…)
Martín Borjas (AHZ, 1836: T 3, f 95).
O bien se podía agregar a esa cadena de mando de orden cívico, unos eslabones de la línea
de mando militar como se observa en el año de 1843:
Juzgado de Paz de Cabimas. Al señor Gobernador superior de la provincia (…) Junio 2 de
1843.
En la nota que VS se sirvió enviarme, se me dice que el Señor Comandante de la piragua
de guerra, José Gregorio González, estaría en esta, y a la voz me comunicaría
instrucciones (…) a la vez me impone Usía le transmita cualquier informe que ocurra, al
presente no puedo dar otro sino que el Capitán Norberto Pérez, con la mayor actividad y

490
La Democracia Zamorana había empezado a montar un nuevo escenario para las representaciones sociales en
Venezuela, pero el terror que este tablado provocó en la clase ilustrada pretendidamente modernizadora motivó el
disparo letal y asesino dirigido hacia ese sueño de una patria original, que ese grupo de revolucionarios logró con sus
elaboraciones mentales puestas dentro de los canales de la ciencia de la imaginación para realizar ingeniería política. Tal
es el rico desiderátum -lo mejor que puede existir, imaginarse o desearse- de la dialéctica de la resistencia
desordenadora/creadora que se desató en el siglo decimonónico en todo su esplendor.
499

eficiencia organiza milicianos vecinos de esta parroquia teniendo a la fecha reunidos


hasta el número de veinticuatro individuos inclusive sus clases, y se promete este Señor
reunir otros tantos en toda la semana entrante.
Soy de VS con homenaje (…)
a
Antonio M González (AHZ, 1843: T. 8, f. 156).
Como es obvio, la escala jerárquica en este caso toma dos caminos, el primero, del
Gobernador en orden descendente al Comandante de la piragua de guerra, y del Capitán de
Compañía a los oficiales, y de estos “clases” a los vecinos milicianos. El segundo camino nos indica
que el Comandante José Gregorio González tiene la comisión de instruir al Juez de Paz por
disposición del gobernador, y por su parte el juez informa al gobernador de lo que realice el
Capitán Norberto Pérez, correspondiendo a Norberto Pérez organizar y reunir los vecinos que
aparecen en el registro de milicias. Ambos caminos convergen, lo que quiere decir que los vecinos
que están bajo el comando civil se subordinan también al comando militar, en otras palabras, la
jerarquía civil y la militar se engarzan, colocándose al Gobernador como cabeza de la organización
cívico-militar resultante.
Esos eslabones que colocan en la cima de la pirámide al Gobernador se confirma más
adelante en el año de 1845, en dos de los documentos insertados a continuación se observa, cómo
el Comandante Luis Celis se comunica con su superior el Coronel Comandante de Armas José
Escolástico Andrade y éste su vez informa al Gobernador, para que como «autoridad» resuelva
sobre lo expuesto.
En el primer manuscrito la línea de mando presente es la del Comandante de Armas [491]
allí él es «El Superior» y el Comandante de columna funge como el subordinado, pero éste último
manda sobre los oficiales, suboficiales y milicianos de la columna:
Señor Comandante de Armas.
(…) este individuo estaba ya en la Compañía que manda el Capitán Nicomedes Rincón
cuando me hice cargo del mando de la columna (…) y ahora presenta la fe de bautismo
conque justifica no tener edad que manda la ley para pertenecer a la milicia nacional.
El Comandante Luis Celis (AHZ, 1845: T. 1, f. 384).
Y en el segundo manuscrito el Coronel José Escolástico Andrade expone el caso que le
presenta Celis ante al Gobernador de la Provincia como la autoridad:
Maracaibo Abril 29 de 1845.
Al Señor Gobernador como la autoridad a quien le toca resolver en la presente solicitud.
El Comandante de Armas.
Andrade (ídem).
El gobernador, quien era José Antonio Serrano, en este caso dio de baja en Maracaibo en
abril 29 de 1845 al miliciano de Cabimas Antonio Abad Ramones, advirtiéndole que era “por
ahora”, y así lo informa el Primer Magistrado al Comandante de Armas el Coronel Andrade, en
otras palabras, el comando político-militar había funcionado con respecto al soldado Abad
Ramones siguiendo la ruta de las jerarquías militares y civiles:
a
Habiendo comprobado Antonio Abad Ramones, soldado de la 1 Compañía de milicia de
reserva de Altagracia que no ha cumplido la edad de diez y ocho años que se requiere
para ser miliciano, la Gobernación le exceptúa por ahora del alistamiento. Comuníquese

491
Las armas en este caso era una columna de infantería bajo el mando de Celis y una goleta de guerra con su marinería
er.
a cargo del 1 Teniente de la armada Pedro Lucas Urribarrí -nativo de La Rita-.
500

al Señor comandante de armas para que mande de baja a dicho individuo actualmente al
servicio activo.
Serrano (ídem).
Serrano a su vez como Gobernador está integrado a nivel nacional a unas instancias de
poder desde la cual se le autoriza, y a la cual debe dar aviso como subordinado:
Señor Secretario de Estado en los Despachos de Guerra y Marina.
Abril 30 de 1845.
En virtud de la autorización que tengo de S.E. el poder Ejecutivo, ha dispuesto de acuerdo
con el Señor Comandante de Armas de esta provincia una expedición a la Goajira (…) -
Oportunamente elevaré al conocimiento del Poder Ejecutivo los detalles circunstanciales
de todo lo ocurrido en la organización de dicha columna, limitando ahora, por la premura
del tiempo, a anticiparle este aviso.
Serrano (AHZ, 1845: T 1, f 410).
El Presidente de la República, el Secretario de Estado de los Despachos de Guerra y Marina
quedan por encima del Gobernador de la Provincia de Maracaibo, es más, el Poder Ejecutivo fue
quien se puso de acuerdo con el Comandante de Armas de Maracaibo para autorizar la operación
[492], teniendo éste último la ascendencia sobre sus oficiales, y éstos sobre los suboficiales y
finalmente estos últimos sobre los soldados que actuarán en la Expedición a la Goajira. La fórmula
protocolar de la subordinación de Maracaibo a Caracas, es el trato que otorga el gobernador de
Maracaibo al poder Ejecutivo de la capital de la república como «Su Excelencia» (S.E.).
Por todo lo descrito, el comando cívico-militar provincial, por una parte, coloca a los
vecinos como el eslabón final en el tramo inferior, y al Gobernador y el Comandante de Armas a la
cabeza de esta organización. Por otra parte, coloca al Gobernador de la provincia por debajo de Su
Excelencia el Poder Ejecutivo y del Secretario de Estado, quedando los Despachos de Guerra y
Marina en conexión con los Comandantes de Armas de cada una de las provincias venezolanas, y
por debajo de ellos los oficiales y suboficiales, ocupando el escalón inferior los milicianos
nacionales.
Los vecinos propietarios como ya se ha observado en este estudio con anterioridad,
podían ser puestos por los Jueces de Paz al servicio público mediante figuras como el subsidio
personal para la realización de obras de interés comunal, o ser puestos al servicio de las armas por
los mismos jueces de paz o por los Capitanes de Compañía de las parroquias. Pero cuando pasaban
a formar parte de esos cuerpos militares estos vecinos acomodados lo hacían en calidad de
oficiales, quedando bajo ellos los sargentos y los cabos -los suboficiales- seleccionados entre
quienes disponían bienes modestos y bajos caudales. En cuanto a los que no eran vecinos -esto es
los que viven fuera de la población, es decir, en el despoblado- y que por lo general eran los
labriegos, el destino que les esperaba era el de ser los soldados rasos. La jerarquía civil se
reproducía en la jerarquía militar como en un espejo, y miseria y riqueza quedaban separado de
un modo conveniente.
A nivel de cantón el eslabonamiento político-militar incluye al Jefe político y bajo éste los
Jueces de paz de las parroquias, ocupando dentro de este cuadro socio-político los Notables la
posición de «vínculo» con el conglomerado de vecinos de cada parroquia, debido a su condición

492
En otras palabras el Comandante de Armas está bajo la autoridad del gobernador y del Presidente, pero éste último
tiene prerrogativa en el orden de mando sobre todos los Comandantes de las distintas Gobernaciones y con ello sobre
toda la milicia nacional por ser la Autoridad Suprema -Su Excelencia-.
501

de individuos de prestigio a nivel provincial, cantonal y parroquial, es decir, de élite del campo.
Cuando el Notable tenía cualidades para el mando militar, podía acceder a «los clases» como una
prerrogativa de su condición. Y en el espectro político se le presentaba al Notable la oportunidad
de ser Juez de Paz o inclusive Jefe Político del Cantón. Los vecinos pudientes tenían como
prerrogativa desempeñarse como jueces de paz, síndico procurador, colector de rentas y
Secretario de la judicatura, éste último era responsable de la cárcel como alcaide, y del
Camposanto como ecónomo. Quienes eran propietarios, pero de bajos caudales, eran por lo
general los que se destinaban para comisarios, ministros de policía, cabos y sargentos. La
jerarquía económica se reflejaba en la estructura política del poder civil. Hasta los cabos llegaba la
Cadena de Mando, de allí para abajo estaban quienes como actores sociales debían representar el
papel de «los obedientes» en ese tinglado. La sociedad estaba dividida entre «los mandones» y los
«obedientes».
Quienes mandaban, detenían, perseguían, organizaban, reunían y disciplinaban a los
soldados eran, pues, los vecinos, es decir aquellos que vivían en la población y disponían de bienes
inmuebles de valor nada modesto. Los soldados, no eran vecinos, ni propietarios, eran indios,
trabajadores, esclavos, peones, jornaleros, labradores (menestrales) y agricultores pobres. A estos
últimos la república solo los quería como milicianos, pero no como ciudadanos, de allí que no eran
miembros de las juntas, ni del juzgado, ni siquiera electores, no eran nada en el nuevo régimen
secuestrado por sólo algunos miembros de la sociedad, no tenían patria, pero eran la mayoría -era
una república antidemocrática-. Esa minoría con prerrogativas era encabezada por los Notables,
que se vinculaban con el poder civil y militar capitalino, la élite del pueblo jugaba en la sociedad un
papel crucial [493]. En definitiva, los que tenían tiendas mercantiles, barcos, haciendas, hatos,
propiedades inmobiliarias u otros activos que produjesen rentas significativas, estaban
organizados como una Cadena de Mando, para reunir a los milicianos y controlar a los ministros de
policía, con los cuales mantenían el orden y la paz, que preservará esa estructura social donde los
vecinos obtenían ingresos económicos, ganancias mercantiles, estatus social y poder político. El
ejército permanente y la Armada era el músculo de ese sector social privilegiado, pero las milicias
era la verdadera fuerza, y ésta quedaba bajo el mandato de las élites campesinas.
Los Notables eran muy importantes en cada comunidad parroquial. Basilio Borjas como
Notable de la parroquia Cabimas se rodeo de prestigio, estaba presente en cuanto evento público
era notorio en Cabimas, entre las cosas en que figuró estuvo, por ejemplo, en el proceso de
manumisión de los esclavos, es decir, en la junta encargada de obtener su liberación, o estuvo
como examinador de los alumnos de la escuela de Cabimas, o participo en la obtención de la
exención del servicio militar del joven Antonio Abad Ramones. Mediante ese prestigio los Notables
obtenían una autoridad consensual. El Notable es el álter ego de la sociedad local, de allí que en el
espacio simbólico su figura esté incluso por encima de los propios jueces de paz o del Capitán de
Compañía en los pueblos parroquiales. Pero debían remozar su imagen con frecuencia, para

493
Por supuesto, el ser Notable no le convertía automáticamente en un miembro de élite, ni el no ser un Notable le
descalificaba para llegar a ser un individuo de élite. Pero como el asunto que se está desenvolviendo es el de la
existencia de la Cadena de Mando y el punto es su correspondencia con la estructura social, en el esquema se ha
establecido una relación entre ser Notable y fungir como «el vínculo» crucial entre las diferentes esferas del todo social.
502

mantenerse al frente de manera visible en su conglomerado humano, porque su representación


social es la del caudillo local.
En el año de 1839 en el Cantón Altagracia existían 25 esclavos y se creó un fondo de
manumisión para indemnizar a los amos cuando se le concediera la libertad a esos hombres y
mujeres reducidos a esa condición, allí intervino Basilio Borjas. Basilio aparece en el “Libro de
cargo y data del fondo de manumisión en el Cantón Altagracia, al cargo del tesorero del ramo
Manuel de Sanson, y da principio en el presente año de 1839” (AHZ, 1843: T. 10, f. 269). En
nuestra opinión, la figuración de algunos vecinos en esa actividad liberadora de esclavos tenía un
propósito [494], buscaban remozar su imagen política ante los desgraciados. Del Abril 11 de 1839
aparece el siguiente parte en ese libro elaborado por Sanson:
Son cargo dos pesos siete y medio reales que en esta fecha le doy entrada, remitidas por
el Señor Basilio Borjas comisionado del ramo en las Cabimas al Señor Jefe Político. Con
comunicación fecha 2 del presente e inventario y valúo de los bienes pertenecientes al
difunto PIJ.
Joaquín Enriques - Sanson (ídem).
Del total del valor de los bienes dejados en herencia por P.I.J. se pechaba a los
beneficiarios, para con esta deducción crear el fondo de manumisión. De tal modo que para el 17
de abril de [ ] Manuel de Sanson indica que:
Son data setenta y ocho pesos que en esta fecha se han abonado (…) a saber:
Al Señor Nicolás Padrón por el valor de su esclava nombrada María Pío que por la Junta
respectiva de este cantón se ha libertado a virtud de órdenes superiores Pesos 60.
A la Señora Rosa Suárez por el precio de su sierva nombrada Escolástica que del mismo
modo se le ha dado libertad Pesos 18 centavos 78 (íd. f. 270).
En todo el Cantón Altagracia habían 25 esclavos, de estos 8 en La Rita, discriminados así:
un varón de 25 años de edad, de estado civil soltero, una hembra de 45 años de edad y casada, y
seis hembras solteras, de las cuales 3 tienen 30 años de edad cada una, una de 25, una de 48 y una
de 80. Los dueños de estos esclavos y esclavas en La Rita eran Mariana Villasmil, Blas Hernández,
Margarita Santos, Aniceto Ochoa, Reyes Belloso [495] y Margarita Sanson (íd. f. 183). Cabimas no
tenía esclavos para esta fecha, pero en el año de 1816 habían dos en esa parroquia. En la Villa de
Altagracia este tipo de servidumbre era un sello característico de los ostentosos, constituían un
signo de su estatus social. Su liberación reivindica a los acomodados frente a los desgraciados,
integrándolos así -a los esclavos- en la base social caracterizada como los obedientes.
En cuanto a la jerarquía ya no de tipo social (dividida entre los que mandan y los que
obedecen), sino la jerarquía entre los cantones desde el punto de vista político-geográfico,
destacan como protagonistas en la Expedición a la Goajira, por una parte, el Cantón Capital y, por
la otra, el Cantón Altagracia. Esto se pone de manifiesto cuando en un documento se señala “Hoy
marcha a Sinamaica una columna de infantería (…) de la milicia de reserva de esta ciudad y las del
Cantón Altagracia”. La columna a la que allí se hace referencia va dirigida por el Comandante Celis,
y está previsto que salga de Maracaibo, y la 1ª Compañía con el Capitán Nicomedes Rincón al
frente se prepara mientras tanto para unírseles desde Altagracia. Pero además de esa tropa, a esa

494
Además del interés de recibir un dinero por su esclavo y de garantizarse de que éste o ésta le seguiría sirviendo ahora
por una paga. Así por María Pío, en la Villa de Altagracia, Nicolás Padrón recibirá 60 pesos, quedando bajo su elección el
de desprenderse de ella o de dejarla a su servicio. Muchos de ellos y ellas querían poner distancia con el ex amo.
495
Quien llegó a ser propietario de las tierras de San Sebastián en Cabimas.
503

fuerza se agregan 100 hombres de caballería con tres oficiales, de los cuales catorce hombres de
caballería y dos oficiales son de Altagracia. Por último a esos quinientos hombres que el
gobernador considera suficientes para esa operación se añaden los marinos de la Armada,
encabezados por Pedro Lucas Urribarrí, quienes van a bordo de una goleta de guerra, éste
Urribarrí dispone bajo su mando a los marinos, quienes en su vida civil eran navegantes del tráfico
lacustre, Urribarrí es originario de La Rita, es decir, pertenece al Cantón Altagracia al igual que su
paisano José Escolástico Andrade quien es el Comandante de Armas de la Provincia. Serrano el día
30 toma providencias para unir esa arma a la expedición:
er.
Señor 1 Teniente de la Armada Nacional Lucas Urribarrí.
Abril 30 de 1845.
Debiendo salir de su puerto la goleta de Guerra 28 de Julio a auxiliar la expedición
acordada a la Goajira, la Gobernación tiene a bien nombrar a Usted para que se haga
cargo del mando de dicho buque.
Serrano (AHZ, 1845: T. 1, f. 405).
El Cantón Altagracia, de acuerdo con ese recuento, ocupa el segundo lugar en la línea de
mando militar en esta Expedición. Lo que sugiere que esta jurisdicción -la costa Este del lago- en la
organización militar era muy importante para las operaciones provinciales -lo era también para las
nacionales-, era un bastión mediante el cual se sostenía el poder instalado en la capital. Y la
extensión de este Cantón Militar iba desde Punta de Palmas hasta Lagunillas, es decir, dominaba la
porción del Sistema de Aguas del Lago de Maracaibo denominada como El Estrecho [496].
No obstante, los acontecimientos políticos en ocasiones se desbordaban y ante el cambio
de gobierno se debían reestructurar los eslabones de la cadena de mando civil y reorganizar las
fuerzas militares, el siguiente oficio describe muy bien esa situación de transición en la parroquia
Cabimas del Cantón Altagracia:
a
Capitanía de la 4 Compañía. Parroquia Cabimas. Agosto 8 de 1849.
Al amanecer el día de hoy he llegado a esta parroquia como se lo ofrecí a VS, he puesto
en práctica la reorganización de las milicias acabando de reunir a muchos que se hallaban
dispersos, que al saber mi llegada se están presentando porque huían de servir con el Juez
primero de Paz: Los veinte paquetes que VS me ha remitido con él solo me ha entregado
quince y quince piedras, el mismo juez, se me ha negado entregarme unos fusiles que
pertenecen al cuerpo, escudándose, con que son para defensa.
Observando que el Juez primero de Paz, siempre presenta obstáculos, en los auxilios que
debe prestarnos respectivamente he tenido por mejor para evitar moratorias, y demás
privaciones, entenderme en adelante, con el Juez segundo de Paz, Antonio Hernández, el
que siendo del agrado de VS se servirá comisionarlo para el efecto.
La piragua de guerra, que condujo al Señor Capitán Francisco Harry no la encontré ya en
esta parroquia informándoseme, que había navegado para el pueblo de Lagunillas, con los
individuos de su mando, y espero su regreso, dentro de tercero día, con el objeto de
reunirme con él, y seguir la comisión dispositiva de VS los individuos desafectos con
motivo de la revolución han separado de esta parroquia para el pueblo Lagunillas, el uno
de ellos nombrado Pio Pinillo y el hijo de este nombrado Pedro Díaz y ambos han
obtenido desde la primera revolución empleos militares por esa facción.
La comunicación de VS pase transcribirla al Señor Jefe político del Cantón Altagracia queda
transcripta según se me previno.
(…)

496
Porción geoestratégica para defender a Maracaibo de las campañas militares que proviniesen del centro del país.
504

Norberto Pérez (AHZ, 1849: T. 18, f. 100).


Norberto Pérez reacomodaba, destituía, ascendía y perseguía en su reorganización
político-militar y político-civil de la parroquia. “Purgaba” la sociedad de los individuos desafectos y
colocaba los adherentes, una nueva cadena de mando emergía.
A nivel del Cantón esa reorganización ascendió a Asunción Faría a 1er Comandante, a
Matías Meléndez como 2do Comandante y, nombró como Ayudante en esa Plana Mayor del medio
Batallón de milicia de reserva a Felipe Leal, en julio 1° de 1849 (AHZ, 1849: T. 18, f. 120).
En el Cuadro de Oficiales del medio Batallón del Cantón Altagracia de julio 10 de 1849, con
expresión de los que sirvieron en la lucha pasada, con despachos provisorios expedidos por la
Comandancia General de Mar y Tierra (algunos no tenían aún nombramiento oficial, pero aparece
su clase y su Compañía), estaban al frente:
De la 1ª Compañía: Capitán Juan Olivares, Teniente Tiburcio Echeverría, Subteniente 1°
José Antonio Reverol, Subteniente 2° Francisco Olivares y Olivares. De la 2ª Compañía:
Generoso Torres, Teniente Natividad Faría, Subteniente 1° Juan Ignacio Olivares,
Subteniente 2° José Encarnación Soler. De la 3ª Compañía: Capitán León Montero,
Teniente José María Faría, Subteniente 1° José del Carmen Finol, Subteniente 2° Manuel
Sánchez. De la 4ª Compañía Norberto Pérez, Teniente Lorenzo Capitillo, Subteniente 1°
Pedro Lucas Urribarrí [497], Subteniente 2° Pedro Gil. De la 5ª Compañía: Capitán Manuel
Barroso, Teniente Pedro Nava, Subteniente 1° Amable Socorro, Subteniente 2° José del
Carmen Tello (AHZ, 1849: T. 18, f. 121).
La tercera compañía era de La Rita, la cuarta compañía de Cabimas y la quinta Compañía
es la de Lagunillas. Todo parece indicar que la Villa de Altagracia disponía de dos compañías,
aunque la segunda Compañía también podía pertenecer a la parroquia Siruma. Matías Meléndez -
ritense- fue ascendido de Capitán de la tercera compañía de La Rita a Comandante 2° de la Plana
Mayor del medio Batallón del Cantón de Altagracia.
Pasados esos sucesos de impronta bélica -1847/1849-, ya para el mes de marzo del año
1850 se publica:
Cuadro general del Servicio Municipal del Cantón Altagracia en el corriente año.
Concejo Municipal: Presidente José Manuel Torres, Procuradora Evangelina Olivares,
Concejales (…) (…) (…), Secretaria principal Evangelina Olivares. Jueces de parroquias: La
Rita 1° Matías Meléndez, 2° Juan Nava; Cabimas 1° Norberto Pérez, 2° Asunción Ávila,
Lagunillas 1° Manuel Barroso, 2° Miguel Rodríguez, Siruma (…) (…). Síndicos parroquiales:
La Rita Eugenio Soto, Cabimas Pedro Gil, Lagunillas José del Carmen Pinillo, Siruma (…).
Jueces de Paz de los Partidos: Punta de Palmas (…), Punta de Piedras (…). Comisarios de
Policías: de la Matriz [seis], Punta de Palmas [seis], Punta de Piedras [dos], Parroquia
Cabimas Justo Quirós, Marcelo Capitillo, Facundo Nava, Ángel Leal, Vicente Millano,
Parroquia Lagunillas [cuatro]. Comisarios de monte [dos], Para sabanas [dos], La Ceiba
[tres]. Colectores: La Rita Matías Meléndez, Cabimas Antonio Hernández, Lagunillas
Manuel Barroso.
El Jefe político José Manuel Torres. Secretaria Evangelina Olivares AHZ, 1850: T. 17, f. 12).
Estas autoridades habían sido electas el 25 de diciembre de 1849 en una Asamblea
Municipal efectuada en Altagracia (AHZ, 1850: T. 20, l. 20, f. 149). Para el 31 de julio de 1850 se
procede a una nueva ronda electoral y para Cabimas es nombrado para Juez ° Antonio María

497
Este Pedro Lucas Urribarrí no es el mismo que se le entrega un barco de la Armada, porque aquel es Teniente y este
es subteniente, lo que quiere decir que el que echa garra a Pedro Jebillo en los retiros de Cabimas no es el héroe ritense
de la Batalla Naval.
505

González por tres votos contra uno que obtuvo Norberto Pérez y para Juez 2° resultó electo
Miguel Antonio Castillo, en Lagunillas se mantuvo en su cargo Manuel Barroso (AHZ, 1850: T. 20, f.
195). Pero Antonio María González es protestado e imputado en Cabimas por abuso de poder y
para septiembre 4 de 1850 es suplantado por Antonio González de Lira en calidad de interino, así
lo ordena el Jefe Político del Cantón, quien ya no es José Manuel Torres sino José Joaquín Vale (íd.
194). Entre las diversas causas en su contra, Antonio María González tenía una “por haber
impuesto una orden para coger o recolectar gente” (AHZ, 1850: T. 21, f. 28), es decir, había
procedido a un reclutamiento extraoficial, lo cual suponemos en la presente investigación que
Antonio María González los atrapaba y luego los soltaba si recibía dinero del capturado -delito de
cohecho-. Los procesos electorales servían, por lo observado, para reestructurar la cadena de
mando, porque mediante los sufragios los vecinos propietarios -afectos al nuevo régimen- se
repartían los cargos del servicio municipal.
La esfera del poder político o línea de mando civil se puede extraer observando los cargos
del servicio municipal del Cantón Altagracia. A continuación varias relaciones:
La de 31 de Enero de 1851:
Concejo Municipal: Jefe Político, Concejales (4), Procurador, Secretario. Juzgado de
parroquia: Juez de Paz y dos suplentes, Secretario.
Jueces de Paz y síndicos parroquiales de Altagracia, La Rita, Cabimas, Lagunillas y Siruma:
Juez 1° y 2° y Síndico.
Juzgado único de Paz de Punta de Palma y Punta de Piedras: Juez único.
Comisarios de policía: Altagracia (15), La Rita (7), Cabimas (8), Lagunillas (6), Siruma (2).
Ministro de Policía del Cantón.
Educación pública: Preceptor de Altagracia.
Administrador Subalterno de Rentas Municipales. Administrador (AHZ, 1851: T. 15, l. 44,
ff. 149/151).
La esfera de poder de 5 de Junio de 1852 es más abultada, crece la nómina e incluye
además del aparato burocrático al cuerpo militar:
Parroquia Matriz: Concejo Municipal. Jueces de Paz. Jueces de Partidos. Registrador
Subalterno. Junta de Sanidad. Junta de Manumisión. Administrador de Rentas Internas.
Cura Párroco. Preceptor. Inspector de Carnicería. Alcaide de la cárcel. Vacunador.
Ministro de Policía. Comisarios de Policía. Administrador Municipal. Colectores: de Santa
Rita, Cabimas, Lagunillas, Partido de Ancón, Siruma.
Parroquia Santa Rita, Cabimas, Lagunillas, Siruma: Juez 1° y 2°. Síndico. Alcaide. Cura.
Comisarios. Cabimas: Juez 1° Antonio González, Juez 2° Domingo Neris, Síndico Andrés
Borjas. Comisarios: José Ramón Balbuena, Trinidad Rendiles, Narciso Perozo, Casimiro
Sandrea, Tiburcio Meléndez, Estanislao Arrieta, Pedro Reyes. Cura José Agustín Pérez.
Milicia activa: Teniente, Subteniente.
Milicia de Reserva: Plana Mayor 1er. Y 2do. Comandante, Teniente ayudante. Primera
Compañía: Capitán, Teniente, Subteniente 1° y 2°. Segunda Compañía: ídem. Tercera
Compañía: ídem. Cuarta Compañía: Capitán Norberto Pérez, Teniente Juan Ignacio
Olivares. Subteniente 1° Pedro Gil, Subteniente 2° Francisco Marrufo. Quinta compañía:
igual a las anteriores (AHZ, 1851: T. 15, f. 172).
La del 23 de Febrero de 1854:
En esta disminuye el aparato burocrático y se detalla la composición de las Juntas. Entre
las novedades está que al Partido Sabaneta se le concede Juez de Paz. En cuanto a la Junta de
Sanidad consta de Presidente, Tesorero, Previt°, Miembro. Y la Junta de Manumisión tiene
506

Presidente, Procurador y Previt°. Figuran además de los alcaides de las cárceles los ecónomos de
los Camposantos. Aparece un Portero de la Jefatura Política. En cuanto al número de Comisarios
de cada parroquia: Altagracia dispone de 24, La Rita 12, Cabimas 8, Lagunillas 8 (AHZ, 1851: T. 16,
l. 44, f. 4).
En mayo 1° de 1854 el estado del Medio Batallón de Altagracia es el siguiente:
Medio batallón de milicia reserva del Cantón Altagracia. Estado que manifiesta la fuerza
efectiva que tienen hoy día de la fecha.
1 Primer Comandante. 1 Segundo Comandante. 4 Capitanes. 6 Tenientes. 10
era eros
Subtenientes. 5 Sargentos de 1 . 21 Sargentos de 2da. 1 Banda. 30 Cabos 1 . 31 Cabos
dos
2 . 711 soldados. 799 Total de tropa.
Nota. El presente estado comprende la fuerza total de tropa de las cinco compañías de
que se compone el medio batallón, en él se observa la falta de un capitán, el cual murió
(…)
El Comandante Asunción Faría (AHZ, 1854: T. 9, l. 20) (Nota: Texto parafraseado).
El año de 1857 se va a seleccionar los cuerpos de oficiales de las Compañías del Cantón
Altagracia, y se proponen mediante ternas para jefes y oficiales del Batallón de Milicia Nacional del
Cantón Altagracia a los siguientes individuos:
5ª Compañía. Capitán Lorenzo Romero, Antonio González de Lira, Benito Romero.
Teniente Benito Romero, Félix Borjas, Miguel Rojas. Subteniente 1° Miguel Castillo,
Rafael Borjas, Eusebio Moreno (AHZ, 1857: T. 9, l. 21).
Cabimas dejó de ser la cuarta compañía y pasa ahora a ser la quinta compañía del Cantón
Altagracia. Por otra parte, para ese período ha crecido la fuerza miliciana en este cantón, ya no es
un Medio Batallón sino El Batallón de Milicia Nacional, además, Altagracia y La Rita tienen dos
Compañías cada una, y la de Lagunillas es la sexta Compañía, hay además, una Compañía de
cazadores, y un Escuadrón de Caballería organizado en dos Compañías. La línea de mando crece y
se ramifica en el orden militar. Todos los incorporados a las ternas para optar al nombramiento de
oficiales resultan ya familiares para este estudio, algunos ya son Notables y casi todos forman
parte de la élite local, es obvio que tienen poder económico relevante. El Cantón Militar se ha
robustecido y se ha elevado la calidad de sus integrantes, como bastión hará aportes decisivos
para intervenir en los sucesos de orden nacional.
En el “Cuadro de Jefes y Oficiales del Batallón de Milicia Nacional organizada en el Cantón
Altagracia” para Cabimas fueron seleccionados:
5ª Compañía. Capitán Norberto Pérez. Teniente Miguel Rojas. Subteniente 1° Francisco
Marrufo. Subteniente 2° Félix Rodríguez (AHZ, 1857: T. 9, l. 21).
La novedad: se crea una Compañía suelta.
La cadena de mando, por otra parte, requería de homogeneidad partidista, debían sus
miembros identificarse con una parcialidad o una facción:
Jefatura Política Cantón. Altagracia Marzo 6 - 1854 Gobernador.
Aún cuando en este cantón ningún oficial de la milicia se complicó en el suceso
revolucionario que acaba de terminar (…) no faltan algunos desafectos al Gobierno (…) se
hace necesario y conveniente el relevarlos con personas de conocido patriotismo y
adhesión del Gobierno, honrado proceder y vecinos de las parroquias en que existen las
Compañías.
José González (AHZ, 1854: T. 10, l. 7) (Nota: Texto parafraseado).
Ahora bien, esa cadena de mando debía estar muy bien organizada, muy bien
jerarquizada, debía tener poder político y poder militar, debía poseer hombres de fuerza, es decir,
507

miembros del ejército y del cuerpo de comisarios, debían estar formada por quienes poseían un
significativo poder económico y propiedades, y debía calificarse, porque se trataba de ejercer el
control social sobre: una enorme masa de peones y jornaleros, es decir, sobre los de ninguna
propiedad, además, sobre los de una modesta o muy escasa propiedad, y sobre los soldados y los
milicianos, así como sobre los que no tenían poder político y sobre los pobres urbanos, incluso
sobre los vecinos acomodados pero desafectos del gobierno. Construir una sociedad jerárquica no
era nada fácil, era una tarea compleja, requería de una élite intelectual y de una élite militar. Se
trataba de ejercer el dominio sobre las mayorías desfavorecidas -ese es el quid del asunto-, y para
ese control se apoyaban en los cuerpos de leyes, las instituciones, la gestión administrativa, la
elaboración y ejecución de los presupuestos y el monopolio de la justicia. Debían contar con
medios de domesticación y coerción, es decir, debían disponer de guarniciones bajo su control y
de cárceles, así mismo, requerían del respaldo de la iglesia -poder muy disminuido en esta época-,
e incluso necesitaban de las escuelas para que desde niños se identificasen con las costumbres
aceptables en esa estructura económico-social. Pero lo más importante es que esa minoría
hegemónica debía ejercer los derechos políticos a plenitud mediante el control de las elecciones.
En la línea de mando militar los cabos e incluso los sargentos ocupaban el lugar de los
subordinados, de tal modo que estaban en el espacio de los no-ciudadanos, en el cual estaban la
mayoría de los soldados. Visto desde esta perspectiva, por ejemplo, en el Medio Batallón de
milicias del Cantón Altagracia eran ciudadanos con derechos políticos el Primer Comandante, el
Segundo Comandante, los 4 Capitanes, los 6 Tenientes y los 10 Subtenientes, es decir, estos 22
individuos podían ejercer su ciudadanía, mientras que el resto de esos 788 individuos del Batallón
no podían participar de los procesos electorales, sufragios donde se seleccionaban las autoridades
que les iban a gobernar. Los vecinos desdoblados en militares ejercían la política como un
monopolio de su clase social, la de los acomodados.
La desproporción entre los que tenían poder electoral y los que quedaban al margen de los
sufragios era inmensa, porque en la población de la Provincia de Maracaibo el grupo que tenía la
calidad de electores eran irrisorios al frente de quienes no eran electores. Esta exclusión de los
suboficiales se hizo, por ejemplo, patente en las filas militares en una Asamblea Parroquial reunida
para realizar un proceso electoral en Maracaibo, allí se les negó su condición de ciudadanos:
Presidencia Asamblea Parroquia La Matriz Maracaibo Agosto 5 - 1854 Gobernador.
Varios individuos de tropa (…) divisados con las insignias de cabo y sargentos se han
presentado en esta asamblea con el propósito de emitir en su calidad de ciudadanos sus
sufragios, los cuales no pueden sufragar, porque no siendo sino meros soldados carecen
de la cuantía que exige la Constitución para gozar los derechos de sufragantes
parroquiales, a que también concurren que no son ni aún vecinos de esta provincia (…)
Isidro Balbuena (AHZ, 1854: T. 17, l. 11).
Otro documento que permite apreciar esta vergonzosa realidad de aquella república de
los privilegiados, para los privilegiados y por los privilegiados, es uno referido a un empréstito
forzoso, dinero solicitado para realizar el llamamiento de los milicianos al servicio de las armas
(recluta), necesario para restablecer el orden público y escarmentar a los enemigos de la Patria,
allí se recurre solo a los «vecinos de cuantía», es decir, los ciudadanos o los acomodados:
(…) entre los ciudadanos que deban contribuir con arreglo a su posibilidad: procurando
hacer dicho reparto entre aquellos de más comodidad y no sobre los que tengan un
mediano modo de vivir ó proletarios (…) cuidando también que, la misma cuota que se
508

asigne no baje de veinte pesos, pues que esta es la base de donde progresivamente en
aumento deben partir hasta cubrir la total asignada (AHZ, 1854: T. 16, l. 2).
Esta sociedad jerárquica dividía la población en tres estratos: los «vecinos acomodados»,
los de mediano modo de vivir y los proletarios. Y entre los acomodados colocaba como cruciales
para todos los efectos a “los muy acomodados”. La cadena de mando era muy reducida de
acuerdo a estas jerarquías y sus clasificaciones, pero era de un inmenso poder si ponderamos la
desproporción entre los que tenían calidad de electores y los que no tenían derecho para sufragar.
Esa minoría irrisoria que detentaban el dominio de la sociedad, lograban materializar su control
mediante una gran organización cívico-militar, donde los cargos de gobierno más importantes, con
frecuencia, eran ocupados por militares. Esa organización que se ha venido describiendo en este
ítem crea una estructura cívico-militar capaz de detentar un control social dominante y
hegemónico. Lo paradójico de esta sociedad jerárquica, es que la organización que tiene por
finalidad subordinar a las mayorías, utiliza como medio para lograrlo precisamente las fuerzas de
que disponen los de «mediano modo de vivir» y la fuerza enorme de los proletarios, milagro que
logra transformándolos en sargentos, cabos, milicianos, soldados y comisarios. El secreto de esa
obediencia es que en sus operativos los vecinos cogen, toman, recolectan, cazan por pequeños
lotes a esas fuerzas y las mantienen bajo su mando por un tiempo breve, para luego remplazarla
por otros pequeños lotes tomados de las numerosas parroquias regadas por toda la provincia. En
ese proceso son adoctrinados. El otro elemento que ayuda a explicar ese fenómeno de cómo un
grupo selecto controla a una enorme masa, son los sargentos y cabos, estos son el “vínculo” entre
el mando militar propiamente dicho -el nivel decisorio- y la soldadesca, sin ellos nada sería posible,
son los que se hacen obedecer en los regimientos, son los que generan sumisión al ser capaces de
inspirar temor y atracción, terror y lealtad, respeto y liderazgo.
En el documento que se citó líneas arriba los acomodados niegan el derecho de sufragar a
los sargentos y cabos porque “carecen de la cuantía”, es decir, de las propiedades suficientes para
ser reconocidos como ciudadanos, pero les asignan poder de mando sobre los de abajo, y
mediante ese artilugio logran convertirlos en sus subordinados. La República eufemística que se
había instaurado solo reconocía como ciudadanos a los vecinos de mayor cuantía, es decir, a
“aquellos de comodidad”. La propiedad de bienes determinaba «la calidad» de los habitantes en
aquel régimen clasista, pero además no bastaba ser reconocido como vecino, sino que para
pertenecer a la fracción decisoria, es decir, a los que tenían voz, era indispensable disponer de
caudales suficientes que les permitiesen financiar la leva de hombres para el servicio de las armas.
De allí que la existencia de los empréstitos forzosos, los cuales eran censitarios, la lista que
determinaba quiénes debían hacer aportes señalaba a esa minoría que rondaba el poder:
Septiembre 27 de 1859. Empréstito para auxiliar a la División organizada en la Provincia de
Coro para hostilizar la facción acaudillada por Falcón. Maracaibo debía aportar 10 mil
pesos los cuales recaían sobre el sector comercio (AHZ, 1859: T. 5, l. 27) (Nota: desglosado
del documento).
La financiación de la recluta, destino del empréstito, pretendía asegurar un espacio del
poder para un sector de esa minoría que ejercía la hegemonía de turno. La política del sistema la
ejercían quienes tenían poder económico, porque ellos aseguraban la existencia de los medios
coercitivos, y al ejercer la política decidían la forma de organizar la sociedad, donde se reservaban
“para sí” el gobierno civil y militar. Lo sorprendente de esa organización son los Notables, éstos
509

eran la cabeza visible de ese corpus y constituían apenas unas dos centenas de miembros en
toda la provincia. Ese sector social sobrevivía a los grandes cambios, el espacio histórico les
reservaba un lugar permanente. Los Notables ocupaban los primeros puestos en el rango del
protocolo.
La finalidad de la cadena de mando era la de lograr un efectivo control social para un
grupo minoritario dominante y hegemónico, mediante ese control se obtenía la cohesión social de
los vecinos, lo que legitima al estado al permitir a esa minoría hacer gobierno; en las épocas de
crisis política esa cadena de mando pierde eslabones y puede llegar a ser necesario modificarla o
sustituirla, creando un momento de disolución social. Para restablecer la cohesión social en esas
condiciones, la cadena de mando debía robustecerse engrosando sus eslabones, y debía alargarse
introduciendo eslabones nuevos, con ambas medidas se lograba aherrojar de nuevo a la sociedad.
Tal cosa es lo que se observó al pasar en Altagracia del Medio Batallón a un Batallón, al
incrementarse el número de comisarios por todo el cantón, y al aparecer nuevas plazas, rangos o
destinos. Cuando nada de esto es suficiente, aparece la guerra precedida por una feroz lucha
ideológica, porque en esas circunstancias no bastan las reformas o cambios de gobiernos, por lo
contrario, se hace necesaria la emergencia de nuevas élites. Por último la cadena de mando no era
lineal, ésta se ramificaba y creaba una red, y en ella jugaba un papel muy importante el poder
numérico y crematístico de las familias extendidas de los individuos de élite -los Borjas en Cabimas
sería el ejemplo clásico, los hermanos Meléndez desde La Rita hasta Bobures también ilustran este
aserto-.
1.6 Servicio de las armas
En este ítem se describirá la actividad militar que realizan las tropas del Cantón Altagracia
dentro de la Provincia de Maracaibo y fuera de ella, es decir, cuando estas fuerzas asumen su
responsabilidad en las acciones bélicas que sacuden el país. Al narrar esa actividad se repasará
algunas cosas tratadas con anterioridad.
Los reclutas eran puestos al servicio de las armas, es decir, de los oficiales y suboficiales.
Entre las tareas que las fuerzas milicianas debían realizar estaba, entre las más importantes, las de
reforzar las guarniciones y sumarse a las expediciones militares. En las segundas, se ha venido
registrando los pormenores de la preparación para la Expedición de la Goajira. Un parte militar
describe muy bien esa situación, el parte informa:
Señor Secretario de Estado en los Despachos de Guerra y Marina.
Abril 30 de 1845.
En virtud de la autorización que tengo de S.E. el poder Ejecutivo, ha dispuesto de acuerdo
con el Señor Comandante de Armas de esta provincia una expedición a la Goajira con el
objeto de castigar los feroces hechos que con frecuencia cometen los indios,
especialmente, el último que tuvo lugar en el bergantín nacional Loinaz [498]. Hoy marcha

498
No fue ésta expedición la única, en el año de 1857 se organizó una columna de 300 hombres para “imponer castigo a
los de la parcialidad Jusayues que resulten culpables de varios excesos cometidos contra los vecinos de Sinamaica” (AHZ,
1857: T. 9, l. 24). La “línea de Sinamaica es otra evidencia de los arbitrios empleados para contener a los wayú, allí
estaba acantonada una Guarnición para contener a los guajiros y con ello proteger la ciudad de Maracaibo donde los
acomodados concentraban sus fortunas. Para esos efectos apremiaban en Mayo 1 de 1858 a aquellas parroquias que no
les incumplían en enviar milicianos para sostener esa fuerza en Sinamaica: “Dígase al Jefe político de Perijá y a los jueces
510

a Sinamaica una columna de infantería compuesta de un Jefe, 15 oficiales y 274


individuos de tropa [499] de la milicia de reserva de esta ciudad y las del Cantón
Altagracia, a reunirse en aquella Villa un ciento de hombres de caballería y tres oficiales
que se han llamado en aquella parroquia al servicio, cuya fuerza con el auxilio que puedan
prestar las guarniciones de San Carlos y de Guardias de afuera y catorce individuos con
dos oficiales de la caballería de Altagracia, compondrá poco más o menos un total de
quinientos hombres que es el que considero bastante para lograr los fines que se
propuso el Gobierno al disponer esta medida -Oportunamente elevaré al conocimiento
del Poder Ejecutivo los detalles circunstanciales de todo lo ocurrido en la organización de
dicha columna, limitando ahora, por la premura del tiempo, a anticiparle este aviso.
Serrano (AHZ, 1845: T 1, f 410).
El Presidente de la República, el Secretario de Estado, el Ministro de Guerra y Marina
quedan en esa cadena de mando por encima del Gobernador de la Provincia de Maracaibo, es
más, el Poder Ejecutivo fue quien se puso de acuerdo con el Comandante de Armas de Maracaibo
para autorizar la operación, teniendo éste último la ascendencia sobre sus oficiales, y éstos sobre
sus suboficiales y éstos sobre los soldados, reuniéndose en total una tropa de quinientos hombres
para esta expedición. Por lo descrito, la cadena de mando cívico-militar provincial coloca a los
vecinos como el eslabón final en el tramo inferior, y al Gobernador y el Comandante de Armas a la
cabeza de esta organización. En los eslabones intermedios entre ambos polos están “las clases”
militares -los oficiales-, y los Jefes políticos de cantón y los Jueces de paz de las parroquias,
ocupando dentro de este cuadro organizativo los Notables la posición de «vínculo» debido a su
condición de individuos de prestigio a nivel provincial, cantonal y parroquial. En otras palabras, ese
entrecruzamiento de lo militar con lo civil, muestra diferentes líneas de mando que forman una
red de poder, en la cual se incorporan de la parte civil incluso familias extendidas, como es el caso
de los Borjas en Cabimas, quienes aparecen ejerciendo diferentes funciones y distintas posiciones,
como ya se h observado en los múltiples documentos históricos de Cabimas en los cuales figuran
una y otra vez desempeñándose en diferentes responsabilidades.
La cadena de mando de las autoridades del gobierno se extendía hasta estos connotados
personajes, «los Notables», los cuales al ejercer un ascendiente directo sobre «los parroquianos»,
ayudaban al logro de la unidad social, eran pues los indispensables, era la élite del campo, eran en
ese régimen político «el vínculo» del cual dependía la existencia de una comunidad local, así como
de que se estableciese una relación campo-ciudad, y que se fraguase un Estado -el cual oscilaba
entre lo tangible e intangible-. Lo curioso de esto, es que los Notables son por lo general los
terratenientes. Y tal hecho, es crucial, porque en tiempos de disolución el poder iba a sus fuentes,
esto es, a los dueños del latifundio y/o a las grandes haciendas que dominaban las parroquias. Los
grandes propietarios no solo poseían tierras, eran los jueces de paz, eran los Capitanes de

de Lagunillas y parroquias de Carmelo, La Concepción y Chiquinquirá (…) de mandar hombres (…) Al de Lagunillas le
piden 30 e igual a Perijá y a las otras parroquias les piden 5 a cada una. Serrano” (AHZ, 1858: T 3, l. 1).
499
Después de presentarse o ser reclutados los milicianos recibían instrucción militar en las guarniciones para ser
convertidos en tropa de: infantería del ejército, caballería, cañoneros o marinos de la armada. O bien, los fines de
semana en sus parroquias eran convocados a reunirse en la plaza del pueblo donde recibían instrucción militar por parte
del Capitán de compañía y sus oficiales, de tal modo que cuando partían hacia las guarniciones o al presidio como
guardianes ya llevaban algún conocimiento, habilidad y disciplina, y estaban adoctrinados. También se empleaban en las
Jefaturas de milicias parroquiales, para restablecer el orden roto por facciones armadas, es el caso, por ejemplo, de los
diez individuos -un piquete- que obraron contra la facción Chacín en Altagracia (AHZ, 1860: T. 14, l. 11); o para la
dotación de los buques de guerra (AHZ, 1861: T. 7, l. 4).
511

compañías, eran los pater familia, eran los cabecillas de su familia extensa, poseían naves para
surcar el lago, es decir, reunían en sí mismos el poder económico, civil, militar, social. Al
concentrar en sus personas la voz de mando, estas élites parroquiales ejercían potestad sobre sus
comunidades.
Los grandes terratenientes o los hacendados acaudalados son la clave de toda esta
historia, porque en tiempos de disolución Venezuela se fragmentaba, se desmoronaba, se
atomizaba y el poder y el estado se reducía a esa élite rural dueña y señora de las parroquias, el
caudillo local concentraba todo el poder en su persona -Basilio Borjas era el caudillo de Cabimas- y
la parroquia era una micro Venezuela dirigida por el caudillo local. A esos caudillos recurrían,
entonces, quienes querían luchar por el poder central del país, tal es la historia del siglo
diecinueve. Si las relaciones se fortalecían se recuperaba la Venezuela cantonal, después la
provincial, después la Venezuela portulana -las siete Venezuelas- y finalmente emergía la nacional.
La “Lista” de comerciantes, agricultores y criadores reunía un par de centenas de grandes
propietarios que se caracterizaban por concentrar sobre sus personas un gigantesco poder, ellos
eran los que hacían de la provincia una realidad, la provincia existía cuando ellos actuaban como
una corporación, cuando entre ellos se fortalecía una alianza.
Para esta época el pacto esencial era el militar, de allí que se hiciese énfasis de que en la
junta de Alistamiento de milicias de cada parroquia estuviesen como miembros principales cinco
Notables. Y cuando se organiza la Expedición contra los wuayú por lo del Loinaz, la Villa de
Altagracia se incorpora con todo un contingente, La Rita participa como fuerza naval y en Cabimas
Basilio Borjas recoge los hombres para la infantería de tierra que va a participar en esa campaña.
Pero cuando el Cantón Altagracia se negó a ser un cantón militar, la provincia corrió el peligro de
desaparecer, y el Cantón Capital se sumó a la solicitud de los altagracianos de que se suspendiera
la orden de armamento general que había dado origen a un fuerte impasse entre el poder
nacional, el poder provincial y el poder cantonal.
Dentro de esas turbulencias que impedían la consolidación del Estado existían infinitas
Venezuelas, es decir, el país podía ser tan pequeño como una parroquia, y esto es tan cierto, que
esas poblaciones eran de hecho reconocidas oficialmente como parroquias aisladas, y como tal en
el fondo de las cosas tanto los Cantones como la Provincia era un seudoeufemismo. Y como
situación álgida de ese fenómeno histórico la provincia devenía más en su capital que en su
constelación de poblaciones, la Provincia de Maracaibo era Maracaibo y Maracaibo era su élite, la
élite de la “Lista”, es decir, una nomenclatura. Otra realidad, de enorme impacto, era la creada por
la élite extranjera de las Casas Comerciales, era una realidad suprarregional. Pues bien esa
estructura que en última instancia dependía de los caudillos locale,s fue lo que permitió desde una
expedición contra los wayú hasta una operación en la lejana provincia del Táchira, es decir, el
alcance del servicio de las armas para que el poder central mantuviese el control del país.

En la Expedición a la Goajira, destacan el Cantón Capital y el Cantón Altagracia como


protagonistas, esto se pone de manifiesto cuando el documento señala “Hoy marcha a Sinamaica
una columna de infantería (…) de la milicia de reserva de esta ciudad y las del Cantón Altagracia”,
se refiere a la columna dirigida por el General Celis la cual va a ser fortalecida con la 1era. Compañía
de Altagracia encabezada por el Capitán Nicomedes Rincón, pero además, a esa fuerza se agrega
512

100 hombres de caballería con tres oficiales, de los cuales catorce hombres de caballería y dos
oficiales son de Altagracia, y a esos quinientos hombres se añade los soldados de la Armada,
presididos por el 1er. Teniente Pedro Lucas Urribarrí, quien tiene bajo su responsabilidad una
goleta de guerra:
er.
Señor 1 Teniente de la Armada Nacional Lucas Urribarrí.
Abril 30 de 1845.
Debiendo salir de su puerto la goleta de Guerra 28 de Julio a auxiliar la expedición
acordada a la Goajira, la Gobernación tiene a bien nombrar a Usted para que se haga
cargo del mando de dicho buque.
Serrano (AHZ, 1845: T. 1, f. 405).
Entre Maracaibo el Cantón Altagracia se reunió todo ese contingente, nada despreciable,
éste era suficiente como para iniciar una guerra, no solo a nivel provincial, sino incluso en el país
[500]. Y era precisamente eso lo que significaba colocar a los hombres bajo el servicio de las
armas, era caminar sobre el filo de una navaja. El Cantón Altagracia era un cantón militar, y dentro
del conjunto de cantones de esta provincia se puede considerar como un bastión para la defensa
de la capital de la provincia [501]. Ese papel lo jugaba con sus cinco Compañías, su Medio Batallón,
sus “clases” y su aporte de hombres para las tres armas, además, sus fuerzas están ubicadas en
una posición estratégica, puesto que dominaban en toda su extensión El Estrecho, el cual
establecía un Rubicón [502] para Maracaibo, de allí que este cantón a través de la historia
desarrolló una tradición militar desde los tiempos del Sistema español.
Pero no sólo participaban los altagracianos de acciones a escala provincial, donde acudían
con regularidad a la Guajira o al Cantón Gibraltar a castigar a los indios o a sofocar motines de la
negritud en el sur del lago, también cumplían con cubrir un radio de acción de escala nacional, lo
que los llevaba fuera de la provincia:
Cuando estas expediciones salían de campaña hacia tierras lejanas eran más numerosos
los contingentes, y la leva de hombres se llevaban más hombres útiles de los que podía soportar la
existencia del Cantón Altagracia. Con el caso de los agricultores -ya expuesto con anterioridad-, el
Cantón Altagracia expone el gran perjuicio para la economía agrícola que ocasiona el grueso
número de labradores que han sido alistados. Pidiendo el propio gobernador López al
Comandante de Armas que sean dados de baja, esa solicitud la realiza, porque de mantenerlos en
el servicio eso agravaría su posición frente al Jefe político de Altagracia y los jueces de paz de ese
cantón. Se previene el retorno de una comisión que andaba por el Táchira, recomendando el
Primer Magistrado que una vez que esa comisión arribe a la capital se dé la baja a los reclutas del
Cantón Altagracia que prestan su servicio en la guarnición de Maracaibo. El Comandante de Armas
concede la gracia solicitada en razón de lo que se le expone, el apoyo de los altagracieños no podía
ser menoscabado. El manuscrito reza:
Gobernación Maracaibo Marzo 9 - 1857.

500
Como los distintos desembarcos realizados en diferentes épocas de nuestra historia por la Vela de Coro para
conquistar el territorio, independizar un continente o derrocar un gobierno nacional.
501
Pero así como es la clave para que Maracaibo sobreviva a un embate, también podía ser la clave para desbancar la
capital, por supuesto, si se desarrollaba económicamente, de lo cual se encargó la capital de que no lo lograra.
502
Intentar cruzar ese estrecho sin el consentimiento de Maracaibo era declarar la guerra, el término hace alusión a la
decisión de Julio Cesar de vadear el río Rubicón con sus tropas para llegar a Roma sin el consentimiento del Senado, a la
voz de Alea jacta est (La suerte está echada) avanzó y tomó la ciudad provocando el derrumbe del gobierno de Pompeyo
513

Digan al Señor Comandante de Armas.


Los milicianos que vinieron del Cantón Altagracia y que por orden de la Gobernación
quedaron prestando sus servicios en la guarnición de esta plaza, son agricultores la mayor
parte de ellos, de cuya industria depende su subsistencia y la de sus familias que están
hoy en la orfandad por esta circunstancia lo cual da lugar a continuos reclamos para que
se les ponga en libertad a fin de que puedan asistir a sus labranzas y contribuir con sus
productos al sostenimiento de sus respectivas familias. Y deseando la Gobernación
proporcionarles su bienestar a la vez que fomentar la agricultura no disminuyendo los
brazos que se dedican a ella, espero que VS en atención al tiempo que tienen de servicio,
y a que los individuos de la fuerza permanente que salieron en comisión para el Táchira
deben estar muy pronto de regreso, se sirva disponer que los milicianos de Altagracia
sean dados de baja.
López (AHZ 1857: T. 9, l. 24).
Comandancia de Armas Maracaibo 10 de Mayo 1857 Gobernador
En vista a la comunicación de VS de ayer, N° 271, se han dado de baja en este día los
milicianos correspondientes al Cantón Altagracia.
Enrique [ ] (ídem).
El Cantón de Altagracia era un cantón militar para defender a Maracaibo de la Guajira, o
para salir en comisión hasta el Táchira para defender el poder de los opulentos de Caracas, pero su
radio de acción era aún mayor, era todos los Andes e incluso se trasladaba hasta otros lugares del
país. Con respecto al caso en el cual se solicita desde el Cantón Altagracia suspender la orden de
armamento general, allí también se observa como el servicio de las armas se presta realizando
operaciones militares en tierras lejanas. En una Comunicación desde Altagracia le exponen al
Vicepresidente de la República como desde este cantón se ha auxiliado al gobierno central, no solo
con operativos militares en el occidente del país sino también en otros lugares del territorio
nacional:
Excelentísimo Señor Vicepresidente de la República. El Concejo Municipal del Cantón
Altagracia en la Provincia de Maracaibo, representando los derechos de sus comitentes y
buscando como es su deber el bien de sus compatriotas, se permite interesar la atención
del Gobierno sobre el motivo que da origen a las solicitudes. La orden terminante de
llamar todas las milicias al servicio (…) Nosotros podemos asegurar que en este Cantón se
han recibido reiteradas órdenes del Señor Gobernador para organizar la milicia que en
nada ha podido manifestarse más interesado que en la reunión de fuerzas y que del 4 de
julio para acá ha redoblado sus esfuerzos. Dos compañías de caballería y toda la fuerza
de infantería llamó al servicio (…) Gracias a la divina providencia y a las prudentes y
acertadas medidas del funcionario encargado de la administración civil nosotros gozamos
del Don precioso de la paz, hemos cooperado con todas nuestras fuerzas a que la
recuperen las provincias de Trujillo, Mérida, Táchira y Coro, y hemos llevado nuestro
contingente de auxilios marítimos y terrestres a todo el resto de la República. Sin
nosotros ustedes perderían el control del país, nosotros hemos hecho el verdadero deber
de sacrificarnos, si fuere necesario en el campo de batalla, antes que dejarnos arrebatar
las garantías que nos acuerdan las instituciones y que con venerable respeto ha sabido
conservarnos el Señor Gobernador de la provincia (…) cuando las calamidades de la
guerra han invadido esta provincia los beligerantes han sido forzados a establecer
escuadrillas armadas para obtener el sustento (…) de esta exigua población han salido
más de trescientos hombres que no han regresado a sus hogares (…) Suplicamos al
encargado del Ejecutivo suspender esa orden de armamento general que amenaza
nuestro reposo y nos arrebatará la dicha de que gozamos (…) dejarnos disfrutar la paz (…)
orden (…) Altagracia Agosto seis de 1861 - El presidente Manuel Cárdenas, Concejal
514

Manuel Velarde (…) José del Carmen Padrón (…) Diego Padrón (…) Diego Olivares Romero
(…) José R. León (…) El Procurador municipal José Gregorio Ferrer - José Antonio Padrón,
Secretario municipal (…) (AHZ, 1861: T. 10, l. 30, f. 25).
Ese Comunicado es un Manifiesto en favor de la paz, y en él se delinea una política de
neutralidad, el Gobernador con vista a ese constructo teórico que le puede ganar de nuevo el
respaldo de aquel cantón poderoso, ordena que esa declaración se publique en un órgano de
información pública de cobertura en todo el Occidente del país [503], es decir, asume la política de
neutralidad y busca que se haga extensiva a toda esta parte del país. El Cantón Altagracia marcaba
el derrotero de esta provincia, para salvaguardar los intereses no solo económicos, sino además el
difícil equilibrio social que se intentaba consolidar [504]. En función de ambas tareas el
Gobernador ordena mediante un Resuelto dar a conocer esa política de neutralidad:
Gobierno de la provincia. Maracaibo Agosto 8 1861. Resuelto.
(…) publíquese en el Correo de Occidente (…) Serrano [505] (ídem).
El servicio de las armas en esa declaración queda imputado como la principal amenaza que
se cierne sobre el Cantón Altagracia, es decir, si la orden de armamento general se mantiene, la
existencia del cantón quedaría comprometida. El Cantón Altagracia reconocía que su función
como Cantón Militar le había traído beneficios a Maracaibo y a Caracas, pero no así a su propia
jurisdicción. El Cantón Altagracia reemprendía el camino, pero siguiendo en otra dirección. Las
relaciones de esta provincia se debilitaban con respecto a Caracas. La crisis de la leva de hombres
precarizaba los vínculos políticos entre las entidades políticas. La élite del campo estaba impotente
ante el hecho de que los hombres están todos en el monte para evadir el servicio de las armas,
ante esa circunstancia solo les queda una salida detener la persecución de los milicianos, para que
se reactive la normalidad económica y social. Los desgraciados pasaban a forzar el curso de la
historia y la élite ahora actuaba como un reactivo. La política de neutralidad que asume primero el
Cantón Altagracia ante las frecuentes guerras es secundado por toda la Provincia de Maracaibo, al
coincidir en ese objetivo la élite marabina encabezada por el Gobernador y la élite altagraciana
encabezada por el Jefe político del cantón, esa política en el fondo es el resultado de la actitud de
resistencia contra la recluta [506], generalizada entre los pobladores que se enmontan e incluso se
reúnen en escuadrillas que amenazan enguerrillarse.

503
El Gobernador les requería que cumpliesen con la orden de armamento general y ellos recurren a Caracas para que
se les exima de esa orden. El gobernador se suma a esa solicitud de los altagracianos y la hace su política. Las élites
provinciales querían desligarse de las guerras endémicas que se protagonizaban en buena parte del territorio nacional.
504
Extraordinariamente amenazados por la reunión de los desobedientes en los montes y en las montañas.
505
Serrano renuncia en el mes de octubre de 1861, el nuevo gobernador toma posesión el 26 de diciembre de 1861
(AHZ, 1861: T. 10, l. 38).
506
No solo de los pobres, incluso los hacendados parece que empezaron a dar refugio a desertores y prófugos.
Oponerse a aquellos hombres de Rancho Ambrosio o del caserío de Punta Gorda que habían cogido para el monte no
era de buen presagio para esos grandes propietarios. Los ambrosieros y los gordienses formaron parte de esa fuerza que
cambió la política de las élites en esta parte del país. Historiadores como Arlene Urdaneta expone en sus escritos cómo
la Provincia de Maracaibo se apartó de esas guerras que devastaban el país, es decir, buscó aislarse de aquel cataclismo
en esta época de gran inestabilidad- Las fuerzas subyacentes que motivaron esa política, es según las conclusiones del
presente trabajo sobre la Historia de Cabimas, la ira de esa gente humilde que se unió en una férrea resistencia a ese
estado de cosas. Los desposeídos convertidos en desobedientes imprimieron al curso histórico un viraje, el actor social
colectivo intervenía como una fuerza poderosa indómita en el curso que tomaban los acontecimientos políticos de la
Provincia de Maracaibo, en ese maremágnum participan las autoridades del Cantón Altagracia y los más humildes
hombres y mujeres de este territorio. Los de abajo, muy abajo desde el anonimato protagonizaban los hechos que
515

1.7 Beneficios económicos


Por último, este trabajo quiere presentar el trasfondo vergonzoso de la recluta, es decir, el
motor económico que motivó a los reclutadores para desempeñarse en ese oficio. El ser
reclutador era una ocupación pecuniaria, tanto como la de ser un burócrata del aparato del
Estado, o un patrón de una embarcación, o ser un comerciante proveedor de mercancías, o ser un
cultivador de una plantación de caña de azúcar, o ser un cazador, o ser un traficante de esclavos, o
ser un ladrón, porque era en la realidad un oficio más en esta provincia. Se intentará ilustrar ese
aserto en las siguientes líneas desmitificadoras de la historia patria, porque la patria es el hombre
y no la que nos pretende vender los fabricantes de falsas consciencias. La historia debe ser la
ciencia de la verdad descarnada y no la ciencia del engaño ilustrado, por eso esta Historia de
Cabimas es la historia de los hombres y mujeres que vivieron con plenitud sus pletóricas
existencias.
Se ha establecido con anterioridad la relación de los censos con la recluta, y también que
con los censos que se realizaron de las cinco poblaciones que conformaban para ese momento el
Cantón Altagracia, algunos individuos recibieron ingresos pecuniarios:
(…) correspondiendo al comisionado que formó el censo de esta cabecera veinte y tres
pesos cincuenta y dos centavos: al que formó el de Santa Rita ocho pesos y cuarenta y
cinco y medio centavos: al de Cabimas cuatro pesos y cincuenta y siete centavos: al de
Lagunillas cuatro pesos sesenta y siete centavos y al de Siruma un peso y ochenta y siete
centavos que producen la suma de cuarenta y tres pesos y ocho y medio centavos; en
cuyo caso sobre formación de censo al Concejo acordó: Se mande a abonar al Señor
Administrador subalterno la suma de cuarenta y tres pesos y ocho y medio centavos para
remuneración de los referidos comisionados (…) -con lo que concluyó esta acta (…)
José Gonzales
Secretario (AHZ, 1846: T. 5, f. 27).
Ese hecho no es la excepción, es solo una muestra de los beneficios económicos que
reporta el pertenecer a la organización cívico-militar que presidía el Gobernador, porque los
allegados a las esferas del poder eran los que obtenían esas contrataciones.
Esos censos de población, como se ha conjeturado, servían para calcular, por ejemplo, la
necesidad de escuelas o de un juzgado en un poblamiento, pero esos datos permitían también
tener una idea sobre el número de hombres que podrían conformar los contingentes armados
puestos al servicio del gobierno, es decir, para tener las guarniciones bien dotadas y obtener los
relevos para los que están en servicio en ellas, o bien, para efectuar una Expedición militar o
defender o atacar al gobierno nacional. Eran los censos, por tanto, información clave para
establecer si se podría formar una Compañía en una parroquia y con cuántos hombres, lo que a su
vez permitiría formar en el cantón un Batallón o un Medio Batallón. El censo es, además, una
referencia para evaluar la exactitud de los registros de milicianos, porque no podía tener menos
alistados la parroquia que tenía un número de habitantes más alto.
Los comisionados para realizar el censo del Cantón Altagracia recibieron cuarenta y tres
pesos por su trabajo, cantidad que sumada a otros ingresos obtenidos en las esferas oficiales
fueron labrando para ellos significativos caudales personales.

cambiaron la política de una región de caudillos -lo que es un contrasentido y una paradoja-, ¡había llegado el tiempo de
Ezequiel Zamora! -como de modo genial lo bautiza Federico Brito Figueroa-.
516

Pero existían negocios de mayor calado, mediante los cuales un particular atiende las
necesidades de las fuerzas armadas, es el caso del ciudadano Manuel Aranguren, quien en esta
provincia está entre quienes proveen al Estado de lo que requiere la Comandancia de Armas:
El Gobernador de la provincia, presidente de la Junta económica de Hacienda y Manuel
Aranguren celebran la siguiente:
Contrata
Manuel Aranguren se compromete a suministrar al estado cincuenta botellas de aceite de
coco, ocho varas coleta, doce libras de cebo crudo, ciento treinta y cuatro cartuchos,
ciento ochenta y cuatro tahalíes, trescientos veintiséis cinturones, setenta y dos
guarnieles y además componer veinte cartucheras (…) a satisfacción de la Comandancia
de Armas (…)
El gobernador de la provincia se obliga a (…) cuatrocientos noventa pesos y treinta
centavos (…)
Manuel Aranguren, compromete sus bienes presentes y futuros haciéndose responsable a
los costos o prejuicios que puedan resultar por cualquier falta que haya en el compromiso
(…)
José A. Serrano Manuel Aranguren (AHZ, 1846: T. 18, f. 94) [507].
En la lista hace abasto para la Comandancia de Armas de aceite para la iluminación, útiles
para la limpieza y cebo para el mantenimiento de armas, correas para el porte de armas blancas
conocidas como tahalí, cinturones para soldados, también están los guarniel que son bolsas de
cuero que cuelga al cinto y poseen varios departamentos, y por supuesto Aranguren también les
abastece de municiones y obtiene el servicio para encargarse de componer las cartucheras.
Manuel Aranguren, es un comerciante muy conocido, está entre los empresarios que
ocupan cargos públicos, él aparece en una “Relación de los conjueces mercantiles nombrados el
año de 1843” (AHZ, 1845: T. 13, f. 261) y también figura en la “Lista general de agricultores,
comerciantes y criadores de la Provincia” de marzo 21 de 1844, en la cual está, por ejemplo,
también Pedro Lucas Urribarrí. Fue incorporado del mismo modo en la “Lista principal de
comerciantes, criadores y agricultores” de marzo 3 de 1846 donde ahora figura José Escolástico
Andrade, además de Pedro Lucas Urribarrí y Nicomedes Rincón (AHZ, 1846: T. 19, f. 185). Y por
supuesto, cuando sobrevienen los sucesos violentos de los años 1847 y 1848, Aranguren estará
entre quienes tomarán bando por los serranistas, y en vista a esa posición figura en esos sucesos
como enemigo declarado del presidente José Tadeo Monagas, y cuando son derrotados aparecerá
entre los perseguidos, pero también estará entre los primeros indultados, hecho que sucede
cuando el gobierno pone en práctica una política de clemencia, figurando Aranguren en la “Lista
(…) individuos que se han acogido al indulto en esta Provincia” (AHZ, 1849: T. 8, f. 57). Este
acaudalado personaje está entre quienes en el mes de octubre colabora crematísticamente con el
“Supremo Poder Ejecutivo” que recurre a solicitar un empréstito de los vecinos poderosos de la
Provincia de Maracaibo, registrándose que lo recogido entre los vecinos de Perijá fueron 700
pesos, en Gibraltar 100 pesos, en La Cañada 295 pesos, pero Manuel Aranguren, quien hace un
donativo calificado como voluntario -eran once individuos en esa categoría- aportó el solo

507
Había también quienes abastecían de alimentos a las naves de guerra: “Contrato de raciones de la armada para cada
individuo. Una libra de pan fresco, galleta, o su equivalente en plátanos, ñame u otra raíz. Una libra de carne fresca o
salada o dos de pescado. Cuatro onzas de arroz u otra menestra. Un quinto de botella de ron. Un décimo de botella de
vinagre, i dos de manteca. Una […] de café o cacao triturado. Una de […] de azúcar prieta o papelón. Una libra de carbón
o dos de leña”. (AHZ, 1837: T. 17, f. 142 a 144).
517

doscientos pesos (AHZ, 1854: T. 16, l. 2), lo cual evidencia su gran poder crematístico y explica el
por qué del indulto -es un potencial financista para los bandos en contienda y un imprescindible
como abastecedor de los ejércitos-. Y entre los muy acomodados es indispensable no perder ni un
solo miembro, porque flaquearía su dominación y hegemonía como grupo permanente detrás de
cualquier gobierno. Manuel Aranguren, por lo reseñado, estaba incluido entre quienes se lucraban
con la guerra y la política militarista.
Compras como las que le realizaron a Manuel Aranguren, en ocasiones, fueron adquiridas
con los fondos aportados por los acomodados como empréstitos al gobierno. Es así como en 11 de
Julio de 1854 se decretó para “gastos extraordinarios que ocasiona el llamamiento de los
milicianos al servicio de las armas, para restablecer el orden público y escarmentar a los enemigos
de la Patria”, un empréstito forzoso, por la suma de quinientos mil pesos, dinero que fue a dar a
las faltriqueras de los comerciantes encargados de abastecer las fuerzas armadas, así como fue a
dar a las manos de los oficiales de clase quienes eran bien remunerados, de allí que llegar a ser
Capitán, Teniente y Comandante era rentable.
En este Decreto dictado por el Gobernador Roque Rebolledo se disponía en el Artículo 1°
el aporte de cada cantón: Cantón Capital 14.300 pesos, Zulia 2.000, Perijá 1.800, Altagracia 1.400 y
Gibraltar 500. En el Artículo 2° de ese decreto se disponía que los Jefes Políticos queden
autorizados para exigirla forzosamente. El Artículo 3° disponía que los Jefes políticos asociados
cada uno en su respectivo cantón con el Venerable cura párroco y con el Procurador municipal,
harán la distribución en justa proporción de las cantidades señaladas en el Art. 1° entre los
ciudadanos que deban contribuir con arreglo a su posibilidad, cuidando que la cuota que se asigne
no baje de veinte pesos (AHZ, 1854: T. 16, l. 2).
En 2 de junio de 1853 habían pedido otro de 500.000 pesos y debido a los acontecimientos
del año 1847 también bajo esa revolución se exige otro de la misma cuantía (AHZ, 1847: T. 2, f.
193). Y desde Valencia el 16 de agosto de 1858 mediante la Gaceta Oficial Julián Castro como
Presidente Provisional solicita a todos los habitantes del país un empréstito por la suma de
trescientos mil pesos (AHZ, 1858: T. 4, l. 3). Buena parte de ese dinero iba a dar a las arcas de los
proveedores de la fuerza armada. Como se observa en este decreto la Cadena de mando incluyó a
los curas párrocos como figura de enlace con los vecinos, es decir, así como los Notables eran el
vínculo con los propietarios, o los Sargentos y Cabos lo fueron con los soldados, los curas lo eran
con los feligreses.
Cabimas aportó para ese empréstito del año 1854 unos 265 pesos, distribuidos del
siguiente modo: Con 30 pesos José Gregorio Neris, con 25 Faustino Perozo, con 30 pesos Manuel
María Tello y con veinte pesos cada uno: José María Pérez, José de la Rosa Perozo, Basilio Borjas,
Lorenzo Romero, Juana Villasmil [508], Trinidad Perozo, Encarnación Pinillo, Manuela Tello y
Ambrosio Barrera (AHZ, 1854: T. 16, l. 2).
De estos contribuyentes Ambrosio Barrera pidió la exención alegando:

508
Juana Villasmil es la viuda de Ramón Romero el Gran Propietario de las tierras de San Sebastián, como heredera de
ese vasto latifundio es una de las Notables de esta población, el Lorenzo Romero que la antecede en la lista fue muy
activo en la vida social, militar y económica de Cabimas y contrae matrimonio con Doña Juana Villasmil como refiere el
cronista Eudomario Castillo Clavel basado en la tradición oral como fuente de información. Lorenzo funda la hacienda La
Nobleza cerca de un lugar que llegará a conocerse como Tía Juana, la relación es obvia (Ver “MAPA” al final del libro).
518

(…) Yo Señor Gobernador que no poseo más bienes que un hatillo valoroso como de cien
pesos en que vivo con mi familia y un bote que toca a su ruina si no lo compongo; por otra
parte hallándome enfermo con una úlcera en una pierna, y obligado mantenerme con mi
servicio personal, que apenas me alcanza para la subsistencia de mi familia, me hallo en
la precisa necesidad de ocurrir A Vuestra Señoría Suplicándole se sirva en mérito de las
razones que dejo aducidas, revelarme del impuesto que me ha cabido (…) José Ambrosio
Barrera (AHZ, 1854: T. 16, l. 2).
Por lo sucedido se adivina que el cura párroco era el de la Villa de Altagracia, y éste no
conocía la problemática de los vecinos de todas las parroquias del cantón, sino solo el valor de sus
propiedades. Este vecino, Barrera, pertenecía a «los de mediano modo de vivir», es decir era un
propietario modesto que subsistía con su propio servicio personal en trabajo para que el hatillo
produjese algún dinerillo o él mismo bogar con su bote para redondearse sus gastos, porque no
podía contratar peones o jornaleros o navegantes para que hiciesen su trabajo -según su
declaración, las cuales por lo general recaían en el delito del perjurio-.
Lo que indigna de todo este asunto, es que los gobernantes superiores frente a un cuadro
desolador como el que describió José R. León como Presidente del Concejo Municipal de
Altagracia el año de 1859, tomaban decisiones en las que una y otra vez recurrían a aquellas
parroquias en demanda de nuevos recursos extraordinarios, es decir, en vez de aportarles dinero
las exaccionaban una y otra vez. En el 59 León les señalaba, entre otras cosas, de que no disponían
de agua para los pobladores, los menesterosos eran cada vez más numerosos y más visibles sus
miserias, lo que no estaba sin construir estaba por derruirse, las edificaciones públicas carecían de
mobiliario, el campo estaba azotado por la delincuencia y existía un déficit de fuerza policial, la
economía estaba tan mal que las autoridades mismas pedían que solo se gravase con el mínimo de
rentas para sostener los gastos más indispensables, y al final le expresaron al gobernador “este
Cantón es notoriamente muy pobre (…) vean si pueden aumentarse las rentas (AHZ, 1859: T. 6, l.
20). Lo trágico es que en vez de recibir ese auxilio para recuperar el cantón, el gobernador recurre
a ellos para que le presten dinero para el servicio de las armas. Es así como el Febrero 4 de 1863 el
gobernador Sutherland ordena:
Dígase a los Sres. Jueces de Parroquia Cabimas y Lagunillas. Debiéndose arbitrarse
recursos para el sostenimiento de las fuerzas de la Provincia, espera este Gobierno que
UU. de acuerdo con el Capitán de Navío Carlos Briasco recoja un empréstito entre los
vecinos de esa parroquia (…) La Gobernación espera que U. despliegue la mayor eficacia y
prontitud en el desempeño de esta medida, sin dar lugar a omisión ni retardo alguno (…)
Sutherland (AHZ, 1863: T. 2, l. 30, f. 22).
Dinero que fortalecería a individuos como Manuel Aranguren y debilitaría a productores
como Gregorio Neris, Faustino Perozo, Manuel María Tello, José María Pérez, José de la Rosa
Perozo, Basilio Borjas, Lorenzo Romero, Juana Villasmil, Trinidad Perozo, Encarnación Pinillo,
Manuela Tello y Ambrosio Barrera en Cabimas.
El reclutamiento como fuente de beneficios económicos también creó un mercado negro,
porque para evadir el servicio de las armas algunos vecinos recurrieron al soborno del funcionario
que los alistaba. Uno de estos casos lo expone el Capitán de la 4a Compañía de Cabimas contra el
Juez 1° de Paz de esa misma parroquia. Según el informe del Capitán Norberto Pérez al
Gobernador, del 16 de agosto de 1849, el Juez de Cabimas recibía de sus manos milicianos y no los
ponía a su disposición, porque les expedía licencias. Llegando al extremo de que cuando se
519

captura a Miguel Rojas -ex juez de la población que debía estar solicitado por las autoridades por
desafecto del gobierno-, este Juez corrupto al cual se refiere Norberto Pérez le aceptó sobornó,
consistente en cincuenta pesos para que no lo entregase a las autoridades del Cantón Altagracia y
para que lo trajese de vuelta a la parroquia. Esa era la versión de los hechos que “cundía o se
rumoreaba” en el pueblo agrega el Capitán Norberto Pérez en su denuncia (AHZ, 1849: T. 10 ff.
225/227), pero lo más probable es que entre ambos tuviesen afinidad política y se encompichasen
para desacatar la orden de Norberto Pérez.
Por otra parte los piquetes militares instalados en las poblaciones daban lugar a
desafueros, porque a nombre del gobierno se abastecían en las localidades y aprovechaban este
arbitrio para lucrarse en lo personal. Desde Cabimas un criador escribe al Primer Magistrado:
Cabimas Agosto 9 de 1849.
Gobernador.
a
A llegado a mí noticia que V.S ha tenido a bien, mandar a poner en la Parroquia de
Lagunillas un piquete de tropa, al mando del Capitán Manuel Barroso y como, en aquel
lugar, mantengo mis cortos animales vacunos [a continuación una transcripción no
literal] Y que durante los años pasados, por las continuas entradas y salidas de las tropas
del gobierno, en que tuve que racionar sin obstáculo alguno, porque siempre entre los
criadores fui el primero en obedecer el pedido que se me hacían y por lo tanto se ha
disminuido mucho el ganado, y que toda ley beneficie a los criadores deben hacerlo para
la Justicia que merece este asunto, ordene aquí a los Jueces y Capitán se me mire con
alguna consideración como corresponde, porque por una parte he de ceder a que se
contribuya y no hacer ningún reclamo, con tal de que se devuelva el cuero, y graso, y si
algo sobrase de la carne, y que todos los criadores de esta parroquia lo esperan.
a
También informaré a V.S que en aquel punto no se necesita de mantener una tropa (…)
porque para su defensa obra con eficacia el Capitán de Milicias Norberto Pérez, por todo
a
lo expuesto S.S tomará la medida que fuere de su mayor agrado.
Francisco Moreno (AHZ, 1849: T. 15, ff. 32 y 33).
Francisco Moreno [509] también indica al gobernador que la guerra terminó entre los
meses de noviembre y diciembre del año pasado, es decir, que le da a entender que ya no se vive
la situación de excepción. Llama la atención del Primer Magistrado sobre los cueros, el graso y la
carne sobrante que en vez de entregársele a él como propietario de las reses, estaba sirviendo
para que otros se lucrasen con su venta y que debido a esto era clamor entre los criadores del
lugar que ese sobrante se les debía entregar era a sus legítimos propietarios. Llega incluso a
señalar que bastaba con el Capitán de milicias de Cabimas para garantizar la paz y el orden en
aquella parroquia, de allí que aquel piquete comandado por Manuel Barroso no se necesitaba.
Todo esto nos muestra los forcejeos en las esferas del poder para obtener ganancias económicas,
por vías non sancta, lo cual causaba como es lógico fricciones entre los poderosos.
Entre los poderosos que se valen de su posición para obtener beneficios económicos está
el Comandante Manuel López, quien actuó en numerosas oportunidades en el Cantón Altagracia.
Lo conseguimos en dos documentos donde se vale de su condición de militar y de hombre de
caudales para obtener contratos que favorecían sus intereses:

509
Es el mismo del pleito judicial por el Alto de Buenavista del caso Romero contra Moreno, ahora vive en Cabimas
donde reside también su hijo Eusebio Moreno y su hijo sacerdote que lleva el mismo nombre de su progenitor,
Francisco.
520

Manuel López cobra alquiler de una pieza situada en los Haticos (Maracaibo) de su
propiedad, para que sirviera de pabellón a la oficialidad de la Compañía del Cantón Carora
por seis pesos mensual (AHZ, 1845: T. 5, l. 3, ff. 35 y 36) (Nota parafraseada).
a
Contrato Manuel López y Prudencio Troconis con SS el Gobernador sobre la apertura de
un camino en la Parroquia Machiques en el Cantón Perijá (AHZ, 1854: T. 7, l. 18, f. 38).
La primer operación le rinde una pequeña renta que no menosprecia, estos personajes
invertían una buena parte de sus caudales en la adquisición de viviendas en el medio urbano para
rentarlas. La segunda operación es de gran calibre y revela la posesión de una fortuna por parte de
este Comandante. Las fuerzas armadas eran una vía para el ascenso político y económico, y ambos
les conferían ascenso social, es decir, en ser considerados entre las “buenas familias”.
De los empréstitos forzosos y de los presupuestos provinciales no sólo obtenían ingresos
los empresarios y los militares “de clases” con la recluta y con el ejército, sino también cualquier
individuo. Incluso la delación resultó rentable:
(…) todo individuo que de aviso [sobre armas que no han sido entregadas al gobierno]
será remunerado con diez reales por cada una que se obtengan. Simón Planas (AHZ,
1854: T. 23, l. 2).
Los navegantes también se lucraron de estas actividades, varios documentos acreditan
esta aseveración:
Jefatura política Altagracia Agosto 4 - 1854. Gobernador
a
Cuando se decretó por VS que se pusiera el Medio batallón reserva de este Cantón sobre
las armas fue necesario poner una embarcación que volara a poner las comunicaciones
en las manos de los jueces de paz para su pronta ejecución y el Señor Sebastián Acevedo
ajustó su embarcación con este fin (…) Lo que pongo en conocimiento de VS para que si
tiene a bien o fuese de justicia disponga se le abone por la administración respectiva (…)
Miguel Carriaso (AHZ, 1854: T. 2, l. 6, f. 333).
Juez 2° Cabimas Febrero 9 - 1857 Gobernador
a
Remito a VS dos milicianos, nombrados José Dolores Soler y Dámaso Vílchez, cuyos
individuos han sido pedidos por el Señor Jefe Político del Cantón Altagracia para el servicio
de guardias afuera. El Soler es natural de Lagunillas, pero hace más de tres años que está
avecindado en esta parroquia y escandalizando con una mujer, y aún sin quererse casar
con ella. Dichos individuos van al cargo del comisario de policía Narciso Díaz; y el gasto
a
hecho acompaño a VS en una papeleta (AHZ, 1857: T. 9, l. 24).
(…) José A. Álvarez.
Juzgado 2° de Paz en ejercicio
Relación de los costos hechos en la conducción de los dos milicianos, que van al servicio
de las guardias de afuera a saber:
La embarcación ocho reales / 1 peso.
El Comisario diez reales / 1 peso 2 reales.
Para el mantenimiento de los dos milicianos / 4 reales.
Cabimas, Febrero 9 de 1857.
José A. Álvarez (ídem).
Jefatura militar de Cabimas Mayo 3 1858 Gobernador
Los cinco milicianos que se han importado a esa plaza tienen de costos cinco pesos: doce
reales la canoa, doce reales los peones y dos pesos los alimentos.
Lo digo a Usted para que se sirva librar sus órdenes a efecto de que se haga el abono por
quien corresponda.
Soy de VS atento servidor.
Basilio Borjas (AHZ, 1858: T. 3, l. 1).
Gobernación de la Provincia. Resuelto.
521

Ofíciese a la aduana para el pago de los cinco pesos a que se refiere la anterior
comunicación.
Serrano (ídem).
Jefatura de Policía. Cabimas Octubre 10 1858. Gobernador.
Remito a VS dos milicianos para el servicio, cuyos milicianos son José Andrés Fernández y
Eduardo Lozano, cuyos individuos son remplazo de los que están haciendo servicio y va
también Antonio Martínez remitidos por el Señor Manuel Barroso para el mismo caso, El
Señor Lorenzo Romero es el conductor de dichos individuos con quien se entenderá para
el pago de la conducción.
Soy (…) Francisco Ruz (AHZ, 1858: T. 4, l. 1) [510].
Jefatura de Policía. Cabimas Diciembre 8 1858. Gobernador.
a
Remito a VS para el servicio de las armas a los individuos José Ma. Galué, Pascual
Mavárez y Gregorio Flores que va encausado, bajo la custodia de dos ministros de Policía
Antonio Borjas y Anacleto Nava en el Barco del Señor Lorenzo Romero.
(…) Francisco Ruz (AHZ, 1858: T. 4, l. 1).
Jefatura de Policía. Cabimas Diciembre 9 1860. Gobernador.
Tenga la bondad de darle, o mandarle a dar a los Señores Ocando, y Andrade, doce reales
de ración, pues estos señores son los que van en custodia de Felipe Romero, Mateo
Benavides y Lorenzo Ballestero.
(…) Aniceto Neri (AHZ, 1860: T. 3, l. 21, f. 77).
Gobierno de la provincial. Maracaibo Diciembre 10 1860. Resuelto.
Líbresela orden correspondiente para que se abone doce reales a los Señores Ocando, y
Andrade por la conducción de tres reclutas. Acúsese recibo N° 3.711. Serrano (ídem).
Impacta la exportación [511] de hombres que realiza Basilio Borjas desde Cabimas hacia la
capital, el lenguaje que emplea es lacónico, indica que los cinco milicianos tienen un costo de cinco
pesos, es decir, sin medias tintas se refiere a esos hombres como piezas para un engranaje que
tiene por valor lo que en esas cosas se invirtió. Esa llaneza para tratar el asunto por parte de
Basilio Borjas nos remite evocativamente a la trata de esclavos, tráfico en el cual cada uno de esos
seres humanos tenía un precio en el mercado y era reducido a ser contado como una pieza. Ese
proceso de deshumanización del alistamiento de milicianos para el servicio de las armas, se deriva
a resultas de que se hizo un hecho rutinario y ordinario un mercado de reclutas.
Por otra parte destaca también como Lorenzo Romero asume entre sus ocupaciones esas
“conducciones”, no solo de milicianos sino también de delincuentes desde Cabimas hacia
Maracaibo. Llegando por esa vía a hacer rentable la adquisición de un barco, es decir, ya no
dispone de una embarcación o un bote sino de una nave de mayor calado, y no sólo traslada
mercaderías, sino también pasajeros, delincuentes y reclutas. Y no solo jueces o militares resultan
favorecidos por este tráfico regular, sino que incluso los comisarios participan de ese reparto de
dinero, reciben una cantidad de reales por ración, lo que indica que si lograban consumir
alimentos por menos de la cantidad recibida se regresaban a Cabimas con un dinero sobrante.
No solo era una simple actividad mercantil por parte de los reclutadores, lo era también
para quienes eran remitidas esas cargas humanas, y en ese sentido, éstos también velaban por la
defensa de sus intereses, buscando siempre que los costos bajasen para obtener un excedente en
esas transacciones económicas. La rentabilidad era una de las preocupaciones de este tráfico:

510
Lagunillas remite nueve y ese Antonio Ramírez que menciona este documento. Altagracia remitía dos porque cada
vez es más dificultoso (ídem).
511
Basilio Borjas utiliza un vocablo equívoco: importación.
522

Jefatura de Policía. Cabimas Junio 13 1859. Gobernador.


En cumplimiento de la comunicación fecha 7 de los corrientes que me ha pasado el Señor
Jefe político del Cantón Altagracia -en el cual me ordena le remita cinco hombres para el
a
servicio de las armas para dicho fin tengo a bien poner a disposición de SS a los
milicianos Mateo Bermúdez y Antonio Andrades por considerar la vía más derecha para
su conducción- dichos milicianos van a cargo del comisario José Manuel Aparicio y la
custodia conveniente quedando con activo empeño en remitirle el completo del número
asignado.
(…) Ángel María Freites (AHZ, 1859: T. 3, l. 2).
Gobernación. Maracaibo Junio 14 1859. Resuelto.
Líbrese orden al tesorero pagador para que satisfaga a José Manuel Aparicio un peso
veinticinco centavos por conducción de dichos reclutas, y acúsese recibo previniéndole
que para evitar mayores gastos al tesoro, procure remitir juntos todos los individuos
que se han pedido y no en pequeña partida.
Serrano (ídem).
Esa operación que comporta costos, exportación, pago, etc. devino en la aparición de un
mercado, donde se fijan las fronteras del coto de cacería de milicianos, entregándose ese
territorio a los reclutadores para que los usufructúen:
Capitanía de la milicia de esta. Cabimas Enero 6 1859. Gobernador.
Adjunto a VS una lista de los individuos que remito para el servicio de las armas que ha
sido producto de los trabajos de mi comisión desde las Cabimas hasta el caserío de
Ceuta perteneciente a la parroquia General Urdaneta y de allí para adelante comisioné
al Subalterno de mi compañía junto con el Señor Manuel Barroso para que de acuerdo con
el Señor Juez del caserío de Moporo siguiera la recluta del mismo modo lo hice con el juez
del caserío de Ceuta; Yo mismo en persona no seguí la recolección de milicianos por haber
caído gravemente enfermo con una grande irritación en el estómago inflamación en los
intestinos y pujos, por esta razón no paso a esa ciudad a dar cuenta de lo ocurrido. Luego
a
que me reponga un poco de mi salud, lo haré para dar un informe a SS de todo lo
ocurrido en la presente comisión. Sírvase devorverme la custodia que va con los reclutas,
pues son los hombres que me ayudan a tan penosos trabajos.
El conductor de estos es el Señor Juez de Paz de esta parroquia mándeme racionar la
custodia y de los demás costos de mi ida dese cuenta de ellos pues ahora no se la remito
por quedar resto de la comisión por detrás.
(…) José Lorenzo Romero (AHZ; 1859: T. 3, l. 3).
Lista de los individuos que remito. A saber.
Domingo Maureira, Juan Estrada, Juan Gutiérrez, Tiburcio Chacín, Pedro Parra, Vicente
Domínguez, Vicente Martínez, Anastasio Díaz, Patricio José, Antonio Ocando, Julián Paz,
Juan Cruel (ídem).
Gobierno. Maracaibo Enero 8 1859.
Resuelto - remítase al Señor Comandante de armas para su colocación en la milicia a los
individuos de la lista precedente. Acúsese recibo al Señor Capitán Lorenzo Romero y
líbrese orden al Señor Tesorero de la provincia para que abone al juez de Paz de Cabimas
Señor Francisco Ruz la cantidad de un peso veinticinco centavos, para racionar la escolta
que condujo doce milicianos a esta ciudad.
Serrano (ídem).
Como se observa en esas comunicaciones, el propio reclutador crea su jurisdicción
mercantil y lleva a cabo su zafra de hombres con mayor eficacia que los jueces de paz. Y no solo
eso, también asume estas tareas no como un deber ciudadano, sino como un trabajo que rinde
523

ingresos para quienes llevan a cabo esa labor tan penosa -fatigosa-. La acción de reclutar se
convierte en un oficio y como tal su recompensa es un peculio.
Entre quienes resultan beneficiados por Lorenzo Romero está el Juez de Paz de Cabimas
Francisco Ruz y el Señor Juan Durán:
Gobernación. Maracaibo Enero 15 1859.
Resuelto - Líbrese orden al Señor Tesorero de esta provincia para que abone al Señor
Juan Durán recomendado por Señor Lorenzo Romero la suma de treinta y un pesos por
gastos de conducción de doce reclutas que remitió éste de varios puntos de las costas
del Lago.
Serrano (ídem).
La cantidad recibida por Juan Durán es de más de dos pesos y medio por cada miliciano, lo
cual es muy superior a lo que tasó Basilio Borjas que fue de un peso por cada miliciano. Esto nos
indica a todas claras de que Lorenzo Romero actuaba como un empresario de alto vuelo y debía
utilizar testaferros en este negocio, es muy probable que ese sea el papel de Juan Durán. Es obvio
que ese barco no conducía solo milicianos y delincuentes, también debería acarrear otras
mercaderías, lo que redunda en mayores ganancias, porque mientras más productos traficase,
mas bajo era el costo por transportar cada carga. Tales son, por tanto, las vías de enriquecimiento
que labraron fortunas transitando los caminos de las guerras civiles del siglo XIX. La acumulación
de caudales dependía de ser muy activo en las fuerzas militares, en las fuerzas políticas y en las
fuerzas mercantiles, que son las áreas donde destaca Lorenzo Romero.
La gobernación intervino en esto de distribuir el mercado entre los reclutadores. Rezan los
documentos:
Capitanía militar. Santa Rita Diciembre 10 1860. Gobernador.
(…) Hoy mismo pongo a disposición de Usia cuatro milicianos los cuales van custodiados
por un cabo y un soldado de la fuerza que el Barco de guerra Emilio, y su comandante
puso a mis órdenes (…) marcho para Cabimas, Lagunillas y otros puntos a capturar
cuantos individuos sean útiles.
(…) José María Romero (AHZ, 1860: T. 3, l. 21, f. 80).
Gobernación. Maracaibo Diciembre 11 1860. Resuelto.
(…) La Gobernación siente que la recluta se haya extendido a otros puntos pues la
autorización solo se le concedió para Palmarejo y que por tanto no debe pasar de
Lagunillas. Serrano (ídem).
Los marinos de la armada aparentemente pasaron a desplazar a los reclutadores de
infantería, es decir, se apoderaron de ese tráfico humano, prueba de ello son las tristes andanzas
del barco de guerra Emilio por las costas del este del lago:
Lagunillas 26 Marzo 1861. Gobernador.
Habiendo llegado el Señor José María Sandoval -en el barco de guerra Emilio, con
a
disposición y la orden de SS porque marchara yo para [Agua]viva [512] a tomar
individuos para el servicio de las armas, en esa virtud me he embarcado determinado
surcar todos los pueblos coger todos los hombres, para después descoger los de
Lagunillas y uno que otro bueno que no fuera de las haciendas (…) [como] numerosos
desertores en Tomoporo (…).
(…) Lorenzo Villasmil (AHZ, 1860: T. 16, l. 3, f. 42).

512
En el documento se perdió el prefijo del nombre y solo quedó el sufijo del mismo, allí se lee “viba”, nos atrevimos a
cambiarlo por “viva” y le antecedimos “Agua”.
524

Lista de 16 reclutas de las costas del Lago - Barco de guerra Emilio y de 8 individuos de
auxilio.
El oficial José María Sandoval. El Comandante Ramón Olivares (AHZ, 1861: 8, T. 15, f. 74).
A este barco el gobernador le había indicado que le concedía como territorio para extraer
reclutas desde Palmarejo hasta Lagunillas en fecha del 11 de diciembre de 1860, por lo visto en
este otro documento del 26 de marzo de 1861 ahora tiene la puerta abierta de par en par para
“surcar todos los pueblos” y después ir por los de Lagunillas y los de Tomoporo y realizar rondas
volantes [513] por las haciendas. Alguna “presión” debieron utilizar estos oficiales del barco de
guerra Emilio [514] para obtener esa vía franca para sus actividades, mediante la cual pretendían
monopolizar todas estas costas. En esta ocasión la comisión regresó con 16 reclutas. Dieciséis no
es una gran cifra, pero si se toma en cuenta que los jueces obtenían cifras muy bajas, entonces, se
había logrado salvar esa actividad mediante el uso de la Armada. De todos modos, el costo por
recluta ascendía históricamente y esto debió incidir de un modo determinante en la gran crisis del
reclutamiento -al disminuir su rentabilidad- que dio al traste con la atracción/alianza entre
Maracaibo y el Cantón Altagracia y dio origen a un rechazo/ruptura del cual devendrá una nueva
política para restablecer las correspondencias.
Pero no solo “toman” o “descogen” hombres, también aprovechaban la oportunidad de
decomisar bienes personales, lo cual degeneraba en robos -aumentando así el incentivo
económico de la actividad-:
Jefatura de Parroquia. Cabimas Diciembre 18 1860. Gobernador.
(…) tuve noticias había algunos refugiados y efectivamente los encontró la comisión y no
los pudo tomar, y en prueba de ello se trajeron los de la comisión mencionada los
siguientes enseres que les encontraron un cayuco, dos machetes, dos petates, una
hamaca, una muda de ropa y un sombrero, y con casualidad estaba aquí el Señor
Comandante José María Romero el cual se hizo cargo de los enseres ya mencionados
diciendo que se los iba entregar al Señor Gobernador (…).
(…) Aniceto Neri [515] (AHZ, 1860: T. 1, l. 23).
El funcionario a cargo de la comisión decomisa los enseres, pero se los arrebata un
Comandante que estaba por casualidad en Cabimas. Desde un principio el juez estuvo receloso del
propósito que tenía el Comandante con esos bienes y sospechó que se los pudiese quedar para su
provecho personal, y así se lo expresó al Gobernador el 9 de diciembre de inmediato y luego el 18
de diciembre le enfatiza sobre el asunto:
Jefatura de Parroquia. Cabimas Diciembre 9 1860. Gobernador.
(…) Al Comandante del presidio le di por su orden un cayuco y hasta el presente no
tengo razón de él, tenga la bondad de de decirme que hay de esto; pues el vino a la voz
valiéndose del nombre de su Señoría, y como este nombre para mí es imperioso no dudé.
(…)

513
Las rondas volantes se realizaban por los despoblados, caminos, campos y veredas para, entre otras cosas, capturar a
prófugos, vagos, desertores o formando rochelas. La Diputación Provincial de Caracas emitió una Ordenanza
estableciendo las rondas volantes el 29 de Noviembre de 1841.
514
La renuencia de los jueces de paz de entregar milicianos, armas, bastimentos, también debió justificar colocar esta
goleta de guerra en la leva.
515
En un documento este mismo Aniceto Neri indica que tiene noticia “de que debían salir de Maracaibo 300 hombres,
y que la recluta era muy fuerte”, la referencia de este manuscrito debe estar en ese tomo 11 y en el legajo 21, porque
por un extravío sólo me quedó parte del oficio en mi archivo, perdí el encabezamiento donde aparece dónde fue
obtenido, es decir, número del tomo, en cuál legajo y en qué folio.
525

(…) Aniceto Neri (AHZ, 1860: T. 3, l. 21, f. 75).


Ya se ha presentado con anterioridad los hechos en Lagunillas en 22 de diciembre de 1856,
para acordarnos de esos vulgares robos resumiremos la cita documental. Hubo en aquella época
un denuncio ante el gobernador del juez de paz de Lagunillas, en el cual el funcionario describe las
tropelías en que había degenerado la captura de hombres por estas costas, narra que el Jefe
político del Cantón llega en un buque a este puerto, dejando que sus hombres desembarquen
supuestamente a reclutar hombres, pero lo que hacen estos:
(…) militares armados es entrar en desorden insultando con expresiones denigrantes y
amenazando con sus armas, y que como juez debía hacerles contener, al hablarles me han
amenazado tirarme, y en última amarrarme como cualquier en particular dentro de mi
casa. Lo que han ocasionado ha sido ahuyentar a la gente, impidiendo su alistamiento.
Seguidamente pasaron al caserío de Tasajeras donde han entrado a arrebato, me dice
Pedro Pinillo que han llegado a su casa y han tomado nueve gallinas y una cabra y
desguazaron una barbacoa de verduras, Rafael Díaz dice que en la suya han matado un
chivo y llevándose cinco gallinas y un gallo y en la casa de Félix Reyes una gallina.
Encarnación Pinillo dice que en su casa se han tomado una arroba de queso, una cobija y
un morral de un peón, de modo que todo ha sido un desorden.
El que mandaba la escolta ignoro quién es, pues no se dio a conocer (…)
Juan José Pérez (AHZ, 1856: T. 5, l 2, f. 7).
Gobernación.
Transcríbase al Jefe político de Altagracia para que informe (ídem).
Por lo narrado se puede concluir que la dialéctica de la recluta entró en una fase crítica, el
propio Jefe político del Cantón andaba con aquellos bandidos -en aquella rebatiña de buitres-, y
Juan José Pérez el juez recurre al Gobernador en vista a esa flagrante anomalía donde describe
como los militares se desdoblaron en vulgares facinerosos dedicados al robo, atropello y
humillación del vecindario. En el fondo, esa “leva” irregular hacía rentable paradójicamente los
desplazamientos de las goletas de guerra [516] por estas costas, sin esos hechos es muy posible
que no hubiesen sido redituables sus desplazamientos y acciones por este extenso territorio.
Esa vil conducta de las Fuerzas Armadas no cesó, no fue corregida, en febrero 21 de 1862
la Jefatura de parroquia de Lagunillas denuncia ante el Gobernador.
Habiéndome ordenado S.S. (…) marchase en el barco de guerra Emilio a reclutar
individuos (…) marché a obedecer lo que se me impuso manifestándole de que dicha
comisión ha sido la más bochornosa para mí (…) en razón de que al pueblo que
llegábamos (…) los individuos que me acompañaban lo que se ponían a hacer era a robar
patos, pavos, gallinas, pollos y trastos a las casas que se metían facultosamente y en el
mismo acto se embriagaban en términos de pelear unos con otros (…) Lorenzo Villasmil
(AHZ, 1862: T. 9, l. 1).
Las milicias no sólo perjudican los cuadros de familias, también dañan las propiedades
productivas de la provincia desde un conuco hasta una hacienda o una plantación, los derechos
humanos son violados, y también desvían recursos económicos que se debiesen destinar a la
producción económica para mantener ese aparato militar destinado a mantener a las élites en el
poder, sostener ese cuerpo era un nuevo costo para toda la sociedad. Quienes estaban al

516
Entre ellos está el buque de guerra nombrado Céfiro (AHZ, 1862: T. 4, l. 1), el cual pertenecía a una “escuadrilla
integrada por Goleta Ceres (…); Goleta Emilia con Comandante de navío, Comandante el alférez, Alférez, 15 hombres de
guarnición, 30 marineros; Goleta Venezolana (…); Goleta Nueva Era (…); Pailebot Céfiro, San Carlos, Rayo (…); Bongo
Santander con 30 marineros o soldados, Comandante, Alférez, Oficial segundo”.
526

comienzo de la cadena de mando de los cuerpos armados, al servicio de las autoridades del
gobierno, reciben una paga que garantiza el favor de sus voluntades, así se observa en la forma de
organizar un nuevo cuerpo -la Guardia Provincial- el cual se destina a mantener el orden público
que ellos mismos han alterado:
Julio 15 de 1859. Provincia de Maracaibo, Legislativa Provincial. Proyecto de Ley.
La Ley crea una Guardia Provincial con el objeto de asegurar y conservar la tranquilidad y
el orden público. Artículo 1° Todos los habitantes entre 18 y 50 años de edad componen la
Guardia Provincial. Artículo 3° Los Jefes y oficiales de servicio están bajo las órdenes del
Gobernador y Jefe Municipal de Cantón. Artículo 4° En tiempos de paz un Comandante y
dos cabos primeros, y doce individuos con la denominación de comisarios y otros doce
con la de serenos. Artículo 5° Deberes. Restablecer el orden público (…) prestar mano
fuerte a las autoridades (…) Pernoctar en el lugar indicado - Dar las rondas - Cuidar estén
aseadas las calles y plazas y que se iluminen y no se obstruyan, que corran bestias -
Impedir diversiones después de las 10 de la noche - Poner a disposición los soldados que
se encuentren en la calle pasada la hora de la retreta. Artículo 6° El Gobernador nombrará
los Comandantes del cantón, Capitanes y subalternos. Artículo 7° Sueldos. Comandante 55
pesos al mes, Cabos 20 pesos al mes. Comisario 18 pesos al mes. En los cantidad
subalternos. Cabos 15 pesos al mes, Comisario 12 pesos al mes. Gozarán de la gratificación
que les proporcione el comercio. Serrano (AHZ, 1859: T. 9, l. 3).
Tales emolumentos sumaban unos egresos que debían ser cuantiosos para el Tesoro
público, esos sueldos eran una forma de redistribuir las riquezas obtenidas de la provincia
favoreciendo a los cada vez más poderosos, se destinaba a crear ingresos adicionales a los
individuos claves de la cadena de mando del aparato de quienes juegan un papel dominante, por
ejemplo, a Comandantes que eran propietarios de haciendas, del mismo modo mediante esos
sueldos un juez de paz compraba la lealtad de sus comisarios. Agentes policiales que podían
obtener incrementos eventuales a esos ingresos, cuando el comercio decidía gratificarlos como
recompensa de velar por la seguridad de sus establecimientos. La élite, pues, aprende a utilizar
estos incentivos para asegurarse su tranquilidad y el aumento de su fortuna. Mientras esto sucedía
un preceptor recibía bajos sueldos, agravados por el atraso con el cual se le cancelan y rebajados
por descuentos justificados por conceptos como manumisión, empréstitos, etcétera. Ese orden de
los opulentos estaba imbuido de un espíritu desordenador, es decir, de caos, anarquía, entropía.
Es necesario recalcar en uno de esos estipendios, el empréstito, el cual era empleado: para
pagar a los oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas, para la compra de vituallas para las
tropas, y para la adquisición de armas, municiones y pertrechos, entre otros gastos de defensa.
Entendiendo por defensa aquellos gastos que realizaban las autoridades para mantenerse en el
poder, cuando otro grupo pretendía arrojarlos fuera del Palacio de Gobierno. He aquí unos de esos
empréstitos:
Julio 11 de 1854. El gobernador Rebolledo hace público el decreto de esa fecha de Su
Excelencia del Poder Ejecutivo de un empréstito forzoso por la suma de quinientos mil
pesos. La suma a recaudar por cantón es: Capital 14.300, Zulia 2.000, Perijá 1.800,
Altagracia 1.400, Gibraltar 500. Los Jefes Políticos quedan autorizados para exigirlo
forzosamente. Los Jefes Políticos asociados con el Venerable cura párroco y el Procurador
municipal, harán la distribución en justa proporción entre los ciudadanos que deban
contribuir entre aquellos de más comodidad y no sobre los que tengan un mediano modo
de vivir o proletarios, ni que se encuentren en el actual servicio de las armas, cuidando
que la cuota no baje de veinte pesos. El empréstito es solicitado para gastos
527

extraordinarios que ocasiona el llamamiento de los milicianos al servicio de las armas


para restablecer el orden público y el escarmiento a los enemigos de la patria (AHZ,
1854: T. 16, l. 2). (Nota: Resumen del documento).
En esos casos los gobernantes recurrían a los acomodados por un préstamo de dinero para
esos gastos extraordinarios, lo cual crea la falsa impresión de que quienes aportan el dinero son
los acaudalados, pero no es así, una vez derrotada la facción enemiga, el gobierno empezaría a
pagar ese préstamo de dinero extrayéndolo -entre otras fuentes- del sueldo de sus empleados,
como eran por ejemplo el maestro de escuela o el portero del Concejo Municipal.
En Cabimas quienes participaron en esa colecta fueron:
La lista de contribuyentes de Cabimas totalizó un aporte de 265 pesos con 20 pesos cada
uno: José María Pérez, José de la Rosa Perozo, Basilio Borjas, Lorenzo Romero, Juana
Villasmil, Trinidad Perozo, Encarnación Pinillo, Manuela Tello, Ambrosio Barrera. Siguen:
José Gregorio Neris con 30, Faustino Perozo con 25, Manuel María Tello con 30. La Rita
sumó 355 pesos y la contribución de todo el cantón los 1.400 pesos. El Jefe Político de
este cantón José Gonzales presentó este listado el 17 de agosto (ídem).
Los acomodados como Basilio Borjas, Lorenzo Romero o Juana Villasmil prestaban ese
dinero al gobierno, para que éste enfrentase a quienes pretendían defenestrarlos, y ese dinero al
transformarse en “gastos de defensa” iba a dar a las arcas de los comerciantes de Maracaibo como
Aranguren o los ingleses, alemanes, franceses o italianos, quienes recibían los contratos para
abastecer al ejército de elementos de guerra y de todo lo necesario para mantener las tropas, y
otra parte del empréstito se materializaba en el sueldo de los militares de rango y en otros
gastos… de la burocracia gubernamental. De tal modo que los criadores de ganado del Cantón
Altagracia arriesgaban sus fondos pecuniarios que iban a engrosar los fondos del sector mercantil
de la capital, porque recuperar aquel dinero era un albur. Y los empleados gubernamentales de
toda la provincia perdían irremediablemente parte de sus ingresos, para pagar a los acomodados
su contribución. En conclusión, las obras públicas de las parroquias no serían realizadas, porque se
utilizaban las rentas de la provincia para cancelar el préstamo a “aquellos de más comodidad”.
Ante semejante situación algunos alegan quedar en situación de quiebra:
Ambrosio Barrera vecino de Cabimas expone que se le asignó 20 pesos como contribución
para la resolución del Supremo Poder Ejecutivo inserto en Boletín oficial N° 10 y declara
que no posee más bienes que un hatillo que valoro en cien pesos en que vivo con mi
familia y un bote que toca en ruina si no lo compongo, por otra parte, me hallo enfermo
con una úlcera en una pierna y obligado a mantenerme con mi servicio personal apenas
me alcanza para la subsistencia, suplico A Vuestra Señoría revelarme del impuesto que me
ha cabido Octubre de 1854 José Ambrosio Barrera (ídem).
Mientras otros apuestan duro en este negocio de conservar la gobernación:
La Aduana presenta una relación de lo recibido desde el 6 de septiembre hasta el 21 de
octubre de cada cantón y allí aparece Aniceto Ochoa con un aporte de 100 pesos, también
están como donativos voluntarios, el de Manuel Aranguren con 200 pesos. Y al final del
escrito Manuel Tirado, de Aduana, indica que el Supremo Poder Ejecutivo me ha ordenado
por el conducto del Ministerio de Hacienda suspender la recaudación del empréstito
(ídem).
El Cantón Altagracia quedaba asolado por: las sequías, las plagas y la carencia de mano de
obra, lo cual dentro de un contexto latifundista (toda propiedad sobre la tierra que mantenga una
superficie significativa ociosa es un latifundio) creaba un estado triste que se describía en las
relaciones que la Corporación Municipal elevaba ante la gobernación o ante la Diputación
528

Provincial. A estos efectos negativos se añadía como devastador: la extracción de milicianos que
hundía en la miseria extrema a los núcleos familiares más pobres, también las guerras civiles que
bajaban el número de cabezas de ganado y reducían la cantidad de hombres útiles, porque como
bien señaló uno de los jefes políticos del cantón a sus superiores en un documento impresionante
por sus contenidos, esas marchas hacia el Táchira, Mérida, Trujillo y Coro u otros lugares del país
tuvieron un alto costo, porque trescientos hijos de este lugar no regresarían jamás a sus hogares. Y
como corolario de estas calamidades se empleaba una porción sustanciosa de los presupuestos
para aquellos que encabezaban la Guardia Provincial, los comandantes de barcos de guerra como
el tristemente famoso “Emilio”, las partidas volantes para actuar en los montes, las columnas
expedicionarias destinadas al Táchira o Coro o la Guajira, y los cuerpos policiales para garantizar el
orden y seguridad pública.
Tal resultado, como es obvio, terminó por enfrentar a los diferentes actores: al Cantón
Altagracia con el Cantón Capital, a los acomodados con los desobedientes, a quienes se benefician
con la guerra con quienes se benefician con la crianza de ganado, a los jueces de paz con los
militares, a los jefes políticos de cantón con los jueces de paz de las parroquias, a las parroquias
con la cabeceras, a los que viven en población con los que viven en despoblado, a los militares con
los que se esconden en los montes, a quienes son afectos con el gobierno de turno con quienes lo
adversan, y a las viejas élites con las nuevas élites, en pocas palabras, en el Cantón Altagracia [517]
surge un cuadro de disolución, de enfrentamiento y de discordia, la Provincia de Maracaibo como
unidad política era un eufemismo. Porque el proceso histórico devino en un todo contra todos. En
esas condiciones la provincia se desmoronaba, en vez de constituirse en una región y prepararse
para su expansión como fenómeno histórico sobresaliente [518]. Maracaibo abandonó el barco, y
por su parte, se integró a la economía mundo y entregó su puerto a las Casas Comerciales
extranjeras, para quienes solo existían proveedores y consumidores con los cuales establecer
vínculos económicos orientados hacia el exterior, donde verdaderas regiones históricas escribían
una historia más allá de sus fronteras, es decir, dentro de las nuestras.
El Cantón Altagracia, de este lado, reducido a ser un productor de milicianos tenía que
terminar en un triste estado y en esas condiciones cada una de sus parroquias se convertía en un
irreductible. La disolución se había consumado, es lo propio del fenómeno del desmoronamiento.
Los cantones fueron despedazados, la patria resultó mancillada, vejada y descuartizada. La
profecía que el Mariscal Antonio José de Sucre expresó el año de 1827 se había cumplido:

517
Y en el resto de la Provincia de Maracaibo.
518
A este fenómeno disolvente le antecedió como previo un proceso histórico que muestra unas parroquias aisladas con
respecto a la cabecera del cantón, un presupuesto provincial discriminador de los cantones subalternos, un mercado
autóctono distorsionado por un mercado atlántico-caribeño, en fin, una estructura dislocada. Esa estructuración coloca
a Maracaibo de espaldas al desarrollo propio de la provincia, es una capital más interesada a incorporarse como puerto
a la economía mundo y poco interesada en integrarse como medio citadino a su propia provincia. En otras palabras, la
capital de la Provincia de Maracaibo provoca efectos económicos multiplicadores en los Estados Unidos de
Norteamérica y Europa y, tiene efectos retardadores en su jurisdicción provincial impidiendo de este modo el
establecimiento de una región que con sus fuerzas económicas influyese sobre su entorno geohistórico. El circuito
agroexportador marabino gira en torno a las Casas Comerciales extranjeras y éstas responden a las regiones que en
Europa o los EE.UU. disponen de fuertes economías como para lanzarse a hacer historia en la economía mundo.
529

“El Libertador se marchará fuera probablemente y Colombia despedazada al momento,


existirá pronto entre miserables secciones que a su turno serán desmoronadas en muy
pequeñas partes”
La cohesión que es la fuerza contraria a la disolución había cedido y esto impidió que estos
Complejos Demográficos evolucionasen hacia una región histórica, por lo contrario, estuvieron
más bien al borde de la nulidad. Y llegaron a ese borde de la nada, porque preponderó la política
de no permitir en aquellas grandes extensiones de tierras dominadas por el latifundismo aflorasen
miríadas de nuevas obras, no obstante, lo que impidió que estos habitantes fueran atrapados por
el vértigo del precipicio, fue aquel espíritu indomable de los hombres y las mujeres por realizar
aún en las peores condiciones, aunque sea una mezquita pajiza. Ahora bien, aún cuando no
pudieron salir del desfiladero, porque el desmoronamiento del suelo impedía trepar aquella
escarpada vertiente, estos protagonistas de esta historia, tuvieron la enorme clarividencia de que,
era del todo necesario, para allanar el camino hacia la salida de aquel atolladero, el liberar las
tierras de su servidumbre y hacer de las tierras yermas solo un mal recuerdo, y en esa dirección
obtuvieron victorias libérrimas que permitieron ciertos avances.
El otro factor, además del de la tierra, es el hombre, y sobre tan inconmensurable ser, este
último capítulo narró y detalló hasta lo indecible una tragedia humana, la provocada por la recluta,
la cual recae sobre la precaria existencia de los pobres, quienes por ser la mayoría abrumadora de
la sociedad, obliga a concluir de que lo que se cometió en aquel tiempo fue el más alevoso crimen,
esto es, el de lesa humanidad. Con la recluta les coartaron a los labriegos la vía campesina que
habían emprendido a partir de sus conucos para ir saliendo gradualmente de la miseria, y también
les cercenaron esa salida cuando los autócratas civilizadores borraron del mapa la revolución
democrática que con Ezequiel Zamora habían emprendido. En pocas palabras, se suspendió el
cambio político que podía generar una historia emancipadora, donde los de abajo, muy abajo se
liberen por siempre del infierno de la soledad y el olvido. “Porque si los que están abajo mejoran,
todos vamos a vivir mucho mejor”, como señala el sabio y revolucionario “Pepe” Mujica. Las
parroquias aisladas, abandonadas y olvidadas continuaron siendo la base sobre la que se
sustentaba el país, se les negó su derecho a progresar.
Se impone cerrar este escrito, este libro, esta historia, estas reflexiones, con el verbo y las
imágenes que brotan del infinito amor que Don Guillermo Morón siente por los hechos humanos.
Porque Morón como historiador recoge en unos pocos y cortos fragmentos literarios, la misma
estructura profunda y oculta que hicimos visible con esta interminable Cabimas Kairi. Cuenta Don
Guillermo:
Un Jefe civil, del pueblo de Cuicas, se dirige al Presidente de la República de Venezuela, y
le dice como de “tal para cual”:
“yo mando aquí abajo y vos mandáis allá arriba” [519].
El mentado Jefe civil lleva en su cincha la peinilla y en su ceño “un siglo con cinco años
más” de gobierno [520].

519
La Venezuela del Presidente y la Venezuela del Jefe civil, las incontables Venezuelas.
520
Se han intercalado he insertado algunas líneas, las cuales no están en la obra de Don Guillermo Morón, para intentar
enhebrar el fondo profundo de su relato, fondo en el que se deslizan imágenes y hechos tan fieros como el filo letal de
un machete que por ambas caras amenaza interrumpir abruptamente la vida. El Jefe civil como personaje histórico de
aquella época se ganó, valga decirlo, la fama de macho indiscutido.
530

Allá en Caracas o en una capital de provincia o en una cabecera de cantón había


mandones, quienes conocían esta noticia y la recitaban a sus paisanos:
“En un papel azul el Presidente apuntó los nombres de sus ochenta mujeres y sus
doscientos hijos naturales y puso allí su filosofía de la historia: yo soy el primer ganadero,
yo soy el primer agricultor, yo soy el primer guerrero, yo soy la República, primero yo,
luego la familia y después Venezuela.”
Y cada mandón soñaba con encarnar en su provincia, en su cantón o en su parroquia ese
“papel azul” donde en el escalón más bajo asomaba Venezuela.

Y luego pensando en voz alta agrega el Presidente:


“(…) el pasto, las vacas y los toros, el agua y la leña, la caña de azúcar y los frutos de la
tierra, con todo y tierra, es universalmente de (…) los prohombres.”
Es decir, todo es para los mandones. La patria es de ellos y para ellos, los de arriba, los de
muy arriba.

Pero:
Abajo, muy abajo, allá en el monte, en la montaña, en la aldea, en el caserío, en el
rancho, en el despoblado, en las afueras, en el desolado. Allá en esos lugares cuentan los
montunos que:
“También Zacarías recuerda a sus mujeres y sus hijos mientras camina para su casa de
Arenales”.
Y agregan, él también tiene su historia y el final de esta fue así:
“Ya clareaba el día en Arenales cuando Zacarías, cansado por primera vez de su caminata
desde este pueblo de Cuicas hasta su casa, abrió la puerta de madera de cedro y se acostó
con sombrero y todo. Pero no se durmió ni se murió. Tengo que matar a Olegario Reyes,
ahora me acuerdo, ese es el hombre que entró a media noche a mi casa de Tostós, en el
monte oloroso de laureles. Yo soy yo solo. Con tantos hijos, con tanta familia, con tanta
patria y yo solo aquí, con tanto pueblo de Arenales, y la patria, el General Montilla, El
Tigre de Guaito, el General Araujo el León de la Cordillera, el General Baptista, el General
Bolívar, el General Páez, el General Monagas, el General Guzmán, el Federal Zamora, cien
mil Generales de la patria sin pueblo, al final yo soy yo solo” [521].

Toman una pausa los montunos y añaden en entrecortados:


“… la maldita muerte tiene otras maneras de actuar todos los días, un silencio de cuatro
horas, sin rezo, sin llanto, sin respirar, fue la eternidad. Carajo, no nos terminamos de
morir… Los once muchachos de Arenales oyeron también el primer grito de los gallos de
siempre. Entonces abrieron los ojos para mirar al cielo, iluminado de orilla a orilla… Todos
gritaron con los gallos:
- Zacarías.
- Zacarías.
- Zacarías.
En el alto y alumbrado cielo de Arenales desplegaba sus alas San Rafael, con su bastón y su
taparita vacía de aguardiente y la sonrisa inocente… Zacarías, el creador del Arcángel San
Rafael [522], miraba desde arriba al pueblo de Arenales. Iba muy enjorquetado, montado
a chucuto, agarrado a las alas de San Rafael. Voló sobre Arenales hasta el amanecer”.

521
He ahí otra filosofía de la historia, la del desposeído de todo y para todo. Donde el protagonista es el aislado, el
abandonado, el olvidado, el desolado.
522
“Zacarías se recuerda muy bien del cometa Jale porque ese día, mientras esperaba pacientemente el fin del mundo,
terminó de labrar el San Rafael que le habían encargado los de este pueblo de Cuicas para su Iglesia que también la
había construido cuando era joven, en convite con los conuqueros. Como San Rafael es un ángel mayor (…) por eso lo
531

Y para cerrar cuentan los relatores a modo de epitafio que:


“En el pueblo de Arenales olió a flores durante muchos años, sin entierro Zacarías, muerto
a la edad ciento cinco años el diecisiete de diciembre de mil novecientos treinta y cinco,
día de San Lázaro”. (Los hechos de Zacarías: 154, 172, 173, 175, 179, 180).
Con tanta patria, con tanta República, en fin con tantos hechos, con tantas historias, con
tanto de todo Zacarías vivió un siglo con cinco años más [523], para decir al final de sus días “yo
soy yo solo”, es decir, para resumir todo lo que había pasado, con la sorprendente paradoja de
que todo lo que hemos vivido concluye como la tragedia de nuestros pueblos en más de cien
años de soledad. Lo cual resume Zacarías con desesperación cuando por primera vez en su larga
vida se sintió cansado:

Con tanto pueblo, ¿y la patria?, la patria sin pueblo, y yo solo aquí, con tantos hijos, con
tanta familia.

Sin entierro, sí, Zacarías murió sin entierro [524], pero a su muerte en el pueblo de
Arenales olió a flores durante muchos años. Y esos portentos ocurren, porque quienes construyen
mezquitas pajizas a partir de la nada también hacen historia, y tan asombrosa como la historia de
quienes edifican fastuosas catedrales en sus enormes ciudades. La historia sea la de Zacarías o la
de Juan Justo, Isabel y Benito Caridad, es decir, la historia de los de abajo, muy abajo, es tan
historia como la de prohombres como Basilio, Juan, Eduardo Miguel, Antonio, Lorenzo o la de la
inolvidable Juana, o tan historia como la historia de los de arriba, muy arriba como los notables de
Maracaibo, con la única diferencia de que los que mueren sin entierro, durante muchos años el
olor de flores impregnará sus huesos duros de roer, porque a esa estirpe y a sus pequeños caseríos
les corresponderá, en el fin de los tiempos aciágos, aprovechar al fin su hermosa oportunidad
sobre la tierra, para que todos podamos vivir mucho mejor.

llaman el arcángel. Zacarías cortó un rolo de cedro de dos varas con dos jemes; comenzó su tarea por la cara, a ver
donde he visto yo una cara linda (…) y se acordó de Imelda (…) Zacarías espantó la imagen, ahuyentó el recuerdo (…) no
se trata de una mujer, sino de un ángel, sin tetas, sin culo (…) estas son sus piernas (…) le pongo botas (…) le hago dos
alas para que pueda volar , lo visto con un camisón de seda, una correa de oro, un sol como la estrella de la mañana en
el pecho, el arcángel San Rafael tiene una corona de oro con una cruz de oro y este bastón para que pueda caminar
cuando deje de volar (…) porque esta noche llega el cometa Jale a destruir la tierra, Zacarías cogió la taparita que tenía
reservada para el miche, se bebió todo el miche como si fuera agua, y colgó la taparita en el bastón de San Rafael”
(Morón: p. 148).
523
Ver sección de “NOTAS”.
524
Zacarías muere el mismo día, el mismo mes, el mismo año que fallece el del papel azul, esto es, el tirano Juan Vicente
Gómez, pero el segundo no despedía un olor de flores sino que su cuerpo ¡Hedía …ajo!
No obstante, lo que no se puede olvidar, sobre los unos y los otros, los de arriba o los de abajo, es que con el proceso
histórico que echaron a andar tanto los unos como los otros en Cabimas, dio por asombroso resultado un período
histórico portentoso, de allí que personajes como Basilio Borjas, Juan Antonio Ochoa, Eduardo Miguel Rojas, Antonio
González de Lira, Lorenzo Romero, Juana Villasmil, Juan Justo Prieto, Isabel Urdaneta y Benito Caridad solo cabe
exaltarlos para su memoria eterna, con una categoría creada especialmente para ellos y ellas como «los formidables» o
«las formidables», porque son nuestros protagonistas, son nuestros héroes, nuestros personajes inolvidables, ya que
ellos y ellas son los que con sus vidas sembraron estas tierras con sus hechos relevantes y son quienes con sus partes
multiplicaron sus genes para reproducir sus estirpes indomables, y por ellos y ellas podemos decir con Eduardo Galeano
con genuina sencillez …somos átomos, somos historias…
532

CONCLUSIONES

El Proyecto histórico exógeno fue privilegiado por Maracaibo, lo cual incidió, por una parte, en el
engrosamiento del tráfico mercantil establecido con las provincias andinas y el norte de Santander en la
Nueva Granada, y por la otra parte, desincentivó el tráfico con las poblaciones de su propia provincia,
generando en ellas un fenómeno de aislamiento al romperse algunos vínculos o al no establecerse los que
eran necesarios para fortalecer las relaciones entre ellas, y entre cada una con la capital provincial. Esa
situación se agravó al desistir los maracaiberos de realizar el Proyecto histórico endógeno, el cual tenía por
finalidad convertir en riqueza activa a los recursos potenciales existentes en el territorio de su jurisdicción,
por juzgarlo una quimera. Ambas decisiones incidieron de modo negativo sobre los lugares, aldeas,
rancherías, caseríos, partidos, vecindarios, parroquias y villas en la Provincia de Maracaibo, y fue aún más
atroz para las poblaciones del Cantón Altagracia, entidad a la cual se le asignó un papel de zona de interés
militar, mediante el cual quedó reducido este territorio al papel de abastecedor de milicianos, para sostener
en la capital a una élite enquistada en el Palacio de Gobierno. Las guerras y revoluciones, por otra parte, en
las cuales se involucraron en la provincia diezmo los rebaños de ganado y arrasó con las cosechas, impuso
empréstitos onerosos, destruyó bienes e infraestructuras, cercenó vidas humanas, y originó un intermitente
desplazamiento de los pobladores hacia el monte para huir de la recluta y la expoliación de los hacendados.
Además, los cambios políticos en las esferas del poder, colocaron a algunas parroquias identificadas con las
autoridades depuestas bajo una política retaliatoria, lo cual las redujo a una situación de inopia. Si a esto se
añade las inclemencias climáticas, las enfermedades y las plagas, la miseria y el hambre, la delincuencia y el
bajo nivel de instrucción y educativo, el cuadro es deprimente. En cuanto al gobierno provincial, frente a
esas condiciones pavorosas, su reacción fue la de colocar en situación de abandono a los Cantones
subalternos, porque en la ejecución de los presupuestos provinciales desasistían a la red de poblaciones, y
esas jurisdicciones y sus entidades llegan a retrogradar hacia lo que ellos mismos calificaron como
“desgraciadas poblaciones”. Esos y otros factores contraproducentes -como el contrato Fuenmayor- trajeron
por resultado que la Provincia de Maracaibo se debilitara como región política y que incluso llegaran algunas
de sus entidades al borde de la nulidad. Y es bajo ese contexto nada promisorio, que se desarrolla el proceso
histórico de estas poblaciones con diferentes resultados, durante el período puesto bajo estudio en este
libro. En el caso de Cabimas su historia adquiere en medio de esas tremendas dificultades un carácter
asombroso, porque a pesar de todo, aquellos habitantes se abren paso para alcanzar algunos adelantos o
por lo menos restablecer algunas de sus conquistas, además, logran colocar a algunos miembros de sus
minorías calificadas en el escenario cantonal, provincial o nacional con una figuración relevante. Esta
parroquia y otras lograron salir adelante, porque supieron aprovechar las fuerzas endógenas y exógenas, ya
que éstas dejaban algunos nichos económicos que estos conglomerados humanos explotaron en su
beneficio. Solo basta agregar que la historia es un proceso indesligable de la realidad global, de allí que la
Historia de Cabimas es la historia del Cantón Altagracia y de la Provincia de Maracaibo, y su vez éstas son la
historia de las Venezuelas múltiples y la del Continente Sudamericano fragmentado. Los hechos que
acontecen en Cabimas no se pueden desligar de los hechos que se dan en ese gran contexto histórico en el
que está inmersa, en especial la del Caribe y/o de las Antillas, porque las poderosas fuerzas orgánicas
internas y extra locales que estremecieron esos escenarios son las mismas para todas sus latitudes. Desde
ese orden de ideas, la historia de Cabimas no es historia de localidades, es la Historia de la Desolación y la
Disolución de la Gran Nación Latinoamericana y Caribeña, la cual está en una espera activa de su Gran
oportunidad para objetivar la «utopía contraria».
533

APÉNDICE

El poblamiento hispano de la Cuenca Lacustre del Lago de Maracaibo trajo a la larga la formación de cuatro
Complejos Demográficos en esta enorme Comarca, estos eran el Complejo La Ceiba, el Complejo Gibraltar,
el Complejo San Carlos y el Complejo Maracaibo, es decir, los territorios hasta dónde se proyectaron las
influencias de las ciudades de Maracaibo, Trujillo, Mérida y San Cristóbal creando significativas ocupaciones
humanas caracterizadas por la continuidad. Esas zonas de alta concentración de núcleos poblados, se
volcaron sobre esta cuenca, mediante tres grandes hoyas hidrográficas: la del río Motatán, la del río Chama
y la hoya de los ríos Zulia-Catatumbo, lo cual determinó la importancia que cobraron los puertos de La
Ceiba, Gibraltar y San Carlos. Maracaibo estableció también un complejo demográfico, al impulsar la
fundación de centros poblados tanto del lado occidental del Estrecho como en la costa oriental del lago.
Pero los límites políticos-territoriales que trazó el imperio español no se adaptaron a ese gran patrón de
poblamiento, sino que, por lo contrario, separó mediante provincias el territorio montañoso -Los Andes- del
territorio lacustre y, además, fragmentó a Los Andes en tres porciones. Esto trajo como consecuencia que
en vez de desarrollarse “las costas” del lago bajo la acción impactante de los cuatro Complejos
Demográficos, solo quedó uno al frente de ese gigantesco reto. Desafío que Maracaibo como capital
provincial no asumió a fondo, razón por la cual no surgió ni en la época colonial ni en la republicana una
poderosa zona productiva en torno al lago. Esos hechos impidieron la aparición de una poderosa «Región
económica» en el Occidente venezolano. Ahora bien, dentro de ese marco histórico desconcertante,
Maracaibo, por una parte, no desarrolló una importante Zona Productora en su propia jurisdicción al dejar
yermo su territorio, y por la otra parte, Maracaibo solo sirve de trasvase de la Zona Productora andina hacia
el exterior, es decir, Maracaibo se convierte en un puerto articular al cual arriban las cargas de productos de
las provincias de Trujillo, Mérida y Táchira -incluso de los valles de Cúcuta-, que llevan por destino final -
entre otros- las ciudades marítimas de Plymouth, Le Havre, Hamburgo, Bremen y Nueva York que fungen
como nodos mercantiles de poderosos hinterland industriales y financieros de alcance intercontinental.
Siendo así, en esta parte del planeta, esos centros nodales europeos o norteamericanos, crearon en el área
del Caribe puertos subsidiarios, para incorporar a su radio de acción como áreas de influencia a todos
aquellos territorios de la América Latina que fueren de su interés como «Regiones apéndice», seleccionando
para los efectos, ciudades ubicadas estratégicamente para desempeñar el papel de puertos articulares.
Estos puertos articulares tienen por función establecer vínculos entre el «Hinterland avasallador» de las
potencias atlánticas con los «Hinterland subordinados» de Nuestramérica. Esa estructuración del espacio
histórico, en hinterland de diferente signo, donde el primero es de signo citadino y el segundo de signo
rural, tiene por objetivo implementar del lado nuestro una economía de extracción de productos primarios
y del lado de ellos una economía succionadora de esos insumos para transformarlos en mercancías. En ese
sentido, Plymouth, Le Havre, Hamburgo, Bremen y Nueva York eran centros nodales destinados a recibir de
los centros articulares como Maracaibo -y todos los demás centros nodales secundarios- los productos que
alimentarían a sus fábricas para obtener la anhelada plusvalía, es decir, capital. Esa nueva forma de
acumular riqueza -la capitalista-, monopoliza las actividades mercantiles que se desatan con especial vigor,
tarea que encomiendan a las Casas comerciales que representan sus intereses. Surgiendo bajo esa dinámica
un modelo exportador/importador en esa economía mundo, la cual fue acompañada por el accionar
diplomático de las potencias, para abrir aquí un espacio a sus empresas. Bajo tal sistema Maracaibo se
ajusta a los intereses foráneos, en detrimento de la diversidad de intereses existentes en su propia provincia
y en el Occidente venezolano, y en razón a esa política no regionalista nuestra historia se consagra como la
«Historia del Desfiladero», vertiente de la que es perentorio salir para liberar nuestras propias fuerzas,
desarrollar los potenciales de estos territorios y escribir así por fin una historia propia.
534

RESUMEN

En este trabajo se muestra la Historia Portentosa de la ciudad de Cabimas. Donde los protagonistas son o
bien los de arriba, muy arriba o los de abajo, muy abajo. Para narrarla, primero, describe los escenarios
geográficos por los cuales se expandió este poblamiento, y descubre cómo se implementó una formula
económica y política para constituir en este espacio una Zona de Producción exitosa, a pesar de las
desventajas que caracterizan a este medio natural. Señala, igualmente, cómo esa Zona de Producción da
origen a asientos poblacionales no solo en el área litoral, sino también tierras adentro, indicando cómo
entre ambas ocupaciones surge un vínculo afortunado. En ese ínterin busca establecer la data del
poblamiento hispano, es decir, su antigüedad, su origen, las familias pioneras y el desarrollo de unas
haciendas que dinamizaron su economía. Rechaza esas vagas ideas de que Cabimas era un pueblo de
pescadores y de criadores caprinos, demostrando, como su medio de vida fundamental fue la cría de ganado
mayor. Así mismo, muestra la grandísima extensión latifundista que existía en la Cabima de las montañas
inmediatas, y el desfile de propietarios que estuvieron al frente de ese colosal territorio. Incluye en ese
inventario de fundos, también, la existencia de otros criadores de ganado ubicados con sus fincas a lo largo y
ancho de la franja de la costa. En segundo lugar, destaca los proyectos históricos que inspiraron al
conglomerado cabimense a alcanzar significativos adelantos e importantes logros, propios del ámbito de lo
urbano, como son la conquista de distintas instituciones, la formación de un aparato burocrático, así como
el ejercicio de diversidad de oficios y producciones que se fueron alcanzando, todo a partir de la
modernización de su estructura económica y política. En tercer lugar, explica cómo se formó una élite a
partir de una minoría calificada, sector privilegiado que tuvo a su favor el provenir de un medio urbano,
pertenecer a familias connotadas, haber prestado sus servicios en las guerras como suboficiales u oficiales,
el haber adquirido la cultura y la instrucción del sector de los propietarios, todo lo cual les facilitó una
preparación para convertirse en destacados actores sociales, a quienes se les presentó la gran oportunidad
de formación superior con la instalación de los Juzgados de Paz, institución en la cual vivirán una
enriquecedora experiencia, y de la cual emergerán como individuos aptos para capitanear una comunidad.
En cuarto lugar, denuncia como un proyecto histórico de origen exógeno deforma y desvía el proceso
ascendente que era factible en esta comarca, lo cual condena a los Cantones Subalternos y sus parroquias al
abandono, aislamiento y olvido, con consecuencias históricas nefastas para las expectativas y anhelos de
esta provincia. En quinto lugar, lamenta cómo el latifundio impone a Cabimas límites a su crecimiento
económico, y así mismo cuenta el debate a fondo sobre el problema de la tierra que se suscitó en Cabimas
con motivo a un juicio jurídico entablado entre dos opulentos. Finalmente, en sexto lugar, registra como el
cantón en el cual está presente Cabimas juega un papel militar crucial para sostener el gobierno provincial,
lo cual resulta en un nuevo incentivo negativo, porque la recluta, las revoluciones y las constantes guerras
arrojarán sobre esta jurisdicción grandes desgracias. No obstante, en último lugar, se revela mediante el
respaldo de los manuscritos históricos que sirven como prueba a las aseveraciones aquí contenidas, cómo
Cabimas no cede un palmo ante ese contexto amenazador, y cómo lucha denodadamente, alcanzando por
esa vía de dignidad para su gentilicio: o bien grandes adelantos o bien una recuperación de sus peores
momentos. En sucintas palabras, este libro titulado “Cabimas Kairi” ofrece la Historia Asombrosa de un
pueblo indómito y pletórico en recursos ingeniosos, los cuales empleados generación tras generación fueron
transformando este ámbito histórico cabimense a través de una aventura única y desconcertante que no
tuvo por límites la frontera de lo local, porque no pocas veces trascendió la impronta cabimense como un
impacto efectivo al marco cantonal, provincial o nacional.

“Cabimas Kairi 1748/1864” es un trabajo esmerado y prolijo, para obtener una historia rotunda.
535

AGRADECIMIENTOS

Es labor sensible y significativa de los intelectuales destacar la importancia de ciertos aspectos de


la realidad, los cuales según sus percepciones deben ser descifrados para poder continuar
adelante en la apasionante aventura del conocimiento, de tal manera que hacia esos objetivos
logran estos agudos observadores críticos que se disparen investigaciones, para dilucidar lo que
permanece difuso bajo esos aspectos sobre los que ellos y ellas llaman la atención de sus
auditorios. El autor de este libro recibió esa poderosa motivación de búsqueda esclarecedora de
diversos asuntos de fondo -solo destaco algunos- de tres mentores de gran talla, por quienes
siento eterna gratitud como discípulo:

Ángel Lombardi -padre- quien llamó atención de los estudiosos, sobre la importancia que el Caribe
tiene para la historia de gran formato. Y de quien escuché la valiosa observación sobre el vínculo
que se establece entre el desarrollo del capital y la aparición de una región histórica.

Manuel Suzzarini quien en una ocasión nos invitara a los que íbamos a egresar como profesionales
universitarios a abordar el fenómeno del caudillismo del siglo XIX venezolano, como una de las
tareas cruciales a realizar en nuestro ejercicio disciplinar.

Belín Vázquez quien colocó en el centro de nuestras inquietudes el enfoque de las élites como un
objetivo ineludible para nuestros estudios de la realidad histórica.

Esos temas relevantes alientan las exploraciones teóricas que dieron origen a “Cabimas Kairi”.

INFLUENCIAS

De la franja de la historiografía, hay autores que nos marcan con el modo en que interrogan a los
hechos históricos, porque convierten a los datos -que obtienen de diversas fuentes- en un
poderoso combustible que, al ser encendido, produce verdaderos estallidos de luminosidad.

Los cuatro historiadores que hemos intentado emular, porque son poseedores de esa peculiar
cualidad son:

Federico Brito Figueroa (Venezuela).

Manuel Moreno Fraginals (Cuba).

Josep Fontana (España).

Howard Zinnn (Estados Unidos de Norteamérica).


536

NOTAS

424

No extraña lo que sobreviene después de que se arrojan fuera del territorio las fuerzas armadas de España, hombres
como Páez que no eran propietarios de tierras antes de la independencia se convierten en grandes hacendados y, que
como tal tiene la hipocresía y la desfachatez de calificar a quienes aspiraban a tener tierras, como poseedores de una
“extravagante idea”, porque eso de pensar en “poseer lo que jamás les había pertenecido ni podía pertenecerles” era
algo inconcebible.
Pero el asunto es más grave aún, es que los propietarios que estuvieron al lado del bando realista regresaron y
recuperaron sus propiedades ayudados por abogados, y éstos y los “otros” -los que estaban con los patriotas- no sólo
obtenían lo que antes poseían, sino que aumentaron sus dominios arrebatando los “haberes militares” a los soldados
por un lado y, por el otro expropiando a los municipios de su ejidos y comunes y a la nación de sus baldíos (Brito
Figueroa: 260). Tierras esas donde había innumerables campesinos pisatarios que, ahora se debían someter a ser su
nueva servidumbre, restituyéndose así el modo de vida que existió bajo la colonia. Por último, estos opulentos
prohombres, arremetieron también contra medianos y pequeños propietarios a quienes arrebataron sus parcelas
(ídem). Como es de suponer esa obtención de tierras sin “justos títulos, ni probidad, ni trabajo” fue legalizada desde las
instancias del gobierno que les servía de mampara, donde todo se justificaba con las “ideas conservadoras y
eminentemente sociales” -donde “sociales” equivale a los vecinos propietarios- que Páez promovía como las racionales
y cultas, razón por la cual quienes tomaron ese partido se autodenominaron “conservadores”, pero que el pueblo
abandonado y despreciado - y sometido a su tiranía- los bautizó como “godos” u “oligarcas”.
Es por tanto esa situación la que provocará acontecimientos violentos, que impedirán que exista un día de paz en
Venezuela después de concluida la guerra de independencia, porque como bien lo señalaba aquella misma autocracia en
un informe del Poder Ejecutivo:
“Va acumulándose silenciosamente en pocas manos, una riqueza territorial inmensa”;
[datos que el Ministro de Hacienda presenta para indicar que ellos como gobierno han
traspasado una línea que les coloca en situación de ilegalidad] lo cual “ha de influir directa
e inevitablemente en la ruina de las instituciones políticas, y en el retroceso material e
intelectual”, ya que se está “destruyendo aquella porción que pudiera conservarse en la
distribución de las fortunas” “que la Naturaleza generosa recopiló en Venezuela para
todos sus habitantes”, en vez de esto se ha hecho un “mal terrible" pues se ha creado un
monopolio de los tesoros agrestes para formar una especie de feudalismo que en vez de
hacer feliz a su población cuando ésta se ensanche y engrandezca, va preparando la
esclavitud y la miseria que serán el infalible resultado de esa división que forma una copia
enorme de colonos humildes e infelices, y un número demasiado corto de opulentos y
soberbios propietarios; desigualdad deplorable que habría de tiranizarlos y
empobrecerlos, un hecho del todo lo contrario a lo que nuestros pueblos deben esperar
de sus instituciones protectoras” (id. 261, 262) (Corchete nuestro).

Esta Memoria ministerial se constituye en una crónica de muerte anunciada, allí como salta a la vista se vaticina lo peor,
y lo que teme aquel funcionario que suceda por tanta injusticia acontece, pues aquellas masas se enfurecerán en el
campo. Es así como un 1° de Septiembre del año 1846 se inicia una insurrección campesina de significativas
proporciones que tuvo por cabecilla el indio Francisco José Rangel, trabajador de la tierra, pequeño propietario, quien
propicia un alzamiento y se pone al frente de trescientos peones, manumisos y esclavos (“los oscuros”) que gritaban por
donde sea que pasaban ¡Oligarcas temblad! (id. 118). Alzamiento que en seis meses “cubre prácticamente la mitad del
territorio nacional” con miles de alzados (id. 121) entre quienes se incluyen indígenas, campesinos, intelectuales,
militares, terratenientes arruinados, doctores, revolucionarios europeos, pobres urbanos, miembros del partido liberal,
comerciantes rurales, en fin una masa heterogénea de gente indignada (“los oscuros” con “los iluminados”*), con
quienes aquel guerrero funda el Ejército del Pueblo (id. 123).
537

Están, por lo reseñado, aquellos insurrectos resueltos a “ser libres o morir”, para tener una patria emancipada de los
tiranos, y construir así una república caracterizada por “Tierras y Hombres Libres” (id. 124). Apareció, por lo tanto, lo que
el ministro temía que surgiese de esa “desigualdad deplorable” que denuncia, y sobre la que advierte que puede
suceder lo peor, y sucedió. Ese 1° de Septiembre del año 1846 en medio de ese escenario de injusticia, surgió un líder,
Francisco José Rangel, quien de inmediato fue descalificado con el mote de “El Monstruo” por estar ligado con aquella
turba -así calificaba a aquella gente, ese extraordinario intelectual e historiador José Gil Fortoul-. Turba que dio grandes
batallas con su guerra social a los oligarcas y godos en medio país y durante medio año, pero lo peor estaría por llegar,
porque aquella insurrección que organizó el Ejército del Pueblo será el peldaño que dará inicio, más adelante, a otra
Guerra, pero esta vez sería tan catastrófica y prolongada como la de la Independencia.
Ante esa circunstancia pavorosa -la de los pobres en armas- los probos conservadores recorren los campos quemando
conucos y ranchos y capturando por los caminos o veredas a cualquier hombre o mujer que se encuentre fuera de su
casa después de las siete de la noche (id. 150). Se fusila y se machetea sin fórmula de juicio en el campo y se condena al
último suplicio en los tribunales urbanos a los que están conectados con ese movimiento, todo ello como parte de una
guerra a muerte que se ha declarado para restablecer el orden y lograr la pacificación que restituya la tranquilidad de
los laboriosos terratenientes y honestos usureros y, en especial, a los notables servidores públicos que presiden las
instituciones protectoras del pueblo y el benéfico gobierno.
El plan benévolo de una gran visión humanista que conciben “Los Jefes de Operaciones” es muy revelador de la calidez
humana de estos protagonistas:
“Consideran conveniente quemar los ranchos, arrasar las siembras de los campesinos y
concentrar los vecinos en las parroquias urbanas o cabeceras de Cantón [medida que los
estadounidenses aplicaron a los campesinos de Vietnam, para intentar derrotar al
Vietcong]. [Esta política de destrucción de la población campesina, estiman estos Jefes de
Operaciones del bando de los godos, es quizás la única adecuada para combatir a] “los
apósteles de la anarquía y la disociación”, [concluyendo estos consejeros que si bien es]
“un plan desolador, lo juzgan sin embargo indispensable, de lo contrario puede aseverarse
que la seguridad pública quedará amenazada tan pronto como se retiren las tropas,
porque no hay una sola persona de los colonos o inquilinos que no esté dispuesto a atacar
impunemente la vida y la propiedad ajena” (id. 146) (Corchetes nuestros).

En otras palabras, lo que los hombres de fuerza –los Hércules- recomendaban era quitarle a Anteo [Personajes de la
mitología griega que emplea Brito Figueroa] -Francisco José Rangel- su vínculo con los que trabajaban la tierra, es así
como con esta estrategia a los seis meses es derrotado Anteo por Hércules (id. 155). El indio, campesino y líder Francisco
José Rangel (“El Monstruo”) es decapitado a punta de golpe de machete cuando de su garganta salía su voz de “libertad
o muerte” (id. 150, 155). El Ejército del Pueblo perdía su prócer fundador y el movimiento sufrió un gran descalabro,
pero la sed de justicia no aminoró su marcha y una guerra atroz y compleja sobreviene sobre Venezuela, porque como
pronosticó aquel alto funcionario de Hacienda en su acertado balance, tendría que pasar lo peor porque:
“Se ha creado un monopolio de los tesoros agrestes para formar una especie de
feudalismo que en vez de hacer feliz a su población cuando ésta se ensanche y
engrandezca, va preparando la esclavitud y la miseria que serán el infalible resultado de
esa división que forma una copia enorme de colonos humildes e infelices, y un número
demasiado corto de opulentos y soberbios propietarios; desigualdad deplorable que
habría de tiranizarlos y empobrecerlos” (id. 261, 262).

“El Monstruo” es asesinado y su cabeza es puesta en salmuera y enviada a Caracas, pero como dijo el áulico de Juan
Vicente González esta es una hidra de mil cabezas, cuando se le corta una brotan diez y así ocurrió, sobrevino la Guerra
Federal y con ella la exaltación de Zamora a figura de primer orden, y un pueblo organizado recorrerá de nuevo el país
convirtiendo a los campos en espacios de infatigable batallar, dejando claro que la justicia sólo se restablecerá cuando:
Las fortunas que la Naturaleza generosa recopiló en Venezuela sea para que todos sus habitantes tengan patria.

* Iluminados: La organización Illuminati de Baviera, una sociedad secreta de la época de la Ilustración, fundada el 1 de
mayo de 1776, la cual manifestaba oponerse a la superstición, los prejuicios, la influencia religiosa sobre la vida pública,
los abusos de poder del Estado y apoyaba la educación de la mujer y la igualdad entre los sexos. Tal organización de los
538

Illuminati se prohibió, por el gobierno con el apoyo de la Iglesia católica, y la misma se disolvió definitivamente en 1785.
En los años siguientes, el grupo fue vilipendiado por críticos conservadores y religiosos, que afirmaban que los miembros
de los Illuminati se habían reagrupado y eran responsables de la Revolución Francesa.

487

Esta política de neutralidad tenía su antecedente, en octubre 14 del año de 1857 las autoridades de este cantón
encabezados por José A. Chávez fija una posición de no-injerencia ante los sucesos que se desencadenan a nivel
nacional, en aquella oportunidad redactan el siguiente oficio:
Gobernador.
V.S. se sirve participarme que se aumenten las noticias sobre próximo trastorno en la
República con la mira de derrocar al Gobierno y las instituciones que nos rigen; y me
excita a que tenga la más activa vigilancia para impedir que cundan en ellas las ideas
desorganizadoras; y en contestación diré a V.S. que respecto al Cantón Altagracia puede
estar la Gobernación tranquila, pues los habitantes de este Cantón son todos pacíficos,
timoráticos y con muy pocas excepciones afectos a la actual administración. Al contrario
todos unánimes se hayan temerosos porque temen haya a suceder lo que el año 48 que
sin haberse movido este Cantón a nada, y que si entró en la conspiración fue porque tenía
que obedecer a la capital, y sin embargo de disgusto con que entraron los habitantes de
Altagracia en la revolución, fue el Cantón que más sufrió, pues era el que servía de
puente y auxilios para los dos bandos; así es que persuadidos los vecinos de este Cantón
de las consecuencias de una revolución tiemblan de oírla mentar y al contrario no les falta
adhesión a sostener el Gobierno legítimo. Esta jefatura contando con la lealtad de sus
vecinos, de su dependencia y de su interés en conservar el orden ofrece a S.S., [a] mejor
dicho, puede reposar tranquilo contando con que el Cantón Altagracia no tomará más
parte que la que no sea necesaria para sostener la administración del Señor General José
Tadeo Monagas (…) José A. Chávez (AHZ, 1857: T. 10, l. 11).

El oficio de José Antonio Chávez está impregnado de indignación y de repulsa por estos acontecimientos de los cuales
sólo anhelan separarse, para intentar salir del estado de postración en el que esos eventos han llevado a estos cantones
subalternos, y aún a la provincia misma, es decir, a un estado de nulidad. Como aquella que llevó a la corporación
altagracieña, en una ocasión, a solicitar retirar a la población de Siruma su condición de parroquia.
Hay, por tanto, una resistencia en este cantón a continuar siendo el Cantón Militar y el Bastión Militar en estas
revoluciones, se niega porque sus élites han sido engañadas una y otra vez por la élite de Maracaibo, ya que esta última
se comporta con una burda demagogia, e incumple su parte de la alianza que mantiene con esta entidad. Es así como,
por ejemplo, en el año de 1855 desde Altagracia se expone el estado económico de esta jurisdicción y se cataloga a sí
misma entre regular y pobre y se indica las carencias y las necesidades más perentorias; ante esa relación, en Maracaibo
para el año 1856 aparentan interesarse genuinamente con esa problemática y crean expectativas de que ahora sí darán
respaldo a ese cantón y a otros dos más que están en los mismos trajines para que remedien sus males, les dicen:
La comisión nombrada para informar sobre las memorias que los Concejos de Altagracia,
Gibraltar y Zulia, han presentado ante esta Honorable Diputación expone: Muchas son las
necesidades que hoy sufren esas desgraciadas poblaciones en razón de no poder ellas
intentar ninguna especie de mejora por la escasez de fondos públicos, i por el punible
olvido en que hasta hoy los ha tenido esta Honorable corporación. Todas se quejan (…)
haciendo presente que si alguna vez han llegado a figurar en los presupuestos, una que
otra partida en su beneficio, esto nunca ha pasado de guarismo, de unos renglones más,
escritos en ellos; justo que jamás han encontrado fondos en las cajas municipales, para
cumplir el mandato de la Diputación. Tócanos, pues (…) no olvidarnos de que los
Cantones (…) son los que dan vida a la Capital de la provincia (… …) La comisión
recomienda a esta Honorable Cámara (…) leer sus memorias (…) En ellas aprenderá cuán
grande ha sido el olvido que hasta hoy han permanecido (…) i no cerrará sus sesiones, sin
acordar remedio de sus males, sino del todo, siquiera en parte (AHZ, 1856: T. 3, l. 32).
539

Pero la brutal oposición de la ciudad capital al campo de la provincia no cejó en su olvido, como se ve en el informe que
rinde la Junta de Fomento del Cantón Altagracia acerca de las condiciones materiales en que se encuentran en este
territorio en Noviembre de 1857, dicen:

(…) obras públicas no se están efectuando ningunas, por el contrario las que hay (…) están
en perfecto deterioro, y ninguna medida se toma a cerca de evitar su completa
destrucción; la población se encuentra en el peor estado que ha podido verse (…)
enmontada (…) los caminos públicos y transversales intransitables (…) y son tan pingües
las rentas de este Cantón que en ninguna época han producido lo que hoy (…) es cuanto
puedo informar (…) José A. Chávez (AHZ, 1857: T. 8, l. 30).

En semejantes condiciones no era extraño esperar que no quisieran seguir siendo parte de esas confrontaciones
armadas, y lo que más llama la atención es que esa política de neutralidad la lanza cuando la situación era grave. Los
partes de la élite marabina en ese momento eran alarmantes, ofrecen noticias de una nueva asonada encabezada por el
General José Antonio Páez. La gobernación de Maracaibo informa a Caracas en Octubre 14 de 1857 lo siguiente:

Resuelto del gobernador:

Digan al Señor Ministro del Interior

(…) el Señor Gobernador de la Provincia de Coro, que por informes fidedignos sabía que
dentro de siete días a contar desde el 24 del citado mes (Septiembre) estallaría una
revolución cuyo programa anunciaba el asesinato de algunas autoridades y personas
notables de aquella provincia (…) otro del Señor Gobernador de Barquisimeto (…) se les
había informado varias personas conocidas por su desafección al gobierno, por sus
exaltadas opiniones y por su complicidad en las pasadas revoluciones, cruzaban aquel
territorio en busca de prosélitos y combinaban los planes del movimiento, anunciándose
como coriferos al General Páez, quien por medio de un pacto celebrado en San Thomas se
ha provisto de elementos de guerra y de algunos vapores, y que la Provincia de Coro se ha
designado como punto de invasión. Aunque esta Gobernación juzga que Supremo Poder
Ejecutivo tendrá conocimiento de tales ocurrencias, cree de su deber hacerle presente (…)
ha redoblado su vigilancia (…) puede asegurar a Su Excelencia la provincia de mi cargo está
tranquila (…) López (AHZ, 1857: T. 10, l. 11).

Por lo visto, los enfrentamientos no los deseaban en sus jurisdicciones, porque una geografía de la desgracia había
sustituido a una geografía donde existía un espacio de agrado, el cual había sido conquistado con mucho sacrificio,
voluntad e inteligencia por estos conglomerados humanos dirigidos por sus élites del campo.

523

Don Guillermo con eso de “con cinco años más”, nos está indicando que a un siglo de soledad, le puede peligrosamente
suceder otro del mismo signo. Ahora bien, sobre esos primeros cien años -los que viven nuestros pueblos durante ese
convulsionado siglo XIX-, es pertinente y oportuno contar que cuando Don Gabriel García Márquez recibió por su obra
literaria el Premio Nobel en Estocolmo, expresó en el Palacio de Conciertos con la dignidad llena de moretones y el
orgullo impregnado de humildad la concepción de la historia a la que nos adherimos los hijos e hijas de este continente.
Ese día el Gabo en representación de quienes nos sentimos identificados con la civilización que se está perfilando con
rasgos propios en Nuestra América, dijo en ese magno evento que tenía por auditorio el mundo entero -gracias a la
televisión-:
“(…) nos sentimos con el derecho (…) para emprender la creación de la utopía contraria
(…) donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre
una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Se refería nuestro inolvidable Gabo a estirpes como la de los Buendía y a pueblos como Aracataca, lo que para nosotros
es en Trujillo la estirpe de los Zacarías y pueblos como el de Arenales, o mejor aún, en el Zulia la estirpe de los Juan
Justo Prieto y las de Isabel Urdaneta y a pueblos como el de Cabimas. Porque quienes nos sentimos habitantes de
Aracataca, Arenales, Tacasuruma, La Ceiba, Siruma, Cabimas… asumimos la convicción de que para nosotros y nosotras
llegará el tiempo en que los de abajo ya no estén más nunca en el infierno de la soledad, donde han permanecido
540

confinados por la decisión infame de los de arriba, porque esa tradición secular maldita, será consumida por su propia e
infinita tristeza esencial.
En ese tiempo de prodigios y de portentos, que algún día advendrá, volará de nuevo Zacarías enjorquetado en su San
Rafael con sus alas desplegadas de hermoso Arcángel, surcando los aires de los más pequeños pueblos y aldeas de
nuestro continente patrio, y con una sonrisa triunfante y amplia en los rostros de ambos, porque nuestra utopía
contraria es la de alcanzar una alta cultura, que defina al ser como una síntesis emancipadora. Porque el fin no es
derrotar la pobreza y la inequidad, ese es solo un objetivo imprescindible, lo que se persigue es el desarrollo pleno del
individuo y la asociación de todos para conformar la familia humana.

NOTAS AL MARGEN:

A) EPÍLOGO
No quiero terminar estas páginas reivindicatorias sin evocar una fecha memorable, el 1° de Septiembre de 1846, cuando
en Tacasuruma se levantó Francisco José Rafael Rangel, porque le arrebataron sus tierras y le cercenaron su derecho al
voto, y con “los oscuros” y “los iluminados” (ver NOTA N° 424 donde se desglosa quiénes son esos dos actores sociales)
este indio enojado e incomodado funda el Ejército del Pueblo, el cual se extiende con sus acciones por medio país en la
gran epopeya de las Guerras Campesinas. Y la rememoro y la celebro esa fecha, porque con esa acción el indio Rangel
atrajo entre sí a rancherías, caseríos, aldeas, partidos rurales, vecindarios y pequeños pueblos, haciendo retroceder de
ese modo las fuerzas de la disolución que despedazaron en secciones a nuestro continente patrio, las cuales a su vez se
desmoronaron en pequeñas partes cuando las crisis irrumpieron una y otra vez haciendo desgraciadas a las poblaciones.
En tiempos de prodigios y de portentos (como los de Macondo y Arenales) ese proceso se revierte y se revertirá, y de
nuevo podremos corroborar felices que la América toda existe en nación, esto es, que Tacasuruma, Aracataca, Arenales,
La Ceiba, Siruma, Bobures, Cabimas y millones de lugares más se reúnan por fin, con sus niños, ancianos, jóvenes,
mujeres y hombres, para ejercer la soberanía radical desde abajo, muy abajo, es decir, en, por y desde la utopía
contraria.

B) MISIÓN CUMPLIDA

Este trabajo -Cabimas Kairi- se empezó a escribir la noche del 16 de Septiembre del año 2012 y se dio por
concluido simbólicamente el 25 de Diciembre de 2014, sin embargo, no es el fruto de ese corto intervalo de
tiempo, porque en este libro se condensan en sus profundidades las reflexiones acumuladas durante dos
décadas dedicadas a meditar con acuciosidad y abnegación el proceso histórico cabimense. Por otra parte,
con esta publicación anuncio a los lectores de mi obra que, cierro -con toda formalidad- el ciclo de
investigación abierto el año de 1990, año en el que aferrado a la cola del colibrí inicie este asombroso viaje
por los hechos que han conmocionado este territorio. Solo resta decir que este vuelo me proporcionó la más
fascinante aventura que pueda soñarse, porque la Historia de Cabimas es un intrincado continente lleno de
inesperadas e insólitas sorpresas que apenas se empiezan a vislumbrar.

Misión: Cometido o deber moral que una persona o colectivo consideran necesario llevar a cabo.

1. Historia-Cabimas (1991). 2. La Costa Oriental del Lago (1992)

3. Aproximación a la Historia de Cabimas (1995) 4. Cabimas 1824/1850 (1997) [Dos tomos]

5. Cabimas (Diccionario de historia de Venezuela - Fundación Polar) (1997)

6. La Oposición de la Ciudad al Campo vista a través de la Cabimas de 1824/1864 (1998)

7. Apellidos y familias de la población de Cabimas entre 1747/1847 (2007)

8. Cabimas Kupaiwa 350 a.C. - 1960 (2011) 9. Cabimas Kairi 1748/1864 (2015)

10. Cabimas Indómita y Pletórica (2015) [Reúne dos trabajos del año 2000, uno del 2001, 2007 y 2009]
541

PORTAFOLIO

Vecindario de La Rosa Vieja para el año de 1924.

Cabimas década de los años 30 del siglo XX. Viviendas con grandes solares, torre de la iglesia y Camino Real.

Obsérvese la torre de la iglesia que fue objeto de polémica el año de 1902, porque al erigirla implicaba
romper con la línea visual que proyectaban los frentes de las viviendas, la cual formó a la larga lo que se
conoce en la tradición hispana como la «fachada corrida» en esta su Calle principal.
542

MAPA
543

Mapa de Cabimas y su área rural: Publicado el año de 1941 (Fuente: MOP).

1 Cerro Majagua
2 El Corocito
3 Cerro San Sebastián
4 Quebrada Algodonal
5 Quebrada Begote
6 Cerro Bella Vista
7 Buena Vista
8 El Potrenco
9 La Angostura
10 Caño Tibio
11 Caño Hondito
12 Quebrada Piñal
13 Cerro Bocachico
14 Río Tamare
15 Palo Blanco
16 Quebrada Honda
17 Río Ulé
18 Quebrada La Plata
19 Quebrada Güeri
20 Quebrada Santa María
21 Quebrada Negra.

Áreas con puntos: Indican asentamientos humanos.

Las líneas irregulares representan:

- el litoral lacustre.

- los cursos fluviales (ríos, quebradas y caños).

- ciénagas.

- cerros.

Se indica la existencia de los campos petroleros de Ambrosio, La Rosa, Benítez.

Las líneas discontinuas representan: caminos carreteros, caminos y picas.

Las líneas continuas: carreteras pavimentadas.

NOTA: La reproducción a mano de este mapa y, con posterioridad, la intervención de él mediante el Programa Paint para
introducir los topónimos, fue labor del autor de “Cabimas Kairi”.
544

PORTADA
545

SOLAPAS
546

LOMO
547

CONTRAPORTADA
548

Potrebbero piacerti anche