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Un crecimiento de adentro hacia afuera (Mateo

13:33)
Walter Cuadra 16:22:00 Evangelio según Mateo

“Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en
tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”.
Mateo 13:33

Introducción
Un crecimiento de adentro hacia fuera, eso es lo que esta parábola nos enseña. Como ya lo dijimos antes,
las parábolas de la semilla de mostaza y la de la levadura presentan el mismo tema: el crecimiento del Reino de
Dios en esta tierra, sin embargo, la primera nos habla del crecimiento externo que se ve en cuanto al incremento
de miembros que la iglesia ha tenido desde el día de pentecostés y como ha impactado este mundo.
Generalmente los comienzos de la obra han sido humildes pero con el tiempo se convierte en un gran
movimiento que trae un gran avivamiento. En contraste, la segunda parábola nos presenta el crecimiento que el
reino de los cielos tiene, pero desde el punto de vista interno. Veamos los principios espirituales que podemos
aprender de esta parábola.

Un crecimiento de adentro hacia afuera


El Crecimiento que va desde adentro
hacia afuera

Una vez más Jesús utilizo un elemento cotidiano en la vida de los judíos para ejemplificar el
crecimiento del reino de Dios. En la cultura judía de estos tiempos las mujeres eran las encargadas de preparar
la comida en la cocina, y posiblemente Jesús había visto muchas veces a su madre María preparar el pan que
era preparado con tres medidas de harina con una de levadura. Generalmente la levadura es considerada en el
lenguaje figurado de la Biblia como un símil de mal. Por ejemplo, Jesús les dijo a sus discípulos que tuvieran
cuidado con la influencia hipócrita y religiosa de los fariseos y saduceos los cuales eran un mal ejemplo a seguir
en cuanto al cumplimiento de la verdadera ley: “Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos
y de los saduceos… Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino
de la doctrina de los fariseos y de los saduceos”, (Mateo 16:6). Y en su primera carta a los corintios Pablo
amonesta a los creyentes diciéndoles que no toleren el pecado dentro de sus miembros porque la influencia
pecaminosa de estos puede contaminar a los demás y pone el ejemplo de la levadura que leuda toda la masa: “No
es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?”, (1 Corintios 5:6). En
contraste, en este pasaje la levadura no es tomada como un ejemplo de mal, sino del crecimiento espiritual que
el reino de Dios provoca en el hombre. La levadura tiene un increíble poder transformador en el pan a tal punto
que apenas se necesita un pequeño pellizco de la levadura para combinarlo con tres medidas de la masa del pan
para que este se transforme completamente. Sin levadura el pan se vuelve seco, duro y nada apetitoso; pero con
la levadura se vuelve suave, poroso y apetitoso, esto con tan solo una pequeña medida de levadura. De forma
semejante es el poder transformador que el evangelio del reino de Dios tiene en la vida de los seres humanos.
Sin Cristo la vida de los hombres es hueca, mala y sin sentido, sus caminos son torcidos y sus pies van rumbo
al infierno. Sin embargo, solo una pequeña semilla del evangelio vasta para transformar todo lo malo en la vida
de las personas y por eso Pablo elogia a los corintios haciéndoles recordar que un día eran personas injustas que
vivían en los peores pecado, pero ahora habían sido cambiados por el poder transformador del evangelio del
reino de Dios: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y
por el Espíritu de nuestro Dios”, (1 Corintios 6:9-11). Así como la levadura hace que el pan se vuelva algo
suave y apetitoso, así el evangelio del reino de los cielos llega al corazón del hombre y poco a poco comienza
a transformarlo desde adentro hacia fuera de tal forma que aquellos que lo ve se maravillen del cambio
extraordinario que Dios ha hecho en la vida de estas personas. Uno puede ver varios ejemplos de esto en la
Biblia. Por ejemplo, el endemoniado gadareno, la gente se maravillaba de ver vestido y en sus cabales a aquel
que había deambulado desnudo y loco por los sepulcros: “Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a
Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su
cabal juicio; y tuvieron miedo”, (Lucas 8:35). Uno puede ver como este poder transformador cambio la vida
de una mujer que tenía 7 demonios y se había convertido en una gran servidora de Cristo: “y algunas mujeres
que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que
habían salido siete demonios”, (Lucas 8:2). Aun podemos recordar como un humilde pescador llamado Pedro,
hombre impetuoso, colérico e inconstante que negó con maldiciones a nuestro Señor Jesús fue transformado
poco a poco por este poder sobrenatural en un gran apóstol el cual maravillo hasta a los doctores de la ley de su
tiempo: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo,
se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”, (Hechos 4:13). Esto es lo que hace el
evangelio del reino de Dios, transforma totalmente la vida de los hombres no importa que se trate del peor
pecador, el Señor lo toma para engrandecerlo y para testimonio de su gran poder: “Pues mirad, hermanos,
vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que
lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo
que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha
sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se
gloría, gloríese en el Señor”, (1 Corintios 1:26-31). Así es el evangelio del reino de Dios, comienza desde
adentro y transforma el corazón del hombre y luego esta transformación crece hasta hacerse visible a los ojos
de todo el mundo, siendo estos redimidos el testimonio viviente del poder de Dios para cambiar al hombre de
tal forma que no hay nadie que haya descendido tan bajo como para que Dios lo levante y restaure su vida, aun
desde el peor basurero de este mundo puede ser tomado y experimentar esta gloriosa restauración ya que lo
único que necesita es tener fe en Jesús y Él hará el resto: “El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta
al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor”, (1 Samuel 2:8).

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