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El comienzo de la República
En el 509 a.C., cayó la monarquía de Tarquinio el Soberbio, y el 27 a.C., empezó la República con Octavio
Augusto proclamado Augusto.
Las luchas políticas y las guerras de conquista y de expansión marcan los cuatro siglos de la República.
Entre todos los hechos históricos destacó uno: la lucha entre romanos y cartagineses: guerras púnicas.
Tras la caída de la Monarquía, Roma intentó solucionar sus conflictos internos y sentar las bases
políticas y sociales de su posterior expansión militar.
Después de derrotar a volscos, sabinos y etruscos a lo largo del siglo V a.C., Roma venció a los samnitas y
a los griegos del Epiro (comandados por su rey, Pirro). Roma era prácticamente dueña de Italia.
Los cartagineses también tenían aspiraciones expansionistas, y, cuando los romanos tomaron Mesina, se
desencadenó el conflicto de las guerras púnicas (conflicto largo pero intermitente).
La Primera Guerra Púnica comenzó con el triunfo de los romanos, pero los cartagineses derrotaron a los
romanos en Drépanos y Sicilia. Finalmente, los romanos tomaron fuerzas y los vencieron en las islas
Égades.
La paz duró poco. En el 218 a.C., apareció Aníbal y provocó la Segunda Guerra Púnica. Aníbal conquistó
Sagunto, y cruzó los Alpes hacia Italia.
De la mano de Publio Cornelio Escipión, los romanos contraatacaron. Entonces, Aníbal regresó a su
tierra, pero en la batalla de Zama fue derrotado.
Cartago fue vencida, y las guerras púnicas habían terminado. Ochenta años después, Roma se había
convertido en la dueña del Mediterráneo (el Mare Nostrum).
La expansión de Roma estuvo acompañada de una situación interna inestable, marcada por las luchas
sociales.
Los hermanos Graco implantaron unas reformas que ayudaron a paliar la situación. También mejoraron
la situación de los campesinos con su reforma agraria.
Roma estuvo marcada por odios partidistas que acabaron con una serie de guerras civiles. El pueblo
celebró la llegada de Octavio Augusto, que instauró el principado (inicio del Imperio).
Mario y Sila fueron dos rivales políticos con ideas opuestas. Mario lideró a las fuerzas populistas,
mientras que Sila favorecía los intereses de los conservadores aristócratas. Este último se enfrentó a
Mario, lo venció y se proclamó dictator.
Pompeyo y César se aliaron y establecieron el triunvirato (poder compartido entre tres personas) para
restaurar el orden. Se unieron a Craso. Al final, quedaron Pompeyo y César y no fueron capaces de
situarse uno al lado del otro, por lo que se enfrentaron en Farsalia y César ganó.
Julio César distribuyó tierras, hizo repartimientos de trigo gratis, fundó colonias, y contó por primera vez
con los habitantes de las provincias. El Senado, temía que sus reformas fueran demasiado y lejos y que
su poder pudiera acabar en una restauración de la Monarquía, así que, decidieron asesinar a César en
los idus de marzo.
Octavio se asoció con Lépido y Marco Antonio para formar el segundo triunvirato, aunque volvió a fallar
y se enfrentaron los tres. Finalmente, Octavio fue investido Augustus y Princeps, y fue preparando su
imperio.
2. El imperio romano
El imperio romano duró cinco siglos (27 a.C. – 476 d.C.) y estuvo dividido por un periodo ascendente y
otro de declive.
Octavio Augusto fue investido Augustus y Princeps. Se preocupó por hacerse con el gobierno y controlar
el Estado romano y sus provincias. Comenzó con una tarea de pacificación y de disminución de
conflictos: la pax augusta. Después, embelleció Roma y promocionó la cultura romana y el latín fuera de
Roma.
Durante los siglos I y II, el poder estuvo en manos de tres dinastías diferentes: Julio-Claudia, Flavia, y
Antoninos.
Emperadores: Tiberio (conquistó Germania), Calígula (fue asesinado porque no estaba en su sano juicio),
Claudio (conquistó Britania y Tracia. Su mujer lo envenenó para que subiera su hijo Nerón al trono) y
Nerón (mandó asesinar a su madre y a su esposa. Roma sufrió un incendio del que fueron acusados los
cristianos, aunque también podría haber sido provocado por Nerón).
Emperadores: Nerva (el Senado decidió nombrar a este miembro como emperador. Este devolvió al
Senado su importancia y dio un gran empuje a las libertades públicas), Trajano (conquistó las regiones
aledañas al Rin y al Danubio), Adriano (hizo que el imperio tuviera una organización administrativa
eficaz. Además, levantó la famosa muralla que aseguraba las fronteras al norte de Britania), Antonio Pío,
Marco Aurelio, y Cómodo (llevó al Imperio a una situación comprometida. Llegó a creerse una
reencarnación del mismísimo Hércules).
A partir de aquí, se inició un declive con altibajos. Hubo emperadores de gestión más o menos positivas,
pero a partir del siglo III, Roma se las vio para mantener unido el Imperio. Sus habitantes pensaban en su
lengua materna, pero se expresaban en latín.