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Según el taoísmo, hay un orden natural en el universo, un orden basado en el equilibrio de estos
opuestos complementarios interdependientes que son el yin y el yang. Una fuerza sin la otra
no puede existir y se generan la una a la otra.
De esa misma manera también podemos clasificar dentro de este orden la noche y el
día, el frío y el calor, lo femenino y lo masculino… El equilibrio entre estos opuestos es lo que
regula la salud global, individual y de pareja.
El hombre es esencialmente yang y la mujer yin, aunque en el hombre hay yin y en la mujer
hay yang. Todos los hombres tienen atributos que se podrían clasificar como femeninos
y la mujer atributos masculinos.
Específicamente, el taoísmo considera que el hombre es yang por fuera y yin por dentro, y
la mujer, lo contrario.
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Su adaptación a nuestra vida en pareja es de un valor incalculable, tanto para la
salud y la longevidad como para enriquecer nuestra vida sexual y cambiar el paradigma
bajo el cual tenemos encuentros sexuales.
El objetivo de los taoístas es ser uno con el tao, la esencia primordial del universo, o en otras
palabras, fluir en su corriente. Solo el intercambio armónico entre lo masculino y lo
femenino permite acceder al aliento único.
A través del acto sexual armónico entre hombre y mujer, se vivencia y se conecta con
el armónico fluir entre el yin y el yang, retornando al orden natural común a todo, al tao.
1. Nos sentamos cara a cara y nos miramos largo rato. Podemos poner la
mano izquierda en nuestro corazón y la derecha en el de nuestra pareja.
2. Así colocados nos permitimos un buen rato de relajación, de presencia,
de vaciarnos de lo que no nos sirve en este momento y de llenarnos de amor.
3. Luego el hombre pasa a masajear a la mujer. Primero masajea sus senos
para activar su chi, a continuación baja por el abdomen hasta llegar a sus genitales.
Los masajea empezando por los labios externos.
4. Cuando la mujer está excitada (ella decide cuándo), la vagina recibirá y
envolverá al pene y nos quedaremos un buen rato sin movernos, mirándonos a los
ojos y atentos a las sensaciones que se generan en los genitales cuando la falta de
roce permite que se active el tacto.
5. Es importante acompasar las respiraciones y que sean lentas y profundas.
Si se produce movimiento, que sea una ondulación acompasada del cuerpo al ritmo
de la respiración, que no dejaremos que se acelere.
6. En la alquimia taoísta purista, el hombre jamás debe eyacular, pero es una
práctica peligrosa si no se realiza con conocimiento. Intentaremos prolongar al
máximo el momento de la eyaculación, que se dará cuando ella esté saciada.