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Programa de

Desarrollo
de la Familia
Carlos Pinto

L
a relación de pareja y la relación de padres con hijos en
nuestro medio generalmente es idealizada. Expresiones co-
mo “la eterna luna de miel”, hablando de la pareja, o “todo
niño viene con el pan bajo el brazo”, refiriéndose a los hijos,

Carlos Pinto
muestra esta idiosincrasia latinoamericana. En parte esta
idealización provoca que las personas lleguen a casarse y formar fami-
lias sin la preparación debida.
Esta imagen idealizada de la realidad choca con las condiciones socio-
culturales actuales y crea conflictos pero también oportunidades para
crecer. La familia hoy tiene la tarea de enfrentar no sólo las presiones Temas
en su propio seno sino también las existentes por vivir en un mundo
globalizante y posmoderno. actuales
Por un lado, el hecho más resaltante es que la familia ha dejado de ser de la
el agente primario de socialización -que anteriormente asumía junto Pastoral
con la escuela, iglesia y vecindario- en la transmisión de normas, va-
lores y comportamientos para sus hijos. Ahora la socialización ya no es Familiar
primordialmente doméstica sino extradoméstica. La televisión, el cine,
las compañías transnacionales del entretenimiento, entre otras, son
quienes fomentan cierta forma de pensar, sentir y actuar.
sus distintos momentos
Por otro lado, la familia también queda fragmentada por la migración
interna o externa, con lo cual deja de suplir el rol de defensora y pro-
tectora de sus miembros frente a las presiones de la sociedad, muchas
veces hostil al bienestar y unidad de la familia.
La familia de hoy está inmersa en constantes cambios y conflictos. La

Nuestra familia: sus distintos momentos


permanencia de sus valores culturales y espirituales está siendo su-
plantada por otros en los que domina la temporalidad y la superficia-
lidad, reflejo de la situación social contemporánea.
En este contexto, Compassion International-Ecuador y la División de
Educación de HCJB-América Latina, se unen a la iglesia y ofrecen es-
ta obra como un aporte en la tarea preventiva, educativa y discipulado-
ra para el desarrollo integral de la niñez y la familia. Asumimos en for-
ma responsable el mandato de salvaguardar a la familia creada e insti-
tuida por Dios como la receptora, proclamadora y perpetuadora de su
pacto de esperanza, justificación y restauración. ¡Si Dios está con noso-
tros (y nuestras familias e hijos) quién podrá estar en contra de nosotros
o nuestras familias!
Programa
de
Desarrollo
de la
Familia

Nuestra
familia:
sus distintos momentos

Carlos Pinto

Compassion International-Ecuador
HCJB-División de Educación
© Compassion International-Ecuador
Departamento de Programas
© HCJB-División de Educación

Primera edición, agosto 2003

Se permite la reproducción parcial de esta publicación con fines educativos


no comerciales previa autorización por escrito del Área de Comunicaciones
y Educación de Compassion International-Ecuador.

Todas las referencias bíblicas son de la Biblia versión Reina Valera 1960.

Compassion International-Ecuador
Carlos Darwin 255 y Brasil
Telefaxes (593-2) 2256-251 / 2257-685
Casilla 17-17-005
Director Nacional
FERNANDO PUGA
Gerente de Programas
CÉSAR PARRA
Especialista en Comunicaciones
CECILIA YÉPEZ

HCJB-División de Educación
Director América Latina
CARLOS PINTO

Autor: Carlos Pinto


Asesoría pedagógica: Magdalena Ortiz y César Parra
Edición y diseño: Iván Balarezo Pérez
Ilustraciones: Marcelo Zambrano

ISBN 9978-43-182-9
Derecho de autor No. 018381
Impreso en Ecuador por Imprenta Vozandes
Contenido

Presentación 5
Palabras del autor 7

Programa de Desarrollo de la Familia 9


Metodología de trabajo del manual 10
Flujo metodológico 11

Introducción
Perspectiva bíblica de la familia 13

Primera parte: La misión de la Iglesia y la familia 16


La situación actual de la familia 17
Desafíos de la misión de la Iglesia frente
a la situación actual de la familia 21
Nuestra familia en su organización y relación 25
Recomendaciones para una pastoral familiar 38

Segunda parte: Temas actuales de la Pastoral Familiar 42


¿Cómo se llevan mis papás? 43
(El proceso de crecer en pareja)

“Quisiera que mis papás no peleen tanto” 49


(Enseñar a nuestros hijos a manejar sus diferencias)

“Mami, ¿por qué mi hermano actúa diferente?” 55


(Disturbios sicológicos en la familia)

“Nunca puedo contar con mi papá” 61


(La ausencia del padre en la vida familiar)

“No confío en ti” 66


(Los celos en la pareja)

“Mamá, papá, se acabó todo” 73


(El divorcio de los hijos e hijas)

“Mi papi está sin trabajo” 79


(El desempleo como oportunidad para acercar a la familia)

“Me pidió hacer cosas raras” 85


(Abuso sexual infantil)

“Papá, mamá, ¿qué es una agresión sexual?” 92


(Formas de violencia sexual en nuestro medio)
Las miradas secretas del adolescente 98
(Adolescencia y pornografía)

¿En busca del Príncipe Azul o la Mujer 10/10? 104


(El enamoramiento juvenil)

“Si todos lo hacen, ¿por qué no yo?” 110


(Sexualidad y adolescencia)

“Mamá, estoy embarazada” 116


(Adolescente, soltera y embarazada)

“Mi padre fue abusado en su niñez” 123


(El secreto que muchos hombres evitan confesar)

“¿Puedo traer a mi enamorado a casa?” 128


(Enamoramiento juvenil y relaciones familiares)

“¿Por qué hueles esa funda?” 134


(Fundas y sustancias inhalantes: una combinación fatal)

“No pasa nada con probar” 143


(El peligroso mundo de las drogas)

“Mis papás sólo hablan el idioma de la correa” 149


(Formas alternativas de disciplinar a los hijos)

Amigos, amigas... pero rivales 155


(Manejar las diferencias entre hermanos)

“Si alguien recibe a uno de estos pequeños...” 159


(Los niños trabajadores de la calle y la iglesia)

“Tu papá es un borracho” 165


(Alcoholismo en la familia)

“Papá, mamá, ¿de dónde vienen los bebés?” 169


(La educación sexual en el hogar)

“Yo soy también la mejor persona del mundo” 175


(Forjar un carácter sano en los niños y niñas)

“El sida... sí da” 180


(Prevención temprana en niños y niñas sobre el VIH/Sida)

Bibliografía consultada 189


Presentación

L
a relación de pareja y la relación de padres con hijos en
nuestro medio generalmente es idealizada. Expresiones co-
mo “la eterna luna de miel”, hablando de la pareja, o “todo
niño viene con el pan bajo el brazo”, refiriéndose a los hijos,
muestra esta idiosincrasia latinoamericana. En parte esta idealiza-
ción provoca que las personas lleguen a casarse y formar familias
sin la preparación debida.
Esta imagen idealizada de la realidad choca con las condiciones
socioculturales actuales y crea conflictos pero también oportuni-
dades para crecer. La familia hoy tiene la tarea de enfrentar no só-
lo las presiones en su propio seno sino también las existentes por
vivir en un mundo globalizante y posmoderno.
Por un lado, el hecho más resaltante es que la familia ha dejado
de ser el agente primario de socialización -que anteriormente asu-
mía junto con la escuela, iglesia y vecindario- en la transmisión de
normas, valores y comportamientos para sus hijos. Ahora la socia-
lización ya no es primordialmente doméstica sino extradoméstica.
La televisión, el cine, las compañías transnacionales del entrete-
nimiento, entre otras, son quienes fomentan cierta forma de pen-
sar, sentir y actuar. El valor ya no es lo corporativo sino lo indivi-
dual, especialmente en el mundo urbano. Ya no se responde a la
consigna nacional sino a la internacional, a modelos de vida y cul-
tura ajenas a nuestra realidad latinoamericana. Ésta es una de las
mayores crisis que enfrenta la familia y los padres la sienten de
manera especial porque se dan cuenta de que cada vez tienen
menor injerencia en la vida de sus hijos e hijas.
Por otro lado, la familia también queda fragmentada por la migra-
ción interna o externa, con lo cual deja de suplir el rol de defen-
sora y protectora de sus miembros frente a las presiones de la so-
ciedad, muchas veces hostil al bienestar y unidad de la familia.
Es necesario que la familia reciba apoyo para optimizar sus poten-
cialidades y promover en sus integrantes una calidad de vida
acorde con los principios del Reino de Dios. Para ello, la familia
congregacional es el espacio indicado: la iglesia puede ofrecerse
como la casa sustituta donde la familia espiritual conviva y supla
las carencias de quienes, por una u otra razón, no gozan de una
vida familiar armoniosa. Para Jesús, su familia no sólo fue su ma-
dre, su padre y sus hermanos biológicos sino las multitudes. Su
sentido de familia trascendía su casa, su pueblo, su etnia y su país.

HCJB-División de Educación
El pueblo cristiano está llamado a constituir familias sólidas que
sean portadoras y generadoras de salud por su organización, por
su forma de relacionarse entre sus miembros y por su modo de in-
fluir en su entorno social. Una familia saludable se evidencia por-
que puede comunicarse entre sus integrantes, expresa sus senti-
mientos apropiadamente, enfrenta desacuerdos, crisis y conflictos
en forma respetuosa, vive una organización y distribución del po-
der que no es rígida, siente lealtad y apego emocional hacia sus
miembros, acepta que cada niño o niña son únicos y los trata de
esa manera; la relación entre los esposos es fluida y ambos asu-
men su labor de padres, y todos en la familia se afirman mutua-
mente e intentan amar y perdonar como Dios lo hizo con ellos.
La familia de hoy está inmersa en constantes cambios y conflictos.
La permanencia de sus valores culturales y espirituales está sien-
do suplantada por otros en los que domina la temporalidad y la su-
perficialidad, reflejo de la situación social contemporánea.
En este contexto, Compassion International-Ecuador y la División
de Educación de HCJB-América Latina, se unen a la iglesia y ofre-
cen esta obra como un aporte en la tarea preventiva, educativa y
discipuladora para el desarrollo integral de la niñez y la familia.
Asumimos en forma responsable el mandato de salvaguardar a la
familia creada e instituida por Dios como la receptora, proclama-
dora y perpetuadora de su pacto de esperanza, justificación y res-
tauración. ¡Si Dios está con nosotros (y nuestras familias e hijos)
quién podrá estar en contra de nosotros o nuestras familias!

Fernando Puga James Estes


Director Nacional Director Región América Latina
Compassion International-Ecuador HCJB

Compassion International-Ecuador
Palabras del autor

A Dios por haberme dado la oportunidad de nacer y renacer, y por


ahora brindarme la oportunidad de comunicar en forma escrita lo
que las familias trajeron a consulta.
A mi familia, a Rebecca, mi compañera de vida y aventuras, a mi
hija Susana y a mi hijo Gustavo por haberme inspirado y a la vez
haberme permitido usar algo de su tiempo para que pueda escri-
bir esta obra.
Finalmente, agradezco a los directores de Compassion Internatio-
nal-Ecuador y HCJB por la invitación y confianza brindadas en la
tarea de aprender y escribir lo que significa ser familia.
¡A Dios sea la gloria!

HCJB-División de Educación
Programa de Desarrollo de la Familia

El Programa de Desarrollo de Familia es un proceso que apunta a


trabajar, con el apoyo de los pastores, en el fortalecimiento de las
familias de la comunidad a la cual sirve la iglesia.

Objetivos
• Desarrollar herramientas adecuadas para apoyar el desarrollo
de los niños, las niñas y los adolescentes por medio de un pro-
ceso educativo dirigido a sus familias.
• Aportar a la Iglesia Evangélica con una herramienta de soporte a
los pastores en su labor de acompañamiento a las familias de los
niños, las niñas y los adolescentes en riesgo que asisten a sus co-
munidades de fe.
• Capacitar a los pastores y líderes de las iglesias en el proceso de
acompañamiento a todas las familias de sus comunidades de fe.

Administración
El Programa será administrado directamente por los líderes de las
iglesias locales, quienes tienen necesariamente que:
• Poseer un firme llamado hacia la pastoral de los niños, las ni-
ñas, los adolescentes y sus familias.
• Tener un vivo interés por estudiar y comprender las distintas si-
tuaciones sociales que los niños, las niñas, los adolescentes y
sus familias enfrentan a diario.
• Construir una comunicación abierta con los niños, las niñas, los
adolescentes y sus familias con las que trabaja en su iglesia y co-
munidad, para que encuentren formas de resolver sus problemas.
• Acudir a la Palabra de Dios en oración para obtener dirección
de parte de Dios para el acompañamiento de los niños, las ni-
ñas, los adolescentes y sus familias.
• Recibir de su iglesia el respaldo cotidiano necesario para ejer-
cer este ministerio.
• Ser un ejemplo de virtud con su propia familia.
• Estar capacitados en el manejo de este Manual para poder apo-
yar a los niños, las niñas, los adolescentes y sus familias.

HCJB-División de Educación
10
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Metodología de trabajo del manual

Compartir experiencias y hacer de ellas un modelo de aprendiza-


je es la clave de todo proceso educativo. Educar es un privilegio y
no una obligación, por lo tanto, cada uno de los temas tratados en
este manual tiene su respectivo análisis complementados con dos
apartados llamados recomendaciones y metodología.
Las recomendaciones son sencillas sugerencias para ayudar a ver
cumplidos los objetivos de aprendizaje de cada tema. El proceso
educativo que toma en cuenta tanto a los niños, las niñas y los
adolescentes en riesgo, como a la familia o lo que exista de ella,
necesita un lenguaje directo. Trabajando juntos se puede hacer de
la convivencia un hecho sano, productivo, libre y feliz.
La metodología es un instrumento sencillo y práctico para ser
usado en el proceso de acompañamiento por familiares, líderes y
pastores. En ella se proponen actividades que van a ser desarro-
lladas tanto en el hogar como en la iglesia o comunidad de fe.
Aplicarlas demanda planificación previa y, en muchos casos, exi-
ge un seguimiento posterior en el cual se afirma lo aprendido.
Quien o quienes realicen la tarea de mediadores de aprendizaje o
facilitadores necesitan apoderarse de dos verdades:
• El poder de la palabra, por la cual se construye, se modifica, se
bendice; y
• La actitud saludable, proactiva y visionaria del ser humano que
es impactado por el poder de Dios.
El privilegio de enseñar reside en el uso de ambas verdades para
producir de este modo una estructura dinámica que provoque cam-
bios sustanciales en las personas y su situación. De esta manera, ca-
da persona podrá asumir responsablemente su misión de ser mujer
u hombre porque ha aprendido a decir su propia palabra con el
respaldo de Dios y de la fe.

Compassion International-Ecuador
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Flujo Metodológico

Análisis temático

Reflexión

Tema
Recomendaciones

Metodología

HCJB-División de Educación
INTRODUCCIÓN
Perspectiva bíblica de la familia PARA CRECER EN PAREJA

“Honroso sea en todos


el matrimonio y el lecho
sin mancilla...”
Hebreos 13:4

L
A FAMILIA es la unidad social básica que Dios crea y con la
cual Dios establece su pacto de amor haciéndola proclama-
dora de su Creador y receptora y defensora de los valores de
su Reino. Toda la creación fue puesta a disposición de Adán y Eva
quienes se constituyeron en la primera familia que Dios creó. Es-
ta pareja (hombre y mujer) es llamada a procrear, a desarrollar la
familia, la sociedad, la iglesia, la ciencia, el gobierno, etc.
En resumen, la familia está llamada a reflejar la naturaleza y el
pacto de Dios en su forma de vida, encargándose de desarrollar y
preservar lo creado por Él. “Yo seré su Dios y ustedes serán mi
pueblo”, resume el pacto, e implica una total, constante y mutua
fidelidad (Adán y Eva, Abraham, Moisés, etc.), y provee un pro-
pósito específico a la existencia de la familia.
La forma en que Dios inicia su creación muestra que: 1) La familia
es prioritaria en su creación y con ella inicia su comunicación; 2) La
familia, desde la perspectiva bíblica, es única en su naturaleza y fun-
ción, pues tiene características de organización y relación muy par-
ticulares; 3) La caída no elimina el propósito que Dios dio a la fami-
lia de ser la que asuma una responsabilidad pactada previamente.
El gran diluvio en tiempo de Noé muestra el juicio y luego la re-
novación del pacto de Dios, lo cual indica que la caída no elimina
el rol histórico que Dios ha dado a la familia de ser la unidad so-
cial central en su creación. La familia sigue siendo la que debe vi-
vir en comunión con Dios, reflejar la naturaleza de Dios y ser la
administradora de su creación. La forma cambia pero no la natu-
raleza ni la función de la familia.
La unidad trinitaria o tripersonal de Dios es el modelo que muestra la
unidad sin perder la identidad individual en un contexto de fidelidad.
La unidad en el ámbito de la familia implica unidad en términos emo-
cionales, espirituales, materiales, en la vida de pareja. Esta unidad es
identificada en términos bíblicos como ser “una sola carne”, lo cual
deja ver la naturaleza de Dios en términos de unidad y fidelidad.
La unidad de la pareja en este contexto significa amor mutuo, su-
jeción mutua y buscar afirmar y promover en el otro u otra, la ima-
gen de Dios y el propósito para el cual fueron ambos creados.

HCJB-División de Educación
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

La vida de pareja no se guía por el principio utilitarista de buscar


que la pareja “le haga” feliz a uno. Por el contrario, el diseño de
Dios para el matrimonio y la pareja va más allá y percibe al matri-
monio como el espacio donde cada persona asume el compromiso
de relacionarse con su pareja en forma análoga a la que Dios se
relaciona con su esposa, simbolizada por la Iglesia. En este mode-
lo el amor y el perdón son valores eternos y prima sobre las faltas
y conflictos temporales.
Sin embargo, esta unidad y fidelidad no es una característica de
la familia actual. Por ejemplo, la incidencia de divorcio —hasta el
50% en algunos países—; la incidencia de violencia doméstica, el
incremento de la infidelidad, el incremento de familias monopa-
rentales, etc., no reflejan el diseño que Dios estableció para la fa-
milia ni reflejan su naturaleza.
Otro aspecto que la familia está llamada a reflejar de la naturale-
za de Dios es el modelo parental relacional, es decir, la forma en
que los padres y madres se relacionan con sus hijos e hijas. En su
rol como padre, en su relación con nosotros sus hijos e hijas, Dios
muestra que los padres de familia estamos llamados a vivir en
comunión con nuestras propias familias.
Dios como padre muestra un amor firme y misericordioso para con
sus hijos e hijas (nosotros). Él es fiel y constante con su tarea pa-
rental y no nos abandona por estar demasiado ocupado en las co-
sas del Reino; más bien, las cosas del Reino son las vidas de sus
hijos e hijas. Su relación con sus hijos es jerárquica pero está im-
pregnada de amor: el padre tiene autoridad pero ella está guiada
por el amor y por lo tanto no es una relación asimétrica de abuso.
Los sicólogos hemos comprobado que un sistema parental de dis-
ciplina físico abusivo es mucho más dañino que la ausencia de un
sistema parental disciplinario. En otras palabras, no es recomen-
dable que la familia viva en un sistema desordenado, caótico e im-
predecible. Pero esto es, tal vez, mejor que un sistema de discipli-
na rígido y basado en el castigo.
El actual incremento de familias monoparentales donde la esposa e hi-
jos son abandonados por el esposo y padre, muestra la poca seriedad
con que los varones asumen su responsabilidad. La casi total ausencia
física y sicológica del padre en los hogares que sí cuentan con ambos
progenitores también es muy común y es otra muestra de la ligereza con
la que se asume este rol, lo cual no refleja la naturaleza y función del rol
parental y de la familia de acuerdo con los propósitos de Dios.
Vale la pena resaltar que las investigaciones sicológicas reafirman
que la ausencia sicológica del padre es más dañina que su ausen-
cia física. Cuando el padre está en casa pero no se relaciona con
los hijos, no juega con ellos, no sueña con ellos, no los afirma, etc.,

Compassion International-Ecuador
15
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

provoca un sentimiento de desapego emocional en los hijos lo


cual lleva a que ellos desarrollen una serie de conflictos emocio-
nales e interpersonales, que se reflejan en decirse: “yo no sirvo”,
“no soy importante”, etc.

Reflexión
La constitución de la familia fue y es, indudablemente, el mejor
invento de Dios, la mejor alternativa de vida, el espacio ideal para el
desarrollo y enriquecimiento de cada uno de los miembros que la
forman. Los valores espirituales, éticos, sociales, afectivos, tienen su
cuna en la familia, y es allí donde el Padre transparenta su natu-
raleza, su parentesco con su creación y su eterno amor en beneficio
de la vida humana. Quien desea dejar huellas en su tránsito por esta
tierra, necesita reconocer que ello sólo será posible gracias al
amparo y fortaleza de la presencia de Dios.

Recomendaciones
1. Mantengan comunión íntima y constante con el Creador.
Desarrollen un estilo de vida que demuestre que Él es “amparo
y fortaleza” en toda circunstancia.
2. Corran riesgos, inventen situaciones y esperen.

Metodología
1. Provéanse de un devocionario y síganlo fielmente. Anoten las
citas bíblicas de referencia y las respuestas que Dios les comu-
nica. Habilitarse en esta conversación es fundamental.
2. Si no tienen un devocionario creen uno. Lean diariamente dife-
rentes porciones bíblicas. Integren sus palabras con sus acciones:
quienes les rodean verán en ustedes un modelo. Pidan al Señor
sabiduría para actuar.
3. Muéstrense en todo momento auténticos. Su hogar es el mejor
laboratorio experimental. Su cónyuge y sus hijos e hijas agrade-
cerán sus iniciativas (conversaciones sobre fotos, revistas, videos
y a veces programas de televisión). A través de ellas pueden abrir
espacios vitales para interactuar. Naturalmente, esperen no sólo
las sorpresas de Dios, sino también de los suyos. No se “coman
la vida” sin hacer nada. Añorar, soñar, proyectar, arriesgarse a
actuar, agrada al corazón del Padre Celestial.

HCJB-División de Educación
Primera parte
La misión
de la
Iglesia
y la
Familia
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

La situación actual PARA R ECORDAR

de la familia Dios creó a la familia


para que ella administre
y se sirva de todo lo
creado para ella.

E
n forma resumida mencionemos algunos aspectos resaltantes
sobre la situación actual de la familia: 1) La familia sobrevive
en forma creativa en una sociedad que no la protege sino que
más bien la desprotege y atenta contra su bienestar espiritual, emo-
cional, social y material; 2) La familia vive procesos de crisis y rea-
juste en su forma de organización, en su forma de relación y en su
forma de concepción, al enfrentarse con valores ajenos y contrarios
a su cultura y a su fe; 3) Las mayores crisis de la familia son: crisis
de valores, crisis del significado de la vida y crisis de ser familia en
las aldeas electrónicas y globalizantes de hoy.
Las crisis políticas, económicas, sociales (guerrillas, narcotráfico,
comercio informal, deshumanización de la sexualidad, incremen-
to de violencia intra familiar, divorcio, adicciones, relaciones ex-
tramatrimoniales, etc.) y la globalización afectan la naturaleza, or-
ganización y función de la familia.
Por ejemplo, la globalización ha provocado en nuestras socieda-
des que las pequeñas empresas nacionales tengan que cerrarse
por no poder competir con las empresas transnacionales, situación
que ha dejado a muchas familias desempleadas.
Dios creó a la familia para que ella administre y se sirva de todo
lo creado para ella. Sin embargo, la situación actual de la familia
muestra que la sociedad se ha tornado en enemiga de la familia y
no en la que provee para el bienestar de ella. La sociedad se ha
convertido en generadora de conflictos agudos para la familia.
Otra ilustración de esta situación son los conflictos desencadena-
dos por el conocido incremento de olas migratorias (internas y ex-
ternas) en nuestros países. Las familias han optado o han sido for-
zadas a migrar del campo a la ciudad o de un país a otro, ya que
sus propias sociedades no les han brindado las condiciones nece-
sarias para su bienestar. El resultado de este fenómeno es el desa-
rraigo y la fragmentación familiar.
Los padres que viven en tierras extrañas, desarraigadas de su
cultura, provocan que los hijos —a veces menores de edad— asu-
man roles seudoparentales y que sus padres “cumplan” su rol a
distancia. Numerosos estudios indican la importancia de la pre-
sencia física y emocional de los padres, la cual tiene un impacto

HCJB-División de Educación
18
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

directo en el desarrollo apropiado de la personalidad. Por el con-


trario, la ausencia de los padres provoca desórdenes emocionales
y conductuales.
Cuando los padres se ausentan por haber emigrado en búsqueda
de mejoras económicas, hay en ellos un sentimiento de culpabili-
dad que muchas veces se intenta compensar enviando dinero y
bienes materiales a los hijos. Esto provoca que los hijos se alienen,
se separen más de sus padres y sustituyan esta relación parental
con los objetos que compran o reciben de sus padres, lo que cau-
sa que ellos perciban a la sociedad y a sus padres como deudores,
a quienes creen que tienen el derecho de exigir y esperan que to-
do el mundo les brinde un trato especial. En esta dinámica, los hi-
jos se convierten en exigentes de servicios para ellos y no en con-
tribuyentes para su familia o para la sociedad.
Sin embargo, también puede ocurrir una situación diferente: la
migración de los padres provoca la maduración prematura de al-
gunos miembros de la familia. En algunos casos, los hijos que
quedan asumen los roles seudoparentales ya mencionados, y se
perciben como responsables del cuidado de la familia, por lo cual
desarrollan un sentimiento de responsabilidad y madurez más allá
del que les corresponde en su estado de desarrollo sicosocial.
También las bondades de la tecnología han convertido a nuestras
sociedades en parte de la llamada “aldea mundial”, lo cual nos
permite conocer otras realidades y evita que vivamos en un aisla-
miento cultural, pero a costa de perder los valores de la cultura lo-
cal, incluido el significado de ser familia.
Por ejemplo, los padres de familia sienten que han perdido espa-
cio en su rol como agentes educadores de sus hijos. Ya no son los
padres quienes trasmiten a sus hijos los valores familiares o cultu-
rales sino los medios masivos. El resultado es que la nueva gene-
ración “virtual” absorbe los valores de consumo, inmediatez, gra-
tificación instantánea; percibe la vida en forma artificial, sin
entender la diferencia entre lo virtual y real.
En esta era electrónica los padres son reemplazados por los me-
dios masivos quienes enseñan a los hijos cómo pensar, sentir y ac-
tuar, formas que generalmente son opuestas a los valores del Rei-
no de Dios.
En la actualidad la tecnología y la globalización han provocado
que en nuestras familias convivan dos culturas: la cultura del
país local y la cultura global o mundial. El efecto de la convi-
vencia de lo local y mundial es que la familia se desarrolla con
dos sistemas de valores y significados de la vida, muchas veces
diferentes.

Compassion International-Ecuador
19
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Por ejemplo, la cultura local ha enseñado el valor de las personas,


el valor de las cualidades internas, el valor del respeto a los pa-
dres, el valor de la convivencia comunitaria, el valor del sufri-
miento y la importancia de luchar por la justicia; el valor de la
lealtad familiar, el valor de la fe cristiana.
Pero la cultura global enseña el valor de los objetos y del yo
(egoísmo, amor desmesurado por uno mismo, ser adolescentes
“crónicos”) y desvalora la familia y la comunidad; valora lo exter-
no y no lo interno; valora la gratificación de los gustos y deseos
personales sin importar la injusticia social existente; enfatiza en el
valor de la lealtad a uno mismo y no a la familia; acentúa el valor
de la belleza externa, la juventud y rechaza lo que no provoca ga-
nancias, y la adultez.
Esta ideología no desea crear una sociedad justa sino consumir y
gratificarse con lo que la sociedad produce para hacer de la vida
una vida fácil. Se trata de un hedonismo, un interés egoísta en
buscar sólo el propio placer y que hoy se ha vuelto colectivo, y que
beneficia a quienes producen y venden bienes pero no a los sec-
tores de la sociedad que viven en condiciones de grandes limita-
ciones, a pesar de haber ingresado ya en el siglo 21.
En la actualidad el mapa sobre el significado de la vida no lo pro-
veen los padres sino los medios masivos. Antes eran los refranes de
los abuelos, las confesiones de fe o las consignas de los partidos po-
líticos las que impartían valores y mapas sobre el significado de la
vida y cómo vivirla. Ahora son las letras de las canciones de moda,
las estrellas de Hollywood, las poses y mensajes de los musicales de
TV, las películas, telenovelas, etc. Éstas son las fuentes que ahora
proveen puntos de referencia cognitivos, afectivos y conductuales.
En resumen, los valores que nuestra sociedad promueve son valo-
res extraños adoptados por la actual generación apática, sin
interés por nada, y fascinada por las máquinas electrónicas. Nues-
tras sociedades están en guerra con la familia. La familia no es
protegida por su sociedad sino avasallada por ella.

Reflexión
Hoy más que nunca la iglesia o la comunidad de fe necesita hacer
un alto en su diario vivir para enfocarse con claridad y veracidad
en el papel que le corresponde: Ser “sal y luz”. Su actuación y
desempeño es trascendental, pues la influencia que la iglesia
ejerce en la sociedad es para bien o para mal. Esta influencia la
marcan no solamente los pastores o líderes, sino cada uno de los
miembros, con su vida dentro y fuera de su familia. El hogar sigue
siendo la llama que conserva el calor humano.

HCJB-División de Educación
20
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Recomendaciones
1. En grupo o en forma individual, dialoguen en torno a preguntas
PARA LA IGLESIA como:
• ¿Hay emigrantes en nuestra comunidad?
• ¿Quiénes son las personas que emigran?
• ¿Por qué lo hacen?
• ¿En qué condiciones se hallan los miembros de la familia que
permanece? Etc.
2. Reflexionen sobre estos temas en el marco de la vida de la
iglesia.
3. Promuevan encuentros familiares.

Metodología
1. Aprovechando un feriado o simplemente una tarde de sábado o
domingo, reúnan a varias familias que conocen a emigrantes o
viven en carne propia esta situación. Pueden abrir la conver-
sación usando alguna noticia publicada por algún medio de
comunicación. Permitan varias opiniones, mantengan un clima
de absoluta libertad de expresión y tolerancia.
2. Al contestar las preguntas, anótenlas en un papelógrafo o pidan
que alguien las vaya registrando. Aquí es pertinente hacer aclara-
ciones sobre prejuicios, mitos o malos entendidos acerca de la
migración. Es importante establecer una relación entre el tema y
la enseñanza bíblica. Pasajes tomados del libro de Éxodo, como:
el cruce por el mar Rojo (capítulo 14); la provisión de agua y
maná (capítulos 16 y 17); así como las leyes y mandatos de Dios
en nuevas tierras, darán enfoques interesantes a la reflexión
sobre el tema.
3. A semana seguida pueden organizar una reunión dentro o fuera
de la comunidad, según las condiciones económicas lo permitan.
Lo importante será intentar cubrir necesidades afectivas y de
relación con las personas que sufren por este proceso. Añadan a
las actividades comedias o representaciones de situaciones
jocosas para buscar valores positivos y ponerlos en práctica.
Estudiar y apropiarse de las promesas contenidas en Éxodo
23:20-25 son reposo para el alma y gozo para el espíritu.

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Desafíos de la misión PARA RECORDAR

de la Iglesia frente a La Iglesia está llamada


a ser un agente de
promoción humana y
catalizadora de procesos

la situación actual de de desarrollo de la


familia de la fe
y de la comunidad
de su entorno.

la familia

S
igmund Freud, el famoso siquiatra europeo, decía que una
persona saludable es aquella que puede trabajar y amar. Es-
ta afirmación implica que una sociedad saludable es aquella
que provee lo necesario para que las personas puedan trabajar
honradamente, lograr beneficios materiales y a su vez puedan es-
tar saludables emocionalmente para amarse y amar en forma
apropiada. Pero si la sociedad no cumple con este rol, da a luz in-
dividuos no saludables que a su vez crean una sociedad enferma.
El desafío de la Iglesia es asumir un rol proactivo (que cree ideas y
las ponga en práctica) educando, empoderando (apoderándose de
las capacidades que tiene) y movilizando a la familia para que pue-
da retomar la misión que Dios estableció para ella como receptora,
defensora y proclamadora del pacto y de los valores del Reino de
Dios. En el contexto latinoamericano, la Iglesia está llamada a ser
un agente de promoción humana y catalizadora de procesos de de-
sarrollo de la familia de la fe y de la comunidad de su entorno.
En el contexto actual, la Iglesia necesita ayudar a que la familia
construya el significado de ser familia en el contexto de las crisis
sociales, económicas y políticas, así como de la cultura tecnológi-
ca en que vive. Es urgente y prioritario que la Iglesia ayude a la
familia a un proceso de construcción y apropiación del propósito
para el cual fue creada.
La Iglesia requiere ser un santuario donde se proteja, respalde y
oriente a la familia en este proceso de reconstrucción y construc-
ción en el sentido profético, según los diseños que Dios optó para
ella. La familia fue y es la prioridad de Dios; no el individuo solo
o los intereses económicos.
Los conflictos sociales, económicos, así como la fuerza de la cultu-
ra tecnológica y global, han creado una crisis de valores, y la Igle-

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

sia está llamada a proveer un mapa donde se exprese el rol de la


familia y la forma de relacionarse en ella. Frente a los movimien-
tos feministas sesgados, el incremento del divorcio, el incremento
de la violencia intrafamiliar, es prioritario que la Iglesia asuma un
rol profético en la forma de organizarse, relacionarse y anunciar el
diseño de Dios para la familia.
Ser familia en el Reino de Dios es ser familia que refleja la natu-
raleza del amor de Cristo; donde coexisten la fidelidad, el com-
promiso, el amor y la justicia, y producen personas saludables
que administran e imparten en sus sociedades los valores del Rei-
no de Dios. Es donde hay familias que constantemente viven pro-
cesos de reforma espiritual, reforma relacional y son agentes de
cambio en la sociedad a la que pertenecen y a la cual Dios quie-
re restaurar.
La Iglesia necesita asumir un rol proactivo en el tema de género.
La población femenina ha sido impactada por el pensamiento fe-
minista y las relecturas teológicas desde el enfoque de género. Es-
tas fuerzas, acompañadas por el contexto socioeconómico donde
la mujer ha incursionado al campo laboral remunerado, han pro-
vocado un cambio en la percepción que la mujer tiene de sí mis-
ma y en las expectativas que ella tiene del trato por parte del va-
rón y de su pareja. La Iglesia tiene el deber de acompañar tanto
al hombre como a la mujer a releer el significado de ser varón,
mujer, de ser esposa/madre, esposo/padre. Lo encontrado es que
existe un ideal de este perfil pero otro opuesto, y real, que crean
confusión en las relaciones domésticas y públicas.
La Iglesia necesita rediseñar su propuesta pastoral desde el enfo-
que de género para corregir ciertas enseñanzas que han promovi-
do, en vez de corregir, relaciones asimétricas que han perpetuado
la ideología machista y la violencia que el hombre ha ejercido so-
bre la mujer.
La Iglesia está llamada a iniciar un proceso de reconectar a la fa-
milia con la familia de Dios (la comunidad de creyentes) y a des-
conectarla de agentes tóxicos y ajenos a su bienestar. Es priorita-
rio que la Iglesia sea catalizadora de un proceso en el que la
familia retorne al hogar, el cual fue diseñado por Dios para ser el
lugar de relación, de mutua valoración, de mutua atención, de
mutua conversación, de mutua fidelidad, de mutuo amor y cariño.
Reconectar a la familia con la familia de Dios y desconectarla de
lo electrónico. Reconectar a la familia con sus historias, con su vo-
cación de ser receptora del pacto de Dios y desconectarla de la
creencia de ser receptora de la ideología de Hollywood. Reconec-
tar a la familia con la importancia de protegerse mutuamente y ser
fieles a ella, y desconectarla de la explotación por su sociedad, de

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

la ciega incursión en una carrera de superación individual, dejan-


do de lado al resto de su propia familia. No hay que olvidar que
muchas personas que migraron han iniciado en otras tierras una
nueva relación, abandonando a la primera familia —motivo por la
cual iniciaron este viaje—, y traicionando así la esperanza que su
familia depositó en él o en ella.
La Iglesia requiere asumir un rol profético y contracultural ense-
ñando y recordando a las parejas y familias de su comunidad su
responsabilidad como receptoras y proclamadoras del pacto de
Dios. Hacerlo es una señal de respeto y de fidelidad a lo que Dios
ha establecido para la familia, y llevará a que la familia experi-
mente relaciones saludables en su interior; garantizará la forma-
ción de personas saludables que promoverán a su vez el desarro-
llo de una sociedad saludable.
En otras palabras, honrar el pacto de Dios en la familia tiene re-
percusiones saludables tanto a nivel individual y doméstico, como
a nivel público.
Finalmente, la Iglesia requiere hacer un diagnóstico de la situa-
ción actual de su familia y de la sociedad en la que vive y diseñar
un programa de promoción, defensa y reorientación de la familia,
a través del kerigma (proclamación), del didajé (educación), del
cuidado pastoral y del rol profético.
El propósito de esto es promover un movimiento de reforma don-
de la sociedad y familia se convierta y cambie en su organización,
relación y concepción a través de la apropiación del diseño que
Dios estableció para la familia, denunciando las estructuras que
atentan contra este diseño y promocionando aquellas que fortale -
cen la naturaleza y función de la familia.
La promesa de Dios es que al “apropiarse del diseño de Dios pa-
ra la familia”, al honrar la fidelidad a su pacto, Dios bendecirá a
las familias y a las sociedades a las que éstas pertenecen, con el
Shalom: salud y paz integrales.
Hoy esto tiene especial relevancia porque la niñez requiere atención
urgente. El apoyo al fortalecimiento familiar desde la iglesia motiva-
ría el deseo de construir vidas equilibradas en los niños, niñas y ado-
lescentes. Toda la iglesia ha de trabajar en favor de los más vulnera-
bles, en bien de ellos y ellas que no son sólo la esperanza futura, sino
una realidad presente y merecen respeto, confianza y ternura.

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Reflexión
Marcos 10:16 registra un hermoso cuadro del amor de Jesús para
los niños y niñas. No sólo que los abraza sino que también los ben-
dice “poniendo sus manos sobre ellos”. El amor que no se expre-
sa en acción se esfuma, no deja huella, no engendra vida. Socie-
dades como las nuestras, vanas y apresuradas, necesitan por su
propio bien hacer un alto y contemplar a los niños, niñas y adoles-
centes como sus iguales. Hay que apoyarlos sin reserva y prote-
gerlos, pues en ellos está el corazón del amoroso Padre Eterno.

Recomendaciones
1. Dimensionen la acción de Jesús en el pasaje anotado.
PARA LA IGLESIA 2. Contrástenlas con las acciones de la sociedad actual.
3. Establezcan prioridades en las actividades de la iglesia. ¿Nos esta-
mos equivocando sobre lo que consideramos más valioso?

Metodología
1. Los grupos que tienen responsabilidades con niños, niñas y ado-
lescentes, deben estudiar y establecer los puntos relevantes de
Marcos 10:13-16; Mateo 19:13-15 y Lucas 18:15-17. Guíense
por preguntas como: ¿Qué hizo Jesús con los niños? ¿Cómo los
miran las personas adultas? ¿Por qué les impiden acercarse a
Jesús? ¿Hay temor en los discípulos de Jesús? Visualicen el com-
promiso de la iglesia frente a estos grupos humanos.
2. Pidan que las personas relaten casos concretos de tratos dis-
criminantes hacia los niños, niñas y adolescentes, y busquen
soluciones inmediatas y reales para tales situaciones. Provéanse
de documentos de organizaciones que amparan y protegen a los
menores para conocer los mecanismos legales actuales para uti-
lizarlos dentro de la iglesia, en acción positiva hacia la sociedad.
3. Con la participación personal de pastores y líderes, revisen las
prioridades de la iglesia para ayudar a cubrir necesidades básicas
de estos grupos. Destinen mayores recursos del presupuesto de
su comunidad de fe a los niños, niñas y adolescentes. Pidan a
hermanos y hermanas que están comprometidos con las tareas
de atención, supervisar y cuidar con mayor cuidado el dinero gas-
tado en el desarrollo de las actividades.

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Nuestra familia PARA R ECORDAR

en su organización Ser una sola carne


implica una
relación de unidad
interdependiente

y relación espiritual, emocional


y física.

L
a familia fue definida tradicionalmente como un grupo de
personas que tienen una relación sanguínea. En la actuali-
dad la familia se identifica como la agrupación de personas
que viven juntos, unidos no exclusivamente por líneas sanguíneas
sino también por razones de sobrevivencia económica.
Por ejemplo, una madre sola acuerda arrendar una casa en con-
junto con otra madre sola para así ayudarse mutuamente en los
gastos de la casa y a la vez turnarse en el cuidado de los hijos. De
esta manera se conforma una nueva forma de ser familia. Las Es-
crituras plantean que una familia se forma cuando un hombre y
una mujer, que dejan la casa de sus padres, se unen bajo un com-
promiso de fidelidad y de compañerismo permanente.
La definición dada por los sicólogos con orientación sistémica,
perciben a la familia como una unidad, un sistema, un conjunto de
personas que conviven gobernadas por ciertas reglas acordadas,
que les permite lograr su objetivo común. En este sentido la fami-
lia tiene la característica de proveer un ambiente de interdepen-
dencia entre sus miembros.
Cada persona en la familia no actúa como una unidad autónoma;
por el contrario, lo que hace, siente y comunica una persona en la
familia (por ejemplo el padre) afecta al resto de los otros miembros
(la madre, los hijos e hijas). Y el comportamiento de los hijos o es-
posa afecta en cómo se siente y actúa el padre.
Este concepto de interdependencia se encuentra también en la Bi-
blia cuando indica: “El hombre dejará a su padre y madre para
unirse a su pareja y ser una sola carne” (Génesis 2:24). Ser una so-
la carne implica una relación de unidad interdependiente espiri-
tual, emocional y física.
En general las personas integrantes de una familia tienen dos me-
tas comunes: la promoción del bienestar emocional de las perso-
nas adultas y del desarrollo integral de las hijos e hijas. Los padres

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

se sienten realizados con el desarrollo de los hijos y en ese senti-


do surge una interdependencia emocional.
Los hijos dependen materialmente de los padres para su sosteni-
miento diario. En este sentido los miembros de la familia están co-
nectados por las actividades que realizan y por las experiencias
que comparten conjuntamente en forma cotidiana.
Estas experiencias vividas conjuntamente provocan el desarrollo
de sentimientos comunes e intensos entre los integrantes de la fa-
milia. Por ejemplo, cada familia defiende la suya cuando otra in-
tenta atacarla. Es también esperado que los padres de familia pro-
tejan y defiendan a sus hijos en lugar de defender a los hijos de la
familia vecina. Esta actitud y sentimientos que surgen no son acor-
dados explícitamente sino que se desarrollan como parte del ape-
go emocional que es el resultado de vivir juntos y adoptar una
identidad de pertenecer a una familia en particular.
Parte de la identidad de una familia corresponde al tipo y formas
de actividades que realiza cada familia en su diario vivir. Para que
la familia logre sus metas, cada persona tiene una función, un rol
que cumplir para ayudar en la organización y relación de la fami-
lia. Es por esta razón que cada día los padres e hijos de una fami-
lia no tienen que preguntarse que harán ese día; por el contrario,
las normas en cada familia se van dando a medida que avancen
en sus etapas y a través del diálogo.
Cada persona en la familia sabe qué responsabilidad le corres-
ponde, ya sea preparar el desayuno, limpiar la casa, sacar la ba-
sura, ir a estudiar, ir a trabajar, etc. En este sentido una buena y
constante comunicación entre los miembros de la familia es esen-
cial para lograr la meta de ser familia y vivir sus diferentes mo-
mentos bajo una comprensión clara de cuáles son las expectativas
que la familia tiene de cada uno.

Las diferentes etapas de ser familia


Los roles y función de cada persona en la familia no son fijos sino
que van adaptándose en relación con las etapas o momentos que
experimenta la familia. Los padres siempre serán padres y los hi-
jos también siempre tendrán este rol, pero el desenvolvimiento de
éstos se verán afectados según el momento que se viva.
Por ejemplo, los padres desempeñarán su tarea de vigilar física-
mente a sus hijos cuando éstos son infantes y evitarán dejarlos so-
los para cuidarlos y protegerlos. Sin embargo, cuando el niño sea
un adolescente los padres no necesitarán estar físicamente pre-
sentes en cada momento sino que por el contrario darán más li-

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27
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

bertad para que los hijos en esta etapa vayan asumiendo mayor
responsabilidad por sus propios actos.
La familia como organización viva experimenta diferentes etapas,
vive cambiando constantemente. Una familia se forma cuando
una pareja se une en matrimonio, y luego tienen hijos, lo cual va
cambiando la vida de la pareja de esposos a padres.
Posteriormente la familia experimenta la etapa de convivir con hi-
jos que inician la vida escolar, luego la convivencia con hijos ado-
lescentes y finalmente la etapa cuando los hijos crecen y experi-
mentan la juventud, encuentran su propia pareja y dejan la casa
de sus padres. Esta etapa es conocida como del “nido vacío”, que
en algunos casos ocurre cuando los padres están cerca de la edad
de jubilación. Los padres se encuentran nuevamente solos, sin hi-
jos, y más bien se inician en la etapa de ser abuelos.
Estas etapas no son mecánicas ni se viven en forma similar en to-
das las familias, pero es cierto que cada etapa de vida en la fami-
lia conlleva experimentar ciertos cambios y realizar tareas por
parte de sus integrantes. Cada nueva etapa requiere una reorga-
nización en la familia y un cambio en la forma de vivir los roles,
en la inclusión de nuevas normas y cambios en otras.
Las crisis o momentos difíciles que se dan en las familias general-
mente ocurren en momentos en que una familia inicia una nueva
etapa. Las transiciones mencionadas: matrimonio, embarazo, hijos
en época escolar, adolescencia, hijos en la etapa de la juventud,
hijos que dejan la casa, etapa de la jubilación, etc., son momentos
cuando la familia requiere reorganizarse para poder superar el
momento de cambio.
Estas crisis no deben percibirse como problemas o patologías fa-
miliares; por el contrario, deben verse como etapas de la vida, de
ser familia, y es recomendable más bien asumir una actitud pre-
ventiva anticipándose a las nuevas etapas para enfrentarlas con
mayor conocimiento y habilidades.
Reconocer e identificar que cada etapa en la familia conlleva cam-
bios en los padres e hijos es importante porque en general la fa-
milia tiende a preferir seguir actuando en la forma acostumbrada
y rechaza el cambio.
Esta resistencia al cambio y el deseo de mantener el balance pro-
voca muchas veces que los padres sigan tratando a sus hijos de la
manera acostumbrada, desconociendo que ya aquellos están en
otra etapa, lo cual exige una forma diferente de diálogo. Es lo que
ocurre, por ejemplo, en un hogar donde el padre es alcohólico: la
esposa ha enseñado a sus hijos a comportarse de una manera par-
ticular, y cuando esta condición cambia, es decir, cuando el padre

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28
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

deja de abusar del alcohol, los hijos y la esposa siguen comportán-


dose como antes, en forma codependiente, sin realizar los cambios
esperados en la dinámica familiar.

La organización de la familia
Como se indicó previamente, la familia es considerada como un
sistema compuesto por diferentes partes. En este caso no sólo es
importante conocer cómo funciona la familia, como unidad, sino
cómo funciona y se relaciona cada una de sus partes. En otras pa-
labras, cada persona en la familia está constantemente influencia-
da en forma recíproca e interdependiente por las otras.
Por ejemplo, la pareja, los padres, los hijos son diferentes “subuni-
dades” o “partes” que conforman una familia determinada. Estas
partes de la familia se organizan en cierta forma jerárquica. Los
padres son la autoridad en el hogar y los hijos generalmente es-
tán en proceso de formación y por lo tanto mantienen una relación
de dependencia de los padres, pero sin llegar a relaciones de abu-
so o autoritarismo.
Es importante recordar que la familia ha sido creada por Dios pa-
ra ser un lugar donde reine el afecto, la aceptación del uno al otro,
el amor incondicional y la reafirmación de la imagen de Dios en
cada integrante. Por eso la familia no está diseñada para organi-
zarse ni relacionarse con autoritarismo, temor o violencia.
Los padres de familia que mantienen una relación saludable co-
mo esposos están en condición de ser mejores padres. Pero ser pa-
dres no significa imponer ni abusar de la autoridad sobre los hijos
sino usar esta autoridad para formarlos apropiadamente con el
ejemplo y con la enseñanza. La jerarquía en la familia existe para
promover la formación saludable de sus miembros y el desarrollo
personal de sus miembros y no para ejercer el poder en forma tal
que se anule, obstaculice o estanque el desarrollo de la imagen de
Dios en cada uno.
Uno de los elementos de una familia organizada es la apropiada
definición de los límites que tiene cada persona para con la otra y
como unidad familiar para con la comunidad a la que pertenece.
Una delimitación muy abierta o muy cerrada en la familia signifi-
ca vivir bajo una organización extrema y no saludable.
Por ejemplo, una familia que tiene una forma de vida en la que ca-
da persona hace lo que desea y no consulta con las otras, repre-
senta un sistema muy abierto. En estos casos la familia vive en for-
ma desorganizada y demasiado permisiva. Por el contrario, una
familia que mantiene una organización muy autoritaria y rígida

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29
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

provoca que las personas que integran la familia no puedan dar


su propia opinión y sólo vivan sujetándose a la autoridad familiar
correspondiente.
Lo ideal es que la familia viva bajo un sistema de organización y
relación tal que sean claras las jerarquías y roles, pero que en su
totalidad se busque el crecimiento de la familia como tal y de sus
integrantes.
En este tipo de organización democrática cada persona piensa en
el bien de los demás pero también tiene claro que existen niveles
de autoridad en la familia. Los padres como hijos y hermanos pro-
mueven el desarrollo de sí mismos y del otro facilitando un diálo-
go abierto donde cada persona puede expresar sus ideas, senti-
mientos y comportamiento sabiendo que es aceptada y no
juzgada o rechazada por ser diferente.
Dios promueve la diversidad y es por esta razón que la Biblia usa
el símbolo del cuerpo donde cada uno tiene diferentes funciones
y nadie es mejor que el otro. La Biblia también utiliza el modelo
de Cristo como Cabeza de la Iglesia que usa su jerarquía no para
imponerse sino para servir y fomentar el crecimiento de su pueblo
escogido.
En resumen, la delimitación de los roles de cada persona en la fa-
milia deben de ser claras pero flexibles de acuerdo a la necesidad
y etapa que se esté viviendo.

Reflexión
No es nada fácil construir una familia teniendo en cuenta la vol-
untad de Dios. La simple y a la vez complicada naturaleza
humana crea unas veces tristeza y desconcierto, y otras gratitud y
gozo. Llegar a este equilibrio cuesta lágrimas y largos momentos
de oración en rodillas, buscando el conocimiento y la sabiduría
“que procede de lo alto”. Ver a la familia como un sistema, como
un organismo vivo (llamado enfoque sistémico), da oportunidad
para que todo miembro de ella tenga el espacio y los derechos y
deberes necesarios para desarrollarse armónicamente, como per-
sona única e individual, “creada a la imagen y conforme a la
semejanza de Dios”.

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Recomendaciones
1. Busquen pasajes bíblicos relacionados con la estructura de la
PARA LA IGLESIA Y FAMILIA iglesia (el Cuerpo de Cristo) y aplíquenlos a la familia. Puede ser
altamente positivo en las relaciones parentales.
2. Roten algunas actividades dentro de la familia. Siempre es bue-
no “ponerse en los zapatos” de la otra persona.
3. Promuevan actividades en las cuales el objetivo sea experimen-
tar la satisfacción de ser miembro de la familia.

Metodología
1. Pasajes como Romanos 12:9-21, deben ser analizados, no sólo
en la enseñanza sistemática o en la prédica, sino también trasla-
dados a la vivencia cotidiana de la familia. Los padres deben ejer-
cer su creatividad usando estrategias en las cuales se haga apli-
cación directa de mandatos tales como: “Ámense como
hermanos los unos a los otros, dándose preferencia y respetán-
dose mutuamente” (v.10). Esto traerá evidencia de la bendición.
2. En ese mismo marco, busquen la forma de destacar por algunos
días las acciones que los miembros de la familia hayan realizado.
Por ejemplo: alguien lavó los platos de la merienda en reempla-
zo de la persona encargada, sin que ella fuese notificada con an-
terioridad. Otorgar un regalo sencillo como ofrenda de amor o
respeto a otro miembro de la familia, sin que medie ocasión es-
pecial. Sorprender con una comida o agasajo en horas inusuales,
etc.
3. Proclamen una acción que un miembro de la familia hizo para
proteger la integridad de otro miembro de la familia o de la co-
munidad. Por ejemplo, en el caso de un incendio, de un desas-
tre u otro accidente. La iglesia como tal debería abrir espacios pa-
ra este tipo de noticias, pues ejemplos a seguir es lo que más
falta nos hace.

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31
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

La relación de la familia
¿Qué factores contribuyen para que una familia se relacione en
forma saludable y armoniosa? Diferentes profesionales clínicos
han respondido en formas variadas y en este sentido no hay un
factor único, sino varios, que contribuyen a una relación afectiva
apropiada en la familia.
Uno de estos factores reconocido por la mayoría de especialistas
en familia, es la buena comunicación. Otros manifiestan que es
la capacidad de compartir actividades e intereses entre los inte-
grantes de la familia lo que promueve un ambiente de unidad
familiar.
La importancia de valorar y aceptar a cada persona tal cual es, ha
sido señalada también como un factor primordial para que los in-
tegrantes de la familia se sientan cómodos al ser parte de ella.
Una buena relación familiar también requiere que sus integran-
tes tengan tiempo disponible individualmente y como familia.
Por ejemplo, uno de los factores mayores que contribuye en la
relación familiar es que los padres planifiquen y vivan tiempo a
solas como pareja. La calidad de vida relacional de la pareja
afecta directamente su relación parental con los hijos. Es una óp-
tima relación de pareja lo que alienta y fortalece la relación de
padres.
Una buena relación de pareja no ocurre al azar sino que requiere
planificar ciertas actividades que promuevan que la pareja se
sienta bien la una con el otro. El romanticismo y la realidad de las
responsabilidades diarias muchas veces no caminan juntos, pero
a la vez son complementarias. La pareja generalmente asume
ciertos roles y tareas individuales mientras otras lo hacen en for-
ma conjunta.
Cuando una persona en la pareja siente que está realizando más
tareas que la otra, crea cierto resentimiento que debe evitarse. Es
clave que en la pareja no se asuman roles fijos donde uno sea el
super activo mientras que el otro asuma un rol super pasivo. La
persona que asume el rol de extrema responsabilidad impide a su
pareja asumir su correspondiente responsabilidad. En este senti-
do lo saludable no es criticar o culpar a la pareja pasiva sino de-
jar de sentirse responsable por todo, dejando que la pareja y los
otros en la familia cumplan con su parte.
El cambio de estos roles (activo-pasivo) es muy difícil porque en
América Latina la mujer es apreciada por asumir en forma extre-
ma el rol de ser sacrificada y activa en la familia. Por otro lado,
hacer cosas para alguien a veces provoca sentimientos positivos
en la persona que se hace cargo de otra. Sin embargo, hacer de-

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32
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

masiadas cosas para la pareja o el hijo puede ser una forma in-
consciente de enmascarar u ocultar los verdaderos problemas de
la familia.
En una relación equitativa donde se respeta la jerarquía corres-
pondiente, el poder es compartido y las personas aprenden a ne-
gociar sus roles como expectativas dentro de la familia a la que
pertenecen.
La capacidad de ser flexible, de dar y recibir, es un elemento in-
dispensable en la relación de pareja y de familia. Cuando la pare-
ja, padres o hijos viven en un ambiente familiar donde dan y reci-
ben, esto les provoca sentimientos de ser aceptados y valorados,
lo cual les ayuda a desarrollar habilidades de negociación en su
diario vivir como familia.
Cada persona que integra la familia requiere sentirse igual y com-
petente como los demás. Este sentimiento se genera a medida que
la familia muestra con palabras y acciones que piensan de esta
manera.
Los roles no solamente definen el cumplimiento de una función
concreta como ser la persona que cocina o la persona que limpia
la casa, etc. Los roles también definen una función emocional, co-
mo ser la persona de la familia que es pacifista y conciliadora o ser
la persona antagonista y crítica.
Otra persona puede asumir el rol de ser la que entretiene y disipa
las tensiones que se presentan en el diario vivir. También se pue-
den dar roles como ser el hijo excesivamente responsable que ac-
túa algunas veces más como padre que como hijo.

Relación padres e hijos


El tipo de relación entre padres e hijos ha cambiado con el tiem-
po, lo cual es correcto. En los tiempos de los abuelos la relación fa-
miliar promocionaba la dependencia mientras que ahora se edu-
ca para la independencia.
En épocas previas a la revolución industrial (siglo 19) los hijos
quedaban en casa y eran educados para suplir las tareas domés-
ticas correspondientes. Los hijos mayores cuidaban de los herma-
nos menores y hasta de los abuelos. Por el contrario, la época pos-
terior a la revolución industrial reorientó la relación de padres e
hijos enfocándola a formar a los hijos para salir de casa, ser autó-
nomos, independientes y poder valerse por sí mismos en una so-
ciedad competitiva.

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33
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Es importante recordar que los hijos no aprenden sobre autono-


mía por lo que digan los padres sino por su ejemplo de cada día;
eso es lo que promueve dependencia o autonomía. Como familia
cristiana creemos que la exagerada autonomía es incorrecta y que
la interdependencia con la familia es un regalo de Dios para su-
plir nuestra necesidad de ser aceptados y valorados dentro de un
núcleo familiar afectivo.
En América Latina la madre se distingue por ser una persona su-
per activa, que está pendiente todo el día de sus hijos. El proble-
ma es que este modelo de crianza super activa puede provocar
que los hijos se sientan acosados por la madre. Esto sucede cuan-
do la madre vive preocupada o con el temor de que sus hijos no
se desarrollen de la forma que quisiera y terminen siendo irres-
ponsables, lo cual sería una muestra del fracaso de su rol como
madre. Si el temor o la ira es el sentimiento central en la tarea de
ser madre, ello es señal de que debe buscar ayuda para disipar es-
tos sentimientos y vivir de manera más calmada su rol materno.
Cuando la madre se sobreinvolucra o sobreprotege a sus hijos, los
padres latinoamericanos actúan en forma opuesta y asumen un rol
de desinvolucramiento emocional, creyendo erróneamente que la
tarea paterna está a cargo de la madre y no de ellos.
La propuesta cristiana basada en la Biblia muestra la responsabili-
dad parental como una tarea conjunta, otorgada por Dios al padre
y la madre, en la que ambos se encargan de responder a las nece-
sidades afectivas, materiales y espirituales de sus hijos. Los varones
que inician su tarea de padres pueden ver aquí una oportunidad de
conocer a sus hijos y de dejar que ellos conozcan a su padre.
Es un error creer que el padre distante evita que los hijos resulten
engreídos o afeminados; por el contrario, es la ausencia de una re-
lación afectiva física y emocional activa con el padre lo que per-
mite que los hijos o hijas busquen en su adolescencia relaciones
inadecuadas para llenar el vacío dejado por un padre distante o
inaccesible.
Finalmente, el desarrollo de los hijos y la convivencia entre ellos,
implica momentos de compartir como también de competir y has-
ta de pelear. Los hijos reaccionan entre ellos o en contra de los pa-
dres cuando perciben que lo que les sucede o el trato que reciben
no es adecuado o justo.
Una explicación de las responsabilidades y derechos que corres-
ponde a cada uno, de acuerdo con su edad, puede aliviar el sen-
timiento de que hay tratos preferenciales con alguno. Es clave ex-
plicar detalladamente que el amor a los hijos es igual pero que
existen tareas que corresponde a cada hijo de acuerdo con la eta-
pa y edad en que están.

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34
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Triangulaciones relacionales en la familia


Cuando dos personas en la familia tienen algún desacuerdo mu-
chas veces buscan a una tercera persona para lidiar con el conflic-
to. Por ejemplo, cuando una pareja está en desacuerdo y se va se-
parando emocionalmente, al mismo tiempo, uno de ellos busca
acercarse a la hija mayor para buscar aceptación en ella y evitar
lidiar directamente con el problema marital.
Esta dinámica relacional se llama triangulación y se vive en todas
las familias cuando se vive momentos emocionales muy intensos
o conflictivos. Ésta es una buena táctica paliativa porque disminu-
ye la tensión pero al mismo tiempo evita que las personas que tie-
nen un conflicto en su relación se enfoquen en resolverla y se ocu-
pen más bien en una tercera persona.
La triangulación con los suegros es una dinámica relacional muy
común en las familias. En muchos casos la mamá del esposo y es-
posa entran en conflicto sobre el hijo y pareja respectivamente.
Esto ocurre cuando el esposo siente una lealtad y dependencia
exagerada hacia sus padres conjuntamente con un temor de acer-
carse “demasiado” hacia su esposa.
En otras palabras, el esposo se siente dividido entre complacer a
su madre y complacer a su esposa. El esposo en esta situación es-
pera que la esposa sea más flexible y tolerante con la suegra que
muchas veces es de mayor edad. La posibilidad de hacer triangu-
laciones con los suegros por la ambivalencia vivida por los espo-
sos es común porque ellos han sido educados para complacer a las
madres. Sin embargo, la Biblia nos indica que tanto el varón co-
mo la mujer deben “dejar” (emocionalmente hablando) a sus pro-
pios padres para poder dejar de ser hijos y llegar a ser adultos y
esposos.
No sólo el esposo es causa de triangulaciones relacionales. En
otros casos es la esposa quien se sobreinvolucra con su madre o
hermana, peleando así una batalla contra su esposo que es alco-
hólico, por ejemplo.
En estos casos la esposa disminuye la ira y tensión que siente con-
tra su esposo que abusa del alcohol abandonándolo emocional y
físicamente, para optar por una relación extremadamente cercana
e intensa con su madre o hermanas. Lógicamente, cuando la es-
posa está más cerca de la madre y hermana que del esposo, se
provoca una triangulación relacional que deja a la pareja aislada
y no se lidia con el problema de la pareja en forma directa.
Las triangulaciones entre padres e hijos es mucho más común en
nuestro medio. Por ejemplo, si un esposo mantiene una relación
más cercana con su madre que con su esposa, entonces la esposa

Compassion International-Ecuador
35
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

desarrollará una relación de distanciamiento con el esposo y de


sobreinvolucramiento con el hijo o hija mayor.
Ser la “oveja negra” u “oveja preferida” de la casa es un rol que
fácilmente los hijos asumen cuando los padres se triangulan usán-
dolos para enfrentar o disipar un conflicto de pareja. Este tipo de
dinámica suele ocurrir como se mencionó anteriormente y puede
ser de ayuda, pero si se torna constante entonces los padres no
contribuirán con su tarea de promover autonomía en los hijos.
La familia es una unidad, en el concepto cristiano, y ésta debe in-
tentar constantemente unirse y no provocar alianzas entre algunos
de sus integrantes porque esto provoca estancamiento en la familia.

La herencia familiar en el matrimonio


Cada persona al casarse lleva consigo ciertas costumbres, ideas,
actitudes que han sido aprendidas en su familia de origen y que
se las hereda y recicla en la vida con su familia de procreación. El
dicho que menciona que “uno se casa no sólo con su pareja sino
también con su familia”, es muy cierto en el sentido que cada pa-
reja lleva su herencia familiar al hogar que inicia como esposo o
esposa. Los sicólogos llamamos a esto el proceso de transmisión
multigeneracional, que significa que cada miembro de la familia
aprende y hereda costumbres de los padres, abuelos y generacio-
nes anteriores, que conforman códigos de conducta los cuales son
llevados al hogar que inician.
En este sentido cuando una pareja se casa lo hace también con los
hábitos de las generaciones anteriores a las cuales ha pertenecido
la familia de su pareja. Estos patrones de conducta, hábitos, mitos,
sueños, trasmitidos de generación a generación, no surgen en el
noviazgo sino cuando la pareja inicia su vida matrimonial.
Es en la etapa posterior a la “luna de miel” que se descubren
gestos, costumbres y actitudes que no se las había visto antes y
viceversa.
Por ejemplo, es común que la esposa haya crecido en una familia
muy ordenada donde el desorden era considerado un pecado ca-
pital. El concepto de “orden” se convierte en la herencia familiar
que en este caso la esposa lleva a su nuevo hogar, y cuando al
despertar ve que el esposo deja la ropa en el piso porque, según
él, “ésa era la costumbre en mi casa y nadie me decía nada”, en-
tonces ambas herencias familiares se contraponen.
Nuevamente, en este momento la pareja necesita recordar que
ambos, él y ella, están formando un nuevo hogar y que deben con-

HCJB-División de Educación
36
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

jugar sus costumbres, hábitos, diferencias y similitudes de una


forma que realmente logren ser pareja o “una sola carne”.
El concepto de herencia familiar es muy útil cuando la familia, y
en especial la pareja, tienen problemas de convivencia y comuni-
cación. En estos momentos la pareja puede autoinvitarse a hacer
un viaje al pasado para investigar y recordar los hábitos y costum-
bres de la familia donde crecieron.
En muchos casos regresar mentalmente a la familia de origen y
recordar sus hábitos ayudará a la pareja a ser consciente de que
sus estilos de comunicación o conflictos responden a ciertas cos-
tumbres heredadas de la familia de sus padres, las cuales deben
de ser conversadas asumiendo una actitud activa y responsable
para retener lo bueno y dejar lo malo.
Por ejemplo, si en la casa del esposo la madre era dominante, él es-
perará que su esposa asuma este rol y para él será normal asumir
un rol pasivo como el que vio en su padre. Sin embargo, si la espo-
sa creció en un hogar donde su madre fue más bien dependiente,
entonces ella considerará que es apropiado asumir esta actitud y
esperará que su esposo asuma una actitud activa y dominante.
Estas son decisiones y presuposiciones que no se hacen explícita-
mente ni mucho menos verbalmente, sino en forma inconsciente,
porque generalmente uno tiende a repetir en el matrimonio el rol co-
nocido que aprendió en casa. Este aprendizaje en casa es la heren-
cia transgeneracional que tiene que ser evaluada por ambos y nego-
ciar acuerdos como una nueva familia en proceso de formación.

Reflexión
“No todo lo que brilla es oro”, dice un viejo pero muy pertinente
refrán popular. La vida en pareja lo hace evidente cuando la
desilusión o el engaño cobra fuerza. ¡Qué bueno y bondadoso es
nuestro Dios cuando a pesar de cada uno de los fallos personales
Él mismo mantiene la relación! El esfuerzo y la dedicación que
cada uno de los cónyuges haga en bien de su pareja, traerá rec-
ompensa, pues no es en vano. El Salmo 138:8 dice: “Jehová
cumplirá su propósito en mí. Tu misericordia, Jehová, es para
siempre; no desampares la obra de tus manos”.

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37
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Recomendaciones
1. Creen espacios efectivos dentro del hogar en los que puedan in-
teractuar sus miembros. PARA LA FAMILIA

2. Tomen en serio el compromiso de “mantener viva la llama del


amor”.
3. Fomenten encuentros con parientes cercanos y no cercanos.

Metodología
1. Si la familia dispone de varias habitaciones que usan como dor-
mitorios, reacomódense para hacer espacio para los nuevos
huéspedes. Por ejemplo, los padres pueden dormir en las camas
de los niños, o ellos hacerlo en la cama matrimonial. Durante
una merienda o el almuerzo del domingo, cuenten las experien-
cias y saquen conclusiones positivas. Así todos aprenderán a res-
petar el espacio de cada quien y consecuentemente pueden sur-
gir nuevos arreglos que brinden comodidad y gusto para disfrutar
la vida en familia.
2. Es lamentable el efecto que el mercado consumista ha provoca-
do al día del amor. Para la pareja, si es posible, que todos los días
sean del amor. Ello depende exclusivamente de “hacer cosas y
decir cosas” que surjan del corazón: dedicar una noche para ser
más romántico que otras veces, alegrará el corazón de nuestro
Creador. Música, flores, dulces, etc., junto con las palabras ade-
cuadas pueden crear el ambiente apropiado. Y alguna locura de
ambos mantendrá el atractivo del amor conyugal que Dios lo “hi-
zo bueno”. Leer el libro El cantar de los Cantares en pareja, di-
mensiona el propósito divino a la vez que rompe con los concep-
tos extrabíblicos del amor que comparten los “esposos y
amantes”. Hacerlo con reverencia y hundirse en la profundidad
del texto puede ser, sin lugar a dudas, el más grande aconteci-
miento que le pueda ocurrir a cada uno de los cónyuges.
3. Festejar el día del tío o la tía, de los primos, y más aún de los
abuelitos, con algo sencillo, fortalecerá estas relaciones. Al mis-
mo tiempo, aprovecharlas para romper alianzas secretas desfa-
vorables contribuirá al fortalecimiento de una comunicación lim-
pia entre todos los miembros de la familia.

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38
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

PARA R ECORDAR
Recomendaciones
“Practica
lo que predicas”. para una pastoral
familiar

Sobre los hijos

No espere que sus hijos hagan lo que usted no hace


Si usted no quiere que su hijo insulte a otras personas entonces
usted como padre debe hablar a su hijo en forma respetuosa y sin
insultos. El dicho “Practica lo que predicas”, es muy cierto en es-
tos casos; si desea que su hijo sea ordenado usted primero debe
ser ordenado con sus cosas.

Sea consistente con lo que dice y hace


Piense en algunas reglas y hágalas cumplir en lugar de tener mu-
chas reglas sin cumplir ninguna. Ser consistente como padre con
los hijos no es una tarea fácil. Sin embargo, serlo significa simple-
mente que cuando se dice no, es no. Aunque el hijo llore, mani-
pule, amenace, etc., es necesario cumplir lo dicho.
En otras palabras, acuerde normas o reglas con sus hijos que pue-
dan ser cumplidas.

Corrija y llame la atención sobre el comportamiento


pero no juzgue o rechace a su hijo
Cuando un hijo se comporta inadecuadamente generalmente se
le reclama y juzga en una forma que no hace diferencia entre el
rechazo al mal comportamiento y el rechazo a la persona misma.
Es recomendable esforzarse y comunicar claramente que al hijo
se le acepta y ama pero se rechaza la acción o comportamiento
incorrecto.

Compassion International-Ecuador
39
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Lo mencionado es necesario porque así no minimiza la autoestima


del niño sino que se le hace notar que tiene cualidades positivas,
que es querido por su familia, pero que su conducta inapropiada,
lo que hace, no es aceptable.

Es importante que padre y madre estén de acuerdo


en la forma de crianza de los hijos
El dicho “En casa dividida es difícil gobernar”, es muy conocido en
nuestro medio. Este dicho enseña que cuando la pareja está en de-
sacuerdo en cómo criar a sus hijos será muy difícil disciplinar de for-
ma conjunta a los hijos, lo cual provocará en ellos desconcierto y los
empujará a aliarse con uno de los padres y distanciarse del otro.
Cuando los padres están en desacuerdo, los hijos generalmente
aprenden a manipular a aquel que está a su favor, lo que desarro-
lla en ellos una actitud inmadura e irresponsable y provoca en-
frentamientos en sus padres.

Sobre la pareja

Desarrollar conjuntamente lo que desean ser como pareja


Llegar a ser pareja o, en términos bíblicos, “una sola carne”, es
una tarea indispensable en la primera etapa de la vida matrimo-
nial. Aceptar incondicionalmente a su pareja ayuda a que ambos
se acerquen más y no busquen protegerse o engañarse. Para de-
sarrollar la intimidad matrimonial, ambos requieren confiar y ejer-
cer un acuerdo de fidelidad mutua, de aceptación mutua y de tra-
bajar juntos para formar su nueva familia.
Esta formación de una nueva familia es posible cuando ambos se
separan de las lealtades o apegos emocionales externos, y eligen
a su pareja como la persona a la cual estarán más apegados afec-
tivamente.

Asumir una postura flexible ante las diferencias


La flexibilidad es una virtud en la vida conyugal. Un matrimonio
está compuesto por un hombre y una mujer que se unen por amor
y que desean formar su propia familia. En este sentido tanto el es-
poso como la esposa traen consigo costumbres, actitudes, hábitos
y expectativas al matrimonio, que cuando se contraponen pueden
provocar conflictos.

HCJB-División de Educación
40
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Tener una posición flexible frente a las diferencias y percibirlas


como un regalo de Dios para lograr que seamos más completos
con las características diferentes que cada uno tiene, facilita una
posición más flexible en los momentos de desacuerdos. Cuando la
pareja es flexible será fácil adaptarse al proyecto de construir una
nueva familia.

Ampliar la carpa para los hijos


Una de los retos más importantes que una pareja confronta es
cuando de dos llegan a ser tres. La planificación y llegada del pri-
mer bebé provoca que la pareja tenga que cambiar muchos as-
pectos de su vida para seguir siendo pareja y comenzar a ser tam-
bién padres.
Este cambio provoca que el tiempo que se dedicaba el uno al otro
tenga que ser compartido con la presencia del bebé. Los roles que
ambos asumían se ampliará a la de ser padres, viéndose forzados
a realizar tareas antes no desempeñadas. El amor se expande de
un amor entre ellos como pareja a un amor como padres hacia su
nuevo bebé. La pareja encontrará que su vida se desarrolla en tor-
no a las necesidades del niño, lo cual les complace, pero encon-
trarán que tienen menos tiempo a solas y que generalmente la es-
posa termina el día agotada.
El esposo puede tomar este cansancio físico de la esposa como un
rechazo a su persona o un desinterés de su esposa por él. Es en es-
tos momentos que el esposo requiere de paciencia y sensibilidad
frente a la esposa que está asumiendo un nuevo rol, asuma él mis-
mo un rol equitativo y la apoye y coopere en forma concreta con
las tareas de la casa para disminuir la fatiga de la esposa y asumir
de forma saludable para ambos esta nueva etapa.

Modelar y enseñar el perdón


El perdón es un don que Dios ha dado a la pareja para que a tra-
vés de su ejercicio la relación pueda renovarse, fortalecerse y lle-
gar a ser permanente. Una relación matrimonial puede fácilmen-
te debilitarse si la pareja no hace del perdón una práctica
cotidiana. A su vez, los hijos serán personas que pidan y ofrezcan
perdón si observan que sus padres lo practican en los momentos
de desacuerdos. Es el resentimiento, la ira y la falta de perdón un
factor que contribuye al desarrollo de enfermedades sicosomáti-
cas, a problemas en la pareja y la familia.

Compassion International-Ecuador
Segunda parte
Temas
actuales
de la
Pastoral
Familiar
43

¿Cómo se llevan PARA CRECER EN PAREJA

mis papás? “Honroso sea en todos


el matrimonio y el lecho
sin mancilla...”
Hebreos 13:4

(El proceso de crecer en pareja)

¡Recién
casados!

Carlos llegó puntual a la iglesia y su larga espera fue bien


recompensada. Rebeca, su novia, un poco retrasada, en-
DE LA tró caminando con la conocida marcha nupcial. En el al-
VIDA tar ambos se miraron y reafirmaron su decisión de amor
REAL
con una amplia sonrisa. Luego de la ceremonia, él la car-
gó en brazos y ambos desaparecieron en un auto que los
llevaría a iniciar su matrimonio y a aprender el arte de vivir como pareja.
Dejar sicológicamente a sus padres, resistir la necesidad de controlar a su
cónyuge, alcanzar la satisfacción sexual mutua y dejar antiguos roles para
asumir otros nuevos, serían algunas de las tareas que Carlos y Rebeca ten-
drían que cumplir ahora.

HCJB-División de Educación
44
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

L
a vida matrimonial, en su proceso de desarrollo, atraviesa
generalmente por diferentes etapas: la romántica, la del
acuerdo, la de control, la de lucha de poder, la de coopera-
ción mutua y la de colaboración. Generalmente cada pareja expe-
rimentará estas etapas, y de cómo las enfrenten dependerá la ca-
lidad y permanencia de su relación. Cada etapa requerirá realizar
ciertas tareas específicas para lograr la madurez sicológica y rela-
cional adecuada para avanzar a la siguiente.
Si una pareja queda fijada o estancada en una etapa, ambos de-
jarán de crecer individualmente. Por ejemplo, si la pareja no pue-
de superar la etapa de la lucha de poder, entonces no podrá avan-
zar a la de cooperación mutua.

La etapa romántica
La etapa romántica es la primera que experimentan las parejas re-
cién casadas. En esta etapa de los primeros años de convivencia
matrimonial la pasión y el romance son muy intensos.
Ambos tendrán que colocar en este periodo las bases adecuadas
para obtener mutua satisfacción sexual, deberán lograr una iden-
tidad como pareja y necesitarán desarrollar nuevos patrones de
conducta como cónyuges.
Cuando Carlos y Rebeca se casaron, lo hicieron creyendo que el
amor profundo que se profesaban sería suficiente para sostener su
vida matrimonial. Quizás inconscientemente y de manera inge-
nua, quisieron creer en el final de los cuentos de hadas que leye-
ron en su infancia: “Se conocieron, se amaron, se casaron, y vivie -
ron muchos años, muy pero muy felices”.
Realmente no fue así. En la travesía de su vida conyugal apren-
dieron que el amor no basta. Entendieron que ambos tenían que
asumir el compromiso de nutrir y defender su relación matrimo-
nial. Aceptaron que tenían que conocerse primero como perso-
nas, para poder entender mejor por qué actuaban como lo ha-
cían en el contexto de pareja. Finalmente llegaron a percibir a
su matrimonio como un proceso, y fue esta perspectiva la que les
ayudó a asumir una actitud objetiva y realista frente a los bue-
nos y también difíciles momentos que enfrentaron en los prime-
ros años.

Compassion International-Ecuador
45
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Lograr una relación sexual satisfactoria


La etapa romántica se caracteriza generalmente por una actividad
sexual intensa. Es una etapa de romance y pasión donde la pare-
ja, de manera espontánea y constante, expresa su amor de forma
física. Ella lo verá a él como la persona ideal y él la verá a ella co-
mo la mujer de sus sueños: “Tú eres perfecto; tú eres mío y yo soy
tuya”. Esta imagen ideal y romántica es un recurso sicológico que
permite que las dos personas lleguen a conformar una pareja.
Ambos cónyuges deben lograr una unidad para luego alcanzar
una diferenciación saludable en las etapas posteriores. Rebeca y
Carlos tuvieron una luna de miel muy romántica e intensa. Ambos
pudieron expresar su amor de manera libre y auténtica.
La tarea aquí es conocerse como pareja para colocar las bases ini-
ciales de una mutua relación sexual satisfactoria. Es necesaria la
sinceridad para conversar sobre los gustos, los recelos y, en suma,
las percepciones que cada persona tenga sobre la vida marital.
Carlos tuvo que aprender a no adivinar los gustos de su esposa:
ahora sabe que lo correcto es preguntarle a ella, de manera espe-
cífica, qué es lo que desea en el plano íntimo.
El temor de no tener suficientemente atractivo sexual ronda en la
mente de ambos. Pero hablar honestamente sobre estos temores
disminuye la ansiedad. Este diálogo abierto es esencial para lo-
grar una relación sexual satisfactoria en la relación conyugal.

Formar la propia identidad y familia


La ceremonia nupcial es un ritual que simboliza el inicio de un
proceso en la vida de los cónyuges. La pareja deja de ser hijo o hi-
ja de familia y se constituyen en adultos en proceso de formar su
propia familia. Sus respectivos padres también tendrán que rede-
finir su autoridad e ingerencia sobre la pareja, aceptando que és-
ta ya salió del tutelaje paternal.
Aprender a dejar sicológicamente a sus respectiva familias de ori-
gen es una tarea indispensable para una pareja recién casada. Sin
embargo, no es una experiencia fácil para todas las personas. Car-
los, por ejemplo, consultaba a su padre cuando tenía que hacer
decisiones importantes. Esto enfurecía a Rebeca, que sentía que
su opinión no era tan apreciada como la de su suegro. Fue en con-
sulta sicológica donde ambos pudieron entender mejor el proble-
ma que tenían: estaban en la etapa de formar su identidad como
pareja, pero la dependencia sicológica de Carlos hacia su padre se
los impedía. Él era el hijo menor en su familia de origen y había
crecido complaciendo a su padre. Su amor y temor provocaban en

HCJB-División de Educación
46
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

él la búsqueda de aprobación de su padre en muchas cosas. Pero


hoy entiende que ya no lo debe hacer más.

Preguntas
Leer Génesis 2:24. Conversar sobre:
• Sicológicamente, ¿qué significa la frase “dejar padre y madre”, an-
tes de casarse?
• ¿Qué implica ser “una sola carne”?

Asumir nuevos patrones de conducta


Adoptar y desarrollar nuevos patrones de conducta es también
una tarea que las parejas recién casadas deben lograr en su pri-
mera etapa juntos.
La vida matrimonial definitivamente no es la misma que la vida
de noviazgo. Es muy común que en los primeros años de vida ma-
trimonial la pareja tenga conflictos debido a las diferencias que
encuentra en relación con los hábitos adquiridos por cada uno en
sus familias de origen. Murray Bowen, famoso siquiatra nortea-
mericano y pionero en terapia familiar, dice que cuando una per-
sona se casa, no lo hace solamente con su pareja, sino también
con las costumbres de la familia de origen de ésta.
El reto que la pareja tiene que aceptar es desarrollar nuevos mo-
delos de conducta o hábitos que tomen en cuenta las personalida-
des de cada uno y las experiencias vividas en sus respectivas fa-
milias de origen. Lo mejor en estos casos es usar las diferencias
existentes para fortalecer la relación conyugal, en lugar de usar-
las para debilitarla.
La pareja deberá llegar a asumir un patrón unánime sobre cómo
administrar el dinero, cómo mantener la casa, cómo satisfacerse
sexualmente, y hasta qué cocinar.
Rebeca, por ejemplo, estaba acostumbrada a despertarse muy
temprano para poder tomar el desayuno calmadamente. Le gusta-
ba apreciar la salida del sol porque esto renovaba sus fuerzas an-
tes de salir a trabajar. Carlos, a su vez, prefería dormir lo más que
podía; se levantaba apenas 20 minutos antes de salir a trabajar.
Como se ve, las expectativas de cada uno sobre la hora del desa-

Compassion International-Ecuador
47
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

yuno eran muy diferentes. Este desacuerdo dejó de provocar con-


flictos cuando ambos acordaron aceptar y respetar las preferen-
cias individuales y ubicaron un término medio en el que ambos
podían disfrutar de este espacio a nivel de pareja.
La perspectiva de la vida matrimonial como un proceso de dife-
rentes etapas es un aporte del pensamiento sicoterapéutico fami-
liar. Esta perspectiva facilita a la pareja una herramienta impor-
tantísima, pues podrá asumir una actitud más realista frente a los
momentos buenos y difíciles. A su vez, estará también preparada
para enfrentar los cambios que conlleva la vida matrimonial.
Ambos cónyuges necesitan establecer un pacto de entrega mutua
en la tarea de nutrir y defender su relación para que ésta sea sa-
ludable, armoniosa y de satisfacción recíproca. Superar las dife-
rencias conversando y usando estas herramientas ayuda a lograr
mayor madurez personal y conyugal evitando, de este modo, el
deterioro de la relación.

Reflexión
Los hijos e hijas aprenden sobre el significado de la relación de
pareja por la forma en que sus padres se relacionan en tiempos de
paz y en tiempos de conflicto. Dios nos da un ejemplo concreto so-
bre este modelo cuando se sacrifica por su esposa —la Iglesia— y
espera de ella fidelidad. Dios no impone, sino que motiva al cam-
bio al mostrar su amor y fidelidad.
Si los padres siguen el ejemplo bíblico de la relación simbólica de
Dios con su esposa —la Iglesia—, entonces los hijos podrán tener
un buen modelo que observar y replicar en su vida adulta cuando
ellos también inicien su vida de pareja.

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48
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Recomendaciones
1. Reúnan parejas recién casadas (máximo cinco años de matrimonio).
PARA PAREJAS
2. Armen escenas de la vida diaria.
3. Inviertan roles: esposos como esposas y esposas como esposos.
4. Recreen las escenas anteriores con los roles invertidos.
5. Evalúen las actuaciones y dialoguen sobre lo aprendido al estar
“en los zapatos de otro”.

Metodología
1. Durante dos semanas reúnan a las parejas asistentes a la comu-
nidad de fe en algún hogar y formen grupos de máximo cinco
personas. Conversen e inventen dos o tres pequeñas historias
que pueden ser representaciones de la vida de esas parejas.
2. Las parejas, usando elementos disponibles en casa: ropa,
muebles, utensilios, etc., armen las escenas. No olviden incluir
música.
3. El elemento clave en la representación está en invertir los roles
de los participantes: los varones representarán a las esposas y las
mujeres a los esposos.
4. Motiven e inviten a las parejas de la iglesia y fuera de ella, a la
presentación de una tarde o noche de teatro casero. Puede ser
una magnífica oportunidad de evangelizar a la comunidad.
5. Den calificaciones a las representaciones por medio de aplausos.
Proclamen públicamente los méritos y esfuerzos realizados. En
experiencias anteriores se ha comprobado la bondad de actuar
para evidenciar no sólo dones artísticos, sino también para co-
municar valores en forma sustancial y con resultados positivos y
a largo plazo.
6. Terminen con comentarios del público relacionados con la pre-
sentación y/o lectura de un pasaje de las Escrituras como Efesios
5:21-33.

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49

“Quisiera que PARA PENSARLO

mis papás “El que comienza


la discordia es como
quien suelta las aguas;
deja, pues, la contienda,

no peleen tanto” antes que se enrede”.


Proverbios 17:14

(Enseñar a nuestros hijos a manejar


sus diferencias)

¿SIEMPRE tienen
que gritarse?

—Papi, ¿por qué tú y mami están peleando?, —preguntó


DE LA
VIDA Andrés, un niño de ocho años, al ver a sus padres hablar
REAL en tono algo acalorado.
Su padre, sin estar muy seguro de qué decir, respondió:
—No estamos peleando, hijo, lo que sucede es que tu madre y yo tene-
mos ideas diferentes. Estamos tratando de ponernos de acuerdo de for-
ma constructiva; para eso cada uno dice lo que piensa y en qué está de
acuerdo o no, pero sin ofender o maltratar a la otra persona.

HCJB-División de Educación
50
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

L
os conflictos son parte inherente a la vida familiar. Sin em-
bargo, muy poco esfuerzo se hace para enseñar a los hijos a
manejar los desacuerdos en forma constructiva. Sí, en la fa-
milia siempre ocurren peleas: por algún desacuerdo en cómo se
gasta el dinero, por si deben o no visitar a los suegros, o por tener
ideas diferentes sobre cómo disciplinar a los hijos. Ocurren peleas
en la pareja, entre padres e hijos y también entre los hijos o hijas.
Las formas en que terminan los desacuerdos también son varia-
das. Algunas personas terminan sus peleas con agresiones verba-
les o físicas; otras, con llanto o risas. Y otras aprovechan el desa-
cuerdo para aprender más de su propia persona y de los demás.
En el mundo adulto es importante aprender a manejar los desa-
cuerdos con “peleas limpias”. Una pelea limpia es aquella en que
se expresan las opiniones distintas en una forma positiva, defi-
niendo conceptos con claridad, articulando y sosteniendo las opi-
niones propias sin ofender a quien tiene ideas diferentes. Apren-
der a vivir en familia consiste en saber tener una “pelea limpia”
cada vez que surge un desacuerdo.
Pero, ¿existe una “pelea limpia”? El concepto de “pelea” ha sido
siempre asociado con algo negativo y esto probablemente sucede
por la forma irrespetuosa en que habitualmente se enfrentan los
desacuerdos familiares. Sin embargo, si las peleas son percibidas
como oportunidades para autoenseñarse a manejar los conflictos,
la forma y el resultado de las “peleas” estarán caracterizados por
el respeto a uno mismo y a los demás.
Por ejemplo, cuando ocurre un desacuerdo en la familia, puede
ser la oportunidad para enseñar y practicar el establecimiento de
límites entre las personas que la integran. Es el momento de ex-
presarse con respeto hacia la otra persona, y es una oportunidad
ideal para probar qué tanto se pueden controlar las propias emo-
ciones a pesar de sentirse atacado.

¿Pelear o no pelear?
“Humberto es una persona explosiva y cuando se molesta dice co -
sas que hieren. Yo prefiero que discutamos nuestros desacuerdos
cuando estamos solos, sin la presencia de los hijos”, decía la ma-
dre de Andrés. Humberto permaneció en silencio, comunicando
que aquello era cierto. Ésta es una decisión sabia, porque evita
dar un mal ejemplo a los hijos.
La observación que se le hizo en consulta a esta pareja fue: ¿Cómo
aprenderán a manejar sus conflictos sus hijos si no ven hacerlo a uste-
des? Porque aunque el padre y la madre se esfuercen en esconder sus
conflictos, iras y aún temores, los hijos sí los percibirán en el ambiente.

Compassion International-Ecuador
51
NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Por ello, es mejor hablar sobre los desacuerdos y hacer una “pe-
lea limpia” antes que una “pelea sucia”, y a escondidas de los ni-
ños. Después de todo, son ellos quienes necesitan ver a sus padres
pelear en forma limpia para aprender también el modelo de ma-
nejar las diferencias en forma sana y saludable.
Por contraste, otras familias discuten todo en frente de todos, al
estilo defensivo donde cada uno arremete contra la otra persona
con palabras o acciones. Este tipo de “pelea sucia” es realmente
dañina para toda la familia. Es importante que la pareja establez-
ca límites y defina cuáles desacuerdos pueden ser discutidos fren-
te a los hijos y cuáles no. También se requiere que los desacuer-
dos familiares sean confrontados y discutidos bajo cierto marco de
respeto a las personas involucradas.
Es en las peleas donde, sin percibirlo, se enseña el valor de la fa-
milia. ¿Se asume responsabilidad por los errores propios o se in-
culpa a otros por ellos? Parecería imposible, pero en medio de los
desacuerdos de familia se puede enseñar valores como el amor, el
respeto, la comprensión, la responsabilidad y el control. Lógica-
mente, esto último es posible si se aprende a “pelear limpio”.
Los padres deben encarnar estas enseñanzas con su propio ejemplo
para que sus hijos e hijas las aprendan y adopten en su propia vida.

La importancia de aprender a pelear limpiamente


El padre de Andrés reaccionó sintiéndose inculpado cuando se ha-
bló de la necesidad de aprender a pelear en forma limpia. “Para
mí, decir lo que pienso en voz alta no es pelear; es sólo expresar mi
posición en forma que todos sepan lo que me disgusta”, dijo.
Al parecer, cuando se discute en la familia, muchas personas no son
conscientes del tono de su voz, de los gestos de su rostro ni de las
palabras que utilizan. En parte esto sucede porque en momentos
muy emotivos las reacciones instintivas fluyen muy rápidamente y
una persona se encuentra a sólo segundos de defenderse o atacar.
Si el desacuerdo es interpretado como un ataque personal, o co-
mo un “no me respetan”, entonces la posición asumida será de-
fenderse a toda costa.
Hay que olvidar el cuento de que todo desacuerdo es un ataque. Vi-
vir en familia requiere aprovechar desacuerdos, aprender a dar y re-
cibir críticas en forma responsable, aprender a convivir con diferen-
cias, ampliar nuestras maneras de pensar, etc. Sólo cuando haya este
ambiente en el núcleo familiar, sus integrantes podrán aprender a
pelear en forma limpia y crecerán como personas y como familia.

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Individualidad y autonomía
“Mi derecho comienza donde comienzan los derechos de la otra
persona”, dice un refrán muy conocido. ¿Dónde comienzan y dón-
de terminan los míos? ¿Hasta dónde puedo imponer mis ideas en
la familia? ¿Cuál es el límite para entender la opinión diferente de
mi pareja, de mi hermano, de mi hermana o de mis padres?
Las respuestas a estas preguntas no se pueden formular en blanco y
negro. Cada situación, persona y familia son diferentes pero todas re-
quieren del entendimiento y práctica de un concepto clave: límites.
Cada familia está llamada a vivir en una forma que facilite e in-
vite a sus integrantes a desarrollarse como personas autónomas
pero en una relación interdependiente. Es menester que a cada
persona se le deje expresar sus desacuerdos porque esto contri-
buye al ejercicio de sus derechos y al logro de su individualidad
y autonomía. Sin embargo, es también importante que estas ex-
presiones y desacuerdos sean expresados dentro de ciertos lími-
tes. Si alguien trata de imponer un punto de vista a otra persona,
sin respeto y con atropellos, entonces aquella tiene problemas in -
trapersonales (con uno mismo) e interpersonales (con los demás).
Argumentar y pelear bajo ciertos límites protege a cada una de las
personas involucradas en el conflicto. Al mismo tiempo se enseña
y practica el máximo valor que tenemos como seres humanos: el
respeto. Respeto a la persona, a sus ideas, a sus sentimientos; res-
peto a la vida y respeto a uno mismo.

Preguntas
• ¿Cómo reacciona cuando surge un desacuerdo con su pareja?
• Enumere los beneficios de tener una “pelea limpia”.
• ¿Cómo se sentirán sus hijos e hijas al presenciar una “pelea
sucia”?
• ¿Qué tipo de “pelea” honra a Dios? ¿Y cuál le deshonra?
• ¿Es malo tener desacuerdos en la familia o con otras personas?

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

Reflexión
Dios no nos ha creado como seres mecánicos sino como seres sen-
sibles, dotados de sentimientos y emociones, y expresarlas es en-
teramente normal. El diálogo sobre opiniones diferentes es nor-
mal y deseable, y la actitud correcta cuando hay desacuerdos es
respeto y serenidad para expresar de forma sana y respetuosa las
opiniones propias, e interés genuino en escuchar y comprender
las opiniones ajenas, evitando ofender la imagen de Dios que re-
posa en la persona con la cual se tiene un desacuerdo.

Recomendaciones
1. Acepten que los desacuerdos y peleas son parte inherente a la
vida en familia. Eviten negarlas o ignorarlas. PARA LA FAMILIA

2. Observen cuáles son las palabras, tono de voz y gestos que uti-
lizan en los momentos de conflicto y, si es del caso, cámbienlos.
Hablen sobre la acción y no sobre la persona. Es mejor decir: “La
casa está un poco desordenada”, en lugar de: “Tú siempre serás
una desordenada”.
3. Si no llegan a conciliar su posición con la de la otra persona, es
mejor concluir en que se tienen opiniones diferentes, que termi-
nar peleando y cortando la comunicación.
4. Permitan que sus hijos, al observar o participar en la discusión o
pelea, vean los aspectos positivos de la misma. Eviten perpetuar
el mito de que toda discusión es un ataque personal o de que
toda familia que pelea es enferma. Asumir esas ideas convierte
siempre a la pelea en un acontecimiento negativo, indeseable e
inmanejable.

Metodología
1. Confeccionen una banderita de papel (tal vez roja) y colóquenla
en un lugar visible de la casa, cada vez que surja un desacuerdo.
Esto servirá para que todos acepten que en esos momentos hay
un clima de tensión y también ayudará a resolver con prontitud
el desacuerdo. Celebren con algo sencillo cada vez que se guar-
de la banderita.
2. Eviten usar expresiones muy comunes en nuestra cultura como:
“Es que yo pensaba que tú pensabas”, “Me dijeron que tú habías

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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos

dicho”, “Pareces un diablo”, “Te pareces a...”. Tampoco intenten in-


terpretar o traducir en palabras los gestos o formas típicas de ha-
blar de cualquier miembro de la familia. La mejor manera para
bajar el nivel de tensión es usando una voz baja, mirando a los
ojos de su interlocutor. Poco a poco, la conversación se normali-
zará a tonos más suaves.
3. Es estratégico escribir los desacuerdos. Escríbanlos en cualquier
papel y guárdenlo en un lugar conocido por todos. Compromé-
tanse a no tocarlo por un tiempo (dos o tres días). Luego de ello,
vuelvan a leerlos, comenten las emociones y juicios que se emi-
tieron. Pregunten: ¿Qué se puede cambiar? ¿Cómo? ¿Quién to-
ma la iniciativa? ¿Por qué cambiar?
4. Cuando la familia en pleno mantenga una discusión, tengan a
mano un objeto como un peluche pequeño, que debe ser colo-
cado al alcance de todos. Cada vez que un miembro de la fami-
lia hable, lo debe hacer con el peluche en las manos, luego de
lo cual lo regresa a su sitio. La siguiente persona podrá hablar
luego de haber tomado el peluche y, al concluir, volverá a dejar-
lo en el sitio acordado. Esto ayuda a que transcurra un poco de
tiempo entre cada participación y, lo mejor, da a todos la oportu-
nidad de hablar. Aceptar la opinión de cada miembro de la fami-
lia traerá sanidad al hogar.

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