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Desarrollo
de la Familia
Carlos Pinto
L
a relación de pareja y la relación de padres con hijos en
nuestro medio generalmente es idealizada. Expresiones co-
mo “la eterna luna de miel”, hablando de la pareja, o “todo
niño viene con el pan bajo el brazo”, refiriéndose a los hijos,
Carlos Pinto
muestra esta idiosincrasia latinoamericana. En parte esta
idealización provoca que las personas lleguen a casarse y formar fami-
lias sin la preparación debida.
Esta imagen idealizada de la realidad choca con las condiciones socio-
culturales actuales y crea conflictos pero también oportunidades para
crecer. La familia hoy tiene la tarea de enfrentar no sólo las presiones Temas
en su propio seno sino también las existentes por vivir en un mundo
globalizante y posmoderno. actuales
Por un lado, el hecho más resaltante es que la familia ha dejado de ser de la
el agente primario de socialización -que anteriormente asumía junto Pastoral
con la escuela, iglesia y vecindario- en la transmisión de normas, va-
lores y comportamientos para sus hijos. Ahora la socialización ya no es Familiar
primordialmente doméstica sino extradoméstica. La televisión, el cine,
las compañías transnacionales del entretenimiento, entre otras, son
quienes fomentan cierta forma de pensar, sentir y actuar.
sus distintos momentos
Por otro lado, la familia también queda fragmentada por la migración
interna o externa, con lo cual deja de suplir el rol de defensora y pro-
tectora de sus miembros frente a las presiones de la sociedad, muchas
veces hostil al bienestar y unidad de la familia.
La familia de hoy está inmersa en constantes cambios y conflictos. La
Nuestra
familia:
sus distintos momentos
Carlos Pinto
Compassion International-Ecuador
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Todas las referencias bíblicas son de la Biblia versión Reina Valera 1960.
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Gerente de Programas
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Especialista en Comunicaciones
CECILIA YÉPEZ
HCJB-División de Educación
Director América Latina
CARLOS PINTO
ISBN 9978-43-182-9
Derecho de autor No. 018381
Impreso en Ecuador por Imprenta Vozandes
Contenido
Presentación 5
Palabras del autor 7
Introducción
Perspectiva bíblica de la familia 13
L
a relación de pareja y la relación de padres con hijos en
nuestro medio generalmente es idealizada. Expresiones co-
mo “la eterna luna de miel”, hablando de la pareja, o “todo
niño viene con el pan bajo el brazo”, refiriéndose a los hijos,
muestra esta idiosincrasia latinoamericana. En parte esta idealiza-
ción provoca que las personas lleguen a casarse y formar familias
sin la preparación debida.
Esta imagen idealizada de la realidad choca con las condiciones
socioculturales actuales y crea conflictos pero también oportuni-
dades para crecer. La familia hoy tiene la tarea de enfrentar no só-
lo las presiones en su propio seno sino también las existentes por
vivir en un mundo globalizante y posmoderno.
Por un lado, el hecho más resaltante es que la familia ha dejado
de ser el agente primario de socialización -que anteriormente asu-
mía junto con la escuela, iglesia y vecindario- en la transmisión de
normas, valores y comportamientos para sus hijos. Ahora la socia-
lización ya no es primordialmente doméstica sino extradoméstica.
La televisión, el cine, las compañías transnacionales del entrete-
nimiento, entre otras, son quienes fomentan cierta forma de pen-
sar, sentir y actuar. El valor ya no es lo corporativo sino lo indivi-
dual, especialmente en el mundo urbano. Ya no se responde a la
consigna nacional sino a la internacional, a modelos de vida y cul-
tura ajenas a nuestra realidad latinoamericana. Ésta es una de las
mayores crisis que enfrenta la familia y los padres la sienten de
manera especial porque se dan cuenta de que cada vez tienen
menor injerencia en la vida de sus hijos e hijas.
Por otro lado, la familia también queda fragmentada por la migra-
ción interna o externa, con lo cual deja de suplir el rol de defen-
sora y protectora de sus miembros frente a las presiones de la so-
ciedad, muchas veces hostil al bienestar y unidad de la familia.
Es necesario que la familia reciba apoyo para optimizar sus poten-
cialidades y promover en sus integrantes una calidad de vida
acorde con los principios del Reino de Dios. Para ello, la familia
congregacional es el espacio indicado: la iglesia puede ofrecerse
como la casa sustituta donde la familia espiritual conviva y supla
las carencias de quienes, por una u otra razón, no gozan de una
vida familiar armoniosa. Para Jesús, su familia no sólo fue su ma-
dre, su padre y sus hermanos biológicos sino las multitudes. Su
sentido de familia trascendía su casa, su pueblo, su etnia y su país.
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El pueblo cristiano está llamado a constituir familias sólidas que
sean portadoras y generadoras de salud por su organización, por
su forma de relacionarse entre sus miembros y por su modo de in-
fluir en su entorno social. Una familia saludable se evidencia por-
que puede comunicarse entre sus integrantes, expresa sus senti-
mientos apropiadamente, enfrenta desacuerdos, crisis y conflictos
en forma respetuosa, vive una organización y distribución del po-
der que no es rígida, siente lealtad y apego emocional hacia sus
miembros, acepta que cada niño o niña son únicos y los trata de
esa manera; la relación entre los esposos es fluida y ambos asu-
men su labor de padres, y todos en la familia se afirman mutua-
mente e intentan amar y perdonar como Dios lo hizo con ellos.
La familia de hoy está inmersa en constantes cambios y conflictos.
La permanencia de sus valores culturales y espirituales está sien-
do suplantada por otros en los que domina la temporalidad y la su-
perficialidad, reflejo de la situación social contemporánea.
En este contexto, Compassion International-Ecuador y la División
de Educación de HCJB-América Latina, se unen a la iglesia y ofre-
cen esta obra como un aporte en la tarea preventiva, educativa y
discipuladora para el desarrollo integral de la niñez y la familia.
Asumimos en forma responsable el mandato de salvaguardar a la
familia creada e instituida por Dios como la receptora, proclama-
dora y perpetuadora de su pacto de esperanza, justificación y res-
tauración. ¡Si Dios está con nosotros (y nuestras familias e hijos)
quién podrá estar en contra de nosotros o nuestras familias!
Compassion International-Ecuador
Palabras del autor
HCJB-División de Educación
Programa de Desarrollo de la Familia
Objetivos
• Desarrollar herramientas adecuadas para apoyar el desarrollo
de los niños, las niñas y los adolescentes por medio de un pro-
ceso educativo dirigido a sus familias.
• Aportar a la Iglesia Evangélica con una herramienta de soporte a
los pastores en su labor de acompañamiento a las familias de los
niños, las niñas y los adolescentes en riesgo que asisten a sus co-
munidades de fe.
• Capacitar a los pastores y líderes de las iglesias en el proceso de
acompañamiento a todas las familias de sus comunidades de fe.
Administración
El Programa será administrado directamente por los líderes de las
iglesias locales, quienes tienen necesariamente que:
• Poseer un firme llamado hacia la pastoral de los niños, las ni-
ñas, los adolescentes y sus familias.
• Tener un vivo interés por estudiar y comprender las distintas si-
tuaciones sociales que los niños, las niñas, los adolescentes y
sus familias enfrentan a diario.
• Construir una comunicación abierta con los niños, las niñas, los
adolescentes y sus familias con las que trabaja en su iglesia y co-
munidad, para que encuentren formas de resolver sus problemas.
• Acudir a la Palabra de Dios en oración para obtener dirección
de parte de Dios para el acompañamiento de los niños, las ni-
ñas, los adolescentes y sus familias.
• Recibir de su iglesia el respaldo cotidiano necesario para ejer-
cer este ministerio.
• Ser un ejemplo de virtud con su propia familia.
• Estar capacitados en el manejo de este Manual para poder apo-
yar a los niños, las niñas, los adolescentes y sus familias.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Flujo Metodológico
Análisis temático
Reflexión
Tema
Recomendaciones
Metodología
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INTRODUCCIÓN
Perspectiva bíblica de la familia PARA CRECER EN PAREJA
L
A FAMILIA es la unidad social básica que Dios crea y con la
cual Dios establece su pacto de amor haciéndola proclama-
dora de su Creador y receptora y defensora de los valores de
su Reino. Toda la creación fue puesta a disposición de Adán y Eva
quienes se constituyeron en la primera familia que Dios creó. Es-
ta pareja (hombre y mujer) es llamada a procrear, a desarrollar la
familia, la sociedad, la iglesia, la ciencia, el gobierno, etc.
En resumen, la familia está llamada a reflejar la naturaleza y el
pacto de Dios en su forma de vida, encargándose de desarrollar y
preservar lo creado por Él. “Yo seré su Dios y ustedes serán mi
pueblo”, resume el pacto, e implica una total, constante y mutua
fidelidad (Adán y Eva, Abraham, Moisés, etc.), y provee un pro-
pósito específico a la existencia de la familia.
La forma en que Dios inicia su creación muestra que: 1) La familia
es prioritaria en su creación y con ella inicia su comunicación; 2) La
familia, desde la perspectiva bíblica, es única en su naturaleza y fun-
ción, pues tiene características de organización y relación muy par-
ticulares; 3) La caída no elimina el propósito que Dios dio a la fami-
lia de ser la que asuma una responsabilidad pactada previamente.
El gran diluvio en tiempo de Noé muestra el juicio y luego la re-
novación del pacto de Dios, lo cual indica que la caída no elimina
el rol histórico que Dios ha dado a la familia de ser la unidad so-
cial central en su creación. La familia sigue siendo la que debe vi-
vir en comunión con Dios, reflejar la naturaleza de Dios y ser la
administradora de su creación. La forma cambia pero no la natu-
raleza ni la función de la familia.
La unidad trinitaria o tripersonal de Dios es el modelo que muestra la
unidad sin perder la identidad individual en un contexto de fidelidad.
La unidad en el ámbito de la familia implica unidad en términos emo-
cionales, espirituales, materiales, en la vida de pareja. Esta unidad es
identificada en términos bíblicos como ser “una sola carne”, lo cual
deja ver la naturaleza de Dios en términos de unidad y fidelidad.
La unidad de la pareja en este contexto significa amor mutuo, su-
jeción mutua y buscar afirmar y promover en el otro u otra, la ima-
gen de Dios y el propósito para el cual fueron ambos creados.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
La constitución de la familia fue y es, indudablemente, el mejor
invento de Dios, la mejor alternativa de vida, el espacio ideal para el
desarrollo y enriquecimiento de cada uno de los miembros que la
forman. Los valores espirituales, éticos, sociales, afectivos, tienen su
cuna en la familia, y es allí donde el Padre transparenta su natu-
raleza, su parentesco con su creación y su eterno amor en beneficio
de la vida humana. Quien desea dejar huellas en su tránsito por esta
tierra, necesita reconocer que ello sólo será posible gracias al
amparo y fortaleza de la presencia de Dios.
Recomendaciones
1. Mantengan comunión íntima y constante con el Creador.
Desarrollen un estilo de vida que demuestre que Él es “amparo
y fortaleza” en toda circunstancia.
2. Corran riesgos, inventen situaciones y esperen.
Metodología
1. Provéanse de un devocionario y síganlo fielmente. Anoten las
citas bíblicas de referencia y las respuestas que Dios les comu-
nica. Habilitarse en esta conversación es fundamental.
2. Si no tienen un devocionario creen uno. Lean diariamente dife-
rentes porciones bíblicas. Integren sus palabras con sus acciones:
quienes les rodean verán en ustedes un modelo. Pidan al Señor
sabiduría para actuar.
3. Muéstrense en todo momento auténticos. Su hogar es el mejor
laboratorio experimental. Su cónyuge y sus hijos e hijas agrade-
cerán sus iniciativas (conversaciones sobre fotos, revistas, videos
y a veces programas de televisión). A través de ellas pueden abrir
espacios vitales para interactuar. Naturalmente, esperen no sólo
las sorpresas de Dios, sino también de los suyos. No se “coman
la vida” sin hacer nada. Añorar, soñar, proyectar, arriesgarse a
actuar, agrada al corazón del Padre Celestial.
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Primera parte
La misión
de la
Iglesia
y la
Familia
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
E
n forma resumida mencionemos algunos aspectos resaltantes
sobre la situación actual de la familia: 1) La familia sobrevive
en forma creativa en una sociedad que no la protege sino que
más bien la desprotege y atenta contra su bienestar espiritual, emo-
cional, social y material; 2) La familia vive procesos de crisis y rea-
juste en su forma de organización, en su forma de relación y en su
forma de concepción, al enfrentarse con valores ajenos y contrarios
a su cultura y a su fe; 3) Las mayores crisis de la familia son: crisis
de valores, crisis del significado de la vida y crisis de ser familia en
las aldeas electrónicas y globalizantes de hoy.
Las crisis políticas, económicas, sociales (guerrillas, narcotráfico,
comercio informal, deshumanización de la sexualidad, incremen-
to de violencia intra familiar, divorcio, adicciones, relaciones ex-
tramatrimoniales, etc.) y la globalización afectan la naturaleza, or-
ganización y función de la familia.
Por ejemplo, la globalización ha provocado en nuestras socieda-
des que las pequeñas empresas nacionales tengan que cerrarse
por no poder competir con las empresas transnacionales, situación
que ha dejado a muchas familias desempleadas.
Dios creó a la familia para que ella administre y se sirva de todo
lo creado para ella. Sin embargo, la situación actual de la familia
muestra que la sociedad se ha tornado en enemiga de la familia y
no en la que provee para el bienestar de ella. La sociedad se ha
convertido en generadora de conflictos agudos para la familia.
Otra ilustración de esta situación son los conflictos desencadena-
dos por el conocido incremento de olas migratorias (internas y ex-
ternas) en nuestros países. Las familias han optado o han sido for-
zadas a migrar del campo a la ciudad o de un país a otro, ya que
sus propias sociedades no les han brindado las condiciones nece-
sarias para su bienestar. El resultado de este fenómeno es el desa-
rraigo y la fragmentación familiar.
Los padres que viven en tierras extrañas, desarraigadas de su
cultura, provocan que los hijos —a veces menores de edad— asu-
man roles seudoparentales y que sus padres “cumplan” su rol a
distancia. Numerosos estudios indican la importancia de la pre-
sencia física y emocional de los padres, la cual tiene un impacto
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
Hoy más que nunca la iglesia o la comunidad de fe necesita hacer
un alto en su diario vivir para enfocarse con claridad y veracidad
en el papel que le corresponde: Ser “sal y luz”. Su actuación y
desempeño es trascendental, pues la influencia que la iglesia
ejerce en la sociedad es para bien o para mal. Esta influencia la
marcan no solamente los pastores o líderes, sino cada uno de los
miembros, con su vida dentro y fuera de su familia. El hogar sigue
siendo la llama que conserva el calor humano.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Recomendaciones
1. En grupo o en forma individual, dialoguen en torno a preguntas
PARA LA IGLESIA como:
• ¿Hay emigrantes en nuestra comunidad?
• ¿Quiénes son las personas que emigran?
• ¿Por qué lo hacen?
• ¿En qué condiciones se hallan los miembros de la familia que
permanece? Etc.
2. Reflexionen sobre estos temas en el marco de la vida de la
iglesia.
3. Promuevan encuentros familiares.
Metodología
1. Aprovechando un feriado o simplemente una tarde de sábado o
domingo, reúnan a varias familias que conocen a emigrantes o
viven en carne propia esta situación. Pueden abrir la conver-
sación usando alguna noticia publicada por algún medio de
comunicación. Permitan varias opiniones, mantengan un clima
de absoluta libertad de expresión y tolerancia.
2. Al contestar las preguntas, anótenlas en un papelógrafo o pidan
que alguien las vaya registrando. Aquí es pertinente hacer aclara-
ciones sobre prejuicios, mitos o malos entendidos acerca de la
migración. Es importante establecer una relación entre el tema y
la enseñanza bíblica. Pasajes tomados del libro de Éxodo, como:
el cruce por el mar Rojo (capítulo 14); la provisión de agua y
maná (capítulos 16 y 17); así como las leyes y mandatos de Dios
en nuevas tierras, darán enfoques interesantes a la reflexión
sobre el tema.
3. A semana seguida pueden organizar una reunión dentro o fuera
de la comunidad, según las condiciones económicas lo permitan.
Lo importante será intentar cubrir necesidades afectivas y de
relación con las personas que sufren por este proceso. Añadan a
las actividades comedias o representaciones de situaciones
jocosas para buscar valores positivos y ponerlos en práctica.
Estudiar y apropiarse de las promesas contenidas en Éxodo
23:20-25 son reposo para el alma y gozo para el espíritu.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
la familia
S
igmund Freud, el famoso siquiatra europeo, decía que una
persona saludable es aquella que puede trabajar y amar. Es-
ta afirmación implica que una sociedad saludable es aquella
que provee lo necesario para que las personas puedan trabajar
honradamente, lograr beneficios materiales y a su vez puedan es-
tar saludables emocionalmente para amarse y amar en forma
apropiada. Pero si la sociedad no cumple con este rol, da a luz in-
dividuos no saludables que a su vez crean una sociedad enferma.
El desafío de la Iglesia es asumir un rol proactivo (que cree ideas y
las ponga en práctica) educando, empoderando (apoderándose de
las capacidades que tiene) y movilizando a la familia para que pue-
da retomar la misión que Dios estableció para ella como receptora,
defensora y proclamadora del pacto y de los valores del Reino de
Dios. En el contexto latinoamericano, la Iglesia está llamada a ser
un agente de promoción humana y catalizadora de procesos de de-
sarrollo de la familia de la fe y de la comunidad de su entorno.
En el contexto actual, la Iglesia necesita ayudar a que la familia
construya el significado de ser familia en el contexto de las crisis
sociales, económicas y políticas, así como de la cultura tecnológi-
ca en que vive. Es urgente y prioritario que la Iglesia ayude a la
familia a un proceso de construcción y apropiación del propósito
para el cual fue creada.
La Iglesia requiere ser un santuario donde se proteja, respalde y
oriente a la familia en este proceso de reconstrucción y construc-
ción en el sentido profético, según los diseños que Dios optó para
ella. La familia fue y es la prioridad de Dios; no el individuo solo
o los intereses económicos.
Los conflictos sociales, económicos, así como la fuerza de la cultu-
ra tecnológica y global, han creado una crisis de valores, y la Igle-
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
Marcos 10:16 registra un hermoso cuadro del amor de Jesús para
los niños y niñas. No sólo que los abraza sino que también los ben-
dice “poniendo sus manos sobre ellos”. El amor que no se expre-
sa en acción se esfuma, no deja huella, no engendra vida. Socie-
dades como las nuestras, vanas y apresuradas, necesitan por su
propio bien hacer un alto y contemplar a los niños, niñas y adoles-
centes como sus iguales. Hay que apoyarlos sin reserva y prote-
gerlos, pues en ellos está el corazón del amoroso Padre Eterno.
Recomendaciones
1. Dimensionen la acción de Jesús en el pasaje anotado.
PARA LA IGLESIA 2. Contrástenlas con las acciones de la sociedad actual.
3. Establezcan prioridades en las actividades de la iglesia. ¿Nos esta-
mos equivocando sobre lo que consideramos más valioso?
Metodología
1. Los grupos que tienen responsabilidades con niños, niñas y ado-
lescentes, deben estudiar y establecer los puntos relevantes de
Marcos 10:13-16; Mateo 19:13-15 y Lucas 18:15-17. Guíense
por preguntas como: ¿Qué hizo Jesús con los niños? ¿Cómo los
miran las personas adultas? ¿Por qué les impiden acercarse a
Jesús? ¿Hay temor en los discípulos de Jesús? Visualicen el com-
promiso de la iglesia frente a estos grupos humanos.
2. Pidan que las personas relaten casos concretos de tratos dis-
criminantes hacia los niños, niñas y adolescentes, y busquen
soluciones inmediatas y reales para tales situaciones. Provéanse
de documentos de organizaciones que amparan y protegen a los
menores para conocer los mecanismos legales actuales para uti-
lizarlos dentro de la iglesia, en acción positiva hacia la sociedad.
3. Con la participación personal de pastores y líderes, revisen las
prioridades de la iglesia para ayudar a cubrir necesidades básicas
de estos grupos. Destinen mayores recursos del presupuesto de
su comunidad de fe a los niños, niñas y adolescentes. Pidan a
hermanos y hermanas que están comprometidos con las tareas
de atención, supervisar y cuidar con mayor cuidado el dinero gas-
tado en el desarrollo de las actividades.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
L
a familia fue definida tradicionalmente como un grupo de
personas que tienen una relación sanguínea. En la actuali-
dad la familia se identifica como la agrupación de personas
que viven juntos, unidos no exclusivamente por líneas sanguíneas
sino también por razones de sobrevivencia económica.
Por ejemplo, una madre sola acuerda arrendar una casa en con-
junto con otra madre sola para así ayudarse mutuamente en los
gastos de la casa y a la vez turnarse en el cuidado de los hijos. De
esta manera se conforma una nueva forma de ser familia. Las Es-
crituras plantean que una familia se forma cuando un hombre y
una mujer, que dejan la casa de sus padres, se unen bajo un com-
promiso de fidelidad y de compañerismo permanente.
La definición dada por los sicólogos con orientación sistémica,
perciben a la familia como una unidad, un sistema, un conjunto de
personas que conviven gobernadas por ciertas reglas acordadas,
que les permite lograr su objetivo común. En este sentido la fami-
lia tiene la característica de proveer un ambiente de interdepen-
dencia entre sus miembros.
Cada persona en la familia no actúa como una unidad autónoma;
por el contrario, lo que hace, siente y comunica una persona en la
familia (por ejemplo el padre) afecta al resto de los otros miembros
(la madre, los hijos e hijas). Y el comportamiento de los hijos o es-
posa afecta en cómo se siente y actúa el padre.
Este concepto de interdependencia se encuentra también en la Bi-
blia cuando indica: “El hombre dejará a su padre y madre para
unirse a su pareja y ser una sola carne” (Génesis 2:24). Ser una so-
la carne implica una relación de unidad interdependiente espiri-
tual, emocional y física.
En general las personas integrantes de una familia tienen dos me-
tas comunes: la promoción del bienestar emocional de las perso-
nas adultas y del desarrollo integral de las hijos e hijas. Los padres
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
bertad para que los hijos en esta etapa vayan asumiendo mayor
responsabilidad por sus propios actos.
La familia como organización viva experimenta diferentes etapas,
vive cambiando constantemente. Una familia se forma cuando
una pareja se une en matrimonio, y luego tienen hijos, lo cual va
cambiando la vida de la pareja de esposos a padres.
Posteriormente la familia experimenta la etapa de convivir con hi-
jos que inician la vida escolar, luego la convivencia con hijos ado-
lescentes y finalmente la etapa cuando los hijos crecen y experi-
mentan la juventud, encuentran su propia pareja y dejan la casa
de sus padres. Esta etapa es conocida como del “nido vacío”, que
en algunos casos ocurre cuando los padres están cerca de la edad
de jubilación. Los padres se encuentran nuevamente solos, sin hi-
jos, y más bien se inician en la etapa de ser abuelos.
Estas etapas no son mecánicas ni se viven en forma similar en to-
das las familias, pero es cierto que cada etapa de vida en la fami-
lia conlleva experimentar ciertos cambios y realizar tareas por
parte de sus integrantes. Cada nueva etapa requiere una reorga-
nización en la familia y un cambio en la forma de vivir los roles,
en la inclusión de nuevas normas y cambios en otras.
Las crisis o momentos difíciles que se dan en las familias general-
mente ocurren en momentos en que una familia inicia una nueva
etapa. Las transiciones mencionadas: matrimonio, embarazo, hijos
en época escolar, adolescencia, hijos en la etapa de la juventud,
hijos que dejan la casa, etapa de la jubilación, etc., son momentos
cuando la familia requiere reorganizarse para poder superar el
momento de cambio.
Estas crisis no deben percibirse como problemas o patologías fa-
miliares; por el contrario, deben verse como etapas de la vida, de
ser familia, y es recomendable más bien asumir una actitud pre-
ventiva anticipándose a las nuevas etapas para enfrentarlas con
mayor conocimiento y habilidades.
Reconocer e identificar que cada etapa en la familia conlleva cam-
bios en los padres e hijos es importante porque en general la fa-
milia tiende a preferir seguir actuando en la forma acostumbrada
y rechaza el cambio.
Esta resistencia al cambio y el deseo de mantener el balance pro-
voca muchas veces que los padres sigan tratando a sus hijos de la
manera acostumbrada, desconociendo que ya aquellos están en
otra etapa, lo cual exige una forma diferente de diálogo. Es lo que
ocurre, por ejemplo, en un hogar donde el padre es alcohólico: la
esposa ha enseñado a sus hijos a comportarse de una manera par-
ticular, y cuando esta condición cambia, es decir, cuando el padre
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
La organización de la familia
Como se indicó previamente, la familia es considerada como un
sistema compuesto por diferentes partes. En este caso no sólo es
importante conocer cómo funciona la familia, como unidad, sino
cómo funciona y se relaciona cada una de sus partes. En otras pa-
labras, cada persona en la familia está constantemente influencia-
da en forma recíproca e interdependiente por las otras.
Por ejemplo, la pareja, los padres, los hijos son diferentes “subuni-
dades” o “partes” que conforman una familia determinada. Estas
partes de la familia se organizan en cierta forma jerárquica. Los
padres son la autoridad en el hogar y los hijos generalmente es-
tán en proceso de formación y por lo tanto mantienen una relación
de dependencia de los padres, pero sin llegar a relaciones de abu-
so o autoritarismo.
Es importante recordar que la familia ha sido creada por Dios pa-
ra ser un lugar donde reine el afecto, la aceptación del uno al otro,
el amor incondicional y la reafirmación de la imagen de Dios en
cada integrante. Por eso la familia no está diseñada para organi-
zarse ni relacionarse con autoritarismo, temor o violencia.
Los padres de familia que mantienen una relación saludable co-
mo esposos están en condición de ser mejores padres. Pero ser pa-
dres no significa imponer ni abusar de la autoridad sobre los hijos
sino usar esta autoridad para formarlos apropiadamente con el
ejemplo y con la enseñanza. La jerarquía en la familia existe para
promover la formación saludable de sus miembros y el desarrollo
personal de sus miembros y no para ejercer el poder en forma tal
que se anule, obstaculice o estanque el desarrollo de la imagen de
Dios en cada uno.
Uno de los elementos de una familia organizada es la apropiada
definición de los límites que tiene cada persona para con la otra y
como unidad familiar para con la comunidad a la que pertenece.
Una delimitación muy abierta o muy cerrada en la familia signifi-
ca vivir bajo una organización extrema y no saludable.
Por ejemplo, una familia que tiene una forma de vida en la que ca-
da persona hace lo que desea y no consulta con las otras, repre-
senta un sistema muy abierto. En estos casos la familia vive en for-
ma desorganizada y demasiado permisiva. Por el contrario, una
familia que mantiene una organización muy autoritaria y rígida
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
No es nada fácil construir una familia teniendo en cuenta la vol-
untad de Dios. La simple y a la vez complicada naturaleza
humana crea unas veces tristeza y desconcierto, y otras gratitud y
gozo. Llegar a este equilibrio cuesta lágrimas y largos momentos
de oración en rodillas, buscando el conocimiento y la sabiduría
“que procede de lo alto”. Ver a la familia como un sistema, como
un organismo vivo (llamado enfoque sistémico), da oportunidad
para que todo miembro de ella tenga el espacio y los derechos y
deberes necesarios para desarrollarse armónicamente, como per-
sona única e individual, “creada a la imagen y conforme a la
semejanza de Dios”.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Recomendaciones
1. Busquen pasajes bíblicos relacionados con la estructura de la
PARA LA IGLESIA Y FAMILIA iglesia (el Cuerpo de Cristo) y aplíquenlos a la familia. Puede ser
altamente positivo en las relaciones parentales.
2. Roten algunas actividades dentro de la familia. Siempre es bue-
no “ponerse en los zapatos” de la otra persona.
3. Promuevan actividades en las cuales el objetivo sea experimen-
tar la satisfacción de ser miembro de la familia.
Metodología
1. Pasajes como Romanos 12:9-21, deben ser analizados, no sólo
en la enseñanza sistemática o en la prédica, sino también trasla-
dados a la vivencia cotidiana de la familia. Los padres deben ejer-
cer su creatividad usando estrategias en las cuales se haga apli-
cación directa de mandatos tales como: “Ámense como
hermanos los unos a los otros, dándose preferencia y respetán-
dose mutuamente” (v.10). Esto traerá evidencia de la bendición.
2. En ese mismo marco, busquen la forma de destacar por algunos
días las acciones que los miembros de la familia hayan realizado.
Por ejemplo: alguien lavó los platos de la merienda en reempla-
zo de la persona encargada, sin que ella fuese notificada con an-
terioridad. Otorgar un regalo sencillo como ofrenda de amor o
respeto a otro miembro de la familia, sin que medie ocasión es-
pecial. Sorprender con una comida o agasajo en horas inusuales,
etc.
3. Proclamen una acción que un miembro de la familia hizo para
proteger la integridad de otro miembro de la familia o de la co-
munidad. Por ejemplo, en el caso de un incendio, de un desas-
tre u otro accidente. La iglesia como tal debería abrir espacios pa-
ra este tipo de noticias, pues ejemplos a seguir es lo que más
falta nos hace.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
La relación de la familia
¿Qué factores contribuyen para que una familia se relacione en
forma saludable y armoniosa? Diferentes profesionales clínicos
han respondido en formas variadas y en este sentido no hay un
factor único, sino varios, que contribuyen a una relación afectiva
apropiada en la familia.
Uno de estos factores reconocido por la mayoría de especialistas
en familia, es la buena comunicación. Otros manifiestan que es
la capacidad de compartir actividades e intereses entre los inte-
grantes de la familia lo que promueve un ambiente de unidad
familiar.
La importancia de valorar y aceptar a cada persona tal cual es, ha
sido señalada también como un factor primordial para que los in-
tegrantes de la familia se sientan cómodos al ser parte de ella.
Una buena relación familiar también requiere que sus integran-
tes tengan tiempo disponible individualmente y como familia.
Por ejemplo, uno de los factores mayores que contribuye en la
relación familiar es que los padres planifiquen y vivan tiempo a
solas como pareja. La calidad de vida relacional de la pareja
afecta directamente su relación parental con los hijos. Es una óp-
tima relación de pareja lo que alienta y fortalece la relación de
padres.
Una buena relación de pareja no ocurre al azar sino que requiere
planificar ciertas actividades que promuevan que la pareja se
sienta bien la una con el otro. El romanticismo y la realidad de las
responsabilidades diarias muchas veces no caminan juntos, pero
a la vez son complementarias. La pareja generalmente asume
ciertos roles y tareas individuales mientras otras lo hacen en for-
ma conjunta.
Cuando una persona en la pareja siente que está realizando más
tareas que la otra, crea cierto resentimiento que debe evitarse. Es
clave que en la pareja no se asuman roles fijos donde uno sea el
super activo mientras que el otro asuma un rol super pasivo. La
persona que asume el rol de extrema responsabilidad impide a su
pareja asumir su correspondiente responsabilidad. En este senti-
do lo saludable no es criticar o culpar a la pareja pasiva sino de-
jar de sentirse responsable por todo, dejando que la pareja y los
otros en la familia cumplan con su parte.
El cambio de estos roles (activo-pasivo) es muy difícil porque en
América Latina la mujer es apreciada por asumir en forma extre-
ma el rol de ser sacrificada y activa en la familia. Por otro lado,
hacer cosas para alguien a veces provoca sentimientos positivos
en la persona que se hace cargo de otra. Sin embargo, hacer de-
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
masiadas cosas para la pareja o el hijo puede ser una forma in-
consciente de enmascarar u ocultar los verdaderos problemas de
la familia.
En una relación equitativa donde se respeta la jerarquía corres-
pondiente, el poder es compartido y las personas aprenden a ne-
gociar sus roles como expectativas dentro de la familia a la que
pertenecen.
La capacidad de ser flexible, de dar y recibir, es un elemento in-
dispensable en la relación de pareja y de familia. Cuando la pare-
ja, padres o hijos viven en un ambiente familiar donde dan y reci-
ben, esto les provoca sentimientos de ser aceptados y valorados,
lo cual les ayuda a desarrollar habilidades de negociación en su
diario vivir como familia.
Cada persona que integra la familia requiere sentirse igual y com-
petente como los demás. Este sentimiento se genera a medida que
la familia muestra con palabras y acciones que piensan de esta
manera.
Los roles no solamente definen el cumplimiento de una función
concreta como ser la persona que cocina o la persona que limpia
la casa, etc. Los roles también definen una función emocional, co-
mo ser la persona de la familia que es pacifista y conciliadora o ser
la persona antagonista y crítica.
Otra persona puede asumir el rol de ser la que entretiene y disipa
las tensiones que se presentan en el diario vivir. También se pue-
den dar roles como ser el hijo excesivamente responsable que ac-
túa algunas veces más como padre que como hijo.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
“No todo lo que brilla es oro”, dice un viejo pero muy pertinente
refrán popular. La vida en pareja lo hace evidente cuando la
desilusión o el engaño cobra fuerza. ¡Qué bueno y bondadoso es
nuestro Dios cuando a pesar de cada uno de los fallos personales
Él mismo mantiene la relación! El esfuerzo y la dedicación que
cada uno de los cónyuges haga en bien de su pareja, traerá rec-
ompensa, pues no es en vano. El Salmo 138:8 dice: “Jehová
cumplirá su propósito en mí. Tu misericordia, Jehová, es para
siempre; no desampares la obra de tus manos”.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Recomendaciones
1. Creen espacios efectivos dentro del hogar en los que puedan in-
teractuar sus miembros. PARA LA FAMILIA
Metodología
1. Si la familia dispone de varias habitaciones que usan como dor-
mitorios, reacomódense para hacer espacio para los nuevos
huéspedes. Por ejemplo, los padres pueden dormir en las camas
de los niños, o ellos hacerlo en la cama matrimonial. Durante
una merienda o el almuerzo del domingo, cuenten las experien-
cias y saquen conclusiones positivas. Así todos aprenderán a res-
petar el espacio de cada quien y consecuentemente pueden sur-
gir nuevos arreglos que brinden comodidad y gusto para disfrutar
la vida en familia.
2. Es lamentable el efecto que el mercado consumista ha provoca-
do al día del amor. Para la pareja, si es posible, que todos los días
sean del amor. Ello depende exclusivamente de “hacer cosas y
decir cosas” que surjan del corazón: dedicar una noche para ser
más romántico que otras veces, alegrará el corazón de nuestro
Creador. Música, flores, dulces, etc., junto con las palabras ade-
cuadas pueden crear el ambiente apropiado. Y alguna locura de
ambos mantendrá el atractivo del amor conyugal que Dios lo “hi-
zo bueno”. Leer el libro El cantar de los Cantares en pareja, di-
mensiona el propósito divino a la vez que rompe con los concep-
tos extrabíblicos del amor que comparten los “esposos y
amantes”. Hacerlo con reverencia y hundirse en la profundidad
del texto puede ser, sin lugar a dudas, el más grande aconteci-
miento que le pueda ocurrir a cada uno de los cónyuges.
3. Festejar el día del tío o la tía, de los primos, y más aún de los
abuelitos, con algo sencillo, fortalecerá estas relaciones. Al mis-
mo tiempo, aprovecharlas para romper alianzas secretas desfa-
vorables contribuirá al fortalecimiento de una comunicación lim-
pia entre todos los miembros de la familia.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
PARA R ECORDAR
Recomendaciones
“Practica
lo que predicas”. para una pastoral
familiar
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Sobre la pareja
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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Segunda parte
Temas
actuales
de la
Pastoral
Familiar
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¡Recién
casados!
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
L
a vida matrimonial, en su proceso de desarrollo, atraviesa
generalmente por diferentes etapas: la romántica, la del
acuerdo, la de control, la de lucha de poder, la de coopera-
ción mutua y la de colaboración. Generalmente cada pareja expe-
rimentará estas etapas, y de cómo las enfrenten dependerá la ca-
lidad y permanencia de su relación. Cada etapa requerirá realizar
ciertas tareas específicas para lograr la madurez sicológica y rela-
cional adecuada para avanzar a la siguiente.
Si una pareja queda fijada o estancada en una etapa, ambos de-
jarán de crecer individualmente. Por ejemplo, si la pareja no pue-
de superar la etapa de la lucha de poder, entonces no podrá avan-
zar a la de cooperación mutua.
La etapa romántica
La etapa romántica es la primera que experimentan las parejas re-
cién casadas. En esta etapa de los primeros años de convivencia
matrimonial la pasión y el romance son muy intensos.
Ambos tendrán que colocar en este periodo las bases adecuadas
para obtener mutua satisfacción sexual, deberán lograr una iden-
tidad como pareja y necesitarán desarrollar nuevos patrones de
conducta como cónyuges.
Cuando Carlos y Rebeca se casaron, lo hicieron creyendo que el
amor profundo que se profesaban sería suficiente para sostener su
vida matrimonial. Quizás inconscientemente y de manera inge-
nua, quisieron creer en el final de los cuentos de hadas que leye-
ron en su infancia: “Se conocieron, se amaron, se casaron, y vivie -
ron muchos años, muy pero muy felices”.
Realmente no fue así. En la travesía de su vida conyugal apren-
dieron que el amor no basta. Entendieron que ambos tenían que
asumir el compromiso de nutrir y defender su relación matrimo-
nial. Aceptaron que tenían que conocerse primero como perso-
nas, para poder entender mejor por qué actuaban como lo ha-
cían en el contexto de pareja. Finalmente llegaron a percibir a
su matrimonio como un proceso, y fue esta perspectiva la que les
ayudó a asumir una actitud objetiva y realista frente a los bue-
nos y también difíciles momentos que enfrentaron en los prime-
ros años.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Preguntas
Leer Génesis 2:24. Conversar sobre:
• Sicológicamente, ¿qué significa la frase “dejar padre y madre”, an-
tes de casarse?
• ¿Qué implica ser “una sola carne”?
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
Los hijos e hijas aprenden sobre el significado de la relación de
pareja por la forma en que sus padres se relacionan en tiempos de
paz y en tiempos de conflicto. Dios nos da un ejemplo concreto so-
bre este modelo cuando se sacrifica por su esposa —la Iglesia— y
espera de ella fidelidad. Dios no impone, sino que motiva al cam-
bio al mostrar su amor y fidelidad.
Si los padres siguen el ejemplo bíblico de la relación simbólica de
Dios con su esposa —la Iglesia—, entonces los hijos podrán tener
un buen modelo que observar y replicar en su vida adulta cuando
ellos también inicien su vida de pareja.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Recomendaciones
1. Reúnan parejas recién casadas (máximo cinco años de matrimonio).
PARA PAREJAS
2. Armen escenas de la vida diaria.
3. Inviertan roles: esposos como esposas y esposas como esposos.
4. Recreen las escenas anteriores con los roles invertidos.
5. Evalúen las actuaciones y dialoguen sobre lo aprendido al estar
“en los zapatos de otro”.
Metodología
1. Durante dos semanas reúnan a las parejas asistentes a la comu-
nidad de fe en algún hogar y formen grupos de máximo cinco
personas. Conversen e inventen dos o tres pequeñas historias
que pueden ser representaciones de la vida de esas parejas.
2. Las parejas, usando elementos disponibles en casa: ropa,
muebles, utensilios, etc., armen las escenas. No olviden incluir
música.
3. El elemento clave en la representación está en invertir los roles
de los participantes: los varones representarán a las esposas y las
mujeres a los esposos.
4. Motiven e inviten a las parejas de la iglesia y fuera de ella, a la
presentación de una tarde o noche de teatro casero. Puede ser
una magnífica oportunidad de evangelizar a la comunidad.
5. Den calificaciones a las representaciones por medio de aplausos.
Proclamen públicamente los méritos y esfuerzos realizados. En
experiencias anteriores se ha comprobado la bondad de actuar
para evidenciar no sólo dones artísticos, sino también para co-
municar valores en forma sustancial y con resultados positivos y
a largo plazo.
6. Terminen con comentarios del público relacionados con la pre-
sentación y/o lectura de un pasaje de las Escrituras como Efesios
5:21-33.
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¿SIEMPRE tienen
que gritarse?
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
L
os conflictos son parte inherente a la vida familiar. Sin em-
bargo, muy poco esfuerzo se hace para enseñar a los hijos a
manejar los desacuerdos en forma constructiva. Sí, en la fa-
milia siempre ocurren peleas: por algún desacuerdo en cómo se
gasta el dinero, por si deben o no visitar a los suegros, o por tener
ideas diferentes sobre cómo disciplinar a los hijos. Ocurren peleas
en la pareja, entre padres e hijos y también entre los hijos o hijas.
Las formas en que terminan los desacuerdos también son varia-
das. Algunas personas terminan sus peleas con agresiones verba-
les o físicas; otras, con llanto o risas. Y otras aprovechan el desa-
cuerdo para aprender más de su propia persona y de los demás.
En el mundo adulto es importante aprender a manejar los desa-
cuerdos con “peleas limpias”. Una pelea limpia es aquella en que
se expresan las opiniones distintas en una forma positiva, defi-
niendo conceptos con claridad, articulando y sosteniendo las opi-
niones propias sin ofender a quien tiene ideas diferentes. Apren-
der a vivir en familia consiste en saber tener una “pelea limpia”
cada vez que surge un desacuerdo.
Pero, ¿existe una “pelea limpia”? El concepto de “pelea” ha sido
siempre asociado con algo negativo y esto probablemente sucede
por la forma irrespetuosa en que habitualmente se enfrentan los
desacuerdos familiares. Sin embargo, si las peleas son percibidas
como oportunidades para autoenseñarse a manejar los conflictos,
la forma y el resultado de las “peleas” estarán caracterizados por
el respeto a uno mismo y a los demás.
Por ejemplo, cuando ocurre un desacuerdo en la familia, puede
ser la oportunidad para enseñar y practicar el establecimiento de
límites entre las personas que la integran. Es el momento de ex-
presarse con respeto hacia la otra persona, y es una oportunidad
ideal para probar qué tanto se pueden controlar las propias emo-
ciones a pesar de sentirse atacado.
¿Pelear o no pelear?
“Humberto es una persona explosiva y cuando se molesta dice co -
sas que hieren. Yo prefiero que discutamos nuestros desacuerdos
cuando estamos solos, sin la presencia de los hijos”, decía la ma-
dre de Andrés. Humberto permaneció en silencio, comunicando
que aquello era cierto. Ésta es una decisión sabia, porque evita
dar un mal ejemplo a los hijos.
La observación que se le hizo en consulta a esta pareja fue: ¿Cómo
aprenderán a manejar sus conflictos sus hijos si no ven hacerlo a uste-
des? Porque aunque el padre y la madre se esfuercen en esconder sus
conflictos, iras y aún temores, los hijos sí los percibirán en el ambiente.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Por ello, es mejor hablar sobre los desacuerdos y hacer una “pe-
lea limpia” antes que una “pelea sucia”, y a escondidas de los ni-
ños. Después de todo, son ellos quienes necesitan ver a sus padres
pelear en forma limpia para aprender también el modelo de ma-
nejar las diferencias en forma sana y saludable.
Por contraste, otras familias discuten todo en frente de todos, al
estilo defensivo donde cada uno arremete contra la otra persona
con palabras o acciones. Este tipo de “pelea sucia” es realmente
dañina para toda la familia. Es importante que la pareja establez-
ca límites y defina cuáles desacuerdos pueden ser discutidos fren-
te a los hijos y cuáles no. También se requiere que los desacuer-
dos familiares sean confrontados y discutidos bajo cierto marco de
respeto a las personas involucradas.
Es en las peleas donde, sin percibirlo, se enseña el valor de la fa-
milia. ¿Se asume responsabilidad por los errores propios o se in-
culpa a otros por ellos? Parecería imposible, pero en medio de los
desacuerdos de familia se puede enseñar valores como el amor, el
respeto, la comprensión, la responsabilidad y el control. Lógica-
mente, esto último es posible si se aprende a “pelear limpio”.
Los padres deben encarnar estas enseñanzas con su propio ejemplo
para que sus hijos e hijas las aprendan y adopten en su propia vida.
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Individualidad y autonomía
“Mi derecho comienza donde comienzan los derechos de la otra
persona”, dice un refrán muy conocido. ¿Dónde comienzan y dón-
de terminan los míos? ¿Hasta dónde puedo imponer mis ideas en
la familia? ¿Cuál es el límite para entender la opinión diferente de
mi pareja, de mi hermano, de mi hermana o de mis padres?
Las respuestas a estas preguntas no se pueden formular en blanco y
negro. Cada situación, persona y familia son diferentes pero todas re-
quieren del entendimiento y práctica de un concepto clave: límites.
Cada familia está llamada a vivir en una forma que facilite e in-
vite a sus integrantes a desarrollarse como personas autónomas
pero en una relación interdependiente. Es menester que a cada
persona se le deje expresar sus desacuerdos porque esto contri-
buye al ejercicio de sus derechos y al logro de su individualidad
y autonomía. Sin embargo, es también importante que estas ex-
presiones y desacuerdos sean expresados dentro de ciertos lími-
tes. Si alguien trata de imponer un punto de vista a otra persona,
sin respeto y con atropellos, entonces aquella tiene problemas in -
trapersonales (con uno mismo) e interpersonales (con los demás).
Argumentar y pelear bajo ciertos límites protege a cada una de las
personas involucradas en el conflicto. Al mismo tiempo se enseña
y practica el máximo valor que tenemos como seres humanos: el
respeto. Respeto a la persona, a sus ideas, a sus sentimientos; res-
peto a la vida y respeto a uno mismo.
Preguntas
• ¿Cómo reacciona cuando surge un desacuerdo con su pareja?
• Enumere los beneficios de tener una “pelea limpia”.
• ¿Cómo se sentirán sus hijos e hijas al presenciar una “pelea
sucia”?
• ¿Qué tipo de “pelea” honra a Dios? ¿Y cuál le deshonra?
• ¿Es malo tener desacuerdos en la familia o con otras personas?
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
Reflexión
Dios no nos ha creado como seres mecánicos sino como seres sen-
sibles, dotados de sentimientos y emociones, y expresarlas es en-
teramente normal. El diálogo sobre opiniones diferentes es nor-
mal y deseable, y la actitud correcta cuando hay desacuerdos es
respeto y serenidad para expresar de forma sana y respetuosa las
opiniones propias, e interés genuino en escuchar y comprender
las opiniones ajenas, evitando ofender la imagen de Dios que re-
posa en la persona con la cual se tiene un desacuerdo.
Recomendaciones
1. Acepten que los desacuerdos y peleas son parte inherente a la
vida en familia. Eviten negarlas o ignorarlas. PARA LA FAMILIA
2. Observen cuáles son las palabras, tono de voz y gestos que uti-
lizan en los momentos de conflicto y, si es del caso, cámbienlos.
Hablen sobre la acción y no sobre la persona. Es mejor decir: “La
casa está un poco desordenada”, en lugar de: “Tú siempre serás
una desordenada”.
3. Si no llegan a conciliar su posición con la de la otra persona, es
mejor concluir en que se tienen opiniones diferentes, que termi-
nar peleando y cortando la comunicación.
4. Permitan que sus hijos, al observar o participar en la discusión o
pelea, vean los aspectos positivos de la misma. Eviten perpetuar
el mito de que toda discusión es un ataque personal o de que
toda familia que pelea es enferma. Asumir esas ideas convierte
siempre a la pelea en un acontecimiento negativo, indeseable e
inmanejable.
Metodología
1. Confeccionen una banderita de papel (tal vez roja) y colóquenla
en un lugar visible de la casa, cada vez que surja un desacuerdo.
Esto servirá para que todos acepten que en esos momentos hay
un clima de tensión y también ayudará a resolver con prontitud
el desacuerdo. Celebren con algo sencillo cada vez que se guar-
de la banderita.
2. Eviten usar expresiones muy comunes en nuestra cultura como:
“Es que yo pensaba que tú pensabas”, “Me dijeron que tú habías
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NUESTRA FAMILIA: sus distintos momentos
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