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Casación 31880

Luis Alfonso Torres Ropero

Proceso nº 31880
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrado Ponente

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

Aprobado acta número 340

Bogotá D.C., veintiuno de septiembre de dos mil once.

Se pronuncia la Corte sobre la admisibilidad de la


demanda de casación propuesta por el abogado de Luis
Alfonso Torres Ropero, contra la sentencia proferida por
el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, que
confirmó en su integridad la emitida por el Juzgado 2º
Penal del Circuito de Ocaña, en virtud de la cual lo
condenó a la pena principal de 15 años de prisión, como
autor del delito de homicidio.

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Casación 31880
Luis Alfonso Torres Ropero

HECHOS

Con base en lo plasmado en la resolución de acusación


los juzgadores los declararon de la siguiente manera en
las instancias:

“Sucedieron en Ocaña el 25 de junio del corriente año


(2007) a eso de las 9:00 de la mañana sobre la vía pública
de la calle 8 con carrera 10 del barrio Tejarito: En el lugar a
AURELIANO PINEDA BAYONA se le causó la muerte
ocasionándosele heridas con arma de fuego en momentos en
que se desplazaba como parrillero de una motocicleta.

La investigación expone que los presuntos autores y


cómplices se movilizaban en motocicletas una de las cuales
era marca Suzuky Viva 115 color rojo que era tripulada por
dos hombres que abandonaron la escena por la carrera 10
pasando por el frente del colegio Alfonso López en cuyo
lugar se suscitó un intercambio de disparos entre éstos y el
subintendente de la Policía Nacional EDWIN ORTEGA
MEZA, Jefe del servicio de escolta del alcalde de Ocaña,
quien para el instante se hallaba en el interior del citado
establecimiento.

Subsiguiente a esto último y según el libro de población del


hospital Emiro Cañizares a las 9:15 a.m. ingresó a
urgencias el ciudadano LUIS ALFONSO TORRES ROPERO
quien presentaba una herida de bala en la parte superior
del brazo izquierdo, determinándose luego según su mismo
dicho que la recibió en la escena del crimen.” (sic)

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ACTUACIÓN PROCESAL

La Fiscalía Seccional de Ocaña mediante resolución del


26 de junio de 2007 ordenó apertura de instrucción, a la
cual dispuso vincular a través de diligencia de indagatoria
al implicado Torres Ropero,1 a quien le resolvió la
situación jurídica con medida de aseguramiento de
detención preventiva mediante resolución del 3 de julio
siguiente.2

Realizado lo anterior y recaudadas las pruebas que


consideró suficientes, la Fiscalía clausuró la fase
instructiva del proceso3 y con proveído del 24 de octubre
de 2007 calificó el mérito probatorio del sumario con
resolución de acusación en contra del sindicado, como
cómplice del delito de homicidio. 4

Agotado el período probatorio de la causa y en desarrollo


de la intervención del fiscal acusador, el juez de
conocimiento, el 2º Penal del Circuito de Ocaña, sugirió la
necesidad de variar la calificación respecto de la forma de
intervención del acusado en el ilícito, pues hizo notar que
“… hay una autoría con división de trabajo y no una

complicidad…”5

1
Fol.48
2
Fol. 56
3
Fol. 176
4
Fols. 206
5
Fol. 293

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En estas circunstancias se dictó sentencia de primer


grado el 6 de junio de 2008, en la que se impuso al
procesado la pena de 15 años de prisión y la accesoria de
rigor por el mismo término, en su condición de autor del
punible de homicidio. El Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cúcuta confirmó la condena referida mediante
el fallo emitido el 2 de diciembre de 2008.

DEMANDA DE CASACIÓN

El demandante propone los siguientes cargos.

Cargo primero: Violación indirecta de la ley sustancial


“por haberse incurrido en la sentencia de segunda instancia en
errores de hecho, por falsos juicios de existencia, por no haberse
apreciado diversas pruebas existentes en el proceso, que se
traducen en la violación del principio de necesidad de la prueba, de
que trata el artículo 232 del C. de P.P.”

Según sostiene el demandante en las instancias los


jueces dejaron de apreciar la tercera versión rendida por
el testigo Edwin Ortega Meza, el testimonio de Dulcey (sic)
Mauricio Jácome y el del investigador criminalístico José
Abel Gómez Montoya.

En relación con la primera prueba supuestamente


ignorada en la sentencia, dice que el testigo negó haber

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visto al procesado Torres Ropero accionando el arma


contra la víctima, que no le disparó a él cuando intentó
detener a los motociclistas que huían del lugar de los
acontecimientos y, además, que solicitó al funcionario
judicial realizar “… una investigación bien exhausta (sic) porque
de pronto se puede estar cometiendo un error con la persona
capturada…”

Esta declaración, continúa el recurrente, resulta


trascendente frente a la decisión recurrida porque excluye
de responsabilidad al acusado “… del hecho de haber
cometido a título de autor el homicidio del señor AURELIO PINEDA
BAYONA.”

Por otra parte el testigo José Abel Gómez Montoya -continúa

el censor-, sostuvo que en desarrollo de sus funciones


entrevistó en el sitio de los hechos a diversas personas
que afirmaron haber escuchado varios disparos pero sin
observar al autor de los mismos. De igual modo, que
estuvo presente cuando se practicó la prueba de
absorción atómica al acusado, quien tenía mucha sangre
en las manos, aunque los expertos de la Sijín
manifestaron que previamente se había lavado las manos.

A su juicio esta declaración exonera igualmente de


responsabilidad al procesado Torres Ropero en el
punible por el que se lo acusa.

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Al mismo resultado, asegura, conduce la tercera prueba


omitida por el Tribunal, esto es, el testimonio de Dulcey
(sic) Jácome Jácome, médico del centro hospitalario
donde fue atendido el enjuiciado, pues según su dicho
Torres Ropero le manifestó que antes de los
acontecimientos “… estaba haciendo un domicilio, llevaba un
pasajero y cuando menos se dio cuenta estaba en medio de la
balacera, y resultó herido en el hombro… este médico recuerda que
mi defendidos si (sic) llevaba casco el día que entró al hospital.”

La trascendencia del error estriba según el recurrente en


que ninguna de las pruebas que existen en el proceso
conduce a que sea el señor LUIS ALFONSO TORRES
ROPERO el autor del homicidio. Por el contrario, las
pruebas omitidas demuestran que no intervino en el
ilícito “… y podemos ver que a lo mejor en la muerte del señor
AURELIO PINEDA BAYONA… fue utilizado como un instrumento
y… los instrumentos en derecho penal no responden, toda vez que
la responsabilidad, en los casos de autoría mediata recae en el
hombre de atrás.”

En virtud del error denunciado se aplicó indebidamente o


dejaron de aplicarse los artículos 232 y 238 del Código de
Procedimiento Penal, por lo cual el actor solicita a la
Corte casar la sentencia impugnada y que en la de
reemplazo correspondiente al cargo que formula, se
declare la absolución del señor Luis Alfonso Torres
Ropero.

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Cargo segundo: La sentencia no está en consonancia con


los cargos formulados en la resolución de acusación,
irregularidad sustancial que, dice el demandante, afecta
el debido proceso y el derecho de defensa.

Las normas vulneradas, continúa, son los artículos 29 de


la Constitución Política y 398 del Código de Procedimiento
Penal que establece los requisitos formales de la
resolución de acusación.

En la fundamentación del cargo expone que el Juez 2º


Penal del Circuito de Ocaña en la audiencia pública,
sugirió al delegado de la Fiscalía la variación de la
calificación jurídica respecto de la forma de intervención
del procesado en el ilícito, como autor del homicidio a
cambio de la condición de cómplice que se le atribuyó en
el proveído calificatorio, frente a lo cual, agrega, el Fiscal
respondió que no existía mérito para modificar la
acusación. Sin embargo, sigue el recurrente, el Juez
asumió la condición de parte y condenó al procesado
como autor del delito de homicidio.

Con apoyo en diversos doctrinantes refiere la diferencia


entre las dos formas de intervención en el delito, tras lo
cual solicita que se condene al procesado Torres Ropero
como cómplice del homicidio, en armonía con la
acusación dictada por la Fiscalía en este caso.

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CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Cargo primero. En relación con el falso juicio de


existencia, que junto con el falso juicio de identidad y el
falso raciocinio constituyen los errores de hecho a través
de los cuales se produce la violación indirecta de la ley
sustancial, la jurisprudencia en forma reiterada ha
señalado que con su invocación y consecuente
comprobación, debe evidenciarse la omisión en la
consideración de las pruebas obrantes en el plenario
(preterición), o la consideración de aquellas materialmente

inexistentes (suposición), debiendo además el demandante


demostrar la incidencia del error denunciado en la parte
dispositiva de la decisión, tarea que comprende el análisis
integral del nuevo acervo probatorio, excluyendo las
pruebas inexistentes supuestas por el sentenciador, y
considerando las que fueron pretermitidas, de manera tal
que se justifique el proferimiento del fallo de sustitución,
pues de lo contrario el ataque carecerá de suficiencia
para que la demanda pueda ser admitida a trámite.

De acuerdo con lo dicho, el tipo de censura seleccionada


por el actor requiere como presupuesto básico la
indicación de la prueba que, al parecer, omitió el
sentenciador y la demostración de que examinadas con
los restantes medios de convicción, deviene inexorable la
decisión que sugiere en el reproche, requisito último que
omite el recurrente en este asunto porque no ofrece un

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nuevo panorama probatorio que confluya en la absolución


que reclama, a lo cual se suma el hecho de que las
normas que denuncia transgredidas no son de naturaleza
sustancial sino procesal, pues tratan del principio de
necesidad de la prueba (art. 232 C.P.P), y de la sana
crítica como fundamento de valoración o apreciación
probatoria en el proceso penal.

Los argumentos del recurrente se concretan en citar


fragmentos de tres declaraciones que, asegura, no fueron
consideradas en la sentencia pero no propone una nueva
valoración probatoria que concluya en una determinación
diferente a la condena que impusieron los jueces en
contra del procesado Luis Alfonso Torres Ropero, en su
condición de autor del delito de homicidio.

No desconoce la Corte que los sentenciadores en realidad


omitieron considerar los testimonios del investigador
criminalístico del CTI José Abel Gómez Montoya y del
médico Duley Mauricio Jácomo.6 Sin embargo, la simple
verificación del error de existencia resulta insuficiente
para derruir la providencia de segundo grado, pues por sí
solo no conduce a demostrar que el sentido de la decisión
pueda ser diferente si en la valoración probatoria se
incluyen las pruebas ciertamente omitidas.

Era deber del demandante elaborar el nuevo examen


probatorio con el fin de demostrar esa hipótesis, pero lo
6
Fols. 94 a 96 y 165 y 166 respectivamente

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rehusó y dejó de ese modo abandonado el reproche en el


plano de la simple proposición, privando a la Corte de la
posibilidad de verificar la existencia del aparente error de
apreciación probatoria.

De todos modos, sin la pretensión de resolver el fondo del


asunto ni de sustituir al recurrente para enmendar los
errores de construcción que aquejan el cargo analizado, la
Corte advierte del contenido de las declaraciones referidas
que resultan inanes frente a la fuerza probatoria de los
medios de convicción sobre los cuales fundamentó el
Tribunal la condena.

En efecto, el señor Gómez Montoya quien no presenció el


desarrollo de los acontecimientos sino que adelantó
labores de campo en el sitio de los hechos en su condición
de funcionario de policía judicial, más allá de informar
que ninguno de los entrevistados vio al autor de
homicidio, pues percibieron el sonido de los disparos y
que unas personas huían en motocicleta utilizando
cascos, o de referir que presenció algunos detalles del
desarrollo de la prueba de absorción atómica; no ofrece
en su testimonio información capaz de derruir el análisis
probatorio que condujo al sentenciador a proferir la
condena, la cual se soporta en la confrontación de la
declaración de Edwin Ortega Meza, subintendente de la
Policía y jefe de seguridad del alcalde de Ocaña, con las
exculpaciones que el procesado ofreció en indagatoria.

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La pretendida justificación, precisó el Tribunal,


presentada por el enjuiciado Torres Ropero “… de querer
hacer ver que el día de los hechos no tuvo participación en el
acontecer delictual, toda vez que solo realizaba un servicio de
transporte a una persona que finalmente disparó sobre un
parrillero de otra moto, se desvanece cuando se enfrenta al
testimonio vertido por el policial EDWIN ORTEGA MEZA, 7 pues este
último, conforme la inspección judicial practicada por el organismo
investigador, permaneció en una posición privilegiada, sin
obstáculos ni distracciones para percibir la información que
suministró, además de ello se constató en dicha diligencia,
conforme lo expuso el policial, que su ubicación, además de cerca
al sitio de los acontecimientos, fue frente a la moto, es decir, por
ello no solamente pudo observar de manera clara los hechos y sus
partícipes, sino que le permitió el cruce de disparos con los
sicarios, por lo tanto su versión puede considerarse como una
prueba fundamental en esta investigación, pues ha resultado de un
contenido claro, rica en detalles, coordinada y suficientemente
argumentada, desprovista de cualquier circunstancia de mala
intención, por ello para la Sala lógicamente resulta imparcial, pues
analizada bajo las luces de la sana crítica la observa revestida de
mucha claridad y seguridad, pues debe advertirse como un detalle
muy importante, que aún desarrollándose la inspección al cuerpo
por parte de la Fiscal de turno, se alcanzó a plasmar allí que según

7
El señor Ortega de manera circunstanciada relató al día siguiente de los hechos, que estando con
el equipo de escoltas que dirige “… se escucharon unos disparos, salimos hacia la parte de la calle
para verificar el patrullero GÓMEZ BOHORQUEZ y yo, pude notar que… había una persona
tendida en el suelo y otro sujeto salió corriendo con un arma en la mano y se montó a la
motocicleta… decidí salir hacía la calle y tratar de detener a los sujetos, pero éstos venían en la
motocicleta rápidamente haciendo caso omiso a la seña de pare que yo le estaba haciendo, el que
iba de parrillero en la moto pues voltió (sic) hacia donde estábamos nosotros y con su mano
derecha nos hizo varios disparos, fue allí cuando respondí junto con el patrullero GÓMEZ
BOHORQUEZ disparándoles también… di aviso a la central de radio para que me apoyaran
indicándoles los hechos y las características de los sujetos…” Precisó el testigo que escuchó los
disparos aunque no vio cuando el sujeto que exhibía el arma los realizó; lo describió físicamente,
indicó las características del arma (pistola de color plateado) y de la motocicleta en la que se
movilizaba “… pequeña, parecida a la línea VIVA de Suzuky y era de color rojo”, es decir, de
características similares a la que conducía el procesado por el sitio y en el momento en que
ocurrieron los hechos, según también se estableció en la actuación.

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información del escolta del Alcalde, el homicida se encontraba


herido en el Hospital por las heridas que había recibido cuando
huía del lugar de los hechos…”

De igual modo, el testimonio del médico Duley Mauricio


Jácome, no contribuye a desvirtuar las conclusiones del
sentenciador, ya que su relato se centra en la atención
profesional que le brindó al procesado cuando ingresó al
hospital por una herida de arma de fuego que recibió,
según le dijo, luego de recoger un pasajero e
inesperadamente se vio en medio de una balacera, tema
respecto del cual el sentenciador estableció que tal
versión “… no pasa de ser una coartada (sic) sin sustento
probatorio, y es que ni siquiera pudo demostrar porque (sic) tenía
la motocicleta en su poder, pues en su indagatoria dijo que el
propietario de la misma, EDISON HERRERA… se la había prestado
para piratiar (sic) el fin de semana, y el lunes había abusado,
porque la dejó y él se la cogió. En la audiencia pública dijo que se
la había prestado para trabajar y el lunes para que fuera a buscar
el seguro de la moto. El dueño de la motocicleta, dijo en su
testimonio que le prestó la moto para piratear el fin de semana, y el
lunes para que hiciera las vueltas de tránsito, pero como le salieron
carreras siguió pirateando sin su permiso. Revisados los
documentos de la motocicleta, se observa que ninguno de ellos fue
tramitado el lunes 25 de junio de 2007 y es más el seguro tiene
fecha de expedición de junio 19 de 2007 y a nombre de otra
persona diferente al del propietario.”

Y, en relación con el testigo Edwin Ortega Meza el


recurrente no advirtió que los juzgadores valoraron todas

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sus declaraciones, incluida la tercera, la cual fue objeto


de la siguiente valoración por parte del Tribunal:

“… la versión de este testigo, como se dijo anteriormente,


permite absoluta claridad sobre la responsabilidad penal
que como autor le cabe al implicado LUIS ALFONSO
TORRES ROPERO, entonces la pretendida solicitud del
libelista de querer hacer ver la tercera entrada de este
testigo al proceso como contraria a la verdad, en nada
debilita sus dichos, pues debe observarse que éste, en sus
anteriores declaraciones como en la última, nunca señaló
haber visto al procesado disparar en contra de la
humanidad de PINEDA BOYONA, pues sólo se refirió, como
se ha venido sosteniendo, a los actos inmediatamente
posteriores al homicidio, así las cosas, el criterio de la Sala
no surge sólo del análisis de esta prueba de cargo, sino que
confrontada la misma con la prueba indiciaria como la de la
mala justificación y presencia en el lugar de los hechos por
parte del encartado, hacen evidente su compromiso criminal
en la conducta hoy investigada.”8

La prueba, se advierte sin dificultad, fue valorada en la


sentencia aunque no con el alcance que pretende el actor,
quien se equivoca al proponer un error de existencia
sobre un elemento de convicción a todas luces
considerado por el juzgador.

En ese orden de ideas se concluye que la censura


analizada adolece de variados defectos formales y
sustanciales que impiden admitirla a trámite.

8
Fol. 16 c Tribunal

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Segundo cargo: En esta censura el actor afirma que la


sentencia no está en consonancia con los cargos
formulados en la acusación, toda vez que al señor Torres
Ropero se lo acusó como cómplice del delito de homicidio
y, sin embargo, el sentenciador lo condenó en su
condición de autor de esa conducta punible.

La Corte no descansa en reiterar que en el marco del


procedimiento penal contenido en la Ley 600 de 2000,
que rige el presente asunto, en el principio de
congruencia descansa la garantía del derecho a la defensa
y la condición de regla estructural del proceso. Por esa
razón, la concordancia entre sentencia y acusación,
cualquiera sea el acto en el cual se halle contenida ésta
constituye, de un lado, base esencial del debido proceso,
en cuanto se erige en el marco conceptual, fáctico y
jurídico, de la pretensión punitiva del estado y, de otro,
garantía del derecho a la defensa del procesado, pues a
partir de ella puede desplegar los mecanismos de
oposición que considere pertinentes y porque, en forma
adicional, sabe de antemano que en el peor de los casos
no sufrirá una condena por aspectos que no hayan sido
contemplados allí.9

Por consiguiente, el juez debe proferir el fallo en


consonancia con los cargos allí formulados, sin que
pueda entonces condenar o absolver por hechos distintos
a los previstos en ella.
9
Ver por ejemplo Casación del 20-10-05 Rad. 24026

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La denominación jurídica, siendo provisional, sí admite


variaciones en la forma como lo regula el artículo 404 del
Código de Procedimiento Penal, según el cual, al término
de la práctica de pruebas en el juicio “… si la calificación
provisional dada a la conducta punible varió por error en la
calificación o prueba sobreviniente respecto de un elemento básico
estructural del tipo, forma de coparticipación o imputación
subjetiva, desconocimiento de una circunstancia atenuante o
reconocimiento de una agravante que modifiquen los límites
punitivos… el Fiscal General de la Nación o su delegado…
procederá a variarla y así se lo hará saber al juez.” (se subraya).

El numeral 2º de la norma prevé además, que si el juez es


quien advierte la necesidad de variar la calificación
jurídica provisional, debe hacérselo saber al fiscal en la
audiencia pública, pudiendo este sujeto procesal
aceptarla u oponerse a ella.

Acerca de la posibilidad de mutar la calificación jurídica


provisional, la Corte tiene precisado lo siguiente:

“3.7 La hace el fiscal por propia iniciativa o a petición del


juez, pues aquél, en la etapa de juzgamiento, continúa con
la función acusadora.

Si el juez advierte la necesidad de cambiar la calificación, se


deben tener en cuenta los siguientes aspectos:

3.7.1. Debe manifestarlo en el momento de la intervención


del fiscal en la audiencia, ya que la mutación sólo se puede

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hacer en esta precisa oportunidad procesal y por una vez,


como se verá adelante.

3.7.2. Debe expresar los motivos por los que estima que
debe ser modificada.
3.7.3. No implica valoración alguna de la responsabilidad.

3.7.4. Si el fiscal admite que hay necesidad de reformarla,


procederá a hacerlo. Si no, deberá expresar las razones para
oponerse. Pero, de todos modos, expuesto el criterio del
juez, éste será considerado como materia del debate y de la
sentencia, para efectos de la consonancia entre ésta y la
acusación, debiendo el juez instruir a los sujetos procesales
al respecto.

3.8. Ni la variación hecha por el fiscal de la calificación


provisional, ni la manifestación del juez sobre la necesidad
de hacerlo, son providencias o actos decisorios, sino simples
posiciones jurídicas que en guarda del derecho de defensa,
de la lealtad procesal y de la estructura lógica del proceso,
se les ponen de presente a los sujetos procesales, para que
conocidas puedan debatirlas, por lo que no son recurribles.

3.9. La oportunidad procesal para trocar la calificación, es


la intervención del fiscal en la audiencia, porque al haber
concluido con antelación a ella la práctica de pruebas, ya se
cuenta con los elementos de juicio suficientes para
determinar si la dada es la adecuada o si se debe cambiar.
Además, porque así lo dispone la ley.

3.10. Sólo una vez se puede variar la calificación, pues debe


llegar un momento en que la imputación devenga en
definitiva e intangible, en guarda del derecho de defensa, de

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la lealtad procesal, del orden del proceso y del principio de


preclusión.

Así mismo, como se dijo, únicamente en esta oportunidad


procesal puede exponer el juez su criterio sobre la necesidad
de modificarla.10

El demandante en este asunto alega que al procesado se


lo convocó a juicio en condición de cómplice del delito de
homicidio y, sin embargo, fue condenado como autor de
la conducta punible.

La manifestación así expuesta no dejaría duda acerca del


desconocimiento del principio de congruencia, porque da
a entender que el sentenciador, por fuera del debido
proceso, de las oportunidades y fórmulas en él previstas,
habría introducido una imputación extraña a la que fue
objeto de acusación, más gravosa para el procesado.

Pero si se la integra con lo acontecido en el proceso,


aunque sea en la forma superficial bajo la cual la
describe el recurrente, se advertirá que la irregularidad
denunciada no se presentó en la actuación, toda vez que
la modificación a la calificación jurídica provisional,
surgió no inopinadamente y por fuera del marco legal,
sino bajo una de las hipótesis contempladas en el artículo
404 del Código de Procedimiento Penal, el cual regula el
procedimiento y la oportunidad para hacerlo.

10
Auto del 14-02-02 Rad. 18457, citado en providencia del 09-05-07 Rad. 26199

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En efecto, si el recurrente sostiene que el juez en la


audiencia pública exhortó al fiscal a variar la calificación
respecto de la forma de participación del acusado en la
conducta punible, aún cuando el funcionario instructor
no hubiere acogido su sugerencia, no resulta plausible
sostener que el sentenciador desconoció el principio de
congruencia al condenarlo como autor del homicidio
porque, como quedó visto, el juez se encuentra legalmente
facultado para sugerir modificaciones a la calificación
jurídica como aconteció en este asunto, pues así lo prevé
el artículo 404 del Código de Procedimiento Penal.

Por las razones consignadas el cargo segundo de la


demanda tampoco está llamado a ser examinado de fondo
a través de una sentencia de casación.

Por consiguiente la Corte inadmitirá la demanda teniendo


además en cuenta que no advertir violación a las
garantías básicas del procesado que de oficio deba entrar
a reparar.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Penal,

RESUELVE

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Inadmitir la demanda de casación presentada por el


defensor de Luis Alfonso Torres Ropero. Devuélvase el
expediente al Tribunal de origen.

Contra esta decisión no procede ningún recurso.

Notifíquese, cúmplase.

JAVIER ZAPATA ORTIZ

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

ALFREDO GÓMEZ QUINTERO MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS

AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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