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Nada más lejos de mi intención, no veo otra forma de aprendizaje que la reflexión, la visita
a equipamientos de calidad, la sensibilidad por el patrimonio y el visitante en porcentajes
similares y mucho valor. Tal vez los escolásticos se me tiren a la yugular, pues bien este es
el punto de partida para transferir una experiencia acerca de centros de interpretación o de
visitantes como solíamos llamarlos no hace tantos años.
Antes de definir qué es un centro de visitantes, miremos dónde estamos parados y qué
sucede en derredor nuestro.
Aunque la realidad que acontece parece ser tan real como cualquier otra, al salir del cine
después de ver una película como Avatar, ver el terremoto de Haití en un telediario o a los
protagonistas de Gran Hermano bajo el edredón, nos cuestionamos qué época nos toca vivir
y pensamos si realmente no nos condiciona a la imposibilidad de definir la realidad,
producto esta del resultado de infinitos cruces y contaminaciones de imágenes e
interpretaciones que nos llegan de los medios de comunicación, sin coordinación y en
permanente competencia.
Leyendo a Braudillard2 vemos que la operación que llevan a cabo los nuevos medios
consiste en sustituir la realidad misma por los signos de lo real. Se trata de una operación
que detiene y reemplaza todo proceso real por su doble. La lleva a cabo una máquina
perfectamente descriptiva que suministra todos los signos de lo real a la vez que
cortocircuita todas sus vicisitudes. La condición actual del mundo es la de una
hiperrealidad, donde el prefijo hiper quiere decir más que, y el término realidad significa
reproducción en vez de producción.
Siguiendo el hilo de nuestra realidad, la Historia es un montón de añicos, entre los que
muchas microhistorias prosiguen la infinita tarea de complejidad a que ha quedado reducida
la historia con minúscula. La condición posmoderna, que no acaba de sucumbir, que no
acabamos de abandonar, con ya casi dos décadas de querer “olvidarnos” de ella, pasa por el
hecho de que la introducción de las nuevas tecnologías influyen en la producción, difusión,
distribución y consumo de los bienes culturales con un estilo nuevo. Lo que realmente
preocupaba al filósofo francés Lyotard3 es que todo ese proceso haya transformado la
cultura en una industria, cosa que él temía y yo creo que, en parte, ya ha sucedido.
Coincidimos con M. Waisman4 cuando afirma que “la condición patrimonial” reside
precisamente en la relación entre los elementos patrimoniales y su entorno, entre lo nuevo y
lo viejo, puesto que los nuevos significados que emergen de este conjunto, inexistentes en
cada uno de los componentes de la relación son, los que en adelante se percibirán como
“valores históricos o elementos de identidad”.
Otro criterio de valor se relaciona con la ruptura de los grandes relatos históricos lineales o
concatenados. Asistimos a la sana proliferación de microhistorias: de la vida cotidiana, de
la mujer, de la esclavitud, de las prácticas sexuales, en suma, una ruptura de la trayectoria
única, uniforme, de los acontecimientos y de la vida histórica en general que no parece
posible ya, ni siquiera en el ámbito de una misma región.
El patrimonio como concepto cultural, y por ende de carácter histórico, está fuertemente
condicionado por esta fragmentación de los grandes relatos. Aún cuando se sigue
favoreciendo la valoración de un patrimonio que puede o no alcanzar vigencia a escala
internacional, comienza a ser significativa la recuperación de “patrimonios” con alto
contenido y significación a escala regional y local.
La presencia de los elementos patrimoniales, como evocación y afirmación de una memoria
colectiva, como nexo entre individuos que comparten una historia común, es sin duda
un instrumento útil para restablecer, al menos en parte, el equilibrio entre totalidad
abstracta e individualismo patológico. El primitivo significado del objeto patrimonial
se ha transformado, ha sufrido olvidos, ha adquirido nuevas memorias, y despierta cada
vez resonancias inéditas y cambiantes, al ser leído por nuevas generaciones, en
contextos culturales diferentes y territorios más reducidos.
Como contrapartida, la razón ha sido desplazada sin apenas resistencia por una
“racionalización tecnocrática”. Las leyes del mercado se imponen a las legislaciones del
Estado del Bienestar y la educación se parece más a la aplicación de técnicas de dirección
de empresas que al desarrollo de nuestra capacidad de comprensión.
Los gestores de patrimonio buscan nuevas fuentes de financiación de sus caras actividades
en pos de una justificación de su existencia continuada. Luego, los turistas llenan los vacíos
y aportan dinero a sus tiendas.
Según el geógrafo inglés David Harvey7 el problema también estriba en la relación actual
del territorio y el capital. La producción del espacio es un aspecto central de la economía
capitalista. Ahora mismo volvemos a vivir una crisis cíclica del auge de la construcción en
el mundo. Lo que se vincula con la competencia ínter territorial, concretamente entre
municipios, regiones y Estados. Sigue Harvey en una entrevista: la única manera con la que
un lugar puede competir para atraer inversiones consiste en crear un buen clima para los
negocios, y a veces, incluso, subvencionarlos. Crece la homogeneización de los paisajes
construidos. Los políticos desean gobernar ciudades y territorios que atraigan el capital,
pero al mismo tiempo, cuando este llega, trae consigo las mismas tiendas, los mismos
equipamientos, de los que la cultura no es ajena. Así, de pronto, la ciudad pierde esa
cualidad particular que la hacía única, y pone como ejemplo a Barcelona después de las
Olimpíadas y nosotros a Manchester que hemos podido visitar hace poco.
En muchas ciudades existe una gran tradición cultural que está siendo tratada como
mercancía por la industria turística. Y agrega Harvey que luego está lo que denominaremos
“invención de la tradición”, incluso la creación de nuevas historias, como alguien que
encuentra un objeto histórico perdido y hace de él algo especial, construyendo un mito a
partir de la nada, o casi. Un proceso que él asimila a encargar una firma de arquitectura
prestigiosa con lo que posicionar a la ciudad, como el ejemplo de Bilbao, con lo que no
estoy totalmente de acuerdo pero no es este el momento de tal debate.
Sólo unos poquísimos productos patrimoniales pueden por si mismos sostener un turismo
local. Se requiere una amplia gama de productos y actividades complementarias que
forman parte del universo del turista. Los productos patrimoniales están a su vez inscritos
en redes de otros tipos de lugares ya sea ofreciendo atractivos complementarios o similares.
El turismo cultural está siempre atado al concepto de la moda. Igual que el consumo
general, el turista cultural ejercita una elección cada vez más caprichosa, arbitraria e
inconstante.
Es evidente que entre los dos primeros apartados y este que inicio faltaría una explicación,
una relación de causa y efecto que, sin más, dejamos que realice el lector; porque cada uno
sabrá relacionar e interpolar de acuerdo a su ubicación geográfico cultural.
Dijo un filósofo de barrio argentino que definir la imbecilidad nos involucra, luego, aportar
definiciones es a veces una tarea inútil por lo compleja y arriesgada o sencilla y
tranquilizadora de conciencias ávidas de tener todo amarrado a la hora de saber qué hacer
en la vida o, en el caso que nos ocupa, en la vinculación del patrimonio con la sociedad.
Muchos hablan de centros de visitantes… otros de interpretación…
Joan Santacana Mestre en Museografía Didáctica, Museos y Centros de Interpretación del
Patrimonio Histórico define el centro de visitantes como un espacio de comunicación
fundamental; su función es hacer comprensible, interesante y apetecible la visita al
patrimonio que presenta. Este Centro está formado por un conjunto de elementos que
intenta hacer comprensibles y deseables unos contenidos a todo tipo de personas; su
lenguaje debe ser variado, adaptado a niños y adultos, visual y auditivo, con múltiples
elementos interactivos. Es, por lo tanto, todo él una institución didáctica.
Jorge Morales Miranda8, afirma que lo más correcto hoy en día (su libro es de 1997 y
escrito unos cuantos años antes) es adoptar el concepto de centro de visitantes en lugar de
centro de interpretación, dejando esta última denominación para uso de los profesionales.
Habla de sus necesidades, de sus funciones, de consideraciones para el diseño y hasta nos
ofrece recomendaciones básicas para su construcción, pero se cuida mucho de no
definirlo… y eso lo deja para profesionales e instituciones norteamericanas.
Para los que necesiten un manual recomendamos el Hicira9, que define el centro de
interpretación como instalaciones creadas para evaluar el patrimonio cultural y/o natural de
un determinado lugar o un área geográfica determinada y transformarlo en un producto
educacional, cultural y/o turístico. Normalmente utilizan diferentes sistemas de
comunicación de forma que los visitantes pueden conocer un parque natural, un territorio
específico o un evento a partir de un discurso interpretativo que lo singularice. Diferentes a
los museos, no tienen como objetivo fundamental coleccionar, preservar y estudiar objetos
originales (aunque tampoco lo excluyen), sino facilitar una comprensión de los valores
culturales y naturales, cumpliendo una labor de sensibilización y educación que utiliza el
área patrimonial como referente. Como estrategia de presentación, estos centros
básicamente utilizan una presentación escenográfica, con la ayuda de elementos
tecnológicos y audiovisuales, para promover e incentivar el descubrimiento del patrimonio.
A muchos de los profesionales que trabajamos en y con la IP nos gustaría que un Centro de
Interpretación fuera un importante y planificado soporte del enfoque metodológico y de
gestión del patrimonio como la Interpretación del Patrimonio, que busca que el visitante
explore e interactúe con el patrimonio, y pueda conocer un parque natural, un yacimiento
arqueológico, un centro histórico, un territorio concreto o un acontecimiento a partir de un
discurso interpretativo potente y movilizador.
Nos gustaría que fuera un equipamiento bien diseñado que invite al público general a
reflexionar sobre el uso sostenible de los recursos naturales y culturales, a valorar y
contribuir a la conservación del patrimonio natural y cultural y a comprender y apoyar las
medidas de gestión adoptadas por la Administración cultural o ambiental con este fin. En
suma, un equipamiento que ayude a cambiar las actitudes y comportamientos del visitante
respecto al patrimonio que se le presenta.
Sobre esta demanda, la actual propuesta de competitividad territorial por este mercado lo
representan los grandes equipamientos culturales contemporáneos, que van desde los
museos tradicionales recolocados por renovación estética edilicia y de contenidos (British
Museum), generación de nuevos contenedores arquitectónicamente poderosos (Gugenheim
Bilbao) o producción de nuevas formas de presentación del patrimonio “sin patrimonio”
como lo ejemplifican desde hace ya tiempo un híbrido entre museo y centro de
interpretación.
Valga como primer ejemplo en España la Domus, la Casa del Hombre. Ubicado en A
Coruña es, a decir por sus propios gestores, uno de los primeros museos interactivos del
mundo dedicado al ser humano. El edificio es obra del arquitecto japonés Arata Isozaki y
tiene más de doscientos módulos interactivos para divertirse y reflexionar sobre las
características de la especie humana. http://www.casaciencias.org/domus/.
Quiero presentar dos ejemplos de Brasil, El Museo de la Lengua, inaugurado en San Pabo
en el 2006 http://www.museulinguaportuguesa.org.br/museudalinguaportuguesa/index.html
presenta lo que ellos denominan una forma expositiva diferenciada de las demás
instituciones museológicas de Brasil y el Mundo, aseveración un poco exagerada porque no
va mucho mas allá que museos de la ciencia y de la tecnología en Europa y Estados Unidos.
Aunque es verdad que, como también ellos mismos nos dicen, la preservación y
presentación del patrimonio inmaterial, tan complejo y variado como musealizar la propia
lengua no puede realizarse en una vitrina ni una redoma de vidrio para exponer al público.
Em um mundo altamente globalizado, onde tudo se parece, cada vez mais será importante
a preservação do patrimônio imaterial (diferencial identitário de povos, nações e
comunidades) e a criação de espaços dedicados a esta função.
Exaltar é tornar alto, sublime, erguer, elevar e celebrar. Nesta sala, o Museu do Futebol
celebra cada torcedor! Nas entranhas da arquibancada, em meio as suas estruturas de
sustentação, o visitante se sente, efetivamente, dentro de uma torcida de futebol.
São mais de 30 cantos e gritos de incentivo que se completam com imagens de cenas
emocionantes das mais famosas torcidas de clubes de futebol do país. Numa experiência
coletiva, esse momento especial da visita une os sentimentos do torcedor e faz desatar e
fluir sua paixão pelo clube adorado.
El centro de visitantes
Histórica denominación del hoy centro de interpretación cuya verdadera finalidad era (y es)
orientar, informar y estimular la visita del público; posee servicios amplios para el visitante
y desde ese punto de vista, puede ubicarse en los accesos a un territorio o ciudad, donde
parten rutas e itinerarios guiados pero nunca como fin último de la experiencia patrimonial.
Seguramente no.
Hay dos modalidades claras para responder estas preguntas, una es la verificada necesidad
de un equipamiento que ofrezca servicios amplios al visitante de un territorio o sector de la
ciudad para mejorar la calidad de su experiencia; la otra es la necesidad de la
administración de ese territorio o sector de la ciudad de diversificar su oferta de ocio
cultural y de tener una presencia competitiva en el mercado del turismo cultural a nivel
local.
Tenemos el derecho de afirmar que ambas vías son totalmente complementarias, sí, pero de
desde un punto de vista de la gestión patrimonial no tanto, porque en la segunda visión del
tema, a veces, no hace falta un centro de interpretación y se apela a ello como un recurso
más de los que muchas veces se carece. Mi heterodoxia me permite afirmar que considero
razonable la creación de un centro de interpretación bien diseñado y gestionado, aún
cuando los recursos naturales y culturales de un territorio no lo demanden. Salvo que, la
economía regional permita la realización de un museo en toda regla y entonces apuesto por
esta solución.
En primer término y como condición imprescindible, como una necesidad producto de una
planificación del uso público y en respuesta a un plan de servicios interpretativos, y no
como un producto determinado por una voluntad a priori.
De esta primera premisa se derivan todas las demás: para resolver problemas de impacto de
visitantes (control de público, puede superar la demanda y es mejor diversificar la oferta);
para ofrecer un servicio y una atención a los visitantes, tanto en la recepción de los mismos
a un sitio o espacio natural como a su partida; para brindar interpretación básica de los
valores y rasgos del espacio que, por su amplitud y complejidad no pueden ser alcanzados
de manera global en una visita o a lo largo de un recorrido. Por tanto en este punto citamos
a Jorge Morales, se tiene como objetivos:
Agregamos una premisa que me parece interesante, para servir de punto de inflexión entre
dos experiencias bien diferentes, la vida cotidiana y sus preocupaciones y una visita
voluntaria y programada a un sitio natural, una ciudad, un yacimiento arqueológico o una
ruta temática y/o paisajística.
Pero por encima de todo esto y como prioridad: brindar servicios al visitante, solo, en grupo
o en familia.
Básicamente un centro de este tipo debe cubrir tres frentes: informar, orientar y brindar
claves intelectuales y emocionales para disfrutar la visita.
El centro debe estar muy bien dotado para este servicio, tanto como de una buena
presentación o exposición interpretativa. Aquí sí, son necesarios ordenadores con
información, paneles con mapas y folletos y sus propuestas de oferta en el territorio o la
ciudad en su conjunto. ¿Que esto lo suple una oficina de información turística? Puede ser,
pero no siempre hay una en un sitio que se ha planificado como carente de recursos para
comunicar el patrimonio y en todo caso, en esas oficinas se sabe poco de las claves para
conocer y disfrutar de los recursos naturales y patrimoniales y el trato se limita en muchos
casos a “mostrar lo que hay” o indicar precios, modalidades y direcciones. Que podemos
trabajar conjuntamente y hacer un híbrido oficina turística y centro de visitantes, pues
claro!
Orientar es más que informar, es ayudar a que el visitante sepa qué es lo que realmente
desea o al menos que se aproxime a ello. ¿Tengo cierto tiempo para la visita qué me
aconseja? Venimos con mi madre y niños pequeños; ¿qué hacemos?; nos gusta disfrutar de
una comida al aire libre; ¿hay posibilidades de fotografiar animales?; nos dijeron que sólo
aquí hay esto o aquello ¿es verdad?
Es evidente que la preparación del personal que atiende al público debe ser acorde con la
calidad del servicio que deseamos prestar. Muchas veces solo se piensa en ellos como “un
puesto de trabajo” cuando en realidad de su eficacia dependerá la evaluación que el
visitante haga de todo el centro e incluso de su apreciación de todo el patrimonio que se le
presenta.
Dicho personal debe contar con una buena batería de recursos técnicos, audiovisuales y
gráficos que apoyen su gestión.
El Centro podría ser, además, hasta una central de reservas de hostelería, gastronomía,
turismo de aventura o cultural y alquiler de automóviles. Creemos no exagerar, las últimas
tendencias en Estados Unidos son de este tipo de servicios junto a los tradicionales de
bienvenida, orientación, servicios de guías y exposición interpretativa.
Estacionamiento de vehículos, servicios sanitarios limpios y amplios, incluso con sitio para
cambiar al bebé; cafetería; tienda de recuerdos y bibliografía específica, lugar de descanso,
punto de encuentro exterior para inicio o final de recorridos guiados; mirador; etc. etc. son
todos los complementos funcionales posibles que se esperan tengan los centros de
recepción de visitantes o centros de interpretación en la medida de las posibilidades.
Agregamos que debería cambiarse la tendencia del diseño y ejecución de estos centros,
equilibrando mucho más los servicios al visitante con la exposición interpretativa o la
presentación de los valores y claves del territorio. Cada centro debería tener un espacio bien
dotado para una o varias empresas de guías intérpretes, o turismo de aventura, quienes
podrían planificar y mejorar sus recorridos y productos en forma conjunta con los gestores
del centro, sean estos públicos y/o privados. Sí, hablamos de gestión, de qué sino…
¿Dónde ubicar un centro de interpretación? Hay muchísimas respuestas, tantas como casos
que lo requieran pero, generalizando, diremos que donde lo indique la planificación de los
servicios de uso público o la planificación cultural que se haga de un territorio. En realidad
ambos son lo mismo, solo que todavía faltan puentes de entendimiento entre los gestores
del patrimonio natural y cultural.
Hay un patrimonio disperso con una fuerte unidad temática, por ejemplo una serie de
molinos en el cauce de un río de las sierras; un ecosistema territorial; un conjunto de
edificios de un arquitecto o un estilo artístico particular; un centro histórico, una paraje
natural con unas ruinas arqueológicas; doce poblados indígenas en un territorio; la
producción de cerámica en pequeñas fábricas familiares de una ciudad; una estación de
ferrocarril en desuso en medio de un barrio obrero; no sé creo que podría seguir hasta el
infinito. Todos estos casos, independientemente de esos grandes equipamientos como
centros de interpretación de la navegación, el flamenco o el tango, etc. que son producto de
políticas culturales más que de necesidades locales, son propicias para la creación de un
centro de interpretación bien gestionado.
Insistimos con la gestión porque, al menos en España en esta última década, hacer centros
de visitantes se entendió como plantar árboles, puede que den sombra pero pueden que se
sequen porque no está previsto regarlos; deben vérselas por si mismos con el medio que les
tocó en suerte.
• cuando debemos asistir a un visitante no local que viaja para llegar a un territorio
que no conoce o, en muchos casos, conoce solo por Internet;
• cuando debemos potenciar de forma centrada y visiblemente atractiva la historia o
el devenir de un grupo humano asentado en un territorio, hostil o no pero al que ha
dotado de bienestar a través de su productividad;
• cuando las relaciones del hombre y el medio, y/o de la vida circundante entre
animales y vegetales es tan compleja y rica, que sirve a nuestros fines
conservacionistas;
• cuando un grupo humano decide mostrarse en toda su realidad como ejercicio de
identidad colectiva;
• cuando una planificación de recursos lo estime necesario y no son pocas las
ocasiones.
El perfil predominante de visitantes al que van dirigidos los contenidos y las dotaciones a
implementar en el Centro de Visitantes está representado por grupos familiares y de amigos
que visitan el espacio en su tiempo de ocio y no sujetos a un programa educativo.
Los residentes también deben disponer de un lugar en el Centro de Visitantes, una zona en
la que se muestren contenidos en los que el territorio objeto de interpretación se relaciona
con el pueblo y su entorno de influencia, para crear vínculos afectivos con el espacio
natural protegido, en el caso de que el Centro no esté destinado a ellos.
Actos fallidos
Ya hay mucho camino recorrido en el diseño y construcción de equipamientos para la
mediación entre el público y los recursos patrimoniales, pero una casi nula lectura de los
trabajos de evaluación que se han llevado a cabo, al menos en España en la universidad o
en centros de estudios ligados a ella. Uno de estos trabajos, el de Araceli Serantes en A
Coruña posee una serie de reflexiones que son, a mi entender, un buen reflejo de estudios
de mayor alcance y sobre todo un buen eco de lo que los que nos dedicamos a este trabajo
observamos de forma individual.
Para comenzar digamos que el modelo de gestión de la difusión del patrimonio a través de
un centro de interpretación tiene una casi nula presencia en las legislaciones del patrimonio
y por tanto carecen de regulación, ordenamiento y objetivos claros. Lo cual, para este
heterodoxo que escribe, puede ser tan positivo como negativo porque la distancia que
media entre la legislación y la efectiva gestión patrimonial es lo suficientemente amplia
como para quepan demoliciones y contaminaciones del medio. Pero voy a ser sensato, es
mejor que tengan una figura de trabajo y una ubicación en el ámbito de la difusión
territorial y no se escapen de la tutela general de las instituciones del patrimonio…!
Otras veces el propio edificio que alberga el centro de interpretación es entendido como un
objetivo y no como un recurso y lo que podía suponer un factor de desarrollo se convierte
en un problema de gestión, una inversión imposible de mantener y/o un impacto deplorable
para el paisaje natural o urbano. Respecto del presupuesto, casi todo él se destina a las
instalaciones, de confort y expositivas, no quedando recursos para personal, mantenimiento
de esas instalaciones, ni mucho menos en dotaciones para la prestación de servicios al
visitante que no sean decirle buenos días, la exposición es ésa y adiós.
Por tanto no hablemos de la formación profesional del/la único/a empleado que atiende,
salvo dignos casos en que la gestión del centro y su tienda, más los servicios turísticos
culturales, son objeto de una concesión y por ende de una empresa pequeña que se dejan las
horas de sueño en la gestión rentable del centro.
Estas áreas deberían tener una relación de superficies aproximada a 35% área de recepción
y atención; 35% exposición y 30% sala de usos múltiples y servicios.
Recuerde que un autobús son unas cincuenta personas, a nuestro favor tenemos un guía o
acompañante que se informan por el total o que ya traen información concreta del centro, es
lo ideal.
Cercano a esta isla de atención necesitamos ubicar dos tipos de información, la concreta e
inmediata relativa a nuestro centro (horarios, ofertas, directorio general, novedades, etc.) y
otra más estructurada que se refiera a la oferta amplia del territorio del cual este centro es
su puerta de entrada o cabecera de servicios interpretativos y/o turísticos (planos, rutas,
folletería, ordenador con pantalla táctil). No olvidemos nunca pedir folletos de otros
centros, museos, o recursos que conformen o no una red de servicios y visitas para que el
visitante se oriente en la conformación de su experiencia.
La tienda puede estar atendida por personal específico o por el propio personal de la
recepción. Eso se soluciona con vitrinas con llave y cajoneras cerradas donde almacenar los
productos sin necesidad de ir a un depósito y desatender la recepción. No voy a decir qué
ofrecer en ella pero en lo posible analice o pida asesoramiento sobre merchandising.
La exposición interpretativa reúne una serie de condicionantes que podrían ser objeto de
otro artículo y como expresamos al comienzo de estas líneas no tenemos el afán de hacer un
manual de diseño de centros sino de reflexiones útiles. Así que recomendamos contratar a
un buen museógrafo sensible al patrimonio, a los visitantes y con conocimientos de
Interpretación del Patrimonio y/o nueva museología.
No obstante la dotación interpretativa que vamos a implementar debe cumplir los siguientes
objetivos de planificación y comunicación del mensaje:
• Contribuir a que el público visite el sitio de manera respetuosa con los recursos del
patrimonio y empleando los equipamientos disponibles.
Baños amplios y limpios, cafetería si cabe y un clima cálido y distendido que haga de la
visita una experiencia estimulante que merezca ser recordada y recomendada a los amigos.
• las relaciones espaciales, o sea la relación del edificio con otros elementos
vinculados, tales como el estacionamiento, caminos peatonales, caminos
vehiculares, etc. También las relaciones espaciales interiores: ¿cómo se
relacionarán las exhibiciones con la sala de audiovisuales/exposiciones
temporales y los servicios sanitarios? Hay que pensar en el flujo más adecuado de
los visitantes, de manera que la misma planificación del edificio los conduzca
naturalmente a los lugares deseados en el orden deseado.
• la estética es importante para cualquier edificio público en un sitio de
características patrimoniales, naturales o culturales, y aún más para un centro de
visitantes. No debe sobresalir sino parecer como un elemento que combina en su
forma y color con las características naturales del sitio.
La exposición tiene como objetivo presentar e interpretar los valores de un sitio con el
deseo de conocimiento, comprensión y disfrute a otras personas. Requiere un conocimiento
global de la cuestión y exige un desarrollo progresivo y articulado de las ideas que
contribuyen a su manifestación. La exposición se puede considerar como opuesta a la
síntesis, pero la incluye en el tratamiento de cada uno de los temas en que se desarrolla.
No es objetivo de este artículo servir de manual de exposiciones sino un referente de
conceptos, temas y acciones por desarrollar, para que el lector las tenga en cuenta a la hora
de trabajar en esa dirección y que esperamos sirvan para una búsqueda y estudio de
metodologías que profesionalicen su hacer.
Tomaremos los conceptos de Sam Ham14 a la hora de definir el tema y lo que el llama el
tópico, palabra que en España arrastra una carga indeseable ya que lo vinculamos a un tema
repetitivo y archiconocido, cuando Ham lo que quiere significar es que el tópico es el
objeto de un tema mientras que este es el mensaje principal acerca de la materia que
queremos que los visitantes entiendan. Tópicos son los ríos, las aves y los temas son para el
caso de las aves, frases como que “las aves son un interesante grupo de animales debido a
su particular adaptación para volar”.
Por tanto nuestra propuesta de contenidos deberá estar organizada en temas que tratan sobre
tópicos. Temas que se expresarán en frases con verbo sujeto y predicado, contendrán solo
una idea que en lo posible revele todo el propósito de la presentación. Ésta debe ser
específica y deberemos intentar ser interesantes y motivadores. Sobre este esquema básico
podremos desarrollar toda la exposición organizada en temas (que pueden coincidir con
ámbitos o salas) y subtemas (que pueden coincidir con módulos o medios interpretativos
particulares).
Recordemos lo que nos dice Ham, Morales y muchos otros autores de IP, la gente recuerda
los temas y olvida los hechos, nosotros somos capaces de recordar la estructura de una
narración pero seguramente olvidemos nombres, fechas, cantidades, etc. Además el
visitante no recordará más allá de cinco ideas acerca de un tema, por tanto deberemos
respetar la frase que dice que nunca debemos desarrollar una idea o tema con cinco, mas
menos dos, subtemas, a lo que nosotros recomendamos nunca más de cinco.
Finalmente:
Una parte de las exposiciones interpretativas puede ajustarse a este texto que transcribimos
en su casi totalidad15. Referimos en este tema también al magnífico artículo de Elizabeth A.
Beckmann, Los ves aquí y allá, esos 'interactivos' están por todas partes ¿pero
funcionan?, publicado en el Boletín Nº 8 de la Asociación para la Interpretación del
Patrimonio16.
Las exhibiciones realmente interactivas, por su parte, son aquellas que responden a la
acción del usuario y al hacerlo le invitan a dar una respuesta ulterior: implican una
dependencia entre usuario y exhibición18.
Las exhibiciones interactivas son hands-on, porque implican involucrarse físicamente por
parte del visitante; pero no todo lo manipulable es realmente interactivo. La diferencia
importante es que esto último ofrece una retroalimentación al usuario, lo que provoca una
interacción adicional. Las exhibiciones interactivas son aquellas en las cuales “el visitante
puede conducir actividades, recolectar evidencia, seleccionar opciones, formar
conclusiones, probar habilidades, proporcionar insumos y, de hecho, alterar una situación
basada en un insumo”19. Así, una buena exhibición realmente interactiva personaliza la
experiencia para el visitante.
Conviene distinguir entre manipulación e interactividad, porque meter las manos (hands-
on) no necesariamente significa "meter la mente" (minds-on). No toda manipulación física
de una exhibición provoca un compromiso intelectual20. Pero esto no implica que tocar y
manipular no sean importantes, pues la posibilidad de tocar y manipular incrementa el
interés y la comprensión del usuario. En el contexto de los centros de ciencias y del
aprendizaje de la ciencia, el término "meter las manos" (hands-on) puede equipararse con la
exploración perceptiva, que es un requisito, pero no condición suficiente, para el proceso de
comprensión21; pues para que la experiencia perceptiva llegue a ser significativa debe ser
interpretada por la persona.
Se han sugerido dos direcciones en las cuales podría ocurrir una comprensión posterior. La
que podríamos llamar sacudir la caja es la comprensión intuitiva, de sentido común, que
desarrollamos sobre la base de nuestra experiencia; podría estar equivocada y a menudo es
enfocada erróneamente. La otra dirección, contrapuesta con la anterior, podría ser llamada
abrir la caja que consiste en el análisis y las explicaciones formales y simbólicas muy
preferidas por los científicos.
Para finalizar queremos dejar una experiencia aún no realizada, un sueño de varios
profesionales y que esperamos pueda servir a alguien mientra nosotros intentams ponerlo
en circulación.
Necesidades
2 Coordinadores generales de proyecto. Uno del área social y otro del área técnica
2 Mediadores (comunicadores, antropólogos, educadores)
Una autoridad supra-municipal que respalde el proyecto y en su caso financie el proyecto
hasta ir consiguiéndose las partidas presupuestarias.
Una autoridad municipal que acoja el proyecto y facilite tanto el espacio como las
necesarias relaciones con la población y sus representantes.
Otras instancias institucionales públicas y privadas que aporten al programa: universidad;
grupos de desarrollo local; delegaciones provinciales de medio ambiente, cultura y obras
públicas, fundaciones, asociaciones, banca, confederaciones industriales y comerciales,
otras.
Esto es un sueño que aún nos queda por realizar, en caso de que no seamos capaces
esperamos que la difusión de este libro sirva para que una comunidad y sus profesionales
puedan llevarlo a cabo, dejamos aquí generosamente la idea/sueño y esperamos
comentarios o preguntas si lo consideran necesario.
Notas
1. MARTIN GUGLIELMINO, Marcelo “El espíritu de la época. Modernización o
posmodernización del vínculo entre el patrimonio y los ciudadanos”, PH Boletín 25,
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Año VI, diciembre 1998.
2 y 3. PINILLOS, José Luis. El corazón del laberinto, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1994.
13. Se indican a continuación las principales normativas y referencias que deben de regir
y/o orientar los proyectos de dotación e interiorismo:
14. HAM, Sam H. Interpretación Ambiental. North American Press, Colorado, USA, 1992.
18. SCREVEN, C.G. 1974. The measurement and facilitation of learning in the museum
environment: An experimental analysis. Washington, Smithsonian Institution Press.
20. LUCAS, A.M. 1983. Scientific literacy and informal learning. En Studies in Science
Education. v. 10. pp. 1-36.
21. GREGORY, R. 1993. Turning minds on to science by hands-on exploration: The nature
and potential of the hands-on medium. En QUIN, M. (ed.). Sharing science: Issues in the
development of interactive science and technology centers. Londres, Nuffield Foundation
on behalf of the Committee on the Public Understanding of Science (COPUS).