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Todo paciente que se va a someter a un procedimiento quirúrgico, con anestesia, necesita una
evaluación preoperatoria, importante para el proceso quirúrgico. La mayoría de las veces, la
evaluación clínica es suficiente para establecer el riesgo perioperatorio y determinar los
factores de riesgo del paciente susceptibles de ser modificados durante el período cercano a la
intervención, sin necesidad de recurrir a exámenes de apoyo complementarios ni interconsultas
a especialistas. Desde el punto de vista estadístico, ya en la década de los 80, investigadores
como Kaplan y cols, Turnbull y Buck, entre otros, plantearon análisis retrospectivos de la
utilización de los exámenes de rutina, ambos con resultados muy similares, donde se
demuestra que hasta un 60% de estos fueron innecesarios y que los resultados serían
previstos con una buena historia clínica y examen físico.
Los factores de riesgo pueden ser de 2 orígenes: aquellos propios del paciente y los que se
asocian al tipo de cirugía que se planea realizar.
Los factores dependientes del paciente se relacionan con sus características, con la presencia
de comorbilidad y con las alteraciones fisiológicas secundarias como resultado del cuadro que
motiva la cirugía.
Clase II: Paciente con enfermedad sistémica leve, controlada y no incapacitante. Puede o no
relacionarse con la causa de la intervención.
Clase III: Paciente con enfermedad sistémica grave, pero no incapacitante. Por ejemplo:
cardiopatía severa o descompensada, diabetes mellitus no compensada acompañada de
alteraciones orgánicas vasculares sistémicas (micro y macroangiopatía diabética), insuficiencia
respiratoria de moderada a severa, angor pectoris, infarto al miocardio antiguo, etc.
Clase IV: Paciente con enfermedad sistémica grave e incapacitante, que constituye además
amenaza constante para la vida, y que no siempre se puede corregir por medio de la cirugía.
Por ejemplo: insuficiencias cardiaca, respiratoria y renal severas (descompensadas), angina
persistente, miocarditis activa, diabetes mellitus descompensada con complicaciones severas
en otros órganos, etc.
Clase V: Se trata del enfermo terminal o moribundo, cuya expectativa de vida no se espera sea
mayor de 24 horas, con o sin tratamiento quirúrgico. Por ejemplo: ruptura de aneurisma aórtico
con choque hipovolémico severo, traumatismo craneoencefálico con edema cerebral severo,
embolismo pulmonar masivo, etc. La mayoría de estos pacientes requieren la cirugía como
medida heroica con anestesia muy superficial.
Elaboró:
Castillo Miranda José Guadalupe
Islas Balderas Silvana