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TE EXPLICAMOS LA
PIRÁMIDE DE GLASSER
William Glasser
(izquierda) y su
pirámide del
aprendizaje (derecha)
Escuchar (5%)
Esta es la actividad que peor resultado proporciona debido a ser la más
pasiva. Limitarse a escuchar una explicación no requiere necesariamente ni
comprensión ni análisis de la información, ni mucho menos experimentar o
practicar sobre el contenido, por lo que es fácil que el cerebro considere esta
información poco relevante y cueste encontrar claves para recuperarla de la
Memoria a Largo Plazo.
El esfuerzo que haga el alumno
no deja de ser vital en el proceso de
aprendizaje.
Curiosamente en la actividad que
se produce dentro de un aula, la escucha
pasiva es el método al que más
comúnmente se somete al alumnado, lo
cual se conoce como “clases
magistrales”. Este método de
enseñanza no deja de ser recomendado
en los colegios, ya que implica también la aplicación de ciertas normas sociales
(guardar silencio mientras el profesor expone) que son muy positivas para su
desarrollo. No obstante, estos resultados ponen en evidencia la
importancia de animar al alumno a ser parte activa de este proceso, a
través de la exposición de dudas o siendo cuestionado sobre la materia
después de que esta sea impartida.
Leer (10%)
Existe un refrán que dice que “quien disfruta leyendo aprende sin
querer”. No obstante, el mero hecho de practicar la lectura tampoco parece
tener una incidencia sobre la retención de información. La participación activa
que se ha de realizar parece explicar que sea una técnica que aporta mayores
resultados que la escucha, pero al igual que esta última, no será eficaz si no es
reforzada posteriormente.
Cabe destacar igualmente que
hay personas con distintas habilidades
lectoras y que la comprensión lectora
puede ser entrenada para que produzca
mejores resultados.
Demostrar (30%)
Una cosa es una prueba de fe y otra
muy distinta la evidencia. Cuando un
alumno, no solo tiene que memorizar un
dato, sino además comprobar su veracidad,
comienza a realizar un procesamiento activo
y a practicar sobre el mismo.
Posiblemente esto es más difícil de
ver en ciencias sociales, sin embargo, en
materias como matemática o química, es
más común que los alumnos, además de memorizar la fórmula, tengan que
emplearla para comprobar que esta es veraz.
Esta técnica no solo funciona cuando es el propio alumno realiza la
tarea, sino también a través del aprendizaje vicario cuando contempla a un
experto realizar un ejemplo práctico.
Argumentar (50%)
La argumentación tiene un componente añadido a la mera exposición,
ya que no se pretende que el alumno crea ciegamente en lo expuesto, sino que
se le pretende convencer a través de la lógica, lo cual no solo supone
proporcionar una explicación más detallada de lo expuesto, sino quizá hacerlo
desde distintos ángulos y tratar de resolver dudas que surjan durante el
proceso.
Un método que acostumbra a ser muy efectivo es solicitar al alumno
que busque argumentos tanto en contra, como a favor de lo expuesto.
Practicar (75%)
Resulta evidente que cuando una persona aprende un proceso, lo
comprenderá mejor e incluso lo mejorará si sigue practicando ese proceso.
Poner en práctica el concepto aprendido supone tratar de recuperar la
información teórica adquirida, relacionarlo con los objetos reales, encontrarse
distintas variables y contingencias, quizás no expuestas en la exposición
teórica y tratar de resolverlas. Todo ello participa en alcanzar la maestría en
una determinada materia.
Realizar este tipo de prácticas en grupo es todavía más recomendable,
puesto que los integrantes pueden debatir, acercar posturas y resolver los
problemas conjuntamente.