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San Agustín: Nació en Tagaste (provincia romana de África), padre pagano y madre cristiana, no fue cristiano
en su niñez y adolescencia, fue maniqueísta (universo como campo de batalla entre el bien y el mal) y fue
escéptico en su juventud.
Conocimiento: Agustín duda de todo conocimiento originado en los sentidos y duda de todo conocimiento en
general. La única certeza que tiene es que no puede dudar de la duda misma, de la sensación interna que
produce la percepción misma. Quien percibe existe, y su existencia no puede cuestionarse. Pero la existencia de
las cosas que se conocen por los sentidos es dudosa.
Hay dos mundos: el de las apariencias (cosas sensibles) y el de las esencias (de las ideas). A este solo se puede
llegar por el pensamiento, por la razón, por el logos. (No acepta, a diferencia de Platón, la trasmigración del alma ni la
reencarnación ni la existencia separada de un mundo ideal donde se encuentran las ideas ni la reminiscencia como forma de
conocerlo). Para el cristianismo Dios crea el alma junto con el ser humano al que esa alma insufla vida e
inteligencia. Esa alma inteligente es capaz de conocer ideas que no provienen de la experiencia sensorial. Lo
Bueno, lo Bello, la Verdad, son ideas que el alma conoce antes de toda experiencia y provienen de Dios, Él
insufla esas ideas en la mente. El conocimiento es posible por la iluminación divina. Cuando se conoce el nivel
intelectual se está, de alguna manera, conociendo a Dios, porque las ideas están en Dios y él las transmite a
quienes están preparados para recibirlas. El alma, que es el sujeto que conoce, cumple un rol pasivo.
Razón y Fe: San Agustín consideró que si bien la fe y la razón son dos modos de conocer y llegar a la verdad,
no son incompatibles, se complementan. Hay que comprender para creer y creer para comprender.
El hombre no solo es memoria e intelecto sino también voluntad, que es la que guía las acciones morales. La
ética de San Agustín se basa en la libertad del sujeto moral. Pero para Dios el futuro de cada ser humano ya
está determinado, entonces esa libertad es ilusoria, dado que cualquiera sea la elección que se haga, el resultado
ya está determinado de antemano. Agustín, sin embargo, sostiene que el hombre es libre.
El hombre, en el uso de la voluntad para llegar al bien necesita de la gracia de Dios, no puede obrar bien solo
porque se lo propone, Dios tiene que intervenir para que los actos humanos derivados de la voluntad de cada
uno alcancen el bien que persiguen. La gracia también condiciona la libertad del sujeto moral, a tal punto que la
salvación de cada hombre depende de la gracia divina, nadie se puede salvar a si mismo, aún siendo un hombre
que actúe siempre en busca del bien. Agustín cree en la predestinación, para él el único hombre que actuó
libremente frente a la posibilidad de elegir entre el bien y el mal fue Adán, que se hace pecador y esa condición
es heredada por la especie humana. El hombre es un pecador solo redimible por gracia, que depende de la
voluntad de Dios. Ni las buenas intenciones ni las buenas obras salvan al hombre.
La ciudad de Dios: Existen el reino de Dios (de los que aman a Dios, altruistas, caritativo, aman a su prójimo) y
el reino de Satán (de los que se aman a si mismos, egoístas). Los que pertenecen a la comunidad divina no
tienen su lugar en este mundo sino que viven en la Unidad de la gracia de Dios. La comunidad de los
condenados en cambio siempre está dividida, sumida en la discordia perpetua suscitada por el afán egoísta de
poder y bienes terrenos. La iglesia (no como lugar sino espiritual) es la fuerza redentora en este mundo.
Santo Tomás: nació en Nápoles, de la orden dominicana. Alberto Magno fue su maestro, magíster en Teología.
Muere camino a Roma.
La sustancia: son todos los entes que se bastan a si mismos, compuestos de materia y forma. Además hay entes
que necesitan de otro para ser: los accidentes, con categorías como cantidad, cualidad, acción, pasión, etc.
La materia siempre está determinada por una forma, común a todos los entes de una misma especie y constituye
la esencia de la cosa, pero a la vez son individuos que se distinguen de otros individuos por el principio de
individuación, que es la materia, pero signada y cuantificada, mensurable. Esta forma “geométrica” o
“material” no constituye la esencia de la cosa sino que simplemente la delimita como un individuo.
Todas las cosas compuestas de materia y forma son seres sujetos al cambio porque ningún ente natural es solo
acto, siempre tiene algo de potencia. El paso del acto a la potencia y de la potencia al acto es el cambio.
El hombre: el ser humano es corruptible, pero tiene alma y ésta es inmortal. El alma es la forma de un cuerpo
que tiene la vida en potencia. El hombre es un compuesto de cuerpo y alma. Cuando muere deja de ser hombre,
aunque el alma subsiste porque es un ente espiritual. Solo cuando la voluntad de Dios decida la resurrección de
los muertos el alma volverá a fusionarse con el cuero y el hombre redimido por la gracia volverá a su plenitud.
Esencia y existencia: Los seres del mundo natural y los seres espirituales no son sustancias que se basten a sí
mismas en su ser. No sólo no se han dado la existencia a sí mismos sino que está proviene de una causa externa.
Hay una diferencia real entre su existencia (el hecho de ser) y su esencia (lo que son). La esencia de cada ente
se actualiza en la existencia de ese ente, no existen esencias separadas, solo Dios.
Ética: es intelectualista, el intelecto es el que permite discernir entre el bien y el mal; la voluntad debe tomar
sus decisiones a partir del conocimiento que la razón le brinda. Esta concepción pone en jerarquía a las
virtudes: primero las dianoéticas, propias del intelecto, como la sabiduría o la perfección moral que se logra
por la contemplación a Dios. Existen también las virtudes éticas que son las que se adquieren a lo largo de la
vida desarrollando hábitos virtuosos que le permiten al ser humano hacer el bien de modo permanente.
El estado: El hombre es un ser comunitario, la comunidad se organiza jurídicamente bajo la forma del estado.
Fuera de la comunidad el hombre es un ser incompleto. El estado y la iglesia no son incompatibles ni están en
conflicto el uno con la otra. Existe una preeminencia de la iglesia sobre el estado del mismo modo que lo
natural se subordina a lo natural.
Las leyes del estado constituyen el estado positivo, y puede haber leyes injustas, que no obligan porque
contradicen el derecho superior que es el derecho natural. El derecho natural es universal y es acorde con la
racionalidad y la voluntad de Dios, es decir, el derecho divino. El derecho positivo debe ser coherente con el
derecho natural porque este es su fundamento.
Guillermo de Occam: Nació en Inglaterra y fue miembro de la orden franciscana. Muere en Munich.
Para Occam la realidad la constituyen los individuos, que se pueden conocer por los sentidos. No hay ideas de
los objetos sensibles que existan por si mismas. Los conceptos o términos están en lugar de la cosa cuando se
enuncia algo sobre ella, los términos suponen la cosa. Lo real es siempre la cosa, el individuo, los términos
nombran a las cosas, sin embargo no pueden reducirse ni confundirse con la palabra pronunciada o escrita, ya
que esta es un objeto más que puede ser percibido por los sentidos.
Occam es nominalista y considera que los universales, las ideas generales, no existen por si mismas. Decir que
además de los individuos existen también las ideas que de ellos se puede tener es multiplicar inútilmente los
entes. El objeto propio de la ciencia son los individuos a los que se los conoce por la experiencia. Las cosas no
tienen esencia y si la tuviesen el ser humano no está en condiciones de conocerla.
Occam distingue entre ciencia real (ciencia de cosas reales) y racional (ciencia de las relaciones lógicas entre
los términos). Los objetos de la ciencia real son las cosas singulares, mientras que los de la ciencia racional son
las demostraciones lógicas.