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El SINGULAR CEREBRO HUMANO

El cerebro regula el funcionamiento corporal. Permite el aprendizaje de nuevos conceptos —hasta


de nuevos idiomas— y almacena y evoca los recuerdos que tenemos. “Lo cierto —reconoce el
neurobiólogo James Bower— es que no sabemos qué clase de máquina es.” Concuerda con esta
opinión el neurocientífico Richard F. Thompson: “Es mucho más lo que queda por aprender que lo
que ya sabemos”. Dado el interés existente por desentrañar sus misterios, el Congreso
Estadounidense declaró 1990-1999 Década del cerebro.

Los lóbulos de la sinuosa corteza cerebral presentan la sección más destacada. Esta ondulada capa
de materia de color gris rosáceo, de unos tres milímetros de espesor, alberga un 75% de los 10.000 a
100.000 millones de neuronas del cerebro. Sin embargo, algunos científicos señalan que ni esta cifra
astronómica basta para explicar la complejidad del órgano.

De acuerdo con un especialista, “el total de combinaciones posibles que pueden adoptar las
conexiones sinápticas” del cerebro es “mayor que el número de partículas atómicas que integran el
universo conocido”.

La porción del cerebro mejor conocida tal vez sea la corteza, que es rica en neuronas. ¿Qué
formaciones hay bajo esta? Una es el cuerpo calloso, que establece el vital enlace entre los
hemisferios derecho e izquierdo. Cerca de allí se encuentra el tálamo (helenismo que significa
“aposento interior”), por el cual pasa la mayoría de la información que recibe el cerebro;
íntimamente ligado al tálamo están el hipotálamo (helenismo que significa “bajo el aposento
interior”), que contribuye a regular la presión sanguínea y la temperatura corporal, y una pequeña
extensión denominada hipófisis, o pituitaria. Esta importantísima glándula controla el sistema
endocrino mediante hormonas, secreciones químicas que influyen en la producción de sustancias de
las demás glándulas del organismo. Luego vienen la protuberancia anular, o puente de Varolio, que
procesa la información referente a los movimientos que realizamos, y el bulbo raquídeo, o médula
oblonga, que controla la respiración, la circulación, la palpitación y la digestión. Y estos órganos
realizan sus funciones sin que nos percatemos de su existencia.

Para entender mejor nuestro complejo cerebro, pueden resultar útiles algunas comparaciones. A
comienzos de la revolución industrial (a mediados del siglo XVIII) era común asemejarlo a una
máquina. Más tarde, al convertirse el teléfono en símbolo de progreso, el órgano fue equiparado a
una centralita donde una operadora tomaba las decisiones. Y ahora que la informática realiza tareas
complicadas, hay quien se vale de la analogía de una computadora. Pero ¿hace justicia este símil al
funcionamiento del cerebro?

La realidad es que, para la ciencia, el cerebro es uno de los elementos universales más difíciles de
comprender y estudiar. “El cerebro humano plantea el último enigma: ¿cómo es posible que en una
masa de tejidos con la consistencia del huevo crudo resida la ‘mente’, es decir, los pensamientos, la
personalidad, los recuerdos, los sentimientos y aun la consciencia?”—Susan A. Greenfield, profesora
universitaria, The Human Mind Explained (La mente humana explicada).

En conclusión: Poseemos individualmente una de las más grandes maravillas del universo, sin
embargo, lo verdaderamente maravilloso de nuestro singular cerebro, radica en lo que
individualmente hagamos para justificar dicha denominación.

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