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MAX WEBER

METODOLOGÍA
Historia y sociología
Orientó su sociología hacia el desarrollo de conceptos
claros, de manera que pudieran representar un análisis causal
de los fenómenos históricos; por lo que podemos decir que era
un sociólogo histórico (su dedicación completa a la
sociología sería a partir de 1909, cuando comenzó Economía y
sociedad).

Su concepción de la sociología estaba marcada por los debates


intelectuales que bullían en la Alemania de su tiempo, como
el que había entre historia y ciencia, en el que los
positivistas (pensaban que la historia se regía por leyes
generales y podía ser una ciencia natural, nomotéticas) se
enfrentaban a los subjetivistas (pensaban que la historia no
era más que acciones y acontecimientos idiosincrásicos,
idiográficos). Weber rechazaría ambos extremos y
desarrollaría un procedimiento personal para analizar la
sociología histórica; Según él, no puede haber
generalizaciones en el nivel de la experiencia, los
sociólogos deben distinguir entre el mundo empírico del
universo conceptual que construyen; conceptos que no acaban
de reflejar el mundo real, pero que pueden ser usados como
utensilios heurísticos para un mejor entendimiento del mismo.
Mediante los conceptos sociológicos se pueden elaborar
generalizaciones, pero éstas no son historia y no deben
confundirse con la realidad empírica. Aunque estaba a favor
de las generalizaciones, pensaba que “una ciencia sistemática
de la cultura... no tendría sentido en si misma” (Weber,
1903).

Weber adaptó su propia perspectiva; intuyó que la sociología


histórica debe interesarse tanto por la individualización
como por la generalización, y dicha unificación se acompaña
de la elaboración y el empleo de conceptos generales (que
luego llamaremos “tipos ideales”), para identificar y definir
la particularidad de cada desarrollo y determinar qué lleva a
la diferencia, en el estudio de individuos, acontecimientos o
sociedades; no existía un único agente causal. Sus puntos de
vista sobre la sociología histórica están modelados por la
disponibilidad de los datos históricos empíricos y por su
compromiso con su estudio, pero a menudo se enredaba
demasiado en los detalles históricos y perdía la perspectiva
de las razones básicas de los estudios históricos.

En resumen, Weber creía que la historia se componía de


multitud de fenómenos específicos, y para estudiarlos se
requería elaborar una gran variedad de conceptos destinados a
ser útiles a la investigación del mundo real; la tarea de la
sociología consiste en desarrollar esos conceptos para la
historia. Aunque no se adhería estrictamente a esta posición,
intentaba combinar lo específico y lo general en un esfuerzo
por hacer evolucionar a la sociología.

Verstehen
Weber sentía que los sociólogos tenían la ventaja respecto a
los científicos naturales, de tener la capacidad de
comprender los fenómenos sociales mientras los otros no
podían hacer lo mismo con el comportamiento de un átomo. La
palabra alemana para “comprensión” es verstehen, a la que él
le daba un uso especial en sus investigaciones históricas.
Una conceptualización que generó controversia y algunos
problemas de interpretación, y que tenía su origen en un
problema general inherente al pensamiento metodológico
weberiano: El autor era descuidado e impreciso en lo
referente a la metodología, porque pensaba que solo repetía
ideas bien conocidas en sus días entre los historiadores
alemanes. Sus ideas sobre verstehen se derivaban de un campo
conocido como hermenéutica, que es un acercamiento especial a
la comprensión e interpretación de los escritos publicados
para comprender el pensamiento del autor y la estructura
básica del texto. Tanto Weber como otros autores intentaron
ampliar esta idea, llevándola desde la comprensión de los
textos hasta la de la vida social; toda la historia es
interacción y debe ser interpretada desde los opuestos de los
distintos actores.

Weber usó las herramientas de la hermenéutica para entender a


los actores, las interacción y toda la historia de la
humanidad. Es errónea la concepción del término verstehen
como “intuición” del investigador, y que la percibe como una
metodología “blanda”, irracional y subjetiva; para él este
concepto suponía la elaboración de una búsqueda sistemática y
rigurosa más que un “sentimiento” sobre un texto o fenómeno
social, un procedimiento de estudio racional.
Causalidad
Weber vio el estudio de las causas de los fenómenos sociales
dentro del dominio de la historia, no de la sociología. Él
entendía por causalidad sencillamente la probabilidad de que
un acontecimiento fuera seguido por otro; para ello, el
investigador debe observar tanto las razones como el
significado de los cambios históricos. Y aunque pueda verse
como un autor de un modelo unicausal, en su sociología
sustantiva siempre se conjugó interrelaciones económicas,
sociales, políticas, organizativas, etc., operando desde un
enfoque multicausal en el que numerosas influencias
interactivas suelen ser verdaderos factores causales. Como
ejemplo, en su primera obra afirmaría que la ética
protestante fue uno de los factores causales de la aparición
del moderno espíritu del capitalismo, y tachó de insensata la
idea de que el protestantismo fuera la única causa, y por
ello tiene siempre en cuenta siempre las interrelaciones de
un gran número de factores sociales. Así pues, el
conocimiento causal de los científicos sociales es diferente
al de los científicos naturales.

Estas ideas sobre el concepto de causalidad se encaminan a


resolver el conflicto entre conocimiento nomotético, que cree
en la relación necesaria entre dos fenómenos sociales, e
ideográfico, que cree en una relación aleatoria entre ambos.
Weber toma una postura sincrética, que encarna el concepto de
“causalidad adecuada”, que supone como mejor opción en
sociología establecer proporciones probabilísticas sobre la
relación de fenómenos sociales.

Tipos ideales
Una de las contribuciones más importantes de Weber a la
sociología es el tipo ideal, una herramienta conceptual
utilizada por los sociólogos e historiadores; Un tipo ideal
está compuesto por la acentuación individual de uno o más
puntos de vista, y por la síntesis de gran número fenómenos
individuales y concretos que se arreglan según esos puntos de
vista hacia una construcción analítica y unificada. Dicha
construcción mental no puede encontrarse empíricamente en
ningún lugar de la realidad. Un tipo ideal es “esencialmente
una vara de medir”, un criterio; su función es la comparación
con la realidad empírica para establecer sus divergencias o
similitudes, describirlas mediante el más inteligible e
inequívoco de los conceptos, y entenderlas y explicarlas
causalmente

Los elementos de un tipo ideal no se reúnen de una forma


arbitraria; se han combinado en base a su compatibilidad.
Según Weber, el tipo ideal está destinado a derivarse
inductivamente del mundo real de la historia social; no creía
que fuera suficiente con ofrecer un conjunto de conceptos
cuidadosamente definidos. Los conceptos deben ser
empíricamente adecuados, y para generar tipos ideales los
investigadores han de sumergirse primero ellos mismos en la
realidad histórica y después derivar los tipos de esa
realidad. Dirá también, que no han de ser excesivamente
generales ni excesivamente específicos, y que cuanto más
exagerados, más útil será en la investigación histórica (los
ideales se derivan del mundo real pero no han de ser imágenes
espectrales de él).

El uso de la palabra ideal o utopía no quiere decir que el


concepto se refiera al mejor de todos los mundos posibles,
sino que rara vez se funda en el mundo real; además de que el
tipo ideal no tiene por que ser ni positivo o correcto
moralmente. Los tipos ideales deben tener sentido en sí
mismos, el significado de sus componentes debe ser compatible
y nos deben ayudar a dar sentido al mundo real, describiendo
tanto entidades estáticas como entidades dinámicas (podemos
tener un tipo ideal de una estructura, pero también de un
desarrollo social). Los tipos ideales se han desarrollado, al
igual que la sociedad, de forma progresiva, adaptándose al
continuo cambio; desarrollando nuevas tipologías que se
adecuen a la realidad cambiante (en las ciencias sociales no
puede haber conceptos atemporales).

Weber ofrece diversas variedades de tipos ideales:

Tipos ideales históricos:son los fenómenos encontrados en


una época histórica dada(como la situación del mercado
capitalista moderno).

Tipos ideales de la sociología general: son fenómenos que


se dan a lo largo de todos los periodos y sociedades
históricos (como la burocracia).

Tipos ideales de acción: son puros y basados en las


motivaciones de un actor determinado (como la acción
afectiva).
Tipos ideales estructurales:son formas que se toman de las
causas y consecuencias de la acción social(como la dominación
tradicional).

Valores
Una percepción común y simplista de la noción weberiana de
una sociología libre de valores, lleva a pensar que los
científicos sociales no deben dejar que sus valores
personales influyan en la investigación científica. El
trabajo de Weber sobre los valores es mucho más complejo y no
debe reducirse a que los valores deben quedarse fuera.

● Valores y enseñanza

Weber fue muy claro sobre la necesidad de que los profesores


controlasen sus valores en el aula. Según él, tienen perfecto
derecho a expresar su opiniones en charlas, discursos, etc.,
pero no en el aula; el aula ha de mantenerse separada de la
arena de la discusión pública, pues la naturaleza de la
audiencia es muy distinta. Pensaba que la multitud que
escucha a un orador público es libre de marcharse cuando lo
desee, pero los estudiantes si quieren aprobar han de tomar
como buenas las opiniones de los profesores. La función del
académico es enseñar hechos y no sus valores personales.
Weber pensaba que era posible separar hecho y valor, sin
embargo, Marx no estaba de acuerdo, y decía que hecho y valor
están entretejidos, dialécticamente interrelacionados.

● Valores e investigación

Weber pensaba que era posible separar hecho de valor, lo que


podía ampliarse al mundo de la investigación. También solía
distinguir entre el conocimiento existencial de lo que es y y
el conocimiento normativo de lo que debería ser. Sin embargo,
él no operaba con la postura simplista de que los valores han
de ser eliminados de la investigación social. Los valores
deben restringirse a los momentos previos a la investigación
social, es entonces cuando deben contribuir a seleccionar lo
que vamos a estudiar. Sus ideas sobre la función de los
valores previos a la investigación social se recogen en su
concepto de relevancia valorativa. En la investigación
histórica esto significa que la elección de los objetos de
estudio estaría hecha con base a lo que se considera
importante para la sociedad en la que vive el investigador;
éstos deciden que estudiar según su sistema de valores
contemporáneo. Weber trataría el concepto de relevancia
valorativa desde el punto de vista de los intereses de los
europeos modernos. Por tanto, para él los juicios de valor no
deben ser totalmente eliminados del discurso científico. “Una
actitud de indiferencia moral no tiene conexión con la
objetividad científica” (Weber, 1903).

Pero hay una brecha entre lo que Weber dijo y lo que


realmente hizo. En su trabajo real, los valores no eran solo
un artificio básico para seleccionar temas de estudio, sino
que también estaban implicados en la adquisición de un
conocimiento significativo del mundo social. Según Gary
Abraham (1992) la obra general de Weber se vio afectada y
distorsionada por sus valores, en especial sus ideas sobre el
judaísmo en tanto religión mundial; esto planteaba más dudas
sobre el calificativo que se le daba de sociólogo “libre de
valores”(aunque en los EE.UU. se le sigue considerando así).
Era más un nacionalista que apoyaba la integración de los
grupos minoritarios que un liberal clásico en favor del
pluralismo, y esos valores influyeron en su obra.

Por último, también pensaba que el científico social debe


derivar ciertas conclusiones fácticas de su investigación
social, pero esta no puede decirle a la gente lo que “debe”
hacer. La investigación empírica puede ayudar a la gente a
elegir un significado adecuado para un fin, pero no debe
ayudarla a elegir ese fin entre otros.

SOCIOLOGÍA SUSTANTIVA
Comenzaremos, como hizo él en economía y sociedad, por los
niveles de acción e interacción, y muy pronto encontraremos
la paradoja básica de su obra: a pesar de su compromiso con
la sociología de los procesos a pequeña escala, su trabajo se
sitúa primordialmente en los niveles de mayor escala del
mundo social.

¿Qué es sociología?
A menudo Weber se pronunció en contra de la sociología
evolucionista, del organicismo, que dominaba la disciplina en
aquellos momentos. A pesar de que se adhirió al método
individualista, se vio forzado a admitir que es imposible
eliminar totalmente de la sociología las ideas colectivas.
Pero incluso cuando hubo admitido la significación de los
conceptos colectivos, los redujo esencialmente a patrones y
regularidades de la acción individual; decía que para
interpretar subjetivamente la acción en sociología, estas
colectividades deben tratarse como particularidades
individuales.

En el nivel individual estuvo muy interesado por el


significado y la manera en que éste se forma; hay pocas dudas
de que creyera firmemente en una microsociología y estaba
dispuesto a practicarla, aunque se dedicase a la
macrosociología. Según Udehn, Weber una una “metodología
individualista y subjetivista”; está interesado en los
individuos, en qué hacen y en porqué lo hacen (en sus motivos
subjetivos). Sin embargo, en la mayor parte de su sociología
sustantiva pone el énfasis en las grandes estructuras, que no
se limitan a las acciones de los individuos, sino que sus
acciones están determinadas por las propias estructuras, en
lugar de estar determinadas por sus motivos. Esto deja
patente una enorme contradicción en la obra de Weber.

Con esto podemos definir la sociología weberiana como: “una


ciencia a la que compete la comprensión interpretativa de la
acción social y, por tanto, la explicación causal de su curso
y sus consecuencias” (la sociología ha de ser una ciencia;
debe ocuparse de la causalidad, y aquí la combina con la
historia; y debe emplear la comprensión interpretativa,
verstehen).

Acción social
Si tomamos al pie de la letra las palabras de Weber, toda sus
sociología se basa en la concepción de la acción social;
diferenciaba entre acción y conducta puramente reactiva. El
concepto conducta está reservado al comportamiento automático
que supone procesos no pensados, una conducta que responde a
un estímulo. Weber estaría interesado en la acción, que
supone la intervención de los procesos de pensamiento (y en
la acción significativa resultante) entre el origen del
estímulo y la respuesta última. La acción está destinada a
ocurrir cuando los atribuyen significados subjetivos a sus
acciones, y para él, la sociología “supone la interpretación
de la acción en términos de su significado subjetivo”. Un
ejemplo lo encontramos en su análisis de la acción económica,
que definió como “orientación consciente y primaria hacia la
consideración económica... para la que lo que importa no es
la necesidad objetiva de establecer una previsión económica,
sino la creencia de que es necesaria”. Al insertar este
análisis en los procesos mentales y la acción significativa
resultante, señaló, como Durkheim, que la interpretación
sociológica de la acción no correspondía a la psicología, y
que la sociología también se interesaba por los procesos
mentales, aunque de distinta forma a la sociología. .

Weber utiliza la metodología del tipo ideal para aclarar es


significado de acción, e identifica cuatro tipos básicos: La
racionalidad medios-fines (acción respecto a los fines),
determinada por las expectativas en lo otro como condiciones
o medios para lograr fines propios racionalmente perseguidos
y calculados; la racionalidad de valores, determinada por la
creencia consciente en el propio valor ético, estético,
religioso, etc., independientemente de sus posibilidades de
éxito; La acción afectiva, determinada por el estado
emocional del actor; y la acción tradicional, determinada por
los modos de comportamiento habituales del actor y por sus
costumbres.

Clase, estatus y partido


Weber se negó a reducir la estratificación a los factores
económicos (concepto de clase), más bien los consideró de
manera multidimensional, de forma que la sociedad estaba
estratificada sobre la base de la economía, el estatus y el
poder; de manera que la gente podía situarse en la parte alta
de una de esas dimensiones con independencia de en que nivel
se situaba en el resto. Esto permite un análisis más
sofisticado de la estratificación social. Él pensó que la
clase era un grupo de gente cuya situación compartida es una
base posible para la acción de un grupo (orientación de la
acción); Clase no es una comunidad, sino un grupo humano en
la misma situación económica, o de mercado. En contraste con
ella, el Estatus se refiere a las comunidades, aunque
amorfas; se asocia con estilos de vida (se refiere al consumo
de los bienes producidos, mientras que la clase, a la
producción económica); a la “estimación social específica,
positiva o negativa, del honor”. La clase puede conducir a un
estatus determinado, pero son dos dimensiones que no van
necesariamente unidas; hay un complejo aparato de relaciones
entre ambos que se complica aún más cuando añadimos la
dimensión de Partido, que se establece en un orden político.
Para Weber, los partidos son estructuras que luchan siempre
por el poder; son los elementos más organizados de los
sistemas de estratificación weberianos. Los partidos,
incluyendo a los que existen en el Estado pero también a
organizaciones y asociaciones o clubes sociales, representan
a las clases, los grupos de estatus o a ambos, y siempre
están orientados a conseguir el poder.

Estructuras de autoridad
Su interés sociológico por las estructuras de autoridad
estaban motivados por sus intereses políticos; aunque no fue
un político radical. Con Marx tenía semejantes intereses
intelectuales pero distintas orientaciones política, y aunque

Weber criticara el capitalismo moderno como lo hizo el otro,


no defendía la revolución y quería un cambio de la sociedad
gradual y no violento. Además, tenía poco fe en la capacidad
de “las masas” de crear una sociedad mejor; y criticó a
políticos autoritarios como Bismarck. Sin embargo, su
esperanza descansaba en los líderes políticos más que en las
masas o en los burócratas, y colocaba a la nación por encima
de cualquier cosa (creía en la democracia, no porque creyera
en las masas, sino porque consideraba que era un sistema
dinámico y que generaba líderes políticos. Advirtió que en
cada institución social existen estructuras de autoridad, y
estas eran el enfoque más importante de la política.

En su análisis de las estructuras de autoridad, definía la


dominación como “la probabilidad de encontrar obediencia a
mandatos específicos dentro de un grupo determinado”. La
dominación puede tener diversas bases, legítimas e
ilegítimas, aunque le interesarían las legítimas, que él
llamaba autoridad; Pero lo que más preocuparía a Weber sería
las tres bases sobre las que se legitima la autoridad:

Sobre fundamentos racionales:Descansa en la creencia en la


legalidad de las ordenaciones existentes y en el derecho de
los elevados a ejercer dicha autoridad.

Sobre fundamentos tradicionales: Descansa en la creencia


cotidiana en la santidad de las tradiciones inmemoriales y la
legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer
autoridad.

Por medio del carisma: Reside en la devoción de los


seguidores hacia los poderes especiales o el carácter
excepcional, ejemplar o heroico de los líderes, así como
hacia el orden normativo sancionado por ellos.

Todos los modos de legitimación de autoridad, supone


claramente actores individuales, procesos de pensamiento
(creencias) y acciones, pero desde este punto de vista se
alejaría mucho de la base de acción individual.

● Autoridad legal

La autoridad legal puede tomar gran variedad de formas


estructurales, pero la que más despertaría el interés del
autor sería la Burocracia, a la que consideró “el tipo más
puro de ejercicio de la autoridad legal. Weber describiría el
Tipo ideal de burocracia como: El más racional de los medios
conocidos para ejercer autoridad; técnicamente con un alto
grado de eficacia; superior a cualquier otra forma en
precisión, estabilidad, rigor en la disciplina, y fiabilidad;
y es capaz de ser aplicada en toda clase de tareas
administrativas. Pero, aunque alabaría las características
positivas de las burocracias, fue muy cauto en lo referente a
su problemas, de entre los cuales tendría gran preocupación
por que la racionalización que domina la burocracia se
convirtiese en una amenaza para la libertad individual;
pensaba que la burocratización nos conducía a la desaparición
al reducir al hombre a la condición de “engranaje”, de pieza
del sistema. Le espantaban los efectos de la burocratización
aunque vio que no había posible escape de la racionalización
del mundo, de la que la burocratización solo era otro
componente, aunque también una de las instituciones más
difícil de destruir una vez que se ha establecido, a la cual
pertenecía el futuro.

Distinguía al tipo ideal de burocracia del tipo ideal de


burócrata, y concebía a las primeras como estructuras y a los
segundos como posiciones dentro de esas estructuras. El tipo
ideal de burocracia es un tipo de organización: sus unidades
básicas están constituidas por funciones ordenadas de una
forma jerárquica mediante reglas, funciones, documentos
escritos y medios de compulsión; todas son, en diferentes
grados, las grandes estructuras que representan la
orientación principal del pensamiento weberiano (pudo haber
construido un tipo ideal de burocracia que subrayara los
pensamientos y las acciones de los individuos dentro de ella,
y no lo hizo). Las características principales de este tipo
ideal de burocracia son:
1. Consiste en una organización continua de funciones
(cargos) oficiales limitadas por reglas. 


2. Cada cargo tiene una esfera específica de competencias


limitada, que suponen la realización de funciones, la
autoridad que tiene que llevarlas a cabo y los medios de
fuerza requeridos para ello. 


3. Los cargos e organizan en un sistema jerárquico. 


4. Los cargos pueden suponer calificaciones técnicas que


requieren que los participantes reciban la formación
adecuada para ejercerlas. 


5. El personal que ocupa estos cargos no es dueño de los


medios de producción a los que está vinculado. 


6. Al titular de un cargo no se le permite apropiarse de su


puesto. 


7. Los actos administrativos, las decisiones y las reglas se


formulan y graban por escrito.


¿Hay alternativas? La burocracia es una de las
estructuras racionales con una función cada vez mayor en
la sociedad moderna, a la que Weber no veía
alternativa posible: “Las necesidades de administración
de las masas la hacen completamente indispensable; en el
campo de la administración solo hay elección entre la
burocracia y el diletantismo”. Aunque la burocracia es
una parte intrínseca del capitalismo, el socialismo vería
la necesidad de someterse a la burocratización y en él,
además, iría en crecimiento para mantener el nivel de
eficacia. Lo que según Weber hacía mejor al capitalismo
era que este ofrecía la mejor alternativa para la
preservación de las libertades individuales y los
liderazgos creativos en un mundo burocrático, ya que en
el capitalismo los propietarios no son burócratas y en un
sistema socialista los líderes constituyen la cúspide de
la burocracia. Estamos de nuevo ante un punto clave de su
obra, su idea de que realmente no hay esperanza para un
mundo mejor.

¿Hay esperanza? Un rayo de esperanza en su obra supone el


hecho de que los profesionales que se sitúan fuera del
sistema burocrático puedan controlarlo en algún grado. Su
famoso ensayo La política como vocación es un alegato en
favor del desarrollo de líderes políticos capaces de
enfrentarse a burocracias y burócratas. Diferentes autores
hablarán de la ética de la responsabilidad, como el
compromiso apasionado de alcanzar los valores combinado con
el análisis desapasionado de los medios alternativos para
lograrlos, contrapuesta a la ética de la convicción en la que
la elección del medio está predeterminada y el actor orienta
su acción hacia la realización de algunos valores absolutos o
demandas incondicionales. La ética de la responsabilidad
implica una lucha por una mejor humanidad.

● Autoridad tradicional

La autoridad tradicional, como dijimos, se basa en la


creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones
inmemoriales y la legitimidad de los señalados por esa
tradición para ejercer autoridad. En tal sistema el líder no
es un superior sino un maestro, al que se le rinde lealtad
porque, a diferencia del sistema burocrático, el personal
dependiente del líder tradicional obedece debido a que éste
encarna el peso de la tradición y ha sido elegido para ese
puesto de modo tradicional. El personal tradicional carecía
de funciones con competencias claramente definidas y sujetas
a reglas impersonales; no tenía una ordenación racional
jerárquica; no tenía un sistema regular de nombramientos y
promoción; la capacitación técnica no era un requisito; y su
cargo o suponía salarios fijos pagados con dinero.

También en este caso utilizaría el tipo ideal para analizar


las diferentes formas de autoridad tradicional, y encontraría
cuatro formas: Dos de ellas tempranas, la gerontocracia
(gobierno de los más viejos) y el patriarcalismo primario
(que heredan los puestos), en las que ambas tienen un jefe
supremo pero carecen de personal administrativo; una algo más
moderna, el patrimonialismo (con una administración y fuerza
militar como instrumentos personales del señor); y una más
moderna aún, el feudalismo (que limita el poder del señor
feudal mediante el desarrollo de relaciones más rutinizadas).
Weber las consideraría a las cuatro como barreras del
desarrollo de la racionalidad. A lo largo de su obra se
interesaría por los factores estructurales que conducen a la
racionalidad en el mundo occidental y por los impedimentos
culturales y estructurales del desarrollo de una racionalidad
similar en el resto del mundo.

● Autoridad carismática

El carisma es un concepto que ha llegado a usarse en un


sentido muy amplio. Este concepto tiene una función
importante en la obra de Max Weber, pero también un
significado distinto del que suele darse. Su sentido del
carisma depende más del grupo de seguidores y del modo en que
definen a su líder carismático (si los seguidores consideran
al líder como tal, será un líder carismático, con
independencia de si se trata de una persona ordinaria). Lo
importante es el proceso por el cual se distingue de la gente
corriente y se le trata como dotado de poderes o cualidades a
las que no pueden acceder la gente normal.

Carisma y revolución. Para Weber el carisma es una de las


fuerzas más revolucionarias; el ascenso de un líder
carismático puede representar una amenaza para el sistema y/o
conducir a un cambio drástico del mismo, ya que supone
cambios en la mente de los actores que causan “una
reorientación interna o subjetiva”, pudiendo conducir a “una
alteración radical de las actitudes fundamentales y de la
dirección de la acción”. Aunque se refiere aquí a cambios en
el pensamiento y en las acciones individuales, estos cambios
se reducen claramente al estatus de variables dependientes.
La otra gran fuerza revolucionaria del pensamiento weberiano
sería la racionalidad; mientras que el carisma es una fuerza
revolucionaria interna, que cambia la mente de los actores,
la racionalidad es una fuerza revolucionaria externa, que
cambia las estructuras sociales primero, y con ello, el
pensamiento y las acciones de los individuos

Organizaciones carismáticas y rutinización del carisma. En su


análisis del carisma, Weber lo comparó con el sistema
burocrático; en esta comparación se evidencia que el sistema
del líder carismático se carece de sus elementos (miembros
con adiestramiento técnico, no existe una jerarquía muy
clara, su trabajo no constituye una carrera, y no existe
forma de promoción). El líder es libre de intervenir siempre
que considere que sus seguidores no pueden controlar una
situación; la organización no se rige por normas formales ni
órganos administrativos establecidos. Por estos motivos el
personal del líder carismático es considerado por Weber como
inferior al de una forma de organización burocrática. Además,
un sistema carismático es inherentemente frágil: solo parece
ser capaz de subsistir mientras el líder carismático vive. El
reto para el personal para que el sistema perdure consiste en
crear una situación en la que el carisma persista adulterado,
incluso después de la muerte del líder; aunque según el
autor, el carisma es inestable por naturaleza.

Al enfrentarse a la desaparición del líder carismático, la


plantilla o seguidores pueden optar por buscar un nuevo
líder; por establecer un nuevo conjunto de reglas para buscar
nuevos líderes (con el riesgo de derivar en un sistema de
autoridad tradicional); haciendo que el líder designe un
sucesor al que le transfiere simbólicamente el carisma;
eligiendo los seguidores a otro líder por mayoría, etc. Sin
embargo, todos esos sistemas están condenados a fracasar
porque el carisma no puede ser rutinizado: debe ser
transformado en autoridad tradicional o legal racional (o en
algún tipo de carisma institucionalizado como la religión).
En el mundo moderno, los sistemas racionales de autoridad son
cada vez más fuertes, y eso puede significar la muerte del
carisma como fuerza revolucionaria significativa. Weber
sostenía que la racionalidad es la fuerza revolucionaria más
irresistible e importante del mundo moderno.

● Tipos de autoridad y “mundo real”

Tras analizar las tres clases de autoridad como tipos


ideales, Weber era consciente de que en el mundo real
cualquier forma específica de autoridad es una combinación de
las tres. Aunque se hayan presentado como estructuras
paralelas, existe una constante tensión entre las tres, y a
veces incluso conflicto. El líder carismático supone una
amenaza

para otros tipos de autoridad, y una vez en el poder la


amenaza se invierte hacia él; incluso si llegara a rutinizar
con éxito presentaría el problema de tener que mantener el
dinamismo y las cualidades revolucionarias de origen, y el
conflicto con el desarrollo constante de la autoridad legal
racional. Sin embargo, si él estaba en lo cierto, se acabará
por establecer la hegemonía del sistema legal racional, al
que deberán enfrentarse individuos carismáticos que sepan
como evitar el poder coercitivo de la sociedad.

Racionalización
Existe la creencia generalizada de que la racionalización se
sitúa en el centro de la sociología sustantiva de Weber, pero
de su obra es difícil extraer una definición clara de
racionalización, porque operaba con varias definiciones
distintas del término, ya menudo no especificaba cual usaba
en cada caso concreto. Si define racionalidad, pero distingue
dos tipos que se refieren a tipos de acción (con arreglo a
medios-fines y de valores), pero no son términos
equivalentes. Su principal preocupación se focaliza en los
patrones y las regularidades de acción dentro de las
civilizaciones, instituciones, organizaciones, estratos,
clases y grupos; la racionalización objetivada; la acción
acorde con algún proceso de sistematización externa. Kalberg
(1980) identificó en Weber cuatro tipos básicos de
racionalidad (“objetiva”), “instrumentos básicos heurísticos
empleados para analizar el destino histórico de la
racionalización como proceso sociocultural”.

● Tipos de racionalidad

Los cuatro tipos de racionalidad son:

I. Racionalidad práctica: Quienes la emplean se dedican a


aceptar la realidad dada y se limitan a calcular las formas
más oportunas de tratar las dificultades que se les
presentan. Este tipo de racionalidad rompe con los lazos de
la magia primitiva, no se restringe al mundo occidental, y
desconfía de los valores poco prácticos, de los religiosos o
de las utopías y de la racionalidad teórica de los
intelectuales.

II. Racionalidad teórica: Supone un esfuerzo cognitivo para


dominar la realidad mediante conceptos crecientemente
abstractos, mediante procesos como la deducción e inducción
lógicas, la atribución de causalidad, etc. Es practicada
desde los sacerdotes y hechiceros hasta los pensadores
actuales, y conduce al actor a trascender las realidades
cotidianas en un intento por comprender el mundo como un
cosmos significativo. Su efecto en la acción es limitado y
solo introduce nuevas pautas de ésta de forma indirecta.
Tampoco se restringe al mundo occidental.
III. Racionalidad sustantiva: Supone la elección de los
medios en función a los fines en el contexto de un sistema de
valores (ningún sistema es más racional, sustantivamente, que
otro) que ordena la acción de acuerdo con ellos. No se limita
al mundo occidental, sino que existe allí donde hay un
sistema de valores consistente.

IV. Racionalidad formal: Es la más importante según Weber, y


supone el cálculo de medios y fines aunque respecto a reglas,
leyes y regulaciones universalmente aplicadas, y no referido
a los propios intereses pragmáticos como hace la racionalidad
práctica. Es la racionalidad institucionalizada y
supraindividual que se incorpora a la estructura social. No
es exclusiva del mundo occidental, y en occidente, donde se
presentó solo con la industrialización, están fundadas sobre
todo en las instituciones económicas, legales y científicas,
así como en las formas burocráticas de dominación.

● ¿Una teoría omniabarcante?

Aunque Weber tenía un sentido complejo y polifacético de la


racionalidad, usaba el término de forma más significativa
cuando se refería al mundo occidental moderno, sobre todo a
la economía capitalista y a las organizaciones burocráticas,
a las que describió como dos grandes fuerzas
racionalizadoras. Pensaba que ambas se derivaban del
ascetismo intramundano (perfección del ser a través de la
austeridad y de la mortificación), involucrando una acción
racional y metódica similar, y que reforzaban mutuamente. Sin
embargo, si lo tomamos al pie de la letra es difícil sostener
que tuviera una teoría omniabarcante de la racionalización.
Rechazó la idea de una secuencia evolucionista y las teorías
de la sociedad generales y teleológicas que atribuía a Hegel
y Marx; evitaba cualquier aseveración de la sociedad como un
todo y en su lugar trataba estructuras sociales e
instituciones como la burocracia, la religión, la política,
la economía, etc. Como carecía de sentido de conjunto no
establecía generalizaciones globales; decía que el proceso de
racionalización asume formas inusitadamente variadas y que la
historia demuestra que no seguía líneas paralelas en los
diversos ámbitos de la vida.

● Racionalidad formal y sustantiva

Se puede definir mediante seis características básicas los


rasgos principales de la racionalidad formal: Hace énfasis en
la calculabilidad, o en aquellas cosas que es posible
cuantificar; se focaliza en la eficacia; hay gran interés en
asegurar la predictibilidad; reduce y reemplaza la tecnología
humana por tecnología no humana; intentan lograr el control
sobre incertidumbres, generalmente las planteadas por el
hombre; y suelen tener consecuencias irracionales para las
personas implicadas y para los mismos sistemas, así como para
la sociedad general (al hacerse más racional, el mundo es
cada vez menos significativo para la gente).

La racionalidad formal se opone a otros tipos de


racionalidad, pero sobre todo entra en conflicto con la
racionalidad sustantiva. Para Weber, la racionalidad
sustantiva es el único tipo con poder para “introducir modos

metódicos de vida”. Por ello en Occidente una determinada


racionalidad sustantiva que enfatiza un modo de vida metódico
(calvinismo) subyugó la racionalidad práctica y condujo al
desarrollo de la racionalidad formal. Él temía que la
racionalidad sustantiva se volviera menos importante que la
racionalidad formal que, según él, estaba destinada a dominar
occidente; creía que el hombre libre y autónomo que se debe a
sus valores se estaba desvaneciendo.

● Racionalización en diferentes ámbitos sociales

Economía. El pensamiento de Weber respecto de la


racionalización de la institución económica se encuentra en
su Historia económica general. Sus intereses tienen que ver
con el desarrollo de la economía capitalista racional en
occidente, que es un ejemplo específico de economía racional.
Aunque hay una tendencia evolucionista general, Weber se
cuida mucho de afirmar que hay varias fuentes del
capitalismo, rutas alternativas y una amplia variedad de
resultados. Comienza describiendo varias formas irracionales
y tradicionales como la familia, el clan, los pueblos y las
economías feudales; aunque considera que el feudalismo, al
comenzar a resquebrajarse, mostraba una gran tendencia a
desarrollarse en una dirección capitalista. También hace
hincapié en el extenso desarrollo urbano de la industria
transformadora de materias primas durante la edad media, y en
como la producción industrial fue más allá de las necesidades
inmediatas de las familias. En general había mercados más
amplios, más compradores y el campesinado contaba con poder
adquisitivo; además, la servidumbre era cada vez más
inestable y menos provechosa, lo que se agudizó con el
crecimiento de las ciudades, que ofrecían libertad a los
siervos. En el mundo occidental se formaron gremios,
organizaciones de trabajadores artesanos con regulación
propia y monopolio contra los intrusos, donde existía
libertad de asociación. Aunque los gremios eran racionales en
muchos sentidos, también contaban con aspectos tradicionales
y anticapitalistas. Conforme a la Edad Media terminaba y los
gremios se disolvían, se produjo un crecimiento del sistema
doméstico de producción. Solo en occidente los propietarios
controlaban los medios de producción y el desarrollo del
sistema doméstico fue completo; no fue posible en otras
partes del mundo a causa de barreras como el sistema de
clanes (China), el de castas (India), el tradicionalismo y la
ausencia de trabajadores libres.

Después llegaría el desarrollo de los talleres y luego la


aparición de las fábricas que, según él, no se originaron a
partir del trabajo artesanal o del sistema doméstico sino
paralelamente a ellos; tampoco surgirían del
perfeccionamiento de la maquinaria; los dos desarrollos están
correlacionados. La fábrica es el simiente de la organización
capitalista y, a partir de ahí, de otros componentes de la
economía capitalista moderna, como la maquinaria avanzada,
los sistemas de transporte, la moneda, la banca, etc. Para él
lo que más claramente define a la moderna empresa racional
capitalista es su calculabilidad. Solo se considera que una
sociedad es capitalista cuando las necesidades se satisfacen
a diario mediante métodos y empresas capitalistas, y eso solo
se encuentra en el mundo occidental y solo desde la mitad del
S.XIX.

El desarrollo del sistema capitalista dependió de otros


desarrollos de la economía (mercado libre con una demanda
amplia y estable, economía monetaria, tecnologías baratas,
técnicas de contabilidad racionales, etc.) y de la sociedad
(como un estado moderno administrativa, funcionarial y
legalmente, un derecho racional, ciudades, tecnología y
ciencias modernas, etc.) en el sentido más amplio; a lo que
necesariamente debe unirse una ética racional para conducirse
en la vida. Como los requisitos previos de orden económico,
los presupuestos no económicos coexistían solo en el mundo
occidental, y posibilitaron el surgimiento de una economía
racional dependiente, para desarrollarse de fuerzas no
económicas que se refieren al conjunto de la sociedad.
Religión. Weber pasó mucho tiempo analizando el grado en el
que muchas de las religiones “primitivas” actúan como
impedimentos para lograr la racionalidad, y apuntó que “lo
sagrado es lo único inalterable”. A pesar de esta
perspectiva, la religión en el mundo occidental ha demostrado
que podía ser alterable. En sus inicios la religión albergaba
multitud de dioses. Weber creía que una fuerza cultural de
racionalidad (teórica) impulsaba la aparición de un conjunto
de dioses universales. También consideró la delimitación de
la jurisdicción de los dioses, el monoteísmo y la
antropomorfización; fuera de occidente existen religiones
donde las barreras pueden más que la presión racionalizadora.
Aunque Weber tenía una concepción cultural de la
racionalización, no la consideró simplemente como una fuerza
“exterior”, no pensaba en una mente colectiva.

En la religión, la racionalización está ligada a determinados


grupos, como los sacerdotes (opuestos a los hechiceros que
apoyan un sistema religioso más irracional) que, al ser
preparados sistemáticamente y profesionalizarse, son
productos pero también portadores e impulsores de la
racionalización. Los profetas (por su doctrina personal, su
predicación y su proclamación de una doctrina) y laicos (a
quienes debe convencer el profeta) también intervienen en el
proceso de racionalización. Weber distinguió entre profetas
éticos (Mahoma, Jesucristo, etc.), que creían haber recibido
un encargo divino y pedían obediencia a sus seguidores como
un deber ético, y los profetas ejemplares (Buda), que
demostraban mediante el ejemplo personal el camino hacia la
salvación religiosa. En cada caso, los profetas que triunfan
son los capaces de atraer a más fieles. Los profetas tienen
una función clave inicial, pero una vez que se ha formado la
congregación dejan de ser útiles, pues su irracionalidad
representa una barrera para la racionalización. Con la
creciente alfabetización y burocratización del mundo laico,
la tarea de educar a las masas recae cada vez más sobre los
sacerdotes que se encargan de la tarea cotidiana pastoral. La
iglesia en el mundo occidental ha supuesto la combinación de
una naturaleza pastoral racionalizada con un profeta ético
que ha originado una religión muy influyente, sobre todo en
la clase media urbana; Y es ahí donde la religión tiene una
función clave en la racionalización de la vida económica.

Derecho. Weber comenzó este tema con la ley primitiva,


totalmente irracional, un sistema indiferenciado de normas,
donde delitos y castigos eran tratados de manera semejante
con independencia de su naturaleza. Además, la ley primitiva
solía carecer de mecanismos oficiales, lo que propiciaba la
venganza y que la ley careciera de formalidades
procedimentales. Él pensaba que solo en occidente tenía
cabida el desarrollo de una teoría racional y sistemática del

derecho. Mencionó varias etapas en el desarrollo de un


sistema legal más racional; la revelación carismática de las
leyes a través del profeta, seguido de la creación empírica y
la fundación del derecho por parte de los funcionarios de la
ley, la imposición de la ley por los poderes teocráticos o
laicos, y en el caso más moderno, por una elaboración
sistemática de las leyes y una administración
profesionalizada de la justicia (le otorgaba gran peso a la
profesionalización). Distinguía entre dos tipos de
preparación legal, aunque solo uno contribuía al desarrollo
del derecho racional:

Preparación artesanal: Es la enseñanza por maestros durante


la práctica real del derecho, que deriva en derecho
formalista y cuyo objetivo es la producción de precedentes
prácticos útiles para administrar situaciones recurrente, no
para crear un cuerpo de derecho racional, al estar estos
precedentes ligados a problemas específicos del mundo real.

Preparación académica legal:Es donde descansa el trabajo


fundamental del derecho racional enOccidente. La ley se
enseña en escuelas especiales, que insisten en la teoría y la
ciencia del derecho, dando tratamiento racional y sistemático
a los fenómenos legales. Los conceptos legales generados
tienen carácter de normas abstractas, que son interpretadas
de un modo rigurosamente formal y lógico, y son generales.

La preparación legal académica conduce a un sistema legal


racional, caracterizado por: La aplicación de proposiciones
legales abstractas a decisiones legales concretas; la
posibilidad de derivar lógicamente en cada caso a partir de
esas proposiciones legales abstractas; debe ser un sistema de
proposiciones legales sin fisuras; y debe ser aplicado a
todas las acciones sociales. Weber pensaba que a esta
situación se llegaba a través de una evolución histórica en
la que los actores también habían tenido mucho que decir.
Consideraba el derecho como parte del proceso general de
racionalización del mundo occidental.
Política. La racionalización del sistema político está
relacionada con la de todos los elementos del sistema social.
Weber pensaba que cuanto más racional fuera la estructura
política, menos irracional resultaría el derecho, aunque
fuera de forma inconsciente (una organización política
racional no puede funcionar mediante un sistema legal
irracional y viceversa). Pensaba que los propios medios
administrativos eran quienes demandaban ese derecho racional;
y con esta afirmación nuevamente colocaba a los actores
sujetos a fuerza estructurales (el Estado) y culturales (la
racionalización). Definió la política como una comunidad cuya
acción social se orienta a apaciguar la subordinación por la
fuerza, si es necesario; pero este tipo de política no
siempre ni en todas partes ha existido.

Como estrategia habitual volvió al estadio más antiguo para


trazar el desarrollo de la organización política, y constató
que la acción social violenta es primordial; sin embargo ese
uso de la violencia no existió en todas las sociedades sino
que evolucionaron con los siglos. El desarrollo de la
política en Occidente supone la progresiva diferenciación y
elaboración de funciones como legislación, policía, justicia,
milicia, etc., pero el paso más importante es la
subordinación de todas ellas a un solo orden establecido y
racional.

La ciudad. También se interesaría por el nacimiento de la


ciudad racional del mundo occidental, diferenciada del orden
feudal, donde el capitalismo y la racionalidad podían
desarrollarse. Para Weber la ciudad era un asentamiento
relativamente cerrado y relativamente grande, que poseía un
mercado, y que tenía una autonomía política parcial. Creía
que la comunidades tradicionales en China y en India impedían
que surgiera en estos territorios la forma racional de la
ciudad. En Occidente, el desarrollo de la ciudad se propició
del requerimiento mutuo con una economía racional.

Formas de arte. Weber ahondó también en la racionalización de


varias formas de arte. Respecto a la música, consideraba que
en Occidente se había desarrollado en una dimensión
peculiarmente racional, y que la tensión que producida era
más perceptible en ella, por ser un escenario de flexibilidad
expresiva que progresivamente se va reduciendo a un sistema
racional y, en última instancia, matemático. Sobre la
pintura, insistió en la utilización racional de las líneas y
de la perspectiva a partir del renacimiento. En arquitectura
destacaría la utilización de la cúpula gótica como medio de
distribuir presión, abovedar espacios y como principio
constructivo de grandes edificaciones.

De la idea de Weber sobre la racionalización en varios


aspectos de la vida social, se desprende que los cambios a
nivel cultural de la racionalidad conducían a cambios en las
estructuras, los pensamientos y las acciones individuales;
por lo que decimos que el sistema de racionalización cultural
ocupa una posición de prioridad causal en su obra.

Religión y nacimiento del capitalismo


Uno de los grandes intereses de Weber que suele obviarse es
la relación entre las religiones mundiales y el desarrollo
exclusivo del sistema económico capitalista en el mundo
occidental. Estudió los sistemas de pensamiento de las
religiones mundiales, por sus estructuras, por el “espíritu”
del capitalismo y su estructura, y la racionalización como
sistema moderno de normas y valores. Su obra sobre religión y
capitalismo supone una enorme investigación de sociología
histórica comparada.

● Rutas de salvación

Weber desarrolló una tipología de las rutas de salvación al


analizar las relaciones entre las religiones del mundo y la
economía. El Ascetismo, que combina la acción con la negación
a los placeres terrenales, es el primer gran tipo de
religiosidad, y las divide en dos tipos: Ascetismo
ultramundano (supone un conjunto de normas y valores que
restringen la vida secular del creyente) y Ascetismo
intramundano (como el Calvinismo, que supone una aceptación
del mundo en el que hay que trabajar para conseguir la
salvación). El objetivo distintivo es el control estricto y
metódico de las pautas de vida de sus miembros, de su
pensamiento y de su acción; la sistematización de la propia
conducta.

Contraria a la autonegación asceta, el misticismo supone


contemplación, emoción e inactividad; Weber lo dividirá entre
misticismo de rechazo al mundo (supone un apartamiento total
de él) y misticismo intramundano (Intenta comprender mediante
la contemplación, según el autor, erróneamente, porque el
mundo está más allá de la comprensión individual). Tanto
misticismo como ascetismo ultramundano son sistemas
ideológicos que impiden el desarrollo del capitalismo,
mientras que el ascetismo intramundano contribuye a su
desarrollo.

La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En ésta,


su obra más importante y más conocida, Weber trató el efecto
del protestantismo ascético (sobre todo el Calvinismo) en el
nacimiento del espíritu del capitalismo. Él dejó claro que su
interés más general era la emergencia de la racionalidad
característica del mundo occidental. No vinculó directamente
el sistema ideológico de la ética protestante con las
estructuras del sistema capitalista, sino que prefirió
vincularlo a otro sistema de ideas, al “espíritu del
capitalismo”. La ética protestante no trata del ascenso del
capitalismo, sino del origen del espíritu que hizo que el
capitalismo racional y moderno se extendiera y dominase la
economía. Empezó por examinar y rebatir las explicaciones
optativas del ascenso del capitalismo, como rechazó la teoría
psicológica; las condiciones que referenciaban ya se habían
dado anteriormente pero no habían propiciado resultados
similares. La evidencia de la trascendencia del
protestantismo que sostiene, se funda en observar a países
con diversos sistemas religiosos y descubrir que los líderes
del sistema económico eran abrumadoramente protestantes. Esto
quería decir que el protestantismo era una causa
significativa en la elección de esas profesiones y, a la
inversa, que otras religiones fracasaron en la producción de
sistemas ideológicos que impulsaran a los individuos hacia
esas vocaciones.

El espíritu capitalista no se define solamente mediante su


voracidad económica; en muchos sentidos es lo contrario, un
sistema ético y moral, un ethos que subraya el éxito
económico. Al acentuar las relaciones entre un ethos
(protestantismo) y otro (el espíritu del capitalismo); Weber
fue capaz de mantener su análisis en el nivel de los sistemas
de ideas. El protestantismo ha logrado que el espíritu del
capitalismo se pueda considerar un sistema normativo que
supone ideas interrelacionadas como el objetivo de una
actitud que persiga las ganancias racional y
sistemáticamente; como predicar la renuncia a los placeres
terrenales; la ética del trabajo; la valorización del tiempo;
o el deber de aumentar la riqueza (lo que lo sitúa fuera del
espacio de la ambición individual y dentro del espacio del
imperativo ético). Weber creía que el “capitalismo
aventurero” que había existido fuera del Occidente
contemporáneo carecía de ese “ethos particular”. En cuanto a
las derivaciones de este sistema ético, el protestantismo ha
dejado de ser imprescindible para su perpetuación; el
capitalismo moderno se ha convertido en una entidad real,
laica, que combina normas, valores, mercado, dinero y leyes
(lo que Durkheim describiría como un hecho social externo y
coercitivo al individuo).

El capitalismo fue una consecuencia imprevista de la ética


protestante; él pensaba que lo que los individuos y los
grupos se proponían con sus acciones solía ocasionar
consecuencias distintas de sus intenciones. Esto parece estar
relacionado con la idea de que la gente crea estructuras
sociales que acaban por tomar vida propia, hasta el punto de
que sus creadores tienen poco o ningún control sobre ellas, y
estas pueden desarrollarse en múltiples direcciones no
previstas (lo que Arthur Mitzman llamaría la sociología de la
cosificación, en la que también incluiría a Marx).

Calvinismo y el espíritu del capitalismo. El Calvinismo fue


la versión del protestantismo que más interesó a Weber;
suponía la idea de la predestinación (las personas estaban
predestinadas a salvarse o condenarse), a partir de la cual
se desarrolló la idea de la existencia de signos, que
acabaría con la incertidumbre de la predestinación. Para
descubrir señales de salvación, los calvinistas debían
emplearse en una actividad mundana intensa y convertirse en
“hombres de vocación”. Además de esto, requería autocontrol y
un estilo de vida sistematizado que suponía un conjunto
integrado de actividades, sobre todo de negocios, lo que
contrastaba con el ideal cristiano católico (se requería una
vida ejemplar siempre, y esto potenciaba la idea de “el
hombre hecho a sí mismo”).

● Religión y capitalismo en China

Weber pudo comparar China con el mundo occidental debido a


que ambos contaban con requisitos previos para el desarrollo
del capitalismo como el intenso espíritu adquisitivo y
competencia sin escrúpulos, gran industria, gremios

poderosos, población en expansión, etc.; pero, según él, si


no ocurrió, fue por obstáculos sociales, estructurales y
religiosos que lo impidieron (el capitalismo no estuvo del
todo ausente, pero faltaron mercados y otros componentes de
un sistema capitalista racional). El capitalismo rudimentario
chino apuntaba a una dirección opuesta al desarrollo que tuvo
en occidente. Las principales Barreras estructurales son:

I. La estructura típica china, unida por lazos de parentesco


en forma de Sibs (entidades autosuficientes y aisladas,
regidas por los más ancianos, con una economía basada en
el hogar más que en el mercado). La división de la tierra
impedía grandes desarrollos tecnológicos, nunca hubo una
verdadera unión estatal, y la producción agrícola estaba
en manos del campesinado y la industrial en manos de
pequeños artesanos. 


II. El Estado chino fue otra barrera.Era un Estado


patrimonial,gobernado por la tradición,la prerrogativa y
el favoritismo. Según Weber, no existía un sistema
racional y calculado de administración y cumplimiento del
derecho; había pocas leyes formales para el comercio, no
había autoridad judicial central y se rechazaba el
formalismo legal. Además el funcionariado se movía por
intereses creados y la administración no era eficiente. 


III. Según Weber, la naturaleza del lenguaje chino


incidía contra la racionalidad y dificultaba el
pensamiento sistemático. El pensamiento lógico era
frenado por un saber intelectual sustentado en parábolas. 

Aunque existen otras barreras estructurales, el principal
impedimento fue la ausencia de la “mentalidad” requerida;
la ausencia de un sistema ideológico necesario.

Confucionismo. Junto con el taoísmo uno de los dos sistemas


de ideas religiosas de China. Un aspecto fundamental de este
pensamiento fue que el movimiento ascendente por la jerarquía
se basaba en un sistema de ideas que examinaba el saber
literario, no el conocimiento técnico necesario para
desarrollar un trabajo; lo que se valoraba era la capacidad
para la adquisición y desarrollo de cultura, desde un punto
de vista elitista. Era un sistema dirigido y controlado por
una intelectualidad puramente literaria que vetaba el acceso
al funcionariado a quien no fuera confucionista, y
despreciaba y creía inferior el trabajo administrativo. El
confucionismo no se planteaba la idea de la salvación y esta
ausencia de tensión entre religión y mundo también contribuyó
a inhibir el auge del capitalismo (rechazaban la prosperidad
económica, porque era algo practicado solo por plebeyos). Se
valoraba la riqueza, pero no era adecuado que un caballero
confuciano trabajara; el objetivo era obtener una buena
posición, y no unas ganancias altas. Weber sostenía que el
confucionismo era la canonización implacable de la tradición.

Taoísmo. Junto con el confucionismo uno de los dos sistemas


de ideas religiosas de China. Weber la consideraba como una
religión mística, en el que el bien supremo consistía en un
estado psíquico, en un estado mental, no relacionado con la
conducta en el mundo real, por lo que no actuaban de forma
racional para influir en el mundo exterior. Era esencialmente
tradicional, estaban en contra de introducir innovaciones y,
como el confucionismo, no generaba suficiente tensión como
para propiciar el cambio; no hay una fuerza que les impulse a
cambiar el mundo.

● Religión y capitalismo en India

Las barreras estructurales del sistema de castas, entre otras


cosas ponía barreras a la movilidad social y regulaba hasta
el más mínimo aspecto de la vida personal. El sistema
ideológico de los brahmanes sentía indiferencia por los
asuntos del mundo terrenal, se fundamentaba en la
religiosidad y en la educación literaria, hacía hincapié en
la conducta y las formas, y rechazaba los oficios ordinarios.
La religión hindú, cuya idea clave era la reencarnación,
suponía barreras similares, pues se debían a la realización
de méritos para cambiar de casta en una vida futura. El
hinduísmo, a diferencia del calvinismo, buscaba la redención
a través de la tradición y del seguimiento de pautas
específicas, entre las que no se encontraba la innovación o
el enriquecimiento económico.

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