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A NT OLOGÍA DE

NTOLOGÍA
LA L OCURA

MIGUEL EDWARDS ROSAS.

1
Kawel Kelun editores
(luego Creditos:)
Antología de la Locura
Autor: Miguel Edwards Rosas

Edición y coordinación:
René Acevedo y Fesal Chain
Diseño Interior y Portada: Jorge Pavéz
Diagramación: Liliana Quevedo R.
Ilustraciones: Ignacio Briceño Palma

Publicado en Santiago de Chile por:


Kawell Kelun Editores
Spech 01677, Quinta Normal
Fono: 785 9180

RPI Nº: nnn


ISBN Nº: nnn

Primera edición, septiembre de 1994.


Segunda edición, 21 de junio de 2010.

Todos los derechos reservados.

2
Agradecimientos a los
enfermeros y médicos del
Hospital Salvador Psiquiátrico
de Valparaíso por su
colaboración en esta obra.

Repudio a la Corporación
Carlos Bresky de Salud
Mental por su nula
colaboración en esta obra, a
pesar de habérseles
solicitado ayida con tiempo.

Nota Esta obra se realozó sólo


con apote del autor de ella,
el cual está clinicamente loco
también.

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4
Dedicado a: los locos que saben
cuidar su libertad, a los locos
que no saben y están en prisión o
en los psiquiátricos.

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Indice

Prólogo ................................................................... 9
Danilo Pantescu Zapata ........................................ 11
Ximena Rivera ...................................................... 15
Luis Alejandro Jamett ............................................ 23
Yuri González ........................................................ 31
René Martínez Araus ............................................. 35
Alejandro Pérez .................................................... 39
Manuel Carreño C. ................................................ 43
Oscar Dollenz Rivas .............................................. 49
Oscar Farías Assen............................................... 55
Luis Alberto Franke ............................................... 61
Freddy Zeballos .................................................... 71
Rodolfo Subiabre Jarpa ........................................ 79
Luis Coello Coello ................................................. 85
Eduardo Sanfurgo Lira .......................................... 91
Marcela León Ramírez .......................................... 97
Alex Rodrigo de la Sierra .................................... 103
Ignacio Briceño Palma .........................................111

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PRÓLOGO DEL AUTOR

Esta obra en un comienzo era una antología de autores


como surrealistas clásicos y trabajos del autor de ella,
pero éste decidió publicar su trabajo aparte en los
libros «Testimonio uno, dos y tres» y en vez de poner a
los autores clásicos decidió seleccionar locos coetá-
neos y contemporáneos que escribieran bien.
Todo esto fue gracias a los sabios consejos del
escritor y anarquista Gregorio Paredes, hoy residente n
París, autor del premiado libro « La Tierra Cuadrada».
Esta obra se publicará en 3 o 5 tomos durante el
plazo de uno o dos años de acuerdo a cómo vayan las
ventas y en razón del poco capital con que cuenta este
autor.

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Danilo Pantescu Zapata.
Equizofrénico paranoico.
Recluido en el Instituto Herbitz de
Santiago y anteriormente una
estada en la cárcel de casi dos años.

1ero de Febrero 1992


Sra. Magistrada:
Solicito urgente ser llevado fuera de esta cárcel a una
celda de la FF.AA. o Iglesia, en total secreto.
Si usted no actúa maldita sea.
Este no es lugar para mí.
De lo contrario volveré a matar a golpes, o
simplemente con un grito, y un grito mío es terrible.
No soy cordero de Dios, soy el león de Judá.
La justicia chilena es una mierda, además de
tortuga, y yo no tengo mucha paciencia.
Usted es una vieja ciega y sorda, como la gran
mayoría.
Los abogados no son más que malditos
comerciantes, todavía ninguno se interesa por mi caso.
Dígale a ese ciego y sordo de Franco Mangini
(vive en Villa Alemana) que Shaka está aquí. Es mi
segundo llamado, si no viene a verme él morirá. Tengo
una larga lista de sentenciados a muerte. La primera
vez que fui a ver a Franco Mangini, fue en el año 1987,
con mi madre y mis armas simbólicas y ese imbécil no

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me recibió, y ya basta, o vuelvo a matar, y usted es
responsable.
Yo soy la muerte.
A María Mónica Araya, esposa de Antonio Oneto
(PPD) entregué un cuaderno con una carta dirigida a
usted, con aspectos de mi vida, espero que la haya
recibido.
Yo soy ANTICRISTO O ANTECRISTO (el que
prepara el camino).
Solicito me venga a ver a la brevedad posible, o
me traslade a otro lugar.
Son los últimos tiempos, si no me hace caso...
¡Que Dios la Maldiga!
He dicho.
Zaratustra
----0000----
SOY AVATAR
Profecías
- Violencia racial en el mundo.
- Terrible guerra entre China y la India
La tercera guerra mundial, iniciada en 1947, no
ha finalizado.
Estamos en el Apocalipsis, Jesucristo viene
por segunda vez y se inicia la era del Aquario. El comu-
nismo chino debe caer, India triunfará a lo Pirro.
De la humanidad todos no sois más que
sepulcros ambulantes muertos en espíritu.
Soy el «criminal» más despiadado y peligroso de
esta cárcel y del mundo. YO SOY.

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Solicito entrevista secreta con PINOCHET.
Ustedes no aman la justicia, aman el sucio dinero.
El Tigre sabe el momento de volver a matar, si
ustedes no me escuchan.
Yo Soy: - profeta
- guerrero
- juez y verdugo
- artista
- historiador
- jardinero y agricultor.

TODO MENOS
Ladrón u homosexual.
Yo Soy presencia de Dios en la tierra.
Dios no es tan sólo como Jesús, sino también
TAMERIAN O SHAKA

Nota: Carta dirigida por Danillo Pantescu Zapata


a la Señora Magistrada 4º Juzgado de Viña del Mar,
en forma urgente. Danillo se hallaba recluido en la
cárcel de Valparaíso por haber asesinado a su madre
a palos, en un estado de demencia, ya que él es
Esquizofrénico Paranoico.

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Ximena Rivera.
Esquizofrénica.
Vive en un hogar donde le
proporcionan los medicamentos y la
comida a sus horas.
Seudónimo: Noemí Vidal.

La más pobre demostración de amor

1
No basta el recuerdo de los 5 días que le
precedieron
no basta mi presencia ni la medianoche
ni la esperanza siempre
no basta, sabemos que no basta
que los hijos son otra cosa siempre

Ahora callo entre la niebla


y las sombrías aguas
la contemplación de la vida de Valeria
se clava en mi corazón como una estaca

Yo sospecho que me será negada la


alegría
que seré dividida en muchas voces
que el corazón no muere
cuando uno cree que debería

14
Fui con hojas resecas a visitarla
fui con hojas siempre
hojas heladas, hojas verde olivo
hojas, hojas llenas de códices
fui verdad solitaria
y sola.

15
2
Recuerdas, mi niña, la tarde de Santiago
ese momento, esa desdicha,
esos golpes que escuchamos como un plaf
en el cuerpo de la desconocida.
Mi recuerdo, Valeria, la convierte en
historia
en guión, en argumento
pues ese cuerpo persiste en mí
como la costra de cemento
que soporta la tierra que esparcimos
y que ahora dibujamos para representar
otras historias.

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3
Valeria está dormida
sus pensamientos están dormidos
Valeria está dormida
sus piernas y sus pies están dormidos.

Valeria sueña en la butaca


en sus manos un cucurucho de palomitas
de maíz
restos de mazapanes y dulces
eso es lo que creo.

Y después es la película de Coppola


lo que ha entrado en mi corazón
él ha levantado el corazón de los
antepasados
él ha levantado el corazón de los que nos
precedieron
y nosotros hemos buscado el corazón de
los antepasados
y de los que nos precedieron
y él me ha dicho que hay que buscarlos
y yo los he buscado
y los he encontrado
y él me ha dicho que hay que matarlos
y yo los he matado
y él me ha dicho que tome mis escritos
y yo le he dicho que no quiero mis escritos
que no me importan mis escritos

17
y él me ha dicho que tome lo que quiera
como ejemplo en mis escritos
y yo entonces he alargado mi brazo en la
butaca
y he tomado el obstáculo mayor que es su
mirada
del mismo modo que el obstáculo mayor
son mis escritos
los cuales no me han impedido
que yo tome como obstáculo mayor a su
mirada
pues el mal de mi cabeza
no puede impedir que tome el obstáculo
mayor
como son tu mirada y mis escritos.

Y si el mal está en la cabeza, Valeria


yo no he retirado el mal
yo no lo he puesto fuera,
y si el mal está en los orificios de mis
narices
yo no he retirado el mal
yo no lo he puesto fuera,
y si el mal está en los roficios de mis ojos
yo no he retirado el mal
yo no lo he puesto fuera,
y si el mal está en los orificios de mis
oídos

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yo no he retirado el mal
yo no lo he puesto fuera.
Yo no he separado el bien del mal
yo no te he separado de mí, Valeria
no me he separado de tu cabeza
de tu nariz
de tus ojos
de tus oídos
nada más mi mano fue alargada en la
butaca
nada más que la película de Coppla no
tiene fin.

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4
Valeria llega a la rotonda
con la manía del zoológico en la cabeza
y la promesa que va y viene
de zapatones y dulces
dentro de su alma.

¡ay! nanita las formas


del cariño son grandes
¿me recuerdas?

Te seguiría, Valeria, por todas partes


desde Barrancas hasta Pudahuel
y te llevaría al centro donde hay hermosas
tiendas

con banderas y pancartas


para que te distraigas
para que se te pase.

Yo sueño volver a la tranquilidad


sin Arcángeles furiosos
y sin el tiempo que hace daño,
ya se me pasará nanita
y seré entonces la misma de siempre
la de todos los días.

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5
Dice, el especialista, que mis sueños de
dormida
al igual que mis sueños de despierta
no son míos verdaderamente
son algo agregado a mí
son tránsitos, dice
quizás pleitos que uno tiene con el pasado
y el monótono espectáculo
de bardos melodiosos
que hechizan a la multitud atenta.

Entonces, sin entusiasmo


le pido que ponga música de radio
y le hablo de la familia
y le hablo de la infancia
y comienzo a repetir mi nombre primero
y confundo el primer novio que tuve
y luego el nombre de la gente que conozco
para terminar cantando tu nombre porque sí.

21
Luis Alejandro
Castillo Janett.
20 años
Drogadicto (tomaba Ziprepol).
En tratamiento psiquiátrico

Especialmente irreal

Su mirada perdida y larga cabellera


lo distinguían del resto común.

Conoció el sentir del frío de la calle


y el conmovedor abandono de la soledad.

Conoció la angustia de la luna


Compartió los secretos revelados por la
lluvia
entabló amistad con las estrella
y se hizo partícipe de su filosofía.

Viajó de nube a nube


en busca de un secreto dialecto.
Las nubes le dieron un paseo intangible.
Amó el cantar de los pájaros
a los cuales aprendió a querer.

Tenía la fuerza de los dioses,


el carisma de una mariposa,
la ternura de las palomas
y su voz, el soneto de una abeja.

22
Vulnerable a cualquier ataque
amaba la soledad llegando
a ser muy apartado,
pues su gran amor por sí mismo
lo llevó a ignorar a los demás.

Sus gestos capaces de penetrar el cielo,


su sonrisa capaz de
despejar los días más nublados,
pero su honda tristeza,
marchitar la flor más llena
de vida.

Conoció el amor y protegió


una a una sus ilusiones.
Creó una canción, a partir de
un montón de sentimientos
y entregó a su amada
todos sus sueños ideales.

El engaño lo dañó fuertemente,


su mente antes capaz
de crear arranques pensativos
sorprendentes,
esta vez fue seriamente dañada.

Su frágil apariencia fue tocada


en forma mortal.
Empezó a morir de a poquito.

23
Su gran imaginación, sus
condiciones poéticas y su gran
amor por la música, su sensibilidad
por la desgracia.
Pocos le conocieron,
él se encargó de apartar
a los seres que ponían
en peligro su forma de vida.

24
Dejen

Dejen que la imaginación me devuelva


al maravilloso mundo al cual pertenezco.
Dejen que mis tristeza conmueva los
ocultos sentimientos
del ser más apartado de frialdad.
Dejen que los niños jueguen envueltos
en un pensamiento mágico de que todo es
un juego.
Dejen que los poetas reflejen el sentir de
las almas
a través de su propio y mágico estilo.
Dejen que mi pobreza alcance para llenar
de una sonrisa
la triste existencia de aquél que sufre.
Dejen que pueda ser capaz de destruir
todos mis más ocultos temores
y practicar mis verdades.
Dejen que, cuando esté triste pueda
pensar en ella
y volver a mi alegría inicial.
Dejen que mi mariposa vuele todo el
infinito
y que su belleza adorne el entorno
de mi propio paraíso.
Dejen que en el cielo sea escrita
una bella historia de amor.

25
Emociones profundas

En el fondo de la depresión y
la angustia brillaba la luna
hasta que la dulce sonrisa de la niña
llenó por completo la triste
existencia de aquel moribundo
Antes de marcharse alzó la vista
y poco a poco se fue marchando al infinito.

Su pálida figura se desplomó encima


de su madre.
No pudo reflejar más que la triste
imagen del dolor
proyectada en la pérdida del único
ser que le inspiró amor.

Su frágil mirada penetró los ojos


de aquella niña, como tratando
de palpar las avasallantes sensaciones
del miedo.
Extendió su mano con la cual
secó las lágrimas de la niña.
Cada gota representaba una frustración.

Al cesar el llanto
cobró vida una distante mirada
reflejo del abandono y miedo
que hacían presa de la niña.

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No tuvo más que algunos sueños
a los cuales logró aferrarse.
No compartió mucho con los demás.
No hizo muchos amigos.
Sólo conoció la triste realidad
de un puñado de seres
que se autodestruían por sólo dinero.

Vivía en la cima de la colina.


En su inmenso palacio miraba el mar.
La inmensidad de la morada agigantaba
su soledad.

Sin más creencias que su autofilosofía


tenía en su audacia su mayor protección.
Pudo observar el valor de sus ilusiones
a las cuales siguió
para dejar el reino de la tierra.

Su penetrante mirada y su andar


cabizbajo, sus dotes pensativas
y lentamente su consumo
llegó a ser torturante.

El desencanto se hizo presente


en su diario vivir.
Sus ilusiones se destruyeron
y sólo era un fantasma
de su anterior imagen.

27
El destino se encargó de mostrarle el
camino
duro de la vida
y buscó en las drogas todo lo que
la vida le negó.
Se volvió duro y frío como la nieve
llegando a ser malvado.
Su pasar iba en decadencia,
su autoconsumo lo destruyó.

Al final se marchó,
las drogas le quitaron la vida,
las sobredosis acabaron su existencia.

Hoy el cielo llora su partida,


su imagen quedó suspendida
en el sol
y cada vez que el astro rey
se pone, se puede observar
su depresiva y angustiosa imagen.

28
Yuri González.
Soldador/sin oficio estable
Esquizofrénico.

Hoy

Hoy, cuando la hiedra huele a sal y la


noche se voltea
al ocaso, llena de locas luces que se
entremezclan
y renace un destello que ha escapado
desde lejos.

Y yo aquí estirando mis dedos para


alcanzar la
lejana voz que reclama mi presencia para
hacerla cómplice de
otras vidas
qué haré yo entonces

No me quiten la dulzura de esperar aunque


reciba golpes y mi piel
se endurezca yo saldré como reyes
victoriosos y ansiosos de
vivir pero esconderé la tristeza para
tirarme sobre el suelo.

Recogeré piedras y lanzaré gritos de


jolgorio y

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dónde... dónde si ya todo estará allí.
Como en un refugio me quedaré a esperarte.

30
Mar

La profunda inmensidad del todo


está en su bella extensión en
el mar ese mar puro cuando
arrastra despojos de algas a las
orillas

Y en el olvidado recuerdo de sus


muertos que lanzan gritos
desesperados buscando una sirena
que los pueda oír y salvar de su
eterno letargo

Como un bote olvidado en el pasado


así son los recuerdos de aquella
travesía desesperada, en la cual
murieron... sí
y vivo yo de esta forma
como quisiera que
mi cuerpo estuviera allá en el fondo
y mirar ese siniestro y bello sistema
que loco pensamiento
es el que domina mi mente
en este momento de muerte.

31
Y

Yo ya no volveré a las piedras del pasado


que se quedaron tendidas, y sobre el llano
buscaré mil pretextos para huir del
quebranto
y en una lluvia de relámpagos esconderé
el fulgor de mis años.

porque en cada recodo de mi paisaje


hallaré
la huella que un día ignoré, y pasarán
entonces
vientos lejanos de oscuras distancias.

que arrancaron de mí las luces de vida


que quiere
ocultar no tardaré entonces de coger las
hojas
que dejé en estas calles heladas,
ocultaré mi grito de impotencia implorando
clemencia para volver un poco a lo que fui
entonces habré acabado de vivir.

32
René Martínez Araus.
Enfermero Universitario
Hospital Psiquiátrico Valparaíso.

«Iorana»
(Cuento breve de la vida real)

Pienso que la historia de Juan Teave es una de esas


que no merecen quedar en el olvido. La parte de la vida
de un polinésico compatriota, las vicisitudes que nos
tocó conocer y actuar tan de cerca, merecen ser resca-
tadas aunque tan sólo sea para formar parte del
anecdotario de nuestro hospital, el cual sería tan abun-
dante que daría para todo un volumen. Cabría allí de todo:
dulce y amargo, triste y alegre, pero con el común deno-
minador de ser, aparte de absolutamente reales como
la presente, parte de las sufridas vivencias de nuestros
estigmatizados pacientes, con quienes, en gran medi-
da, compartimos, por muchas razones, este estigma con
que carga la Salud Mental de nuestra «loca geografía».
Juan Santísimo Teave, ladino polinésico, apare-
ció por nuestro hospital por allá por... captando ipso facto
la simpatía de muchos, entre otras cosas por ese amor
que tenemos los chilenos por lo exótico y porque, pese
a su enfermedad, nunca fue agresivo física ni verbal-
mente y si alguna reticencia despertó se debió a que
era un pertinaz ladronzuelo, que metía y negaba pese a
estar siendo sorprendido «In fraganti». Venía desterra-
do desde su nativa TehePito TeHeNua, porque, con

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seguridad debe haber tenido aburrido a medio mundo
con su conducta, sumamente disruptiva. Al fin la comu-
nidad isleña logró, orden judicial mediante sacárselo de
encima y tal vez por ello descansar, ojalá para siempre,
de sus latrocinios.
Un poeta aficionado describió, en parte de unos
versos premiados una visión de su drama:...«Viejo y fla-
co / y tal vez un poco loco / se moría poco a poco / en el
«conti», Juan Tehave. / Expulsado de su isla / su TeHe
Pito Nua / por un juez asaz severo / que no supo perdo-
nar / sus traviesas tropelías / Haragán ladronzuelo / no
acababa de entender / el porqué de su destierro...»
En verdad este destierro, este exilio, a poco mi-
rar aparecía como cruelmente patético. Por más que
uno se pusiera del lado de la comunidad isleña y, bien o
mal, acatase la determinación judicial, no podía dejar
de conmoverse con este pascuense violentamente des-
arraigado de su entorno, como planta tropical en clima
frío. Así es como surgieron en la comunidad hospitala-
ria algunas voces, no muchas a decir verdad, que mani-
festaron su indignación por la situación y que por dife-
rentes considerandos, teóricos, humanitarios, psicoló-
gicos, etc., proclamaban que este desarraigo tan lesivo
para Juan Santísimo no podía ser eterno y menos aún
basado en la voluntad omnipotente de un juez que, has-
ta podía estar equivocado.
Así las cosas, mal que mal, Juan se iba adaptan-
do, haciendo amigos, ingeniándoselas para sobrevivir,
por ejemplo bailando y cantando «Sau-sau» para las

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visitas por unas moneda o cigarrillos o intercambiando
saludos en su idioma nativo con algún funcionario bien-
intencionado: «laorana», «maururu», «marenco paka»,
etc. Es más, llegó a establecer una platónica relación
con una paciente limitada. Fue ese tipo de atracción
bioquímica-magnética casi inexplicable y por lo mismo,
inevitable. Se buscaban frecuentemente para permane-
cer juntos unos minutos casi sin hablar. Las más de
las veces era ella quien lo buscaba no importaba
la hora ni la condición en que estuvieran ambos. No era
raro verlos juntos estando uno de ellos con una conten-
ción ambulatoria. Pero esta «felicidad» también fue efí-
mera para Juan. Su amiga fue dada de alta y nunca más
se le conoció pareja alguna. Deambulaba, limosneaba
pese a prohibiciones y multas por ello; sustraía comida,
en más de alguna oportunidad se fugó y regresó bebi-
do. Poco más o menos, llevaba a cabo las mismas con-
ductas que causaron su destierro y su eventual rehabili-
tación se veía realmente con tan mal pronóstico como
su destino futuro.

Tal vez por ello el poeta antes citado, epilogaba


así su ficción poética: «Fue sepultado en Playa Ancha /
en su tumba vista al mar / a la sombra de palmeras / y
hay quien jura vio volar / desde su cruz un Manutara /
enfilando rumbo a Pascua...»
Pero para los que creemos en milagros, en este
caso tal milagro se dio y, como buen milagro, en el mo-
mento más inesperado y de la forma más impensada.

35
De un día para otro, apareció su familia y, a la luz da una
herencia, una sucesión y una partición de tierras, Juan
Santísimo Teave DEBlA VOLVER A SU ISLA ... condi-
ción «sine qua non» para que tal repartición tuviera lu-
gar. Debe haber sido un asunto muy importante puesto
que se saltó olímpicamente la resolución judicial, la pa-
labra sacrosanta del juez, y cualquier otra disposición y,
en un plazo sumamente breve, Juanito VOLVIO A SU
ISLA...

Claro, pese a este «happy end» los amigos de


Juan sólo sabemos que ESTA en su isla; no sabemos a
ciencia cierta COMO está y, por supuesto, queremos
creer que estará bien por mucho tiempo y que Dios pro-
veerá de una enorme dosis de paciencia a la comuni-
dad isleña.

SUI GENERIS

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Alejandro Pérez.
Escritor, sicólogo.
Siconeurólogo.

La silla vacía
Somos lo que somos y los sentimientos que encarna-
mos. Sin embargo, nos avergonzamos de ello. No nos
gusta vernos derrotados. No nos gusta mostrarnos en
bancarrota. Después de caer y volver a caer, de errar
sin sentido golpeando puertas, seguimos la tabla de
salvación, aunque el acierto sea esquivo, lo que alimen-
ta es la esperanza del hallazgo. Así somos. Ojos, oídos,
manos y piel mendicantes que reciben cualquier miga-
ja. El entorno se encarga de proporcionar todos los da-
tos con los que estructuramos nuestro weltanschaung.
Recibimos pasivamente. Nos entregan una idea de lo
que es amor, conducta cívica, valores, y según eso or-
denamos la existencia. Pasamos por normales. Por to-
das partes se nos exige que seamos normales. No te-
nemos elección. Desorientado, ha vagado por el desier-
to del insomnio reventando espejismos, alucinando un
enorme incendio que consume a Valparaíso, agobiado
por las interrogantes. ¿Qué culpa tiene el mundo si su-
fro estas alteraciones, el dolor síquico que me aleja del
mundo que quiero? No entiendo. Muchas veces me veo
atrapado por la ilusoria convicción de saber algunas
cosas. A veces estoy convencido de que nunca podre-
mos saber si alguna vez sabremos alguna cosa. Vérti-
go absurdo. He tocado fondo en la tormenta.

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Cuando el doctor me dijo que estaba de alta, que
podía irme, me di cuenta de que no sabía cuánto tiem-
po había estado internado en el manicomio. ¿Una se-
mana? ¿Dos? ¿Un mes? Transcurre. Sucede. Se des-
gasta. El facultativo, el sacerdote de rituales de la men-
te, agregó que había hecho bien en acudir, que había
sido un paso a mi favor. La tabla de salvación, tal vez.
El entorno de El Salvador se compone de pabello-
nes, las salas de los sueños, los electroshocks, patios
con vista al mar, una cancha de basquetbol, el mundo
que viste de riguroso blanco, y el de los que portamos
algún calvario síquico confinados ahí para que se sepa.
Los medicamentos diluyen el sentimiento del aban-
dono, te alejan del dolor. Te acercan a otras reglas. Acep-
tas jugar. Estás bajo el yugo de otro idioma: el reino in-
terior conquista la identidad íntima y la oculta. En El
Salvador, la tele es la única conexión con los demás.
Todas las ventanas tienen rejas de jaula. La bestia ace-
cha. No deja dormir. Despide ese olor. Las paredes res-
piran. En la noche, los pasos en la puerta, las llaves del
baño. Los ratones en el techo. En el día, dormirse mi-
rando el mar, sentado en una piedra. Llevaba una niña
en brazos. La Puchita jamás dejaría de pedir un cigarri-
llo, pero nunca interrumpía el sueño de otro paciente.
Comunión de ángeles insomnes, caídos en desgracia.
Hay otra vida cuando cerramos los ojos. Voy a la deriva.
La trayectoria del naufragio parece multiplicarse en el
horizonte. ¿Qué profundidad tiene la desesperación?
Un hijo en el más allá. La Puchita se acerca a su muerte

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con fruición: ella quema su vida tragando aire cálido.
Veo un rostro a orillas de Las Torpederas. Hago el amor
en Las Torpederas. Estoy suspendido hundiendo visio-
nes, la danza en la playa, en el techo, en el aire. Está en
alguna parte. Yo soy él. Ven, estoy adormecido, no mo-
lesto, ni lloro. Mami traspasa pesadillas vía láctea-alco-
hólica, ella no siente el dolor “sólo sangra”, fue apenas
un pinchacito a la vena. Tú eres él, no te asustes, sólo la
muerte acecha. Yo soy un fantasma, sólo asusto a la
gente: no hago daño. Nosotros, tú y yo, ebrios en reali-
dad, tropezamos en el mismo crimen. Confesiones, in-
yecciones, apariciones, sensaciones, contradicciones,
incriminaciones, traiciones, acusaciones, sanciones.
Babel eterna entre tú y yo, que no nos distinguimos del
origen, encerrados. El laberinto es real. Lo soñé. Otro
que sueña ahora. Las olas me arrastran. Navegaciones.
Habitaciones. Tentaciones. Inmersiones, emociones,
agresiones, maldiciones, intoxicaciones, defunciones.
Entre tú y yo: saldremos de esas tumbas y sembrare-
mos nuevamente la vida. Aspiraciones, negociaciones,
invenciones, negaciones. Entre todos podríamos aca-
bar con el mundo. Cuando era niño, vi correr la sangre.

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40
Manuel Carreño.
Internado en el Hospital Psiquiátrico
El Salvador.
Esquizofrénico paranoico.
Procesado por homicidio.

Quitar una vida

Cuando se quita una vida


nadie conoce ese momento
se conoce el odio
y después viene el arrepentimiento.

La cárcel y su mundo
no quiero agraviar
ni hacer pasar un mal momento
sólo quiero pedir perdón
al que nos mira en el cielo
algunos dirán
son sólo palabras
pues se consumió el momento
el dolor de una familia
que ha perdido un ser querido
no se paga ni se olvida
la muerte es como el cielo sin estrellas
la muerte son lágrimas
de quien nos despide en la tumba

41
pues se ha ido de este mundo
un ser que no pidió venir
ni ha querido irse de él.

42
Quiero

QUIERO llorar en la playa


PARA olvidar mi pasado
QUIERO pensar y saber para no vivir
sumiso ante la ignorancia
QUIERO reír y cantar como lo hace el
payaso
Y tan solo quiero vivir en plena libertad
para no vivir en esta cárcel con barrotes
Y no quiero escuchar los gritos, la risa, el
llanto, y la locura
que sin motivo nacen en estos enfermos
Y es una pena que todos llevemos
la gloria y el pecado en la cabeza
Y tan solo lo único que quiero
es vivir sano
como lo deseamos todos los que vivimos
en este hogar de la locura.

43
Oportunidad

Veo y miro estrellas negras


y el cielo está oscuro como mi alma
y no comprendo el porqué de mi existencia
sólo sé que caminar sin rumbo no lleva a
ninguna parte

algún día llegaré a conocer lo que es vida


por el momento sólo silencio
y después tristeza
como un poco de barro cuando oscurece
con el agua
como el sol cuando se esconde por un
eclipse
y sólo les puedo decir la tristeza del alma
no tiene palabras
y los golpes que da la vida nos enseñan a
vivir con paciencia
vivir esperando retornar algún día a este
planeta con alegría
y no con pena
a respirar flores frescas y no marchitas
por la tristeza
quiero mirar más allá de la tristeza y ver la
alegría de tu rostro
y sólo les puedo decir quiero vivir con
alegría

44
y tener una oportunidad que da la vida
como el juego de azar llamado ruleta
y no vivir por el resto de mi vida
con agonía y pena.

45
46
Oscar Dollenz Rivas.
Caletero en el barrio Puerto.
Esquizofrénico.

Profesión de fe

Empuñé mi vieja lanza quijotesca


retorcí lo distendido
hice tiniebla lo evidente
cada vez que acepté, equivocaba
la obviedad inextrincable
entendí por fin mi vocación
dejé moler la molienda del molino
al fin soy poeta
luego escribo.

47
Límite

Al precario borde del presente


para existir insisto escasamente
vuelvo del futuro sin pasado
renací sin atenuante obligado
seré tangente a tu imposible
al devenir frenético apacible
enajenadamente cuerdo escrutaré
reescribiré dolido clamaré
ignorando al fin lo no vivido
seré por fin lo que has querido.

48
Re-tirado

Faena de lona y arena


para rayar cancha nueva
silencio al aguardentoso
primitivo de tabernas.

Los Martes ya nunca más


tribuna de cien torpezas
que se dé a los humanoídes
descanso para las fiestas.

Se va a retiro el payaso
es general complacencia
al firmar deja de ser
títere azul del sensato
que nos trajo patria nueva.

Queda tan claro mi enigma


Quizá el borracho comprenda

Arma da reluciente
arma da la señera
estrella brilla sensata
la sobriedad por enseña.

49
Que se nos olvide pronto
tuvimos vergüenza ajena
rumbo exacto sin cejar
al chute con las botellas
fuera lastre manda otro
dignidad a toda vela.

50
Busquemos

Papito papito lindo


mi muñequita enfermó
en sus ojitos de vidrio
lluvia de llantos nació.

No le duele la barriga
eso muy bien lo sé yo
su mamadera hervidita
limpiecita la tomó.

Está sin pausa llorando


mi beso no la sanó
me duele que tanto duela
lo que tenga claro yo.

Tiene una pena muy grande


porque mi hermano perdió
el soldadito de plomo
que tanto la enamoró.

Vamos a buscar juntitos


a su encarnado galán
cuando aparezca de nuevo
yo sé que mejorará.

Y sonriendo felices
al sol vamos a jugar
que el soldado y mi muñeca
por fin se van a casar.

51
Tepsícore

De verdad no sé si la música
se posesiona de Mónica
quizá Mónica posea la música
entre sus jóvenes caderas
sus pechos que audaces
dibujan melopeas en la noche
ella se transforma entonces
en una vibración que enerva
por sutiles mundos su periplo
avanza incontenible renovando
su adoración por Tepsicore
cierra con fuerza los ojos
no sea que se esfume
alguna deliciosa nota
en distracciones visuales
Mónica es otra cuando el ritmo
la va llevando de la mano
no seré yo quien le pregunte
dónde estuvo en este lapso
quizá si me responde
busque yo también los otros continentes
en el bagaje de amor por los parlantes.

52
Oscar Farías Assen.
Vendedor de libros en la Plaza
O`Higgins.
Esqizofrénico.

La visita

El bus se detuvo en su recorrido y los pasajeros empe-


zaron a descender, vi que llevaban viandas y frutas a
sus parientes queridos que estaban recluidos en el re-
cinto penitenciario porteño.
Cuando tomé el micro y vi que las calles se suce-
dían unas a otras, desde la inicial Avenida Argentina pa-
sando por la comercial Pedro Montt, no había pensado
con el espectáculo que había de presenciar en la Cár-
cel.
El tórrido sol de febrero que en Chile es el equiva-
lente al agosto europeo, se hacía dueño majestuoso del
cielo de un color azul intenso. Las murallas del penal
estaban pintadas de cal y cada quince o veinte metros
un gendarme con su uniforme verde-caqui, parecido al
de los guerrilleros, montaba guardia con una metralleta
en bandolera, sus metálicos pasos sonaban nítidos se-
guramente por el silencio reinante.
De improviso un amigo que me acompañaba en
esta piadosa visita me dijo: «Lucho, ¡saca tu carnet de
identidad!» Obedecí en silencio al ver una fila de perso-
nas que hacían lo mismo delante de nosotros, donde al
final un funcionario de prisiones sentado en una mesa

53
hacía las veces de inspector de las personas que for-
maban pacientemente la fila. Cuando llegó mi turno le
extendí el documento que como estaba vencido, pensé
que no me dejaría entrar al recinto. Con sorpresa mira
el documento, como siempre lo hace la policía miró la
fotografía, con más de diez años de antigüedad, para
comprobar que la persona que lo exhibía era la misma
que aparecía en la foto, con gran sorpresa mía recibí un
papelito amarillo...(Debía ser la contraseña para ingre-
sar al recinto penal). Mi amigo entretanto no tuvo mis
problemas y se acercó frotándose los lentes con un pa-
ñuelo en gesto característico suyo.
Al ingresar a la sala de espera, después de otra
cola (Chile es un país de «colas» o filas), los gendarmes
acomodaban las cosas que llevaba la gente a sus se-
res queridos, encima de un mesón donde eran riguro-
samente revisados, noté que el limón y la uva no eran
permitidos, supe después que con esas frutas se pre-
paraba el temido «pájaro verde», bebida que ha cau-
sado innumerables problemas en todas las cárceles
del mundo y ésta no era una excepción.
Después de un corto trayecto por el interior del
penal pudimos por fin reunirnos con nuestros amigos
que esperaba allí, cuyo feroz delito había sido intentar
robar una céntrica farmacia en una locura de noche de
Año Nuevo, con muchos grados de alcohol en el cuerpo
(con lo cual la valentía aumenta). No justificaba su deli-
to, pero tampoco podía pensar que por tan poca cosa

54
dos muchachos jóvenes pudieran estar privados de su
libertad.
Al vernos se acercaron Ricardo, al que más co-
nozco, me dijo: “¡Viejo, cómo fuiste a molestarte!”,
“¡Hombre, no es nada, ninguna molestia!” contesté y noté
que sus ojos parpadeaban de felicidad con nuestra vi-
sita. Procedimos a entregar nuestros pequeños paque-
tes y noté que Mario, el otro amigo detenido, estaba
acompañado de su polola, era una niña de mirada dul-
ce y ojos tiernos, su tez morena era enmarcada por un
cabello de color azabache; noté también que en la im-
provisada banca, donde nos ofrecieron asiento, estaba
también una mujer de pelo canoso pero mantenía aún
rasgos de juventud, era la dueña de la pensión donde
se alojaban los muchachos, pues éstos no tenían pa-
rientes en Valparaíso.
Los demás presos tampoco escapaban al calor
reinante y conversaban reunidos en grupos con sus pa-
rientes y amigos, se notaba que casi todos eran de ex-
tracción popular, muchos pululaban entre los grupos re-
colectando monedas que decían era para comprar pa-
rafina, a lo mejor en sus celdas les permitían hacer onces
y desayunos pues supe que les daban almuerzo y comi-
da, eso sí que con piedra lumbre para bajarles la poten-
cia sexual, ya que habiendo muchos hombres en haci-
namiento inhumano no tiene desahogo sexual.
El agua era transportada al patio, donde se desa-
rrollaba el día de visitas, por hacendosos niños, los cua-

55
les la traían de una llave ubicada entre el patio y la re-
cepción por así decirlo.
Notaba a Ricardo ensimismado como cavilando
cómo salir de su situación de pronto alzó los ojos ne-
gros y me dijo: “¡Lucho, quiero pedirte un favor!”, “¡Te lo
hago siempre que pueda!”, contesté, alegre y cautamen-
te; en seguida nos pusimos de pie y nos alejamos del
pequeño grupo a conversar confidencialmente. “Quiero
que me saques fotocopia a estos documentos”, al mis-
mo tiempo que metía su mano al interior de su parka
azul y me los entregaba no dándome lugar a una nega-
tiva mía (astuto el hombre, pensé) los recibí y los guardé
en mi chaqueta. “¿Cuándo quieres que te los traiga?”
consulté tímidamente; “El Martes, el próximo día que hay
entrada”, contestó al mismo tiempo que bajando la mi-
rada arguyó a modo de explicación: “¡No tengo dinero
para pedirle este favor!” “No te preocupes, tengo algu-
nas monedas y sabré cumplir, en todo caso no es tan
caro”, dije para consolarlo al verlo un poco deprimido.
Me acordaba cuando lo veía en las calles porteñas con
su inseparable guitarra después de haber cantado en
los buses de locomoción colectiva; entonces su carác-
ter en libertad era alegre y despreocupado, hoy en pri-
sión era nervioso e inquieto pero no hosco.
Volvimos al grupo donde estaba el resto de los
amigos, charlaban Mario y su polola y Alejandro, mi
acompañante, con un poeta joven que había llegado re-
cién. Como era Domingo los gendarmes habían sido
un poco más compasivos, ya era la hora del término de

56
la visita y aún permanecíamos dentro del penal para ale-
gría de los presos. Pero no hay plazo que no se cumpla
y fatalmente un fornido gendarme con un pito anunciaba
el término de otra visita…
“¡Señora no se pierda!” imploraban Mario y Ricar-
do a la dueña de la pensión. Uno a uno fuimos saliendo
a la calle adyacente. “¿Bajamos a pie?”, le dije a mi
amigo de los infaltables lentes. “Sí, es mejor caminar
después de estar tanto rato sentado”.
Transcurrieron los días y en un lugar cercano a mi
casa saqué las fotocopias pedidas por mi amigo en-
carcelado. La próxima vez que tenía que ir era el Jue-
ves y tuve los documentos para ese día.
Otra vez en la cárcel, pero la escena no era la mis-
ma en el patio, unos evangélicos predicaban a esas al-
mas caídas en pecado. “¡Alma que escucháis, arrepen-
tíos antes del juicio final!” Estas y otras parecidas fra-
ses llenaban la tarde, mi amigo al verme me dijo “¡Lu-
cho!” y me abrazó emocionado. Le entregué los docu-
mentos, su señora aún no había llegado de Mendoza, la
ciudad argentina donde había ido a buscar trabajo.
“¿Y la negra sabe tu situación?”, consulté. “¡Debe
venir viajando!” me dijo con pena e impotencia... Char-
lamos un rato, ya más calmadome confidenció que él
no tenía antecedentes penales. Así su pena sería firmar
un tiempo y después quedaría libre.
Yo era la única visita que tenía aquel día, los ami-
gos se alejaban de la cárcel, nadie soportaba la fila ni
las preguntas de los gendarmes. De nuevo sonó el pitazo

57
y comprendí que había que marcharse. El muchacho
comprendió que tenía que dejarlo en medio de aquel
medio ambiente hostil.
Bajé a pie hasta la Plazuela Aníbal Pinto, una her-
mosa Lola parada en una esquina me hizo gozar de las
delicias de la libertad.
Antes de subir al bus le di la última mirada...

58
Luis Alberto Franke G.
Pintor.
Enfermo bipolar, problemas
Emocionales.

“El colgado”

Bajaba lentamente las escaleras.


Era el abandono definitivo de aquella isla.
Una vez ya en la lancha, decidió hacer un parénte-
sis a su retorno, y meditó: -Si, es la ventaja de ellos, en
su primitivismo, tienen una gran sabiduría: Ser amos del
tiempo propio. ¿Qué más se puede anhelar en un ser
medianamente inteligente?
La lancha se detuvo. Su pensamiento fue interrum-
pido para luego anexarlo a su amada: vivimos una es-
pecial luna de miel sin estar casados, o dicho de otro
modo, no nos casamos, y ahora estamos tristemente
separados.
La lancha continuaba su lento navegar. El acomo-
dó su mochila azul con la bandera de su país, que equi-
vale a la patente de un automóvil, en el lenguaje de to-
dos aquellos jóvenes viajeros de los mundos.
Había algunos que portaban banderas llamativa-
mente grandes, gastadas por lluvias y barros selváticos
y salvajes.
La de él era calculadamente de un tamaño menor.
La estrella solitaria en el cuadrado azul apoyada sobre

59
un rectángulo rojo y combinado con otra superficie blan-
ca.
Tenía varias razones para ser más pequeña que
las demás.
Veamos, su “patente” estaba al día, lucía impeca-
ble porque estaba plastificada, no la había comprado
en su país de origen porque aún no conocía parte del
lenguaje internacional de estos jóvenes viajeros. Pen-
saba que al portar una más grande sería muy llamativa,
y el régimen de ese entonces no le merecía para él una
de mayor tamaño y aún más, no quería un compromiso.
Si inventaba la propia, nadie la reconocería, y se senti-
ría un apátrida y el cálculo más justo era para comuni-
carse con los demás, pues ante el prejuicio que pudie-
se merecer el portar por otros rumbos aquélla, y al ser
identificada, de una distancia en que el diálogo no se
oye, no valía la pena. Entonces quien se acercara a él
tendría que enrostrarlo para identificar plenamente aquel
tricolor.
Además ya marchaba sólo. Los dramáticos colo-
res negro, rojo y amarillo, lo habían abandonado. Esa
bandera era su aliada y amada.
Y por último, era de ese tímido tamaño, porque
no había otra en un lejano país donde la había compra-
do.
Desde esos momentos que permaneció en una
casi absoluta soledad; su viaje ya no era de recorridos
aéreos o terrestres o marítimos; era mental.

60
El recuerdo de aquella isla, y su ya virtual aleja-
miento, lentamente le estaba infiltrando la cuestión del
tiempo.
Esa raza casi extinguida, se había erguido luego
de 100 años, eran ya unos gigantes inofensivos, de son-
risa y mirada pura, con atuendos primitivos hechos por
ellos mismos. Una organización del tiempo para ellos
posible, para nosotros imposible. Semana de 7 días,
organizados con 3 trabajos y el resto de descanso, de
ocio o quizás de ser unos amos duros y crueles, a lati-
gazos con el tiempo.
Quizás el trueque que hizo con una mochila de
material sintético por rudimentario bolso, fuese su láti-
go o en compensación para su soledad, ese podría ser
su tesoro. Las polillas no se lo permitieron nunca saber.
El lanchón comenzaba a moverse, el oleaje era ya
más fuerte. Acomodó su equipaje de modo de sentirse
más seguro.
Se sentó para observar si ya se veía algo de cos-
ta. Se sintió inquieto. La placidez de sus pensamientos
habían sido ahora cortados por una sorpresiva lluvia, un
viento desordenado y un ya más inquietante oleaje. Se
aferró a la manilla. Una enorme ola lo angustió y se apo-
deró de él. Ya no era cuestión de tiempo propio, era de
realidad, y la suya era triste. El paso del abandono de la
isla, que ya se había perdido en el horizonte, hacia la
borda de la lancha, era definitivo sin retorno, ya que si
bien él consideraba una luna de miel su estadía, bastó
una discusión para quedar solo en aquella cama cons-

61
truida de barro. No era tanto por el gran esfuerzo eco-
nómico que le significó llegar a tal encuentro. Quizás
era por la gran contradicción de ese momento. Mien-
tras la lancha se dirigía a alguna orilla, él desde ese
momento no tendría idea para dónde continuar ni qué
hacer.
Pensaba que si por lo menos se hundiese la lan-
cha, tendría que hacer un gran esfuerzo para no ahogar-
se. ¿Sobrevivir, para qué? Sus ideales ya se los habían
aniquilado, comprendió que tendría que inventar el res-
to de su vida con alguna idea nueva que no tuviesen la
torpeza de las ya nuestras, porque si las circunstancias
del pasado no le hubiesen, lentamente, hecho sucumbir
en su ideal, en sus ideas, en su pensamiento y en su
alma, este conjunto mal tramado, lo habrían aniquilado
a él.
De pronto se acercó una embarcación menor, su-
bieron 2 pasajeros más y algunas mercaderías. Le die-
ron ganas de subirse al bote. Pidió permiso y lo hizo.
Desde ese momento estaba iniciando su nueva idea:
El primer rayo dibujado por una débil y lenta estela. Se
sentía más cómodo en aquel bote, más bien era una
larga canoa con motor fuera de borda; metió una mano
en el agua, la aflojó luego de haberle puesto resistencia
al agua. Acercó la mano mojada a su boca, la olfateó y
luego la saboreó. Observó detenidamente la palma de
su mano, la imaginó ser su carta de navegación. Se
quedó dormido.

62
Tuvo un sueño: Iba navegando por turbulentos ríos
con aguas café en una gigantescas balsas. Eran mu-
chas. Cada una equivalía a una casa, a una familia. Las
vidas se desarrollaban en aquella eterna y entretenida
navegación. Cuando despertó viendo que aquello no era
un sueño, sino su realidad dura y palpable, casi sin emo-
ción. Se había incorporado al bote una pareja, le daba
la espalda. Era rubia. Por un instante pensó que era ella.
El pelo era del mismo largo, pero de un color más claro.
Cuando la vio de perfil, se dio cuenta que era nórdica.
Siguió durmiendo.
Había que distinguir entre una nueva idea y entre
una emoción. Para tal efecto sólo el tiempo borraría los
vestigios de aquel idilio en la ya lejana isla y así entrela-
zarse nuevamente con otras gentes, que de algún modo
contribuirían a rehacer su amistad por la vida. La nórdi-
ca iba bebiendo de su cantimplora, le ofreció de beber
al botero, quien aceptó gustosamente. Se puso más
contento al percatarse que era algún licor. Le iba a ofre-
cer a él pero prefirió no despertarlo. Quien no tomaba
alcohol.
La navegación era lenta, ya anochecía, las estrella
titileaban ondulantes en la despedida al sol. Bajarme
de la larga canoa. El interrumpió su placidez que le ha-
bía otorgado el sueño. Notó que la nórdica de algún
modo quería acercarse a él. De momento no era posi-
ble un saludo algo así: Ella, sin embargo, le dio el salu-
do al cual accedió inmediatamente. Nunca antes, o
mejor dicho, hace mucho tiempo que él no recibía tal

63
emoción inigualable. Caminaron lentamente para ir a
cierta parte del bosque selvático, inverosímil e
inafectable. Allí, luego del saludo recibido por el dulce
sonido de la selva, apagado sí por la novedad de ver a
dos seres inmensamente desnudos. Ella cogió un man-
go, él lo peló, para luego saborearlo en conjunto. La
estela luminosa los esperaba. Allí se sumergieron. La-
mentablemente nunca antes ella había bebido de aquel
néctar sabroso de su boca. Habiendo saboreado nave-
gó profundamente por las aguas, ya desconocidas.
De ahí en adelante, melancólicamente él siguió su
camino. Realmente no comprendía su realidad. Eran ya
demasiado los traumas inaguantables.
Aún así, había en él una extraña sensación de que
más allá alguien o algo lo esperaba. Así fue.
En aquel instante remordió la conciencia del pa-
sado. Su olvido fue y no pudo imaginar lo que aquel lo-
gro le significaría. De allí en adelante jamás aguantó la
simulación de algún encuentro cercano, pasado o re-
ciente.
Entonces nunca más dio vuelta atrás, su mirada
casi inconciente. Las razones para haber amado tanto
y no haber sido correspondido. Su expresión era eleva-
da y nítida. Aquella burla insolente y reprochable. La
mentira - la mentira.
Ya había descendido de aquellas nubes vaporo-
sas para luego encontrarse en una nueva (ajena) triste
realidad.
De lo que tanto le habían hablado, no existía.

64
Sin embargo, cedió el paso a aquella desnutrición
que había causado una muerte incesante a tantos. Or-
denó los cadáveres uno a uno, para luego numerarlos y
meditar qué había ocurrido en aquel lugar.
La nostalgia le permitía hacer tales asuntos.
Desenvolvió su saco de dormir para luego allí per-
noctar.
Continuó navegando en su sueño: Los apilados
troncos nauseabundos irrumpieron la soledad maldita.
Nunca antes se había permitido rescatar un solo pelda-
ño del sueño; sueño inundado por la ebria soledad de
su corazón, empobrecido por la no creencia incompren-
sible de tantos muros inobsecados de su suficiente es-
peranza. Esperó 5 minutos antes de emprender el aban-
dono entre una bruma inopulente que acariciaban sua-
vemente los cadáveres.
Observó las nubes, cogió el machete e introdujo
su arma en la cartuchera.
Más tarde pensó en escribir una carta al pasado.
A su retoño familiar.
Cuando de repente estuvo en absoluto estado de
melancolía decidió no hacerlo, porque llovía intensamen-
te.
La polis ciudadana la envolvió en el recuerdo. Aque-
lla comodidad aromática de la chimenea familiar, cuan-
do la abuelita tejía laboriosamente entregada a la espe-
ranza de hilvanar a la familia. El punto roto era él.
La polis ciudadana lo engañaba en su quehacer
merecedor de otros rumbos.

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La polis ciudadana lo enmendía en la añoranza que
nunca había advertido, pues se decía que aquella por-
quería había nacido de puros imbéciles que pretendie-
ron acorralar a los hombres, mujeres, niños, animales,
seres y cementerios. Aún así, la polis ciudadana lo en-
gañó. Le cedieron la esperanza de nacer, del procrear,
el irrumpir, en fin, del vivir cómodamente en los sitios
inolvidables.
No comprendía, sin embargo, la vagancia e
inefectividad de aquéllos que tanto prometían. Prome-
tían sólo para exigir. Exigir vaguedades tales como co-
mer plátanos todos los días, a un costo inopulento e…
Y allí los tenía a la mano. Pernoctó tantos días como
los plátanos le siguieron gustando.
Los preparó de diversas formas. El más exquisito
fue uno que habiéndolo descascarado lo introdujo sua-
vemente en la tierra. Tomó dos hojas y cortó el plátano
en varios trocitos, aún en su mochila le quedaba “una
tonelada” de chocolate así es que juntó tres plátanos
más para revolverlos. Porque en realidad la locura lo
tenía absorbido en la negación de lo cotidiano y puro.
Lo chupeteó e ignoró algunos sabores. Su estó-
mago lo recibió muy bien. El largo proceso de la degus-
tación esperó su momento. A tal porquería fue la alqui-
mia quien le dio a su paladar un buen sabor.
Mascaba fatigosamente su anterior pasado, has-
ta para el final ingerido en potestad, maldita y absoluta
de su dominio absoluto en su propia soledad.

66
Detuvo ya su a veces lento andar, para tomar su
decisión fatal.
De allí le era muy difícil realizarla. En realidad supo
que el despido era eterno.
¡Mierda! - pensó. Colgó su mochila despidió al
mundo, sonrió lentamente ante ya tal decisión. Se dio la
vuelta en el aire. Para colgarse de la rama, ahorcándo-
se.
Se incorporó a la tierra de los cadáveres, el de él,
por un tiempo permaneció en posición vertical, para lue-
go desplomarse y yacer horizontalmente junto a los otros.

67
68
Fredy Zeballos.
Dibujante del diario “El Mercurio” de Valparaíso.
Sicótico y alcohólico
Q.E.P.D.

Hijo del Infinito (Texto I)

-Si abrimos nuestra conciencia al infinito tendremos


acceso al conocimiento por intuición.
- Proyectando nuestra conciencia-mente hacia nosotros
mismos como una cámara de TV frente a un espejo
quizá abrimos “La Puerta”.
- La vida ni tuvo principio, siempre existió; no así la vida
físico-orgánica que sí acusa un origen.
-La vida como un estado de organización, la inteligen-
cia como un estado de conciencia existieron antes del
principio y del tiempo en la forma de “El-Ohim-Ruh” la
energía original.
- El tiempo tuvo principio como el Universo que navega
en las aguas del tiempo cuando éstas se sequen el Uni-
verso desaparecerá como tal.
- Todo lo que principia es consustancial al tiempo, no
así El-Ohim-Ruh la Mente Primordial Formadora del
tiempo.
- El Ohim Ruh la energía primigenia es desde la sépti-
ma dimensión su morada inefable.
- El Ohim Ruh la inteligencia primordial, energía dinámi-
ca y poder inconmesurables.

69
- El “Hijo del Infinito” llega a la existencia después de el
origen y antes del principio como una prolongación o
proyección del ente original en el Cosmos. Es el supe-
rior entre las formas superiores de vida inteligente.
- Jesús de Nazaret fue un ser híbrido –el hombre-, es
decir nace producto de dos naturalezas distintas, terres-
tre y extraterrestre. Ya adulto son abiertas las puertas
de su conciencia al conocimiento - “Los cielos abier-
tos”- y recuerda su existencia prehumana supraterrestre.
- La grandeza del nazareno radica en su naturaleza so-
brehumana y perfecta. Su jerarquía en la esferas supe-
riores de vida inteligente lo proyectó como “El Hijo del
Infinito”, la estrella blanca que resplandecía con la luz de
la verdad.
- La luz de la estrella blanca proyectará una sombra ne-
gra que asolará a la humanidad corrupta y fallida.
- Los humanos sometidos a un reacondicionamiento
psico-espiritual serán la nueva generación en un mundo
nuevo.
- El Hijo del infinito será con ellos en la eternidad.

70
Hijo del Infinito (TextoII)

Antes del principio no había materia, espacio ni tiempo.


Sólo estaba “El-Ohim-Ruh” la Energía original, y esta
era absoluta y dinámica.
- “Yo soy El-Ohim-Ruh la fuente de la vida”.
- “Yo soy El-Ohim-Ruh la luz del origen.
En el principio, antes que la suprema conciencia
se propagara en el universo desde la
séptima dimensión,
y la vida se encarnara en materia
el “Hijo del Infinito” resplandeció con la
luz de la verdad.
los dioses se rebelaron después del
principio.
Era el sexto día del sexto mes en el sexto
año cósmico,
corría el otoño astral.
La gran explosión, luego la gran caída.
Caos en el Universo, mil mundos arruinados.
“Aquí arriba los paladines no eran
carne.
Descendieron sobre Ardis, Yo los vi.
Procrearon gigantes, Estirpe maldita.
El diluvio acabó con todos ellos.
- “ No fuisteis inmortales ni eternos,
sólo poderosos”.
¡Miren! El Hijo del Infinito desciende de
las estrellas!

71
Caminará sobre el polvo de la tierra
y será revelado poco antes del Dos Mil,
Aquel día el Sol vestirá de negro
y la tierra estremecida desde sus cimientos
vomitará sangre.

Como ocurriera en la Protoprehistoria


desaparecerá esta civilización
en el principio de Acuario.

Ahora, la tierra de nadie a tus pies


¡Oh, Hijo del Infinito!
¡Reflejo del Ente!
Los dioses sucumbieron en tu presencia
En las Pléyades buscaron refugio
Hacia los límites del Cosmos.
Ya no existe lugar para ellos
en la Séptima Dimensión.

Rey Soberano eres


Hijo del Infinito
Desde el Génesis
Desde el origen.

72
Hijo del Infinito (Los Altísimos)

A los que descendieron


Estirpe divina
Hijos del Sol invicto
Prole de Titanes
Héroes inmortales
de la protoprehistoria.
Antes de la Gran Catástrofe
fueron en la Tierra
Héroes del cielo.
“Caigamos sobre los hombres,
Las estrellas ya no son
nuestra morada”
Llegaron cabalgando
sobre relámpagos.
Anaquel el poderoso
los guiaba.
No prevalecieron por
mucho tiempo
solo el suficiente
Procrearon guerreros
los más grandes
los más fuertes
Monstruos híbridos
Vástagos de dioses indómitos.
Sí, hubo un tiempo en que los demonios
se vistieron de carne
Los hijos del Diablo caminaron

73
sobre el polvo de la tierra
y esta fue maldecida
Hasta el fin de los tiempos.

74
Hijo del Infinito (Génesis)

Génesis el origen
Génesis el principio
Génesis la vida
Fluido palpitantes
Paisaje orgánico
Embrión eterno
Respiros del ente.

75
76
Rodolfo Subiabre Jarpa.
Sin oficio/Karateca.
Sicótico.

Primera Psicosis Mística.

Lo que sentía: perseguimientos, que me perseguía la


gente. Veía el submundo, veía toda la gente transforma-
da, me sentía en un sentido hipnótico con mucha ener-
gía. La lucha interior mía en contra Satanás, lo vencí por
medio de Jesucristo, me quería poseer, poseer mi alma,
mi cuerpo y se introdujo dentro de mí por medio de un
peso determinado que cae de la Nada. Sentí una vibra-
ción que quiso entrar en mi cuerpo por mi estómago
cuando estuve en la casa de Maggie. Sentí presencias
paranormales, ¿quienes estaban en la casa? Estaba el
Duende en una pieza con la Biblia debajo de su almo-
hada. Sentí un peso determinado que cayó de la Nada.
Sentí una presencia satánica que se quería poseer de
mi cuerpo pero lo expulsé, por medio de las manos con
energía, como el Kata Sanchin. Sentí otras presencias
negativas en la atmósfera, alrededor mío, sentí un frío
que llegaba al lado mío lentamente y a través de ese frío
lo expulsé fuera de mi estómago, fuera de mi cuerpo,
dieron la mañana, ocho o nueve, la cara de la Maggie
estaba transformada, llena de espinillas, de granos. De
ahí me fui a la pieza del Duende y le pregunté cómo
había dormido, y me dijo que mal porque escuchó rui-
dos, porque sintió presencias negativas y no logró dor-

77
mir y conciliar el sueño. Me duché con agua helada para
purificarme y me fui a la playa a meditar. Logré meditar,
lo conseguí y me tranquilicé, mi yo interior. De allí me fui
a la iglesia y hable con un cura, el padre Aldo y me con-
fesé. El me dijo si yo le hacía a las drogas y yo le dije
que no. Que no le hacía a ninguna droga. De allí el pa-
dre me santificó después de haber orado con él y me
dijo que me fuera en paz. Llegué a mi casa que era de
mi ex polola, me acosté en la cama con ella y ella se
transformó en satánico con sus ojos transparentes, bri-
llantes, la ví transformada en algo negativo. De ahí aga-
rré la Biblia y empecé a orar y apreté cueva a mi casa.
Llegué a la casa y me dio miedo dormir en mi pieza así
que dormí con mi madre en su pieza y sentí ruidos
paranormales. Sentí crujidos en el baño. Recé toda la
noche, los portones como si les estuvieran pegándoles
y gente que caminaba y corría por fuera. Al rezar toda la
noche lo vencí por medio de la oración y por medio de
Jesucristo. De allí me llevaron a un psiquiatra y me inter-
naron rápidamente en una clínica psiquiátrica y estuve
en la clínica 14 días con inyecciones, pastillas y la cura
de sueño me hicieron. Dormí dos días para recuperar-
me bien. De allí conocí a la gente que estaba en la clíni-
ca y les pregunté de qué estaban enfermos. Los casos
similares a los míos. Intercambiamos palabras y llega-
mos a la conclusión que habían sido similares nuestras
vivencias.
Salí de la clínica después de 14 días. No quería
irme porque el ambiente era muy cálido. De allí empezó

78
un tratamiento con pastillas como Meleril, Litio, Tonaril,
Artane y aldol. Me vino un estado de persecución que
no me dejaba salir a la calle porque tenía miedo de en-
frentar la realidad, el mal. Se me quitaron las ganas de
ducharme y afeitarme. Higiene personal se me quitaron
las ganas de todo eso, y estuve en ese estado crítico 4
meses. Y por medio de la fe de Jesucristo me sané y
empecé una vida normal. A vivir de nuevo.

Tercera crisis
Psicosis mística oriental Japonesa. Todo empieza así:
Voy a la piscina del Club Arabe acompañado de una
mujer y cuatro niños. Nada bastante, lo pasé super bien,
un éxtasis. Luego nos dirigimos al departamento de ella,
caminamos, bebimos leche, jugos y empecé a meditar
en la casa de ella. Pero como no conocía el campo de
la meditación, medité y no supe canalizar mi energía.
De allí me dirigí al centro de Viña del Mar, calle
Valparaíso muy acelerado, lleno de fulgor, ira, fuerza. Me
fui donde los artesanos Felipe y Natalia y se me acer-
caron varias personas que querían mi energía vital, pero
el estado en que yo andaba era de mucha fuerza y mu-
cha fe y cada vez querían más de mí. Luego me dirigí al
Samoledo a ver como andaba la energía y estaba flu-
yendo negativamente. De ahí me dirigí mi casa muy
nervioso pero lleno de fuerza y energía llegué a mi casa
y me dio una especie de insomnio. Todo esto radica en
semana de cuaresma. Me llené de energía vital y empe-
zó la batalla. El Yin y el Yan. Todo sucede así. Empecé a

79
ir a la Iglesia a orar, a rezarle a Dios para que no me
abandonara y el recubrió con su sangre. Sangre de la
nueva alianza y eterna que será derramada por los si-
glos de los siglos amén. Y puso en mí un escudo de
gladiador romano y empezó la lucha contra Satanás.
Sentía la energía vital de Satanás. Quería poseerme y
no podía porque yo estaba sobreiluminado. De allí mi
perro entraba a la iglesia conmigo y el padre se enoja-
ba hasta que lo levanté en brazos y lo saqué. Luego lo-
gré encerrarlo y pude efectuar la misa. Pude ser cre-
yente y escuchar los proverbios de la Biblia que me de-
jaban en éxtasis místico. De allí empezó mi agresividad
y empecé a luchar contra lo maligno. Luché con la fuer-
za de Jesucristo y con la fuerza oriental Japonesa de mi
estilo Karate Goyoryu, lo apliqué al máximo. Gritaba en
las noches fuera de mi casa con el grito Japonés “Kiay”
que significa energía para expulsar todo lo negativo y lo
lograba y a raíz de eso se me juntaron las dos fuerzas;
el Yin y el Yan. Cual era más fuerte psicológicamente,
era más fuerte la satánica, pero corporalmente y espiri-
tualmente estaba la fuerza de Jesucristo. Le pegaba a
los portones de las casas alrededor de la mía con pata-
das de Karate. Pura energía y lo vencía. Le demostraba
a Satanás que yo era más fuerte que él. Pasaron dos
semanas de cuaresma y estuve cinco días sin comer.
Se cortó el apetito definitivamente. Lo único que podía
beber era agua de la llave.
Pasaron los días.
Tercera semana de cuaresma “Vi a Jesucristo en
el cielo, en el sol. Lo veía con luces parpadeantes blan-

80
cas y una cruz roja al medio con varias luces transpa-
rentes, vibrantes de energía, me irradiaban. Energía
para combatir lo negativo. De allí adoptaba una posi-
ción en mi pieza; pirámide para recibir energía positiva
y me daba mucha energía para combatir con toda una
manada de gente negativa, satánica. Luchaba incluso
hasta contra los animales y los protegí y los iluminé por
medio del poder de Jesucristo. Mi familia estaba sobre
protegida, iluminada. Pasada la tercera semana insis-
tía en poder de Satanás, quería mi alma, mi cuerpo y mi
mente hasta que mi cabeza explotó y usé toda mi fuerza
oriental japonesa para destruirlo. Un día en la mañana
me enloquecí, fuera de mi mismo con una fuerza sobre
natural, paranormal y destrocé seis autos con puras
patadas de Karate. Mi conciencia y mi expresión cor-
poral fue tranquila hasta que llegaron los carabineros
con subametralladoras, me querían esposar y no pudie-
ron porque yo era más fuerte que ellos. De ahí me fui a
la casa, me acosté en posición pirámide y tocaron la
puerta. Mi madre les abrió y les preguntó que querían y
ellos dijeron que querían conversar conmigo y entraron
a mi casa cuatro carabineros y dos enfermeros de la
USI y me llevaron con camisa de fuerza al Hospital Gus-
tavo Fricke. Me inyectaron y me tranquilicé. Me estaba
muriendo porque ya el agua no me hacía efecto para
beberla. Ahora la inyección me tranquilizó pero no cal-
mó mi fuerza y me desaté la camisa de fuerza. De allí
pasaron largas horas hasta que me dieron el pase para
trasladarme a una clínica psiquiátrica privada que se

81
llama Clínica Betania en la cual me hicieron la cura del
sueño, inyecciones y pastillas. Pasé 14 días en esa clí-
nica. El personal de la clínica, las enfermeras, el enfer-
mero, todo el personal fuera de serie, muy buenas per-
sona a quienes agradezco su acogida y su cariño hacia
mí.
Salí de la clínica y sigo luchando con lo negativo
hasta el punto de vencerlo totalmente. A eso lo llamo, lo
determino por medio de Jesucristo, luchamos los dos
contra lo negativo.

82
Luis Coello Coello.
Trabajos esporádicos como tendero.
Drogadicto, esquizofrénico.

La chica de la sonrisa

Mirando hacia el
principio, de adelante
del fondo, de la
gran noche gigante…!
El veía el sonido
de la oscuridad
reflejada en los
vaivenes variados que
producían esas olas
en arenas de eternidad.
Quería, en toda esa belleza,
ver también a la chica
de la sonrisa inmensa...
A ella, en la sociedad,
el la veía, en los
sonidos de la comunidad,
reflejada en los vaivenes variados
que producían la cotidiana vida
muy familiar y ya sufrida…
¡Claro, el mar era lo real!
y volvió de su mente
no inconciente al presente
Oyendo ahora al frío

83
y mirando el color vivido
de pupila en mar llovido…
¡Pues sus pestañas, eran blancas!
alrededor de la playa, sin mancha....

Y no sabía, si el mar
derramaba su lágrima
o era sólo de él
sin poder saber...!

84
Camino…

La tierra de las manos


veo que se me escapa!
sin saber qué pasa
siento aquí ansias…!
Así ahora me siento
y mis razones experimento
en las preguntas
que luego salen
como elevados inventos,
y que trato de responder
por más que intento…!
Pero, no sé dónde está
el lugar para pernoctar
y espero siempre
hallarlo en los tantos
caminos ya ansiados
que de Cristo son dado
como Corazón Crucificado
de Dios muy amado…
Y ahora encontrarlo
sería maravilloso regalo
que no sabría, cómo
retribuirlo y expresarlo
ni con la propia suerte
por aquí presente…!

85
Magno, sería mostrar
el Camino a quienes
lo han de necesitar…!
Pero, me pregunto,
Acaso me escapo
como un vulgar adulto…!
O soy el único que saltó
esas vallas de espanto
en engaños y encantos
e insomnios no aptos…
Dímelo, dígamelo o explíquemelo.
estoy acaso equivocado
mi amigo observado
y que le he preguntado...?
Saben cuál es su Camino,
ustedes mis amigos.
O es su preocupación,
sólo una mera ilusión
sin una mayor visión…?

86
Llueve

El cielo, se ve ahora triste.


Se mira en su espejo,
y observa su reflejo
que solamente viste
y luego más insiste…!
El cielo, se pone ahora triste,
lágrimas derrama o
derrama lágrimas…?
La calma inunda,
la tranquilidad de esos corazones
expectantes, por saber
lo que ha de suceder
y luego también padecer…!

La tierra, sin querer llora,


¿lo hace sin saber?
Y no sabemos por qué
al final de ella ha de llorar
pues se ha de desahogar
con gusto de no parar
llorar más que el cielo,
y a los hombres dará miedo…
Inundará sus calles, rompiendo
tranquilidad sin imparcialidad
de hombre y hogar.

87
Luego ellos llorarán
y lágrimas le rodarán
de recuerdos muy atrás…

De momentos vividos
y sufrimientos sentidos.
La noche llega, a los
hogares del hombre
de ese triste día
del cielo que
ahora no luce nombre.
La oscuridad parece calmar
por momentos al cielo
que ahora en balance
pasa ese trance..
Pero, un sueño a todos vence,
y parecen deshacerse
de su tristeza que les acontece
en que los hace envolverse…!

Se duerme el Cielo?
Se duerme la tierra?
Se duerme el pensamiento
y junto a ellos un
hombre que yo no despierto…!
Todos están en un sueño
profundo y quizás nuevo
para un amanecer alegre
con el futuro en juego…

88
Eduardo Sanfurgo Lira.
Vagabundo.
Pérdida de masa encefálica.
Q.E.P.D.

Relato de su experiencia en la isla


de Paquetá, Brasil, 1962

Llegó en Varig, vía aérea, andaba cargado al oro, an-


daba con dinero y se fue a la isla porque allí había cono-
cido una mujer llamada María de Lourdes de Costallet.
Su marido famoso escultor y homosexual se suicidó a
lo bonzo en Brasil. Se llamaba Rubén de Costallat. Te-
nían tres hijas ciegas, sordas y mudas (También en
Valparaíso, Chile, un juez , Blas Aníbal Ossa Vicuña,
homosexual tuvo tres hijas ciegas, sordas y mudas, el
protector de él era un griego homosexual también lla-
mado Moustakis, su palacio era la Casa D’Italia hoy en
Viña del Mar).
En esta Isla Eduardo escribió un libro que fue pre-
miado por la Academia Brasilera de Letras (Cuarto Cen-
tenario Río Janeiro 1964). El tíulo del libro era “Brasas
Blancas”, subtítulo: Diario en forma de Isla. También ganó
el premio del Museo de Arte de Brasil y también el pre-
mio de la Bienal de Sao Paulo.
Cuando ganó el premio Museo de Arte Moderno
se compró una caja de doce botellas de Champan “ Le
duc le Pain” y llegó a la Isla de Paquetá y llevó la caja de
Champan a casa del jefe de brujos Carlos Renato.Llegó

89
a la casa y estaban los catorce brujos en la casa de
Carlos Renato y le dijeron que había ganado ese pre-
mio gracias a ellos. Estaban hablando de la muerte de
Arigo, un médico reencarnado en un médico alemán y
que operaba de cataratas con cualquier cuchillo de co-
cina. Eduardo empezó a tomar cachasa con limón con
ellos. Entonces cuando ellos le dijeron que había gana-
do el premio gracias a ellos, él no les creía. El tenía una
villa que tenía muros de adobe de más de dos metros
de alto y era del tamaño de una cuadra y tenía su atelier
adentro, estaba pintando un cuadro que se llamaba “La
cerámica del beso”. Era un cuadro al óleo de un metro
ochenta por uno veinte. El fondo era rojo espátula ber-
mellón jazmín y había un negro con una blanca que se
estaban besando, por las manos se distinguía quién
era el hombre y quién la mujer. De los labios salía una
víscera y un corazón en el centro. El corazón salía de la
boca y era rojo pero el borde que da hacía el negro era
blanco y el borde queda hacia la blanca era negro.
Cuando dejó el cuadro para que se secara, cuando se
secó el corazón se puso rosado. Todo el resto siguió
con sus colores normales. El raspó lo rosado y le puso
rojo bermellón y le aplicó el secador de pelo pero al día
siguiente el corazón volvió a ponerse rosado.
Estos brujos le dijeron que el corazón se ponía ro-
sado porque estaba vivo. El les hizo una apuesta, ir a
buscar el cuadro en bicicleta y secarlo delante de ellos.
Ellos le dijeron que no lo fuera a buscar porque no lo iba
a poder traer. El andaba con un pañuelo en la camisa y

90
bermudas. Cuando quiso partir en la bicicleta tenía los
neumáticos desinflados. Carlos Renato le prestó su bi-
cicleta.
La noche estaba como boca de lobo, eran como
las 11,30 PM. De la casa de Carlos Renato a la villa de
Eduardo había como cuatro a seis kilómetros. Como a
dos o tres cuadras se le apagaron las luces de la bici-
cleta. Se paró y vio que se había salido la cadena, pero
lo extraño que la bicicleta tenía tapabarros. Detrás del
asiento traía un estuche de herramientas y con ellos él
aflojó los pernos del tapabarros y botó el tapabarros y
puso la cadena y partió de nuevo en bicicleta. Cuando
estaba haciendo esto sientió un aliento caliente en su
cara con olor como a mirra e incienso. Llegó a su villa y
a la verja habían como veinte perros. Le empezaron a
gruñir, arrancó y un doberman le mordió la pierna dere-
cha, le cortó las venas y tuvo una hemorragia muy gran-
de. Se hizo un torniquete con el pañuelo y partió al hos-
pital. El médico Rodrigo Cristiano de Brito (Brujo) le dijo
que tenía que intervenir pero como Eduardo estaba con
trago sería sin anestesia. Lo cosió, lo suturó, le dolió
mucho. La operación duró una media hora. Le dijo el
doctor ahora te vamos a mandar en ambulancia a tu
casa. –No, le dijo él, yo vuelvo en bicicleta. El se fue en
bicicleta y usó el pie herido en el volante y con el otro
pedaleaba. El médico se enojó, por la locura y le dijo
que no volviera. El volvió a la casa de los brujos. Habían
pasado cuatro o cinco horas. Al llegar se prendieron las
luces, salió Carlos Renato el brujo con dos vasos de

91
Whisky con soda. Eduardo llegó todo cochino, ensan-
grentado, embarrado y a él le pareció lo más natural.
Eduardo estando afuera sentía que se movían las sillas
dentro de la casa. Entró a la casa y todos los brujos
parecían ignorar lo que había pasado. Como a las cin-
co o seis de la mañana se fue con Gisselot Gesel una
niña que estaba allí (ella estaba iniciada de bruja). Cuan-
do salieron él le preguntó qué habían hecho cuando él
no había estado. Le dijo que ella era recién iniciada,
que había puesto las sillas en un círculo y se habían to-
mado de las manos. Y que en eso habían sentido un
olor caliente como mirra o incienso cinco veces. El la
llevó a su villa y pasaron la noche y el Domingo también,
por allá por el mes de Agosto de 1964.
Cuando volvió a la Embajada de Chile en Río de
Janeiro el Lunes, el embajador que era su tío Héctor
Correa Letelier le dijo que lo habían declarado persona
non grata en Brasil y tenía veinticuatro horas para dejar
el país. Él no lo aceptó y le dijo que a él lo había nombra-
do Gabriel Valdés de agregado cultural de Chile en Bra-
sil. Pero ese embajador, Héctor Correa dijo que Valdés
estaba en la ONU y que l embajador era Enrique
Berstein. Se tuvo que venir para Chile ese día Lunes.

92
Relato de una experiencia con L.S.D.

Un médico psiquiatra Giorgio Paiva y Rodrigo Cristia-


no de Brito, médico y director del hospital le propusie-
ron hacer un “viaje”. Esto fue en Noviembre de 1963 en
la Isla de Paketá. Le inyectaron L.S.D. y él recorrió su
cuerpo de la uña de los pies a la uña de las manos. Con
los nervios (miedo) le vino una taquicardia muy fuerte y
con un sedante le hicieron dormir dos días y medio. El
empezó a visitar unas cavernas y se encontró con unas
partes duras cristalinas y eran las partes duras de sus
pies. Se zambulló en el agua, él creía que era agua y
pidió auxilio pero no había nadie, él estaba solo. Le vino
una asfixia y gritaba desesperado pidiendo auxilio. Lle-
garon dos personas a ayudarlo eran los dos médicos,
le dijeron que se calmara y se quedó profundamente
dormido. Eran los sedantes que le inyectaron. Cuando
despertó habían pasado dos días y medio. El sueño fue
muy tranquilo. Fue como la anestesia general.
Cuando recorrió su cuerpo fue en una soledad ab-
soluta y la temperatura ambiental debe de haber sido
de unos 44º a la sombra.

93
Relato de un Retrato

Un día tomó la barca entre la Isla y la ciudad y detrás de


él se sentaron 14 personas (eran todos los brujos de
allá) y detrás de él iba esa mujer llamada María de
Lourdes de Costallat y le dijo que una señora de edad
había venido a visitarlo. Se la describió: 60 a 70 años,
pelo canoso, nariz aguileña, y ojos azules, y le pidió un
retrato de ella. Él lo hizo y le pidió una dedicatoria. El le
puso OMNIA VINCIT AMO (Todo lo vence el amor). Lo
firmó y después descubrió que era una tía abuela suya:
Noemí Avendaño Errázuriz. Esa tía había muerto en
Zurich con un coma diabético el 14 de Julio de 1954. El
día que murió es importantísimo. El estaba en la man-
sión de su padre, calle Ejército en Santiago en cama y
con gripe, el ventanal de su pieza daba a un jardín inte-
rior, sus padres se habían ido a la embajada de Fran-
cia. El estaba escuchando el concierto en La Menor de
Schumann, había una tormenta, se cortaron las luces,
se abrieron las puertas del ventanal y su tía entró en la
pieza con un camisón blanco y un chal celeste. Dijo que
había venido a despedirse(O sea estaba penando). Le
contó después todo a su madre y le puso un termóme-
tro, tenía más de cuarenta grados de fiebre. En la ma-
ñana siguiente llamaron a su madre y le comunicaron la
muerte de su tía Mimí. La diferencia horaria al momento
en que la vio entrar en la pieza fue cuando murió.

94
Marcela León Ramírez.
Secretaria
Esquizofrénica


Enmarañados cabellos, todo enmarañado
en un remolino de tiempo
en la bomba del espacio
en el sinfín del fondo de la tierra.

Enmarañadas mañanas buscando


desenredar el cabello perdido
Desenmarañar todos los hilos
todas las ataduras.

Quisiera como un limpia virus


desenredar todo lo enredado
llegar al agua pura
sin rostro sin nariz.

95
Encantada hada mensajera
de los aires celestes casi blancos
ven y acógeme
llévame a tu país de ensueño
donde la tierra es rosada y las palomas
son brillantes
donde los carros de la vida para viajar
son las alas de cada uno y de cada cual
montado en su caballo alado.

Enmarañada ventana sin puertas


cuándo vas a salir de la oscuridad?

Los paisajes encantados de la poesía


se detuvieron a pensar en cuándo vendrán
en cuándo van a acariciar mi cabeza
y llenarla de rocío.

Fuera de los océanos las montañas de nieve


con sus mantos de nubes cubriendo
sus caras de metal acongojado.

Riendo a las aves voladoras y cegadoras


de las luces más altas.
Las luces que alumbraron el firmamento
en el primer día en la cúspide de los
sentimientos divinos l
a más pura de todos
los tiempos.

96
¿O es que aún queda la misma luz
el mismo firmamento?

La cascada de los sentimientos


abarcando plenitudes

Tras los sueños se revelan las almas


en movimiento
dentro de la conciencia de la imaginación.

Soñar despierto soñando con el ser amado


el ser deseado.

Sentimientos que navegaron


por los mares de llanto.

Sentimientos que algún día volaron


desapareciendo de la angustia
y la soledad
pero que también algún día se encontraron
frente a frente cara a la realidad
y tuvieron que decirse las verdades aquellas
que tanto molestan.

Un día el cigarro se aspiró más fuerte


y fue la razón de la muerte
pero un beso también fue más fuerte
y fue la razón de la felicidad
del encanto de conocerse
del embrujo de unas manos

97
que se entrelazaron entregándose motivos.
Una unión de fuerzas reflejadas
con el amor de dos seres que se buscan
que se necesitan
y que también quizás se aman.
Hoy abro mi libro
la puerta de mi libro y
entrego esto la vivencia llana
y pura que es la vida.

Y en un segundo se va.

Quedaran los cuerpos dormidos en un


cajón.

Pero el alma vagará buscando el elixir.

Quedarán los recuerdos en todos aquellos


que lo conocieron como su pasado.

Como el presente único


que tubo esa persona
y ahora que

respiramos
el aire dejado a destajos
por unas manos bondadosas

98
suspirando la muerte y disfrutando la vida

ésta que se va

se va lenta o rápidamente
plácida o trágicamente
pero que al fin se va

quedamos nosotros
cargando nuestros
cuerpos.

Ellos van ligeros en el alma


recorriendo futuros

que nosotros ahora nos vemos.

Si pudiéramos verlo seríamos avanzados


semidioses o dioses de la creación.

Abro mi puerta a todo esto


a los ministerios desconocidos
que algunos ya van develando por años
por generaciones y quizás en secreto.

Por qué no abrir los horizontes


abrir lo impensado lo nunca sentido
y sin embargo tan pensado.

99
100
Alex Rodrigo de la Sierra.
Campesino y poeta.
Esquizofrénico.

Plenitud

Caen pedazos de cielo

En el mismo infierno
a la vera del camino
simplemente rememoro ese recorrido…
esa vez que clavé no clavos sino mis ojos
y corrí por un martillo
y clavos de agua
en el inmenso madero
que se crucificaron
…nuestras propias faltas
eran todos los espacios universales
y…crucificado
dolor agonía miasma desolación
y resucito simplemente con poder
honor y gloria
y espera nuestra respuesta
de ahí nació perdonar al que nos ofende
y se añadió que el que ríe al último
ríe mejor
y clavé el iris en esa estrella
llamada esperanza

101
austera y liberada
e hice las paces con mi lado oscuro
solucioné problemas
inconcientes y pasionales
los deterioro: del cerebro y del corazón
emociones y raciocinios en paz
y en el mismo infierno…
caen pedazos de cielo.

102
Karma versus Darma

Un siniestro silencio
entre los cómplices de un crimen social
trazadas avenidas
césped cortado calles limpias
y pocos caminando rápidos autos
rituales de austero egoísmo
son más… sin embargo son menos
inmensos relojes controlan el tiempo
distribuyen las horas
y restringen el proporcional beneficio
es la hora de la bestia…
encandilados sus seguidores por un mundo
que a costa de cualquier crimen legalizado
prosperan asegurándose
en el cual no cabe la solidaridad…
Y en altoparlantes visuales sus limosnas
y es un grito en el silencio
en el cual de súbito
no estando ni ahí
irrumpe el trueno
ha llegado el tiempo
del exorcismo social
en donde Dios nos libre de los expertos
nosotros de los que ignoran la verdad,
nos libramos
a todos poetizamos
cuando un congreso representativo…

103
exigimos
y así creer en la democracia
que en vuelo se alza
los que realmente son más se alegran
los menos se alertan
un siniestro silencio…

104
Trinar y Gorrionadas

…Va la cruz
sobre cada sombra
ay sobre cada espalda
horada
al hierro inquisidor
mirlo
trinar
las palabras que no se rompan
y alcancen el verbo que mueve a descifrar
que van de dos en dos
en la dura jornada de existir
entre los seres… humanos.
En un universo
el único verso es la multitud
que en el fondo busca
un oasis.
La raza mental que sigue la caravana
que por el desierto que pasan
oasis van dejando
y danzo por esa sangre que danza
entre mis venas
y arterias y ata mis nervios
a la arquitectura de mis huesos
para que no se derrumbe el sino
que trazado está
en la palma de mi mano izquierda …
cale calando,

105
que seguimos avanzando
y poco a poco vamos llegando
a esos horizontes que por llegar
vamos suspirando verticalmente.
…va la cruz.

106
Al poeta herido

…Si un día dejé el mundo y lo seguí


para qué quejarse de la bulla de este mundo
ví la imagen del mundo al final de los
tiempos
y el final es tan desastrozo para muchos
respetados
que, ese cuadro terrible,
me hirió el alma,
y despertó, el sentido, la razón y finalidad
de los contenidos de conciencia
actos, obras, intenciones…
y ando caído por el mundo
a la orilla del abismo
en el sarcasmo de la nada los necios
siempre juzgan
sin preocuparse la causa
de mi mundanal derrota,
el caído cada vez se hace más pobre
en todos los sentidos
y los amparados en vanidades cada vez
se engríen y jactan de sus necesidades.
Y entonces desde abajo se ve
y ven a los de arriba,
pero en todos los sentidos
no es sólo material la problemática
aunque es madre de muchas miserias
o la digo yo nosotros juzgamos

107
imparcialmente
ay, Jesús,
un día dejé el mundo y lo seguí.

108
Ignacio Briceño Palma.
Dibujante y pintor.
Director del Taller de Arte del
Hospital Psiquiátrico de “El
Salvador”, Valparaíso.
Esquizofrénico.

El trapecista

Da la vuelta sentimiento
una vuelta entera
hasta entrar en tu propio girar.
Ha caído el trapecista
y en la arena quedó su cabeza sin vida
ha muerto el acróbata
el circo está de duelo
…”la función debe continuar”…

Los payasos rugen como fieras


las fieras no atemorizan a nadie
y el domador rojo de vergüenza
se ha pegado un tiro en medio de los ojos
con su pistola de juguete
su esposa lanzó un grito aterrador
que fue devorado por las palomas
amaestradas del mago
y en ese encarnizamiento
mancharon de horrores los trajes
donde esconde los engaños su amo

109
por eso el mago apareció desnudo en su
función.
¡su mejor acto!
mas el público no entendió… ni un aplauso
y éste se fue corriendo llorando a mares

el hombre pez fue mordido por un escorpión


sus aletas se fueron desplumando de a poco.

110
La nada

Mi mundo es la nada
smis ojos ya sin vida
mi vida corroída
mis ilusiones y esperanzas quemadas
y el mundo quedó atrás hecho cenizas

Yo viví lo que no era la nada


lo toqué, lo sentí, lo vi
toqué la plata la asquerosa plata
el rifle y mata a tu hermano fue la orden
tocamos un botón y se siente una tragedia,
vi los ojos de un niño que lloraba de
hambre
los ojos de la madre y las manos del padre
y todo esto pasaba mientras el hombre
llegaba a la luna…

Oh, tú me dijiste, tú me dijiste


ten cuidado ve también el amor…
siente a Dios
y yo sentí al amor pero las angustias
eran más fuerte
y sentí a Dios y sentí en él a un hermano
perdido, a un padre y a una madre
pero sólo lo sentí no lo toque no lo vi
traté cuándo traté
al tratar me quedé ciego de dolor,

111
angustia y soledad
y al quedarme ciego vi el mundo que es
mío ahora.
La nada…
Recuerdo siempre que tú me dijiste…
tú me dijiste...

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115
Impreso en Chile
Printed in Chile

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