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Política

Ascendió al poder durante un período de crisis económica, social y política, acentuada por los
efectos de la Gran Depresión de 1929 y el descontento y frustración popular en Alemania como
consecuencia de la derrota en la Primera Guerra Mundial. A lo largo de su mandato político utilizó
la propaganda estatal y su carismática oratoria para persuadir a las masas, enfatizando su oposición
al Tratado de Versalles de 1919, al pueblo judío, al pacifismo y al comunismo internacional,
particularmente el soviético-bolchevique. A la vez, resaltaba el nacionalismo alemán, el militarismo,
el racismo, la llamada preservación de la raza aria, el pangermanismo y la anexión o recuperación
armada de territorios europeos perdidos por el Imperio alemán después de la Primera Guerra
Mundial. Después de reestructurar la industria y economía y frenar en poco tiempo la inflación y el
desempleo, Hitler se ganó el apoyo popular. Rearmó y organizó las fuerzas armadas alemanas,
estableciendo una dictadura totalitaria personal que transformó a la sociedad alemana y eliminó su
sistema democrático. Su régimen se caracterizó por la discriminación racial, la supremacía aria y la
persecución étnico-religiosa y política. Desde 1939, como consecuencia de la guerra, este modelo
se extendió al resto de Europa. En el plano ideológico, Hitler asumió los planteamientos del fascismo
italiano pero con matices propios basados en las características del nazismo y la sociedad alemana.
En torno a su figura se desarrolló un intenso culto a la personalidad.

Perseguía una agresiva política exterior expansionista para ampliar el Lebensraum ('espacio vital')
alemán al este de Europa, y combatir una presunta conspiración internacional entre el judaísmo, la
masonería, el comunismo y el capitalismo por parte de los gobiernos estadounidense, inglés y
soviético. Su política tenía como objetivo establecer un Nuevo Orden (Neuordnung) en el que
Alemania y la raza aria tendrían un papel hegemónico mundial.

Responsable del inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa con la invasión de Polonia en
septiembre de 1939, para 1941, período de su apogeo, sus tropas y aliados del Eje ocuparon la
mayoría de Europa y partes de Asia y África, pero fueron derrotadas por las potencias Aliadas en
1945. Hacia el final de la guerra, las violentas políticas de conquista territorial y subyugación racial
de Hitler habían causado la muerte de entre 55 y 60 millones de personas (alrededor del 2 % de la
población mundial de la época) en su mayor parte civiles, así como un considerable grado de
destrucción de ciudades europeas. El exterminio sistemático y masivo de enemigos políticos y
personas consideradas racialmente «inferiores» o «subhumanas», mediante la detención en una
red de campos de concentración y exterminio en Alemania y en los territorios conquistados, llevó a
la muerte a poco más de seis millones de judíos en lo que posteriormente en el contexto histórico
se denominó el Holocausto, como así también a homosexuales, gitanos, eslavos, discapacitados
físicos, enfermos mentales, prisioneros de guerra soviéticos y opositores políticos a su régimen. Las
estimaciones del número de personas que perdieron la vida como consecuencia de medidas raciales
adoptadas por el gobierno de Hitler, sus aliados del Eje, estados satélite y colaboradores, según la
mayoría de los historiadores serían aproximadamente once o doce millones de personas, de las
cuales la mitad corresponderían al Holocausto.
Primeros años

Infancia

Véase también: Familia Hitler

Hitler de niño.

Alois Hitler, padre de Hitler (1837–1903).

Klara Pölzl Hitler, madre de Hitler (1860–1907).

Adolf Hitler nació en Braunau am Inn, una pequeña aldea cerca de Linz en la provincia de la Alta
Austria, no muy lejos de la frontera alemana, en lo que entonces era el Imperio austrohúngaro.
Nacido en una familia de clase media, su padre, Alois Hitler (1837-1903), fue un agente de aduanas.
Su madre, Klara Pölzl (1860-1907), fue la tercera esposa de Alois. Hitler fue el tercer hijo de la
pareja.7 Como los padres de Hitler eran primos, debieron obtener una dispensa papal para el
matrimonio. De los cinco hijos de Alois y Klara, sólo Adolf y su hermana Paula llegaron a la edad
adulta.8 El padre de Hitler también tuvo un hijo, Alois Jr., y una hija, Angela, con su segunda esposa.8

Árbol genealógico de Hitler.

Su padre, Alois Hitler, fue un hijo ilegítimo, por lo que durante los primeros treinta y nueve años de
su vida llevó el apellido de su madre, Schicklgruber. En 1876, el padre de Alois, Johann Georg Hiedler,
finalmente lo reconoció. En el siglo XIX eran comunes en Austria las variantes del apellido Hüttler,
Hiedler, Hittler y Hitler. La teoría del escritor Franz Jetzinger de que el apellido guarda relación con
el checo Hidlar o Hidlarcek9 ha sido citada en la literatura en numerosas ocasiones,10 pero es
actualmente rechazada: lo más probable es que todas esas variantes deriven de Hütte (choza), con
lo que el apellido significaría algo así como «pequeño campesino» o «el que vive en una cabaña».11

La propaganda de los Aliados explotó el apellido original de la familia de Hitler durante la Segunda
Guerra Mundial. Panfletos portando la frase Heil Schicklgruber fueron lanzados desde el aire sobre
ciudades alemanas. Sin embargo, Adolf nació legalmente como Hitler; además, se encontraba
también relacionado con Hiedler a través de su abuela materna, Johanna Hiedler.

El nombre Adolf viene del antiguo alto alemán y significa «lobo noble» (Adel=nobleza +
wolf=lobo).12 De ahí que uno de los apodos de Hitler puestos por él mismo fuera Wolf o Herr Wolf
—comenzó a usar este apodo a principios de los años 1920 y se le dirigían con él solo los amigos
íntimos (como «Tío Wolf» por los Wagner) hasta la caída del Tercer Reich—.13 Los nombres de
varios de sus cuarteles generales dispersos por la Europa continental (Wolfsschanze en Prusia
Oriental, Wolfsschlucht en Francia, Werwolf en Ucrania, etc.) reflejan esto. Incluso Hitler sugirió a
su hermana Paula que se cambiara de nombre durante los juegos Olímpicos en Garmisch y se
mantuviera en estricto incógnito bajo el apellido Wolff, manteniendo su nombre si quería. Por
sugerencia de Paula, se añadió el calificativo de Frau (Señora) para hacer menos sospechoso el
cambio de nombre ante sus conocidos (haciendo ver que el cambio de nombre fuera debido a un
matrimonio). Hitler era conocido como Adi por su familia y parientes más cercanos.

Hitler dijo que, de niño, era azotado a menudo por su padre. Años más tarde le dijo a su secretaria:
«Entonces tomé la decisión de no llorar nunca más cuando mi padre me azotaba. Unos pocos días
después tuve la oportunidad de poner a prueba mi voluntad. Mi madre, asustada, se escondió en
frente de la puerta. En cuanto a mí, conté silenciosamente los golpes del palo que azotaba mi
trasero».14

La familia de Hitler se mudó a menudo, de Braunau am Inn a Passau, Lambach, Leonding y Linz. El
joven Hitler fue un buen estudiante en primaria. Pero en sexto, en su primer año de enseñanza
secundaria (Realschule) en Linz, fue suspendido y tuvo que repetir el curso. Sus profesores dijeron
que no tenía «deseos de trabajar». No obstante, quedó cautivado por las lecturas pangermánicas
del profesor Leopold Poetsch, quien influyó notablemente en la mente del joven.

En Mein Kampf, Hitler concluyó que su bajo desempeño en la educación fue una rebelión contra su
padre, que quería que su hijo siguiera una carrera como agente de aduanas; en cambio, Hitler quería
convertirse en pintor. Esta explicación se sostiene aún más por la posterior descripción de Hitler de
él mismo como un artista incomprendido. Sin embargo, Alois Hitler deseaba que su hijo llegara a ser
funcionario como él, empleo del que se sentía muy orgulloso y al que había llegado prácticamente
sin una base académica. Pero al joven Hitler ese futuro no le seducía en absoluto, ya que estaba
demasiado alejado de su objetivo, las artes. No obstante, después de la muerte de Alois el 3 de
enero de 1903, el trabajo escolar de Hitler no mejoró. A la edad de dieciséis años, Hitler abandonó
la educación secundaria sin un título.

Juventud en Viena y Múnich

Véase también: Pinturas de Adolf Hitler

A causa de su mediocre expediente académico Hitler debió abandonar en 1904 la Realschule de Linz
y se trasladó a la de Steyr, distante unos ochenta kilómetros. En 1905 su madre mudó la familia a
un cómodo piso en Urfahr, un suburbio de Linz, donde Adolf disponía de una habitación propia,
llevaba una vida bastante indolente y, con el pretexto de una enfermedad fingida o más
probablemente algo exagerada, convenció a Klara de que no podía seguir en la escuela.15 Así pues
abandonó los estudios a los dieciséis años, después de haber sido calificado positivamente en la
asignatura de dibujo y haberse convencido a sí mismo que su futuro estaba en la pintura.16 Durante
tres años, Hitler se mantuvo en Linz sin buscar trabajo, muchas veces en compañía de August
Kubizek, probablemente el único amigo que tuvo en su adolescencia;17 según Hitler, estos años
serían los «mejores años de su vida».17 Aunque Hitler consideraba que su futuro estaba en la
pintura o la arquitectura, era un voraz lector, prefiriendo obras de historia y mitología alemana.18
Para los dieciséis años, Hitler ya era un ferviente nacionalista pangermano, y aborrecía a los
Habsburgo y a la diversidad étnica del Imperio austrohúngaro.17

Al cumplir diecisiete años, Hitler viajó a Viena por primera vez y pudo prolongar su estancia en la
ciudad dos meses gracias a la ayuda monetaria de su madre y otros parientes.18 Durante su estadía,
visitó la Academia de Bellas Artes, donde consultó los requisitos para ser admitido con el fin de
convertirse en pintor. En octubre de 1907 regresó a Viena y se presentó a la prueba de admisión;
sin embargo, no logró ser admitido al no poseer el talento deseado, lo cual lo decepcionó mucho.19
Al año siguiente lo intentó de nuevo, con peores resultados. El rector de la Academia le aconsejó
intentar en el campo de la arquitectura, pero como Hitler no se había graduado del colegio, era muy
difícil que fuera admitido en la respectiva escuela.18 Sin embargo, en esos años jóvenes con
«talento excepcional» eran admitidos en la escuela de arquitectura sin diploma de secundaria, pero
se desconoce si Hitler intentó ingresar alguna vez.20

A pesar de su fracaso, Hitler decidió quedarse en Viena, aunque por unos meses continuó viviendo
en Linz con su madre, quien estaba agonizando por causa del cáncer de mama. Después de la muerte
de su progenitora, el 21 de diciembre de 1907, Hitler viajó a Viena, donde inicialmente se ganó la
vida gracias a diversos trabajos como barrer la nieve, cargar maletas en la estación de trenes y ser
un obrero de construcción.20 Sin embargo, sus problemas económicos no terminaron, y un año
después de haber llegado a Viena fue desalojado de su apartamento y tuvo que vivir en un miserable
hostal, recurriendo a comedores de indigentes para poder aplacar el hambre.20 No obstante, para
1910 su situación económica era más estable, y se mantenía exclusivamente pintando cuadros.
Viena, una ciudad cosmopolita, con mucha vitalidad intelectual y multicultural, le fue por completo
incomprensible. Aunque en posteriores discursos Hitler afirmaría que Viena era «una perla ante mis
ojos», Baldur von Schirach lo contradiría:

Hitler nunca amó a Viena. Odiaba a su gente.21

Sin embargo, su estadía en Viena fue muy importante. De acuerdo a Hitler, su antisemitismo se
formó en esta ciudad; aunque su amigo Kubizek lo contradice, ya que asegura que Hitler ya era un
profundo antisemita en Linz.22 No obstante, de acuerdo al propio testimonio de Hitler, sus ideas
políticas y raciales fueron formadas, o por lo menos moldeadas, en esa ciudad. Hitler mismo
reconocería que la ciudad le enseñó todo lo que tenía que saber en la vida:
En este período tomó forma dentro de mí una imagen universal y una filosofía que se convirtió en
la base de todos mis actos. Además de lo que entonces creé, he tenido que aprender poco, y he
tenido que cambiar nada.23

El 24 de mayo de 1913 y acompañado de Rudolf Häusler, un compañero del albergue para hombres
donde residía, se trasladó a Múnich. Debió esperar a cumplir los veinticuatro años para poder cobrar
la herencia paterna y, aunque afirmaba querer ingresar en la Academia de Arte muniquesa,
probablemente la razón principal de su marcha era eludir el servicio militar, inscripción que llevaba
demorando desde 1909, cuando debería haberlo hecho para incorporarse a filas con veintiún
años.24 Aparentemente no deseaba servir junto con eslavos y judíos,22 aunque también siempre
se había sentido atraído por la prosperidad y fortaleza que mostraba el Imperio alemán, en
contraste con el decadente Imperio austrohúngaro. Por su parte, Hitler declaró que abandonó
Austria porque la mezcla de razas en Viena le causaba «repugnancia».22 No obstante las
autoridades austríacas consiguieron localizarlo y el 18 de enero de 1914 un agente de policía le
entregó una citación judicial en la que se exigía su regreso: esquivar el servicio militar era motivo de
una importante multa, pero el hecho de abandonar Austria para ello se consideraba deserción y
conllevaba pena de cárcel. Hitler debió viajar entonces a Salzburgo, donde fue examinado el 5 de
febrero, pero fue declarado no apto para prestar servicio militar.25

Primera Guerra Mundial

Hitler (derecha) junto a varios compañeros durante la guerra.

El 28 de julio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial; una semana después, Hitler se presentó
como voluntario en el Ejército alemán y fue asignado a un regimiento bávaro. El inicio de la guerra
ocasionó gran entusiasmo en el joven Hitler, quien pensó que había llegado una oportunidad para
cambiar su vida:

No estoy avergonzado de decir que, arrastrado por mi entusiasmo, me arrodillé y agradecí al Cielo
desde el fondo de mi corazón ... por haberme permitido vivir en ese tiempo.26

Después de menos de tres meses de entrenamiento, Hitler fue enviado al frente occidental. Sirvió
en Francia y Bélgica, como mensajero de la 1.ª Compañía del 16.° Regimiento de Infantería Bávaro
de Reserva. Participó en la primera batalla de Ypres, donde su unidad fue diezmada en cuatro días.
Al finalizar la batalla, de los 3500 soldados iniciales, solamente 600 podían seguir combatiendo.27

Posteriormente, sus oponentes políticos lo acusarían de ser un cobarde, pero la evidencia los
contradice.27 En octubre de 1916, en el norte de Francia, Hitler fue herido en la pierna y regresó al
frente en marzo de 1917, ascendido al rango de cabo. Sin embargo, no fue promovido más allá de
este grado, al considerarse en ese momento que Hitler no poseía dotes de mando. Hitler fue
condecorado dos veces: recibió la Cruz de Hierro de 2.ª clase el 2 de diciembre de 1914, y la Cruz de
Hierro de 1.ª clase el 4 de agosto de 1918, honor que era raras veces otorgado a un soldado de tan
baja graduación.27 De acuerdo a diversos testimonios, Hitler ganó su última Cruz de Hierro por
haber capturado sin ayuda a quince soldados enemigos, aunque los registros militares no
especifican la razón de esta condecoración.27

El soldado Adolf Hitler durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Hitler era considerado como un soldado «correcto», pero, según se informa, era impopular entre
sus compañeros debido a una actitud poco crítica hacia los superiores. «Respetar al superior, no
contradecir a nadie, obedecer a ciegas», dijo, describiendo su actitud mientras era enjuiciado por el
Putsch de Múnich en 1923. Uno de sus camaradas comentó:

Lo maldecíamos y lo encontrábamos intolerable. Había un cuervo blanco entre nosotros que no


quería seguirnos la corriente cuando maldecíamos la guerra.27

En efecto, Hitler nunca se quejaba sobre la suciedad del frente y jamás pidió un permiso para
abandonarlo,27 aunque pudo salir cuando estuvo recuperándose de la herida en su pierna en un
hospital en Berlín. Cuando regresó, empezó a pronosticar repetidamente que Alemania perdería la
guerra por causa de los judíos y los marxistas, a quienes acusó de robar a la nación y no prestar
servicio militar.28 En el aspecto personal, Hitler nunca recibía cartas o presentes de amigos o
familiares, y no acompañaba a los soldados cuando hablaban de mujeres.27 Durante la guerra,
también aprovechó la oportunidad para dibujar algunas historietas y dibujos de instrucción para el
periódico del Ejército.

En la imagen, una caricatura ilustra la Dolchstoßlegende: una mujer judía ataca por la espalda a un
soldado alemán. Hitler fue un ferviente creyente de esta leyenda, culpando a los judíos y marxistas
de la derrota alemana en la I Guerra Mundial.

El 13 de octubre de 1918, poco antes del final de guerra, Hitler quedó atrapado en un ataque de gas
venenoso británico, cerca de Ypres. Fue trasladado a un hospital de campaña, donde quedó
temporalmente ciego por causa de los gases tóxicos.29 El 10 de noviembre se encontraba
parcialmente recuperado en el hospital militar de Pasewalk, cerca de Stettin, cuando fue informado
que la monarquía había sido depuesta y que se había proclamado la posteriormente conocida como
República de Weimar. Cuando se enteró de que al día siguiente iba a firmarse un armisticio y que la
guerra se había perdido, Hitler cuenta que se derrumbó, y posteriormente describió así su reacción:
«Todo se hizo negro de nuevo ante mis ojos».30

Una investigación realizada por Bernhard Horstmann indica que su ceguera temporal pudo haber
sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.[cita requerida] Hitler expresó
metafóricamente que durante aquella experiencia, al quitarse la venda que cubría sus ojos, fue
cuando descubrió que el objetivo de su vida era lograr la salvación de Alemania. Mientras tanto, fue
tratado por un médico militar y un especialista en psiquiatría, que, según se informa, diagnosticó al
cabo como «incompetente para comandar gente» y «peligrosamente psicótico».[cita requerida] Su
comandante declaró: «¡Nunca promoveré a este histérico!».[cita requerida] Sin embargo, el
historiador Sebastian Haffner, refiriéndose a la experiencia de Hitler en el frente, sugiere que por lo
menos tuvo algún tipo de entendimiento con los militares.

La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó sobremanera, pues en la creencia popular


alemana el ejército alemán permanecía invicto. Como muchos otros nacionalistas alemanes, Hitler
culpó a los socialdemócratas («los criminales de noviembre») por el armisticio. Una explicación
extendida por la derecha conservadora sobre la causa de la derrota fue la Dolchstoßlegende
(«leyenda de la puñalada por la espalda»), que pretendía argumentar que a espaldas del ejército los
políticos socialistas y marxistas habían traicionado y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a
sus soldados.

El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente muy


perjudiciales para el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la Primera Guerra
Mundial. Durante la negociación del documento surgieron controversias entre el afán pacificador
de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos y el revanchismo del primer ministro francés,
Georges Clemenceau. La reconciliación nunca estuvo dentro de los objetivos del Reino Unido y
Francia porque,[cita requerida] desde mediados del siglo XIX, Alemania había rivalizado con estas
dos potencias por la hegemonía de Europa y el control sobre los territorios coloniales en África y
Asia. El tratado fue considerado por los alemanes como una humillación y fue un importante factor
en la creación de las reivindicaciones políticas y territoriales demandadas por Hitler y su Partido
Nacionalsocialista al llegar al poder.

Inicios en el nazismo

Artículo principal: Nazismo

Carné de Hitler como miembro del DAP.

Inicio de la actividad política


Al finalizar la guerra, cuya última fase fue sin duda muy importante para su evolución ideológica,30
Hitler se percató que no contaba con dinero, amigos, familiares con conexiones, estudios
universitarios o experiencia política;31 por lo que decidió intentar continuar en el Ejército, algo
bastante complicado en pleno periodo de desmovilización, aunque consiguió permanecer en sus
filas hasta el 31 de marzo de 1920.32

Hitler salió del hospital de Pasewalk el 19 de noviembre y el día 21 llegó a Múnich para reintegrarse
a su batallón.33 Después de la abdicación del káiser Guillermo II el 9 de noviembre y la firma del
armisticio el día 11, Alemania estaba sumida en el clima de agitación revolucionaria en que nació la
República de Weimar y que en Baviera, tras la huida el 7 de noviembre del último rey de la dinastía
de los Wittelsbach, Luis III,34 dio paso a la nueva República de Baviera con un gobierno provisional
dominado por los socialdemócratas del SPD y sobre todo por el más radical USPD, bajo la presidencia
de Kurt Eisner.35 Surgieron consejos de obreros y soldados al estilo soviético y Hitler se encontró a
su regreso con que su unidad estaba bajo el control de uno de ellos por lo que, según su propio
relato en Mein Kampf, solicitó ser transferido a otro destino y fue enviado al campo de prisioneros
de guerra de Traunstein, cerca de la frontera austriaca,36 donde permaneció hasta finales de enero
o principios de febrero de 1919.37 Aunque su versión coincide con la de su compañero Ernst
Schmidt, la actitud que mantuvo durante estos meses debió ser bastante más ambigua de lo que
deja traslucir y hubiera justificado un tratamiento más extenso de haberse opuesto frontalmente al
gobierno que posteriormente sería calificado como el de los «criminales de noviembre». No solo
Traunstein estaba también regido por consejos de soldados sino que Hitler aparece citado el 3 de
abril como representante (Vertrauensmann) de su batallón, un cargo que, entre otras atribuciones,
tenía la misión de cooperar con las autoridades transmitiendo a la tropa material propagandístico y
que muy probablemente Hitler ostentaba ya desde febrero.38 Además, después del asesinato de
Eisner el 21 de febrero, se produjo un periodo de caos y anarquía que culminó con la corta fase de
auténtico dominio comunista, con el fin claro de instalar una república «soviética» y que es el
estrictamente más conocido como Räterepublik o «república de consejos».35 Al día siguiente de su
instauración, el 14 de abril, Hitler fue reelegido representante de su unidad lo que parece indicar un
cierto grado de respaldo por su parte a la política del gobierno socialista o como mínimo que se
abstuvo de exteriorizar ningún tipo de oposición frontal.39 Este comportamiento, sea de pasividad
o de oportunismo, no solo trascendió más tarde ocasionalmente en la prensa,40 sino que también
fue objeto de comentarios por parte de algunos dirigentes nazis como Ernst Röhm, Ritter von Epp o
Rudolf Hess,41 pero parece fuera de duda su rechazo a la izquierda revolucionaria y es muy probable
que los votos que recibió fuesen de soldados que compartían ese criterio y conocían su hostilidad
hacia la Räterepublik.42

Después de que el gobierno soviético de Baviera fuera derrocado por el Ejército alemán y grupos
paramilitares conservadores, a Hitler se le encargó la misión que le dio la oportunidad de implicarse
en la política por primera vez. Su labor consistía en investigar a los miembros de su unidad que
habían colaborado con el gobierno soviético. Su trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes
lo emplearon a tiempo completo, asignándolo al Departamento político de asuntos de prensa del
Ejército, a nivel distrital. De esta manera, Hitler se convirtió en un espía militar, investigando a los
muchos grupos socialistas que estaban naciendo en toda Alemania. También participó como oficial
educador en el «pensamiento nacional», cursos organizados por el Departamento de Educación y
Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr. La principal tarea de Hitler era entonces erradicar
«ideas peligrosas», como la democracia, el socialismo y el pacifismo.43 Un objetivo clave de este
grupo era crear una «cabeza de turco» para justificar la derrota alemana.[cita requerida] Las cabezas
de turco fueron encontradas en el Judaísmo Internacional, los comunistas y los políticos liberales,
especialmente los miembros de la coalición de Weimar, que eran considerados como los «criminales
de noviembre».

En mayo o principios de junio de 1919, Hitler ya aparece listado como V-Mann (Verbindungsmann,
término alemán para un espía de la policía) del Comando de Inteligencia (Aufklärungskommando)
del Ejército, con el objetivo de atraer a otros soldados de ideas similares. En septiembre, se le
ordenó que se investigara un pequeño partido denominado Partido Obrero Alemán (DAP). Aunque
este partido era nacionalista, los superiores de Hitler desconocían esto, y sospechaban que podía
ser un partido socialista o comunista.43

El 12 de septiembre Hitler asistió por primera vez a un mitin del DAP celebrado en la Sterneckerbräu
que debía tener como principal orador a Dietrich Eckart, aunque debió ser sustituido a causa de una
enfermedad por Gottfried Feder. Cuando en el debate final uno de los presentes se enfrentó a Feder
y comenzó a defender el separatismo bávaro, Hitler replicó con un discurso de tal intensidad que
llamó la atención de Anton Drexler, quien le regaló un ejemplar de su obra Mi despertar político y
le animó a volver y unirse al partido.44 En la segunda mitad de ese mismo mes ingresó en el partido
y, aunque él aseguraría posteriormente ser su séptimo miembro, se le asignó realmente el número
555,45 también ficticio porque por razones de imagen se decidió comenzar la numeración en 501
repartiendo los números en orden alfabético a los primeros militantes.46 Pocas semanas después,
el 16 de octubre, Hitler pronunció en la Hofbräukeller su primer discurso público en un acto al que
asistieron 111 personas,47 entre las que se encontraba Ernst Röhm, que poco después ingresaría
también en el partido.48

Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más protagonismo, participando a
tiempo completo en las actividades del partido y perfilando con nitidez la nueva ideología:

A principios de la década de 1920, Hitler desarrolló un pronunciado sentido de su «misión nacional»


(...). La «misión» puede resumirse como sigue: nacionalizar las masas; apoderarse del Estado;
destruir al enemigo interno -los «criminales de noviembre» (refiriéndose a judíos y marxistas, más
o menos lo mismo para su punto de vista)-; construir defensas; llevar a cabo la expansión «por la
espada» para garantizar el futuro de Alemania, superando la «escasez de tierra» (Raumnot) y
adquiriendo nuevos territorios en el este de Europa.49
El 24 de febrero de 1920 el partido celebró su primera reunión de importancia en los salones de la
Hofbräuhaus de Múnich. Ante unos dos mil asistentes Hitler leyó los veinticinco puntos del
programa del partido que habían redactado él y sobre todo Drexler las semanas anteriores. Esos
veinticico puntos se convirtieron posteriormente en la teórica base «inalterable» del programa
nacionalsocialista y la fecha del 24 de febrero en un motivo histórico de celebración anual, aunque
en su momento tuvo una repercusión muy limitada y hasta el Völkischer Beobachter relegó la noticia
a sus páginas interiores.50

El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista


Obrero Alemán; ese mismo día Hitler abandonó el Ejército. Poco después organizó escuadrones de
veteranos de guerra, liderados por Emil Maurice, para que mantuvieran el orden en las reuniones
del Partido, y expulsasen a los que no estuviesen de acuerdo con los oradores.51 El 5 de octubre de
1921, estos escuadrones fueron organizados bajo el nombre de Sturmabteilung (SA), también
conocidos como los camisas pardas por el color de sus uniformes. Muy pronto, las SA, bajo el mando
inicial de Johann Ulrich Klintzich, dejaron de limitarse a su rol de mantener el orden y empezaron a
atacar a los grupos políticos opositores y a los judíos, lo cual acabó convirtiéndose en su actividad
principal.52 En la primavera de 1920, Hitler toma como emblemas la Hakenkreuz —la cruz
gamada— y el saludo del fascismo italiano del brazo en alto.

Ya a principios de 1921, Hitler era considerado un gran orador, hablando frente a muchedumbres
cada vez más grandes. Ganó notoriedad fuera del partido por sus discursos polémicos, atacando el
Tratado de Versalles, y a grupos rivales (sobre todo marxistas y judíos). Ese año, Hitler
personalmente lideró a los camisas pardas contra una reunión de federalistas bávaros. Aunque
Hitler pasó tres meses en la cárcel por la paliza que sus hombres propinaron a los federalistas, al
salir no mostró arrepentimiento alguno; por el contrario, estaba más resuelto a emplear la fuerza
contra sus adversarios:

En el futuro, el movimiento nacionalsocialista evitará rudamente, si es necesario con la fuerza, las


reuniones o discursos que puedan distraer la mente de nuestros compatriotas.53

En el verano de 1921, Hitler era el líder del partido;54 no sólo era el principal orador y propagandista,
sino que también era la principal fuente de ingresos de ese movimiento revolucionario. No obstante,
los fundadores se encontraban resentidos debido a la conducta dictatorial de Hitler, y aprovechando
que se encontraba de viaje en el norte de Alemania, planificaron la fusión de su partido con otros
grupos políticos; de esta manera, pensaban reducir la importancia de Hitler y cuestionar su
liderazgo. Hitler se enteró de estos planes y regresó a Múnich, solicitando poderes dictatoriales en
el partido, de lo contrario renunciaría. Drexler respondió publicando una carta en un periódico,
denunciado los abusos autoritarios de Hitler, pero este presentó una demanda legal en su contra, y
Drexler se tuvo que retractar. Derrotado, Drexler fue retirado de su cargo de presidente y Hitler lo
sucedió, convirtiéndose en el líder indiscutible del Partido Nazi. De esta manera, se estableció el
«principio del liderazgo», que formó el sistema de gobierno político de la Alemania nazi.55

En estos años Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, a Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg,
quienes junto con Eckart, lo introdujeron a círculos sociales más altos, de los cuales pudo obtener
generosas donaciones para el naciente partido.

Alentado por el rápido crecimiento, Hitler empezó a idear la toma del poder. Sin embargo, su partido
no era todavía la principal fuerza política en Baviera, y era desconocido fuera de este estado, por lo
que Hitler concluyó que necesitaba el apoyo de las fuerzas políticas y las guarniciones militares
bávaras para lograr este objetivo.56 Influenciado por la marcha sobre Roma de Benito Mussolini,
Hitler ideó realizar una marcha similar hacia Berlín, con la que doblegaría al gobierno nacional
fácilmente.56

A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de seguidores fanáticos, inspirada
por la marcha sobre Roma de Mussolini, que empezó a ver en él el deseo de un líder nacional
heroico. En este sentido, un libro publicado ese año se refería a Hitler explicando que

el secreto de su personalidad reside en el hecho de que lo que yacía dormido en lo más profundo
del alma del pueblo alemán ha cobrado vida en él [...]. Y eso es lo que ha aparecido en Adolf Hitler:
la viva encarnación del anhelo de la nación.57

Putsch de Múnich

Artículo principal: Putsch de Múnich

Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Múnich durante su juicio.

En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las reparaciones de
guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr, devastando la
economía germana. El gobierno llamó entonces a la resistencia no violenta contra Francia, pero en
septiembre era obvio que esta estrategia no estaba generando resultados. El 26 de septiembre, el
canciller alemán Gustav Stresemann decidió reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de
resistencia. Stresemann previó que los nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase de
protestas y disturbios ante estas impopulares medidas, por lo que declaró el estado de emergencia
ese mismo día.58 De esta manera, el comandante del Ejército, el general Hans von Seeckt, se
convirtió en la principal autoridad de la República.58 Hitler vio este período de inestabilidad política
como la oportunidad para realizar su propia versión de la marcha sobre Roma.56
No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba dispuesto a aceptar la
autoridad central del General von Seeckt. Ese mismo día, el gobierno regional proclamó su propio
estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. El gobierno nacional
reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes nacionalistas y, además, reclamó la supresión del
principal periódico nazi, el Völkischer Beobachter. Cuando el Ejército bávaro rehusó obedecer a su
comandante en Jefe, el General von Seeckt amenazó con utilizar la fuerza contra Baviera. Hitler se
percató entonces de que la situación regional solamente podría empeorar para él ya que,
probablemente, el gobierno de Stresemann lograría estabilizar la situación. Cuando Kahr se negó a
discutir la situación con Hitler y sus aliados, este último sospechó que el gobierno de Baviera iba a
capitular ante el gobierno de Berlín, o peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera.59 Hitler
decidió entonces realizar una maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del
Ejército en Baviera y al jefe de la policía regional; una vez en su poder, los iba a convencer de que
se uniesen a su bando, y luego, juntos, iban a marchar hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Para
ganarse el apoyo del Ejército, Hitler decidió usar al general Erich Ludendorff, como figura respetada
en su golpe de estado. El anciano general había sido atraído al movimiento nazi unas semanas atrás.

En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y los camisas pardas irrumpieron en una reunión
pública liderada por Kahr en el Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras de Múnich. Hitler
proclamó una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo gobierno, junto a
Ludendorff, quien no estaba enterado del golpe.60 Antes de iniciar su "Marcha sobre Berlín", que
derrocaría al gobierno nacional, Hitler reclamó la ayuda de Kahr y de las fuerzas militares locales.
Este último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias a la ingenuidad de Ludendorff, escapó en cuanto
pudo y retomó el control regional.61 Al amanecer del 9 de noviembre, el Ejército y la policía bávara
estaban tomando posiciones contra los golpistas; Ernst Röhm y sus tropas nazis se encontraban
rodeados en el Ministerio de Guerra bávaro, y Hitler decidió marchar junto con Ludendorff para
liberarlos. El anciano comandante alemán había convencido a Hitler de que los soldados y la policía
no dispararían contra él, y que se unirían a su causa.60 No obstante, la policía no se replegó ante
Ludendorff y se inició un tiroteo. Catorce golpistas y cuatro policías murieron durante la refriega,
entre ellos Max Erwin von Scheubner-Richter, uno de los organizadores del putsch, que recibió un
balazo mientras marchaba en primera línea cogido del brazo de Hitler, quien escapó únicamente
con un hombro dislocado.62

Hitler saludando a las tumbas de los dieciséis nazis que murieron durante el golpe de 1923.

Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, donde redactó su primer testamento político en
el que designaba como su sucesor al frente del NSDAP a Alfred Rosenberg y nombraba
vicepresidente a Max Amann, pero carecen de fundamento versiones posteriores de los hechos que
afirman que intentó suicidarse.63 Fue arrestado la noche del 11 de noviembre,62 acusado de alta
traición y Rosenberg se convirtió temporalmente en el líder del partido. Según Joachim Fest, esta
subversión fracasada marcó uno de los grandes hitos en la vida de Hitler, pues con ella habría
finalizado su aprendizaje y se habría dado paso a su verdadera entrada en la política.64

Su juicio, atrajo atención internacional, y le proporcionó una plataforma política para anunciar su
movimiento. Durante su juicio, que se inició el 26 de febrero de 1924, Hitler recibió tiempo casi
ilimitado para hablar,65 lo que hizo que su popularidad creciera debido a su poderoso y convincente
discurso nacionalista. A diferencia de los participantes en el golpe de Kapp, Hitler asumió la
responsabilidad de la intentona golpista, pero negó haber cometido un crimen:

Solamente yo cargo la responsabilidad. Pero no soy un criminal por eso. Si hoy me presento aquí
como un revolucionario, es como un revolucionario en contra de la revolución. No existe la alta
traición contra los traidores de 1918.66

Durante su juicio en 1924.

El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg, aunque
la Constitución estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo.67 Hitler recibió un trato
privilegiado de los guardias y pudo recibir cartas y visitas de sus admiradores.68 Fue absuelto y
liberado el 20 de diciembre de ese mismo año, como parte de una amnistía masiva hacia prisioneros
políticos. En total, solo cumplió nueve meses de su condena.

Mein Kampf

Artículo principal: Mein Kampf

Sobrecubierta de Mein Kampf (1926-27).

La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar sus ideas, que dictó a diversos
secretarios. El resultado sería una obra titulada Mein Kampf (Mi Lucha), aunque originalmente había
planeado llamarla Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y cobardía.69 Esta obra,
dedicada a Dietrich Eckart,[cita requerida] era una autobiografía y, más importante aún, una
exposición de la ideología nacionalsocialista.

A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro Estado alemán nacionalsocialista
debía seguir para finalmente convertirse en el «amo del mundo».70 Primero aboga por la conclusión
definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría con la destrucción de Francia.70 Una vez
conseguido esto, Alemania finalmente se encontraría en libertad de expandirse, con el objetivo de
conseguir el llamado «espacio vital alemán». Hitler concluye que el Tercer Reich no debe buscar
colonias en Asia o África, sino que debe expandirse hacia el este, a expensas de Rusia.70 Aunque
reconoce que diversos pueblos ya habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo alemán tiene
el derecho de desalojar a sus ocupantes:

...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de una nación o raza en particular;
por el contrario, esta tierra existe para el pueblo que posea la fuerza de tomarla.70

Acerca de la expansión alemana hacia el este.

Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya que los bolcheviques la
controlan, y por lo tanto los judíos.71

En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de gobierno
será una dictadura:70 Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la economía, ya que en
realidad será un «organismo racial».71 Después de establecer que la raza aria es superior sobre el
resto, asegura que la misma debe subyugar a las demás para poder «preservar e incrementar la
cultura».72 Concluye que los alemanes se encuentran en el estado actual debido a que no
preservaron su raza pura, y «gradualmente perdieron su creatividad cultural».72 Después de
escribir esto, no es sorprendente que determine que el principal propósito del Estado nazi sea:

...la preservación de los elementos raciales originales que confieren cultura y crean la belleza y la
dignidad de una humanidad superior.73

Acerca del propósito del Estado.

Asegura que en un futuro distante, la humanidad se enfrentará a problemas que solamente una
raza superior, con dominio del mundo, podrá resolver.73

Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que Hitler expone en Mein Kampf
es considerada grotesca e inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica. Peor aún,
cuando Hitler subiese el poder en 1933, se mantendría fiel a sus escritos74 y llevaría a cabo la
expansión hacia el este, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial y en un genocidio de los
pueblos eslavos y semitas.

Mein Kampf no solo sirvió para la exposición de las ideas de Hitler, también le proporcionó su
principal fuente de ingresos.74 Aunque el libro se publicó en dos volúmenes entre los años de 1925
y 1926, solamente vendió alrededor de 240 000 ejemplares entre 1925 y 1934, aunque en los
primeros años las ventas fueron bajas. Hitler pasó esos años esquivando los impuestos aplicables
sobre los derechos de autor de su libro, y acumuló una deuda tributaria de cerca de 405 500 marcos.
Esta deuda lo perseguiría hasta que se convirtió en canciller.

Reestructuración del partido

Entre 1924 y 1929 los nazis experimentaron pérdidas electorales.

Hitler salió de prisión el 20 de diciembre de 1924.75 Su movimiento revolucionario probablemente


estaba en su punto más bajo, el Partido Nazi y sus órganos mediáticos habían sido prohibidos;
además, Hitler tenía prohibido hablar en público y el gobierno regional estaba recomendando que
fuese extraditado a Austria.76 Durante su ausencia, Gregor Strasser y Erich Ludendorff lideraron el
movimiento nazi, y se fueron distanciando de él.

En el aspecto nacional, la inestabilidad política y económica que habían contribuido en el rápido


crecimiento del Partido Nazi estaban quedando en el pasado.76 La hiperinflación y los fuertes pagos
de indemnización habían sido amortiguados, y los franceses habían aceptado salir de la Renania.
Aunque gracias a su fallido golpe Hitler llegó a tener cierta prominencia nacional, el puntal de su
partido siguió siendo Múnich y en los meses siguientes el apoyo popular empezó a mermar. En las
elecciones parlamentarias de diciembre, los nazis, que participaron bajo el nombre de «Movimiento
Nacionalsocialista de Libertad», perdieron la mitad de sus votantes; en contraste, los
socialdemócratas estaban recuperando los votos perdidos. Los nazis continuarían en decadencia
hasta 1929, mientras tanto, Hitler tuvo que seguir organizando el partido y luchando por mantener
el liderazgo del mismo.

Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de prisión con una visión
mesiánica de su papel en la historia, y aseguró que los buenos tiempos de la República no
durarían.7776 A los pocos días solicitó una entrevista con Heinrich Held, primer ministro bávaro, y
luego de realizar promesas de buena conducta, consiguió que legalizase el Partido Nazi de nuevo.
Al periódico nazi Voelkischer Beobachter también se le permitió circular de nuevo. Creyendo en las
promesas de Hitler, Held le dijo a su ministro de Justicia:

La bestia salvaje está controlada. Podemos permitirnos aflojar la cadena.78

Dr. Heinrich Held sobre Hitler.

Aunque Hitler seguía siendo un autoritario, sus promesas de apegarse a la Constitución eran
parcialmente ciertas. Sin embargo, el futuro dictador no había cambiado su ideología, sino su
estrategia. Habiendo fracasado en derrocar a la República con un golpe de Estado, ahora perseguía
la «estrategia de la legalidad»; esto significaba adherirse a las normas de la Constitución de Weimar
para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del partido, sobre todo los líderes de
los «camisas pardas», se opusieron a esta estrategia. Röhm la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler
«Adolphe Legalité». De esta manera, Hitler ahora se apoyaría en la democracia y las elecciones para
acceder al poder, y luego las destruiría:

En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las
narices y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos
en votos lleva más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado
por su propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso
Alemania.79

Acerca de su nueva estrategia constitucional.

El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, aunque la
mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y Ludendorff no
asistieron, Eckart había muerto, y Göring estaba exiliado. Sin embargo, Hitler dejó claro que no
pensaba compartir el liderazgo con alguien más:

Solamente yo lidero el movimiento, y nadie puede imponerme condiciones mientras yo


personalmente asuma la responsabilidad.79

En su primer discurso al salir de prisión.

No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a calificar al Estado, a los
judíos y a los marxistas de ser «el enemigo», y los amenazó de muerte.79 De inmediato el Estado
bávaro le prohibió pronunciar discursos durante dos años. Desde entonces, la mayor parte de su
tiempo lo pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mein Kampf.80 Temeroso de que en
cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su ciudadanía austríaca,
convirtiéndose efectivamente en un hombre sin nacionalidad, ya que el gobierno bávaro se negaba
a concederle la alemana.81

Gregor Strasser, líder nazi que en varias ocasiones cuestionó el liderazgo de Hitler.

Sin poder utilizar sus dotes de oratoria, Hitler empezó entonces a trabajar como propagandista y
organizador. Fue durante estos años que organizó el Partido Nazi a nivel nacional, y empezó a crear
agrupaciones de todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes Hitlerianas y la Liga
de Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la
Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron las SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían
realizar un juramento de lealtad especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser más
confiables que los rudos «camisas pardas». Hitler se colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el
título de «Supremo Líder del Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista
Alemana de los Trabajadores». Además, creó el «Directorado del Reich», compuesto por los
principales jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura tan vasta y compleja era la
formación de «un Estado dentro del Estado»;82 de esta manera, cuando los nazis finalmente
llegasen al poder, Hitler podría destruir la estructura republicana en poco tiempo, y la reemplazaría
por la estructura de su Partido.82

Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler llamó a Gregor Strasser y
le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania.83 La personalidad de Strasser
competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con independencia en Prusia, Sajonia, Hanóver y la
Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto con su hermano Otto Strasser y un joven
secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo, la personalidad independiente de Strasser y su
firme creencia en el elemento socialista del programa nacionalsocialista le ganaron la animosidad
de Hitler.8483 En poco tiempo, Strasser se convertiría en la amenaza más seria al liderazgo del
último, y esto finalmente le costaría la vida.

El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la


expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en un
plebiscito. De esta manera, la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der Gauleiter
Nord-West, se unió a los marxistas en la campaña electoral.85 Hitler contraatacó el 14 de febrero
de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde obligó a Strasser y a Goebbels a
retractarse de su programa. Para complicar la posición de Strasser, Goebbels abandonó su causa
unos días después y se unió a Hitler. Sin embargo, este no sería el fin de la enemistad entre Hitler y
Strasser.

Después de este encuentro, el partido de Hitler quedó aún más centralizado, y el llamado
Führerprinzip («Principio del líder») quedó finalmente arraigado en la organización partidaria. Bajo
este sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien designados por sus
superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad ante ellos, al tiempo que exigirían la
misma obediencia incondicional a sus subordinados. De acuerdo a Hitler, todo el poder y la
autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.

Ascenso al poder

Artículo principal: Ascenso al poder de Adolf Hitler

El ascenso durante la Depresión

Reunión del partido nazi en 1930.


La Gran Depresión trajo nuevos tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler había
predicho que llegaría y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones perdían sus
empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era oportuno para su discurso
revolucionario:

Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la lucha que en estos días.
Porque la dura realidad ha abierto los ojos de millones de alemanes a las estafas, mentiras y
traiciones sin precedentes de los marxistas engañadores del pueblo.86

Acerca de la Gran Depresión.

Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo
nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de Versalles. Después
de estos sucesos, Alemania había perdido importancia económica en Europa, junto con todas sus
colonias, y además había adquirido una pesada deuda al aceptar la responsabilidad de la guerra.
Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los pagos de indemnización, generar
empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos.87 Sutilmente, los nazis empezaron también
a asociar a los judíos con los comunistas y los empresarios corruptos, reviviendo antiguos
sentimientos antisemitas.

Hitler posa para la cámara.

La inestabilidad económica de la Gran Depresión pronto se extendió al campo político y benefició a


Hitler. En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado canciller de Alemania por el presidente
Paul von Hindenburg, ya que el canciller saliente fue incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria
para gobernar. Brüning tampoco la consiguió, pero se mantuvo en el poder gracias a los decretos
presidenciales de Hindenburg. De esta manera, la voluntad del canciller quedó sujeta a la del
presidente, y la voluntad del Parlamento alemán fue relegada a un segundo plano. Sin embargo,
Brüning era un demócrata, y procedió a llamar a nuevas elecciones, con la esperanza de obtener la
mayoría parlamentaria necesaria poder gobernar sin la aprobación de Hindenburg.88 Irónicamente,
las elecciones parlamentarias de 1930 no contribuirían en el fortalecimiento de la democracia, ya
que convertirían al Partido Nazi en la segunda fuerza política de Alemania y al Partido Comunista en
la tercera.

Después de obtener apoyo popular, Hitler procedió a buscar el del Ejército. El discurso nacionalista
de Hitler hizo mella en jóvenes oficiales; y una semana después de las elecciones, durante un juicio
contra tres oficiales que habían promovido la ideología nazi en el Ejército, Hitler fue llamado a
testificar y aprovechó esta oportunidad para intentar ganar el apoyo de los militares, asegurando
que «vengaría» la Revolución de Noviembre y que eliminaría los límites impuestos al Ejército alemán
en el Tratado de Versalles. La victoria electoral de Hitler también atrajo la atención de los hombres
de negocios germanos. Desde 1931, Walther Funk empezó a presentar a Hitler poderosos
industriales; además, varias empresas empezaron a financiarlo, entre las que destaca la aseguradora
Allianz.89 Sin embargo, la mayoría de empresas alemanas se negaron a apoyar al futuro dictador.90

Intrigas de Schleicher y Papen

Papeleta electoral de las elecciones presidenciales alemanas de 1932.

Como líder de la segunda fuerza política en el Parlamento, Hitler pronto fue incluido en los planes
de los gobernantes de la República de Weimar.91 A finales de 1931 se reunió con el canciller Brüning
y el presidente Hindenburg, pero ambos fueron incapaces de conseguir un acuerdo político con él.
Fue después de esta primera reunión que Hindenburg aseguró que:

...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un Ministro de Correos, pero
ciertamente no un Canciller.92

Hindenburg sobre Hitler.

El 7 de enero de 1932, Brüning se reunió de nuevo con Hitler, e intentó persuadirlo de que aprobase
la postergación de las elecciones presidenciales de 1932.93 El anciano Hindenburg no quería
postularse a la reelección, y todo parecía indicar que Hitler se convertiría en presidente ante la
carencia de otros candidatos de peso; si Hitler aceptaba la postergación de las elecciones hasta la
muerte natural de Hindenburg, el canciller Brüning luego solicitaría el restablecimiento de la
monarquía alemana, aunque bajo un sistema de gobierno similar al británico.94 Hitler se dio cuenta
que esta medida no lo beneficiaría, y después de realizar una serie de demandas que fueron
rechazadas de inmediato por Hindenburg, rehusó apoyar el plan de Brüning. De esta manera,
Hindenburg fue forzado a aspirar a un segundo período para evitar un triunfo hitleriano.

El 25 de febrero, Hitler finalmente decidió convertirse en ciudadano alemán, y de inmediato


presentó su candidatura, en contraposición a la de Hindenburg. A pesar de que Hitler realizó una
impresionante campaña electoral,95 Hindenburg ganó con holgura estas elecciones, aventajándolo
con más de 16 puntos porcentuales. El candidato austríaco había duplicado los votos de su partido
en dos años, pero parecía incapaz de acceder el poder a través de los votos sin comprometerse
políticamente con Hindenburg. Fue en este año que la animosidad entre Strasser y Hitler se acentuó
de nuevo; a pesar de su derrota en Bamberg en 1926, Gregor Strasser había continuado siendo un
importante líder del Partido Nazi, y era más aceptado por el Parlamento y el presidente que Hitler.
Debido a su talento político, Hitler lo mantenía en su círculo de asesores más cercano, y junto con
Goebbels, Göring, Frick y Röhm, ocupaba el escalafón más alto del Partido en 1932. Sin embargo,
Strasser empezó a criticar la postura intolerante de Hitler, quien rehusaba compartir un gobierno
con los hombres de Hindenburg.

Saludo fascista, abril de 1932

Después de esta derrota electoral, las «camisas pardas», que ya superaban al Ejército en número,
fueron prohibidas. Fue en este momento que el General Kurt von Schleicher, artífice del ascenso de
Brüning, empezó a conspirar para provocar su caída. Schleicher contactó a Hitler a través de Röhm;
a este último le ofreció legalizar las SA de nuevo, con planes de anexarlas posteriormente al
Ejército.96 Por otro lado, le ofreció a Hitler la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias, a
cambio de apoyar a un nuevo gobierno. Como antiguo amigo de Hindenburg, Schleicher logró
convencerlo de forzar la renuncia de Brüning, y luego lo persuadió de que nombrase canciller a Franz
von Papen. En las nuevas elecciones parlamentarias de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la
primera fuerza política del Parlamento, pero no alcanzó la mayoría necesaria para gobernar. Con
estos resultados, Hitler se negó a apoyar a Papen, y reclamó la Cancillería para él, rehusando de
nuevo compartir el poder con la facción de Hindenburg y Schleicher. Con este nuevo fracaso, la
corriente de Strasser en el Partido Nazi se fortaleció, y la dirección política de Hitler empezó a ser
criticada públicamente por este.

Al igual que su predecesor, el nuevo canciller, resultó ser incapaz de conseguir la mayoría
parlamentaria, y Papen llamó entonces a nuevas elecciones, las terceras en 1932. Aunque en estas
elecciones los nazis continuaron siendo la primera fuerza política, perdieron votos, y Hitler quedó
aún más lejos de alcanzar la mayoría en el Parlamento. No obstante, por esto no cambió su
estrategia, ya que el político austríaco continuó demandando la Cancillería para él, rechazando el
ofrecimiento de la Vice-cancillería que le extendió Hindenburg. Por su parte, Schleicher empezó a
planificar la caída de Papen, y convenció a Hindenburg que si lo nombraba canciller lograría dividir
el Partido Nazi separando a Strasser. Hindenburg accedió el 2 de diciembre de 1932, sin embargo,
el gobierno de Schleicher fue breve, ya que Hitler lo sucedería en menos de dos meses.

En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder, el poder ya no residía en el
pueblo ni el Parlamento democráticamente electo, sino en el presidente Hindenburg, quien era muy
anciano y propenso a ser manipulado por la camarilla que lo rodeaba.97 Esto era obvio para Hitler,
y por eso, cuando Papen se le acercó unos días después de haber salido de la Cancillería, decidió
hacer un trato con él, ya que el excanciller todavía contaba con la confianza del presidente. Esta
alianza llegó en el momento oportuno para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en quiebra,
y los seguidores más radicales estaban abandonando las filas para ingresar al Partido Comunista.
Para complicar la situación, Schleicher había puesto en marcha su plan de dividir a los nazis,
ofreciendo la Vicecancillería a Strasser, y aunque este no había aceptado, sí tuvo una calurosa
discusión con Hitler, después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la historia
a los periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más grave contra el
movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó con suicidarse:

Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres minutos con un disparo.

Sobre la amenaza de Strasser.

Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento crítico
decidió viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con la esperanza de que Hitler lo llamase de regreso.
El futuro dictador no sólo no lo llamó, sino que aprovechó su ausencia para destituir a todos sus
simpatizantes de los cargos de importancia en el partido, y en su lugar nombró a partidarios más
fieles. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín, donde les tomó un juramento de fidelidad
personal. Cuatro días después de la partida de Strasser, Hitler había tomado finalmente el control
de toda la estructura política del partido.

Hitler en la Cancillería del Reich, el 30 de enero de 1933.

El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron formar una coalición en caso
de que el último lograse convencer a Hindenburg de nombrar canciller al líder nacionalsocialista. El
22 de enero, Hitler tuvo otra reunión con Otto Meissner y con Oskar von Hindenburg, Secretario e
hijo del presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo. El 28 de enero, después de pasar varios
días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza política sin éxito, el canciller Schleicher
presentó su renuncia ante Hindenburg. El anciano presidente de inmediato buscó el consejo de
Papen, quien le aseguró que podría formar un gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y
estarían bajo control.

Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el presidente
Hindenburg.98 Políticos conservadores como Papen, e industriales adinerados como Emil Kirdorf,
pensaron que lograría controlar al revolucionario alemán y que lo harían obrar en pro de sus
intereses, pero en unas pocas semanas Hitler demostraría ser más capaz que estos, y durante su
gobierno, muchos de los que lo ayudaron en su carrera al poder terminarían siendo ejecutados,
confinados en campos de concentración o huyendo al exilio para salvar sus vidas.

Establecimiento de la dictadura
Hitler con su primer gabinete, el 31 de enero de 1933. Conformado principalmente por
conservadores, que deseaban controlar a Hitler, muy pronto fueron subyugados. (Al frente:
Hermann Göring y Franz von Papen a su izquierda)

Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una situación segura, las mismas
fuerzas que habían motivado la renuncia de los tres últimos cancilleres seguían vigentes, y por lo
tanto Hitler tenía que lidiar con el presidente Hindenburg y su camarilla, quien a su vez era
respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros, controlado por los conservadores
e industriales, donde los nazis eran minoría.99 Además, en el Partido Nazi estaban presentes las
expectativas de 4 millones de camisas pardas que, liderados por Ernst Röhm, no ocultaban su
desdén por el hecho de que tantos elementos conservadores compartieran el gobierno con Hitler.
Adicionalmente se encontraban las fuerzas políticas opositoras en el Parlamento, socialdemócratas
y comunistas, que controlaban diversos gobiernos regionales; aunque, a pesar de su aversión por el
nazismo, jamás fueron capaces de aproximarse entre sí para formar un frente común contra este.

El incendio del Reichstag y la ley habilitante

Artículos principales: Incendio del Reichstag, Decreto del incendio del Reichstag, Elecciones
parlamentarias de Alemania de 1933 y Ley habilitante de 1933.

Con solo el 34 % del Parlamento bajo su control, Hitler todavía tenía que recurrir al «Anciano
Caballero», el presidente Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes.100 El vicecanciller Franz von
Papen, que gozaba del apoyo de Hindenburg, estaba seguro de que «en dos meses habremos
arrinconado tanto a Hitler que se pondrá a chillar».100 Papen no fue el único que subestimó a Hitler,
la prensa en general seguía esta misma línea de pensamiento:

La composición del gabinete no deja a Herr Hitler la menor posibilidad de colmar sus ambiciones
dictatoriales.100

The New York Times, 31 de enero de 1933

Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes revolucionarios, en sus primeras
alocuciones evitó en lo posible alarmar al ciudadano común.101 Sin embargo, de inmediato empezó
a trabajar para adquirir más poder; después de sabotear las conversaciones con el Partido del
Centro, Hitler informó a su gabinete que eran necesarias nuevas elecciones.102 Ante las protestas
de Hugenberg y Papen, Hitler los calmó asegurándoles que no cambiaría la composición del gabinete
sin importar el resultado. Para la campaña de las nuevas elecciones parlamentarias, fijadas para el
5 de marzo, Hitler pudo hacer uso de los recursos del Estado;102 además, contó con el apoyo de un
importante grupo de industriales; quienes, luego de que Hermann Göring les asegurara que
probablemente serían las últimas elecciones «en los próximos cien años», donaron tres millones de
marcos de la época para la causa nazi.103 Adicionalmente, días antes, Hitler había tenido una cena
con diversos líderes del ejército; a pesar de su llamado al rearme de Alemania, los resultados fueron
mixtos, pocos altos oficiales tenían sentimientos democráticos y eran muchos los que deseaban una
dictadura militar, pero desconfiaban de los nazis.104

No contento con contar con muchos recursos para hacer campaña, Hitler empezó a colocar trabas
a los partidos de oposición. A través de decretos presidenciales, impuso restricciones a los mítines
políticos y restricciones a la prensa.105 Además, consolidó la autoridad de un gobierno paralelo
regional en Prusia, y colocó a Göring al mando de la policía estatal. Al poco tiempo, la policía
prusiana con la ayuda de las «camisas pardas» empezó a disolver las concentraciones opositoras;
solo los opositores más ilusos acudían a la policía cuando eran hostigados por los nazis.106 Muy
pronto, otros siete gobiernos regionales de estados más pequeños fueron usurpados por los nazis,
que establecieron autoridades paralelas.107

El incendio del Reichstag permitió a Hitler acelerar sus planes de persecución contra sus opositores,
acusándolos de ser golpistas.

El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag fue
incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del incendio, es claro que Hitler se benefició
ampliamente de este crimen.108 Después de que la policía atrapara a un comunista neerlandés de
nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, Göring empezó a acusar a los comunistas
de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi pronto copió su discurso. Al día siguiente,
Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de emergencia de seis artículos, redactados por
Göring, donde solicitaba la suspensión de varios artículos de la Constitución de Weimar con el
objetivo de «proteger los documentos culturales alemanes».109 En realidad, el llamado Decreto del
incendio del Reichstag acababa con todos los derechos que suelen defender las naciones
democráticas: la libertad de expresión; el respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la
inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia y de las conversaciones telefónicas; así como la
libertad de reunión y de asociación.109 Además, permitía al gobierno nacional intervenir cualquier
gobierno regional que considerase incapaz de mantener el orden en su estado.110 Luego de que
Papen y Meissner apoyaran el decreto, el anciano presidente lo firmó.109

Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron arrestados y
enviados a campos de concentración; además, desde los medios del Estado se inició una campaña
de alerta contra el «terror comunista», tratando de convencer al ciudadano alemán de que, a menos
que no votasen por los nazis, el país entraría en una guerra civil.110111 Por otro lado, Hitler moderó
su discurso, aseguró que sólo necesitaba cuatro años en el poder y minimizó su antisemitismo en
público, como dejó constancia el futuro presidente de Alemania de la posguerra, Theodor Heuss:

Vocifera mucho menos. Ha dejado de vomitar fuego contra los judíos y en estos días es capaz de
pronunciar un discurso de cuatro horas sin mencionar la palabra «judío».112
Theodor Heuss, sobre el discurso hitleriano antes de las elecciones parlamentarias de Alemania de
1933.

El 5 de marzo de 1933 se celebraron las últimas elecciones democráticas bajo el gobierno de Hitler,
a pesar de su intensa campaña electoral y de la persecución contra sus opositores, la mayoría
parlamentaria seguía eludiendo a los nazis, que obtuvieron el 44 % de los escaños.111 Aliado con
los nacionalistas de Hugenberg, Hitler controlaba ahora la mitad del Parlamento; pero para poder
llevar a cabo su revolución nacional, el canciller demandaba dos tercios de los escaños.113 Para
solucionar esto, y haciendo uso del decreto del incendio del Reichstag, fueron arrestados todos los
diputados comunistas y unos pocos socialdemócratas desafortunados, pasando por alto la
inmunidad parlamentaria que gozaban.

Hitler se «subordina» ante Paul von Hindenburg, al inaugurar el nuevo Parlamento, 21 de marzo de
1933. Dos días después, Hitler obtiene la ley habilitante, que acaba con el gobierno parlamentario y
lo convierte en un dictador constitucional.

Ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la Constitución y arroparse de
más poder; no obstante, primero realizó un acto simbólico para tranquilizar a los movimientos
representados por el presidente Hindenburg: los militares, los junkers y los monarquistas. El 21 de
marzo, la misma fecha en que Bismarck inauguró el primer Parlamento del Imperio alemán, Hitler
inauguró el primer Parlamento del Tercer Reich; seleccionó la iglesia del cuartel de Potsdam, sitio
de importancia histórica para los militaristas prusianos, y Goebbels se esforzó en crear una
atmósfera que diese la impresión de Hitler estaba subordinado al anciano Hindenburg.114 El
embajador francés, presente en la ceremonia, escribió después:

Después del llamativo compromiso hecho por Hitler en Potsdam, ¿cómo podrían estos hombres —
Hindenburg y sus amigos, los Junkers y los barones monarquistas, Hugenberg y sus alemanes
nacionalistas, los oficiales del Ejército alemán— ... dudar en concederle su entera confianza, en
cumplir todas sus peticiones, en concederle todos los poderes que exigiera?115

André François-Poncet, embajador francés en Alemania entre 1931 y 1938.

El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley para Aliviar
las Penurias del Pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933. Hitler pronunció
un discurso moderado que contrastaba con sus habituales diatribas. Prometió usar sus poderes sólo
en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases;114 además, pregonó por la búsqueda
de la paz con Occidente e incluso con la Unión Soviética.114 Sin embargo, al finalizar su exposición,
dejó claro que si no obtenía estos poderes legalmente del Parlamento, su gobierno los obtendría a
través de otros métodos más violentos.116 Solo los socialdemócratas votaron en contra de Hitler;
el Zentrum cedió luego de que Hitler les prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el
presidente Hindenburg.117 De esta manera, 441 diputados aprobaron la ley contra 94 diputados
socialdemócratas118

Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los poderes del Poder Legislativo,
y ganaba la capacidad de decretar leyes que «podían desviarse de la Constitución».115 No obstante,
no buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley conservaba los poderes del presidente
intactos.115 De esta manera, el Reichstag alemán sucumbía voluntariamente ante el canciller,
adquiriendo un estado de impotencia total que mantendría hasta la posguerra.

Gleichschaltung

Artículo principal: Gleichschaltung

Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación), donde el


Estado y la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y sus organizaciones. En su
deseo de unificar a Alemania bajo un totalitario gobierno central, Hitler primero enfiló la ley
habilitante contra el federalismo alemán. Los gobiernos de los estados más grandes, Prusia y
Baviera, ya habían sido usurpados, y los gobiernos de otros estados más pequeños pronto corrieron
la misma suerte. El 31 de marzo, con la ayuda de Wilhelm Frick, Hitler promulgó entonces una ley
que disolvía todas las dietas regionales, y ordenaba su reconstitución bajo los resultados de las
últimas elecciones nacionales.119 Una semana después, Hitler apuntó gobernadores para cada
estado, y les concedió la facultad de disolver las dietas y destituir a los jueces.119 De esta manera,
todos los gobiernos regionales empezaron a seguir las directivas de Berlín, y Hitler lograba acabar
con la celosa autonomía que los históricos estados alemanes habían defendido desde la Guerra de
los Treinta Años (1618-1648).

Hitler y Hindenburg durante las celebraciones del 1 de mayo de 1933.

El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas organizaciones obreras que
habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de acabarlas, Hitler
y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en ganarse la confianza de la clase
trabajadora: después de restablecer el 1 de mayo como día festivo; los nazis organizaron
manifestaciones de obreros por todo el país; Hitler en persona habló en el aeropuerto de Tempelhof
frente a cien mil trabajadores, promoviendo el motto «Honor, trabajo y respeto para el
trabajador».120 Al día siguiente, el 2 de mayo, la actitud del gobierno cambió drásticamente, todos
los sindicatos fueron disueltos y «coordinados» forzosamente en un sindicato único, el Frente
Alemán del Trabajo, y sus líderes fueron colocados bajo «custodia protectora», un eufemismo que
implicaba la internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado
colaborando con el régimen nazi se salvaron.120 Solamente a los sindicatos católicos se les concedió
un respiro de dos meses, luego recibieron el mismo trato.120 Desde entonces, los representantes
sindicales fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos firmados por estos eran
legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.121

En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes que
se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se
confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus periódicos;122 los
socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante al nazismo, pero tres
días después, Wilhelm Frick disolvió el movimiento por considerarlo «subversivo».122 Los líderes
socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos comunistas en los campos de
concentración.123 El Partido Popular Alemán y el Partido Democrático Alemán, baluartes de la
democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a inicios de julio;122 de inmediato siguieron
los partidos católicos, el Partido Popular de Baviera se disolvió el 4 de julio, y su aliado nacional, el
Zentrum, hizo lo mismo al día siguiente.122 Tampoco los aliados derechistas de Hitler pudieron
evitar ser «coordinados», el 21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del
Pueblo Alemán, el partido de Hugenberg; una semana después este renunció a su cargo de ministro
de Agricultura, y disolvió el partido, también «voluntariamente».122

Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos los
partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba Hjalmar Schacht
como nuevo ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el conservador Franz
von Papen permanecía en el gobierno como vicecanciller, estaba muy consciente de la futilidad de
su posición.122 La ley del partido único fue aprobada el 14 de julio, casi sin oposición dentro del
gabinete.123

Mientras Hitler se esforzaba por «coordinar» la sociedad alemana con el Partido, al mismo tiempo
obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales «inferiores». El 1 de abril
llamó a un boicot contra los negocios judíos, como respuesta a una «campaña mediática» que
supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra.124 Una víctima de este
período fue Albert Einstein, cuyos bienes y propiedades fueron embargados luego de que se
descubriera y considerase como «arma comunista» un cuchillo de pan hallado en su nueva casa de
veraneo.124 Aunque se apostaron camisas pardas frente a los negocios judíos, en general hubo
poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser levantada tres días después.121 El boicot sí sirvió
para sacar de su letargo, aunque temporalmente, al anciano Hindenburg; el presidente le recriminó
al canciller el hecho de que los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados como
ciudadanos alemanes. Hitler elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó
leyes prohibiendo la presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la
abogacía y la medicina.125 Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo
el pretexto de prevenir el «hacinamiento».125 No obstante, las medidas de 1933 no fueron
consideradas peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a
hostigar a los judíos provenientes de Europa oriental.125
La purga de las «camisas pardas»

Gráfico que muestra el sistema de marcado en los campos de concentración nazis.

En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente de la
República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de 1934), nombrándose a sí mismo Führer.
Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa fidelidad durante la
llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el proceso de eliminación de diversos grupos
raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba «enemigos de Alemania» y «razas impuras»,
lo que le llevó a reasignar las directrices a los campos de concentración para la liquidación
sistemática de comunistas, judíos, testigos de Jehová (Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales y
homosexuales, principalmente, así como a un intenso rearme.

Las fábricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme. Además para absorber
mano de obra desocupada se empezaron a construir modernas autobahns o carreteras.

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