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Estudio bíblico de Jueces 3:1-4:5

Jueces 3:1-4:5
Continuando nuestro estudio en el libro de los Jueces, nos corresponde hoy el capítulo 3, que
trata los siguientes temas: la primera y la segunda apostasía; Dios liberó a Israel de la
servidumbre por medio de los jueces Otoniel, Aod y Samgar. Los israelitas realizaron
matrimonios mixtos con los cananeos, heteos, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos, entre los
cuales vivían. Israel actuó mal, olvidándose de Dios, y sirvió a los dioses baales. Entonces Dios
les entregó a una vida de esclavitud.

Otoniel, el primer juez, fue nombrado para liberarles. Su única cualidad ser que era sobrino de
Caleb y que se había casado con Acsa la hija de Caleb.

Aod, el segundo juez, libertó a Israel de la esclavitud de Eglón rey de Moab. Su cualidad fue la
de ser zurdo lo cual le permitió lograr la entrada a la presencia del rey de Eglón sin que su daga
escondida fuese descubierta.

Samgar fue el tercer juez. Era experto en utilizar la aguijada de bueyes, o sea una vara larga con
punta de hierro que los boyeros usaban para estimular o aguijonear a los bueyes. Y Samgar la
usó como arma de guerra contra los filisteos y libertó a Israel.

Ahora, todos los jueces tenían algún defecto, alguna característica particular o impedimento que
Dios usó. Por ello los jueces revelaron que Dios podía usar a cualquier hombre que estuviera
dispuesto a ser utilizado por Él. Vamos a leer los primeros tres versículos de este capítulo 3 de
Jueces, que nos explican como

La idolatría de Israel les condujo a la servidumbre

"Estos son los pueblos que dejó el Señor para probar con ellos a todos los que en Israel no habían
conocido todas la guerras de Canaán; solamente para que el linaje de los hijos de Israel
aprendiera cómo hacer la guerra, y lo enseñara a quienes antes no la habían conocido: los cinco
príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte
Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta llegar a Hamat."

Vemos aquí que los israelitas habían concertado matrimonios con los cananeos, con los heteos,
los amorreos, los ferezeos, heveos, jebuseos. Se casaron con personas de todas las tribus de esa
tierra, a pesar de que Dios se lo había prohibido expresamente.

Ahora, los cinco príncipes de los filisteos y las otras tribus mencionadas aquí en este pasaje, eran
enemigos de los israelitas. Al continuar nuestro estudio por el Antiguo Testamento, estos
enemigos aparecerán repetidas veces. Y ciertamente fueron una aflicción constante para la
nación de Israel. Pasemos ahora al versículo 5 y leamos hasta el versículo 7 de este capítulo 3 de
Jueces:
"Así, los hijos de Israel comenzaron a habitar entre los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos,
heveos y jebuseos. Y tomaron a sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas a los hijos de ellos, y
sirvieron a sus dioses. Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos del Señor, su Dios,
se olvidaron de él y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera."

En lugar de expulsar a los cananeos de la tierra, vemos que Israel la compartió con ellos. En vez
de mantener sus propias creencias y su adoración al Dios verdadero, se casaron con los cananeos
y adoptaron sus creencias religiosas. Es decir que, los hijos de Israel cayeron en un período de
apostasía. Ahora, veamos lo que nos dice aquí el versículo 8:

"Por eso la ira del Señor se encendió contra ellos y los entregó en manos de Cusan-risataim, rey
de Mesopotamia, al cual sirvieron durante ocho años."

La idolatría de Israel trajo como resultado el castigo. Dios los entregó a la esclavitud por ocho
años. Y fueron oprimidos hasta el punto que tuvieron que clamar al Señor por ayuda.
Observemos lo que dice aquí el versículo 9 de este capítulo 3 de Jueces, que nos presenta a

Otoniel, el primer juez

"Entonces clamaron los hijos de Israel al Señor, y el Señor levantó un libertador a los hijos de
Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb."

Cuando los hijos de Israel clamaron al Señor por liberación, Dios levantó a Otoniel para ser el
primer juez. Continuemos leyendo los versículos 10 y 11 de este capítulo 3 de Jueces:

"El espíritu del Señor vino sobre Otoniel, quien juzgó a Israel y salió a la batalla. El Señor
entregó en sus manos a Cusan-risataim, rey de Siria, y le dio la victoria sobre Cusan-risataim. Y
hubo paz en la tierra durante cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz."

Otoniel fue el primero y uno de los mejores jueces. No fue objeto de ninguna crítica. Salvó a su
pueblo de la opresión de Cusan-risataim. Lo único que cabe destacar es que, en sí mismo, no era
competente para ese cargo. No se convirtió en líder de Israel por su capacidad sobresaliente, sino
debido a que era sobrino de Caleb y, además, se había casado con Acsa la hija de Caleb. Sin
embargo, Dios lo usó. Y es asombroso estimado oyente, ver el tipo de personas que Dios usa. Tal
vez esa es la razón por la cual Él puede usarnos a usted y a mí. Este libro de los Jueces debe
animarnos, estimado oyente.

Ahora, todos los jueces fueron "hombres insignificantes". No hubo ningún hombre importante
entre ellos. Estos hombres fueron usados por Dios, a causa de que eran, bueno, tenemos que
decirlo, eran algo extraños. Su misma peculiaridad hizo posible que Dios les usara.

La biografía de Otoniel nos dice que era hijo de Cenaz, hermano de Caleb. Se nos dice que el
Espíritu del Señor vino sobre él y libertó a los israelitas de la opresión, y murió. En muy pocos
versículos tenemos relatada la vida y la muerte de este hombre. Había una misión destinada para
él, pero no hubo ningún encanto, atractivo, ni nada espectacular relacionado con su vida. Y la
mayoría de las biografías son así como ésta.
Hace años un hombre que había escrito muchas buenas biografías de algunos líderes cristianos
del pasado, estaba escribiendo un libro acerca de un líder cristiano de la actualidad. Y al
preguntársele cómo le iba en su trabajo, dijo que tenía dificultad en evitar que la primera página
tocara la última. Aparte del nacimiento y la muerte del hombre, había muy poco que decir en
cuanto a él. Y creemos que muchas lápidas en las tumbas expresan esa brevedad de los datos
mínimos que se pueden ofrecer en una biografía como ésta. Y así fue la historia de Otoniel.

Otoniel fue un hombre común y corriente, pero Dios vino sobre su vida y la hizo ilustre,
sobresaliente: una vida que valió la pena vivir. Y estimado oyente, Dios también puede tocar
nuestras vidas comunes y corrientes y hacer que sean dignas de mención. Consideremos ahora a

Aod, el segundo juez

Leamos el versículo 12 de este capítulo 3 de Jueces:

"Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos del Señor, por lo cual el Señor
fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel, porque había hecho lo malo ante los ojos del
Señor."

Así se puso en marcha el ciclo de la historia de Israel. Los israelitas sirvieron a Dios, y luego
volvieron las espaldas a Dios e hicieron lo malo delante de Él. Ahora, leamos el versículo 13:

"El rey de Moab juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, vino e hirió a Israel, y tomó la
ciudad de las palmeras."

Cuando los israelitas iban en dirección opuesta a la voluntad de Dios, Él los entregaba a la
servidumbre. Y luego, ¿qué les sucedió? Leamos los versículos 14 y 15 de Jueces capítulo 3:

"Entonces sirvieron dieciocho años los hijos de Israel a Eglón, rey de los moabitas. Clamaron los
hijos de Israel al Señor, y el Señor les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera, benjaminita, el
cual era zurdo. Un día, los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón, rey de Moab."

Continuando con el ciclo histórico, El Señor levantó a otro libertador. ¿Quién fue? Fue Aod hijo
de Gera, de la tribu de Benjamín. La única ventaja que tuvo fue que era un hombre zurdo.
Continuemos leyendo los versículos 16 al 23 de este capítulo 3 de Jueces:

"Pero Aod se había hecho un puñal de dos filos, de un codo de largo, y se lo ciñó del lado
derecho debajo de sus vestidos. Entregó el presente a Eglón, rey de Moab, quien era un hombre
muy grueso. Luego que hubo entregado el presente, Aod despidió a la gente que lo había
acompañado, pero al llegar a los ídolos que están en Gilgal, regresó y dijo a Eglón: Rey, una
palabra secreta tengo que decirte. El rey dijo entonces: Calla. Y mandó que salieran de delante de
él todos los que allí se encontraban. Y estando él sentado solo en su sala de verano, se le acercó
Aod y le dijo: Tengo una palabra de Dios para ti. Eglón se levantó de la silla. Entonces alargó
Aod su mano izquierda, tomó el puñal de su lado derecho y se lo metió por el vientre de tal
manera que la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura de Eglón cubrió la hoja, pues
Aod no sacó el puñal de su vientre. Y se derramó el excremento. Aod salió al corredor, cerró tras
sí las puertas de la sala y las aseguró con el cerrojo."

Lo que tuvo lugar aquí fue algo muy brutal. El acto que realizó Aod no tuvo nada de heroico ni
romántico. Su nombre significa "pelo rojo". Llevó un regalo a Eglón rey de Moab. Hizo una daga
de dos filos y la escondió debajo de sus vestidos a su lado derecho. Como era zurdo, tendría que
alargar la mano a su lado derecho para sacar la daga. En aquel entonces, casi todo el mundo
usaba la mano derecha y les revisaban el lado izquierdo para ver si llevaba arma, o no. Entonces
la policía secreta del rey le buscó el arma a Aod, en el lado opuesto al que debía haber buscado.
Él consiguió entrar por traer un regalo, que quizás era el tributo.

Ahora, Eglón era un rey grande y grueso. Después de que Aod le hubo dado el regalo, aparentó
tener un secreto que revelarle. Un hecho sangriento estaba por ocurrir. El rey entonces hizo salir
de la sala a todos menos a Aod. Creía que iba a escuchar un mensaje muy secreto. Pero en el
momento oportuno, Aod sacó su daga y se la clavó al rey. Entonces Aod cerró las puertas y salió.

En realidad, Aod no fue cobarde. Requirió valor hacer lo que él hizo. Habría sido difícil para un
hombre que estaba acostumbrado a usar la mano derecha, lograr entrada con una daga, a la
presencia del rey. Ahora, leamos los versículos 24 y 25 de este capítulo 3 de Jueces:

"Cuando ya había salido, vinieron los siervos del rey, quienes al ver las puertas de la sala
cerradas, dijeron: Sin duda él cubre sus pies en la sala de verano. Tras mucho esperar, y confusos
porque el rey no abría las puertas de la sala, tomaron la llave, abrieron y encontraron a su señor
caído en tierra, muerto."

Los siervos de Eglón rey de Moab esperaban afuera. Vieron que las puertas de la sala de
audiencias estaban cerradas y creyeron que el rey estaba dormido. Y no querían molestarlo.
Seguían creyendo que se iba a despertar. Pero esperaron tanto tiempo, que hasta les dio
vergüenza. Pero, ¿qué sucedió? Por fin decidieron abrir las puertas con una llave y encontraron
entonces muerto al rey Eglón. Ahora, el versículo 26 dice:

"Mientras ellos esperaban, Aod escapó y, pasando los ídolos, se puso a salvo en Seirat."

Durante ese tiempo en que los siervos estaban esperando a que el rey se despertara, Aod tuvo la
oportunidad de escapar. Salió de la tierra de Moab y se fue a otro lugar llamado Seirat, donde ya
no lo podrían encontrar. Continuemos ahora con los versículos 27 hasta el 30:

"Cuando entró en Israel, tocó el cuerno en los montes de Efraín y los hijos de Israel descendieron
con él del monte. Entonces Aod se puso al frente de ellos. Y les dijo: Seguidme, porque el Señor
ha entregado a vuestros enemigos moabitas en vuestras manos."

Ellos descendieron en pos de él, le quitaron a Moab los vados del Jordán y no dejaron pasar a
nadie. 29Mataron en aquel tiempo como a diez mil moabitas, todos valientes y todos hombres de
guerra; no escapó ni uno. 30Así fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel. Y hubo
paz en la tierra durante ochenta años.
Aod era uno de los jueces que Dios había levantado para guiar a Israel. Tenía muy poca
habilidad. En efecto no encontramos que haya realizado alguna acción meritoria, excepto matar a
Eglón, un hombre que causó toda clase de tragedias en la vida de los israelitas. Aod fue el
instrumento que Dios usó para libertar a Israel. Su acto de matar a Eglón, logró su fin. Dios,
permitió así que miles de vidas fueron salvadas por lo que hizo Aod.

Ahora, muchos dirán: "Bueno, nuestra civilización no permitiría que sucediera algo así como
esto." Sin embargo, estimado oyente, no estamos seguros de poder decir esto, porque recuerde
usted la caída de la bomba atómica sobre el Japón, la cual mató a millares de hombres, mujeres y
niños. ¿Y qué de las guerras que ha habido desde entonces y tienen lugar en la actualidad? La
guerra es algo terrible. La muerte de Eglón liberó a Israel y salvó las vidas de multitudes.

Como en los tiempos de los jueces, Dios aún utiliza a personas comunes y corrientes que desean
ser usados para lograr los propósitos divinos. Estimado oyente, Dios puede utilizarle a usted si
usted así lo desea y lo permite.

Leamos ahora el versículo 31 de este capítulo 3 de Jueces, para considerar a

Samgar, el tercer juez

"Después de él vino Samgar hijo de Anat, el cual mató a seiscientos hombres de los filisteos con
una aguijada de bueyes; él también salvó a Israel."

En este caso, lo notable no fue precisamente el hombre, sino el método utilizado. El usó una
aguijada de las que se usaban para aguijonear a los bueyes, que era un instrumento muy tosco.
Los israelitas no disponían de armas de hierro, así que utilizaron lo que tenían. Aun esta arma
rudimentaria, puesta en las manos adecuadas, pudo ser dedicada a Dios. Recordemos que Dios
usó la vara de Moisés. Y Dios también utilizó la piedra de la honda de David. En el Nuevo
Testamento, en los Evangelios, todo lo que un joven tenía eran 5 panes y algunos peces, y en el
libro de los Hechos, veremos que todo lo que una mujer llamada Dorcas tenía, fue una aguja e
hilo. Todos aquellos instrumentos sencillos de la vida diaria fueron ofrecidos a Dios para que Él
hiciera uso de ellos. Estimado oyente, cualquier cosa que usted tenga, si usted lo coloca en las
manos divinas, Él lo utilizará. No olvidemos a estos jueces mencionados en este capítulo. Y así
concluimos nuestro estudio de este capítulo 3 de Jueces. Llegamos ahora a
Jueces 4:1-5
El tema de este capítulo se refiere a la tercera apostasía de los israelitas: en este caso Dios liberó
a Israel de la opresión por medio de Débora y Barac. Leamos los primeros tres versículos de este
capítulo 4 de Jueces, donde comienza la historia de

Débora y Barac

"Después de la muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del
Señor, así que el Señor los entregó en manos de Jabín, rey de Canaán, quien reinaba en Hazor. El
capitán de su ejército se llamaba Sísara y vivía en Haroset-goim. Entonces los hijos de Israel
clamaron al Señor, porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y había oprimido con
crueldad a los hijos de Israel por veinte años."

Después de la muerte de Aod, Israel cayó nuevamente en la idolatría, y comenzó un nuevo


período de opresión. El Señor entregó a Israel en manos de Jabín, rey de Canaán. Sísara, capitán
del ejército de Jabín, tenía novecientos carros de hierro. Ahora, estos carros infundieron temor
entre los israelitas, que todavía no disponían de ese tipo de armamento. Y por veinte años Jabín
oprimió a Israel. Ahora los versículos 4 y 5 de este capítulo 4 de Jueces dicen:

"Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot, la cual
acostumbraba sentarse bajo una palmera (conocida como la palmera de Débora), entre Ramá y
Bet-el, en los montes de Efraín; y los hijos de Israel acudían a ella en busca de justicia."

Se describe aquí a Débora como profetisa y juez. También se nos dice que fue esposa de Lapidot.
Ella sí fue una mujer extraordinaria levantada por Dios para juzgar a Israel durante un tiempo de
opresión y desesperación, ella impulsó a Israel a luchar.

Interrumpimos aquí el relato hasta nuestro próximo programa. Al finalizar, queremos destacar la
fidelidad y el cuidado de Dios para los seres humanos, cuando éstos reconocen su triste
condición, sus errores, sus pecados y su rebelión, y se vuelven a Él rogándole que intervenga. El
caso es que cuando se le llama, el viene y llega en el momento en que Él lo considere oportuno.
Como dijo el escritor de la carta a los Hebreos 10:37, citando al profeta Habacuc: "Porque dentro
de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá y no tardará. Más el justo vivirá por la fe".

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